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INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
13.3. LOS DEUTEROCANÓNICOS /// 08/11/2016
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- 13.3. -
LOS DEUTEROCANÓNICOS
La llamada
versión de los “Lxx”1
Detrás de los términos de los Setenta (o Lxx) y de Biblia griega se oculta una realidad fluida y
pluriforme. En esto se distingue del texto hebreo recibido o texto masorético (TM), que desde
el siglo II d. C. ofrece una lista muy concreta de obras con un orden igualmente bien definido,
así como un texto estable. ¿Por qué? La traducción de los Setenta se realizó en una época en
que el texto hebreo presentaba todavía cierta “fluidez redaccional”. No solamente porque el
canon de las Escrituras hebreas no estaba cerrado todavía, sino también porque el fenómeno de
“clausura” no había separado aún por completo la transmisión del texto de la glosa o
comentario del mismo.
La versión llamada “de los Setenta”
«Propiamente hablando, este término sólo designa la versión griega de la Torá, de la que se
habla en la Carta de Aristeo, que habría que distinguir siempre de los libros traducidos
posteriormente “por manos privadas” y de las composiciones originales que acabarían
formando la colección que llamamos de los Setenta».2
Carta de Aristeo
Por una ficción literaria, la “Carta de Aristeo” a su hermano Filócrates se presenta como
compuesta por un pagano. De hecho, su autor es un judío de Alejandría –de ahí el título de
Pseudo-Aristeo que se le da a veces a esta obra–. Se publicó en el siglo II a. C.
Verdadera apología de la ley mosaica y del judaísmo, el relato gira en torno a la traducción de
la Torá al griego.
He aquí su desarrollo, de forma resumida.
Después de la introducción (1-8), viene el relato. Demetrio Falereo, fundador y
responsable de la biblioteca de Alejandría, animó al rey Tolomeo Filadelfo a escribir al
sumo sacerdote de Jerusalén para que enviase hombres de los más venerables, ancianos
competentes en la ciencia de su ley, seis de cada tribu, para que sometiendo a examen lo
que obtuviera el acuerdo de la mayoría y obteniendo así una interpretación exacta, el
bibliotecario y sus ayudantes establecieran un texto digno del Estado y de las intenciones
del rey. La respuesta afirmativa del sumo sacerdote contiene la lista de los setenta y dos
traductores que habría de enviar con un ejemplar de la Torá (9-82).
En una segunda parte se describe el templo de Jerusalén y su culto, la ciudad y toda
Palestina. El sumo sacerdote se despide de los traductores, que no solamente eran
considerados como maestros en las letras judías, sino que además se habían entregado
seriamente a la cultura helenista. Pronuncia entonces él una larga apología de la ley (83-
171).
La tercera parte, la más desarrollada, menciona la acogida que brindó el rey a los
traductores y narra luego el banquete en siete sesiones de una noche, al que los invitó.
Según la tradición filosófica griega, este banquete da ocasión a una larga discusión: los
setenta y dos traductores responden cada uno a una cuestión que les plantea el rey (172-
300).
1 H. COUSIN, La Biblia Griega. Los Setenta, Navarra (Verbo Divino 1992).
2 R. LE DÉAUT (citado por H. COUSIN, La Biblia Griega. Los Setenta, 7).
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La última parte habla de la traducción y de su proclamación. Luego los traductores
vuelven a Judea (301 -322).
En definitiva, la obra pone el acento en dos puntos: (1) Las autoridades paganas se interesan
por la ley de los judíos y la admiran; (2) Habiendo sido reconocida por todos la calidad de la
traducción griega del Pentateuco, fue recibida por la comunidad judía de Alejandría como
equivalente a la Torá en hebreo, como versión oficial.
Carta de Aristeo, 30l-3113
“30l Saliendo a recibir (a los setenta y dos traductores), Demetrio les hizo andar los siete
estadios que conducen a la isla,4 pasó el puente, avanzó hacia el norte, los reunió en un local
preparado junto a la playa, una magnífica morada rodeada de silencio, y les invitó a ejecutar
el trabajo de la traducción, con todo lo necesario. 302 Se aplicaron a la tarea, poniéndose de
acuerdo entre ellos sobre cada uno de los puntos por confrontación. Del texto que resultaba
de su acuerdo, Demetrio ordenaba entonces hacer una copia en la forma debida. 303 Su
sesión duraba hasta la hora nona, y después quedaban libres para atender a las necesidades
del cuerpo, ampliamente provistos de todo cuanto podían desear. 304 Cada día, a primera
hora, se presentaban en la Corte, y después de haber cumplimentado al rey, se retiraban a su
residencia particular. 305 Después de lavarse las manos en el mar según el uso de los judíos,
y una vez terminada su oración a Dios, se ponían al trabajo de lectura y de traducción de
cada pasaje (...).
307 Pues bien, sucedió que el trabajo de la traducción se acabó en setenta y dos días, como
si aquello se debiera a una especie de plan premeditado. 308 Acabada la tarea, Demetrio
reunió a la comunidad judía en el sitio en donde se había realizado la obra de la traducción,
y se la leyó a toda la asamblea, en presencia de los traductores, que fueron por otra parte
acogidos con entusiasmo por la gente por su aportación a un bien considerable. 309 Hicieron
una ovación semejante a Demetrio y le pidieron que entregase a sus jefes una copia de toda
la ley. 310 Tras la lectura de los rollos, los sacerdotes, en pie, los ancianos del grupo a de
traductores y los delegados del politeuma,5 así como los jefes del pueblo, hicieron esta de
declaración: «Ahora que se ha hecho la traducción correctamente, con piedad y con una
exactitud rigurosa, conviene que esta obra quede como está, sin el más mínimo retoque».
311 Una aclamación general acogió estas palabras; entonces les invitaron a pronunciar una
maldición, según su costumbre, contra cualquiera que retocara la letra del texto, bien
alargándola, bien alterándola en lo más mínimo, bien recortándola; excelente medida para
guardarla inmutable para siempre”.
La denominación “Setenta” le cabe ante todo y sobre todo a la traducción al griego del
Pentateuco realizada en Alejandría de Egipto. Pero en el lenguaje tradicional se da este nombre
a una colección más amplia que, además del Pentateuco, comprende:
La traducción griega de las obras compuestas en hebreo o en arameo
La mayor parte de ellas pertenecen al TM, pero otras han desaparecido por completo,
como el Primer libro de los Macabeos, o han sido descubiertas posteriormente, como el
Sirácida.
Algunas obras escritas originalmente en lengua griega
Por ejemplo, el Libro de la Sabiduría.
3 Traducción de H. COUSIN, La Biblia Griega. Los Setenta, 11-12.
4 La isla Faros, frente a Alejandría.
5 El estatuto político propio de la comunidad judía en Alejandría.
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En Yabné, hacia fines del s. I d. C., el judaísmo rabínico comenzó a fijar el canon de las
Escrituras con la inclusión en él del Cantar de los cantares y del Qohelet, pero excluyendo a los
“libros exteriores”, es decir, a los libros no recibidos como canónicos en Palestina.
Y el Talmud de Babilonia recogerá una lista, relativamente antigua, de veinticuatro libros
(Baba Batra 14b-15a). Con los Setenta no ocurrió nada parecido. No hubo ninguna autoridad
que cerrara la colección.6
Además, antes de los siglos III-IV, los rollos de los libros estaban separados unos de otros; fue
necesaria la aparición del codex –anticipo de algún modo de nuestros libros– para que
pudiésemos encontrarnos con verdaderas colecciones debidamente ordenadas. Vemos, pues,
que los contornos de lo que llamamos “los Setenta” son bastante fluidos. En primer lugar, no
hay tradición unitaria cristiana sobre las listas de obras canónicas que nos ofrecen los padres de
la Iglesia y los concilios por un lado, y los códices de los Setenta por otro.
Por ejemplo:
En el Codex Vaticanus (siglo IV d. C.) no hay ningún libro de los Macabeos.7
El Sinaiticus (siglo IV d. C.) no contiene más que el primero y el cuarto libro de los
Macabeos.8
El Alexandrinus (siglo V d. C.) contiene el primero, el segundo, el tercero y el cuarto
libro de los Macabeos.9
Sínodo de Laodicea (360 D.C): faltan –entre otras cosas– los Macabeos.
Los libros
llamados “Deuterocanónicos”
En la terminología católica, se denomina libros “deuterocanónicos” a aquellos libros del AT
que no son aceptados como canónicos por la comunidad judía, y que se recibieron de la versión
de los LXX.10
Forman un conjunto de siete libros, a los que hay que añadir las partes griegas del libro de Ester
y los suplementos griegos asociados al libro de Daniel (la oración de Azarías y el cántico de los
tres jóvenes, la historia de Susana y de Bel y el Dragón):
6 Tampoco conocemos ni la forma ni la extensión de la versión de los LXX utilizada por los judíos, pues
hasta nosotros sólo han llegado manuscritos de esa versión utilizados por los cristianos. 7 CÓDICE VATICANO
Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, 1-4 Reinados (= 1,2 Samuel y 1,2
Reyes), 1 y 2 Paralipómenos (= Crónicas), Esdras A, Esdras II (= Esdras-Nehemías), Salmos, Proverbios,
Eclesiastés, Cantar, Job, Sabiduría de Salomón, Sirácida, Ester, Judit, Tobías, Doce profetas, Isaías,
Jeremías, Baruc, Lamentaciones, Carta de Jeremías, Ezequiel y Daniel. 8 CÓDICE SINAÍTICO
Génesis, (laguna), Números, (laguna), 1 Paralipómenos, (laguna), Esdras II, Ester, Tobías, Judit, 1 y 4
Macabeos, Isaias, Jeremias, Lamentaciones, (laguna), (final de los) Doce profetas, Salmos, Proverbios,
Eclesiastés, Cantar, Sabiduría de Salomón, Sirácida, Job. 9 CÓDICE ALEJANDRINO
Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, 1-4 Reinados, 1-2 Paralipómenos,
Doce profetas, Isaías, Jeremías (incluyendo a Baruc, Lamentaciones y Carta), Ezequiel, Daniel, Ester,
Tobías, Judit, Esdras A, Esdras II, 1, 2 , 3 y 4 Macabeos, Salmos, Job, Proverbios, Eclesiastés, Cantar,
Sabiduría de Salomón, Sirácida, Salmos de Salomón. 10
Los primeros cristianos recibieron el Antiguo Testamento fundamentalmente de los ambientes griegos
de la diáspora judía.
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Judit Sabiduría
Tobías Eclesiástico o “Sirácida”
I y II Macabeos Baruc
El libro de Baruc11
Varios libros han sido atribuidos a Baruc, el secretario de Jeremías:
El Baruc de la Biblia.12
El apocalipsis griego de Baruc.
El apocalipsis sirio de Baruc.
Se suelen distinguir tres partes en el libro deuterocanónico de Baruc:
1,1-2 (nombre del autor y fecha de composición)+ 1,3-14 (preámbulo) + 1,15-3,8 (salmo
penitencial).
3,9-4,4 (exhortación a la sabiduría, identificada con la Ley).
4,5-5,9 (discurso de exhortación y de consolación).
Según el prólogo, las palabras del Libro de Baruc fueron leídas en Babilonia, en presencia del
pueblo exilado, en el día del aniversario de la destrucción del pueblo por los caldeos (1,2.3s).
Los judíos de Babilonia, lloraron, oraron y ayunaron, y decidieron enviar a Jerusalén una
colecta, destinada a la compra de las ofrendas para el altar, con la consigna que se rezara por
Nabucodonosor y su hijo, así como por los judíos cautivos (1,11.13). Este libro se debía leer
públicamente en la Casa del Señor (1,14); contenía una confesión pública de pecados (el salmo
penitencial de 1,15-3,8).
El fragmento de estilo sapiencial (3,9-4,4) se presenta como una invitación dirigida a Israel para
que busque la salvación en el culto a la sabiduría de Israel (=Ley), que ni los poderosos de la
tierra ni los pueblos más sabios de Oriente, ni los antiguos gigantes pudieron alcanzar. Es la
sabiduría que sólo Dios posee y que le comunicó a su siervo Jacob.
La obra termina con una “inyección de ánimo” (4,5-5,8; cf. 4,5.21.27.30), donde se exhorta a
confiar firmemente en el Dios de la salvación. El fragmento tiene claras reminiscencias del 2 y
3 Isaías.
La llamada “Carta de Jeremías”13
(Baruc 6)
Conservado en griego, en la mayor parte de los manuscritos de los LXX se encuentra ubicada
tras el Libro de las Lamentaciones. En algunos manuscritos griegos, en la Versión Siria y en la
Vetus Latina sigue inmediatamente a Baruc, como capítulo 6 de ese libro. El texto que
transmite la Vulgata es el de la Vetus Latina, pues San Jerónimo no estimó útil hacer una nueva
versión latina de Baruc y la Carta (Prol. in Jer., PL 24, col. 680).
11
Para un breve panorama cf. L. H. RIVAS, “Baruc”, en: W. FARMER et al. (edts.), Comentario Bíblico
Internacional, Navarra (Verbo Divino 1999), 953-956. 12
En los LXX se denomina “Baruc”; en la Vulgata, “Profecía de Baruc”. 13
Para un breve panorama cf. L. H. RIVAS, “Carta de Jeremías”, en: W. FARMER et al. (edts.),
Comentario Bíblico Internacional, 957-958.
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El escrito se presenta como una carta dirigida por Jeremías a los que serían enviados cautivos a
Babilonia. Se trata, en realidad, de una disertación satírica en contra de la idolatría. Su objetivo
consiste en incitar a los israelitas a seguir fieles a la religión del verdadero Dios.
El libro de Tobías14
El libro cuenta la historia de la familia de Tobit, un israelita de la tribu de Neftalí, deportada a
Nínive.
Tobit era un hombre piadoso, extremadamente observante de la Ley, caritativo. Estaba casado
con una mujer de su tribu llamada Ana, y ambos tenían un hijo, Tobías. Por su extremada
piedad, Dios lo bendijo, concediéndole el favor de Salmanasar, y Tobit llegó a ser procurador
suyo en Media, logrando una importante fortuna. Luego, bajo el reinado de Senaquerib, su
suerte cambió. Fue denunciado ante el rey por haber enterrado los cuerpos de algunos
compatriotas que fueron muertos por Senaquerib, y éste, en represalia, determinó matarlo. Tobit
tuvo que escapar con su familia, y todos sus bienes fueron confiscados.
Bajo el reinado de Asarjaddón, Tobit pudo regresar a Nínive, donde siguió practicando
fielmente la Ley de Dios y la caridad con sus hermanos. Pero un día, al caerle excremento de
gorriones en los ojos, queda ciego. Su mujer tuvo que salir a trabajar. Tras retarla injustamente
pensando que ella había robado un cabrito, ella se enoja y le reprocha su suerte: «¿Dónde están
tus limosnas y tus buenas obras? ¡Ahora se ve todo bien claro!» (Tobías 2,14). Tobit, agobiado
por los sufrimientos, suplica a Dios que lo haga morir (Tobías 3,1-6). Al mismo tiempo, el libro
narra la historia de Sarra, la hija de un pariente de Tobit llamado Ragüel, que vivía en
Ecbáctana.
La historia comienza cuando una de las esclavas de Ragüel insulta a Sarra, riéndose de su
infortunio: es que la joven se había casado ya siete veces, pero el demonio Asmodeo había
matado a los siete hombres antes de que llegasen a unirse a ella. Sarra, que había pensado en
ahorcarse, pero luego desiste de la idea por no ocasionarle tristeza a su padre, eleva a Dios una
súplica angustiada, pidiéndole que ponga fin a sus días o a su humillación (Tobías 3,11-15).
Dios escucha la oración de Sarra y de Tobit, y envía al ángel Rafael a curar a ambos (Tobías
3,16-17). El joven Tobías será el actor principal en las escenas siguientes:
Su padre le da prolijos avisos, que hacen del cap. 4 una pequeña colección de proverbios sobre
las buenas obras. Luego lo envía a recuperar una suma importante dejada en depósito a un
cierto Gabael en las lejanías de Media (Tobías 5,1-3).
Entonces Rafael, bajo el nombre de Azarías, se ofrece a servir de guía al joven (Tobías 5,4-22),
y ambos parten, en medio de las angustias y los temores de la madre de Tobías (Tobías 5,18-
20). El ángel, yendo de camino, enseña a Tobías los remedios contra la ceguera de su padre
(Tobías 6,3-9) y le pondera los encantos de su prima Sarra, en cuya casa van a hacer un alto, y
lo invita a que la pida por esposa, recordándole que a él le corresponde desposarla según la Ley
de Moisés (Tobías 6,10-14). Tobías, que conocía que sucedía con los hombres que intentaban
unirse a Sarra, no quiere pedirla por esposa. Rafael, entonces, le indica como contrarrestar los
maleficios del demonio Asmodeo (Tobías 6,14-19).
Tobías, llegado a Ecbátana, se apresura a pedir la mano de su prima (Tobías 7) y, con gran
estupefacción de los padres, que ya habían hecho cavar una tumba por las dudas (Tobías 8,9b-
12), la primera noche se desliza sin accidentes. Dos semanas de regocijos no parecen
demasiado para festejar a los felices esposos (Tobías 8,20). En el intervalo, el mismo Azarías
va a recuperar el dinero y vuelve con Gabael (Tobías 9).
Durante este tiempo, en Nínive, Ana y Tobit se preocupan viendo que no regresa su hijo; así
pues, Tobías acelera la partida y emprende el camino de vuelta con su esposa, todavía guiado
14
Cf. D. DORÉ, El libro de Tobit o El secreto del rey, Navarra (Verbo Divino, Cb 101 2000).
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por el ángel. La alegría del regreso llega a su colmo cuando Tobías devuelve la vista a su padre
gracias al remedio que le había indicado Rafael. Nuevos regocijos se prolongan para festejar a
los jóvenes esposos (Tobías 10-11).
Rafael revela su identidad antes de desaparecer,15
no sin antes dar en forma de proverbios
nuevas enseñanzas sobre las buenas obras; finalmente invita a sus oyentes a dar gracias a Dios
(Tobías 12). Tobit se apresura a cumplir este deber con un himno que se extiende en visiones
proféticas sobre la gloria futura de Jerusalén (Tobías 13). El final del anciano es como el de los
patriarcas. En su lecho de muerte revela a su hijo el porvenir, le recomienda la piedad filial, la
práctica de las buenas obras y el temor de Dios (Tobías 14,1-11).
Tobías, después de haber prestado a su padre y luego a su madre los últimos deberes, se
traslada a Ecbátana para rodear allí de las mismas solicitudes los últimos días de sus suegros. Él
mismo muere colmado de días, después de haber tenido el consuelo de ver realizadas las
profecías de su moribundo padre (Tobías 14,12-15).
El libro de Judit16
Suele admitirse que el texto griego de Judit es la versión de un original semítico, arameo según
unos, hebreo según la mayoría de exégetas. Las versiones recientes (latina, siríaca) derivan
todas ellas del griego. La Vulgata es fruto de una revisión de San Jerónimo, realizada a partir de
un texto arameo. El texto es notablemente más breve, pero como San Jerónimo realizó su
traducción con bastante rapidez y sin preocuparse mucho por la precisión (PL 29,37-40), no
podemos fiarnos de la Vulgata para hallar el texto arameo que está irremediablemente
perdido.17
Fecha de composición y género literario del libro
El problema de la datación de Judit es sumamente difícil.
1. Resulta, en efecto, aventurado partir de sus alusiones históricas, por cuanto este libro
contiene al respecto errores palmarios: el reinado de Nabucodonosor, denominado rey de
Nínive, la gran ciudad, es situado poco después del retorno de la cautividad, una vez ya
reconstruido el templo.
Ahora bien, sabemos que Nínive fue destruida en 612, que el imperio asirio sucumbió en
610, que Nabucodonosor reinó en Babilonia de 604 a 562 y que destruyó a Jerusalén y el
templo. Sabemos también que Ciro, después de abatir la potencia de los sucesores de
Nabucodonosor puso término a la cautividad en 538, pero que el templo no fue
reconstruido sino en tiempos de Darío, en 515.
Por consiguiente es preferible, para situar a Judit en el tiempo, procurar fechar las
instituciones en el sentido lato del término, y situar en la historia la política religiosa que
refleja la actitud de Nabucodonosor frente a los judíos. Sea lo que fuere, sólo se datará la
traducción griega, pues un traductor puede calificar instituciones políticas o religiosas
utilizando un vocabulario técnico que únicamente refleja las instituciones de su tiempo, y
no las del tiempo del autor primitivo.
15
Es uno de los siete ángeles que están en la presencia de Dios (12,15) y el que le presenta las oraciones
y las buenas obras de los hombres (12,12). 16
Para un breve panorama cf. R. J. RAJA, “Judit”, en: W. FARMER et al. (edts.), Comentario Bíblico
Internacional, 638-647. 17
Existen igualmente varios textos hebreos, que A.M. DUBARLE ha editado y estudiado recientemente.
Están en paralelo estrecho entre sí y con la Vulgata. Se ha defendido la originalidad de tales textos, pero,
en realidad, parecen una traducción de la Vulgata destinada a dar a conocer a los judíos de la edad media
una tradición antigua de su pueblo, como demuestran las transcripciones hebreas de nombres propios
latinos.
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2. La obra presenta rasgos típicamente persas:
El «dios del cielo» (5,8) /// La a)kina/khj que es una espada persa (13,6) /// La mención
de los persas como invasores (16,10) /// Los nombres de Holofernes y Bagoas.
Por ello se ha querido situar la composición de Judit en la época persa.
3. Junto a los rasgos persas, se observan en Judit elementos griegos:
Así la mención de la “gerusia” de Jerusalén (11,14; 15,8)
El empleo de las coronas (3,7; 15,13)
En particular la política religiosa del invasor reflejada por nuestro libro
(destrucción de los cultos locales, 3,8; 4,1; tentativa de destrucción del santuario
de Jerusalén y su altar, 9,8) no supone ni la época aqueménida ni la época
seléucida en general.
Las alusiones a un rey Nabucodonosor divinizado (3,8; 6,2) convienen de
maravilla a lo que dicen los libros santos de Antíoco Epífanes, sobre todo si
Nabucodonosor no pasa de ser un nombre prestado.
Finalmente puede observarse una dependencia literaria de Judit (3,8) con relación
a los Setenta de Daniel, 3,2.4.7.96.98. Por consiguiente hay que fechar a Judit con
posterioridad a los Setenta de Daniel (145 a.C.).
Es evidente que el libro de Judit no tiene más que las apariencias de un libro de historia en el
sentido moderno del término. Poco preocupado por los anacronismos, los deja esparcidos en su
obra, como órganos que dan fe de una de estas manipulaciones de las que el texto del libro de
Judit parece haber sido objeto a lo largo de los siglos. Hay que procurar comprender el punto de
vista del autor, que nada tiene que ver con el de un historiador de hoy. En un marco concreto
(por hipótesis, el marco seléucida) mueve unos personajes de época seléucida, y hasta de época
aqueménida, para poner de manifiesto de forma bien concreta una tesis: la presencia del Dios
de Israel en su pueblo que sufre y combate por él, y el triunfo de los judíos sobre sus enemigos.
Difícil resulta calificar a este género literario: emparentado tanto con el midra$ como con el
apocalipsis. En efecto, de este último género dependen ciertos procedimientos literarios, como
la criptografía que es una forma de pseudonimia. Nabucodonosor, el arquetipo de los enemigos
de Jerusalén, sería Antíoco IV Epífanes; Nínive sería Antioquía; Betulia designaría un lugar
desconocido, pero lo bastante evocador por su significado de «casa de Dios»; Judit, «la judía»,
sería el pueblo judío personificado en una mujer.
Contenido general
Ante un colosal Nabucodonosor (Judit 1), un rival de su talla, Arfaxad, se construye frente a él
una capital con muros de un espesor fabuloso. Contra tal adversario convoca Nabucodonosor
las fuerzas del mundo entero, desde Elam y Persia hasta los confines de Egipto y de Etiopía.
Todo el occidente desprecia esta llamada. Nabucodonosor, sólo con sus tropas orientales,
destruye a Ecbátana como a un castillo de naipes. La victoria se celebra en los sitios mismos
con una comilona de 120 días; pero los pueblos de occidente, entre ellos Jerusalén y Samaría,
ocupan un puesto bien modesto; no pueden menos de temblar.
Desde ahora permanecerá Nabucodonosor en la lejanía hierática que conviene a un dios (Judit
3,8). Holofernes recibe la misión de tomar venganza de los rebeldes (Judit 2,1-3). El inmenso
ejército se reúne y se equipa alrededor de Nínive y luego avanza irresistible hacia el oeste. De
un golpe alcanza el mar occidental y las fronteras de Jafet, las riberas de Jonia. Súbitamente
tuerce su marcha hacia el sur. Siria y Damasco son asoladas; toda la costa, desde Tiro hasta
Gaza, se somete. El ejército emprende el camino de Egipto. Ya está en la llanura de Esdrelón,
pero para alcanzar la vía costera hay que franquear las colinas que enlazan los montes de
Samaría con la punta del Carmelo. La reunión en la llanura ocupa un mes entero (Judit ,9-10).
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Así llegamos al lugar de la acción. Frente a este ejército victorioso, Israel es un pobre pueblo
insignificante apenas escapado de las prisiones de la cautividad (Judit 4,3). El sumo sacerdote
envía a las fronteras la orden de obstruir los desfiladeros, especialmente en Betulia; durante
este tiempo, con ayunos y rogativas solemnes se suplica al Señor que no entregue a los impíos
la casa de Israel (Judit 4,4-15).
Esta resistencia pone furioso a Holofernes, quien ha convocado a los jefes de los países vecinos
para informarse sobre la situación local.
Un ammonita, Aquior, expone ampliamente lo que hace que Israel sea un pueblo distinto de
todos los demás: su historia prueba que son invencibles mientras permanecen fieles a su Dios.
Todo el consejo se mofa. «No hay más Dios que Nabucodonosor, replica Holofernes» (Judit
6,2). Se expulsa a Aquior de los puestos avanzados: que vaya a compartir la suerte de este
pueblo invencible. En la ciudad, Aquior da a conocer los designios y la soberbia de Holofernes.
Dios y Nabucodonosor están en presencia.18
Por fin Holofernes pasa al ataque (Judit 7,1-3). Las gentes de Betulia se atrincheran en sus
murallas (Judit 7,4-5). El general, por consejo de sus aliados ammonitas y moabitas que
conocen el país, difiere el ataque definitivo; ocupa la fuente al pie de la ciudad, de modo que
los sitiados no tienen más remedio que rendirse o morir de sed.
En la ciudad, los jefes están prontos a resistir. Pero la población prefiere vivir como esclavos a
morir de hambre y de sed, ellos y sus hijos. El jefe de la ciudad obtiene con gran dificultad una
moratoria de cinco días. ¿Quién sabe si entre tanto no se manifestará el Señor con su poder en
favor de su pueblo?
Entonces entra en escena la heroína. Judit es viuda hace varios años; a pesar de sus riquezas,
lleva vida de oración y de ayuno. Este rigor en las observancias religiosas sirve para dar mayor
realce a su belleza (Judit 8, 1-8). Judit convoca a los ancianos de la ciudad y les echa en cara el
tratar a Dios como a un hombre imponiéndole un ultimátum. Dios merece una confianza sin
límites, sea que quiera castigar o salvar. Pero el deber consiste en sacrificarse por la defensa del
interior del país y de la ciudad santa. Ozías responde que en cinco días tiene Dios tiempo para
enviar la lluvia y llenar las cisternas. Inútil esperar un milagro, replica Judit. Y pide que la
dejen salir de la ciudad con su sirvienta: antes de los cinco días fijados verán lo que Dios puede
hacer por la mano de una mujer (Judit 8,9-36).
Antes de pasar a la acción, la heroína dirige una ardiente plegaria al Dios de su padre Simeón
(Judit 9). Sobre estas montañas en que el patriarca castigó a los seductores de su hermana, un
seductor de los hijos de Israel pone su mano sacrílega; ayude Dios a su sierva a seducir a su
seductor y a darle el golpe de gracia. Así, observa tan minuciosamente los ritos de la seducción
femenina como los de la ley (Judit 10,1-5). Armada de esta manera sale y se dirige al enemigo.
Su belleza le abre el paso desde las avanzadas hasta la tienda del jefe (Judit 10,6-23).
Una vez en presencia del seductor de sus hermanos, Judit lo desorienta tanto con el encanto de
sus palabras como con su belleza (Judit 11). Pero, en medio de los paganos, se mantiene fiel a
Dios. Cada noche se dirige a la fuente fuera del campamento; después de las abluciones rituales
eleva a Dios una oración pura. Durante el día no toca los alimentos de los paganos,
alimentándose con las provisiones que ha llevado consigo y que prepara su sirvienta.
Tres días pasan así en la espera (Judit 12,1-9). Por fin, el cuarto día, el general se avergüenza
del respeto que le impone la judía (Judit 12,10-12). La invita a un banquete. Judit acude con la
mayor tranquilidad. La dejan sola con él. Una última oración al Dios de Israel para pedirle
fuerzas y con la espada que cuelga de las columnas de la cama corta la cabeza a Holofornes.
18
Algunos ven aquí un rasgo apocalíptico como en Ez 38-39, o como en la Guerra de los hijos de la luz
con los hijos de las tinieblas descubierta en Qumrán.
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Como todas las noches, se la deja salir del campamento. Judit se va derecha a Betulia, con la
cabeza de Holofornes en el saco de provisiones de su sirvienta (Judit 13,1-l0).
La noche se termina en acciones de gracias. Ozías bendice a la mujer prudente y fuerte y a
Dios, que ha guiado su acción. Aquior, impresionado a la vista de la cabeza de Holofernes,
confiesa su fe en el Dios de Israel y se hace circuncidar al momento. El enemigo huye a la
desbandada; Israel acude de todas partes para saquear los despojos. El sumo sacerdote en
persona acude de Jerusalén para felicitar a la heroína: Tu, gloria de Jerusalén.
La “nueva Débora” entona el canto de victoria, que es al mismo tiempo un no de acción de
gracias; y se dirige la procesión a Jerusalén ofrecer en el templo los despojos del enemigo
(Judit 16,18-20). Judit vivirá todavía largo tiempo, rica y colmada de honores, pero rehusando
todos los partidos que se le ofrecen para casarse. Israel goza de paz hasta su muerte y todavía
mucho después (Judit 16,21-25).
El libro de la Sabiduría
El lugar de composición es, aparentemente, Egipto, y con probabilidad, Alejandría, el gran
centro intelectual y científico del mundo Mediterráneo, y uno de los centros más grandes del
judaísmo de la diáspora. El pensamiento de esta obra se asemeja a otras obras del judaísmo
alejandrino de la época de orientación propagandística y apologética, por ejemplo, la Carta de
Aristeas o III Macabeos. La obra se refiere con énfasis a Egipto y sus relaciones con Israel en
Sabiduría 11-19, y, en particular, polemiza duramente contra la “zoolatría” (Sabiduría 13-15),
práctica frecuente y habitual en el Egipto contemporáneo.
El autor busca afirmar la fe de sus hermanos en Alejandría, asediados por mil peligros externos.
Recuerda los tiempos antiguos, en que sus antepasados fueron liberados de males mayores que
los suyos por el mismo Señor que ahora los protege. También puede querer atraer de nuevo a
los que han sido débiles y se han apartado de la fe de sus mayores.
Viviendo en una ciudad tan importante, foco de cultura helenista, la comunidad judía tenía
contacto permanente con todos los elementos de esta nueva cultura. Una variedad de religiones
y sistemas filosóficos ofrecían sabiduría o salvación o una comprensión particular acerca del
sentido real de la vida. Había aparecido una mentalidad cosmopolita e individualista, escéptica
e insatisfecha con las ideas tradicionales. Muchos judíos abandonaron su fe, se burlaban de los
piadosos (cf. 1 Macabeos 1,11-15; 2 Macabeos 4,7-20; 6,1-11):
Sabiduría 2,12 “Tendamos lazos al justo, que nos fastidia, se enfrenta a nuestro modo de obrar,
nos echa en cara faltas contra la Ley y nos culpa de faltas contra nuestra educación”.
Reemplazaban su fe por religiones paganas, filosofías seculares, o sus propias versiones
populares de las mismas:
Cf. Sabiduría 2,1-20
Otros judíos estaban en peligro de seguir este ejemplo.
Para intentar dar respuestas a estos interrogantes, el autor se dedicará a escrutar las Escrituras:
en sus 19 capítulos, la obra apenas cuenta con algún pasaje que no provenga en gran parte de
una fecunda meditación de los libros inspirados anteriores.
Éste, tal vez, sea el rasgo unitario de la obra: decir que es un libro que trata de la inmortalidad o
de la sabiduría o de la providencia no lo define. Más bien es expresión de la plenitud de todo lo
que un hombre, en Egipto, tras lo que fueron sin duda muchos años de piadoso estudio, puede
extraer de toda la Sagrada Escritura de su pueblo para ofrecer esperanza y consuelo a sus
contemporáneos.
El autor se expresa en un vocabulario fuertemente influenciado por la religión, la filosofía y la
ciencia helenista contemporánea. Alrededor de un 20% de su terminología no aparece en otro
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lugar de los LXX. Esto hace que el lector que se sienta atraído por el espíritu “culto” de la
época, se sienta impresionado por el esfuerzo creativo del autor de esta obra para comunicar su
mensaje en el lenguaje de su cultura. El libro parece haber sido dirigido a los estudiantes judíos
e intelectuales que participan del amplio trasfondo cultural del autor de esta obra. Solamente
ellos eran aptos para captar y entender las diversas alusiones y los conceptos, y sólo ellos
estarían dispuestos a seguir la presentación del tema.
Se ha llegado a decir incluso que Sabiduría es un libro de escuela, concebido exclusivamente
para la formación de futuros líderes del pueblo judío en medio del ambiente hostil cultural,
religiosa y moralmente, como el de la sociedad helenística de Alejandría. «El sabio escribe con
un fin específico: capacitar a los futuros líderes intelectuales de su pueblo para que desarrollen
una actitud positiva con relación a su actual situación».19
Unidad de la obra /// Estructura
Los autores hoy día consideran que el libro de la Sabiduría tiene una estructura muy sólida y
bastante coherente. En general, prevalece la postura de quienes afirman que la obra se compone
de tres partes.20
Por ejemplo, GILBERT21
propone:
I. 1,1-6,21: La sabiduría como norma de vida ante el juicio escatológico.
II. 6,22-9,18: La sabiduría en sí misma: “elogio de la sabiduría”.
III. 10,1-19,22: La sabiduría en la historia de la salvación.
Sugerencia de lectura
Primera parte: Sabiduría 1,1-6,2122
La vida después de la muerte:
El camino de los sabios (justos: 3,1-10) opuesto al de los impíos (2,1-20).
Temas principales: sabiduría, justicia, inmortalidad. Sabiduría 1,15 “porque la justicia es
inmortal”. Ya en los primeros capítulos, el autor sitúa el problema de la “retribución” en el
contexto de la existencia de vida después de la muerte.
No es verdad:
Que la muerte sea igualadora de todos los destinos, que todos terminemos igual, en
una existencia pálida, disminuida en el $eol,23 separados de Dios.
19
J. M. REESE, Hellenistic Influence on the Book of Wisdom and its Consequences, Roma (AnBib 41
1970), 146-151 (la cita es de la página 148). 20
Aunque tampoco hay consenso a la hora de determinarlas con precisión.
Por ejemplo: La primera parte termina para algunos en 5,23; para otros en 6,8 o en 6,21 o en 6,25. La
segunda parte, en 9,17, en 9,18, en 10,21 o en 11,1. 21
M. GILBERT, Sagesse de Salomon, DBS XI (1986) col. 58-119, esp. 83s. Sigue esta propuesta: José
BUSTO SAIZ, La justicio es inmortal. Una lectura del libro de la Sabiduría de Salomón, Santander (Sal
Terrae 1992). Cf. D. DORÉ, El libro de la Sabiduría de Salomón, 11-13. 22
Cf. J. VILCHEZ, “El destino inmortal del hombre”, en: Id., Sabiduría, Navarra (Verbo Divino 1990),
97-105. D. DORÉ, “Primera parte. El justo y los impíos (Sab 1-6)”, en: Id., El libro de la Sabiduría de
Salomón, Navarra (Verbo Divino Cb 113 2003), 14-26. Cf. A. MARCHADOUR, Muerte y vida en la
Biblia, Navarra (Verbo Divino Cb 29 1982). 23
Salmo 6,6 “Porque, en la muerte, nadie de ti se acuerda; en el sheol, ¿quién te puede alabar?”
Salmo 30,10 “¿Qué ganancia en mi sangre, en que baje a la fosa? ¿Puede alabarte el polvo, anunciar tu
verdad?”
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Ni que la recompensa y el castigo se den exclusivamente en esta vida (tema ya
considerado y cuestionado, a nivel nacional, por el DtIs, y a nivel personal, por Job
y el Qohélet).
Ya algunos salmos expresan la esperanza en una vida con Dios más allá de la tumba para los
individuos:
Salmo 16,9-11 “Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan, y hasta mi carne en
seguro descansa; v10 pues no has de abandonar mi alma al sheol, ni dejarás a tu amigo ver la
fosa. v11 Me enseñarás el caminó de la vida, hartura de goces, delante de tu rostro, a tu
derecha, delicias para siempre”.
Salmo 49,15-16 “Como ovejas son llevados al sheol, los pastorea la Muerte, y los rectos
dominarán sobre ellos. Por la mañana se desgasta su imagen, ¡el sheol será su residencia! v16
Pero Dios rescatará mi alma, de las garras del sheol me cobrará”.
Salmo 73,23-28 “Pero a mí, que estoy siempre contigo, de la mano derecha me has tomado;
v24 me guiarás con tu consejo, y tras la gloria me llevarás. v25 ¿Quién hay para mí en el
cielo? Estando contigo no hallo gusto ya en la tierra. v26 Mi carne y mi corazón se consumen:
¡Roca de mi corazón, mi porción, Dios por siempre! v27 Sí, los que se alejan de ti perecerán,
tú aniquilas a todos los que te son adúlteros. v28 Mas para mí, mi bien es estar junto a Dios”;
Isaías 26; Dan 12 y 2 Mac 7 atestiguan, además, una forma de creencia en la resurrección.
Isaías 26, 19 “Revivirán tus muertos, tus cadáveres resurgirán, despertarán y darán gritos de
júbilo los moradores del polvo; porque rocío luminoso es tu rocío, y la tierra echará de su seno
las sombras”.
Daniel 12,2 “En aquel tiempo se salvará tu pueblo: todos los que se encuentren inscritos en el
Libro. v2 Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida
eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno”.
2 Macabeos 7,14 “Cerca ya del fin decía así: « Es preferible morir a manos de hombres con la
esperanza que Dios otorga de ser resucitados de nuevo por él; para ti, en cambio, no habrá
resurrección a la vida»“. Cf. 2 Mac 7, 20-23.27-29.
Sabiduría asegura enfáticamente la recompensa de una vida con Dios:
Sabiduría 2,23 “Dios creó al hombre para la incorrupción (aftharsía24
), para la inmortalidad
(athanasía25
).
Salmo 88,4-8.11-13 “Porque mi alma de males está ahíta, y mi vida está al borde del sheol; v5 contado
entre los que bajan a la fosa, soy como un hombre acabado: v6 relegado entre los muertos, como los
cadáveres que yacen en la tumba, aquellos de los que no te acuerdas más, que están arrancados de tu
mano. v7 Me has echado en lo profundo de la fosa, en las tinieblas, en los abismos; v8 sobre mí pesa tu
furor, con todas tus olas me hundes. Pausa”. v11 “¿Acaso para los muertos haces maravillas, o las
sombras se alzan a alabarte? v12 ¿Se habla en la tumba de tu amor, de tu lealtad en el lugar de
perdición? v13 ¿Se conocen en las tinieblas tus maravillas, o tu justicia en la tierra del olvido ?»
Cf. Salmo 115,17 /// Isaías 38,18 /// Isaías 14,9-15 24
“Según la mentalidad griega, todo ser corporal es corruptible y mortal; los dioses, sin embargo, son
inmortales. ¿Cómo explicar esta no mortalidad de los dioses? Nos interesa recordar la explicación de
Epicuro, ya que Sabiduría 2,1-5 refuta sus enseñanzas sobre el hombre. Curiosamente para los epicúreos
los dioses son también corporales, sin embargo, son inmortales «porque, frente al hombre, poseen la
cualidad de la ‘incorrupción’, que consiste en la habilidad de recibir una existencia sin fin» (J. REESE,
Hellenistic, 65). [...] El hombre es corruptible y mortal por naturaleza, pero Dios le hace partícipe de su
vida interminable, haciéndolo «imagen de su propio ser» (Sab 2,23b). Para esto, el hombre debe cooperar
como ser libre y responsable, guardando sus leyes (cf. Sab 6,18s)” [J. VILCHEZ, “El destino inmortal del
hombre”, en: Id., Sabiduría, 102]. 25
Según el libro de la Sabiduría, no sólo se puede ser inmortal por el recuerdo que dejamos:
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Se refiere a un estado de plenitud y de felicidad de los justos junto a Dios, como regalo suyo, y
ciertamente relacionado con el modo de vivir la vida temporal. Dios es justo, y la vida temporal
hay que tomarla en serio. La muerte de los justos es sólo apariencia (Sabiduría 3,1-4).
Aquí, la inmortalidad no depende de la naturaleza metafísica del componente “más noble” del
ser humano sino de la relación del hombre con Dios: el hombre libremente, mediante un
raciocinio equivocado (cf. Sabiduría 2,1) elige la ruptura de la relación original con Dios (cf.
2,23). Quien opta por el camino de sabiduría y justicia, no caerá en las garras del $:ôl.
¿Y los impíos?
Sobre el destino de los malvados no es muy explícito el libro de la Sabiduría: más bien utiliza
para describirlo ideas e imágenes que aparecen en los salmos:
Sabiduría 4,19 “Después serán cadáveres despreciables, objeto de ultraje entre los muertos
para siempre. Porque el Señor los quebrará lanzándolos de cabeza, sin habla, los sacudirá de
sus cimientos; quedarán totalmente asolados, sumidos en el dolor, y su recuerdo se perderá”.
Sabiduría 5,14 “En efecto, la esperanza del impío es como brizna arrebatada por el viento,
como espuma ligera acosada por el huracán, se desvanece como el humo con el viento; pasa
como el recuerdo del huésped de un día”.
Como han hecho un “pacto con la muerte” (Sabiduría 1,16), sólo le espera la muerte.
Segunda parte: Sabiduría 6,22-926
La Sabiduría real (6) /// La sabiduría en sí misma (7) /// La oración de Salomón (9)
1. ¿Quién es “Salomón” en Sabiduría 6,22-9,18?
2. El elogio de la Sabiduría (6,22-8,21)
3. Sabiduría 8,19-20 ¿enseña la doctrina griega de la preexistencia de las almas?
Por empezar, estos versículos buscan hacer resaltar la categoría excelsa de la Sabiduría,
que nadie puede merecer, por perfecto que sea, ya que es don de Dios. “Salomón”, de
cualidades perfectas en cuerpo y alma desde su nacimiento, no merece el don divino de la
Sabiduría. Esto es lo que el autor quiere decir. Pero, para proponer esta verdad, no ha
hallado una fórmula muy feliz.
Debemos reconocer que, tomados en sí mismos, aislados de todo contexto, estos
versículos en cuestión parecen reflejar tal idea, y, de hecho, los comentaristas están
divididos en dos bandos: los que defienden la hipótesis de que Sabiduría enseña la
preexistencia de las almas, y los que niegan tal hipótesis.
Sabiduría 4,1b “Mejor es carencia de hijos acompañada de virtud, pues hay inmortalidad en su recuerdo,
porque es conocida por Dios y por los hombres”
Sabiduría 8,13.17 “Gracias a ella tendré la inmortalidad y dejaré recuerdo eterno a los que después de
mí vengan” […] v17 “Pensando esto conmigo mismo y considerando en mi corazón que se encuentra la
inmortalidad en emparentar con la Sabiduría”.
...sino también se ha habla de una pervivencia individual y personal tras la muerte física, biológica:
Sabiduría 3,4b “Aunque, a juicio de los hombres, hayan sufrido castigos, su esperanza estaba llena de
inmortalidad”.
Sabiduría 15,3b “Pues el conocerte a ti es la perfecta justicia y conocer tu poder, la raíz de la
inmortalidad”. 26
Cf. D. DORÉ, “Segunda parte. El elogio de la Sabiduría (Sab 6,22-9,18)”, en: Id., El libro de la
Sabiduría de Salomón, 27-33. Cf. M. GILBERT, “El elogio de la Sabiduría”, en: M. GILBERT-J. -N.
ALETTI, La Sabiduría y Jesucristo, Navarra (Verbo Divino, Cb 32 1990), 33-43; Id., “El Espíritu y la
Sabiduría (Sabiduría 7,22-8,1), en: Id., El Espíritu Santo en la Biblia, Navarra (Verbo Divino, Cb 52
1990), 19-21.
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Pero, si atendemos a lo que se dice en otros lugares de la obra, nos daremos cuenta que el
autor, aunque use expresiones comprometedoras, está alejado de la doctrina griega de la
preexistencia de las almas.
De acuerdo con la doctrina griega, el alma preexistente es naturalmente inmortal, queda
contaminada por el contacto con el cuerpo, y busca liberarse de ese contacto a través de
la muerte.
Sabiduría, en cambio:
a) No presenta precisamente a la muerte como “liberadora”.27
b) Afirma la posibilidad de la existencia de un cuerpo no contaminado.28
c) Afirma la posibilidad de un alma que trame maldades.29
d) Nunca habla explícitamente de la inmortalidad del alma y menos en el pleno
sentido griego de inmortalidad natural del alma.
e) Más aún, varios textos nos permiten comprobar que no enseña la inmortalidad
natural.30
Es decir, no enseña la inmortalidad a partir de especulaciones acerca de
la naturaleza inmaterial del alma sino a partir de la relación personal con Dios: la
inmortalidad es un puro don, un regalo de Dios a los justos.
4. La oración de Salomón (Sabiduría 9,1-18)
27
Sabiduría 1,12-16
No os busquéis la muerte con los extravíos de vuestra, vida, no os atraigáis la ruina con las obras de
vuestras manos; v13 que no fue Dios quien hizo la muerte ni se recrea en la destrucción de los vivientes;
v14 él todo lo creó para que subsistiera, las criaturas del mundo non saludables, no hay en ellas veneno
de muerte ni imperio del Hades sobre la tierra, v15 porque la justicia es inmortal. v16 Pero los impíos
con las manos y las palabras llaman a la muerte; teniéndola por amiga, se desviven por ella, y con ella
conciertan un pacto, pues bien merecen que les tenga por suyos… 28
Sabiduría 8,19-20
Era yo un muchacho de buen natural, me cupo en suerte un alma buena, v20 o más bien, siendo bueno,
vine a un cuerpo incontaminado… 29
Sabiduría 1,4
En efecto, en alma fraudulenta no entra la Sabiduría, no habita en cuerpo sometido al pecado… 30
Sabiduría 15,3
Pues el conocerte a ti es la perfecta justicia y conocer tu poder, la raíz de la inmortalidad…
Sabiduría 6,17-19
…preocupación por la instrucción es el amor, v18 el amor es la observancia de sus leyes, la atención a
las leyes es la garantía de la incorruptibilidad v19 y la incorruptibilidad hace estar cerca de Dios…
Sabiduría 9,17-18
Y ¿quién habría conocido tu voluntad, si tú no le hubieses dado la Sabiduría y no le hubieses enviado de
lo alto tu espíritu santo? v18 Sólo así se enderezaron los caminos de los moradores de la tierra, así
aprendieron los hombres lo que a ti te agrada y gracias a la Sabiduría se salvaron”.
Sabiduría 16,12-14
Ni los curó hierba ni emplasto alguno, sino tu palabra, Señor, que todo lo sana. v13 Pues tú tienes el
poder sobre la vida y sobre la muerte, haces bajar a las puertas del Hades y de allí subir. v14 El hombre,
en cambio, puede matar por su maldad, pero no hacer tornar al espíritu que se fue, ni liberar al alma ya
acogida en el Hades”.
Ver también, en relación a la “formación del hombre”:
Sabiduría 15,11 “porque desconoció al que le modeló a él, al que le inspiró un alma activa y le infundió
un espíritu vivificante”.
Sabiduría 7,1-2 “Yo también soy un hombre mortal como todos, un descendiente del primero que fue
formado de la tierra. En el seno de una madre fui hecho carne; v2 durante diez meses fui modelado en su
sangre, de una semilla de hombre y del placer que acompaña al sueño”.
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Tercera parte: Sabiduría 10-1931
El fundamento histórico de los que se viene diciendo:
la justicia de dios se revela en la historia.
+ Dos disgresiones:
11,15-12,27: moderación de Dios omnipotente con Egipto y Canaán.
13-15: fuerte crítica a la religión pagana
1. De la “creación” al “Éxodo” (Sabiduría 10,1-11,1)
La oración de Salomón en Sabiduría 9 concluía el elogio de Sabiduría 7-8. Sabiduría 10
comienza el recorrido por la historia, que continúa hasta el final del libro. Procura
mostrar la acción salvífica de la Sabiduría a lo largo de la historia de la salvación.
La sabiduría libró y preservó a los justos (Adán, Noé, Abraham, Lot, Jacob, José,
Moisés) y la sabiduría los sacó de Egipto:
Sabiduría 10,18
...les abrió paso por el mar Rojo y los condujo a través de las inmensas aguas…
A partir de 10,15, el libro se centra exclusivamente en el Éxodo, proponiendo una
especie de meditación homilética de las plagas. Los acontecimientos del Éxodo se hacen
imagen o tipo de la preocupación de Dios por los justos.
A la Sabiduría se le atribuyen la liberación de la opresión (materializada en la travesía
del mar, el hundimiento de los enemigos y el despojo de los impíos) y la liberación de la
palabra (materializada mediante la apertura de la boca y desatadura de la lengua para la
alabanza y la celebración del santo Nombre –Sabiduría 10,21–).
En el capítulo 10 la Sabiduría es aún el tema, mientras que a partir del capítulo 11 el
texto se refiere a Dios.
2. El “midra$” del “Éxodo” (Sabiduría 11,2-19,22)
Una serie de siete dípticos en contraste (“siete plagas”) opone la bondad de Dios, que
forma a sus hijos mediante pruebas saludables, mientras que los mismos medios inducen
a sus enemigos a su perdición:
Sabiduría 11,5 “con lo que sus enemigos eran castigados, ellos, en el apuro, eran
favorecidos”.
(1) Agua de la roca en lugar de la contaminación del agua: 11,4-14
+ “Digresión” sobre la “moderación divina” (Sabiduría 11,15-12,27)
+ “Digresión” sobre la idolatría (Sabiduría 13-15)
(2) Codornices en lugar de la plaga de los animales: 16,1-4
(3) Salvación de la mordedura de serpientes en lugar de la plaga de insectos: 16,5-14
(4) Maná del cielo en lugar de la lluvia, el granizo y el fuego: 16,15-29
(5) Columna luminosa en lugar de la plaga de tinieblas: 17,1-18,4
(6) Liberación de los hijos de Israel en lugar de la muerte de los primogénitos: 18,5-25
(7) El mar: liberación de los israelitas en lugar de la muerte de los egipcios: 19,1-12
+ Reflexiones finales (Sabiduría 19,10-22)
31
Cf. D. DORÉ, “Tercera parte. Las obras de la Sabiduría en la historia” (Sab 10-19)”, en: Id., El libro de
la Sabiduría de Salomón, 34-67.
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Esto no significa falta de bondad o de justicia:
Dios mostró su misericordia incluso para con los pueblos paganos: Sabiduría 11,
15 - 12, 27
Los idólatras son los responsables de su propia perdición: al convertir las criaturas
en dioses, armaron contra si mismos la creación: Sabiduría 11, 15-16 (cf. 13-15)
Eclesiástico o Sirácida
Se trata del ejemplo más completo de literatura sapiencial judía. Esta obra, la única de todo el
Antiguo Testamento que lleva la firma de su autor –Jesús ben Sirá– gozó de enorme respeto,
tanto en círculos judíos como cristianos, aunque finalmente no se aceptó en el canon judío.32
La obra da por supuesta una situación en la que el autor, sabio y maestro experimentado, se
presenta educando a un joven (“hijo mío”) que desea llegar a sabio. La perspectiva es
masculina, de alguien que tiene recursos económicos y que se convertirá con el tiempo en
cabeza de familia. El joven es educado como escriba, preparado al mismo tiempo para ejercer
liderazgo público (cf. Sirácida 38,24-39,11). Aparentemente Ben Sirá dirigía una escuela –en
los primeros años del s. II a.C.– en Jerusalén, quizá cerca del Templo, abierta a este tipo de
jóvenes (cf. Sirácida 51,23-30). Allí presuntamente enseñaría a sus estudiantes el modo de
relacionar las tradiciones sapienciales del Próximo Oriente Antiguo con sus tradiciones
religiosas judías.
El traductor al griego del “Eclasiástico” llama a su autor “mi abuelo Jesús” en el «prólogo33
»
que el mismo compuso (cf. Sirácida Prólogo v. 7).
El autor se autopresenta en Sirácida 50,27 dando su nombre34
y afirmando que era de
Jerusalén:35
Sirácida 50,27 “Instrucción de inteligencia y ciencia ha grabado en este libro
Jesús, hijo de Sirá, Eleazar, de Jerusalén, que vertió de su corazón sabiduría a raudales”.
Y en 51,30 firma:
Firma: Sabiduría de Jesús, hijo de Sirá.36
Una variante de un manuscrito griego dice que era sacerdote.
32
Curiosamente, aunque las autoridades rabínicas afirmaron explícitamente que Sirácida no era una obra
“inspirada” –pues fue escrita tras el período profético– de hecho es citada en el Talmud muchísimas
veces, e incluso, algunas veces, las citas son introducidas con la fórmula “Pues / como está escrito”,
reservada sólo para los textos “inspirados”. 33
Este prólogo del traductor es un caso único en toda la Biblia; no pertenece al texto, pero su valor es
enorme. Por él conocemos, además, las razones que movieron al nieto a traducir al griego la obra del
abuelo para los judíos residentes en Egipto, las mismas que tuvo el abuelo para “ v.12 ...escribir algo en
lo tocante a instrucción y sabiduría, v.13 con ánimo de que los amigos del saber, lo aceptaran v.14 y
progresaran más todavía en la vida según la Ley” (Sirácida prólogo vv. 12-14). 34
Aunque los manuscritos de los que disponemos dan el nombre del autor de diferentes formas: un
manuscrito hebreo lo llama “Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá”. Dado que el traductor
dice en el prólogo “mi abuelo Jesús” y que en el título griego que encabeza 51,1 puede leerse “Oración de
Jesús, hijo de Sirá”, la mayor parte de los investigadores se inclinan por pensar que el autor de la obra se
llamaba Jesús, y que Simón es una corrupción del texto. 35
El gran interés que se descubre en todo el libro por la vida de la ciudad y sus instituciones parece
confirmar el dato acerca de su origen. 36
También aquí encontramos una variante del nombre: “Hasta aquí las palabras de Simeón, hijo de Jesús,
llamado Ben Sirá. Sabiduría de Simeón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá. Bendito sea el nombre
de Yahveh ahora y por siempre”. En la versión siria de 51,30 se lo llama “Jesús, hijo de Simón, llamado
hijo de Asira (=cautivo)”.
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Jesús ben Sirá fue un sabio, y de ello tiene clara conciencia. El verdadero sabio es el que:
Sirácida 39,1-3 “...aplica su alma a meditar la ley del Altísimo. La sabiduría de todos los antiguos
rebusca, a los profecías consagra sus ocios, v.2 conserva los relatos de varones célebres, en los
repliegues de las parábolas penetra, v.3 busca los secretos de los proverbios y en los enigmas de las
parábolas insiste”.
Se consideraba el último eslabón de una cadena de sabios en la historia de su pueblo, que por su
esfuerzo personal en el estudio ininterrumpido se sentía lleno de las riquezas de la tradición:
Sirácida 33,16-18 “También yo, el último, me he desvelado, como quien racima tras de los viñadores.
v.17 Por la bendición del Señor me he adelantado, y como viñador he llenado el lagar. v.18 Mirad que
no para mí solo me he afanado, sino para todos los que buscan la instrucción”.
Sirácida 39,12 “Aún voy a hablar después de meditar, que estoy colmado como la luna llena”.
Su nieto afirma de él en el “prólogo”
Sirácida Pról. vv.7s “mi abuelo Jesús, después de haberse dado intensamente a la lectura v.8
de la Ley, v.9 los Profetas v.10 y los otros libros de los antepasados, v.11 y haber adquirido un
gran dominio en ellos, v.12 se propuso también él escribir algo en lo tocante a instrucción y
sabiduría”.
Fecha aproximada de composición
El prólogo de la versión griega dice explícitamente que el libro es traducción del hebreo
realizada por el nieto del autor de la obra, para uso de los judíos de Alejandría, entre los que se
había establecido, en el año 38 de Ptolomeo (VII)37
Euergetes (170-116 a.C.), es decir, hacia el
año 132 a.C. El libro pues, bien pudo haber sido compuesto a comienzos del siglo II a.C., poco
antes de la revolución macabea del 168 a.C.,38
en Jerusalén, en hebreo.39
Un argumento interno confirma esta fecha: Ben Sirá hace del Sumo Sacerdote Simón hijo de
Onías un elogio aparentemente basado en recuerdos personales (50,1-21). Se trataría de Simón
II, que murió hacia el 195 a.C.
Palestina acababa de entrar bajo la dominación de los seléucidas, en el 198. La adopción de las
costumbres extranjeras, la helenización, era favorecida por una parte de la clase dirigente, y
pronto pretendería imponerla por la fuerza Antíoco Epífanes (175-163 a.C.).40
Ben Sirá opone a
estas amenazadoras novedades toda la fuerza de la tradición.41
37
Hubo dos reyes Ptolomeos conocidos con el apelativo “Evergetes” ( = Bienhechor): Ptolomeo III (247-
221 a.C.) y Ptolomeo VII (170-117). Dado que el primero reinó poco más de 25 años y el traductor nos
habla del año 38 del reinado de Evergetes, se deduce que se trataba de Ptolomeo VII, llamado también
Fiscón, que desde 170/169 fue corregente con su hermano Ptolomeo VI Filométor (180-145 a.C.) y único
soberano de Egipto del 145 al 116 a.C. 38
El libro no menciona a Antíoco IV Epífanes ni a la imposición por parte de éste de un benjaminita –
Menelao– para el cargo de Sumo Sacerdote, tras destituir primero a Onías II, último Sumo Sacerdote
legítimo de la línea sadoquita, y luego a su hermano Jasón. Resulta impensable que Ben Sirá, de haber
conocido el episodio, lo haya pasado por alto, pues se trató de una flagrante violación de los derechos
sacerdotales. 39
Parece haber sido una obra estimada en Qumrán (¿acaso por la mención del sacerdocio sadoquita?).
En Yamnia fue excluido del canon hebreo. En consecuencia, quedaron muy pocos ejemplares hebreos en
circulación. 40
Cf. 1 Macabeos 1 y 2 Macabeos 4,7-20; 6,1-11; se percibe un durísimo enfrentamiento entre el
judaísmo y el helenismo. 41
Israel se caracteriza por vivir de una esperanza que tiene su apoyo en la historia de la salvación. Por
eso, la tradición es un elemento esencial de su experiencia religiosa.
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Él es un “escriba” que une el amor de la sabiduría al de la ley. Buscará poner de relieve los
grandes valores del pasado de Israel. Está lleno de fervor por el Templo y sus ceremonias, lleno
de respeto por el sacerdocio, y también conoce a fondo los libros sagrados, los profetas, y sobre
todo, los escritos sapienciales.
Estructura global y contenido general
La obra consta de dos grandes secciones:
= Una antología de sentencias: 1,1-42,14
Con un himno a la sabiduría en el centro (Sirácida 24)
= Un himno a la sabiduría de Dios manifestada (clímax de la obra):
En la naturaleza: 42,15-43,37
En la historia de Israel: 44,1-50,31
= El libro se cierra con un canto a la bondad de Dios (Sirácida 51), posiblemente añadido
ulteriormente por otra mano, ya que 50,27-29 es una auténtica conclusión.
Exceptuando la parte que celebra la gloria de Dios en la naturaleza (42,15-43,33) y en la
historia (44,1-50,29), se trata de una colección de sentencias sobre temas variados. No es
fácil encontrar en el libro un plan claro, especialmente hasta 42,15.
La doctrina es tan tradicional como la forma, “es un espejo fiel de la teología tradicional de
su tiempo”:
o La perspectiva básica del libro es clara: la verdadera sabiduría se encuentra en la Torá, en
la revelación de Dios, y se expresa en la actitud de “temor del Señor” (Sirácida 1,1-20).
De hecho, identifica a la Sabiduría con la Ley proclamada por Moisés (también lo hará el
poema sapiencial de Baruc 3, 9-4,4): Sirácida 24,23-24 “Todo esto es el libro de la
alianza del Dios Altísimo, la Ley que nos prescribió Moisés como herencia para las
asambleas de Jacob”.
o Unió la tradición sapiencial secular, basada en la perspicacia y en la experiencia, con la
revelación particular del Dios de Israel en la naturaleza, la Torá y la historia.
o Tiene las mismas incertidumbres que Job y el Eclesiastés sobre el destino humano y el
problema de las sanciones. Tiene fe en la retribución, siente la importancia trágica de la
hora de la muerte, pero no sabe aún como pagará Dios a cada uno según sus obras.42
o Alaba la práctica del culto (cf. Sirácida 35,4-10; 34,18-26), como una dimensión
ineludible de la virtud. Gran parte de las prescripciones que encontramos en la Torá son
leyes cultuales.
Para Ben Sirá la sabiduría llega a identificarse prácticamente con el culto:
42
Comparar Sirácida con Daniel 12, 2: “En aquel tiempo se salvará tu pueblo: todos los que se
encuentren inscritos en el Libro. v2 Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán,
unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno. v3 Los doctos brillarán como el
fulgor del firmamento, y los que enseñaron a la multitud la justicia, como las estrellas, por toda la
eternidad” y 2 Mac 7, 9.14: “Al llegar a su último suspiro dijo: «Tú, criminal, nos privas de la vida
presente, pero el Rey del mundo a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida
eterna.»....Cerca ya del fin decía así: «Es preferible morir a manos de hombres con la esperanza que
Dios otorga de ser resucitados de nuevo por él; para ti, en cambio, no habrá resurrección a la vida»“.
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Cf. Sirácida 35,1-10 (observar la Torá = culto):
“Observar la ley es hacer muchas ofrendas, atender a los mandamientos es hacer
sacrificios de comunión. v.2 Devolver favor es hacer oblación de flor de harina, hacer
limosna es ofrecer sacrificios de alabanza. v.3 Apartarse del mal es complacer al Señor,
sacrificio de expiación apartarse de la injusticia. v.4 No te presentes ante el Señor con
las manos vacías, pues todo esto es lo que prescribe el mandamiento. v.5 La ofrenda del
justo unge el altar, su buen olor sube ante el Altísimo. v.6 El sacrificio del justo es
aceptado, su memorial no se olvidará. v.7 Con ojo generoso glorifica al Señor, y no
escatimes las primicias de tus manos. v.8 En todos tus dones pon tu rostro alegre, con
contento consagra los diezmos. v.9 Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con ojo
generoso, con arreglo a tus medios. v.10 Porque el Señor sabe pagar, y te devolverá
siete veces más”.
Más aún: es la sabiduría quien ofrece el verdadero culto agradable a la divinidad y
capacita al hombre para ofrecerlo. Estas ideas aparecen claras en Sirácida 24.
o Siente hondamente el honor del sacerdocio.
Las imágenes de Aarón y Pinjás adquieren un especial relieve, y la meditación en su
conjunto acaba con un entusiasta elogio de un contemporáneo, el Sumo Sacerdote Simón.
o Es novedosa su meditación acerca de la Historia Sagrada (44,1-49,16).
Ben Sirá se siente orgulloso del pasado de su pueblo. Hace desfilar a las grandes figuras
del AT, desde Henoc hasta Nehemías, aunque hace severas críticas a algunos personajes,
especialmente a los reyes:
Sirácida 49, 4-6
Fuera de David, Ezequías y Josías, todos abundaron en sus culpas. Porque abandonaron
la ley del Altísimo, los reyes de Judá fueron abandonados. v5 Pues entregaron a otros su
cuerno, y su gloria a una nación extraña. |v6 Prendieron fuego a la elegida ciudad del
santuario, dejaron desiertas sus calles…
“Suplementos” a Ester
El libro de Ester, después de su aparición en hebreo disfrutó de gran popularidad y alcanzó una
gran difusión.43
De ahí que se siguiera abordando el tema inicial.
En arameo tenemos tres Tagumes. El último, muy literal, sólo está reproducido en la Biblia
políglota de París. Los demás, reproducidos en las Biblias rabínicas, conllevan una serie de
ampliaciones que con el tiempo va incrementándose. También conocemos toda una serie de
midrasim de época medieval. Finalmente tenemos lo que se ha dado en llamar los
«suplementos» griegos de los LXX, los únicos de los que tenemos que ocuparnos aquí.
Antes de San Jerónimo se utilizaba, tanto en latín como en griego, una narración más larga.
Cuando San Jerónimo hubo traducido el relato hebreo, añadió como apéndice los principales
elementos del relato admitido hasta entonces y que no figuraban en su versión. Estos
«suplementos» (10,4-16,24) han venido a ser difícilmente utilizables. Se hallan en su lugar en
las ediciones de los LXX; pero las ediciones no han adoptado un sistema uniforme de
referencia.
43
No parece haber sido leido en Qumrán, o por lo menos no quedan huellas del mismo. En todo caso se
sabe que la fiesta de purim no se celebraba en esta comunidad a orillas del mar Muerto.
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A continuación damos la serie de los suplementos, con los modos de referencia:
De la Vulgata /// De Swete, seguido por la gran edición de los LXX de Cambridge y la de
Hahnhart en la edición de Gotinga (1966) /// De Rahlfs, seguido por la Biblia de Jerusalén.
VULG. SWETE RAHLFS
1. Sueño de Mardoqueo ............................................. 11,2-12 ....... A, 1-11 ........ 1, 1a-b
2. Complot contra Asuero ......................................... 12,1-6 ......... A, 12-17 ...... 1, 1m-r
3. Edicto de exterminación de los judíos .................. 13,1-7 ......... B, l-7 ........... 3, 13a-g
4. Oración de Mardoqueo .......................................... 13,8-18 ....... C, l-l1.......... 4, 17a-i
5. Oración de Ester .................................................... 14,1-19 ....... C,12-30 ....... 4, 17k-z
6. Recurso de Mardoqueo a Ester ............................. 15,1-3 ......... 4,8 ............... 4, 8
7. Acogida de Ester por Asuero ................................ 15,4-19 ....... D, 1-16 ........ 5, 1a-2b
8. Edicto en favor de los judíos ................................. 16,1-24 ....... E, l-24 ......... 8, 12a-x
9. Significado del sueño inicial ................................. 10,4-13 ....... F, l-10 ......... 10, 3a-k
10. Acuse de recibo ..................................................... 11,1 ............ F, l1 ............ 10, 31
1. Fecha
Resulta difícil asignar una fecha única a los suplementos: están escritos en estilos
diferentes y pueden remontarse a autores distintos. Es probable que ACDF se
desarrollaran gradualmente y adoptaran la forma actual al cabo de algunos años de
existencia en la tradición oral. Los dos edictos (B y E) son de mano distinta a la de los
cuatro suplementos ya mencionados, que tienen fuertes afinidades hebraicas. Guardan
semejanzas con 2 Macabeos. Por lo general se admite que el conjunto de los suplementos
se compuso directamente en griego, más que ser traducción de un original semítico. El
texto hebreo en su forma actual es consistente y, en su conjunto, inteligible. Los
suplementos contradicen al texto masorético en varios puntos, de tal modo que puede
decirse que no están hechos para el texto hebreo. Así 12,1-6 está ya en 2,21-23 con
variantes inconciliables; los edictos son como una repetición de los resúmenes (3,13 y
8,11-12), y el tenor del segundo (16,1-24) no corresponde a su resumen (8,1-12). No se
trata, pues, propiamente de «suplementos», sino que en realidad tenemos dos ediciones
de Ester, una en hebreo y otra en griego.
2. Relación entre ambas ediciones
Los exegetas están divididos en dos campos en lo referente a la prioridad respectiva de
los textos griego y hebreo de Ester:
Algunos admiten que el texto hebreo representa una forma abreviada de un
original semítico, sobre el que se habría hecho la traducción griega. Esta opinión,
defendida antiguamente sobre todo por muchos católicos que admitían la
canonicidad del texto griego, ha sido apoyada recientemente por Torrey,44 quien
defiende asimismo la prioridad del griego: este texto sería una traducción de un
original arameo anterior al hebreo.
Pero la mayoría de autores estima que el texto hebreo representa la edición
original. Era ya la opinión de San Roberto Bellarmino. Otro autor habría puesto, a
partir del texto breve. un relato más extenso que forma la base del texto griego.
Esta hipótesis se ajusta mucho mejor al sentido de la evolución midrásica, bien
conocida por la literatura judía tardía.
44
Cf. C.C. TORREY “The Older Book of Esther”, HTR 37 (1944) 1-40.
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3. Género literario y finalidad
El género literario de los «suplementos», o más bien de la edición griega, es el mismo
que el del original hebreo, una historia tratada ampliamente con miras a una enseñanza.
Pero utiliza algunos procedimientos propios de la novela griega, por ejemplo, los sueños,
como en las Etiópicas de Heliodoro. Los nuevos desarrollos aportados por nuestro judío
helenista están bien caracterizados por san jerónimo: «Improvisó, como se hace en un
ejercicio escolar, para explicitar los sentimientos de quien sufre una injusticia o la inflige
a otro» (PL 28,1433).
¿A qué atribuir las ampliaciones? Sería insuficiente responder que el contacto con el
mundo griego predispuso los judíos a los embellecimientos retóricos. El autor tenía
motivos más profundos. En la redacción hebrea no se nombraba a Dios. Se sentía la
urgencia de introducir en el libro una nota más religiosa. De ahí la añadidura de
oraciones y reflexiones que tienen por objeto a Dios. El autor de los suplementos quiso,
de este modo, hacer que el libro fuese más humano, suprimiendo del mismo rasgos
demasiado hostiles a los paganos (9,5-19). En conjunto, empero, la aportación doctrinal
de los desarrollos deuterocanónicos no parece muy considerable.
“Suplementos” a Daniel
La Biblia griega, además de los doce capítulos del texto semítico de Daniel, incluye los
capítulos 13 y 14, que la Vulgata también reproduce, lo mismo que la oración de Azarías y el
cántico de los tres jóvenes (3,24-90). Se trata, por una parte, de adiciones exteriores al libro y,
por otra, de adiciones interiores.
Para los suplementos exteriores del libro, el orden de edición es, por lo demás, diferente en el
texto griego. La historia de Susana viene en cabeza, sigue luego el texto de Daniel propiamente
dicho: el conjunto termina con el relato sobre Bel y el dragón. Estas adiciones fueron unidas al
libro de Daniel propiamente dicho porque forman parte, a causa de su contenido, del ciclo de
Daniel. En efecto, en la historia de Susana, Daniel interviene para salvar a la joven mujer en
ocasión de un juicio inicuo, mientras que en Bel y el dragón el mismo personaje revela al rey la
superchería de los sacerdotes de Bel. El texto actual nos ha llegado en dos versiones diferentes:
la de los Setenta y la atribuida a Teodoción. Las diferencias existentes entre ambas son
notables.