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© De la edición española:

Ediciones Librería ArgentinaAndrés Mellado, 46. 28015 Madrid. EspañaTel: 91 5434781www.libreriaargentina.com

MAQUETACIÓN: Equipo ELA

DISEÑO DE PORTADA: Equipo ELA

ISBN Nº 978-84-9950-130-7

DEPOSITO LEGAL: M-22788-2014

Impreso en España

Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total, ni parcial

de este libro, ni la recopilación en un sistema informático, ni la transmisión por medios

electrónicos, mecánicos, por fotocopias, por registro o por otros métodos posibles presen-

tes o futuros, sin la autorización previa y por escrito de los titulares del Copyright.

MEDITACIÓN VIPASSANA, EL NÚCLEO DEL MINDFULNESS

RAMIRO CALLE

Ediciones Librería ArgentinaAndrés Mellado, 46

28015 MadridEspaña

www.libreriaargentina.com

Introducción 9Preámbulo 13Capítulo I. Siddharta Gautama el Buda 17Capítulo II. Introduccion al Budismo Theravada 22Capítulo III. El camino del Dharma 35El verdadero rostro de la existencia 35De la realidad a la última realidad 45DHARMA y dharma 47Capitulo IV. En busca del Nirvana 52La ley del karma y el renacimiento 52El Nirvana 56La búsqueda del Nirvana 57Capitulo V. La meditación budista 61Samatha-Bhavana 64Cultivo y desarrollo de la visión penetrante (Vipassana Bhavana) 69Satipatthana-Sutta 74Epílogo 87Apéndice 1. Las genuinas enseñanzas del Buda 89

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Índice

Nota de agradecimiento

“Toda mi gratitud para Almudena Haurie Mena, entrañablecompañera en el Dharma. Juntos hemos tenido la fortuna de entre-vistar a grandes expositores de la Buena Ley, tales como Piyadassi,Nyanaponika, Ananda Maitreya y Narada Thera, entre otros muchos.De éste último ambos recibimos nombres budistas.

Almudena fue designada Ananda, y yo Rahula. Ella me haacompañado en numerosos viajes por India, Ceilán, Nepal y otrospaíses de Asia en busca de la Enseñanza y su colaboración ha resul-tado siempre excepcionalmente valiosa.

Ramiro A. Calle

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Introducción

No vemos lo que es, sino lo que queremos ver o tememos vero pensamos que es o que tiene que ser o que nos han dicho que es oque nos gustaría que fuera. Lo que vemos está falseado por juicios yprejuicios, condicionamientos internos, frustraciones y expectativas,viejos patrones y todo el circuito repetitivo de apegos y odios, atrac-ciones y aversiones, aferramientos y aborrecimientos. Nuestra visiónestá distorsionada, falseada, enturbiada por las tendencias de lamente, por el ego, por nuestra historia psicológica, por los códigosevolutivos, por los temores y creencias.

Como la mente está empañada, vemos a través de su confu-sión. Como está velada, vemos desdibujadamente. Nuestra visión seestrella contra lo ilusorio, las apariencias, lo fenoménico, el barniz delas cosas. Es una visión impura, superficial, que induce más al engañoque a la verdad, a la ofuscación que a la claridad, a una apreciaciónincorrecta en lugar de al entendimiento correcto.

Una visión así de superficial y distorsionada solo puede acu-mular más ý más ignorancia en la ya básica ignorancia de la mente,más y mas nesciencia, cerrando la vía hacia la Sabiduría. Pero Budafue contundente al decir que algunos habría, que no tuvieran tanempañada la consciencia y pudieran ver la Realidad.

A la mente llena de oscurecimientos y trabas, condicionadapor las tendencias subyacentes, no le es dado captar la realidad talcual es. Origina sus propias creaciones y se las cree. Se extravía en unlaberinto de espejismos y no acierta a salir del mismo. Está en un ato-lladero, en un callejón sin salida. Ha entrado en un surco repetitivode consciencia en el que puede transcurrir toda una vida como no seponga remedio a ello. Una mente que proporciona una visión tanengañosa y limitada, tan fragmentada y esclerótica, no sirve y urgecambiarla.

Mediante el adiestramiento adecuado, la mente puedeirse transformando, aquietando y esclareciéndose. Así como de laofuscación surge una visión ofuscada, de la claridad brota una visiónesclarecida. Mediante la visión esclarecida, de la que deviene elentendimiento correcto, surge un cambio muy importante en lamente y una mutación psíquica que le permite a la persona sentirsemás ecuánime, plena, armónica y sabia. A través del tipo especial devisión que se puede lograr mediante las enseñanzas y métodos opor-

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tunos, la persona puede ver en el mismo fondo de los fenómenos sinestrellarse contra las ilusorias apariencias. Entonces surge la visiónneta de lo que es y desde ahí se puede proceder en consecuencia.Caen los autoengaños, las mentiras, los adoctrinamientos y viejospatrones, las pautas falaces; se van erradicando las tendencias noci-vas, los subterfugios y escapismos, la agitación e insatisfacción de lamente, el inútil sufrimiento psíquico, el desorden interno y el conti-nuado descontento. Uno conecta con la realidad desnuda que subya-ce tras lo aparente y fenoménico, tras lo ilusorio. Se va ganando lalibertad e independencia mentales y, por tanto, otra manera de ser.

A ese otro tipo de visión Buda le denominó vipassana,término que no es de fácil traslación al castellano, pero puede tradu-cirse como visión clara y penetrativa, o visión justa y cabal. Se ve loque es y no lo que parece ser. Esa visión especial que es vipassana esla que hay que ir cultivando metódicamente. ¿Cómo?

A través de la observancia de la triple disciplina (triple entre-namiento) y de la práctica de la denominada meditación vipassana omeditación de visión clara. La triple disciplina o triple entrenamientoes el cultivo de la virtud o ética genuina, el desarrollo de la mente yel desenvolvimiento de la sabiduría o entendimiento correcto.

Hay un tipo especial de meditación que se encarga de entrenary desencadenar la visión penetrativa de lo que es, y tal es la medita-ción vipassana, inspirada en el célebre sermón de Buda conocidocomo Satipatthana Sutta o los Fundamentos de la Atención. Esta clasede meditación es la que propició Buda y en la que se han inspiradotodas las prácticas de la tradición theravada o de viejo cuño, laenseñanza más pura y directa de Buda.

Como para Buda tres son las características básicas de la exis-tencia (insatisfacción, impermanencia y ausencia de una entidad fijao impersonalidad), este tipo de meditación tiene por objeto la con-quista de una visión hiperconsciente y penetrativa que le permita alpracticante aprehender esa realidad última de que todo es insatisfac-torio, todo es transitorio y no hay nada que no esté vacío de un yo oentidad fija.

La meditación vipassana trabaja de manera muy especial conel cultivo metódico de la atención y el establecimiento en la ecuani-midad. La mente se va liberando de sus oscurecimientos para poderempezar a ver las cosas como son, evitando los filtros distorsionantesque producen las reacciones, las tendencias subyacentes, los viejospatrones y las ideas y creencias preestablecidas.

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El Satipatthana Sutta y la meditación vipassana, es en lo que seha inspirado el denominado midfulness, que se presenta a menudocomo una simple técnica para combatir el estrés o para ser más efi-ciente en el trabajo o para coadyuvar determinados procedimientospsicoterapéuticos. Una vez más el occidental desvirtúa y desdibuja asu antojo, capricho y turbio entendimiento las enseñanzas más autén-ticas, falseándolas incluso y mostrándolas muy lejos de su verdaderaraíz y esencia. Es la utilización espuria, ventajista y mercantil demuchas antiguas enseñanzas espirituales.

Con esta obra escueta y directa pretendemos mostrar el autén-tico vipassana y la acompañamos de un C.D. muy práctico con ejerci-cios medulares de este tipo de meditación. He tenido la fortuna dehaber podido entrevistar a los más solventes representantes delbudismo theravada y obtener de ellos valiosísimas enseñanzas al res-pecto. Durante años estuve viajando a Sri Lanka para entrevistar lar-gamente a Nyanaponika Thera, una indiscutible autoridad en el temay cuyas obras, traducidas fiel y magistralmente por AlmudenaHauríe Mena, y siempre generosa y desinteresadamente, han sidoreeditadas por la editorial ELA. También tuve encuentros con NaradaThera (que me dio el sobrenombre budista de Rahula) y con PiyadassiThera, Ananda Maitreya, Madihe y tantos otros monjes de gran sabi-duría y hondos conocimientos budistas, que aparecen entrevistadosen mi obra "Conversaciones con Lamas y sabios budistas".

Era uno de mis mentores budistas quien declaraba con refe-rencia a Buda: "Cuanto más le conozco, más le amo; cuanto más leamo, más le conozco". Fue el hombre más despierto de su época. Nose dejó nunca arrastrar por creencias, sino que todo lo sometía a laexperimentación personal. Investigó como nadie en la mente humanay facilitó medicamentos de gran alcance para poder superar el sufri-miento psíquico y librar la mente de sus trabas. Mediante el perseve-rante entrenamiento en la meditación abstractiva, ya muy conocida ypracticada por los yoguis milenios antes de que naciera, llegó al des-cubrimiento de la meditación de visión penetrativa y cabal, vipassa-na, consistente en la toma de consciencia (muy atenta, ecuánime yarreactiva) del surgir y desvanecerse de los propios procesos psico-somáticos.

Para que la meditación vipassana aún sea más eficiente, esconveniente incorporar también la meditación abstractiva, conocidacomo meditación samatha. La meditación samatha calma y concentrala mente en grado sumo y la meditación vipassana utiliza esa mentesosegada y altamente concentrada para poder ir captando los proce-

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sos corporales y mentales, penetrándolos hasta descubrir lo insatis-factorio de los fenómenos, lo vacuo y lo impersonal, logrando así lasuperación de la ofuscación, el apego y el odio, y hallando la verda-dera y definitiva libertad de la mente.

Ramiro Calle

(www.ramirocalle.com)

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Ramiro Calle

Preámbulo

Buda quiere decir “el que sabe”. Se aplica el término a aquelque ha despertado definitivamente. Siddharta Gautama, nacido en elsiglo VI a. C. en Kapilavatthu, la capital del país Sakya, renunció a losveintinueve años a la vida mundana y se dedicó por entero a la bús-queda de la Realidad. En Bodh Gaya, en el estado indio del Biliar,obtuvo después de seis años de infatigable trabajo sobre sí mismo, lailuminación, realizando así su definitiva budeidad y conviniéndoseen un buda viviente, que durante cuarenta y cinco años habría deimpartir el Dhamma (doctrina de liberación) a los otros. El Budapenetró que “los hechos son incontrovertibles y la ley de causa y efec-to es siempre la misma: todo lo constituído es impermanente, todo loconstituído entraña sufrimiento, todo es sin entidad”.

El budismo original, o sea el budismo Theravada, es unaEnseñanza excepcionalmente directa, escueta y precisa. El Buda supodesarrollar, como muy pocos otros maestros, el camino de la inteli-gencia y el del corazón. Fue más lejos en su investigación de cuantopueda suponerse. Como indica mi buen amigo y compañero en elDhamma, Amadeo Solé-Leris: “Lo que enseñaba el Buda era y siguesiendo, algo muy alejado de las abstracciones: un método de perfec-cionamiento ético-psicológico que deja de lado deliberadamente lametafísica y la teología para concentrarse en lo concreto que cada cualpuede y tiene que hacer por cuenta propia -sin que nadie puedahacerlo por él-, para emprender el camino de la mente serena y per-feccionarse en él”.

Con concreción asombrosa y sagacidad extraordinaria, laEnseñanza del Buda ayuda a poner las condiciones para que lamente, liberada de todas las negatividades y capaz de percibir lascosas tal cual son desde su prístina pureza, pueda conquistar laSabiduría.

El budismo es, indudablemente, uno de los más grandes siste-mas soteriológicos originario dc la India. Se propagó por buena partede los países asiáticos y desde hace algo más de un par de siglos,comenzó a despertar un notable y creciente interés a innumerablesoccidentales. Sobre la genuina enseñanza del Buda (que es el núcleode todas las escuelas budistas y que ha recogido en su máxima pure-za el Budismo Theravada), han surgido y se han alimentado los dife-rentes vehículos, sectas y escuelas budistas.

Siempre he estado vivamente interesado por la Búsqueda ypor las técnicas de autorrealización tanto orientales como occidenta-

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les. Cada ser humano debe hallar su vía. Los grandes maestros hanindicado caminos, laderas hacia la cima que es la iluminación defini-tiva. Como un rastreador incansable de la otra Realidad, siempre mehe sentido profundamente agradecido hacia los seres despiertos, seande uno u otro sistema soteriológico. Lo Incondicionado, como quieraque se vierta en palabras o se interprete, es lo mismo para todos losque lo penetran.

Siempre me he inspirado en Lao-Tse, Jesús, Mahavira,Sankara, Ramana y otros grandes despiertos. Asimismo siempre mehe inspirado en el Buda Siddharta Gautama, el gran despierto, aquién más se ama cuanto más se le conoce. He investigado, por ellomismo, en los distintos vehículos de la Buena Ley, pero considero decapital importancia para todo budista, cualquiera que sea la escuelaen la que se halle, conocer en profundidad el Budismo Therevada,porque él representa la médula de la Enseñanza, lo más esencial, con-creto, cristalino y nuclear de la Doctrina.

Duele comprobar el desconocimiento inexcusable que tienendel Therevada muchos budistas de otras escuelas búdicas.Lamentable resulta, desde luego, que parte de esos budistas, no sólono dispongan del menor conocimiento sobre el Theravada, sino queincluso opten por menospreciarlo, cuando precisamente tal ramabudista condensa lo más esencial de la Buena Ley. De igual modocreo que es obligado reconocer la importancia del Yoga en elBudismo (y no solo en el budismo tántrico-que por supuesto recurrea numerosísimas técnicas yóguicas-, sino en todas las formas debudismo), toda vez que de alguna manera el Yoga ha sido siempre eleje espiritual no solo de la India, sino de toda Asia y sus técnicas (elanapana-sati, por ejemplo, entre otras muchas) han sido incorporadasy aprovechadas por todos los sistemas soteriológicos de Oriente.

Bien es cierto, que en la época del Buda florecía un yoga arcai-co y que ponía el mayor acento en las técnicas de absorción y éxtasis,ésas mismas que, aún valorándolas el Budismo (y el mismo Buda, entanto que recurría a ellas y las conocía muy bien por propia experi-mentación), no las consideraba suficientes para penetrar la realidadfinal tal como es. Desde entonces, el yoga ha recorrido un largo cami-no y sin duda también y del mismo modo que fue incorporado partede él al budismo, se ha visto influenciado por la doctrina budista.

Los paralelismos entre la genuina enseñanza budista y porejemplo, los Yogasutras de Patanjali, son notables, si bien la BuenaLey pone todo el énfasis en la ayoidad y el yoga hindú insiste en unaúltima realidad permanente. De cualquier modo hay que entender,

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empero, que el yoga es básicamente un método de mejoramientosupra-religioso y que sus técnicas han sido, por fortuna, recogidaspor todas las vías de realización de Oriente. Sirviéndose de ellas,pudo el Buda, el maha-yogui respetado por todos los maestros deOriente, madurar lo suficiente para desde ahí descubrir la meditaciónde la visión clara (vipassana), capaz de reportar el conocimiento cabaly liberador, aquel que hace posible la captación del modo final de serde todas las cosas y que el Buda definió como insatisfactorio, imper-sonal y transitorio, siendo tales las tres características básicas de laexistencia.

Nadie como el Buda tuvo un conocimiento tan preciso del serhumano y nadie como él supo ver y exponer el origen del sufrimien-to, proporcionando un sendero para poner fin a toda tribulación. Élsupo mostrar con destreza admirable el camino para que todos poda-mos realizar nuestra budeidad, para que cada uno de nosotros puedadespertar. Estar en ese propósito representa el mayor significado quepodamos procurarle a la existencia humana. Cada uno hará porencender su propia lámpara, porque así también colaborará enencender la de los demás.

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Capítulo I Siddharta Gautama el Buda

Buda, el gran despierto

La figura de Siddhana Gautama el Buda es impresionante. Suvida, una proeza y sus logros, excepcionales. Conocedor profundo dela mente humana, investigador incansable del sufrimiento y los pro-cedimientos para que el sufrimiento cese, dueño de una inquebranta-ble voluntad para conquistar su naturaleza búdica y despertar.Maestro respetuoso y tolerante, ideal del buscador honesto, prototipode hombre realizado.

Después de sus tres célebres salidas más allá del palacio, quele permitirían enfrentarse con el sufrimiento cara a cara, sin clemen-cia; descubre la enfermedad, la vejez y la muerte. Emprende entoncesel camino de la renuncia. Abandona la vida humana, quiebra suslazos familiares y sociales y se aboca en una búsqueda interior impla-cable. Se conviene en renunciante, mendiga sus alimentos, se sometea una ascesis cruel y prolongada.

Años de privaciones y austeridades, auto-auscultamiento yéxtasis, denodados esfuerzos por hallar la Comprensión, extenuacióny mortificación. Y esta aventura de una ascesis despiadada no le con-duce al “despenar”.

Pero todos esos años de trabajo sobre sí mismo no han sidoestériles; son el preludio de su iluminación definitiva. Todavía falta elgran salto para alcanzar la otra orilla, pero ha obtenido un grado demadurez y emancipación interior que le colocan en el último tramode la gran carrera hacia el Nirvana. Suspende sus prácticas de ascesisy come un pastel de arroz que le ofrece una joven llamada Sudjata.

Cierto día baila su cuerpo en el Nairanjana y toma asiento bajouna higuera (el árbol de la Ciencia). Se dice; “Aunque se seque mipiel, aunque mi mano se marchite, aunque mis huesos se disuelvan,mientras no haya podido penetrar en la sabiduría, no me moveré deeste sitio”.

Anochece. Allí, en soledad, abismado en sí mismo, permaneceSiddharta, después de años de un gigantesco y agotador trabajo.Durante la primera vigilia tuvo conocimiento de sus anteriores exis-tencias y pudo disipar la ilusión. En el transcurso de la segunda vigi-lia, logra el conocimiento intuitivo de la naturaleza del mundo. Latercera vigilia le reporta el conocimiento de la la ley de causación y sedice: “¡En verdad qué miserable es este mundo! Millones de seres que

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envejecen y mueren y luego renacen para envejecer y morir otra vez”. Y a través de la Visión Penetrante obtiene el conocimiento

intuitivo de que la ignorancia es la causa que genera otras causas pro-ductoras de dolor. Y sabe que la causa de la vejez y la muerte son elnacimiento y sobre todo el deseo de nacimiento, resultado todo ellode la nesciencia.

Realiza a nivel intuitivo las características básicas de la exis-tencia: sufrimiento, impersonalidad, impermanencia. Y al alba, obtie-ne la iluminación definitiva, se manifiesta su budeidad y permaneceen estado de inefable paz.

Después se cuestiona si debe o no dar comienzo a una vidapública que le permita llevar a los demás las verdades por él realiza-das. Un sentimiento de profunda compasión que ni siquiera podemossospechar, le indujo a volver al mundo para impartir la enseñanza. Yasí pronunció no mucho después su trascendental Sermón deBenarés, en Samath, que comenzaba diciendo: “Abrid los oídos, mon-jes. El camino está hallado. Escuchadme”. Y se extendió sobre el sufri-miento universal y su cesación, e insistió en ese camino del medio quese encuentra justamente entre el ascetismo y la vida de los placeres.

A partir de ahí, cuarenta y cinco años propagando laEnseñanza. En palabras suyas: “El hombre nace solo, vive solo. Y esél quien se abre el camino que puede conducirle al Nirvana, al mara-villoso reino del No-Ser, del No-ser-más”. Mahayogui, sabio entre lossabios, respetuoso para con todos los credos y cultos, capacitadosiempre para hablar según el nivel de madurez e inteligencia de susoyentes. Mucho se ha especulado sobre si el Buda guardó o no unconocimiento esotérico y más elevado para los iniciados. El indicóexpresamente que nada había guardado en el puño. Se refería, sinduda a nada valioso a propósito de la Enseñanza, nada necesario paraalcanzar la Liberación.

Innegablemente, él mostró todo lo fundamental (sin perdersejamás en vanas especulaciones, en acrobacias metafísicas), pero segúnel grado de evolución, unos lo entendieron con mayor lucidez queotros, con mayor penetración. Que Buda sabía infinitamente más deaquello sobre lo que hablaba, esto también es indiscutible, pero a él leinteresaba especialmente exponer el sufrimiento y el cese del sufri-miento; diagnosticó el mal y ofreció la medicina contra ese mal.

Todo lo demás no era práctico ni necesario. El mostraba elconocimiento liberador, el camino hacia el Nirvana. Todo lo demásera poco útil, hasta superfluo. La suya es la enseñanza de lo Real, sinambages ni aditamentos.

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La vida produce sufrimiento. Jamás se perdió en divagacioneso abstracciones. Fue por encima de todo lo concreto y todas sus ins-trucciones estaban encaminadas al Despertar. En cierta ocasión tomóun puñado de hojas y dijo: “Lo que enseñé es comparable a las hojasque tengo en mi mano. Lo que no enseñé es comparable a la totalidadde hojas de este bosque”.

No hay nada en su enseñanza que no resulte esencial, que nosea luz para disolver la oscuridad. ¿Para qué queremos conocer losprincipios del Universo si no nos conocemos a nosotros mismos?

El conocimiento libresco, la erudición, la información cultural,pueden ser una gimnasia mental, prestar cierta ayuda, pero no nosliberan del dolor. Sin embargo, sus instrucciones tenían una finalidadespecífica: extinguir el deseo y llevar al hombre hasta su propiabudeidad.

Nadie valoró tanto al hombre como él. Sabía que estaba ciegopor la ignorancia, pero también sabia que él por sí mismo podía supe-rar esa ignorancia y desembocar en la última realidad. Respetaba atodos.

No hacía distinción de creencias, razas o castas. Considerabaque todo hombre es potencialmente un buda, que no hay hombresperversos sino ignorantes, cegados por el polvo de la ilusión. Cadauno puede, con su propio esfuerzo, despertar. Se trata de un trabajopersonal, necesariamente personal. El Parinobbana Sutta recoge lassiguientes palabras del Buda: “Morar consigo mismo como una isla,consigo mismo como refugio. Morar con el Dhamma como una isla,con el Dhamma como refugio. No buscar ningún refugio externo”.

Respetaba profundamente la inteligencia. Nada de creenciasgratuitas o preestablecidas, nada de dogmatismos. El hombre debecomprender y solo aceptar después de haber comprendido. Debe uti-lizar su inteligencia y penetrar la Doctrina mediante la inteligencia ydeterminar sus propios actos a través de la inteligencia. Inquirir,indagar, desarrollar la comprensión hasta lograr la experiencia direc-ta, la Visión profunda.

El Buda decía: “Depender de los demás para la Liberación esnegativo; depender de uno mismo es positivo”. Otros más avanzadospueden enseñarnos, pero a la postre uno es su propio maestro y supropio discípulo. Jamás Buda (a diferencia de lo que hacen muchossupuestos gurus) sometió a nadie, jamás cultivó dependencias perju-diciales para el discípulo.

Él era un hombre. Logró un grado elevadísimo de evolución,pero jamás se hizo pasar por un ser con naturaleza divina o sobrena-

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tural. Era humilde, sereno y enseñaba el Camino que él mismo habíatenido que recorrer para realizar la budeidad. Él lo había recorrido:eso era todo.

Amante de la no-violencia y de la reconciliación, trabajódurante muchos años por ofrecer una enseñanza que contiene en símisma una ética superior, mística, una actitud vital, psicología pro-funda, filosofía y sobre todo medios pan alcanzar la liberación paradesencadenar la Suprema Sabiduría.

Estos medios o procedimientos son tan aplicables hoy en díacomo hace dos mil quinientos años. Sirven igualmente para el budis-ta, el creyente de otro sistema religioso o para el agnóstico. Puedenser perfectamente incorporados a la vida cotidiana. El budismo comotal no tiene ningún tipo de exigencias religiosas, ni demanda un tipode “conversión” propiamente dicha, ni es en absoluto proclive a losritos y ceremonias. El aspirante inteligente sabe que todo puede serritualizado para ayudar a la mente en su orientación: arreglar unramo de flores, preparar una taza de té o dar un paseo por el parque.El ritual es útil si de verdad sirve a crear positivos estados de ánimoy canalizar la mente y, por supuesto, para aquellos que tengan nece-sidad del mismo. A través del ritual, el budista preparado sabe queno se trata de pedirle nada al Buda, porque lo que hay que hacer esconvenirse en Buda. Pero ciertamente una atmósfera cuidada puedecolaborar con la mente, evitar su dispersión, crear más fácilmenteestados anímicos elevados.

Ahora bien, somos los únicos responsables de nosotros mis-mos y con el Buda no se puede llegar a ninguna negociación. Él es unsímbolo, pero no una imagen que deba ser adorada en el sentido tra-dicional de la palabra. En todos nosotros está la budeidad y Buda nosinvita a convertimos en su igual. El Noble Octuple Sendero es elpuente que tiende hacia lo Incondicionado, hacia lo Trans-temporal.

Antes de su muerte y la entrada en el ParaNirvana, el Buda sedirigió a sus discípulos para decirles: “No existe en todos los univer-sos visibles o invisibles más que una sola y misma potencia, sincomienzo, sin fin, sin otra ley que la suya, sin predilección, sin odio.Ella mata y ella salva, sin otro objeto que el de realizar el destino. Lamuerte y el dolor son las lanzaderas de su telar, el amor y la vida desus hilos. Pero no intentéis pensamiento en lo impenetrable; el queinterroga se equivoca, el que responde se equivoca. Nada esperéis delos dioses despiadados, sometidos ellos mismos a la Ley del Karma,que nacen, envejecen y mueren para renacer y no han conseguidosuperar su propio dolor. Esperadlo todo de vosotros mismos”.

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El había despertado y sabía que otros podían despertar.“Esperadlo todo de vosotros mismos”. El jamás desdeñó a nadie yapreció a todos. Fue un Buda, un Despierto. Formó parte de los gran-des iniciados, de los que se han despertado a sí mismos, de los quehan satisfecho su necesidad de Búsqueda y de Encuentro.

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