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308 RESEÑAS proceso de industrialización de Guipúz- coa, uniéndose así a los trabajos ya exis- tentes de Montserrat Gárate, Luis Castells, Félix Luengo, Miguel Ángel Barcenilla o del propio autor, con la novedad de que esta vez la perspectiva difiere, ya que se centra en una institución tan poderosa como la Diputación Provincial. La verdad es que Alonso Olea ya nos había advertido de ello para el conjunto de las provincias vascas, pero en este estudio, al centrarse únicamente en Guipúzcoa, el profesor Larrinaga ha podido realizar un análisis más exhaustivo y llegar a conclusiones más categóricas. Con todo, tal vez hubiera sido más interesante el haber aportado otros ejemplos para establecer comparacio- nes y ver qué estaba sucediendo en otras provincias concertadas y en las no concerta- das. En cualquier caso, esto no resta mérito al trabajo y creo que estamos ante un libro bien documentado, mejor estruc- turado y que, sin duda, supone un impor- tante avance en el conocimiento de la modernización guipuzcoana de las últimas décadas del siglo XIX. Isabel Garaizar Axpe Universidad del País Vasco La otra cara de la luna. Reflexiones en torno a un libro sobre la guerra civil en una ciudad «viva, confiada y sana» CSalamanca)l. Bajo la dirección de Ricardo Robledo (que ya había coordinado Historia de Salamanca. V. Siglo Veinte. Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos, 2001), este volumen recopila en once capítulos otros tantos estudios monográficos, a 1. ROBLEDO, Ricardo Ced.): Esa salvaje pesa- dilla. Salamanca en la guerra civil española. Barcelona: Crítica, 2007. @ Ediciones Universidad de Salamanca cargo de especialistas, sobre la guerra civil en Salamanca. Después del prólogo de Josep Fontana, «Salamanca, capital de una España "viva, confiada y sana"», y la intro- ducción, «Lamemoria rota de Salamanca-, del propio coordinador Ricardo Robledo, una primera parte aborda seis aspectos de la sociedad civil salmantina; la segunda parte ofrece cinco estudios biográficos de otros tantos personajes emblemáticos de uno y otro bando. El propio Robledo, junto con Luis Enrique Espinoza, tratan, en el primer capítulo, «"¡El campo en pie!" Política y reforma agraria», de una de las cuatro gran- des cuestiones pendientes con que la República, sin haberlas creado, tuvo que enfrentarse: agraria, militar, religiosa y autonómica. Dos de cada tres trabajadores salmantinos estaban entonces ocupados en el campo, y fue en Salamanca donde, para las primeras elecciones de junio de 1931, se aglutinó el voto conservador en el Blo- que Agrario al grito de -¡Elcampo en pie!-, y los tres grandes dirigentes agrarios sal- mantinos, Gil Robles, Casanueva y Lama- mié de Clairac, se proyectaron a nivel estatal. En el capítulo siguiente Santos Juliá se ocupa de «GilRobles contra Villalobos: la cuestión educativa (934)-. Filiberto Villalobos (de quien se volverá a hablar en el capítulo 10) había pertenecido al Partido Reformista fundado por Melquíades Álva- rez en 1912 con un programa en el que entre otros objetivos propugnaba una escuela neutra. Salamanca tenía y tiene un merecido prestigio universitario, pero Villalobos decía en 1932 que lo que más necesitaba eran .escuelas, escuelas y escuelas-o Como ministro de Instrucción Pública en el gobierno de Samper en 1934 y en el de Portela Valladares en 1935, a pesar de ser católico, trató de desconfesio- nalizar la enseñanza. En la campaña para las elecciones de noviembre de 1933, que ganaría la CEDA, Gil Robles atacó princi- palmente a Villalobos. Santos Juliá ilustra agudamente la alianza antinatural de la CEDA con el otrora feroz emperador del Paralelo Lerroux con un editorial de El Debate, que el 15 de noviembre de 1934 decía: .Apoyar a Lerroux, primero; colabo- rar con Lerroux, después; sustituir a Lerroux, más tarde-o A esta confesión, entre cínica e ingenua, del diario de los católicos moderados, añadiría por mi parte el feroz sarcasmo del ultraderechista Bernanos, ya en plena guerra civil: «Oh!Vous ne refusez jamais d'accueillir I'enfant prodigue, a con- dition qu'il fournisse lui-meme le veau- (Les grands cimitieres sous la lune. Paris: Plon, 1938, p. 93). El mismo coordinador Ro91edo, en el siguiente capítulo, -La Iglesia salmantina: rebeldía, cruzada y propaganda. El Centro de Información Católica Internacional-, expone la campaña contra la República, .delenda est res publica», desde 1930 (¡ya de antes de proclamarse!) hasta 1936, con la justificación teológica de la rebelión, principalmente por el periódico La Gaceta Regional y el canónigo José Artero, porta- voz oficioso del obispado (.rebeldía-); la «simbiosis institucional de la iglesia de Salamanca con la organización del Nuevo Estado- y el discurso legitimador sacrali- zando el golpe militar (.cruzada-), una con- sagración que sería una de las raíces legitimadoras de la violencia; y la creación y actuación del Centro de Información Católica Internacional (.propaganda-), diri- gido por el P. Constantino Bayle S. J., con su boletín De rebus Hispaniae, que tuvo la misma finalidad que la famosa carta colec- tiva: responder a las críticas de un sector del catolicismo internacional que, conde- nando la persecución religiosa de la zona republicana, denunciaban también la represión en la zona llamada nacional y no aceptaban el calificativo de -cruzada- que se daba el alzamiento. Lo reconocía Gomá en la presentación del boletín como conti- nuación y complemento de la carta colec- tiva: «Loque allí no era oportuno hacer lo hará cumplidamente el Boletín de Informa- ción Católica Internacional-. Stud. hist., H.' cont., 26, 2008, pp. 305-335 @ Ediciones Universidad de Sala manca RESEÑAS 309 Lo que .allí no era oportuno-, a mi entender, se refiere a la relativa modera- ción de la carta colectiva: expresa nega- ción de que sea una cruzada (aunque Gomá lo había afirmado y lo reafirmaría en otl1>1; documentos suyos) y reservas acerca del rumbo que pudiera tomar el nuevo régimen (peligro de influencia nazi). No era oportuno decido en la carta colectiva porque deseaba y esperaba que el Papa la aprobara, y le constaba qué pensaba Pío XI: ni éste ni ningún otro Pontífice poste- rior ha dado jamás el nombre d'e cruzada a la guerra de España, y tanto Pío XI como su Secretario de Estado estaban obsesiona- dos por la infiltración nazi. El prelado sal- mantino, en cambio, al ser preguntado por Gomá sobre la conveniencia de un docu- mento colectivo, respondió afirmativa- mente, pero a condición de que no difiriera de lo que él y muchos otros obis- pos ya habían dicho sobre el movimiento (adhesión incondicional y calificación de cruzada). Robledo deja claro que -el Cen- tro Católico de Información Internacional funcionaba como portavoz del Cuartel General del Generalísimo y cumplía la misión de propaganda del régimen-, sin autonomía como institución eclesiástica, pues es Prensa y Propaganda quien "arre- gla" los viajes de Bayle, censura al Secreta- rio de Estado Pacelli o a Plá y Deniel o dificulta la difusión de la encíclica Mit bren- nender Sorge: "No me atrevo a que se publi- que -dice Gomá- ni siquiera en los Boletines, sin antes tantear oficiosamente el criterio de la casa grande [Cuartel GeneralJ"-. Santiago López García y Severiano Delgado Cruz, en el capítulo 4, -Que no se olvide el castigo: la represión en Sala- manca durante la guerra civil-, se ocupan específicamente de la violencia en las pací- ficas tierras salmantinas. Mola ya la había prescrito en las instrucciones preparatorias, para disuadir de toda intención de resis- tencia. Evolucionó al compás de la guerra. -Al principio fue de una extrema dureza y contundente. Era la adecuada para un golpe de Estado. Pero el fracaso de éste Stud. hist., H.' cont., 26, 2008, pp. 305-335

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proceso de industrialización de Guipúz-coa, uniéndose así a los trabajos ya exis-tentes de Montserrat Gárate, Luis Castells,Félix Luengo, Miguel Ángel Barcenilla odel propio autor, con la novedad de queesta vez la perspectiva difiere, ya que secentra en una institución tan poderosacomo la Diputación Provincial. La verdades que Alonso Olea ya nos había advertidode ello para el conjunto de las provinciasvascas, pero en este estudio, al centrarseúnicamente en Guipúzcoa, el profesorLarrinaga ha podido realizar un análisismás exhaustivo y llegar a conclusionesmás categóricas. Con todo, tal vez hubierasido más interesante el haber aportadootros ejemplos para establecer comparacio-nes y ver qué estaba sucediendo en otrasprovincias concertadas y en las no concerta-das. En cualquier caso, esto no restamérito al trabajo y creo que estamos anteun libro bien documentado, mejor estruc-turado y que, sin duda, supone un impor-tante avance en el conocimiento de lamodernización guipuzcoana de las últimasdécadas del siglo XIX.

Isabel Garaizar AxpeUniversidad del País Vasco

La otra cara de la luna. Reflexiones entorno a un libro sobre la guerra civilen una ciudad «viva, confiada y sana»CSalamanca)l.

Bajo la dirección de Ricardo Robledo(que ya había coordinado Historia deSalamanca. V. Siglo Veinte. Salamanca:Centro de Estudios Salmantinos, 2001),este volumen recopila en once capítulosotros tantos estudios monográficos, a

1. ROBLEDO,Ricardo Ced.): Esa salvaje pesa-dilla. Salamanca en la guerra civil española.Barcelona: Crítica, 2007.

@ Ediciones Universidad de Salamanca

cargo de especialistas, sobre la guerra civilen Salamanca. Después del prólogo deJosep Fontana, «Salamanca, capital de unaEspaña "viva, confiada y sana"», y la intro-ducción, «Lamemoria rota de Salamanca-,del propio coordinador Ricardo Robledo,una primera parte aborda seis aspectos dela sociedad civil salmantina; la segundaparte ofrece cinco estudios biográficos deotros tantos personajes emblemáticos deuno y otro bando.

El propio Robledo, junto con LuisEnrique Espinoza, tratan, en el primercapítulo, «"¡El campo en pie!" Política yreforma agraria», de una de las cuatro gran-des cuestiones pendientes con que laRepública, sin haberlas creado, tuvo queenfrentarse: agraria, militar, religiosa yautonómica. Dos de cada tres trabajadoressalmantinos estaban entonces ocupados enel campo, y fue en Salamanca donde, paralas primeras elecciones de junio de 1931,se aglutinó el voto conservador en el Blo-que Agrario al grito de -¡Elcampo en pie!-,y los tres grandes dirigentes agrarios sal-mantinos, Gil Robles, Casanueva y Lama-mié de Clairac, se proyectaron a nivelestatal.

En el capítulo siguiente Santos Juliáse ocupa de «GilRobles contra Villalobos:la cuestión educativa (934)-. FilibertoVillalobos (de quien se volverá a hablar enel capítulo 10) había pertenecido al PartidoReformista fundado por Melquíades Álva-rez en 1912 con un programa en el queentre otros objetivos propugnaba unaescuela neutra. Salamanca tenía y tiene unmerecido prestigio universitario, peroVillalobos decía en 1932 que lo que másnecesitaba eran .escuelas, escuelas yescuelas-o Como ministro de InstrucciónPública en el gobierno de Samper en 1934y en el de Portela Valladares en 1935, apesar de ser católico, trató de desconfesio-nalizar la enseñanza. En la campaña paralas elecciones de noviembre de 1933, queganaría la CEDA, Gil Robles atacó princi-palmente a Villalobos. Santos Juliá ilustraagudamente la alianza antinatural de la

CEDA con el otrora feroz emperador delParalelo Lerroux con un editorial de ElDebate, que el 15 de noviembre de 1934decía: .Apoyar a Lerroux, primero; colabo-rar con Lerroux, después; sustituir aLerroux, más tarde-o A esta confesión, entrecínica e ingenua, del diario de los católicosmoderados, añadiría por mi parte el ferozsarcasmo del ultraderechista Bernanos, yaen plena guerra civil: «Oh!Vous ne refusezjamais d'accueillir I'enfant prodigue, a con-dition qu'il fournisse lui-meme le veau-(Les grands cimitieres sous la lune. Paris:Plon, 1938, p. 93).

El mismo coordinador Ro91edo, en elsiguiente capítulo, -La Iglesia salmantina:rebeldía, cruzada y propaganda. El Centrode Información Católica Internacional-,expone la campaña contra la República,.delenda est res publica», desde 1930 (¡yade antes de proclamarse!) hasta 1936, conla justificación teológica de la rebelión,principalmente por el periódico La GacetaRegional y el canónigo José Artero, porta-voz oficioso del obispado (.rebeldía-); la«simbiosis institucional de la iglesia deSalamanca con la organización del NuevoEstado- y el discurso legitimador sacrali-zando el golpe militar (.cruzada-), una con-sagración que sería una de las raíceslegitimadoras de la violencia; y la creacióny actuación del Centro de InformaciónCatólica Internacional (.propaganda-), diri-gido por el P. Constantino Bayle S. J., consu boletín De rebus Hispaniae, que tuvo lamisma finalidad que la famosa carta colec-tiva: responder a las críticas de un sectordel catolicismo internacional que, conde-nando la persecución religiosa de la zonarepublicana, denunciaban también larepresión en la zona llamada nacional y noaceptaban el calificativo de -cruzada- quese daba el alzamiento. Lo reconocía Gomáen la presentación del boletín como conti-nuación y complemento de la carta colec-tiva: «Loque allí no era oportuno hacer lohará cumplidamente el Boletín de Informa-ción Católica Internacional-.

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Lo que .allí no era oportuno-, a mientender, se refiere a la relativa modera-ción de la carta colectiva: expresa nega-ción de que sea una cruzada (aunqueGomá lo había afirmado y lo reafirmaría enotl1>1;documentos suyos) y reservas acercadel rumbo que pudiera tomar el nuevorégimen (peligro de influencia nazi). Noera oportuno decido en la carta colectivaporque deseaba y esperaba que el Papa laaprobara, y le constaba qué pensaba PíoXI: ni éste ni ningún otro Pontífice poste-rior ha dado jamás el nombre d'e cruzada ala guerra de España, y tanto Pío XI comosu Secretario de Estado estaban obsesiona-dos por la infiltración nazi. El prelado sal-mantino, en cambio, al ser preguntado porGomá sobre la conveniencia de un docu-mento colectivo, respondió afirmativa-mente, pero a condición de que nodifiriera de lo que él y muchos otros obis-pos ya habían dicho sobre el movimiento(adhesión incondicional y calificación decruzada). Robledo deja claro que -el Cen-tro Católico de Información Internacionalfuncionaba como portavoz del CuartelGeneral del Generalísimo y cumplía lamisión de propaganda del régimen-, sinautonomía como institución eclesiástica,pues es Prensa y Propaganda quien "arre-gla" los viajes de Bayle, censura al Secreta-rio de Estado Pacelli o a Plá y Deniel odificulta la difusión de la encíclica Mit bren-nender Sorge:"No me atrevo a que se publi-que -dice Gomá- ni siquiera en losBoletines, sin antes tantear oficiosamente elcriterio de la casa grande [Cuartel GeneralJ"-.

Santiago López García y SeverianoDelgado Cruz, en el capítulo 4, -Que no seolvide el castigo: la represión en Sala-manca durante la guerra civil-, se ocupanespecíficamente de la violencia en las pací-ficas tierras salmantinas. Mola ya la habíaprescrito en las instrucciones preparatorias,para disuadir de toda intención de resis-tencia. Evolucionó al compás de la guerra.-Al principio fue de una extrema dureza ycontundente. Era la adecuada para ungolpe de Estado. Pero el fracaso de éste

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convirtió a la represión en un terror sincara y ejercido con total impunidad-o Seprodujeron -ejecuciones extrajudiciales,detenciones ilegales, detenciones seguidasde desaparición, palizas y vejaciones detodo tipo-oLa represión inicial no la llevó acabo directamente el Ejército, sino la Guar-dia Civil y piquetes de voluntarios de laextrema derecha falangista y católica. Ocu-rrió sobre todo hasta agosto de 1936, conun parón en noviembre y un fuerterepunte en diciembre, con paseos y sacasy algunos consejos de guerra. Desde enerode 1937 ya son sólo consejos de guerra.Un anexo detalla la geografía del terror enla provincia, según las localidades o zonas.Otro anexo expone la represión contra lamasonería salmantina. Un tercero sededica a la prisión provincial de Sala-manca. El cuarto cuantifica, con relaciónnominal, la represión contra los maestros.El quinto es la relación, también nominal,de parte de los muertos por la represiónen Salamanca y el quinto apéndice es larelación de los procesados.

El capítulo 5, -Patria y dinero. La con-tribución salmantina a la financiación de laguerra civil española: suscripciones eimpuestos especiales-, es una síntesis de latesis doctoral de M.a Luz de Prado Herrera,dirigida por Josefina Cuesta. Aborda sobrela base de estadísticas fiables un aspectopoco estudiado de la guerra: la contribución,voluntaria o no tan voluntaria, de la pobla-ción salmantina a las finanzas de la guerra.En toda la zona donde triunfó el alza-miento, cuando éste degeneró en una gue-rra previsiblemente larga y costosa, searbitraron variados medios para recaudarrecursos. El presente estudio es altamenteoriginal e interesante a dos niveles. Uno esa nivel general, de toda la España -nacio-nal-, y en parte se podría extrapolar a larepublicana: campañas patrióticas, suscrip-ciones, funciones artísticas con la mismafinalidad, instituciones como el Plato Único,el Subsidio por el Combatiente, Ficha Azul,el Aguinaldo al Soldado, detracción de loshaberes de los funcionarios, entregas de

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oro y joyas, etc. Es como el marco generaldel otro nivel, el particular: cómo se apli-caron en Salamanca aquellos arbitrios yqué sumas alcanzaron (cuatro anexos deta-llan las cantidades por meses).

Tras el entusiasmo inicial, se enfría larespuesta, y el gobernador civil tiene quereactivarla con presiones y sanciones. -Eldeseo de colaborar con la causa no fueunánime ni generoso por parte de lapoblación salmantina-, y la mayor parte delas resistencias procedían de personas aco-modadas. -Ni siquiera los escolares queda-ron al margen de las cuestaciones-. Alprincipio las suscripciones eran locales,pero no tardaron la Junta de Defensa deBurgos y la Junta Técnica del Estado encentralizadas en una única SuscripciónNacional, a la que, -con alguna reticencia-,las autoridades salmantinas transfirieron loque habían recaudado. Como bien señalala autora, «esta financiación interna sueleacarrear una segunda función, la de actuarcomo un marco de represión política sobrelos ciudadanos que, aun siendo proclivesal bando de turno, no son entusiastas-o

En todas las guerras la urgencia de losgastos da lugar a impuestos extraordinariosy lleva además a la emisión desbordada depapel moneda, con la inevitable conse-cuencia de la inflación, que con razón seha dicho que es el más injusto de todos losimpuestos. En el caso de la guerra civilespañola, si se me permite una acotaciónmarginal y personal, recordaré lo queexplicaba mi profesor de Economía Polí-tica don Lucas Beltrán Flórez. En ambosbandos se procedió a fabricar billetes engran cantidad, pero como los llamadosnacionales estuvieron los tres años avan-zando (salvo pequeños y breves retroce-sos), la ampliación del mercado absorbía elefecto inflacionario, mientras que en lazona republicana, por el efecto contrario, loagravaba. Además, la moneda republicanaque los ciudadanos tenían que entregar, sinninguna compensación, en las poblaciones-liberadas., se revendía en Francia para aca-bar de hundir su cotización internacional,

o se reintroducía en la zona republicanapara los gastos de la quinta columna. Elresultado fue que durante la contienda lapeseta .nacional. se mantuvo bastante esta-ble, en tanto que la republicana se des-plomó. Pero al terminar la guerra, sin mástierras por conquistar, se siguió emitiendopapel moneda al mismo ritmo, y entoncesempezó la gran inflación. Por eso concluíael profesor Beltrán Flórez que la guerracivil fue económicamente bastante barata;lo caro fue la posguerra.

Volviendo a nuestro tema, la autoraconcluye que -el entramado recaudatorioque se puso en marcha con las suscripcio-nes e impuestos no fue sólo lÍn cauce deextracción económica de la población,sino también un eficaz instrumento para suencuadramiento y control... Las cuotascontributivas relacionadas con la capaci-dad económica del donante sirvieron nosólo para realizar una especie de justiciaredistributiva -al menos así lo presentó elrégimen- sino también para la creaciónde un entramado recaudatorio revestido debenéfico, disfrazado de contribuciónpopular voluntaria y encubridor de un sis-tema tributario, que, además de ayudar asolventar las necesidades de guerra, esta-bleció las bases hacendísticas del nuevoEstado y el dominio sobre la población..

Cierra la primera parte el capítulo 6,.La Universidad de Salamanca, plataformade la represión en el sistema universitarioespañol-, por Jaume Claret. Analiza la cola-boración propagandística de la universi-dad, portavoz de los académicos ycientíficos fieles al alzamiento, con elpapel contradictorio de Unamuno (al quese dedicará el capítulo siguiente), pero -alnaciente régimen le resultó mucho másdecisiva la aportación del resto del claustrosalmantino-o Como en el resto de la zona-nacional., y de acuerdo con las instruccio-nes impartidas por el -Director., Mala, laviolencia estalló de modo preventivo, conuna finalidad disuasoria, pero a partir del 1de noviembre se la quiso legalizar. -Estalegalidad en construcción y la compleja

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estructura represora anexa necesitaban dela implicación de un creciente númerode técnicos. A los verdugos y ejecutores deprimera hora, progresivamente les acom-pañaron juristas, administrativos, jueces,maaicos, etc.-. Además de la aportación depersonal -119 alumnos .caídos- la uni-versidad salmantina, con el peso de suprestigio histórico (a aquellas altura yamuy en declive), actuó -como generadoradel discurso justificativo del golpe deestado y como comadrona del cañamazojurídico del nuevo régimen, aportandoideología y personal cualificado..

Claret ha investigado también la apor-tación logística o material, cediendo hospi-tales, edificios, bibliotecas y laboratorios.En su histórico edificio se instalaron laSecretaría de Relaciones Exteriores, diversassecciones del Arma de Aviación, la Estafetade Correos del Cuartel General, la censuraextranjera de correspondencia y de prensa,y hasta el estudio del pintor José Aguiarmientras pintaba el primer retrato deFranco como Caudillo, adquirido por elAyuntamiento, y el de Carmen Polo. Laembajada alemana se instaló en la Facultadde Medicina y la Delegación del Estadopara Prensa y Propaganda, bajo la batutadel histriónico Millán Astray, en el Palaciode Anaya. La biblioteca universitaria fueutilizada y en parte saqueada por jerifaltesdel régimen. Al término de la guerra el rec-tor trató de recuperar lo que pudo; porejemplo, un lote de libros de DerechoInternacional que José María Trías de Besse había llevado y estaban en el Ministeriode Asuntos Exteriores. Como si Francofuera un docto universitario, sus serviciosde propaganda le dedicaron un Vitor pin-tado en un lateral de la catedral, frente a launiversidad, con sangre de toro. Bienpudo haberse pintado con sangre derepresaliados.

Los cinco capítulos de la segundaparte retratan a otros tantos personajesinteresantes por diversos conceptos. El pri-mero, capítulo 7, .Unamuno en guerra-, acargo de Luciano González Egido, autor de

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Agonizar en Salamanca. Unamuno: julio-Diembre 1936 (Madrid: Alianza Editorial,1986) y de Miguel de Unamuno (Vallado-lid: Junta de Castilla y León, 1997), esespecialmente patético por cuanto, congran profundidad de pensamiento,expone, en la medida de lo posible, la tre-menda complejidad de la actitud de aquelcoloso vasco-salmantino. Desde luego,sale el famoso episodio del 12 de octubreen el Paraninfo de la Universidad, con elfantasmón de Millán Astray y el digno.venceréis pero no convenceréis. de Una-muno, y otros sucesos, pero el enfoque yla metodología difieren de los de losdemás capítulos. En éste, más que narrarlos acontecimientos, se quiere ahondar enlos sentimientos. Egido no esconde a quéextremo llegan las contradicciones que siem-pre lo habían zarandeado: -Porque susvivencias durante aquellos violentos seismeses postreros y las especiales caracterís-ticas de sus últimas contradicciones merecenuna atención y un estudio pormenorizado,porque hubo un salto más que cuantita-tivo, cualitativo. Sus contradicciones nosólo fueron más numerosas, sino más san-grantes.. No sólo dijo al principio Una-muno que el alzamiento era en defensa dela civilización cristiana de occidente, sinoque lo repitió aun después del incidentedel Paraninfo, y hasta poco antes de sumuerte.

Analiza el autor aquel enigmáticoescrito, publicado con el título de El resen-timiento trágico de la vida: Notas sobre larevolución y guerra civil españolas (Madrid:Alianza Editorial, 1991) que, a pesar de suredacción apresurada e inacabada, consti-tuye un testimonio clamoroso tanto de loque sucedía en Salamanca como delimpacto producido en el alma de Una-muno. Cita en estas notas varias veces suprimera novela, Paz en la guerra, una anti-gua guerra civil repensada desde la actual,que le lleva a preguntarse: .¿Qué esEspaña?. Vive como en una cárcel (pri-mero por aislamiento voluntario, luego porconfinamiento policíaco): -No quería yo

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salir de casa, a la plaza. Pues ya no meparecían los hombres y las mujeres, comoantes, personajes soñados, novelescos, crea-ciones mías, sino de carne y sangre -sobretodo de sangre- que irrumpían en laeterna idealidad L..] el mundo no era ya mirepresentación-o

Comenta Egido que, como cuandoatacaba la dictadura de Primo de Rivera,-aquel terremoto revolvió hasta sus defen-sas estilísticas- y -con locuacidad de carre-tero., en la mojigata Salamanca sólo ve:-exputas, putas y preputas [...]las putas porlas plazas [...]. Un burdel es un convento-oEl genio del pueblo español, otrora por éltan venerado, ha degenerado en -inculto-,con -complejo de inferioridad aldeana-,está _mineralizado., es -un pueblo deresentidos., que -se entrega al suicidio.,.tiene miedo a sí mismo, espantado de suspropias barbaridades.. De los falangistasdice que -se imponen pesadas obligacio-nes para cobrar derechos de venganza.Exponen su vida y van a la muerte parapoder matar-o Los que gritan .ArribaEspaña- son -arribistas.. Este capítulo es, ensuma, un estudio filológico de la semán-tica, que evoluciona al compás de las dra-máticas vivencias, de tres conceptos claveen la mente torturada de Unamuno: .Dios"«España. y -yo., un -yo. cósmico queengloba a su cambiante Dios y a su destro-zada España. Así termina Egido su capí-tulo: -Porque Dios y España eran él-o

Javier Infante, en el curioso capítulo8, -Sables y naipes: Diego Martín Veloz(1875-1938). De cómo un matón de casinose convirtió en caudillo rural-, traza unasemblanza que en una novela o en el cinenos parecería exagerada, pero aquellostiempos dieron para esto y mucho más. Lafuente principal, que se publica en apén-dice, son unas memorias que en 1955escribió un primo del protagonista, y queaunque quiere ensalzado (no habla de suimplicación en la represión, conocida porotras fuentes) son preciosas para conoceral hombre y a su circunstancia. Con estacircunstancia contextualiza el autor aquel

relato. Arrarás calificó a Martín Veloz de.bravo guerrillero de las guerras de Cuba..Nacido en aquella isla, donde su padre sehabía enriquecido, en 1895 se enrolócomo voluntario y combatió en la últimade las guerras coloniales. Su expedientemilitar -en Cuba como después en laPenínsula- es un rosario de indisciplinas,alborotos y sanciones, incluso prisiones.Tuvo gran amistad, tal vez desde Cuba,con Primo de Rivera y Queipo de Llano, aquienes al parecer socorrió económica-mente: .Lo más granado del general atoespañol le amparaba... y él amparaba algeneralato-, dijo de Diego ~artín VelozIndalecio Prieto. Había hecho fortuna en eljuego, como tahúr, y blanqueó su fortunacomprando inmuebles (en 1919 era elmayor contribuyente de la ciudad de Sala-manca) pero acabó arruinado. Tentó lapolítica y fue elegido diputado en 1919,derrotando a Lamamié de Clairac, pero fra-casó estrepitosamente en las constituyen-tes de 1931 y en febrero de 1936. Habíaintentado arrastrar a sus amigos militares ala intentona de Sanjurjo, pero fue en elalzamiento de 1936 donde tuvo un papeldestacado, recorriendo los pueblos paramovilizar campesinos y, al parecer, persi-guiendo republicanos.

En vivo contraste con el matón DiegoMartín Veloz, Ricardo Robledo toma denuevo la palabra en el capítulo 9 para pre-sentamos a un ciudadano ejemplar: -CastoPrieto Carrasco, alcalde de Salamanca(1886-1936). Escritos desde la cárcel-o Seeditan aquí por primera vez unas cartasenviadas a la familia desde la cárcel y unpequeño diario que, como si fuera la cró-nica de un viaje marítimo, consciente delpuerto de su fatal destino, tituló A bordo de-Cárcel Provincial.. Licenciado en Medi-cina en 1912 con premio extraordinario, en1918 ganó con el n.'2 1 las oposiciones amédico de la Beneficencia Municipal deSalamanca, en 1919 mereció entrar comoauxiliar temporal en la Universidad deSalamanca, en la que en 1928 ganó la cáte-dra de Anatomía. Estaba orgulloso de su

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actuación política, luchando .contra unhombre corrompido, apellidado MartínVeloz- (de quien se habló en el capítuloanterior). En 1924, adelantándose a sutiempo, pronunció una conferencia sobrela9;cialización de la Beneficencia Pública,y se refirió a -la religión de Cristo, la reli-gión del amor y de la caridad-, perodenunció -la beneficencia oficial que, ade-más de ser un montón de injusticias, deiniquidades y de vejámenes, llega hastatomar el dinero impuro del vicio, que notienen reparo en admitir damas respetablesy virtuosos prelados de la Iglesia-.

Al igual que las principales autorida-des del Frente Popular, Prieto Carrasca fuedetenido el19 de julio y el21 ingresó en laPrisión Provincial. Era catedrático de Ana-tomía, alcalde de Salamanca y diputado aCortes y fue asesinado el 29 de julio. Elcertificado de defunción dice que -el cadá-ver fue hallado en el kilómetro 89 de lacarretera de Valladolid a Salamanca, faLle-cido por disparo de arma de fuego-o Juntoa su cadáver se halló el del diputado JoséAndrés Manso, presidente de la FederaciónObrera y diputado del PSOE en 1933 y1936, compañero de celda durante ochodías. Al día siguiente La Gaceta Regionalpublicaba un artículo, .Operación de lim-pieza-, animando a la eliminación de laanti-España de los obreros marxistas y losintelectuales extranjerizantes, y para estalimpieza apelaba a la luz que viene de loalto, de donde -viene también el rayo quees castigo y es destrucción.. Por lo vistoPrieto Carrasco y Manso formaban parte deaquellos hombres perversos, vendidos aloro de Moscú, que se disponían a implan-tar en España el comunismo bolchevique,a lo que los buenos españoles tuvieronque anticiparse con el Glorioso Movi-miento Nacional.

Más afortunado que Prieto Carrasco,aunque no dejó de sufrir su calvario, fueFiliberto Villalobos, de cuya política educa-tiva ya habló Santos Juliá en el capítulo 2y ahora se ocupan Josefina Cuesta Bustillo yManuel Redero San Román en el capítulo

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10: .Desventura del ex ministro Villalobos,de la guerra civil al exilio interior (1936-1955)>>.Con razón nos lo presentan comouna voz de la »tercera España». Médiconotable, había sido elegido concejal enSalamanca como independiente. Participóen la formación del Partido Reformista,integrado más tarde en el Partido LiberalDemócrata. Por este último partido fue ele-gido diputado por Salamanca en 1918,1919, 1920 Y 1923, Y durante la 11Repú-blica en 1931 y 1933. Fue ministro de Ins-trucción Pública en 1934 en los gobiernosde Samper y Lerroux, pero dimitió delcargo y dejó el partido al no encontrarapoyo para sus planes de reforma. Incorpo-rado al Partido Centrista, volvió al mismoministerio en 1935 con Portela Valladares,con el cual compartió la derrota en las dra-máticas elecciones de febrero de 1936, enlas que se hundió el centro y se hipertrofia-ron explosivamente los extremos.

Así comentaba Villalobos su fracasoen una profética entrevista: .Fui derrotadoporque estas elecciones tuvieron por carac-terística el rencor. Las gentes de derecha,con espíritu suicida, provocaron una luchaextremista, y los elementos revolucionariosreaccionaron con igual violencia, siendoderrotados los hombres que tenemos unsentido generoso y humano de la vida. Esinconcebible la insensatez de las gentesllamadas de orden al no darse cuenta deque los extremismos de derecha provocany vigorizan los de la izquierda. Sólo unGobierno de tono liberal podrá salvar aEspaña de turbulencias y de males quealgunos quizá sean irreparables». Pudosuperar la primera oleada de las matanzas.incontroladas», pero el 10 de agosto fueencarcelado, con el pretexto de irregulari-dades en su gestión de la Caja de PrevisiónSocial. Se le impuso una multa de 50.000pesetas, cuantía entonces muy elevada, ytres meses de arresto. .EI proceso -dicennuestros autores- tuvo todas las caracte-rísticas de una persecución continuadurante la guerra, aunque de "guanteblanco"-. Según tradición familiar, el

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motivo verdadero de la persecución fue lareforma del Bachillerato que habíaemprendido como ministro de InstrucciónPública. .La campaña contra su persona lainició El Debate en 1935 y culminó en sudetención- (véase lo dicho por Santos Juliáen el capítulo 2). En los diez días queestuvo detenido en la Comisaría, antes depasar a la Prisión Provincial, recibió lavisita diaria de su amigo Unamuno.Durante su encarcelamiento mantuvo unagran dignidad, hasta ser liberado el 20 dejulio de 1938. Terminada la guerra, dejódel todo la política y se dedicó a su profe-sión y a la labor social, hasta su falleci-miento en 1955. Mereció el homenajepóstumo de la sociedad salmantina.

El último capítulo, ellO, obra tam-bién de Ricardo Robledo, está dedicado aotro fantasmón, que calificaríamos decómico si sus excesos no hubieran sidocombustible para la tragedia española:."¡Dios se ha hecho generalísimo nues-tro!". Dichos y hechos de Castro Albarrán,magistral de Salamanca (1896-1981)-. Ya enel capítulo 3 había anticipado Robledo elpapel destacado del canónigo Aniceto Cas-tro Albarrán en el aparato propagandísticofranquista, pero ahora se centra en el perso-naje. .EI recorrido por su biografía -diceRobledo- recuerda al de tantas otras quehicieron de la lucha contra la República elmotivo de su vida y creyeron, cuando seacercaba la transición, que se había traicio-nado aquel compromiso-o Tenía una ideade democracia muy especial: .Ias urnaseran buenas si se ganaba (1933) y malas sise perdía (1931 y 1936)>>.Fue uno de aque-llos clérigos y laicos españoles, encabeza-dos por Eugenio Vegas Latapie y su AcciónEspañola, que identificaban la religión consus ideas monárquicas y reaccionarias, yque desde el primer momento, sin esperara quemas de conventos ni leyes sectarias,combatieron la República, rechazando ladoctrina universal de la Iglesia, desde LeónXIII, sobre el acatamiento de los regímeneso gobiernos legítimos, y la consigna con-creta de la Santa Sede de aceptar el nuevo

régimen español. Se lanzó de pleno a lapalestra con su libro El derecho a la rebel-día, datado en 1934 pero realmente publi-cado a fines de octubre de 1933, a tiempopara influir en las elecciones de noviem-bre. Es una obra apologética -sintetizaRobledo- .que va rastreando desde Mata-tías a San Hermenegildo, de los santospadres a los escolásticos salmantinospasando por los tradicionalistas españoles, olos franceses Maurras, De Maistre, en buscade hechos o argumentos a favor de la rebe-lión, con diversas piruetas dialécticas». .EIefecto inmediato del libro -observaRobledo- fue acentuar la división de loscatólicos, entre los partidarips de El Debatey los de ElSiglo Futuro.. Tedeschini y Vidali Barraquer pidieron a Roma que el librofuera condenado, pero no lo lograron(Segura había asegurado al autor que no losería); con todo, tuvo que dimitir de rectorde la Universidad de Comillas. Al estallar laguerra, fue de los primeros que, en unasconferencias en la catedral retransmitidaspor Inter Radio y resumidas en ElAdelanto(a las que Plá y Deniel asistía de momentocallado, en espera de que el Papa hablara)proclamó que aquello era una cruzada. Unoyente recuerda admirado su vozarrón:.¡Qué voz, qué torrente! Aquello parecíaque bramaba un toro». Con semejanteentusiasmo proclamó un día: .Se me poneel alma de rodillas. Poned también de rodi-llas vuestro espíritu todos los que me oís yescuchad la nueva que os traigo... El Ejér-cito nacional español, al conquistarMálaga, ha rescatado la mano bendita deSanta Teresa-. Sería otro de los mitos deFranco: que no se separaba de aquella reli-quia, que le hacía ganar batallas (al morirel Caudillo, el caricaturista Perich dibujó elrelicario, con la leyenda: »Loúnico que haquedado incorrupto en España después deFranco-).

En 1938 publicó, siempre al serviciode la cruzada, Guerra santa: el sentidocatólico del Movimiento Nacional español,con un prólogo del cardenal Gomá dondedecía: el Magistral de Salamanca, a

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quien quisiéramos quitar con unas amablesfrases el amargor que pudo producirle lapublicación de otro libro, publicado enfechas no lejanas aún. Libro de una tesisque, sin disquisiciones previas de derecho

,público o ética social, el buen español,"'C:onun puñado de bravo~ militares, se haencargado de demostrar con el argumentoinapelable de las armas-o Colaboró conentusiasmo en el Centro de InformaciónCatólica Internacional (del que se hahablado en el capítulo 3). Después de laguerra empezó a dar conferencias patrióti-cas en Madrid, en cuyo cabildo logró en1947 la canonjía magistral. Llegó a predicarejercicios espirituales a Franco. Siempremantuvo la misma tesis sobre el alza-miento, incluso cuando Juan XXIII y elVaticano marcaron otros rumbos, hasta sumuerte en 1981.

Presumo --confieso mi inmodestia-de ser buen conocedor de la historia de laguerra civil, y en especial del papel que enella tuvo la Iglesia, pero este libro me hahecho descubrir mi ignorancia y me ha hechover .Ia otra cara de la luna-. Jamás hubierasospechado que, por debajo de la imagendivulgada de una ciudad y diócesis muycatólicas y piadosas, regidas por un pre-lado que siempre se había movido en lalínea del catolicismo social, aparentementemás civilizado y moderno que el carlismomontaraz de Gomá, se hubiera dado tandura represión con el silencio cómplice dela Iglesia. En una carta de Plá y Deniel alcardenal Gomá, el 31 de agosto de 1936(Archivo Gomá 1-36, p. 103), casi mes ymedio después del alzamiento, le informade que en Salamanca no ha ocurrido nin-guna desgracia: .Aquí, gracias al Señor, entoda la diócesis no ha habido ningún incen-dio de iglesias, ni asesinato de sacerdotes.El Ejército domina total y completamente laprovincia, con mucha ayuda personal yeconómica de los paisanos-o

En reiteradas ocasiones he escrito quela Iglesia española fue hipersensible parasus víctimas, pero insensible para las otras,y que no todos los cadáveres abultan igual:

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los de los sacerdotes han abultado muchomás que los de los obreros no menosinjustamente asesinados. De parte de laciudadanía se mezclaron el miedo y laindiferencia. -Hubo muy poca misericordiadesde el primer momento. -comentanSantiago López y Severiano Delgado en elcapítulo 4- y aunque algunos salvaron apersonas amenazadas, otros -iban a ver losfusilamientos contra la tapia del cemente-rio tomando tranquilamente chocolate conchurros.. En la última conversación quetuve con don Ramón Salas Larrazábal (trasun duro enfrentamiento inicial, en el des-pacho de la directora del Archivo de Sala-manca, con los años nos influimosrecíprocamente hasta aproximar nuestrasposiciones y entablar buena amistad) medijo que era evidente que la Iglesia espa-ñola en la guerra civil no había tenidomisericordia. ¡Y todavía hay quien pre-gunta de qué tiene que pedir perdón! Eltema y objeto de la carta antes citada escambiar impresiones con el primado sobre-la actitud que oficialmente hemos deadoptar los Prelados.. La posición íntimade Plá y Deniel es clara: -Es evidente paramí la licitud del movimiento militar y así lohe dicho a todos antes y después de él. (elsubrayado del significativo antes es mío).

Cuando Gil Robles estudiaba en lapiadosísima Salamanca, la religiosidad eratan intensa entre la gente bien que ciertasfamilias suprimían los días de recepción ovisita durante el Adviento y la Cuaresma,como en los conventos. Lo que no se supri-mía eran unas partidas de tresillo, porquelas ganancias se dedicaban a las misiones(Gil Robles, José María: Lafe a través de mivida. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1975, p.70). Conviene recordar que los dos grandesteólogos de la guerra santa fueron dos cata-lanes: Gomá y Plá y Deniel. Contra lo quesuele decirse, Gomá fue relativamentemoderado en el uso del calificativo de cru-zada. -En los trece escritos de 1936-1937sólo la emplea una sola ocasión; en losocho escritos de 1938, sólo otra vez, y en1939, cuatro veces. (Hernando, Bernardino

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M.: Delirios de Cruzada. Madrid: Ediciones99, 1977, p. 52). En la carta colectiva de 1de julio de 1937, por él redactada, quesiempre se tiene como la consagración dela cruzada, no sólo no dice que lo sea,sino que expresamente señala que no loes, seguramente porque esperaba que elPapa aprobara el documento y le constabaque no le gustaba la palabra, y con todoPío XI no lo aprobó y tardó nueve mesesen acusar recibo; cuando finalmente se diopor enterado, fue porque los servicios dela propaganda franquista, visto el éxitodelirante de la carta colectiva, quisieronpublicar un libro con las respuestas solida-rias de numerosos episcopados, y paraeste libro se pidió un prólogo del Papa,pero la Santa Sede se limitó a enviar Pace-lli una carta a Gomá elogiando el docu-mento colectivo por su alto sentido dejusticia al condenar el mal -de cualquierparte que venga-, con lo que se aludía alos excesos ya denunciados en el famosodiscurso de Pío XI en Castelgandolfo el14de septiembre de 1936. Como este dis-curso, aquella carta fue publicada supri-miendo lo que no convenía a la propagandafranquista. El Vaticano reaccionó publi-cando en el Osseroatore romano el textoíntegro, y entonces el embajador YanguasMessía, en vez de disculparse por habermanipulado un documento de la SantaSede, protestó de que no dijera lo que que-rían que dijera (más detalles en mi libro Lapólvora y el incienso. La Iglesia y la GuerraCivil española. Barcelona: Península, 2001,pp. 172-174).

El gran teólogo de la cruzada no fue,pues, Gomá, sino el obispo de SalamancaPlá y Deniel, con su pastoral Las dos ciu-dades, publicada el 30 de septiembre de1936. Muchos obispos vocearon la pala-breja, pero ninguno con la frecuencia, elénfasis y el pretendido rigor teológico dePlá y Deniel, que en 1941 sucedería aGomá en la sede toledana. Jamás seretractó de haber pronunciado aquel califi-cativo, más bien, poco antes de su muerte,reiteró incluso que el alzamiento había

sido necesario y que la guerra en quedesembocó fue una cruzada. En cambioUnamuno, despertado del sueño de suingenua adhesión inicial al alzamiento,creía haber caído en una horrible pesadillacuando escribía -Aquí en Salamanca nohay guerra, sino algo peor, porque seoculta en el cinismo de una paz en estadode guerra. No hay guerra de trincheras ybayoneta calada, pero la represión queestamos sufriendo no hay forma de califi-caria... Se cachea a la gente por todas par-tes. Los "paseos" de presos hasta loslugares de fusilamiento son constantes. Seproducen des apariciones... tia y tortura,vejaciones públicas a las mujeres que vanpor la calle con el pelo rapado. Trabajosforzados para muchos disidentes. Aglome-ración inhumana en la cárcel. Y aplicacio-nes diarias de la ley de fugas para justificarciertos asesinatos.. Y concluye Unamunocon este grito desesperado, del que se hatomado el título del volumen que comen-tamos: -¿Qué será de mi España cuandodespierte de esta salvaje pesadilld? Al finalno quedará piedra sobre piedra, ni vivosque puedan enterrar a los muertos. Toda latierra será un cementerio al aire libredonde sólo podrán sobrevivir las alimañas,alimentándose de los restos de sereshumanos que van dejando las balas por loscampos y ciudades- (texto citado por ]osepFontana en el prólogo, p. XI, el subrayadoes mío, y ampliamente comentado porLuciano G. Egido en el capítulo 7). Y estáclaro que aquellos crímenes no eran obrade incontrolados (como sería general-mente el caso de lo que ocurría en la zonarepublicana), porque, como decía Plá yDeniel a Gomá, el Ejército dominaba total-mente la provincia.

Como valoración global diré tan sóloque hay una diferencia abismal entre lasonce rigurosas monografías recogidas eneste volumen y la bazofia pseudohistóricade ciertos panfletos revisionistas y nega-cionistas, que nada investigan ni enseñan,sino que su éxito comercial obedece aque satisfacen la arraigada convicción del

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neofranquismo sociológico y lo protegencon cortinas de humo que tratan de ocultaresta salvaje pesadilla.

Hilari RaguerAbadía de Montserrat

DOMINGO HERNÁNDEZ, Maríadel Mar: Las 'Casas baratas' en Viz-caya. 1911-1936. Bilbao: Ed. BBK,2008, 166 pp.

La vivienda común, obrera o popularo como sea que la denominemos, ha ter-minado -afortunadamente- por conver-tirse en un tema más de investigaciónhistórica de los llevados a cabo en elámbito de la España contemporánea, aun-que aún lleva el estigma de -tema menor-oHace tres décadas que se constituyó unheterogéneo grupo de pioneros que pusie-ron las bases para que esto haya sido posi-ble; su punto de partida fue considerar lacasa no como un mero cascarón vacío o unsimple conjunto de líneas trazadas en unplano o el ensamblaje más o menosacertado de los materiales de construcción,sino que todos ellos la vieron como untodo, como un conjunto de rasgos econó-micos, sociales, políticos, culturales y hastaartísticos tan interesante como minusvalo-rado. Al fin ya la postre, el alojamiento esuna de las necesidades básicas humanas,su incidencia económica resulta funda-mental -ahí está la reciente crisis en quenos encontramos totalmente inmersos paraahorrar explicaciones innecesarias- yocupa siempre un lugar primordial dentrode las llamadas cuestiones sociales; ade-más, el noventa por ciento de la produc-ción arquitectónica y del sector de laconstrucción se dedicaron -y se dedi-can- a este tipo de edificios lo cual no haevitado una consideración muy secundariacon respecto a los grandes hitos emblemá-ticos arquitectónicos y a las obras públicasmás espectaculares. El grupo renovador, al

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