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OTRA REFORMA ELECTORAL; LOS PARTIDOS, FACCIONES Y OTROS MALES QUE AGOBIAN A LA REPÚBLICA ILIEXICANA * Lic. Alejandro MORALES BECERRA ** La participación de los partidos políticos, la de sus coordinadores parlamentarios en ambas cámaras, así como del responsable de la poli- tica interior en nuestro país, permitieron que la reforma electoral rin- diera sus Irutos; no sin un conjunto de tropiezos y negociaciones de los actores que en ella intervinieron; sin olvidar a sus dirigentes y los gru- pos de la sociedad en su conjunto. Si bien es cierto, que de manera exclusiva solamente tienen derecho <le iniciativa, de conformidad con el articulo 71 constitucional, el Pre- sidente de la República, los diputados y senadores del Congreso de la Uniún y las 1.egislaturas de los Estados, esta, aunque fue signada por diputados y senadores, fue obra, en buena medida, de los dirigentes y coordinadores de los partidos políticos, negociada y consensada en la Secretaria de Gobernación; los factores reales de poder; que así deno- mina Ferdinand Lassalle, en su obra iQué es una Constitución?, siguen influyendo de manera determinante en nuestra patria. El pueblo sigue ausente de las decisiones políticas y las asume como tales, sin una previa reflexión. Para que esta reforma pudiera ser "negociada y consensada" tuvieron que pasar 18 meses. Caracierizar y desniitificar a los partidos politicos en sus pretensio- nes, tanto de ayer, como de hoy resulta sumamente interesante; ya en el siglo XIX se les definia con gran claridad. Conozcamos a los parti- dos del pasado e identifiquemoslos con los actuales del siglo XX. Este articulo por ser muy extenso w presentará en dos partes. La primera en esrc Iiúmero y la segunda en el correspondiente a mayo-agosto de 1996. ** Profesor e Investigador de la Universidad Aut6noma de Sinaloa www.derecho.unam.mx

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OTRA REFORMA ELECTORAL; LOS PARTIDOS, FACCIONES Y OTROS MALES QUE AGOBIAN A LA

REPÚBLICA ILIEXICANA *

Lic. Alejandro MORALES BECERRA **

La participación de los partidos políticos, la de sus coordinadores parlamentarios en ambas cámaras, así como del responsable de la poli- tica interior en nuestro país, permitieron que la reforma electoral rin- diera sus Irutos; no sin un conjunto de tropiezos y negociaciones de los actores que en ella intervinieron; sin olvidar a sus dirigentes y los gru- pos de la sociedad en su conjunto.

Si bien es cierto, que de manera exclusiva solamente tienen derecho <le iniciativa, de conformidad con el articulo 71 constitucional, el Pre- sidente de la República, los diputados y senadores del Congreso de la Uniún y las 1.egislaturas de los Estados, esta, aunque fue signada por diputados y senadores, fue obra, en buena medida, de los dirigentes y coordinadores de los partidos políticos, negociada y consensada en la Secretaria de Gobernación; los factores reales de poder; que así deno- mina Ferdinand Lassalle, en su obra iQué es una Constitución?, siguen influyendo de manera determinante en nuestra patria. El pueblo sigue ausente de las decisiones políticas y las asume como tales, sin una previa reflexión.

Para que esta reforma pudiera ser "negociada y consensada" tuvieron que pasar 18 meses.

Caracierizar y desniitificar a los partidos politicos en sus pretensio- nes, tanto de ayer, como de hoy resulta sumamente interesante; ya en el siglo XIX se les definia con gran claridad. Conozcamos a los parti- dos del pasado e identifiquemoslos con los actuales del siglo XX.

Este articulo por ser muy extenso w presentará en dos partes. La primera en esrc Iiúmero y la segunda en el correspondiente a mayo-agosto de 1996.

* * Profesor e Investigador de la Universidad Aut6noma de Sinaloa

www.derecho.unam.mx

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sideran a su caudillo semejante a un Dios tan malefico como benkfico. Contemplando en él solo el poder de su divinidad, tienen doblada la rodilla en su presencia y ausencia, rogándole que les sea propicio. No tienen ideas propias, y cuando su caudillo haya volado a otra mansión será cuando comiencen a pensar".

El cabeza de esta facción es demasiado conocido por sus hechos, y aún los menos avesados han notado que moderado, demócrata, o cualquie- ra que sea el partido o facción a que se haya adherido para triunfar, con todos ha jugado y los ha considerado únicamente como medio de su elevación. Respetando un poco el poder del clero y del dinero, siem- pre ha tenido las dos manos ocupadas; despojando con una y dando con otra, pero acabando con la nación, desmoralizando todos los ramos de la administración, las costumbres sociales, y apropiándose cuando ha podido como uno de los atributos propios de su esencia, presencia y potencia".

Definitivamente en este grupo están todos aquellos que han socava- do al país y se ban beneficiado del mismo en detrimento de la sociedad.

Los Almontistas -en opinión de este autor- es una "facción en embrión, según las apariencias, es personalista como la del general San- ta-Anna, y trabaja con actividad de algunos años a esta parte en favor de su caudillo en todas las elecciones para la presidencia; pero con adelantos muy poco o nada notables en la opinión nacional. Sus secuaces se manifiestan descontentos de todo lo que no es dicho gene- ral, y se puede asegurar que si logran su deseo, no será tal facción la que haga la felicidad de la república". Usted puede reflexionar y es- cogerlos de las diferentes corrientes ideológicas.

La facción del gobierno es "la que defiende a todas las administra- ciones en la epoca de su duración, por cuya causa siempre triunfante. Con la razón el entendimiento enajenados: con el sombrero quitado o puesto: con la cabeza, los pies, y las palmas de las manos dispuestas para hacer ruido plausible o vejatorio según lo exigía el caso: con el aspecto de confidentes, de favoritos, de agraciados y de influyentes, se ve hervir en los salones, en la habitación del presidente, en los minia- terios, en las galerias o corredores del congreso y demás lugares nota- bles de palacio, esta turba de serviles vendiendo favores a unos y adulando a otros a la vez. Dicha caterva se compone de escritores e im- presores pagados de los gastos secretos de los ministerios de corredores de agio, tránsfugas de los partidos, delatores voluntarios y pagados, algunas autoridades mas subalternas por su conducta que por su cate-

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gor-ía, no poros inoderados, algunos cliplitados, senadores y regidores que CI gobierno lia hecho elegir para que lo sirvan, de otros dipiitados y empleados que por temas de perder sus puestos o por sacar alguna \entaja lo ,ipoyan, de aspirantes ordinariamente y del séquito de cada iirio de estos seíiores".

Esta facción es sumamente conocida y odiada, por 10 ciial no es ne- cesario señalarlos [le manera puntual.

La faccií'iri de oposición "Es al rcveiso dc la anterior: se compone <le ciertos hombres qiie no teniendo acogida en la administración que <lomina, por todo gritan, todo lo encuentran pésimo, y con el aliento quisieran destruir- cuanto se interpone n siis deseos. Entre ellos hay quie- iics por "1 posición soci;il hacen a la naciún y al gobierno una guerra iniiy atroz y positiva. Tales son nlguiioi diputados y senadores de pre- cio. {Pide el gohierno recursos? Se los niegan si no les compra el voto. <Pide facultad especial para un asunto importante? Se oponen si no los coloca, iio les manda dar pagas atrasadas, no les mejora el destino, o iio les liace otros servicios seinejantes. Puesto su voto, sil lxilabra y sus influencias cn venduta clan<lestina, criando el gol~ierno no se los con- trata, ellos sirven por ajuste a los qiic los ocupan, ya sea que se trate <Ic sostener el pro o el rontra en la alza de prohibiciones, permisos al gohierno para iiitrodiicción de efcctos prohibidos, desembarque de car- jiameritos en costas dilatadas sin vigilancia posible, con el nombre de apertura de puertos, o no importa lo qiie fuere, con cuyos recursos y siis escasas dieras consideran al congreso semejante a una lonja, en que r l juego mas o menos activo que tienen según su crédito, pronto se les nota por los negocios que emprenden en la plaza o el boato que ma-

nifiesta~~". Al igiial que la anterior facciúii, los l iul~o y los hay artiialniente de

toclos los colores, En la ligera reseña de los partidos, facciones y otros males que ago-

lijar1 a la Reptiblica Mexicana, su autor, hace referencia a otros grupos y p;irtidns.

En sii opinión y citando a un autor afirma que: "Los parlidos no son ~ i t ~ n c a magnrinirnos: jamh abdican, se les estirpa: los actos heroicos vie- nen del corazón y los partidos no tienen corazdn, sólo tienen ambicio- fics e inlcrescs".

Aiiii cuando resultan fuertes tales aseveraciones, los argumentos -mu- clios de ellos- son vilidos y pertinintes.

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Pero veaiiios la reloriii:~ elector;il y los ;iv;iri<cs dc 1;i niisiii;~, ciin,eii- sada y 2iprobada por 1::s Siicrz;is ~ioliíiías eii tiuestio país.

Esta rcSi~riiia electoral, es la prirncr;~ negoci;r<l;i por los ~i;irtidos pr>lf- ticos; eii las anteriores iio se dieron t:iles c;~r:i<teristicas.

Los aspectos centrales de 1:i ref«rin;i estiivierori rcleridos a las initi- turiones electorales, órg;iiios <le la represent;icióri iia<:ioii:il y el rPgiiiieii politico del Distrito Federal.

.,Al Iiistitiiti~ Federal Eiect<>r;il, se le riiiitenipla coi~ir> 1:i ;iiitoiida<l cri la materia, independiente en siis clecisiories y luncion;irnierito y prole- sional e11 sil (lcsempeño, contando además en sir estriictura con úrga!ios <le dirercióii, ejecutivos, iCcnicos y <le vigil;incia, entre otros objetos.

Asimismo, cl Tribunal Federal Electoi-:il, se i i c o r o r : r 1 Poder Jiidicial de la Federación, coirio máxima aiitoric1;id jiiriadiccioiial erpc- cializada en niateria electoral y se crea una Sala de Segiinda Inst:inri:~, con la partiripaciíjn de cuatro niieiiibros de la Jiirlicatiir:~ Frdcral y ciieii- ta con un conjiitito de iiorrnas que garantizan la <Icfinitivid;i<l en 1;is

resoliicioiies de controversia electural. En cuanto a la integración cle la Cániaia de Diputados, en el artícii-

lo 54, fracción IV constitucional se establecc qiie "ningún partido po- lítico podrá contar con mis <le 300 <liputados por :inil>os principios".'

La Cámara de Senadores se integra por 128 Sen;idores, dos For el principio de mayoría relativa y tino asignado a 1:i primera minoría. La novedad en este aspecto es el Iieclio qtic "los 32 Seiia<lores restante5 serán electos según el principio de representación ~>iopurciotial, me- diante el aistema de listas votaclas en una sol;i suscripciiin plurinomiri;tl nacional, dejando a la ley, las reglas y fórmiilas para estos efectos".'

Este último aspecto fue el más controvertido en la sesi611 del 26 de jii- lio en la Coniisión Pcrmancntc.

El Instituto Federal Elcctoral, se encargari (le declarar la validez de las elecciones en tratáiidiise d: Sciiac'ores y Dipuc:idos y cl Tril>iin:iI Federal Electoral resolveiA en defiiiitiva c inatacable las controversi;~, electorales; sc suprimcn por erice, los colegios elcctorales quc reali7.i- ban la calilicación <le I:is elecrioiies.

1.a libre asociación de los mcxizaiios, prerrogativ:i que se rige por I:i condición persgnal, así como la afiliación a los p:irtidos políticos <le

1 Cfr . articulo 54, fracción IV <le la Iniciaiiia <le Reformas y adiciones en mair- ria electoral y del D.F. a la Constitución Palitica de los Estados llnidas Mexicanm.

2 Idpnz, articulo 56, segiiii<lo pdrrafo.

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OTRA KZFOKh%A I-LECT,ORAL 22!)

niaiiera libre e individual, se est:iblecib cn los artic:ilo; 35, fracciún 111 y 41 constitiiciori:il.

l'rasceiidentc resulta en el L;ori:;eji> C;cneral del lristitiito I :edc~~l Electoral, la sali<l;i del Ejecutivo, es decir, del Seci~etario [le G«berri:i- cii>n, en si1 condici0n de conscjero del Presideiite dc México. Asimismo los consejeros del Poder Legislativo tendrán dereclio a voz pero no :I

voto, ;impliándose el número de mieml~ros, a fiii de qiic todos los par- tidos políticos cst:iii representados eri dicho órgaiio colegiado. l>e allí que sea uno de los logros niis importante en materia electoral.

Surge iina riiieva figura joríclica: los consejeros elecrorales. Estos sus- titiiyeii a los corisejeros ciud;i(l;iiios.

A los nuevos conscjeros electni-ales, ae les proliibe dedicarse a cual- quier otra actividad rerniinera<l;i, sólo y exclusivairiente, se dedicaráii a sus funciories.

Se proporie que el Presidente del Consejo, los Coiisejeros Electorale? y el Secretario Ejecutivo, estrn sujetos al ráinieii de responsabilidades de los servidores públicos establecido en el titiilo cuarto <le la Cons- tituciún.

La cqiiiclad cri la cqmpetencia electoral y la necesiiria tr;tnsparenci:i en el origen y aplicaiióii de los recursos econí>n~ic«s de los partidos políticos, es otro aspecto relevante.

Asimismo se <la el establecimiento de limites a Lis aportaciones indi- viduales de simpatizantes a los partidos políticns, de normas para limi- tar los gastos <le campaña y de órganos y procedimientos para controlai- y vigilar cl manejo transparente de estos recunos y garantizar que los partidos políticos cuenten con reciirsos cuyo origen sea licito, claro y conocido por ellos mismos y ciucladanía.

En el articiilo 41 constitucional se establecen las bases mediante las cuales los partidos políticos pueden disponer de reciirsos públicos y privados para el desarrollo de siis actividades, tanto <le carácter perma- nente, como los tendientes a la obtención del voto diirante los procesos electorales.

Debe prevalecer el financianiiento público pobre el privado. El moii- to total de este riil~ro, un 30:: se distribuirá en foi-iiia igualitaria y el 707, restante de acuerdo a la fuerza <le cada partiilo expresada en las elecciones de clipiitados federales.

Dentro del rubro de financianiiento se prev4 ;ictualmciite un porcen- taje de los gastos anuales por concepto d e activida<les relativas a la educaciún cap;icitacióii, investigacióti socioeronómica política y eii

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230 ALEJANDRO MORAI.ES BECERRA

tareas editoriales; con lo que se reconoce la necesidad de fortalecer y promover esta importante vertiente del quehacer partidista.

En las bases constitucionales se establece un sistema para el control y vigilancia del origen y uso de todos los recursos con que cuentan los partidos políticos, con el objeto de dar fundamento al marco legal se- cundario que habrá de contener dicho sistema, además de puntua!izar los criterios para determinar los límites a las erogaciones de los parti- dos en las campañas electorales, los montos máximos que podrán tener las aportaciones pecuniarias de sus simpatizantes y las correspondientes sanciones ante el eventual incumplimiento de las reglas del financia- miento.

La existencia de un sistema integal de justicia en materia electoral. permitirá que por primera vez existan, en nuestro orden juridico, los mecanismos para que todas las leyes se sujeten invariablemente, a lo dispuesto por la Constitución para proteger los derechos políticos elec- torales de los ciudadanos mexicanos, se establece la revisión constitu- cional de los actos y resoluciones definitivos de las autoridades electo- rales locales, a4 como contará con una resolución final de carácter ju- risdiccional en la elecciCn presidencial.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Tribunal Electoral, delimitan sus competencias constitucionales y legales.

Las modificaciones del artículo 105 de la Constituc'ón, permitirá que los partidos políticos, adicionalmente a los sujetos señalados en el pro- ceso vigente, que esten legitimados ante la Supremi Corte solamente para impugmai las leyes electorales.

La Sala Superior, estara. integrada por 7 magistrados electorales, y mantendrá las salas regionales integradas por tres magistrados durante los procesos electorales federales. La designación de los miembros de la Sala estará a cargo del Senado de la República a partir de las propues- tas que formule la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Se disminuye de 315 a 900 el número máximo de diputados electos por los principios de mayoría relativa y de representación proporcio- nal que puede tener un partido político. Ningún partido político por ende, puede tener un número de diputados por ambos principios de elección cuyo porcentaje de total de integrante de la Cámara de Dipu- tados exceda en ocho por ciento el porcentaje de la votación nacional emitida a su favor.

El número de ciento veintiocho senadores en la integración de la Cámara de Senadores se mantiene.

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OTRA REFORMA ELECTORAL 23 1

El arLiculo 122, busca preservar la naturaleza jurídico-política del Distrito Pederal como asiento de los Poderes de la Unión y capital <le la República. La eleccibn del Jefe del Gobierno del Disirito Federal por votación universal, libre, directa y secreta, representa también un avance.

En la propuesta, para el aiio 1997 y sobre la base de la necesida<l de expedir las normas secundarias pertinentes, la elección será indirec- ta conforme lo preve la ley, en tanto que, para el aiio 2000 se Ilevnri a cabo mediante el voto universal, libre, secreto y directo de los ciuda- danos de la demarcación correspondiente.

El Partido de la Revolución Democrática, en el Senado expresó, :i

través de su coordinador su posición en torno a la composición ~Ic l Senado de la República, expresamos nuestro rotiindo rechazo al pre- tender disminuir el número de Senadores por cada Estado y planteai. una lista nacional que vulnera el espíritu del Constituyente del 17, atenta contra la soberanía de los Estados y contraviene el pacto fede- ral representado en la institución republicana del Senado. Estamos por un verdadero pacto federal y no por la desarticulación de la represen- tación de la iinión. Desterremos los feudos políticos y consolidemos al Senado como la auténtica representación legítima de los Estados y de la Federación. La propuesta pretende socavar a la unión y a sus Estn- dos pareciera que se repite la historia pues se pretende que una cuarta parte de estc Senado de la Repíiblica se convierta en clasista y elitista, pues, con la citada lista nacional lo qiie se pretende es agliitinar a i i r i

determinado número de miembros (32). que en ningún momento re- presentarán a los Estados, mucho menos a la Federación. Es decir, po- drán ser representados por las distintas fuerzas políticas, pero no de unión; podrán representar a todos, pero a la vez no representar a nadie podrán representar ciiotas de poder para los dirigentes partidistas, pero no cuotas de democracia que exige nuestra sociedad.

Ello atenta contra la Institución Republicana; coarta la soberanía de los Estados y de la propia Federación. Sin duda alguria esta fórmol;~ indica un retroceso en el empeíio de fortalecer y consolidar nuestras instituciones republicanas. Si se mantiene este punto habrán triiinfa<lr> intereses particulares y facciosas y no el bien de la Nación.

Habrá que preguntar: ¿A titulo de qué cúpula suprime a los estados y al pueblo su derecho de nombrar y elegir a su senador? ¿Cuándo se efectuó una consulta sobre esta determinación? ¿Se tomó en cuenta la

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opiiii6n de 1.33 En~icla~les Federdtiids? ;De 11iié represcntdcii'ji~ se valeii los actores ilcl Proyecto para tomar esta clecisibn?

Propusimos que para salvar esta situaciOii y evitar qiie nuestro Sena- do se convierta en un almácigo de burúcratas y de Clites premiadas, cii;inclo meiios, ~Icbcria de estar integrada por iin representante de calla Estado. Una lista que contemple a un representanle de cada una de Iiuestras Entidades Federativas.

Manifestamos que de no Iiaccrlo asi, iinplicaría atentar contra la vo- luntad del pueblo mexicano en su forma de gobierno rep~iblicano y representativo, democrático federal, compiiesto de Estados Libres y So- beranos en lo coiiccrnientc a sil régimen interior y se ilesintegraría el pacto federal. Habría pues, iiiia sobrerrepresentaciún eri ciialqiiiera de los estados. Esperamos que en la ley secundaria esto quede regulado.

Recorioce los avances sustanciales de esta reforma. La Reforma Elec.tora1, está a prueba, las elecciones de 1997, y sus re-

siiltados, permitirin evaliiar la misma. Hoy sólo se da un paso; la de- iiiocracia no puede demorar más.

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LIJERA RESENA DE LOS PARTIDOS, FACCIOKES Y OTROS MALES QUE AGOBIAN A LA KEPUBLICA XIEXICANA

Y PARTICULARILIENTE AL DISTRITO FEDERAL "

Escrita por V. C.

(Primera Parte.)

El titulo de ciertas obras, el prólogo, las inaterias (le qiic tratan, y ;(un el nombre del autor, son los alicientes qiie predispoiien comun- niente el ánimo de los electores en pró ó en contra de ellas, e inducen á calificarlas de antemano, muclias veces con acierto. Lo actiial que carece de circiiiistaiicias preventivas en sil abono, escrita por autor des- conoci<lo en el mundo político y literario, solo tiene el requisito no i-oninn eii tiempo normal de re~uelt;is. dc emitir opiniones francas 6 independientes de intereses persoiiales, de decir la verdad tan persegui- da en la rcpúljlica, y de afrontar los peligros y graves pes;ires que Iia costado á los que han terii<lo el valor para esponerla.

Cediendo, pues, á mi destino. iiie propoiixir trazar con sentiinieiilo penoso en esta primera parte, lo que á niiichos parecerá iiicreil>lc, exa- gerado O atrevido, pero que sin embargo representa en peqiieño el cuadro exacto de las (lesgracias que pesan sobre la repúbli- ca, y particularniente sobre la ciudad de México y sus Iiijos. En la scgunda parte, prol>ondrk los renie~lios que á mi jui<:io son aplicables, y un proyecto para enarbolar la 11;indei-a del verdadero ijoto nacional. La tercera, será el testamento que tendrá qiie hacer 121 nacihn, si no se adopta urgentemente algun inedio para impedirlo: y la cuarta, iin di- bujo litografia<lo en el mayor t;iiri:ifio posible que piieda Iiacerse en es- ta capital, que coino resúmen representarii al vivo lo nias interesante del resto.

Mandada escliisivaniente la república por particlos, sieniprc Iie per- iiianecido aislado aiin de aquel qiie por sus opiniones políticas me agra-

México, 1851. Iinprcnta dc M. F. Redori<laa, a cargo dc Mariiicl C. Zuleia

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234 ALEJANDRO MORALES BECERRA

da, á causa de las nulidades de que adolece. Por consiguiente, sin pre- tensiones de ninguna clase, deseo indicar sencillamente un camino dea- usado entre nosotros: no esclusivo, de sangre, cruel ni difícil, pero tan escabroso para los malvados, como sencillo, cómodo y natural para los que de buena fe quieren el bien general. Acostumbrados á dar vuel- tas entre dos rumbos opuestos por espacio de treinta años, siguiendo del mismo modo no tenemos probabilidad de que calmen las tormentas que nos han desmantelado, y si certeza de que si no viramos, los esco- llos que nos rodean irán en aumento liasta que fracase en alguno de ellos, el resto de la que hace poco mas de cuatro años se llamaba na- ci6n mexicana.

Para fijar mi atención en la empresa, asi como los ingenieros siguen con exactitud la dirección que les da la ahuja para ir de un punto á otro determinados, sin prescindir de su objeto por las breñas, acota- mientos ú ouos obstáculos que encuentran; yo haré á un lado insultos, burlas, dicterios, y cuantos estorbos comunes puedan dirigirse A retraer- me de proseguir mi trabajo, basta coucluirlo. Si logro que mi plan sea bien acogido, quedare tan satisfecho de que se ponga por obra, como de adherirme con ardor á cualquiera otro realizable que se for- me con el mismo fin.

MONARQUISTAS.

Solo las medianias permanecen á la sombra de las viejas instituciones.

Estos partidarios han tenido que quitarse la denominación de monar- quistas que les corresponde, por la imposibilidad comprobada de lle- var al cabo sus ideas, mientras subsisten los norte-americanos consti- tuidos en república, y por encubrir sus miras se llaman conservadores. Dicha denominación la tomaron del partido anti-republicano que exis- te en Francia, por cuya causa su bandera es recientemente conocida bajo este nuevo lema de aquellos monarquistas. Se vieron obligados á adoptar esta medida precautoria de servil imitación, atendidas las fu- nestas consecuencias que produjo su desembozo para espresarse y obrar, antes de contar con elementos si no para el triunfo seguro, por lo me- nos para un exito probable.

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Su origen viene de los tratados de Cór<lo\a: pero coiiio su cunipli- niiento fiié irrealizable, quieren en c~~mpensacihii aiinque :ea una ra- ma pcndieiite de cualquiera tron<:o coroiia<lr> de Enropa, 10 cual eqoi- vale á pedir disfrazadamente que la república deje de ser nación y vuelva al estado de colonia, porqiie el cordero niinca piiede entrar sin perderse en tratados [le fuerza con r l león, ni éste considerarse en nin. gun caso igiial en circunstanci;is al cordero.

Esper~ndo que llegarán eii el porvenir á realizar s!i sucíio, trabaj:iii constanteniente en propagar las ideas de servidumbre, el desconcel>to del sistema repuhlirano, y en fomentar ciiantos abusos son necesarios á la in,iiorancia y 1n supersticion corno bises indispensables para el apo- yo de las monarquias. Debilitado su calor político por los tristes des- enqaños que lian tenido, aiinque aspiran al poder, es para convertirlo principalniente en su proveclio personal. porque si bien es verdad qiie á la cabeza [Icl gobierno pueden poner olistáculos qiie rear<lcn el pro- greso en beneficio del clero, & quicn por confraternidad lucrativa sir- ven con mas empeño que á su partido, no pueden hacer nada de direc- tamente útil por la causa política que misteriosamente aparentan de- fender.

Cu:rrido acal~adri de lincer la indepiidcncia la España solicitó del gobierno del Norte la neiitralidad en la guerra clc México con la me- trópoli, aquel estuvo lle acuerdo poniendo por condicion, que ni la santa alianza ni ninguna dc 13s monarqnias de Europa se habian de mezclar en la contienda, porqiie sirviéndose de la España como de una uña, podrian introducir en el co11tineni.e aquellas instituciones.

Coiistitiiido Tejas en Estado mexicano, cualesquiera qiie hubieran sido las miras ambiciosas del gabinete de Washington eran ocultas, y la independencia de aquel se fund6 osteiisibleniente en la forma de gobierno central que México adoptó. Desde entonces los preparativos del Norte para sostener la usurpación fueron ya inanifiestos, y su es- tado de defensiva duró hasta la despraciada epoca en que se declarb el partido monarquista, pues tan pronto coino se verificó el pronun- ciamiento del general Paredes, sus aprestos de guerra se desarrollaron con rapidez, y la invasion repentina que infirieron á la república com- prueba que la condiciún qiic pusieron para ser neutrales, fué resultado de la poliiica esterior que han de oponer en lo sucesivo al triunfo <le este partido.

Observemos á los principales monarquistas de la época presente, y se verá cuan inferiores son en política, cálculo y patriotisino á los i-e-

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volucionarios del año de 810. D. Lucas Alamán en su historia de Mbxi- co refiere que posesionado el cura Hidalgo de Valladolid, un padre Fr. Teodoro aludiendo al desórden de sus huestes, le preguntó "tqu6 intentaba y qué era aquello? á lo cual aquel contestó con sinceridad que mas fácil le seria decir lo que habia querido que fuese, pero que él mismo no comprendia lo que realmente era:" y luego añade el his- toriador: "Tales son siempre los efectos de las revoluciones mal calcula- das, y en que no se cuenta con los medios de ejecución suficientes para una empresa atrevida".

La misma respuesta que di6 el cura Hidalgo á Fr. Teodoro deben dar los monarquistas cuando les pregunten lo que intentaron con su pronunciamiento: mas fácil les es decir lo que quisieron que fuese que lo que realmente ha sido, y jojalá que el principio político sentado por el autor lo hubieran observado 61 y sus secuaces ántes de querer esta- blecer la monarquía y no lo hubieran como deducido del bxito de su tentativa, porque al del grito de Dolores no zs aplicable1 El nombre de nacion mexicana manifiesta que dicha revolucion no estuvo mal cal- culada, pues el desórden de las huestes á que alude la primera parte del principio, fué una de las bases del cálculo provenido de la necesi- dad, como se infiere del mismo historiador cuando dice que quejándo- se Allende y el Lic. Aldama con Hidalgo en dos distintas ocasiones sobre la desorganización y estragos de la revoliicion, este les contestó con diferentes palabras, que él no conocia otro modo de hacerla, y al primero de ellos que si lo sabia se lo indicara. En cuanto á la segun- da parte del principio puede decirse, que las empresas en que "se cuen- ta con los medios de ejecucion suficientes," no deben llamarse "atre- vidas," porque precisamente la falta de tales medios es lo que consti- tuye el atrevimiento, y no "siempre," segun dice el autor, son funestas ni desordenadas las empresas atrevidas. Por consiguiente, sus observa- ciones en este caso son inoportunas, y su principio político erróneo.

El cura de un pueblo aislado y los tres capitanes del regimiento de la reina que se pronunciaron por la independencia, combatieron con u n coloso: el primero abrió la campaña con el convencimiento que mo- riría por su patria: á pocos años la colonia fué nacion, merecieron la fama de héroes, conquistaron la gratitud de los mexicanos, y adquirie- ron la inmortalidad. No así los monarquistas, pues á pesar de la dife- rencia de luces que hay hoy con relación á las que Iiabia el año de 810, de baber viajado muchos de ellos en Europa, de baber ocupado puestos de estado sus principales cabezas, con tropas de linea organizadas y ge-

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fes esperimentados: al hacer á mano armada y por su periódico, el Tiempo, la manifestación sub-entendida de solo sus principios, porque no publicaron cuil era su plan ni la testa 6 dinastía con que contaban: creyendo que no tenian con quien combatir y que las simpatias los fa- vorecerian, se revolvieron cobardemente del camino de Tejas á donde iban mandados á pelear por la integridad del territorio: huyeron de los enemigos nacionales; derrocaron en compensación á la administracion que existia; gastaron sumas cuantiosas en perjuicio del honor y del erario nacional; fueron causa de que se declarase el partido agregacio- nista; originaron la perdida de la mitad de la república; hicieron que la parte que queda este amagada de correr la misma suerte; fueron causa de que las tribus bárbaras perseguidas estén invadiendo estados antes libres; que los norte-americanos estén avivando la guerra de co- lor; pusieron en evidencia la debilidad de la nacion; el éxito de su empresa les fue en politica absolutamente contrario, y por consecuen- cia desagradable para ellos, avergonzados y atemorizados tuvieron que quitarse la denominacion que indicaba las ideas de su partido. que adoptar otra poco adecuada, se grangearon el ridículo, el desprecio, y se calificaron de imbéciles. Tales son siempre los efectos de las revo- luciones sin plan públicamente conocido, antipolíticas, mal calculadas y torpemente dirigidas. Si siguen con sus pretensiones apresurarán la ruina de la nacion y su destruccion, atendida la impotencia de los niexicanos y la solidaridad que comienza á manifestarse, y que por razón natural debe haber en las repúblicas del continente.

Su gefe es D. Lúcas Alamán, nativo de Guanajuato; ha sido bas- tante flexible para saberse colocar aun en administraciones que no han tenido sus principios políticos, y en la época presente muy dichoso para :iprovecharse del papel claro-oscuro que desempeña, no obstante su desprestigio: de manejo dudoso en los negocios particulares, y habiendo sido en los públicos autor ó cómplice del asesinato proditorio y alevoso coilletido en la iliistre víctima de Cuilapa, pagado de los fondos del era- rio, no lia tenido la probidad ni 1:i habilidad necesarias para conser- yar buena repiitacibn personal, y por consiguiente ni para infundirla á siis secuaces ("). Cuenta su partido con algunos capitalistas que desean privilegios, exenciones y demas superioridades aristocráticas, con la ma- yor parle del clero alto y su dependencia, con una cliusma <le tránsfu-

En rl apeiidice, al fin de la tercera parte, se hablará con mas estension sobre lo referido acerca de este sefior y de su Historia de Mkxico, y se poiidrán las nota, qiic sc citen. . . . . . . . .. ...

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gas que no pueden vivir sin partido y son los que han de acabar de prostituir la bandera por sus exigencias y procederes, y con unos cuan- tos cándidos embahucados con la esperanza de ennoblecer su linage, y optar puestos distinguidos cuando logren sus deseos.

Esta multitud de subalternos forma la parte flaca del partido: vier- ten con audacia sus ideas en lo vcrbal, y por su periddico, el Unive- sal, firman lo que se les manda, escriben sobre lo que se les dice, y algunos de ellos se reconocen en sii cabeza erguida, sus pasos mesura- dos y su trage elegante: otros en su desden por los modales naturales de la clase media: aquellos en su contacto que afectan familiar con personas de importancia; y otros, en muchos 6 todos estos requisitos a la vez, pero indicando siempre en su aspecto, gravedad y reticencias, que en su interior ya se creen predicadores y limosneros de S. M., pro- curadores del rey, mkdicos de cámara, condes, sumilleres, caballerizos, &c., y que desde aliora quieren acostumbrar á los mexicanos á respe- tar la distincia enorme que algun dia d'ebe separarlos de la raza co- mun de los vasallos.

Este partido es el que puede gastar mas en sostener siis opiniones de retroceso con pertinácia, el que tiene tomado el único camino para amoldar los espíritus dkbiles á la conformidad de sus ideas, y el me. jor relacionado para hacerse perdonar sus crímenes y su audacia. Su gefe, empujado por sus secuaces, fiado en la tolerancia nacional, alen- tado con la absolución criminal y vergonzosa de sus maldades, preten- de que sus rontemporáneos y hasta sus víctimas, olviden los males que ha hecho como presidente del banco de avio y ministro en diversas ad- ministraciones. Ya se habla de él como del único capaz de salvar á la república, y se asegura que varias veces se ha propuesto al Sr. Arista que lo ponga á la cabeza del gabinete: esto probablemente no se hará, pero si por desgracia sucediere, tengan cuidado los aspirantes ilustra- dos que no fueren de su color: para ser objeto de reconocimiento en un gobierno monarquista y para poder figurar en 61, es necesario ade. mas de otras circunstancias, que el color sea blanco, sin cuyo requisi- to ni los monarquistas consideran la sangre como pura, ni los monar- cas la declaran por lo menos para el séquito que forma la corte de su dominio principal. Sin haber sido tales partidarios, ni los apoderados ni los representante legítiinos de un gobierno como el que desean, avergon~ados del calor del general Guerrero, de sus principios políti- cos, y de que fuera el primer gefe de la nacion con dichas nulidades para ellos, lo mandaron al patíbulo.

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PUROS.

Son los verdaderos demdcratas que se denominaron así para distin- guirse de los moderados, y manifestar por la acepción de esta palabra que sus principios son fijos, y no admiten mezcla alguna <le las otras opiniones disímbolas que caracterizan á las facciones. Son ainbiciosos (le mando, aspiran al progreso, á establecer las reformas con rapidez, y cuantas veces han triunfado se han ocupado mas en la ostentacion de su poder y de sus ideas, que en la realizacion de las máximas que pro- fesan. Atarantados con el peso del gobierno les ha faltado tacto, poli- rica y fijeza para conducirse, i lo cual debe atril~uirse que sus épocas Iiayan sido tan efímeras.

No tienen caudillo, porque D. Valentin Gdmez Farias, nativo de Aguascalientes, que los capitaneaba, á causa de sus enérgicas excentri- cidades ha caido en desuso, y pocos son los que lo reoiiocen. Son los niás numerosos por sus secuaces en roda 121 república, los mas proscrip- tores é intolerantes para los que no siguen su bandera aunque coin- cidan con ellos en principios, y por falta de gefe que represente el partido se están desconceptuando constantemente en pretensiones ais- ladas 6 impotentes. Si como ciegos siguen tropezándose y agarrándose de las facciones, creyendo que alguna los lia de conducir al camino que solicit:iii, se engañan, y 12 denoniiuaci<in de demdcrata puro lle- gará pronto á ser el baldon y la injiiiia mas atroz qiie piicda profe- rirse.

La conducta de los prirtidos debe her arreg1;ida á sus principios, por- que cuando ambas cosas rio están en coilsoii;incia, si los principios no se desvirtúan, los sectarios sí re desprestigian en perjuicio de su cauta. Por desentenderse de esta verdad iiine:,al~le, sil bandera está toda man- chada, despreciada de las otras, desprestigiada cntre ellos mismos, vaci- lante su opinión de pura, y por eso son con tanta frecuencia el escalon para que otros suban.

Este partido naciente se compone en sii mayoría de una parte del :interior. Es la con~ecuencia y la contraposición del partido monarqiiis- la, y debe progresar 6 disminuir en razdn del número mayor 6 menor que haya de aquellos secuaces. Fundados con razon en que los norte- zimencanos han de llegar á apoderarse parcialmente de la república,

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juzgan que uniéndose ambas por medio de convenios, la suerte que en este caso toque á los inexicanos será ventajosa, respecto de la que les hagan sufrir cuanclo se apoderen de ella por la fuerar. Creen equ i~o- cadamente que los norte-americanos cumplirán con los tratados que se hagan, y cuando rio, que cinco millones de habitantes se los barin respetar.

Si hubiera tales cinco iiiillones de habitantes útiles, los principios sentados no carecerian de razon aprente: pero examinando los cálcu- los formados sobre la proporcion que guardan las clases abyectas con la gente blanca y dc razori, no llega, liarienclo grandes concesiones, á millon y medio los cinco que suponen, porque el resto por nada se afecta: convencida la mayoría de que todo le para en perjuicio, dehe coiisiderarse, por lo que diremos en la guerra de color, mas bien coirio obstáculo para hacer cuml~lir los convenios que como base respetable <le sus defensores. Introdiici<los los americanos en la república para partir con los mexicanos el poder, ii poco tiempo se lo absorverian todo y estos solo serian víctimas de su imprerision. Los indígenas y las castas de Imr sí son tan faciles de srbyugar lioy como en tiempo de la conquista, porque si aliora una pequeña parte sabe algo del manejo comun de las armos, esta circunstancia para la liicha, mezclada en la masa general, es con cort:r diferencia tan desigilal á los trenes de giie1.1-:i modernos, como la que tuvieron los indígenas con sus armas de enton- ces romparada con las de los españoles dc lince trescientos años: agré- gitcse á esto la superioridad del arte militar y de gcfes instriiidos dc que México carece; la circunstancia desfavorable de que los enemigo5 estén en el contiiiente; 1;1 astucia <le pelear con la emigraciOn aveiitiire- ra de la Europa, cuya vida la calculan los americanos á racion de carric 6 ménos por cabeza; la ventaja de pelear ellos despues de una larga paz por la gloria y por intereses cuyo valor conocen, contra un piicblo sin espíritu público, cansado áe destrozarse sin fruto y desinteresado en la generalidad; el aliciente de la rapiíia para la emigración viciosa, dc- sorganiiada, ncmerosa y atrevida, y puestos en equilibrio los elementos con que cuenta una parte para defenderse y la otra para subyugar, el fallo no puede ser dudoso.

Considerada la agregación bajo otro punto de vista el resultado es el mismo. Apoderados por convenios los americanos de los puertos y las posesiones ventajosas, evitarían cuando les conviniera la intrmliic- ción de las armas y su libre fabricación en el interior, la guerra contra ellos seria imposible 6 muy desventajosa. con recursos pecuniarios que

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no tiene México, distinto idioma y una poca de sagacidad de la miiclia que les sobra, cuando los mexicanos llegaran á comprenderlos, ya sii triste suerte estaria fijada, y á su pesar se prestariaii fácilmente á ser dominados por estas y otras causas, entre las cuales la miseria, los ódios y las venganzas.

No puede concebirse cbmo los agregacicnistas no desistieron de :ii%

rilculos ni se clesvariecieron sus ilosioiies, cuan<!o vieron apoderar::e ;i seis ú ocho mil hombres del coraz6n de la república, atravesar c;~>i impiinemei~te la parte más pohl:ida, y disgustar con los azotes públi- cos una poblarióii de mas de doscieii~os inil almas, que permaneció tranquila á la vista de este especticulo inmoral y degradante. Los que por con~enciniieiito creen que los norte-americanos aspiran á cogerse 6 subyugar á la rcpúbliw, no debian ser tan fáciles para juzgnr que desistirian de la empresa por respeto moral á unos tratados qiie pro- bablemente serian suspicaces, y mucho ménos cuando tienen segiiridad de la presa. Con cincuenta riiil hombres obrando en grupos disemi- nados 6 guerrillas en las cien leguas que atravesaron los norteameri- canos de Veracruz á Mbxico, pero con el ardor que suponen en los cinco niillriries de liaiiilantcs, la ocupaci611 de la capital no se Bai>rí;i verificac!~, así como si tal núniero de p:iti-iotas existiera la república iio iiabria sicio invadida, y por falta de eneini~os tampoco habrix qiiie- nes pensaran en hacer convenios que garantizaran :I los mexicanrls ventajas ficticias.

Eii consecuencia, la política del partido se reduce á que h1i:xico se agregue d los Esta<los-Unidos sin mas base que agregarse ú entregar- se á discrecion de aquella repúl>lica bajo su forma constitutiva, por- que al niisiiio resultado que se soinete el cordero en un contrato de Cueria con el leon, está sujeta la tortuga en el que arregle dc astiicia y fuerza con la zorra. Se conforinan, pues, con perder la nacioiialidacl. con Irestar obediencia pasiva á los aniericanos, y coi1 quedar coloca- dos de miindariiies secundarios ú órganos de su voluntad, aun ciiando sufran y hagan sufrir á la nacion las des~~entnjas anticipadas de la do- minación, y los vicios de algiiries ins~ituciones y costuml>res america- nas. Aspiran sin querer á formar un cuerpo semejante al de los po- blanos qiie se adhirieron á los invasores, pero superiores en categoría.

En tiempo de la ocuparion solicitaron ó se prestaron á desempeñar las funciones del cuerpo municipal, y no tuvieron la viveza suficiente para conocer qiie los americanos los pusieron de espantajo en repre- sentacion del partido puro para asustar al gobierno, con la mira d e

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liacer las paces. 4si fué que tan luego como entraron en tratados, en lugar de darles agradecimientos los desecharon coino mueble inútil para el servicio, con cuyo desenlace, sin eco perceptible favorable 6 adverso, se retiraron en silencio satisfeclios de su tentativa de agrega- cion, cuando solo contribuyeron á realizar la burla que hicieron los invasores á la nacion, y desecharon la única oportunidad que han te- nido de sembrar algunas alhajas fructuosas en la capital.

Su caudillo en esa época fué el Lic. D. Francisco Suarez Iriarte, nati- vo de Toluca, que acaba de morir. Entre las cosas notables que hizo, se distingue el convite escandaloso que di6 a los invasores mientras azotaban á sus paisanos en la plaza principal, y haber metido en la cárcel pública al autor de estos apuntes por haberse rehusado á dar un instrumento de que no había igual en cuantas partes se solicitó, para que los americanos se hicieran de datos funestos á la república. Se asegura que desde mucho antes de morir estuvo arrepentido de haber aparecido como meteoro político tan opaco, y por tales causas falta á estos partidarios gefe para constituirse.

Algunos agregacionistas disimulados, los panegiristas del finado cau- dillo y del cuerpo municipal que presidió, pretenden que por salvar á la república y especialmente á la capital de los estragos de la guerra, y los que debia producir la ocupacion, adoptaron el sistema de unir- se á los americanos que todo el mundo palpó como politica her6ica y profunda, pues incluia hasta la abnegación de sus vidas. Si tal fuera admisible, los rusos no hubieran incendiado á Moscow, los americanos del Norte no hubieran rechazado á los ingleses en su tentativa de re- conquista y fueran otra vez colonos, los mexicanos no se habran batido con los españoles en Tampico y sufririan su dominación: y en general, las naciones todas al menor descalabro 6 padecimiento, ó cuando no pudieran luchar ventajosamente con las armas servirían á sus enemi- gos, aplaudirían sus actos, y perseguirian á sus compatriotas: en resú- men, no habria patriotismo.

Pero como la similitud de estas razones puede combatirse en dudas, (podrá llamarse politica en favor de la nacion, el aislamiento en que estuvieron del gobierno general y la pugna que manifestaron á todos sus actos, en lugar de intentar ponerse de acuerdo con él en circuns- tancias tan aciagas? A esto podrá decirse que conocido el partido po. litico del gobierno por contrario al de los dem6cratas que ellos repre- sentaban y sus miras en esa época á favor de las concesiones que debian hacer con la paz, la tentativa habria sido inútil. Pero, {habia

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las mismas circiinst;inci:is respecto <le los gobernadores de los estados, Lon qiiiencs pudieron entrar en relacion con el mismo objeto? Se ale- garj rjiie 1:is corniinicaciones eran difíciles, tardías, los recursos escasos ) ia situacii~n ilc la capital niiiy crítica. Pero, ?no pudieron convocar rii la ciudad una junta de rindadanos que hubiera producido para ellos los mismos buenos resiiltarlos? Es claro qne si, y si sus intenciones hubieran sido sanas, su política franca, y sus principios seguros, algun iiiodo Iiabrian encontrado para t-iier en que apoyar In defensa fiinda- ila de su coinportamiento. Pero, ?qué Iiicieroii en lugar de cubrirse con alguna de estas egidas tan poderosas? Obrar en todo solo con el acuer- [lo de los americanos, contar con su apoyo, liacer el papel qiie queda cliclio: y por últiino, dereiitenderse de sil política heróica y profunda, olvidarx de la abnegación de siis vidas para con los mexicanos y los iii\-asores, faltarles la pres-ncia de ánimo y energía que dán el dere- clio, la justicia, la razón, la inocencia, y proceder como derrotados y como ciilpal-iles. Así qiie las fuerzas enemigas desocuparon la plaza, ;ilgurios de estos políticos se fiieron con los americanos, y los más no- i;il>lcs se escondieron. ¡No es estraiio, prctendian la agregacion, y no c por al:oi-a el voto iiacional!

. S lie\ coniiini<iiies que preceden se rediicen las fracciones que por susmiras políticas iiiereccn llamarse con fundamento partidos pu- ro,;. Del aiiilisis de ida urio de ellos se deduce, que los nionarquistas

! !<:S agregacionistas, dispuestos ii perder la nacionalidad son los dos 11::rtidi~r estrcinos, y el de los demócratas piiros el término medio.

Estos no son conio dehia esperarse por su denominacion un partido iii~erniedio, 6 sen los moderadores ó reguladores entre las exageracio- nes <le otros dos partidos. No, no es im partido político, es una masa [le serviles y codiciosos de ciertz categoi-ia, que casi en sil totalidad Iian pertenecido á diversas comiiniones, I~iiscando l u p r en que acomo- darse: no tienen mas principio (lile su bienestar, y ziiinque aparentan el progreso, adoran el statii quo de las oscilaciones y el fanatismo como lo mas conveniente A sus pasiones: ni la calificacion de moderados que sc han dado piiede ser mejor, ni sus Iiechos peores: afectan modera- rion y modestia en todas sus esterioridades, y con buen lenguaje, voz suave y buenos modales se acomodan h todas las opiniones por estar bien con todos: son los que mas gritan contra la empleomania, y los

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mas descarados para asaltar los puestos y apoderarse de todo lo lucra. tivo: la mayor parte de los bienes que faltan al clero están en su po- der: atropellan sin consideracion la justicia, los meritos y las capaci- dades: cada uno se cree á propósito y con derecho para todo: han prodigado las jubilacioiies á hombres útiles por su edad, salud y ca- pacidad en perjuicio de los fondos nacionales para reemplazarlos en los destinos: con el fin de lener en que apoyar las arbitrariedades, han declarado que los empleos no sean propiedad, y para apropiiírselos han despojado 6 postergado á hombres muy arneritados: con tal mo- tivo han interrumpido los ascensos por escala, y por consiguiente la parte halagüeña que constituye las esperanzas y el fundamento princi- pal para la honradez de los servidores de la nacion.

Diferentes de los demas partidos que solo han hecho perjuicios ais- lados en sus triunfos los moderados propenden constantemente á ins- tituir cuantos males públicos puedan serles favorables, y nunca pierden la ocasion que para ello se les presenta. Son los que mas concuerdan en ideas de retroceso con los monarquistas, y aun se confunden con ellos en muchos de sus procederes.. Tienen la bajeza de adular á to- dos los gobernantes, y de ahí viene que en ninguna administracion hayan dejado de introducirse y ejercer sus influencias mas 6 menos funestas, según el carácter mas 6 menos justificado del supremo ma- gistrado. Con la misma moderacirn vitorean al hombre que brilla G está en puesto, que desdeñan al que no puede servirles. Son muy ba- jos cuando aspiran, pero altaneros, despotas y tiranos cuando se co- locan.

Tan luego como los americanos ocuparon la capital se apoderaroii del gobierno: en el acto comenzaron á amortiguar el espíritu nacional pronunciado por la guerr,a, y á perseguir á los que la hacian: con fin- gido denuedo estuvieron haciendo unos cuantos dias los arrogantes y los inflexibles, mientras creyeron que la enormidad de sus sacrificios y sus sufrimientos no pasaria de estar ausentes sesenta leguas de la ca- pital y que otros serian las víctimas: mas cuando los americanos por cálculo que no fa116, comeiizaron á quebr~r , maltratar y ensuciar los ajuares y las paredes de sus casas: cuando se vieron amenazados de per- der el poder y sufrir la persecucion: cuando temieron que otras ma- nos despilfarraran los millones que se ofrecian y la humillacion de su caida: joh, ent6nces haciendo el esfuerzo irresistible que produce el patriotismo perseguido hasta en sus últimos atrincheramientos salva- ron con intrepidez la nacionalidad atacada irrespetuosamente en sus

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fincas y domicilios! y si bien es verdad que vendieron media repúbli- ca con sus habitantes considerados como mueble semovente, (. hicieron concesiones que ya están dando guerra, libraron la otra media <le las tosquedades y groserias de los enemigos y regresaron á la capital á des- canzar en paz de siis fatigas.

Desde ent6nces liasta la presidencia actual los moderados mandados: ya no hay medio real de los qiiince millones de pesos: y aunque ni un edificio nacional se iia pintado por cuenta de tan enorme suma. ni se lia puesto la menor señal que perpetúe la gloria de las armas mexicanas eri aquella guerra, y la memoria de los grandes Iiombres de estado que supieron tenriiiiarla: liay sin embargo en coinpensación mu- chos carrn;rges suntuosos que antes de salvar la nacionalidad no ha- bia, y muclias persoiias con propiedades que sin estos hechos heroico? y patri6ticos 110 tendrian. En fin, entre las ventajas que ha proporcio- tiado á la nacion este grupo niiserable <le rnal agüero, la principal es la de Iiaber enseñado á los niexicanos el modo de adquirir victorias nacionales sobre sus compatriotas sin derramar sangre, sin combn~ir, fácil y muy prodiictivo.

Esta faccion no tiene hoy caudillo conocido, y aunque está en pose- sion de los principales puestos para poder proteger 5 sus adictos, co- mo aparenta Letier una comunion política, entre cuyos principios 1;i virtud aparente sea el apoyo, nccesita otro que la represente y ya sc soiurra de varios. El últiirio que tiivo fué D. M. Gomez Pedraza, na- tivo de Querétaro, que murió liace pco : diirante su vida política se aporlerii de la dirección de los negocios de estado en varias adminis- traciones, y muclia parte de la situación lamentable de la república á él y á sus secuaces se les debe. Fué el modelo de los moderados, y por adquirir a1111 para despues de muerto el concepto inmerecido de filósofo, de espíritu fuerte y cabeza superior, di6 una campanada en el niuiido católico y todavía está dando guerra su sombra.

SANTANISTAS.

A ejemplo de algunos idólatras de la antigüedad, estos seciiaca consideran á su caudillo semejante á un Dios tan maléfico como beni.. fico. Contemplando en 61 solo el poder de su divinidad, tienen dobla- da la rodilla en su presencia y ausencia, rogándole que les sea propi- cio. No tienen ideas propias, y cuando su caudillo haya volado á otra mansión será cuando comiencen á pensar.

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El cabeza de esta faccion es demasiado conocido por sus hechos, y aun los ménos avisados han notado que moderado, demócrata, 6 cual- -quiera que sea el partido 6 faccion á que se haya adherido para triun- far, con todos ha jugado y los ha considerado únicamente como medio de su elevacion. Respetando un poco el poder del clero y del dinero, siempre ha tenido las dos manos ocupadas; despojando con una y dando con otra, pero acabando con la nación, desmoralizando todos los ramos de la administracion, las costumbres sociales, y apropiándose cuanto ha podido como uno de los atributos propios de su esencia, pre- sencia y potencia.

Este general, nativo del estado de Veracruz, aunque no tiene ningun principio político, tiene por esperiencia el convencimiento de la supe- rioridad de las armas sobre las leyes, sobre las opiniones, sobre las pasiones mas opuestas, y por tanto el gobierno militar es su divisa. Con objeto de hacerse de antecedentes y adquirir concepto militar, en todas sus campañas intestinas ha procurado subir al puesto por medio d e acciones de armas que han sido mas 6 menos sangrientas, mas 6 iiienos marcadas con traiciones, y algunas de ellas innecesarias para sus triunfos. Si hasta hoy subsiste, es porque ha tenido la política de no perseguir ostensiblemente á sus enemigos, la habilidad de proteger en cada triunfo gente nueva que lo apoye con ardor, y e1 modo cono- cido y criminal de atraerse muchas simpatías, prodigando empleos, ascensos, disimulando maldades y haciendo contratos ruinosos.

Reconocida su omnipotencia á la cabeza del gobierno, sus secuaces y agentes son de todas clases y categorías. Entre ellos hay algunos es- trangeros, y si hoy no pueden obrar con tanta claridad ni con tan buen fruto como en otras épocas en favor de su caudillo, es porque muchos .de los que lo aclamaban con buenas intenciories creyendo sus prome- sas de hacer el bien, están convencidos de su falacia é ineptitud: tam- bien porque haciendose mala obra unas á otras todas las facciones que están en movimiento por colocarse, no dejan la primacía marcada 5 favor de ninguna: en fin, porque faltan muchos de los generales y re- gimientos que por conveniencia deben serle adictos, y los que existen están divididos entre sí sobre el punto de elevarlo.

No obstante lo dicho acerca del general Santa-Anna, debe confesar- se en su obsequio que 61 condujo las huestes mexicana á Tampico, y derrotó á los españoles que intentaban la reconquista: que batién- dose las tropas en Veracruz con los franceses perdió una pierna; y que cuando la invasion de los americanos, hizo al parecer algunos esfuer-

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zos por librar á la república y á la capital de la suerte que les cupo: si en estas dos ocasiones no fue tan dichoso como en Tampico, á los historiadores toca investigar las causas, que se vienen ;i la vista, y á 1'1 nacion calificarlas.

Esta faccion eri embrion, segun las apariencias, es personalista conlo la del general Santa-A-nna, y trabaja co!i actividad de algunos aíios i esta parte en favor de sil c:~iidillo en todas las elecciones para 1;i pre- sidencia: pero con adelantos muy poco ó nada notaldes en la opinihn nacional. Sus secuaces se manifiestan descontentos de todo lo qiic no es dicho general, y se puede asegurar que si lograr su deseo, no sera tal faccion la que haga la felicidad de la república. Dictio gcfe, nativo del estado dc h'iorelia, aunque tiene prendas personales que lo hacen muy recomendable, y un plan político sujeto á alteraciones esenciales de circiinstancias, coino acontece en la república con los mas ruidosos, la mayor parte de sus secuaces lo ignoran, 6 quizi por tal motivo iin quieren saberlo ni entenderlo; cuando sc les pregunta por su progra- ma, responden: me parece que el general quiere libertad moderada, garantías, integridad del territorio y otras palabras suelt;~s: eso no obs. tante, se manifiestan prontos á elevarlo fundados en la confian/.a que les inspira, y por consiguiente en lisongeras esperarizas de progreso personal.

FACCION DEL GOBIERNO

Es la que defiende á todas las administraciones en la epoca de su duración, por cuya causi siempre cstá triunfante. Gori la razón y el entendimiento enlgenados: con el sombrero quitado h puestr>: ion l a cabeza, los pits, y las palmas de las manos dispuestas para Iiacer rui<l<i plausible ij vejatorio segun lo exija el caso: con el aspecto de confi- dentes, de favoiitos, dc agraciados y de influyentes, se ve hervir en los salones, en la habitacion del presidente, en los ministerios, en las ga- lerías 6 corredores del congreso y demas lu~nres notables de palacio, esta turba de serviles vendiendo favores á unos y adulando a otros la vez. Dicha caterva oe compone de escritores é impresores pagados de los gastos secretos de los ministerios, de corredores de igio, trinsfugas de los partidos, delatores voluri*.arios y pagados, alguiias autoridades

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mas subalternas por su conducta que por su categoría, no pocos mo- derados, algunos diputados, senadores y regidores que el gobierno ha hecho elegir para que lo sirvan, de otros diputados y empleados que por temor de perder sus puestos 6 por saur alguna ventaja lo apoyan, de aspirantes ordinariamente injustos y del sequito de cada uno de estos señores.

Estos satélites armados y desarmados desaparecen al mefior amago de peligro, 6 al temor siquiera de verso obligados á hablar recio en defensa de la administración que rodean: pero derrocado el personal del gobierno, luego aparecen á la cabeza en las acciones de gracias, en las felicitaciones, en los Te-Deum, y en todos los actos plausibles por el triunfo del vencedor. haciendo ostentación de los empleos, dis- tintivos y favores que obtuvieron del derrocado, y prontos á seguir la misma secuela en el nuevo 6rden de cosas: dicha cabala tiene mucha semejanza con la que se llama en los teatros de Francia de los palmo- teadores 6 caballeros del candil, que se reduce á unos cuantos hom- bres á quienes se les da el asiento de balde y una gratificación porque aplaudan todo: la segunda denominación viene de que el lugar que se les tiene determinado para que ejerzan sus funciones, está precisamen- te debajo del candil como punto céntrico de la sala, para que su ruido de irradiaci6n sea mas notable. El número de estos bomquientos y la gratificación, lo aumentan los empresarios en razon de lo malo de las piezas y los actores nuevos, para medio contrariar con la ruidera du- rante tres 6 cuatro representaciones el disgusto general, al cabo de las cuales la cabala queda conocida, confundida, muchas veces trompeada, y la pieza 6 el actor chiflados, burlados y sin reputación para volver- los 6 presentar en la escena.

Es el reverso de la anterior: se compone de ciertos hombres que no teniendo acogida en la administración que domina, por todo gritan todo lo encuentran pésimo, y con el aliento quisieran destruir cuan- to se interpone á sus deseos. Entre ellos hay quienes por su posicion social hacen á la nacion y al gobierno una guerra muy atroz y positi- va. Tales son algunos diputados y senadores de precio. <Pide el g* bierno recursos? Se los niegan si no les compra el voto. ¿Pide facul- tad especial para un asunto importante? Se oponen si no los coloca, no les manda dar pagas atrasadas, no les mejora el destino, ó no les hace

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otros servicios semejantes. Puestos su voto, su palabra y sus influencias en venduta clandestina, cuando el gobierno no se los contrata, ellos sirven por ajuste á los que los ocupan, ya sea que se trate de sostener el pr6 ó el contra en la alza de prohibiciones, permisos al gobierno para introducción de efectos prohibidos, desembarque de cargamentos en costas dilatadas sin vigilancia posible, con el nombre de apertura de puertos, 0 no importa lo que fuere, con cuyos recursos y sus esca- sas dietas consideran al congreso semejante á una lonja, en que el juego mas 6 menos activo que tienen segun su crkdito, pronto se les nota por los negocios que emprenden en la plaza 6 el boato que manifiestan.

No Iiay cosa mas comun en las cámaras que oir á un representante liablar con frecuencia lleno de fuego en contra del gobierno, oponerse á todos sus actos, y tener el aspecto de un atleta luchador: ni nada mas corriente, que ver á este mismo padre de la patria entrar y salir á la habitación del presidente, ir de brazo con el ministro it quien combatia, Iiablar con 61 en secreto, manifestarse mútua familiaridad, verlo colocado 6 en comision lucrativa con algun lapso de tiempo para cubrir las apariencias, faltar tal vez este requisito que exigiría la decencia de ambos contratantes, convertirse en acérrimo defensor de la administración que aborrecia, y conseguido su asiento en el teatro p e litico, por hablador, hacerse persona remarcable entre los caballeros del candil.

PARTIDO DE LA OI'OSICION

Como la mira de estos partidarios sea una mezcla entre el triunfo de su opinión y su bien particular, su parte mas temible se compone principalmente de esaitores de todos los partidos y facciones que tien- den i derrocar 31 que manda para reemplazarlo. No siendo su oposi- ción justificada sino absoluta, están en asecho constante aun de trivia- lidades que en nada influyen en la marcha de los negocios públicos: un punto y coma mal puesto en una redaccion, una falta de cumpli- miento público de iglesia en una autoridad, el nombramiento de un alcalde de cuartel, todo es materia de sus escritos, todo lo coiivierteii cn ridículo para pulverizar al gobierno, de todo forman negocio de es- tado. Mas ó menos justificada su oposicion, muchas ocasiones escriben con bastante fundamento, y por aumentar la grita acojen como á co- laboradores en causa comun i cuantos liacen la oposicion, cualquiera qiie sea el partido ,i que pertenezcan. Segun las proporciones pecu-

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niarias de los que pagan á estos escritores, 6 con arreglo á las capaci- dades y á las &pocas de obrar de los principales personages de los par- tidos, así se ven artículos mas ó menos elegantes y bien redactados, ya políticos, ya encomiásticos, llenos de citas, de ejemplos y de figiirns retóricas, adecuados 6 n6 á los progesos de la civilizacion, pero en cuyo arte de escribir quiere fundar cada uno su jiistificaci61i, y 1i::cer alarde de las grandes cabezas que tiene cada bandera.

Entre estos partidarios, nunca faltan diputados y senndorcs q u e por adhesion 6 compromiso con sus bandos, estrin prontos á echar Apique la nacion, pero no á ceder. Para impedir la estabilidad de una admi- nistrauon, se oponen á todos su actos, atan á los gobernantes, les- im- piden hacer lo que debieran, los obliga á tomar los caminos escravia- dos que son mas peligrosos que los rectos, y muchos empleados, imi- tando estos ejemplos, cumplen ó no con sus deberes, sin ser notados en bien 6 en mal por uno ú otro comportamiento. (Pretende el go- bierno por restringirse al límite de sus facultades una cosa muy senci- lla y de utilidad pública 6 nacional? No se la conceden. (Se hace por algun diputado una proposicion absurda, tiránica, inicua, pei-o convc- niente á su partido? Los que son capaces de hablar 6 de discutir en e1 acto la apoyan, la defienden, y los ineptos que solo sirven para pararse 6 sentarse, unidos á los otros trabajan é intrigan de mancomun hasta triunfar. ¿Quiere su caiidillo facultades especiales? Se las dán omni- modas, le delegan sus poderes, venden á sus conciudadanos, ridiculi- zan el sistema, desvirtíian las instituciones, fomentan la inmoralidad y destruyen á la nacion. Luego caen 6 acaban sus periodos, los males quedan Iieclios y ellos calificados: pero sacaron algun proveclio perso- nal 6 para su partido, y se hicieron notables entre los malvados.

CENTRALISTAS.

Para averiguar el origen de esta faccion, fuerza es retroceder algu- nos años. Cuando la guerra de independencia habia tomado por la opinion un carácter incuestionable de superioridad, los aristócratas, los amigos de las antiguas instituciones coloniales y de la dominacion, temeroso3 de la persecucion que pudiera sobrevenirles y deseosos de ocupar los principales puestos y dignidades de la nacion, quisieron tambien usurpar la gloria á los primeros caudillos con objeto de tener en que apoyar sus pretensiones. Para ambos fines, supusieron malicio- samente que el giito de Dolores, la sangre derramada, y tantos hom-

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bres iliistres muertos eri diez arios no tiivierori mérito. Dividieron, pues, las épocas de la guerra en pririiera y se~iiiid~i, contada aquella desde el año de 21 solamente, y trabajaron en consuniar cl acto por obtener la superioridad y poner un sistema mas análogo A sus afectos G intere- ses, que es el que la (fuerza de la opinion, el ódio ceiiei-al á los españo- les y la irifluencia de los norte-americanos les hubiera heclio sufrir. De allí el plan de Iguala y los tratados de Córdova, el error qiie co- meticron Iturbide y sus partidarios, el imperio, el destierro del mo- narca y el centralismo. Espantados ambos partidos con desenlaces tari funestos, los iturbidistas resentidos proclamaron la federacion, y los enemigos de este sistema comenzaron á trabajar en contra.

Según es costumbre para desacreditar aun lo mas sagrado, se valie- ron del ridículo y la palabra Cederata la decian conio sarcasmo. Eso no obstante, se estableció la federacion, y la nacion quedó dividida por lo pronto en dos bandos llamados liberales y serviles: al primero perte- necian los federalistas amigos de las reformas y de la igualdad; y al segundo los enemigos de este sistema. los partidarios de las antiguas instituciones coloniales y los de las categorías 6 distinción de clases so- ciales. Confundidos en la palabra genérica de serviles los enemigos de la federacion, formaron un partido que se llamó también central, pero abrigaba niiras secretas de multitud de opiniones privaclas y opuestas que le impidieron obrar en consonancia con su denominación.

Aclarado el horizonte, así como el coronamiento de ni1 castillo que manda cohetes de luces en todas direcciones cuando le llega la luni- bre, los llamados serviles, los centralistas y todos los enemigos de la federaciún, incapaces de adunarse para fines tan diversos como los que cada fi-accion tenia, enardecidos con las reticencias que abrigaban se desprendieron con esplosion del cuerpo que aparentemente formaban, lo disolvieron y cada grupo tomú su bandera, su antorcha y sil rumbo.

Entre ellas no ha liabido ninguna con el lema de central: así es qiie los centralistas no existen ni como partido ni como fraccion. A los monar<luistas les agrada dicha institucion como afinidad política aun- que muy lejana de sus principios, pero no tan distante conio la forma federal: el sistema republicano de los demócratas puros por principios es el federal: y los agregacionistas, aunque están porque manden á medias los americanos, entienden que ha de ser bajo sus formas cons- titutivas. Fuera de los dos últimos partidos, todas las demas comunio- nes propenden á él y trabajan siempre que pueden por establecerlo, pero rio por convencimiento de su mejoría sobre el sistema federal, si-

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no por asirse de él como presa comun de tanto animal carnívoro que tiene cada bandera en la capital. Guiados con el aliciente de aglome- rar en Mkxico el mayor numerario posible para apropiárselo, muchos son los que están siempre prontos para tan laudable fin, pero cada dia se hace mas dificil, porque los estados vigilantes por sus intereses, lejos de prestarse á la forma de gobierno central, en casi todos ha cun- dido el espiritu de escisión.

Después de los partidos puros, las banderas descritas hasta aqui son de facciones que tomando algunos principios de aquellas tres, los au- mentan, los disminuyen, los adornan con varios colores y los invocan como sistemas políticos, alguna vez seductores, con el fin de trabajar cada una en su obsequio.

BANDERA ENCUBIERTA

A la sombra del color oscuro en que se oculta esta mezcla de par- tido, de faccion y de cuerpo, vive un número corto de sacrificadores muy abundante en víctimas. Su bandera fuertemente clavada y bien conservada en otro tiempo, está hoy llena de rasgones por los ataques que ha sufrido de sus enemigos, de muchos que aparentan defenderla, vacilante por el espíritu del siglo, por la conducta de sus secuaces, y porque es imposible permanezca con solidez en medio de tantas osci- laciones, ninguna estabilidad y espantosa miseria que consuman d la naoon. Aunque sus secuaces no invocan claramente ninguu color po- lítico, siguen en su mayoría las máximas de los moderados, y por la conservación de su bandera son partidarios de la monarquía.

Esta fraccion escepcional de la sociedad, se compone de los mayor- domos, administradores, apoderados y cuantos intervienen en el mane- jo de los bienes monacales, archicofradías, colegiadas y demas perte- neciente á los ramos de devocion. Cuando alguno ataca la masa 6 el detal de estos abanderados, luego ponen en la balanza de la lucha, llamada vulgarmente de la justicia, la parte de los bienes que juzgan necesaria para inclinarla y en el momento triunfan. Cada uno tiene en su séquito, su cobrador, su apoderado, su abogado y su juez, todos inflexibles, pagados con puntualidad y pendientes de sus deseos.

<Tiene un inquilino un pleito con alguna de estas personas? Si no está claro como la luz del dia lo pierde redondo, sin apelacion y con costas que pudieran ahorrarse en gran parte, pero que equivocarian el cálculo mercantil de los que tienen que intervenir y ejercer en la

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:idministraci6n de justicia. (Es el pleito justificado? Si no lo pierde lo gana á medias, cuando bien sale, la sentencia del j u e ~ está conce- bida eii térniinos que el inquilino no sabe si gaiib o perdió liasta que el juez esplica su mente; esto origina otros gastos, casi nunca conde- iian al mayordomo en costas, y las que causa el pobre inquilino le iiiiportau tal vez mas de lo que litigaba: si no tiene en el acto con qué pagar, aunque sea liombre lionrado y cargado de familia, no le dán es- peras ni el mayordomo ni los licenciados, se desentienden de la mise- ria general y de las circunstancia particulares de la persona; lo per- siguen sin piedad, lo desconceptúan, lo arruinan, ponen sobre él una ~iianclia puerca con que se distinga en la sociedad por un acto de jus- ticia que pedia, y por colmo de tanta iniquidad 6 imprudencia lo in- sultan con la sonrisa del desprecio. ¿Debe un inquilino uno 6 dos me- ses de casa y no le inspira confianza al mayordomo 6 no lo quiere? Lo lanza, le tira á la calle á las seis de la tarde las criaturas, los enfermos y los muebles que no quiere llevarse: el juez lo autorizó 6 aprueba el acto despues de Iiecho, y el deudor tiene que sufrir las insolencias que ;i este trataniieuto suelen agregarle, si no quiere esponerse á una causa criminal que lo reduzca Li la cárcel y al olvido.

Si el mayordoino desea alguna casa de su cargo para un amigo, pa- riente ó persona importante para él, el inquilino no está seguro en su doiuicilio, y para librarse de un pleito tiene que conducirse en cuanto concierne ;i la finca con mas tiento del que debe emplearse para ma- nejar los reactivos destructores. Cuando el mayordomo quiere guar- dar consideracidn á alguna persona, no le pide fianza al entregarle la casa, se la compone á su antojo, no le sube la renta: si un inquili- no comun desea que le repongan la biga podrida 6 quebrada de un teclio, tapen goteras b Iiagan otras cosas necesarias en su habitacion, se cansa de dar viieltas, no lo consigue; por temor de una desgracia y retraido con la idea de pedirlo por la vid judicial, 6 vive en peligro 0 liace de su peculio lo que el inayordomo debiera, y por fuerza mej- i.;~ fincas que no son de su propiedad.

Dichos sacrificadores no permiieii los subarrendamientos por especu- cibn, y de este modo vuelven á su poder casas mejoradas de como las entregaron para subirles la renta: pero cuando alguna persona es dig- iia de atencion por su posicion social ú por el partido á que perte- nece, á esa sí se los perriiiten 6 se los disimulan y Iiay bastantes ejern- plares que de este modo muchos tienen rentas pingües. En la época calamitosa en que el cobre vali6 respecto de la plata hasta 16 ó 18

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por 100 de pago, no recibiendo los empleados y jornaleros mas que cobre por su trabajo, los mayordomos exigian plata á los infelices á pesar de las providencias dictadas en contra por rentas que pasaban de un peso, y mudios perdieron su domicilio por esa causa. Cuando el gobierno impone una pension de tres al millar á las fincas, ellos aumentan á cada casa que se vacia 25 por 100 al mes respecto de lo que producian antes de la contribuuon, se quejan de la tiranía de los gobernantes, y sin consideración hacen reportar al inquilino este es- tupendo gravámen. Casas hay que hoy reditúan anualmente, unas poco mas y otras poco ménos de lo correspondiente á trescientas 6 cuatrocientas veces mas de lo que costaron, y cada vez que se vacian les suben la renta. Entra uno á la casa de un mayordomo, sea 6 no de su cargo, las mejoras útiles, necesarias y de ornato que le hace son muy costosas, la pone en estado que á otro la arrendaria en 400 6 500 mas de lo que a 41 le gana, y sale uno espantado de sus muebles, su lujo y su arrogancia.

Fundada la exageradon de rentas en el monopolio de fincas por unos cuantos conventos y corporaciones, la oportunidad de arrendar los mayordomos á como quieren, es consiguiente á la mayor población que hay en la ciudad de algunos años á esta parte, y en que el au- mento que tiene aquella cada dia no es proporcionado al número de fincas existentes. Así es que, aun cuando muchas de las casas que per- tenecian á los ramos referidos han pasado á otros dueños, los mayor- domos por órdenes superiores, validos de la ocasion, procuran con tal industria que las que quedan produzcan rentas equivalentes ó aproxi- madas á las de la masa total de bienes que ántes habia, y para estar seguros del pago exigen á los inquilinos ántes de entregarles las casas, condiciones vergonzosas y humillantes.

Sea cual fuere la justicia que á uno le asista no puede ocurrir por la via judicial contra ninguno de estos sátrapas, porque toda cuestion con ellos en el estado actual de cosas, se reduce: á la dispariedad de gastar lo poco que comnnmente tiene en particular cada inquilino, contra el valor de los bienes del convento ó corporacion con quien pelea: á la enorme desventaja de pelear con los afectos y pasiones ve- hementes que tiene todo interesado en causa propia, contra otro lucha- dor pagado que tiene sangre fria porque no gasta lo suyo, y porque los litigios hacen parte ordinaria de la ocupación de su empleo; y porque el disgusto. el desaliento y la falta de actividad, son naturales á todo litigante que ve como enemigos de su dinero y de su razon, á su con-

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trincante, á su escribano, ;i su ahogado y á su juez, miéntras que el niayoi<ioino cuenta con estas circunstancias como su apoyo y elemen- to para triuiifar.

Descrito en general el maneja de los mayordonios acerca cle las ca- sas, digamos algo sobre los privilegios que algunos de ellos gozan, y I:IS consecuencias funestas que por tal motivo causan los de cierta ca- tegoría. Tales son los de las cofradías ricas que abusan de su posicion, validos de la concesion 6 tolerancia establecida para todas, por la cual iii el gobierno ni el dero intervienen en su manejo y conducta.

En iin lugar oculto en que hay una mesa con uii Crucifijo, velas, papel y recado de escribir, se reunen por las noches ciertos dias á puerta cerrada un número de personas llamadas cofrades que compo- nen la mesa y forman una junta clandestina. Nadie escepto ellos, sa- I>e de lo que tratan: el público no distingue mas que el pleito del Se- iíor de Burgos con San Borja, el de Nuestra Señora de la Soledad con sus inquilinos, los fallos divinos de los jueces, la ruina de los que pe- lean contra los santos, el triunfo de los santos de gerarquia sobre otros inferiores, el statu quo y el silencio de las irnigenes ricas en sus san- tuarios ó altares, y la opulencia de los mayordomos y defensores de I;is causas sagradas proporcionada á los fondos de sus cliente3 y poder- clantes.

En las c~illes de Santo Dominga Capuchinas, Arzobispado y otras, hay de estos mayordomos públicamente conocidos por el igio, la usu- 1-a, el descuento de lctras y cuantos contratos leoninos pueden hacer: tienen fincas rústicas y urbanas, trenes suntuosos, cajas fuertes en don- de mezclan el dinero limpio y sagrado de los santos con el estraido <«n sangre y lágrimas de la miseria: indistintamente emplean uno y otro en toda clase de negocios, se iiigieren en la política, y sin embar- go, el gobierno y el público respetan su conciencia, su piedad y sus reuniones. Cuando una administracion asustadiza prohibe las juntas pa- trióticas, los corrillos hasta de dos personas en el palacio, el paso por las banquetas, las serenatas, los gallos, la salida á la calle despues de 1;1 queda y otros actos públicos t. inocentes de ninguna consecuencia, <lichos mayordomos y cofrades tienen <:1 derecho de reunirse masúni- camente á la Iiora que quieren y de burlar el objeto de las providen- cias, garaiitizados únicamente con la salvaguardia de la piedad y la clevocion apaientes.

Muchas veces los partidos despues de trabajar con empeño por ga- liar unas elecciones, cuando se creen seguros del kxito y del acierto de

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sus maniobras, ven trastornarse todo repentinamente, perder y sin s;i. ber a qué atribuirlo, lo achacan á las inconsecuencias comunes en los partidarios de conveniencia: con el hábito de encontrarse bajo cada bandera trjusfugas de las otras, los partidarios de observación no se reconocen, y los que se han afanado en obrar por una causa, no ven la mano oculta que superior á sus intrigas y planes con anticipacion los ha vencido.

Formadas las combinaciones políticas en secreto, todos los mayor- domos trabajan de acuerdo, son otros tantos caudillos ocultos de mul- titud de votos é influencias inenagenables: el atractivo de lo misterio- so, confidencial y lucrativo produce entre sus subalternos, sus adictos y las relaciones de todos ellos, efectos superiores á los que comunican las i'mupciones momentaneas de los partidos, y aunque los intereses pecuniarios de las diversas corporaciones piadosas parecen aislados unos de otros á primera vista, observados se nota que su política para sostenerse es uniforme,

Si un partido 6 faccion pretende la reforma de alguna de estas cor- poraciones místicas 6 insignificantes al parecer, amaga las institucio- nes y los intereses de todas á la vez: cuando tiene este temor luego se ponen en guardia y de mancomun paran el golpe. Entre muchos casos que podríamos referir, nótese como mas palpable y público el papel de gefes militares y hombres de armas que desempeñaron algu- nos mayordomos y dependientes de los conventos en la revolucion del año de 847 acaudillada por D. Matias Peña: la ansiedad con que es- peraban las tropas en su cuartel general de San Hipólito el dinero que los mayordomos les mandaban: la ninguna probabilidad que los fon- dos que ministraban fueran de su peculio: las oraciones, los amuletos que de los conventos se repartian, se vendian pública y vergonzosa- mente para hacer invulnerables á los pronunciados, procurando ase- gurar á los aédulos su efecto milagroso en aquellas circunstancias, las reformas mal combinadas que pretendia hacer entónces el gobierno y por fin su caida.

Cierto que todo lo referido aconteció y que por tales motivos no hay quien dude cuál fue el origen de dicha revolucion, veamos lo que pasa en la actualidad. Apénas se suscitó por el Monitor la cuestion de ocupar los bienes monacales y por algun mal periódico la del arre- glo que el manejo de ellos requiere, mando repentinamente se ha soltado una tormenta de papeles que impunemente destrozan, hien- den, ridiculizan y acucbillan al sistema, al supremo gobierno, á las de-

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mas autoridades, i los estados y á los progresistas, cuya política se reduce i sostener que cuanto existe en la república es malo escepto el clero, y las ideas de los monarquistas. Las publicaciones para todos puestas á cuatro y á seis por medio para que penetren liasta la clase indigente, son el toque preventivo de alarma á la plebe y demas faiiá- ticos para que acudan á las armas benditas cuando se les llame, que será en caso que aquel no sea el de silencio 6 inaccion para los que predican y pueden poner por obra las reformas.

Si el caso de intentarlas llega, como no es dificil, México volveri (1

ver las torres de sus iglesias y los puntos culminantes ocupados en su mayoría por las fuerzas clericales, y pocos por las contrarias, sin avan- zar ni retroceder, haciendose desde ellos estragos sobres los transeun- tes con punterías certeras á mampuesto, cortaduras formadas de un petate colgado en las boca calles, los revolucionarios en holganza ob- sequiados por las monjas en las porterías y dentro de sus conventos, los cañones en las esquinas, la ciudad dividida en diversos cuarteles enemigos, y la poblacion neutral en la guerra civil pero sufriendo por inercia sus estragos.

Si los legisladores y el gobierno cumplieran con sus deberes, obra- rian con energía en lo que pueden hacer en estos ramos, porque si el dero y sus bienes son sagrados hasta cierto punto, las leyes de la igle- sia lo son absolutamente. Por disposiciones de &a, el máximum del redito que los capitales deben producir en el comercio es el 5 por 100 al año, 6 algo mas, si se quiere, por indebida lata conciencia: pero la libertad sin limites para adquirir la misma ganancia exhorbitante, destructor:^ é ilimitada que obtienen el usurero y el agiotista janus puede serle permitido; porque si las leyes civiles y eclesiásticas reprue- ban la enormidad del lucro, es en atención á que siempre para en per- juicio de tercero, y porque generalmente trae su origen de la necesi- dad, ya provenga de la escasez de casas, de la miseria pública 6 de las urgencias del erario.

El venerable clero tan apreciado como respetado por su desprendi- miento, su piedad, sus virtudes cívicas, privadas y religiosas, no debia dar márgen á aclaraciones tan dolorosas para los que las hacen como para los que las escudian, porque son en perjuicio de la caridad quc la prescribe tener su católica institucion.

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AGIOT1STAS.-MINISTROS DE HACIENDA.-SUPREMO GOBIERNO.-HACIENDA PÚBLICA.

La palabra agiotista aglomera en su lata significaci6n, la idea de pa- decer todas las plagas y calami&ades que sobrevienen á una nación con la falta de gobierno, de erario y de credito. Cambio de papeles por di- nero con el gobierno y viceversa, constituye su comercio. Su codicia que por un lado solo tiende á su bien particular, y por el otro los se- cretarios del despacho de hacienda que por el suyo representan para la validez de los contratos el cuerpo moral de la nacion: guiados por la misma codicia, alentados con las ningunas responsabilidades persona- les ni ante la ley, escitados por los agiotistas, & impulsados por la ne- cesidad de satisfacer aiinque sea en parte las obligaciones de su puesto; han formado ambos contratantes de los intereses nacionales, la compli- cidad de intereses particulares mas terrible que se conoce contra la re- píiblica.

Fácil este giro mas que ningun otro, carece aun del cálculo que po- dria darle algun mérito para hacerlo inaccesible á ciertas personas sin instruccion, ni mas facultades mentales que las muy vulgares. El po. der del ministro para hacer que se lleve al cabo su mandato, y la con- fianza del prestador en que se cumplirá por el interes que lo liga con su cómplice, por la necesidad 6 por el empeño que se tiene en prote- gerlo por algun motivo á espensas de la nacion, forman el cálculo pro- fundo y financiero de los hombres que á el se han dedicado. Oficiales medio tácticos del ejercito favorecidos por el parentezco y compatrio. tismo con un ministro, dependientes de casas de comercio al menu- deo, diputados y senadores sin instruccion y otros de esta categoria, son en su mayor parte las grandes cabezas de capitalistas que hoy espan- tan con sus nombres. Embotado su entendimiento con el ahinco de atesorar. el tiempo y la práctica de los negocios solo les ha servido para refinar su malicia, endurecer su corazon y aumentar su desver- güenza, sin tener hoy mas luces que cuando comenzaron su brillante carrera. El único riesgo á que este comercio se halla sujeto, es á que el ministro faltando alguna vez al compromiso de entregar tal órden de pago, tal cantidad 6 tal cosa al agiotista, le retarde su cumplimien- to 6 la dé 3 otro del mismo giro por un nuevo negocio, sin por eso avanzar el gobierno ni un octavo en beneficio del erario, y sí perdien- do mucho del crédito que aun para con ellos debia conservar.

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Dado el primer ejemplo de tomar dicero ;i premio, se sigui6 este sis- lcina por los secretarios del despaclio de hacienda cuiiio remedio fi- c:il para cubrir gastos ordinarios y estraordinarios, y se considerú el iiiinisterio como empresa mercantil y bonanza inagotable para hacer- se de fortnnas ripidas y colosaIes. Persuadidos por el instinto que tic- iie todo ariiinal de r;ipiña para apoderarse de animales enfermos que en estado de salud serian mas fuertes qiie ellos; los agiotistas mirando la incapacidad, el atarantamiento, la debilidad y la codicia de los go- bernantes, alrierta que les fué la puerta olfatearon, tentaron la víctima, y conociendo su preponderancia sobre ella la han descuartizado. Esta- blecido el desórden como mas pingüe, mas i propósito para salir del paso y ménos trabajoso para manejar mal la hacienda pública por unos cuantos días; las providencias generales que ha dictado á su vez cada ministro por casos determinados, han ocupado sin enlace, sin cálculo y sin estudio, el lugar que debian tener clasificado en un sistema de Iiacienda organizado. De ahí el embrollo y la mezcla entre lo bien y lo iiial mandado, la corta duracion de los ministros en el puesto, sus di- ficultades para obrar bien y las oportunidades de los agiotistas.

Los planes de organizacion que al comenzar á destruirse las rentas debieron emprenderse con buen éxito, se han ido haciendo de día en ilia mas dificiles en razon directa de la decadencia del erario, del ac* pio de providencias, del descrédito del gobierno, de las responsabili- dades que no se llevan al cabo por la complicidad de muchos que de- bian exigirlas con los incurrentes, y por la desmoralizaci¿>n 6 ineptitud <le los encargados de remediar tanto mal. Cuando algunas administra- ciones agobiadas por los compromisos, por su humillacion hácia los agiotistas, por la grita de los necesitados, por las exigencias de los acree- dores de categoria y por la general ansiedad de una reforma se han visto obligadas á intentar algun remedio, solo han empeorado el mal.

Muchas ocasiones las esquinas de las calles han estado cubiertas de impresos anunciando las providencias dictadas por el gobierno para el ;irreglo de hacienda, y las mas veces han sido nombradas las mismas personas para el efecto, á pesar de su incapacidad reconocida por el mal desempeño qiie Iian tenido en los puestos de categoría que han ocupado y por su falta de conocimientos. Un sobresueldo ó gratifica- cion y algun;is Iioras diarias de trabajo en plazo de dos ó tres meses, son las bases que se han dado siempre por el gobierno para formar la obra mas grandiosa y complicada de la república. Los llamados finan- cieros que han parecido mas hábiles, sin poner nada de su cabeza, liie-

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go han propuesto como planes salvadores el restablecimiento de adua- nas interiores y el recargo de contribuciones, sin considerar que si el primer sistema fué bueno en la época colonial y el segundo lo seria eri tiempos mas bonancibles, ambos están llenos de nulidades para la épo- ca presente. Esto no obstante, los comisionados han admitido el encar- go y la gratificacibn, y cumplido el plazo, sin haberse publicado el resultado de sus tareas, se han retirado á esperar que les llegue otra vez la época de volver á recibir la retribucion y de ocuparse por reiii- cidencia de comision tan honorífica.

Confundiendo los gobernantes que han dado acuerdos tan descarria- dos los elementos mas claros y distintos. han fijado un plazo para que los financieros hagan por la gratificacion lo que debia ser obra de un tiempo indeterminado, y para que la misma gratificacion y el tiem- po reemplacen lo que solo está concedido .4 la capacidad. Ni una ciu- dad puede construirse en mil años sin dinero, ni un hombre puede darle vuelta al globo en un dia aunque le pagaran el viaje con las riquezas que tuvo Creso. Para lo que requiere dinero, dinero es n e ~ cesario: para lo que tiempo, tiempo: y para lo que capacidad, capaci- dad: el que intenta reemplazar estos elementos especiales con otros de. distintas clases, debe esperar el ridículo y el malogro de su empresa. Este ridiculo y la pública manifestaci6n de ineptitud de los gobeman- tes, son la consecuencia de su conducta y las causas naturales de que. la nacion haya llegado por una progresion decrecente al estado de rui- na y descrédito en que se encuentra.

Mientras que el gobierno tuvo de que echar mano para cubrir sus. dilapidaaones y una parte de los gastos, el ministerio se disputaba como una presa, y los agiotistas y sus corredores infestaban el palacio: mas cuando los producidos comunes de las rentas no bastaron á cum-~ plir los contratos, para salir de ahogos momentáneos se empeñaron. se vendieron las fincas nacionales y apénas han quedado las precisas. para oficinas. Agotado este recurso miserable y metido el gobierno en un laberinto inextricable cuyas puertas él mismo se cerró, no te- niendo mas salida para sostenerse que un hueco estrecho que le deja-~ ron los agiotistas, tuvo que echarse en sus brazos, y sujeto á su iniqui- dad les ha entregado cuanto constituye la fé, la moralidad, los recur- sos, el aédito y el poder de los gobiernos.

Aduanas, casas de moneda, oficinas de apartado, renta del tabaco,. contribuciones directas, peages y otros ramos, hace varios años que en- tran y salen de sus garras sin que el gobierno pueda conservarlos, y

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algunos de ellos que están arrendados con bastantes seguridades por muclio tiempo. Asiduos los agiotistas de los recursos nacionales, con- vertidos en el recurso supremo del gobierno 6 incuestionable su supe- rioridad, se han alejado de palacio; apénas se ve uno que otro de sus agentes, y como los zopilotes que cuando se lian comido la carne del cadáver abrndonan la 11os;imenta y se retiran, ellos se han ausentado á gozar en paz de la porcion que cada uno ha pillado, y han obligado además á la misma víctima á que los solicite para entregarles los res- tos de que no pudieron despojarla.

Con tantos motivos de humillaciou para los ininistros de hacienda y con tan poco estimulo para lucrar en el puesto, liijos de ser solicitaclo como antes sucedia, hoy se ruega con él; ántes qne uno lo admita 10 renuncian cinco 6 seis, solo los fátuos 6 los que los agiotistas llaman significativamente puercos flacos lo pretenden, y si es hombre delicado el que por compromiso lo acepta, apénas conoce su posicion cuando renuncia.

Una de dos cosas es necesaria para dirigir con acierto la secretaria, ó admitirla sin dar márgen de antemano á la crítica, á la biirla y al desprecio. Cuando liay un sistema de hacienda organizado, la honra- dez y la práctica ó conocimiento en el manejo de las oficinas nacio- nales bien ordenadas basta: pero cuando lo primero no existe y aque- llas se hallan desarregladas, solo debe encargarse de ella el que tenga conocimientos bastos en ambas materias, buena fé, energía, esperien. cia y facultades Amplias para ohrar. Antes que se hubiera acabado de embrollar la hacienda pública hasta el grado que hoy se encuentra, ha habido recien hecha la independencia, uno que otro ministro en el primer caso, con la garantía de haber sido empleados antiguos cono- cidos por su honradez, que hicieron cuanto bien estuvo á su alcance, procuraron cvitar el caos, y tan pobres como entraron á la secretari;~ salieron de ella. En el caso de hombres con couocimientos y demas requisitos referidos no ha habido ninguno, y sí muchos, que hasta sil entrada al ministerio han ido á ver de cerca lo que es el manejo <le una oficina, y oir hablar con fundamento sobre materias de hacienda, si es que han tenido esa dicha: unos entrar pobres y salir ricos, otro? entrar ricos y salir millonarios, y decir todos con aiiclacia que el dcs- empeño del puesto les ha costado su fortuna.

Sentadas las circunstancins qiie se requieren para arreglar la ha- cienda, aiiii cuando hubiera personas capaces de encargarse de la em- presa, al gobierno no le conviene buscarlas, y mucho menos consentir

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en entregarles el ramo con el requisito de facultades Amplias para obrar, porque el mismo gobierno debe ser la primera víctima, si por victima puede considerarse al que se le refrena en sus excesos. Cual- quiera que sea el plan que se adopte, una de sus bases esenciales ha <le ser que los egresos sean proporcionados á los ingresos, porque cuando estos constantemente son menores, la deuda y la ruina son inevitables. Si los ingresos pueden bastar hoy, por ejemplo, para cn- brir los gastos, calcularse y con ciertas reformas aumentar, no así los egresos que es de donde dimana la desmoralización y la grave dificul- tad que presenta el arreglo del ramo, siendo el gobierno el mas fuerte obstáculo para el remedio.

Establecido el vicio de dilapidar, por cuantiosos que sean los ingre- sos, jamás bastarán á cubrir urgencias innecesarias que se han creado, y deben aumentar ellas 6 su valor en razon del mayor numerario que haya disponible. Gastos exhorbitantes para ganar las elecciones de pre- sidente; nombramiento 6 compra de algunos diputados, senadores y de ayuntamiento, porque á tanto equivale que á fuerza de dinero sal- gan siempre electas las personas que el gobierno quiere, y que el público sepa con mucha anticipación á las elecciones primarias quie- nes deben ser; compra de votos A otros de estas corporaciones; favo- res especiales del ministro á sus amigos; otros hechos por mandato 6 recomendacion del presidente; servicios particulares A los miembros del gabinete; gastos pródigos y supuestos para derrotar revoluciona- rios que nunca faltan; mas gastos para acallar é impedir que otros re- ~oluciouarioa se pronuncien; gastos secretos de los ministerios que van á la casa de los ministros para distribuir allí una parte á los carroce- ros, muebleros y demas, y reservar otra con que poder sostener en lo sucesivo el brillo del puesto que ocuparon; premios exhorbitantes del dinero necesario para salir del dia: y por fin, tantos y tantos que por manos impuras reporta criminalmente el erario, hacen absolutamente imposible todo cálculo para el financiero mas consumado, y al gobier- no impracticable con tal conducta, el plan y presupuestos de hacienda mejor combinados.

Convencidos los estados de tales dilapidaciones y enfadados de que el gobierno general no desempeñe para con ellos las funciones que de- biera, algunos se rehusan con fundamento á dar su contingente, y otros se escusan con varios pretestos de darlo completo: de año en año acre- ce la deuda hasta que llegue á ser impracticable su pago: al gobier- no le faltan estos cuantiosos ingresos. y contagiados los estados del

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misnio vicio <le dilapidar, cada uno coriiribuye por sil parte á la riiiri;i nacional: pero mas morales, muy raro dc ellos es el que no cubre siit presupueslos con relixiosidad y deja de liacer algo (le píihlica uiili- dad, miéntras que en México nunca liay lo suficiente para lo mas preciso. Xt' sujetándose el gobicrno á presupuesto, él es la barrera inaccesible para los ministros de hacienda, pues para obrar estos con arreglo á su deber nccesitarian mas poder que el del gabinete, 6 qiie este se sometiera a una tutoría \-el-gorizosa, pero heróica, lo cual toca ;L

lo imposible. Librada la hacienda pública á liombres ignorantes de todas clases

sujetos á los capridios del gabinete, educados en la escuela del des6r- den, la desmoralizacion, los malos ejemplos, las arbitrariedades, las ambiciones y la impunidad, el ministerio se ha desprestigiado y desa- creditado hasta la degradacion. Viudas hincadas agarrando de las ma- nos á sus liijos descalzos y flacos, rogando con voz lastimera se les dé un pedazo de pan del que se les debe: hombres descarnados y maci- lentos por la miseria, enclavando las nianos siiplicantes por obtener siquiera el sustento de dos días para su famiiias á cuenta de meses que han devengado con su trabajo: empleados mal vestidos, abatidos y meditabundos despojados injustamente, cargando sus hijos de servi- cios solicitando por favor que se les escuche y se les atienda: inválidos, enfermos y valetudinarios con los ojos I-iúmedos pidiendo por caridad lo que se les debe de justicia: solicitudes impertinentes, quejas, lágri- mas, consultas, asechanzas, acusaciones y falta de arbitrios para rcme- diar estos y otros muchos males, forma el cuadro imperfecto de las raponsabilidades y amarguras de diclio puesto que sin duda no puede admitirse, sin el convencimiento de poder hacer el bien, o mirar inno- bles y funestas y las entrañas duras de un malvado. Ministro rico Ii;i habido que suplicándole un empleado se informara, como era verdad, que su miiger estaba muerta en la cama en una pocilga, sus hijos en completa desnudez, el casero persigui&nclolo por la renta de la casa, y la cocina sin lumbre, alegando tales circunstancias para tocar el corzi- zdn del ministro con objeto de percibir algo por cuenta de lo qiie se le debía para tener con qué enterrar el cadáver de su muger, la res- puesta política, justa, generosa y compasiva que obtuvo fué la de no hay dinero, y un injusto, bárbaro y contranatural reproche que le hizo por haberse casado siendo pobre.

Ocultarse de las miradas, escusarse de dar audiencia, Iiacerse inac- cesibles al público, poner evasivas á las cámaras cuando los llaman y

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por temor de ser interpelados no quieren concumr, 6 engañarlas so- bre lo que desean saber, es parte de los medios que han encontrado los ministros para esquivar las funciones de su cargo. I r tarde á pala- cio, meterse a la presidencia pretestar grave ocupacion para no de- jarse ver en el despacho los ratos que están en él; es la rutina estable- cida con el objeto referido así como para darse importancia, y á muchos se les pasan ineses ántes de lograr una entrevista. Aburrido el que esto escribe de no haber visto á un ministro en muchos dias en su casa ili en palacio, se propuso buscarlo en el ministerio á dahoras de la noche, y allí encontró a S. E. rodeado de vanos de sus compatrio- tas y de agiotistas que se sorprendieron con su presencia inesperada. Desde entónces nunca le ha fallado este arbitrio para hablarles cuan- d o se le ha ofrecido, porque las reuniones en palacio á la una y las dos de la mañana son muy comunes, y no se notan como de dia 6 en la casa de los ministros. ]Siempre el crimen busca el abrigo del silen- cio y la oscuridad1

Sordos y acostumbrados los supremos magistrados á esta serie de acontecimientos y calamidades sin consecuencia funesta para ellos, los miran como institucion: algunos han tenido la debilidad, el interes, la torpeza 6 la malicia de poner de secretarios de hacienda á los agiotis- tas mas conocidos, y asi han logrado ahorrarla pasos muchas veces infructuosos á palacio, evitarles el trabajo de arreglar la complicidad con los ministros, economizarles el desembolso para el colcliado, dejar- les gozar solos el lucro de los negocios que debieron partir con sus cúmplices y por fin, apostrofar á la nación en su agonía, con darles parte en el gobierno, pnerles el puñal en la mano y amarrarles á la ~ict ima.

En México que no hay proyecto de gabinete que no se trasluzca á las veinticuatro horas de concebido, ni plan bien combinado que no sc sepa mucho ántes de ejecutarse, la voz pública acusó á un agiotista que vive en la calle de Sto. Domingo, de haber hecho por sus influen- cias que otro que vive en el portal del Aguila, entrara al ministerio para lucrar ambos con el. Esto será 6 no cierto, pero la verdad públi- ca es que el primero comenzó por proteger al segundo: que á la pro- teccion se siguieron la amistad y las relaciones de mútuo interes: que dicho miembro del gobierno duró cerca de un año en el puesto, mane- jando recursos estraordinarios en circunstancias muy aflictivas para la nacion; y que las libranzas que para varios plazos aceptó el clero por rin préstamo, para cuyo pago fue! necesario señalar fincas que lo ga-

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raiitizarari, las del irias corto y segiiras que fiieroii 121s del primer ven- cimiento, las repartió el ministro entre su amigo y protector, y otros <los agiotistas de las calles de S. Beriiar<lo y Capiichinas. júzguese si de estos cuatro personages no mas tres se absorverian parte de los fondos del erario, y el ministro de hacienda, no1

Siendo cada agiotista mas fiierte que el siipremo gobierno, el con- junto es un coloso de iuerza imponderable junto á un pigméo. Si al- guno de ellos queriendo desprenderse de parte de su fortuna, tiiviera rl capricho de formar una revolucion para ahorcar al presidente con sus cuatro ministros, no hay diida que lo conseguina con la misma facilidad que el total tiene subyugado y subalternado á sil antojo, las providencias de la administracion de justicia, el poder del gobierno y el giro de los negocios de estado. Cuando el gobierno iiecesita dinero para algun gasto que no admite espera, si el primero cori quien trata se la niega porque no le dá la segurida<l y el premio que quiere, to- (los los demas hacen lo mismo hasta que cede, y á la luz del dia sacan <le la tesorería con semblante placentero los cientos de talegas en me- dio de la miseria de los espectadores, con mas dereclio que ellos al dinero que se llevan.

En fin, el poder ejecutivo no piiede ohrar sin ellos; ellos son el p. bierno, son la nacion. Ministraciones y fomento á los revolucionarios ]>ara que derroquen á una adniinistradora cuando les conviene: so- corros al gobierno para que derrote á otros revolucionarios que no les agradan: nombramiento de las personas que quieren para desempeñar cn su provecho la secretaría de hacienda, las administraciones de adua- nas fronterizas, y cuantos empleos 6 comisiones son favor;ibles á sus miras: quiebras fraudulentas: esperas innecesarias para no pagar reditos y sacar ventajas de lo que no debian: abusos de confianza, cohechos, <lestrucción del erario, descrédito del gobierno, desmoralizacii>n, malos ejemplos, sangre, víctimas, pillaje, contrabando, devastacion; todo es objeto de sus especulaciones, todo es obra suya, todo les pertenece. La riiina y la infamia de la nacion son el apogeo de su diclia.

USUREROS.

Mas fácil y menos resgosa esta cipeciilacion que la de los agiotis- tas, aunque mas minuciosa y no tan productiva, no necesita relaciones ii i proteccion de los gobernantes ni particulares para emprenderla. Sii giro carece también de cálciilo, y muy poco ó ningun capital ha

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bastado á muclios para tener Iioy fortunas considerables. El descaro y la crueldad son las bases necesarias para progresar: desfacliatez para decir, por cuatro que te presto me has de devolver ocho en tal plazo, o doce en tal otro, y la crueldad de no alterar en nada lo convenido con la víctima, constituyen la riqueza del usurero. Así como el prés- tamo gratuito seria la ruina del prestador y la riqueza del prestamis- ta, el premio exhorbitante forma el caudal del usurero y la destruccion del usureado, y por tal motivo las leyes han fijado el termino medio 6 maximum del premio que el dinero debe producir.

El comerciante gana cincuenta, 6 ciento por ciento en efectos que pueden podrirsele, bajar de precio, caer en desuso, ó tener contratiem- pos inevitables: puede ocultar su codicia con decir al marchante: no lo puedo dar en ménos, á mi me cuesta tanto, el arrendamiento del al- macen 6 tienda que pago es muy fuerte, los dependientes me ganan sueldos crecidos, las contribuciones que me agobian son muchas; y. por fin, cuanto mas se dice en todo comercio para verificar el cambio, está cubierto con un velo oscuro para el comprador, con la ilusión de la verdad aunque sea un engaño, y con la conformidad no forzada del comprador 6 cambista en efectos de distinta especie. Pero el usurero no tiene en su apoyo para merecer la buena opinion, el cúmulo de gas- tos ni los contratiempos que otro comerciante, ni necesita la inteligen- cia que kste para encubrir 6 hacer tolerables sus cuantiosos beneficios.

Exigir la devolucion en efecto de la misma especie, con dos, tres O cuatro cientos por ciento de beneficio sobre lo que presta, asegurar el pago con prendas ú otras garantías muy superiores en valor á la canti- dad que ha de devolverse: la crueldad de desentenderse de los clamo- res de los necesitados: la dureza de no prestar con la oportunidad que se desea para Iiacerse el necesario, y dar mas aparato de valor á su dinero que al ageno: descontar en junto de toda la cantidad los pre- mios en lugar de recibirlos á plazos vencidos, para colocarlos como nuevo capital y formar el ruinosísimo interes compuesto: cobrar el 16- dito íntegro del mes cuando no mas va corrido parte de él: vender al vencimiento del plazo el efecto depositado, cualquiera que sea su valor, en la cantidad precisa para cubrirse, sin atender á la pérdida 6 perjuicio que á otro resulte: audacia para tratar altaneramente á los afligidos, y perseguirlos sin dejarles tomar aliento: tal es el resumen de los requisitos que constituyen el tipo característico del usurero, á cuya reunion de circunstancias puestas en práctica llaman comercio, clari- dad, exactitud y puntualidad en los negocios.

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Tres cosas obligan á ociipar á los usureros: necesidad urgente para acudir á 1;is exigencias de la vida, coinpromiso clc lionor, ó vicio de dilapidar. Y como cualesquiera <le ellas trae consigo la rergüenza, y de costunibre las dos primeras una nota injusta, pero fca en la socie- dad, los que por desgracia ocurren ii ellos cn sus apuros, árites que dar á conocer á los denias sil p»sici»ii p<:ciiniaria, se resuelven á sufrir en silencio liumillaciorics y perjuicios qiie dan á si1 descaro y codici;~, superioridad y ventajas muy marcadas para abusar. Tantos motivos de vergüenza para el usurero y lo nial visto del giro, hacen que el usu- rero se encuentre aislado de la gente honrada, que todos le huyan, y sociedad, no conozca que entre sus contemporáneos es objeto del des- precio gencral.

Con dicha especulacion de indignidad y pillaje, han clestriiido en trc- ce 6 catorce años de ataques á las familias ricas, fortunas y caudales formados con honradez en varias generaciones, y en la actualidad no existe ningun capital de los que Iiabia el año de 820. Soldados rasos, placeras, oliciales del ejércilo, empleados, clérigos y personas distingui- das por su ediicacion 6 con facultades para subsistir, están confundidos y mezclados en las calles y plazas de la capital buscando necesitados para arruinarlos, y hacerles sufrir cuantas funestidades son susceptibles de atormentar á los seres nias desgraciados de la especie humana. En- tre ellos, algunos, cuyos apellidos eran ignorados hace poco, han oCiis- cado los nombres antiguos, son de los mas opulentos de la época prc- sente, y ya aspiran con pretensiones de nobleza á las distinciones aris- touáticas.

En iin, si los agiotistns, los ministros (le hacienda y otros miembros del gobieriio y ctimplice; se han absorvido y despilfarrado la riqueza nacional; los usureros han acabado con las fortunas particulares que eran mis útiles que las suyas; y todos eslos negociantes juntos han im- pedido la industria y cuantas empresas limpias pudieran establecerse con tanto dinero como tienen dedicado para arruinar, fuera del qiie han amortizado en los bancos europeos.

Sierido el ágio mas funesto para las naciones que la usura para los pueblos; la historia nos enseña que Felipe Augusto de Fraiici;~ obligó á los judíos á la restitucion por usureros y los echó de su reino. Cár- los VI les prohibió presentarse en público sin una señal amarilla en el estómago, y por fin los expiilsó de Francia. Felipe el Atrevido los obligó i andar con un cuerno en la cabeza, les prohibió bañarse en el Sena, y cu;indo los ahorcaba era siempre entre do5 perros.

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ESPfRITUS DE CUERPO DE LOS M I L I T A R E S Y DE LOS ABOGADOS.

Cuantas profesiones, gremios, ramos y cargos hay en la república, tienen entre sí una confraternidad mas 6 menos útil 6 perniciosa á la sociedad, segun las pasiones, las virtudes de las personas, y mas 6 mé- nos probabilidad de obrar e n su provecho por falta de civilizacion o de leyes represivas y protectoras que se observaran. Cada corporacion quisiera para si ventajas sobre las otras corporaciones, sobre sus co- frades y sobre sus conciudadanos, y aunque todas aspiran á ello por espíritu de cuerpo y por egoismo, dos son las que se h a n sobrepuesto desde la independencia: la de los militares y la de los abogados: la pn- mera porque la fuerza básica es superior á todo, y la de los abogados porque invocando la ley, la razon y la justicia, tienen mas campo para obrar e n su favor.

Por espíritu de cuerpo la nacion ha tenido á los militares hasta hace poco tiempo contrariando su voluntad, ocupando la dictadura, la su- prema magistratura constitucional, la doble investidura de goberna- dores y comandantes generales de los estados, una fuerza organizada e n la capital de la república y e n la de cada estado para sostenerse, las fronteras á descubierto, todo el m u n d o contribuyendo para pagar un ejército que l o oprimiera, las rentas nacionales insuficientes para cubrir sus exigencias, su lujo, sus despilfarros, los gastos ruinosos de sus revoluciones, los sueldos de sus empleos y ascensos adquiridos e n ellas, los congresos nulos 6 disueltos, las ciudades y pueblos con seña- les de destrucción e n sus edificios, y algunos de ellos destruidos: por f in , con la prepotencia de la fuerza, haciendo y deshaciendo cuanto podía contribuir á su engrandecimiento.

Divididos entre sí por las aspiraciones, las rivalidades, la falta de re- cursos para moverse, por su incapacidad comprobada para mandar e n mas de veinte años de esperiencias hechos por cuantos han gobernado, y celosos los estados de poseer la autoridad que por tanto t iempo les usurparon; se han desconceptuado y debilitado al estremo de necesi- tar una reconquista m u y peligrosa y di,fícil para volver á su antigua posición. Las funciones de armas á que estaban acostumbrados para sobreponerse, h a n tenido que reemplazarlas con intrigas de gabinete para colocarse, y que invertir los fondos nacionales cuando pueden, en cohechos y sobornos para figurar. Bastante marcada su decadencia, hoy solo les quedan las comandancias generales: por las leyes civiles

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que los licenciados van formando para nulificarlos, pronto las perde- i.án, y el cadalzo llegará a ser el termino de esta carrera del honor de muchos servidores fieles de la nacion.

Enervado el espíritu de cuerpo de los militares y espirante su po- derío, el de los abogados ha ido tomando la supremacia para reempla- zarlos, y un peqiieño paso les falta para lograrlo y consuniar por prin- cipios de derecho la destruccion de la república, que los militares con solo respetar el sictenia federal, no serian capaces de conseguir con siis proyectiles en accion. Siguiendo al ejército en sus campaiías, elogiün- do á los caudillos en lo personal, apoyándolos y encomiando sus proe- zas con la pluma, liicieron á un lado á todas las clases de la sociedad para partir con ellos el poder: al principio de la guerra intestina se cofiformaron como trofeo con ser secretarios particulares y asesores, y <on obtener otros puestos secundarios: pero con el tiempo, riiinándolos paulatinamerite los lian derrocado y sustituido, apoyados en la repup- i~ancia general que aquellos han infundido con los abusos de su insti- tución.

Exaininenios lib~ramente su conducta, independiente de la que obser- van en los juzgados civiles, criminales, corte de justicia y otros puestos que por su ~mfes ion les conciernen, porque en ellos es generalmente sabido que con pocas excepciones, el provincialismo, el parentezco, el interes, la amistad, la enemistad, las simpatías, las antipatías y la opi- iiion política, son los que determinan los trámites y las sentencias, pero casi nunca la justicia. Los militares mas concienzudos, caballe- rosos y ménos crueles que los licenciados solo han ocupado segun su graduacion los puestos de cierta categoría, y desdeñado los que han creido degradantes á su carrera y á la especie Iiumana: lejos de esto los :ihogados, que por ganar terreno aunque sea salitroso, improductivo 6 inmundo sin la menor distincion se han apoderado desde la cuerda del verdiigo basta la silla del supremo magistrado. En alguna parte del eitado <le Oajaca. el j u e ~ que sentencia ó comunica la sentencia de inuerte a los reos, es el que los conduce al patíbulo, presida, manda 1 2 ejecucion, se abona los derechos del ministro ejpcutor y se enqalana coii su categoria. Esta es la cuerda del verdugo.

Por una pro~qesion crerente de codicia, de desprecio de sí mismos ! ile la dignidad de su carrera, es muy comun que los licenciados acom- pañen á los miiiistros ejecutores A los embar~os, y que estos solo vayan corno drganos de su voliintacl á poner por obra sus disposiciones, en ~ i t y o caso se abrogan gratuitamente otra de las Ioncioiies unas desa-

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gradables de los ministros ejecutores. Despues los encuentra uno de empleados subalternos en las oficinas, de secretarios de las autoridadci de segundo y tercm órden, de regidores, de prefectos, de diputados, de senadores, de gefes, rectores y catedráticos en algunas oficinas y cole- gios; luego de agentes, ministros y enviados estraordinarios en el es- trangero: mas arriba de miembros del supremo gobierno; y por Último, en la presidencia de la república que les concierne en ciertos casos. Esta es la silla del supremo magistrado.

Con conocimientos apenas precisos para formarse hombres útiles cuando re les juzga hábiles para ejercer, luego que se reciben abando- nan comunmente los estudios, coniienzan á solicitar puestos indignos de su saber, y á abrigar ambiciones superiores á su limitada instruc- cion elemental. Como no tienen ordenanzas ni estatutos que pongan coto á sus aspiraciones, ni fijen las circunstancias que debian exigirse para obtener ciertas dignidades y cargos, favorecikndose mútuamente por el espíritu de cuerpo, á ejemplo de muchos militares que de sim- ples oficiales de favor han ascendido repentinamente á gefes superio- res en servicio pasivo de plaza, sin seguir los empleos de escala y sin calificacion para saberse si son útiles como subalternos en campaña: ellos, despues de algunas preguntas tal vez convenidas de antemano 6 hechos con consideracion en un rato de la prima noclie, á cuyo acto llaman equivocadamente noche triste, pues solo lo es para la sociedad, salen al mundo desde el dia siguiente prontos á emprender campaña legal, y sin haberse presentado algunos de ellos en los estrados A dar u n informe, tan luego como logran ser regidores 6 diputados, se creen con los elementos necesarios para competir hasta con los hombres de primer 6rden: desde entónces sus pretensiones son colosales, y varios ha habido y hay en puestos de categoría propios de su carrera, que puede ser no sean útiles para defender una causa clara de su profesion.

Hacienda, relaciones, política, diplomacia, policía, geogratfia, cieii- cias exactas, cálculo mercantil, todo lo juzgan parte adyacente á la mayor 6 menor instruccion de jurisprudencia que han adquirido. hfiem- bro del gobierno ha habido entre ellos, que haya amagado al ministro americano con que una espedicion mexicana iria á Washington á ha- cer valer los derechos de Mkxico, cuando los ingleses, dueños de los mares y de la marina mas respetable, apénas han podido obtener de aquel gabinete ventajas de consecuencia por las armas. Otro, miembro del gobierno tambien, que estando desarmado el pueblo de la capital ha publicado una providencia para que los habitantes echaran agua

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caliente á los invasores americanos con objeto de defenderse de trenes niagnificos de guerr;i I~ieii inancjados, ú librarla de la oriipacion con cl t>uiio de Mal-ia qiie rnan<lí> se diera á las Iuerzas enemigas (1). Un jiiez de lo civil, con reputacion de lionrado, que agitíindole el gobierno para que concluyera una causa criminal en que se interesaba el mi- iiistro inglés, no pudiendo llenar pronto las forinalidades prescritas por las leyes para sentenciar, pasó una coniunicacion al ministerio de jus- ticia IiaciCndole vcr las dificultades qiie habia para concluir pronta- mente la causa, y su buena disposición ó deferencia Iiácia el gobierno para condenar á niuerte al presunto delincuerite, salvando los trámites establecidos por las leyes.

Eneniigos de todo aquello en que iiu tienen intervencion directa, el noinbre de guerra los espanta y quisieran abolir para mandar solos cuantos ciidigos y estatutos liacen sombra á los siiyos, ó Clue estos red- sumieran las materias de todos y qiie iio existieran aquellos aconteci- mientos que solo pueden decidirse por la fuer~a, el Iieroismo y el pa- triotisino. En la accion de Gr;inadit;ib, en Giianajiiato, dice D. L. Ala- inán: ''La muerte del intendente," geIe del punto, "introdujo la divi- \ion y la discordia entre los defensores de la alhóndiga en el momento que mas necesitaban proceder con imion y firme resolucion. El asesor <le la intendencia, Lic. D. Manuel Perez ValdGs, londado en que por la ordenanza de intendentes el ejercicio (le este empleo recaia en el ;(sesor por la falta accidental del propietario,, pretendia qiie rcsidien- (lo en 61 la autoridad superior de la provincia, nada (lel~ia Iiacerse sino por SU mandado y propenclia á capitiilar: el mayor Berzabal sos- tenia, que siendo aquel un mando puramente militar, conforme á la ordenanza 61 debia tomarlo por ser el oficial veterano de mayor pi-a- duacion y estaba rcsiielto á 1:1 defensa. Sin que esta <lisputa pudiera decidirse, la confiision del ataqiie hizo quc iodos m;iriclaran y que eii I~reve ninguno obedeciera." "i.1 desacuerdo de los sitiados liacia que al iiiismo tiempo que D. Gilberto Diaño," hijo del intendente, "sediento <le vengaiiza por la muerte de sil padre, y D. Manuel Biistamante que lo acompañaba, arrojaban ron otros los frascos" que liabian servido para el azogue dispuestos como bomba de mano para Iiacer estrago "sobre los asaltantes, el asesor liacia poner iin pañuelo blanco en señal de paz, y el pucblo atrit>uyendo á perfidia lo que no era rnas que efec- to de la confusion que habia en el interior de la allióndiga, redoblaba su furor y se precipitaba al combate con mayor encarnizamiento." Es- tos hechos, el resultado de la invasion de los norte-americanos que

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fueron los tratados de paz formados por ellos, y la persecucion i los que les hacian la guerra, no dejan lugar á la duda sobre la veracidad de los principios sentados.

Véase el arancel que han formado para el cobro de derechos de las distintas profesiones, artes y oficios. Todo escribano, abogado, y hasta el último agente de su corporacion cobra dos pesos por legua cuando sale de la capital y los de las demas profesiones uno, manifestando tal acto de distinción tan igual y material para todos los que caminan, la exageracion de su espiritu de cuerpo, su egoismo colectivo, su codi- cia y su falta de política. A todos someten en los juicios á dicho aran- cel, y ellos se han dejado en él canipo abierto para cobrar á su antoja hasta arruinar á las familias, siendo esta una de las causas porque no hay litigante que aun cuando gane un pleito no quede aborreciendo á su abqado y al juez. Sin toda la consideracion que debian tener con la clase subalterna de su corporacion, los procuradores por la miserable propia de cuatro reales que les han designado por cada sa- ca de autos, tienen obligacion de ir cien ocasiones á las casas de los abogados 6 de las partes, con responsabilidad de ir á la cárcel cuando á un licenciado se le antoja, á ocupar el lugar que debia ser suyo. Hasta hoy no han intentado ni sabido formar un código de procedi- mientos, ni arreglar ninguno de los ramos de la administracion de jus- ticia para hacerla mas clara, mas precisa, ménos onerosa y mas esten- siva á las clases indigentes. No lo han intentado, porque en el labe- rinto de leyes contradictorias que rigen estriba su fortuna, la desver- güenza de algunas causas escandalosas que defienden y la libertad de los jueces para sentenciar; y no han podido, porque es de presumir que no tienen capacidades en su profesion, y por agregado, ni en la política á que se han dedicado con empeño. En ninguno de estos ra- mos ha habido uno que se haya hecho notable á pesar de ocupar hace. varios años los puestos que prestan campo para distinguirse; miéntras que las únicas &pocas de su gobierno han sido marcadas con calami- dades, como fu& la del Sr. Peña y Peña con los tratados de paz, y la del Sr. Corro con el escandaloso golpe de la moneda de cobre.

La esperiencia ha acreditado que por espíritu de cuerpo las respon- sabilidades exigidas á los jueces y abogadas han sido ilusorias: el que lo intenta se arruina, no logra que se hagan efectivas, sus maldades se sobreponen y no hay dique conocido para contenerlos. Por la misma razon son inútiles las recusaciones, los llamadas jueces acompañados. y demas leyes 6 providencias de equidad y justificacion aparentes con

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que desluiiibran á algunos litigantes, y el que por desgracia cae entre ellos lo enredan en una telaraña de la cual es imposible salgo ileso. "Paciencia y mala intencion", es el principio moral, cl norte, la guia y la base furidameiital de su conducta: no liay litigante á quien no inspiren esva ináxima por norma del modo con que debe conducirse en los litigios, y de aquí su crueldad, su dureza y su indiferencia para destruir á las partes. Coii "pacicncia y mala intencion," del niisnio ji~zgado qiie iin j u e ~ Iionrado saca apinas lo necesario para sostener su corta familia, otro méiios delicado cargado de Iamilia nuiiierosü vive con cierto lujo y abundancia, y otro de los Ilaniados Iiábilrs con gas- tos mas cuaritiosos que los del ariterior, á los cuatro ú cinco años sale del puesto con capital, dejando en la jurisdiccioii recuerdos dolorosos de sil impune proceder.

Por los periódicos hemos visto que hay magistrado cargado de po- deres, que no teniendo incotiveniente en que se haga público tal es- cándalo, coi1 los papeles en la mano parece decir á los contrarios de siis poderdantes: ¡Vengan á nii sala, yo les liar6 justicia, yo los despa- cliarC! Su audacia lia llegado al grado de publicar una ley por miras particulares, para que los acreedores no pudieran cobrar cierta clase de deudas licitas, y si las consecuencias de esta ley no hubieran ata- cado los intereses de su corporación, todavía subsistiera. Por otra lcy llamada Otero se persigue á los que no teniendo mas arbitrio que la imprenta para quejarse á la opinion pílblica, mentaren los nombres de las personas, y fiié dada de resultas de haberse publicado que al autor de la ley lo abofetearon y escupieron públicaniente sir1 qiie sc atre~iera á defenderse ni á responder; y aludiendo por tal motivo i su gordura, que su importancia en la sociedad equivalia á un pedazo de carne escupida. Por efecto de esta ley provenida de un lance parti- cular, los abogados criminales deben conservar la opinion de Iiombres de bien, y los oprimidos, bejados 6 perjudicados por ellos cuando la quebranten, ser perseguidos como malvados. Es decir, á los niexicanos les han quitado hasta el dcreclio natural de gritar, de que liasta los perros usan cuando les pegan un palo.

El cuniplimiento de tal ley, liace que sus abusos y los de cualesquie- ra criminales con reputacion de Iionrados, se multipliqueii impunemen- te; y apenas puede creerse que los abogados en vista dc la causa y del objeto con que se dictó, se atrevan á ocurrir en los litigios, si no es con rnalicia, al espíritu y no al tenor de las leyes. Si hoy se preguntara á los que de ellos ignoran lo acaecido, cual es el espíritu de dicha ley

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Otero y el origen <le sil foriiiacioii, si11 coirfesar qiie no lo sabian, disputarian, interpretarian, y perdiéndose cn congetiiras iio darian con el motivo. Lo mismo puede decirse de los que pretenden adivinar en lo que pensaron otros legisladores al dictar las leyes de Indias, las á propósito para las castas y demas vigentes, cuyo fiindariiento de mu- chas provcndria de algun motivo vergonzoso Ó beneficio prirticular que resultaria al legislador, pero que, como la del caso citado, se han hecho estensivas á la generalidad.

En la prictica del sistema de interpretaciones estriva la base prin- cipal de la chicana judicial, las iniquidades de los jueces, que los liti- gios sean ruinosos 6 interminables, y que el espíritu de suspicacia para contrariar hasta los axiomas, sea el distintivo característico de los li- cenciados. Cuando se propone ó promueve alguna cosa particularmente por alguno de los qiie llaman legos, aunque sea instruido, fundada en razones sólidas y principios innegables, el primer acto del abogado cs oponerse con calor, negar lo sentado sin tal vez entenderlo, y pen- sar poco ó muclio tiempo para vertir de preferencia hasta absurdos en apoyo de su opinion, Antes que manifestar de algun modo que no entiende la materia de que se trata, 6 que le faltan Iiind;~rncritos para combatir. Sabido el principio bien calculado que en ciertos puestos importantes no deben durar mucho los que los ocupan, es de creerse que si las leyes de la república estuvieran puestas en 6rden alfabéti- co. 6 clasificadas de un modo preciso, y que si los jueces 110 fueran vitalicios, el aprendizaje insignificante de las fórmulas y los término5 cle la facultad iis;idos en el foro, y la razon natriral i> algo de lógica. que es en lo que muchos licenciados Iiacen consistir sil habilidad, se- rian suficientes para que infinitos litigantes ante jueces probos, se ahorraran cle sil patrocinio y se libraran del kivoritismo que obtienen de los jueces, á cuya infamia han dado el nombre de "resortear."

Cualesqiiiera espedientes voluminosos en que Iiayan intervenido va. rios abogados, proporcionan resmas de papel en que observar escritos de á veinticinco pliegos, abstractos, metafisicos, difusos é ininteligibles, raciocinios, alegatos, dialectos, pruebas, trámites, sentencias y vicios que espantan, y manifiestan, si no la falta de principios é instruccion, 7 i de la mala fé de este cuei-po que creyendo ser de omniscios, Tireten. de abrogarse el derecho esclusivo de mandar á los demas. Litigando cn caiisa agena mas por si que por sus clientes, del mismo modo que sin escrúpulo destruyen la fortuna particular de las familias, acabarán de vender á la nacion. De ambas rosas son pruebas irrefragables los

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inmensos c;ipit;iles que se Iiaii al>sor~i<lo con la investidura de defen- rlerlos, la iniillitud de liiikrfanos rniseraliles que piieblan la república y debiati ser ricos sin sii intervencion, las l~roljiedades que tieneii mu- clios y pertenecen á sus clieiites, y la niitacl de la nacion vendida antes <le perder las esperanzas de coiiservarla por una lucha formal.

Los conservadores con sil protensihn de que la república viielva al estado de colonia, le dejan el dereclio de iiidependerse con la fuerza de las armas: los ;igregacionistas pueden salvarle el mismo dereclio coii su mira de unirla por convenios con la rii~rte-americana: pero los moderados y los abogados de categoría, cuyas dos circunstancias están con frecuencia iiiiidas, si siguen romo es probable enagenando el terri- torio y i los mexicanos, validos de su posicion social y de las ocasio- iies que con Irecuericia tendrán en lo siicesivo: con las ventas lirivarán ;i la niicion de usar del dereclio de la fuerza por su aquiescencia táci- i;t para tales contratos, de reclamar l o vendidos las injusticias que se les intieran; y cuando oprimidos, miserables y disgustados por su si- tiiacion quieran aspirar á sacudir el yugo, no tendrán derecho para iml~losar aiixilio, b e enco~itriir;in como los negros en el raso de resca- t;ii\e para ser libertos, y de coniprar á peso de oro mezclado con san- %re, paliiios de tierra qiie tendrin entre los compraclores mas valor, <]ue el de 121s lengiias cuadradas que Iioy lian prodigado y malbaratado. i'l'sl vez esta es la suerte de los qiie Iiace poco eran mexicanos y Iioy iiorle-americanos!

1.0s abogados, mezclados y coiifoiididos por el trzige con los demas ci~tcl;idanos, no tieiien distintivo esterior que los llaga notar, y por eso son vibtos con error iguales al comun de los liombres, entre el cual los iriilitares forman por sus insignias una fraccion remarcable, siendo esta rircunstancia la que Iia contribui<lo á infundir contra sil institucion I>:trte <le la nversion que se les tiene, y que sus abusos sean mas ruido- sin y perceptil>les: así como por falta de viso aparente, las maldades de los licenciados son ménos observadas y mas toleradas, aunque su cs- piritu [le cuerpo es infinitamente mas pernicioso para la nacion. Uni- fomies de todos colores; categorías <le guerra adornadas con cuanto lia inventado de mas ridículo, vistoso y munificente desde el meco liasta cl opulento monarca; miles de hombres i pié y á caballo con el semblante irritado adiestrados para matar, tambores tocando á degüe- llo, cañones, fusiles, instrumentos contundentes, proyectiles incendia- rios, armas cortantes y punzantes, bombas, maestranzas, consejos de guema, hospitales de sangre, cuerpos mutilados, cadáveres, miembros

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esparcidos aqui y allá, bocas obscenas, maldidentes y demas aparatos con sus consecuencias de muerte, crueldad y desolacion; aunque son sin duda mas temibles, aterradores é imponentes al parecer, se pueden combatir y reformar con mas facilidad que un escribano, un ministro ejecutor, un abogado, un juez y una corte d,e justicia.

Los militares en sus destellos de cuerpo y planes revolucionarios, se estrellan frecuentemente contra la oposicion armada de los pueblos, la inercia, el sistema y las providencias del congreso que les ensancha ó limita sus facultades y algo los atemoriza: pero los abogados no tie- nen ninguno de estos obices, porque las cámaras que por sus faculta- des podrian marcarles el hasta aqui, ó el gobierno que por las suyas deberia iniciar que se determinaran los limites de su profesion, ambos poderes con multitud de ellos en su seno se dejan guiar por sus miras, sin notar siquiera el poder que les usurpan para decidir de los destinos de la nacion. El día que logren acabar los fueros para lo cual tra- bajan, no por espíritu de igualdad como los dembuatas, sino al contra- rio, por el predominio absoluto que intentan, habrán dado el último paso que queda dicho les falta para llegar á la cumbre, no tendrán com- petidores, sojuzgarán á todos en silencio, y el territorio, las fortunas y las vidas serán su propiedad.

De los militares está uno libre de padecer, no absolutamente, pero no mezclándose en sus contiendas ni haciéndoles la guerra sin elemen- tos, miéntras que de los abogados aunque uno les huya le buscan plei- tos, no hay medio conocido para combatirlos y lo arrastran contra su voluntad á lo que no quisiera. Con un sombrero siquiera que se ten- ga que perder y que haya quien lo codicie, no está libre el dueño de ver escrito en su contra: "Ante vd. como mejor proceda suplico que se lo quite con lo necesario, por ser de justicia que pido y juro sin pro- ceder de malicia:" el abogado contrario jurar con inocencia y sencillez lo absolutamente opuesto: el juez proveer que el dueño del sombrero lo pierda sin apelacion, fundándose en la equidad para no fallar entregue tambien la cabeza que era lo necesario para llevarlo pumto: despojar entre todos hasta de los calzones al pobre propietario ademas del som- brero que se disputaban, y con estas y otras fórmulas atacar cuanto hay de mas sagrado sin haber a quien ocurrir para contener tanta ini- quidad.

Si fuera dable saber la opinion que los ricos tienen de los abogados, y los temores que abrigan particularmente los que no tienen sus bie- nes muy saneados, sobre el paradero que llegarán á tener sus (fortunas,

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no liabria quien por poco niundo que tuviese no espresara su tenior de que los licenciados intervinieran en sus riegocios, por la iinposibi- lidad de que sus cálculos se realizaran entónces. Por este principio co- rroborado con miles de Iieclios, es muy comun que las iamilias ricas liagan seguir para la seguridad de sus intereses la carrera del foro 6 alguno de sus vástagos, muy frecuente que el vástago nombrado para defender á sus coherederos, pero viciado y cierto de abusar inipune- mente de su profesion, no cumpla con las disposiciones de sus asceil- dientes, y que desentendiendose de las causas porque se halla en tal posición se absuerva la foriuna de todos ó la dilapidc.

Los militares á pesar de su incuestionable espíritu de cuerpo, tienen orcienanzas por las cuales fusilan, destierran, degradan y castigan de varios modos á sus compañeros de armas: la corporacion de los cléri- gos tiene para los de esta mitra un colegio, prision y castigos en Te- pozotlan con objeto de refrenar A los que se olvidan de sus obligacio- nes ó se desmandan; pero la de los abogados no conoce entre si nada que le intimide ni evite los abusos destructores de su profesion, Iiaci4n- dose increible que las corporaciones todas tengan que reprimir con fre- cuencia á los miembros de sus respectivos cuerpos por faltas especiales de sus instituciones, y que entre la infinidad de jurisperitos que exirte no Iiaya uii solo culpable. Causa ménos repugnancia ver sus adema- nes y oír los insiiltos que se cambian eii los estrados en defensa de siis razones, que admiracion encontrarlos con los brazos enlazados al salir del tribunal, clianceándose sobre las faltas que cometieron en presen- cia de sus autoridades superiores.

Si su profesion de controversia no les impidiera formar ostensible- niente el cuerpo compacto que tiene el clero, es seguro que los que no fueran abogados andarian públicamente sin tener con que cubrirse. Hasta despues de hecha la independencia, existieron pintadas dos li- guras desnudas en las que es hoy tercera sala de la suprema corte de justicia, Ilainada eniónces sala clel crimen: una con papeles en la niano, el seniblante placentero y un rótulo en el pedestal que decia, gané: y otra con el serriblante triste, cuerpo medio encorbado, contraido y ab;i- tido quc decia, perdí. Tal alusion pública y desvergonzada colocada eii el lugar que debió ser de la justificacion, estuvo dedicada por los jue- ces al triunfo del pillaje, ; la impunidad del crimen, al vilipendio de la inocencia: tan Iiorrible f insultante para los litigantes, como inmo- ral, cobarde, cruel, impolítica é indecente en los abogados y para su profesi011 honorífica, que desvirtuándola y haciendo ostentacion de su

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perversidad, al mismo tiempo que alentaban á los malvados, instigaban á los agraviados á sufrir en silencio las injusticias que se les infirieran, ántes que esponerse á representar el papel de alguna de las dos figuras que enseñaban la historia de los litigios, y eran ejemplo mudo y acre- ditado de la realidad. Desde esa época hasta la presente, nada hay que desdiga en la administracion de justicia de México de los procederes de aquellos jueces y abogados, y sí casos peores que el de dejar á uno cn la indigencia, como el citado de haber estado dispuesto cierto juez á condenar á muerte á un presunto criminal por complacencia, el cual mereceria otra figura aleg6rica que no conocieron los españoles.

En fin, si los licenciados se han sobrepuesto á los militares y á la nacion, es debido á la apatía del pueblo ya que hay tanta ineptitud en los poderes legislativo y ejecutivo. Debiendo considerarse toda reforma igual á un golpe dado al reformado, es contranatural exigir que la vic- tima se ahorque sola. Tal dislate ha dado márgen á que encargados los abogados de reformarse á si mismos, agarrando el palo que se les di6 para que se pegaran el golpe lo hayan vuelto contra la sociedad, y lla- mando reforma al poder absoluto de que se van haciendo, se hayan convertido en gran parte del obstáculo que tiene el gobierno para mar- char, siendo seguro que al paso violento que van, pronto lo envolverán .en un código que nulifique sus atribuciones. Los hijos del Distrito ya se hallan en el caso de hacerse justicia por mano propia en uso del de- recho que adquiere el oprimido, 6 del que vive sin leyes que lo favo- rezcan: en la dura necesidad de ayudar é impulsar al gobierno para que los refrene y los sujete con la mano vigorosa que requiere la exis- tencia de su supremo poder amenazado; y en la obligacion de evitar prontamente los males que traen sus demasias, por cuyo pronto reme- dio clama la lastimosa situacion de la república.

La segunda parte de este artículo se incluirá en el número 207-208 (mayo-agosto de 1996)