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    Nietzsche contra HeideggerOnto Coga esttica

    (J-fCosde riacfna I)

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    Jos Vidal Caatayud

    Nietzsche contra JfeicCegger

    Ontofoga esttica

    (Kios de J4riacna I)

    'Estudio predminar deTeresa Oate y Zu6a

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    Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseo de la cubierta, puede

    reproducirse o transmitirse por ningn procedimiento electrnico o mecnico. Cualquier forma de reproduccin,

    distribucin, comunicacin pblica o transformacin de esta obra solo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Rcprogrtlcos,

    www.ccdro.org) si n ecesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra.

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    Josc Vidal CalatayudMadrid, 2008

    Editorial DYK1NSON, S.L. Melendez Valdes, 61 - 28015 Madrid

    Tclcfono (+34) 9154 4 28 46 - (+34) 91544 28 69

    e-mail: [email protected]

    http: // www.dykinson.es

    http: // www.dykinson.com

    ISBN: 978-84-984 9-353-5 Dcposito Legal: M-51474-2008

    / re im pre sin por:

    Hesing S ervi cio s G r fi co s S.L.

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    Im presin po r:

    Safekal, S I.

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    NDICE

    I'.S TUDIO PRELIMINAR,por Teresa Oatey Z ub ia ..................................................

    IN TRODUCCIN...........................................................................................................

    I I NUESTRO TIEMPO, AN ENTRE HEGEL Y HEIDEGGER(( ) NIETZSCHE Y LA DIFERENCIA).............................................................

    I NUESTRA ORIENTACIN EN EL MAPA DE LASINTERPRETACIONES DE NIETZSCHE............................................................

    NOTA BENE....................................................................................................................

    PRIMERA PARTEIntervencin epocal de Martin Heidegger mediante

    su lectura ontolgica de Nietzsche

    < APTULO PRIMERO. EL ENEMIGO NTIMO. EPOCALIDA1) ENLOS CONCEPTOS BSICOS DE LA LECTURA HEIDEGGERIANA 1)1NI ET/,SCHE....................................................................................................................

    I I (1IRSO HISTRICO DE LA INTERPRETACIN HEIDEGGERIANA....

    1 ( I AVE DE ESTA LECTURA:LA IDEA NIETZSCHEANA DEL ARTE YS II MARCO METAFSICO ...............................................................................

    < APTULO SEGUNDO. UN NIETZSCHE ROMNTICO ? LAIMPOSIBLE COHERENCIA DE UNA METAFSICA DE NIETZSCHE

    2 1 I A BSQUEDA l ) l i LA UNIDAD CONCEPTUAL EN TORNO A I.A

    NOCION DE VOLUNTAD DE PODER ...................................................................

    N II I/ SC I II EN I A HISTORIA DE I OS Nll ll l ISMOS, O QU DIOS 11A

    MUI R IO CON I A MOD ERN ID AD

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    ESTUDIO PRELIMINAR:

    El secreto de la creatividad

    Por Teresa Oate y Zubia (UN

    I I A DIFERENCIA POSTMODERNA: UNA PERTURBACINIINTEMPESTIVA

    A partir de los aos 60 del siglo pasado, en que se publican textos tales 'ni un Sdii (Fiempo y Ser) de Martin Heidegger; Verdad y Mtodo de Hans-

    iii lii11K'i ; / diferencia y Repeticin , y Spinoza y el problema de la expresini* . i . doctorales de Gilles Deleuze ;Las Palabras y las cosas de Michel F o itotalidad c Infinito de/Enmanuel Lcvins; o La esertura y la Diferencia de JIViuda, se produce el doble movimiento que integra la Postmodcmidad flosI .1 Ilermenutica [fundada por Gadamer siguiendo a Heidegger y a un cierto N1 1ii- y recogiendo amplios movimientos como La Fenomenologa husserl iaI xislencialismo de Kicrkegard o el Historicismo de Dilthey] y El Postestructun |(|iic rene y modifica la herencia de la crtica del Capital y la sociedad burdebida a Marx y Althusser; la crtica del inconsciente y \j. administracin.eMialulad debida a Freud y al lenguaje de Lacan; junto con la crtica de las estni1, del lenguaje que se remonta a Seaussure o a la antropologa de Levi-Strauniendo poi ltimo la critica poltica postmarxista en explcito vnculo con la cdi' la cultura y el arte de Nietzsche y con la crtica de la dialctica de la Ilustrque debemos a la Escuela de Frankfurt], Todas estas referencias hacen posible genero I a Filosofa de las Diferencias o El Pensamiento de la Diferencia yleudad, que en las dcadas de los aos 80 y los 90 cxplicitan sobre todoI lam/ois I yotard y ( i ialini Vattimo con el nombre de un movimiento a la vez et ullm aI y liloslieo: La Postmodcmidad. Por eso Lyotard recogiendo expins di- la arquitectura y la crtica literaria estadounidense escribe la con

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    ESTUDIO PRELIMINAR:

    El secreto de la creatividad

    Por Teresa Oate y Zubia (UNED).

    I. LA DIFERENCIA POSTMODERNA: UNA PERTURBACININTEMPESTIVA

    A partir de los aos 60 del siglo pasado, en que se publican textos tales como

    Zeit un Sein (Tiempo y Ser) de Martin Heidegger; Verdad y Mtodo de Hans-Gcorg( adamer;Diferencia y Repeticin , y Spinoza y el problema de la expresin las doslesis doctorales de Gilles Deleuze ;Las Palabras y tas cosas de Michel Foucault;Totalidad e Infinito de Enmanucl Lcvins; o La esertura y la Diferencia de JaquesDerrida, se produce el doble movimiento que integra la Postmodcmidad filosfica:I,a IIermenutica [fundada por Gadamer siguiendo a I Icidcggcr y a un cierto Nietzsche y recogiendo amplios movimientos como La Fenomenologa husserliana, elLxistcncialismo de Kierkcgard o el Historicismo de Dilthey] y El Postestructura!is-

    mo [que rene y modifica la herencia de la crtica del Capital y la sociedad burguesadebida a Marx y Althusser; la crtica del inconsciente y la administracin de lasexualidad debida a Freud y al lenguaje de Lacan; junto con la crtica de las estructuras del lenguaje que se remonta a Seaussurc o a la antropologa de Levi-Straus, poniendo por ltimo la critica poltica postmarxista en explcito vnculo con la crticade la cultura y el arte de Nietzsche y con la crtica de la dialctica de la Ilustracinque debemos a la Escuela de Frankfurt]. Todas estas referencias hacen posible que segenere La Filosofa de las Diferencias o El Pensamiento de la Diferencia y la Al-

    leridad, que en las dcadas de los aos 80 y los 90 explicitan sobre todo JeanFrancois I,yolard y ( anni Valliino con el nombre de un movimiento a la vez epocal,cullural y filosfico: I a Poslmodernidad. Por eso Lyotard recogiendo experiencias de la arquitectura y la ( litica literaria estadounidense escribe La condicinPostmoderna conio imi intuirne de las sociedades propias del capitalismo de consu

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    Postmoderna conio imi intuirne de las sociedades propias del capitalismo de consu

    I I RI SA U A TE Y ZU B A

    meros ttulos internacionales de Vattimo resultan igual de significativos: A l fina l dela Modernidad; Las Aventuras de la Diferencia; Ms all del sujeto (Pensar despus

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    i\tU tho /a i l umilili I I si il i lo de In ( ivdlivithul 15

    contexto ili lucran clisciitillcs, siendo el liuto progresivo del proyecto de la razn universal en proceso de autorrcalixacin. De ah que contra tal aparato de legitimacin y atrincheramiento dogmtico, desptico, refractario a la crtica, el venablo deNietzsche haya calado hasta el hueso: No hay hechos sino interpretaciones. Cuya

    pertenencia a contextos histricos y simblicos de racionalidad lingstica plural, lejos de traducirse en relativismo alguno, da por el contrario cuenta de aquellas perspectivas vivas y en transformacin histrica plural, que proporcionan la superficie de inscripcin de los fenmenos y la base de cualquier investigacin de sus condiciones, nexos, y regmenes, en funcin de las relaciones posibles de las perspectivas entre s. No es de extraar, entonces, que en todos los movimientos postmetafsicos sin excepcin est presente eso que yo llamo La Ontologia Esttica (de la percepcin

    aisthsis del tiempo-espacio) como investigacin crtica de la imaginacin creadora: las condiciones histricas de la creatividad del arte y la tcnica, situadas en elpunto de mira del nihilismo europeo; o la exploracin ontolgica de la esencia de laobra de arte, su proveniencia y su tarca en la poca de la imagen del mundo tecnolgica. En todos estos casos es en la experiencia esttica y cultural del arte donde se localiza el mbito racional de una posible transformacin histrica del nihilismo, que afecta a las races mismas de la historicidad occidental: a la metafsica de la historia, cuestionada por el arte mismo como un gnero literario que ha olvidado su origen.

    Por eso la crtica del nihilismo y su desprecio supuestamente sobrepasador, su-

    perador de la vida y de todo lmite, ha de atravesarlo por en medio, situndose en el emplazamiento espacio-temporal dnde nicamente podra emerger una trans-huma-uidad menos violenta: esc lugar ambiguo y cultivado que parece tener un estatuto ontolgico doble: real c irreal al mismo tiempo: el lugar del arte, la poesa, la msica, laliteratura y la historia. El lugar de los lenguajes creativos y tecnolgicos, que remiten, en ltimo trmino, a las condiciones mismas del pensamiento, la libertad y lacreatividad. Para cuyo acceso racional se exige poner la ontologia del lenguaje en relacin con sus ltimas diferencias y criterios de articulacin plural, hasta desembocar en los lmites: los posibilitantes transcendentales: el ser del espacio y el tiempo,que acompaan a todos los fenmenos y lenguajes de manera diversa y significativa:diferencial. De ah que desde Nietzsche la investigacin esttica, en el sentido ontologico explicado, no haya dejado de urgimos a la operacin de invertir el platonismo para transvalorar el nihilismo y propiciar, entonces, la apertura histrica de EiniiiiJc iv Anfang un inicio otro : el de un tiempo y lugar diferentes para un Occidente menos violento: el mismo que buscaba el poeta-filsofo Hlderlin orientndose ;i la comprensin de lo divino originario del pensar griego: lo divino necesitadodel lenguaje (lgos) y el amor (phila) de los mortales, para poder retornar tras la

    minile de Enipcdocles y la desaparicin de la filoso fa en la poca trgica de losyju 'gos. ( omo lo enuncia Nietzsche con el elocuente ttulo de esa otra obra en que ellilosofo intempestivo nos sita en el horizonte tlel acontecer de la temporalidad delli iai lilo el anu, la denudad inmanente del instante intensivo, l a eternidad del

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    u> 11 Kl S A O NA I I' Y /I JM A

    tiempo que acontece como limite del movimiento temporal del titn chrnos y su extensin infinita, desmesurada, ebria, ciega.

    Los dos grandes movimientos que vertebran la Postmodernidad: la hermenutica y el postestructuralismo, comparten, en suma, la crtica de la racionalidad totali

    zante propia de la dialctica de la historia en Hegel-Marx, y los dos se remontan aNietzsche. Si bien el postestructuralismo se sabe igualmente postmarxista en cuantoque contina la tradicin de la izquierda y la crtica del Capital juntamente con la crtica de Nietzsche a los supuestos e implicaciones de la racionalidad y la sociedad moderna burguesa. Mientras que la hermenutica, por su parte, tambin se mueve contra la violencia de los absolutos infinitos, y presidida como lo est por la dialogi- cidad y la referencia constitutiva a lo Otro los otros pasados, las otras culturas, ylenguajes, los otros saberes e historicidades que no son los de la ciencia, etc., viene a explorar la exigencia de una racionalidad efectivamente democrtica (de diferente

    manera en Hanna Arcndt y Leo Straus, tambin discpulos de Hcidegger). Posicin que conduce, en el caso de Vattimo, a la explicitacin socialista que le llev a ser diputado europeo por la izquierda democrtica. Para ambos movimientos, en resumen,la violencia de los absolutos dialcticos exige una crtica del saber-poder occidental

    para decirlo con palabras de Foucault que desemboque, como quera Nietzsche,en disolver sus mismos fundamentos racionalestotalitarios: los que se han ido desarrollando a travs de la historia nihilista de su propio progreso, llegando hasta nosotros con inusitada violencia.

    Sern el Aristteles griego, invirtiendo a Platn y siguiendo a los Prcsocrticos as como estos pensadores Preplatnicos mismos, segn vamos sabiendo cada da

    ms , quienes aporten de manera sorprendente, a primera vista, algunos elementoscruciales para una crtica rcmodelacin de los esquemas y parmetros bsicos de laracionalidad dialctica que se conservan, repiten y perpetan, desde Platn hasta He- gel: los elementos y estructuras del pensamiento mctafsico, o pensamiento de la representacin, la identidad, el fundamento, el sujeto, el ms all, el tiempo lineal, etc.Ia) cual implica en orden a discutir la dialctica, no tanto atender al contenido de di

    chas lllosofas que tambin sino en primer lugar, obligarse a la extrema estrategia de remontarse a la nica racionalidad filosfica disponible anterior a la metafsica dinmica: la dialctica; y, para apoyarse en suelo frme como dice Gadameren El inicio de la filosofa occidental situarse, no en ningn origen o fundamentoimposible, sino hermenuticamentejunto al descubridor hermenutico de los preso-crticos: Aristteles, el primero que rene retrospectivamente sus textos y establececon ellos el mapa del nacimiento de la filosofa y la racionalidad europea, contraponindose a las pretcnsiones excluyenles de la racionalidad dialctica monolgica de

    la Academia de Atenas. As pues, basarse com o el I stagirita en el apoyo de losprimeros filsofos para recusar la ilegitimidad del racionalismo logicista de la dialctica platnica y sus mitos transcendentes lequicie tambin ofrecer l;i alternativa:procedo a la repioposiein de un.i eiilluin lilenuia. idnea y esttica, concspon

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    / s I i k I i o p i ( l i in in n i 1(1 sec re to de la c rea t iv ida d 1

    diente a la ontologa del ser

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    terialism o abstr acto o Io; u ismo o rac iona lism o con cept ual din mic o, que de lernu

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    / s i t u i l o i >i i ' I i i u i i I i i i I I s e c r e t o d e h i a v d t i v i i l i u J

    ca niiilcniali/antc de la Academia ile Aleas cada vez ms pitagrica, quienes ofrecen a Nielzschc el pillilo ile pallida, la base histrica-historiogrfica y los parmetrosliloslco-criticos adecuados para llevar a cabo no solo una descomunal recusacinde la metafsica dialctica racionalista decadente, sino la propuesta de una alternati

    va espiritual y simblica mucho ms rica. La cual, por otra parte, tambin desde elpunto de vista poltico se prestaba a ofrcccr una renovacin indita para Europa, quetampoco en Grecia se lleg a realizar, pero que estaba en el espritu de la filosofa ysu legitimidad desde el comienzo, tal y como entendi perfectamente la tradicin filosfica ms coherente con las necesidades de la polimata democrtica europeista,superior a la estrechez y violencia de las pugnas entre los estados nacionales; la queNielzschc volvi a encontrar en el modelo panhelcnista ya defendido por los grandesretricos griegos: Empdoclcs, Iscratcs y Aristteles. Una posicin que procede ar

    ticulando los lenguajes racionales del pluralismo no relativista y no dogmtico. Laque es propia de las diferencias enlazadas por acciones participativas comunitarias,que no suprimen las diferencias absorbidas en conceptos sino que las plcnifican o libelan como diferencias. La que enlaza literatura y filosofa: la posicin del pcrspcc-li visnio ontolgico de los lmites, su sincrona y sus lugares. La que no confunde laontologia del ser de los lenguajes ni con el mundo fsico, ni con los sistemas de ordendado. \

    Volviendo a los siglos XX y XXI, el panorama filosfico se completa con los l-

    Iirnos en incorporarse al Pensamiento Postmctafsico: el movimiento del Idealismo< i itico de Jrgen Habermas y Kart Otto Apcl, los cuales se suman aparentemente sindemasiado entusiasmo, como es lgico, en base a su defensa, por una parte, del provecto de a modernidad inconclusacomo dice Haberms y de los ideales de lailustracin kantiana y la dimensin transccdental de ciertos a prioris de la subjetuali-dad racional del lenguaje, por la otra. Debemos probablemente a la exquisita diplomacia de I lans-Georg Gadamer haber conseguido minimizar el disenso entre herme-nulica e idealismo crtico a partir de su notable influencia en Jrgen Habermas

    cuya obra intelectual ya desde Conocimiento e interscomparte con la hermenuticafilosfica nada menos que la Teora de la Accin Comunicativa de clara raigambrecu la cnrgeia-entelcheia (accin participativa) comunitaria aristotlica, situada enel limile ile la ontologia del lenguaje y de la accin del Estagirita, como todo lo queafecta a lo esencial de la hermenutica actual, tanto a partir de Gadamer como deI Icidegger. Situacin sta que dibuja uno de los problemas de mayor inters para lci tica histrica postmoderna de la esttica: el especial vnculo de Kant y Aristtelesalrededor ile la racionalidad prctico-esttica y su primaca sobre la teora de uso

    cientfico y lgico-matemtico, aplicada a la Fsica o la Teora del conocimiento. Unnucleo de problemas que Ileidegger ser el primero en plantear, sin que porello Lyo-tiltil v I)clcu/e hayan dejado ile prestarle por su lado una manifiesta atencin a dichapioblcmalica kantiana en s i i collimilo, y en especial al estatuto de la Esttica. Pues sepodiia dei ii brevemente que si ( abe kanl en la poslmodcrmilad, c incluso cabe

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    p q ( p ,

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    ello es debido al giro prctico y estetico que imprime a la ontologia de l.i racionalidad critica, lo mismo que hiciera Aristteles, en su momento, para librar a la dialctica platnica de una indeterminacin dicotmica no suprimiblc desde el punto de vista de la mera teora y el mtodo hipottico potencial de los procesos metodolgicos de argumentacin. Para ambos filsofos, Aristteles y Kant, la ontologia es la racionalidad de la accin, de la prxis. De ah que la sustancia (ousa) o entidad compuesta (synolon) sea para Aristteles solo una entidad potencial que debe subordinarse ala entidad primera: el lmite de la accin comunitaria participativa (enrgeia kaientelcheia) que plenifca su esencia permitindole ser lo que ya era (to t en einai)

    potencialm ente. De modo coherente el estatuto de la verdad ontolgica (altheia)es prctico-esttico, propio del lgos comunicativo, y si se sita en un mbito superior condicionante de la verdad lgica de adecuacin judicativa es porque essencillamente su causa y principio primero, como lo es la accin esencial, diferencial,

    participativa, respecto del ente individual y respecto de los conceptos universales.

    Se ha de tener, por ltimo, en cuenta, que tambin la Filosofa Analtica anglosajona se vuelve hacia el pensamiento postmetafsico tras la aportacin del SegundoWittgenstein y el giro lingstico que le acerca tanto al Segundo Heidegger como aGadamer. Recurdese aqul conocido apotegma de Gadamer: El ser que puede sercomprendido es lenguaje, donde de manera elocuente se reescribe la sentencia aristotlica del libro IV de los lgoi de Filosofa Primera, mal llamados luego metafisi-cos, pues se presenta el carcter obligadamente pblico-comunicativo (efable) e in-tra-lingstico de todo darse del ser esttico en el lenguaje conversacional de loshombres (lgos comn), que adems han de interpretarlo, porque el ser es unpollachslegetai: El ser se dice de plurales modos. Esto ensean Aristteles y Gadamer, poniendo en el centro de sus ontologas no metafsicas como el lgos de Herclito el ser del juego y la excelencia de las acciones participad vas que se comunican mediante dispositivos estticos: tecnolgicos, poticos, retricos. Como, por ejemplo,ocurre en el caso de la obra de arte trgico y su puesta en escena teatral-comn de la verdad y mentira extramorales proceder que continuar Nietzsche de mil modos ,

    a favor de una educacin civil esttica de los hombres y mujeres libres en el marco dela ciudad.

    No obstante, ser el neopragmatismo del americano Richard Rorty quien msexplcitamente se aproxime desde el campo anglosajn a Gadamer y a la Hermenutica, haciendo participe a la filosofa del lenguaje de la crtica de la metafsica de larepresentacin de linaje platnico (recurdese su conocida obra La filosofa y el es

    pejo de Ia naturaleza), mientras viraba el Anlisis hacia la savia de las jugosas races pragmticas de William James o de John Dewey. En las ltimas dcadas de su vida

    cultiv Rorty con Gianni Vattimo el dilogo de una personal amistad.

    Se ha de registrar por lo dicho hasta aqu, la extraa e intempestiva presencia de

    una dilcrcncia que antes resultaba desi onoi ida y lia podido ir siendo des cubierta cu

    el siglo XX, a paitii tanto de la investiga* ion ai udcmica especializada como de las

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    I sliii lio />i

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    han los eslralos ile las verdades que los milos ontilean) por lo que si es: la actividad intensiva-receptiva de una vida animada espiritual que consiste nica y eternamenteen contemplar las praxis creativas del deseo del ser-accin que anima las posibilidades no realizadas del lenguaje. La unidad intensiva propia de la creatividad lingstica de la imaginacin activa: el espritu de la poesa. Eso no quita desde luego que

    slo el espritu de la poesa pueda ampararnos en sus lmites devolvindonos un hogar a lo divino y a nosotros, los mortales; una morada en lo divino y la physis habitable: Morada para el hombre el dios, como deca Herclito. Pero ahora las palabrasya no suenan igual: son anteriores a su continuacin cristiana. Estn vistas-odas desde el reverso heleno del pensamiento cristiano histrico, desde su fuente olvidada, taly como Nietzschc nos ha enseado a leer. Por eso Poesa es aqu todo lo contrariode lo irracional. La racionalidad notica ms alta, excelente y necesaria, la verdaderamentecreadora.

    La racionalidad experimentada desde el espritu del deseo creador que ha decumplirse en el mximo dios-lmite, gracias a la unidad difracta de s mismo en tantoque otro, replegada sobre la memoria que alberga en el olvido las diferencias de lasobras de arte (inagotables) y pasadas, la excelencia de su modo de acontecer: divino,y el sentido de sus acciones. Un continuo que logra pertenecer solamente al amor porla diferencia indita, inimaginable, futura, que luego volver a recordarse y ampararse en el lenguaje, tambin por amor, phila (amistad), de las otras posibilidades norealizadas y supietas (heredad jurdica) legtima. Rastros de lo divino notico del

    arte que resultan irreconociblcs cuando son absorbidos por el nico dios todopoderoso que crea desde la nada el mundo fsico: un imposible, un absurdo, que la mitologaecha en la cuenta de su super-poder, cuanto ms arbitrario ms todopoderoso, circense, monstruoso: dogmtico.

    Desde el punto de vista notico, muy por el contrario, es el espritu de la obra dearte viva, poltica, culta, participativa, el que se agencia todos los recursos tecnolgicos de laplis,por el deseo de la vida buena culminante en el disfrute de la creatividad comunitaria del lenguaje. Tal perspectiva ofrece el mximo contraste posible

    respecto de su anttesis judco-cristiana: la gnesis fsica del mundo por parte de undios patriarcal humano, demasiado humano, cuya dulcificacin encontr el cristianismo histrico, de todos modos, en el modelo tambin griego del Timeo platnico:el mito pitagrico segn el propio Platn que deba servir como propeduticapara la aceptacin voluntaria de Las Leyes. Es decir para la asimilacin voluntariadel Estado Superior: totalitario, cientfico-tecnolgico, fuerte y autrquico, que habra de resultar triunfante por eugenesia y medida produccin de los nuevos hombres y mujeres, fruto por fin de la biogentica cientfica supra-natural controlada. El Dios

    hebreo y el Timeo de Platn: los dos mitos del uso metafisico (mitolgico) del arte,reducido a instrumento de la tecnocracia todopoderosa, biogentica, son los que nosresultan tristemente familiares. Pues son eslos dos mitos del arte y el poder creativo,los bsicamente vehiculados hasta nosotros poi el cristianismo histrico, que, como

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    / stillilo /'i eliminili i. I sei reto de la eieulividod 2

    i'iviIi/.acin dominador;! laminen reduce la creatividad del arte-amor a la empresa civilixaloria en nombre del amor-earidad de todos los dems pueblos: los tenidopor violentos salvajes de la tierra pagana. Una tierra que antes era sagrada y ahora seha vuelto profana: profanada por los mitologemas de salvacin transcendente, que

    siguen las tres religiones bblicas, hoy puestas seriamente en cuestin por el renacimiento de la filosofa estetica, a partir de Nietzsche. El renacimiento del espritu dla creatividad del lenguaje comunicacional, su memoria, su olvido, y su deseo diferencial de ser pblico: contemplado, interpretado, participado, transmitido, discutido, recreado... Mientras el arte actual atraviesa el nihilismo, quiz yendo esta vez enla direccin inversa: desde las sombras nticas, por fin, hacia el misterio.

    \ LA ONTOLOGIA ESTTICA Y LOS GIROS DEL PENSAMIENTO

    ACTUAL

    Poco ms o menos de la manera antes descrita se llega a una convergencia entrlas distintas corrientes del pensamiento postmetafsico que Vattimo ha acertado a expresar diciendo con una frase que se ha hecho famosa que La hermenutica ela nueva Koin del pensamiento occidental. La plaza pblica y el lenguaje comnpara los encuentros y disensos donde discuten o se entrelazan las corrientes actualedel pensamiento. Lo que comparten contra la Fenomenologa, la Dialctica, la Ana

    ltica y el Marxismo clsico es el Giro lingsticopluralista, a la vezpragmtico ypolitico, que recusa los lenguajes de la conciencia interior, los conceptualismosloj'icismos o materialismos abstractos, en la misma medida en que discute el monoloj'smo dicotmico y cxcluycnte, la dialctica del sujeto-objeto, el etnocentrismo el lelativismo.

    Dimensiones que se obtienen solo gracias a que el giro lingistico-ontolgicdel ser que se dice de plurales modos es a su vez un giro prtico-esttico:el propio dla ontologia de la accin comunicativa o participativa. As pues contra el historicis

    mo y el positivismo cicntifista de la dialctica se da el giro prctico-esttico que cn* uenlra en la accin participativa comunitaria la esencia-causa de la unidad de las dfiniciones y los juicios. Ello mientras permite explorar en el terreno de las virtudedianoticas los modos y las potencias del saber prctico que competen tanto al buehacer y el decir excelente como al sentido de la vida buena del hombre libre: el ciudadano comprometido con el cuidado de las diversas actividades de las esferas racionales cientficas, deliberativas, ticas, polticas o artsticas, a travs de las instituciones de las prcticas lingsticas. Las cuales constituyen a la vez el espritu cvico d

    su potenciacin o diferenciacin, en el seno de la vida cultural, y en el marco, sinduda oplimizable, de las mismas instituciones sociales participativas.

    Sin embargo es en el giro teolgico igualmente esttico donde la crtica a luhm lei nidad i Imi musa encuenlra su diferencia histrica ms propia es conila la (codi

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    p p (

    I I NI SA ( >N A I I Y 71 lili A

    ciencia tcnica y el progreso escalolgieos, contra lo c|iic se levantan de diversos modos: Niet/sche, lleidcggcr, Gadamcr, Deleuze, loueault, Vattimo, y numerosas voces de la lilosolia hispnica poslmelalisica, incluidos nosotros. Igual lo hacen la herme- nulica y el poslcstructuralismo de manera unnime. Y si bien Vattimo responde al reto de la secularizacin y a la crtica del etnocentrismo colonialista o civilizatorio que

    acarrea acentuando (como Lcvins y Derrida) el motivo de la contra-violencia comonico fundamento de la crtica a la Metafsica y sus absolutos excluyentes o prepotentes, tambin es verdad que Vattimo, en consecuencia, interpreta el giro teolgicode lapostmodernidad como un retomo religioso al cristianismo del amor sin dogmas, sin sumisiones y sin iglesia del poder. Un cristianismo debolsta o kenotista de la disminucin de los absolutos que se enva como mensaje hermenutico ya a partir de la buenanueva de la encarnacin y la posterior muerte de Dios. La muerte del absoluto por amora los hombres, que cumple la abolicin de todo sacrificio como va de salvacin: la que

    abre la historia espiritual, la era del espritu cristiana, que es la era hermenutica, segnVattimo. As pues, dicho de manera muy esquemtica, el amor o la caridad son paraVattimo los nicos principios-lmites de la interpretacin. Los que generan un lazo social 110sacrificial, a favor de las comunidades participativas orientadas por la disminucin de la violencia contra los ms dbiles. Donde el nihilismo activo se orienta comocrtica a la disolucin y alteracin de toda imposicin unidireccional, no dialgica: incluido el predominio del ente y el de cualquier dogmatismo literalista, fxista o perentorio, que se quiera situar fuera de la interpretacin solidaria.

    ( orno es lgico el giro religioso-cristiano de Vattimo no agota las posibilidadesdel giro teolgico de la postmodemidad y, desde el punto de vista de la verdad, o mc-jor dicho del problema de la verdad, manifiesta una cierta indiferencia que no parece sobrepasar la esfera intersubjetiva del consenso. No es tal el caso del giro teolgico de (adamcr que se enlaza con el giro esttico-retrico de Nietzschc yIleidegger virando hacia el Aristteles griego antes desconocido, para ocuparse desde la ontologa modal de la enrgeia-prxis-altheia-entelcheia (accin-obra comn, verdad, recepcin y recreacin) de diversas cuestiones de esttica: del arte

    como puesta en obra de la verdad para decirlo con Hcidegger tras la kehre, en el ao1936 cuando publica E! origen de la obra de arte.O con el mismo Gadamer en Verdad y Mtodo, cuando sita la experiencia notica esttica en el corazn de su obramaestra, prolongando la investigacin de qu sea la mim esis participativa de la be lleza que une entre s la espontaneidad del devenir diferente de las interpretaciones de la obra de arte y la historia de sus efectos, como prueba de resurreccin inmanente, tanto en el caso de la obra de arte inagotable, que se recrea en cada interpretacin,como en la de la naturaleza viva que se recrea en otro a partir de una mismidad com

    partida. Lo cual apunta, como en Ileidegger, a la diferencia oculta que da lugar almisterio del devenir vivo, en la physis y en el ai le

    No es este el nico caso en que I lans

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    ! s tu t h o / ' i i l n m i i ii i I I a < 'i i i to d i la i ' / ( ' < i l i \ i t h i t I

    filosfica, cn lauto quc interpretacin tic los modos de accin de la verdad, afecta,com o hemos dicho, esencialmente a la teologa o mejor an: a la abolicin de la"teodicea poltica de la salvacin propia de la historia hcgcm nica de la civili zacin occidental. En efecto, la dimensin ms original de la hcrmcncutica est cn

    la diferente relacin que establece con el tiempo histrico de los pasados que ellaconsidera abierto a la posibilidad del retorno de su no-dicho o no-pensado o no-re cibido, cn base a la inagotabilidad misma de toda obra de arte por parte de sus in-tci prefaciones efectivas: las que precisamente incrementan su potencia intensivaf n el origen oculto de esta fiel y asombrosa aplicacin del Eterno Retorno nietzs-lieano, merced a una ontologia esttica-notica del espacio y el tiempo, que decli-n.i la sincrona junto con la diacronia, se encuentran juntos tambin Nietzsche y elA nsl lclcs presocrtico insistiendo cn que la diferencia onto lgica subrayadadespus con sumo acierto por Heidegger se traza desde el profundo anlisis dellibimeli temporal que distingue entre el movimiento potencial y la accin extticai orno mbitos modales del ser-lenguaje enlazados por su diferencia: la que ha dei stai siempre abierta para el darse del lmite de lo uno y lo mltiple, de diferentemanera, y con distinto rgimen de legislacin: el de lo extenso y el de lo intensivo,.1 ambos lados del lmite y su articulacin difracta. Heidegger ha explorado estat uestin crucial en la obra cumbre de su legado filosfico: Tiempo y Ser( 1961 ) siguiendo al Estagirita, a Hcrclito y Parmnidcs, hasta formular la ontologia estti-.i de la letradimensionalidad de los tres xtasis diferentes del tiempo: pasado, fu-

    luio y presente, enlazados a la vez por su diferencia: por la distancia del espaciarnlie ellos, que es la condicin del lgos como enlace del lenguaje donde acontece\ se oculta la verdad: el darse y velarse del ser finito (cada vez y por eso inagota-bli niente, siempre) en el lenguaje finito del hombre mortal que alcanza a reunir laausencia y la presencia del tiempo. As pues es el espacio abierto, como diferencialtensin del tiempo sicrnico, el lugar posibilitante del lenguaje. El estatuto deltiempo-espacio ontolgico es notico-transccndcntal, posibilitante del acaecer dem i en el lenguaje. Su experiencia es notica: responde a la creatividad del misterio

    del devenir del ser como epifana del misterio indisponible del darse de la verdadontologica, histricamente interpretada. De ah que a la pregunta por qu quieredo u pensar? responda Heidegger con el Andenken: repensar, pensar otra vezpensai de nuevo, renombrar, que contina el eterno retomo de Nietzsche. Pues repets.u, para Heidegger, es a la vez (nesis) ponerse en relacin con el pasado, elpiesenle y el futuro sin confundirlos: un rememorar, agradecer, celebrar, recordar ypoeti/.ai de lo posible inmanente: lo no-dicho y no-pensado cn lo dicho y pensadoque nos transmiten los lenguajes, en el lmite de su diferencia, llegando hasta noso-

    tios, si practicamos la piedad del pensar.

    I .ipu tas de ( iadamcr repropone la misma temporalidad ile la noetica del amor

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    I I RI S A O A I I V / , l l| { I A

    sible recreacin y actualizacin critica. Un inconsciente inagotable del lenguaje electivo, que se muestra en cada encuentro y en cada disenso conversacional.

    As pues, si la deriva cristiana del giro religiosode Vattimo acenta la solidaridad comunitaria y comunista sin dogmas y sin superestructuras totalitarias del

    debolismo prctico humano, no parece estar igualmente interesado en indagar hastael linai cul sea la ontologia del amor noetica que da lugar desde Grecia a la espiri-1nal dad cristiana; ms bien parece compartir con la Iglesia tradicional el olvido consustancial de la religin filosfica de la helenidad, que sostiene el cristianismo dogmtico. Rl cristianismo histrico que pretende tener origen solo en la revelacin sobrcnatural-dogmtica, fundando as el tiempo lineal del olvido de las fuentes: precisamente el tiempo metafisico. Parecera por eso que el contingentismo y el genetis- 1110, propios del cristianismo del Gnesis, y su tiempo cero histrico, no pudiera librarse de la tendencia relativista, nihilista, historicista y antropocntrica de la

    Metafsica, sino que ms bien tratara de volver a tapar o volver a distraer la atencin del problema de la verdad-accin del ser-pensar-lcnguaje, abierto a lo divino estticopor la hermenutica. Pues no es sino a partir de una profunda alteracin esttica de lapercepcin notica del espacio-tiempo y de la teologa filosfica inmanente, cmo sehace evidente y se hace urgente lo que hace falta contra el nihilismo: lo que se necesita para el inicio de otra historicidad occidental menos violenta. La abierta por la va neohelnica de la postmodemidad que recaba en las tradiciones sapienciales filosficas griegas [y no en el panten olmpico de dioses antropomrficos mitolgicos, por

    cuyo rechazo denunciado como craso ateismo arbitrario comienza precisamente laf ilosofa como teologa ontolgica en Grecia, tras la muerte de los dolo!], para volver a aprehender lo sagrado indisponible, lo divino plural de todas las culturas vivasde la tierra celeste, y al otro lado del lmite, tocar el lmite del dios desconocido que pertenece al misterio de la eternidad del devenir del ser en el lenguaje.

    Temticas de la notica racional que ya Aristteles exploraba en el De Animayen la segunda y tercera serie de la Filosofa Primera, las concernidas por el sistema de las causas y los principios, a partir del libro VIII (sobre el alma) y el IX (sobre el

    darse de la accin de la verdad participativa y su transmisin), as como en las ticas. los tratados de esttica, y la extensa obra sobre retrica, donde el Estagirita recupera, contra la dialctica polemista de Platn y su expulsin de los poetas de la ciudad, la reproposicin de un cultura literaria y esttica de laplis, en el marco de lasinstituciones y las artes cultas de la paz civil democrtica (lapolitela). Como antesdecamos ese era el modelo panhclnico, sobresalientemente defendido por Iscra-les, el retrico ateniense, y por Aristteles, el filsofo macedonio, el amigo de infancia del rey l iIipo II, el poltico ms influyente de su poca, el preceptor de Alejandro

    Magno, el desmesurado emperador, que desoyendo las voces de los anteriores: su padre y su maestro, excedi el lmite del panhelenismo insto cuando se haba vueltopor pi miera vez histricamente posible vendo siempre ms y ms all, sin encontrai el (.amino de vuelta Ya lo val* maha i I i io tigico del canto VI di* la Anlgona

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    I stiliIni i >ieliminili I I set reto ile hi

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    I I KISA ( )N A I I V / I IHI A

    su vnculo cscncial con In teologa poltica de la historia, tras la muerte del dios bblico y la metafsica del pensamiento cristiano hasta Ilegel. fai y como lo registra la filosofa crtica occidental a partir de Nietzsche y la impronta del giro neohelnico que imprimen Dionisos y A polo las divinidades filosficas espirituales del arte, la religin mistrica, la danza, la msica, el teatro, la arquitectura, el pensam iento... a la

    investigacin esttica de las condiciones de la memoria e imaginacin creadora, puesta enjuego por el ser-lenguaje de las obras de arte actuales.

    En trminos de cmputo general cabe decir, que si bien gracias a la hermenutica como racionalidad de la interpretacin propiamente esttica y retrica ya se admi- le o empieza admitirse la primaca de la racionalidad prctica y expresiva sobrela terica (correspondiente a la fsica y la lgica categorial), sin embargo, a la hora deplantear la cuestin de los primeros principios del ser en el contexto propio de la ontologia del lenguaje, la henologa (de lo uno-mltiple) y la modalidad (de lo necesa-

    i io-posible-real), es la ontologia teortica y la teologa filosfica lo que sigue causando problemas. Sigamos desenvolviendo el Sntoma de Aristtelespara verlo mejor.En efecto, si bien las Eticas de Aristteles y en especial su Etica a Nicmaco yase leen hoy como responsables del giro prctico-ontolgico de la hermenutica filosfica; todava la Filosofa Primera del Estagirita as como el De Anim a, estn lejosde haber sido recibidas salvo excepciones como responsables del giro lingstico y el giro espiritual notico o dianotico del que son portadoras, situndose ademsen el haz neurlgico del sentido de todos los restantes lgoidel Corpus. Claro est

    que la cuestin afecta en primer lugar al conocimiento y la comprensin hermenutica de la filosofa del propio Aristteles; pero debido a cmo es con sus cuadros epis- tmicos, su nomenclatura y sus perspectivas racionales, como se ha construido ellenguaje entero de la filosofa de Occidente que usamos todos, el alcance de esta investigacin especialadquiere una singular serie de implicaciones que afectan a la au-locomprcnsin misma de la historia de la filosofa occidental en su conjunto; y en particular al conocimiento y el juicio que merezca el pensamiento actual de la postmodernidad (en sus dos movimientos vertebrales: la hermenutica filosfica y el

    postestructuralismo), como pensamientos estticos de la diferencia. Ambos orientados a dar lugar a una racionalidad crtica diversa de la moderna. A un cambio de paradigma, para decirlo con Thomas Khunt, que no sera desde luego ajeno a la crticade la razn hcgcmnica dialctica como metafsica de origen platnico, vehieulada por el cristianismo del poder y secularizada por la modernidad hasta desembocar enla ilustracin de Hegel y en los movimientos neo-ilustrados, tras la cada del Muro deItcrln, a veces empeados en una especie de triste contra-reforma contra la Postmo-dernidad.

    I .o ms ajustado a nuestra experiencia histrica compleja, teniendo en cuentatodo lo hasta aqu dicho en orden a la ontologia esttica de la actualidad, es reconocer, sin embargo, que estamos de ( ammo .1 una Segunda Ilustracin,menos violenta, que se reorienta poi el camino

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    ! sta t ilo / i e l im in i l i I I sc en lo de In c rea t iv id a d

    io medilo de la espiritualidad racional inmanente y la inocencia del porvenir. )ucssolo comprender (en ve/ de juzgar) con Nietzsche, que los errores de la metafsicamoderna eran necesarios, puede quebrar el espritu de venganza de la repeticin indi-lia ente de la banalidad y de la guerra: las enfermedades nihilistas de la historiaabriendo la puerta de la esperanza con la llave del perdn histrico por amor a la di

    ferencia del porvenir en el presente! ... Y por la responsabilidad hacia el futuro de latierra y sus hijos, nuestros herederos, como seala hondamente Hans Joas, siguiendo a Nietzsche y a Walter Benjamin. En otros trabajos he llamado a esa va Trans-lustoria Ecolgica para subrayar, adems de la fidelidad a la Tierra Celeste, la necesidad democrtica de los pasados posibles iguales, abiertos, y su diferencia insobornable respecto de los pasados cerrados, los que no podemos repetir jams: los dela violencia mitolgica salvadora, en nombre de cualquier metafsica.

    En Espaa contamos con los trabajos excelentes de Felipe Martnez Marzoa yI lix Duque, sobre todo, en esa direccin. Se han de destacar tambin las investigaiones de Quintn Racionero sobre la postmodemidad; las de Jess Conili sobre la rea ion hermenutica entre Aristteles, Kant y Nietzsche; y los libros de Emilio Lled

    \ neniados a una elaboracin original de la hermenutica gadameriana vertida sobrl,i memoria del lgos y las implicaciones democrticas de la accin hermenuticapaia una paidea cvica del habitar (tico) del hombre racional y libre. No es poco. En

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    ) , , y y p

    U) I I K I SA ( >N A I I Y ZI Il MA

    ino, liando lugar a una hermenutica de izquierdas muy cercana en lo politico a losltimos planteamientos de Vattimo; que se mueve en lo ontolgico, sin embargo,ms prxima al Pensamiento de la Diferencia, desenvuelto desde Althusser hastaFoucault. En esc sentido el trabajo de Aguilar ofrece un sntoma de amplia localizacin para muchos de los movimientos y posiciones que configuran la Postmodemidad. Des-

    lacan igualmente, en cuanto a las investigaciones henolgicas sobre la unidad-multiplicidad del lmite y la diferencia, las del Prof. Belga Lambrs Coloubaritsis, que constituyen una aportacin excepcional a muchos problemas antes mal planteados. Asmismo destaca en la profunda compresin de la hcnologa del lmite el Profesor JosMara Zamora de la Universidad Autnoma de Madrid, quien ha dedicado hasta ahora la mayor parte de su investigacin a Plotino, y a la actualidad de las ticas griegas. Igualmente sobresalen los trabajos de ontologia postestructuralista que debemos alprofesor Francisco Jos Martnez, en la UN ED, cuyos textos sobre Guattari; Deleuzeo Spinoza han de ser estudiados con detenimiento.

    Se ha de insistir tambin en la singular sensibilidad que hacia el pluralismo de lasdiferencias han manifestado las esplndidas monografas de los Profesores Enrico Berli y Franco Volpi en Padova; as como destacar la penetracin de Pierre Aubcnque en la ontologia del lenguaje, si no fuera porque su exigencia de un sistema deductivo o gentico que obtuviese la pluralidad de las diferencias ya de los entes, ya categoriales apartir de una unidad genrica superior a la multiplicidad, no puede corresponderse, nipor haberlo, ni por no haberlo, con el planteamiento no-metafsico del problema del seractual, que exige un pluralismo originario de las diferencias intensivas. Ya que solo stas como lmites estn en condiciones de dividir la extensin y dar lugar a topologas racionales. Lo cual exige, como venimos advirtiendo, invertir el tiempo psicolgico cintico, y hacerlo retornar refiriendo los movimientos y procesos tcndcnciales al sentidoesttico unitario de la accin comunitaria reflexiva. De manera que si no hay escisin dicotmica entre la ontologia y la tica es porque la ontologia no es ni una fsica ni unametafsica del lenguaje sino una ontologia de la accin poltica-prctica que culmina enuna teologa esttica de la creatividad finita.

    Pero esto rebasa de un solo golpe la hermenutica con Aristteles y Nietzsche cualquier hegemona categorial de la razn lgica judicativa, circunscrita aldiscurso del movimiento fsico ntico: el origen, el fundamento, el sujeto, los compuestos, los todos y las partes, las sntesis extensas, etc. El discurso predicativo de lasdefiniciones de la imagen-movimiento, para decirlo con Gilles Deleuze. Un discurso que se presta a la lucha de fuerzas y la aceleracin de la aceleracin ilimitada, en cuanto ignora el lmite ontolgico o cierra el mbito del sentido de la accin esttica, por olvido de la comunidad y olvido del ser-eternidad del tiempo sincrnico inmanente. Por olvido de la imagen-tiempo exttica, y su experiencia esttica noti

    ca, sensible y espiritual a la vez, lai y como nos recuerda magistralmente GillesDeleuze en su ontologia del eme en dos volmenes: Imagen Movimiento e Imagenl'u'm/n.

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    I sln

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    que hoy necesitan situarse histricamente en el mbito de la icllcsin ailslica poi

    I I Kl SA ( >NATI Y / U B I A

    c uyo espacio licmpo atraviesa y mora cl sci cjl ic se est dando hoy en el lenguaje, LIser-imagen de la onlologia estetica de la creatividad. De lodo elio trala criticamente este hermoso libro, que el lector tiene entre las manos, conduciendo cada razonamiento y va de contraste con la equidad racional que exige rctrazar cada uno de losdebates y argumentos, atendiendo a la pormenorizada plasmacin de sus matices,

    implicaciones y diversas perspectivas de interpretacin. Y que tal proceder resultams que nunca indispensable e inestimable para los estudios acadmicos de estas temticas cruciales, no hace falta repetirlo. Se pone de manifiesto por contraste con los miles de escritos indocumentados y dogmticos que no nos dejan asistir a la discusin racional de los argumentos de las meras opiniones que defienden. Todo lo contrario de lo que sucede en este libro, donde la reflexin crtica de cada idea es puestaen cuestin por la matizada discusin de todas sus valencias, desplegando cl potencial que permite no abrazarla o rechazarla en bloque, sino ms bien comprenderla, o

    refutarla, distinguiendo sus dimensiones selectivas, y asumiendo la historia de sus electos.

    Permtanme ponerles un ejemplo ms, al hilo de los ya mencionados, de lascuestiones de origen intempestivo que estn permitiendo renovar la discusin de las competencias de las diversas racionalidades entre s. Un asunto que, desde M.loueault, ocupa al pensamiento postmetafsico en la discusin sobre la hegemonade las epistmes. Hoy llama la atencin, en efecto, entre los estudiosos, cmo Gadamer | de acuerdo con su consabido intento de armonizar las filosofas de Platn y

    Aristteles alrededor del bien ontolgico modal,y por lo tanto alrededor de la praxisparticipativa en el terreno tico-poltico del habitar histrico] encuentra cl lugar adecuado donde plantear el problema de la participacin la mthexis platnica-aristo-tlica en la tica del bien ontolgico, compartida por igual por ambos filsofos. Locual equivale a subestimar o soslayar, sin duda, la crtica de Aristteles al fracaso de la mthexis platnica en cl terreno teortico de la relacin causal entre las Ideas suprasensibles y los entes sensibles. La cuestin vendra, as tratada por la prctica hermenutica gadamcriana, a situar la Filosofa Primera de Aristteles [donde se contiene la acerada crtica al Platn pitagrico de la Academia y su pretensin de instituir las liguras geomtricas y los nmeros ideales en causas del ser, el conocer y el devenir de los entes sensibles (libros I. XIII y IX de los lgoi de Filosofa Primera mal llamados Metafisicos)] en un lugar secundario, para la hermenutica actual, comparado con las Eticas.Mientras que, en todo caso, tanto la Fsica de Aristteles como la dePlatn mereceran ser tenidas por discursos mitolgicos, las dos por igual, a pesar de obedecer a una diversa factura, y proceder la del Timeode acuerdo con los ideales de armona y belleza musical que corresponden a la mimesis matemtica; mientras los libros Fsicos de Aristteles discurren de acuerdo con una teleologa huma-

    nizantc piensa Gadamer sensible a la espontaneidad de los mundos de la vida ysu autolcgislacin libre caracterstica, sobre lodo por contraste con los entes inanimados, artificiales o sin alma: los objetos csicos y los meros entes de razn. Si a eso se aade que

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    / \ t i i i l i< i / >i e l u n n ii i i I I \ c i n l o i l f l i i i n i i l n i i h i i l

    '.ol ia l*i miera aristotlica a los entes vivos materiales, todo ello vendra a redundar eniiii.i consideracin capa/ de explicar que el peso de la influencia de Gadamer hasta emomento haya determinado un estudio prcfcrcncial del papel de la Eticaaristotlica( o m o onlologa de la hermenutica filosfica, a expensas de la Filosofa Primera y lt eologa Esttica del Estagirita.

    I o mismo puede decirse de la cuestin de los Agrapha dgmata , las doctrinano escritas de Platn, y la disputa sobre ellas suscitada por la Escuela de Tubinga las investigaciones de Havclock sobre el paso de la oralidad a la escritura en los dilogosplatnicos. Gadamer tiende a considerar que tales doctrinas no son relevantespe o stas son precisamente las que parece discutir sobre todo Aristteles, junto conlos ltimos escritos s publicados de su maestro: del Filebo a Las Leyes, perfectamente coherentes con ellas.

    Yacen aqu serios problemas de crtica filosfica, tales por ejemplo, como el cstiitiilo de la Fsica para Aristteles y su necesaria diferencia respecto de la FilosofPuniera, pues de solaparse ambas, ello no contribuira sino a repetir la tradicionai oh fusin entre el movimiento potencial (knesis) y la accin (prxis ) posibilitantepoi i iiya distincin se abre la puerta de la notica esttica de Aristteles y su solut ion de las aporas platnicas en base a las acciones participativas estticas y las exeleiu las dianoticas que dan lugar a comunidad en el caso de todos los seres animailo'i di la tierra. Lo cual se opera en el caso de las politeas humanas libres, en virtu

    di l,i . i ulturas artsticas tecnolgicas en tanto que recursos expresivos y creativos deI* i> u.i|i-, necesitados por la misma puesta en obra comn de las prxis comunicati

    i e m cenles. El criterio del sentido y prcfcrcncialidad de los dispositivos tecnol1*1o . 1 1 cativos est, pues, para Aristteles, inmanentemente regulado por el lmitdi l.i accin comunicativa y la comunidad democrtica, cuyo lgos (razn comn0 lin/a la topologa de las perspectivas enlazablcs, merced al dilogo crtico y la crii* .i ,u adcmica. Solo son excluidas aquellas perspectivas que no pueden hacer map m las dems. Frecuentemente las que siendo parciales se creen absolutas y exclu

    \ i uti . I a va de Aristteles es la de una democracia emprica continua, basada el.ileyes transcendentales del lenguaje que solo se llenan y perciben cuando se acm,iii en la experiencia dialogal: comunitaria y poltica.

    En el caso de Platn las cosas son muy distintas, pues su dialctica es monolgi< i v procede por divisiones analticas de las unidades sintticas, de modo que el pro1c.o 1 1it ico del examen no puede arribar nunca a ningn lmite inextenso; tampoco etiiiiilIMS de las divisiones encuentra otros elementos ltimos relevantes que no sean llimitado v lilimitado, armonizados en el Nmero, pero sin acceso al limite-limitan

    l intensivo, porque ste no pertenece a la extensin de ninguna manera. De modqiM a solo encuentra Platn copias de los mismos Nmeros y Formas, lia de tenerlopul pi e supuestos normal i vos, y suponer, obligadamente, entonces, que el recurso Iradi* loiiiilisla a paradigmas y modelos normativos, los cuales lia de iimlai el arle liHIfil l i i ib l ii i l d i ibl l i l i l d l \ i i d l i i l

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    HIfil l i i ib l ii i l d i ibl l i l i l d l \ i i d l i i li I I I KI SA O A TE Y / U liiA

    opinin (clxa alhes)con que la revolucin platnica (contra-filosfica) restaura lava del mito. La va mitolgica prefilosfica, titnica, predcmocrtica. La va de la autoridad de los justos-sabios: de la mitologa oligrquica de una secta: en este caso la pitagrica: una secta de cicntficos-filsofos-matcmticos y msicos, sobredeter-m i nada por la asctica dualista de la salvacin del alma individual, tras la liberacin

    que supone la muerte del cuerpo. De ah que el lmite-criterio de divisin para Platn no pueda estar en el ser de la vida misma, sino en la recta mezcla racional y el clculo de las proporciones de los contrarios que solo puede proporcionar y ajustar la me-Irtica (el arte de medir) del paradigma que traza el phronims: el hombre prudenteque antesve el modelo a imitar o multiplicar en su imaginacin productiva. Atenea ysu balanza, Hefastos y su fragua, stos son los dos dioses tecnolgicos de Atenas,que Platn obedece para continuar los trabajos del titn Prometeo, que ahora haaprendido a escribir y ha robado el fuego de los dioses a la ciencia pitagrica y la filosofa prcsocrtica, olvidando de inmediato su origen. Un modelo moral y tecnolgico para el arte, propio de sociedades autoritarias, que no desemboca sino en su contrario anarquista en cuanto es negado dialcticamente.

    Como se puede advertir el problema de la relacin entrephysis-plis-poesis-tehne,anclado firmemente en el lenguaje, era igual de decisivo para la discusin de la ontologa esttica entre Aristteles y Platn que entre nosotros. De hecho la discusin que la filosofa racional emprende contra toda autoridad mitolgica, ya desde suinicio en Milcto, no se plantea en otros trminos que no sean stos: los de la justicia del tiempo (Anaximandro) y el tiempo como criterio de discernimiento (Aristteles).

    El problema est en que los mitlogos hacen originarse el tiempo de la nada, por lo que lo calcan sobre el movimiento lineal con el consiguiente nihilismo. Desconocen las tres dimensiones del tiempo: el tiempo-aidin de la vida como eternidad continuasiempre; el tiempo-ernos, de la muerte, que solo sobrevive infinitamente a base dedevorar a sus propios hijos, un momento tras otro, sin descanso. Y el tiempo-ain: elinstante eterno, el kairs oportuno, que enlaza por la diferencia, sin hacer sntesis, alos otros dos, dando lugar al espaciarse y los ciclos de maduracin de la trada temporal en la vida-muerte. Solo el ain rene las tres temporalidades y proporciona el

    criterio de divisin por ser el lmite limitante que enlaza, une y separa, los otros dosmbitos. No lo decide el hombre, ni la autoridad de ningn dios ni ningn hombre:I,os prcsocrticos le llaman Arch: Ley. Herclito dicc que es fuego que opera porcontacto y segn medida, y Tales de Milcto, el primer filsofo, segn Aristteles, ensea que solo gracias a la inmanencia del archpodemos saber que cada mundo es un todo y que est lleno de lo divino. Platn, sin embargo, nunca pudo encontrar el lmite limitante y lo confundi con las sntesis divisibles de la extensin.

    Nosotros despus de Nietzsche y Heidegger ya no podemos pensar en otra cosa.En Dionisos y Apolo; en el laberinto del ser del tiempo y en el retornar de la diferencia del ser temporal eternamente, donde se esconde el misterio del devenir del ser. Se han roto los grilletes de la esttica kantiana adjudicando el tiempo y el espacio a lo

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    ist illilo /elim inili I I secreto ile lo crciitiviihnl

    sensible, separado de lo suprasensible incognoscible por la analitica transcendentade los conceptos y las categoras cinticas. Ya no cabe ni dualismo ni sntesis dinmiea a base de armonizaciones proccsuales cinticas o dialcticas. No cabe armonizapoi partes y todos extensos. Hemos alcanzado tecnolgicamente la sincrona de Internet, de modo que ese viejo engao del ms all dialctico, administrado a plazo

    poi los sacerdotes mandarines que enferman al pueblo, no puede consentirse un minuto ms. Dionisos y Apolo han resucitado de entre los muertos y vuelve a sonardespus de I legel, la hora del arte: la hora del ser del espacio y el tiempo inmanenten los lenguajes del ser que se dice y se da-oculta, como lmite de las interpretacionesen la puesta en obra de la verdad del ser y en la mentira del arte... Ya es hora de qula aisthesis: percepcin, retome todo su campo empirico-notico a la vez: el de la expeiieneia de los conceptos, los afectos y los perceptos, replegados diferencialmentii el espaciarse de stos ltimos: los perceptos noticos. A partir de Nietzsche es e

    inibito de la tierra celeste, el de la eternidad inmanente del tiempo, el que clama pouna unificacin no rcductiva ni dualista de los modos de enlace entre la inteligencia la sensibilidad. Pero esa investigacin, basada en criterio, (contra todos los cscptini'.y los mandarines del macromercado del arte) es competencia de la ontologia cst

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    di Niet/selie v IIchIcjajci sobie el nihilismo europeo el ei isliamsmo v la reproposi

    w. 11 KI S A NA 11 Y Z\Mil A

    cion hclcnicn de una eulluia liagica del cierno retorno, que nos permita saltar hacia atrs: hacia ese espacio tiempo descubierto por al arle y la filosofa que no quierenhuir de la tierra celeste, sino devolverle su espiritualidad inmanente. No otros eran, sin embargo, los contenidos de la f ilosofa del Espritu dialctica de Hegel: la filosofa de la Religin, la filosofa del Arte, la filosofa de la Poltica, la filosofa de la

    Ilistoria y la filosofa de la Filosofa. Exactamente los mismos que ahora pasan a ser los contenidos de la racionalidad Hermenutica; y podra objetarse, sin duda, quetambin para Hegel la Filosofa del Espritu se encamaba segn la secularizacin inmanente y la periodizacin de la historia de la salvacin que trataba del relato de larazn alienada en la tierra y su proceso de autoconocimiento-rcalizacin sin resto. Solo que la tierra y la razn hegeliana eran muy distintas: la tierra pasaba a ser lahistoria, a medida que la razn encamaba la teodicea de la historia universal de lasalvacin progresiva de la humanidad, por la va dialctica de la superacin de sus

    propias alienaciones, hasta desembocar en la Idea especulativa del Estado Ilustrado.As pues la Razn se inscriba (encamaba) en la temporalidad cristiana antropolgica de la dialctica y la crucifixin, dando lugar al movim iento de la metafsica de lahistoria total, con alcance universal de superacin emancipatoria y civilizatoria, etc.

    Solo tal contraste: el contraste entre el tiempo sincrnico postmetafsico y eltiempo cintico del progreso dialctico potencial, permite medir la diferencia entre laprimera modernidad ilustrada y esa Segunda Ilustracinque corresponde a lapietasde la postmodernidad, reorientndose hacia los pasados olvidados y las sendas perdi

    das. Las excepciones del macro-relato.Hay mltiples de ellas, hay muchsimas. Pero hay una de ellas que merece una

    especial atencin y se destaca por encima de las contribuciones meritorias aisladas debido al carcter coherente de una serie discontinua con trazos de historicidad alternativa a la hegemnica. Se trata de seguir el hilo de eso que Ernest Bloch llamara:La izquierda aristotlica sealando el inmanentismo de lo divino espiritual o racional en la Stoa, Aviccna, Giordano Bruno, Averroes, Spinoza, Nictzsche...y los pensadores que en general configuran lo que ms tarde tambin Giles Deleuze ha sea

    lado como la otra historia de la filo so fa occidental,la que responde a la tradicin dela vida espiritual inmanente, desde los Presocrticos y Aristteles el inventor delos presocrticos como dice Gadamer aludiendo a cmo el Estagirita reuni por primera vez en la Filosofa los textos de pensadores que provenan de otras tradiciones retricas o poticas , hasta los Megricos, la Stoa, Spinoza, Nietzsche, Bergson,Deleuze mismo, etc. Una tradicin discontinua que se caracteriza, para decir lo bsico de ella, y segn el inmanentismo de lo ncccsario-simple, por defender un univo- cismo pluralista y un necesitarismo modal de la posibildad posibilitante del ser-len

    guaje esencial, que acontece como lmite. Posicin sta que se contrapone sin duda alcontingcntismo humanista y el malei lalismo abstracto tecnolgico, propios de la tradicin que hoy llamamos Metafsica, pata

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    I sl ih / in />i i lh n u i i i i i7 m urc lo de l i i c n u i ln id t id M

    lim a temporal en curso, donde se sitan los fenmenos en devenir, tratados comomeros puntos tic medicin controlable. Una paralela reduccin, de elemental violeni 1a, que aplasta los lenguajes bajo el modelo predicativo y designativo, no ha de resolverse, sin embargo, en la disolucin anrquica de la tirana sino en la recreacinde los mltiples lenguajes y sus competencias, sus regmenes abiertos a la complejidad a la creatividad del lenguaje y su mltiple, ocenica memoria.

    I ntre las mentadas excepcionesal macro-rclato y su anarqua, se hallan tambinlas hermenuticas trgicas simblicas. Por ejemplo el Grupo Eranos que cont conalgunos discpulos de Heidegger tales com o Henri Corbin o Elans Joas, quienes junio con Mcca Elade, someten a crtica el tiempo cintico y practican diversas compi elisiones de esc pensamiento inagotable que es el Eterno Retorno. De igual manerlas diferentes hermenuticas trgicas hispnicas: desde Unamuno a Mara Zambra

    no, desde Zubiri hasta Lled y Ortiz-Oss, y la propuesta de una hermenutica anal{'u o trgica que hoy defendemos conjuntamente el Prof. Mexicano Mauricio Bcut hot y yo misma, explorando y recreando, con otros muchos estudiosos, lali adiciones barrocas del pensamiento esttico hispnico.

    Sin embargo, antes de echar las campanas al vuelo se trata de estudiar todos loi Minios de inters mentados hasta aqu, con sumo cuidado, e incidiendo en cmo lhci mcnutica en tanto que ontologa devuelve sus fueros a la retricaliteraria y aban be el mtodo polmico de la dialctica, prolongando la crtica y la denegacin in

    leiiogaliva hasta el momento de la respuesta dialgica y persuasiva, el momento dln illimacin retrica y potica, que puede ser discutida nuevamente por los interlo iiloies, desde el punto de vista de la comunidad, y en medio de los mundos de l

    ida prctica participativa. Tal es la hermenutica matricial en que se basa el Segundo Ileidegger tras la kchre, y en concreto a partir del giro ontolgico-esttico que yloi nula en el Origen de la obra del artedel ao 1936, explorando el acontecer de li .enca de la verdad en direccin a la altheiaprcsocrtica y la verdad del ser de l

    phvsis.

    I n Gadamer son las diferencias significativas respecto del Segundo Heideggelas que tienen que ser cuidadosamente examinadas de cara a un debate tan fecundI*.na nuestra poca como el que ha suscitado Nietzschc en orden a renovar la Ilustraion librndola de la dogmtica de ella misma. No obstante es Gadamer y el textdi

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    I I 1(1 SA ( >NA i I Y / 1JHIA

    cial, deberan bastai paia iihIk .11lo Asi se continan, en Verdad y Mtodosobre todo,las lecciones de la l otica tic Aiislleles y su l*eri Hermeneas: el primer tratado dela interpretacin que se ocupa explcitamente de la accin en su vertiente lingstica:la accin verbal, haciendo hincapi en la ontologa modal del tiempo y el modo delverbo, que corresponde a la accin participativa.

    Tan estrecho es el vnculo de Gadamer con Aristteles y con Herclito como para permitirles plantear conjuntamente cul es la verdad potica de la tragedia y looculto de la esencia del lenguaje, afectando al espacio-tiempo lingstico de la extensin e intensin; por lo que si en Aristteles prima la intensidad de la accin participativa sobre las imgenes de la extensin mimtica o musical, ello ha de deberse aque solo en la espontaneidad biolgica de los cuerpos animados se da la esencia trgica del dolor y puede darse, entonces, el placer de la resurreccin de la diferencia- mismidad, que vincula entre s a la naturaleza y el arte.

    Desembocamos as en Nietzsche, por ltimo, sin bien ha sido l quien ha puesto en juego todos estos dispositivos gracias a una cuadratura que podramos llamar la cudruple raz de la ontologa hermenutica postmetafsica, inscrita en cuatro frasesa interpretar en diversas combinatorias: Dios ha muerto. Hay el transhombre.Hay la voluntad de poder. Y Hay el Eterno Retomo cuya voluntad hemos de aprender: sta es la difcil doctrina que nos ensea el sabio Zaratustra: la voluntadde querer hacia atrs. Cuestin est ltima que sin duda ha de ponerse en relacin con la crtica nietzschcana de la historia de la metafsica que se propone invertir el

    platonismo, darle la vuelta, reflexionar en el lmite, responder, reiniciar el dilogo, y no dejar atrs el movimiento, sino reanudarlo para que se reincremente intensivamente, como en el arte y en la naturaleza. Pues si se trata de dar lugar a un nuevo paradigma de cultura trgica como cultura culta, retrica, potica y esttica, que invierta el platonismo polmico y conceptual que an no se sabe interpretativo, lo mejorser contra la obra de arte total wagneriana y el pesimismo de Schopenhauer buscar el motivo del error, del extravo nihilista, en las entraas trgicas del tiempo,lis cierto que en relacin a este punto crucial Nietzsche nos deja ver con toda clari

    dad, ya sea en sus textos sobre los pensadores Presocrticos, ya sea en su libro: La f ilosofa en la poca trgica de los griegos , cmo descubre la unidad difracta del l-gos de la tragedia, tal y como se plasma en el pensamiento oracular de Herclito. Y tambin es cierto que desde El nacimiento de la tragediahasta elZaratustrao El Antier ist o, la unidad de estilo sincrnica, demanda por Nietzsche como criterio de la creatividad hermenutica y la obra de arte, exige comprender el Eterno Retomocomo mthodos de la verdad de la interpretacin, remontndose a la phila-neiks(amistad-odio) de Empdoclcs. Ello para reproponer la unidad difracta del lmite de

    Dionisos-Apolo, haciendo que la imaginacin musical y la ciencia matemtica (sin escatologa) se plieguen a la danza del himno bquico, el himno trgico de los iniciados extticos ciclismos, que est en la esencia de la tragedia tica, actuando como su causa ms secreta: la del ritual mistrico de la creatividad potica trgica, puesta en

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    i s t u d i o / i h l l i n i i i i i i I I \ c< re t o de lo c nu i tn i i li i d

    la escena (cali aI tic la accin contemplacin comn por la interpretacin enmascarada de los adores y sn interlocucin con el coro, hasta que acontezca la presencia dela ausencia, la epifana de la ausencia: Dionisos, el dios invisible de las metamorfosis. Y del xtasis.

    Sin utopa (no-lugar), sin escatologia, reestableciendo el juramento antiguo defidelidad a la tierra, como clamaban la Antgona de Sfocles y de Hlderlin. Iguaque exige luego, Nietzsche, inclume, erguido contra la gran violencia del gran dcspieeio con que vomita su nausea enferma el nihilismo europeo sobre la vida de la tie11 a Igual que el Segundo Heidegger, quien la resguarda sabiamente, cuidadosamente ponindola al amparo de los abusos de la desmesura del mortal: el hombre, aiiuar la tierra en el corazn mismo del Origen de la obra de arte.Ese texto asombioso del ao 1936 donde se hace explcito el camino de vuelta de impronta nic

    ! si heana emprendido por su pensar. Por fidelidad a la tierra celeste'para decirlo todo completo, ahora con Henri Corbin, el discpulo de Heidegger que retom ala ms antiguas fuentes persas de un Zaratustra sufi, tan presocrtico como Empdot les, el filsofo siciliano inmortal, que se arroj al corazn del volcn, el adivinomedii o y cantor de himnos, el primer retrico segn Aristteles que traz, siguiendo la pauta del camino de ida y el de vuelta, inseparables, a partir de la obra deIlomei o | tomado el movimiento de la Iliada y la Odisea, a la vez, por la unidad de esuli de su enlace] la primera filosofa de la historia hermenutica occidental, basada

    ii el descubrimiento presocrtico del eterno retomo de lo igual, con que nace la ranni.didad filosfica de Occidente. El Zaratustra de Nietzsche lo expresaba con sun ( lumbrada plasticidad simblica en aqul pasaje inolvidable lo recuerdan\qin I en que el sabio trgico de las bendiciones necesarias, el filso fo Zaratustra i I Inaba la reconciliacin entre los dos enemigos ms acrrimos de la simblica in(Ini uiopea: el guila y la serpiente, pues cuenta Nietzschc que viendo volarmuyilh en el cielo despejado a un guila majestuosa con una brillante serpiente enrosca

    da a su cuello, como un anillo, como el ms hermosos de los collares, Zaratustra sedi cu profundamente en su corazn. En el centro notico del alma racional-espirilunl que no es sino el amor a la unidad difracta: a la re-unin de los contradictoriosqm in absorbe, ni atrapa sus diferencias, ni subordina unas a las otras, preservandola diferencia de la continuidad del juego del misterio y el amor mismo brotando cada ( orno si siempre fuera su primera vez.

    Sm dualismo dicotmico ni fuga metafsica, desde el compromiso del cuidadodi I lenguaje excelente donde puede comparecer la potencia creadora del ser que seIn i en conflicto trgico necesario con la otra potencia difracta: la potencia del alma

    mdi\ ultial, que no puede desear la muerte, y ni quiere ni sabe, aprender siquiera amui ii I in lenguaje que, desde su vertiente crtica ms propia, desenmascara la mitologla escatolgica de la secularizacin: el positivismo, el historicismo y el humanismo nntiopoenli ico de la salvacin, ahora vehieulado por el progreso de la ciencialii nologn a , pues si como luego dir Heidegger solo un dios puede sal vai nos eso

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    li i nologn a , pues si como luego dir Heidegger solo un dios puede sal vai nos eso

    10 11 Kl SA ( )NA I I V ZIIHIA

    sc debe a c|iic no puede salvamos ningn superhombre del poder, ningn Prometeo platnico que robe a los dioses el luego de las artes por compasin de los hombres. Ydesde luego, mucho menos, el nico dios que nunca ha existido, el dios mitolgico lodopoderoso, inventado a imagen y semejanza del hombre por terror a la muerte,quien ha acabado por asesinar a su ms terrible fantasma. Pero entonces, Que dios s

    divino y no humano demasiado humano s puede salvarnos de la nica tentacin del mortal, que reside precisamente en el nihilismo de la teodicea salvadora?

    Es muy posible que el helenista Nietzsche s se atreviera a responder al desafo del enigma guardado por el testamento de Heidegger. Habra entendido Nietzsche, en el acto, que Heidegger no dej al azar esa famosa sentencia suya: Solo un dios puede salvamos, contenida en una entrevista que concedi al peridico alemnDer Spigcl, bajo la condicin jurada de que fuera publicada nicamente tras su muerte. Tras la muerte de Heidegger. Demasiado haba ya pensado Nietzsche en otras muertes, en las que cambiaron el mundo, como para no entender el alcance del desafo secreto del enigma testamental de Heidegger, tras la muerte de Empedocles, la muerte de Scrates, la muerte de Jess de Nazaret, otra vez la muerte del Empdo-cles en la tragedia de Hlderlin...y hasta su propia muerte: la muerte de Nietzsche. Todas aquellas muertes inocentes que haban dado cabal cumplimiento a la obra deaquellos que haban dado su vida por su obra: por la unidad de estilo entre vida yobra. Los inocentes, los que ms amaron el futuro de la tierra celeste.

    S, Nietzsche se habra aprestado a aceptar el reto, y yo creo que saba la respuesta, si bien la habra demorado scductoramente. Es muy probable que hubieracontestado que ese dios es Hermes, el hermano de Apolo y Dionisos, su enlace, el inventor de la flauta y el arpa, el comercio, el enigma, la encrucijada y el lgos extran

    jero de Herclito y Odisco, porque es el dios que conoce el camino de vuelta desde elhades a la resurreccin inmanente. Pero despus, invocando a Hermes, el dios de lasencrucijadas que siempre comparece cuando el caminante perplejo no sabe qu camino tomar, para sealarle alguna direccin, la que sea, muy a menudo errada porese dios que juega con nosotros en los cruces aporcmticos de los caminos de la vida,

    com o ensendonos que a veces ninguna de las alternativas es practicable Nietzschehabra comprendido de golpe, a punto de errar en la respuesta, el enigma de Heidegger!11abra vuelto a ver a Apolo profundamente conmovido por las mentiras creadorasdel nio Hermes, tal y como nos lo cuenta Homero, y en una fraccin de segundos habra recordado el aforismo rfco que a l mismo le inspirara aquella seccin de su Zaratustra: El nio del espejo: Heidegger previendo la inocencia de su propiamuerte transformado en el nio de Herclito, retornando al nio de Las transformaciones del espritu humano con que Nietzsche haba reescrito la fenomenologa del

    espritu de IIcgel... el nio del espejo, la entrevista postuma de IIcidegger en el peridico alemn El Espejo...Ya saben ustedes de qu aforismo hablo? Dice as: ( liando Dionisos nio se mira en el espejo lo que ve es el mundo. S, sin dudaNielzsche se habr alegrado en su eoia/n

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    i s t u d i o / i l i l i i i i i ih i i I I st ' t re t o d i ' l a c i v u l iv i d a d

    I n lodo caso, dar cucnla de los giros del pensamiento esttico-teolgico y piaciti ontolgico, dentro del giro lingstieo-prctico, democrtico y dialgico, quecoi responde a la accin participativa y su verdad modal, exige, por todo lo dichoque nos abramos a la consideracin tanto del problema poltico de la filosofa de la

    historia y su teologa, como al problema de la physis y el ecologismo, entendiendoque probablemente stos ltimos han de suponer unos de los retos ms arduos queNietzsche y Ileidegger plantean al pensamiento actual y el arte actual.

    I I AIJDATIO DEL PRESENTE LIBRO DE JOS VIDAL CALATAYUD

    Es estudiando estas cuestiones desde la doble ptica tcnsional de la discusin deIleidegger con Nietzsche, y Nietzsche contra Heidegger, como se puede asumir ni

    t irniente la complejidad de los problemas entrevistos. Pues solo esa ptica localiza \ .lelamente el enclave topolgico de su encrucijada. De ah que este libro de JosVidal ( alatayud, siguiendo el magisterio de Gianni Vattimo y el mo [tal y como seondensa, por ejemplo, en libro escrito entre ambos en el ao 2000: El retorno de lodivino griego en la Postmodernidad. Una disensin con el nihilismo de Gianni Vattiinn\ se dispusiera a poner en obra la enseanza de sus interlocutores, de sus amigos, emprendiera la ardua investigacin que culmina en este libro. A qu enseanzat *mu ida me refiero? A la siguiente que nos cabe haber sostenido a nosotros tres, a

    lo vulliminanos, en primer lugar, y est en el origen del planteamiento mismo dei< libro: que hay dos Nietzsches de Heidegger, asumpcin desde la cual resulta an

    iiii i therente comprender que tambin hay dos Heideggersy que el segundo Heide. / e s c / nietzscheano.El que se da tras la kchre de su pensar. Despus he visto a va

    no, estudiosos espaoles hacerse cargo de la misma tesis, pero como tristemente su i tli ,i menudo an en el marco de la filosofa hispnica, sin citar las fuentes, com o s Halara de un descubrimiento suyo. Tristezas de la impiedad dialctica, largamenHo .lumbrada a no recibir ni agradecer, que la racionalidad hermenutica est feliz

    111ule empezando a disolver en base a la denuncia de su brbara incultura. Lo cierto que el presente libro: Nietzsche contra Heidegger junto con el libro que le sigue/ / V/

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    I 11 HI SA ( )N A I I Y / I liti A

    boracin del (rupo Palimpsestos de Invesligaeiones Estticas y Polticas, bajo elauspicio y apoyo de (ianni Vallimo. En stos y en otros loros, congresos y cursos, selian debatido las originales perspectivas de estos libros, el primero de los cuales: el

    Nietzsche contra Heideggersale ahora a la luz, ofreciendo al pblico culto de la filosofa escrita en espaol, un trabajo filosfico nico en cuanto a la ccntralidad esencial de la arteria ancha de su investigacin: recorrer y dar cuenta de todas las interpretaciones solventes del Eterno Retorno de Nietzsche.

    Un trazado tan ambicioso c indispensable que sirve por s mismo para hacerse cargo de lo siguiente: que los lectores, receptores e intrpretes del Eterno Retorno deNietzsche son los grandes e indiscutibles protagonistas de la ontolgica actual: Marlin Heidegger, Hans-Georg Gadamer, Gilles Deleuze, Michel Foucault, Jaques Derrida y Gianni Vattimo, llegando hasta nosotros y los Grupos de Investigacin mencionados. Por lo que la consecuencia no se puede dejar de obtener: el ser del tiempo se sita en el centro neurlgico de las investigaciones filosficas actuales, marcando la diferencia de nuestra epocalidad en los trminos de una Ontologia Esttica delliempo-espacio, tal y como se da en los lenguajes y las prxis comunicativas que lointerpretan recreativamente, trazando el mapa del arte y la filosofa diferencial quepodemos llamar nuestra, la de nuestra poca histrica: la abierta por el eterno retorno del ser, y las plurales interpretaciones de Nietzsche. Tal es la materia asombrosa de la que estn hechos estos dos libros de Jos Vidal Calatayud, el primero de los cuales se publica ahora en Dykinson. Entre ambos ponen en nuestras manos de ma

    nera detallada, racional, discursiva, argumentada y documentada, la biblioteca esencial de nuestra poca. Ello reuniendo todos los materiales historiogrficos, las piezas, los textos, y los debates, las obras de arte y pensamiento que la configuran, apartir de una rigurosa seleccin erudita, tan cuidadosa y honesta con los ingentes materiales consultados como firme en la crtica y en el aliento apasionado del filsofo, que va trazando las estructuras y los mapas en busca de la verdad y la creatividad, siempre hasta el lmite, cada vez y en cada caso.

    Jos Vidal Calatayud, colaborador y amigo personal de Gianni Vattimo, ha dis

    cutido y preparado con l algunos de los captulos del libro que ahora tengo el honor de estar presentndoles: el volumen I del Dptico de Ariadna como le llamamoscoloquialmente los Palimpsestos.Fue con Vattimo con quien surgi la idea de devolverle la palabra a Nietzsche despus de Heidegger, tal y como el mismo filsofo italiano ha hecho ya en varios de sus escritos, y precisamente en el primer trabajo que publicamos juntos en la Revista de la editorial Anthrpos: una entrevista que se remonta a los primeros aos de la dcada de los ochenta del siglo XX, cuando Vattimoan era desconocido en Espaa. Con igual proceder la devuelve ahora Vidal Calata

    yud la palabra a los textos de Nietzsche, y enfrenta a Nietzsche contra Heidegger,Iras la crtica de ste al supuesto nihilismo metafisico de la voluntad de poder como arle nietzscheana, lano Val limo com o Vidal ( alalayud son muy conscientes de quela historia no la escriben los vcncedoirs como deca Waller Benjamn solo por

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    I slm i l i ) / ' i < / um i l i l i I I si ' t l i i i > i h ' h i t 1 1' i i t I V I i l i l i l

    i*l hecho de venir despus. Esa es precisamente la violencia edipica del tiempo metal'isico, que recusa, en primer lugar, la lgica del Eterno Retorno, y est ya, desde lara/, en el planteamiento de este libro magnfico con el que Vidal Calatayud consolida, a Iravs de esta investigacin de punta, uno de los campos ms novedosos abier

    tos poi la lilosolia esttica actual. En base a sus resultados podremos obtener, sin duda, lambin una visin ms aquilatada de la filosofa postmodema que a Nictzsche yIIcidcgger se remite. Pues, de ser ciertas algunas de las hiptesis hasta aqu esbozadas sobre esa otra tradicinde la filosofa de Occidente, que hace valer la espiritualidad inmanente o trgica de la notica, se dispondr de un enclave crtico de singulaelieacia de cara a las corrientes relativistas que se mezclan con la postmodernidadsolo debido, sin duda, a la contaminacin ideolgica del mercado del arte, en la poi a, an nihilista, de la filosofa esttica en Occidente. La que, a todas luces, (si bienlunado sta no parece ser la expresin ms adecuada del fenmeno) est retornandoya hacia el mbito ms creativo y ms libre de su propia necesidad: el secreto de lai icalividad.

    I 11electo, Nictzsche contra Heideggeres un libro surgido de la necesidad, un liluo necesario que tiene que ser ledo en su conjunto, ya que al atender a sus partes lproximidad de los rboles no deja ver el bosque. Estamos ante una obra llena de mal es, pinceladas y fragmentos, que toman un ntido contorno al vislumbrase en su inii j'i idad y a una cierta distancia. Un libro-pintura escrito en un estilo artstico qu

    liiu e lo que dice y dice lo que hace. Un libro-cuadro, ante el cual, cuando uno lo miradt ,de muy cerca, desde demasiado cerca, puede ocurrirlc que slo vea borrones linimentos, siendo as que en cuanto vislumbra el conjunto, desde la distancia adei nada, se apercibe y da cuenta de cmo lo que antes vea no eran sino pinceladas.

    Entonces comenzar a entender el lector con Vidal Calatayud que si la hermenutica ha encontrado un cco en Nietzsche que empieza a resonar a travs de variabilurc'aciones, todos esos senderos que se cruzan han de ser registrados por el textde Niel/sche, de manera crtica, pues constituyen ahora su viva actualidad a travs dI I lusloi ia de unos efectos de su texto, que es precisamente la nuestra. De ah que uIMii .adoi tan honesto y lcido como Jos Vidal Calatayud haya tenido que confrontai Nicl/schc, en primer lugar, con su ms eminente epgono: Heidegger. Haya tenid

    que volver a darle la palabra a Nietzsche para discutir toda la filosofa de Heideggeri lu de realizar un camino de vuelta que permita girar todo el ciclo de comprensinH o *ido entre los dos pensadores, y desde stos nos permita llegar a nosotros hastI IIomplcja actualidad de nuestro ahora.

    Pues si Niel/sche puede ser confrontado a IIcidcgger es porque ahora la sincromi.i uiieinpcsiiva se impone sobre la diacrona, de modo que todo lo que desde el puni di \ isla liisloi icisla y positivista resultara anacrnico, desde el punto de vista her11HiH utico resulta necesario Ahora bien, un puni de visla necesario ya no es unaniipli pespccliva sino que es, ms bien, una exigencia de la propia pocaIidad D

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    niipli pespccliva sino que es, ms bien, una exigencia de la propia pocaIidad D

    I I RI S A ( >N A I I Y / I IMI A

    so cjuc cualquier juego hisloi iogrlico y alecto a quo la idea del hoy lenle al ayer, seconvierta cn una cuestin ontolgica. Lo que todava muchos no pueden entender sino como una nostalgia del pasado que se enfrenta a su futuro y su presento, evocando fantasmas perdidos, slo puedo comprenderse, cn cl caso que nos ocupa, si se constata que cn filosofa cn general y cn la ontologia esttica en particular, no hay un

    antes y un despus, sino siempre un ahora con diferencias conjugadas que se ahondan en las heredades disponibles y abren porvenires inditos.

    La aparicin de la verdad en pintura y esto libro tiene que ver con el acontecer de la verdad supone la mayor refutacin del platonismo, que haba relegado lasimgenes al grado ms nfimo de la ontologia y de la gnoseologia. Pero mientras queun oierto Heidegger habra guardado para s el papel de superador de la metafsica, un cierto Nietzsche, cn lugar do quedar preso de la idea de la voluntad de poder comovoluntad de voluntad, habra sabido atravesar cl desierto y atisbar el oasis de un eterno retorno fertilizante. En tal sentido, Heidegger no le habra hceho del todo justicia a Nietzsche pese a su magistral recepcin y habra quedado un ajuste de cuentas porsaldar, un proceso genealgico y arqueolgico que disolviese la injusticia mostrando de paso que la idea de inmovilidad de lo pasado os parte de una mitologa metafsica que no vislumbra ni lo eterno ni su retorno desbastando el sendero herme-nutico entro ambos pensadores.

    El amplio conocimiento de la topologa del pensar contemporneo por parte de

    Vidal Calatayud le permite adentrarse cn cl problema que representa una comprensin cabal de la ontologia del presente, deshilvanando y recosiendo una prenda esen-eial de su vestido: la que vincula a los dos pensadores entro s y fronte a s con cl conjunto de quienes han pensado con ellos a partir de los aos sesenta del pasado siglo. Pan importantes se nos presentan entonoes los elementos de continuidad de la topo

    grafa histrico-flosfica contempornea como las discontinuidades que atraviesanel mapa del pensamiento hermcnutico. Do nuevo estamos ante un cuadro que a distinto nivel de emergencia nos ha pintado cl autor de este libro esencial, para orientarse en cl pensamiento de nuestra poca.

    El Nietzsche contra Heidegger. Hilos de Ariadna I, es un libro indispensablepara los estudiosos de la ontologia esttica en que convergen el arte y la filosofa actual, cn todos los sentidos explicados. Se trata de una investigacin que retraza por- menorizadamente el debate de mayor relieve y envergadura del siglo XX: el que plantea la crtica de Martn Heidegger a Friedrich Nietzsche, a propsito de la Voluntad de Poder como voluntad de arte, que, segn Heidegger, se ha de situar con Nietzsche en la tradicin del nihilismo de la metafsica de la historia del olvido del ser occidental, de una manera muy precisa: como su cumplimiento. Y, as, como su final.Por lo que sigue IIcidegger es consecuentemente tambin en Nietzsche, el creador de Xaratustra como maestro del Eterno Retorno, donde se ha do situar la inflexin de alteracin o distorsin ile la metafsica que se abre a una temporalidad di leronlo, ofreciendo una ontologia alici nal iva a la violencia del nihilismo

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    los Vidal ( alalayud, como sabemos, no iluda cu devolverle de inmediato la palabra.i Nielzschc para que pueda responder a Ileidegger en un dilogo de alto voltaje quehace sallar chispas de futuro.

    Tampoco Ilegel tarda en aparecer en escena, pues a el se debe en realidad el ori

    gen histrico del conflicto explcito entre las creatividades, que se ha precipitado apnilir de su declaracin de La muerte de Dios. Estos tres interl