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1 LA POLITICA Aristóteles LIBRO I CAPÍTULO III : DE LA ADQUISICIÓN DE LOS BIENES Puesto que el esclavo forma parte de la propiedad, vamos a estudiar, siguiendo nuestro método acostumbrado, la propiedad en general y la adquisición de los bienes. La primera cuestión que debemos resolver es si la ciencia de adquirir es la misma que la ciencia doméstica, o si es una rama de ella o sólo una ciencia auxiliar. Si no es más que esto último, ¿lo será al modo que el arte de hacer lanzaderas es un auxiliar del arte de tejer? ¿O como el arte de fundir metales sirve para el arte del estatuario? Los servicios de estas dos artes subsidiarias son realmente muy distintos: lo que suministra la primera es el instrumento, mientras que la segunda suministra la materia. Entiendo por materia la sustancia que sirve para fabricar un objeto; por ejemplo, la lana de que se sirve el fabricante, el metal que emplea el estatuario. Esto prueba que la adquisición de los bienes no se confunde con la administración doméstica, puesto que la una emplea lo que la otra suministra. ¿A quién sino a la administración doméstica pertenece usar lo que constituye el patrimonio de la familia? Resta saber si la adquisición de las cosas es una rama de esta administración, o si es una ciencia aparte. Por lo pronto, si el que posee esta ciencia debe conocer las fuentes de la riqueza y de la propiedad, es preciso convenir en que la propiedad y la riqueza abrazan objetos muy diversos. En primer lugar, puede preguntarse si el arte de la agricultura, y en general la busca y adquisición de alimentos, están comprendidas en la adquisición de bienes, o si forman un modo especial de adquirir. Los modos de alimentación son extremadamente variados, y de aquí esta multiplicidad de géneros de vida en el hombre y en los animales, ninguno de los cuales puede subsistir sin alimentos; variaciones que son, precisamente, las que diversifican la existencia de los animales. En el estado salvaje unos viven en grupos, otros en el aislamiento, según lo exige el interés de su subsistencia, porque unos son carnívoros, otros frugívoros y otros omnívoros. Para facilitar la busca y elección de alimentos es para lo que la naturaleza les ha destinado a un género especial de vida. La vida de los carnívoros y la de los frugívoros difieren precisamente en que no gustan por instinto del mismo alimento, y en que los de cada una de estas clases tienen gustos particulares. Otro tanto puede decirse de los hombres, no siendo menos diversos sus modos de existencia. Unos, viviendo en una absoluta ociosidad, son nómadas que sin pena y sin trabajo se alimentan de la carne de los animales que crían. Sólo que, viéndose precisados sus ganados a mudar de pastos, y ellos a seguirlos, es como si cultivaran un campo vivo. Otros subsisten con aquello de que hacen presa, pero no del mismo modo todos; pues unos viven del pillaje y otros de la pesca, cuando habitan en las orillas de los estanques o de los lagos, o en las orillas de los ríos o del mar, y otros cazan las aves y los animales bravíos. Pero los más de los hombres viven del cultivo de la tierra y de sus frutos.

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01-ARISTOTELES

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    LA POLITICA Aristteles

    LIBRO I

    CAPTULO III : DE LA ADQUISICIN DE LOS BIENES

    Puesto que el esclavo forma parte de la propiedad, vamos a estudiar, siguiendo nuestro mtodo acostumbrado, la propiedad en general y la adquisicin de los bienes.

    La primera cuestin que debemos resolver es si la ciencia de adquirir es la misma que la ciencia domstica, o si es una rama de ella o slo una ciencia auxiliar. Si no es ms que esto ltimo, lo ser al modo que el arte de hacer lanzaderas es un auxiliar del arte de tejer? O como el arte de fundir metales sirve para el arte del estatuario? Los servicios de estas dos artes subsidiarias son realmente muy distintos: lo que suministra la primera es el instrumento, mientras que la segunda suministra la materia. Entiendo por materia la sustancia que sirve para fabricar un objeto; por ejemplo, la lana de que se sirve el fabricante, el metal que emplea el estatuario. Esto prueba que la adquisicin de los bienes no se confunde con la administracin domstica, puesto que la una emplea lo que la otra suministra. A quin sino a la administracin domstica pertenece usar lo que constituye el patrimonio de la familia?

    Resta saber si la adquisicin de las cosas es una rama de esta administracin, o si es una ciencia aparte. Por lo pronto, si el que posee esta ciencia debe conocer las fuentes de la riqueza y de la propiedad, es preciso convenir en que la propiedad y la riqueza abrazan objetos muy diversos. En primer lugar, puede preguntarse si el arte de la agricultura, y en general la busca y adquisicin de alimentos, estn comprendidas en la adquisicin de bienes, o si forman un modo especial de adquirir. Los modos de alimentacin son extremadamente variados, y de aqu esta multiplicidad de gneros de vida en el hombre y en los animales, ninguno de los cuales puede subsistir sin alimentos; variaciones que son, precisamente, las que diversifican la existencia de los animales. En el estado salvaje unos viven en grupos, otros en el aislamiento, segn lo exige el inters de su subsistencia, porque unos son carnvoros, otros frugvoros y otros omnvoros. Para facilitar la busca y eleccin de alimentos es para lo que la naturaleza les ha destinado a un gnero especial de vida. La vida de los carnvoros y la de los frugvoros difieren precisamente en que no gustan por instinto del mismo alimento, y en que los de cada una de estas clases tienen gustos particulares.

    Otro tanto puede decirse de los hombres, no siendo menos diversos sus modos de existencia. Unos, viviendo en una absoluta ociosidad, son nmadas que sin pena y sin trabajo se alimentan de la carne de los animales que cran. Slo que, vindose precisados sus ganados a mudar de pastos, y ellos a seguirlos, es como si cultivaran un campo vivo. Otros subsisten con aquello de que hacen presa, pero no del mismo modo todos; pues unos viven del pillaje y otros de la pesca, cuando habitan en las orillas de los estanques o de los lagos, o en las orillas de los ros o del mar, y otros cazan las aves y los animales bravos. Pero los ms de los hombres viven del cultivo de la tierra y de sus frutos.

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    Estos son, poco ms o menos, todos los modos de existencia, en que el hombre slo tiene necesidad de prestar su trabajo personal, sin acudir, para atender a su subsistencia, al cambio ni al comercio: nmada, agricultor, bandolero, pescador o cazador. Hay pueblos que viven cmodamente combinando estos diversos modos de vivir y tomando del uno lo necesario para llenar los vacos del otro: son a la vez nmadas y salteadores, cultivadores y cazadores, y lo mismo sucede con los dems que abrazan el gnero de vida que la necesidad les impone.

    Como puede verse, la naturaleza concede esta posesin de los alimentos a los animales a seguida de su nacimiento, y tambin cuando llegan a alcanzar todo su desarrollo. Ciertos animales en el momento mismo de la generacin producen para el nacido el alimento que habr de necesitar hasta encontrarse en estado de procurrselo por s mismo. En este caso se encuentran los vermparos y los ovparos. Los vivparos llevan en s mismos, durante un cierto tiempo, los alimentos de los recin nacidos, pues no otra cosa es lo que se llama leche. Esta posesin de alimentos tiene igualmente lugar cuando los animales han llegado a su completo desarrollo, y debe creerse que las plantas estn hechas para los animales, y los animales para el hombre. Domesticados, le prestan servicios y le alimentan; bravos, contribuyen, si no todos, la mayor parte, a su subsistencia y a satisfacer sus diversas necesidades, suministrndole vestidos y otros recursos. Si la naturaleza nada hace incompleto, si nada hace en vano, es de necesidad que haya creado todo esto para el hombre.

    La guerra misma es, en cierto modo, un medio natural de adquirir, puesto que comprende la caza de los animales bravos y de aquellos hombres que, nacidos para obedecer, se niegan a someterse; es una guerra que la naturaleza misma ha hecho legtima.

    He aqu, pues, un modo de adquisicin natural que forma parte de la economa domstica, la cual debe encontrrselo formado o procurrselo, so pena de no poder reunir los medios indispensables de subsistencia, sin los cuales no se formaran ni la asociacin del Estado ni la asociacin de la familia. En esto consiste, si puede decirse as, la nica riqueza verdadera, y todo lo que el bienestar puede aprovechar de este gnero de adquisiciones est bien lejos de ser ilimitado, como poticamente pretende Soln:

    El hombre puede aumentar ilimitadamente sus riquezas.

    Sucede todo lo contrario, pues en esto hay un lmite como lo hay en todas las dems artes. En efecto, no hay arte cuyos instrumentos no sean limitados en nmero y extensin; y la riqueza no es ms que la abundancia de los instrumentos domsticos y sociales.

    Existe, por tanto, evidentemente un modo de adquisicin natural, que es comn a los jefes de familia y a los jefes de los Estados. Ya hemos visto cules eran sus fuentes.

    Resta ahora este otro gnero de adquisicin que se llama, ms particularmente y con razn, la adquisicin de bienes [ crematstica ], y respecto de la cual podra creerse que la fortuna y la propiedad pueden aumentarse indefinidamente. La semejanza de este segundo modo de adquisicin con el primero es causa de que ordinariamente no se vea en ambos ms que un solo y mismo objeto. El hecho es que ellos no son ni idnticos, ni muy diferentes; el primero, es natural, el otro no procede de la naturaleza, sino que es ms bien el producto del arte y de la experiencia. Demos aqu principio a su estudio.

    Toda propiedad tiene dos usos que le pertenecen esencialmente, aunque no de la misma manera: el uno es especial a la cosa, el otro no lo es. Un zapato puede a la vez servir para calzar el pie o para verificar un

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    cambio. Por lo menos puede hacerse de l este doble uso. El que cambia un zapato por dinero o por alimentos, con otro que tiene necesidad de l, emplea bien este zapato en tanto que tal, pero no segn su propio uso, porque no haba sido hecho para el cambio. Otro tanto dir de todas las dems propiedades; pues el cambio, efectivamente, puede aplicarse a todas, puesto que ha nacido primitivamente entre los hombres de la abundancia en un punto y de la escasez en otro de las cosas necesarias para la vida. Es demasiado claro que en este sentido la venta no forma en manera alguna parte de la adquisicin natural. En su origen, el cambio no se extenda ms all de las primeras necesidades, y es ciertamente intil en la primera asociacin, la de la familia. Para que nazca es preciso que el crculo de la asociacin sea ms extenso. En el seno de la familia todo era comn; separados algunos miembros, se crearon nuevas sociedades para fines no menos numerosos, pero diferentes que los de las primeras, y esto debi necesariamente dar origen al cambio. Este es el nico cambio que conocen muchas naciones brbaras, el cual no se extiende a ms que al trueque de las cosas indispensables; como, por ejemplo, el vino que se da a cambio de trigo.

    Este gnero de cambio es perfectamente natural, y no es, a decir verdad, un modo de adquisicin, puesto que no tiene otro objeto que proveer a la satisfaccin de nuestras necesidades naturales. Sin embargo, aqu es donde puede encontrarse lgicamente el origen de la riqueza. A medida que estas relaciones de auxilios mutuos se transformaron, desenvolvindose mediante la importacin de los objetos de que se careca y la exportacin de aquellos que abundaban, la necesidad introdujo el uso de la moneda, porque las cosas indispensables a la vida son naturalmente difciles de transportar.

    Se convino en dar y recibir en los cambios una materia que, adems de ser til por s misma, fuese fcilmente manejable en los usos habituales de la vida; y as se tomaron el hierro, por ejemplo, la plata, u otra sustancia anloga, cuya dimensin y cuyo peso se fijaron desde luego, y despus, para evitar la molestia de continuas rectificaciones, se las marc con un sello particular, que es el signo de su valor. Con la moneda, originada por los primeros cambios indispensables, naci igualmente la venta, otra forma de adquisicin excesivamente sencilla en el origen, pero perfeccionada bien pronto por la experiencia, que revel cmo la circulacin de los objetos poda ser origen y fuente de ganancias considerables. He aqu cmo, al parecer, la ciencia de adquirir tiene principalmente por objeto el dinero, y cmo su fin principal es el de descubrir los medios de multiplicar los bienes, porque ella debe crear la riqueza y la opulencia. Esta es la causa de que se suponga muchas veces que la opulencia consiste en la abundancia de dinero, como que sobre el dinero giran las adquisiciones y las ventas; y, sin embargo, este dinero no es en s mismo ms que una cosa absolutamente vana, no teniendo otro valor que el que le da la ley, no la naturaleza, puesto que una modificacin en las convenciones que tienen lugar entre los que se sirven de l, puede disminuir completamente su estimacin y hacerle del todo incapaz para satisfacer ninguna de nuestras necesidades. En efecto, no puede suceder que un hombre, a pesar de todo su dinero, carezca de los objetos de primera necesidad?, y no es una riqueza ridcula aquella cuya abundancia no impide que el que la posee se muera de hambre? Es como el Midas de la mitologa, que, llevado de su codicia desenfrenada, hizo convertir en oro todos los manjares de su mesa.

    As que con mucha razn los hombres sensatos se preguntan si la opulencia y el origen de la riqueza estn en otra parte, y ciertamente la riqueza y la adquisicin naturales, objeto de la ciencia domstica, son una cosa muy distinta. El comercio produce bienes, no de una manera absoluta, sino mediante la conduccin aqu y all de objetos que son precisos por s mismos. El dinero es el que parece preocupar al comercio, porque el dinero es el elemento y el fin de sus cambios; y la fortuna que nace de esta nueva rama de adquisicin parece no tener realmente ningn lmite. La medicina aspira a multiplicar sus curas hasta el infinito, y como ella todas las artes colocan en el infinito el fin a que aspiran y pretenden alcanzarlo

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    empleando todas sus fuerzas. Pero, por lo menos, los medios que les conducen a su fin especial son limitados, y este fin mismo sirve a todas de lmite. Lejos de esto, la adquisicin comercial no tiene por fin el objeto que se propone, puesto que su fin es precisamente una opulencia y una riqueza indefinidas. Pero si el arte de esta riqueza no tiene lmites, la ciencia domstica los tiene, porque su objeto es muy diferente. Y as podra creerse, a primera vista, que toda riqueza, sin excepcin, tiene necesariamente lmites. Pero ah estn los hechos para probarnos lo contrario: todos los negociantes ven acrecentarse su dinero sin traba ni trmino.

    Estas dos especies de adquisicin tan diferentes emplean el mismo capital a que ambas aspiran, aunque con miras muy distintas, pues que la una tiene por objeto el acrecentamiento indefinido del dinero y la otra otro muy diverso. Esta semejanza ha hecho creer a muchos que la ciencia domstica tiene igualmente la misma extensin, y estn firmemente persuadidos de que es preciso a todo trance conservar o aumentar hasta el infinito la suma de dinero que se posee. Para llegar a conseguirlo, es preciso preocuparse nicamente del cuidado de vivir, sin curarse de vivir como se debe. No teniendo lmites el deseo de la vida, se ve uno directamente arrastrado a desear, para satisfacerle, medios que no tiene. Los mismos que se proponen vivir moderadamente, corren tambin en busca de goces corporales, y como la propiedad parece asegurar estos goces, todo el cuidado de los hombres se dirige a amontonar bienes, de donde nace esta segunda rama de adquisicin de que hablo. Teniendo el placer necesidad absoluta de una excesiva abundancia, se buscan todos los medios que pueden procurarla. Cuando no se pueden conseguir stos con adquisiciones naturales, se acude a otras, y aplica uno sus facultades a usos a que no estaban destinadas por la naturaleza. Y as, el agenciar dinero no es el objeto del valor, que slo debe darnos una varonil seguridad; tampoco es el objeto del arte militar ni de la medicina, que deben darnos, aqul la victoria, sta la salud; y, sin embargo, todas estas profesiones se ven convertidas en un negocio de dinero, como si fuera ste su fin propio, y como si todo debiese tender a l.

    Esto es lo que tena que decir sobre los diversos medios de adquirir lo superfluo; habiendo hecho ver lo que son estos medios y cmo pueden convertirse para nosotros en una necesidad real. En cuanto al arte que tiene por objeto la riqueza verdadera y necesaria, he demostrado que era completamente diferente del otro, y que no es ms que la economa natural, ocupada nicamente con el cuidado de las subsistencias; arte que, lejos de ser infinito como el otro, tiene, por el contrario, lmites positivos.

    Esto hace perfectamente clara la cuestin que al principio proponamos; a saber, si la adquisicin de los bienes es o no asunto propio del jefe de familia y del jefe del Estado. Ciertamente, es indispensable suponer siempre la preexistencia de estos bienes. As como la poltica no hace a los hombres, sino que los toma como la naturaleza se los da y se limita a servirse de ellos, en igual forma a la naturaleza toca suministrarnos los primeros alimentos que proceden de la tierra, del mar o de cualquier otro origen, y despus queda a cargo del jefe de familia disponer de estos dones como convenga hacerlo; as como el fabricante no crea la lana, pero debe saber emplearla, distinguir sus cualidades y sus defectos y conocer la que puede o no servir.

    Tambin podra preguntarse cmo es que mientras la adquisicin de bienes forma parte del gobierno domstico, no sucede lo mismo con la medicina, puesto que los miembros de la familia necesitan tanto la salud como el alimento o cualquier otro objeto indispensable para la vida. He aqu la razn: si por una parte el jefe de familia y el jefe del Estado deben ocuparse de la salud de sus administrados, por otra parte este cuidado compete, no a ellos, sino al mdico. De igual modo lo relativo a los bienes de la familia bajo cierto punto compete a su jefe, pero bajo otro no, pues no es l y s la naturaleza quien debe suministrarlos. A la naturaleza, repito, compete exclusivamente dar la primera materia. A la misma corresponde asegurar el

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    alimento al ser que ha creado, pues en efecto, todo ser recibe los primeros alimentos del que le transmite la vida; y he aqu por qu los frutos y los animales forman una riqueza natural, que todos los hombres saben explotar.

    Siendo doble la adquisicin de los bienes, como hemos visto, es decir, comercial y domstica, sta necesaria y con razn estimada, y aqulla con no menos motivo despreciada, por no ser natural y s slo resultado del trfico, hay fundado motivo para execrar la usura, porque es un modo de adquisicin nacido del dinero mismo, al cual no se da el destino para que fue creado. El dinero slo deba servir para el cambio, y el inters que de l se saca, le multiplica, como lo indica claramente el nombre que le da la lengua griega. Los padres, en este caso, son absolutamente semejantes a los hijos. El inters es dinero producido por el dinero mismo; y de todas las adquisiciones es esta la ms contraria a la naturaleza.