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Libro de Cielo Volumen 01 1 I. M. I. 1-1 (1) En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. (2) Por pura obediencia comienzo a escribir. (3) Tú sabes, oh Señor, el sacrificio que me cuesta hacerlo, y que me sometería a mil muertes antes que escribir una sola línea de las cosas que han pasado entre Tú y yo. ¡Oh mi Dios! Mi naturaleza se estremece, se siente aplastada y casi deshecha al sólo pensarlo. ¡Ah, dame la fuerza, oh vida de mi vida, a fin de que pueda cumplir la santa obediencia! Tú que diste la inspiración al confesor, dame la gracia de poder cumplir lo que me es mandado. (4) ¡Oh Jesús, oh Esposo, oh fortaleza mía! A Ti me dirijo, a Ti vengo, en tus brazos me introduzco, me abandono, me reposo. ¡Ah, consuélame en mi aflicción y no me dejes sola y abandonada! Sin tu ayuda estoy cierta que no tendré fuerza de cumplir esta obediencia que tanto me cuesta, me vencerá el enemigo y temo ser repudiada justamente por Ti por mi desobediencia. ¡Ah! Mírame y vuelve a mirarme, oh Esposo santo en estos tus brazos, mira de cuántas tinieblas estoy circundada, son tan densas que no dejan entrar ni siquiera un átomo de luz en mi alma. ¡Oh! Mi místico Sol Jesús, resplandezca esta luz en mi mente, a fin de que haga huir las tinieblas y pueda libremente recordar las gracias que has hecho a mi alma. ¡Oh! Sol Eterno, manda otro rayo de luz a lo íntimo de mi corazón y lo purifique del fango en el cual yace, lo incendie, lo consuma en tu Amor, a fin de que él, que más que todo ha probado las dulzuras de tu Amor, pueda claramente manifestarlas a quien está obligado. ¡Oh! Mi Sol Jesús, manda otro rayo de luz aun sobre mis labios para que pueda decir la pura verdad, con la única finalidad de conocer si eres verdaderamente Tú o bien 1 Todos los libros presentados en la obra “Libro de Cielo” han sido traducidos directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta. En este primer volumen presentamos los primeros cuatro libros escritos por Luisa. El día 28 de Febrero de 1899, ella recibe la orden de su confesor, Don Gennaro Di Gennaro de comenzar a escribir conforme Jesús le habla, y además, escribir todo lo que había pasado entre ellos hasta ese momento, así que el libro N° 1 es el único que no fue escrito conforme Nuestro Señor le hablaba. Aunque es en forma continua, se distinguen varios temas muy bien definidos, pero no queremos marcarlos para no alterar la forma como lo escribió. Al inicio de este libro se encuentran las dos primeras meditaciones de la novena de navidad, las siete restantes se encuentran al final; por lo dicho anteriormente queremos dejar el orden que ella usó al escribir dicho volumen, por lo que aparentemente queda inconclusa, pero al final se encuentran las meditaciones que faltan. Además, esta novena se pone completa al final del libro. 1

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I

1Libro de Cielo Volumen 01

I. M. I. 1-1

(1) En el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo.

(2) Por pura obediencia comienzo a escribir.

(3) T sabes, oh Seor, el sacrificio que me cuesta hacerlo, y que me sometera a mil muertes antes que escribir una sola lnea de las cosas que han pasado entre T y yo. Oh mi Dios! Mi naturaleza se estremece, se siente aplastada y casi deshecha al slo pensarlo. Ah, dame la fuerza, oh vida de mi vida, a fin de que pueda cumplir la santa obediencia! T que diste la inspiracin al confesor, dame la gracia de poder cumplir lo que me es mandado.

(4) Oh Jess, oh Esposo, oh fortaleza ma! A Ti me dirijo, a Ti vengo, en tus brazos me introduzco, me abandono, me reposo. Ah, consulame en mi afliccin y no me dejes sola y abandonada! Sin tu ayuda estoy cierta que no tendr fuerza de cumplir esta obediencia que tanto me cuesta, me vencer el enemigo y temo ser repudiada justamente por Ti por mi desobediencia. Ah! Mrame y vuelve a mirarme, oh Esposo santo en estos tus brazos, mira de cuntas tinieblas estoy circundada, son tan densas que no dejan entrar ni siquiera un tomo de luz en mi alma. Oh! Mi mstico Sol Jess, resplandezca esta luz en mi mente, a fin de que haga huir las tinieblas y pueda libremente recordar las gracias que has hecho a mi alma. Oh! Sol Eterno, manda otro rayo de luz a lo ntimo de mi corazn y lo purifique del fango en el cual yace, lo incendie, lo consuma en tu Amor, a fin de que l, que ms que todo ha probado las dulzuras de tu Amor, pueda claramente manifestarlas a quien est obligado. Oh! Mi Sol Jess, manda otro rayo de luz aun sobre mis labios para que pueda decir la pura verdad, con la nica finalidad de conocer si eres verdaderamente T o bien ilusin del enemigo. Pero, oh! Jess, cun escasa de luz me veo aun en estos brazos tuyos. Ah! Contntame, T que tanto me amas, contina mandndome luz. Oh! Mi Sol, mi bello, propiamente quiero entrar en el centro, a fin de quedar toda abismada en esta luz pursima. Haz, oh Sol Divino, que esta luz me preceda delante, me siga junto, me circunde por doquier, se introduzca en los ms ntimos escondites de mi interior, a fin de que consumiendo mi ser terreno, lo transformes todo en tu Ser Divino.

(5) Virgen Santsima, Madre amable, ven en mi auxilio, obtenme de tu y mi dulce Jess gracia y fuerza para cumplir esta obediencia.

(6) San Jos, amado protector mo, assteme en esta circunstancia. Arcngel San Miguel, defindeme del enemigo infernal, que tantos obstculos me pone en la mente para hacerme faltar a esta obediencia. Arcngel San Rafael y t mi ngel custodio, vengan a asistirme y a acompaarme, a dirigir mi mano a fin de que pueda escribir slo la verdad.

(7) Sea todo para honor y gloria de Dios, y a m toda la confusin. Oh, Esposo Santo, ven en mi ayuda! Al considerar las tantas gracias que has hecho a mi alma, me siento toda espantada, toda llena de confusin y vergenza al verme an tan mala y sin corresponder a tus gracias. Pero mi amable y dulce Jess, perdname, no te retires de m, contina derramando en m tu gracia, a fin de que puedas hacer de m un triunfo de tu Misericordia.

Empieza su narracin a los 17 aos y slo pone las primeras dos meditaciones.

(8) Y ahora comienzo _ Novena de la Santa Navidad. A la edad de diecisiete aos, me prepar a la fiesta de la Santa Navidad practicando diferentes actos de virtud y mortificacin, honrando especialmente los nueve meses que Jess estuvo en el seno materno con nueve horas de meditacin al da, referentes siempre al misterio de la Encarnacin.

(9) 1.- Como por ejemplo, en una hora me pona con el pensamiento en el paraso y me imaginaba a la Santsima Trinidad: Al Padre que mandaba al Hijo a la tierra, al Hijo que prontamente obedeca al Querer del Padre, y al Espritu Santo que consenta en ello. Mi mente se confunda tanto al contemplar un misterio tan grande, un amor tan recproco, tan igual, tan fuerte entre Ellos y hacia los hombres; y en la ingratitud de estos, especialmente la ma; que en esto me habra quedado no una hora sino todo el da, pero una voz interna me deca:

(10) Basta, ven y mira otros excesos ms grandes de mi Amor.

(11) 2.- Entonces mi mente se pona en el seno materno, y quedaba estupefacta al considerar a aquel Dios tan grande en el Cielo, y ahora tan humillado, empequeecido, restringido, que casi no poda moverse, ni siquiera respirar. La voz interior me deca:

(12) Ves cunto te he amado? Ah! dame un lugar en tu corazn, quita todo lo que no es mo, porque as me dars ms facilidad para poderme mover y respirar.

(13) Mi corazn se deshaca, le peda perdn, prometa ser toda suya, me desahogaba en llanto, sin embargo, lo digo para mi confusin, volva a mis habituales defectos. Oh! Jess, cun bueno has sido con esta miserable criatura.

(14) Y as pasaba la segunda hora del da, y despus, poco a poco el resto, que decirlo todo sera aburrir. Y esto lo haca a veces de rodillas y cuando era impedida a hacerlo por la familia, lo haca aun trabajando, porque la voz interna no me daba ni tregua ni paz si no haca lo que quera, as que el trabajo no me era impedimento para hacer lo que deba hacer. As pas los das de la novena, cuando lleg la vspera me senta ms que nunca encendida por un inslito fervor, estaba sola en la recmara cuando se me presenta delante el nio Jess, todo bello, s, pero titiritando, en actitud de quererme abrazar, yo me levant y corr para abrazarlo, pero en el momento en que iba a estrecharlo desapareci, esto se repiti tres veces. Qued tan conmovida y encendida de amor, que no s explicarlo; pero despus de algn tiempo no lo tom ms en cuenta, y no se lo dije a nadie, de vez en cuando caa en las acostumbradas faltas. La voz interna no me dej nunca ms, en cada cosa me reprenda, me correga, me animaba, en una palabra, el Seor hizo conmigo como un buen padre con un hijo que tiende a desviarse, y l usa todas las diligencias, los cuidados para mantenerlo en el recto camino, de modo de formar de l su honor, su gloria, su corona. Pero, oh! Seor, demasiado ingrata te he sido.

Le ensea el desapego. Desapego del mundo exterior

(15) Despus el Divino Maestro da principio, pone su mano para desapegar mi corazn de todas las criaturas, y con voz interior me deca:

(16) Yo soy el nico que merece ser amado; mira, si t no quitas este pequeo mundo que te rodea, esto es, pensamientos de criaturas, imaginaciones, Yo no puedo entrar libremente en tu corazn, este murmullo en tu mente es impedimento para dejarte or ms clara mi voz, para derramar mis gracias y para hacerte enamorar verdaderamente de M. Promteme ser toda ma y Yo mismo pondr manos a la obra. T tienes razn en que no puedes nada, no temas, Yo har todo, dame tu voluntad y eso me basta.

(17) Y esto suceda ms frecuentemente en la Comunin; entonces le prometa ser toda suya, le peda perdn por que hasta aquel momento no lo haba sido, le deca que verdaderamente lo quera amar y le rogaba que no me dejase nunca ms sola sin l. Y la voz continuaba:

(18) No, no, vendr junto contigo a observar todas tus acciones, movimientos y deseos.

(19) Todo el da lo senta sobre de m, me reprenda de todo, como por ejemplo si me entretena demasiado platicando con la familia de cosas indiferentes, no necesarias, la voz interna me deca:

(20) Estas plticas te llenan la mente de cosas que no me pertenecen a M, te circundan el corazn de polvo, de modo que te hace sentir dbil mi Gracia, no ms viva. Ah! Imtame a M cuando estaba en la casa de Nazaret, mi mente no se ocupaba de otra cosa que de la gloria del Padre y de la salvacin de las almas, mi boca no deca otra cosa que discursos santos, con mis palabras buscaba reparar las ofensas al Padre, trataba de asaetear los corazones y atraerlos a mi Amor, y primariamente a mi Madre y a San Jos, en una palabra, todo nombraba a Dios, todo se obraba por Dios y todo a l se refera. Por qu no podras hacer t otro tanto?

(21) Yo quedaba muda, toda confundida, trataba por cuanto ms poda de estarme sola, le confesaba mi debilidad, le peda ayuda y gracia para poder hacer lo que l quera, porque por m sola no saba hacer otra cosa que mal. Si durante el da mi mente se ocupaba en pensar en personas a las cuales yo quera, enseguida me reprenda dicindome:

(22) Esto es lo bien que me quieres? Quin te ha amado como Yo? Mira, si t no terminas con esto Yo te dejo.

(23) A veces me senta dar tales y tantos reproches amargos, que no haca otra cosa que llorar. Especialmente una maana, despus de la Comunin me dio una luz tan clara sobre el gran amor que l me daba y sobre la volubilidad e inconstancia de las criaturas, que mi corazn qued tan convencido, que de ah en adelante ya no ha sido capaz de amar a ninguna persona. Me ense el modo de como amar a las personas sin separarme de l, esto es, con mirar a las criaturas como imagen de Dios, de modo que si reciba el bien de las criaturas, deba pensar que slo Dios era el primer autor de aqul bien y que se haba servido de la criatura para drmelo, entonces mi corazn se una ms a Dios. Si reciba mortificaciones deba mirarlas tambin como instrumentos en las manos de Dios para mi santificacin, por esto mi corazn no quedaba resentido con mi prjimo. Entonces por este modo suceda que yo miraba a las criaturas todas en Dios, por cualquier falta que viera en ellas jams les perda la estima, si se burlaban de m me senta obligada con ellas pensando que me hacan hacer nuevas adquisiciones para mi alma, si me alababan, reciba con desprecio estas alabanzas diciendo: Hoy esto, maana pueden odiarme, pensando en su inconstancia. En suma, mi corazn adquiri una libertad que yo misma no s explicar.

Purificacin interior. Purificacin del interior de su alma.

Cuando el Divino Maestro me liber del mundo externo, entonces puso mano a purificar el interior, y con voz interna me deca:

(24) Ahora hemos quedado solos, no hay ya quien nos disturbe, no ests ahora ms contenta que antes que debas contentar a tantos y tantos? Mira, es ms fcil contentar a uno solo, debes hacer de cuenta que Yo y t estamos solos en el mundo, promteme ser fiel y Yo verter en ti tales y tantas gracias que t misma quedars maravillada.

(25) Luego continu dicindome: Sobre ti he hecho grandes designios, siempre y cuando t me correspondas, quiero hacer de ti una perfecta imagen ma, comenzando desde que nac hasta que mor; Yo mismo te ensear un poco cada vez el modo como lo hars.

(26) Y suceda as: Cada maana, despus de la Comunin me deca lo que deba hacer en el da. Lo dir todo brevemente, porque despus de tanto tiempo es imposible poder decirlo todo. No recuerdo bien, pero me parece que la primera cosa que me deca que era necesaria para purificar el interior de mi corazn, era el aniquilamiento de m misma, esto es, la humildad. Y continuaba dicindome:

(27) Mira, para hacer que Yo derrame mis gracias en tu corazn, quiero hacerte comprender que por ti nada puedes. Yo me cuido muy bien de aquellas almas que se atribuyen a ellas mismas lo que hacen, querindome hacer tantos hurtos de mis gracias. En cambio con aquellas que se conocen a s mismas, Yo soy generoso en verter a torrentes mis gracias, sabiendo muy bien que nada refieren a ellas mismas, me agradecen y tienen la estima que conviene, viven con continuo temor de que si no me corresponden puedo quitarles lo que les he dado, sabiendo que no es cosa de ellas. Todo lo contrario en los corazones que apestan de soberbia, ni siquiera puedo entrar en su corazn, porque inflado de ellos mismos no hay lugar donde poderme poner; las miserables no toman en cuenta mis gracias y van de cada en cada hasta la ruina. Por eso quiero que en este da hagas continuos actos de humildad, quiero que t ests como un nio envuelto en paales, que no puede mover ni un pie para dar un paso, ni una mano para obrar, sino que todo lo espera de la madre, as t te estars junto a M como un nio, rogndome siempre que te asista, que te ayude, confesndome siempre tu nada, en suma, esperando todo de M.

(28) Entonces buscaba hacer cuanto ms poda para contentarlo, me empequeeca, me aniquilaba, y a veces llegaba a tanto, de sentir casi deshecho mi ser, de modo que no poda obrar, ni dar un paso, ni siquiera un respiro si l no me sostena. Adems me vea tan mala que tena vergenza de dejarme ver por las personas, sabiendo que soy la ms fea, como en realidad lo soy an, as que por cuanto ms poda las rehua y deca entre m: Oh, si supieran cmo soy mala, y si pudieran ver las gracias que el Seor me est haciendo, (porque yo no deca nada a nadie) y que yo soy siempre la misma; oh, cmo me tendran horror!.

(29) Despus, en la maana cuando iba de nuevo a comulgar, me pareca que al venir Jess a m haca fiesta por el contento que senta al verme tan aniquilada, me deca otras cosas sobre el aniquilamiento de m misma, pero siempre de manera diferente a la anterior, yo creo que no una, sino cientos de veces me ha hablado, y si me hubiera hablado miles de veces tendra siempre nuevos modos para hablar sobre la misma virtud, oh! mi Divino Maestro, cun sabio eres, si al menos te hubiera correspondido.

(30) Recuerdo que una maana mientras me hablaba sobre la misma virtud, me dijo que por falta de humildad haba cometido muchos pecados, y que si yo hubiera sido humilde me habra tenido ms cerca a l y no habra hecho tanto mal; me hizo entender como era feo el pecado, la afrenta que este miserable gusano haba hecho a Jesucristo, la ingratitud horrenda, la impiedad enorme, el dao que le haba venido a mi alma. Qued tan espantada que no saba qu hacer para reparar, haca algunas mortificaciones, peda otras al confesor, pero pocas me eran concedidas, as que todas me parecan sombras y no haca otra cosa que pensar en mis pecados, pero siempre ms estrechada a l. Tena tal temor de alejarme de l y de actuar peor que antes, que yo misma no s explicarlo. No haca otra cosa cuando me encontraba con l que decirle la pena que senta por haberlo ofendido, le peda siempre perdn, le agradeca porque haba sido tan bueno conmigo, y le deca de corazn: Mira, oh! Seor el tiempo que he perdido, mientras que habra podido amarte. Entonces no saba decir otra cosa que el grave mal que haba hecho; finalmente, un da reprendindome me dijo:

Olvido de las culpas. Olvido de las culpas.

(31) No quiero que pienses ms en esto, porque cuando un alma se ha humillado, convencida de haber hecho mal y ha lavado su alma en el sacramento de la confesin y est dispuesta a morir antes que ofenderme, el pensar en ello es una afrenta a mi Misericordia, es un impedimento para estrecharla a mi Amor, porque siempre busca con su mente envolverse en el fango pasado y me impide hacerle tomar el vuelo hacia el Cielo, porque siempre con aquellas ideas se encierra en s misma, si es que busca pensar en ellas. Y adems, mira, Yo no recuerdo ya nada, lo he olvidado perfectamente; ves t alguna sombra de rencor de parte ma?

(32) Y yo le deca: No, Seor, eres tan bueno. Pero senta romprseme el corazn de ternura.

(33) Y l: Y bien, querrs mantener delante estas cosas?

(34) Y yo: No, no, no quiero.

(35) Y l: Pensemos en amarnos y en contentarnos mutuamente.

(36) De ah en adelante no pens ms en eso, haca cuanto ms poda por contentarlo y le peda que l mismo me ensease el modo como deba hacer para reparar el tiempo pasado. Y l me deca:

Imitacin de su Vida. Imitacin de la vida de Jess.

(37) Estoy pronto a hacer lo que t quieres. Mira, la primera cosa que te dije que quera de ti era la imitacin de mi Vida, as que veamos qu cosa te falta.

(38) Seor, le deca, me falta todo, no tengo nada.

(39) Y bien, me deca: No temas, poco a poco haremos todo, Yo mismo conozco cun dbil eres, pero es de M que debes tomar fuerza. (No lo recuerdo en orden, pero como pueda lo dir) Y agregaba:

Espritu de rectitud.

(40) Quiero que seas siempre recta en tu obrar, con un ojo me debes mirar a M y con el otro debes mirar lo que ests haciendo; quiero que las criaturas te desaparezcan del todo. Si te vienen dadas ordenes no mires a las personas, no, sino debes pensar que Yo mismo quiero que t hagas lo que te es ordenado, entonces con el ojo fijo en M no juzgars a ninguno, no mirars si la cosa te es penosa o te gusta, si puedes o no puedes hacerla, cerrando los ojos a todo esto los abrirs para mirarme slo a M, me llevars junto a ti pensando que te estoy mirando fijamente y me dirs: Seor, slo por Ti lo hago, slo por Ti quiero obrar, no ms esclava de las criaturas. As que si caminas, si obras, si hablas, en cualquier cosa que hagas, tu nico fin debe ser de agradarme slo a M. Oh! Cuntos defectos evitars si haces as.

(41) Otras veces me deca: Tambin quiero que si las personas te mortifican, te injurian, te contradicen, la mirada tambin fija en M, pensando que con mi misma boca te digo: Hija, soy propiamente Yo que quiero que sufras esto, no las criaturas, aleja la mirada de ellas, sino slo Yo y t siempre, todas las dems destryelas. Mira, quiero hacerte bella por medio de estos sufrimientos, te quiero enriquecer con mritos, quiero trabajar tu alma, volverte similar a M. T me hars un regalo, me agradecers afectuosamente, sers agradecida con aquellas personas que te dan ocasin de sufrir, recompensndolas con algn beneficio. Haciendo as caminars recta ante M, ninguna cosa te dar ms inquietud y gozars siempre paz.

Espritu de mortificacin.

(42) Despus de algn tiempo en que trat de ejercitarme en estas cosas, a veces haciendo y a veces cayendo (si bien veo claro que aun me falta este espritu de rectitud y siempre quedo ms confundida pensando en tanta ingratitud ma), Jess me habl y me hizo entender la necesidad del espritu de mortificacin, (si bien me recuerdo que en todas estas cosas que me deca, me agregaba siempre que todo deba ser hecho por amor suyo, y que las virtudes ms bellas, los sacrificios ms grandes, se volvan inspidos si no tenan principio en el amor. La caridad, me deca, es una virtud que da vida y esplendor a todas las dems, de modo que sin ella todas estn muertas y mis ojos no sienten ningn atractivo, y no tienen ninguna fuerza sobre mi corazn; estate pues atenta y haz que tus obras, aun las mnimas estn investidas por la caridad, esto es, en M, conmigo y por M). Ahora vayamos directamente a la mortificacin.

(43) Quiero, me deca, que en todas tus cosas, hasta las necesarias, sean hechas con espritu de sacrificio. Mira, tus obras no pueden ser reconocidas por M como mas si no tienen la marca de la mortificacin. As como la moneda no es reconocida por los pueblos si no contiene en s misma la imagen de su rey, es ms, es despreciada y no tomada en cuenta, as es de tus obras, si no tienen el injerto con mi cruz no pueden tener ningn valor. Mira, ahora no se trata de destruir a las criaturas, sino a ti misma, de hacerte morir para vivir solamente en M y de mi misma Vida. Es verdad que te costar ms que lo que has hecho, pero ten valor, no temas, no lo hars t sino Yo que obrar en ti.

(44) Entonces reciba otras luces sobre la aniquilacin de m misma y me deca:

(45) T no eres otra cosa que una sombra, que mientras quieres tomarla te huye, t eres nada.

(46) Yo me senta tan aniquilada que habra querido esconderme en los ms profundos abismos, pero me vea imposibilitada para hacerlo, senta tal vergenza que quedaba muda. Mientras estaba en este reconocimiento de mi nada, l me deca:

(47) Ponte junto a M, apyate en mi brazo, Yo te sostendr con mis manos y t recibirs fuerza. T ests ciega, pero mi luz te servir de gua. Mira, me pondr delante y t no hars otra cosa que mirarme para imitarme.

(48) Despus me deca: La primera cosa que quiero que mortifiques es tu voluntad, aquel yo se debe destruir en ti, quiero que la tengas sacrificada como vctima ante M, para hacer que de tu voluntad y de la ma se forme una sola. No ests contenta?

(49) S Seor, pero dame la Gracia, porque veo que por m nada puedo. Y l continuaba dicindome:

(50) S, Yo mismo te contradir en todo, y a veces por medio de las criaturas.

(51) Y suceda as. Por ejemplo: Si en la maana me despertaba y no me levantaba enseguida, la voz interna me deca: T descansas, y Yo no tuve otro lecho que la cruz, pronto, pronto, no tanta satisfaccin.

(52) Si caminaba y mi vista se iba un poco lejos, pronto me reprenda: No quiero, tu vista no la alejes de ti ms all que la distancia de un paso a otro, para hacer que no tropieces.

(53) Si me encontraba en el campo y vea flores, rboles, me deca: Yo todo lo he creado por amor tuyo, t priva a tu vista de este contento por amor mo.

(54) Aun en las cosas ms inocentes y santas, como por ejemplo los ornamentos de los altares, las procesiones, me deca: No debes tomar otro placer que en M solo.

(55) Si mientras trabajaba estaba sentada, me deca: Ests demasiado cmoda, no te acuerdas que mi Vida fue un continuo penar? Y t? Y t?.

(56) Enseguida, para contentarlo me sentaba en la mitad de la silla y la otra mitad la dejaba vaca, y algunas veces en broma le deca: Mira, oh Seor, la mitad de la silla est vaca, ven a sentarte junto a m. Alguna vez me pareca que me contentaba y senta tanto gusto que yo misma no s decirlo. Algunas veces que estaba trabajando con lentitud y desganada me deca: Pronto, aprate, que el tiempo que ganars apurndote vendrs a pasarlo junto Conmigo en la oracin.

(57) A veces l mismo me indicaba cunto trabajo deba hacer. Yo le peda que viniera a ayudarme. S, s, me responda, lo haremos juntos a fin de que despus que hayas terminado quedemos ms libres. Y suceda que en una hora o dos haca lo que deba hacer en todo el da, despus me iba a hacer oracin y me daba tantas luces y me deca tantas cosas, que el querer decirlas sera demasiado largo. Recuerdo que mientras estaba sola trabajando, vea que no alcanzaba el hilo para completar aquel trabajo y que tendra necesidad de ir con la familia para buscarlo, entonces me diriga a l y le deca: En qu aprovecha amado mo el haberme ayudado, pues ahora veo que tengo necesidad de ir a la familia, y puedo encontrar personas y me impedirn venir de nuevo, y entonces nuestra conversacin terminar. Qu, qu, me deca, y t tienes fe? S. Pues no temas, te har terminar todo. Y as suceda, y luego me pona a rezar.

(58) Si llegaba la hora de la comida y coma alguna cosa agradable, sbito me reprenda internamente diciendo: Tal vez te has olvidado que Yo no tuve otro gusto que sufrir por amor tuyo, y que t no debes tener otro gusto que el mortificarte por amor mo? Djalo y come lo que no te agrada. Y yo enseguida lo tomaba y lo llevaba a la persona que ayudaba en el servicio, o bien deca que ya no quera, y muchas veces me la pasaba casi en ayunas, pero cuando iba a la oracin reciba tanta fuerza y senta tal saciedad, que senta nusea de todo lo dems.

(59) Otras veces para contradecirme, si no tena ganas de comer, me deca: Quiero que comas por amor mo, y mientras el alimento se une al cuerpo, pdeme que mi Amor se una con tu alma y quedarn santificadas todas las cosas.

(60) En una palabra, sin ir ms lejos, aun en las cosas ms mnimas trataba de hacer morir mi voluntad, para hacer que viviera slo para l. Permita que hasta el confesor me contradijera, como por ejemplo: Senta un gran deseo de recibir la comunin, todo el da y la noche no haca otra cosa que prepararme, mis ojos no se podan cerrar al sueo por los continuos latidos del corazn y le deca: Seor, apresrate porque no puedo estar sin Ti, acelera las horas, haz que surja pronto el sol porque yo no puedo ms, mi corazn desfallece. l mismo me haca ciertas invitaciones amorosas con las que me senta despedazar el corazn; me deca: Mira, Yo estoy solo, no sientas pena de que no puedes dormir, se trata de hacer compaa a tu Dios, a tu Esposo, a tu Todo, que es continuamente ofendido, ah! no me niegues este consuelo, que despus en tus aflicciones Yo no te dejar. Mientras estaba con estas disposiciones, por la maana iba con el confesor y sin saber por qu, la primera cosa que me deca era: No quiero que recibas la Comunin. Digo la verdad, me resultaba tan amargo que a veces no haca otra cosa que llorar, al confesor no me atreva a decirle nada, porque as quera Jess que hiciera, de otra manera me reprenda; pero yo iba con l y le deca mi pena: Ah Bien mo, para esto la vigilia que hemos hecho esta noche, que despus de tanto esperar y desear, deba quedar privada de Ti? S bien que debo obedecer, pero dime, puedo estar sin Ti? Quin me dar la fuerza? Y adems, cmo tendr el valor de irme de esta iglesia sin llevarte conmigo? Yo no s qu hacer, pero T puedes remediar a todo. Mientras as me desahogaba, senta venir un fuego junto a m, entrar una llama en el corazn y lo senta dentro de m, y enseguida me deca: Clmate, clmate, heme aqu, estoy ya en tu corazn, de qu temes ahora? No te aflijas ms, Yo mismo te quiero enjugar las lgrimas, tienes razn, t no podas estar sin M, no es verdad?.

(61) Yo entonces quedaba tan aniquilada en m misma por esto, y le deca que si yo fuera buena, l no lo habra dispuesto as, y le peda que no me dejara ms, que sin l no quera estar.

(62) Despus de estas cosas, un da, despus de la Comunin lo senta en m todo amor, y que me amaba tanto, que yo misma quedaba maravillada, porque me vea tan mala y sin corresponder, y deca dentro de m: Al menos fuera buena y le correspondiera, tengo temor de que me deje (este temor de que me deje lo he tenido siempre y an lo tengo, y a veces es tanta la pena que siento, que creo que la pena de la muerte sera menor, y si l mismo no viene a calmarme no s darme paz) y en cambio quiere estrecharse ms ntimamente a m. Y mientras as me lo senta dentro de m, con voz interna me dijo:

Meditacin de la Pasin de Nuestro Seor.

(63) Amada ma, las cosas pasadas no han sido ms que un preparativo, ahora quiero venir a los hechos, y para disponer tu corazn para hacer lo que quiero de ti, esto es, la imitacin de mi Vida, quiero que te internes en el mar inmenso de mi Pasin, y cuando t hayas comprendido bien la acerbidad de mis penas, el amor con el que las sufr, quin soy Yo que tanto sufr, y quin eres t vilsima criatura, ah, tu corazn no osar oponerse a los golpes, a la cruz, que Yo slo por tu bien le tengo preparada. Ms bien al slo pensar que Yo, tu maestro, he sufrido tanto, tus penas te parecern sombras comparadas con las mas, el sufrir te ser dulce y llegars a no poder estar sin sufrimientos.

(64) Mi naturaleza temblaba al solo pensar en los sufrimientos, le peda que l mismo me diera la fuerza, porque sin l, me habra servido de sus mismos dones para ofender al donador. Entonces me puse toda a meditar la Pasin, y esto hizo tanto bien a mi alma, que creo que todo el bien me ha venido de esta fuente. Vea la Pasin de Jesucristo como un mar inmenso de luz, que con sus innumerables rayos me heran toda, esto es, rayos de paciencia, de humildad, de obediencia y de tantas otras virtudes; me vea toda rodeada por esta luz, y quedaba aniquilada al verme tan desemejante de l. Aquellos rayos que me inundaban eran para m otros tantos reproches que me decan:

(65) Un Dios paciente, y t? Un Dios humilde y sometido aun a sus mismos enemigos, y t? Un Dios que sufre tanto por amor tuyo, y tus sufrimientos por amor suyo, dnde estn?

(66) A veces l mismo me narraba las penas sufridas por l, y quedaba tan conmovida que lloraba amargamente. Un da, mientras trabajaba, estaba considerando las penas acerbsimas que sufri mi buen Jess, mi corazn me lo senta tan oprimido por la pena, que me faltaba la respiracin; temiendo que me sucediera algo quise distraerme asomndome al balcn, vi hacia la calle, pero, qu veo? Veo la calle llena de gente, y en medio a mi amante Jess con la cruz sobre la espalda; quien lo empujaba por un lado y quien por el otro, todo agitado, con el rostro chorreando sangre, que levantaba los ojos hacia m en actitud de pedirme ayuda. Quin podr decir el dolor que sent, la impresin que hizo sobre mi alma una escena tan lastimera? Rpidamente entr en mi habitacin, yo misma no saba dnde me encontraba, el corazn me lo senta despedazar por el dolor, gritaba y llorando le deca: Jess mo, si al menos te pudiera ayudar, te pudiese liberar de esos lobos tan enfurecidos! Ay! al menos quisiera sufrir esas penas en lugar tuyo para dar alivio a mi dolor. Ah, mi Bien, dame el sufrir, porque no es justo que T sufras tanto y yo, pecadora, est sin sufrir.

Deseo de sufrir.

(67) Desde entonces, recuerdo que se encendi en m tanto deseo de sufrir que no se ha apagado hasta ahora. Recuerdo tambin que despus de la Comunin le peda ardientemente que me concediera el sufrir, y l, a veces para contentarme me pareca que tomaba las espinas de su corona y las clavaba en mi corazn; otras veces senta que tomaba mi corazn entre sus manos y lo estrechaba tan fuerte, que por el dolor senta que perda los sentidos. Cuando adverta que las personas se podran dar cuenta de algo, y a l dispuesto a darme estas penas, pronto le deca: Seor, qu haces? Te pido que me des el sufrir, pero que nadie se d cuenta. Durante algn tiempo me content, pero mis pecados me hicieron indigna de sufrir ocultamente, sin que nadie se diera cuenta.

(68) Recuerdo que muchas veces despus de la Comunin me deca: No podrs verdaderamente asemejarte a M sino por medio de los sufrimientos. Hasta ahora he estado junto a ti, ahora quiero dejarte sola un poco, sin hacerme sentir. Mira, hasta ahora te he llevado de la mano, ensendote y corrigindote en todo, y t no has hecho otra cosa que seguirme. Ahora quiero que hagas por ti misma, pero ms atenta que antes, pensando que te estoy mirando fijamente, pero sin hacerme sentir, y que cuando vuelva a hacerme sentir vendr,o para premiarte si me has sido fiel, o para castigarte si has sido ingrata.

(69) Quedaba tan espantada y abatida por esta noticia, que le deca: Seor, mi todo y mi vida, cmo podr subsistir sin Ti, quin me dar la fuerza? Cmo, despus que me has hecho dejar todo, de modo que siento como si nadie existiera para m, me quieres dejar sola y abandonada Qu, te has tal vez olvidado de cun mala soy, y que sin Ti nada puedo? Y por esta recriminacin, tomando un aspecto ms serio, agregaba:

(70) Es que te quiero hacer comprender bien quin eres t. Mira, lo hago por tu bien, no te entristezcas, quiero preparar tu corazn a recibir las gracias que he diseado sobre ti. Hasta ahora te he asistido sensiblemente, ahora ser menos sensible, te har tocar con la mano tu nada, te cimentar bien en la profunda humildad para poder edificar sobre ti muros altsimos, as que en vez de afligirte, deberas alegrarte y agradecerme, pues cuanto ms pronto te haga pasar el mar tempestuoso, tanto ms pronto llegars a puerto seguro, a cuantas ms duras pruebas te sujetar, tantas gracias ms grandes te dar. As que, nimo, nimo, y despus pronto vendr.

(71) Y al decirme esto me pareca que me bendeca y se fue. Quin podr decir la pena que senta, el vaco que dejaba en mi interior, las amargas lgrimas que derram? Sin embargo me resign a su Santa Voluntad, pareca que de lejos le besaba la mano que me haba bendecido dicindole: Adis, oh Esposo Santo, adis. Vea que todo para m haba terminado, ya que slo lo tena a l, y faltndome l, no me quedaba ningn otro consuelo, sino que todo se converta en amargusimas penas. Ms bien las mismas criaturas me recrudecan la pena, de modo que todas las cosas que vea, pareca que me decan: Mira, somos obras de tu Amado, y l, dnde est? Si miraba agua, fuego, flores, hasta las mismas piedras, enseguida el pensamiento me deca: Ah, estas son obras de tu Esposo. Ellas tienen el bien de verlo y t no lo ves. Ah! obras de mi Seor, denme noticias, dganme, dnde se encuentra? Me dijo que pronto volvera, pero quin sabe cuando.

(72) A veces llegaba a tan amarga desolacin que me senta faltar la respiracin, me senta helar toda, y senta un escalofro por toda mi persona. A veces se daba cuenta la familia y lo atribuan a algn mal fsico y queran ponerme en tratamiento, llamar a mdicos; a veces insistan tanto que lo lograban, pero yo, sin embargo, haca cuanto ms poda para quedarme sola, as que pocas veces lo advertan. Recordaba tambin todas las gracias, las palabras, las correcciones, las reprensiones, vea claramente que todo lo obrado hasta ah, todo, todo haba sido obra de su gracia, y que de m no quedaba ms que la pura nada y la inclinacin al mal; tocaba con la mano que sin l no senta ms el amor tan sensible, aquellas luces tan claras en la meditacin, de modo que permaneca hasta dos o tres horas, haca cuanto ms poda por hacer lo que haca cuando lo senta, porque oa repetir aquellas palabras: Si me eres fiel vendr para premiarte, si ingrata para castigarte.

(73) As pasaba a veces dos das, a veces cuatro, ms o menos como a l le agradaba, mi nico consuelo era recibirlo en el Sacramento... Ah, s, ciertamente, ah lo encontraba, no poda dudar, y recuerdo que pocas veces no se haca or, porque tanto le peda y volva a pedir y lo importunaba, que me contentaba, pero no amoroso y amable, sino severo.

(74) Despus que pasaban aquellos das en aquel estado descrito arriba, especialmente si le haba sido fiel, me lo senta regresar dentro de m, me hablaba ms claramente, y como en los das pasados no haba podido concebir dentro de m ni una palabra, ni or nada, entonces entend que no era mi fantasa, como muchas veces lo pensaba antes, tanto que de lo dicho hasta aqu no deca nada ni al confesor ni a ninguna otra alma viviente, sin embargo haca cuanto ms poda para corresponderle, porque de otra manera me haca tanta guerra que no tena paz. Ah Seor, has sido tan bueno conmigo, y yo tan mala an!

Modo de triunfar en las pruebas.

(75) Siguiendo con lo que haba comenzado, me lo senta dentro de m, lo abrazaba, me lo estrechaba, le deca: Amado Bien, mira cun amarga me ha resultado nuestra separacin. Y l me deca:

(76) Es nada lo que has pasado, preprate a pruebas ms duras; por esto he venido, para disponer tu corazn y fortalecerlo. Ahora me dirs todo lo que has pasado, tus dudas y temores, todas tus dificultades para poderte ensear el modo de como comportarte en mi ausencia.

(77) Entonces le haca la narracin de mis penas dicindole: Seor, mira, sin Ti no he podido hacer nada bien, la meditacin la he hecho toda distrada, fea, tanto que no tena nimo de ofrecrtela. En la comunin no he podido estar las horas enteras como cuando te senta, me vea sola, no tena con quien entenderme, me senta toda vaca, la pena de tu ausencia me haca probar agonas mortales, mi naturaleza quera despacharse pronto para huir de esa pena, mucho ms que me pareca que no haca otra cosa que perder el tiempo, y el temor de que al regresar T me castigaras por no haber sido fiel, entonces no saba qu hacer. Adems, la pena de que T eres continuamente ofendido, y que yo no sabiendo cuando, como antes me enseabas, hacer esos actos de reparacin, esas visitas al Santsimo Sacramento por las ofensas que T recibes. Entonces dime, cmo debo hacer? Y l, instruyndome benignamente me deca:

(78) 1.- Has hecho mal al estarte tan turbada, no sabes t que Yo soy Espritu de paz?, y la primera cosa que te recomiendo es no disturbar la paz del corazn; cuando en la oracin no puedes recogerte, no quiero que pienses en esto o aquello, cmo es o cmo no es, haciendo as t misma llamas a la distraccin. Ms bien, cuando te encuentres en ese estado, la primera cosa es que te humilles, confesndote merecedora de esas penas, ponindote como un humilde corderillo en manos del verdugo, que mientras lo mata le lame las manos; as t, mientras te ves golpeada, abatida, sola, te resignars a mis santas disposiciones, me agradecers de todo corazn, besars la mano que te golpea, reconocindote indigna de esas penas, despus me ofrecers aquellas amarguras, angustias y tedios, pidindome que los acepte como un sacrificio de alabanza, de satisfaccin por tus culpas, de reparacin por las ofensas que me hacen. Haciendo as, tu oracin subir ante mi trono como incienso olorossimo, herir mi corazn y atraer sobre ti nuevas gracias y nuevos carismas; el demonio vindote humilde y resignada, toda abismada en tu nada, no tendr fuerza de acercarse. He aqu que donde t creas perder, hars grandes adquisiciones.

(79) 2.- Respecto a la Comunin no quiero que te aflijas de que no sabes estar, debes saber que es una sombra de las penas que sufr en el Getseman, qu ser cuando te haga partcipe de los flagelos, de las espinas y de los clavos? El pensamiento de las penas mayores te har sufrir con ms nimo las penas menores, por tanto, cuando en la Comunin te encuentres sola, agonizante, piensa que te quiero un poco en mi compaa en la agona del huerto. Por tanto ponte junto a M y haz una comparacin entre tus penas y las mas, mira, t sola y privada de M, y Yo tambin solo, abandonado por mis ms fieles amigos que estn adormilados, dejado solo hasta por mi Divino Padre, y adems en medio de penas acerbsimas, rodeado de serpientes, de vboras y de perros enfurecidos, los cuales eran los pecados de los hombres, y donde estaban tambin los tuyos, que hacan su parte, que me pareca que me queran devorar vivo, mi corazn sinti tanta opresin que me lo sent como si estuviera bajo una prensa, tanto que sud viva sangre. Dime, t cundo has llegado a sufrir tanto? Entonces, cuando te encuentres privada de M, afligida, vaca de todo consuelo, llena de tristezas, de afanes, de penas, ven junto a M, lmpiame esa sangre, ofrceme esas penas como alivio de mi amargusima agona. Haciendo as encontrars el modo de entretenerte Conmigo despus de la Comunin; no que no sufras, porque la pena ms amarga que puedo dar a mis almas queridas es el privarlas de M, pero t, pensando que con tu sufrir me das consuelo, estars contenta.

(80) 3.- En cuanto a las visitas y actos de reparacin, t debes saber que todo lo que hice en el curso de los treinta y tres aos, desde que nac hasta que mor, lo contino en el sacramento del altar, por eso quiero que me visites treinta y tres veces al da, honrando todos mis aos y unindote Conmigo en el Sacramento, con mis mismas intenciones, esto es, de reparacin, de adoracin. Esto lo hars en todos los momentos del da: El primer pensamiento de la maana de inmediato vuele ante el sagrario donde estoy por amor tuyo, y me visites, el ltimo pensamiento de la tarde, mientras duermes por la noche, antes y despus de comer, al principio de cada accin tuya, caminando, trabajando.

(81) Mientras as me deca, me senta toda confundida, y no sabiendo si podra lograr hacerlo le dije: Seor, te pido que ests junto a m hasta que tenga la costumbre de hacerlo, porque conozco que Contigo todo puedo, pero sin Ti, qu puedo hacer yo, miserable? Y l benignamente agregaba:

(82) S, s, te contentar, cundo te he faltado? Quiero tu buena voluntad, y cualquier ayuda que quieras te la dar.

(83) Y as lo haca. Despus de que hubo pasado algn tiempo, a veces con l, a veces privada de l, un da, despus de la Comunin me sent ms ntimamente unida a l, me haca varias preguntas, como por ejemplo: Si lo quera, si estaba dispuesta a hacer lo que l quera, aun el sacrificio de la vida por amor suyo; y me deca:

(84) Y t dime qu quieres, si t ests pronta a hacer lo que quiero, tambin Yo har lo que quieras t.

La quiere purificar de todo mnimo defecto. Modo como la purifica del todo.

(85) Yo me senta toda confundida, no comprenda su modo de obrar, pero con el tiempo he entendido que ese modo de obrar lo usa cuando quiere disponer al alma a nuevas y ms pesadas cruces, y la sabe atraer tanto a l con esas estratagemas, que el alma no se atreve a oponerse a lo que l quiere. Entonces le deca: S, te amo, pero dime T mismo, puedo encontrar objeto ms bello, ms santo, ms amable que T? Adems, por qu me preguntas si estoy dispuesta a hacer lo que quieres, si desde hace tanto tiempo te entregu mi voluntad y te ped que no evitaras ni aun el hacerme pedazos con tal que te pudiera dar gusto? Yo me abandono en Ti. Oh Esposo Santo, obra libremente, haz de m lo que quieras, dame tu Gracia, pues por m nada soy y nada puedo. Y l me deca:

(86) Verdaderamente ests dispuesta a todo lo que quiero?.

(87) Yo entonces me senta ms confundida y anonadada, y deca: S, estoy dispuesta. Pero casi temblando, y l compadecindome segua diciendo: No temas, ser tu fuerza, no sufrirs t, sino ser Yo quien sufrir y combatir en ti. Mira, quiero purificar tu alma de todo mnimo defecto que pudiera impedir mi Amor en ti, quiero probar tu fidelidad, pero cmo puedo ver si esto es verdad, si no es ponindote en medio de la batalla? Debes saber que quiero ponerte en medio de los demonios, les dar libertad de atormentarte y de tentarte a fin de que cuando hayas combatido los vicios con las virtudes opuestas, te encontrars ya en posesin de esas mismas virtudes que creas perder, y despus, tu alma purificada, embellecida, enriquecida, ser como un rey que regresa vencedor de una ferocsima guerra, que mientras crea perder lo que tena, vuelve en cambio ms glorioso y lleno de inmensas riquezas. Y entonces vendr Yo, formar en ti mi morada, y estaremos siempre juntos. Es verdad que ser doloroso tu estado, los demonios no te darn paz, ni de da ni de noche, estarn siempre en acto de hacerte ferocsima guerra, pero t ten siempre en la mira lo que quiero hacer de ti, esto es, hacerte semejante a M, y que no podrs llegar a esto sino por medio de muchas y grandes tribulaciones, y as tendrs ms nimo para soportar las penas.

(88) Quin puede decir cmo qued asustada ante tal anuncio? Me sent helar la sangre, erizar los cabellos y mi imaginacin qued llena de negros espectros que pareca que me queran devorar viva. Me pareca que el Seor, antes de ponerme en este estado doloroso, daba libertad a todo lo que deba sufrir, y me vea rodeada por todo eso, entonces me dirig a l y le dije: Seor, ten piedad de m! Ah, no me dejes sola y abandonada, veo que es tanta la rabia de los demonios, que no dejarn de m ni siquiera el polvo, cmo podr resistirles? Para Ti es bien conocida mi miseria y cun mala soy, por eso dame nueva gracia para no ofenderte. Seor mo, la pena que ms desgarra mi alma, es ver que tambin T debes dejarme. Ah, a quin podr decir alguna palabra, quin me debe ensear? Pero sea hecha siempre tu Voluntad, bendigo tu Santo Querer. Y l benignamente continu dicindome:

(89) No te aflijas tanto, debes saber que jams permitir que te tienten ms all de tus fuerzas, si esto lo permito es para tu bien, jams pongo a las almas en la batalla para hacer que perezcan, primero mido sus fuerzas, les doy mi gracia y despus las introduzco, y si alguna alma se precipita, es porque no se mantiene unida a M con la oracin, no sintiendo ms la sensibilidad de mi Amor van mendigando amor de las criaturas, mientras que slo Yo puedo saciar el corazn humano, no se dejan guiar por el camino seguro de la obediencia, creyendo ms en el juicio propio que en quien las gua en mi lugar, entonces, qu maravilla si se precipitan? Por eso lo que te recomiendo es la oracin, aunque debieras sufrir penas de muerte, jams debes descuidar lo que acostumbras hacer, es ms, cuanto ms te veas en el precipicio, tanto ms invocars la ayuda de quien puede liberarte. Adems, quiero que te pongas ciegamente en las manos del confesor, sin examinar lo que te viene dicho, t estars circundada de tinieblas y sers como uno que no tiene ojos y que necesita de una mano que lo gue, el ojo para ti ser la voz del confesor que como luz te iluminar las tinieblas, la mano ser la obediencia que te ser gua y sostn para hacerte llegar a puerto seguro. La ltima cosa que te recomiendo es el valor, quiero que con intrepidez entres en la batalla, la cosa que ms hace temer a un ejrcito enemigo es ver el coraje, la fortaleza, el modo con el cual desafan los ms peligrosos combates, sin temer nada. As son los demonios, nada temen ms que a un alma valerosa, toda apoyada en M, que con nimo fuerte va en medio a ellos no para ser herida, sino con la resolucin de herirlos y exterminarlos; los demonios quedan espantados, aterrados y quisieran huir, pero no pueden, porque atados por mi Voluntad, estn obligados a estarse para su mayor tormento. As que no temas de ellos, que nada pueden hacerte sin mi Querer. Y adems, cuando te vea que no puedes resistir ms y ests a punto de desfallecer, si me eres fiel inmediatamente vendr y pondr a todos en fuga y te dar gracia y fortaleza. nimo, nimo!.

Pelea con el demonio.

(90) Ahora, quin puede decir el cambio que sucedi en mi interior? Todo era horror para m, aquel amor que antes senta en m, ahora lo vea convertido en odio atroz, qu pena el no poderlo amar ms. Me desgarraba el alma el pensar en aquel Seor que haba sido tan bueno conmigo, y ahora verme obligada a aborrecerlo, a blasfemarlo como si fuese el ms cruel enemigo, el no poderlo mirar ni siquiera en sus imgenes, porque al mirarlas, al tener rosarios entre las manos, al besarlos, me venan tales mpetus de odio, y tanta fuerza en contra, que hacerlo y reducirlos a pedazos era lo mismo, y a veces haca tanta resistencia, que mi naturaleza temblaba de pies a cabeza. Oh Dios, qu pena amargusima! Yo creo que si en el infierno, no hubiera otras penas, la sola pena de no poder amar a Dios formara el infierno ms horrible. Muchas veces el demonio me pona delante las gracias que el Seor me haba hecho, ahora como un trabajo de mi fantasa y por eso poder llevar una vida ms libre, ms cmoda; y ahora como verdaderas, y me decan: Esto es lo bien que te quera? Esta es la recompensa, que te ha dejado en nuestras manos, eres nuestra, eres nuestra, para ti todo ha terminado, no hay ms que esperar. Y en mi interior me senta poner tales mpetus de aversin contra el Seor y de desesperacin, que algunas veces teniendo alguna imagen entre las manos, era tanta la fuerza del desprecio que las rompa, pero mientras esto haca, lloraba y las besaba, pero no s decir como era obligada a hacerlo. Quin puede decir el desgarro de mi alma? Los demonios hacan fiesta y rean, unos hacan ruido desde un lugar, otros lo hacan desde otro, unos hacan estrpitos, otros me ensordecan con gritos diciendo: Mira como eres nuestra, no nos queda otra cosa ms que llevarte al infierno, alma y cuerpo, vers que lo haremos. A veces me senta jalar, ahora los vestidos, ahora la silla donde estaba arrodillada y tanto la movan y hacan ruido que no poda rezar, a veces era tanto el temor, que creyendo librarme me iba a acostar en la cama, (porque estos escndalos sucedan la mayor parte en la noche) pero tambin ah seguan jalndome la almohada, las cobijas. Pero quin puede decir el espanto, el temor que senta? Yo misma no saba dnde me encontraba, si en la tierra o en el infierno; era tanto el temor de que en verdad me llevaran, que mis ojos no podan cerrarse al sueo; estaba como uno que tiene un cruel enemigo que ha jurado que a cualquier costo le debe quitar la vida, y crea que esto me sucedera en cuanto cerrara los ojos; as que senta como si alguien me pusiera algo dentro de los ojos, de modo que estaba obligada a tenerlos abiertos para ver cuando me deban llevar, tal vez podra oponerme a lo que querran hacer, entonces me senta erizar los cabellos sobre mi cabeza uno por uno, un sudor fro en todo mi cuerpo que me penetraba hasta los huesos y me senta desunir los nervios y los huesos, y se agitaban juntos por el miedo. Otras veces me senta incitar a tales tentaciones de desesperacin y de suicidio, que alguna vez habindome encontrado cerca de un pozo, o bien de un cuchillo, me senta jalar para conducirme dentro o bien tomar el cuchillo y matarme, y era tanta la fuerza que deba hacer para huir, que senta penas de muerte, y mientras hua, senta que iban junto conmigo y oa sugerirme que para m era intil el vivir despus de haber cometido tantos pecados, que Dios me haba abandonado porque no haba sido fiel; es ms, vea que haba hecho tantas infamias, que jams alma alguna en el mundo haba cometido, que para m no haba ms misericordia que esperar. En el fondo de mi alma oa repetir: Cmo puedes vivir siendo enemiga de Dios? Sabes t quin es ese Dios a quien tanto has ultrajado, blasfemado, odiado? Ah, es ese Dios inmenso que por todas partes te circundaba, y t ante sus ojos te has atrevido a ofenderlo. Ah, perdido el Dios de tu alma, quin te dar paz? Quin te librar de tantos enemigos? Era tanta la pena que no haca otra cosa que llorar; a veces me pona a rezar, y los demonios para acrecentar mi tormento, los senta venir encima de m, y quien me golpeaba, quien me pinchaba, y quien me apretaba la garganta. Recuerdo que una vez mientras rezaba, me sent jalar los pies desde abajo, abrirse la tierra y salir las llamas, y que yo caa dentro; fue tal el espanto y el dolor que qued medio muerta, tanto que para recuperarme de aquel estado tuvo que venir Jess y me reanim, me hizo entender que no era verdad que haba puesto la voluntad en ofenderlo, y que yo misma lo poda saber por la pena amargusima que senta, que el demonio era un mentiroso y que no deba hacerle caso, que por ahora deba tener paciencia en sufrir esas molestias, y que despus deba venir la paz. Esto suceda de vez en cuando, cuando llegaba a los extremos, y a veces para ponerme en ms duros tormentos. En el momento de ese consuelo el alma se convenca, porque ante esa luz es imposible que el alma no aprenda la verdad, pero despus cuando me encontraba en la lucha me encontraba en el mismo estado de antes.

(91) Me tentaba tambin a no recibir la Comunin, persuadindome de que despus de que haba cometido tantos pecados, era un atrevimiento acercarme, y que si me atreva, no Jesucristo habra venido, sino el demonio, y que tantos tormentos me habra de dar, que me dara la muerte, pero la obediencia la venca, es verdad que a veces sufra penas mortales, as que trabajosamente poda recuperarme despus de la Comunin, pero como el confesor quera absolutamente que la recibiera, no poda hacer de otro modo. Recuerdo que varias veces no la recib.

(92) Tambin recuerdo que a veces mientras rezaba en la noche, me apagaban la lmpara; a veces hacan tales rugidos de dar miedo; otras veces voces dbiles, como si fueran moribundos, pero quin puede decir todo lo que hacan?

(93) Ahora, esta dura batalla, aunque no recuerdo muy bien, dur tres aos, aunque haba das o semanas de intervalo, no que cesaran del todo, sino que empezaron a disminuir.

(94) Recuerdo que despus de una Comunin, el Seor me ense el modo como deba hacer para ponerlos en fuga, y era el despreciarlos y no prestarles ninguna atencin, y que deba hacer de cuenta como si fueran tantas hormigas. Me sent infundir tanta fuerza que no senta ms aquel temor de antes, y haca as: Cuando hacan estrpito, rumores, les deca: Se ve que no tenis nada qu hacer, y que para pasar el tiempo estis haciendo tantas tonteras; hagan, hagan, que despus cuando os cansis, lo terminaris. A veces cesaban, otras veces se enojaban tanto que hacan ruidos ms fuertes. Me los senta junto a m hacindose ms fuertes y hacan violencia para llevarme, ola la horrible peste, senta el calor del fuego. Es verdad que en mi interior senta un estremecimiento, pero me forzaba y les deca: Mentirosos que sois, si esto fuera cierto desde el primer da lo habrais hecho, pero como es falso es que no tenis ningn poder sobre m, sino slo aqul que os viene dado de lo alto, por eso digan, digan, y despus cuando os cansis, reventareis. Si emitan lamentos y gritos les deca: Qu, no os han salido las cuentas hoy? Es decir, os lamentis porque os ha sido quitada alguna alma? Pobrecitos, no se sienten bien, sin embargo quiero tambin yo haceros lamentar otro poco. Y me pona a rezar por los pecadores, o bien a hacer actos de reparacin. A veces me rea cuando empezaban a hacer las acostumbradas cosas y les deca: Cmo puedo temeros, raza vil? Si fuerais seres serios no habrais hecho tantas tonteras, ustedes mismos, no os avergonzis? No hagis que os tome a burla. Despus, si me ponan tentaciones de blasfemar o de odio contra Dios, ofreca aquella pena amargusima, aquella violencia que me haca, porque mientras vea que el Seor mereca todo el amor, todas las alabanzas, yo era forzada a hacer lo contrario, en reparacin de tantos que libremente lo blasfeman y que ni siquiera se recuerdan que existe un Dios, que estn obligados a amarlo. Si me incitaban a desesperacin, en mi interior deca: No pongo atencin ni del paraso ni del infierno, lo nico que me apura es amar a mi Dios, este no es tiempo de pensar en otra cosa, sino que es tiempo de amar cuanto ms pueda a mi buen Dios, el paraso y el infierno los dejo en sus manos, l, que es tan bueno me dar lo que ms me conviene, y me dar un lugar donde pueda glorificarlo ms.

(95) Jesucristo me ense que el medio ms eficaz para hacer que el alma quede libre de toda vana aprehensin, de toda duda, de todo temor, era el declarar delante al Cielo, a la tierra y ante los mismos demonios, no querer ofender a Dios, aun a costa de la propia vida, no querer consentir a cualquier tentacin del demonio, y esto en cuanto el alma advierte que viene la tentacin, si puede en el momento de la batalla, y apenas se empieza a sentir libre, y tambin durante el curso del da. Haciendo as, el alma no perder tiempo en pensar si consinti o no, porque el slo recordar la promesa le restituir la calma, y si el demonio busca inquietarla, podr responderle que si hubiera tenido intencin de ofender a Dios, no habra declarado lo contrario, y as quedar libre de todo temor.

(96) Ahora, quin puede decir la rabia del demonio, pues actuando de este modo todas sus astucias resultaban para su confusin, y donde crea ganar perda, ya que de sus mismas tentaciones y artificios el alma se serva para poder hacer actos de reparacin y amor a su Dios?

(97) El otro modo que me ense para alejar las tentaciones fue el siguiente: Si me tentaban a suicidio yo deba responder: No tenis ningn permiso de Dios, es ms, para vuestro despecho quiero vivir para poder amar ms a mi Dios. Si me golpeaban, yo me deba humillar, arrodillarme y agradecer a mi Dios porque esto suceda como penitencia de mis pecados, y no slo eso, sino ofrecer todo como actos de reparacin por todas las ofensas hechas a Dios en el mundo.

(98) Finalmente, una fea tentacin que me dur poco, fue que debido al contacto continuo por cerca de ao y medio con los tan feos demonios, yo deba quedar encinta y parir luego un pequeo demonio con cuernos. Mi fantasa creca tanto, que yo me vea delante una confusin horrible, por lo que se habra dicho de m por tan espantoso suceso.

(99) Despus de cerca de ao y medio de esta lucha, finalmente terminaron las crueldades de los demonios y comenz una vida toda nueva, pero los demonios no dejaron de molestarme de vez en cuando, pero no eran tan frecuentes, no tan feroz la batalla, y yo me acostumbr a despreciarlos.

(100) La vida nueva que comenz fue en la casa de campo llamada Torre Disperata. Un da, en que ms que nunca haba sido atormentada por el demonio, tanto que sent perder las fuerzas y desmayar, por la tarde, mientras as estaba sent venirme una cosa mortal y perd los sentidos, en este estado vi a Jesucristo rodeado de muchos enemigos, quien lo golpeaba, quien lo abofeteaba, quien le clavaba las espinas en la cabeza, quien le rompa las piernas, quien los brazos. Despus que lo redujeron casi en pedazos lo pusieron en los brazos de la Virgen, y esto suceda un poco lejos de m. Despus que la Virgen Santsima lo tom entre sus brazos, se acerc a m y llorando me dijo:

(101) Hija, mira como es tratado mi Hijo por los hombres, las horribles ofensas que cometen jams le dan tregua, mralo como sufre.

(102) Yo trataba de verlo y lo vea todo sangre, todo llagas, y casi despedazado, reducido a un estado mortal, senta tales penas que hubiera querido morir mil veces antes que ver sufrir tanto a mi Seor, me avergonzaba de mis pequeos sufrimientos. La Santsima Virgen agreg, pero siempre llorando:

Luisa es escogida como vctima. Confesores

(103) Acrcate a besar las llagas de mi Hijo, l te escoge como vctima, y si tantos lo ofenden, t ofrecindote a sufrir lo que l sufre le dars un alivio en tanto sufrir, no lo aceptas?

(104)Yo me senta tan aniquilada, me vea tan mala (como lo soy todava) e indigna, que no osaba decir s. Mi naturaleza temblaba, me senta tan dbil por las penas pasadas, que apenas me quedaba un hilo de vida. Adems, no s como, de lejos vea a los demonios que alborotaban tanto, hacan mucho ruido, y vea que todo lo que haba visto que le haban hecho al Seor deban hacrmelo a m si aceptaba. En m misma senta tales penas, dolores, estiramientos de nervios, que cre que dejara la vida. Finalmente me acerqu y le bes las llagas, pareca que al hacerlo aquellos miembros tan lacerados se curaban, y el Seor que antes pareca casi muerto empezaba a reanimarse a nueva vida. Internamente reciba tales luces sobre las ofensas que se cometen, atracciones para aceptar ser vctima aunque debiese sufrir mil muertes, porque el Seor todo mereca, y que yo no podra oponerme a lo que l quera. Esto suceda mientras estbamos en silencio, pero aquellas miradas que mutuamente nos dbamos eran tantas invitaciones, tantas saetas ardientes que me traspasaban el corazn. Especialmente la Santsima Virgen me incitaba a aceptar, pero quin puede decir todo lo que pas? Finalmente el Seor mirndome benignamente me dijo:

(105) T has visto cunto me ofenden y cuntos caminan por los caminos de la iniquidad, y sin advertirlo se precipitan en el abismo. Ven a ofrecerte ante la Divina Justicia como vctima de reparacin por las ofensas que se hacen y por la conversin de los pecadores, que a ojos cerrados beben en la fuente envenenada del pecado. Un inmenso campo se abre ante ti, de sufrimientos, s, pero tambin de gracias; Yo no te dejar ms, vendr en ti a sufrir todo lo que me hacen los hombres, hacindote participar de mis penas. Como ayuda y consuelo te doy a mi Madre.

(106) Y pareca que me entregaba a Ella, y Ella me aceptaba. Yo tambin me ofrec toda a l y a la Virgen, dispuesta a hacer lo que l quera, y as termin la primera vez.

(107) Despus de que me recobr de aqul estado, senta tales penas, tal aniquilamiento de m misma, que me vea como un miserable gusano que no saba hacer ms que arrastrarse por tierra, y deca al Seor: Ayuda, tu Omnipotencia me aterra, veo que si T no me levantas, mi nada se deshace y va a dispersarse. Dame el sufrir, pero te ruego me des la fuerza, porque me siento morir. Y as empez un alternarse de visitas de Nuestro Seor y de tormentos por parte de los demonios; por cuanto ms me resignaba, tanto ms aumentaba su rabia.

(108) Pocos das despus de lo dicho anteriormente, sent de nuevo perder los sentidos (recuerdo que al principio, cada vez que me suceda esto crea que deba dejar la vida). Mientras perd los sentidos se hizo ver otra vez Nuestro Seor con la corona de espinas en la cabeza, todo chorreando sangre, y dirigindose a m dijo:

(109) Hija, mira lo que me hacen los hombres; en estos tristes tiempos es tanta su soberbia que han infestado todo el aire, y es tanta la peste que por todas partes se esparce, tanto, que ha llegado hasta mi trono en el empreo. Hacen de tal modo que ellos mismos se cierran el Cielo; los miserables, no tienen ojos para ver la verdad porque estn ofuscados por el pecado de la soberbia, con el cortejo de los dems vicios que llevan consigo. Ah, dame un alivio a tan acerbos dolores y una reparacin a tantas ofensas que me hacen.

(110) Diciendo esto se quit la corona, que no pareca corona sino toda una madeja, de modo que ni siquiera una mnima parte de la cabeza quedaba libre, sino que toda era traspasada por aquellas espinas. Mientras se quit la corona se acerc a m y me pregunt si la aceptaba. Yo me senta tan aniquilada, senta tales penas por las ofensas que se le hacen, que me senta destrozar el corazn y le dije: Seor, haz de m lo que quieras. Y as lo hizo y me la hundi sobre mi cabeza y desapreci.

(111) Quin puede decir el dolor que sent al volver en m misma? A cada movimiento de la cabeza crea expirar, tantos eran los dolores, las pinchaduras que senta en la cabeza, en los ojos, en las orejas, detrs en la nuca, aquellas espinas me las senta penetrar hasta en la boca, y sta se me apretaba de tal modo que no poda abrirla para tomar el alimento, y estaba a veces dos y a veces tres das sin poder tomar nada. Cuando de algn modo se mitigaban, senta sensiblemente una mano que me oprima la cabeza y me renovaba las penas, y a veces eran tantos los dolores que perda los sentidos. Al principio esto suceda algunos das s y otros no, de vez en cuando se repeta tres o cuatro veces al da, a veces duraba un cuarto de hora, otras veces media hora y otras una hora, y despus quedaba libre, slo que me senta muy dbil y sufriente, en la medida en que en aquel estado de adormecimiento me haban sido comunicadas las penas, as quedaba ms o menos sufriente.

(112) Recuerdo tambin como algunas veces por los sufrimientos de la cabeza, como dije arriba, no poda abrir la boca para tomar el alimento, y como la familia saba que no tena ganas de estar en el campo, cuando vean que no coma lo atribuan a un capricho mo, y naturalmente se enojaban, se inquietaban y me reprendan. Mi naturaleza quera resentirse por esto, porque vea que no era verdad lo que ellos decan, pero el Seor no quera este resentimiento, y he aqu como sucedi:

(113) Una noche, mientras estbamos a la mesa y yo en este estado de no poder abrir la boca, la familia empez a inquietarse, yo lo senta tanto que comenc a llorar, y para no ser vista me levant y me fui a otra habitacin para seguir llorando, y le peda a Jesucristo y a la Virgen Santsima que me dieran ayuda y fuerza para soportar esa prueba, pero mientras esto haca sent que empezaba a perder los sentidos. Oh Dios, qu pena el solo pensar que la familia me vera, siendo que hasta entonces no lo haba advertido! Mientras estaba en esto le deca: Seor, no permitas que me vean. Y yo tena tal vergenza de que me vieran, aunque no s decir por qu, y trataba por cuanto ms poda de esconderme en lugares donde no poda ser vista; cuando era sorprendida imprevistamente por ese estado, de modo que no tena tiempo de esconderme o al menos de arrodillarme, porque en la posicin en que me encontraba as quedaba, y podran decir que estaba rezando, entonces me descubran. Mientras perd los sentidos se hizo ver Nuestro Seor en medio de muchos enemigos que le lanzaban toda clase de insultos, especialmente lo agarraban y lo pisoteaban bajo los pies, lo blasfemaban, le jalaban los cabellos; me pareca que mi buen Jess quera huir de debajo de aquellos ftidos pies e iba buscando una mano amiga que lo liberara, pero no encontraba a nadie. Mientras esto vea, yo no haca otra cosa que llorar sobre las penas de mi Seor, hubiera querido ir en medio de esos enemigos, tal vez podra liberarlo, pero no me atreva y le deca: Seor, hazme participar en tus penas. Ah, si pudiera aliviarte y liberarte! Mientras esto deca, aquellos enemigos, como si hubieran entendido, se venan contra m, pero tan enfurecidos que empezaron a golpearme, a jalarme los cabellos, a pisotearme, yo tena gran temor, sufra, s, pero dentro de m estaba contenta porque vea que daba al Seor un poco de tregua. Despus aquellos enemigos desaparecan y yo qued sola con mi Jess. Trat de compadecerlo pero no me atreva a decirle nada, y l rompiendo el silencio me dijo:

(114) Todo lo que t has visto es nada en comparacin de las ofensas que continuamente me hacen, es tanta su ceguera, el entregarse a las cosas terrenas, que llegan a volverse no slo crueles enemigos mos, sino tambin de ellos mismos, y como sus ojos estn fijos en el fango, por eso llegan a despreciar lo eterno. Quin me reparar por tanta ingratitud? Quin tendr compasin de tanta gente que me cuesta sangre y que vive casi sepultada en la mugre de las cosas terrenas? Ah, ven y reza, llora junto Conmigo por tantos ciegos que son todo ojos para todo lo que sabe a tierra, y desprecian y pisotean mis gracias bajo sus inmundos pies, como si stas fueran fango. Ah, elvate sobre todo lo que es tierra, aborrece y desprecia todo lo que a M no pertenece, no te importen las burlas que recibas de la familia despus de que me has visto sufrir tanto, slo te importe mi honor, las ofensas que continuamente me hacen y la prdida de tantas almas. Ah, no me dejes solo en medio de tantas penas que me destrozan el corazn, todo lo que t sufres ahora es poco en comparacin con las penas que sufrirs, no te he dicho siempre que lo que quiero de ti es la imitacin de mi Vida? Mira cun desemejante eres de M, por eso nimo y no temas.

(115) Despus de esto volv en m misma y me di cuenta que estaba rodeada por la familia, todos lloraban y estaban alarmados y tenan tal temor de que se repitiera ese estado, pensando que morira, que decidieron volver a Corato lo ms pronto posible para hacerme observar por los mdicos. No s decir por qu senta tanta pena al pensar que deba ser examinada por los mdicos, muchas veces lloraba y me lamentaba con el Seor dicindole: Cuntas veces, oh Seor, te he rogado que me hagas sufrir ocultamente, esto era mi nico contento, y ahora tambin de esto estoy privada. Ah! Dime, cmo har? Slo T puedes ayudarme y consolarme en mi afliccin, no ves tantas cosas que dicen? Unos piensan de un modo y otros de otro, quien quiere aplicarme un remedio y quien otro, son todo ojos sobre m, de modo que no tengo ms paz. Ah, socrreme en tantas penas, porque me siento faltar la vida. Y el Seor benignamente agreg:

(116) No quieras afligirte por esto, lo que quiero de ti es que te abandones como muerta entre mis brazos. Hasta en tanto t tengas los ojos abiertos para ver lo que Yo hago y lo que hacen y dicen las criaturas, Yo no puedo libremente obrar sobre ti. No quieres fiarte de M? No sabes cunto te amo y que todo lo que permito, o por medio de las criaturas o por medio de los demonios, o por medio mo directamente, es para tu verdadero bien y no sirve para otra cosa que para conducir a tu alma al estado para el cual la he elegido? Por eso quiero que a ojos cerrados te ests entre mis brazos, sin mirar ni investigar esto o aquello, findote enteramente de M y dejndome obrar libremente. Si en cambio quieres hacer lo contrario, perders tiempo y llegars a lo opuesto de lo que quiero hacer de ti. Respecto a las criaturas usa un profundo silencio, s benigna y dcil con todos, haz que tu vida, tu respiro, tus pensamientos y afectos, sean continuos actos de reparacin que aplaquen mi Justicia, ofrecindome tambin las molestias que te dan las criaturas, que no sern pocas.

(117) Despus de esto hice cuanto ms pude para resignarme a la Voluntad de Dios, si bien muchas veces era puesta en tales aprietos por parte de las criaturas, que a veces no haca otra cosa que llorar. Lleg el momento de recibir la visita del mdico, y juzg que mi estado no era otra cosa que un problema nervioso, por lo que recet medicinas, distracciones, paseos, baos fros, recomend a la familia que me cuidaran bien cuando era sorprendida por aquel estado, porque, les deca, si la mueven, la pueden lastimar en vez de ayudarla, porque yo cuando era sorprendida por ese estado quedaba petrificada.

(118) Entonces empez una guerra por parte de la familia, me impedan ir a la iglesia, no me daban ya la libertad de quedarme sola, era observada continuamente, por lo que frecuentemente advertan que caa en ese estado. Muchas veces me lamentaba con el Seor dicindole:

(119) Mi buen Jess, cunto han aumentado mis penas, hasta de las cosas ms amadas estoy privada, como son los Sacramentos. Jams pens que deba llegar a esto, quin sabe donde ir a terminar. Ah! Dame ayuda y fuerza, porque mi naturaleza desfallece. Muchas veces se dignaba bondadosamente decirme algunas palabras, por ejemplo:

(120) Yo soy tu ayuda, de qu temes? No recuerdas que tambin Yo sufr de parte de toda clase de gente? Unos pensaban de M de un modo, y otros de otro, las cosas ms santas que Yo haca eran juzgadas por ellos como defectuosas, malas, hasta me dijeron que era un endemoniado, tanto que me vean con ojos siniestros, me tenan entre ellos pero de mala gana, y maquinaban entre ellos quitarme la vida lo ms pronto posible, porque mi presencia se haba vuelto intolerable para ellos. Entonces, no quieres que te haga semejante a M hacindote sufrir por parte de las criaturas?.

(121) Y as pas algunos aos sufriendo por parte de las criaturas, de los demonios y directamente de Dios, a veces llegaba a tanta amargura por parte de las criaturas, y por el modo como pensaban, que tena vergenza de que me viera cualquier persona, tanto, que mi ms grande sacrificio era aparecer en medio a las personas; tanta era la vergenza y la confusin que me senta atontada. Hubo otras visitas de otros mdicos, pero no sirvieron para nada, a veces derramando amargas lgrimas le deca con todo el corazn: Seor, como se han vuelto pblicos mis sufrimientos, ahora no slo la familia lo sabe sino tambin los extraos me veo toda cubierta de confusin, me parece que todos me sealan con el dedo, como si estos sufrimientos fueran las ms malas acciones, yo misma no s decir qu cosa me sucede. Ah! Slo T puedes liberarme de tal publicidad y hacerme sufrir ocultamente. Te lo pido, te lo suplico, escchame favorablemente.

(122) A veces tambin el Seor mostraba no escucharme y aumentaban mis penas, otras veces me compadeca dicindome:

(123) Pobre hija, ven a M que te quiero consolar, t tienes razn en que sufres, pero es que no recuerdas, que tambin Yo, oh, cunto ms sufr. Hasta cierto momento mis penas fueron ocultas, pero cuando lleg la Voluntad del Padre de sufrir en pblico, rpidamente sal a encontrar confusiones, oprobios, desprecios, hasta ser despojado de mis vestidos, estar desnudo en medio a un pueblo numerossimo, podras t imaginar confusin ms grande que sta? Mi naturaleza senta mucho esta clase de sufrimientos, pero tena los ojos fijos a la Voluntad del Padre, y ofreca esas penas en reparacin de tantos que cometen las ms nefandas acciones pblicamente, ante los ojos de muchos, vanaglorindose sin la ms mnima vergenza, y le deca: Padre, acepta mis confusiones y mis oprobios en reparacin de tantos que tienen la desfachatez de ofenderte tan libremente sin el mnimo disgusto; perdnalos, dales luz a fin de que vean la fealdad del pecado y se conviertan. Tambin a ti te quiero hacer partcipe de esta clase de sufrimientos. No sabes t que los ms bellos regalos que puedo dar a las almas que amo son las cruces y las penas? T eres nia an en el camino de la cruz, por eso te sientes demasiado dbil, cuando hayas crecido y hayas conocido cun precioso es el sufrir, entonces te sentirs ms fuerte. Por eso apyate en M, repsate porque as adquirirs fuerza.

(124) Despus de que pas algn tiempo en este estado descrito arriba, cerca de seis o siete meses, los sufrimientos se acrecentaron ms, tanto que me vi obligada a estarme en la cama, frecuentemente se multiplicaba aquel estado de perder los sentidos, y casi no tena ni siquiera una hora libre, me reduje a un estado de extrema debilidad, la boca se apretaba de tal modo que no la poda abrir y en algn momento libre que tena apenas algunas gotas de algn lquido poda tomar, si es que lo consegua, y despus era obligada a devolverlo por los continuos vmitos que he tenido siempre. Despus de que estuve como dieciocho das en este estado continuo, se mand llamar al confesor para confesarme. Cuando vino el confesor me encontr en ese estado de letargo. Cuando me recuper me pregunt qu cosa tena, solamente le dije, callando todo el resto, y como continuaban las molestias de los demonios y las visitas de Nuestro Seor, entonces le dije: Padre, es el demonio. l me dijo que no tuviera miedo, porque no es el demonio, y si es l, el sacerdote te libera. As dndome la obediencia y persignndome con la cruz y ayudndome a mover los brazos, porque senta todo el cuerpo petrificado como si se hubiera convertido todo en una sola pieza, logr que los brazos recobraran el movimiento, logr hacer que la boca se abriera luego de que estaba inmvil para todo. Esto lo atribu a la santidad de mi confesor, que en verdad era un santo sacerdote, lo consider casi un milagro, tanto que deca entre m misma: Mira, estabas a punto de morir. Porque en realidad me senta mal, y si hubiese durado aquel estado, yo creo que habra dejado la vida. Si bien recuerdo que estaba resignada y cuando me vi liberada sent un cierto pesar porque no haba muerto.

(125) Despus de que el confesor se fue, y yo qued libre volv al mismo estado de antes, y as suceda que pasaba, a veces semanas, a veces quince das y hasta meses en que era sorprendida de vez en cuando por aquel estado durante el da, pero por m misma lograba liberarme; despus cuando era sorprendida con ms frecuencia, como dije ms arriba, entonces los familiares mandaban llamar al confesor, pues haban visto que la primera vez haba quedado liberada por l, cuando todos crean que no me habra de recuperar ms de aquel estado, y en cambio hasta pude ir a la iglesia, debido a esto llamaban al confesor y entonces quedaba libre. Nunca me pas por la mente que para tal estado se necesitara el sacerdote para liberarme, ni que mi mal fuera una cosa extraordinaria; es cierto que cuando perda los sentidos vea a Jesucristo, pero esto lo atribua a la bondad de Nuestro Seor y deca para m misma: Mira cun bueno es el Seor hacia m, que en este estado de sufrimientos viene a darme la fuerza, de otra manera cmo podra sostenerme, quin me dara la fuerza? Tambin es cierto que cuando deba caer en ese estado, en la maana en la Comunin Jess me lo deca, y cayendo en ese estado de l mismo me venan los sufrimientos, pero no le daba importancia a nada. Con slo pensar alguna vez en decirlo al confesor yo crea ser el alma ms soberbia que existiera en el mundo si me atreva a hablar de estas cosas de ver a Jesucristo; y senta tal vergenza que fue imposible decir algo a ese confesor a pesar de lo bueno y santo que era. Tan es verdad, que no crea que se necesitara al sacerdote para liberarme y que esto suceda por la santidad del confesor, que cuando lleg el tiempo, l se fue al campo, entonces una maana, despus de la Comunin el Seor me hizo entender que deba ser sorprendida por ese estado, me invit a hacerle compaa con participar en sus penas, pero yo sbito le dije: Seor, cmo har? El confesor no est, quin me debe liberar? Quieres acaso hacerme morir? Y el Seor me dijo solamente:

(126) Tu confianza debe estar slo en M, estate resignada, pues la resignacin hace al alma luminosa, hace estar en su lugar a las pasiones, de modo que Yo, atrado por esos rayos de luz, voy al alma y la uniformo toda en M, y la hago vivir de mi misma Vida.

(127) Yo me resign a su Santa Voluntad, ofrec aquella Comunin como la ltima de mi vida, le di el ltimo adis a Jess en el Sacramento, y si bien estaba resignada, pero mi naturaleza lo senta tanto, que todo aquel da no hice otra cosa que llorar y pedir al Seor que me diese la fuerza. En verdad me result demasiado amargo todo ese hecho, y sin pensarlo ni saberlo me encontr con una nueva y pesada cruz que creo que haya sido la ms pesada que he tenido en mi vida. Mientras estaba en aquel estado de sufrimientos, yo no pensaba en otra cosa ms que en morir y en hacer la Voluntad de Dios. Los familiares, que tambin sufran al verme en aquel estado, trataron de llamar algn sacerdote, pero ninguno quiso venir, uno por una cosa, y otro por otra; despus de diez das vino el sacerdote que me confesaba cuando era pequea, y sucedi que tambin l me hizo salir de ese estado, y entonces me di cuenta de la red en la que el Seor me haba envuelto.

(128) De aqu me vino una guerra por parte de los sacerdotes, quin deca que era fingimiento, quin que se necesitaban los palos, otros que quera pasar por santa, quin agregaba que estaba endemoniada y muchas otras cosas, que decirlas todas sera hacer demasiado larga la historia. Con estas ideas en sus mentes, cuando sucedan los sufrimientos y la familia mandaba llamar a alguno, no queran venir, diciendo todas aquellas cosas, y la pobre familia ha sufrido mucho, especialmente mi pobre mam, cuntas lgrimas ha derramado por m. Ah! Seor, recompnsala T. Oh mi buen Seor, cunto he sufrido desde entonces, slo T sabes todo!

(129) Quin puede decir cun amargo me result este hecho, que para liberarme de ese estado de sufrimientos se necesitaba al sacerdote Cuntas veces he pedido derramando lgrimas amargusimas, que me libere de esto! Muchas veces hice positivas resistencias al Seor cuando l quera que me ofreciera como vctima, y aceptara las penas, y le deca: Seor, promteme que T mismo me liberars, y entonces acepto todo, de otra manera no, no quiero aceptar. Y resista el primer da, el segundo, el tercero, pero quin puede resistir a Dios? Me insista tanto que al fin me vea obligada a someterme a la cruz. Otras veces le deca de corazn y con confianza: Seor, cmo es que haces esto? Cmo es que entre T y yo, has querido poner a un tercero? Y este tercero no quiere prestarse. Mira, podramos estar muy contentos T y yo solos. Cuando me queras para sufrir, yo inmediatamente aceptaba, porque saba que T mismo me debas liberar, pero ahora no, se necesita otra mano, Te ruego, librame, pues as estaremos ambos ms contentos.

(130) A veces finga no escucharme y no me deca nada, otras veces me deca:

(131) No temas, Yo soy quien da las tinieblas y la luz, vendr el tiempo de la luz, es mi costumbre que mis obras las manifiesto por medio de los sacerdotes.

(132) As pas tres o cuatro aos de estas contradicciones por parte de los sacerdotes, muchas veces me sujetaban a pruebas dursimas, llegaban a dejarme en ese estado de sufrimientos, esto es petrificada, incapaz de cualquier mnimo movimiento, ni siquiera de poder tomar una gota de agua, hasta dieciocho das cuando as lo queran. Slo el Seor sabe lo que yo pasaba en ese estado, y luego cuando venan no tena ni siquiera el bien de or: Ten paciencia, haz la Voluntad de Dios. Sino que era reprendida como una caprichosa y desobediente. Oh Dios, qu pena!, cuntas lgrimas he derramado; cuntas veces pensaba que era desobediente y deca entre m: Cmo esa virtud de la obediencia que para el Seor es la ms agradable est tan lejana de m, qu cosa puede hacer y esperar de bien un alma desobediente? Muchas veces me lamentaba con Nuestro Seor y a veces llegaba hasta resentirme, y cuando l quera que aceptara los sufrimientos, yo resista cuanto ms poda. Pero el Seor cuando vea que empezaba a resistir haca ver que no me pona atencin y no me deca nada ms, y luego de improviso vena a sorprenderme. Lo que despus deca el confesor es porque no quera que cayera en aquel estado, pero esto no estaba en mi poder, es verdad que he sido desobediente, y que jams he sido buena para nada. Pero recuerdo tambin que la pena ms dolorosa para m era el no poder obedecer.

(133) En este periodo de tiempo, recuerdo que hubo una epidemia de clera, y que un da que peda a mi buen Jess que hiciera cesar ese flagelo, l me dijo:

(134) Te contentar con tal que aceptes ofrecerte a sufrir lo que Yo quiera.

(135) Yo le dije: Seor, no, no puedo, T sabes como la piensan, a menos que todo pase slo entre T y yo, slo as estara dispuesta a aceptar todo.

(136) Y l me dijo: Hija ma, si Yo hubiera pensado en lo que los hombres pensaban y en lo que queran hacer de M, no habra hecho la Redencin del gnero humano, pero yo tena mi mirada fija en su salvacin, y el amor grande que me devoraba me haca hacer que cuando vea personas que pensaban mal de M y que daban ocasin de hacerme sufrir ms, Yo ofreca esas mismas penas que ellos me daban por su misma salvacin. Te has olvidado que lo que quiero de ti es la imitacin de mi Vida, y que quiero que participes en todo lo que sufr? No sabes t que el acto ms bello, ms heroico, y ms agradable a M y que debes ofrecerme, es el de ofrecerte por aquellos mismos que te son contrarios?.

(137) Yo qued muda, no supe qu responderle, acept todo lo que el Seor quera, y as hasta la tarde fui sorprendida por ese estado de sufrimientos en el que estuve tres das continuos, y despus que volv en m no o ms que hubiera clera.

(138) Despus de esto me vino otra mortificacin, y fue la de tener que cambiar confesor, porque siendo l religioso fue llamado al convento. Yo estaba contenta con l, y la mayor parte de las cosas dichas arriba sucedan cuando l estaba en el campo, especialmente el ltimo ao que fue mi confesor, pues por el clera que haba en la ciudad permaneci seis meses en el campo; por eso no particip tanto en esas cosas, l me haca estar un da en ese estado de sufrimientos y vena. Despus de volver del campo no pas ni un mes cuando supo que deba irse; esto fue doloroso para m, no porque estuviera apegada a l, sino por la necesidad que tena. Entonces dije al Seor mi pena, y l me dijo:

(139) No te aflijas por esto, Yo soy el dueo de los corazones, y puedo moverlos como a M me parece y me place. Si l te ha hecho el bien no ha sido ms que un instrumento que reciba de M y te lo daba a ti, as har con los dems, de qu temes entonces? Amada ma, mientras t tengas tu mirada puesta, ahora a la derecha, ahora a la izquierda, y la dejes que se pose ahora en una cosa, ahora en otra, y no la mantengas fija en M, no podrs caminar libremente el camino del Cielo, sino que irs siempre tropezando y no podrs seguir el influjo de la gracia. Por eso quiero que con santa indiferencia mires todas las cosas que suceden en torno a ti, estando toda atenta solamente a M.

(140) Despus de estas palabras mi corazn adquiri tanta fuerza, que poco o nada sufr por la prdida de ese confesor que tanto bien haba hecho a mi alma. As fue como cambi confesor y volv al que me confesaba cuando era pequea. Sea siempre bendito el Seor, que se sirve de esos mismos caminos que a nosotros nos parecen contrarios y que casi como que deberan llevar un dao a nuestra alma, para nuestro mayor bien y para su gloria. As sucedi que comenc a abrirle a l mi alma, porque hasta ese momento no haba dicho nada a ninguno, por cuanto me dijeran no lo lograba, ms bien ms impotente me vea para decir las cosas de mi interior, era tanta la vergenza que senta al solo pensar en decir estas cosas, que me era ms fcil decir los ms feos pecados. De dnde proceda esto, no s decirlo, por parte del confesor creo que no, porque l era muy bueno, me inspiraba confianza, era dulce y paciente para escuchar, tomaba cuidado detallado de mi alma, tena la mirada en todo para que se pudiera caminar derecho. Por parte ma tampoco, porque senta un obstculo en mi alma y tena toda la voluntad de vencerlo y de saber al menos como pensaba el confesor, pero me senta imposibilitada para hacerlo. Yo creo que fue una permisin del Seor.

(141) Entonces encontrndome con el nuevo confesor, empec, poco a poco a abrir mi interior, el Seor muchas veces me ordenaba que manifestara al confesor lo que l me deca, y cuando yo no lo haca, el Seor me reprenda severamente y a veces llegaba a decirme que si no lo haca, l no vendra ms; esto es para m la pena ms amarga, ante la cual todas las dems penas no me parecen ms que hilos de paja; por eso, tanto era el temor de que no volviera ms, que haca cuanto ms poda para manifestar mi interior. Es verdad que a veces me costaba mucho, pero el temor de perder a mi amado Jess me haca superar todo. Por parte del confesor tambin me vea empujada a decirle de donde proceda tal estado mo, qu cosa me suceda cuando estaba en aquel adormecimiento y cul era la causa; ahora me ordenaba manifestarlo, ahora me obligaba con precepto de obediencia, y luego me pona delante el temor de que pudiese vivir en la ilusin y en el engao, viviendo para m misma, mientras que si lo manifestaba al sacerdote podra estar ms segura y tranquila, y que el Seor no permite jams que el sacerdote se engae cuando el alma es obediente. As, Jesucristo me empujaba por una parte y el confesor por la otra; a veces me pareca que se ponan de acuerdo entre ellos. As pude llegar a manifestar mi interior. Esto no lo haca el confesor anterior, no me haca ninguna pregunta, no trataba de saber qu cosas me sucedan en aquel estado de adormecimiento, por lo que yo misma no saba como empezar a hablar de estas cosas. El nico cuidado que tomaba era que estuviese resignada, uniformada al Querer de Dios, que soportara la cruz que el Seor me haba dado, tanto que si a veces me vea un poco fastidiada, experimentaba gran disgusto.

(142) Despus sucedi que pas cerca de otro ao con este confesor, en el mismo estado dicho arriba, pero como saba de donde provena ese estado de sufrimiento, me deca que cuando Jesucristo quisiera que me vinieran los sufrimientos, fuera a pedirle a l la obediencia para sufrir. Recuerdo que una maana despus de la comunin el Seor me dijo:

(143) Hija, son tantas las iniquidades que se cometen, que la balanza de mi Justicia est por desbordarse. Has de saber que pesados flagelos har caer sobre los hombres, especialmente una feroz guerra en la cual har masacre de la carne humana. Ah s, prosigui casi llorando, Yo he dado los cuerpos a los hombres a fin de que fueran tantos santuarios donde deba ir a deleitarme, pero los han cambiado en cloacas de inmundicias, y es tanta la peste que me obligan a estar lejos de ellos. Ve la recompensa que recibo ante tanto amor y tantas penas que he sufrido por ellos. Quin ha sido tratado como Yo? Ah, ninguno, pero quin es la causa? Es el tanto amor que les tengo. Por eso probar con los castigos.

(144) Yo me senta romper el corazn por el dolor, me pareca que eran tantas las ofensas que le hacan, que para huir quera esconderse en m, como para encontrar refugio. Senta tambin tal pena porque los hombres deban ser castigados, que me pareca que no ellos, sino yo misma deba sufrir, ms bien me pareca que si yo hubiese podido, me habra sido ms soportable sufrir yo todos aquellos castigos, antes que ver sufrir a los dems.

(145) Trat de compadecerlo cuanto ms pude y con todo el corazn le dije: Oh Esposo Santo, evita los flagelos que tu Justicia tiene preparados, si la multiplicidad de las iniquidades de los hombres es grande, est el mar inmenso de tu sangre donde, puedes sepultarlas, y as tu Justicia quedar satisfecha. Si no tienes donde ir para deleitarte, ven en m, te doy todo mi corazn, para que reposes, y te deleites con l, es verdad que tambin yo soy un lugar inmundo de vicios, pero T me puedes purificar y hacerme como T me quieres. Pero aplcate, si es necesario el sacrificio de mi vida, ah, de buena gana lo har con tal de ver a tus mismas imgenes libradas. Y el Seor interrumpiendo mi hablar continu dicindome:

(146) Precisamente esto es lo que quiero, si t te ofreces a sufrir, no ya como hasta ahora, de vez en cuando, sino continuamente, cada da y por un corto tiempo, Yo librar a los hombres. Mira como lo har, te pondr entre mi Justicia y las iniquidades de las criaturas, y cuando mi Justicia se vea llena de las iniquidades, de modo que no pueda contenerlas y se vea obligada a mandar los flagelos para castigar a las criaturas, encontrndote t en medio, en vez de golpearlos a ellos quedars golpeada t. Slo de este modo podr contentarte en librar a los hombres, de otro modo, no.

(147) Yo qued toda confundida, y no saba qu decirle, mi naturaleza haca su parte, se espantaba y temblaba, pero vea a mi buen Jess que esperaba una respuesta, si aceptaba o no, entonces vindome casi obligada a hablar le dije: Oh Divinsimo Esposo mo, por parte ma estara pronta a aceptar, pero cmo se arreglar por parte del confesor, si no quiere venir de vez en cuando, cmo ser posible que quiera venir todos los das; librame de esta cruz de necesitar al confesor para liberarme, y entonces todo quedar arreglado entre T y yo. Entonces el Seor me dijo:

(148) Ve con el confesor y pdele la obediencia, si quiere le dirs todo lo que te he dicho y hars lo que l diga. Mira, no ser solamente para bien de las criaturas por lo que quiero estos sufrimientos continuos, sino tambin para tu bien, en este estado de sufrimientos purificar muy bien tu alma, de modo de disponerte a formar Conmigo un mstico desposorio, y despus de esto har la ltima transformacin, de modo que los dos seremos como dos velas que puestas en el fuego, una se transforma en la otra y se forma una sola, as transformar a M en ti, y t quedars crucificada Conmigo. Ah, no estaras contenta si pudieras decir: El Esposo crucificado, pero tambin la esposa est crucificada? Ah s, no hay ninguna cosa que me haga desemejante de l.

(149) Entonces, cuando pude hablar con el confesor le dije todo lo que el Seor me haba dicho, y como aquella palabra que el Seor me dijo: Por un cierto tiempo, sin decirme el tiempo preciso que deba estar continuamente sufriendo, yo la tom como por cuarenta das, ms o menos, pero ya han pasado cerca de doce aos que contino as, pero siempre sea bendito Dios, sean adorados siempre sus inescrutables juicios, yo creo que si el Seor bendito me hubiera hecho entender con claridad el tiempo que deba estar en cama, mi naturaleza se habra espantado mucho, y difcilmente se hubiera sometido, si bien recuerdo que he estado siempre resignada, pero entonces no conoca la preciosidad de la cruz como el Seor me la ha hecho conocer en el transcurso de estos doce aos, ni el confesor hubiera accedido a darme la obediencia. Entonces as le dije al confesor, que por cuarenta das el Seor quera que me diera la obediencia de estar continuamente sufriendo, y tambin le dije lo dems. Con gran sorpresa ma, porque yo lo crea imposible, el confesor me dijo que si era verdaderamente Voluntad de Dios, l me daba la obediencia, que en realidad no era que l no pudiera venir, sino ms bien un poco de respeto humano. Mi alma se alegr mucho porque poda contentar al Seor, y tambin librar a las criaturas, pero mi naturaleza se afligi much