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El día 27 de mayo de 1907 nació en Springdale, Pensilvania, la bióloga yescritora Rachel Carson, considerada una persona fundamental en la histo-ria del movimiento ambiental. Su libro Primavera silenciosa está conside-rado una obra clave del pensamiento ambiental y ecologista. De hecho,la revista Time la consideró, en un número extraordinario, como una delas cien personas más influyentes del siglo XX. Precisamente a raíz de estaefeméride, cien años del nacimiento de Carson, hemos decidido dedi-car un número de Medi Ambient. Tecnologia i Cultura a aportacionesrealizadas por mujeres al pensamiento y a la acción ambiental. La selec-ción ha sido subjetiva y necesariamente restringida. Seguro que faltaránnombres. En cualquier caso, es una pequeña aportación que pretendehacer justicia a tantas y tantas mujeres que han sido silenciadas e igno-radas en la historia del pensamiento ambiental y científico en general.

Las protagonistas son de origen y talante distintos. Vivas y muertas. Decontinentes alejados geográficamente, pero a la vez muy próximos porlos efectos de la mundialización económica. Estas mujeres son VandanaShiva, Wangari Maathai, Gro Harlem Brundtland, Ellen Swallow, Petra Kellyy Rachel Carson. Todas ellas, mujeres de una gran fortaleza, que han nadadoa contracorriente.El número se abre con la aportación de Alicia Puleo, investigadora en laUniversidad de Valladolid, que deshace tópicos sobre «lo femenino» yrealiza una crítica demoledora del antropocentrismo que niega cual-quier consideración moral por el mundo no humano. En definitiva, unasinfonía de voces para despertar conciencias.•Lluís RealesDirector de Medi Ambient. Tecnologia i Cultura

VVoces que despiertan conciencias

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¿Ángeles del ecosistema?

Alicia H. PuleoCátedra de Estudios de GéneroUniversidad de Valladolid

La autora recoge algunas aportaciones relevantes delcolectivo femenino al pensamiento y a la prácticaecológicos, y destaca el contexto material y simbólicodonde aparecen. No obstante, abunda en la ética delcuidado y su relación con la paz y el medio ambientey, desde la perspectiva de las teorías ecofeministas,realiza una crítica al desarrollo insostenible.

El interés que despierta la cuestión ambiental en nume-rosas mujeres ha generado la idea de que el colectivofemenino podría poseer una tendencia o una particu-lar capacidad de actuación frente a esa crisis ecológicaque ya comenzamos a percibir. La ecofeminista austra-liana Val Plumwood1 afirma que esta creencia en unanaturaleza benefactora innata de las mujeres sería unretorno del viejo estereotipo victoriano del «ángel delhogar» reconvertido ahora en «ángel del ecosistema».Para la filósofa Celia Amorós, de esta forma se exigiríaun trabajo más a las oprimidas, la de ser salvadoras deun planeta en peligro.2 Otras teóricas,3 no sin razón, hanseñalado el peligro de que, dando por sentado que setrata de un impulso natural, se restaría valor moral a laconducta de las mujeres comprometidas con la defensaambiental. Como sabemos, la tradición filosófica consi-dera virtuoso aquel obrar que no venga marcado porlos genes, sino que resulte de una decisión libre en la queintervengan la razón y la voluntad. Para evitar el añadidode «deberes naturales», debemos comenzar, enton-ces, por observar que no toda mujer manifiesta preo-cupación ambiental, y que la ternura y la empatía, consi-deradas atributos femeninos, son dotes de las que muchascarecen por completo. Por otro lado, como antídoto ala proverbial instrumentalización de las mujeres en prode buenas causas siempre juzgadas más importantes quesus propios derechos, debemos recordar que no convieneabandonar las reivindicaciones de igualdad entre los sexos,aun cuando nos interese particularmente la cuestiónecológica. En estas líneas, voy a examinar lo que considero impor-tantes aportaciones del colectivo femenino al pensa-miento y a la praxis ecológicos, señalando las especia-les condiciones materiales y simbólicas que las generan.Me referiré a la relación entre la ética del cuidado y lapreocupación por la paz y por un medio ambientesaludable, a la crítica al modelo de desarrollo insosteni-ble y la propuesta encaminada a superar el antropo-centrismo extremo a través de la universalización devirtudes que históricamente han sido consideradas comopropias de las mujeres. Lo haré concediendo particu-lar relevancia a las distintas teorías ecofeministas que dana las mujeres el papel de sujetos activos de la ecología.

La ética del cuidado y los derechos humanos detercera generación: la paz y un medio ambientesaludable

En los años ochenta del siglo pasado, la ética como disci-plina filosófica se vio sacudida por un profundo debateen torno a su sesgo de género. Carol Gilligan y otras

pensadoras iniciaron una crítica a la jerarquización tradi-cional que veía las virtudes del cuidado, la empatía y laatención a los otros dependientes como formas elemen-tales e inferiores de la moral. Reaccionando a la clasifi-cación de los niveles de la moralidad de Kohlberg, quecolocaba al colectivo femenino en un nivel de subde-sarrollo ético, la obra de Gilligan sobre las actitudes dehombres y mujeres mostraba diferencias en su pensa-miento ético. Apoyándose en estudios empíricos, In aDifferent Voice trataba de distinguir una forma propiade cada sexo en la dilucidación de los dilemas mora-les. Resultaba significativo que, cuando se requirió auna encuestada que definiese el concepto de moral, éstacontestó: «[...] es parte de una visión autocrítica, partede decir ¿cómo estoy pasando mi tiempo y en qué sentidoestoy trabajando? Creo que tengo un verdadero afán, unauténtico afán maternal de cuidar de alguien… Cuidarde mi madre, cuidar de niños, cuidar del mundo [...]».4

A su vez, un joven afirmó: «La moral es una prescripción.Justicia y moral son esenciales, me parece a mí, para crearel tipo de ambiente, la interacción entre personas, quees indispensable para alcanzar la mayor parte de las metasindividuales. Si queremos que otros no intervengan ennuestra búsqueda de aquello que estamos persiguiendo,hay que jugar a este juego». La autora planteaba que exis-tían dos formas de pensamiento moral que serían comple-mentarias. Mientras que los hombres tendían a utilizarnormas y a entenderlas como reglas de un juego que hayque seguir para que el campo de acción de cada indi-viduo sea respetado en términos de igualdad y liber-tad, las mujeres parecían razonar atendiendo más a lasparticularidades concretas del contexto y sintiéndoseresponsables del cuidado de su entorno humano y nohumano. Independientemente de los intensos debatesaún no clausurados que generó esta tesis, puede decirseque fue muy fértil porque abrió un amplio campo decomprensión con respecto a ciertas prácticas femeninastradicionales que en el marco contemporáneo se tradu-cen en formas inéditas. Una de estas formas es la preo-cupación ambiental.La epistemología feminista no tardó en analizar la visióncientífica hegemónica del mundo y contrastarla con laactitud de algunas investigadoras como Barbara McClin-tock, que a través de la empatía, y no la separación conrespecto a su objeto de estudio, habría conseguido losdescubrimientos genéticos que la hicieron digna delPremio Nobel de Fisiología y Medicina. Violar y tortu-rar a la naturaleza para que libre sus secretos (el trata-miento preconizado como propio de la ciencia por Bacon)será criticado como una visión parcial, patriarcal y erró-nea de las relaciones con el mundo no humano. CarolynMerchant, con su ya clásica obra The Death of Nature5

señala, a finales del siglo XX, la instalación del complejocientífico–tecnológico como un proceso que lleva a ladominación y la destrucción. Tanto el ecologismo como el feminismo y el pacifismose incluyen en la categoría de nuevos movimientos socia-les porque no se limitan a demandar un reparto de recur-sos más equilibrado, sino que plantean otra calidad devida, proveen de una mirada distinta sobre la realidadcotidiana y revalorizan lo que había sido designado comodiferente e inferior. En esta nueva visión, la toma deconciencia sobre la infravaloración de las prácticas delcuidado tiene un lugar muy importante para el contactode las mujeres con la ecología.

Numerosas mujeres de los países desarrollados comen-zaron a preocuparse por la ecología al tomar concien-cia de las amenazas que se cernían sobre su salud y lade sus seres queridos, particularmente los niños y niñas,los más frágiles. Los grupos de anglosajonas que se reuníanen la llamada «segunda ola del feminismo» para discu-tir la situación de las mujeres ampliaron el conceptode política6 . Llegaron a la conclusión de que lo que pare-cían problemas personales tenían un importante compo-nente social. Política ya no era sólo lo que hacían los polí-ticos. Se convir tió en un término que designaba lasrelaciones de poder que impregnaban toda la socie-dad, incluidas las relaciones interpersonales y cotidianas,la salud, la enfermedad y la relación con el propio cuerpo.Estas mujeres, que analizaron las relaciones de parejapara investigar si en ellas había relaciones patriarcales depoder, fueron también las primeras que empezaron aplantear ciertos problemas derivados de la ciencia y latecnología como algo vinculado al feminismo. Tomandoconciencia del poder de la propaganda de los labora-torios y las multinacionales farmacéuticas, iniciaron unmovimiento que ha sabido decir en voz alta las venta-jas y los inconvenientes de cada una de las innovacio-nes tecnológicas aplicadas al cuerpo femenino. Asícomienza la perspectiva ecofeminista que desarrollaráuna sana desconfianza hacia los efectos de la civiliza-ción industrial en el cuerpo de las mujeres.Estas pioneras, profesionales de la salud y simples usua-rias que aportan sus valiosos testimonios en un trabajoque continúa hoy en día, nos han legado el manual deginecología y salud del Colectivo de Mujeres de BostonNuestros cuerpos, nuestras vidas.7 En todas sus ediciones,esta obra habla de los tratamientos ginecológicos desdela perspectiva feminista de un movimiento independienteque, sin caer en un rechazo fundamentalista de cualquiertratamiento o medicina (lo cual sería un absurdo retornoa inconvenientes del pasado), practica el juicio autónomo.Se trata de conservar cierto margen de decisión frentea la opinión de los expertos, opinión que, en ocasio-nes, cambia radicalmente, pero lo hace demasiado tardepara las afectadas. Este es el caso, por ejemplo, de la tera-pia hormonal sustitutiva (THS) para la menopausia que,preconizada como milagrosa superación de las moles-tias del climaterio en los noventa, está actualmente siendodesaconsejada por sus peligrosas consecuencias secun-darias. El peligro de desarrollar cáncer de mama, tempra-namente señalado por informes independientes comolos del Gobierno sueco y de grupos feministas espe-cializados en salud, fue oficialmente reconocido cuandomuchas mujeres ya llevaban años de THS. Lo mismoocurrió con el DDT o el PVC. Mañana sucederá conlos transgénicos y otras novedades a las que no se aplicacon suficiente rigor el principio de precaución.La preocupación por la salud en el seno de una civili-zación que somete nuestros cuerpos a una tecnologi-zación y mercantilización sin límites8 es un punto inelu-dible de la agenda feminista y ecológica contemporáneay un elemento clave para el análisis crítico del rumbode la civilización. La edición de 2000 de Nuestros cuer-pos, nuestras vidas anima a las mujeres a cuidar del medioambiente y a escuchar al propio organismo cuando reac-ciona ante las agresiones químicas del medio laboral odoméstico. Subraya también la interconexión entreracismo, clasismo, división Norte–Sur y contaminaciónambiental. El holocausto de Bhopal o la localización de

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vertederos de residuos peligrosos en barrios pobres deafroamericanos y latinos en EE. UU. muestran la desigualdistribución de la carga de riesgos en la sociedad químicaen que vivimos.En el año 2002, la Red Medioambiental de Mujeres deLondres lanzó a través de Internet una campaña infor-mativa contra la pasividad institucional frente el alarmanteaumento de los cánceres ginecológicos en los últimoscincuenta años debido, principalmente, a la contamina-ción ambiental con xenoestrógenos. Como recoge elmanual ya citado y actualmente informa el portal La casaquímica de Greenpeace,9 estas sustancias, por ser quími-camente similares al estrógeno, funcionan como disrup-tores endocrinos. Se encuentran en los pesticidas orga-noclorados utilizados en la agricultura no biológica, enlas dioxinas de las incineradoras que pasan, a través depiensos y pastos contaminados, a los productos anima-les, en las pinturas y barnices de muebles y paredes denuestras casas, en los productos de limpieza y perfumeríade nuestros baños, en los envases de plástico de losproductos alimentarios, etc. Las campañas de las mujeres por un medio ambientesaludable señalan que la medicina, mayoritariamenteajena a los conocimientos ambientales, se concentraen estudiar los factores genéticos que explican única-mente el 10 % de los casos de cáncer de mama y tiendea culpabilizar a las propias mujeres por no practicar depor-tes como medio preventivo. No se suele tener en cuentaque quienes no consumen alimentos de producciónecológica pueden estar ingiriendo hasta cincuenta varie-dades de pesticidas por día. Si bien la contaminaciónafecta a ambos sexos, debido a que las sustancias tóxi-cas se fijan mejor en la grasa, el mayor porcentaje de grasadel cuerpo femenino y su mayor inestabilidad hormonallo torna particularmente sensible a la contaminación. Poresta razón, son más numerosas las mujeres entre los afec-tados por el síndrome de hipersensibilidad química múlti-ple (SHQM)10 generalmente diagnosticado como aler-gia. También los niños y las niñas constituyen un colectivomás expuesto a los riesgos ambientales debido a queni sus órganos ni su sistema inmunitario se encuentrantotalmente desarrollados. En la actualidad, la leche humanamaterna contiene parafinas cloradas y pirorretardan-tes bromados. Aunque los problemas ambientales no conocen fron-teras ni se restringen a determinados grupos huma-nos, tanto en el Norte como en el Sur, los efectosvarían también según las diferencias de clase social. Silas mujeres de clases favorecidas sufren la contamina-ción sobre todo a través del consumo de alimentos yenseres tóxicos, las de clases desfavorecidas, además,trabajan en medios altamente contaminados. Las traba-jadoras, a menudo inmigrantes o pertenecientes a mino-rías étnicas, se hallan expuestas a gran cantidad de sustan-cias altamente nocivas en fábricas y en campos de cultivoo en el infierno de plástico de los invernaderos. Se tratade una nueva forma de desigualdad de una sociedad quecada día arroja nuevos venenos al medio ambiente.11 Espreciso apuntar, asimismo, que las mujeres suelen cargarcon el peso de los problemas posteriores a las catás-trofes ambientales. Al constituir el colectivo que cuidade las personas dependientes (niños, ancianos y enfer-mos), sus trabajos aumentan con el deterioro ambien-tal. Como lo han probado suficientemente los hechosposteriores a Chernobil,12 las mujeres cuidan a los enfer-

mos y deben redoblar esfuerzos para encontrar alimen-tos no contaminados. Los trabajos cotidianos, ya depor sí importantes, se multiplican. Pero estos son fenó-menos que no constituyen la primera plana de los perió-dicos del mundo.En el mundo anglosajón, el ecofeminismo nació de estapreocupación por la salud y por la paz en un mundoamenazado por el enfrentamiento atómico. Algunas delas primeras ecofeministas consideraron que los hombreseran innatamente agresivos, mientras que las mujeres eranmás afectuosas, maternales, y por lo tanto, más tenden-tes a cuidar de la naturaleza y del conjunto de los seresvivos. Según esta perspectiva, los sexos se distinguíanen sus esencias, tal como lo había afirmado el pensamientopatriarcal tradicional, aunque en esta ocasión se inver-tía la valoración. El biologicismo de estas primeras teoríasfue muy criticado entre otras razones porque de él sepodía deducir que era imposible modificar las conduc-tas perjudiciales a través de la educación. Posteriormente, alejándose de la inicial perspectiva esen-cialista, otras autoras han estudiado la relación entre elmilitarismo y una mística que opera en la construcciónpatriarcal histórica de la virilidad, vinculándola con la agre-sividad, la caza y las hazañas bélicas. Es indudable queasí como se ha hablado de una mística de la feminidadque reducía a estereotipos las posibilidades de elec-ción de vida de las mujeres, también corresponde anali-zar y criticar una mística de la masculinidad13 que en laactualidad, con el armamento existente, es muy peligrosapara la supervivencia de la humanidad y del resto delos seres vivos. Tras trece años de lucha no violenta ennombre del cuidado de la vida, las manifestacionespacifistas de las feministas inglesas lograron desalojar labase de misiles de la OTAN en Greenham Common. Loconsiguieron con campamentos a los que daban los colo-res del arco iris y cerrando simbólicamente las entra-das de la base con unas redes tejidas que representabanel entramado de lo orgánico amenazado por la guerraatómica. Todo el siglo XX está jalonado de iniciativasde mujeres contra la violencia armada.14

Entre las numerosas mujeres que han luchado y luchanpor la paz y la sostenibilidad, es necesario recordar a PetraKelly, cofundadora de los verdes alemanes, y cuya muertepermanece rodeada de misterio.15 Para Kelly: «Hay unarelación clara y profunda entre militarismo, degradaciónambiental y sexismo»16. Y sexismo era lo que rezu-maban las críticas a Rachel Carson cuando se atrevió, enPrimavera silenciosa, un libro fundamental para el naci-miento de la conciencia ecologista, a denunciar el bioci-dio provocado por la utilización masiva de pesticidasen la agricultura.17

El desarrollo insostenible visto por pensadorasy activistas del Sur

En los países llamados del Sur, diversos estudios hanmostrado que las formas de desarrollo basadas en laconfianza ciega en la tecnología y guiada exclusivamentepor las leyes del mercado han afectado profundamenteno sólo al entorno natural sino también a la vida delos más pobres y, entre éstos, sobre todo a las mujeresy los niños. Antes encontraban la leña para cocinar juntoal poblado; actualmente, tienen que hacer kilómetrospara encontrarla, debido a la destrucción de los bosquespara la introducción de monocultivos destinados al

mercado mundial y para fabricar muebles y otros obje-tos de maderas exóticas que compra el primer mundo.Antes disponían de parte de la producción agrícola paradar de comer a sus hijos; ahora, con la «moderniza-ción» y «racionalización», todo se comercializa. Surge asíla desnutrición producida por los mismos que procla-man poseer la solución al hambre en el mundo graciasa los organismos genéticamente modificados y paten-tados por las multinacionales de los países más pode-rosos. Agreguemos a este panorama las «catástrofesnaturales» originadas por la deforestación, el cambioclimático, el desvío de los ríos, la instalación de indus-trias contaminantes no sujetas a reglamentación y otrosdespropósitos ambientales. Una de las primeras voces femeninas en denunciar estosefectos negativos de la modernización en los paísesdel Sur fue Vandana Shiva. Científica y filósofa de la India,ha sido premio Nobel alternativo y es actualmenteuna importante figura del movimiento internacional poruna globalización alternativa. Su participación juvenilen el movimiento Chipko cambió sus ideas con respectoa la energía atómica. Abandonó su entusiasmo tecno-lógico de titulada en física nuclear. Con sus libros, Shivadará a conocer a todo el mundo el movimiento Chipko,formado por mujeres rurales del Himalaya que salvaronlos bosques comunales en una acción concertada y alta-mente simbólica, inspirada en el principio de no violen-cia de Gandhi. En turnos de vigilancia, impedían la talaabrazándose a los árboles en nombre del principio feme-nino de la naturaleza, y oponiéndose a sus maridos,que ya se habían dejado convencer sobre la convenienciade vender los terrenos comunales para fines de explo-tación comercial. Como ellas, Shiva también se inspiraen la antigua cosmología de la India, afirmando que laenergía femenina es la energía natural y que las activi-dades rurales de las mujeres de su tierra están en totalarmonía con el medio ambiente. En la segunda parte dellibro que la hizo célebre, Abrazar la vida. Mujeres, ecolo-gía y desarrollo, esta pensadora señala que en la econo-mía de subsistencia basada en el cultivo del huerto, lascampesinas conocen el valor ecológico de variedadesde plantas que a los ojos de los «expertos» occiden-tales parecen simples malas hierbas que deben destruirse.Y nos explica de manera sencilla y magistral cómo actúael desarrollo «a la occidental», que sustituye los culti-vos tradicionales por monocultivos destinados al mercado:se conceden créditos a los campesinos para comprarsemillas manipuladas que requieren, a su vez, la aplica-ción de ciertos pesticidas vendidos por las mismas empre-sas que suministran las semillas. Se crea así un círculointerminable de dependencia y endeudamiento. Las obrasfaraónicas para suministrar agua de riego y la destruc-ción de la flora local conllevan la alteración del ecosis-tema, por lo que se producen, entonces, los llamados«desastres naturales», que van desde los procesos dedesertización hasta las inundaciones. En Cosecha robadamuestra que quienes vivían de una economía de auto-abastecimiento local terminan, desarraigados y sumidosen la miseria, en las chabolas de las grandes ciudadesdel tercer mundo.18 Lo que Shiva llama «el mal desa-rrollo» preconizado por Occidente acarrea la desapa-rición de la diversidad cultural y la destrucción de la biodi-versidad. En Manifiesto para una democracia de la Tierra19

muestra la vinculación de estas consecuencias nefastasdel mal desarrollo con el avance de la violencia y los

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fundamentalismos, y propone como solución un usosostenible y equitativo, accesible a todos, de los recur-sos de la tierra. El ecofeminismo espiritualista y social latinoamericanotiene en Ivone Gebara a una de sus pensadoras másconocidas. Se trata de una teóloga que forma partede un grupo con presencia en distintos países del ConoSur y cuyo órgano de expresión es la revista Con–spirando.En sintonía con las nuevas preocupaciones ecologistasde la teología de la liberación, aunque en diálogo críticocon ella desde una perspectiva feminista, Gebara sostienela necesidad de una ecojusticia o justicia ecológica queatienda a los pueblos indígenas como primeras y prin-cipales víctimas del actual deterioro ambiental. Y advierteque, entre las víctimas, las mujeres se llevan la peor parte,debido a sus tradicionales responsabilidades en la crianzade los hijos. No pretendo mencionar aquí a todas las mujeres quehan destacado en Latinoamérica por su activismo endefensa del medio ambiente. Son muy numerosas; algu-nas son líderes de los nuevos movimientos indígenas yluchan por preservar sus tierras ancestrales. Sólo mencio-naré a dos, de desigual destino: la religiosa Dorothy Stang,asesinada a tiros en el Amazonas en 2005 por su defensade la selva y de los sin tierra frente a los hacendados ymadereros, y Marina Silva, ambientalista, hija de serin-gueiros, que llegó a ser ministra de Medio Ambiente conel gobierno de Lula.En África destaca la figura de la activista ecologista WangariMaathai, quien recibió en 2004 el Premio Nobel de laPaz por la creación y coordinación del Movimiento delCinturón Verde de Kenia (Green Belt), asociación demujeres que ha plantado más de veinte millones de árbo-les en doce países africanos. Presidenta del ConsejoNacional de Mujeres de Kenia, logró introducir la ideade plantar árboles para combatir la desertización y, almismo tiempo, proveer de recursos y mejorar la vida delas mujeres pobres. No es el único ejemplo de esta hábilcombinación. En Senegal, al norte de Dakar, y venciendola oposición de los hombres de sus aldeas, más de 1500mujeres trabajaron en un proyecto al que han bautizadocon el nombre de una divinidad femenina del lugar, KerCupaam (Jefa Madre Cupaam), consiguiendo recupe-rar el ecosistema de un lago en vías de desaparición.20

Utilizando microcréditos del Programa de NacionesUnidas para el Desarrollo (PNUD), la plantación reali-zada en los manglares permitió revertir el proceso y crearun parque natural, actualmente fuente de ingresos turís-ticos. Las participantes se han convertido en ardientesdefensoras del medio ambiente; una de las razonesque esgrimen es la responsabilidad para con las gene-raciones futuras.La lucha de los colectivos de mujeres rurales del Sur yla teorización que se ha hecho sobre ella han marcadolas últimas conferencias mundiales sobre la mujer de laONU. Reconociendo que la contaminación y las catás-trofes naturales afectan particularmente al colectivofemenino, la Plataforma de Acción de Pekín planteó lanecesidad de fomentar la participación de las mujeresen la toma de decisiones ambientales. De ahí que latendencia actual, todavía imperfectamente introdu-cida, sea la aplicación de la perspectiva de género enel diseño de los programas de desarrollo. Se reconoceahora que los huertos de las mujeres en las socieda-des tradicionales son modelos de aprovechamiento

sostenible de la tierra que se basan en el cultivo de plan-tas perennes de gran rendimiento, y utilizan restosvegetales y estiércol como fertilizante. De esta forma,alimentan eficazmente a la comunidad sin producir conta-minación.En este nuevo planteamiento de la sostenibilidad arti-culado teóricamente en las aportaciones de autorascomo Vandana Shiva o Bina Agarwal, las mujeres sonreconocidas como activas conocedoras del medio natu-ral y excelentes gestoras del desarrollo sostenible. Nosólo en los programas destinados a países del Sur seintenta compaginar la sostenibilidad con la mejora de lascondiciones de vida y de acceso al poder de decisión delas mujeres. En nuestro país se han realizado estudiossobre el perfil y las motivaciones de las mujeres que sededican a la agroecología21 , y se están diseñando lasprimeras políticas de acción positiva destinadas a impul-sar empresas de mujeres que se basen en principiosecológicos de producción.

Avanzando más allá del antropocentrismoextremo

En una época en que el poder de la tecnología es tanenorme, la ética ecológica ha llamado la atención sobreun prejuicio que se vuelve contra la humanidad: la ideade que todo existe en función del hombre y para satis-facer sus más mínimos caprichos. El antropocentrismoextremo concibe sólo a los humanos como dignos deconsideración moral. Todos los demás seres vivos, aunlos más estrechamente emparentados con el Homosapiens, son concebidos como simples medios paralos humanos. En el siglo XX, las mujeres nos hemos incor-porado al mundo del trabajo asalariado, a la esfera dela cultura, de la política; en una palabra, a lo que se llamael mundo de lo público. El acceso a los puestos de deci-sión es todavía muy difícil y lento, pero no puede igno-rarse el cambio que ha tenido lugar. Hace unos cincuentaaños, el mundo de lo doméstico era mayoritariamenteconsiderado, todavía, el ámbito exclusivo de las mujeres,hasta el punto de que la expresión «mujer pública» teníaun significado absolutamente diferente de «hombrepúblico». Nuestro ingreso en el ámbito de lo público significatambién la posibilidad de revisar críticamente una culturaforjada durante una larga historia de exclusión de lasmujeres. El ciclo de vindicaciones de igualdad precede,como es lógico, al momento de descubrimiento y críticadel subtexto de género de lo que aparecía anteriormentecomo universal y neutro.22 El androcentrismo o sesgopatriarcal de la cultura es el resultado lógico de esta histo-ria. Desde el pensamiento androcéntrico se han deva-luado todas aquellas actividades y formas de percibir ysentir el mundo consideradas femeninas. La filosofía haconceptualizado a «la mujer» como naturaleza y sexua-lidad.23 Y el pensamiento occidental ha generalizado unapercepción «arrogante» del mundo24 en la que la natu-raleza es simple materia prima,25 inferior y existente paraser dominada y explotada por una razón despojadade sentimientos compasivos.26

Por todo ello, el ecofeminismo se ha interesado parti-cularmente por la llamada «ética del cuidado» de lasmujeres, estudiada por teóricas como Gilligan. Se ha seña-lado que todas las tareas relacionadas con la subsis-tencia y el mantenimiento de la vida (empezando por

las domésticas) han sido injustamente devaluadas27

debido al estatus inferior otorgado a la naturaleza.Insisto en que esto no significa creer que toda mujer prac-tica la ética del cuidado y es un «ángel del ecosistema».Los individuos varían enormemente los unos de los otros.Los elementos que pueden desencadenar una concien-cia ecológica son muy variados y no pueden reducirsea la pertenencia a un sexo. Pero existen estilos, subcul-turas de género, que se manifiestan estadísticamente.Los datos empíricos muestran que, a escala mundial,las mujeres constituyen gran parte de las bases del movi-miento ecologista y la casi totalidad de la mano deobra no remunerada de los grupos de protección animal,cuya generosa actividad es generalmente mirada comocapricho y debilidad femenina. A estos datos debemosagregar la constancia de las innumerables mujeres, a vecesancianas, que vemos alimentando a animales abando-nados, movidas por la compasión en alguna calle perdidade pequeñas y grandes ciudades. El periódico El País titu-laba «Ellas salvarán a los primates. La lucha de Jane Goodally otras mujeres, muchas españolas, para detener la extin-ción de especies de simios» (Tierra, mensual de medioambiente de El País, mayo de 2007, n.º 2). Como señalaMarta I. González,28 primatólogas como Diane Fossey,asesinada por su defensa de los gorilas, o la más afor-tunada Jane Goodall, premio Príncipe de Asturias, querevolucionó el conocimiento que se tenía de las socie-dades de chimpancés, han destacado en la observa-ción científica de la naturaleza justamente porque supie-ron establecer una empatía con los seres vivos no humanosy de esa forma los conocieron mejor ; para ello supe-raron estudios esquemáticos y reduccionistas anterio-res. Cuando el antropólogo Louis Leakey las eligió parallevar adelante la investigación, tenía en cuenta las acti-tudes de cuidado y escucha atenta, históricamente feme-ninas.La crisis ecológica actual nos obliga a replantearnos nues-tra visión del mundo y preguntarnos por el valor asig-nado a la naturaleza, a las actividades del cuidado de lavida y a los sentimientos de empatía con lo no humano.29

Este cuestionamiento será una forma más de partici-pación de las mujeres en la construcción de una nuevacultura.La idea cartesiana de que el animal no es más que unamáquina incapaz incluso de sentir dolor había sidovivamente rechazada por las mujeres ilustradas de lossiglos XVII y XVIII. La polémica fue tan fuerte que undiscípulo de Descartes se mofó de ellas en una de susobras, afirmando que el placer de ser admiradas conti-nuamente por sus mascotas las llevaba a otorgarles facul-tades que no poseían. La violencia y la dominaciónejercida cotidianamente sobre los animales no humanosya había sublevado a algunas sufragistas (Mary Wolls-tonecraft, Susan B. Anthony, Elizabeth Cady Stanton, LucyStone, Charlotte Perkins Gilman y muchas otras). Compa-ginaban la reivindicación del voto femenino con la luchacontra la institución de la esclavitud, la protección dela infancia, el vegetarianismo y el proteccionismo deanimales. Este es el caso, por ejemplo, de Caroline EarleWhite, que en 1883 fundó la American AntivivisectionSociety.30 Algunas de estas pioneras señalaron las coin-cidencias entre el trato que recibían por parte de la cien-cia los animales de laboratorio y la violencia contra lasmujeres. El retorno de esta temática a finales del sigloXX presenta distintos aspectos. Se ha discutido sobre el

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perfil androcéntrico de la ciencia y se han realizado estu-dios sobre la conexión entre la experimentación delos efectos de la radiación o de la toxicidad de pesticidassobre animales de laboratorio y la posterior polucióndel medio ambiente con especial impacto sobre muje-res y niños. La caza, el infierno de la ganadería intensivay la compasión hacia los animales31 han sido objetode apasionantes ensayos. Se han llevado a cabo intere-santes análisis psicológicos sobre la relación entre laviolencia contra los animales presente en numerosasactividades de ocio y la formación de la identidad virilcomo rechazo de los aspectos ligados a la madre y alo femenino. La caza deportiva ha sido interpretada comoforma ritualizada de calmar la ansiedad provocada porel deseo de retornar a la naturaleza experimentada comoanimal y femenina que el niño ha rechazado para conver-tirse en varón.32 También se ha demostrado la utiliza-ción de la violencia contra animales domésticos por partede maltratadores habituales como estrategia de controlsobre sus parejas, para lastimarlas, producirles pánico,coaccionarlas y privarlas de apoyo emocional.33 La teóricaecofeminista Marti Keel es una de las fundadoras de Femi-nist for Animals Rights, grupo dedicado al ciberactivismoecologista y animalista y a otras actividades de educa-ción, creación artística y asistencia. Entre estas últimas,se incluye la tarea de ayudar a las mujeres víctimas deviolencia de género acogiendo a sus animales domés-ticos en el momento en que deben alejarse de su hogary su pareja. Asimismo, la crítica literaria ha explorado la represen-tación de los animales en la narrativa, y ha puesto derelieve las profundas transformaciones operadas poralgunas escritoras contemporáneas.34 Al hilo de estacuestión, me parece interesante recordar el carácterpionero de la obra de Colette y la dedicación de Margue-rite Yourcenar a la condición animal, con su intervenciónen la redacción de la Declaración Universal de los Dere-chos del Animal proclamada por la Liga Internacional delos Derechos del Animal en 1978 y posteriormente apro-bada por la Unesco y la ONU.En las distintas corrientes ecofeministas actuales existeuna voluntad común de cambiar la visión que tene-mos sobre los animales no humanos y, como mínimo,mejorar su situación. Y esto se debe a tres razones comple-mentarias: se constatan y lamentan los innumerablessufrimientos que padecen (particularmente en ese inima-ginable infierno de las granjas industriales, donde se lespriva de movimiento y de cualquier expresión de suscomportamientos no destinada a producir más y máscarne para el mercado); se plantea la búsqueda de unacalidad de vida humana que incluya el florecimiento denuestras capacidades de empatía con otros seres vivos;por último, se relaciona el trato a los animales de granjacon la lucha contra el desarrollo neoliberal de los paísesdel tercer mundo. Con este último objetivo, VandanaShiva hace de la contraposición entre «vacas sagra-das» y «vacas locas» la metáfora de una civilización ecoló-gica frente a otra industrial que no diferencia entre máqui-nas y seres vivos. En su denuncia del avance de la dietacarnívora frente a la tradición vegetariana local y deldesplazamiento de las prácticas agroganaderas tradi-cionales por la producción para las multinacionales de lacomida basura afirma: «Una vaca no es sólo una máquinade fabricar leche o carne, aunque la industria la tratecomo si así fuera. [...] Negarles a las vacas y a otros anima-

les su condición de sujetos, tratarlos como mera mate-ria prima, es entrar en convergencia con el punto de vistadel patriarcado capitalista».35

Según teólogas cristianas como Rosemary Radford Ruet-her o Ivone Gebara, para superar el antropocentrismo(posición que niega toda consideración moral paracon el mundo no humano), es necesario cambiar la imagenpatriarcal de un Dios separado de la naturaleza y suscri-bir una visión de Dios en la naturaleza que permita exten-der la compasión, la empatía y el respeto no sólo a loshumanos, sino también a los demás seres vivos y al restode la Creación como parte de la divinidad. Para alcan-zar esta visión integradora debe abandonarse la oposi-ción jerarquizada espíritu/materia, alma/cuerpo que hasustentado durante muchos siglos la misoginia, la demo-nización de las mujeres y el desprecio de la vida no humana.Desde una visión no teológica, es indudable que tambiénserá necesario superar sus correlatos laicoscultura/naturaleza, mente/cuerpo.He sostenido en otro lugar que una auténtica educaciónpara la sostenibilidad no puede reducirse a una simpleconsigna de mejor gestión de los recursos naturales.Evidentemente, la mejora de la gestión es imprescindi-ble, pero no suficiente para ese gran cambio culturalexigido por el aumento de la potencia tecnológica dela humanidad y la consiguiente presión sobre la Tierra.Debemos favorecer una educación sentimental ecoló-gica que siente las bases emocionales de las buenas prác-ticas para la sostenibilidad. El desprecio de los valores delcuidado, relegados a la esfera feminizada de lo domés-tico, es uno de los factores que conducen a la humani-dad a una carrera suicida de enfrentamientos bélicos ydesarrollo insostenible. El extremo dualismo cultivadopor nuestra civilización ha de ser analizado y cuestionadocomo un subtexto que en gran medida responde a clavesde género y que incide en la persistencia de la desigualdadentre los sexos y en la actual crisis ecológica.Los análisis ecofeministas de las oposiciones natura-leza/cultura, mujer/varón, animal/humano, y de senti-miento/razón, materia/espíritu, cuerpo/alma denun-cian el funcionamiento de una jerarquización quedesvaloriza a las mujeres, sus tareas, a los animales nohumanos, los sentimientos, lo corporal y todo lo quese designe como naturaleza frente a una razón y unacultura concebidas como masculinas y totalmente desga-jadas y liberadas de «lo natural». No se trata de que las mujeres se conviertan en únicassalvadoras del planeta. Tanto hombres como mujerestenemos que concebirnos como hacedores de la culturae integrantes de una naturaleza amenazada y necesitadade cuidados. Para ello, hemos de incluir en el canon delo humano actitudes y valores devaluados y hasta ahoraconsiderados «femeninos por naturaleza». Avanzare-mos así hacia una nueva cultura animada por el deseode justicia y por la voluntad compasiva hacia un mundonatural maravilloso que se encuentra al borde de la totaldesaparición. Termino estas líneas con melancolía, perotambién con agradecimiento a todas las mujeres céle-bres o anónimas, tan a menudo olvidadas, que han ofre-cido nuevas perspectivas para esa gran tarea que tene-mos hoy los humanos: volvernos más modestos, sensatosy empáticos para conservar nuestra amenazada casacomún.•

Notas

1 PLUMWOOD, Val. Feminism and the Mastery of Nature, NuevaYork: Routledge, 1993.

2 AMORÓS, C. Tiempo de feminismo. Sobre feminismo, proyectoilustrado y postmodernidad, Madrid: Cátedra, 1997, pág. 396.

3 FEMENÍAS, María Luisa, SPADARO, María Cristina. «¿Ecopa-sividad o ecofeminismo?», en CAVANA, María Luisa, PULEO,Alicia, SEGURA, Cristina: Mujeres y ecología. Historia, pensa-miento, sociedad, Madrid: Almudayna, 2004, págs. 233–242.

4 GILLIGAN, C. La moral y la teoría, trad. J.J. Utrilla, México:FCE, 1985, págs. 163 y 164.

5 MERCHANT, Carolyn. The Death of Nature: Woman, Ecology,and the Scientific Revolution, San Francisco: Harper and Row,1981.

6 PULEO, Alicia H. «Lo personal es político: el surgimientodel feminismo radical», en AMORÓS, Celia, DE MIGUEL, Ana(ed.): Historia de la teoría feminista. De la Ilustración a laglobalización, vol. 2, ed. cit., págs. 35–67.

7 A la hora de decidir entre distintas opciones ofertadas actual-mente por la medicina, recomiendo por su enorme utilidadla edición aumentada y actualizada del año 2000 (Nuestroscuerpos, nuestras vidas, edición castellana de The BostonWomen's Health Book Collective, Barcelona: Plaza y Janés,2000). La edición original es de los años setenta y, por lo tanto,no habla de problemas y tratamientos que surgieron conposterioridad.

8 PULEO, Alicia. «El ecofeminismo y la salud de las mujeres»,en Meridiam n.º 30, tercer trimestre, 2003, págs. 28 y 29.

9 Véase la siguiente página web de Greenpeace:http://archivo.greenpeace.org/toxicos/html/home.html (consul-tada el 18 de mayo de 2007).

10 Colectivo de Mujeres de Boston, Nuestros cuerpos, nuestrasvidas, ed. cit., págs. 477-478. Véase también la revista digitalMujeres y Salud http://mys.matriz.net/ (sitio consultado el18 de mayo de 2007).

11 Greenpeace informa de 100.000 sustancias distintas intro-ducidas desde los años cuarenta del siglo XX.

12 MIES, María, en MIES, María, SHIVA, Vandana. Ecofeminismo.Teoría crítica y perspectivas, traducción de Mireia Bofill, EduardoIriarte y Marta Pérez Sánchez, Barcelona: Icaria, 1997, págs.137-145.

13 MIEDZIAN, Myriam. Chicos son, hombres serán. Cómo romperlos lazos entre masculinidad y violencia. Prólogo de Marina Subi-rats, traducción de Miguel Martínez, colección CuadernosInacabados, Horas y Horas, 1995.

14 Véase al respecto el libro de Carmen Magallón Mujeres enpie de paz, Madrid: Siglo XXI, 2006.

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15 Señala la ecofeminista californiana Starhawk que el informeoficial concluía que se había suicidado junto con su pareja y,aunque subsistieron las dudas en su entorno más próximo,no tuvo lugar ninguna investigación posterior.

16 KELLY, Petra. Por un futuro alternativo, traducción de AgustínLópez y María Tabuyo, Barcelona: Paidós, 1997, pág. 29.

17 Remito al artículo de María José Guerra, en este mismo número,titulado «¿Un vínculo privilegiado mujer–naturaleza? RachelCarson y el tránsito de la sensibilidad naturalista a la concien-cia ecológica».

18 SHIVA, Vandana. Cosecha robada. El secuestro del suministromundial de alimentos, Barcelona: Paidós, 2003.

19 Edición castellana en la editorial Paidós, 2006.

20 «Addressing desertification and land degradation. The acti-vities of the European Community in the context of the UnitedNations Convention to Combat Desertification». Comi-sión Europea, septiembre de 2000.

21 MARTÍNEZ SOLIMÁN, Magalí, SABATÉ MARTÍNEZ, Ana.«Mujeres productoras en agricultura ecológica», en LÓPEZESTÉBANEZ, N., MARTÍNEZ GARRIDO, E., SÁEZ POMBO,E., (eds.): Mujeres, medio ambiente y desarrollo rural, Edicio-nes de la Universidad Autónoma de Madrid, 2004, págs.123–134.

22 Véase AMORÓS, Celia: La gran diferencia y sus pequeñas conse-cuencias... para las luchas de las mujeres, Madrid: Cátedra, 2005,pág. 44.

23 PULEO, Alicia. Dialéctica de la sexualidad. Género y sexo enla filosofía contemporánea, Madrid: Cátedra, 1992.

24 WARREN, Karen. Op. cit.

25 SHIVA, Vandana. Abrazar la vida. Mujer, ecología y desarrollo,traducción del Instituto del Tercer Mundo de Montevideo(Uruguay), colección Cuadernos Inacabados, 18, Madrid: Horasy Horas, 1995.

26 PLUMWOOD, Val, op. cit.; véase también de la misma autora,Environmental Culture. The Ecological Crisis of Reason, Routledge,2002.

27 MELLOR, Mary. Feminism and Ecology, Cambridge: Polity Press,New York University Press, 1997.

28 GONZÁLEZ, Marta I. «Creer para ver : primates, homíni-dos y mujeres», en VV. AA., Mujeres pioneras, colección LaHistoria No Contada, Ayuntamiento de Albacete, EditoraMunicipal, págs. 11-23.

29 De imprescindible lectura al respecto: GOODALL, Jane,BEKOFF, Marc:. Los diez mandamientos para compartir el planetacon los animales que amamos, Barcelona: Paidós, 2003.

30 Para un detallado estudio histórico, véase BEERS, Diane. Forthe Prevention of Cruelty. The History and Legacy of Animal RightsActivism in the United States, Swalow Press/Ohio UniversityPress, 2006.

31 Véase GRUEN, Lori. «Los animales», en SINGER, Peter,Compendio de ética, Madrid: Alianza, 1995, págs. 469-482.

32 Véase KHEEL, Marti. «Licence to Kill: An Ecofeminist Critiqueof Hunters's Discourse», en ADAMS, Carol y DONOVAN,Josephine (eds.). Animals & Women. Feminist Theoretical Explo-rations, Durham y Londres: Duke University Press, 1995, págs.85–125.

33 Sobre la relación entre violencia a humanos y animales, véasehttp://www.gevha.com. Se puede consultar también en caste-llano el trabajo de la bióloga especialista en criminología NúriaQuerol i Viñas «El enemigo en casa», enhttp://www.altarriba.org/bb/maltrato.htm.Véase ADAMS, Carol. «Woman-Battering and Harm toAnimals», en ADAMS, Carol y DONOVAN, Josephine (eds.),op. cit. págs. 55–84.

34 Véase SCHOLTMEIJER, Marian. «The Power of Otherness:Animals in Women's Fiction», en ADAMS, Carol y DONO-VAN, Josephine (eds.), op. cit. págs. 231-262. Véase tambiénDESBLACHE, Lucile. «Animalidad e identidad femenina en laliteratura francesa actual: el caso de Maryline Desbiolles»,en CAVANA, María Luisa, PULEO, Alicia y SEGURA, Cristina.Mujeres y ecología. Historia, pensamiento, sociedad, Madrid:Almudayna, 2004, págs. 189-200. De esta misma autora, «Beau-ties and Beasts: contrasting visions of animal representationin women's contemporary fiction» en SEAGO, Karen yARMBRUSTER, Karla (eds.). Literary Beasts: the representationof animals in contemporary literature, Comparative CriticalStudies, vol. 2, n.º 3, Edinburgh University Press, 2005, págs.381-395; y «Signes du temps: animaux et visions du passé dansla fiction contemporaine», en DESBLACHE, Lucile (ed.). Ecrirel'animal aujourd'hui, Presses Universitaires Blaise Pascal, 2006,págs. 269-279.

35 SHIVA, V. Cosecha robada. El secuestro del suministro mundialde alimentos, Barcelona: Paidós, 2003, pág. 95.

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¿Un vínculo privilegiadomujer-naturaleza? RachelCarson y el tránsito de lasensibilidad naturalista a laconciencia ecológica1

María José Guerra PalmeroCentro de Estudios de la Mujer de la Universidad deLa Laguna.

La autora profundiza en la figura de Rachel Carson,autora del famoso libro Primavera silenciosa. Estaobra se considera el tránsito de la sensibilidadnaturalista a la conciencia ecológica, originada en latendencia suicida de nuestra civilización. Con respectoa la figura de Carson, ha sido comparada conCasandra: ambas fueron agitadoras del espírituconformista de su tiempo

No puedo reconstruir aquí el espectro de las críticas quehan recibido los ecofeminismos esencialistas (PULEO,2000) y que, en general, considero justas y adecuadas.Me sitúo, a este respecto, entre aquellas que creen quela explicación de un hipotético vínculo privilegiado entremujeres y naturaleza debe permanecer dentro de unmarco explicativo social y material. Esto es, un vínculoque remita básicamente a los roles desempeñados porlas mujeres en el sistema patriarcal–capitalista. Los rolesligados al cuidado y a la salvaguarda de la superviven-cia y de la salud de los otros concretos afinan, o puedenser un factor para afinar, la sensibilidad moral de las muje-res ante los problemas ambientales y ante las amena-zas a la vida y la salud de los próximos y de los ajenos.Dejo de lado, también, la conexión ligada a las expe-riencias de la biología cíclica de las mujeres y al hecho dela maternidad, pues opino que no se pueden hacer inter-pretaciones lineales que conecten tales hechos «natu-rales» –modelados culturalmente por el imaginario simbó-lico patriarcal– con el logro de una mayor concienciaecológica o de una mayor cercanía a la naturaleza, signi-fique esto lo que signifique. No olvidemos que la tomade partido ecofeminista, en la versión que sea (AGRA[comp.], 1997), es una opción minoritaria y muchas vecesdesacreditada dentro de la misma pluralidad feminista.Después de este descarte, me es posible enfrentar algu-nos de los múltiples significados que desde una pers-pectiva materialista y social se pueden otorgar al temadel «vínculo privilegiado» para, después, intentar una apli-cación al caso Carson, una aplicación en la que, sobretodo, tendré en cuenta el modo en el que percibe moral-mente el emergente problema de la contaminación comodeterioro ambiental imparable que ya ella en el año60 define en términos globales. Carson transita así desdesu background naturalista (BUELL, 1995) hasta la formu-lación de una clara conciencia ecologista que precipitasu propuesta de una ética de la responsabilidad comoúnica salida al problema de la degradación ecológica

caracterizada por ella misma como «biocidio». Esta opciónla obligará a criticar el modelo de desarrollo económicoacelerado y desconsiderado que corta amarras con latrama natural que nos sostiene. A este respecto, Carsonha sido asimilada a la triste figura de Casandra por darla voz de alarma ante la crisis desatada frente al escep-ticismo conformista de su tiempo. Las preguntas a las quedebemos tentativamente intentar responder son ¿Porqué Carson? ¿Por qué una mujer asumió la valiente tareade desautorizar la cultura biocida de nuestro tiempo?

1. «Desde abajo»: perspectiva moral y sistemade dominación

Situada en unas coordenadas históricas y sociales, M.Mellor (1997: 105 y ss.) resume la apelación al criteriode la experiencia de las mujeres indicando que la situa-ción de «desventaja» en el sistema sexo–género es laque puede precipitar una correcta percepción moral delos problemas ambientales y hacer emerger la concien-cia ecofeminista. La misma Mellor señala la filiación delstandpoint feminism en la tradición hegelo–marxista quearranca del análisis de la dialéctica del amo y el esclavo.Según esta teoría, y citando: «Para las ecofeministas, lasmujeres, a causa de su desventaja estructural, pueden verla dinámica de la relación entre humanidad y natura-leza más claramente que lo que pueden hacerlo loshombres (relativamente) privilegiados» (MELLOR, 1997:105-6).La materialidad de las tareas asignadas a las mujeres hahecho invisible par te del metabolismo natura-leza–humanidad. Esta base material es la que activaríala emergencia de la perspectiva correcta. Más allá de lacanónica propuesta de Hartsock, Mellor también comentala tesis de P. Collins por la cual los «conocimientos sojuz-gados» de las mujeres afroamericanas le permiten unaperspectiva privilegiada en su condición de outsiders-within (MELLOR: 108). Más allá de otros problemas,como el de la voz unívoca del colectivo oprimido quedescarta el pluralismo o la responsabilidad de éste respectoa la propuesta de soluciones, queremos poner de mani-fiesto el carácter idealizador de ese tipo de asuncio-nes. Tan cierto como que la opresión puede ser un factorque facilite la aprehensión de aspectos ignorados porel discurso hegemónico de los opresores es que estemismo hecho puede ser un factor que impida recono-cer el mismo mecanismo de la opresión y obstaculicela intelección de la verdadera situación de desventaja unavez que la violencia simbólica (BOURDIEU, 1998) seejerce a través de las interpretaciones legitimadorasdel statu quo. Por otra parte, el recuento de objecio-nes al standpoint feminism que realiza Mellor pone demanifiesto que el apelar a la situación, a la perspectiva,supone siempre asumir una cierta parcialidad. Las propues-tas pragmáticas de autoras como Iris Young (1997) ponende manifiesto la necesidad de articular las modulacionesde las voces en un diálogo no ajeno a tensiones en lasque nadie se arrogue una posesión inequívoca de laverdad. Sólo así podremos ir reformulando visionescontrahegemónicas que desafíen las interpretacionesdominantes (FRASER, 1997). No podemos dejar deasumir que la objetividad es una noción contestada y quesu fundamento hoy sólo puede ser intersubjetivo y dialó-gico. Estas mismas consideraciones, en principio aplica-das al privilegio epistémico, pueden servir para desau-

torizar las propuestas morales de una ética del cuidadocomo estricta expresión de la voz y experiencia de lasmujeres (GUERRA, 1998). Este brevísimo repaso a losproblemas de la tesis del standpoint feminism nos permi-ten transitar a la consideración del caso Carson con espe-cial referencia a su acierto en mostrar el tipo de rela-ciones biocidas y genocidas establecidas por nuestracivilización frente a la naturaleza y a la propia humani-dad. ¿Tuvo algo que ver en todo esto el género?

2. El caso Carson: excentricidad e independen-cia

Primavera silenciosa es, a la vez, un texto científico, moraly literario en el que se muestra con maestría y rigor laindependencia intelectual y el juicio acertado de la autorasobre una cuestión que exige una toma de posición éticay política. En él se manifiesta la urgencia por cambiarde rumbo, por transitar «otro camino» que reconsiderenuestra forma de vida desgajada y en guerra con la bios-fera. Esta obra, del año 1960, señala sin ambages eltránsito de la sensibilidad naturalista –de marcado carác-ter estético y moral, y referida, sobre todo, a la relaciónde la naturaleza como factor de autorrealización perso-nal y autenticidad– a la conciencia ecológica en la quela marcha de nuestra civilización queda objetada porsu dirección suicida. Este diagnóstico revela nuevas dimen-siones de la responsabilidad humana –colectivas ensus dimensiones éticas y políticas– ante la protección ycuidado de la naturaleza que, de recurso disponible einagotable, vuelve a entenderse como terra mater, comosostén indispensable de la continuidad de la vida humanasobre la tierra, un sostén amenazado que revela, frentea las agresiones, su fragilidad. En la obra de Carson podrían entremezclarse el supuestoprivilegio epistémico, del que tanto hablan las episte-mologías feministas radicales (GÓMEZ, 1998) y el motivode la «seducción por la vida», que Fox Keller aplica comoclave interpretativa a la obra de Barbara McClintock(FOX KELLER, 1984) con el privilegio de una correctapercepción moral que, en este caso, se reformularía, comoantes aludíamos, en los términos de la «voz diferente»acuñada por Gilligan y otras para la llamada «ética delcuidado». En este sentido último, una interpretación plau-sible de la obra de Carson sería la de una formulaciónde una ética del cuidado y la responsabilidad que tomacomo imperativo principal el oponerse a una cultura ya una praxis de guerra de la humanidad contra la natu-raleza. Nos enfrentamos a la guerra más insensata porconvertir toda supuesta victoria en pírrica. A este respecto, no debemos olvidar que el biocidioprovocado por los pesticidas es una consecuencia másde la industria generada por la segunda guerra mundialy que Carson lo apunta ligándolo a las investigacionesalemanas sobre los gases nerviosos, al incremento dela leucemia provocada por la utilización de la bombaatómica en Hiroshima –que ahora revivimos con el previ-sible «síndrome de los Balcanes» y con la obstinación dela OTAN en seguir diciendo que el uranio empobrecidoen cóctel mortífero con otros elementos no devasta asus propios servidores y al castigado territorio kosovar–y a los envenenamientos químicos provocados en lasMontañas Rocosas por la investigación química militarnorteamericana en los años cuarenta. Tal como señalaBuell (1995: 293), Carson aprovecha estas «coinciden-

•••••••••••••••••••••••••••••••••••1 Artículo publicado en el libro de María Luisa Cavana, Alicia

H. Puleo y Cristina Segura (coords.), Mujeres y ecología. Histo-ria, pensamiento, sociedad, Madrid: Almudayna, 2004.

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cia» para forjar una «analogía moral» de gran impactoentre guerra y contaminación, porque esta última noes otra cosa que una guerra no declarada contra el medioambiente y los seres humanos. Carson es consciente delcarácter global del reto y éste es otro de sus aciertosproféticos. Sólo una revolución moral podría enfrentarel cambio en la civilización necesario para frenar alcomplejo militar-industrial y su miope ánimo destruc-tivo. De la percepción de la globalidad del reto se derivaprecisamente su pesimismo. Casandra-Carson, unavez más, tuvo razón, y para comprobarlo no hay más quecontemplar el frustrante espectáculo de la última cumbremundial sobre la restricción de emisiones de CO2. Nohay tampoco que olvidar que Carson escribe su últimaobra sabiendo que sufre un cáncer que acabará consu vida. Nada ni nadie parece quedar a salvo del enve-nenamiento que acelera la muerte.Pero volvamos a la conexión ecofeminista inspirada porlas tesis del standpoint feminism. Si tal como nos la hapresentado Mary Mellor la reducimos a la visión queobtenemos «desde abajo», lo que se resultará obvioes que Carson es una excepción al destino programadopor el patriarcado para las mujeres debido a un conjuntode factores complejos de los que no es el menor el hechode que las mujeres se hayan empezado a incorporar altrabajo remunerado y a los sistemas educativos supe-riores durante el siglo que acaba de terminar. Social-mente, su pertenencia a la clase media la catapultó allogro de una educación superior y al mundo del trabajo.Su vocación científica y literaria se vio alentada espe-cialmente por su madre, y logró lo que pocos y pocasconsiguen: convertirse en una autora de éxito y podervivir de escribir haciendo converger su formación comobióloga marina con su talento literario. Tal capacidadse alimentó de la tradición naturalista norteamericanainaugurada por Thoreau. Carson está, en principio, sedu-cida por el mar del mismo modo que Thoreau por elbosque, esto es, por el carácter misterioso y ajeno a lohumano del océano, pero, también, le fascina el trasiegode pequeños seres en la costa luchando ajetreados entrelas mareas. La comprensión de los ciclos naturales y desu equilibrada complejidad la conmueve. Nos encon-tramos con una sensibilidad que tanto se deja afectarpor lo sublime del mar, ya sea en calma o en furiosatempestad, como por la humildad microscópica deuna simple bacteria, que, no obstante, es absolutamentenecesaria para que el ciclo de la vida continúe. La capa-cidad de laboriosa observación y de atención minuciosaa los detalles se combina con una potencia intelectualcapaz de dar cuenta de todo siguiendo el canon de laciencia ecológica en su atención a las interacciones. Peroel encantamiento se rompe, la autosuficiencia de la natu-raleza queda arruinada por la violenta irrupción humana,que destruye, ensucia y mancilla a la naturaleza virgen.Carson se ve obligada a reformular el legado natura-lista y científico en el mismo sentido que lo hizo AldoLeopold en Una ética de la tierra. Renuncia de plano aldesignio baconiano del saber para poder y dominar ala naturaleza. Al despertar del confortable sueño natu-ralista, debe enfrentar la pesadilla de la destrucciónambiental y convertirse en moralista que advierte denuestra marcha hacia la catástrofe.Mi tentativa de tesis es que Carson, más allá de lasposibles determinaciones genéricas, lo puede hacerporque en ella concurren otros tipos de vínculos privi-

legiados. De alguna manera, Carson es una exiliada, almenos parcialmente, del destino de mujer: nunca se casó,vivió con su madre, a la que cuidó, y tuvo, también, queadoptar a un sobrino. Este exilio, esta posición excén-trica es la que le permitió estudiar, leer, pasear y obser-var la naturaleza, cualificarse y ejercer una profesión enla administración pública plenamente relacionada consus intereses en biología marina, además, de escribir, escri-bir y escribir. La escasez económica de su clase pocoacomodada fue acicate para siempre tener que ganarsela vida, y desde muy pequeña deseó ser escritora. En estascondiciones que sí pueden ser consideradas como privi-legiadas, en el sentido de que Carson tenía un proyectode vida ligado a la trascendencia tal como la entendíaBeauvoir, pudo emerger una sensibilidad enormementenutrida por referencias literarias, filosóficas y científicasque le llevó a ver, a poder ver, lo que nadie o casi nadieveía a pesar de que estuviese ante sus ojos. Si de estaconstelación debo rescatar algo es, precisamente, la condi-ción de la independencia. Carson fue una mujer inde-pendiente en un mundo –Estados Unidos en los añoscincuenta, que es su década más productiva– en el quetriunfaba la «adorable» Doris Day y sus personajes deama de casa autosatisfecha en su mundo suburbano.Un sueño americano que Betty Friedan destrozaría pocodespués. Pero a la independencia vital debe poder sumarsesu lejanía y extrañamiento frente al statu quo: «RachelCarson, efectivamente venía de fuera del establishmentacadémico y profesional y se dirigía a la comunidad cien-tífica y literaria con su libro sobre la historia natural delos océanos de la tierra. Con sólo un máster en zoolo-gía y sin pedigrí literario, esta editora de publicacionesgubernamentales sobre la naturaleza produjo un librocientífico para la audiencia popular y se convirtió en unasensación literaria» (LEAR, 1997: 206). Su punto de vista, en mi opinión, se beneficia del logrode diversos tipos de independencia y, decididamente,la escritura de Primavera silenciosa debe mucho a su posi-ción bien consolidada como escritora reconocida quepuede iniciar una investigación consultando una inmen-sidad de fuentes variadas al margen de los interesescorporativos tanto de la universidad como de la indus-tria que, no debemos olvidarlo, sufragaba y sufragagran parte de las investigaciones en EE. UU. El trabajo dedocumentación para el libro que nos ocupa fue tremendoy la obligó a mantener una nutrida correspondencia connumerosos médicos, investigadores y agricultores. Todoeste intercambio redundó en el rigor de la presentaciónde sus tesis. No podemos olvidar que Carson se enfren-taba a los intereses económicos de la industria química,que respondería con una saña de carácter misógino anteel desafío de esta «histérica», «sacerdotisa de la natu-raleza», «amante de los animales», «mística trastornada»,y un largo etcétera de descalificaciones claramente sexis-tas. Donde es obvia la influencia del género es en la recep-ción crítica del libro, en la que, entre otros muchos asun-tos, se la desautoriza y descalifica por ser mujer. Elestereotipo de la monja, entregada a la causa de la defensade la naturaleza, y de la histérica, dado que profetiza lacatástrofe si no se cambia de rumbo, serán los predo-minantes. La soltería de Carson es uno de los motivosque «llama» a estos tópicos. Para no argumentar conhechos y razones frente a las tesis del libro, los críticos,simplemente, desacreditan sin más a la autora. Por otraparte, Carson da un tirón de orejas a la ceguera del ejer-

cicio de la medicina en su tiempo al ponerle frente aldesafío de la toxicología ambiental y abunda en unallamada a la ciudadanía a entender la salud desde unaperspectiva pública exigiendo la transparencia infor-mativa que requiere la democracia bien entendida.En conclusión, la visión del deterioro ambiental globalde nuestro planeta y la denuncia de una ciega e insen-sata cultura biocida por parte de Carson responden auna percepción moral de un nuevo problema que luchabapor obtener una formulación justa de la que se pudie-ran extraer consecuencias. El acierto de Casandra–Carsonen el diagnóstico moral precipitó la vislumbre de la nece-sidad de cambiar el rumbo de la civilización y de enfren-tar la responsabilidad frente a un problema, la conta-minación, que, por primera vez, fue formulado en suestricta dimensión global.Las tesis del standpoint feminism deben ser algo más queconvenientemente matizadas y afinadas para ser apli-cadas a Carson. No sólo «desde abajo» se puede apre-ciar otra perspectiva; el logro de cotas importantes deindependencia –frente a intereses económicos, presio-nes corporativas, ya fueran científicas o literarias, y, a efec-tos del sistema sexo–género, frente a la instituciónclave del matrimonio– junto a los nutrientes científicos(la ecología como ciencia de la complejidad y la inter-dependencia), referentes morales (la tesis biocéntricade A. Schweitzer de «reverencia por la vida») y litera-rios (las claves del naturalismo inaugurado por Thoreau)pueden hacer fructificar una percepción moral delproblema que logre formularlo en sus justos términos.La interpretación que hago del logro de la independenciasupone poder construir criterios propios para juzgar, y,contrariamente a lo que podría parecer, esta indepen-dencia es la que permite poner en funcionamiento lacapacidad para escuchar y dejarse influir por múltiplesideas y perspectivas hasta que cristalice la propia enun ejercicio de atento escrutinio de los latidos del presente.Creo que el «estar fuera» puede ser, al menos, una posiciónigualmente valiosa que el «estar debajo» (BENHABIB, 1992).El «estar fuera» es una posición relativa, nunca abso-luta, que puede ser producto de azares biográficos ode una opción. La excepcionalidad del caso Carson lomarca precisamente la suerte de que hubiera editoressensibles y atentos para no desechar una voz que expre-saba el compromiso intenso con la naturaleza, una natu-raleza que es algo más que nuestro hogar y morada.En este caso, creo que el privilegio epistémico y moral,y desde una perspectiva puramente material y social,nace de la sobreabundancia de experiencias y recur-sos que encontramos en la biografía de Carson y node la escasez, ni de la privación. No de la desventaja.Carson logró, en parte, escabullirse de las constriccio-nes del sistema sexo–género para contar con una atare-ada «habitación propia». Tuvo suer te y llegó en unmomento en que la dejaron hacer, le permitieron fruc-tificar. Pasear sola por los bosques y sortear los anima-dos charcos de la costa de Maine con ánimo escrutadorson placeres de los que la mayoría de las mujeres preo-cupadas por el sentido estricto de la supervivencia ydel cuidado de los otros no pueden disfrutar.Sin embargo, la sensibilidad moral de Carson se avienebien y mal con el estereotipo de la «voz diferente».De un lado, destacamos su capacidad para atender alas relaciones y desbaratar los prejuicios reduccionistasde la comprensión científica, la piedad por los humil-

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des animales y su capacidad para la empatía y la preo-cupación por la salud humana, que tienen en Prima-vera silenciosa el mismo rango de importancia. Su ecobio-centrismo es, a mi modesto entender, un humanismoy, sobre todo, una llamada a una ética de la responsa-bilidad frente a la dañada y maltratada biosfera. Del otro,digamos del «lado masculino», Carson se muestra desa-fiante y segura al plantear la denuncia contra el uso indis-criminado de los pesticidas, encarna aquí casi una imagenquijotesca, la del coraje de la escritora que se enfrentasola a la poderosa industria química, hace gala de unagran capacidad deductiva al extraer consecuencias delhecho del envenenamiento masivo y adquiere unacomprensión global del asunto al tiempo que exige lasalvaguarda de los derechos humanos individuales a lavida y a la salud. Carson apostilla una extensión delconcepto de justicia al incluir a las formas vivas, seanlas que sean, y al agua, al aire, a la tierra en su conside-ración moral del problema. La interdependencia es laclave y, poco a poco, el veneno llegará también a noso-tros. El biocidio es un suicidio de toda la humanidad.Las dos voces morales se conjugan y fructifican. Ningunade las dos, ni la del cuidado y la responsabilidad, ni lade la justicia y los derechos, ahoga a la otra. Más quecontrarrestarse se potencian: la justicia y la salvaguardade los derechos exige del cuidado y del respeto a la natu-raleza; el cuidado requiere, a su vez, de un sujeto autó-nomo confiado en defender su derecho a la salud y ala vida, que es un derecho extendido para que losciclos naturales no se vean arruinados por el empon-zoñamiento del veneno.

Nuestra identidad planetaria como humanidad embar-cada en una odisea suicida fue señalada sin ambages porla labor de ilustración ecológica de Carson, y nuestracondición radicalmente dependiente de la tierra y susotros habitantes, los animales, fue revelada frente al extra-viado anhelo de dominio y explotación de la biosfera denuestra letal civilización. La consigna era para Carson,y sigue siendo para nosotras, la de parar el biocidio y cues-tionar la cultura irresponsable y miope que lo sustenta.Una cultura que no es sino otra manifestación delbasamento patriarcal que sojuzga y establece la injustadesventaja para la mayoría de las mujeres.•

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Vandana Shiva: una mujerentre mujeres, el agua y lasemilla

Luis Ángel Fernández Hermanaperiodista y consultor

Investigadora en física cuántica, dejó la carreracientífica y se ha convertido en una de las voces delmundo más influyentes del movimiento en defensa delmedio ambiente. Sus ideas y su activismo, queincorpora la no violencia de Gandhi, han inspirado anumerosos movimientos sociales liderados pormujeres.

Agua, semillas y mujeres; éste es el trípode sobre elque se ha sustentado una de las voces más formida-bles del movimiento ambiental de la India y, de paso,de todo el planeta. Vandana Shiva (nacida el 5 de noviem-bre de 1952, en Dhera Dun, Uttarakhand, India), lacientífica a quien todos auguraban una prometedoracarrera como investigadora especializada en física cuán-tica, un día, que quizá no recuerde muy bien, comenzóa hacerse preguntas cuyas respuestas fueron desma-dejando hilos aparentemente dispares, unos de trenzadocultural, otros de procedencia agrícola, otros portado-res de tradiciones que se perdían en la noche de los tiem-pos y que se habían preservado en el seno familiar. Pero,al final, ante sus ojos apareció un tapiz que no le gustónada, donde se perfilaba con claridad una imagen dedesintegración ecológica, rapiña de conocimientos popu-lares, despilfarro de recursos comunes, voces frustradasque clamaban en el desier to y, por encima de todo,una lógica económica que saboteaba constantementecualquier atisbo de organización democrática de loscampesinos y agricultores de su país.Shiva, hija de un conservador forestal y una granjera,no le dijo adiós a la ciencia, pero tampoco le dio la espaldaa una realidad que se rompía por mil partes, sin que nadieni nada pudiera expresar la enormidad del desastreque se estaba perpetrando. A partir de los años setenta,los campesinos de América Latina, África y, sobre todo,el sudeste asiático, aprendieron pronto que tras cier-tas siglas o denominaciones aparentemente inocuas seescondían peligros difíciles de discernir o de eludir. ElGATT y su Ronda de Uruguay, el Banco Mundial o elFondo Monetario Internacional, gozaban entonces deun lustroso prestigio en el mundo occidental. De hecho,eran materia informativa habitual y necesaria en los perió-dicos de color salmón, sobre todo The Financial Times,y en los suplementos de economía de los grandes mediosde comunicación. Pero, al revés de lo que sucedía en laIndia, rara vez saltaban a las secciones de sociedad, nimucho menos a la de sucesos. En Occidente, para quédecirlo de otra manera, la vastísima mayoría de lo quese denominaba «opinión pública» –o, peor, público enten-dido e ilustrado– no tenía la más remota idea de loque significaba, por ejemplo, el «ajuste estructural», lapolítica que aplicaba el Banco Mundial en los programasagrícolas del tercer mundo, financiada por el FMI y susten-tada por el armazón jurídico del GATT.

Los campesinos sí sabían de qué iba el asunto, aunque loaprendieron por la vía del palo, no de la zanahoria,valga la ironía. Este ajuste estructural sacó a la calle a millo-nes de agricultores en los tres continentes, provocó movi-mientos de protestas que llegaron hasta las mismas esca-linatas del poder y regó de sangre y desgracia regionesenteras, mientras el Norte, ese punto cardinal de lageografía socioeconómica de nuestra era, miraba haciaotra parte. Ante el vendaval que arreciaba como prelu-dio de los años de Reagan y Bush, Vandana Shiva tuvola oportunidad de refugiarse en el Norte, concretamenteen la Universidad de Ontario Occidental, y dedicarsepor entero a la ciencia, en la que había empezado a reali-zar algunas contribuciones sobre las «variaciones ocul-tas y la no localización en la teoría cuántica».

Monocultivos de la mente

Pero las mujeres, las semillas y el agua llamaron a su puerta.El Gobierno le pidió que participara como experta enalgunos equipos que debían investigar la repentina esca-sez de agua en regiones donde antes había abundado.Shiva se encontró con que los tres elementos estabanindisolublemente encadenados, pero que, en unos casos,los programas agrarios de ajuste estructural y, en otros,la entrada en escena de nuevas fuerzas económicas,en particular las corporaciones de las semillas y del agro-business, armadas de necesidades específicas y de capa-cidades persuasivas irresistibles, estaban alterando radi-calmente escenarios sociales tradicionales sin que sehubiera arbitrado una escapatoria más viable que la desa-parición lisa y directa de millones de personas.Shiva emprendió entonces un camino que la marcó parael resto de su vida. En el Instituto Indio de Ciencia y elInstituto Indio de Gestión de Bangalore investigó las rela-ciones entre la política científica, la tecnológica y la ambien-tal. Y en 1982 abrió las puertas de la Fundación para laInvestigación en Ciencia, Tecnología y Ecología, un labo-ratorio de ideas que desde entonces ha venido nutriendola actividad de los movimientos ambientales indios yde la Red del Tercer Mundo, con sede entonces en Mala-sia.La fuerza de estas ideas residía, sobre todo, en el blindajemoral de la protección del medio ambiente y de las perso-nas, sobre todo las mujeres, que han venido realizandoesta tarea a lo largo de siglos. Shiva nunca se detuvoen la defensa economicista de grupos o poblados, elrescate incondicional de algunos recursos frente al primerenemigo que le saliera en el camino, o la denuncia siste-mática de la rapiña de fuerzas políticas o económicassuperiores. La lógica económica capitalista, cuyo impe-tuoso avance llegó a resumirse al final del gobierno deRonald Reagan con la frase «El fin de la historia», fuecontestada con ideas y acciones que señalaban la perver-sidad de una política que tenía como consecuencia inde-fectible el «apartamiento» de millones de personas delos procesos productivos o, en otras palabras, una condenasin remisión a la supervivencia y la desaparición.El paquete maldito contenía gente, comunidades y biodi-versidad. Fue contra este destino que Shiva dotó de unasingular fuerza moral a los movimientos que fueroncontestando, de diferente manera, con diferentes estra-tegias, los ajustes estructurales. Todos ellos pusieronen primera línea su derecho a usar y gozar de los recur-sos que siempre habían sido de todos y ahora se querían

secuestrar tras razonamientos en pro del beneficio econó-mico y la eficiencia. La herencia de Gandhi, encarnada enlas mujeres que asumieron estos principios, añadió ladimensión no violenta que ha caracterizado a las inicia-tivas promovidas por Shiva y que ella misma ha sinteti-zado en un recordatorio contundente: «Las socieda-des no viven sólo del comercio, sino, fundamentalmente,de principios coherentes, sistemas organizados y visio-nes globales».

Los canarios de las ecocrisis

En este contexto aparecieron movimientos como Chipko,integrado fundamentalmente por mujeres de Nepal y laIndia, las cuales adoptaron la táctica de abrazarse a losárboles para evitar que la tala indiscriminada y masiva debosques causara devastadoras inundaciones e hicieradesaparecer las barreras naturales que habían permitidoembalsar el agua para las épocas de escasez. Las muje-res alcanzaron a partir de entonces un protagonismoincontestable en los movimientos de defensa del medioambiente. Shiva las denominó «los canarios de las ecocri-sis», ya que eran las primeras en emitir la señal de alarmacuando algo no iba bien; estas mujeres eran un factor deinnovación y conservación de culturas arraigadas en semi-llas, cultivos y gestión común del agua.En los años ochenta, Shiva participó activamente en elproyecto Navdanya –o «nueve semillas»–, que implicabaa los correspondientes sistemas de cultivo, a la biodi-versidad asociada a ellos y al tipo de organización sociala la que dan lugar. Como ha explicado la científica ennumerosas conferencias y libros, era un movimiento queenglobaba desde el germen de la planta hasta aspec-tos tales como la dimensión cósmica de estas semillas,al estar relacionadas con diferentes partes del cuerpoy la mente o asociadas a ciclos de fertilidad. En pala-bras de la propia Shiva: «Estas nueve semillas son bienespúblicos que potencian la cohesión social y alrededor delos cuales surge un tipo de organización y economía espe-cíficos. Navdanya es un movimiento cultural, a la vez queagrícola y ambiental. Navdanya supone una integraciónde la mujer en las tareas colectivas que otros tipos deagricultura le niegan para condenarla a un papel subor-dinado y secundario. Desde este punto de vista, setrata también de un movimiento que devuelve a la mujersus atributos físicos y espirituales para que desempeñeun papel crucial en el sostenimiento de la comunidady en la vertebración del grupo».

Biodiversidad y biopiratería

Progresivamente, la defensa de la biodiversidad comouno de los valores supremos de la organización socialsituó en el mismo campo de batalla a estos movimien-tos ambientales, por una parte, y a las empresas quecomenzaron a utilizar los avances en biotecnologíapara fabricar nuevas semillas protegidas por leyes depropiedad intelectual o, como en el caso de las farma-céuticas, a buscar principios activos en plantas que pudie-ran convertirse en fármacos. Vandana Shiva, bajo lacalificación de «biopiratería» ha denunciado en repeti-das ocasiones la ironía de que los pesticidas naturalestradicionalmente utilizados por los campesinos indios,que en las últimas décadas se han perdido acelerada-

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mente, ahora son buscados por las compañías quími-cas occidentales.La aplicación de las políticas de ajuste estructural llevóa las calles de Nueva Delhi, Bangalore, Hospet y otrasciudades menores de Utter Pradesh a cientos de milesde agricultores indios durante los primeros años de ladécada de los noventa del siglo pasado. Sólo en Hospet(Karnataka) se celebraron encuentros que superaron elmedio millón de personas en un fin de semana. Occi-dente apenas escuchaba algunos rumores de aquellasolas de protestas dirigidas contra las medidas adoptadaspor el Gobierno indio para poner en práctica los progra-mas agrícolas promovidos por el Fondo Monetario Inter-nacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), y contra laspropuestas de la Ronda de Uruguay del GATT sobre losderechos de propiedad intelectual, que les obligaba acomprar sus propias semillas a las compañías extranje-ras, que ahora las vendían con ligeras modificaciones. Aquellas movilizaciones, que se conocieron como elMovimiento de la Semilla Satyagraha, fueron impulsadaspor la Asociación de Agricultores del Estado Karna-taka (KRRS), fundada en 1991. El programa de la KRRS,inspirado en gran medida en los planteamientos deVandana Shiva, se oponía a la «colonización de la semi-lla» a través del mito occidental de las «semillas mila-grosas», a la destrucción de la diversidad genética, a lapseudoestabilidad ecológica que producen los mono-cultivos de la revolución verde y a la toxicidad y las enfer-medades del suelo por el uso intensivo de fertilizantesy plaguicidas para las variedades de alto rendimiento.Todo ello dentro del marco de la lucha contra la explo-tación indiscriminada de los recursos naturales y la preser-vación de los conocimientos adquiridos a lo largo desiglos para proteger el medio ambiente. Estos movi-mientos reivindicaban una democracia representativade base que devolviera la voz a las comunidades agrí-colas, sobre todo a las mujeres como portadoras delos conocimientos que ahora estaban a punto de perderpor culpa de las corporaciones.Vandana Shiva explicaba en aquellos años a quienesquerían escuchar en Europa que, mientras se celebra-ban las reuniones de la Ronda de Uruguay en Bruselasy todo el debate estaba centrado en si EE. UU. conse-guiría empujar con el codo un poco más a la UE (en aquelentonces Comunidad Económica Europea) y su políticaagraria, los agricultores de la India se veían forzados a salira la calle a defender algo tan elemental como sus semi-llas. «Los agricultores sabían que las corporaciones lesrobaban sus semillas, las modificaban, las protegían consus derechos de propiedad intelectual y después teníanque recomprarlas a precios muy altos. Por ahora, losúnicos regímenes que existen de protección de los dere-chos de propiedad intelectual son los del Norte, luegonuestra agricultura es para ellos un botín abierto al expo-lio. En la época de Gandhi el símbolo era la hilandera,emblema de nuestra industria textil amenazada por lapolítica colonial. Hoy hemos cambiado y nuestro símboloes la semilla que, en el fondo, viene a representar unmensaje muy parecido. Nuestra riqueza depende decómo cultivemos la tierra, cómo nos alimentemos y cómonos protejamos culturalmente. Es nuestra defensa contrala destrucción», declaraba entonces Shiva.Aquellos enfrentamientos de los años noventa radica-lizaron el discurso del movimiento ambiental indio.Vandana Shiva encarnó este proceso mediante una

defensa sin cuartel no sólo de una forma de producir,sino de una forma de entender la vida que chocaba defrente contra la lógica económica imperante en lasrelaciones comerciales y, sobre todo, en los organis-mos que las regulaban, sin excluir ni siquiera a las propiasNaciones Unidas. En un debate que se celebró en Barcelona en aquellosaños, Shiva sostenía: «Los países occidentales ya se hanllevado las mejores semillas a través de sus bancos desemillas, y el Tratado de la Biodiversidad no cubre esto.Esta es una lucha abierta que todavía no está resuelta.No podemos hacer borrón y cuenta nueva. La cues-tión es cómo regulamos el mercado de semillas y losderechos asociados a ellas de manera que nos contem-ple. Los países ricos hablan de que ellos establecen dere-chos sobre el germoplasma. ¿Qué es eso? ¿Qué tipode entelequia se quieren inventar ahora? Es como si esta-blecieses derechos sobre células o partes de la célula.Lo verdaderamente importante no es la constituciónbioquímica de la semilla, sino los conocimientos de losagricultores sobre cómo tratarla y en qué circunstancias.Ya pueden saber todo lo que quieran sobre los códi-gos genéticos de las semillas, sus características bioló-gicas o propiedades eléctricas. Pero como no les digaalguien dónde y en qué condiciones hay que plantar-las, de poco les servirán sus conocimientos científicos. Eldía de mañana sacarán su semilla del banco y no sabráncuáles son las condiciones idóneas para cultivarla, en quésituación, con qué periodicidad, junto a qué otros culti-vos, etc. Y ese depósito de sabiduría es el que estamosdestruyendo. Les quitamos las semillas a los pueblos,las convertimos en productos comerciales, impedimosque sigan expandiéndose las que había y desaparecetodo ese conocimiento acumulado a lo largo de siglos.Por eso, lo verdaderamente grave en estos momentoses el pirateo intelectual, porque sólo el agricultor es quiensabe lo que hay que hacer».

La eclosión de Seattle

Como un autor en espera de su obra, Seattle se convir-tió en 1999 en el escenario donde convergieron VandanaShiva y los miles de manifestantes que llegaron hasta laciudad estadounidense dispuestos a que fracasara la inau-guración de la Organización Mundial del Comercio(OMC). La OMC venía a sustituir al Acuerdo Generalde Comercio y Tarifas (GATT) y a la Ronda de Uruguay,un paso que lógicamente contaba con el pleno apoyodel Banco Mundial y el FMI, que debían bendecir públi-camente a la nueva entidad. La diferencia entre VandanaShiva y la vasta mayoría de quienes llegaron hasta Seat-tle a protestar contra la OMC es que ella llevaba déca-das mirándole a la cara al Banco Mundial, al FMI y al GATT.Lo sorprendente, sin embargo, era que la protesta de losmiles de jóvenes que se congregaron en la ciudad esta-dounidense tuviera como objetivo a estas organiza-ciones. El Norte mantenía un autismo a capa y espadafrente al creciente deterioro del medio ambiente alimen-tado por unas reglas de intercambio comercial donde labanca siempre ganaba y la banca siempre era la bancadel Norte. ¿Qué había sucedido para que, de repente,fueran tan «populares» organismos como el BancoMundial o el FMI y concitaran la furia de tantosjóvenes?

Uno de los factores que contribuyó a esta inesperada«toma de conciencia», como fue calificada en más deuna ocasión por los medios de comunicación, habíaoperado de forma discreta, casi de manera impercep-tible. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre MedioAmbiente y Desarrollo, que se celebró en Río de Janeiroen 1992, se vio acompañada por primera vez por el deno-minado Foro Global, una especie de conferencia alter-nativa organizada –y poblada– por cientos de entidades,asociaciones y ONG relacionadas con la defensa delmedio ambiente en todo el planeta. Mientras miles deactivistas trataban de hacer llegar su voz hasta los salo-nes de la conferencia oficial desde –literalmente– la otrapunta de la ciudad brasileña, la Association for Progres-sive Communications (APC), una ONG dedicada apromover el uso de las incipientes redes de telecomu-nicación basadas en el protocolo de Internet, entrenabaa estas organizaciones para que aprendieran a inter-cambiar información y organizar proyectos en la red y,en general, a obtener por medio de ésta una visión globaldel mundo, inalcanzable de otra manera.Así, mientras el Banco Mundial campaba con su polí-tica de ajuste estructural por tres cuartas partes delplaneta sin que la otra parte supiera lo que hacía esamano, Internet se encargaba de esparcir informaciónseminal sobre las actividades de estas entidades finan-cieras, creando así una especie de pesebre virtual sinfronteras donde abrevaban miles de organizaciones. Esefue el primer punto de encuentro entre los movimien-tos ambientales, sobre todo los asiáticos, y lo que despuéserróneamente se denominó movimiento antiglobali-zación, cuya extracción territorial en sus orígenes erafundamentalmente occidental. En Seattle, Vandana Shiva,como la voz más reconocida y reconocible de los movi-mientos del sudeste asiático, se encontró por primeravez con una base social global que estaba dispuesta aescuchar y asumir una experiencia que los medios decomunicación tradicionales les habían escamoteadosin rubor durante décadas.Además, Vandana no era sólo la voz de los desposeídos,como enfatizaban muchos medios de manera intere-sada. Su labor en pro de la construcción de movimien-tos capaces de poner en jaque la lógica depredadora delas corporaciones le había reportado un prestigioso reco-nocimiento internacional, como lo atestiguaba que tansólo en 1993 recibiera la Orden del Arca Dorada, elPremio Global 500, el galardón del Día Internacionalde la Tierra, el Premio Nobel Alternativo (Right Live-lihood Award) por su defensa del papel de la mujer enla conservación del medio ambiente y el Premio Inter-nacional Vida Sana. Tan importante como esto es que,cuando Shiva se cruzó con el movimiento antiglobali-zación en Seattle, no sólo tenía una dilatada experien-cia que ofrecer, sino también una contundente obrarepartida en decenas de libros, artículos y conferen-cias.En estos últimos años, Shiva, aupada irónicamente porlos propios medios de comunicación que antes la trata-ban como un objeto exótico difusor de ideas utópi-cas, se ha ganado una presencia incontestable en el movi-miento ambiental mundial. Su planteamiento centralen la actualidad apunta a una negociación que, paramuchos, incluidos prestigiosos colegas que siempre lehan prestado un claro apoyo público, está impregnadade un idealismo inalcanzable: la globalización que cono-

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cemos actualmente no es una tendencia inevitable dela sociedad actual en manos del capitalismo más salvaje,sino que depende de nosotros llegar a acuerdos signi-ficativos para impedir la destrucción de comunidadesy biodiversidad absolutamente esenciales para defenderel medio ambiente y la vida humana en el planeta.El objetivo actual, por tanto, es revocar los acuerdos yaalcanzados en el seno de la OMC, para que organiza-ciones sociales democráticas sean capaces de tomar deci-siones en el nivel apropiado y en el lugar adecuado, únicaforma de garantizar que se puedan extraer y aprovecharlos frutos de conocimientos ancestrales que promue-van la continuidad de la vida sin necesidad de «apar-tar» a vastos sectores de la población y abocarlos al sufri-miento de la privación de recursos y a una especie dedesaparición programada. El desafío no es menor, perotampoco lo han sido los que Vandana Shiva ha debidoafrontar durante las últimas tres décadas. Y, como siem-pre, su discurso y su actividad se sostienen sobre los trespuntos de apoyo que le han permitido pensar y actuardurante todo este tiempo: las mujeres, las semillas y lagestión común del agua.•

••••••••••••••••••••••••••••••••••••••Obras

Vandana Shiva ha escrito numerosos libros y más de 300 artí-culos en revistas científicas y técnicas de referencia. Aquí tan sólose citan algunos de estos textos.

Las nuevas guerras de la globalización, Editorial Popular, 2007.

India dividida. Asedio a la diversidad y la democracia, Editorial Popu-lar, 2005.

Las guerras del agua. Privatización, contaminación y lucro, Siglo XXI,2003.

Cosecha robada. El secuestro del suministro mundial de alimen-tos, Ediciones Paidós Ibérica, 2003.

Biopiratería. El saqueo de la naturaleza y el conocimiento, Icaria,2001.

La praxis del ecofeminismo. Biotecnología, consumo, reproducción,Icaria, 1998.

Ecofeminismo. Teoría, crítica y perspectivas, Icaria, 1997.

Abrazar la vida. Mujer, ecología y desarrollo, Horas y Horas, 1995.

Capítulo de Vandana Shiva: «El cierre y la recuperación de lastierras comunales», en VV. AA.: El medi ambient vist pel Sud,Luis Ángel Fernández Hermana (ed.), Beta Editorial, 1995.

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Gro Harlem Brundtland, lamadre de la sostenibilidad

Sofía Menéndezperiodista experta en temas ambientales

El concepto de sostenibilidad, tan maleadoúltimamente, estará siempre asociado a esta médicanoruega. Tanto desde la Comisión de Medio Ambientey Desarrollo de Naciones Unidas como desde laOrganización Mundial de la Salud, ha situado en laagenda política mundial temas lacerantes y haintentado favorecer a las capas más pobres y a lospaíses menos desarrollados.

El concepto de sostenibilidad estará siempre ligado a GroHarlem Brundtland. De la labor de esta mujer al frentede la Comisión de Medio Ambiente y Desarrollo deNaciones Unidas surgió un espectacular informe, en1987, denominado Nuestro futuro común. Se trata deun documento histórico, de extrema actualidad, que anali-zaba la situación ambiental del mundo para elaborarestrategias ambientales a largo plazo y alcanzar un desa-rrollo sostenible. Cinco años más tarde, en el principiotercero de la Declaración de la Cumbre de la Tierra, cele-brada en junio de 1992, en Río de Janeiro (Brasil) se defi-nía así este concepto: «[...] aquel desarrollo que satisfacelas necesidades de las generaciones presentes sin compro-meter las posibilidades de las del futuro, para atender suspropias necesidades». El Informe Brundtland, como finalmente se ha conocidoal trabajo de la ONU que dirigió esta mujer excepcio-nal, médica de profesión, ha tenido una importancia vitalpara el medio ambiente del planeta. Sin duda alguna,su informe fue el eje principal de la reunión de Río, dondeuna gran parte de los países del mundo firmaron el Conve-nio de la Biodiversidad, el inicio de acuerdo del cambioclimático y la Agenda 21, de donde partirían luego lasacciones para llevar a cabo políticas ambientales. Frutode este encuentro fueron también otras cumbres, comola de población, en El Cairo (1994), la de turismo soste-nible, en Lanzarote (1995), o la de la mujer, en Pekín(1995). Finalmente, en el año 2002 se celebraría la CumbreMundial del Desarrollo Sostenible en Johannesburgo.El discurso de Gro Harlem Brundtland ante la AsambleaGeneral de Naciones Unidas para presentar Nuestrofuturo común es realmente visionario y la convierte enuna de las primeras políticas ecologistas de la historia,muy por delante del ex vicepresidente de Estados Unidos,Al Gore, y otros dirigentes contemporáneos como TonyBlair (Reino Unido). Con sencillez y una claridad sorpren-dente, la primera ministra de Noruega afirmaba: «[…]el “medio ambiente” es donde vivimos todos, y el “desa-rrollo” es lo que todos hacemos al tratar de mejorarnuestra suerte en el entorno en que vivimos. Ambascosas son inseparables. Además las cuestiones de desa-rrollo han de ser consideradas como decisivas por losdirigentes políticos que perciben que sus países han alcan-zado un nivel hacia el cual otras naciones han de tender.Muchos de los caminos de desarrollo que siguen las nacio-nes industrializadas son verdaderamente impracticables.

Las decisiones en materia de desarrollo que toman estasnaciones, debido a su gran potencia económica y polí-tica, tendrán una repercusión profunda sobre la capa-cidad de todos los pueblos de mantener el progresohumano para las generaciones venideras». En foros de medio mundo, la doctora Brundtland dioa conocer este contundente informe. En la primavera de1988 presentó a la prensa de Madrid Nuestro futurocomún. En esa ocasión tuve la oportunidad de conocerlaen persona y desde ese momento he seguido atenta-mente sus pasos, su batalla contra la pobreza, que es lacontinua lucha por llevar a la práctica el concepto dedesarrollo sostenible. Para ella, cuestiones críticas desupervivencia están intrínsecamente relacionadas conun desarrollo desigual, con la pobreza y con el creci-miento de la población. Todo ello crea una presión sinprecedentes sobre las tierras, aguas, bosques y otrosrecursos naturales del planeta, especialmente en los paísesen desarrollo. La espiral descendente de pobreza y degra-dación ambiental constituye una pérdida de oportuni-dades y recursos, en especial de recursos humanos. Estasvinculaciones entre la pobreza, la desigualdad y la degra-dación ambiental constituyen el hilo de su vida. Gro Harlem Brundtland, nace en Oslo, Noruega, el 20de abril de 1939, en una familia socialista; fue militantedesde su juventud del Partido Laboralista (DNA). CursaMedicina en las universidades de Oslo y Harvard. Estu-dia y va a examinarse en los intermedios de sus cuatroembarazos y la consiguiente crianza de los primeros añosde sus hijos. Gro Harlem es una mujer de mucho tempe-ramento, casada con Arne Brundtland, un investigadory político de derechas. Su padre, Gudmund Harlem,fue ministro en algunos gobiernos laboralistas y fue deél, según dice, de quien heredó su principal vocación polí-tica. Brundtland obtuvo un máster en salud pública (1965)y fue asesora médica en la sección de higiene y epide-miología de la Dirección General Noruega de Sanidadentre 1966 y 1968. Desde esta fecha a 1974 sirvió enel Consejo de Sanidad de Oslo en calidad de direc-tora médica adjunta. En septiembre de 1974 entra enel Gobierno del laborista Trygve Bratteli, quien la nombraministra de Medio Ambiente. Desde su juventud, Brundtland ha estado comprome-tida con cuestiones ambientales, las desigualdades delNorte y el Sur y la lucha por alcanzar el desarme en elplaneta. Como ella dice, «vivimos en una época de lahistoria de las naciones en que se necesita más queuna coordinación de la acción política y de la respon-sabilidad». Desde la perspectiva de su cargo como ministra de MedioAmbiente se enfrenta a los problemas típicos. Sus propues-tas terminan en la frontera de los departamentos conmás relevancia, principalmente el de Economía. Por estemotivo, cuando el 4 de febrero de 1981 le ofrecen susti-tuir en la jefatura del Gobierno a Nordli, y en la del partidoa Reiulf Steen, respaldada por las bases de su partido, noduda en aceptar los dos cargos y se convierte en la primeramujer que ostenta ambos puestos en su país. En elgabinete que inmediatamente constituyó, ocho de susmiembros eran mujeres. En las elecciones siguientes,los partidos burgueses, esto es, el conservador (Höyre),el popular cristiano (KrF) y el de centro (Sp), consi-guieron la mayoría absoluta; el 14 de octubre Brundtlandcedió el Gobierno al conservador Kåre Willoch. Pero,

lejos de desanimarse por la derrota electoral, Brundtlandprosigue imparablemente con su trabajo internacional. En diciembre de 1983, el secretario general de las Nacio-nes Unidas le pide que asuma la dirección de la comi-sión independiente y que redacte los problemas ambien-tales que afronta la comunidad mundial, lo que suponetodo un reto para la doctora. En ese momento, entre susresponsabilidades cotidianas, Brundtland tenía la presi-dencia de su partido (DNA). La decisión de aceptar lacoordinación de este monumental trabajo tuvo su baseen la argumentación que le diera el secretario general,y ante la cual no encontró refutación convincente algunapara negarse: «Ningún dirigente político había llegadoa ser primer ministro con unos antecedentes de variosaños de lucha política, nacional e internacional, comoministro de Medio Ambiente. Esto hacía abrigar la espe-ranza de que el medio ambiente iba a dejar de ser unacuestión secundaria en la toma de decisiones políticasimportantes».El medio ambiente y la actividad humana están íntima-mente relacionados, y la única manera de proteger a éstees tenerlo en cuenta en todas las decisiones que se adop-ten. Brundtland es consciente de esta idea desde el prin-cipio de su carrera como funcionaria de Salud Pública.Así, asegura Brundtland: «En última instancia decidí acep-tar este reto de arrostrar el futuro y de salvaguardarlos intereses de las generaciones venideras […], puesresultaba meridianamente claro que se necesitaba unmandato para que la situación cambiase». Las Nacio-nes Unidas y su secretario general, según ella, se enfren-taban a una tarea y responsabilidad enormes. Para hacerrealidad de manera responsable los objetivos y aspira-ciones de la humanidad se requiere el apoyo activo detodos, decía. Sus reflexiones y visión acerca de este asuntose basaban también en otros hechos importantes desu experiencia política: el precedente trabajo de la Comi-sión Brandt sobre cuestiones Norte–Sur y de la Comi-sión Palme sobre cuestiones de seguridad y desarme,comisiones de las que formó parte.Durante los tres años de trabajo de la Comisión Mundialde Medio Ambiente y Desarrollo, Brundtland parti-cipa activamente en las reuniones con los científicos, polí-ticos, sociólogos y técnicos de medio mundo que cola-boraron en este trabajo, pero sin bajar la guardia en sulabor de máxima responsable de su partido en Noruega.Como ella señaló, la «conjunción de mentes» del equipoque elaboró Nuestro futuro común, supuso que, lejosde la negatividad de la situación global, el mensaje y lasrecomendaciones fueran optimistas, lo cual es clave paraconseguir un desarrollo global sostenible. En las elecciones del 8 de septiembre de 1985, la mayo-ría gubernamental conservó sus posiciones, pero el partidolaboralista ganó cinco escaños y pasó a 71. La caída deWilloch el 29 de abril de 1986 permitió al partido deBrundtland ser el más votado, por lo que se formó el 9de mayo un gobierno de minoría, aunque apoyado porlos socialistas de izquierda (SV) desde el Parlamento;también esta vez, ocho de sus dieciocho miembros eranmujeres. Al asumir el Gobierno, cesó como jefa del grupoparlamentario laborista, puesto que ostentaba desde1981 y que volvería a desempeñar entre 1989 y 1990. Tras tres años en el Gobierno, en las elecciones del 10y 11 de septiembre de 1989, su par tido, el DNA, sibien se mantenía como el más votado, sólo logró reunirel 34,3 % de los votos, y cayó hasta los 63 escaños, los

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resultados más bajos obtenidos desde 1945. Brundtlanddeclinó formar Gobierno, lo que sí aceptó el conser-vador Jan Peder Syse el 16 de octubre. Un año después,este Gobierno de coalición se fragmentó y el 3 de noviem-bre de 1990 Brundtland regresó al poder por terceravez en nueve años, renunciando al liderazgo del DNAen el congreso de noviembre de 1992, para descargarseen parte de sus responsabilidades políticas y dedicarseen exclusiva a las tareas de gobierno. Sin duda, en estadecisión pesaron también razones de índole personal,ya que un mes antes tuvo que afrontar el trágico suici-dio de su hijo menor. Tras un nuevo proceso electoral en septiembre de 1993,el DNA experimentó una recuperación de cuatro esca-ños y, aunque lejos de la mayoría absoluta, las divisionesen el campo del centroderecha propiciaron la candida-tura de Brundtland, que formó Gobierno el 3 de noviem-bre, el primero por méritos exclusivamente electora-les. En esta ocasión, nueve de los diecinueve ministeriosestaban dirigidos por mujeres. El contexto partidista teníatambién en aquel momento un fuerte componente feme-nino, ya que los tres principales partidos (DNA, Höyrey Sp) estaban liderados por mujeres.Con una coyuntura económica favorable, el GobiernoBrundtland relanzó el proceso, varias veces iniciado yotras tantas fracasado, de entrada en la Comunidad Euro-pea, tarea para la que sólo contaba con el apoyo delos conservadores en la oposición. Tras la solicitud formalde adhesión a finales de 1992, en junio de 1994 Brund-tland firmó en el Consejo Europeo de Corfú el Tratadode Adhesión. Los sondeos de la opinión pública, que indicaban la impo-pularidad de lo que se temía que podía acarrear drás-ticos cambios en el sistema de protección social y enlos modos de vida tradicionales, muy apegados al medioambiente, así como una pérdida de soberanía nacio-nal, se confirmaron en el referéndum del 28 de noviem-bre de 1994, en el que el no cosechó el 52,4 % de losvotos. El resultado no supuso la caída de Brundtland, queno había hecho de la consulta una cuestión de confianza,pero sí canceló definitivamente la cuestión. El 25 de octubre de 1996, Brundtland anunció, con lanormalidad característica en los países escandinavos,su dimisión como primera ministra, y puso fin a quinceaños de dominio de la escena política, en los que, a pesarde los altibajos electorales, siempre gozó de una elevadapopularidad, más acusada, si cabe, en los últimos tiem-pos. Le sustituyó Thorbjørn Jagland, que ya le suce-diera al frente del DNA en 1992. Durante una larga temporada baja el ritmo de trabajoy vuelve de nuevo al escenario sociopolítico en un cargointernacional. El 13 de mayo de 1998, Brundtland eselegida directora general de la Organización Mundial dela Salud, cargo que ocupa hasta el 21 julio del año 2003.En su discurso de aceptación ante la Asamblea Mundialde la Salud, la doctora Brundtland relaciona los concep-tos de sostenibilidad y salud. Se pregunta, ¿cuál es nues-tra misión fundamental? Y considera que debemos asumirel papel de conciencia moral y de autoridad técnica paramejorar la salud de la población del mundo, por lo queañade: «Debemos estar dispuestos a prestar asesora-miento, y ser capaces de hacerlo, no sobre todas las cues-tiones, sino sobre las cuestiones clave que pueden desen-cadenar el proceso de desarrollo y atenuar el sufrimiento.Considero que nuestro objetivo ha de ser la lucha contra

la enfermedad y la mala salud: la promoción de siste-mas de salud sostenibles y equitativos en todos los países».

Quien contamina, paga

Gro Harlem Brundtland influyó bastante en la Interna-cional Socialista, de la que fue vicepresidenta hasta 1999.En el seno de esta organización generó debates de cómoromper el ciclo de la pobreza mediante la inversión enla infancia. Así, afirma: «Un mundo donde la pobreza esendémica será siempre propenso a sufrir una catás-trofe ecológica o de otro tipo».Entre las aportaciones que llevó a cabo en uno de los múlti-ples congresos de los socialistas a los que acudió está suponencia sobre «Quien contamina, paga». Para Brundtland,es fundamental que todos los países asuman este princi-pio y el uso de productos que duran «desde la cuna hastala tumba», como ella misma dice. Hace más de treinta años que esta progresista intenta incul-car otra mentalidad a sus compañeros de partido. Basta yade «usar y desechar»; estamos obligados acabar con produc-tos y materiales efímeros. En los precios deberán reflejarselos beneficios ambientales que aportan la elaboración yel uso de determinados productos, así como su calidad yduración. Para ello, asegura Brundtland, tendrían que fabri-carse cosas de mayor duración, que, en caso de daño, puedanser fácilmente reparadas a fin de utilizarlas de nuevo. Debe-mos evitar el uso de productos poco comunes y peligro-sos, y tender más bien a «ecoetiquetar» los envases paraindicar tanto el contenido como su duración, explica peda-gógicamente esta doctora a sus compañeros. Paralela-mente, la elevación del coste del consumo insosteniblees uno de los caminos para aplicar el principio de que quiencontamina, paga. Si tales incrementos de costes son prede-cibles, el sector privado con visión de futuro desarrollaráestrategias comerciales y procesos productivos acordescon dicho principio. Algunos nuevos productos desarrollados de esta formaencontraron una significativa aceptación en los merca-dos, al tiempo que beneficiaron a los consumidores y almedio ambiente. Según Brundtland, es necesario que laindustria incluya objetivos ambientales en sus planes, y quese someta a sistemas de verificación y control de calidad.Los desechos de la industria y del consumo familiar debenser reducidos al mínimo. Debería ser posible que en el año2010 se pudiera reciclar toda la basura producida en elplaneta. Para el manejo de los desechos peligrosos debe-ríamos contar con métodos seguros antes del año 2000.Es preciso asegurar que no sean exportados a los paísesen vías de desarrollo. Se trata, así, de promover comuni-dades locales «libres de producción de desechos», afirmala laboralista.Transitamos ahora hacia una sociedad postindustrial,un proceso que no debe ser visto con temor y ansiedad,sino con esperanza y optimismo. Debemos impulsar unaimprescindible transición de la cantidad a la calidad, terminadiciendo la vicepresidenta de la Internacional Socia-lista.

Acción política

Como primera ministra de Noruega y, posteriormente,en sus sucesivos cargos públicos, Gro Harlem Brund-tland ha exigido de los demás jefes de gobierno y auto-

ridades internacionales una mayor voluntad política parahacer frente al futuro común.Así, afirma, refiriéndose a los ochenta: «El decenio actualse está caracterizando por un retraimiento de las preo-cupaciones sociales. Los científicos llaman nuestra aten-ción sobre los urgentísimos, pero complejos, problemas queinciden sobre nuestra supervivencia, a saber: un globo terrá-queo que cada vez se calienta más, los peligros que correla capa de ozono de la Tierra y la desertización que invadelas tierras agrícolas. A esto respondemos pidiendo más deta-lles y asignando los problemas a instituciones que están malequipadas para resolverlos. La degradación ambiental, consi-derada en primer lugar como un problema que atañe prin-cipalmente a las naciones ricas y como un efecto secundariode la riqueza industrial, se ha convertido en una cuestión desupervivencia para las naciones en desarrollo. Se trata departe de la espiral descendente de un declive ecológico yeconómico conjunto en el que se encuentran atrapadasmuchas de las naciones más pobres. A pesar de las espe-ranzas oficiales expresadas por doquier, actualmente nose identifica tendencia alguna, ni programa o política, queofrezca verdaderas esperanzas de colmar el crecientefoso que separa a las naciones pobres de las ricas».Además, Harlem Brundtland añade que como parte denuestro desarrollo hemos acumulado unos arsenales dearmas capaces de desviarnos de los caminos que la evolu-ción ha seguido durante millones de años y de crear unplaneta que nuestros antepasados no reconocerían.

Cumbre de Johannesburgo

Entre las recomendaciones recogidas en el Informe Brund-tland se pedía la celebración de conferencias sobre estostemas, que culminó con el encuentro de Río, los prime-ros quince días de junio de 1992. Diez años más tarde,con la Agenda 21 sobre la mesa de 199 países suscrip-tores, se celebraba en la ciudad de Johannesburgo (Sudá-frica) del 26 de agosto al 4 de septiembre de 2002, laCumbre sobre el Desarrollo Sostenible.La doctora Brundtland no podía faltar; acude como direc-tora de la Organización Mundial de la Salud y participaactivamente en distintas mesas y discusiones. Uno de lostemas principales que trataron fue la definición y elconsenso en torno a metas concretas, cuantitativas y conplazos establecidos, para avanzar más eficazmente enla transición hacia el desarrollo sostenible. Entre otros temas, en la citada reunión se planteó explí-citamente la urgente necesidad de identificar los recur-sos financieros y técnicos necesarios para que el desa-rrollo sostenible sea una realidad y beneficie directa yparticularmente a las comunidades rurales y urbanas delos países en desarrollo.En la cumbre, Brundtland participa en el grupo de trabajo«Financiación para el desarrollo sostenible, acciones desdela perspectiva de América Latina y el Caribe», promo-vido por el Gobierno de México, donde se analizan lasoportunidades y desafíos para mejorar las perspecti-vas de inversión y financiación para el desarrollo soste-nible y se plantea la necesidad de establecer un nuevoequilibrio entre la economía de mercado y el interéspúblico, mediante iniciativas conjuntas de los sectorespúblico y privado que permitan combinar la innova-ción de los mercados, la responsabilidad social y regu-laciones adecuadas.Mujer y sida

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En su trabajo como directora de la Organización Mundialde la Salud lucha contra la burocracia y exige valor paraactuar. En una de las conferencias contra el sida, pidevalor para plantearnos nuestras sociedades en toda sucomplejidad: «Valor para hablar abiertamente sobre sexua-lidad, sobre violencia contra niñas y mujeres, sobre el abusode drogas y sobre la pobreza. Valor para centrarse en quie-nes son más vulnerables frente al sida. Valor para romperel silencio. Pese a las declaraciones rimbombantes y a laspromesas sentimentales, las personas con sida son discri-minadas y estigmatizadas. Se requiere de valor para termi-nar con tales actitudes de una vez y para siempre».Para Harlem Brundtland, resulta muy positivo que lascompañías farmacéuticas colaboren con diversos paísesa fin de facilitar el acceso a la salud a personas con sida.Los ministros de Salud de esos países han demostradogran valor al comenzar a trabajar de esta forma, debidoa las dificultades que puedan enfrentar –al menos a cortoplazo– frente a las expectativas de su gente.«Se requiere de valor para prevenir la expansión del sida.Lo más importante es cambiar algunos de los compor-tamientos que contribuyen al contagio. La violencia contrala mujer incide de forma importante en la expansión delsida y es un significativo problema de salud pública. Serequiere de mucho valor para comenzar a encarar laviolencia basada en el género, con miras a prevenir lainfección del sida. Junto con el incesto y el abuso de meno-res, la violación y la violencia contra las mujeres siguensiendo tabú.»No avanzaremos, según Brundtland, en la lucha contrael sida sino cuando las mujeres logren el control sobresu sexualidad: «El valor femenino es imbatible. Yo confíoen que con el tiempo tendremos éxito. El primer pasoestá en pronunciarse contra todas las formas de violen-cia contra la mujer : violencia doméstica, violaciones yabuso sexual. Pero hay más. Las mujeres deben sabery sentir que la sociedad las apoya cuando se niegan alsexo no deseado y sin protección, y deben tener accesoa protegerse a sí mismas contra el contagio del sida».Afirma Brundtland que los gobiernos necesitan de valor,mientras deciden cómo ayudar mejor a sus pueblos avivir con el sida. Esto implica una efectiva administraciónde los recursos, de manera que respondan a los inte-reses reales de la gente. Liderazgo significa elegir entredistintas opciones; optar con un grado razonable decerteza, confianza y creatividad, de manera que los resul-tados puedan demostrarse y mantenerse. Las opcionesserán difíciles, pero ignorarlas y alejarse de ellas impli-cará el fracaso, afirma Harlem Brundtland.Entre las prioridades de esta mujer política de forma inte-gral ha estado siempre la lucha por la igualdad de la mujer,y lo ha demostrado las tres veces que asumió el cargode primera ministra; siempre nombró a un gran númerode mujeres en los cargos de mayor relevancia.

Violencia de género

En la última etapa de directora en la OMS insta a losgobiernos a que adopten medidas para reducir la violen-cia contra las mujeres. En el Informe Mundial sobre laViolencia y la Salud, de la OMS, señala que casi la mitadde las mujeres que mueren por homicidio son asesi-nadas por sus maridos o parejas del momento o ante-riores. De hecho, la violencia causa aproximadamente

el 7 % de las defunciones entre la población femeninamundial de entre 15 y 44 años.Con ocasión del Día Internacional de Eliminación dela Violencia contra la Mujer, el 25 de noviembre, la doctoraGro Harlem Brundtland, directora general de la Orga-nización Mundial de la Salud (OMS) dijo: «Tenemos quehablar de la violencia, escuchar la historia de quienes lahan sufrido. El primer paso para actuar eficazmente afin de reducir la violencia en nuestras propias socieda-des consiste en hacer correr la voz, romper tabúes ymostrar la violencia que se da entre nosotros». Las enor-mes diferencias de las tasas de homicidio de mujeresmuestran que la violencia no es en absoluto inevita-ble. Por ejemplo, las tasas de homicidio femenino envarios países en desarrollo y con economías en transi-ción superan el 6 por 100.000 habitantes. Esta cifra esde 10 a 15 veces más alta que la de los países con lastasas de homicidio femenino más bajas (Japón, ReinoUnido, España, Francia, Italia, Grecia), en los que sondel 0,4 al 0,5 por 100.000 habitantes. Los homicidiosfemeninos pueden prevenirse determinando los facto-res que originan esa diferencia y modificándolos.En el informe se destacan varios programas de prevenciónprometedores, como los programas de desarrollo social,la reducción del acceso al alcohol y a las armas, especial-mente las de fuego, la disminución de las desigualdades yel reforzamiento de los sistemas policial y judicial. En vezde aceptar sencillamente la violencia o de reaccionarante ella, las esferas de la salud pública deben trabajarcon los sistemas de la policía y la justicia penal, y con lossectores de la educación, el bienestar social, el empleo yotros, para prevenirla con la antelación suficiente.Dice la doctora Brundtland: «Estas conclusiones nosplantean un reto. Los cuarenta años dedicados a mejo-rar la vida de las mujeres han tenido resultados muydispares. La mayoría de las mujeres del mundo siguensufriendo pobreza, discriminación y violencia. No obstante,algunos países han superado esta situación, y no hayrazón para que no podamos repetir esos éxitos».Con la publicación del informe se inició una campañamundial de prevención de la violencia para advertir deque la violencia es un grave problema de salud públicay para señalar el papel que los servicios de salud públicapueden desempeñar en su prevención. Muchos paísescomo Bélgica, Brasil, Colombia, Costa Rica, Filipinas,Mozambique, Papua Nueva Guinea, Sudáfrica y Tailan-dia se han comprometido a organizar actos para deba-tir las consecuencias de la violencia y aplicar las reco-mendaciones del Informe. Así pues, el Informe Mundialsobre la Violencia y la Salud constituye la primera reca-pitulación exhaustiva a escala planetaria sobre los cono-cimientos actuales en materia de violencia. Su princi-pal mensaje es que la violencia se puede prevenir. Lasrecomendaciones son, entre otras, desarrollar planes deacción nacionales y locales, revisar y for talecer losservicios prestados a las víctimas de la violencia e inver-tir más en la prevención primaria.

Millones de vidas en África

Cuando estaban a punto de reunirse los líderes de losocho países más ricos del mundo en Gleneagles (Esco-cia), el 2 de julio de 2005, Gro Harlem Brundtland yMichel Camdessus, representante personal del ex presi-dente francés Jacques Chirac, escribieron un artículo

conjunto en la prensa más relevante de Europa titu-lado «Salvar millones de vidas en África», donde seña-laban que por fin todas las piezas encajan para realizaralgo que hace justo una década hubiera sido recha-zado por ser un esfuerzo bien intencionado pero inge-nuo: acabar con la pobreza aplastante, origen de la ines-tabilidad política y económica del continente africano.El G–8 ratificó en el año 2000 una serie de Objetivos deDesarrollo del Milenio (ODM) por los que sus gobier-nos se comprometían a reducir sustancialmente la pobrezaen los países en vías de desarrollo antes de 2015, enfo-cando principalmente los esfuerzos hacia África.Según Brundtland y Camdessus, «una prueba crítica parael G–8 consiste en saber si sacará beneficio de lo quemuchos ven como una oportunidad de victoria rápida;esto es, proporcionar los recursos para expandir las solu-ciones probadas con objeto de reducir el peso aplas-tante de las enfermedades, que es uno de los factoresprincipales de la continua fragilidad económica y políticade África, y de gran parte de su profunda pobreza». Estasenfermedades, aseguraban, además de engendrar mise-ria humana en África, agotan tanto los recursos y laproductividad que perjudican la economía en su tota-lidad, y afirmaban: «Por ejemplo, algunas estimacionesmuestran que si los países ricos hubiesen hecho en Áfricalo que hicieron para sí –erradicación de la malaria–, elPIB anual sería de 100.000 millones de dólares máscon respecto al de hoy. Incluso una reducción de un10 % de las infecciones por paludismo hubiese permi-tido incrementar el PIB un 0,3 %. Imagínese lo que podríaaportar una mayor disminución de la malaria y de otrasenfermedades debilitantes». En su reunión inminente, los líderes del G-8 tendrían laoportunidad de crear lo que se llamaría la Iniciativa deFinanciación Internacional a Favor de la Inmunización(IFFIm), que debía permitir a los países donantes propor-cionar una financiación inmediata para la asistencia sani-taria a las naciones africanas mediante la venta de bonosen los mercados financieros internacionales, garantizadospor los compromisos de los gobiernos donantes.Brundtland añadía: «Es un momento poco común dela historia; ahora el G–8 y todos los países avanzadostienen una oportunidad sin precedentes para asignar losrecursos necesarios a la lucha contra la crisis sanitariamundial y otros problemas debilitantes que afectan alcontinente africano. Con el progreso tan al alcance dela mano, nos corresponde contar con que los líderesde los países más prósperos aprovechen esta oportu-nidad y salgan de esta cumbre listos para invertir masi-vamente en África. En nuestro mundo cada vez más inter-dependiente, todos sacaremos provecho de los beneficiosde esta inversión vital».La cumbre del G-8, finalmente, estuvo teñida de luto porlos atentados que tuvieron lugar en Londres en esasfechas, y se habló sobre todo de terrorismo. Los acuer-dos fueron agridulces, aunque se aprobaron ayudas parala vacunación de los niños en África y partidas para lucharcontra el cambio climático.

Enviada especial para el cambio climático

La última ocupación de la ex primera ministra de Noruega,Gro Harlem Brundtland, consiste en ser enviada espe-cial de la ONU para el cambio climático. Brundtland,el ex presidente chileno Ricardo Lagos y el ex canciller

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de Corea Han Seung–Soo fueron nombrados, el 2 demayo de 2007, asesores del secretario general de laNaciones Unidas en sus consultas con los gobiernos, paratrabajar con los jefes de Estado de todo el mundo entorno a los temas climáticos. Para esta doctora, la lucha contra el cambio climático ycontra la pobreza es una prioridad desde hace muchosaños. Los enviados especiales para el cambio climáticoelaborarán una propuesta que será presentada ante laConferencia Mundial sobre el Clima, convocada para diciem-bre en Bali, y en un encuentro internacional sobre el cambioclimático que se celebrará probablemente en la próximasesión de la Asamblea General, en septiembre.Hoy ya nadie cuestiona el concepto de desarrollo soste-nible, e incluso las multinacionales, por el momento sólolas más responsables, asumen ya esta definición y comien-zan a diseñar sus estrategias de negocio de acuerdo conla sostenibilidad (a través del llamado triple balance:económico, social y ambiental). Lo novedoso de la declaración de Brundtland, frente alos modelos económicos al uso, es que pone el énfasisen una visión del crecimiento a largo plazo, obligandoa la consideración de los efectos externos negativos deri-vados de éste, y destacando la existencia de ciertos lími-tes físicos que deben ser tenidos en cuenta. Así, proponela incorporación de los recursos naturales no renova-bles, la biodiversidad y el medio ambiente como varia-bles del modelo, y aboga por la necesidad inexcusabledel desarrollo humano equilibrado a escala planetaria.•

Wangari Maathai,sembrando semillas deconciencia

Jordi Pigemescritor y periodista

Reconocida con el Premio Nobel de la Paz en el año2004, esta activista africana lidera un movimiento demujeres, Green Belt Movement, que ha plantado másde 30 millones de árboles en Kenia para luchar contrala deforestación, la transformación del paisaje y lascondiciones de vida de las mujeres africanas.

En el mes de diciembre de 2004, tras ser galardonadacon el Premio Nobel de la Paz, Wangari Muta Maathaise convirtió en la primera mujer africana que recibíaun Premio Nobel. También fue la primera vez que elComité Nobel noruego otorgaba un Premio de la Paza una activista ecologista, hecho que deja patente quela relación entre la paz y la ecología está cada vez másreconocida: no puede haber paz y democracia si nohay entornos naturales saludables y formas de vida soste-nibles para subsistir. En diciembre de 1984, Wangari Maat-hai recibió el Premio Right Livelihood, denominado, demanera informal, Premio Nobel Alternativo. También fuela primera mujer de África oriental y central que reci-bió un título de doctora (en Biología, 1971), y la primeraen ser nombrada catedrática (en Anatomía, 1974), diri-gir un departamento universitario (Anatomía Veteri-naria, 1976) y ocupar una cátedra universitaria (1977).Nada de esto se podía adivinar a partir de sus oríge-nes rurales, en las tierras altas de Kenia. A modo de ejem-plo: esta mujer no dispuso de un par de zapatos hastaque no tuvo 15 años y empezó a estudiar en el insti-tuto. A pesar de todo, en la conferencia de aceptacióndel Premio Nobel afirmó que su inspiración y su deter-minación provenían, en parte, de las experiencias y obser-vaciones de la naturaleza durante su niñez en la Keniarural. Más adelante fue testigo de la devastación de losbosques que había visto de pequeña, que fueron susti-tuidos por plantaciones comerciales que destruían labiodiversidad local y erosionaban el suelo.Treinta años antes, en el año 1977, Wangari Maathaise dio cuenta de que la desforestación erosionaba elsuelo y creaba pobreza y malnutrición, y emprendió elproyecto de reforestación más impresionante de nues-tra época: el Movimiento del Cinturón Verde, un movi-miento de base liderado por mujeres que, desde quese puso en marcha, ha permitido la plantación de másde 30 millones de árboles sólo en Kenia (como mínimo,tres de cada cuatro árboles plantados todavía están vivos).En las actividades del Movimiento del Cinturón Verdehan participado centenares de miles de personas, sobretodo mujeres de zonas rurales. Esta iniciativa ha contri-buido a crear más de seis mil viveros de árboles, gestio-nados por seiscientas redes locales, y sus métodos se hanextendido en Tanzania, Uganda, Malawi, Lesotho, Etio-pía, Zimbabwe, Ruanda, Mozambique y otros países afri-canos. En diciembre de 1996 (12 años después de reci-bir el Premio Right Livelihood, y ocho años antes deser galardonada con el Premio Nobel de la Paz), en Barce-

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lona, Wangari Maathai compartió algunas de sus expe-riencias durante el Cuarto Simposio Internacional Unasola Tierra, coordinado por Santiago Vilanova, que llevabapor título Mujer, medio ambiente y desarrollo sostenible.Además de su tarea para reforestar la tierra y dar auto-nomía a las mujeres de las zonas rurales, Wangari Maat-hai desarrolló un papel clave en la democratización deKenia. Durante el régimen autoritario de Daniel arapMoi, fue encarcelada en más de una ocasión por susprotestas (además de ser hospitalizada por palizas dela policía o de los sicarios contratados por el Gobierno).Finalmente, fue escogida diputada parlamentaria con unsorprendente apoyo en su circunscripción electoral (un98 % de los votos), y desde el año 2003 es viceminis-tra de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

¿Por qué no plantamos árboles?

Wangari Maathai es una mujer llena de fuerza y de luz,una luz que proviene del interior y que traspasa inclusolas fotografías o el papel impreso. Nació el 1 de abrilde 1940 en una comunidad kikuyu (los kikuyus son elgrupo más numeroso de las 42 etnias de Kenia), en lapequeña aldea de Ihite, en las fértiles tierras altas de loque entonces era la Kenia británica, desde donde se divi-saban los montes de Kenia cubiertos de nieve. En su auto-biografía, Unbowed (Random House, 2007, impresa, comono podía ser de otra forma para una amante de los árbo-les, en papel reciclado), publicada recientemente, afirmaque se considera hija tanto de sus padres como de sutierra nativa. Su padre, Muta Njugi, era un campesinogranjero. Su madre, Wanjiru Kibicho, era una de las cuatroesposas de Muta. La familia al completo vivía en un recintocon varias cabañas independientes para el padre y paracada una de sus mujeres y sus hijos. En la sociedad kikuyutradicional, un hombre se puede casar con tantas muje-res como quiera, pero, «al contrario que hoy en día, enaquella época las normas culturales le exigían hacersecargo de todos sus hijos». Seguramente, nadie ha hechotanto como Wangari para conseguir la igualdad de dere-chos entre los hombres y las mujeres en la Kenia actual.Pero no guarda resentimientos hacia su niñez: «en muchosaspectos, el sistema poligámico era positivo para los niños.Pese a que mi madre iba a trabajar al campo todos losdías, mis hermanos y yo nunca nos sentíamos solos. Siestábamos en casa, nos cuidaba la persona adulta queestuviese allí en aquel momento». En sus orígenes, losdiez clanes kikuyu eran matrilineales, pero, a lo largode los siglos, gran parte de los privilegios fueron here-dados por los hombres.A los siete años, Wangari empezó a ir a la escuela en unamisión católica regentada por hermanas misioneras italia-nas. Era una estudiante brillante y, tras acabar la educa-ción secundaria con unas de las notas más altas de suclase, recibió una beca de los EE. UU. para preparar alos jóvenes keniatas para la época de la postindepen-dencia, que estaba a punto de llegar. Algunos políticoskeniatas habían convencido al entonces senador JohnF. Kennedy y a otras personalidades influyentes de los EE.UU. para que ofreciesen estas becas a los jóvenes desu país, conocidas, más adelante, con el nombre de puenteaéreo Kennedy. Así, a los veinte años de edad, Wangarise subió a bordo de un avión por primera vez en suvida y, unos días después de abandonar el África rural, seencontró inmersa en las calles llenas de bullicio de Nueva

York, donde quedó impactada al encontrar negros neoyor-quinos. Durante los cinco años y medio siguientes estu-dió en Kansas y en la Universidad de Pittsburgh, dondeobtuvo un máster en biología.Volvió a Kenia, realizó trabajos de investigación en Alema-nia, acabó su doctorado y, a principios de los años setenta,empezó una investigación postdoctoral sobre el ciclovital de un parásito que afectaba al ganado de impor-tación. Parte de esta investigación implicaba ir a reco-ger garrapatas a las zonas rurales. Fue entonces cuandose dio cuenta de que los ríos bajaban turbios, llenos desedimentos, por las vertientes de las montañas. Durantesu niñez nunca había visto algo así. Inmediatamente, pensó:«El suelo se está erosionando. Hay que hacer algo». Enlas montañas, si la tierra de las pendientes no queda sujetapor las raíces robustas de los árboles, el agua de la lluviase escurre y erosiona el terreno. En su zona natal se habíaproducido el mismo fenómeno: los ríos bajaban llenosde tierra vegetal, la mayor parte proveniente de unavertiente de la montaña donde el bosque autóctonohabía sido sustituido por plantaciones comerciales. Gran-des extensiones de bosques habían sido taladas paraplantar té, café o árboles exóticos (de crecimiento rápidopero que degradaban el suelo y desecaban el ecosistemaacuoso).Las higueras son árboles sagrados para muchas de lastradiciones africanas. Cuando era una niña, Wangari sentíacariño especialmente por una higuera muy grande quese encontraba cerca de una fuente de la que solía sacaragua. Le «fascinaba la forma en que el agua limpia y frescase escapaba a través del barro rojo y blando, tan suave-mente que ni siquiera se movían los granos de tierrade alrededor». La higuera ya no estaba y la fuente se habíasecado, como también habían desaparecido otras muchasfuentes que conocía cuando era pequeña. «Lloré la pérdidade aquel árbol. Sentía un gran respeto por la sabiduríade mi pueblo y valoraba la forma en la que generacio-nes y generaciones de mujeres habían transmitido asus hijas la tradición cultural de mantener las higueras allídonde estuviesen. Pensaba que yo también lo podríatransmitir a mis hijos».Durante su niñez nunca había visto hambre, ni niñosmuriéndose de inanición, ni barracas: «Había más comidade la que necesitábamos, los alimentos eran nutritivosy saludables, los hombres y las mujeres estaban sanosy fuertes y siempre teníamos leña suficiente para coci-nar». Ahora las mujeres debían recorrer largas distan-cias para ir a buscar agua, que no siempre estaba limpia,la gente sufría malnutrición y las vacas estaban muy delga-das. La erosión del suelo había agotado el valor nutritivode las tierras, que no producían como antes. Wangarise dio cuenta de que la degradación ambiental era unaamenaza mucho más seria para el ganado que las garra-patas que estaba estudiando. Y, todavía peor, represen-taba una amenaza peligrosa para todo el país y parasus habitantes. En aquella época ya era miembro delConsejo Nacional de Mujeres de Kenia (National Coun-cil of Women in Kenia, NCWK), y decidió dirigirse alas mujeres de las zonas rurales para investigar los proble-mas que sufrían. Estas mujeres solían ser las primerasen darse cuenta de los problemas ambientales. «Escu-chando a las mujeres hablar sobre el agua, la energía yla nutrición –los temas esenciales de la ecología– pudecomprender el vínculo entre la degradación ambientaly las necesidades que padecían las comunidades loca-

les». Como expresó durante la conferencia del PremioNobel:«Las mujeres con quienes trabajamos nos contaban que,a diferencia del pasado, no podían cubrir sus necesida-des básicas debido a la degradación de su entorno inme-diato y de la introducción de cultivos comerciales, quehabían sustituido a las plantaciones familiares de alimen-tos. Pero el comercio internacional controlaba el preciode las exportaciones de estos agricultores a pequeñaescala y no les garantizaba unos ingresos razonables yjustos. Aprendí que cuando destruimos, saqueamos oadministramos mal nuestro entorno estamos socavandonuestra calidad de vida y la de las generaciones futuras».En lugar de producir alimentos para que las personaspudiesen comer, los agricultores se habían visto forza-dos a cultivar té y café. Debido a la carencia de comidaautóctona y de leña para cocinar, las mujeres alimenta-ban a sus hijos con productos elaborados, que son menosnutritivos que los alimentos africanos tradicionales, peroconsumen menos energía a la hora de cocinar.Wangari decidió hacer algo para luchar contra la defo-restación y todas sus implicaciones: desprendimientosde tierra, fuentes secas, carencia de madera para hacerleña, desertificación, malnutrición y pobreza. «Si compren-des lo que pasa y estás preocupado», afirma, «te vesempujado a actuar». Tuvo una idea simple y práctica:«¿Por qué no plantamos árboles?». Cualquier personapuede plantar un árbol y los resultados se podrían obser-var en un periodo de tiempo relativamente corto. Ademásde sujetar la tierra, los árboles proporcionarían leña,madera para las vallas, forraje para los animales, frutaspara comer (si fuesen árboles frutales) y sombra para laspersonas y los animales. Además, también permitiríanrestablecer la salud del ecosistema, ya que protegeríanlas cuencas y atraerían otra vez a los pájaros y la biodi-versidad. La Tierra estaba siendo desnudada y Wangarisintió que su misión era cubrirla de verde.

Ingenieras forestales sin estudios

El 5 de junio de 1977, Wangari Maathai, acompañada decentenares de personas, la mayoría miembros del NCWK,se dirigió a pie hasta el parque Kamunkuji, a las afuerasde Nairobi, para plantar siete árboles en honor a sietepersonas de varios grupos étnicos, como Waiyaki waHinga, el líder kikuyu que, tras llegar a un acuerdo con losmilitares británicos, fue traicionado por estos últimos yenterrado vivo. Estos árboles formaron el primer cintu-rón verde y, pese al vandalismo y la necesidad de leñade la población de los alrededores, actualmente dosde estos árboles todavía están vivos, y sus grandes copasproporcionan un lugar para descansar bajo la sombraa los habitantes de la zona.Wangari Maathai creó un vivero de árboles y las inicia-tivas de reforestación se extendieron rápidamentemediante las redes del NCWK, y llegaron a las escue-las, los agricultores y las iglesias. Los niños de las escue-las se lo pasaban bien cavando hoyos en el suelo, yendoa pie hasta el vivero para recoger los árboles, plantán-dolos y cuidándolos. Además, transmitieron el mensajea sus madres y, de este modo, muchos grupos de muje-res se sumaron al Movimiento del Cinturón Verde.Wangari era la coordinadora del proyecto y pedía alos amigos y a los donantes que patrocinasen árboles ysaliesen al campo a plantarlos y a crear viveros. Esta-

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bleció un procedimiento de diez puntos, que empezabapor formar un grupo y acababa por plantar los árbolesy asegurarse de que sobrevivían. Por cada árbol quesobreviviese a los seis primeros meses, el grupo reci-bía un pequeño incentivo (equivalente a cuatro centa-vos de dólar americano de aquella época). Había moni-tores que enseñaban a las personas, y supervisoresque se aseguraban de que los árboles estaban cuidados.En pocos meses, empezaron a recibir ayudas de gruposy embajadas extranjeros, mientras que, al mismo tiempo,se les acababan las plántulas de los viveros. Wangari deci-dió ir a visitar al conservador jefe de bosques de Kenia,Onesimus Mburu, y le explicó sus planes. Su objetivo eraplantar un árbol por cada habitante de Kenia, que, enaquel momento, tenía una población de 15 millonesde personas. Su eslogan era una persona, un árbol (seme-jante al eslogan que el partido de Los Verdes de Alema-nia usaría unos cuantos años más tarde antes de unaselecciones: un árbol, un voto). Mburu no creía que pudie-sen utilizar tantas plántulas y les regaló todas las que tenía.Pero, unos meses más tarde, el Movimiento del Cintu-rón Verde ya había empleado todas las semillas y, paracontinuar su tarea, empezar a crear sus propios sumi-nistros de plántulas. Desde entonces, la población deKenia, uno de los países con un crecimiento demográ-fico más elevado del mundo, se ha multiplicado pordos e, incluso así, el sueño de plantar un árbol por cadahabitante del país se ha hecho realidad. Esta mujer consi-guió todos estos objetivos al mismo tiempo que eramadre de tres niños y participaba en diferentes inicia-tivas civiles y sociales.Los ingenieros forestales no entendían por qué WangariMaathai trabajaba con mujeres campesinas, y le decíanque «para plantar árboles, son necesarias personas conestudios». No obstante, Wangari aprendió muy prontoque los expertos pueden complicar las cosas más senci-llas. De hecho, los ingenieros forestales habían empezadoa dar lecciones a las mujeres sobre la «inclinación de latierra y el punto de entrada de los rayos solares, la profun-didad de la siembra, el contenido de la grava, el tipo desuelo y todas las herramientas y conocimientos espe-cializados» que utilizaban. La mayoría de estas mujereseran analfabetas, pero también eran campesinas: durantetoda su vida habían cultivado legumbres, mijo y maíz.Después de todo, tal y como ha escrito Wangari, «todolo que debían saber era cómo poner una plántula dentrode la tierra y cuidarla para que creciese, lo que no pare-cía tan difícil. Cualquier persona puede cavar un hoyoen el suelo, poner un árbol, regarlo y abonarlo». Wangaridijo a las mujeres que siguiesen su intuición, y de estemodo se convirtieron en lo que ella denomina con orgu-llo ingenieras forestales sin estudios.Las comunidades autóctonas contribuyeron a difundirla iniciativa de reforestación a otras comunidades, trans-mitiendo las ideas y multiplicando el proceso una yotra vez. Cuando la iniciativa empezó a adquirir rele-vancia, se alentó a las mujeres para que plantasen hile-ras de plántulas de, como mínimo, un millar de árbolespara formar cinturones verdes que mantuviesen el suelosujeto, proporcionasen sombra y protección y, al mismotiempo, embelleciesen el paisaje. Y así es cómo surgióel nombre de cinturón verde.Los árboles se pueden plantar en cualquier espacio libre,junto a campos, granjas y poblados. Es recomendableplantar árboles autóctonos que sirvan para hacer leña,

como los baobabs, las acacias, los cedros y los espinoso los árboles frutales: cítricos, papayeros, plataneros ehigueras. A menudo, antes de plantar un árbol, se proclamael compromiso del Movimiento del Cinturón Verde:«Siendo conscientes de que Kenia se ve amenazada porla expansión de las condiciones desérticas, de que ladesertificación es el resultado del mal uso de la tierramediante la tala indiscriminada de árboles, la eliminaciónde matorrales y consiguiente la erosión del suelo porparte de los elementos, y de que estas acciones compor-tan sequías, malnutrición, hambre y muerte, nos compro-metemos a salvar nuestra tierra y a prevenir esta deser-tificación plantando árboles allá dónde sea posible».Como escribió en su primer libro, El Movimiento del Cintu-rón Verde: «La tierra es uno de los recursos más impor-tantes de Kenia y de toda África. El suelo fértil vegetaldebería considerarse un recurso valioso, especialmentecuando es tan difícil de crear. Sin embargo, cada año, milesde toneladas de suelo vegetal desaparecen de las zonasrurales keniatas. Durante las estaciones de lluvias, estatierra fluye en riachuelos rojos que bajan por las pendien-tes y desembocan en los ríos llenos de barro que, final-mente, llegan al océano Índico, de donde jamás se podrárecuperar. Y, a pesar de todo, parece que no nos preo-cupe. Perder suelo vegetal debería compararse con lapérdida de territorios a manos de un enemigo invasor.Si los países africanos se sintiesen amenazados poreste tipo de peligro, movilizarían a sus ejércitos, la poli-cía y las reservas: incluso los ciudadanos serían recluta-dos para ir a luchar».Actualmente, menos de un 2 % de los bosques originalesde Kenia están cubiertos de vegetación. Como indicaJared Diamond en su obra Collapse, la deforestaciónfue la causa directa de la desaparición de pequeños encla-ves habitados, como la isla de Pascua y las colonias medie-vales escandinavas de Groenlandia (que, como su nombreinglés indica, Greenland, era verde y frondosa en losdos grandes fiordos del suroeste), y una de las causasprincipales de la desaparición de culturas como la maya.Hoy en día, este destino amenaza a países como Haití,donde, hasta ahora, la inestabilidad política ha hechofracasar los intentos de establecer un Movimiento delCinturón Verde.

Del parque Uhuru a la democracia

El parque Uhuru es la única zona verde de grandes dimen-siones del centro de la superpoblada Nairobi. Un lugardonde decenas de miles de familias pueden respirar algode aire fresco y de paz antes de volver a las calles y alas carreteras llenas de ruido y de contaminación de lagran ciudad. En este sentido, se puede comparar conlo que representa el Central Park en Nueva York o HydePark en Londres. En otoño de 1989, el Gobierno de Keniaplaneaba en secreto construir un rascacielos de sesentapisos en medio del parque, con una estatua del presi-dente, Daniel arap Moi, justo delante del edificio. Seríael rascacielos más alto de toda África e implicaría un costede unos 200 millones de dólares americanos (de aque-lla época). El objetivo principal de esta obra era dar pres-tigio al Gobierno keniata, a expensas de malograr la armo-nía del único rincón tranquilo del centro de Nairobi.En aquel momento, en el país había una dictadura deun solo partido, prisioneros políticos y torturas, y muypocas personas osaban desafiar al Gobierno pública-

mente. Wangari Maathai era una de estas personas.Se había dado cuenta de que «una vez empiezas a traba-jar seriamente con el medio ambiente, lo vinculas contodos los demás factores: los derechos humanos, losderechos de las mujeres, los derechos ambientales, losderechos de los niños... Una vez has hecho estas cone-xiones, ya no te puedes dedicar sólo a plantar árbo-les».Alguien que había oído hablar de los planes urbanísticosdel Gobierno se puso en contacto con ella, que, inme-diatamente, empezó a escribir cartas dirigidas a variosministerios pidiendo más información sobre el proyecto(enviando copias a los diarios más importantes). Durantemeses, sus cartas no obtuvieron respuesta alguna, peroel Gobierno se sentía cada vez más incómodo, hasta elpunto de dedicar toda una sesión en el Parlamento aridiculizar e insultar a Wangari Maathai por haberse atre-vido a cuestionar el régimen. Muchas personas, impre-sionadas por el ejemplo de Wangari, se atrevieron a parti-cipar en las protestas o a escribir cartas a los diarioscontra el proyecto de construcción. En el denominadoRincón de la Libertad del parque Uhuru se plantaronárboles para pedir la liberación de los presos de concien-cia y una transición pacífica hacia la democracia. Todosestos hechos fueron recogidos por los medios de comu-nicación y la tensión se fue acumulando. Wangari Maat-hai y sus seguidores fueron víctimas de encarcelamien-tos temporales, amenazas de muerte y palizas (Wangarifue golpeada en la cabeza con un garrote que la dejóinconsciente y casi le causó la muerte).Además, Wangari también escribió algunas cartas alos inversores extranjeros que debían participar en laconstrucción del monstruo. El proyecto se detuvo, y final-mente fue desestimado en el año 1999. Era la primeravez durante décadas que el Gobierno había debido cederante la opinión pública. La democracia estaba llegando,se podía percibir en el aire. En el año 1992, en partegracias al activismo de Wangari Maathai, Kenia legalizólos partidos políticos de la oposición. La reforestacióny la defensa de las zonas verdes se convirtieron en unavía hacia la democracia, tal y como recordó Wangarien la conferencia del Nobel:«En aquel momento, los árboles se convir tieron enun símbolo de la paz y la resolución de conflictos, espe-cialmente en la época de los conflictos étnicos en Kenia,durante los que el Movimiento del Cinturón Verde empleóárboles de la paz para reconciliar a las comunidadesenfrentadas. De forma similar, durante el proceso deredacción de la Constitución de Kenia también se plan-taron árboles de la paz en muchas zonas del país parafomentar la cultura de la paz. Utilizar árboles como símbolode la paz es mantener una tradición africana muy arrai-gada. Por ejemplo, cuando había un enfrentamiento,los ancianos kikuyu solían poner una rama de un árbolthigi entre las dos partes, que hacía que dejasen de luchary se reconciliasen. En África, hay muchas comunidadescon tradiciones de este tipo».

Nutrir la diversidad biocultural

Con los años, Wangari Maathai es cada vez más cons-ciente del vínculo esencial que hay entre la diversidadbiológica y la diversidad cultural. Por ejemplo, la conser-vación de las semillas autóctonas y de los conocimientossobre plantas medicinales está estrechamente relacio-

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nada con las culturas locales que viven en la misma tierra.Para dar voz y voto a la población local, en las reunionesdel Movimiento del Cinturón Verde en las zonas ruralessiempre se emplean las lenguas vernáculas (en lugar delswahili), incluso si se hace necesaria la presencia de un traduc-tor. «El renacimientocultural es quizás lo único que puedeevitar la destrucción del medio ambiente, la única forma deperpetuar el conocimiento y la sabiduría heredados delpasado y necesarios para la supervivencia de las genera-ciones futuras. Una nueva actitud hacia la naturaleza permiteadoptar una nueva actitud hacia la cultura y su influenciaen el desarrollo sostenible: una actitud basada en enten-der las cosas que la propia identidad, el respeto hacia unomismo, la moralidad y la espiritualidad tienen un papel funda-mental en la vida de una comunidad y su capacidad deemprender acciones que la beneficien y garanticen su super-vivencia».Wangari Maathai también es consciente de que los proble-mas ambientales están muy relacionados con la visión mate-rialista del mundo que los europeos introdujeron en el conti-nente africano, como deja escrito en su libro Unbowed:«Antes de que llegasen los europeos, los keniatas no mira-ban a los árboles y veían madera, como tampoco mira-ban a los elefantes y veían reservas de marfil para comer-cializar, ni miraban a los guepardos y veían pieles preciosaspara vender. Pero, cuando Kenia fue colonizada y nostopamos con los europeos, con sus conocimientos, su tecno-logía, su conciencia, religión y cultura –todo nuevo paralos africanos–, transformamos nuestros valores en unaeconomía monetaria como la suya. Ahora todo se percibesegún su valor económico. El colonialismo también eclipsóa las culturas africanas tradicionales ante la poderosa culturaeuropea moderna, que pretendía poseer la única verdady la única forma correcta de hacer las cosas. Como sabe-mos, se intenta persuadir a las comunidades africanas tradi-cionales para que consideren que su relación con la natu-raleza es primitiva, inútil y representa un obstáculo para eldesarrollo y el progreso en una época de tecnología avan-zada e intercambio de información». Sin embargo, lasvisiones del mundo y los estilos de vida tradicionales amenudo eran más sostenibles, como se evidencia en losdiarios y en los libros de texto de los misioneros y los explo-radores europeos, y tal y como defiende Wangari Maat-hai en un artículo publicado poco antes de ser galardonadacon el Premio Nobel de la Paz, «The Cracked Mirror»:«Hasta que no llegaron los europeos, las comunidadeslocales veían la naturaleza como una fuente de inspira-ción, de alimentos, de belleza y de espiritualidad. Las socie-dades que todavía no se han industrializado tienen unaconexión más próxima con el entorno físico, que amenudo tratan con reverencia. Como todavía no hancomercializado su estilo de vida ni su relación con losrecursos naturales, sus hábitats ofrecen una gran diver-sidad biológica autóctona, tanto de fauna como de flora.Sin embargo, estos mismos hábitats son los que estánmás amenazados por la globalización, la comercializa-ción, la privatización y la piratería de los materiales bioló-gicos de que disponen».Los gobiernos coloniales europeos «nos dijeron quenuestros sistemas religiosos eran inmorales, nuestrasprácticas agrícolas, ineficientes, nuestros sistemas triba-les de gobierno, irrelevantes, y nuestras normas cultu-rales, bárbaras, irreligiosas y salvajes. Esto mismo suce-dió con los aborígenes australianos, los nativos americanos

en Norteamérica y los pueblos autóctonos del Amazo-nas.Yo, por mi parte, no doy gracias a Dios por la llegadade la civilización desde Europa, porque sé que en África,según me explicaban mis abuelos, la mayoría de las cosasfuncionaban muy bien antes del colonialismo. Los líde-res tenían cierta responsabilidad ante el pueblo. Las perso-nas tenían alimentos para comer. Transmitían su histo-ria (sus prácticas culturales, sus historias y el significadodel mundo que les rodeaba) gracias a las tradicionesorales, y esta tradición era rica y valiosa. Y, lo más impor-tante, vivían con armonía con las demás criaturas y elentorno natural, y protegían este mundo».Para Wangari Maathai, «la humanidad necesita encon-trar la belleza en su diversidad de culturas y aceptarque habrá muchos idiomas, religiones, vestimentas, danzas,canciones, símbolos, festivales y tradiciones. Esta diver-sidad debería considerarse una herencia universal delser humano». Pero, como ella misma dice, no se trataúnicamente de recuperar la cerámica o la danza deuna cultura. Como suele recalcar el filósofo intercultu-ral Raimon Panikkar, las culturas no se pueden reduciral folclore: cada cultura nos abre las puertas de una nuevarealidad y no podemos reducirla a los parámetros deotra cultura. Creer, como ha hecho Occidente durantelos últimos siglos, que nuestros propios valores y cono-cimientos son universales es, según Panikkar, «la esen-cia del colonialismo».Los seminarios sobre civismo y medio ambiente orga-nizados por el Movimiento del Cinturón Verde se deno-minan kwimenya (autoconocimiento) porque permi-ten a los participantes saber quiénes son. «Hasta entonces,los participantes han estado viendo el mundo a travésde un espejo que no les pertenece, el espejo de los misio-neros o de sus profesores o de las autoridades colonialesque les han dicho quiénes son, y que escriben y hablansobre ellos. Sólo han podido ver una imagen distorsio-nada, si es que alguna vez se han llegado a ver a ellosmismos». Sin kwimenya, las personas «se sienten inse-guras y se obsesionan con la adquisición de cosas mate-riales».

Proteger la integridad de la vida

En coherencia con su llamamiento para proporcionarautonomía a las culturas locales, Wangari Maathai ha criti-cado duramente los intentos contemporáneos de priva-tizar o manipular la vida. «Hoy en día, las patentes sobreformas de vida y la ingeniería genética, derivada deellas, se justifican afirmando que son beneficiosos para lasociedad, especialmente para los pobres, puesto quepermiten obtener más alimentos y medicamentos yde mayor calidad. Pero, de hecho, el monopolio de lasmaterias primas biológicas impide deliberadamente eldesarrollo de otras opciones. Los campesinos se vuel-ven totalmente dependientes de las empresas que lesproporcionan las semillas». Wangari encuentra espe-cialmente indignante que se patente el material vivo –unapráctica que ella denomina biopiratería– y que algunasempresas multinacionales pretendan poseer los dere-chos exclusivos de semillas que, en definitiva, se hanido desarrollando a lo largo de los siglos de coevolu-ción con la agricultura tradicional.Las llamadas semillas terminator, creadas con el obje-tivo de forzar a los campesinos a comprar semillas nuevas

cada temporada a fin de restarles autonomía y hacer quese vuelvan dependientes de las empresas, minarían comple-tamente la cultura de las comunidades campesinas ysu capacidad para conseguir los alimentos necesariospara su sustento. «En estas circunstancias, si creemos quela esclavitud y el colonialismo eran violaciones flagrantesde los derechos humanos, debemos darnos cuenta delo que nos espera al final del camino encubierto de labiopiratería, la creación de patentes de la vida y el desa-rrollo de la ingeniería genética. El genocidio a travésdel hambre, como todavía nunca se había visto, aparececomo posibilidad alarmante».Wangari es consciente de que «las injusticias de los acuer-dos económicos internacionales» fuerzan a los campe-sinos a cultivar cultivos comerciales. Pero la seguridadalimentaria debe basarse en el cultivo de alimentos autóc-tonos para los habitantes locales «y sólo vender al mercadolos excedentes de estos cultivos». Del mismo modo, laseguridad alimentaria nacional implica que un país debetener la capacidad de producir las semillas y los alimen-tos necesarios para sus ciudadanos. En los mercadosde materias primas extranjeros sólo deberían comer-cializarse los excedentes».

Un llamamiento para una nueva conciencia

La ecología bien entendida nos permite apreciar la inter-dependencia de todos los hilos del tejido de la vida, comoobservó el fundador del Sierra Club, John Muir, hace másde cien años: «Cuando intentamos aislar cualquier cosanos damos cuenta de que está ligada a todo el restodel universo». Hace un par de años, un prestigioso informesobre la desaparición del ambientalismo (The Death ofEnvironmentalism) atribuía la carencia de éxito de las orga-nizaciones medioambientales norteamericanas (pesea sus presupuestos millonarios) al hecho de que la ecolo-gía haya perdido su perspectiva original, que pretendíaenglobar todas las esferas, y haya quedado reducida a uninterés especial. El medio ambiente ha pasado a consi-derarse un elemento externo, ajeno a nuestras vidas ycompetencia de determinados especialistas que sabencómo enfrentarse a él, hecho que demuestra hastaqué punto el ser humano se ha desligado de la natura-leza. Wangari Maathai no ha caído en esta trampa. Muypronto se dio cuenta de que plantar árboles estaba «ligadoa todo el resto de elementos», usando la expresión deMuir. La interdependencia de todas las cosas tambiénse evidencia en el ubuntu, el concepto tradicional bantú(que podría traducirse libremente como «existo porquetú existes», o bien «crezco cuando tú creces»), deci-sivo para el proceso de reconciliación de Sudáfrica.Wangari Maathai cree que, como seres humanos, tene-mos una responsabilidad especial con la Tierra: «si seespera más de aquellos a quienes se ha dado más, debe-mos aceptar nuestra responsabilidad especial, que es másde lo que se espera de los elefantes o las mariposas».Es nuestro reto y nuestra responsabilidad, afirma, «dara nuestros hijos un mundo lleno de belleza y de mara-villas».El Movimiento del Cinturón Verde ha plantado másde treinta millones de árboles durante treinta años, ylos pájaros han vuelto a sus hábitats. Las raíces de estemovimiento tienen mucha relación con los árboles, peroel tronco y las ramas van creciendo, esforzándose porapoyar a los hombres y mujeres que aman la tierra, darles

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esperanza y concienciarlos. Como dejó escrito Wangaricuando todo estaba empezando: «El objetivo principaldel Movimiento del Cinturón Verde es concienciarnoshasta el punto de que nos veamos empujados a actuarcorrectamente con el medio ambiente porque nuestroscorazones han quedado cautivados y nuestras mentesse han convencido de que es necesario hacer lo quees correcto, dejando de lado lo que digan los otros».Más recientemente, hacia el final de su conferencia enla ceremonia de aceptación del Premio Nobel, Wangariseñaló, asimismo, la necesidad de llegar a un nuevonivel de conciencia: «Estamos llamados a ayudar a la Tierraa curarse de sus heridas y, durante el proceso, curartambién las nuestras: recibir con los brazos abiertos atoda la creación, con toda su diversidad, belleza y mara-villas. Durante el curso de la historia, hay un momentoen que la humanidad debe pasar a una nueva fase deconciencia, para lograr un nivel moral más elevado. Unmomento en que debemos abandonar nuestros miedosy darnos esperanza los unos a los otros. Este momentoha llegado».•

Ellen Swallow Richards,pionera de las cienciasambientales

Mercè PiquerasBióloga y presidenta de la Asociación Catalana deComunicación Científica

Pionera en el estudio de las ciencias ambientales yprimera mujer admitida en el Instituto de Tecnologíade Massachusetts, dedicó grandes esfuerzos vitalespara que las mujeres se vieran reconocidas en elmundo de la ciencia y fueran admitidas en lassociedades científicas.

El Vassar College es una institución universitaria norte-americana que hasta el año 1969 admitió exclusivamentea mujeres, y que se encuentra situada en Poughkeep-sie, en el valle del río Hudson, a unos 120 kilómetros alnorte de la ciudad de Nueva York. En una de sus salas,una placa recuerda a una mujer que se graduó en 1870.Bajo el nombre y el año de graduación, se indica: «Pioneraen el estudio de la vida familiar, fundadora de la econo-mía doméstica». Durante muchos años, la economíadoméstica era la materia a la que se asociaba el nombrede esa mujer, Ellen Swallow Richards (1842-1911).Pero dicha mujer merece ser recordada también porotros hechos de su carrera profesional: fue una pionerade las ciencias ambientales, mucho antes de que la mate-ria que ahora entendemos por ciencias ambientaleshubiera sido definida, y fue la primera mujer admitidaen el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).

Los años de formación

Ellen Henrietta Swallow, más conocida como Ellen SwallowRichards o Ellen Richards (Richards era el apellido desu marido), nació el 3 de diciembre de 1842 en Duns-table (Massachusetts). Era hija única y hasta los quinceaños fue educada en casa por su padre y su madre. En1859, la familia se trasladó a Westford, y allí Ellen pudoseguir la enseñanza secundaria en la Westford Academy.Los exiguos recursos económicos de la familia la obli-garon a trabajar para poder ayudar en casa y para ahorrardinero para pagarse estudios superiores. Ya tenía vein-tiséis años cuando en 1869 ingresó en el Vassar College,un centro moderno, fundado en 1865. Su fundador, Matt-hew Vassar, cervecero de origen inglés, quería que elCollege fuera para las chicas de aquella región de Norte-américa lo que Yale y Harvard eran para los chicos.Dos personas del Vassar College influyeron mucho enla dedicación de Ellen a la ciencia: Charles Farrer, cate-drático de química que hacía ver a sus alumnas el papelque esta ciencia tiene en las situaciones de la vida coti-diana, y Maria Mitchell, catedrática de astronomía y direc-tora del observatorio del College hasta que se retiróen 1888. Mitchell, seguramente la científica norteame-ricana más conocida del siglo XIX, fue la primera mujeradmitida en la Academia Norteamericana de Artes yCiencias (AAAS), en 1848, y en la Asociación Nortea-mericana para el Avance de la Ciencia (AAAC), en 1850,

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y luchó siempre por el derecho de las mujeres a incor-porarse al mundo de la ciencia.Ellen, que tenía una buena preparación, completó susestudios en el Vassar College en dos cursos. Tras la gradua-ción decidió solicitar el ingreso en el MIT. El Institutode Tecnología de Massachusetts era un centro de educa-ción superior moderno, fundado en 1861 por WilliamBarton Rogers (1804-1882) como respuesta a las nece-sidades creadas por la industrialización del país. Rogersse inspiró en los institutos de tecnología europeos,pero quería que el trabajo práctico tuviera un papel desta-cado en los planes de estudios del MIT, que fue un centropionero en la promoción del trabajo de laboratorio yla investigación llevada a cabo por los mismos estudiantes.Las actas de las reuniones de la corporación que regía elMIT en la década de 1870, que se conservan en el archivodel centro, reflejan el conflicto creado por la peticiónde Ellen de ser admitida para estudiar química. El hechode que la aspirante tuviera ya un título universitariofacilitó su ingreso en el MIT; el 14 de diciembre de1870 se aprobó que fuera aceptada como «estudianteespecial de química, siempre que se tuviese en cuentaque su admisión no debía considerarse como un prece-dente para la admisión general de mujeres». Se deci-dió que cualquier otra solicitud de ingreso en la Facul-tad de Ciencias Industriales por parte de una mujerdebería estudiarla el comité de dicha facultad, que tendríaplenos poderes para aceptar o rechazar la petición sinconsultar a la corporación.En una carta escrita a una amiga en 1872, Ellen le expli-caba la extraña situación en la que se encontraba en elMIT, en un ambiente que hasta entonces había estadoreservado exclusivamente a los hombres: «Espero estarhaciendo un camino que otras mantendrán abierto.Quizás el hecho de que yo no sea radical, y que nohaga ascos a los deberes de la mujer, y que considereun privilegio limpiar […] me hace, más bien, tener alia-dos más fuertes que cualquier otra cosa […]. En gene-ral, soy útil y no pueden decir que el estudio me ha malo-grado para llevar a cabo cualquier otra cosa». Estas palabrascontrastan con su trayectoria, pero deben conside-rarse en el contexto social de la época.En 1873 Ellen fue la primera mujer que obtuvo el títulode Bachelor of Science (equivalente a una licenciatura) enel MIT, al mismo tiempo que el Vassar College le otor-gaba un título de maestría (Master of Sciences) por untrabajo de investigación para calcular la cantidad de vana-dio presente en muestras de hierro. Fue entonces cuandoinició sendas colaboraciones con John M. Ordway yWilliam Ripley Nichols, ambos profesores del MIT, queserían muy fructíferas y duraderas. El primero era unexperto en química técnica, mientras que Nichols erauna autoridad en materia de suministro de agua.

Ciencia y familia

En 1875 Ellen se casó con Robert Hallowell Richards,jefe del Departamento de Ingeniería de Minas en el MIT,y empezó a colaborar con él en el análisis químico deminerales, sin abandonar, no obstante, su propio trabajo.El viaje de novios ya fue un viaje de trabajo: fueron aNueva Escocia… acompañados de los alumnos deRobert. Los conocimientos de francés y alemán que teníaEllen fueron muy útiles para que su marido pudiera estaral día de las novedades en su campo a través de la lectura

que ella hacía de las revistas sobre minería y metalur-gia. En la historia de la ciencia, numerosas científicas sehan casado o han sido compañeras de científicos. A veces,estas mujeres han abandonado su carrera profesionalo han pasado a ser las «ayudantes» del marido, inclusoen los casos en que eran investigadoras brillantes. Ellentuvo la suerte de casarse con un científico que sabía apre-ciar el trabajo de su mujer, estaba orgulloso de ella e hizolo que pudo para promocionarla. De todas formas, elenlace, al principio, perjudicó a Ellen económicamente,porque desde los años 1875 a 1878 el MIT no le pagóningún sueldo, ya que trabajaba para su marido y no seconsideraba, por lo tanto, que se tratara de una rela-ción laboral.La pareja se instaló en una casa en Jamaica Plains, unazona residencial en las afueras de Boston, y Ellen, queestaba preocupada por la calidad del aire y del agua delas viviendas, convirtió aquel hogar en un laboratoriode ingeniería ambiental. Lo reformó completamente,prestando mucha atención al sistema de ventilación y decalefacción; comprobando el estado de las cañerías ycambiando las juntas que perdían agua. Cuando toda-vía no había agua corriente en su barrio, hizo instalaren la cocina una bomba manual para hacerla subir desdeun pozo hasta un depósito del segundo piso de la casay poder tener así agua para el váter y para lavarse. Diseñóde nuevo el calentador de agua que había en el sótanode la casa, cambiando la cañería de entrada y el quema-dor para conseguir que el agua se calentara más rápi-damente con un consumo menor de combustible. Yacopló un depósito de agua a la caldera, de forma quesirviera para proporcionar calor en invierno. Eran meca-nismos que más adelante fueron estandarizados por laindustria, pero ni ella ni su marido pensaron jamás enpatentarlos. A partir del conocimiento de las propie-dades del aire que la pareja tenía, también diseñaron einstalaron en su casa un sistema mecánico de ventilaciónmuy innovador. Además de la mejora en la calidad devida, aquella casa servía a Ellen como aula ambiental, parademostrar a sus estudiantes cómo se podían mejorar lascondiciones de vida en el hogar.

Las mujeres y la enseñanza de la ciencia

En noviembre de 1876, como respuesta a una solici-tud realizada por la Asociación para la Educación de laMujer de Boston, el MIT inauguró un laboratorio espe-cífico para mujeres, para proporcionarles mejores opor-tunidades de educación científica. Aunque se encargóla dirección a John M. Ordway, Ellen fue la responsablede montar aquel laboratorio y de buscar subvencionespara su mantenimiento –la mencionada asociación pagóinstrumental, aparatos y libros–. En el laboratorio seimpartían clases de química analítica, química industrialy mineralogía. Como novedad, en una época en que labiología no se consideraba necesaria para estudiar lascondiciones ambientales ni para otros estudios de lasfacultades y centros de ciencias aplicadas, Ellen introdujoel estudio de la química relacionada con la fisiología animaly vegetal.En el primer informe sobre el Laboratorio de las Muje-res, que Ellen escribió para la Asociación para la Educa-ción de la Mujer de Boston, explica que el laboratorio hasido muy útil para mujeres que se dedican o quieren dedi-carse a la enseñanza de la ciencia, puesto que los expe-

rimentos les sirven para ilustrar los hechos científicosque han estudiado. Expresa su especial satisfacción porla presencia en los cursos de dos mujeres, concretamente:una mujer que está estudiando medicina y está casadacon un médico, y otra que se ha inscrito para estudiarmineralogía. La mujer del médico se ha inscrito en loscursos del laboratorio por recomendación de su marido,que Ellen supone que debe de ser muy inteligente y«ve los defectos en la educación que él tuvo y quierepara su esposa lo mejor que los tiempos modernos lepueden ofrecer». La otra es una mujer que, en el labo-ratorio, ha conseguido hacer una cosa que siempre habíadeseado: ser capaz de identificar las especies mineralesyendo más allá de la determinación a partir de sus carac-terísticas morfológicas. El Laboratorio de las Mujeresestuvo en funcionamiento hasta 1883, año en que el MITconstruyó más laboratorios en un nuevo edificio, enlos que se admitieron hombres y mujeres. Más de quinien-tas mujeres pasaron por el Laboratorio de las Mujeresdurante los siete años que estuvo en funcionamiento.Gracias al interés y la insistencia de Ellen, las cienciasde la salud se introdujeron en los programas de la Socie-dad para la Promoción de los Estudios en el Hogar (TheSociety to Encourage Studies at Home). Esta entidad fuefundada en 1873 por Anna Eliot Ticknor, y consistía enuna red de mujeres que impartían estudios por corres-pondencia a otras mujeres. Las «socias» eran mujeresde clase acomodada y una educación refinada; intere-sadas en el desarrollo cultural de las mujeres, se dedi-caban a transmitirles, de forma altruista, sus conocimientos.Lo hacían con medios sencillos: un programa de asig-naturas para una formación cultural de acuerdo conlos tiempos, la correspondencia que se establecía entrela educadora y la alumna, y una biblioteca que pres-taba a las alumnas los libros que les interesaban. En lasegunda mitad del siglo XIX, la ciencia se estaba popu-larizando, y en la Sociedad se crearon secciones de botá-nica, zoología, astronomía, matemática, mineralogía, arque-ología y ciencias sanitarias. Con respecto a esta últimamateria, que se incorporó al programa en 1886, Ellendecía que no se trataba de hacer a las mujeres inde-pendientes o que adquirieran una formación de espe-cialistas, sino de «permitirles que supieran cuándo y cómoeran necesarios los servicios de los especialistas paraasegurar las condiciones higiénicas de una casa». Desgra-ciadamente, a la muerte de Anna Eliot Ticknor, en 1896,nadie ocupó su lugar al frente de aquella entidad, y al añosiguiente las mujeres que formaban parte de ella deci-dieron disolverla y donar el patrimonio bibliográficoacumulado (fotografías, ilustraciones y unos 3.000 libros)a bibliotecas públicas. Durante sus veintitrés años defuncionamiento, la Sociedad para la Promoción de losEstudios en el Hogar, que ha sido calificada como «univer-sidad silenciosa», proporcionó una educación alterna-tiva a unas siete mil mujeres norteamericanas, con inno-vaciones pedagógicas muy avanzadas para su tiempo.

Una carrera en química sanitaria

La investigación en química sanitaria, que Ellen llevó acabo con la dirección de Nichols, tuvo posteriormentesu aplicación práctica en salud pública. La Junta de SaludPública del estado de Massachusetts empezó a realizarun estudio de la calidad del agua que se suministraba ala población, y la experiencia de Ellen, que ya había traba-

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jado como química para aquella entidad de 1872 a 1875,fue de gran utilidad para resolver algunos problemasen el diseño de un proyecto que hoy en día se consideraclásico. Bajo su supervisión se analizaron más de 20.000muestras de agua. Los resultados de aquellos análisispermitieron hacer generalizaciones a largo plazo, válidasno sólo en Massachusetts, sino extrapolables a otrasregiones del mundo.En 1884, el MIT nombró a Ellen profesora auxiliar de químicasanitaria, puesto de trabajo que mantuvo hasta su muertey que compaginó con su actividad externa como analistade aguas y consultora para muchas instituciones públicasy privadas. Además, dirigió otras actividades relacionadascon su investigación y viajó por el país para impartir confe-rencias y cursos, y defender las causas que para ella eranprioritarias, por lo que sirvió de inspiración para otrasmuchas personas que siguieron los caminos que ella fueabriendo a lo largo de su carrera.Pese al trabajo tan valioso que Ellen llevó a cabo en elMIT, en aquella época era impensable que ella –o cual-quier otra mujer– pudiera tener una cátedra. Según lasactas del Comité de la Corporación del MIT –el cuerpointerno que años atrás había tenido que debatir si eraadecuado aceptarla como estudiante–, al cerrarse elLaboratorio para Mujeres en noviembre de 1883, se pideal presidente de la corporación que dé las gracias a laseñora Harris por sus servicios y que le comunique que,pese a sentirlo mucho, en el MIT no hay, por el momento,ningún puesto de trabajo disponible para ella. Sin embargo,en abril de 1884 se le ofreció de nuevo trabajar comoprofesora ayudante del profesor Nichols.

Las ciencias de la alimentación y del hogar

Durante la década de 1880, las estaciones de agriculturaexperimental del Gobierno norteamericano llevabana cabo investigaciones para encontrar los mejores pien-sos para la ganadería. Ellen defendía una estrategia simi-lar para mejorar los alimentos y la nutrición en los huma-nos. En 1890 consiguió recoger algunos miles de dólarespara instalar, con su colaboradora Mary Hinman Abel,una estación experimental de tecnología de los alimen-tos de proyección pública, a la que llamaron la Cocinade Nueva Inglaterra. Era un local donde se vendía comidapara llevar que se cocinaba a la vista del público, enuna especie de clases prácticas para enseñar a los nume-rosos grupos de inmigrantes cómo preparar platosque fueran a la vez gustosos y económicos. En aquel espa-cio, Ellen y Mary hicieron pruebas con nuevos enseresy aparatos de cocina. Con sus alumnas del MIT, Ellen anali-zaba las características nutritivas de cada plato. Publicólos resultados de los estudios llevados a cabo en la Cocinade Nueva Inglaterra en artículos científicos y de divul-gación.Pero con el tiempo, Ellen se dio cuenta de que saberpreparar correctamente los alimentos era sólo una mínimaparte de las necesidades que tenían las clases populares,más necesitada de una vivienda y un lugar de trabajo concondiciones higiénicas adecuadas. En el MIT establecióun curso de ingeniería sanitaria, del cual fue la primeraprofesora. A par tir de los análisis del agua que hizopara la Junta de Salud Pública de Massachusetts, desa-rrolló el «mapa de presencia natural de cloro», un modeloque se adoptó en todas partes en los estudios de aguas,

como indicador de las concentraciones probables decloro en relación con la distancia a masas de agua salada.

La Feria Mundial de Chicago

En 1893, en el pabellón de Massachusetts de la FeriaMundial de Chicago (conocida como feria Colombinaporque se debía celebrar en 1892 para conmemorar los400 años de la llegada de Colón a América) se podíaencontrar una exposición denominada «CocinaRumford», que era el resultado de la aplicación de losprincipios de la química a la ciencia de la cocina. Era unproyecto en el que Ellen había trabajado en tres años,junto con John A. Abel, farmacólogo y marido de su colegaMary. Para cubrir los gastos del montaje de la exposición,la comida que se preparaba en la «Cocina Rumford»se vendía al público, pero no se trataba de una activi-dad para hacer negocio, sino que debía servir para amor-tizar los gastos del montaje, que incluía la adaptaciónde un edificio ya existente. La finalidad de aquella expo-sición era únicamente científica y educativa. En el tras-fondo de esta actividad se encuentra un debate surgidoentre la misma Ellen y Bertha Honore Palmer, que presi-día el Comité de Mujeres Gestoras de la Feria. Las opinio-nes que cada una tenía sobre la forma de presentaruna exposición que mostrara los avances de la tecno-logía de la alimentación y la ciencia de la cocina eranopuestas. Palmer quería montar una «cocina modelo»en el pabellón de las mujeres, para mostrar a las visitanteslos últimos avances y hacerles demostraciones prácticas.En cambio, Ellen, no estaba de acuerdo con la localiza-ción de la exposición en un pabellón sólo pensadopara las mujeres por dos motivos. En primer lugar, comopromotora de la educación superior de las mujeres enigualdad con los hombres, no quería que aquella activi-dad tuviera un sesgo «femenino», y que fuera una másde las demostraciones culinarias que se estaban orga-nizando en aquel pabellón. Por otra parte, como funda-dora y directora de la mencionada Cocina de Nueva Ingla-terra, en Boston, exigió el control de las actividadesdiseñadas para la Feria de Chicago. Sin embargo, Palmerno estaba dispuesta a renunciar al control que creíaque le correspondía por tratarse de una actividad rela-cionada con la cocina y, por lo tanto, «femenina». Final-mente, Palmer montó su «Cocina Modelo» en el pabe-llón de las mujeres y Ellen montó su exposición en unpequeño edificio independiente construido en otrasección de la feria. El nombre de «Cocina Rumford» conel que denominó su instalación era un homenaje a Benja-min Thompson, conde de Rumford (1753–1814) ymédico de Nueva Inglaterra, que fue un pionero enlos estudios de nutrición y dietética.La Feria de Chicago dejó su huella en la cultura norte-americana. En este tipo de acontecimientos se presen-taban al gran público los últimos descubrimientos cien-tíficos y tecnológicos que podían tener cierto impactoen la sociedad. La electricidad, aquella fuerza invisible queservía para generar movimiento o para iluminar la noche,fue una novedad destacada de la feria de 1893. Tambiénse presentaron novedades relacionadas con la alimen-tación, entre las que hubo algunos productos que despuésse hicieron muy populares en la sociedad norteameri-cana, como el chicle con sabor de fruta, el Postum (unaespecie de malta para tomar en sustitución del café,que todavía se conoce hoy en día), los Quaker Oats (cere-

ales preparados para tomarlos con leche), las hambur-guesas y distintas bebidas con gas.En el informe que la misma Ellen envió al Comité deMassachusetts para la Feria de Chicago, detalla el procesode preparación del pabellón para la «Cocina Rumford»,así como los gastos e ingresos generados por la expo-sición y actividades que se desarrollaron durante la feria.Describe que la intención de aquel montaje era «ilustrarel estado actual del conocimiento en relación con lacomposición de los materiales de la alimentación humana,los medios para hacer que estos materiales estén dispo-nibles al máximo para la nutrición y la necesidad de cadauno [de los nutrientes] para una ración de trabajo».Añade que pretendía también conmemorar el cente-nario de los servicios prestados a la humanidad por Benja-min Thompson, nacido en Massachusetts, que fue elprimero en aplicar la expresión «ciencias de la alimen-tación» a los estudios de los alimentos humanos, y elprimero que aplicó la ciencia a la preparación de losalimentos. Ellen creía que «cualquier cosa en movimientoy cualquier cosa que se ofrezca para comer atrae a lagente». En la «Cocina Rumford», que estaba situadacerca del pabellón de antropología y de varias exposi-ciones de tipo etnográfico, se explicaban los fundamentoscientíficos de la cocina, y los platos que se preparabana la vista del público se vendían después para ser consu-midos allí mismo. Sin embargo, no era una actividadcon ánimo de lucro; nada se preparaba expresamentepara ser vendido. Las ventas se realizaban únicamentepara reducir los gastos y su finalidad era únicamente infor-mativa, educativa y científica. No se trataba únicamentede que el público aprendiera la forma de preparar losplatos, sino también de mostrar la ciencia que había detrásde la gastronomía y evidenciar que es posible mejorarlas calidades de los alimentos que consumimos. Se repar-tían al público las recetas de los menús, en las que se indi-caban los valores nutricionales en prótidos, grasas ycarbohidratos, así como el valor calórico de cada plato.El número de raciones vendidas en la feria refleja el éxitode esta actividad: pese a que se inauguró con más detres meses de retraso y que no pudo salir anunciada enlas guías oficiales, durante los dos meses en que la cocinaestuvo abierta al público, y en un horario que iba única-mente desde las doce del mediodía a las dos de la tarde,se sirvieron comidas a unas diez mil personas, en un espa-cio que, por sus dimensiones, sólo permitía que simultá-neamente hubiera treinta personas sentadas en las mesaspara comer. En unas vitrinas, Ellen había expuesto el trabajode investigación relacionado con la nutrición.Además de atraer la atención de un público general, la«Cocina Rumford» interesó a un público especiali-zado: científicos, maestros, personas que trabajaban ensalud pública o encargados de comedores colectivos. Almismo tiempo difundió el trabajo de Ellen, y pronto reci-bió solicitudes para colaborar como consultora en dieté-tica de hospitales, manicomios y escuelas. A partir deentonces se crea la profesión de nutricionista, que requiereunos estudios superiores.

Las sociedades científicas

Ellen Swallow Richards tuvo un papel fundamental enla aprobación de la admisión de mujeres en la Socie-dad de Historia Natural de Boston. En 1875 presentótres trabajos, que el presidente de aquella institución leyó

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a los socios en nombre de la autora. La autoría de unamujer detrás de aquellos trabajos generó el debate sobrela posibilidad de aceptar a mujeres socias. En la reuniónanual de 1876 se decidió establecer dos tipos de miem-bros: los miembros «residentes», que eran los anterio-res miembros «corporativos» (única categoría que teníala institución), y los miembros «asociados», que serianlos nuevos y que, con el tiempo, podrían ascender a lacategoría de residentes. Cuando algunos meses despuésfueron admitidas veintiuna mujeres y un hombre, se hizopatente la intención de aquella decisión; era una formade impedir a las mujeres la igualdad con el resto de socios.El análisis de las actas y correspondencia en relación coneste cambio revela las reticencias de los miembros deaquella sociedad a la entrada de mujeres con todoslos derechos porque pensaban que los comentarios pocodelicados de los hombres al tratar temas de biologíapodían ofender las mujeres, y esto podría provocarque muchos socios se reprimieran a la hora de partici-par en los debates.En cambio, ni Ellen ni ninguna de las otras mujeres –pocas–que en los Estados Unidos se dedicaban a la químicaen la segunda mitad del siglo XIX pudieron entrar, aunquefuera por la puerta pequeña, en la Sociedad Ameri-cana de Química. Esta institución se fundó en 1874 a raízde un encuentro profesional que tuvo lugar en la casadonde había vivido Joseph Priestley (1733-1804), enun pequeño pueblo de Pensilvania, para conmemorar elcentenario del descubrimiento del oxígeno. La idea partióde una mujer, Rachel Bodley, que era catedrática de químicay decana del Women's Medical College de Filadelfia, queal final no pudo asistir a la reunión. Sí que asistieronEllen y otras dos mujeres. Sin embargo, en la foto oficialno aparece ninguna de ellas. Más suerte tuvo Ellen en1879, año en que fue elegida miembro a todos losefectos del Instituto Americano de Ingenieros de Minas,para convertirse en la primera mujer miembro de estainstitución. No obstante, casualmente, su marido, RobertH. Richards, era el vicepresidente.

El legado de Ellen Swallow Richards

La ecología era, en los tiempos de Ellen, una cienciaincipiente, que ella enfocó especialmente al estudiodel efecto de las condiciones ambientales en las socie-dades humanas. En su libro Sanitation in Daily Life (Lahigiene de la vida cotidiana) utiliza el término ecología,acuñado por el biólogo alemán Ernst Haeckel en 1866,para referirse al estudio del entorno de los seres huma-nos y de los efectos que produce en sus vidas. Estaciencia interdisciplinaria pronto pasó a ser dominada porcientíficos hombres, que eran una inmensa mayoría enel mundo de la biología y prácticamente de todas lasdisciplinas científicas, y cada vez más fue identificán-dose con la botánica y la zoología, desterrando el estu-dio de los ambientes humanos. Habría que esperar hastacasi la mitad del siglo XX, para que un microbiólogode origen francés, René Dubos, considerara a los huma-nos como una especie que, como cualquier otra, se veafectada positiva o negativamente por las condicionesambientales, y se diera cuenta de que la influencia delentorno en la salud es un fenómeno universal.Ellen consideraba la educación de las mujeres como tareafundamental de su programa de educación ambiental.Las mujeres eran el centro del hogar y su forma de llevarlo

tenía repercusiones en la salud de todos los miembrosde la familia. En la educación de las mujeres, conside-raba primordial que adquirieran buenos conocimientossobre nutrición, sobre la forma de detectar las adulte-raciones de alimentos y la de ventilar adecuadamentelas casas, y sobre otros aspectos de la vida familiar quecontribuyen al bienestar y la salud. Hoy en día, las ideasde Ellen en relación con el papel de la mujer como centrodel hogar pueden parecer retrógradas. No obstante,su actitud en la preparación de la participación en la FeriaMundial de Chicago demuestra que creía que aquellosconocimientos no debían ser exclusivos de la mujer.Como se ha indicado anteriormente, debe tenerse encuenta el contexto social en que se movía. El matrimo-nio se veía como el destino ideal de toda mujer, y lascondiciones de muchas casas –incluso en familias acomo-dadas–, que eran el lugar «de trabajo» de las amas decasa, no favorecían la higiene y la salubridad. En uno desus escritos, Ellen afirmaba: «Las condiciones para viviradecuadamente incluyen alimentos naturales y aguade boca segura, una atmósfera limpia y sana para viviry trabajar, una vivienda apropiada y la adaptación al trabajo,al descanso y al ocio». Pese a los años transcurridos,las normas que ella recomendaba continúan teniendovigencia. En el libro Home Sanitation. A Manual for House-keepers, describe pormenorizadamente, y con la ayudade dibujos, las características que debe tener una viviendaen relación con aspectos como la situación, la instalacióndel agua, la ventilación, la calefacción, la iluminación o elmobiliario. Ellen cree que la higiene es fundamental parala salud y acaba el libro con estas palabras: «Ya ha quedadoatrás el tiempo en que se creía que la enfermedad erauna interferencia directa de la providencia, como castigomerecido. La pestilencia, la fiebre y el desfallecimientoson realmente un castigo por un pecado, pero por unpecado de ignorancia. En esta época de ilustracióncientífica, de invenciones y de información generali-zada, es imperdonable la ignorancia de las condicionesprimarias de salud y vigor. Un conocimiento de losprincipios de higiene debería considerarse una parteesencial en la educación de las mujeres, y la obedienciaa las leyes de la higiene debería considerarse, como losdiez mandatos, un deber religioso».En 1911, tras una breve enfermedad, Ellen murió en sucasa, la casa que ella y su marido habían transformadoen un laboratorio del hogar, laboratorio por el que habíanpasado muchos estudiantes para experimentar las cali-dades de los alimentos, probar los enseres y las instala-ciones y calcular el consumo en combustible, tiempo ydinero. En 1973, el Instituto Tecnológico de Massachu-setts conmemoró el centenario de la graduación de Ellen.Quizás como desagravio por el tratamiento discrimi-natorio que esta mujer recibió en su tiempo por partede la institución a la cual dedicó la mayor parte de su vidaprofesional, este centro instauró la cátedra Ellen SwallowRichards, que «honra el espíritu pionero y los hitos profe-sionales de la señora Richards y refuerza el papel delas mujeres en el profesorado del MIT».•

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Petra Kelly, la tragedia deuna gran esperanzaJoaquim Elcachoperiodista experto en temas ambientales

Voz muy crítica con la sociedad occidental, denunció laorganización de los partidos políticos tradicionales ylos vínculos entre el poder económico y el podermilitar. De espíritu revolucionario y rompedor, fue unade las fundadoras de Los Verdes alemanes. Aprincipios de los noventa comenzó su eclipse y murió,en circunstancias extrañas, en el año 1992.

El Premio Right Livelihood (conocido como el «Nobelalternativo») fue concedido en 1982 a Petra Kelly, «porforjar y poner en práctica una visión nueva de la socie-dad que une las preocupaciones ecológicas al desarme,la justicia social y los derechos humanos». La frase sepodía completar con un recordatorio explícito a la defensade la no violencia que siempre marcó la trayectoria dePetra Kelly, y con una referencia a su compleja experienciavital, pero, en cualquier caso, el jurado internacional resu-mía con sus palabras gran parte del trabajo de una personaque estaba intentando revolucionar las bases de unasociedad anclada en el poder de las armas, la explota-ción de los recursos naturales y la marginación de lasclases sociales más desfavorecidas.Durante dos décadas trascendentales, Kelly denunció laorganización de los partidos políticos tradicionales ypuso en evidencia las relaciones entre el poder económicoy las estructuras militares. El protagonismo de Petra Kellyen la creación de Die Grünen (Los Verdes, en Alema-nia), a principios de los años ochenta, fue la punta del icebergde una trayectoria política extraordinaria basada en sóli-das raíces humanistas y decididas convicciones revolu-cionarias. Su eclipse, diez años más tarde, resumía la reali-dad de una persona a menudo inmersa en la crisis físicay existencial. Su muerte, en el año 1992, en circunstan-cias confusas, llegó antes de haber podido hacer realidadmuchas de sus ilusiones. Octavi Piulats, cofundador deDie Grünen, profesor de historia de la filosofía en la Univer-sidad de Barcelona y una de las pocas personas de Cata-luña que conoció personalmente a Petra Kelly, recuerdaahora, tras 15 años de su muerte, que «detrás de la debi-lidad de aquella persona físicamente enfermiza se escon-día una especie de Juana de Arco del ecologismo; pare-cía pedir protección constante, pero cuando hablabadesprendía una fuerza política inigualable».Petra Karin Lehmann (el apellido original correspondíaal primer nombre de casada de su madre) nació el 29de noviembre de 1947 en Günzburg, una pequeña pobla-ción (19.000 habitantes) de Baviera (Alemania), al piedel Danubio. La República Federal Alemania continuabaen aquellos momentos bajo los efectos de la segundaguerra mundial y contaba con una fuerte presencia mili-tar norteamericana. Aparte de los difíciles aspectos socia-les, la infancia de Petra fue bastante compleja. La bodade sus padres tuvo lugar después de que su madre,Marianne, se quedara embarazada, cuando todavía notenía 18 años. El padre abandonó a la familia cuando Petratenía seis años. La madre trabajó a partir del divorcio(1954) como intérprete para los militares norteameri-canos y, finalmente, en el año 1958, se casó con el oficial

John E. Kelly. Algo más tarde nacería Grace Patricia, laúnica hermana de Petra.Además del ambiente postbélico y de los problemas fami-liares, los años de infancia de Petra estuvieron marcadostambién por su periodo de estudios en una escuela demonjas (sólo para niñas) y por la presencia y los conse-jos de su abuela materna, Kunigunde; una persona que laacompañaría durante gran parte de su carrera personaly política.La familia Kelly abandonó Alemania en diciembre de 1959para instalarse en los Estados Unidos (primero en Geor-gia y poco después en Virginia). Desde pequeña, Petrafue una chica débil, enfermiza. Entre otros problemas desalud padeció una afección renal que le provocó la pérdidade uno de los riñones (fue operada por primera vez cuandotenía 9 años). La precaria salud y su tendencia a dormir muypocas horas –todos sus conocidos destacaban que era unaestudiante y trabajadora infatigable– le dieron desdemuy joven un aspecto débil y anémico –con unas ojerasmuy marcadas– que la caracterizó hasta su muerte.Por otra parte, durante muchos años Petra fue una católicadevota, hasta el punto de pensar en hacerse monja. Su madrey su abuela Kunigunde la habían educado en el catoli-cismo y durante mucho tiempo mantuvo unas sólidas convic-ciones religiosas, aunque a partir de la adolescencia semostrara radicalmente opuesta a la jerarquía de la Iglesia.Muy posiblemente, esta formación religiosa forjó tambiénel carácter casi místico que la acompañaría siempre.La llegada a los Estados Unidos supuso un cambio impor-tante en la vida de Petra Kelly (en aquella época ya usabael apellido de su padre adoptivo). Además de obligarlaa expresarse en inglés e integrarse en un sistema esco-lar completamente diferente (en Alemania, durantelos años en el convento, «el único hombre que veía adiario era el sacerdote de la escuela», recordaba), Petradescubrió en la sociedad americana las ideas y el empujede los activistas y los nuevos movimientos sociales quese revelaban contra la guerra de Vietnam y el segrega-cionismo racial. A los 16 años se independizó de suspadres y entre 1966 y 1970 estudió ciencias políticasen la Escuela de Servicios Internacionales de la Ameri-can University, en Washington.Antes de graduarse, Petra Kelly ya había destacado comoorganizadora de seminarios políticos y participante enmanifestaciones contra la guerra de Vietnam y por losderechos de las minorías. Sus convicciones se vieronconsolidadas con las lecturas de personajes comoMahatma Gandhi, Martin Luther King, Henry DavidThoreau y Dorothy Day, una periodista norteamericanay devota católica convertida en activista social en defensade las clases más desfavorecidas. En el terreno máscotidiano, Kelly mostraba también su admiración porpersonajes públicos como Joan Baez, que en aquellosmomentos era una de las caras más conocidas en contrade la guerra de Vietnam, y el senador Robert F. Kennedy,destacado defensor del movimiento por los derechosciviles de la población afroamericana. De hecho, en 1968trabajó como voluntaria en la campaña del senador paraconseguir ser el candidato presidencial del Partido Demó-crata; a este fin, Kelly creó la organización Students forKennedy in Washington. Tras el asesinato de Bob Kennedy,Petra se sumó a la campaña del senador Hubert H.Humphrey.Una vez graduada cum laude, con 23 años, Petra Kellydecide volver a Europa para cursar el doctorado en la

Universidad de Ámsterdam. Nada más llegar a Europa,su agenda se llena de nuevo de actividades en contrade la proliferación de armas nucleares y en defensa delas personas necesitadas. Petra Kelly incorpora en aque-lla época a Alexandra Kollontai entre sus referenciasideológicas. Kollontai fue una figura destacada, hetero-doxa y finalmente marginada en la revolución rusa. Sulucha por la emancipación de la mujer, antes y tras1918, su postura crítica ante la estructura piramidaldel Partido Comunista y, sobre todo, su planteamientorevolucionario sobre el papel de la mujer en la sociedad,marcaron profundamente a Petra Kelly. No se puedeolvidar que, además de defender los derechos labora-les y sociales de la mujer, la revolucionaria rusa definióa la familia tradicional como un instrumento de explo-tación de la mujer y defendió el amor libre no comoejemplo de promiscuidad, sino como expresión de lalibertad sexual de la mujer. Estos dos conceptos y la margi-nación a la que se vio finalmente sometida AlexandraKollontai se verían reflejados en la vida de Petra Kellyhasta su muerte.Además de las trascendentales cuestiones sociales de laépoca, el drama que más marcó la vida de Petra Kellyen aquella época fue la muerte por cáncer de su hermanaGrace Patricia (a la edad de 11 años), en febrero del 1970.Años más tarde, Kelly explicaría que el sufrimiento de suhermana, sometida a un trágico tratamiento de radio-terapia, y la falta de apoyo humano en los hospitalesdonde fue atendida radicalizaron sus convicciones. Frutode aquella dura experiencia, Petra creó en 1973 unaasociación destinada a apoyar la investigación en cáncerinfantil y a ayudar social y psicológicamente a las perso-nas afectadas.Entre 1970 y 1971, y sin tiempo para superar sus dramaspersonales, Petra completa los estudios de ciencias polí-ticas e integración europea en la Universidad de Ámster-dam, colabora con el Instituto Europeo y realiza prác-ticas en las oficinas de la Comisión Europea, en Bruselas.En 1973 se convierte en funcionaria de la ComunidadEuropea, primero destinada en la Oficina Económica ySocial, y más tarde en la Secretaría de Asuntos Socia-les, Protección Ambiental, Consumo y Servicios de Salud.La experiencia en la Administración europea duró casiuna década y le sirvió para conocer a fondo los proble-mas que afectaban al medio ambiente, la salud y los dere-chos de las personas. Además, Kelly vivía en primerapersona los problemas laborales y de discriminaciónde la mujer, trabajando en una oficina con 300 hombres.«Me veía obligada a ser bastante agresiva para luchar pormis derechos laborales. Me sentía explotada. Porque,además, si mantienes una actitud crítica respecto a tutrabajo siendo mujer, si protestas, si exiges, enseguidatodos dicen: es que esta mujer debe de ser lesbiana, ouna histérica, o tiene que estar loca», explicaba Kellyen una entrevista concedida a Rosa Montero (El PaísDominical, 16–XI–1984).Kelly no era partidaria de convertir su vida privada enmotivo de comentarios públicos, pero la singularidad desus relaciones sentimentales obligan a intercalar su biogra-fía pública con la –a menudo– tragedia personal. Así,es inevitable recordar que cuando tenía sólo 24 años,Petra Kelly convivió con Sicco Mansholt, un líder socia-lista holandés que fue ministro en seis ocasiones, parti-cipó en el consejo fundador de la Comunidad Euro-pea y presidió la Comisión Europea de marzo de 1972

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a enero de 1973. Mansholt estaba casado (con cuatrohijos) y tenía 39 años más que Petra Kelly. La relaciónsentimental duró poco más de un año.Entre 1972 y 1979, Kelly participa activamente en laBundesverband Bürgerinitiativen Umweltschutz (BBU,Asociación de Iniciativas Ciudadanas para la Protec-ción Ambiental) y en numerosas organizaciones femi-nistas, sindicales y antimilitaristas de distintos países euro-peos, Japón y Australia. También en 1972, Kelly apoyaal canciller Willy Brandt y se afilia al Partido Socialde-mócrata Alemán (SPD).Entre 1976 y 1984, Petra Kelly mantiene relaciones senti-mentales con el sindicalista irlandés John Carroll, tambiénmucho más mayor que ella. En 1978, Petra se quedaembarazada, pero aborta debido a su delicado estadode salud.En marzo de 1979 participa en la fundación del partidoDie Grünen (Los Verdes), primero como coalición elec-toral y justo un año después como partido político, y para-lelamente anuncia su salida del SPD. Entre otros, RudiDutschke, Heinrich Böll y Joseph Beuys la acompañanen la creación de una organización política que se definecomo un antipartido y que intenta recoger las iniciativasciudadanas de los años setenta de defensa del medioambiente, democracia participativa, antimilitarismo y noviolencia. No debe olvidarse que durante toda aquelladécada, Alemania se vio afectada, entre otras crisis socia-les, por la presencia intermitente de la Rote ArmeeFraktion (Fracción del Ejército Rojo, con una mujer entresus líderes más conocidos, Ulrike Meinhof).Die Grünen consigue su primer gran éxito popular alencabezar las manifestaciones en contra de la decisiónde la OTAN de desplegar más misiles Pershing II en terri-torio de la RFA. La defensa del canciller socialdemócrataHelmut Schmidt de las propuestas de los Estados Unidosy del Tratado del Atlántico Norte dejaba un amplio espa-cio para el crecimiento del nuevo partido verde y paci-fista entre el electorado de izquierdas.Aquel mismo año 1979, Petra Kelly es designada candi-data verde a las elecciones al Parlamento europeo yen marzo de 1980 se convierte en una de las tres porta-voces del nuevo partido alemán. Pese a que la nuevaformación nacía con una organización asamblearia ycompletamente opuesta a los personalismos (se obli-gaba a que sus portavoces y representantes rotasen cadados años), Petra Kelly se convir tió desde el primermomento en la imagen que personalizaba Die Grünen.Esta realidad era más evidente en el ámbito interna-cional, dado que Kelly era una de las pocas represen-tantes del nuevo partido alemán que dominaba a laperfección el inglés.En marzo de 1980, Die Grünen se estrena con éxito(5,3 % de los votos) en las elecciones al Parlamentode Baden-Württemberg, y poco después consigue repre-sentación también en la Baja Sajonia, Berlín Oeste,Hamburgo y Hessen. En cambio, en 1982, la candidaturade Die Grünen encabezada por Petra Kelly en el land deBaviera no superó la barrera del 5 %. Como pequeñacompensación personal, Kelly recibe dos meses mástarde el International Right Livelihood Award.En septiembre de 1982, la coalición socialdemócrata lide-rada por el canciller Schmidt pierde la mayoría de gobiernoa favor de una coalición cristianodemócrata y liberal(Helmut Kohl). Mientras tanto, los sectores más a la dere-cha de Die Grünen abandonan el partido y se consolida

el liderazgo de los sectores que defienden la moviliza-ción ciudadana contra la energía nuclear, las armas nucle-ares o nuevas infraestructuras que afectan al medioambiente (como la autopista de acceso al aeropuertode Frankfurt), a menudo con espectaculares enfrenta-mientos con la policía.Las elecciones al Bundestag de marzo de 1983 dan a DieGrünen un 5,6 % de los votos, por lo que supera la míticabarrera del 5 %, con más de dos millones de votos, y28 diputados en el Parlamento Federal Alemán. PetraKelly, que afirmaba que el Parlamento debía ser como«un mercado donde exponer nuestras ideas», se convierteen diputada, portavoz del partido verde (junto con Marie-luise Beck Oberdorf y Otto Schilly, que años más tardellegaría a ser ministro del Interior en uno de los gobier-nos de coalición con el Partido Socialdemócrata Alemán,SPD) y miembro de la Comisión Parlamentaria de Asun-tos Exteriores.Die Grünen, una suma de elementos muy distintos y amenudo contradictorios, introdujo en el Bundestag nosólo nuevas formas de vestir (ante los tradicionales colo-res grises de los parlamentarios de derechas y social-demócratas), sino también una agenda política que incluíala protección de los bosques contra la lluvia ácida, elfuturo de la energía nuclear o la paridad de género.La actividad política y la presencia pública de PetraKelly se multiplicaban de forma paralela a la de su partido,pese a que su resistencia física continuaba dando signosevidentes de preocupación. Entre otros muchos momen-tos destacados, en mayo de 1983 Kelly participa en lagran protesta antimilitarista en la Alexanderplatz, enBerlín, poco después es nombrada Mujer por la Pazdel Año (concedido por la Women Strike for Peace) yen 1984 publica su primer libro, Fighting for Hope, queincluía una introducción de Heinrich Böll, Premio Nobelde Literatura del año 1972.De 1984 son algunas de las reflexiones más emotivas,comprometidas y representativas del pensamiento dePetra Kelly:«Ser tierno y al mismo tiempo subversivo: esto es lo quesignifica para mí, políticamente, ser verde y actuar comotal. Entiendo el concepto de ternura en un sentido amplio.Este concepto, para mí también político, incluye una rela-ción de ternura con los animales y las plantas; con la natu-raleza, con las ideas y el arte, con la lengua y la Tierra,con un planeta sin salida de emergencia. Y, desde luego,ternura en la relación con los humanos, ternura conlas personas también dentro un partido alternativo y noviolento, que apuesta pública y constantemente por lasuavidad, la descentralización, la no violencia... Esta vía deternura significa aprender a concebir nuestro planeta,incluyendo a la atmósfera, los océanos y los continentes,como una unidad orgánica viva. Nuestro ecosistemaes el universo... Debemos respetarnos nosotros mismosy a nuestro entorno. La Tierra donde tenemos las mismasraíces.»Durante los primeros años como diputada, Kelly trabajaen muchos frentes, desde las manifestaciones multitu-dinarias dentro de Alemania en contra de los proyectosmilitares de la OTAN y el Pacto de Varsovia y la ocupa-ción de la embajada alemana en Sudáfrica, hasta los contac-tos con los disidentes rusos, campañas contra las centra-les nucleares, actos de apoyo a los exiliados del Tíbet,y denuncia de la represión china o acciones de impulsoa los partidos verdes y grupos ecologistas en Australia,

Japón o incluso España. De hecho, una de sus actua-ciones internacionales fue exigir al Gobierno alemán quepidiera disculpas al pueblo de Gernika por el bombar-deo durante la guerra civil.Petra Kelly, además, se encuentra en aquellos momen-tos en medio de una de las grandes guerras internasde Die Grünen, la rotación de los cargos. El nuevo partidoverde mantenía en principio la obligación de cambiartodos sus cargos políticos cada dos años y Petra Kellyconsideraba que esta exigencia era positiva de formagenérica, pero que resultaba contraproducente en situa-ciones como la del Bundestag, con legislaturas de cuatroaños. Su aplicación estricta llevaba a perder a las perso-nas con más experiencia y conocimiento del debate polí-tico en beneficio de una visión antipersonalista que noconducía a ninguna parte. El peso político que tenía enaquellos momentos Petra Kelly hizo posible que se bene-ficiara de una excepción en la norma de rotación cadados años y se mantuviera durante toda la legislatura 1983-1987 y, además, repitiera como diputada en las siguien-tes elecciones.Kelly aprendió muchas cosas de Gandhi, pero una delas lecciones más pragmáticas era compartir con elMahatma la idea de que los medios de comunicacióntienen una importancia destacada en la creación de movi-mientos sociales. Kelly se mostraba extremadamentecrítica con los medios de comunicación, que sólo busca-ban en Die Grünen enfrentamientos internos y que hacíande su vida personal una lista constante de cotilleos, perosabía que tener buena prensa era un elemento clave parahacer avanzar sus reivindicaciones. También sabía quelos medios de comunicación necesitan la existencia delíderes que mantengan una continuidad (no que cambiencada dos años). Personajes públicos en los que los mediospuedan proyectar programas y actuaciones; una idea quea principios de los años ochenta no compartían otrosmiembros de Die Grünen.Las elecciones de enero de 1987 supusieron una impor-tante victoria para Die Grünen, con el 8,3 % de los votosy 42 escaños en el Bundestag. La política de derechasy de alianza con los Estados Unidos del canciller HelmutKohl (Unión Cristianodemócrata, CDU), que gobernabaen coalición con los liberales (FDP), y el accidente deChernóbil hicieron crecer de nuevo las expectativassociales de un joven partido que continuaba teniendoen la figura de Petra Kelly un referente público. Kelly, yacuestionada por algunos sectores del partido en aque-lla época, fue una de las pocas dirigentes de Die Grünenque, además de tener una excelente oratoria parla-mentaria y una actividad reivindicativa espectacular, sabíaplantear y expresar la coherencia y trascendencia de susideales; como cuando hablaba de feminismo en el capí-tulo «Mujer y poder», del libro Ecofeminismo: mujeres,cultura y naturaleza, coordinado por Karen J. Warren:«Existe una clara y profunda relación entre militarismo,degradación ambiental y sexismo. Cualquier propuestade cambio social que no ataque la estructura de domi-nio de los hombres será incompleta. El poder patriar-cal nos ha traído la lluvia ácida, el calentamiento del planeta,los estados militaristas e incontables casos de padeci-miento humano. Las mujeres debemos cambiar la polí-tica entrando en ella no como Margaret Thatcher, sinocomo Jean Baker Miller ; no ejerciendo el poder sobrelas otras, sino compartiendo el poder con las otras.Las mujeres del movimiento verde estamos involucra-

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das en grandes luchas, desde la lucha contra la destruc-ción de la naturaleza hasta la del imperialismo políticoy el militarismo, pero también nos hemos propuestoacabar con las pequeñas batallas de cada día –a menudoinvisibles– que afectan el conjunto de las mujeres».Curiosamente, aparte de su feminismo ideológico, PetraKelly en aquella época ya vivía su tercera relación senti-mental con un hombre mucho mayor que ella, en estecaso el ex general Gert Bastian, a quien había cono-cido en la actividad política en los inicios de Die Grünen.Aparentemente, Kelly buscaba protección física y emocio-nal en sus relaciones sentimentales con hombres muchomayores que ella, una recompensa que, en ningún caso,tuvo el éxito de la continuidad.A partir de 1987, Kelly empieza a distanciarse de losnúcleos ideológicos de su partido; en especial cuando sevio involucrada en una nueva y más fuerte crisis polí-tica interna, conocida popularmente como la batalla entrelos fundis (fundamentalistas, contrarios a los pactoscon el SPD para entrar en gobiernos de coalición y críti-cos con la propuesta de reunificación alemana) y los realos(realistas o pragmáticos, defensores de coaliciones degobierno con el SPD).Kelly mostró siempre su preocupación por los militan-tes verdes que «sólo buscan llegar al poder» y defen-día que Die Grünen mantuviera «los fundamentos y laindependencia» de sus demandas básicas. A pesar deello, tampoco se podía decir que Kelly fuera la inspira-dora y líder de los fundis, dado que a finales del año 1987Petra ya había iniciado un camino personal que la llevabahacia intereses sociales (como la defensa del Tíbet) ypersonales cada vez más alejados de la batalla política.Además, ante el inicio del eclipse en el liderazgo internode Petra Kelly, en Die Grünen iban ganando peso perso-najes como Joschka Fischer, que tras una juventud deextrema izquierda (y acusaciones de violencia terrorista)se había convertido en un destacado representantede los realos, para llegar a ser ministro de Medio Ambienteen el land de Hessen en el año 1985 gracias a la primeracoalición de Die Grünen con el SPD (y que el 1998 seríaministro alemán de Asuntos Exteriores).La crisis interna estalla con más virulencia en el año 1990,con motivo de las primeras elecciones de la Alemaniareunificada. Die Grünen vuelve a quedar por debajo dela barrera del 5 % y deja de tener representación en elBundestag, una situación que provocaría la reacción delos sectores realos (que acusaban a los fundis del fracasoelectoral). Curiosamente, uno de los motivos que, segúnlos expertos, hizo que Die Grünen perdiera aquel añolas elecciones fue la utilización de reivindicaciones endefensa del medio ambiente global, con la demanda deatención hacia el problema del cambio climático, por ejem-plo. En aquel momento histórico, la ciudadanía alemanaestaba más preocupada por los problemas internos yel impacto de la reunificación que por el calentamientodel planeta, decían los analistas políticos.En 1991, y en parte como consecuencia de la crisis desa-tada por el fracaso electoral, la conferencia de Die Grünencelebrada en Neumünster dejó en clara minoría a lacandidatura de Petra Kelly a la ejecutiva federal (sólo reci-bió una treintena de votos).La crisis política era paralela a la decadencia en el estadode salud física y la estabilidad psicológica de Petra Kelly.En la primavera de 1992, el compañero sentimentalde Petra Kelly, Gert Bastian, fue atropellado por un taxi

mientras cruzaba una calle y, pocos días más tarde, lamisma Kelly debía ser ingresada en una clínica a causa deuna crisis nerviosa. De aquella época es la conocida frasereferida a la estrecha relación con su compañero. Unafrase que muchos interpretaron a finales de 1992 –quizáscon razón– como una indicación de que Petra queríamorir junto a su compañero: «Si Gert no está, yo tampocoquiero estar más». Pese a todo, Petra Kelly mantuvo hastasu muerte, el 1 de octubre de 1992, una agenda llenade actividades, dentro y fuera de Alemania. Ningúnindicio dejaba entrever su trágico final.En la mañana del 19 de octubre, la policía encontró muer-tos a Petra Kelly y Gert Bastian en su domicilio del barriopopular de Tannenbusch, en Bonn. La versión policialoficial indicaba que, el 1 de octubre, Gert Bastian habíadisparado a Petra Kelly en la cabeza, mientras ella dormía,y poco después se había suicidado usando su arma.Las teorías de conspiración llenaron centenares deartículos, media docena de libros y una película. Perotodo apunta a que, en realidad, el desenlace no estuvoprovocado ni por agentes secretos rusos ni chinos,sino por un drama sentimental protagonizado por GertBastian. Según los documentos dados a conocer por DerSpiegel años más tarde, el ex general quería abandonara Petra Kelly, pero sabía que, si tomaba esta decisión,no podría evitar su suicidio. Finalmente habría optadopor una trágica y aparentemente inexplicable alterna-tiva.

Recuerdos desde Cataluña

«Kelly vino a Barcelona en verano de 1990 invitadapor la Feria del Libro Feminista. La recuerdo acompa-ñada de su amigo, un hombre mayor, mucho mayorque ella, uno de los fundadores de Los Verdes y unapersonalidad alemana en la política alternativa». Estees el primer pensamiento que le viene a la memoria ala escritora y periodista catalana Mercè Ibarz, posible-mente la última persona que publicó una entrevistacon Petra Kelly en el Estado español. Mercè Ibarz publicósu conversación con la líder de Die Grünen el 19 deagosto de 1990 en el Magazine de La Vanguardia, y casi17 años más tarde le pedimos que hiciera memoria: «Séque me impresionó después su muerte. ¿Se suicidó?Me parece recordar que, cuando murió, pensé quealgo frágil había captado en Barcelona, no en este sentidode la muerte, sino en el de una persona insegura: peroestaban recientes las disputas de Los Verdes que la aleja-ron de la dirección del partido y, cuando la vi, me pare-ció más bien que esta fragilidad venía de ahí».El recuerdo es todavía más fresco y trascendental parael profesor de historia de la filosofía de la Universidad deBarcelona, Octavi Piulats, cofundador de Die Grünen(vivió una larga temporada en Alemania) y cofunda-dor de la revista Integral, un referente del ecologismo ylas alternativas sociales en el Estado español. «Me llama-ron pidiéndome que me entrevistara con Petra Kelly;quería saber cosas del movimiento ecologista en el Estadoespañol poco antes de su viaje a Tenerife, en mayo de1983, donde debía encontrarse con ecologistas espa-ñoles en la segunda edición del Festival de Cine Ecoló-gico y de la Naturaleza de Puerto de la Cruz. Estuvi-mos hablando dos horas en el aeropuerto de Frankfurt.Era la primera vez que la veía frente a frente, y me sorpren-dió mucho su palidez y la sensación de persona débil que

busca la protección de los hombres que la rodean.»Aquella apariencia débil se transformaba cuando empe-zaba a hablar, recuerda ahora Octavi Piulats: «Teníauna clarividencia sorprendente, una visión política rode-ada de misticismo». Piulats indicó a Kelly que poner enmarcha en España un partido al estilo de Die Grünenera una propuesta abocada al fracaso, pero ella apoyódecididamente (incluso con recursos económicos) a laspersonas –pocas– que intentaron seguir los pasos delpartido verde alemán.Piulats siguió la trayectoria de Petra Kelly y destaca quesu momento de gloria fue entre 1989 y 1990, cuandotodo el mundo seguía sus discursos, «incluso la CNNla tenía como referencia», y que a partir de ese año seacentuó su deriva entre «espiritualista y orientalista».Respecto a su muerte, Octavi Piulats descarta las teoríasde conspiración y da por buena la versión documentadapor Der Spiegel, que indicaba que el drama sentimentalde Gert Bastian acabó en una doble tragedia.•

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Bibliográfía

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Biografía publicada por The Right Livelihood Award (en inglés):http://www.rightlivelihood.org/recip/kelly.htm

Biografía publicada por el portal Ciudad de Mujeres (en caste-llano): http://www.ciudaddemujeres.com/mujeres/Politica/KellyPetra.htm

Entrevista de Harry Kreisler, Institute of International Studies (eninglés):http://globetrotter.berkeley.edu/conversations/KellyBastian/kelly–bastian0.html

Nonviolence Speaks to Power, Petra K. Kelly. Texto en línea (en inglés): http://www.globalnonviolence.org/nv_speaks_to_power.htm

Visitas a España: http://www.inisoc.org/anasegur.htm

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