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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año XLVII, número 13 (2.408) Ciudad del Vaticano 27 de marzo de 2015 Visita pastoral del Papa Francisco a Pompeya y a Nápoles Un porvenir de esperanza DISCURSOS DEL PONTÍFICE EN PÁGINAS 2 A 9 El primer día de primavera GIOVANNI MARIA VIAN No podía comenzar mejor la primavera en Nápoles, ciudad bellísima y apasio- nada que reservó al Papa Francisco una acogida llena de calor y afecto únicos, como el Pontífice mismo destacó al re- gresar al Vaticano. En una decena de horas, el primer día de primavera, Ber- goglio pudo tocar literalmente con la mano las diversas realidades de la ciu- dad, desde el ingreso en la atormentada Scampia hasta el encuentro en el paseo marítimo Caracciolo iluminado por los colores tenues del atardecer. Y a su vez los napolitanos supieron demostrar la gratitud por una visita que ciertamente dará frutos de renova- ción. Y lo hicieron con gestos espontá- neos y conmovedores: los de los deteni- dos de Poggioreale, con quienes almor- zó el Pontífice; los de los numerosos enfermos con quienes se reunió en el «Gesù nuovo» tras la oración ante la tumba de José Moscati, el santo médi- co; hasta el esfuerzo del dueño de una pizzería que logró acrobáticamente ofrecer al Papa una pizza margarita cuando estaba a punto de partir. Pero en los encuentros con el pueblo napolitano Bergoglio encontró de nue- vo el modo de hablar con sencilla efica- cia a todos, introduciendo largos trozos espontáneos en los discursos prepara- dos o incluso improvisando totalmente. Para testimoniar y predicar el Evange- lio como constantemente lo hizo «en la otra diócesis» —así le gusta al Papa re- cordar su episcopado en Buenos Aires— En el Ángelus el deseo de encontrar a Jesús Los que quieren ver PÁGINA 11 Conmemoración del V centenario del nacimiento de Teresa de Jesús Mística de la acción amorosa CHRISTINE RANCÉ EN PÁGINA 15 SIGUE EN LA PÁGINA 2 A la Comisión internacional contra la pena de muerte Un fracaso del Estado de derecho CARTA DEL PAPA EN PÁGINA 10 en la capilla de la Casa Santa Marta, tras el sa- ludo litúrgico, el Papa confió ex- presamente a Santa Teresa «esta nuestra súplica» por la paz. Y después entre- gó una vela encendida al prepósito general de los carmelitas descalzos, el padre Saverio Cannistrà, pre- sente en la cele- bración con el vicario de la Or- den. «Que el fuego del amor de Dios venza los incendios de guerra y violencia que afligen a la humanidad, y el diálogo prevalezca en todas partes sobre el enfrentamiento ar- mado». Con estas palabras el Papa Francisco se unió de todo corazón a la «hora de oración por la paz» promovida en todas las comunidades carmelitas del mundo con ocasión del quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, que tiene lugar el sábado 28 de marzo. Al inicio de la misa celebrada el jueves 26 En oración con las comunidades carmelitas en el quinto centenario de Teresa de Ávila La hora de la paz Rafael Sanzio «Las virtudes y la ley» (detalle, museos vaticanos, 1511)

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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00

L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año XLVII, número 13 (2.408) Ciudad del Vaticano 27 de marzo de 2015

Visita pastoral del Papa Francisco a Pompeya y a Nápoles

Un porvenir de esperanza

DISCURSOS DEL PONTÍFICE EN PÁGINAS 2 A 9

El primer díade primavera

GI O VA N N I MARIA VIAN

No podía comenzar mejor la primaveraen Nápoles, ciudad bellísima y apasio-nada que reservó al Papa Francisco unaacogida llena de calor y afecto únicos,como el Pontífice mismo destacó al re-gresar al Vaticano. En una decena dehoras, el primer día de primavera, Ber-goglio pudo tocar literalmente con lamano las diversas realidades de la ciu-dad, desde el ingreso en la atormentadaScampia hasta el encuentro en el paseomarítimo Caracciolo iluminado por loscolores tenues del atardecer.

Y a su vez los napolitanos supierondemostrar la gratitud por una visitaque ciertamente dará frutos de renova-ción. Y lo hicieron con gestos espontá-neos y conmovedores: los de los deteni-dos de Poggioreale, con quienes almor-zó el Pontífice; los de los numerososenfermos con quienes se reunió en el«Gesù nuovo» tras la oración ante latumba de José Moscati, el santo médi-co; hasta el esfuerzo del dueño de unapizzería que logró acrobáticamenteofrecer al Papa una pizza margaritacuando estaba a punto de partir.

Pero en los encuentros con el pueblonapolitano Bergoglio encontró de nue-vo el modo de hablar con sencilla efica-cia a todos, introduciendo largos trozosespontáneos en los discursos prepara-dos o incluso improvisando totalmente.Para testimoniar y predicar el Evange-lio como constantemente lo hizo «en laotra diócesis» —así le gusta al Papa re-cordar su episcopado en Buenos Aires—

En el Ángelus el deseode encontrar a Jesús

Los que quieren ver

PÁGINA 11

Conmemoración del V centenariodel nacimiento de Teresa de Jesús

Mística de la acción amorosa

CHRISTINE RANCÉ EN PÁGINA 15

SIGUE EN LA PÁGINA 2

A la Comisión internacional contra la pena de muerte

Un fracaso del Estado de derecho

CA R TA DEL PA PA EN PÁGINA 10

en la capilla dela Casa SantaMarta, tras el sa-ludo litúrgico, elPapa confió ex-presamente a

Santa Teresa «estanuestra súplica» por

la paz. Y después entre-gó una vela encendida alprepósito general de los

carmelitas descalzos,el padre Saverio

Cannistrà, pre-sente en la cele-bración con elvicario de la Or-den.

«Que el fuego del amor de Dios venza los incendios deguerra y violencia que afligen a la humanidad, y el diálogo

prevalezca en todas partes sobre el enfrentamiento ar-mado». Con estas palabras el Papa Francisco se unió

de todo corazón a la «hora de oración por la paz»promovida en todas las comunidades carmelitas del

mundo con ocasión del quinto centenariodel nacimiento de Santa Teresa de Jesús,

que tiene lugar el sábado 28 de marzo. Alinicio de la misa celebrada el jueves 26

En oración con las comunidades carmelitas en el quinto centenario de Teresa de Ávila

La hora de la paz

Rafael Sanzio «Las virtudes y la ley» (detalle, museos vaticanos, 1511)

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L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suumEN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Ciudad del Vaticanoe d . e s p a n o l a @ o s s ro m .v a

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GI O VA N N I MARIA VIANd i re c t o r

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Marta Lagoredactor jefe de la edición

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 27 de marzo de 2015, número 13

En Pompeya la primera etapa de la visita pastoral del Papa a la región de Campania

En el signo de María

El Pontífice en Nápoles

Mil colores y alguna herida

El primer día de primaveraVIENE DE LA PÁGINA 1

terior para encontrar,comprender y acoger lamisericordia del Padre,el Papa Francisco re-gresó a los pies de Ma-ría, la mejor guía.

En Pompeya másque una visita, fue unaauténtica peregrina-ción, aunque breve.Ningún discurso ofi-cial, saludos y protoco-lo reducidos al míni-mo. Cincuenta minutosen total: tiempo y es-pacio a la oración y alabrazo caluroso de loscerca de diez mil fielesque lo esperaban.

«Hemos rezado a la Virgen, para que nos bendiga atodos: a vosotros, a mí y a todo el mundo. Necesi-tamos a la Virgen para que nos cuide». Se encierraen estas palabras, dirigidas a los fieles desde el atriode la basílica mariana, todo el significado del pasodel Papa Francisco por Pompeya.

El sábado 21 de marzo, por la mañana, antes deir a Nápoles, el Pontífice quiso confiar a la protec-ción de la Virgen María la visita pastoral a la regiónitaliana de Campania. Y para hacerlo se detuvo enla ciudadela fundada por el beato Bartolo Longo,meta cada año de millones de peregrinos y de devo-tos del rosario.

Ya se sabe: cada vez que emprende un viaje, elPontífice siempre se encomienda a la protección dela madre de Jesús. Lo hace habitualmente dirigién-dose a la basílica romana de Santa María la Mayor,donde se recoge en oración ante la «Salus populiRomani». El sábado 21, una semana después de ha-ber invitado a toda la Iglesia a realizar un viaje in-

El helicóptero procedente de la Ciudad del Vati-cano, después de casi una hora de vuelo, aterrizó alas 7.48. Al llegar a la basílica se dirigió al altar ma-yor, ante la imagen mariana. Allí se recogió en ora-ción silenciosa, luego compartió el gesto de todoslos peregrinos rezando la versión breve de la «Sú-plica». En un segundo momento visitó la capilladonde están los restos del beato Bartolo Longo. Alpasar por la capilla de la Reconciliación —en la quehay treinta confesionarios—, que el delegado para labasílica, el arzobispo Caputo, definió «el corazóndel santuario», el Papa Francisco recomendó a lossacerdotes que sean misericordiosos.

Con un gesto no previsto en el programa, el Pon-tífice quiso salir por la puerta principal del templopara saludar nuevamente a la gente, a la que pidióoraciones por su ministerio. Al final un Avemaría yla bendición, y se alejó exclamando: «Nos vemospronto», antes de que lo acompañaran al helicópte-ro para su traslado a Nápoles.

y como lo hace ahora desde hacedos años, escuchado en todo elmundo con un interés que cierta-mente no disminuye.

En el centro de todo está Jesús,dijo el Pontífice al clero y a los re-ligiosos reunidos en la catedral, re-cordando su testimonio de perso-nas «siempre en camino». Pero,¿cómo estar seguros de esta indis-pensable centralidad de Jesús?«Está su madre que conduce a Él»y, como en los iconos, «es ellaquien hizo descender a Jesús entrenosotros; es ella quien nos da a Je-sús», respondió el Papa. Y del Se-ñor se desprenden los demás testi-monios: el espíritu de pobreza y lamisericordia con sus obras, corpo-rales y espirituales, a menudo olvi-dadas pero «que practican las an-cianas y la gente sencilla en losbarrios, en las parroquias, porqueseguir a Jesús, ir en pos de Jesúses sencillo».

Está continuamente en camino,en Nápoles y en todas las partes

del mundo, quien quiere seguir alSeñor, y para esto es necesario«convertirnos un poco más to-dos», concluyó el Pontífice en sureflexión. Y tras bendecir a los fie-les con la reliquia de san Jenaro,dejó al clero y a los religiosos tresrecomendaciones: la adoración aDios, de lo cual se ha perdido elsentido; el amor a la Iglesia y lamisionariedad, concepto central—dijo— porque impulsa a salir desí mismo para testimoniar el Evan-gelio pero también para adorar.

Y en el encuentro conclusivocon el pueblo de Nápoles el Papaescuchó de nuevo las esperanzas ylas preocupaciones de las mujeresy de los hombres de hoy, y unavez más encontró palabras que lle-garon al corazón de muchos. Almeditar sobre Dios que habla, ac-túa, calla, y al reflexionar sobre lastendencias culturales dominantesque condicionan la sociedad y co-lonizan ideológicamente a la fami-lia. Pero mirando con confianza alfuturo, «jóvenes y ancianos jun-tos», el primer día de primavera.

Misericordia y esperanza. Con estaspalabras se sintetiza la visita del PapaFrancisco a Nápoles, el sábado 21 demarzo. Y queda grabado en las reti-nas la alegría de una ciudad que salióa la calle para acoger con júbilo alPontífice procedente de Pompeya.

Cuando se habla de Nápoles, desus mil colores y de sus sombras, desus bellezas y de sus heridas profun-das, el riesgo de la retórica siempreestá a la vuelta de la esquina. Y elantídoto contra esta es la verdad. ElPapa, en primer lugar, quiso tocarcon la mano las numerosas realidadesde la ciudad y después habló a cadauna de la verdad de Cristo. Al de-sempleado de Scampia como al dete-nido de Poggioreale, el Pontífice haquerido decirles: no te dejes robar tuverdad, no permitas que te hurten laesperanza. A la ciudad quiso transmi-tirle: sé testimonio de la verdad, note la dejes saquear por el egoísmo yla corrupción. Y también a los crimi-nales, durante la misa en la plaza delPlebiscito, les dijo: «¡Convertíos, Je-sús os está esperando!».

Misericordia y esperanza. Tras elanuncio del 13 de marzo de un Añosanto de la misericordia, uno de losprimeros gestos del Papa Francisco

fue precisamente llevar el abrazo mi-sericordioso de Dios a todos. El Pon-tífice llegó al centro penitenciarioGiuseppe Salvia alrededor de la unade la tarde, inmediatamente despuésde la misa celebrada en la plaza delPlebiscito. Acompañado por el carde-nal Sepe, se encaminó hacia el pasilloque conduce a la capilla. Cuando lle-gó a la explanada situada enfrente dela iglesia, el Papa se detuvo para sa-ludar a los detenidos, antes de com-partir el almuerzo con 120 de ellos,entre los cuales también se hallabanrepresentantes de otros centros. Elencuentro fue también la ocasión pa-ra escuchar los testimonios de dosdetenidos y recordar a todos, comose lee en el discurso entregado, que«¡nada podrá nunca separarnos delamor de Dios! Ni siquiera las barrasde una cárcel». Al final el Pontíficesaludó uno por uno a todos los co-mensales.

En este centro penitenciario dePoggioreale, en el emotivo encuentrocon los presos, se imprimió la imagensimbólica de la mañana napolitanadel Papa. Un abrazo, un diálogo envoz baja, una confesión, una caricia,un consejo. Misericordia y esperanza,justamente.

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número 13, viernes 27 de marzo de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

Encuentro con la población del barrio de Scampia

El mal no es la última palabra

Comenzó desde el barrio periférico deScampia el sábado 21 de marzo, por lamañana, la visita del Papa Franciscoa Nápoles. Durante el encuentro con lapoblación, que tuvo lugar en la plazaJuan Pablo II, el Pontífice pronuncióel siguiente discurso.

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

Quise comenzar desde aquí, desdeesta periferia, mi visita a Nápoles.Os saludo a todos y os agradezcovuestra calurosa acogida. Verdadera-mente se ve que los napolitanos noson fríos. Doy las gracias a vuestroarzobispo por haberme invitado —in-cluso amenazado si no venía a Ná-p oles— y por sus palabras de bienve-nida; y gracias a quienes se hicieroneco de las realidades de los inmi-grantes, trabajadores y magistrados.

Vosotros pertenecéis a un puebloque tiene una larga historia, surcadapor acontecimientos complejos ydramáticos. La vida en Nápolesnunca ha sido fácil, sin embargonunca ha sido triste. Y este es vues-tro gran recurso: la alegría, el gozo.El camino cotidiano en esta ciudad,con sus dificultades y sus necesida-des y algunas veces con sus duraspruebas, genera una cultura de vidaque ayuda siempre a volver a levan-tarse después de cada caída, y aobrar de tal modo que el mal nuncatenga la última palabra. Es un grandesafío: nunca dejar que el mal ten-ga la última palabra. Es la esperanza,lo sabéis bien, ese gran patrimonio,ese «resorte del alma», tan valioso,pero también expuesto a asaltos yrob os.

Lo sabemos, quien sigue volunta-riamente la senda del mal roba un tro-zo de esperanza, gana alguna cosa pe-ro roba esperanza a sí mismo, a losdemás y a la sociedad. La senda delmal es un camino que siempre robaesperanza, la roba también a la gen-te honesta y trabajadora, e incluso ala buena fama de la ciudad, a sueconomía.

Quisiera responder a la hermanaque habló en nombre de los inmi-grantes y de los sin techo. Ella pidióuna palabra que asegure que los in-migrantes son hijos de Dios y queson ciudadanos. ¿Pero es necesariollegar a esto? ¿Los inmigrantes sonseres humanos de segunda clase? Te-nemos que hacer que nuestros her-manos y hermanas inmigrantes escu-chen que son ciudadanos, que soncomo nosotros, hijos de Dios, queson inmigrantes como nosotros, por-que todos nosotros somos emigran-tes hacia otra patria, y ojalá llegue-mos todos. ¡Qué nadie se pierda porel camino! Todos somos inmigran-tes, hijos de Dios que nos puso a to-dos en camino. No se puede decir:«Los inmigrantes son así.. Nosotrossomos...». ¡No! Todos somos inmi-grantes, todos estamos en camino. Yesta palabra que todos somos inmi-grantes no está en un libro, está es-crita en nuestra carne, en nuestro ca-mino de vida, que nos asegura queen Jesús todos somos hijos de Dios,hijos amados, hijos queridos, hijossalvados. Pensemos en esto: todossomos inmigrantes en el camino dela vida, ninguno de nosotros tiene

morada fija en esta tierra, todos ten-dremos que marchar de aquí. Y to-dos tenemos que ir al encuentro deDios: uno antes, otro después, o co-mo decía ese anciano, ese viejecitoastuto: «¡Sí, sí, todos! ¡Id vosotros,yo voy por último!». Todos tendre-mos que ir.

Luego tuvimos la intervención delt ra b a j a d o r. Y doy las gracias tambiéna él porque naturalmente quería to-car este punto, que es un signo ne-gativo de nuestra época. De modoespecial lo es la falta de trabajo paralos jóvenes. Vosotros pensad esto:más del 40 por ciento de los jóvenesde 25 años hacia abajo no tiene tra-bajo. ¡Esto es grave! ¿Qué hace unjoven sin trabajo? ¿Qué futuro tie-ne? ¿Qué camino de vida elige? Esoes una responsabilidad no sólo de laciudad, no sólo del país, sino delmundo. ¿Por qué? Porque existe unsistema económico que descarta a lagente y ahora es el turno de los jó-venes de ser descartados, es decir sintrabajo. ¡Esto es grave! «Pero hayobras de caridad, hay voluntariados,está Cáritas, está ese centro, está eseclub que da de comer...». Pero elproblema no es comer, el problemamás grave es no tener la posibilidadde llevar el pan a casa, de ganar elpan. Y cuando no se gana el pan, sepierde la dignidad. Esa falta de tra-bajo nos roba la dignidad. Tenemosque luchar por esto, debemos defen-der nuestra dignidad de ciudadanos,de hombres, de mujeres, de jóvenes.Este es el drama de nuestro tiempo.No debemos permanecer callados.

Pienso también en el trabajo a mi-tad. ¿Qué quiero decir con esto? Laexplotación de las personas en eltrabajo. Hace algunas semanas, unajoven que necesitaba trabajo encon-tró uno en una agencia turística ylas condiciones eran estas: 11 horasde trabajo, 600 euros al mes sin nin-guna aportación para la pensión.«¡Es poco por 11 horas!». «Si no tegusta, mira la fila de gente que estáesperando el trabajo». Esto se llamaesclavitud, esto se llama explotación,esto no es humano, esto no es cris-tiano. Y si quien hace esto se dicecristiano es un mentiroso, no dice laverdad, no es cristiano. También laexplotación del trabajo en negro —tútrabajas sin contrato y te pago loque quiero— es explotación de laspersonas. «¿Sin las aportaciones pa-ra la pensión y para la salud?». «Amí no me interesa».

Te comprendo bien, hermano, y teagradezco lo que has dicho. Debe-mos retomar la lucha por nuestradignidad que es la lucha de buscar,encontrar, volver a encontrar la posi-

bilidad de llevar el pan a casa. Estaes nuestra lucha.

Y aquí pienso en la intervencióndel presidente del Tribunal de apela-ción. Él usó una bonita expresión«itinerario de esperanza» y recorda-ba un lema de san Juan Bosco:«buenos cristianos y honestos ciudada-nos», dirigido a los niños y a los jó-venes. El itinerario de esperanza pa-ra los niños —los que están aquí ypara todos— es ante todo la educa-ción, pero una educación auténtica,el itinerario de educar para un futu-ro: esto previene y ayuda a seguiradelante. El juez dijo una palabraque yo quisiera retomar, una palabraque hoy se usa mucho, el juez dijo«corrupción». Pero, decidme, si ce-rramos la puerta a los inmigrantes, siquitamos el trabajo y la dignidad ala gente, ¿cómo se llama esto? Sellama corrupción y todos nosotrostenemos la posibilidad de ser co-rruptos, ninguno de nosotros puededecir: «yo nunca seré corrupto».¡No! Es una tentación, es un desli-zarse hacia los negocios fáciles, haciala delincuencia, hacia los delitos, ha-cia la explotación de las personas.¡Cuánta corrupción hay en el mun-do! Es una palabra fea, si pensamosun poco en ello. Porque algo co-rrupto es algo sucio. Si encontramosun animal muerto que se está echan-do a perder, que se ve «corrompi-do», es horrible y apesta. ¡La co-rrupción apesta! La sociedad corrup-ta apesta. Un cristiano que deja en-trar dentro de sí la corrupción no escristiano, apesta.

Queridos amigos, mi presenciaquiere ser un impulso hacia un cami-

no de esperanza, de renacimiento y desaneamiento que ya se está realizando.Conozco el compromiso, generoso ydiligente, de la Iglesia, presente consus comunidades y sus servicios enla realidad concreta de Scampia; asícomo la continua movilización degrupos de voluntarios, que no dejanfaltar su ayuda.

Aliento también la presencia y elcompromiso activo de las institucio-nes ciudadanas, porque una comuni-dad no puede progresar sin ese apo-yo, mucho más en momentos de cri-sis y en presencia de situaciones so-ciales difíciles y algunas veces extre-mas. La «buena política» es un ser-vicio a las personas, que se ejerce enprimer lugar a nivel local, donde elpeso del incumplimiento, de los re-trasos, de las auténticas omisiones esmás directo y hace más daño. Labuena política es una de las expresio-nes más elevadas de la caridad, delservicio y del amor. Haced una bue-na política, pero entre vosotros: lapolítica se hace entre todos, juntos.Entre todos se hace una buena polí-tica.

Nápoles está siempre dispuesta aresurgir, sopalancando sobre una es-peranza forjada por mil pruebas, ypor ello recurso auténtico y concretocon el cual se puede contar en todomomento. Su raíz radica en el áni-mo mismo de los napolitanos, sobretodo en su alegría, en su re l i g i o s i d a dy en su piedad. Os deseo que tengáisla valentía de seguir adelante con es-ta alegría, con esta raíz, el valor dellevar adelante la esperanza, de norobar nunca la esperanza a nadie, deseguir adelante por el camino delbien, no por la senda del mal, de se-guir adelante en la acogida de todoslos que vienen a Nápoles de cadapaís: que sean todos napolitanos,que aprendan el napolitano que estan dulce y tan bonito. Os deseoque sigáis adelante en la búsquedade fuentes de trabajo, para que to-dos tengan la dignidad de llevar elpan a casa, y de seguir adelante enla limpieza de la propia alma, en lalimpieza de la ciudad, en la limpiezade la sociedad para que no se sientaese mal olor de la corrupción.

Os deseo lo mejor, seguid adelan-te y que San Jenaro, vuestro patro-no, os asista e interceda por voso-t ro s .

Os bendigo de corazón a todos,bendigo a vuestras familias y estebarrio vuestro, bendigo a los niñosque están aquí a nuestro alrededor.Y vosotros, por favor, no os olvidéisde rezar por mí. ‘A Maronna v’ac-cumpagne! (Que la Virgen os acom-pañe).

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página 4 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 27 de marzo de 2015, número 13

El Papa Francisco invoca la conversión de los malvivientes y pide a la población reaccionar ante la criminalidad

Tiempo de rescateDesde el barrio periférico de Scampiael Pontífice se dirigió en cochepanorámico a la plaza del Plebiscito,donde celebró la misa en presencia dedecena de miles de fieles napolitanos.Publicamos la traducción de la homilíapronunciada por el Papa.El pasaje del Evangelio que hemosescuchado nos presenta una escenaambientada en el templo de Jerusa-lén, al final de la fiesta judía de lastiendas, después de que Jesús pro-clamara una gran profecía revelán-dose como fuente de «agua viva», esdecir el Espíritu Santo (cf. Jn 7, 37-39). Entonces la gente, muy impre-sionada, se puso a discutir acerca deÉl. También hoy la gente discute so-bre Él. Algunos están entusiasmadosy dicen que «es de verdad el profe-ta» (v. 40). Alguno incluso afirma:«Este es el Mesías» (v. 41). Perootros se oponen porque —dicen— elMesías no viene de Galilea, sino dela estirpe de David, de Belén; y así,sin saberlo, confirman precisamentela identidad de Jesús.

Los jefes de los sacerdotes habíanmandado a los guardias a arrestarlo,como se hace en las dictaduras, perovuelven con la manos vacías y dicen:«Jamás ha hablado nadie como esehombre» (v. 46). He aquí la voz dela verdad, que resuena en esos hom-bres sencillos.

La palabra del Señor, ayer comohoy, provoca siempre una división: laPalabra de Dios divide, ¡siempre! Pro-voca una división entre quien la acogey quien la rechaza. A veces tambiénen nuestro corazón se enciende uncontraste interior; esto sucede cuan-do advertimos la fascinación, la be-lleza y la verdad de las palabras deJesús, pero al mismo tiempo las re-chazamos porque nos cuestionan,nos ponen en dificultad y nos cuestademasiado observarlas.

Hoy he venido a Nápoles paraproclamar juntamente con vosotros:¡Jesús es el Señor! Pero no quierodecirlo sólo yo: quiero escucharlo devosotros, de todos, ahora, todos jun-tos «¡Jesús es el Señor!», otra vez«¡Jesús es el Señor!». Nadie hablacomo Él. Sólo Él tiene palabras demisericordia que pueden curar lasheridas de nuestro corazón. Sólo Éltiene palabras de vida eterna (cf. Jn6, 68).

La palabra de Cristo es poderosa:no tiene el poder del mundo, sino elde Dios, que es fuerte en la humil-dad, también en la debilidad. Su po-der es el del amor: este es el poderde la Palabra de Dios. Un amor queno conoce confines, un amor quenos hace amar a los demás antes quea nosotros mismos. La palabra deJesús, el santo Evangelio, enseñaque los auténticos bienaventuradosson los pobres de espíritu, los noviolentos, los mansos, los agentes depaz y de justicia. Esta es la fuerzaque cambia al mundo. Esta es la pa-labra que da fuerza y es capaz decambiar al mundo. No hay otro ca-mino para cambiar al mundo.

La palabra de Cristo quiere llegara todos, en especial a quienes vivenen las periferias de la existencia, pa-ra que encuentren en Él el centro desu vida y la fuente de la esperanza.Y nosotros, que hemos tenido lagracia de recibir esta Palabra de Vi-da —¡es una gracia recibir la Palabra

de Dios!— estamos llamados a ir, asalir de nuestros recintos y, con ar-dor en el corazón, llevar a todos lamisericordia, la ternura, la amistadde Dios: es un trabajo que corres-ponde a todos, pero de manera es-pecial a vosotros sacerdotes. Llevarmisericordia, llevar perdón, llevarpaz, llevar alegría en los Sacramen-tos y en la escucha. Que el pueblode Dios encuentre en vosotros hom-bres misericordiosos como Jesús. Almismo tiempo que cada parroquia ycada realidad eclesial se convierta enun santuario para quien busca aDios y casa acogedora para los po-bres, los ancianos y quienes atravie-san situaciones de necesidad. Ir yacoger: así late el corazón de la ma-dre Iglesia y de todos sus hijos. Ve,acógelos. Ve, busca. Ve, lleva amor,misericordia, ternura.

Cuando los corazones se abren alEvangelio, el mundo comienza acambiar y la humanidad re s u c i t a . Siacogemos y vivimos cada día la Pa-labra de Jesús, resucitamos con Él.

La Cuaresma que estamos vivien-do hace resonar en la Iglesia estemensaje, mientras caminamos haciala Pascua: en todo el pueblo de Diosse vuelve a encender la esperanza deresucitar con Cristo, nuestro Salva-dor. Que no venga en vano la graciade esta Pascua, para el pueblo deDios de esta ciudad. Que la graciade la Resurrección sea acogida por ca-da uno de vosotros, para que Nápolesse llene de la esperanza de Cristo Se-ñ o r. La esperanza: «Abrid paso a laesperanza», dice el lema de mi visi-ta. Lo digo a todos, de manera espe-cial a los jóvenes: abríos al poder deJesús resucitado, y llevaréis frutos devida nueva a esta ciudad: frutos de

gestos que saben compartir, de re-conciliación, de servicio, de fraterni-dad. Dejaos envolver y abrazar porsu misericordia, por la misericordiade Jesús, la misericordia que sólo Je-sús nos da.

Queridos napolitanos, abrid pasoa la esperanza y no os dejéis robar lae s p e ra n z a . No cedáis a las tentacionesde ganancias fáciles o de entradasdeshonestas: esto es pan para hoy yhambre para mañana. No te puedeaportar nada. Reaccionad con firme-za ante las organizaciones que ex-plotan y corrompen a los jóvenes,los pobres y los débiles, con el cíni-co comercio de la droga y otros deli-tos. No os dejéis robar la esperanza.No permitáis que vuestra juventudsea explotada por esta gente. Que lacorrupción y la delincuencia no des-figuren el rostro de esta bella ciu-dad. Y más aún: que no desfigurenla alegría de vuestro corazón napoli-tano. A los criminales y a todos suscómplices hoy yo humildemente, co-mo hermano, repito: convertíos alamor y a la justicia. Dejaos encon-trar por la misericordia de Dios. Sedconscientes de que Jesús os está bus-cando para abrazaros, para besaros,para amaros aún más. Con la graciade Dios, que perdona todo y perdo-na siempre, es posible volver a unavida honrada. Os lo piden tambiénlas lágrimas de las madres de Nápo-les, mezcladas con las de María, laMadre celestial invocada en Piedi-grotta y en numerosas iglesias deNápoles. Que estas lágrimas ablan-den la dureza de los corazones y re-conduzcan a todos por el caminodel bien.

Hoy comienza la primavera y laprimavera trae esperanza: tiempo deesperanza. Y el hoy de Nápoles estiempo de rescate para Nápoles: estees mi deseo y mi oración por unaciudad que tiene en sí muchas po-tencialidades espirituales, culturalesy humanas, y sobre todo gran capa-cidad de amar. Las autoridades, lasinstituciones, las diversas realidadessociales y los ciudadanos, todos jun-tos y concordes, pueden construir unfuturo mejor. Y el futuro de Nápolesno es replegarse resignada en sí mis-ma: este no es vuestro futuro. Sinoque el futuro de Nápoles es abrirsecon confianza al mundo, abrirse a laesperanza. Esta ciudad puede encon-trar en la misericordia de Jesús, quehace nuevas todas las cosas, la fuer-za para seguir adelante con esperan-za, la fuerza para muchas vidas, mu-chas familias y comunidades. Espe-rar es ya resistir al mal. Esperar esmirar al mundo con la mirada y conel corazón de Dios. Esperar es apos-tar por la misericordia de Dios quees Padre y perdona siempre y perdo-na todo.

Dios, fuente de nuestra alegría yrazón de nuestra esperanza, vive ennuestras ciudades. ¡Dios vive en Ná-poles! Que su gracia y su bendiciónsostengan vuestro camino en la fe,en la caridad y en la esperanza,vuestros buenos propósitos y vues-tros proyectos de rescate moral y so-cial. Hemos proclamado todos jun-tos que Jesús es el Señor: digámoslouna vez más al final: «¡Jesús es elSeñor!», todos tres veces: «¡Jesús esel Señor!». E ca ‘a Maronna v’ac-cumpagne!

Para cambiar el mundoGI O VA N N I MARIA VIAN

Entre las imágenes que permane-cerán de la visita del Papa a Ná-poles está ciertamente la de Fran-cisco en Scampia que habla ro-deado de niños. Llevando, el pri-mer día de primavera, palabras deesperanza que van mucho másallá de los confines de una ciudadbellísima y desfigurada. Palabrasque se nutren de una sola pala-bra, la de Jesús: la única fuerzaque puede cambiar el mundo,destacó luego Bergoglio al cele-brar la misa con los obispos de laregión de Campania en la plazadel Plebiscito, la plaza de Nápo-les.

La visita papal comenzó tem-prano por la mañana bajo el sig-no de María, venerada en el san-tuario de Pompeya. «Necesitamosde la Virgen para que nos prote-ja» explicó con sencillez Francis-co a los fieles que lo acogieron, einmediatamente después quisoentrar en la metrópoli por uno desus barrios más difíciles pero que,a pesar de todo, no se desalienta:«Cuando no ves la felicidad, bús-cala dentro», invitaba un enormecartel delante del palco papal.

Y el discurso del Pontífice, queen gran medida fue espontáneo,

relanzó esta voluntad tenaz dereactivación. «Este es un gran de-safío: no dejar nunca que el maltenga la última palabra», dijo. Alresponder luego a los saludos deuna inmigrante filipina, un traba-jador y un magistrado, Franciscotocó puntos que les interesan deforma especial y que giran alrede-dor del tema central de la digni-dad de cada ser humano.

Así, al asombro por la necesi-dad de tener que reiterar los dere-chos de los inmigrantes —«queson inmigrantes como nosotrosporque todos somos emigranteshacia otra patria» exclamó, recor-dando un argumento radicado enlas más antiguas fuentes cristia-nas— el Papa sumó un fuerte lla-mamiento relacionado con la de-socupación, sobre todo juvenil, yel trabajo en negro: «Esta falta detrabajo nos roba la dignidad. Te-nemos que luchar por esto, tene-mos que defender nuestra digni-dad de ciudadanos».

Incluso la condena de la co-rrupción, con expresiones muyeficaces, y el elogio a la «buenapolítica» que —re p i t i ó — «es unade las expresiones más elevadasde la caridad, el servicio y elamor». Palabras significativas y

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número 13, viernes 27 de marzo de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 5

A los reclusos de Poggioreale

De la marginacióna la inclusión

Encuentro del Pontífice con los enfermos

La única explicación

Publicamos el texto del discurso que elPapa Francisco entregó a los detenidosdel centro penitenciario GiuseppeSalvia, en Poggioreale, que visitó elsábado 21 de marzo al mediodíay donde almorzó con unarepresentación de ellos.Estoy contento de estar en mediode vosotros con ocasión de mi visitaa Nápoles. Doy las gracias a Clau-dio y a Pasquale que hablaron ennombre de todos. Este encuentrome permite expresar mi cercanía avosotros, y lo hago trayéndoos lapalabra y el amor de Jesús, que vi-no a la tierra para hacer plena nues-tra esperanza y murió en la cruz pa-ra salvar a cada uno de nosotros.

A veces sucede que nos sentimosdecepcionados, desanimados, aban-donados por todos: pero Dios no seolvida de sus hijos, nunca los aban-dona. Él está siempre a nuestro la-do, especialmente en el momento

marginación, como puede ser la cár-cel en sentido negativo, se puedeconvertir en lugar de inclusión y deestímulo para toda la sociedad, paraque sea más justa, más atenta a lasp ersonas.

Os invito a vivir cada día, cadamomento en la presencia de Dios, aquien pertenece el futuro del mun-do y del hombre. Esta es la espe-ranza cristiana: el futuro está en lasmanos de Dios. La historia tiene unsentido porque está habitada por labondad de Dios. Por lo tanto, tam-bién en medio de tantos problemas,incluso graves, no perdamos nuestraesperanza en la infinita misericordiade Dios y en su providencia. Conesta segura esperanza, preparémo-nos para la Pascua ya cercana,orientando con firmeza nuestra vidahacia el Señor y manteniendo vivaen nosotros la llama de su amor.

En Cristo crucificado se encuentra «laúnica explicación» de la enfermedad.Lo recordó el Papa Francisco al grannúmero de enfermos que encontró elsábado 21 de marzo, por la tarde,en la basílica del «Gesù nuovo»,en Nápoles.No es fácil acercarse a un enfermo.Las cosas más bonitas de la vida ylas cosa más miserables se reservan,se esconden. El amor más grande,uno intenta ocultarlo por pudor, ylas cosas que muestran nuestra mi-seria humana, también intentamosvelarlas por pudor. Por este motivo,para encontrar a un enfermo hayque ir hasta él, porque el pudor dela vida lo esconde. Hay que ir alencuentro del enfermo. Cuandoexisten enfermedades para toda lavida, cuando nos encontramos conenfermedades que marcan toda unavida, preferimos ocultarlas, porqueir a visitar al enfermo es ir a encon-trar nuestra propia enfermedad, laque llevamos dentro. Es tener la va-lentía de decirse a uno mismo: yotambién tengo alguna enfermedaden el corazón, en el alma, en el es-píritu. Yo también soy un enfermoespiritual.

Dios nos ha creado para cambiarel mundo, para ser eficientes, paradominar la creación: es nuestra ta-rea. Pero cuando nos encontramosante una enfermedad, vemos que

esta impide todo esto: ese hombre omujer que o bien ha nacido con laenfermedad o la ha desarrollado, esun decir «no» —p a re c e — a la misiónde transformar el mundo. Este es elmisterio de la enfermedad. Pode-mos acercarnos a la enfermedad só-lo con espíritu de fe. Podemosaproximarnos bien a un hombre, auna mujer, a un niño o una niña,enfermos, solamente si nos acos-tumbramos a mirar al Cristo crucifi-cado. Ahí está la única explicaciónde este «fracaso», de este fracasohumano, la enfermedad para todala vida. La única explicación se en-cuentra en Cristo crucificado.

A vosotros enfermos os digo quesi no podéis comprender al Señor,pido al Señor que os haga entenderdentro del corazón que sois la carnede Cristo, que sois Cristo crucifica-do entre nosotros, los hermanos queestán muy cerca de Cristo. Una co-sa es mirar un crucifijo y otra es mi-rar a un hombre, una mujer, un ni-ño enfermos, esto es, crucificadosallí en su enfermedad: son la carneviva de Cristo.

A vosotros voluntarios, ¡muchasgracias! Muchas gracias por pasarvuestro tiempo acariciando la carnede Cristo, sirviendo al Cristo cruci-ficado, vivo. ¡Gracias! Y también avosotros médicos, enfermeros osdoy las gracias. Gracias por hacereste trabajo, gracias por no hacer devuestra profesión un negocio. Gra-cias a muchos de vosotros que se-guís el ejemplo del santo que estáaquí, que trabajó aquí en Nápoles:servir sin enriquecerse con el servi-cio. Cuando la medicina se trans-forma en comercio, en negocio, escomo el sacerdocio cuando actúa dela misma forma: pierde la esenciade su vocación.

A todos vosotros cristianos de es-ta diócesis de Nápoles, os pido queno olvidéis lo que Jesús nos pidió yque también está escrito en el «pro-tocolo» en base al cual seremos juz-gados: Estuve enfermo y me visitas-teis (cf. Mt 25, 36). Sobre esto sere-mos juzgados. El mundo de la en-fermedad es un mundo de dolor.Los enfermos sufren, reflejan alCristo que sufre: no hay que tenermiedo de acercarse a Cristo que su-fre. Muchas gracias por todo lo quehacéis. Y recemos para que todoslos cristianos de la diócesis tenganuna mayor conciencia de esto y pa-ra que el Señor os dé a vosotros y alos muchos voluntarios la perseve-rancia en este servicio de acariciar lacarne de Cristo que sufre. Gracias.

El futuro de un pueblo

de la prueba; es un Pa-dre «rico en misericor-dia» (Ef 2, 4), que diri-ge siempre hacia noso-tros su mirada serena ybenévola, nos esperasiempre con los brazosabiertos. Esta es unacerteza que infundeconsuelo y esperanza,especialmente en losmomentos difíciles ytristes. Incluso si en lavida nos hemos equivo-cado, el Señor no secansa de indicarnos elcamino del regreso ydel encuentro con Él.El amor de Jesús haciacada uno de nosotros esfuente de consuelo y deesperanza. Es una certe-za fundamental paranosotros: nada podrájamás separarnos delamor de Dios, ni siquie-ra las barras de una cár-cel. Lo único que nospuede separar de Él es nuestro pe-cado; pero si lo reconocemos y loconfesamos con arrepentimientosincero, precisamente ese pecado seconvierte en lugar de encuentro conÉl, porque Él es misericordia.

Queridos hermanos, conozcovuestras situaciones dolorosas: mellegan muchas cartas —algunas ver-daderamente conmovedoras— desdelos centros penitenciarios de todo elmundo. Muy a menudo los reclusosson tenidos en condiciones indignasde la persona humana, y luego nologran reinsertarse en la sociedad.Pero gracias a Dios hay también di-rigentes, capellanes, educadores,agentes pastorales que saben estarcerca de vosotros de la forma ade-cuada. Y hay algunas experienciasbuenas y significativas de inserción.Es necesario trabajar en esto, desa-rrollar estas experiencias positivas,que hacen crecer una actitud distin-ta en la comunidad civil y tambiénen la comunidad de la Iglesia. Enla base de este compromiso está laconvicción de que el amor puedesiempre transformar a la personahumana. Y entonces un lugar de

La atención a los jóvenes y los an-cianos es la medida del futuro deun pueblo. Lo recordó el PapaFrancisco como conclusión de lavisita a Nápoles, renovando a laciudad el llamamiento a «seguirsiempre adelante» y a «no perderla esperanza».

Ante cien mil jóvenes de la ar-chidiócesis reunidos el sábado 21de marzo, por la tarde, en el paseomarítimo Caracciolo, el Pontíficevolvió a denunciar la cultura del«descarte» que perjudica a losmás pequeños y a los más ancia-nos, y habló de la crisis de la fa-milia, hoy «atacada» por la secu-larización y por auténticas formasde «colonizaciones ideológicas».

La tarde del Papa —que despuésde la visita a Scampia y la misa enla plaza del Plebiscito había al-morzado con los detenidos de lacárcel de Poggioreale— inició conel encuentro festivo con los sacer-

dotes, religiosos y religiosas en lacatedral de la ciudad. El PapaFrancisco pidió a los consagradosque pongan a Cristo en el centrode la propia vida, evitando en es-pecial las tentaciones de la especu-lación, la mundanidad y las habla-durías que «destruyen la fraterni-dad».

Antes de trasladarse al paseomarítimo para saludar a los jóve-nes, el Pontífice se detuvo en labasílica de «Gesù nuovo», dondese habían reunido cientos de en-fermos, a quienes invitó a «mirar aCristo crucificado», en quien está«la única explicación» al misteriode la enfermedad. El Papa Fran-cisco lanzó también un llamamien-to para evitar que la medicina setransforme «en comercio» y «ennegocio», porque así —explicó— elmédico «pierde el núcleo de suvo cación».

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página 6 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 27 de marzo de 2015, número 13

A los sacerdotes y a los religiosos el Papa recomienda espíritu de pobreza y mi s e r i c o rd i a

Testigos libres y alegresEl sábado 21 de marzo, por la tarde,el Papa Francisco se reunió en lacatedral con el clero, los religiosos ydiáconos permanentes de laarchidiócesis de Nápoles. Hablandoespontáneamente el Pontífice pidió atodos que sean testigos libres y alegresde Jesús que está en el centro de suvida. En especial recomendó tener«espíritu de pobreza» y« m i s e r i c o rd i a » .Preparé un discurso, pero son abu-rridos los discursos. Lo entrego alcardenal y luego en el boletín lo da-rá a conocer. Prefiero responder unpoco a algunas cosas. Me sugierenque hable sentado, así descanso unpoco. Una hermana que está aquí,muy mayor, vino corriendo a decir-me: «Bendígame en articulo mortis».«¿Por qué hermana?”. «Porque ten-go que ir de misión a abrir un con-vento...». Esto es el espíritu de la vi-da religiosa. Esta hermana me hizopensar. Es anciana, pero dice: «Sí,yo estoy en articulo mortis, pero ten-go que ir a renovar o a hacer denuevo un convento» y parte. Por lotanto, también yo ahora obedezco yhablo sentado.

Este es uno de los testimonios so-bre los que preguntabas: estar siem-pre en camino. El camino en la vidaconsagrada es el seguimiento de Je-sús; también la vida consagrada engeneral, también para los sacerdotesse trata de ir tras Jesús, y con ganasde trabajar por el Señor. Una vez—relaciono con lo que dijo la religio-sa— me dijo un anciano sacerdote:«Para nosotros no existe la jubila-ción y cuando vamos a la residenciaseguimos trabajando con la oración,con las pequeñas cosas que podemoshacer, pero con el mismo entusiasmode seguir a Jesús». ¡El testimonio decaminar por la senda de Jesús! Poreso el centro de la vida debe ser Je-sús. Si en el centro de la vida —exa-gero... pero sucede en otros sitios,en Nápoles seguramente no— está elhecho de que yo estoy en contra delobispo o contra el párroco o contraotro sacerdote, toda mi vida estaráinvadida por esa lucha. Y eso esperder la vida. No tener una familia,no tener hijos, no tener el amorconyugal, que es tan bueno y tanhermoso, para acabar peleando conel obispo, con los hermanos sacerdo-tes, con los fieles, con «cara de vina-gre», esto no es un testimonio. Eltestimonio es Jesús, el centro es Je-sús. Y cuando el centro es Jesús es-tán, de todos modos, estas dificulta-des, están en todos lados, pero seafrontan de diversa forma. En unconvento tal vez la superiora no megusta, pero si mi centro es la supe-riora que no me gusta, el testimoniono funciona. Si mi centro en cambioes Jesús, rezo por esta superiora queno me gusta, la tolero y hago todolo necesario para que los demás su-periores conozcan la situación. Perola alegría no me la quita nadie: laalegría de ir tras Jesús. Veo aquí alos seminaristas. Os digo una cosa:si vosotros no tenéis a Jesús en elcentro, postergad la ordenación. Sino estáis seguros de que Jesús es elcentro de vuestra vida, esperad unpoco más de tiempo, para estar se-guros. Porque, de lo contrario, co-

menzaréis un camino que no sabéiscómo acabará.

Este es el primer testimonio: quese vea que Jesús es el centro. El cen-tro no son ni las habladurías ni laambición de ocupar este puesto oaquel otro ni el dinero —del dineroquiero hablar después—, sino que elcentro debe ser Jesús. ¿Cómo puedoestar seguro de caminar siempre conJesús? Está su Madre que nos con-duce a Él. Un sacerdote, un religio-so, una religiosa que no ama a laVirgen, que no reza a la Virgen, di-ría también que no reza el rosario...si no quiere a la Madre, la Madreno le dará al Hijo.

El cardenal me regaló un libro desan Alfonso María de Ligorio, no sési «Las Glorias de María»... De estelibro me gusta leer las historias de laVirgen que están al final de cadauno de los capítulos: en ellos se vecómo la Virgen nos conduce siemprea Jesús. Ella es Madre, el centro delser de la Virgen es ser Madre, con-ducir a Jesús. Y el padre Rupnik,que pinta y hace mosaicos muy bo-nitos y muy artísticos, me regaló unicono de la Virgen con Jesús delan-te. Jesús y las manos de la Virgen

ción que tuvo esta mujer fue públi-ca. Tenía 70 años, más o menos, es-taba en una sala de profesores, du-rante una pausa de la escuela, to-mando un café, y le dio un síncopey se desplomó. Le daban palmadaspara hacerla volver en sí y no reac-cionaba. Y una profesora dijo esto:«Pónle un billete de cien “p esos” yveamos si así reacciona”. La pobreci-lla ya estaba muerta, pero fue la últi-ma palabra que se dijo de ella cuan-do todavía no se sabía si estabamuerta o no. Un mal testimonio.

Los consagrados —sean sacerdotes,religiosas o religiosos— nunca debenser especuladores. El espíritu de po-breza, sin embargo, no es espíritu demiseria. Un sacerdote, que no hizovoto de pobreza, puede tener susahorros, pero de una forma honestay también razonable. Pero cuandotiene codicia y se mete en negocios...Cuántos escándalos en la Iglesia ycuánta falta de libertad por el dine-ro: «A esta persona le debería decircuatro verdades, pero no puedo por-que es un gran benefactor». Losgrandes benefactores llevan la vidaque quieren y yo no tengo la liber-tad de decírselo, porque estoy ape-gado al dinero que ellos me dan.¿Comprendéis cuánto es importantela pobreza, el espíritu de pobreza,como dice la primera de la biena-venturanzas: «Bienaventurados lospobres de espíritu». Como dije, unsacerdote puede tener sus ahorros,pero no el corazón en ello, y quesean ahorros razonables. Cuandohay dinero de por medio, se hacendiferencias entre las personas; porello os pido a todos examinar laconciencia: ¿cómo va mi vida de po-breza, lo que llega incluso de las pe-queñas cosas? Y este es el segundotestimonio.

El tercer testimonio —y aquí habloen general, para los religiosos, paralos consagrados y también para lossacerdotes diocesanos— es la miseri-cordia. Hemos olvidado las obras demisericordia. Quisiera preguntar—no lo haré pero tendría ganas dehacerlo—, pedir que digáis las obrasde misericordia corporales y espiri-tuales. ¡Cuántos de nosotros las hanolvidado! Cuando regreséis a casabuscad el catecismo y recordad estasobras de misericordia que son lasobras que practican las ancianas y lagente sencilla en los barrios, en lasparroquias, porque seguir a Jesús, irtras Jesús es sencillo. Cito un ejem-plo que pongo siempre. En las gran-des ciudades, todavía ciudades cris-tianas —pienso en la diócesis que te-nía antes, pero creo que en Romasucede lo mismo, no sé en Nápoles,pero en Roma seguro—, hay niñosbautizados que no saben hacer la se-ñal de la cruz. Y, ¿dónde está, en es-te caso, la obra de misericordia deenseñar? «Te enseño a hacer la señalde la fe». Es sólo un ejemplo. Peroes necesario retomar las obras de mi-sericordia, tanto las corporales comolas espirituales. Si cerca de mi casahay una persona que está enferma yquisiera ir a visitarla, pero el tiempodel que dispongo coincide con elmomento de la telenovela, y entre latelenovela y hacer una obra de mise-ricordia elijo la telenovela, eso no es-tá bien.

Hablando de telenovelas, vuelvoal espíritu de pobreza. En la diócesisque tenía antes había un colegio ges-tionado por religiosas, trabajabanmucho, pero en la casa donde vivíandentro del colegio había una parteque era el apartamento de las her-manas; la casa donde vivían era unpoco antigua y era necesario reha-cerla, y la reformaron bien, demasia-do bien y lujosa: en cada habitaciónpusieron también un televisor. A lahora de la telenovela, no encontra-bas a una hermana en el colegio...Estas son las cosas que nos condu-cen al espíritu del mundo, y aquísurge otra cosa que quisiera decir: elpeligro de la mundanidad. Vivirmundanamente. Vivir con el espíritudel mundo que Jesús no quería.Pensad en la oración sacerdotal deJesús cuando ora al Padre: «No rue-go que los retires del mundo, sinoque los guardes del maligno» (Jn 17,15). La mundanidad va contra el tes-timonio, mientras que el espíritu deoración es un testimonio que se ve:se ve quién es el hombre y la mujerconsagrados que rezan, así comoquien reza formalmente pero no conel corazón. Son testimonios que lagente ve. Tú has hablado de la faltade vocaciones, pero el testimonio esuna de las cosas que atrae las voca-ciones. «Quiero ser como ese sacer-dote, quiero ser como esa religiosa».El testimonio de vida. Una vida có-moda, una vida mundana no nosayuda. El vicario del clero destacó elproblema, el hecho —yo lo llamop ro b l e m a — de la fraternidad sacer-dotal. También esto es válido para lavida consagrada. La vida de comuni-dad tanto en la vida consagrada co-mo en el presbiterio, en la diocesani-dad, que es el carisma propio de lossacerdotes diocesanos, en el presbite-rio en torno al obispo. Llevar haciadelante esa «fraternidad» no es fáciltanto en el convento, en la vida con-sagrada, como en el presbiterio. Eldiablo nos tienta siempre con celos,envidias, luchas internas, antipatías,simpatías, muchas cosas que no nosayudan a formar una auténtica fra-ternidad y así damos un testimoniode división entre nosotros.

Para mí, el signo de que no hayfraternidad, tanto en el presbiteriocomo en las comunidades religiosases la presencia de habladurías. Y mepermito decir esta expresión: el te-rrorismo de las habladurías, porquequien murmura es un terrorista quetira una bomba, destruye permane-ciendo fuera. ¡Si al menos hiciese elpapel del kamikaze! En cambio des-truye a los demás. Las habladuríasdestruyen y son el signo de que nohay fraternidad. Cuando uno se en-cuentra con un presbiterio que tienesus diferentes puntos de vista, por-que tienen que existir diferencias, esnormal, es cristiano, pero estas dife-rencia se deben manifestar teniendola valentía de decirlas a la cara. Siyo tengo que decir algo al obispo,voy al obispo y puedo incluso decir-le: «Usted es un antipático», y elobispo debe tener el valor de novengarse. ¡Esto es fraternidad! Ocuando tienes algo contra una perso-na y en lugar de ir a ella vas a otra.Existen problemas tanto en la vidareligiosa como en la vida presbiteral

están ubicadas de tal modo que Je-sús baja y con la mano toma el man-to de la Virgen para no caer. Es ellaquien hizo descender a Jesús entrenosotros; es ella quien nos da a Je-sús. Dar testimonio de Jesús, y parair tras Jesús una buena ayuda es laMadre: es ella quien nos da a Jesús.Este es uno de los testimonios.

Otro testimonio es el espíritu depobreza; también para los sacerdotesque no hacen voto de pobreza, perodeben tener el espíritu de pobreza.Cuando entra en la Iglesia la espe-culación, tanto en los sacerdotes co-mo en los religiosos, es feo. Recuer-do a una gran religiosa, buena mu-jer, una gran ecónoma que hacíabien su trabajo. Era observante, perotenía el corazón apegado al dinero einconscientemente seleccionaba a lagente según el dinero que tenía.«Este me gusta más, tiene mucho di-nero». Era ecónoma de un colegioimportante e hizo grandes construc-ciones, una gran mujer, pero se veíaeste límite suyo y la última humilla-

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número 13, viernes 27 de marzo de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 7

Con el clero y los religiosos de la archidiócesis de Nápolesque se deben afrontar, pero sólo en-tre dos personas. En el caso de queno se pudiese —porque a veces no sepuede— se le dice a otra persona pa-ra que sea intermediaria. Pero no sepuede hablar contra otro, porque lashabladurías son un terrorismo de lafraternidad diocesana, de la fraterni-dad sacerdotal, de las comunidadesre l i g i o s a s .

Luego, hablando de testimonios,la alegría. La alegría de mi vida esplena, la alegría de haber elegido

bien, la alegría de que yo veo todoslos días que el Señor es fiel a mí. Laalegría está en ver que el Señor essiempre fiel a todos. Cuando yo nosoy fiel al Señor, me acerco al sacra-mento de la Reconciliación. Losconsagrados o los sacerdotes aburri-dos, con amargura en el corazón,tristes, tienen algo que no funcionay tienen que ir a un buen consejeroespiritual, a un amigo, y decir: «Nosé que sucede en mi vida». Cuandono hay alegría, hay algo que no fun-ciona. El olfato del que hablaba hoy

el arzobispo, nos dice que algo falta.Sin alegría no atraes hacia el Señory el Evangelio.

Estos son los testimonios. Quisie-ra terminar con tres cosas. Primero,la adoración. «¿Tú rezas?». —«Yo re-zo, sí». Pido, doy gracias, alabo alSeñor. Pero, ¿adoras al Señor? He-mos perdido el sentido de la adora-ción a Dios: es necesario retomar laadoración a Dios. Segundo: tú nopuedes amar a Jesús sin amar a suesposa. El amor a la Iglesia. Hemos

conocido muchos sacerdotes queamaban a la Iglesia y se veía que laamaban. Tercero, y esto es importan-te, el celo apostólico, es decir la mi-sionariedad. El amor a la Iglesia teconduce a darla a conocer, a salir detí mismo para ir fuera a predicar laRevelación de Jesús, te impulsa tam-bién a salir de ti mismo para ir haciala trascendencia, es decir la adora-ción. En el ámbito de la misionarie-dad creo que la Iglesia debe caminarun poco más, convertirse más, por-que la Iglesia no es una ONG, sinoque es la esposa de Cristo que tieneel tesoro más grande: Jesús. Y sumisión, su razón de existir es preci-samente esta: evangelizar, es decir,llevar a Jesús. Adoración, amor a laIglesia y misionariedad. Estas sonlas cosas que me surgieron espontá-neas.

[Después de la adoración]El arzobispo dijo que se licuó la

mitad de la sangre: se ve que el san-to nos quiere hasta la mitad. Tene-mos que convertirnos un poco todospara que nos quiera aún más. Mu-chas gracias, y por favor no os olvi-déis de rezar por mí.

¿Buenos obreros o funcionarios?Publicamos el texto del discurso que elPontífice había preparado para elencuentro en la catedral con el clero ylos religiosos.

Queridos hermanos y hermanas,¡buenas tardes!

Os agradezco vuestra acogida eneste lugar-símbolo de la fe y de lahistoria de Nápoles: la catedral.Gracias, señor cardenal, por introdu-cir este encuentro nuestro; y graciasa los dos hermanos que plantearonlas preguntas en nombre de todos.

Quisiera empezar por esa expre-sión que dijo el vicario para el clero:«ser sacerdotes es hermoso». Sí, eshermoso ser sacerdote, y también serconsagrado. Me dirijo primero a lossacerdotes y después a los consagra-dos.

Comparto con vosotros la sorpresasiempre nueva de ser llamado por elSeñor a seguirlo, a estar con Él, a irhacia la gente llevando su Palabra,su perdón... En verdad es algo gran-de lo que nos ha pasado, una graciadel Señor que se renueva todos losdías. Me imagino que en una reali-dad ardua como Nápoles, con anti-guos y nuevos desafíos, nos tiramosde cabeza para salir al encuentro delas necesidades de muchos hermanosy hermanas, corriendo el riesgo deser totalmente absorbidos. Es nece-sario encontrar siempre el tiempopara estar ante el sagrario, permane-cer allí en silencio, para percibir ennosotros la mirada de Jesús, que nosrenueva y nos reanima. Y si el estarante Jesús nos inquieta un poco, esun buen signo, nos hará bien. Laoración es precisamente la que nosmuestra si estamos caminando por elcamino de la vida o el de la mentira,como dice el Salmo (cf. 138, 24), sitrabajamos como buenos obreros onos hemos convertido en «funciona-rios», si somos «canales» abiertos,

por el cual fluye el amor y la graciadel Señor, o si, en cambio, nos po-nemos en el centro a nosotros mis-mos, acabando por convertirnos en«pantallas» que no ayudan al en-cuentro con el Señor.

Y luego está la bellezza de la fra-ternidad, de ser sacerdotes juntos, deseguir al Señor no solos, no indivi-dualmente, sino juntos, en la grandiversidad de los dones y personali-dades, y todo vivido en la comunióny fraternidad. También esto no es fá-cil, no es inmediato y no se da pordescontado, porque también noso-tros sacerdotes vivimos inmersos enesta cultura subjetivista de hoy, queexalta el yo hasta idolatrarlo. Y lue-go existe también un cierto indivi-dualismo pastoral, que lleva a la ten-tación de seguir adelante solos, ocon el pequeño grupo de los que«piensan como yo»... Sabemos, encambio, que todos son llamados avivir la comunión en Cristo en elpresbiterio, en torno al obispo. Sepueden, es más, se deben buscarsiempre formas concretas adecuadasa los tiempos y a la realidad del te-rritorio, pero esta búsqueda pastoraly misionera ha de hacerse con acti-tud de comunión, con humildad yfraternidad.

Y no olvidemos la belleza de ca-minar con el pueblo. Sé que desde ha-ce algunos años vuestra comunidaddiocesana ha emprendido un arduoitinerario de redescubrimiento de lafe, en contacto con una realidad ciu-dadana que quiere volverse a levan-tar y necesita de la colaboración detodos. Os animo, por lo tanto, a sa-lir para ir al encuentro del otro, aabrir las puertas y llegar a las fami-lias, los enfermos, los jóvenes, losancianos, allí donde viven, buscán-dolos, estando junto a ellos, soste-niéndolos, para celebrar con ellos laliturgia de la vida. En especial, seráhermoso acompañar a las familias en

el desafío de engendrar y educar a loshijos. Los niños son un «signo diag-nóstico», para ver la salud de la so-ciedad. Los niños no deben ser con-sentidos, sino amados. Y nosotrossacerdotes estamos llamados a acom-pañar a las familias para que los ni-ños sean educados en la vida cristia-na.

La segunda intervención hacía re-ferencia a la vida consagrada, y men-cionó luces y sombras. Existe siemprela tentación de destacar más lassombras en perjuicio de las luces.

Esto, sin embargo, lleva a replegar-nos en nosotros mismos, a recrimi-nar continuamente, a acusar siemprea los demás. Y en cambio, especial-mente durante este Año de la vidaconsagrada, dejemos brotar en noso-tros y en nuestras comunidades labelleza de nuestra vocación, paraque sea verdad que «donde están losreligiosos hay alegría». Con este es-píritu escribí la Carta a los consagra-dos, y espero que os esté ayudandoen vuestro camino personal y comu-nitario. Quisiera preguntaros: ¿cómoestá el «clima» en vuestras comuni-dades? ¿Existe esta gratitud, existeesta alegría de Dios que llena nues-tro corazón? Si existe esto, entoncesse realiza mi deseo de que no hayaentre nosotros caras tristes, personasdescontentas e insatisfechas, porque«un seguimiento triste es un tristeseguimiento» (ibid., II, 1).

Queridos hermanos y hermanasconsagrados, os deseo que testimo-niéis, con humildad y sencillez, quela vida consagrada es un don valiosopara la Iglesia y para el mundo. Undon que no hay que conservar parasí mismo, sino que hay que compar-tir, llevando a Cristo a cada rincónde esta ciudad. Que vuestra cotidia-na gratitud a Dios encuentre su ex-presión en el deseo de atraer los co-razones a Él, y de acompañarlos enel camino. Que tanto en la vida con-templativa como en la apostólica,podáis sentir con fuerza en vosotrosel amor por la Iglesia y contribuir,mediante vuestro carisma específico,a su misión de proclamar el Evange-lio y edificar el pueblo de Dios en launidad, la santidad y el amor.

Queridos hermanos y hermanas,os doy las gracias. Sigamos adelante,animados por el común amor al Se-ñor y a la santa madre Iglesia. Osbendigo de corazón. Y, por favor, noos olvidéis de rezar por mí.

Para cambiarel mundo

VIENE DE LA PÁGINA 4

válidas no sólo para la realidadnapolitana o para la italiana,en un clima histórico marcadopor la urgente necesidad de re-descubrir las razones, civiles yreligiosas, de una oposiciónreal a la corrupción y de uncompromiso político para se-guir adelante «en la limpiezade la sociedad».

Temas que volvieron a estarpresentes en la homilía en laplaza del Plebiscito y en el en-cuentro con los presos de Pog-gioreale, bajo el signo de la es-peranza, lema de esta visita auna Nápoles que acogió alPontífice con entusiasmo.«Hoy comienza la primavera yla primavera trae esperanza»dijo Francisco, añadiendo queen este tiempo de esperanza«el hoy de Nápoles» es tiempode rescate, abierto al futuro deD ios.

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número 13, viernes 27 de marzo de 2015 L’OSSERVAT

Un pueblo que no cuida a los jóvenes y alos ancianos «no tiene futuro». Lo recordóel Papa Francisco como conclusión de suvisita pastoral a Nápoles. En el paseomarítimo Caracciolo, el sábado 21 demarzo, por la tarde, se reunieron cien miljóvenes para el último encuentro del día,donde hubo preguntas de una joven, deuna anciana y de una pareja de esposos,a las que el Pontífice respondió antes dedirigir un saludo a los presentes,

Pregunta de Bianca, una jovenEn nombre de todos los jóvenes le doyla bienvenida a Nápoles. Santidad, us-ted nos enseña que el apóstol debe es-forzarse por ser una persona amable,serena, entusiasta y alegre, que transmi-te alegría donde sea que se encuentre, yesto vale para nosotros. Sin embargo,es también grande el hambre de sueñosy esperanzas que hay en nuestro cora-zón, por lo que a menudo se hace difí-cil conjugar los valores cristianos quellevamos dentro con los horrores, lasdificultades y las corrupciones que nosrodean en la vida diaria. Padre Santo,en medio de tales «silencios de Dios»,¿cómo sembrar brotes de alegría y se-millas de esperanza para hacer fructifi-car la tierra de la autenticidad, la ver-dad, la justicia, el amor verdadero, quesupera todo límite humano?

Disculpadme si estoy sentado, peroestoy verdaderamente cansado, porquevosotros napolitanos hacéis que memueva... Dios, nuestro Dios, es unDios de las palabras, es un Dios de losgestos, es un Dios de los silencios. ElDios de las palabras, lo sabemos por-que en la Biblia están las palabras deDios: Dios nos habla, nos busca. ElDios de los gestos es el Dios que saleal encuentro. Pensemos en la paráboladel buen pastor que va a buscarnos,que nos llama por nombre, que nos co-noce mejor que nosotros mismos, quesiempre nos espera, que siempre nosperdona, que siempre nos comprendecon gestos de ternura. Y luego el Diosdel silencio. Pensad en los grandes si-lencios en la Biblia: por ejemplo el si-

lencio en el corazón de Abrahán, cuan-do iba con su hijo para ofrecerlo en sa-crificio. Dos días subiendo al monte,pero él no lograba decir nada al hijo,incluso si el hijo, que no era tonto, in-tuía. Y Dios callaba. Pero el más gran-de silencio de Dios fue la Cruz: Jesúsescuchó el silencio del Padre, hasta de-finirlo «abandono»: «Padre, ¿por quéme has abandonado?». Y luego sucedióese milagro de Dios, esa palabra, esegesto grandioso que fue la Resurrec-ción. Nuestro Dios es también el Diosde los silencios y existen silencios deDios que no se pueden explicar si nomiras al Crucificado. Por ejemplo, ¿porqué sufren los niños? ¿Cómo me expli-cas esto? ¿Dónde encuentras una pala-bra de Dios que explique por qué su-fren los niños? Este es uno de los gran-des silencios de Dios. Y el silencio deDios no digo que se puede «compren-der», pero podemos acercarnos a los si-lencios de Dios mirando a Cristo cruci-ficado, a Cristo que muere, a Cristoabandonado, desde el Huerto de losOlivos hasta la Cruz. Estos son los si-lencios. «Pero Dios nos creó para serfelices». —«Sí, es verdad». Y Él mu-chas veces calla. Y esta es la verdad. Yono puedo engañarte diciendo: «No, tenfe e irá todo bien, serás feliz, tendrásbuena suerte, tendrás dinero...»: No,nuestro Dios también guarda silencio.Recuerda: es el Dios de las palabras, elDios de los gestos y el Dios de los si-lencios, estas tres cosas las debes uniren tu vida. Esto es lo que se me ocurredecirte. Discúlpame. No tengo otra« re c e t a » .

Pregunta de Erminia, anciana de 95añosPadre Santo, me llamo Erminia, tengo95 años. Doy gracias a Dios por el donde una vida larga. Y también le agra-dezco a usted porque no pierde ocasiónpara defenderla. ¡Se necesita tanto ha-cerlo! Porque es un don que en nuestrasociedad parece causar miedo y a me-nudo se rechaza y descarta. Con el pa-so de los años me encontré sola tras la

muerte de mi marido, más frágil y ne-cesitada de ayuda. Tuve miedo de tenerque dejar mi casa y acabar en cualquierresidencia, en uno de esos «depósitospara viejos» de los que usted ha habla-do. Así, muchas veces los ancianos seven impulsados a preguntarse si su vidaaún tiene sentido. Tuve la gracia de en-contrar una comunidad cristiana queno perdió su espíritu y donde se vive elafecto y la gratuidad. De este modo, enmi vejez, llegaron «ángeles», como lesllamo yo, jóvenes y menos jóvenes que

Nosotros ancianos tenemos achaques,problemas, y llevamos problemas a losdemás, y la gente tal vez nos descartapor nuestros achaques, porque ya noservimos. Y está también esa costumbre—disculpadme la palabra— de dejarlosmorir, y como nos gusta tanto usar eu-femismos, decimos una palabra técnica:eutanasia. Pero no sólo la eutanasiarealizada con una inyección —y te man-do al otro lado— sino la eutanasia ocul-ta, la de no darte las medicinas, noproporcionarte los tratamientos, hacien-

me ayudan, me visitan, mesostienen en las dificultadesde cada día. La amistad conellos me ha dado muchafuerza y mucho ánimo.También rezar juntos meayuda mucho: soy débil, pe-ro rezando por los pobres,los enfermos, los necesitadosdel mundo, por la paz, porel bien de la Iglesia, y también por elPapa, encuentro la fuerza para ayudar yproteger a los demás. De este modo,quienes ayudan y quienes reciben ayu-da forman una única familia: jóvenes yancianos juntos. ¿Cómo podemos vivirtodos nosotros en mayor medida unaIglesia que sea familia de todas las ge-neraciones, sin descartar a los ancianosy haciéndoles sentir parte viva de la co-munidad?

Tome asiento, porque cuando escu-cho que usted tiene 95 años, tengo ga-nas de decir: pero si usted tiene 95años, yo soy Napoleón. ¡Enhorabuenapor cómo los lleva! Usted dijo una pa-labra clave de nuestra cultura: «descar-tar». Los ancianos son descartados,porque esta sociedad tira lo que no esútil: usa y tira. Los niños no son útiles:¿para qué tener niños? Mejor no tener-los. Pero yo igualmente tengo afecto,me arreglo incluso con un perrito y ungato. Nuestra sociedad es así: ¡cuántagente prefiere descartar a los niños yconsolarse con el perrito o con el gato!Se descartan a los niños, se descartan alos ancianos, porque se les deja solos.

do triste tu vida, y así se muere, se aca-ba.

Este camino, que usted dice haberencontrado, es la mejor medicina paravivir largo tiempo: la cercanía, la amis-tad, la ternura. A veces pregunto a loshijos que tienen padres ancianos: ¿es-táis cercanos a vuestros padres ancia-nos? Y si los tenéis en una residencia—porque en casa sucede que no se pue-den tener por el hecho de que trabajantanto el papá como la mamá—, ¿vais avisitarlos? En la otra diócesis, cuandovisitaba las residencias, me encontrémuchos ancianos a quienes preguntaba:«¿Y vuestros hijos?». «Bien, bien,bien». «¿Vienen a visitaros?». Se que-daban callados y yo me daba cuenta in-mediatamente... «¿Cuándo vinieron laúltima vez?». «Por Navidad», y estába-mos en el mes de agosto. Los dejan allísin afecto, y el afecto es la medicinamás importante para un anciano. Todosnecesitamos afecto, y con la edad aúnmás. A vosotros, hijos, que tenéis pa-dres ancianos, os pido que hagáis unexamen de conciencia: ¿cómo vives elcuarto mandamiento? ¿Vas a visitarlos?¿Les brindas ternura? ¿Pasas tiempo

El silencio de Dios no digo que se puede«comprender», pero podemos acercarnosa los silencios de Dios mirando a Cristocrucificado, a Cristo que muere,a Cristo abandonado

En el encuentro conclusivo con los jóvenes de Nápoles

El futuro de un pu

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TORE ROMANO páginas 8/9

con tu papá o con tu mamá ancianos?Me gusta contar una historia que cuan-do era niño me contaban en casa. Ha-bía un abuelo que vivía con el hijo, lanuera y los nietos. Pero el abuelo enve-jeció y al final, pobrecillo, cuando co-mía, tomaba la sopa y se ensuciaba unpoco. Un día el papá decidió que elabuelo ya no comiera en la mesa de lafamilia porque no quedaba bien, no sepodía invitar a los amigos. Hizo com-prar una mesita y el abuelo comía soloen la cocina. La soledad es el venenomás grande para los ancianos. Un día,el papá al regresar del trabajo encuen-tra al hijo de cuatro años jugando conmadera, clavos y un martillo. Y le dijo:«¿Qué haces?». «Una mesita, para quecuando seas anciano puedas comerallí». Lo que se siembra, se recoge. Avosotros, hijos, os recuerdo el cuartomandamiento. ¿Das afecto a tus padres,los abrazas, les dices que los quieres?Si gastan mucho dinero en medicinas,¿los reprendes? Haced un buen examende conciencia. El afecto es la medicinamás grande para nosotros ancianos. Es-te testimonio que da usted, con susamigos —¡que son buenos!— debe con-tarlo mucho, para que la gente se ani-me a hacer lo mismo. Nunca descartara un anciano. Nunca.

Pregunta de la familia RussoSantidad, usted nos dijo recientementeque hay que comunicar la belleza de lafamilia, en cuanto que es el lugar privi-legiado del encuentro de la gratuidaddel amor. El desafío requiere compro-miso, conocimiento y resistencia a lascorrientes contrarias, reconsiderando lacapacidad de elecciones valientes quedefienden el sentido auténtico de la fa-milia como recurso de la sociedad y co-mo medio privilegiado de transmisiónde la fe. Usted nos incita a «no dejar-nos robar la esperanza», pero en unaciudad como Nápoles, patria de tantossantos pero también sede de tantos su-frimientos y contradicciones donde lafamilia se ve atacada, ¿cómo podemosconstruir una pastoral de la familia ensalida, a la ofensiva y no replegada enla defensa, y que cuente a todos su be-lleza? ¿Cómo podemos conjugar nues-

tra excesiva secularidad con la espiri-tualidad e, inspirándonos en las pala-bras de nuestro arzobispo, «abrid pasoa la esperanza»?

La familia está en crisis: esto es ver-dad, no es una novedad. Los jóvenesno quieren casarse, prefieren convivir,tranquilos y sin compromisos; luego, siviene un hijo se casarán obligados.Hoy no está de moda casarse. Además,muchas veces en los matrimonios por laIglesia pregunto: «Tú que vienes a ca-sarte, ¿lo haces porque de verdad quie-res recibir de tu novio y de tu novia elSacramento, o vienes porque social-mente se debe hacer así?». Sucedió ha-ce poco que, tras una larga conviven-cia, una pareja que yo conozco decidiócasarse. «¿Y cuándo?». «Todavía no losabemos, porque estamos buscando laiglesia que armonice con el vestido, yluego estamos buscando que el restau-rante esté cerca de la iglesia, y ademástenemos que hacer los recuerdos, y lue-go...». «Pero dime, ¿con qué fe te ca-

convertirse en esposo en ocho leccio-nes. La preparación al matrimonio esotra cosa. Debe comenzar en casa, conlos amigos, en la juventud, en el no-viazgo. El noviazgo perdió el sentidosagrado del respeto. Hoy, normalmen-te, noviazgo y convivencia son casi lamisma cosa. No siempre, porque exis-ten hermosos ejemplos... ¿Cómo prepa-

El rencor frío del día anterior es muchomás difícil de quitar, por lo tanto hacedlas paces el mismo día. Es un consejo.Además es importante preguntar siem-pre al otro si le gusta o no le gusta al-go: sois dos, el «yo» no es muy válidoen el matrimonio, lo que cuenta es el«nosotros». Es también verdad lo quese dice de los matrimonios: alegría endos, tres veces alegría; pena y dolor endos, media pena, medio dolor. Así hayque vivir la vida matrimonial y esto sehace con la oración, mucha oración ycon el testimonio, para que el amor nose apague. Porque siempre hay pruebasdifíciles en la vida, no se puede tener lailusión de encontrar a otra persona ydecir: «Ah, si yo hubiese conocido aesta antes o a este antes, me hubiesecasado con este o con esta». Pero no lohas conocido antes, ha llegado tarde.¡Cierra inmediatamente la puerta! Es-tad atentos a estas cosas y seguid ade-lante con vuestro testimonio y de estemodo vuelvo al inicio: la familia estáen crisis y no es fácil dar una respuesta,pero es necesario el testimonio y la ora-ción.

(Al final del encuentro)Os doy las gracias por esta acogida y

los testimonios. Y os pido que recéispor mí. Os pido que recéis por los jó-venes: hoy es el primer día de primave-ra, el día de la esperanza, el día de losjóvenes. Tal vez cada primavera se reto-ma el camino de la juventud, se floreceotra vez. A los jóvenes repito: no per-dáis la esperanza de seguir siempreadelante. A los ancianos: llevad haciadelante la sabiduría de la vida; los an-cianos son como el buen vino cuandoenvejece. Y el buen vino tiene algobueno que sirve tanto a los jóvenes co-mo a los ancianos. Jóvenes y ancianosjuntos: los jóvenes tienen la fuerza, losancianos la memoria y la sabiduría. Unpueblo que no atiende a los jóvenes,que los deja sin trabajo, desocupados, yque no cuida a los ancianos, no tienefuturo. Si queremos que nuestro pueblotenga futuro, tenemos que cuidar a losjóvenes buscando para ellos trabajo,buscando para ellos vías de salida deesta crisis, dándoles valores con la edu-cación; y tenemos que cuidar a los an-cianos que son quienes traen la sabidu-ría de la vida. Ahora recemos a la Vir-gen y a san José para que protejan alos jóvenes, a los ancianos y a las fami-lias: [Ave María...] Ahora me despidode Nápoles porque regreso a Roma. Osdeseo lo mejor y «‘ca Maronna v’accum-pagne!».

sas?». La crisis de lafamilia es una realidadsocial. Luego están lascolonizaciones ideoló-gicas sobre las familias,modalidad y propues-tas que existen en Eu-ropa y vienen inclusode más allá del oceáno.Luego ese error de lamente humana que es la teoría del gen-d e r, que crea tanta confusión. Así la fa-milia se ve atacada. ¿Qué se puede ha-cer con la secularización en acción?¿Cómo proceder con estas colonizacio-nes ideológicas? ¿Qué se puede hacercon una cultura que no considera a lafamilia, donde se prefiere no casarse?Yo no tengo la receta. La Iglesia esconsciente de esto y el Señor ha inspi-rado convocar el Sínodo sobre la fami-lia, sobre tantos problemas. Por ejem-plo, el problema de la preparación almatrimonio por la Iglesia. ¿Cómo sepreparan las parejas que vienen a casar-se? Algunas veces se hacen tres char-las... ¿Es suficiente esto para verificar lafe? No es fácil. La preparación al ma-trimonio no es cuestión de un curso,como podría ser un curso de idiomas:

rar un noviazgo que madure? Porquecuando el noviazgo es bueno, llega aun punto que tienes que casarte, por-que ha madurado. Es como la fruta: sino la recoges cuando está madura, des-pués no es lo mismo. Pero es toda unacrisis, y os pido que recéis mucho. Yono tengo recetas para esto. Pero es im-portante el testimonio del amor, el tes-timonio del modo de resolver los pro-blemas.

En el matrimonio también se peleay... vuelan los platos. Doy siempre unconsejo práctico: pelead hasta que que-ráis, pero no acabéis el día sin hacer laspaces. Para hacer esto no es necesarioponerse de rodillas, es suficiente unacaricia, porque cuando se discute, hayalgo de rencor dentro, y si hay reconci-liación inmediatamente, todo está bien.

A los jóvenes repito: no perdáis la esperanzade seguir siempre adelante.A los ancianos: llevad hacia delante lasabiduría de la vida; los ancianos son comoel buen vino

ueblo

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página 10 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 27 de marzo de 2015, número 13

El Pontífice a la Comisión internacional contra la pena de muerte

Un fracaso del Estado de derechoEl Papa Francisco recibió en audienciael viernes 20 de marzo, por lamañana, a una delegación de laComisión internacional contra la penade muerte. A continuación ofrecemosuna traducción de la carta que elPontífice entregó, durante el encuentro,al presidente de la Comisión, FedericoMa y o r.

Excelentísimo señorFEDERICO MAY O R

P re s i d e n t ede la Comisión internacional

contra la pena de muerteSeñor presidente:

Con estas letras, deseo hacer lle-gar mi saludo a todos los miembrosde la Comisión internacional contrala pena de muerte, al grupo de paí-ses que la apoyan, y a quienes cola-boran con el organismo que Ud.preside. Quiero además expresar miagradecimiento personal, y tambiénel de los hombres de buena volun-tad, por su compromiso con unmundo libre de la pena de muerte ypor su contribución para el estable-cimiento de una moratoria universalde las ejecuciones en todo el mundo,con miras a la abolición de la penacapital.

He compartido algunas ideas so-bre este tema en mi carta a la Aso-ciación internacional de derecho pe-nal y a la Asociación latinoamerica-na de derecho penal y criminología,del 30 de mayo de 2014. He tenidola oportunidad de profundizar sobreellas en mi alocución ante las cincograndes asociaciones mundiales de-dicadas al estudio del derecho penal,la criminología, la victimología y lascuestiones penitenciarias, del 23 deoctubre de 2014. En esta oportuni-dad, quiero compartir con ustedesalgunas reflexiones con las que laIglesia contribuya al esfuerzo huma-nista de la Comisión.

El Magisterio de la Iglesia, a par-tir de la Sagrada Escritura y de laexperiencia milenaria del Pueblo deDios, defiende la vida desde la con-cepción hasta la muerte natural, ysostiene la plena dignidad humanaen cuanto imagen de Dios (cf. Gen1, 26). La vida humana es sagradaporque desde su inicio, desde el pri-mer instante de la concepción, esfruto de la acción creadora de Dios(cf. Catecismo de la Iglesia católica, n.2258), y desde ese momento, elhombre, única criatura a la que Diosha amado por sí mismo, es objeto deun amor personal por parte de Dios(cf. Gaudium et spes, 24).

Los Estados pueden matar por ac-ción cuando aplican la pena demuerte, cuando llevan a sus pueblosa la guerra o cuando realizan ejecu-ciones extrajudiciales o sumarias.Pueden matar también por omisión,

cuando no garantizan a sus pueblosel acceso a los medios esenciales pa-ra la vida. «Así como el mandamien-to de “no matar” pone un límite cla-ro para asegurar el valor de la vidahumana, hoy tenemos que decir “noa una economía de la exclusión y lainequidad”» (Evangelii gaudium, 53).

La vida, especialmente la humana,pertenece sólo a Dios. Ni siquiera elhomicida pierde su dignidad perso-nal y Dios mismo se hace su garan-te. Como enseña san Ambrosio,Dios no quiso castigar a Caín con elhomicidio, ya que quiere el arrepen-timiento del pecador y no su muerte(cf. Evangelium vitae, 9).

En algunas ocasiones es necesariorepeler proporcionadamente unaagresión en curso para evitar que unagresor cause un daño, y la necesi-dad de neutralizarlo puede conllevarsu eliminación: es el caso de la legí-tima defensa (cf. Evangelium vitae,55). Sin embargo, los presupuestosde la legítima defensa personal noson aplicables al medio social, sinriesgo de tergiversación. Es quecuando se aplica la pena de muerte,se mata a personas no por agresio-nes actuales, sino por daños cometi-dos en el pasado. Se aplica, además,a personas cuya capacidad de dañarno es actual sino que ya ha sidoneutralizada, y que se encuentranprivadas de su libertad.

Hoy día la pena de muerte esinadmisible, por cuanto grave hayasido el delito del condenado. Es unaofensa a la inviolabilidad de la viday a la dignidad de la persona huma-na que contradice el designio deDios sobre el hombre y la sociedady su justicia misericordiosa, e impidecumplir con cualquier finalidad justade las penas. No hace justicia a lasvíctimas, sino que fomenta la ven-ganza.

Para un Estado de derecho, la pe-na de muerte representa un fracaso,porque lo obliga a matar en nombrede la justicia. Escribió Dostoevskij:«Matar a quien mató es un castigoincomparablemente mayor que elmismo crimen. El asesinato en vir-tud de una sentencia es más espan-toso que el asesinato que comete uncriminal». Nunca se alcanzará la jus-ticia dando muerte a un ser huma-no.

La pena de muerte pierde toda le-gitimidad en razón de la defectiva

ción, pórtico del arrepentimiento yde la expiación, para llegar al en-cuentro con el amor misericordioso ysanador de Dios.

La pena capital es, además, un re-curso frecuente al que echan manoalgunos regímenes totalitarios y gru-pos de fanáticos, para el exterminiode disidentes políticos, de minorías,y de todo sujeto etiquetado como«peligroso» o que puede ser percibi-do como una amenaza para su po-der o para la consecución de sus fi-nes. Como en los primeros siglos,también en el presente la Iglesia pa-dece la aplicación de esta pena a susnuevos mártires.

La pena de muerte es contraria alsentido de la humanitas y a la miseri-cordia divina, que debe ser modelopara la justicia de los hombres. Im-plica un trato cruel, inhumano y de-gradante, como también lo es la an-gustia previa al momento de la eje-cución y la terrible espera entre eldictado de la sentencia y la aplica-ción de la pena, una «tortura» que,en nombre del debido proceso, sueledurar muchos años, y que en la an-tesala de la muerte no pocas veceslleva a la enfermedad y a la locura.

Se debate en algunos lugares acer-ca del modo de matar, como si setratara de encontrar el modo de «ha-cerlo bien». A lo largo de la historia,diversos mecanismos de muerte hansido defendidos por reducir el sufri-miento y la agonía de los condena-dos. Pero no hay forma humana dematar a otra persona.

En la actualidad, no sólo existenmedios para reprimir el crimen efi-cazmente sin privar definitivamentede la posibilidad de redimirse a

quien lo ha cometido (cf. Evange-lium vitae, 27), sino que se ha desa-rrollado una mayor sensibilidad mo-ral con relación al valor de la vidahumana, provocando una crecienteaversión a la pena de muerte y elapoyo de la opinión pública a las di-versas disposiciones que tienden a suabolición o a la suspensión de suaplicación (cf. Compendio de la doc-trina social de la Iglesia, n. 405).

Por otra parte, la pena de prisiónperpetua, así como aquellas que porsu duración conlleven la imposibili-dad para el penado de proyectar unfuturo en libertad, pueden ser consi-deradas penas de muerte encubier-tas, puesto que con ellas no se privaal culpable de su libertad sino quese intenta privarlo de la esperanza.Pero aunque el sistema penal puedacobrarse el tiempo de los culpables,jamás podrá cobrarse su esperanza.

Como expresé en mi alocucióndel 23 de octubre pasado, «la penade muerte implica la negación delamor a los enemigos, predicada enel Evangelio. Todos los cristianos ylos hombres de buena voluntad, es-tamos obligados no sólo a lucharpor la abolición de la pena de muer-te, legal o ilegal, y en todas sus for-mas, sino también para que las con-diciones carcelarias sean mejores, enrespeto de la dignidad humana delas personas privadas de la liber-tad».

Queridos amigos, los aliento acontinuar con la obra que realizan,pues el mundo necesita testigos dela misericordia y de la ternura deD ios.

Me despido encomendándolos alSeñor Jesús, que en los días de suvida terrena no quiso que hiriesen asus perseguidores en su defensa —«Guarda tu espada en la vaina» (Mt26, 52)—, fue apresado y condenadoinjustamente a muerte, y se identifi-có con todos los encarcelados, cul-pables o no: «Estuve preso y me vi-sitaron» (Mt 25, 36). Él, que frente ala mujer adúltera no se cuestionó so-bre su culpabilidad, sino que invitóa los acusadores a examinar su pro-pia conciencia antes de lapidarla (cf.Jn 8, 1-11), les conceda el don de lasabiduría, para que las acciones queemprendan en pos de la aboliciónde esta pena cruel, sean acertadas yf ru c t í f e r a s .

Les ruego que recen por mí.C o rd i a l m e n t e .

Vaticano, 20 de marzo de 2015FRANCISCO

selectividad del siste-ma penal y frente a laposibilidad del errorjudicial. La justiciahumana es imperfecta,y no reconocer su fali-bilidad puede conver-tirla en fuente de in-justicias. Con la apli-cación de la pena ca-pital, se le niega alcondenado la posibili-dad de la reparación oenmienda del dañocausado; la posibili-dad de la confesión,por la que el hombreexpresa su conversióninterior; y de la contri-

La cercanía del Santo Padre por el accidente aéreo en Francia

Tragedia europeaCon un balance confirmado de 150 víctimas se puede considerar unatragedia europea —al implicar a Alemania, Francia y España— el acci-dente aéreo de la compañía «Germanwings» que se estrelló en los Al-pes franceses el miércoles 25 de marzo.

Dolor y solidaridad con las familias de las víctimas expresó el PapaFrancisco en un telegrama firmado por el cardenal Pietro Parolin, se-cretario de Estado, enviado a monseñor Jean-Philippe Nault, obispode Digne. El Papa —se lee en el texto— «se une al dolor de las fami-lias, manifestando su cercanía». El Pontífice, además, «pide por eleterno descanso de los fallecidos, encomendándolos a la misericordiade Dios, para que los acoja en su seno de paz y de luz». El Papa «ex-presa su profundo afecto a todos los que sufren este drama, y a quie-nes los han socorrido en estas difíciles condiciones». Profundo dolorexpresaron también el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Con-ferencia episcopal alemana, y los obispos españoles y franceses.

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número 13, viernes 27 de marzo de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 11

En el Ángelus el Papa habla del deseo de encontrar a Jesús

Los que quieren verEl deseo de «ver a Jesús» atraviesaépocas y culturas. Lo recordó el Papaen el Ángelus del domingo 22 demarzo, en la plaza de San Pedro,subrayando que también hoy muchaspersonas «que están en búsqueda delrostro de Dios» y esperan que loscristianos sean un testimonio coherentede fe.

Queridos hermanos y hermanas:En este quinto domingo de Cua-

resma, el evangelista Juan nos llamala atención con un particular curio-so: algunos «griegos», de religiónjudía, llegados a Jerusalén para lafiesta de la Pascua, se dirigen alapóstol Felipe y le dicen: «Quere-mos ver a Jesús» (Jn 12, 21). En laciudad santa, donde Jesús fue porúltima vez, hay mucha gente. Estánlos pequeños y los sencillos, que hanacogido festivamente al profeta deNazaret reconociendo en Él al En-viado del Señor. Están los sumos sa-cerdotes y los líderes del pueblo, quelo quieren eliminar porque lo consi-deran herético y peligroso. Tambiénhay personas, como esos «griegos»,que tienen curiosidad por verlo ypor saber más acerca de su personay de las obras realizadas por Él, laúltima de las cuales —la resurrecciónde Lázaro— causó mucha sensación.

«Queremos ver a Jesús»: estas pa-labras, al igual que muchas otras enlos Evangelios, van más allá del epi-sodio particular y expresan algo uni-v e rs a l ; revelan un deseo que atraviesaépocas y culturas, un deseo presenteen el corazón de muchas personasque han oído hablar de Cristo, perono lo han e n c o n t ra d o aún. «Yo deseover a Jesús», así siente el corazón deesta gente.

Respondiendo indirectamente, demodo profético, a aquel pedido de

poderlo ver, Jesús pronuncia unaprofecía que revela su identidad eindica el camino para conocerlo ver-daderamente: «Ha llegado la horade que sea glorificado el Hijo delhombre» (Jn 12, 23). ¡Es la hora dela Cruz! Es la hora de la derrota deSatanás, príncipe del mal, y deltriunfo definitivo del amor miseri-cordioso de Dios. Cristo declara queserá «levantado sobre la tierra» (v.32), una expresión con doble signifi-cado: «levantado» en cuanto crucifi-cado, y «levantado» porque fueexaltado por el Padre en la Resu-rrección, para atraer a todos hacia síy reconciliar a los hombres con Diosy entre ellos. La hora de la Cruz, lamás oscura de la historia, es tambiénla fuente de salvación para todos losque creen en Él.

Continuando con la profecía so-bre su Pascua ya inminente, Jesúsusa una imagen sencilla y sugestiva,la del «grano de trigo» que, al caeren la tierra, muere para dar fruto (cf.v. 24). En esta imagen encontramosotro aspecto de la Cruz de Cristo: elde la fecundidad. La cruz de Cristoes fecunda. La muerte de Jesús, dehecho, es una fuente inagotable devida nueva, porque lleva en sí la

fuerza regeneradora del amor deDios. Inmersos en este amor por elBautismo, los cristianos pueden con-vertirse en «granos de trigo» y darmucho fruto si, al igual que Jesús,«pierden la propia vida» por amor aDios y a los hermanos (cf. v. 25).

Por este motivo, a aquellos quetambién hoy «quieren ver a Jesús»,a los que están en búsqueda del ros-tro de Dios; a quien recibió una ca-tequesis cuando era pequeño y luegono la profundizó más y quizá haperdido la fe; a muchos que aún nohan encontrado a Jesús personal-mente...; a todas estas personas po-demos ofrecerles tres cosas: el Evan-gelio; el Crucifijo y el testimonio denuestra fe, pobre pero sincera. ElEvangelio: ahí podemos encontrar a

Jesús, escucharlo, conocerlo. El Cru-cifijo: signo del amor de Jesús quese entregó por nosotros. Y luego,una fe que se traduce en gestos sen-cillos de caridad fraterna. Pero prin-cipalmente en la coherencia de vida:entre lo que decimos y lo que vivi-mos, coherencia entre nuestra fe ynuestra vida, entre nuestras palabrasy nuestras acciones. Evangelio, Cru-cifijo y testimonio. Que la Virgennos ayude a llevar estas tres cosas.

Al término de la oración mariana elPontífice recordó la visita del díaprecedente a Nápoles, y lanzó unllamamiento para que todos tenganacceso al agua.

Queridos hermanos y hermanas:No obstante el mal tiempo, habéis

venido muchos ¡felicitaciones! Ha-béis sido muy valientes, también losmaratonistas son valientes, los salu-do con afecto. Ayer estuve en Nápo-les en visita pastoral. Quiero agrade-cer la cálida acogida a todos los na-politanos, tan buenos. ¡Mil gracias!

Hoy celebramos la Jornada mun-dial del agua, promovida por lasNaciones Unidas. El agua es el ele-mento más esencial para la vida, yde nuestra capacidad de custodiarloy de compartirlo depende el futurode la humanidad. Aliento, por lotanto, a la Comunidad internacionala vigilar para que las aguas del pla-neta sean adecuadamente protegidasy nadie esté excluido o discriminadoen el uso de este bien, que es unbien común por excelencia. Con sanFrancisco de Asís digamos: «Loadoseas, mi Señor, por la hermanaAgua, la cual es muy útil y humildey preciosa y casta» (Cántico del her-mano sol).

Y ahora, repetiremos un gesto yarealizado el año pasado: según laantigua tradición de la Iglesia, du-rante la Cuaresma se entrega elEvangelio a quienes se preparan pa-ra el Bautismo; así yo hoy os ofrezcoa los que estáis en la Plaza un rega-lo, un Evangelio de bolsillo. Os serádistribuido gratuitamente por algu-nas personas sin techo, que viven enRoma. También en esto vemos ungesto muy bonito, que le gusta a Je-sús: los más necesitados son los quenos regalan la Palabra de Dios. ¡To-madlo y llevadlo con vosotros, paraleerlo frecuentemente! Cada día lle-vadlo en la cartera, en el bolsillo yleed a menudo un pasaje cada día.¡La Palabra de Dios es luz paranuestro camino! ¡Os hará bien, ha-cedlo!

Os deseo a todos un feliz domin-go. Por favor, no os olvidéis de rezarpor mí. ¡Buen almuerzo y hastap ro n t o !

Congregación para las causas de los santos

Promulgación de decretosEl Santo Padre Francisco, el miércoles 18 de marzo, re-cibió en audiencia privada al cardenal Angelo Amato,S.D.B., prefecto de la Congregación para las causas delos santos. Durante la misma el Pontífice autorizó a laCongregación promulgar los siguientes decretos:

—un milagro atribuido a la intercesión de los beatosesposos LUD OVICO MARTIN, laico y padre de familia;nació en Burdeos (Francia) el 22 de agosto de 1823 ymurió en Arnières (Francia) el 29 de julio de 1894, yMARÍA CELIA GUÉRIN DE MARTIN, laica y madre de fa-milia; nació en Saint-Denis-Sarthon (Francia) el 23 dediciembre de 1831 y murió en Alençon (Francia) el 28de agosto de 1877;

—las virtudes heroicas del siervo de Dios FRANCESCOGAT T O L A , sacerdote diocesano, fundador de la congre-gación de las religiosas Hijas de la Santísima VirgenInmaculada de Lourdes, nació en Nápoles (Italia) el 19de septiembre de 1822 y murió allí el 20 de enero de1899;

—las virtudes heroicas del siervo de Dios PEDROBARBARIĆ, novicio escolástico de la Compañía de Je-sús; nació en Klobuk (Bosnia y Herzegovina) el 19 demayo de 1874 y murió en Travnik (Bosnia y Herzegovi-na) el 15 de abril de 1897;

—las virtudes heroicas de la sierva de Dios MARIAAIKENHEAD, fundadora del instituto de las Hermanasde la Caridad de Irlanda; nació en Cork (Irlanda) el 19

de enero de 1787 y murió en Dublín (Irlanda) el 22 dejulio de 1858;

—las virtudes heroicas de la sierva de Dios ELISABET-TA BALD O, viuda, fundadora de la Pía casa de San Joséen Gavardo, cofundadora de la congregación de lasHumildes Servidoras del Señor; nació en Gavardo (Ita-lia) el 29 de octubre de 1862 y murió allí el 4 de juliode 1926;

—las virtudes heroicas de la sierva de Dios VI C E N TADE LA PASIÓN DEL SEÑOR (en el siglo: Edvige Jarosze-wska), fundadora de la congregación de las HermanasBenedictinas Samaritanas de la Cruz de Cristo; nacióen Piotrków Trybunalski (Polonia) el 7 de marzo de1900 y murió en Varsovia (Polonia) el 10 de noviembrede 1937;

—las virtudes heroicas de la sierva de Dios Juana dela Cruz (en el siglo: Juana Vázquez Gutiérrez), monjaprofesa de la Tercera Orden de San Francisco, abadesadel convento de Santa María de la Cruz en Cubas deMadrid; nació en Villa de Azaña, hoy Numancia LaSagra (España) el 3 de mayo de 1481 y murió en Cubasde La Sagra (España) el 3 de mayo de 1534;

—las virtudes heroicas de la sierva de Dios MariaOrsola Bussone, laica; nació en Vallo Torinese (Italia)el 2 de octubre de 1954 y murió en Ca’ Savio (Italia) el10 de julio de 1970.

Distribuidos cincuenta mil evangeliosEntre los voluntarios se contaban también trescientas personas sin te-cho que, el domingo por la mañana, distribuyeron cincuenta mil evan-gelios de bolsillo a los fieles presentes en la plaza coordinados por elarzobispo limosnero Konrad Krajewski. Precisamente los sin techos,asistidos por la limosnería apostólica, fueron la novedad más significa-tiva de la iniciativa querida por el Papa y que este año llega a su se-gunda edición. En abril del año pasado el Pontífice ya había regaladoun librito con los cuatro Evangelios y los Hechos de los apóstoles paraayudar a poner en práctica su invitación de llevar siempre el evangelioen el bolsillo y meditar las palabras y las acciones de Jesús.

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página 12 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 27 de marzo de 2015, número 13

Misa del Pontífice en Santa Marta

¿Cristianos?Sí, pero...

¿Cuántos se dicen cristianos pero noaceptan «el estilo» con el cual Diosquiere salvarnos? Son a quienes elPapa Francisco definió como «cris-tianos sí, pero...», incapaces de com-prender que la salvación pasa por lacruz. Y Jesús en la cruz —explicó elPontífice en la homilía de la misaque celebró en Santa Marta el mar-tes 24 de marzo— es precisamente«el núcleo del mensaje de la liturgiade hoy».

En el pasaje evangélico de sanJuan (8, 21-30), Jesús dice: «Cuandolevantéis en alto al Hijo del hom-bre...» y, anunciando su muerte en

Tres mujeresy tres jueces

«Donde no hay misericordia, no hayjusticia». Quien paga por la falta demisericordia es, también hoy, el pue-blo de Dios que sufre cuando en-cuentra «jueces especuladores, vicio-sos y rígidos» incluso en la Iglesiaque es «santa, pecadora, necesita-da». Lo dijo el Papa el lunes 23 demarzo en la misa celebrada en la ca-pilla de la Casa Santa Marta.

El Papa Francisco destacó inme-diatamente que las lecturas propues-tas por la liturgia —tomadas del librode Daniel (13, 1-9.15-17.19-30.33-62) ydel Evangelio de san Juan (8, 1-11)—«nos hacen ver dos juicios a dosmujeres». Pero, añadió, «yo me per-mito recordar otro juicio que se re-fiere a una mujer: el que Jesús nosrelata en el capítulo 18 de san Lu-cas». Así, pues, «hay tres mujeres ytres jueces: una mujer inocente, Su-sana; otra, pecadora, la adúltera; yuna tercera, la del Evangelio de sanLucas, una pobre viuda». Y «lastres, según algunos padres de laIglesia, son figuras alegóricas de laIglesia: la Iglesia santa, la Iglesiapecadora y la Iglesia necesitada,porque las viudas y los huérfanoseran los más necesitados en esetiempo». Precisamente por esto, ex-plicó el Papa, «los padres piensanque sean figuras alegóricas de laIglesia».

En cambio «los tres jueces sonmalos, los tres». Y, continuó, «meurge destacar esto: en esa época eljuez no era sólo un juez civil: era ci-vil y religioso, era las dos cosas jun-tas, juzgaba las cuestiones religiosasy también las civiles». De este mo-do, «los tres eran corruptos: los quecondujeron a la adúltera hasta Jesús,los escribas, los fariseos, los que ha-cían la ley y también emitían los jui-cios, tenían dentro del corazón lacorrupción de la rigidez». Para ellos,en efecto, «todo era la letra de laley, lo que decía la ley, se sentíanpuros: la ley dice esto y se debe ha-cer esto...». Pero, destacó el PapaFrancisco, «estos no eran santos;eran corruptos, corruptos porqueuna rigidez de ese tipo sólo puedeseguir adelante en una doble vida».Tal vez precisamente los «que con-denaban a estas mujeres luego ibana buscarlas por detrás, a escondidas,para divertirse un poco». Y el Papaquiso destacar también que «los rígi-dos son —uso el adjetivo que Jesúsles daba a ellos— hipócritas: llevanuna doble vida». En tal medida que«los que juzgan, pensemos en laIglesia —las tres mujeres son figurasalegóricas de la Iglesia—, los quejuzgan con rigidez a la Iglesia tienenuna doble vida. Con la rigidez ni si-quiera se puede respirar».

Refiriéndose en especial al pasajedel libro de Daniel, el Papa recordóque ciertamente «no eran santostampoco ninguno de aquellos dos»que acusaron injustamente a Susana.Y precisamente «Daniel, a quien elEspíritu Santo mueve a profetizar,los llama “envejecidos en días y encrímenes”». A uno de ellos le dicetambién: «La belleza te sedujo y lapasión pervirtió tu corazón. Lo mis-mo hacíais con las mujeres israelitas,

y ellas por miedo se acostaban convosotros». En definitiva, los dos«eran jueces viciosos, tenían la co-rrupción del vicio, en este caso la lu-juria». Y «se dice que cuando se tie-ne este vicio de la lujuria, con losaños se hace más feroz, empeora».Por lo tanto, los dos jueces «estabancorrompidos por los vicios».

Y «del tercer juez —el del Evange-lio de san Lucas que recordé haceun momento— Jesús dice que no te-mía a Dios y no le interesaba nadie:no le importaba nada, sólo le intere-saba él mismo», afirmó el PapaFrancisco. Era, en pocas palabras,«un especulador, un juez que con sutrabajo de juzgar hacía los nego-cios». Y era por ello «un corrupto,un corrupto de dinero, de presti-gio».

El problema de fondo, explicó elPapa es que estas tres personas—tanto el «especulador» como «losviciosos» y los «rígidos»— «no cono-cían una palabra: no conocían loque era la misericordia». Porque «lacorrupción los conducía lejos del he-cho de comprender la misericordia»,de «ser misericordiosos». En cambio«la Biblia nos dice que en la miseri-cordia está precisamente el justo jui-cio». Y así «las tres mujeres —la san-ta, la pecadora y la necesitada— su-fren por esta falta de misericordia».

Como conclusión, el Papa Fran-cisco quiso «recordar una de las pa-labras más bonitas del Evangelio, to-mada precisamente del pasaje de sanJuan, que me conmueve mucho:¿Ninguno te ha condenado? —Nin-guno, Señor. —Tampoco yo te con-deno». Y precisamente esta expre-sión de Jesús —«Tampoco yo te con-deno»— es «una de las palabras máshermosas porque está llena de mise-r i c o rd i a » .

Andrey Minorov, «Jesús y la adúltera» (2011)

Pero eso es válido «también hoy».Y lo toca con la mano «el pueblo deDios» que, «cuando encuentra a es-tos jueces, sufre un juicio sin miseri-cordia, tanto en lo civil como en loeclesiástico». Por lo demás, precisóel Papa, «donde no hay misericordiano hay justicia». Y así «cuando elpueblo de Dios se acerca voluntaria-mente para pedir perdón, para serjuzgado, cuántas veces, cuántas ve-ces, encuentra a uno de estos». En-cuentra «a los viciosos», por ejem-plo, «que están allí, capaces tambiénde tratar de explotarlos», y este «esuno de los pecados más graves». Pe-ro encuentra lamentablemente tam-bién a «los especuladores», a quie-nes «no les importa nada y no danoxígeno a esa alma, no dan esperan-za: a ellos no les interesa». Y en-cuentra «a los rígidos, que castiganen los penitentes de lo que escondenen su alma». He aquí, entonces, «ala Iglesia santa, pecadora, necesita-da, y a los jueces corruptos: seanellos especuladores, viciosos o rígi-dos». Y «esto se llama falta de mise-r i c o rd i a » .

la cruz, recuerda la serpiente debronce que Moisés hizo elevar «paracurar a los israelitas en el desierto»,como se lee en la primera lectura to-mada del libro de los Números (21,4-9). El pueblo de Dios esclavo enEgipto —explicó el Papa— había sidoliberado: «Ellos habían visto verda-deros milagros. Y, cuando tuvieronmiedo, en el momento de la perse-cución del faraón, cuando estuvieronante el mar Rojo, vieron el milagro»que Dios había realizado para ellos.El «camino de liberación» comenzócon la alegría. Los israelitas «esta-ban contentos» porque fueron «libe-rados de la esclavitud», contentosporque «llevaban consigo la prome-sa de una tierra muy buena, una tie-rra sólo para ellos» y porque «nin-guno de ellos había muerto» en laprimera parte del viaje. También lasmujeres estaban contentas porque te-nían con ellas «las joyas de las muje-res egipcias».

Pero a un cierto punto, continuóel Pontífice, en el momento que «sealargaba el camino», el pueblo ya nosoportó el viaje y «se cansó». Por

ello comenzó a hablar «contra Diosy contra Moisés: ¿por qué nos hansacado de Egipto para morir en eldesierto?». Comenzó «a criticar: ahablar mal de Dios, de Moisés», di-ciendo: «No tenemos ni pan niagua, y nos da náuseas ese pan sinsustancia, el maná». Es decir, a losisraelitas «les daban náuseas las ayu-das de Dios, el don de Dios. Y, así,la alegría del comienzo de la libera-ción se convirtió en tristeza, en mur-muración».

Probablemente preferían «un ma-go que con la varita mágica» los li-berase y no un Dios que les hiciesecaminar y que «en cierto modo» leshiciese «ganar la salvación» o, «almenos, merecerla en parte».

En la Escritura se ve «un pueblodescontento» y, destacó el PapaFrancisco, «la crítica es una vía desalida de ese descontento». En sudescontento «se desahogaban, perono se daban cuenta de que con esaactitud envenenaban su alma». Heaquí, entonces, la llegada de las ser-pientes, porque «así, como el vene-no de las serpientes, en ese momen-to el pueblo tenía el alma envenena-da».

También Jesús habla de la mismaactitud, de «ese modo de ser nocontento, no satisfecho». Refiriéndo-se a un pasaje que encontramos enlos Evangelios de san Mateo (11, 17)y de san Lucas (7, 32), el Pontíficedijo: «Jesús, cuando habla de estaactitud dice: “¿Quién os entiende avosotros? Sois como esos niños en laplaza: hemos tocado la flauta, y nohabéis bailado; os hemos cantado la-mentaciones, y no habéis llorado.Entonces, ¿nada os satisface?”». Esdecir, el problema «no era la salva-ción, la liberación», porque «todosla querían»; el problema era «el esti-lo de Dios: no gustaba el sonido deDios para bailar; no gustaban las la-mentaciones de Dios para llorar».Entonces, «¿qué querían?». Que-rían, explicó el Papa, obrar «segúnsu pensamiento, elegir el propio ca-mino de salvación». Pero ese camino«no conducía a nada».

Una actitud que encontramos aúnhoy. Incluso «entre los cristianos»,se preguntó el Papa Francisco,¿cuántos están «un poco envenena-dos» de esta insatisfacción? Oímosdecir: «Sí, verdaderamente, Dios esbueno, pero cristianos sí, pero...».Son los que, explicó, «no terminande abrir el corazón a la salvación deDios» y «piden siempre condicio-nes»; los que dicen: «Sí, sí, sí, yoquiero ser salvado, pero por este ca-mino». Es así que «el corazón se en-venena». Es el corazón de los «cris-tianos tibios», que tienen siempre al-go de qué lamentarse: «“pero el Se-ñor, ¿por qué me ha hecho esto?”–“pero te ha salvado, te ha abierto lapuerta, te ha perdonado muchos pe-cados”– “Sí, sí, es verdad, pero...”».El israelita en el desierto decía: «Yoquisiera agua, pan, eso que me gus-ta, no esta comida tan ligera. Estoyhastiado». Y también nosotros «mu-chas veces decimos que estamos has-tiados del estilo divino». Destacó elPapa Francisco: No aceptar el donde Dios con su estilo, ese es el peca-do, ese es el veneno; lo que envene-na el alma, quita la alegría, no dejaseguir».

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número 13, viernes 27 de marzo de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 13

Y «¿cómo resuelve todo esto elSeñor? Con el mismo veneno, con elmismo pecado»: es decir, «Él mismotoma sobre sí el veneno, el pecado yes elevado». Así sana «esta tibiezadel alma, ese ser cristianos a me-dias», ese ser «cristianos sí, pero...».La curación, explicó el Papa, llegasólo «mirando la cruz», mirando aDios que asume nuestros pecados:«mi pecado está allí». Sin embargo,«cuántos cristianos mueren en el de-sierto de su tristeza, de su murmura-ción, de su no querer el estilo deDios». Esta es la reflexión para cadacristiano: mientras Dios «nos salva ynos muestra cómo nos salva», yo«no soy capaz de tolerar un poco uncamino que no me gusta mucho».Es «ese egoísmo que Jesús reprocha-ba a su generación», la que decíaacerca de Juan Bautista: «No, es unendemoniado». Y la que cuando vi-no el Hijo del hombre lo definió co-mo un «comilón» y un «borracho».«¿Pero quién os entiende?» dijo elPapa añadiendo: «También yo, conmis caprichos espirituales ante la sal-vación que Dios me da, ¿quién meentiende?».

He aquí entonces la invitación alos fieles: «Miremos a la serpiente,el veneno ahí en el cuerpo de Cristo,el veneno de todos los pecados delmundo y pidamos la gracia de acep-tar los momentos difíciles; de acep-tar el estilo divino de salvación; deaceptar también esta comida tan li-gera de la que se lamentaban los ju-díos»: la gracia, o sea, «de aceptarlos caminos por los cuales el Señorme conduce hacia adelante». El Pa-pa Francisco concluyó deseando quela Semana Santa «nos ayude a salirde esta tentación de llegar a ser“cristianos sí, pero...”».

Himnoa la alegría

Alegría y esperanza son las caracte-rísticas del cristiano. Y es triste en-contrar a un creyente que no sabegozar, asustado en su apego a la fríadoctrina. Ha sido por eso un autén-tico himno a la alegría el que lanzóel Papa Francisco en la misa celebra-da el jueves 26 de marzo, en la capi-lla de la Casa Santa Marta. Al ini-cio, el Papa recordó la «hora de ora-ción por la paz» promovida en to-das las comunidades carmelitas.«Queridos hermanos y hermanas»,dijo tras el saludo litúrgico, «pasadomañana, 28 de marzo, se conmemo-rará el quinto centenario del naci-miento de Santa Teresa de Jesús, vir-gen y doctora de la Iglesia». Y «por

petición del padre general de losCarmelitas Descalzos, hoy aquí pre-sente con el padre vicario, ese díatendrá lugar en todas las comunida-des carmelitas del mundo una horade oración por la paz. Me uno decorazón —afirmó el Papa Francisco—a esta iniciativa, a fin de que el fue-go del amor de Dios venza los in-cendios de guerra y de violencia queafligen a la humanidad, y el diálogopredomine por doquier sobre el en-frentamiento armado». Y concluyóasí: «Que Santa Teresa de Jesús in-terceda por esta petición nuestra».

En las dos lecturas propuestas hoypor la liturgia, destacó inmediata-mente el Pontífice, «se habla detiempo, de eternidad, de años, defuturo, de pasado» (Génesis 17, 3-9 yJuan 8, 51-59). En tal medida queprecisamente el tiempo parece quees la realidad «más importante en elmensaje litúrgico de este jueves».Pero el Papa Francisco prefirió «to-mar otra palabra» que, sugirió,

año tendrás otro hijo». Cierto, anteesas palabras «Abrahán rió, dice laBiblia a continuación: ¿cómo unhijo a los cien años?». Sí, «había en-gendrado a Ismael a los ochenta ysiete años, pero a los cien un hijo esdemasiado, no se puede compren-der». Y así «rió». Pero precisamente«esa sonrisa, esa risa fue el inicio dela alegría de Abrahán». He aquí,por lo tanto, el sentido de las pala-bras de Jesús que hoy vuelve a pro-poner el Papa como mensaje central:«Abrahán, vuestro padre, exultó enla esperanza». En efecto, «no seatrevía a creer y dijo al Señor: “Pe rosi al menos Ismael viviese en tu pre-sencia”». Y recibió esta respuesta:«No, no será Ismael. Será otro».

Para Abrahán, por lo tanto, «laalegría era plena», afirmó el Papa.Pero «también su esposa Sara, unpoco más tarde, rió: estaba un pocooculta, detrás de las cortinas de laentrada, escuchando lo que decíanlos hombres». Y «cuando estos en-

Abrahán fue capaz de alegrarse por-que tenía fe: fue justificado en lafe». Por su parte, esos doctores de laley «habían perdido la fe: eran doc-tores de la ley, pero sin fe». «Másaún: habían perdido la ley, porque elcentro de la ley es el amor, el amor aDios y al prójimo». Ellos, sin em-bargo, «tenían sólo un sistema dedoctrinas precisas y que necesitabancada día más para que nadie los to-cara».

Eran «hombres sin fe, sin ley, ape-gados a doctrinas que se conviertenigualmente en actitudes casuísticas».Y el Papa Francisco propuso ejem-plos concretos: «¿Se puede pagar eltributo al César? ¿No se puede? Es-ta mujer, que estuvo casada siete ve-ces, ¿será esposa de esos siete cuan-do vaya al cielo?». Y «esta casuísticaera su mundo: un mundo abstracto,un mundo sin amor, un mundo sinfe, un mundo sin esperanza, unmundo sin confianza, un mundo sinDios». Precisamente «por ello nopodían alegrarse».

No se alegraban ni hacían algunafiesta para divertirse: tanto que, afir-mó el Papa, seguramente habrán«destapado algunas botellas cuandoJesús fue condenado». Pero siempre«sin alegría», es más «con miedoporque uno de ellos, tal vez mien-tras bebían», recodaría la promesade «que resucitaría». Y, así «de rápi-do, con miedo, fueron al procuradorpara decirle: por favor, ocupaos deesto, que no vaya a ser un engaño».Y todo porque «tenían miedo».

Pero «esta es la vida sin fe en

El Papa Francisco entrega una vela encendidaal prepósito general de los carmelitas descalzos

«creo que es precisa-mente el mensaje de laIglesia hoy». Y sonlas palabras de Jesúsque presenta el evan-gelista Juan: «Abra-hán, vuestro padre,saltaba de gozo pen-sando ver mi día; lovio y se llenó de ale-gría».

Así, pues, el mensa-je central de hoy es«la alegría de la espe-ranza, la alegría de laconfianza en la pro-mesa de Dios, la ale-gría de la fecundi-dad». Precisamente«Abrahán, en el tiem-po del que habla la

Dios, sin confianza enDios, sin esperanza enDios», afirmó nueva-mente el Papa. «La vi-da de estos que sólocuando entendieronque no tenían razón»—añadió— p ensaronque únicamente lesquedaba el camino detomar las piedras paralapidar a Jesús. Su co-razón se había petrifi-cado». En efecto, «estriste ser creyente sinalegría —explicó el Pa-pa Francisco— y nohay alegría cuando nohay fe, cuando no hayesperanza, cuando nohay ley, sino solamen-

primera lectura, tenía noventa y nue-ve años y el Señor se le apareció y leaseguró la alianza» con estas pala-bras: «Por mi parte, esta es mi alian-za contigo: serás padre de muche-dumbre de pueblos».

Abrahán, recordó el Papa Francis-co, «tenía un hijo de doce, treceaños: Ismael». Pero Dios le aseguraque se convertirá en «padre de unamuchedumbre de pueblos». Y «lecambia el nombre». Luego «conti-núa y le pide que sea fiel a la alian-za» diciendo: «Mantendré mi alian-za contigo y con tu descendencia enfuturas za generaciones, como alian-za perpetua». En concreto, Dios di-ce a Abrahán «te doy todo, te doy eltiempo: te doy todo, tú serás pa-d re » .

Seguramente Abrahán, dijo el Pa-pa, «era feliz por esto, sentía unaconsolación plena» escuchando lapromesa del Señor: «Dentro de un

viados de Dios dieron a Abrahán lanoticia sobre el hijo, también ellarió». Es precisamente este, afirmó elPapa Francisco, «el inicio de la granalegría de Abrahán». Sí, «la granalegría: exultó en la esperanza dever de este día; lo vio y se llenó dealegría». Y el Papa invitó a contem-plar «este hermoso icono: Abrahánante Dios, postrado con el rostro entierra: escuchó esta promesa y abrióel corazón a la esperanza y se llenóde alegría».

Y es precisamente «esto y aquellolo que no entendían los doctores dela ley» destacó el Papa Francisco.«No entendían la alegría de la pro-mesa; no entendían la alegría de laesperanza; no entendían la alegríade la alianza. No entendían». Y «nosabían alegrarse, porque habían per-dido el sentido de la alegría que lle-ga solamente por la fe». En cambio,explicó el Papa, «nuestro padre

te las prescripciones, la doctrina fría.Esto es lo que vale». En contraposi-ción, el Papa volvió a proponer «laalegría de Abrahán, ese hermosogesto de la sonrisa de Abrahán»cuando escucha la promesa de tener«un hijo a los cien años». Y «tam-bién la sonrisa de Sara, una sonrisade esperanza». Porque «la alegría dela fe, la alegría del Evangelio es elcriterio para ver la fe de una perso-na: sin alegría esa persona no es unverdadero creyente».

Como conclusión, el Papa Fran-cisco invitó a hacer propias las pala-bras de Jesús: «Abrahán, vuestro pa-dre, saltaba de gozo pensando vermi día; lo vio, y se llenó de alegría».Y pidió «al Señor la gracia de serexultante en la esperanza, la graciade poder ver el día de Jesús cuandonos encontremos con Él y la graciade la alegría».

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página 14 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 27 de marzo de 2015, número 13

—Monseñor ANTONIO DORAD O SO T O, obispoemérito de la diócesis de Málaga (España). Fa-lleció el 17 de marzo. Había nacido en Urda, ar-chidiócesis de Toledo, el 18 de junio de 1931. Erasacerdote desde el 1 de abril de 1956. El PapaPablo VI lo nombró obispo de Guadix el 31 demarzo de 1970; recibió la ordenación episcopal el10 de mayo de dicho año. El mismo Papa lotrasladó a la diócesis de Cádiz y Ceuta el 1 deseptiembre de 1973. Juan Pablo II lo nombróobispo de Málaga el 26 de marzo de 1993. Bene-dicto XVI aceptó su renuncia al gobierno pastoralde la diócesis el 10 de octubre de 2008.

Colegio episcopal

Luto en el episcopado

Audiencias pontificias

Comunicado del decano del Colegio cardenalicio

Renovación y reconciliaciónpara la Iglesia en Escocia

EL SANTO PADRE HA RECIBID O:

Viernes 20 de marzo—Al cardenal Marc Ouellet,

P.S.S., prefecto de la Congregaciónpara los obispos.

A los obispos de la Conferenciaepiscopal de Japón, en visita «adlimina Apostolorum»:

—Monseñor Joseph MitsuakiTakami, P.S.S., arzobispo de Naga-saki.

—Monseñor Dominic RyōjiMiyahara, obispo de Fukuoka.

—Monseñor Paul Kenjiro Ko-riyama, obispo de Kagoshima.

—Monseñor Berard Toshio Os-hikawa, O.F.M.C O N V., obispo deNaha.

—Monseñor Paul Sueo Hama-guchi, obispo de Oita.

—Monseñor Thomas AquinoManyo Maeda, arzobispo de Osa-ka, con el auxiliar: monseñor Mi-chael Gorō Matsuura, obispo titu-lar de Sfasferia.

—Monseñor Paul Yoshinao Ot-suka, obispo de Kyoto.

—Monseñor Augustinus Jun-ichiNomura, obispo de Nagoya.

—Monseñor John Eijiro Suwa,obispo de Takamatsu.

—Monseñor Peter Takeo Okada,arzobispo de Tōkyō, administra-dor apostólico «sede vacante et adnutum Sanctae Sedis» de Saitama;con el auxiliar: monseñor JamesKazuo Koda, obispo titular deSinnada de Mauritania.

—Monseñor Tarcisius Isao Kiku-chi, S.V.D., obispo de Niigata.

—Monseñor Bernard Taiji Kat-suya, obispo de Sapporo.

—Monseñor Martin Tetsuo Hi-raga, obispo de Sendai.

—Monseñor Rafael MasahiroUmemura, obispo de Yokohama.

El Santo Padre ha aceptado la renuncia a los derechos y alas prerrogativas del cardenalato, expresados en los cánones349, 353 y 356 del Codex iuris canonici, presentada, al final deun largo itinerario de oración, por el cardenal KEITH MI-CHAEL PAT R I C K O’BRIEN, arzobispo emérito de San Andrésy Edimburgo (Escocia). Con esta disposición, Su Santidadmanifiesta a todos los fieles de la Iglesia en Escocia su solici-tud pastoral y les alienta a continuar con confianza el cami-no de renovación y reconciliación.

R e p re s e n t a c i o n e sp ontificias

COMUNICACIONES

RENUNCIA:

El Papa ha aceptado la renuncia dedom JOSEPH RO D U I T, C.R., a la fun-ción de abad ordinario de la abadíaterritorial de Saint Maurice (Suiza),en conformidad con el canon 401 §1 del Código de derecho canónico.

Joseph Roduit, C.R., nació en Sai-llon, diócesis de Sión, el 17 de di-ciembre de 1939. Recibió la ordena-ción sacerdotal el 4 de septiembrede 1965. Juan Pablo II le nombróabad ordinario de la abadía territo-rial de Saint Maurice el 14 de mayode 1999.

EL PA PA HA NOMBRAD O:

—Obispo de la nueva diócesis deNogales (México) a monseñor JOSÉLEOPOLD O GONZÁLEZ GONZÁLEZ,hasta ahora obispo titular de Tubur-nica y auxiliar de Guadalajara.

José Leopoldo González Gonzá-lez nació en Cañadas de Obregón,

diócesis de de San Juan de los La-gos, el 7 de febrero de 1955. Recibióla ordenación sacerdotal el 27 demayo de 1984. El Papa BenedictoXVI le nombró obispo titular de Tu-burnica y auxiliar de Guadalajara el15 de noviembre de 2005; recibió laordenación episcopal el 25 de enerode 2006. De 2009 a 2011 fue secreta-rio general del CELAM.

—Obispo de Limón (Costa Rica) alpresbítero JAV I E R GERARD O ROMÁNAR I A S.

Javier Gerardo Román Arias na-ció en Alajuela el 19 de octubre de1962. Recibió la ordenación sacerdo-tal el 8 de diciembre de 1987. En suministerio ha desempeñado, entreotros, los siguientes cargos: vicarioparroquial, párroco en diversas pa-rroquias, ecónomo diocesano y se-cretario adjunto de la Conferenciaepiscopal de Costa Rica, funciónque desempeña desde el año 2008.

—Obispo de Santo Domingo (Ecua-dor) a monseñor BERTRAM VÍCTORWICK ENZLER, hasta ahora obispotitular de Carpi y auxiliar de Guaya-quil.

Bertram Víctor Wick Enzler nacióen Waldkirch, diócesis de Sankt Ga-llen (Suiza), el 8 de marzo de 1955.Recibió la ordenación sacerdotal el8 de diciembre de 1991, incardinadoen la arquidiócesis de Guayaquil. ElPapa Francisco le nombró obispo ti-tular de Carpi y auxiliar de la arqui-diócesis de Guayaquil el 26 de octu-bre de 2013; recibió la ordenaciónepiscopal el 30 de noviembre sucesi-vo.

—Obispo de Arundel y Brighton(Inglaterra) a monseñor CHARLESPHILLIP RICHARD MOTH, hasta aho-ra Ordinario militar para Gran Bre-taña.

Charles Phillip Richard Moth na-ció en Chingola (Zambia) el 8 dejulio de 1958. Recibió la ordenaciónsacerdotal el 3 de julio de 1982, in-cardinado en la archidiócesis deSouthwark. El Papa Benedicto XVIle nombró Ordinario militar paraGran Bretaña el 25 de julio de 2009;recibió la ordenación sacerdotal el29 de septiembre sucesivo.

—Obispo titular de Alba marítima yauxiliar de la diócesis de Roma alpresbítero AUGUSTO PAOLO LOJUDI-CE.

Augusto Paolo Lojudice nació enRoma el 1 de julio de 1964. Recibióla ordenación sacerdotal el 6 de ma-yo de 1989. Obtuvo la licenciaturaen teología en la Pontificia Universi-dad Gregoriana de Roma. En su mi-nisterio en la diócesis de Roma hadesempeñado, entre otros, los si-guientes cargos: vicario parroquial,párroco y director espiritual del se-minario mayor de la diócesis de Ro-ma.

El Santo Padre ha nombradonuncio apostólico en los PaísesBajos a monseñor ALD O CAVA L L I ,arzobispo titular de Vibo Valen-tia, hasta ahora nuncio apostólicoen Malta y en Libia.

Aldo Cavalli nació en Maggia-nico di Lecco, archidiócesis deMilán (Italia), el 18 de octubrede 1946. Recibió la ordenaciónsacerdotal el 18 de marzo de 1971,incardinado en la diócesis de Bér-gamo. Entró en el servicio diplo-mático de la Santa Sede el 15 deabril de 1979. Juan Pablo II lonombró arzobispo titular de ViboValentia, nuncio apostólico enSanto Tomé y Príncipe, y delega-do apostólico en Angola el 2 dejulio de 1996; recibió la ordena-ción episcopal el 26 de agosto dedicho año. El Papa, cuando se es-tablecieron las relaciones diplo-máticas entre la Santa Sede y laRepública de Angola el 1 de sep-tiembre de 1997, lo nombró nun-cio apostólico en Angola; y el 28de junio de 2001 lo trasladó co-mo nuncio apostólico a Chile.Benedicto XVI lo nombró nuncioapostólico en Colombia el 29 deoctubre de 2007. El mismo Papalo nombró nuncio apostólico enMalta el 16 de febrero de 2013 ytambién en Libia el 13 de abrilsucesivo.

Monseñor José Leopoldo González, obispo de la nueva diócesis de Nogales (México)Monseñor Javier Gerardo Román Arias, obispo de Limón (Costa Rica)

Monseñor Bertram Víctor Wick Enzler, obispo de Santo Domingo (Ecuador)

E re c c i ó nde diócesis

El Papa ha erigido la diócesis deNO GALES (México), con territoriodesmembrado de la arquidiócesisde Hermosillo, y la ha hecho su-fragánea de la misma sede.

La nueva diócesis tiene una ex-tensión de 44.243 km² y cuentacon 483.180 habitantes, de loscuales 381.000 son católicos. Pas-toralmente están distribuidos en25 parroquias y son atendidospor 44 sacerdotes. También de-sempeñan su misión en esa cir-cunscripción eclesiástica 62 reli-giosas. Hay 13 seminaristas.

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número 13, viernes 27 de marzo de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 15

Conmemoración del V centenario del nacimiento de Teresa de Jesús

Mística de la acción amorosaCHRISTINE RANCÉ

Es difícil resumir la espiritualidad deTeresa de Ávila: tan rica y sutil es.Pero lo que puede decirse para pre-sentarla es que encuentra su fuerzaen la acción. Teresa de Jesús elaboróuna mística que respondía a las ur-gencias y a los peligros de su tiempoy que se articula en torno a tres po-los: su iluminada comprensión de laencarnación y de lo que ella implicacomo respuesta; su «invención»—como se dice del descubrimientode un tesoro— del centro del almacomo morada de Dios; y, por últi-mo, la oración como acción amorosasobre el mundo.

«Estáse ardiendo el mundo», es-cribe Teresa en el primer capítulo desu Camino de perfección. Y el mundo,agrega, tiene necesidad de «amigosfuertes». ¿Contra qué fuego quiereactuar Teresa de Ávila? Contra el

«de facto» a una distancia infinitadel borde, y ello en todas las direc-ciones del espacio. Así, Dios, comoreside en el centro del alma, estásiempre e inevitablemente en el cen-tro del universo.

Esta es una de las fuentes de laespiritualidad teresiana: el descubri-miento del alma. Tomás Álvarezsubraya en el Diccionario de santaTeresa de Jesús la originalidad de lamadre sobre esta noción que deven-drá en una línea maestra de su obraprincipal, El castillo interior. Estecentro del alma es «la más principal,que es adonde pasan las cosas demucho secreto entre Dios y el al-ma». Allí, en su centro, Dios siguehabitando y resplandeciendo. Es en

ese momento comprende de manerafulgurante que no podrá acceder aningún estado superior de la fe sinuna plena consciencia y sin una ple-na experiencia de este amor a travésde la fusión en Él: se da cuenta deque, para que Dios le responda, de-be comprometerse de manera pro-porcionada al amor que su pasiónha demostrado.

Así, la representación de la huma-nidad de Cristo en lo que ha tenidode más paroxístico —la pasión— lasacudió y, a través de ella y a partirde ella, pudo comprender plenamen-te aquello que constituía la locura yel escándalo del cristianismo: la en-carnación: «Nadie va al Padre sinopor mí» (Jn 14, 6). Jesús es el rostrohumano de Dios. ¿Había acaso me-jor metáfora de esta verdad, que Te-resa asimilará como una hostia, a sa-ber, que la realidad de Dios, su ser,solo es accesible en Jesús y a travésde Jesús? En el Libro de la vida es-cribe que Jesús es el verdadero libroen el que ha descubierto todas lasverdades. La estremecedora contem-plación del cuerpo sufriente de Jesúsle reveló, además, de manera fulgu-rante, todas las promesas del miste-rio de Jesús como hombre-Dios ycomo Dios-hombre. La humanidadde Cristo ofrece una posibilidad deunión, de comunión y de unidad deamor. Por medio de Jesús, la atrac-ción recíproca entre Dios y su cria-tura se formaliza. Sea que piense enla pasión o que medite sobre esemisterio, el orante se encuentra a lospies de una escalera que conduce aDios, una escalera como la de Jacob,una escalera de oración que deberáascender para llegar a la unión divi-na, donde «nada es comparable algrandísimo deleite que siente el al-ma».

De aquí proviene la exhortaciónde Teresa a orar. Según ella, la ora-ción es «tratar de amistad, estandomuchas veces tratando a solas conquien sabemos nos ama». Hay queorar porque la oración es el momen-to central de la creación religiosa dela cual Jesús es maestro. Orar por-que la oración es la lengua de laamistad, como el silencio es la deDios. Teresa asegura así la supervi-vencia de aquella formidable revolu-ción teológica, teleológica y humanaque es la encarnación. Orar e ir ade-lante. Su lema aparece unas cientotreinta veces en su obra. Ir adelanteen el mundo y, al mismo tiempo, en-trar en lo más profundo de uno mis-mo. Pues «pensar que hemos de en-trar en el cielo y no entrar en noso-tros (...) es deatino».

¿Qué nos enseña su espirituali-dad? Actuando por amor, como si sedijera, por instinto, la irradiación in-finita de cada uno de nuestros actosse difunde en la trama infinita delmundo. A través del amor, la místicade Teresa —su contemplación dicho-sa, su oración— se torna en una ac-ción y crea una dinámica desde don-de brota la caridad. De hecho, ¿quésería el Amor si se contentase consi-go mismo? ¿Si no fuese dado a luzpor la caridad? ¿Si no se encarnara,a su vez, en el amor al prójimo? Se-ría nada. No sería otra cosa que unaespeculación vacía, propiamente locontrario de la espiritualidad de Te-resa, que es una mística de la accióna m o ro s a .

En «Vida Nueva»

La publicación mensual de L’Osservatore habla españolDede el 21 de marzo, la revista española «Vida Nueva»publica —en 16 páginas a todo color— la edición men-sual de L’Osservatore Romano «Mujeres, Iglesia, Mun-do» traducida al castellano. La iniciativa conjunta—que fue presentada el 24 de marzo en la embajada deEspaña ante la Santa Sede por Lucetta Scaraffia, do-cente en la universidad «La Sapienza» de Roma ycoordinadora de la publicación mensual, NuriaCalduch, profesora en la Pontificia Universidad Grego-riana, y los dos directores de ambas cabeceras, JoséBeltrán y Giovanni Maria Vian— comienza con el nú-mero monográfico de «Mujeres, Iglesia, Mundo» dedi-cado a Teresa de Ávila de quien el 28 de marzo se cele-bran 500 años de su nacimiento. Para la ocasión «VidaNueva» publica un número especial, que contiene eldossier «Teresas de hoy», dedicado a las mujeres que

hoy encarnan al espíritu decidido de la reformadoradel Carmelo, siguiendo sus huellas en las eleccionesconcretas de vida.

«Dar voz a las mujeres, dar a conocer qué piensan,qué hacen, qué han pensado y hecho en los dos milaños de historia de la Iglesia: es esta la finalidad deuna publicación mensual —escribió en «Vida Nueva»Scaraffia presentando «Mujeres, Iglesia, Mundo» naci-do en el 2012— dedicado a las mujeres de todo el mun-do, con especial atención a sus relaciones con la Igle-sia. En estos tres años de vida ha sido un útil instru-mento de información, reflexión y contacto gracias alas informaciones sobre la vida y las condiciones feme-ninas, en especial sobre los temas más «candentes»: to-do lo que está relacionado con la procreación, el accesoa la cultura y la emancipación».

este centro donde se celebra launión del alma con Cristo nuestroSeñor, precisa Teresa, para que surelación con él quede definitivamen-te establecida: «Siempre queda el al-ma con su Dios en aquel centro. Es-ta concepción, indudablemente sin-gular, atraerá sobre Teresa las iras dela Inquisición. Se trata de un «erroren filosofia, sueño y disparate enteología», decretan los jueces. Encuanto a la idea de Dios que está enese centro, se la define como una he-rejía repugnante.

Tal es la respuesta puramente ge-nial de una mujer que responde in-tuitivamente, desde su alma, a la an-gustia generalizada que genera la re-volución copernicana. Llega así a

agitaciones del espíritu en sus con-ventos. «El alma no es el pensa-miento, ni la voluntad es mandadapor él, que tendría harta malaventu-ra; por donde el aprovechamientodel alma no está en pensar mucho,sino en amar mucho», afirma.

Teresa se sintió obligada a amar eldía en que la contemplación de uncrucifijo le hizo comprender, depronto, cuánto la amaba Dios comopara haberle dado la propia vida enla infamia y en el dolor de la cruz.Cuánto la amaba para haberse he-cho tan semejante a su criatura, quese encarnase en el ser más débil yhumilde que existe, no en un prínci-pe, sino en el hijo de un carpintero,la periferia de Palestina. A partir de

que devora a la Iglesiadesde den-tro, con lasideas nuevas de la Re-forma y de otras co-rrientes de pensamien-to que impugnan eldogma y la infalibili-dad de Roma. Lo quesucedió es que la revo-lución copernicanadestruyó las bases delmundo antiguo y ex-tendió en las mentesde aquel siglo XVI, el primero de laEdad Moderna, una angustia gene-ralizada: ni la Tierra ni Dios son yalos centros de un universo eterno eincorruptible que gira en torno aellos. Teresa barre magistralmentecon los interrogantes que este ver-tiginoso descubrimiento planteaen las mentes de entonces. ¿Quéimporta si a causa de esta teoríaDios ha perdido su lugar de residen-cia? Basta buscar lo divino comotrascendencia pura, como experien-cia interior, responde Teresa. ¿Quéimporta, además, si la Tierra no esmás el lugar de un teocentrismo? SiDios es todo, si «la máquina delmundo, por decirlo así, tiene el pro-pio centro por todas partes y su cir-cunferencia en ningún lugar»: elcentro del mundo está donde se en-cuentra el hombre, y Dios en él.

La cita de Nicolás de Cusa reto-mada por Pascal no es una alegoría:en efecto, una esfera de radio infini-to tiene su centro en todas partes.Cualquiera sea el punto en que unose encuentre dentro de la esfera, está

mantener la fuerza de un pacificadordivino. Ella que tiene la loca volun-tad de devolver a Dios su lugar —dehacer que su alma, si se une a Diosvuelva a ser el centro del mundo—,lo logra: su oración coloca nueva-mente el mundo ante la mirada divi-na y a Dios en el centro del univer-so. Orando, Teresa pone nuevamen-te en su lugar al Cristo que viene.¡Ironía de la fortuna! Aquello quehizo casi que la Inquisición la defi-niera como hereje —la noción delcentro del alma— es lo que la hacetan necesaria.

Teresa de Jesús fue canonizadapor la santidad de su vida, por lacreación de su Carmelo y por suirreductible fidelidad a la Iglesia.Pero lo que hace de ella una con-temporánea nuestra es este descubri-miento. Mucho más que la aperturaindividual de un alma perdidamentefiel a Dios, es ella la que da perpe-tuamente a Dios un futuro, no conun «pienso luego existo», sino conun «creo, luego Él existe». De ese

modo fuerza el advenimien-to de un mundo en que lamedida inevitable seguirá

siendo Jesucristo.Teresa de Ávila com-

prendió la atracción desus semejantes por

la materia y lasteorías contempo-

ráneas. De ahíproviene suaversión a lafalsa erudi-ción, la pre-tensión desaber y las

Gian LorenzoBernini,« Tra n s v e r b e ra c i ó nde santa Teresade Ávila»(1647-1652)

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página 16 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 27 de marzo de 2015, número 13

En la audiencia general el Papa Francisco invita a rezar por todas las familias

Dentro y fuera del redil

Garantizar el trabajo es justicia

Pan y dignidad«Cuando no se gana el pan, se pierde ladignidad»: lo recordó el Pontífice al saludara los fieles presentes en la audiencia general.Dirijo un doloroso llamamiento para que noprevalezca la lógica del beneficio, sino la dela solidaridad y la justicia. En el centro detoda cuestión, especialmente la cuestión la-boral, hay que poner siempre a la persona ysu dignidad. Por eso tener trabajo es unacuestión de justicia y es una injusticia no te-ner trabajo. Cuando no se gana el pan, sepierde la dignidad. Este es el drama denuestro tiempo, especialmente para los jóve-nes quienes, sin trabajo, no tienen perspecti-vas para el futuro y pueden llegar a ser pre-sa fácil de las organizaciones criminales. Porfavor, luchemos por esto: la justicia del tra-bajo.

Una «pausa de oración» especial por la familia ypor la vida: este ha sido el sentido de la audienciageneral del miércoles 25 de marzo, solemnidad de laAnunciación. A los fieles presentes en la plaza deSan Pedro el Papa invitó a rezar un Avemaría yla oración a la Sagrada Familia compuesta para elSínodo de los obispos, recordando que la Iglesia«como madre, nunca abandona a la familia».

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!En nuestro camino de catequesis sobre la fami-

lia, hoy tenemos una etapa un poco especial: seráuna pausa de oración.

El 25 de marzo en la Iglesia celebramos solem-nemente la An u n c i a c i ó n , inicio del misterio de laEncarnación. El arcángel Gabriel visita a la hu-milde joven de Nazaret y le anuncia que concebi-rá y dará a luz al Hijo de Dios. Con este anuncioel Señor ilumina y fortalece la fe de María, comolo hará luego también con su esposo José, paraque Jesús pueda nacer en una familia humana. Estoes muy hermoso: nos muestra en qué medida elmisterio de la Encarnación, tal como Dios lo qui-so, comprende no sólo la concepción en el senode la madre, sino también la acogida en una fami-lia auténtica. Hoy quisiera contemplar con voso-tros la belleza de este vínculo, la belleza de estacondescendencia de Dios; y podemos hacerlo re-zando juntos el Av e m a r í a , que en la primera parteretoma precisamente las palabras del ángel, lasque dirigió a la Virgen. Os invito a rezar juntos:«Dios te salve, María,llena eres de gracia,el Señor es contigo.Bendita Tú eres entre todas las mujeres,y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.Santa María, Madre de Dios,ruega por nosotros pecadores ahora y en la horade nuestra muerte. Amén».

Y ahora un segundo aspecto: el 25 de marzo,solemnidad de la Anunciación, en muchos paísesse celebra la Jornada por la vida. Por eso, haceveinte años, san Juan Pablo II en esta fecha firmóla encíclica Evangelium vitae. Para recordar esteaniversario hoy están presentes en la plaza mu-chos simpatizantes del Movimiento por la vida.En la «Evangelium vitae» la familia ocupa un sitioc e n t ra l , en cuanto que es el seno de la vida huma-na. La palabra de mi venerado predecesor nos re-cuerda que la pareja humana ha sido bendecida por

vida misma, en las situaciones buenas y malas: elvínculo entre Iglesia y familia es sagrado e inviolable.La Iglesia, como madre, nunca abandona a la fa-milia, incluso cuando está desanimada, herida yde muchos modos mortificada. Ni siquiera cuan-do cae en el pecado, o cuando se aleja de la Igle-sia; siempre hará todo lo posible por tratar de

atenderla y sanarla, invitarla a la conversión y re-conciliarla con el Señor.

Pues bien, si esta es la tarea, se ve claro cuántaoración necesita la Iglesia para ser capaz, en cadaépoca, de llevar a cabo esta misión. Una oraciónllena de amor por la familia y por la vida. Unaoración que sabe alegrarse con quien se alegra ysufrir con quien sufre.

He aquí entonces lo que, juntamente con miscolaboradores, hemos pensado proponer hoy: re -novar la oración por el Sínodo de los obispos sobre lafamilia. Relanzamos este compromiso hasta elpróximo mes de octubre, cuando tendrá lugar laAsamblea sinodal ordinaria dedicada a la familia.Quisiera que esta oración, como todo el caminosinodal, esté animada por la compasión del buenPastor por su rebaño, especialmente por las per-sonas y las familias que por diversos motivos es-tán «extenuadas y abandonadas, como ovejas queno tienen pastor» (Mt 9, 36). Así, sostenida y ani-mada por la gracia de Dios, la Iglesia podrá estaraún más comprometida, y aún más unida, en eltestimonio de la verdad del amor de Dios y de sumisericordia por las familias del mundo, ningunaexcluida, tanto dentro como fuera del redil.

Os pido, por favor, que no falte vuestra ora-ción. Todos —Papa, cardenales, obispos, sacerdo-tes, religiosos y religiosas, fieles laicos—, todos es-tamos llamados a rezar por el Sínodo. Esto es loque se necesita, no de habladurías. Invito tambiéna rezar a quienes se sienten alejados, o que ya noestán acostumbrados a hacerlo. Esta oración por elSínodo sobre la familia es para el bien de todos. Séque esta mañana os han entregado una estampa, yque la tenéis entre las manos. Os invito a conser-varla y llevarla con vosotros, para que en los pró-ximos meses podáis rezarla con frecuencia, consanta insistencia, como nos lo pidió Jesús. Ahorala recitamos juntos:

Jesús, María y Joséen vosotros contemplamosel esplendor del verdadero amor,a vosotros, confiados, nos dirigimos.

Santa Familia de Nazaret,haz también de nuestras familiaslugar de comunión y cenáculo de oración,auténticas escuelas del Evangelioy pequeñas Iglesias domésticas.

Santa Familia de Nazaret,que nunca más haya en las familias episodiosde violencia, de cerrazón y división;que quien haya sido herido o escandalizadosea pronto consolado y curado.

Santa Familia de Nazaret,que el próximo Sínodo de los obisposhaga tomar conciencia a todos del caráctersagrado e inviolable de la familia,de su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,escuchad, acoged nuestra súplica.Amén.

Dios desde el principio paraformar una comunidad deamor y de vida, a la que sele confía la misión de lap ro c re a c i ó n . Los espososcristianos, al celebrar elsacramento del Matrimo-nio, se muestran disponi-bles para honrar esta ben-dición, con la gracia deCristo, para toda la vida.La Iglesia, por su parte,se compromete solemne-mente a ocuparse de la fa-milia que nace en ella, co-mo don de Dios para su

Los tuits en @Pontifex_es23 MAR [12.00 PM] Que las comunidades cristianas sean lu-gar de misericordia en medio de tanta indiferencia

24 MAR [11.15 AM] El sufrimiento es una llamada a la con-versión: nos recuerda que somos débiles y vulnerables

26 MAR [11.00 AM] Los fieles laicos están llamados a ser fer-mento de vida cristiana en la sociedad

O raciónpor la familia

En la audiencia general el PapaFrancisco invitó a rezar el Avema-ría y la oración a la Sagrada Fami-lia que él compuso con ocasióndel Sínodo del mes de octubre yque fue distribuida a los fieles an-tes de la audiencia. Esta iniciativaquerida por el Papa Francisco im-plicó a todos los que trabajan enprimera fila en la defensa de la vi-da. Estuvieron presentes más demil voluntarios de diversas asocia-ciones pro vida.

Entre los fieles que estuvieronen la audiencia estaba el ex juga-dor del equipo colombiano IvánRamiro Córdoba, que promueveuna fundación de beneficencia enfavor de los pobres y regaló alPontífice una camiseta del equipoargentino San Lorenzo. Antes dereunirse con los fieles en la plazade San Pedro, el Papa Franciscohabía saludado a muchos enfermosque se encontraban en el aula Pa-blo VI por la lluvia.