07_marietan65 psicopata

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    No son psicpatas pero lo parecen1Hugo Marietan2

    1Este es un captulo del libro:Mujeres ancladas en psicpatas, Marietan, Anank, Buenos Aires 2011 ISBN978-987-1510-1

    2 [email protected]

    Alcmeon, Revista Argentina de ClnicaNeuropsiquitrica, vol. 17, N 1, junio de 2011,pgs.74 a 93.

    A menudo las mujeres consultan por estaren pareja con varones que les resultan rspi-dos en su accionar y suelen confundir conpsicpatas. Para hacer una adecuada distin-cin damos las caractersticas de algunas deestas personas y su diferencia con el psic-pata.

    Mujeriegos

    Existen distintos tipos de mujeriegos. Elfogoso, empujado por sus hormonas, est cons-tantemente buscando una mujer, sin discrimi-nar mucho, con la cual saciar su imperiosoapetito. Lo caracterizan la frecuencia de re-laciones sexuales y la avidez por el acto sexualen s, en detrimento del cortejo previo a la re-lacin. Son machos que agotan a sus parejasy suelen ser necesariamente infieles, dado que

    una mujer no suele bastar para calmar su vo-racidad sexual. Por otra parte, la mujer co-mn se siente sexualmente inquieta ante lapresencia de estos hombres, independiente-

    mente de su aspecto, posiblemente por el he-cho de que captan esta avidez sexual. Sin dudason la pareja ideal para una mujer fogosa, perouna fatiga para la mujer normal y un calvariopara la mujer fra. Su prolfico accionar sexualslo se atena cuando es muy aoso. Haycasos de hombres de ms de ochenta aosque mantienen su vigor, por lo tanto la mujerque espere que estos hombres sean fielesdeben perder toda esperanza. No hay aqu unaintencin de daar o de ofender a su pareja,sino que esto es pura necesidad biolgica, queincluso, a veces, llega a molestar moralmenteal fogoso, pero, desde luego, no es algo quepueda dominar. Ninguna mujer comprendeesto, as que la mujer satisfecha y gozosa esigualmente quejosa por las reiteradas andan-zas extramaritales. Cuando conforman pare-ja con una mujer fogosa suelen llevarse demaravillas en lo sexual, pero suelen ser bata-lladores en la convivencia. Son esas parejasde las que los amigos no entienden porqu si-guen juntos, ya que discuten continuamente,

    y a veces suelen ser altamente agresivos en-tre ellos, pero lo que los amigos no saben esque estas batallas verticales se solucionan enla horizontalidad.

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    Estos hombres suelen tener un magnetis-mo especial e impulsan a las mujeres a tomarla iniciativa del requerimiento sexual. La hijade uno de ellos me deca: "mi padre tena unpuesto de diarios y yo lo ayudaba algunos das,y era increble como las mujeres directamen-te le venan a proponer, sin que l hiciese nada,un encuentro o una cita. Yo, como viva en elbarrio, las conoca; haba casadas, solteras,viudas, delgadas y gruesas, y mi padre era depocas palabras, de un trato seco, dira; sin

    embargo, ellas venan una y otra vez detrsde su objetivo". Era un seductor pasivo, yaque l no haca nada para conquistar a lasmujeres.

    El infiel es mentiroso por necesidad.El seductor empedernido se caracteriza

    por disfrutar de los pasos previos a la relacinsexual. Es un experto en cortejo. Ha adquiri-do la tcnica del acercamiento hacia la mujery el rito necesario para entrar suavemente ensu interior. La mujer se da cuenta de que est

    en presencia de uno de ellos por las galante-ras y la falta de apresuramiento en conseguirel objetivo principal. Son muy cuidadosos consu presencia, en los detalles de su vestimentay en la mesura de sus gestos. Son delicados,sutiles, pero no dejan lugar a dudas de susintenciones; la tcnica es acercarse sin asus-tar. En realidad el seductor necesita tiempopara conocer con qu tipo de mujer est paraencontrar los puntos vulnerables y las clavesque le permitan artsticamente poseerla. Otrofactor ponderable es la extraordinaria capa-cidad que tienen de comunicarse verbalmen-te y encantar con la palabra. Saben a quin,cmo, cundo, dnde y de qu hablar. He co-nocido hombres que eran tan hbiles con sulabia que eran capaces de conquistar, o almenos iniciar los pasos previos de una con-quista slo hablndoles mientras ellas cami-naban por la calle, al parecer, indiferentes; y

    algunas mujeres me han confesado que no sepueden resistir a un hombre que las piropee ylas sepa halagar con palabras.

    Hay una variedad dentro de estos seduc-tores que se enamoran ms de su tcnica quede la dama, y cuando consiguen "el s de lasnias" siempre tienen una excusa para no con-cretar la relacin sexual. Este rasgo los em-parenta con la histeria femenina, donde laapariencia genera situaciones erticas quenunca llegan a concretarse.

    El hombre de las dos casas. Este perso-naje no se contenta con formar una familia ytener una amante, sino que ampla sus aspira-ciones hasta formar una familia paralela. Es-tas relaciones pueden mantenerse por muchosaos con un acuerdo tcito de las mujeres in-volucradas. Bien sabemos que se puede en-gaar a una mujer por poco tiempo, pero ja-ms por aos. Por lo general suelen ser per-sonas no agresivas y buenos proveedores consus dos familias, pero no se pueden despren-

    der de ninguna de las dos.Elpicoteador.Este tipo de infiel gusta delas aventuras espordicas y con diversas mu-jeres. Es un amante exprs. Cuando no pue-de ejercer esta actividad con mujeres comu-nes, las realiza con prostitutas. Salvan su res-ponsabilidad diciendo "que ellos tienen unamor y que las relaciones sexuales espordi-cas no afectan en nada su relacin familiar,ya que no significan nada para ellos".

    El doble enamoradoes aquel que apartede su pareja tiene una amante estable, y laamante es consciente de la presencia de laotra pareja, pero la situacin de su marido lees desconocida a la mujer oficial. Por lo ge-neral la amante tiene caractersticas que su-plen algunas de las falencias de la mujer ofi-cial, segn el gusto del doble enamorado. Esaquel que tiene escapadas de fin de semanacon su amante argumentando salidas de tra-

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    bajo o congresos, etctera. Esta situacin esduradera porque la amante disfruta de un tipode hombre solcito, por lo general generoso ysin las rispideces de la convivencia; y la mu-jer oficial tiene un hombre tranquilo que nosuele generar problemas de convivencia.

    Contra toda esperanza de las mujeres queconsiguen formar pareja con mujeriegos, aquienes han conocido precisamente por estacaracterstica de ser conquistadores, debodecirles que, si bien su rasgo distintivo puede

    atenuarse, tal vez por la vida en pareja, o in-cluso puede transcurrir un perodo de latenciaal inicio de la relacin en el que logre contro-lar, hasta un punto, sus apetencias hacia lasotras mujeres, tarde o temprano el hbito re-tornar y siempre seguirn siendo mujeriegos.Si una mujer es muy celosa debe desistir derelacionarse con este tipo de hombre, y si nolo es o est muy enamorada de l, debe tole-rarlo tal cual es y no plantear una guerra eter-na e infructuosa, ya que no cambiar.

    Diferencias entre el mujeriego y elpsicpata conquistador

    Los mujeriegos que hemos descripto aquse satisfacen con conseguir, ya sea la rela-cin sexual en s, o sentirse favorecidos porlas mujeres; y algunos, como en el caso deldoble enamorado o el hombre de las doscasas, con la ternura y el disfrute de una fa-milia aparte. Es decir, estos mujeriegos soncuantitativamente distintos del hombre co-mn, que es ms sosegado en este tema, y seacerca ms a la monogamia.

    Elpsicpata es cualitativamente diferen-te en este rubro, ya que la seduccin y la po-sesin de la mujer es una mera herramientapara conseguir otros fines ms complejos, asaber: Con la seduccin tal vez consigan sermantenidos econmicamente por la dama encuestin, psicpatas-parsitos; o pueden con-

    seguir poder, ya sea en el sentido econmicoo porque la mujer est muy bien relacionadacon factores de poder y le sirva de escalnpara sus propsitos. Otro uso que hacen delas mujeres los psicpatas es el de construiruna fachada de familia que los haga mejorpresentables ante la sociedad para satisfacersus necesidades especiales, como es el casode empresarios, cuyo crecimiento depende delas relaciones sociales, o bien de los perver-sos, donde la fachada familiar es til para ocul-

    tar sus oscuras inclinaciones. El psicpata, quedesconoce el sentimiento de amor, le da unsentido utilitario a la mujer, y puede, incluso,convertirla en una cmplice de sus accionesilcitas.

    Manipuladores

    Elventajita es una mezcla de manipula-dor y mentiroso con una excusa siempre pre-sente para justificar su inaccin laboral y su

    parasitismo sobre la pareja. No suelen seragresivos, al contrario, pueden ser muy ama-bles, hasta simpticos, y muestran la cara deaqul al que la vida no le ha dado la oportuni-dad adecuada. Siempre est hablando de suspotencialidades trabadas por el medio, el pas,o cualquier otra situacin de la vida. Lo im-portante es que este tipo de hombre abusaeconmicamente de las mujeres, o bien elmayor peso econmico lo lleva la mujer, y lse limita a hacer tareas menores con muchotiempo libre; a veces suplen a la mujer en lastareas del hogar.

    Este "ventajita", cuando es confrontado porla mujer, que a veces se cansa de ser el "buey"que arrastra la casa, asume un papel llorosohasta reinstalar la lstima de su compaera,que lo vuelve a aceptar como parsito. Por logeneral la mujer que se aparea con estos hom-bres es de carcter fuerte, dominante y de

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    alguna manera le satisface el aspecto sumisocon que suele investir su personaje "el venta-jita". Al volver de su trabajo, por ejemplo, lamujer se encuentra con la casa ordenada y lacena preparada. Cuando se le pregunta a lamujer porqu sigue esta relacin responde que"a pesar de los dficits que ve en l, en reali-dad se siente cmoda y que, salvo el detallede que trabaja poco o no trabaja, es un exce-lente compaero y una buena persona". Elproblema surge cuando la afectividad de la

    mujer se agota o aparece un tercero que le esms apetecible que el parsito, y es ah dondese corre el velo y la mujer lo puede ver talcual es, un ser ocioso que la ha estado mani-pulando durante toda la relacin. Los argu-mentos recurrentes del "ventajita" son: que siestuviese en otro pas apreciaran el talentoque no puede desplegar en un lugar de cuartacomo en el que est viviendo. Por ejemplo, unactor deca que de ninguna manera iba a ha-cer pequeos papeles actorales o comercia-

    les porque l era un actor eximio para gran-des obras de teatro que, por supuesto, nuncale ofrecan. Dentro de estos ventajitas tam-bin estn los estudiantes crnicos que pro-meten que el ao que viene obtendrn el ttu-lo, y que cuando trabajen como profesiona-les podrn compensar todo el sacrificio de lamujer por mantenerlos, pero ese famoso aoque viene nunca llega.

    Por qu no consideramos a este vividorcomo un psicpata? Porque si bien es mani-pulador, mentiroso y con vicios de explotador,conserva la empata y el trato de persona ha-cia la mujer y aporta, a su manera, elementospositivos a la relacin en s, como suplir a lamujer de tareas menores o brindarle un tratocarioso y sin rispideces. Es, en definitiva, unvago con argumentos.

    Elpsicpata parsito es un parsito con-tundente; se nota la cosificacin y la falta de

    empata, y el menoscabo de la mujer parasi-tada, a la que, si bien la impulsa a realizar ta-reas que rediten econmicamente para lapareja, en los otros aspectos la denigra.

    El psicpata parsito realiza, como todoslos psicpatas, un trabajo previo para captarla psiquis de la complementaria, donde mues-tra su arte de seduccin y manipulacin. Lo-grada esta primera etapa de encantamiento y,conseguida la sumisin de la mujer, ejerceentonces el parasitismo. Este puede ser mo-

    derado o extremo, dependiendo de las nece-sidades del psicpata. Un parasitismo extre-mo, por ejemplo, puede ser el de inducir a lamujer a la prostitucin para generar recursosque mantengan al psicpata; un ejemplo deparasitismo moderado es aqul en el que lamujer trabaja y el psicpata "administra" losrecursos econmicos de la pareja, pero siem-pre est presente la degradacin de la autoes-tima de la complementaria a fin de instalar enla mente de ella la consigna de que no puede

    hacer nada sin la presencia del psicpata. Heescuchado decir a alguna de ellas "sin l yono hubiese logrado nada" o "gracias a l soylo que soy", con un convencimiento extremo.Este grado de cosificacin de la persona, comodijimos, se produce en la primera etapa, y lue-go le resultan fciles al psicpata las manio-bras necesarias para mantener su estado deparasitismo. Como se observa en este caso y,a diferencia de los que comentamos anterior-mente, aqu el ejercicio del poder sobre la com-plementaria es manifiesto y explcito, hastaasumido con plenitud por la propia comple-mentaria. No est en estos casos el detalledel compaerismo o de la satisfaccin de laconvivencia, sino que la falta de empata y eldeterioro de la autoestima hacen que la com-plementaria se desgaste emocionalmente.Cuando este desgaste provoca agotamiento,hartazgo, y la complementaria realiza atisbos

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    de rebelin, el psicpata retrocede unos pa-sos en su tirana y le concede algunos benefi-cios. Es en esta etapa en que algunas com-plementarias le exigen al psicpata que hagapsicoterapia de pareja, o bien una psicotera-pia individual, accin a la que el psicpata sepresta con mucho agrado, dado que a l leresulta fcil ir a conversar un rato con el tera-peuta, y con esa sencilla maniobra retoma elpoder sobre la complementaria, que cree queel psicpata est en vas de recuperacin.

    Esta relacin de parasitismo puede durar mu-chos aos, hasta dcadas, y algunas de estasparasitadas se resignan a su estado, nuncasolicitan ayuda para salir del circuito y, a ve-ces, el arte del psicpata es tan exquisito quelas convence de que ese es el estado naturalde las cosas.

    Como suele pasar en la mayora de lasrelaciones psicpata complementaria, losfamiliares y los amigos advierten a la comple-mentaria de la situacin parasitaria en que se

    encuentra, pero ella hace caso omiso de es-tos argumentos y contina con la relacin y, silos allegados insisten, se asla de ellos y con-centra su vida alrededor del psicpata.

    Intoxicados

    Este tipo de persona a veces puede con-fundirse con un psicpata por algunas con-ductas aberrantes que suele asumir, pero sa-bemos que la direccin de la conducta huma-na est generada por la armona cerebral y, eldesequilibrio producido por los txicos, dro-gas, medicamentos, alcohol, genera una des-viacin conductual, muchas veces estridente.

    El alcohlicopuede convertirse en un ce-lotpico grave, dado que el alcohol usado porlargo tiempo produce impotencia sexual, lo queconlleva la idea persecutoria de que la mujer,al no poder satisfacerse con l, le es infiel.

    Esta celotipia alcohlica puede ir de modera-da a grave, pero siempre es muy perturbado-ra para la mujer que debe soportarlo y, a ve-ces, en estado de ebriedad este intoxicado seconvierte en un golpeador brutal, y estas gol-pizas pueden terminan en homicidio. Estoshombres suelen generar un delirio celotpicoy cuando la mujer los abandona ellos estnconvencidos de que de esa manera han de-mostrado su infidelidad y pueden continuar consus actos agresivos, an desvinculados. Mu-

    chos de los crmenes pasionales se deben aesta situacin. El alcohlico tiene dos com-portamientos totalmente diferentes: en esta-do sobrio suele ser un trabajador ms queaceptable, con buen trato hacia su familia yhacia su pareja, y en estado de ebriedad sepuede convertir en un ser agresivo. Esta am-bivalencia de conductas hace que la mujerpermanezca en este circuito haciendo un ba-lance de que los perodos de sobriedad com-pensan los malos tratos recibidos cuando est

    borracho, hasta que el vicio se incrementa yla relacin se hace insostenible. El otro ele-mento que cuenta para la persistencia de lamujer es que ella se da cuenta de que estandosobrio, el hombre pocas veces recuerda quees lo que ha hecho, y suele echarle la culpa alalcohol como generador de las agresiones, yno a la persona en s. Este vnculo se fortale-ce ms si hay hijos de por medio y si los me-dios econmicos pasan exclusivamente por elalcohlico. El alcohlico, en la fase sobria,suele ser muy considerado con la compaeray sus hijos, y a veces trata de enmendar eldao que causa por su vicio. Este dato, msla consideracin de persona de la mujer, losepara del psicpata intoxicado.

    Elpsicpata que abusa del alcohol se cui-da de no llegar a extremos que lo hagan per-der el control de la situacin. Sabemos quepara el psicpata el mantener el control sobre

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    los dems es una demostracin de poder. Sepuede convertir en un bebedor excesivo, perono en el borracho perdido. El psicpata puedeusar al alcohol para bajar su nivel de tensininterna, y para no repetir decimos que tienetodos los rasgos propios del psicpata en larelacin con su pareja como: la falta de em-pata, la cosificacin y la manipulacin, y nopresenta las conductas compensatorias delalcohlico no psicpata. Hay que recordar queel psicpata presenta defensa aloplstica, que

    significa que l nunca se reconoce como cul-pable de nada y siempre le atribuye a los otroslos resultados negativos de su propia conduc-ta.

    El drogadicto tiende a que la mujer loacompae en el vicio, y si ella se resiste apelaa todos los argumentos para conseguir que almenos pruebe la droga. En ocasiones la mu-jer cae en esta trampa y tenemos entoncesdos personas intoxicadas que, a medida queavanza el vicio, van degradndose humana-

    mente hasta llegar, a veces, a conductas fuer-temente aberrantes, por ejemplo, como que lamujer se prostituya para conseguir droga paralos dos o que cometan delitos. Pero si la mu-jer no acepta entrar en la drogadiccin debesoportar los avatares propios de la conductadel adicto, cuya principal atencin en la vidagira alrededor de la provisin de la droga, enlos casos graves, y a la larga, constituye unapesada carga para la mujer, quien terminasosteniendo econmicamente el hogar y pro-veyndo de dinero al adicto para que comprelas drogas y observando como l empea co-sas de la casa o roba dinero para conseguir ladosis. La mujer se encuentra en un dilematico: quiere dejar al drogadicto, pero le dalstima abandonar a un enfermo tan grave, eintenta que modifique sus hbitos como paraque se equilibre y luego abandonarlo, es decir,quiere que el drogadicto cambie y deje el vi-

    cio para irse, cosa que puede ocurrir muy ex-cepcionalmente. Cuando el drogadicto se dacuenta de que la mujer se puede ir, entoncesfinge el deseo de curarse de la adiccin, iniciatratamientos ambulatorios primero, e inclusollega a internarse con tal de evitar que la pro-veedora econmica que le facilita la droga, lodeje sin recursos. Aqu la degradacin es bas-tante intensa tanto en el hombre como en lamujer, que se siente usada como proveedorade dinero para conseguir la droga; y es posi-

    ble concluir que esta una actitud psicoptica,dada la socavacin de la persona de la mujer,sin embargo la fuerte autodestruccin del dro-gadicto y la degradacin humana a la que lle-ga estn lejos de la preservacin del yo y desu persona que hace el psicpata.

    Elpsicpata consume drogas cuando nopuede satisfacer sus necesidades especialesy su tensin interna aumenta de tal forma queusa a la droga como un paliativo a este ma-lestar interno. Accidentalmente se puede con-

    vertir en un adicto grave y s puede ser unconsumidor moderado si logra encauzar losobjetivos que le impelen sus necesidades es-peciales. Es decir, si consigue alguna formade poder y, de esa manera satisface su nece-sidad especial, el deseo de la droga disminuyey puede consumirla simplemente como un in-centivo. Para entender esto hay que pensarque el psicpata se ama y no puede tolerar elderrumbamiento y la dependencia atroz a laque llegan los otros toxicmanos. El psicpa-ta drogadicto, en la fase inicial, suele ser cruely terrible cuando implementa los medios paraconseguir la droga, llegando incluso al homi-cidio, pero siempre conservando un plan deescape para zafar del castigo por sus actos.El artificio de la cosificacin, que es innata enl, le permite la realizacin de estos desma-nes que lo pueden diferenciar del toxicmanono psicpata, que tiene una tendencia ms

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    autodestructiva que heterodestructiva. Estetipo de psicpata suele, a su vez, convertirseen un narcotraficante, es decir, encontrarleuna va de poder al tema de las drogas.

    Parasitismo

    1. "Si bien tiene un pequeo sueldo vivede su madre, pide prestado dinero a losamigos, me peda a m siempre y ahora su-

    pongo que le pide a su novia millonaria.

    Nunca devuelve el dinero que pide presta-do". (Con las cartas marcadas Enero 2008)2. "La mayor parte de las veces todos

    trabajamos para l, y es l quien se llevael crdito y el dinero por los logros. En micaso particular, yo perd todo mi patrimo-nio con l. Me convenci para que invir-tiera en sus negocios, que a la final sloreportaron prdidas por el exceso de gas-to operativo del que slo l se benefici,

    pues increment el capital de la empresa y

    se dio vida de rey. Me convenci para quevendiera mis propiedades y comprara otrasde mayor plusvala. Hasta ahora no en-tiendo cmo pude aceptar que las nuevas

    propiedades salieran a nombre de su ma-dre y hermano Tambin me hizo endeu-dar en el banco, en tarjetas de crdito quehasta ahora estoy pagando. Tambin pres-t mi dinero a algunos de sus amigos, quetampoco me han pagado. Incluso conven-ci a mi hermana para que sacara un cr-dito para l, crdito que hasta ahora noha sido cancelado". (El fascinador Enero2010)

    3. "Sus cuentas son pagadas por sumadre, quien adems se hace cargo de lalimpieza de la casa, de hacerle de comer,de lavar y planchar su ropa, de esperarlodespierta cuando llega tomado, lavar las

    suciedades del perro, pagar los gastos de

    servicios de la casa y de comida tambin.Igualmente de las hermanas, quienes oca-sionalmente pagan la parte de la renta quele corresponde, para ayudar a su mam".(Alcohol y algo ms- Junio 2009)

    4. "Viva del esfuerzo mo. l era em-pleado administrativo por la maana. Nohaca nada ms. Yo trabajaba por la ma-ana en la misma oficina que l, a la sies-ta enseaba en escuelas, iba a la universi-dad y cuando era necesario cumpla ho-

    ras extras en la oficina. Algunos das de-ba pasar de un trabajo a otro sin almor-zar. Cuando yo lo conoc me dijo que tra-bajaba en una empresa de transporte concamiones que se movan de una provinciaa otra. Antes de casarme, por algo que mehaca ruido, fui a buscar el lugar dondedeca que prestaba servicios (que no erala casa central que yo bien conoca) y re-

    sulta que ese anexo no exista. Se lo dije ylo neg. Cuando ya casados y, sabiendo

    yo que no tena otro trabajo, lo impulsabaa que busque otro trabajo para el medioda libre. Una vez me dijo que ya habaconseguido, por ese entonces trabajba-mos en turnos diferentes. Estando ya en eltrabajo, regres a la casa donde vivamos,

    para comprobar si haba salido a traba-jar y lo encontr durmiendo. El primer tiem-po de casados vivamos con los padres del. Escuch una vez que el padre reclama-ba que le faltaba dinero, de tanto en tan-to. Opt luego su padre por poner el dine-ro en una caja con llave. Despus de al-

    gunos aos me di cuenta de que era mi exmarido quien sacaba el dinero". (Bruto, la-drn y fabulador Enero 2009)

    5. "Nunca ha trabajado, slo yo, y nole gusta que lo haga, porque dice que yodebo estar en casa con l. Cuando su ma-dre viva, le peda dinero continuamente y

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    a m me ha hecho que les pida a mis pa-dres tambin". (Parsito agresivo Noviem-bre 2009)

    6. "Durante los primeros 10 aos dematrimonio, F y yo habamos tenido mlti-

    ples disgustos por su facilidad para en-deudarse ms all de lo racional dentrode nuestras posibilidades. En el ao 1996us mis prestaciones para pagar sus deu-das, sin consultrmelo, cuando el acuerdohaba sido ponerlo en un depsito a pla-

    zo. En el ao 99 us mis prestaciones parapagar el equipo de sonido que haba com-prado sin consultarme y que tena en undepsito a plazo. En el 2000 me conven-ci de pedir un prstamo millonario a minombre para pagar su carro Isuzu Amigo.

    En el 2003 cambi ese carro por un Hon-da, tras haberse ido de la casa 2 meses so

    pretexto de ser perseguido por lavadoresde dlares a quienes me dijo que tuvo queespantar a balazos y que para quienes mis

    paps dieron miles de dlares en prendapara que dejaran de golpear a F, segnsu versin (en realidad, mis paps y yo o-mos y lemos mensajes de una muchachaque deca haber vivido dos meses maravi-llosos con l, F indic que todo era menti-ra, pero el hecho es que tengo testigos delos mensajes). Ese carro tambin generdeudas, fueron asumidas por D, quien lecambi el carro y la deuda por su Hondaviejito". (Lo que hace es como hipnoizarme -Noviembre 2009)

    7. "Los siguientes das yo habl con susamigos, preguntndoles si saban si l tenaalgn problema, y as me enter de cosas ho-rribles. Ellos se sinceraron conmigo y me di-jeron que l era un acomplejado porque vivaahora con su mam en una zona no muy bue-na de Caracas, l no tena dinero y que pro-bablemente slo me estaba utilizando para salir

    de ese "mundo" en el que no quera vivir, aligual que lo haba hecho con su ex novia, quienera tambin de mejor posicin econmica quel". (Mentiroso grotesco- Junio 2010)

    8. "No ha trabajado jams. Le saca pla-ta al que puede negocios!?Compra-venta de cosasun misterio, adems deque, obviamente, le saca plata a lasmujeresSegn me he enterado ha esta-

    fado a una chica de otro pas hacindolecreer que haran una inversin en tierras

    y cultivos; ella hasta sac un prstamo, yaque l no tiene como respaldar un prsta-mo y le dio toda la plata a lObviamenteel resultado lo imaginar: ni plata, ni tie-rra, ni cultivosni amor..Y aqu loloco.Ni denuncia". (Psicpata intenso-Junio 2010)

    9. "Por tres meses salamos de viaje to-das las semanas, comamos y bebamoscuanto queramos, y as se fue terminandomi cuenta de ahorros, l siempre dicindo-

    me que cuando trabaje me apoyara, peronunca lo hizo". (Las amarras de Ulises-2009)

    10. "Con una novia dur 10 aos, fuea la que mas parasit. Hizo toda su carre-ra sin trabajar, ella le pagaba todo: secompr un auto que usaba l, le compra-ba ropa, apuntes para la facultad, le pa-

    gaba vacaciones, salidas". (Ludpata pijo-tero Mayo 2009)

    Abuso de drogas y alcohol

    1. "Despus de poco tiempo de salir, unda en su casa me dice que quiere compar-tir algo conmigo; sac cocana y la puso

    sobre la mesa y dijo: yo tomo esto, estaes mi vida y no puedo mentirte ms, lo quie-ro compartir con vos. Lo nuestro se remi-ta a estar en su casa encerrados tomando

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    droga y alcohol". (Psicpata y drogadicto-Enero 2010)

    2. "Las drogas infiero que las ha pro-bado porque me dice a veces "ese libro metiene atrapado como una marihuana de lasbuenas, no lo puedo dejar" quiz seaun alarde ms; del alcohol he sido testigo

    personal de su uso y abuso, incluso a ve-ces al da siguiente tiene problemas paralevantarse a trabajar; sexo y alcohol son

    para l la combinacin mas divertida". (El

    ondulante paso del histrico. Enero 2009)3. "G fumaba porro. Yo jams haba fuma-do en 29 aos, pero con l fum sin proble-mas. G consuma cocana desde los 15 aos,pero jams me lo dijo, lo supe muchos aosdespus. Ms avanzada nuestra relacin cadatanto traa un papel y tombamos un poco, yyo crea que era un aditamento, como paraotros un champagne (yo no tomo, soy abste-mia) Cuando se refera a la merca, contabaque su hermano haba sido adicto, que l en

    una poca haba tomado, pero que siemprehaba podido dejar, que nunca se haba en-ganchado. El porro era para desestresarse.Como yo nunca haba estado con nadie queconsumiera cocana, no distingua los snto-mas: luego me di cuenta de que muchas ve-ces haba tomado, y yo lo confunda con elefecto de un vaso de whisky. Fuimos a untelo y tomamos cocana. l se pas de rosca,qued hecho mierda. Yo no quise ver que ahhaba un problema de adiccin.

    Dur poco el intento, l dijo que yo erasiempre igual y que no poda estar conmigo.Yo no saba, pero estaba empezando a dro-garse cada vez ms, a ir con prostitutas y adrogarse. Ese proceso fue empeorando sucondicin clnica y mental. Cuando el nuevotratamiento fracas, empez su barranca aba-jo. Yo lloraba. te pods morir, le deca. Vosno eras adicto, si estuviste aos sin tomar.

    Cundo?, respondi. Cuando vivas con-migo, excepto al final, dije. Y entonces memir con la cara de un demonio: a vos quinte dijo que yo no tomaba?, me dijo, y me ful-min. Me haba mentido! Siempre haba to-mado, ms o menos cantidad pero siempre!Ese descubrimiento fue terrible, para m, pordos razones: haba vivido mintindome, l aquien tanto le molestaban las mentiras, por esosus cambios de humor, sus arranques. La se-gunda razn de lo terrible de enterarme fue

    que mi mente inmediatamente hizo la ecua-cin: no lo saba, no pude ayudarlo; si hubierasabido otra habra sido la historia: no nos ha-bramos separado, se habra tratado, etcte-ra. se fue el principio, fatal, de mi recada enmi adiccin a l -ms violenta, ms absolutaque la vez anterior-. Ahora no era slo unahistoria triste, una vida de soledad: ahora es-taba enfermo y yo sera su enfermera. Hablcon su mdico: me explic que l tena unavida sexual muy promiscua, que se drogaba,

    que era imposible que se recuperara as, quepoda perder el pene. Al mes volvi a inter-narse -siempre a mis instancias- me iba a darel manejo de su dinero para no drogarse, quefuera a buscarlo. El psiquiatra no quera darleel alta hasta que no tuviera una comunidad ala que ir. Tuvimos todos una reunin: yo fui,ilusa. l saba que, como era la responsable,si yo firmaba l poda irse contra opinin m-dica. Yo estaba ah, con la directora de la cl-nica, con el psiquiatra, y l, que deca yo tepido que me dejes salir, soy un hombre libre,mi libertad est en tus manos: qu vas a ha-cer?. Pocas veces sufr ms. Le firm lasalida, aun cuando le avisaron que iban a ha-cer la denuncia en una defensora. Con todolo que haba hecho para internarlo tuve quefirmar que se iba conmigo. Por supuesto, vol-vi a drogarse esa misma tarde. Esa tardefue de las peores que recuerdo para m. Era

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    un mircoles, el viernes todava segua des-aparecido y me llamaron de la clnica paraque fuera a buscar sus cosas. Me sent taninfeliz. Ese verano fue atroz. Desapareca das,me llamaba a cualquier hora cuando volvapara que me quedara tranquila -yo me pa-saba noches enteras pensando que me iban allamar para avisarme que estaba muerto-, yolo puteaba, o le suplicaba; cuando estaba enel departamento permaneca tirado como unvegetal, rodeado de restos de comida, sin ba-

    arse, era un espanto ver esa casa as, la casaque yo haba arreglado para l con la ilusinde que mejorase. Me llamaba en cualquiermomento. Mientras tanto, la denuncia seguasu curso y los forenses iban a verlo. No lesabra. Empez el lento trabajo de convencer-lo. Le dije que me estaba destruyendo la in-certidumbre cada da, que tema por su vida.Empez a decir que lo hara, por m. Intenta-mos que pasara a una internacin psiquitri-ca; mientras llegaba el psiquiatra se arranc

    el suero porque no le daban de comer, des-pus de varios intercambios verbales airadoscon la mdica de piso, y sali tambalendosepor el pasillo, yo corra detrs. Pero esa tar-de, antes de desaparecer dos das, me pro-meti que se internara. As fue. En el medioyo llevaba datos al juzgado sin que supiera,con su abogada; coordinaba con su psiquia-tra: un instante en que algo saliera mal y no lohara. Esa vez se neg a ir en ambulancia,discuti con el psiquiatra que vena a dar laorden de internacin. O iba conmigo en taxi ono iba. Le firm al mdico todo lo que mepidi y lo llev en taxi. En cada semforo te-ma que se bajara, l repeta: lo hago por vos,para que duermas tranquila. En la puerta delpsiquitrico se afloj: llor, me dijo: "por favorayudame a recuperar mi vida". Los forenseslo vieron all, ordenaron que hiciera tratamien-to: no poda zafar. Obligado por el juez tuvo

    que ir a una comunidad teraputica que porsupuesto busqu yo, hice las entrevistas, et-ctera. Fue en esas tardes de otoo en queme di cuenta de que otra vez me senta ena-morada de l, de que su vida importaba casims que la ma. Fui con l cuando se intern,estaba nervioso como un chico, yo le daba lamano. Pasara ms de un mes sin ver a nadie,recin a los 10 das lo dejaron llamarnos portelfono. Lloraba de emocin, me deca cuntonos quera. Yo otra vez tuve esperanza. Esos

    primeros meses de tratamiento fueron bue-nos. Retom sus tratamientos mdicos y yolo acompaaba. En una de esas veces mebes, y pas con l un reinicio de noviazgoque me tena en las nubes. Mientras tanto enla comunidad me decan que l haca comosi: cumpla los horarios, las normas, pero noestaba comprometido con el tratamiento. Meenloqueci para que lo cambiara de institu-cin: para agosto estaba en otra. A m en esemomento me pareci que el psiclogo era un

    psicpata. All poda salir los fines de semana,vena a casa de viernes a domingo. Parecaestar encaminado. A la maana cuando meiba a Retiro me dio un beso y me dijo queda-te tranquila, te quiero, todo va a estar bien.l se volva a la fundacin. Cuando llegu aMar del Plata llam para avisar que estba-mos bien y el director me dijo que no se habapresentado. Fue como si me pegaran un tiro.Me arruin. Esa noche me llam totalmentedado vuelta y me dijo que haba estado tra-bajando! con gente con la que trabajaba an-tes. Le dije que saba que era mentira y quese volviera a la fundacin porque haran ladenuncia. Durmi todo el da siguiente y cuan-do me llam a la noche me jur que no habaestado con putas, se haba drogado, s, perocon un conocido. Le cre. A mi vuelta logrque lo ayudara a dejar la fundacin, le creque hara tratamiento psiquitrico, se vino a

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    vivir a casa. Dur un fin de semana: el lunesyo me haca un estudio, me acompa, le didinero para el colchn de su casa que habaque cambiar y para un celular (yo administra-ba su dinero), luego me dijo te quiero, te veoa medioda y desapareci. A las 11 de la no-che pretendi hacerme creer que haba esta-do con esa gente con la que trabajaba, yo nolo dej entrar, le tir el bolso por la cabeza y loech. Pocas veces estuve tan apenada: aho-ra no caba la explicacin de la soledad, de la

    falta de contencin, de nada de eso. Ahoraestaba claro que l haca lo que se le daba lagana sin importarle nada de m ni del hijo, quehabamos tenido que atravesar todo eso. Algomuy recurrente en mi relacin con l fue esasensacin del esfuerzo intil. Fue otro veranoigual al anterior, pesadillesco. La misma rue-da. Slo que ahora era en la casa que habasido nuestra adonde lo iba a ver, y tambinvea cmo esa casa, que yo haba arreglado(de nuevo, s, arreglando una casa!!) duran-

    te su internacin se ensuciaba y corrompa.Intent internarse en febrero, estuvo 15 dasy no quera ir a ninguna comunidad. Se le con-sigui un ambulatorio, fuimos a la entrevista yllor todo el camino. Me dijo que ya lo habaayudado mucho, que lo soltara. Yo lo abraccon desesperacin. No te voy a soltar, le dije.La misma maana que se extern se fue adrogar: tena mucha plata que me haba pedi-do para vivir tres meses. Se la gast en unasemana. Un mes y medio despus, otra vez ysiempre por m se reintern y despus pasa una comunidad teraputica en Capital. Erauna rueda angustiosa. Mientras estaba inter-nado quera ir a nadar, como iban otros inter-nos; quera tener grupos ms fuertes, dondepoder charlar sus cosas profundas -en la co-munidad decan que se iba por pasos, primeroel hoy, despus el ayer-; como detectaron enl un trastorno psiquitrico adems de la adic-

    cin, lo dejaron ir dos veces por semana a supsiquiatra; cuando lo dejaron nadar quera pin-tar, y siempre se quejaba; casi no se vincula-ba con sus pares, para l eran todos unos im-bciles, salvo un par; odiaba las asambleasdonde se contaban los das limpios pero des-pus me espetaba tengo 128 das limpio;despus quera salir, ver al hijo jugar al ftbollos sbados, cuando finalmente lo hizo, al mesestaba harto de hacer todos los sbados lomismo, y encima el nene no progresaba, yo

    le dije que no poda ser tan hijo de puta; ledaban 2 das y quera 3, le daban cinco y que-ra toda la semana, haba muy pocos momen-tos en que se metiera en el tratamiento, muypocos. Mientras tanto a m mi grupo de muje-res en la fundacin me haca mucho bien: hubonoches en que le cont cosas que yo habadicho y l despus me las echaba en cara, medeca de qu lado estaba yo, yo le deca quetodos del mismo: su cura. Pretenda digitar qudeca y qu no, usarme para que hablara en

    mi espacio de lo que l quera. Me deca queera su lugar, que estaba ah por l. Algunosfines de semana fueron buenos, compartimossalidas con y sin nuestro hijo, en una de ellasme dijo que si no me hubiera tenido a m, quelo quera tanto, estara muerto, y que me ama-ba. Pero en general dorma la siesta, no iba abuscar al nene al colegio, usaba ms dinerodel permitido, y yo no deba decir nada en lafundacin porque eran boludeces. Dijo quela otra vez no haba funcionado porque habaestado obligado por el juez, que esta vez erapor l, y que funcionara. Pero no funcionaba.Creo que nunca se lo crey, ni por un segun-do. A la segunda consulta conjunta con el psi-clogo dijo que su problema era que viva conuna mujer que quera manejarlo, que no leentregaba su dinero -la llave de la caja de se-guridad-, y que meaba parada. Me indign yme fui, llorando. No se disculp.

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    Lo del dinero empez a ser el tema dediscusin, yo no quera drselo porque ibaa recaer, l deca que ya estaba bien -cuan-do le convena estaba enfermo, cuando no,no.Un domingo a la maana me insult alos gritos por Figueroa Alcorta: me dijoque iba a dejar el tratamiento, que le die-ra su plata, que era una chorra, una hijade puta. Lo odi, dije que lo iba a contaren la fundacin. Pocos das antes me ha-ba dicho que no dejara el tratamiento por

    respeto a m y a mi esfuerzo. Era enloque-cedor. Empec a engaarlo por primera vezen mi vida. Me enamor sin darme cuenta,de alguien que me daba contencin, apo-

    yo, confianza, dilogo. Igual no dejabaque esa relacin progresara en m porque

    yo senta la responsabilidad de cuidar deG, de estar a su lado, de no darle esa esto-cada que poda hacerle tanto mal y llevar-lo a recaer. Me fui una semana a Mar del

    Plata con mis padres. Me hablaba todos

    los das. Un jueves lo not raro, me dijoque estaba todo ok. Esa noche recay. Yla del viernes (lo supe todo a mi vuelta porinvestigar con el sereno, con el encarga-do, etc). Volv el sbado y lo encontr enestado deplorable en mi propia cama: sehaba quedado dormido en lugar de ir abuscarnos a Retiro. Lo neg sistemtica-mente, yo inventaba, estaba loca. Y si se-

    gua inventado iba a dejar el tratamiento.Le dije que hiciera lo que quisiera, yo estavez no me iba a callar. Haba hasta empa-

    pado la malla para hacerme creer que ha-ba ido a nadar. Yo no tena duda ningunade que se haba drogado, no importabacunto ni cundo. Le saqu la llave de lacaja mientras dorma, y el lunes avis enla fundacin. Cuando lo supo dijo que noiba a ir ms por mi culpa, porque yo in-ventaba. Le dije que hiciera lo que quisie-

    ra. Esa noche volvi a casa drogado y loech, ante su estupor ests loca, deja-me pasar, ests delirando, me deca.

    Pero en su desaprensin, en que no lo an-gustiase haber hecho lo que haba hecho,habernos arruinado una vez ms, yo tenala prueba de que haba consumido. No

    poda ser, de nuevo lo mismo. Y su salud,que estaba tan complicada. Nunca aceptque haba recado. L me dijo que no seme ocurriera venderlo -avisar que se ha-

    ba vuelto a drogar-. Yo le dije que iba aponerlo en manos de un juez. Esa tardemuri y yo me encontr decidiendo cajn,cementerio, flores". (La batalla Abril 2009)

    Golpeadores

    La violencia es un tipo de comunicacinen el que se siguen las reglas bsicas de lacomunicacin: hay un emisor, hay un mensajeen esa violencia y hay un receptor de esa vio-

    lencia, y tambin hay una respuesta del re-ceptor hacia el emisor.El receptor puede responder, ya sea: acti-

    vamente, generando de ese lado tambin laviolencia; pasivamente, no hay respuesta a laviolencia; con una respuesta de sometimientoa esa violencia, o con la huida del sistema deviolencia.

    La forma ms comn de violencia y la pri-mera que viene a la cabeza cuando se men-ciona el tema es la violencia del tipo fsico,donde el agresor descarga fsicamente sobrela otra persona su energa; eso sera en unvnculo de relacin hombre-mujer, el tema delgolpeador, donde se genera ah un sistema:golpeada-golpeador, donde el golpeador pre-senta como elemento de comunicacin la vio-lencia y la golpeada acepta ese mensaje ycontina en el sistema. Todo sistema perma-nece si tiene algn beneficio para sus miem-

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    bros; si un sistema no tiene beneficio para susmiembros, se rompe; es decir, si una mujer esgolpeada y no acepta este tipo de comunica-cin a travs de la violencia, se va.

    El circuito golpeada-golpeador est aleja-do del circuito psicpata - complementaria.En realidad, alpsicpata no le es necesarioutilizar argumentos fsicos, ya que con la su-gestin de las palabras le es suficiente paradominar la mente de su pareja. Es raro que elpsicpata golpee a la complementaria; cuan-

    do lo hace es para generar uno de sus recur-sos preferidos, que es el miedo o para obte-ner un grado mayor de dominacin. Ademsel trabajo del psicpata para dominar el cere-bro de la complementaria se prolonga desdeel inicio hasta el final de la relacin. En cam-bio, en el circuito golpeada-golpeador los epi-sodios de violencia son espordicos y con sal-tos temporales.

    La escalera de la violencia

    Salvo casos excepcionales, la golpeadaparticipa activamente en generar la descargaviolenta del golpeador. Ella conoce a su hom-bre, y ellos suelen ser, por lo general, perso-nas temperamentales, pero conductualmentecontrolados, y se produce la inestabilidad deviolencia por determinados temas o en deter-minadas circunstancias, que la golpeada co-noce perfectamente. Por ejemplo: cuando seinicia una discusin, ella va observando cmoel golpeador va subiendo la escalera de vio-lencia escaln por escaln hasta llegar al lmi-te donde realiza la descarga de golpes. Hastaque no se llegue a ese punto lmite la descar-ga de violencia es reversible; esto lo sabe muybien la golpeada, que muchas veces detienela situacin agresiva apenas se inicia o cuan-do el nivel de violencia no ha llegado al lmite.Sin embargo, en otras ocasiones, la golpeadalo azuza al golpeador, quien a veces intenta

    volver hacia atrs en su nivel de violencia oalejarse de la situacin, hasta provocar quellegue al punto mximo donde se produce ladescarga de violencia. En la enorme mayorade los casos esta descarga de violencia no esletal, ni siquiera grave y se limita a determina-dos puntos del cuerpo de la golpeada. Des-pus de finalizados los golpes, la descargaemocional, viene el arrepentimiento. Muchasde estas parejas, luego del acto violento tie-nen una relacin sexual y por varias semanas

    no se vuelve a repetir la violencia, y la con-ducta del golpeador es solcita y condescen-diente hacia la golpeada. Este es el rdito queobtiene la golpeada de este tipo de relacintan incomprensible para un tercero.

    Errneamente se suele considerar a lagolpeada como una vctima pasiva del brutalgolpeador, y esto es as en los casos en que laviolencia la realiza un golpeador intoxicado conalcohol o con drogas, pero de no mediar estostxicos no podemos hablar ac de vctima en

    el sentido estricto del trmino. En oportunida-des he atendido a golpeadas que me han lle-gado a confesar estos factores que he men-cionado anteriormente, y ellas se hicieron car-go de esta situacin en el desenlace violento,es ms, me han confesado que ellas a vecesprovocaban al golpeador porque la paliza lesgeneraba un estado de relax cuando estabandemasiado tensas; y gran nmero de ellasconfes que lo hacan para vivir el perodo dearrepentimiento del golpeador, si bien es cier-to que estas mujeres no haban sufrido palizasgraves.

    Tambin cabe aclarar que no estamos ha-blando aqu, para nada, de una relacin sado-masoquista, a la que algunos profesionales,apresuradamente, pueden colocarla en esterubro. La relacin sadomasoquista tiene unclaro componente ertico; en cambio, en larelacin golpeada-golpeador hay una manifes-

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    tacin de impotencia del golpeador para con-trarrestar las argumentaciones de la golpea-da en la discusin. Tambin hay una especiede mensaje hacia las otras mujeres, como unregodeo, al considerarse vctimas ante suspares, y al mostrar los magullones de los gol-pes a los que fueron sometidas. Siempre tie-nen una excusa para seguir con su pareja, yasea por cuestiones econmicas, o, la ms fre-cuente de todas, por sus hijos, para no quitar-les un padre a sus hijos, pero en realidad hay

    una respuesta de aceptacin de ese sistemade violencia. Son las damas de los anteojososcuros.

    El golpeador es de temperamento explosi-vo y va oscilando desde el polo de la tranqui-lidad morosa, que puede durar mucho tiempo,al polo explosivo que produce la descarga deviolencia. Estamos hablando aqu de una pa-reja cuyos hbitos de violencia son repetitivosa lo largo del tiempo. No podemos calificarde "circuito golpeada-golpeador" a un hecho

    espordico o a una reaccin emocional conun poderoso motivo para el varn, como unainfidelidad, por ejemplo. Tampoco entra eneste grupo el agresivo verbal, el gritn, ni aquelllamado "mano larga", que ante cualquier con-tratiempo propina una leve cachetada. Estecircuito, en menor medida, tambin se con-forma por el golpeado y la golpeadora, que noes tan infrecuente como se piensa: son muje-res que golpean a sus maridos, por lo generalde contextura fsica menuda, o bien, aquellosblandos de carcter. A veces estas palizas sedan con verdadera saa, pero por vergenzade gnero el hombre no se anima a denun-ciarla. En estos casos la motivacin es unadescarga de violencia de la mujer hacia elhombre sin los comportamientos de arrepen-timiento del circuito golpeada - golpeador, esen realidad un ejercicio de la crueldad.

    Yo propongo a los profesionales que cuan-do se encuentren con una mujer golpeadaanalicen con suma delicadeza y detalle todoslos componentes que llevaron a estos actos, afin de no caer rpidamente en el concepto sim-ple vctima-victimario. Por ejemplo: en ciertaocasin consulta una mujer por haber sidogolpeada por su marido, al que le haba hechola denuncia correspondiente en la comisarade la mujer, aduciendo que era la cuarta vezque ocurra lo mismo. El tema de la denuncia

    es interesante porque, por lo general, en elcircuito golpeada - golpeador la mujer no de-nuncia. Estas denuncias de violencia son muyfrecuentes en el curso de una separacin,donde la mujer debe lograr constancias deagresiones fsicas y suele provocar hechos deviolencia para facilitar el proceso de divorcio,aconsejada por su abogado. Esta mujer sequejaba de los golpes de su marido, pero lue-go de varias entrevistas con su pareja se lo-gr conformar el cuadro siguiente: en reali-

    dad ella manipulaba a este hombre por cues-tiones de dinero y lo someta a vejaciones muyemparentadas con los hechos psicopticos, yel hombre, como no poda encontrar ningunaforma de revertir estos abusos y ante la im-potencia de sus argumentos verbales, se des-cargaba fsicamente y, desde luego, esto leconvena a ella para acelerar el proceso dedivorcio. Es decir, que estos actos de violen-cia no son tan simples como parecen, y re-quieren de estudio como cualquier otra de estasconductas aberrantes.

    No debemos olvidarnos del cruel, que esaquel que ejerce un sistema de violencia entoda la familia, a veces escudado en el argu-mento de la educacin, y con esa falacia gol-pea a sus hijos y a su pareja. Hay mucho quedesarrollar sobre l, pero escapa a este tra-bajo. Alguien parecido a este personaje es elsdico mal acompaado, el que convive con

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    una mujer comn en lugar de una masoquistay suele descargar su agresividad sobre ella, ypuede despuntar el vicio encontrando parejasadecuadas y transitorias en los clubes sado-masoquistas o por Internet.

    El psicpata golpea para someter, paraconseguir un mayor grado de dominacin queel que tiene sobre su pareja, pero repetimos,son muy pocos los que usan esta burda herra-mienta.

    Como es fcil intuir, no cualquier mujer

    puede participar del circuito golpeada- golpea-dor. La mujer comn ante los primeros actosde violencia de su pareja se atemoriza tantoque deja la relacin, tal vez no en el primerhecho, pero s si se repite. Los golpes le pro-ducen un sufrimiento no solamente fsico, sinouna fuerte herida en su autoestima que le re-sulta intolerable. Por otra parte, el varn quetiene tendencia a golpear, "que son pocos",permanece en esa condicin para siempre; yla mujer que tolera y facilita ser golpeada tam-

    bin es poco frecuente.Golpeadas

    1- "Los ltimos hechos se sucedieron deesta manera: con una botella en una pe-lea me rompi dos dientes, segn l, sinquerer (ja, ja). Cuando tom la botella laalz para darme un botellazo y me la me-ti en la boca; se me rompieron mis dien-tes, entonces le arroj un hielo para de-

    fenderme, con tanta mala suerte que le dien la cabeza y le dej un golpe que, segnl, le trajo muchos problemas de salud des-

    pus. El hecho pareci olvidarse hastahace un tiempo, que me dijo que queraque nos viramos a veces, porque no est-bamos bien y yo era la loca que arruinabala relacin. Quiero hacer un racconto delos golpes que recib. Una vez creo yo lehablaba de los hijos y discutimos, subi la

    msica para que no se oyeran mis gritos,me quiso ahorcar y me golpe en la boca;me dej el labio morado. Es celoso y merevisa, me jaquea mi mail y el Facebooktodo el tiempo. En un ataque de celos mecort el pelo con una tijera. En las rela-ciones sexuales a veces me golpeaba ju-

    gando y me lastimaba, mordindome en elcuerpo y en la vagina. Siempre en las pe-leas me pona las manos en el cuello hastadejarme sin aire". (Yo quiero que me pegue

    Diciembre 2009)2- "Empez con la paranoia de que yolo engaaba y me confrontaba pidindo-me que le diga "la verdad"; se pona muyverborrgico con esto y, ante mi respuestade que no tena nada que confesar, puestoque yo no lo engaaba, se transformaba y

    se desencadenaba la violencia verbal enprincipio, luego empezaron los forcejeosy los empujones, cuando yo caa al pisono me ayudaba, sino que segua gritndo-

    me "puta, mentirosa" y dems insultos. Meencerraba en su casa cuando yo le decaque me iba, que no lo aguantaba ms, es-conda las llaves, me desafiaba, me decaque no me iba a dejar salir y lo cumpla,

    yo me senta aterrorizada, ms de una vezpens que me mataba. Me sacaba las lla-ves de mi auto, yo me pona en un rincnacurrucada del miedo que tena y llora-ba". (Psicpata drogadicto- Enero 2010)

    3- "Lo denunci una vez que me fisurla costilla, tengo cicatrices en la nariz poruna mordida, una en la frente por un em-

    pujn; tambin he tenido el ojo hinchadopor alguna discusin, cosas que ya noquedaron marcadas en mi cuerpo, pero sen el alma. l soaba algo feo, que yo es-taba con otra persona y, por ejemplo, unavez se despert y crey que era verdad yme peg duramente en el estmago; pata-

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    das varias veces". (Cocainmano pertinaz Marzo 2010)

    El neurtico y el psicpata

    El neurtico acota su libertad interior atravs de sus sntomas. Es una persona debase temerosa y siempre un dejo de angustiaest presente en sus horas. El neurtico tieneun serio problema con lo que implica ser adul-to. Es como si le costara enormemente dejar

    atrs la etapa de la adolescencia, y a algunosneurticos muy intensos, dejar atrs la etapade la infancia. Siempre se cuela en el accio-nar del neurtico, sobre todo en la relacincon los otros, un dejo de infantilismo o de pu-bertad, lo que lo configura para los demscomo una persona vulnerable en algunos as-pectos de su accionar. Esta falla en su asu-mirse como adulto y afrontar la vida tal cuales lo sume en el recurso de la fantasa. Va-mos a decir, entonces, que entre la realidad y

    la fantasa el neurtico reposa ms en su mun-do fantasioso y, como deca Caldern de laBarca: "como los sueos, sueos son", cuan-do el neurtico despierta de sus fantasas porlos cachetazos que le da la realidad, vive almundo como hostil o inadecuado para la sen-sibilidad de su persona. Este no es el mundoque l ha elegido, este es un mundo que le esimpuesto, y este razonamiento infantiloide legenera un sentimiento de injusticia y de in-adecuacin que tie gran parte de sus actos.La realidad tal cual es le genera un quantumde angustia, por lo tanto le produce un des-gaste emocional, energtico que, cuando lle-ga a ser intenso, lo convierte en sntomas, enlas llamada enfermedades psicosomticas o"nerviosas", las jaquecas persistentes, los tras-tornos gastrointestinales, las disfunciones res-piratorias, la contractura pertinaz, los mareos,y el atemorizante dolor pectoral. Estos snto-

    mas lo sustraen de la escena de la realidad yle permiten quedarse en su refugio que, por logeneral, es su hogar, hasta que la angustia cedey retoma sus actividades. El neurtico esten sintona con su ambiente, y su estado emo-cional depende del grado de aceptacin quetenga en el entorno o de los vaivenes que sepresenten en el mismo. En ese sentido esemocionalmente permeable a los avatares delentorno y, desde luego, muy dependiente del"qu dirn", resabios de su etapa infantil.

    A veces da la impresin de que el neurti-co est convencido de que la vida o los de-ms le deben algo o deben resarcirlo de algo,que ni ellos mismos pueden definir de qu setrata; es por eso que a veces se muestrancaprichosos y demandantes sobre nimiedades,ante la sorpresa de la gente que los rodea.

    Pese a la creencia generada por viejas teo-ras psicolgicas, los neurticos son pocos;ocurre que muchas veces se confunden debi-lidades que presentan los humanos frente a

    un medio estresante y habitual, como lo es elurbano, con sntomas neurticos. Este error,a veces sustentado por profesionales del cam-po psi, hizo confundir a los normales, quemanifiestan sus sensibilidades y vulnerabilida-des, con los neurticos y sus sntomas. Esti-mo que los verdaderos neurticos no superanel diez por ciento de la poblacin. Es ms, elpropio humano normal reconoce al neurticocomo distinto a l y lo califica como a un serdbil o inadecuado. En Argentina se usa eltrmino coloquial, y solicito aqu la dispensade los acadmicos, de "boludo" para referirseal neurtico. Este calificativo jams es em-pleado cuando se refiere al psicpata que,una vez descubierto, o por sus acciones re-calcitrantes, es nominado coloquialmente como"hijo de puta".

    El comn ve en el neurtico esa mezclade actos y pensamientos aniados en un cuer-

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    po de adulto, y le genera ese calificativo al nopoder definirlo de otra manera. Esto est muylejos de considerar al neurtico como un des-valido o discapacitado, porque puede ser unexcelente profesional precisamente por susrasgos neurticos; por ejemplo: un obsesivopuede destacarse en todas las tareas y profe-siones en donde se requiera meticulosidad yexacta observacin del detalle, amn de latenacidad que lo mantiene aferrado al trabajohasta concluirlo. Esta cara virtuosa de la ob-

    sesin se contrapone con la misma intensidadde caracterstica cuando esta aplicacin seejerce sobre tareas banales y superfluas, obien, cuando en una reunin mantiene rgida-mente un argumento sobre el cual no puedetener la plasticidad necesaria para complemen-tarlo con los argumentos de los dems, lo quelo convierte en un "pesado".

    El fbico, aquel que se restringe en el es-pacio de su accionar generando fantasiososterrores que le impiden expandirse fuera del

    medio que l considera seguro, puede desem-pearse con soltura y desplegar su talentopero, puesto en un medio que l considera te-rrorfico, se comporta como un nio asustadoe incapaz de llevar adelante tareas sencillascomo la de subir a un transporte pblico ocaminar por un parque, lo cual es absoluta-mente incomprensible para una persona co-mn, por ms argumentos que el fbico dpara justificar esta debilidad.

    Donde se presenta un grado mayor de in-fantilismo es en la histeria, donde el deseo deaparentar ser lo que no se es, es muy intenso,y el estar constantemente llamando la aten-cin para s resulta muy molesto para el gru-po, as como las frecuentes descompensacio-nes afectivas y dramatizaciones propias deeste tipo de neurticos.

    Como ven, ya en esta breve referencia sedan cuenta de que estas personas existen en

    una proporcin inferior a la persona comn.Todos conocemos a alguno de ellos, pero notodos somos como ellos.

    Repetimos: a menudo, el estrs, sobre todosi es intenso y agudo, puede generar en lapersona comn descompensaciones fsicas ypsquicas que remeda a algunos de los snto-mas de los neurticos, pero esto es algo infre-cuente y est relacionado con una causa queha provocado esta sintomatologa, a diferen-cia del neurtico, en el cual estos sntomas,

    amn de ser cualitativamente distintos, ma-nan constantemente de su mente conflictua-da. No confundamos, entonces, los efectosdel estrs con la neurosis.

    Para el psicpata el neurtico es su presams fcil y lo podemos deducir con facilidad.Mientras que para el neurtico todo es com-plicado por tener su libertad interior acotada,por contaminar sus pensamientos con sus es-tados emocionales, por preferir la fantasa ala realidad, el psicpata es un ser bsico, ajus-

    tado a lo real, que simplifica los caminos quellevan a la resolucin de problemas y que tie-ne una libertad interior ampliada. Al acercar-se un depredador as, al neurtico, sin duda, lova a fascinar con el despliegue de su accio-nar libertario, arriesgado, desapegado muchasveces de las reglas y normas que lo atan depies y manos, y lo incita a vivir una vida des-pojada de miedos y fantasmas y a disfrutarde placeres inditos. Para el neurtico el psi-cpata es como un sueo cumplido, es comosi sus fantasas de libertad virtuales se con-cretizaran en la persona que lo mira con unasonrisa, y all va, directo a las fauces del psi-cpata.

    Otras diferencias entre el neurtico yel psicpata

    El neurtico es como una masilla que seva armando con todos los acontecimientos

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    ambientales. El psicpatano se moldea connada, ya viene formado as, sigue as y muereas; es una estructura slida. El neurtico esmodificado por su entorno; el psicpata modi-fica el entorno.

    El neurtico tiene restringida su libertad,nunca va a creer que una persona le pertene-ce, en sentido estricto del trmino. El neurti-co puede ser run, pero nunca llegar al extre-mo de cosificar, de considerar a alguien comouna cosa, y jams generara un tema de te-

    rror. El neurtico puede protestar, quejarse,pero da la sensacin de que se lo puede con-trolar. El psicpata, por el contrario, da mie-do, se intuye que es incontrolable.

    El neurtico por naturaleza suele ser muyansioso, quiere las cosas ya, tiene hambre detiempo, no tiene mucha capacidad de espera.En la neurosis hay un desbalance de ansie-dad. El psicpata, cual buen cazador, manejalos tiempos, la espera.

    Otra vivencia que genera el psicpata es

    el misterio, la incgnita. El ser humano nece-sita explicaciones, necesita aferrarse a lascreencias, no puede tolerar mucho la incerti-dumbre. Los psicpatas son duchos en tole-rar la incertidumbre, manejan el misterio, laincgnita y mantienen en vilo al otro. Forjauna tensin especial en todos los que convi-ven con l o estn en relacin directa con unpsicpata.

    El psicpata expande su sentido de liber-tad, el neurtico lo acota. El neurticousa suneurosis para no hacer. Usa el dolor y el te-mor al dolor para amansar a su esencia ani-mal, para ponerle freno y que no se manifies-te. Usa la culpa para intentar no repetir algu-na falla en su represin. Tiene terror a des-trabar secuencias internas de acciones queno pueda controlar. Y est en constante des-armona consigo mismo por intentar armoni-zar con los dems. El neurtico arm con sus

    prejuicios un cerco pequeo a su libertad, perosuea que lo agrandar algn da, tal vez des-pus de un anlisis o de algn pase mgico,de algo proveniente del afuera, en un maa-na, en otro lugar.

    El psicpata es una persona que se atrevea cosas que el comn no, la ley del psicpataes: "todo es posible". Carece de la vivenciade empata. Le est vedado comprender alotro. S puede "entenderlo", conocer sus fisu-ras y, de esa manera, manipularlo. El dolor

    del otro, fsico o psquico, lo entiende, y a ve-ces, haciendo un anlisis intelectual del fen-meno. El proceso de cosificacin del otro, in-nato en l, lo aleja ms an de la posibilidadde la empata: el otro es depreciado comopersona, devenido en objeto de uso. En con-secuencia, el psicpata usa a las personascomo materia prima, cosas, para lograr susobjetivos. El psicpata avanza hacia su obje-tivo impulsado por sus necesidades especia-les, lograr poder, por ejemplo, y si en el tra-

    yecto destruye o lastima cosas, personas, esun mero efecto secundario poco o nada aten-dible para l. Su enorme grado de libertad in-terior le permite, y sus cdigos propios lo jus-tifican, emprender empresas donde el daohacia los otros no est contemplado. El daa-do permanece perplejo ante el dao psicop-tico dado que no puede comprender la natu-raleza del dao en toda su magnitud, ni lamotivacin que llev a tal accin: tan lejos estde la mente de un psicpata.

    El emptico, un normal o un neurtico, re-suena emocionalmente con el otro, que esconsiderado una persona como l. En conse-cuencia es plenamente consciente de las vi-vencias que desencadena su accionar en elotro. Hace el dao y de alguna manera unaparte de ese dao se le vuelve en contra comoculpa, o sus manifestaciones psicosomticas.Daa y se daa. Su libertad interior, acotada

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    por los principios morales comunes y sus inhi-biciones intrnsecas, le impiden muchas ve-ces llevar a la realidad su plan daino hacia elotro. Pero cuando lo hace maneja preciosis-mos de dao anclados en la historia emocio-nal del otro que l, de alguna manera, tambinconoce. Por eso la contundencia del daopuede ser intensa y devastadora. El daado,a su vez, puede entender la naturaleza del daoy las motivaciones del daino por el mismoproceso de empata y la cercana con la men-

    te del emptico. El emptico es un malvadoque conoce a fondo la maldad que provocaen el otro.

    En el psicpata la libertad interior tiene unncleo central que viene de la necesidad es-pecial, ese ncleo va a organizar su mente, sucabeza. La necesidad especial tiene la poten-cialidad de accin de cualquier necesidad co-mn (comer, ingerir lquido, abrigarse, etc-tera) pero gira sobre otros ejes (violacin, ca-nibalismo, el afn desmesurado de poder). Para

    implementarla necesita tener cdigos propiosque salgan de los cdigos comunes y, a suvez, eso le da una ampliacin de la libertadinterior. La libertad interior es la capacidadde pensarse libre a s mismo y la capacidadde pensar que se puede llevar a cabo cual-quier acto, llevarlo ideoprxicamente en lo realy, adems, ejercer la voluntad para llevar ade-lante la accin.

    El neurtico acota an ms su libertad in-terior a travs de sus miedos, de sus angus-tias y del fantasma que l se crea, es decir, elneurtico tiene una libertad, un "poder hacer"menor, es un poder hacer con permisos. Elneurtico vive pidiendo permiso a los demsy a s mismo para hacer las cosas

    El neurtico deja que la vida se ensae conl, pide misericordia a un gran Otro y quedaen deuda con l. El psicpata, lejos de eso, seensaa con la vida de los otros

    Carta: El deseo y sus preguntas

    "Buenos das, Dr. Marietan. Tengo unapregunta acerca de la psicopata. Hace dosaos y medio mantuve una relacin de seismeses con una persona de estas caractersti-cas. Era un depredador psquico. Sal de esarelacin, fsica pero no mentalmente. La his-toria, el acoso y los enfrentamientos por re-cuperar mi dignidad se alargaron en el tiem-po. Ahora, y por lo que estoy leyendo, podra

    ser una complementaria de esta persona, por-que el enganche es del todo irracional.He tenido dos encuentros ms con l des-

    de entonces, que me desestabilizan totalmen-te y en los que ha llegado a decir que me tienetotalmente dominada y que nadie me ha he-cho sentir como l. He llegado a pensar quesoy como una adicta al alcohol, o a una drogaincomprensible, que no puedo volver a beberporque me produce recadas. En esas dosocasiones siempre fui yo la que lo busqu,

    porque l dijo que nunca me buscara aunquesiempre estara en mi vida. Al final opt porno mandar ningn mensaje ms para evitar eldolor de su indiferencia. En este momento elcontacto es casi mnimo; l, espordicamen-te, me enva mensajes preguntando cmo es-toy y si todo va bien, mensajes que contesto.

    La pregunta es: Con qu fin? Quespera? Est claro que no quiere nadaconcreto, pero Por qu muestra un inte-rs que no es tal? Por qu no me aban-dona? Podra obtener ms de m y no lohace..., ser siempre as...? y hastacundo si no soy capaz de mantener elcontacto cero? He de aprender a convi-vir con l, con su presencia en mis sueosnocturnos? A veces pienso que es como sil supiera que estoy sola y que vivo espe-rndolo, como si supiera que ninguna re-lacin me dar lo que me daba l. Es como

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    si formara parte de m, como si fuera unhermano que no ves pero que eres cons-ciente de que existe porque es de tu san-

    gre. Y que vive dentro de ti como un par-sito. Tambin he de decir que corroboroque despus de eso mi vida no ha vuelto a

    ser normal. Y las relaciones menos". Ma-ra.

    Respuesta a Mara

    Mara: Todo lo que cuentas est en tumundo interior. Son producto de tus fantasas.Nada hay en el exterior que corrobore lo quedices. Slo atisbos. Puesto as, la clave esten que debes luchar contigo misma. Debesaminorar a la apasionada que llevas para lo-grar el despegue de tu deseo sobre ese hom-bre. Y no trates de meterte en la cabeza deese hombre tratando de comprender qu lepasa o qu piensa sobre este tema. Nunca lologrars. Slo girars una y otra vez sobre l,

    afirmando la relacin en lugar de alejarla.Mientras no tengas claro esto (que el pro-blema est en vos y no en l), siempre esta-rs luchando con ilusiones, con fantasmas. Sives el problema, tal cual es (una insatisfac-cin tuya y que le has dado el rol de "el nicoque puede satisfacerme" a esa persona) po-drs despejar tu mente de este asunto. Desdeluego que llevar su tiempo y que, adems, nopodrs hacerlo sola, debes recurrir a un pro-fesional que se centre en ese problema ex-clusivamente hasta resolverlo. Y luego s,abrirte a otros hombres. Dr. Marietan

    A modo de anlisis de estacorrespondencia:

    Como habrn observado, Mara nunca dareferencias de las conductas de este hombre.No da ejemplos concretos sobre qu le ha

    hecho a ella. S nos muestra sus conclusiones(interpretaciones y abstracciones). Para ella,l es un psicpata y ella, la complementaria.Sin embargo, no podemos, como analistas,tener una idea sobre si esto es as o no. Faltanlos ejemplos, faltan las descripciones (las hu-millaciones, los desprecios, la socavacin: lacosificacin), sobran las interpretaciones.

    Es por eso que solicito, cuando contestanel cuestionario, que las respuestas a las pre-guntas lleven ejemplos directos, descripciones

    secas, sin pensamientos aadidos, sin porqus,no motivos. La conducta pura en s.Sin embargo, Mara, nos muestra algo de

    ella: muestra su pasin sexual por este hom-bre. Es decir, esta carta habla de ella, no del.

    Es por eso que la respuesta que le doy esla que le dara a una mujer apasionada y nocorrespondida. Los hombres que no siguen losdeseos de las mujeres, no necesariamente sonpsicpatas. Puede ser, simplemente, un hom-

    bre al que no le guste esa mujer. Esto, paramuchas mujeres, es muy duro de aceptar. Yel deseo las martiriza con mil preguntas.

    Bibliografa

    Marietan, Hugo,El complementario y supsicpata, Anank, Buenos Aires, 2008

    Marietan, Hugo, Curso sobre psicopata,Anank, Buenos Aires 2009

    Marietan, Hugo: Congreso Internacional dePsiquiatra AAP. Buenos Aires, septiembre2009 Mesa Redonda: El neurtico y el psi-cpata

    Las cartas y ejemplos provienen de la p-gina: http://www.marietan.com

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