0'shea, stephen - los cataros, la herejia perfecta

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    LOS CTAROSla hereja perfecta

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    STEPHEN O'SHEA

    LOS CTAROSla hereja perfecta

    Javier Vergara EditorGRUPO ZETA

    Barcelona / Bogot / Buenos AiresCaracas / Madrid / Mxico D. F.

    Montevideo / Quito / Santiago de Chile

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    Ttulo original: The Perfect HeresyTraduccin: Juan Soler

    2000 by Stephen O'Shea Ediciones B Argentina, S.A., 2002

    para el sello Javier Vergara EditorAv. Paseo Coln 221 - Piso 6 - Buenos Aires, Argentinawww.edicionesb.com

    Impreso en Argentina - Printed in ArgentineISBN: 950-15-2240-7Depositado de acuerdo a la ley 11.723

    Impreso por Printing Books, Av. Gral. Daz 1344, Avellaneda, Buenos Aires,en el mes de Abril de 2003.

    Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes,queda rigurosamente prohibida, sin autorizacin escrita de los titulares delcopyright, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio oprocedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, ascomo la distribucin de ejemplares mediante alquiler o prstamos pblicos.

    Scan: UrijennyCorreccin: Warlok72Noviembre 2005

    http://www.edicionesb.com/http://www.edicionesb.com/
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    A Jill, Rachel y Eve

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    NDICE

    PRINCIPALES PERSONAJES DE LA HISTORIA DE LOS CTAROS 9INTRODUCCIN 12

    CAPTULO UNOEl Languedoc y la gran hereja 24

    CAPTULO DOSRoma 36

    CAPTULO TRESEl final del siglo 42

    CAPTULO CUATROLa conversacin 52

    CAPTULO CINCOPenitencia y cruzada 60

    CAPTULO SEISBziers 66

    CAPTULO SIETE

    Carcasona 74

    CAPTULO OCHOMalvoisine 83

    CAPTULO NUEVEEl conflicto se extiende 91

    CAPTULO DIEZpoca de sorpresas 101

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    CAPTULO ONCEEl veredicto 114

    CAPTULO DOCE

    Tolosa 119

    CAPTULO TRECEVuelta a la tolerancia 127

    CAPTULO CATORCEFinal de la cruzada 134

    CAPTULO QUINCELa Inquisicin 150

    CAPTULO DIECISISReaccin violenta 156

    CAPTULO DIECISIETELa sinagoga de Satn 163

    CAPTULO DIECIOCHOCrepsculo en el jardn del diablo 170

    CAPTULO DIECINUEVE

    Blibaste 181

    EPLOGOEn el pas ctaro 186

    MANEJO Y FUENTES PRINCIPALES 198BIBLIOGRAFA ESCOGIDA 200

    AGRADECIMIENTOS 205

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    patente el despertar ctaro de Montaillou. En 1334, fue elegido Papacon el nombre de Benedicto XII.

    Fulko de Marsella (1155-1231): obispo de Tolosa desde 1205 hasta sumuerte. Inmortalizado por Dante en el canto IX del Paraso, Fulko ex-hibi una elocuencia inhabitual y una actitud despiadada en sucombate contra el catarismo.

    Gregorio IX (1170-1241): Ugolino dei Conti di Segni, elegido Papa en1227. En 1233 design a los dominicos para que encabezaran la luchacontra la hereja, hecho que se considera generalmente el acto funda-cional de la Inquisicin.

    Guilhabert de Castres (muerto aprox. en 1240): el perfecto varn msimportante del Languedoc. Aunque en peligro constante como obispoctaro de Tolosa, Guilhabert escap de sus perseguidores y organiz

    la retirada estratgica de la fe a los Pirineos.Inocencio III (1160-1216): Lotario dei Conti di Segni, elegido Papa en1198. En 1208 emprendi la cruzada de los albigenses y en 1215 con-voc el cuarto Concilio de Letrn. Uno de los pontfices medievalesms temidos y admirados, Inocencio muri en Perugia cuando se diri-ga a mediar en un acuerdo de paz entre Genova y Pisa.

    Pierre de Castelnau (muerto en 1208): monje cisterciense y legadopapal, cuyo fallecimiento impuls el llamamiento a aplastar a losctaros.

    RIVALES TEMPORALES

    Amaury de Montfort (1192-1241): hijo mayor de Alice deMontmorency y Simn de Montfort. Seor del Languedoc dispuesto ala batalla desde 1218 hasta la cesin de sus derechos al rey Luis VIIIde Francia. Capturado por los musulmanes en Gaza en 1239, cautivoen Babilonia durante dos aos, Amaury muri en Calabria en su viajede regreso.

    Blanca de Castilla (1185-1252): reina de Francia, entonces regentetras la muerte de Luis VIII y mientras su hijo mayor, Luis IX (san Luis),

    era menor de edad, as como durante sus prolongadas ausencias enlas cruzadas de Palestina. Probablemente el mejor gobernante deFrancia del siglo XIII.

    Bouchard de Marly (muerto en 1226): primo hermano de Alice deMontmorency y camarada de armas de su marido, Simn de Montfort.Rehn de los ctaros durante un tiempo en Cabaret, despusBouchard dirigi el segundo cuerpo de caballera en la batalla deMuret.

    Luis VIII (1187-1226): rey de Francia tras la muerte de su padre, Feli-pe Augusto, en 1223. Luis orden la masacre de Marmande y en 1226emprendi la cruzada real decisiva.

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    Pedro II (1174-1213): monarca del reino unificado de Aragn y delcondado de Barcelona, vencedor de los moros en la batalla de lasNavas de Tolosa. El rey Pedro el Catlico hizo suya la causa delLanguedoc y encabez el mayor ejrcito jams reunido para luchar

    contra los cruzados.Felipe Augusto (1165-1223): rey de Francia. Redujo poco a poco y conxito la presencia Plantagenet continental de Ricardo Corazn deLen y Juan sin Tierra a un pequeo rincn de Aquitania. Los baronesde Felipe fueron los principales jefes de la cruzada de los albigenses.

    Raimundo VI (1156-1222): conde de Tolosa. Tres veces excomulgadoy cinco veces casado, el caudillo del Languedoc fue formalmenteexpulsado en el Concilio de Letrn de 1215.

    Raimundo VII (1197-1249): ltimo conde de Tolosa del clan Saint-

    Gilles. Pese a haber echado de sus tierras a los franceses, al final Rai-mundo se vio obligado a aceptar una dura paz que le obligaba a sub-vencionar a la Inquisicin.

    Raymond Roger de Foix (muerto en 1223): el ms beligerante de losnobles del sur que lucharon contra la invasin francesa. Hermano ymarido de mujeres cataras, se distingui por su ferocidad en el campode batalla y por su firmeza ante el Papa.

    Simn de Montfort (1165-1218): adalid de la causa catlica en el sur.Tras exhibir una manifiesta valenta en la batalla, en 1209 fuenombrado vizconde de Bziers y Carcasona. Sus aos de estrategia

    militar brillante y cruel le convirtieron en seor de todo el Languedoc.Raymond Roger Trencavel (1188-1209): vizconde de Bziers y Carca-sona, sospechoso de simpatizar mucho con los ctaros. Durante el ve-rano de 1209 estuvo solo contra el poder del norte.

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    que remontarme ms o menos una dcada para recordar a unprofesor de la universidad que describa la cruzada de los albigensescomo colonialismo naciente, y a un necio compaero de habitacindivagando sin parar, en un estilo ms obsesivo, sobre cmo los

    herejes haban sido perseguidos por la primera polica delpensamiento. En ese momento, hallndome realmente en Albi, estosrecuerdos parecan inadecuados, una grosera intrusin en los dulcessueos de la ciudad.

    En una elevacin sobre el ro Tarn, las estrechas calles se abranpara formar una amplia plaza. Mi hermano y yo nos miramos. Eso yaestaba mejor.

    All, perfilndose sobre un revoltijo de viviendas terraplenadasjunto al ro, se alzaba una fortaleza roja, monoltica y amenazante,una magnfica montaa de ladrillos amontonados de treinta metrosde altura y cien de anchura. Sombramente rectangular, sus ventanaspoco ms que ranuras alargadas, el edificio pareca indestructible, unyunque de mirada ceuda arrojado desde los cielos. Sus treinta y doscontrafuertes, como chimeneas cortadas a lo largo por la mitad,circundaban ciclpeos muros en los cuatro costados y se elevabanlejos, como la lnea horizontal de un tejado remotsimo. La siluetasemejaba una mquina de cambio de monedas espantosamentegrande, como las que en otro tiempo llevaban los conductores y lascobradoras de autobs: un contrafuerte para los peniques, otro paralas monedas de cinco centavos, etctera. Sin embargo, estacomparacin domstica resultaba afeada por una estructura ms alta

    incluso, una torre, un cohete de ladrillo rojo que sobresala ms detreinta metros por encima del tejado que haba a lo largo del murooccidental.

    La torre albergaba campanas que taan los domingos. El edificioera una iglesia.

    Sobre la amnesia de Albi bamos errados. La espantosa rareza quees la catedral de Sainte-Ccile jams permitir que los habitantes dela ciudad olviden su relacin con los albigenses. Levantado entre1282 y 1392, el edificio es un imponente matn que empequeece ydomina a sus vecinos. No tiene crucero, de modo que la iglesia nisiquiera posee la redentora forma de la cruz. Durante siglos tuvo slo

    una puerta pequea. A diferencia de otras grandes catedralesfrancesas, como las de Pars, Chartres, Reims, Bourges, Run yAmiens, bajo la altsima bveda de Sainte-Ccile no habadesordenados mercadillos, ni caminantes roncando tirados en elsuelo, ni excrementos de ganado por la maana, ni grandes portalesque dejaran entrar el aire que respiran hombres corrientes. El exteriorde la iglesia era y todava es un monumento al poder.

    Bernard de Castanet era el obispo medieval que aprob los planos,reuni el dinero necesario y comenz la construccin. Mientras lohaca, en los aos ochenta del siglo XIII, Castanet tambin acus deherejes a muchos ciudadanos destacados, aunque la cruzada de los

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    albigenses haba terminado dos generaciones antes y desde entonceslos inquisidores haban estado intimidando al pueblo sin cesar. Losadversarios del obispo, en concreto un fraile franciscano sin pelos enla lengua llamado Bernard Dlicieux, afirmaban que Castanet se vala

    de las amenazas de la Inquisicin para amordazar a hombres libres yobtener dinero mediante la extorsin. Sea cual fuere la verdad, laiglesia-fortaleza se elevaba implacable, ladrillo a ladrillo, hasta quequedaba claro su principal mensaje: someteos o seris aplastados.

    En el aspecto de Sainte-Ccile no haba nada sutil; 1 nada justificabala existencia de alguna monografa especializada que detallara gr-golas, motivos ornamentales y cosas por el estilo. Caminamos alrede-dor del voluminoso gigante, maravillados de que el silencio de mediatarde de Albi hubiera sido tan engaoso. Al final, la rojiza catedral eraun bramido enfurecido del obispo Castanet y sus sucesores. Habancredo que el credo subversivo de los ctaros pona en peligro sumundo su poder, sus privilegios, sus creencias y habanvociferado su ira en aquella monstruosa montaa de ladrillos. Noscolmaba los ojos y los odos. Slo un desacuerdo sobre algo taninsondable como el alma de una civilizacin poda provocar un gritotan fuerte que todava era audible a travs de un abismo desetecientos aos.

    No es extrao que aquella tarde resonara largo tiempo en mi me-moria. En los aos siguientes, me acord una y otra vez de Albi y losctaros al aparecer espontneamente en libros y revistas y en lasconversaciones de los parisinos entre los que yo viva. Mucha gente

    haba odo el grito. Empec a frecuentar los puestos de libros junto alSena. Mis amigos buscaban en sus estantes y siempre encontrabanotro estudio en francs sobre los ctaros nuevo para m. Ciertasbibliotecas especializadas tenan traducciones de crnicas difciles deconseguir, correspondencia y archivos de la Inquisicin. En 1997,aos despus de mi primera visin momentnea de Sainte-Ccile, me

    1 Por si algn admirador de esta singular iglesia me critica por desdear su interior, debo sealar que lascapillas laterales y el techo de la catedral son una exuberancia de descripciones pintorescas. En torno alcoro, ocupando completamente la mitad de la nave, una plida celosa de piedra caliza labrada albergadocenas de estatuas en nichos. Esta florida reja gtica que separa el coro de la nave se cuenta entre los

    ms primorosos tesoros eclesisticos de Francia: testamento de la riqueza del episcopado de Albi. Noobstante, en la parte posterior de la iglesia hay un enorme fresco del Juicio Final, de cua tro pisos de alturay tan ancho como el mismo edificio. Encargado por Louis d'Amboise, uno de los ltimos obisposmedievales, es una obra maestra de lo macabro, rebosante de montones de personajes en distintas fases deagona mientras demonios en forma de reptil y asquerosos sapos los torturan para toda la eternidad.Aunque ya haca tiempo que los ctaros haban desaparecido cuando el obispo d'Amboise llam a artistasflorentinos para que hicieran ese trabajo entre 1474 y 1480, la grotesca descripcin que el fresco hace delas consecuencias del pecado parece todo menos inocente en este bodrio de catedral construida en ladrillorojo. Otro accidente de la historia del arte produce an ms nuseas. Un obispo del perodo barroco,Charles Le Goux de la Berchre, hizo un gran agujero en el centro del fresco para construir una capilla enla base del campanario. En la mitad superior de la pintura la dedicada a las almas que van al cielo, lamodificacin tuvo el desafortunado efecto de borrar a Dios, el juez del Juicio Final. De este modo, no hayforma de ver el alivio de lo divino en este espectculo del horror, como si la escena tratara de asustar y no

    de elevar el alma. Nuevamente, teniendo en cuenta la historia de la regin, el resultado encaja demasiadopara ser una coincidencia.

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    traslad al suroeste de Francia para mirar y escuchar con msatencin los lugares donde haban vivido y muerto los ctaros. Eldestino de mi excursin misteriosa result ser el origen de este libro.

    Matadlos a todos, Dios reconocer a los suyos. El nico lema delconflicto ctaro que ha pasado a la posteridad se atribuye a ArnaudAmaury, el monje que dirigi la cruzada de los albigenses. Un cronistarefiri que Arnaud dio su orden fuera de la ciudad comercmediterrnea de Bziers, el 22 de julio de 1209, cuando sus guerreroscruzados, a punto de tomar la poblacin por asalto tras haber abiertobrecha en sus defensas, se dirigieron a l en busca de consejo sobrecmo distinguir al catlico creyente del ctaro hereje. Las sencillasinstrucciones del monje fueron obedecidas, y todos sus habitantes ms o menos veinte mil asesinados indiscriminadamente. Ladestruccin y el saqueo de Bziers convirtieron la poblacin en laGuernica de la Edad Media.

    Si Arnaud Amaury pronunci de veras esta orden despiadada esan motivo de controversia.2 Con todo, lo que nadie pone en duda esque la frase ilustra primorosamente las pasiones homicidas presentesen la cruzada de los albigenses. Incluso en una poca consideradageneralmente brbara mil aos sin tomar un bao3 transmite unabenigna idea despectiva de la Edad Media, la campaa contra losctaros y sus seguidores destaca por su desnuda crueldad. Alprincipio, las historias de Bziers y otras atrocidades apadrinadas por

    la Iglesia conmocionan, y despus encajan en la idea de que elmilenio transcurrido entre la Antigedad y el Renacimiento fue unaatroz pesadilla. Recurriendo a la imaginacin gtica del siglo XIX, lacultura popular ha sacado partido de esa idea; en Pulp Fiction, deQuentin Tarantino, por poner un ejemplo conocido, un gngstercolrico le susurra amenazante a un enemigo: Te voy a joder enplan medieval.4 Slo la palabra ya asusta.

    2 Esta orden cruel apareci por primera vez en el Dialogas miraculorum del monje cisterciense Cesreode Heisterbach, que escribi su admirativo relato de la cruzada unos treinta aos despus de finalizada.Durante mucho tiempo haba sido un reflejo de historiador minimizar la orden como apcrifa y absolver a

    Arnaud Amaury de cualquier elocuencia brutal como aqulla. No obstante, modernos eruditos hansealado que esas palabras se hacen eco de pasajes de Timoteo 2,2,19 y los Nmeros 16,5- Como sealael escrupuloso Malcolm Lambert en la p. 103 de The Cathars [La otra historia de los ctaros]: Segnello, es ms probable que estas palabras salidas de la boca de un miembro culto de la jerarqua [es decir,Arnaud Amaury] sean autnticas. Sea cual fuere la verdad de su origen, la expresin sigue viva. En suLipstick Traces: A Secret History of the 20th century [Trazos de carmn, Anagrama, 1991], el crticocultural Greil Marcus afirma que la expresin Matadlos a todos, Dios ya lo arreglar era uno de loseslganes de camiseta preferidos de los fans del cantante punk Johnny Rotten y, en su versin espaola,de los integrantes de los escuadrones de la muerte en Guatemala. Segn inform el New York Times,Karla Aye Tucker, una asesina ejecutada en Tejas en 1998, en su poca de chica mala sola llevarcamisetas con el lema Matadlos a todos.3 La frase se atribuye a Jules Michelet.4 La provocadora frase de Tarantino sobre la Edad Media compite con el memorable pareado inventado

    en los aos sesenta del siglo XX por el satrico Tom Lehrer acerca del segregacionista Dixie: En la tierradel gorgojo criminal/donde impera la ley medieval.

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    En este sentido, la historia de los ctaros es el no va ms de lomedieval. La cruzada de los albigenses, que dur desde 1209 hasta1229, debe su andadura al papa ms poderoso de la Edad Media, Ino-cencio III, y en un principio la llev a cabo un guerrero de talento, Si-

    mn de Montfort, bajo la mirada aprobadora de Arnaud Amaury. Alasolar el Languedoc, el gran arco que se extiende desde los Pirineos ala Provenza e incluye ciudades como Tolosa, Albi, Carcasona,Narbona, Bziers y Montpellier, la cruzada, respuesta implacable a lascuestiones planteadas por una hereja popular, sent un funestoprecedente en cuanto al modo en que la cristiandad enfocara ladisidencia.

    Las dos dcadas de carnicera a cargo de la cruzada dieron paso aquince aos de rebelin y represin irregular, que culminaron en1244 en el sitio de Montsgur. Fortaleza solitaria situada en lo alto deun risco, al final Montsgur se rindi, y ms de doscientos de susdefensores, lderes de la fe ctara alzada en armas, fueronconducidos a un claro nevado y all quemados vivos. Por entonces, laInquisicin, guiada desde su fundacin, en 1233, por los inflexiblesintelectos de la orden de los dominicos, haba desarrollado lastcnicas que atormentaran a las catlicas Europa y Latinoamricadurante los siglos venideros y, andando el tiempo, proporcionaran elmodelo del reciente control totalitario de la conciencia individual. Amediados del siglo XIV, la Inquisicin haba eliminado de la faz de latierra cristiana toda traza residual de la hereja albigense, y losctaros del Languedoc haban desaparecido. El calvario de aquellas

    gentes tuvo sus estaciones quemarlas en masa, dejarlas ciegas,colgarlas, catapultar partes de su cuerpo contra los muros de loscastillos, la rapia, el saqueo, las melopeas de los monjes tras losarietes, los juicios secretos, la exhumacin de cadveres, el potro detortura, que armonizan de sobra con nuestra fantasmagora de lomedieval.

    Si el relato fuera slo esto, una especie de historieta novelada, losctaros quedaran relegados a una nota a pie de pgina en los analesdel terror. Sin embargo, su ascenso y su cada evocan otrconnotaciones de lo medieval: la sublime, misteriosa y dinmica EdadMedia que a menudo resulta eclipsada por los destellos de las

    armaduras de los caballeros. La hereja ctara, una rama pacifista dela cristiandad que abraz la tolerancia y la pobreza, goz del mximoprestigio en mitad del llamado renacimiento del siglo XII, poca enque Europa se libr de la apata intelectual en que haba estadosumida durante siglos. Era un perodo de cambio, deexperimentacin, de apertura de nuevos horizontes. Despus de1095, el papa Urbano II haba exhortado a la cristiandad a recuperarJerusaln, y decenas de miles marcharon hacia all en busca deaventuras y de la salvacin... y regresaron como hombres y mujeresque haban visto, si no comprendido, que en otras partes la vidaestaba organizada de manera distinta. En su patria, las ciudades

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    comenzaron a crecer por primera vez desde la cada del Imperioromano, y se inici la gran era de la construccin de catedrales. Sefundaron escuelas, liberadas de los reparos de una jerarqua vigilante.La difusin de nuevas ideas y el nacimiento de nuevas ambiciones

    provocaba a menudo descontento hacia una Iglesia medievalprimitiva, mejor adaptada a una poca ignorante de monjesacurrucados y campesinos estremecidos de miedo. El gran despertardel siglo XII anunci un perodo de anhelo espiritual que buscaba, ycon frecuencia hallaba, lo sublime fuera de los muros de la ortodoxia.A los ctaros se unieron otros grupos herticos en especial losvaldenses, u hombres pobres de Lyon para fustigar con dureza lareligin oficial.

    El catarismo prosper en regiones alejadsimas desde la Edad delas Tinieblas: las ciudades comerciales de Italia, los centros de laChampaa y las tierras del Rin, y, sobre todo, el dscolo tablero deposesiones familiares y poblaciones independientes que a finales delsiglo XII constitua el Languedoc. El destino de los ctaros estuvounido al del Languedoc, pues fue all donde los herejes crecieron msy captaron discpulos en todos los sectores de la sociedad, desdepastores de la montaa y pequeos agricultores a nobles de lastierras bajas y mercaderes urbanos. Cuando fueron atacados, lapequea clase sacerdotal del credo es decir, los ascetas conocidoscomo los perfectos se encontraron con una multitud militante deprotectores en su amplia red de parientes, conversos y simpatizantesanticlericales. La hereja de los perfectos se adaptaba de manera

    ideal, realmente perfecta, al feudalismo tolerante del Languedoc, porlo que su pueblo pagara un tributo atroz. La regin introdujo en elsiglo XIII una locuaz anomala en el coro de la cristiandad europea, ysu cultura fue impulsada por trovadores poetas y ctarosrevolucionarios; cien aos despus, los monarcas de Francia habanengullido el Languedoc, y sus terribles ciudades se haban convertidoen el banco de pruebas de inquisidores ambiciosos y magistradosreales.

    Sin los ctaros, los nobles comprometidos con la monarqua de losCapetos y su pequeo territorio de bosques alrededor de la ciudad dePars la-le-de-France jams habran tenido un pretexto para

    precipitarse hacia el Mediterrneo y forzar la improbable anexin delLanguedoc a la corona de Francia. El Languedoc comparta cultura ylengua con sus parientes al sur de los Pirineos, el reino de Aragn y elcondado de Barcelona, uno de los feudos cristianos que al final hizoretroceder a los moros musulmanes del resto de la pennsula Ibrica.Se podra decir que el Languedoc se llevaba mejor con Aragn quecon los francos del norte que algn da crearan la entidad conocidacomo Francia.* Sin la convulsin de la cruzada de los albigenses, elmapa y la composicin de Europa podran haber sido muy distintos.

    *

    En aras de la brevedad, este libro usar trminos como Francia o Inglaterra para describir los conjuntosde feudos de los siglos XII y XIII que no se transformaran en estados hasta mucho ms adelante.

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    Aunque firmemente enraizada en la poltica y la sociedad de sutiempo, la historia de los ctaros tambin constituye un importante y desgarrador captulo de la historia de las ideas. La hereja girabaen torno a la cuestin del bien y el mal. No es que uno de los bandos

    de la contienda del Languedoc fuera bueno y el otro malo, aunqueeso afirmaban los propagandistas de una y otra parte. Lo que sucedams bien es que el desacuerdo esencial entre la ortodoxia catlica yla heterodoxia ctara, su irreductible manzana de la discordia, estabaligado al papel del mal en la existencia.

    Para los ctaros, el mundo no era obra de un Dios bueno, sino lacreacin de una fuerza de las tinieblas, inherente a todas las cosas.La materia era corrupta, por tanto no tena nada que ver con lasalvacin. Haba que hacer poco caso o ninguno a los complejossistemas ideados para intimidar a la gente y obligarla a obedecer alhombre que tena la espada ms afilada, la bolsa ms llena de dineroo el mayor palo de incienso. La autoridad mundana era un fraude, y siestaba basada en cierto decreto divino, como sostena la Iglesia, eratambin una rotunda hipocresa.

    El dios que mereca la adoracin ctara era un dios de luz, quegobernaba en el mundo invisible, etreo y espiritual; este dios, sininters en lo material, no se preocupaba por si alguien haca el amorantes de estar casado, tena por amigos a judos o musulmanes,trataba a hombres y mujeres como iguales, o haca alguna otra cosacontraria a la doctrina de la Iglesia medieval. Corresponda a cadaindividuo (hombre o mujer) decidir si estaba dispuesto a renunciar a

    lo material y llevar una vida de abnegacin. Si no era as, seguiravolviendo a este mundo esto es, se reencarnara hasta estarpreparado para abrazar una vida lo bastante inmaculada parapermitirle el acceso, tras la muerte, al mismo estado dichoso quehubiera experimentado como ngel antes de haber sido tentadohasta perder el cielo al principio de los tiempos. As, salvarsesignificaba llegar a ser santo. Condenarse era vivir, una y otra vez, eneste mundo corrupto. El infierno estaba aqu, no en cierta vida futurainventada por Roma para que la gente estuviera siempreaterrorizada.

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    Creer en lo que se conoce como los Dos Principios de la creacin (elMal en el mundo visible, el Bien en el invisible) es ser dualista,

    partidario de una idea que ha sido compartida por otros credos en losesfuerzos por abordar lo desconocido habidos durante la largahistoria de la humanidad. No obstante, el dualismo cristiano de losctaros postulaba un lugar de confluencia entre el bien y el mal: elcorazn de cada ser humano. All, nuestro vacilante destello divino,remanente de aquel estado angelical anterior, esperabapacientemente verse liberado del ciclo de reencarnaciones.

    Incluso una descripcin rpida de la fe ctara nos da una idea de losediciosa que era la hereja. Si sus dogmas eran verdaderos, lossacramentos de la Iglesia devenan forzosamente nulos y sin valor por

    el simple motivo de que la propia Iglesia era un engao. Por qu,

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    pues, se preguntaban los ctaros, hacer caso de la Iglesia? Y ms enconcreto, por qu pagarle impuestos y diezmos? Para los ctaros, losatavos eclesisticos de riqueza y poder mundano servan slo paraponer de manifiesto que la Iglesia perteneca a la esfera de lo

    material. En el mejor de los casos, el Papa y sus subalternos eranunos ignorantes; en el peor, agentes activos del creador maligno.Tampoco el resto de la sociedad eluda las consecuencias revolu-

    cionarias del pensamiento ctaro. Esto fue especialmente cierto en eltratamiento a las mujeres. El statu quo sexual medieval habra sidosocavado si todos hubieran credo, como crean los ctaros, que unhombre noble en una vida puede ser una ordeadora en la siguiente,o que las mujeres estaban capacitadas para ser guas espirituales.Quizs incluso ms subversiva que este protofeminismo era larepugnancia que sentan los ctaros por la costumbre de hacerjuramentos. Aunque hoy nos parezca una idea ftil, el hombremedieval pensaba de otra forma, pues el juramento era ereforzamiento contractual de la primitiva sociedad feudal.Proporcionaba un valor sagrado al orden existente; no poda crearseni transferirse ningn reino, propiedad o vnculo de vasallaje sinestablecer un lazo en forma de juramento, sancionado por el clero,entre el individuo y la divinidad. Como dualistas, los ctaros creanque intentar unir los hechos del mundo material a la imparcialidad delbuen Dios era un ejercicio de ilusionismo. Con asombrosa facilidad, elpredicador ctaro poda representar la sociedad medieval como unimaginario e ilegtimo castillo de naipes.

    En resumen, para los poderes existentes el catarismo era una he-reja perfecta y, por tanto, inspir un odio que casi no conoci lmites.Roma no poda permitir que el xito de los ctaros la humillarapblicamente. Aunque a menudo la doctrina ctara escapaba a lacomprensin de sus adversarios, se urdieron y repitieron de buenafe fantsticas calumnias sobre sus costumbres. Su nombre, que enotro tiempo se crea que significaba los puros, no fue invencinsuya; actualmente se considera que ctaro es un juego de palabrasalemn que significa el adorador de los gatos. Durante muchotiempo se rumore que los ctaros realizaban el denominado besoobsceno en el trasero de un gato.5 Y se deca que consuman las

    5 Aunque las infamias sobre los herejes se tomaron prestadas de calumnias que abundaban en la pocaclsica (a veces difundidas por alarmistas paganos sobre las nuevas sectas de la cristiandad), crean enellas muchos que deban haber sido ms prudentes. En 1233, el papa Gregorio IX, el patrocinador de laInquisicin, promulg una bula papal, Vox in Roma, que repeta hasta la saciedad viejas historias sobreorgas felinas. En los aos ochenta del siglo XII, una calumnia muy habitual corri a cargo de WalterMap, un dicono de Oxford que escribi lo siguiente sobre los herejes: En la primera parte de la noche[...] cada familia se sienta aguardando en silencio en su sinagoga, y entonces desciende por una cuerdaque cuelga en el centro un gato negro de tamao extraordinario. Al verlo, apagan las luces y no cantan nirepiten himnos de manera clara sino que los canturrean con los dientes apretados, y se dirigen al lugardonde han visto a su maestro, yendo a tientas hacia l, y cuando lo encuentran lo besan. Cuanto msapasionados son los sentimientos, ms abajo apuntan; algunos llegan hasta los pies, pero la mayora se

    detiene en la cola y las partes pudendas. A continuacin, como si este asqueroso contacto desatara susapetitos, cada uno agarra a su vecino y se harta de l con todas sus fuerzas (Jeffrey Richards, Sex,

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    cenizas de nios pequeos muertos y se entregaban a orgasincestuosas. Tambin era habitual el epteto bougre, degradacin deblgaro, referencia a una Iglesia hermana de dualistas herticos enel este de Europa. A la larga, bougre se convirti en bujarrn, que

    pretenda sealar otra tendencia atribuida tiempo atrs a losentusiastas ctaros. El trmino albigense, rechazado por lasconvenciones histricas modernas porque limita el alcance geogrficodel catarismo, fue idea de un caballero cruzado segn el cual losherejes crean que nadie poda pecar de cintura para abajo.6 Hoysabemos que los ctaros se referan a s mismos, muy discretamente,como buenos cristianos.

    No obstante, hubo quien prest odos a los rumores de que lesgustaban los gatos y quemaban a los nios pequeos, as como arelatos ms precisos sobre el desarrollo de un credo cristianoalternativo. El poder de la Europa feudal cay sobre el Languedoc confuria virtuosa. En muchos aspectos, el odio suscitado por los herejesenmascaraba una antipata ms profunda que opona la exaltacinespiritual del siglo XII a la cultura de elaboracin de leyes codificacin propia del siglo XIII.7As pues, en un sentido ms amplio,las guerras cataras se produjeron porque la civilizacin occidental sehallaba en una encrucijada: de manera sugerente, el historiador R. I.Moore ha considerado que los aos cercanos a 1200 constituyeron unmomento decisivo que dio lugar a la formacin de una sociedadperseguidora.8 Se tardara siglos en reparar el dao causado porciertas decisiones. Con menos grandiosidad, puede contemplarse el

    destino de los ctaros como la historia de una disidencia preparada para hacer frente a la fuerza de sus adversarios. ElLanguedoc de los ctaros estaba demasiado debilitado por la tole-rancia para resistir las resueltas certidumbres de sus vecinos.

    Este relato del drama ctaro, destinado a no especialistas, se basaen las diligentes investigaciones llevadas a cabo por historiadoresacadmicos en la segunda mitad del siglo XX. Las principales fuentesvaran en funcin de la accin que se est revelando. En cuanto alascenso de los herejes desde los aos cincuenta del siglo XII en

    Dissidence, and Damnation, pp. 60-61).6

    Tenemos que agradecer a Pierre de Vaux de Cernay esta excitante invencin sobre los ctaros.7 Es habitual comparar la curiosidad del siglo XII con la reaccin del XIII. En un estudio de 1948 sobre ladinasta de los Plantagenet de Inglaterra, John Harvey resumi con elegancia el consenso histrico: El[siglo] XIII iba a ser testigo del primer remache de las cenefas forjadas por la escolstica en las mentes delos eruditos, as como la infructuosa sustitucin de la autoridad por el empirismo. Por otro lado, en lasartes manuales como la arquitectura, la escultura o la pintura, fueron realizados grandes progresos porartesanos laicos que estaban suficientemente informados del mundo culto de las escuelas para ser capacesde llevar a cabo un empirismo vivo por su propia cuenta. En algunas otras esferas, en especial las de lasleyes y la administracin, se avanz en la direccin de la unidad mediante un proceso de codificacin y eltemple de las primeras frmulas de tanteo en normas de vida establecidas (J. Harvey, The Plantegenets[Londres, B.T. Batsford, 1948], p. 50).8 En The Formation of a Persecuting Society, Moore sostiene que el aparato perseguidor era unaconsecuencia natural, pero no inevitable, del estado naciente. En su opinin, los aos 1180-1190 son un

    momento crucial en el desarrollo de instituciones opresoras. Su libro, publicado en 1987, todava sigueprovocando controversia.

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    adelante, el archivo documental es desigual, y los documentos queexisten sobre todo cartas y las actas de los concilios de la Iglesiafueron escritos por sus enemigos. Si en aquella poca los ctarostenan un corpus escrito, lo destruyeron los inquisidores dominicos

    encargados de extirpar la hereja cien aos despus. Ironas de lavida, tuvo que ser un fraile dominico del siglo XX, Antoine Dondaine,el que disipara las brumas de calumnias y conjeturas que rodearon elcatarismo primitivo removiendo en archivos para poner al descubiertocatecismos y tratados herticos antes desconocidos para loshistoriadores.9

    En cuanto a los aos del ocaso de la hereja, los dominicos vol-vieron a desempear un papel esencial para nuestro conocimiento.Pese a lo mucho que destruyeron en general del catarismo, los frailesmedievales resultaron ser magnficos conservadores de ese declive alponer por escrito las actas de sus investigaciones. En los ltimos aosse ha podido disponer de transcripciones de los interrogatorios de laInquisicin, de palabras pronunciadas por campesinos y burguesesdesaparecidos hace siglos, que constituyen una ayuda valiossimapara los estudiosos de aquel perodo. Slo hemos de remitirnos aMontaillou: The Promised Land of Error, la obra clsica de EmmanuelLe Roy Ladurie sobre uno de los ltimos reductos del catarismo, paraverificar el valor de los archivos de la Inquisicin en la reconstruccindel pasado.

    No obstante, el ncleo de la historia tiene lugar entre el ascenso yla cada de los ctaros, en el trascendental momento del conflicto

    abierto que se inici con el saqueo de Bziers en 1209 y acab en larendicin de Montsgur en 1244. Por fortuna, hubo cuatro cronistascontemporneos10 de los cuales slo uno estaba en el bando delLanguedoc que presenciaron y registraron los triunfos y los cambiosimprevistos de ese agitado perodo, as como varios comentaristasmedievales posteriores que con gran acierto consideraron que lanarracin despertaba un inters enorme. En conjunto, las fuentes los manuscritos que nos han legado cronistas, comentaristas,inquisidores, clrigos y seores ofrecen un cuadro detallado ycomplejo de una poca en que abundaban las gentes de fuertesconvicciones y gran valenta. La Iglesia y sus aliados contaban, entre

    otros, con Lotario dei Conti di Segni, el carismtico magnate romano

    9 El ao clave para comprender el catarismo fue 1939, cuando Dondaine descubri varios documentosimportantes en archivos de Florencia y Praga: un catecismo ctaro en latn; un tratado filosfico del sigloXIII, El Libro de los dos principios, escrito por Juan de Lugio, y una descripcin excepcionalmenteimparcial que refutaba el catarismo, Contra Manicheos, escrita por Durand de Huesca, pensador valdenseque se haba convertido a la ortodoxia durante un debate con Domingo en 1207. Antes de estos descubri-mientos, la teologa ctara se haba armado nicamente a partir de lo que sus adversarios haban escritosobre la hereja y de dos manuscritos occitanos incompletos hallados en Lyon y Dubln. Naturalmente, losenemigos del catarismo haban descrito la fe como un montn de supersticiones. De esos documentosresult evidente, sobre todo en el caso de Juan de Lugio (un escolstico ctaro), que la hereja encajaba delleno en la tradicin del racionalismo aristotlico. Tras siglos de ser considerados una quinta columna de

    un resurgimiento maniqueo, los ctaros podan ser estudiados por lo que eran: cristianos medievales.10 Para identificar estas fuentes, vase Manejo y fuentes principales, ms arriba.

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    elegido Papa con el nombre de Inocencio III; Domingo de Guzmn,santo Domingo descalzo, que clam en el desierto ctaro; Simn deMontfort, un guerrero devoto que pretendi construir un imperio; elobispo Fulko de Tolosa, trovador convertido en perseguidor, y Arnaud

    Amaury, el legado papal que careca del menor escrpulo. En el otrocampo tenemos al conde Raimundo VI de Tolosa, el principal libertino,diplomtico y noble del Languedoc; Raymond Roger de Foix, seor dela montaa consagrado a horrorosas venganzas; Guilhabert deCastres, destacado fugitivo ctaro que escap tanto de los cruzadoscomo de los inquisidores; Pierre Autier, rico notario que se volvicabecilla de los herejes, y Guillaume Blibaste, hombre sagradoasesino cuya muerte en la hoguera en 1321 marc la desaparicin dela fe.

    Los misioneros ctaros recorrieron los caminos del Languedoc ruraldos siglos enteros antes de la poca de Juana de Arco; tres antes deMartn Lutero; cuatro antes del Mayflower. La inmensa distancia entreellos y nosotros sera incluso ms desalentadora si no fuera por laverdad que encierra el axioma enunciado por un discpulo de DavidHume: El pasado no existe salvo como sucesin de estados mentalespresentes. Por tanto, el eplogo de este trabajo examinar laexuberante singularidad del catarismo en nuestra propia poca, queha visto cmo los ctaros salan de las sombras de un mundorecndito y entraban en el ingobernable mercado de la memoriaeuropea. En efecto, los ctaros han recibido el apoyo, con distintosgrados de seriedad, de vegetarianos, nacionalistas, feministas,

    buscadores de tesoros, seguidores de la New Age, libertarios,anticlericales y pacifistas. Sus antiguos escondites castillos enruinas al pie de los Pirineos ya forman parte de las rutas tursticas.Entre sus admiradores menos recomendables se incluyeron los nazisy, ms recientemente, los integrantes de la Orden del Templo Solarque se autoinmolaron. En una reciente novela francesa aparecenneoctaros que luchan contra las fuerzas del imperialismonorteamericano.11 En algunas zonas, los ctaros inspiran la mismamezcla de admiracin y respeto misterioso que rodea a los pueblosindgenas del Nuevo Mundo. Los herejes de Montsgur se hanconvertido en sustitutos de los hopis, y sus creencias indican una

    opcin espiritual grabada al aguafuerte no sobre una imagen onricasino contra el fondo de una pesadilla medieval. Pese al gran abismode los siglos, los ctaros todava recorren las tierras eternas delLanguedoc.

    11 La novela en cuestin es Le Christi, de Ren-Victor Pilhes. El autor considera que el liderazgo

    econmico americano es una reencarnacin de la Iglesia totalitaria medieval, una idea no infrecuente enla Francia de hoy.

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    ro de adeptos.Al oeste de estas aburridas poblaciones se halla la amplia y prs-

    pera llanura de Tolosa, de verde grisceo bajo el calor. La granciudad, superada en tamao slo por Roma y Venecia en

    cristiandad latina de 1200, est situada en un meandro del roGarona, que se despliega lentamente en su largo viaje hacia elAtlntico. Lejos, al sur, el ro se eleva en la roca y la nieve queseparan Francia de Espaa. La majestad tenebrosa y desolada de losPirineos seala el lmite del Languedoc con una determinacininequvoca. A la vista de esas cumbres, puestos avanzados comoMontsgur y Montaillou presenciaron los ltimos captulos de lahistoria de los ctaros.

    Encajado entre vecinos ms famosos al este, Provenza; al oeste,Aquitania; al sur, Aragn y Catalua, el Languedoc nunca ha sidoredimido de su pecado original: albergar una hereja. Incorporado a lafuerza al reino de Francia a consecuencia de la cruzada de losalbigenses, la regin tard varias generaciones en redescubrir elnaciente nacionalismo que, en el siglo XIII, el caballero del norte y elinquisidor dominico estimularon primero y aplastaron despus. En laactualidad, todava es ms un constructo imaginario que una entidadunida. No existe como nacin o provincia hecha y derecha, lo queencaja en su papel de adalid de los ctaros invisibles.

    Incluso su nombre refleja lo quimrico. El Languedoc es unacontraccin de langue d'oc, es decir, la lengua del s o, mejor, losidiomas en que la palabra s es oc, no oui. A la larga, el patois de

    Pars y su le-de-France circundante evolucion y se convirti en elfrancs; las lenguas de oc, u occitano, y sus dialectos afines languedociano, gascn, lemosn, auverns, provenzal se parecanmucho ms al cataln y al castellano. Con el tiempo, el occitanoqued categricamente exiliado en los mrgenes ms alejados de laconversacin en romance,1y la lengua suave y refinada de losnorteos franceses acab dominando el Languedoc. No obstante,permanece el recuerdo del idioma desplazado, aunque slo sea en elmodo gangoso que adopta el francs en el sur. Mientras que laalgaraba de la discusin de caf en, pongamos, Normanda, suenacomo un melifluo intercambio entre vacas parlantes, el tono de la

    misma conversacin en el Languedoc nos recuerda a un msico queest afinando una guitarra grande y muy sonora. Por todas partespuede orse este eco de la vieja Occitania.

    Fue en la lengua occitana donde la poesa de los trovadores florecipor primera vez en el siglo XII. En los campos y arboledas del Lan-guedoc se descubri el amor y se reaviv lo ertico. Los juglares intrpretes de las obras trovadorescas cantaban un juego elegantey tmido de placer aplazado, sublimacin exaltada y, al finalsatisfaccin adltera. La idea de fine amourera una brisa fresca yembriagadora de trascendencia individual imbuida del espritu del

    1 El Languedoc y la gran hereja

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    Languedoc medieval. Mientras ms all del Loira y el Rin los noblestodava andaban agitados por la pica de las vsceras que sedesprendan de la espada de Carlomagno, sus homlogos del soleadosur empezaban a seguir otros caminos. La naturaleza del deseo

    amoroso, tan enemistado con la mezcla de saqueo y piedad quepasaba por conducta normal en los dems lugares, le daba a lamentalidad espiritual un carcter distinto.

    Durante este perodo, lo caracterstico de la regin se pona demanifiesto en todas partes. En las ciudades costeras, los judos delLanguedoc inventaban y exploraban las repercusiones msticas de laCbala, demostrando que el fermento espiritual no estaba de ningunamanera limitado a la mayora cristiana. En el mundo ms material, losburgueses del Languedoc arrebatan poder a las familias feudales quehaban dominado la tierra desde la poca de los visigodos. El dinero,enemigo del sistema agrario de castas, volva a circular, al igual quelas ideas. En los caminos y ros del Languedoc de 1150 haba no slomercaderes y trovadores sino tambin parejas de hombres sagradositinerantes, reconocibles por la delgada tira de cuero que llevabanatada alrededor de la cintura de su hbito negro. Entraban en lospueblos y ciudades, se ponan a trabajar, a menudo como tejedores, 2

    y llegaron a ser conocidos por su labor dura y honrada. Cuando llegel momento, hablaron primero a la luz de la luna tras los muros,despus al descubierto, junto a la chimenea de nobles y burgueses,en las casas de los comerciantes, cerca de los puestos del mercado.No pedan nada, ni almas ni obediencia; slo que los escucharan. En

    el espacio de una generacin, esos misioneros ctaros habanconvertido a miles de personas.El Languedoc haba llegado a albergar lo que vendra en llamarse la

    Gran Hereja.

    A principios de mayo de 1167, la pequea ciudad de Saint-Flix deLauragais,3 acurrucada en su proa de granito en un mar de verdorondulante, herva de visitantes. Desde las ventanas de sus hostales,los recin llegados podan mirar los campos de trigo primaveral y darlas gracias por la felicidad de una poca sin escasez. No es que

    creyeran que el buen Dios haba tenido algo que ver en esa suertematerial, pues los huspedes de Saint-Flix eran grandes dualistas heresiarcas venidos de tierras lejanas. Se haban reunido all parahablar abiertamente, sin miedo a la persecucin ni a la contradiccin,en un gran cnclave que se celebrara en el castillo de un noble de lalocalidad. Era el primer y nico encuentro de esa clase, u

    2 Segn la tradicin, el dualismo fue difundido por las rutas comerciales del sur por artesanos itinerantes.De entre estos comerciantes, los principales eran los tejedores, y durante un tiempo se conoci a losctaros como tiserands (tejedores). Opiniones eruditas disidentes ponen en entredicho esta tendenciaocupacional al afirmar que la asociacin de los perfectos con los desarraigados artesanos era otro mtodo

    utilizado por los propagandistas catlicos para difamarlos.3 En la poca que nos ocupa, el pueblo se llamaba Saint-Flix de Caraman.

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    Internacional ctara de disidentes espirituales.4 El obispo catlico, quese hallaba en su palacio de Tolosa, a un da de viaje en direccin aloeste, no haba sido invitado.

    Los habitantes de la ciudad saludaban prestos a los heresiarcas,

    que vestan hbito, inclinndose gravemente y rezando una oracinen que pedan garantas de que su vida tendra un buen final. Esteritual, conocido como melioramentum, revelaba que los suplicantescrean en el mensaje ctaro. Estos creyentes, o crecientes, no eranctaros propiamente dichos, sino ms bien simpatizantes queatestiguaban y mostraban respeto por la fe. Los crecientes tenan queesperar a una vida futura para acceder al estatus de ctaro electo.

    Por todo el Languedoc, los creyentes eran muchsimos ms que losescasos hombres sagrados, a quienes ms adelante la Iglesia califica-ra de perfectos, en el sentido de herejes perfeccionados,plenamente iniciados.5 Eran los perfectos, los visitantes de Saint-Flixque lucan hbitos negros, los verdaderos ctaros sediciosos. Claseaustera de monjes universales, los perfectos mostraban slo con elejemplo que haba un camino para salir del ciclo de la reencarnacin.Su condicin sagrada los converta en santos vivos, de la mismacategora a ojos de los crecientes que los apstoles de Jess. Trasllegar a la ltima fase de la existencia material, los perfectos sepreparaban para un ltimo viaje; su vida abnegada les aseguraba quetras morir no regresaran, sino que su espritu encarcelado sera porfin libre para unirse a la divinidad eterna e invisible. A la larga todosestaran entre los perfectos, en la marchita y espartana sala de

    espera de la beatitud. Entretanto, los simples creyentes ctarospodan comportarse como juzgaran conveniente, si bien era preferibleseguir la doctrina de los evangelios: ama a tu prjimo y la paz que labondad y la honestidad traen consigo.

    Los perfectos de Saint-Flix agradecan el homenaje de loscrecientes con una respuesta ritual al melioramentum.6Por lo general,4 El uso de la mayscula para la reunin es cosa ma. En cuanto a la reunin en s, un ruidoso grupo derevisionistas, encabezados por la historiadora Monique Zerner, sostiene que el cnclave hertico nunca secelebr. El argumento de los escpticos se apoya principalmente en el hecho de que la nica fuente delencuentro de Saint-Flix es un documento del siglo XVII cuyo autor (Guillaume Besse) afirmaba habersebasado en un manuscrito de 1223 hoy desaparecido. En enero de 1999 tuvo lugar en Niza un coloquio

    para escuchar a los revisionistas, si bien el abrumador consenso entre los expertos ctaros AnneBrenon, Michel Roquebert, Malcolm Lambert, Bernard Hamilton, Jean Duvernoy y otros siguemanteniendo que en Saint-Flix se asisti a la reunin internacional ms impresionante jams habida enla historia de los ctaros (Malcolm Lambert, The Cathars [La otra historia de los ctaros], pp. 45-46).Sin embargo, algunos afirman que la reunin se celebr en los aos setenta del siglo XII, no en 1167.Para un entretenido resumen de muchos de los argumentos a favor y en contra, vase Michel Roquebert,Histoire des cathares, pp. 58-62.5 Con gran disgusto, me veo forzado a optar por la terminologa acuada por los perseguidores de losctaros. Lo he hecho para evitar confusiones, pues los ctaros se referan a s mismos simplemente comocristianos, buenos cristianos, buenos hombres o buenas mujeres, o amigos de Dios. A los perfectos se losllamaba as no porque no tuvieran defectos; ms bien los etiquetaron como hereticus perfectus o herticaperfecta hereje completado en el sentido de que alguien ha pasado de la fase de simpatizante a lasfilas de los ordenados. El trmino para creyentes, credentes, tambin fue acuado por los enemigos de los

    ctaros.6 El intercambio de saludos en el melioramentum haca hincapi en el abismo entre los simples creyentes

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    las palabras pronunciadas eran exclusivamente en occitano, la lenguafranca de las onduladas tierras de labranto de las que Saint-Flix eraslo uno de los muchos pequeos pueblos. Sin embargo, dado loespecial de la ocasin, algunos de los perfectos respondieron en la

    langue d'oil, ascendiente del francs. Un tal Robert d'Epernon, guade la fe ctara en el norte de Francia,7 haba acudido a la reunin convarios de sus compaeros perfectos. La respuesta al melioramentumtambin se dio en la lengua que madurara como italiano. La hablabaun sepulturero milans de nombre Marcos, uno de los iniciadores delcatarismo en Lombarda, donde las ciudades en proceso decrecimiento se estaban arruinando por culpa de las disensiones entreel Papa y el emperador germnico. Ese ao de 1167, las ciudades y elpapado fundaron la defensiva Liga Lombarda para frustrar los planesdel emperador Federico Barbarroja. En las grietas provocadas por esalucha por el poder pudo prosperar la fe hertica de Marcos y suscamaradas.

    Marcos haba llegado a Saint-Flix como acompaante. Nicetas, sucompaero de viaje, hablaba griego, una lengua olvidada en aquelambiente campesino desde que la pequea aristocracia latina local lorecitaba en sus academias literarias unos ochocientos aos antes.Nicetas, cuya identidad nunca ha sido precisada del todo, eraprobablemente el obispo de Constantinopla, de la fe bogomila, uncredo dualista que haba surgido en el este de Europa cuando unmonje macedonio del siglo X conocido como el amado de los dioses(bogomil, en eslavo) comenz a difundir las nuevas ideas sobre el

    bien y el mal. El dualismo, una metafsica conocida por la cristiandaddesde los gnsticos antiguos, tena seguidores en diversas regionescontroladas por el Imperio bizantino. Aunque el origen de los ctarosest impregnado de misterio, es razonable suponer que losbogomilos8 actuaran en un principio como mentores de la herejaoccidental, en especial cuando aumentaron los contactos entre eleste griego y el oeste latino tras el fin del primer milenio.

    Como heresiarca del este, Nicetas llevaba consigo a la reunin de

    terrestres y los perfectos cuasidivinos. En The Cathars [La otra historia de los ctaros] (p. 142),Malcolm Lambert recurre a la tesis doctoral de Y. Hagman,Catharism: A Medieval Echo of

    Manichaeism or a Primitive Christianity, para describir el intercambio: Con la ms solemne ceremonia,tres profundas inclinaciones de cabeza y a las manos, hasta besarlas, iban acompaadas de Bendecidnos(Benedicte), seor 'buen cristiano' o 'buena seora', la bendicin del Seor y la vuestra, rogad a Diospor nosotros y, a la tercera inclinacin: Seor, rogad a Dios por este pecador, que lo libre de unamuerte maligna y le d un buen final. El perfecto responda afirmativamente a los dos primeros ruegos, yen el tercero aluda con mucho detalle al consolamentum: Dios recibir el ruego de hacer de vos un buencristiano y conduciros a un buen final.7 No se sabe mucho del catarismo al norte del Loira, salvo que fue reprimido en una fase temprana y, portanto, nunca se acerc al xito de que disfrut en el Languedoc. Parece que la mayor concentracin deherejes dualistas en esta regin se produjo en la Champaa, zona entrecruzada de rutas comerciales yanfitriona de grandes ferias medievales donde se intercambiaban mercancas... e ideas.8 Los ltimos bogomilos de los que se tiene noticia, muchos de los cuales se convirtieron al islam, sedetectaron en Bosnia en 1867. Esta perla de sorprendente informacin se halla en The Medieval World(p.

    206) de Friedrich Heer[El mundo medieval (Europa 1100-1350)]. Tambin he visto bogomiltraducidocomo merecedor de la misericordia de Dios.

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    Saint-Flix un impresionante pedigr de disidente. En el ao 1100, unode sus antecesores, un tal Basilio, haba intentado pblicamenteatraer al emperador bizantino a la senda del dualismo. Al emperadoraquello no le divirti nada, y Basilio, el Bogomilo fue quemado en la

    hoguera por su temeridad justo en el exterior del hipdromo deConstantinopla. No obstante, para el ctaro perfecto, el martiriosufrido por los bogomilos, al margen de su carcter gloriosoimportaba menos que la fuente de legitimidad que representaban.

    Por los dedos de Nicetas pasaba el poder del consolamentum, elnico sacramento dualista. Este transformaba al creyente comn enuno de los perfectos, que, a continuacin, poda consolar a otrosdispuestos a vivir su vida final, sagrada. El bautismo, la confirmacin,la ordenacin y, si la reciba a las puertas de la muerteextremauncin, todo iba en uno; el consolamentum consista en laimposicin de manos y reiterados requerimientos de vivir unaexistencia asctica y casta intachable. El perfecto tena queabstenerse de cualquier forma de intimidad sexual, rezarconstantemente y ayunar con frecuencia. Cuando se le permitacomer, deba evitar la carne o los derivados de la reproduccin, comoel queso, los huevos, la leche o la mantequilla. Sin embargo, podabeber vino y comer pescado, pues el hombre medieval crea que esteltimo surga en el agua por generacin espontnea. Un solo desliz eneste rgimen severamente impuesto tan nimio como un bocado deternera o un beso robado, y se esfumaba el estatus de perfecto. Elreincidente tena que recibir de nuevo el consolamentum al igual que

    todos los dems a los que el imperfecto perfecto haba llegado aconsolar. Los ctaros rechazaron enseguida el precepto catlico deex opere operato, non ex opere operantis ([la gracia] deriva de lo quees realizado, no de quien lo realiza),9 en virtud del cual un sacramentosigue siendo vlido con independencia de lo corrupto que sea su cele-brante. El consolamentum tena que ser inmaculado.

    Ese da, para los perfectos de Saint-Flix no haba jerarqua ecle-sistica, ni iglesia como tal, ni siquiera un edificio o una capilla. Cua-tro aos antes, los ctaros franceses del norte se habran encogido dehombros ante la colocacin de la piedra angular de la catedral deNotre Dame de Pars. Para los dualistas, la continuidad de

    consolamentum desde la poca de los apstoles era el edificioinvisible de lo eterno, transmitido literalmente de una generacin aotra como una especie de pillapilla sobrenatural. El sacramento era lanica manifestacin de lo divino en este mundo. Los ctaros creanque Jess de Nazaret, una aparicin ms que un ser materialordinario, haba llegado a la tierra como mensajero que llevabaconsigo la verdad dualista e iniciador de la cadena deconsolamentum. La muerte del nazareno, en caso de que muriera deveras, fue casi fortuita; desde luego no constituy el extraordinario9 Creer que un sacerdote corrupto no puede administrar un sacramento es una hereja conocida como

    donatismo. Agustn de Hipona (354-430) combati sin piedad a los donatistas en su patria, en el romanonorte de frica.

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    instante redentor de la historia que ha proclamado la Iglesia.Los perfectos sostenan que la cruz no era algo que hubiera que

    venerar, sino tan slo un instrumento de tortura, perversamente glori-ficado por la fe romana. Tambin se horrorizaban ante el culto a las

    reliquias de los santos. Aquellos trozos de hueso o de tela para losque se construan iglesias o se organizaban peregrinacionespertenecan a la esfera material, la sustancia creada por el demiurgomaligno que molde este mundo y la envoltura carnosa de lohumano: el que haba hecho el cosmos y tentado a los ngeles hastaexpulsarlos del cielo, para despus atraparlos en el envaseperecedero del cuerpo mortal. En el sistema general de las cosas, loimportante era slo el espritu de cada uno, lo que quedaba de lanaturaleza del ngel cado, lo que permaneca conectado con el bien.Pensar lo contrario era engaarse. Los sacramentos administradospor la Iglesia no eran ms que paparruchas.

    Los piadosos proscritos de 1167 aludan a la fe mayoritaria comola ramera del Apocalipsis y la Iglesia de los lobos, y hacan odossordos a las pretensiones de Roma de preeminencia temporal yespiritual. Haban pasado noventa aos desde que Hildebrando, elradical toscano elegido Papa con el nombre de Gregorio VIIproclamara la supremaca papal sobre todos los dems poderes.Desde entonces, reyes, obispos, cardenales y prncipes haban estadoa la grea. Tres aos despus de la reunin de Saint-Flix, losconfidentes ms desalmados de Enrique II de Inglaterra entraron a lafuerza en la catedral de Canterbury y asesinaron a Thomas Becket, el

    arzobispo que desafi la exigencia real de juzgar a sacerdotescriminales en tribunales laicos. El asesinato sera el ms famoso de laEuropa medieval, pero para los ctaros la accin, aparte de suabominable crueldad, careca de cualquier otro significado, pues sehaba producido en el vaco. En este mundo no poda haber reinos niIglesias legtimos; por ello, la serie de razonamientos legalespresentados tanto por la Iglesia como por la Corona venan a ser unpuro sofisma.

    A los crecientes se les dijo que pasaran por alto otras historias quese contaban en Roma. El catarismo mantena que el hombre y lamujer eran iguales. Un ser humano haba experimentado muchas

    reencarnaciones como campesino, princesa, muchacho, muchacha, pero, una vez ms, lo que importaba era la personalidad divina,inmaterial, asexuada, de cada uno. Si los sexos se empeaban enjuntarse y, por tanto, prolongar su estancia en el mundo material,podan hacerlo libremente, fuera del matrimonio, que era otrosacramento infundado inventado por una voluntad sacerdotal depoder. Tambin haba que hacer caso omiso de la denominadadelegacin petrina, en virtud de la cual el Papa an reclama suautoridad por ser descendiente directo del apstol Pedro. El juego depalabras ms decisivo de la historia de Occidente T eres Pedro, ysobre esta piedra levantar mi Iglesia (Mateo 16,18) fracas en su

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    pretensin de instruir a los perfectos. Para stos, el Papa balanceaba sobre una ficcin tambaleante, y sus declaracionesconstituan una fuente incesante de discordias sin sentido. La manade las cruzadas, iniciadas en 1095, era un ejemplo reciente. El viaje a

    Jerusaln, con las espadas vergonzosamente alzadas contra otrosdesventurados prisioneros de la materia, deba ser repudiado ysustituido por el viaje interior. Toda violencia era odiosa.

    No cabe duda de que aquellos hombres y mujeres de Saint-Flixeran verdaderamente herticos segn cualquier definicin salvo lasuya propia.10 Nicetas reconsolaba a algunos de los que habanviajado desde la Champaa, le-de-France y Lombarda con el fin deque estuvieran totalmente seguros de sus credenciales espirituales.Para ellos, l no era Papa, ni siquiera un obispo en el sentidotradicional, sino slo un anciano eminente que haba recibido elconsolamentum de manera adecuada y que, por ello, deba sertratado con respeto. Los ctaros tenan sus diferencias individuales unos eran ms radicalmente dualistas que otros del mismo modoque el catarismo no encajaba del todo con el credo bogomilo deNicetas. Pero eso apenas importaba. Las crnicas de losextraordinarios das de mayo en Saint-Flix demostraban algo ms,algo mucho ms preocupante para los exponentes de la cristiandad

    10 La hereja es un pequeo diablo escurridizo. Calificar una idea de hertica es saber exactamente en qucree uno, y saber con precisin qu considera uno que es un intruso inadmisible en su parcela de lodivino. Para la gran mayora de los creyentes medievales, la lnea divisoria entre la ortodoxia y laheterodoxia serpenteaba por todo el mapa. El cristianismo, como otras creencias, era un debate en curso,y las enseanzas y prcticas de la Iglesia andaban perdidas en discusiones bizantinas, se adoptaban ideasque ms adelante se juzgaran repugnantes, se rechazaban otras que posteriormente constituiran undogma. Para el campesino corriente del Languedoc, no hay duda de que los hombres sagrados y lasmujeres sagradas parecan ser totalmente ortodoxos en cuanto a su piedad, ms ortodoxos que el cura depueblo que viva con su concubina. El estudioso Leonard George ha definido muy bien la hereja comoun crimen de percepcin, una accin de ver algo que, segn ciertos custodios de la realidad, no estrealmente ah. La palabra deriva del griego hairesis, nombre formado a partir del verbo haireomai, ele-gir. En su raz, hereja significa optar conscientemente por una serie de creencias y, por tanto, un herejees el anacronismo es irresistible alguien que est a favor de elegir. Despus lleg a significar laeleccin de un sistema de creencias incorrectas. Teniendo en cuenta las arenas movedizas de la doctrina,hallar el camino para la salvacin aprobado oficialmente exiga a menudo un hbil juego de piernasespiritual. En un pasaje muy citado del Tito 3,9-11 del Nuevo Testamento, Pablo adverta a sus

    seguidores sobre los herejes: Pero evitad controversias y genealogas y discusiones y peleas necias sobrela ley, porque son infructuosas e intiles. A una persona que provoca discordia avisadla una vez, y acontinuacin una segunda vez. Despus de esto ya no hay nada que hacer. Podis estar seguros de que esapersona es retorcida y pecadora, que se condena a s misma. En otra influyente observacin sobre lahereja, el clrigo ingls del siglo XIII Robert Grosseteste, uno de los raros ejemplares de hombremedieval que super la barrera de los ochenta aos, deja implcita la idea de una verdad simple,demostrada. Segn l, la hereja es una opinin escogida por la percepcin humana, contraria a lassagradas escrituras, admitida pblicamentey defendida con obstinacin. De nuevo, eleccin ypercepcin eran primordiales en esa definicin, con la condicin aadida del carcter pblico. El viejo ysensato Grosseteste estaba diciendo que no haba que llamar hereje a nadie si mantena la boca cerrada.Como fue notorio, los ctaros no lo hicieron. Su credo abarcaba tantos errores oficialmente proscritos donatismo, docetismo, dualismo, monofisitismo, etc. que llamarlos herejes es casi subestimarlos.Exacto, los ctaros pensaban que los catlicos eran herejes, pero la Iglesia venci en la disputa con igual

    notoriedad. Si a los ctaros no se los puede llamar herejes, deberamos borrar la palabra de nuestrosdiccionarios. En el texto utilizo el trmino en el sentido de disidencia, no de depravacin.

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    ortodoxa. Ahora los herejes estaban unidos de una manera nueva,inquietante.

    Antes de la asamblea de 1167, la hereja daba la impresin de serun asunto espordico, emprendido por solitarios carismticos quesacaban provecho de un gran aumento del deseo religioso en todo elcontinente. A lo largo del siglo XII, hubo llamamientos al clero paraque fuera ms sensible a las necesidades espirituales de las ciudadesque iban creciendo. La religin se volva de nuevo algo personal, y losmesas efmeros y los reformadores excntricos brotaban como malashierbas en un jardn desatendido.11

    En Flandes, en 1110, un tal Tanchelm de Amberes trat sin mi-ramientos a ricos prelados y atrajo un ejrcito de seguidores que,segn se deca, lo reverenciaban tanto que incluso beban el agua enque se baaba.12 La campesina Bretaa cay bajo el dominio de uninculto visionario llamado Eudo, cuyos discpulos saquearonmonasterios e iglesias antes de que l fuera declarado loco yencarcelado. Cerca, en Le Mans, Francia, un dscolo monjebenedictino llamado Enrique de Lausana se aprovech de la ausenciadel obispo para transformar la ciudad entera en un carnavaanticlerical. Cuando el obispo regres y por fin logr entrar de nuevoen la poblacin, el locuaz Enrique se puso en camino y se dirigi alsur acompaado de una comitiva de mujeres fascinadas. En el grficolenguaje de la poca, un cronista seal que Enrique ha vuelto al

    mundo y a la inmundicia de la carne como un perro a sus vmitos.Al principio, tal vez la Iglesia no dio importancia a Tanchelm, Eudoy Enrique, y slo consider que, por exceso de entusiasmo, habanperdido el norte. Al fin y al cabo, en ese apogeo de exaltacinespiritual la ortodoxia tena sus propios agitadores excntricos. Eldesaseado Robert de Arbrissel, tan hbil predicador como Enrique,vagabunde luciendo un pequeo taparrabos y cautivando ycaptando a seguidoras hasta que por fin se dej convencer y funduna abada para hombres y mujeres en Fontevrault, en el valle delLoira. Otro, Bernard de Tirn, era tan propenso a inducir ataques dellanto que se deca que sus hombros estaban continuamente

    empapados.Poco a poco, estos hombres dieron paso a predicadores menos

    11 Mi rpida resea de los pintorescos carismticos del siglo XII debera complementarse con la lectura,por orden de aceptabilidad, de En pos del milenio: revolucionarios milenaristas y anarquistas mticos dela Edad Media de Norman Cohn, The Origins of European Dissentde R.I. Moore, y Medieval Heresy, deMalcolm Lambert [La hereja medieval. La jungla de la disidencia es exuberante.12 La acusacin a los seguidores de Tanchelm, completada con pormenores de cmo adoraban los recortesde sus uas, puede ser cierta o no, dada la naturaleza partidaria de las fuentes medievales procatlicas. Loque es ms cierto es que el relato, aunque sea un bulo, sigue intoxicando con su perversidad. En el NewYorkerdel 29 de noviembre de 1999, John Updike escriba sobre Shoko Asahara, el jefe de una secta queliber gas nervioso en el metro de Tokio: Sus seguidores tambin gozaban del privilegio, cuando l

    estaba en libertad, de besarle el dedo gordo del pie y pagar de doscientos dlares para arriba para beberdel agua en la que se haba baado.

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    conciliadores. Pedro de Bruys provoc una orga de pillajes en iglesiasy de quema de crucifijos que evocaba a los iconoclastas de Bizancio.Igual que los ctaros, desdeaba las riquezas de la Iglesia y lasimgenes de la cruz. A diferencia de los ctaros, Pedro e

    imprudente. En una hoguera de estatuas cerca de la desembocaduradel Rdano, el Viernes Santo de 1139, volvi la espalda demasiadasveces, y algunas personas furiosas lo arrojaron a las llamas. An msalarmante fue Amoldo de Brescia, antiguo alumno del gran PedroAbelardo. Agitador que decidi salvar a la Iglesia de s misma, Arnoldoproclam la Repblica de Roma en 1146 y expuls de la ciudad alaterrorizado Papa. Pasaron ocho aos antes de que NicholasBreakspear, el nico ingls que sera pontfice, pudiera volver a suresidencia del palacio de Letrn gracias a la interesada ayuda delemperador Barbarroja. Como caba esperar, Arnoldo fue detenido,estrangulado y quemado, y sus cenizas se arrojaron al Tber para queninguno de sus numerosos seguidores romanos pudiera crear un cultoa su cadver.

    No obstante, incluso esos ejemplos extremos de hostigamiento dela Iglesia podan atribuirse, siendo benevolentes, a un exceso de celoreformista. se, evidentemente, no era el caso de los ctaros. Semantuvieron apartados de la ortodoxia y, como pronto se hizoevidente, no estaban solos. Si eran pocos los que tenan el suficienteaguante fsico para vivir como perfectos, los crecientes se contabanpor miles.

    En 1145, el influyente Bernardo de Clairvaux viaj al Languedocpara hacer que los seguidores de Enrique de Lausana volvieran asentir temor de Dios. Mstico, anorxico, inteligente, elocuente ypolmico (escribi el tropo de los perros enfermos citadoanteriormente), Bernardo fue el clrigo ms importante del siglo, unmonje al que se tema, admiraba y obedeca ms que a ningn papade la poca.13 Obr con jbilo comedido, y festej y lisonje por todaspartes hasta alejar a unas cuantas personas de las protestashistrinicas de Enrique. Pero Bernardo no era tonto; notaba que seestaban tramando otras subversiones ms importantes. En Verfeil,

    centro comercial situado al nordeste de Tolosa, sucedi loinconcebible. Caballeros montados a caballo aporrearon las puertasde la iglesia y entrechocaron sus espadas haciendo que el sermn deBernardo fuera inaudible y su pico de oro se volviera confuso y vano.13 La mencin de la anorexia quiz sorprenda, pero el gran Bernardo era locuaz sobre sus enfermedades,reales o imaginarias. Puede hallarse una entretenida descripcin del hombre y de su vengador, PedroAbelardo en Strange Landscape, de Christopher Frayling, cuyo captulo titulado The Saint and theScholar est dedicado a esa famosa enemistad del siglo XII. Frayling habla (p. 123) de los problemasgstricos de Bernardo: Bernardo estaba siempre enfermo, lo que no era sorprendente dado el modo enque castigaba el cuerpo y los hmedos entornos en que viva. Parece que sufri una forma extrema deanorexia nerviosa rechazaba la comida con tanta regularidad que a veces quedaba paralizado debido a

    la falta de alimento, y apestaba continuamente a vmito rancio. Me duele el estmago escriba,pero me duele mucho ms el estmago de la memoria, donde se acumula toda esta podredumbre.

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    El eminente religioso tuvo que abandonar la ciudad entre carcajadas.14

    Tan pronto hubo regresado sin novedad a su celda monstica de laChampaa, Bernardo recuper la voz e hizo sonar la alarma. Porten-toso escritor de cartas, el famoso clrigo inform a sus

    corresponsales de que lo que antes slo haba sospechado ahora seconfirmaba: la reforma realista estaba siendo suplantada por larebelin metafsica de la hereja. Como las tormentas de un dacaluroso y alterado de verano, se avist a dualistas en todas partesde Europa occidental.15 Inglaterra,

    Flandes, Francia, Languedoc, Italia... ningn lugar pareca seguropara la fe cristiana tradicional. En Colonia, Alemania, en 1143 y 1163se encendieron hogueras bajo los pies de creyentes dualistas, y unmonje alemn que presenci su tormento calific a los desgraciadoscomo cataros.16

    De manera comprensible, los dualistas eran dados a la discrecin.En 1165, varios de ellos tuvieron que comparecer ante un auditorioen Lombers, ciudad situada a unos quince kilmetros al sur de Albi.Asistieron seis obispos, ocho abades, el vizconde de la regin yConstanza, una hermana del rey de Francia. Ese da todos enLombers saban que haba lea seca en las inmediaciones.

    Los perfectos, encabezados por un tal Olivier, eran lo bastantecautelosos para citar largamente el Nuevo Testamento hasta hacerlosoporfero. Con buen tino, no declararon haber rechazado porcompleto la Biblia hebrea, o Antiguo Testamento, pues crean que eldios algo testarudo all descrito no era otro que el Maligno, el creador

    de la materia. En esto, se unan de nuevo a los gnsticos de laantigedad. En cuanto a Jess de Nazaret, evitaron decir que era unamera aparicin, una alucinacin que no pudo haber sido un individuode carne y hueso. Esto una opinin hertica conocida comodocetismo habra constituido una contradiccin flagrante de ladoctrina ortodoxa de la encarnacin y los habra delatado enseguida.

    14 Se alude al hecho en la medieval Vida de san Bernardo, de Godefroi de Auxerre, y se extiende sobre elmismo el primer captulo de la crnica de Guillaume de Puylaurens.15 Quizs el incidente ms extrao de deteccin de la hereja en el siglo XII se produjo cerca de Reims,

    cuando un clrigo llamado Gervasio de Tilbury, mientras cabalgaba junto al arzobispo y algunos preladossuperiores, vio a una bonita muchacha que andaba sola por un viedo. Lo cuenta el cronista Ralph deCoggeshall: Empujado por la lasciva curiosidad de un hombre joven, tal como supe de l yo mismodespus de que se hubiera convertido en cannigo, se acerc a ella. La salud y le pregunt cortsmentede dnde era, quines eran sus padres y qu estaba haciendo sola por all, y entonces, tras observar suhermosura unos instantes, le habl galantemente de los placeres del amor. Ella lo rechaz dicindole quesiempre sera virgen. Esto despert las sospechas de l, y Gervasio supo que la chica campesina crea, porrazones religiosas herticas, que su cuerpo no deba corromperse. Entonces l trat de hacerle cambiar deopinin, al eterno modo de quien no acepta un no por respuesta. Por fin, su discusin atrajo la atencindel arzobispo, que se acerc a caballo y enseguida qued escandalizado. No por la conducta de Gervasio,sino por la fe de la chica. Orden que la detuvieran y que la llevaran de vuelta a Reims para serinterrogada. La campesina se neg a retractarse y fue arrojada a la hoguera. (R. I. Moore, The Birth ofPopular Heresy, pp. 86-88).16

    El nombre tiene su origen en Trece sermones contra los ctaros, de Eckbert de Schnau, escrito en1163. Eckbert tambin llam a los ctaros despreciables imbciles.

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    Finalmente, preguntados acerca de los juramentos,17 los ctarosfueron pillados en falta. Citando las Sagradas Escrituras, dijeron queestaba prohibido jurar sobre cualquier cosa, lo cual era una seal depeligro en una sociedad en que la lealtad bajo juramento conformaba

    el vnculo sancionado por la Iglesia de todas las relacionesfeudales. Esta aversin a jurar era un sello caracterstico de lacreencia ctara, una extensin lgica de la ntida lnea divisoria queellos perciban entre el mundo de los hombres y el ter del bien.Cuando se evoc el papel de la Iglesia en el mundo, el velo acab decaer del todo, y Olivier y sus compaeros ctaros atacaron a losobispos y abades de Lombers tildndolos de mercenarios, lobosvoraces, hipcritas y engatusadores. Aunque ofensivos en sumogrado para los eclesisticos, tal vez formular estas acusacionescomplaci secretamente a los laicos all reunidos, que no abrigabangrandes simpatas hacia los clrigos recaudadores de impuestos. Alfinal, pese a la sensacin general de que Olivier y sus amigos eranherejes, se les dej volver a sus casas sanos y salvos.

    Seguramente el seor de Lombers pensara que era unaimprudencia dar muerte a unos hroes del pueblo.

    Cuando los ctaros se reunieron en Saint-Flix, a unos cincuentakilmetros al sur de Lombers, slo haban pasado dos aos desdeaquella situacin crtica. Nicetas y los perfectos congregados,tranquilos y sin miedo, emprendieron la tarea de organizar la fecreciente. Se levantaron dicesis cataras y se nombraron oconfirmaron obispos,18 coordinadores en lugar de inspectores

    feudales como eran sus homlogos catlicos. Conocemos los nombresde los hombres al cargo de la patria ctara: Sicard Cellerier en Albi,Bernard Raymond en Tolosa, Guirald Mercier en Carcasona. Concalma, sin la teatralidad de los primeros herejes, los ctaros fueronponiendo los cimientos de una revolucin. Despus de Saint-Flix, elgran temor de los ortodoxos la aparicin de una Iglesia rival fuerte cada vez estaba ms cerca de hacerse realidad.

    17 La negativa a jurar era frecuente entre los herejes, no slo entre los ctaros. Una de las justificaciones latenemos en Mateo 5,3-37: Habis odo tambin que se dijo a los antepasados: No perjurars, sino quecumplirs al Seor tus juramentos. Yo digo que no juris en modo alguno: ni por el cielo, porque es eltrono de Dios; ni por la tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusaln, porque es la ciudad de ungran Rey. Ni tampoco juris por vuestra cabeza, porque ni uno solo de vuestros cabellos podis hacerblanco o negro. Sea vuestro lenguaje S, s, no, no, que lo que pasa de aqu viene del Maligno.18 Entre los que admiten que se celebr la reunin de Saint-Flix, hay otra controversia sobre qu sucediall. Unos creen que Nicetas (a menudo llamado Niquinta) formul la ley dualista convenciendo a losctaros del Languedoc de que se pasaran del dualismo mitigado al dualismo absoluto, siendo esteltimo un credo ms duro que postulaba una divinidad diablica casi igual. Otros sostienen que el relatode la autoridad dogmtica de Nicetas es infundado, provocado por una interpretacin errnea de la ltimadcada del siglo XIX (del historiador Ignaz von Dollinger) y repetida involuntariamente por generaciones

    de historiadores a lo largo de todo el siglo XX. Lo que s es cierto es que Nicetas previno a los ctaros delLanguedoc contra el divisionismo y aprob su organizacin diocesana.

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    CAPTULO 2

    Roma

    El 22 de febrero de 1198, una generacin despus del cnclavectaro de Saint-Flix, los dirigentes de la Iglesia se congregaron enRoma cuando Lotario dei Conti di Segni fue elegido Papa con el nom-bre de Inocencio III. El solemne cortejo parti de su lugar de reuninen la colina del Vaticano y pas frente a las iglesias y los palaciosfortificados de la ciudad. El serpenteante ceremonial sali de lassombras del mausoleo de Adriano y recorri el abitato, el laberinto decalles que haba en el meandro de la orilla izquierda del Tber.Hombres con tnica tiraban de las cuerdas de docenas decampanarios para desgarrar el aire con un ensordecedor estrpito decelebracin; miles de personas se alineaban a lo largo del recorrido

    del desfile. Todas las miradas estaban fijas en el Papa de treinta ysiete aos, que iba montado en un corcel blanco y luca los atributosde su cargo. Llevaba el palio, una tela de piel de cordero que le cubralos hombros, y la tiara, una corona llena de joyas sujeta a un solideode seda.

    Un milenio antes, en la Ciudad Eterna, un hombre de su calibrepodra haber sido emperador del mundo conocido. Para Lotario habapoca diferencia entre las dos posiciones, salvo que el Sumo Pontficede la cristiandad latina era con mucho superior. El Papa era el nicocustodio terrenal de la verdad absoluta e incontestable. Estar endesacuerdo con l no era disidencia sino traicin.

    Ni siquiera antes de su eleccin en segunda votacin haba tenidoLotario dudas sobre la santidad de su nuevo papel. En sus propiaspalabras, lleg a ser superior al hombre, aunque inferior a Dios.Como Inocencio III declar en un sermn dirigido a todo el mundo, soy el sucesor del Prncipe de los apstoles, pero no su vicario, noel vicario de ningn hombre ni apstol, sino el del propio Jesucristo.Por la maana haba mirado hacia abajo, mientras los cardenales seapiaban en San Pedro ante l y realizaban la proskynesis, o acto debesarle los pies. Cuanto ms abyecta la postura, ms correcto elgesto. Lotario anduvo el camino teocrtico abierto en el siglo XI porHildebrando, quien, como papa Gregorio VII, haba afirmado la

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    superioridad papal sobre todas las testas coronadas de la cristiandad.1

    Antes se crea que la realeza resultaba de un designio divino;Hildebrando y sus sucesores haban informado a un mundo medievaldescaminado que corresponda al Papa, y slo al Papa, decidir quin

    poda gobernar. El hombre que luca la mitra de obispo en Roma erams poderoso que cualquier canalla barbudo con un rbol familiarfrondoso.

    Con todo, Lotario, muy viajado y bien informado, era consciente deque lo que pareca magnfico tras sellarlo con una bulla de plomo (deah la bula papal) a menudo acababa siendo una carta superflua enlas cancilleras reales del norte. Estaba a punto de iniciarse un nuevosiglo, y Lotario quera asegurarse de que los siguientes cien aos se-ran ms satisfactorios que los ltimos. La primera dcada del siglo XIIno haba sido buena para los vicarios de Cristo. Antes de Inocencio,en once de los diecisis pontificados el Papa tuvo que abandonarRoma expulsado por alborotadores, republicanos o agentes demonarcas lejanos. El municipio de Roma, gobernado por Amoldo deBrescia, vivi a mediados de siglo un episodio especialmente intensode una reiterada pesadilla. En 1145, el papa Lucio II muri debido alas heridas recibidas en una batalla por el control del Capitolio; treintaaos antes, un dbil y anciano Gelasio II, montado de espaldas en unamula, era obligado a soportar las burlas de sus enemigos. Habaantipapas elegidos regularmente por clanes romanos y clrigosrivales sometidos al emperador germano, la mayor amenazaindividual a la independencia del papado.

    A principios de los aos noventa del siglo XII, el ocupante del tronogermano, Enrique VI, hijo de Barbarroja, pareca estar listo paraocupar toda la Europa central y la pennsula italiana. Joven ambiciosoy arrogante, cabalg por todo el continente como un Csar moderno;Celestino III, anciano Papa en una asediada Roma, poco poda hacersalvo intentar que asesinaran al rey germano. Se descubri laconspiracin, y Enrique devolvi al asesino papal con una corona alrojo vivo clavada en el crneo. Despus, en septiembre de 1197,Enrique cay enfermo, seguramente de malaria, y muri en Mesina,Sicilia. Bendito mosquito al servicio del papado. Cinco meses mstarde, el hijo pequeo de Enrique, Federico, se haba convertido en el

    pupilo nada ms y nada menos que de Lotario dei Conti, el nuevoPapa que pronto urdi hbilmente artificiosas intrigas para ocultar losderechos de primogenitura del nio. El futuro se anunciabaprometedor para la teocracia.1 El caradura de Gregorio VII an hoy nos deja pasmados. En un volumen de su correspondencia, loshistoriadores hallaron una lista con las siguientes declaraciones: Nadie puede juzgar al Papa; la Iglesiaromana nunca se ha equivocado y nunca se equivocar hasta el fin de los tiempos; la Iglesia romana fuefundada slo por Cristo; slo el Papa puede destituir y restituir a obispos en su cargo; slo l puedeelaborar nuevas leyes, establecer nuevos obispados y dividir los antiguos; slo l puede trasladar obispos;slo l puede convocar concilios generales y sancionar derecho cannico; slo l puede revisar suspropios juicios; slo l puede llevar las insignias imperiales; puede deponer emperadores; puede liberar a

    individuos de su vasallaje; todos los prncipes deben besarle los pies (R. W. Southern, Western Societyand the Church in the Middle Ages, p. 102).

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    Sin embargo, mientras Lotario cabalgaba por las calles cubiertas depaja y pasaba ante viviendas orgullosas y humildes, tena que saberque los cielos romanos sobre su pontificado no estaban despejados.Cientos de imponentes torres de piedra, construidas por las familias

    poderosas de la ciudad, surgan frente a l a modo de bosque amena-zante. Como un Conti, Lotario deba luchar contra clanes como losFrangipani, los Colonna, los Annibaldi y los Caetani, quienes contabanen sus filas con cardenales y ricos potentados. Los Vassaletti habanacaparado el mercado de estatuas romanas clsicas para convertirlasen trozos de mrmol que vendan en toda Europa. Los Frangipanihaban obligado a Gelasio a hacer su vergonzoso paseo en mula. Yeran ellos y sus aliados los que vean con recelo a ese advenedizopapa Conti.

    Para las narices patricias romanas, Lotario y sus parientes todavaconservaban un persistente olor a establo. Los Conti eran de laCampania, la ondulada regin interior que se extenda hacia elsureste de la ciudad. Su rstico castillo, que todava corona el pueblode Gavignano, en la cima de una colina, daba a un acolchado valleque haba conocido la mano del hombre desde la poca de losetruscos. A unos kilmetros al oeste, tras empinadas y verdesladeras, estaba la importante ciudad de Segni. Entre sta yGavignano las fincas de los Conti di Segni producan la riqueza queabasteca su competencia social.

    Hacia mediados de siglo, el padre de Lotario, Trasimondo, habahecho la corte y conquistado a Claricia, heredera romana de la influ-

    yente familia de los Scotti. Al concedrsele un elevado puesto en lasociedad gracias a la alta cuna de su madre, al final el joven Lotarioabandon las colinas y los valles de Gavignano y viaj a Roma paradejar su impronta en este mundo. Lo ms probable es que para entraren la ciudad tomara la Va Apia y pasara ante las grandes y pesadasruinas de la Antigedad protegidas por hileras de cipreses delgadoscomo lpices. El destino le sonri en 1187, cuando el hermano de sumadre se convirti en el papa Clemente III y asegur el ascenso a lafama de su inteligente sobrino. Lotario estudi teologa en Pars,aprendi leyes en Bolonia, y escribi varios tratados razonados congran precisin. Con uno de ellos, De miseria condicionis humanae (El

    destino desdichado del hombre), obtuvo un gran reconocimientoentre pesimistas cultos de toda Europa. Su feroz y nunca infundadointelecto legalista, unido a la astucia diplomtica de un aristcrataitaliano, haran de Lotario un adversario temible para cualquiera queosara interponerse en su camino.

    Como los peregrinos que acuden en tropel a los monumentosdescritos en Mirabilis Urbis Romae (Las maravillas de la ciudad deRoma), una conocida gua del siglo XII, el recorrido de Lotario pasarapor el barrio construido sobre el Foro romano. La tradicin mandabaque los desfiles de la coronacin papal hicieran pausas para recibir laaclamacin de la multitud y repartir limosnas. Sin duda la comitiva de

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    Lotario se detuvo en el arco de Septimio Severo, que entonces tena995 aos de antigedad. De las dos altas torres que los romanos me-dievales haban considerado adecuado construir en el antiguo arco, laque quedaba ms al sur sirvi de campanario de la iglesia de los

    Santos Sergio y Bacco, donde Lotario haba desempeado sucardenalato. El rea del Foro romano haba sido el hogar del joven enla ciudad, donde lleg a ser un experto en las complejidades de susturbulentos episodios polticos. A unos centenares de metros de laiglesia de los Santos Sergio y Bacco, a mitad de camino entre lacolumna de Trajano y el Coliseo,2 el nuevo Papa encarg laconstruccin de una torre, la torre de los Conti, como smboloinequvoco de las ambiciones de su familia. El hermano de Lotario,Ricardo, levant la torre para proteger el nuevo territorio de Conti, enlas cuestas que conducan a la colina Viminal. El monolito de ladrilloobscuro, calificado de nico en el mundo por un asombradoPetrarca, dominaba entonces el Capitolio y el Quirinal, y an lo harasi en 1348 un terremoto no hubiera reducido su altura a la mitad.Actualmente sigue perfilndose sobre el Foro de Nerva como unrecordatorio de q