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Estas son algunas de las innovaciones y tendencias que han cambiado –y cambiarán– la historia de nuestra especie, desde el desarrollo del lenguaje y la fundación de las primeras ciudades hasta los viajes interestelares. Pág. 64 Pág. 70 Del pasado Del futuro Un dossier de ROGER CORCHO DOSSIER ideas revolucionarias 20 GETTY / TRATAMIENTO DIGITAL: J. A. PEÑAS

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Una descripcion de 20 ideas que hicieron historia y marcaron un abrupto cambio en nuestro mundo.

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Estas son algunas de las innovaciones y tendencias que han cambiado –y cambiarán– la historia de nuestra especie, desde el desarrollo del lenguaje

y la fundación de las primeras ciudades hasta los viajes interestelares.

Pág. 64

Pág. 70

Del pasado

Del futuro

Un dossier de ROGER CORCHO

DOSSIER

ideas revolucionarias20

GETTY / TRATAMIENTO DIGITAL: J. A. PEÑAS

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DOSSIER 20 ideas revolucionarias

10 hitos queCAMBIAROn

la historia

INVENCIONES CLAVE DEL PASADO

Piedras misteriosas. Ceremonia en Stonehenge al estilo de los antiguos druidas celtas. Los expertos debaten si este complejo megalítico de Wiltshire (Inglaterra) era un templo religioso además de un observatorio astronómico.

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En 2013 se descubrió en Aber-deenshire (Escocia) lo que

constituye el calendario más anti-guo del mundo. Son unos hoyos ali-neados, de 10.000 años de edad, que imitan la forma de las fases de la luna y permiten determinar el pa-so de las estaciones y el solsticio lunar. Este instrumento habría ayu-dado a los cazadores-recolectores del Neolítico a predecir los cambios de estación para prever con más exactitud el paso de animales en sus migraciones periódicas. Stone-

henge, el famoso círculo de piedras de 3100 a. C. en el sur de Inglaterra, es otra muestra de astronomía neo-lítica. La roca Talón, por ejemplo, la más antigua del conjunto, señala el solsticio de verano. Otras piedras tal vez ayudaban a calcular eclipses solares.

Mucho más recientes son las llamadas ruedas medicinales, dis-posiciones de piedras en círculo habituales en el norte de Estados Unidos. Tres de las piezas de la rueda de Big Horn, en Wyoming,

construida en el año 1200, seña-lan la aparición anual de las tres es-trellas más brillantes de las noches de verano: Aldebarán, Rigel y Sirio.

CONOCER LAS CIFRAS. Los primeros instrumentos matemá-ticos son los palos tallados, usa-dos para recordar cantidades. En el hueso de Lebombo, de 40.000 años de antigüedad, hay veinti-nueve muescas. El de Ishango, de 20.000 años, se compone de tres columnas de muescas que inclu-yen múltiplos. En una de las colum-nas se registran números primos. Este tipo de palos contables se usaron hasta la Edad Media.

En Mesopotamia, las tablillas de arcilla, como la llamada Plimpton 322, datada en 1800 a. C., presen-tan ternas pitagóricas. Por su parte, el papiro egipcio Rhind, de 1700 a. C., es una obra asombrosa. Se trata del manual de matemáticas más antiguo conocido, donde se exponen conocimientos sobre nú-meros primos, una aproximación al número pi e incluso procedimien-tos para resolver ecuaciones linea-les. Arquímedes, Galileo, Newton, Darwin y Einstein son los principa-les protagonistas de la exitosa his-toria de la ciencia.

ASTRÓNOMOS Y MATEMÁTICOS PIONEROS

Precisión. Los creadores neolíticos de Stonehenge alinearon las piedras para indicar el solsticio de verano.

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La aparición del lenguaje, una mejor alimentación, la posibilidad de viajar más lejos, la observación de los astros, las matemáticas... impulsaron el crecimiento del cerebro y el desarrollo social.

¿ Qué diferencia hay entre los humanos que empezaron a usar rocas y ramas para fabri-car instrumentos cortantes y los que actualmente diseñan

la tecnología que aspira a conquistar el Sistema Solar? Escribir en tablillas de arcilla y navegar por internet en una tableta parecen dos actividades muy diferentes, pero entre ambas hay una constante de la historia humana: trans-formar mediante nuestras invenciones el mundo que nos rodea. La invención –y el correlato de la curiosidad, sin la cual no se crearían tales artefactos– es el hilo que une el pasado y el futuro de nuestra especie. Stanley Kubrick supo

resumir esta historia en unos breves segundos, al principio de su película 2001: Una odisea del espacio, cuando un mono antropoide lanza un hueso que en pleno vuelo se convierte en una nave espacial. En un suspiro, resume dos millones de años de progresos.

El pasado explica el presente, de mo-do que es posible rastrear hacia atrás –en ocasiones hasta un tiempo muy remoto– para componer una cronolo-gía de muchas de las creaciones y no-vedades que se han convertido en per-fectamente cotidianas. A continuación, exponemos diez ideas que han contri-buido especialmente al desarrollo de la mente humana y de la civilización. e

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DOSSIER 20 ideas revolucionarias

LOS EXPERTOS CREEN QUE UNA DIETA VARIADA SOLO FUE P0SIBLE GRACIAS AL DOMINIO DEL FUEGO

Según el biólogo evolutivo Igna-cio Martínez Mendizábal, de la

Universidad de Alcalá de Henares, en Madrid, “todas las evidencias señalan que no somos la única es-pecie que ha dispuesto del lengua-je, sino que ha habido otras, como el linaje neandertal”. Este investiga-dor, que estudia desde hace déca-das los fósiles de Atapuerca, con-sidera que “el lenguaje apareció muy pronto y se fue desarrollando en los distintos linajes humanos en paralelo, pero el origen es común y muy antiguo”.

Basa esta afirmación en una innovadora investigación centra-da en los huesos del oído: “Es un órgano que fosiliza casi comple-tamente y que interviene en la co-municación oral. La capacidad de producir sonidos muy sutiles, de percibirlos y de usarlos han coevo-lucionado con él”. Nuestro órgano auditivo identifica sonidos más níti-damente que el de los otros prima-tes por su adaptación al lenguaje.

DIALECTOS DE EUROPA. Se-gún los lingüistas, buena parte de los idiomas modernos derivan del indoeuropeo, una lengua que se habría hablado en el cuarto mile-

nio antes de nuestra era. El filólo-go de la Universidad de Salaman-ca Francisco Villar Liébana con-sidera que ese idioma habría te-nido diferentes variedades. “Des-de hace 11.000 años existían en Europa tres bloques dialectales: uno en la península ibérica, otro en Italia y otro en los Balcanes” explica Villar, que considera que esta separación fue causada por la última gran glaciación. Esta re-cubrió nuestro continente con “un permafrost donde no era posible la vida”. Las poblaciones huma-nas se resguardaron en esos tres refugios meridionales y quedaron aisladas: “Las tres áreas geográfi-cas estaban ocupadas por gentes que en el futuro aparecerán como hablantes de lenguas indoeuro-peas”, concluye Villar.

Para el lingüista estadounidense Merritt Ruhlen, semejanzas fonéti-cas presentes en todos los idiomas sugieren que todos ellos –tanto los indoeuropeos como los de otras raíces, como el chino, el tibetano y el bantú– tuvieron un origen co-mún: la lengua hablada por las co-munidades humanas que salieron de África hace 50.000 años.

LA CAPACIDAD DE HABLAR NOS HIZO HUMANOS

¡Que llamen a un médico!

La enfermedad ha danzado al compás de la vida y esta ha respondido protegiéndose. Los seres

vivos encontraron respuestas para resistir el ataque de otros organismos desde épocas muy tempranas en la evolución, como lo demuestra el hecho de que tanto la mosca de la fruta como los humanos com-partamos unos receptores de tipo toll, fundamenta-les para que un organismo reconozca y se defienda del ataque de virus, bacterias y otros microbios.

La compasión podría haber sido una de las pri-meras respuestas que tuvieron los antiguos huma-nos al ver a un congénere con artritis, un tumor, un trauma o una malformación. Un cráneo de 1,77 mi-llones de años de antigüedad encontrado en Dma-nisi (Georgia), perteneciente a un individuo de la especie Homo erectus que vivió un tiempo sin dien-tes antes de morir, tuvo forzosamente que necesitar ayuda para alimentarse. Para los autores del descu-brimiento, “los homínidos de Dmanisi podrían haber ofrecido asistencia a individuos más allá del nivel observado en primates no humanos”.

Otro cráneo afectado por graves deformaciones de hace 530.000 años hallado en Atapuerca (Bur-gos) perteneció a una niña Homo heidelbergensis. Vivió hasta los diez años, algo que solo pudo suce-der con ayuda de sus congéneres. Más adelante, ya en el Neolítico, además de cuidados, también se practicaron trepanaciones de forma habitual. En muchas ocasiones, los fósiles indican que los

El encuentro. Una hipotética reunión entre hombres primiti-vos y neanderta-les, especie esta última que quizá también tuvo su lenguaje.

Buen carnicero. Un grupo de Homo ha-bilis, homínidos omní-voros, despieza una cebra con la ayuda de herramientas líticas.

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EL NACIMIENTO DEL URBANISMO: LA CONVIVENCIA EN LA CIUDAD

NUEVOS ALIMENTOS MEJORARON LA MENTE

Una ciudad es una entidad compleja que requiere, por un lado, de una adminis-

tración y, por otro, de arquitectos capaces de diseñar edificios que cumplan diferen-tes funciones. En el cuarto milenio antes de Cristo, entre los ríos Éufrates y Tigris, apa-recieron las primeras ciudades. La más an-tigua conocida es Uruk, una urbe situada junto al río Éufrates que llegó a contar con 50.000 habitantes hacia el año 3500 a. C.

REGADÍO Y COMERCIO. Para el arqueó-logo Juan Luis Montero Fenollós, de la Facul-tad de Humanidades de Ferrol, “la ciudad no es una evolución progresiva de las aldeas, tal como se había creído tradicionalmente. Du-rante el Neolítico, el hombre se sedentarizó y se convirtió en productor de agricultura y ga-nadería. La humanidad del IV milenio a. C. se había transformado en una sociedad comple-

ja que exigía organizarse de otra manera pa-ra progresar en lo económico, lo político y lo sociocultural”. Montero señala que la mejora de los sistemas de regadío y el comercio inter-nacional a larga distancia fueron los factores que contribuyeron a la aparición de ciudades.

Pero no surgieron aisladas, sino que for-maban parte de un sistema complejo. “El pri-mer urbanismo del sur de Mesopotamia en el IV milenio a. C. –señala Montero– fue un fenó-meno global, que transformó el modo de vida de sus habitantes. A partir de este núcleo de urbanización inicial, las gentes de Uruk lleva-ron a cabo un proceso de expansión colonial por Irán, Siria y Turquía, importando con ellos el modelo urbano”. Desde entonces la vida se desarrolló en ciudades: Tebas, Babilonia, Ate-nas, Jerusalén, Roma, Constantinopla, Córdo-ba, Tenochtitlán, París...

individuos con los cráneos brutalmente agujerea-dos lograban sobrevivir varios años.

Cuando los hombres empezaron a domesticar animales y a convivir con ellos, también se conta-giaron de sus enfermedades o zoonosis. Las pan-demias se volvieron frecuentes y letales, y diezma-ron la población humana, pero las generaciones posteriores desarrollaron sistemas inmunológicos capaces de resistir a los nuevos patógenos.

DOS FORMAS DE CURAR. En el siglo X a. C. apareció la medicina china y algo más tarde la ayurvédica india y la hipocrático-galénica de los griegos, sistemas que abordaban la enfermedad tratando, principalmente, el contexto del paciente. “Ante una persona enferma, lo primero que pre-guntaban era dónde vivía y en qué condiciones”, explica el historiador José Pardo Tomás. La medici-na occidental se ha centrado, en cambio, en tratar directamente la dolencia. Los principales hitos de la historia de nuestra ciencia médica han sido los hospitales, la higie-ne, la invención de las prime-ras vacunas y la irrupción de los antibióticos.

En su libro El mono obeso, José Enrique Campillo Álvarez explica que “aconte-

cimientos cruciales en nuestra evolución, como la pérdida de los colmillos, la postura erecta y el desarrollo cerebral, son conse-cuencias de las adaptaciones a los diferen-tes entornos alimentarios”. En opinión de este médico, la historia evolutiva humana se puede dividir en cuatro etapas en fun-ción de unos hábitos nutricionales que es-taban sujetos al clima y a la geología. Cada adaptación se grabó en el ADN y dejó una huella indeleble en nuestra identidad.

Hace unos ocho millones de años, los australopitecos eran herbívoros y vivían en bosques en un clima extraordinariamente benigno. A esta primera fase de abundan-

cia le siguió, hace cinco millones de años, una época de escasez, razón por la cual la alimentación se redujo a raíces y vegeta-les poco nutritivos. Según afirma Campillo, “en cierta medida somos unos primates que se han tenido que adaptar a millones de años de hambre”. Nuestra respuesta evolutiva fue “la modificación de la den-tadura y la bipedestación”. A este perio-do pertenece Lucy, el famoso ejemplar de Australopithecus afarensis.

CABEZA GRANDE PIDE CARNE. Ha-ce dos millones de años, el cerebro cre-ció y los individuos se hicieron más inteli-gentes, pero para obtener la energía que requería ese órgano de mayor tamaño añadieron la carne a su dieta. Esa primera

especie omnívora, capaz de diseñar ins-trumentos, fue el Homo habilis. El prima-tólogo Richard Wrangham considera que esa diversificación en la alimentación solo fue posible gracias al dominio del fuego.

La cuarta fase ya corresponde plena-mente al Homo sapiens, que hace 10.000 años, en Oriente Medio, empezó a cultivar cebada y trigo y a criar cerdos y otros ani-males. Nuevos alimentos como el pan, el vino y el queso se integraron a la dieta, y se aprendieron métodos de conservación.

Por fin, recientemente, en la segunda mi-tad del siglo XX, la revolución en las técnicas de producción y distribución de alimentos hicieron que en Occidente se pasara de su-frir desnutrición a comer en exceso.

Ortopedia. La prótesis egipcia de un dedo del pie hallada en 2007 es la más anti-gua cono-cida.

Capital neolítica. Çatal Hüyük, en la ac-tual Turquía, fue uno de los primeros nú-cleos urbanos.

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Para el historiador británico Peter Watson, el comercio se inició hace 150.000 años, con la aparición del Homo sapiens. La ne-

cesidad de intercambiar productos era un requisito para la supervi-vencia, si bien solo tenía lugar entre miembros de la misma tribu. Los cazadores-recolectores eran autosuficientes, aunque esporádica-mente tenían intercambios con extraños. Con la revolución agrícola, las tribus se asentaron y crearon redes reducidas de comercio. Los individuos tendían a especializarse, pero no a tiempo completo.

El cambio real se produjo con las primeras ciudades. Al convivir mucha gente, la especialización adquiría pleno sentido: una per-sona se podía dedicar exclusivamente a desempeñar una tarea ya que habría suficientes individuos que solicitarían sus servicios. Esto supuso que las cadenas de intercambio de favores se hicieran complejas. ¿Cuántas manzanas requeriría tener un calzado nuevo? ¿Cuánto trigo, a cambio de un recipiente de barro?

TODO POR LA PASTA. La invención del dinero –un medio uni-versal de intercambio que permite a la gente convertirlo casi todo en casi cualquier cosa, según dice Yuval Noah Harari en De animales a dioses (Sapiens). Una breve historia de la humanidad– es el resultado de una revolución mental. Este historiador señala que el dinero no nació con la acuñación de las monedas. Antes se usaron conchas de cauris en África, Asia y Oceanía, o barras de sal como unidades de cambio. Según Herodoto, las primeras monedas se acuñaron en Asia Menor en el siglo VII a. C. con el objeto de recaudar impuestos.

El rastro de setenta pisadas de tres millones y medio de años de anti-

güedad que dejaron unos australopi-tecos mientras caminaban sobre las cenizas de una explosión volcánica en Laetoli (Tanzania) constituye la huella más antigua que se cono-ce de nuestro deambular sobre la Tierra. La hipótesis de que los hu-manos salieron de África a pie y conquistaron el mundo es la que suscita un mayor consenso en-tre los especialistas. Así lo indi-can los estudios genéticos basa-dos en las mutaciones del ADN

–usadas como reloj molecular– y los restos fósiles desenterrados,

pues los más antiguos se encuentran todos ellos en África.

VIVA LO NUEVO. ¿Por qué empe zaron a desplazarse los primitivos humanos? El paleontólogo francés Jean Chaline consi-

dera en Un millón de generaciones que quizá seguían el rastro de rebaños, pues los ñus, los antílopes y las cebras hacían frecuentes viajes estacionales de cientos de kilómetros en función

del clima y los pastos. Chaline también apuesta por la búsqueda de parejas sexuales y “la curiosi-

dad y el gusto por lo nuevo, muy fuerte entre los hombres actuales, y que tuvo que desarrollarse de forma progresiva entre nuestros antepasados”.

El Homo erectus protagonizó la primera gran desbandada hace 1,8 mi-llones de años, cuando miembros de esa especie se establecieron por Europa, Java, China o la India. Hace 50.000 años, tribus de Homo sapiens iniciaron la segunda oleada, que llevó al ser humano hasta el rincón más re-cóndito del globo. Ir a pie fue la principal forma de viajar hasta la domestica-ción del caballo en las estepas euroasiáticas (4000 a. C.). Los caballos eran un medio de transporte extraordinario y un instrumento de guerra imbatible.

EL COMERCIO impulsa LA CIVILIZACIÓN

LA REVOLUCIÓN DE LA ESCRITURA Para la antropóloga y arqueóloga cana-diense Genevieve von Petzinger, de la

Universidad de Victoria, era sorprendente que nadie se hubiera interesado en analizar los extraños trazos –como semicírculos o triángulos– que acompañan a las formas de animales y cazadores de las pinturas rupestres. Tras un estudio comparativo de muestras de entre 35.000 y 10.000 años, observó que se empleaban signos idénti-cos en cuevas muy lejanas entre sí, y que el sistema gráfico apenas había sufrido cam-bios durante ese lapso de tiempo.

Para Von Petzinger, estos resultados so-lo podían explicarse suponiendo que eran

Grandes migraciones y colonizaciones

LA ESPECIALIZACIÓN EN EL TRABAJO SURGIÓ EN LAS CIUDADES

Primer texto. Así se considera esta tablilla sumeria protocuneiforme de Uruk III (3200 a. C.).

Primeros pasos. Los

dieron los aus-tralopitecos en

el continente africano.

Mercaderes. Los fenicios reco-rrieron toda Euro-pa intercambian-do productos.

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Dice Francisco Javier Vergara, coautor de Historia de la educación y catedrá-

tico de dicha disciplina en la UNED, que la educación “existe desde que existe el primer hombre”. Vergara la define como un ideal de perfección que está presente desde la antigüedad en las culturas orien-tales y también occidentales. Es una acti-vidad ligada al desarrollo de la propia civi-lización, modelo social que demanda que las nuevas generaciones se culturicen. En Babilonia, el sacerdote era el encargado de transmitir la cultura.

Según este experto, “los pensadores griegos se plantearon los grandes ideales de perfección humana de una manera for-mal. Sócrates afirmaba que la virtud existe y se puede alcanzar mediante la educa-ción”. En Grecia también se crearon las primeras instituciones docentes, como la Academia de Platón y el Liceo aristo-

télico. “Eran instituciones magistrocéntri-cas”, apunta Vergara, en las que toda la enseñanza gira alrededor de un maestro seguido por sus discípulos.

ABSTRACTA Y DEMOCRÁTICA. La uni-versidad, en cambio, es una institución genuinamente medieval que nació en el siglo XIII y se caracteriza por tratarse de una “corporación de maestros y estudian-tes que se reúnen para adquirir el saber en su máxima distinción”. Lo más importante de la institución pedagógica ya no es el maestro, sino la institución misma.

La universidad supone un paso hacia la abstracción, pues en lugar de maestros y dis-cípulos hay profesores y estudiantes. Era un espacio dedicado al cultivo del saber y a la transmisión del conocimiento. Entre los si-glos XI y XIII, se fundaron las primeras univer-sidades, como las de Bolonia (1088), París (1150), Oxford (1167) y Salamanca (1218). Tras la Revolución francesa, la educación pa-só a ser competencia del Estado. El primer crimen documentado de la historia tuvo

lugar en Atapuerca, donde se halló un fósil de 430.000 años perteneciente a un joven que murió por dos golpes fuertes en la cabeza. Se ignora el ar-ma con la que fue agredido. No se trata de un caso aislado de violencia en nuestra evolución. Aunque se ha extendido la idea de que los cazadores-reco-lectores vivían pacíficamente en contacto con la naturaleza, los arqueólogos y paleontólogos están descubriendo vestigios de episodios cruentos. En la cueva de Ofnet, en Baviera (Alemania), aparecie-ron los restos de 38 individuos (hombres, mujeres, niños) del Mesolítico muertos de forma traumática, con vértebras separadas del tronco. El cementerio sudanés de Jebel Sahaba guarda huesos fósiles de hace 12.000 años con flechas y lanzas incrus-tadas. Y en el sitio arqueológico de Téviec, en Bre-taña (Francia), hay un esqueleto con dos flechas en las vértebras. Nuestros abuelos agredían con garrotes, cuchillos, flechas. Había guerras por el control de un territorio, pero también se han obser-vado numerosos asesinatos rituales.

BRUTOS POR BARRIOS. Los niveles de agresivi-dad variaban de una región a otra. En algunas exca-vaciones, el promedio de muertes violentas es simi-lar al actual, mientras que en otras regiones es muy superior. Según el historiador Yuval Noah Harari, los cazadores-recolectores demostraban un grado de beligerancia muy variado. Mientras que en algunas zonas y en determinados periodos de tiempo había paz y tranquilidad, en otros se sucedían conflictos feroces. Estudiando tribus como los yanomamis en el Amazonas, que mantienen actualmente formas de vida que son ventanas del pasado, el antropólogo Napoleon Chagnon, de la Universidad de Misuri, documentó un gran número de conflictos y episo-dios violentos, lo que obliga a desechar la idea de que la vida de los cazadores-recolectores transcu-rría en paz y armonía.

TAMBIÉN HIJOS DE LA VIOLENCIA

POr la Educación se alcanza la perfección

muestras de un código empleado por las primeras tribus que migraron de África: “Esta increíble diversidad y continuidad de uso sugieren que la revolución simbólica podría haber ocurrido antes de la llegada de los humanos a Europa”, explicó la ca-nadiense en su investigación.

DETECTIVES DE LA LETRA. ¿Se trata de una auténtica escritura o hay que consi-derar que son los primeros esfuerzos para representar ideas mediante símbolos? Los expertos creen que son preámbulos y que la escritura propiamente dicha nació en el cuarto milenio a. C., simultáneamente en Egipto y Mesopotamia. Según el arqueó-

logo Montero Fenollós, la escritura, un he-cho trascendental para la historia humana, se originó en Uruk hacia 3200 a. C. Estaba formada por “signos pictográficos escri-tos sobre tablillas de arcilla usados como sistema de contabilidad para el cereal, el ganado o la cerveza”. En México también se ha hallado un mensaje de 2.650 años de antigüedad dirigido a un rey olmeca, que constituye la primera muestra de escritura en América. Algunos de los textos escritos más antiguos, como los de la civilización protoelamita –surgida en el territorio del ac-tual Irán en el cuarto milenio antes de nues-tra era–, siguen sin haberse descifrado.

Sabios. Sócrates, Platón y Aristóteles, entre otros, apa-

recen en el cuadro La es-cuela de Atenas, de Rafael.

Homicidio. El cráneo 17 de Atapuerca tiene dos orificios fru-to de un impacto.

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De Madrid al cielo. Los nuevos materiales superre-sistentes pero flexi-bles, como el carbi-no, podrían impulsar la construcción de un ascensor espacial, capaz de poner en órbita astronautas y cargas a bajo coste.

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Del mismo modo que nuestros antepasados lograron avances revo-lucionarios, nuestros descendientes desarro-

llarán tecnologías capaces de cam-biarlo todo. Ocurrió, no hace tanto tiempo, con la Red, que transformó desde las comunicaciones hasta la propia esencia de las relaciones hu-manas. No obstante, el futuro, ade-más de incierto, es complejo, y todo intento de aproximarse a él resulta inevitablemente simplista.

Incluso para los expertos en prospectiva tecnológica es impo-sible tener en cuenta la maraña de conexiones y los efectos que una innovación puede tener en el res-to del tejido social. Esto es, no te-nemos forma de saber con certeza si seguiremos progresando mucho más, si permaneceremos largo tiempo en una especie de punto muerto –durante el Paleolítico, la manera de afilar las piedras no va-rió durante miles de años– o inclu-so si nuestra especie sobrevivirá.

Pero seamos optimistas. ¿A qué podríamos aspirar si las cosas no se tuercen? El astrofísico ruso Nikolái Kardashov considera que pronto dominaremos todo el potencial de la Tierra, lo que, en su peculiar cla-sificación, nos convertiría en una civilización de tipo I. La de tipo II controlaría el sistema; y la de III, la galaxia. Mucho antes de ello quizá nos topemos con algunos de los diez supuestos que se citan a continua-ción; de hecho, todos, de un modo u otro, ya están en marcha. e

El mundo del

ya está aquí

GRANDES AVANCES QUE VIENEN

Los continuos adelantos en electrónica, biociencias y materiales permiten entrever un futuro hipertecnológico, en el que las

ciudades inteligentes dominarán el paisaje, y sus habitantes, más sanos y longevos, podrán comunicarse con el pensamiento.

El astrofísico Stephen Hawking está razonablemente conven-

cido de que nuestra especie no sobrevivirá si no es capaz de expan-dirse por el espacio. De hecho, en opinión de este célebre científico, no pasarán ni mil años antes de que un gran desastre natural, una guerra nuclear o un virus nos ponga contra las cuerdas. En realidad, quizá cier-tos microbios terrestres ya hayan alcanzado algunos puntos del Sis-tema Solar, a bordo de sondas insu-ficientemente esterilizadas.

Algunos microorganismos ex-tremófilos han demostrado ser capaces de resistir las duras con-diciones del espacio exterior, pero no es el caso del ser humano. Los astronautas que cumplen misio-nes prolongadas en la Estación Espacial Internacional deben lidiar con las radiaciones que inundan el espacio y desarrollan distintas do-lencias, como pérdida de muscula-tura y masa ósea. Algunas de ellas podrían corregirse con la construc-ción de naves e infraestructuras or-

bitales que proporcionen una gra-vedad artificial, pero posiblemente solo la manipulación genética nos permitirá sobrevivir a los largos via-jes interestelares.

MÁS RÁPIDO, MÁS LEJOS. En este campo, existen muchas ideas, pero pocas se concretan. La ESA y el colectivo Sasakawa International Center for Space Architecture con-templan propuestas tan ingenio-sas como usar impresoras 3D para construir una base en nuestro saté-lite in situ, a partir del regolito lunar. Por su parte, el proyecto 100 Year Starship analiza las tecnologías ne-

cesarias que deberían desarrollarse en los próximos cien años para po-der construir una nave capaz de al-canzar otros sistemas en un tiempo razonable. En todo caso, no iremos muy lejos si no avanzamos en siste-mas de propulsión. Con los actua-les, nos llevaría decenas de miles de años viajar a Próxima Centauri, la estrella más cercana, a 4,2 años luz. El motor eléctrico VASIMR –aún un prototipo–, concebido por la com-pañía Ad Astra, permitiría, según sus responsables, llegar a Marte en 39 días. La nave Curiosity, por ejem-plo, tardó ocho meses.

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El año pasado, el lingüista John H. McWhorter, de la Universi-

dad de Columbia, en Nueva York, advertía en un artículo publicado en The Wall Street Journal que a principios del siglo XXII probable-mente solo se hablarán seiscientas lenguas en todo el mundo, esto es, el 10 % de las que existen en la ac-tualidad. Tal pérdida se vería favo-recida por la masiva migración del campo a la ciudad que los expertos vaticinan, pues los descendientes de los emigrantes preferirían adop-tar los usos del nuevo entorno.

Cuando se comparte una len-gua, se facilita el intercambio y la colaboración. No obstante, con el perfeccionamiento de los siste-mas de traducción automáticos, lo que hable cada interlocutor podría acabar siendo irrelevan-te. Es posible que los avances en computación y miniaturización de componentes electrónicos per-mitan interpretar en el acto y efi-cazmente cualquier idioma.

Aunque en un futuro cercano la influencia económica de un país seguirá siendo determinante para que un gran número de personas adopte su lengua, otros factores podrían limitar este efecto. Es el caso del chino. La dificultad que entraña dominarlo puede provo-car que las élites del coloso asiáti-co opten por ejercer su autoridad en inglés. Además, es probable que el español y el francés sigan siendo muy relevantes. Aun así, los idiomas supervivientes serán muy distintos a sus versiones actuales.

La comunicación se facilitará tanto que absorberán con facili-dad nuevos términos y giros. No solo se hablarán menos de ellos, sino que cambiarán con rapidez.

Algunos modelos demográficos plantean que en la segunda mi-

tad del siglo XXI, unos 8.000 millo-nes de personas –el 75 % de la hu-manidad, por entonces– vivirán en enormes ciudades. La propia exis-tencia de estos inmensos espacios urbanos ya es una respuesta al pro-blema de la masificación: si todos sus habitantes vivieran dispersos, sería necesario construir una red de infraestructuras gigantesca y el con-sumo energético se dispararía. Así, el aumento de la población conlleva-rá que las próximas megaurbes, que emergerán en China, la India y África –posiblemente en las orillas del lago Victoria–, tengan que adaptarse para acoger a más y más personas. Estas, inevitablemente, vivirán más apiña-

das, lo que ocasionará un problema de sostenibilidad. ¿Cómo se podrán satisfacer sus necesidades sin com-prometer el futuro? En ese escena-rio, los recursos seguirán siendo li-mitados, de modo que el acceso al agua dulce y las fuentes de energía producirán tensiones.

CALLES INTELIGENTES. Los ex-pertos en prospectiva científica y tecnológica creen que para evitar-lo se deberán crear zonas alrededor de cada urbe donde se produzcan los artículos de primera necesidad y se reciclen los desechos. Las ciuda-des tenderán, por tanto, a la autosu-ficiencia. La tecnología, claro está, será fundamental. No solo garanti-zará esa obtención y procesado de los recursos, sino que favorecerá la

interconexión y la cooperación de los ciudadanos de un modo nunca visto. Se hará plenamente realidad el concepto de smart city o ciudad inte-ligente, a cuyo nacimiento asistimos en la actualidad.

Numerosos ayuntamientos ya im-plantan proyectos en este sentido. En esencia, consisten en emplear recursos tecnológicos, redes de co-municación y sensores para recoger datos, ofrecer servicios más perso-nalizados y emplear los recursos con eficiencia. Las urbes del futuro, totalmente conectadas, podrán re-gular por sí solas el tráfico, controlar la contaminación y el tratamiento de las aguas negras, dirigir los equipos de emergencia y seguridad y facilitar la asistencia sanitaria.

La alimentación del futuro se definirá por la adaptación to-

tal a las necesidades del comen-sal, para que las intolerancias o las alergias dejen de ser un pro-blema. Así lo cree José Miguel Mulet, investigador del Instituto de Biología Molecular y Celular

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de Plantas, en Valencia. “Ya se ha desarrollado un trigo transgé-nico apto para celiacos. Ahora mismo se están realizando ensa-yos; es cuestión de tres o cuatro años que salga al mercado”, ex-plica a MUY. Gracias a este tipo de productos adaptados a nues-tras enzimas y metabolismo, se-rá también más fácil tratar otros problemas que, eso sí, seguirán existiendo, como la obesidad.

La comida personalizada será el resultado de la explotación de organismos transgénicos, mo-dificados genéticamente para lograr que tengan las caracterís-ticas deseadas. En la actualidad ya se utilizan, pero aún suscitan muchas reticencias. Según al-gunos expertos, se debe sobre todo a que de momento solo be-nefician a algunos agricultores. El rechazo disminuirá cuando se desarrollen transgénicos que fa-vorezcan directamente al consu-midor, que podrá adquirir desde tomates que previenen el cáncer hasta carne baja en colesterol.

PROTEÍNAS SINTÉTICAS. El otro gran cambio en nuestra for-ma de comer vendrá de la mano de las carnes artificiales. ¿Ciencia ficción? En absoluto. En 2013, unos investigadores de la Univer-sidad de Maastricht, en los Paí-ses Bajos, presentaron la primera hamburguesa de laboratorio, construida a partir de células ma-dre de vaca. Sus desarrolladores calculan que en poco más de una década, este tipo de productos podrán comercializarse a gran escala, lo que reducirá sensible-mente el impacto ambiental que supone la cría de animales.

NUESTRA ESPECIE SERÁ EMINENTEMENTE URBANA Y MÁS

HOMOGÉNEA QUE HOY EN DÍA

El historiador José Pardo Tomás razona que la medicina como

tal es un factor poco relevante en la mejora que ha experimentado la salud de la población en general. Según este investigador del CSIC, es más importante que el ambiente

doméstico sea saludable, se dis-ponga de un buen alcantarilla-

do y las escuelas impongan el respeto a unas normas de higiene. No obstante, en los próximos años se potencia-rán considerablemente la prevención y el diagnóstico.

ANÁLISIS DOMÉSTICO. Para el experto en biología computacional Roderic Gui-gó, del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, que estudia el modo en que se ex-presa la información conten-dida en el ADN, muy pronto un simple análisis de sangre nos permitirá detectar en el acto desde diabetes hasta la predisposición a sufrir una enfermedad cardiovascular. Además, gracias a un mayor conocimiento del funciona-miento metabólico podremos acceder a tratamientos perso-nalizados. Para ello, nuestros

hogares contarán con dis-positivos que controlarán nuestro estado de salud y nos avisarán inmediata-

mente si detectan una patología. La tecnología también nos echa-

rá una mano cuando necesitemos sustituir un órgano. El equipo que

coordina Anthony Atala, director del Instituto de Medicina Regenerativa

Wake Forest, ha logrado construir vejigas y riñones en laboratorio. Y, aunque aún faltan años para que se prueben en humanos las primeras vísceras obtenidas con impresoras 3D, se están dando grandes avances en este sentido.

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De recambio. En el futuro almacenaremos órganos impresos a partir

de nuestras células, así que no causarán rechazo.

Ternera cultivada. El consumo de carne sin-tética evitará sacrificar ani-males y la transmisión de zoonosis.

Dos mundos. En las enormes ciudades del futuro, los barrios rurales se fundirán con los distritos más avanzados.

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A finales de 2014, el primatólogo Richard Wrangham, de la Universidad de Harvard, expuso durante una

reunión de expertos en el estudio de nuestros orígenes que nuestra especie se estaba domesticando a sí mis-ma. Este proceso había supuesto cambios morfológicos y conductuales. Por una parte, los humanos modernos somos más gráciles y atléticos que nuestros robustos an-cestros. Por otra, Wrangham señalaba que, en general, se estaba dando una reducción de las conductas violentas, una tesis que también sostiene el científico cognitivo Ste-ven Pinker. Este afirma que, a pesar de los conflictos re-gionales y episodios violentos que percibimos, vivimos en la época más pacífica de la historia.

BLANCOS VIRTUALES. Eso no quiere decir que vayan a desaparecer las guerras. Seguirán existiendo, pero cam-biarán los escenarios. La sociedad, cada vez más depen-diente de la Red, será vulnerable a los ciberataques, y los terroristas ya tienen entre sus objetivos infraestructuras conectadas, centros de datos, etc. El filósofo estadouni-dense Daniel Dennett lo expuso crudamente en una de sus más recientes conferencias TED: “Si internet se viene aba-jo, viviremos oleadas de pánico mundial”. En declaracio-nes a El País, Dennett aseguraba que, por esta razón, era fundamental mantener las principales estructuras sociales fuera de la Red. Pero esta será solo una dimensión más de las formas de guerra no convecional que se darán en el fu-turo. Por ejemplo, ya se han dado pasos hacia el desarrollo de drones de combate autónomos, capaces de llevar a ca-bo misiones sin intervención humana, y trajes de camuflaje activos, que harán invisibles a quienes los lleven.

Todo parece indicar que en las próxi-mas décadas la clásica figura del in-

vestigador solitario en su laboratorio se irá perdiendo. El trabajo científico será mucho más colaborativo que en la ac-tualidad, y ya existen pruebas de ello. Es-te mismo año, un estudio sobre el bosón de Higgs publicado en la revista Physical Review Letters fue firmado por más de 5.000 autores. Sin embargo, el método científico no experimentará cambios. Así lo cree el físico Jorge Wagensberg, de la Universidad de Barcelona. “Es lo que permite distinguir lo que es ciencia de lo que deja de serlo”, explica a MUY. “El método será el mismo; es la metodolo-gía lo que variará”, expone el experto.

Muchos científicos y divulgadores coinciden con Wagensberg. No obstan-te, el antiguo director de la revista Wired, Chris Anderson, advierte de que el dilu-vio de datos que se genera en la actua-lidad convierte en obsoleto el método científico, pues ya es posible analizarlos sin partir de hipótesis contrastables. An-derson resume así el futuro que se ave-cina: “Podemos introducir los valores re-cogidos en superordenadores y permitir que los algoritmos encuentren patrones allí donde la ciencia convencional no puede”. Un ejemplo aún rudimentario de esta tendencia es el software Eureqa, ca-paz de inferir leyes y correlaciones por sí solo a partir de un conjunto de datos.

“En un futuro cerca-no, las escuelas se

van a mantener, porque cumplen una función de guardería imprescindi-ble”, reflexiona Pere Mar-quès, director del grupo de investigación Didác-tica y Multimedia de la Universidad Autónoma de Barcelona. Según es-te pedagogo, en la etapa obligatoria las escuelas proporcionan formación a los niños, pero también se ocupan de ellos para que sus padres puedan trabajar. “Seguirá habien-

do pizarras interactivas en las aulas y los alum-nos contarán con un dis-positivo digital personal”, afirma. Esto permitirá ajustar la docencia a la evolución de cada uno y facilitará el trabajo en equipo. Las asignaturas también se adaptarán a los nuevos tiempos y ga-narán peso aquellas cen-tradas en la programa-ción y la vida digital.

En las etapas educa-tivas superiores, no obli-gatorias, cada vez serán más importantes las he-

rramientas y los cursos virtuales. Esta tendencia ya se observa con pro-yectos como Khan Aca-demy, que ofrece miles de vídeos educativos de primer nivel sobre biolo-gía, física, química... Es más, muchas universi-dades también brindan cursos gratuitos online a través de plataformas como Coursera. Aun así, las clases presenciales no desaparecerán, pues un buen profesor cuenta con gran valor añadido, según Marquès.

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¡Fantasmas! Bajo sus capas

de dispersión de luz, los sol-

dados serán in-visibles, como

en Ghost Recon: Future Soldier.

Una lección especial para ti. El uso de avanzadas interfaces digitales permitirá proporcionar a cada alumno materiales educativos personalizados.

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LA COMUNICACIÓN DE MENTE A MENTE CONVERTIRÁ EL

MÓVIL EN UNA ANTIGUALLA

E n su libro El futuro de nuestra mente, el físico teórico Michio Kaku, de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, espe-

cula con la posibilidad de usar la tecnología para comunicarnos mentalmente con los ordenadores, y así poder telefonear, pagar facturas, quedar en un lugar o componer sin mover un músculo.

La idea es captar la actividad cerebral y crear a partir de ella un diccionario del pensamiento, en el que se establezca una corres-pondencia entre los datos obtenidos y lo que piensa y percibe el sujeto. De este modo, se utilizaría ese glosario para traducir las ideas en instrucciones, que luego procesaría un ordenador.

De momento, Jack Gallant, experto en neurociencia cognitiva y computacional de la Universidad de California, en Berkeley, ha demostrado que es posible reconstruir las imágenes que está viendo una persona en tiempo real a partir de su actividad men-tal, recabada mediante resonancia magnética funcional. En otros experimentos impulsados por distintos equipos de neurocien-tíficos, algunos tetrapléjicos con microelectrodos implantados en el cerebro han logrado controlar brazos robóticos solo con impulsos nerviosos. De hecho, este mismo año, la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa (DARPA) de EE. UU. mostró cómo una mujer paralizada por una enfermedad neurodegenerativa a la que se había implantado una conexión neural manejaba con la mente un simulador de un caza.

Las autoridades de Dinamarca y Alemania llevan tiempo estu-

diando la posibilidad de eliminar el dinero en efectivo, de modo que los pagos solo se podrán realizar con dispositivos electrónicos. Ya se hace con tarjetas, móviles y relojes digitales. En todo caso, es probable que esta práctica acabe imponién-dose. No en vano, hoy, más del 90 % de la riqueza mundial es simple y pura información, almacenada en innumerables servidores.

¡BYE BYE, BANCOS! Pero una cosa son los pagos y cobros por me-dios digitales y otra muy distinta es el uso de monedas virtuales, como Bitcoin, creada en 2009. Esta cuen-ta con interesantes ventajas. Por ejemplo, para usarla no necesita-mos un banco, y no puede ser con-trolada por ningún Estado. “Devuel-ve el poder y la libertad de elegir a la sociedad civil en un ámbito esencial para la cooperación, el desarrollo y el bienestar”, explica a MUY Miguel Vidal, cofundador de la empresa FLOSSystems y uno de los prin-cipales expertos en Bitcoin de España. Vidal asegura que garantiza la privacidad entre particulares y permite al usua-rio no tener que fiar sus ahorros a terceros.

Quizá esta moneda virtual no triun-fe, pero los expertos coinciden en que la tecnología subyacente, deno-minada cadena de bloques, acabará haciéndolo. Vidal la define de esta manera: “Es la base de datos distri-buida que comparten todos los parti-cipantes y que confiere a Bitcoin sus propiedades únicas; gracias a ella, las transacciones quedan registradas y son seguras, irreversibles y públicas, sin necesidad de confiar en la otra persona, un banco o un notario. Es un nuevo paradigma que puede reconfi-gurar totalmente la actividad social”.

Sabios de metal. Los superordenado-

res –en la foto, el más potente del mundo, el Tianhe-2– plantearán

sus propias hipótesis.

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Chat de seso. Un implante cap-

tará la actividad cerebral, la tra-

ducirá en órde-nes y las enviará

a otro ingenio.

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Sin terceros. La moneda virtual Bitcoin permite hacer transferencias en la Red sin que intervengan intermediarios.

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