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MIRADAS DIRIGIDAS. MIRADAS CONTROLADAS. SIGUE EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS... Glances addressed. Controlled glances. Follow the road of yellow paving stone Ana María Pérez Galán Arquitecto. Máster en Educación Secundaria (UHU). [email protected] Resumen: Desde pequeños nos han enseñado a consumir el arte de los museos. Tanto es así, que si no has ido al Louvre, no has ido a París... Pero, ¿de dónde vienen esas respuestas aprendidas, esa lista de objetos catalogados dignos de admirar? Para comprender por qué hacemos cola para ver una obra de arte nos vamos a la periferia, donde las representaciones de la calle nos enseñan que existen otros modos de expresión libres de etiquetas. Lamentablemente, todo acaba contaminado por la fuerte maquinaria de hacer dinero que supone el arte, pero el misterioso Banksy nos ayuda a reflexionar sobre la figura del artista y de cómo el arte puede ser el catalizador de nuestras experiencias sin necesidad de que éstas se encierren bajo una vitrina. Palabras clave: museo, arte urbano, experiencia, reflexión crítica, arte objeto. Abstract: Since our childhood, we have been taught to consume art museums. consequently, if you haven´t been to the Louvre, you haven´t been to Paris ... But where do those learned responses come from? Which list of cataloged objects is worthy of admiration? To understand why we line up to see an art work we should go to the periphery, where representations on the street teach us that there are other tags-free ways of expression. Unfortunately, everything ends up contaminated by the money-making heavy machinery that art involves, however mysterious Banksy helps us to reflect on the figure of the artist and how the art can be the catalyst of our experiences instead of they to be enclosed into a showcase. Keywords: museum, street art, experience, critical reflection, art object.

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Page 1: 213 Miradas dirigidas. Miradas controladas. Sigue el camino de

MIRADAS DIRIGIDAS. MIRADAS CONTROLADAS.

SIGUE EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS...

Glances addressed. Controlled glances. Follow the road of yellow paving stone

Ana María Pérez Galán

Arquitecto. Máster en Educación Secundaria (UHU).

[email protected]

Resumen:

Desde pequeños nos han enseñado a consumir el arte de los museos. Tanto es así, que si

no has ido al Louvre, no has ido a París... Pero, ¿de dónde vienen esas respuestas aprendidas, esa

lista de objetos catalogados dignos de admirar? Para comprender por qué hacemos cola para ver

una obra de arte nos vamos a la periferia, donde las representaciones de la calle nos enseñan que

existen otros modos de expresión libres de etiquetas. Lamentablemente, todo acaba

contaminado por la fuerte maquinaria de hacer dinero que supone el arte, pero el misterioso

Banksy nos ayuda a reflexionar sobre la figura del artista y de cómo el arte puede ser el

catalizador de nuestras experiencias sin necesidad de que éstas se encierren bajo una vitrina.

Palabras clave: museo, arte urbano, experiencia, reflexión crítica, arte objeto.

Abstract:

Since our childhood, we have been taught to consume art museums. consequently, if you

haven´t been to the Louvre, you haven´t been to Paris ... But where do those learned responses

come from? Which list of cataloged objects is worthy of admiration? To understand why we line

up to see an art work we should go to the periphery, where representations on the street teach

us that there are other tags-free ways of expression. Unfortunately, everything ends up

contaminated by the money-making heavy machinery that art involves, however mysterious

Banksy helps us to reflect on the figure of the artist and how the art can be the catalyst of our

experiences instead of they to be enclosed into a showcase.

Keywords: museum, street art, experience, critical reflection, art object.

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Ana María Pérez Galán. Miradas dirigidas. Miradas controladas. Sigue el camino de baldosas amarillas.... Arte, educación y cultura. Aportaciones desde la periferia. COLBAA: Jaén, 2012.

Desarrollo

¿POR QUÉ VAMOS A LOS MUSEOS?: SIGUE EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS…

Casi todos cuando planeamos una escapada de nuestra monotonía a una gran ciudad (e

incluso a las más pequeñas), sentimos la necesidad de hacer una incursión en alguno de sus

museos a fin de admirar algunas de sus obras de arte. Pero, ¿de dónde viene el concepto de

museo que conocemos hoy día?

Etimológicamente la palabra museo proviene del latín museum y éste a su vez del griego

Μουσείον, es decir, “la casa de las musas”1.

Durante la dinastía Ptolemaica en Alejandría se levantó un museo dedicado al desarrollo

de todas las ciencias, un espacio que empezó a albergar la famosa biblioteca y que servía para que

los sabios, patrocinados por el Estado, dedicaran su tiempo a las tertulias y a la difusión del

conocimiento.

Las primeras colecciones de arte puede decirse que eran albergadas en muchos de estos

templos antiguos: Delfos, el Templo de Juno en Samos, la Acrópolis de Atenas… En su mayoría

esculturas, éstas hacían más ostentosas las marchas de los triunfos militares y también servían

para embellecer los conjuntos.

Pero para llegar al concepto de museo que tenemos hoy día hay que remontarse a la

Florencia del siglo XV. En este Renacimiento artístico los Medici se encargaron de reunir todas

las antigüedades posibles y, rápidamente, nobles y

reyes se disputaban la gloria coleccionando todo

tipo de objetos y enseres especiales.

Así, un colega y profesor de Arte me habló

de cómo surgieron las “cámaras de las maravillas”,

como esos habitáculos diseñados especialmente

para albergar los tesoros y recolectas de los viajes de

las clases nobles y burguesas: especímenes

geológicos y zoológicos, artefactos, manuscritos,

1 Las musas eran las diosas hermanas que personificaban las artes y las ciencias. Su número varía según la mitología, pero

se cree que eran nueve (Calíope -Poesía Épica-, Clío -Historia-, Erato -Poesía Lírica-, Euterpe -Música-, Melpóneme -Tragedia-, Polimnia -Pantomima-, Talía -Comedia-, Terpsícore -Danza- y Urania -Astronomía-). El culto a las musas estuvo muy difundido en el mundo griego a través de templos sagrados ya que éstas eran capaces de provocar y conceder la inspiración artística.

1. Frontispicio de cuarto de maravillas de Ole Worm (Musei Wormiani Historia).

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imágenes, esculturas de marfil… Las cámaras de las maravillas eran toda una gran colección de

objetos fetiches y en ese espacio se jugaba con el factor sorpresa, con la ostentación y la

opulencia para demostrar que se conocía más mundo, que se era más poderoso y culto. Eran un

intento de generar un planeta en miniatura lleno de exclusividades que los demás debían

admirar, siendo ese “heterodoxo” modo de organizar y esa condensación de lo inusual el factor

principal de las cámaras como una maravilla más, ya que las hacía transgresoras de las normas y

de todo lo estipulado en el momento.

La primera de estas cámaras de las maravillas abierta al público de forma permanente fue

el Museo Ashmolean de Arte y Arqueología (Ashmolean Museum of Art and Archaeology) de la

Universidad de Oxford, que en 1683 decide exponer el gabinete de curiosidades de Elias Ashmole.

Las cámaras de las maravillas desaparecieron durante los siglos XVIII y XIX, fruto de una

Ilustración que pretendía “culturizar” al pueblo. Muchos de sus objetos fueron reubicados en los

museos de Arte e Historia Natural que hoy día conocemos y que siguieron al Ashmolen, como el

Museo Británico en Londres y el Louvre en París.

Sin duda, estas cámaras de las maravillas son las antecesoras de los museos que

conocemos hoy día. No obstante, aunque ambos se llenan de objetos de distinta variedad, el

orden pretendido en las primeras no tiene nada que ver con la composición de los museos

actuales. En su proceso de conformación, los museos han sido ordenados bajo un discurso hecho

por especialistas y eruditos. Sin duda, en aquel momento el rigor científico de la Ilustración era

necesario, pero ¿cómo se puede clasificar el Arte? ¿Tiene sentido hoy día esa clasificación?

Al igual que el hombre no puede verse sólo como una máquina, el arte no puede

concebirse únicamente a partir de la taxonomía de unos expertos porque entonces el resultado es

nuestra extrañeza ante unos objetos ajenos a nuestras vidas y que no nos conmueven. Cuando

iniciamos ese recorrido trabado sobre las baldosas amarillas que alguien ha dispuesto bajo un

discurso científico, a veces olvidamos uno de los factores más importantes para los que se concibe

el arte: ese caos y ese factor sorpresa que nos incita no sólo a ver una realidad, sino a

experimentar con ella, con el mundo.

Lo cierto es que esas cámaras de las maravillas continúan existiendo en los espacios más

íntimos de nuestras casas. Si bien en la mayoría de las ocasiones esos artefactos se reducen a un

no tan exclusivo “merchandising”, no podemos evitar reconocer que somos animales con

costumbres extrañas y que siempre sentimos esa necesidad de llevar con nosotros, y a otro nivel,

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un pedacito de nuestro mundo, de nuestras experiencias, para poder rememorar lo que somos y

lo que nos ha fascinado.

No deja de asombrarme cuando visito alguno de estos grandes museos cómo los objetos

se muestran herméticos, inconexos, los espacios son mudos y no dejan lugar para la reflexión, que

no vaya más allá del banco dispuesto para ver (pero no para mirar o experimentar con la obra).

La mayoría de las personas que vamos a los museos lo hacemos para “reconocer” (que no re-

conocer) lo que hemos memorizado en nuestra lista de “objetos de admiración“, pero cuando

estamos delante de esos objetos sólo nos surgen datos: periodos, estilos, formas, composición,

temas…

Normalmente detrás de esos elementos siempre puede surgir un sinfín de preguntas

complejas. En la Olimpia de Monet, por ejemplo, el autor se revela frente a la hipocresía de la

época exponiendo a una conocida prostituta que reivindica la dignidad de su cuerpo y su posición

como mujer en una época en la que éstas pertenecen a sus padres, a sus maridos o ni eso. Estas

respuestas no están en las referencias objetivas de la obra sino que surgen cuando se

problematiza ese discurso aprendido. (AZNÁREZ-CALLEJÓN, 2006).

Desde siempre hemos visto que el arte se ha usado como un recurso para pertenecer a

una élite, para destacar el yo frente a las masas. Es una etiqueta (igual que Gucci o Chanel).

Tanto es así, que los que estamos “a otro nivel” no nos permitimos desdeñar o volver la mirada

ante una obra que ya desde pequeños nos enseñaban a ver.

El arte se nos ha mostrado como un objeto de consumo y en la Escuela se nos prepara

para ser mejores sólo si somos capaces de admirar ese arte, de consumirlo cual objeto de deseo.

Pero detrás de esa lista que llevamos en el bolsillo cuando vamos a los museos hay todo un relato

construido: por los gobiernos y sistemas que imponen sus leyes educativas, por unas editoriales

que tienen que vender o por unos críticos que establecen un valor como si el arte se tratase sólo

de dinero (aunque hoy día nadie duda de eso).

Si bien en un principio las cámaras estaban concebidas para una élite que mostraba

objetos a fin de destacar y de marcar un estatus, hoy día: ¿cuáles son los objetos que deben

formar parte de un museo?, ¿quién hace esa lista? Parece como si la cultura de un país pudiera

medirse mediante el consumo y el coleccionismo de formas externas que han sido objeto de

veneración a lo largo de la historia. Las distintas fuerzas políticas invierten miles de millones en

piezas como si los museos se tratasen del escaparate de sus riquezas, pero realmente (lo que no

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se dice o no se debería decir) es que a la gente “de la calle” no le importaría que los museos

cerrasen.

La mayoría de las personas, tal vez yo, estamos en otro mundo, con otros problemas

reales mientras que es tanta la lejanía con la que se muestran estos espacios y los objetos que allí

se albergan, que al final acabamos indiferentes a todo lo que se muestra, y todo lo que a priori no

salga en nuestra lista (esa lista introyectada) no nos interesa, por lo que acabamos yéndonos a la

periferia para sentirnos libres.

EL “STREET ART” COMO EL ARTE DESDE LA PERIFERIA.

Cuando los artistas reniegan del funcionamiento de este sistema en el que el arte es un

objeto más que se comercializa, un espécimen a catalogar, o en el que como dice Kurt Schwitters

"Todo lo que escupe el artista, es arte", surgen otras necesidades y otros espacios en los que

expresarse que trascienden al propio museo: por ejemplo la calle.

Muestra de esa expresión artística en la periferia es el “street art” (traducción inglesa

como arte urbano o arte callejero).

Mucho más allá del famoso grafiti, el street art cobra cierta relevancia en la década de los

90 de la mano de un grupo de artistas muy heterogéneos cuya finalidad es dejar una impronta en

la calle. Desde pegatinas, plantillas o stencil, pósters y esculturas, instalaciones…el recurso del

espacio público y de su apropiación para poder expresarse libera a estos artistas de los

convencionalismos y las reglas museísticas. Esto junto con la nube que envuelve a Internet ha

permitido su gran difusión y ahora estos efímeros trabajos pueden ser compartidos por miles de

personas.

El street art es uno de los movimientos contraculturales

o “contra-artísticos” más fuertes del momento. Muchos de sus

representantes usan pseudónimos porque no quieren

reconocimiento y porque muchas de sus obras son ilegales y

están penalizadas, pero se puede decir que ellos viven

verdaderamente su arte porque están ajenos al sistema y tienen

su propia galería en la calle.

La campaña de Shepard Fairey de “OBEY” (“Obey

Giant”, “Obedece al gigante”), ideada a partir de la imagen del 2. “Obey Giant” (OBEY) de Shepard

Fairey

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personaje de circo “André The Giant”, introduce en distintas ciudades por primera vez las

pegatinas y pósters como intervención callejera. Aunque inicialmente el mensaje estaba vacío de

contenido, Shepard Fairey se da cuenta del poder del street art porque, cuantas más

reproducciones haya de la obra, más empezará a cuestionarse la gente “qué es eso” y más

importante parecerá ser, y ESO ES PODER…

Así pues, el street art entra en una fuerte contradicción con el arte como objeto, ya que la

reproducción de una obra de arte nunca podrá ser concebida en un museo como tal dado que ”no

es la original” (ni aún teniendo en cuenta que los medios de hoy día permiten hacer

reproducciones de las más acertada fidelidad).

En muchos casos las “reacciones” en el street art son lo más importante y aunque

inicialmente los mensajes puedan ser nulos o hagan referencia a sí mismos (como es el caso de

“Obey”, “Space Invaders” o “Zeus”) acaban generando fenómenos y son tomados por otros

artistas para homenajear o ironizar con nuevos mensajes (y es que la apropiación de la obra está

permitida). Aquí la exclusividad no es lo importante, de ahí su calado en las periferias porque

asume que el medio es una parte más del propio arte y no trata de condicionarlo bajo cánones o

dictaduras estilistas.

Banksy fue el primer artista callejero es

traspasar los límites de las provocaciones del

street art al hacer del Muro de la Vergüenza una

de las galerías de arte más grandes y peligrosas

del mundo.

Lo que a nivel personal este artista

trasgrede es que aquí no importa la técnica, no se

busca la perfección estética. Banksy reniega de

su identidad como artista, no espera reconocimiento ni dinero y busca capturar un momento

apropiándose del espacio urbano para transmitir un mensaje impactante y subversivo a la vez

que irónico, utilizando mucho reciclaje visual.

La primera exhibición de Banksy “Casi Legal” recrea una especie de cámara de las

maravillas en donde transforma un viejo almacén de Los Ángeles en todo un espectáculo.

Introduce un elefante camuflado con pintura infantil aludiendo a “cómo a veces no vemos las

3. Exhibición de Banksy, "Casi Legal" (2006)

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cosas que tenemos delante”, mientras que la prensa en cambio “sólo puede ver lo que tiene

delante” (y sólo informa sobre el elefante).

La controversia recreada por Banksy, a cuya exhibición en medio de un polígono industrial

acuden cientos de personas (incluidos “famosos de Hollywood”), marca un hito en el street art, ya

que nunca hasta ahora había destacado tanto este arte como en aquel momento.

Banksy pone de manifiesto varios aspectos: que el acercar el arte a la periferia y

extraerlo de los museos interesa a la gente, llegándoles a afectar y que a la gente no le importa

para nada si Banksy es un verdadero artista o no, porque se comunica con ellos desde la igualdad

que marca una periferia en la que poder experimentar, reflexionar... Es más, la gente se permite

opinar y criticar libremente a Banksy. (En la red hay todo tipo de seguidores que siguen su estilo

de denuncia en la calle o retractores que afirman que él y todo su equipo son timadores que

buscan lucrarse.)

Por encima de toda opinión, me interesa un aspecto de Banksy mucho más importante y

es cómo en el momento en el que el arte se lleva a espacios de igualdad es capaz de afectar a los

demás. Por lo tanto ser artista, ¿tiene que ver con cómo se le muestra a las personas una

realidad cercana a ellos? Para que tomen contacto, para que puedan conocerla, comprenderla,

participar, luchar, criticar…

Pero, de repente, la maquinaria del arte se pone en marcha y, como un buen virus gripal,

¡empieza a contagiar también la obra de Banksy! En un mes, los precios de sus obras y de muchos

artistas urbanos empiezan a subir. Ahora, “todo el que es alguien” quiere entrar en este mercado

aún por explotar. El arte urbano se ha convertido en un lujo digno de admiración por todos los

críticos y ningún coleccionista de arte que se precie puede estar completo sin “un Banksy”.

Pero aunque el arte urbano nunca se trató de dinero, a partir de ese momento, todo

giraba en torno a él. Y es así como surge la película-documental “Exit throught the gift shop”, de

esa necesidad de mostrar el origen y la verdadera finalidad de este arte.

La película que reza como “a Banksy film” no trata directamente sobre él, sino que cuenta

la historia de su amigo, Thierry Ghetta, un vendedor y diseñador de ropa vintage de Los Ángeles

obsesionado con grabarlo todo con su cámara de vídeo. Thierry Ghetta se acerca a los artistas

urbanos a través de su primo, “Space Invader”, y acaba filmando acciones de muchos de estos

artistas hasta que por casualidad conoce a Banksy.

En principio estas grabaciones de varios años iban a servir para hacer un documental

sobre el arte urbano, pero cuando Banksy ve el caótico montaje final realizado por Thierry

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denominado “Life remote control”…decide encargarse él de la película y le pide a Thierry que

mientras tanto “haga su propio arte”.

En ese momento Thierry Ghetta se transforma en Mr. Brainwash y decide convertirse en

un nuevo artista urbano. Con todo lo visto y aprendido acompañando a sus amigos decide emular

la exhibición de Banksy y prepara una macro exposición denominada “Life is beautiful”. Para

transformar un espacio cerrado en un espectáculo de street art necesita subcontratar a otros

artistas y llenarlo todo de instalaciones, pinturas, esculturas…

De repente, los coleccionistas empiezan a valorar las obras antes de verlas y Mr.

Brainwash se muestra como un artista completamente formado. A la gente le entusiasma poder

ver sus obras y hay miles de personas esperando para ver el “show”. (Finalmente el cómputo de

sus ventas suma el millón de dólares.)

BANKSY VERSUS MR. BRAINWASH.

Banksy o Sherpard Fairey son en parte responsables de haber “creado” a Mr. Brainwash, y

como conclusiones de la película ambos no pueden negar su éxito, aun sin ajustarse a ninguna

regla, pero ¿a qué es debido? ¿Es suerte?, ¿es todo una broma?, ¿o es realmente Mr. Brainwash

un genio en sí mismo?

En bases al desarrollo de los acontecimientos: ¿qué reglas existen para determinar lo que

es arte de lo que no?

“Exit throught the gift shop” nos muestra las dos caras de la moneda. Si bien Banksy nos

habla desde la periferia para ofrecernos experiencia, Mr. Brainwash se ha corrompido por la

máquina de hacer dinero a través del “arte” y muchas de sus obras ya cuelgan en los museos

contraviniendo la idea original por la que fueron concebidas: el arte urbano como el poder de

reivindicación de la periferia.

4. Banksy, fotograma “Exit throught the gift shop” 5. Mr. Brainwash, fotograma “Exit throught the gift

shop”

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Este tipo de manifestaciones en nuestra sociedad tiene una

enorme aceptación. El arte urbano se está cebando con la actual

crisis mundial y son muchos los blogs y webs donde pueden

encontrarse todo tipo de experiencias urbanas en las que las

personas, independientemente de ser considerados artistas o no,

nos ofrecen su visión personal de la vida a través de un arte libre

de evaluaciones.

Desde un punto de vista educativo, toda esta parodia que

Banksy recrea con la historia de Mr. Brainwash nos pone de

manifiesto que el arte no se puede encorsetar, etiquetar o

encerrar en los museos. Por supuesto, estos son necesarios para la

conservación y la difusión del conocimiento, pero tal vez debamos acercar a los alumnos

indicándoles sólo algunas puertas de entrada para que ellos sean capaces de hacer su propio

itinerario. Existen muchos como el Museo Judío de Berlín cuyos recorridos a través de sus ejes

cargados de simbolismos nos ofrecen grandes experiencias de reflexión personal, y otros como el

Museo de Canova en Possagno que permiten la apreciación de las esculturas como joyas en sí

mismas tras conjugarse con los otros elementos del propio espacio como la luz, el agua, el

hormigón…

Indudablemente, a veces no podemos explicar porqué consideramos un elemento como

una obra de arte en sí misma. Tal vez porque son objetos que no somos capaces de idear, recrear

o porque generan reacciones químicas de placer en nuestro cuerpo que no podemos explicar ni

controlar…

Viendo cómo el arte puede manifestarse allí donde no

tenga restricciones, ¿no debemos cambiar nuestro modo de

acercarnos a él? No se trata de enseñar a alumno la obra

memorística o reproductivamente, se trata de comprenderla en su

contexto para hallarnos en ella, pensar con ella… No se trata sólo

de lo que la obra hizo en su pasado, sino de lo hace en el presente

y lo que tiene que ver conmigo en cuanto a cómo me cambia o

actúa sobre mi persona (se relaciona con mi cuerpo, con mis

problemas, mi ideología, mi identidad…).

6. “Voice”del Museo Judío de Berlín:

instalación de Menashe Kadishman,

"Hojas muertas”.

7. Museo-Gipsoteca de Canova,

Possagno.

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¿QUÉ SÉ YO DE ESTO? ¿CÓMO ME ATREVO A HABLAR?

Cuando este artículo era sólo un borrador, sentí la necesidad propia de mi inseguridad de

buscar una segunda opinión, así que cierta persona cercana a mí lo leyó y de la lluvia de críticas

puedo resumir una cuestión que me parece oportuna reflejar: ¿qué sé yo de esto para poder

hablar así?

Por supuesto, esta pregunta me provocó un impás. Hubo un antes y un después en el

desarrollo de este artículo porque tras ella surgieron otras dudas mucho más importantes: ¿qué

es lo que no sé?...Y ¿qué es lo que hay que saber?... (¿Qué sabe él?)

Si acepto que sólo los políticos pueden hablar de asuntos de estado, los físicos de energía

nuclear y los actores de cine, mi vida sería ciertamente aburrida si se redujera a poder hablar de

arquitectura, que es de lo que estoy supuesta y técnicamente

capacitada.

Cuando hacemos un recorrido en un museo sabiendo cuál

es la respuesta se nos está privando de la verdadera finalidad para

la que surge el arte que es la de crear experiencias. Cuando sólo

nos atrevemos a hablar reproduciendo lo que otros nos han dicho

que hay que decir o pensar, estamos reduciendo nuestra

experiencia del arte y de la vida a una repetición de las

experiencias de otras personas, a las que no conocemos y cuya

ideología solemos ignorar.

Desde luego, el punto de vista de los historiadores y

teóricos como Panofsky o Gombrich sigue siendo una valiosa condición de partida para acercarse

al arte, pero no podemos olvidar que es sólo un análisis y que no pueden cerrarnos a otros

posibles disfrutes y enfoques, ya que nuestras vidas se desarrollan en marcos sensiblemente

diferentes.

No podemos momificar el arte bajo verdades absolutas que la Escuela reproduce porque

precisamente el arte es un extraordinario creador de mundos y realidades. Momificamos

cuando privamos a nuestros alumnos de una experiencia distinta, cuando atribuimos un

significado preciso.

8. Zapatillas de Dorothy en el

Mago de Oz, Museo de Historia

Americana, Washington.

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Lo importante del arte cuando no está encorsetada nuestra toma de contacto con él, es

que justamente podemos mirarlo de muchas maneras. Porque al final de ese camino de baldosas

amarillas, nuestro mago de OZ, ese artista mágico que puede ser un Banksy cualquiera de la

calle, es sólo nuestro catalizador, ese individuo

que nos impulsa a mirar nuestra realidad, a

construir nuestras propias respuestas para

crecer como personas. Y si los amigos de

Dorothy fueron capaces de conseguir su corazón,

inteligencia y valentía, es porque supieron salirse

del guión establecido y vivir sus propias

experiencias.

El camino fue su excusa para crecer y

comprender, y el mago de OZ un referente con

respecto al que poder construir vidas y

pensamientos nuevos. Esto es lo que tiene que

ver con el arte, porque hacemos y disfrutamos

del arte cuando nos ayuda a construir nuestras

propias narrativas del mundo. Es parte de

nuestro ser libres…

Referencias bibliográficas

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junio 2008 desde:

http://www.redvisual.net/index.php?option=com_content&task=view&id=101&Itemid=

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Aznárez López, José Pedro. (2007). Espejos deformes. La necesidad de un conocimiento amplio,

crítico y complejo y una Escuela distinta. Revista Red Visual nº11, Recuperado:

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http://www.redvisual.net/index.php?option=com_content&task=view&id=22&Itemid=5

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http://www.banksyfilm.com/

http://www.banksy.co.uk/

http://www.artofthestate.co.uk/

http://www.mrbrainwash.com/home.html

Filmografía (documental):

“Exit throught the gift shop”, 2010, Banksy (Reino Unido-Estados Unidos; Paranoid

Pictures).