21cultura(s) censura y propaganda en el mundo libre” · 2013. 4. 7. · cultural. sin embargo,...

2
21cultura(s) Sustraerse a la tradicio- nal visión de la Guerra Fría construida por los vencedo- res no es tarea fácil. Ésta se construyó con especial inten- sidad bajo el fuego cruzado que dominaba la escena cul- tural de la segunda mitad del s.XX. Se impuso finalmente el concepto de “libertad” norteamericana, o lo que es lo mismo, la dicotomía ma- niquea entre “democracias” y “totalitarismos”. Así lo recogieron obras como la de Hanna Arendt, (1) compla- cientes con la nueva hege- monía de EE.UU. e imbui- das de ese clima intelectual dominado por la propaganda del autoproclamado “mun- do libre” al que muy pocos intelectuales supieron sobre- ponerse con un mínimo de rigor. Estados Unidos cons- truyó en esos años su posi- ción de dominio mundial recurriendo para ello a la cooptación de intelectuales y la represión de la disidencia cultural. Sin embargo, pagó un precio muy bajo por ello gracias a la complacencia de una historiografía con me- moria selectiva. La guerra cultural Apenas finalizada la II Guerra Mundial que asoló Europa, en 1947 el Congre- so norteamericano aprobaba la Ley de Seguridad Nacio- nal que daba origen a la CIA. Ese mismo año el embajador Georges Kennan publicaba su famoso artículo en la re- vista Foreign Affairs (2) in- flamando los ánimos de un clima de paranoia anticomu- nista. Estados Unidos afilaba los instrumentos políticos (Doctrina Truman), eco- nómicos (Plan Marshall) y otros menos conocidos en el campo de la cultura y la pro- paganda que protagonizarían la llamada Guerra Fría. Las dimensiones de esta “guerra cultural” han sido descritas por la periodista e historiadora Frances Stonor Saunders en su libro La CIA y la guerra fría cultural. Por sus más de 600 páginas des- filan los nombres de cientos de políticos, funcionarios, artistas e intelectuales que componen el rompecabezas que la autora británica se pro- pone reconstruir. A través de este trabajo de investigación pone de manifiesto como “el Gobierno de Estados Unidos invirtió enormes recursos en un programa secreto de pro- paganda cultural en Europa Occidental”. El buque insignia que ser- viría a la penetración de los valores norteamericanos y la infiltración ideológica de la cultura europea sería el Congreso por la Liber- tad Cultural, una institución dirigida desde Washington cuya misión, en palabras de Saunders, “consistía en apar- tar sutilmente a la intelectua- lidad de Europa occidental de su prolongada fascina- ción por el marxismo y el comunismo, a favor de una forma de ver el mundo más de acuerdo con «el concepto americano»”. En su libro revela los me- canismos del “consorcio” dirigido por la CIA. Melvin Lasky, el oficial estadouni- dense Michael Josselson y el exiliado ruso Nicolas Na- bokov, formaban el núcleo que dirigía este entramado donde convergían fundacio- nes y numerosos escritores cooptados . El Congreso Cultural fue presentado públicamente como una institución inde- pendiente. Sin embargo, ser- vía a la promoción y finan- ciación desde Washington de un vasto conglomerado de autores liberales, o desen- cantados de la izquierda re- convertidos en derechistas, dispuestos, a través de su literatura, a moldear la opi- nión pública europea contra el “totalitarismo” soviético mientras guardaban silencio ante los crímenes racistas al interior de EE.UU. o las intervenciones imperialistas del “mundo libre” en Grecia (1947), Irán (1953), Guate- mala (1954) o Corea. El filósofo Isaiah Berlin, el escritor Daniel Bell (El fin de las ideologías), la ya mencionada Hannah Arendt y ex-izquierdistas como Ig- nazio Silone (Vino y pan), el húngaro Arthur Koestler (El cero y el infinito), Raymond Aron o el idealizado George Orwell fueron algunos de los que tomaron parte de esa guerra psicológica. El Congreso por la Liber- tad Cultural tejió además una red de revistas por toda Eu- ropa financiadas con cientos miles de dólares de los fon- CENSURA Y PROPAGANDA EN EL MUNDO LIBRE” POR FELIPE P.G. Dashiell Hammett declarando ante el senador McCarthy

Upload: others

Post on 12-Dec-2020

2 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: 21cultura(s) CENSURA Y PROPAGANDA EN EL MUNDO LIBRE” · 2013. 4. 7. · cultural. Sin embargo, pagó un precio muy bajo por ello gracias a la complacencia de una historiografía

21cultura(s)

Sustraerse a la tradicio-nal visión de la Guerra Fría construida por los vencedo-res no es tarea fácil. Ésta se construyó con especial inten-sidad bajo el fuego cruzado que dominaba la escena cul-tural de la segunda mitad del s.XX. Se impuso finalmente el concepto de “libertad” norteamericana, o lo que es lo mismo, la dicotomía ma-niquea entre “democracias” y “totalitarismos”. Así lo recogieron obras como la de Hanna Arendt, (1) compla-cientes con la nueva hege-monía de EE.UU. e imbui-das de ese clima intelectual dominado por la propaganda del autoproclamado “mun-do libre” al que muy pocos intelectuales supieron sobre-ponerse con un mínimo de rigor. Estados Unidos cons-truyó en esos años su posi-ción de dominio mundial recurriendo para ello a la cooptación de intelectuales y la represión de la disidencia cultural. Sin embargo, pagó un precio muy bajo por ello gracias a la complacencia de una historiografía con me-moria selectiva.

La guerra cultural Apenas finalizada la II

Guerra Mundial que asoló Europa, en 1947 el Congre-so norteamericano aprobaba la Ley de Seguridad Nacio-nal que daba origen a la CIA. Ese mismo año el embajador Georges Kennan publicaba su famoso artículo en la re-vista Foreign Affairs (2) in-flamando los ánimos de un clima de paranoia anticomu-nista. Estados Unidos afilaba los instrumentos políticos (Doctrina Truman), eco-nómicos (Plan Marshall) y otros menos conocidos en el campo de la cultura y la pro-paganda que protagonizarían la llamada Guerra Fría.

Las dimensiones de esta “guerra cultural” han sido descritas por la periodista e historiadora Frances Stonor Saunders en su libro La CIA y la guerra fría cultural. Por sus más de 600 páginas des-filan los nombres de cientos de políticos, funcionarios, artistas e intelectuales que componen el rompecabezas que la autora británica se pro-pone reconstruir. A través de este trabajo de investigación pone de manifiesto como “el

Gobierno de Estados Unidos invirtió enormes recursos en un programa secreto de pro-paganda cultural en Europa Occidental”.

El buque insignia que ser-viría a la penetración de los valores norteamericanos y la infiltración ideológica de la cultura europea sería el Congreso por la Liber-tad Cultural, una institución dirigida desde Washington cuya misión, en palabras de Saunders, “consistía en apar-tar sutilmente a la intelectua-lidad de Europa occidental de su prolongada fascina-ción por el marxismo y el comunismo, a favor de una forma de ver el mundo más de acuerdo con «el concepto americano»”.

En su libro revela los me-canismos del “consorcio” dirigido por la CIA. Melvin Lasky, el oficial estadouni-dense Michael Josselson y el exiliado ruso Nicolas Na-bokov, formaban el núcleo que dirigía este entramado donde convergían fundacio-nes y numerosos escritores cooptados .

El Congreso Cultural fue presentado públicamente

como una institución inde-pendiente. Sin embargo, ser-vía a la promoción y finan-ciación desde Washington de un vasto conglomerado de autores liberales, o desen-cantados de la izquierda re-convertidos en derechistas, dispuestos, a través de su literatura, a moldear la opi-nión pública europea contra el “totalitarismo” soviético mientras guardaban silencio ante los crímenes racistas al interior de EE.UU. o las intervenciones imperialistas del “mundo libre” en Grecia (1947), Irán (1953), Guate-mala (1954) o Corea.

El filósofo Isaiah Berlin, el escritor Daniel Bell (El fin de las ideologías), la ya mencionada Hannah Arendt y ex-izquierdistas como Ig-nazio Silone (Vino y pan), el húngaro Arthur Koestler (El cero y el infinito), Raymond Aron o el idealizado George Orwell fueron algunos de los que tomaron parte de esa guerra psicológica.

El Congreso por la Liber-tad Cultural tejió además una red de revistas por toda Eu-ropa financiadas con cientos miles de dólares de los fon-

CENSURAY PROPAGANDAEN ELMUNDO LIBRE”POR FELIPE P.G.

Dashiell Hammett declarandoante el senador McCarthy

Page 2: 21cultura(s) CENSURA Y PROPAGANDA EN EL MUNDO LIBRE” · 2013. 4. 7. · cultural. Sin embargo, pagó un precio muy bajo por ello gracias a la complacencia de una historiografía

22cultura(s)

Notas:1.Los orígenes del totalitarismo. Hanna Arendt2.The Sources of Soviet Conduct. Foreign Affairs, vol.26, julio

de 1947

Bibliografía:La CIA y la guerra fría cultural. Frances Stonors Saunders. Edi-

torial Debate.Novela negra y caza de brujas en Hollywood. Higinio Polo. El

Viejo Topo

dos de la CIA obtenidos de organismos pretendidamente “filantrópicos” como la Fun-dación Ford o la Fundación Rockefeller que sostenían publicaciones como Pers-pectives, Partisan Review, Der Monat, New Leader o Ecounter mientras trataban de hundir otras publicaciones incómodas para los intereses norteamericanos como Les Tempes Modernes dirigida por Jean Paul Sartre o New States man and Nation.

La caza de brujas Paralelamente EE.UU. dio

un salto en la represión y el control de la cultura al inte-rior del país. Hallie Flana-gan, directora del proyecto del Federal Teather conocía como se las gastaba el “mun-do libre” ya que en 1938 fue procesada y los fondos del proyecto que dirigía retira-dos por motivos ideológi-cos. En aquellos años leyes como la Hatch Act (1939) posibilitaban la persecución ideológica entre empleados del Estado. En 1947 Truman impulsó el programa “de lealtad de los funcionarios” que permitía investigar las ideas de cualquier persona que trabajase en los ministe-rios y organismos guberna-mentales.

Precisamente en octubre de ese año tuvo lugar la primera comparecencia de escritores ante el Comité de Actividades Antiamericanas, un auténtico tribunal de ex-cepción que había sido for-mado en 1938 y que dirigió la llamada “caza de brujas” que llevó a juicio a todos aquellos artistas, escritores y actores de Hollywood sos-pechosos de moverse en los círculos liberales, progresis-

tas y comunistas. La industria del cine, bau-

tizada como “la fábrica de sueños”, se convirtió para-dójicamente en una pesadi-lla para aquellos que pade-cieron la persecución. A su llegada a EE.UU. en 1940 el director Luis Buñuel tuvo que someterse a un duro interrogatorio sobre sus in-clinaciones políticas. Otras figuras de renombre fueron perseguidas o criminaliza-das públicamente. Es el caso de Charles Chaplin, autor de El gran dictador o Dalton Trumbo, condenado po des-acato a un año de prisión por denunciar públicamente a sus inquisidores. Otros como Thomas Mann o el poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht abandonaron EE.UU. ante el clima de persecución. El escritor y guionista Das-hiell Hammet, reconocido militante comunista y autor de Cosecha Roja y El hal-cón maltés, fue encarcelado en 1951 por negarse a actuar como delator. En abril de 1949 la famosísima revis-ta Life publicó un artículo a doble página con fotografías de varios intelectuales y ar-tistas como Dorothy Parker, Norman Mailer, Lillian He-llman, Arthur Miller, Albert Einstein o Marlon Brando acusados de coquetear con el comunismo. En estos años el FBI intervino ante una edi-torial para evitar la publica-ción del libro Espartaco de Howard Fast que fue recha-zado por otros siete editores antes de ser publicado por su autor en 1950. Más sona-do fue el denominado por la prensa caso de “los diecinue-ve de Hollywood”.

Así, Estados Unidos colo-có bajo sospecha todo res-

quicio de disidencia cultural que no se ajustase al objetivo de su política exterior de im-poner su dominio en Europa. Para ello se favoreció el cli-ma de delación. Personajes de la talla de Walt Disney, John Wayne, Louis B. Ma-yer -directivo de la Metro Goldwyn Mayer- Gary Co-oper o Ronald Reagan, actor en esos años, se ofrecieron a colaborar de forma entusias-ta como chivatos para Edgar Hoover, director del FBI, en la persecución ideológica de sus “colegas” de profesión. Hollywood se puso de facto bajo control gubernamental. Fue entonces cuando se im-pulsó un programa secreto -Militant Liberty- dirigido a hacer del cine un eficaz ins-trumento de guerra psicoló-gica con la ayuda entre otros del director y ex-miembro de la inteligencia John Ford.

La película Buenas noches y buena suerte (2005) dirigi-da por George Clooney abor-da la caza de brujas de una forma un tanto light, pues

el glamuroso actor, también conocido por sus anuncios de expresso , es además un reconocido simpatizante del Partido Demócrata y lejos de profundizar en las impli-caciones de este asunto se limitó a poner el foco en el senador republicano McCar-thy. El historiador Higinio Polo por su parte sostiene que “la caza de brujas no fue la iniciativa de un senador alcohólico”, sino que ”fue una iniciativa del poder, del gobierno, de los círculos que controlaban la vida política, económica y social de Esta-dos Unidos, y no de un se-nador”.

Sirvan estas líneas para contribuir a una desmitifica-ción necesaria de una cultura europea de autores preten-didamente insignes e inco-rruptibles, de obras literarias llamativamente reconocidas y películas de factura guber-namental que abundaron sin duda en la escena cultural del s.XX, también en el “mundo libre”.

La industria del cine, bautizada como“la fábrica de sueños”, se convirtióparadójicamente en una pesadillapara aquellos que padecieronla persecución.

Hallie Flanagan, directora del Federal Teather.