253.1 trev - j. g. treviño - confiemos en Él

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o BRA S del Pddre J. GUADALUPE TREVIÑO M Sp. S. Volúmenes ele x l"IlIS. "J,A EUCARISTIA".-:ia ewdón.-Metlilaciones IWb¡'e la Euctl- rblia. $, 5.00, "CONFIEMOS EN EL", ..-.1ieiOlI. Rell;¡o:<iones p:lr3 lksper- lAr la cl,mfiallza "n N. S. 114. pú¡,:ina,¡. $ ;;'.50, ruaEca. "MADRE'",-j;,l la ::>mll.. Vil ¡-en en su rn.isiún tan eonsoladoi<.L 11" madre d., IwU;:1o 1 ... , :UiO. rústico.. "SENDEROS DE LUZ".-::'I- edici.)n . .JOO P"cinb. $ !:i.r.O, rw.tka. "SENDEROS DE PAZ".-2ó. todición. (En ¡.romaA). "SE:"-iDEH.OS DE AMOR"'. 2;,l. ".diciull. IRII LJI"l·Il":I). (Estu trt!lll St"ries (ormnn un peqU.. ilO Lru\.aW lluLr", 13 vida i'o'pi· ritual al alcance d" todos los "LA MUJER'.. -2. edición. Jo-:xpone la 110"1.. y tlevnda milión de la Mu,ier.-200 p.;i¡:ina.s, $ 3.7S, rústica. "Sl QUIERO. PUEDO SER SANTO", La Il.3ntidad t'btá al :.1· canee de todos. página... $ 4.75 pas.a. "HACIA LAS CUMBRES··.-Yaginu de Iwroísmo Ilura. la ni .... ·,; y la jU\'l:IIt.ud. 160 p;JgillU. Agotado. "EL REINAUO DEL ESPIRITU SANTO··.· ·AC('iún tkl F..,piritu Sant.c' en las alml1li.-$ 3.50 ru.itica: $ 4.00 palt./l., "PERFUMES LITURGlCOS". Paru al\imilar&' d e .. piritu t.!(' lu ll,lellia, ailrUiendo el Ciclo Litúrgico. ar,O ¡)liginu, $ 6.50 ruMien: $ 7.60 tela, "PADnE. SANTIFICA LOS EX LA VERDAD". DhlipR l"s el'ro- r• .,. (,1 cllminu d" la ¡)t'rfC'Cei6n. :!7ll ]lU&,illa.I, $ 6.00 rUlltica. "ANTONIO PLANCARTE y LAHASTIDA", (;\lI:vltlda). "LA SONRISA nF: UN ALMA". Hi14rafín "Jlril'H.lltl!. llO 11;"KI. n:'ll. :$ 2.00 rústica, "UN ALMA SACERDOTAL". pnrlleiún). "LAS HELlGIOSAS DE LA cnllZ", - Su vidn IltU rin ..a \l OllOrt.unioad. $ LOO rú¡;licll. "iYO LA MATE. ,!"-Drnmn en 5 act08, $ 1.25. "DOS NAVIDADES",-Drama en 7 cuadros, $ 0.85, "DUERME, NO LLORES".-Villaneieo, letra y mÚlica, Se r<'· ql.lií'r", para el Drama. anterior. $ 0.11'5. Tomando loa tIOII, $ UiO. "TRILUDIO OUADALUPANO".- a cilnticoa $ 1.';"5. "SEIS CANTICOS AL ESPIRITU SANTO y A LA CRUZ".- $ 2.00. NUEVO METono PARA REZAR EL ROSARIO.-VIACRUCISllE "LA CRUZ" -\1>81't8(10 D. F. J. C. TREVIRo 11. So, s

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Page 1: 253.1 Trev - J. G. Treviño - Confiemos en Él

o B R A Sdel Pddre J. GUADALUPE TREVIÑO M Sp. S.

Volúmenes ele ~l x ]-~ l"IlIS.

:=:>El~

"J,A EUCARISTIA".-:ia ewdón.-Metlilaciones IWb¡'e la Euctl­rblia. 23~ pálrin~. $, 5.00, r~tica.

"CONFIEMOS EN EL", ~,l ..-.1ieiOlI. Rell;¡o:<iones p:lr3 lksper­lAr la cl,mfiallza "n N. S. 114. pú¡,:ina,¡. $ ;;'.50, ruaEca.

"MADRE'",-j;,l tdidun.-P~illas .wLr~ la ::>mll.. Vil ¡-en en surn.isiún tan eonsoladoi<.L 11" madre d., IwU;:1o 1... homb~. , :UiO. rústico..

"SENDEROS DE LUZ".-::'I- edici.)n . .JOO P"cinb. $ !:i.r.O, rw.tka.

"SENDEROS DE PAZ".-2ó. todición. (En ¡.romaA).

"SE:"-iDEH.OS DE AMOR"'. 2;,l. ".diciull. IRII LJI"l·Il":I).

(Estu trt!lll St"ries (ormnn un peqU..ilO Lru\.aW lluLr", 13 vida i'o'pi·ritual al alcance d" todos los (i~k1i).

"LA MUJER'..-2. edición. Jo-:xpone la 110"1.. y tlevnda miliónde la Mu,ier.-200 p.;i¡:ina.s, $ 3.7S, rústica.

"Sl QUIERO. PUEDO SER SANTO", La Il.3ntidad t'btá al :.1·canee de todos. 26~ página... $ 4.75 pas.a.

"HACIA LAS CUMBRES··.-Yaginu de Iwroísmo Ilura. la ni ....·,;y la jU\'l:IIt.ud. 160 p;JgillU. Agotado.

"EL REINAUO DEL ESPIRITU SANTO··.· ·AC('iún tkl F..,pirituSant.c' en las alml1li.-$ 3.50 ru.itica: $ 4.00 palt./l.,

"PERFUMES LITURGlCOS". Paru al\imilar&' d e..piritu t.!(' lull,lellia, ailrUiendo el Ciclo Litúrgico. ar,O ¡)liginu, $ 6.50 ruMien:$ 7.60 tela,

"PADnE. SANTIFICA LOS EX LA VERDAD". DhlipR l"s el'ro­r•.,. ~n (,1 cllminu d" la ¡)t'rfC'Cei6n. :!7ll ]lU&,illa.I, $ 6.00 rUlltica.

"ANTONIO PLANCARTE y LAHASTIDA", (;\lI:vltlda).

"LA SONRISA nF: UN ALMA". Hi14rafín "Jlril'H.lltl!. llO 11;"KI.

n:'ll. :$ 2.00 rústica,

"UN ALMA SACERDOTAL". Fi~onnmilt.

pnrlleiún).

"LAS HELlGIOSAS DE LA cnllZ", - Su vidn IltU rin..a\l OllOrt.unioad. $ LOO rú¡;licll.

"iYO LA MATE. ,!"-Drnmn en 5 act08, $ 1.25.

"DOS NAVIDADES",-Drama en 7 cuadros, $ 0.85,

"DUERME, NO LLORES".-Villaneieo, letra y mÚlica, Se r<'·ql.lií'r", para el Drama. anterior. $ 0.11'5. Tomando loa tIOII, $ UiO.

"TRILUDIO OUADALUPANO".- a cilnticoa l)(Ipular~, $ 1.';"5.

"SEIS CANTICOS AL ESPIRITU SANTO y A LA CRUZ".­$ 2.00.

NUEVO METono PARA REZAR EL ROSARIO.-VIACRUCIS•

•\D~I1"IS1'RAC[():\ llE "LA CRUZ"

-\1>81't8(10 1~.'iO ~Iéxi('o. D. F.

J. C.TREVIRo

11. So, s

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" ,t

hijo? Pues aun cuando se olvidara ella, Y o jamás meolvidaré de ti". 3

, "Con' amor eterno te he amado ypor eso te he atraído hacia Mí, lleno de compasión" .4

, Nos' ha dado también sus promesas: la esperanzade un Redentor futuro, ¿no fué lo que animó a la hu­manidad entera durante 4,000 años? Y actualmente¿qué nos ayuda· a llevar el peso de 'la vida, sino la es­per,anza deuná eternidad feliz?

Nos dió también su gracia, es decir, nos comunicósu misma naturaleia divina, que la gracia eso es. Nosin duda una participadónsustancial e increada, comáes la que hace una Persona a la otra en el seno de laTrinidad; pero sí una participación, aunque e:reada,real y verdadera, de la naturaleza divina. Y partici~

'panda de la naturaleza divina, con toda razón nos lla­mamos y somos hijos de Dios.5

.Podíamo~ seguir enumerando los dones' que,hemosrecibido de Dios, pero basta )recordar la palabra dela Sagrada Escritura que nos revela hasta dónde lle­ga la prodigalidad divina: "De tal manera amó Diosal mundo, que le :dió a su Hijo Unigénito".6De talmanera el Hijo Unigénito nos ha amado, que se en­tregó por nosotros 7 "hasta la muerte y muerte de,cruz". De tal manera nos ha amado el Padre y elHijo, 'que nos han dado su mismo Amor, su Amorp'ersonal, qu~ es el Espíritu Santo.8

(3) Ibídem, XLIX, 15.(4) Jer., XXXI, 3.(5) I. loan., III, l.

(6) loan., III, 16.(7) - Galat., II, 20.

(8) loan., XIV, 15-16.

8

Mas, por otra parte, tal, es la condición del cara,;,zón humano, que no' aprecia tanto el don que recibecomo la' forma y manera como es ofrecido. ,

¿ Cómo nos ha hecho Dios' el presente .de. su amor?Lo ,ha revestido con los más ricos atavíos y lo ha

presentado con los mayores encantos que pudiera .te­ner para e1 "corazón humano: ha aparecido sobre latie1\ra bajo la forma de co.mpasión,·' de misericordia y

. de ternura; es decir, para presentarse en el mundo yconquistar el corazón de los hombres, ,el amor divinose ha encerrado en el Corazón de, Cristo que es todocompasión, misericordia y ternura...

Estudiemos brevemente éstos tres puntos.

La compa.sión, en su' sentido estricto, ° si se qui~reen su concepto humano, no se pueqe encontrar en Dios;

'porque compadecer -compati-'-, compadecer aunapersona es compartir sus sufrimientos. Y Dios,enla pósesión de, una felicidad inamisible e infinita, nopuede sufrir" es ábsolutamente Impasible. y si no pue­de sufrir, no puede compartir nuestros sufrimientos;no puede compadecer, en el sentido e~trict() de la pa~,labra..y sin embargo,' j la humanidad tiene tánta necesi­

dad de compasión! Cuando sufrimos ¿qué deseamos.tánto como encontrar un corazón cerca del nuestro'?

Pero el Verbo divino descendiÓ de los cielos yseunió a la naturaleza humana, no gloriosa como en elT abar ni impasible como después de -la Resurrección,sino al,cQntrario, asumió una naturale:za hecha. espe~

9

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cialmente para sufrir,9 Y de esa manera aprender acompadecer. ,

Porque la ciencia de la compasión se aprende su~_

friendo. Los que no han sufrido no saben cúmpade­'cer. Hasta el poeta latino dijo por los labios de una

de sus heroínas, la reina Dido: ,, uNan ignara malis

Jmiseris succurrere discoJJ..'lO

"Conociendo por experienGia lo que es sufrir, sécompadec;er a los que penan"'. ,

y tanto más compasivá es un corazón, cuanto másha sufrido.

Jes6s,Señor Nuestro, aprendió a compadecer su­friendo; y por eso San Pablo pudo decir con toda ver­dad: "No tenemos un Pontífice que no pueda com­padecerse de todas nuestras debilidades y miserias -­Non habemus Pontificem, qui non possit comp~ti in;'firmitatibus nostris".11

Pero hay más: Isaí~s tiene:un texto que es verdade,".ramente revelador: uVere languores nostros ipse tutit,el dolores nostros ipseportavit - Verdaderamente 'EIha tomado sobre sí nuestras flaquezas y ha hecho su-yos todos nuestros dolores" .1'2 J

, La compasión humana es muy limitada. Cuando,digo a una persona que sufre: "Yo hago mías tus pe­nas", ind.udablementeque~si hablo· con sinceridad, es­tas palabras expresan un deseo de mi corazón, pero

. nada más que un'deseo y casi siempre un deseo,ineficaz;

(9) Hebr., X, 5.(10) , Virgilio, La Eneida.(II) Hebr., IV, 15.(12) Isai., LIII, 4-

10

(j

en realidad sufro viéndola sufrir" pero no sufro susmismas penas. Si, por ejemplo, una persona llora a sumadre; muerta, todo el que .tenga un corazón compa­sivo s~fre al ver aquel dolor, pero no sufre precisa­mente la pena de haber perdido a su madre. Y así lacompasión hUlIlana es muy limitada.

Cristo NuestrO' Señor llevó su c<?rhpasión a lo sumo,-porque El ve,rdaderarriente ha sufrido con nuestros., su­frimientos/y ha tomado sobre Sí todos nuestros do­lores..

, Para comprender hasta dónde es verdad este textode la Sagrada: Escritura,fijérnoIlPs en que el Verbodivino, al bajar a este mundo, tomó como SlJya unahumanidad, es decir, un cuerpo, y un alma formadospor el Espíritu Santo en el seno de María ; pero estono es más' que como la base y fundamento, como lasemilla o -la raíz; el misterio de ,la E1)carnación tiene

,un alcance' mucho más amplio: 'porque Cris~o en ver­dad no es solámente el Verbo unido a aquella huma­nidad formada por el' Espíritu Santo en el seno deMaría; es, el Verbo unido, mediante aquella humani­dad, a todos los hombres, a la humanidad entera, pdrlo menos a todos los justos, a todas las almas engracia.Éste es el misterio de 'la justificación de las. almas, denuestra incorpora,ción a Cristo.1B De tal manera que elVerbo no .quiere hacer sUya únicamente aquella huma­nidad a la cual está unido hiposhíticamente, sino a todos

(13) BeIlamente ,expresó esta doctrina' Sor Isabel de hl Trinid~dicuando pedía a Jesús qu'e le concediera ser para El «une, humamtéde surcroít")' como, mia prolongación de 'su Humani.dad.

11

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13

Pero también el amor divino aparecló sobre la tie-rra en forma de l1z,Íse1"Ícordia. \

. La Sagrada Escritura está llena de textos que pre­gonan la misericordia divina.'" Y nada más verdadero."Misericordia D ómí1ii plena es t terra?5 - Toda latierra 'está henchida de la misericordia de Dios".

y sin 'embargo, la misericordia, en· un sentido es-

15) .' Ps, XXXU,5:

más es de Jesús que nuestro, porque somos susmiembros.

¿ Sufrimos hambre.o sed, calor o frío? ¿nos hiere laingratitud de·l~·hombres, la inconstancia de los' ami­gos? ¿ sufrimos cualquiera· otra .de esas penas que lasti..;'mariy que hieren el corazón? Pensemos que antes ·queherirnos a nosotros hirieron al Corazón deeristo.

'rrodas nuestras debiFdades y, lTIiserias son, en unsentido ·yerdadero,. las' debilidades y miserias de Je~sús. El voluntariamente las ha aceptado, . sufrido y'santificado.

y todas nuestras penas y todos' nuestros .dolores,antes' que herirnos y lastimarnos, hirieron y lastimarona! Corazón de Cristo. Vere languores nQ,stros ipse tu­lit et dolores nostros ipse portavit! ¿N o es esto ver­daderamente consolador? ¿ Puede haber una manerarriásíntima y profunda de compadecer?

He aquí, pues, cómo apareció el amor divino sobrela tierra, compadeciendo en todo el rigor de la pala­bra,es decir, compartiendo nuestras penas. ¿ Qué co­razón más compasivo que el Corazón de Cristo?

, I

nosotros, de· tal manera que seamos verdaderamente losmiembros de su cuerpo místico.

y a todos nos hal tomado como somos, es decir, contodosnuestro's dolores. Por eso el profeta dice': aYe_re languores nostros ipse túlit _. Yerdaderamente, noen una metáfora o figura, sino en toda realidad, hatomado sobre Sí nuestras debilidades y ha hecho sti~yos nuestrOs dolores' '.

Así como ,cuando una persona sufre en alguno delos miembros de su organismo esos dolores son de ella,aunque el dolor esté sólo en la cabeza, o en una mano,etc.; de una manera semejante, cuando nosotros su­frimos., como somos miembros de Cristo, esos sufri­mientos son suyos; cuando padecemos las 'debilidadesy miserias de esta vida, Cristo antes que nosotros yalas ha padecido, porque desde los años de su vida mor­tallas hizo suyas.' Por eso Jesús decía a Sauto en elcamino de Damasco: "Yo soy Jesús a quien tú· per...sigues" .14 Cristo se sentía perseguido en los cristia- .nos de entonces, como en los cristianos de ahora ...¿,Podía compadecernos de una manera más íntima, má~profunda, más verdadera?

i y qué consolador es e~tb!¿ Sufrimos la enferme-dad qué martiriza nuestro cuerpo? Más es de Jesúsque nuestra; El la ha sufrido antes que' nosotros, por-que El la hizo suya.

.¿ Sufrimos I el cansancio y la fatiga de un trabajomonótono y hasta vulgar? Esa fatiga; ese cansancio,

(14-) Act., IX, 5.

12

I*

**

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tricto, - o si se quiere ~n el concepto humano de lapalabra-, tampoco puede encontrarse enD!os: .Se laaplicamos aEl en. cuanto. que sU bondad mflmta .seabaja hacia la miseriapar,a socbrre'P'la~ para reme­diarla. Pero la misericordia, como nosotros la enten-.demos, implica no solamente la bondad que se abajahacia la miseria para: aliviarla, sino una bondad quese conmueve, que. se enternece a la vista de la miseria,

. que, para decirlo de una ':vez, la co.mpadece. En ot~?St¿rmÍnos, la misericordia no es más que la compas.lOnque hemos explicado antes,' aplicada a un mal 'espeqal,al mal moral ; para decirlo más claramente, al pecaQ-o.

Par~ ser verdáderamente misericordioso no. bastatener un conocimiento .del pecado, como teórico y ep.abstracto; tal c'onocimiento más bien nos haría inexo;.rabIes con el pobre pecador; sino que es necesario unconocimiento en concretó, es necesario' conocer de' cer­ca al pecador y, más que eso, conocer el pecado deuna manera experimental. ¿.Cóino puede encontrarsetal conocimiento en Dios? .

Por eso San Pahlo dijo de Cristo: Christus debuitper omnia fratribus similari ut misericors fieret ­Cristo t~V? necesidad de hacer~e en todo semejante asus hermanos para aprender a ser misericordioso" .16

. ¿Cómo es posible qJe Cristo, en ~l ~ual no .hubo.nila sombra misma del pecado, conOcler~ expenmental­mente esta desgracia moral? Sí, en cierto· sentido la co­noció, la' conoció 17 para poderla compadece'r, para

(16) Hebr., n, 17· .(17) La conoció no cometiendo la culpa, como es evidente, sino

aceptando su responsabilidad.

14

aprender a ~er misericordioso y a compadecer al pe-cador.. ~

Re.cordemos esta. otra palabra, tan profunda comola pnrríera: de lsaía,s; Uposuit Dom,inus, in, eo iniqui-.tat.em ommum nostrum - Puso el Señor en Ella ini­qu~dad d~todos. n6Jsotros".~ Sí, en el \Corazón "'de~:lsto, .DlOS puso todosÍlue~tros pecados, y. El se sin­tlO pecad~r en lugar nuestro y responsable ante su Pa­~~e cel~stlal de todas las iniquidades del mundo; sin­tlO la vIleza. de .l~ envidia, la vergüenza de la impure­za, la abo:n~~,aclOn de la blasfemia ... j sin cometer elpecado, sln~lO verdaderamente,' experimentalmente lo9ue es ser p~cador, blanco de la ira de Dios y ob~Jeto ~e su o~ho .. ~ Por eso S. Pablo tien~ la audaciade. afirmar que a Jesús', que jamás conoció elp~cado,

!?lOS'J - ..-~or nosotros:--, ¡LO . HIZO PECADO!Eum J qu't non noverat peccatum pro nob:is PECCA­

TUM .~ECIT" .. (II ,Cor., V, ~1).y así fué comoaprendlO a ser m1sericordioso y '" compadecer al pe-cador. ' '

\, ?~óm? no ha de ser misericordioso el Cor;zón deCnsto, ,SI El ha llevado sobre sí todas nuestras iniqui­da,~~s ? .N o hay ~ecado que nosotros tengamos la de~­graCia ,de come~er que no haya estado primero en elCorazon d~ ~nsto para ser expiado de antemano, pa-'

. ~a s~r redImIdo, para ser perdonado. Jesúsha com­partido verdaderamente la pesadumbre de nuestrospecados, -.Uposuit Dominus in eo iniquitate-m omniumn.ostru.m-JJ

J nos ha compadecido, nos ha tenida mise-ncordIa. .

( 18) Isai., LIlI,6.

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y así es como el Amor divino se. m~nifes.tó en e~Co~",' , de Cristo revestido de la mlsencordla qu~ se o enrazon , e con'mueve 'a la' vista- de nuestras mlsenas,'ternece y s , , " ,que 'las compadece y las comparte y las expla.

*,* *

y en fin, no solamente el Corazón ~e Je~ús encieb~r,a. , de misericordIa, smo tam lentesoros de compaSlOn y

de ternura. ,.' b tríaSi nosotros fuéramos puros esplntus, nos ,a~ a "

y satisfaría con plena saciedad un amor pu.ra,mente a:s~ ,iritual' ¡Jera tenemos una natural~za senslble,~ y p

~osotro~ y' en la condición actual en que no~ encontra­el amor no es completo sino cuando, juntamente

:~s'lo espiritual, hay algo sensib,le que en n,osotrdo~ .se, '. uando -,¿' porque no eClr-conmueve y se enternece" c , " ,1

lo ?-,- el, amor llega hasta la pasión. ,Pa:a nosotros eamor no satisface si no es un amor apas~onado.

. Q 'es la p'asión ? 19 Es algo que vIbra, algo que¿ ue., que a

palpita, algo que a veces gime y a, veces ruge,~" 1 sveces llora y a veces canta, algo que conoce to as a,delicadezas y todos los entusiasmos y 4pdos los he-

roísmos .. " . . ' 'f ay Dios no ama así. El amor dIVIno es magru!c,-

mente impasible, infinitamente sereno,como un CIelosin nllbes.

, , . . t advertir en qué sentido toma-(9) Apenas si parece convlemc:n el' pasión-amor" y ésta, no" des-

' " , o no en genera SIno a , , , , 1 B P, mas aqUl paston, o " , n En este sentido decIa e o, .

arde,nada, sino sometida a INa razo . haber hecho nada mientras' l' . os' " o creamos ' ,Eymard a sus re IglOSo 'S' tado" ,no amemos apasionadamente ,a Jesus acramen. í

16

I1,'

1I, f

I¡¡

Por eso, para satisfacer esa necesidad de ternura,que sufre nuestro corazón, apareció en la tierraeI Co­razón de Cristo, un corazón humano y sensible comoel nuestro, un corazón en el cual se adunaron admira­blemente' el amor divino COn su: grandeza regia,. consu opulencia magnífica, con su liberalidad infinita, consu 'inmutabilidad soberana ; y el arriar humana con to­das sus debilidades, con todas sus delicadezas, con sus ,ternQras y su's lágrimas,. con sus abnegaciones y sacri~ficios ... "

¡Ah 1 ¡nosotros teníamos' necesidad de un amor así!¡nosotros, sobre todo,a ,quienes la soledad virginal nospdvade las ternuras del hogar santo, de las efusionesdulcísimas de la amistad humana! j Cuántas veces al 'sufrir y al no encontrar 'en toni.o nuestro sino una fríaausteridacl, sentimos b, necesidad viva de urtafecto

- así, que acaricie y,que compadezca y que consuele! ...Pero allí está el Corazón de' Cristo ... ; podemos

acercarnos al Sagrario, seguros de que allí palpita l.lncorazon que nos ama como nosotros tenernos necesi-

. dad de ser amados; -¡ sí; un corazón que ama como amaun hermano y un amigo, 'como ama un esposo y unpadre, como am·a una madre y, como ama todo un'Dios!

Por eso, por eso Cristo Nuestro Señor pudo decirdesde' lós años de su vid~ mortal aq~ellas palabras

, que' son una invitaci9n dulcísima a todos los que' su­fren: (~Fenite ad, me . omnes ,qui laboratis et oneratiestisJ et,ego reficiam vos - Fenid a mí todos los que.

.sufrís 'agobiados bajo el peso de vuestras miserias y. (

( ,

17Confiemos. - 2

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doloresJ y y oos consalaréJJ .20 Y como haciendo ecoa esta palabra, no ha ¡pucho' que, dijo esta otra a ladulcísi~.aVisitandinadé P~ray-le-l\10nial, paraq~ela repItiera 'al mundo entero: ((He aquí el Corazón¡que tanto ha amado a los hombres)) .' ..

** *

Hemos visto brevemente CÓmo nos ha hecho Diosel don inenarrable de su amor, cómo se ha manifesta­do ~obre la tierra el amor divino,revestido de los ma­Y~,res atractivos rara el c~razón ,humano, cómo ~pare­

CI? er: el ~orazon de Cnsto que es todo compasión,mlsencordIa y ternura. ' ,

y siendo esto verdad, como 10 es, y al considerarese Corazó~ de Je,sús que así n9s ha amad~, ¿quiénno exclamara, no solo como S. Juan: ((Etnos credidi..mus caritati quam habet Deus in nobis - N asotros enverdad hemos· creído en el, amor '. que Dios nos tie­nen

J sino como aquella alma que debe haber recibidola revelación del Corazón de Cristo y que exclamó porprimera vez: ({¡Corazón de Jesús,J confío en Ti?JJ21

No hay cosa que responda mejor a todo -lo que elCorazón de Cristo es' para nosotros como esta pala­

._bra de la confianza absoluta y del abandono perfecto.Si Jesúses para nosotros todo compasión, misericor­dia .y ternura, ,¿ qué debemos hacer en cambio,' sino

(20) Math., XI, 28.(21) Esta jaculatoria tiene 'concedidos 300 días de indulgencia

una vez al día, e indulgencia plenaria una vez, alme,s. P.ío X, 27de mayo de 19Q5.

18

i arrojarnos en su Corazón divino,diciéndole,: Co~azónde. Jesús, confío en' Ti?

¿ Sufrin10s la enfermedad, nos fatiga el trahajo, nosagobian las privaciones de la pobreza, nos pesa el yu­go de una vida de obediencia' constante, nos duele laingratitud de los, hombres, la inconsta~cie- de la arriis­tad, la frialdad- del egoísmo? Jesús ha tO,mado sobresí todas nuestras debilidades ; todo eso que sufrimosallí está en su Corazón, 10 ha sufrido antes que "nos-:­otros ;¿ cómo no decirle en esas circunstancias: "¡ Co-razón de Jesús, confío en Ti ?"

Tenemos la desgracia de caer .. , ¡Oh! i somos tandébiles y miserahles! ¡ hemos caídotantás veces en

, nuestra vida! ¡hemos manchado tantas veces nuestraalma!. .. ¿Hay ac.aso una hora más triste que. la ho­ra en que sentimos nuestra alma degradada y caí-

"--da? .~. Pero tampoco hay circunstancias másfavo­'rables para volver los ojos al Corazón de Cristo, s'a­biendQ que esa caída y esa mancha, antes que estaren nosotrois manchándonos, ha est~do en ese Corazóndivino para .ser expia9-a. Y por eso' con toda razón'podemos decirle cuando hem.os tenido la desgracia decaer: "r Corazón de Jesús, confío en Ti!"

¿Tenemos hambre de cariño,echamos de menos lascaricias de una' madre tal vez ausente o tal vez muer­ta. . . sentimQs sed de un amor tierno y delicado? Re..cardemos que así, ~sí nos ama el Corazón de Cristo,y entonces como nunca· debemos acercarnos al Sagra­rio y decirle: ¡Corazón de Jesús, confío en Ti!

Y de esta manera, en la vida y en la muerte, en eltiempo y en la eternidad, si no con los labios siempre

/

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nuestra alma y' desgarrado nuestra inocencia, la Mi-;sericordia divin't los ha borrado, destruído, aniquila-

/ do. Y el bien que hemos logrado hacer, las virtudes~ue hemos adquirido, las obras de celo o de' caridadque hemos podido llevara cabo, más que nuestras, sonobras de la l\1isericordia divina, que nos ha devueltola gracia y ha creado en nosotros' un' corazón nuevo.

Así como en alta mar no puede versé otra cosa", adondequiera que se vuelva la mirada, sino la profun­didad del océano, y la inmens~dad del cielo; así tam­bién, cuando la vida va aproximándose al fin y se laconteII\pla desde la altura de los años que se han vi­vido, no se descubre otra cosa, ~dondequieraque sedirija la mirada, sino el océano incomprensibl~ de lamiseria humana y el cielo inmenso, radiante, más in­compremúble todavía, de la Mis'ericardia: de' Jesús ..., Monseñor Bougaud concluye -su, hermosa apología

del Cristianismo, dond~, puso lo r.pejor de su alma yen la que empleó catorce de los últimos años de su vi-aa,con estas palabras: '

"¡ Dios mío! hace catorce años,cuando dí principIo'a ,esta ,obra, escribí en el frontispicio de ella,' comoprincipio supremo y luminoso del Cristianismo, esosdos conce'ptos que me parecían resumirlo todo: el amorde' Dios por hombre, el arriar del hombre' por Dios.Hoy, más viejo, desengañado, de tantas cosas,"'no meatrevo a ~~guir sosteriiendó' el paralelo. Borro puesel amor del hombre' por Dios; tan débil, tan misera­ble, tan indigno de ~ntrar en comparación con el otro,y só16dejo en la última págiha de mi obra esta pala­bra ante la ~ual me prosterno, ,extasiado y agradecido:

22

'EL AMOR INFINITO DE DIOS' POR, E,LHüM­BRE. Es la primera y la últimapal<;tbra de, todo el­Cristianismo" .2

No 'hay alma que haya tenido la experiencia de lodivino y de lo' humano que no pueda subscribir estaspalabras y hacerlas suyas. Y como elallor de Diosa nosotros ·-.lnisérables-- no puede ser sino Miseri­cordía, bien puede afirmarse 'que, al declinar de la vi­da, haY que borrar toda palabra, todo sentimiento, to­do ,hecho hu;nano, y dejar que campee, triunfadora,la Misericordia de Dios ...

Fuera de Ella todo es mentira o ilusión.Ella ,es la· verdad suprema, la única realidad. '

** *

Para formarnos algún concepto -de ese misterio, ten..gamos en cuenta que nuestra vi<;1a es una trama en, lacual se han ido entretejiendo constarttelnente nliestrasfaltas con 'los perdones divinos, que son las obras desu Misericordia. "

~ Sí, perdonar es la obra por excelencia de la Miseri-cófdia de.Tesús: ', El hombre ignora esa ciencia divina; su corazón estan egoísta, tan mezquino, J tan limitado, que no sabeperdonar. '

Elevado al orden sobrenatural, fortalecido cal;} lafuerza misma de Dios, renovado en las profundida-

,,(2) Mgt. Bougaud, Le Christianisme etles tempsprésents, Vol.V. Epilogue.

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des de su ser por la gracia, el hotiIbre nuevo ~'creadoen 'la justicia, y en la santidad de la verdad" 3 recibió'de Dios el mandato de perdonar:. Aun así, 1;1 perdón~umano es tan incompleto, tan deficiente y talllabo~noso! " ,

'. .

- Por eso es tan raro encontrar 'una fe, ,plena en el"perdón de Di,os; porque tratamos de comprender elperdón divino por el nuestro iy pretendemos encerrar,el Corazón de Dios dentro de los límites estrechísi~mas de' nuestro corazón mezquino.

Veamos las grandes diferencias entre el perdón hu.mano" y el perdón divino. ' _ ',

El perdón humano es de' suyo impotente} inefitaz}porque ,es a.lgo exterior a la {alta; puede c'ondonarla injuria que ha recibido el ofendido, ,pero no pue­de borrar la mancha con que se ha afeado el ofen­sor. El perdón divino es eficaz} omnipotente

jtoca la

falta en sí misma para destruírla y aniquilarla, ~ondo­na la pena, borra la mancha, llega hasta' lasprofundi­dades de nuestro ser para crear, mejor dicho,pararecrear en nosotros ((un corazón puro y renovar en'

, nuestras, entrañas el espíritu de rectitud)} 4 y nos' de",vuelve todas las riquezas sobrenaturales, -",-gracia san-'tificante, virtudes infusas, méritos adquirldos-, quepor el pecado habíamos tenido la desgracia de perder.

El perdón humano eS'limitado;a la misma perso­na y por 'la misma falta se le concede una que otra vez;pero si las recaídas 'se siguen repitiendo, el per~ón hu-,

(3) Creatus in just~tia et sanctitate veritatis. Eph., IV,-i4.(4) Cor mundum cr~a in, me Deus: ,et spiritu ptincipali confirmame. Ps. L, Ir.' , " '

mano se cansa y se agota. Si álguien nos ofende yd~spuésnos da una disculpa, le peydonámos con, másQ m'enos dificultad; pero si 'la escena se repite dos oúes veces, acabamos por creer que no vienen a solici":tar nuestro perdón, sino a burlarse de nuestra candi­dez. No así el perdón divino que no tiene límites} que.no se agota nunca, que' no secansa jamás. Antes secansada' el hombre de pecar que Dios de perdonarle.

¿Hasta c,uantas ,veces puedo perdonar? -'pregunta~ba S. Pedro 'a Nuestro Señor~ y pensando quizá sermuy magnán'imo, añadía: ¿Hasta siete veces ? -No,contestó Nuestro Señor; no digo, hasta siete veces, sino.hasta setenta veces' siete; ~ manera de hablar que enel lengUaje de, los orientales equivale a siempr,e.

y en este punto nuestra propia experiencia está pro- ,clamando esta verdad.,¡ Cuántas veces nos" ha perdo­nado Nuestro Señor en los,hirgos años de' nuestra vi­da! Yeso a pesar de nuestras ,r~caídas constantes, apesar de nuestras promesas tantas veces renovadas y

'ótras tantas desin.entidas. y 'el perdón divino ha sidotan fácil, tan generoso, la primera vez,cuando nues­tra alma candorosá~ hizo la primera confesión de susfaltas; como la última, la 'que después de una larga vi-·da de miserias haremos angustiados al borde del se-¡

" ,pulcro ...

El perdón l1umar!o supone, t~ando es solicitado, quede verdad el ofensor no volverá a ofendernos. Si es- ,tuviéramos absolutamente seguros de que en seguid~

(5) . Math., 'XVII, 22'. Los,rab.inos decían que Dios perdonaba unamisma falta hasta tres veces y no más. j Qué lejos estaban de com­prender la Misericordia de Dios!

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volvería, a faltarnos del mismo, modo, qUlza con., másgravedad, ¿tendríamos fuerza para perdonarle ?¿nonos parecería más bien 'que éram'()s víctimas de unaburla pesada?" N o así el perdón de Dios. El sabe ('conciencia infalibfe que volveremo~ a caer. Desde nues~

.,tra primera, confesión conocía claramente, ·distintamen­te, toda las faltas. de nuestra vida entera. Sin, embar.,go, El se contenta con la buena y sincera voluntad delmomento presente, pero-que por nuestra flaqueza cam­biará en seguida, y perdona... ,y mientras que conuna mano derrama el perdón de hoy, en la otra tieneya preparado el perdón de mañana.

El perdón humano espera siempre ser solicitado.¿Quién es el ofendido que anda tras de su ofensor,rogándole con su perdón? Parecería que tal actitud,humanamente hablando, traspasaba ,los límites de ladiscreción y degeneraba en indelicadeza y olvido de la .propia dignidad. Pero cuando Dios es el ofendido, \ \siempxe es ,El quien da el primer paso. Su 'gracia siem­pre previeut;. Es el Padre del Hijo pródigo, 'que le .sale al encu'entro y con caricias l~ dice -¡ lenguaje, elo­cuente y conmovedor 1- que le perdona antes de quese lo pida. Es el buen Pastor que va tras la oveja ex­traviada, y la ,busca por todas ,partes, hasta que la ell- 'cuentra. Toda conversión es más fruto de la Miseri­cordia, que de la frágil cooperación hurtlGt:na~

Y, aun cuando en un momento de heroísmo el hom- .bre fuera a buscar asu ofensor para ofrecerle su per­dón,ya sería mu'cho que en una ocasión lo hiciera ;¿quién, rechazado una vez, volvería· otra ?La digni­dad humana se sentiría ftondamente ofendida, vién-

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dosedespreciada un,a sola vez., Pero .el perdón divinopasa la vida llaInando.. a las puert~s de nuestro cora­zón. La palabra infalIble de los ,Libros Santos nos laenseña: "Eccestoad, ostium etp~lso -, Be aquí queestoy a la pue~ta y llamo".6 Y así pasan los años y-Iapuerta continúa cerra?a; y Jesús?? se cansa, si~e

llamando, llamando Siempre. ¿QUien no ha conondopersonas que pasan toda' su vida, .-.5°, 60 ~. másaños-o-, alejadas' de Dios, con sólo dos co~fesl?nes:

la de'la primera comunión y la de su matnmomo, SiI acaso ? Nuestro Señor las ha solicitado i y llamado de

mil maneras. ~L~ pÍJerta, sin embargo, ha per~ane­cido cerrada. y' cuando esas .pobres almas se Sientenhastiadas' de la vida, despUés de haber bebido hasta

. el fastidio en las fuentes de todos los.placeres; cuan­. do ven su ser convertido en un guiñapo sucio ar~astra­

-do por los lodazales de todos los vici.os ;si entonce~,al borde del· sepulcro~ se vuelven a DlOs, El las reCl- .be y, lo que no hiciera el menos exigente de los hom­bres, El se contenta con los restos, con las sobras,conlos desperdicios de una vida pasada en'el pecado; ylo' que nosotros~ech'azaríamos con, indignación' y des..'precio, El.lo ac'épta indulgente Y hast~ 'lo premia. COIl

el cielo... ¡Verdaderamente desconCierta el abismode la Misericordia divinal

Con razón la Iglesia efl una de sus más herniosasoraciones afirma que nada hace brillar tanto la Om­'nipoten~ia.de Dios, que nada la .manifiesta de una .IU,a­nera ta\.elocuente, tan conmovedbra, com<? su per.don

(6) ApO., III, 20.

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y su misericordia: ((Deus qui omnipotentiam tuampar~

cendo maxim'e et miserando manífestas. ; . " 7

Los hombres hacen alarde de, su fuerza y triunfande sus enemigos destruyéndolos, aniquilándolos~ y so­bre sus ruinas y despojos elevan 'la enseña de su victo­ria. La fuerza divina tiene algo mejor quehacer yse venga, perdonando, y triunfa transformando en ami- '

I gas, a sus enemigos, y trueca en alabanzas susblasfe­mias y en amor sU odio" y clava: la Cruz, sfmbolo desu victoria, sobte los despojos de la muerte,/ pero paratransformarlos en gérmenes de vida :,Qmnipotentiamtuam parcendo maxím,!,et miserando manilestas! (

Sí, ni el abismo de la nada que el poder de Dios po­bló de seres, ni la inmensidad del espacio donde semueven las ,moles gigantescas de mil mundos, ni el"abismo d.el infierno henchido con las víctimas de la',Justicia divina, ni la inmensidad dél, cielo pletórico, de,ángeles y de bienaventurados" don~e, Dios corona suspropios dones; nada ,de eso manifiesta tan~o la Omni­potencia de Dios como el abismo, de su Misericordia,donde se hunden y pierden todos los crímenes de lahumanidad: Omnipotentiam t.uam parcendo .maximeetmiserando n:anifestas! . ..

*'!< *

Cuando los años pasan y comienza '! atardecer enel sendero d~ la vida y los primeros fulgor,s de la

(7) ColIecta Dom. X post Pentecost.

28

r

eternidad empiezan a iluminarnos, ¡qué consolador es,Señor Jesús, Amigo incomparable, 'sentirnos envueltosen tu Misericordia infinita! No son los hombres ,li­mitados, no es su' crjterio estrecho, no es~u' juicio in-;exorable quien ha de juzgar nuestra vida' y nuestrosactos:¡ es tu, indulgencia inagotable que 'conoce bien elbarrorfrágil con que nos 'forJó .tu diestra,8 es tu bon-

, dad infinita que con ternura maternal ~e abaja hastanuestras miserias paracomp~decetlas y remediarlasl

Cuando nos sentimos cansados de la' severidad delos hombres, de ~a parcialid~d ~e sus juicios; de la sus­pícacia de sus críticas y hasta del poco, desinterés ydela mucha inconstancia de su amor, 1, quécohsoladorescontar con un Corazón como ,el tuyo donde, como, unave en la inmensidad azul, puede moverse el nuestro

\ sin tropeza~ jamás con límites, sin estrellarse en ba­rreraalguna, sin herirse con la incomprension y lama-licia humanas! . "

, i Cuando los honlbres has juzguen con 'farisaica se­veridad, cuando la pobre jústicia humana nos conde­

,ne sin apelación, nos refugiaremos ~n Ti~ Señor Jesús,q~e no, condenas a nadie, que no apagas la mecha

, que' aún humea ni acabas de quebrar la c'aña cascada,.. que no desprecias el, corazón contrito y humillado, por-qu~ "tus misericordias no tienen número",9 porque tuamor es omnipotente para' borr~r todas las manchas, yperdonar todos los-crímenes, y disculpar todas las fla-quezas! ' -

(8) Quoniam ipse cognovit Jigmentum nostrum. Ps. eH, 14­, - (9) ColI. Missae pro gratiarum actione.

29 "

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.E'stamos en la feliz imposibilidad de ocultarnos de, su mirada. David lo enseñá admirablemente e,n el sal­

mo 138 :¿A dónde iré lejos de -iu espíritu, a dóndehuiré lejos de tu faz? Si me elevo hasta los dielos, es~

tás ahí; si désciendo él los infiernos, ahí te encuentro.Si en alas de la aurora voy a .habitar en los confinesd.el mar, ahí también tu diestra se apoderará de mí.y me dije; a lo menos las tinieblas me cit~rirán y lanoche será la única luz que me r.odee . . '. r l.as tinie­blas no tienen para 'Ti oscuridad, 'para Ti la noche bri­lla como el día y lq,s tinieblas como la luz. ,y, es que.Tú has ¡atmado mis entrañas y me has modt;lado enel Seno de mi madre".2 _

Pues bien, así como no podemos sustraernos a sumirada que nos sigue ·a todas partes y penetra hastalo Íntimo de nuestro ser, a'sÍ tampoco podemosevadir~

nos de su posesión, porque' cuanto se extiende su mira­da, se dilata su dominio, su' soberanía y su omnipo­tencia.

Por e-soellibro de la Sabíduría exclama: "Pero Tú,oh Dios nüestro, eres buen.o, fiel y paciente y todo logobiernas con misericordia. Y haSta cuando pecamossomos tuyos, porque no podernos sustra.ernos atu po­der . .. " Si hubiera algo capaz de sustraernos al do­minio de Dios, sería el pecado. Precis~mente'por eso--_--:.. (

(2) "Quo iba a spiritu tuo? et quo a facie tua· fugiam ? Si aseen­'clero in erelum tu illie es: si deseendero in infernum, ades. Si sump.seropennas meas dilueulo et habitave:ro inextremis maris: etenim ilIuernanus tua deducet me: et tenebit me dextera tua.. Et dixi: forsitan.tenebrre concuIcabunt me: et nox' illuminatio mea in deliciis meis.Quia tenebrre non obseurabuntur a te Ct nox sicut dies ílluminabitur:

. sicut tenebrre ejus, ita ét Iumen ejus. Quia tu possedisti renesmeos:·suscepisti me de utero ~atris mere." Ps. CXXXVIII, 7-13.

32

es un mal tangrande,porque 'implica una re~eldía,

,contra los derechos de Dios, porque trata de evadir .su.. autoridad, porqúe atenta contra su soberanía.

y sin embargo, el pecado, con ser el mayor mal quepuede cometer el hombre; la suprema injusticia' y'larebeldía más absoluta, no, es capaz de sustraerlo deltodo a la posesión de Dios. Sigue siendo su criaturael, pecador. . ' .

Así que, en medio de su desgracia )nmensa, le que­da el consuelo de afirmar con el Sabio: "Etenim si·peccaverimus, tui sumus! ¡Aun cuando pecamos, nodejamos de ser tuyos!

i No, ni el pecado' es capaz de arrancarnos de tusmanos creadoras! N os hace perder nuestros dere­

. chossobrenaturales; dejamos de ser tus hijps, pero no

. dejamos de ser tus criaturas; y por eso, porque toda­vía somos tuyos,' tenemos derecho de clamar a tu mi­sericordia, "porque Tú, .0hDios nuestro, eres bue'no,fiel y paciente., y todo lo gobiernas con misericordia";Uporque tienes. compasión de todos y no puedes dejarde amar lo que Túmismó has· creado, :--como no pue­de un artista desconocer la obra de sus m'anos-, an­tes bien, cubres y ocultas con el manto de tu indulgen­cia todas nuestras miserias y perdonas todos nilestrospecados. Y la razón de que así te portes con nosotroses que eres nuestro Señor y nuestro Dios y no.sotrossomos' tus criaturas y la obra de tus manos; Mi'sererisomnium, Domine,et nihil odisti éórum qUte fecisti,dissimulans pecáJta hominum propter ptenitentiam el

parcens illis; quia, tu es Dominus Deus noster".3

(3) Sap.,· XI; i4-27.

33Confiemos. - 3

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Antes bien, este pensamiento de. que somos de Dioses una de las grandes fuerzas que nos puede defenderdel pecado, corno agrega el Sabio: ((Pero no. queremospecar, porque sabemos que somos. contados entre los

. Tuyos: quoniam apud. Te sumus ·computati"..i Qué digo! Ni en el infiern-p, en esa man?ión de la

venganza divina y del odio eterno, ni ahí púede el hom­bre sustraerse a la posesión de Dios. ¿ Podrían .de otramanera perseverar' en .el ser los coridenados? Todo

,lo que se' sustrae a la ac<:;Íón; de Dios, por el mismo .hecho se hunde en el abismo de la nada. Y nadie pue­de aniquilarse a sí .mismo, porque el mismo poder quese necesita para crear, se necesita para reducir a lanada. . .

El infier.no es obra dd poder, de la justiCia; y delamor despreciado de Dios.. Y l6s míseros réprobos nopueden escaparse. de las manos de la justicia inexora­ble de Dios que los aprisiona eternamente.· .Quizásea .'éste su mayor tormento : que Dios los posea y que ellosno puedan poseerlo. Es el ~orinento de Tántalo qúese moría de' sed sumergido en el agua ...

* ¡

\ * *

pero siendo nosotros seres. racionales y libres, Diosquiere que lo 'que ya le pertenece por justicia, se lo en­treguemos libremente por amor. Paresa N riestra Se­ñor, en la última Cena, .decía; a su divino Padre,: ((Tuierant etmihieos dedisti - Eran tuyos y Tú me los has

'. I

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dado".4 Eran tuyos por 'el derecho de creación; pero .ahora, gracias a' mi sacrificio, Tú has hecho que seannlíos por uhadonación voluntaria: y amorosa.

Toda la vida cristiana, todo el misterio de nuestrajustificación y aun de nuestra santificación misma, con­siste ~n 'ese irnos desapropiando trabajosamente. deldominio del demonio, del mundo y' de nosotros mis..mas, para entregarnos a Dios N uestro . Señor en· lamisma proporción y rnedida. .

Este trabajo se inicia en el Bautismo; por eso entresus ritos ocupan un lugar muy importante los exorcis-

. mas, que expelen a Satanás de aquella almá que hastaentonces había poseído, y la fórmula .s-olemne de ab­juración por la que renuncia a Satanás y s.eentrega el·alma 'a Jesucristo.

El dulce misterio de la Primera Comunión no esotra: cosa que la torna solemne de posesión que de l1.ues­tra alm'~ viene a hacer Jesús, personalmente, por mediode la, Hostia Santa.. EÍ sacramento de la Penitencia no tiene otro objeto.que devolvernos al don1inio de Jesús, cuando hemos te­nido la desgracia de pen;lerlo o por lo ';menos de ale-jarnos de él. .'Y la vida religiosa tiene toda s~ esencia como to-dosu mérito en que de suyo, es la forma' más pleila" deentregarnos a ,Dios. El alma religiosa es un ser ena-

. jenado,. desapropiado, que' no se pertenece. de ningu­na manera, porque ha pasado a la plena posesión deDios ; más que un ser entregado, eS, un ser CONSAGRA­

DO, es decir, dedicado al servicio de Dios de una; ma-

(4) Joan., XVII, 6.

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nera perpetua y definitiva. ' No es otro el sentido pro~

fundo de la profesión religiosa.Desde un punto de vista,' el Sacerdocio es una dona­

ción y una consagración a Dios más definitiva, verda­deramente inmutable y eterna: sólo del Sacerdote sedice: ((Tu es sacerdos intéternum!" El <¡tIma religiosatiene todavía el 'triste privilegio de ser infiel a suscompromisos" y perjura a' sus juramentos, y la Iglesia,en obvio de mayores males, se ve constreñida a dis­pensar los votos y a reducir a aquella, alma infiel alestado de los simples seglares. Pero ni los hombres,ni los ángeles, ni 'los demonios, ni poder alguno es ca­paz de arrancar del alma del sacerdote el carácter sa­cramental :, eternamente será un alma consagrada, a.Dios. .. Por eso como nadie puede repetir, 10 mis­IDO en los umbrales del Santuario como en los últimosaños de la ancianidad:,((Dominus pars htereditatis meteet calie-is mei, tu es qui restitues htereditatem meammihi! -'- ¡El Señor es la posesión que en suerte me hatocado y esa heredad la téngo asegurada para siem­prr: i" 5 •

En fin, el cielo hacia donde r anhelantes caminamostodos 'no -es otra cosa que la mutua posesión, de Diosy del alma, sin vicisitudes; sin temores, sin límites; si­no plc:mísirha, inamisible y eterna. ((Ellos serán su pue­blo y Dios mismo, en medio de. ellos, será su' Dios".6

(5) ,Son las palabras que el Pontífice dice y el seminarista repitecuando le confiere la Tonsura clerical. Están tomadas del salmOXV, '5. La traducción, un poco parafrástica, se 'apoya' en el textohebreo.' ,

(6) '1 "Et ipsi populus ejus erunt, et ipse Deus cum eiserit eorurnDeÚs." 'Apo., XX, 3. '

Entretanto, esforcémonos cada día en desapropiar­nos más y más por el renunciamiento y por la abne­gación, para ,llegar a ser cada vez más plenamentede Dios.'

Tal era la preocupación de los santos.Era 'la preocupación de San Ignacio al escribir,

divinamente inspirado, el libro de sus Ejercicios.To­da su urdimbre, toda su lógica irresistible va encami­nada a di~po'nernos para hacer con toda sinceridad y"afectándonos muchó"esta oblación de gran mamen,.toque es ~u mejor' fruto y su principal resultado: /(To.'

- mad, Señor, .y' recibid toda mi libertad, mi memoria,mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi habery poseerjvos me lodisteisj a vos, Señor, lo torno, to.­do es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dad­me vuestro amor y gracia, que esto, me basta".1 Esla desapropiación completa de nosotros mi~mos y nues-'tra donación plena y absoluta' a Dios.

Sta. Teresa de Jesús solía repetir este estribillo queglosaba hellalnente: UFuestrasoy, para vos nací: ¿quéqueréis, Señor, de mí~ , . .

S. S. León XIII, para c;onsagrar al Corazón Smo.'de Jes~s, no sólo las almas y las familias y las nacio~

nes,' sino todo el Género humano, compuso aquella. fórmula deeritrega amorosa que dice: -"Tuyos. somos

Y tuyos queremos ser."," Fórmula qu~ S. S. Pío XI

(7) IV semana, Contemplación para alcanzar amor.

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verdad, pero íntimo y profundo. 1Hasta el dolor, tu­, va que revestirse del ropaje de la alegría para poderseaclimatar en el corazón humano! '

Y en fin,nó se llega a la verdadera p'erfección cris­tiana, sino cuando lejos de oponerse la alegría y el do-

, lar, seadunan con tan perfecta armonía, que el ·all11;a ,se goza inefablemente en el dolor. Paresa Cristo enel código de la feli,cidad, -las Bienav.enturanzas-,encerró el tesoro de' ta,dos' nuestros dolores, es decir,puso en el dolor, si no 'la sustancia, sí la éondición denuestra felicidad sobre la tierra, demahera que el al­ma perfecta, nb gozara sino sufriendo, ni pudiera su­frir sinO' gozando ... '1 Divina transformáci{m del do­lar!

J\1ucho se ha hablado de los dolores de Cristo, ¿porqué se habla tan poco, casi nada, de sus alegrías? .Elmismo, que nos dejó la revelación de sus dolores másíntimos en la agonía: de' Gethsemaní y del Calvario,!

. parece ocultar sigilosamente 'sus alegrías, coíno si te~

miera escandalizar a las almas de juicio estrecho yáni-'mo apocado. ¿Hubiéramos creído en sus dolores-cono­tiendo la inmensidad de sus alegrías?

. Como dei fuego nace la llama, así la. alegría brota 'del amor ; el amor es su fuenté y su medida.. De ma­nera que cuando el amor no tiene medida. el gO,zohola tiene tampoco.

El Corazón de Cristo palpitó con un amor, ingente,amor que para su Padre Celestial era adoración infini-. 'ta y ternura inmensa!, y para los hombres compasióninefable y misericorcna sin límites. :Y de 'ese amor,

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pujante y VIgOrosO, brotaba la llama perenne de sualegria. ',)

, Porque no hablo de su alegría infinita como Dios,ni siquiera de la que nacía de la visión beatífica quesiempre iluminó la parte superior de su alma; sino deesa alegría que esp.rototipo de la' alegría 'cristiana enel destierro, y que está, en cierto grado por lo menos, anuestro alcance e imitación. " . '

Todos los actas de Jesús" hasta los ~ás i!1significan­tes, daban a Dios, su Padre, una gloria infinita que so­brepujaba sin comparación a todas las ofensas de lahumanidad. .Tesús 10 sabía con toda ce~teza; Al mis­mo tiempo se; sentía amado por su P~dre, i y con q'liéamor!, Con un amor único, comO a. su U nigénito~ puestodo el amor al Verbo' se extendía y 'abrazaba necesa­riamente a la, Flumanidad de Jesús,~ a causa de la uniónhipostática. i Y el Corazón de Cristo desfallecía bajoel peso de la ,complacencia infinita del' Padre l. ((Túeres mi Hijo muy amado en quien descansan todas miscomplacencias". l <

Si con María en Nazarethy con Magdalep.a en' Be­thania desahogó Jesús algo del mar de sus d~lores, pa­récemeque para ellas reservó! sobre todo lo más ínti­mo de sus confidencias; las confidencias de sus ale-grías. . . .

Mucho se nos dice, y con razón, que Jesús es tanofendido de los hombres; p'ero ,¿ por qué no se' present~á nuestra admivación ese hecho único en la Historia,

,el de un Hombre objeto del amor de veinte siglos?i Cuánto se ha .. amado a Jesús 1, •• ; ¿Queréis saberlo?

,Contad si podéis todos :los torrentes de sangre que, por

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,También con?c;emos Y meditam~s muy poco las ale;.g.nas. de la Santlslma VIrgen. i Son inefables! Su con­CIenCIa l~ d~ba testimonio eierto de su pureza inma­culada;. Jamas la:más leve sombra había oscurecido su.alm.a, Jamás habíacontristadoni en lo mínimo alCorazón de Dios; era'la UNICA, -'-como la llama el~mado.en los Cantares--, donde e! ideal divino se ha.­bla reahzadQ .en tod~ s~~ perfección; asíque sobre ella,~escansah~n 8m restnccIOn/alguna todas las ~omplacen-nas de DIOS. '

Las almas que han conquIstado- la unión con Diosl~s que n~, solamentehaIi llegado a ((dejarse hac.er'';somo tamblen, -lo que es más raro i quién lo creye-

1 ((d '. "'11" . , .ra.-, i eJarseamar, evan en su corazon un se-c:e.to... el secreto de las. caricias de Dios. Saben queSI .mtentaran. revelarlo. escandalizarían. .. i a tales 10­cur~s. lle?a DIOS con ellas! i qué divinos requiebros! i quéCarlClaS Inefables !i qué dulcedumbre infinita que ha'ceal alma desfallecer!. . . . . .

Si' esto, hace Dios con almas él. quienes ha manchadoel pecado, .¿ qué har'ía con la Santísima Virgen?

y siMada amaba al Dios-Hombre con un amor que.tomaba todos los matices, si 10 amaba como amigo .yhermano y padre y esposo y Dios, su amor tenía otro­matiz verdaderamente inaudito, podía amar a su DiosC?;n0 a HIJO. . . con toda la,tefnura, con toda la pa­SlOn, ~on toda la loc~ra del .corazón maternal. ¿Quépasana ,por su.corazonde' VIrgen y de Madre '~uán.dopudo estrechar contra su pecho .a suDios'Y,ll~tnar1osu '

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,\ .Hijo y\colmarlo con todas lasca~iciasm.aternalles? ¿Quépasaría por su alma cu,and~ ~'l.bios diyi~os la lla~aronMADRE Y un Corazon divino la amo como solo sepuede amar a' una madre? , ,. " , ,.,

Por otr"a parte "si mucho se ofende, a Jesus ¿qUien, " ' , f ' d' ,'M"'?es el que directamente. se atreve a o en er a " ana.

Quien a tanto se atreve o es un l?co que no s.abe ~o ,que,hace oes un monstruo de maldad. En cambiO, ¡cuanto, ' 1 'se ama a María! Hasta los pecadores, hasta os masmiserables, hasta los ,criminales mismos,la ~man. i Y co~qué amor! i Con el amor c~n que s~ a:na a unamad:e.Cerca de. c,uarenta generactones cnst1an~s' ?an sentidoendulzados sus dolores, enjugadas sus lagpmas y con­solada su orfandad llamando a María con ese numbreqUe sabe a cielo: i MAD~.E ! .. : ' " '

Además; siendo la Santlsirna Virgen correde~?radelgénero humano' y mediane~a de todas las gracias, nopuede subir de la tierra al CielO un so:o ~ctio bueno, .p;>rinsignificante que sea, en' el cual no in~enrenga Mana.y así la Santísima Señora' no sólo se sentía 'amada deDios y iárrtada de todas las gener~ciones cristianas, sino .-que también se veí.a. amando a.DiOs con ~l'a~or de to­dos los siglos, glonficando a DiOS con la santid3:~ de. to-dos los santos, ~omplaciendo aDl0s ,con las, virtudesde todos lbs cristianos.

y ,como por otra parte sabí~ que sus dolores. e:~n.Jel precio de esa maternida~ divina y de esa mediactonuniver.sal; en sus dolores mIsmos encontraba el motivode 'sus' alegrías.~ , '. '"

Por eso, ella que no supo quejarse en eldolor y que.quiso sufrir sin' desahogo alguno, no, pudo con el, peso

de tánto gozo y prorrumpi6 en su ((Magnificat animamea et exsultavitl" Si no tenemos el cántico de su do­

'lar, sí poseemos el cántico de su alegría ...

Apenas nacido Jesús se anuncia a 'los.hompres 'la bue­na nueva con el nombre característico de' ((un gozo, nue­'VD": -'((Evangelizo vobis .GAUDIUM MAGNUM"~'Jesús es la alegría dél cielo que aparece sobre la tie­rra~ Su doctrina es el E vang~lió de la alegría, que trans­,forma en alegría el dolor y sabe sembrarla en todo, has­'ta en la muerte. Su Iglesia es la Escuela. de la alegría .Yla ú~ica que hace de la alegría un 'precépto. Recorred suciclo litúrgico y no encontraréis nada tan encarecido, contanta insistencia recorp.endado. Y hasta en los tie:t;npos

. de mayor penitencia y austeridad, -el. Adviento' y laCuaresma-'-, interrumpe: la nota dominante de sus en-'señanzas para recordar e insistir en el precepto dé la ale­gría en las Domínicas de Gaudete y Litare (111 deAdviento' y IV de Cuaresma)., .

Cuando el cQra~ón desborda' de alegría, ya no bastanlas palabras y nos desahogámoscantando. El canto esellenguafede la'alegría. Por eso es el canto el lenguaje,oficial de la Iglesia. '

La Iglesia siempre ha cant'ado. Ini.ció sus cantos entrelas sombras de las catacumbas; y cantó sobre la arenadel Coliseo~ empapada'con la sangre de sus hijos; ycan~tó enla hora dd triunfo, cuando se irguió pujante sobrelas ruinas del paganismo; y ha cantado en las prisio-

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nes como en los palacios, en los cadalsos como en lostronos; y ·es la única que lo mis.mo cante: sobre la cuna 'de sus hijos, bendiciendo su primer su.eno, C?n:o cantasobre su sepulcro donde arrulla y. bendice el ult~mo sue­ño de la muerte .... Ha pasado Siempre a tr'lves de ~o­dos los tiempos cantando la inmensidad de, su alegria.

Los santos nos ofrecen un extraño espectaculo. Cua.n-- do se trata de sufrir no saben decir ((basta" ,antes. ex­

claman como San Francisco Javier: ((Amplius, Domzne!_jM ás Señor, más1': Pero cuando al contrario; nues­tro Señor los inunda, con sus consuelos, desfallecen, ysintiéndose sucumbir, se ven precisados~ aclamar uSa..;tis est Domine satis est! -Basta, Señor, basta, por-

• " o • , hque muerol. .. " ¿Será que en e~ta vida e~ c?razon u-mano ces tan inmenso pata sufrir comq h~lltado paragozar? .¿O más bien que las a.l~grías divinas, aun enesta vida no sufren comparaclO'n con nuestros ,dolo- .res, supe~ándolos.incomparable~~,nte? Si así es, esto'mismo nos hace comprender que inefables son las ale­grías .divin~s, .pues sobrepujan si~ medida a. nue~trosdolores, y 'SH~ embargo, ¡ se sufre tanto en la tierra ....

*:K< *

La vida del cristiano, aún ~en el destierro, debe puesser de intensa, ,profunda y perenne alegría. La ale-gría es un deber, es una virtud, es un apostol~do. .

Estar alegres en ciertos momentos de la vida' y ma- .nifestarlo a las personas que nos agradan es cosa ,muynatural; pero 'estarlo sIempre;, cón todos y a pesar detodo, 1cuánta virtud supo~e! .

Pero al mis'mó tiempo, la virtud alegre ¡cómo se ha­ce atractiva y cómo la sonrisa constante crea en' tornosuyo un ambiente de paz y bienestar!

l\1as para que esta virtud sea genuinamente cris­tiana· debemos poner en nuestro corazón la~mismas

causás qu~ en el Corazón de Jesús y de .María produ­jeron el.gozo que acabamos de admirar, y los efectosser.án tanl'bién semejantes. - .

La verdadera alegría cristiana ;nace de sabernos'amados por Dios, de' sentirnos en nuestra pequeñezobjetó de sus complacencias, de comprobar la fecun­didad de nuestros dólares. Para lo cual bastan dos co­sas: una gran leen el amor de Dios y una generosidadsemejante que nos aplique a complacerlo en toda ysiempre. En una 'palabra: creer en el A mor y com­

.p.lpcer al A mor.

Si ~ay tántas' almas abatidas, desalentadas, tristes,es porque no creen en el Amor.'.. Si llegáramos acreer ciegamente en ·esta palabra ~ Jesús me ama, ¡ ah!¡habría para volverI1os locos! ... Con razón San Juan,el apóstol del amor, en medio de, una de sus epístola~

'lanza este grito\.de triunfo: ({Nos v.ero. credidimus ca­ritatil ¡Por fin, hemos creído en el amorl" Mientrasno se llega a esta fe, hts almas languidecen en Ola me­diocridad yse agotan en la tristeza. ¡Sólo el ~mor; ela.mor divino puede iluminar, expansionar y 'hacer fe­cunda una vida!

Si S. Francisco clamaba corriendo po'r valles y coli­nas: u j El A mor no es amadol L'amore non e ama­

¿ tol", podíamos completar y explicar su queja excla-

49.. Confiemos. - 4

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mo San Agustín, por' ejémplo;. bien lo comprendió asícuando escribió en sus "Confesiones" que no podíaperderse el hijo de semejantes lágrimas - "Filius ista­rum lacrymarU'm". Con r4zón escribió Mons. Gayes­tas elocuentes palabras: "Madres cristianas, tened feen vuestras lágrim'Us: aun cuando tuviérais un·. Patri­cio que convertir o un Agustín que salvar, en la virtudde vuestra fe, en la fuerza de vuestro 'amor,en latriunfante pacieIl~ia de. vuestras lágrimas, convertiríaisal Patricio y salvaríais al Agustín".,./ Lágrimas preciosas y santas las que brot~n del do­lor Íntimo de haber ofendido a nuestrb Di9s; lágrimastan eficaces que lavan nuestros pecados y purificannuestrás' almas; lágrímas amargas, sí, pero a la veztan dulces que desahogan y alivian el cora'zón del 'pe­cador, y sobre todo, consuelan y regocijan el Corazónde Dios.. .

Recordad las lágrimas. de Pedro:. UFlevit amare1j lloró amargamente1" ... En eS,as dos palabras se en­cierra toda la historia. de ,su conversión, toda la historiaíntim::t. de su vida a partir del día de su pecado. Y asícomo las aguas de un torrente, .al correr con ímpetusobre la tierra, ahondan: en ella profundo cauce, así eJ 'torrente de lágrimas que brotó de los ojos del Apóstolabrió surco imborrable en sus mejillas.( Porque no de~ f 'jaron de correr sus lágrimas en todos los días de su·vida.

Precioso' fué para Cristo aquel perfume de nardocon que Magdalena lo ungió pocos días antes de la.Pasión; pero fué más exquisito para El aquel otro bál-'sama, aquel otro perfume, las l~grimas de la pecado.-

ra arrepentida con que regó los pies divinos' el día desu conversión. , .. ,;Y ¿quién podrá declarar la dullrura de ·esas lágri­

más con qu~ se desahoga el pobre y estrecho corazónhumano cuando el amor divino lo invade con toda suplenitud, con, toda su impetuosidad, con la dulcedum~bre .infinita 'de su ternura ... ? .

Más preciosas que todasesa~ lágrimas, sin embar­g.o, son las lágrimas de María.. Dios quiso que el pre­CIO de nuestra redención fuera la Sangre de Jesús mez­clada. con las lágrimas de la Virgen. Y si la Sangre

,- de Cristo tiene un clamor irresistible ante el trono deDios, las lágrimas de María' c~nmuevenhondamente suCorazón divino, de manera que "no se pueden perderlos hijos de tales lágrimas" . . . . . .

. ,Por eso la Iglesia le ruega a l~ Santísima' Virgenque aun en medio de la cumplida felicidad del 'Paraíso110\ dejen de hablar en nuestro· favor .sus lágrimas;"non des requiem tibi neque taceat pupilla oculi tui".1Y la piedad del pueblo cristiano .ha traducido. esa' mis­ma devoción a las lágrimas de María en forma sen­cilla. y encantadora, en aquel cántico que .oímos··desdénuestra infancia, en el que después de .Ímplorar la mi-

o sericordia'de Jesucristo, no encontramos nada más efi...\ caz que pueda yalernos ante el Hijo'como la~ lágri-

mas de la 'Madre: ."Oh lágrimas de 'María

por mis culpas derramadas}a esa Sangremezcládas}amparadme npche y día":

. (1) Thren.,· II, 18:

. 53

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Martha, con sU actividad característica, lJ.O se de­tiene al saber la 'noticia de la .llegada de Jesús, y lesale al encuentro, y se echa a sUs pies, y entre sollozo~le dice con amorosa reconvencion: ({¡Señor, si hubie­ras estado aquí no hubiera muerto mi hermano!"

_uYo soy la resurrección y la vida, ~ice Jesúscon divina majestad-o-; el que cree en Mí"aun cuan­do estuviere muerto vivirá, y todo el que vive y creeen Mí no morirá et"ernamente".. Palabras que la 19lé-

. sia repite sobre los sepulcros de sus hijos como expre­sion de su fe; palabras que han Gons,olado tant?s due­los derramando sobre la tumba de los que amamos', .

luz de divina esperanza ...Martha v~, a 'Uamar a María yen voz baja le di­

ce: '({El Maestro está aquí y te llama". Martha es laactividad; María, la contemplacion; Martha habla, Ma­ría calla· Martha confiesa su fe con una elocuencia so-". .

lo comparabl~ a la del Príncipe de los Apostoles: ({Egocredidi quia tu es Christus, Filius Dei vivi" ; Maríaadora en silencio. y liabiendo llegado a donde estabaJesús, ~ae a s~s. pie~,. y solo le repit~ la mis~a a'moro­sa queja : ({¡St hubzeras estado aqut no hubtera muer-to mi hermano!"

y viendo llorar a la que tanto amaba, viendo las lá­grin1as de todos los que la acompaña?an, Jesús se, con-mueve:

-'({¿A dónde lé habéis puesto?"-({Ven,: Señor, y verás".({y Jesús se echó a llorar- Et lacrymatus est ] e-" l..'sus ...

¡Qué escena más .sublime ! ¡Jesús llorando sobreuna tumba nos demuestra que es pe.¡rfectamente hom­bre, que conoce todas nuestras ternuras y se· ha abra­zado de todas nuestras debilidades, hasta de lasupre..ma debi!idad de las lágrimas .... ! Por eso, pdCílS pa­labras tiene la Sagrada Escritura tan conmovedorascomo éstas: (~;lEt lacrymatus .est ] esus 1" .

Como el nlejor- comentario, los circunstantes excla­man admiraaos:· ({¡Mirad cuánto le amaba! _.- Eccequpmodo amabat eum".5

** :)1:

Cabe ahora ptegun~ar ¿por qué lloro Jesús' sobrela tumba ele Lázaro, si sabía que dentro de un momen~

to volvería 4 la vida? .Sin duda que el poder que como Dios tenía para re­

sucitarlo no impidio, que como hombre· sintiera la, muer­te de su amigo. Porque Lázaro era verdaderamenteamigo de Jesús; el Evangelio tiene cuidado de hacernotar que Jesús amaba a Martha, a M¡;lría y a ~áza­

ro: ({amabal autem J.esus Martham et sorore,m ejusMariam et Lazarum". Y en el mismo l\lgar, Jesús lollama: ({Lazarus, amicus noster - Lázáro nuestro

. 'am~g9" .6 Parece pues, desde luegQ, que Jesús quisorendir 'un tributo a la verdadera amistad y consagrarcon las. suyas ~iv~~as todas las lágrimas' con que lasgeneraClonescnstlanasregarían las tumbas de los se-

.res queridos.

(5) ]oan., XI, 36.(6) lb., 5, II.

. .59

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Al llegar a la vertiente occide~tal, donde el caminohace un recodo, aparece de prontü magníf~co panora­ma: Jer:usalén, con· sus murallas y sus torres, con .suTemplo grandioso de oro y mármol, con sus palacl.osy jardines de Ralmeras y sicomoros ... y toda, la CIU­

dad bañada por los últimos .rayos del ,sol que va hun­diéndose allá 'en el ocaso ... 1

Jesús se detiene unos momeIitos"~ ~us ojos contem­plan. aquel ~espectáculo; su mirada dlvln~, anulando las,distancias 'y los tiempos, se pasea a traves ~e todos los,siglos: contempla los' que ya pasaron henchIdos de gra- ,cias y, predilecciones' para, aquel pueblo de dur~ cer­viz· considerá el momento presel1te en que la Cmdadsan~a va a recibir la última gracia, la, que despredadacolmará la medida de sus iniquidades yagotará la pa­ciencia de Dios; ve el porvenir con ..sus desgracias ysus castigos, con la maldición divina cu~~liéndose através de ~os siglos sobre aquel pueblo ?elclC!a ... Nopasarán cincuenta años, y en aquel mIsmo lugar la.shuestes romanas' establecer~n: su campamento para SI­tiar y arrasar a la Ciudad maldita.2

.,'

¡¡ ¡Oh, si ,conocieras tú -exclama entonces Jesus ~n­

tre sollozos-, si conocieras, sobre todo en este tu d'ta)lo que te daría la paz. .. Ahora, esto está ocu~to atus ojos, .pero vendrán días s.obre ti e~. q~e tus 'ene­migos te rodearán con trincheras, y t~ sltlara~, y te es:trecharán por todas partes, y echaran por tIerra a tI

, (1) La' entrada de Jesús en Jerusalén debe haber sido en latarde como parece indicarlo San Marcos (XI, 11).'(2) Precisamente en la falda occidental del Mo~t~ ülivete; .40

años más tarde, estableció Tito su campamento 'para SItIar a la CIU­dad. (Josefo, Bel1. jud., lI, I-III.)

y a todos tus hijos que en.ti habiten, y no dejarán deti piedra sobre piedra, porque no .quisiste aprovecharel tiempo en. que fuiste visitada". , '

Más, tarde, comp,~etasuqueja dolorida, exclamando:"¡ Jerusalén! ¡Jerusalén! que matas a los pr,ofetas '

y apedreas a los enviados, ¡cuántas veces he queridoacoger a tus hijos como la gallina cobija bajo sus alasa sus polluelos y tú no lo has queridol El noluis ti1" ... 3

,Y Jesús se echa a llorar, sollozando angustiosamen-te. -.. : Et flevit super ill-aml '

'"'" '"

"Una vez m~s preguntémonos: ¿p¿r 'qué llora Jesús?¿porqué llora, si ,es omnipotente 'no sólo para resuci~

t a un hombre, sino para hacer resurg-ir de sus rui­nas a una ciudad y a todo un pueblo? ¿por qué llora,. abe' que en lugar de la Ciudad deicida se levantará

la nueva Ciudad santa, la Ciudad eterna, jRoma, desdedonde reinará sobre todás los pueblos' y sobre todoslos siglos?

, Como las ,lágrím'as. dé Jesús sobre lá tumba de Lá­zaroconsagran la amistad y consuelan nuestros duelos,así sus lágrimas sobre Jerusalén ennoblecen el amor ala patria y lo santifican. Jesús como hombre tuvo pa­tria y la amó como nosotros la amamos; erahnposi­ble gue su Corazón tan delicado fuera insensible a laruina de aquella ciudad. orgullo de todo, buen isráeli­t~, a la dispersión de aquel pueblo que le había dado

(3) Math., XIII, 37. Luc., XIII, 34-35.

Confiemos. - 5

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la sangre, a la desolación de aquel paí.s bajo cuyo ciel?había'n!lcido ... Pero, como adver,tllr:os en el C~pl" I

tulo anterior es' indudable que las lagnmas de Cnstoen esta ocasi6n deben haber tenido también un motivomás hondo, y ,trascendental.

***

Jerusalén representa a la naci?n j~~fa,' al, pueblo esco­gido por Dios con tanta predtlecclOn ~n.tre todos' ~ospueblos de la tierra, libertad? .de la c~~tIvidad de EgIp­toen medio de ·tantos,prodiglOs ...' con mano fuerte

d 'd " . "5Y brazo vigoroso",4 con HCi o como, una ove]~ a,través del desierto, alim~ntado con u~ p~an ,,~a]o delcielo, introducido en la tierra de promiSlOn que .ma­naba leche y miel",6 desp~és de haberl,e da~o la VICto­ria sobre todos sus enemIgos", ¿Y cual fue la corres­pond~ncia dé ese, pueblo colma~o cO~, l?s favore,s deDios? ¿No es la historia del pU'ebl.o ]udl.o a traves detántos siglos la historia de todas las .ing~at1tu.de~y rebe~­días por su' parte y de todas las misencordIas y 'predl-

d D· ? 'lecciones por' parte ,e lOS .Lleaa finalmente' el día de la última gracia ... y de

laúlt-i~a infidelidad: "¡ Oh, si conocieras tú, sobre to-do en este TU DÍA! " Después, sigue el abandonoy la, maldic/ión de Dios .

(4-) Memento quod et ipse' servieri~ in Aegipto, et eduxerit, teinde Dominu!.i Deus tuus in manu fort! et brachlO extento. (Deut.,V.IS)·. ,

(S) Qui deducis velut oves, Joseph. Ps. 19. 2.(6) Exod. et Levit. passim.

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1/:

* *

Jerusalén es la imagen del alma,escogida.

Dios ama a todas las almas y sobre todas derramas~s gracias; perohílY almas escogidas, almasprivile­g~adas sobre las cuales Dios derrama gracias que nodispensa a todas. ¿Por qué? Nada tan libre como ela;nor "de l?ios, ,y la' razón de sus predilecciones no' es~taen la- cnatura, está en la libertad misma de su amor.A esasalma~ las escoge ~n todas partes, las distin-'gue.. con gracias muy especiales, las preserva de milc~ídas .o l~s reha?ili~a co.n gracias y perdones de espe­CIal efIcaCia, las iU"VIta discretamente las atrae celosode suc(jrazó~, .las. introduce en~u in~imidad y l~s hacegustar las delIcias'y dulzuras del infinito Amor.

" Pero acontece. con. más frecuencia de lo que sospe­chamos que la historia de es~s almas no es otra cosaque)a historia tristísima de. una lucha entre Dios yelalma: ,por una parte, la bondad' divina pródiga pa..ciente, 'delicada, generosa que no se ca~sa de p~rdo­nar,. de esperar, de llamara la puerta del corazón in­. ' ble; p.or otra? la~patía del alma, su disipación, Sumcons ,anCia, su mdeIIcadeza, su egoísmo su incom...pr sión inconcebible. .. y en esa lucha 'suele h'aberun momento, decisivo en el que' se- c~lma la medida; es~l momento de la qJtima gracia y de la última infide- 'lidad... Si cognovisses et tu el quidem ,in hac DIE

TUA! ~ero el alma ciega no conoce la visita de Jesúsyla deJa'pasar Qna vez más :nú'nc autem abscondifa ,.suntab 'oculis luis! -

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** *

LIbrando sobre Jerusalén J '11 ' .'almas escogidas infl'el"" " .esus ora sobre todas las

b. , ·:....s a su amor b d¡eZas e infidelidades. sobr o ' s~ re to, as sus 'ti-

prensión, inaudita que ' ~ esa ln~ehcadeza e incom­Jesús llora, '_,me atf~~ers~ e adPr~cllar el don d,e Dios,;

d. ' e a eClr 0- sob 1 f' .

casos y ecepClones d . . , re. os ra-. , ' . e su amor no comprendod .. 1 o ....

./ . Sobre la tumba de L' . . , , 'silenciosas' 8 'so'br' J azal~o, Jesus derrama lág,rimas'

, e erusa en 110 11mente. ¿,-No será ,esto' rba, so ozando fuerte-

duna prue a de 1

m,ayor, ,e que en cierta manera hi que, a pena eszon de Cristo ,las l'nd'e,l,' .d' eren mas al Cora­.. . ' lca ezas d 1

, lUJUrias de sus enemigos 1 fbo e os suyos que lasgidas que la frialdad d'1 a. 1 lé;:a de las almas esco­e os extrano ?"S' .me maldijera, dieé por uno d 1 s o , ¡ rru enemigocon paciencia y silo' ,e os .profetas, lo sufriría "

b,.' ' s que me odIan m' 1 ,.

me astana ocultarme _ ". ' '. e u traJaran,. " . , ¡ pero tu mI cb fd'

am.lgo,' con q,uien habí, . 11 d' " n lente, m,'1d d "" ' a eva o tan dul . . . .a .' . .. y la frase está' .t d . ce lntlml~. ' " cor a a como SI los sollozos

~~nto p~r la in ratitud y la frialdad ' .Mar,guente Mari Ii 288 V' , de nuestros corazones," '(S' .T' , , '. ease tam'bién' II ' '6' . amte'engase en eu nta estas ex li ." ". H , 15

2Y 153·)·

de este libro JustifirIas :nt~a~~o~ees p.~ade~tender otras expresionesmanera no 1 s hubi' amos hecho u ven a e los' teólogos. , De otraque

l

no es u Ma ual de Teoldgfa es.no pare~en necesarias en un libro'a . as almas fe sencilla ' smo un lIbro de piedad de'd" d "

(8) . ' , '.' ' ' ,lca o

. El. texto griego usa el, bU'" . ' -ral sI1e~;lOsamente ,(loan., XI ver / edacrysenJ> que significa 110-'pa abra eclaysenJ> que signifi~a 3s~,n' en ftantoqueaquíemplea la

, ' ozar uertemente.

(

(7) Todos. sabemos que Jesús, en la Hostia Santa como en. el.cielo, está en estado glorioso" y, por tanto, impasible. De maneraque cuando decimos que actualmente sufre en la Eucaristía,' hace­mos uso del antropomorfismo, 'es decir, le atribuíxnos a Dios' lossentimientos del hombre, para acomodarnos a nuestra manera dehablar. El antropomorfismo se apoya en la 'Sgda. Escritura' Y en laTradición Católica; y si se pude usar, tratando de la Divinidad,con mayor razón, tratando de la Humanidad glorificada de Jesu-cr~~ .,

El Corazón de Jesús en la EucaristÍa es idénticaIIlente el mismoque súfrió en su vida mortal y que actualmente sufriría si no es·tuviera' glorificado; porque los hombres hacen todo lo necesario para

que sufra. . .Además

ximpasibilidad no qqiere decir indiferencia: a .Jesús, a:

pesar de su estado glorioso, no le es indiferente que nos portemosbien o que nos portemos mal. Si somos buenos, se alegra; si somos.malos, decimos que se entristece y llora, porque no tenernos otra

-palabra que sea adecuada. .y en su v.ida mortal, estas penas de ahora; Jesús realmente las

sufrió, porque' las, previó con su ciencia divina.En fin ¿para qué le damOS tanta importancia al tiempo, si en ,la

eternidad en que Dios vive significa tan poco?Por eso Santa Margarita María, cuyas revelaciones e~tán, apro-

badas por la ,Iglesia, dice; a propósito de los homenajes que al Sgdo.Corazón le rinden los serafines, que son "para reparar las, profun­das amarguras que sufrió y que sufre toda'iJía en elSmo. Sacra-

En cierta ocaSlon dijo Jesús ~ Santa Teresa estaspalabras que encierran el misterio de la libertad huma­na frustrando los designios de Dios : "Yo 'quis.e, Tere­sa; jpero 'los hombres \no quisieron!! ..." A cuántasalmas pudiera repetir: Jesús lo 'mismo, ton acento de in­definible tristeza : "Yo quise, pera tú, ¡tú no' quisis­te... Muchas vec~s, ¡ cuántas! quise cobijarte bajolas alas de mi cariño como la gallina acoge Y calientaa sus polluelos. ;, .Yo qtüse, ¡pero tú no quisiste: étnoluistil. .. " y en el si~encio de sus sagrarios, JesúscOIF,.enta la amargura de esa palabra con sus sollozosy sus lágrimas: 7 'Et flevit super illam!

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(9) "Si inimicus meus maledixisset mihi sustiI;lUissem utiqu:; etsi is qui oderat me super me magna locutus fUlsset, abscondlssemme fbrsitan ah eo. Tu vero ho~o. una.nimi~, dux meus. et notusmeus qui simul mecum dulces caplebas clbos m domo Del ambula­vimu~cum consensu ... " (PS.54, 13-15). Véase el texto hebreo.

(10) ibidem, 16.(II) Cant., IV, 6.

_ Después de muchos siglos,_ vuelve Jesús a romper_su silencio y se queja: es un eco del "Noluisti" de J e­rusalén. Un día, en \In humilde Monasterio, una re..ligiosa ora a los pies de J esús Sacram~ntado. De pron­to aparece el Señor, se abre el pecho y mostrando suCorazón entre espinas Y entre llama~ le dice: "Heaquí el Corazón que tá?t.o h~ ama~o a los hombres y .en cambio sólo. ha reClbido ingratitudes, sobre todo,de las almas que le están consagradas ... " .

,¿No llegará esa queja hasta nuestro corazón? ..

ahogaran la voz ... 9 Después, de improviso, vieneuna terrible maldición: "Que los sorprenda la muer­te y vivos desciendan al infierno: descendant in inter..num viventes 1" 10 .

Nada tan' terrible como el amor cuando despreciaQ.ose convierte en odio :es entonces implacable como el in­fierno ~ "Dura sicut it!fernus temulatio",. 11 porque "to­do lo perdona el amor, menos la falta de amor".

Temo a Jesús, dice San Agustín, cuando cansado.de llamar a la puerta de un alma sin que le abran seva para no volver: ({timeo Jesum prtetereuntem et

non revertentem" ...

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quien en los días de su vida mortal, ofreció. al que po­día salvarlo de la muerte, súplicas y plegarias con un,

1,· " 1 '.gran clamor y .agnmas .. '. . . '. Cuál es ese gran clamor de que nos habla' San Pa.:

blo¿? Es sin duda una alusión a aquel grito con que an­gustiosamente oró a su Padre en Gethseman~: ((A bba,

. Pater, omnia tibi possibilia sunt, transfer calzcem hun.ca me ~.... Et iterum oravit, eundem 'sermonem d~­

·cens . .. --j ...t\.bba, Padre, todo es posible para ti, ~azque es~.e .cáliz p~se de mí si~que lo beba 1 ~:olvlO aorar dICIendo sIempre la mIsma palabra. . . . Se re­fiere sobre todo a 'aqu~l grito Con queexpi:ró en 1~Cruz: "Jesus autem iterum clamans voce magna, eml~'

sit spiritum - Y Jesús, clamando. de nuevo con una, ""3gran voz, entrego su esplntu

Por consiguiente, las lágrimas de que habla San'Pa­blo en este lugar' son las lágrimas de la agonía, -.-dela agonía de Gethsemaní y de, la agonía del Calva­rio-:-, las lágrimas dd sacrificio en el ejercicio sUI;re-

.mo de su sacerdocio.. ".. Notemos la admirable gradación de las: lágrimas

de Jesús: . ,En Bethania llora sobre un hombre; en J erusalen,

sobre unaciudad,en el Calvari(), sobre el mundo,so-br~ la humanidad entera. . . .

Sobre la tumba del amigo muerto; su llanto es SI­lencioso . sobre la ciudad maldita, su pecho 'estalla ensollozos ~ en Gethsemaní y. en el Calvario, sus, lágri~

(1) Hebr., V, 5-7.(2) Marc., XIV, 36~

(3) Math.; . XXVII, 50.

74

mas son de sangre, y I:llás que sus ojos, llora su c:ora~

zón con esas l~grimas 'Íntimas, ardientes, que. tuestanelalrna, que sólo Dios conoce ...

** *

Por última vez preguntémonos;¿ por qué llora Cris­to? Y aquí tocamos el' fondo, lo más profundo del mis-terio. . . . .

De todaslas debilidades humanas, ,ninguna tan con­movedora como las lágrimas.

Ante el dolor, el hombre, esforzado y varonil, nosuele llorar; antes bien, sintiéndose como pravo ado,lucha contra la advers,idad,' se esfuerz. eJ;l er los

'. obstáculos, y no logra la tribulación II r otra cosaque _acrisolar el· temple de su volUJ1tad. P~r eso -ungran hombre, dijo : "Yo no sé llorar ante testigos, ¡ten­go vergüen~a de las lágrimas 1"" ~

Pero háy sufrimientos demasiado grandes que enesa lucha acaban por vencer al hombre más esforza­do; y cuando éste ha quemado el último. cartucho, ysin fuerzas y sin medios para segui'r luchando se sien-.te como aniquilado bajo el peso de una desgracia sinremedio y se declara por fin vencido,. entonces, sola­mente entonces ,es cual1do llega hasta la debilidad delas lágrimas. .. lágrimas que' son como un tributo desu derrota, como un testimonio de su impot~ncia y de­bilipad. i Por eso las lágrimas· del hombre son·tan con­movedorasI

(4) .El P. Lacordahe a Mme~ Swetchine:

. 75

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Siendo esto así ¿ cómo explicar que pueda haber lá­grimas divinas? ¿cómo explicar las lágrimas de Cristoque siendo Dios no podía ser vencido por ninguna tri­bulación? ¿Cuál es la desgracia, cuál la adversidadante la cual se pueda declarar vencida la Omnipotenciamisma?

El hombre llora sobre una tumba, porque es imp<rtente para devolver al vida, llora ante la ruina de supatria, porque, lo más que puede hacer por ella, esdar su sangre y su vida; pero precisamente con estose imposibilita para seguirla defendiendo. Pueden lossantos llorar sobre la pérdida de las almas, porque elhombre por sí mismo es imposible que pueda impedirla ruina ni de un alma extraviada. ¿ Pero Cri'sto?Siendo Dios, podía resucitar, podía restaurar no unapatria, sino todo el mundo, podría crear mil humani­dades sin las miserias y deficiencias de la nuestra. En­tonces, una vez más, ¿por qué llora Cristo?

** *

N os encontramos aquí ante el misterio mcompren­sible de las,dec.epciones divinas. 5

Es extrañamente admirable comprobar este hechodoloroso: que en sus obras exteriores, Dios no ha lo­grado el éxi:to que había ideado su mente divina.

(5) Al hablar de decepciones divinas es claro que no hacemosotra cosa que hablar de los sentimientos divinos con nuestro pobrelenguaje humano. Pero Dios mismo nos 10 ha autorizado, cuandoen la Sgda. Escritura nos manifiesta sus sentimientos usando nuestramanera de hablar. Véase, por ejemplo, Gen., VI, 7. Cf. Perroy,"Le Royaume de Dieu" Ch. XV, XVI, et XVII.

76

Siempre que entra en juego la libertad creada, -elmás hermoso, el más divino de los dones que Dios hahecho a sus criaturas en el orden natural-, los de­signios de Dios, considerados en su primitiva hermo-

sura, fracasan . ..

•• •Hace millares de siglos que tuvo lugar el primer

fracaso, la primera decepción, cuyo recuerdo está es­crito indeleblemente con las llamas eternas del infier-

no ...La obra primogénita de Dios fueron los ángeles, se-

res todos de luz, semejantes a rayos luminosos nacidosdel foco mismo de la Luz eterna. Eran millares demillares, en serie ordenadísima de ascendente perfec­ción, semejantes a un océano de luz cuyas olas, en unamarea ascendente, fueran cada vez más límpidas, ca­da vez más transparentes, viniendo las últimas a mo­rir, en un murmullo de alabanza, ante las gradas mis­mas del trono del Altísimo .. , y todo aquel derrochede esplendores tenía como fin, en la mente divina, con­vertirse en un cántico eterno a la gloria de Dios.

y sin embargo, la primera Obra de Dios se vieneabajo en un terrible cataclismo, y los abismos del in­fierno se ahondan, Y los que eran luz se convierten entinieblas, Y los que eran ángeles se vuelven demonios,y lo que estaba destinado a ser cántico de gloria setransforma en blasfemia r en maldición eterna ...

La tercera parte de los ángeles cae ...

77

11~~--'-

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\"Dios los veía caer surcando el espacio,como relám-

pagos en noche de' tempestad, .mientras que todo elresto del cielo permanecía en el silencio y' en el. estu­por ...

Dios mismo callaba ...Diríase un padre cuya dignidad _ultrajada .10 ha

obligado a cebarse en su propia sangre y qUé, en unsilencio augUsto y desgarrador, contempla a 10 le-jos la ruina eterna de sus 'primeros hijos "6

Y ésta es la primera decepción de Dios '

Después de los ángeles, lá obra que brota- de la: ter­nura divina es el hombre.· Antes de creado, Dios lepregara, -éomo mansión tempor.al, todo el esplendordel universo visible semejante a una. madre que coninmensa· ternura prepara con sus propias manos lospañales de su primogén'íto esperado. .. Para el hom­bre extiende los 'cielos, y afirma la tierra, y encien­de los astros, y derrocha toda clase de hermosuras. . . .

y .\cuando todo"estúvo preparado, la Trinidad au­gustísima entra como en consejo, y de comúnacuer­do crean al hombre con sus propias manos, leinflln­den· Un hálito de vida Como salido de su' propio Co­razón, y. graban en ~u alma la imagen. rnism-a de laTrinidad Santísima. Dios crea ;kl prim~r hombre in­mortal, impasible, lleno de sabiduría, de rectitud yde gracia, y 10 destina, después de una prueba' irri-

(6) Op. cit., ·pág.. u6.1

soria, a llenar los vacíos que los ángeles caídos deja7ron en el cielo.

. - . 'b' logra ·todo. s.u éxito¿Siquiera en esta .. nueva o rala bondad divina? .

Demasiado conocemos el drama del Edén,. pues surecuerdo tristísimo está escrito con lágrim.as que de'~­pués de tantos siglos han empapado. esta tIerra maldhta .manchada p'or el pecado. ..¡y mientras que AdánYE.va, silenci()~ds, conte:n­

pian cómo atardece tristemente ·so.bre elle]ano paraISO .perdido; Dios también, desde el CIel? cont~m~la~ -ta­ctus dolore cordis intrinsecus- hendo en lotnttmo desu Coraz-ón-, 7 su segundapbra maestra fracasada ...

. ., ,INueya Y más ddlorosa .decepclOn .

** *

Pero la bondad divina no se declara v~ncida y. hace,por decirlo así, un nuevo y supremo e:sfuerzo, Ide~n-

·do. úna .obra! maestra que sobrepase a todas! q~e ledevuelva con creces ~oda la gloria que l~ rebeldla desus criaturas le había arrebatado para. s,lempre. Esaobntmaestraque ya brilla con luz de dIvInaeSpera?zasobre las ruinas del Edén,. es Jesús, el Hombre-DlO~.

y porque toda carne había~~?rrompido'sus' camI­nos,8 Dios segreg~ de en~re todos, lo~( p~eblos al. pue­blo escogido a quien se dIgna deCIr: Tu eres mtpu~­

bIo y Yo seré tu Dios - Ero Deus vest.er, vosque en-

(7) Gen., VI, 7, . - G VI(8) Omnis caro corruperat Vlam suam. eS' l , 'I2.

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tíspopulus 'lriJeus".9Y el mar. se. ~bre para dejarle Ú­bre paso, y la tierra tiembla para destruir las murallasenemigas, y el sol. detien~ su curso para permitir queconsume sus victorias, y los cielos' derraman alimentocelestial y le envían a sus profetas que hagan brillarsobre 'aquel pueblo' mimado de Dios .la luz de las divi­n'as promesas.

¡y ese pueblo es el pueblo ingrato, el pueblo deici­-da, el pueblo maldito. .. el nuevo Caín ... !

¡Nuevo fracaso, nueva y' más dolorosa' decepción!

'*'* *

Todavía de entre ese mismo pueblo escogido, Dios se­grega alm9-smás privilegiadas: David, aquel reY' se­gún el. Corazón de Dios; Salomón, el réy pacífico y sa­bio, ~ncargado de edificarle un Templo, y tantos otrosantepasados' de Cristo de donde El había de tomar su

, Sangre purísima ... ¡y David peca, y Salomón apos­tata, y la genealogía de Cristo se ve "sembrada portodas partes de pecadores!"l°Hay en ella pecadoraspúblicas como Rahab,. adúlteras como Bethsabé, im­píos y ateos. como Ocozías y Amasias, ingratos comoJoas ...

i Decepción tras decepción!

'*'* *

(9) Levit., XXVI, I2.( 10) Card. Pie.

Pero li~ aquí qll(e los cielos se rasgan y dejan caersu divino rocío, que la tierra virginal. se abre y brota

,purísima flor ... y aparece Jabenignidad y la compa-sión, la dulzura y la bondad, aparece Jesús.. . ¡

y pasó por la tierra hacie~do el bien,l1 evangelizan­do la paz; sus manos no se levantaron ,sino pat:a ben..decir, sus labios no se abrieron sino par,a copsolar yperdonar, y sus ojos supieron mirar con tal terqura quetransformaron en sa~tos 'a los pecadores. .

- ¿Siquiera El no sufrió la herida de la ingratitud yde la decepción, siquiera el Amor humanado logró'plenamente triunf~:t:. en sus, designios de misericordia?

Escoge con exquisita predilección doce compañeros. 11' ". "12 da qUIenes ama tI~rnamente sus amigos y que es-

tina a ser las colu.q1nas del gran edifido de su Iglesia,los fundamentos de su Übrapor excelencia.

¡Y de ello~, uno lo traiciona, otro reniega de Elylos demás, todos los demás, a la hora del peligro y apesar de todas sus protestas de fidelidad, huyen cobar­demente y lo abai:ldona~: "Discipuli OMNES, relictoea, fugerunt" .13

En el momento de morir, es p.ecir, al consumar suobra, no le quedan' fieles,sinoun() solo de sus discípu­los, el .m'ásjo'j.en, y un grupo pequeñísimo de piado­sas mUJeres .• "

Por lo menos, después de su muerte, como lo.habíapredicho,14 ¿triunfará plenamente su amor?

(II) Act., X, 38;(12] Luc., XII,4·-Ioan,XV, 15.(13) Math., XXVI, 56. ,(14) "Si exaltatus fuero a tena onmia traham ad tneip!lum. loan.,

XII, 32.' ¡

81Confiemos. -:6 -

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. - ,.-,'. . -. . ,. ~ ~ ... . . . . -. . .. ..... . . .'. . . . . .,' . .. ... .; ,. .~. . . . .. ,. '. .

. Desde lo alto del Calvario, desde el trono de laCruz, Cristo contempla como en uilpanorama toda lasucesión de los siglos ...

'¿ Qué más podía haber' hecho para destruir ~l pe­cado y conquistar los corazones a -su amor? Quzd es t'quod debui ultra, facere. .. et non feci? 15 Siendo ilaSabiduría misma no encontró otro, recurso que em­plear, siendo la omnjpotencia no tuvo más que hacer.

y sin embargo, el pecado ahí está .. ~ creciendor co­mo una marea ascendente, invadiéndolo todo comó -un,diluvio de corrupción,_ arrebatándole las- ~lmas a milla­res y arrojándolas para ~iempre en- el abismo de 'lamaldición eterna ... y la ingratitud ahí está. ~ -. corro­yendo los corazones escogidos,' petrifica~do las almas,haciendo el vacío en torno de sus sagraqos, desgarran­do su Corazón amorosísimo... La descendencia delos' Judas ahí está, con su negrura, con su perfid~a, in­vadiendo hasta el recinto sagrado .... y los perJuros,y i~s renégados, y los cobardes ahí están'., .. ,' '

j La malicia humana venciendo a la, misericordia di­vina! i la ingratitud de los hombres frustr~hdo losdesignios de la predilección de todo ~·un Dios!

y al ver Jesús que su sacrificio no ~a~ía desapare~. cer el pecado de sobre la tierra, que su pasión s\erí~

inútil' para muchas almas, que sus dolores no serVI­rían sino para hacer más negra, más inexcusable la in­gratitud de otras muchas quizá, dejó escapar enton-

'( 15) Isa., V, 4-

ces de sus labiosmoribundo~ aquella queja del profeta:aQuce utilitas in sanguine meo' dum de~'cendo in co.. ,

, rruptionem?- toDe qué me sirve derramar mi sangrey morir? 16

He ahí la pena inmensa como el CorazóncleDios,profunda éoma la malicia humana, ",nte la cual' Jesússe declara en cierta manera vencido, _y como tributo desu derrota; derrama' sobre la humanidad ingrata, des­de lo alto de su Cruz, las lágrimas' de su agonía: cumclamore valido ellacrymis /. '.

"Nada tan grande en el universD' como Jesucristo,dice Bossuet/~; nada tan grande en Jesucristo como su5acrifiáo, nada tan grande en su, sacrificio como aquelmomento solemne en que dando una gran voz entre­gó su espíritu en manps de su Padre". Sí, momentoculminantq de la 'vida de Cristo, momento supremo desu agonía,paroxisrno de su dolor, en que, ,como decep­cionado de la tierra, Jesús se refugia en el seno amo.,.l~osísimO de su Padre celestial y le entrega su espíritu,en tanto que cae sobre ~a,tierra, ,como último tributo desu amor, su lágri,ma postrera ...

** *

j Oh Cristo bendito, dulce Señor del amor, adorotus - lágrimas divinas cayendo sobre tántas inocenciasperdidas, sobretánta's,alrnasmuertas, sobre tántos co­

. razones; ingratos 1 Bendigo tus lágrimas postreras, las

er6) Ps. XXIX, ro.er7) Ref1exions sur l'agonie de J. C.

-..

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, ....

-lágrimas de tu agonía, tus lágrimas' de sangre, rubíesdivinos que encerraste, como' supremo recuerdo de tuamor, en el ánfora alabastrina de tu Eucaristía ...

Por esas lágrimas, ¡sálvanos, SeñOr! Por esas lá­grimas, ¡perdónanos! Que ellas dobleguen por fin la.rebeldía, de nuestras voluntades y triunfen: definitiva­mente sobre nuestros corazones ; ¡porque no es 'posi-:.ble que se pierdan los hijos de tales lágrimas ... !

L'OS SILENCIOS DE~ lESOS '

, Para comprende~ mejor a, 'Jesús- y amarlo más yaprender a confiar en El plenamente', hemos procura­do presentar ante nuestros lectores la figura adora-'ble de Cristo, del Cristo de los Evangelios, del Cristoque vive oculto en' nuestros sagrarios... Con estefin acabamos de meditar en sus lágrimas y vimás,'cómo son algo muy elocuente y, sin; embargo, pocoestudiado;' vamos ahora a contemplar otro rasgo muycaracterístico suyo, grandemente revelador de su fiso-nomía: los silencios de Jesús. ,

Muy elocuente es Jesúscuandó habla; lo es máscuando calla, que su' silencio es más profundo, másmisteriosa, ,más arcano que sus palabras, con ser ellasverdad y vida. ' , /

** *

y desde luego, yo no sé qué, tiene el silencio de arca­I no, y misterioso;' parece, como el sello, característico delas obras de Dios, como la huella de su mano y el refle-

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jo de su vida: el silencio es el ambiente en que se en­vuelve todo lo divino.

lO Así como nada hay tan humano, y' por consiguiente'tan ruin y tan mezquino, como el báratro de las gran­des ciudades; así nada hay tan divino en la naturaleza,tan propio para ,fortalecer elal~a, y pacificar sus in~

quietudes, y recoger sus potencias, y elevarla sobre to­das las miserias humanas, como la paz, la soledad y elsilencio de los campos, de los bosques, de las playas, delos cielos...' .

La savia sube silenciosamente de la raíz al tronco,y silenciosamente brota en yemas, y se resuelve en Ho.. -'res, y se convierte en frutos.'

Calladamente· sale el sol cada mañana, y desd~ susprimeras luces, que como una caricia despiertan a latíerra, hasta las postreras, cuando se hunde en el oca­so, él/medio de la paz del atardecer, (el sol recorr.e sucamino silenciosamente.

y silenciosamente los mundos ruedan a través de losespacios. sin fin ...

¿y qué silencio más elocuente que el de nuestras sel..- vas vírgenes, el de ,nuestros hondos barrancos, el de ,

nuestros campos inmensos, el de nuestras playas de­siertas a donde vienen a morir las olas con dulcísimpmurmullo? .Es éste "un silencio que se óye", es la pa- \labra de la naturaleza, ese! himno de su alabanza y laforma de su adoración.

Con razón el 'B. Pedro Chanel, el primer mártir dela Oceanía, acostumbraba' adelantarse hasta .. la rocamás abrupta, y allí, envuelto en la inmensidad del cieloyenIa inmensidad del océano, como p,ara prestar una.

86

voz inteligente a la naturalezá, entonaba el cántico((Benedicite omnia opera Dpmini, Domino" ...1

El silencio es el sello de las obras de Dios. ¿ Quétendrá' de misterioso y de divino el silencio ? '

, Si del orden natural ,pasamos al sobrenatural, si re­pasamos uno a uno los misterios de' Cristo,!odos tie­nen el mismo sello, todos van'- envueltos en ese ambien-,te,todos se realizan en el 'silencio.

En medio del .silencio de la naturaleza-. quizá, perociertamente en medio del profundo recogimiento de

,aquella alma virginal elevada' a altísima oración y reti­rada en el secreto de 'su casita de N azareth, la Palablra 'omnipotente de Pios bajó de su solio regio' y el Verbose hizo carne. . .2

Y eh medio del <)~ilenciode la medianoche ~uando,todo duerme y calla- apareció en.la·. gruta de Belénla Hondad y hi Dulzura de nuestro Salvador Jesús. 3

'

'Viene luego e~ silencio d~ la infancia: j la Palabra.eterna de Dios quiso ser "infante",es decir, sin pala"brá !-'-', el,' silencio del taller deNazareth~ 'el silenciodel destierro en Egipto, el silencio sublime de los trein­ta años' de su vida' oculta: j la Sabiduría infinita del

(1), Se ·refiere en la vida d~l B. Chane1 q~~ esta prácti~~ causabatal disgusto al demonio que raspó la hoja del Breviario donde esta­ba este himno hasta borrarlo. Dicho Breviario se' conserva en laCasa Madre de los PP. ,Maristas.

(2) "Cum. enim' quietumsi1entium contineret omnia, et nox insuo éursu mediulI). iter haberet, OIlll1ipotens Sermo tuus a regalibus

,sedibus... venit." (Sap. XVIII, 14.-15). 'Estas. palabras de la Sabi­'duría las aplica la Liturgia al Miste,rio de la Navidad; ¿no podríanaplicarse también al de la Encarnación?

(3) La tradición, apoyada en San 'Lucas _II, 8 y 16, coloca elnacimiento de Jesús a la media ,noche.

'\. -

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Padre que vino al mundo para ser 'su únic:q Maestro,4.empieza por enseñarnos acallar" guardando' un silen­cio de treinta años! ...

Su misma vida pública está, envuelta' en el silencio ·deaquellas noches en que' alejándose hasta. de sus apósto­les se iba solo, a lo alto de una montaña, para pasar- .la toda ella en oración: ((Et dimissa turba, ascendit inmontem solus orare".5

y el silencio tan elocuente de su Pasión que tantaadmiración causó al Gobernador romano,: en medio detodas las injurias, calumnias e injusticias,' J esús call~-

ba.·.. ((fUe autem tacebat". 6'

Y el silt;:ncio deÍ sepulcro ... 'y el silencio'de la resu­rrección ... y el silencio de la despedida, cuando eleván­dose de la tierr-a penetró' Jesús' en el silencio eterno delSeno de Dios! ....

y la Eucaristía, que reproduce la vida de Cristo y laperpetúa sobre la tierra, ¿qué otra cosa es, sin.o un si­lencio, veinte veces secular, de adoración y de holocaus­to? N aqa tan conmovedor como el silencio que envuel­ve nuestros sagrarios, nada tati imponente c·omo el si~

lencio en que Jesús se inmola cada día en nuestros ál-~;. . .

tares: el sacerdote se recoge profundamente, los fle--les se -arrodillan, to<!Io ruido se acalla, y enmedi~ deaquel silencio de adoración' -dum me4ium' siléntium

(4-) Unus est enim Magister vester, Math., XXIII, 8.(5) Y habiendo despedido a la multitud, subió, solo a la montaña

para orar. Math., XIV, 23. "Et erat pernoctans in oratione Dei."Luc., VI, 12. Et egressus' ibat secundum consuetudinem ,in, montemÜlívarum. Ibid., XXII, 39.

(6) Mare., XIV, 61; XV, 5;' etc.

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. teneret. otnnia! -.,- el Verbo, de n¡os baja del cielo y seinmola por nosotros en silencio.

«;

i Y qué digo! i si en el cielo· mismo el silencio tiene. su lugar de honor !-E~ verdad que el cielo es el cánti­co de la alabanza perenne; ¿pero esta alabanza necesi­tará ruido de palabras como en la, tierra? De todosmodos, S. Juan' en el Apocalipsis nos hace mención delsilencio: ((Factum est silentium in ccelo quasi mediahordJJ7 '--o Se hizo en el cielo un silencio comodeme~

\

dia hora. . .

y si nos fuera dado levantar un poco el velo queoculta la vida de Dios, aparecería ante nosotros, ya noel silencio de~einte siglos en la Eucaristía; sino un si­lencio eterno, donde todas las cosas se consuman y seabisman... ¿Qué palabras, qué conceptos podrán de­clarar esa vida' divina;" sin ,principio, sin var;iacióti, sintérmIno; esa vida divina envu1elta en un silencio eter­no? ... ,El Pa·dre h~bla el discurso más elocuente, eldiscueso que declara la perfección cumplida y la belle­za infinita de Dios; y ese discurso ni ha tenido prin­cipio ni tendrá fin: lo dice en el instante sin fin de laeternidad; y ese discurso,no' tiene sino una Palabra, yesa Palabra es .silencios-a: el Verbo de Dios es ((f/er­bumsilens -' J7erbo silencioso" ...8El Padre y elVerbo se aman, se aman eternam.ente,· infinitamente,con un amor' que es una explosión de ternura y un in­cendio de caridad; y ese amor 'que es el, Espíritu San;.to, lazo de unión y ,consumación suprema de la vid~

de Dios,· es también un amor silencioso ...

(7) Apoc., VIII, 1;

(8) Verbo silendoso, expresión de los Santos Padres.

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¿No es verdad, pues, que 'en 'el cielo y enJa tierra,en lascri~turas como en el Creador, el silencio es el ;sello de Dios y el ambiente de lo divino? '

¿Qué tendrá el silencio de arcano y misterioso ?Meditando, en los silencios de Jesús, paréceme' ver

en ellos 'como el símbolo, como la manifestación exte-rior de tres estados de su alma, y tal 'vez esto expliquealgo de lo divino que se oculta en el síleric,io.

El silencio en la vida de Cristo es la fórmulá' de' su'adoración" es la manifestación exterior de la'fortale'­

, ' za y de la serenidad de su 'alma, es la forma supremade su inmolación :qdoración} fortaleza}4~sacrificio}heaquí lo que significan los silen~ios de Jesús. "

r .

\,

9'<)

I.-8ILEN'CIO DE ADORACION

Con frecuencia perdemos de vista que Jesus vino ala tierra, ante todo y sobre todo, para glorificar a ~u

divino ;Padre; ,y si su gran misión fué 'la Redencióndd mundo, débese precisamente a quee,stas dos obras,la ,gloria de Dios y la salvación de las' almas, de' tal

, manera 'están vinculadas', que no puedelograrse una sinla otra. .

Ahora bien, la forma suprema de la gloria de Dioses la ADüRACrüN, la adoración que es el primerdeber de la criatura racional y de· la Creación entera, 'así como la forma extática del amor de los ángéles yde los bienaventurados. Por eso Jes'ús ,vino ante todoa ser, en el seno de la humanidad, en el centro de 'ia.Creación, el Crán A dorador del Padre ya-suscitarleilverdaderosadoradores} que lo adoren énespíritu yen verdad}}.9 , ,,' / ('.

Muchas y diversas formas revisti6 la adoración enlos años de la vida mortal de Cristo: ya una miradatiernísima, ya una palabra' inefable, \ya un milagro por-

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tentoso. Pero la forma fundamental de su adoración,la forma que la traducía, no como un acto pasajero, sinocomo un estado habitual que llenaba todos los instan­tes de su vida, no cabe duda que era el silencio. ',' unsilencio de aquiesc~ncia a la voluntad de Dios, un "fiat"perenne y ¡silencioso. •. un silencio de anonadamientoalite la majestad divina a la. cual,sin embargo, estabaunido hipostáticamente; un silenc,io de uni?n,. porqu~para hablar se necesitan por lo meno~ dos In~~rlo~úto­

res, y así que cuando la unión se realIza, el \sIlencIO se'hace,10 ¿Y dónde_se ha hecho más UNO el hombre yDios corno en Jesucristo'?

Tal es el sentido, la. significación profunda de esesilencio con que llenó Cristo los años de su vida mor':'tal, sobre todo, los 30 años de su vida oculta: es unsilencio de adoración.

** *

Del relato eva~gélico, a pesar de" su sobriedad, sedesprende que en medi? de sumisma~ida''apostólica,Jesús acostumbraba alejarse de la~ultltud y pasar lanoche en oración, solo, de preferenCIa en 10aIto de una.montaña.11

,

Revivamos la escena: Es de noche y todo duerme ycalla ... Jesús se aleja de sus~iscípulos'y sube. solo h~­cia la cumbre, y allí, entre el CIelO y la tIerra, en medIOde aquellos olivós seculares, bajo el cielo diffano deoriente, a la indecisa· luz de las estrellas, Jesus se pos-

(10) Cf."Los Secretos del Silencio". "La Cruz" T. XIII, p. 152. /(u) Math., XIV, 23 j - Luc., VI, 12 j- lb., XXII, 39, e,te.

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.tnl en tierra, o bien, abre los brazos en cruz y levanta'.Jos ojos al cielo .•. ¿y qué 'pasa entre tanto en lo í?­timo de su' Corazón, en el silencio de aquel Santuano.de la 'Divinidad? Jesús' adora. a su .Padre; lo, adora. ~nnombre de todá la creación, lo adora en representaclOnde toda la humanidad, lo adora haciendo suyas y dan-

. do valor a todas las adoraciones de los crisüanossobrela tierra hasta' el fin de los tiempos, a todas las ado­raciones del cielo que no tendrán fin. Y no nos pregun­temos cuál sería la fórmula de las adoraciones' de J e- .sús; jesús. adora en silenció: el .silencio e~ la supremafórmula de su ,adoración. Con razón el salmista can­taba: "Señorje/ silencio es tu alabrtnza -"- Silentium,laus tua".1'2 O bien "Mis labios enmudecen delantede Ti y mi silencio te habla... - Sileritíum... loqueturl"·

Paréceme que el silencio traduce la verdadera dis­posición ,que corresponde a la criatura ante la Majes­tad infinita de su Dios.: "Que toda carne caZl.e ante lapresencia del Señor -.'~ Si/eat omnis caro ánte fa.ciemDomini" .13 Pero" también el silencio es lo único quepuede expresar menos. inadecua?amente el am~r con­sumado, el. amor 'unitIvo: Mana calla a los pIes. dell\1aestro~; el disdpuloamado, mientras re'posa en sIlen­cio eh el seno de Jesús - ((et erat recumbens, in sinu1esu" ••. 14' '.

(12) Ps., 64, 1, según el texto hebreo..(13) Zac., .II, 13.(14) lo., XIII, 23·

93

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fJ

~(

II.-SILENCIO DE FORTALEZA. Y SERENIDAD

((In silentio... erit fortitudo tVestra."

El rasgo característicO de un alma perfecta, la señalde que ha llegado al perfecto dominio, a la plena· pose­sión de sí misma, lo que exteriormente nos' manifiesta a}un alma a,bsQlutamente órdenaday pacífica, es la se­renidad. Sin duda'algup.a, la sereni~ad es el último to­,que' que Dios da a sus 'obras maestras, los santos.

Pero mientras el alma es juguete de los' acontecimiert.:tos, víctima, de su~ impresiones, esclava de la multipliei­d~d de sus deseos y de sus afectos, mientras' no se hallaestablecida y consolidada en la paz, en una paz que estépor enCima,de todas l~s vicisitudes humanas, es decir,mientras no sea, un alma serena, no habrá llegado a, laperfeeción. ' , , '

Es indudable, porconsiguiertte, que para llegar a laserenidad 'se necesita una fortaleza :nada' común,unaenergía sobrehumana" una plenitud de vida~ ¿Y dóndeencontraremos esp' fortaleza y energía ? ¿dónde est~rá

el: secreto de la serenidad?

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Hay una' 'palabra en la Sagrada Escritura ,que pare..ce-darnos la clave del misterio: "In silentio et spe eritlortitudo vestra". En el silencio y en lae.speranza·es tá vuestra fortaleza" .1 El silencio y la esperanza sonlas fuerz<:ls que establecen a un ·alma en la sereniaad,son las energías que mantienen a un alma serena. Elsilencio recoge y pone á nuestra disposición todás nues­tras fuerzas humanas; la. esperanza, haciendo que nosapóyemos en Dios, que contiemos en El, pone a nueS7" )tro servicio las fuerzas· divinas. Además, así como eltimonel, teniendo .. en sus manos el timón, domina atodo navío y puede controlar perfectamente todos susmovimientos, así el hombre que ha disciplinado su len- - ,gua, .ha negado, por el mismo hecho, 31 dominio, a laposesión per.fecta de sí mismo. Así nos 10 enseña elEspíritu Santo: "Si quis in. verbo non oftendit) hicperfectus est virj potest etiam freno circumducere to­tum corpus. - E~ que de tal roan·era. ha dominado" sulengua que con sus p~labras no comete falta alguna,ése es un varón .perfecto; y dominando su lengua, do­meña y gobierna todo su' ser".2

** *

Esta nueva lección nos da Jesús con su silencio.En la lucha contra sus enemigos, lucha que por par­

te de' ellos fué tan hipócrita, tan artera, tan vil; en eltriunfo de sus contrarios, cuando Jesús se ve humillado

(1) Isa., XXX, 15., (2) Jac., III, 2;

y ellos .triunfantes, cuando .se ve· acusado ;calumniosa­mente y condenado por lasque debían declarar' su ino­eencia, Jesús, ante' "la justicia que se vuelve injusta",no's da ejemplo de un silencio de fortaleza· y de sereni-dad. -

En su lugar y puestos en sus circunstancias, ¡cuán­to hubiéramos dicho, cuánto hubiéramos hablado i Sino ,somos' capaces de soportar una acusación justa sinproclamar muy alto nuestra inocencia -contra la cualnosotros mismos podríamos deponer-', ¿cómo hemosde tener la fortaleza necesaria para callar ante una acu..sadóncaluD1niosa, .ante' un reproche injusto, ante una

. censura mal fundada? .No así Jesús: no hábla, sino para cumplir sumi­

sión: enseñar la verdad, impulsar al bien, reprender elmal. Y entonces ¡g~é serenidad eh sus palabras, quémajestad en su semblante, qué dominio de. sí mismoen todos sus actos ! Fuera de esto, Jesús calla: ni unapalabra injuriosa, ni una protesta vana, ili un desahogoinútil. Ahí están las páginas del Evangelio. para dartestimonio de esta' verdad. No busca su propia gloria,sino la de su. Padre; 3 no se defiende a sí mismo, sinodefiende' los dérechos de la verdad de la ,cual ha ve­nido a dar testimonio; 4 Y aun en los momentos más

. álgidos de la lucha C9n sus enemigos, encontramossiempre en sus' palabras "la humildad y la dulzura queninguna ofensa personal, ni aun el ul~raje más villlegó nunca a desmentir; un tono tranquilo y sereno quenunca vuelve injuri~ por injuria; la justá severidad del

;¡¡ (3) lo., VIII, 50.(4) lb., XVIII, 37·

97Confiemos. - 7

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juez en armonía con el'-a:mor que instruye y qué per­suade, la plenitud de sabiduría que en'toda ocasi9ndescubre los secretos de los corazones ,rdeclara la ver­dad con poder penetrante; en fin, la majestad de supersona que se afirma en todos sus' actos y palabras?'.

*"* *

Seamos fuert~s. Sta. Teresa habla con frecuencia desu "ánimo varonil, harto más que de unamujer"j5 enlaspersecusiones, "andaba ~u alma· tan se~ora que pa­recía estaba en su reino y que lo traía todo debajo delos pies",6 Y recomienda a sus religiosas que se conduz­can "como varones esforzados y no como mujerci­llas".7 Ahora bien, para adquirir esta: fuerza; paraHconservar todas nuestras energías para el Señor, -es­cribe una ilustre hija de. Sta. Teresa, Sor Isabel q~ laTrinidad-.-, es necesario hacer la unidad en todo nues­.tro ser por el silencio inte.rior, es necesario re'c¿ger tq-das nuestras' energías para ocuparlas en el solo ejerci-'do del amor, es preciso tener ((el ojo sencillo". que per­mita a la luz de Dios iluminarnos".8

Si queremos . ser fuertes, aprendamos a callar. Elsilencio, remiiendo nuestras fuerzas dispersas, cori'éen­trando en;,., nuestro interior todas nuestras energías,'nos enseñará la difícil ciencia del dominio propio,. elarte deP9seer plenamente nuestras almas en. la pacien-,

(5) Vida, C., II, VIII.(6) lb., c. XXXI.(7) Cartas, 30 de mayo de 1582.

. (8) Souvenirs, p. 269.

cia; 9 Y nO ,serán entonces nuestras palabras el desaho­'gode una p'asión exaltada~ sino la expresión de la ver­dad y de la justicia y la señal cierra de que nuestra al­ma ha logradó establecers~ en la serenidad y en la paz:((1rí pace fixus". . I ,

Por eso ha dicho con razón un poeta: .

((Seul le silence est 'grand, 'tout le'resteest faiblessel

Todo es debilidad y la única grandeza en ;l silencioestá.'. . " 1.0

'Ji:

* *

"Oh Dios mío, enséñarrie el secreto de una, paz es­table y sólida; enséñame a ordenar armoniosamentemi vida interior, de manera que asegure ~l predominiode la voluntad y de la razón sobre todos mis sentimien­tos, sobre todas mis iinpresiones, sobre todos mis actos,y enséñame, sobre todo, a someter mi voluntad a latuya. ,, , Ensé?ame .atijar~e en Ti, lejos de' la agitación yde la dIscordIa mtenores:!n pac'{ fixus! 1.1. '

En la justa "Crítica como ep el reproche severo y ás­pero enséñame a permanecer unido a Ti enraizado' en

. '. ,(9) In patientia v~~tra possidebitis animas vestras.

Luc., XXI,. 19. . -( 10) A. de Vigny.(II) Fórmulas tomadas de las preces que el Abad recita sobre el

nuevo profeso;. son del siglo XIII por lo menos y están to'madasdel rito mozárabe.

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/'

/

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la caridad, de manera que conserve una inmovilidadtranquila y humilde: . In increpatione immobilis.

En los sufrimientos del cuerpo y en los (sinsaboresdel alma, enséñame a decir piadosamente el "Amén"libertador: In passione piisimus. \

En las tentaciones que turban y envilecen, cQp.<;é­deme poseer fuertemente mi alma. en Ti: In tentatio-nibus fortis.' , ,

En las contradicciones, en los procedimientos malé­volos, en las palabras agrias e injuriosas, concédemeque guarde la paciet.:lcia y la serenidad : In injuriis pa-tiens.

'Despójame, Señot, de mis impresiones confusas, con-tradictorias, tumultuosas; que ya no me turbe el ruidode los acontecimientos exteriores y que' viva como muer­to al mundo: Mundo huicmortuus~

Concédeme que no tema las dificultades, las contra­dicciones, las luchas, que no me queje, que no murmu­re; y que a toda pena, a todo fastidio mezcle ,un pocode tu amor: ¡Von timere adversa.

Que no me exaspere ante ,la violencia'" y la brusque­dad de los hombres, y soporte con ecuanimidad el rnálhuÍnor y la cólera' : Injurias non inferre, 'sed illatascequanimiter tolerare" ~12 .

Que en el silencio yen la esperanza adquiera esa for­taleza, ese temple de alma que me fije inconmovible­mente en la paz: In pace fixusI

( 12) Van Houtrive, La vie dans la paix, premiere série, p. 286 sq.

lOOr

J

ID.-SILENCIO DE' INMOLACION

El .silencio en la vida .d~ Cristo no solamente es la.fórmula de su adoración y la manifestación exteriorde l~ fortalez,a ~ de la sere~idad de su. alma -e0mo yalo VImos en capItulas antenores-/3 SIno que eso, sobretodo, la forma suprema de su inmolación.

El amor tiende siempre a hacernos salir fuera de nos­otros mism~s:.el amores de suyo extático; así como

, el ave q~·e, smtIendo que tiene alas, no' se arrastra por elsuelo, smo. que naturalmente tiende a batir sus alas y aelevars~. Por eso toda alma ,amante, sensible, apasio­nada! tI.ende naturalmente a ¡ ex:playarse, busca comopor Illst~nto ?n corazón que lo comprenda; y entoncesl~s confI~enClas no solamente son Qua prueba de con­fIanza, SIlla una 'verdadera necesida& del amor. Y'es~a ~ecesi.dad crece en las grandes emociones y muye~pe~Ialme?te. en el dolor. ¿Quién en las horas de su­~nmle.nto Intano no ha experimentado la necesidad.Impenosa de encontrar un corazón· amigo donde des-ahogarse? .,

(13) Págs. 99 y ro3.4F

ror

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1°3

*'.* 'X<

,P ero ~n' su v~da eucarística es donde Jesús, de unamanera Incomparable, nos da el ~jemplo de estesilen-cio de( inmolación. '

Durante su vida mortal muchas cosas hizo', el Maes­tro diyino: evange~iza:ba'la, paz, evangelizaba el bien;'curaba dolencias. y consolaba tristezas; ,pasaha las no­ches en oración. Pero en' su vida eucarística no hacemuchas cosas, ni predica ni hace milagros, sólo haceuna sola: se sacrifica. .. y la única forma que parecerevestir su inmolación es un silencio secúlar de veintesiglos .... Cuando ias sombras de la noche envuelven'atoda la creación e invaden hasta el Santu~tio d'ondevive Jesús, cuando t'odo '_ duerm~ Y todo calla, ¿no noshemos acercado alguna vez a un sagrario ,entre ¡la 08­

curid~d de una Iglesia desierta, sin más testigo que la'luz dIscreta de una lámpara? Lo que más irripresion~

entonces es quizá el silencio de Jesús: j hace ,veinte si- ('glos Que sufre Y ·calla!. . . '

Bien pued~ venir la ingratitud de los suyos a des-trozar su Corazón, bien puede hacerse el vacío en tor:-

(14) "Porque me han odiado gtatuit~mente" lo. XVz5·( ) "M' J' l' , , ,15. as e!lUS ca laba ..• " Marc.,. XIV, 6r-XV, 5.

. honda tristeza~... 14 Y sin embargo Jesús calla· y. 01-'d' d ."VI· an ose de sus propios dolores, sóló piensa en con-

s?,larlos ajenos. Ya hemos visto el ,silencio de su pa­S1On, _. ¡Ue autem taceba{ . .. /5 yel silencio de su ago­nía comentado. por siete gritos, verdaderos gemidos,del ·alma. Es el silencio de su inn10lación ...

102

N adie como Cristo ha tenido un corazórt tan amantey delicado, tan sensible y amoroso; nadie como El hasufrido; por eso nadie como El ha· sentido la necesidadtorturante de desahogar' su pena en un. corazón ami­go. Sin embargo, por nuestro amor, para nuestro ejem­plo y qmsuelo, Jesús, cuyo s,!-crificio tomó todas 'lasformas, quiso que también revistiera ésta,. y cubrió susdolores con el manto pudoroso del silencio ...

¿,Se quejaría Jesús en ~us, confidencias de N¡aza­reth y de Bethania? ¿derramaría la amargura des­bordante de su Corazón divino en el corazón de suMadre amantísima y de su a~iga predilecta? Yanalo sé; sólo sé que hojeando el Evangelio no· puedpmenos que descubrir en Jesús un olvido admirable ·desí mismo y de sus propios dolores; si alguna vez sequeja, es que la revelación de sus dolores -si bien dis- ,

'creta Y.. velada -,- era necesaria para nuestra enseñan- 'za, .p3:ra que no nos escandalizáramos de nuestras pro­pias debilidades Ymiserias, para que en sus dólares en­contraran los nuestros consuelo Y aliento divino. J e­sús, hasta cuando se queja, :predica; hasta cuando selamenta, enseña. Fuera de esto, una sola queja quesólo signifique desahogo no la encontramos en su vida.

y j cuántos dolareis ocultos, desconocidos, inconsola­dos llevó Cristo en el fondo de su Corazón tan' sen-·sible Y delicado'! Debe haber sufrido como nadie lanostalgia del cielo, la nostalgia del Seno del Padre .. '.Deb~ haber resentido como nadi~ la incomprensión desus alPigos,la tosquedad de los hombres, suegóísmo,su ingratitud, la malevolencia de sus en~migos, - qua­niam odio haberunt me gratis, decía con un,' dejo de

!C¡;

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no de sus sagrarios desiertos y abandonados, bien pue­de la mano sacrílega llegar hasta posarse sobre la al-bura de la hostia inmaculada. . . '

i Jesús sufre y calla!... i la Pasión Eucarística notiene quejas! ...

«<' *

i Sufrir y callar! . .. i qué programa más ideal paraun alma verdaderamente generosa y. de temple! ,

Sufrir y sacrificarse es sin duda hermoso; pero su­frir y callar y enyolver nuestras penas en el velo pu­doroso del silencio y guardar sólo para Jesús la virgi­nidad de nuestros dolores, es algo tan elevado, tan su­blime que el hombre' hum~nam~nte no puede alcanza~­lo, y fué necesario que el Hombre-Dios viniera a dar­nos el ejemplo.y alcanz'arnos la gracia de imitarlo.

Cuando un alma sufren en silencio puede atesorargrandes riquezas, elevándose por tres grados, recorrien~

do ,tres etapas:,Sufrir y callar con los hombres. -Nosolameilte abs­

tenernos de publicar por todas- partes y difundir a todos'los vientos nuestras penas, lo que revela un alma egoís­ta y llena de sí misma, o demasiado ligera y vulgar;sino sacrificar hasta 'esos desahogos legítimos, permi­tidos y hasta bendecidos por Dios, yeso no porque elalma se reconcentre en sí misma, despechada o €lecep­cionada, sino porque el mejor uso que podernos hacer,aun de las cosas más lícitas ybuenas, es sacrificarlas ~ .. 1~

(r6) No nos referimos a las confidencias que un alma debe hacera su director o" a sus superiores a fin de tener luz y 'para evitar

r04

Sufrir y callar con nosotTosmismos. Lograrnos a las,veces callar con los hombres; pero entonces, en compen­sación, hablamos demasiado con nosotros mismos denuestros propios dolores, y el consuelo y, la cowpa­sión qué no 'buscamos fuera los venimos a_buscar den­tro. En las horas de soledad, a lo largo de las hachesde insomnio, repasarnos, con cierto refinamiento, nues-

,'úas penas - decepciones, palabr'as que lastiman, ingra-,titudesque hieren, miserias que, humillan; - la imagi­naóón las agranda, la susceptibilidad las resiente, y'nace entonces' por nosotros mismos una compasión exa- 'gerada y egoísta. 'i Qué necesario es sufrir c~m sencillez,pensando que es tan natural, que suframos, creyendosiempre que' nuestras penas son tan insigJ;lificantes queno merecen ni que nosotros ni que los demás 'las tomen,en.cuenta! 1Qué necesario es sufrir olvidándonos, ca­llando con nosotros mismos!

SufTir y callar con Dios. . . Ya decíamos cuánta nece­sidad de expansión tiene un alma que sufre; y cuando'sufre"ycalla 'con los hombres, cuando sufre y calla con­sigo ,misma,· ¿qué cosa más justa y legítima que venira derramar su corazón al pie de un sagrario amado, sa­biendo qu¿ si con frecuencia somos importunos para loshombres nunca lo somos para' Dios, y que si los hom­bres muchas veües no prestan atención ni dan importan­ci:a a nuestras penas, o ':porque no las comprenden o por­qué se hayan d~masiado.preocupadas con ,las suyas pro-

'pias, no así Jesús, ¡que El siempre nos espera con los

engaños; sino, solamente a las que se hacen sólo para buscar con­suelo, que aunque legítimas, puede Nuestro Señor pedir a ciertasalmas de temple que las sacrifiquen.

ros

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/1 ...

brazos abiertos, y nos comprende, y hac~ suyósnues­tras dolores ... !

j Y callar también con El ... ! Ocupar nuestras entre­vistas con Jesús en algo más elevado, y olvid,ándonosde nosotros mismos, ocuparnos' de SQS intereses, de sugloria, adorándolo, consolándolo ... -j Qué importa -queyo sufra - le dice entonces el alma a su Amado ­qué importa que yo sufra, si Tú, eres feliz-'Tu dichaes· mi'dicha y yo soy feliz sabiendo que TlÍ 'lo eres ...~ trayés de mis lágrimas te sonrío, y en lugar de que-oJarme te alabo, y más que a pedirte consueloveng6 aofrecerte la pobreza de los míos : . . .'

l'No es esto lo más s\lblime del silencio y lo suprémo-de la inmolación?.'. .

*»>: »>:

"_Así como la flor exhala callad~mente su perfume has-

ta marchitarse y dejar caer,sus pétalos ajados; así ~o­

mo el incienso se quema silenciosamente y sube sin ruido .perfumando el ambiente,; así como los cirios d~l ªlta:"se consumen en silencio ante la Hdstia inmaculada' así.' ,como la natun¡.leza toda: -' en la soledad de los cam;'~os'r. en la i.nmensidad de los mares,~" en lo~, espaciosSIn nn del fIrmamento - elevá. a Dios un himno ca~

nado y silencioso; 'que así nuestras alma~'se saérifi­q.uen en silencio como· flor que se marchita, como in­CIenso que se qQema, como cirio que se consume, y seael silencio .la forma suprema de ,nuestro sacrificio y ladelicada ~ragancia de nuestra inmolación! ...

106

I

r$

LA' PASIONDEL, CORAZON DE JESUSy EL' CORAZON DE LA- PASIQN

En Cristo Nuestro Seao; podemos distinguir como·dos Pasiones: la exterior y. la interior, la de su Cuer­po sacra~ísimo y la d~ su Corazón Divino. Entende~.mas la primera fácilme,iJite'ya que, por decirlo así, senos entra por los ojos y podemos leerla \(!'escrita en elCrucifijo' desgarrado y sartgrarlte; pero la otra,in­comparablemente más dolorosa y p~ofunda, es tam­bién por lo mismo más desconocida y .arcana. Pudié-

· ramos decir que esta Pasión de su Corazón es, al mis-· mo tiempo,. como el corazón de la' Pasión, es decir, lo, central, lo íntimo, lo más doloroso, lo más hondo de

la Pasión de Cristo. Es, pues, .según la feliz expresiónde Mons. Gay, la Pasión del Corazón y el corazón dela Piisión.1 ..

.La devoción a la. Pasión exterior ha sido desde un¡principio muy conocida y propagada. La numerosa ysecular familia' franciscana 'tiene esta devoción entre

· los elementos de su .espíritu. M~s tarde, deseando

(i) Entretíens sur les mysteres du SaintRosaire~ T. J, p. 329

1°7

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Nuestro Señor aumentarla, suscitó a S. Pablo de la'Cruz que con sus beneméritos Pasionistas la ha pro­pagado por todas partes.

Pero era necesario dar un paso más. Así como. larevelación, sustancialmente invariable, a ido sin em­bargo progresando en la sucesión ·de los siglos, enri=-:queCiéndose y aclarándose con las definiciones. de laIglesia; así también la devoción que' de ella nace, sus­tancialmente la misma, ha ido desarrollándose en eltranscurso de los tiempos, como puede verse precisa..mente en la· devoción. a la Pasión.de Cristo N uest'roSeñor. Con las revelaciones a ~anta. Margarita Maríaentró en una· nueva etapa. Cuando Jesús le mostró suCorazón herido, no pretendía otra cosa sino hacer com"prender al mundo que ,si haqia sufrido mucho en suCuerpo., m,~, "incomparablem'~nte más había sufridoen su Coraion. . . .

4a causa de todo sufrimiento noble sobre la tierraes siempre el amor; y.por eso Jesús dijo ~n aquellacélebre aparición: "¡ He aquí el Corazón que tánto haamado a'los hombres, no recibiendo en cambio de ellossino ingratitudes y desprecios!" He aquí ;u a'mor y.sudolor; he ahí revelado al mundo el secretó de sus do­lores íntimos. Porque amá, sufre;' sufre por la ingra­titud de los hombres; sufre, sobre todo, por la ingra­titudde los que más debieran amarlo.

Pero aun esta devoción. al Sagrado Corazón de Je:..sús, qu~ tanto se ha extendido por el mundo, tiene co-mo dos etapas; en su evolución va cada vez aclarándo- <}

se más. La primera idea, el primer deber que desper-. taran las revelaciones de Paray-le-Monial, fue la re-

r08

l •

\paraC/1,on .. Era un Dios ultr"ajadb, ofendido; por co~­

siguiente, debía el hombre, como un deber de la masestricta justicia, reparar esos u~traies y ofensas. Tal,

. fué el primer aspecto de la devoción al Sagrado Co­razón: fué una devoción reparadora.

. ¡Hermoso fúé' el espectácülo q,:e ofreció ent?nce.s. el mundo como respuesta a las' quejas del Corazon, dl­

vino! Multitud de almas se ofrecieron como'1Jíctimas,reparadoras gara satisfacer los derechos de la justiciadivina ultrajados. ¿No nacieron así múltiples Con?;e-gaciones religiosas cuyo fin principal es la reparac~on,

como por ej'emplo, el Instituto de María Reparadora,como las Religiosas Víctimas' del Corazón de Jesús?

y esta etapa de la devoción al Sagrado Corazón, tu­vo todo su apogeo, toda' su plenitud y su sanción mássólemne con la 'Encíclica de S. S. Pío XI, )uMiserentis­simus Redemptor", en laque la idea central es la re­pa-ración, como lo es también del nuevo Oficio y Misadel Sagrado Corazón de Jesús}

!

() En esta misma Encíclica no sólo se proclama el deber de la2 b" f' 1 'd d d 1 1reparación sino que tam len se a lrma a necesl a e canso ar a

Corazón Sagrado;' más aún, S. S. explica magistralmente cómo po­demos efectivamente consolar a Nuestro Señor, pues si nuestros peca­dos futuros fueron causa de su tristeza moral, nuestros, consuelos,futuros también, fueron parte a consolarlo, porque unos y. otrosfueron previstos y para Cristo eran como. presentes. Y así {{a e~te

Corazón Sagrado a quien no cesan de herzr los pecados de los. tn­gratosj podemos a~ora y debemos consolarlo, de' una manera mtste­1"IOSa, pero real... '

r09

'.

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\ I I 1

lices las almas a quienes Jesús escoge para que sean suconsuelo! .

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:1[; :1[;

(4) De esta manera expt::rimental, N. s. dló á cbnocer á SantaMargarita María los ,dolores internos . de su Corazón divino. "Todaslas noches del jueves <11 viernes, te haré participar de aquella mortaltristeza que tuve a bien sentir en el j:irdín de los Olivos; esta tris­teza te reducirá, sin que tú "puedas comprenderlo, a una especie. deagonía más difícil de soportar que la muerte. (Ibídem).

Otro tanto podrí~mos comprobar en algunas almas privilegiadas,como Santa Gemma Galgani y quizá, en nuestros días, TeresaNewmann. .

De dos -maneras podemos consolar al que sufre: suprimiendo la, causa de sus penas - y este· modo' es. más

,propio ,de Dios que tiene a su servicio' la omnipoten­cia--, o compartiendo esas penas, /compadeciéndolas)que es un modo -más propio de la' impotencia humana.

Pero en uno y en otro caso nece,sitamos primeramen- •te conocer esos sufrimientos; ignorándolos, ¿cómo po­dríamos compadecerlos o aJiviarlos?

,Ahora bien, de dos modos podemos también cono­cer esos dolores íntimos del Corazón de Jesús;' ambos,son sobrenaturales, pues no tratamos de un conoci­miento' 'puramente científico:. uno es por la fe ordina­ria, ilustrada por la lectura del Santo Evangelio y desus comentadores, profundizada por .lasreflexionespersonales, esclarecida por las ilustraciones que Nues­tro Señor suele comunicar en la oración; el otr:o esun conocimiento que' pudiéramos 'llamar experimentaly que' se tiene cuando Nuestro Señor hace sentir al al-

. roa como un reflejo de sus propios. dolores; cuandole participa como una gota del océano de amargura quellevó en su Corazón.4

(3) En las revelaciones de. Sant~, Margarit'a Marí-a s~ encuent~nya estos dos caracteres de la devoclOn al Sagrado Corazon de Jesus. ,Cuando N. S. le pidió .que lo acompañara durante una' h;>ra.la nochede los jueves a los ,viernes,.le ind~c~ que era?' do.s l~s fI~esde estaHora Santa: I~ aplacar la colera dIvIlla y pedIr illlser~cordIa para lospecadores; y 2 9 suavizar la amargura de su. Corazon abandonado.Vie et Oeuvres: 3e.• édition par Mgr. Gauthey, T. lI, J, 71. .

110

Pero poco' a poco se ha ido acentuando una nuevaetapa, más elevada y más. íntima, que entraña no undeber de justicia) sino. un deber de caridad· exquisita.Si Jesús es ultrajad<?, si su Corazón está herido, la justi~

cia divina, la majestad, la santidad de Dios exige. re­paración. Pero, si su Corazón' está heri,do precisamen-. .te porque ama, ¿no es lo más 'necesario que haya aL- ,mas que lo consuelen?' '

Después de la reparación debe venir el consuelo)después de las almas reparadoras, las -almas consola­

. do/ras; y esta es la segunda etapa de la devoción al Sa­grado Corazón de 1esús.3

,El deber de la reparación se extiende a todas lasalmas; porque, si todos hemos pecado, todos debemos,a lo meno~ en cierto grado, reparar nues~ras propias,faltas, y aun las de los demás, a' causa de la solidari­dad qu~ debe haber entre todos 'los ·cristianos. :pero es-,ta otr,!- misión, la de consolar, supone cierta intimidad~

Si una pers~na de elevada.dignidad es ofendida, porejemplo, por todo un pueblo, todo e.1 pueblo está obli­gado, de una manera o de otra, a reparar esa, ofensa.Pero si al mismo tiempo su corazón se siente. herido .ynecesita consuelo, no lo buscará en todos, sino en losmás allegados, en los íntimos, en los más amados. ¡F e-

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Confiemos. - 8

Sea de ello lo que fuere, toda alma noble y delicadadesea hacer lo que esté de su parte para consol~r aNuestro Señor, y ya que ese conocimiento experimentalno está en su mano alcanzarlo, como don gratuito quees de Dios, por lo menos debe aplicarse a adquirir elque sí está en su poder.

Para ayudar a consegUir este objeto se han escrito'estas sencillas reflexiones. ¡Ojalá que fecundadas porla gracia, hagan brotar en alguna alma de buena vo­luntad·un sentimiento siquiera de compasión que con-

113

N osotros mismos' no podernos' dar una prueba demayor intimidad. Cuando querernos comunicar nues­tras alegrías secretas sin duda que buscarnos un corazónamigo; pero cuando deseamos confiar nuestros dalo-

, res, sobre todo ,los más secretos, 1'os más personales,buscarnos al amigo de mayor confianza;, y cuando he­mos hecho' semejante confidencia, hemos revelado elúltimo secreto, hemos dado lp. prueba suprema\' deamistad.

Así Jesús; cua~do a un alma le ha hecho sentir al­.go de sus propios dolores, puede décirle con verdad:I'Ya no te llamaré sierva, sino amiga, porque te he re­velado el fondo 'mismo de ·mi Corazón ... " i Bien­aventurada el alma a quien Jesús encuentra tan olvida­da de ,sí misma, tan generosa en el sacrificio, tan de­licada en el amor, que la convierte en el Cireneo de suCorazón: esa alma ,será verdaderamente el "'Consuelode Jesús!

Un 'ejemplo nos hará ver mejor la dHerencia quehay entre estos dos acontecimientos., Una persona quetiene la dicha de vivir alIado de su madre,' sabe queuna amiga suya acaba de perderla. El dolor de aque­lla pérdida, la ,desgracia de la orfandad, la soledaddel hogar vacío, puede sin duda alguna comprenderlaaquella persona. poniéndose en el lugar de su amiga.Pero un día llega a tener la desgracia de perder a supropia madre. ¡Que diferencia ahoral Ya no conoceese dolor' por reflexiones y comparaciones, 'no; lo co­noce porque lo está sintiendo, lo sabe sin ningún discur­so" de una maqera íntima" experimentalmente.

Lo mismo pasa con los dolores internos del Cora­zón de Cristo: los podernos conocer, com9 decía, porreflexiones y consideraciones, ponderándolos; int-erro­gando nuestro prOpio coraión, pe-nsando lo que sufri­ríamos puestos en las mismas\,Circunstancias en que .sevió Cristo. Pero este conocimi~nto por precioso quesea y aunque engendrado por la gracia al calor de)aoración, es una pálida imagen de la realidad. '

Más si el alma es generosa, si en lo que está de, suparte procura prepararse haciendo grandes progresosen el carnina del sacrificio, quizá llegue un día en queJesús de una manera misteriosa la haga beber" de' supropio' cáliz. .. ,

Así corno Nuestro Señor no puede hacernos mayorgracia' en la eternidád que participarnos de su gozoinfinito; así no puede darnos ~mayor. prueba' .de con­fianza que comunicarnos algo: del dolor inmenso quellevó en su Corazón sagrado.

.,

112

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. l.-LA AGONIA DE GETHSElVIANI

Gethsemaní es quizá donde claramente se revela eldolor de su Corazón. En la Eucaristía todo .se envUel~e

en silencio y obscuridad; y hasta la Humanidad mismase vela b::;tjo·las humildes apariencias de una, hostia pe..queña y frágil; en el Calvario, lo que más llama la at~n"ción son sus sufrimientos exteriores, su Cuerpo desga­rrado;· sus manos traspasadas, su cabeza coronada deespinas. Pero aquí en Gethsemaní, no.aparece másque la agonía de su Corazón. Por eso es el lugar porexcelencia para considerar lo que sufre el Corazón deCristo y el lugar preferido para las almas que tienen .la santa ambición de consolarlo.

Recordemqs los hechos brevemente.Terminado el banquete pascual que Jesús habíá cele­

hrado con sus apóstoles e instituídala Sagrada Euca- ­ristía, se levantaron' de la mesa, cantaron el ((H allel"}el ·himno de. acción de gracias, según la costumbre delos judíos, y/ salieron.

Era'ya muy entrada la noche~(5) Véase: "La Eucaristía" del mismo autor.

114

súele al Corazón de Cristo, hoy como nunca ultrajadode propios y extraños!

El mismo nos ha:· dejado entrever, en tres ocasiones,lo que sufrió su Corazón: .cuando agonizó en· Gethse­maní, cuando expiró en la Cruz yen esa vida de oeul-·to sacrificio, de inmolación. perpetua que lleva en laEucaristía. De ahí tres series de consideraciones: elCorazón de Cristo en Gethsémaní - el Corazón de'

. Cristo en el Calvario -·EI Cprazón' de Cristo en la Eu­caristia.

O bien las tres agonías de su Corazón: la agonía delHuerto; - la agonía de la Cruz·- y esa otra agoníaque dura siglos, la agonía del Sagrario.

Trataremos ahora de la primera y segunda serie,pues ya hablamos de ~a tercera en otra p,arte.5

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Atravesaron las calles estrechas y tortuosas de laciudad, mientras se oían tal vez, aquí y allá, las últi­mas notas del mismo canto· al terminar el banquetepas­cual, y descendieron por la pendiente abrupta del Ofe!.Franqueando el cauce del torrente Cedrón, entoncescasi seco, empezaro'n a subir la vertiente del monte delos Olivos y pronto llegaron a GethsemanL Jesús de­jó a'la entrada a ocho de sus discípulos y acompañado'solamente de los tres más íntimos, Pedro, Santiago yJUCJ,n, penetró en el lugar de su agonía. b

Ya no camina J esúscomo antes, lleno de· majestad,serena y de tranquila paz ;su andar ahora es lento ysu paso vacilante. Todo cambia desde ese momento.Una palidez mortal invade su rostro; deja caer su ca~

beza agobiada. De pronto se vuelve a los tres predi­lectos y les dice abatido: ((Mi alma está triste hasta,lamuerte . .. Esperadme aquí y velad conmigo". Se ade- 'lanta entonces algunos pasos y postrándose con el ros­tro en tierra empiezá a clamar: "¡Padre mío, si es po­sible, pd~ede mí este cáliz . .. ! Pero, ¡no se' haga mi

'voluntad, sino la tuya!"Dos veces' interrumpe su oración para buscar con­

suelo en sus apóstoles, y los encuentra dormidos ... Latercera vez, son sus enemigos los que se acercan; se,entrega a ellos y comienza entonces su Pa~ión .exte­nor ...

No es nec~sario hacer conjeturas para saber 10 queCristo Nuestro Señor sufrió' en aquellas tres horas deagonía; el Evangelio nos dice :"Et ccépit pavere, et

116

1 ' . ,~ , ,-~:

tcedere. ,. et mceStus esse~ -'- y empezó Jesús a te­ner tristeza,miedo y hastío ... " 6

No es la prin::J.era yezen su vida que estuviera tris­te el Señor; en dos ocasiones, por 10' menos, su tristezahabía llegado hasta las lágrimas. Pero ahora no es unatristeza normal, sino tina tristez~ de muerte, que porS'í sola hubiera bastado para hacerlo morir. Además,en otras 'circunstancias, Jesús templaba su tristeza conla serenidad en que siempre ' vivía; pero aq\lí permi~e

q~e como un torrente contenido se desborde,' queinva­da todo su ser y lo sacuda con angustias mortales.

Para mejor comprender esta tristeza, démonoscuenta de las, causas que la producían. i Erantántas!El endurecimiento de los judíos: i había 'hecho tántosesfuerzos para convertirlos! Y después de todo era elpueblo escogido de Dios, era ,s.u propia raza, era supatria; Ysu ciencia divina le hacía ver que no sólo susesfuerzos, sino los de sus discípulos, en la sucesión delos siglos, se estrellaríán ante el endurecimiento, de es­te pueblo, el más reacio a la conversión,' el más ene-migo quizá del nombre de Jesucristo. " , '

i Cómó 'no había de estar triste, si sabía perfecta­mente' que en aquellos momentos lo traicionaba Judas,que dentro .de, poco Pedro renegaría de ,El Y que enlas circunstancias en· que m:ás necesit'abade los suyostodos lo abandonarían!

Sentía la tristeza de la soledad. Realmente estabasolo:¿ no estaban dormido's lbs apóstoles? i Solo enlos momentos en. qu~ sufría más! i Oh, si hubiera es""

(6) Math., XXVI, 37..~ Marc., XIV, 33.

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,II9

Cristo? .. y Ello veía como nadie y,ese desencant9íntimo ¿cómo no había de producirle una tristeza, in­finita?

La tristeza es una 'pasión que nace del mal' que ya, nos aflige sin remedio. Si todavía está por venir, des­

pierta en nosotros el temor; pero si ya lo tenemos so­bre nosotros,y no nos. podemos libra-r de él, entoncesproduce lá tristeza. ¡Jesús, que tenía todo" presenteante sus ojos por la ciencia divina, veía ya, palpa­ba ya la inutilidad de su sangre ;de tal manera quesaboreaba ya en a-quellosmomentos toda la amar­gura del desamor, de la' ingratitud,. de-la incredulidad,dd desprecio y hasta del odio de los hombres, despuésde haber sufrido tánto por ellos!¿ Qué no sabemosque hay hombres que odian a Nuestro Se~or con u~odio verdaderamente satánico, pues no puede explicar­se sino por una inspiración de Satanás? Se odia ~' al-

,guien que conocemos y que nos ha hecho -algún mal;pero a un ser desconocido, .que murió hace veinte si-:­glos, quena' nos ha hecho lnal > alguno, ¿cómo es posi­ble odiarlo, sino por un espíritu satánico?

Sufría el Señor para salvar a los hombres, i y veíacondenarse a tántos! Sufría para conquistar su amor,¡y los hombres lo verían con indiferencia, se olvidaríande El, llegarían algunos hasta odiarlo ! ,¿ Para qué en-tonces sufrir, qUtl? utilitasin sanguine meo? .' ..

Paréceme que cuando Cristo agonizaba en Gethse~'

maní, el demonio, su enemigo irreconcili;;¡.ble, debe ha­berle murmurado al oído, con diabólico sarcasmo: i Su­fre, sí, por aquella alma ... ! Mira, ¿cuándo pensárá si­quiera en tus sufrimientos?' ¿cuándo se acordará de

118

,tado allí su Santísima Madre, 'cómo húbier~ 'agoniza~do con El, cómo lo hubiera consolado siquiera compar~

tiendo su pena y acompañándolo! ¡Se comprenciía:r:t,tan bien esos dos' corazones! Pero Jesús quiso negarseese alivio y aceptó el desconsuelo de no tenerla a -sulado en aquellas horas de agonía. En el Calv.ario la tu­vo al pie de la Cruz; aquí agoniza solo ...

Por otra parte veía claramente la inutilidad, paramuchas almas, de su sacrificio. Aun cuando iba a ofre­cer una redención sobreabundante, muchas almas no se 'aprovecharían de ella; ¡y para cuántas esa misma Pa­sión sería ~otivo de ,un juicio más severo y de una con­denación más terrible! Siglos antes se hal;>ía quejado dee~ta pena por uno de los profetas: ((QUtl? utilitas insanguine m,eo dum descendo in corruptione-? - ¿ De qué'sirve que derrame mi sangre y descienda al sepulcro? ..7

Es terrible consi,~erareste hecho: después - de casi,veinte siglos deevange1ización, apenas si una séptimaparte de la población, total del mundo conoce a Jesucris­too Y en esa séptima parte --' una verdadera minoría-que se llaman cristianos, j hay tántos que no son cató­l~cos! Yde los católicos ¿cuántos háy que viven en gra­Cia ? Una gran parte de ellos viven como si nofueran católicos, viven en pecado mortal años 'y 'másaños. ¡ Cuántos que nó dejan pasar un solo día sin ofen­der a Dios gravemente y tal vez muchas veces! Y toda­vía ese reducido número de católicos practicantes, Iniosmío! ¿qué son? .. ¡cuántas miserias, cuánto egoísmo'cuánta superficialidad! ¿Ese es el fruto de la Sangre d~

(7) Ps. XXIX, la.

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ellos? ¿cuándo te los agraqecerá una vez siqUIera enla vida?" . . . ' ,

y el demonio decía verdad. .. ¿O es ciertQ,almaque lees estas líneas, que has pensado siempre con gra­titud en todo lo que debes a Nuestro Señor, que siem­pre ,has recordado ~gradecida todo lo que pa:deció pprti? .. Tenía pues razón el demonio cuando le decíacon irollía cruel: "¡ Sufre! ¿quién pensará en tus su-,

, frimientos? ¿quién hará caso de ellos? ,¿ quién por eso' \te amará más? ... " '

y he aquí por qué una tristeza de muerte hacía ago-nizar al Corazón de Cristo. . . '

N o solamente' agonizaba Cristo' en Gethsemaní ago-:­biado bajo el peso de un'a tristeza mortal; sino quequiso también sufrir la terrible humillación de sen­tir miedo. .. esa miseria que sólo parece propia deseres débiles, como mujeres y niños ; esa debilidad quees la única cosa de la cual no se jacta jamás el hom- -,bre, ni siqüiera se atreve a confesarla, porque. el or­gullo que de todo se alimenta, sólo excluye el miedo.

Es el miedo una especie de turbación. que se apodera,del ánimo ante la amenaza de un peligro 'inminente ;esun sobresalto, una angustia que puede llegar' hasta elvértigo, hasta la locura; es una como disolución denuestras fuerzas o por lo, menos una especie de anar­quía íntima: el hombre que se deja llevar del miedopierde el control de sus facultades' y se pone como

120

fuera de: sÍ. Por eso es la prueb~ más auténtica y ra­dical de l¿ debilidad humana. '

El recio temperamento de S. Jerónimo no podía '.' su­frir que Cristo hubiera en realidad temblado ante lamuerte, y por eso él,8 can otros intérpretes, trataronde atenuar la expresión del Evangelio : "CtEpit pave-

, re"/ creyéndola injuriosa a la dignidad de Cristo Nues­tro Señor. Pero no nos forjemos un Jesús distinto delque con mano maestra nos ha trazado el Evangelio"un Jesús perfectamente humano, llevando' voluntaria­mente sobre sí todas las miserias y debilidades huma­nas. Así es que apoyados 'en la autoi'idad de Sto. To;.más,10 y dé muchos intérpretes,11 afirmamos .que Je­SÚ$ real y verdaderamente quiso sufrir la humillaciónde sentir miedo,más aun, pavor que es c~mo el'paro,:,xismo del miedo.12 El P. Fabre llega hasta asegurarque Jesús fué víctima del miedo como nadie lo, ha si­do en el mundo entero.

La. Pasión de Cristo, dice Angela de Foligno, fuéuna serie de excesos, muchos de los cuales nos son des~

conocidos. "Pero esos sufrimientos,. por terribles quehayan sido,' fueron sucesivos y no simultáneos: en eldesarrollo- de la Pasión, no los sobrellevó todo$ a la

,vez. Pero en el Jardín de 'losOlivos, en virtud delespanto, los sufrió todos al mismo tiempo. Y por ra-

(8) S. Jerónim~ sobre S. Mat. Migne,XXVI,190. "Erubescant quiputant Salvatorem timuisse mortem ... "

(9) Mate., XIV~ 33·(10) Summa, III, q. XlVI, art., 6, ad 4um.,(II) ef. Knabenbauer, in Math. T. II,p. 488; in Mate., p. 384.,

, (12) Con la dife'rencia, sin embargo, de que en nosotros el miedop'erturba la razón; en J es'ús fué voluntario y se' mantuvo bajo el con­trol de su razón.

121

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zón del mismo, pavor adquirieron' una, agudeza másgrande que la que había de darles la realidad misma.,Quizá sinti6 Jesús'de una· manera más terrible la cru-'cifixión en Gethsemaní que en el Calvario; porque lacruz la sintió en su realidad, y en el Jardín de los Oli­vos la sintió en espíritu" 13 aumentada por el pavor.

\. ¿Y cuál era la causa de este miedo? 'Nada tari natural al hombre como temer la muerte:

todo 'su ser se estremece a la proximidad de su fin.'Cuántas veces se ha podido comprobar este sentimien­to aun en ánimos esforzados y varoniles, en un solda­0.0 al entrar en batalla, en un sentenciado a muertecamino del patíbulo, en un enfermo desahuciado. Losmismos saritos que, no por, cierta especie de romanti­cismo espiritual, .sino por verdade'r'á inspiración deDios, han 'deseado la muerte y ofrecido su vida, cuandoel Señor ha aceptado su ofrenda; y Se ha, aproximadola muerte, no es raro verlos sufrir terribles crisis deangustia y de temor. Una 'santa religiosa que habíaofrecido su vida a Dios, cuando las hemoptisis le anun.,ciaron que su fin estaba próximo,' en a'quellas largashoras en que aun durante 'el día permaneéía 'sola, suimaginación calenturienta le representaba, muy a lo vi­vo las angustias de la agonía, las incertidumbres deLúltimo trance, y en la intimidad confesaba: " j Tengomiedo de mori!'! i Qué cosa tan terrible es la muerte !"

Es que aun para los just~s la. muerte tiene la razónde castígo, es el castigo supremo del pecado en estavida: stipendium peccati, mors.14

(13) HelIo, Paroles de Dieu, p. 239.(14-) Rom., VI, ~3.

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'Porque, como se ha notado,15 la muerte y los t()rimentas que la habían de causar producían en Jesús laimpresión a la vez de lo conocido y de 10 desconocido;'de lo conocido, porque, como Dios, veía"de antemanotodas 'las circunstancias y todos los detalles de 10~ tor­mentos que le esperaban; de 10 desconocido, porquetodavía no tenía, de ellos un conocimiento experimen­tal; de hecho no los había sufrido aun su carne sacra­tísima.. y ante la perspectiva de estos sufrimientos cier­tos,- inevitables, agudísimos,todo su ser s'e 'estremecíade espanto.

Cristo también tenía miedo ~e la cólera, de la jus­ticia de Dios. Si como está escrito en los Libros San-­tos, "es cosa horrenda caer en las manos 'del Dios vivo-'-Horretídum' es! incider~ in, manusDei viventis"J16

¡cómo no había d~ temer Cristo, sintiéndose el blan­co de la cólera di't-ina, la víctiI11a responsable de to­dos los pecados del mundo, sóbre ·la cual, se descarga­ría toda la justicia y la venganza de su' divino Padre!

Además, el hombre que a las veces tiembla ante otro. ho~bre, .semejante a él, ig~or(;1. sin embargo lo que es

la justicia de Dios. Jesús la' conocía a fondo y sabíaque. era inexorable, ipflexible; que cuando' no es tiem­po de misericordia, Dios es un Juez severísimo Contales exigencias que escandalizan y' desconciertan a larazón humana. ' ,

También ,Cristo tenía miedo por nosotros. 'Como~na~adre tiembla al ver el un hijo suyo' en peligro,mmedlata, y sobre todo si no puede advertírselo o evi-

( 15) Longhaye, Retraite du huit jours, p. 435.(16) Hebr., X, 31 •

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társelo; ,así Jesús, que nos ama tánto, temblaba al verla facilidad con que podemos pecar, y perdernos. N a,­

die como El conocía la flaqueza incurable de nuestravoluntad, la ,fuerza ,al parecer irresistible de ciertastentaciones, las seducciones del mundo y los mil y milpeligros que constantemente nos rodean. i Cómo nohabía de temblar por nosotros!

** *

Pero no solamente sufrió Jesús en Gethsemaní la'humillación del miedo, sino también la pena enervantedel hastío: "Crepito pavere et tcedere".17

"El hastío, dice Bossuet/8 sumerge el alma en unapena especial que vuelve la vida insoportable y pacepesados todos sus instantes; el temJ>r conmueve el al­ma 'hasta sus fundamentos por la perspectiva de miltormentos que la amenazan, la tristeza la 'cubre con·denso velo que la hace ver todo negro; en fin, es unalasitud, una languidez que enerva y abate .todas lasenergías". '

El hastío es, en efecto, un sentimiento enervante queagota todas las fuerzas, que apaga todo entusiasmo,que rompe todo resorte; produce una postración com­pleta, una repugnancia para todo, una atonía general,de tai manera que el alma siente náuseas de la vida/o ..

S.Pablo, de ánimo tan recio y varonil, pero tambiénde corazón tan delicado y. de sensibilidad tan exquisi- ,

(17) Marc., XIV, 33·(18) Premier sermon pour le Vendredí Saint, Ier. point.

124

ta, tuvo tánto qlie sufrir de propios y extraños, que lle­gó a exclamar:, A tal grado es para' mí una carga la.vida, que de' buena gana moriría, 'porqueme causa te­dio la vida -'- ((Quoniam supramodum gra,vatisumus'supra virtutem¡ ita ut tcederet nos etiamvivere" .19

Salomón, .en la cumbre de la gloria, e~ la abundan­. cia de las riquezas', en la saciedad de los placeres" di.'

jo otro tanto: ((Tceduit me vitce metel - ¡Tengotedio de mi vida 1" 20

Y como eco de estas palabras, aunque en circuns­tancias: absolutamente <:iiferentes, Job, allá en su" es­tercolero, despojado de todo, abandonado de todos,repetía las mismas palabras ((T ceduit me vitce mete!~.-¡ Me he hastiado de vivir!" .21

Tal vez por. eso Bossuet 'asegura que el hastío escomo el fondo de la vida hUlTIana; porque nadie puedevivirla a' fondo, tal cual es, preñada de desilusiohes', ydesencantos, sin sentir tedio de ella, ni hastiarse devivir,. Cansa entonces la Vlida y se desea la muerte.¿ Quién que haya vivido muchos afias no lo ha experi­mentado alguna vez?

Pues bien, 'nadie como Cristo Nuestro Señor lo ex-'perimentó en la agonía de Gethsemaní; porque, ¿ quémayor desencanto de la vida que comprobar le'. inuti­lidad de su sacrificio para muchas almas, como lo aca­bamos de ver?

**, >Ji:

(19) Il Cor., l, 8.(20) Eccle., n, 17.(:n) Job., IX, 21.

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y he aquí por qué, .agobiado el Señor por una tris­teza, un pavor y un tedio mortales, 'se arroja por tie­rra. -Procidit in faciem suam-.-. 22 cayendo levan-, ., . ,

! tándose y volviendo a caer repetidas ve'ces/3 en undesatino, en una angustia, en una, verdadera ,agonía., Yen· medio de tales espasmos, no acierta sino a decir,sollozando: (lA bba, Pater, si possibile est,transeaia me calix .isteI - i Padre, Padre; si es, posible pasede mí este cáliz 1" 24 . .'

Pero lejos de pasa'r aquel cáliz amarguísimo, la an­gustia crece, la agonía llega a su paroxismo, el cora­zón late cón tal vio~encia, que la sangre sale de los' va­sos y como un sudor baña su frente, moja sus yestidu.:.ras y todavía alcanza a correr por la tierra. Et facttisest sudor ejus sicitt guttce sanguinis decurrentis in ter­ram.2~

y ahí queda tirado por el suelo, -. "¡qué larDenta­ble postura !"-., sin fuerzas, abatido, anhelante, nocomo un hombre que desafía la muerte, sino camoo-ungusano que se retuerce hajo la planta inexorable i qúelo aplas,ta: E.qo sum vermis et non horno! . .. 26

.\

Tanta humillación desconcierta compl~tamente a la'razón humana.

(22) Math., XXVI, 39.. (23) La palabra que usa el texto griego, significa caer repetidas

veces.(24-) Math., XXVI, 39.(25) Luc., XXII, 44.(2.6) i Soy un gusano, y no un hombre! Ps. XXr, 7.

126

La fe sin embargo, ilumina el misterio. ,.Desde luego, Jesús ante la justicia divina repre­

senta a t<:dos los peca~ores,haciéndose responsablede todos los pec-ados que se han cometido y que se co- ,

.meterán hasta' el fin de los tiempos.' .No nos' damos cuenta cabal de cuánto seotende a

Dio'sen el mundo ; no tenemos una idea del número ygraveda;d .de los pecados que se,. cometen, no sólo cada

,día, sino constantemente. -IJn Joven religioso, acabado de ordenar, fué envia­

do por el superior con otros sacerdotes a dar unas mi-.siones. Al vol,ver a su convento después de ocho díasde intenso trabajo, se encontró en 'uno de los claustroscon una estatua del Niño Jesús que. allí habían :colo­cado, y al vedo tan gracioso, tan encantador, no pudomás, y sollozando le, decía: "i N o creía Jesús, que enel mundo se te ofendiera- tánto !" - -

No; nos dámos cuenta de cuánto se ofende a Diosen el mundo. Cuando se levanta un poco el velo que

, cubre lá. inmensa miseria humana, i se siente tánta' des-,ilusión de los hombres y tánta compasión de Cristo!

Pues bien, todos los pecados del mundo que son más. num~rosos que los átomos del Universo, desde el pri- 'mero, de Adán hasta el último que se habrá de come­ter sobre la tierra, todos se habían reunido en una so­la persona, en Cristo Nuestro Señor. Lo cubrían co­'mo con una vestidura de-"ignominia y de horror, locompenetraban. de tal manera, que a los ojos del Pa- ­dre ,celestial como que no aparecía- ya el Hijo de suseternas complacencias, sino peca-dos, más pecados y só-

. lo pecados.

127

I

/

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Confiemos. - 9

(28) . Is., LIII, 6.(29) Ibidem, 2-6.(30) GaI., III, 13.(3 1) Il, Cor., V, 22.

129

todos nosotros .- Posuit Dominus in eo znzquitatemomnium nostrum".28 Cubierto así con toda la inmun.:.dicia de nuestras iniquidades lo contempló el mismoProfeta, y por eso afirmaba "que no había en El her;.mosura· ni belleza alguna; lo vimos, continúa, y no te­nía atractivo ni siquiera apariencia humana. .. des-

.preciado como el último de los hombres. . . y lo tuvi­mos por .leproso y herido por la mano de Dios y hu-millado ... 29 . -

Jesús, que es la suprema bendición del Padre, en elcual todos hemos sido bendecidos ; Jesús, objeto de lascomplacencias eternas, al hacerse responsable de nues­tros pecados se convirtió en el blanco de los anatemasde la .iusticia divina, a tal grado. que S. Pablo afirmaque por nosotros se convirtió como en la maldiciónpersonificada: Factus pronóbis maledictum! 30 ¡ Mal­dito no sólo' de la tierra, sino del cielo. .. qué miste­rio incomprensible!

No es esto to.do, el~isll1o Apóstol, tan audaz ensus expresiones, llega hasta decir lo que sería blasfemiagravísima si no fuera misteriosa realidad: "¡ A Jesús,que jamás conoció pecado, Dios por nosotros LO HI­ZO PECADO! '- Eum, qui non noverat, peccatum,pro nobis peccatu11Z fecit! 31 ¡A tal grado se hizo Cris­to so~idario de todos nuestros pecados, de tal manerase convirtió en el pecapor universal, con tan trágicarealidad puso Dios en El todas nuestras iniquidades!

128

Si, por ejemplo, sobre ~naper.s~na q~e yac,e portierra se arrojan basuras 'e InmundICias mas y mas has­ta formar una pira gigantesca, ¿qué podrí~ ve~se. dedicha persona? Nada, ni se percibirían sus movlmle~­

tos ni se alcanzarían a .oír sus palabras; no se venasino una montaña de inmundicias.

Esto no nos da sino, una lejana idea de lo qtle pasóen Cristo N uestro Señor; porque toda la maldad d~lmundo, o como dijo proféticamente Da:rid: la maldI­ción del pecado lo cubrió como una vestIdura, y pe~e­

tró como un torrente en sus entrañas, y como aceitehasta la médula de los huesos.27

. Qué sentiría una persona muy elegante a 1,\ que se¿ , .le obligara a vestir los harapos mas SUCIOS y asquero-sos? ¿Qué sufriría una joven de la má.s delicada edu­cación y exquisita hermoslfra que se VIera de prontocubierta de la más terrible! lepra, que la fuera royendoy carcomiendo el rostro, y todos los miembros hastadesfigurada horriblemente?

Pero todas estas comparaciones se quedan muyatrás, porque no hay fealdad' o repugnancia física quesea comparable con la fealdad moral del pecado y larepugnancia que por él experimenta quien lo compren-­de como lo comprendía Nuestro Señor.

. Ante el tribunal de' Dios, Jesús era el responsable,legal y jurídico, de to'dos los pecados de ~a hum~nidad.Esta verdad es' de fe, porque no una SInO vanas :e­ces la Sagrada Escr,itura ~a ense~a clara.n:en~e. '.'DlOspuso en El (en Jesus ), dIce Isalas, las InIquIdades de,

(27) Ps., XVIII, IS.

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** *

Forjamos ordinariamente a nuestros héroes llenos degallardía, sonriendo ante el peligro, dignos en la des..gracia; 'desafiando a la muerte con entereza y,sa­crificando la vida-con' una serenidad sobrehumana.

y en efecto, este ideal del heroísmo 10 he'mos vistorealizado mil veces en los héroes cristianos, en l,oscuerpecito ,virginal apenas si encuentra el ver~ugo don­mártires. Inés, la adolescente ele trece años, en cuyode herir, muere cantando en un epitalamio dulcísimosus eternos desposorios con Jesús: uAmo Christum in

y siendo esto verdad como lo es" aunque descon­cierte a la pobre razón humana, ¿qué extraño es en­tonces que Cristo en Gethse~aní se haya visto invadi­do por una tristeza mortal" por un miedo pavoroso,por un hastío. enervante, que lo hicieron agonizar. has­ta sudar sangre?

, ¡y pensar que nuestros pecados, - los míos y lostuyos, amado lector -, amargaron entonces alCora!zóri de Cristo,·- que 16s tenía "todos presentes, nosólo en conjunto, sino uno a uno, de.ta 'manera másclara y distinta-'-, que se sentía afeado con" su ho­rror Iy en cierta manera como manchado con su asque­rosidad!

Motivo pod(::ros'o ~i los hay para excitar en nuestrasalrnás sentimientos de 'compasión hacia Jesús' y de con­trición por nuestros innumerables pecados y negli­genCIas.

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cujus thal'amum introibo / ... 32 Andrés abr:e los bra­zos a la cruz donde va'a morir, la apostrofa' entusias-'mado y le improvisa un himno triunfal: O Crux díu

, desideratall. .. -, securus et gaudens a te venio . .. /,33

Ignacio dé Antioquía, Policarpo de Esmirna, LOJ;"enzo, de Roma tienen la calma de rpanejar la ironí,ay elgracejo en los momentos r:nismos de sú 'suplicio.34

:¿ y Jesús, el héroe' de los héroes, el rey modelo delos mártires? ~ .. ¿ Ppr qué tiembla ante la muerte,por qué parece que retrocede.y se acoharda? ¿Nohabía deseado vivamente padecer y morir ?¿Porqué

,'llegada la hora la tristeza lo invade y el 'desaliento loamilana?, ,

El" que. habí-a'de dar a sus mártires la fortaleza he­roica,- podía haber ido a la 'muerte triunfante y victo­rioso. N o lo' quiso, sin· embargo, y prefirió sufrir co­mo sufre la grqn mayoría de los' pobres mortales, paraque tuviéramos un modelo a nuestro alcant~, para que

,no noS, escandalizáramos de nuestras' flaquezas' y de­bilidades, para, aprender experimentalmente a compa­decer todas nUé\stras miserias.

¡Bendita y divina condescendencia de, Jesús I,Es notable la tendencia de Cristo a manifestarse en

todo sencillamente, perfectamente humano. Humanoen la gloria y en la -humillación, 'humano en la alegría '" ,y en el dolor, humano en los prosaicos detalles de lavida cotidiana como en 'las horas' trágicas de su pa­sión y de. su muerte. ¿ N o se llamó a sí mismo co~

(3Z) Br. Rom., ZI jan.(33) Ihidem, 30 l)ov.(34) Ibidem, i: feb., z6 jan.; 10 aug.

/13°

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marcada insistencia el ((Hijo del hombre"? Por esoacepta con naturalidad la invitación sincera a bod.as ybanquetes; por eso sabe sonreír y'llorar, por eso cua'n­do sltlfre se queja y busca consuelo en la amistad huma­na, y cuando llega la hora suprema, tiembla, se estre-mece y se abate. . . '

N o vino Cristo a la tierra para predicar un estoi­cismo inhumano, fruto ridículo del orgullo, sino paraenseñarnos a sufrir humanamente" es decir, humilde­mente, sin' extrañar.nos de nuestra debilidad, sin es­candalizarnos de nuestras flaquezas; cayendo y levan-

.tándonos, como El llevó la Cruz, quejándonos al cieloy buscando aun en la tierra legítimo consuelo, comoen la agonía de Gethsemaní ; aceptando ágraqe~idos

los alivios que Dios nos depare, como Jesús aceptóla ayuda del Cireneo y de la.Verónica y la compasiónde las mujeres de Jerusalén. .

*

Hay otra razón por la que Cristo quiso sufrir así:para aprender de una manera ,experimental y prácticala cien,cia delicadísima de la compasión y de la miseri­cordia.

Porque, como ya lo hicimos ver en 'otra parte,35 lacompasión y la misericordia' son sentimientos que no

. atribuimos a Dios sino en una forma eminente y enun sentido analógico, en. cuanto que1a Bondad divinase inclina a remediar nuestras miserias. Pero eri su

(3S) Véase el primer capítulo de esta o.bra.

132

concepto formal, la' compasión implica una pártlClpa­ción de las penas de los demás,36 y la misericordia su­pone un corazón sensible que se enternece, que se con­mueve a la vista de las miserias ajenas.37 y estos sen­timientos, propios de una naturaleza pasible, daro es­

e tá, que en su forma propia no pueden encontrarse en, Dios, de sícmismo. impa~iblee inmutable.

. Vino· Jesús al mundo, y hubiera podido tomar lanaturalez~ humana, íntegra e impasible como en Adán;hubiera entonces pasado por el mundo con10 una vi­sión de gloria, de dicha y de' paz.o . ; pero no; quisoen todo h¡lcerse semejant€1 a·los hombres sus herma­nos para aprender J exper:imentalmente la misericordia:((Debuitper omnia fratribus similari ut miSericorsfie­r.er'.38 Por eso, verdaderamente tomó como suyas .nues­tr:ts debilidades e hizo suyos nuestros dolores: ((17erelanguores nostros ipse tulit, et doloresnostros ipseportavit" .39 Y así tuvimos no un Pontífice incapaz decompadecer nuestras flaquezas, sino un sacerdote que,lsi se exceptúa el pe¿~do, gustó por sí mismo todasnuestras penas y conoció en sí. mismo todas nuestrasmiserias. 'Non habem'f1,s Pontificem qui non pos­sit compati infirmitatibus' nostris : tentátum autem petomnia, pro, similitudine, absqu,e peccato.40

¿Puede un. rico, por ejemplo, compadecer a un po­bre, si no ha sabido nun~a 10 que, es pobreza? Le po-

°(36), Compa'ti, padecer juntamente con otra persona; participar;.compatir sus' penas.. .

. (37) Miserans coro(38) Hebr., II, 17.(39) Is., LIII,. 4·(40) Hebr., IV, IS.

133

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drá teD:er lástima, pero verdadera compasión, no; pa­ra tenerla fuera prec;isoque por' propia experiencia hu~

biera conocido lo que es pobreza. El que no. ha perdidoa sus pa;dres no puede verdaderamente compadecer alhuérfafÍo, porque no ha experimentado 10 que es esapena. Es decir que para: llegar a la verdadera miseri­cordia, es necesario aprender prácticamente lo que esla miseria, tomándola sobre sí, -es preciso haber sufri..do para poder compadecer. - '"

y esto fué lo que hizo Cristo Señor Nuestro, sobretodo en Gethsemaní.: aprender por experiencia perso~

nallo que, es la tristeza, el miedo, el hastío, el desencan­to, el abatimiento, eldesampa'ro, la, traición, laingra..titud y todas, todas las miserias humanas. '

j¡ Oh, si acabáramos de comprender,esta consoladoraverdad: Jesús se hizo en todo semejante a mí para com­padecerme y consolarme, para ser conmigo verdadera­·mente misericordioso 1 ¡Desde entonces, la 'misericordiaya no es lástima que nos mira de lejos, sino amor, amordivino que se encarnó en un corazón humano .pa~a acer- .carse hasta nues.tras miserias, hacerlas suyas y conver~

tirse así en compasión verdadera y en consuelo inefable 1¡Ah, compréndelo al fin; alma, querida 1 Cuando la-

tristeza te abrume, cuando la decepción te desaliente,, cuando la ingratitud te hiera, cuando la vida te hastíey la muerte te' espante, tienes derecho a acercarte alSagrario donde todavía agoniza Cristo, como agoniz6en Gethsemaní, y decirle: ¡Mira, Jesús, estoy tan tris­te. .. me cansa tánto la vida ... 'mira cómo.metra..tan los hombres, cómo~ interpretan mis intenciones ... '

, \

134

/

,cómo pagan mIS favores... cómo me hieren elalma ... .1

--, Y El te dirá "i Qué me cuentas 1 ¡Yo sé lo que e,sestar triste'i y abatído, hastiado de la vida y herido porla, ingratitud ... ! ¡Te comprendo, pues ~ .. ! i Ven, Yo 'te consolaré 1'" '

He ahí por qué" para que tuviéramos en su Corazónesa fuente inagotable de mi-sericordia y de consuelo,Jesús agonizó .en GethsenJ.aní. . . >

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\ -

\ -

"I

ll.-LA AGo.NIA DEL CALVARIO Y LASULTIMAS PALABRAS DE' JESU~ ,

Haceclietinueve siglos que en la ~umbre del Calva­rio, desde lo alto de la cruz, los labios moribundos deCristp dejaron caer sobr~ la tierra sus últimas palabras,'y su eco, lejos de extinguirse, se ha ido reforzando e in­tensificando más de siglo en siglo. Diecinueve centuriasde meditación no las han agotado, pOrque (:l1asson enverda'd como el compendÍo -de- toda su, doctrina y, valen

_por sí solas todo un Evangelio. - Pudiéramos decir -queson -el. Evangelio íntimo' y doloroso de su Corazón. "

Instintivamente, la humanidad ha recqgído tomo -untesoro y recordado con veneración las últi~as ,palabrasde' sus grandes hombres, sobre todo de sus santos. Yes que comprende -que en esa hora terrible, -la hora

/ de la partida,- cuando termina la "coniedia humana",li'el hombre es inexorablelPente sincero yrevela el fondo1/ rmismo de su alma, el secreto de su vida, lo -supremo de\ sus -deseos, la meta de sus esfuerzos, y por consiguien­I t¡;, lo más Íntimo, lo más,rico, 10 más precioso de su ser.

Nota fundamental; de la: grandeza' d~ un alma esla unidad. Las almas vulgares dispersan su 'actividad

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tl1 Illil veleidosos caprichos, y así la desperdician y mal­gastan inútilmente; las almas grandes la unifican en unadirección única, hacia un solo término; y tanto másgrandes son cuanto más perfecta es la unidad que rea­lizan en su vida. Encontrar una idea-madre tan eleva­da, un ideal tan noble que cautive totalmente nuestrainteligencia; descubrir una bondad tan cumplida, unabelleza tan perfecta que arrebate hasta la última fibrade nuestro corazón, es unificar plenamente nuestra vi­da y encontrar el secreto de la verdadera grandeza hu­mana.

Alguien ha dicho, "una vida grande es un pensamien­to de la juventud realizado en la edad madura". Tam­bién podría afirmarse: "es un amor que se siembra enlos primeros años y fructifica en los últimos".

"Temo al hombre de un solo libro", decían los anti­guas; con mayor razón podría decirse: "Admiro alhombre de una sola idea, de un solo amor". Así hansido los santos. Y precisamente suelen revelarnos esesecreto que ha unificado su vida, en sus últimas pala­bras, suprema revelación de su alma. Así el sol, antesde sepultarse en el ocaso, derrama sobre la tierra susmás delicados matices, y la llama no muere sino en unasuprema explosión de luz.

Instintivamente viene a nuestra memoria la incom­parable Virgen de Lisieux. Todo el secreto de su vida,toda la grandeza de su santidad, toda su vocación, lade "amar y hacer amar al Amor", se encuentra en susúltimas palabras: "¡Dios mío, te amo! . .. "

Si todo esto es verdad tratándose de los santos, ¿quédiremos, tratándose de Cristo?

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Hay algo que unifica plenamente la vida de Jesús,hay algo que nos da la medida de su grandc:la humano­divina: es su Sacrificio. i Oh, si comprendiéralllos lo quesignifica el sacrificio en la vida de Cristo 1 Es el hilode oro que enlaza todos sus misterios, es la idea rnadn:que obsesiona su inteligencia,t es el leitmotiv de su doc­trina,2 es el deseo torturante de su Corazón,3 es "suobra" por excelencia,· es la forma suprema de su ado­ración al Padre, de su acción de gracias, de su "eucaris­tía", de su impetración constante, de la redención uni­versal que trajo al mundo.

Su sacrificio es, respecto del Padre, la supremaglorificación y la gran prueba de su amor al hombre;5respecto de Cristo, la expresión concreta de la volun­tad del Padre celestial, de esa voluntad que El ama­ba apasionadamente; respecto de la humanidad, todala razón de su esperanza y de su salvación. El sacrificiode Cristo llena todos los siglos y la eternidad mis­ma: en figuras y promesas, la Antigua Alianza; ensu realidad constante, la Nueva; la eternidad, en susmagníficos frutos. Por eso afirman los Libros San­tos que el Cordero - la gran Víctima - fué inmo-

(1) Cuando Jesús decía que "su alimento era hacer la voluntadde su Padre", "que hacía siempre lo que más agradaba a su Padre,etc." entendía bien que esa voluntad se concretaba en su sacrificio.

(2) La doctrina de Cristo no es otra cosa que la doctrina de laCruz.

(3) Baptismo habeo baptizari et quommodo coartor usque dllm perficiatur. Luc. XII, SO •

(4) Opus consummavi quod dedisti mihi. loan., XVII, 4,(S) Sic Deus dilexit mundum, ut Filium suum unigenitllm da­

reto loan, 111, 16.

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Muchas palabras de vida eterna brotaron de' losla'bio~ de Cristo en los .días de' su vida apostólica j pe­ro aSIcomo el sacerdote, al llegar al momento culmi-,

> nante de la misa, se recoge y calla, Jesús, al llegar_"su hora~', al comenzar su pasión, entra también .enel santuario íntimo de su aJma y sella sus labios con_unsile.ncio que es una de las !lotas más impresion;:¡.ntes des~ .mr:n~lación:8 Un ~ombr~que sufre calumnias y mar­tIno mJusto SIn quejarse nI defenderse, es incompara­blemente he:oico, con un. heroísmo desconcertante .pa"-ra sus' enemIgos. _ . .

y si Jesú~, sobre {odo en sus Óltimos momentos, pa­í-ece romper este silencio, no es así en reali~ad, ya queno, habla para disculparse ni defenderse, sino, porqueaSI cumple a su papel sacerdotal que en aquellos mo­rnent?s de maIjera tan sol~mne desempeña.,

~lentras los crucifican, a pesar del tor,mento atroz,,]esus. calla j cu~ndo l~eJevan en lo 'alto ele la cruz yse levanta al·mIsmo tlempo un gran clamor en el cual

(.8) Jesus autem tacebat. ~fath;, XXVI, 63.

"PADRE, ¡PERDONALES!-"

/

"".

\ -

lado desde el principio del mund06 y todavía lo mues­tran en la eternidad como sacrificado.7

Siendo todo esto verdad como lo es, no se necesitareflexionar mucho para ~ncontrarel tema de las últiInaspalabras de Jesús. En los momentos 'en que consumabasu sacrificio, no podía hablar de otra cosa j y en efecto,sus Óltimas palabras no hacen otra cosa que comentar­lo, o manifestar sus 'diferentes aspectos.

La primera. palabra es la palabra del perdón, '-.­"j Paqre, perdónales 1" j-' porque el sacrificio' de Cris­to es el perdón uIliv,ersal para la humanidad culpable.

L,a segunda palabra es la palabra de la misericordíq,~.-"Hoy estarás conmigo en el Paraíso" j--- porqueel sacrificio de J e§ús es la gran misericordia de Dios.

La.tercera palabra, por la que nos .dejacomomadre:a la Santísima Virgen, es la palabra de ·la última dona­ción, y asíes al mismo tiempo, corno veremos después,una' de la\s formas de su sacrificio corno uno de susmejores frutos.

La ~uarta nos revela lo más doloroso de su sacri~rficio, el- abandono de su Padre, es la palabra del do-lor supremo.. -La quinta es la gran palabra eucarística - "Sitio 1"__ o y nos revela por qué el sacrificio del Calvario seperpetuó en los altares.

La sexta es la palabra del triunfo a la vista p'e losfrutos de su sacrificio~

La séptima es la palabra del sacrificio consumado:"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu 1" .

Meditérlloslas brevemente.(6) (Agnus) qui occisus est ab origine mundi. Apo., XIII, 8.(7) Et vidi... agnum... tanquam ocCÍsum. Ibd., V. 6.

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se mezclan las bla'sfemias, los sarcasmos, las impreca.. 'ciones, Jesús calla .... Pero de pronto, su~ labios, seabren y dejan escapar sobre aquel mar desbord~do d~todas las pasiones humanas la' palabra del perdon unl..versal. ¡ Qué revelación del Corazón de Cristo! Cuan­do todo respira odio y furor contra Jesús, 1El sólore~pira amor, ,misericordia y perdón! .

Aprendamos a conocerlo: si cuando nadie lo soli- A

citaba, El ofrece su perdón; ¿,podrá negarlo cuandopostrados a sus plantas 'lo imploramos?' •

El arrepentimiento no tiene ni puede ,tener otro ecoen el Corazón de Cristo sino el perdón; o mejor di­cho, , el' arrepentimiento no es en, re'alidad sino' la rés­puesta del hombre al perdón de Dios que se adelantapara provocarlo COIl deFcadeza infinit~.

Pater! No lo llama Dios, sino Padre, porque es..ta sola palabra ya justifica el perdón:¿ qué cosa hay'más ·digna de un corazón paternal, sino perdonar? El'odio se venga, la justicia castiga, sólo el amor perdona.

Dímitte. Jesús era.Dios y como tal podía decir:"Yo los perdono", como' en realidad lo dijo sobretantos pecaq.ores que se acercaron a E~ en los añosde su vida públi<;á; .pero tales paJabras hubieran r~­

velado su grandeza en los" momentos de la gran huml­Uición, y paresa prefi~re humildemente implorar unperdón que El como Dios' podía conceder. '.,

. 'lUis. Con esta palabra general-' "a ellos" - Jesúsenvuelve discretamente a los que hubiéra podido lla­mar mis verdugos, mis enemigos, los ,ingratos. Conella también' Jesús/ nos, comprende, traspasando los l}­fiites del, momento actual, a todos los que hemos tenl-

do la desgracia d~ ~fenderlbó.. i Qué consolador espensar que en aquellos momentos solemnes, Jesúsen..volvió todo nuestro pasado doloroso con el manto regiode su misericordia y de su perdón!

Non enim sdunt.' La) ~ondad no sólo perdona, sinodisculpa y es siempre, indulgente. La bondad de Jesússupo disculpar a sus mismps verdugos y justificar superdón. Así es .como se perdonasiri humillar,' sin '¡as~

timar al, culpable.' " ,~, . Esta misma disculpa vale en cierto sentido para to­'do pecadoTi'porque a la verdad, si conociéramos a fon-.do lo' que es -el pecado, ¿llegaríamos alguna vez a lalocura de' cometerlo? Pero al mismo' tiempo noS'hacever que la gravedad de los pecados crece con las lucesy conocimientos Con que Dios nos ha favorecido. Cuán­tas < veces, los pecados, al parecer menos grave$, de lasalmas piadosas tendrán mayor malicia y gravedadan­te los ojos divinos; que los crímenes de. pobr,es almasextnLviadas' que nunca han

r

oído hablar de Dios.. , Quid faciun,. Lo que aquellos hombres, ha~ían era

, el más, grande crimen que ,han visto los siglos, algo ver":daderamente inaudito: icrucificar a Dios! Todo peca­do grave es unreflejo de ese.mislno crimen; porque tam­bién en cierto sentido' es un deicidio. 9 Jesús, sin embar-go, discretamente, sólo 10 ,designa con estas palabras({quid faciunt - 'lo que hacen" . .. La delicadeza delCot:.azó~ 'de Cristo ti~ne a( las veces refinamientos queasombran...,' .

*" *(9) Rursum' crucifigentes-' sibimétipsis fili~m Dei. Heb. VI, 6.

__ '143

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Confiemos. -10

(10) ~UC" XXIII, 34-.

Al Evangelio de San Lucas se le ha llamado con ra­zón ((El Evangelio de la Misericordia]). El es quien nosha: c~nse.rvad?, en efecto, las tres grandes parábolas dela, mIserIcordIa: la de la oveja extraviada, la del drac­~a perdidQ y la del hijo pródigo', donde ¿ quién no haleído su propia historia? Allí es donde·encontramo's4nicamente la escena incomparable del' perdón de laM~gdalena.Ytambi~n sólo el tercer "Evangelio nosrefIere la palabra del perdón como la palabra de la mi­serieordia, la que hizo de un criminaL-un santo autén-. . . ,ttcamente .canonizado por los' labios mismos de Cristo.

El mismo evangelista nos hace supone'r que la palabradel perdón no la dijo Jesús una sola vez - uJesus au­temdicebat"Jl(~ -.-. sino, que la' repetía con insistencia.Esta magnanimidad produjo luego su primer fruto,conmoviendq y convirtiendo al buen ladrón. Mientrasel otrQ.blasfem.aba y se perdía junto'a -la cru'z'de Cristo,-terrIble secreto de la predestinación de .las almas. " , ,

"HOY ESTA~AS CONMIG,:O EN:gL PARAISO"

/

144 1'45

La bondad de un alma' se ,mide por su magnanimidaden perdonar. La. venganza, el rencor, degradan, siem­pre 'y envilecen, y revelan a un alma egoísta, mezqui-na y ruin. ,~. -

Cuando Dio~ formó el corazón del hombre, ha di-.cho alguien, lo primero que puso en él fué la bondad.Así debió ser, como que Jo hiio a su imagen y seme~

janza, y Dios es la bondad misma. Desgraciadamenteese fondo desaparece con frecuencia bajo el cúmulo denuestras misérias personales, y por eso nos cuesta tanto ,perdonar; desembaracémonos de ellas y pongaI)1os adescubierto ese fondo de bondad que Dios puso en npes­tra alma como huella de su manoy' reflej,o de su cota-'zón; entonces el perdón nos será fáciL

Pero ¿cómo lograrlo? He aquí el secreto. La bon­dad es como la suavidad, la blandura del alma, y eÍ al­ma se suaviza y se ablanda y pierde su egoista dureza

. en la escuela' del dolor. Quien sólo ha vivido en el pla..cer es na'tutalmente duro; quien ha aprendido' a sufrir,en la misma medida ha adquirido la ciencia de lahon­dad, de la indulgencia y del perdÓN. De ese perdóncristiano que nO lastima, 'porque más'que concederlo, loimplora de Dios; que 10 justifica, porque busca siemprelo que lo 'atenúa y disculpa.

Cuando nos injurien los hombres no adoptemos otraactitud que la que corresponde a un discípulo de Cris­to: sepamos callar. Y si abrimos nuestros labios,Jseacomo el divino Crucificado, para elevarnos hasta esaaltura desde donde se vence alodio con el amor y sé

.contesta a la injuria con 'el perdón ...

)

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-,-,éste 'da pruebas, en las pocas palabras que de él nosrefier~ ~lEvangelio de las más h~rmosas vi~tu~e~.1.1

Desde luego, el temor de Dios que es el prInClpIO dela sabiduría: .contestando a las blasfemias del atro,.loreprendía diciéndole: "¿ ni tú temes a Dios sufriendo elmismo suplicio?" . . ,.'. El desinterés. Nada pide para su cuerpo torturado,

mientrás el otro clamaba: si tú eres el Cristo, '¡ sálvanos!La justicia. "Es justo lo que nosotros sufrimos, por­

que es laque nuestros crímenes han merecido".La humildad} pues estas palabras implican la confe-

sión pública de sus pecados. . . , .La compasión} defendiendo a Jesús :,"pero El no ha

hecho nada malo". .El valor} - valor que desgraciadamente faltó.a los,

discípulos, sobre todo a Pedro, - puestó que defIendea Jesús cuando todos lo insultan. '. .'

La fe} confesando la divinidad y realeza de CrIstoprecisamente en los momentos en que se hace de ellasangrienta burla. ((¿Quién le enseñó a adorara un hom­bre que sufre el mismo suplicio que él?)} J pregunta ad­mirado San Juan' Ci\isóstoma ?12 ((¡Un moribundo ve a]esús moribundo y le pide la vida! ¡un crucificado vea Jesús crucificado y le habla de su reín.o 1'113 Es et!'verdad el primer testigo· de Cristo Rey.

La ¿speranza. Proscrito de la sociedad, condenado'(1 morir, se refugia en la bondad de J~sús, seguro- queahí no será recha,zado. '

(u) Cf. Hoorneárt, S. J. "Les trois gibets". '(12) S. J. Crisóstomo., Hom., sobre la cruz y el ladrón.(13) Bossuet, Sermon sur' les Souffrances, H. P.

\

l'

. La caridad. Se olvida de sus propios sufrimientospara pensar en los de Jesús. ¡Es tan raro pensar en los.sufrimientos de los demás cuando nosotros mismos su­frimos 1

Finalmente, se vuelve hacia Jesús, y le 'dice: ((Señor,apuérd.ate de mí cuando llegt!es a tu reino!)} ¡Q~é en­cantador~ oración ~, Pudiendo pedir mucho, pero sintién-,clase indigno. de todo, ¡con qué, humildad c;onmovedorasélopide un recuerdo! .

La respuesta no se hizo esperar ni un momento. "y.le .dijo Jesús: EN f7ERDAD TE DIGO, HOY ES­TARAS CONMIGO EN EL PARAlSO".

A m,en dico tibio Tan grande es la promesa que va ahacer, que Jesús 10 afirma con la solemnidad del jura­mento.

H odie. N ada\ sigue tan de' cerca al arrepentImIentocomo el perdón de Dios. 'La rapid~z con que una ma'"dre retiraría a su hijo del fuego donde lo viera caer, noa1canzaa darnos una idea de la prontitud del Corazónde Dios para perdonar, apenas apunta en el alma elarrepentimiento.. David reconoce su pecado, yexcla-.ma, ílrrepentido: ,peccavi! .Y sin interrupción ni de­mora alguna, .el profeta le asegura inmediatamenteque ,Dios haolvidac1o su pecado.14 .

M ecum. Estar con J esús,dbnqequiera que sea y,aun en· el mismo Calvario,¿ no es yitd· más dulceJia-raíso?" .

('1:4) Etdixit David: Peccavi Domino..Dixitque Nathanad Da­vid: Dominus quoquetranstulit peccatum tuum. II. Reg., XXI, 13.

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In Paradiso. Poca cosa pidió, sólo un recuerdo, ¡yJesús le da el cielo! Así premia Jesús la oración cuan­do, como la del ladrón arrepentido, es. humilde y con-fiada.

** *

Aprendamos de este pequeñodrama,dentró"del graItdrama de la pasión, la confianza sin límites en el- Cora­zón misericordioso de Cristo. En vano se cansaránlos pecadores de desgarrar ese Corazón divino; mien~

tras más ancha sea la brecha, más desbordantes seránlos torrentes de misericordia que de allí broten. En va_ono trataremos de descubrir otra cosa en ese Corazóndulcísimo; mientras más ahondemos en ese abismo, nosconvenceremos mejor que es todo misericordia y sólomisericordia; porque es todo amor y sólo amor. ¿ Quéotra cosa es la' misericordia, sino el amor a los misera.:.bIes, a los desgraciados, a los caído,s '?

¡Pecadores todos de la tierra, hermanos míos, venid'al Corazón que sólo sabe perdonar y redimir !¿Nues-tras pecados son tan graves tomolos crímenes de aquelfacineroso? ¿Nuestra vida se ha pasado como la suyaen el pecado y envejecidos en la maldad nos enc?ntra­mas con las manos vacías al borde del sepulcro? ¿La's~ciedad nos maldice y nos condena sin piedad? ¿Elpeso de nuest~os remordimiento,s nos abruma? No nose~treguemos'a la desesperanza. Hay un corazónabier­to para refugiarnos; -hay unos brazos siempre ihiertospara arrojarnos en ellos; hay un regazo maternal' siem-.

.pre dispuesto a recibirnos, donde poder esconder nues-tra vergüenza, donde 'ocultar nuestro rostro para lIo­

.rar las lágrimas que purifican, redimert y salvan. . . Va-'yamos a Jesús crucificado y digámosle con el buen la­dr:ón:Memento meil - ¡acué-rdate de mí ... 1,; y no sehará esperar la respuesta consoladora: Hoy' estarásconmigo en el Paraíso, el paraíso de la tierra que_ espara. nosotros, pecadores, la misericordia divina ...

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"'HEAHI A TU MADRE"

El corazón es como la fuente que no guarda para sí I

misma sus aguas, sino que las derrama para llevar atodas partes la fecundidad y la vida; así el corazóJ;1,a impulsos del amqr, derrocha todos sus tesoros, comu­nica todos sus dones. Es que la bondad es esencialmentedifusiva, el amor es esencialmente extático.

N adie ha amado como el Corazón' de Cristo, y _poreso nadie como El ha,derramado sobre la tierra.la pro­fusión espléndidá de sus dones. N os dió la' verdad ensu Evangelio, la gracia en sus 'sacramentos, la vida ensu sacrificio, la esperanza en sUs promesas, la paz en suEucaristía... y no satisfecho con presentes tan divi­nos, quiso dejarnos antes de morir uno más, comó úl­timo testamento de su Corazón, como coronamientomagnífico de la cadena no interrumpida de su~ dones. Y',éste, sin dejar de ser diviná, -, ya que pertenece "t:am~

bién al orden sobrenatural, -,- debía acomodarse más"a nuestra condición humana.

. Pobres seres humanos como s.omos, débiles para su­frir y víctimas constantes de la tribulación, teníamosnecesidad de consuelo. '

y sob'Fe la tierra, en ninguna parte lo encontramostan cumplido como.enelcorazón de nuestra madre. ,

Jesús quiso experimentar esa misma necesidad ysa­borear la dulzura de ese mismo consuelo. Para eso

, formó el corazón de María, y puso en éi tales tesoros,de pureza virginal" de maternal ternura, ele, delicadezaexquisita, que fuera capaz de consolar el Corazón di­

,vino de Dios.María fué. el consuelo de ]es:Ús. En su regazo ma-

, ternal, Jesús' extrañaba menos, -, permítaseme la ex­presión, -, el seno amorosísirrio del Padre. Nadie co­mo ¡Cristo sufrió por la, incomprensión de los hombres;pero de esta pena encont~aba'muy amplia compensaciónene! corazón de María. De ella 'sentíase plenamentecomprendído y de ahí aquellas confidencias prolonga-'d!ls durante los largos años deNaiareth.

Jamás han existido ni existirán· sobre la tierra co­razones tan unidos,.que se hayan comprendido mejor,que se hayan amado más., y Jesús, que. quiso conocer por propia experiencia_

todas nuestras tribulaciones, encontró conveniente, sinembargo, ahorrarle a St:l Corazón ésta, la de ise'ntirsesolo en la vida, sin María; la de verse huérfano si~ ma­dre ...'

Más aún; El,- que durantelos años de su vida apostó.,lica' quiso guardar cierta reserva, cierta independenciad~ su familia; no quiso morir sin su Madre Santísima, yMaría' subió tonEl al Calvario y permaneció al pie dela cruz, para que en medio de aquel oceano de odio enque Cristo se ahogaba, hubiera ala menos un oasis deamor a donde refugiarse; para que en medio de aquella,

15 1

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** *

¿Hay algo plás doloroso que la soledad del corazón?. ¿Hay algo niásduro que la incomprensión de los hom­

bres? ¿Hay algo más desgarrador que la ingratitudde los favorecidos o la traición de los amigos? '

Cualesquiera qué' sean nuestras penas, nosotros, cris- 'tianos, tenemos un cOQsuelo. dulcísimo: es María. Pormás que nos abapdonen los hombres; por más que n~

encontremos un corazón que nos comprenda; por más\que la ingratitud ~os desgarre y latraición nos hiera,siempre,a través de nuestras lágrimas, podemos con­templar lÍnos· oj os ~que nos miren tiernamente.; siemRre

, podemos' encontrar un cor~z6n que nos comprenda;siempre podemos contar con un amor indefectible,· fiae­lísimo, inagotable: el corazón maternal de María ...

Oh todos los que sufrís, hermanos míos, alegrémonqs,alegrémonos: i tenemo~ madre!. . . .

Por eso María no·murió con Jesús, sino ql:le se pro­longó su vida muc.hos años más; porque la misión' deMaría no terminó con la vida de Jesús, antes bien, co­menzó entonces uria nueva, la de lleva:r en sO regazo, yalimentar con sus dolores, y consolar con su ternura asus nuevos hijos, la humanidad entera.

Esa maternidad durará hasta el fin de los ,tiempos yse perpetuará ,en la eternidad; pero todo lo que impli­ca de ·dolot, María lo acumulÓ en los años de su sale",dad. ¿ N o es esté 'un' misterio de dolor?

Ha'sta dónde sufrió Jesús para que tuviéramos ma­dre, .hasta dónde 'sufr.ió María. para serlo; es un secre-

, to que sólo conoceremos en el cielo. ir.

** *

\

Esta donación, sin embargo, nace del sacrificio e im­plica sacrificio. María, en efecto, con todos sus dones,con la pureza virginal de su alma, con la ternura de sucorazón capaz de acoger a todos los hombres, es la obrapor excelenCia de la redencíón y ~l fruto más precioso de'su sa~rificio; pues, como enseña la' Iglesia, toda gracia·le fué concedida a MarJa en virtud d~ los méritos pre­vistos de Cristo y como fruto anticipado de su Sangredivina.

Pero también implica sacrifici6; porq1,Je ¿ se puedeser madre sin sufrir? Constituír a María madre de to~

dos los hombres era dilatar sin medida los horizontesde su' sacrificio,era ensanchar de tal mane'ra su cora- '.zón que en él pudieran vaciarse las pesadumbres de to-:-da la humanidad.

noche cerrada que lo envolvía, brillaran siquiera, comodos luceros, los ojos dulcísimos de la Virgen; paraque en aquella agonía acerba en que luchaha, abando­nado de su mismo divino Padre, no le faltara a lo me­nosel consuelo incomparable áe la compasión maternaL

Pero si n'o lloró Jesús las lágrimas de la orfandad niquiso morir lejos de su madre; en cambio, nos brindó'elmismo consuelo, y para que tampoco nosotros, sus dis- ,cípulos, nos sintiéramos huérfanos, nos legó antes demorir' a su misma Madre para que también lo' fueranuestra~. ((Ecce M ater tua". Y desde aquella hora tene­mos madre ...

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155

propio del pecado,el ~bandonodeDios. Tal es el do­10i"supremoc1el infierno que, como estaba profetizado,

,debía ahogar a' Cristo enJos momentos de su agonía:\, ({Dolores inf~rni circumdederunt me".16

¿Quién podrá, comprender lo que pasará: por el almadel pobre pecador cuando, en el tribunal de Dios, des-

"va.necidos ya todos los espejismos de la tierra y sintien­do la riecesidad inmensa de Dios y queriéndose lanzárhacia El con todas' las energías de stl'naturaleza, sien-'ta,queDios le..vuelve el rostro; diciéndole: ({¡No te co­nozco! . .. Retírate de mí, ¡malditol . ."." y bajo el pe­sode esta maldici{m sentir que se hunde eri el abismo

, de la desesperación más negra, del desampa:ro más ab­soluto, donde no brillará jamás el'más 'tenuedéstellode amor?'...

\Cuándo °un inocente es condenado por la justicia hu:'mana, instintivamente se" refugia en la" justicia divina,y la' seguridad de' que el cielo lo absuelve y le sonríe leda ánimo para 'aceptar la deshonra y arrostrar la muer­te. ,Nadie tan inocente COl1)O Jesús, y viéndose con­den~do 'por todos los, tribunales de la' tierra y deshon­rado ante el mundo entero, acógese a la justicia de suPadre, ¿no ,sufre ante todo por su gloria? ', Pero, - ¡terrible misterio!, - ¡ el Padre, lejos de~bsolverlo, lo condena; lejos de a:cogerlo, 10 rechaza;'lejos de' justificarlo, lo abandona!... " ' ,\

"Y Jesús, como un ahogado que pierde pie y se ..hun­de poco :a poco en Un 'mar profundo, Jesús parece su-'merg~rse en aquel silencio solemne. ¿ Qué busca,' pues?

( 16) Ps. XVII, 6.

"¡DIOS MIO, DIOS MIO! ¿POR QUEQ HAS 'ABANDONADO?", '

154

(15) La Imitación de Cristo.

Después de haber entregado su Santísima Madre alos cuidados de San Juan, después dehaherla legado ala humanidad como madre y consuelo" Jesús. calla, J e­s~s entra en ~n silencio solemne, prolongado; el' silen- ,

-ClO en que debiera recogerse toda alma antes de entraren la eternidad, el silencio religioso que debe envolverel momento culminante del sacrificio. ~ . '

¿Qué pasó en lo más íntimo del alma de Cristo" du­rante esas, dos largas horas de agonía silenciosa", cuan­do en el Calvario todq era confusión y las tinieblas másdensas lo envolvían por todas partes? \

, Llegamos aquí a lo más arcano de'la"pasión, En la"ida de Jesús, '-, que toda ella fué ((cruz y martirio"/5,--el dolor, 'sin embargo, fué creciendo día a día hastallegar en los momentos de su' muerte a un ({tu:tti"plení­sima, hasta un piroxismo incomprensible. Y ese paro- ,xismo 'del dolor de Cristo fuéel abandono de su divino .Padre.

J?s qu~ Jesús venía a expia.r el pecado y q~is~, para'expIado de la manera másadecuad()., sufrir el castigo

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Busca a Dios, su Padre: "Padre mío, yo- sé que túme escuchas siempre".

Cuando todo se hunde en torno suyo, quiere asirse aEl, 'porque sólo de El espera la palabra de consolacióny de paz que los hombres le rehusan.' '

-¡ Oh Padre, oh Padre! te ruego y no me escuchas,te pido socorro y no me ayudas; mutatus es mihi incrudelem :17 ¡qué cruel te has vuelto para mí que soytus delicias y tus complacencias!.'

Y la ola sube siempre: y El no puede huír, está cla­vado, y siente, esa muerte lenta que lo asalt~ y lo ahoga~

-'¡Oh Padre! ...

Si Jesús no hubi~ra sido sino hombre, al sentir quela tierra lo rechazaba, que lo' abandonaban" los suyos,que' el mismo cielo apagaba sus rayos y su esperanzasuprema, hubiera caído, en el abismo sin fonde de 'ladesesperación. .

Si no experimentó sus irremediables: heridas, porque 'su' divinidad retenía en sus garras poderosas a su hu­manidad desfa.llecida; gustó a lo menos todos sus ho-,rrores sombríos, y en el momento en que el negro'olea­je que todo lo había invadido en torno suyo subió tanalto que tocó sus labios, su garganta anudada por elespanto, el hastío y el espasmo pQstrero, lanzó un so­llozq y dejó caer en la noche de la naturaleza y de loscorazones este reClamo desolado, esta queja desgarr~­

dora:

(17) Job, XXX, zi.

-U¡Dios mío! . .. ¡Dios mío!... ¿por qué me hasabandonado? ~ . nía

** *

¡Oh Cristo mío, abandonado divino, mi Cristo cas­tigado, herido por la mano más .amada, despreciadoen lugar mío ... bendito seas! Quisiste agonizar en eldesalT\paro más terrible, para que' yo, tu criatura mise- ,rabIe y pec'adora,' no fuera rechazada en la hora supre­ma. Quisiste saborear toda la amargura del abandonode tu Padre amadísimo para que en la hora nefandade la caída no se cerraran los cielos sobre nuestrbs'peca­dos, antes bien pudi,éramos encontrar un regazo quenos recibiera, unos brazos" que nos estrecharan, unasmanqs: parar perdonarnos y bendecirnos ...

¡Oh Cristo mío, abandonado divino, bendito seas L ..

'(18) Perroy, La moutée du Cal<vaire, p. 314.,6'

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"i TENGO SED !'}

Jesús, tan parco en lamentaciones, dos veces sin em­bargo se qU,ejó de la' sed. Fué la primera, al princi­pio de su apostolado, con la pecadora de Samaria;, lasegunda y lá última, fué pocos momentos antesdemo~rir.

Motivos naturales, sobrados los tenía para quejarsede esta manera: la fatiga de una larga jornada bajo elsol abrasador de Palestina, y sobre todo, la fiebre ar__diente q-q.e quemaba fas entrañas de los, po~res cruci­ficados, la abundosa pérdida de sangre! qué habí¡fl su-frido.19

'

N ada de esto, sin embargo, parece justificar plena­mente una queja en aquellos labios que no ~e habíanabierto para quejarse, sufriendo martirios más <;rue1es.

( 19) "Es natural en un cuerpo que ha perdido su sangre... quetenga sed. ConoCÍ a una persona que habiendo recibido varias he­ridas pedía continuamente de beber, como si la sed hubiera sido sumás grande tormento. También leemos en la vida de San Emeránmártir -que mientras los verdugos golpeaban y desgarraban su cuer­po, no se quejaba sino de la sed". San Roberto Belarmino, opúsculosobre las 7 palabras. p. I2Q, "

(

La sed natural es para ,Cristo un, símbolo, un pretex~~o para quejarse de otra s\ed que devora su alma.

Cabe el poza de Sicar, Jesús tiene sed de aquellaalma pecadora. Más todavía, en aquella .alma Jesúsve represel'ltadas a todas las almas manchadas por elpecado, a todos los pecadores; y por eso se levanta' cies-

,de el Jondo, de su Corazón divino un deseo ingente desalvarlas a' todas, de redimirJas, de purificarlas. (lSitistua) salus mea) dice San Agustín, tu sed es el deseo demi salvaCión". Y así exClama con un acento misterioso:((Mulier) da mihi aquam!-,'- ¡Alma) tengo sed de ti!" 20

'Con una visión m~s amplia si cabe, J esus contem~,pla desde 10aIto 'de 'la cruz a toda la humanidad, y noquiere morir sin protestar ante el cielo y la tierra quesu deseo de salvarla es in~aciable y torturante. '

Como acabamos de ver, Jesús había llegado alm·á­'ximtim del dolor. ¡Misterio ~nsondable! Todo el do~lar humanoen i su variedad sin límites, en su .totali­dad pl~nísima, no 'es comparable con ,el dolor de Cristo.'Más aun ; está muy lejos de verse superadó por ,el do~

lar mismo de los eternos desheredados del cielo ...Porque la principal causa de la intensida~, del dolorno es ni la multiplicidad, ni la duración aun cuando és-,.ta' sea lnter~inable,ni el modo como se' sufre., La ~principal causa es el amor. Toc;la pena es siempre unamor frustrado, herido, contr'ariado; 'porque todo" su­frimiento es siempre la privación, de un bien qu~; seama~Y' para medir la magnitud de la pena no sólo

(20) loan., IV, 7.

159

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hemos de considerar el bie~ que perdemos, sino sóbretodo el amor que por él sentimos.21

Ahora bien,¿ quién ha amado' al Padre como suHijo ?¿quién ha amado a las almas como Jesús?

y Jesús sufría entonces el abandono de Dios y la, I

pérdida de' las almas. . '.En aquellos. momentos supremos veía, a t~~~és de

los siglos, los :frutos, los resultados de su.sacnfICl.G....Moría para destruÍ~ el pecado y .repara~ la ~lor~a ul­trajada del Padre; y aque~la gl?rla ~ontmuan~ sIendoultrajada y el pecado contInuana .relnando en el n;un­do. . . Derramaba su sangre para fundar su Iglesl'aypoblar el cielo; y su Iglesia sería perse~ida hastael fin de los tiempos y las almas s~g.mrlan cay~n­

do a millares en el infierno ... ,Se sacnfIcaba, en fIn, 'para conmover los corazones y ¡conquistar su ampr;y 'al lado del grupo de las almas fieles, Jesús veía l~llama del odio contra El y contra todo lo suyo aVI­varse ,de siglo en siglo ... '

y lo que llevaba C;ll colmo su doloiera ver ~l~r~­

mente, tomo estaba profetizado,u que su 'sacr~fIclO

no sería para muchos sino ocasión de mayor ,rmna ypara que el f>ecado de' ellos fuera má~ inexc?sable .y.elultraje a Dios más grave y el castI~o ~as~ ternble.Podía con razón quejarse: "¿ De que SIrve que' de-:rrame mi sangre y me hunda' en el abismo de la muerte

(~) Así se explica qu~ la pérdida de' un mism? bien haga s,,:~rirde diferente manera a' dIversas personas. ~or eJemplo,. d?s hIJOS,uno bueno y otro desnaturalizado: pueden sentIr de muy, dIstmta ma­nera la muerte de su misma madre.

(22) Ecce positus est hic in ruinam, et inresurrectionem multo­rumo ';tuc.; U, 34.

160

-qUte utilitas tn 'sanguine meo, dum deseendo in eo-, rruptionem?JJ 23 ;

Sin embargo, lejos de quejarse de la inutilidad de su-'sacrificio, al contemplar a esa multitud de alma~ que"Van a perderse, deja ,escapar del fondo de sus entra­ñas torturadas este grito conmovedor: ((Sitio! - ¡ten­go sed!... ¡Tengo sed de esas almas que se pier.den! ¡Tengo sed de esas almas que me odian! ¡Tengosed de amor! ((Sitio sitirip'/,4 ¡ tengo sed de ser de'sea­do, de' ser querido, de ser amado! Y si para esto es'necesario sufrir más, reputando por nada lo que hastaaquÍ he sufrido, con ser' incomparable, i tengo sed de,sufrir más! ¡No tres horas de agonía! ¡No treinta ytres' a:ños ,de sacrificio! ¡Sino una. inrnolació,n y un sa­crificio que se, perpetúe a través de los siglos, que se

'prolongue hasta el fin de los tiempos l. .. ((Sitio!i Tengo sed! . . . 1J -

Y de este deseo de Cristo hació la Eucaristía.La Eucaristía que prolonga místicamente su pasión,

que perpetúa su sacrificio, que' inmortaliza su dolorinfinito ...

Sobre todos Jos sagrarios del mundo debiéramos,leer estas palabras ; desde todas las hostias consagra­das que se' elevan, desde todos los cálices rebosante~con la sangre de Cristo, debiéra~os escuchar este .ge­mido del' Corazón agonizante de Jesús: ((Sitio! -~¡Tengo sed! ... " , ,

*,* *

(23) Ps. XXIX, 10.(24) San Gregorio, Orat., 40. No. 127.

16IConfiemos. -- 11

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"OONSUMMATUlVI E8T!"

Cuando ,los labios del mori9undo divino,' quemadospor la- sed, se quejaron de aquel tormento, los verdu-

.. gas sin entrañas le ofrecieron para calmarla un pocode vinagre. .. ¡ Crueldad inaudita! Así se cumplió laprofecía: {(Espere quien conmigo se contristara y no le

I hubo: y quien me consolara y no leencontre. Y en mihambre me dieron hiel, y,en mi sedmt: abrevaron convinagre" .25

Al deseo torturante de Jesús de sufrir' más para sermás amado, la humanidad ha respondido con una in­~gratitud tancruel que bien quedó simboliz'ada en aque-lla acre bebida. I • _

i Pero no! Estas son 'únicamente las sombras' delcuadro; mas _éste teníá también' sus lu~es. Y ya queno se puede prescindir de aquéllas, ¿ I}.O son ésta~ lasque constituyen su principal belleza? -

Jesús, en aquellos :momentos culminantes de su vi­,da, contempló la verdad integral, plena, así en sus de-

Si Jesús se hubiera limitado a morir por nosotros,después de diecinueve siglos i cuántas' almas se hubieranolvidado de esa gran prueba de su amor 1 Para que larecordáramos siempre Instituyó" la Eucar.istía.·. Por esodijo: ((Siempre que celebreis estos misterios, hacedloen memoria mía". Como si quisiera decir: "Os. dejola Eucaristía como recuerdq de mi pasión, como re­cuerdo de mi amor. .. ¡que ella os esté diciendo cuán;.to ·he ,sufrido por vosotros,cuánto os he amado! ... "

.Siempre que' nos acerquemos 'al alta.:.r o al comulga­torio, como la Samaritana ~l pozo de Jacob, como' elgrupo fiel al pie de la cruz, escuchemos al contemplara . Jesús a través de los velos eucarísticos su ¡dulcísimoreclamo:, "Alma qúerida, i tengo sed de ti! ...,'1

162

(25) Ps. LXVIII, 211 22.

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I-'

(28), ' Cf. "La 'Eucaristía". "De, cómo se consuma todo en' el amor".

Veí~ su amor difundido ·por los apóstoles, testifi­cado por los m~rtires, comentado por los Doctores,vivido por tod.os los santos... .

Vcía su amor conquistando a los pecadores, crean­do el corazón· de la virgen, preservando a los justos;dignificando el hogar, transformando a las sociedades,encendiendo sobre las mismas tumbas fulgores de eter­nidad ...

Veía más.28 Desde aquella atalaya sangrienta, des..de aquella última <;:ima de su vida, la mirada proféticade Jesús franqueaba los espacios, traspasaba los um­brales del tiempo y se paseaba triunfante por los ámbi­tos de .la eternidad, allá ·cuando la. era de los tiemposse haya cerrado, cuando ,el número de Jos elegidos es­té completo, cuando, el juicio final esté ,pronunciado ycumplido. ~ .

Y ve entonces que todo, cielo y tierra, ángeles y hom­bres, criaturas y Creador, tacto se ha consumado en launidad del amor... 'Contempla el amor divino, el,A,mor sustancial, infinito, como un oc:éano que todo loinunda, como mía inmensidad que todo lo llena, como,

. una vida que todo 10 vivifica, como una unidad que tO­¡do lo sintetiza ': i amor, amor, y sólo amor! ... ¡Síntesismagnífica, consumación grandiosa, ingente unidad!

y todo eso' 10 ve como fruto de su sangre y de susa­crificio, como recompensa de su pasión y de su muerte.

Con razón en la noche de la Eucaristía, Jesús nopudo pedir otra cosa, sino la consumación en la unidaddel amor: ((Ut sint unum sicut tt nos1" En la cumbre(26) Secundum multitudinem dolorum meorum in corde meo;,

éonsolationes tulE 'lretificaverunt animam meam. Ps. XCIII, 19·(27) Et ego, si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad meipsum.

loan., XII 32.

talles mmImos como en su síntesis grandiosa; y VIOque si para ,muchos había de ser ruina, para otros

, muchos sería resurrección; que si el clamor de las blas­femias no se acallaría jamás, tampoco se extinguiríael himno secular de la adoración y de la' alabanza; quesi no se apagaría nunca la llama del odio, por e,ncimade ella se levantaría triunfante la hoguéra del amor.

N osotros ,mis~os,. cuando en la vida encontramosun amor profundo, delicado, fidelísimo, en el cual po­demos confiar plenamente, ¿no es verdad que nos sen­timos consolados· de la mala voluntad y aun del odiode nuestros, enemigos? ¿ N () exclamamos espontánea­mente, qué importa que me odien; si hay quien de verasm(; ame? Jesús sin dejar de sentir muy ltondamen..te el odio de los m~.los, se sintió ,inmensamente con­solado con el amor de, los buenos. Ya estaba profe­tizado que según la multitud de sus dolores serían losconsuelos que regocijarían su Corazón.26

'

((Cuando sea elevado 'sobre la ti.erra) -había dicho,_ todo lo atraeré hacia Mí" .27 Cristo, desde 10 altode su Cruz, veía.' con su mirada divina r~alizada laprofecía.·· '

Iba a ser amado, i y con-qué amor! i Un amor ,queharía por el mundo derroches de sacrificio,que espar­ci:ría perfumes de pureza, que provocaría explosionesde luz!

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del Calvario, Jesús, contemplando ya su oración oída, '.su ;;lIma toda se estremece de júbilo, y con los labiospalpitantes, levantado el pecho, 'abiertos lbS brazos,' al­ta la cabeza, se yergue sobre su' trono, -'-la' cru~,- ylanza a todos los vientos el grito de la victoria, éf-:Cán­tico del 'triunfo. CONSUMMATUM EST!. "~

** *

El amor, que es el término -de todas las cosas, la re­solucióri de todos los tiempos, la bienaventuranza dela ,eternidad, la consumación de todas las. criaturas enDios y la unidad misma de la Vid~ divina, debe, tam­bién ser el término y la consumación de nuestra pobrevida humana.

Orientemos nuestra, vida / hacia el amor. i Amar'I¡amar I Con un amor, que nos dé' alas para elevarnossobre tod,as las miserias de la tierra; con un' amor quevuelva a nuestro corazón, a pesar de su egoísmo, ,in­dulgente y misericordioso para saber perdonar; con un,amor que haciéndonos salir d~ nosotros mismos, nos'ofrezca en comunión a todos los que sufren, a todos'los que llóran; con un amor qile nos impela a todos lossacrificios y que unifique todos nuestros deseos en unhambre insaciable de Dios. Dilatados entonces los se­nos de nuestra alma, los inundará el amor único, elamor victorioso y triunfante, el amor divino, -fruto su-premo dd' sacrificio 'de, Cristo. ' .

'Y el día-de.nuestra muerte, cuando requeridos porelJuez supremo tengamos que ,dar cuenta denuesfra

. 166

vida, si no encontramos haber hecho brillantes accio,:'nes y llevado a término grandes empresas, pleguealcielo que nuestra, conciencia pueda darnos testimonio ''de que realizap10s la gran obra, la obra po'r excelen-

, cía que sustituye a todo, que da valor a ,todo y que' nopuede ser sustituída por nada': ¡el amor! "

Seguros de una sentencia favorable, podremos enton­, ces contestarle a nuestro Juez: Señor, como tú sobre

la 'tierra, yo no, hice otra cosa sino amar ...

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"EN ,TUS MANOS ENTREGO MI ESPIRITU"

La noche anterior, Jesús había dicho a sus discípulos:((Exivi a Padre et veni in mundum: iterum relinquo mun­dum) et vado ad Patrem -.-"Salí del Padre y vine al mun­do)' de nuevo dejo e..lmundo y voy arp'adre'.29 En es..tas palabras se encuentra comprendido todo el ciclo dela vida terrestre de .Jesús que recorrió con la fortalezade un conquistador, con la pujanza d~ Un gigante: ((utgigas ad currendam viam"..30 Salió del seno del Padrey vino al mundo para sacrificarse; consumado su sacri­ficio, vuelve al Seno amorosísimo de donde salió. ,Mo­rir para Jesús no era otra COsa que entregar su espí­ritu en manos del Padre, penetrar dé nuevo en aquelocéano de luz y de amor, que es el seno de la Di­vinidad, corno se pierden las volutas perfumadas' delincienso en las bóvedas del Santuario, corno la víctimasacrificada es aceptada y recibida por el cielo.

(29) loan., XVI, 28.(3 0 ) Ps. XVIII, 6.

I68,

La gran Obra que el Padre le había confiado,3!- esdecir, su Sacrificio, iba a consumarse con su muerte; lossiglos' no han visto momento más solelnne, hecho mástrascendental. Los Evangelistas, sin embargo, lo,narrancon un laconismo desconcertante:

((Et clamans voce magna]esus ait:Pater in manus tuqs commendo spiritum meúm~Et haec dicens exspiravit.32

y,' con un gran clamor, Jesús dijo: Padre, en tusmanos entrego mi espíritu. Y diciendo esto, expiró')'.

Es que hechos como éste hablan por sí solos; toda,ponderación; todo comentario es inútil; la palabra hu-mana no haría' más que profanarlos. ,

Por eso la Iglesia, artista inimitable, cuando cele­bra 'la muerte' de su Redentor, c'ada Viernes Santo, can~ta ,la Pasión que escribió San Juan, y al llegar a aque­llas palabras:

, ((Et inc#nato capite tradzdit spiritum",

manda que toda rodilla se doble ; y un silencio solemne,'conmovedor, se cierne sobre la asamblea de los fieles,envuelve a aquel altar vacío y desolado, .sin sacrificio,sin hostia, sin Jesús. .. Como si quisiera decirnos queel silencio de .la adoración es, el único comentario dig-no de la muerte de· un Dios~'.·. . ~/

Alma querida; acércate al pie de la cruz y contem­pla á tu Amado muerto, muerto por tu amor. .. "i Estan hermoso en la pacífica majestad de su triunfo!"

(3 1 ) loan., XVII, 4.Ú Z ), Luc., XXIII, 46:

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/

. (33) Marie-Madeleine Saeyeys.

• • • • •. ,. • • lO _~ .. • • .'. • .'~ it • • ..... o • • • .' • • • • • • • • • .' • • • • • • •

La muerte lo ha. encontrado y como petrificado enel gest,o de su perdón magnífico.

El an;or no puede hacer otra cosa: per,donar, arnar;amar mas, después de la ofensa.

¡Así te ama tu Jesús!.Si acaso dudas" aproxímate, atrévete a venir más

cerca .... más todavía ... y apoya tu cabeza sobr~ su .Corazón abierto;, ahí no le verás., ,ya, pero su Sangrecorrerá sobre ti para regenerarte. .

.Y quiz.á, si 10 amas, si 16 a~as mucho, su brazo' secerrará sobre ti. .. 1para siempre! ' .. Mírale, mír,ale bien una postrera· vez, porque te lo

van a arrebatar..¡ Es tan hermoso, tan hermoso!Una paz inefable lo envuelve ...j Ay !sus ojos están.cerrados, esos ojo's u como nadie

vió semejantes", sus adorables ojos están apagados parasiempre ... " 33

. i Exspiravit/. ¡Jesús,. oh .Jesús, muerto por mí ... ! .

N o .encontrarás en su rostro rastro de' lucha, estig~ma de esfuerzo, huella de amargura. Es que en el \Corazón de tu Amado habitó la paz. .

Sus llagas son, como un manojo de rosas encarnadassobre el puro marfil de su cuerpo.

Su cabez~ espléndida está inclinada .hacia ti ...j Cómo duerme dulCemente en los brazos del amor Ii Porque ha muerto de amór!Se diría que un sollozo levanta todavía su pecho.

.¿ Sería por haber pensado en tioen el momento supre~

mo, 'en ti que tántos años había de emplear en conquis­.tarte?

Sus labios están mudos, esos labios· que tántas veces,tántas, te llamaron en vano. Todo ha conduído, y esaboca divina. no volverá a pr<?nunciar tu nombre sobrela tierra.

Alma querida, venida tan tarde y. que sin embargolo has' amado tan tibiamente, ¡ tu Jesús ha muerto! .... j Su Corazón ya no palpita, ese Corazón inefable quehas tontristado tánto,. que ha pasado noches enterasllorando por ti, su Corazón sacerdotal que ha' oradotánto, suplicado tánto, .expiado tánto por ti, criaturasin amor ! . . .

Sí, ha retornado a la gléria de donde bajó tu Cris~. to dulcísimo; pero ¿ por qué, por qué lo has dejado par­tir sin haberle brindado un poco de alegría y de con-suelo? <..

Levanta los ajos, mira que ya se adelantan los quevienen a arrebatártelo.

Mira a tu Amado ,inclinado para absolverte.

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í

EL HIMNO DE- LA SANGRE

Después de haber celebrado la Iglesia la fiesta delCi1e~po de Cristo yla de su Sagrado Corazón, quieretambién honrar la Sangre de Jesús con una fiesta espe­cia!, el primer día del -mes de julio. -Los fieles acos­tumbran dedicar todo el mes a venerar esta Sangre quenos ha re'dimido, que nos purifica y alimenta cada día.

La ;Jida de Jesús es un poema de amor escrito consang~ .. ~_ . _' .

Antes de que hablaran sus labios para decir ((Beatiquí lugent - Felices los 'que lloran", antes de pedir­

.nos que para seguirlo nos abrazáramo~ de la cruz; qui­so que hablaran sus lágrimas 'en. el pesebre y su sangreen la circuncisión~-

Su sangre de -niño preludia la inmolación sangrientadel Calvario. El sacrificio del- -Calvario tiene -un ecoque repercute en todos los altares del mundo ... ; ¡ymientras los siglos duren no se apagará jamás la lla­ma de su sacrificio ni se extiIJguirá la voz silen.ciosa,pero irresistible de su Sangre! ...

·-

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Ahora comprendo por qué' el arranque que pred~~i­na en las almas de temple de nuestra' época,' va resuel­tamente al, sacrificio.'

Las almas q~e de veras am<~n ~an comprendido queel amor no se expresa con palabras, sino con el himno

** *

1 75~

Perú esa voz de la sangre, -'-((vox sangu.inis"- haencontrado eco en el noble corazón humano. Y ese' econ? se ha extinguido. aún ni se extinguirá jamás: "es un:~Imno de sangre qu<e. se cantará hasta' el fin de lostIempos". -. "

..Lo in~~ió. la sang~e fresca y pura, i?ocente ". y virginalde los nIDOS de Belen. Y ha prosegUIdo ese tema divi­no ~a sangre de los mártires de todos los tiempos y detodos los lugares, sangre de niños y de ancianos san­~re varonil y virgin~l. .. sangre de nobles y~lebe-,Yo.~· .. Sangr~. deramada .de una vez en el gesto su.. 'b~~medel martina o vertida gota a gota en la inmola­Clon lenta del debercumplidú hasta la muerte.

Porque cuando faltan verdugos que abran las ve­. nas y hagail~orrer la sangre fresca que canta el himnodel amor, ~edan martirios secretos que hac€ll sangraren silencio el corazón. ' . ., Yesos mártireS' del, corazón, tanto más heroico~cua~to más. OClJltos y menos admirados, repiten en si­lencIO, el rztornel~o del ampr, el cántico d~ la sangre,

.el eco del Calvano y de 'la Eucadstía. .. '

174

¡Ah! ¡la Sangre de Jesús!. .. si se reuniera toda laque ha derramado en todos los' altares del mundo, des­de hace veint~ siglos, no formaría ríos, 'sino mares ... :¡mares capacer de envolver e inundar toda la tierra 1

i La Sangre de Jesús!. . . por todas partes laencon­tramos: está en 'los sacramentos,dándoles su virtud yeficacia; está especialmente en el Bautismo y en la Pe­nitencia, y con una presencia real y verdadera en la Sa­grada Eucaristía; está en el Sacrificio yen' el, Sacerdo­cio; está virtualmente en los Sacramentales, en todoslos actos del culto, en los objetos benditos, en la Pala­bra divina, escrita o predicada; por todas partes san­gre. .. sangre.. . ¡y tan generosamente derramada ytan profusamente ofrecida ... , y -1 oh .desgracia 1-,tan ingratamente despreciada! ...

y así como la fuente que riega un jardín le da vidaa cada cosa ¡según su condición,a la raíz le da savia"y al tallo vigor, y verdor al follaje, y perfume a la flor"y sabor y madurez al fruto; así la Sangre de: Jesús,fuente viva y perenne en medio de la Iglesia, todo lovivifica; y ella es la que, ha dado la, sabiduría a los

,.: ,".J'

Pontífices, 'la ciencia a los Doctore~; el valor a losApóstoles, la paciencia a los Mártires, la pureza a lasVírgenes y la santidad a todos los santos.

Pero 'sobre todo, la Sangre de Jesús 'es la grán prue­ba de su amor~ Cuando un amante ha dadd su sangre,y con su sangre su vida; ¿puede acaso ,dar algo inás?

Por eso Jesús nos ha amado hasta' ~l fin, es decir,hasta la sangre ver'tida , hasta la inmolación consuma­da y' perpetuada ....

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sangriento de la inmolación. Por eso tienen sed de ella,sed insaciable que no se extingue sino con la muerte.Por eso exclaman como Magdalena de Pazzis: u ¡N omorir, sino sufrir!n O con Gemma Galgani u¡ Quierosufrir! ¡,quiero sufrir! ¡Que no me ha~len de otra co­sa! Siempre sufrir mien~ras viva,' siempre vivir parasufrir siempre. " ¡Sufrir, sufrir!: " pero sin ningÚnconsuelo, sin ningún alivio, POR PURO AMOR".O con Isabel de la Trinidad que en medio de la crisismás terrible, lanzaba al Esposo 'celesti,fLl este grito delamor más atrevido: ulAgota a fuerza He tormentos to­da mi sustancia para tu gloria y haz' qu.e se destile,go- 'ta a gota, por tu Iglesia! ¡Oh mi Cristo amado, cru­cificaJo por amor, quisiera cubrirte de gloria, quisieraamarte hasta morir' de amor" O con un alma denuestros días: u¡Quiero sufrir! es preciso que yo su­fra, porque Jesús 'sufrió por mí, porque Dios' lo quierepara la expiación de los crímenes del mundo, Qáiero-sufrir, porque el sufrimiento es la m,ás poderosa de lasoraciones . . ,,. porque el sufrimiento purifica .. ,,. por­que el dolor eleva. .• Quiero sufrir, porque la felici­dad está en el sufrimiento y mi alma está ávida de ver.. 'dadera felicidad .. , NON MaRI SED PATI! Su­frir, sufrir cien años, si es posible, para salvar las al­mas 'Y glorificar a Dios . . ," O con Verónica de Giu­lianí: u¡17iva la cruz! pero la 'cruz desnuda, sin con­suelo. ¡ 17iva el sufrimiento!"

«<

* «<

176

',O'df I1, 1 "" ¡oíd!. . ,es el cántico de 'l· l' ,1 h' " ' a mmo aClOn. "es e ,lr:mO del arriar, .', es la' voz de la sangre ~oxsanguznzs, . ,- es el eco de Belén d 1 C 1 "d1 E

,," e a vano y ea ucanstla ,' ..

, En ~se himno de la humanidad creyente, en esa ármo­. nla umver~a1 de l~ sangre, tadf ·cristiano tiene una

nota reservada; n1as, aun, nosotros, 'los hijos de laCruz, debem,os se,r esa nota todo lo que' ha"y ed ". ,,' ' , n nos-otros, e s~nslb1e y delicado, en nuestro organismo ennuestro corazón y en nuestra alma debe vibrar de ainory de dolor." \' '

/.'

177Confiemos. - 12'

\

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LA TARDE DE E!MMAUS

... Et estis· tristes?¿Por .qué estáis tristes? ..

(Luc. XXIV, 17)'

En el cielo de Pal~st'ína ~tardecía. El sol envueltoen su ropaje de oro y púrfura, se hundía en el ocaso,.en el ambiente tibio y perfumado·de· una tarde de pri­mavera. El-primer día de la Pascua, en medio .de laopulencia del paisaje orientai, expiraba d~u1cemente.. ".

Por el camino que va de Jerusalén a Emmaús, som­breado por olivos y sicomoros,· bordeaclo porm'acizosde almendros, jacintos y narcisos en flor, van dosvian­dantes; tristes, visiblemente preocupados y con la fren­te inclinada, no se dan cuenta' del paisaje risueño.

De pronto les da alcance un viajero desconocido y,acercándose. a ellos, les pregunta bondadosamente de.qué hablan y por qué están tristes. El tema de su con:­versación no podía ser otro: la muerte trágica delMaestro 'adorado.

Entonces el compañero de viaje les explica ,magis­'tralmente cómo esa muerte, ·es el principio de la. ver..

179

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dadera vida, cómo la Pasión es la causa ,de la gloria,cómo la derrota aparente no es en el fondo 'sino eltriunfo definitivo., ((Nonne hcec oportuit pati ChristumJet sic intrare in gloriam suam?JJ 1 '

, La tristeza, el abatimiento de los discípulos desapa­rece como 'por ensalmo ante el influjo irresistible de'aquellas palabras' pletóricas de luz, de fuego, deunción. .

Era imposible separarse de aquel viajero misterio­so. y llegados a Emmaús, ru'éganle que no los aban­done: "Quédate, Señor, con nosotros porque atarde·,ce y declina el día".

Sentados a la ,mesa, el viajero, según la costumbrejudía, torna el pan, lo bendice y lo parte. En aquel ¡no­mento, el velo que había cubiert0 sus ojos se -descorre,y reconocen a Jesús... Pero a.1 arrojarse a sus' plan­tas, extasiados, la visión se desvanece ...

»1:

* .*

Por el camino de la vida va también la humanidadcargando hace veinte siglos el fardo de sus tristezashondas, de sus abatimientos enervantes, de sus nOstal­gías de 'cielo ...

y cada año, cuando llegan las alegrías de ,la Pas- .cua, y cantan jubilosas las campanas, y derrocha .la pri-.mavera la opulencía ..de sus perfumes y ·desus flor~s,

y resuena portadas partes el ·"AJeluia" pascual, Je­sús 'se acerca de nuevo a las almas que penan y dulce­mente murmura al oído: "¿ Por qué estás triste?" ...

(1) Luc. XXIV, 26.

180

'/

.¿ Por qué estás triste cuando todo exulfa? ¿por quélloras cuando todo o canta? ¿por qué te abates cuandot?dotehabla de esperanza? ¿No me tienes aMí quesoy la alegría infinita de' los cielos?.. .

"8&10 hay una trizteza en la tierra -ha dicho al­guie'n- o es la de no ser santo". Podríamos tambiéndecir: ¿Cómo puede ha.per tristeza sobre 'la tierra des­~e qu.e .existe la Eudaristía? Si tenemos un sagrario"

, SI reClblmos cada mañana una hostia ¡copsagrada, si elarpar, de Jesús vibra en nuestros corazones, ¿cómo esposible que estemos tristes? ~ o" o

Corno San Pab~(), podemos desafi~odas las ci,"ia­turas : uQuis ergo nos separábit a catitate Christi?-·­¿Quién podría arrancarnos del alma- el amor de Cris­to? .: . ~ .Estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni losángeles, ni los principados', ni las virtudes. .. ni cria­tura· alguna podrá separarnos de la caridad de Dios,

o que es Cristo Jesús". 3 . ,

y si nadie nos puede arrebatar a o Jesús, que es -nues­tra alegría, ¿cómó podernos estar tristes? El mismo lodij~: V:uestra tristeza se c0nvertirá en gozo, y se te­gOCIJara vuestro corazón, y vuestro gozo nadie os lopodrá arrebatar - ((Et gaudium vestrum nemo tol­let a vobis}}.4 '

** *

Pobre alma afligida que vas por la vida mendigando'una, gota de~ortsuelQ a las cdatúras; que sedienta de

(2) Ibd., 29.(3) Rom., VIII, 35-39.(4:) loa., XVI, 20-30.

r8r

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EL TRONO DE CRISTO REY

Es notable cómo toda la predicación de Cristo\ N ues­tro Señor gira en torno del ((reino de los cielos",~omo'dice El, que no es otra cosa que el reinado de Dios enlas almas.'

Tal es el asunto, por ejemplo, de sus par~bolas; que~uelen comenzar: "El reino de 'los cielos es\ semejan­te ... a un tesoro ocuItoi.•• a una margarita preciosa ...a una fiesta nupcial. .. etc., etc." 1 De manera que com­prender 10 que es el reino de los. cie~os, es dar con laclave que explica todas las parábolas, yen realidad, ,to-da la predicacióri evangélica. . '

Este mismo fué el tema de la predicación de los após­toles. S. Pablo no hace, otra cosa que predicar el reino

- de ,Dios, - Transivi praedÍ'eans regnumDei--} yhasta en su largo cautive'rioen Roma ést~ es su .ocu­pación, de la mañana a la noche, dar testimonio deeste reino, - Testificans regnum Dei ti mane usque ad.vesperam-'.3

Math., XIII, Marc., IV, Luc., VIII.Act., XX, 24.Ibd., XVIII,2g_

(1)(2)

. (g)

182

cariño, pretendes saciar tu sed bebiendo en los corazo- \nes secos y egoístas de los hombres; quiera Djos' quese descorra el velo que cubre tus bjos y, reconocien-do al 'divino viandante de Emmaús, comprendas porfin que tu corazón no fué hecho para las criaturas yque sólo en El encontrarán descanso tus anhelos, y ale~

gría' tus tristezas, y entusiasmo tús abatimientos. En;.tonces caerás a sus plantas, y estrechándolo contra tucorazón, le dirás la palabra tradicional, la que la Igle­sia canta como leit-motiv de su ,alegría "'¡einte veces se­cular: Mane nobiscum, Domine! --'1 Jesús, quédatecon nosotros, porque sin ti a,tardece en el camino de lavida y las sombras de la tristez:a ahogan el alma!, .

j Sí, Jesús dulcísimo, compañero fiel en el camino deldestierro, quédate con todas las almas tristes para quelas alegres, con, todas las al~as abatidas para que lasanimes, con todas las almas sedientas para que ,las sa­cies con la plenitud divina de tu amor: Mane nobiscu,m,Domine!

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,y es que el reino de los cielos no es, como decía­mos, sino er reinado de Dios en las almas por la gra­cia) aquí abajo, y por la gloria, allá arriba. Este' reina-,do se inicia con la conversión del pecador, se desarro- .Ha en la medida en' que la gracia crece, y se consumacal) la santidad, en la tierra, y con la bienaventuranza,en el cielo.

Por eso decía Jesús que su' reino no es de, este mUll­do,4 es decir, no es algo material y grosero,' sino índ­mo, está dentro de nosotrQ§ mismos, -Regnum Dei'intra vos' est-;5 y, señalando sus frutos suavísimos,asegura S. Pablo que es gozo y paz en el E:spírituSanto, -Gaudium et pax in Spir.itu Sancto-'_.6

y -no es de extrañar que este sea el asunto de todala predicación de Cristo y de sus apóstoles, pues ,lamisión que el Verbo divino' trajo a la tierra al encar­narse no fué otra sino establecer en ella el reino, de los'cielos; para esto vivió con lo~ hombres 'durante 33años y predicó la buena nueva, para, esto padeció ymurió en la, cruz" para esto enviÓ del cielo' al Espí-ritu Santo. "

, ¿Yde qué medio ~e valió Jesucristo para establecersobre la -tierra el reino de los cielos? ' ' , ,

Porque Dios no' sUeJle escoger dos caminos para una ./'misma cosa; no es comó el' hombre que toma un me­dio, si no le da resultado, escoge otro. Dios, desdeque escoge un medio, sabe que ése es el ,que ha :de te­ner' éxito, no sólo porque su sabiduría no 'puede equi-

(4) loan., XVIII, 36.(5) Luc.,' XVII, 2 I.

(6) Rom., XIV; I7.

l'

vocarse, sino sobre todo, porque El mismo da a losmedios que escoge la eficacia que' necesitan.

Hubo una ocasión en que. Cristo Nuestro Señor, deuna manera solemne, se proclamó rey, y es una oca.;. .sióri única en, su vida, única en el ENangelio~

, N?~ué.~uando ,realizó el milagroestupe~ de lamultIphcaclOn de los panes en el desierto; las, multitu­des entusiasmadas .quisieron apoderarse de El y pro­clamarlo rey; pero Jesús huyó: no fué entonces cuan-dose proclamó rey. ,

En otra ocasión, Jesús tomó aparte a sus -discípu­los predilectos, subió' a un monte elevado y allLsetáms- 'figuró, es decir, descorrió Un' tanto el velo de su hu­manidad mortal que encubría la gloria de su divini­dad. No fué entonc;es tampoco cuando se proc1am<órey. ,'Antes al contrario, el Evangelio nos dice que elasunto de' su conversación con Moisés y con Elías, en.aquellos momentos de gloria, era precisamente el ((ex­ceso" de su pasión.

Pocos días antes de morir e~t~ó'triunfante en J e­rusalén; las multitudes salieron a su encuentro con ta­mos y palmas, con vítores y hosannas, proclamándoleHijo de David, Env;iado dd Señor, es decir, Rey deIsraeL ¿No era ésta la ocasión ,más, propicia para'proc1ama,se rey? No lo hizo, .sin embargo.

.¿Cuándo lo hizo entonces? Cuando ,sus enemigos.triunfaron, y 10 ,abandonaron sus discípulos y el fraca~

185

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so de toda' su obra iba a consumarse con su próximamuerte en un patíbuló infamante.

, Espera la derrota, la ignominia y la muerte, '¡ y en-,tonces se proclama rey! ...

¡Pudiéramos reproducir la esc'ena de, importanciacapital en la' vida de Cristo! Poncio Pilato está sen~

tado en su tribunal, rodeado de su corte, de sus solda­dos, con todo el boato de aquellos hombres que secre{an los dueños del mundo. Allá fuera está la rrniltitud,abigarrada y frenética, que pide a gritos 'la muerte deCristo ... Y Jesús, la víctima, está ante el Procónsul,de pie, con las manos atadas como un crimin~l,'maci­lento, pálido, 'llevando en su rostro la huella de qnanoche de insomnio y de torturas ...

-"¿ Tú eres el rey de l()s Judíos ?", le pregunta Pi­lato. Y Jesús, con serenidad y ,majestad divinas, pe­sando, cada una de sus palabras, le contesta: "Tu dici~

quia Rex sum egol 7 -Tú cío has dicho, Yo soy Rey.y para eso he nacido, y para eso he venido al mundo,para dar testimonio de la verdad" . '

** *

Es notable cómo Cristo Nuestro Señor fué pocoa poco y no de una sola. vez declarando las prerroga­tivas de su dignidad, semejante al sol que para no'deslumbrarnos ni lastimar nuestros ojos va paulatina­mente derramando su luz,desde las suaves luces dela, aurora hasta los incendios del mediodíá. Y así no-

(7) loan" XVIII, 37

i86

tamos que en 'toda SQ, predicación en' Galilea, Jesús Be

llama: seneillamente ((el Hijo del hombre";· y sólo enlos últimos meses de, s~ vida, en su predicación en J e­rusalén, se declara abiertamente (((dHijo de Dios" 8

y afirma sin" ambajes su divinidad. Pero n9 solamen­te es el Hijo del hombre por excelencia, no solamentees el Hijo de Dios, sino que, por ser hombre y por serDios, es el Rey univers'al, el Soberano .,.de~s y tie~

rra, y ésta es la suprema revelación que deja pará lospostreros momentos de su vida. ~

y por eso,' poco antes de morir es cuando ante laautoridad más grande que había entonces entre loshombres, ante el Imperio Romano representado porPilato, Jesúsdi'Ée: ((¡Yo soy Rey!" Y esta eS'l~'úl­

tima revelación de Cristo, porque su soberaníavie!Iea sintetizar· todas sus prerrogativas, porque su reinado

, viene a consumar toda su obra.y esto es mucha vérdad, porque ,¿ qué es lo último

que hará Cristo cuando se. clausuren los tiempos .y s~

acabe, envejecido,el mundo y la humanidad? Juzgar,a los vivos y a los muertos, es decir,afirmar, ejercersu soberanía sobre todos los hombres, que al fin lo re­conocerán todos, '~in excepción alguna, como Rey. uni­versal, ((Rey i'nmortal- de los siglos a quien sólo es de­bido todo honor y toda gloria) por los siglos de ,lossiglos" .9 De~pués de lo cual ya no quedará en pie sinoese perfecto reinado de Dios, el verdadero y definiti­vo ((reino -de los cielos") donde el Señor reinará en

I(8) El Evang~lio llama a Jesucristo "Hijo del hombre" ,82 veces;

sólo una vez "Hijo de Dios" en S. Juan, IX, 75' ,(9) 1. .Tim., 1, ~7'

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sus escogidos por una eternidad sin fin -cujus regninon erit finis-. 10

;ji:

* *Como aecíamqs, el hombre usa de medios porque

los necesita: su debIlidad los exige, como un suple-',mento a su fuerza escasa y menguada. Por ejemplo,si un rey 'quiere coriquistár otro reino, necesita reu!1irdinero armas soldados y todos los pertrechos de gue~

rra; p~rque.dnhornbre' solo es demasiado débil parapoder por sí y sin ayuda de nadie conquistar todo Qnpaís. Y por lo mismo, cuando ~l homb.re escoge unmedio tiene que buscarlo apropIado, eÍlcaz.

Dios no es así. Gusta de ordinario, para demostrarsu' poder, seguir el camino, contrario de la prudenciahumana. y, por' eso Cristo Nuestro S~ñor para es~~~

blecer su reinado no usa de la fuerza SIno de la' debdl~daC!, no del dinero'sino de la pobreza, no de la sabi­duría humana sino de la locura divina, y fué a la glo­ria por la ignominia y al triunfo por, el fraca~o, y ala inmortalidad por la muerte. . . Por ese camIno delsufrimiento,. de la persecución, de la calumnia, de ladeshonra, 'por ese camino Cristo estableció su Teinada., La Igle'sia lo proclama así, cantando en las solemni~

dades de la ,santa Cruz: ((Regnavita ligno Deus-,-,Dios ha reinado por la Cruz".l1

A este propósito es muy significativo el título que;,'Pilato mandó colocar sobre la cruz de Cristo. San

(10) Credo de fa Misa.( Ir ) Hym., "VexilIa Regis".,

188

'Ijo,

f

Juan nos dicee:xpresamente que el P~ocónsul lo man­dó inscribir en tres idiomas: en hebreo, en griego yenlatín; en hebreo, la lengua sagrada en la cual se ha­blabá entonces a Dios; en griego, la lengua, de los fi~lósofos y de los artistas;, y en latín, la lengua de los

, conquistadores, de los señores del mundo.. Estos eranlos idiomas más hablados y extendidos, por el ¡nundode entonces; COmo, sial escribir en ellos,' Pilato qui­sieraqueaquél título fuera conocido de todos loshom~bres. ',' , .

y es qüe esa inscripción proclamaba la soberani0, de, Cristo: uJesus N azarenus Rex Judteorurn" . '

Los fariseos, escandalizados, protestan. Aquellainscripción debe Il1odificarse, porqu'e Jesucristo -'- di­cen ellos- ho es rey sino sólo p~etende serlo. Y cosarara, Pilato tan débil que había cedido a las instanCiasde los enemigos de Cristo y que, reconociendo la ino~~encia de Jesús, lo había sin ~mbargo condenado a muer­te, aquí no cede y, exclama con inUsitada firmeza:((Quod scripsi) scripsi; - Lo escrito) escrito está".12

Hace veinte siglbs que los enemigos de Cristo tra­tan de ,borrar ese título y han apelado para ello a to~ :dos los' medios, aún los más violentos, aun los más 'in­justos., La sangre de 'los trece millones de már~ires delos tres primeros siglos del Cristianismo no tenía otro,.fin que destruír el reino de Cristo. Las herejías, loscismas,. las per~ecúciones que no han cesado en veintesiglos no pretenden otra cosa. ,Los errores modernos,el socialismo y', el c()mu~ismo, continúan clamando:

( 12) loan., XIX, 1'9-2 2, .

189

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((Non habemus regem nisi Ccesarem - No tenemosmás rey que César" .13 UNolumus hunc regnar-e supernos! -,- ¡N 09u~ren:1O~ que ~se' reine .,sobre nos~otros l' '14 Y contlnuan en Slll1;eCla pretenslOn de cam­biar el título de la cruz que proclama la soberanía deCristo; pero el Dedo de Dios lo ha grabado, y ~o es.­crito, escrito quedará para siempre: '((Quodsc'ripst,scripsU '., " .,'

y morirán las herejías, y se extinguirán los c,ismas, ypasarán la~ persecuciones, y los e?e~igos,ac~ales deDios como sus antecesores se hundIran en el abIsmo dela eternidad.·.. en tanto que Cristo por medio 'desu cruz continuará reinando sobre el mundo :Stat crwcdum volvitur orbis! Todo pasa - 'las' naciones comolos individuos - arrastrado por el torbellino de losacontecimientos humanos; y en medio de esa constanteagitación, sólo hay algo inconmovible, algo que. nopasa nunca y permanece siempre: es la cruz. de Crls.t~y su reinado inmortal: Stat crux dum volvttur .orbts ~

¡Lo escrito, escrito está! Es~ tít~l? que fué~ol~­cado sobre la cruz es algo muy slmbohco; nos esta dI­ciendo que la' realeza de ~risto nace de la cr,uz y vienea ser el coronamiento de la cruz. N o es mas que unamanera gráÜéa de enseñarnos la misma verdad {(Reg­navitaligno Deus - Dios ha reinado por la Cruz".

** *

Por eso se equivocan lam_entabiemente los que juz­gan de una manera humana- el reinado de Cristo. Ya

(13) lb., 16.(14) Luc., XIX, 14·

.en su tiempo, sus mismos apóstoles ¿no soñaban enun reino humano del Mesías? ¿no esperabafl que do­minara' a los enemigos .. del puebi:o judío e hiciera,deéste la primera nación del mundo y ~ ellos los prime­ros príncipes de esa nación? l no- muchas veces los re­prendió su Maestro por la 'manera grosera: de conce- \bir sU reinado? Hasta cuando el Señor . se despe­día de ellos, momentos antes de' subir a los cielos(todavía h.ubo quien se atreviera a preguntarle.: ((Se..'f¡Jor,¿ahora es cuando 'Vas a· restablecer el reino de'Israel?" 15 Hasta allá llegaba su ceguera y su faltade inteligencia de' los misterios de. Dios.

Pero no debembs admirarnos, que en nuestros tiem­pos pasa lo mismo~ Cuántas veces, al saber cómo ~se

blasfema públicam.ente de Dios, cómo se injuria a Je- .suc~isto, cómo secaluinnia y se persigue a su Iglesia,nos habremos lamentado, pensando: ¿por qué Nues­tro Señor permanecerá impasible ante sus enemigqs?¿por qué no les manda un rayo del cielo? ¿pbr qué noenvía UJ! castigo ejemplar' para responder a los desa­fíos de los blasfemos?

. Nuestro Señor podía respondernos lo que en otrotiempo dijo ar, sus apóstoles que querían que llovierasobre sus enemigos fuego del cielo: ((No sabéis toda~

'vía qué esp.íritu debe. animaros" /6 no sabéis todavíacómo debo establecer mi reinado ycómo debo triunfarde .mis enemigos.

Ya hace veinte siglos que la Iglesia lo enseña y losacontecimientos lo demuestran, y todavía no lo co-m-

(15) Act.,I, 6.(16) Luc., IX, 55.

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Confiemos. - 13I~3

una manera semejante, cada uno de nuestros sufrimien­tos, por pequeños que sean, son como una astillita de lacruz.' .Cuando se hayan sumado y reunido todos los su­frimientos necesarios según. los designios de Dio~, en..,tonces aparecerá la cruz, entpnces quedará completo el'trono, y Cristo vendrá a reinar.

Así c,omo el vino que "en la santa Misa se con~erteen la. Sangre de Cristo se forma de muchos granos deuva; así como el pan qUé; se transfqrma en el Cuerpode JeSJ1s se forma de muchos granos de trigo; a'sí tam­bién '-esa cruz grandiosa,; ese trono regio de Cristo debe,formarse por la multitud de los pequeños sufrimien..tos de todas las almas que desean y traba:jan porquevenga a hosotrossu reino.

Si esta.s verdades lás tuviéramos presentes cuando i

sufrimos y las tomáramos en serio, j qué de: otrama~neta recibiríamos las penas y con~radicciones! . .

Pero sucede con frecuencia que idealizamos dema­siado la cruz y cuando llega de verdad la vemos tanprosaica,tan vulgar, 'que la desconoc~mos. El trabajode tada día que cansa siempre y fastidia con' frecuen­cia, la enfermedad y los achaques de la edad con susprosaicos detalles,' él choque .constante de ·los diferen­tes caracter.es y temperamentos, los pequeños fracasos \con sus circunstancias a veces ridículas, todo, todo, des­de los nervios que se crispan o se enervan hasta las pe­nas del corazón y los' sufrimientos del espíritu, todo esoes la cruz de Cristo. Y si la llevamos como es debido~con paciens:ia y resignación por 10 menos, o. mejor con

. voluntad esforzada/óy generoso entusiasmo, contribui­remos a formar su cruz,.a erigir sU trono.(17) loan., XIX, 14.

(18) Hebr., XII, 2.

., En conclusión, Crist6 Nuestro Señor par:a.reinar ne- ,.cesita su trono, necesita su cruz. Todos los que de,sea­mas que reine en nuestras almas, en nuestros hogares,en nuestra patria, debemos prepararle su tron~, de-.bemos formarle su· cruz, que cuando el trono este pre-parado, Cristo vendrá areinar. ' ..

Esa cruz deben formarla todos y cada uno de n?es­trossufrímientos. Nuestras penas, nuestras humIlla­ciones nuestros sinsabores, .nuestras lágrimas van le-, .vantando poco a poco el trono reg~o..

La Verdadera Cruz donde Jesús murió se encuen­tra esparcida por todo el .~undo en' p.equ~ñas a~tilli­tas; si por un milagro pudIeramos reunIr de nuevo to­das esas partículas. distribuídas por t.odas partes, vol",verían a formar íntegra aquella prImera Cruz. De

*1'

, * *

prendemos: Jesús reina' por la cr?z~ tri?n.fa por la. per­secución, llega a la gloria por la Ignomlma;· su cetro ,esuna caña, su corona es de espinas, su manto es la ~ur­

pura de su sangre, su tr0no es la cruz . .. Regnavtt a

ligno' Deus! . .'Ecce rex vester! 17 Ese es nuestro Rey y no otro.,Pudo haber seguido otro camino para reinar- ha-.

biéndose1e pr~puesto el gozo, escogió la cr.uz; propo­sito sibi gaudio} sustituitcrucem.18 Pero qUISO .escogeréste 'para que brillara má§. su poder que no. tiene ne­cesidad de medios humanos para realIzar su obra.

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'Haciéndolo así día vendrá en que la medida de su­frimientos necesa;i~, s~gún los. designios de Dios, pararedimir a nuestra patria quedará colmada,entº.ncesCristo vendrá a reinar, y una vez más podrá decIrse:~((Regnavit a ligno Deus! -- Dios hareínado por laCruz!"

194

/

(

EL GRAN- PERSEGUIDO'

Jesús es el Gr;an Perseguido.. Apenas nace y un rey,envidioso y sanguinario, 10 persigue; y queriendo aho­gar en sangre su cuna, ordena que sean sacrificadostodos los niños en Belén y sus alrededores.·

y nobi~h han pasado los años en que vivió ocultoy desconocido en N azareth, y de nuevo aparece lapersecución. Las escena's del Evangelio, tan llenas deencantadora sencillez, a cada. paso se ven borroneadas

. por la aparición de la hipocresía y de la envidia quearteramente sigue a Cristo, paso a paso, tendiéndolelazos, poniéndole asechanzas, espiando sus palabras ysus acciones hasta que finalmente. logran apoderarsede El y, después de. haberlo difamado, clavarlo enuna cruz. ¡

. Después de su Raso por la tierra, Jesús encontró ma­nera de prolongar su vida entre nosotros por su Euca­ristía y por su Iglesia. Y en la Eucaristía y en la Igle­

, sia, Jesús, continúa siendo, el Gran Perseguido.El déqil, el inofensivo, puede despertar el desprecio

a' lo sumo, nunca' el odio ni la persecución que es su

195

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; , " , ?fruto. . Y qué cosa más inofensiva que la Eucanstla.

¿. "d 'b'l' ' , t t? Y. Dónde aparece Jesus mas el, mas Hnpo en e .;in embargo la Eucaristía no ha dejado de ser perse-g~ida desde' que apareció, sobre ,la ti~rr.a.' I

Una prueba, más .-aunque bl~'n smgular~ de ,~apre'sencia real de Jesús en la HostIa santa sen~ el odIosecular con que la han perseguido lasque no tIenen fe.Si no está allí CristO, si sólo e.s un pedazo de J?an, en­tonces, ¿por qué ese afán de profanar las hOStI~S con-

d· " 1 '?sagradas, porqué ese o 10 satanlco a os sagr~nos."

Ni 'puede explicarse \:solamente por l~ satIsfaccloninnoble de herir los sentimientos' más delIcados de loscreyentes; así podrían explicarse a lo sumo las profa­naciones públicas; pero no las secret~s, laspcul!as, lasque no tiene~ más testigosqve los mIsmos enemIgos deDios.' ' ..

,Después de la Eucaristía,- nada revive tan~o a Cnstosobre la tierra como su Iglesia, y en su Iglesr.a su sacer-docio. , ,

Cuando Saulo ~ae por tierra en el camino de Da­masco la voz del cielo le dice ': ayo soy Jesúsa ~uien

tú pe;sigues".1 Es decir, persiguiendo a la IglesIa, a

Jesús es a quien se persigue:, ,', ,¡Veinte siglos de persecuclOn!. . . y~ en :un paIS, y~

en otro; a las veces de una Inanera vlOlenta y san~uI­

naria, dejando a su paso'ruinas humeantes. y ta~~ve­res mutilados; a las veces de, una manera slstematlca,solapada, convirtiendo' la perse~ución e?- l:~, yenvol-viendo al sectarismo en el manto de la JustIcIa. :

(1)' Act., IX,s·

, ~,

Es un hecho extraño e-n la historia que el sacerdo­'cio católico sea el· único perseguido.2 Todos los pue..bIas antiguos veneraron a sus castas sacerdotales; eu

. los tiempos rp.odernos, ¿quién persigue al ministerioprotestante y al sacerdote cismático? Más aun, el mis­mo sacerdote católico si flaquea y cae,si traiciona sumisión y se. vende, en lugar, de la persecución encon-

, úará el apoyo 'y' el aplauso, a lo inás la' indiferencia yel olvido.' Prueba ~v:-idente,de .que lo que se' persigueen el sacerdote tia es al hombre, es a Cristo, al con­'tinuadorde su obra, al .predicador de su doctrina, aldepositario de sus gracias, al heredero de sus virtudes.

Los far-iseos modernos -tan celosos de la 1ey-.-, vuel­ven de buena gana a tratar con los Judas cuando éstosvienen a decirles: '~¿cccuánto me dais y os lo entrego?-"A los primeros 'itpóstoles, cuando vieron que tenían la

'osadía de predicar al Jesús que ellos habían crucifica­do, los arrastraron a los tríbunales y a las cáreceles, ]0,8

azotaron, les dieron ,la muerte. En tanto, que, si Ju­das hubiera sobrevivido a su crimen, ¿ quién lo huhieramolestado siquiera? Y la" historia se repite ~onstante~mente .. ,

Jesús en su vida mortal, .en su vida eucarística, en s~vida-mística en las almas; es el eterno Perseguido~

*

N o deqjera pues extrañarnos la perSeCl,1Clon. Es unh~cho normal en la vida¡ del cristiano; es un hecho cons- ,tante en la vida de la Iglesia. '

(2) Cf., Perrey-ve, La Passion de J-Ch, dans son sacerdoce, ,

'197

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(\.5) loan., XV, 18-20.

(6) loan., XVI, 33.

do, síno que de él os he elegido Yo, por eso el mun- 'do os odia. A cardaos de las palabras que os'· he dicho:No hade serel, siervo mejor tratado que su señ,or: si aMí me han perseguido, a vosotros también os perse-

e guirán" .5

199

(

Pero al mismo tiempo que Jesús nos anuncia la per­'secución, nos promete' también el triunfo, porque si Ele~ e~ eterno Perseguido, es también el eterno Victo­rIOso.'

iJ "En el mundo, nos dice, viviréis angustiados -inmundo pressuram habebitis-'-';· pero' tened confianza:Yo vencí al "mundo ' -'-', srd confidite, ego vinci' mun-duml" 6 '

,¿Y cómo ha triunfado Jesús de la persecución? Loshombres vencen luchando con las mismas armas, y ala calumnia oponen la calumnia, y a la espada, la es,.pada., No así Jesús. El ~vence la persecución, sufrién­dala; El triunfa d~ la calumnia, callando; El vence alodio, amando... Porque Jesús es un divino triunfa­dor que vence a sus enemigos no dándoles la muerte,'

,sino muriendo a sus manos; no vengándose y casti­ganao, sino perdonando y amando, amando siempre ...Porq,?e Cristo no es rey sobre l,atierra, sino coronadode espina~ 'y clavado en una cruz." ..

Así venció Cristo Señor Nuestro; así debemos ven­cer nosotros: ,

Sin emba'rgo, cuando contemplamos a Jesús,' a eseJesús tan divino y tan humano, tan sublime y tan sen­cillo, tan lleno de majestad como de ternura; a ese Je­sús tan dulce, tan bueno, que pasó por la tierra hacien­do el bien, i no se- comprende cómo puede ser el blancode tántos odios, de tántas envidias, de tánta perse-cución! ' .,

Es que olvidamos que, precisamente por el carácter~rascendental de la santidad de ,Cristo, ella es como elcentro de la lucha eterna entre el bien y el maL Siem­pre las tinieblas odiarán aJa luz; s,iempre la maldadtendrá envidia a la virtud; siempre el espíritu satá­nico per,seguirá al Espíritu de Dios.

Esa .lucha no es nueva, es tan antigua como el mun-r do; pero al aparecer Jesús -la santidad de Dios en

forma humana- toda esa lu<;ha se concentró en él.Por eso Simeón pro'fetizó que Cristosefía señal de con­tradicción -signurri cui contradicetur-'_;3 Y el mismoSeñor Jesús aseguró que el que no e~taba a su favor es,.taba en su contra--"qui: non, est mecum, contra meest-·_.4, Es decir, la humanidad no puede permanecerindiferente con relación a' Cristo, o lo sigue o lo per­sigue, o lo adora o blasfema. de él; o 10 amaqfo' odia.

y Jesús al morir nos dejó esa herencia benditá. Yen aquella hora inolvidable, de las últimas confiden~

cias, nos dijo: {(Si elmundóos odia,sabedque prime-,ro, me odió a Mí. .Si fuerais del mundo,'." amaría elmuntfo lo que era suyo ,. pero porque no sois del mun-

(3) Lue., JI, 34-­(4) Lile., XI, 23·

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j Pero con cuánta f.recuencia olvidamps esta verdadfundamental en la economía del, Reino de Dios! . Yllenos de impaciencia, nos admiramos de que Dios nohaga llover fuego del cielo sobre sus enemigos, de que'no seabta 'la tierra y sepulte vivos a sus~perseguidores~ 7,

La impotencia humana no concibe que se puedatriunfar sino destruyendo; s610 la. Omnipotencia divi­na vence conquistando y salvando. Si, en el camino deDamasco, en lugar de un rayo de luz, Dios hubieradescargado sobre Saulo un rayo de fuego que le hu­biera dado la muerte, ¿hubíera triunfadq mejor de élq'ue transfonnando al perseguidor en apóstol? j Ohqué triunfo para Dios el día en que del fondo de unalma que lo' odiaba empieza a nacer el remordirnientoque salva,. las lágrimas de contrici~n que purifican, elhimno de la gratitud y del amar que hace estremecerde júbilo al cielo!

¡Aprendamos por 'fin cuáles el verdadero espíritu,cristiano! ,((Diligite inimicos vestros, benefa'i.:íte hisqui oderunt vos et orate propersequentibus et calum­niantibus vos 8 - Amad a vuestros enemigos, hacedbien a los que os odian y orad por los que os persigueny calumnian. Así demostraréis que sois hijos de Vues­tro Padre celestial que está en los cielos, que hace bri- ,llar el sol sobre los buenos' y sobre los, malos,. que de­rrama su lluvia --sobre los justos y sobre los impíos.Porque es preciso que seáis perfectos como vuestraPadre celestial es perfecto".

(7) Luc., IX, 55.. (8) Math., V, 44-48'.

200

** *

"Finalmente, si todo sufrimiento nos tine a' Cristo,porque nos asemeja al divino Crucificado, al ((tIom­bre del Dolor" j 9 ninguno quizá que nos asimile tantoal ((Gran Perseguido", y por consiguiente, ninguno quenos una tanto a El corrio la persecución. Por eso']esúsexclamó,: "¡ Felices los perseguidos - Beati qui per-sf;cutionem patiuntur1" 10' . ,

Ser perseguidos por la justicia es reproducir, es pto­y longar la vida de Cristo; es por tanto vivir unieios a El'Íntimamente. Por eso los apóstoles -los primeros per­seguidos- ."iban .llenos de gozo ante los tribunales,p0.t;'que ,habían sido dignos de sufrir por el nombre deJesús".l1 . ,

La,persecución, que es un rpal para el que la hace, esun·· bien inmenso para' el que la sufre cristianamente.,.((¡Biena.ventura,dos seréis, dijo jesús, cuando por 'mi .\\')causa os maldigan, os persigan y calumnienjentoncesque' eljubilo y la alegría dilate vuestras almas, porquevuestra recompensa será muy' grande en los cielos/"12

(9) Isa., LIII, 3.(IO)" Math., V, 43.( u ) Oct., V, 41. ' ,(12) .Math., V, IO-u.1

201

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N ada tan propio, nada tan característico de Dios co­mo la Paternidad: Dios es ante todo y sQ.bre todo, PA­DRE~ Antes de hacerse Redentor, impulsado por unamorque el Apóstol se atreve a llamar. excesivo;l an­tes de hacerse Creador, derrochando en el abismo' dela nada la multitud de las criaturas; antes de que apun­tara la aurora de los. tiempos, en el 'principio sin prin­cipio de la eternidad, Dios era Padre .... y en ese"HODIE" de la eternidad, en ese hoy que ni tuvo ama­necer ni tendrá ocaso, Dios no hace otra cosa que ser·Padre y repetir a su Hijo único: "Tú eres mi Hijo:,Yo te he engendrado hoy - Tu es Filius meus: Egohodie genui Te!" 2 .

La Paternidad' de Dios llena la eternidad~Llena

también los tiempos~' como desbordándose, parece sa­lir de su Seno infi~ito, haciendo naser de la nada lamultitud de las criaturas y poblando de seres la inmen­sidad del universo. N o solamente toda paternidad crea-

SEAMOS JESUS

2°3,

( 1) "Propter nimiam caritatem"... Ephes., II, 4., (2) Ps., II, r¡.

/•

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1\.

2°5.

\

(7) Mgr.GaY: Corresp'ondance, se.rie II, p. 357.(8) Cf.:Mgr.. Gay.. P?ssim: Beaudenom, passim, y en general to­

dos los autores de la escuela b~ruliana.

los hombres j todonuestrú plan de santificación perso- ynal debe reducirse a morir a nosotros mismos para que

. la viq.a de Jesús' 'en nosotros de tal mapera se 'expansioneque. venga plenamente a. sustituir- a la nuestra, y no sea

- nuestra vida miserable la .que vivamos, sino sea Jesúsquien viva en nosotros, Jesús quien ore, Jesús quiensufra, Jesús quien ame en nosotros.

Seamos pues Jesús, "Jesús en la oración, Jesús en l¡a- .acción, Jesús en la prueba, Jeslís para Dios, Jesús pa­rad prójimo·, únicamente Jesús, siempre Jesús ... " 7

Hagamos ,un breve comentario de esta m~xima tansendlla como' profu¡nda: i SEAMOS JESÚS! 8

(3) A quo -9mni~ paternitas in crelis et in terra nominatur. Eph.,lII, 5.

(4) Per quem orrtnja facta sunt. loan., L 3.(5) Rom., VIII, I5~r6.

(6) Nam quos prrescivit, etprredestinavit conformes fieri imagini9FiIii sui, utsh ipse primogenitus inter multis fratribus•. Ibd.. VIII, 25.

2°4

da es un reflujo de la divina,3 sino que Dios en todassus relaciones con sus criaturas no es ni puede ser sinoPadre: en todas ellas ha puesto un destello de su Ver..bo, de "su I Hijo único, "por quien. ·todas .las cosas hansido hechas",4 y por eso las mira complacido y paresa.las ama con- ternura paternal. .

Ahora bien, si Dios es ante' todo y sobre todo Pa­dre, no~otros debemos ser pa·ra El, ante todo y sobretodo, HIJOS. Y por eso el espíritu del Cristianismo esesencialmente Un espíritu filial: .".En efecto, escribe SanPablo, no hemos recibido un espíritu de esclavos paraque vivamos todavía ,en el temor; antes bien, hemos're­cibido un espíritu de adopción que nos hace' exClamar:¡Abba! ¡Pater! y el mismo espíritu da testimonio anuestro espíritu de que somos hijos de Dios".5

Pero como en realídad de verdad Dios no tiene sino'un Hijo, Jesús,. su Unigénito, debemos concluir que pa­ra ser verdaderamente hijos de Dios, debemos SER J E­SÚS. Porque todos lós predestinados, afirma SanPa­blo, deben delinear en su alma la imagen. de Jesús, p.a­ra que El sea el Primogénito entremucho~4ermanos~1>

Por consiguiente, todos nuestros ¡deberes para conDios, es decir, toda nuestra .religión debe consistir enser. Jesus para Dios j todos nuestros deberes para. connuestros semejantes, todo nuestro programa de acción'

.y de apostolado debe compendiarse. en ser Jesús para

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-- lelevándolo hasta arrojarlo en el Seno amoroso del Pa-dre Celestial.

Nadie, sin. embargo, ha adorado como Jesús, el GranAdorador del Padre,' que no vino al mundo ~ino parasuscitar "verdaderos adoradores d~ su Padre que leadoren en espíritu y' en verdad".

"La adoración llenó todos los instantes de su vida,los silencios de su 'infanci)a, los largos años de N aza-

_reth, las noches de -su vida apostólica, pasadas en ora­ciónen la cumbre de la montaña; y eh el Calvario seexpresó con la voz de las lágrimas, con el clamor .irre­sistible de la sangre, con el gi-ito supremo de la niuer-

. te. -Más aun, la adoratÍón Jlena los siglos de su vidaeucarística; ciertamente Jesíis' seqúedó en la Eucaris­tía por nuestro amor, para alimentarnos corno una ma­dre alimenta a su hijo, para consolarnos como consue­la un compañero inseparable y un amigo fiel, para sernuestro rescate y la víCtima const~nte de. nuc;stros cons­tantes pecados; pero, como lo exige el orden más ele­mental, primeramente se quedó ~n la Hostia santa por_amor· a su Padre, para que desde el fondo dt:: esta tie­. rra miserable, para que desde el seno mismo de la hu-Inanidadpecador~ se elevara un homenaje de adora­ción digno de _la _-. Majestad divina.

_Desde ese mome.nto, si queremos que nuestra ado­ración tenga valor, si deseamqs que nuestros homena­jes lleguen hasta el trono de Dios, es necesario _que los.unamos a los de Jesús, que sólo- El es capaz de atraersobre nosotros la atención del divino Padre, sólo ,El 'puede dar a nuestras adoraciones ese reflejo suyo, ése

Nunca se ponderar~ demasiado la importancia dela oración. E,s el homenaje que toda criatura debe ne­cesariamente rendir a su· Creador; por consiguiente,comprende todos los actos que inspira y todos los de­beres que impone la virtud de religión. .

La oración adora. Ante la majestad de Dios, con~

templando sus perfecciones infinitas,sintiendo. el p~_

so. de su soberanía absoluta, el hombre no puede menosque inclinar la frente,. caer de rodillas y adorar al que "reconoce por su Creador, su Señor y su Dios. Nadamás justo y debido que la adoración; nada más· ver­dadero que la nada se incline ante el infinito, recono­ciendo que Dios es todo y nosotros nada.

Elevándose en alas de la adoración, .el alma cree, es-pera, ama, se complace en la gloria'de Dios, se aflige i·

de verlo tan ofendido, desea glorificarlo, se somete hu­mildemente a los designios de su Providencia y llegahasta abandonarse con una confianza filial entre lasmanos, de Dios. Y así la adoración que se inicia sumer-'giendo al hombre en el abismo de su nada; se consu~a

j

206

L-SEAMOS .JESlJS EN LA ORAOION

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. perfume del Primogénito "semejante a Un campo ben~ \áecido por Yahweh". 9

La oración agradece, es la forma co~ que se revistenuestra acción de gracias. Después de haber adoradoa la Majestad divina, el hombre debe dar gracias a. suBondad infinita, si tiene un corazón ~ noble _y bien na~

cido; pues nada impresiona tanto, nadá conmueve tanhondamente, come;> no poder volver los ojos a partealguna sino vernos por doquiera rodeados de benefieiosde ·Dios, de dones de su bondad y prendas de su ter~

nura; la tierra que nos sostiene, el aire que re~piramos,

la luz. que nos alumbra, el agua .que nos refrigera; yhasta la frescura de nuestras montañas y la calmapa-­cífica de nuestras ta~des y la solemne tranquilidad denuestras noches. . . Dqnes de Dios sO'n los afectospu­ros y santos que Dios ha puesto para nosotros en losseres queridos que nos ayudan a llevar. el peso de lavida ~ son un reflejo de su bondad divina y como unacaricia de tu 'ternura. Dones de Dios son las alegríaslegítimas que dilata.n el corazón y suav~zan el destie-.rro ;-lo son también las penas que nos. envía, porque eldolor desata de la tierra, hace levantar los ojos al cie..lo y prende en el alma la luz de las esperanzas eternas..Pero el don por excelencia de Dios .es El mismo, es lavida de la gracia, -germen de la vida de la gloria-,que es la _Vida misma de Dios rn nosotros; es -'suHijo

I .

(9) Sicut odor agri pleni. Gen., XXVII,' 27. Véase el texto hebreo.Cf.: Beaudenom, La Messe. I p. 90.

208

.. divino que lo hizo nuestro Hermano y lo constituyónuestra víctima _y ¡nuestro alimento; es su Espíritu di­vino que nos lo envió para que fuera 'nuestro prqpioespíritu, para que coh gemidos inenarrables nos hiciera'clamar: j Abba 1- j Patér}' _ .

¿ Cómo podríamos agradecer tales beneficios, si Je­sús mismo no se hiciera -nuestra acción de gracias?

Si Jesús en su vida mortal adoró en nombre nuestro.yen, nombre de toda la,Creación, también dió gracias;el Ev;angelionos lo dice explícitamente en las ocasio~

nes más importante~ de su vida,lO pero ya nuestra -fepresiente y nuestro corazón adivina que de aquella al­ma nohilísima,que de aquel Corazón tan delicado bro­taba constantemente ybrqta_aún sin cesar un' himno deacción de gracias tan poderoso, que compensa todas lasingratitudes humanas; que suple todas nuestrasdefi­ciencias y llega hasta. ofuscar la· disonancia de nuestros

. egoí~mos y el clamor de riuestos ultrajes. Porque nose contentó con agradecer a su Padre en nombre nues~

tro durante los años de su vida mortal; en el Cenáculo,la víspera de su' muerte, "elevando los ojos al cielo asu Padre celestial,. le diógracias"· e instituyó el sacrifi~

cio eucarístico por excelencia, el sacrificio de la grati~ .tud y de 'la acción de gracias, para que hasta ·el fin delos fiempos tuviéramos un don _q:ue ofrecer a Dios quecompensara -- todos sus beneficios y pudiera nuestra gra~

,-~itudexpresars~ en! una forma digna de Dios~ .. Por consigui'ente, ningún valor _tendrán- nuestras ac~

clones de gracias, si no las unimos a las de Jesús, si noLo ofrecemos a El mi~1:l1o como sacrificio eucarístico,

( yo) Math., XXVI, JI: XI, 41. Etc~_

2°9Confiemos. - 14

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si no es Jesús Inu~stra cumplida ac.ción. de 'gracias, la 'única que satisface la deuda de gratItud que h~mos con­tr~fdo con Dios, la única que El acepta satIsfecho ycomplacíClo.

~ *,* *

- No solamente le oraci6n satisface los derechos deDfos adorando y agradeciendo ;también corresponde alas necesidades del hom1;>re, criatura indigente" y peca~

dora, y entonces la oración es el ~rito del, alma 9~e, alconsiderar su miseria y su nada, Implora el auxIlIo deDios es el cla:mor de un corazón contrito que, al ver-

, se cJbierto de pecados, invoca la Misericordia divinay se arr'oja en su seno infinito.

Peró si somO$ nada y lo' que es peor "una nada pe-'cadora", ¿ dónde encontraremos una oración tan' eficazque alcance cuanto necesitamos! tan agradable a losojos de Dios que cubra'la multltudde. nuestros peca­dos? San Pablo nos enseña que en el nelo hay, un ser"que vive siempre intercediendo por nos~tr.flS",y la fe,nos muestra sobre nuestros altares una- vlctlma SIempre j

sacrificad~ en expiación de nuestros peca~os~ uria. san­gre siempre derramada p~ra atraer .la mIserIcordIa ~eDios sobre nosotros. Ese Intercesor Incansable, esaVIC­tima constante es Jesús.

"Poder orar al Padre en tu nombre" oh mi Jesús,-'escribe Mons. Gay-'-, 'es una gracia inefable,por­que es' orar de tu parte, apoyá~dose en Ti) que ere~ elobjeto de todas sus complacenCIas, ¡oh amor del cielo,y de la tierra 1 ¡Qué acogida no hará, el Padre a todo

210

lo que llegue en tu nombre 1, AYoír ese nombre amadosonríe siempre, su corazón se abre, su seno se dilata,porque Tú eres su gozo, su fiesta, su festín .. ó

Pero no te bastó concedernos tan maravilloso poder.'Apenas se. exhala del alrria nuestra oración, provocadapor tu bondad, enardecida por tus promesas, y ya en-

'cuentra a la tuya que la espera para precederla o másbien para tórnarla, envolverla e identificársela. "Yotambién oraré a mi Padre", dijiste.' i Oh Señor, anteqtúentoda rodilla se'-dobla; hacia donde se elevan to­dos lqsgemidos y se orient~tn todos los deseos; oh,Se...ñor, en quiel1el mundo entero espera, "Tú tambiénorarás", poniéndote ala ca'beza ~e, todos lasque sl!pli...

, can y prestándoles tu voz qu~, corona las de todos ellos) " .

comunicándoles una hermosura,un alcance y una VIr-tud divina 1, Porque S~n Pablo nos enseña que eres e!apóstol y el pontífice de nuestra confesión; 11 nuestraconfesión es nuestro testimonio, nuestro homenaje,nues­tra alabanza y también, nuestra oración. Como após­tol, la,; trasmites '; corno pontífice, 'la consagras.

¿Qtié es pues la óración :cristiana transformada en,la-' oración de Cristo?,' ,

--'"¡Yo 'también oraré 1" Vuestra oraclOn,hijos:míos, debe, para llegar hasta mi Padre, franquear' in..rnen~o.s abismos; la mía, por humilde qu'e sea, está al

/ ,nivel de la majestad divina a quien honra, como de lasoberanía ante. quien se inclina ...

Mi oración, por otra parte" no es mi voz solamente,es también mi vida, .tqdo mi ser de Verbo encarnado'

(II) Hebr., III, l.

211

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n.-8EAMOS JES~S EN EL TRAB'AJO '

213

La oración, '--aun aquélla que se dirige directamen.,.te a Dios y sólo se ocupa de adorarlo y glorificarlC}----'-,tiene siempre como uno de sus frutos el hacernos me-'jores; ya de una maneta directa, cuando lo otaci6nnos hace' entrar dentro de nosotros mismos ynos mue­ve 'la practicar una virtud que no~ falta, a evitar unvicio o corregir un delecto de que adolecemos; o deuna manera indirecta, por lo menos, a causa del au-

,mento de gracia que en ella alcanzamos y de la' unióncon Dios que en la oración se debe ir estrechando yconsolidando mas cada día.

Ahora bien, es imposible 'mejorar nuestra vida, cum­,plir nuestros deberes cotidianos, corregir defectos, ypraCticar ,rrirtudes; y aun en elorqen natural no logra,­remos múchas veces ni el sustento< diario, si no nos suje-

- tamos a la ley universal'del trabajo.El trabajo; la actividad es la' ley de la vida: así co­

mo la fecundidades la consumación yperfecdón de~sta y el frute de aquél. La~vida, so pena de decaer,de ,extinguir:se y morir, debe desarrollarse y progre­sar; y el trabajo es la condición de todo,progreso y des-

, ,

/

212

(12) M:gr. Gay, Correspondance, 1 serie, p. n6.

ofreciéndose en sacrificio y retornando a Dios en es­tado de víctima siempre inmolada, de intercesión siem-pre oída. . •" 12 , /

Así pues, léf oración unida a la de Jesús alcanza to­da gracia y p~l:ga foda deuda.

¡y plugiera a Dios que !1uestra alma llegara, a esacumbre en que, unida divinamente a Jesús, transfor~

mada ,en El, no solamente uniera su oración a la deJesús, -sino que ' Jesús 'mismo fuera quien orara enella. ',' Entonces, de, tocio lo humano sólo quedaríancomo las apariencias; la pobre,oración del hombre nosería sino como un~' frágil envoltura que encerrara unarealidad divina: la oración de Jesús... y Jesús seda'el que en aquella alma adorara, Jesús el' que diera gra- 'cias, Jesús el que, suplicara y ofreciera susexpiacio~

nes .••Sólo entonces podríamos decir con toda verdad que

"somos Jesús en la oración",;Pero entretanto, ¡cuánto ganaría nuestra otaci6n,

cuánto adelantaríamos en esta ciencia divina, sil: procu­ráramos orar no solos, sino' en una unión coil Jesússiempre actual a ser posible, siempre íntima y amoro­sa, comulgando a sus misterios, asimilándonos sus es­tados, haciendo' nuestros sus sentimientos! i Y así pre­sentarnos al Padre, revestidos de Jesús, cubierta nuestra "miseria con su opulencia, coíno J acob, ,con las ves­tiduras del primogénito, exhalando su perfume comoel de un campo bendecido por Yahweh, "sicut odoragri pleni!"

\'\

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21 5

. nación de un castigo y no la misericordia de llna expia­ción y la esperanza de una rehabilitación ha lejana. Enadelante el trabajo, ---y el dolor que en él irá -siempreincluído-, haciéndose _divinos, serán el precio de laredención, la expiación de la culpa, la purificación delpecador. .'

Po~ eso Jesús para redimirnos se abrazó del traba­jo: "Pobre soy,. d~jo, y en trabajos desde mi juventud.- Pauper ego sum et in laboribus a .juventute mea".4Los, JO años de vida.Jaboriosa eneltaller de Nazarethy la!k fatigas de su vida apostólica consagraron el- tra- '

, hajo y lo .hicieronalgo digno de respeto y de vene­. ración.

.Y esto s6lo ha podido' hacerlo Dios. Los hombres-en nuestr~ época sobre todo-o-. han intentado. tam­bién ensalzar el trabajo; pero. en lugar de unir por lacaridad al pobre, que tiene necesidad de trabajar, cori'el rico, que tiene necesidad del trabajo del pobre, los

.han puesto en pugna y no han logrado sino hacer másdura la condición ·de uno y más egoísta el cor~zón delotro., La verdadera· dignificación del trabajo sólo se en­

cuentra en, su concepto cristiano: es la ley de la vida,es la expiación del pecado: "Trabajando como criatu,;.ras imitamos a nuestro gran Dios en la obra de la crea..ción ydel, gobiérno de todas las cosas; trabajando co­mo pecadores imitamos al Hombre.,.Dios en la obra ?ela redención y de la salvación del mundo".5

(4) Ps., 87, 16. '. ' . . .(5) Mons. GaY, Conférences aux Meres chrétlennes, 1, 4 0 5-406•

(1) Génesis, II, 15.(2) loan., V, 1,7.(3) Gen., III, 17-18.

arrollo. Por eso aun en el estad<D de, justicia original,el trabajo existía ya: como una ley: Dios puso al hom­bre en el paraíso, nos dice el Génesis, para que traba­jara en é1.1

y nada tiene de extraño que así se~, ,¿ no vemos enla naturaleza un admirable ejemplo de trabajo cons­tante, de incesante actividad? Los movimientos de losastros no paran, las fuerzas naturales no descansan, losvivientes se multiplican sin cesar. Y qué digo, la mis­ma Vida divina, en su majestuosa inmutabilidad,. es sinembargo, úna··actividad infinita; y no solalnente por­que Dios "trabaja. en todas las criaturas", sino porquesu misma vida es una operación eterna e inagotable queni ,comenzó nunca ni' cesará jamás. "Mi Padre obrahasta el presente y Yo también obro",' dijo Jesús.2 ElPadre sin cesar engendra al Hijo; -y el Padre y el Ver­bo sin cesar espiran al Espíritu divino.

El,trabajo es consecuencia, es l~y de la vida, y lejosde envilecer al hombre, lo hace semejante a Dios.

Pero después del pecado, el trabajo tiene un fin mássagrado si se quiere, 'más urgent'~ 'y apremiante por 10menos. Dios Nuestro Señor lo convirtió eh un mediode expiación y . de regen~ración."A costa de penosotrabajo te alimentarás, dijo el Señor a Adárii"pecador,y con el Sudor de tu rostro comerás tu pan". 3 ~o com..prenderíamos en toda su extensión el pensamiento'deDios, nó penetraríamos a fondo en sus -misericordiosqsdesigriios, si sólo viéramos en esas palabras la fulmi':'

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El trabajo llena una gran parte de nuestra vida; pa­ra santifícarla importa sobremanera santificar el tra­bajo. El secreto está en trabajar 'corno Jesús, es decir,.tornándolo corno modelo'; 'con, Jesús, esto es, en ínti­,ma unión con E!. Una palabra nos da el resumen y laperfección de esta vida:, ser J esúsen el, trabajo.

Contemplemos a Jesús en el taller de N azareth o enlas' fatigas de la vida' pública.

¿ Cómo tralJaja Jesús?En el trabajo sólo ve el deber, es decir, la Volulftad

santísima de su divino Padre, y por eso con lami~magenerosidad se aplica' a las más bajas y duras tareas deun artesano, corno a la, predicación de la. buena nueva;con la misma perfección hace los oficios más humildesen la casita de N azareth corno los prodigios que arreba­tan a las multitudes. "Cristo no buscó su propio con~

tentamiento '-1 ehristus non sibi placuit". 6" Tampoco ­buscó su propia gloria.7 Su alimento fué' hacerla vo­luntad de su Padre. Durante 30 años contuvo la liamade su celo y no a1)rió sus labios; cuando sonó la horade Dios,' con santa libertad, -no sin desgarrar su co­razón tan sensible-L, dejó' el amado nido de N aza­reth pa~a arrostrar las luchas de sU' vida de apóstol,para dedicarse por entero a las cosas de su Padre: ({iniis qUtE ,Patris mei sunt".8

¿ Cómo trabaja J es~s?En espíritu' de penitencia y de expiación. Jesús se

sentía el gran culpable, porque ante su Padre celestial

(6) Rom., XV" 3.(7) loan., VIII; 50.(8) Luc., II, 49.

2r6

se veía revestido de todas nuestras culpas, y por' esomismo se constituyó el gran penitente. Y puesto que'píos quiso que el trabajo -,-,necesarcio por otra parte-,­se convirtiera en una expiación, Jesús 10 abrazó con esefin, y sus trabajos de un precio y valor infinito fueronnuestro rescate, ,,' aplácaron la justicia divina y regene­raron nuestras almas culpables.

Así debernos trabajar. Todo debe sernas 'indiferen­te, --cualquiera que sean las repugn~ncias o atractivosde, la naturaleza-,'-, si en lugar de' buscar nuestro pro-

'pio cont~ntamientoy lejos de, perseguir nuestra propiagloria, sólo tratamos de cumplir el deber,de hacer laVoluntad de Dios; así nos pida un trabajo oscuro, mo­nótono, estéril, o bien una misión en que, dejando la 'amada soledad, sea preciso aparecer y engolfarnos en'el' mar de la vida pública con sus luchas, sus fracasosy decepciones.

y s~. no 'perdemos de vista que el trabajo es una ex­piación, ,abrazaremos sin., murmurar los más rudos ypenosos, sa~iendo cuán, inferior' es la expiación queDios' nos pidéalcastigÓ que por nuestras culpas me­,recemos.

, ' *"" *

Cuando .tenemos lar-suerte' de encontrar un compa­ñern de trabajo alegre, expansivo, servicial, j cómb lacarga se aligera y se dulcifica la tarea! ,

Ese compañero lo podemos encontrar siempre: ¡esJesús!

21 7

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218

El ideal, sin' embargo, es más' elevado. N o solamen­te debemos trabajar como Jesús y con Jesús; más aunen el trabajo cómo en la oración debemos ser Jesús .•.aquel Jesús padente y sufrido, dulce ysonriente,cari- .

(9) Math., Xi, 28. ,( ID) ,Seq. in. festo Pentecostes.'

, Pobre trabajador de los· campos, expuesto a todos~ los rigores. de la intemperie; obrero que te asfixias ell­

tre los muros ennegrecidos de' un~cfábrica; débil joven..-cita que consumes tus fuerzas en un taller, en una ofi..;cina; en una, escuela ... ; alma, quienquiera que seas,condenada a la ruda ley del trabajo· oscuro y manó.. ,tono, j no tr:abajes sola 1 Abre los ojos de tu alma y "mira a Jesú4 que' (J. tu lado cuenta 'la.s gotas del ~udorque caen de tu frente ,... ; Inira a Jesús, que a.bre sus'labios para repetir 'una vez más : "Venid a mí todoslos que estáis fatigados, trabajados" y eIl mí encontra­réis el descanso.. '_.- P enite ad me omnes qui labora.tiset onerati estis) et ego reficiam 'Vos" ~ .• ;9 mira aJe..súsque ya tiende sUs brazos, con amoroso reclamo, pa­ra recibir en su regazo tu cabeza éuando después de pe.. .nosa tarea se inclina agobiada de cansancio y de fati­ga ..., i No trabajes sola, y sea Jesús el compañer.oque te dulcifique la vida, el amigo cariñoso y fiel que teacompañe siempre; sea la dulcedumb~e' y la uncióndesu Espíritu descanso y solaz en tu trabajo - ((In'labor.e requiés"-,-) Y. consolac~ón divina:, en tus lágri-'mas - ((In fletu solatium" ... 10 . ,

('tI) Seq;' in Mis. defunct.(12) lo., IV, 6.

21 9 '

\.

tativo y servicial; aquel Jesús cuyas manos diyinas seeriéwllecieron en 'las toscas faenas de un artesano; cuyafrente, donde brilla la luz de la divinidad, se cubrió desudor para g~narse el pan de cada día; aq~él Jesús quebuscándonos 'se fatigó - uQucerens1!le) sedisti las­sus"-·-)U como en otro tiempo, :fatigado por el cami­no-((fatigatusex itinere"-) se sentó a la vera del po­zo, de J acob ... 12

ÍQué (apostolado tan eficaz debe ser el·ideun almaque en el taller, en la oficina, en la escuela, derrama entorno suyo el delicado. perfume de Cristo, mezcla divi­na' de .gozo y de paz, de suavidad y 'de dulzura, de in-

. dulgencia incansable y de bondad sin límites! '

:1«

* *.-

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Ill.-SEAMOS JESUS EN EL DOLOR

, Lo que la' doctrina del Evangelio tiene de más pro­fundo, laque el espíritu del Cristianismo tiene de másmisterioso es sin duda el sacrificio.

Cuando el Verbo desce~dió'a' la tierra y se hizohombre, se enamoró del dolor; y no habiéndole basta­do treinta y tres años de sufrimientos, quiso prolongarsu inmolacióp. y perpetuar su sacrificio. Y lo realizó:.de dos maneras: en la Eucaristía y~en las almas. Elsacrificio de la Misa es la inmolación mística de' suCuerpo real; el sacrificio de las almas es la inmola;.ción real de su Cuerpo místico. ;

El dolor, inevitable por todos conceptos, Jesús quie­re hácerlosuyo, quiere hacerlo divino' .para prolongarasí, a través de todos lo's siglos, su mismo sacrifIcio enel altar viviente de las almas: ese sacrificio, supremaglorificaci<?n del' Padre, esperaJ?za y salvación delmundo.

. El alma ofrece su capacidad para sufrir; J es~s, ladignidad, el valor, la: fecundidad que su Persona divinadaba a sus propios sufrimientos cuando en carne mbr-

'220

tai transitó por los caminos de este mundo. Esa almay ese _cuerpo' en los que J e-sús continúa sufriendo vie­nen a .ser para El como, una prolongación de' su pro-pia Humanidad. , i .

.'j Qué hermosa debe sera los ojos de Dios un alma

que, íntimamente unida a Jesús, 'sufre J' pero ella no,sino Jesús es quien sufre' en ella! Su dolor será un do~

lar profundamente consolado, porque siente que' no su..fre sola; un dolor santificador, porque estrecha suuniónliCon Jesús; un dolor fecundo, porque Jesús le co-rn,.unica su mérito y valor, .

.;,

* *.(

El dolor cnstIano tiene tres etapas,' de manera quepodernos considerarlo preéediendo al amor, acompa­ñándolo, y s~endo su fruto' más precioso,

El dolor precede al amor,. purificando .El amor es la entrega de nosotros mismos; ahora

.bien, .para darnos, tenemos que desprendernos, que,arrancarnos, que, cortar todas las ataduras; y. 'esto nopuedeha.cerse sin sufrir. Tal es el papel de la mohi-.ficación crjstiana, desprendernos de todo para entre­garnasal amor, hacernos morir a nosotros -mismos pa­ra que fa vida divina se desarrolle en nosotros sin obs-táculo' alguno. . ". .. Pero' esta mortificación tiene que ser constarite y Uni­versal, ya que las aficiQnes y apegos desordenados e~­

tán .renaciendo constantemente; en otros, términos,pa­ra entregarnos alamar es indispensable adquirir el es':.

221

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(2)' Palabras de N;, S. a Sta. Catalina de Ricci.(3) Ps.,. 8r, ro.

abismo divino. .. ¡ Imposible! Quisiera amar a Diostanto cuanto" merece ser amado, porque el amor tiendeal equilibrio:¡ imposible también!'. He ahí su tormen­to. - Y entonces, 10 que le- falta de amor, 10 suple con?ol.o~. Su amor, corno es algo pósitivo, no puede 'ser _mfmlto: sólo Dios ~s inf.inito positivamente; su dolorsí puede serlo,· porque es algo negativo. Ese dolor esun deseo infinito, porque ja~ás se sacia sobre la tierra.

y así e~. alma de quien el amor se. ha posesionado,I -como dIJO un poeta-'-:

((si no exis.tiere el dolOr lo inventaría"·, , ' )

porque,su mayor dolor sería no poder sufrir. 'La última etapa; el último grado del dolor en la vi­

da espiritual, es el' fruto más 'precioso del ~mor per-fecto~ , ". Cuando el alma se ha transformado en Cristo losdo~ores como las alegrías son ,comunes; mejor dicho,Cnsto sufteen ella.:y derrama en aquel corazón felizsus dolores redentores, -sus dolores sacerdotales susdolores divinos .. '. . ' '

¡Dichosa ~l alma que merece recibir en el cáliz de. suC?raZÓh un~ gota siquiera del dolor;: infinito de J e­sus ... .! ¡Dlchosfl. el alma en la cuaF Cristo' continúasu sacrificio: p~r ella ((Dios perdonará, al inun­do /" 2 ¡Abrasada el1 el fuego del Espírit\l Santo, tra:ns~formada en Jesús,atraerá, sobre sí la mirada compla­cida del Padre Cel;stial,' porque ya no verá a "la, cri~­

tura miserable, sino·en ella a su Jesús dolorido, a suCristo a~ado: ((Respice in faciem Christitui/" 3

píritu de sacrificio, o ~eael hábito, la te~dencia cons-tanté a mortificarnos en todo y siempre.1

,

Nada tan eficaz para adquirir este espíritu, de sa­crificio como 'las pequeñas mortificaciones multiplica­das durante el día que, como suponen UI! ejercicio cbns­tante de la voluntad, hacen que ésta adquiera uh tem­ple especial. Además, las· pequeñas mortificaciones seoponen a los actos remisos, porque tienen siempre aler­ta a la voluntad; favorecen a la humildad" porqu~ pa­san desapercibidas, y pueden multiplicarse sin perjui­cio de la salud.

*'* *

Después del dolor que desprende y purifica hay otrodolor más elevado, más difícil. de explicar:' es el que vaincluído en el amor mismo, que forma., como parte dela: sustancia del amor en el destierro.)'. ,- '

Todo el que ama sufre. Porque el amor nunca seve satisfecho sobre 'la tierra: el deseo de la' posesión

~ \ '.)

es s~,tormento. "Por otra parte,_ el que ,ama busca como' instintiva-'

mente el dolor. Tienen las almas escogidas inclinacio­nes tar{ espontáneas, tan irresistibles, que pudiéramos,llamar, por analogía, instintos j por ejemplo, la sed depureza. Pero el instinto del dolor es el más universal,el más ciego, el más irresistible: es una divina pasión.Es que el .alma qtJe ama a Dios apasionadamente' sesiente atraída por un abismo -el Amor :-de Dios-, yquisiera tener un amor capaz de llenar, de 'colmar 'ese

( I) Claro está que este espíritu, de sacrificio debe .estar reguladopor la prudencia.

222 \ , '223

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** *

Se refiere en la vida' de Santa Catalina de Sena queen "una ocasión, hablando con su confesor el B.Ray,.mundo de Capua, le ponderaba la acción de la graciaque la iba transformando en Jesús. ¿ Pensaría el Bea,.to, en su interior, que la Santa exageraba aquella mis"teriosa transformación en Cristo ? El caso es que N.S., para hacer que el Beato palpara la realidad deaquella gracia, hizo un milagro. ' \

De pronto Fray Raymundo, que había estado escu,.chanclo a la santa con los ojos bajos, los levantó •... pe·ro, en lugar del rQstro tan conocido de Catalina, vióperfilarse 'la faz en~angfentada de .Jesús. .. -

(\

224

(

EL IDEAL

"Sois simplemente Jesús; ..Sé senc~IIalllente Jesús ... "

(Mons. Gay).,

(Ser sencillamente Jesús!.¡ Idea! supremo de 'la~ás elev.ada santidad puesto al

.mIsmo tIempo al alcance. de nuestra miseria! ¡Unidady simplificación de la vida espiritual que subyuga al es­píritu y reposa al corazóh! .

SER Jesús; no solo imitarlo, mucho más q~e perte':necerle; no sólo unirse a él y ser "alter Christus"--otro Cristo--,. ,sino transforma,rse en él y ser J e­sús: ((Non Christi sed CHRISTUS".l

SENCILLAMENTE, es;decir, sin compOS-lClOn, sinmezcla. Ser Jesús y nada más que Jesús; no Jesús yyo, -'-non ego . .. sed Christus-; 2 no Jesús y las cria­turas -=-..per quem mihi mundus crucifixus est-; 3 sino

~I ) "No sólo de Cristo, sino Cristo mismo". (San Agustín):(2) "No yo, sino Cristo". Gal., J, 20. '(3) '.' "Por El, el mundo está crucificado para mí". Ibid., VI, 14.

Confiemos. ~ 15

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(7) loan., VIII, 20.

, duramente la hipocresía y la insolencia; sus· ojos 110-,raron y sonrieron, se elevaron al cielo y se abajáronsobre la tierra; supo consolar duelos y aliviar miserias,

\ y no se desdeñó de' asistir a bodas yde gustar de lame~a

de los grandes; saboreó la dulzura de la amistad y s~­

po también de enconos~'¡ngratitudesy traiciones ...';y para.' decirlo de una vez, su int~rior fué un' océano

,de gozo y un abisma, de dolor.Pero sentimientos y estados tan diversos se armo­

nizan;iy en esa armonía se unifican.N ació esa armonía de la consumada ,aquiescencia de

la voluntad humana de Jesús a, la Voluntad del 'Pa­dre; su efecto fué la paz, la serenidad más divina que'jamás haya brillado sobre~ frente \huinan~; su finali­dad, la glorificación más perfecta que -de la tierra seha levantado hasta Dios.· .

: La vida de Jesús es armonía,. todo en" ella cap.ta ...ninguna agitación que disuene, ninguna t~rbación quechoque, todo es hermoso y bello, todo "acotdado" conla Voluntad divina: ((QUtE pl'acita sunt ei lacio sem­per,- Siempre hago lo que agrada ami,Padre".7

y por eso el interior de Jesús es cántico de alaban­za, himno de adoración, poema de amár.

La Belleza, cOmo la Verdad, como el Amor, no es',­algo <puramente abstrácto; todo lo contrario, es 'la másconcreta realidad., Pudiera decirse que la BelJeza esla síntesis. de la Verdad y del Amor .. -.

227 .-226

sólo Jesús, en todo y para' todo, omni~ et in omnibus~Christus . .. 4

Sencillamen.te, es decir, sin segunda intención, sinuti­litarismo, sin interés, con la generosidad, con la senci­llez del amor, -in simplicita'te cordis-'.5

Sencillamente]esús, es decir; en el espíritu de su vi­da, en la sustancia de sus Misterios; y no tan sólo entalo cual etapa de su vida, en, la práctica de esta oaquella virtud o en el ejercicio de un misterio determi-nado. ' .

Ser sencillamente JESÚS ...

-¿Pero, cuál Jesús? ,¿El Jesús pobre d'e Belén, el Jesús silencioso de N a­

zareth, el Jesús compasivo de la vid,. pública,. el Jesúsagonizante. de Gethsemaní, el Jesús sangriento del Cal­vario, el Jesús inmolado de-la Eu~aristía?

--Todo eso,o mejor dicho, algo mejor que todó éso.Yo' diría: el Jesús armonioso ... Porque hay algo

que unifica todos los estados de Jesús y viene a 'ser co­mo el fondo de ellos ysu admirable síntesis: la armo,.nía. Alguien lo'ha llamado el Cristo armonioso-o-Chri­stus musicus".6

En Jesús' todo e's armónico, nada discordante o di­sonante, exagerado o falso, nada inoportuno o inútil,vago o trivial. .

Sus labios pronunciaron palabras de infinita dulzu­ra, y también, cuando fué necesario~ supieron zaherir

(4-) Eph., IV, 6.(5) "En la sencillez del corazón". Par., XXIX, 17·(6) Mgr. Berteaud. Es una expresión original de los Santos

Padres.

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229

tan sus' lágrimas y cantan sus dolores y cantan sus ale­grías ... -'- j todo canta, desde el gemido de sus mise­rias hasta el himno triunfante de su amor! . . . porque,viviendo 'la vida de Jesús, han acordado su voluntadcon la Voluntad '. divina.

Alguien ha' dicho que el peor de los vicios es el des- ,orden, porque en él rt::ina Satanás, padre de todos los,iiciÜ's. Luego se podrá concluir que el orden, la armo-nía, es la' sustancia de todas las virtudes, porque impli-ca .el reinado de Dios en, un alma, porque quiere decirque eSa alma vive plenamente la' vida' de Jesús. .'

Pongamos pues acorde nuestra voluntad con la deDios, para que seamos para El el Cristo armónico, ,elCristo i melodioso,' ((sencillamente Jesús . .. "

(i) Perdónesenos háblir así. De alguna manera se ha de hablarde lo que de suyo es inefable.,

(9) Mons. Gay.e (lO) Ps., 44-5;

'.

SianaJizamos a Dios,8 descubrimos tres nociones.íundarnentalés: EL PRINCIPIO, de donde proceden to­das las cosas, ((a quo omnia" - LA VERDAD, p~; quientodas las cosas~ fueron hechas, ((per quem omma -~- ELAMOR, en donde-todas las cosas se unifican, ((inquoomnia". '

Si sintetizamos a Dios, nos resulta Belleza, Armo­nía, que es colmo \de toda,perfección, reposo de tododeseo, felicidad de todo ser.;.

Con razón alguien ha dicho <c!I1agistralmente: ((~a

Trinidad es el concierto absoluto) .la armonía infinitaí.'

la música esencíal".9-y el Verbo no bajó a la tierra sino para restablecer

la armonía, destruyendo'la disonancia del pecado, para:que la' Cre'ación fuera también un concierto, una melo­día, una música para Dios.

Sí; Jesús-no esotra cosa "que laBelle~a divina huma:nizada. Por eso el Profeta, contemplandolo, exclamoentusiasmadq: "¡ Con tu belleia y tuhermosilraade­lántate, apresúrate y reina -'-- Specie tua et pulchritu­dine tua) intende) prospere procede) et REGNA 1" 10 ,

Y Cristo ha reinado por su hermosura, por la' belle­za de su amor que rinde los corazones.

Por eso todo santo es artista, artista que· admira laBelleza divina en la naturaleza y en las almas y en el((Cristo armonioso))) y la reproduce en su interior; y.así también en el alma de los santos todo canta, ~an-

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\

¡-CREAIVlONOS AMADOS 1{f

"Dilexit me et tradidit semetipsum prome -'- Me amó a' mí y se entregó a lamuerte por' mi amor"~ (Gal., lI, 20).

Sielhpre ,se pregunta uno con tristeza: ¿por qué, en­tre las' almas escogidas que tienen todos los medios ne­cesarios, abundantes y' aun sobreabundantes para lle­gar a la perfección, hay sin embargo tan pocas verda­deramente santas'? Y pienso que la razón es ésta: por-

, que nos falta la fe en 'el amor personal de Jesús ,a cadauno de no\Sotros.

Para llevar una vida ,honrada, una vida buena" bas­tan motivos d~ orden inferior, por -ejemplo, el .. senti­miento' de' nuestra propia dignidad, el temor' de los cas- " ­tigos eternos; pero para llegar a la perfecci~n, es de- i

cir, ,a laheroicid~d, es indispensable' que prenda ennuestras almas el amor, qu,e se apodere de todo nues­tro ser, que invada toda nUestra actividad,; es necesa­ita, en una palabra, amar a Jesús apasionadamente.

y esto es absolutam~nte imposible mientras no ten~

gamos una fe vital, profunda, en el amor de Jesús acada una .de nuestras' almas.

23 1

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(1) Hebr.., X, 38.

'Otro motivo es que creemos que el amor de Dios essemejante al amor humano, al amor de las criaturas.

Las criaturas.para amar necesitan encontrar algunacualidad, algún atractivo que. despierte ese amor.

Tenía razón, desde este punto de vista, aquella re­ligiosa cuando preguntaba a Sta. Teresa del Niño Je-

Yo en~uentro t~es motivos.El primero es general: nqs falta fe en el amor de

Jesús, porque en general nos falta fe, porque nuestrafe es lánguida." TenemosJa indispensable para no serherejes, o cuando menos, la fe estrictamente necesariapa;rallevar una vida de piedad, pero tibia y mediocre.Una. fe viva, vital, activa, op~rante, una fe que penetretoda nuestra vida e inspire todos nuestros actos, ¡quéraio es encontrarla! .

,-Con muchá razón dice la Escritura que el justo, esdecir, el santo, vive de fe: ((jústus meus ex fide vivit".l

Ordinariamente nuestra vida está dii4 igidapor im­presiones, nos· guiamos por lo que sentimos, por lo que

,palpamos, por lo que vemos; cuando mucho, \obramosde una manera racional; es decir, humana. ¡Pero quépocas son las almas que en toda su vida obran bajo elinflujo de la fe, rJ.O solamente durante sus actos de pie-dad, sino en todas p,artes y a todas horas! '

Fal~a en general espíritu de. fe y por esto falta feen esta verdad particular: en. el amor que Dios - nos

.tiefle.

23 2

** *

Por eso creo que hay una verdad que engendra alos santos; es ésta: JESÚS ME AMA A MÍ, a mí personal­mente, .a mí individualmente. .El día en que un alma

.ha llegado a descubrir esta verdad con la luz sobre­natural, ese día día empieza a' ser santa: A medida quecrece en esa fe y en ese 'convencimiento, crece en laperfección.. Los santos no son sinO almas íntimamen­te convencidas del amor personal que Jesús les tiene.

¿y por qué es tan raro encontrar almas que creanen el amor de Jesús? Cuando se'trata de los afectoshumanos somos muy crédulos. Cuántas veces sufrimosdolorosas decep<;:Íones precisamente porque con muchafacilidad creemos ser el objeto de la simpatía y delafecto de alguna criatura. Y ~uchas veces esas\demos­traciones de afecto no son sino los vencimientos de lavirtud o los cálculos de la diplomacia.

Recordemos aquel· caso que refiere Sta. Teresita delNiño Jesús en su vida, de una religiosa por la cual ex­perimentaba una grande antipatía;. hizo sin embargotantos esfuerzos para vencerse que la pobr"e religiosase imaginó que la· santa le tenía un afecto más biennatural, y tuvo la candidez de preguntarle qué cosa lellamaba tánto la atención en ella. al grado de tenerletánto afecto y simpatía. Y era todo lo contrár~o:.vir­tud y vencimiento.

¿Por qué, si somos tan crédulos para admitir quelos hombres nos aman, por qué sarrios tan reacios paracreer en el, amor de Jesús? . "

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235

misericordioso. Soy muy miserable, soy elrnás mise­rable de todos los hombres, luego. tengo más 'derechoque nadie para que Dios me ame; 'po'rque lo que ju~-tifica el amor misericordioso son las miserias. .

y en tercer lugar, nn creemos en el amor de Je­sús porque. pensamos que Dios ama a todos los hom~

. bres' en globo, en masa y por consiguiente de' una ma­nera general, vaga e ,indecisa.

Tal vez un ~jemplo: nos pueda hacer ver con más'claridad esta objeción: supongamos un rey muy bueno,por ejemplo el rey Alberto de ,Bélgica, que 'amaba tán­to a su pueblo y que era tan amado de sus vasallos.T o<;10s, los' belgas podían decir: el· tey me ama, puestoque ama a todo su pueblo. .Pero ,no todos podían de­cir: a mí me ama en particular; porque muchas vecesni 'siquiera sería aquel súbdito conocido de s.u· rey. Alcontrario~todos los belgas podían decir cón verdad:yo amo al rey. Y el rey se sentiría amado en verdadpor' todos y cada uno de, sus vasallos. De, manera queel soberano y sus vasallos se encuentran en éÍrcunstan-

.c'ias muy diferentes: el rey, al amar a su' pueblo, es­parce, difunde, derrama su amor; y como I que se di­iuye y se pierde, y apenas de una manera vaga y ge;.nera!. abarca a todos., Mientras que los afectos de sussúbditos, como Jos radios de una circunferencia, to­dos convergen y se concentran en un solo centro, enel corazón de su rey.

234

sús: ¿qué hay en mí que le llame tanto la atención?Cuando amamos a una p~rsona es que en ella encon- .tramos algo .que nos atrae: o su virtud, o su talento, osus prendas exteriores, o sea lo que fuere, pero algoque .despierta y atrae el amor. .

Creemos que así es Dios, y con" un sentimiento deCierta humildad, pensamos: ¿pero qué' hay en· mí quepueda atraer el amor de Dios?" ¡ No merezco que Diosme ame, si soy tan imperfecto, si soy tan malo, si estoy I

tan lleno de miserias! .Y el amor de Dios no es,:así: la razóndel amordivi­

no no está . en la cosa que ama, está en Dios ,mismo.Dios ama sencillamente porque quiere amar: o conmás 'exactitud, Dios ama porque es infinitamente bue­no, y su amor y_su bondad no pueden cont'enersede~­tro de sí mismos y se derraman al exterior. Por esoDios ama, por una necesidad 'de su amor. La razóndel amor de Dios está en su amor mismo, está en Diosmismo,no fuera de EL

De manera' que la bondad de las cosas no es causa, de que Diqs lq:s ame, sino porque Dios las ama las ha-

ce buenas.. ' .y así, en lugar de decir: ¿qué hay en mí que pueda

atra,er el ampr de Dios? debemos decir lo contrario:porque Dios me ama, debe poner en mí cosas buenas.Porque una vez más, el amor de' Dios causa la bondadde las cosas,y no es causado pOI' la bon<;lad de éstas.

y como el amor de Dios para nosotros es siempreamor misericordioso, y lo que justifica el amor mis~­

ricQrdioso son las miserias; puedo afirmar: spy mise­rable, entonces tengo derecho a que me ame el Amor

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237

, Pero, se me podrá objetar: ¿no ésverdad que has­ta el amor de Dios tiene predilecciones?

Desde luego respondo que, no por que no seamosdel número de los predilectos, dejamos 'de ser del nú­mero de los amados. Y para ·mi intento basta ya quenos creamos· amados.

Pero abordemos" directamente la ,dificultad. ¿ Enqué consisten las predilecciones de Dios? N 6 creo quesean como las de los hombres. ,Porque nosotros po­demos amar .más o· amar menos; pero Dios rio tienesino un modo para amar 'yes ínfinitamente.Como loinfinito· no es susceptible de más o de menos, Dios nopuede amar más o amar menos, sino que siempre queam~ ama infinitamente. Entonces, ¿ en qué consistenlas pr,edilecciones de Dios? ,¿,No será más bieñen losdories que hace, en las gracias que "aa? A un alma aquien Dios concede cierta clase de gracias especialesla llamamos privilegiada. Pero tengo para mí,que losdones y privilegios, aunque nacidos del amor de Dios,

. se proporcionan más bien a la misión que Dios haconfiado a cada alma, a la vocación y destino que leha señalado.

A un alma la destina a una misión muy. a1ta, .. le dagnicias muy. especiales. A la otra le da una misiónmu'y humilde, le da gracias prop€>rcionadás.Pero el,'amor de donde nacen las primeras como las segundases el mismo, porque es infinito. A todas las' almasJasama infinitamente, I pero sus dones se· diferencian~ ,por- ..que cada alma .tiene una misión y Dios gace que co- I

rtespondan sus gracias a .la misión que cada alma tie­ne que desempenar.'

:i{: *

(2) Joan,., XV, 9.

y. creemos que así pasa con Nuestro Señor; pen­samos que Jesús ama a. todos los hombres y apenas sialcanza atacar a cada uno un pálido reflejo. Y al.con­trario, si nosotr_ºs amamos a Jesús, cada uno de nues­tras afectos va a concentrarse en una sola persona:en Jesús. Y no es así. Es una verdad de fe que el amorde Dios es infinito. Por consiguiente,·· Dios no puedeamar de otra manera a cada uno de nosotros, sinocon un amor infinito. Y lo infinito no puede crecer nidisminuir ni dividirse: es todo para todos y todo paracada uno.

y .como Dios para amar n¿ tiene sino un solo y .único amor, quiere decir que el ~amor con que Diosme ama a mí es absolutamente el mismo con el cualDios ama a cualquiera -de los Santos' que están en elcielo o de las almas más ~antas .que habitan sobre latierra.

Sí, no es exageraclOn, es verdad enteramente fun­dada y cierta: Dios nos ama a cada' uno. de nosotroscon elmismo amor infinito con· que amó a Sra. Teresad~ Jesús,con que amó a San JuanEvangelista, . conque amó a la Santísima. Virgen, ,-j qué digo'!-· con e~

mismo amor con que El y su Padre se han amadoeternamente. Sus mismos labios divinos se, encarga­ron de afirmarn,os esta verdad inaudita: ((Sicut dilexitme ~Pater et egO dilexi vos - como mÍ" Padre me ha. d ' Y h d ' "2aima o) as'/, o os e ama o a VOSQtros .

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.J

** *

respecto de nuestras <alrnas: todo el amor de Dios seafoca, hacia' cada una de ellas.

El amor divino es pues un amor personal, direc­to y espeei'alísimo para cada uno de nosotros.

239

Pero insistamos !un poco más en esta verdad. Tene­mos la idea de que el amor de Dioses general, que nos' .

.abarca a' todoseri masa, en conjunto, porque así sOnsus favores y b~neficiós: los dones de' Dios son paratodos, son. generales. . ,

Por ejemplo, la tierra es. para todos los hombres;Dios hace salir el sol sobre los buenos' y sobre losmalos y llover sobre los justos y sobre los pecadores.

Los bielJes sobrenaturales también son para todos..La Encarnación fué una gracia hecha a todos los hom-. bres; la Redención' es igualmente para todos. \. De tal' manera que riosconfirmamos en que el amorde Dios es general, porque así son tanibién sus dones.

y sin embargo, no es' así. Nada nos demuestra t~n­to el amor particular de Dios para cada un'a de nue~­tras almas,' como sus dones, que son absolutamente in­.dividuales y personales.

Si consideramos los dones del orden natural, sabe­mos que el alma es "treada inmediata y directamentepor Dios. De tal ·manera que cada tina de' nuestrasalmas es un don que Dios nos hace personalmente acada uno de nosqtrÓs. En nuestro cuerpo, sin dudaalguna tienen parte ·las causas segundas, pero .de todasmaner.as en últimó término viene de Dios. Y no puede

.."

o aveces quizá 10 que creemos predilecciones deDios no serán sino' las diferentes maneras de corres­ponder de las almas: ¿Qué .sabemos si ál alma quele ha hecho menos gracias no es porque no le destina­ra mayores, sino porque ella .no correspondió\ sinomediocremente? .

Pueden en fin explicarse las predilecciones de ,Diospor la diferente capacidad de las a~mas. Así como sivarias personas van"' asacar agua del océano todassacarán su vasija llena, pero no todas sacarán la mis­ma cantidad de agua si las vasijas tienen diferentes~apacidades.· El amor de' .Dios es océano, capaz dehenchir hasta desbordar los corazones de todos loshombres; desgraciadamente la 'capacidad de nuestroscorazones no es la misma. ¡Qt;lé pocas 'almas· que va­cías de todo lo cr~~do, dilátadas por la inmensidad desus deseos, son capaces de recibir la plertitud del amordivino!

Así es que las predilecciones de Dios no 'son comolas pi-edilec~iones de los hombres. Los hombres pue­den ,tener más o menos afecto a una persona. Diosno ,puede tener ni más ni menos, s,iempie tiene el mis- ''mo, siempre ama con todo. su. cora!zón, porque siempre'ama con un amor i~finito. Ysi lo infinito no puede. di:.vidirse, quiere decir· que hacia cada uno de nosotros' seafoca todo' di amor de Dios'.

Cuando entre un. rayo de sol se interpone una len­te convergente, todos los rayos esparcidos .se reúnenen un centro, en un foco, y, allí la luz es tan vivaquepuede inflamar cualquiera cosa. Eso es lo que pasa

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(~) Joan.) X, 3.

(

Confiemos. - 16

241

,nuestros ojos! Y de nosotros, los demás hombres,¿ qUIen conoclO a Jesucristo?

y respecto a la Redención, la Pasión y la muertede. Jesús, ¿no es verdad de' fe que Je-sucristo derramósu sangré por toda la humanidad? ¿ Cómo puede con~

moverme a mí y demostrarme el amor personal, deDios pO'r mí, un beneficio, que -se extiende a todos loshombres, a los buenos y a los malos, a los justos ya ,los pecadores?, '

y sin 'embargo, y con mayor razón, los beneficios­sobrenaturales de Dios son personales, propios' y ex­clusivosde cada uno de nosotros.

Desde luego,Jesucristo, éuando apareció en el mtin­do, en todos sus misteribs, eJ1 todos los actos de su vida, 'en todas sus palabras que nos ha conservado· el Evin­gelio, en -todos sus sufrimientos, en su agonía y en sumuerte, Jesucristo nos tenía presentes a cada uno de­no~otros, no solamente por su ciencia divina, comoDios~ sino por su ciencia infusa, como Hombre. Dios'le dió, porque- así lo exigía su misión, un conocimiento_de todos y cada uno de los hombres que iba a redimir.y por eso El afirmó con' toda verdad: Yo conozco amis ovejas, las conozco a cada una' por su nombre,"NOl\tIINATIM"~sya todos nos tenía presentes entodos los instantes de su vida.

De ·maneraque cuando Jesucristo se' encarnó, pen­saba en cada uno de nosotros. Así se lo dijo una vez·a una santa religiosa: "¡ Cu,+ndo yo me encarné 10

ser un don general, puesto que nuestras facultades,"nuestros sentidos, nu~stros órganos, todo nuestro cuer­po, es el nuestro, el personal, no es el de otra persona.Si precisamente ese conjunto de dones naturales sonlos que nos constituyen una persóna especial, un incii­viduo determinado. La vista que a mí me dió no· es la'vista que ha dado a otros y que ha negado a algunos. ­Lo mismo el oído, el movimiento, el tacto, y todos. los-sentidos, todas las facultades, todos los órganos, sondones individuales que nos ha hecho a cada uno denosotros.

Esto sin cont'arlahistoria íntima de cada alma,esas atenciones especiales que Dios tiene, _que a ve':'ces conmueven más que los grandes heneficios: los

- peligros de que nos ha librado, las alegrías quenasha concedido, los pequeños servicios,las pequeñas aten­tiones de que , está -tramada toda nuestra vida... .'¡Cuántas veces tenemos un deseo, un antojo, y pareceque Dios lo adivina y se apresura a concedérnoslo! ...

Pasando al orden sobrenatural, pensamos que la En­carnació~ es un don para todos los hombres, y _aunpudiéramos pensar que ni siquiera fué para todos, por­que Jesús, encarne pasible, parece que no fué sino undon hecho a los pocos hombres contemporánéos y'compatriotas suyos que 16 trataron y lo vieron. Y aun

,de éstos, i qué pocos comprendieron eltesoro quet~nían!

((En medio de vosotros está uno a quien no conOcéis",o decía el Bautista. i Qué pocos pudieron. exclamar co­

:mo San Juan: ¡ Contemplamos y vimos al V~rbo .devida, y 10 palpamos con nuestras. marias, y lq vimos con,

/

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hic~ con tanto gusto, pensando que n1e' encarnaba porti ... !'~ 4

Lo mismó podemos decir de todos los" dem~s mis­terios. Cuando nació Niño en Belén" pensó que losencantos de su, irHancia nos iban a atraer y a conm)'-ver a cada uno de nosotros. ' ,

Cuando oraba, en su vida oc;u.lta, en N azareth, ora... ha por ti, alma, querida que lees estas líneas. ,:Cuando

trabajaba, cuando 'se sentía rendido de fatiga en susexcursiones apostólicas, pensaba en ti; cuaridodecíacada una d&Jas palabrás del, santo Evangelio, las de-

I ~ía dirigiéndotelas a ti, pensando ,en ti, acomodándo-las a tus circunstancias. .. -

y así es como debiéramos leer el Evangelio, pen­sando que Jesús nos dirige a .nosotros, personalmente,cada' una de s:us palabras, no en pasado sino en p'resen­te, no a todos los hombres sino a cada uno· en parti-cular. '

Cuando abrió sus labios divinos ' e;xclamando: "'Ve_nid a Mí todo~ los que sufrís",' pensaba en nosotros,cuando nos habríamos de sentir' abrumados bajo elpeso de la vida; y a cada uno de nosotros iba dirigidaesa misma invitación ...' ,

Cuando Jesús ,miró a aquel~oven del Evangelio .ylo amó, ((intuitus' eum

Jdilexit eum", con aquella mi­

rada nos miraba a cada uno denos()tros, depositandoen nuestra alma"el germen de la vocación .. ~ ,

Cuando Jesús acogía a los pecadores y conversabaCon ellos, a, través de aquellos pecadóres dcsu tiem";

(4-) La Madre Ana María Clément.

, po, nos veía a"todos nosotros.' también pecadores".quetanta necesidad habíamos de' tener' de su misericordia""yde su perdón. .. ./, Por eso decía Nuestro Señor la Santa Gertrudis:

"Cuando los hC?mbres co,ntemplari el Crucifijol debe­ría pensar cada uno en su corazón que 'le dirijo, estas~iernas palabras: "Si fuera necesario para salvarte,volvería a soportar de buena gana, y por ti Soló., todolo que sufrípor el mundo entero".- ' ,

CUán~o Jesús sufría en las horas angustiosas de suPasión" pensaba en cada uno de nosotros ... "Y, --,loque es más dulce ,y más delicioso--," cuando J ~slís

instituyó la Sagrada Eucaristía, pensaba en ti, almaquerida, y por ti 'la instituyó ~ '.. Lo que una vez dijo'a~ta. Margarita' María, podía repetirlo a cada unade nuestras almas:' ((Si Yo entonces" no hubiera insti­tuído la Eucaristía, la' instituiría ahora sólo. por < tuamor . ..'" , , ' ,-

¿No vemos cómo todos los dones de Dios son per­sonales, son hechos a cada, uno de nosotro~?

** *Pero digamos una palabra más, sobre este último

punto.

Cuando,' por ejemplo,un héroe', da la vida por su,patria, .es defii, por todos sus co~patriotas, -'-porquela patrIa, n1as que el suelo que pIsamos, son los hom­bres que en eIlahabitan-'-, con toda, verdad,cada'-. unode" sus compatriotas, puede decir: tal persona dió la

~ , ,

2\43

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245

uno de' nosotros, pOrque es' por 'todos los que están pre-'sentes, pensemos en la comunión. ¿Qué es la comu-

o nión? Es la participación'del Sacrifício de Cristo que. cada alma se apropia 'y hace suyo.

¿Qué casa hay o más personal, más. individual, másexclusivamente mía que mi comu~ión? La comunión.que yo recibo no es la que recibe la persona que estácerca de mí,rto es la que recibe nadie en el .mundo, esla mía absolutamente, exclusivamente. De tal maneraque no puede quedar dudet 'a un alma que' acaba decomulgar de que Jesús se sacrifica por ella: puedeentonces repetir las palabras ,del Apóstol: UDilexitme et tradidit semetipsum pro 'J1'!e - M e amó a mí,y porque a mí me amaba se entregó a· mí por la co­muníon y por el sacrificio".

Porque ¿sabemos lo qUe contiene la comunión? Con­, tiene a todó Cristo, es decir, no solamente su Divi­nidad> su humanidad, la Person~'del Verbo,' y con elVerbo-, el Padr~, y el- Espíritu Santo, por la unión que

- existe entre las tres Divinas P.ersonas; sino todos losmisterios de la vida y muerte de Jesús, todas sus virtu-

.des, todos . sus méritos, todas sus palabras, todas susacciones. .. todo Cristo, 'pOrque contiene susacrifi­cio" porque la comunión es una participación' a susa­crificio, y el sacrificio de 6risto es el compendio detoda su obra, es el resumen de toda su vida, es la cla­ve de todos sus misterios, es la sustancia de todos. susestados. Cuando comulgo, comulgo al, sacrificio deCristo; participo de la Misa en que Jesús se inmolapor mí. Cristo me da la más grande prueba de amorque puede darme. Es exactamente lo inismo q"qesi

244

vida por mí. Pero esto no es verdad sino en una for­ma muy general y vaga, de manera que no es riguro­sament~, cierto que por mí en particular haya sacrifi-cado su vida. '

y pensamos que una cosa semejante pasa en Cris­toNuestro Señor : que El dió la vida por todos en.conjunto, no por cada uno' en particular.

Mas para que se desvaneciera' toda duda Jesucristoestableció la Sagrada Eucaristía.

¿ Qué cosa es la Santa Misa? ,¿No es exa,ctamenteel mismo sacrificio del ,Calvario ? Entonces, ¿para qué

o esa repetición,' si ya el sacrificio del Calvario realizótodo lo que Dios deseaba, que era la redención so­breabundante y copiosa de todo el mundó? Sencilla-'mente para esto: para ,que comprendiéramos' de 'unamanera palpable, .para que se nos entrara por los ojosque Jesucristo murió por cada uno de nosotros y nopor to~o el 'género .humano en tuna forma gener~l eImpreCIsa.

Cuando Jesús viene a inmolarse en este altar' ~adamañana, ,¿ por quién se inmola sino, porcada' uno denosotros? ' El sacerdote, al ofrecer la Santa Misa ca­da mañana en. este altar, ¿no dice que ofrece esta Hos­tia inmaculada por los· circunstantes, ,por los presen­tes, es decir, por cada una d~ nuestras almas? Yanaes sólo la mue'rte de Jesús en, el Calvario por todo elgénero humano: es la muerte en el Calvario de aquí';en este ,altar" particularizada, aplicada' a cada uno denosotros.

y si todavía nos queda duda dé que el sacrificio,dela Misa, celebrado aquí en este altar, no sea por cada

o • ,

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Jesús1 ,Sólo por mí, bajara a la tierra, se inmolara enla 'cruz y muriera por mí ... ' , .

¿Nos puede quedar duda de que los dones de Diosson personales, .son individuales, son ,ex,elusivos paracada uno de nosotros? Y si esto es así ,¿ nos puede ca­ber duda de que el amor, personal de Jesús por cadauno de nosotros, es una divina realidad ... ?

¡Ah! el día en qué lleguemos a creer ,en esta ver­dad, no con la luz de la razón humana, sino con' la .iltl­minación de la gracia divina, ese día empezaremos3. ser santos; porque es imposible, absolutamente im-­pOs~ble que,- convenci.dos de que Jesús nos áma de unamanera personal y particular a caGa uno de nosotros,no prenda· en nuestras almas un iná~ndiode amor queabrase todo nuestro ser, que invada toda fluestraac­tividad y que nos dé plenamente a Dios y que nos.' He­ve hasta una santidad heroica. ''.'

Por' eso afirmaba que el secreto de la santidad es­tá en esta verdad :en creer, en tener concienciaínti­ma, certeza sobrenatural, conocimiento experimental

, del amor. personal de Jesús a ,cada una de nuestras al­mas, Entonces exela~aremos con el Apóstol San Juan:,({Et nos credidimus c~ritati qutim habet Deus in nobis-al fin hemos creído en el amor que Dios tiene a cadauno de nosotros 1" 5

Ese, día empezaremos a" ser santos, , "

. (5) 1 Joan., IV, 16.

BUSCANDO UN CORAZON QUENOS COMP'RENDA-.\. .

,l\1uchas veces hemos podido comproba:r, ,sobre todo'entre los Jóvenes, que hay eilel hombre un deseo tanuniversal' como 'iml"erioso, -,-'ya que nace de la natu­raleza ,misma-'-, y es el deseo de encontrar uh corazónque nos eomprenda, '

. Lo buscamos ' por todas partes: en el seno de la fa­milia, en la intimidad de la ainistad, en la esfera más,alta de la unión espiritual de las almas; y al cabo demuchos fracasos, .llegamos a comprobar, por una tris-.te ,experiencia, que el corazón humano no se hizo paracomprendernos ~ .'. f,

..y la razón' es que nuestro coraz'ón'es infinito paradesear/para pedir; pero 'muylimitado, muy mez9uinode suyo para dar;· y" aun la doriaci'Ón más sincera y to­tal sería incapaz de saciar 'el anhelo infinito, de col­mar el' vacío inmenso· del tarazón humano,

Felizmente, Dios tuvo lástima de nosotros, ,y ~u

Corazón, sin 'dejar de ser el Corazón de Dios, se hizo

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249

rias humanas, atravesando con la santa serenidad delalma tbdas las vicisitutles de la vida, sufriendo las he;'ridas de la incomprensión de los hombres, con la son­risa en los labios,como cuadra a 10s'O discípúlos ya losamigos de aquel que vive sin' ser comprendido en la so­ledad de sus sagrarios ... !

-(1) Resp. Tem. post. Epiph. Brev. Rom. (Ps. X, 14)"

el corazón de un' hombre, capaz de dar consuelo ydescanso a nuestros corazones InqUietos ...

N o esperemos, pues, -si queremos evitarnos mu­chas dolorosas decepciones-, que otro corazón hu-'mano nos comprenda a fondo.' Sin duda que Jesús,que es tan bueno, no dejará de hacerse sentir, de reve­larse, a lo largo del camino de la vida, en alglÍn cora-zón amigo, sobre todo quizá en' alglÍn corazón sacer­dotal: -hay en el sacerdote algo del Corazón deCristo ...-; pero son revelaciones esencialmente pa­sajeras e incompletas, apoyos que durante algunas

- jornadas de la vida nos ayudq,n a 1levar el fardo denuestros dolores . .,. Pero lu~go pasan ... pasan cómotodo lo de este mundo efímero, y sólo queda la granrealidad; la lÍnica realidªd de la,vida,' ¡JESUS! ... (

¿ Qué importa, pues, que nadie nos comprenda y el ~

corazón no encuentre eco ,ni en el, seno de la familia,ni' en la intimidad santa de la amistad? J eslÍs nos com­prende plenamente y sabe apreciar lo que vale una'vida que se sacrifica sin ser comprendida. .. tal es elverdadero sacrificio oculto, el que exhala su perfume'en silencio y sólo embalsama el Corazón' de Dios~ ..¡Cuánto consuela a un alma que sufre la inco'mpren­sión de las' criaturas, pensar y decir con el s'almista:,((Tu solus laborem et dolorem consideras!" 1 i Sólo Tú,Señor, sabes apre,dar lo q~e trab.ajo ,y cohsid~rar loque sufro! ...

¡Adelante, pues, ,con el' corazón 'muy arriba, muyen alto, muy en Dio~; elevándose sobre todas lasmise-"

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\ "

¡TU ERES S~EMPRE-EL MISMO! 1

La Iglesia es una artista magistral, como movida einspirada por el mismo Espíritu de Dios. Así se-ma­nifiesta en todo el decurso del ciclo litúrgico, pero pare­ce excederse a sí misma en la fiesta tiernísima ,de N a­vidad, en ese día en que" bórtándose todas las .. barrerasy salvándose todas las distancias, el cielo y la tierra sefunden en un solo cántico de aritor-y de pa,z.

La noche de Navidad derrama sobre la tierra enve­jecida hálitos de juventud, perfumes de inocencia, de~rroches de ternura tal, que los cielos parece' que por­tadas partes destilan miel: umelliflui facti sunt cteli".

La 'mañana de Navidad parece brillar con 'un des­tello de,.aquella luz que, brotando en el Principio.-·-inprincipio- del Seno del Padre, engendró al Verbo:_parece resonar todavía como un eco de aquella Palabra

. sustancial que pronuncia el Padre en ese hoy-hodie-.-,_d~ la' eternidad, .que pronunció de manera singular ha­"'ce veinte siglos sobre la cuna de Belén, qhe pronuncia

siempre en lo íntimo de las almas para forrnar a Jesús.

(1) Tu idem ipse es! ~Oficio y Misa de Navidad.

25 l'

l.

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253

t~rnQ nueistro, que todo florece, que todo, p~lpita yVIbra en ascendente progreso. '

, ¡Qué, ?istinta ,es la impresión cuando la vida empie~za a dechnar 1Entonces siéntese con viveza desconocidala honda impresión de la caducidad de todo lo crea­do ... ; la.vid'a ya no nq,sparece 'una marcha victoriosahacia la cumbre, hacia la plenitud; sino' un descenso ha­cia el sepulcro:

y ,con razón, si volvemos la ,mirada hacia los años {lque hemos vi~ido, ¡cuántos estragosrealizaqos por e,1tl,empo 1 i El· tIempo 1... i ese torrente que· todo'lfb ,arre­bata en su carrera, que' todo' lo arranca y separa,· quetodo lo asuela y destruye!

¿A dónde están los seres querido~, los afectos santos,que endulzaban antaño nuestra vida y producían en eli

, alma la suave embriaguez del vivir?, -"-Pasaron ~ ..porque ¿qué cosa puede permanecer si' se mide por el,tiempo?, Pasan los, afectos más' legítimos, se desatanlos lazos ,mas estrechos, se quebrantan las pro'm,esasmás sinceras. " ' \.

, Pero en medio ,de ese constante vaivén de lascosas,d~ los ac?ntecimientos y de los hombres, hay algo queno cambIa,que, no se muda, ". que permanece cuandotodo lo efímero se derrumba ... i es Jesús! {(Tu idemipse es1"

Cerca de esa cuna sobre la cual no, cesa de cantarla Iglesia hace veinte siglos: Un niño ha nacido paranosotros. -Puer ,natus estnobis",. sobre ese Niño que'no envejece porque sus años no se agotan .-'-' {(Annitui non deficient" J' - saboreemos' el consuelo. de esapalabra arcana: {(Tú eres siemprE el mismo . .. "

Pero también la tarde de Navidad tiene su hermo­s,ura 'especial: en ella descubro ese 'dejo de melancolíaque·tiehen todas las fiestas de la tierra cuando comotodo lo efímero, tocan a su fin ... ' ' ,

La .. Iglesia -que gusta de los contrastes-- cuan'doel oficio de la fiesta va a terminar, se vuelve haciaaquella cuna encantadora y olvida por Qn momento al?iño ~e un dí(;l. para contemplar a Dios et'erno; o ~e:Jor dI~h?, descubren los ojos de su fe, a través, de aque-'lla graClI €nvoltura, al Dios cuya inmensidad todo 10llena, cuya inmutabilidad se cierne. sobre todas las vi.:.cisi.tudes humana~, cuya eternidad envuelve y absorbeel Instante fugitivo de todos los siglos ... j ycompa­randa ~sa estabilidad divina con la caducidad de todolo ~reado, ~xclama: {(/psi peribunt, tu autemperma­neb;s -.-el CIelo y la tierra. pasarán, pero Tú permane­ceras SIempre jet omneSS1cut vestimen-tum veterascentet velut amictum mutabis eos et mutabuntur -.y se des­gastarán como una vestidura y los arrollarás como unmanto j tu autem idem' ipse es et anni tui non deficient-mas Tú eres siempre' el mismo y tus años no seagotarán jamás 1"2

¡Qué consolador es pensar que Jesús es siempre elmismo, que no cambia, que no se muda q~e no' ol-vida, que no muere ... 1 '

Como siempre vemos las cosas a través denues­tro estado de ánimo, es natural que cuando empeza­mos a vivir, - .en la infancia, en la juventud, en laplenitud de la vida, - nos parezca que todo vive en

(2) Ps. 101, 27.

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"...

** *

i Señor Jesús! todo pasa sobre la tierra. . . los sen­timientos del 40mbre se. mudan,sus afectos más et;ltu~

siastas se fat.igan, los lazos más sagrados se. rompen, elamor. más SIncero no está exento de 'la gran miseriadel c,orazón i el olvido!. Hoy los hombres nos estiman, nos elevan, nos honra~con su confianza, nos .prodigan' su amor; mañana nosdespre~ian, 'nos humillan, nos hieren con ~u descon~

fianza, nbs releg~n, al olvido ...Pero i qué consolador es entonces, Jesús dulcísimo"

.cuando saboreamos los frutos de la volubilidad huma~

na, saber que Tú no te mudas, que r:Gúeres siempre elmismo! '

¿Mas 'para qué quejarnos de los hombres? Nos­otros mismos' nos mudamos y Tú eres, Señ0r, la pri­mera víctima de nuestra 'inestabilidad hum,ana.: i Cuán­tas veces te hemos protestado fidelidad eterna y cuán..tas .m.ás hémos holhido nuestras promesas y, tr.aicionadotu amor! ¿ Dónde está la inoc~ncia .de nuestra edadprimera? ,¿ dónde los bríos de nuestra juventud? ¿ dóIl.~

de los frutos obligados de. nUGstra edad madura? Comoen torno nuestro, en el fondo del alma también todopasa, como un vestido usado que se cae, a girones, todose .muda.y todo muere..'~.

¡ Pero '11ú'eres siempre el mismo 1 i nuestras infideli~·da·des no te cansan, nuestras inconstancias no, temu­dan,. nuestras traiciones no extinguen tu· amor victo­

.rioso y triunfante!

2-54

"/. '

Pasará todo;. pasarernos nosotros, seres de un día,y sobre las nuevas generaciones continuarci brillandotu cuna iJ;lrnortál, 'sobre la cual no cesará la Iglesia decantar la palabra insondable : "Tu idem 'ipse es -- Túeres siempre el mismo !" ó • • '

i Señor, Señor, ámanos siempr-e así!

255

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. Confie,mos. - 17

EL MEJOR VIN.O)

Cuando los años se han ido acumulando y no se as­ciende jubiloso por los senderos de la vida, sino sebajaya la pendiente que termina en el sepulcro, el finy el principio del año nos dan lecciones muy más aus-teras y sustanciosas. Nos hablaJ:? de la gravedad de lGl,vida... , de la rapidez con· que el tiempo pasa y laeternidad se acerca ... , de la vaniqad de todo laque el··......tiempo mide y con él muere : afectos, penas, alegrías ...

.y nos hacen instintivamente levántar los ojos hacia losaños' eternos' que nunca pasarán: et annos (Eternos inmente habui! '

y desengañado el hombre de. todas las tosas hu­manas, puesta la mente y el corazón ahí donde está el

.gozo vetdádero --ubi vera sunt gaudia, -.- empieza a. disfrutar de 'una sereñidadapasible y quieta, fruto

otoñal de la vida ...'-<Teníarazón sobrada aquel gran pensador meji­

cano cuando decía : "El navegante, avesado a ver pasarlas olas, se despide lo mismo .de las que vienen que delas que van; el hombre acostumbrado a ver pasar los

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años, y con ellos tántas cosas, sab~ al fin. que todo loque no eseterno,\ya apunte por el oriente, ya'se sepul­te en el oc<;tso; no es más que un recuerdoJ"1

** *

De estas lecciones de la éxperiencia, hay una, lamás dura de- aprender, la más provechosa sin embar­go; la que más amarga y turba la vida cuando no seacaba de admitir, la que más la pacifica y calma cuan­do experimentalmente seha aprendido y gustado. ~s,la mudanza de los afectos humanos.' . '

El corazón lo hizo Dios para amar. Es ley de su 'naturaleza, es vida de su ser. Por eso se ve trabajadosiempre' por un. hambre y una s~d in~aciable de amary de ser amado.

En la. historia del corazón' humano me.parece dis~

tingui'r dos etapas. Primeraménte, el corazól?-' deljoven y sobre todo el corazón del niño, más que arnar~

desean- ser amados; conscientes de su indigencia,' másque dar deseap. recibir. Pero después, cuando la vi,­da se desborda y el corazón ha llegado a' su plenitud,más quede ser amado, siente la n,ecesidad qe amar,'como la fuente que se ,desborda necesita correr, comoel árbol cargado de frutos se inclina'hacia', la tierra,como el ave que siente sus alas crecidas necesit'a de lainmensidad para volar. Más qúe. recibir, el corazónquiere ,dar, quiere darse, prodigarse sin medida; lanecesidad de amar es entonces irresistible. '

(r) Agustín Abarca. biscursodel 7 de mario de ;188'8.

i. ¿Qué ¡es la vida, no la _vida .prosaica •queal ras de la tierra, sino la vida ,grande,

.ble, la única digna de vivir? -" Vivir es amar :non. diligit manetin morte- muerto está elama"2

Pero -el a,morsobre la tierra tiene siempre una for­ma tortur'ante :,es un deseo, un ~nhelo, una aspiraciónnunca satisfechos plenamente. Tuvo razón quien dijo:"La vida es dolor, porque la vida es deseo yeL deseo·es dolor".s ' ," .

-El co,razónhumano es como un desierto que gi~e,como un abismo que clama, como un vacío donde pal­pita qn deseo ingente, un' ansia de lo infinito,: escomouuna.nada que tiene sed". . .

Si sobre la tierra encontrara el corazón humano unafecto po; encima del cual no pudiera desear más,' unamor que satisficiera plenamente y pj;J.ra siempfesusambicion~s y \ aquietara todos sus anhelos, ese 'día se

,realizaría.lo imposible: la tierra se convertiría eh cie­lQ y la criatura en Dios.

y porque tal cosa· no suced~rá jamás, el corazón hu"'mano, mendigando el afecto de las criaturas opto­

, digándol? en ellas, nunca· se verá saciado y siempresufrirá i~quieto "hasta que no descanse en Dios".

** *

i Señor Jesús, tú sólo ereS digno de nuestro amor ! ...Como' decía el Maestresala de las Bodas de Caná:

(2.) 1 Joan.., nI, 14,(3) R. León,

259

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~s costumbre general servir primero el mejor vino,y cuando los' invitados se han embriagado, traer' en-tonces el peor/ ' .

Así son los hombres.En el banquete de la vida donde profusa~ente se

escancia el vino del amor, primeramente se ~sirve' elmás rico. Cuando una amistad se inicia, cuando un, afec­to nace, ¡que protestas d'e fidelidad! i qué testimoniosde abnegación ! i qué delicadeza en los sentimientos yqué ternura en las palabras!

Pero pasa el tiempo, pasa; y los afectos más" sin­ceros desmayan, y el amor det1ina, y 'la amistad semuere: tune id quo{/, deterius est! , Y para saciar nues­tra sed 'no nos ofrecen entonces sino un afectQ in'sípido'o fingido y ¡cuántas veces el vino se convierte en vi­nagre"o en hiel!

No así, tú, dulce Señor del amor: 'Bonumvinumservasti usque adhuc! el mejor vino, el vino añejo, lomás exquisito de tu amor lo reservas para el fin.: .para el día en que los hombres nos vuelvan lasespal-das "para la hora en que la ingratitud desgarra elalma para cuándo la soledad del corazón ,nos tor-tura despiadadamente. .. Entonces tu amor crece yse agiganta, y llena todo vacío, y puebla toda soledad, ycolma todo deseo, y se derrama en lo íntimo de nuestroser corno bálsamo de suprema consola.ción. .. Enton­ces tu corazón combina magistralmente el entusiasmo,la ternura, la novedad del primer amor con la ple­nitud, la madurez, la saciedad ,de un amor que es de

(4-)" loan., 1I, 1-12.

260

. \,.

ayer y de hoy y de todos 'los siglos; y sentimo~láfrui­ciónembriagadora de gozar y poseer un amor que nomorirá jamás ..'.\ -

¡Qué consolador es, Jesús dulcísimo, 'cuan'doatar­dece en el sendero de la vida, sentirnos así, ,solo con­tigo, y ver que s~bre las ruinas de todos los afectoshumanos, brilla más pura y suave la lumbre de tuamor, corno luz de' suprema esperanza, comQ.aurora'del día de la eternidad que no tiene ocaso ... !

Sí,Señor, el mejor vino lo reservas para el fin,porque nunca se paladea mejor su riqueza, ,que cuan­do se lleva en 10s labios el dejo amargo' de tantosafectos humanos, que hemos visto morir .•.

Hace poco te 'decía: "Tú eres si'empre el mismo'!"Ahora no vacilo en afirmar: ¡Eres' cada día mejor! ...

, '

26r

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EPI L O'GO

CUANDO ATARDECE EN ,EL SENDERODE LA VIDA ...

A mediqa que un alma· se eleva, se aisla; la soledad:es la atmósfera de las almas gra~des~

Lo vemos en la naturaleza misma. Las aves que re-o voloteansobre la tierra no están solas, antes 'pareceque entre sí charlan amistosamente, mientras entre-

,cruzan sus atrevidos vuelos; pero el águila', que batien­do sus alas. se eleva tan alto, pronto se encuentra aisla..da ~n la soledad de las alturas. Y las montañas máselevadas ¿no parece ,que dejando en su" falda a lasmismas nubes, vaa perde~se su elma, en misteriosasoledad? \

Lo ~ismo" r~pitO, pasa a las almas. Un alnia vul­gar fácilmente en.cuentra eco en otras muchas, porquenada tan común,!como la vulgaridad; pero la que pien­'sa alto y siente hondo, la que desplegando sus alas selevanta con vigoroso aleteo sobre las vulgaridades dela tierra, empieza al ,mismo paso a nosercomprendi­da,. antes bien,_ a ser censurada.

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Todo el mundo encuentra y señala con el dedo ra­rezas en los sabios, extravagancias en los artistas,locuras en los santos. Y sin negar que puedan darseen realidad, lo cierto es que la gran rareza, lainso­portable extravagancia, la locura imperdonable de lasalmas grandes es precisamente el haberse elevado. so­bre el nivel de la vulgaridad: 1no puede el vulgo per- 'donarles el pecado de su grandeza!

El rayo no hiere al hisopo' que el más ligero vientoabate, sino que 'se descarga sobre el esbelto ced~o ydesgarra 'J. la encina vigorosa. Nadie se ocupa en cen­surar al que incoloro se pierde en la masa común delos hombres, pero ¡cuántos se .ensañan zahiriendo atodo el que por su verdadero valor se ha levantadosobre los'. demás, como si la eleyación de éste em­pequeñeciera má~ a aquéllos! ...

•«< «=

J:oda alma que se siente pletórica de luz y en quienpalpita la pasión de un ideal, qecesariamente experi­menta el deseo irresistible de encontrar almas her­

. manas donde tengan eco sus aspiraciones, a quien pu~­da coñvertir en fervientes prosélitos' de los mismos

. ideales. . . .

y no las encuentra. Pocas almas la acompañan. ensu atrevido vuelo, y. estas pocas se irán quedando ene1 camino hasta dejarla sola. Entonces su voz se per­derá en elvacíQ,como se pierde el clamor del viaje­ro extraviado en las soledades del desierto, como se

pierden las' mejores rltfagas del sol en la inmensidad·de los espacios· sin fin ...

Esa es la soledad que sufre el apóstol de Jesucristo,ya en países de infieles refractario's a laevangeliza~.rión, ya en· comarcas donde la fe se ha perdido y elcorazón' obsecado, donde no logra realizar' tIlla' solaconquista después de ímprobos esfuerzos. Es la so­ledad de todos los' que han· llevado a cabo alguna ar~dua empresa por la gloria de Dios. .

N o puedo menos que admirar a esos hombres detemple que 'han legado ~ la Iglesia una hueva·Familiareligiosa, .y que han visto desertar' uno.a uno a' todossus compañeros.sin desmayar, sin embargo, en s~ em- J

peño; como el soldado que viendo caer uno a unq a.sus compañeros, lejos de huir, se aferra en su puestohasta morir en la brecha.

Esa es la soledad que martiriza los últimos días delas almas que, 'siguiendo 'la e,scondida senda de la ora­ción, llegan a las alturas de' lacontemplaci§n divina.Inundadas de luz quisieran comunicarla, pero sabenque n0 serán comprendidas, .y prefieren envolver sustesoros en el pudoroso· manto del silencio. Y me ex-,plica así a un Tomás de Aquino negándose a escribir.en los últimos días de su vida, precisamente cuandola luz, henchía como nunca su inteligencia; a una-Te­resa de Lisieux, cuyas mejores páginas J;lO' puc;iieronescribirse' sobre la tierra .. :

*«= *

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T,engo para mí que los santós' h~nsido siempre losgrandes desconocidos, sobre' todó, 'si;' corno suele su­ceder,Dios los encubre con ciertas miserias exteriores, .reales o aparentes. Y a los ojos de los demás eli quetiene· fe es un iluso; el que es constante, un terco;· a la 'indulgenéia- se le ta·cha de debilidad, ya la caridadde prodigalidad imprudente., ¡ Cuántas veces hastalos mismos que por oficio debían ser confidentes yapoyo de esas almas vacilan también y llegan a dudarde ~llas! ' " '

El P. Eymard, recientemente beatificado, es una 1

,buena prueba;· y Santa Margarita María y Santa Jua-na de Arco, y tántas' otras!' , '

:Y cuando un alma santa se' da cuenta de que sus su­periores mismos dudan' de ella, ¿ cómo no sentirse' in­clinada a dudar ella misma? y no queda entoncesapoyo: es el vacío, al cual ~a' naturaleza, Goma el es­píritu, tiene invencible horror ;es la soledad ,absoluta:ni su razón esti en favor suyo.

>1.<

**Tal es la soledad en la luz.Hay otra más dolorosa: es la soledad ~n el amor ...

Suele· ser ésta una' 'consecuencia de aquéÍla, corno que, la luz y el amor caminan al mismo paso.

En el hombre hay un santuario íntimo: es su co­razón. En él guarda el tesoro de su amor y de susdolores. - . - ••~

266

Si el hombre se el~vá sobre la .vulgaridad ies"sindu­da gracias a la luz que inunda' su inte1igencia,pero' es .sobre todo, a caus·a de la llama. que incendi~ su cora­zón: "Ascensiones in carde suo disposuit ..."

, .' \

Las almas que de veras saben amar, que llevan.ensu corazón tesoros de' ternura y delicadezas de amor,,'se elevan a una altura donde necesariamenty .se 'en-

o cuentran solas, aún cuando vivan en ,medio de1ljl-últi­tudes; porque, tal elevación súpone una ¡perfecta ab­

, negación de sí mismo, una purificación del egoísmonativo, una madurez en el dolor, que en pocas almas·puede encontrarse.

Ahora bien, nada tan expansivo corno el amor; ycuando esa -fuerza ,llega a su máximum, J tener que re­primirla, y ,concentrarla, sin más r~spiradero que elque mira hacia lo' alto! o más bien; resolverse aamar a los hombres., sin esperar correspondencia; sib.que el "amor encuentre .eco, siJ) que se establezca eseflujo y reflujo, hasta previendotodó lo contrario •.. :

" ¡qué dura cosa es!Y: sin embargo, aquí precisamente se descubre la al­

tura a'que entonces pueden estas almas elevarseL cuan­do aman cOll tal d~sinterés, ·que la razón de su amorestá en' el amor mismo.- 'Aman, porque el amor es ·10 ,más noble y elevado, la única' grandeza del hómhre, lavida, la expansión, la feCl~fldi.dad.. ; _p6rque"Dios .~samor". .

Amar buscandp en el amor mismo fa razól1 deam'ar,'significa, en realidad, ,amar, bu~cando la razón,de nuestro amot eri Dios' mismo, y por consiguiente,

\....

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)

sin buscar más correspondencia que la suya. ¡Qué li­.breesentonces el amor! ¡,cómo se cierne muy alto.por encima de todas las miserias humanas, y cuán puro i ~

,y divino es!

Así nos há a~ado Dios: su amor es anterior ahues­tra existencia, como que es la causa de ella, y por' con~siguiente, precede a toda correspondencia de .partenuestra y sobrevive a todas nuestras' ingratitudes: tal'debe ser el ideal de nuestro amor a los hombres.

Desgraciadamente profanamos con frecuencia elÍlombre santo del amor, aplicándolo a lo que no' essino glotonería de la sensibilidad ,y pobre egoísm'O.

Pero volviendo a lo anterior, no cabe duda que eseamor es de una austeridad que a la.s v~cesdoblega ala naturaleza humana: 1hay circunstaneia~ en que se

. echa tánto· de menos 9n corC}zón amigo en que apo­yarse ! . .. 1Dura cosa es entonces la soledad .del· co­razón!

.>1:

>1: *

y el pensamiento se va naturalmente a Jesús, elGran desconocido, el Gran Solitario ...

Cristo es "la Luz, pero ~los hombres que son tinie­blas no la han comprendido: Et tenef;rti eam non com­prehenderunt", antes quisieron ahogarla en el mar desangre del Calvario y del Coliseo:

Cristo es el Amor, perolas hOmbres no lo reco­nacen: ((1n propria venit et suieum nonreceperunt",

) .. vino a los suyos y' los suyos no. lo recibieron, y comolo ha dicho un santO: ((El amor no es amado".

'. ,

268

\,

y de ahísu queja:' ((Qutesivi. :. et non inveni!" Haesperando -sustinui-'- ha ido a buscar -qutCsivi-..-·el pobre consuelo de nuestro amor, y no 10 ha encon­trado -'._.... et non inveni!-

Su luz tuvo una expansión: el E.yangelio~ Y el Evan­gelio, hace veinte siglos, es desgarrado por unos," ymal comprendido por otros, y letra muerta para lamayoría de los cristianos. .

. Su amor tuvo un desbordamiento más directO" 'por­que era ni.ásíntimo; un desbordamiento callado y si­lencioso: '1 La Eucaristía! .i Y ahí como en ningunaparte Cristo se encuentra solo! ...

Pensemos en esa 'plenitud de luz yen. esa plenitudde amor contenidas en elc"orazón de Cristo durante f

los treinta años de su vida oculta; consideremos esaplenitud de luz, y sobre todo, de amor, encerrada enla E'Ucaristía' hace veinte siglos ... ¡ y decidme si' Cris- 'to no es el Gran Solitario, 'en la soledad de la luz y'del amor!

'11=

>1: ..

Después de Jesús nadie ha sufrido el martina deesas· dos solédadescomo María y hasta me atrevo aasegurar que en la soledad de María encuentro ca,rac­teres que ,no· descubro ni 'en la .de J esús:ínientrasél .

.vivió sobre la tierra. tuvo a María que lOacoJ1lpañabay lo comprendía; en elalnia de. María veía reflejadasu doctrina y .en sU corazón d~. Virgen y de MadreencoÍltraban eco todas las vibraciones de su Corazóndivino; pero cuando Jesús' dejó la tierr~ y' volvió alPadre, María se que-9ó sola, precisamente en' la épo-

269

\

Page 137: 253.1 Trev - J. G. Treviño - Confiemos en Él

,caen que su a:mory sus dolores" alcanzaron" su 'mixi­mUrÓ de intensidad, eh que como nunca la expansión,las confidencias, eran una imperiosa' necesidad.

A~tes del naci:miento de Jesús; Dios le dió,un. con­fidente en San José. . . -después tuvo' a Cristo... aho­ra no tiene a nadie': ¿ qué mortal hubiera sido capazde seguir a María len las alturas de su vuelo,? ¡Quétesoros de luz en su alma!, ¡qué vibraciones de amor

'en su corazón!y M~ría, discretamente, calladamente, con esa sen-:­

ciUez que caracteriza toda su vida, envuelve _esos teso- ­ros en 'el manto pudoroso de su silencio.'Siempre buena, siempre compasiva ,e indulgente,

siempre !VIadre, sólo sabe sonreír y callar ... ,Más de una vez he ~omprohado en las almas ya

maduras para el cielo no sé qQé sonrisa a la vez dulce ­y triste, como el canto de la tórtola, y p~réceme que .es 'como la última caricia con que se desp~deIl de la tIe­rra donde han sufrido tánto. A'sí María envuelve losmisterios de su soledad en una sonrisa constante, que

, es como su postrera caricia y su última despedida .. J

'*'* *

En la vida, la fuerza misma de 'las cosas y de losac~ntecimientos nos hac,en gustar las amarguras, dela soledad. N o en vano pasan lbs años. Y así, comocorriendo un -día tras otro día, llega a morir la pri­mavera, y a pasar el otoño y se quedan los árbolessin hojas, y sin pájaros los nidos; así el hombre, conlos,años, va perdiendo los ,compañeros de Bu,'vida, sea

27°

!

porque la' inconstanci~ humana los cambie, sea' por;.q~e la .,muerte los ar::ebate; y en la ,última etapa de suVida Viene a descubrIr que ya no habla el mismo len..guaje de los ,que 1e rodean, y cuando la ,expansión esuna nécesidad,' entonces se encuentra solo... Es la

_última prueba de la vida. '¡Señor Jesús! 1Tú sabo~easte toda su amargura y

por eso sólo tú la sabes consolar! i Ten compasión de ,las almas~uyos ideales no so~ comprendidos, ten pie- 'dad de, los corazones que 'aman sin ser amados, ,tenlástima' de esos dolores Íntimos' que ni siqu~era tienen'

'l.\ el, consuelo de una expansión! Enseña a esas almas,para quienes ya atardece en el _sendero de la vida, qué //no, deben replegarse sobre ,sí mismas en un estérilegoísmo. '1 E's tan grande el, amor, ! . . .¿ Por qué pr~­tender contenerlo en los moldes de los cálculos huma­nos? ¿Amar sólo, a condición de ser correspondido?iNo,eso no es amar a lo divino r "Amar antes bien

- "por encima de todas las ingratitudes, a pesar\ die _todaslas traiciones; a despecho de 'todas las miserias del -co­f:.1ZÓn humano; con un amor que desbordándose sobreel tiempo vaya a perderse en la inmensidad de Dios!

A ,semejanza tuya, enséfíales el completo olvido cÍesí mismas, aquél que prácticameNte se traduce en com­pasión para los que sufren, en, apoyo para los que va­cilan, en indulgencia para los, que caen, en bondad ,in­'agotable para todos. Y en fin, dibuja en sus, labios'esa sonrisa del que st!fr~ Y calla, del que desengaña­do se resigna; esa, sonrisa dulce y triste con" que las ~

almas maduras pár el' dolor se 'despiden de la tierracuando atardece en el sendero de la vida.. ..'

.'

\

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Confiemos. -18

-.;

1 N b, ICE

¡CORAZO'N' DE JESUS, CONFIO EN TI!'.;",¡ETERNAMENTE CANTARE TUSMISE~I--

CORDIAS! .. '.. ; , ,.,., : .. '" .¡TUYOS SOMOS! .~, ,;, .. ,.,. ~, ", ..LA ALEGRIA-bE JESUS :, ' .LAS LAGRIMAS DE JESUS .;;;, ; .. ,.:;,.

l.-Las lágrimas de Bethania "";!." ••• ,,.,.

n.-Las lágrima's de Jerusalén "".,.;,.";;,,IIl.-Las lágrin;lasde la Agonía .,;., .. " ... ~-, ,

LOS SILENCIOS DE JESUS , ... ,; , '. " ; . ; ..I.-:Sil~nc;io de Adoraci6n .. ;" , .. ; , .. , .; .

. n.-Silencio de Fortaleza y ,Serenidad .. , ., " .lIL-Silencio de Inmolación .. '. -. , " '.... , " '

. ~

I LA PASION' DELCORAZON DE JESUS Y EL\ CORAZON D~ LAPASION ~ .1 •••••••••

l.-La Agonía de Gethsemaní ~ .Il.~La Agonía del Calvario ~ .

:~Padre; ¡ perdónales!" , , ..

7

21

3141 ó

51'57637385919~

101

10711513714.1

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Págs.

"Hoy estarás conmigo en el paraíso" 145"He ahí a tu Madre" ' " " 150"¡ Dios mío, Dios mío! ¿ por qué me has. aban- .

donado?" ; ;.............. 154"¡ Tengo sed!" 158"Consummatum est!" 163"En tus manos entrego mi espíritu" 168

.EL HIMNO bE LA SANGRE ..............•... 173LA T¿\RDE DE EMlVIAUS 179EL Tl}ONO DE CRISTO REY ~ . ',' . 183EL GRAN PERSEGUIDO ' : ~:... 195SEAlVIOS JESUS ;.; 203

L-Seámos Jesús en la oración 206Il.-Seamos Jesús en 'el trabajó 213

TIl.-Seamos Jesús en el dolor ;......... . . 220'EL IDEAL ; ,. ~ ',_,.,;.. 225¡ CREAMONOSAMADOS! ~.............. 231BUSCANDO UN c'ORAZON QU~ NOS COM-

PRENDA : ;.... 247"¡TU ERES SIEMPRE EL MISMO!" :.. 251EL J\1EJOR VINO _.............. 257EPILOGO. -CUANDO "ATARDECE EN EL

SENDERO DE LA VIDA 263

274 .

(

. "