27779565 guy le gaufey la edad del psicoanalisis

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  • 8/12/2019 27779565 GUY LE GAUFEY La Edad Del Psicoanalisis

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    GUY LE GAUFEY

    LA EDAD DEL PSICOANLISIS

    El mundo ha conocido muchas edades : la edad de bronce, la edad media, la edad de lamquina de vapor y, entre mil otras, he aqu la edad del psicoanlisis. Me gustara primero queustedes no se equivoquen con este ttulo mo. Durante la edad de bronce, por ejemplo, nohaba bronce en todas partes, y el bronce no era la nica riqueza, pero la aleacin de cobre yde estao, gracias a sus calidades particulares, permiti crear un arte que, a nuestros ojosmodernos, se queda como la marca de toda una poca.

    De la misma forma, no quiero decir que el psicoanlisis se encuentra hoy por todas

    partes aunque se pueda facilmente imaginarlo en algunos barrios de Buenos Aires peroque por medio de l pasa una fuerza viva, cada vez ms difcil de barruntar en los montones decomentarios que han sido levantados sobre las obras de Freud, ayer, y la de Lacan, ahorita,semejantes a tmulos funerarios.

    Por mi parte, yo fui, yo soy, y verosmilmente yo ser tambin un comentador de estosdos. Pero hoy, en frente de un pblico que no conozco, y sin el tiempo necesario paralanzarme en un comentario correcto, preferera decir ms directamente lo que me parece quehar del psicoanlisis una cosa capaz de marcar nuestra poca no como un fenmeno demoda intelectual, sino como una de las ms claras expresiones de un asunto ms grande, quede buen grado nombrara :el reconocimiento de la independancia de los aparatos simblicos .

    I. El signo que significa algo para alguien

    La humanidad se confunde casi con la emergencia de tales aparatos, de tal modo quenosotros podemos considerar directamente la posesin de estos aparatos simblicos de lamisma manera que la capacidad de sonrer : una marca tpica de la humanidad.

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    Pero qu ha de entenderse con esta expresin tan vaga de aparatos simblicos ? Enprimer lugar, obviamente, el lenguaje y, ligados a l, los sucesivos modos de comunicacin,incluso la escritura que apareci hace casi cuatro mil aos. Es claro que, a travs de una talduracin y de tan diferentes culturas, estos aparatos fueron numerosos (es un eufemismo), yno voy a detallarlos. Entonces, con una cierta brutalidad, voy a encerrarlos en una soladefinicin : todos fueron compuestos con elementos de los cualescada uno representaba algopara alguien .

    S perfectamente que una tal definicin puede ser refutada muy fcilmente, y que nadaera tan simple para el empleo de estos aparatos. Cuando el escriba egipcio traz las figuras deun rebus de transferencia, ciertamente que su acto era un poco ms complicado que la

    designacin pura y simple de un objeto ausente. Aquellos que entre ustedes pudieron leeralgunos captulos del libro de Jean AllouchLetra por letra me entienden mejor que los otros,pero no quiero dar muchas vueltas a esta cuestin y, a pesar de las mil dificultades que unerudito podra plantear para echar abajo la generalidad de esta definicin, yo la mantengo :estos aparatos eran siempre concebidos como vnculos y lazos, entre, de un lado digamos , la humanidad, y del otro lado : el mundo. Las opiniones discrepaban,naturalmente, a propsito de la naturaleza del signo, y siempre hubo tres maneras de pensarsobre su origen que podan mezclarse ms o menos, segn los signos. El signo poda ser

    concebido como una invencin humana (como en la escritura), o como un objeto particular delpropio mundo (el relmpago, el trueno), o como un donativo de los dioses. Pero, cualquieraque hubiera sido su origen, su funcionamiento no era tan diferente :el signo representaba algopara alguien .

    Esta definicin articula claramente tres trminos : el signo lleva la carga de lo que sellama aqu representacin, una palabra que incluye en s misma una idea de repeticin : re-presentar, volver a presentar. (Aquellos que estudiaron tan slo un poco las palabrasVorstellung y Darstellung en Freud conocen bien el problema). En esta definicin, la prioridad

    es claramente dada al algo en el cual el signo toma, s no su origen, por lo menos su fuerza.

    No es tan fcil ponerse de acuerdo sobre la naturaleza de este algo. No es igual acualquier cosa, porque este algo no es necesariamente una cosa, pero se puede decir siguiendo los trminos de Wittgenstein en suTractatus lgico-filosficus que es siempreun estado de cosas , sean cosas del mundo externo al hombre, o interno a l, o el de losdioses. En todo caso, tan interno como sea este algo que es representado gracias al signo,se queda fuera del alguien para quien esta representacin es vlida.

    Si algunos entre ustedes son un poco asiduos con el lgico Frege, probablemente se

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    acuerdan de su definicin del trmino objeto frente al trmino funcin. Despus de sudefinicin de esta funcin como una expresin lgica que posee en s misma un lugar vaco,Frege afirma que un objeto es cualquier cosa que no es una funcin, lo que implicadirectamente que un objeto es algo que no posee ningn lugar vaco.

    Igualmente, el alguien de mi definicin del funcionamiento del signo se podra concebir,en primer lugar, como una exclusin completa, sin falla, del algo. Alguien ser cualquiercosa que no se puede reducir, de cualquier manera, a un estado de cosas. No importa aquque este alguien tome la aparencia de un ser humano, de un dios o de no s que angel ovampiro ; lo que importa es nicamente el hecho que, de este alguien, no se podra hacer uncuadro. En esta palabra, ustedes reconocen otro trmino de Wittgenstein. Para l, un cuadro

    es lo que se interpone entre unestado de cosas y... precisamente :alguien este alguienque, en el Tractatus,se llama unas veces nosotros, otras veces yo, pero siempre un sujetogramatical.

    La imposibilidad para dar una aparencia cualquiera a este alguien no fue claramenteentendida antes de Descartes. El cogito puso a plena luz el hecho queego es unacontecimiento, no un estado de cosas.Pienso, luego existo pone el ego fuera de cualquierpensamiento, y la importancia del cogito se debe, en parte, al hecho que, con l, el alguienencontr por la primera vez su propio rgimen de funcionamiento, sin ya ninguna ayuda directadel alma cristiana o de cualquier forma de espritu.

    Uno de los efectos directos de la claridad del ego del cogito fue una casi inmediataclaridad de la lgica del signo que apareci algunos aos despus enLa Lgica o El arte depensamiento , libro que se llama en frances :La logique de Port Royal.No se encuentra en estelibro la definicin del funcionamiento del signo que uso aqu, pero eso se entiende muy bienpues en aquella poca dos siglos antes de una lgica fregeana o russelliana marcada porcuantificadores palabras como algo y alguien no eran tan utilizadas en lgica como hoy.

    En la primera parte de este libro que ha conocido cuarenta y cinco ediciones enfrancs en 332 aos se expone magistralmente esta lgica del signo que quiero ahoritamismo encerrar en esta pobre dfinicin :lo que significa algo para alguien.Este trpode hasido el elemento bsico del orden que me gusta llamar clsico este orden epistemolgicoque naci y se consolid en el siglo xvii, en el mismo tiempo que apareci la ciencia, y sefractur sin desaparecer completamente al principio de nuestro siglo. Durante casi trescientos aos, rein sin ninguna rivalidad hasta el punto en que no se poda imaginar otra cosasobre la naturaleza del signo. La evidencia de esta definicin era tan fuerte como la de la

    geometra euclidiana, tampoco sin ninguna rivalidad hasta la mitad del sigloXIX.

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    Fue precisamente con la geometra que esta naturaleza del trabajo representativo deun aparato simblico empez a fracturarse. Se descubri que era suficiente cambiar algunospequeos puntos en la batera axiomtica para obtener geometras profundamente diferentesde la euclidiana y peor ! sin ninguna relacin directa con nuestro espacio habitual ; y noobstante capaz de fabricar teoremas tan verdaderos como los de la euclidiana. Esta fractura enla consistencia del signo clsico llev una mitad de siglo para imponerse, y fue solamente conel libro del matemtico alemn David HilbertGrundlagen der Geometrie Los fundamentosde la geometra (1899) que eso se instal en la conciencia moderna.

    A partir de esto, se pudo lentamente concebir unos regmenes del signo en los cualesno se saba si cada signo representaba un estado de cosas o nada, pero en los cuales, sin

    embargo, se podan hacer demostraciones correctas. La fractura momentnea creda porDescartes en sus Meditaciones I y II entre el pensamiento y el pensado, para obtener susfiguras, es decir pensamientos sin ms referencia a ningn pensado, esa fractura ya no era, apartir de Hilbert, un momento fugaz en el paso hacia el cogito y la produccin del ego, sino unacondicin preliminar para estudiar la consistencia de un aparato simblico, empezando con lade la aritmtica.

    Los matemticos saban en efecto que, si se poda demostrar la consistencia de laaritmtica, se poda deducir directamente de ello la consistencia de la matemtica entera. Ensu texto intitulado Sobre el infinito, de 1925, Hilbert propuso considerar que, en su nuevameta- matemtica, el nico objeto de estudio fuera el signo sin ninguna otra preocupacin delalgo que este signo significaba para alguien, nicamente como un nudo de relaciones conlos otros signos empleados con l. Eso fue la condicin indispensable para estudiarespecificamente la consistencia del ms elemental aparato simblico el de la aritmtica ypara descubrir, algunos aos despus, gracias al lgico viens Kurt Gdel, el primer granteorema de incompletud de las lgicas de un orden igual o superior al segundo grado.

    Infelizmente para la claridad y la concisin de mi argumentacin, la historia del signo esms complicada que este esquema demasiado lineal, y es necesario que yo diga algo apropsito del que casi fue el inventor de esa definicin, donde se encuentran ese algo y esealguien, que no fue Jacques Lacan, sino el filsofo norteamericano Charles Sanders Peirce.En su obra que nunca fue publicada en su vida, y que l nunca fue capaz de ponerla en orden,se lee exactamente esto :

    Un signo, orepresentamen, es algo que viene en el lugar(qui tient lieu)de algo para alguien sobre cualquier relacin o cualquier calidad.1

    1. Charles Sanders Peirce,crits sur le signe, Paris, Le Seuil, 1978, p. 121.

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    Aparentemente, esta es la definicin que yo daba. Pero a propsito del alguien, unacarta de Peirce del 23 de diciembre de 1908, dirigida a Lady Welby, trae una importanteprecisin :

    Habl de alguien, escribi Peirce, como para echar de comer aCancerbero, porque me desespero en hacer entender mi propriaconcepcin, la cual es ms larga2.

    Esa concepcin, la expres por la palabra interpretante en lugar de alguien. Pero esteinterpretante claramente ya no era una persona sino en el espritu de una personaun signoequivalente: un otro signo. De tal modo que la definicin central del orden clsico vino aexpresarse en Peirce con la forma :

    El signo representa algo para un otro signo.

    Eso era casi inadmisible para el orden clsico, pero no es tan inconcebible que haya sidoel mismo quien pudo enunciar la mejor frmula del signo clsico, quien vino a subvertirla. Escasi una regla que los axiomas constituyentes de un saber aparezcan en toda claridadnicamente cuando ese saber est en peligro ; durante los aos de triunfo y de funcionamientonormal de un saber, sus axiomas trabajan silenciosamente, sin ninguna necesidad deproferirlos.

    Hago esta vuelta por Peirce para mostrarles que este orden clsico del signo haconocido muchos accidentes en el siglo pasado, del lado de la lgica como del lado de lamatemtica. Y ahora me gustara indicarles cual fue la manera de Freud para introducirse enesa brecha, sin preocuparse mucho sobre la naturaleza del signo. Pero es cierto que sobre lacuestin del alguien para quien el signo representaba algo, Freud era conducido a sosteneruna posicin ambigua puesto que adoptaba macizamente la lgica del signo clsico, peroautorizandose a interrumpir el funcionamiento del alguien cada vez que se le haca necesario.

    II. Freud y los pensamientos sin pensador

    La representacin inconsciente es claramente una tontera pura y simple en el ordenclsico, y ello no es reconocido suficientemente hoy. Aparentemente, para mucha gente en elpequeo mundo freudiano, hay representaciones conscientes y representacionesinconscientes de la misma manera que hay caballos blancos y caballos negros. Inconscientees nada ms que un adjetivo. A este respecto me gustara recordarles la palabra irnica delfsico y filsofo del siglo pasado, Ernst Mach, sobre el problema de la atraccin universal en

    2. Idem, p. 51.

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    Newton ; deca que, despus de haber sido, en el inicio, un misterio extraordinario, sta setransform en un misterio ordinario. Lo mismo me parece del asunto de la representacininconsciente en Freud : un misterio ordinario en que ciertas representaciones representaranalgo para...nadie .

    Si no se ve el problema en ese punto y si se queda a pensar y a practicar el psicoanlisissiguiendo el orden clsico del signo, el peligro es que la idea del alguien siempre se imponesilenciosamente en lugar de ese nadie, tan imposible en ese orden como el vaco en la fsicaaristotlica. En tal caso, si se mantiene un tal alguien para quien las representacionesinconscientes representan algo, el psicoanlisis toma tranquilamente el camino de unfuncionamiento paranoico en el cual el paciente es considerado como responsable

    indirectamente, por cierto ! pero responsable de estas representaciones inconscientes. Yhacindose eco de eso, el paciente se pone a creer que tiene un inconscientesuyo . Miinconsciente... Este posesivo, tan comn hoy, es para m como la marca de que un tipo depsicoanlisis no ha cumplido su movimiento, y se queda enganchado en este orden clsico enel cual naci, pero en el cual no puede desarollarse mucho ms sin perder su propio hilo.

    Esa conservacin secreta del alguien atras del imposible nadie se presenta como unreflejo lejano de lo que se llamaba, en la psiquiatra francesa en el medio del siglo pasado : eltratamiento moral , de Franois Leuret. En este tratamiento, el enfermo era considerado comoplenamente responsable de sus trastornos ; en l, el sujeto era concebido como en relacindirecta con su fuerza moral, y por eso mismo, capaz de renunciar a algo de sus ideas ms omenos delirantes. A despecho de todas las diferencias visibles, hoy es casi lo mismo con laidea que siempre habra una parte sana en el yo. La traduccin oficial de la famosa frase deFreud :Wo es war, soll Ich werden aparece como una prueba de que el alguien para quienlos signos representan algo es siempre concebido como un interlocutor valedero y valido.

    De vez en cuando, especialmente frente a la inhibicin de los fbicos, se puede recurrir a

    algo de esta fuerza moral, o se puede tambin apresurar al paciente a arrostrar su angustia, afalta de lo cual la cura se reducira a una contemplacin comn de una impotencia compartida.Pero en esto, no hay necesariamente confusin entre el yo y el alguien, como es el caso enel tratamiento moral ; al contrario, eso puede conducirnos a lo mejor, quiero decir esta especiede encuentro fallido entre el yo y la verdadera naturaleza del alguien, la cual no se descubreen ninguna parte como as tambin, para el agorafbico por ejemplo, en frente a la plazadesierta. De la misma manera, cuando yo trabajaba en un hospital psiquitrico, al principio delas reuniones que congregaban enfermos, enfermeros y mdicos, haba un viejitoesquizofrnico que, al entrar en la sala donde se encontraban veinte o treinta personas,siempre preguntaba : Hay alguien ? No se equivocaba entre estos yo y la pura posibilidad

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    del alguien. Al contrario de su caso, en la discrecin de un consultorio, es muy fcilresbalarse en la confusin entre aquel que dice yo y el alguien del signo clsico. A pesar desus calidades especialmente en referencia a la problemtica de la represin el yofreudiano es una mezcla del sujeto clsico es decir, una vez ms, el alguien para quien lossignos representan algo y de la primera persona gramatical en donde se cruzan los hilos dela subjetividad.

    Todo esto nos indica muy bien como Freud tuvo que trabajar en un orden de saber enque su descubrimiento no se poda exponer sin encontrar serias contradicciones. Si tuviramosms tiempo, sera interesante estudiar detalladamente la problemtica del fetiche, y mostrarhasta que punto la exposicin de Freud es dividida entre una intuicin clnica notable, y

    muchas dificultades que se producen macizamente en razn de la problemtica del signoclsico. En su texto El Fetichismo de 1927, Freud intenta articular un puro juego depalabras el famoso glance on the nose y lo que no se puede representar, algo msdifcil de concebir que el vaco en la fsica de Descartes este puro nada que se llamadespus de Freud : el falo maternal.

    Aqu, el algo del signo clsico encuentra un tropiezo fatal, especialmente cuando seforja la idea segn la cual este falo maternal, este nada es una pieza esencial en lafabricacin de la subjetividad. Con el fetichismo, Freud pudo abordar el punto mscontradictorio del orden clsico, este punto a partir del cual se puede adivinar que en cadasigno hay un momento de su funcionamiento en que este signo representa nada paranadie. En tal momento crucial, se revela como en niguna otra parte este lazo secreto quesuelda el orden simblico del signo, y el orden de la sexualidad humana. Y eso se revelaperfectamente a travs de la emocin ligada al fetiche, que est tan cerca de la emocinesttica. Creo personalmente que el ejemplo de Freud dice todo lo importante sobre esteasunto : el Glanz que significa en alemn un brillo y en ingls una mirada presentamuy bien este desmayo del alguien y del algo, desmayo a partir del cual surge, de una

    manera muy fugaz, esta independencia de los aparatos simblicos de la que yo hablaba en miintroduccin.

    Del lado del sujeto como del lado del objeto, el descubrimiento de Freud deba deencontrar los puntos ms catastrficos del orden clsico porque ese descubrimiento seencabalgaba sobre la idea de un funcionamiento del lenguaje diferente de el de un lazo entre elmundo y la persona.

    Hoy mucha gente sigue creyendo que Freud descubri un nuevo mundo, como Colon, y

    que este mundo no sera nada ms que una extensin del primer mundo, del mundo clsico

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    que siempre se present como el propio mundo, sin ninguna historicidad. Este mundofreudiano sera el del inconsciente, lleno de pulsiones horribles y de otros deseos deasesinato pero debemos reconocer inmediatamente que un tal mundo, un tal infierno, ya eramuy bien conocido antes de Freud. Al contrario, lo que Freud descubri realmente fue, para unser humano, el goce ligado al funcionamiento de sus aparatos simblicos, estableciendo unaatadura entre la sexualidad y la prctica de cualquier aparato simblico.

    Para concluir sobre Freud, quiero hacer hincapi principalmente en el hecho que su obrase ubica en las marcas del imperio clsico. En las marcas, se expresa a veces algo nuevo,pero generalmente en la lengua de la capital. Esta brecha en el funcionamiento del signoclsico en que Freud se encaj y que desaroll a su manera se expres en su obra en los

    trminos del orden clsico.

    Es una de las razones por las cuales la obra de Freud aparece relativamente fcil deleer ; este mundo newtoniano y kantiano por lo esencial es sto mismo que aprendimosen la secundaria. Pero es tambin una de las razones por las cuales algunos de sus mejorescontinuadores no pudieron agarrarse al hilo de su descubrimiento porque, sin preocuparsemucho de la naturaleza del signo, fueron ms y ms terapeutas. El caso de Melanie Klein esmuy ejemplar. Por lo tanto, despus de un siglo de psicoanlisis, hay como una regla quepodra decirse as : cuando el psicoanlisis se reduce a una teraputica va a debilitarse pordems dentro de dos o tres generaciones de psicoanalistas, y por una razn muy simple : lateraputica es a veces un efecto, un resultado de la prctica analtica, pero de ningun modo elnervio de su guerra. Si su guerra consiste en ofrecer una escena la de la transferencia aldespliege de las diversas figuras del nudo entre la sexualidad y el simblico, no se puedecumplir sin un cambio en el imaginario sobre la naturaleza del signo. La cuestin del fin delanlisis no queda la misma en el orden clsico donde no hay ningn trmino propio alanlisis que en este orden en el cual el signo revela otro aspecto de su funcionamiento.

    Tal vez en ninguna otra parte que en la concepcin del fantasma se vea tan bien elprecio que pag Freud al orden clsico. Que sea con Leonardo de Vinci, o que sea en sutexto :Pegan a un nio, Freud est conducido a imaginar que, adems de los fragmentos derecuerdos presentes en la fabricacin del fantasma como en la del sueo, ha de intervenir loque llama eine geheim Motiv, un motivo secreto. El trabajo de este motivo es rpidamenteclaro : hacer la unidad, hacer una bolita con las migajas de ciertas huellas de recuerdos. Pero : de donde viene este motivo ? Chitn ! Es un secreto ! Ni Freud podr decrnoslo.

    No podr porque en ese punto como en el punto del ombligo de los sueos, o el de la

    represin primera, o el del primer Moiss, y tantos otros Freud es obligado a ofrecer un

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    sacrificio al misterio del origen. Como intent mostrarlo en un articulo de la revistaLUnebvueintitulado Smbolo, smbolo y smbolo, su teoria del smbolo tal como Ernst Jones lapresentaba y la justificaba en su escritoThe Theory of Symbolism implica unplanteamiento de un origen, siempre y siempre, aunque no sea todas la veces evidente.

    En la ortodoxia freudiana, la cuestin de la realidad de la escena del fantasma esclasicamente una ocasin para un debate interminable entre los que defienden la idea de larealidad traumtica y los que defienden la idea de la pura realidad psquica. El ltimo asunto deeste tipo fue alrededor de Jeffrey Masson. Pero los partidarios de las dos facciones siempreestn secretamente de acuerdo sobre lo esencial, a saber que el fantasma representa algo, yque entonces se queda el hecho del alguien. El sujeto clsico, totalmente impermeable al

    inconsciente freudiano, continua su vida en tal debate, virulento porque vaco.

    He empezado a describir la fractura del orden clsico a partir de la matemtica o de lalgica para indicar claramente que Freud perteneci a un movimiento del cual no se di cuenta,porque ese movimiento al interior de la problemtica del signo era y es an muy lento,como el de la deriva de los continentes. Uno de los terremotos que surgieron de este lentodeslizamiento de terrenos epistemolgicos fue, sin duda, el primer teorema de incompletud deGdel en 1931. Pero en esta poca, nadie hizo el menor acercamiento entre esta incompletudy cualquiera otra cosa del lado del psicoanlisis. Y con toda razn, porque no haba ytodava no hay ninguna relacindirecta entre el psicoanlisis de Freud y la incompletud dela lgica del segundo grado. Esta relacin se lee nicamente a partir de la operacin conducidapor Lacan, que se esforz en plantear el descubrimiento freudiano fuera del orden clsico, loque no se poda hacer sin este cambio del imaginario del cual voy a hablar en seguida.

    III. Un sujeto para el tercer milenio

    Acabamos de ver que, en la obra de Freud, el alguien y el algo en nuestra definicindel signo se transforman a veces, especialmente alrededor del signo flico en un nadiey un nada. Una manera muy simple para caracterizar el desplazamiento efectuado porLacan es concebir que ese funcionamiento excepcional y casi anmalo descrito por Freud fuepensado como un funcionamiento regular por Lacan. Pudo permitirse eso gracias al acentopuesto sobre un significante ms o menos saussuriano, que se presentaba como uncomponente del signo y de su significacin, y, as, pues, no se confunda con ella.

    Pero en Saussure, el significante no tiene una existencia que se pueda sostener muchotiempo afuera de su significado. Con slo Saussure para ayudarle, Lacan no poda aislar el

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    simblico como lo hizo. l lo pudo hacer sin embargo mediante ese vasto y lento movimientopor el cual progresivamente la independencia de los aparatos simblicos se abri paso, comolo indiqu anteriormente.

    A fines de 1961, al inicio de su seminario sobreLa identificacin,al establecer su msfamosa frmula :el significante representa el sujeto para otro significante, Lacan ya no estabaen el terreno saussuriano, si alguna vez estuvo all. Se podra decir muchas cosas sobre eseasunto de los vnculos entre Lacan y la lingustica, su linguistera como l la llamaba. Peroprefiero dejar todo eso de lado para insistir sobre una otra frmula suya, que se encuentra enel alargamiento de la anterior, a saber la frmula segn la cual el sujeto que est en juego encada cura nunca es otra cosa sino el sujeto de la ciencia.

    Valiente afirmacin ! Por un lado, es una perogrullada decir que la ciencia, la verdaderaciencia, prescinde muy bien de cualquier sujeto, y que lo proprio de la ciencia es de ser undiscurso sin ningun sujeto. Primera dificultad. Por otro lado, cmo se puede imaginar por uninstante que, si hay un sujeto ligado al sufrimiento, a la queja, ste sea concebido como aquelsujeto raro, referido de una manera obscura, a la ciencia ? (Y cmo si, adems, hubiera hoyuna unidad cualquiera de las ciencias !). Segunda dificultad, an ms sesgada.

    Si Lacan emplea la expresin sujeto de la ciencia es cierto que, en esta denominacin

    aparentemente simple, se encuentra un concepto suyo menos simple. Es una caracterstica desu estilo encerrar pensamientos muy sofisticados en expresiones comunes y sibilinas. Este esel caso. Este sujeto no se las ha de haber con ningn ser humano, como est errneamenteescrito en el argumento del coloquio de esta jornada. Un ser humano (eso existe) puedevolverse un sujeto (en el sentido lacaniano del trmino de esta palabra), pero por lo tanto nosignifica que un tal sujetoes un ser humano. En trminos lgicos, hay aqu una implicacin, nouna equivalencia.

    Sujeto y ser humano son precisamente dos cosas muy diferentes, y lo difcil en esteasunto empieza aqu : en no confundir la maquinaria de un sujeto ligado al significante, y el serhumano que experimenta muchas otras obligaciones como las del simblico. Ese sujeto escomo una propiedad de los aparatos simblicos, la cual se queda oculta hoy precisamente porel antiguo sujeto, el sujeto gramatical de la primera persona con, en su corazn, en su pecho,otra propiedad casi divina : una presencia inmediata para s mismo.

    Lo que se debe entender aqu es la operacin conducida por Lacan sobre el ego delcogito, la cual es ms difcil de descifrar a travs de la masa de los seminarios. Es importante

    notar aqu que su operacin produj al mismo tiempo dos sujetos conjuntos : el sujeto

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    representado por un significante para otro, y el famoso sujeto-supuesto-saber. Ambossurgieron de una separacin que Lacan efectu por la mitad de lasMeditacionescartesianas exactamente : al final de laMeditacin dos y a partir de la cual obtuvo :

    de un lado, el primero sujeto, separado de cualquier representacin, y ligado a lossignificantes ;

    del otro lado, este sujeto-supuesto-saber, que se deba volver a confudirse ms tardepara Lacan con el dios que Descartes haba planteado en sus cartas a Mersenne cerca de1630 : el creador de las verdades eternas.

    Los lectores del seminarioLa identificacin saben que este sujeto-supuesto-saber fuetirado, en primer lugar, como una mondadura de naranja que hubiera ya dado todo su jugo : el

    sujeto tal como le interesaba a Lacan y que haba exprimido gracias a su concepcin delsignificante. Pero dos aos despus, en su seminarioLos fundamentos del psicoanlisis,Lacan di un nuevo valor a ese sujeto-supuesto-saber : sera l el eje de la transferencia, o seael eje de esta resistencia al anlisis que hace posible el proprio anlisis.

    No es siempre fcil leer esta fractura en Descartes, porque Lacan afirm muchas vecesque su sujeto era exactamente el sujeto de Descartes. Segn una figura de estilo muyfrecuente en Lacan, pretendi que su sujeto no era una invencin suya, solamente undescubrimiento de una antigua verdad, que se haba quedado oculta hasta l (Freud haca lomismo cuando le encantaba ser como Schliemann, el hombre que descubri la ciudad deTroya). Pero de facto, el acto de Lacan debe ser interpretado, en mi opinion por lo menos,como una fractura hecha en algo considerado antes de l como el tomo irreducible de lasubjectividad : el ego del cogito. Segn la fuerte palabra del Prsidente Mao Tze Toung, Unose divide en dos, y aqu el irrompible sujeto clsico que sea el ego o el alguien se haroto con Lacan para dejar aparecer sus dos componentes : el sujeto representado por unsignificante para otro, y el sujeto-supuesto-saber.

    Esta fractura lacaniana en el sujeto clsico transport en el terreno del sujeto, la fracturaque Freud haba planteado a su modo en el terreno de le consciencia(Consciente/Inconsciente). El sujeto lacaniano toma entonces la aparencia de un electrn, estapartcula que sirve para atar los tomos, pero que no puede existir sin atarse a un ncleocualquiera. En el caso del sujeto lacaniano, este ncleo no es otra cosa sino el sujeto-supuesto-saber que siempre vuelve a nacer de sus cenizas cuando le ocurre quemarse susalas, como el ave Fnix (quiero slo decir ahorita que la cada de este sujeto-supuesto-saberno es lo que se cree).

    Esa fractura en el sujeto clsico produj, pus, dos sujetos opuestos, que la operacin

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    de la transferencia en la cura permite separar, ms o menos segn los casos. De ese punto devista, el consultorio del psicoanalista nuestros pequeos consultorios parecen un pococomo los modernos aceleradores de partculas de la fsica atmica : un lugar donde se puedeobservar fenmenos casi invisibles en el mundo de la representacin en que vivimosdiariamente.

    Conclusin

    As es como, para terminar, vuelvo a mi ttulo un poco humorstico, pero slo un poco. Sila fractura efectuada por Lacan es vlida, si su sujeto es realmente una pieza delfuncionamiento de los aparatos simblicos, luego su obra apertenece, no slo al movimientopsicoanlitico, sino tambin a este movimiento mucho ms largo, por donde se expresa cadada ms la naturaleza de estos aparatos simblicos. En ese movimiento, lo que est en juegoes la omnipotencia del modelo de la individuacin dado a travs de la escena de larepresentacin. Hay actualmente un conflicto tanto ms grave como difcil de percibir, entre lasfuerzas que trabajan en la deconstruccin del modelo de la individuacin es decir,principalmente, alrededor de algunas ciencias y del arte moderno y las fuerzas que trabajanen construir y mantener la escena de la individuacin, a saber en primer lugar las fuerzas

    polticas encerradas en la realidad de nuestros estados modernos. Para estos estados, lo queno es uno es nada, y la representacin poltica es ms que nunca una cosa en que elrepresentante representa algunos para alguien . A este Alguien maysculo, tan terrible hoycomo dios ayer y que se llama a veces en inglsBig Brother , no le encanta muchoconsiderar una realidad cualquiera que no caera sobre la unidad, una unitad a partir de la queel estado pueda clasificar, y reconocer pues tantos individuos como cuantos habrn sobre laescena de la representacin poltica. Para entrar en esta escena es suficiente mostrar unbillete garantizando la unidad de su portador, pero este billete no es vendido sino por el estado

    en sus diferentes oficinas.

    Eso es exactamente lo que no puede hacer el psicoanlista. Nada en su funcionamientole garantiza una tal calidad, y luego es verdad que no puede transmitirla. Si, en calidad decuidadano, o de padre de familia, tiene una unidad imaginaria de la misma madera que la desu alma, en calidad de psicoanalista, en su funcionamiento simblico que se puede aprehenderen la transferencia, ya no tiene nada de eso. El alguien que habr sostenido a travs de latransferencia podr encontrar al fin su estatuto de no-persona, de artefacto (un artefacto ms omenos explosivo, segn los casos).

  • 8/12/2019 27779565 GUY LE GAUFEY La Edad Del Psicoanalisis

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    La edad del psicoanlisis, p. 13

    Si los psicoanalistas siguen ocupndose seriamente, en cada transferencia, de estaespecifidad simblica ligada a la naturaleza de la tercera persona, ligada a este poco de serdel alguien y eso se podr slo en los mrgenes de cualquiera unidad entonces,bueno, tal vez el psicoanlisis ser una cosa divertida, y su nuevo sujeto seguir corriendotanto los campos epistemolgicos como los de la clnica durante, por lo menos, el inicio deltercero milenio. Si no, ese milenio se acordar del psicoanlisis como de una psicologa entreotras, un poquito pesada verdad ? por el hecho de que era demasiado aficionada ahablar del sexo indefinidamente.

    19 de octubre 1994