3. una españa multicultural 3 quinquenios después

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jueves 17 de junio de 2010 EL IBÉRICO www.eliberico.co.uk 8 OPINIÓN Parece que el problema de Es- paña va para largo. Lo raro es que todavía no se haya montado un circo de considerables dimen- siones después de que el Gobierno español no esté cumpliendo con las expectativas económicas del país. Durante muchos años, Es- paña vivió en una nube dorada en la que todo el mundo compraba (coches, segundas viviendas …) y se respiraba una felicidad que pensábamos, nos merecíamos. Muchos de los que estamos fuera de las fronteras de España hoy re- flexionamos acerca del problema español y por qué la crisis no se ha cebado con otros países como con el nuestro. Me da que pen- sar que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, amparados por los créditos de los bancos, y por desgracia no hubo nadie que nos avisara de que las vacas flacas podían llegar en cualquier mo- mento. En España se vive bien, bueno, se vivía bien. Lo más difícil ahora va a ser cambiar la mentali- dad de los españoles, tarea difícil teniendo en cuenta nuestras tradi- ciones mediterráneas, mucho más relajadas que las anglosajonas. Ahora los sindicatos han anuncia- do una huelga general en contra de la reforma laboral y la población, todavía a la deriva y perdida, no se plantea si lo que están haciendo los sindicatos es la mejor opción. No, no es la mejor opción. El me- jor camino para ayudar a España y salir poco a poco de la crisis no es organizar una huelga general, por los costes que ello supone y por la inmoralidad de no querer coger el toro por los cuernos. Lo que aho- ra necesita España es unión y no huelgas y es por eso que el Gobi- erno de Zapatero debería escuchar más a la oposición para buscar fór- mulas que nos lleven a alcanzar el camino de la recuperación. Una España multicultural tres quinquenios después amiga, ella me miró y dijo: “¿Le tengo que dar 2 besos? ¡Es negro!” Me parecía una situación tan inverosímil que me costó unos segundos hasta que pude reaccionar y controlarla de la mejor manera que pude. Éste es tan solo un ejemplo de muchos otros casos que han sufrido la evolución de la inmi- gración en una España que ha dejado de ser culturalmente homogénea. La multiculturali- dad forma parte de esta sociedad, se vive en el trabajo, en las escuelas y universidades, en los barrios y hasta en los medios de comunicación. ¿Acaso nos hemos preguntado qué entendemos por multiculturalidad? ¿Por qué nosotros te- nemos que ser “los normales” y los otros “los raros”? Tenemos que entender que hay gente que viene de otros países, que tienen culturas y costumbres diferentes a las nuestras, que ha- blan otras lenguas, poseen distintas creencias religiosas y hasta tienen una gastronomía di- ferente. Normalmente, cualquier situación multicultural genera expectación, dudas, desconfianza y por supuesto conflictos, no sólo porque se tiende a temer a lo desconocido sino por la ignorancia que reina en países donde hasta ahora todo era homogéneo. Afortunadamente, España ya ha dado el primer paso hacia la multiculturalidad, ahora solo cabe esperar que con el tiempo se encuentren las respuestas necesarias y, por con- siguiente, las soluciones a cómo enfrentarnos con la multiculturalidad en una España que lucha por conquistar la prosperidad y la inte- gración en el mundo de la globalización. ¿Esta- mos preparados? A veces me paro a pensar y recuerdo cuando dejé una España muy distinta a la actual. En aquel entonces, según el Instituto Nacional de Estadística, INE, el número de residentes ex- tranjeros en nuestro país era de apenas un 1,6 de la población total. Uno de los cambios más importantes que ha experimentado la sociedad española en los úl- timos 3 quinquenios ha sido el espectacular au- mento en el número de extranjeros que se han trasladado a residir a nuestro país. Recuerdo cuando traje por primera vez a Es- paña a mi entonces marido, de origen sudanés y de ascendencia nubia (Nubia es una región situada en el sur de Egipto y el norte de Sudán). Mi ex marido es negro, guapo y con el pelo ne- gro ondulado. Es alto y corpulento, y dada su piel oscura, sus hermosos ojos negros resaltan su rostro terciopelado y exótico. Bien, en aquel entonces no solían verse por las calles muchos como él y menos junto a una mujer española, ya que las parejas mixtas todavía eran una minor- ía. Por lo tanto, era de esperar encontrarse con miradas de reojo, comentarios e incluso gestos despectivos hacia nosotros, cosa que me pro- ducía una angustia incontrolable. Sin embargo había más, no era tan solo su aspecto físico lo que llamaba la atención, sino su cultura, cos- tumbres y por supuesto, su religión: la musul- mana. Recuerdo concretamente un incidente cuando al presentar a mi entonces marido a una Director y eDitor Paco de la Coba [email protected] Diseño Edgar Izquierdo [email protected] Marketing Angelique Bergé [email protected] colaboraDores Gema Moral Ximena de la Serna Fernando García Zurro Iara M. Bua Mónica Romero Sabela García Cuesta Maite Alvite Buigues Rocío Zafra Laura Rodríguez Mireia Aliart Pablo Goikoetxea PubliciDaD [email protected] Dirección Postal De la Coba Media LTD 6th Floor, International House 223 Regent Street W1B 2QD London teléfono 02073366502 07766260231 fax 02075441090 iMPriMe News Fax International (Unit7, Beam Reach Business Park, Consul Avenue, Rainham, RM13 8G) Teléfono +44 (0)20 3006 9000 Los textos de los colaboradores son responsabilidad única y exclusiva de ellos mismos. Las fotografías han sido tomadas de sitios web donde no se requerían EL IBÉRICO El periódico en español de Londres GRATUITO Malos tiempos para la huelga Mónica Romero Camps [email protected] www.spanishexpress.co.uk

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Page 1: 3. Una España multicultural 3 quinquenios después

jueves 17 de junio de 2010 EL IBÉRICO

w w w . e l i b e r i c o . c o . u k

8 OPINIÓN

Parece que el problema de Es-paña va para largo. Lo raro es que todavía no se haya montado un circo de considerables dimen-siones después de que el Gobierno español no esté cumpliendo con las expectativas económicas del país. Durante muchos años, Es-paña vivió en una nube dorada en la que todo el mundo compraba (coches, segundas viviendas …) y se respiraba una felicidad que pensábamos, nos merecíamos. Muchos de los que estamos fuera de las fronteras de España hoy re-flexionamos acerca del problema español y por qué la crisis no se ha cebado con otros países como con el nuestro. Me da que pen-sar que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, amparados por los créditos de los bancos, y por desgracia no hubo nadie que nos avisara de que las vacas flacas podían llegar en cualquier mo-mento. En España se vive bien,

bueno, se vivía bien. Lo más difícil ahora va a ser cambiar la mentali-dad de los españoles, tarea difícil teniendo en cuenta nuestras tradi-ciones mediterráneas, mucho más relajadas que las anglosajonas. Ahora los sindicatos han anuncia-do una huelga general en contra de la reforma laboral y la población, todavía a la deriva y perdida, no se plantea si lo que están haciendo los sindicatos es la mejor opción. No, no es la mejor opción. El me-jor camino para ayudar a España y salir poco a poco de la crisis no es organizar una huelga general, por los costes que ello supone y por la inmoralidad de no querer coger el toro por los cuernos. Lo que aho-ra necesita España es unión y no huelgas y es por eso que el Gobi-erno de Zapatero debería escuchar más a la oposición para buscar fór-mulas que nos lleven a alcanzar el camino de la recuperación.

Una España multicultural tres quinquenios después

amiga, ella me miró y dijo: “¿Le tengo que dar 2 besos? ¡Es negro!” Me parecía una situación tan inverosímil que me costó unos segundos hasta que pude reaccionar y controlarla de la mejor manera que pude.Éste es tan solo un ejemplo de muchos otros casos que han sufrido la evolución de la inmi-gración en una España que ha dejado de ser culturalmente homogénea. La multiculturali-dad forma parte de esta sociedad, se vive en el trabajo, en las escuelas y universidades, en los barrios y hasta en los medios de comunicación. ¿Acaso nos hemos preguntado qué entendemos por multiculturalidad? ¿Por qué nosotros te-nemos que ser “los normales” y los otros “los raros”? Tenemos que entender que hay gente que viene de otros países, que tienen culturas y costumbres diferentes a las nuestras, que ha-blan otras lenguas, poseen distintas creencias religiosas y hasta tienen una gastronomía di-ferente. Normalmente, cualquier situación multicultural genera expectación, dudas, desconfianza y por supuesto conflictos, no sólo porque se tiende a temer a lo desconocido sino por la ignorancia que reina en países donde hasta ahora todo era homogéneo. Afortunadamente, España ya ha dado el primer paso hacia la multiculturalidad, ahora solo cabe esperar que con el tiempo se encuentren las respuestas necesarias y, por con-siguiente, las soluciones a cómo enfrentarnos con la multiculturalidad en una España que lucha por conquistar la prosperidad y la inte-gración en el mundo de la globalización. ¿Esta-mos preparados?

A veces me paro a pensar y recuerdo cuando dejé una España muy distinta a la actual. En aquel entonces, según el Instituto Nacional de Estadística, INE, el número de residentes ex-tranjeros en nuestro país era de apenas un 1,6 de la población total.Uno de los cambios más importantes que ha experimentado la sociedad española en los úl-timos 3 quinquenios ha sido el espectacular au-mento en el número de extranjeros que se han trasladado a residir a nuestro país.Recuerdo cuando traje por primera vez a Es-paña a mi entonces marido, de origen sudanés y de ascendencia nubia (Nubia es una región situada en el sur de Egipto y el norte de Sudán). Mi ex marido es negro, guapo y con el pelo ne-gro ondulado. Es alto y corpulento, y dada su piel oscura, sus hermosos ojos negros resaltan su rostro terciopelado y exótico. Bien, en aquel entonces no solían verse por las calles muchos como él y menos junto a una mujer española, ya que las parejas mixtas todavía eran una minor-ía. Por lo tanto, era de esperar encontrarse con miradas de reojo, comentarios e incluso gestos despectivos hacia nosotros, cosa que me pro-ducía una angustia incontrolable. Sin embargo había más, no era tan solo su aspecto físico lo que llamaba la atención, sino su cultura, cos-tumbres y por supuesto, su religión: la musul-mana. Recuerdo concretamente un incidente cuando al presentar a mi entonces marido a una

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