4.consumo, libertad y felicidad

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Libertad, felicidad y consumo

Somos ms ricos (y felices) que los seres humanos del paleoltico?

Lo poco que tenan ellos...

Lo mucho que tenemos nosotros...

Tener tantas opciones nos hace ms felices?

Demasiada libertad? La paradoja de elegir (Barry Schwartz)

El dogma central de las sociedades industriales occidentales:

1. Cuantas ms elecciones, ms libertad.2. Cuanta ms libertad mayor bienestar.

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La vida es cuestin de elegir

En mi supermercado hay 295 variedades de galletas, 40 tipos de pasta de dientes, 175 tipos de aderezos para ensaladas

En otros mbitos de la vida ms importantes tambin existen innumerables posibilidades: qu estudiar?, en qu trabajar?, a qu dedico el tiempo libre?, casarme?, cundo?, hijos?, cundo?, cuntos?...

Resultado de imagen de supermercado

Buenas o malas noticias?

La respuesta es

S.

La buena noticia

Pero

Paradjicamente tener innumerables elecciones, puede producir ms parlisis que liberacin.

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Adems, incluso cuando superamos la parlisis y elegimos, acabamos menos satisfechos con la decisin de lo que estaramos si hubiramos tenido menos posibilidades de eleccin. Por qu?

a) Las ventajas imaginadas de las alternativas descartadas restan satisfaccin a tu eleccin, aunque sta haya sido buena. (Con tantos aderezos para ensaladas, es fcil imaginar que podras haber elegido mejor). En esencia: en el momento en que eliges hacer una cosa, ests eligiendo no hacer otras muchas cosas. Esas otras cosas tienen muchos atractivos que le restarn atractivo a lo que has elegido hacer. b) Como es fcil imaginar los aspectos atractivos de la infinidad de alternativas que rechazamos continuamente, nos quedamos menos satisfechos con la alternativa que hemos escogido que si lo hubisemos hecho sobre un nmero ms reducido de opciones.

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c) Aadir opciones a la vida de la gente, invariablemente aumenta sus expectativas. Como puedo elegir entre cientos de aderezos para ensalada, uno de ellos tiene que ser el perfecto. El problema es que no hay nada perfecto en esta vida, por lo que es fcil que al elegir acabe frustrado. Comparo lo que obtuve con lo que esperaba, y lo que obtuve fue decepcionante en comparacin con lo que esperaba. d) Si solo hay un par de pantalones para elegir y no me han gustado al comprarlos... Quin es el responsable? La respuesta es clara: el mundo es el responsable. Cuando existen cientos de pantalones disponibles y compras uno que te decepciona, y te preguntas por qu? quin es el responsable? La pregunta es igualmente clara: t. Cuando hay tantas opciones disponibles no hay excusas para el fracaso.

La depresin clnica ha explotado en las sociedades industriales contemporneas. Y uno de los ingredientes bsicos de la depresin es que la gente tiene expectativas que son decepcionantes. Y ello, en primer lugar, porque sus expectativas son demasiado altas y porque, cuando tienen que explicarse por qu se sienten decepcionados con aquello que han escogido en su vida, piensan que son culpables.

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Si rompes la pecera para que todo sea posible para el pez, no tendr libertad. Ms bien se sentir paralizado o frustrado.

Todos necesitamos una pecera, aunque quizs una no tan pequea como la de la vieta. Pero la ausencia de alguna pecera metafrica es una receta para la miseria.

Conclusin poltica: la redistribucin de la riqueza (y de las opciones) mejora la vida de todos: de los que tienen muy pocas opciones y de los que tenemos demasiadas.

De nuevo: la opulencia segn Sahlins

Una sociedad opulenta es aquella en la que se satisfacen con facilidad todas las necesidades materiales de sus componentes.

Qu sociedad es ms opulenta? La que satisface un nmero mnimo de necesidades materiales con un conjunto finito de herramientas

...o la que pretende satisfacer un conjunto potencialmente infinito de necesidades artificiales con un nmero potencialmente infinito de productos y bienes de consumo?

La filosofa de Epicuro

Del mismo modo hay que saber que, de los deseos, unos son necesarios, los otros vanos, y entre los naturales hay algunos que son necesarios y otros tan slo naturales. De los necesarios, unos son indispensables para conseguir la felicidad; otros, para el bienestar del cuerpo; otros, para la propia vida. De modo que, si los conocemos bien, sabremos relacionar cada eleccin o cada negativa con la salud del cuerpo o la tranquilidad del alma, ya que ste es el objetivo de una vida feliz, y con vistas a l realizamos todos nuestros actos, para no sufrir ni sentir turbacin. Tan pronto como lo alcanzamos, cualquier tempestad del alma se serena, y al hombre ya no le queda ms que desear ni busca otra cosa para colmar el bien del alma y del cuerpo. Pues el placer lo necesitamos cuando su ausencia nos causa dolor, pero, cuando no experimentamos dolor, tampoco sentimos necesidad de placer. Por este motivo afirmamos que el placer es el principio y fin de una vida feliz, porque lo hemos reconocido como un bien primero y congnito, a partir del cual iniciamos cualquier eleccin o aversin y a l nos referimos al juzgar los bienes segn la norma del placer y del dolor. Y, puesto que ste es el bien primero y connatural, por ese motivo no elegimos todos los placeres, sino que en ocasiones renunciamos a muchos cuando de ellos se sigue un trastorno an mayor. Y muchos dolores los consideramos preferibles a los placeres si obtenemos un mayor placer cuanto ms tiempo hayamos soportado el dolor. Cada placer, por su propia naturaleza, es un bien, pero no hay que elegirlos todos. De modo similar, todo dolor es un mal, pero no siempre hay que rehuir del dolor. Segn las ganancias y los perjuicios hay que juzgar sobre el placer y el dolor, porque algunas veces el bien se torna en mal, y otras veces el mal es un bien. (Carta a Meneceo)

Tipologa de los placeres (y de los deseos)

Para Epicuro los deseos podan ser de tres tipos: naturales y necesarios, naturales y no necesarios, no naturales y no necesarios.

Placeres naturales y necesarios

Los placeres naturales y necesarios garantizan la vida: comer, beber, dormir y cubrirse cuando hace fro, por ejemplo.

Quede claro, sin embargo, que hablamos del comer los suficiente, del beber cuando se siente sed y de llevar una vestimenta adecuada a la estacin del ao.

Placeres naturales y no necesarios

Los placeres naturales y no necesarios son los que, aun cuando agradables para los sentidos, representan lo superfluo: como, por ejemplo, el comer mejor, el beber mejor, y as sucesivamente.

Un abundante y exquisito plato regado con abundante vino es, sin lugar a dudas, un placer natural pero no necesario (lo necesario es comer y beber lo suficiente, por ejemplo).

Si es posible procurrse este tipo de placer sin demasiado esfuerzo y mientras no nos provoque ms dolor que placer (habra que calibrar si merece la pena la resaca posterior al festn), bienvenido sea; de otro modo, mejor abstenernos.

Epicuro sentencia: Honremos lo bello y la virtud, y todo lo semejante, si nos producen placer; si no, adis y hasta ms ver.

Placeres no naturales y no necesarios

Los deseos no naturales y no necesarios son los provocados por la opinin.

Tomemos el caso de un Rolex de oro o unas zapatillas de marca: seguramente no son bienes necesarios.

Si nos causa placer poseerlos, ello se debe a que todos los consideran objetos de valor.

Si experimentramos verdaderamente placer al contemplarlos, tendramos que entusiasmarnos tambin por un Rolex falso.

En resumen, la regla de la tica epicrea es elemental: los placeres naturales y necesarios es preciso satisfacerlos siempre, ya que, de otra forma, peligra la supervivencia; los no naturales y no necesarios, nunca, porque son fuente de competicin y, por tanto, de desgracia; los intermedios, despus de haberse contestado a esta pregunta: me compensa el placer que me produce o no me compensa?.

Sndrome de Digenes

Digenes y Alejandro

Al or hablar sobre Digenes, Alejandro Magno quiso conocerlo. As que un da en que el filsofo estaba acostado tomando el sol, Alejandro se par ante l.

Digenes se percat tambin de la presencia de aquel joven esplndido. Levant la mano como comprobando que, efectivamente, el sol ya no se proyectaba sobre su cuerpo. Apart la mano que se encontraba entre su rostro y el del extrao y se qued mirndolo.

El joven se dio cuenta de que era su turno de hablar y pronunci

- "Mi nombre es Alejandro El Grande. Pronunci esto ltimo poniendo cierto nfasis enaltecedor que pareca ms bien aprendido.

- "Yo soy Digenes el gran perro

Hay quienes dicen que ret a Alejandro Magno con esta frase, pero es cierto tambin que en Corinto era conocido como Digenes el perro. Alejandro Magno era conocido en la polis as como en toda la Magna Grecia.

A Digenes no pareca importarle quien era, o quiz no lo saba.

El emperador recuper el turno:

- "He odo de ti Digenes, de quienes te llaman perro y de quienes te llaman sabio. Me place que sepas que me encuentro entre los ltimos y, aunque no comprenda del todo tu actitud hacia la vida, tu rechazo del hombre virtuoso, del hombre poltico, tengo que confesar que tu discurso me fascina".

Digenes pareca no poner atencin en lo que su interlocutor le comunicaba. Ms bien comenzaba a mostrarse inquieto. Sus manos buscaban el sol que se colaba por el contorno de la figura de Alejandro Magno y cuando su mano entraba en contacto con el clido fluir, se quedaba mirndola encantado.

- Quera demostrarte mi admiracin", dijo el emperador. Y continu: "Pdeme lo que t quieras. Puedo darte cualquier cosa que desees, incluso aquellas que los hombre ms ricos de Atenas no se atreveran ni a soar".

- Por supuesto. No ser yo quien te impida demostrar tu afecto hacia m. Querra pedirte que te apartes del sol. Que sus rayos me toquen es, ahora mismo, mi ms grande deseo. No tengo ninguna otra necesidad y tambin es cierto que solo t puedes darme esa satisfaccin

Mas tarde Alejandro coment a sus generales: "Si no fuera Alejandro, me hubiera gustado ser Digenes."