a. tursi clases porfirio-boecio 2do. c. 2012
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MEDIEVAL
2do. c. 2012 Prof. Claudia D´Amico
Teórico-prácticos Prof. Antonio Tursi
TEXTOS
1. Proemio (= cap. I) de la Isagoge de PORFIRIO (232-304)
Porphyrii Isagoge
(translatio Boethii)
1. Cum sit necessarium, Chrisaorie, et ad eam
quae est apud Aristotelem praedicamentorum
doctrinam nosse quid genus sit et quid
differentia quidque species et quid proprium
et quid accidens, et ad definitionum
adsignationem, et omnino ad ea quae in
divisione vel demonstratione sunt utili hac
istarum rerum speculatione, compendiosam
tibi traditionem faciens temptabo breviter
velut introductionis modo ea quae ab antiquis
dicta sunt aggredi, altioribus quidem
quaestionibus abstinens, simpliciores vero
mediocriter coniectans.
2. Mox de generibus et speciebus illud
quidem sive subsistunt sive in solis nudis
purisque intellectibus posita sunt sive
subsistentia corporalia sunt an incorporalia, et
utrum separata an in sensibilibus et circa ea
constantia, dicere recusabo (altissimum enim
est huiusmodi negotium et maioris egens
inquisitionis).
Porfirio Isagoge
1. Siendo necesario, Crisaorio, para la
doctrina de las categorías de Aristóteles,
llegar a conocer qué es género; qué,
diferencia; qué, especie; qué, propio, y qué,
accidente, y siendo útil la especulación sobre
éstos, tanto para dar las definiciones, como,
en general, para lo concerniente a la división y
demostración, haciéndote una breve
transmisión, emprenderé en pocas palabras, a
modo de introducción, lo dicho por los
antiguos, absteniéndome de las
investigaciones más profundas y poniendo la
mirada adecuadamente en las más simples.
2. Al punto, sobre los géneros y las especies,
tanto de si subsisten o residen en solos y puros
pensamientos, como si, subsistiendo, son
cuerpos o incorpóreos, y si están separados o
en las cosas sensibles y subsistiendo en torno
de ellas, rehusaré hablar por ser profundísimo
un estudio semejante y requerir otro examen
más extenso.
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3. Illud vero quemadmodum de his ac de
propositis probabiliter antiqui tractaverint, et
horum maxime Peripatetici, tibi nunc
temptabo monstrare.
3. Y sobre los mismos y los propuestos, ahora
intentaré mostrarte cómo los antiguos -y de
éstos principalmente los peripatéticos-
distinguieron de un modo más lógico.
2. CASIODORO (485-580), Varias I, 45: "Carta al patricio Boecio de parte del rey Teodorico".
(...) Aprendimos gracias a tu gran erudición el alimento al punto que las artes, en las que se
ejercitan vulgarmente los ignorantes, tú las has bebido en la fuente misma de las disciplinas. Por
cierto, introdujiste las escuelas de los atenienses con gran dedicación, uniste la toga al palio al
punto que hiciste que los dogmas de los griegos sean doctrina romana (Graecorum dogmata
doctrinam esse romanam). Enseñaste, en efecto, con qué profundidad se debe asir la especulativa
con sus partes, con qué medida se debe aprender la activa con su división, al traer a los senadores
romúleos todo lo que los cecrópidas habían hecho con singular elegancia. Así, con tus
traducciones Pitágoras músico, Ptolomeo astrónomo se leen italianos. Nicómaco aritmético,
Euclides geómetra se oyen ausonios. Platón teólogo, Aristóteles lógico con voz quirinal discuten
(Plato theologus, Aristoteles logicus Quirinali voce disceptant). Incluso Arquímedes mecánico
tornaste latino para los italianos. Y cualesquiera disciplinas y artes que la elocuente Grecia
produjo por medio de sus particulares varones, siendo tú el único autor, Roma obtuvo con la
lengua patria. A ésos con tanta precisión de palabras volviste claros, con tanta propiedad de
lenguaje, notables, que bien podrían incluso ellos preferir tu obra si la conociesen. Tú al arte
mencionado, conformado de las nobles disciplinas de los cuatro saberes (quadrifarias mathesis)
abriste las puertas (...).
3. BOECIO (480-524), Comentario al ‘De la interpretación’ de Aristóteles, segunda versión, II,
1.
Yo toda la obra de Aristóteles que me viniere a mano, vertiéndola con pluma romana, voy a
reescribir en discurso latino, a fin de que si algo de la sutileza del arte de la lógica, de la
gravedad de la pericia moral y de la agudeza de la verdad natural ha sido escrito por Aristóteles,
todo ello, en orden, traduciré e incluso ilustraré con un comentario, y todos los diálogos de
Platón traduciéndolos y a la vez comentándolos los pasaré a forma latina. Hecho todo ello, no
desestimaré elevar sus pensamientos a una cierta concordancia y demostraré que ellos no
disienten, como los más creen, en todas las cosas, sino que en líneas generales y en los asuntos
máximamente filosóficos están de acuerdo.
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4. Comentario de BOECIO al Proemio, pár. 2, de la Isagoge de Porfirio
1. Altiores, inquit, quaestiones praetereo ne
eis intempestive lectoris animo ingestis initia
eius primitiasque perturbem. Sed ne omnino
faceret neglegente ut nihil praeterquam quod
ipse dixisset lector amplius putaret occultum,
id ipsum cuius exequi quaestionem se differre
promisit addidit ut de his minime obscure
penitusque tractando nec lectori quicquam
obscuritatis offunderet et tamen scientia
roboratus quid quaeri iure posset agnosceret.
Sunt autem quaestiones quas sese reticere
promittit et perutiles et secretae et temptatae
quidem a doctis viris nec a pluribus
dissolutae. Quarum prima est huiusmodi.
Omne quod intellegit animus aut id quod est
in rerum natura constitutum intellectu concipit
et sibimet ratione describit aut id quod non est
vacua sibi imaginatione depingit. Ergo
intellectus generis et caeterorum cuiusmodi sit
quaeritur, utrumne ita intellegamus species et
genera ut ea quae sunt et ex quibus verum
capimus intellectum, an nosmet ipsi nos
ludimus cum ea quae non sunt animi nobis
cassa cogitatione formamus. Quodsi esse
quidem constiterit et ab his quae sunt
intellectum concipi diserimus, tunc alia maior
ac difficilior quaestio dubitationem parit cum
discernendi atque intellegendi generis ipsius
naturam summa difficultas ostenditur. Nam
quoniam omne quod est aut corporeum aut
incorporeum esse necesse est, genus et species
in aliquo horum esse oportebit. Quale erit
igitur id quod genus dicitur, utrumne
corporeum an uero incorporeum? Neque enim
1. Cuestiones más profundas pasa por alto
Porfirio a fin de no perturbar, presentándolas
intempestivamente al ánimo del lector, sus
comienzos y primeros conocimientos. Pero
para no obrar de manera negligente al punto
de que el lector no piense que hay algo más
oculto, con excepción de lo que el propio
autor hubo dicho, agregó las cuestiones cuya
solución prometió diferir, para que al
presentarlas de manera no oscura y profunda
no se vuelque al lector algo de oscuridad y,
antes bien, robustecido por el saber conozca
qué puede ser inquirido con derecho. Hay,
pues, cuestiones que Porfirio decide callar,
cuestiones muy útiles y peculiares y que
tratadas ciertamente por sabios varones no
han sido resueltas por la mayoría. La primera
de las cuales es la siguiente: todo lo que el
ánimo entiende o bien lo capta con un
concepto y se lo describe a sí mismo con un
enunciado como algo que está constituido en
la naturaleza de las cosas, o bien se figura con
la vana representación algo que no existe. Por
lo tanto, respecto del concepto de género y de
los otros que sean de ese modo se pregunta si
entendemos las especies y los géneros como
aquellas cosas que existen y a partir de las
cuales captamos un concepto verdadero, o
nosotros mismos nos engañamos cuando
aquellas cosas que no existen, nos las
formamos con un vano pensamiento del
ánimo. Porque si constara que ciertamente
existen y dijéremos que de las cosas que
existen es captado el concepto, entonces surge
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quid sit diligenter intenditur nisi in quo horum
poni debeat agnoscatur. Sed neque cum haec
soluta fuerit quaestio omne excludetur
ambiguum. Subest enim aliquid quod, si
incorporalia esse genus ac species dicantur,
obsideat intellegentiam atque detineat exsolvi
postulans: utrum circa corpora ipsa subsistant
an et praeter corpora subsistentiae
incorporales esse videantur. Duae quippe
incorporeorum formae sunt: ut alia praeter
corpora esse possint et separata a corporibus
in sua incorporalitate perdurent (ut deus,
mens, anima); alia vero cum sint incorporea,
tamen praeter corpora esse non possint (ut
linea vel superficies vel numerus vel singulae
qualitates), quas tametsi incorporeas esse
pronuntiamus quod tribus spatiis minime
distendantur, tamen ita in corporibus sunt ut
ab his diuelli nequeant aut separari aut si a
corporibus separata sint, nullo modo
permaneant. Quas licet quaestiones arduum sit
ipso interim Porphyrio renuente dissolvere,
tamen aggrediar ut nec anxium lectoris
animum relinquam nec ipse in his quae
praeter muneris suscepti seriem sunt tempus
operamque consumam. Primum quidem pauca
sub quaestionis ambiguitate proponam, post
vero eundem dubitationis nodum absolvere
atque explicare temptabo.
otra duda mayor y más difícil: una suma
dificultad se presenta al discernir y entender la
naturaleza del género mismo. Pues como todo
lo que existe es necesario que sea corpóreo o
incorpóreo, género y especies serán uno de
dos. ¿Cómo será, pues, aquello que se llama
género, corpóreo o incorpóreo? En efecto, no
se pretende conocer diligentemente qué es,
sino en cuál de ésos deba ponerse. Mas,
aunque no fuera solucionada esta cuestión, se
podría disipar toda duda. En efecto, si se
dijera que son incorporales, lo que asedia y
detiene su conocimiento, se resuelve
postulando si subsisten en torno de los
cuerpos mismos o son subsistencias
incorporales también más allá de los cuerpos.
Ciertamente, hay dos clases de incorpóreos, a
saber, unos que podrían existir más allá de los
cuerpos y separados de los cuerpos
perdurarían en su naturaleza incorporal, como
dios, la mente, el alma; otros que, aunque sean
incorpóreos, sin embargo no podrían existir
más allá de los cuerpos, como la línea, la
superficie, el número o las cualidades
singulares. Las cuales aunque enunciamos que
son incorpóreas porque no se extienden en
tres dimensiones, con todo a tal punto existen
en los cuerpos que no pueden ser desligadas o
separadas de ellos, o si fueran separadas de
los cuerpos, de ningún modo permanecerían.
Aunque estas cuestiones sean algo arduo,
siendo el propio Porfirio renuente a
resolverlas, con todo las asumiré para no dejar
ansioso el ánimo del lector y no consumir
tiempo y fatiga en cosas que están más allá
del trabajo emprendido. Primero expondré
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2. Genera et species aut sunt atque subsistunt
aut intellectu et sola cogitatione formantur.
Sed genera et species esse non possunt. Hoc
autem ex his intellegitur. Omne enim quod
commune est uno tempore pluribus, id unum
esse non poterit. Multorum enim est quod
commune est, praesertim cum una eademque
res in multis uno tempore tota sit.
Quantaecumque enim sunt species in omnibus
genus unum est, non quod de eo singulae
species quasi partes aliquas carpant sed
singulae uno tempore totum genus habent.
Quo fit ut totum genus in pluribus singulis
uno tempore positum unum esse non possit;
neque enim fieri potest ut cum in pluribus
totum uno sit tempore in semet ipso sit unum
numero. Quod si ita est, unum quiddam genus
esse non poterit. Quo fit ut omnino nihil sit;
omne enim quod est, idcirco est quia unum
est. Et de specie idem convenit dici. Quodsi
est quidem genus ac species sed multiplex
neque unum numero, non erit ultimum genus
sed habebit aliud superpositum genus quod
illam multiplicitatem unius vi nominis
includat. Ut enim plura animalia quoniam
habent quiddam simile, eadem tamen non
sunt, idcirco eorum genera perquiruntur, ita
quoque quoniam genus quod in pluribus est
atque ideo multiplex habet sui similitudinem
quod genus est; non est vero unum quoniam
in pluribus est, eius generis quoque genus
aliud quaerendum est, cumque fuerit
inventum eadem ratione quae superius dicta
unas pocas cosas bajo la ambigüedad de la
cuestión y después el mismo nudo de la duda
intentaré desatar y desenvolver.
2. Los géneros y las especies son y subsisten,
o están formados solo por el entendimiento y
el pensamiento, pero los géneros y las
especies no pueden existir. Y esto se entiende
a partir de lo siguiente. Todo lo que es común
a un tiempo a muchos, no podrá ser uno; pues,
lo que es común es propio de muchos. Sobre
todo cuando una y la misma cosa está toda a
un tiempo en muchos. En efecto, cuantas
quiera son las especies, en todas el género es
uno, no porque cada una de las especies se
separe de él como si fuera una parte suya, sino
porque cada una tiene a un tiempo todo el
género. Por lo cual resulta que todo el género,
puesto en los muchos singulares a un tiempo,
no puede ser uno; ni puede suceder que, como
está todo en muchos a un tiempo, sea en sí
mismo uno numéricamente. Porque de ser así,
no podrá ser un único género, de donde
resulta que no sería nada en absoluto. En
efecto, todo lo que es, es, precisamente,
porque es uno. Y lo mismo conviene decir de
las especies. Porque si hay un género o una
especie, múltiple y no uno numéricamente, no
habrá un último género, sino que tendrá por
encima otro género que incluya aquella
multiplicidad en el vocablo de su solo
nombre. En efecto, como los múltiples
animales, aunque tengan algo similar, sin
embargo no son lo mismo, por ello requieren
de géneros propios, del mismo modo, ya que
el género que está en muchos y por ello es
múltiple, guarda una similitud respecto de
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est, rursus genus tertium uestigatur. Itaque in
infinitum ratio procedat necesse est cum
nullus disciplinae terminus occurrat. Quodsi
unum quiddam numero genus est commune
multorum esse non poterit. Una enim res si
communis est aut partibus communis est et
non iam tota communis sed partes eius
propriae singulorum; aut in usus habentium
etiam per tempora transit ut sit commune ut
servus communis uel equus; aut uno tempore
omnibus commune fit, non tamen ut eorum
quibus commune est substantiam constituat,
ut est theatrum vel spectaculum aliquod, quod
spectantibus omnibus commune est. Genus
vero secundum nullum horum modum
commune esse speciebus potest; nam ita
commune esse debet ut et totum sit in singulis
et uno tempore et eorum quorum commune
est constituere valeat et formare substantiam.
Quocirca si neque unum est quoniam
commune est, neque multa quoniam eius
quoque multitudinis genus aliud inquirendum
est, videbitur genus omnino non esse.
Idemque de caeteris intellegendum est.
3. Quodsi tantum intellectibus genera et
species caeteraque capiuntur, cum omnis
intellectus aut ex re fiat subiecta ut sese res
habet aut ut sese res non habet (nam ex nullo
subiecto fieri intellectus non potest). Si
ellos, porque es género, no es sin embargo
uno, porque está en muchos. Incluso de ese
género debe buscarse otro, y aunque fuera
hallado, por la misma razón que antes se dijo,
se buscará un tercer género. Así es necesario
que la razón proceda al infinito, en tanto no
encuentre ningún término a su tarea. Y si hay
un cierto género uno numéricamente, no
podrá ser común a muchos. En efecto, una
cosa si es común, o bien lo es respecto de sus
partes, y ya no es toda común, sino que sus
partes son propias de cada uno, o bien el que
sea común viene dado por el uso de sus
poseedores a través del tiempo, como es
común un esclavo o un caballo, o bien resulta
común a todos a un tiempo, mas no de manera
que con aquellas cosas a las que es común
constituya una sustancia, como es el teatro o
un espectáculo, que es común a todos los
espectadores. El género, por cierto, no puede
ser común a las especies según ningún modo
de éstos; pues, a tal punto debe ser común que
no solo esté todo en cada una y al mismo
tiempo, sino también pueda y deba constituir
una sustancia con aquellas cosas respecto de
las cuales es común. Por lo tanto, si no es uno,
porque es común, ni muchos, porque debe
buscarse otro género de esa multitud, parecerá
que el género no existe en absoluto, y lo
mismo debe entenderse de los demás
predicables.
3. Pero si solo los géneros, las especies y los
demás predicables son captados con
conceptos, puesto que todo concepto resulta
de un objeto, sea que ese objeto exista sea que
no -de hecho, no puede resultar un concepto
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generis et speciei caeterorumque intellectus ex
re subiecta veniat ita ut sese res ipsa habet
quae intellegitur, iam non tantum in intellectu
posita sunt sed in rerum etiam ueritate
consistunt, et rursus quaerendum est quae sit
eorum natura quod superior quaestio
uestigabat. Quodsi ex re quidem generis
caeterorumque sumitur intellectus neque ita ut
sese res habet quae intellectui subiecta est,
vanum necesse est esse intellectum qui ex re
quidem sumitur, non tamen ita ut sese res
habet; id est enim falsum quod aliter atque res
est intellegitur. Sic igitur quoniam genus ac
species nec sunt nec cum intelleguntur verus
eorum est intellectus, non est ambiguum quin
omnis haec sit deponenda de his quinque
propositis disputandi cura, quandoquidem
neque de ea re quae sit neque de ea de qua
verum aliquid intellegi proferrive possit,
inquiritur.
4. Haec quidem est ad praesens de propositis
quaestio, quam nos Alexandro consentientes
hac ratiocinatione solvemus. Non enim
necesse esse dicimus omnem intellectum qui
ex subiecto quidem fit, non tamen ut sese
ipsum subiectum habet, falsum et vacuum
videri. In his enim solis falsa opinio ac non
potius intellegentia est quae per
compositionem fiunt. Si enim quis componat
atque coniungat intellectu id quod natura
iungi non patitur, illud falsum esse nullus
ignorat, ut si quis equum atque hominem
iungat imaginatione atque effigiet centaurum.
sin objeto-, si el concepto de género, especies
y los demás predicables proviene del objeto,
tal como la cosa que es entendida existe,
entonces no sólo están colocados en el
entendimiento sino también se hallan en la
verdad de las cosas. Y de nuevo debe
preguntarse cuál es su naturaleza, cosa que la
cuestión anterior investigaba. Y si el concepto
de género y de los demás predicables es
tomado de la cosa no como está sujeta al
entendimiento, es necesario que sea un
concepto vacío el que es tomado de la cosa,
mas no como ésa es. Pues es falso lo que es
entendido de manera diferente de como la
cosa es. Así entonces, ya que género y
especies no existen, ni cuando son entendidos,
su concepto es verdadero, toda preocupación
por la cuestión sobre los predicables debe
deponerse porque no se indaga ni sobre la
cosa que existe ni sobre la cosa de la cual
puede entenderse o proferirse algo verdadero.
4. Esta es, hasta ahora, la cuestión sobre los
predicables que nosotros, de acuerdo con
Alejandro, resolveremos con el siguiente
razonamiento. En efecto, afirmamos que no es
necesario que todo concepto que surja
ciertamente del objeto, no siendo como el
objeto mismo es, se presente falso y vacío.
Pues en ésos solo hay una falsa opinión que
resulta por composición y no más bien
conocimiento. En efecto, si alguien
compusiera y uniera con el entendimiento
aquello que la naturaleza no tolera que esté
unido, nadie ignora que ello es falso, como si
alguien uniera con la representación un
caballo y un hombre y se figurase un
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5. Quodsi hoc per divisionem et per
abstractionem fiat, non quidem ita res sese
habet ut intellectus est, intellectus tamen ille
minime falsus est. Sunt enim plura quae in
aliis esse suum habent ex quibus aut omnino
separari non possunt aut, si separata fuerint,
nulla ratione subsistunt. Atque ut hoc nobis in
pervagato exemplo manifestum sit, linea in
corpore quidem est aliquid et id quod est
corpori debet, hoc est esse suum per corpus
retinet. Quod docetur ita: si enim separata sit a
corpore, non subsistit; quis enim umquam
sensu ullo separatam a corpore lineam cepit?
6. Sed animus cum confusas res permixtasque
in se a sensibus cepit, eas propria vi et
cogitatione distinguit. Omnes enim huiusmodi
res incorporeas in corporibus esse suum
habentes sensus cum ipsis nobis corporibus
tradit, at vero animus, cui potestas est et
disiuncta componere et composita resolvere,
quae a sensibus confusa et corporibus
coniuncta traduntur ita distinguit tu
incorpoream naturam per se ac sine
corporibus in quibus est concreta speculetur et
videat. Diversae enim proprietates sunt
incorporeorum corporibus permixtorum, etsi
separentur a corpore. Genera ergo et species
caeteraque uel in incorporeis rebus uel in his
quae sunt corporea reperiuntur. Et si ea in
rebus incorporeis invenit animus, habet ilico
incorporeum generis intellectum. Si vero
corporalium rerum genera speciesque
perspexerit, aufert, ut solet, a corporibus
centauro.
5. Pero si ello resulta por distinción y
abstracción, ciertamente la cosa no existe
como es conocida, sin embargo su concepto
no es falso en absoluto. Pues hay muchas
cosas que tienen su ser en otras cosas y de
ellas o bien no pueden ser separadas o bien si
lo fueran, no podrían existir. Y para que ello
nos sea manifiesto vaya un ejemplo
recurrente: la línea es ciertamente algo en el
cuerpo y eso que es se lo debe al cuerpo, esto
es, su ser se conserva por el cuerpo. Esto nos
enseña lo siguiente: si fuera separada del
cuerpo, no existe, pues ¿quién con algún
sentido alguna vez captó una línea separada
del cuerpo?
6. El ánimo cuando capta en sí a partir de los
sentidos esas cosas confusas y mezcladas en
otras, las distingue gracias a su propia
capacidad y pensamiento. En efecto, a todas
esas cosas incorpóreas que tienen su ser en los
cuerpos el sentido nos las otorga con los
mismos cuerpos, mas el ánimo que tiene el
poder de componer las cosas desunidas y
desatar las compuestas que son otorgadas a
los sentidos en forma confusa y conjunta con
los cuerpos a tal punto las distingue, que
puede especular y ver su naturaleza
incorpórea por sí y sin los cuerpos en los que
está concreta. De hecho, son diversas las
propiedades de las cosas incorpóreas
mezcladas con los cuerpos, aunque se separen
del cuerpo. Por lo tanto, los géneros, las
especies y los restantes o bien se encuentran
en las cosas incorpóreas o bien en esas que
son corpóreas. Si el ánimo los encuentra en
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incorporeorum naturam et solam puramque ut
in se ipsa forma est contuetur. Ita haec cum
accipit animus permixta corporibus,
incorporalia dividens speculatur atque
considerat. Nemo ergo dicat falso nos lineam
cogitare, quoniam ita eam mente capimus
quasi praeter corpora sit, cum praeter corpora
esse non possit.
7. Non enim omnis qui ex subiectis rebus
capitur intellectus aliter quam sese ipsae res
habent, falsus esse putandus est sed, ut
superius dictum est, ille quidem qui hoc in
compositione facit falsus est, ut cum hominem
atque equum iungens putat esse centaurum,
qui vero id in divisionibus et abstractionibus
assumptionibusque ab his rebus in quibus sunt
efficit, non modo falsus non est, verum etiam
solus id quod in proprietate verum est invenire
potest. Sunt igitur huiusmodi res in
corporalibus atque in sensibilibus,
intelleguntur autem praeter sensibilia ut
eorum natura perspici et proprietas valeat
comprehendi.
8. Quocirca cum genera et species cogitantur,
tunc ex singulis in quibus sunt eorum
similitudo colligitur, ut ex singulis hominibus
inter se dissimilibus humanitatis similitudo,
quae similitudo cogitata animo veraciterque
perspecta fit species; quarum specierum
rursus diversarum similitudo considerata,
las cosas incorpóreas, inmediatamente obtiene
el concepto incorpóreo del género; si, en
cambio, observa los géneros y las especies de
las cosas corporales, quita, como es su
costumbre, de los cuerpos la naturaleza de las
cosas incorpóreas y contempla la forma sola y
pura, como es en sí misma. Así cuando el
ánimo recibe las cosas incorporales mezcladas
en los cuerpos, distinguiéndolas, las
contempla y considera. Nadie, por lo tanto,
diga que pensamos falsamente la línea, ya que
de tal manera la captamos con la mente como
si existiera más allá de los cuerpos, aunque
más allá de los cuerpos no puede existir.
7. En efecto, no todo concepto que sea de
manera diferente de como la cosa es, es falso;
sino -como se dijo antes- solo el que se
obtiene en composición, como cuando
uniendo hombre con caballo se cree que el
centauro existe. En cambio, el que se obtiene
en distinciones, abstracciones y asunciones de
esas cosas en las que existen, no solo no es
falso, antes bien solo él puede encontrar
aquello que es en su propiedad verdadero.
Existen, entonces, tales cosas en las
corporales y sensibles, mas se entienden más
allá de las sensibles, al punto de que su
naturaleza puede ser observada y su propiedad
comprendida.
8. En efecto, cuando géneros y especies son
pensados, entonces se reúne una similitud de
los individuos en los que los universales
existen, como por ejemplo a partir de los
hombres individuales y disímiles entre sí, se
reúne una similitud de humanidad. Esta
similitud, pensada en el ánimo y observada
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quae nisi in ipsis speciebus aut in earum
individuis esse non potest, efficit genus.
Itaque haec sunt quidem in singularibus,
cogitantur vero universalia. Nihilque aliud
species esse putanda est nisi cogitatio collecta
ex individuorum dissimilium numero
substantiali similitudine, genus vero cogitatio
collecta ex specierum similitudine. Sed haec
similitudo cum in singularibus est fit
sensibilis; cum in uniuersalibus fit
intellegibilis, eodemque modo cum sensibilis
est in singularibus permanet; cum intellegitur
fit uniuersalis. Subsistunt ergo circa sensibilia,
intelleguntur autem praeter corpora. Neque
enim interclusum est ut duae res eodem in
subiecto sint ratione diversae, ut linea curva
atque cava, quae res cum diversis
definitionibus terminentur diversusque earum
intellectus sit, semper tamen in eodem
subiecto reperiuntur; eadem enim linea cava,
eadem curva est. Ita quoque generibus et
speciebus, id est singularitati et universalitati,
unum quidem subiectum est; sed alio modo
universale est cum cogitatur, alio singulare
cum sentitur in rebus his in quibus esse suum
habet.
9. His igitur terminatis omnis, ut arbitror,
quaestio dissoluta est. Ipsa enim genera et
species subsistunt quidem alio modo,
intelleguntur uero alio. Et sunt incorporalia
sed sensibilibus iuncta subsistunt in
verazmente, se convierte en especie. Y, a su
vez, una similitud considerada entre las
diversas especies, similitud que no puede
existir sino en las mismas especies o en sus
individuos, produce el género. Éstos, pues,
existen en los singulares, pero se entienden
universales. Y no otra cosa debe pensarse que
es la especie sino un pensamiento reunido de
la similitud sustancial de individuos disímiles
en número y la del género un pensamiento
reunido de la similitud de especies. Mas esta
similitud cuando está en los individuos, es
sensible; cuando está en los universales, es
conceptual. E igualmente cuando es sensible,
permanece en los individuos; cuando es
entendida, es universal. Subsisten, por lo
tanto, en torno de las cosas sensibles, mas se
entienden más allá de los cuerpos. Y no hay
inconveniente en que dos cosas en un mismo
objeto sean diversas por razón, como la línea
cóncava y la convexa, las cuales aunque se
determinen con diferentes definiciones y
diverso sea su concepto, con todo, siempre se
encuentran en el mismo objeto; pues la misma
línea cóncava es la misma línea convexa.
Igualmente respecto de los géneros y las
especies, esto es, hay un único objeto para la
individualidad y la universalidad. De un modo
es universal, cuando es pensado, y de otro,
individual, cuando es percibido en esas cosas
en las que tiene su ser.
9. Habiendo determinado esto, según creo,
toda la cuestión está resuelta. En efecto, los
géneros y las especies subsisten de un modo y
son entendidos de otro: son incorporales, pero
unidos a las cosas sensibles subsisten en ellas.
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sensibilibus. Intelleguntur vero ut per semet
ipsa subsistentia ac non in aliis esse suum
habentia. Sed Plato genera et species
caeteraque non modo intellegi universalia,
verum etiam esse atque praeter corpora
subsistere putat, Aristoteles vero intellegi
quidem incorporalia atque universalia sed
subsistere in sensibilibus putat. Quorum
diiudicare sententias aptum esse non duxi,
altioris enim est philosophiae. Idcirco vero
studiosius Aristotelis sententiam executi
sumus, non quod eam maxime probaremus
sed quod hic liber ad Praedicamenta
conscriptus est quorum Aristoteles est auctor.
Mas son entendidos como subsistiendo por sí
mismos y no teniendo su ser en otros. Ahora
bien, Platón piensa que los géneros y especies
no solo se entienden como universales sino
también que existen y subsisten más allá de
los cuerpos. Aristóteles, por su parte, piensa
que se entienden como incorporales y
universales, pero que subsisten en los cuerpos
sensibles. Dirimir cuál de las dos opiniones es
la apropiada hace a una filosofía más
profunda. Al respecto hemos seguido con más
aplicación la doctrina de Aristóteles, no
porque la aprobamos máximamente, sino
porque este libro fue escrito para las
Categorías cuyo autor es Aristóteles.
5. PORFIRIO, Isagoge, caps. 2-6
II. De genere
1. Videtur autem neque genus neque species
simpliciter dici.
2. Genus enim dicitur et aliquorum
quodammodo se habentium ad unum aliquid
et ad se invicem collectio; secundum quam
significationem Romanorum dicitur genus, ab
unius scilicet habitudine – dico autem Romuli
– et multitudinis habentium aliquo modo ad
invicem eam quae ab illo est cognationem
secundum divisionem ab aliis generibus
dictam.
3. Dicitur autem et aliter rursus genus quod
est uniuscuiusque generationis principium vel
ab eo qui genuit vel a loco in quo quis genitus
est. Sic enim Oresten quidem dicimus a
II. Sobre el género
1. Parece que ni el género ni la especie se
dicen en un sentido único.
2. Pues, género se dice del conjunto de
algunos que de algún modo tienen relación
tanto con un algo, como entre sí, y según este
significado se habla del género de los
romanos por proceder de una sola figura -digo
precisamente la de Rómulo- y de la mayoría
de los que tienen de algún modo entre sí
parentesco por provenir de aquél,
designándoselos según lo que los separa de
los otros géneros.
3. A su vez, género se dice también de otra
manera: del principio de la generación de cada
uno, ya sea del que engendró, ya del lugar en
12
Tantalo habere genus, Illum autem ab
Hercule, et rursus Pindarum quidem
Thebanum esse genere, Platonem vero
Atheniensem; et enim patria principium est
uniuscuiusque generationis quemadmodum
pater. Haec autem videtur promptissima esse
significatio; Romani enim qui ex genere
descendunt Romuli, et Cecropidae qui ex
genere descendunt Cecropis et horum
proximi.
4. Et prius quidem appellatum est genus
uniuscuiusque generationis principium,
dehinc etiam multitudo eorum qui sunt ab uno
principio; ut a Romulo, dividentes et ab aliis
separantes, dicebamus omnem illam
collectionem esse Romanorum genus.
5. Aliter autem rursus genus dicitur cui
supponitur species, ad horum fortasse
similitudinem dictum; et enim principium
quoddam est huiusmodi genus earum quae
sub se sunt specierum; videtur etiam
multitudinem continere omnem quae sub eo
est.
6. Tripliciter igitur cum genus dicatur, de
tertio apud philosophos sermo est, quod etiam
describentes adsignaverunt genus esse
dicentes quod de pluribus et differentibus
specie in eo quod quid sit praedicatur, ut «
animal ».
7. Eorum enim quae praedicantur alia quidem
de uno dicuntur solo, sicut individua sicut
Socrates et hic et hoc, alia vero de pluribus,
quemadmodum genera et species et
el cual alguien ha nacido. Pues, de este modo,
decimos que Orestes tiene el género a partir
de Tántalo, Hilo de Heracles, y a su vez que
Píndaro es del género tebano y Platón del
ateniense; pues la patria es un cierto principio
de la generación de cada uno de igual modo
que el padre. Y éste parece ser el significado
usual. Se dice que loa romanos son los
descendientes del género de Rómulo y
cecrópidas, los de Cécrope, y los parientes de
éstos.
4. Y, por cierto, antes se llamó género al
principio de la generación de cada uno y
después, también por esto, a la multitud de los
que provienen de un solo principio, como por
ejemplo de Rómulo, así delimitándolo y
separándolo de los otros, hablamos de la
reunión total como el género de los romanos.
5. De otra manera, a su vez, género se dice a
lo que se subordina la especie, diciéndose así
posiblemente conforme a la semejanza con los
otros significados. Pues tal género es un cierto
principio de lo que está bajo él y asimismo
parece contener toda la multitud que está bajo
él.
6. Así pues, si bien género se dice en tres
sentidos, la discusión entre los filósofos es
sobre el tercero, describiendo al cual lo han
explicado diciendo que género es lo que se
predica respecto de muchos y diferentes, en
relación con el qué es, como por ejemplo
«animal».
7. Pues, de los predicados, unos se dicen de
uno solo, como los individuos, por ejemplo
«Sócrates», «éste», «esto», y otros se dicen de
muchos, como los géneros, las especies, las
13
differentiae et propria, et accidentia
communiter sed non proprie alicui. Est autem
genus quidem ut « animal », species vero ut «
homo », differentia autem ut « rationale »,
proprium ut « risibile », accidens ut « album
», « nigrum », « sedere ».
8. Ab his ergo quae de uno solo praedicantur
differunt genera eo quod de pluribus adsignata
praedicantur, ab his autem quae de pluribus:
ab speciebus quidem quoniam species, etsi de
pluribus praedicantur, sed non de
differentibus specie, sed numero (homo enim
cum sit species de Socrate et Platone
praedicatur qui non specie differunt a se
invicem sed numero, animal vero cum genus
sit de homine et bove et equo praedicatur qui
differunt a se invicem et specie quoque, non
numero solo); a proprio vero differt genus
quoniam proprium quidem de una sola specie,
cuius est proprium, praedicatur et de his quae
sub una specie sunt individuis
(quemadmodum risibile de homine solum et
de particularibus hominibus), genus autem
non de una specie praedicatur sed de pluribus
et differentibus; a differentia vero et ab his
quae communiter sunt accidentibus differt
genus quoniam, etsi de pluribus et
differentibus specie praedicantur differentiae
et communiter accidentia, sed non in eo quod
quid sit praedicantur sed in eo quod quale
quid sit (interrogantibus nobis enim illud de
quo praedicantur haec, non in eo quod quid sit
dicimus praedicari sed magis in eo quod quale
sit, interrogati enim qualis est homo, dicimus
« rationalis », et in eo quod qualis est corvus
dicitur quoniam niger; est autem « rationale »
diferencias, los propios y los accidentes, que
son comunes y no particulares de alguno.
Género es, por ejemplo, «animal»; especie,
«hombre»; diferencia, «racional»; propio, «ser
capaz de reír»; accidente, «blanco», «negro»,
«estar sentado».
8. Así pues, los géneros difieren, de un lado,
de lo que se predica de uno solo en que, como
fue explicado, se predican de muchos; de otro
lado, a su vez, difieren de las especies -que se
predican de muchos-, puesto que las especies
aun si se predican de muchos, sin embargo, no
de diferentes en la especie, sino en el número.
Pues, siendo «hombre» especie, se predica de
Sócrates y Platón, los que no difieren
recíprocamente en la especie, sino en el
número. Pero, siendo «animal» género, se
predica de «hombre», de «buey» y de
«caballo», los que difierenrecíprocamente
también en la especie y no sólo en el número.
Por otra parte, el género difiere del propio ya
que el propio se predica de una sola especie,
de la que es propio, y de los individuos bajo la
especie, como «ser capaz de reír» se predica
sólo de «hombre» y de los hombres
particulares. En cambio, el género no se
predica de una única especie, sino de muchas
y diferentes. A su vez, el género se distingue
de las diferencias y de los accidentes en
común puesto que aun cuando se predican de
muchos y diferentes en la especie, sin
embargo, las diferencias y los accidentes
comunes no se predican en relación con el qué
es; pues, interrogados por aquello de lo que se
predican, no decimos que se predican en
relación con el qué es, sino más bien en
14
quidem differentia, « nigrum » vero accidens;
quando autem quid est homo interrogamur, «
animal » respondemus; erat autem hominis
genus animal).
9. Quare « de pluribus praedicari » dividit
genus ab his quae de uno solo eorum quae
sunt individua praedicantur, « differentibus »
vero « specie » separat ab his quae sicut
species praedicantur vel sicut propria, « in eo
» autem « quod quid sit praedicari » dividit a
differentiis et communiter accidentibus quae
non in eo quod quid sit, sed in eo quod quale
est vel quodammodo se habens praedicantur
de his de quibus praedicantur.
10. Nihil igitur superfluum neque minus
continet generis dicta descriptio.
III. De specie
1. Species autem dicitur quidem et de
uniuscuiusque forma secundum quam dictum
est « primum quidem species digna imperio ».
Dicitur autem species et ea quae est sub
adsignato genere, secundum quam solemus
dicere hominem quidem speciem animalis
cum sit genus animal, album autem coloris
speciem, triangulum vero figurae speciem.
2. Quod si etiam genus adsignantes speciei
meminimus dicentes quod de pluribus et
differentibus specie in eo quod quid sit
relación con el cómo es. Pues, a la pregunta
«cómo es el hombre» decimos «racional» y a
la pregunta «cómo es el cuervo» decimos
«negro». Pero «racional» es una diferencia,
mientras que «negro», un accidente. Y si
preguntáramos «qué es el hombre»,
contestaríamos «animal», en efecto, «animal»
era el género de «hombre».
9. Puesto que el género se dice de muchos,
por una parte, se separa de los que se predican
de uno solo de los individuos y, por otra, por
decirse de los que difieren en especie, se
separa de los que se predican como especies o
como propios. Y al predicarse en relación con
el qué es, se separa de la diferencia y de los
accidentes en común, cada uno de los cuales,
de los que se predica, no se predica en
relación con el qué es, sino en relación con el
cómo es o cómo está.
10. La descripción del concepto de género
establecida no contiene exceso ni defecto.
III. Sobre la especie
1. La especie se dice de la forma de cada cosa,
de modo que se ha dicho: «en primer lugar,
aspecto digno de una reina». También se dice
especie a lo que está bajo un género dado, de
modo que estamos acostumbrados a decir que
«hombre» es especie de «animal» -siendo
«animal» género-, que «blanco» es especie de
«color» y que «triángulo», especie de
«figura».
2. Y además, si al explicar el género habíamos
mencionado la especie diciendo que aquél es
lo que se predica en relación con el qué es de
15
praedicatur, et speciem dicimus id quod sub
genere est. Nosse autem oportet, quoniam et
genus alicuius est genus et species alicuius est
species, idcirco necesse est et in utrorumque
rationibus utrisque uti.
3. Adsignant ergo et sic speciem: « species est
quod ponitur sub genere et de qua genus in eo
quod quid sit praedicatur ». Amplius autem
sic quoque: « species est quod de pluribus et
differentibus numero in eo quod quid sit
praedicatur ».
4. Sed haec quidem adsignatio specialissimae
est et quae solum species est, aliae vero erunt
etiam non specialissimarum.
Planum autem erit quod dicitur hoc modo. In
unoquoque praedicamento sunt quaedam
generalissima et rursus alia specialissima, et
inter generalissima et specialissima alia. Est
autem generalissimum quidem super quod
nullum ultra aliud sit superveniens genus,
specialissimum autem post quod non erit alia
inferior species; inter generalissimum autem
et specialissimum et genera et species sunt
eadem, ad aliud quidem et aliud sumpta.
5. Sit autem in uno praedicamento
manifestum quod dicitur. Substantia est
quidem et ipsa genus, sub hac autem est
corpus, sub corpore vero animatum corpus
sub quo animal, sub animali vero rationale
animal sub quo homo, sub homine vero
muchos y diferentes en especie, y si decimos
que la especie es lo que está bajo un género
dado, es necesario observar que, en tanto que
el género es género de algo y la especie es
especie de algo, cada uno del otro, es
necesario, en efecto, en las definiciones de
ambos servirse de ambos.
3. Así pues, explican la especie también de
este modo: especie es lo que se coloca bajo el
género y de lo que el género se predica en
relación con el qué es. Además, también del
modo siguiente: especie es lo que se predica
de muchos y diferentes en número en relación
con el qué es.
4. Sin embargo, esta explicación puede serlo
de la especialísima, la cual es sólo especie,
mientras que las otras explicaciones también
pueden serlo de las no especialísimas. Lo
dicho sería claro de esta manera: en cada
categoría hay algunos generalísimos y, a su
vez, otras especialísimas, y tambien otros
entre los generalísimos y las especialísimas.
El generalísimo es aquel por encima del cual
no puede haber otro género superior; la
especialísima, aquella tras la cual no puede
haber otra especie inferior; y los otros entre el
generalísimo y la especialísima, los que son
ellos mismos tanto género como especie, sin
duda tomados recíprocamente uno con
respecto a otro.
5. Hágase claro lo dicho a propósito de una
sola categoría. «Sustancia» es ella misma
género, bajo la cual está «cuerpo»; bajo
«cuerpo», «cuerpo animado»; bajo el cual,
«animal»; bajo «animal», «animal racional»;
bajo el cual está «hombre»; y bajo «hombre»,
16
Socrates et Plato et qui sunt particulares
homines. Sed horum, substantia quidem
generalissimum est et quod genus sit solum,
homo vero specialissimum et quod species
solum sit; corpus vero species quidem est
substantiae, genus vero corporis animati; et
animatum corpus species quidem est corporis,
genus vero animalis; animal autem species
quidem est corporis animati, genus vero
rationalis; sed rationale animal species
quidem est animalis, genus autem hominis;
homo vero species quidem est rationalis
animalis, non autem etiam genus
particularium hominum, sed solum species; et
omne quod ante individua proximum est,
species erit solum, non etiam genus.
6. Quemadmodum igitur substantia quae cum
suprema sit, eo quod nihil sit supra eam,
genus est generalissimum, sic et homo cum sit
species post quam non sit alia inferior species
neque aliquid eorum quae possunt dividi sed
solum individuorum (individuum enim est
Socrates et Plato), species erit sola et ultima
species et, ut dictum est, specialissima. Quae
vero sunt in medio, eorum quidem quae supra
ipsa sunt, erunt species, eorum vero quae post
ipsa sunt, genera. Quare haec quidem duas
habent habitudines: eam quae est ad superiora
secundum quam species ipsorum esse
dicuntur, et eam quae est ad posteriora,
secundum quam genera ipsorum esse
dicuntur. Extrema vero unam habent
habitudinem; nam et generalissimum ad ea
quidem quae posteriora sunt habet
habitudinem, cum genus sit omnium id quod
Sócrates, Platón y los hombres particulares.
Sin embargo, de entre éstos, «sustancia» es el
generalísimo, el cual es sólo género, y
«hombre», la especialísima, la cual es sólo
especie. «Cuerpo» es especie de «sustancia»,
pero género de «cuerpo animado». Por otra
parte, «cuerpo animado» es especie de
«cuerpo», pero género de «animal»; a su vez,
«animal» es especie de «cuerpo animado»,
pero género de «animal racional»; y «animal
racional» es especie de «animal», pero género
de «hombre». Y «hombre» es especie de
«animal racional», pero no ya género de los
hombres particulares, sino sólo especie. Y
todo lo que se predica inmediatamente antes
de los individuos puede ser sólo especie, pero
no ya género.
6. Así pues, de igual modo que «sustancia» -
estando en lo más elevado por no haber nada
delante de ella-, así también «hombre» -
siendo una especie tras la cual no hay otra
especie, ni nada susceptible de ser dividido en
especies, sino individuos (pues individuos son
Sócrates, Platón y esto blanco)- sólo puede ser
especie, la última especie y como dijimos, la
especialísima. Los que están en el medio
pueden ser especies de los que están delante
de ellos, pero género de los que están después
de ellos. De tal modo que éstos tienen dos
disposiciones: una con respecto a los que
están delante de ellos, según la cual se dice
que son especies de éstos; y otra, con respecto
a los que están después de ellos, según la cual
se dice que son géneros de éstos. Los
extremos, en cambio, tienen una única
disposición. Pues, el generalísimo, siendo el
17
est supremum, eam vero quae est ad superiora
non habet, cum sit supremum et primum
principium; specialissimum autem unam
habet habitudinem, eam quae est ad superiora
quorum est species, eam vero quae est ad
posteriora non diversam habet, sed etiam
individuorum species dicitur (sed species
quidem individuorum velut ea continens,
species autem superiorum velut quae ab eis
continetur).
7. Determinant ergo generalissimum ita «
quod, cum genus sit, non est species », et
rursus « supra quod non est aliud
superveniens genus »; specialissimum vero «
quod, cum sit species, non est genus », et «
quod, cum sit species, numquam dividitur in
species », et « quod de pluribus et
differentibus numero in eo quod quid sit
praedicatur »; ea vero quae in medio sunt
extremorum subalterna vocant genera et
species, et unumquodque ipsorum species
esse et genus ponunt ad aliud quidem et ad
aliud sumpta; ea vero quae sunt ante
specialissima usque ad generalissimum
ascendentia et genera dicuntur et species et
subalterna genera, ut Agamemnon Atrides et
Pelopides et Tantalides et, ultimum, Iovis. Sed
in familiis quidem plerumque ad unum
reducuntur principium, verbi gratia Iovem, in
género más elevado de todos, tiene una
disposición con respecto a los que están
debajo de él, pero de ningún modo la tiene
con respecto a los que están delante de él, ya
que por ser el más elevado y así como primer
principio, según dijimos, no puede haber por
encima de él otro género superior. Asimismo,
la especialísima tiene una sola disposición con
respecto a los que están delante de ella, de los
cuales es especie, pero no otra diferente con
respecto a los que están después de ella, sino
que se dice que es especie de los individuos.
Pero, por una parte, se dice que es especie de
los individuos en tanto los contiene y por otra,
a su vez, se dice especie de los que están
delante suyo, en tanto está contenida debajo
de ellos.
7. Por tanto, definen el generalísimo de este
modo: aquel que siendo género, no es especie
y, a su vez, como aquel por encima del cual
no puede haber otro género superior. Por otra
parte, la especialísima, como la que siendo
especie no es género, como la que siendo
especie ya no podemos dividir en especies y,
asimismo, como la que se predica acerca de
muchos y diferentes en el número en relación
con el qué es. Los que están entre medio de
los extremos se llaman géneros y especies
subordinados y se establece que cada uno de
ellos es especie y género, sin duda tomado
recíprocamente uno con respecto a otro. A los
que están delante de las especialísimas,
elevándose hasta el generalísimo, se los llama
tanto géneros y especies, como géneros
subordinados, así como Agamenón, atrida,
pelópida, tantálida y, finalmente, procedente
18
generibus autem et speciebus non se sic habet;
neque enim est commune unum genus
omnium ens, nec omnia eiusdem generis sunt
secundum unum supremum genus,
quemadmodum dicit Aristoteles, sed sint
posita (quemadmodum in Praedicamentis)
prima decem genera quasi prima decem
principia. Vel, si omnia quis entia vocet,
aequivoce (inquit) nuncupabit, non univoce; si
enim unum esset commune omnium genus
ens, univoce entia dicerentur, cum autem
decem sint prima, communio secundum
nomen est solum, non etiam secundum
definitionis rationem quae secundum nomen
est.
8. Decem quidem generalissima sunt,
specialissima vero in numero quidem quodam
sunt non tamen infinito, individua autem quae
sunt post specialissima infinita sunt.
Quapropter usque ad specialissima a
generalissimis descendentem iubet Plato
quiescere, descendere autem per media
dividentem specificis differentiis; infinita,
inquit, reliquenda sunt, neque enim horum
posse fieri disciplinam.
9. Descendentibus igitur ad specialissima
necesse est dividentem per multitudinem ire,
ascendentibus vero ad generalissima necesse
est colligere multitudinem (collectivum enim
multorum in unam naturam species est, et
de Júpiter. Sin embargo, tratándose de las
genealogías ascienden hasta uno solo,
digamos hasta Júpiter, el principio, como en la
mayoría de los casos; pero no es así
tratándose de los géneros y las especies. Pues,
el ser no es un único género común a todo, ni
todo es homogéneo según un único género,
como dice Aristóteles. Sino que hay que
establecer como en las Categorías, diez
géneros primeros a modo de diez primeros
principios. Y, en efecto, dice, si a todos
alguien los llamara seres, los llamaría
homónimamente, pero no, sinónimamente.
Pues, si el ser fuese el género común a todo,
sinónimamente todo se llamaría ser. Pero,
siendo diez los géneros primeros, la
comunidad se da sólo por el nombre, y de
ningún modo por la definición conforme al
nombre.
8. Así pues, por una parte, diez son los
generalísimos, por otra, las especialísimas lo
son en cierto número, sin duda no infinito. En
cambio, los individuos, que están después de
las especialísimas, son infinitos. De aquí que
al descender desde los generalísimos, Platón
exhortaba a detenerse en las especialísimas y
a descender a través de lo que está en medio
dividiéndolo por medio de las diferencias
específicas. Y de los infinitos individuos dice
no ocuparse, pues de ellos no puede llegar a
haber ciencia.
9. Por tanto, al descender hacia las
especialísimas, es necesario ir dividiendo a
través de la multitud; mientras que al ascender
hacia los generalísimos es necesario recoger
la multitud en la unidad. Pues, lo que reúne a
19
magis id quod genus est, particularia vero et
singularia semper in multitudinem e contrario
dividunt quod unum est; participatione enim
speciei plures homines unus, particularibus
autem unus et communis plures; divisivum
enim est semper quod singulare est,
collectivum autem et adunativum quod
commune est).
10. Adsignato autem genere et specie quid est
utrumque, cumque sit genus unum, species
vero plurimae (semper enim in plures species
divisio generis est), genus quidem semper de
specie praedicatur et omnia superiora de
inferioribus, species autem neque de proximo
sibi genere neque de superioribus (neque enim
convertitur); oportet autem aequa de aequis
praedicari ut hinnibile de equo, aut maiora de
minoribus ut animal de homine; minora vero
de maioribus minime (neque enim animal
dicis esse hominem quemadmodum hominem
dicis esse animal). De quibus autem species
praedicatur, de his necessario et speciei genus
praedicabitur et generis genus usque ad
generalissimum; si enim verum est Socratem
hominem dicere, hominem autem animal,
animal vero substantiam, verum est hominem
animal dicere atque substantiam. Semper
enim superioribus de inferioribus praedicatis
species quidem de individuis praedicabitur,
genus autem et de specie et de individuo,
generalissimum autem et de genere (et de
generibus si plura sint media et subalterna) et
de specie et de individuo. Dicitur enim
generalissimum quidem de omnibus sub se
los muchos en una única naturaleza es la
especie y, todavía más, el género, pero las
cosas particulares y singulares, por el
contrario, siempre dividen lo uno en una
multitud; pues, por la participación en la
especie, los muchos hombres son uno; en
cambio, por los particulares, el único y
común, muchos. En efecto, lo que divide es
siempre lo singular, mas lo que reúne y
unifica, lo común.
10. Habiendo explicado el género y la especie,
qué es cada uno de ellos, y siendo el género
uno y las especies muchas (pues siempre la
división del género es en muchas especies), el
género se predica siempre de la especie, y
todos los que están por encima, de los que
están por debajo; en cambio, la especie ni se
predica de su género próximo ni de los que
están por encima, pues no son convertibles.
En efecto, es necesario o bien que los iguales
se prediquen de los iguales –como «ser capaz
de relinchar» de «caballo»-, o bien que los
mayores se prediquen de los menores –como
«animal» de «hombre»-; pero de ningún
modo, los menores de los mayores. Pues, de
ningún modo puedes decir «el animal es
hombre», como puedes decir «el hombre es
animal». De los que la especie se predique,
también de ellos por necesidad se predicará el
género de la especie y el género del género
hasta el generalísimo. En efecto, si es
verdadero decir «Sócrates es hombre», «El
hombre es animal» y «El animal es
sustancia», también es verdadero decir
«Sócrates es animal» y «sustancia». Así pues,
ya que los que están por encima se predican
20
generibus speciebusque et de individuis,
genus autem quod ante specialissimum est de
omnibus specialissimis et de individuis, solum
autem species de omnibus individuis,
individuum autem de uno solo particulari
(individuum autem dicitur Socrates et hoc-
album et hic-veniens, ut Sophronisci filius, si
solus ei sit Socrates filius).
11. Individua ergo dicuntur huiusmodi
quoniam ex proprietatibus consistit
unumquodque eorum quorum collectio
numquam in alio eadem erit; Socratis enim
proprietates numquam in alio quolibet erunt
particularium; hae vero quae sunt hominis
(dico autem eius qui est communis)
proprietates erunt eaedem in pluribus, magis
autem et in omnibus particularibus hominibus
in eo quod homines sunt.
12. Continetur igitur individuum quidem sub
specie, species autem sub genere; totum enim
quiddam est genus, individuum autem pars,
species vero et totum et pars (sed pars quidem
alterius, totum autem non alterius sed aliis;
partibus enim totum est).
13. De genere quidem et specie, et quid
generalissimum et quid specialissimum et
quae genera eadem et species sunt, quae etiam
individua, et quot modis genus et species
siempre de los que están por debajo, la
especie se predicará del individuo, el género
tanto de la especie como del individuo, y el
generalísimo tanto del género o de los géneros
-si hubiera más intermedios y subordinados-
como de la especie y del individuo. Pues, el
generalísimo se dice de todos los géneros,
especies e individuos por debajo de él; el
género que está delante de la especialísima, de
todas las especialísimas y de los individuos; la
que es sólo especie, de todos los individuos; y
el individuo, de uno solo de los particulares.
11. Se dice que individuo es Sócrates, esto
blanco y éste, el hijo de Sofronisco que se
acerca, si Sócrates fuera hijo único.
Individuos se dice a tales cosas porque cada
una de ellas está constituida por propiedades,
cuya reunión jamás puede llegar a ser la
misma en otro. Pues, las propiedades de
Sócrates no pueden llegar a ser las mismas en
ningún otro de los particulares. No obstante,
las propiedades del hombre, digo del común,
pueden llegar a ser las mismas en muchos, o
mejor dicho, en todos los hombres
particulares, en tanto hombres.
12. Así pues, el individuo está contenido por
la especie, y la especie por el género. En
efecto, el género es un cierto todo; el
individuo, parte; la especie, tanto todo como
parte, pero parte de otro, en cambio, todo, no
de otro, sino en otros; pues, en las partes está
el todo.
13. Por tanto, sobre el género y la especie se
ha dicho: qué es el generalísimo y qué la
especialísima, qué son tanto los géneros
mismos como las especies, qué son los
21
dicatur, sufficienter dictum est.
IV. De differentia
1. Differentia vero communiter et proprie et
magis proprie dicatur. Communiter quidem
differe alterum altero dicitur quod alteritate
quadam differt quocumque modo vel a se ipso
vel ab alio; differt enim Socrates Platone
alteritate et ipse a se vel puero vel iam viro
vel faciente aliquid vel quiescente, et semper
in aliquo modo habendi alteritatibus. Proprie
autem differe alterum altero dicitur quando
inseparabili accidenti altero differt;
inseparabile vero accidens est ut nasi curvitas,
caecitas oculorum, cicatrix cum ex vulnere
obcalluerit. Magis proprie differe alterum
altero dicitur quando specifica differentia
distiterit, quemadmodum homo ab equo
specifica differentia differt rationali qualitate.
2. Universaliter ergo omnis differentia
alteratum facit cuilibet adveniens; sed ea quae
est communiter et proprie alteratum facit, illa
autem quae est magis proprie aliud.
Differentiarum enim aliae quidem alteratum
faciunt, aliae vero aliud; illae quidem quae
faciunt aliud, specificae vocantur; illae vero
quae alteratum, simpliciter differentiae
(animali enim differentia adveniens rationalis,
aliud fecit et speciem animalis fecit; illa vero
individuos, y de cuántas maneras se dice el
género y la especie.
IV. Sobre la diferencia
1. Hay que hablar ciertamente de la diferencia
en un sentido común, en uno propio, y en el
más propio. En sentido común se dice que uno
se diferencia de otro en tanto que por una
alteridad difiere de cualquier modo, bien
respecto de sí mismo, bien respecto de otro.
Sócrates, en efecto, difiere de Platón por una
alteridad, y él mismo, por cierto, de sí mismo,
según sea niño o adulto, esté activo o
descansando, y siempre por las alteridades del
modo de estar. En sentido propio se dice que
uno se diferencia de otro, cuando por un
accidente inseparable, difiera el uno del otro.
Accidente inseparable es, por ejemplo, ojos
glaucos, nariz aguileña, o incluso una cicatriz
imborrable a causa de una herida. En el
sentido más propio se dice que uno se
diferencia de otro, cuando difiera por una
diferencia específica, como «hombre» difiere
de «caballo», por una diferencia específica:
por la cualidad «racional».
2. Así pues, en general toda diferencia
sobrevenida a algo lo hace distinto. Sin
embargo, en sentido común y en sentido
propio las diferencias hacen distinto, pero en
el sentido más propio, otro. En efecto, de las
diferencias, unas hacen distinto, y otras, otro.
Así pues, las que hacen otro se han llamado
específicas, mientras que las que hacen
distinto, simplemente diferencias. En efecto,
una diferencia agregada a «animal», la de
22
quae est movendi, alteratum solum a
quiescente fecit; quare haec quidem aliud, illa
vero alteratum solum fecit).
3. Secundum igitur aliud facientes, divisiones
fiunt a generibus in species et definitiones
adsignantur quae sunt ex genere et huiusmodi
differentiis; secundum autem eas quae solum
alteratum faciunt, alteratio sola consistit et
aliquo modo se habendi permutationes.
4. A superioribus ergo rursus inchoanti
dicendum est differentiarum alias quidem esse
separabiles alias vero inseparabiles; moveri
enim et quiescere et sanum esse et aegrum et
quaecumque his proxima sunt separabilia
sunt, at vero aquilum esse vel simum vel
rationale vel inrationale inseparabilia.
Inseparabilium autem aliae quidem sunt per se
aliae vero per accidens; nam rationale per se
inest homini, et mortale et disciplinae esse
perceptibile, at vero aquilum esse vel simum
secundum accidens et non per se.
5. Illae igitur quae per se sunt, in substantiae
ratione accipiuntur et faciunt aliud; illae vero
quae secundum accidens, nec in substantiae
ratione dicuntur nec faciunt aliud, sed
alteratum. Et illae quidem quae per se sunt
non suscipiunt magis et minus, illae vero quae
per accidens (vel si inseparabiles sint)
intentionem recipiunt et remissionem; nam
neque genus magis et minus praedicatur cuius
fuerit genus, neque generis differentiae
secundum quas dividitur; ipsae enim sunt
«racional», lo hizo otro, pero la de «moverse»
lo hizo sólo distinto respecto de «estar
quieto», de tal modo que, mientras aquella lo
hizo otro, ésta lo hizo sólo distinto.
3. Por consiguiente, de las diferencias que
hacen otro surgen las divisiones de los
géneros en las especies y se establecen las
definiciones que se dan a partir del género y
las diferencias de tal clase. En cambio, de las
que hacen sólo distinto se constituyen sólo las
alteridades y los cambios del modo de ser o
estar.
4. A su vez, comenzando de nuevo, hay que
decir que entre las diferencias, existen las
separables y las inseparables. Pues,
«moverse» y «estar en reposo», «estar sano» y
«estar enfermo», y cuanto es semejante a esto
son separables. En cambio, «tener nariz
aguileña» o «chata», o «ser racional» o
«irracional» son inseparables. De las
inseparables, unas de dan por sí, y otras, por
accidente. Pues, «ser racional» se da por sí en
«hombre», asimismo «ser mortal» y «capaz de
recibir ciencia». Pero, «tener nariz aguileña»
o «chata» se da por accidente y no por sí.
5. Así, las diferencias pertenecientes por sí,
están comprendidas en la definición de
«sustancia» y hacen otro. En cambio, las
diferencias que son por accidente ni están
comprendidas en la definición de «sustancia»
ni hacen otro, sino distinto. Asimismo, las que
son por sí no admiten el más y el menos,
mientras que las que son por accidente, aún
siendo inseparables, aceptan aumento y
disminución. Pues, ni el género se predica
más o menos de aquello que sea género, ni
23
quae uniuscuiusque rationem [definitionem]
complent, esse autem unicuique unum et idem
neque intentionem neque remissionem
suscipiens est, aquilum autem esse vel simum
vel coloratum aliquo modo et intenditur et
remittitur.
6. Cum igitur tres species differentiae
considerentur, et cum hae quidem sint
separabiles illae vero inseparabiles, et rursus
inseparabilium cum hae quidem sint per se
illae vero per accidens, rursus earum quae
sunt per se differentiarum aliae quidem sunt
secundum quas dividimus genera in species,
aliae vero secundum quas haec quae divisa
sunt specificantur; ut, cum per se differentiae
omnes huiusmodi sint animalis, animati et
sensibilis, rationalis et inrationalis, mortales et
inmortalis, ea quidem quae est animati et
sensibilis differentia, constitutiva est
substantiae animalis (est enim animal
substantia animata sensibilis), ea vero quae est
mortalis et inmortalis differentia et rationalis
et inrationalis, divisivae sunt animalis
differentiae (per eas enim genera in species
dividimus).
7. Sed hae quidem quae divisivae sunt
differentiae generum, completivae fiunt et
constitutivae specierum. Dividitur enim
animal rationali et inrationali differentia, et
rursus mortali et inmortali differentia; sed ea
quae est rationalis differentia et mortalis,
constitutivae fiunt hominis, rationalis vero et
immortalis dei, illae vero quae sunt
tampoco las diferencias del género, por las
cuales se divide. En efecto, estas diferencias
son las que completan la definición de cada
uno, además, el ser, para cada uno, es uno y el
mismo, no admitiendo ni aumento ni
disminución, mientras que «tener nariz
aguileña» o «chata» o «ser de algún color»
aumenta y disminuye.
6. Así pues, fueron examinadas tres especies
de diferencia: de un lado, las que son
separables, del otro, las inseparables; a su vez,
de las inseparables, las que son por sí, y las
que son por accidente; nuevamente, de las
diferencias que son por sí, aquellas por las que
dividimos los géneros en las especies, y
aquellas por las que lo dividido se hace
especie. Por ejemplo, siendo todas las
diferencias por sí de «animal» de este tipo:
«animado» y «sensible», «racional» e
«irracional», «mortal» e «inmortal», la
diferencia «animado» y la «sensible» son
completivas de la sustancia «animal», ya que
«animal» es una «sustancia animada y
sensible». Pero las diferencias «mortal» e
«inmortal», y «racional» e «irracional» son
diferencias divisivas de «animal», pues, a
través de ellas dividimos los géneros en las
especies.
7. Sin embargo, estas diferencias divisivas de
los géneros resultan ser completivas y
constitutivas de las especies. Pues, «animal»
se divide mediante las diferencias «racional»
e «irracional» y, a su vez, mediante «mortal»
e «inmortal», pero las diferencias «mortal» y
«racional» resultan ser constitutivas de
«hombre»; «racional» e «inmortal», de
24
inrationalis et mortalis, inrationabilium
animalium. Sic etiam et supremae substantiae
cum divisiva sit animati et inanimati
differentia, et sensibilis et insensibilis,
animata et sensibilis congregatae ad
substantiam animal perfecerunt.
8. Quoniam ergo eaedem aliquo modo quidem
acceptae fiunt constitutivae, aliquo modo
autem divisivae, specificae omnes vocantur;
et his maxime opus est ad divisiones generum
et definitiones, sed non his quae secundum
accidens inseparabiles sunt nec magis his
quae sunt separabiles.
9. Quas etiam determinantes dicunt «
differentia est qua abundat species a genere »;
homo enim ab animali plus habet rationale et
mortale. Animal enim neque ipsum nihil
horum est (nam unde habebunt species
differentias?); neque autem omnes oppositas
habent (nam in eodem simul habebunt
opposita); sed, quemadmodum probant,
potestate quidem omnes habent sub se
differentias, actu vero, nullam, ac sic neque ex
his quae non sunt aliquid fit, neque opposita
circa idem sunt.
10. Definiunt autem eam et hoc modo: «
differentia est quod de pluribus et
differentibus specie in eo quod quale sit
praedicatur »; rationale enim et mortale, de
homine praedicatum in eo quod quale
quiddam est homo dicitur, sed non in eo quod
«dios»; y «irracional» y «mortal», de los
animales irracionales. De este modo,
asimismo, siendo las diferencias «animado» e
«inanimado», y «sensible» e «insensible»
divisivas de «sustancia», la que está en lo más
elevado, por una parte, las «animado» y
«sensible», reunidas en «sustancia»,
conforman «animal»; por otra, «animado» e
«insensible» conforman «vegetal».
8. Así, ya que las mismas diferencias,
tomadas de un modo, resultan ser
constitutivas, y tomadas de otro, divisivas,
todas se han llamado específicas; y la mayor
utilidad de éstas se dirige a las diferencias de
los géneros y a las definiciones, pero no la de
las que son por accidente e inseparables,
todavía menos de las separables.
9. Y así, definiéndolas dicen: diferencia es por
lo que la especie excede al género, en efecto,
«hombre» respecto de «animal» tiene de más
«racional» y «mortal»; pues, «animal» no es
nada de esto, puesto que ¿de dónde obtendrían
las especies las diferencias? Tampoco tiene
todas las diferencias contrarias, ya que lo
mismo tendría al mismo tiempo los contrarios,
sino que, como se sostiene, tiene en potencia
todas las diferencias de los que están bajo él,
pero en acto, ninguna. Y de esta manera ni del
no ser llega algo a ser, ni los contrarios están a
la vez en lo mismo.
10. La definen también de este modo:
diferencia es lo que se predica acerca de
muchos y diferentes en especie en relación
con el cómo es. Pues, «racional» y «mortal»
se predican de «hombre» en relación con el
cómo es el hombre, pero no se dicen en
25
quid est; « quid est » enim « homo »
interrogatis nobis conveniens est dicere «
animal »; quale autem animal inquisiti,
quoniam rationale et mortale est convenienter
adsignabimus.
11. Rebus enim ex materia et forma
constantibus vel ad similitudinem
[proportionem] materiae specieique
constitutionem habentibus (quamadmodum
statua ex materia est aeris, forma autem
figura), sic et homo communis et specialis ex
materia quidem similiter [proportionaliter]
consistit genere, ex forma autem differentia,
totum autem hoc animal rationale mortale
homo est quemadmodum illic statua.
12. Describunt autem huiusmodi differentiam
et hoc modo: « differentia est quod aptum
natum est dividere quae sub eodem sunt
genere »; rationale enim et inrationale
hominem et equum, quae sub eodem sunt
genere quod est animal, dividunt.
13. Adsignant autem etiam hoc modo: «
differentia est qua differunt a se singula »;
nam secundum genus non differunt; sumus
enim mortalia animalia et nos et
inrationabilia, sed additum rationabile
separavit nos ab illis; rationabiles sumus et
nos et dii, sed mortale adpositum disiunxit nos
ab illis.
14. Interius autem perscrutantes et speculantes
differentiam, dicunt non quodlibet eorum
quae sub eodem sunt genere dividentium esse
differentiam, sed quod ad esse conducit et
quod eius quod est esse rei pars est; neque
enim quod aptum natum est navigare erit
relación con el qué es. En efecto, interrogados
acerca de qué es el hombre, es apropiado decir
«animal», y repreguntados sobre cómo es el
animal, responderemos adecuadamente
«racional y mortal».
11. Pues, dado que las cosas están compuestas
de materia y de forma, o tienen una
composición análoga a la de materia y forma;
de igual modo que la estatua está compuesta
de la materia del bronce y de la forma de la
figura, así también «hombre», el común y
específico, está compuesto del género -
análogo a la materia- y la diferencia -análoga
a la forma-; y este todo, «animal racional
mortal», es «hombre», como antes, la estatua.
12. También describen a tales diferencias así:
diferencia es lo naturalmente apto para
separar lo que está bajo el mismo género, pues
«racional» e «irracional» separan a «hombre»
y a «caballo», que están bajo el mismo
género, «animal».
13. Asimismo, la definen así: diferencia es por
lo que cada uno difiere. En efecto, «hombre»
y «caballo» no difieren en cuanto al género.
Pues, animales mortales somos tanto nosotros
como los irracionales, sin embargo, agregado
«racional», nos distingue de ellos. Y
racionales somos tanto nosotros como los
dioses, sin embargo, añadido «mortal» nos
distingue de ellos.
14. Ampliando aún más lo relativo a la
diferencia, dicen que la diferencia no es lo que
fortuitamente produce las separaciones de los
que caen bajo el mismo género, sino lo que
precisamente contribuye al ser y lo que es
parte de la esencia de la cosa. Pues, «el ser
26
hominis differentia, etsi proprium sit hominis;
dicimus enim « animalium haec quidem apta
nata sunt ad navigandum, illa vero minime »
dividentes aliis, sed aptum natum esse ad
navigandum non erat completivum
substantiae nec eius pars sed aptitudo
quaedam eius est (idcirco quoniam non est
talis quales sunt quae specificae dicuntur
differentiae). Erunt igitur specificae
differentiae quaecumque alteram faciunt
speciem et quaecumque in eo quod quale est
accipiuntur. Et de differentiis quidem ista
sufficiunt.
V. De proprio
1. Proprium vero quadrifariam dividunt. Nam
et id quod soli alicui speciei accidit, etsi non
omni (ut homini medicum esse vel
geometrem).
2. Et quod omni accidit, etsi non soli
(quemadmodum homini esse bipedem).
3. Et quod soli et omni et aliquando (ut
homini in senectute canescere).
4. Quartum vero in quo concurrit et soli et
omni et semper (quemadmodum homini esse
risibile; nam, etsi non ridet, tamen risibile
dicitur, non quod iam rideat, sed quod aptus
natus sit; hoc autem ei semper est naturale; et
equo hinnibile). Haec autem proprie
[dominanter] propria perhibent, quoniam
etiam convertuntur; quicquid enim equus, et
hinnibile, et quicquid hinnibile, equus.
apto naturalmente para navegar» no es una
diferencia de «hombre», aunque es propio de
«hombre». En efecto, podemos decir que
entre los animales, unos son naturalmente
aptos para navegar, y otros, no, separándose
de los otros. Pero, «el ser apto naturalmente
para navegar» no era completivo de
«sustancia» ni parte de ella, sino sólo una
aptitud de la misma, por lo que no es como las
que propiamente se llaman diferencias
específicas. Así pues, diferencias específicas
pueden ser las que hacen otra especie y las
que se recogen en la esencia. Y en suma,
sobre la diferencia, tales cosas son suficientes
V. Sobre el propio
1. Distinguen el propio de cuatro maneras. En
efecto, es lo que se da sólo en alguna especie,
aunque no en toda, como en «hombre», «ser
médico» o «geómetra».
2. Asimismo, es lo que se da en toda la
especie, aunque no en una sola, como en
«hombre», «ser bípedo».
3. También es lo que se da en una sola, en
toda y alguna vez, como en todo hombre
«encanecer en la vejez».
4. Y, en cuarto lugar, es en lo que concurre lo
que se da en una sola, en toda y siempre,
como en «hombre», «ser capaz de reír». Pues,
aun cuando no ría siempre, sin embargo, se
dice que es capaz de reír, no por reír siempre,
sino por ser apto naturalmente para hacerlo. Y
esto siempre pertenece al mismo de manera
innata, como a «caballo», «ser capaz de
relinchar». Y a esto designan legítimamente
27
VI. De accidenti
1. Accidens vero est quod adest et abest
praeter subiecti corruptionem. Dividitur autem
in duo, in separabile et in inseparabile;
namque dormire est separabile accidens,
nigrum vero esse inseparabiliter corvo et
Aethiopi accidit (potest autem subintellegi et
corvus albus et Aethiops amittens colorem
praeter subiecti corruptionem).
2. Definitur autem sic quoque: « accidens est
quod contingit eidem esse et non esse », vel «
quod neque genus neque differentia neque
species neque proprium, semper autem est in
subiecto subsistens ».
3. Omnibus igitur determinatis quae proposita
sunt, dico autem genere, specie, differentia,
proprio, accidenti, dicendum est quae eis
communia adsunt et quae propria.
propio, puesto que es convertible. En efecto,
si es caballo, es capaz de relinchar; y si es
capaz de relinchar, es caballo.
VI. Sobre el accidente
1. Accidente es lo que llega a ser y deja de ser
separadamente de la corrupción del sustrato.
Se divide en dos: el que es separable del
sustrato, y el que es inseparable. Así pues,
«dormir» es un accidente separable, mientras
que «ser negro» se da de manera inseparable
en el cuervo o el etíope, pero es posible
pensar tanto un cuervo blanco como un etíope
que pierde el color separadamente de la
corrupción del sustrato.
2. Lo definen también así: accidente es lo que
admite pertenecer o no pertenecer a lo mismo,
o lo que ni es género, ni diferencia, ni especie,
ni propio, pero siempre está subsistiendo en
un sustrato.
3. Definido todo lo propuesto, digo: género,
especie, diferencia, propio, accidente, hay que
ocuparse de decir qué es común a ellos y qué,
propio.
28
COMENTARIOS A LOS TEXTOS
El texto 1 es el capítulo 1 de la Isagoge de Porfirio que hace las veces de presentación
de la obra. Porfirio escribe esta obra a pedido de un alumno, a quien va dedicada, Crisaorio, a
fin de explicarle las categorías aristotélicas. Por lo pronto, el texto es de carácter introductorio
para un principiante. Ello podría explicar el hecho de que no se adentre en cuestiones, como
dirá, más profundas. Este proemio tiene tres parágrafos. En el primero se remarca la necesidad y
la utilidad de conocer la doctrina sobre los universales para entender las categorías. En el
segundo establece de manera muy significativa qué es lo que no tratará respecto de los
universales. Y en el tercero delimita sus fuentes y la índole de su tratado. Porfirio es un
pensador de origen fenicio, con una profunda formación en filosofía y literatura griega. De
hecho, estudió con los maestros griegos más renombrados. Y a fin de formarse en
neoplatonismo, se dirige a Roma con el fin de estudiar con Plotino. Respecto de la relación con
su maestro se puede leer una biografía que escribe Porfirio mismo sobre su maestro y que hace
las veces de introducción a la edición de las Enéadas, edición que prepara Porfirio a la muerte
de su maestro. Porfirio es un autor por demás muy prolífico y polifacético, gran parte de su obra
no nos quedó. Pero esta obra, de la que trabajaremos los primeros seis capítulos, le deparó gran
fama durante la Edad Media. De hecho, es una de las obras más leídas y comentadas durante el
Medioevo. Además era el primer texto que se leía cuando se comenzaba a estudiar filosofía. Ya
el neoplatonismo griego en el siglo IV la había incorporado al Organon aristotélico como una
suerte de introducción general al mismo. Así se vino reeditando hasta principios del siglo XX.
Y fundamentalmente el texto tiene valor doctrinario porque versa sobre un tema que no tiene en
Aristóteles un tratamiento, digamos, redondo. En Aristóteles hay varios pasajes sobre los
universales, en diferentes obras. Pero no hay una doctrina cerrada al respecto. Por otra parte, la
Isagoge de Porfirio determinó en gran manera la forma de entender algunas cuestiones
Aristotélicas, y especialamente, esta de los universales. Vamos pues a la introducción.
Porfirio establece primero la necesidad de conocer la doctrina sobre los universales para
entender las categorías de Aristóteles. Los universales se agrupan en cinco clases: género,
diferencia, especie, propio y accidente. Digamos de entrada que Porfirio nunca dice en qué
consisten los universales. Sólo en el título del capítulo 7 dice que son phonaí, o sea voces. Pero
no dice que sean conceptos o cosas extramentales. Por tanto digamos que los universales son los
términos con los que describimos la realidad mental y extramental. En rigor, exceptuando los
nombres propios, los adverbios y los pronombres demostrativos, todos los demñas términos son
universales. Adelantémonos a los ejemplos que dará Porfirio: género es "animal", diferencia es
"racional", especie es "hombre", propio es "facultad de reir" y accidente es "blanco". ¿Por qué
es necesario es estudio sobre los universales para entender las categorías de Aristóteles? Otra
vez, adelantémonos un poco: porque para Porfirio las categorías aristotélicas son géneros. A su
29
vez, la doctrina sobre los universales es útil para hacer definiciones, divisiones y
demostraciones. De hecho, aristotélicamente una división consiste bajar de un género a especies
por medio de diferencias específicas. Y la definición es aristotélicamente la especie. Además,
en la demostraciones utilizamos proposiciones en la que se hallan términos universales: "Todos
los hombres son mortales" por ejemplo. "A modo de introducción" en griego dice isagoge, de
aquí el título de la obra. "Lo dicho por los antiguos", según el parágrafo 3, son los peripatéticos.
"Absteniéndome de las investigaciones más profundas": son las que establece en el segundo
parágrafo.
En el segundo párrafo Porfirio dice de qué no va a tratar la Isagoge. Y lo establece en 3
dilemas interconectados. Esta forma de argumentar que de hecho se remonta a Platón era
corriente en las escuelas helenísticas. Se trata de hacer una disyuntiva respeto de un tema, de esa
disyuntiva se elige uno de los términos y se descarta el otro. El que se elige se vuelve a abrir en
otra disuntiva de la que se elige uno de los términos y se descarta el otro, así hasta llegar a un
punto en el cual ya no se puede hacer más una disyuntiva. Así, respecto de géneros y especies 1)
o son subsistentes o son meros conceptos. O sea se pregunta si tienen algún tipo de realidad
extramental o solo están en nuestra cabeza sin ningún correlato extramental. Se descarta que
sean meros conceptos y se abre el que subsistan. 2) Si subsisten como cuerpos o como
incorpóreos. Esto es, si son un compuesto de materia y forma o son solo formas. Se descarta que
sean cuerpos. Y 3) si son formas separadas de los cuerpos sensibles o residen en los cuerpos
sensibles. Porfirio deja abierto este tercer dilema. El motivo fundamental es que conlleva otro
tipo de análisis que no se propuso en la Isagoge. Según el tercer parágrafo, además de seguir a
los aristotélicos en el tratamiento de los universales, dice que hará de todo ello un análisis
lógico. Por tanto, el análisis más profundo que llevaría a solucionar el tercer dilema es
metalógico. El texto original dice que hará un tratamiento logicóteron. Usa un adverbio en
grado comparativo. Podría entenderse que falta el segundo término de comparación que sería
"los platónicos". Esto es, los aristotélicos hacen respecto de los universales un análisis lógico y
los platónicos otro de otro tipo. A su vez, Aristóteles usa el adverbio logicón para decir que hará
de una cuestión un análisis introductorio, preparativo, aclarativo, como justamente pretende
hacer aquí Porfirio. A su vez, Porfirio está discutiendo con tesis respecto de los universales que
descarta. Pues quienes sostienen que los universales son subsistentes corpóreos son los cínicos y
quienes sostienen que los universales son pensamientos sin correlato real son los estoicos.
Boecio, como veremos, ilustra el tercer dilema diciendo que quien sostiene que los universales
son subsistentes incorpóreos en las cosas es Aristóteles, y quien sostiene que los universales son
subsistentes incorpóreos más allá de las cosas es Platón. El último dilema nos mete en el
problema de elegir entre Platón o Aristóteles. Pero Porfirio, como Boecio, abrevan en el
neoplatonismo alejandrino, como veremos, que sostiene que Platón y Airstóteles no dicen cosas
contrarias, sino complementarias.
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Por otra parte, se ha reprochado el que Porfirio enumere cinco universales cuando
Aristóteles a lo sumo enumera cuatro. En Tópicos Aristóteles establece: género, definición,
propio y accidente. Por definición Aristóteles entiende la especie (el término de una división).
Este reproche se lo hace Ross a Porfirio en su famoso manual sobre Aristóteles. Pero Ross no
entiende la Isagoge. Pues Porfirio está escribiendo para un principiante y además dice que es
útil el conocimiento de los universales para, entre otras cosas, hacer definiciones. Por tanto, no
podría haber puesto definición como uno de los universales. Porfirio abre definición y pone de
qué está compuesta: se diferencia y especie.
Respecto del texto 2 vamos a decir que es una suerte de presentación de Boecio,
especialmente del proyecto intelectual en el cual se enmarca Boecio. Esto es, traducir textos de
artes o saberes para las artes del quadrivium. Habíamos dicho que después sigue traduciendo la
obra lógica en función de las artes del trivium. Habíamos hablado acerca de las artes del trivium
y el quadrivium. Comentamos qué es lo que la Edad Media hereda de estas traducciones de
Boecio, qué es lo que se pierde, pero hay unas líneas que no comenté. Me olvide de comentarlas
y si leyeron el texto quizá les haya llamado la atención. Es esa que dice:
“Enseñaste, en efecto, con qué profundidad se debe asir la especulativa con sus
partes, con qué medida se debe aprender la activa con su división”.
En algunos textos Boecio hace una clasificación de la filosofía en esas dos materias. La
filosofía se divide en especulativa y activa, esto lo hace, por si alguien lo quiere ver, en el Libro
I del primer comentario que escribe a la Isagoge de Porfirio. Ahí dice que la filosofía se divide
en especulativa y activa. Esto es significativo, ya que de alguna manera, respondería a una
suerte de clasificación aristotélica. Pero de hecho no las subdivide aquí en esta carta que le
envía el rey Teodorico, para quien Boecio trabajaba, no las subdivide como sí lo hace en ese
Libro, en el primer comentario que Boecio hace a la Isagoge. Boecio sigue diciendo que la
especulativa se divide en teología, matemática y natural. No nos consta que Boecio maneje la
Metafísica de Aristóteles, pero Aristóteles hace, curiosamente, exactamente esa misma división
en la Metafísica. Dice que la filosofía se divide en teología, matemática y no dice natural, dice
física. Pero lo más significativo es lo que dice Boecio acerca de la filosofía activa, porque uno
esperaría que diga ética y política, sin embargo dice que se divide la filosofía activa, en
instituciones y costumbres. Pero esto también es significativo, porque uno por “instituciones”
también podría entender “política”, sucede que es un término propio de derecho romano,
porque las instituciones constituyen justamente las leyes, instituta son las leyes que se
establecen en el derecho romano. Y la ética se corresponde con costumbres. Así que es muy
análoga a la aristotélica esta clasificación a la cual hace referencia aquí, en la carta que le envía
Teodorico, respecto de la división y subdivisión que hace Boecio de la filosofía.
31
Otra cosa que podríamos haber citado, pero que de hecho la vez pasada ya la
comentamos, es el hecho de que Platón es teólogo y Aristóteles es lógico, eso que está dicho
también en la carta.
Finalmente terminamos con el tercer texto en el cual dice Boecio qué es lo que va a
traducir, y que de hecho no llegar a hacer, en síntesis se refiere a todo Platón y a todo
Aristóteles. Y llamamos la atención de cómo divide ahí a la filosofía aristotélica, que es una
clasificación estoica de la filosofía aristotélica. Bueno, eso fue el resumen de la clase pasada. Si
no hay dudas, podemos continuar.
El texto cuarto de Boecio pertenece al cometario que hace específicamente al segundo
párrafo del Proemio de la Isagoge de Porfirio. El texto tiene una serie de parágrafos y esos
parágrafos delimitan el encuadre del texto. Esta forma de comentar es algo propio de la filosofía
helenística, y especialmente de los autores neoplatónicos. Está en Porfirio, está aquí en Boecio
que imita a los autores neoplatónicos, y en otros tantos comentadores de Aristóteles. Más
adelante veremos que Boecio cita a Alejandro de Afrodisia, y también está en Alejandro de
Afrodisia, el principal comentador antiguo de Aristóteles. Esa forma de comentar, consiste en lo
que estamos haciendo ahora, y es lo que más tarde, en la Edad Media, se va a llamar Lectio
(Lección). Se tomaba una obra, se la iba dividiendo en párrafos, se citaba un párrafo y debajo se
hacía el comentario. Se terminaba ese comentario y se seguía con el párrafo siguiente y se hacía
otro comentario y así sucesivamente.
Ahora bien, se comentaban fundamentalmente las obras de Platón y Aristóteles ¿Por
qué los autores neoplatónicos, y no especialmente cristianos, comentan obras de Platón y
Aristóteles? ¿Por qué tratan de conciliarlos? Cosa que intentan hacer Boecio y Porfirio, y
especialmente el neoplatonismo alejandrino, ¿por qué hacer conciliar a las dos máximas
Filosofía
Activa
Especulativa
Naturaleza
Matemática
Teología
Costumbres
Instituciones
32
autoridades de la antigüedad? Lo dice Porfirio en una obra que se llama Contra los Cristianos.
Porque temían que el cristianismo termine derrotando a la filosofía clásica. Temían al
cristianismo como a un enemigo, y no sólo al cristianismo, sino también a otras varias sectas
religiosas, que de alguna manera pretendían tener un estatus de ciencia o de filosofía o de saber
de salvación. El neoplatonismo quiere comentar la obra de Platón y Aristóteles y demostrar que
las dos máximas autoridades de la antigüedad no se contradecían, ese es el objetivo por el cual
los autores neoplatónicos comienzan con los comentarios de Platón y Aristóteles, y
fundamentalmente, tratan de unirlos, contra los que que pretendían socavar a la filosofía clásica
griega. En el libro de Hadot, que quizá lo hayan visto en Antigua y en nuestro programa
también se lo recomienda, se comenta algo al respecto. Son los capítulos 6, 7 y 8 de ¿Qué es la
filosofía antigua?
Sea como fuere, Boecio, siguiendo el modelo de estos autores neoplatónicos, traduce las
obras del griego al latín, y a medida que va traduciendo por párrafos, va comentando. Este texto
4 continúa al párrafo segundo del Proemio de la Isagoge de Porfirio. Después de traducir el
párrafo segundo hace todo este comentario. En el parágrafo primero de este comentario, donde
empieza diciendo: “Cuestiones más profundas”, no voy a leerlo todo porque no vamos a llegar,
pero si gran parte, vamos a ir a las cuestiones filosóficas más importantes. Lo que intenta
Boecio es justificar por qué Porfirio, pese a que va a hacer un tratamiento lógico de los
universales, por qué trama esas cuestiones que dice que no va a tratar. Justamente por el hecho
de no dejar inquieto al lector, ese es el motivo. El lector, al no explicitar esta trama de los
universales, puede pensar que es algo oscuro, ese es el motivo de este parágrafo primero.
Después de unas líneas, dice Boecio:
“Hay, pues, cuestiones que Porfirio decide callar, cuestiones muy útiles y
peculiares y que tratadas ciertamente por sabios varones no han sido resueltas por
la mayoría.”
Esas cuestiones que no han sido resueltas por la mayoría, deberían ser tratadas en ese
parágrafo segundo. Aquel que comienza diciendo, que respecto de géneros y especies, si existen
o son solo pensamientos. Pero no hay nada de eso; esto es desconcertante, porque cambia el
modelo de los dilemas:
“La primera de las cuales es la siguiente: todo lo que el ánimo entiende o bien lo
capta con un concepto y se lo describe a sí mismo con un enunciado como algo que
está constituido en la naturaleza de las cosas”
En lugar de comenzar a resolver el texto y decir que género y especie, o bien subsisten o
bien son formaciones del pensamiento, hace lo que van a ver en el artículo de Bertelloni que
pusimos como lectura, hace una suerte de replanteo de corte gnoseológico, se va a ver qué es lo
33
que el ánimo entiende. La palabra que figura como animus podría interpretarse también como
mente y de hecho también como entendimiento. Animus es la parte racional del alma. O sea que
tenemos conceptos que se corresponden con algo real, que está en la naturaleza de las cosas y de
hecho esos conceptos podemos usarlos en un enunciado. Veo a Juan que está corriendo, me
hago un concepto de “Juan”, un concepto de “correr” y lo enuncio. Esa es la primera
posibilidad. O bien, nos dice, uno esperaría que se vaya al segundo de los términos que en el
primer dilema anuncia Porfirio, pero lo replantea de esta manera, de los conceptos que tenemos
en nuestra cabeza, o bien alguno se corresponde con algo real, o bien no se corresponden con
algo real. “Juan” u “hombre” aparentemente, se corresponderían con algo real, y “sirena” no se
correspondería con algo real. “Sirena” es un producto, como dice Boecio, de la “vana
representación”, como algo que no existe. Y el giro gnoseológico queda establecido por lo que
sigue:
“Por lo tanto, respecto del concepto de género y de los otros que sean de ese
modo…”
Es decir, género, especie, diferencia, propio y accidente, nos llama la atención Boecio,
son conceptos. Pues dice “respecto del concepto de género”. Ni cuando vimos el Proemio de la
Isagoge, ni en los seis capítulos que veremos en la que viene, Porfirio habla del “concepto de
género”, tampoco habla de “la cosa género”, Porfirio nunca dice nada, a no ser por el título del
capítulo séptimo de la Isagoge donde dice que son voces, que son términos. Pero es el único
lugar de los 27 capítulos donde Porfirio dice qué son género, especie, etcétera. Boecio, de
entrada interpreta como conceptos. Entonces, hablando respecto del concepto de género, dice:
“…se pregunta si entendemos las especies y los géneros como aquellas cosas que
existen y a partir de las cuales captamos un concepto verdadero…”
Esto es problemático por que se tiene experiencia de “Juan”, del “gato Garfield”, pero
no tiene experiencia de “hombre” ni de "animal". Por el hecho de que género y especie son
conceptos, entonces se pregunta: ¿se corresponden a algo real, se equipararían a lo que él dijo, a
esto de que se capta con algún concepto, algo que está en la naturaleza de las cosas? O bien,
dice:
“…nosotros mismos nos engañamos cuando aquellas cosas que no existen, nos las
formamos con un vano pensamiento del ánimo”.
Queda de hecho reducido el planteo de Porfirio que es, me parece, un planteo metafísico
a uno gnoseológico. Porfirio decía: “si géneros y especies subsisten o son meras formaciones
del pensamiento”. Por la trama que plantea y por mucho de lo que dijimos la clase pasada, por
la forma de argumentar los dilemas, por el hecho de que son términos antitéticos, que si se
34
recoge uno se rechaza el otro, habíamos visto que rechaza que sean formaciones del
pensamiento y se queda con que subsisten. Con lo cual la primera posición de Porfirio respecto
del primer dilema, es que género y especie existen extramentalmente, fuera de mi cabeza hay
géneros y especies, el problema es cómo son. Y entonces se plantea si son cuerpos o si son
incorpóreos, y si hay cuerpos es problemático, porque “hombre" o “animal” o "blanco" o “la
facultad de reír” o ·racional” deberían ser lo mismo que esta silla, que este escritorio. Con todo,
descarta eso y dice que son incorpóreos. Con lo cual, también se le plantea un problema, porque
por nuestra condición, por el hecho de que somos animus, pero metido dentro de un cuerpo,
nosotros no podemos tener esa experiencia puntual de lo incorpóreo, nosotros no podemos tener
experiencia de lo incorpóreo. Si hay un incorpóreo que existe extramentalmente, no lo podemos
captar, porque todo aquello que se nos da es cuerpo. Así que abre esto y se pregunta si están en
las cosas o más allá de las cosas, lo cual también es problemático, porque si están en las cosas
¿cómo sacar de las cosas a los incorpóreos? ¿cómo es que hay algo que es incorpóreo en un
cuerpo? Y si está más allá de las cosas también es problemático, porque trascienden las cosas y
no podemos tener experiencia de ninguna manera de algo que trasciende las cosas, a no ser a
través de las cosas, a la manera platónica. Y Boecio cuándo ejemplifica esto, se juega a decir
que quien dice que subsisten como incorpóreos en las cosas es Aristóteles y quien dice que
subsisten como incorpóreos más allá de las cosas es Platón.
Lo que dice Boecio comentando ese pasaje es otra cosa. Dice que los “conceptos”
género y especie o bien tienen un correlato real, o bien son producto de la imaginación. Este es
el giro que le da Boecio como comentador de este pasaje de Porfirio. Fíjense: género y especie o
bien son un producto real, o bien son fruto de mi imaginación.
Más allá de las cosas (?) Platón
En las cosas (?) Aristóteles
Formaciones del
pensamiento
Subsisten
Incorpóreos
Cuerpos
Géneros Y
Especies
Conceptos género y especie
Imaginación
Real
35
Estudiante: ¿Cómo se entiende que sea fruto de la imaginación?
Profesor: lo va a decir ahora. Me anticipo un poco al texto, dice que aquello que el
ánimo en su facultad imaginativa o representativa, construye algo que la naturaleza no tolera
que esté unido, por ejemplo, centauro. El criterio para delimitar qué es real, es decir, qué
concepto es real y qué concepto es propio de la imaginación, es si tiene correlato real o si no lo
tiene; si no tiene correlato real es producto de la imaginación.
Al comienzo de la página 3, en las 9 primeras líneas, sigue puntualmente lo que había
establecido Porfirio, es decir, si tienen un correlato real se pregunta, si son cuerpos o si son
incorpóreos. Si son incorpóreos se descarta que sean cuerpos, y luego, si es que definitivamente
son incorpóreos, se pregunta si están más allá o en las cosas. El parágrafo que sigue de alguna
manera parafrasea puntualmente el texto de Porfirio, pero es llamativo lo que a continuación
pone. Después de seguir la trama de problema, según lo había hecho Porfirio, lo que hace
Boecio es ejemplificar el último dilema. Dice:
“Ciertamente, hay dos clases de incorpóreos…”
Y uno ciertamente esperaría que diga incorpóreos en las cosas e incorpóreos más allá de
las cosas, pero dice
“…a saber, unos que podrían existir más allá de los cuerpos y separados de los
cuerpos perdurarían en su naturaleza incorporal, como dios, la mente, el alma.”
Este ejemplo que está dando de incorpóreos que están en los cuerpos, pero pueden estar
fuera de los cuerpos y perdurarían en su corporalidad, los incorpóreos más allá de los cuerpos,
sería lo que Porfirio dice: “son incorpóreos más allá de las cosas”. Después sigue:
“…otros que, aunque sean incorpóreos, sin embargo no podrían existir más allá de
los cuerpos, como la línea, la superficie, el número o las cualidades singulares”
Da el ejemplo de tres entidades matemáticas, y las da como “incorpóreos en las cosas”.
También habla de las cualidades particulares como “blanco”. “Blanco” no existe si no como
corpóreo en un cuerpo. Está dando el ejemplo de “incorpóreo en un cuerpo” que de hecho no
puede existir separado de un cuerpo. En realidad, lo que sigue es ambigüo si Boecio se refiere a
las entidades matemáticas y a las cualidades singulares o solo se refiere a las cualidades
singulares, dice:
“Las cuales aunque enunciamos que son incorpóreas porque no se
extienden en tres dimensiones, con todo a tal punto existen en los cuerpos
que no pueden ser desligadas o separadas de ellos, o si fueran separadas
de los cuerpos, de ningún modo permanecerían.”
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Hay incorpóreos en los cuerpos. Estos incorpóreos en los cuerpos que aparentemente
ilustra ese dilema de Porfirio de si subsisten incorpóreos en las cosas, no se extienden en tres
dimensiones. Claro, porque son incorpóreos y lo incorpóreo no tiene tres dimensiones,
solamente los cuerpos tienen tres dimensiones. Estos incorpóreos en los cuerpos no existen
separados de los cuerpos, es decir, no existe la línea, no existe el número, no existe “blanco”.
Ahora bien, recordemos lo que él está comentando. Si está comentando el status de los
universales los ejemplos son clave. El lector atento sabe que lo que se está dirimiendo son
género y especie, y respecto del tercer dilema con el que termina el planteo de Porfirio respecto
de géneros y especies, con qué equipararía el lector género y especie: con Dios, alma, mente o
con línea, superficie, número, blanco. O sea, género y especie ¿A qué se equipararía? Al alma, a
la mente o al número, a la línea…
Estudiante: (Comentario inaudible)
Profesor: El resultado de Boecio de todo lo que sigue es lo siguiente, después veremos
de dónde lo saca. Si hay un conocimiento cierto, a saber, el conocimiento de la matemática, que
de hecho es conocimiento cierto respecto a la realidad, pero los entes, son entes ideales que no
existen en realidad, y sin embargo se toman de la realidad, ¿por qué no en filosofía se podría
hacer lo mismo respecto de los universales? Así como yo extraigo “línea” de esta línea, aquella
línea, aquella otra línea, y sin embargo la línea es un producto de la mente, que coincide con la
realidad, pero que se corresponde con particulares, con cuerpos particulares, bueno así también
con género, especie, diferencia, etc. Puedo extraer, por ejemplo, “hombre”, que de alguna
manera se corresponde con individuos particulares. Esa es de alguna manera la idea de Boecio
al ejemplificar el tercer dilema.
Estudiante: ¿Cuándo dice que no hay experiencia respecto a lo incorpóreo, con
experiencia a qué se refiere?
Profesor: Con la experiencia sensible ¿Qué otro tipo de experiencia hay?
Estudiante: No sé, de la mente.
Profesor: Pero eso es inteligible, experiencia extrasubjetiva inteligible sería telepatía.
Estudiante: Pero como se refería a los platónicos…
Profesor: ¡Ah! Pero no en la condición de un alma en un cuerpo. Boecio algo dirá del
tema, en realidad no puede haber otra experiencia que no sea la del cuerpo.
Bueno, de hecho remata este parágrafo uno en el que hace una especie de conclusión,
diciendo:
“Aunque estas cuestiones sean algo arduo, siendo el propio Porfirio
renuente a resolverlas, con todo las asumiré para no dejar ansioso el
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ánimo del lector y no consumir tiempo y fatiga en cosas que están más
allá del trabajo emprendido.”
Y divide el comentario en lo siguiente. Dice:
“Primero expondré unas pocas cosas bajo la ambigüedad de la
cuestión…”
Esto significa que primero va a retirar las dudas que de hecho se le plantean respecto de
géneros y especies. Las dudas están planteadas en los parágrafos 2 y 3. Y sigue diciendo:
“… y después el mismo nudo de la duda intentaré desatar y desenvolver.”
Esta resolución de las dudas planteada según la numeración que hicimos está en los
parágrafos 4 a 8, y de hecho hay un solo parágrafo, el 9, que es el último, donde hace una suerte
de conclusión general.
Parágrafo 1: Introducción
Parágrafos 2 a 4: Dudas
Parágrafos 4 a 8: Resolución
Parágrafo 9: Conclusión
Más allá del sentido gnoseológico que pueda tener esto, cuando comienzan las dudas en
el parágrafo 2, es llamativo el hecho de que transcriba literalmente las palabras de Porfirio,
porque dice:
“Los géneros y las especies son y subsisten, o están formados solo por el
entendimiento y el pensamiento, pero los géneros y las especies no
pueden existir”.
Retoma el planteo de Porfirio. Esto es llamativo, me parece, porque parece que Boecio,
delante de Porfirio, retoma textualmente sus palabras, y al primer término del primer dilema, de
hecho le dice que no. Género y especie no pueden existir extramentalmente y da argumentos de
por qué género y especie no existen. Para que se entiendan los argumentos: decir que género y
especie no existen, quiere decir que todo aquello que queda clasificado bajo género, especie,
diferencia, accidente, por caso: “animal”, “animal racional”, “animal irracional”, “hombre”,
“bípedo”, “facultad de reír”, “blanco”, todo eso debería tener una existencia idéntica a “esta
silla”. El primero argumento es el siguiente:
“Todo lo que es común a un tiempo a muchos, no podrá ser uno…”
Este primer argumento rememora, no sé si lo vieron, una de las definiciones que da
Aristóteles del universal. Una de las definiciones que da Aristóteles del universal es: “aquello
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que siendo uno es común a muchos”. Y el primer argumento con el cual Boecio pretende
demostrar que los universales no tienen existencia extrametal es el siguiente. Si de hecho los
universales tienen que ser uno, no pueden ser comunes a muchos. Pues, continúa:
“…pues, lo que es común es propio de muchos”.
“Animal” es común a todos los animales, “animal” es todos y cada uno de los animales.
Pensemos siempre que está pensando en la existencia de “animal”, está hablando del estatus
ontológico que puedan tener los universales. Si de hecho, aristotélicamente parto de un género y
pretendo hacer una división para llegar a especies, a género le aplico un par de diferencias
específicas. La diferencia específica siempre es un par de contrarios, porque rige el “principio
de no contradicción”, una cosa o es P o es no P, o sea, es animal o es racional, o es no racional.
Ahora bien, al aplicar diferencia específica al género, no obtengo dos especies. “Animal
racional” me da “hombre”, “animal no racional” me da “burro”.
(Interrupción)
De “animal”, aplicada la diferencia específica racional obtengo dos especies, “hombre”
por una parte, y “burro” por otra parte.
Esta división que hago, por la cual llego a una definición, porque específicamente
especie es definición, tiene un carril inverso que es el de la predicación. Yo puedo decir que el
“hombre” es “animal” o que el “hombre” es “racional”. Con esta lógica también la especie es
definición, y es definición de hecho de individuos: “Sócrates”, “Platón”, “Garfield”, “Mr. Ed”,
son nombres que definen individuos, podría haber puesto en su lugar “este”, “aquel”, o “aquel
otro”. Con esta misma lógica que habíamos dicho, los individuos son sujeto de especie, o sea,
cuando yo digo “Sócrates es hombre”, también puedo decir “Sócrates es animal”. “Sócrates es
animal” no es definición de “Sócrates”, por el hecho de que hay otros animales que no son
Género
Diferencia específica
Diferencia específica
Especie Especie
Ind Ind Ind Ind Ind Ind
Animal
Racional No racional
Hombre Bruto
Sócrates Platón Mr. Ed Garfield
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“Sócrates”, por ejemplo “Garfield”. O sea que la definición de hecho recae sobre especie, no en
género.
Ahora bien ¿Por qué puedo hacer eso? Porque en especie está todo el género
especificado, y en el individuo está toda la especie individualizada. Por tanto, si género y
especie están en “Sócrates”, también están en “Platón”. Si género y especie están “aquí”,
también están "allí”, también “en este otro”, también “en aquel otro”. Por tanto, el pensamiento
de Boecio es el siguiente, si género y especie existen en la realidad hay tantos géneros y
especies como individuos haya, ¿por qué? porque “Platón” tiene todo hombre y todo animal,
“Sócrates” tiene todo hombre y todo animal. Por tanto, si el género es común a muchos, no
puede ser uno, y lo que caracteriza a los universales es que siempre son uno. No hay dos
especies iguales, no hay dos géneros iguales, el universal siempre es un singular. “Hombre” es
de hecho universal, pero “hombres” no es un universal, ya son individuos. Bueno, por eso dice:
“Todo lo que es común a un tiempo a muchos, no podrá ser uno; pues, lo
que es común es propio de muchos. Sobre todo cuando una y la misma
cosa está toda a un tiempo en muchos”.
Los universales están todos y a un tiempo en muchos. En rigor, el término técnico sería,
la especie está en todos los individuos que son subsumidos por esa especie. Aristóteles da la
explicación lógica de esto, Boecio está demostrando cómo el primero término del dilema de
Porfirio no puede plantearse así de lleno, porque si el universal existe, el universal coincide con
ese individuo. Por lo tanto, hay tantos universales como individuos. De ahí que el primer
razonamiento es, si el universal es común, no es uno. Luego lo ejemplifica. Si entendimos la
explicación, podemos leerla:
“En efecto, cuantas quiera son las especies, en todas el género es uno, no
porque cada una de las especies se separe de él como si fuera una parte
suya, sino porque cada una tiene a un tiempo todo el género”.
Claro, si habíamos dicho que Boecio no da la explicación lógica. La explicación lógica
que sí vamos a leer en Porfirio es la siguiente: todo el género está dentro de la especie, pero
especificado, sino no podría decir “el hombre es animal”. Y de hecho “animal” también está en
la especia “bruto”, pero especificado, sino no podría decir el “bruto” es animal, en tanto el
género siempre está completo por el hecho de que la diferencia específica, justamente
especifica, no divide. Porque si dividiera tendría que decir “hombre es una parte de animal”, lo
que cual es un absurdo. Y por extensión, bajando individuos, debería decir “Sócrates es una
parte de hombre”, lo cual también es absurdo. Dice Boecio:
“Por lo cual resulta que todo el género, puesto en los muchos singulares a
un tiempo, no puede ser uno…”.
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Bajó del género a la especie, y bajó de especie a los individuos. Esa pretendió ser la
explicación que dimos. Continúo:
“…ni puede suceder que, como está todo en muchos a un tiempo, sea en
sí mismo uno numéricamente”.
O sea, lo que define esto de los individuos es que son uno numéricamente, contables
diríamos.
“Porque de ser así, no podrá ser un único género, de donde resulta que no
sería nada en absoluto. En efecto, todo lo que es, es, precisamente, porque
es uno”.
Y el universal siendo común, de hecho, tampoco es uno, o es uno para cada uno de los
individuos, por lo tanto de muchos. De ahí me parece que sigue otro razonamiento que nos hará
recordar aquella crítica que le hace Aristóteles a Platón respecto del tercer hombre, dice:
“Porque si hay un género o una especie, múltiple y no uno
numéricamente, no habrá un último género…”
El argumento que antes consistía en que si es común el universal no puede ser uno,
ahora es el siguiente: si es múltiple no puede tampoco llegar a ser uno. Yo creo que es
conclusión de lo anterior, porque si los diferentes individuos tienen su género, por la definición
propia de género, por el hecho de que género está todo en cada uno de los individuos de los
cuales se predica. Si esto es así deberíamos buscar un género común a estos géneros, pero como
esto que está en los individuos tiene que estar en todo, encontraríamos que hay otro género de
ese género, y así al infinito. Ese es el razonamiento de Boecio, leo:
“Porque si hay un género o una especie, múltiple y no uno
numéricamente, no habrá un último género, sino que tendrá por encima
otro género que incluya aquella multiplicidad en el vocablo de su solo
nombre En efecto, como los múltiples animales, aunque tengan algo
similar, sin embargo no son lo mismo, por ello requieren de géneros
propios, del mismo modo, ya que el género que está en muchos y por ello
es múltiple, guarda una similitud respecto de ellos, porque es género, no
es sin embargo uno, porque está en muchos. Incluso de ese género debe
buscarse otro, y aunque fuera hallado, por la misma razón que antes se
dijo, se buscará un tercer género. Así es necesario que la razón proceda al
infinito, en tanto no encuentre ningún término a su tarea”.
Los tres argumentos son los siguientes: género y especie no subsisten, según dice
Boecio, según el primero término de dilema, porque si son comunes, no pueden ser uno; luego
el segundo argumento es que si son múltiples, no pueden ser reducidos a uno. El tercer
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argumento creo que es este: y si hay algún cierto género uno numéricamente, no puede ser
común. Si hay un cierto género uno numéricamente, no podrá ser común a muchos. El tercer
argumento es: si el género es uno, no puede ser común. Dice:
“Y si hay un cierto género uno numéricamente, no podrá ser común a
muchos.”
Y se va por el lado lingüístico, y comienza a explicar en qué sentido se entiende
“común”. Dice lo siguiente:
“En efecto, una cosa si es común, o bien lo es respecto de sus partes, y ya
no es toda común, sino que sus partes son propias de cada uno...”
De este primer caso de “común”, como simultáneo a las partes, no da ejemplos como sí
los da en los otros casos, pero en el comentario que hace a las Categorías de Aristóteles, Boecio
pone el caso de un condominio. Un condominio es común, pero no es propio de uno, sino que
ese uno está dividido en partes, es decir, el común se da simultáneamente, pero se da por partes,
y el género o los universales respecto de los individuos, están simultáneamente en partes. Y
sigue:
“o bien el que sea común viene dado por el uso de sus poseedores a través
del tiempo, como es común un esclavo o un caballo”
Sería el ejemplo inverso al anterior, porque uno posee todo un esclavo a la vez, pero no
siempre, porque antes perteneció a otro. Si la primera era simultáneamente, pero por partes y no
todo, ahora es todo pero no simultáneamente. ¿Se entiende?
Estudiantes: no.
Profesor: los dos primeros argumentos eran, como vimos, que géneros y especies
respecto de los individuos, si existen en la realidad, si son uno no pueden ser comunes, y la
definición de género y especie es ser uno y común, y todo y simultáneamente, en los individuos.
Con lo cual, si es uno no es común y si es múltiple, no puede hallarse en un único género, sino
que coincide con los individuos. El tercero, que es este que estamos viendo, dice que “común”
se entiende en tres sentidos, y se va por el lado lingüístico. Si común se entiende en tres
sentidos, ninguno de los tres hacen que “común” sea uno, como los géneros y especies respecto
de los individuos. ¿Por qué? Porque común puede ser algo que se da simultáneamente pero no
todo, como por ejemplo un condominio, que es simultáneo a todos los dueños, pero de hecho
está dividido en partes, cada uno de los dueños no posee todo, con lo cual, esa no es la relación
de géneros y especies respecto de los individuos. Luego, común puede darse todo pero no
simultáneamente, como por ejemplo un caballo, que yo lo poseo todo, pero que no lo poseo en
tanto que antes tuvo un dueño y probablemente yo lo venda, esa es aparentemente la idea de
Boecio. Y la última, es que se de todo y simultáneamente. Dice que común puede entenderse
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todo y simultáneamente, como por ejemplo un espectáculo teatral, que se da todo y
simultáneamente a todos los espectadores. Pero, género y especie respecto de los individuos
tienen que darse todo, simultáneamente y constituir una sustancia, y el espectáculo teatral
aunque se dé todo simultáneamente no es una sustancia.
Entonces, la conclusión es:
“El género, por cierto, no puede ser común a las especies según ningún
modo de éstos”
Es decir, según las tres acepciones de “común”, el género no es común a las especies, y
por extensión, las especies no son comunes a los individuos, en ninguna de estas tres
acepciones.
“pues, a tal punto debe ser común que no solo esté todo en cada una y al
mismo tiempo, sino también pueda y deba constituir una sustancia con
aquellas cosas respecto de las cuales es común. Por lo tanto, si no es uno,
porque es común, ni muchos, porque debe buscarse otro género de esa
multitud, parecerá que el género no existe en absoluto, y lo mismo debe
entenderse de los demás predicables.”
Si género y especie es aquello que siendo uno es común a muchos, no hay nada en la
realidad, dice Boecio, que reúna estas características, a saber: aquello que siendo uno es común
a muchos no existe en la realidad, por lo tanto, géneros y especie no existen en la realidad.
Ahora bien, se va al segundo término del dilema de Porfirio. En el parágrafo 3 dice:
“Pero si solo los géneros, las especies y los demás predicables son
captados con conceptos, puesto que todo concepto resulta de un objeto,
Géneros y especies
Uno – no común
Múltiple – no uno común
Común – no uno
Todo y simultáneamente – No sustancia
Todo no simultáneamente
Simultáneamente no todo
43
sea que ese objeto exista sea que no -de hecho, no puede resultar un
concepto sin objeto-, si el concepto de género, especies y los demás
predicables proviene del objeto, tal como la cosa que es entendida existe,
entonces no sólo están colocados en el entendimiento sino también se
hallan en la verdad de las cosas.”
Resumiendo esto que dice Boecio. Pasemos al segundo término del primer dilema de
Porfirio, que los universales son formaciones del pensamiento. Toda formación del
pensamiento, o bien se corresponde con un objeto real, o bien no se corresponde con un objeto
real, como antes había establecido. Si se corresponde con un objeto real, tenemos un problema,
porque demostramos que no hay ningún objeto real de género y especie en la realidad. Y por eso
dice:
“Y de nuevo debe preguntarse cuál es su naturaleza, cosa que la cuestión
anterior investigaba.”
Así que pues, caemos en el segundo tipo, el concepto. Géneros y especies son conceptos
que no se corresponden con nada real, porque no hay nada real que responda a las notas de
género y especie, a saber: ser uno y común.
“Y si el concepto de género y de los demás predicables es tomado de la
cosa no como está sujeta al entendimiento, es necesario que sea un
concepto vacío el que es tomado de la cosa, mas no como ésa es. Pues es
falso lo que es entendido de manera diferente de como la cosa es.”
La conclusión, entonces, es absolutamente negativa, géneros y especie son conceptos,
pero no se corresponden con nada real, decir “hombre” sería lo mismo que decir “sirena”. Dice:
“Así entonces, ya que género y especies no existen, ni cuando son
entendidos, su concepto es verdadero, toda preocupación por la cuestión
sobre los predicables...”
“Predicables” es uno de los términos con los cuales en la tradición latina se nombra a
los universales.
“...debe deponerse porque no se indaga ni sobre la cosa que existe ni sobre
la cosa de la cual puede entenderse o proferirse algo verdadero.”
Con lo cual en este parágrafo 3 terminan las dudas y terminan en sentido negativo, y
terminan por otra parte, de hecho, respondiendo al primer dilema de Porfirio, con lo cual, los
restantes dilemas que dependen del primero, ya no tienen sentido. ¿Si géneros y especies
subsisten? Boecio dice que no, porque no hay nada que sea uno y común. ¿Géneros y especies
son producidos en el pensamiento? Bueno, si se corresponden con un objeto real, tenemos un
44
problema, porque en la realidad no hay nada que sea uno y común, por lo tanto no se
corresponden con nada real. Por eso termina diciendo que la cuestión debe deponerse, porque
no tiene solución.
En el parágrafo 4 comienza con su resolución. Que me parece podría partir de lo
siguiente: géneros y especies si coinciden con un objeto son verdaderos. El tema es que de
acuerdo a como cerró el parágrafo 3, géneros y especie no son este primer tipo de conceptos,
porque no coinciden con ningún objeto, es decir, que se entendería un concepto particular, por
ejemplo la imagen “calle púan” es verdadera porque coincide con la calle púan. Y además hay
conceptos que no coinciden con objetos y en rigor sí, ya lo sabemos, son géneros y especies.
Y agrega algo más, dice:
“Esta es, hasta ahora, la cuestión sobre los predicables que nosotros, de
acuerdo con Alejandro, resolveremos con el siguiente razonamiento.”
Alejandro es Alejandro de Afrodisia, el comentador antiguo más importante de
Aristóteles. Boecio, sigue algunos textos, especialmente el comentario que hace Alejandro al De
anima de Aristóteles, y toma de Alejandro de Afrodisia, dos cosas. Primero el procedimiento
abstractivo con el cual la mente o el ánimo obtiene incorpóreos de las cosas, eso lo saca de
Alejandro, la terminología latina que maneja Boecio traduce el comentario de Alejandro. Y por
otra parte, también toma de Alejandro, la equiparación entre los entes matemáticos y los
universales. Esas son las dos cosas que saca de Alejandro de Afrodisia. Dice:
“En efecto, afirmamos que no es necesario que todo concepto que surja
ciertamente del objeto, no siendo como el objeto mismo es, se presente
falso y vacío.”
Hay un concepto que coincide con un objeto y es verdadero. Y anticipo un poco,
Concepto
Coincide con un objeto
No coincide con un objeto
Géneros y especies
Centauro
Verdadero
Falso
Distinción y abstracción
Imaginación
Composición
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géneros y especies no van a coincidir con su objeto, y van a ser conceptos verdaderos, y hay
otros conceptos que no coinciden con un objeto exterior y son falsos, por ejemplo “centauro”.
Dice que no todo concepto que no coincida con el objeto se presenta falso y vacio, y sigue:
“Pues en ésos solo hay una falsa opinión que resulta por composición y no
más bien conocimiento.”
Es decir, el concepto de “centauro” se obtiene por composición y no por entendimiento
o razón.
“En efecto, si alguien compusiera y uniera con el entendimiento aquello
que la naturaleza no tolera que esté unido...”
Y ahí está el criterio que preguntaban de contraste, respecto del cual se puede decir que
es un concepto falso o un concepto verdadero. Un concepto será falso si la naturaleza no tolera
que esté unido.
“...nadie ignora que ello es falso, como si alguien uniera con la
representación un caballo y un hombre y se figurase un centauro.”
La representación ahí también podría ser traducida como imaginación. Lo propio de la
imaginación o de la representación es la composición. Lo propio de la imaginación es construir
conceptos que no coinciden con un objeto, por lo tanto compone, une. Parágrafo 5:
“Pero si ello resulta por distinción y abstracción...”
Uno diría que el ánimo o la mente puede distinguir, y esto es, y después va a decir algo
al respecto, distinguir algo incorpóreo que está en el cuerpo, y de hecho abstraerlo, después
tiene que explicarnos cómo lo distingue y cómo lo abstrae, pero el entendimiento tiene una
cierta capacidad, independientemente de la composición, con la cual distingue y abstrae, y crea
conceptos que no coinciden con un objeto y sin embargo son conceptos verdaderos.
“Pero si ello resulta por distinción y abstracción, ciertamente la cosa no
existe como es conocida, sin embargo su concepto no es falso en absoluto.
Pues hay muchas cosas que tienen su ser en otras cosas y de ellas o bien
no pueden ser separadas o bien si lo fueran, no podrían existir.”
Este párrafo, para los lectores de la época que tenían buena memoria, es el mismo que
dijo cuando ejemplificó los dos tipos de incorpóreos. Los entes matemáticos y las cualidades
singulares, respecto de ellos había dicho exactamente esto, tienen su ser en otro y fuera de esos
cuerpos no pueden existir. Y lo que sigue va a ser el ejemplo sobre el que insistirá:
“Y para que ello nos sea manifiesto vaya un ejemplo recurrente: la línea
es ciertamente algo en el cuerpo y eso que es se lo debe al cuerpo, esto es,
su ser se conserva por el cuerpo. Esto nos enseña lo siguiente: si fuera
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separada del cuerpo, no existe, pues ¿quién con algún sentido alguna vez
captó una línea separada del cuerpo?”
Hay determinados incorpóreos en los cuerpo, que el entendimiento al tener la
percepción de esos cuerpos distingue, y por su capacidad abstractiva, los puede volver
conceptos, pero esos incorpóreos que el ánimo encuentra y abstrae de los cuerpos, no existen
separados de los cuerpos. La idea de Boecio es la siguiente, y nos anticipamos porque de
géneros y especie va a hablar de la misma manera. El ejemplo al cual recurre es un ente
matemático, pero si la definición es la misma, podría haber puesto la superficie o el número,
pero pone la línea, con lo cual, en los cuerpos sólo hay líneas particulares.
Estudiante: ¿pero aquí no está comparando cuerpos imaginarios con reales?
Profesor: la idea de Boecio es la siguiente, yo abstraigo de los cuerpos determinados
conceptos que fuera de los cuerpos no existen, y si de hecho yo los puedo abstraer, es porque
todo concepto es de alguna manera un incorpóreo, y tiene que tener una suerte de correlato real.
Ese correlato real lo llama incorpóreo, y después va a decir que está en un cuerpo, ahora lo
llama incorpóreo en la cosa.
Estudiante: ¿pero lo corpóreo no existe?
Profesor: sí, corpóreo es todo lo exterior.
Estudiante: ¿no es concepto?
Profesor: Lo corpóreo es una imagen particular. Yo tengo imagen de esta línea, de
aquella otra línea, y de aquella otra, pero cuando pienso línea, ¿qué línea pienso? El concepto
línea que no es ninguna de las imágenes particulares que se corresponden con líneas reales. Esta
es la idea de Boecio. Volviendo a otro ejemplo que dio antes, hay una superficie en un cuerpo
con determinados colores, textura, etc., hay otra superficie, etc., ahora bien, puedo tener
imágenes de esas superficies particulares, pero cuando digo “superficie” ¿en cuál pienso? En
todas y en ninguna, entonces, Boecio va a decir que es un concepto abstracto que obtengo de
cuerpos exteriores, que de alguna manera soportan, contienen a esos incorpóreos. Es decir, que
las entidades matemáticas no tiene existencia extramental, solamente tienen existencia particular
en los cuerpos, y son producto de una abstracción.
Estudiante: (Comentario inaudible)
Profesor: no tengo experiencia de los incorpóreos más allá de las cosas, por más de que
diga algo en seguida al respecto. Volviendo al caso, yo quise decir lo siguiente. Cuando
reformulaba los dilemas de Porfirio, Boecio llega al tercer dilema y ejemplifica con incorpóreos.
Cuando Porfirio dice que hay incorpóreos más allá de las cosa, Boecio dice, como Dios, la
mente, el alma. Cuando Porfirio dice que hay incorpóreos en las cosas, Boecio dice, como la
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línea, la superficie, el número y las cualidades singulares.
Ahora bien, la manera según la cual yo puedo obtener universales de la realidad pese a
que los universales no existen en la realidad, es abstrayendo esos incorpóreos que están en las
cosas, y que más allá de las cosas no existen. Solo tienen existencia más allá de la cosa, como
un concepto, en mi cabeza. Con lo cual tiene que precisar aun, cómo están en las cosas y cómo
se obtienen, solamente dijo que por medio de una distinción y abstracción. El caso del centauro
venía a cuento porque centauro, línea y universales, coinciden en algo, en que no existen en la
realidad, pero a su vez se diferencian, porque centauro es falso, porque no lo puedo contrastar
con algo extra mental, y sin embargo, línea y hombre sí los puedo contrastar con algo
extramental, y por lo tanto, las entidades matemáticas y los universales comparten con imágenes
sensibles, en tanto y en cuanto, son contrastables extramentalmente, y son conceptos
verdaderos.
Estudiante: (Comentario inaudible, relacionado con la posibilidad de contrastar
“centauro”)
Profesor: pero también podría dibujar un centauro y decir que existe en la realidad, o
leer mitología griega. Lo que está diciendo Boecio es que centauro es falso porque no es tal
como yo lo represento, no se me da como se da “silla”, y “hombre” cuando me lo represento,
¿se da como se da silla? No, y sin embargo, centauro y hombre se separan, más allá de que
coincidan, porque centauro no existe, y respecto de hombre, ya veremos cómo lo fundamenta,
encuentro a Juan, a Pedro, que tienen algo en común. Y eso común, que luego va a decir que es
una semejanza, yo lo abstraigo y lo hago concepto. Eso simplemente dice Boecio.
Estudiante: (Comentario inaudible)
Profesor: no sé si van a ver ese tema, pero de hecho hay autores medievales que han
equiparado centauro a hombre, por ejemplo, para Juan de Salisbury, del Siglo XII, los
universales son ficciones. Pero aquí lo que interesa marcar es que Boecio de alguna manera es
neoplatónico y realista, y tiene que encontrar una suerte de cable a tierra respecto del
conocimiento de los universales. ¿Por qué motivo? Porque es neoplatónico e interpreta, como
dije la clase pasada, que la obra de Aristóteles es propedéutic para Platón, y va a decir, como lo
vamos a ver en Porfirio, que la ciencia es conocimiento de lo universal y es conocimiento
verdadero. Si la ciencia y el conocimiento de lo universal es el conocimiento verdadero, porque
de hecho lo único que se transmiten son universales, si digo que no hay un correlato real de los
universales, se me caen las ciencias, ¿qué diferencia habría entre la ciencia ficción y la ciencia?
Ninguna, si no hay un correlato real, si no puedo contrastar el objeto de ciencia con la realidad,
la ciencia es ciencia ficción. No lo plantean así, pero de alguna manera se acercan a esto. Esa es
la búsqueda de una suerte de correlato real que tienen que tener los universales. El tema es que
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ese correlato real no puede ser universal. Está bien lo que hace Boecio porque trata de salvar y
hasta contempla una posibilidad que Porfirio en el cuadro no había dado, a saber, la
gnoseológica. Trata de explicar de qué manera subsisten, y ya vamos a ver de qué manera le
responde, porque después, en la conclusión, va a responder a los dilemas de Porfirio.
Sea como fuere, los entes matemáticos no tienen una existencia real, ¿quién vio alguna
vez una línea separada de un cuerpo? Se pregunta ahí Boecio. Y en el parágrafo 6 insiste con
esta suerte de gnoseología, con la pretende salvar una suerte de existencia de los universales
como incorpóreos en las cosas.
“El ánimo cuando capta en sí a partir de los sentidos esas cosas confusas y
mezcladas en otras...”
Esas cosas confusas y mezcladas en otras, serían los incorpóreos en las cosas, en los
cuerpos, a saber: los entes matemáticos, hasta ahora, porque solamente dio el ejemplo de línea.
“...las distingue gracias a su propia capacidad y pensamiento. En efecto, a
todas esas cosas incorpóreas que tienen su ser en los cuerpos el sentido
nos las otorga con los mismos cuerpos...
De lo único que tenemos percepción es de los cuerpos.
“...mas el ánimo [la mente] que tiene el poder de componer las cosas
desunidas y desatar las compuestas que son otorgadas a los sentidos en
forma confusa y conjunta con los cuerpos a tal punto las distingue...”
Esa es la distinción de la que habló antes, componer es el poder de atar y desatar, que
tiene el ánimo, o en última instancia, si se quiere, de abstraer algo de los cuerpos que nos da la
percepción de los mismos.
“...que puede especular y ver su naturaleza incorpórea por sí y sin los
cuerpos en los que está concreta.”
Lo que puede hacer el ánimo es ver en sí, es decir, en sí mismo, representárselo como
un concepto, el objeto línea, pero solamente en mi cabeza y no existe fuera en la realidad, y sin
embargo, lo abstraigo de cosas corporales, que son las líneas particulares. No nos explicó cómo
y por qué, pero lo va a hacer ahora.
“De hecho, son diversas las propiedades de las cosas incorpóreas
mezcladas con los cuerpos, aunque se separen del cuerpo.”
Esas diversas propiedades de las cosas incorpóreas están en los cuerpo ya las sabemos,
los entes matemáticos, y también los universal.
“Por lo tanto, los géneros, las especies y los restantes o bien se encuentran
en las cosas incorpóreas o bien en esas que son corpóreas.”
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Este párrafo explica algunas cosas que preguntaban antes.
“Si el ánimo los encuentra en las cosas incorpóreas, inmediatamente
obtiene el concepto incorpóreo del género; si, en cambio, observa los
géneros y las especies de las cosas corporales, quita, como es su
costumbre, de los cuerpos la naturaleza de las cosas incorpóreas y
contempla la forma sola y pura, como es en sí misma.”
Acá hay un problema, me parece. La segunda parte se entiende. Dice Boecio “como es
su costumbre”, es decir, lo propio del ánimo o del hombre es: dado un cuerpo, abstrae el
universal que ese cuerpo conlleva. Hasta ahí es claro, pero lo que no se explica es lo que dijo
antes. ¿Cómo es que el ánimo puede encontrar cosas incorpóreas? Si lo semejante conoce lo
semejante, el ánimo a través de un cuerpo conoce cuerpos, y como el ánimo es incorpóreo
abstrae lo incorpóreo de ese cuerpo que conoce. Pero si el ánimo estuviese separado del cuerpo,
no necesitaría hacer abstracción, porque siendo el ánimo incorpóreo tendría inmediatamente el
conocimiento de lo incorpóreo. Esto va a ser un tema de la Escolástica del Siglo XIII, los
ángeles que son incorpóreos, el entendimiento angélico, cuando ve a Juan no ve a Juan, ve a
hombre, e inmediatamente, sin hacer abstracción. Hacemos abstracción porque de hecho somos
un ánimo dentro de un cuerpo.
Estudiante: como una interferencia.
Profesor: claro, lo es, pero esa interferencia se salva, por la distinción y la abstracción.
Por eso dice “como es su costumbre”, que es significativo porque lo que está diciendo es que lo
propio del hombre es abstraer, porque es un ánimo dentro de un cuerpo, y lo propio del ánimo es
conocer aquello que es semejante a él, a saber: lo incorpóreo. Por “ánimo” se entiende la parte
racional, no es “alma” que sería el principio vital. Aquel que no tiene ánimo no abstrae. Hasta le
podría haber dado una vuelta más, los animales no tienen ánimo, por lo tanto, solamente,
conciben imágenes sensibles.
Pero insisto, lo raro ahí es que diga, que si el ánimo no estuviera dentro de un cuerpo
conocería de manera inmediata lo incorpóreo. Hacemos distinción y abstracción porque somos
un ánimo en un cuerpo. Podría explicarse de esa manera ese pasaje.
“Así cuando el ánimo recibe las cosas incorporales mezcladas en los
cuerpos, distinguiéndolas, las contempla y considera. Nadie, por lo tanto,
diga que pensamos falsamente la línea, ya que de tal manera la captamos
con la mente como si existiera más allá de los cuerpos, aunque más allá de
los cuerpos no puede existir.”
Y lo mismo valdría para la superficie, para el número, para cualidades singulares, y
también para los universales. O sea, dado Sócrates nosotros concebimos “hombre”, y “hombre”
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no existe más allá de Sócrates. El universal tiene una suerte de naturaleza anfibia, es incorpóreo
particular en las cosas y es incorpóreo universal en la mente.
Y ahora retoma o concluye lo que dejó abierto acerca de esta tripartición de conceptos:
conceptos (imágenes particulares) que coinciden con un objeto y son verdaderos, conceptos que
no coinciden con un objeto y son verdaderos y concepto que no coinciden con un objeto y son
falsos. De hecho, uno podría anticiparse con algo que veremos con Porfirio. Si hay un objeto
que coincide con un objeto, se trata de una imagen particular, la imagen que yo tengo de esta
silla coincide con esta silla, porque si ya digo solo “silla”, “silla” es un universal, lo obtuve de
esta, de aquella y de aquella otra silla. Entonces, respecto de esta tripartición que había
establecido ahora vuelve:
“En efecto, no todo concepto que sea de manera diferente de como la cosa
es, es falso; sino -como se dijo antes- solo el que se obtiene en
composición, como cuando uniendo hombre con caballo se cree que el
centauro existe. En cambio, el que se obtiene en distinciones,
abstracciones y asunciones (dice distinguir, abstraer y tomar) de esas
cosas en las que existen, no solo no es falso, antes bien solo él puede
encontrar aquello que es en su propiedad verdadero. Existen, entonces,
tales cosas en las corporales y sensibles, mas se entienden más allá de las
sensibles [en mi cabeza], al punto de que su naturaleza puede ser
observada y su propiedad comprendida.”
Y la conclusión es: ¿qué es lo que se observa?, porque yo uno bajo “silla”, esta silla, esa
silla y esa otra silla, pero “silla” no existe. Y esto es lo que explica en 8:
“En efecto, cuando géneros y especies son pensados, entonces se reúne
una similitud de los individuos en los que los universales existen, como
por ejemplo a partir de los hombres individuales y disímiles entre sí, se
reúne una similitud de humanidad.”
Lo que hace el ánimo es encontrar cosas parecidas, y esa semejanza es la que se abstrae
y se piensa como concepto. Esa línea, esta línea y aquella línea, tienen un parecido, y esa
semejanza que está en las cosas, es lo que yo abstraigo, lo que distingo y lo pienso como
concepto. Esta es la idea de Boecio.
“Esta similitud, pensada en el ánimo y observada verazmente, se convierte
en especie. Y, a su vez, una similitud considerada entre las diversas
especies, similitud que no puede existir sino en las mismas especies o en
sus individuos, produce el género.”
Entonces, la relación que va de individuo a género, es una relación de abstracción de
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una semejanza. A partir de determinados individuos encuentro alguna semejanza o similitud
entre sí, la abstraigo y produzco la especie. En otros determinados individuos, encuentro que
tienen una semejanza entre sí, la abstraigo y la concibo como espacie. Luego, veo que estas dos
especies tiene una suerte de semejanza entre sí, y la abstraigo y produzco el género. Esta es la
explicación gnoseología que da Boecio al proceso abstractivo.
Estudiante: (Comentario inaudible)
Profesor: eso lo vamos a ver con Porfirio, va a haber un número múltiple, pero no
infinito. Va a haber un género último más arriba del cual no hay nada, va a haber una especie
más baja, debajo de la cual no hay nada, y va a haber géneros y especies subalternos en el
medio. Todo esto va a ser tema de la clase que viene a partir del texto que sigue, los capítulos
II, III, IV, V y VI de la Isagoge de Porfirio. Algo habíamos hablado la clase pasada al respecto.
Ya vamos ver cómo Porfirio arma todo esto. Aquí simplemente Boecio pretende resolver del
dilema con una suerte de gnoseología. En rigor, digo que va a terminar diciendo que sí, pero usa
una sola palabra aristotélica “forma”, equiparó especie o género como concepto a la palabra
forma. Toda la otra terminología que utiliza es de Alejandro de Afrodisia. Pero si cambiáramos
“similitud” o “semejanza” por “forma particular”, y cambiáramos “concepto” por “forma
universal”, es Aristóteles. También está “abstracción” que se dice apháiresis en griego, de la
forma particular a la forma universal.
Sigue:
“Éstos, pues, existen en los singulares, pero se entienden universales.”
Es decir, géneros y especies, y ya sabemos cómo existen en los singulares, mezclados
en los cuerpos, pero se entienden universales, y esto también lo sabemos, se entienden
universales como conceptos. Y ahora da la definición de género y especie, y esta definición es el
resumen de todo, o por lo menos, de todo el procedimiento gnoseológico.
“Y no otra cosa debe pensarse que es la especie sino un pensamiento
reunido de la similitud sustancial de individuos disímiles en número...”
¿Por qué es sustancial la similitud? Porque están en los individuos que son sustancia, y
la semejanza es sustancial, porque es particular de los individuos. Juan, Pedro y María tienen un
parecido, tienen una semejanza, y eso es lo que abstraigo y lo pienso como concepto o como
especie, que de alguna manera puedo subsumirlos y predicarlos de ellos. Y ¿por qué tienen que
ser disímiles en número? En la definición está, porque preciso dos parecidos para formar un
concepto. Si hay un individuo único, ese individuo único coincide con su género. Si de hecho,
lo que tiene como cable a tierra la formación de universales como conceptos, es una suerte de
semejanza que hay entre las cosas, para subsumir dos cosas o varias cosas bajo un concepto,
tiene que haber de mínima dos cosas parecidas, sino no hay concepto. Un individuo único
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coincide con su género. Eso después en latín medieval se va a llamar sui generis, que quiere
decir “de su propio género”, es decir, un individuo único es él mismo especie y género, si no
hay otro individuo parecido, no los puedo subsumir bajo un concepto que los reúna. Un sui
generis es un individuo que es a su vez género.
Estudiante: (Comentario inaudible, relacionado a cómo saber que un individuo es
semejante a otro)
Profesor: van a ver autores que se lo discuten, por ejemplo Guillermo de Ockham. ¿Por
qué no tematiza este concepto de semejanza, si en Aristóteles ya está, y es una de las maneras en
que obra la naturaleza? La de que lo semejante tiende a lo semejante, y Boecio no dice nada, lo
da por supuesto.
Sigue:
“Y no otra cosa debe pensarse que es la especie sino un pensamiento
reunido de la similitud sustancial de individuos disímiles en número y la
del género un pensamiento reunido de la similitud de especies.”
Acá la similitud no puede ser sustancial, porque especie no es sustancia, es concepto.
“Mas esta similitud cuando está en los individuos, es sensible; cuando está
en los universales, es conceptual.”
En la realidad hay semejanzas particulares, que abstraídas se me hacen conceptos
universales.
“E igualmente cuando es sensible, permanece en los individuos; cuando es
entendida, es universal. Subsisten, por lo tanto, en torno de las cosas
sensibles, mas se entienden más allá de los cuerpos. Y no hay
inconveniente en que dos cosas en un mismo objeto sean diversas por
razón, como la línea cóncava y la convexa, las cuales aunque se
determinen con diferentes definiciones y diverso sea su concepto, con
todo, siempre se encuentran en el mismo objeto; pues la misma línea
cóncava es la misma línea convexa.”
El análogo que quiere establecer es el siguiente, dado un objeto, yo puedo definirlo
particularmente y puedo definirlo universalmente, y el sustrato de esas dos definiciones es el
mismo. La línea cóncava es la misma línea convexa, pero la definición de la cóncava es
diferente que la de la convexa, y sin embargo, es el mismo objeto. Puedo decir que “Juan está
ahora estudiando” que es una definición particular y puedo decir “Juan es hombre” que es
definición por universal, y el objeto es el mismo. Esa me parece que es la analogía con la línea
cóncava y convexa. Y por eso dice:
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“Igualmente respecto de los géneros y las especies, esto es, hay un único
objeto para la individualidad y la universalidad. De un modo es universal,
cuando es pensado, y de otro, individual, cuando es percibido en esas
cosas en las que tiene su ser.”
Y concluye en este parágrafo 9, recurriendo puntualmente a los dilemas de Porfirio,
dice:
“Habiendo determinado esto, según creo, toda la cuestión está resuelta. En
efecto, los géneros y las especies subsisten de un modo y son entendidos
de otro…”
Porfirio decía, que géneros y especies subsisten, y Boecio le dice que sí, que subsisten
de un modo, a saber: como semejantes de las cosas. ¿Son entendidos de otro? Y sí, son
entendidos como conceptos abstraídos de esa semejanza.
“…son incorporales, pero unidos a las cosas sensibles subsisten en ellas.”
¿Son incorporales? Sí, mezcaldos en los cuerpos, pero más allá de las cosas son
incorporales porque son conceptos.
“Mas son entendidos como subsistiendo por sí mismos y no teniendo su
ser en otros.”
En tanto conceptos son o subsisten en nuestra cabeza por sí mismos, y parecen
independientes de las cosas, porque, entre otras cosas, no tienen correlato real. Ni hombre ni
línea existen en la realidad.
“Ahora bien, Platón piensa que los géneros y especies no solo se
entienden como universales sino también que existen y subsisten más allá
de los cuerpos. Aristóteles, por su parte, piensa que se entienden como
incorporales y universales, pero que subsisten en los cuerpos sensibles.
Dirimir cuál de las dos opiniones es la apropiada hace a una filosofía más
profunda. Al respecto hemos seguido con más aplicación la doctrina de
Aristóteles, no porque la aprobamos máximamente, sino porque este libro
fue escrito para las Categorías cuyo autor es Aristóteles.”
Porfirio había dejado abierto el tercer dilema y ahora Boecio, como comentador,
también lo deja abierto, pero lo justifica. Boecio interpreta que la cuestión difícil, la cuestión a
resolver, es conciliar o jugarse por uno de los términos del tercer dilema. Por otra parte, dice que
siguió a Aristóteles, con varios problemas, Aristóteles jamás diría que hay un ánimo afuera de
un cuerpo y que puede captar de manera inmediata lo incorpóreo. Pero más o menos aplacó el
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asunto, porque de hecho dice que no lo acepta máximamente. Boecio es neoplatónico y sostiene
la existencia de un mundo eidético, a la manera platónica, pero bueno, dice que sigue a
Aristóteles y la solución es aristotélica, por una parte, pero por otra parte no es
terminológicamente aristotélica, sino que sigue a su comentador Alejandro de Afrodisia.
¿Dudas o preguntas? Volveremos sobre este comentario, y veremos por qué lo hace,
cuando veamos la Isagoge de Porfirio.
Respecto de la Isagoge de Porfirio vamos a ver los capítulos del II-VI que están en la
antología, y traigan el texto, porque va a traer luz a todo este comentario de Boecio, y de alguna
manera es una gran temtización de lo establecido respecto del Proemio. Vamos a ver qué lectura
hace de las Categorías y por otra parte, y vamos a ver algo que de hecho en Aristóteles no está
cerrado, a saber: si uno busca todo lo dicho por Aristóteles respecto de los universales, está
dispersado en muchas de sus obras y no tiene un tratamiento sistemático, lo que hace Porfirio es
hacer un tratamiento sistemático, en base a Aristóteles, y de alguna manera, como dijimos la
clase pasada, como los receptores de los textos de Aristóteles son neoplatónicos, vamos a ver
dónde a Porfirio se le escapa el platonismo cuando interpreta textos aristotélicos.
La clase pasada estuvimos viendo el comentario que hace Boecio al segundo párrafo del
proemio de la Isagoge de Porfirio. En pocas palabras, el comentario trata de lo siguiente: hay
una primera parte en la cual parafrasea la trama de los universales que plantea Porfirio. En ese
parafraseo hay una suerte de giro gnoseológico.
Al respecto, en el programa tienen como bibliografía obligatoria dos artículos. En uno de ellos,
precisamente el de Bertelloni, que tiene por título Nota sobre la tipología onto-gnoseológica del
universal en el segundo comentario de Boecio a la Isagoge de Porfirio. Está tanto en SIM como
en el CEFYL. Incluso si me mandan un mail, yo se los envío. En ese artículo Bertelloni da
cuenta de un planteo ontológico de la trama de los universales, tal como la plantea Porfirio en el
proemio.
A partir de los dilemas, la opción de Porfirio es decir que los universales son
subsistentes, existen extramentalmente, el tipo de existencia que tienen extramentalmente es la
de ser incorpóreos. Y luego no cierra si están en las cosas o están más allá de las cosas.
A su vez Bertelloni se aboca al giro gnoseológico que plantea Boecio en el primer párrafo de su
comentario para hacer notar cómo es que hay incorpóreos. Y Boecio, vimos, como buen
comentador, no se juega respecto de si están en las cosas o más allá de las cosas. No concilia ni
la posición aristotélica ni la posición platónica, con las cuales Boecio ilustra el tercer dilema de
Porfirio. Eso en cuanto a la primera parte del comentario.
El comentario de Boecio, a su vez, tiene dos partes más. En la segunda parte -como
dijimos la vez pasada- se repite el esquema de Porfirio, pero al primer dilema se le responde que
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los universales no tiene existencia extramental; y anota sus argumentos. El universal es aquello
que siendo uno es común a muchos, y de ahí el primer argumento es que si es común a muchos,
entonces no puede ser uno. El segundo argumento es que si el universal es múltiple -uno para
cada individuo- entonces, cada uno de los individuos debe tener todo el universal, sino no, se
podría predicar el universal del individuo. Entonces, si es múltiple no puede reducirse a uno. Y
el tercer argumento es que si es común, entonces no puede ser uno.
La tercera parte es la que llamaríamos “resolutiva”. Boecio mismo dice que va a tratar
primero las dudas de las cuestión y luego la resolución de las cuestiones. Y en la tercera parte,
Boecio, habiendo negado que el universal, según el segundo término del tercer dilema, afirma
que tampoco es una formación del pensamiento verdadera, porque no se correspondería con
algo extramental. Pues, como se probó que no hay nada universal extramental, el universal es un
mero producto de la fantasía. Así, habiendo negado el segundo término del dilema de Porfirio,
en la parte resolutiva vuelve con las formaciones del pensamiento. Hay formaciones del
pensamiento que no coinciden con algo extramental y son falsas, y otras que de hecho tampoco
coinciden con algo extramental, pero son verdaderas.
Y toma como ejemplo a los entes matemáticos, en analogía a los universales. “Línea” se
compararía a “hombre” y ensaya una solución. Según ella, así como las matemáticas son
conocimiento verdadero y abstraen sus objetos de estudio de la realidad, y sin embargo los
objetos de estudio no existen más allá de mi cabeza -son meros conceptos o entes idelaes-, de la
misma manera, en filosofía y en ciencias uno podría obtener conocimientos universales
abstrayéndolos de la realidad, a pesar de que esos universales no existen extramentalmente, y
su conocimiento es verdadero.
Después hay una suerte de conclusión donde responde puntualmente a cada uno de los
términos de los tres dilemas de Porfirio. Y el último -como vimos- lo ilustra con Platón y
Aristóteles y no lo cierra. Esto es el resumen. No se si hay alguna pregunta.
Estudiante: (Inaudible)
Profesor: El segundo argumento es una especie de consecuencia del primero. Es: si es múltiple,
entonces no puede reducirse a uno. Y el tercero es si es común, entonces no es uno, no es una
sustancia.
Estudiante: (Inaudible)
Profesor: Como dice Porfirio en el primer dilema: los universales subsisten. Así, Boecio dice:
“pero entonces decir ´hombre´ es como decir ´esta silla´. Ahora bien, ´esta silla´ es una y no es
común. Pero el universal ´hombre´, contrariamente a ´esta silla´ tiene que ser común, tiene que
decirse de muchos; y eso es imposible con 'esta silla'.
Estudiante: ¿Utiliza los términos de sinonimia?
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No, es más sencillo lo que dice Boecio. Porfirio hablará de homonimia y sinonimia.
Repito cosas que dije la vez pasada. Boecio dice: “si existen en la realidad, tiene que ser igual a
cualquier individuo que está en la realidad. Sócrates es igual a hombre. Platón es igual a
hombre. Homero es igual a hombre. Ahora bien, si Sócrates es igual a hombre, ya no puedo
decir Platón es igual a hombre, porque hombre era igual a Sócrates”. Es simple argumento. Su
conclusión sería: nada existente es uno y común.
Bueno, igualmente lo que dice ahora Porfirio va a traer un poco luz a lo que hemos visto
de Boecio. Ya hablamos de la importancia que tiene la Isagoge para la tradición medieval.
Luego del Proemio tenemos los cinco primeros capítulos en los que Porfirio se dedica a cada
uno de los universales puntualmente. Luego, en los capítulos subsiguientes, los relaciona. En el
Proemio, que hace las veces de capítulo primero, trata de la necesidad del estudio de los
universales porque sirven para entender las Categorías de Aristóteles. Ahora vamos a ver cómo
lee las Categorías de Aristóteles Porfirio. Además, su estudio es para hacer divisiones, para
hacer definiciones y para hacer razonamientos. Ahora vamos a ver por qué es útil al respecto.
En el segundo capítulo, si lo leyeron, habrán visto que hay tres acepciones de género; y
que en rigor a Porfirio le interesa la tercera. Si uno busca en un diccionario la palabra genós en
griego o genus en latín encuentra que tiene esencialmente las dos primeras acepciones que aquí
le da Porfirio. Primero Porfirio hace una suerte de acercamiento lingüístico.
“Género”, en principio, quiere decir “familia” o “estirpe”, por un lado. Por otro lado,
“genero” también quiere decir “principio”, especialmente “principio a partir del cual se origina
esa familia”. O sea, que si uno pudiese dibujar las dos acepciones primeras, tendríamos:
Género como principio y género como familia. Esas son las dos primeras acepciones que trata
en el capítulo II sobre el género. En el parágrafo 5 trae la tercera acepción de género, diríamos
que es la acepción filosófica.
Dice:
“De otra manera, a su vez, género se dice a lo que se subordina la especie, diciéndose
así posiblemente conforme a la semejanza con los otros significados. Pues tal género es
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un cierto principio de lo que está bajo él y asimismo parece contener toda la multitud
que está bajo él”.
O sea, a “género” se llama así en analogía a esas dos acepciones porque “género” es un
principio que a la vez subsume todo lo que está bajo de sí. Si “género” es principio, entonces, y
si uno toma al pie de la letra lo que dijo en el Proemio, “género” es “principio lógico”.
Entonces, remarcando lo que va a ser útil para todo lo que siga - porque esto se va a ir
complicando, y mucho- digamos lo siguiente: género es principio lógico; el género subsume
todo lo que está debajo de él. En rigor, lo que está bajo el género, ya veremos por la lógica
según la cual Porfirio trama los universales, el género subsume, de mínima, un par de especies.
La diferencia específica que hace que el género se especifique en dos especies. No que se
divida, el género nunca se divide. Que el género se divida sería absurdo por el hecho de que,
p.e., “hombre”, no tiene la mitad de “animal”, “hombre” tiene todo “animal” especificado:
racionalizado. Y “bruto” tiene todo animal, también especificado, o sea, irracionalizado:
El ejemplo que vemos, recurrente, ya que lo toma Porfirio de Aristóteles, dice: “género es
animal, diferencia es racional-no racional, especie es hombre, especie es bruto -entendiendo por
bruto el animal irracional.
O sea, “género” es principio de la división, porque esto es una división. División es
dividir el género a partir de diferencias específicas y obtener las especies. Y de hecho, también
especie, según Aristóteles, es definición. Esto nos viene a cuento respecto de lo que había dicho
en el Proemio: el conocimiento de los universales es útil para divisiones y definiciones, por el
hecho de que toda división tiene como objeto hacer una definición. “Especie” es una definición,
aunque no cualquier especie, ya vamos a ver eso.
Ahora bien, siguiendo con la lógica, ¿de qué es definición esto? En principio de
“individuos”. Por ello, los individuos también tienen que tener todo el género, toda la diferencia
específica y toda la especie, pero individualizados. O sea, en “Sócrates” tiene que estar todo
“hombre”, en “Sócrates” tiene que estar todo “racional”, y en Sócrates tiene que estar todo
Género ania Diferencia
específica Diferencia específica
Especie Especie
Hombre Bruto
58
“animal”; pero individualizado. Si no fuera así, yo no podría predicar: “Sócrates es hombre”.
Sino diría: “Sócrates es una parte de hombre”, y eso es un absurdo. Así se entiende esta
definición de “género” que quiere traer Porfirio.
Bueno, habiendo leído el parágrafo 5, el parágrafo 6 agrega algo más.
Dice:
“Así pues, si bien género se dice en tres sentidos -como familia, como principio y en
sentido filosófico- la discusión entre los filósofos es sobre el tercero, describiendo al
cual lo han explicado diciendo que género es lo que se predica respecto de muchos y
diferentes, en relación con el qué es, como por ejemplo «animal»”.
Esto se va a explicitar aún más por el hecho siguiente: la especie es definición, ¿Y a qué
responde la definición? Cuando yo pregunto por especie, respondo por el género. Cuando yo
pregunto qué es hombre, digo “hombre es animal”. Así, “género” es aquello que responde el
qué es de algo que es diferente numéricamente.
Como se dice en el texto, en principio, uno podría decir que lo diferente numéricamente
es dos cosas, dos especies. Porque si a “género” yo le aplico un par de diferencias específicas
contrarias porque así se agota el universo posible, una cosa o es A o no es A. Dado un género,
yo obtengo de mínima a partir de él dos especies. Digo esto por el hecho de que cuando se
refiere a cosas que difieren numéricamente, lo que difiere numéricamente aquí es justamente la
especie.
Para que se entienda todavía más esto: ¿yo podría predicar en un individuo la diferencia
y el género? Sí, podría predicarlo. Preguntando por Sócrates puedo decir “Sócrates es racional”,
puedo decir “Sócrates es animal”. Pero no estoy dando la definición esencial, el qué es. Algunas
traducciones se van a una suerte de modernismo o filosofía post-Porfirio-Boecio y traducen el
'qué es' como “esencia”. Pero la palabra “esencia” no está, en este sentido, ni en Porfirio ni en
Boecio. La diferencia específica y el género yo puedo predicarlos de individuos, por esta
subsunción familiar de la que está hablando Porfirio, pero no por esto estoy dando la definición.
Puedo decir “Sócrates es racional” o “Sócrates es hombre”, pero hay otros individuos que son
animales y que no son Sócrates. Hay otros seres que son racionales y que no son Sócrates. La
especie solamente me da la definición esencial de individuos, no la diferencia ni el género.
Del parágrafo 7 hasta el final, en el parágrafo 10, lo que hace Porfirio es diferenciar el
género de los demás universales. Y dice lo siguiente: el género es algo que se predica de
muchos; de hecho sabemos que todo universal siempre se predica de muchos. Se diferencia de
los individuos, porque los individuos solamente se predican de uno. Digámoslo así: lo que se
predica de uno solo es el nombre propio con el cual yo bautizo a un individuo, así como cuando
digo “este es Sócrates”. Cuando allí dice que el universal, el género y los universales, se
59
predican de muchos y los individuos se predica de uno, debe entenderse que los términis
universales son los que se predican de muchos y los términos particulares de uno solo, porque
los indivuduales son nombres propios, y los universales son nombres comunes. Quitemos, con
respecto a los individuos, el problema de los tocayos. Dije que en el título del capítulo VII de la
Isagoge, Porfirio dice que los universales son phonaí, esto es, voces, términos.
La otra característica de género que da es que el género y la especie difieren de la
diferencia específica y de los accidentes porque las diferencias y los accidentes responden al
“cómo”, y el género y la especie al “qué”. Y después dice que “género” se diferencia del
“propio” en que el “propio” es una nota particular de la especie o una nota compartida entre
especies; en cambio en género corresponde siempre todo a cada una de las especies de las
cuales se predica.
Y Porfirio da ejemplos, cosa que había hecho también antes: “género” es por ejemplo
“animal”, “diferencia” es por ejemplo “racional”, “especie” es por ejemplo “hombre” o “bruto”,
propio es por ejemplo “facultad de reír”, la “facultad de reír” es una nota característica que
pertenece en particular a la especie “hombre”, y otro ejemplo de “propio” podría ser “bípedo”
que es una característica que pertenece a "hombre", pero también es compartido por otras
especies.
Si leen atentamente este párrafo que estamos resumiendo, no dice a qué responde el
“propio”. No dice que el “propio” responde al “cómo”, ni que el “propio” responde al “qué”. El
“propio” es un problema Si leen el artículo de Umberto Eco verán como Eco remarca ese
problema para estas cuestiones lógicas que estamos viendo.
Es un problema por la cuestión siguiente: porque el “propio” es algo que coincide
absolutamente con la especie, ése sería el propio más propio, por ejemplo “facultad de reír”.
Ahora bien, si yo pregunto por Sócrates y doy la definición esencial diciendo “Sócrates es
hombre”, y si “hombre” coincide absolutamente con facultad de reír, ¿Por qué cuando pregunto
por Sócrates no puedo decir “Sócrates es un ser que ríe”, si “ser que ríe” coincide absolutamente
con “hombre”? Esto no está resuelto ni en Aristóteles, ni en Porfirio, ni en Boecio. Eco hace
notar en su artículo cómo lo retoma Tomas de Aquino en el siglo XIII y trata de darle una
solución.
Esto es el resumen a brocha gorda de los parágrafos que van del 7 al 10. Interesa
también remarcar lo siguiente: en las características que da Porfirio de estos cinco universales,
en la forma en que los trata, lo hace siempre exclusivamente de manera lógica. Siempre van
definidos respecto de qué se predican cada uno. De hecho, también si los leen van a ver que
establece lo siguiente: así como género es predicado y el sujeto es especie, como cuando
pregunto “¿qué es hombre?” digo “hombre es animal”, así también especie es predicado de
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manera inmediata de individuo. Cuando pregunto por un determinado individuo, como en el
caso de “¿qué es Sócrates?” respondo por especie. Esta es la trama de las relaciones de
predicación que establece. Si es así, el accidente también se predica de individuos, el propio
también se predica de individuos, la diferencia específica también se predica de individuos. Pero
la única definición esencial, otra vez remarcamos, siempre es especie. Yo puedo decir “Sócrates
es blanco”, pero hay otros seres que no son Sócrates y que son blancos.
En el capítulo 3 trata de la especie. Arranca como había hecho con el género dando las
tres acepciones. Pero ahora especie se dice de dos maneras.
Dice:
“La especie se dice de la forma de cada cosa, de modo que se ha dicho: «en primer
lugar, aspecto digno de una reina»”.
Está citando un verso de Eurípides. La primera acepción de la palabra eídos en griego, species
en latín, es forma, y especialmente forma bella. Esa sería la primera acepción. Continúa:
“También se dice especie a lo que está bajo un género dado…”.
O sea, más allá de la definición lógico predicamental que había dado antes de género, había
hecho también una definición o una primera aproximación geográfica. Género es aquello que
está por encima de la especie, y ahora especie es aquello que está debajo del género.
“…de modo que estamos acostumbrados a decir que «hombre» es especie de «animal» -
siendo «animal» género-, que «blanco» es especie de «color» y que «triángulo», especie
de «figura»”.
Para algo que va a venir luego, Porfirio está presuponiendo lo siguiente -cómo se hará, ya
veremos-: debería haber un género color al cual se le aplicarían diferencias específicas y del
cual se bajarían los diferentes colores como especies, y un género figura al cual se le aplicarían
diferencias específicas, y entonces se obtendrían especies “triángulo”, “cuadrado”, etcétera.
Dije la vez pasada que pueden leer del libro II de los Segundos Analíticos de Aristóteles
especialmente el capítulo 13. Ahí Aristóteles establece una suerte de filosofía de las ciencias.
Teoriza el procedimiento científico, y es la fuerte de muchas cosas que está diciendo aquí
Porfirio.
Respecto de esta definición geográfica, se da cuenta Porfirio porque en el parágrafo II
sigue. Dice:
“Y además, si al explicar el género habíamos mencionado la especie diciendo que aquél
es lo que se predica en relación con el qué es de muchos y diferentes en especie, y si
decimos que la especie es lo que está bajo un género dado, es necesario observar que, en
61
tanto que el género es género de algo y la especie es especie de algo, cada uno del otro,
es necesario, en efecto, en las definiciones de ambos servirse de ambos”.
Estoy tentado a decir que dada una especie se seguiría inmediatamente su género.
“Así pues, explican la especie también de este modo: especie es lo que se coloca bajo el
género y de lo que el género se predica en relación con el qué es.”
Perfecto, porque dijimos que cuando pregunto qué es hombre, respondo por el género.
“Además, también del modo siguiente: especie es lo que se predica de muchos y
diferentes en número en relación con el qué es”.
Estos muchos y diferentes en número son individuos. O sea, género se predica de cosas que
difieren en número, en rigor, de manera inmediata, de especie. Y especie se predica de manera
inmediata de cosas que difieren numéricamente. Esas cosas que difieren numéricamente son
individuos. Esta trama ya la había anticipado, y vuelve sobre ella. Recuerden que este tratado
está escrito para un principiante. Y ahora empieza lo importante:
“Sin embargo, esta explicación puede serlo de la especialísima, la cual es sólo especie,
mientras que las otras explicaciones- el hecho de que se prediquen de especies y no de
individuos- también pueden serlo de las no especialísimas”.
Aristóteles no dice “especie especialísima”, pero sí dice “especie más baja”. Aristóteles
tampoco dice generalísimo, pero sí habla del “género más alto”. O sea que hay especies
especialísimas. Esta especie especialísima, de acuerdo con la cita, es la definición esencial, el
“qué es” de individuos.
Si la especie especialísima es el “qué es” de individuos, entonces no pueden
conformarse sub-especies. No puede haber especies debajo de las especies especialísimas. Si no
puede haber especies más debajo de las especies especialísimas, la especie especialísima tiene
que agotar todas las diferencias específicas. Porque la única manera en que un género llegue a
ser especie es aplicándole diferencias específicas. En el cuadrito que tienen al final de la
antología está todo esto ejemplificado. Sigamos leyendo el parágrafo 4 y lo observamos:
“Lo dicho sería claro de esta manera: en cada categoría hay algunos generalísimos y, a
su vez, otras especialísimas, y también otros entre los generalísimos y las
especialísimas”.
En rigor, sabemos que estas categorías son diez. Por ello hay diez géneros por encima de las
cuales no hay nada, son diez géneros últimos o “más altos” como dice Aristóteles, y sabemos
cuales son: las diez categorías: sustancia, cantidad, cualidad, relación, hacer, padecer, lugar,
tiempo, acción, pasión.
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Esto no lo dice en Categorías Aristóteles, pero sí lo dice en Metafísica. En Metafísica dice que
las categorías son géneros. Ahora bien, Porfirio se agarra de esto y dice: perfecto, hay un punto
a partir del cual yo puedo hacer divisiones para llegar a definiciones. Y estas definiciones son
especies especialísimas. Tengo un punto de partida que son los diez géneros generalísimos, con
lo cual yo necesito -esto va a ser tema del capítulo 4- saber de estos diez géneros generalísimos,
cuál subsume al individuo que yo quiero definir. Y a estos géneros generalísimos le aplico
diferencias específicas, y llego a la definición esencial de ese individuo que tome como punto
de partida. Tomemos el caso de “Juan”. Sabemos que Juan es sustancia, entonces parto del
género generalísimo sustancia, entonces tengo que establecer cuáles son las notas esenciales de
“Juan”, las cuales van a ser diferencias específicas. Yo se las voy a aplicar al género
generalísimo para llegar a “hombre”. “Hombre” es la definición esencial de “Juan” porque me
va a informar que es sustancia con determinadas notas esenciales, es decir, que tienen que darse
sí o sí en “Juan”.
¿Para qué es útil esto? Bueno, para el hecho de que los ámbitos de los cuales tratan las
diferentes ciencias son especies especialísimas. La ciencia trata acerca de la realidad. Si la
realidad particularmente se define por categorías -las categorías para Aristóteles son una suerte
de compendio por el cual yo puedo hablar de un individuo, qué hace, dónde está, etcétera- y si
las diez categorías se elevan a géneros, entonces puedo especificar esos géneros, bajarlos a
especies especialísimas y obtengo la definición por universales de todos y cada uno de los
individuos de la realidad.
¿Cuál es el objetivo de Porfirio? Establecer cuál es el proceder y los ámbitos de la
ciencia. En rigor, no lo dice abiertamente Porfirio, pero lo dice Aristóteles en ese capítulo de los
Segundos Analíticos: las especies especialísimas son los presupuestos con los cuales se mueve
la ciencia. Porque la ciencia no trata de especies especialísimas. ¿De qué trata la ciencia? De
algo que se agrega a la especie especialísimas, a saber, propios y accidentes.
Por ejemplo, una ciencia quiere estudiar a los japoneses. Perfecto. ¿De qué parte? ¿Va a
tratar el hecho de que sean sustancia animada corpórea sensible racional y mortal, o sea,
hombre? No, eso es tema de la filosofía, no es tema de la ciencia. La ciencia presupone el hecho
de que sean hombres. La ciencia dirá que viven en determinado lugar, tienen determinados
rasgos, se comportan de tal manera, se alimentan de determinada manera; y para Porfirio esos
van a ser propios y accidentes, que no forman parte de la definición esencial.
De hecho, es de inspiración aristotélica, pero la gran tarea de la Isagoge de Porfirio es
decir que las ciencias hacen esto. Las ciencias se mueven con determinados presupuestos. Y las
ciencias hacen estadísticas a partir de propios y accidentes, que son datos a posteriori, sacados
de la experiencia. Porque la especie especialísima -ya veremos- no se obtiene por estadística,
sino a priori, con ciertos criterios independientes de la experiencia.
63
Ahora bien, las especies especialísimas son presupuestos. ¿Son presupuestos que
usamos aún nosotros? También, di el ejemplo en un curso pasado. Una mujer se encuentra con
la otra y le cuenta: “conocí a un hombre”. La otra ¿qué le va a preguntar? ¿Le va a preguntar si
es sustancia animada sensible corpórea racional o mortal? No, le va a pregunta cómo es, qué
hace, cuánto mide, etc, es decir, le pregunta por propios y accidentes.
Bueno, por lo pronto bajar de géneros generalísimos a especies especialísimas es hacer
una división, y obtener especies especialísimas, es de hecho, obtener una definición. Es
definición esencial, es el “qué es” porque propio y accidente no son definción esencial. Si yo
digo “Sócrates es blanco”, no estoy dando la definición esencial, porque la definición esencial
tiene que ser universal y necesaria, tiene que abarcar a todos los individuos que se subsumen
bajo “hombre”. Y hay hombres que no son blancos. El propio y el accidente delimitan campos
de estudio que son subsumidos por la especie especialísima que abarca todos los individuos.
Estudiante: ¿Se toma “hombre blanco” como especie también?
Profesor: Blanco es accidente.
Estudiante: ¿Pero “blanco” no es una sub-especie de hombre?
Profesor: Sería sub-especie. Porfirio no habla de sub-especie, pero no es definición esencial.
Porfirio establece algo, para mí lo más notable, que no está en Aristóteles. Es lo siguiente:
evidentemente yo aplico a géneros generalísimos diferencias específicas y voy obteniendo sub-
géneros o sub-especies hasta llegar a especies especialísimas. Ya nos dirá cuál es el criterio a
partir del cual yo obtengo diferencias específicas. ¿Por qué blanco no es una diferencia
específica? O ¿Por qué el sexo no es una diferencia específica? O ¿Por qué la religión no es una
diferencia específica? Bueno, el capítulo IV se va a esmerar en establecer qué criterios yo tengo
que tener para establecer diferencias específicas, porque la diferencia específica conforma la
definición esencial, o sea, la especie especialísima. Por tanto, tiene que valer para todos los
individuos que son subsumidos bajo las especies especialísimas.
Eso yo creo que es lo más original de la Isagoge de Porfirio. Está en el capítulo IV. Pero
uno podría anticiparse, y a manera de ilustración, para entender lo que dice Porfirio, dibujar el
árbol. Está sacado del capítulo III, de los parágrafos 5 y 6 que tratan de la especie y -más
adelante lo veremos- del capítulo 4 que trata de la diferencia, parágrafo 7. Se trata del famoso
“árbol de Porfirio”.
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solo predicado sustancia género generalísimo
corpórea incorpórea diferencias
sujeto/predicado cuerpo especie/género
animado inanimado diferencias
cuerpo especie/género
predicado/sujeto animado
sensible insensible diferencias
sujeto/predicado animal especie/género
racional irracional diferencias
animal especie/género
predicado/sujeto racional
mortal inmortal diferencias
sujeto/predicado hombre especie especialísima
<propios y accidentes>
solo sujeto Sócrates, Platón, etc. individuos
Porfirio arma un solo árbol. Arma un árbol en función de definir a Sócrates, o a Platón o a
Homero. Y lo arma de la manera siguiente. Género generalísimo es “sustancia”, que no puede
ser sujeto de nada, al cual le aplica las diferencias: “corpórea” e “incorpórea”, de “corpórea”
obtiene cuerpo; “cuerpo” de hecho es sujeto de sustancia, y a su vez es predicado de la especie
cuerpo animado que obtuve aplicando las diferencias de “animado” e “inanimado”. “Cuerpo
animado” es el sujeto de “cuerpo”, y a su vez es predicado de “animal”, género que obtengo
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aplicando a “cuerpo animado” “sensible” e “insensible”. Sigue con esa lógica hasta llegar a
“hombre”, con lo cual “hombre” es solamente especie, porque es especie especialísima. Y a su
vez, es predicado esencial, ya lo sabemos, porque responde al ¿Qué es? de individuos, y los
individuos son sólo sujeto, y no pueden ser predicado. Con lo cual, si “hombre” es solamente
predicado esencial de individuos, es sujeto de todo lo que tiene por encima. Entonces,
“sustancia” es género generalísimo que es predicado de todos y sujeto de nada, y las especies
que quedan en el medio son subalternas; y su relación es: cada una respecto de las de arriba es
predicado, y respecto de las de abajo es sujeto.
¿Yo puedo predicar todo lo que está por encima de “hombre” de Sócrates? En rigor sí,
pero solamente doy la definición esencial diciendo “hombre”. Yo puedo decir “Sócrates es
mortal” o “Sócrates es animal”, etc., pero solamente voy a dar la definición esencial diciendo
“Sócrates es hombre”. ¿Por qué? porque “Sócrates hombre” equivale a decir: Sócrates es
sustancia, corpórea, animada, sensible, racional y mortal.
Ahora bien, volviendo a lo que nos había traído a esto, Porfirio va a tener que dar
cuenta, cosa que no encontramos en otro autor, ¿por qué “corpórea”, “animada”, “sensible”,
“racional” y “mortal” son notas esenciales? ¿De dónde las saco? ¿Y por qué no otras? Porque de
hecho, las diferencias específicas, al igual que los accidentes o los propios, son accidentes, y la
gran pregunta es ¿Cómo es que hay accidentes que son diferencias específicas? Y que sean
diferencias específicas quiere decir, que están subsumidas dentro de la definición esencial. Por
lo tanto, ¿cómo va a haber algo que es necesario y a su vez es accidente?
Estudiante: (Comentario inaudible)
Profesor: Según Aristóteles, género y especie son sustancia, todo lo demás se resuelve en
diferencias, propios y accidentes.
Estudiante: (Comentario inaudible, relacionado a los puntos de vista desde los géneros y desde
los individuos)
Profesor: Visto desde el lado del género, desde arriba, sí, pero ¿por qué tengo esas y no otras?
Ese es el tema.
Estudiante: (Comentario inaudible, relacionado a que desde los individuos son necesarias)
Profesor: Sí, claro, pero ¿cuáles son los criterios? Porque yo tengo analizados todos los
individuos que conozco, pero los que voy a conocer, o los que me perdí de conocer...
Estudiante: (Comentario inaudible)
Profesor: Pero ¿por qué no “facultad de reír”, “blanco”, “cristiano” o “sexuado” no son
diferencias específicas?. Vamos a ver en el capítulo IV, si llegamos, qué dice Porfirio.
Parágrafo 5, ahora podemos leerlo y entenderlo:
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“Hágase claro lo dicho a propósito de una sola categoría. «Sustancia» es ella misma
género.”
Y uno podría agarrarse de esto, y de hecho lo van a leer en la crítica que hace Eco, y decir que
Porfirio está presuponiendo que se pueden armar los nueve árboles, además del de sustancia,
pero da un solo ejemplo. Porfirio está presuponiendo que se me dan en la realidad colores, ya sé
que los colores son inherentes a la sustancia primera, y que no existe el blanco por sí, ni el
negro, ni el gris, sino como inherentes a la sustancia primera. Pero yo puedo hacer una ciencia
de colores, con lo cual tendría que remontarme a eso que decimos género generalísimo
“cualidad”, y a “cualidad” yo tendría que aplicarle con determinados criterios, determinadas
notas, que son diferencias específicas, y llegar a especies especialísimas que sean “blanco”,
“negro”, “marrón”, que van a definir cualidades particulares de la realidad. Porfirio está
presuponiendo esto, y digo esto porque Eco le dice: “armaste el árbol en función del individuo
que yo conozco como “hombre”, ahora bien cómo se arman los otros árboles”. Es decir, yo
tengo experiencia de un tiempo pasado, de un tiempo presente, presupongo un tiempo futuro,
pero sé que tiempo es siempre individuos en determinado tiempo; perfecto, pero para definirme
esos tiempos, me voy a la categoría de “tiempo”, y para llegar a especies especialísimas
“pasado”, “presente” y “futuro”, debería aplicarle a tiempo diferencias específicas... Parece
complicado. Sigue el texto:
“«Sustancia» es ella misma género, bajo la cual está «cuerpo»; bajo «cuerpo», «cuerpo
animado»; bajo el cual, «animal»; bajo «animal», «animal racional»; bajo el cual está
«hombre»; y bajo «hombre», Sócrates, Platón y los hombres particulares.”
Ya sabemos que esto se puede hacer, porque se aplican al género “sustancia” diferencias
específicas, un par, con lo cual se van obteniendo géneros o especies subalternas, y se agotan las
diferencias específicas, que todavía no sabemos con qué criterios se obtienen, por qué son esas y
no otras, y más todavía ¿en qué lugar se colocan para obtener especies especialísimas? De eso
nos tiene que dar cuenta Porfirio.
“Sin embargo, de entre éstos, «sustancia» es el generalísimo, el cual es sólo género…”
Encima de los géneros generalísimos no hay ningún otro género, son géneros últimos
“Sin embargo, de entre éstos, «sustancia» es el generalísimo, el cual es sólo género, y
«hombre», la especialísima, la cual es sólo especie. «Cuerpo» es especie de «sustancia»,
pero género de «cuerpo animado». Por otra parte, «cuerpo animado» es especie de
«cuerpo», pero género de «animal»; a su vez, «animal» es especie de «cuerpo
animado», pero género de «animal racional»; y «animal racional» es especie de
«animal», pero género de «hombre». Y «hombre» es especie de «animal racional», pero
no ya género de los hombres particulares, sino sólo especie.”
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Está claro, es el árbol que vimos.
“Y todo lo que se predica inmediatamente antes de los individuos puede ser sólo
especie, pero no ya género.”
Por lo tanto, de los individuos se predica la especie especialísima, aunque, como dijimos antes,
lo de arriba también se puede predicar, pero no se sería la definición esencial. Puedo decir sólo
“cuerpo”, pero hay también otros tantísimos cuerpos que no son “hombre” y no son Sócrates.
“Así pues, de igual modo que «sustancia» -estando en lo más elevado por no haber nada
delante de ella-, así también «hombre» -siendo una especie tras la cual no hay otra
especie, ni nada susceptible de ser dividido en especies, sino individuos (pues
individuos son Sócrates, Platón y esto blanco)- sólo puede ser especie, la última especie
y como dijimos, la especialísima.”
En sentido riguroso, los propios y los accidentes, yo se los aplico a especies especialísimas, pero
no obtengo especies, lo que obtengo serían subespecies. Ni Aristóteles, ni Porfirio, dicen
“subespecie”, es decir, debajo de “hombre” yo podría poner “blanco”, “cristiano”, “occidental”,
etc., para definir , digamos, europeo, pero ya no sería definición esencial ¿Se entiende?
Estudiante: Se entiende, pero no entiendo ¿por qué no es esencial?
Profesor: Porque no vale para todos los individuos. La especie especialísima tiene que ser válida
para todos los individuos, tanto temporal como espacialmente. Desde Adán hasta el último
hombre. La especie especialísima es la definición esencial, porque es de todos y de cada uno de
los individuos que subsume. Si le aplico a hombre propios y accidentes ya no doy una definicón
esencial, sino propia de un conjunto de individuos que conforman hombre, pero no de todos.
Si género y especie responden al “¿qué es?” entonces son sustancias, si los accidentes y
las diferencias, responden al “¿cómo?” de hecho son accidentes. Y accidentes quiere decir que
algo puede darse o no darse, sin que afecten al sustrato en el cual, de alguna manera, están
inherentes. Aristotélicamente, el “qué” es la primera categoría, y el “cómo” es de la segunda a la
décima, porque de la segunda a la décima categoría se dan inherentes a la primera, y no es
necesario que se den, no es necesario que Sócrates esté herido, en el foro o que corra.
Ahora bien, Porfirio está tratando de tramar una suerte de tejido, con los términos
universales, que dé cuenta de todos y de cada uno de los individuos de la realidad. De acuerdo
con la trama que está haciendo de los universales, estos, y va a decirlo luego, son ciencia, y yo
puedo hablar de toda la realidad, ¿por qué? porque partiendo de géneros generalísimos, llego a
especies especialísimas, que me definen esencialmente todos los individuos de la realidad.
Ahora bien, hay un problema, porque la especie especialísima, al ser definición esencial
es universal y necesaria, pero la diferencia ¿cómo va a ser esencial y necesaria, si estoy diciendo
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que responde al “cómo” que es accidente? Porque la diferencia forma parte de la definición
esencial, o sea, decir “hombre” es decir “sustancia” con determinadas notas que son accidentes,
“corpórea”, “sensible”, “racional”, eso dice Porfirio, que esos son accidentes pero forman parte
de la definición esencial. Entonces, si conforman parte de la definición esencial, los obtengo de
la realidad, pero no de la misma manera que obtengo propios y accidentes, porque obtengo
propios y accidentes haciendo estadística, yendo a la realidad y contando casos, no tengo otra
manera. Si quiero hablar de los chinos, tengo que ir a China y ver de hecho que tienen los ojos
rasgados, y cuento casos, y cuantos más cuente, mejor. Pero, entonces, ¿esa es definición
esencial de “hombre”? esa no, esa es una definición de chino, no de hombre. Por lo tanto, no
puedo sacar de la realidad las diferencias específicas, como saqué los propios y accidentes. En
el capítulo IV, Porfirio establece determinado criterio.
La diferencia específica tiene que dividir, tiene que ser por sí, tiene que ser necesaria, y
no puede admitir el más o el menos. Estas son las notas que Porfirio va a encontrar para
delimitar de entre la infinitud de accidentes que hay en la realidad, las diferencias. ¿“Blanco”
entonces responde a esto? No, porque cómo divide “blanco”. Si a “hombre” le pongo “blanco”
¿divide qué cosa? ¿Es por sí? No, no es por sí, tampoco es necesario, porque un individuo puede
ser blanco o puede ser gris. ¿No admite el más y el menos? No, admite el más y menos, se
puede ser más blanco, menos blanco. Con lo cual, tengo esos cuatro criterios, con los cuales
puedo decir qué nota accidental se me vuelve diferencia específica.
Esto es el punto original de la Isagoge de Porfirio. Con lo cual, a “sustancia” yo le
apliqué esas diferencias específicas, que dividen: corpórea e incorpórea, animada e inanimada,
sensible insensible, racional e irracional y mortal y inmortal, que son por sí y no son por otro,
que son necesarias, se dan sí o sí, p. e. o se es moral o no se lo es, y no admiten el más o menos,
no se puede ser más o menos mortal, o más o menos sensible, no hay gradación en las
diferencias específicas. Lo original de Porfirio está en esto, en delimitar qué notas presuponen
las especies especialísimas, que son justamente aquellas por las cuales yo obtuve especies
especialísimas a partir del género generalísimo. Esos criterios, no son de los propios y de los
accidentes, a pesar de la que la tradición hace otra cosa. La tradición agarra “blanco” y no lo
pone como propio y accidente, sino como diferencia específica, pero si divide ¿con qué divide
“blanco”?
Estudiante: negro.
Profesor: No, a alguien que no es blanco, si no le decimos “blanco” ¿cómo le decimos? “color”,
o sea, la tradición hace algo que para Porfirio es un accidente una diferencia específica, al que
no es “hombre blanco” se le dice “hombre de color”, para Porfirio eso es aberrante. De hecho,
ni el sexo es para Porfirio una diferencia específica, es un accidente o un propio, porque “sexo”
no responde a esos criterios. Si a “hombre” le aplico “sexo”, ¿qué hago? “masculino” y
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“femenino”, para Porfirio esto es aberrante, ¿por qué? porque para Porfirio la diferencia
específica tiene que subsumir a todos los individuos, no puede segregar, si divide es porque
divide especies, no individuos. La diferencia específica subsume a todos los individuos, y con
esas notas, según Porfirio, se logra que subsuma a todos los individuos.
Con esas notas subsumo a todos los individuos, independientemente de que no tenga
experiencia de todos los individuos, ¿por qué? porque Porfirio pretende que esas notas sean a
priori, sean independientes de la experiencia, porque sino, no podía hacer ciencia universal y
necesaria. La ciencia que hago a partir de la especie especialísima, no es universal y necesaria,
las ciencias particulares tratan, dijimos, de propios y accidentes. Propios y accidentes son
universales, pero no a la manera de las diferencias específicas. De allí que delimiten ciencias
particulares, o mejor, parciales.
Estudiante: me parece una categorización que para “hombre” más o menos cierra, pero para
hombre...
Profesor: vamos a otro caso. ¿Qué ciencia trata del hombre?
Estudiante: la antropología
Profesor: y agarren cualquier manual de antropología, y van a ver que habla de propios y
accidentes, nunca va a hablar del hombre. Aristóteles en ese capítulo de los Segundos Analíticos
que mencioné dice que la especie más baja es presupuesto de la ciencia. Las ciencias no tratan
de especies especialísimas, la ciencia parte de especies especialísimas. Con lo cual Porfirio da
un paso más, si las ciencias parten de las especies especialísimas, las ciencias teorizan sobre
propios y accidentes, no sobre especies especialísimas. La especie especialísima es tema de la
filosofía no de la ciencia. Hagan la prueba, vayan a un manual de antropología y vean de qué
tratan, y verán que la pregunta ¿qué es el hombre? no está en ningún lado, sino que parte de
“hombre”. Uno sí podría ir a una antropología filosófica, y según Porfirio, una antropología
filosófica tratarúa de sustancia, corpórea, sensible, racional, animal, mortal, porque no trata de
“blanco”, de “negro”, de “alto”, de “bajo”, porque ahí se nos va y deja de ser ciencia universal.
Esa es la idea de Porfirio.
Estudiante: (Comentario inaudible, en relación a la división “hombre” y “mujer”)
Profesor: “que se divide” yo no diría, sino que se especifica, se especializa o se accidentaliza.
Porque cuando digo “Sócrates” la distinción esencial es “hombre”, es decir, sustancia, corpórea,
sensible, animada, racional y mortal, si voy al “sexo” le estoy aplicando a la especie
especialísima, a la definición esencial, algo más específico para acercarme más al individuo. La
idea es que con los propios y accidentes, me acerco más a individuos, pero segregan algo que
tiene que ser universal. Con propios y accidentes segrego, no lo dice así Porfirio, pero al decir
que Juan es hombre y cristiano, ya estoy segregando a los otros. Ser cristiano es un accidente,
70
no es una diferencia específica, o al decir que Sócrates es macho, ya lo estoy segregando de los
otros, no estoy dando una definición esencial, estoy dando una definición de ese individuo, pero
no es esencial, esencial es quedarme solamente con “hombre".
Estudiante: (Comentario inaudible)
Profesor: sí, lo vamos a ver, porque cuanto más subo en el árbol, más abstracto se me vuelve, y
por lo tanto, más genérica es la definición del individuo, cuanto más bajo, más me acerco a los
individuos, pero hay un punto en el cual doy una definición exacta del individuo, que es la
especie especialísima, ¿por qué? porque agota la diferencia específica. Sabemos que las
diferencias específicas son las notas esenciales, que yo le aplico al género para obtener las
especies. Salvo “hombre”, que responde al ¿Qué es? en el caso de Juan y de Sócrates, todo lo
demás, por más que respondan al cómo o al qué, no es definición esencial, porque no agoto las
diferencias específicas, como cuando digo que Sócrates es cuerpo, o sustancia animada.
Seguimos en 7:
“Por tanto, definen el generalísimo de este modo: aquel que siendo género, no es
especie y, a su vez, como aquel por encima del cual no puede haber otro género
superior.”
Esto ya lo leímos y es claro, o sea, que hay géneros últimos.
“Por otra parte, la especialísima, como la que siendo especie no es género, como la que
siendo especie ya no podemos dividir en especies y, asimismo, como la que se predica
acerca de muchos y diferentes en el número en relación con el qué es.”
Los que son muchos y diferentes, de los que se predica la especie especialísima que responde el
¿qué es?, ya lo sabemos, son individuos.
“Los que están entre medio de los extremos [es decir, entre el género generalísimo y la
especie especialísima] se llaman géneros y especies subordinados y se establece que
cada uno de ellos es especie y género, sin duda tomado recíprocamente uno con
respecto a otro.”
Los que están entre medio, si los miro de abajo para arriba son género-especie y si los miro de
arriba para abajo son especie-género. Habíamos comentado esto cuando vimos el árbol.
“A los que están delante de las especialísimas, elevándose hasta el generalísimo, se los
llama tanto géneros y especies, como géneros subordinados, así como...”
Y hace una genealogía, y uno diría que está bien una genealogía, porque antes la había
equiparado al género y lo que el género subsume es una suerte de familia, que parte de un
principio, y dice:
“...así como Agamenón, atrida, pelópida, tantálida y, finalmente, procedente de Júpiter.”
71
En esta genealogía, tenemos que los dioses se derivan de uno sólo, y entonces se da cuanta
Porfirio que el ejemplo es malo y aclara:
“Sin embargo, tratándose de las genealogías ascienden hasta uno solo, digamos hasta
Júpiter, el principio, como en la mayoría de los casos; pero no es así tratándose de los
géneros y las especies.”
En rigor, en el caso de los géneros y las especies, se asciende a diez y no a uno. Si parto de
Sócrates llego a “sustancia”, si parto de este verde, y “verde” es una especie especialísima que
me define esto, el color del pizarrón, llego a “cualidad”. Así entonces, llego a diez.
“Pues, el ser no es un único género común a todo, ni todo es homogéneo según un único
género, como dice Aristóteles.”
Aquí no lo dice, más adelante hablará de homonimia y sinonimia, pero ¿por qué el ser no es un
género? Y se refiere o está pensando a algunos pasajes de la Metafísica, donde Aristóteles dice
que el ente no es un género (tò ón oúte genós). De hecho, si todo es y tomo al es como un
género, ¿de dónde le viene la diferencia específica al género “ser” para dividirlo en especies? Si
todo es y fuera del ser no hay nada, y la diferencia específica es algo que se le aplica al género
desde afuera, “ser” no puede ser un género. Y los géneros generalísimos no son reductibles a un
género supremo como el caso de “ser”, porque “ser” no es un género, si lo fuese, ¿qué
diferencia específica le aplico para obtener diez géneros generalísimos? Esto es absurdo. El ser
no puede ser un género, o sea que, si hay una suerte de ontología negativa respecto del ser, no es
esta, porque lo que está diciendo Porfirio es sobre aquello de lo que se puede hablar, no de lo
que no se puede hablar, es decir, que el ser no puede definirse con género próximo y diferencia
específica, lo único que puede definirse por género próximo y diferencia específica es la
realidad, en el modo según la cual la ciencia la estudia. Es decir, que esto filosóficamente no nos
interesa, porque si el tema de la filosofía es el ser, y el ser no puede definirse por género y
diferencia específica, el ser aquí es un presupuesto. Pero Aristóteles dice también que el ser se
dice de muchas maneras, y una de las maneras según las cuales se dice es por las categorías, o
sea, que estas diez son, y es lo que sigue diciendo:
“Sino que hay que establecer como en las Categorías, diez géneros primeros a modo de
diez primeros principios. Y, en efecto, dice, si a todos alguien los llamara seres, los
llamaría homónimamente, pero no, sinónimamente. Pues, si el ser fuese el género
común a todo, sinónimamente todo se llamaría ser.
Claro, porque por homonimia las cosas son cosas que tienen igual nombre pero diferente
definición, y sinonimia serían cosas que tienen igual nombre e igual definición. Entonces, aquí,
en lugar de las categorías como diez géneros generalísimos podría haber puesto diez veces “es”,
pero eso sería por sinonimia.
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“Pero, siendo diez los géneros primeros, la comunidad se da sólo por el nombre, [o sea,
por el “es”, “es”, “es”, etc.] y de ningún modo por la definición conforme al nombre.”
Cada una de ellas (o lo que es lo mismo, sus géneros) Es, pero por definición: es sustancia, es
cantidad, es cualidad, etc. Los diez géneros generalísimos son diez modos de darse el “es”, pero
no son subsumibles a un “es” único, porque el es no es un género.
“Así pues, por una parte, diez son los generalísimos, por otra, las especialísimas lo son
en cierto número, sin duda no infinito. En cambio, los individuos, que están después de
las especialísimas, son infinitos.”
“Infinito” en el sentido de inasible, la realidad es inasible, pero la trama de los universales tiene
que ser finita, y sigue diciendo:
“De aquí que al descender desde los generalísimos, Platón exhortaba a detenerse en las
especialísimas y a descender a través de lo que está en medio dividiéndolo por medio de
las diferencias específicas. Y de los infinitos individuos dice no ocuparse, pues de ellos
no puede llegar a haber ciencia.”
Esto es ciencia, porque ciencia es ciencia de lo finito, y no sólo de lo finito, sino que uno podría
agregar también, de lo transmisible, porque la única forma que tengo de transmitir la realidad es
a través de universales. ¿Cómo transmito yo las experiencias particulares? Son intransmisibles.
Por tanto, hay solamente ciencia de lo finito, o en términos aristotélicos, la ciencia es
conocimiento universal.
En todo lo que nos quedó de Platón, esto Platón no lo dice, sí lo dice Aristóteles. Si uno
se va al comienzo de la Metafísica o al De anima, Aristóteles dice que la ciencia es
conocimiento del universal. Algunos adjudican este pasaje a la doctrina no escrita de Platón.
Estos autores neoplatónicos son, la mayoría de ellos, fuente principal de una suerte de
trasmisión oral de la doctrina platónica, y este pasaje pertenecería a los ágrapha dógmata, que
quiere decir en griego doctrina no escrita, porque por lo menos en lo que nos ha llegado de
Platón esto no lo dice. Sea como fuere, Aristóteles sí dice exactamente esto.
¿Se va siguiendo? Entonces, no hay ciencia de lo particular, sino sólo de lo universal, y ahora
establece la relación que se da entre universales e individuos.
“Por tanto, al descender hacia las especialísimas, es necesario ir dividiendo a través de
la multitud”
Es decir, que cuando voy del género generalísimo a la especie especialísima, lo que hago es
dividir una multitud, y en rigor, ya lo sabemos, esa multitud es finita, y consta de diferencias
específicas que van conformando géneros o especie subalternas.
“mientras que al ascender hacia los generalísimos es necesario recoger la multitud en la
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unidad.”
La división tiene su contrapartida que es el ascenso, en el cual lo que voy haciendo es
subsumiendo instancias cada vez más abstractas. Como van a ver con la profesora D´Amico este
ascenso y descenso que plantean los neoplatónicos es ontológico, y lo curioso aquí es que
Porfirio plantea un ascenso y descenso pero lógico.
Estudiante: (Comentario Inaudible, relacionado a si lo que se produce es una división o una
especificación)
Profesor: ah! Es un problema esto, “dividir” en el sentido de separar. No es el dividir drástico,
cuando a “sustancia” le aplico “corpóreo e incorpóreo”, no es que a “sustancia” la dividí en dos
sustancias, una corpórea y otro incorpórea, sino que “corpórea” tiene toda “sustancia”
corporalizada e “incorpórea” tiene todo “sustancia” incorporalizada. Es un problema que
tenemos con el término “dividir”. No es separar en dos. El género generalísimo y los géneros
subalternos no es que estén divididos, y las especies vayan a ser una parte de las diferentes
partes. Yendo a nuestro ejemplo, en la especie especialísima “hombre” está todo el género
“sustancia”, pero especializado o especificado, ¿cómo? como corpóreo, sensible, animado,
racional y mortal. Cuando aquí dice que divide, no hay que entender que divide en dos partes,
los géneros y las especies no pueden dividirse en partes, porque como la relación es siempre de
predicación, y ya sabemos que el generalísimo es predicado de todo y sujeto de nada, y los
individuos sujeto de todo y predicado de nada, y la relación que se establece en las instancias
intermedias, siempre es la de predicación, todos los juicios lógicos que se dan de esa manera
son juicios analíticos, en el sentido de que el predicado está contenido dentro del sujeto. Si
puedo decir “Sócrates es hombre” es porque todo “hombre” está en Sócrates individualizado. Si
puedo decir “Sócrates es sustancia” es porque toda sustancia está dentro de Sócrates
individualizada. Es un tema este, la palabra división confunde, pero no es dividir en dos, sino
que lo propio de la diferencia específica es especificar el género en dos especies. Sigue:
“Pues, lo que reúne a los muchos en una única naturaleza es la especie...”
Igual, la especie reúne a muchos en una única naturaleza. Tratándose de una especie subalterna,
o lo que es lo mismo, género subalterno, lo que subsume o lo que recoge en una unidad son las
dos especies que tiene debajo, pero tratando de la especie especialísima, lo que subsume o reúne
son todos los individuos de la que ella se predica. El género en última instancia, es el que reúne
o recoge toda la multitud que está por debajo de él, de acuerdo con lo que arrancó diciendo de
género.
“pero las cosas particulares y singulares [es decir, este infinito], por el contrario,
siempre dividen lo uno en una multitud”
En rigor, ese “dividen” tiene que entenderse como que especifican lo uno en una multitud. Cada
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una de estas instancias es única, la especie especialísima es única, es una unidad, y es una
unidad que queda en los individuos individualizada tantas veces cuantos individuos hay. La
manera de decirlo de Porfirio es:
“las cosas particulares y singulares, por el contrario, siempre dividen lo uno en una
multitud”
Hay tantos “hombre” cuantos individuos hombres haya, en el sentido no de dividido, no partido,
sino individualizado, sino no podría decir “Sócrates es hombre”, sino Sócrates es una parte de
“hombre”
“pues, por la participación en la especie, los muchos hombres son uno”
Acá, al término “participación” uno podría darle un sentido neoplatónico, pero es el mismo
término que utiliza Aristóteles en las Categorías para hacer notar que las ousías primeras tienen
como su predicado a las sustancias segundas.
“en cambio, por los particulares, el único y común [es decir, especie “hombre”],
muchos. En efecto, lo que divide es siempre lo singular, mas lo que reúne y unifica, lo
común. [o sea, el universal]”
Lo propio de lo universal es reunir una la multitud en una unidad. Es la conclusión de esto. Y
además el hecho de que los individuos, de alguna manera, participan, no en el sentido de que
“son parte de”, sino en el sentido de que “son sujeto de”, en el sentido lógico. Los individuos
participan de la especie especialísima, que es su definición esencial.
Sea como fuere, se estableció una suerte de lógica, porque lo había dicho así en el
Proemio, en esta trama de relaciones que se dan entre los universales, y esta lógica no es lógica
intencional, no sólo queda en mi cabeza, sino que está hablando de los individuos. La definición
de especie especialísima está en función de individuos. Y digo esto por algo que va a decir Eco,
a saber, que la Isagoge de Porfirio pretende ser una lógica intencional y no extensional, es decir,
no se refiere a nada de la realidad. Pero aquí Porfirio habla de individuos, y no sólo habla de
individuos, sino que para definir especie introdujo el tema de los individuos. Entonces, hay una
suerte de correlato con lo real.
Relean lo que hemos visto. Pero quería remarcar lo siguiente, respecto del artículo de
Eco había dicho que lean la segunda parte, que trata de la Isagoge de Porfirio, y verán que es
muy crítico de la Isagoge, porque hace una lectura semiótica, y pretende que la Isagoge sea el
punto de partida de lo que él llama una “semántica de diccionario”, a la cual responde a una
lógica intencional, una lógica que significa, pero que no denota. Una semántica de diccionario
es por ejemplo, aquella según la cual yo busco “río” y me dice “masa de agua dulce que se
desplaza en pendiente”, con lo cual puedo buscar todas y cada una de las palabras de la
definición, y todas me quedan resultas dentro del diccionario. Además una semántica de
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diccionario tiene términos últimos, indefinibles, que serían: género, diferencia, especie, propio y
accidente, y respondería a una sintaxis que es la forma según la cual se divide, con leyes propias
y con un vocabulario finito. Extensional es una semántica débil, o sea, una semántica propia de
enciclopedia, que puede tener algo en común con el diccionario, por ejemplo, se puede buscar
“río” y va a decir “masa de agua dulce que se desplaza en pendiente”, pero después pone p. e.
“Amazonas”, y con “Amazonas” perdió, porque uno le diría: ¿por qué el Amazonas y no el Río
de la Plata o el Nilo o...?, se fue a lo infinito, a la realidad, o sea, a lo inasible. Eco dice que
Porfirio se equivoca porque pretende hacer una semántica de diccionario, pero se le termina
filtrando una semántica de enciclopedia.
En rigor, Porfirio en ningún momento dice que va a hacer una semántica de diccionario.
Porfirio habla de individuos. Y de hecho, el árbol -ya vamos a ver de qué manera- se arma en
función de definir individuos. Si esto es conocimiento por ciencia, porque la especie
especialísima es la definición esencial de individuos, tiene que considerar a los individuos. La
ciencia versa sobre la realidad. Entonces la Isagoge no puede ser una semántica de diccionario.
Porfirio no lo dice así abiertamente, pero está estableciendo la manera según la cual las ciencias
tienen que obrar para conocer la realidad, es decir, partir de géneros generalísimos, que son
presupuestos por autoridad de Aristóteles, y hacer el procedimiento que Aristóteles recomienda
para las ciencias, a saber: hacer divisiones para llegar a definiciones esenciales. Este es en
última instancia el objetivo de la Isagoge de Porfirio.
Estudiante: (Inaudible)
Profesor: Sí, eso lo comenté en la primera clase. Vuelvo sucintamente: algunos autores
neoplatónicos sostienen que las doctrinas de las dos mayores autoridades de la antigüedad,
Platón y Aristóteles, deberían unirse para hacer frente ante lo que consideraban que podía poner
en peligro el saber clásico, la irrupción del cristianismo. Por eso hacen comentarios y tratan de
conciliarlos. En esto está embarcado Porfirio. Porfirio tiene una obra que nos quedó
fragmentada, pues fue prohibida, que se llama Contra los cristianos, y en uno de sus fragmentos
dice que los cristianos son culpables de haber divulgado los secretos del platonismo. En el
capítulo VIII de P. Hadot, ¿Qué es la filosofía antigua?, pueden encontrar referencias al
respecto.
La última vez llegamos al parágrafo 10 del capítulo III de la Isagoge donde Porfirio
trata acerca de la especie. Vamos a hacer un resumen de todo lo visto y después terminar con el
texto.
Respecto de esta mi parte, para el parcial, entraría lo siguiente. Por un lado, toda la
antología de textos que hemos leído y comentado. Y por otro, el artículo de Bertelloni sobre el
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giro gnoseológico que da Boecio comentando los dilemas de Porfirio. Y el artículo de Umberto
Eco donde hace comentarios a los parágrafos que estamos viendo de la Isagoge de Porfirio.
¿Qué voy a tomar? Voy a poner un pasaje de Porfirio o de Boecio para comentar. Hay
pasajes de cinco o seis líneas de Porfirio o de Boecio en los cuales está todo resumido. Voy a
poner uno de esos pasajes en el parcial, y sobre eso ustedes van a hacer un comentario. Después
también hay en la bibliografía optativa o general del programa algunos artículos específicos. Si
a alguno le interesa profundizar algún tema, me manda un e-mail y se los envío.
Estudiante: ¿Ya están las fechas de parciales?
Profesor: Sí, el primer parcial es en la semana del 24 de septiembre. En prácticos pueden
confirmarlo.
Bueno, recopilemos todo lo visto hasta este parágrafo 10 y veamos si hay dudas. Por lo
pronto, sabemos que Porfirio intenta hacer una interpretación de las Categorías de Aristóteles.
Porfirio sabe que las categorías de Aristóteles son una suerte de compendio de conceptos con
los cuales yo puedo predicar o analizar o hacer juicios particulares respecto de individuos. O
sea, “estos” son individuos, cada uno de ellos es una sustancia primera -Porfirio va a decir algo
al respecto- de las cuales yo predico nueve accidentes que son inherentes a estas sustancias
primeras. De hecho, si no hubiera sustancia primera no existirían accidentes.
Pero también sabe que para Aristóteles las categorías son además géneros. Su objetivo
es establecer el modo según el cual la ciencia puede tematizar lo real. Y de hecho, la manera
según la cual la ciencia puede hablar de lo real es de manera universal. La experiencia particular
es intransmisible tal como se me da. La "experiencia" universal en cambio sería común a todos,
y por lo tanto se la podría transmitir.
(Cuadro en el pizarrón)
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-ciencia
-universal
-transmisible
-juicios universales
(científicos)
10 géneros generalísimos P
diferencias específicas
especies especialísimas (el qué es, definición esencial) S/P
propios y accidentes
-realidad
-particular
-intrnasmisible
-descripción por
categorías
individuos S
Del conocimiento particular no hay ciencia. Solo de lo universal hay ciencia. Y ¿de
dónde parto para hacer ciencia? De los diez géneros generalísimos que coinciden con las diez
categorías. A partir de esos diez géneros generalísimos yo subsumo toda la realidad, no se me
escapa nada. Puedo hacer ciencia de lo que se me antoje. Puedo predicar de todas y cada una de
las cosas que se me dan en la realidad, por ejemplo, el primer género generalísimo: sustancia. El
agua es sustancia, el árbol es sustancia, el sol es sustancia, Sócrates es sustancia, la Facultad es
sustancia.
Ahora bien, con ello digo todo y no digo nada. Porque evidentemente, no es lo mismo
tratar sobre Sócrates que tratar sobre el sol. Porfirio sabe que, para Aristóteles, el objeto propio
de la ciencia es la especie especialísima, la sustancia segunda por antonomasia. Habíamos dicho
que Aristóteles habla de géneros más altos y de especies más bajas
Para Aristóteles, y Porfirio lo sigue, una definición esencial, o sea, el qué es, se enuncia
con la especie especialísima. Esto, de hecho, es universal porque comprende a todos los
individuos que se subsumen bajo esa especie, y de hecho es necesaria. Porfirio en lo que sigue
nos lo va a aclarar.
Bueno, ¿cómo llego a la especie especialísima? Ya lo dijimos. Llego aplicándole al
género generalísimo en cuestión diferencias específicas. O sea, haciendo una división. La
división consiste en bajar de géneros a especies a través de diferencias específicas y llegar a
alguna definición. Para Aristóteles este es el procedimiento propio de la ciencia.
Había dicho otra cosa más. Había dicho que si de la realidad no hay ciencia porque es
intransmisible, y es intransmisible porque es infinita, inasible Entonces, en contrapartida, la
ciencia debe ser finita. El conocimiento debe ser finito, porque si fuese infinito me coincidiría
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con la realidad. De hecho, parto de diez géneros generalísimo, pero a priori, no puedo
establecer a cuántas especies especialísimas voy a llegar. Pero si sé que tiene que ser finito ese
número.
Enronces, tengo un criterio para establecer los diez principios, los géneros
generalísimos, y es el que se corresponden con las diez categorías de Aristóteles. Tengo también
criterios para establecer cuáles son diferencias específicas. Y también voy a tener criterios para
establecer los otros universales, a saber, propios y accidentes, que de alguna manera se aplican a
especies especialísimas para definir más precisamente a individuos. Pero si le aplico propios y
accidentes a una especie especialísima, ya deja de ser definición esencial, ya deja de responder
al qué es, porque la especie especialísima tiene que subsumir a todos los individuos.
Los diez géneros generalísimos, o sea, las diez categorías entendidas como diez géneros
generalísimos, son predicados universales que puedo justamente predicar de todo; pero con ello
no digo nada, porque de hecho “esto” (señalando el blanco de la pared) digo que es cualidad,
“esto” (señalando el blanco de un afiche) es cualidad, "esto" (señalando el blanco de un banco)
es cualidad, pero al decir que es cualidad no digo nada. Tengo que aplicarle a la cualidad
entendida como género generalísimo determinadas diferencias específicas y llegar a especies
especialísimas “blanco”, “verde”, “rojo”, etc. para una suerte de ciencia de los colores. Los
géneros generalísimos son una especie de matrices vacías que debo llenar con notas esenciales,
esto es las diferencias específicas, para obtener especies especialísimas, objetos de ciencias.
Ahora bien, la relación entre las sustancias universales y entre las sustancias universales
y los individuos es de predicación. Porfirio sabe también por Aristóteles que el individuo es
sujeto de todo y predicado de nada; y que el género generalísimo es predicado de todo y sujeto
de nada. Entonces, el predicado esencial de individuos sujeto es la especie especialísima y la
especie especialísima a su vez es sujeto de todo lo que tiene por encima.
Entre el género generalísimo y la especie especialísima hay géneros y especies
subalternos -especies intermedias dice Aristóteles. Además de esta relación lógico
predicamental también estableció una suerte de doble movimiento según el cual cuando subo,
voy subsumiendo multiplicidades en unidades cada vez más abstractas. Y cuando bajo voy
especificando unidades en instancias cada vez más múltiples. Es lo que llamó ascenso y
descenso.
Bueno, aquí habíamos quedado. ¿Dudas, preguntas…?
Estudiante: ¿Este tema tiene relación con Plotino?
Profesor: Sí, este ascenso y descenso de lo uno a lo múltiple y de lo múltiple a lo uno lo van a
ver leído ontológicamente. Pero no es el caso aquí de Porfirio, porque en la Isagoge hace una
lectura justamente lógica. Por otra parte, Porfirio escribe la Isagoge reivindicando las
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Categorías de Aristóteles porque casualmente su maestro Plotino, en determinados pasajes de
las Enéadas, había criticado las categorías aristotélicas como procedimiento cabal para dar
cuenta de la realidad. La Isagoge podría ser una reivindicación respecto de la crítica de su
maestro del uso de las categorías de Aristóteles.
Habíamos quedado en el parágrafo 10. Allí insiste sobre la relación lógico
predicamental que se da entre las sustancias universales y el individuo. Leamos, y vemos si hay
algún problema.
“Habiendo explicado el género y la especie, qué es cada uno de ellos, y siendo el género
uno y las especies muchas (pues siempre la división del género es en muchas
especies)…”
En principio digámoslo así: dado el género al cual le aplicamos diferencias específicas, de
mínima tengo que tener dos especies. Por la lógica con la que se maneja, dado un género, al
género se subordinan dos especies.
“…y todos los que están por encima, de los que están por debajo;…”
Insiste con esa relación lógico predicamental.
“…en cambio, la especie ni se predica de su género próximo ni de los que están por
encima, pues no son convertibles”.
O sea, los juicios en los que se ve esa relación son juicios en los cuales, de alguna manera, el
predicado está contenido dentro del sujeto. Yo puedo decir “Sócrates es hombre”, pero no
puedo decir “Hombre es Sócrates” porque hay otros hombres que no son Sócrates. Yo puedo
decir que el hombre es animal, pero no puedo decir que el animal es hombre, porque hay
animales que no son hombres. Digamos que la predicación es siempre de lo más complejo a lo
más abstracto.
Sigo el texto:
“En efecto, es necesario o bien que los iguales se prediquen de los iguales –como «ser
capaz de relinchar» de «caballo»-, o bien que los mayores se prediquen de los menores
–como «animal» de «hombre»-; pero de ningún modo, los menores de los mayores.
Pues, de ningún modo puedes decir «el animal es hombre», como puedes decir «el
hombre es animal»”.
Más allá de esta predicación de lo más complejo a lo más abstracto o de lo que ocupa un
peldaño mayor como predicado respecto de lo que ocupa un peldaño menor como sujeto, hay
predicación entre iguales. Esto es curioso. La predicación de igualdad sería esta: que la especie
coincida absolutamente con su propio. Luego se va a retomar esto y van a ver que es
problemático el asunto.
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Por ejemplo, Porfirio está pensando que debajo de animal se conforman hombre y
bruto. Y está pensando que a bruto se le apliquen propios y accidentes para conformar un
caballo, un buey. Serían subespecies debajo del animal irracional, mortal. Ni Aristóteles ni
Porfirio hablan de subespecies, pero dan ejemplos.
Ahora bien, en el caso de que haya un propio que coincida absolutamente con su
especie, se da una predicación de igualdad. “Ser capaz de reír” es “hombre”. Ahí hay una
predicación de igualdad. Y hay otra predicación por igual de la que Porfirio no da cuenta. Esta
consiste en lo siguiente: la especie especialísima coincida absolutamente con su género
generalísimo más todas las diferencias específicas que esa especie tiene. O sea “hombre” es
igual a “sustancia corpórea animada sensible animal racional y mortal”. Y “sustancia corpórea
animada sensible animal racional y mortal” es igual a hombre. Esa también sería una
predicación entre iguales. Predicación entre iguales quiere decir que el campo semántico que
sujeto y predicado ocupan es exactamente el mismo. En este caso, decir que un caballo es un ser
que relincha es como decir “A” es “A”.
Estudiante: (inaudible, pregunta sobre la predicación de “caballo” a partir de la aplicación de
“propio”)
Profesor: Ah, eso vamos a verlo, ya estamos por verlo.
Bueno, sigue esquematizando esta relación de predicación lógica.
“De los que la especie se predique, también de ellos por necesidad se predicará el
género de la especie y el género del género hasta el generalísimo. En efecto, si es
verdadero decir «Sócrates es hombre», «El hombre es animal» y «El animal es
sustancia», también es verdadero decir «Sócrates es animal» y «sustancia». Así pues, ya
que los que están por encima se predican siempre de los que están por debajo, la especie
se predicará del individuo, el género tanto de la especie como del individuo, y el
generalísimo tanto del género o de los géneros -si hubiera más intermedios y
subordinados como de la especie y del individuo. Pues, el generalísimo se dice de todos
los géneros, especies e individuos por debajo de él…- o sea sí, es predicado de todos, lo
sabemos. De todo lo que está debajo de él- …el género que está delante de la
especialísima, de todas las especialísimas y de los individuos; la que es sólo especie, de
todos los individuos; y el individuo, de uno solo de los particulares”.
Aquí hay algo de lo que hay que llamar la atención. Porfirio no dijo en el proemio que iba a
tratar de los individuos. Pero tiene que tratar de los individuos, porque justamente si no hay
individuos toda la trama de los universales no sirve para nada. Si es justamente ciencia, la
ciencia parte y trata de la realidad, de los individuos
Individuo se predica de uno solo, y ahora tematiza esto:
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“Se dice que individuo es Sócrates, esto blanco y éste, el hijo de Sofronisco que se
acerca, si Sócrates fuera hijo único”.
Individuo se dice de la sustancia primera. Individuo se dice de un accidente inherente a esa
sustancia primera. El individuo se dice de una relación que guarda la sustancia primera. O sea,
la primera aproximación que hace de individuo es, sin decirlo, individuo es aquello que yo
tematizo con las categorías. Aquí pone la sustancia primera, da la cualidad, y da la relación.
“Se dice que individuo es Sócrates, esto blanco y éste, el hijo de Sofronisco que se
acerca, si Sócrates fuera hijo único. Individuos se dice a tales cosas porque cada una de
ellas está constituida por propiedades, cuya reunión jamás puede llegar a ser la misma
en otro. Pues, las propiedades de Sócrates no pueden llegar a ser las mismas en ningún
otro de los particulares”.
Cada uno de estos individuos de la realidad está constituido por propiedades que son únicas e
irrepetibles. Eso también caracteriza individuos, una suerte de principio de individuación. O sea,
lo que caracteriza al individuo es que es una sustancia primera a la cual inhieren accidentes que
son únicos e irrepetibles.
“No obstante, las propiedades del hombre, digo del común, pueden llegar a ser las
mismas en muchos, o mejor dicho, en todos los hombres particulares, en tanto
hombres”.
¿Cuáles son esas propiedades características del hombre común, o sea, de la especie? Bueno, lo
sabemos. Corpóreo, sensible, animado, racional y mortal. Esas notas son comunes a todos los
individuos, por eso la especie especialísima es definición esencial. Todavía no nos dijo cuál es
el criterio con el cual obtener esas diferencias específicas. Porque las diferencias específicas, los
propios y los accidentes en la realidad, son accidentes. Y lo propio del accidente es justamente
ser algo advenedizo que puede darse o no darse. Pero las diferencias específicas, a pesar de ser
advenedizas, son esenciales, porque conforman la especie especialísima. Ese es otro de los
temas que Eco, en su artículo, le reprocha a Porfirio. O mejor dicho, y no solo a Porfirio, sino a
toda la tradición medieval que abreva en Porfirio: cómo es que hay accidentes que se toman
como esenciales.
Porfirio dijo que iba a hacer un análisis lógico. Pero estos últimos párrafos no son
lógicos, está tomando una postura metafísica respecto de los individuos. No está definiendo a
cada individuo lógicamente. Más allá de ser sujeto de todo y predicado de nada y de que de un
individuo se predica un nombre propio, qué otra cosa lógica podría decir de los individuos.
Todas estas son posturas metafísicas respecto del individuo.
La realidad es absolutamente individual, cada sustancia primera es única e irrepetible.
Cada sustancia primera tiene sus accidentes que también, por lo tanto, son únicos e irrepetibles.
82
Así, los individuos son intransmisibles, y no hay ciencia sobre ellos. Y sin embargo la ciencia es
ciencia de lo real, pero de otra manera, a saber, por universales.
¿Y si es por universales tergiversola realidad? No, porque lo mismo que está en la
realidad es lo mismo de lo que yo parto: diez géneros generalísimos que coinciden con las
categorías. Solamente que la realidad son absolutamente individuales y como géneros
generalísimos son, dijimos, principios, matrices vacías, de las que parto para hacer divisiones y
llegar a definiciones.. Bueno, y remarca:
“Así pues, el individuo está contenido por la especie, y la especie por el género. En
efecto, el género es un cierto todo; el individuo, parte…- Claro, el individuo es parte en
tanto está contenido en la especie- … la especie, tanto todo como parte, pero parte de
otro, en cambio, todo, no de otro, sino en otros; pues, en las partes está el todo”.
La especie especialísima es un todo respecto de individuos. El individuo es parte en tanto es
parte de ese todo. Pero la especie especialísima es parte respecto de un todo que es el género
anterior que la subsume. Y otra vez algo que se planteó la vez pasada.
No hay que pensarlo en el sentido de parte como si estuviese partido, porque en la
especie especialísima “hombre” está todo el género animal. Y en la especie especialísima
“bruto”, que está a la par de hombre, y parte también de “animal”, está todo el género “animal”.
Y los individuos, todos y cada uno, poseen absolutamente toda la especie especialísima, y por lo
tanto también poseen todas las instancias anteriores o superiores a la especie especialísima.
Es un problema aquí la palabra “parte”. Después vamos a ver cuando defina la especie
especialísima y se va a entender mucho más, porque va a utilizar las nociones de potencia y
acto, va a recurrir a varias definiciones de diferencia específica que de alguna manera aclaran
esto que está diciendo.
Bueno, concluye en el parágrafo 13 diciendo que es suficiente lo dicho con género, por
especie y también respecto de individuo. Con ello caemos en la cuenta de que, a pesar de que no
nos prometió en el proemio tratar acerca de individuos, trató acerca de individuos y- cuando
veamos el texto de Eco vamos a ver que se lo va a reprochar- Porfirio trata de los individuos
porque el árbol, la ciencia, se arma en función de individuos.
En el capítulo IV trata acerca de la diferencia. Por lo que estuvimos viendo, la
diferencia es el tema clave. Porfirio se da cuenta y es aquello a que más tinta le dedica. Como
muchas cosas de las que dice Porfirio ahora, ya las dijimos la vez pasada, se me ocurrió hacer
un resumen de los primeros seis párrafos, a ver como resulta. (Cuadro en el pizarrón)
83
# 1
1. Sentido común o
amplio, diferencia por
alteridad: a) de sí
“Sócrates es más
joven/más viejo”, b) de
otro “Sócrates es diferente
de Platón”
## 2-3
- hace distinto,
-alteridades o
cambios en el modo
de ser
# 4
separable
# 5
2. Sentido propio o
estricto, por un accidente
inseparable: “ojos azules,
nariz aguileña”
- hace distinto,
-alteridades o
cambios en el modo
de ser
inseparable
por
accidente
- no definen,
- admiten el
más y el menos
3. Sentido más propio o
estrictísimo, por diferencia
específica:
“racional/irracional”
- agrega algo,
- hace otro,
-surgen las especies,
-definen
inseparable
por sí
- definen,
- no admiten el
más y el menos
De entrada, Porfirio establece tres tipos de diferencias. Dice que diferencias se dice en
diferentes sentidos. En sentido común dice este texto, otras ediciones dicen en sentido amplio,
por eso pongo las dos posibilidades. Un segundo sentido que es en sentido estricto, o en sentido
propio. Y un tercer sentido que es sentido estrictísimo o sentido más propio.
En el sentido común o sentido amplio dice que se entiende la diferencia por alteridad. Y
esa alteridad se puede dar de dos maneras, o bien respecto de sí o bien respecto del otro.
Entonces da ejemplos. Dice, una alteridad en sentido común o amplio respecto de sí, es por
ejemplo “Sócrates es más joven” o “Sócrates es más viejo”, “Sócrates en determinado momento
es más joven respecto de ahora” o “Sócrates en determinado momento es más viejo respecto de
antes”. Y respecto de otro dice: “Sócrates es diferente de Platón”.
Ahora bien, en sentido estricto, dice que se da por accidente inseparable, por ejemplo
“los ojos azules” es una diferencia y es un accidente inseparable, la “nariz aguileña” también.
Son los ejemplos que da él más allá de que hoy la medicina estética podría dar por tierra con
este criterio.
84
Y en sentido estrictísimo o sentido más propio dice que es diferencia específica. Y da
los ejemplos de “racional” e “irracional”. El sentido más propio o estrictísimo, es, por tanto, la
diferencia específica. Y después sigue tematizando las condiciones de estas diferencias.
Las diferencias comunes hacen distintos.Y se trata de alteridades o cambios del modo
de ser o de estar. Las diferencias en sentido estricto o propio dice exactamente lo mismo, dice
que hacen distinto y son alteridades o cambio en el modo de ser o estar. Pero la diferencia en el
sentido estrictísimo agrega algo, y eso que agregan no hace distinto, sino que hace otros
diferentes. Son diferencias específicas porque gracias a ellas surgen las especies, y de hecho,
definen. A diferencia de las anteriores, agregan algo, hacen otro, surgen las especies y definen.
Sigue todavía más diciendo que las diferencias en sentido amplio son separables. Que
sean separables quiere decir que se puede concebir al individuo en el cual inhieren como
teniendo o no esa diferencia. O sea, a Sócrates se lo puede concebir más joven o más viejo. En
cambio las diferencias en sentido estricto son inseparables, o sea, tener los ojos azules, respecto
de un individuo, no puede concebírselo sino de hecho con los ojos azules.
Y en sentido estrictísimo también son inseparables. Siguiendo el ejemplo que había
dado, de racionalidad o irracionalidad, decimos que Sócrates no puede concebirse sino como
racional.
Ahora bien, las diferencias en sentido estricto son inseparables pero son por accidente.
En cambio, en sentido estrictísimo son inseparables, pero son por sí. O sea, si son por accidente
pueden darse o no darse, en cambio, si son por sí, no pueden no darse. De hecho, respecto de las
diferencias en sentido estricto hay grados, es decir, que hay más hay menos. Uno puede
concebir a Sócrates con los ojos más azules, menos azules. En cambio, las inseparables, si son
por sí, definen, pero no hay grados. O sea, en las diferencias específicas, no hay gradación. O
bien, se es mortal, o no se es. O se es mortal, o no se es. O se es corpóreo o no se es. O se es
sensible o no se es. No se es más o menos racional, más o menos mortal.
¿Qué consiguió con esto Porfirio? Consiguió algo notable. Si especie especialísima es
ciencia universal y necesaria, tiene criterios a priori, o sea, criterios independientes de la
experiencia, para llegar a la especie especialísima a partir de un género generalísimo, aplicando
notas esenciales, diferencias específicas. Los propios y los accidentes no los obtengo con
criterios a priori, sino con criterios a posteriori. De hecho tengo que recurrir a la experiencia
para empezar a contar casos. No lo dice así Porfirio, lo digo yo haciendo una lectura moderna de
la Isagoge. Propios y accidentes los aplico a especies especialísimas para determinar
subespecies que me acortan determinado campo de estudio. Pero ya no estoy haciendo ciencia
universal, esto ya es ciencia particular. No deja de ser ciencia, pero es ciencia particular.
Estudiante: ¿Pero cómo es a priori si hay experiencia?
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Profesor: sí, siempre hay experiencia, es más, todo lo saco de la experiencia, pero ya no necesito
contar casos. A ver, si voy a tratar de japoneses, de hecho, doy por supuesto hombre. ¿Pero
cómo se que tienen todos los ojos alargados? Y tengo que ir a ver, y cuantos más casos
encuentre mejor. Y ahí lo tomaría como propio o como accidente. Pero ¿lo tomaría como
diferencia específica? No, dice Porfirio. Porque puede establecerse el más y el menos, porque
puede darse o no darse, porque puedo concebir un japonés sin los ojos alargados, etc. Es a
priori el criterio para determinar diferencias específicas porque con esa caracterización que dio
voy a los casos particulares y se la aplico. En el caso de propios y accidentes no voy con ningún
criterio a los casos particulares, simplemente voy a ver qué pasa. Esta es una de las grandes
novedades de la Isagoge de Porfirio, la sistematización de muchas cosas que en Aristóteles
están sueltas y el agregado de otras que no están.
Este es el resumen de los primeros seis parágrafos del capítulo IV que trata acerca de la
diferencia. También establece algo a lo que Eco le da cierta importancia, pero que para Porfirio
no tiene mayor relevancia. Es lo siguiente: la diferencia específica puede ser divisiva o
constitutiva. La constitutiva es la diferencia específica que está dentro de la especie, y la
divisiva es la diferencia específica que está debajo de un género. Si yo la utilizo para dividir, va
a ser divisiva. Si yo parto de un género que se ha constituido por una diferencia específica, esa
diferencia específica es la constitutiva.
Vamos al parágrafo 7:
“Sin embargo, estas diferencias divisivas de los géneros resultan ser completivas y
constitutivas de las especies. Pues, «animal» se divide mediante las diferencias
«racional» e «irracional» y, a su vez, mediante «mortal» e «inmortal»...”
animal
racional irracional
mortal inmortal mortal inmortal
hombre dios bruto ?
Y aquí hay algo desconcertante. Esto (señala el esquema del pizarrón) está diciendo Porfirio, y
que diga esto se confirma por lo que sigue:
86
“...pero las diferencias «mortal» y «racional» resultan ser constitutivas de «hombre»...”
O sea que animal, racional, mortal es hombre, la especie hombre. Sigue:
“...«racional» e «inmortal», de «dios»; y «irracional» y «mortal», de los animales
irracionales."
Digamos que animal irracional mortal es bruto. Y sigue con otro ejemplo, que también es
problemático. Uno podría empezar con lo siguiente, Eco le dedica mucho a esto, porque
aparentemente sería uno de los puntos débiles de la Isagoge de Porfirio. Primero, la lógica que
viene utilizando para hacer divisiones y llegar a definiciones es, digámoslo así, una lógica
dicotómica. La especie especialísima era una pareja de opuestos: respecto de un género o se era
X o no X.
Estudiante: ¿En todos los casos?
Profesor: Ese es el tema, es la que viene utilizando hasta ahora, el árbol lo armó de esa manera.
Pero llegado a este punto nos desconcierta porque aplica dos pares de diferencias específicas a
un mismo género. Si aplica dos pares de diferencias específicas a un género tiene un problema,
porque se calla, a pesar de que la enuncia, a la especie animal irracional inmortal. Uno diría,
bueno, no la puede poner porque no hay individuos, de hecho de “hombre” tiene individuos,
Sócrates, Platón, etc., de dios tiene individuo, porque Porfirio no es cristiano y para él las
fuerzas naturales son dioses, es decir, que ve un rayo, eso es Júpiter, cuando ve el mar, eso es
Neptuno, y lo define como animal racional inmortal. Y debajo de animal irracional mortal, esto
es, bruto, tengo a Garfield, a Mr. Ed., etc., pero ¿qué hago con el animal racional inmortal? ¿Por
qué comete este error Porfirio, si es que es un error? Esto es, el de traicionar su lógica y querer
aplicar dos pares de diferencias específicas bajo un mismo género, cosa que no había hecho
antes. ¿Por qué lo hace? Y esto que hace aquí Porfirio daría por tierra con la consideración que
hizo de la Isagoge gran parte de la la tradición. La tradición considera que el árbol de Porfirio
no está formado por relaciones lógicas, sino que refleja la estructura de la realidad, las
instancias son jerarquías de seres o principios ontológicos. ¿Por qué Porfirio no aceptaría esto?
Porque Porfirio pretende, al poner dos pares de diferencias específicas bajo un mismo género,
que las especies especialísimas estén a la par. El objeto de estudio “hombre” no es más que el
objeto de estudio “dios” ni es más que el objeto de estudio “bruto”. Las especies especialísimas
tiene el mismo status científico. Es más, uno podría decir lo siguiente (esto es para salvar a
Porfirio y criticar a Eco), que Porfirio está separando el hecho de que la razón obra de una
manera y la imaginación obra de la misma manera. Sucede que, la razón puede contrastar la
especie especialísima por individuos, y la imaginación no, o sea, que el animal racional inmortal
es producto de la imaginación. Y también uno podría decir contra Eco otra cosa en favor de
Porfirio, que el procedimiento científico, llevado al extremo por Porfirio, que es el
87
procedimiento aristotélico, tienen una nota absolutamente moderna, a saber: lo propio de la
ciencia moderna es la previsión, y Porfirio está diciendo, que cuando aparezca el animal
racional inmortal, no le va a sorprender, porque su sistema ya lo tiene contemplado lógicamente.
Estudiante: ¿Hay especies vacías?
Profesor: Podría ser, pero no lo dice, un matemático moderno lo podría haber dicho. Lo repito,
porque vi que lo han cargado en internet, en otros años que he dado esto, los alumnos
empezaron a tirar ejemplos, y se propuso la cucaracha como el animal racional inmortal, y no
está mal. (Risas). Porque “inmortal” no quiere decir eterno, quiere decir que no muere. También
se me sugirió me sugirió “Charly García” (Risas). Pero en ese caso sería un sui generis, porque
es un solo individuo que concordaría con su género o especie.
Bueno, Eco se agarra de esto para criticar a Porfirio, para hacer notar que el sistema
cerrado, esa semántica de diccionario que pretende hacer Porfirio comienza a hacer agua.
Fundamentalmente lo que le critica Eco es lo siguiente, Porfirio no tiene ningún criterio para
poner qué diferencia específica en qué lugar. Con lo cual, si el árbol es una semántica de
diccionario y no apunta a la realidad, yo puedo armar el árbol de la manera que se me antoja.
Eso está mal interpretado por Eco, porque Porfirio en realidad arma el árbol en función de
individuos, porque si Porfirio hubiera armado el árbol, según Eco, de la manera que se le antoje,
hubiera puesto en animal racional inmortal un “x”. Si no tiene nombre la especie es porque no
hay individuos. El problema es que aplica, según Eco, y esto está mal o traiciona su lógica, dos
pares de diferencias específicas aun mismo género. E insisto, lo hace, porque el árbol no
responde a ninguna estructura jerárquica, porque se da cuenta de que el objeto de las ciencias,
de la ciencia del hombre, de la ciencia del dios y del bruto, deben tener el mismo estatus
científico, no es una más que las otras.
Lo que sigue también es problemático y dice:
“De este modo, asimismo, siendo las diferencias «animado» e «inanimado», y
«sensible» e «insensible» divisivas de «sustancia»…”
O sea, está diciendo que sustancia se divide en “animado” e “inanimado”, “sensible” e
“insensible”, y vuelve a aplicar dos pares de diferencias específicas a un género.
“…la que está en lo más elevado, por una parte, las «animado» y «sensible», reunidas
en «sustancia», conforman «animal»…”
Entonces, sustancia animada sensible es “animal”.
“…por otra, «animado» e «insensible» conforman «vegetal».”
La sustancia animada e insensible sería “vegetal”. ¿Y después que pasa? Nada, ahí quedó.
Sustancia inanimada insensible, ¿podría haber puesto “mineral? No sé. Sustancia, inanimada
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sensible, siendo anacrónico, ¿podría haber puesto “robótica”? Bueno, no sabemos.
En el parágrafo 8, vuelve a resaltar esto de las diferencias constitutivas y divisivas. Y a
partir del parágrafo 9 hasta el final, da seis definiciones de diferencia específica. Dice en el 9:
“…diferencia es por lo que la especie excede al género…”
La especie respecto del género tiene un plus, que es la diferencia específica.
“… en efecto, «hombre» respecto de «animal» tiene de más «racional» y «mortal»;
pues, «animal» no es nada de esto…”
Claro, las diferencias específicas divisivas y no las constitutivas, no hacen a la comprensión del
género, las divisivas son algo que le viene al género desde afuera, por eso la pregunta:
“…puesto que ¿de dónde obtendrían las especies las diferencias?...”
Y en rigor ya lo sabemos. Si parto del género generalísimo “sustancia”, aplico las diferencias
específicas para llegar a la especie especialísima. La diferencias específicas las saco, de manera
inmediata, de los otros árboles, que son accidentes, como también saco de los otros árboles los
propios y los accidentes. De manera mediata, saco todo de la realidad.
“Tampoco tiene todas las diferencias contrarias, ya que lo mismo tendría al mismo
tiempo los contrario…”
Un género no puede subsumir diferencias contrarias
“…sino que, como se sostiene, tiene en potencia todas las diferencias de los que están
bajo él, pero en acto, ninguna. Y de esta manera ni del no ser llega algo a ser, ni los
contrarios están a la vez en lo mismo.”
En rigor, si un género tiene en acto una diferencia, ya no puede tener la otra en acto. El pasaje es
duro el texto. Se podría haber explicado de otra manera, podría haber dicho, que el género tiene
en potencia dos diferencias específicas que son contrarias, si se actualiza una se hace tal especie,
si se actualiza otra, se hace tal otra especie. Es decir, “animal” tiene en potencia la racionalidad
y la irracionalidad, si se actualiza la racionalidad se hace la especie “hombre”, si se actualiza la
irracionalidad se hace la especie “bruto”. Ya sabemos que el género y la especie no se dividen
en partes.
En el parágrafo 10 da la segunda definición de diferencia:
“La definen también de este modo: diferencia es lo que se predica acerca de muchos y
diferentes en especie en relación con el cómo es.”
Esto ya lo sabemos también. La diferencia específica y los accidentes responden al cómo,
mientras que el género y la especie responden al qué, y del propio sabemos que no dijo nada. Y
después da el ejemplo de “hombre”.
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En el parágrafo 11 da una tercera definición de diferencia. Estas definiciones están todas, de
alguna manera, en Aristóteles, o son de inspiración aristotélica: la 11 está en Metafísica, dice:
“Pues, dado que las cosas están compuestas de materia y de forma, o tienen una
composición análoga a la de materia y forma; de igual modo que la estatua está
compuesta de la materia del bronce y de la forma de la figura, así también «hombre», el
común y específico, está compuesto del género -análogo a la materia- y la diferencia -
análoga a la forma-; y este todo, «animal racional mortal», es «hombre», como antes, la
estatua.”
Así como la materia es informada por una forma, análogamente, el género es informado por la
diferencia específica. La cuarta definición es:
“También describen a tales diferencias así: diferencia es lo naturalmente apto para
separar lo que está bajo el mismo género, pues «racional» e «irracional» separan a
«hombre» y a «caballo», que están bajo el mismo género, «animal».”
Esto es importante, porque esa separación, y otra vez esta palabra -deberíamos entenderla como
especificación- llega a la especie especialísima, porque los propios y los accidentes separan,
pero ya separan individuos, entonces segregan algo que la especie especialísima mantiene
unido.
En el parágrafo 13 da la quita definición:
“Asimismo, la definen así: diferencia es por lo que cada uno difiere.”
Lo que caracteriza a cada especie es la diferencia específica. Y el parágrafo 14 da la sexta
definición:
“Ampliando aún más lo relativo a la diferencia, dicen que la diferencia no es lo que
fortuitamente produce las separaciones de los que caen bajo el mismo género, sino lo
que precisamente contribuye al ser y lo que es parte de la esencia de la cosa.”
Ahí donde dice “esencia” en griego lo que dice es "ente", "lo que es". Se refiere a que la
diferencia constituye el ser de una cosa, esto es, la definición esencial de la cosa. Dicho de otra
manera, la especie especialísima tiene que agotar todas las diferencias específicas de los
individuos en cuestión, no puede haber una diferencia específica que no esté adentro de una
especie especialísima. Por lo tanto, si la especie especialísima agota las diferencias específicas,
la diferencia específica constituye el ser o la definición esencial de esos individuos. Yo puedo
decir “Sócrates es hombre” con lo cual estoy resumiendo que “Sócrates es sustancia corpórea,
sensible, animada, racional y mortal". Y allí da el ejemplo, “apto para navegar”, pero no es una
diferencia específica, lo cual es evidente por los criterios que delimitó antes respecto de las
diferencias específicas.
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Y quedan los capítulos breves sobre propios y accidentes, que vamos a verlos. Insisto
que ya sabemos lo siguiente, que propios y accidentes no conforman la especie especialísima,
son notas que le agrego a la especie especialísima para hacer -insisto en que este término no
utiliza ni Porfirio ni Aristóteles pero están presuponiéndolo- subespecies. Y digo que están
presuponiéndolo, porque cuando Porfirio hizo esa doble división dicotómica puso como especie
especialísima “bruto”, pero como después nos habla de caballo, de buey, entonces está
presuponiendo que a “bruto” se le aplican propios y accidentes para conformar esas
"subespecies".
Respecto del propio dice que se entiende de cuatro maneras. Dice:
“En efecto, es lo que se da sólo en alguna especie, aunque no en toda, como en
«hombre», «ser médico» o «geómetra».”
La primera definición de propio sería ésta. Puedo predicar de los individuos subsumidos en la
especie “hombre” que sean médicos o geómetras, y eso atañe a determinados individuos, no a
todos, que tienen esa nota como propia dentro de la especie.
La segunda definición es:
“…es lo que se da en toda la especie, aunque no en una sola, como en «hombre», «ser
bípedo».”
Es el propio que atañe a individuos de dos especies, aunque a una de ella no a todos. "Ser
bípedo atañe a toda la especie hombre y a una parte de la especie bruto.
La tercera acepción dice:
“También es lo que se da en una sola, en toda y alguna vez, como en todo hombre
«encanecer en la vejez».”
Porfiroo no considera que los animales encanezcan. Y en esta acepción tercera juega el tiempo:
esto propio se da solamente en una especie, pero atañe a los individuos de esa especie en
determinado momento.
Y finalmente dice en cuarto lugar:
“…es en lo que concurre lo que se da en una sola, en toda y siempre, como en
«hombre», «ser capaz de reír».”
Este proio se da en una sola especie y de hecho siempre.
“Pues, aun cuando no ría siempre, sin embargo, se dice que es capaz de reír, no por reír
siempre, sino por ser apto naturalmente para hacerlo.”
Aunque no ría, tiene siempre esa capacidad y es propia de todos los individuos que conforman
esa especie, por tanto, el propio más propio, es este sentido cuarto. Y ya hemos visto que es un
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problema. Eco plantea por qué no se da ese propio para definir al individuo y sí se da la especie,
a la cual ese propio pertenece. Si de Sócrates de dice “hombre”, y “ser capaz de reír” coincide
absolutamente con “hombre”, por qué no se dice “Sócrates es un ser capaz de reír”. Y esto no
está contestado en ningún autor clásico ni medieval, hasta que en el siglo XIII, Tomás de
Aquino -Eco lo refiere- da una respuesta, a saber, porque “hombre” se comprende más
fácilmente que “capaz de reír”. “Capaz de reír” no es una comprensión inmediata, como podría
ser "hombre", sino que requiere una tarea de comprensión mayor. Y da otro ejemplo:
“…como a «caballo», «ser capaz de relinchar»”
Y dice que este es el propio más propio, puesto que es convertible. Habíamos visto que toda la
tradición lógica predicamental que se da entre los individuos y los universales, es predicación de
inclusión, cuando digo que “Sócrates es hombre”, estoy diciendo que Sócrates está incluido en
la especie “hombre” o cuando digo “el hombre es animal” “hombre” está incluido en el género
“animal”. Excepto dos juicios que son juicios de igualdad, uno, ya lo habíamos anticipado, y es
el hecho de que en la definición cuarta de propio hay una predicación de igualdad respecto de la
especie, “hombre” es “ser capás de reír” y “ser capás de reír” es “hombre”.
Y finalmente, respecto del accidente dice:
“Accidente es lo que llega a ser y deja de ser separadamente de la corrupción del
sustrato.”
Es una suerte de naturaleza adventicia el accidente, puede darse o no darse, independientemente
o no de que el sustrato se corrompa.
“Se divide en dos: el que es separable del sustrato, y el que es inseparable. Así pues,
«dormir» es un accidente separable, mientras que «ser negro» se da de manera
inseparable en el cuervo o el etíope…”
Si es un accidente inseparable, ¿por qué no es una diferencia específica? Ahora lo va a aclarar:
porque aunque sea inseparable, se puede concebir un etíope blanco y también un cuervo blanco.
“…pero es posible pensar tanto un cuervo blanco como un etíope que pierde el color
separadamente de la corrupción del sustrato.”
Y lo que sigue en la cita:
“…accidente es lo que admite pertenecer o no pertenecer a lo mismo…”
Además del hecho de que puede darse o no darse, accidente se define por la negativa:
“… o lo que ni es género, ni diferencia, ni especie, ni propio, pero siempre está
subsistiendo en un sustrato.”
Está subsistiendo en un sustrato porque no puede concebirse un accidente sin un sustrato.
92
Ahora bien, la palabra sustrato en latín es subiectum y traduce del griego hypokeimenon, con lo
cual se discute, ¿qué está entendiendo aquí Porfirio, sustancia primera o sustancia segunda?
Porque para Aristóteles sustancia segunda es especie especialísima, y en rigor, cualquiera de las
dos es lo mismo, porque de hecho el accidente pensado como universal puede darse o no darse,
y pensado como particular puede darse o no darse. Sea el sustrato el individuo o la especie
especialísima da lo mismo.
Pensaba que no iba a llegar, pero llegamos a lo peor. Para los que vinieron luego,
respecto de esta parte del programa entra para el parcial, tanto la antología de textos que hemos
leído y comentado, el artículo de Bertelloni, que trata del giro gnoseológico que hace Boecio
respecto de los dilemas de Porfirio, y por otra parte, el artículo de Eco, sobre el cual ahora
volveremos. El material que aparece en la bibliografía como complementario o de consulta, me
lo pueden pedir y se los hago llegar. Y también dije que se me había ocurrido tomar en el
parcial es un párrafo de 5 o 6 líneas a comentar. También había comentado, para los que
llegaron después, que hay algunos párrafos de 5 o 6 líneas que resumen gran parte de lo tratado,
tanto del Comentario de Boecio como de la Isagoge de Porfirio, son párrafos significativos que
para entenderlos hay que haber leído todo. ¿Dudas o preguntas sobre esto?
Estudiante: El otro día dijeron que iba a haber una sola pregunta de teóricos.
Profesor: Va a haber una pregunta de teórico y otra de teórico-práctico.
Estudiante: (Comentario inaudible)
Profesor: De cualquier manera consulten con la profesora D´Amico porque habíamos acordado
lo que dije en la primera clase, que para los parciales entra una pregunta de teórico y otra de
teórico-práctico. Y respecto del tema de prácticos cada uno de los ayudantes tomaba de la forma
que quisiera.
Estudiante: ¿El parcial se da en la hora de prácticos?
Profesor: Sí, en las dos horas de prácticos. Yo esperaba preguntas ideológicas.
Tanto en Sim como en CEFYL está la Isagoge completa, y los capítulos que quedan son muy
breves. En ellos Porfirio relaciona los universales entre sí, e insiste en esta relación lógica que
se da entre ellos. Quería tratar algunos pasajes, pero no, porque no son de lectura obligatoria. En
alguno de ellos insiste sobre este movimiento que se da de abajo para arriba y de arriba para
abajo en la trama de los universales, y se da cuenta que en la realidad el movimiento es
horizontal, no vertical; entonces, en unos de esos capítulos, dice que los individuos diferentes se
juntan y nacen nuevos individuos, como por ejemplo, se junta el burro con el caballo y dan una
mula, y entonces ¿qué es lo que tengo que hacer? Porfirio está contemplando la aparición de
híbridos. Lo que tengo que hacer es ir hasta el género respecto del cual se pueda subsumir mula,
es decir, “animal”, buscar las notas de mula y de ese género animal bajar a una nueva especie
93
mula, porque las especies especialísimas no tiene sexo, no se juntan, son asexuadas, con lo cual,
no puedo agarrar la especie caballo juntarla con la especie burro y hacer la especie mula, ¿por
qué? porque en los universales me muevo de manera ascendente o descendente, nunca de
manera horizontal.
Pero quería dar algunas claves de lectura para el artículo de Eco. El artículo, como
indica su nombre "El Anti-Porfirio", pretende demostrar que la Isagoge es el punto de partida de
un pensamiento fuerte y refutarla. Hay un párrafo, en la primera parte, en el cual Eco dice que
las ciencias obran respecto de los casos individuales buscando sus notas esenciales para poder
definirlos, y no dice abiertamente que eso es lo que hace Porfirio. Las ciencias modernas
definen como Porfirio dice que hay que definir, por ejemplo, si toman algún prospecto médico
van a ver que se pone “sustancia etc., etc., etc. (o sea sus notas esenciales o diferencias
específicas) y después el nombre propio del individuo, por ejemplo, “aspirina”. Las ciencias
siguen definiendo como Porfirio establece que las ciencias tienen que obrar, a saber: por género
generalísimo y diferencias específicas. Sea como fuere, para Eco la Isagoge es el prototipo del
pensamiento fuerte. Para Eco, Porfirio tergiversa lo que dice Aristóteles, pese a que parte de las
consideraciones científicas de Aristóteles. Y este pensamiento fuerte, es el que para Eco se da
en las ciencias axiomatizadas -el ejemplo que da es el del teorema de Pitágoras. En matemática
o en lógica no hay problema respecto del pensamiento fuerte, es un sistema cerrado. El
problema es justamente en lingüística, en la que dice hay sostenedores de un pensamiento
fuerte, y él cree que el modelo semántico fuerte o modelo de diccionario, es la Isagoge de
Porfirio.
En la primera parte, antes de entrar en la segunda en la que de lleno critica a Porfirio, da
las notas que tiene que tener un modelo semántico fuerte o semántica de diccionario. Por lo
pronto, tiene que tener un lenguaje modelo. Y ese lenguaje modelo tiene que ser homologable al
lenguaje natural. ¿Cuál es el lenguaje modelo en la Isagoge de Porfirio? Todos los nombres de
los universales, es decir, “sustancia”, “corpórea”, “animada”, “sensible”, “racional”, “mortal”,
cada uno de los nombres que clasificamos en géneros, especies, diferencias, propios y
accidentes, son el lenguaje modelo, y de hecho es el mismo que el lenguaje natural, solamente
que el lenguaje natural tiene sus problemas, en cambio dentro del sistema del modelo semántico
fuerte son términos universales. El léxico, es decir todos esos términos, del lenguaje modelo,
tiene que ser finito, y ahí no es homologable al lenguaje natural, porque el lenguaje natural es
infinito, pero ese léxico tiene que ser finito, porque solamente de lo finito hay ciencia. Después
dice que tiene que ser intensional, no puede ser extensional, y aquí viene el primer punto
reprochable, porque si uno leyó atentamente la Isagoge de Porfirio, (y lo digo de forma no
académica) se da cuenta de que Eco “mea afuera del tarro”. ¿Por qué? Porque para Porfirio al
Isagoge no es intensional, no queda solamente en mi cabeza el significado, todos y cada uno de
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los términos del lenguaje modelo de la Isagoge de Porfirio, no solamente significan, sino que
también denotan, ¿qué denotan? Individuos, es evidente. Si uno lee atentamente, y se mete en la
segunda parte del capítulo III, ahí se da cuenta de que es extensional, sino para qué va a hablar
de individuos; si, de hecho, la especie especialísima se trama en función de individuos. Y
todavía más, luego de definir la especie especialísima como definición de individuos, insiste en
qué es ser individuo. Entonces, ahí Eco se equivoca, lo que hace Porfirio es extensional, no es
intencional.
Ahora bien, ese léxico finito, dice, puede presentar problemas de sinonimia, es decir,
que puede haber dos términos iguales, pero dice que no hay problema porque se aclara por
medio de la definición. En un diccionario uno encuentra “corriente” en sentido geográfico y
también en sentido comercial, y por la definición se supera la sinonimia.
Ese lenguaje modelo, conformado por el léxico finito, dice Eco, está sujeto a un sistema
de reglas expresadas en un metalenguaje, ¿cuáles son? Las reglas son la división y la definición.
¿Cuál es el metalenguaje? Los términos con los cuales englobo al léxico finito, a saber: género,
especie, diferencia específica, propio y accidente.
Estudiante: ¿Y la división?
Profesor: Esas serían las reglas, la división dicotómica. ¿Y las expresa en un metalenguaje? Sí,
porque el metalenguaje es: género, especie, diferencia específica, propio y accidente.
Ahora bien, dice Eco que ese metalenguaje está compuesto de términos últimos
indefinibles. Entonces, dice que por ello, no hay definición de género o especie, porque para dar
una definición de género o especie tendría que proponer una supraespecie y un supragénero,
pues toda deficinición es por género propio y diferencia específica, o sea por especie, y así al
infinito, por eso sólo se dan aproximaciones, digamos, geográficas, por ejemplo, género es
aquello que está por sobre la especie, especie es aquello que estña debajo del gñenero. Esto está
bien en el caso de géneros y especies, pero, y de esto no dice nada Eco, respecto de diferencia
específica, propio y accidente Porfirio da definiciones, y no recurre a un metametalenguaje.
Esto también uno podría objetarle.
El sistema de reglas, dice, tiene que, de alguna manera, poner en evidencia la estructura
interna de la lengua, lo que constituye las relaciones de predicación. Dice que de hecho, todo
este sistema es puesto por el sujeto y por lo tanto es a priori, es independiente de la experiencia,
y en la definición, lo definido tiene que ser igual que el definiente.
Este es el resumen de la primera parte del artículo de Eco, y en la segunda parte,
pretende que la Isagoge de Porfirio responda a ello, pero uno ya en la primera parte le podría
reprochar a Eco, que la Isagoge de Porfirio no es lo que él pretende. Primero respecto de lo
intensional, la Isagoge es extensional, los términos denotan y no sólo significan. Por otra parte,
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está bien que sea un sistema de reglas pensadas en un metalenguaje, se lo podríamos admitir.
Está bien que de hecho represente la estructura interna de la lengua, se lo podríamos admitir,
pero justamente, la lengua, son esas predicaciones lógicas, pero ¿se hacen a priori? No, porque
el detonante para generar la trama de universales son los géneros generalísimos, que en la
realidad son las categorías, lo que pasa es que en la realidad son particulares, y como
universales son matrices vacías, pero no son a priori. Respecto de los componentes elementales,
género y especie está bien, son componentes elementales y en tanto tales son indefinibles, pero
los otros componentes elementales, la diferencia específica, los propios y accidentes son
definibles. Y que el definido sea igual que el definiente también es falso, porque lo vimos, sólo
en dos casos el definido es igual al definiente, a saber: en el caso de que predico de la especie
especialísima su propio propio, o en el caso en el que predico de la especie especialísima el
género con todas las diferencias específicas, sino todos los juicios son de inclusión, porque el
definido está incluido en el definiente. Bueno, esto no es tema de parcial, es simplemente para
que se entienda la segunda parte en la que comenta los pasajes que hemos leído de la Isagoge.
Está bien lo que hace Eco en confrontar lo que hace Porfirio con, especialmente, el
capítulo XIII del libro segundo de los Segundos analíticos de Aristóteles, porque en ese capítulo
Aristóteles establece como método propio de las ciencias la división para llegar a la definición.
Esto que remarca Eco está bien, digo, porque todos los ejemplos que da allí Aristóteles son
ejemplos matemáticos, en los que la cosa funciona. Pero cuando en la Historia de los animales,
empieza a hacer divisiones para llegar a definiciones, Aristóteles comienza a tener problemas,
no hace una división y definición, digamos, pulcra como en el caso de la matemática, pone
“animales” y después divide “con cuernos” y “sin cuernos”, y no resuelve el asunto, luego pone
“animales”, “con cuatro patas”, “con ocho o más”, y después replantea “animales”, “con
plumas” y “sin plumas”, etc., se ve que Aristóteles va tantenado divisiones sin tomar
dogmáticamente una. Y eso Eco lo trata bien, y concluye que algo que para Aristóteles es una
suerte de ensayo, Porfirio lo toma como doctrina. También Eco, cosa que también refutamos,
dice de pasada que el árbol refleja la estructura jerárquica de la realidad, esto es de lo más
absurdo, porque el árbol, insistimos, se arma en función de individuos, y sin individuos el árbol
no tiene sentido.
La clase que viene van a ver la lectura que se hace de Boecio y de Porfirio a partir de
los siglos XI y XII. Todo lo que vimos es justamente la fuente principal en la cual abrevan los
autores de esos siglos, especialmente, en las escuelas parisinas, para tratar la cuestión entorno a:
¿qué estatus tienen los términos universales? Si no sólo lo que significan, sino que también
denotan, esto es, refieren a algo real, entonces ¿cómo es, qué estatus tiene lo denotado por los
términos universales?
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Por cualquier duda o pregunta o material, tiene mi mail, pueden pedirme material, y
también los martes y los viernes estoy en la Sección de Filosofía Medieval, en el cuarto piso,
oficina 436, de 14 a 17.
Nos vemos y suerte.