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58 AGATHOS www.revista-agathos.com E NTREVISTA Juan Cobos Wilkins fue finalista del VI Premio de novela Ciudad de Torrevieja 2007 con la novela: “El mar invisi- ble”. Un texto de revelaciones. Cuando habla de sus per- sonajes no puede evitar emocionarse y uno tiene la sen- sación de que los ha convocado y allí acuden todos a su llamada, uno detrás del otro. El poeta que lleva dentro Juan Cobos asoma constantemente a lo largo del texto. También lo hace a lo largo de la entrevista. “El corazón de la tierra” fue su primera novela. Un texto que saltó a la gran pantalla. Su segunda novela fue “Mientras tuvimos alas” y la tercera,“El mar invisible”, la que motiva la presente entrevista. Su obra poética es amplia, los últimos títulos son “Llama de clausura” y “Escritura o Paraíso”. Primero felicidades por el reconocimiento de su trabajo como escritor finalista del Ciudad de Torrevieja. ¿Cómo vivió los momentos inmediatos al antes, cuando todo estaba por decidir y los momentos del después cuando ya se sabía finalista? Con la esperanza de que una novela como “El mar invisi- ble”, me parece una historia necesaria, al margen de que fuese o no yo el autor, pudiese tener el altavoz que supone un premio como el de Torrevieja. Que pudiese hacerse con ese eco que conlleva el premio. Que una historia en la que la conciencia y la emoción van de la mano, no pasara desa- percibida como por desgracia sucede con tantísimos libros que en las mesas de novedades se convierten en poco más que moda. Un pret â porter literario que parece va al mar- gen de la palabra y sigue los dictados, igual que la moda, del quita y pon del instante y de las estaciones. Entonces esperaba que una novela en la que, ética y estética son sia- mesas, inseparables la una de la otra, sin que el corazón se pare porque no se puede dividir sístole y diástole, que esa novela pudiese tener la recompensa que trae un premio de esta categoría. Y cuando supo que sí que la novela había merecido la crítica ¿cómo vivió la satisfacción? Pues recordé el momento en que comenzaba a escribirla, casi cuatro años atrás. Recordé esas dudas que tiene todo creador. Afortunadamente. Porque de la duda puede surgir la luz y la lucidez... recordé cómo avanzaba poco a poco en la novela y pensé que había una compensación en ese instante de creación con todas las dudas que yo había tenido. He leído que durante años usted ha ejercido la critica... ... No me considero que haya ejercido la crítica.Yo hablaba desde el poeta que lee a otros poetas para dar a conocer li- bros de poesía que me gustaban o que me interesaban. Pe- ro no me sentía como quien disecciona un libro, lo pone so- bre la mesa e introduce todos los tipos de bisturí que trae to- da la arquitectura diseccionadora de la crítica autorizada.Yo era, soy, un poeta que lee a otros poetas... ...y habla de ellos... ... y habla de ellos.Y es cierto, lo hacía para un periódico de tirada nacional importante, para El País, para el suplemento Babelia. Pero siempre me lo plantee de esa manera. Un poeta que lee a otros poetas. Una crítica muy sana... ...sí, porque realmente cuando algún libro no me gustaba pues guardaba silencio y no me ocupaba de ello. Me parece que escribir poesía en el mundo en el que vivimos es tal esfuerzo, a veces, casi sobre humano, un esfuerzo tan her- moso que en mi modesta opinión, aunque un libro no hubiese salido bien, prefiero no hablar mal de él. Prefiero callarme porque hay muchas otras cosas de las que hablar mal que de un libro de poemas. Ocupar espacio de un periódico para hablar mal de poesía habiendo tantas cosas de las que criticar en el mundo me parecería casi obsceno. Esta es también la filosofía de Agathos, cuando un libro no satisface, no hablamos mal del libro, simplemente no lo sacamos. Por ejemplo si todos los suplementos culturales de revistas, de periódicos, del norte, del sur, del este y del oeste, todos... se pusieran de acuerdo en hablar mal de un libro, seguro que este libro se convertiría en un número uno de ventas. Entonces a lo mejor el silencio es el peor de los cas- tigos, pero francamente, yo prefería no hablar si no me gus- taba, a que un poeta joven, o menos joven quedas en entre- Entrevista a Juan Cobos Wilkins Finalista del VI Premio de novela Ciudad de Torrevieja 2007 © GUEVARA ORJUELA

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58A G A T H O Swww.revista-agathos.com

ENTREVISTA

Juan Cobos Wilkins fue finalista del VI Premio de novelaCiudad de Torrevieja 2007 con la novela: “El mar invisi-ble”. Un texto de revelaciones. Cuando habla de sus per-sonajes no puede evitar emocionarse y uno tiene la sen-sación de que los ha convocado y allí acuden todos a sullamada, uno detrás del otro. El poeta que lleva dentroJuan Cobos asoma constantemente a lo largo del texto.También lo hace a lo largo de la entrevista.

“El corazón de la tierra” fue su primera novela. Untexto que saltó a la gran pantalla. Su segunda novela fue“Mientras tuvimos alas”y la tercera,“El mar invisible”, laque motiva la presente entrevista.

Su obra poética es amplia, los últimos títulos son“Llama de clausura”y “Escritura o Paraíso”.

Primero felicidades por el reconocimiento de su trabajocomo escritor finalista del Ciudad de Torrevieja. ¿Cómovivió los momentos inmediatos al antes, cuando todoestaba por decidir y los momentos del después cuandoya se sabía finalista? Con la esperanza de que una novela como “El mar invisi-ble”, me parece una historia necesaria, al margen de quefuese o no yo el autor, pudiese tener el altavoz que suponeun premio como el de Torrevieja. Que pudiese hacerse conese eco que conlleva el premio. Que una historia en la quela conciencia y la emoción van de la mano, no pasara desa-percibida como por desgracia sucede con tantísimos librosque en las mesas de novedades se convierten en poco másque moda. Un pret â porter literario que parece va al mar-gen de la palabra y sigue los dictados, igual que la moda,del quita y pon del instante y de las estaciones. Entoncesesperaba que una novela en la que, ética y estética son sia-mesas, inseparables la una de la otra, sin que el corazón separe porque no se puede dividir sístole y diástole, que esanovela pudiese tener la recompensa que trae un premio deesta categoría.

Y cuando supo que sí que la novela había merecido lacrítica ¿cómo vivió la satisfacción? Pues recordé el momento en que comenzaba a escribirla,casi cuatro años atrás. Recordé esas dudas que tiene todocreador. Afortunadamente. Porque de la duda puede surgir laluz y la lucidez... recordé cómo avanzaba poco a poco en lanovela y pensé que había una compensación en ese instantede creación con todas las dudas que yo había tenido.

He leído que durante años usted ha ejercido la critica...... No me considero que haya ejercido la crítica.Yo hablabadesde el poeta que lee a otros poetas para dar a conocer li-

bros de poesía que me gustaban o que me interesaban. Pe-ro no me sentía como quien disecciona un libro, lo pone so-bre la mesa e introduce todos los tipos de bisturí que trae to-da la arquitectura diseccionadora de la crítica autorizada.Yoera, soy, un poeta que lee a otros poetas...

...y habla de ellos...

... y habla de ellos.Y es cierto, lo hacía para un periódico detirada nacional importante, para El País, para el suplementoBabelia. Pero siempre me lo plantee de esa manera. Unpoeta que lee a otros poetas.

Una crítica muy sana......sí, porque realmente cuando algún libro no me gustabapues guardaba silencio y no me ocupaba de ello. Me pareceque escribir poesía en el mundo en el que vivimos es talesfuerzo, a veces, casi sobre humano, un esfuerzo tan her-moso que en mi modesta opinión, aunque un libro nohubiese salido bien, prefiero no hablar mal de él. Prefierocallarme porque hay muchas otras cosas de las que hablarmal que de un libro de poemas. Ocupar espacio de unperiódico para hablar mal de poesía habiendo tantas cosasde las que criticar en el mundo me parecería casi obsceno.

Esta es también la filosofía de Agathos, cuando un librono satisface, no hablamos mal del libro, simplementeno lo sacamos.Por ejemplo si todos los suplementos culturales de revistas,de periódicos, del norte, del sur, del este y del oeste,todos... se pusieran de acuerdo en hablar mal de un libro,seguro que este libro se convertiría en un número uno deventas. Entonces a lo mejor el silencio es el peor de los cas-tigos, pero francamente, yo prefería no hablar si no me gus-taba, a que un poeta joven, o menos joven quedas en entre-

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Juan Cobos WilkinsFinalista del VI Premio de novela

Ciudad de Torrevieja 2007

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Ese tiempo ya es casi una garantía para el libro...Está la palabra del poeta que elige muy cuidadosamente eltérmino empleado, la sintaxis, la oración...Yo creo que se notacuando quien escribe proviene de la poesía. Bien es ciertoque procuro desembarcarme de lo que puede tener de nonarrativo con argumentos, con intensidad de novela el arras-trar la poesía. Hay una mirada al mundo desde un poeta. Hayuna visión poética y una atmósfera tal, pero no hay una escri-tura de poeta llevada a la novela. Hay la situación de eleccióndel verso, de la imagen, del ritmo que es lo importante, elritmo en una novela si viene de un poeta, generalmente tieneuna impronta superior de quien no ha escrito verso.

Su novela ¿surge de la razón, de la emoción...?Sale de la conciencia de la emoción y de la emoción cons-ciente. ¿Cómo se pueden separar una y otra en un temacomo en “el mar invisible”? No podemos dividir ambascosas. A mí al menos no se me da ni en la escritura, ni enla vida, ni en mi vida. No podemos decir que eso es sólosensibilidad y esto no es posicionamiento de conciencia.Creo que ahí hay una emoción de la conciencia y una con-ciencia muy emotiva.

A través del personaje, Damián Jaramundi, el Jara,usted se pone en la piel de alguien condenado amuerte. En esa piel ¿qué sintió? Vértigo. Vértigo. Algo así como quien va paseando tranqui-lamente por una pradera y de pronto se abre bajo sus pies

dicho en las páginas de un periódico, sabiendo yo desdedentro lo que escribir poesía significa.

Mi pregunta iba dirigida a saber cómo alguien que tieneesta posibilidad de hacer la crítica con los otros libros,con los otros autores, realiza la suya propia, la de suobra cuando se enfrenta a ella.A mi propia obra me enfrento siempre antes de escribirlaincluso. Porque si considero que no tengo nada que aportaro que decir hago lo mismo que con los libros: permanezcoen silencio. Creo que en creación lo que no suma resta. Siuno publica un libro que no aporta nada nuevo a lo anterior,no creo que quede igual, sino que baja peldaños. Si un libromío no va a significar, en cualquiera de los campos de lacreación, algo diferente y un escalón superior a lo que publi-qué hace diez años no es sólo que me quedo como estaba,sino que bajo. Cuando abordo una obra, la abordo despuésde haber velado las armas literarias durante muchos días,muchas noches y meses. En mis novelas entre una y otrasuele haber un periodo de cuatro años. Entre mi novela“Mientras tuvimos alas” de 2003 y “El mar invisible” de fina-les del 2007, pues transcurren cuatro años.

Dice que empezó a escribirla hace cuatro años......cuatro años que empecé a pensarla, no he contabilizadoel tiempo de maduración mental y de documentación, ni eltiempo físico de escritura, pero entre uno y otro nos vamosa los cuatro años.

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mente vuelca el transporte, para seguir con la metáfora, enla puerta de nuestra conciencia y de nuestra alma.Entonceses algo que no podríamos soportarlo.

En su novela se le añade que uno de los dos muere y nose van a volver a ver nunca más.... es el final... ni el uno ni el otro van a poder volverse ha-blar... uno porque está al final de la vida... claro, ¿qué arro-jas? Arrojas hacia el abismo tu historia pero al mismo tiem-po sabiendo que al arrojarla a este abismo a ti te da alas y,por una noche, al que te escucha también.

Es una manera de conocerte. Una oportunidad que tie-nen muy pocos de ponerse......En una circunstancia verdaderamente dramática. Pero es-ta novela no es triste... es una novela intensa pero es espe-ranzadora. Es de esas historias que tú terminas y al final,verdaderamente, has vivido y convivido con los personajesdesde la primera palabra. Desde la primera pregunta ¿Porqué yo? Hasta la ultima palabra.Y... algunas personas quehan leído la novela me han dicho: “Para volver a empezarotro libro he tenido que dejar pasar varios días, porque lospersonajes que habías creado estaban conmigo. Los sentíaa mi lado.Y los tenía que dejar reposar y no he podido cogeruna novela hasta una semana después”.

Ciertamente son unos personajes que penetran en ellector, se pasean por su interior...Era una novela de alto riesgo. El tema elegido no es usual.Los personajes son tan distintos: el boxeador, el condenadoa muerte, el maestro... son unos personajes tan distintos...

Y los ambientes... el pasillo mismo......si del pasillo me ha dicho mucha gente: “La escena en laque él va por el pasillo hasta encontrarse con el otro me hatenido todo el tiempo... y yo... pues, si es esa es la sensaciónque ha producido en las personas, todavía supongo que po-cas, que habéis leído el libro, porque es desde hace pocoque está en las librerías...

... yo resaltaría, más que la historia en sí, al lugar que teaboca como lector... que evidentemente vas a pararauna historia...... me alegro porque siempre es preferible el recrearse en lamente de alguien... el dejar un terreno abonado a sí mismoque es lo mejor que puede hacer la literatura.Es la mejor for-ma de permanencia. Si empieza y se termina en sí mismaya está dicho todo. Se abre y se cierra. Si te deja y te sugie-re... pues siendo así permanecerá más tiempo en la mentede las personas.

No hay ideología, no hay encorsetamiento.Cada uno de sus personajes tiene su propia ideología y laideología es un puzzle que es el contraste y el conjunto...

...pero no hay un aleccionamiento.No.no, no.No hay una doctrina.Es más hay una cierta ambi-güedad sobre lo que es malo y lo que es bueno.Hay lectoresque se han encariñado mucho con el boxeador y no deja deser un tipo violento y terrible... y quizás asesino. Y, sin em-bargo, les da pena que pueda morir y que no llegue el indul-to. Pero no te voy a contar.

la tierra y se queda en el filo mismo del vértigo. La muertesiempre es una sorpresa porque uno piensa que es algoque sucede a otros. Por eso la metáfora de ir paseando. Élya está en la cárcel. Sabe que le va a suceder eso. Perocómo enfrentarse a la muerte por primera vez... pues es elvértigo de saber que te está sucediendo a ti lo que antessucedía a los demás... ¿cómo se trae esta experiencia?Pues cuando por desgracia seres queridos han desapare-cido ya de nuestro lado hay un conocimiento del dolor, dehaberlo visto en quien lo padecía físicamente y se nos iba,se alejaba.Y del dolor propio que se ha vivido y ha sentidoante el desgarramiento de esa pérdida. La mezcla, o mejordicho, la fusión del dolor aprendido de otros y del dolor sen-tido como propio por ese desgarramiento han sido los queme han permitido situarme ante eso. Bien es cierto que conel terror de ser una condena a muerte, no a través de laenfermedad, no a través del sufrimiento físico, o de unamuerte inesperada que no está prevista y de pronto sucedeaccidentalmente, sino de la muerte programada, entrecomillas, por la justicia, uno lo único que puede es, hacer,para no ponerme muy dramático, pues como hacia unaancianita encantadora Agatha Christie que no habíamatado en su vida a nadie y mató a tantos a través de susobras. Para eso está el creador, para eso está la imagina-ción, para eso está la capacidad de fabular.

Yo imaginé cómo podía ser el terror y la tensión de unapersona en esos momentos. Por ejemplo la obsesión por elpaso del tiempo. ¿Qué hora es? ¿Qué hora es? O para sa-ber cómo era el verdugo. Eso fue producto única y exclusivade mi intuición, de mi imaginación. El tiempo y testimoniosme han corroborado que no me equivocaba, que está den-tro de las obsesiones de alguien que ve cercana la muerteesa figuración de la hora y de cómo será la persona que va aacabar con mi vida.

La novela sugiere que las personas somos más capa-ces de confesarnos con los desconocidos que con losconocidos... con un desconocido uno es capaz deabrirse hasta lo inconfesable... en cambio con los co-nocidos siempre hay algo que quizás frena...Eso lo creo... me lo vienen certificando todas las personasque han leído el libro, o al menos que han llegado a la partedonde se cuenta eso. Y todos y todas me dicen: completa-mente de acuerdo. Esto es un hallazgo y esto es un acierto.Verdaderamente los seres humanos somos capaces decontar a un desconocido que fugazmente la vida cruza ennuestro camino cosas que ocultamos a quien pasea con no-sotros todos los días. Cuántas veces ante un desconocido,una desconocida, en tránsito en un bar, una noche, en otropaís, te encuentras y dices cosas que no eres capaz de de-cirle, repito, a quien camina todos los días a tu lado. ¿Porqué? Porque a lo mejor a quien camina a nuestro lado si selas decimos, después nos las va a devolver diariamente co-mo un espejo. A lo mejor no somos capaces de soportar dia-riamente el reflejo de la verdad confesada aquel día.

A un desconocido, a una desconocida, pensamos enprincipio que no lo vamos a encontrar más. Nos hemos des-fogado, nos hemos desahogado y nos hemos quitado de unpeso con esa persona que al no aparecer más es como sifuera un transporte de mercancía que se lleva nuestro pesoy lo hace desaparecer. Pero si se lo decimos a quien está anuestro lado, eso es como un boomerang que constante-

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ciendo eso. Mientras alguien lea el libro y se emocione, dealguna forma aunque no sea directa, una forma invisible, es-taremos hablando.

Cuando se acaba un libro los personajes ya tienen susuerte echada.. se termina...Yo los siento en la cocina y les preparo una tortilla de pata-tas...

Como nace el argumento del mar invisible.Ya sé que leestoy haciendo la pregunta tópica, pero me interesa es-pecialmente.Veras, yo quería escribir una novela que hablase del amor, delas soledades, de la libertad y del poder sanador de la pala-bra.Y entonces el azar, que no conspira contra la emoción, vi-no de manera deslumbrante para mostrar delante de mí el te-rritorio en el que yo pudiera sembrar la historia y sucedió deuna manera muy conmovedora.Tras la publicación de mi pri-mera novela “El corazón de la tierra” recibí la invitación de lospresos de una cárcel de alta seguridad para mantener unaentrevista con ellos.La novela se escribió en el 2001... sería alo mejor al año siguiente. Hacia el 2002 ó 2003. Aquello iba adurar una hora, estamos en el 20071 y no ha terminado.Y pre-sentaré esta novela en la cárcel. Allí cerraré cerca de la Navi-dad el círculo de presentaciones.Aquel día que comenzó unarelación entre los presos y yo, que se ha mantenido a lo largodel tiempo... en vez de una hora aquel día duro hasta el me-diodía. Se grabó por televisión la entrevista, la emitieron encircuitos cerrados y después supe que había más de mediomillar de presos en lista de espera para leer un libro mío.Des-pués, también, todavía más perturbador, gratamente, fueque los presos creaban un club de lectura y le ponían mi nom-bre.Y eso puede suceder con un autor clásico, como Cervan-tes, Lorca, Cernuda, o Gil de Biedma o gente así. Pero al-guien como yo y de mi edad me parecía verdaderamente muyimpactante. Paralelamente a esto, hace algunos años en unacárcel que había sido de la dictadura, una cárcel franquista,en este caso de Huelva, recibía el homenaje de los presoshomosexuales que habían estado allí encarcelados poniendouna placa que rendía ese homenaje para todos aquellos quehabían sido privados de libertad, seguramente vejados, hu-millados, violados, todo lo que podemos imaginar que suce-día... se ponía esa placa conmemorando y homenajeando atodas las personas privadas de su libertad por su opción

Al principio a través de uno de sus personajes, Calixto,cita a los escritores Antonio de Hoyos y Vinent, y a Álva-ro Retana, es una manera de rendirles homenaje. Quédiría de cada uno.Sí, sí. Rescato a estos escritores que bueno padecieronpersecución por su opción amorosa y por escribir sobre loque deseaban escribir en un tiempo en el que no se permitíala palabra en libertad, casi ni siquiera el pensamiento en li-bertad. Fueron encarcelados, eran republicanos de izquier-das y alguno de ellos no llegó nunca más a pisar la calle,murió en la cárcel. Pienso que la palabra es algo que estápor encima de los barrotes de una cárcel. Lo digo con cono-cimiento de causa. Los presos de una cárcel de alta seguri-dad han creado un club de lectura y le han puesto mi nom-bre. Entonces visitarlos y ver que donde se alienaban losbarrotes privadores de libertad se alienaban los lomos delos libros que simbolizan todo lo contrario porque lo quecontienen es la imaginación y, lo que una dictadura no pue-de nunca reprimir que es el pensamiento ni la palabra, esoes muy hermoso.

Cuándo el lector concluya con su libro, ¿Qué le gustaríaque no le hubiera pasado por alto? Me gustaría que quien termina de leer esta novela sintiera,que ha podido y puede caminar, sin hundirse, sobre lasaguas de esos mares invisibles que a todos en algún mo-mento de nuestra vida nos acechan inesperadamente alvolver a una esquina. No lo pensamos, no lo imaginamos si-quiera, pero de pronto hay una gran ola, hay una gran plea-mar, hay un gran tsunami invisible en cualquier terreno de lavida, y al volver la esquina, ese tsunami, esa ola gigantesca,está acechándonos.Pues que, el mar invisible de esta nove-la les sirviera para caminar sin hundirse. Que cada palabra,que al menos la historia fuese una isla, fuese una balsa, fue-se incluso un archipiélago de islas pequeñitas para ir saltan-do de una a la otra para llegar a otra orilla.

Se respira mucho afecto de su parte por los persona-jes... los ha dejado ir o siguen por ahí...No, no esos personajes yo sigo conversando con ellos, lesescribo, me escriben, me llaman por teléfono, nos comuni-camos constantemente por que, además, de ellos son cadauno de los lectores que los acogen y tú ahora mismo erestambién esos personajes, porque sino no me estarías di-

BIANCA BELTRÁN Y RICARD SÁNCHEZ. PEÑÍSCOLA. 2006

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1 La entrevista se realizó en diciembre de 2007

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amorosa sencillamente, por la ley de vagos y maleantes pri-mero y después por la de peligrosidad social.

Pero es que, además, es esa cárcel estuvo preso MiguelHernández poeta defensor de la libertad, un poeta que teníala belleza de la palabra y también el compromiso en la pala-bra cuando era necesario.Y ahí comienza su rosario de pe-regrinación en las cárceles hasta morir en una de ellas. Mi-guel Hernández es un símbolo lacerante de la palabra apre-sada y de la persona muerta joven en una cárcel por defen-der la libertad de la palabra y del verso y por si no fuera po-co, eso en si mismo parece una novela, me hicieron llegarde una manera misteriosa casi secreta el expediente carce-lario de Miguel Hernández. Entonces pues el que los presosde la cárcel le dieran mi nombre su club de lectura, que enuna cárcel franquista de la dictadura se rindiera homenaje alos presos homosexuales, que en esa cárcel estuviera pre-so alguien como Miguel Hernández, un poeta tan simbólicome mostró claramente que la historia que yo quería contar,ese era el lugar donde colocarlas.. así comencé a documen-tarme sobre el periodo de la represión de los homosexua-les, en revistas, libros, entrevistas, documentales, testimo-nios. Visite aquella cárcel, me fue permitido, yo quería vercomo entraba la luz, como caía la tarde, como eran los ce-rrojos, ver las celdas de castigo.. los patios...

Estar en el lugar......Sí, por eso te digo que no sé si la historia de cómo se ges-tó el mar invisible es un relato en si mismo. Un cuento que alo mejor hasta algún día lo escribo como testimonio pues re-almente eso no le sucede a un autor todos los días...

...quizás no se fija en ello...

...estoy de acuerdo contigo. Completamente, las cosa suce-den constantemente a nuestro lado pero no nos damos cuen-ta.Mira, acabo de llegar a este hotel.A los diez minutos de lle-gar tenía dos historias. La primera de golpe, el recepcionistadel hotel tenía un nombre tan literario espectacular que le pe-dí el permiso para poderlo utilizar en algún momento, en algu-na novela.. y él se sorprendió... seguramente no había repa-rado nadie en eso. Y mientras comía en la mesa de al ladoasistía a una historia de amantes que se dan cita aquí... él es-ta casado, ella está casada, a sus respectivas parejas se loestán ocultando pero la mujer de él ha descubierto algunosmensajes... en fin.

Hay que tener una complicidad ferviente y fervorosa conel mundo... verás el tiempo es cada vez más rápido, más fu-gaz. A partir de los treinta todo tiene una velocidad ultrasóni-ca... hay que estar como una esponja viendo lo que pasa anuestro lado... los momentos son únicos e irrepetibles... sonpersonas con las que no nos cruzaremos jamás, no nos mira-rán más.Son momentos que no se repetirán más.Hace nada,la luz que entraba en este salón, era esa luz de tarde de oto-ño, una belleza y yo decía gracias por esa luz porque formaparte de mi recuerdo, yo estoy disfrutando intensamente, yme traía a la memoria, encadenadas sucesivas luces simila-res todas eran distintas pero similares... desde una que haspodido ver en Castilla a otra en Andalucía... todo eso formaparte de ti y hay que estar casi despellejado para que eso pa-se por ti sin dejar huella, porque no tenemos más... lo demásson grandes palabras, grandes argumentos.

Muchas gracias. ■

¿Por qué yo? Esaes la pregunta con laque el lector se encon-trará en la primera línea.Un “por qué yo” que re-suena a lo largo de todoel texto y que surge delinterior de LorenzoAlange el escogido porreo. .

“El mar invisible”presenta la historia devarios presos, si bien to-ma protagonismo Da-mián Jaramundi, el Jara,le llaman. Un ex boxea-dor condenado a muer-te, dicen por el brutalasesinato de dos her-manas una de ellas dis-capacitada, y que la no-che anterior a su ejecu-ción solicita la compañíade Lorenzo Alange, unmaestro de escuela quefue encarcelado por ho-mosexual. La lucha delmaestro Lorenzo a favorde los derechos socia-les, de las libertades in-dividuales, es conocidaentre los presos.

“He estado con unhombre que tiene un po-

der: conoce la hora de su muerte, y la espera escuchando unmar invisible”

Y ahora, mientras miro cuartearse las placas de hielo sobreel cemento gris del patio, ahora que observo otra vez un techocuyas grietas podría dibujar de memoria y que, inexplicablemen-te, parecen una copia, una fiel reproducción de las líneas de mimano, me digo que acudí porque no me quedaba otra salida: irsuponía trazar una frontera desconocida en mi vida, cruzar unade esas lindes que marcan un antes y un después; no hacerlo,escuchar los aldabonazos de mi conciencia el resto de mis días.¿Cómo decir no? ¿cómo negarse a la petición de un condenadoa muerte? ¿y cómo ir a él, cómo estar a su lado, qué hacer?”

Esta es la voz de Lorenzo Alange sorprendido por la peticiónde Damián, el condenado a muerte, el que sabe que, si no llegael indulto, va a morir mañana al garrote vil. Siempre entre rejas,los personajes de “El mar invisible” acercan al lector a los abis-mos de la vida, de la muerte, del amor, de las soledades, tam-bién a las cotidianeidades como el deseo de ser escuchadocuando los secretos atormentan de tal forma que parece que re-claman ser confesados.

El encuentro entre los dos hombres pondrá de relieve puntosen común, uno hará de espejo del otro, pero uno de los dos va amorir. Justa o injustamente será ejecutado a las pocas horas.

El autor teje unos diálogos estremecedores en los que el lec-tor se verá implicado como el tercero. El cuarto convidado, invisi-ble pero tomando el máximo protagonismo es la muerte. El telónde fondo una cárcel. Sus ruidos. Su oscuridad. Hombres priva-dos de libertad por ser homosexuales. ¿Qué hora es? El Jara sepregunta a cada momento. El miedo, el paso del tiempo, el acer-carse a ese fin que parece inevitable son el hilo conductor de unahistoria que también busca poner de relieve la represión de unaépoca en la que las personas diferentes eran apartadas y conde-nadas. El autor logra a través de la ficción llamar la atención dellector acerca de las actitudes de rechazo y la humillación a laque muchos presos homosexuales, por ser homosexuales, sevieron expuestos. Un relato conmovedor. ■

EL MAR INVISIBLEAutor:

Juan Cobos WilkinsFinalista del VI Premio de NovelaCiudad de TorreviejaTraducción: ANUVELAPrimera edición: 2007Editorial Plaza & JanésPáginas: 363