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Sinopsis
o hay escapatoria cuando todos están observándote.
Emerson Watts estaba bastante segura de que no había nada peor
que ser una buena estudiante cuyo cerebro había sido trasplantado al
cuerpo de una supermodelo adolescente.
Pero resultó que estaba equivocada.
Porque esa supermodelo tiene una madre que ha desaparecido misteriosamente,un hermano que ha aparecido en su puerta pidiendo respuesta, ex novios salidos
de la nada que quieren más que una sesión de fotos y un rompecorazones
británico que ha escrito una canción sobre ella que está liderando la lista de éxitos.
Cómo puede Em equilibrar todo eso con la escuela, los desfiles en ropa interior y
las excursiones de fin de semana a St. John… especialmente cuando tiene
exámenes finales; una hermana que va camino a los campeonatos de porristas; un
ex mejor amigo, Christopher, que está intentando destruir Stark Enterprises para
vengarse de la muerte de su amor perdido; y una empresa a la que representa, queparece estar pasándose al lado oscuro…
Pero claro, nadie dijo que iba a ser fácil ser Nikki.
Segundo libro de la Trilogía Airhead.
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Índice
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Próximo libro
Sobre la autora
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Traducido por Azula
Corregido por Majo
engo frío.
En realidad, me estoy congelando.
Olas chocan contra la parte trasera de mis piernas, y el agua, que esta
tarde ha sido cálida y color turquesa, se ha vuelto negra y fría. Las rocas
contra las que estoy parada me cortan las yemas de los dedos y la planta de los
pies. Son resbaladizas como un glaciar, pero no puedo rendirme porque si no caeré
en esa agua helada en la que —sin exagerar— pululan tiburones debajo de mí.
Y ya que no traigo nada puesto más que un bikini blanco extremadamente chico y
un soporte en el muslo para la daga que tengo ente mis dientes apretados, no
tengo nada que me proteja de esos dientes afilados. Debo aguantar o de locontrario enfrentar la posibilidad de una amputación de mis extremidades o, en el
peor de los casos, experimentar el insoportable dolor… un dolor peor al que ya
incluso siento. Debo completar mi misión, entregar el paquete a la mansión
encaramada en un acantilado por encima de mí…
O tendré que escuchar a André, el maldito director de arte, hablando de ello toda
la noche.
—¡No, no, no! —gritó André desde el bote donde estaba dirigiendo la toma—. Viv,
ajusta el gel en esa zona de ahí. No, esa no, en la de allá.
En serio. Debería caerme en el agua y dejar que los tiburones me coman. Estaba
muy segura de que querían hacerlo, a pesar de lo que Dom, el chico al que Stark
Enterprises había rentado el bote, nos dijo.
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Dijo que eran perfectamente inofensivos tiburones nodriza, y que nos tenían más
miedo a nosotros de lo que nosotros les temíamos. Insistió en que eran atraídos a
las brillantes luces que Francesco, el fotógrafo, había puesto, y que no estaban
rodeándome porque me quisieran como un bocadillo para la cena.
Pero, ¿cómo lo sabía realmente? Ellos probablemente no habían probado
supermodelo antes. Apuesto a que me encontrarían deliciosa.
—¿Nik? —llamó Brandon Stark desde el bote—. ¿Cómo estás?
Como si le importara. Bueno, quiero decir, supongo que le importaba.
Pero no era como si él estuviera aquí por alguna razón distinta de la que fuera
querer pescar un paseo en el avión de la empresa para que pudiera pasar el día
paseando por las calles de la isla de St. John sobre una moto acuática. Era solícitoahora sólo porque era lo que se esperaba de él.
O porque pensaba que le iba a ayudar a meterse en mis pantalones después. Como
si eso alguna vez hubiera funcionado.
Últimamente, de todos modos.
—Estoy bien —grité en respuesta. Solo que no podía saber qué estaba diciendo yo
por la daga en mi boca. La cual no podía quitar porque mis manos estaban
sujetadas de las rocas, evitando que me convirtiera en comida de tiburón. Un pocode saliva corría por la orilla de mis labios. Lindo.
—Solo necesitamos unas tomas más, Nikki —gritó André—. Lo estás haciendo
genial. —Alguien dijo algo y añadió—: ¿Puedes intentar dejar de temblar?
—No estoy temblando —puntualicé—. Me estremezco, por el frío.
—¿Qué dijo? —le preguntó André a Brandon. Nadie podía entender ni una palabra
que saliera de mi boca por la daga.
—¿Cómo voy a saberlo? —le respondió Brandon—. Nikki —me gritó—. ¿Qué
dijiste?
—Dije que tengo frío —grité. Las olas se volvían cada vez más grandes, mojando la
parte inferior de mi traje de baño ahora. Mi trasero estaba adormecido. Genial. No
podía sentir mi trasero.
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¿Por qué estaba haciendo esto, de nuevo? ¿Era para un nuevo perfume de Stark?
¿O un celular? No podía ni siquiera recordarlo.
Y Lulu había dicho cuán afortunada era, yendo hacia las Islas Vírgenes en
diciembre, cuando otro neoyorquino estaría —citando lo que dijo— congelando su
trasero.
Si tan solo ella supiera. Me estaba congelando el trasero. Literalmente.
—No sé lo que dijo —escuché que Brandon le decía a André.
—No importa, solo fotografíala, Francesco —dijo André al fotógrafo—. ¡Nikki
vamos a continuar con las fotos!
No podía decir qué estaba pasando, porque el bote estaba detrás de mí. Pero los
flashes empezaron a salir. Estiré mi cuello, mirando hacia el costado del acantilado
tratando de permanecer en mi papel. Intenté no pensar en el hecho de que estaba
en un pequeño bikini blanco. En vez de eso, traté de imaginarme en una armadura.
No era yo, Em Watts, en absoluto. Era Lenneth Valkyrie, llevando las almas de los
guerreros caídos hacia el Valhalla. Podía lograrlo. Podía hacer cualquier cosa.
Solo que no estaba el Valhalla encima del acantilado, solo una carretera que los
turistas tomaban hacia el aeropuerto, con algunas malezas creciendo a lo largo.
Y no tenía ninguna armadura sobre mi cuerpo. En realidad, no tenía sentido que unasesino entrenado —que aparentemente se suponía que era— trepara un
acantilado con un bikini, sin siquiera un bolsillo en el que guardar un celular. Salvo
que lo guardara en la funda de la daga. Tal vez por eso sostenía el cuchillo en mi
boca en vez de donde se supone que debe ir como, ¿en la funda?
Pero entonces, me di cuenta que los diseñadores de juegos de rol —o directores
creativos— nunca consideraban ser prácticos en cuanto a vestir a sus personajes y
modelos.
¿Sabes que más habría sido sensato? Fotografiarme en un lindo y caliente estudio
en Nueva York y luego manipular la imagen agregando el acantilado, las olas y la
luz de la luna a mí alrededor.
Pero Francesco quería realismo en sus tomas. Por eso Stark lo contrató. Solo lo
mejor para Stark Enterprises.
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Los tiburones que estaban debajo de mí, esperando comerme cuando me cayera
de la estúpida pared del acantilado eran súper realistas.
—Lo haces genial, Nikki —dijo Francesco, fotgrafiando a distancia—. Realmente
puedo ver la inflexible determinación en tu rostro…
Juré que cuando bajara de la pared, iba a tomar el cuchillo y lo iba a sumergir en
uno de los ojos de Francesco.
Solo que la hoja del cuchillo era de plástico. Pero apuesto que haría el trabajo igual
de bien.
—… La evidente desesperación de una chica reducida por las circunstancias a su
estado natural —continuó Francesco—, mientras intenta sobrevivir en un mundo
donde todos y todo parece estar en su contra…
Lo divertido era que, Francesco acababa de describir básicamente mi existencia
diaria.
—En realidad, creo que se suponía que ella debe de estar feliz —dijo André,
sonando preocupado—. Porque sabe que está usando el nuevo desodorante Stark,
y eso le da a las chicas la confianza que necesitan para realizar cualquier trabajo.
Ah, así que era un anuncio de desodorante.
—¡Feliz Nikki! —gritó André—. ¡Sé feliz! ¡Estamos en las islas! ¡Deberías estar
pasando un buen rato con esto!
Sabía que André tenía razón. Debería estar pasándola genial con todo esto. ¿De
qué tenía que estar tan triste, de todos modos? Tenía todo lo que una chica de mi
edad pudiera desear: una gran carrera como la Imagen de Stark Enterprices, por la
cual era muy bien recompensada. Tenía mi propio loft de dos habitaciones en un
histórico edificio en el centro de Manhattan, que compartía con el poodle en
miniatura más adorable de todos los tiempos, además de una divertida —aunquecreo que ella no lo hacía a propósito— compañera de piso-celebridad quien
constantemente nos incluía en las mejores fiestas de la ciudad.
Era rica. Tenía un armario repleto de ropa de diseñador, y sábanas Frette en mi
cama tamaño King; un cuarto de baño con bañera de hidromasaje; la cocina de un
chef gourmet con mostradores de granito negro, y todos los aparatos Sub-Zero;
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una ama de llaves/masajista de tiempo completo quien también, recientemente
había descubierto, era capaz de hacer depilaciones (casi) sin dolor.
Además lo estaba haciendo bastante bien en la escuela (a pesar de las desveladas y
las mañanas de resaca gracias a mi compañera). Y, está bien, mi promedio de A era
un poco variante por el hecho de que mi agente me hacía salir de clases para
mandarme a alguna isla tropical para sacudir mi trasero sobre un puñado de
tiburones de modo que así pudiera tomar mi foto en discreción.
Pero si gastara la mayor parte de mi tiempo estudiando posiblemente podría pasar
el onceavo grado. Nada mal para una chica que ha pasado un mes del pasado
semestre en coma.
Así que, ¿por qué estaba tan deprimida?
—Has que se vea feliz —escuché que André le decía a Brandon, quien fue obligado
a gritar:
—¡Oye, Nik! Esto es como cuando tú y yo estuvimos en Mustique juntos el año
pasado, ¿recuerdas? ¿Y tú estabas haciendo esa sesión para British Vogue, cuando
tuvimos esa cabaña privada? ¿Y nos tomamos todo ese Goldschaläger? ¿Y luego
nos bañamos desnudos? Dios, la pasamos mejor que nunca…
Ahí fue cuando recordé. El por qué estaba tan deprimida, me refiero.También fue cuando me solté de las rocas.
Era solo que, de repente, era preferible ser comida por tiburones que escuchar el
resto de la historia de Brandon.
Porque había escuchado muchas historias similares todo el mes pasado —no solo
de Brandon, sino de chicos por todo Manhattan— y tenía una buena idea en cómo
se iba a tornar. Para una chica de diecisiete años —y una que había salido con el
único hijo de su agente— Nikki Howard había tenido un montón de compañíasmasculinas.
Escuché gritos provenientes del bote, pero a una parte de mí no le interesó.
Choqué contra el agua de abajo. Estaba más fría de lo que imaginé que estaría.
Todo el aire fue succionado de mi cuerpo, y el shock fue tan intenso por un
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segundo, que me pregunté si un tiburón me había partido en dos. Sabía por un
documental que Christopher y yo habíamos visto una vez que los dientes de los
tiburones eran tan afilados que sus víctimas no sentían la mordida inicialmente. A
menudo no sentían que estaban lastimados… no hasta que se veían rodeados de
una corriente cálida de su propia sangre.
Sin embargo, el frío que me caló hasta los huesos no fue lo único que sentí cuando
me sumergí en el agua. También me había percatado que me hundía en la
oscuridad. Al principio por lo menos. Ya que después mi visión se ajustó a las
turbias aguas, y vi que las luces del bote iluminaban el océano a mí alrededor. Ahí
fue cuando me di cuenta de que no había sido partida a la mitad. No había
remolinos de sangre girando a mí alrededor. Solo las manchas negras que eran los
tiburones nodriza, nadando frenéticamente para alejarse de mí.
Supongo que Dom tenía razón, nos tenían más miedo que nosotros a ellos.
También podía ver mi propio cabello, flotando como algas doradas a mí alrededor.
Me habían llevado cuidadosamente hacia la orilla en una lancha de plástico para
mantener mi cabello, y el traje de baño secos, cuarenta y cinco minutos antes.
Y ahora yo había arruinado todo. Vanessa, la estilista que había trabajado cerca de
una hora para lograr mis rubias trenzas se iba a molestar cuando emergiera mojada
como una sirena.
Si emergía.
Solo que… bueno, la verdad era que se sentía bien estar aquí. Frío, sí. Pero pacífico.
Silencioso. Las sirenas tenían razón. ¿En que estaba pensando Ariel, queriendo vivir
en la tierra?
Era absolutamente genial, y por un segundo o dos, olvidé lo miserable que me
sentía, y que no podía sentir mi trasero. Ah, y que no podía respirar, y que me
estaba ahogando probablemente.
Pero de todos modos, ¿tenía algo por lo que vivir? Claro era genial, supongo, tener
acceso al jet privado de Stark Enterprises y no tener que lavar mis propios platos y
obtener todo el brillo labial que quisiera gratis.
Pero nunca me había importado realmente el brillo labial.
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El hecho era, que era forzada a trabajar para una corporación que seguramente era
responsable de volver a Estados Unidos en un mercado desalmado y sin fin.
Y el chico que amaba no sabía que estaba viva. Literalmente.
Y si le decía que no estaba muerta, Stark Enterprises, quien estaba segura de queme espiaba en cada oportunidad, iba a meter mis padres en la cárcel.
Ah, y claro: mi cerebro había sido removido de mi cuerpo y puesto en el de alguien
más.
Así que, ¿cuál era el punto de vivir? Realmente, quiero decir.
Supuse que simplemente me quedaría ahí abajo. Era menos estresante, de muchas
formas, que mi vida real. Y no era una exageración.
Sin embargo, la siguiente cosa que supe fue que hubo un enorme chapoteo a mi
lado. Y luego Brandon, completamente vestido, estaba nadando hacia mí, me
sujetó, y estaba jalándome — jadeando y tosiendo— hacia la superficie. Luego me
subió al bote.
Estaba un poco molesta. Y también temblaba incontrolablemente.
De acuerdo, supongo que no me gustaría en realidad vivir en lo profundo del
océano.Pero no necesitaba que me rescataran tampoco. No me iba a quedar realmente ahí
abajo hasta que mis pulmones se llenaran y me ahogara con el agua salobre.
No lo creo.
Cuando miré más allá de los músculos del brazo de Brandon mientras me
remolcaba hacia el bote, vi a la asistente de mi agente mirándome preocupada
desde la proa.
—Oh Dios mío, Nikki, ¿estás bien? —chilló Shauna. Cosabella, quien se agitaba
entre sus brazos, estaba ladrando histéricamente. Cosabella. Me había olvidado de
Cosabella. ¿Cómo pude ser tan egoísta? ¿Quién se hubiera encargado de
Cosabella? Lulu no es tan responsable. Se olvida de alimentarse a sí misma la mitad
del tiempo (excepto por ingerir mojitos y palomitas). Imposible que recordara el
alimentar un pequeño perro.
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Shauna había hecho una buena pregunta. ¿Estaba bien? Eso era algo que me había
estado preguntando por mucho tiempo.
A veces me preguntaba si alguna vez estaría bien de nuevo.
—Nikki —escuché que Francesco decía desde el bote—. Gracias a Dios todo estábien. Tengo la foto.
Genial. No: “Nikki, Gracias a Dios que te encuentras bien” . Sino: “Nikki, Gracias a
Dios todo está bien. T engo la foto”.
Dios no lo quiera, que no la hubiera obtenido. Porque Stark Enterprises no nos
hubiera dejado ir a casa de otra manera.
No hasta que obtuviéramos la toma.
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Traducción SOS por Kathesweet
Corregido por LizC
staba sola en mi habitación de hotel (bueno, sola excepto por Cosabella, que
no dejaba de lamer el agua salada de mi cara), intentando descongelarme en
el jacuzzi privado de mi balcón. Brandon y el resto de las personas de la
sesión fotográfica habían salido a otras de sus cenas sashimi de miles de dólares —
pagadas por el padre de Brandon, el multimillonario Robert Stark, por supuesto—
en el restorante del hotel abajo. Había declinado unirme a ellos a favor del jacuzzi,
una hamburguesa del servicio a la habitación, y unas cuantas rondas de
Journeyquest en frente de mi MacBook Air. Escucharlos chismear sobre las gemelas
Olsen y luego bailar tecno pop, lo que sabía que seguiría, no parecía atractivo
después de lo que había pasado.
En realidad, nunca me había parecido atractivo… sin embargo, Brandon habíaestado parado fuera de mi puerta durante mucho tiempo, rogándome que lo
reconsiderara, mientras yo me estremecía. Finalmente lo convencí de irse solo por
decirle que bajaría más tarde… una mentira total.
Razón por la cual, cuando el celular de Nikki tocó los primeros acordes de
“Barracuda”, estuve segura que era él llamando.
Era vergonzoso tener “Barracuda” como ringtone. Pero nunca había tenido tiempo
de cambiarlo. En realidad, ya que nunca había superado mi sospecha de que el
celular de marca Stark de Nikki estaba interceptado (su computador de marca Stark
había tenido un software de rastreo de tecleo en él… ¿por qué Stark no estaría
escuchando las llamadas de su teléfono también?), simplemente nunca me molesté
en tomarme el tiempo de descubrir cómo funcionaba su teléfono más allá de
oprimir el botón de borrar. Sólo evitaba usarlo la mayor parte del tiempo,
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prefiriendo en su lugar hacer mis llamadas personales en el iPhone que había
comprado con una de las tarjetas de crédito de Nikki.
Revisé el identificador de llamadas (había aprendido completamente a no
responder a menos que reconociera el número. De otra manera me encontraría en
el extremo receptor de una larga arenga sobre por qué yo no había llamado en
tanto tiempo y cuánto alguien con un nombre como Eduardo estaba muriendo por
volar a París conmigo otra vez) y estuve sorprendida de ver que no era Brandon en
absoluto, sino Lulu.
—¿Qué? —dije. Dejamos de ser educadas la una con la otra la noche que ella y
Brandon me secuestraron del hospital después de mi trasplante de cerebro en un
intento equivocado de “rescatarme”.
—Um —dijo Lulu—. Vino un chico que quería verte.
—Lulu. —En el corto tiempo que había vivido con Lulu, había llegado a quererla
como a una hermana. Así que seré la primera persona en admitir que está un poco
corta de células cerebrales—. Siempre hay un chico que quiere verme.
Era triste, pero cierto. El loft que compartíamos era como una central de chicos. El
único chico que nunca había ido a nuestro loft para verme era el único chico que
en realidad deseaba tener allí.
Y él no parecía haber tomado la decisión de si yo le gustaba o no aún. Al menos si
las miradas extrañas que seguía lanzándome en Oratoria durante el primer periodo
eran algún indicio.
Por otra parte, últimamente también estaba lanzándole miradas extrañas a McKayla
Donofrio en clase todo el tiempo, así que esto podría no significar algo.
—Este fue diferente —dijo Lulu.
Esa pieza de información me hizo enderezar en el jacuzzi.
—¿No bromeas? —La piel se me había arrugado un poco de estar en el agua tanto
tiempo. Además mis manos estaban mojadas, así que casi dejé caer el celular—.
¿Qué quería?
—Duh. Hablar contigo.
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—Lo sé —dije con paciencia forzada. Necesitabas mucha paciencia cuando lidiabas
con Lulu. Era como lidiar con una niña de cinco años—. ¿Pero de qué? Quiero decir,
¿dijo qué quería?
Lulu estaba masticando cicle. Ruidosamente. En mi oído.
—Simplemente dijo que tú lo sabrías. Que era importante y que necesitaba verte y
que regresaría. No dejó su nombre.
Mis hombros se hundieron con decepción. No fue Christopher. Quiero decir,
Christopher habría dejado su nombre. Así era él.
Lo que significaba que sólo podría haber sido otro de ellos.
En serio, creerías que ya se habrían dado por vencidos. ¿Cuánto tiempo estos
estafadores iban a seguir con esto? De verdad, anuncias en las noticias que una
celebridad rica tiene amnesia y no creerías la clase de escoria que saldría
arrastrándose del túnel del tren F, clamando ser un amigo cercano, o incluso un
familiar. Era increíble cuántos primos hermanos aparentemente tenía Nikki Howard.
—Él dijo que tú sabrías sobre qué era —me informó Lulu.
—¿Cómo se supone que sepa sobre qué es si ni siquiera sé su nombre? —
pregunté.
—No lo sé —dijo Lulu—. Pero Karl me mostró cómo se ve el chico en la cámara de
seguridad. Y no era como todos los otros. Este era joven. Y un poco atractivo. Y no
tenía ningún tatuaje en el cuello visible.
Mi corazón dio un sobresalto. Y no creí que fuera porque había estado más tiempo
en el jacuzzi que los veinte minutos recomendados por la señal puesta al lado del
temporizador en la pared del balcón.
—¿Joven? —No quería hacerme ilusiones. Quiero decir, éstas ya habían sido
defraudadas tantas veces antes cuando Christopher había mirado en mi dirección
en Oratoria, sólo para resultar ser que estaba mirando el reloj, o algún hombre sin
hogar fuera de la ventana, o a McKayla Donofrio—. Espera, Lulu… ¿el chico era
rubio?
Hubo una pausa mientras Lulu pareció estar intentando recordar.
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—Sí. Un poco rubio, de cualquier manera.
Muy bien.
—¿Era alto? —pregunté.
—Uh-huh —dijo Lulu.
Pensé que debía estar teniendo un infarto, lo que las regulaciones del jacuzzi
advertía explícitamente que podía suceder. Al menos en las embarazadas y los
ancianos, de los cuales yo no era ninguno.
Pero tuve una cirugía importante hace un par de meses, así que nunca sabes.
Además, Cosabella estaba lamiendo mi mejilla con entusiasmo donde un poco del
agua del jacuzzi había alcanzado mi cara. Tenía las llaves completamente abiertas,
esperando aliviar los cortes en mis manos y pies causados por colgar de la pared
del acantilado. Ser una modelo, estaba aprendiendo, podía ser un trabajo doloroso,
algunas veces incluso amenazante.
—¿Era musculoso? —pregunté. Había empezado a luchar para salir del jacuzzi. No
necesitaba morir de un infarto justo cuando mi sueño finalmente estaba a punto de
hacerse realidad. Y de acuerdo, sabía que hace una hora había estado
considerando seriamente ser residente permanente debajo del mar. Pero no de
verdad. Había hecho mucho frío allí abajo.Además, medio quería ver lo que sucedía en Realms, la versión más nueva de
Journeyquest . El único problema era que, en un acuerdo exclusivo con el diseñador
del juego, sólo podrías obtener Realms si comprabas Stark Quark, el nuevo
computador que Stark Enterprises iba a develar para las festividades. Los fanáticos
de Journeyquest no habían estado demasiado enojados por eso. Mucho.
—Como, no musculoso-musculoso, ¿pero… en forma?
—Es difícil decirlo en la cámara de seguridad —dijo Lulu—. Pero no lo descartaría,pongámoslo de esa manera.
—Oh, Dios mío. —Agarré una toalla de la barandilla del balcón. Mi corazón estaba
latiendo rápido como si acabara de bajarme de una caminadora (que era algo que
tenía que hacer regularmente ahora, para estar en forma. Pero estaba bien, porque
el cuerpo de Nikki disfrutaba ejercitarse, a diferencia de mi antiguo cuerpo, que lo
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despreciaba). No podía creerlo. Después de todo este tiempo; semanas ahora, que
he estado esperando, Christopher finalmente se había acercado.
¡Y tenía que estar en las Islas Vírgenes cuando sucedió!
—Lulu. Lulu. ¡Fue Christopher! ¡Tuvo que serlo! —Ahora estaba fuera del jacuzzi,había dejado de sentir que iba a tener un infarto. Mi corazón todavía estaba
golpeando la parte posterior de mis costillas, pero lo estaba haciendo en una
forma feliz y anticipatoria. Como ¡Bang, bang, Christopher quiere verte! ¡Bang, bang,
Christopher finalmente lo entiende! Había estado dando vueltas estas últimas
semanas para convencerlo sutilmente que aunque en el exterior podría parecer la
imagen perfecta de una corporación sin alma intentando succionar la vida de los
pequeños negocios de todas partes, en el interior, todavía era su menor amiga
genial, amante de videojuegos, que odiaba la corporación sin alma, Em.Sin en realidad decirlo así, por supuesto, o podría haber invocado la ira completa
de Robert Stark y su equipo legal altamente poderoso. Aunque era positiva en que
podía confiarle a Christopher la verdad, y que él nunca lo diría —si incluso podía
hacer que me creyera, lo que era otra historia—, lo que no podía hacer era confiar
en decirle sin ser escuchada de alguna manera por Stark. Algunas veces ellos
incluso parecían saber lo que estaba pensando. No me preguntes cómo.
Sin embargo, no había sido fácil, tratar de hacer que Christopher viera que yo era
Em detrás de los ojos azules perfectos de Nikki Howard, especialmente con
McKayla Donofrio tratando constantemente de interrumpirme cada cinco minutos
(¿había marcado a Christopher como su nuevo amor? Él se cortó el cabello y de
repente incluso la jefe del Club de Negocios de Tribeca Alternative creía que era
atractivo) y yo teniendo que remitirme a Journeyquest casi constantemente, para
mantener su atención.
¿Era eso lo que lo había atraído al loft? Tenía que ser. O Christopher finamente
escaba cayendo en cuenta que yo era su vieja amiga Em Watts en el cuerpo deNikki Howard, o él estaba empezando a pensar que yo estaba acechándolo. Quizás
se había pasado a decirme que estaba saliendo con McKayla y recomendar
gentilmente que buscara ayuda profesional.
Espera. No. Me niego a rebajarme ante tales pensamientos negativos.
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—¿Puedes pedirle al portero que le diga que estoy volviendo a casa? —le dije a
Lulu—. ¿A Christopher, quiero decir? ¿Si vuelve? ¿Que estaré en casa tan pronto
como posiblemente pueda?
—Seguro —dijo Lulu, con un bostezo—. Quiero decir, supongo. Pero no veo por
qué no puedas simplemente llamarlo y decirle tú misma. Invítalo a la fiesta de
vacaciones…
Lulu había estado planeando esta fiesta de vacaciones durante semanas.
Aparentemente, ella y Nikki habían sido famosas por ello, y por su entretenimiento
súper exclusivo en general. La fiesta había sido un éxito enorme (los dos años en
que las chicas la habían hecho hasta ahora), con paparazzis apareciendo y fotos de
ésta apareciendo en la Página Seis e incluso en Vogue, y sus amigos la adoraban.
Lulu misma no había sido capaz de concentrarse en nada más desde el primero dediciembre, para gran disgusto de su agente y mánager, que estaban tratando de
hacer que terminara su álbum, que se suponía saldría alguna vez en primavera, si
ella alguna vez se ocupaba de terminarlo.
Sólo había un pequeño problema con la fiesta de vacaciones de Lulu este año, un
problema que ella no sabía aún: yo no iba a estar allí.
No sabía muy bien cómo iba a darle esta noticia. Básicamente, Lulu no tenía familia
excepto por mí (o, más bien, Nikki), ya que sus padres estaban divorciados y
parecían completamente desinteresados en ella. Me sentía terrible por dejarla sola
durante las vacaciones, especialmente para su gran fiesta explosiva.
¿Pero qué se suponía que hiciera? Tenía un compromiso previo.
En respuesta a su pregunta sobre Christopher:
—Se supone que no sé su número —le recordé—. ¿Recuerdas? Me pregunto cómo
descubrió dónde vivo.
—Eso no es difícil —dijo Lulu—. Todo lo que alguien tiene que hacer es ver las filas
de hipsters europeos de aspecto desesperados merodeando afuera, queriendo
saber por qué no les darás la hora del día… o el dinero que quieren que creas que
les debes, porque son tus primos perdidos desempleados.
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Me sequé con la toalla y estaba poniéndome un par de jeans y una camisola sobre
mi sostén y bragas… no es tarea fácil mientras aprietas un celular y tratas de no
pisar a una poodle miniatura emocionada.
Pero estarías sorprendida lo rápido que aprendes a vestirte en toda clase de
condiciones cuando las personas están desnudándote constantemente sin ningún
tipo de privacidad en absoluto.
—Lulu —dije—. ¿Tenemos que hablar sobre mis familiares falsos ahora mismo?
—Como sea —dijo Lulu—. Ese chico era medio atractivo, de una manera sórdida.
—Era mi primo falso —le recordé—. En serio, Lulu, ¿qué voy a hacer? Brandon
quiere llevarme a montar en moto acuática mañana.
—¿Qué? —Lulu sonó confundida—. ¿Brandon quiere qué?
—Llevarme a montar en moto acuática —repetí—. Dice que cree que estoy
demasiado tensa.
—¿Demasiado tensa? —Ahora Lulu sonaba incrédula—. ¿Por qué pensaría eso?
¿Por el asunto de la transferencia de espíritu otra vez?
—Uh… —No quería decirle la verdad: la parte sobre Brandon teniendo que
sacarme del océano recientemente, después de que yo no hiciera un intento porsalvarme de ahogarme. Era demasiado extraño. Además, ya que estábamos
hablando desde el teléfono marca Stark de Nikki (que estaba segura estaba
interceptado), y había oportunidad de que alguien de la oficina del papá de
Brandon estuviera escuchando nuestra conversación, era una mala idea estar
hablando sobre esto; en especial sobre mi “transferencia de espíritu”, de cualquier
manera. Así que simplemente dije—: Sí. Supongo.
—Pero hiciste la sesión, ¿verdad?
—Por supuesto que hicimos la sesión —dije.
—Entonces —dijo Lulu—. Como sea. Eres Nikki Howard. Lo que dices se hace.
Simplemente dile que el jet sale mañana, o algo más. —Stark Enterprises
transportaba a sus empleados, incluyéndome, en alguno de los varios jets privados,
un movimiento que es eficiente para ellos pero difícilmente amigable con el medio
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ambiente. Mi huella de carbono ahora era enorme. Había donado enormes
cantidades del dinero de Nikki en un intento de contrarrestarla.
—Pero técnicamente es el jet de Brandon —le recordé—. O de su papá, en
realidad, pero como sea. ¿Cómo lo convenzo de irnos temprano?
—No lo convences de irse temprano —dijo Lulu—. Le dices que tienes que irte
temprano, y te aseguras de que el avión esté listo. Luego haces esa cosa que haces
con tu lengua…
—Oh, Dios mío —la interrumpí rápidamente. Esta definitivamente no era una
conversación para el equipo legal de Stark, o quienquiera que pudiera estar
escuchando las llamadas del teléfono de Nikki Howard (si, de hecho, había alguien)
a escondidas—. ¡Lulu!
—O podrías simplemente volver con él —dijo Lulu, sonando como si la idea se le
acabara de ocurrir—. Quiero decir, sabes que eso es lo que él quiere. Ha estado
destruido desde que terminaron. Pero no veo cómo funcionaría volver con él, ya
que te gusta otro chico…
—Muy bien, Lulu —dije. Obviamente había estado comiendo demasiadas
palomitas de maíz de microondas otra vez. Algunos días cuando no estaba cerca,
eso es todo lo que come, porque no podía cocinar—. Tengo que irme ahora…
—Qué mal que no puedas venirte esta noche —dijo Lulu, con un suspiro—. Pero
eso significaría volar en comercial.
Pronunció las palabras “volar en comercial” en el mismo tono revuelto que mi
hermana, Frida, usaría para decir “vestir jeans que no son de diseño.”
—Ooooh —chilló Lulu en mi oído, aparentemente acabando de tener una idea de
algo más—. Voy a pedir el servicio de catering que sirve ostras en Rockefeller, ¿y
sabes qué ostras son? Unas afrodisiacas, eso es. Una vez que Christopher tome
una, ¡no será capaz de resistirse a ti!
Este no era momento ni lugar para darle la noticia de que no iba a estar para las
vacaciones (además, las ostras, no son mis favoritas), así que simplemente dije “por
supuesto” y colgué. Luego agarré la llave de mi habitación y salí para buscar a
Brandon, Cosabella trotando detrás de mí.
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Lo encontré —o más bien, Cosabella lo hizo— sentado en una de las sillas
acolchonadas sobre la cubierta vacía iluminada por la luna fuera del bar del hotel
con su cara enterrada en el escote de la anfitriona del hotel.
—Disculpa —dije, dividida entre la mortificación y diversión.
Brandon soltó a la anfitriona, sorprendido. Ella cayó de la silla de la cubierta,
aterrizando sobre el terrazo duro con un golpe seco.
Jadeé y dije:
—¡Oh, lo siento tanto! —Cosy ladró emocionadamente mientras la anfitriona, su
etiqueta de nombre decía Rhonda, se frotó el trasero y me miró desde el suelo.
—Nikki. —Brandon se puso de pie y pasó sobre Rhonda como si ella ni siquiera
estuviera allí—. ¿Estás bien? ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que dijiste que te ibas
a la cama.
—Lo hice —dije—. O al menos, lo haré pronto. ¿Estás bien? —le pregunté a
Rhonda, ya que Brandon parecía haber olvidado su existencia.
—Estoy bien —dijo Rhonda, dándole a Brandon una mirada herida que él ni
siquiera notó.
—¿Hay algo mal? —quiso saber Brandon. Sólo que estaba preguntándome a mí ,no a la mujer cuyo trasero él casi había roto en el proceso de soltarla—. ¿Puedo
buscarte algo? ¿La cena? ¿Tienes hambre?
—No —dije—. Estoy bien. Simplemente necesitaba pedirte algo…
—Cualquier cosa. —Brandon se veía ansioso—. ¿Qué es?
—Um —dije, inclinándome y recogiendo a Cosy para darle a Rhonda una
oportunidad de escapar, ya que el perro seguía intentando lamer la cara de la
anfitriona mientras ella intentaba ponerse de pie—. Puedo esperar…
—No, de verdad. —Brandon ya no parecía preocuparse en absoluto por Rhonda, o
sus intentos de ponerse en vertical—. ¿Qué?
Detrás de él, Rhonda se había parado, alisó su falda negra ajustada, y levantó la
bandeja con la cual había estado sirviendo a Brandon su bebida de después de la
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cena cuando las cosas aparentemente se habían puesto… bueno, amistosas entre
ellos. Mientras se alejaba, su cabeza en alto, capté un indicio de su perfume
flotando hacia nosotros sobre la brisa tropical cálida.
Era Nikki, actualmente disponible a un precio especial de vacaciones de cuarenta y
nueve en cualquier Megatienda Stark. A Stark le cuesta un par de dólares hacer una
botella (en China, por supuesto), menos que el envío, y olía tan empalagoso que en
realidad no lo habría llevado ni en un millón de años.
—Es simplemente que sé que te mencioné que quería irme pasado mañana —
dije—. Pero estaba preguntándome si podríamos irnos un poco antes.
—¿Antes? —Brandon parecía confundido. Lo que sea que aparentemente había
estado esperando que le pidiera, no era esto. Tenía la sospecha de que Lulu había
tenido razón, y que él había estado esperando que yo le preguntara si quería volvera estar juntos. Era una esperanza que había estado albergando por un tiempo.
Tristemente, nunca iba a ser realidad… Brandon podría haber sido el tipo de Nikki,
pero sencillamente no era el mío. Al menos, no mientras todavía hubiera esperanza
de que Christopher algún día viniera—. ¿Antes cuándo?
—Oh, no demasiado —dije—. Estaba pensando, digo, mañana en la mañana,
alrededor de las nueve.
—Pero esa es la hora que papá había programado originalmente para que nosfuéramos —dijo Brandon, pareciendo sorprendido—. Iba a ignorarla y llevarte a un
tour en moto acuática en la isla en su lugar.
Durante el cual, estaba segura, había estado esperando que cayera completamente
enamorada de él.
—Sí —dije—. Y eso es tan dulce de tu parte. Pero algo ha surgido, y de verdad
necesito volver a la ciudad…
—Y hacer snorkel —dijo Brandon—. Estaba pensando que podríamos ir a hacer
snorkel mañana después del almuerzo.
Bueno, no podía culparlo verdaderamente por esto. Yo había demostrado cierta
afinidad por gustarme estar bajo el agua.
—Eso suena tan divertido —dije—. Pero de verdad necesito ir a casa.
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—¿Por qué? —preguntó Brandon. Sus cejas oscuras habían caído de una manera
que, si no lo hubiera conocido mejor, podría haberse descrito como amenazador.
Excepto que Brandon no tenía ni un hueso amenazador en su cuerpo.
—Es personal —dije. No estaba dispuesta a elaborarlo más. Al menos, no con un
chico que, estaba bastante segura, nunca había leído un libro completo en su vida.
Sin contar el manual operacional de una moto acuática.
—Pero… no quiero irme antes. —Brandon cayó en la silla de la cubierta de la que
se había parado, y alcanzó su bebida. Estaba claro por su actitud que estaba listo
para discutir. Y que, a menos que estuviera lista para ser su novia, él no iba a ir a
ningún lado.
Genial. Debería haber sabido que llegaría a esto.
Sin embargo, de ninguna manera iba a hacer la cosa con mi lengua. Lo que sea que
fuera.
Me deslicé hacia la silla al lado de la de Brandon y me incliné hacia adelante, aun
cuando sabía que mi camisola se abría en el frente cuando hacía esto. Estaba
vistiendo un sostén, por supuesto, así que no era como si fuera a ver cualquier cosa
que no hubiera visto unas horas antes cuando estaba en bikini.
Sin embargo, él no parecía lograr no mirar. Era realmente cierto… el poder de lacamisola no era para ser subestimado, algo que Frida había intentado meter en mi
cabeza años antes, pero nunca escuché, insistiendo que, como feminista, no usaría
prendas que objetivaran la forma femenina. Lulu fue la que había señalado que las
camisolas no objetivan sino que estimulan las partes de las cuales todas las mujeres
deberían estar orgullosas, sin importar sus tallas.
—¿Tu padre sabe que estás tomando el jet corporativo por veinticuatro horas más,
Brandon? —pregunté dulcemente.
Brandon siguió mirándome.
—¿A quién le importa lo que mi papá piense? —preguntó, con un poco de
brusquedad—. No es como si no tuviéramos otros jets. Puede usar uno de esos si
necesita uno…
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—¿No te sientes culpable por todo el dinero que esto le está costando a tu padre,
cuando ya hemos terminado la sesión? ¿Especialmente, cuando es sólo para que
puedas ir a hacer snorkel y montar en moto acuática? —pregunté.
—No —dijo Brandon, observando mientras yo trazaba un pequeño círculo sobre su
rodilla, un truco que había visto interpretar a Lulu numerosas veces en chicos que
le habían comprado bebidas en el club nocturno Cave. ¿Me sentía mal por
interpretarlo con Brandon? Un poco. ¿Esperaba que funcionara? Totalmente—. Mi
papá y yo no somos exactamente cercanos, ya sabes.
—Lo sé —dije simpáticamente.
—Mi mamá se fue hace años por ese ashram1, y apenas la he visto desde entonces
—continuó Brandon, arrastrando las palabras un poco. Podía decir que había
bebido demasiado. Como siempre.
—Lo sé —dije otra vez. En realidad no sabía esto personalmente. Pero había leído
un artículo sobre eso una vez en la revista People que Frida dejaba tirada por ahí—.
Mira, no puedo hablar por el resto del equipo, pero personalmente, preferiría si nos
vamos mañana como estaba programado. Si no es así… —Alejé mi mano de su
rodilla y me recliné abruptamente, quitándole la placentera vista de mi camisa. Esta
era otra estrategia que Lulu me había enseñado. Da un poco, luego quítalo. Pero
tienes que hacerlo en el momento justo—. Me voy a ir en el primer vuelo comercial
que pueda conseguir.
—¿Comercial? —Como Lulu, Brandon pareció horrorizado por la idea de que yo
volara en comercial. Tan horrorizado que tomó mi mano y, con un movimiento
rápido, me tiró hacia él. Duro.
—Ahora bien, ¿qué es tan importante en Nueva York para ti, Nikki Howard, que
volarías en comercial? —preguntó.
Um… Uups. Siempre parecía olvidar —quizás porque él no era mi tipo, con suatractivo de chico de fraternidad y aparente falta de interés en algo más que
Bacardi y el último artista de hip-hop que estaba promocionando— que Brandon
era el ex de Nikki Howard. También que los dos —al menos de acuerdo con los
1 Ashram: Una comunidad espiritual, propia del hinduismo, en la que convive un guía espiritual
junto a sus discípulos
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recortes de tabloides que había encontrado en la habitación de Nikki (ella había
guardado cada artículo impreso sobre ella, en un cajón en la parte inferior de su
cómoda)— habían sido muy apasionados durante al menos el último año. Lo
último que necesitaba era que Brandon se pusiera celoso porque la razón por la
cual quería regresar a Manhattan con tantas ganas era porque el chico del queestaba enamorada finalmente podría haber aparecido.
—Nada —dije inocentemente—. Simplemente tengo que volver a la escuela.
¿Recuerdas? ¿Que todavía estoy en la escuela? Tengo finales esta semana.
El agarre de Brandon sobre mi mano se aflojó un poco. En lugar de aferrarse
posesivamente, empezó a deslizar sus dedos por mi brazo.
—Oh. Seguro. La escuela —repitió—. Los finales.
Tan pronto como sus dedos alcanzaron la parte posterior de mi cuello y se
curvaron hacia los rizos pesados y húmedos de mi cabello, me di cuenta que iba a
tener un problema. No lo negaré: se sentía bien, tener sus dedos allí. Ese era el
problema: Brandon lo sabía. Este era uno de los muchos problemas que había
tenido con lo que Stark Enterprises me había hecho, poniendo mi cerebro en el
cuerpo de Nikki Howard. No me gustaba Brandon Stark… al menos, no de esa
manera.
Pero a Nikki Howard le gustaba Brandon Stark… o al menos a su cuerpo. Mis ojosse cerraron —totalmente contra mi voluntad— cuando Brandon empezó a
masajear gentilmente el lugar donde mi cráneo se encontraba con mi espina
dorsal.
¡Esto estaba tan mal! Brandon sabía que Nikki Howard estaba indefensa frente a un
buen masaje de cuello. Su cuerpo entero, lo había descubierto poco después de
que un estilista lo probara por primera vez en mí, se volvía flojo cuando alguien
empezaba a masajear el lugar donde su espina encontraba la parte posterior de su
cuello.
Obviamente Brandon sabía esto, y estaba aprovechándose injustamente de la
situación.
—Parece que la escuela es en todo lo que piensas ahora —continuó—. Eso y esa
mierda de “Stark Enterprises está arruinando el país”.
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—No es mierda —murmuré mientras sus dedos seguían masajeando—. La
compañía de tu papá está contribuyendo al calentamiento global tanto como a la
decadencia de las pequeñas tiendas en Estados Unidos…
—Hombre, es sexy cuando hablas toda revolucionaria —murmuró Brandon.
Su voz sonó tan cerca, abrí mis ojos. Estuve sorprendida al encontrar su cara
directamente en frente de mí, sus labios justo a unos centímetros de mi boca.
Oh, no. Iba a suceder de nuevo. Podía sentirme inclinándome hacia él, mi cuerpo se
movió más cerca al suyo como si fuera empujado por una fuerza invisible… aun
cuando besar a Brandon Stark era lo último que quería hacer justo entonces.
Intelectualmente, quiero decir.
La cosa era que, no era yo. Yo no podía controlarlo. Era Nikki. Ella estaba así de locapor los chicos.
No es que haya algo mal con que una mujer disfrute besando chicos. Besar chicos
es fantástico. De hecho, no puedo creer que haya pasado toda mi vida antes de ser
Nikki sin besar chicos.
El problema con Nikki era que ella parecía haber pasado demasiado de su vida
antes de que mi cerebro estuviera en su interior besando chicos equivocados. Tanto
tiempo, de hecho, que besar chicos equivocados se había convertido en un hábitodemasiado duro de romper, y ahora era algo que su cuerpo hacía
automáticamente, sin que yo fuera capaz de detenerlo.
Como ahora, por ejemplo. Antes de que pudiera hacer algo, mi boca estaba sobre
la de Brandon, y estábamos besándonos completamente en el mismo lugar donde
sólo minutos antes él había estado besándose con Rhonda la anfitriona.
Y también podía ver por qué Rhonda había estado tan loca por él. Los labios de
Brandon eran tan suaves, sus manos acunaron la parte posterior de mi cabeza
mientras su boca se movía insistentemente contra la mía.
Y podía sentir esa cosa pasando, esa cosa que siempre empezaba a pasar cada vez
que un chico empezaba a besar a Nikki, así me gustara o no —lo que fue cómo casi
había terminado arruinando mi relación con Lulu hace un mes o dos, por besarme
con su novio. Fue horrible, pero honestamente no podía detenerme— er, a Nikki,
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más bien. Su cuerpo empezó a arquearse hacia el de Brandon como si fuera su
propio acuerdo, mis manos levantándose hasta que estaban deslizándose por sus
brazos fuertes y vigorosos, luego envolviéndose alrededor de su cuello,
pegándome a él.
La cosa era que, sabía lo que estaba pasando, que estaba a punto de perderme,
succionada igual que cuando había caído en el agua. Sabía lo que estaba
pasando…
… y sin embargo no podía parar, más de lo que podía mantener mi cabeza erguida
cuando alguien me estaba dando un mansaje en el cuello.
Porque no era yo. Juro que no era yo.
¿Y cómo podía controlar el cuerpo de alguien más, alguien que no era yo? Almenos, alguien que no era yo todavía. No completamente.
Y entonces Brandon movió su mano, sus dedos rozando la cicatriz levantada
todavía sensible a lo largo de la parte posterior de mi cabeza. Pequeñas agujas de
dolor se dispararon a través de mí. Alejé mi cara de la de él.
—¡Ay! —me quejé.
—¿Qué? —La expresión de Brandon pasó de una de deseo a una de confusión—.
¿Qué hice? Oye, ¿qué es eso en tu cabeza? Tienes… ¿son extensiones de cabello?
—No es… es… no importa. —Me recliné en mi silla, mis labios todavía palpitando
un poco de donde él los había presionado contra los suyos. Sentí una miríada de
emociones, pero la primera fue alivio. Nunca había estado tan agradecida de mi
cicatriz. ¿Qué estaba haciendo? ¿Besándome con Brandon? Oh, Dios mío. Lulu
había dicho que hiciera la cosa de la lengua, pero en serio, yo no había querido
tomarle la palabra literalmente—. S-sólo otra razón por la cual sería mejor que nos
fuéramos mañana, como estaba programado.
Mi voz no fue tan estable como podría haber esperado, considerando el hecho de
que estaba enamorada de alguien más. La verdad era, aunque estaba agradecida
con Stark Enterprises por darme la oportunidad de vivir, algunas veces deseaba
que hubieran encontrado el cuerpo de alguien más para trasplantar mi cerebro…
alguien no tan… excitable como Nikki.
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—Bien —dijo Brandon, mirando hacia abajo a su propia mano, como si estuviera
esperando verla cubierta de sangre.
Lo que era ridículo. Me habían sacado los puntos hace semanas.
Sólo que él no sabía eso.
—Sabes, Nik, no te entiendo últimamente —continuó Brandon, mirándome desde
su silla.
—Lo sé —dije—. Lo siento por eso. Tengo… algunos problemas. Estoy trabajando
en ellos. Pero de verdad me gustas, Brandon.
Él levantó una de sus cejas oscuras.
—¿Sí? —dijo—. ¿Cuánto? ¿Lo suficiente para querer volver conmigo? Porque tengoque decirte… —No había duda en su tono—. Me gustaría que fuera así.
Tragué saliva, sintiendo el pánico elevarse. Esto no era lo que necesitaba… y
exactamente lo que merecía por coquetear con el hijo del jefe. ¿Por qué había
pensado que tenía la idea más ligera de lo que estaba haciendo, jugando con las
emociones de Brandon de la manera en que acababa de hacer? No había sido
Nikki lo suficiente para saber cómo jugar el juego de la manera en que ella
aparentemente estaba acostumbrada.
—Um, eso es dulce de tu parte, Brandon —dije rápidamente—. Pero creo que
probablemente es mejor que siga soltera por ahora, mientras arregle esos
problemas que mencioné.
Por supuesto, si las cosas iban de la manera en que esperaba que fueran cuando
volviera a casa, y Christopher y yo estuviéramos juntos, Brandon iba a estar
enojado cuando descubriera que yo estaba mintiéndole sobre el asunto de querer
seguir soltera.
Pero cruzaría ese puente cuando llegara a él.
Brandon me miró fijamente, casi como si estuviera leyendo mis pensamientos.
—Nunca has estado soltera un minuto de tu vida —dijo—. ¿Quién es el chico?
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—No hay chico —le aseguré, con una risa. Esperaba que la risa no sonara tan
temblorosa para él como lo hizo para mí—. De verdad. Simplemente estoy
tomándome algo de tiempo ahora. —Había escuchado eso en Oprah el otro día.
¿Caería con eso? Quizás si lo incitaba un poco a hacer lo mismo—. Podrías querer
intentarlo también. Creo que hay cosas que podrías estar haciendo para ayudar aconvencer a tu papá de hacer su compañía más responsable globalmente.
Brandon alejó la mirada.
—Mi papá y yo tenemos algunos problemas ya —dijo con voz apagada.
—Oh —dije—. Cierto. —Recordé la conversación que habíamos tenido sobre su
papá en la sesión fotográfica hace un mes o dos. Él no le habla al talento, había
dicho Brandon. O a mí.
—Supongo que llamaré al piloto, entonces, si irnos antes es todo lo que quieres. —
Brandon buscó en el bolsillo de sus pantalones cortos por su celular. Se veía un
poco… no hay otra manera de describirlo: enojado.
¿Y por qué no lo estaría? No podía ser fácil. Crecer a la sombra de un
multimillonario. Seguro, tenía todo lo que un chico querría.
Excepto la aprobación de su papá.
Y a Nikki Howard para besarse, aparentemente.
—Gracias, Bran —dije, y aclaré mi garganta—. Eres un chico genial.
—Sí —dijo Brandon, mirando hacia todas partes menos hacia mí—. Eso es lo que
todos dicen.
Era sorprendente, pensé para mí mientras caminaba de vuelta a mi suite, Cosabella
trotando junto a mis tobillos. Gracias a la enorme cicatriz a lo largo de la parte
posterior de mi cabeza, había sido salvada de cometer un error muy colosal. Bueno,
probablemente. Dudo que Brandon y yo verdaderamente hubiéramos llegado a
algo allí, afuera en Brizas del Mar, el bar del hotel.
Pero si no hubiera sido por la cirugía, no habría estado en esta situación en primer
lugar.
En su lugar, estaría muerta.
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Quizás, pensé, mientras notaba cómo la luna llena estaba brillando sobre el agua
oscura y fría en la que, unas horas antes, había estado inmersa, era tiempo de dejar
de sentir pena por mí misma y empezar a apreciar el hecho de que estaba viva.
Seguro, mi nueva vida no era perfecta.
Pero las cosas estaban empezando a mejorar.
Curioso cómo, en este momento, realmente creía eso.
Aunque, al final resultó que no podía haber estado más equivocada.
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Traducción SOS por Zeth y Dai
Corregido por Majo
o mejor de viajar en jet privado es que no tienes que hacer lo de llegar dos
horas antes de la hora en la que tu vuelo está programado. Llegas cinco
minutos antes de la hora en la que se supone tu vuelo despegará, y ni
siquiera tienes que pasar por seguridad. Abren una entrada especial y dejan que tu
limosina vaya directo hasta el avión, para que simplemente tengas que bajarte con
tu equipaje (y un perro, que puedes llevar y dejar libre, porque es tu avión… o el
avión de tu jefe, pero lo que sea), e ir directamente hasta tu asiento. Nadie revisa tu
boleto, o tu identificación, o nada de nada. Simplemente dicen: “Buenos días,
señorita Howard”, y te ofrecen una copa de champaña, o si eres menor de edad, de
jugo de naranja.
Luego, cinco minutos después, despegas. Nada de instrucciones de seguridad.Nada de bebés gritando. Nada de hacer fila para esperar usar el estrecho baño al
estilo portátil. Nada de eso.
En vez de eso, tienes lujosas sillas de cuero, mesas de caoba brillantes, Wi-Fi (oh sí:
¿esa cosa sobre que no puedes usar Wi-Fi o celulares en el aire? Completamente
basura. Sí puedes, cuando vuelas con Vuelos Stark), flores frescas, tu propia
ventana, tu propio DVD marca Stark si así lo deseas, con una gran biblioteca de
películas recién salidas de la cual escoger.
Una chica podría acostumbrase a este tipo de vida. Y difícilmente regresaría a los
vuelos comerciales. ¿Soy una gran hipócrita por odiar a Stark Enterprises por lo que
me hicieron (y a miles de pequeños empresarios, sin mencionar al medio
ambiente), y aún así escoger volar en el jet privado de Robert Stark en vez de
tomar un vuelo comercial?
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Sí.
Pero si eso iba a llevarme a casa hasta Christopher — junto con mi nueva vida, una
vida feliz, cuando los dos empezamos a salir— ocho horas más temprano que si
tomaba un vuelo comercial, no me importaba.
Antes de lo que habría creído posible, los rascacielos de Manhattan quedaron a la
vista, rodeados de oscuras nubes grises de lluvia bajo nosotros. Pero de alguna
manera la vista de esta isla, sobresaliendo sobre las sombrías aguas de los ríos
Hudson y East como un dedo medio, me estremecía más que las blancas islas
tropicales que acabábamos de dejar.
Estaba estirando mi cuello para ver si podía tener un vistazo de Washington Square
Park y del edificio de mi familia, cuando me llegó mi primer mensaje en mi celular
de marca No-Stark.
SOS, escribió Frida. Llama tan pronto como puedas.
Estaba marcando su número antes de siquiera considerar de que era mi hermana,
Frida, para quien una emergencia es que Sephora se terminara el delineador de
ojos. Todo lo que pude pensar fue, Papá. Ataque cardíaco. Él era, después de todo,
un hombre blanco de edad media quien trabajaba muy duro, vivía en New Haven
la mayor parte de la semana para poder enseñar en Yale. Sólo lo veíamos los fines
de semana. Sabía perfectamente bien lo que comía la mayoría del tiempo.Pastelitos de Dunkin’ Donut y café del día anterior. Nunca lo he visto ejercitarse. O
consumir alguna fruta.
—¿Frida? —dije tan pronto como contestó. Noté a Brandon, al otro lado del pasillo,
abriendo con irritación un ojo por el frenético tono en mi voz. Había dormido todo
el camino. O había pretendido hacerlo. Había estado tratándome algo distante
durante toda la mañana. No creo que haya superado lo que pasó entre nosotros la
noche anterior, digo mi rechazo de su petición de volver a ser novios.
Cerró el ojo inyectado de sangre que había abierto, tan pronto como se dio cuenta
que estaba en el teléfono y no hablándole.
—¿Qué ocurre? —le dije a Frida frenéticamente, manteniendo mi voz baja, para no
perturbar al hijo con resaca de mi jefe—. ¿Es papá? ¿Está todo bien?
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—¿Qué? No, no es papá. —Frida, al otro lado del teléfono, sonaba alterada—. Y no,
no todo está bien. Es mamá.
—¿Qué pasa con mamá? — ¿Mamá? Mamá era la personificación de la buena salud.
Daba vueltas a la piscina en el gimnasio a diario. No comía nada que no fuera
ensalada y pollo sin cuero. Era casi desagradable lo saludable que era—. ¿Está
bien?
—Lo está —dijo Frida—. Físicamente. Mentalmente es cuestionable. Se enteró
sobre las porristas, y ahora está tratando de sacarme del equipo.
Me hundí en mi asiento de cuero. Mi alivio fue tan grande, no podía siquiera
hablar. Y también quería matar a Frida por asustarme de esa manera.
—Em —continuó Frida—. Tienes que venir de inmediato y tratar de razonar conella. Dice que no puedo ir al campamento de porristas.
—Ahora mismo estoy en un avión —dije, mirando por la ventana hacia el río
Hudson que mi giñaba con frialdad—. Hace poco estaba en las Islas Vírgenes,
¿recuerdas? Así que regresar de inmediato no es en realidad una opción. —
Además, tenía algo más importante que hacer, en lugar de hacer de árbitro entre
mi madre y mi hermana. Cierto, la posibilidad de que Christopher pasara por
casualidad no era mucha, aunque era domingo, no es como si él tuviese algo mejor
que hacer. Sabía que todo lo que Christopher hacía siempre los domingos era jugar Journeyquest, o quizás visitar las tiendas de video juegos, para ver si habían
recibido algo nuevo el sábado. Sin embargo, tenía la intención de quedarme en
casa todo el día, por si acaso.
—¿Y no es algo precipitado preocuparse sobre el campamento de las porristas
ahora? —le pregunté—. Es diciembre. Tienes meses hasta el verano para
convencerla.
Y posiblemente perder interés en las animadoras y desarrollar algún interés en algode mayor exigencia cerebral, como ciencia espacial. Pensé, pero no lo añadí en voz
alta.
—Éste es un campamento de una semana para perfeccionar nuestra rutina antes
de las vacaciones de invierno —explicó Frida—. En Florida. Todo el mundo en el
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equipo irá. Sólo que mamá está diciendo que sobre su cadáver dejará que su hija
vaya a un campamento de porristas.
—¿No vamos a ir a la casa de la abuela por las vacaciones de invierno? —le
pregunté, mientras Cosabella, quien amaba viajar en avión casi tanto como amaba
viajar en auto, decidió que la vista de mi ventana no era lo suficientemente
emocionante y se giró para ver que ocurría afuera de la de Brad, severamente
sacudiéndolo y despertándolo de una manera que tengo que llamar no muy
agradable. Articulé “lo lamento” hacia él, pero sólo me dirigió una ofendida mirada.
Hubo un incómodo silencio en el teléfono. Pensé que habíamos entrado en alguna
zona de no servicio hasta que Frida dijo:
—Bueno, sí. Sí vamos. El campamento de porristas no inicia hasta después de las
festividades, pero Em…
—Problema solucionado entonces —dije—, mira, llamaré a mamá. Debería estar
feliz de que estés haciendo amigos, que te mantengas físicamente en forma, y que
hagas alguna actividad extracurricular que se verá bien en tu aplicación para
alguna universidad. Supongo. Y sí, fútbol o lacrosse habrían sido mejores, pero…
—Llamarla no es suficiente —interrumpió Frida—. Tienes que venir. Tiene que oírlo
en persona de ti. De otra manera jamás va a dejarme…
—De acuerdo —dije—. Estaré después de que termine con mis asuntos. Igual
tengo regalos para ustedes. —Ir de compras en las festividades se había movido a
un nuevo nivel ahora que en serio tenía dinero que gastar. Ser capaz de comprarle
a mi familia los regalos que siempre supe que quisieron, pero que nunca pudieron
permitirse, era genial. Era en serio verdad que es mejor dar que recibir. No podía
esperar a ver la cara de Frida cuando abriera la pequeña caja de terciopelo que iba
a darle.
Frida no dijo nada, lo cual era algo extraño en ella, ya que raramente mantenía laboca cerrada.
Pero podría haber sido que estaba tan abrumada con la gratitud de saber que
llevaba regalos, que no supo qué decir.
Sí, claro.
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Asumí que su inusual silencio se debía a que habíamos sobrevolado alguna zona
de no señal, así que colgué y fui a tomar a mi perra del regazo del ex novio de
Nikki Howard.
Brandon no lucía muy agradecido. No podía culparlo. Cosabella en serio necesitaba
entrenamiento en obediencia.
Aunque era difícil estar encerrado en un avión, que fue lo que ilustró Cosy cuando
la primera cosa que hizo al bajamos del avión fue orinar sobre todo el asfalto. Hizo
lo mismo cuando Karl el portero abrió la puerta del coche de ciudad que me sacó
de Teterboro, el aeropuerto donde Robert Stark tenía sus jets. Cosy salió corriendo
y se fue trotando hacia las plantas fuera de la calle central 240. Era embarazoso,
¿pero dónde más podría hacerlo?
—Bienvenida de nuevo, Señorita Howard —dijo Karl mientras salía a la lloviznahelada que estaba cayendo desde el plomizo cielo sobre mi cabeza. Era muy
distinto a la suave brisa de las Islas Vírgenes, y nadie exactamente estaba corriendo
para darme una piña colada como lo hicieron en el Hotel St. Johns—. Espero que
haya tenido un buen tiempo mientras estuvo fuera.
—Fue genial —dije automáticamente. Me estaba volviendo loca, como siempre,
por el perro.
Karl debe haber sido capaz de darse cuenta, porque dijo:
—Oh, yo limpiaré eso, Señorita Howard. Usted sólo apresúrese a entrar, donde está
caliente. Oh, creo que debería saber... tiene un visitante esperando en el vestíbulo.
No estaba seguro si... bueno, ya verá.
Mi corazón hizo aquello de un giro de ciento ochenta grados, aún cuando me dije
a mí misma que no podía ser él. Quiero decir, Christopher no era del tipo que se
sienta en el vestíbulo del apartamento de una chica y espera que ella venga a casa.
Sin embargo, cuando caminé dentro del vestíbulo y vi un destello de corto cabello
rubio, no pude evitar pensar: ¡Es él! Oh, Dios, ¡es él!
Y entonces prácticamente empecé a temblar, de repente estaba tan nerviosa.
Lo cual era ridículo. Quiero decir, he sido la mejor amiga del tipo desde siempre.
Había tenido concursos de eructos con él, por el amor de Dios. Y está bien, eso fue
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en séptimo grado, pero aun así. ¿Por qué me estaba poniendo nerviosa ahora? Yo
era la que estaba en un nuevo cuerpo, y él todavía no se había dado cuenta, a
pesar de que una vez le dejé una pista muy obvia. Todavía estaba tan ocupado
extrañando a la antigua yo —la que nunca había visto hasta que fue demasiado
tarde— que no se dio cuenta (hasta ahora, aparentemente) que los reportes de mimuerte han sido muy exagerados.
¿Entonces por qué era yo la que se estaba transformando en gelatina?
Pero ni siquiera me atreví a mirar en su dirección. En cambio, porque no podía
hacer frente a la situación y estaba tratando de mantener la calma como Lulu me
aconsejó una vez que haga, fingí no notarlo y fui a tropezones hasta el ascensor,
tratando de desfilar como Nikki Howard pero sabiendo que era más probable que
tropecé como Em Watts, Cosabella corriendo detrás de mí, hasta que escuché unavoz masculina llamar:
—Nikki.
No quise parecer muy ansiosa. Los hombres odian eso (de acuerdo con Lulu, mi
residente experta en todas las cosas de chicos). Tenía que dejarlo tomar la
iniciativa. Tenía que dejarlo pensar que venir aquí era toda idea suya (lo cual lo era,
realmente), tenía que...
—Nikki.
Espera un minuto. Ese no era él.
Esa no era la voz de Christopher.
Miré alrededor. Había un alto hombre rubio parado en el vestíbulo de mi edificio,
era verdad. Era musculoso, como Lulu había dicho en el teléfono. Y me estaba
mirando directamente a mí.
Pero él estaba vestido con el uniforme de la marina.
Christopher nunca se uniría a las fuerzas armadas, considerando a su padre, el
Comandante, un profesor de ciencias políticas en la Universidad de Nueva York,
que había inculcado en su hijo una profunda desconfianza en toda figura de
autoridad. Y, viendo que estaba sólo en el undécimo grado, como yo, Christopher
no podía unirse a la marina aún si quisiera.
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En la cara del rubio había una expresión de desagrado extremo.
La aversión parecía ser para mí. No había nadie alrededor a quien pudiera estar
dirigida.
Genial. ¿Qué le había hecho alguna vez a Rubio? Nunca antes lo había visto.
—Um —dije, rápidamente tocando el botón para llamar al ascensor—. Lo siento.
¿Me estás hablando a mí?
La expresión de desagrado en su cara se profundizó. Lucía como si tuviera veinte,
tal vez un poco más. Había un montón de insignias en su uniforme. Pero yo estaba
demasiado paralizada por el disgusto en su cara para arrancar mi mirada de la suya
para leer lo que decían.
—Corta la actuación, Nik —dijo, caminando hacia mí. Su voz era profunda. Noté un
acento débil del sur—. Eso de la amnesia puede funcionar en todos tus amigos de
moda, pero no va a funcionar conmigo.
Parpadeé, luego miré hacia la puerta principal del edificio. Karl todavía estaba
afuera, limpiando el desastre de Cosabella. Lo cual era desafortunado porque su
trabajo era prevenir escenas desagradables como éstas. Admitiré que Rubio no
lucía como el usual hipster con cola de caballo que se presentaba exigiéndome
dinero o los que iban a Star con sus historias de nuestras tórridas noches en lasVegas, o donde sea.
Pero, ¿por qué más estaba aquí?
—Lo siento —dije, repasando mentalmente el discurso que había tenido que decir
tantas veces en las últimas semanas cuando me encontraba con los llamados
amigos de Nikki y familiares que me confrontaban exactamente de la misma
manera—. Pero por la amnesia, la cual te puedo asegurar de verdad que es real, no
recuerdo quién eres. Vas a tener que presentarte. ¿Tu nombre es?
Los ojos azules de Rubio —me recordaron a alguien. Sólo que, ¿quién?— los cuales
eran muy fríos para empezar, se enfriaron aún más cuando me miró.
—En serio —dijo—, ¿con eso es con lo que vas? ¿La cosa de la amnesia? ¿De
verdad crees que funcionará en mí? ¿En mí ?
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Él dijo “la cosa de la amnesia” como si fuera alguna mentira que Nikki había tratado
antes en él. Y aparentemente no funcionó la primera vez.
—No es una cosa —le dije resaltando mi barbilla. Aunque, por supuesto, lo era.
Considerando que no tenía amnesia. Sólo que yo no era Nikki Howard. Excepto
legalmente—. De verdad no tengo idea de quién eres. Si eliges no creerme, te
sugiero que te vayas antes de que tenga que hacer algo de lo que los dos nos
arrepentiremos.
—¿Cómo qué? —preguntó—. ¿Llamar a la policía?
Ya que eso era exactamente lo que iba a hacer que haga Karl —aunque parecía una
lástima tener que hacerle eso a un miembro del servicio militar estadounidense—,
no dije nada.
El Rubio me miró un poco más.
—Dios —dijo después de un minuto, la incredulidad lentamente surgiendo a través
de su atractivo y un poco cansado rostro—. Realmente lo harías, ¿no? Llamar a la
policía.
—Te lo dije —dije. El ascensor, para mi alivio, finalmente había llegado—, no tengo
la menor idea de quién eres. Ahora, si no te molesta, acabo de llegar de una sesión
y estoy realmente cansada, y todavía tengo que desempacar...Para mi total sorpresa, extendió su mano y agarró mi brazo. Su agarre era fuerte.
No había manera de romperlo si trataba. Y no iba a tratar porque quería mantener
todos mis miembros en una sola pieza.
Ahora estaba empezando a asustarme. Karl no estaba en ningún lugar a la vista y el
vestíbulo estaba vacío, raro para un domingo en la tarde cuando el resto de los
inquilinos en nuestro edificio de condominios en ascenso, de $10,000 la renta al
mes, tendían a salir corriendo para hacer ejercicio o a un Starbucks para sus café
con leche. ¿Quién era este hombre raro, con mirada fría y uniforme militar?
—Dije que cortes la actuación, Nik —dijo en una voz tan fuerte como su agarre.
Cosabella, a mis pies, estaba empezando a sentir que algo estaba mal y estaba
aullando nerviosa. El rubio la ignoró—. ¿Tienes vergüenza de admitir que me
conoces? Bien. Siempre la tuviste. ¿Pero cómo pudiste hacer lo que le hiciste a ella?
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Desapareció, ¿y ni siquiera te importa? Sabes que no podía mantenerla vigilada
cuando estaba en el submarino. Y ahora se ha ido. Nadie sabe siquiera dónde está,
ni siquiera sus mejores amigas, Leanne y Mary Beth. No han escuchado de ella. Ni
siquiera trates de hacer como que esto no es tu culpa.
Me miró acusadoramente, pero honestamente no tenía idea de qué estaba
hablando. Todo lo que estaba diciendo sonaba como sandeces para mí. ¿Leanne?
¿Mary Beht? ¿Y quién se había ido? ¿Quién era ella?
Quien sea que fuera ella, parecía importante para él. Tan importante que su mirada
ya no lucía fría, sino brillante con emoción.
Una emoción que lucía para mí como mucho odio.
Por mí.
—Oye —le dije, levantando una sola mano... la que no está unida al brazo al que le
está cortando toda la circulación con su agarre de muerte—, cálmate. No tengo
idea de qué estás hablando. ¿Quién es Leanne? ¿Quién es Mary Beth? ¿Quién eres
tú? ¿Y quién es la mujer perdida de la que estás hablando?
La última pregunta pareció golpearlo como un puño. Estaba tan sorprendido que
en realidad me soltó el brazo y dio un paso hacia atrás, mirándome como si fuera
alguna clase de animal extraño y no demasiado atractivo que acababa de serpresentado en el zoológico. Tal vez en la casa de los reptiles.
—Ella es tu mamá —dijo finalmente, señalando a una de las insignias en su pecho,
la cual ahora veía, con retraso, que decía HOWARD—, y yo soy tu hermano mayor,
Steven. ¿ Ahora me recuerdas, Nikki?
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Traducido por Maru Belikov
Corregido por Majo
ueno, eso más o menos explica la fea mirada que él siguió dándome.
Y continúa dándome, ahora que lo traje al loft. No que lo culpe. No era
como si supiera qué decirle exactamente, y estaba zumbando alrededorcon nerviosismo, haciéndole un café expreso de nuestra cafetera
expreso/capuchino de lujo, que Lulu me había enseñado recientemente
cómo funcionaba. No estaba segura qué más hacer, aparte de ofrecerle café, en
realidad. Quiero decir, nunca antes había tenido un hermano mayor. Mucho menos
un hermano mayor que estaba realmente molesto conmigo por perder a nuestra
madre, por quien aparentemente Nikki era responsable mientras él estaba de
servicio.
Él no parecía muy entusiasta sobre el café expreso, pero al menos aceptófinalmente la explicación de la amnesia. Más o menos. Lulu fue de gran ayuda en
esta condición. Ella vino tambaleante de su habitación (vistiendo nada más que una
brillante camisola de color melocotón con unos pantalones cortos, con su cabello
luciendo algo loco porque evidentemente ella acababa de despertar, aún cuando
eran las dos de la tarde; temprano para ella, en realidad) mientras yo estaba
tratando de hacer funcionar la máquina de expreso. Lulu echó una mirada al
hombre en uniforme ocupando mucho espacio en nuestra sala de estar (no que él
fuera gordo o algo. Sólo era alto y musculoso y… bueno, el tipo de chico queocupaba mucho espacio), y fue como:
—Bueno, holaaa tú —con esta enorme sonrisa en su cara.
Quería salir y decir: “No ahora, Lulu” , porque sabía exactamente en qué andaba ella.
Lulu estaba preparándose para hacer que Steven se enamorara de ella, de la misma
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manera que lo hacía con cada chico lindo que se encontraba. Hacer que chicos
lindos se enamoren de ella era su pasatiempo, además de ir de compras, beber
mojitos, y ocasionalmente grabar canciones para su álbum que parecía nunca
terminar.
Pero no necesitaba preocuparme. Porque Steven —el hermano de Nikki— solo
dijo:
—Hola —a Lulu en esta totalmente desinteresada manera y seguía diciendo lo que
estaba diciendo todo el tiempo que llegamos aquí en el ascensor juntos, que era—:
¿Amnesia? ¿Cómo las personas en las telenovelas?
—No exactamente —le aseguré. Aún cuando, de lo que yo entendía, no había tal
cosa, en realidad. Bueno, no de la manera que Nikki Howard se suponía tenía. La
cabeza de las personas no dejaba de funcionar y sólo olvidaba selectivamentealgunas cosas cuando tienen amnesia. Ellos olvidan todo. Como sus propios
nombres y la ciudad donde viven. A veces incluso olvidan como atar sus zapatos.
—Y estás diciendo que no me recuerdas —continuó Steven, ignorando
completamente a Lulu, que ahora estaba paseando en su brillante atuendo, el que
complementó con un par de pantuflas de plumas a juego—. ¿Que prometiste
cuidar de mamá mientras yo no estaba, asegurarte de que ella estuviera pagando
su renta a tiempo y que las cosas estén fluyendo bien con la peluquería canina?
¿Peluquería canina? La mama de Nikki Howard, ¿era dueña de una peluquería
canina? Esta era información que hubiera sido útil para que alguien la compartiera
conmigo — junto con el hecho de que Nikki tenía un hermano en la armada—
antes que, oh, digamos, ahora. Todo lo que los demás me habían dicho era que
Nikki era una menor emancipada que no se llevaba bien con su familia.
Por esta razón le disparé una fea mirada a Lulu mientras ella se subía en uno de los
bancos de la barra de la cocina —con cuidado al cruzar sus recién bronceadas
piernas así Steven tendría una completa vista de ellas tanto como fuera posible.Pero Lulu completamente me ignoró, toda su atención estaba siendo enfocada al
apuesto hombre rubio en uniforme de pie en el medio de nuestra sala de estar.
—Um —dije, titubeando con la máquina de expreso. Mejor concentrarme en hacer
el café que lo que estaba pasando en la sala, lo cual era precisamente lo que
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parecía: problemas. Bien de Nikki, por cierto, tener un cajón de recortes de prensa
acerca de sí misma y no una sola foto de su propia familia—. Hasta que me dijiste,
ni siquiera sabía que tenía un hermano. Así que, la respuesta es no, no recuerdo
diciéndote eso. O sobre mamá y su negocio de peluquería canina, tampoco, para el
caso.
—Entonces, ¿qué rango tienes? —quería saber Lulu, su mirada barriendo la piel de
Steven mientras él estaba de pie con sus brazos cruzados, por lo tanto haciendo
que sus bíceps sobresalieran un poco por debajo de su uniforme. Lulu parecía no
poder evitar que su pie se balanceara, y esto estaba causando que una de sus
pantuflas con borlas fueran de arriba hacia debajo de una manera muy molesta.
Ella estaba haciendo esto a propósito, por supuesto, para lograr que Steven mirara
a sus recién depiladas piernas.
Steven continúo ignorándola.
—¿Y qué sobre todos los mensajes que te dejé? —me preguntó—. ¿Pensaste qué
era mejor ignorar esos?
—Recibo un montón de mensajes de chicos que no conozco —expliqué. Esto era
insoportable—. Todos ellos dicen que están emparentados conmigo y que les debo
dinero o algo. Dejé de escuchar los mensajes de Nikki… quiero decir, mis mensajes
hace mucho tiempo.
—Estupendo —dijo Steven. Se giró lejos, pasando una mano a través de su
cabello… el color de exactamente la misma textura, me di cuenta, del que crecía en
mi propia cabeza. Sólo que el de él no había sido tratado con algunos reflejos de
color dorado miel—. Eso sólo es fantástico. ¿Todavía los tienes? Esos mensajes.
Quizás mamá trato de contactarte, te haya dejado un mensaje o algo, diciéndote
que se había ido.
—Eres, como, ¿un oficial? —preguntó Lulu a Steven, su pie todavía balanceándose
como loco. Noté que tenía una pedicura: color rosado de las zapatillas de ballet.No me preguntes cómo sé éstas cosas cuando, hace tres meses, no había sido
capaz de decir los diferentes colores de esmalte por más que me pusieran una
pistola en mi cabeza—. ¿Les das órdenes a las personas todo el día? Me encanta
tomar órdenes de un hombre. Es tan sexi.
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—Lo siento —dije, disculpándome por ambos, por mi compañera de habitación y
por lo que estaba por decirle. Porque realmente lo lamentaba. Por ambos—. Borré
todo los mensajes de Nikki… quiero decir, mis mensajes. Pero… —Deslicé una
pequeña taza de expreso debajo al apropiado lugar y presioné el botón con una
pequeña taza en él—… estoy segura que ella volverá a llamar. ¿Cierto?
Steven sacudió su cabeza, luciendo más exhausto que nunca, y se deslizó en uno
de los bancos de la barra de la cocina como si no pudiera soportar más su peso.
Lulu lucía encantada, porque el asiento que él escogió estaba a sólo dos taburetes
enfrente del de ella. Aparentemente, no captó el sutil mensaje que él escogió el
banco más lejos de ella. Inmediatamente se incorporó para mostrar el área de su
pecho para un mejor provecho dándole una deslumbrante sonrisa, que él ignoró.
—Tú realmente tienes amnesia —dijo hacia mí. Su cara era una máscara de miseria.Me sentí tan mal por él, mi corazón se retorció—. Mamá nunca llama otra vez. Ella
siempre hace una y listo. ¿Por qué crees que estoy aquí para comprobar si ha
estado en contacto contigo en lugar de esperar escuchar de ella de regreso en
Gasper?
Lulu se olvidó completamente sobre hacer que Steven se enamorara de ella y se
ahogó con algo de su propia saliva.
—¿Dijiste G-Gasper? — jadeó entre toses.
Steven en realidad la miró por un segundo, luego de regreso a mí.
—¿Nunca le dijiste? —dijo él. Fue más una declaración que una pregunta, y causó
que me detuviera mientras deslizaba el café expreso, completo con una capa de
espumosa crema en la parte superior, en frente de él.
—Um… aparentemente no —dije. No tengo idea sobre qué está hablando,
tampoco, por supuesto, dado que no era en realidad su hermana. Su hermana
estaba muerta. O al menos, su cerebro estaba puesto en formol en una jarra enalgún lugar en las entrañas del Instituto Stark de Neurología y Neurocirugía, aún si
el resto de ella podría haber estado caminando por ahí con mi cerebro en su
interior, usando sus tarjetas de crédito y haciéndole café expreso a su hermano.
Lo que la hacía lo suficientemente muerta.
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Sólo que no podía decirle eso a su hermano.
Steven estaba mirándome por encima del caliente expreso como si no pudiera
creer lo que había escuchado.
—Espera —dijo él, sus azules ojos mirando con incredulidad—. ¿Tampocorecuerdas nuestro hogar?
Dudando, sacudo mi cabeza. No quería lastimarlo. La verdad era, que él lucía como
si lo hubieran lastimado lo suficiente.
Pero no podía tampoco mentirle abiertamente, sin importar cuánto Stark
Enterprises esperan que lo haga.
Y ahora sabía dónde había visto esos ojos antes: en el espejo, cada vez que miraba
mi nuevo reflejo. Eran los ojos de Nikki.
Sólo sin la inimitable Multi-Dimensional máscara de pestañas negras de Chanel.
Steven dobló sus brazos, inclinándose contra la parte trasera de su banco, y
mirando al techo. Por un segundo, me pregunté si él estaba notando la misma cosa
que noté yo cuando vine a casa el otro día… los dos redondos agujeros, no más
grande que monedas de un centavo, a ambos lados de las lámparas alógenas
hundidas, que no habían estado allí antes y que habían sido rellenados,
rápidamente pero mal, como si alguien hubiera estado colocando algo allí yrecibido las noticas que uno de los ocupantes del loft venía a casa temprano.
¿Para qué eran esos agujeros? Estaban muy altos para mí incluso si escalaba hasta
allí para revisarlos yo misma… el techo estaba al menos a veinte pies de alto.
Pero no podían servir para algún propósito; otro aparte de ser algo desfavorable,
relacionado con Stark. Quizás sólo estaba siendo paranoica. Cuando le pregunté a
Karl sobre los agujeros, consultó un programa de mantenimiento, me dijo que lucía
como una prueba de cableado de rutina.
Cableado, mi trasero.
Quizás “rutina de cableado” era la razón de la transmisión de radiofrecuencia o
detector de micrófono oculto, que compré en una de las tiendas de equipos de
vigilancia en Midtown poco después que noté los agujeros en el techo y mi
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paranoia sacó lo mejor de mí: volverme loca cada vez que giraba dentro del loft. El
lugar estaba cargado ya sea con dispositivos para escuchar o el detector en sí
mismos fue una estafa total (pero por el dinero qu