al mínimo qué?

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¿Al mínimo qué? Hace unos días apareció en las redes sociales el “hashtag” de #AlMínimo, además de convertirse en punto de debate para cientos de puertorriqueños y puertorriqueñas, es la majestusa idea del Representante del Partido Popular Democrático Manuel Natal Albelo de vivir durante treinta días con el equivalente al salario mínimo de $7.25. Sin importar si le es motivo de burla o si a usted le parece una iniciativa loable, las reacciones que ha desencadenado esta iniciativa son dignas de ser atendidas. Ya sea para llorar o para reír. De entrada, había decidido mantenerme al margen de esta discusión pero ante las últimas expresiones del mencionado representante en su columna diaria en el periódico Metro en el día de hoy es menester opinar sobre el asunto. Mientras Natal se encuentra con “Escépticos al cambio”, al parecer no reconoce que el ejercicio de su “experimento sociológico”, más allá de crear conciencia en el país bajo un sutil marco de solidaridad sobre los problemas que aquejan a las clases trabajadoras, lo que ha hecho es crear antipatía entre éstos. Encomendarse a vivir con un presupuesto de $133 semanales podría ser algo nuevo para alguien en la legislatura pero, la realidad es que como campaña publicitaria al joven representante le fracasó. Probablemente, Natal tiene buenas intenciones con este proyecto pero la pobreza de nuestra isla requiere más que una buena intención. ¿Cuál es la finalidad de poner en perspectiva los problemas de la clase trabajadora del país con tanto interés? No hay que embarcarse en esta empresa que Natal lleva para entender eso. Me parece que es suficiente con mirar nuestros alrededores, y si se quiere ser miope ante nuestro entorno, es bastante simple entender que el capitalismo es un sistema desigual. Que el sistema de transporte colectivo metropolitano no sirve, y que el salario no es suficiente para tener “calidad de vida” puede ser dicho en cualquier conversación

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pinino y mal rato

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Page 1: Al Mínimo Qué?

¿Al mínimo qué?

Hace unos días apareció en las redes sociales el “hashtag” de #AlMínimo, además de convertirse en punto de debate para cientos de puertorriqueños y puertorriqueñas, es la majestusa idea del Representante del Partido Popular Democrático Manuel Natal Albelo de vivir durante treinta días con el equivalente al salario mínimo de $7.25. Sin importar si le es motivo de burla o si a usted le parece una iniciativa loable, las reacciones que ha desencadenado esta iniciativa son dignas de ser atendidas. Ya sea para llorar o para reír. De entrada, había decidido mantenerme al margen de esta discusión pero ante las últimas expresiones del mencionado representante en su columna diaria en el periódico Metro en el día de hoy es menester opinar sobre el asunto.

Mientras Natal se encuentra con “Escépticos al cambio”, al parecer no reconoce que el ejercicio de su “experimento sociológico”, más allá de crear conciencia en el país bajo un sutil marco de solidaridad sobre los problemas que aquejan a las clases trabajadoras, lo que ha hecho es crear antipatía entre éstos. Encomendarse a vivir con un presupuesto de $133 semanales podría ser algo nuevo para alguien en la legislatura pero, la realidad es que como campaña publicitaria al joven representante le fracasó. Probablemente, Natal tiene buenas intenciones con este proyecto pero la pobreza de nuestra isla requiere más que una buena intención. ¿Cuál es la finalidad de poner en perspectiva los problemas de la clase trabajadora del país con tanto interés? No hay que embarcarse en esta empresa que Natal lleva para entender eso. Me parece que es suficiente con mirar nuestros alrededores, y si se quiere ser miope ante nuestro entorno, es bastante simple entender que el capitalismo es un sistema desigual. Que el sistema de transporte colectivo metropolitano no sirve, y que el salario no es suficiente para tener “calidad de vida” puede ser dicho en cualquier conversación de barra en la isla. Sin lugar a duda el enfoque del proyecto está en la mera publicidad del legislador.

Digo esto porque como él mismo aduce en su escrito: “En la pasada semana se ha escrito y discutido más sobre pobreza y desigualdad que en cualquier otro momento en tiempos recientes. Esa discusión, además de saludable, es necesaria”. A mi juicio, la pobreza en Puerto Rico es uno de esos temas que vienen y van, de los cuales se ha soltado bastante tinta durante mucho tiempo, de los que- como Natal menciona- siempre es buena su discusión y su problematización. Precisamente hacia eso va mi crítica. No se ve que de alguna manera se estén realizando los cuestionamientos a cerca de la pobreza: ¿Cómo vamos a solucionar la pobreza?, ¿Cuál es el perfil socio-demográfico de aquellos y aquellas que realmente viven al mínimo?, ¿Por qué la pobreza no es tema central dentro de la política pública de la actual administración? Menciono estos como ideas iniciales que me parece podrían aportar al debate.

Posiblemente surgirán cuestionamientos sobre el tema hasta niveles que ni sospechamos a medida sigamos presenciando y analizando la lucha de clases que está sucediendo en estos momentos. La invitación ha de ser a tales efectos, a cuestionar nuestros alrededores, y a

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entender las posibilidades de un espacio alternativo al que tenemos hoy si se trabaja por el mismo. Intentar posicionarse en el espacio de las y los trabajadores más explotados por el capital en nuestra isla no aporta nada a la real falta de compromiso del Estado para atajar la desigualdad social. De hecho, no hay interés en estas clases sociales hasta el periodo eleccionario, y en el caso de Natal no me parece que haya elecciones de medio término. Mi exhortación es, a inmiscuirse en el quehacer diario de nuestra sociedad. A entender que a las y los académicos- y a quienes aspiramos a serlo- nos toca investigar y, tanto a él como a sus compañeros y compañeras a legislar en el mejor de los intereses de la sociedad. Mi único consuelo es que esto sólo durará un mes, y que a medida que sigan pasando los días, seguiré cuestionando todas y cada una de las posturas que Natal tome abiertamente en la prensa. Al final, cuando su experimento esté consumado, volverá al espacio social cual queda muy distante del mínimo. Cuando eso pase, probablemente estaremos discutiendo temas distantes a la pobreza, y las y los que viven al mínimo estarán deseando ser pobres un solo día porque serlo todos los días está muy difícil.