amauta 20 revsiat de la u del atlantico

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  • 7/25/2019 Amauta 20 Revsiat de La u Del Atlantico

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    20JULIO-DICIEMBRE2012

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    CONTENIDO

    PGINA

    5 EDITORIAL

    7 LA PROBLEMATIZACIN DE LA EPISTEME, DEL PLIEGUE Y DE LASCIENCIAS HUMANAS EN MICHEL FOUCAULT. UNA APROXIMACIN

    DESDE DGAR GARAVITO

    JOS WILSON MRQUEZ ESTRADA

    25 ENTRE PINCELES Y ARMAS. PABLO CABALLERO PIMIENTEL, PINTORY CAPITN DE MILICIAS PARDAS EN CARTAGENA DE INDIAS, SIGLO

    XVIII

    SERGIO PAOLO SOLANO D.

    61 PEDRO JUAN VISBAL: UN ADICTO Y AFECTO A LA JUSTA CAUSA REAL,ESPA Y VASALLO FIEL EN LA PROVINCIA DE CARTAGENA DURANTE

    LA PRIMERA REPBLICA

    DOLCEY ROMERO JARAMILLO

    83 LA CUESTIN TICA EN FOUCAULT LUZ MARA LOZANO SUREZ

    91 JULIO ENRIQUE BLANCO, HANS LINDEMANN Y EL IMPACTO DE LA RE-VISTAMINERVAEN COLOMBIA

    REN J. CAMPIS C., EDUARDO BERMDEZ BARRERA

    99 EL PRINCIPIO DE AUTONOMA Y LA INVESTIGACIN CIENTFICA ENLA UNIVERSIDAD PBLICA COLOMBIANA

    CRISTB AL ARTETA RIPOLL

    ISSN 1794-5658

    MINISTERIO DE GOBIERNORes. N 004562 de diciembre 1 de 1986

    CRISTBAL ARTETA RIPOLL,DIRECTOR

    NELSON BARROS CANTILLO, EDITOR

    COMIT EDITORIALNumas Armando GilMilton Zambrano PrezCsar Mendoza RamosJos Gabriel ColeyEleucilio Niebles RealesAdalberto Reales Utria

    Alfonso Rodrguez M.COMIT CIENTFICOJess Antonio Cosomaln (Colegio de Mxico)Mariana Tern Fuentes (Colegio de Mxico)Antonio Escobar Ohmstede (Colegio de Mxico)Sonia Prez Toledo (Colegio de Mxico)Sergio Paolo Solano (Universidad de Cartagena)scar Rodrguez Salazar (Universidad Nacional de Colombia)

    RBITROSJuan Ricardo Morales Espinel (Universidad de los Andes-Colombia)scar Meja Quintana (Universidad Nacional de Colombia)Eduardo Bermdez Barrera (Universidad del Atlntico-Colombia)Tibisay Lamus de Rodrguez (Universidad Francisco de Miranda-Venezuela)Brbara Fierro Chong (Universidad Pedaggica Juan Marinello-Cuba)Sandra Villa Villa (Universidad Libre-Colombia)Jorge Luis Restrepo Pimienta (Universidad Libre-Colombia)Jess Bolvar Bolvar (Universidad del Atlntico-Colombia)Freddy Orlando Santamara Velasco (Universidad Santo Toms y Univer-sidad Javeriana).Bauchwitz Oscar Federico (Universidad federal do Ro Grande do Norte,Brasil)Luca DAscia (Universidad Nacional de Colombia - S ede Medelln, la Uni-versidad de Antioquia y la Universitat Bielefeld).

    COMIT FUNDACIONALRafaela Vos ObesoArnold Tejeda Valenciangel Mancilla SnchezPablo Caballero Prez

    Manuel Torres PoloCristbal Arteta Ripoll

    TRADUCTORESYesenia Arteta Bonett, Jairo Soto Molina

    AMAUTA ES UNA REVISTA SEMESTRAL, EDITADA POR EL GRUPO DEINVESTIGACIONES CIENTFICAS QUE LLEVASU NOMBRE. Los artculos y suscontenidos son de la absoluta responsabilidad de los autores.

    CANJE Y SUSCRIPCINKM 7 VAAL MAR, - CIUDADELA UNIVERSIDAD DEL ATLNTICOTELFONO: 3548346 - FAX: 3559297BARRANQUILLA- COLOMBIAE-MAIL: [email protected] [email protected]

    [email protected]

    RECTORAANA SOFA MESA DE CUERVO

    VICERRECTOR DE DOCENCIAREMBERTO DE LA HOZ REYES

    VICERRECTOR ADMINISTRATIVOFREDDY DAZ MENDOZA

    VICERRECTORA DE INVESTIGACIONESRAFAELA VOS OBESO

    VICERRECTOR DE BIENESTARCARLOS BELL LEMUS

    DECANO FACULTAD DE CIENCIAS HUMANASFIDEL LLINS ZURITA

    CONSEJO DE PUBLICACIONESANA SOFA MESA

    IVN VALENCIARAFAELA VOS OBESOJULIO ESCAMILLA M.

    DISEO, DIAGRAMACIN E IMPRESINCALIDAD [email protected]

    IMPRESO Y HECHO EN COLOMBIAPRINTED AND MADE IN COLOMBIA

    UNIVERSIDAD DEL ATLNTICOBARRANQUILLA, 2012

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    EDITORIAL

    Para el pensador renacentista Maquia-

    velo, la ecuacin Estado-Seguridad se

    ampla con un trmino nuevo: guerra.

    Estado significa seguridad y esta, po-

    der hacer siempre la guerra. Solo es

    autnomo, mejor, solo se es Estado en

    la medida en que puede hacer la gue-

    rra. El fundamento de la seguridad y

    de la autonoma del Estado son, por

    esta razn, las armas propias, las

    buenas armas, el ejrcito justo.

    La dialctica del mando y la obedien-

    cia est en la proporcin directa del

    poder armado. En la dialctica exter-

    na de dos Estados, el mejor armado

    impone la ley al otro, mientras el otro

    pierde su autonoma, deja de ser Es-

    tado. En el poder de darse a s mismo

    la ley y no recibirla de nadie estriba la

    autonoma del Estado, su seguridad,

    lo que en l hay de Estado propia-mente dicho. Por eso un Estado que

    no sepa o no pueda hacer la guerra es

    para Maquiavelo un concepto esen-

    cialmente contradictorio, un contra-

    sentido, o ms bien, un contra-ser.

    En este pluriuniverso poltico, cuya

    situacin normal es la guerra y en el

    que cada Estado ha de estar en con-

    diciones de poder hacer siempre la

    guerra, no hay margen para la neutra-

    lidad. El neutral no se evita a s mis-

    mo la guerra, solo logra diferirla. La

    seguridad interior y exterior del Es-

    tado depende fundamentalmente de

    su fama. As como el mayor peligro

    interior estriba en el desprecio de los

    sbditos hacia el que manda, as en la

    poltica exterior un Estado al que los

    dems desprecien es objeto seguro de

    injuria y, por tanto, de nuevas causas

    de guerra. Por otro lado, permanecer

    neutral entre dos que combaten no es

    saludable desde el punto de vista pol-

    tico ya que es mostrarse amigo intil

    y enemigo no formidable.

    La neutralidad engendra odio en el

    que pierde y desprecio en el que ven-ce el odio y el desprecio son siempre

    razones de nueva guerra. Obligado

    a optar entre el odio y el desprecio,

    Maquiavelo no vacila en subrayar el

    mayor peligro que el segundo com-

    porta. Si la poltica interior descansa

    en buena parte sobre la opinin e im-

    porta ms para el que manda parecer

    109 EL CONCEPTO DE PUEBLO EN LA PTICA HEGELIANA: UN ANLISISDESDE LA HISTORIA

    VER GONZLEZ CH.

    123 LA PRODUCCIN INTELECTUAL DE CARLOS MARX: UNA FILOSOFAMATERIALISTA DIALCTICA Y UNAS TEORAS CRTICAS, CON ESTA-

    TUS DE CIENCIA (NI DOCTRINA, NI MARXISMO)

    HERNANDO ANTONIO ROMERO PEREIRA

    153 REQUISITOS PARA PUBLICACIN

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    bueno que serlo, la seguridad exterior

    del Estado maquiavlico depende

    tambin de la opinin de los dems

    Estados. En ltima instancia, la gue-

    rra inevitable y unificadora, y la paz,

    inalcanzable e incierta, son valores

    secundarios frente a la gloria, deidad

    suprema para Maquiavelo.

    La preservacin y conservacin del

    Estado (su fortuna, fama, gloria, segu-

    ridad y estabilidad), razn filosfico-

    poltica de su existencia como bien

    supremo para Maquiavelo, parece

    estar presente en la poltica exterior

    de los pases hegemnicos, dispues-

    tos a utilizar todos los medios a su

    alcance, incluyendo los ms brbaros

    y crueles de la guerra, para justificar

    el fin ltimo de un Estado con gloria

    y fama por su control excluyente del

    mundo, no importa que para ello sea

    necesario ser ms temido que amado.

    * Magster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, Historiador de la Universidad Nacional de Co-lombia. Profesor Asistente del Programa de Historia, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad de Cartagena,Colombia. Miembro del Grupo de Investigaciones Frontera, Sociedad y Cultura en el Caribe y Latinoamrica(categora A1, clasificacin de Colciencias)[email protected]. [email protected]

    LAPROBLEMATIZACINDELAEPISTEME, DELPLIEGUEYDELASCIENCIASHUMANASENMICHELFOUCAULT.

    UNAAPROXIMACINDESDEDGARGARAVITO

    JOSWILSONMRQUEZESTRADA*

    RESUMEN

    En este artculo se analiza el concepto epistemede Michel Foucault bajo la mirada del filsofocolombiano dgar Garavito Pardo, interpretacin que se hace dentro del contexto de la Filosofamoderna. Igualmente se hace una aproximacin al concepto imagen-pensamiento de Garavito paraentender desde esta perspectiva la visin del filsofo colombiano sobre el tema de las cronotopas ode la esttica del discurso dentro del lenguaje foucaultiano. Luego el texto nos devela un Foucaultque nos plantea que el lugar y la distancia son contenidos del espacio, cuya extensin es su forma,que la simultaneidad, la distancia, la duracin, la permanencia son contenidos del tiempo, para lue-go entrar a analizarlos dentro del concepto asiedad, recomendado por el profesor dgar Garavitopara entender la propuesta del filsofo francs de las lneas de fuga y su verdadera significacindentro de la propuesta de pliegue y nomadismo que caracterizan su pensamiento. Finalmente elensayo termina con un anlisis de la subjetivacin en las Ciencias Humanas planteada por MichelFoucault y analizada por dgar Garavito.

    Palabras claveEpisteme, Imagen-pensamiento, Cronotopas, Pliegue, Nomadismo, Asiedad, Enunciados, Suje-cin, Representacin.

    ABSTRACT

    This article analyzes the concept of epistemeMichel Foucault under the gaze of the philosopher Ed-gar Garavito Pardo, an interpretation that is made within the context of modern philosophy. Is alsoan approach to image-thinking concept Garavito from this perspective to understand the vision ofthe Colombian philosopher on the subject of chronotopes or aesthetic discourse within Foucaultslanguage. Then the text reveals to us a Foucault posed to us that the location and distance are con-tained in space, with the extension form, which c oncurrency, distance, duration, time remaining arecontent and then analyze them to enter the concept of asiedad, recommended by Professor EdgarGaravito to understand the proposal of French philosopher creepage and its true significance withinthe proposed folding and nomadism that characterized his thinking. Finally the paper concludeswith an analysis of subjectivity in the human sciences posed by Michel Foucault and analyzed byEdgar Garavito.

    KeywordsEpisteme, Picture-thinking, Chronotopes, Fold, Nomadism, Asiedad, Statements, Holding, Repre-sentation.

    REVISTAAMAUTA UNIVERSIDADDELATLNTICO BARRANQUILLA(COL.) ISSN 1794-5658 NO. 20 JUL-DIC2012 7-24

    Recibido:Agosto 2 de 2012 Aceptado: Septiembre 4 de 2012

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    El Humanismo ha sido utilizadopor marxistas, liberales, nazis, cat-

    licos. Lo que me asusta delHumanismo es que presenta cierta

    forma de nuestra tica comomodelo, universal para cualquier

    tipo de sociedad. Me parece que hayms libertades posibles y msinvenciones en nuestro futurode lo que podemos imaginar

    el HumanismoMichel Foucault, Entrevista

    Universidad de Massachusetts, 1982

    Introduccin

    Las preguntas que abren este debateson las siguientes: Bajo qu condi-ciones el hombre acumula conoci-mientos? y Por qu el pensamientohumano se transforma histricamen-te? Para resolver esta interesante pre-gunta, empecemos por afirmar que laimagen del pensamiento y su trans-formacin histricamente es un

    problema filosfico que est relacio-nado con la condicin de posibilidadque permite el universo de las cosasdichas en un tiempo y espacio deter-minado.

    Qu son las cosas dichas que apa-recen en una poca? Michel Foucaultlas ha denominado Enunciados,1queson conversaciones, monlogos, no-velas, discursos religiosos, discursoscientficos, etc., dichos oralmente o

    por escrito. Para este filsofo es cla-

    1. Cfr. Foucault, Michel (1979). La arqueologa delsaber. Mxico: Siglo XXI.

    ro, que existen unas disposicionesespacio-temporales reconocibles enlos discursos, que sealan la conti-nuidad y los cortes en la historiadel pensamiento, a esto lo ha llamadoFoucault, esttica de los discursos.

    En su textoLa arqueologa del saber,2Foucault ha realizado una investiga-cin sobre el universo de los enuncia-dos y plantea que no en toda pocay en todo lugar pueden ser dichas lasmismas cosas; hay una ley que rigelo que puede ser dicho, agrupa, man-tiene, dispersa lo que puede ser dicho,esta ley Foucault la denomina archi-vo. Dice Foucault, que el archivo3no es siempre el mismo en la histo-ria del pensamiento. En el tiempo losdiferentes archivossealan diferentesdisposiciones de las cosas dichas,diferentes archivospermiten diferen-tes enunciados.4

    En este orden de ideas, diramos quela Imagen-Pensamiento, est relacio-nada con las disposiciones espacio-temporales que se pueden reconoceren el interior mismo de los discursosque dan cuenta de una arquitectura delo dicho.

    Ahora pasemos a otra pregunta quenos plantea esta discusin, entonces,

    2. Foucault, Michel (1999). La arqueologa d el sa-ber. Mxico: Ed. Siglo XXI. Primera edicin: Pars,Gallimard, 1969.3. Entendido desde ahora como La ley que rige losEnunciados, es decir, que condiciona lo que puedeser dicho en una poca determinada.4. Entendido desde ahora como El universo de lascosas dichas.

    Cul es el papel de los filsofos en elcontexto social de la cultura? El fil-sofo dgar Garavito plantea rotunda-mente que la tarea fundamental de losfilsofos en el mbito social de la cul-tura es la creacin de conceptos. Igualque el artista, el filsofo es un creador,un creador de conceptos, entendidoscomo la idea, la palabra, que acompa-ada por su definicin permite darleforma a la verdad. En este sentido, losconceptos son marcas que permitenreconocer y recorrer los territoriosde la Filosofa, son instrumentos del

    pensar filosfico, creados por mediodel conocimiento y transformacindel saber, e igualmente, son utilizados

    por toda la comunidad. Veamos algu-nos ejemplos:

    El concepto Cogito, en Descartes,determin el mundo y la existenciadel pienso. El concepto Fenmenoen Kant, introducido en una nueva

    perspectiva, permiti entender la na-turaleza y las cosas tal como se pre-sentan ante mis sentidos5y es a partirde Kant, que afirmamos que la cienciatrabaja sobre fenmenos y no sobrecosas en s. El concepto Voluntad de

    Poderde Nietzsche, permiti pensar

    que no existe una verdad universal y,lo que llamamos verdad, depende del

    poder de la interpretacin. Entonceses a partir de Nietzsche, que nos pre-guntamos, qu poder interpretativose apodera del ser o del fenmeno, leda forma o lo explica?

    5. Diferente al conceptoNomeno, que sera la cosaen s.

    Definitivamente, los conceptos abrenterritorios del pensamiento, creanconceptos, es decir, lo que jams seha dicho lo indecible, para pensarde manera diferente, para desgarrarla forma tradicional del pensamien-to, para instalar una nueva forma de

    pensar por medio de nuevos concep-tos. En este sentido, cuando se pasade un modo de pensar a otro diferente,se habla de un trance filosfico, quees un momento histrico marcado porla urgencia de la creacin de nuevossentidos, de nuevas formas de pen-sar. Esta nueva forma de pensar eslanzada por el filsofo como un gri-to filosfico. El concepto filosficoinaugura un discurso filosfico e ins-tala un sistema filosfico. De estamanera se impone un nuevo modo de

    pensar, esta es la fuerza de la Filoso-fa.

    1. La Imagen-Pensamiento6 y laEpistemeen Foucault

    En este sentido, por ejemplo, el fi-lsofo dgar Garavito nos leg elconcepto Imagen-Pensamiento, paraexplicarnos el porqu es posible pen-sar. Afirmando que existe una esttica

    del pensamiento que interviene comocondicin de posibilidad del acto de

    pensar.

    Afirma Garavito, que todo pensa-

    6. Cfr. Garavito Pardo, dgar (1999). Escritos Es-cogidos. Universidad Nacional de Colombia. Es-pecialmente la primera parte: Lneas de Fuga. Laimagen-pensamiento. pp. 55 y siguientes.

    REVISTAAMAUTA UNIVERSIDADDELATLNTICO BARRANQUILLA(COL.) ISSN 1794-5658 NO. 20 JUL-DIC2012 7-24

    LAPROBLEMATIZACINDELAEPISTEME, DELPLIEGUEYDELASCIENCIASHUMANASENMICHELFOUCAULT.UNAAPROXIMACINDESDEDGARGARAVITO

    REVISTAAMAUTA UNIVERSIDADDELATLNTICO BARRANQUILLA(COL.) ISSN 1794-5658 NO. 20 JUL-DIC2012 7-24

    JOSWILSONMRQUEZESTRADA

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    miento se constituye a partir de unaimagen-espacio y de una imagen-tiempo que le son a priori, que sir-ven de fundamento esttico al dis-curso. Entonces las cosas dichasvan acompaadas por un modo de serespacio-temporal que se transformahistricamente. Sobre esta imagen-espacio y sobre esta imagen-tiempose despliegan los contenidos del pen-sar. Espacio-tiempo inherente al pen-samiento, vinculado directamente a ladimensin propia del acto de pensarque nada tiene que ver con las condi-ciones exteriores espacio-temporales.En este sentido, afirmamos que el pen-samiento tiene un espacio y un tiempoque le son propios, tiene una esttica yun modo de ser. A esto lo llamaremosCronotopo,7cronotopointerior al pro-

    pio discurso, que es el que nos permi-te explicar por qu es posible pensar.Entendida tambin como CronotopaoEsttica del Discurso. EstaEstticadel Discursoes pre-consciente, sobreella opera la Imagen-Pensamiento, yse expresa por medio de enunciados,de los cuales no se tiene un controlabsoluto.

    La Imagen-Pensamiento es la fuerza

    que aglutina el discurso, que lo haceposible, coherente, que vincula y co-necta palabras y cosas, que posibilitala comunicacin en iguales cdigos,

    7. Entendido desde ahora como espacio-tiempopropios de todo pensam iento, de todo discurs o, detodo sistemafilosfico. Este concepto es tomado dela obra de Mijail Bajtn, donde cronotopo es enten-dido como espacio y tiempo propios de una obranovelstica.

    trminos y sentidos. Foucault plan-tea enLas palabras y las cosas,8quetoda poca tiene un cronotopo comnque aglutina diferentes discursos, quedefine los modos de ser de un pen-samiento, que establece el discursoconsciente, como tambin el incons-ciente. Por ejemplo, la cronotopa delsiglo XIX, permite que se aproximendiscursos tan diferentes como los dela biologa, la sociologa y la filosofa;gracias a un mismo campo esttico,es decir, estos discursos convergenen igual imagen-espacio y en igualimagen-tiempo. Cronotopa caracteri-zada por las ideas evolucionistas, conun tiempo lineal abierto e infinito, yen este sentido, son tan evolucionistasel darwinismo, el positivismo, comoel marxismo. Son tan lineales Darwin,Spencer, Comte como Hegel y Marx.

    Bajo esta ptica podemos afirmar,que cada perodo de la historia tieneuna cronotopologa que lo caracteri-za. Estos cronotopos se desgastan enel tiempo, perdiendo su eficacia comofactor de aglutinacin de discursos,

    posibilitando la aparicin de los gri-tos filosficos, que son los desga-rramientos que se producen hacia el

    cambio de las formas de pensar. Esclaro para el filsofo dgar Garavito,que tres gritos filosficos inaugurarontres Imgenes-Pensamiento: primero,Platn fundamenta la filosofa griegaen el siglo V, luego Descartes funda-menta la filosofa clsica en el siglo

    8. Foucault, Michel (1986). Las palabras y las co-sas. Mxico: Siglo XXI.

    XVII y despus, Kant fundamenta lafilosofa moderna en el siglo XVIII.Cada uno de estos sistemas filosficostiene un cronotopo que le da sentidoa lo que se expresa, transformando elmodo de ser del pensamiento en sumomento.

    La pregunta sera Cules son los sn-tomas que posibilitan la necesidad detransformar la Imagen-Pensamiento?,Michel Foucault plantea enLas pala-bras y las cosascuatro sntomas,9a lrespecto:

    1. La inadecuacin de las palabras ylas cosas, es decir, el desfase entrelo que se dice y los objetos de losque se habla.

    2. La sustitucin del saber por lacreencia en el saber, es decir, laimposicin ciega del saber tradi-cional.

    3. El establecimiento de relacionesde saber con el afuera, es decir,con un ms all de las cosas di-chas.

    4. La proliferacin de los seala-mientos con los cuales se juzgaa alguien, es decir, el uso de tr-minos como loco, libertino,

    marginal, ilegal, peligroso,para referirse a los que por algnmotivo no encajan en un deter-minado ordenamiento de poder-saber.

    Michel Foucault inaugura un nue-

    9.Ibdem.

    vo punto de partida para considerarla historia de los sistemas de pensa-miento en Occidente, rompiendo ver-ticalmente con el modelo clsico decontinuidad-evolucin de los sabe-res en el tiempo, movimiento pensa-do como continuo y ascendente, en-tendido como la idea de progreso enel pensamiento y ubicable en la epis-teme10del siglo XIX. En este sentido,

    plantea que en la historia del pensa-miento se producen acontecimientostotalmente nuevos que transformanlas epistemes, ubicables desde una

    perspectiva exterior a los discursosvigentes, llamada: arqueologa delsaber o descripcin de los enuncia-dos a partir de un modo de ser del

    pensamiento.

    La arqueologa del saber se intere-sa por cmo en el mundo del discur-so aparecen objetos de conocimiento,conceptos, modalidades de enuncia-cin, temas, prcticas de intervencinsobre el medio natural y social, queobedecen a ciertas disposiciones delsaber o epistemes, de las cuales elhombre no es necesariamente cons-ciente. En Las palabras y las cosasFoucault plantea tres epistemes:

    1. La semejanza: Modo de ser delpensamiento hasta antes del sigloXVI.

    2. La representacin: Modo de serdel pensamiento de la poca cl-sica, siglos XVII y XVIII.

    10. Entendida desde ahora como disposiciones delsaber en la historia del pensamiento.

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    3. La historicidad: Modo de ser delpensamiento desde finales del si-glo XVIII hasta mediados del si-glo XX.

    Cada una de estas epistemesse distin-gue por elaborar su discurso a partirde un umbral de positividad queles da realidad a los enunciados, a lascosas dichas. A cada una de estasepistemes le corresponde un archi-vo, que posibilita el surgimiento deuna multiplicidad de enunciados, paraser pensados, ser tratados filosfica-mente, ser manipulados en su uso, serimplementados socialmente. En esteorden de ideas, el archivo permi-te que los enunciados se agrupen enfiguras distintas, se compongan pormedio de relaciones mltiples, es de-cir, el archivo regula la disposicinde los enunciados, evitando el caos enuna multitud sin forma.

    Analicemos ahora las tres epistemesque plantea Foucault:

    La semejanza: Modo de ser del pen-samiento hasta antes del siglo XVI(mundo antiguo greco-romano y me-dioevo). Para los griegos, y esto viene

    por Platn, todo ser que nace recibeuna forma que existe anterior a l,es decir, se nace parecido a algo yaexistente, toda forma tiene una forma

    pre-existente; nacer es en realidadco-nacer deca Platn y co-naceres comenzar a participar de la forma.Este es el fundamento del pensar de lasemejanza: co-nacer, co-nocer. Aris-tteles deca que ya que la naturaleza

    se revela al hombre, el hombre tieneel deber de conocer la naturaleza, enese sentido, es la revelacin (revela-tio) la prctica que cumple el papel devincular el ser y el pensar.

    Hacer semejante es buscar que las pa-labras y las cosas sean continuas, e in-siste Foucault, que no estn separadas

    por nada. El espritu ligado al ordende la naturaleza, este es el modoautntico de la existencia promovido

    por la filosofa griega; el cuerpo enarmona con el espritu, la naturalezaen armona con la cultura. Pero en elsiglo XVII se produce la ruptura delencadenamiento entre pensamiento ynaturaleza. Dice el profesor Garavitoque desde el siglo XVII se abandonala complicidad del pensamiento conlas cosas del mundo, se duda de suaproximacin y su semejanza.11 Seafirma que existe una doble verdad, laque nos llega por medio de los sen-tidos y la que construimos racional-mente. Empieza a agrietarse el pensarde la semejanza, empieza a rompersela continuidad de lo divino con lo hu-mano, de lo humano con lo natural;empieza a desfigurarse la imagen delmundo como un crculo cerrado

    en el cual se lea la obra divina de lacreacin.

    Bajo esta perspectiva, podemos ha-blar de cinco figuras principales enel pensar de la semejanza: la conve-niencia, que es la figura por la cual las

    11. Garavito Pardo, dgar. Op. cit., p. 83.

    propiedades de los seres se aproximanentre s; la emulacin, es la figura porla cual hay semejanzas sin contacto;la analoga, figura que vincula la con-veniencia y la emulacin, permitiendoestablecer relaciones insospechadas;la simpata y la antipata, figura quese refiere a la atraccin y repulsin delos seres generando un equilibrio enla naturaleza; la signatura, figura queconsiste en la instalacin de los sig-nos puestos por Dios en la naturaleza

    para ser ledos por los hombres.

    La representacin: Modo de ser delpensamiento en la poca clsica (si-glos XVII-XVIII) se inicia donde las

    palabras y las cosas estn separadas,pero siguen relacionadas en tanto quelas cosas son representadas por pala-

    bras. Es una necesidad de la filosofatomar distancia con relacin a las co-sas y representar, en el pensamiento,el mundo de las cosas. El grito filo-sfico no se hace esperar: pienso,luego existo!. Ciertamente, RenDescartes, en su texto Meditacionesmetafsicas, advierte que no se pue-de seguir pensando en trminos desemejanzas e instala la duda como

    procedimiento metodolgico. El yo

    pienso establece el puente entre elpensamiento y la cosa, definitivamen-te las palabras y las cosas se separan,dice Foucault: ya no se trata de leerlos signos sobre las cosas de la crea-cin, sino que el signo se recoge enlas palabras, imponindose una nue-va concepcin del signo que planteaque es dentro del conocimiento y nofuera de l donde se establece el en-

    lace significante-significado. Por vadel lenguaje el pensamiento constru-ye toda una representacin del uni-verso y el conjunto de los signos sedesplaza en el espacio de la represen-tacin. Un lenguaje necesariamenteordenado instalado en el orden de larepresentacin, orden que intentarla elaboracin de cuadros ordenadosde las identidades y de las diferenciasen la naturaleza, es decir el orden del

    pensamiento aplicado al desorden delmundo. A toda esta lgica obedece,

    por ejemplo, la historia natural de lossiglos XVII y XVIII, que se afana porrepresentar de manera ordenada, claray distinta cada uno de los seres de lanaturaleza; en esto consiste el aportede Jonston, Bufn y Linneo. Todo elesfuerzo por crear ese orden y no porexplicar el mundo, entonces aparecenlos herbarios, los jardines botnicosy las colecciones zoolgicas: mirar,clasificar, nombrar, en esto consiste elejercicio de pensar.

    La historicidad: Modo de ser del pen-samiento desde finales del siglo XVIIIhasta mediados del siglo XX, que sehace posible gracias al cambio de lamirada filosfica de finales del Siglo

    de las Luces. Se inaugura con unapregunta kantiana: Cules son lascondiciones necesarias y a prioriparaque se presenten los fenmenos?, en-tonces hay que pensar la presentacinde los fenmenos diferente a la repre-sentacin de los fenmenos. El espa-cio y el tiempo como forma de pre-sentacin de los fenmenos se podraequiparar a los conceptos y categoras

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    como forma de representacin de losfenmenos, es decir como condicio-nes de posibilidad. Es claro que paraKant, el fenmeno se presenta en eltiempo continuo, como forma de pre-sentacin de lo que aparece, en estesentido, el tiempo se vuelve una lnearecta y se va constituyendo una nuevaimagen-tiempo que afecta todos losdominios del saber y los condiciona aesta nueva perspectiva. Por ejemplo,la historia natural, en la figura de JuanBautista Lamark, empieza a buscar lacomprensin de la vida a partir de laestructura profunda de los cuerpos yno a partir de la estructura visible delos cuerpos, por medio del estudio delas funciones orgnicas internas; sus-tituyendo la antigua divisin naturalde reino animal, reino vegetal y reinomineral, por la de seres orgnicos yseres inorgnicos.

    Otro ejemplo que explica el modo depensar de la historicidad, es el casode la economa-poltica. Veamos pri-mero cmo, bajo el pensar de la se-mejanza, era evidente que el brillo delos metales era una marca puesta porDios para indicarles a los hombresque aquella era signo de riqueza. Se-

    gundo, bajo el pensar de la represen-tacin, la relacin de la moneda y eloro se invierte, y entonces, la monedaya no es preciosa por ser de oro sinoque el oro es precioso por ser moneda ;la moneda, en este sentido, es repre-sentacin de la riqueza. Tercero, bajola imagen-pensamiento de la histori-cidad, Adam Smith y David Ricardo,explican la moneda a partir del estudio

    profundo de la relacin entre el traba-jo y los excedentes econmicos, esdecir, para explicar la moneda se pro-fundiza en el fenmeno econmico,que luego Karl Marx, apoyado en laimagen-tiempo kantiana, profundiza-r ms investigando las formacioneseconmicas a lo largo de la historia.Todo lo anterior nos muestra cmo eltiempo, en el pensamiento de la histo-ricidad, se ha vuelto lineal y abierto,se ha vuelto un tiempo histrico.

    En la cronotopa de la semejanza, elespacio es un espacio extensivo, losseres estn dirigidos hacia afuera des mismos y no hacia su constitucininterior. En este orden de ideas, los se-res se comunican con la totalidad delcosmos por medio de la semejanza. Eltiempo en la cronotopa de la seme-

    janza, es un tiempo referido al movi-miento de los astros y a los ciclos dela naturaleza, es decir, no es un tiem-

    po lineal, no est dirigido hacia unameta, no es un tiempo interior.

    En la cronotopa de la representacin,el espacio es un espacio discontinuo,referido a la interioridad, de la rela-cin entre el ser y el pensar, a la sig-

    nificacin, es un espacio ordenado. Elespacio exterior es un caos, expresinde todo lo que est por fuera de la re-

    presentacin. Igualmente, el tiempoen la cronotopa de la representacin,es un tiempo interior al ser y al pen-samiento. A cada ser le confiere su

    propio tiempo, es decir, e l tiempo sevuelve otro instrumento de la disposi-cin ordenada de los seres.

    En la cronotopa de la historicidad, elespacio pasa a depender del tiempo, yel tiempo a la vez, se vuelve un tiem-

    po formal, lineal y abierto; toma laforma de una lnea pura tendida haciael infinito, sobre la cual la razn en-gendra la ilusin de la finalidad, metaltima que fundamenta el conjuntode los procesos humanos. Linealidadteleolgica, dira el profesor AntonioRestrepo, es decir, el ser muere (de-saparece), pero la vida contina.

    Pero, la pregunta que nos perturba, yque da sentido a esta discusin, sera,Cul es el cronotopo de hoy?, Cules nuestro archivo? El maestro Fou-cault responde: no es posible des-cribir nuestro propio archivo, ya quees en el interior de sus reglas desdedonde hablamos, y ya que es l quienda sentido a lo que podemos decir, de-terminando los modos de expresin,de aparicin, de existencia, enton-ces, en la actualidad el archivo no esdescriptible.12 Esta sera la mximaexpresin de la condicin posmoder-na.

    2. La historia de la locura bajo lastres epistemes13

    Analicemos de qu manera se inscribela historia de la locura, bajo la pticade estas tres epistemesfoucaultianas:Bajo el pensar de la semejanza: el

    12. Citado por dgar Garavito en Escritos e scogi-dos, p. 115.13. Cfr. Foucault, Michel (1993). Historia de la lo-cura en la poca Clsica . Mxico: FCE.

    loco es expulsado de su tierra natal,esto cumple una funcin social, queconsiste en evitar el escndalo que

    produce el discurso del loco y la des-nudez de su cuerpo. Esta medida,cargada de una solucin simblica,no evita que el loco tienda a volveral punto de partida; convirtindose enel verdadero inasimilable de la socie-dad. Por el contrario, en la Edad Me-dia, los cuerpos pertenecen a la tierray se prohbe la libertad de los despla-zamientos; haciendo esto atractiva lafigura del loco. En el siglo XV existiun objeto llamado la nave de los lo-cos, all se haca evidente el poder delos locos, poseedores de un saber sa-tnico y prohibido, capaz de predecirel destino de los hombres. Para el sa-

    ber medieval es evidente que el loco,el endemoniado, guarda el secreto dela naturaleza humana, en este sentido,la locura es triunfal y el loco es unafigura atractiva, temida, buscada, por-tadora de un saber.

    Bajo el pensar de la representacin:para este periodo, cambia el trata-miento del loco tanto en el sabercomo en el medio social. Erasmo deRotterdam, en el siglo XVI, en su tex-

    to,Elogio de la locura,14introduce unpunto de vista moral en la considera-cin del loco. Dice que en la navede los locos se han embarcado seresorgisticos, delatores, avaros, borra-chos, etc. Plantea que la locura naceen el hombre por sus debilidades, ilu-

    14. Cfr. Erasmo de Rotterdam (1988). Elogio de lalocura. Medelln: Ed. Bedout.

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    siones y sueos, por su presuncin de lsaber, por sus discusiones ociosas, porsu conocimiento desordenado e intil.Erasmo, elogia la calmada voluptuo-sidad, la complacencia que permitecomprender mejor el sentido del uni-verso.

    En el siglo XVII, se habla del vacode los leprosorios, se inaugura unnuevo tratamiento de los marginadossociales: el gran encierro. Los locos

    son encerrados junto con los vagos,los enfermos incurables, los pobresde solemnidad, las prostitutas en losantiguos leprosorios que empiezan allamarseHospitales. Los hospitales olugares de reclusin de los excluidosfuncionan como estructuras jurdica-administrativas y no como institutosmdicos, son ms bien sitios de cas-tigo que corrigen, por medio de la

    penitencia, la falta de amor al trabajoy la ausencia de principios morales.Igualmente se castiga por medio deltrabajo, impulsando talleres de pro-duccin de bienes. Quiere decir estoque la locura an no es asumida comouna enfermedad mental, ms bienes una prctica de encierro que, den-

    tro del contexto del capitalismo, estemparentada con una nueva tica deltrabajo y con una nueva sensibilidadsocial vinculada a la concepcin eco-nmica segn la cual, la poblacines fuente de riqueza, por lo tanto hayque protegerla. Es as como surge,simultneamente, la polica, cumpli-dora de la funcin de encerrar a losmarginales. En este sentido, podemos

    afirmar que del paseo triunfal del locoen el medioevo se pasa al encierro yal silencio. Pero en el siglo XVIII, loslocos son convertidos en objeto deespectculo pblico, a la vez que seclasifica la locura: melancola, mana,histeria e hipocondra, pero no dentrode una concepcin de la locura comoenfermedad mental.

    Bajo el pensar de la historicidad: afinales del siglo XVIII, la locura esvinculada a la enfermedad mental, ycomo los locos habitan los leproso-rios, por lo cual son focos de contagio,ya que all imperan los miasmas de lalepra; entonces surge el asilo comocasa en donde encerrar la sin-razn.Es as como frente al loco se desta-ca la figura del mdico, como nuevo

    personaje institucional, encargado deproteger la sociedad y de someter lalocura. Fueron Felipe Pinel en Fran-cia y Samuel Tuke en Inglaterra, los

    primeros mdicos creadores de asilospara locos, afirmando que la locuraes una enfermedad que debe ser tra-tada como tal, y debe ser en los asilosdonde se debe buscar la curacin de lalocura, de la enfermedad mental. Lue-go, en el siglo XIX, el romanticismo

    vincular la locura a la creacin arts-tica, por ejemplo Van Gogh, Nietzs-che, Artaud, sern creadores cuyasobras estarn emparentadas al dramade la locura y que hoy hacen colapsaral pensamiento moderno.

    3. Pliegue y nomadismo

    Para Michel Foucault, el proceso de

    construccin de una lnea de fuga o deun pliegue, que posibilite la huida delos sistemas capturantes y alienantesde saber-poder, afecta definitivamen-te la personalidad y la vida del sujeto,

    producindole un sentimiento de ex-traeza profunda; que lo desterritoria-liza y lo destemporaliza, hacindolosentir en otro mundo.

    Asumiendo que el lugar y la distan-cia son contenidos del espacio, cuya

    extensin es su forma, que la simul-taneidad, la distancia, la duracin, la

    permanencia son contenidos del tiem-po, entremos a analizar el conceptoasiedad, recomendado por el pro-fesor dgar Garavito para entender la

    propuesta foucaultiana de las lneasde fuga y su verdadera significacin.15

    El concepto asiedad, que es una no-cin de la teologa medieval, enten-dida como el atributo de Dios, por elcual existe por s mismo, ya que notiene padre ni tiene madre, ya que notiene principio ni tiene fin. Pero, paraeste propsito, lo haremos entender

    como una individuacin que no de-pende de nada exterior, que se hace enla propia dinmica espacio-temporal,en el propio movimiento. Entonces laasiedad como concepto de origenteolgico pasa a ser apropiado por la

    15. Cfr. Garavito Pardo, dgar (1999). La desti-tucin del sujeto. Revista Transhumantes, N 1,Universidad Nacional de Colombia, sede Medelln.

    filosofa, como un verdadero ejerciciode nomadizacin filosfica.16

    Introduzcamos una imagen telricael desierto, excelente para imagi-nar el territorio de una lnea de fuga ode un pliegue. El desierto es un lugargeolgico donde la historia se trans-forma en mito, donde la geografase abandona, donde la geometra noexiste. El desierto, infinito, complejo,misterioso, simple, seco, caliente, de

    poca vida. Espacio de hombres nma-das, transhumantes, no domesticados,hombres superiores dira Nietzsche.Hombres rudos, de orgenes oscuros,que no se sabe de dnde proceden, ni

    para dnde van. Segn Michel Serres,en el mar y en el desierto los cami-nos varan, las marcas se desdibujany aparecen nuevas marcas, como ca-minos secretos. En este sentido, eldesierto es un espacio-fuerza, un es-

    pacio en transformacin, donde loshombres se pierden en el mito, don-de lo real se hunde en lo imaginario,donde todo se vuelve indiscernible, esdecir, no se sabe si las cosas son rea-les o imaginarias.

    En este sentido, entendemos noma-

    dizar como el ejercicio que nos per-mite cambiar de escala, ir hacia el ex-terior y alcanzar el afuera, el afuera de

    16. Consideremos que el concepto asiedad nadatiene que ver con el concepto haecceidad, que esfrecuentemente utilizado por Gilles Deleuze y FlixGuattari en el texto Mil mesetas, palabra que a lavez es recogida del filsofo escocs Duns Scoto, yque quiere decir que no depende del sujeto ni de lacosa en s.

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    s mismo, el afuera del pensamiento.Nomadizar, pasar de una dimensina otra por medio de un trance filos-fico.

    Los gitanos, pueblo que cruza el de-sierto, pueblo nmada, pueblo deste-rritorializado. Es toda una cultura enla inmensidad del desierto: comerciancon caballos, leen la suerte, cantan y

    bailan. Llegan a Europa en el Rena-cimiento, ms o menos en 1427 a Pa-rs. Los gitanos, ejemplo de asiedad

    por excelencia. Son imprevisibles,dependen de s mismos, son indefini-

    bles. En Pars les decan egipcios,en Turqua sarracenos. Pueblo ce-rrado que a todo el mundo engaan,veloces, astutos y ladrones. Nmadas

    por excelencia e indomesticables pornaturaleza.

    Foucault propone un nomadismo in-telectual, permanente y activo. Unnomadismo que nos permita forzarel pensamiento para alcanzar otrasescalas del pensamiento. Necesarioen regmenes asfixiantes, urgente ennaciones con estados autoritarios. Unnmada para Foucault, es aquel queva lejos, que se remonta a un afuera,

    que busca alcanzar un ms all, quebusca alejarse del sedentarismo. Unnmada intelectual es aquel que siem-

    pre est buscando el afuera, la lneade escape, el pliegue.

    Hay dos maneras de poblar poltica-mente un espacio, polisy nomos. Lamanerapolispropone un doblamien-to siguiendo un rgimen de cierre, de

    encerramiento, creando un espacioposible de controlar y vigilar. La ma-nera nomospropone un espaciamien-to, un movimiento en extensin, entorbellinos, en desviaciones, en lneasno geomtricas, en espacio abierto ymvil, imposible de controlar y de vi-gilar; donde las precipitaciones y loscambios de direccin espontnea sean

    posibles.

    Foucault propone un modelo de po-blamiento del pensamiento tipo no-mos, donde sea posible todo tipo demovimientos y ocupaciones, de inva-siones y libertades, de precipitacionesy exploraciones. Propone una fuerzadel pensar que nos permita rasgar el

    pensamiento e invadir el afuera. Eneste sentido Foucault nos plantea mo-delos de intelectuales nmadas comoEuclides, que como nmada del pen-samiento cre una lnea de fuga que le

    permiti medir lo gran extenso, cons-truyendo toda una geometra mayori-taria. Otro gran nmada fue Arqume-des, quien construy un universo del

    pensamiento que le permiti medir loinfinitamente pequeo, fundando todauna geometra minoritaria. Pero paraMichel Serres, es Lucrecio el gran n-

    mada, ya que son los libros de Lucre-cio el nacimiento mismo de la fsica,17fue su pensamiento un verdadero sa-

    ber del afuera, un verdadero universoalterno, una verdadera lnea de fuga.

    17. Cfr. Serres, Michel (1994).El nacimiento de lafsica en el texto de Lucrecio . Valencia: Pretextos.Cfr. Lucrecio (1969).De la naturaleza de las cosas.Madrid: Espasa-Calpe.

    4. Subjetivacin y Ciencias Huma-nas

    Con relacin al humanismo, MichelFoucault, en una entrevista concedidaen la Universidad de Massachussetsen el ao 1982,18deca: el humanis-mo ha sido utilizado por marxistas,liberales, nazis y catlicos. Lo que measusta del humanismo es que presen-ta cierta forma de nuestra tica comomodelo universal para cualquier tipode sociedad. Me parece que hay ms

    secretos, ms libertades posibles yms invenciones en nuestro futuro delo que podemos imaginar en el huma-nismo.

    Foucault nos ense que para com-prender el humanismo, es necesariopensarlo desde la relacin del adentrocon el afuera, de lo mismo con el otro.Considerando que el afuera no es elotro, que el otro se constituye graciasa una armona espacio-temporal queestablece una zona de intercambio conlo mismo. La relacin vectorial de lomismo a lo otro, se establece por me-dio de la movilizacin de las formasdel saber y de las fuerzas del poder,direccionadas hacia la incorporacin

    de la diferencia en la esfera de laidentidad. Pensemos el afuera comola irrupcin irreductible de un acon-tecimiento que desestabiliza el vectorde demostracin que lo acontece.

    Las Ciencias Humanas son forma-

    18. Garavito Pardo, dgar. Op. cit., p. 117.

    ciones de saber y ejercicios de poderdice Foucault, que se establecieronen Occidente desde finales del sigloXVIII hasta mediados del siglo XX;estas trataron de buscar la armonaentre la dimensin de lo mismo y ladimensin de lo otro, por ejemplo: laAntropologa se consolid como el es-tudio del otro como etnia, la Sociolo-ga se form como el estudio del otrocomo clase y la Psicologa se consoli-d como el estudio del otro como ello.A estos estudios los acompaan a lavez, diferentes prcticas y discursosde poder-saber como la pedagoga yla comunicacin; mostrando cmo elotro es incorporado en la circulacinde la significacin.

    Foucault enLas palabras y las cosas,sita claramente el problema episte-molgico de las Ciencias Humanasy all precipit la muerte de la dispo-sicin del saber que hizo posible laforma del hombre. En este sentido,Foucault plantea tres direcciones conrelacin a la problemtica epistemo-lgica de las Ciencias Humanas: 1)La

    formacin, aparecen cuando a finalesdel siglo XVIII la epistememoder-na se fraccion en tres dimensiones,

    llamadas por Foucault el triedro de lossaberes (ciencias matemticas, cien-cias empricas de la vida, el trabajo yel lenguaje y la filosofa), donde apa-rece el hombre pero no se ubica comoobjeto de estudio. 2)La fundamenta-cin, es cuando las Ciencias Humanasno encuentran positividad, ni con re-lacin a las matemticas, ni con rela-cin a las ciencias empricas, es decir,

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    como objeto positivo de ciencia noson el hombre. 3)El funcionamiento,es cuando las Ciencias Humanas seconsolidan como la proyeccin som-

    bra de la biologa, la economa y lafilologa.

    Bajo esta ptica foucaultiana, pode-mos afirmar que las Ciencias Huma-nas histricamente, han funcionadodesplazndose de modelos biolgicoshacia modelos econmicos y filolgi-cos, sin que hayan podido encontrarni un modelo, ni un funcionamientoautnomo.

    Con relacin al problema de las Cien-cias Humanas y su correspondenciacon los poderes, Foucault plantea trestipos de presentacin del poder: pri-mero, la dominacin, donde prevaleceel factor tnico-cultural al anularse ladiferencia de los pueblos colonizados.Segundo, la explotacin, donde pre-valece el factor poltico-econmicoal separar a los trabajadores de lo que

    producen. Tercero, la sujecin, dondeprevalece el factor tico-existencialal someter el s mismo a la identidad,impuesta a instancias del otro. Estostres tipos de presentacin del poder

    han generado tres tipos de lucha y re-sistencia, manifestadas contra la do-minacin tnica, contra la explotacinlaboral que desgraciadamente hoyse desvanecen y contra la sujecinindividual, que hoy cobran bastanteimportancia. Las Ciencias Humanasaparecen vinculadas permanentemen-te a estos ejercicios de poder y a es-tas formas de lucha, instalndose una

    interlocucin constante con el poder.Para Foucault es claro que las Cien-cias Humanas se actualizan gracias alejercicio del poder y a la vez, el poderse estabiliza gracias al alcance del sa-

    ber.

    Afirma el profesor del Colegio deFrancia, que hubo en las Ciencias Hu-manas una clara dimensin polticaque se expres, por ejemplo, cuandola Antropologa luch por preservarla diferencia tnica y cultural de los

    pueblos colonizados, pero igualmen-te fue utilizada como instrumentode poder, para ejercer una ms claradominacin racial y cultural. La So-ciologa promovi la lucha contra laexplotacin y la alienacin en el tra-

    bajo, pero tambin fue utilizada paragarantizar la autorregulacin de unsistema econmico que provocabalos desequilibrios sociales. La Psico-loga luch desde su constitucin a

    principios del siglo XIX, por destruirlos aparatos clsicos de tortura contralos alienados. Hoy ha cambiado la si-tuacin para las Ciencias Humanas,

    porque el espacio poltico en que ellasse hicieron posibles han sufrido cier-tas transformaciones, hoy hay nuevos

    poderes, nuevas formas de ejercer elpoder. Hoy tenemos que hablar deuna aldea global, donde el espacio yel tiempo no son condiciones a prio-riuniversales, hoy vemos la desapa-ricin del modo de ser histrico del

    pensamiento, en vez de una civiliza-cin universal liberadora, lo que hayes una globalizacin de prcticas de

    poder nuevas y de prcticas de ges-

    tin sobre las poblaciones. En vezde un futuro de libertad asistimos ala destruccin sistemtica de grandesmasas de poblacin.

    Es evidente, que hoy ha cambiado lasituacin para las Ciencias Humanas,

    por ejemplo, para la Sociologa no esigual la imagen de lo social, hoy nohay clases, no hay grupos, no hay per-sonas sino tomos con movimientososcilatorios hacia los circuitos de in-formacin. La Psicologa ha empeza-do a caer en desuso ya que no interesaformar personas hoy. Para la econo-ma-poltica, el trabajo, por ejemplo,se deposita cada vez ms en mqui-nas cibernticas e informticas. Loshumanismos viven la urgencia de en-contrar una alternativa de superviven-cia, ya que con relacin a las CienciasHumanas, ha cambiado la prctica dedistribucin y relacin de lo mismo ylo otro.

    Frente a esta crisis y frente a estaurgencia Foucault plante el pensa-miento del afuera como una verdade-ra alternativa, y ya que segn l, sustextos La voluntad de s aber, La his-toria de la locura en la poca clsica

    y enLas palabras y las cosas , fueronmal ledos, entonces construye unaverdadera propuesta del pensamientodel afuera en sus ltimos textos titula-dosHistoria de la sexualidad tomo II.

    El uso de los placeres e Historia dela sexualidad tomo III. La inquietudde s.

    Para Foucault, entre el poder y el sa-

    ber hay una relacin de inmanencia,el poder moviliza fuerzas, efectos,

    puntos de dominacin en relacionesinfinitesimales, siendo una autnticamicrofsica del poder. El saber, encambio, es formal, formaliza las ma-terias discursivas, estabiliza la fun-cin enunciativa. El poder implica elsaber y el saber explica o complica el

    poder. Para Foucault es claro, que sinuna relacin de poder las formas delsaber quedaran vacas y sin las for-mas del saber, las fuerzas del poderseran inestables.

    Foucault fue considerado por sus cr-ticas como un pensador del encierro,

    pero Foucault nunca fue un pensadordel encierro y menos con relacin al

    poder y al saber. El enunciado es elfundamento del saber en Foucault, y

    para l apolticamente el encierro noes lo importante, ya que no es unafuncin de exterioridad, sino un ins-trumento histrico para ejercer fun-ciones de exterioridad. Por ejemplo,el asilo, es un instrumento de encierroque responde a una funcin de exte-rioridad como es el exilio (funcin deseparar de la sociedad), la prisin esun instrumento de encierro que res-

    ponde a una funcin de exterioridadcomo es disciplinar (cuadricular losocial); el control social es un instru-mento de interioridad que responde aotra funcin de exterioridad: la ges-tin, revelada en las sociedades con-temporneas, que cada vez son mssometidas al genocidio y a la mani-

    pulacin gentica. Por lo anterior sepuede afirmar que Foucault no es un

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    pensador del encierro, ya que para ltoda forma (asilo, prisin, control) esefecto de una funcin de exterioridad(exilio, disciplina, gestin). El proble-ma fundamental para Foucault no eraalcanzar el afuera nicamente, sinoabrir una nueva dimensin investiga-tiva diferente del poder, del saber, quel llam la subjetivacin.

    En este sentido, es necesario no con-fundir subjetivacin con interioridaddel pensamiento, ya que Foucault nofue nunca un pensador de la interiori-dad del pensamiento y siempre estu-vo en ruptura con la idea que conoceres una operacin del intelecto, por lacual se le da forma a la verdad (mo-delo clsico de pensar), para l, como

    para su amigo Blanchot, pensar es elejercicio del afuera. Foucault es un

    pensador del afuera. Poseedor de unpensamiento fuera de toda presupo-sicin de un objeto, de un sujeto, deuna reflexin del sujeto sobre el ob-

    jeto, de una relacin de significacin.Para Foucault en el acto de pensar setrata de encontrar el espacio, dondeeventualmente puedan aparecer lossujetos, los objetos y sus relaciones,ese espacio es el se habla, es decir,

    para Foucault no hay un referente, nohay un discurso pre-existente, simple-mente se habla. En la literatura y enla filosofa contemporneas abundanlos ejemplos con experiencias con elafuera: Nietzsche y la filosofa de ladiferencia, Mallarm y el lenguaje sinsujeto, ni referente, Artaud y el gritoque desata el lenguaje haciendo en-contrar lo impensado del pensamien-

    to, Holderlin, Sade, Roussel, Klos-sowski, etc.

    Para Foucault, la supremaca del su-jeto no es in a priori, sino que derivade la formacin clsica del saber. Eneste sentido, la persona como catego-ra de la filosofa del derecho, es elhombre en tanto ser disciplinado, poreso la relacin contractual (El contra-to social, Los derechos del hombre)solo tiene sentido en el pensamientoclsico en que surgieron, siglos XVIIy XVIII. Hoy estn en crisis, porqueestamos en una nueva era: la era de la

    biopoltica de las poblaciones.

    El poder contemporneo ya no piensaen personas sino en poblaciones, in-tenta administrar la vida en multipli-cidades abiertas, las manipulacionesgenticas no son solo en el hombre,sino igualmente en cereales, aves,viedos, etc. La biopoltica intentacontrolar la expansin, planificar, su-

    primir poblaciones enteras. Estas sonlas nuevas estrategias de la era de lagestin, a nombre de la supervivenciadel pueblo exterminador.

    Como el sujeto y la persona ya no son

    lo primero, entonces Foucault plan-tea la subjetivacin como una nuevadimensin diferente al saber-poder,que preserva el pensamiento del afue-ra. La subjetivacin como un plieguede la lnea del afuera, irreductible alsaber-poder.

    Para Foucault, todo pliegue de la l-nea del afuera incide directamente

    sobre el modo de existencia de quienlo vive, es la vida misma en el niveltico esttico la que es afectada. Enesto Foucault nos recuerda a Platn,cuando afirmaba que la filosofa noera solo logos, sino que deba afectarla existencia. Es tarea de la filosofa

    plegar la lnea del afuera, este plieguelo llama Michel Foucault prcticasde s.

    A partir de El uso de los placeres,Foucault estudia las prcticas de sen Grecia, en Roma y en el cristianis-mo primitivo. Este filsofo encuen-tra mltiples manifestaciones, comoprcticas de s: como ejercicio parasalir de un saber-poder defectuoso,

    por ejemplo, enEl Alcibades de Pla-tn; como decir-verdad (parrhesa)asumiendo las consecuencias, inclu-sive la muerte, en Plutarco y comorenuncia al propio yo, para tener una

    proximidad feliz a la muerte, en el as-cetismo cristiano. Todos estos casosson prcticas que no dependen del po-der-saber, sino que son prcticas quetransforman el mundo de la existen-cia, poniendo en peligro la estabilidaddel sujeto.

    Foucault plantea tres caractersticasen todo proceso de subjetivacin: 1)

    Lacreacin de la diferencia. Graciasa su relacin con el afuera, se crea unnuevo modo de existencia, un nuevocampo de afeccin y de percepcin,es decir, tanto el poder de afectar yser afectado dice Foucault comoel poder de la mirada, escapan en esenuevo modo de existencia, de las con-

    venciones del saber y del poder. Porejemplo, se escapa de la convencinde identidad o idea que se tiene des mismo, entonces la propia iden-tidad entra en demolicin, el sujeto

    pasa por un momento de estupor yasombro, ya que todo proceso de sub-

    jetivacin implica la irrupcin de ladiferencia, como creacin que afectala identidad. 2) La autonoma . En lasubjetivacin se da una prdida decontacto con las formas del saber ycon las fuerzas movilizadas del po-der. Foucault habla de esta autonomacomo gobierno de s, que los grie-gos llamabanEnkrateia o fuerza quese pliega sobre s misma, para cons-truir un adentro del afuera, pero eladentro no entendido como subjeti-vidad, ni como identidad, ni comoretorno al sujeto. El adentro no es elcontrario del afuera sino su pliegue,deca Blanchot. 3) La contingencia.La subjetivacin es una accin con-tingente, ya que nadie est obligado aun gobierno de s mismo. La subjeti-vacin no exige nada, solamente abreuna opcin ms all del sujeto.

    La propuesta de Foucault al final desu vida, consisti en proponer la sub-

    jetivacin como salida o escape a losjuegos alienantes del saber-poder,subjetivacin asumida como una ti-ca-esttica de la existencia, que no seda ni al poder ni a la muerte, es decir,tocar lo irrespirable, para escapar del

    poder; produciendo el adentro de lasubjetivacin como una autntica l-nea de fuga. Condicin que, para Fou-cault, hace de la vida una obra de arte,

    REVISTAAMAUTA UNIVERSIDADDELATLNTICO BARRANQUILLA(COL.) ISSN 1794-5658 NO. 20 JUL-DIC2012 7-24

    LAPROBLEMATIZACINDELAEPISTEME, DELPLIEGUEYDELASCIENCIASHUMANASENMICHELFOUCAULT.UNAAPROXIMACINDESDEDGARGARAVITO

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    JOSWILSONMRQUEZESTRADA

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    * Este artculo es resultado del proyecto de investigacin Artesanos, trabajo, estilos de vida y reconocimientosocial en Cartagena 1750-1830 que cuenta con el respaldo institucional de la Universidad de Cartagena. El autores miembro del grupo de investigaciones Frontera, Sociedad y Cultura en el Caribe y Latinoamrica, categoraA-1 en Colciencias.** Docente Investigador Universidad de [email protected]

    RESUMEN

    En este artculo me propongo presentar algunos rasgos de la vida de este pintor, y analizar lo quesignificaba ser un ejercitante de las bellas artes para una persona de color en la Cartagena de Indiasde finales del siglo XVIII. Los rasgos biogrficos de este pintor permiten ver cmo era la sociedadcartagenera de la Colonia tarda, las aspiraciones de estos hombres de color, y los medios que em-plearon en procura de mejorar el estatus social. El artculo est organizado en tres apartes. En elprimero expongo algunas ideas generales sobre la sociedad cartagenera de finales del siglo XVIIIy la importancia que tuvo la vida miliciana para los artesanos de esta ciudad. En el segundo abordolas relaciones entre el arte de la pintura y los dems oficios artesanales. Y en el tercero presento unasemblanza biogrfica de Pablo Caballero.

    Palabras claveArte, Pintura, Colonia, Cartagena, Historia, Cult ura, Artesanos, Bellas artes.

    ABSTRACT

    In this paper I will present some feat ures of the life of this painter, and analyze what it meant to bean exercising of fine arts for a person of color in Cartagena de Indias in the late eighteenth century.Through the biographical features of this painter, someone can see how society was in late colonialCartagena, the aspirations of these men of color, and the means they employed in an attempt toimprove the social status. The paper is organized into three parts. In the first I present some generalideas about society from the late eighteenth Cartagena and the importance that life for artisans of

    this city. The second board relations between the art of painting and other crafts. And in the t hird Ipresente a biographical sketch of Pablo Caballero.

    KeywordsArt, Painting, Cologne, Cartagena, History, Culture, Crafts, Fine Arts.

    ENTREPINCELESYARMAS

    PABLOCABALLEROPIMIENTEL, PINTORYCAPITNDEMILICIASPARDASENCARTAGENADEINDIAS,

    SIGLOXVIII*

    SERGIOPAOLOSOLANOD.**

    que permita asir lo indecible, logradosolo a travs del pliegue de la lneadel afuera.

    Cartagena de Indias21 de marzo de 2012

    Bibliografa

    Erasmo de Rotterdam (1988). Elogiode la locura. Medelln: Ed. Bedout.

    Foucault, Michel (1979). La arqueo-loga del saber. Mxico: Siglo XXI.

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    Foucault, Michel (1993).Historia dela locura en la poca Clsica. Mxi-co: FCE.

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    shumantes, N 1, Universidad Nacio-nal de Colombia, sede Medelln.

    Garavito Pardo, dgar (1999). Escri-tos escogidos. Universidad Nacionalde Colombia. Especialmente la pri-mera parte: Lneas de Fuga. La ima-gen-pensamiento.

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    Recibido:Agosto 6 de 2012 Aceptado: Septiembre 7 de 2012

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    Presentacin

    La vida de Pablo Caballero Pimientel(1732-1796), pintor, pardo de con-dicin socio-racial y natural de Car-tagena de Indias es prcticamentedesconocida tanto en la historia desu ciudad natal como en la del artecolombiano de origen colonial. Entrelas razones que explican ese descono-cimiento quiero destacar tres: 1) Lainexistencia de fuentes documenta-les locales que nos permitan indagar

    sobre su vida.12) Hasta el momentoconocemos pocas obras de su autora,y es de suponer que en su ciudad natal

    pocas lograron sobrevivir a la accindel tiempo, del clima y a la desidia desus habitantes. Quiz esto tambin sealo que explique el que las referenciassobre su existencia las hayan escritohistoriadores e intelectuales del reaandina, en especial de Bogot, ciudaden la que s han perdurado algunas desus pinturas en el Museo Nacional deColombia y en varias iglesias de Bo-got, en lienzos en el monasterio delDesierto de la Candelaria (Boyac),como tambin el retrato del obispode Cartagena Jos Fernndez Daz

    1. Cuando miramos las semblanzas biogrficas quese han escrito sobre otros pintores del Nuevo Reinode Granada (verbigracia, Gregorio Vsquez de Arcey Ceballos, los Figueroa y otros) notamos la impor-tancia de los archivos locales (cabildos municipales,notariales, parroquiales) para el conocimiento de lavida y obra de esos artistas que nacieron y crecieronapegados a un medio local y con algn vnculo conlas instituciones locales. Desafortunadamente noexiste la informacin de archivos locales colonia-les de Cartagena de Indias, excepto las de algunasparroquias. Esto nos priva de datos de inters paraensamblar una detallada semblanza biogrfica dePablo Caballero.

    de la Madrid pintado en 1790, el quereposa en la galera de la Catedral deesta ciudad, y en algunos cuadros de

    propiedad particular. 3) Porque es ge-neralizada la idea de que las genteslibres de color estaban relegadas soloa realizar los oficios rudos, y comocontrapartida, quedaban excluidas delejercicio de las bellas artes, asociadasa las personas blancas y que demos-traran limpieza de sangre.2

    Esta ltima idea descansa sobre unaimagen rgida de la sociedad colonialque dificulta entender la dinmica so-cial urbana del siglo XVIII, promo-vida tanto por el mestizaje, por los

    procesos de redistribucin de los me-canismos que generaban la prestanciasocial, y por la formacin de unossectores medios en los que participa-

    ban los artesanos de color. Se trata, yquiero insistir en este aspecto, de unaidea que hace dao en razn de quedeja a un lado las acciones individua-les y colectivas emprendidas por lasgentes libres de color para labrarse elreconocimiento positivo de la socie-dad; porque desconoce la existenciade sectores medios y la inclusin deartesanos y artistas de color en ellos;

    porque origina una imagen bipolar del

    2. Sobre la presencia de artesanos provenientes delas castas en oficios considerados solo para blancosver: Prez, Manuel (1986). El artesanado: la for-macin de una clase media propiamente americana,1500-1800, En: Boletn de la Academia Nacionalde la HistoriaNo. 274, Caracas: Academia Nacio-nal de la Historia, pp. 325-341, y Gutirrez, Ramn.Los gremios y academias en la produccin del artecolonial, En: Gutirrez, Ramn (coord.) (1995).Pintura, escultura y artes tiles en Iberoamrica,1500-1825. Madrid: Ctedra, pp. 25-50.

    orden social solo escindido a partir dela raza; y porque dificulta entender loque sucedi a lo largo del primer siglode vida republicana, en lo que tieneque ver con la movilidad social y po-ltica de las gentes de color. Con baseen esos presupuestos es obvio que lasinvestigaciones hayan tenido ciertafortaleza en los temas de la esclavitudy de las formas de resistencia desde laotra orilla (cimarronaje, palenques),mientras que no se le presta atencina los muchos hombres de color y li-

    bres que desde adentro de la sociedadcolonial urbana del siglo XVIII lucha-

    ban por construirse espacios de reco-nocimiento y de respeto.3

    Es en ese contexto historiogrfico quese explica el desconocimiento del pin-tor pardo Pablo Caballero Pimientel,de quien solo se han dicho lneasescuetas ya sea para denigrar o paraalabar su obra. Verbigracia, en 1915Jeneroso Jaspe (quien escribi bajoel seudnimo deIgnotus), pintor queejerca un magisterio en Cartagenaen todo lo relacionado con este arte,a propsito de una discusin sobre el

    3. Solo Aline Helg ha mostrado con algn detalle elconjunto de estrategias desplegadas por estas gentesde color en la segunda mitad del siglo XVIII. Liber-tad e igualdad en el Caribe colombiano 1770-1835 ,Medelln: Banco de la Repblica/EAFIT, 2011, pp.151-218. Tambin ver: Solano, Sergio Paolo y Fl-rez, Roicer (2012). Artilleros pardos y morenosartistas: Artesanos, raza, milicias y reconocimientosocial en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1812.En:Historia CrticaNo. 48, Bogot: Universidad delos Andes, pp. 11-37; Solano, Sergio Paolo. Raza,liberalismo, trabajo y honorabilidad en Colombiadurante el siglo XIX. En: Solano, Sergio Paolo yFlrez, Roicer (2011). Infancia de la nacin. Co-lombia en el primer siglo de la Repblica . Cartage-na: Eds. Pluma de Mompox, pp. 23-68.

    arte colonial local, sentenci sobrePablo Caballero: perdnenos sumemoria, pero tenemos motivos paracreer que es de la familia del grajode la fbula y amigo por consiguien-te de adornarse con plumaje ajeno.4Muchos aos despus, en su influ-yenteHistoria general de CartagenaEduardo Lemaitre anot todo lo con-trario a lo dicho por Jaspe:

    Pintor y notable fue el cartageneroPablo Caballero, indiscutiblemen-te el primero de nuestros artistasdel pincel en el siglo XVIII. Ca-

    ballero actu en Bogot, donde seconservan obras suyas en la Ca-tedral Primada y otros templos, yen la sacrista de nuestra BaslicaMenor el retrato de cuerpo enterodel obispo fray Jos Daz de La-madrid. Mutis quiso incorporarloal cuerpo de dibujantes de la Expe-dicin Botnica, que el artista con-sider inferior a sus capacidades ytalentos, y posicin en la que durmuy poco. Despus quiso fundaren esta ciudad una academia de

    pintura, sin lograr el permiso ofi-

    4. Ignotus (1915). Santa Teresa y San Benedicto.En: Boletn Historial No. 1, Cartagena: Academiade Historia de Cartagena, pp. 22-29. Se refiere ala fbula El grajo vano del espaol Flix MaraSamaniego. La defensa de Pablo Caballero la asu-mi el presbtero Pedro Mara Revollo y E. Saldan-ha (Enrique Otero DCosta), basados en una cortainformacin dada por Pedro Mara Ibez sobre laiglesia de los agustinos de Santa Fe de Bogot, enla que se halla una obra de aquel llamado San Tels-foro diciendo misa. El convento de Santa Teresa yel cuerpo de San Justino. En: Boletn HistorialNo.12, Cartagena: Academia de Historia de Cartagena,1916, pp. 495-505. Ibez, Pedro Mara (1913).Crnicas de Bogot. Vol. 2. Bogot: Imp. Nacional,pp. 123-124.

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    cial para hacerlo, negativa fundadaen la condicin de pardo del peti-cionario.5

    Aparte de los denuestos o panegricoscomo los citados, lo cierto es que has-ta la fecha reciente la historiografadel arte colonial colombiano es muy

    poco lo que ha precisado sobre estehombre y su obra, recuperados delolvido del siglo XIX gracias a que seincluy su cuadro representando laCrucifixin de Cristo en la PrimeraExposicin de la Escuela de BellasArtes de Bogot, organizada en 1886

    por el pintor Alberto Urdaneta.6

    Sociedad, artesanos y milicias enCartagena en la segunda mitad delsiglo XVIII

    Aunque exista una lite blanca dedi-cada al comercio, ganadera, alta ofi-cialidad del ejrcito y a ejercer cargos

    pblicos, fueron los negros y pardosquienes definieron el mundo social dela Cartagena de Indias del siglo XVIIen adelante. Una idea de su configura-cin socio-racial la da el cruce de losdatos del censo de 1777 (solo regis-tr la condicin racial del 43% de la

    poblacin empadronada) con los delcuadro resumen del mismo padrn

    5. Lemaitre, Eduardo (1983). Historia general deCartagena. T. IV. Bogot: Banco de la Repblica,p. 395.6. Biblioteca Luis ngel Arango, Hemeroteca Vir-tual,El Papel Peridico Ilustrado, Bogot, diciem-bre 15 de 1886, y febrero 15 de 1887. Urdaneta, Al-berto (1886). Gua de la primera exposicin anual.Bogot: Escuela de Bellas Artes, Imp. de Vapor deZalamea.

    para toda la provincia que present alao siguiente el Gobernador. De sus13.654 habitantes, los negros y par-dos, tanto libres como esclavos, cons-tituan el 68,2% (49,3% de pardos,mulatos y negros libres, y el 18,9%de esclavos), y los blancos represen-taban el 31,2% del total.7Adems deltrabajo en el campo y en la pesca, lossubordinados libres tambin se ocu-

    paban en las obras de construccin,en la marinera, en trabajos no cali-ficados (jornaleros), en el transpor-te y en diversas labores artesanales,siendo los oficios, al lado de la con-dicin racial y de otros factores, unelemento importante de clasificacinsocial. Segn el mencionado censo, ylos de artesanos de cuatro de los cin-co barrios de la ciudad efectuados en1779-1780,8 estos trabajadores cons-tituan el grupo sociocupacional mssignificativo por su peso en la pobla-cin econmicamente activa (PEA).La suma de los padrones de artesanosms el de Getseman de 1777, mues-tra que en la ciudad haba un total de772 artfices, los que representaban el34,7% de la PEA.9

    7. Archivo General de la Nacin (AGN). SeccinMapas y Planos, Fondo Mapoteca 7, ref.: 1353,f.21r.; Aguilera, Mara y Meisel, Adolfo (2009).Tres siglos de historia demogrfica de Cartagena deIndias. Cartagena: Banco de la Repblica, pp. 9-54.8. AGN, Seccin Colonia (SC), Miscelnea, t.31,ff.148r.-154v. y t. 41, ff.1014r.-1015v.; CensosVarios Departamentos, t.6, ff.259r.-260v. y 615r.-619v.; Censos Varios, t.VIII, ff.75r.-134v.9. La PEA la calculamos corrigiendo la deficienciadel censo de 1777, que solo tabul los oficios del57% de la poblacin en condiciones de trabajar yno especific las ocupaciones de 1.053 hombres enedad para hacerlo, es decir, un total de 2.224 per-sonas.

    Las posibilidades de movilidad socialofrecidas por los oficios eran limita-das por la condicin racial, pues serclasificado como pardo y/o mulato onegro significaba que un conjunto denormas sociales y legales impedanacceder a los privilegios de las li-tes.10Adems, pese a que desde mu-cho tiempo atrs los artesanos de co-lor lograron dominar todos los oficios,ciertos contratos les continuaron ve-dados por la misma condicin racial y

    porque las autoridades se reservabanel nombramiento de quienes los ocu-

    paban. Era el caso de los cargos msimportantes en el dispositivo tcnicoy de construcciones del sistema dedefensa de Cartagena de Indias cono-cido como las Reales Obras, que con-taba con su tren de artesanos forma-do por maestros mayores, maestros yoficiales en labores que comprendanarmera, herrera, fundicin, carpinte-ra, calafatera, carpintera de ribera.

    Pese a estas limitaciones, para la se-gunda mitad del siglo XVIII los arte-sanos de color se beneficiaron de las

    polticas de mejoramiento del sistemadefensivo de Cartagena, en especialde los enganches laborales en las dis-

    tintas obras de defensa de la plaza,la adecuacin del puerto, las refac-ciones de los barcos y de las armas,todo esto estimulado por las conti-nuas guerras con Inglaterra (1739,1756-1763, 1779-1784, 1795-1797,

    10. Helg, Aline. Libertad e igua ldad en el Caribecolombiano 1770-1835, pp. 185-193.

    1804-1807) y Francia (1793-1795).11Sastres (que aprovechaban la confec-cin de uniformes para las milicias,mas no para el ejrcito), talabarterosy zapateros (que provean los correa-

    jes y cartucheras a la infantera), car-pinteros y herreros (las cureas de loscaones eran de primera necesidad),los especialistas en la reparacin deembarcaciones (carpinteros de ribe-ra, calafates, herreros, oficiales demaestranzas)12 y armeros represen-

    taban el grupo ms sobresaliente yacomodado entre los menestrales deesta ciudad. Los artesanos vinculadosal sector de los servicios (sastres, za-

    pateros, plateros, barberos, pintores,peluqueros, tintoreros, botoneros yrelojeros), representaban el 57,1% deltotal de esos trabajadores.

    Para la mayora de estos artesanospertenecer a las milicias disciplinadasrepresent un buen recurso para utili-zar las vas institucionales para lograrel reconocimiento social. En ese es-

    pacio expresaron de mejor forma susaspiraciones utilizando los canales delEstado colonial, de los que carecansi se encontraban por fuera del servi-

    cio miliciano. Antes del servicio mi-liciano algunos sectores subalternossolo conocan formas de integracincomunitarias (barrios), religiosas (co-fradas), laborales (talleres y jerar-quas en los oficios y los gremios de

    11. AGN, SC, Fondo Milicias y Marina (MM), t.3,ff.822r.-860v.12. AGN, SC, MM, t.60, ff.196r.-200r.

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    oficios), las que podan ponerlos enrelacin con las instituciones usual-mente de forma ocasional.13Las mi-licias disciplinadas los situ en unarelacin institucional directa con laMonarqua, al ser organizadas con elfin de subsanar un problema muy sen-sible para la Corona, el de la defensamilitar de sus posesiones en un con-texto de continuas guerras con poten-cias enemigas.

    Esa relacin entre la imagen y la vidainstitucional miliciana era muy im-portante si se tiene en cuenta que lasociedad colonial estaba ordenada y

    jerarquizada desde y por el poder. Lasnormas legales establecan el marcogeneral de las identidades, la ubica-cin de los distintos sectores socio-ra-ciales, y en consecuencia, determina-

    ban los mrgenes de posibilidades demovilidad. Los casos de los indios14y de ascenso social por medio delas oportunidades de blanqueamien-to ofrecidas por las disposiciones de

    13. Martnez, Armando (2011). Arrabal, prejuiciomoral y demanda de instruccin: elementos paracomprender el estatus de los caballeros pardos en latransicin a la sociedad republicana. En: HistoriaCaribe vol. VI, No. 19, Barranquilla: Universidaddel Atlntico, pp. 13-41. Una visin negativa de lostalleres y oficios artesanales puede leerse en: Yns-truccin general para los gremios, en AGN, SC,Miscelnea, t.III, ff.285r.-315v., y en El deber devivir ordenadamente para obedecer al Rey [1789],en Anuario Colombiano de Historia Social y dela Cultura No. 20, Bogot: Universidad Nacional,1992, pp. 109-131.14. Solano, Sergio Paolo (2012). Tributo, fenotipoy genealoga. Indgenas y nacin en el Caribe co-lombiano durante el siglo XIX. En: Revista Com-plutense de Historia de Amrica No. 38. Madrid:Universidad Complutense, (en prensa).

    gracias al sacar,15y los de demandasjudiciales por considerar ofendidoel estatus socio-racial16 muestran laimportancia de la normatividad legalcomo centro de referencia al que se

    poda acudir cuando los interesados(individuos y comunidades) tenanque defender derechos que estaban li-gados a las identidades socio-raciales.

    Fueron los menestrales el sectorsocio-cupacional que mejor partido

    sac del servicio miliciano, lo que seevidencia cuando se cruza la informa-cin de los censos de Cartagena de1777 y de los de artesanos que habita-

    ban en cuatro de los cincos barrios deesa ciudad (1779-1780) con la conte-nida en el fondo de Milicias y Marinadel Archivo General de la Nacin. Latotalidad de la oficialidad milicianade las distintas compaas de pardosy morenos eran artesanos prestantes

    15. Mago, Lila y Hernndez, Jos (comp.) (2005).El Cabildo de Caracas (1750-1821). Madrid: CSIC/EEHA/UPEL/Cabildo Metropolitano de Caracas,pp. 332-334, 372-418; Almarza, ngel (2009).Lim-pieza de sangre en el siglo XVIII venezolano . Cara-cas: Centro Nacional de Historia, pp. 49-125; Cas-tellanos, Roco y Caballero, Boris (2010). La luchapor la igualdad. Los pardos en la Independenc ia deVenezuela 1808-1812. Caracas: Archivo General dela Nacin/Centro Nacional de Historia, pp. 56-73;Sosa, Diana (2010). Los pardos. Caracas en laspostrimeras de la Colonia. Caracas: UniversidadCatlica Andrs Bello, pp. 34-48.16. Jaramillo Uribe, Jaime (1997). Mestizaje y di-ferenciacin social en el Nuevo Reino de Granadaen la segunda mitad del siglo XVIII. En: Travesaspor la historia. Bogot: Presidencia de la Repblica,pp. 173-214; Garrido, Margarita. Honor, reconoci-miento, libertad y desacato: sociedad e individuodesde un pasado cercano. En: Arango, Luz; Restre-po, Gabriel y Jaramillo, Carlos (eds.) (1998). Cul-tura, poltica y modernidad. Bogot: UniversidadNacional, pp. 99-121.

    y con cierta solvencia econmica encomparacin con el resto de los sec-tores subordinados. En algunas oca-siones estos costearon los uniformesde sus compaas y algunos imple-mentos para los entrenamientos y ladisciplina (tambores y cornetas), lasadiestraron en el uso de las armas ysobre todo, se esforzaron para que losmilicianos fuesen reconocidos como

    personas honradas, dignas y tiles ala sociedad. Es decir, entre todos los

    pardos y morenos libres solo los ar-tesanos estaban en capacidad de al-canzar los cargos en la oficialidad yhasta de proponer a las autoridades lacreacin de milicias.

    Dentro de las milicias disciplina-das los artesanos de color asumieroniniciativas para mostrar que eran tan

    buenos y eficientes vasallos del Reycomo cualquier blanco. Tambin li-

    braron pequeas batallas en los te-rrenos simblicos y en procura delreconocimiento social por parte de losoficiales milicianos. El anlisis mues-tra que esas pequeas contiendas sir-vieron a los artesanos notables paramedir fuerza, acumular experiencias,desarrollar conciencia de grupo ytomarle el pulso a las distintas situa-ciones en las que forcejeaban con laselites, las autoridades civiles y milita-res y los soldados blancos del ejrcito

    profesional. En este sentido, los arte-sanos de color hicieron de las miliciasun escenario para la participacin en

    poltica.

    Bellas artes y oficios: artistas, arte-sanos y raza

    Durante el siglo XVIII se modifica-ron las sensibilidades estticas de laelite de Cartagena, volvindose ms

    barroca en sus gustos, en la ornamen-tacin de sus casas y dedic gastosen suntuosidades.17Estas variacionesayudaron a fortalecer el trabajo ma-nual de algunos artesanos, como fueel caso de los pintores, sastres, orfe-

    bres, y ebanistas locales. Por ejemplo,

    los murales en las casas cedieron el

    17. Vargas, Laura (2009). Aspectos generales de laestampa en el Nuevo Reino de Granada (siglo XVI-principios del siglo XIX). En: Fronteras de la His-toria vol. 14, No. 2, Bogot: ICANH, pp. 256-281;tambin ver: Lpez, Mara del Pilar; Vargas, Laura;Medina, lvaro y Acua, Ruth (2009). Historia delgrabado en Colombia. Bogot: Planeta, pp. 11-61;Flores, Mara (2009). El obrador de la familiaCuentas en Guadalajara. En:Anales del Instituto deInvestigaciones Estticas No. 95, Mxico: UNAM,pp. 69-84. Garrido, Margarita. La vida cotidianay pblica en las ciudades coloniales. En: Castro,Beatriz (ed.) (1996). Historia de la vida coti dianaen Colombia. Bogot: Norma, pp. 131-158; Rodr-guez, Pablo (1997). Sentimientos y vida familiar enel Nuevo Reino de Granada. Bogot: Ariel, pp. 261-302. Para tener una perspectiva comparativa sobrelos cambios en los gustos y gastos en las elites de laciudad entre los siglos XVII y XVIII es recomenda-ble leer: Therrien, Mnika. Ms que distincin, enbusca de la diferen ciacin: arqueologa histr ica deCartagena de Indias en el siglo XVII. En: Calvo,Haroldo y Meisel, Adolfo (eds.) (2007). Cartagenade Indias en el siglo XVII. Cartagena: Banco de laRepblica, pp. 17-66; Garrido, Margarita (2007).Vida cotidiana en Cartagena de Indias en el sigloXVII. En: Cartagena de Indias en el siglo XVII,pp. 451- 498; Lu x, Martha (2006). Las m ujeres deCartagena en el siglo XVII. Bogot: Universidadde los Andes, pp. 80-83. Un trabajo que sirve comoreferente para comparar las modificaciones de lassensibilidades de la elite de Cartagena durante elsiglo XVIII es el de Manuel Tejado, Aspectos de lavida social de Cartagena de Indias durante el seis-cientos. Sevilla: EEHA, 1954. Vargas, Laura (2010).Informe final del proyecto Bsqueda y anlisis defuentes de archivo para el estudio del arte de la pin-tura en la Nueva Granada (siglo XVI a principiosdel XIX), presentado al ICANH, Bogot.

    REVISTAAMAUTA UNIVERSIDADDELATLNTICO BARRANQUILLA(COL.) ISSN 1794-5658 NO. 20 JUL-DIC2012 25-59

    ENTREPINCELESYARMASPABLOCABALLEROPIMIENTEL, PINTORYCAPITNDEMILICIASPARDAS ENCARTAGENADEINDIAS, SIGLOXVIII

    REVISTAAMAUTA UNIVERSIDADDELATLNTICO BARRANQUILLA(COL.) ISSN 1794-5658 NO. 20 JUL-DIC2012 25-59

    SERGIOPAOLOSOLANOD.

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    paso a los cuadros al leo tanto reli-giosos como retratos personales. Los

    primeros se pintaban con base enestampas y grabados que venan deEspaa. Aunque los pintores tuvie-ron que competir con la circulacinde estampas y grabados provenientesde Espaa y de otras partes de Euro-

    pa, no debieron faltarles los trabajospor encargo de una clientela de fami-lias de la elite interesada en retratosy en obras religiosas hechas al leo.Adems, Cartagena contaba con tre-ce iglesias y capillas (Catedral, SantoDomingo, San Pedro Claver, SantaTeresa, La Merced, Santo Toribio,San Agustn, Santa Clara, San Die-go, San Francisco de Ass, TerceraOrden, La Santsima Trinidad y SanRoque), combinando algunas de estaslas condiciones de templos, monaste-rios y/o conventos. Su elite comercialy hacendataria posea riquezas de al-gunas proporciones en el contexto del

    Nuevo Reino de Granada. En conse-cuencia, es de suponer que el oficiode la pintura debi contar con algunademanda, lo que explicara que loscensos de artesanos de cuatro de loscinco barrios de la ciudad realizadosentre 1779 y 1780, contabilizaran a

    25 pintores, todos de condicin socio-racial parda, aunque solo podamosconfirmar solo a dos (Pablo Caballeroy Casimiro Jinete) en el ejercicio de la

    pintura como una de las bellas artes.18

    18. AGN, SC, Miscelnea, t.31, ff.148r.-154v. y t.41, ff.1014r.-1015v.; Censos Varios Departamen-tos, t.6, ff.259r.-260v. y 615r.-619v.; Censos Varios,t.VIII, ff.75r.-134v.

    Pues bien, qu poda significar paraun hombre como Pablo Caballerocombinar las condiciones de personade color, oficial de milicias pardas y

    pintor, con su aspiracin de alcanzarreconocimiento en la sociedad neo-granadina de finales del siglo XVIII?La respuesta tiene sus complejidades

    pues en principio el factor racial afec-taba la condicin de ser un artesanosobresaliente. Sin embargo, el im-

    pacto negativo de ese factor tambin

    poda aminorarse (mas no desapare-cer) gracias a las condiciones de buenvecino y de fiel vasallo, y al ejerciciode un trabajo que como en el caso dela pintura, se vea favorecido por doscircunstancias que la iban alejando deotros oficios artesanales. Por un lado,

    por una serie de reconsideracionesque desde la Europa renacentista fue-ron separando las bellas artes de losoficios mecnicos, y en consecuenciareportaron beneficios para los ejerci-tantes de aquellas. Por otra parte por-que la pintura empezaba a volverseimportante en el siglo XVIII gracias aque las elites coloniales afirmaban susidentidades individuales y de grupo,lo que se expres en el fortalecimien-

    to del diseo y pintura de retratos in-dividuales.19Y esas reconsideracionesaunque en Espaa no alcanzaron laintensidad que tuvieron en otros pa-ses europeos, lo cierto es que de algu-

    19. Rodrguez, Inmaculada (2001). El retrato dela elite en Iberoamrica: siglos XVI a XVIII. En:Tiempos de AmricaNo. 8, Valencia: UniversidadJaume I, pp. 79-92.

    na forma tambin hicieron presenciaen sus colonias.20

    En efecto, en las sociedades europeasdel Antiguo Rgimen se pueden esta-

    blecer dos momentos en el proceso deseparacin entre las labores artesana-les y las bellas artes. Un primer mo-mento se dio en los pases escenariosde un renacimiento floreciente (Italia)y los de la reforma protestante, en losque se diferenciaba entre las bellasartes (pintura, escultura, orfebrera,msica, arquitectura) y los oficiosmecnicos, con base en el criteriode que las primeras demandaban unaprendizaje que otorgaba a sus ejer-citantes reglas para la vida virtuosa,mientras que a las artes mecnicas seles negaba ese atributo, y solo se lesasociaba al esfuerzo fsico.21En con-secuencia, las bellas artes se fueronseparando de las reglamentaciones dela vida gremial, pues demandaban delos conocimientos, pericia e inventiva

    20. La pregunta es pertinente si se tiene en cuentaque para otras latitudes se empiezan a estudiar lasvidas y obras de pintores de color o de ascendenciaindgena. Ver: Fracchia, Carmen. El olvido de lasobras del esclavo pintor Juan de Pareja. En: Siracu-sano, Gabriel et al.(2007).Imgenes perdidas: cen-sura, olvido, descuido. IV Congreso Internacionalde teora e historia del arte y XII Jornadas del Cen-tro Argentino de Investigaciones del Arte. BuenosAires: CAIA, pp. 69-83.21. Fueron discursos persistentes sobre las diferen-cias entre las artes nobles y los oficios viles y suscorrespondientes prcticas sociales, distincin quepermita a los plateros, herreros, ebanistas, pintores,sastres, maestros de obra, diferenciarse del resto delos menestrales gracias al conocimiento y la dedi-cacin que demandaban sus oficios y a la prestan-cia que les procuraban. Sewell, William jr. (1992).Trabajo y revolucin en Francia. El lenguaje delmovimiento obrero desde el Antiguo Rgimen hasta1848. Madrid: Taurus Eds., pp. 41-50, 100-109.

    de quienes las ejercitaban, como erael caso de los pintores, dando comoresultado que su ejercicio no pudieseser reglamentado por las ordenanzasde los gremios.

    Un segundo momento se experimen-t en el siglo XVIII cuando se termi-naron de elaborar un discurso y unas

    prcticas que divorciaron el placery el gusto de la utilidad, tanto por ellado de los productores como de los

    consumidores y de las institucionesque mediaban en las relaciones en-tre estos (museos). Todo redund enuna disociacin entre los conceptosde artesanos y artistas, cuyos produc-tores y productos tenan cualidadesdistintas y opuestas, con base en loscriterios de genialidad e imaginacinde los primeros, y gusto y placer delos consumidores de los productos deaquellos.22En Europa esto se materia-liz en instituciones artsticas comolas academias de bellas artes sobreel criterio moderno de la autonomacreativa.

    En Espaa fue ms tardo el recono-cimiento de las diferencias entre be-llas artes y oficios mecnicos, pues nosolo se tuvo en cuenta la distincinentre el predominio del pensamientoo de las operaciones corporales, sinoque tambin intervinieron