américa latina en el sistema internacional. van klaveren

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  • 8/8/2019 Amrica Latina en el sistema internacional. Van Klaveren

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    Amrica Latinaen el sistemainternacional: 10sdesafosadaptaclon

    Alberto van KLAVERENCoordinador Acadrico de l a hociacidn deInvestigacidn y Erpecializacidn sobre temaslbemamericanos (AIETI), Madrid.Consultor del Ministeri0 de Relaciones Exterioresde Cbile.

    Los profundos y dramaticos cambios que estn afec-tando al sistema internacionalplantem imponantes in-terrogantes sobre las relaciones internacionalesde Am-rica Latina. Muchos polticos y expertos de la regi6n sepreguntan sobre el papel que ella esta asurniendo en elnuevo sistema mundial que se esta gestando, as comosobre 10s efectos que las transformacionesglobales tie-nen en 10s vnculos externos latinoamericanos.Esta reflexi6n comen26 a producirse hacia el final de10 qu e muchos latinoamericanos han identificado comola ((dkada perdidan de 10s 80. Durante dicha d k a d a ,Amdrica Latina sufri6 un grave deterioro en su situa-ci6n econ6mica y social, que provoc6 fuertes tensiones yque dificult6 la profundizaci6n de 10s alentadores pro-cesos de democratizaci6n que se desarrollaron en laregi6n durante ese mismo decenio. La crisis de 10s aos8 0 aument6 la b b r e z a y el desempleo, empeor6 ladistribuci6n del ingreso, impidi6 el acceso de AmericaLatina a las fuentes de financiamiento internacional,produjo una abrupta cada en las tasas de inversi6n,contribuy6 a desplazar a la regi6n hacia una posici6ntodava ms marginal en el comercio mundial y dej6 aldescubierto la existencia de importantes problemas dedegradaci611 de l medio ambiente.En este contexto sombro, muchos latinoamericanosy especialistas externos tienden a ver a la regi6n comoun a observadora pasiva frente a los carnbios internacio-nales que conmueven al mundo. A menudo se planteade manera algo alarmista la perspectiva de un empeo-ramiento de la marginaci6n de Amdrica Latina de l sis-tema internacional, aunque 10s datos que se aportanpueden ser objeto de interpretaciones diferentes (RE-LA, 1989a). Parad6jicamente, en un a regi6n que haceya muchos aos luchaba denodadamente po r mante-nerse ai margen del antiguo conflicto Este-Oeste, sur-gen ahora voces que parecen lamentarse por el efectoque la desaparici6n de este conflicto tiene en la regi6n.en el sentido de que disminuiria la atenci6n de 10sEstados Unidos y, cuando todava pareda relwante, dela Uni6n Sovidtica hacia Amdrica Latina o impediria aesta explotar las rivalidades entre las viejas superpoten-cias (Jaguaribe, 1989). Llwados por un a cierta pro-pensi611 ai fataiismo y po r un deseo natural de apelar ala solidaridad de los palses ms ricos -impulso fre-cuente en un a regi6n acostumbrada a asignar grandesresponsabilidades a factores extemos en la explicaci6nde sus frustraciones y dxitos-, diversos analistas contri-buyeron a generar la imagen de una regi6n abandona-da po r sus arnigos, que use haba quedado sola,, se+el melodrarnsltico dtulo de un libro publicado en Co-l o m b i (Stevens et al., 1989), qu e recoge un temacentralde l discursopronunciado po r el escritor GabrielGarda Mrquez con motivo de la recepci6n de l PremioNobel de Literatura en 1982 y que acaba de retomar el

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    ex presidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Pazen 1987, Oscar Arias, en un seminari0 organizado enOs10 (E l Pas, 9.12.1991).Este artculo pretende abordar 10s interrogantes se-fialados. Concretamente, representa un intento de eva-luar el impacto de 10s recientes carnbios globales en lasituacidn internacional de Amrica Latina, as como laparticipaci61-1de la regidn en el nuevo sistema interna-cional que empieza a perfilarse. Aun cuando se pondrdespecial enfasis en los hitos que se registraron durante1991, el aniisis no se limita estrictarnente a ese ao,sino que procura recoger algunas tendencias anteriores.Pero antes de tratar estos temas, conviene hacer tresconsideraciones de cardcter preliminar, que en realidadconstituyen premisas que sirven de base a este anlisis.En primer lugar, Amdrica Latina representa una reali-dad cada vez ms diferenciada en cuanto a su participa-ci6n internacional. Las tendencias presentes en el casode Mdxico son distintas a las que se manifiestan en elcaso de 10s pequeos paises centroamericanos o de 10spaises andinos. Las opciones disponibles para Argenti-na o Chile tienen muy poco que ver con las que sepueden abrir para la Repblica Dominicana, Cuba o elmismo Mxico. Induso un esquema de integraci6ncomo el Grupo Andino, al que con frecuencia se asignaen Europa una cohesidn y solidez excesivas, escondeuna fuerte diversidad en 10 que toca a la p~ci pa ci 6ninternacional de sus paises miembros. En segundo Iu-gar, la noci6n de sistema internacional oculta una reali-dad muy fragmentada, imprevisible y fluida, que estmuy lejos de configurar un nuevo orden daro y cohe-rente. Si aceptamos esta caracterizaadn del sistema in-ternacional de la era posmoderna, que ha sido destaca-da de manera lcida por los propios autoreslatinoamericanos (Tomasshi, 1991), fonosamente te-nemos que conduir que resulta difcil extraer condu-siones definitivas sobre la participaci6n de cualquieractor en la configuraci6n de un sistema cuya direcci6nysentido, si es que tiene algunos, estn todava muyabienos. En tercer lugar, y en parte como consecuenciadel punto anterior, un tema tan complejo como la par-tiapau611 internacional de una regidn no puede serreducido a simplificaciones fdciles en trminos de con-ceptos tajantes como marginaiidad, abandono, sole-dad, etc. De partida, habrfa que d e f i el perodo delque estamos hablando. iNos referimos exdusivamentea los aAos 80 o estamos proyectando la crisis hacia elfuturo? Induimos bajo el concepto de crisis a las dca-das anteriores,&o en el cual procede hablar de d d -nacidn progresiva, o nos limitamos a una situaci6n decarcterms coyuntural? Por o m parte, debemos tenerpresente que AmdricaLatina siempre ha estado lejos deasumir una partiapaci6n c e n d o siquiera importanteen el acontecet mundial, circuristancia que por otra

    parte tampoc0debe mover a escndalo. Ausma, Cana-dd, 10spases escandinavos,Suiza u Holanda no suelenser actores centrales en 10sgindes acontecirnientos in-ternauonales contemporneos,pero en general parecenhaber obtenido resultados satisfactoriosen tdrminosdela proyecci6n de sus intereses econ6micos y polticosexternos. Volviendoa Amdrica Latina, 10 importanteesevaluar c6mo la regi6n ha definido sus interesesexter-nos, si estas definiciones han sido viables y en qudmedida se han podldo promover 10sinteresesconaetosde la regi6n enel sistemainternacional.Desdeesa pers-pectiva, las condusionesa las que puede llegar el ana -sis son fonosamente menos dramdticasy ms rnatiza-das de 10 que sugieren las interpretaciones msconvencionales sobre el tema.

    Hacia una nueva insercidn econ6micaLos aos 80 han sido desaitos acertadamente comouna ddcada perdida en trminos de uecimiento y deprogreso social, pero ha sido tambin una dcada deaprendizaje econ6mico en que muchos pases latinoa-mericanos emprendieron difciles procesos de ajuste yde reconversi6n productiva. La regi6n adquiri6 unanueva conciencia sobre la necesidad impostergable decorregir su inserci6n internacional, mantener 10s equili-brios maaoecon6micos, poner en marcha polticas sec-

    toriales que apunten a la modernizaci6n y transforma-ci6n de la estructura productiva, aprovechar mejor laspotencialidades de la integraci6n regional y superar, enun grado imponante, una serie de concepciones tradi-cionales sobre el papel del Estado y del sector privado,la funci6n de la planificacibn, la relaci6n mercado inter-no-mercado externo o el papel del sector agrcola (CE-PAL, 1990: 11).La crisis de 10s aos 80 reflej6 el agotamiento de unmodelo de desarrollo que, con matices bastante diver-sos, adopt6 Amdrica Latina a partir de 10s aos 50 y, enalgunos casos, todava antes. Se trataba de un modeloorientado hacia una indusaializaci6n rpida, que sehizo bajo la dgida de barrem proteccionistas y de unaactiva participaci6n del Estado. Este modelo perdi6 di-namismo a partir de 10s aos 70, tendencia que pudoser amortiguada temporalmente gracias a la excepcio-nal liquidez financiera disponible esa dcada. Ciem-mente no es ste el lugar para explicar las causas de lacrisis, pero a 10s fines de este trabajo interesa destacarque ella no represent6 la fase terminal de una crisis queveda de mucho antes y que responderia a la imposibili-dad del desarrollo capitalista de la regi6n. como 10pretendieron demostrar 10s te6ricos de la dependencia,h e a de interpretaci6n que hoy parece gozar de ms

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    A M ~ I C AATINA EN EL SISTEMA INTERNACIONAL: LOS DESAF~~SE LA ADAPTACI~Npopularidad en algunosdrculosexternosqueen lapro- en la existencia de procesos productives transnaciona-pia regidn. Antes bien, los resultados del modelo de les. Ai igual que los nuevos p a k ndustrializadosdelsustituci6n de importaciones adoptado por la regi& Sudeste Asktico, la regi6n esd comenzandoa explotarhace ya varias dcadasno fueron nada despreciablesen sus propios unichos* exportadores,y parece desempe-Ccrminos de aecimiento e incluso de considerableme- fiarse mejor de 10 que se aee en la exportaci6n de unajoramiento de muchos indicadoressocdes. Despusde gama cada vet rns diversificadade productos bkicos,d o , os paises de la regi6n lograron mas promediode de componentes y partes industrialesy de manufactu-crecimientodel ingreso per dpita de 3,5% durante el ras terrninadas (Gereffi, 1990: 17-23). Como 10 re-perodo 1960-1970 y de 4, l % durante el pedodo cuerda un destacado economista, Am4rica Larina pue-1970-1980, pese a un fuerte crecimientodemomco. de beneficiarse de la d&ci6n persistente de losHada los mos 70, Amrica Latina surgi6 como la re- costos de comunicaci6n y transportes y de la menorgi6n en desarroiio rns avanzada en el camino hacia la relevancia de las economas de escala en un sector in-indusmalizaci6n. Todavia en 1980, Brasil, Mdxico y dustrial en que se favorece rns la diferenciaci6n pro-Argentina produdan conjuntamentecasi el 80 % de las ductiva (Vernon, 1990: 2-4). La existencia de buenosmanufacturas de los pases en vias de desarroiio. Sin cuadros tcnicos y gerenciales,acostumbradosa operarembargo, h e precisamente este grado telativamente con flexibilidad en medios relativarnentecambiantes yalto de indusmaiizaa6nel que hizo rns vulnerables a la estructura de mercados de trabajo menos segmenta-las economias latinoamericanas. Pese a su considerable dos y rigidos que en otras reas del mundo puede con-diversificaci6n, el sector industriai no era competitiva aibuir a esa reinserci6n externa.en trrninos internacionales; la dependencia de la im- Mientras se producen estos procesos de ajuste y re-ponaci6n de bienes de capid y de materias primas conversi6n, que por aerto no est& a salvo de errores,seguia siendo demasiadoelevada (Ehrke, 1991: 33) y ~ontratiempos mocesos, los indicadoresecon6micosen la mayoria de los paises la inestabiidaden las reglas de Amdrica Latina han comenzado a mejorar, circuns-del juego econdmicoy politico iievaron a f u e m dese- tancia que en 1991 no ha pasado desape~ibidaporquilibtios maaoecon6micosy a frecuentescidos enque medios de prensa tan influyentes como The Economistse altemaban las polticas populistas y recesivas. (19.10.1991) y T i m (28.10.1991). La tasa media deMuchos paises latinoamericanos estan intentando crecimientoecon6mico de Amrica Latina gir6 alrede-setiamentesuperar el agotamientodel modelo anterior dot del 2 % en 1991, tasa que aparece notablementede desarroiloy reemplazarlopor modelosde economia influida por la prolongaci6n de la recesi6n en Brasil y,de mercado abiertos hacia el exterior. Las reformas de en menor medida, Pen. La tasa media de expansi6npoltica econ6mica han puesto hfasis en la liberalk- del conjunt0 de las restantes economas ha sido delci6n comercial,emprendida a menudo de manera uni- orden del 4 %, pese al debilitamiento del ritmo delaterai, en la adopci6n de tipos de cambioms compe- incremento del comercio mundial durante este aotitivos, en el esdmulo a la inversi6n extranjgra, en la (CEPAL, 991a: 5 ) y a la disrninua6ndelaecirnientol i M 6 n inanciera, en un mapr reconocimiento de los pafses ricos, agrupados en la Organizaci6n paraal papel del smor privado y en la privatizaci6n de la Cooperaci6n y el Desarroiio Econ6mico (OCDE).muchas empresas pblicas (Williamson, 1990). Aunque 10s procesos de esmbilizaci6n son todavia fi-Contrariamente a la imagen pesimista que se suele giies, en diversos pafses Jatinoamericanos se esd afir-proyectar, las perspectivasecon6micas de Am&ica La- mando una nueva orientaci6n exportadora, se han ob-tina no parecen tan modestas. De partida, la re@ tenido logtos a veces impresionantes en materia dedispone de una combinaci6n favorable de recursosna- equilibriosmaaoecon6micos,se ha impuesto una rna-turaies, que induyea un sector agrcola dotadode fuer- yor prudenciaen elmanejo de lapolitica monetaris y setesventajascomparativas,anuladas temporalrnenteso- ha alcanzadouna ciem austeridad fiscal. Los casos quebre d o or el herte pmteccionismoagricolaeuropea, han sido o b j j de mayor inters en 10s medios finan-un sector minen, diversificado e importantes reservas aeros internacionaleshan sido Chile, Mdxico y, en for-petroliferas. Esta dotaci6ngenerosade recunosnatura- ma ms tedente, Venezuela y Argentina, a los queics se complementapor un sector industriai muy consi- habriaque agregar Colombia,que si bien no ha tenidoderable que puede recuperar su notable dinamisme en un desempefio tan favorable en 1991, ha observadohmedida enqueseacometa la transformaci6nproduc- una situaci6n econ6micams dinihica, inciuso duran-tiva prrconizada en forma casi unanime en la regi6n. te ladificildcada de 1980.AmricaLatinasigueexhi-Los paises latinoamericanos ms avanzados exhiben biendo una balanzacomercial favorable, aunqueelsai-buenas condiciones para adaptarse a la 16gica de la do se redujo en 1991 como consecuenciadel aumentoin teM6n a una economia global cada vez rns inter- de las importaciones.La regidn comienza a recibir nue-dependiente, basada en la especializaci6np 6 c a y vamente importantes corrientes de capitales privados

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    de diversa indole. El peso de la deuda externa sigueconstituyendoun problema grave para muchos pdses,pero la relaci6n entre el servidode la deuda y 10singre-sos por las exportaciones se estP haciendo rns favora-ble. Si bien las negociacionesde la deudaconArgentinay, especialmente, Brasil, seguan abienas hacia finalesde 1991, pases como Mdxico y Chile han logradoacceder nuevamente al mercado mundial de aditosvoluntarios. En 1991se produjo asimismoun alta no-table y generalizada en 10sprecios de la deuda latinoa-mericana en el mercado secundaria.Por cieno, 10s procesos de ajuste y de reconversi6necon6mica se asientan sobre situacionesde penuria so-cial y de fuertes desequilibrios en la distribuci6n delingreso, que en algunos casos se han acentuado. Sinembargo,la relaci6n de causalidad entre 10sprocesosdeajuste y 10s problemas socialesno es tan univoca comosela sueleponer, toda vez que parte deestosproblemaseran preexistentes e induso fueron agravados por pol-ticas de corte populista. Peto, rns allP de esta poldmi-ca, para 10sefectos de este aniculo interesa destacarqueestosprocesos de ajuste sonconsideradoscomo esencia-les para posibilitar un aecirnientoecon6miconecesaria-mente rns equitativo de la regi6n en el futuro y co-mienzan a devolver la confianza de la comunidadfinanciera internacional en Amdrica Latina.El tema de la reinsera6n econ6mica internacional dela regi6n ha asumido gran peso en las polticas exterio-res latinoamericanas. Con algunosmatices, estaspolia-cas estn cada vet rns dominada5por objetivosecon6-micos, entre jos que destacan la lucha contra elproteccionismo en los principales mercados de la re-gi6n, la negociaci6n de acuerdos de libre comercio, elinicio de nuevos programas de liberalizaci6ndentro delos esquemas de integraci6n vigentes y, por ciem, lafinalitaci6n de las negociacionescomerciales multilate-rales en el marco de la Ronda Uruguay del AcuerdoGeneral sobre Arancelesy Comercio (GATT). Virtual-mente todos 10s pases de Amdrica Latina, en una ten-dencia de la que induso no se ha sustradoCuba, estndesplegandograndes esfuenospor atraer nuevos flujosde inversionsextranjeras, tendencia que ha llevadoa laadopci6n de nuevos marcos internosy a la negociacidnde acuerdos de protecci6n de inversiones,que en algu-nos casos se apartan de antiguas doctrinasjuridicas vi-gentes en este terreno. En materia f m a e r a , 10spasesque todava no han logradocontrolarelproblema de ladeuda, entre los que se destaca sobre todo Brasil, si-guen planteandoesta cuesti6n comoun tema absoluta-mente prioritario de su acci611 externa, pero en otroscasos el tema ha disminuido en importancia. La bs-queda de fuentes de cooperaci6n internacional siguesiendo un objetivo declarado de las polticas exterioresde todos los pases de la regi6n, pero su importanciay

    sentido tienden a variar de caso en caso. Los paises demenor desarrollo relativo de Centroamdricay el Caribey de pane del rea andina siguen dependiendode ma-nera importante de esa cooperaci6n. En cambio, para10s pases relativamente rns avanzados, el impacto dela cooperaci6nse limita a algunossectoresmuy espe-ficos y, en todo caso, es muy inferior a 10s efectos quepuede tener el levantamientode las barreras proteccio-nistas que afectan a su comercio con la ComunidadEuropea (CE), Estados Unidos, Jap6n o sus propiosvecinos. Tambin se esd haciendo evidente un nuevointers en Amdrica Latina en adaptar las polticas decooperaa6n internacional a 10s procesos de reconver-si6n econ6mica que se han iniciado.En este contextogeneral, las reivindicaciones econ6-micas internacionalesde America Latina hanempezadoa cambiar. Se advierte un menor mpetu reformista yrevisionista y un mayor inters en buscar una adapta-a6n a las condicionesecon6micasvigentes, de modo depermitir una inserci6n dinmica en una economia cadavet rns globalizada. Ahora se depositan rns expecta-tivas en la acci6n liberalizadoradelGATT, entidada laque se han seguido adhiriendo nuevos pases latinoa-mericanos, que en el papel reformista de la Comisi6nde las Naciones Unidas para el Comercioy el Desarro-llo (UNCTAD). Ha disminuido en una c i m medidala tendencia a culpar al sistema internacional o a 10spaises desarrolladospor 10s males econ6micosde Amd-rica Latina, si bien la regi6n no ha renunciado a lamodificaci6nde los regmenes internacionalesque con-sidera lesivospara sus intereses. La propia ubicaci6n de10s pases latinoamericanos en la divisoria Norte-Surtiende a hacerse rns diferenciada y compleja. Si bienhay sectores que consideranque la brecha Norte-Sut seestP agudizando y que ha reemplazado al conflicto Es-te-Oeste comoprincipalconfictointernacional (Goros-tiaga, 1991), en varios pases latinoamericanos las vi-siones tienden a hacerse ms matizadas. Los grandesexportadores de productos agrcolas concentran su ac-a6n en elG r u p de Cairns, que rene a pases desamo-llados y en desarrollo, y en la alianza con los EstadosUnidospara socavar la Poltica Agrcola Comn (PAC)de la CE. En lugar de buscar el controly limitaci6n delas empresas multinacionales, la mayora de los Go-biernos compitepor atraerh a su territori0 y participaren los procesos de integraci6nglobal que stasgeneran.Estas tendencias no responden tan s610 a consideracio-nes realiseas sobre la falta de viabiidad de una reformade las relaciones econ6mic.sinternacionales, sino quereflejan igualmente los profundoscambios econ6micosinternos que se estn registrando en Amdrica Latina.

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    AMERICA ATINAEN EL SISTEMA INTERNACIONAL:LOS DESAFOSDE LA ADAPTACI~N

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    AMRICAATINA EN EL SISTEMA INTERNACIONAL:LOS DESAF~OSDE LA A D A P T A C I ~ Nconformado a finales de 1994 y la libre circulaci6n debienes, servicios, capitales y mano de obra a prinapiosde 1996. El nico pas que se puede adherir al Merco-sur durante el periodo de transia6n es Chile. Aunquepueden caber pocas dudas sobre la mayor afinidad queprescrita Chile con respecto a 10s pases del Cono Sur,esta adhesi6n seve todava difkil a la luzde lasituaa6necon6mica brasilefla y del considerable grado de pro-tecaonismoque caracteriza a esa economia. Engenerai,multa prematuro evaluar la viabilidad de las avanza-das metas que se ha puesto el Mercosur, pero es claroque ellas requerirn condicionesde estabilidaden todoslos pases miembros,una fuertearmonizaci6n depoliti-cas sobre todo entre Argentina y Brasil, que todavia nose observa (Baldineiii, 1991 3),un entramado institu-aonai que deberia establecerse muy tapidarnente y lasuperaa6n de las tradicionales reticenaas brasileflas acualquiet atisbo de supranaaonalidad. Por o m parte,es daro que, a diferencia del caso del Pacto Andino,uciste una aerta amasa critican para una experiencia deeste t i p , dada por una disaeta interdependenaaeco-n6mica entre los pases miembros que puede estimulareste proceso.Durante los itimos aos tambih se han desplega-do esfuenos para rwi*llizat los esquemas ms ambi-ciosos de integraci6n subregional que ha conocidoArn& Latina. A mediados de julio de 1991 los pa-ses del Isuno Centroamericanocelebraron la X CurnbreCentroamericana, en que se acord6 induir a Panamdcomo miembrode lacomunidad centroamericana,acti-var la Organuaa6n de Estados Centroamericanos(ODECA) para dar seguimiento a los acuerdos de laregi611 y crear el Consejo Comunitario. Asirnismo, seacord6 establecer una poltica agrcola conjunta, aun-queaertamentesin las connotaaonesprotecaonistas dela PAC europea. La revitalizaa6n de este esquema,pbablemente el que ms potencial encierra debido asu trayectoria anterior y la rnayor interdependenaaen-tre 10s pases miernbm, se da en un contexto de augede la concereaci6npoltica centroamericana, que contri-buy6 poderosamente a la paaficaadn de la regi6n. Enel caso del G r u p Andino, que comprende a Bolivia,Colombia, Ecuador, Pen y Venezuela, y que en suCpoca repment6 el modelo ms avanzado de integra-ci6n a nivel latinoamericano, se han sucedido vatiasiniciativas de revi&a6n en los itimos aos. En no-viunbre de 1990 los pases miembros acordaron m LaPaz, Bolivia, acelerat el proceso de integraci6n y crearuna zona de libre comercio. En mayo de 1991 suscri-bieron el Acta de Caracas, en la que se reitera el com-promiso de establecer dicha zona a partir del 31 dediaembre de 1991,como un paso hacia la i n s t a d 6 nde un mercado comn andino a f d e s de 1995. Losmultados de esta aceIeraci6n del proceso son inaem.

    Si bien se ha hecho un gran esfuerzo para adaptar elesquema a las nuevas concepciones econ6mica.s impe-rantes, subsisten problemas como la falta de interde-pendencia econ6mica entre 10s paises miembros, lainestabilidad econ6mica y poltica que afecta a algunosde ellos, la aeciente orientaa6n de Bolivia hacia el aireadel Mercosur y la tendenda de algunos participantes aprofundizaresquemasms reducidos o decaraer bila-teral. Asi, Colombia, Mexico y Venezuela, el llarnadoG r u p de los Tres,que representa una instancia decooperaa6n poltica, convinieron en celebrar un acuer-do de libre comercio, que debed entrar en vigor en1992. Este g r u p tambih ha asumido un interesantepapel en el dis&o de programas de cooperaci6n y deintercarnbio con Arnerica Central y el Caribe y en elseguimientode la complejasituaa6n econ6mica y pol-tica que aflige a Cuba.Los esquemas anteriores se han visto complementa-dos tecientemente por importantes convenios bilatera-les, entre 10squese destacaelAcuerdo de Complemen-taci6n Econ6mica firmado en septiembre de 1991entre Chile y Mdxico, que en realidad representa unacuerdo de libre comercio, o los que comen26 a nego-dar durante ese mismo aoChile con Venezuela y Co-lombia. Asimismo, 10spases de Centroamria y Me-xica acordaron establecer en mero de 1991, en lareuni6n de presidentes de Tuxtla Gutirrez, una zonade libre comercio que d e M estar conformada haaafinaies de 1996. Venezuela ha ofrecidoun uato similara los paises del isuno, mediante un acuerdo de librecomercio sin reciprocidad.La concerma6n poltica regional ha recibido un im-portante impulso con el cambio de la dcada. En octu-bre de 1990 el G r u p de No, que fue establecido en1986 como Mecanisme Permanente de Consulta yCootdinaci6n entre los antiguos miembros del G r u pde Cantadora -Colombia, Mexico, Panamd y Vene-zuela- y de su posterior G r u p de Apoyo -Argentina,Brasii, Pen y Uruguay-, fue ampliado a Bolivia, Chi-le y Ecuador. El Grupo, que rene ahora a once paises(ya que Panam qued6 al margen del esquema), se hatransformadogradualmenteen la ms importante ins-tancia de cooperaa6npoltica y de interlocuci6npolti-ca externa de la regi6n (Frohman, 1989). dimensi6nque ha sido especialmente relevante en el didiogopol-tic0 con los pases de la CE (IRELA, 1989b). Comotoda experiencia de cooperaa6n poltica regional, semata de un procesogradual que no ha estadoexentodefrusdones y que se ha visto afectado sobre todo poraemw excesos de voluntarisme poltic0 y simple ret6ri-ca, que se expresan en agendas demasiado recargadas,ambia'losas y dispersas, que a veces dejan la impresi6nerr6nea de que elG r u p es una instanaa de integraci6necon6mica o induso de unificaci6n poltica. Con todo,

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    los once presidentesde los paises miembrosdel G r u pde Rio, a los que se agregaron como observadores lospresidentes de Costa Rica (por elg r u p centroamerica-no) y el primer ministro deJamaica (por 10s paises delCaribe), se volvieron a reunir en Cartagena de Indias,Colombia, el 2 y 3 de diciembrede 1991.Gran partede la atenci6n de la reuni6n estuvo centrada en losproblemas de Cuba y Haiti. En el primer caso, se brin-d6 la cooperaci6n de los paises latinoamericanos paraque la isla alcance en paz *la justicia, la libertad, lademocracia, la vigencia de los derechos humanos y undesarrolloecon6mico abiertoy libren,para de esta ma-nera lograr la tan deseada reinserci6n de Cuba en elsistema interamericano(El Pafs, 2.12.199 1).En el se-gundo caso, los paises asistentes confirmaron su deci-si6n de mantener un estrictoembargoecon6micohastaque se restituya en el poder al presidente Aristide, pri-mer mandatari0haitianoque habia sido elegido demo-crticamentey que fue depuestoen un golpe militar el30 de septiembre de ese mismo ao.El caso de Haiti, que ha sido tratado fundamental-mente en el seno de la Organizaci6nde EstadosAmeri-canos (OEA), tanto por el marco legal que sta ofrececomo por la participaci6nen ella de Estados Unidos yCanada,vuelve a planteu un antiguodilema entredosprincipios basicos del sistema interamericano: la no in-tervenci6n y el apoyo a la democracia. Los palses lati-noamericanos han tendido a posicionarse de maneradistinta para resolver este dilema, tanto en elGrupo deRio como en la OEA. En un extremo, se tienden asituar b e z u e l a y Argentina, paises partidarios de unaposici6n energica y activista en la defensa de la demo-cracia. En elo m , se sida Mxico, quesiguedefendien-do de manera estrictaelprincipio de la no intervenci6n.Pases como Brasil tambin han observado una ciertacautela en este sentido.Al final, el consensoregional seha tendido a situar entre las dos posiciones extremas.Despus de todo, a nadie escapa que m a posici6n dedefensa activa, que llevara por ejemplo a una interven-ci6n militar, podria invocarse en al@ momentocomoprecedentepara el caso cubanoy que diversospaises deCentroamrica y Sudamrica presentan serios proble-mas en materia de respeto de los derechos humanos,situaci6n que tambin los podria exponer a sancionesregionales.La aspiraci6n espaolade realizatun gran encuentroiberoamericana conmotivo de la conrnemoraci6ndelVCentenacio del Descubrimiento de Amrica o del En-cuentro de Dos Mundos, como pref~eren enominar10los latinoamericanos,llevi5 a Mxico a ptoponer lacele-braci6n de una primera Cumbre Iberoamericana, quetuvo lugar en Guadalajara,Mxico, los dias 18y 19dejulio. La reuni6n cont6 con la participad6n de 10s jefesde Estado y de Gobierno de los 19 paises de habla

    castellana y portuguesa de Amrica, y de Espaa yPortugal, asumiendo un carcter simb6lico de gran re-levancia. Adems de servir como un foro para el dilo-go politico, tanto general como a niveles ms reduci-dos, se acord6 la celebraci6n de nuevos encuentrospara10s aos siguientes en Espaa, Brasil y Colombia. Laparticipaci6n de Fidel Castro en el encuentrofuequizsla que despert6 ms expectaci6n. Como cabia prever,las evaluacionesde la reuni6n tendieron a variar seghlos paises que participaron. La prensa latinoamericanatendi6 a verla como un encuentrode carcter regional,que cont6 adems con lavaliosa presencia espaola y lams bien simb6lica panicipaci6n de Portugal, un pasque tiene un perfil muy discreto en la regi6n, con laexcepci6n de Brasil. En Espaa la reuni6n fue vistacomo el germen de la todavia indefinida ComunidadIberoamericana de Nacions y como demostraci6n dela proyecci6n internacional espaftola (El paf^, 17 y18.7.1991; El Independicnte, 20.7.1991). En el restodel mundo, la Cumbre recibi6 escasa atenci6n, desta-chdose principalrnente la presencia en ella de FidelCastro (Le Monde, 18.7.1991; lntcrnational HeraldTribune, 22.7.1991). Ms alla de estas evaluaciones,es ciaro que se ha establecido una nueva y valiosa ins-tancia de dilogo politico de alto nivel. Quedan sinembargo por definir 10s contenidos prcticos de esedilogo, toda vez que 10s temas propiamente latinoa-mericanos comoeldesarme regional, la acci611colectivaa favor de la demomaciao la coordinaci6nde posicionesde politica exterior se a t a n ya en el G r u p de Rioy enla OEA, mientras que 10s temas propios de las relacio-nes eurolatinoamericanasse abordan en 10s encuentrosentre el G r u p de Rio y los palses de la CE. Quedanpor ciertolos temas propiamente iberoamericanos,peroes dudoso que ellos justifiquen, para las dos partesinvoluaadas, reuniones anuales de tan alto nivel. Seacomo fuere, la con~uidad el dilogo para los pr6xi-mos aos parece asegurada.En 1991 los paises latinoamericanos desplegarontambien algunos esherzos para avanzar en la soluci6nde conflictosy viejas rencillas y hostilidades.El procesode paz en Centroamrica sigui6afianzndose,especial-mente en sus dimensiones externas. En Sudarnerica,Brasil y Argentina firmaron un acuerdo para el usoexclusivamentepacifico de la energianuclear y, conjun-tamente con Chile, fumaron el Compromiso de Men-doza para la proscripcidn de armas de desaucci6n ma-siva. Argentina y Chile tambin susaibieronun acuer-do de alcance hist6rico para la soluci6n efectiva de to-das las cuestiones limtrofespendientes y se aprestan ainiciar diversos proyectos de integraci6n fisica entre losdos paises. Aunque las relaciones diplomAticas forma-les entre Bolivia y Chile siguen intermmpidas comoconsecuencia de la aspiraci6n martima boliviana, los

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    AMERICAATINAN EL SISTEMA INTERNACIONAL. LOS DESAFOSE LA ADAPTACIONdos paises estn negociando un acuerdo comercial degran relwancia. Aun cuando volvieron a aflorar lastensiones entre Ecuador y Pen por la delimitaci6n desu frontera amaz6nica, la reuni6n presidencial del Gru-po de Rio ofreci6 una ocasidn para que los mandatariosde los dos paises se reunieran. Es probable que en 1992se vayan consolidando estos esfuerzos para el logro deuna mayor confianza entre 10s paises de la regi6n, quepoMan contribuir a la reducci6n del gasto militar.

    Estados Unidos: la ilusi6n d e una relaci6nespecialEstados Unidos retiene una presencia prioritaria enlas relaciones internacionales de Amrica Latina. Se tra-ta del principal socio comercial y fmanciero de la re-

    gi6n, de una hente muy importante de inversiones y,para los paises de Centroamrica y el Caribe, de unafuente vital de ayuda econ6mica y militar directa.El hecho de que las relaciones entre Estados Unidosy Amrica Latina estn marcadas por una profundaasimetra, no impide que Amdrica Latina sea relativa-mente importante para Estados Unidos. Washingtontiene un inters considerable en el hturo de la regi6n yen la woluci6n de sus reiaciones con ella. En trminosecon6micos, Amdrica Latina es importante como mer-cado para las exportaciones y las inversiones en el ex-uanjero de 10s Estados Unidos, como fuente de abaste-cimiento de materias primas, como socio industrial enprocesos productives cada vet ms transnacionaiizadosy como un a menudo preocupante socio fmanciero.Aunque el peso de Amdrica Latina en varios de estosterrenos ha dedinado en las ltimas dcadas, podriavolver a crecer en la perspectiva de una recuperaci6necon6mica en la regi6n. Arndrica Latina tambidn repre-senta un inters de seguridad para los Estados Unidos.La Cuenca del Caribe ha sido defmida dentro del per-metro esenciai de seguridad de la gran potencia. ElConsejo de Seguridad Nacional estadounidense tratareguiarmente los problemas que perabe en el Caribe,Mxico y Centroarnerica. El inters de Estados Unidosen la wolua6n poitica de Amdrica Latina ha sido de-mostrado, a veces en trminos trgicos, en mltiplesocasiones, y representa hoy en da un punto de coina-denaa con los nuwos regmenes demdticos de laregi61-1,sin perjuicio de laspoldmicas que este inters ylaspanicularespercepcionesde Washington lwantaronen el pasado.La nuwa situaci6n poitica que gener6 en Centroa-mdrica la derrota electoral del rgimen sandinista con-mbuy6 a aliviar la tensi6n en elh.omocabia espe-rar, la ama6n poitica de Washington hacia el istmo

    declind a 10 largo de 1991, hasta el punto que hastafinales del ao 10s nuevos Gobiernos de Nicaragua yPanamd veian absolutamente frustradas sus expectati-vas de ayuda de lagran potencia. El Congresoestadou-nidense ni siquiera aprob6 la totalidad de 10smodestosfondos que habian sido comprometidos formalmente atales efectos. Por su pane, la invasidn estadounidensede Panarnd de diciembre de 1990, pese a su evidentefalta de legalidad, no parece haber causadoun perjuiciosignificativa en las relaciones de la gran potencia conCentroamrica o con Amrica Latina en general.Aunque el fm de la guerra fria ha eliminado unaantigua hente de tensi6n en el h b i t o de las relacionesentre Estados Unidos y Amrica Latina, su efecto nodebe exagerarse. De hecho, la accidn nortearnericana enla regidn nunca tuvo demasiado que ver con la por otraparte discreta ~r&nciade la UniQ Sovitica en Am-rica Latina, sino que respondi6msbien a las particula-res visiones de Washington sobre 10sprocesos polticosinternos de 10sdiversos paises. Esto contribuye a expli-car la continuaci6nde la poltica de bloqueo y de hosti-iidad hacia el rdgimen cubano, pese a la retirada deapoyo sovidtico al Gobierno de Fidel Castro.En 10 que toca al resto de Amrica Latina, las consi-deraciones econdmicas han empezado a prevalecer porencima de los antiguos conflictos polticos o 10s tradi-cionales recelos latinoamericanosfrente a la hegemonianorteamericana. Ello ha sido especialmente evidente apartir del anuncio del presidente Bush de la puesta enmarcha de una Iniciativa para las Amricas, formuladoen junio de 1990. La iniaativa contiene tres compo-nentes fundamentales. El primero se refiere a la libera-lizaci6n del comercio entre los Estados Unidos y 10spaises latinoamericanos, con el objetivo fmal de esta-blecer una zona de libre comercio que comprenda atodo el continente. El segundo consiste en la reducci6nde la deuda oficial conuada por 10spaises latinoameri-canos, mediante la aplicaci6n de varios mecanismos,entre los que se induye una proposici6n para el uso delos pagos de inters de la deuda oficial en proyectosecol6gicos. El tercer0 consiste en el establecimientodeun fondo de inversionesen el Banco InteramericanodeDesarrollo (BID), que opere mediante prstamos sec-toriaies concedides a paises que han curnpiido con unaserie de requisitos especficos (Capitulos del SELA,1991).La puesta en marcha de la Iniciativa ha sidogradualy parcial, toda vez que requiere la aprobaa6n de unpaquete legislativo que ha seguido un camino lento yengomoso, como por 10 dems es caracterstica en elproceso de toma de decisiones en Esdos Unidos. Has-ta f ides de 1991, s610 un aspecto de la propuestahabia terminado exitosarnente su trmite legislativo yesd formalrnenteen vigencia: la reduca6n de la deuda

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    oficial por prstamos denao del programa PL 480(Alimentos para la Paz). Tambih estd ya vigente elprograma de prstamossectoriales para la inversi6n delBID, debido a que no necesita aprobaci6n parlamenta-ria. Sin embargo, estd pendiente la puesta en marchadel Fondo Multilateral de Inversions contemplado enla Iniciativa, que en cambio si requiere aprobacidn le-gislativa y que pretende apoyar 10sesfuerzos desplega-dos para privatizar las industrias estatales, fortaiecer laproduaividad de la fuma de trabajo y ayudar a 10spequeos empresarios a obtener acceso a fuentes decapital. La Administracih estadounidenseha solicita-do al Congreso la aprobaci6n de una conmbuci6nanual de 100 millones de d6lares por un periodo decincoafos.Jap6n ha prometido una suma similar,perolos pases europees, especiahente Alemania, han ma-nifestadoreticenaassobre su participaci6n en este Fon-do (InternationalHerald Tribune, 2 1.10.1991 . El ba-lance que puede exhibir la Iniciativa de las Amdricashasta este momento es ms bien mixto. Por una parte,s610 se ha logrado avan& en aspectosparciales y me-diante un ritmo muy lento y gradual. Por la oma, Esta-dos Unidos ha firmado acuerdos-marco con virtual-mente todos 10spases de la regi6n para la soluci6n deposibles problemas de comercioe inversionesy avanzaren la liberalizaci6n del comercio reproco. Asirnismo,parece ms cercana la posibilidad de negociar acuerdosde libre comerciocon 10spases con10sque tiene mayo-res afinidadese interesescomunes en el plano econ6mi-co, si kien ella s610 se ha materializado en el caso deMdxico. Estos antecedentes permiten esperat que laIniciativano constituir un mero gestoret6ricoy caren-te de significado real, como ha sucedido con algunaspropuestas anteriores planteadas por Washington conrespecto a Amrica Latina, pero al rnismo tiempo tam-poco parecen justificar, al mena en el corto plazo, lasexpectativasentusiastas que el anuncio del presidenteBush despert6 en muchos pases latinoamericanos.Cabe destacar que Chileha sido el pas que ha podidoaprovechar mayormente las todava lirnitadas posibili-dades que ofrece este programa, recibiendo el primerprstamo sectorialy lograndouna reducci6n de su deu-da oficialpor el programa de crditos concesionalesdelPL 480. Asirnismo, se trata del candidato mejor situa-do para iniciar negociaciones informales con EstadosUnidos para la firma de un Acuerdo de Libre Comer-cio, siguiendo el ejemplo de Mdxico, que en realidadinici6su propia negociaah con Washington denuo deun marco singulary bilateral, queprecedi6en mucho ala Iniciativa de las Amricas.

    Las negociaciones para la adhesi6n de Mxico alAcuerdo Norteamericano de Libre Comercio (NAF-TA, segn su denominaci6n en ingls) han continuadosu cuno en 1991. El presidente Bush logr6 la aproba-

    ci6n por el Congreso de la extensi6n de la via rdpida(faJt track) para la negociacin de la adhesi6n mexica-na, que implica un mandat0 para que el Ejecutivo laconduzca de manera exdusiva,sometiendoel resultadofinal a la aprobaci6n del Congreso, que debe pronun-ciarse en forma simplificada y de acuerdo a plazos pe-rentorios, aprobando o rechazando el instrumento ne-gociado,sin la posibilidad de inuoducir enmiendas. Laautorizaci6n del Congreso gener6 un importantedeba-te pblic0 que dej6 en evidenciala oposici6n del sectorsindical y las prevenciones de ouos sectores de que elacuerdopodia producir una suerte de ctdumpingsocialy ecol6gico~ebidoa las regulacionesmuchoms laxasvigentes en material laboral y con respecto a la protec-a6n del medio ambiente en Mdxico, argumento quetambidn puede ser utilizado para el resto de AmdricaLatina.La iniciaci6n de un perodoelectoralen EstadosUnidos, en el queconseguridadaumentarn las crticasa las iniciativasde poltica exterior del presidenteBush,previsiblemente inuoducita un nuevo obstdculo en lanegociaci6n, que debe concluir antes de la expiraci6nde la autorizaci6n de la via rdpida.Las reacciones ampliamentefavorablesque la Inicia-tiva provoc6 en Amrica Latina, de las que s610 seexceptu6 el rdgimen cubano, demuestran el cambioque se ha producido en las relaciones interamericanas.Estas ya no giran en tomo a cuestiones simb6licas ydebates algo acaddmicos sobre la hegemonia de 10s Es-tados Unidos en la regi6n, sino que secentranen agen-dascomplejasque induyen temasconaetosyprcticos,aunque no por ello poc0 conuovertidos(van Klaveren,1987).En 10s casos de 10s pases mayores de la regi6nlos problemas se sitlian sobre todo en el kea comercialy financiera, asicomo en los nuevos temas que seestanplanteandoprimordiahente desde la perspectiva esta-dounidense.Amrica Latina tambidnesd asurniendouna irnpor-tanaa creciente en relaci6n a algunos nuevos interesesde seguridad de Estados Unidos. Entre stos se desta-can temas tan complejos como las migraciones desdeMxico, el Caribe y Cenmamrica, la protecci6n delmedio ambiente y el narcoaafico (Lowenthal, 1987).La liberalizaci6ncomercialha sido asociadacon el pro-grama de las migraciones,con el argumentode que elmejoramiento de las condicionesecondinicaspodria re-ducir el efectode auacci6n del mercado estadouniden-se. La proteca6n del medio ambiente se transform6enun elementoaucial de la Iniciativa de las Amdricas.Elobjetivo de controlar el n a r c ~ ~ c oa llevado a lapuesta en marcha de importantesy a veces poldmicosprogramas de cooperaci6n poliaal con Bolivia, Pen yColombia.

    Se ha producido igualrnenteun cambio en los acto-res de las relaciones interamericanas.Lospases latinoa-

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    Europa: el problema d e las prioridades

    AMERICAATINAN EL SISTEMA INTERNACIONAL: LOS DESAF~OSDE LA ADAF'T'ACINmericanos ya no son 10s socios pasivos y a menudo favorecida por la mayor disponibilidad de capitalesenobsecuentes de dcadas anteriores, imagen que por 10 10s medios europeos y por las condiciones favorablesdems nunca seajust6 a las realidades de las relaciones que ofrece Amdrica Latina; unas relaciones financierasexteriores de pases como Brasil, Mdxico, Argentina o onodoxas e inmunes a las frecuentes profesiones deChile. Su conocimiento del sistema poltico estadouni- solidaridadde los lderespolticos europeos con respec-dense y de 10s factoresque afectan a su poltica exterior to a la cuesti6n de la deuda externa latinoamericanayes considerable. Sus interesesexternos se han modifica- unas relaciones de cooperaci6ndiscretas desde la pers-do y diversificado. Por otra parte, tambin Estados pectiva europea pero de ciena imponancia relativa enUnidos ha cambiado. La debilidad econdmica de la Amdrica Latina (van Klaveren, 1991).gran potencia est teniendo efectosen Amdrica Latina. Los principales problemas de las relaciones eurolati-Una serie de obstculosinternoslimita su capacidad de noamericanas se han seguido situando en el hea co-emplear recursos econ6micos y financierospara apoyar mercial y se deben fundamentalmentea las barreras nosus objetivospolticos en la regi6n. Una fuertedifusi6n arancelariasque limitan el comercio con Amdrica Lati-de poder en Washington y las facilidades de informa- na en sectores tan sensibles como el agrcola, textil yci6n y de~accesol sistema poltico estadounidenseha- siderrgic0 (CEPAL, 199 b). Las esperanzas de supe-cen ms difcil la implementaci6nde polticas coheren- rar estos problemas dependen principalmente del de-tes y de largo pla20 con respecto a America Latina. senlace de la ~ k n d a mguay del GATT, ya que lasPrecisamente por estas razones es que la viabilidad de negociauones directa5 entre las dosregiones no parecenuna relaci6n especial entre Estados Unidos y America viableseneste temeno. Tambienes claroque ladeclina-Latina parece rns bien remota, no obstante la relevan- ci6n del peso de Amdrica Latina en elcomercioexteriorcia.mutua que asumen estos vnculos. europeo no se debe s610 al proteccionisme existente eneste continente, sino que tambidn refleja -aunque demanera amplificada- una tendencia rns general delcomercio exteriorde la regi6n, que se deriva de la faltade competitividad de las exponaciones latinoamerica-nas de mayor valor agregado, sobre todo en compara-a6n al Sudesteasidtico, y de su especializaci6n en pro-ductos cuyo valor en los mercados mundiales se hareducido.

    En todo caso, el problema del narcotrdficollev6 a laCE, en una medida sin precedentes en la regi6n, aanunciarla supresi6n de los arancelesaduanerospara elaccesode las exportacionesde Bolivia, Colombia, Peniy Ecuador a la CE, medida que seadopt6 excepcional-mente para un periodo de cuatro aos. La medida ga-tantiza a estos pases facilidadesespecialesen el merca-do comunitario mediante la aplicaci6n del status depases menos avanzados en el marco del Sistema deReferenaas Generalitadas ( S E ) .Durante 10s ltimos aos se ha registrado un cimoesfuerzo de consolidaci6n de la presencia europea enAmerica Latina. Si bien las iniciativas adoptada norepresentan necesariamente un salto cualitativo en lasrelaaonesintrarregionalesy la ret6rica diplomdticasue-le esconder realizxiones bastante modestas, seha bus-cado la institucionalizaci6n de diversosmecanismos decooperaci6necon6mica y poltica.En el campo de la cooperaci6n, la CE procedi6 apresentar en junio de 1990 las Orientaciones para laCooperaci6n con los Pases en Desarrollo de AmricaLatina y Asia (PVD-ALA), ue pretenden establecerlos criterios rectores de la cooperaci6nal desarrollopro-piamente comunitaris, que es todava muy inferior a laque prestan los pases miembros a nivel bilateral. Las

    A comienzos de 10s aos 90 Europa se seguia perfi-lando como un socio de considerablepeso para Amdri-ca Latina, pese al indudable lugar secundari0 que OCU-pa la regi611 en las prioridades econ6micas y polticaseuropeas. Temas como la consolidaci6n del MercadoUnico Europeo hacia fmales de 1992, el proceso deuni6n poltica y econ6mica acordado en la Cumbre deMaasmcht de diciembre de 1991, la reconversi6n eco-ndmica de Europa Central y del Este y la desintegraci6nde la Uni6n Sovietica y 10s conflictes balcnicos inva-riablemente alirnentan los temores del abandono euro-peo respecto de America Latina. La realidad es, sinembargo, menos dramdtica. La influenaa de esos he-chos en las relaaones eurolatinoamericanasha sido li-mitada debido a que America Latina nunca lleg6 aocupar un lugar prioritario en las relaciones exterioreseuropeas, con la honrosa pero solitaria excepci6n espa-nola. Asi, los condicionamientos de esas relaciones hantenido que ver ms con las realidades latinoamericanasque con los grandes acontecimientos mundiales.De ah que el cuadto que apormn las relaciones inte-mgionales en la actualidad sea relativamente familiar:unas vinculaaones comerciales con la CE importantespara America Latina e induso prioritarias para pasescomo Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile yNicaragua, 10 que no las hace necesariamente satisfac-corips desde la perspectiva latinoamericana; una ciertarecuperad611en las inveniones europeas en la regi6n

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    Orientaciones hacen una distinci6n entre la ayuda aldesarrollo otorgada a 10s pases rns pobres y la coope-racidn econ6mica prestada a 10s paises de mayor desa-rrollo relativo de la regi6n. El documento destaca laimportancia de las acciones dirigida a la protecci6n ymejoramiento del medio ambiente, preconiza la fija-ci6n de objetivos financieros plurianuales para el pero-do 1991 1995 , propone el incremento de 10s recursosde nuevas formas de cooperaci6n, qu e cuenten con lapanicipaci6n del sector privado. Duranre el ltimo bie-nio la CE tambidn ha procedida a firmar acuerdos decooperaci6n con Argentina, Chile y Mdxico, que con-rimen algunos elementos novedosos.En el h b i t o bilateral, Espafia e Italia han seguidofirmando convenios de cooperaci6n con 10s principalespaises de Amdrica Latina, que ofrecen facilidades fi-nancieras y proporcionan un marco para la moviliza-ci6n de cantidades bastante elwadas de recursos priva-dos. Asi, en 1990 EspaAa suscribi6 instrumentos deeste t i p con Mdxico, Chile y Venezuela, y coment6 anegociar nuwos acuerdos con Brasil y Pen. Por suparte, I d a fum6 sendos acuerdos con Venezuela yChile. Cabe destacar qu e estos acuerdos no agotan enmodo alguno la cooperaci6n eurolatinoamericana.Asi,pases como Alemania y Holanda, qu e por razones defilosofia econ6mica suelen ser reacios a la firma de estosinstrumentos, mantienen importantes programas decooperacidn en la regi6n.Las relacionespolticas e institucionales entre los pa-ses de la CE y de Amdrica Latina han recibido un nuwoimpulso durante 10s ltimos aos. El 20 de diciembrede 1990 10s representantesde los doce paises miembrosy de la Comisi6n de la CE, por una parte, y de 10s oncepases miembros del G r u p de Rio, por la oma, suscri-bieron la aDeclaraci6n de Roma*, en la que se instauraformalrnente un diiogo anual a nivel de ministros de~elaciones xteriores de 10s dos grupos,complementa-do por las reunionescelebrada con motivo de las sesio-nes de la Asamblea General de las Naciones Unidas yalgunos encuentros de expertos. La primera reuni6n deminisaos dentro de este nuwo marco tuvo lugar enLuxemburg0 los dias 26 y 27 de abril de 1991, cen-undose sobre todo en la evaluaci6n de la cooperaci6necondmica y politica entre las dos regiones.Los pases e institucioneseuropea5 han mantenido sucompromiso con la pacificaci6n, demomtizaci6n ydesamollo de Centroamrica, compromiso qu e debidoa los cambios registrados en el contexto poltico e inter-no del isano tiene hoy un componente rns econ6micoqu e politico. Los dias 1 8 y 19 de m a n o de 1991 secelebr6 en Managua la sptima reuni6n ministerial Co-munidad Europea-Centroamrica, qu e se cena6 en lapetici6n centroamericana para la eliminaci6n de 10saranceles qu e afectan a sus exportacionesde productos

    tropicales a la CE, petici6n qu e fue rechazada. Asimis-mo, 10s paises centroamericanos solicitaron compensa-ciones por las prdidas que pueden haber sufrido comoconsecuencia de las dificultades arancelarias qu e otorg6la CE a 10s paises andinos, posibilidad que la CE secomprometi6 a evaluar (FinancialTime~, 1.3.1991 .Si las relaciones de Amdrica Latina con Europa Occi-dental atraviesan una fase de instituaonalizaa6n,aquellas que mantiene con la Uni6n Sovidtica y 10spases de Europa C e n d y del Este enfrentan un perio-do de incertidumbrey redefinici6n, como resultado de10s profundos cambios que estn siguiendo al derrum-be de 10s regimenes comunistas.Cuba ha sido el pas latinoamericano rns afeaadopor estos cambios debido a su extrema dependencia dela cooperaci6n sovidtica y sus relativamente intensosvnculos con el resto del rea (Pdrez Mpez, 1991; Me-sa-Lago, 1990). Pese a qu e 10s propios cubanos y mu-chos observadores extemos pensaban qu e la dedinaci6nde la cooperaci6n sovidtica iba a ser gradual (Surez,1991: 6 ; Gunn, 1990: 136). sta ha resultado rnsbruxa que 10 esperado, como consecuencia de la des-composia6n de la propia URSS. Esta situaci6n ha agu-dizado la crisis econ6mica que vive la isla y ha aumenta-do la presi6n internacionalen favor de la introducci6n deprofundos carnbios en su organizaci6n econdmica y po-ltica. Ni Europa ni Amdrica Latina pretenden secun-dar el implacable bloqueo econ6mico qu e aplica Esta-dos Unidos desde hace dcadas a Cuba, pero tampoc0estn dispuestos a reemplazar a la URSS en su papel debenefactora del rdgimen de Fidel Castro.En cuanto al resto de Amdrica Latina, las relacionescon la antigua Uni6n Sovietica, que pocos aAos aus sehabian normalizado (Varas, 1987; Mujal-Le6n, 1989;Russell, 1990), han entrado en un comps de espera.Las exportaciones masivas de productos agrcolas ar-gentinos y brasilehos a la URSS comenzaron a declinara mediados de 10s aos 8 0 debido a las reformas econ6-micas qu e comenzaban a implementarse en Moxli(Vacs, 1991) . Si bien hay un inters tuso en explorarnuwas posibilidades de inrercambio y en el desarrollode programas de cooperaci6n rns avanzados, la extre-ma inestabilidad qu e afecta a la antigua URSS no pare-ce permitir grandes avances en este terreno. Aunque lospases del resto de Europa del Este y Central presentancuadros rns normales, la ausencia de relaciones inten-sas en el pasado y la reconversi6n econ6mica qu e estanexperimentandohacen qu e esta rea sea menos impor-tante desde la perspectiva latinoarnericana. En 10 querespecta a la situaci6n yugoslava, la presencia de unaimportante emigraci6n aoata en pases como Argenti-na o Chile puede llwar al establecimientode relacionesrns intensas con Goacia, aun cuando el potencial deesas relaciones sea discreto.

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    AMRICALATINAEN EL SISTEMA INTERNACIONAL. LOS DESAF~OSDE LA ADAPTACI~NJap6n y 10s otros paises del Pacifico: unarelaci6n en alza

    En las ltimas dos ddcadas Jap6n se ha convenido,w un importarite socio comercial y fmanciero de Amd-rica Latina, recibiendo cerca del 5 % de las exponacio-nes y proveyendo alrededot del 7 % de las importacio-nes latinoamericanas. La banca japonesa es una de lasprincipales acreedoras de la deuda regional, las empre-sas japonesas han invertido en empresas dedicada a laexplotaci6n de recursos naturales y, en menor medida,a 10s sectores indusmal y de servicios, y Jap6n se hatransformado en el principal pas proveedor de ayudaoficial a la regi6n. Sin embargo,pese a estos anteceden-tes, Jap6n estil mostrando una actitud ms bien caute-losa frente a America Latina (Stallings y Horisaka,1991: I) , situaci6n que abre algunos interrogantes so-bre el futuro.

    Es obvio que la aeciente importancia econ6mica deJap6n inevitablementeconilevaril nuevas responsabili-dades polticas, que hasta ahora ha tratado de evitardebido a su singular historia y el perfii de su polticaexterior. Esta tendencia ha sido todava ms manifiestaen el caso de Amdrica Latina, debido al deseo japonsde no competir con los Estados Unidos en 10queconsi-deraba su rea de influencia exclusiva. Aun cuando loscambios registrados en las relaciones internacionalesdeAmrica Latina no fueron ignorados por la diplomaciajaponesa, sta ha registrado ciertas dificultades enadaptarse a las nuevas realidades extemas de la regi6n.Estas dificultades hist6ricas, unidas a una actitud muycautelosa de resguardo de sus nuevos intereses econ6-micos, llev6 a una ciem pasividad respecto de las prin-apales cuestiones polticas latinoamericanas, que semanifest6 en temas como el apoyo a la democratizaci6ny ladefensade los derechos humanos,el conflictode lasMalvinas y la crisis penamefia, pese a que en el ltim0caso Jap6n mantena una gran presencia econ6mica(Matsushita, 1990).

    Por su parte, 10sesfuerzos latinoamericanospara es-tablecer relacionesmds intensas conJap6n han aumen-tado durante los ltimos afos. Mxico ha mantenidouna activa presencia diplomtica en Tokio y ha recibi-do un creciente flujo de inversionesjaponesas, quesehaconcentrado sobre d o n el sector indusaial, con laexpectativa de poder beneficiarse de la adhesi6n mexi-cana al Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio.Chile ha recibido importantes inversiones japonesas,concentradassobre todo en el sector de recursos natura-les. Venezuela mmbin ha empezado a recibir inversio-nes y prstarnos japoneses. En cuanto a Brasil, el paslatinoamericanoque hist6ricamente haba recibido ma-yor atencidn por parte de Jap6n y que posee la princi-pal emigraci6n japonesa en el rea, la crisis por la que

    atraviesa le ha impedido aprovechar las opormnidadesque ofrece el veniginoso aecimiento japons. Comocabia esperar,elpresidenteFujimori tambidn ha subra-yado la prioridad que asumeJap6n en la poltica exte-rior peruana, pero la difcil situaci6n interna del pas,que tambih ha afectado a 10s intereses japoneses du-rante 10s ltimos aos, atenta contra el desarrollo deesta vinculaci6n.

    Los restantes pases de la Cuenca del Pacifico hancomenzado igualmente a desarrollar sus vnculos conAmdrica Latina. La Repblica Popular China ha con-solidado de manera pragmiltica una ciena presencia enla regi6n, desarrollando vnculos econ6micos que po-drim aumentar en el futuro. El todava m k pujanteaecimiento de 10s dragones asiiticos -Taiwan, Hong-Kong, Corea del Sur y Singapur- ha generado impor-tantes vinculos comerciales y de cooperaci6n con la re-gi6n. Los pases latinoamericanos tambidn hanmostrado su inters en institucionalizar sus vinculoscon la Asociaci6n de Naciones del Sudeste Asiiltico(ASEAN,e@ la denominaci6n en ingls). Australiay Nueva &landa mantienen una cierta presencia eco-n6mica en el Cono Sur de Amdrica Latina, medianteun perfil de relacionamiento que, a diferencia de 10scasosanteriores, aene tambih un componentem k po-ltic~, ado por su inters en la defensa de la democra-cia y de los derechos humanos en la regi6n.

    Varios paises latinoamericanos, entre 10s que desta-can Chile, Mexico y Peni, han comenzado a participardurante los ltimos aos en las principales organizacio-nes de cooperaci6n de la Cuenca del Pacifico, como elConsejo Econ6mico de Cwperaci6n en el Padfico(PBEC) y la Conferencia Econ6mica del Padfico(PECC). Sin embargo, enelcaso de la tercera organiza-ci6n -denominada Coopecaci6n Econ6mica entre Asiay el Padfico (APEC, se@ la denominaci6n inglesa),los Estados miembros han manifestado su reticencia ala incorporaci6nplena de los Estados latinoamericanospor temores a que se puedan romper 10s equilibriosdentro de ese esquema o fomentar la aeaci6n de blo-ques intermedios. Sea como fuere, a medida que losflujos de comercio e inversiones sigan aumentando alriano que han observado durante los ltimos aAos, sepuede prever una consolidaci6n de estos nuevos vncu-10sde AmricaLatina, quesi bien nosustituyenlos ejestradicionaies de las relaciones exteriores de la regi6n-Amrica Latina, Estados Unidos, Espacio Econ6micoEutopeo- les confieren una nueva e importante di-mensi6n.

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    Conclusi6n: 10s desafios de 10s 90Los paises latinoamericanosestn enfrentando im-portantes desafosen su relaci6n con el sistema interna-cional. Las expectativasque se abrigaron en el pasadosobre una mayor solidaridad externa y sobre un orden

    internacional rns justo no se han visto cumplidas yparecen poco viables en estos momentos. Es probableque la mayor parte de los cambios que se estn suce-diendoa nivel global tengan un impacto relativamenteindirectoen la regi6n, con las excepcionesya anotadas.En consecuencia,las posibilidadespara mejorar su in-serci6n externa dependern de las estrategias que des-plieguen10spropios latinoamericanosy de las condicio-nes econ6micas y polticas en que puedan basarse esasesaategias.America Latina no parece .tan mal preparada paraenfrentar los desafos internacionales. Es cimo que laregi6n esd lasaada por situaciones de extrema pobre-za, violencia poltica, brechas sociales potencialmenteexplosivas y problemas. financieros no resueltos. Sinembargo, no es menos aerto que muchos pases deAmrica Latina estn saneando lentamentesu situaci6necondmicay fmanaera, que la regi6n posee un impor-tante potencial exportador,esta recuperandosu capci-dad importadora y est atrayendo nuevas inversiones.Amrica Latina comparte valores polticos y culturaiesfundarnentales con Europa y Amrica del Norte, enuna medida mayor que cualquier o m kea del mundoen desarrolloy, pese a sus problemas, ha logrado du-rante la ltima dcada niveles de estabilidad polticabastante respetables en trrninos internacionales. El va-lor estratgicode la regi6n esta dado por su papel en lareguiaci6n de problemas internaaonales tan crucialescomo la represi611del narcondfico o la proteccidn delmedio ambiente.

    La marginaa6n internacionalde Arnerica Laana re-presenta as rns un peligro que una &daci. La regi6nexhibe un conjunt0 rns amplio y diversificadode vin-culaaones externas que en el pasado. Los importantesrecursos econ6micos, polticos y hasta esmtegicos conque menta puden ser movilizados para mejorar supaniapaa6n en el sistema internacional. La reconver-si6n econ6mica y la estabiiidad poltica demmaticaconstituyen elementos esenaales para la adopci6n deesuategias externas coherentes y s6lidas. Por cimo, sepuede argumentarque estos requisitosdepi len de unmedio extern0 ms favorable. Este argumento puedeser correcto, peto requiere una mayor precisi6n y deuna ponderacidn del peso de los factores extemos eintemosque causaron la crisisde los 80.Sien elpasadolos latinoamericanos acostumbraban a achacar granparte de sus males a actores y fuerzas externas, hoy seadvierte una visi611 rns equilibrada y madura de sus

    propias responsabilidades en un sistema internacionalque ciertamente es complejo y difcil y que exige unesfuerzo de adaptaci6n constante. La posibilidad derelaciones especiales, sea con Estados Unidos en el mar-co de la Iniciativa de las Americas, con Europa en elmarco de la ret6rica que caracteriz6 a la dcada de 10s80 o con una todava distante Cuenca del Padfico,parecen remotas. Pero esta circunstancia no impide laconsolidaci611 de unas relaciones valiosas y de intersmutuo con cada una de estas keas, complementadapot una mayor cooperaa6n econ6mica y poltica regio-nal, basada en intereses conaetos y pdcticos, rns queen utopas de uni6n que por el momento tampoc0parecen viables. America Latina debera descansat ensus propias fuenas, pero elias no estn tan menguadascomo 10 sugieren algunos anlisis derrotistas.

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