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A mi manera… Los años de Carondelet

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  • A mi maneraLos aos de Carondelet

  • UNIVERSIDAD ANDINA SIMN BOLVAR, SEDE ECUADOR

    Toledo N22-80 Telfonos: (593-2) 322 8031, 322 8032 Fax: (593-2) 322 8426Apartado postal: 17-12-569 Quito, Ecuador

    E-mail: [email protected] http: //www.uasb.edu.ec/

    EDICIONES ABYA-YALA

    Av. 12 de Octubre 1430 y Wilson Telfonos: (593-2) 256 2633, 250 6247Fax: (593-2) 250 6255 Apartado postal: 17-12-719 Quito, Ecuador

    E-mail: [email protected] http: //www.abyayala.org/

    UNIVERSIDAD DE ESPECIALIDADES ESPRITU SANTO

    Km 25 Va Puntilla-Samborondn Telfono: (593-4) 283 5630 Fax: (593-4) 283 5211Apartado postal: 09-01-952 Guayaquil, Ecuador

    E-mail: [email protected] http: //www.uees.edu.ec/

  • Sixto A. Durn-Balln C.

    A mi maneraLos aos de Carondelet

    Quito, 2005

  • Primera edicin:Universidad Andina Simn Bolvar, Sede Ecuador

    Ediciones Abya-YalaUniversidad de Especialidades Espritu Santo

    Quito, febrero 2005

    Diseo grfico y armado: Martha Vinueza

    Cubierta: Ral YpezFotografas:

    Rodrigo ZapataImpresin: Ediciones Abya-YalaProducciones digitales Abya-Yala,

    Isabel La Catlica 381, Quito

    Universidad Andina Simn Bolvar, Sede EcuadorISBN: 9978-19-099-6

    Ediciones Abya-YalaISBN: 9978-22-495-5

    Derechos de autor: 021080

  • ndices

    Prlogo. Hugo Ordez Espinosa / 9Dedicatorias / 23Introduccin / 27

    PRIMERA PARTE: VEINTINUEVE MESES / 311. Antecedentes varios / 33

    Paquisha, 1981 / 33Gira a varios pases de Norteamrica y el Caribe / 36Vialidad amaznica / 41Reconstruccin de Carondelet / 43Mi paso por el BID / 44

    2. Primer encuentro con el Presidente Fujimori. Quito, 1992 / 46Reunin informal / 46

    3. Segundo encuentro con Fujimori en Quito, 1992 / 48Reunin formal / 48

    4. Inicio del mandato constitucional. Agosto 10 de 1992 / 51Primeras acciones / 51Eleccin del presidente de la legislatura / 53

    5. Tercer encuentro con Fujimori. Quito / 54En Carondelet / 54De lo tratado con el presidente Borja / 56Viajes previos / 59

    6. En la Asamblea General de las Naciones Unidas. New York, septiembre de 1992 / 62

    Temas tratados / 62

    7. Cuarto encuentro con Fujimori. Baha, diciembre de 1992 / 65En Baha de Carquez / 65Una contrapropuesta? / 68Cumbre del Grupo de Ro. Diciembre de 1992 / 71Saludo de Ao Nuevo, 1993, al Congreso / 72

  • 8. Visitas oficiales a Costa Rica y Mxico, 1993 / 73Gentiles invitaciones / 73La eleccin del secretario general de la OEA / 74En Washington / 76

    9. Visitas oficiales de los cancilleres de Brasil y Argentina / 76

    10. Quinto encuentro con Fujimori y otros eventos / 79En la Cumbre Iberoamericana en Salvador de Baha, Brasil / 79Reunin del Parlamento Latinoamericano, Sao Paulo / 80Con el comandante Castro / 80Prstamos de Brasil y Argentina / 81Cumbre del Grupo de Ro. Octubre de 1993 / 81Visita del canciller chileno / 85Fallece nuestro cardenal / 88Cumbre Iberoamericana. Cartagena, 1994 / 88Primera consulta popular / 91

    11. Otras cumbres, visitas oficiales y gestiones de carcter internacional / 95Cuenca del Pacfico / 96Cumbre de Pases Latinoamericanos Exportadores de Banano / 97Visitas de Estado a Japn y China / 98Prstamos de la Corporacin Andina de Fomento (CAF) / 98Visita del presidente Gaviria a Galpagos / 100Prstamos de Italia / 103Estacin cientifica Pedro Vicente Maldonado en la Isla Greenwich, Antrtida / 103

    12. Un parntesis: el ftbol / 104La cbala del cigarro / 104

    13. Cumbre hemisfrica / 108Miami. Diciembre de 1994 / 108En la direccin correcta / 109

    SEGUNDA PARTE: Y, DE PRONTO, LA GUERRA! / 1151. Inicio de hostilidades / 117

    En el Alto Cenepa. Enero de 1995 / 117Convocatoria a los garantes / 118Reunin con ex mandatarios / 124Amigos o garantes? / 125Ni un paso atrs / 126Ante la ONU / 127

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  • Ante la OEA / 127Todos unidos! / 132Continan los enfrentamientos / 133Desplazamiento de misiones especiales / 134

    2. Inicio de las negociaciones con los garantes / 135Amigos s, pero garantes / 135

    3. En Cuman, Venezuela. Febrero 2 a 4 de 1995 / 138Recordando al mariscal Sucre / 138Doscientos aos del natalicio del mariscal Sucre / 139

    4. Unidad nacional / 145Reflejos en la prensa / 145Los shuar se unen / 149De la prensa internacional / 154Otros comentarios de la prensa internacional / 159

    5. El cese al fuego. Fase I / 162Reuniones en Ro. Febrero 1 a 5 de 1995 / 162Gira a Brasil, Argentina, Chile y Estados Unidos (?) / 164Un pedacito de terreno / 172

    6. El cese al fuego. Fase II / 174Reuniones en Brasilia. Febrero 6 a 28 de 1995 / 174Visita al frente / 180A Montevideo / 181

    7. Montevideo. Febrero 28 - marzo 1 de 1995 / 182No al apretn de manos / 182Acuerdo de Montevideo / 185Juramento del presidente Julio Mara Sanguinetti / 185

    8. En Alemania, Holanda y El Vaticano / 192Marzo de 1995 / 192Visita a Alemania / 192Visita a Holanda / 195Junto al Santo Padre / 197

    9. El propuesto arbitraje papal / 200Sera posible? / 200

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  • 10. Creacin de la Misin de Observadores Militares Ecuador-Per (MOMEP) / 208MOMEP I / 208MOMEP II / 211En la Cumbre Iberoamericana. Bariloche, Argentina / 211Reunin de cancilleres. Cochabamba, Bolivia / 215Una economa firme / 219Pichincha, 1996 / 220Grata visita / 223Mensaje ante el Congreso. Agosto 10 de 1995 / 224

    TERCERA PARTE: PAZ CON DIGNIDAD / 2291. Reencuentro con Fujimori / 231

    En Buenos Aires, Argentina / 231Cumbres de Ro y Andina, Quito / 232El ao poltico / 235Un nuevo vicepresidente / 238Segunda consulta popular / 238

    2. En la Cumbre Andina / 239Trujillo, Per. Marzo 9 a 11 de 1996 / 239Algunas distinciones / 242

    3. Reunin con el presidente Clinton / 243Washington. Junio 26 de 1996 / 243

    4. ltimas semanas / 248El palacio de Carondelet / 248Nueva reunin con los garantes / 254El informe final / 255ltimas reflexiones / 256Mis aos en Carondelet / 258

    Bibliografa / 261

    Anexos / 263

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  • Prlogos

    Este es un libro polmico y para la polmica. Polmico por s mismo, ypara la polmica, por su ineludible destino. Interesa ms lo segundo: en lo su-cesivo, ya nadie podr mantener los prudentes silencios ni los mutismosconformistas o indolentes guardados hasta hoy. Este libro se lo impedir. Lapolmica est abierta. El hecho de incitarla y promoverla es mrito, y no elmenor, de este libro. Ahora bien, decir polmica es decir guerra; s, una for-ma de guerra. Ya la etimologa del trmino lo dice en forma directa y trans-parente, inequvoca: plemos, en griego, significa guerra. El arquitecto SixtoDurn-Balln da batalla en defensa de su honor y su buen nombre, que lsiente que han sido grave e injustamente agredidos en relacin con la parti-cipacin protagnica que l tuvo en uno de los captulos mayores de la histo-ria del Ecuador en el siglo XX. sa es la motivacin personal principal quele ha llevado a Durn-Balln a escribir el libro; pero ste trasciende lo perso-nal porque, sobre todo en su segunda parte, rinde un amplio testimonio, a ra-tos minucioso, del crtico proceso de las relaciones ecuatoriano-peruanas en1995 y 1996. Libro de guerra, en fin, pero libro que, de entrada hay que ano-tarlo, curiosamente no contiene un dicterio y ni siquiera una palabra dura

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  • pronunciada por el autor con motivo alguno, ni an a ttulo de defensa per-sonal. Porque todo el libro ha sido escrito por l a su manera

    Yo no tomo partido en esa polmica, ni pretendo, ni siquiera remota-mente, convertirme en su juez o algo parecido. Sobre la materia capital quela origina el conflicto territorial con el Per; concretamente, sobre el desen-lace de este conflicto, a su hora dije ya lo que a mi juicio tena que decir, yeso hoy lo ratifico. En cuanto a este prlogo, el propsito que me gua al es-cribirlo es, ante todo, el de informar objetivamente y a grandes rasgos al lec-tor sobre el contenido del libro.

    A mi manera se titula este libro Los aos en Carondelet, reza el sub-ttulo, con lo que se aclara que la obra se refiere al perodo en el cual ejercila presidencia de la Repblica el arquitecto Sixto Durn-Balln. En realidad,desde el ttulo y el epgrafe se ve que lo ha escrito a su manera. El ttulo es elde una mundialmente famosa cancin interpretada por Frank Sinatra: MyWay. Y el epgrafe del libro no es un proverbio, ni una proclama, ni una fra-se clebre, ni el texto extrado de un libro clsico: es solamente la letra deaquella cancin, traducida por una de las nietas de Durn-Balln. Todo, a lamanera del arquitecto.

    No est de ms pienso que ms bien es necesario consignar aqu unosdatos personales de Sixto Durn-Balln: va para los ochenta y cuatro aos, es-t casado con Doa Josefina Villalobos Finita la llama afectuosamente el ar-quitecto cada vez que se refiere a ella en este libro; tiene nueve hijos, inclui-da Mara Eugenia (Tita), ya fallecida; veintitrs nietos y diez bisnietos. La pri-mera pgina es la de las dedicatorias: una de ellas es a su esposa y a sus nu-merosos descendientes; al pie consta en destacados caracteres la dedicatoriaprincipal: A.M.D.G. (Ad Majorem Dei Gloriam). Dice que la aprendi de losjesuitas, con los cuales se form en el colegio, y que desde entonces la usa enalgunos de sus escritos. Es arquitecto, urbanista, planificador, constructor, fo-tgrafo, musiclogo y, desde luego, poltico: ha sido cofundador ideolgicodel Partido Social Cristiano, mentalizador y organizador de la Unidad Repu-blicana, la agrupacin poltica que lo llev al poder; legislador, ministro deObras Pblicas, embajador, alcalde de Quito y presidente de la Repblica.

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  • Adems, ha sido alto funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo yconsultor en el Banco Mundial.

    Conoc personalmente al arquitecto Sixto Durn-Balln cuando vine aQuito en los das iniciales del gobierno de Jaime Rolds Aguilera. Le heguardado y le guardo respeto y las ms altas consideraciones. En ms de unaocasin he coincidido con l en alguna ceremonia oficial, en algn acto aca-dmico, tal vez en alguna reunin de tipo social; con l he cruzado breves pa-labras, siempre cordiales, desde luego, pero nada ms. En 1992 me llam pa-ra, espontnea y muy gentilmente, pedirme mi autorizacin para solicitar alCongreso Nacional que me designase ministro de la Corte Suprema de Justi-cia, pedido que yo acept con el debido agradecimiento. En cuanto a lo pol-tico, no he sido su partidario, ni su compaero de luchas: mi mbito ideol-gico y de militancia poltica esta ltima muy limitada, principalmente pormi condicin de independiente irreductible no ha sido ni es el mbito enque l ha vivido, actuado y combatido, sino el de enfrente.

    En semanas pasadas recib una llamada telefnica del arquitecto, aquien no haba visto en los ltimos aos. Nos saludamos cordialmente. El ar-quitecto me dijo entonces que se preparaba a publicar un libro sobre el pro-blema territorial con el Per y el curso que ste haba seguido cuando l ejer-ci la presidencia. Que saba que yo haba escrito un libro sobre el asunto, queestaba interesado en conocerlo, que lo haba buscado en las libreras pero nolo haba encontrado, y que por eso acuda a m para que lo ayudase a conse-guirlo. Le contest que, efectivamente, en 1999 yo haba escrito el libro alque l se refera, que se intitulaba El desengao, y que tena un subttulo sufi-cientemente explicativo: Testimonio y notas de un ecuatoriano viejo de fines de si-glo XX sobre el acuerdo de paz con el Per; que yo tena un ejemplar y que gus-toso se lo hara llegar. El mismo da, un emisario de! arquitecto retiraba demi casa el libro. Pocos das despus me llam para agradecerme por el envoy para comentar mi libro, de cuya publicacin haba tenido conocimiento, medijo esta vez, por la lectura de otra obra ma posterior se refera a La cuestinterritorial ecuatoriana en el siglo XX. Del arbitraje espaol al enclave de Manta, enel cual yo haba tocado tambin el asunto que el arquitecto trataba en el su-yo. Me anunci que me estaba remitiendo copia del ltimo borrador de su li-

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  • bro y me pidi que lo leyese. Ya al trmino de la conversacin, me dijo queme peda que yo escribiese el prlogo de su libro. El pedido me resultabainesperado. Le contest que le agradeca el honor que me dispensaba. Queda-mos en que, sobre el asunto, hablaramos despus. Al cabo de unos das, mellam nuevamente para insistir en su pedido, que termin por aceptar.

    Y ahora vamos de lleno al libro de Durn-Balln.

    La copia que me envi constituye un grueso volumen. Incluye fotogra-fas, mapas, informes, comunicaciones, cuadros estadsticos, acuerdos, discur-sos, editoriales y otros artculos de la prensa nacional e internacional. El librotiene tres partes: la primera, Veintinueve meses!, corresponde al tiempo en que,cuando el arquitecto ya era presidente de la Repblica, no haba estallado anel conflicto, esto es, al transcurrido entre el 10 de agosto de 1992 y el 10 deenero de 1995. La segunda, y de pronto, la guerra!, se refiere al perodo deoperaciones blicas y al del proceso de paz que sigui al conflicto blico, has-ta el 10 de agosto de 1995, da en el que present su informe de labores alCongreso Nacional, segn lo prescrito en la Constitucin, y en el cual se refi-ri ampliamente al conflicto con el Per. La tercera, Paz con dignidad, corres-ponde a la prosecucin del proceso, hasta el 10 de agosto de 1996, fecha en lacual asumi la presidencia del Ecuador el abogado Abdal Bucaram Ortiz.

    Tambin en la primera parte el arquitecto pone especial nfasis en lagestin de su gobierno en el campo de las relaciones internacionales, inclui-das, en primer trmino, las relaciones con Per. Comienza refirindose a lallamada Guerra de Paquisha, ocurrida once aos antes del comienzo de su go-bierno: Antecedentes varios. Paquisha, 1981. Viene luego la relacin de la am-plia tarea diplomtica cumplida por l en el curso de ese episodio. Habla delestudio que realiz sobre la materia que estaba en discusin con Per y de laidea que entonces concibi, al fundarse en el resultado de tal estudio y en ladeclaracin de inejecutabilidad parcial del Protocolo de Ro de Janeiro, for-mulada por Galo Plaza en 1951, de proponer que el gobierno de Estados Uni-dos patrocinase un proyecto de desarrollo fronterizo ecuatoriano-peruano enla zona en disputa. Se refiere a las visitas que, como embajador itinerante,nombrado por el canciller Alfonso Barrera Valverde, hizo a varios pases paradenunciar la agresin peruana. Habla de su paso por el BID de 1960 a

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  • 1968 y por la alcalda de Quito, que gan en una eleccin popular en la queobtuvo el 41% de los votos entre seis candidatos.

    Se refiere a cinco de sus entrevistas con Fujimori: la primera, en enerode 1992, que fue el ltimo ao del perodo presidencial de Rodrigo Borja,cuando el mandatario peruano, segn confesin que ste hiciera ms tarde, vi-no para entretener o engaar a Ecuador sobre sus verdaderas intenciones,mientras libraba una lucha feroz contra Sendero Luminoso y agotaba sus es-fuerzos para asegurar su reeleccin presidencial; la segunda, en aquel mismoao, con motivo del cambio de mando en Ecuador, de Borja a Durn-Balln;la tercera fue en Carondelet, el 11 de agosto de 1992; la cuarta, en Baha deCarquez, del 9 al 11 de diciembre de 1992, y la quinta, en Salvador de Ba-ha, Brasil, en julio de 1993. Fue en la tercera, celebrada en el comedor de laresidencia presidencial de Carondelet, al da siguiente de la asuncin delmando por Durn-Balln, cuando le hizo a Fujimori una propuesta concretapara la solucin del diferendo. Durn-Balln lo cuenta as:

    Tal como acordramos la vspera, en la maana del 11 de agosto,desayunamos, los dos mandatarios y los dos cancilleres, en el comedorde la residencia presidencial de Carondelet. En esta reunin, en primerlugar, le expres que deseara continuar el dilogo, con la misma cordia-lidad que haba sido iniciado con el presidente Borja, y en trminos msconcretos hablamos de la posible solucin sobre la base de reconocer lainejecutabilidad parcial del Protocolo de Ro.

    El arquitecto seala la lnea de frontera que en esa oportunidad le pro-puso a Fujimori:

    Desde el hito 20 de Noviembre, cuyas coordenadas se conocen,utilizaramos el paralelo correspondiente hasta su interseccin con el roCenepa; por ste hacia el sur, al ro Maran, y por ste hacia el occiden-te, hasta el pequeo ro Cusu; por el corto curso de ste hacia el noroc-cidente, hasta su naciente, y luego una lnea geodsica hasta el hito Lla-ve de Miaiza. Esto permitira que Ecuador, en una longitud de aproxi-madamente 23 km fuera frentista del Amazonas, el ro de Quito. Es de-cir, una solucin de continuidad territorial y soberana hasta el Amazo-nas, cuya tesis la mantuve durante todo mi perodo.

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  • Habla de la poltica interna de Ecuador en ese perodo. Habla en espe-cial de la dura y casi permanente oposicin que tuvo en el Congreso, en elcual sus partidarios estuvieron siempre en minora, y de la inestabilidad queesto caus en su gabinete:

    Cuarenta y tres ciudadanos desempearon las catorce carteras y lasecretara general de la Administracin: seis en Energa, cinco en Finan-zas, cuatro en Gobierno, Educacin y Secretara General; tres en Salud,Bienestar, Turismo y Comercio e Industrias; dos en Relaciones Exterio-res y Defensa, y solo las de Obras Pblicas, Agricultura, Trabajo y Vi-vienda fueron desempeadas por una sola persona durante todo el perodo.

    Y con pena menciona el caso Dahik: se fue para m uno de los mo-mentos ms dolorosos; pero por encima de la estimacin y el afecto personal,que nunca faltaron, estaba mi obligacin con la Patria, dice el arquitecto.

    Se refiere a los logros alcanzados por el pas en su gobierno. Cabe des-tacar estos datos consignados por l sobre los resultados de su poltica econ-mica: en 1994, dice,

    () la inflacin se haba reducido progresivamente, desde el 60% en elmomento de mi inauguracin, al 32% en esos momentos (posterior-mente el 22%); la reserva monetaria, casi negativa, en 1992 estaba cer-cana a los 1.000 millones de dlares. Y finalmente subraya que la me-jor accin social fue reducir la inflacin, del 60% (1992), al 22% vigen-te al fin de mi mandato (1996).

    Por obvias razones, tienen particularsima importancia en este volumenla segunda parte, y de pronto, la guerra!, y la tercera, Paz con dignidad.

    Al referirse al inicio de las hostilidades, dice el arquitecto:

    Desde mediados de 1994, se tena conocimiento de las moviliza-ciones de las Fuerzas Armadas peruanas a la zona del ro Cenepa; el te-niente coronel Manuel Lazarte, del ejrcito peruano, haba amenazadotomarse nuestras bases en el Alto Cenepa. Pero en la maana del 10 deenero, el pas recibi la noticia de que se haba interceptado, en la no-che anterior, una patrulla del ejrcito peruano al norte de lo que en esemomento era la frontera de facto entre nuestros pases, una lnea entre

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  • el hito 20 de Noviembre y nuestro destacamento militar de Cndor-Mi-rador.

    A finales de mes, la contienda blica estaba en pleno curso. En su libroel arquitecto describe los sucesos da a da.

    Dos hechos hay que recordar en esta parte: uno es la frrea y fervorosaunidad nacional con que Ecuador respondi a la nueva agresin peruana. Esaunidad se manifest en la cspide oficial; las tres funciones del Estado se pre-sentaron slidamente unidas desde el primer momento y as estuvieron duran-te todo el conflicto. El 28 de enero, los presidentes de las tres funciones apa-recieron juntos ante el pueblo de Quito en los balcones del palacio de Gobier-no, y fue entonces cuando el arquitecto dio la consigna de no retroceder Niun paso atrs! a las Fuerzas Armadas, en rechazo a la resolucin de los pasesgarantes de proponer simultneamente a los dos pases, Ecuador y Per, quese retirasen ocho kilmetros de sus respectivas posiciones. Expresaba esa con-signa la decisin ecuatoriana de resistir, de no ceder, de dar batalla y persistiren ella. La unidad nacional no se manifest solamente en la cspide del Esta-do con la reunin pblica de los presidentes de las funciones, sino tambincon la de los ex presidentes y vicepresidentes de la Repblica, que se realizel 27 de enero en el palacio de Gobierno, en las multitudinarias manifestacio-nes populares que se efectuaron en todo el pas en esos das, especialmenteGuayaquil, como repudio a la agresin peruana y en apoyo total al arquitectoy a su conduccin de la poltica internacional, as como en la unanimidad conque los editorialistas de las ms diversas tendencias ideolgicas y de las posi-ciones partidistas ms opuestas hicieron causa comn con Durn-Balln en losmedios de comunicacin de todo el pas: apoyaron decididamente sus plantea-mientos, decisiones y gestiones, y las aplaudieron sin reservas.

    El otro hecho que hay que sealar en este punto se dio en el mbito ju-rdico, y fue el de la denuncia de la agresin que formul Ecuador ante lospases garantes Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, llamndolos as,pases garantes, denuncia en la que les pidi su intervencin para el resta-blecimiento de la paz. Hasta entonces, Ecuador no los haba reconocido co-mo pases garantes: los vena llamando solamente pases amigos. Era ste uningenuo eufemismo que, desde el primer momento, estuvo destinado a des-

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  • moronarse, a fracasar. Lo sustancial en esta situacin era que, al reconocer aesos Estados como pases garantes, se estaba reconociendo, implcita pero ine-quvocamente, la vigencia del Protocolo de Ro de Janeiro, cuya nulidad ha-ba sido sostenida firme e invariablemente por Ecuador, desde que el presi-dente electo, Jos Mara Velasco Ibarra, al inaugurarse en Riobamba el mo-numento al capitn Edmundo Chiriboga, el 17 de agosto de 1960, proclamen forma categrica que el Protocolo era nulo.

    Ha sido ese llamamiento a los garantes, que conllevaba aquel implcitoreconocimiento, el motivo principal de las fuertes crticas y ataques que harecibido el arquitecto en cuanto a la forma cmo condujo las relaciones denuestro pas con Per. Durn-Balln se ha defendido:

    En esos momentos estbamos ya en una guerra no declarada; pa-ra salvar vidas humanas haba que lograr a travs de ellos, los garantes,un inmediato cese al fuego; por eso llam, en la noche del 26 de enero,luego de una sesin del COSENA, a los embajadores de los cuatro pa-ses garantes a que intervinieran. Los enfrentamientos continuaban; est-bamos efectivamente en una guerra no declarada y se trataba de lograrque no continuara el holocausto

    El gobierno de Ecuador no se limit a acudir a los garantes; recurri ala vez a la OEA, a las Naciones Unidas, y hasta podra decirse que, en esosdas de finales de enero y de febrero de 1995, terribles para el pas, tal vez nodej puerta sin tocar. El arquitecto estaba en todo y todo lo diriga. Su esta-do de salud no era el mejor, pues a finales de noviembre de 1994 haba teni-do que someterse a una segunda operacin de la columna vertebral. El cum-plimiento del deber le oblig a superarlo todo y a actuar como si estuviese enla plenitud de la vida y de la salud. Tiempo despus, posiblemente en unareunin con presidentes y diplomticos latinoamericanos, al referirse al con-flicto con Ecuador, le haban preguntado a Fujimori: Por qu atacaste a Six-to? Y Fujimori haba contestado, segn apunta el arquitecto al transcribir eltexto del libro El espa imperfecto, de Bowen y Holligan:

    Lo haba encontrado en la Cumbre de Miami; era un hombre ca-si invlido haban pasado dos semanas de mi segunda operacin a la co-lumna, tena dificultad para tenerse en pie; yo tena la informacin, yo

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  • saba que era impopular y que no tena apoyo ni del Congreso ni de laprensa y pens entonces que era el momento oportuno para atacar aEcuador y recuperar en pocos das, en fciles jornadas, lo que Per recla-maba para cerrar la frontera.

    En el continente, Ecuador estaba prcticamente solo frente al agresor;no tena la seguridad del apoyo de nadie.

    Siempre qued con la sensacin dice Durn-Balln de que Ar-gentina y Chile miraban con ms simpata la posicin ecuatoriana, queBrasil siempre mantuvo una exagerada imparcialidad y que Estados Uni-dos tena una marcada simpata con Per. De qu otro modo podra in-terpretarse la actitud de Christopher das antes, la falta de respuesta deClinton para recibirme y la actitud, hasta jocosa a veces, de Romero?

    El Christopher al que se refiere el arquitecto era Warren Christopher,secretario de Estado de Estados Unidos, quien le haba llamado por telfonoal arquitecto para indicarle que deba firmar el ltimo texto del cese al fue-go. A lo cual sigue diciendo el arquitecto Christopher me amenaz consepararse (Estados Unidos) del proceso de negociaciones, suspender planes deayuda, etc. De otra parte, no tuvo acogida el pedido de audiencia que a Clin-ton le hizo Durn-Balln en enero de 1995 para que, como presidente de unode los pases garantes, le recibiera en audiencia; Clinton le recibi solamenteen junio de 1996. Y el comportamiento del embajador norteamericano enEcuador, Peter Romero, fue esquivo y poco serio. Entonces, quin estaba,quin poda estar, con Ecuador en esas circunstancias, tanto ms que el Perhaba difundido intensamente la especie de que nuestro pas era el agresor?

    Durn-Balln describe paso a paso y da a da el curso de las conversa-ciones, negociaciones e incidencias del conflicto con Per a finales de enero yen febrero y marzo de 1995. Expuso la causa ecuatoriana en cuanto foro in-ternacional pudo hacerlo; viaj a Caracas, Ro, Brasilia, Buenos Aires y San-tiago. No se dio tregua ni descanso.

    Primero, haba que alcanzar el cese al fuego. Soldados ecuatorianos yperuanos estaban muriendo en la selva. Hubo un momento en que apremia-ba enterrar los cadveres: Ecuador pidi para ello una tregua; Per se neg

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  • El cese al fuego no se daba. No hubo dilatoria que a Fujimori y los suyos noles sirviera para impedir que se lo alcanzase. Este dato es significativo: huboveintisiete proyectos de acuerdo de cese al fuego antes de que ste fuese final-mente aprobado.

    En esos das hay que sealarlo siquiera al paso, la heroica y victorio-sa defensa de Tiwintza puso un hito luminoso en la historia de las Fuerzas Ar-madas de Ecuador.

    El 17 de febrero se firm, finalmente, la Declaracin de Paz de Itama-raty, de cese al fuego, pero los ataques peruanos persistieron, y entonces tu-vieron lugar algunos de los combates ms cruentos, que ocasionaron el ma-yor nmero de muertos y heridos entre nuestros heroicos soldados, de todo elconflicto, dice el arquitecto, quien seala que, por ese incumplimiento pe-ruano, los combates siguieron hasta mediados de marzo, y agrega que por ellofue necesaria la reunin de Montevideo del 28 del mismo mes, que aprobla Declaracin de Montevideo, ratificatoria de la de Itamaraty.

    Habla de la Misin de Observadores Militares Ecuador-Per (MOMEP)y de las tareas que ella cumpli para la consolidacin de la paz, y se refiere ala cuestin de los impasses surgidos en el curso de las negociaciones de paz,cuestin que no lleg a resolverse durante su mandato, sino en el gobierno deJamil Mahuad, ms de un ao despus de que haba terminado el correspon-diente a Durn-Balln. Recuerda en este punto que, ya realizada en el pas lasegunda vuelta electoral, fue visitado por los embajadores de los cuatro pa-ses garantes, quienes le solicitaron que nombrase a los cinco negociadores porparte de Ecuador (esto tambin tena que hacerlo Per) para iniciar las con-versaciones dirigidas a dar fin al conflicto, las cuales se llevaron a cabo en losgobiernos de Alarcn y Mahuad, solicitud a la que respondi que la decisinsobre ese nombramiento tendra que tomarla el nuevo gobierno, al cual le to-cara tambin la responsabilidad de las negociaciones bilaterales que debanrealizarse con la ayuda de los pases garantes.

    En su informe final a la nacin, del 10 de agosto de 1996, el arquitec-to se refiere nuevamente a su posicin frente al problema territorial con Pe-r. Dijo entre otras cosas:

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  • El Protocolo de Ro de Janeiro de 1942 est ejecutado en un altoporcentaje. Esta es una realidad que nadie puede negar. Los grandes te-mas no pueden ser tratados sino a la luz de la verdad y la realidad Lainejecutabilidad del Protocolo de Ro de Janeiro en la zona comprendi-da entre los ros Zamora y Santiago, por la inexistencia del divisorio deaguas que dicho instrumento establece, hace que dicho protocolo, al to-mar en cuenta la historia y las realidades geogrficas esenciales poste-riormente conocidas, sea la base de un entendimiento definitivo, justo ydigno sobre el problema territorial, y que signifique nuestro derecho aacceder al ro de las Amazonas.

    Y ms adelante subray: () nuestra decisin de reconocer la existen-cia e inejecutabilidad del Protocolo de Ro de Janeiro y de convocar la obli-gatoria asistencia de los pases garantes fue el hecho que determin que al ca-bo de medio siglo Ecuador y Per encuentren un camino que conduzca al di-logo y la negociacin.

    Durn-Balln dedica un captulo entero de su libro a la cuestin de lapropuesta del arbitraje papal, en el cual replica a la afirmacin hecha por elex presidente Rodrigo Borja de que Durn-Balln y su gobierno haban ar-chivado la tesis del arbitraje papal que era la nica que nos poda dar unasolucin de equidad, dice Borja en su libro Recovecos de la historia, publicadopor la Editorial Planeta en diciembre de 2003 y ms adelante agrega: Qupena que se hubiera cumplido mi perodo cuando estbamos al borde delarreglo! Y el arquitecto responde tambin a la acusacin de que su gobiernohaba boicoteado la candidatura de un ecuatoriano (Borja) a la Secretara Ge-neral de la OEA, cargo que habra sido de mucha importancia para Ecuadoren la coyuntura internacional de esos aos. En cuanto a lo primero, relativoal arbitraje papal, dice el arquitecto:

    Aqu contestar una de las preguntas ms frecuentemente enun-ciadas: por qu no se sigui con la posibilidad del propuesto arbitrajepapal? En el caso presente, las partes no han acordado un arbitraje; Perpermanentemente ha rechazado la intervencin de Su Santidad como r-bitro y reiteradamente el presidente Fujimori y sus diplomticos han re-chazado en toda ocasin tal proceso. En todas las ocasiones en que el pre-sidente Borja ha presentado esta posibilidad, el presidente Fujimori

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  • siempre las rechaz. En cuanto a Su Santidad, mal poda aceptar su arbi-traje, si las partes no solo no acordaban sobre ello, sino, adems, no se pu-sieron de acuerdo en lo que queran que l arbitrara. Sin embargo, el pre-sidente Borja sigue insistiendo, hasta das recientes, en una publicacinsobre sus ancdotas (Recovecos de la Historia), cuando vuelve a decirque el asunto estaba al borde del arreglo! Y que yo haba arrinconado elarbitraje. Estaba archivado, como Borja dice en esa publicacin, cadavez que Fujimori no lo aceptaba; estaba archivado cuando Su Santidad nocontaba con elementos de juicio para que lo aceptara; estaba archivadodesde su inicio y nunca se estuvo prximo a ningn arreglo.

    En prrafos finales de este captulo, Durn-Balln dice con nfasis:

    La poltica de mi gobierno fue una sola: hice ma la declaracindel presidente Plaza de 1951 de la inejecutabilidad del Protocolo, claray reiteradamente expresada desde mi mensaje del 10 de agosto de 1992y en cada ocasin que se trataba del problema limtrofe; en mis conver-saciones tanto con Fujimori como con los embajadores de los pases ga-rantes, siempre se busc una solucin de continuidad territorial y sobe-rana hasta el ro Amazonas. Se ha dicho que se ha reconocido la validezdel protocolo. Jams! Siempre compart la opinin de todos los anterio-res presidentes ecuatorianos de que el instrumento era nulo e invlido,por su origen; pero, al igual que todos ellos, reconoc la vigencia delmismo. Como todos ellos, con diversas acciones, incluso de los gobier-nos militares, acudimos a dicha vigencia, por ejemplo, para el transpor-te de los equipos de prospeccin petrolera y luego de su explotacin, alrecurrir a la libre navegacin en los ros amaznicos!

    Con referencia a la posibilidad de la candidatura de Rodrigo Borja a laSecretara General de la OEA, dice que el voto ecuatoriano por el colombia-no Csar Gaviria, patrocinado por Estados Unidos, fue otorgado cuando lacandidatura de Borja ya no tena posibilidad alguna de lograr xito.

    Dije en las lneas iniciales de este prlogo que, a su hora, yo expres yami pensamiento sobre el desenlace que tuvo el conflicto con Per, pensa-miento el cual ahora ratifico. He aqu lo que yo haba dicho al respecto:

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  • En la Breve nota prologal con que abr mi libro El desengao, escrib:

    Nos dicen que ahora ha venido a saberse que todos estuvimos en-gaados () Un da, sbito antes que esperado, el 26 de octubre de1998, le dijimos solemnemente al mundo o, ms propiamente, se lodijeron en nuestro nombre que habamos descubierto el engao y lo re-conocamos () Hay quienes, desde una orilla de la vida nacional, afir-man que se debe pasar la pgina del desengao y olvidarla () Ejercenel derecho de decir lo que piensan y sienten. Pero yo no estoy en esa ori-lla, y desde la ma digo que a la pgina del desengao no hay que olvi-darla ni tergiversarla, sino, al contrario, tenerla presente siempre tal co-mo es y como fue, y cuidar que nadie la esconda, traspapele y adultere,ni en modo alguno juegue con ella. Es parte imprescindible de la histo-ria ecuatoriana, que hay que conocer y reconocer, pensar y repensar, siqueremos ejercer hoy y maana la suprema dignidad de ser nosotrosmismos y el supremo derecho de juzgar y actuar en consecuencia.

    Y en La Cuestin territorial en el siglo XX. Del arbitraje espaol al enclavede Manta, en el captulo quinto, que versa sobre el Protocolo de Ro y el Ac-ta Presidencial de Brasilia, dije:

    1. La suscripcin del Acta Presidencial de Brasilia no constituy una sor-presa; se la vea venir. En fin de cuentas, era congruente, en lo interno,con la profunda postracin del espritu nacional que desde haca rato seregistraba en el Ecuador, y en lo externo, con los apremiantes designiosde la poltica imperial, en las proyecciones del Plan Colombia, que yano admitan postergaciones ni dilaciones y que, desde luego, se halla-ban activamente servidos por los felipillos de adentro. No hubo, pues,sorpresas en esa firma, y no hubo en Ecuador crticas, objeciones ni pro-testas que trascendieran, ni menos movilizaciones ni manifestacionespopulares de rechazo a las negociaciones que precedieron a la firma, nide repudio a su culminacin ominosa. Hubo, s, tena que haberlas!,excepciones a ese abatimiento generalizado del nimo nacional, perofueron contadsimas, y prcticamente no lograron hacerse ver ni or porla nacin, ni alterar en forma alguna el desolado panorama cvico y pa-tritico del Ecuador de esos das. No se lo permitieron. Silencio, indi-

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  • ferencia, indolencia, abatimiento, desercin () Y la corrupcin seo-reando en aire, mar y tierra. Los que esperaban que el alma de la ecua-torianidad se rebelase, esperaron en vano. Definitivamente, 1998 no fue1910. No hubo, ni en sueos, un Eloy Alfaro, ni un Honorato Vzquez,ni un Jos Peralta, ni un Gonzlez Surez, ni un Remigio Crespo Toral() Ni un pueblo despierto, erguido, vibrante, identificado con la Pa-tria desde la piel hasta los tutanos. El alma nacional dorma. Peor, es-taba de vacaciones. Fue el tiempo de ese otro desengao, del desengaomayor, del desengao verdadero, sin comillas.

    2. Los que deban mandar, orientar, dirigir, inspirar, dar ejemplo, condu-cir, cerraron la boca, se cruzaron de brazos, miraron para otro lado, seabstuvieron: ms an, conspiraron para abrirle el camino a la humilla-cin de la Patria y para que esta humillacin se consumase sin tropie-zos; los que deban hablar se confabularon para disimular, enmudecer yencubrir, y no hubo ni siquiera una dimisin o una solicitud de baja quedejase un testimonio de dignidad para la historia; ni mucho menos hu-bo el trgico fulgor de alguna autoinmolacin heroica. Al revs, lo quems bien hubo fue una srdida colusin para sofocar las voces disiden-tes, que las hubo, aunque fueron muy pocas ().

    Este prlogo llega a su fin. Al terminarlo quiero decir, y digo, que el li-bro del arquitecto Sixto Durn-Balln es interesantsimo e importantsimo(utilizo meditadamente los superlativos), y que por ello merece ser conocido,comentado y discutido por todos los ecuatorianos que reflexionan sobre el pa-sado y se preocupan por el presente y el futuro de la Patria. Agrego que hasido para m un honor escribir su prlogo, y que he tenido la satisfaccin deescribirlo, tambin yo, a mi manera.

    Hugo Ordez EspinosaQuito, 24 de Julio de 2004

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  • Dedicatoriass

    Este libro, obligadamente, contiene varias dedicatorias:

    En memoria de tres grandes presidentes ecuatorianos que tanto he ad-mirado: el doctor Isidro Ayora Cueva, Don Galo Plaza Lasso y el doctor Ca-milo Ponce Enrquez, quienes fueron mis referentes para realizar la tarea queme impuse cuando jur cumplir con la Constitucin y las leyes de la Rep-blica, al tomar posesin del mando el 10 de agosto de 1992, tarea que esti-mo haber cumplido con total entrega y patriotismo.

    En recuerdo de mis padres, Sixto Enrique y Mara Eugenia, quienesme formaron en un espritu de servicio a los dems.

    En agradecimiento a mi querida esposa Finita, mi compaera, conse-jera, amiga y amante durante casi 59 aos, quien tan bien lleva a cabo la pro-mesa del rito matrimonial: en las buenas y en las malas, en salud y en lasenfermedades hasta que la muerte os separe!, y a mi hermano, Csar, miconsejero a lo largo de mi vida pblica, siempre acertado e incondicional.

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  • Como ofrecimiento amoroso a mis nueve hijos: Susana, Alicia, Isabel,Mara Cristina, Josefina (prefiere Pepa), Sixto Xavier, Jorge, Mara Eugenia(nuestra querida Tita, que parti prematuramente a reunirse con nuestroCreador) y Antonio, y a mis 23 nietos y 10 bisnietos (hasta hoy), para que to-dos ellos continen la tradicin familiar de servicio.

    Como homenaje a dos grandes y queridos amigos, testigos y colabora-dores que me acompaaron en casi toda mi carrera pblica (1956-1996): elingeniero Francisco Albornoz Casares, primero director nacional de ObrasPblicas en el ministerio del ramo y luego como funcionario del Banco Inte-ramericano de Desarrollo, hasta su final desempeo en la cartera de Desarro-llo Urbano y Vivienda, y Don Augusto Miranda Ormaza (), como directorde Telecomunicaciones en el Ministerio de Obras Pblicas y despus comosubsecretario de Bienestar Social, durante mi perodo presidencial; ambos pa-saron, adems, por la Municipalidad de Quito y por el Banco Ecuatoriano dela Vivienda (BEV) con dedicacin, honradez y responsabilidad.

    A. M. D. G.

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  • A mi manera

    El fin muy cerca est. Lo afrontar, serenamente.Ya ven, he sido as, os lo dir, sinceramente.Viv la intensidad y no encontr jams frontera.Si bien todo ello fue, a mi manera

    Jams hubo un amor, que para m no fuera impor-tante.Tom slo la flor y lo mejor de cada instante.Viaj y disfrut, no s si ms que otro cualquiera,Y as logr seguir a mi manera

    Tal vez llor, tal vez re, tal vez gan o tal vez perd.Y ahora s que fui feliz, crec, llor, tambin am,Y todo fue, puedo decir, a mi manera

    Quizs yo despreci aquello que no comprenda.Quizs tambin dud, cuando mejor me diverta.Yo s que firme fui y que afront ser como era,Y as logr seguir a mi manera

    Porque sabrn que un hombre, al fin, conocerPor su vivir. No hay por qu hablar,Ni que decir, ni hay que llorar,Ni hay que fingir. Puedo llegar hasta el finalA mi manera

    Versin en castellano del grupo espaolSiempre as de la cancin My Way, quehizo famosa Frank Sinatra (transcrita por minieta Andrea C. Durn-Balln Ochoa).

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  • Introduccins

    Hace algo ms de ocho aos termin mi mandato como presidenteconstitucional de la Repblica del Ecuador en el perodo 1992-1996 y pron-to se cumplirn diez aos de la Guerra del Cenepa. Durante el posteriorlapso se han publicado, tanto en el pas como el exterior, algunos libros y ar-tculos, muchos de los cuales no reflejan la realidad de lo que fue mi actua-cin, sobre todo en relacin al diferendo limtrofe que tuvo lugar con el Pe-r, por lo que decid escribir sobre ste y otros temas. Este libro relatar loshechos tal como sucedieron y dar respuesta a algunas de las preguntas quese han formulado, principalmente a partir del evento del Cenepa, de enero amarzo de 1995. En efecto, se han formulado muchas preguntas, algunas per-sonalmente y otras en varias publicaciones, que procurar contestar. Perotambin he credo oportuno tratar sobre otros aspectos de las relaciones in-ternacionales durante tal desempeo.

    No fue mi intencin escribir mis memorias ni narrar hechos de milarga vida pblica, que inici como subdirector del Plan Regional de Tungu-rahua, en 1949 (primer caso de planificacin regional en el pas), nombrado

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  • por el presidente Galo Plaza Lasso y luego por eleccin popular, en 1953, co-mo concejal de Quito (suplente de dos distinguidsimos ecuatorianos: los li-cenciados J. Roberto Pez y Jaime Acosta Velasco, a quienes reemplac en va-rias ocasiones). Pero al abordar eventos principalmente de carcter internacio-nal, ocurridos durante mis aos en Carondelet, forzosamente he debido tocaraspectos de experiencias previas en otras de las actividades y funciones queejerc. He credo del caso aclarar hechos y conceptos que, segn mi opinin,han sido errados y, en algunos casos, hasta tergiversados, sin querer ofender anadie, pero con el legtimo derecho que cada cual tiene a su propia honra.

    Cuando casi a la media noche del primer domingo de junio de 1992, enla casa abierta del Hotel Quito, se reciba la noticia de la confirmacin dehaber sido elegido como el 38 presidente constitucional del Ecuador, en larueda de prensa que se dio lugar a continuacin, dije que quera ser, comoel presidente Ayora, un innovador y un reformador; como el presidente Pla-za, un respetuoso de los derechos humanos y de la libertad de expresin, y co-mo el presidente Ponce, un constructor en democracia y libertad.

    Fueron varios los objetivos que me propuse al iniciar mis funciones el10 de agosto siguiente, para el desempeo de mis obligaciones constitucio-nales; entre ellos, los principales:

    En lo nacional, buscar de inmediato los medios para enderezar la eco-noma de la nacin.

    En lo poltico, fomentar un consenso para definir los mayores proble-mas del pas y acordar sus necesarias resoluciones.

    En lo internacional, continuar el dilogo con el Per, para lograr unasolucin pacfica a nuestro problema limtrofe, que significara el reco-nocimiento de que el Protocolo de Ro era inejecutable, por la reali-dad geogrfica de la existencia de dos divorcios de aguas entre los rosSantiago y Zamora; consecuentemente, obtener una solucin de con-tinuidad territorial y soberana hasta el ro Amazonas.

    Para lograrlo, se debera fomentar la unidad nacional.

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  • Sobre todos ellos inici mis acciones desde el 10 de agosto, a mi ma-nera; antes de las 24 horas ya estaba dialogando con el presidente del Per!

    Mientras escriba esta obra, he recurrido a la consulta con distinguidoscaballeros que participaron activamente en los procesos descritos, tales comolos ex cancilleres doctores Diego Paredes Pea y Galo Leoro Franco; el doctorCsar Valdivieso Chiriboga, nuestro embajador en Brasilia; el doctor CarlosLarretegui Nardi, que ejerci la secretara general de la Administracin du-rante gran parte del perodo; el seor Juan Aguirre Espinosa, que lo reempla-z hasta el final del mandato, luego de haberse desempeado como secretarioparticular de la Presidencia, y el seor Santiago Aguilar Cevallos, quien fue-se, sucesivamente, secretario de Prensa y luego secretario particular de la Pre-sidencia de la Repblica; a todos ellos, mi agradecido reconocimiento y mipermanente afecto.

    Quiero agradecer muy especialmente al gran amigo y miembro de migabinete ministerial, Don Armando Espinel Elizalde, que fue el tercer minis-tro de Turismo durante mi mandato, quien recopil en 14 volmenes la co-bertura de la prensa en el perodo de enero a abril de 1995, lo que me ha ser-vido increblemente en la preparacin de este libro; de igual manera, al ma-yor (r) Mario Morn, actual funcionario del Ministerio de Relaciones Exterio-res, quien particip en la preparacin de los mapas que sirvieron para la pre-sentacin que hice en mi gira a los pases garantes, en 1995, y de los queacompaan a esta publicacin, y a la seora Laura Andrade de Cobos, que congran paciencia, una y otra vez, ha sacado en limpio mis notas, y a los seoresmayor (r) Alfredo Daz Almeida y Manuel Rodrigo Cabezas; los tres, mis fie-les y responsables colaboradores, desde los iniciales momentos en la Munici-palidad de Quito, hasta la presente fecha, en mltiples gestiones relacionadascon mis diversas funciones.

    Y por ltimo, quiero expresar cun orgulloso me siento por la acogidaque el amigo que adquir en la segunda mitad de mi vida, el distinguido edu-cador, jurisconsulto y profesor en Derecho Territorial de la Universidad deCuenca, el doctor Hugo Ordez Espinosa, dio a mi pedido de escribir el pr-logo de esta obra. Sus frases la dignifican y le dan mayor valor y credibilidada lo que en ella expongo.

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  • Primera ParteVeintinueve mesess

  • () pasaban imgenes sagradas que, con la vozinefable de lo eterno, parecan hablarme de la inco-lumidad de los derechos de la Patria ().

    Julio Tobar Donoso. La invasin peruana y elProtocolo de Ro de Janeiro.

    1. Antecedentes varios

    Paquisha, 1981El lunes de carnaval de 1981, no obstante la acostumbrada vacacin de

    esos das, acud a mi oficina particular para atender algunos asuntos profesio-nales. A media maana son el telfono correspondiente a una lnea que noconstaba en la gua telefnica de Quito; era uno de esos viejos aparatos de pa-red, color negro, instalado detrs de mi escritorio.

    Al levantar el auricular, al otro lado alguien, despus de comprobar queyo estaba en el aparato, me indic que el presidente de la Repblica querahablar conmigo. Como un primo mo y un amigo de toda la vida, ya falleci-do, solan hacer ese tipo de bromas, pregunt que cul de los dos bromistasme llamaba. Pero, qu sorpresa, la inconfundible voz del presidente JaimeRolds Aguilera me contest!

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  • El presidente me inform que el gobierno de Per estaba enviando sen-das misiones, principalmente a los pases del hemisferio, para presentar supunto de vista. Me consult si yo aceptara ir como su emisario a algunos pa-ses de habla inglesa, conociendo mi familiaridad con ese idioma, esto es, a Es-tados Unidos, Canad y a algunos pases del Caribe que antes de su indepen-dencia haban sido colonias britnicas. Lgicamente, yo acept tan honrosasolicitud, pero le indiqu al presidente Rolds que yo deba partir al da si-guiente para Estados Unidos (razn por la cual me encontraba trabajando eseda), para acompaar a mi hija Mara Eugenia (QDDG), quien deba presen-tar su examen de ingreso al Instituto Tecnolgico de Virginia, en Blacksburg,el viernes siguiente, a lo cual el presidente me indic que no vea inconve-niente en ello y que las instrucciones del caso se me haran llegar por mediodel embajador ante la Casa Blanca, doctor Ricardo Crespo Zaldumbide. Lue-go de conocer el resultado favorable del examen de mi hija, llam al embaja-dor, quien me inform que el presidente Rolds solicitaba que regresramosa Quito, el embajador Crespo y yo, para tratar sobre el alcance de nuestra mi-sin, con las autoridades de la Cancillera ecuatoriana, regreso que se llev acabo un par de das ms tarde.

    Comenz entonces un intenso perodo de revisar informaciones, mapas,tratados y otros documentos, con la asesora del embajador doctor AlfredoLuna Tobar, considerado una gran autoridad en la materia, y de los embaja-dores doctores Galo Leoro Franco (que ms tarde habra de ser canciller, a par-tir del 3 de octubre de 1994, en mi perodo presidencial) y Alfredo DonosoDonoso, los tres con gran experiencia en la diplomacia y profundos conoce-dores del problema limtrofe.

    Concluido este perodo, antes de partir hacia los mencionados pases delnorte y a Jamaica, Hait, Barbados, Trinidad-Tobago y Curacao (que no obs-tante ser parte del reino holands tiene un gobierno autnomo y gran rela-cin con Latinoamrica), solicit audiencia, que me fue concedida de inme-diato, con el presidente Rolds, pues quera sugerir algunos trminos de re-ferencia de mi misin. Le inform que conoca, desde mis aos en el BID(1960-68), al seor Thomas Enders, subsecretario asistente de Estado paraLatinoamrica, y que por lo tanto podra tratar con l, por esta relacin de

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  • amistad, sobre el difcil problema surgido con ocasin de los incidentes dePaquisha. Igualmente, conoca al secretario de Estado, general AlexanderHaig, quien haba sido compaero de cuarto, en la Academia de West Point,del cadete ecuatoriano Ral Roca Guarderas, durante los cuatro aos del pe-rodo acadmico, que coincidieron con mis estudios de arquitectura en Co-lumbia University (l940-l945), en Nueva York; fueron muchos los fines desemana en los cuales los cadetes Haig y Roca nos visitaban y pernoctaban ennuestro apartamento de esa ciudad. Dada nuestra amistad, le suger al presi-dente Rolds que invitase al teniente Roca, que en esos momentos resida enMxico, para que se incorporase a la comitiva en su proyectado viaje a Esta-dos Unidos.

    En esta reunin con el presidente Rolds, le inform sobre toda la do-cumentacin que habamos estudiado y que, basado en ella y en la declarato-ria de 1951 del presidente Galo Plaza sobre la inejecutabilidad parcial delProtocolo de Ro, quera yo, con su autorizacin presidencial, hacer un plan-teamiento a dicho funcionario norteamericano, de acuerdo a los trminos in-dicados en los prrafos siguientes.

    Si bien es cierto que a lo largo de la lnea de frontera haba varios pro-blemas pendientes, de diversa importancia y magnitud, estimaba que el prin-cipal y de mayor significacin limtrofe para Ecuador era el de la zona del di-vortium aquarum Santiago-Zamora y la presencia del ro Cenepa, ro que pre-cisamente se interpona entre los dos primeros, lo que haca inejecutable la l-nea sealada en el Protocolo de Ro de Janeiro. As, crea conveniente parti-cularmente referirme a este aspecto como punto fundamental de arreglo parahallar un acuerdo limtrofe con Per, en alguna forma satisfactorio.

    Fue mi parecer que, respecto a dicha zona, debamos buscar una solu-cin aceptable que al mismo tiempo pudiera dar opcin al fomento efectivode esa amplia rea territorial y, al tener en cuenta geogrficamente que el roCenepa responde a un verdadero divortium aquarum entre los ros Zamora ySantiago, le propondra al subsecretario Enders que el gobierno americanopudiese patrocinar un programa de desarrollo fronterizo, que habra de lo-grar una conveniente integracin entre los dos pases, mediante la ejecucin

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  • de dos importantes proyectos, que podran ser financiados por alguno de losorganismos norteamericanos, como el Eximbank o el DLF (DevelopmentLoan Fund):

    Al Ecuador, facilitarle la construccin de una carretera que uniese la ciu-dad de Zamora con la confluencia del ro Cenepa y el ro de las Amazo-nas, donde desarrollaramos una poblacin que yo denominaba Ecua-toria.

    Al Per, un canal de navegacin con una serie de esclusas (tres o cuatro)en el ro Santiago, para solventar la diferencia de altura entre ste y elro Amazonas en el sitio del Pongo de Manseriche.

    Esta solucin vial-fluvial, significara que Ecuador dispondra de unasalida soberana sobre el ro Amazonas y asentara su condicin inequvoca depas amaznico, desde la confluencia con el Cenepa, y se seguira hacia el oc-cidente; de esta manera ambos pases podran utilizar la libre navegacin delos ros Santiago y Amazonas. Para ello, el lmite internacional podra cons-tituirse desde el paralelo del hito 20 de Noviembre hasta el ro Cenepa; lue-go, por ste (un lmite natural), hasta su confluencia con el Amazonas; por es-te ltimo, hasta la confluencia con el ro Chinchipe y, por ste, a su vez, has-ta empalmar con el lmite vigente (Mapa 1).

    Aad que yo presentara este proyecto como una sugestin ma, peroque, si se lo lograba, debera ser una iniciativa de su gobierno. Mas el presi-dente, con un admirable sentido de Patria, me dijo que a l le gustaba la ideay que lo presentara como un planteamiento oficial de su gobierno.

    Gira a varios pases de Norteamrica y el CaribePor medio del oficio No. 171/DGSE/ADI/81, de 2 de abril de 1981,

    del canciller doctor Alfonso Barrera Valverde, se me nombr como embaja-dor extraordinario en misin especial y se me otorg las respectivas creden-ciales, ante varios gobiernos de Amrica del Norte y el Caribe.

    Con esta autorizacin viaj a Washington como su embajador itineran-te, ante los gobiernos de los antes mencionados pases y, en Washington, en

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  • MAPA 1

  • MAPA 2POBLACIONES ECUATORIANAS EN EL

    NORORIENTE (QUE QUEDARON AL SURDE LA LNEA DEL PROTOCOLO DE RO)

  • compaa del embajador doctor Ricardo Crespo Zaldumbide, formulamos es-ta propuesta en la entrevista con los personeros del Departamento de Estado.

    Con el objeto de ilustrar con vlidos elementos de juicio mi propuesta,haba llevado las hojas que conformaban el mapa de Tufio, que haba sidoutilizado por dos generaciones, para ilustrar la extensin territorial de nues-tro pas; le hice notar al subsecretario que, en la parte centro oriental delmismo,

    constaban poblaciones como Tarqui, en la confluencia de los ros Cura-ray y Nashio; Gonzlez Surez (hoy Bartra), sobre el ro Tigre, PuertoBaquerizo, en el ro Cunambo, prximo a la desembocadura del Pinto-yacu, y Santo Toms de Andoas, en el ro Pastaza, clebre por ser el es-cenario de la novela Cumand, de nuestro Juan Len Mera, y otras defi-nitivamente ecuatorianas. Cmo explicarse que varias poblaciones, enterritorios peruanos, contaran con nombres, por ejemplo, del gran arzo-bispo Gonzlez Surez, o del presidente Baquerizo Moreno, o Tarqui, si-tio del triunfo de las fuerzas grancolombianas de 1829? Cmo suponer,pues, que Per conmemore con el nombre de una poblacin su derrota,y Andoas, tantas veces mencionada en las crnicas de los misioneros quefueron desde los Andes ecuatorianos a la zona amaznica a catequizar?(Mapa 2). Seal, adems, que, para la fijacin de la lnea demarcatoriadel Protocolo, en el supuesto, no consentido, de haber sido necesaria, s-ta debi haber coincidido al menos con la del mximo avance de ambospases, en ese entonces. Sin embargo, la lnea demarcatoria se la fij des-de Rocafuerte, hoy la poblacin peruana de Cabo Pantoja (de ah la pos-terior poblacin nuestra de Nuevo Rocafuerte), y retrocediendo a todolo largo de la entonces frontera de facto; aad que, quizs, si la nuevademarcacin hubiera reconocido nuestra posesin de todos estos sitios,y que, de acuerdo al derecho que establece el Protocolo de la libre nave-gacin en el sistema fluvial amaznico, sta habra seguido hasta el roMorona y por ste hasta el Maran y luego hacia el occidente, hasta laconfluencia del ro Chinchipe, quizs no se hubieren presentado poste-riores problemas.1 Pero como nada de esto se consider viable por par-

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    1 El doctor Jaime Damerval, en su columna del diario El Universo, febrero 2 de 1995, coincide conesta propuesta ma.

  • te de los garantes, en esos momentos (1942), al menos en parte se reco-nociera hoy (1981) la injusticia que se nos impuso, en aras de la unidadhemisfrica, por una malinterpretada solidaridad con su pas, atacado enPearl Harbour, en 1941.

    Al subsecretario le pareci una solucin muy factible y muy interesan-te; pero nos manifest que, segn su opinin, esta solucin no sera aceptableen nuestro pas y, para probarlo, nos ense unos despachos de prensa que ha-ba recibido la vspera desde Quito, y relat que en la sesin del Congreso sehablaba enfticamente de Tmbez, Maran o la guerra. El viejo lema deantao!

    En la siguiente visita, a Ottawa, en la cual me acompa la seora Cleo-tilde Garca Merino, encargada de negocios ad-interin en ese momento, fui-mos recibidos por el primer ministro y por el senador Prudhomme, que pre-sida la comisin parlamentaria de Asuntos Exteriores. La primera fue una vi-sita de cortesa, y la segunda, para tratar ad-extenso la materia de mi misin;esto es, poner al tanto a los varios gobiernos de los pases que habra de visi-tar sobre los puntos de vista del gobierno de Ecuador, surgidos con motivo delos encuentros, con tropas peruanas, en el sector de Paquisha.

    El senador Prudhomme nos manifest que no comprenda el objeto denuestra visita, pues Canad no perteneca a la Organizacin de Estados Ame-ricanos (OEA). Por eso le dije que el gobierno de Ecuador estaba sorprendi-do de que Canad no formase parte an de dicha organizacin y que quera-mos volver a patrocinar su ingreso a dicho organismo. Ante esta indicacin,nos inform que en pocas horas deba ir al aeropuerto, pues viajaba a Asia,nos invit a sentarnos y al consiguiente caf. Hablamos largamente sobre es-ta alternativa y, luego de discutir sobre ello, tratamos sobre los problemassurgidos en la zona de Paquisha, en trminos similares a los presentados en elDepartamento de Estado americano.

    Pocas semanas despus, se me inform que se haba creado en el parla-mento canadiense una subcomisin (su subcomisin, como me dijera el em-bajador canadiense) para estudiar el eventual ingreso de Canad a la OEA y,por fortuna, pocos meses despus este pas entrara a formar parte del orga-

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  • nismo regional; mi semilla lograba el objetivo que, en nombre del presiden-te Rolds, haba sembrado.

    Las visitas, en su orden, a Jamaica (acompaado del diputado HeinzMoeller Freile), a Hait (acompaado del encargado de negocios en ese pas,Francisco Tobar Garca, uno de los personajes ms extraordinarios que he co-nocido), a Barbados, a Trinidad-Tobago y a Curacao (acompaado de los res-pectivos cnsules ad-honorem), permitieron presentar a estos pases la posicinecuatoriana y aclarar el alcance del problema y de nuestros derechos territo-riales. Cabe anotar que algunos de ellos haban sido visitados ya por delega-ciones peruanas, de modo que nuestra misin no pudo ser ms oportuna.2

    Grenada estaba incluida en mi gira pero, por la situacin interna de esapequea nacin caribea, se crey conveniente conversar con su embajadoraen Washington, visita que realic en compaa del embajador Crespo. Al re-gresar de mi misin, present al ministro de Relaciones Exteriores un infor-me detallado de todas las entrevistas, incluso un anexo sobre la apreciacin,no solo ma, sino de quienes me acompaaron, sobre la percepcin de cadanacin visitada, que debe constar en los archivos de la institucin.

    Esta experiencia me sera muy til aos ms tarde, cuando se presenta-ron en 1995 nuevos problemas con Per, esta vez en Cenepa y Tiwintza.

    Vialidad amaznicaOtro importante antecedente: quiero recordar que al inicio de mi ejer-

    cicio en la cartera de Obras Pblicas (1956-1960), nombrado por el presiden-te Camilo Ponce Enrquez, me encontr con la ejecucin simultnea de 67

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    2 Al regreso de mi misin, el presidente Rolds me ofreci una cena, el 11 de mayo de 1981, conasistencia de algunos distinguidos ecuatorianos, como el doctor Gonzalo Cordero Crespo y su se-ora. En la conversacin, muy cordial por cierto, me cont que, al llegar a Miami, en ruta aHouston, lo esperaba el secretario de Estado Haig, y que, al darle la bienvenida, le dijo: Yo estoymuy consciente del problema del Ecuador, porque mi room mate, ser ecuatoriano, Ral Roca. A lo cual,al contrmelo, el presidente Rolds aadi. Ese momento pens que deba haber hecho caso a Sixto, allamentar que la Cancillera no hubiese encontrado mrito en mi sugestin de que Roca lo acom-paase.

  • vas, de varios planes viales de los gobiernos anteriores; entre ellas se incluanvarias carreteras de penetracin al Oriente ecuatoriano. Una vez que se habareiniciado la construccin de tres importantes vas de unin Costa-Sierra(Aloag-Santo Domingo-Quevedo, Durn-Tambo y Santo Domingo-Chone-Baha), con la utilizacin del primer prstamo del Banco Mundial, solicit adicho organismo financiero la consideracin de un segundo programa en elque inclu, entre varias vas, la proyectada (en ese tiempo) carretera El Des-canso-Limn-Yaupi-Morona.

    En aquel entonces, el Congreso Nacional constaba de dos cmaras: la deDiputados y la del Senado, que tena bajo su vigilancia la ejecucin de vas alOriente e incluso la aprobacin previa de cualquier proyecto vial que fuerecontemplado por el Ejecutivo.

    Por peticin del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, se habacitado al ministro Durn-Balln a una reunin reservada, pues la institucinno estaba de acuerdo con la programacin de dicha va por razones de segu-ridad nacional. Todos mis argumentos sobre la conveniencia de fronteras vi-vas3 fueron intiles y el Senado, ante la recomendacin de las Fuerzas Arma-das, resolvi pedir al Ejecutivo que se retirara el trmite del posible crdito

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    3 En su columna Fronteras Vivas, del 31 de enero de 1995, Don Ral Crdenas M. recordaba:Hace cerca de diez aos, nuevamente hace tres o cuatro us este mismo ttulo, para sugerir un camino apro-piado, que evitara que los vecinos del sur sigan retaceando a nuestro pas.Este es un problema cclico. Cada vez que Per tiene problemas internos sociales, econmicoso polticos, sus gobernantes ordenan incursiones areas en nuestro territorio y envan patrullasde soldados a zonas deshabitadas de Ecuador. En fin, atizan el fuego del problema fronterizo; c-nicamente nos acusan de lo que cabalmente estn haciendo; desvan as la atencin de su pobla-cin.Para solucionar este problema, de una vez por todas, debemos construir a lo largo de toda nuestra l-nea fronteriza una frontera viva que signifique colonizar el agro con campesinos que cultiven latierra, lo que implica dotarlos de asistencia tcnica y en especial de una moderna y adecuada in-fraestructura fsica: caminos, agua potable, alcantarillado, electricidad, riego, telecomunicacio-nes, centros mdicos, escuelas, colegios, iglesias, canchas deportivas, centros culturales y aero-puertos. La nica manera de disuadir a un ave de rapia es bloquearla con una frontera viva. Unafrontera desolada es, en cambio, apetecida por aqullos que, al sur, tienen tierras ridas y son azu-zados por sus dirigentes. Dejmonos de lloriqueos. Cesemos de cantar Tumbes, Maran o la guerra.Esos territorios los comenzamos a perder desde el siglo pasado. Insistamos que el Cenepa es nuestro. In-sistamos en tener libre navegacin y puertos autnomos a lo largo de dos o ms ros hasta su con-vergencia con el Amazonas y cerremos la frontera (los resaltados son mos).

  • ante el Banco Mundial para la mencionada va, como efectivamente ocurri.Cunto habra significado en esa poca (1958) iniciar dicha ruta, que habrapermitido colonizar las reas contiguas a los ros Santiago y Morona y el es-tablecimiento de muchas poblaciones al borde del ro Cenepa, en ambas mr-genes! Gran equivocacin de concepto! Pues, ante el argumento de que la ca-rretera servira de acceso al pas del sur, debera haberse considerado que ser-vira ms al pas del norte, ya que Per no dispona de vas (no las tiene an)hasta las reas servidas por la proyectada carretera.

    Eventualmente, en 1984, se contrat esta va con un crdito de Brasil,con alguna variacin del proyecto original; esta carretera habra de ser de granutilidad para el transporte de personal militar y para su abastecimiento du-rante el proceso blico del Alto Cenepa.

    Reconstruccin de CarondeletComo otro importante antecedente, quiero aadir que Carondelet no

    me era extrao, pues el presidente Ponce Enrquez me haba pedido, en 1956,que coordinase la planificacin y las posteriores obras de restauracin, para supresentacin digna con ocasin de la XI Conferencia Interamericana que de-bera celebrarse en diciembre de 1959, en nuestra capital. Hasta ese momen-to (1956), el colonial edificio albergaba no solo la presidencia de la Repbli-ca, sino tambin al Congreso Nacional y al Ministerio de Gobierno; no in-clua ninguna rea para la residencia presidencial.

    De inmediato se organiz un Departamento de Planificacin del pala-cio, bajo la direccin de la arquitecta Ethel Arias de Len y el ingeniero Leo-poldo Moreno Loor; el grupo de jvenes colaboradores cont con Oswaldo Vi-teri, entonces estudiante de arquitectura, que posteriormente se convertiraen un pintor de fama internacional.

    La restauracin y la adecuacin del vetusto edificio tom casi tres aos;hacia la calle Bolivia, hoy Espejo, y hacia la calle Chile, se debieron calzar yprofundizar los cimientos, pues probablemente, cuando dcadas atrs se pa-vimentaron las calzadas, no se habran profundizado los niveles de los mismosy, sobre todo, en la calle Chile casi estaban en el aire!

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  • Como se decidi trasladar el Congreso al nuevo palacio legislativo, fren-te a El Ejido, se podra dotarle al palacio presidencial de las necesarias reaspara los salones de recepcin, y la residencia presidencial en un nuevo tercerpiso y otros servicios. El llamado hoy Saln de los Presidentes, tambin lla-mado, el Saln Amarillo, en recordacin de aqul del que dispona la antiguaCancillera, en otro edificio, igualmente ubicado en la calle Chile, al occiden-te de la calle Pichincha, hoy Benalczar, funcionaba en el sector que antesocup el Congreso, con sus (entonces) dos cmaras y el gran comedor, en elrea donde antes funcionaban las dependencias y el despacho del Ministeriode Gobierno. Para finales de 1959, el nuevo Carondelet entrara en funcio-nes (la XI Conferencia nunca tuvo lugar, pues, como Ecuador quera que seincluyera en los temas de la misma el diferendo limtrofe y Per se opona, lareunin se posterg indefinidamente). Nunca se me ocurri que, algo ms detres dcadas ms tarde, habra de ocuparlo; por ello, algn amigo la calificde crimen y castigo.

    Mi paso por el BIDPoco antes de terminar el desempeo del Ministerio de Obras Pblicas,

    el doctor Felipe Herrera fue elegido como el primer presidente del reciente-mente creado Banco Interamericano de Desarrollo (BID) e inici un recorri-do por Latinoamrica para el reclutamiento del futuro personal profesional;en Ecuador, se busc a algunos funcionarios en diversas disciplinas, entre ellosa los economistas Jos Corsino Crdenas y Rodrigo Moscoso; en esa camadaoriginal, me toc en suerte ser seleccionado e inici mis funciones a finales deseptiembre de 1960.

    Cabe recordar que en 1945 comenz a funcionar el Banco Internacionalpara Reconstruccin y Desarrollo, ms conocido como el Banco Mundial. Co-mo en los aos iniciales de esta institucin se dedicaron a reconstruir Eu-ropa y Asia, en preferencia al desarrollo a que aspiraba nuestro hemisferio,el grupo de profesionales latinoamericanos, formado por el doctor Herrera, sededic a propagar la idea de la creacin de un banco propio, al inicio con laoposicin de Estados Unidos. Una vez que se venci la resistencia norteame-ricana, a finales de 1959, se cre en San Salvador el anhelado banco, que ini-

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  • ci sus funciones en el segundo semestre de 1960. Me toc, pues, en suerte,participar desde la primera operacin crediticia de 1960 (proyecto de aguapotable para Arequipa, Per) y presidir la primera misin a Amrica Central,en 1961.

    En esos primeros aos, el BID fue muy gil; no exigi la presencia deconsultores externos, como lo haca el Banco Mundial, sino en alguna dis-ciplina que no dispusiese el organismo receptor del prstamo. Para el segun-do o tercer ao de vida, sin embargo, comenz a intervenir la poltica nortea-mericana; por ejemplo, en una misin al Per. Sus participantes (entre losque fui incluido) estudiaran las solicitudes de prstamos para varios proyec-tos, pero recibieron instrucciones del director por los Estados Unidos de nocomprometer ningn crdito mientras no se resolviese el trmite de expro-piacin de unas empresas petroleras norteamericanas. Cuando se inici la ad-ministracin por parte del BID del Fondo para Desarrollo Social, de la Alian-za para el Progreso, se presentaron serios problemas por el reclamo de firmasamericanas, sobre la adjudicacin de contratos a empresas de Latinoamrica.Los trminos del contrato rezaban que los fondos de esta lnea de crdito de-ban emplearse preferentemente en el pas receptor o en Estados Unidos.Dentro de mis funciones, me toc a m extender, en cada caso, la autoriza-cin, cuando una adjudicacin de un contrato a otro pas miembro fuere debeneficio para el pas receptor, como fue, por ejemplo, un contrato adjudica-do a una firma venezolana, para la provisin de tubera de hierro forjado, des-tinada a un pas centroamericano, cuya adjudicacin reclamaba una empresayanqui.

    Esos aos iniciales del BID fueron una gran experiencia; bajo la perma-nente direccin de Felipe Herrera, a quien Latinoamrica debe reconocerle lomucho que le sirvi, se cre una institucin gil, con personal, tanto nortea-mericano como del hemisferio, de gran experiencia en los problemas de la re-gin. Poco a poco se fue contagiando de las caractersticas de una burocraciainternacional, que ya no sufra de aquello que Herrera llamaba la mstica dela urgencia, y decid regresar al pas al cabo de algo ms de ocho aos, a fi-nales de 1968; en 1970 gan la eleccin para alcalde de Quito, con el 41%

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  • de la votacin, entre seis candidatos. Desempe esta funcin edilicia duran-te casi ocho aos; probablemente la experiencia ms grata de mi vida pblica.

    He mencionado, tan brevemente como ha sido posible, estos varios an-tecedentes, pues he querido sustanciar que por mis aos de servicio pblico,mis acciones en la presidencia de la Repblica fueron consecuencia de la ex-periencia adquirida en varias funciones, durante varias dcadas, algunas deellas junto a ecuatorianos que fueron mis antecesores como mandatarios delpas.

    2. Primer encuentro con el presidente Fujimori. Quito, 1992

    Reunin informalEn enero de 1992, el presidente de Per, ingeniero Alberto Fujimori,

    llev a cabo su primera visita a nuestro pas; con tal ocasin, el presidente Ro-drigo Borja Cevallos le ofreci una cena formal en Carondelet. Esa noche, deacuerdo a un estricto protocolo, se haba formado la tradicional fila para el sa-ludo a los dos mandatarios. Luego del anuncio en voz alta sobre la identidadde cada persona, por parte de un funcionario de la Cancillera, cuando llegmi turno, el presidente Borja, al presentarme al presidente Fujimori, le indi-c que el arquitecto Durn-Balln es uno de los candidatos ms opcionadospara ganar la eleccin presidencial. Sin mayores comentarios, continu has-ta reunirme con algunos amigos en algn lugar del Saln de los Presidentes,para luego proseguir al gran comedor y participar del evento.

    Al da siguiente, el presidente peruano ofreci, en el entonces HotelOro Verde, una recepcin en homenaje del mandatario ecuatoriano. Si la ce-na en Carondelet fue muy formal, esta recepcin fue todo lo contrario: muyinformal. Segn ingresaba cada invitado al gran saln del hotel, se le ofreca

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  • una copa de champagne y cada cual se reuna con amigos y conocidos. Estabayo justamente con otros amigos, entre ellos el embajador Federico Arteta Ri-vera, cuando deb dar paso a un salonero que llevaba una fuente de bebidasvariadas; retroced ligeramente y golpe a alguien en la pierna. Me volv pa-ra excusarme y era el presidente Fujimori a quien haba topado; le ped dis-culpas, a lo cual respondi que no me preocupase, y me llam por mi nom-bre, lo cual me admir. En ese momento le extend la mano y le dije:

    Presidente, como es posible que gane las prximas elecciones pre-sidenciales, debemos ser amigos. Los dos, ms que polticos, en la con-cepcin popular, somos tcnicos y, por lo tanto, podemos ser objetivos.Quizs seamos instrumentos de la Providencia para resolver el tradicio-nal problema limtrofe que hemos tenido entre nuestros dos pases, cu-yas economas podran ser muy complementarias.

    En su contestacin, el presidente Fujimori fue muy parco tpico de sumentalidad oriental; impavidez asitica, como la califica el ex canciller Cor-dovez lo cual era comprensible puesto que no poda anticipar conceptos, yaque ms de un candidato presidencial estaba presente.

    En la cena se me haba asignado un sitio en una de las numerosas me-sas redondas, y en cada una de ellas haban ubicado a alguna de las persona-lidades de la comitiva presidencial peruana. Mi mesa estaba presidida por undiputado representante de Piura; en la conversacin, descubrimos que mu-chas de las familias prominentes de dicha ciudad tenan vnculos con Ecua-dor, tales como las familias Seminario, Burneo y Samaniego, entre otras.

    No volv a tener contacto alguno con Fujimori hasta el 10 de agosto de1992, con motivo de la transmisin del mando presidencial.

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  • 3. Segundo encuentro con Fujimori en Quito, 1992

    Reunin formal Per, en 1992, estaba viviendo momentos muy intensos, pues los pro-

    blemas suscitados por las actividades terroristas de Sendero Luminoso y elMRTA demandaban la mayor atencin de su gobierno, lo que culmin con laprisin de Abimael Guzmn, pocas semanas antes de la invitacin que se cur-s por parte de Ecuador a los pases con los cuales se mantena relaciones di-plomticas, para el envo de delegaciones para la transmisin del mando. Endas anteriores, el embajador de Per en Quito, doctor Eduardo Ponce, tuvovarias reuniones con quien habra de ser mi futuro canciller, el embajadorDiego Paredes Pea. El propsito era tratar sobre la asistencia del presidenteFujimori a dicha ceremonia. En forma corts, pero insistente, destac el di-plomtico peruano el deseo de su presidente de asistir a ese importante actopoltico y el inters que su gobierno asignaba en conocer cul sera el conte-nido del discurso del presidente Durn-Balln sobre el tema bilateral, es de-cir, sobre el problema territorial. El embajador Paredes le seal que lo queexpresara en su discurso el presidente Durn-Balln, sobre el tema en cues-tin, estara enmarcado dentro del espritu de dilogo que animaba a los dospases y el propsito de encontrar una solucin realista pero adecuada queatendiera las legtimas aspiraciones y los derechos ecuatorianos. El diplom-tico peruano comprendi la situacin y no insisti en conocer el texto de mideclaracin y, luego de las consultas con su Cancillera, confirm la asisten-cia del presidente Fujimori, quien anunci su asistencia a dicha ceremonia,prcticamente la vspera de tal evento, e indic, adems, que regresara a Pe-r la misma tarde o noche, al trmino de las ceremonias. Al medioda fue re-cibido en el aeropuerto de la capital por el presidente saliente, doctor Rodri-go Borja Cevallos, quien, segn me inform uno de los personeros de proto-colo de la Cancillera que estuvo presente, habra invitado al presidente Fuji-mori a asistir al almuerzo que ofrecera en Carondelet a los jefes de Estadopresentes. Pero el presidente Fujimori se excus de tal asistencia, pues, segn

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  • indic, deba acudir a una reunin conmigo, establecida previamente con laintervencin de la embajada de ese pas en Quito, reunin que efectivamen-te se llev a cabo en el Hotel Hilton Coln, que haba facilitado por variosdas el uso de los ltimos pisos de la tercera torre para las sesiones de trabajoy de organizacin de los eventos que deban realizarse previamente a la trans-misin del mando.

    Por una reciente publicacin (Recovecos de la historia. Editorial Planeta),el ex presidente Borja informa que acompa al presidente Fujimori desde elaeropuerto hasta su albergue en el Hotel Oro Verde. Adems, dice que en ru-ta, ante una pregunta de Fujimori sobre Durn-Balln, le dirigi algunas pa-triticas mentiras (p. 231), que agradezco!

    La reunin en el Hotel Hilton Coln, entre Fujimori y quien escribe,fue muy cordial y hasta amena; tuve la misma impresin que haba comenta-do reiteradamente el presidente Borja, de que habra un autntico deseo deencontrar caminos hacia la resolucin final de nuestros problemas. Al presi-dente peruano le acompaaban su ministro de Relaciones Exteriores, doctorOscar de la Puente, y su edecn, un general de la Fuerza Area peruana; parala entrevista haba pedido al futuro canciller, Paredes Pea, que me acompa-ara. Como an no se posesionaban mis tres edecanes (teniente coroneles), nopude contar con la presencia de ninguno de ellos.

    Al inicio de nuestras conversaciones le record al presidente Fujimoride nuestro encuentro previo con ocasin de mi tropiezo, en meses anterio-res, en el saln del Hotel Oro Verde. Hablamos largamente de cmo veamoscada cual, desde su ptica, el problema limtrofe; le record que con anterio-ridad al reconocimiento de la zona, entre los ros Zamora y Santiago, que sehaba hecho por parte del Servicio Geodsico de Estados Unidos con motivodel proceso de demarcacin de la lnea fronteriza establecida por el Protoco-lo de Ro de Janeiro, no conocamos exactamente, ni los pases limtrofes nilos pases garantes, la realidad geogrfica. Nosotros, al mirar hacia el sur,creamos que haba un solo macizo de montaa, y ellos, al mirar hacia el nor-te, opinaban de igual manera, sin dar la verdadera magnitud al ro Cenepa.Fue ese estudio, realizado aos despus del arbitraje de Bras Das de Aguiar,

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  • y el consiguiente conocimiento geogrfico, lo que determin que, por la pre-sencia del ro Cenepa, en realidad no exista un solo divorcio de las aguas en-tre los ros Santiago y Zamora, sino dos, y que para todo efecto prctico, elro Cenepa era el real divortium aquarum.

    Dentro de la charla y con el deseo de ampliar conceptos sobre esta nue-va realidad que motiv la declaracin del presidente Galo Plaza, en 1951, deque el Protocolo de Ro, en ese sector, era inejecutable (tesis que hice ma), elpresidente Fujimori pregunt si se dispona de alguna caleta en el lmite ma-rtimo de los dos pases, para provocar, a corto plazo, una nueva reunin. Mepregunt, adems, si yo pescaba, pues eso poda dar ocasin para practicarjuntos este deporte. A lo anterior le propuse que llevramos a cabo esa reu-nin en Baha de Carquez, lugar que, adems de agradable y tranquilo parauna reunin de esta naturaleza, le habra de permitir a l salir a practicar lapesca en aguas profundas, invitacin que fue aceptada aparentemente conagrado de su parte. Nos despedimos con mucha cordialidad, puesto que a po-cas horas se celebrara la transmisin del mando en el Congreso Nacional.

    Al leer mi mensaje, en la sesin del Parlamento, al llegar a la parte quetrataba sobre el problema limtrofe, dej de leerlo, para anunciar que horasantes habamos convenido los dos presidentes en tener, en las prximas sema-nas, una reunin en Baha de Carquez. Los miembros de los gabinetes mi-nisteriales, saliente y entrante, estaban sentados a los costados de las autori-dades; al or este anuncio, el doctor Leonardo Viteri Molinari, ministro de Sa-lud designado, oriundo de esa ciudad, grit: Eso!, lo que caus gran ale-gra e hilaridad en el pblico.

    Continu leyendo mi mensaje inaugural y, al acabar de tratar el tema delas relaciones con Per, el presidente peruano se haba levantado y adelanta-do varios pasos aplaudiendo; en ese momento, uno y otro nos acercamos y nosdimos un grande y espontneo abrazo que mereci el aplauso extendido degran parte de la concurrencia, que se puso de pie probara eso que uno yotro mandatario continuaramos el dilogo cordial que se haba iniciado conel anterior gobierno? De parte ma, sa era mi inclinacin ante tal gesto.

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  • Al terminar la ceremonia se aproxim el edecn del presidente Fujimo-ri y me manifest, en su nombre, que l haba cambiado de parecer, y que, sipudisemos reunirnos al da siguiente, pernoctara la noche en Quito paracontinuar nuestra conversacin. A esto contest que me sera grato desayunarcon l al da siguiente en el palacio presidencial.

    4. Inicio del mandato constitucional. Agosto 10 de 1992

    Primeras accionesLuego de la sesin solemne del Congreso, en la cual el economista Al-

    berto Dahik Garzosi y quien escribe estas lneas habamos jurado ante Dios yla Patria cumplir con las funciones para las que habamos sido elegidos de-mocrticamente, recorrimos el corto trecho entre el recinto legislativo y elgran espacio abierto, creado aos atrs en parte de los terrenos que habanconformado el tradicional estadio de El Arbolito, de tanta memoria para lospracticantes y amigos de los tan queridos equipos del ftbol quiteo, escena-rio por igual de tantos triunfos y tambin de lamentadas derrotas. Habamosescogido ese sitio para que el pueblo pudiera presenciar la ceremonia de po-sesin del nuevo gabinete, que se realiz en un ambiente de alegra y opti-mismo.

    Mi primer decreto fue el de aceptacin del mando que nos haba otor-gado la ciudadana ecuatoriana y el nombramiento del secretario general dela Administracin, licenciado Jos Vicente Maldonado Dvila, quien debacertificar el acto. El segundo decreto creaba los ministerios de Vivienda y De-sarrollo Urbano y el de Informacin y Turismo, que habamos ofrecido en lacampaa electoral; el primero, con el objeto de coordinar las correspondien-tes actividades en ese ramo con los gobiernos seccionales del pas, y el segun-do, para una labor, a travs de la informtica, de hacer conocer el pas dentro

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  • y fuera y por el turismo, que debera fomentar la llamada industria sin chi-meneas. A continuacin, por mi tercer decreto, proced a nombrar el primergabinete presidencial.

    Conscientes, por un lado, de que no tendramos una mayora en el Con-greso, y por otro, de que habamos prometido llevar a cabo un gobierno paratodos los ecuatorianos, sin distincin de afiliacin partidista ni de clases, bus-camos formar un gabinete de gente capaz y probada. Yo deca que el posiblexito que haba logrado en anteriores cargos pblicos, como el Ministerio deObras Pblicas (1956-60) y la Alcalda de Quito (1970-78), se deba a quehaba contado no con un grupo poltico, sino, en cada caso, con la continui-dad de trabajo de profesionales de diversas disciplinas, que lo nico que te-nan en comn era el deseo de servir a sus conciudadanos y al pas. Por elloescogimos, igualmente, un grupo de colaboradores que tenan un historial deservicio de total entrega.

    Los siguientes distinguidos ciudadanos fueron los miembros de ese pri-mer gabinete, que yo con toda razn denomin de lujo:

    Ministro de Gobierno: seor Roberto Dunn Barreiro. Ministro de Relaciones Exteriores: doctor Diego Paredes Pea. Ministro de Defensa: general Jos Gallardo Romn. Ministro de Educacin: doctor Eduardo Pea Trivio. Ministro de Finanzas: seor Mario Ribadeneira Traversari. Ministro de Obras Pblicas: ingeniero Pedro Lpez Torres. Ministro de Salud: doctor Leonardo Viteri Molinari. Ministro del Trabajo: doctor Alfredo Corral Borrero. Ministro de Agricultura: ingeniero Mariano Gonzlez Portes. Ministro de Bienestar Social: doctora Mariana Argudo Chejn. Ministro de Comercio e Industrias: ingeniero Mauricio Pinto Mancheno. Ministro de Energa y Minas: seor Andrs Barreiro Vivas. Ministro de Desarrollo Urbano y Vivienda: ingeniero Francisco Albor-

    noz Casares. Ministro de Informacin y Turismo: seor Pedro Zambrano Izaguirre.

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  • Secretario General de la Administracin: licenciado Jos Vicente Mal-donado Dvila.

    Dos miembros del nuevo gabinete haban trabajado ya conmigo: el in-geniero Lpez, como concejal de Quito, entre 1972 y 1976, y el ingeniero Al-bornoz, en varias funciones a partir de 1956, como indiqu en las dedicatorias.

    Para los otros cargos del llamado gabinete ampliado, en das sucesivosse fueron nombrando igualmente a hombres y mujeres de excelentes reputa-ciones; entre ellos, algunos representantes de los indgenas, entre los cualesestaban el doctor Jos Quimbo, como asesor en Asuntos Indgenas, y el ar-quitecto Luis Duchicela XXVIII, como secretario ejecutivo del sector, comomiembros del mismo. De igual manera, se nombr subsecretario de Bienes-tar Social al doctor Sharimiat Shiguango, de la comunidad Shuar. Pensaba yo,por la experiencia en el Ministerio de Obras Pblicas y en el Municipio deQuito, que ste sera un gabinete de larga duracin. Al trmino de los cuatroaos, solo cuatro de ellos haban de desempearse hasta el final del perodo,pero no contaba con el vaivn de nuestra poltica, ni con la casi permanenteoposicin del Congreso. En efecto, 43 ciudadanos desempearon las catorcecarteras y la Secretara General de la Administracin: seis, en Energa; cinco,en Finanzas; cuatro, en Gobierno, Educacin y Secretara General; tres, en Sa-lud, Bienestar, Turismo y Comercio e Industrias; dos, en Relaciones Exterio-res y Defensa, y solo las de Obras Pblicas, Agricultura, Trabajo y Viviendafueron desempeadas por una persona durante todo el perodo (pero esta fasede la poltica interna podra acaso ser materia de otro libro).

    Eleccin del presidente de la legislaturaPocas horas antes, en la sesin matutina del Congreso, se haba proce-

    dido a la eleccin de las autoridades legislativas. La alianza PUR-Conserva-dora, que apoy nuestras candidaturas, haba logrado solo 19 escaos, esto es,aproximadamente 25% del poder Legislativo. Esto haca imposible lograruna candidatura propia para la presidencia del Congreso, como fue la que al-gn momento se mencion para el doctor Carlos Julio Arosemena Monroy,recientemente fallecido, que no prosper, lo que caus un lamentable resen-

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  • timiento de su parte. Por otro lado, el Partido Social Cristiano (en cuya for-macin haba yo participado entre 1950 y 1951, del cual me separ en 1990por discrepancias de criterio) haba anunciado que gobernara desde el Con-greso. Haba, pues, que buscar quien pudiera presidir con imparcialidad ysin giros polticos; por fortuna, mi sugerencia de que la seleccin recayera enel diputado ingeniero Carlos Vallejo Lpez fue aceptada por nuestra alianza,respaldada por varios de los partidos de minora. Estimo que el desempeodel diputado Vallejo en la presidencia de la legislatura fue apropiado e im-parcial, durante su corto ao de labores.

    5. Tercer encuentro con Fujimori. Quito

    En CarondeletTal como acordramos la vspera, en la maana del 11 de agosto desa-

    yunamos, los dos mandatarios y los dos cancilleres, en el comedor de la resi-dencia presidencial de Carondelet. En esta reunin, en primer lugar le expre-s que deseara continuar el dilogo, con la misma cordialidad que haba si-do iniciado con el presidente Borja, y en trminos ms concretos hablamos deuna posible solucin sobre la base de reconocer la inejecutabilidad parcialdel Protocolo de Ro; le record al presidente lo que al efecto haba yo ma-nifestado en mi mensaje inaugural del da anterior.4

    SIXTO A. DURN-BALLN C.

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    4 Las relaciones con el Per sern igualmente impulsadas y fortalecidas. El comercio se ha inten-sificado constantemente y puede ser cada da ms significativo y beneficioso. Inmensas posibili-dades de cooperacin se abren para los dos pueblos. Es de desear que se vayan haciendo ms rea-les y efectivas dentro de un proceso de amistad y entendimiento que mire de manera especial lomucho que nos une y que destaque la necesidad histrica de dar solucin a los aspectos que annos separan. Conforme he anunciado de manera responsable en el curso de la campaa electoral,uno de mis principales objetivos ser ahondar en un dilogo sincero y serio con el Gobierno dePer, para buscar una solucin justa, realista y definitiva del problema territorial y con la asis-tencia de los pases amigos que han estado ms directamente con nuestra realidad: Argentina,Brasil, Chile y Estados Unidos de Amrica, y con la de Su Santidad, Juan Pablo II, de especialsignificacin por su alta autoridad moral y espiritual.

  • Como yo haba llevado mapas de la zona para entrar de lleno en la bs-queda de una solucin que pudiera ser satisfactoria a los dos pases, le sealla posible lnea fronteriza a partir del hito 20 de Noviembre hasta el hito Lla-ve de Miaiza. Sealo que el presidente Fujimori haba sido muy claro la vs-pera en cuanto a que no aceptara revisar la lnea ya definida por las partes,desde el lmite norte con Colombia