7. ciudadanÍa y participaciÓnsiteresources.worldbank.org/.../joveneshoyciudadania.pdf · sección...
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7.1 Un elemento clave en el desarrollo de sistemas
políticos estables y buena gobernabilidad es la capaci-
dad del estado para lograr que la juventud participe y
para facilitar su transformación en ciudadanos median-
te la socialización política, la participación y la educa-
ción.167 La participación y el compromiso cívico de los
jóvenes es importante por dos motivos. En primer
lugar, el compromiso político de los jóvenes puede
influir en el desarrollo político y social de las socieda-
des en las que ellos viven. En segundo lugar, la juven-
tud necesita comprometerse para desarrollarse por
completo, y una sociedad democrática necesita ciuda-
danos comprometidos (tanto jóvenes como adultos)
para prosperar. Fortalecer la participación y el com-
promiso cívico de la juventud es fundamental para
garantizar la rendición de cuentas de las instituciones
públicas y de los proveedores de servicios públicos y
privados.168 Cada vez está más claro que los jóvenes
necesitan vínculos y relaciones para desarrollarse
como ciudadanos y para que les confieran un lugar
importante en sus comunidades y en la sociedad en
general. Para lograr eso, las sociedades deben exami-
nar cómo se ocupan de la juventud y trabajan para
crear nuevas normas que incluyan a los jóvenes en la
vida pública de la comunidad.169 Los jóvenes no com-
prometidos representan una serie de riesgos para las
97
167. Beauvais (2001); Fundación Banco de la Provincia de Buenos Aires (2005); Rodríguez (2003);Torney-Purta y otros (2001, 2003).168. Banco Mundial (2006b).169. Rodriguez (2003).
7. CIUDADANÍA Y PARTICIPACIÓNNICOLA GARCETTE, ESTANISLAO GACITÚA-MARIÓ
Y ALESSANDRA HEINEMANN
sociedades (ver Tabla 1.2). Los niveles bajos de parti-
cipación se relacionan con la deserción escolar, el deli-
to y la violencia.
7.2 Los jóvenes son valiosos activos en el desarrollo
y agentes del cambio social y político.170 En todo el
mundo, son una fuerza muy importante en los proce-
sos de democratización, los movimientos de paz y los
esfuerzos de lucha contra la corrupción. Ayudan a
brindar cohesión social y reconciliación a las socieda-
des afectadas por conflictos. Contribuyen a desarrollar
economías más competitivas y a traer innovación y fle-
xibilidad a los lugares de trabajo que cambian rápida-
mente. Pero, a menudo, caen en las grietas de la polí-
tica pública y se les niega la participación en los pro-
cesos de toma de decisiones.171 Además, con frecuen-
cia se desestima a los jóvenes, ya sea porque se los
considera fuentes potenciales de riesgo social o dema-
siado idealistas para realizar aportes significativos para
la política y el cambio social.
7.3 La participación de los jóvenes en las comunida-
des facilita el cambio social, contribuye a mejorar la
prestación de servicios y aumenta la responsabilidad
social, entre muchos otros beneficios.172 Y lo más
importante: mediante el compromiso y el ejercicio de
su ciudadanía en forma progresiva, la juventud apren-
de a participar en el sistema político y a adquirir nor-
mas y valores que pueden contribuir a la resolución
pacífica de conflictos, a lograr una mayor transparencia
y a mejorar la gobernabilidad. A la inversa, el bajo nivel
de participación puede traer como consecuencia la
privación del derecho a votar, la inestabilidad social y
la disminución del capital social. 173
7.4 Cuando se analiza la evolución hacia la adultez, es
fundamental explicar el modo en que diferentes gru-
pos de jóvenes desarrollan identidades y transitan el
camino que los lleva de la niñez a la adultez. Esa tran-
sición está vinculada con el establecimiento de una
nueva identidad social, con nuevos derechos y respon-
sabilidades que le permiten a la gente joven comenzar
nuevas relaciones y nuevos roles sociales, roles que
anteriormente no estaban permitidos para ellos.174 El
presente capítulo se centra particularmente en los
jóvenes pobres y marginados.
7.5 Existen dos factores interrelacionados que pue-
den dificultar la transición de los jóvenes hacia la ciu-
dadanía adulta: la falta de oportunidades para expre-
sar su identidad y desarrollar emprendimientos en
expresión económica, social, cultural y personal; y la
escasez de oportunidades para desarrollar capital
social y participar en instituciones representativas y
procesos de toma de decisiones. Esos dos factores, si
bien afectan a toda la juventud, tienen un impacto
mayor en los jóvenes pobres y vulnerables, que tienen
menos acceso a los activos económicos, financieros y
naturales. 175
7.6 La juventud de Argentina representa un enorme
recurso potencial para el desarrollo. Los índices de
votación son altos, y nuevos movimientos sociales que
incorporan a grupos de jóvenes demuestran su deseo
de participar. Pero la transición hacia el ejercicio de la
ciudadanía plena está llena de riesgos potenciales. Las
consecuencias de no integrar a la juventud son graves,
tanto para los jóvenes como para la sociedad. El pre-
sente capítulo analiza las posibilidades de ciudadanía, y
los factores que dificultan la transición de los jóvenes
hacia la ciudadanía plena. En primer lugar, se analiza
por qué es importante el compromiso cívico y cuáles
son los factores que influyen sobre él. Luego se tratan
nuevas formas de organización juvenil y movilización
social. En la sección siguiente, se analiza el delito y la
violencia en la juventud argentina, y luego sigue una
Los jóvenes de hoy: un recurso latente para el desarrollo
98
170 Banco Mundial (2006b).171. Rodriguez (2003).172. Banco Mundial (2006b).173. Ford Foundation (2000);Torney-Purta y otros (2003).174. Hall y otros (1999).175. Incluso entre los jóvenes marginados existen diferencias según el género y la ubicación geográfica (Rodriguez 2003; Banco Mundial 2006b).
sección final que plantea algunas preguntas para orien-
tar el debate sobre recomendaciones para facilitar la
transición de la juventud hacia el ejercicio responsable
de la ciudadanía para mejorar la cohesión social y la
gobernabilidad.
LA JUVENTUD Y LA CIUDADANÍA:EL DESAFÍO DE LA INTEGRACIÓN
7.7 Para la juventud, la integración social significa no
sólo la inserción total en la fuerza de trabajo y en la
vida política, social y cultural, sino también la transición
sin problemas de la dependencia de la familia (con
todo lo que ello abarca) hacia la independencia típica
de la vida adulta.176 Durante ese proceso, los jóvenes
adquieren nuevos compromisos legales, culturales,
económicos y sociales. Pero la exclusión social les
impide a los jóvenes completar esa transición en
todos esos componentes clave de la vida adulta futu-
ra. La educación incompleta, la inserción informal y
precaria en el mercado laboral y una identidad forjada
desde una posición marginal o fragmentada en la
sociedad pueden socavar la integración exitosa de la
juventud y su transición hacia la ciudadanía plena.
7.8 No es posible separar la transición hacia la ciuda-
danía de otras transiciones que se analizan en el pre-
sente informe. El desempleo es uno de los principales
factores de riesgo en la transición hacia la adultez, con
efectos indirectos sobre la ciudadanía y la participación
política. El impacto del desempleo es más grave para la
juventud de bajos ingresos y menos significativo para
los sectores más ricos, en los que los jóvenes cuentan
con un mayor acceso a los recursos. La calidad del
empleo es igualmente importante. Los empleos tem-
porarios e informales, más comunes entre la juventud
que entre la gente mayor, pueden retrasar o dificultar
la transición exitosa hacia la adultez (ver Capítulo 4).
7.9 La juventud se enfrenta a dificultades en la for-
mación de hogares debido a limitaciones financieras.
La falta de integración, ya sea a través del sistema edu-
cativo o del trabajo, ha creado aislamiento y aliena-
ción, especialmente en la juventud más pobre y mar-
ginal, que también ve truncada su transición en otras
dimensiones sociales, como el establecimiento de una
familia independiente.177 Los jóvenes pertenecientes a
las clases sociales y económicas menos privilegiadas
afrontan cada vez más dificultades para irse de la casa
de sus padres (o de su familia extensa) y establecer su
propio hogar. Sencillamente, no tienen el dinero para
poder hacerlo.
7.10 Sin un buen estado de salud, la gente joven no
puede tener esperanzas de convertirse en participan-
tes plenos en la sociedad. Sin embargo, los jóvenes
pobres y vulnerables tienen un acceso limitado a los
servicios de salud y de otro tipo. Mientras que tres de
cada cuatro jóvenes de entre 18 y 25 años pertene-
cientes al quintil de mayor poder adquisitivo poseen
algún tipo de cobertura médica, sólo el 38 por ciento
de sus coetáneos pertenecientes a los dos quintiles
más pobres tienen cobertura.178 Esto es de particular
relevancia en el caso de la falta de acceso a los servi-
cios de salud pública sexual y reproductiva, ya que
pone a la juventud pobre y marginal en riesgo de
experimentar embarazos no planeados o de contraer
VIH/SIDA (ver Capítulo 6).
La participación en sentido amplio siguesiendo un desafío7.11 La representación y la participación son cruciales
para influir en la formulación de políticas y ejercer pre-
sión para obtener recursos y servicios adecuados. Al
mismo tiempo, constituyen un mecanismo a través del
cual la juventud aprende y transita el camino hacia la
ciudadanía adulta. Eso puede lograrse mediante la afi-
liación a una organización u asociación, mediante el
Ciudadanía y participación
99
176. Fundación Banco de la Provincia de Buenos Aires (2005).177. Fundación Banco de la Provincia de Buenos Aires (2005).178. Datos provenientes del YSCS.
voto, mediante la influencia sobre las políticas destina-
das a los jóvenes o mediante la participación en los
procesos políticos. Sin embargo, muy a menudo, los
jóvenes encuentran cerrados los caminos de la parti-
cipación. Actualmente, y a pesar de las promesas de
inclusión, hasta Internet excluye aun más a la juventud
marginada. Si bien los jóvenes ricos pueden conectar-
se a Internet fácilmente, para los jóvenes pobres y
marginados, por lo general, el acceso a la Web es difí-
cil, lo cual debilita su capacidad de acceder a la infor-
mación, aprender y participar (Cuadro 7.1).
7.12 Las limitaciones de canales y recursos para ejer-
cer los derechos y las obligaciones de la ciudadanía
dentro del ámbito político-institucional representan
obstáculos que impiden a los jóvenes desarrollar su
potencial como ciudadanos. En Argentina, los jóvenes
pobres no están representados de manera adecuada
en las instituciones civiles y políticas. Si bien los parti-
dos políticos cuentan con ramas juveniles, ellas repre-
sentan principalmente a los jóvenes de clase media.179
Esa falta de representación puede desembocar en la
indiferencia política o el desaliento, que pueden tradu-
cirse en que los jóvenes se sienten incapaces de influir
en la formulación de políticas y de reclamar al gobier-
no que se satisfagan sus necesidades básicas.
Aumentar la participación política de la juventud cre-
aría un mecanismo para que ellos expresen sus recla-
Los jóvenes de hoy: un recurso latente para el desarrollo
100
CUADRO 7.1 INCLUSIÓN DIGITAL
La Fundación CDI es una organización no gubernamental cuya misión es promover la inclusión social de las comunidadesde bajos ingresos a través de la inclusión digital. Haciendo uso de la educación y la tecnología como herramientas para eldesarrollo, la CDI cree que aprender nuevas tecnologías contribuye a mejorar los estándares de vida y así brindar a los jóve-nes nuevas oportunidades para el desarrollo personal. El objetivo de la Fundación CDI es crear Centros CDI que funcionendentro de otras organizaciones que trabajan en comunidades.
En los Centros CDI, la informática, la responsabilidad social y la ciudadanía se integran a través de la metodología de losproyectos: a lo largo del curso, los alumnos trabajan en un proyecto que brinda soluciones reales para las necesidades espe-cíficas de la comunidad.
Los Centros CDI trabajan principalmente con jóvenes que mencionan el desempleo como uno de sus mayores problemas.Los Centros CDI abordan esa dificultad con tres estrategias básicas. En primer lugar, la juventud que asiste a los cursos dela CDI recibe capacitación en informática, una herramienta clave para conseguir empleo. En segundo lugar, con el objetode ampliar la importancia del conocimiento, los Centros CDI hacen hincapié en que la informática no es más que una herra-mienta que se utiliza para el diseño y la implementación de un proyecto. En tercer lugar, muchos de los proyectos estándirectamente relacionados con el empleo, y expertos en recursos humanos brindan consejos a los estudiantes sobre cómoelaborar su currículum vitae y cómo comportarse en las entrevistas de trabajo.
Los centros CDI se esfuerzan por estar comprometidos lo más estrechamente posible con las comunidades y con los pro-blemas que ellas afrontan. Un programa desarrollado por el Centro CDI “Del Suburbio” capacitó a dieciséis estudiantes queviven en condiciones realmente desfavorables. El Centro CDI “Juntos para Crecer” obtuvo un subsidio del Foro de Seguridadpara adquirir todos los materiales necesarios para capacitar a 12 jóvenes en situaciones de riesgo.
Fuente: Magdalena Horsburgh, Fundación CDI, Buenos Aires.
179. Bermudez (2004); Fundación Banco de la Provincia de Buenos Aires (2005); Petras (2002); Saravi (2004).
mos específicos y, de ese modo, se incrementaría la
rendición de cuentas del gobierno. 180
7.13 La participación juvenil es baja en las formas de
expresión y los procesos políticos tradicionales, como
unirse a partidos políticos o sindicatos y desempeñar
un cargo en una oficina pública (a excepción de la
votación, que tiene un alto grado de participación). Al
mismo tiempo, los jóvenes han estado al frente del
cambio social, movilizándose en contra de diversos
regímenes, desafiando a las instituciones y abrazando
nuevas ideas. Muchas de esas movilizaciones ocurrie-
ron de formas no tradicionales e informales, fuera de
la estructura institucional de la política formal.
7.14 De acuerdo con el World Values Survey (Encuesta
Mundial de Valores), el interés en la política ha dismi-
nuido desde la década de 1990 en los jóvenes argen-
tinos de entre 18 y 24 años, y es bajo en comparación
con el de otros países. 181
7.15 La YSCS muestra que el 76,8 por ciento de los
jóvenes de entre 18 y 24 años con derecho a voto
votaron en la última elección, en comparación con el
89,2 por ciento registrado en el grupo de los mayores
de 25 años. 182 Sólo el 28,4 por ciento de los jóvenes
de entre 18 y 24 años participa en organizaciones, en
comparación con el 32,7 por ciento registrado en
mayores de 24 años. La participación varía en función
de los ingresos. En los jóvenes, la votación es más fre-
cuente en los quintiles de ingresos superior e inferior
(80-85 por ciento), y desciende al 69 por ciento en el
cuarto quintil. El nivel más bajo de participación juve-
nil en organizaciones se registra en el quintil inferior,
con sólo un 19 por ciento (Tabla 7.1).
7.16 El bajo nivel de participación en organizaciones
indica una población creciente de jóvenes no compro-
metidos.183 En lugar de comprometerse con la acción
política tradicional y de los sistemas de gobierno, algu-
nos jóvenes se basan más en la acción directa que en
la representación. Sus manifestaciones episódicas pue-
den ser una poderosa manera de tratar los problemas
sociales.
Ciudadanía y participación
101
Quintil (5= el más rico) Votó en la última Participa en una elección (porcentaje) organización (porcentaje)
5 84,6 28,54 75,6 31,83 74,5 36,02 68,9 25,71 80,2 19,1
Fuente: Cálculos extraídos de la YSCS.
Tabla 7.1 Conductas de votación y participación de los jóvenes de entre 18 y 24 años,por quintiles de ingresos
180.Cada vez existe mayor cantidad de evidencia proveniente de otros países de que la participación de los jóvenes aumenta la rendición de cuen-tas de las instituciones públicas. Los jóvenes participativos tienen un conocimiento más cabal de los temas administrativos, presupuestarios y de polí-ticas, lo cual incrementa su capacidad para exigir la rendición de cuentas de las instituciones (Guerra 2005; LaCava 2004; Sirriani 2005;Torney-Purta2001, 2003).181. Banco Mundial (2006q).182. Si bien estos porcentajes de votación parecen elevados en comparación con los de Estados Unidos y otros países de la OCDE, en Argentinael voto es obligatorio para las personas mayores de 18 años. Aunque las penas y multas no se hacen cumplir de manera estricta, la presión norma-tiva provoca un aumento en los índices de votación.183. Estos datos concuerdan con los hallazgos de Lederman (2001), quien sugiere que el capital social en Argentina es bajo y que la participaciónde los jóvenes es todavía más baja, porque la juventud no está bien integrada en la economía.
7.17 La participación en el sistema político y otras
organizaciones sociales contribuye a la democracia
representativa, pero la democracia directa puede con-
tinuar fuera de esos canales.184 Sin embargo, los proce-
sos económicos y políticos que han ocurrido desde el
año 2000 provocan falta de interés en algunos jóvenes.
La participación política de la juventud ha crecido a
través de canales informales, autoorganización y movi-
lización directa. La participación política también se ha
expresado fuera del ámbito organizativo mediante la
auto-expresión artística (graffiti, música, escritura). 185
7.18 La juventud participa con mayor frecuencia en las
organizaciones en las que confía y cuando percibe que
están representados sus intereses. Los hombres jóve-
nes tienen más probabilidades de participar si asisten
a instituciones educativas y son solteros; la mujeres
jóvenes, si son solteras y mayores. El nivel de confian-
za que tienen los jóvenes en la mayoría de las institu-
ciones parece bajo, según se indica en la YSCS (Tabla
7.2). Al parecer, sólo las instituciones educativas y reli-
giosas inspiran confianza.
Nuevos movimientos sociales7.19 Recientemente, han surgido movimientos socia-
les fuertes en Argentina; los más destacados son los
piqueteros y las asambleas populares vecinales. Los
piqueteros (la mayoría con diferentes experiencias
organizativas como activistas en asociaciones vecina-
les, comedores, etc.) son un conjunto de grupos hete-
rogéneos con diferentes objetivos, políticas y estrate-
gias. Lo que define a los piqueteros es la acción colec-
tiva: la lucha en defensa de sus derechos mediante el
bloqueo de calles y autopistas. De manera similar, a
principios del año 2000, las asambleas populares veci-
nales le permitieron a la juventud expresar sus preo-
cupaciones. Conservando su autonomía con respecto
a las estructuras y los partidos políticos tradicionales,
esos grupos también brindaron espacio para talleres,
charlas, seminarios de educación popular, actividades
juveniles y recreación. 186
7.20 La participación de los jóvenes en esos movi-
mientos ha sido clave para la expresión de nuevos
conflictos sociales de complejidad creciente: la hetero-
geneidad de la pobreza y la desigualdad. Si bien la
fuerza inicial que promovió el movimiento piquetero
fueron los trabajadores que habían perdido su
empleo, al poco tiempo, el movimiento se abrió a nue-
vos actores, especialmente la juventud marginada, que
Los jóvenes de hoy: un recurso latente para el desarrollo
102
Quintil más pobre 2º quintil 3º quintil 4º quintil Quintil más rico
Jóvenes 18-24 añosMuy bajo o bajo 52,3 46,5 46,5 40,2 50,7Muy alto o alto 9,8 9,8 17,5 19,2 11,4Población mayor de 25 añosMuy bajo o bajo 48,9 39,7 38,8 36,3 41,1Muy alto o alto 10,8 12,7 15,7 14,9 20,5
Fuente: Los cálculos se basan en la YSCS.
Tabla 7.2 Nivel de confianza declarado en el sistema judicial, por edad y quintil de ingresos
184. La votación no es la única medida, ni la principal, de compromiso cívico y participación democrática. El compromiso cívico comienza con actossimples que contribuyen a desarrollar la ciudadanía como, por ejemplo, establecer redes, participar en asociaciones vecinales y defender los dere-chos de otros (Schudson 1999).185. Ver Plevin (2004) sobre graffiti juveniles (http://www.abroadviewmagazine.com/archives/spring_06/vandals.html) y las deliberaciones de PabloVilas sobre el “Rock Nacional” de Argentina.186. Petras (2002).
encontró un espacio de acción y representación direc-
ta. La mayoría de los grupos piqueteros son no jerár-
quicos. La autonomía y la democracia directa son prin-
cipios organizativos clave: las decisiones se toman
colectivamente en las asambleas.
7.21 A medida que la crisis económica se intensificaba,
el movimiento piquetero se expandió por todo el país
y reflejó los retos a los que se enfrentaban las institu-
ciones y los mecanismos de representación existentes
al tratar desafíos como el desempleo juvenil, la falta de
acceso a una vivienda, etc.187 Si bien ha disminuido la
participación juvenil en el movimiento piquetero, el
movimiento ha ayudado a definir una nueva identidad
para la juventud urbana de bajos ingresos, cambiando
la conciencia política de los pobres en general.
7.22 Lo atractivo de esos movimientos, especialmente
para la juventud marginada, ha sido su capacidad de
organizar grupos en torno a la exclusión social, crean-
do una identidad que va más allá de su falta de repre-
sentación formal y canaliza su descontento.188 La auto-
nomía y la organización horizontal definen a estos
movimientos, que se basan en relaciones interperso-
nales y ponen en duda la lógica de la “representación”.
Esa perspectiva resultó muy atractiva para los grupos
juveniles (de estudiantes, vecindarios, ar tistas calleje-
ros, centros culturales, organizaciones de derechos
humanos), que encontraron una forma de actuar y
generar nuevas áreas de emancipación. Importantes
segmentos de la población joven sintieron que esos
movimientos les brindaban una herramienta válida
para expresar sus intereses.189
7.23 El impulso de esos nuevos movimientos (y la
par ticipación en ellos de distintos segmentos de la
juventud) refleja no solamente un nuevo ciclo de
movilización social sino también la falta de oportuni-
dades económicas de los jóvenes marginados y su
lucha por hacerse oír. Aunque todavía en pequeña
escala, esos movimientos representan una nueva
forma de generar y ejercer la ciudadanía y de canali-
zar la representación basándose en la democracia
directa. Si bien se basan en la memoria histórica de la
clase trabajadora, esos movimientos abarcan a nuevos
actores sociales (y nuevas relaciones entre ellos), sin
mediación por par te de las instituciones políticas ni
estatales.
DELITO Y VIOLENCIA: OBSTÁCULOSPARA UNA TRANSICIÓN EXITOSA
7.24 Ser víctimas del delito y la violencia, o cometer
actos delictivos o violentos, puede afectar seriamente
la vida de los jóvenes e impedirles transiciones exito-
sas (hacia el trabajo, la adultez saludable, la paternidad
o maternidad y la ciudadanía). La violencia también es
costosa para la sociedad. A nivel individual, los jóvenes
que son víctimas de la violencia no solamente sufren
daños a su salud física y mental, sino que también es
probable que la experiencia afecte su rendimiento aca-
démico, su capacidad de conseguir empleo y su pro-
ductividad. A nivel macroeconómico, Lederman estima
que los costos económicos de los homicidios registra-
dos oficialmente en Argentina en 1997 ascienden apro-
ximadamente a $28 mil millones sólo en ese año, y a
casi $270 mil millones en los siguientes 25 años (supo-
niendo que las víctimas de homicidio tenían un poten-
cial de ganancias equivalente al PIB anual per cápita).190
El costo de la violencia, sin embargo, va mucho más allá
de las ganancias perdidas. Se calcula que los países de
América Latina destinan entre el 0,3 y el 5 por ciento
de su PIB a tratar las consecuencias médicas de la vio-
lencia, y entre un 2 y un 9 por ciento del PIB para los
servicios judiciales y policiales.191 Las proyecciones esti-
Ciudadanía y participación
103
187.Vommaro (2000).188. Zibechi (2003).189. Zibechi (2003).190. Lederman (1999).191. Buvinic y Morrison (2000).
man que el costo total de la violencia doméstica es de
un 2 por ciento del PIB en Chile.192
7.25 En Argentina, la violencia juvenil no es tan fre-
cuente ni tan grave como en América Central o
Brasil.193 Pero estudios recientes indican que algunos
jóvenes que no trabajan ni estudian se han agrupado
en pandillas y se dedican a diferentes dimensiones de
las actividades ilegales y delictivas.194 Esos grupos,
extremadamente heterogéneos, tienen distintas moti-
vaciones: algunos tienen trasfondos políticos, otros
están interesados únicamente en la acumulación de
riquezas, y otros se centran en la identidad y la posi-
ción social. 195 Esas pandillas ponen de relieve tanto los
aspectos simbólicos de la exclusión social de la juven-
tud argentina como sus condiciones materiales. 196
7.26 El Informe sobre Desarrollo Mundial más reciente
indica que el índice de encarcelación juvenil en
Argentina es mayor que el promedio. 197 En
Argentina, dicho índice es mayor que en Perú,
Nicaragua y Bolivia, pero menor que en México,
Panamá y Chile. Si bien Argentina ha trabajado para
promover los derechos humanos de los jóvenes en el
ámbito internacional, los altos índices de encarcela-
ción indican que esos enfoques aún no han penetra-
do completamente en el sistema de justicia de meno-
res. Argentina ha experimentando con modelos alter-
nativos de justicia para menores, otorgando becas
educativas a los jóvenes en lugar de encarcelarlos.198
Sin embargo, las leyes en vigencia no distinguen clara-
mente a los delincuentes juveniles por el tipo de deli-
to que cometieron como para poder evaluar la viabi-
lidad de una sentencia alternativa. Como consecuen-
cia, el sistema judicial y penal sigue siendo, en el mejor
de los casos, un sistema imperfecto para tratar la res-
ponsabilidad penal de los menores y reintegrarlos en
la sociedad.
7.27 La juventud es la etapa en la que comienzan la
mayoría de las carreras delictivas, lo cual constituye un
argumento de peso a favor de centrar los esfuerzos de
prevención del delito en los jóvenes y ofrecer opcio-
nes de rehabilitación viables a aquellos que han come-
tido delitos.199 Sin embargo, cuando se captura a los
delincuentes juveniles, generalmente se los trata del
mismo modo que a los adultos o se los desestima
como causas perdidas. Se ha descubierto que las cár-
celes exponen a los delincuentes jóvenes a riesgos adi-
cionales, lo cual hace que sea más probable la reinci-
dencia de los jóvenes en cometer delitos que su reha-
bilitación para contribuir positivamente en sus comuni-
dades. 200 Por lo tanto, es eficiente diferenciar cuidado-
samente a los delincuentes jóvenes según el tipo de
delito y evaluar la viabilidad de programas de senten-
cias que ofrezcan alternativas diferentes a la encarcela-
ción (por ejemplo, servicios comunitarios). Además de
que la encarcelación es costosa, las sentencias alterna-
tivas han demostrado ser una forma eficaz de tratar las
necesidades de las víctimas y de los delincuentes juve-
niles que cometen delitos menores, lo cual beneficia a
las comunidades en su totalidad.201 Cuando los jóvenes
cometen delitos graves, las cárceles deberían centrarse
en rehabilitarlos y en enseñarles habilidades, lo cual les
posibilitaría su reinserción en la sociedad y en el mer-
cado laboral una vez que recuperan su libertad. Se
debería fomentar la contratación de esos jóvenes en
calidad de empleados en el sector privado, como parte
de la responsabilidad social corporativa.
7.28 En Argentina, el índice de homicidios es, como
mínimo, cinco veces más alto que el de Francia, Italia y
Los jóvenes de hoy: un recurso latente para el desarrollo
104
192. Morrison y Orlando (1999).193. Kuasñosky y Szulik (1996); Rodgers (1999, 2005).194. Un artículo reciente escrito por Monte Reel en el Washington Post (24 de febrero, 2007) describe los supuestos vínculos entre las barras bra-vas y las pandillas que reciben dinero y trabajo de los clubes de fútbol para hostigar a las hinchadas de otros clubes.Ver también Kessler (2005).195. Kessler (2005); Kuasñosky y Szulik (1996, 2000).196. Saraví (2004).197. Banco Mundial (2006b).198. Muncie (2005); Fundación Kellogg (2006).199.Ver Greenwood (1995) y Levitt y Lochner (2000) para obtener datos sobre los Estados Unidos; Galiani y otros (2006).200. Informe del experto independiente para el estudio de las Naciones Unidas sobre la violencia contra los niños. A/61/299. (2006).201. UNICEF (2004).
España. Si bien, según los estándares de América
Latina, los niveles de delincuencia y violencia de
Argentina son leves, en los últimos años, los hombres
jóvenes han tenido una probabilidad desmesurada de
cometer delitos y de ser víctimas de la violencia.
Durante los últimos 15 años, los delitos violentos se
han incrementado en un 200 por ciento aproximada-
mente. Como consecuencia, la inseguridad es una pre-
ocupación pública clave en la actualidad, y las encues-
tas de opinión muestran que el 50 por ciento de los
argentinos percibe que la inseguridad aumenta cada
vez más en su barrio.202 Si bien los índices de homici-
dio de Argentina son inferiores que los de la mayoría
de los países de la región, Chile y Uruguay poseen
índices de homicidio más bajos, al igual que la mayoría
de los países de la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económico (OCDE). Los valores esti-
mados de los índices de homicidio por cada 100.000
personas para los hombres de entre 15 y 29 años,
publicados recientemente por la OMS, fueron de 11,5
en Argentina, 6,7 en Chile, 6 en Uruguay, 2,7 en Italia,
1,5 en España y 0,9 en Francia.203 Los datos del
Ministerio de Justicia ponen de relieve la centralidad
de los hombres jóvenes en la perpetración de los deli-
tos y la violencia: el 25 por ciento de la totalidad de
sentenciados por delitos en Argentina son hombres
de entre 18 y 20 años.204
7.29 La exposición a la violencia en la juventud está
estrechamente relacionada con otros factores de ries-
go que reducen las probabilidades de que los jóvenes
logren tener una transición exitosa hacia una adultez
sana y responsable (ver Tabla 1.2). El análisis por con-
glomerados basado en los datos de la YSCS para cua-
tro provincias de Argentina revela que los jóvenes que
crecieron en hogares violentos tienen índices más
altos de iniciación sexual temprana y deserción esco-
lar que los que provienen de hogares no violentos
(Figura 7.1).
Esos resultados concuerdan con investigaciones reali-
zadas en los Estados Unidos y América Latina, que han
demostrado que los jóvenes en riesgo de tener con-
ductas violentas, a menudo, muestran otras caracterís-
ticas que pueden ponerlos en riesgo: pobreza, alcoho-
lismo, consumo de drogas, problemas de salud mental,
abuso, abandono, barrios con un alto índice delictivo,
problemas en la escuela, deserción escolar, desempleo,
crianza de los hijos inadecuada o inconstante, vincula-
ción inadecuada con las instituciones comunitarias y
relación con pares delincuentes.205 La violencia domés-
tica es especialmente devastadora para las mujeres. En
las proyecciones se estima que el costo total de la vio-
lencia doméstica es el 2 por ciento del PIB para
Chile.206 En 1999, las legisladoras de Argentina desem-
peñaron un papel fundamental en garantizar la aproba-
Ciudadanía y participación
105
Fuente: Los cálculos se basan en la YSCS.
Deserción escolar
MujeresDe hogares violentos De hogares no violentos
Figura 7.1 Violencia doméstica, deserción escolar e iniciación sexual temprana en cuatro provincias de Argentina
Hombres Mujeres Hombres
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Iniciación sexual temprana
202. Los datos de Gallup corresponden al año 2002. En 1997-2000, 32-39 por ciento de los encuestados sentía que la inseguridad había crecido ensu barrio (citado en Garcette 2006).203. OMS (2002).204. Garcette (2006).205. Greenwood (1995); Dowdney (2005) sobre Brasil.206. Morrison y Orlando (1999).
ción de una ley que modificó el código penal para defi-
nir los delitos sexuales contra las mujeres y los niños y
establecer penas más severas para esos actos. 207
7.30 Desde una perspectiva normativa, esas tenden-
cias son un motivo de preocupación. No sólo las
muertes, los daños y las discapacidades causadas por
el delito y la violencia constituyen una carga pesada
para la salud pública sino que, además, el costo de la
violencia también se transfiere más ampliamente a la
sociedad. Se ha demostrado que la violencia reduce el
capital humano y social. Provoca una reducción de los
ahorros y las inversiones. Hace que disminuya el turis-
mo, la productividad y la participación de la fuerza de
trabajo. Y desvía los recursos escasos hacia la policía,
las prisiones y los tribunales, reduciendo el crecimien-
to y el desarrollo y perpetuando la pobreza.208
Mediante un enfoque holístico y sistemático del con-
trol y la prevención de la violencia (dirigido a los jóve-
nes que corren un gran riesgo y a sus familias, tratan-
do los factores de riesgo en diversos niveles), es posi-
ble reducir la violencia. Existe un conjunto creciente
de pruebas que indican que la violencia juvenil puede
prevenirse y que es posible brindar rehabilitación a los
delincuentes para que participen en sus comunidades.
El delito y la violencia afectan gravementea la juventud 7.31 Si bien la recolección de datos sobre delitos y
violencia ha mejorado en los últimos años en
Argentina, la falta de encuestas integrales de victimiza-
ción en zonas con un alto grado de violencia impide
un análisis exhaustivo de la dinámica de la violencia
juvenil y de los factores de riesgo y protección relacio-
nados. Desde 2002, el Ministerio de Justicia ha infor-
mado los índices de acusaciones formales según la
edad del delincuente, clasificando a hombres y muje-
res en tres grupos etarios: 15-17 años, 18-24 años y
25-44 años para los datos de homicidios, y 15-17
años, 18-21 años, y 22-44 años para los datos de deli-
tos contra la propiedad. Aunque el presente capítulo
utiliza los índices de acusaciones formales como una
variable representativa de los niveles reales de delitos
y violencia, hay que tener en cuenta que dichos índi-
Los jóvenes de hoy: un recurso latente para el desarrollo
106
Figura 7.2 Índices de homicidio para los hombres (variable representativa) por cada 100.000 personas pertenecientes a la misma categoría de edad (Argentina, 2002-2005)
Nota: los índices son por cada 100.000 personas pertenecientes a la misma categoría, 2002-2005Fuente: Cálculos realizados por el autor
15-17 años
60
50
40
30
20
10
02002 2003 2004 2005 2002 2003 2004 2005
25-44 años
18-24 años
Figure 7.3 Índices de homicidio para las mujeres (variable representativa) por cada 100.000 personas pertenecientes a la misma categoría de edad (Argentina, 2002-2005)
4,03,53,02,52,01,51,00,50,0
15-17 años 25-44 años
18-24 años
207. UNICEF (2006).208.Ver, por ejemplo, Ayres (1998) para obtener un análisis minucioso de los costos de la violencia y su impacto sobre el desarrollo.
ces sólo pueden brindar un indicio de los patrones
generales de delito y violencia.209
7.32 Esta sección presenta las tendencias sobre delito
y violencia para la juventud de Argentina sobre la base
de los datos disponibles de 2002-2005 y la YSCS.
Brinda algunas pautas para llegar a comprender los
factores de riesgo relacionados con la conducta vio-
lenta tomando como base datos de panel, datos de la
YSCS y otras fuentes. Sin embargo, el pequeño tama-
ño de la muestra no permite formular conclusiones
sólidas. La última sección brinda algunas preguntas
para orientar el debate sobre políticas.
7.33 Los hombres jóvenes de entre 18 y 24 años fue-
ron los que tuvieron más probabilidades de cometer
homicidio durante los últimos cuatro años, aunque
hubo un descenso general en el número de homici-
dios (Figura 7.2). Los índices de homicidio descendie-
ron aproximadamente un 45 por ciento en los hom-
bres de 18-24 años y en los de 25-44 años, y un 50
por ciento en los hombres de entre 15 y 17 años. Los
hombres jóvenes de entre 18 y 24 años fueron los
que tuvieron más acusaciones formales durante el
período 2002-2005, representando un 33 por ciento
de las acusaciones formales a hombres por homicidio.
Además, tuvieron 14 veces más probabilidades de ser
procesados que las mujeres de esa misma edad. El
índice de acusaciones formales para ellos fue un 30
por ciento más alto que el de los adultos, y un 10 por
ciento más alto que el de los menores.210 Los índices
de acusaciones por homicidio aumentaron levemente
para los jóvenes de entre 18 y 24 años y para los
hombres adultos durante 2002-2005. Para los meno-
res de edad, las acusaciones por homicidio se incre-
mentaron un 30 por ciento en 2002-2004 y luego dis-
minuyeron un 25 por ciento en 2005.
7.34 Los índices de homicidio para las mujeres jóve-
nes de entre 18 y 24 años descendieron un 46 por
ciento. Para las mujeres menores de 18 años y las
mayores de 25 años, el índice de homicidio se incre-
mentó un 10 por ciento (Figura 7.3). En las mujeres, el
grupo de 15-17 años representaba el 11 por ciento de
Ciudadanía y participación
107
Figura 7.4 Víctimas de homicidio masculinas por edad
Nota: los índices son por cada 100.000 personas pertenecientes a la misma categoría, 2002-2005Fuente: Cálculos realizados por el autor
15-17 años
4035302520151050
2002 2003 2004 2005 2002 2003 2004 2005
25-44 años
18-24 años
Figure 7.5 Víctimas de homicidio femeninas por edad
7
6
5
4
3
2
1
0
15-17 años 25-44 años
18-24 años
209. Existen salvedades importantes con respecto a estos datos. En primer lugar, los índices de homicidio son una variable representativa de la vio-lencia, pero no pueden capturar de manera precisa los tipos de violencia no mortal, especialmente la violencia doméstica y sexual. En segundo lugar,la cantidad de casos no denunciados es muy grande. Se calcula que sólo se ha denunciado un 33,4 por ciento del total de delitos contra la propie-dad en la Ciudad de Buenos Aires (Kessler 2004).210. En esta sección, el término “adulto” se refiere a las personas mayores de 25 años, y el término “menores de edad” se refiere a lo jóvenes deentre 15 y 17 años.
las mujeres procesadas por homicidio, mientras que el
grupo de 18-24 años representaba el 30 por ciento.
7.35 En los menores de edad, las mujeres poseen los
índices de victimización más elevados, pero, en los
adultos, los índices de victimización más altos son de
los hombres. Por homicidio, los menores poseen los
índices de victimización más elevados entre las muje-
res, y los menores representan un 16 por ciento de las
víctimas de homicidio femeninas, pero sólo el 5 por
ciento del total de la población femenina (Figura 7.5).
La mujeres jóvenes de entre 18 y 24 años representa-
ban el 14 por ciento de las víctimas de homicidio
femeninas, y las mujeres de entre 25 y 44 años, el 70
por ciento. Pero, para los hombres, el índice de victi-
mización de adultos fue un 15 por ciento mayor que
el del grupo de 18-24 años, y un 25 por ciento mayor
que el del grupo de 15-17 años (Figura 7.4). Los hom-
bres adultos representaron un 63 por ciento de las
víctimas de homicidio masculinas desde 2002 hasta
2005, en comparación con el 26 por ciento para el
grupo de 18-24 años y 10 por ciento para el grupo de
15-17 años; esos porcentajes se mantuvieron sorpren-
dentemente estables durante los últimos cuatro años.
El índice de victimización por homicidio siempre ha
sido mayor para los hombres que para las mujeres,
cualquiera sea su grupo etario. En especial, el índice de
victimización por homicidio era casi 18 veces mayor
para los hombres de entre 18 y 24 años que para las
mujeres de la misma edad en el período 2002-2005.
7.36 Mientras el grupo de 18-20 años representaba
un 25 por ciento de las sentencias de prisión en
Argentina desde 2002, el grupo de 15-17 años repre-
sentaba sólo un 1 por ciento. 211 El porcentaje de sen-
tencias en adultos es predominante. La juventud tam-
bién ha sido la poseedora de la mayor cantidad de
acusaciones formales por delitos contra la propiedad,
aunque, una vez más, la cantidad total de delitos con-
tra la propiedad disminuyeron desde el año 2002. Los
jóvenes de entre 15 y 17 años representaron el 26
por ciento de las acusaciones formales por hurto y el
25 por ciento por robo. Los jóvenes de entre 18 y 21
años representaron el 23 por ciento de las acusacio-
nes formales por hurto y el 27 por ciento por robo.
7.37 Los datos descriptivos obtenidos de la YSCS
brindan una visión breve específica para cada contex-
to de la victimización y la delincuencia juvenil en
Buenos Aires, Misiones, Salta, y Neuquén, donde alre-
dedor del 8 por ciento de los jóvenes encuestados
informaron haber sufrido un acto violento en su hogar.
Quizás resulte sorprendente, pero la violencia en el
hogar parece afectar a hombres y mujeres en igual
proporción. En el 56 por ciento de los casos, es el
padre el denunciado como el agresor, y en el 65 por
ciento de los casos las víctimas son mujeres jóvenes.
La proporción de jóvenes que denunciaron sentirse
inseguros en su barrio es alta (65 por ciento), pero
cercana a la proporción de adultos (67 por ciento). En
cuanto a los delitos contra la propiedad, el 21 por
ciento de los jóvenes informó haber sido víctima de
ese tipo de delitos durante el pasado año. El 10 por
ciento de los jóvenes denunció robos a inmuebles, y el
9 por ciento, asaltos. Sólo un 2 por ciento denunció
hurtos.
7.38 Aproximadamente la mitad de los jóvenes
encuestados informaron haber sido testigos del ataque
de un grupo hacia otro grupo en el vecindario duran-
te los últimos 12 meses. El cincuenta por ciento de los
que fueron testigos de los ataques informaron que
ambos grupos estaban compuestos por gente joven.
Alrededor del 60 por ciento de ellos informó que o el
grupo de los agresores o el grupo de las víctimas esta-
ba compuesto por gente joven. Entre los hombres
jóvenes, el 11 por ciento declaró haber estado involu-
crado en un ataque violento durante el último mes, en
comparación con sólo un 4 por ciento de las mujeres
jóvenes. Cuando se les preguntó acerca del año ante-
Los jóvenes de hoy: un recurso latente para el desarrollo
108
211. Se desconoce la edad en el 40 por ciento de las sentencias durante los últimos cuatro años.
rior, el 29 por ciento de los hombres jóvenes declaró
que había sido víctima de un acto violento, en compa-
ración con el 15 por ciento de las mujeres jóvenes.
Factores de riesgo: resultados preliminares 7.39 Como ya se mencionó anteriormente, la ausen-
cia de datos exhaustivos sobre la victimización y las
características individuales de los delincuentes jóvenes
impide un análisis integral de la dinámica de la violen-
cia juvenil y de los factores de riesgo relacionados. La
presente sección ofrece un análisis preliminar de los
factores de riesgo basándose, en primer lugar, en
datos de panel (mediante la construcción de variables
económicas, utilizando la Encuesta Permanente de
Hogares, y variables demográficas, utilizando el censo
de 2001) y, en segundo lugar, en datos micro de la
YSCS. 212 El hecho de que los datos de panel abarquen
únicamente cuatro años es una desventaja significativa.
Los homicidios femeninos eran tan poco comunes en
algunas provincias que las regresiones se limitan a los
hombres y la población total. Además, el análisis no
incluye variables como los gastos de la policía provin-
cial, ya que esos datos no estaban disponibles. Las
variables representativas para los índices de criminali-
dad se han construido a partir de los índices de acu-
saciones formales, que dependen en gran medida de
la eficiencia de la policía.
7.40 El análisis econométrico sólo brinda resultados
no concluyentes con respecto al efecto de las varia-
bles económicas y sociales en la victimización por
homicidio.213 Los resultados sugieren que el alto nivel
de desempleo provoca un mayor número de homici-
dios en menores, pero cabe aclarar que otros estudios
no han llegado a los mismos resultados. En el grupo de
18-24 años, sin embargo, el alto nivel de desempleo
pone de manifiesto un efecto negativo pero ligera-
mente significativo sobre la victimización por homici-
dio. Pero las regresiones específicas para hombres no
pueden reproducir esos resultados.
7.41 La participación ejerce un fuerte efecto negativo
en el índice de victimización por homicidio de hom-
bres menores de 18 años. La proporción de personas
que sólo han terminado la escuela primaria tiene un
efecto fuertemente positivo y significativo en el índice
de victimización por homicidio, cualquiera sea el
grupo etario al que pertenezcan. En contraposición,
haber terminado la escuela secundaria no ejerce nin-
gún efecto significativo en ninguno de los índices de
homicidio ni de los jóvenes ni de los adultos. La den-
sidad de población ejerce un efecto negativo significa-
tivo en el índice de homicidio para el grupo de 18-24
años en todas las regresiones.
7.42 En algunas regresiones, únicamente la densidad
de población y los índices de desempleo muestran un
efecto significativo en el índice de homicidios. Pero el
signo del coeficiente es sorprendente para ambas
variables. Las zonas con mayor densidad de población
registran índices de homicidios más bajos para los
menores de edad, y las zonas con un mayor nivel de
desempleo tienen índices de homicidio más bajos para
el grupo de 18-24 años. Las regresiones en las que
sólo se toma en consideración a los hombres llegan a
los mismos resultados.
7.43 Un análisis de los factores de riesgo basado en
los datos de la YSCS concluyó que, si se las compara
con las no víctimas, las víctimas jóvenes de delitos vio-
lentos y la juventud involucrada en ataques violentos
tienen mayores probabilidades de pertenecer a los
quintiles más pobres, de ser hombres, de consumir
alcohol y drogas, y de vivir en una familia desintegrada
y con un adulto que consume drogas (Tabla 7.1). La
juventud perteneciente a los quintiles más pobres que
vive en un hogar deshecho también tiene más proba-
bilidades de sufrir violencia doméstica. Quizás resulte
sorprendente que los jóvenes pertenecientes a una
organización, al parecer, también tienen más probabili-
dades de ser víctimas de un delito contra la propiedad
Ciudadanía y participación
109
212.Ver apéndice para consultar la metodología.213.Ver las tablas incluidas en el apéndice.
o un delito violento. Las víctimas jóvenes de delitos
contra la propiedad tienen menos probabilidades de
pertenecer al quintil más rico y de tener una madre
que haya completado los estudios universitarios, y tie-
nen más probabilidades de consumir drogas y de vivir
con un adulto que consume drogas.
7.44 Los delitos contra la propiedad y los homicidios
se concentran en Buenos Aires: el 17 por ciento de
hurtos, 27 por ciento de asaltos, 57 por ciento de
hurto de automóviles, 65 por ciento de robo de auto-
móviles y 47 por ciento de homicidios tuvieron lugar
en Buenos Aires en el período 2002-2005.214 Los deli-
tos y la violencia en Argentina suelen ocurrir en luga-
res con mayor densidad de población.
7.45 Otros análisis de los factores de riesgo para la
delincuencia y la violencia indican correlaciones entre
la delincuencia y la violencia juveniles y los altos índi-
ces de desempleo juvenil. Entre 1990 y 2002, el des-
empleo aumentó un 120 por ciento para la fuerza de
trabajo y un 160 por ciento para la juventud. El dete-
rioro del mercado laboral y el aumento extremo del
desempleo juvenil en el período 1990-2002 se corre-
lacionan positivamente con el delito, lo cual indica que
los índices de criminalidad aumentan con el desem-
pleo. Cerro y Meloni (2000) concluyen que un aumen-
to del 10 por ciento en el desempleo incrementa el
índice de criminalidad en Argentina en un 1,8 por
ciento.215 El desempleo juvenil alcanzó el 26,3 por
ciento (718.000 personas) en 2005, es decir, un 40 por
ciento del total de población sin empleo.216 Kessler
(2005) sostiene que, entre otros factores, la inestabili-
dad del mercado laboral durante los últimos años hizo
que la juventud combinara las actividades legales con
las ilegales para sobrevivir.217 En Buenos Aires, el 58
por ciento de los jóvenes menores de 18 años impli-
cados en delitos todavía van a la escuela.218 Sin embar-
go, los estudios realizados en otros países concluyen
que, por lo general, los delincuentes juveniles son
jóvenes que han abandonado los estudios. Por consi-
guiente, si bien es posible que los esfuerzos por edu-
car a los jóvenes no reduzcan los niveles de delincuen-
cia y violencia de manera inmediata, pueden provocar
un impacto significativo con el paso del tiempo.219
7.46 También existen pruebas que relacionan la cre-
ciente desigualdad con los altos índices de homicidios
y delitos contra la propiedad. 220 Garcette (2005) vin-
cula el incremento de los delitos contra la propiedad
en Argentina con los niveles de desigualdad de ingre-
sos (medidos utilizando el coeficiente de Gini, que ha
aumentado un 12 por ciento desde 1996), y concluye
que la desigualdad de ingresos puede explicar un 10-
15 por ciento del aumento de los delitos contra la
propiedad en 1992-2002.221 Un estudio de los facto-
res determinantes del inicio de actividades delictivas
realizado por Galiani y otros (2006) sostiene que el
servicio militar aumenta las probabilidades de des-
arrollar antecedentes penales con posterioridad
(especialmente por delitos contra la propiedad y deli-
tos con armas). 222
MEDIDAS PARA PROMOVER LA CIUDADANÍA Y REDUCIR LA DELINCUENCIA Y LA VIOLENCIA
7.47 Para facilitar la transición de los jóvenes pobres y
marginales hacia la ciudadanía plena es necesaria la
inclusión de los jóvenes marginados mediante el des-
arrollo de capacidades, el apoyo social y el otorga-
Los jóvenes de hoy: un recurso latente para el desarrollo
110
214. Garcette (2006).215. Cerro y Meloni (2000).216. Ministerio de Trabajo (2005), citado en Carlsson (2006).217. Kessler (2005), citado en Carlsson (2006).218. Kessler (2003).219. Dowdney (2004); FLL (1998).220. Fajnzylber, Lederman y Loayza's (1998, 2000, 2002a, 2006b).221. Garcette (2005).222. Galiani, Rossi y Schargrodsky (2006).
miento de poder económico, social y político.223 Es
importante que las políticas y los programas reconoz-
can la heterogeneidad en la juventud y que también
sean multisectoriales e integrales; el desarrollo de la
ciudadanía es inseparable de otras transiciones, como
la transición hacia la fuerza de trabajo, hacia una vida
sana y hacia la paternidad o maternidad (para obtener
recomendaciones sobre estas dimensiones, ver capítu-
lo 8). 224
7.48 Si se le otorga mayor poder, la juventud puede
cambiar positivamente a la sociedad, pero sólo si
cuenta con el capital político, social y humano necesa-
rios. Sin ellos, puede caer en el aislamiento económi-
co, social y psicológico. Las políticas para la integración
de la juventud deberían comenzar por ampliar sus
oportunidades económicas, un elemento clave para
reducir los riesgos sociales y aumentar su compromi-
so como adultos productivos.
7.49 Es importante fortalecer las redes y los vínculos
sociales entre los jóvenes. Facilitar las comunicaciones
y el acceso a la información y a la tecnología puede
mejorar la confianza, la comprensión y la participación.
Sin embargo, desarrollar capital social horizontal no es
suficiente. Incrementar la participación y promover la
interacción entre los jóvenes de distintos niveles
sociales y económicos puede producir un aumento de
la confianza, desarrollar asociaciones para la toma de
decisiones colectiva y crear oportunidades para la
enseñanza y el aprendizaje (Cuadro 7.2).
7.50 Facilitar la participación de los jóvenes en el des-
arrollo comunitario y transferirles recursos y responsa-
bilidades en la toma de decisiones ha demostrado ser
eficaz. Incluir a los jóvenes en actividades comunitarias
(desde las campañas sobre SIDA hasta la planificación
local) forja una visión común y un sentido de la identi-
dad, incrementando así la solidaridad y la confianza
entre los participantes, incluyendo a la juventud y otros
grupos sociales. Promover la participación de los jóve-
nes les da la posibilidad de hacerse oír para articular
sus necesidades y contribuir en el proceso de toma de
decisiones. Por ejemplo, la planificación participativa
(como la elaboración participativa del presupuesto en
Brasil) aumenta la comprensión del compromiso cívico
y de los instrumentos políticos clave en la juventud.
Mediante la delegación de responsabilidades en otros
miembros del grupo, esos mecanismos fomentan la
confianza en los procesos y las instituciones. 225
7.51 Crear la capacidad de las instituciones estatales
para abordar los problemas de los jóvenes y facilitar su
participación en la formulación de políticas constituye
otro desafío. Si bien es necesaria la participación en el
ámbito local, también puede ser valioso el compromi-
so de los jóvenes en niveles más altos de formulación
de políticas. Mejorar la capacidad de las instituciones
estatales y de los jóvenes aumenta la relevancia y la
calidad de la participación juvenil, permitiendo así que
los jóvenes negocien con las instituciones que afectan
sus vidas, influyan sobre ellas, las controlen y les solici-
ten una rendición de cuentas.
7.52 Fomentar la participación política de la juventud
como un proceso multidimensional es uno de los des-
afíos finales. Aunque la participación política puede
canalizarse a través de instituciones y procesos políticos
prescriptos (votar en las elecciones, postularse como
candidato a un cargo público), la participación política
juvenil también se puede fomentar haciendo uso de
otros mecanismos, como las consultas organizadas por
ministerios y agencias para tratar los problemas de los
jóvenes. Experiencias recientes indican que los partidos
políticos y los sindicatos no son los únicos medios para
expresar los intereses de clases y grupos. Facilitar la afi-
Ciudadanía y participación
111
223. La Cava y otros (2004).224. Debido a la complejidad de los temas en cuestión, las recomendaciones para la ciudadanía se presentan en forma de párrafos, y no en un esque-ma de viñetas como en otros capítulos.225. Guerra (2002).
liación a organizaciones sociales y cívicas (consejos
estudiantiles, asociaciones vecinales) podría proporcio-
nar una valiosa vía para la toma de medidas que pro-
muevan la capacidad de los jóvenes de crear electora-
dos, generar recursos y expresar sus opiniones.
7.53 Todas esas indicaciones de políticas requieren la
toma de conciencia de las distintas divisiones que exis-
ten entre los destinatarios juveniles (en base al géne-
ro, el nivel socioeconómico y la ubicación). Pero para
todos esos grupos, la transición de los jóvenes hacia la
ciudadanía adulta se ha prolongado en Argentina
(especialmente para los jóvenes más pobres, que
afrontan cada vez más dificultades para encontrar un
trabajo estable, formar una familia independiente y
participar en la sociedad).
7.54 No promover la inclusión de los jóvenes tiene
efectos devastadores (quizás ninguno tan importante
como la delincuencia y la violencia). Si bien escasean
los datos válidos sobre la delincuencia juvenil, parece
que los factores de riesgo para la delincuencia a
menudo se superponen con los factores de riesgo
para otras dificultades que afrontan los jóvenes: la
pobreza, el desempleo, las familias desmembradas y el
abuso de sustancias.
7.55 Para tratar la amenaza que constituyen la delin-
cuencia y la violencia para la vida de las personas, la
seguridad pública y el desarrollo, se pueden tomar en
consideración las siguientes preguntas:
• ¿Cómo se puede mejorar la cooperación entre las
autoridades de aplicación de las leyes locales y el
Ministerio de Justicia para evaluar la viabilidad de
programas tendientes a mejorar las relaciones entre
la policía y la comunidad (como, por ejemplo, la
actuación policial comunitaria en vecindarios que
poseen un alto índice de delincuencia)?
• ¿Cómo se puede probar la eficacia de programas
como los planes de justicia comunitaria, las sancio-
nes graduales y la rehabilitación, y expandirlos
potencialmente?
• ¿Cómo se puede mejorar la calidad de los datos dis-
ponibles sobre la prevalencia de tipos específicos de
delincuencia y violencia juvenil para permitir un aná-
lisis más exhaustivo de los problemas e informar
mejor las decisiones sobre políticas?
• ¿Cuál es la forma más efectiva de fortalecer la
infraestructura de las comunidades para brindar ser-
vicios básicos, mantener el orden público y desarro-
llar capital social, especialmente en comunidades
marginadas, y, a su vez, mantener la atención centra-
da en los jóvenes y sus familias?
• ¿El marketing social es un medio viable para reforzar
los mensajes antiviolencia?
• ¿Cuál es la forma más eficaz de reducir la violencia
en el hogar y mejorar la capacidad de los padres de
ser responsables?
• ¿Cómo se pueden adaptar los programas de des-
arrollo de habilidades de vida para enseñarles a los
jóvenes habilidades para la toma de decisiones y la
solución de problemas desde una edad temprana?
Los jóvenes de hoy: un recurso latente para el desarrollo
112
Ciudadanía y participación
113
CUADRO 7.2 SEGUIMIENTO Y EVALUACIÓN ENTRE ONG JUVENILES: LOS JÓVENES COMO ACTO-RES CLAVE EN CADA ETAPA
El proyecto “Seguimiento de programas juveniles innovadores en el Cono Sur” apoyó a las ONG que trabajan con los jóve-nes mejorando la implementación de sus programas. El proyecto, concebido como un proceso de capacitación y acción, secentró en 20 líderes jóvenes de Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay y los ayudó a desarrollar habilidades para el segui-miento de proyectos. Diseñado por personal del Banco y por la Fundación SES (una ONG argentina con una amplia expe-riencia de trabajo relacionado con los problemas juveniles), continuó la labor de la “Feria del Desarrollo”, que brindó finan-ciación competitiva a las ONG para implementar programas juveniles innovadores. Luego de recibir capacitación, los jóve-nes líderes realizaron un seguimiento o “acompañamiento” de la implementación de uno de los proyectos financiados porla Feria.
El proyecto logró sus objetivos y tuvo muchos efectos positivos. Las organizaciones sujetas a seguimiento o acompañamien-to tomaron una mayor conciencia de la importancia del seguimiento y la sistematización. Muchas de ellas no realizabanseguimientos a sus proyectos y, desde entonces, han comenzado a hacerlos, lo cual se traduce en una mejor implementa-ción de sus programas. Por otra parte, el proyecto ha fortalecido la red de líderes jóvenes comprometidos con los proble-mas de desarrollo de la juventud. De hecho, todos los jóvenes que participaron en el seguimiento establecieron contratosde trabajo con las ONG que acompañaron para seguir trabajando una vez que el proyecto finalizara. La clave del éxito delproyecto fue que se centró en los jóvenes como actores clave en cada etapa del ciclo del proyecto: diseño, implementación,evaluación y difusión.
El diseño del proyecto era innovador.Tomando como punto de partida experiencias anteriores de los jóvenes líderes, la meto-dología para el seguimiento y acompañamiento de los proyectos se elaboró mediante un método participativo. Haciendouso de una serie de técnicas educativas populares, el grupo de jóvenes líderes propuso dimensiones y aspectos para exa-minar durante el proceso.También organizaron la secuencia y el contenido de las preguntas que harían en cada una de lasvisitas del proyecto. En base a las propuestas de los jóvenes, la Fundación SES diseñó los instrumentos aplicados durante elseguimiento y acompañamiento. Ese diseño participativo fue fundamental para facilitar la aplicación de la metodología: losjóvenes se sentían seguros aplicando un instrumento que ellos mismos habían desarrollado.
Los procesos de seguimiento y acompañamiento fueron llevados a cabo por los jóvenes. Ellos visitaron los proyectos, reca-baron información, brindaron su devolución, o feedback, a la organización y redactaron los informes del seguimiento. Peroel proceso de acompañamiento fue mucho más que la simple recolección de datos. Fue un proceso de enseñanza y apren-dizaje, en el que las dos partes se vieron beneficiadas en el intercambio. Para apoyar ese proceso, se sugirió que los jóve-nes trabajaran en parejas, para así poder compartir y debatir sus dudas, observaciones y recomendaciones. Los jóvenes tam-bién fueron los protagonistas durante la evaluación del proyecto. Participaron en un proyecto de dos días de duración, en elcual se compartieron los resultados del seguimiento, se evaluó la metodología, se analizaron los objetivos del proyecto y seevaluó el rol de SES.
Que los jóvenes hayan desempeñado un papel central en el ciclo del proyecto no significa que ellos hayan trabajado solos.Las “lecciones aprendidas” del proyecto sugieren que las experiencias más exitosas del seguimiento y acompañamientoincluyeron a un adulto proveniente de la organización de procedencia de los jóvenes, que les brindó apoyo y orientaciónpara llevar a cabo su trabajo. Esa relación también fue importante para establecer acuerdos de trabajo entre las dos ONG(la organización de origen de la persona joven y la organización en la que esa persona realizó el seguimiento y acompa-ñamiento).
En la actualidad, los jóvenes están elaborando una publicación para comunicar su experiencia en el proyecto y difundir unametodología ya probada, diseñada y utilizada por los jóvenes.También están a cargo de diseñar la estrategia de publicacióny distribución, que estará dirigida especialmente a organizaciones de base que trabajan con jóvenes.
Fuente: Marisa Miodosky.
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