crisis, cooperativas y estado en el sector vitivinícola durante el
Post on 12-Feb-2017
222 Views
Preview:
TRANSCRIPT
1
Workshop “Estado y agricultura en España (1920-1960): continuidad y cambios”
(Madrid, Universidad Carlos III de Madrid, 17-18 noviembre 2014)
CRISIS, COOPERATIVAS Y ESTADO EN EL SECTOR VITIVINÍCOLA
ESPAÑOL DURANTE EL FRANQUISMO1
Francisco J. MEDINA-ALBALADEJO
Universitat de València
Departament d’Anàlisi Econòmica
Facultat d’Economia - Edificio departamental oriental -
Avinguda dels Tarongers s/n
46022 València (España)
E-mail: francisco.medina@uv.es
Resumen
La literatura ha señalado la importancia del Estado a la hora de explicar el desarrollo del
cooperativismo desde un punto de vista teórico. El Estado conformaría la estructura de
apoyo que solventa problemas intrínsecos al sistema cooperativo como los financieros y
de capitalización. Entre 1945 y 1965 se produjo la gran expansión del cooperativismo
en el sector vitivinícola español, tras décadas de escasa implantación de un movimiento
débil y atrasado con respecto a otros países europeos productores de vino, tales como
Francia o Italia. El objetivo de este trabajo es conocer cuáles fueron los principales
factores que impulsaron este proceso de expansión, dedicando especial atención al papel
del Estado en este proceso. Nuestras primeras hipótesis apuntan a una profunda crisis de
los precios del vino a finales de los años 40 y principios de los 50, que impulsó a gran
cantidad de viticultores a integrarse en bodegas cooperativas ante la caída de los
precios. Así se dieron las condiciones necesarias para un proceso de expansión que no
se hubiera podido producir sin la ayuda del Estado, especialmente en la cuestión de la
financiación, al considerar las instituciones que era una buena forma de controlar la
elaboración de un producto con graves problemas de caída de precios por la
sobreproducción y la saturación de los mercados, al mismo tiempo que fue utilizado
como un medio de control social.
1 Este trabajo ha sido realizado en el marco del Proyecto 11992/PHCS/09 (Fundación Séneca, Región de
Murcia) y HAR2013-47182-C02-01 (Ministerio de Economía y Competitividad, Gobierno de España).
2
1. Introducción
Entre 1945 y 1965 se produjo la gran expansión del cooperativismo en el sector
vitivinícola español, tras décadas de escasa implantación de un movimiento débil y
atrasado con respecto a otros países europeos productores de vino, tales como Francia o
Italia. Este proceso de expansión ha derivado en que las bodegas cooperativas españolas
tengan hoy día una importancia similar a las de otros países dentro del sector, con 625
bodegas y 172.000 socios en 2008, que abarcan el 70% del mercado de producción, al
80% de los viticultores y el 58% de la superficie de viñedo del país (COGECA, 2010).
El objetivo del artículo es conocer cuáles fueron los factores que impulsaron el
proceso de expansión de las bodegas cooperativas en el sector vitivinícola español tras
décadas de retraso con respecto a otras zonas de Europa, y que papel tuvo el Estado en
dicho proceso. Metodológicamente se utilizan fuentes estadísticas oficiales sobre el
sector, como el Anuario de Estadística Agraria o el Catastro Vitícola y Vinícola del
Ministerio de Agricultura, y otras más específicas como las memorias del Servicio
Nacional de Crédito Agrario2 o la documentación del Banco de Crédito Agrícola
3
albergada en el Archivo General de la Administración (AGA, Alcalá de Henares,
Madrid).
Las primeras hipótesis apuntan a una profunda crisis de los precios del vino a
finales de los años 40 y principios de los 50, que impulsó a gran cantidad de viticultores
a integrarse en bodegas cooperativas ante la caída de los precios. Así se dieron las
condiciones necesarias para un proceso de expansión que no se hubiera podido producir
sin la ayuda del Estado, especialmente en uno de los principales problemas que debían
afrontar estas entidades: la cuestión de la financiación4. El Estado franquista consideró
que este sistema era una buena forma de ayudar a afrontar la crisis en las zonas rurales
más perjudicadas y de controlar la elaboración de un producto con graves problema de
caída de precios por la sobreproducción y la saturación de los mercados.
El artículo se estructura en dos grandes bloques. Una vez realizado un repaso
general al marco teórico de la investigación y el estado de la cuestión, se desarrolla un
primer bloque donde se trata la caída general de precios del vino en España a mediados
del siglo XX y su relación con la expansión generalizada del movimiento cooperativo
2 A partir de ahora SNCA.
3 A partir de ahora BCA.
4 Autores como Salvador Ruiz et al. (1988: 67-68); Planas (2013a); Saumell (2002); o Pan-Montojo
(1994) han hablado de este problema para las bodegas cooperativas de diversas zonas de España.
3
en el país. En el segundo bloque se trabaja la importancia del gran protagonista en este
contexto, el Estado, analizando su papel en el desarrollo del cooperativismo vitivinícola
en España durante la segunda mitad del siglo XX. Finalmente se establecen las
principales conclusiones del trabajo.
2. Marco teórico y estado de la cuestión
Numerosos son los autores que han abordado el tema del tercer sector, las empresas
non-profit (sin ánimo de lucro) o el movimiento cooperativo, oscilando el debate entre
los más optimistas que sugieren una forma de empresa superior a la capitalista por su
capacidad para alcanzar el equilibrio entre eficiencia y equidad, que ha supuesto la
democratización de la economía moderna y que se configura como la única y real
alternativa al sistema económico imperante. Hasta corrientes mucho más críticas, que
consideran que presenta graves problemas de eficiencia al no aprovechar al máximo sus
recursos disponibles y constituyen un instrumento eficaz únicamente en momentos de
crisis del sistema capitalista.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XX diversos autores que han estudiado
el cooperativismo desde un punto de vista teórico han tratado el tema específico de las
dificultades intrínsecas que este sistema tiene a la hora de financiarse. Muchos de ellos
han coincidido en la escasez inversora y de capitalización de estas entidades
(Hansmann, 1980, 1988, 1996), que han impedido su expansión en el mercado frente a
la competencia de las empresas capitalistas. Al mismo tiempo que se ha incidido
constantemente en la necesidad de que se autofinancien con el fin de reducir los costes y
riesgos que supone el recurrir a la financiación externa, especialmente en las
cooperativas agrarias debido a la elevada estacionalidad de su actividad (Gui, 1985).
Varias son las razones que se han argumentado para explicar tales problemas en
la financiación de las sociedades cooperativas, la mayoría de ellas vinculadas a la propia
organización del sistema y poniendo al asociado en el punto de mira. Furubotn y
Pejovich (1970) señalan la existencia de un socio con horizonte limitado ya que al
buscar la maximización del beneficio no aporta de forma voluntaria el capital suficiente
para la autofinanciación de la sociedad. El socio espera obtener una remuneración más
elevada que la que pueda conseguir en el mercado, lo que supone costes a la
cooperativa, al contrario que en la empresa capitalista donde se asume un mayor riesgo.
Kremer (1997) alude a la responsabilidad limitada del socio para explicar esa poca
4
disposición a asumir proyectos de riesgo, y Hansmann (1980, 1988, 1996) lo achaca al
hecho de que la cooperativa constituye el medio de vida del asociado, siendo poco
proclive a ponerlo en riesgo. Estos autores sugieren los derechos de propiedad como
factor clave para resolver este problema, al incentivar al socio a asumir un riesgo más
elevado.
Otros autores no solo señalan la escasa disposición al riesgo del asociado,
añadiendo otro aspecto a tener en cuenta, su escasa riqueza, que impide a estos asumir
esa mayor cuota de riesgo (Ben-Ner, 1988). Teóricos como Jossa y Cuomo (1997) o
Pellegrini (1998) añaden que la financiación externa tampoco es una solución definitiva,
debido a las dificultades para obtenerla por la ausencia de garantías que ofrecen unas
cooperativas formadas por asociados muchas veces carentes de compromiso.
Bonin (1983, 1985) considera que más que su aversión al riesgo o su falta de
compromiso, lo que retrae al asociado a la hora de emprender y financiar inversiones es
el reparto del retorno financiero entre todos los miembros, conformando una clara
desventaja con respecto a la empresa capitalista donde estos retornos van directamente
al propietario y generan un más elevado beneficio y mayores incentivos. Este autor,
siguiendo a Ward (1958), además dice que cuando esos retornos financieros hacen subir
los beneficios del asociado, y éste impide la entrada de nuevos miembros con el fin de
que no descienda el beneficio per cápita, desincentivando e impidiendo las inversiones y
la innovación.
Consecuencia de todo esto, la teoría económica del cooperativismo ha tratado el
tema de la importancia del Estado en el desarrollo de las cooperativas en varias
ocasiones. Cómo ya se ha mencionado, diversos autores han señalado los problemas
financieros y de capitalización que este sistema presenta y de la necesidad de que exista
una estructura estatal decidida y fuerte que las apoye para su correcto funcionamiento.
Por ejemplo, Vanek (1970, 1972) sugiere la necesidad de unas “estructuras de apoyo”
para el correcto desarrollo del cooperativismo, ya que el socio siempre busca la
maximización de su propio beneficio y no tanto el de los ingresos totales de la
cooperativa. También Ben-Ner (1988) aludía a que la escasa renta de los asociados
limita el nivel de endeudamiento externo que la cooperativa puede adquirir, por lo que
necesita de un Estado que las apoye desde el punto de vista financiero.
No sólo la teoría económica del cooperativismo ha tratado este tema, la
historiografía española ya ha trabajado en buena medida las políticas de intervención
estatal en el sector agrario durante la dictadura franquista, especialmente en una época
5
difícil como el de la autarquía. Frente a la creación de una administración pública en el
sector agrario español que se fue construyendo lentamente durante la segunda mitad del
siglo XIX y los años 30 del siglo XX (Pan-Montojo, 2008: 131-132), el régimen
franquista llevó a cabo una política agraria de tipo corporativista fuertemente
intervencionista (Clar, 2008). La principal tesis sostenida por la literatura es que la
intervención del Estado franquista en el sector agrario fue directa, especialmente en el
subsector del trigo, estableciendo cuotas de producción que forzaron al agricultor a
vender su producción al Estado a precios impuestos por éste, provocando la caída de la
producción agraria y la aparición del mercado negro (Barciela, 2003).
Sin embargo, estudios recientes como el de Christiansen (2012) han considerado
que esa circunstancia, aunque real, no tuvo una incidencia tan profunda como se había
creído hasta el momento. El principal problema estuvo en la caída de los rendimientos
agrarios por la escasez de inputs agrarios (abonos y animales de tiro) en una agricultura
no mecanizada5. El Estado se equivocó en su política agraria no por su intervención de
los precios, sino por su deficiente orientación a la hora de ayudar al sector mediante un
programa técnico que permitiera el suministro de factores de producción. Todo esto
referente al sector del trigo, ya que el autor destaca que en el sector vitivinícola no hubo
intervención directa por parte del Estado, por lo que no se generó un mercado negro. No
era un producto del que hubiera escasez y no tenía problemas de producción, por tanto
el Estado se centró más en el incremento de los precios agrarios para favorecer a los
viticultores mediante el incentivo a la destilación, el establecimiento de precios
mínimos y la creación de bodegas cooperativas (Christiansen, 2012). Es decir, una
intervención indirecta del sector por parte del Estado (Fernández, 2008a).
Desde un punto de vista más orientado a la historia política, autores como
Lanero (2011a, 2011b) y otros han analizado las estructuras institucionales de la
dictadura franquista como instrumento para encuadrar a las sociedades rurales y al
sector agrario. Por ejemplo, mediante la Organización Sindical Franquista (OSA),
organismo corporativo, interclasista y de estructura vertical que encuadraba a todo el
sector agrario español. Más recientemente Cabana y Díaz (2014) también han resaltado
ese proceso de encuadramiento y corporativismo de las políticas agrarias franquistas
con el fin de evitar el conflicto social e incentivar la modernización del sector agrario
5 Ya Simpson (1997) había apuntado esa posibilidad algunos años antes.
6
mediante un control tecnocrático de tipo autoritario, siendo el modelo fascista italiano el
referente para su diseño6.
3. Un contexto propicio: la crisis de los precios del vino
La historiografía ha señalado toda una serie de factores que pudieron impulsar a los
propietarios vitícolas a intervenir en el proceso cooperativo a partir de los años 40 del
siglo XX7. Entre ellos el acceso a la modernización tecnológica y la consecución de
economías de escala desde el punto de vista de la elaboración, reduciéndose los costes
unitarios, la introducción en las redes de comercialización del vino o la percepción de
unos precios más remuneradores por la uva depositada que en el mercado. Sin duda,
todos estos factores pudieron intervenir a la hora de la expansión del movimiento
cooperativo. Realmente las cooperativas supusieron la modernización e
industrialización del sector en el país, el acceso en una mejor posición a las redes de
comercialización y la percepción de unos precios más remuneradores, lo que explica
que los viticultores, una vez vistas los beneficios del sistema, se incorporaran
masivamente a este tipo de entidades, permitiéndoles el acceso a una serie de ventajas
que individualmente no tenían la capacidad financiera de afrontar (Fernández, 2008a:
148; Pan-Montojo, 1994, 2001).
Uno de los aspectos más importantes dentro de los señalados a la hora de
explicar este fenómeno asociativo es el de la percepción de unos precios más
remuneradores por la uva depositada que los conseguidos en el mercado. La Figura 1
muestra la evolución de los precios del vino en España en una buena parte del siglo XX,
destacando que se produjo una intensa crisis en el sector vitivinícola español con una
fuerte caída de los precios que se prolongó desde 1947 hasta 1953 y un proceso de
estancamiento que hizo mella hasta mediados de la década de los 60.
6 Para analizar las similitudes y diferencias de los diferentes regímenes fascistas en cuanto a sus políticas
agrarias, véanse las obras colectivas de Vivier (2008) o Fernández-Prieto, Pan-Montojo y Cabo (2014).
En ellas se pueden encontrar estudios de países como la España franquista, el Portugal de Salazar, la Italia
fascista, la Alemania nazi, Hungría, el Japón imperial o la Francia de Vichy. 7 Por ejemplo, Simpson (2000: 114-120) señala diversos factores para explicar el éxito de las cooperativas
vitivinícolas en Francia. Entre ellos el apoyo estatal, especialmente en el acceso al capital y la resolución
de problemas financieros, el apoyo externo de la ideología socialista o católica, la oposición de las
bodegas comerciales, la fragmentación de la propiedad de la tierra, la calidad del producto o las ventajas
de su agrupación en regiones concretas. Simpson (2001) y Pan-Montojo (2001) también señalan la
importancia de la presencia de agentes externos al propio viticultor, como por ejemplo la existencia de
redes sindicales, instituciones locales de crédito y un movimiento asociativo previo.
7
Figura 1
Evolución del índice de precios del vino en España, 1913-1974 (pesetas constantes 1995,
Base 100=1950)
Fuente: Carreras y Tafunell (2005: 336-337); Ministerio de Agricultura, Anuario de Estadística Agraria;
Deflactor implícito del PIB agrario (Carreras y Tafunell, 2005: 1357-1358). Elaboración propia.
Precisamente ese periodo fue el de máxima expansión del cooperativismo en el país,
pasando de las 193 bodegas de ese tipo existentes en 1950 a 357 en 1955, 508 en 1960 y
736 en 1966, frenándose a partir de entonces el ritmo de creación de nuevas entidades
(Fernández, 2008a: 165-166; Piqueras, 1992, 2011; Román, 2011).
Es decir, que el momento de máxima expansión del cooperativismo en España
coincidió cronológicamente con una de las mayores crisis en los precios del sector
vitivinícola a lo largo de su historia más reciente. Entre 1947 y 1953 los precios del vino
en España se desplomaron un 58,63%, y tras unos años de estancamiento volvieron a
caer en el periodo 1958-1963 un 29,63%, tras un par de anualidades de cierta
recuperación (Figura 1).
Esta fuerte caída de los precios se puede explicar principalmente por dos
motivos: durante un primer momento se debió a la intensa tendencia inflacionista vivida
en el país, de los precios agrarios en particular y del nivel de precios general, que hizo
que los valores nominales crecieran pero los reales se desplomaran. A partir de 1950
esta tendencia disminuyó, apareciendo entonces el problema de la sobreproducción. Los
años de crecimiento de los precios nominales derivaron en un aumento de la producción
vinícola a nivel nacional, pasando de los aproximadamente 14 millones de hectolitros
8
producidos entre 1948-1950 a los 23,46 de 1953, provocando ello la caída de los precios
nominales y reales, circunstancia que se repetirá a principios de los años 60 con la
producción de aproximadamente 35 millones de hectolitros. Se ha de tener en cuenta
que en esos años el nivel de producto dedicado a la exportación en España era muy
reducido, por lo que la sobreproducción que el mercado interno no podía asumir
provocaba la caída de los precios vinícolas. Además, los máximos niveles productivos
alcanzados en 1953 y 1964 no se alcanzaban en el sector desde los años 20, y no serían
superados hasta 1973 (Ministerio de Agricultura, Anuario de Estadística Agraria).
A esto se une la incidencia de otros factores, como la escasa capitalización y
capacidad de almacenamiento de las bodegas y la existencia de monopolios
protagonizados por algunos elaboradores, que hicieron que los viticultores tuvieran que
vender su uva o sus vinos rápidamente a precios muy bajos, obligando al Estado a
intervenir mediante el fomento del cooperativismo, el establecimiento del precio de
garantía y la retirada de los excedentes por la Comisión de Compras de Excedentes del
Vino (Fernández, 2008a: 169; Simpson, 2000). Unas circunstancias que hicieron que los
propietarios vitícolas buscaran fórmulas asociativas que les permitieran comercializar su
materia prima agraria a mayor precio, obteniendo así una mayor rentabilidad de sus
explotaciones. La solución era la formación de cooperativas, a las que a lo largo del
periodo mencionado 1945-1965 se incorporó una gran cantidad de viticultores en la
mayoría de las regiones del viñedo español.
Esta crisis fue una de las más fuertes que el sector haya experimentado a lo largo
de su historia más reciente, igualando incluso a la también muy intensa caída de precios
de los años 10 y 20 del siglo XX, del 64,96% entre 1913 y 1925 (Carreras y Tafunell,
2005: 336-337; Fernández, 2008b:117). Ese periodo también significó un momento
dramático para el sector, pero no se produjo una expansión generalizada del
cooperativismo debido a que no existió una política estatal decidida y bien definida que
apoyara su formación. Jurídicamente existía la Ley de Sindicatos Agrícolas de 1906,
pero el Estado no aplicó todas aquellas medidas que la ley establecía para impulsar la
formación y desarrollo del cooperativismo, especialmente las relativas a auxilio
financiero, tan necesarias para este tipo de entidades según la teoría económica del
cooperativismo. Cómo única excepción tenemos el caso de Catalunya, especialmente de
la provincia de Tarragona, donde el apoyo financiero de la Mancomunitat catalana en
9
una de las regiones con mayor nivel de tradición asociativa y capital social8 ayudaron a
concentrar unas 80 cooperativas de formación espontánea, el 75% de las existentes en
toda España a mediados de los años 30 (Planas, 2013b: 9).
Figura 2
Evolución de los precios del vino en provincias españolas vitivinícolas de alta, media y baja
implantación cooperativa*, 1943-1963 (pesetas constantes 1995, por litro) 9
* Alta: Albacete, Alicante, Burgos, Castellón, Ciudad Real, Córdoba, Cuenca, Gerona, Huelva, Madrid,
Navarra, Tarragona, Teruel, Toledo, Valencia, Zaragoza; Media: Ávila, Barcelona, La Rioja, León,
Lérida, Murcia, Orense, Salamanca, Valladolid, Zamora; Baja: Álava, Cádiz, Badajoz, Málaga,
Pontevedra.
Fuente: Ministerio de Agricultura, Anuario de Estadística Agraria; INDO, Catastro vitícola y vinícola;
Deflactor implícito del PIB agrario (Carreras y Tafunell, 2005: 1357-1358). Elaboración propia
8 Beltrán (2012) analizó para el caso español la importancia del stock de capital social preexistente en
algunas regiones españolas en el desarrollo posterior del cooperativismo agrario. Este autor se refiere a la
existencia previa de recursos de uso colectivo en las provincias españolas donde hubo un desarrollo más
temprano de los sindicatos agrarios, especialmente los bienes comunales. Esto ayudó a crear redes
sociales que facilitaron la difusión de información y la construcción del conocimiento mutuo. Medina
Albaladejo y Pujol Andreu (2014) también muestran que Catalunya, en este caso Barcelona, será el
principal foco de desarrollo de otras formas de cooperativismo en España, como el del consumo. 9 El criterio para establecer la división entre provincias con alta, media y baja implantación cooperativa ha
sido el porcentaje de vino producido por bodegas cooperativas con respecto al total de la producción
vinícola de provincia. Las zonas con alta implantación son aquellas que la producción de vino en bodegas
cooperativas superaba el 50% de la producción total; las de media son las que sus cooperativas producían
entre un 15% y un 50% del total; y las de baja las que no llegaban al 15% (INDO, Catastro Vitícola y
Vinícola; Circular informativa nº 7/80 de la Junta Nacional de Cooperativas Vitivinícolas (Unión
Nacional de Cooperativas del Campo); Estadística sobre cosechas de la Junta Nacional de Cooperativas
Vitivinícolas (Unión Nacional de Cooperativas del Campo). Archivo de la Cooperativa del Rosario
(Bullas, Murcia) (sin catalogar).
10
La evolución de los precios no sólo podría a ayudar a explicar las causas de la
expansión del cooperativismo durante la segunda mitad del siglo XX, sino que también
puede dar algunas claves de la razón de que este movimiento asociativo tenga una
mayor implantación en unas zonas de viñedo que otras. Si se compara la evolución de
los precios en las provincias de alta, media y baja implantación cooperativa, se aprecia
que las últimas eran zonas donde los precios alcanzados por litro de vino en el mercado
eran significativamente más elevados que en aquellas donde las cooperativas tenían una
presencia importante (Figura 2).
Si se profundiza en la evolución de los precios de las provincias con baja
implantación cooperativa, no sólo tenían un nivel de precios superior que las de alta
implantación, sino que además experimentaron una caída de los precios a finales de los
años 40 y primera mitad de los 50 mucho más moderada. Mientras que en las provincias
de alta implantación los precios cayeron un 61,58% entre 1947-1953 y un 29,12% entre
1958-1963, las de baja implantación lo hicieron un 39,92% y un 23,89%
respectivamente, quedando las de media implantación en una posición intermedia con
un 58,02% y un 35,67% en los periodos mencionados (Ministerio de Agricultura,
Anuario de Estadística Agraria).
Las provincias donde se produjo un mayor desarrollo del cooperativismo fueron
aquellas donde los precios del vino eran más reducidos y a la vez experimentaron un
desplome más intenso en la crisis del sector de mediados del siglo XX. Circunstancia
que explica que en esas zonas se produjera una mayor implantación cooperativa y una
incorporación masiva de los viticultores a esta forma de empresa asociativa, impulsada
por el Estado con el objetivo, entre otros que después destacaremos, de intentar paliar
los efectos de los bajos precios en tales zonas.
Provincias como Valencia, Tarragona o Navarra ya tenían una tradición
asociativa previa que ayudó al desarrollo temprano del fenómeno, pero con la crisis de
los años 50 este fenómeno se intensificó en esas zonas y además se incorporaron con
mucha fuerza otras como La Mancha, Zaragoza, Burgos10
o Murcia, donde el desplome
de los precios tuvo una gran incidencia y la ayuda del Estado fue fundamental. Ello
frente a regiones de baja implantación con escasa tradición asociativa previa y con
presencia de gran cantidad de pequeños particulares o fuertes empresas capitalistas,
10
El caso de esta provincia destaca, ya que a finales de los años 70 contaba con 30 cooperativas que
suponían el 77,54% de la capacidad productiva de la provincia, y ninguna de ellas fue creada antes de
1951, siendo 1967 el año de fundación más tardío. Lo que muestra la rezagada pero intensa incorporación
de la zona al movimiento cooperativo (INDO, Catastro Vitícola y Vinícola; Montoya, 2006: 178-179).
11
cuya demanda de uva y vino hizo que la caída de los precios fuera mucho más
moderada, lo que no incentivo tanto la formación de cooperativas. Un ejemplo
significativo de este fenómeno es Cádiz, y especialmente su DO Jerez, donde la fuerte
demanda de uva y vino por parte de las grandes firmas exportadoras con el fin de
satisfacer al mercado inglés supuso un descenso menor de los precios11
.
4. El papel del Estado
Durante las primeras cuatro décadas del siglo XX las instituciones españolas no
ofrecieron mucho apoyo al desarrollo del cooperativismo Ibérico. Esto puede explicar el
hecho expuesto por la historiografía especializada de que antes de la Guerra Civil los
sindicatos agrícolas españoles presentaban una escasa capitalización, no desarrollándose
el movimiento al mismo nivel que sí ocurrió en otros países europeos, a pesar de tener
una legislación favorable como era la Ley de Sindicatos Agrícolas de 1906, de escasa
aplicación efectiva12
.
Este hecho contrasta con lo ocurrido en países como Dinamarca, Suecia, Suiza,
Alemania, Francia o Italia, donde el desarrollo del cooperativismo fue mucho más
temprano e intenso que en España. Según Fernández (2008a: 149), las cooperativas
fueron vistas por los gobiernos de estos países como un medio de resolver el exceso de
producción y la caída de los precios sin llegar a la intervención directa. Para el sector
vitivinícola, esta autora destaca el caso de Francia, donde las bodegas cooperativas
experimentaron un intenso desarrollo gracias al apoyo del Estado, que desde principios
del siglo XX comenzó a ofrecer ayuda financiera (Chevet, 2009: 261-262; Chiffoleau,
Dreyfus, Ewert y Touzard, 2002: 383-384; Fernández, 2008a: 157; Loubère, 1990: 140:
Simpson, 2000: 115)13
. El resultado fue la expansión del movimiento cooperativo
11
La caída de los precios en la DO Jerez entre 1951 y 1954 fue del 16,93%, frente al 59,29% de la DO La
Mancha, el 57,90% de la DO Utiel-Requena, el 54,12% de la DO Alicante, el 53,46% de la DO Penedés,
el 49,59% de la DO Navarra, el 47,97% de la DO Priorato, el 46,93% de la DO Yecla, el 46,74% de la
DO Jumilla o el 43,28% de la DO Rioja, todas ellas de fuerte o media implantación cooperativa (La
Semana Vitivinícola). 12
Carasa (1991, 2001); Garrido (1995, 1996); Martínez Soto (2000, 2003); Planas (2003, 2004); Saumell
(2002), entre otros. 13
En otros sectores destacan los trabajos de Henriksen (1999); Henriksen, Hviid y Sharp (2012) y
Henriksen, Lampe y Sharp (2011) para el caso de las cooperativas lecheras danesas, el de O’Rourke para
explicar el fracaso de las lecherías en el caso irlandés (2007a, 2007b) y el de Guinnane y Martínez-
Rodríguez (2011) para el caso general español.
12
francés en el periodo 1920-193914
, mucho más temprano que en el caso español (1945-
1965).
La instauración del régimen franquista supuso un apoyo decidido de la
administración estatal al movimiento cooperativo. En realidad, el Régimen pretendió
utilizar este sistema de asociación agraria como medio para industrializar zonas rurales.
Además de ser una buena forma para la armonización y el control social, y la regulación
de los precios y la producción agroindustrial. El férreo sistema al que el Estado sometió
a las cooperativas les aseguraba el control de gran parte de la producción agrícola
(Román, 2013; Medina Albaladejo, 2011).
4.1. Estado y financiación: la labor del SNCA y el BCA
La principal función de las instituciones del Régimen fue facilitar la financiación a largo
plazo necesaria para la construcción de infraestructuras iniciales; la compra de
maquinaria; o posteriores ampliaciones de las bodegas; así como el correcto
funcionamiento interno de la entidad mediante los créditos de campaña a corto plazo.
Sin olvidar que la promulgación de la Ley de Cooperación de 1942 y el encuadramiento
de estas entidades en la Obra Sindical de Cooperación permitió que desde las
instituciones se estableciera el diseño institucional de estas cooperativas, así como su
organización y funcionamiento interno. Unas normas de diseño impuestas desde arriba
y no adaptadas a las circunstancias locales en unas cooperativas no espontáneas surgidas
al calor de la crisis de los precios del vino y el impulso financiero del Estado (Medina
Albaladejo, 2011, 2014a).
Instituciones como la mencionada Obra Sindical de Cooperación, el Ministerio
de Agricultura o el Instituto Nacional de Colonización canalizaron el crédito a través del
Servicio Nacional de Crédito Agrícola primero y el Banco de Crédito Agrícola
posteriormente. Desde 1925 y durante las dos primeras décadas de la dictadura será el
SNCA el que llevó a cabo las labores de financiación de la agricultura española
14
En 1920 existían en Francia 92 bodegas cooperativas, frente a las 88 de España en 1921. Era una
situación de partida muy similar. Sin embargo, en 1933 ya existían en el país galo 595 entidades, en 1945
eran 858 y en 1952 unas 1.023. Evolución muy distinta a la española, donde en 1935 sólo existían 100
bodegas de este tipo, en 1944 eran 143 y en 1952 unas 214 (Fernández, 2008a: 158, 165). Para ver dos
gráficos con la series completas del número de cooperativas creadas y existentes en Francia entre 1901 y
2001, consultar el trabajo de Chevet (2009: 258, 260).
13
(Gámez, 1997), hasta que el 20 de julio de 1962 fuera creado el Banco de Crédito
Agrícola sustituyendo las funciones del anterior servicio15
.
El SNCA y el BCA centraron sus criterios de inversión en los trabajos de
concentración parcelaria de la propiedad agrícola llevados a cabo durante esos años,
promoviendo al mismo tiempo la modernización y racionalización de la agricultura
desde un punto de vista económico (mecanización, aplicación de fertilizantes, mejora
del transporte agrario, ordenación de regadíos y aprovechamiento más racional de los
recursos hídricos existentes, saneamiento y drenaje de vegas, electrificación o
industrialización rural, entre otros). Ello con el fin de mejorar los rendimientos unitarios
y la productividad del trabajo, reducir los costes de producción e incrementar la
producción agraria y ganadera del campo español, permitiendo el impulso económico de
regiones determinadas y liberando mano de obra rural con el fin de garantizar las
necesidades de industria y obras públicas16
.
Para promover todas estas acciones, dichas instituciones contaban con un
programa de inversiones divididas en dos grandes grupos: 1/- Inversiones en obras
permanentes para una nueva estructura de la propiedad, adquisición de maquinaria,
inversiones en explotaciones e industrias agrarias o actuaciones diversas, dirigida
principalmente a agricultores particulares, ya sea por medio de subvenciones o en forma
de créditos a bajo interés. 2/- Inversiones en obras de carácter comunal o cooperativo
(cooperativas y cajas rurales) o para la distribución entre los socios en forma de
préstamos individuales17
.
El SNCA y el BCA consideraron que el desarrollo del cooperativismo de
producción podría ser un adecuado instrumento para cumplir todos estos objetivos. Por
lo que se emprendieron una serie de inversiones con el fin de estimular la creación de
tales asociaciones y ayudarlas para que funcionaran adecuadamente, ya sea en forma de
subvención o de concesión de créditos a bajo interés.
Si observamos la Figura 3A se puede comprobar que a mediados de los años 40
funcionaban en España 154 bodegas cooperativas, y aún se concentraban casi la mitad
en Tarragona. Navarra y Valencia eran las otras dos zonas donde existía una
implantación cooperativa destacable en dicho periodo, pero aún muy lejos del caso
15
AGA, Ministerio de Agricultura, 61/13058. Documentación del Banco de Crédito Agrícola. 16
SNCA, Memoria, varios años; AGA, Ministerio de Agricultura, 61/13058. Documentación del Banco
de Crédito Agrícola. 17
SNCA, Memoria, varios años; AGA, Ministerio de Agricultura, 61/13058. Documentación del Banco
de Crédito Agrícola.
14
catalán. Este reducido número de bodegas cooperativas no responde, como se podía
pensar, a un proceso de desmantelación de instituciones por parte del Régimen al acabar
la Guerra Civil. Las bodegas cooperativas catalanas no fueron desmanteladas pero sí
depuradas, eliminando de sus cuadros directivos o socios a cualquier persona que
pudiera haber colaborado con la República y transformándolas en entidades acordes a
las nuevas normas impuestas por el Estado para su normalización e integración en las
estructuras institucionales franquistas.
Figura 3
Distribución regional del cooperativismo vitivinícola en España y acción del Estado, 1946-
1980
A – Número de cooperativas, 1946-47
(% con respecto al total nacional)
Coops. auxiliadas (SNCA), 1927-1962
B – Número de cooperativas auxiliadas
(SNCA), 1927-1962
(% con respecto al total nacional)
C – Número de cooperativas, 1980
(% con respecto al total nacional)
D – Capacidad de producción, 1980
((% con respecto al total nacional)
Fuente: Fernández (2008: 168); SNCA, Memoria, 1962; Circular informativa nº 7/80 de la Junta
Nacional de Cooperativas Vitivinícolas (Unión Nacional de Cooperativas del Campo); INDO, Catastro
Vitícola y Vinícola. Elaboración propia.
15
Sin embargo, en las Figuras 3C y 3D observamos que junto a las ya mencionadas
Tarragona, Navarra y Valencia se incorporaron fuertemente con respecto a su
implantación cooperativa cuatro de las cinco provincias castellano manchegas (Toledo,
Albacete, Ciudad Real y Cuenca), Zaragoza y en términos de capacidad la Región de
Murcia. Esto se explica si volvemos a la Figura 3A y completamos el análisis con la
Figura 3B. En la primera se pueden apreciar en los puntos rojos cada una de las
cooperativas que en algún momento del periodo 1927-1962 recibieron algún préstamo
del SNCA. Mientras que el segundo mapa muestra que provincias son las que más se
beneficiaron de la financiación otorgada por dicha institución. Sin duda se puede
concluir que el Estado se centró especialmente en la creación y desarrollo de
cooperativas en aquellas provincias donde el viñedo tenía una gran importancia, que no
habían desarrollado un movimiento cooperativo espontáneo durante los años previos a
la Guerra Civil, y que más habían sufrido la caída de precios del vino ya analizada en el
capítulo anterior. Es decir, Castilla-La Mancha, Zaragoza, Murcia, Huelva o el sur de
Burgos, a las que se unen los casos de Navarra y Valencia. Sin embargo Tarragona y
Barcelona fueron menos beneficiadas en este proceso. Incluso en las zonas donde la
implantación cooperativa era muy fuerte, como en Tarragona, los créditos fueron
dirigidos especialmente a crear entidades en aquellas zonas donde no se había
desarrollado previamente, como las comarcas tarraconenses de la Terra Alta o la Ribera
d’Ebre (Medina Albaladejo, 2014b).
Tabla 1
Ayuda financiera distribuida por el SNCA a las bodegas cooperativas de las diferentes
regiones de España, 1927-1962
Región Coops. auxiliadas Cantidad (mills.) % sobre el total Capacidad (hl)
C.-La Mancha1 84 136 23,5 1.190.143
País Valenciano 65 93 16,1 936.610
Aragón 39 76 13,1 582.538
Castilla2 19 68 11,8 247.247
Andalucía 20 65 11,2 204.297
Navarra-Álava 48 64 11,1 537.745
Murcia-Albacete 23 35 6,1 385.864
Catalunya 20 26 4,5 208.595
Reino de León3 7 12 2,1 65.600
Galicia 1 3 0,5 12.937
Total 326 578 100 4.371.576
1: Castilla la Mancha sin Albacete (integrada en Murcia) y con Madrid.
2: Castilla sin el Reino de León (provincias de León, Zamora y Salamanca) y con La Rioja.
3: Reino de León: provincias de León, Zamora y Salamanca.
Fuente: SNCA, Memoria, 1962. Elaboración propia.
16
La información contemplada en los mapas se puede completar con la Tabla 1, donde
vemos el alcance real que tuvo el auxilio estatal a la hora de entender el proceso de
expansión del cooperativismo en España. En 1961 funcionaban en el sector vinícola 547
entidades, que integraban a 111.833 viticultores y suponían el 40% de la capacidad
productiva y el 23,7% de la producción ese año. De esas 547, hasta 326 habían
disfrutado en algún momento durante el mencionado periodo de un crédito del SNCA,
es decir, casi el 60%, favoreciendo a 58.000 viticultores y suponiendo un montante total
de 585 millones de pesetas. Si observamos las regiones que más se beneficiaron de esa
ayuda estatal, vuelven a destacar los casos ya mencionados, especialmente el de Castilla
la Mancha que absorbió el 23,5% de todos los recursos otorgados, ampliando
enormemente la capacidad productiva de sus bodegas cooperativas. Resultado de todo
esto es que en los 80 ya era la región predominante del cooperativismo vitivinícola
español18
, situación que se mantiene hasta hoy día.
Durante los primeros años de funcionamiento del SNCA su labor fue realmente
modesta. A partir del estudio de sus memorias podemos observar que únicamente unas
pocas entidades fueron auxiliadas desde un punto de vista financiero. En 1928 el SNCA
dedicó únicamente el 18,7% de los créditos de todo el año a entidades agrarias de tipo
asociativo, siendo el Sindicato Vitivinícola de Socuéllamos (Ciudad Real) y el Sindicato
Agrícola de Viñadores de Albarizas (Jerez de la Frontera) los únicos beneficiados de
créditos a 10 años. En 1930 también obtuvo un crédito el Sindicato Vitivinícola de
Villarrobledo (Albacete); en 1931 la Bodega Cooperativa de Monovar (Alicante); en
1932 el Sindicato Vinícola de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz); en 1933 la Cooperativa
Vínico-alcoholera de Villena (Alicante); en 1934 la Cooperativa Vinícola de Cheste
(Valencia) y la Bodega Cooperativa La Defensa de Santa Cruz de la Zarza (Toledo); en
1935 al Sindicato Agrícola de Buñol (Valencia), otro a la Bodegas Cooperativa de
Monovar (Alicante), a la de Pinoso (Alicante) y a la de Cadalso de los Vidrios (Madrid),
y por último en 1939 se le concedió otro crédito al ya mencionado Sindicato Agrícola
de Viñadores de Albarizas (Jerez). Es decir únicamente 11 bodegas cooperativas se
beneficiaron de la ayuda financiera del SNCA en más de un decenio (1928-1939),
teniendo en cuenta que ese periodo se vio sacudido por la Guerra Civil19
.
Una vez pasado el conflicto bélico, solamente en el bienio 1947-1948 obtuvieron
financiación el mismo número de entidades que en el decenio anteriormente analizado,
18
INDO, Catastro vitícola y vinícola. 19
SNCA, Memoria, varios años.
17
repartidas entre Navarra (6), Valencia (4), Albacete (1) Cádiz (1) y Tenerife (1)20
. Y en
1948 más del 80% de los créditos concedidos por el SNCA fueron a parar a
cooperativas, cajas rurales y otro tipo de entidades asociativas21
.
El testigo de la labor desarrollada por el SNCA hasta los años 60 fue recogido
por el Banco de Crédito Agrícola, cuya labor en el desarrollo y consolidación del
movimiento cooperativo se puede percibir en datos como que en el periodo 1963-1966
el 50% de los créditos otorgados por la institución fueron destinados a entidades
asociativas agrícolas, ya sean cooperativas, Sociedades Agrarias de Transformación,
Grupos de Colonización o Cajas Rurales (Medina Albaladejo, 2014c). Se ha de tener en
cuenta que seguramente el porcentaje pudo ser más elevado, ya que una parte de los
créditos otorgados bajo el concepto de maquinaria también estaba destinada a las
cooperativas, o los que se realizaban al amparo del Instituto Nacional de Colonización22
y otros.
Tabla 2
Créditos concedidos por el Banco de Crédito Agrícola (BCA) a cooperativas vitivinícolas,
1970-1971 (millones de pesetas)
Fecha Cooperativa Cant. Motivo
14/01/70 Coop. Agrícola Vilaplana (Tarragona) 2,6 Distribución préstamos entre socios
14/01/70 Coop “El Ángel del Alcázar” (Toledo) 0,8 Mejoras en bodega
24/04/70 Coop. Ntro. Padre Jesús (Baena, Córdoba) 3,0 Ampliación bodega
24/04/70 Coop. Sto. Cristo (Minglanilla Cuenca) 8,4 Ampliación bodega
06/05/70 Coop. Imperio (Villagarcía Llano, Cuenca) 3,0 Ampliación y mejora bodega
17/06/70 UTECO (Pamplona) 30 Rescate COVINA23
30/09/70 Coop. del Campo de Maluenda (Zaragoza) 4,4 Ampliación bodega
07/10/70 Coop. Virgen Palomares (Trebujena, Cádiz) 2,9 Ampliación bodega
21/10/70 Coop. Rosario (Requena, Valencia) 2,8 Ampliación bodega
28/10/70 Coop. Agrícola San Isidro (Jumilla, Murcia) 15 Préstamo campaña
28/10/70 Coop. Ribera Duero (Peñafiel, Valladolid) 4,2 Ampliación y mejora bodega
04/11/70 Coop. San Isidro (Puigelat, Tarragona) 1,5 Adquisición maquinaria
11/11/70 Coop El Progreso (Villarrubia, C. Real) 9,6 Ampliación bodega
27/01/71 Coop. Santa Gertrudis (Bailén, Jaén) 4,0 Distribución préstamos entre socios
03/02/71 Coop. S. Antonio Padua (T. Utiel, Valencia) 10,1 Ampliación bodega
03/02/71 Coop. Desamparados (P. Cazalla, Sevilla) 4,2 Construcción bodega
31/03/71 Coop. Montevirgen (V. Barros, Badajoz) 6,3 Ampliación bodega
09/06/71 Coop. Ntra. Sra. Angustias (Jerez, Cádiz) 5,7 Ampliación bodega
16/06/71 Coop Vitivinícola de Lucena (Córdoba) 7,6 Ampliación bodega
30/06/71 Coop. Vitivinícola de Longares (Zaragoza) 3,6 Ampliación bodega
30/06/71 Coop. Santa Catalina (Monovar, Alicante) 5’0 Ampliación bodega
27/07/71 Coop. San Isidro (Albatana, Albacete) 2,5 Ampliación bodega
15/09/71 Coop. Ntro. Padre Jesús (Baena, Córdoba) 6,5 Ampliación bodega
22/09/71 Coop. Santo Cristo (Monturque, Córdoba) 13,3 Construcción bodega
20
SNCA, Memoria, varios años. 21
SNCA, Memoria, 1948. 22
A través del Instituto Nacional de Colonización también se pusieron en práctica diversos proyectos de
bodegas cooperativas, establecidos como Grupos de Colonización. AGA, Sindicatos, 003.008. Proyectos
de obras del Instituto Nacional de Sindicalización. 23
Cooperativa Vinícola Navarra.
18
28/09/71 Coop Agrícola de Lerín (Navarra) 1,2 Adquisición maquinaria
Fuente: AGA, Ministerio de Agricultura, 61/13058. Documentación del Banco de Crédito Agrícola
En la Tabla 2 se muestran los créditos otorgados a cooperativas vitivinícolas durante los
años 1970 y 1971 por dicha entidad. El BCA concedió créditos en esos dos años por
diversos motivos, tales como su distribución entre los socios, adquisición de maquinaria
o créditos de campaña, pero serán los conceptos de construcción, ampliación o mejora
de la bodega los claramente mayoritarios. Estas instituciones apoyaban a las bodegas
cooperativas en diversos aspectos, especialmente en la financiación de las fuertes
inversiones iniciales necesarias para la construcción de las instalaciones
transformadoras y la puesta en marcha de las entidades asociativas24
.
Otros factores pudieron intervenir, pero el apoyo estatal nos parece un factor
diferencial que explica el paso de un sindicalismo agrario débil antes de la Guerra Civil,
con un centenar de bodegas cooperativas en los años 30 que apenas producían y que se
dedicaban principalmente a la compra de insumos y a facilitar crédito al socio, a otro
mucho más fuerte conformado por más de 600 entidades que se convirtieron en las
principales empresas de las regiones donde se integraban y que crearon grandes
establecimientos transformadores de uva capaces de producir millones de litros de vino,
industrializando el sector en España (Pan-Montojo, 2001).
La Tabla 3 refuerza esta idea al comprobar cómo los tipos de interés aplicados
por el BCA a los créditos eran considerablemente más reducidos para las cooperativas,
cajas rurales o los proyectos del Instituto Nacional de Colonización, que para
agricultores particulares, empresas o industrias agrarias25
. Esto era así en todos los
conceptos posibles: adquisición de maquinaria; inversiones; distribución entre los
socios; o créditos de campaña a corto plazo, que en ningún caso superaba un tipo de
interés del 4% para las cooperativas en 1969, llegando hasta casi el 8% para el caso de
las industrias agrarias.
24
Salvador et al. (1998: 67-68) muestran que la mayor parte de las 12 bodegas cooperativas de la Rioja
Alta estudiadas por estos autores deben su formación a la necesidad de financiación para construir las
instalaciones necesarias que permitieron al viticultor comercializar su uva en mejores condiciones y
aumentar la rentabilidad de sus explotaciones. 25
Los tipos de interés medios aplicados a cooperativas y a proyectos del Instituto Nacional de
Colonización eran del 3,66% y el 3,75% respectivamente, por debajo de los establecidos para particulares
(a través de cajas rurales), empresas e industrias, del 4,66%, 4,5% y 6,9% respectivamente. AGA,
Ministerio de Agricultura, 61/13058. Documentación del Banco de Crédito Agrícola.
19
Tabla 3
Tipos de interés establecidos por el BCA, 1969 Destinatarios y concepto Tipo interés (%)
COOPERATIVAS
Maquinaria (a través de bancos y cajas de ahorro) 4
Maquinaria (a través de cajas rurales) 3,5
Inversiones 3
Distribución entre socios 3,5
Crédito de campaña (a través de cajas rurales) 4,5
PARTICULARES Y EMPRESAS PRIVADAS
Maquinaria destinada a agricultores particulares (a través de cajas rurales) 4
Crédito de campaña para agricultores individuales (a través de cajas rurales) 5
Inversiones a pequeña escala (a través de cajas rurales) 5
Empresas (hasta 2,5 millones) 4
Empresas (entre 2,5 y 5 millones) 4,5
Empresas (más de 5 millones) 5
Industria (hasta 80 millones y 6 años de plazo) 6
Industria (hasta 80 millones, entre 6 y 9 años de plazo) 6,5
Industria (entre 80 y 150 millones y 6 años de plazo) 7
Industria (entre 80 y 150 millones, entre 6 y 9 años de plazo) 7,25
Industria (más de 150 millones, hasta máximo de 5 años de plazo) 7,75
INSTITUTO NACIONAL DE COLONIZACIÓN (INC)
Colonización de interés local 3,75
Colonos en régimen de tutela 3,75
Fuente: AGA, Ministerio de Agricultura, 61/13058. Documentación del Banco de Crédito Agrícola
Una muestra más de la decidida labor de instituciones como el Ministerio de
Agricultura o el Banco de Crédito Agrícola por modernizar el campo español,
impulsando el cooperativismo como una de las medidas, es la comparación con otros
países de Europa de los tipos de interés aplicados a los créditos agrarios. Los de las
instituciones españolas eran los más reducidos de casi todo el continente: tipos de
interés para créditos de cosecha a corto plazo (Portugal 3,5-3,75%; Suiza 4%; Turquía
9%; Canadá 6%; Austria 6-9%; Dinamarca 7-8,5%; Suecia 7-7,75%; Irlanda 5%,
España 5%); tipos de interés para maquinaria a medio plazo (Portugal 3,75-6,5%; Suiza
4-5%; Turquía 7%; Canadá 5%; Austria 6-9,5%; Dinamarca 7-8,5%; Suecia 6,25-
7,25%; Irlanda 6,25%, España 4%); tipos de interés para construcciones a largo plazo
(Portugal 3,75-6,5%; Suiza 4’25%; Turquía 5%; Canadá 5%; Austria 8%; Dinamarca 7-
8,5%; Suecia 6,25%; Irlanda 6,25%, España 2,75-5,875%)26
.
En definitiva, durante los años 40, 50 y 60 la crisis de los precios del vino
incentivó la creación y el rápido crecimiento en número de asociados de las bodegas
cooperativas, y las instituciones ayudaron a su supervivencia y desarrollo mediante el
auxilio en uno de sus principales problemas: la financiación.
26
AGA, Ministerio de Agricultura, 61/13058. Documentación del Banco de Crédito Agrícola.
20
4.2. Otras formas de apoyo estatal al cooperativismo
Al mismo tiempo tales instituciones emprendieron otros tipos de relación con las
cooperativas. Sin dejar de ser el problema financiero uno de los más importantes,
aparecieron otros obstáculos para el correcto desarrollo del movimiento asociativo: el de
la sobreproducción vinícola y la caída de los precios del vino ya comentado
anteriormente. Ante la coyuntura española, europea y mundial de excedentes vínicos, el
Ministerio de Agricultura español emprendió una serie de medidas para evitar los males
del exceso de producto en el mercado, afectando especialmente a aquellas bodegas que
producían de manera industrial y mayoritariamente a granel, como por ejemplo, las
cooperativas.
Desde los años 50 la Comisión de Compras de Excedentes de Vino ya adquiría
parte de la producción vínica a precios mayores de los que se alcanzaban en el mercado,
con el fin de mantener los precios, o llevaba a cabo las primas de inmovilización,
pagadas para que las empresas no sacaran al mercado parte de su producción ese año,
conservándolo en la bodega para otras campañas. A principios de los 70 cambió el
procedimiento, estableciéndose la obligación de que las cooperativas entregaran el 10%
de su producción al FORPPA27
, a cambio de un precio moderado. Era la Entrega Vínica
Obligatoria (EVO), que se hacía mediante la Comisión de Compras de Excedentes del
Vino y tenía el objetivo de eliminar los caldos de mala calidad que saturaban el mercado
y hacían caer los precios. Las cooperativas, para salvar este contratiempo, destinaban a
esta EVO el vino procedente de los residuos vínicos, como las flemas de heces, y lo
completaban con vino defectuoso o de peor calidad. Hay que tener en cuenta que estas
medidas eran un contratiempo para las entidades asociativas, considerando que el 10%
era un porcentaje demasiado elevado, por lo que se explica la búsqueda de estrategias
para evitar entregar a la EVO producto que podía alcanzar un precio aceptable en el
mercado. Las cooperativas cumplieron con las disposiciones estatales a este respecto,
pero se sentía malestar, aunque en ocasiones solicitaran anticipos del pago de la propia
EVO como forma de crédito público, con el fin de resolver malos momentos por crisis
del mercado y de las ventas28
.
27
Fondo para la Ordenación y Regulación de Productos y Precios Agrarios. 28
Actas de la Junta General. Archivos de las Cooperativas del Rosario y San Isidro (Murcia) (sin
catalogar).
21
Debido a estas circunstancias del mercado, se impusieron otras medidas como la
establecida en la orden del 27 de noviembre de 1967, prohibiendo la plantación o
reposición de nuevos viñedos en diversas zonas de España. No parece que el Estado
fuera muy firme a la hora de emprender tales medidas, ya que ante la presión retiró la
medida al poco tiempo, alegando las cooperativas la ausencia de alternativas
económicas en estas zonas rurales, donde únicamente se podía cultivar el viñedo.
Además, al mismo tiempo que se pretendía retirar el excedente vínico del mercado y
reducir la producción, sin mucho éxito ciertamente, se concedían préstamos para
mejorar las tecnologías de las bodegas industriales, y así adaptarse a los nuevos criterios
de calidad.
También existían otros servicios de apoyo importantes creados para auxiliar al
sector cooperativo por parte de instituciones como el Ministerio de Agricultura. Por
ejemplo, la concesión de servicios que facilitaban la adquisición de insumos y
maquinaria destinada al desarrollo y modernización de la agricultura española. De tal
circunstancia se beneficiaron las cooperativas, ya que estos servicios permitían la
compra a particulares, sociedades privadas, hermandades de labradores o a las propias
cooperativas, que debían solicitarla y el ministerio adjudicaba el bien encargando la
adquisición a empresas especializadas. Por lo general, la maquinaria que se adquiría era
de importación, pagando la cooperativa el precio provisional a la empresa distribuidora,
incluidos los gastos importación, y liquidándose la diferencia que existiera con el precio
final establecido por el ministerio, que subvencionaba una parte del total.
La maquinaria obtenida por este sistema no podía ser vendida, arrendada o
transmitida durante un plazo de cuatro años, quedando su uso adscrito a las fincas de los
socios cooperadores. En su utilización tenían preferencia aquellos asociados que no
tuvieran de forma particular este tipo de recursos, especialmente aquellos menos
dotados en medios de tracción de sangre. Esto era así por disposición del propio
ministerio. Además, debía de tener un conductor con formación, y debían remitir una
memoria a la Jefatura Agronómica de los trabajos realizados, reflejando el total de horas
trabajadas, determinación del coste neto por hora de trabajo y superficie que se labró
durante ese año.
Otras formas de apoyo institucional fueron el diseño de proyectos
arquitectónicos, la ayuda para la exportación, facilidades para la creación de secciones
dedicadas a la compra de insumos, préstamos para provisión de materias primas, e
incluso mediante la concesión de créditos particulares a los asociados para que
22
dispusieran de parte del valor de su uva durante toda la campaña hasta el proceso de
liquidación.
5. Conclusiones
Durante el periodo 1945-1965 se produjo la expansión de las bodegas cooperativas en el
sector vitivinícola español, convirtiéndose este tipo de sociedades en la gran empresa de
la mayoría de las regiones de viñedo. Ello tras una primera mitad del siglo XX donde
este movimiento se caracterizó por su debilidad y atraso con respecto a otros países
europeos de características similares, tales como Italia o Francia.
El objetivo principal de este trabajo es conocer algunas de las razones que
provocaron ese tardío desarrollo de las bodegas cooperativas en la Península Ibérica.
Diversas son las hipótesis aportadas por la historiografía para explicar este fenómeno,
de carácter exógeno y endógeno, por lo que se ha pretendido establecer cuales pudieron
ser más determinantes.
Nuestra principal conclusión es que uno de los principales factores de desarrollo
del movimiento cooperativo en el sector vitivinícola español fue la existencia de un
marco legislativo específico y el papel auxiliador del Estado franquista en el aspecto
financiero, que según la propia teoría económica del cooperativismo es uno de los
principales problemas intrínsecos a este sistema de empresa.
Este proceso se produjo en un contexto propicio para su desarrollo, con una
fuerte crisis de los precios del vino a finales de los años 40 e inicios de los 50, y el
posterior estancamiento de dichos precios hasta mediados de los años 60. Esto derivó en
que gran cantidad de viticultores se incorporaran a este sistema aprovechando así el
apoyo que el Estado ofrecía para su formación y obteniendo unos precios más
remuneradores por su materia prima.
Tras la promulgación de la Ley de Cooperación de 1942, el Estado incentivó la
creación de estas bodegas con el objetivo de afrontar la crisis en las zonas rurales más
afectadas; controlar socialmente a buena parte de la población rural mediante la
imposición de su diseño institucional; e intervenir en precios y producción de un sector
con un tradicional problema de sobreproducción. Instituciones como el Ministerio de
Agricultura, la Obra Sindical de Cooperación o el Instituto Nacional de Colonización
participaron en este proceso financiando la formación y el desarrollo de las bodegas
23
cooperativas a través de entidades como el Servicio Nacional de Crédito Agrario o el
Banco de Crédito Agrícola.
Referencias
BARCIELA LÓPEZ, C. (ed.) (2003): Autarquía y mercado negro, Barcelona, Crítica.
BELTRÁN, F. J. (2012): “Commons, social capital, and the emergence of agricultural
cooperatives in early twentieth century Spain”, European Review of Economic
History, 16 (4), pp. 511-528.
BEN-NER, A. (1988): “The life cycle of worker-owned firms in market economics”,
Journal of Economic Behaviour and Organization, nº 10, pp. 287-313.
BONIN, J. (1983): “Innovation in a labor-managed firm: a membership perspective”,
The Journal of Industrial Economics, nº 31 (3), pp. 313-329.
BONIN, J. (1985): “Labor management and capital maintenance: investment decisions
in the socialist labor-managed firm”, en Advances in the economic analysis of
participatory and labor-managed firms. London: Greenwich.
CABANA, A. y DÍAZ-GEADA, A. (2014): “Exploring modernization; agrarian fascim
in rural Spain, 1936-1951”, en L. Fernández-Prieto, J. Pan-Montojo y M. Cabo
(eds.), Agriculture in the Age of Fascism. Authoritarian Technocracy and Rural
Modernization, 1922-1945, Turnhout, Brepols, pp. 189-217.
CLAR, E. (2008): “Farm Policy under the Salazar and Franco Dictatorship in Portugal
and Spain: Toward an Authoritarian Model of Intervention in Agriculture?, en
N. Vivier (ed.), The State and Rural Societies. Policy and Education in Europe,
1750-2000, Turnhout, Brepols, pp. 177-194.
CARASA, P. (1991): “El crédito agrario en España durante la Restauración. Entre la
usura y el control social”, en B. Yun Casalilla (coord.): Estudios sobre
capitalismo agrario, crédito e industria en Castilla, siglos XIX y XX, Salamanca:
Junta de Castilla y León, pp. 289-343.
CARASA, P. (2001): “Proyectos y fracasos del crédito agrícola institucional en la
España contemporánea”, Áreas. Revista de Ciencias Sociales, nº 21, pp. 95-122.
CARRERAS, A. y TAFUNELL, X. (coords.) (2005): Estadísticas Históricas de
España. Siglos XIX – XX. Bilbao: Fundación BBVA.
CHEVET, J. M. (2009): “Cooperative cellars and the regrouping of the supply in France
in the twentieth Century”, en Y. Segers, J. Bieleman y E. Byust (eds.): Exploring
the food chain. Food production and food processing in Western Europe, 1850-
1990, Turnhout: Brepols Publishers, pp. 253-279.
CHIFFOLEAU, Y; DREYFUS, F.; EWERT, J. y TOUZARD, J. M. (2002): “The wine
cooperatives face the demand for quality: call for a renewed solidarity in
Languedoc (France) and in the Western Cape (South Africa)”, en S. Karafolas,
R. Spear y Y. Stryjan (eds.): Local Society & Global Economy: The role of Co-
operatives, Naoussa (Grecia): Editions Hellin, pp. 381-394.
CHRISTIANSEN, T. (2012): The reason why. The post civil-war agrarian crisis in
Spain, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza.
CONFEDERACIÓN GENERAL DE COOPERATIVAS AGRARIAS DE LA UE
(2010): Agricultural cooperatives in Europe. Main issues and trends, Bruselas:
COGECA.
24
FERNÁNDEZ, E. (2008a): Productores, comerciantes y el estado: regulación y
redistribución de rentas en el mercado de vino en España, 1890-1990. Tesis
doctoral, Madrid: Universidad Carlos III de Madrid.
FERNÁNDEZ, E. (2008b): “El fracaso del lobby viticultor en España frente al objetivo
industrializador del Estado, 1920-1936”, Historia Agraria, nº 45, pp. 113-141.
FERNÁNDEZ-PRIETO, L.; PAN-MONTOJO, J. y CABO, M. (eds.) (2014),
Agriculture in the Age of Fascism. Authoritarian Technocracy and Rural
Modernization, 1922-1945, Turnhout, Brepols.
FURUBOTN, E. G. y PEJOVICH, S. (1970): “Property rights and the behavior of the
firm in a Socialist State: The example of Yugoslavia” Zeitschrift für
Nationalökonomie, nº 30, pp. 431-454.
GÁMEZ, A. (1997): “La financiación de la agricultura en España: El Servicio Nacional
de Crédito Agrario (1926-1936)”, Agricultura y Sociedad, nº 82.
GARRIDO, S. (1995): “El cooperativismo agrario español del primer tercio del siglo
XX”, Revista de Historia Económica, año XII (invierno), nº 1, pp. 115-144.
GARRIDO, S. (1996): Treballar en comú: el cooperativisme agrari a Espanya (1900-
1936). Valencia: Edicions Alfons el Magnànim.
GUI, B. (1985): “Limit to external financing: A model and an application to labour
managed firms”, en D. C. Jones y J. Svejnar (eds.): Advances in the Economic
Analysis of Participatory and Labour Managed Firms, Vol. I, London: Jai Press,
pp. 107-120.
GUINNANE, T. W. y MARTÍNEZ-RODRÍGUEZ, S. (2011): “Cooperatives before
cooperative law: business law and cooperatives in Spain, 1869-1931”, Journal
of Iberian and Latin American Economic History, 29 (1), pp. 67-93.
HANSMANN, H. (1980): “The role of nonprofit enterprise”, Yale Law Journal, vol. 89,
nº 5, pp. 835-901
HANSMANN, H. (1988): “Ownership of the firm”, Journal of Law, Economics and
Organisation, vol. 4, nº 2, pp. 267-304.
HANSMANN, H. (1996): The Ownership of Enterprise. Cambridge-London: The
Belknap Press. of Harvard University Press.
HENRIKSEN, I. (1999): “Avoiding lock-in: Cooperative creameries in Denmark, 1882-
1903”, European Review of Economic History, 3, pp. 57-78.
HENRIKSEN, I; HVIID, M y SHARP, P. (2012): “Law and Peace: Contracts and the
Success of the Danish Dairy Cooperatives”, The Journal of Economic History,
72 (1), pp. 197-224.
HENRIKSEN, I.; LAMPE, M. y SHARP, P. (2011): “The role of technology and
institutions for growth: Danish creameries in the late nineteenth century”,
European Review of Economic History, 15, pp. 475-493.
INSTITUTO NACIONAL DE DENOMINACIONES DE ORIGEN, Catastro Vitícola y
Vinícola. Madrid.
JOSSA, B. y CUOMO, G. (1997): The Economic Theory of Socialism and Labour
Managed Firm. Cheltenham: Elgar.
KREMER, M. (1997): “Why are worker cooperatives so rare”. Working Paper nº 6118.
Cambridge: National Bureau of Economic Research (NBER).
LANERO, D. (2011a): “Sobre el encuadramiento de los campesinos y la agricultura en
el tiempo de los fascismos: una comparación entre nazismo y franquismo”, Ayer,
83, pp. 53-76.
LANERO, D. (2011b): Historia dun ermo asociativo. Labregos, sindicatos verticais e
políticas agrarias en Galicia baixo o Franquismo, A Coruña, Tresctres.
25
LOUBÈRE, L. A. (1990): The Wine Revolution in France. The Twentieh Century.
Princeton: Princeton University Press.
MARTÍNEZ SOTO, A. P. (2000): “Cooperativismo y crédito agrario en la Región de
Murcia, 1890-1936”, Historia Agraria, nº 20 (abril), pp. 123-167.
MARTÍNEZ SOTO, A. P. (2003): “El cooperativismo de crédito en España, 1890-1934:
modelos de gestión y balance de su actuación”, Historia Agraria, nº 30, pp. 119-
150.
MEDINA ALBALADEJO, F. J. (2011): Cooperativismo y sector vitivinícola en España
durante la segunda mitad del siglo XX, Tesis doctoral, Barcelona, Universitat
Autónoma de Barcelona (inédita).
MEDINA ALBALADEJO, F. J. (2014a): “Factores determinantes de la consolidación
del cooperativismo vitivinícola durante el Franquismo: ¿Diseño institucional o
apoyo externo del Estado?, comunicación presentada en el XI Congreso
Internacional de la AEHE (Madrid).
MEDINA ALBALADEJO, F. J. (2014b): “Els cellers cooperatius a Catalunya durante
la segona meitat del segle XX”, en J. Colomé; J. Planas y F. Valls, De la vinya a
la fassina. Vinyes, vins i cooperativisme vitivinícola a Catalunya, Barcelona,
Publicacions de l’Abadia de Montserrat (en prensa).
MEDINA ALBALADEJO, F. J. (2014c): “Co-operative wineries: temporal solution or
efficient firms? The Spanisg case during the late Francoism, 1970-1981”,
Business History (en prensa).
MEDINA ALBALADEJO, F. J. y PUJOL ANDREU, J. (2014): “Cooperativas de
consumo y niveles de vida: España, 1865-1939”, Scripta nova. Revista de
Geografía y Ciencias Sociales (aceptado para publicación).
MONTOYA, E. (2006): La Ribera del Duero burgalesa. El vino y su denominación de
origen, Burgos: Diputación Provincial.
MINISTERIO DE AGRICULTURA, Anuario de Estadística Agraria. Madrid.
O’ROURKE, K. (2007a): “Property rights, politics and innovation: creamery diffusion
in pre-1914 Ireland”, European Review of Economic History, 3, pp. 395-417.
O’ROURKE, K. (2007b): “Culture, conflict and cooperation: Irish Dairying before the
Great War”, The Economic Journal, 117, pp. 1357-1379.
PAN-MONTOJO, J. (1994): La bodega del mundo. La vid y el vino en España (1800-
1936), Madrid: Alianza.
PAN-MONTOJO, J. (2001): “Las industrias vinícolas españolas: desarrollo y
diversificación productiva entre el siglo XVIII y 1960” en J. Carmona, J.
Colomé, J. Pan-Montojo y J. Simpson (eds). Viñas, bodegas y mercados. El
cambio técnico en la vitivinicultura española, 1850-1936, Zaragoza: Prensas
Universitarias de Zaragoza, pp. 313-334.
PAN-MONTOJO, J. (2008): “Landowners, Technicians and Associations: The
Formation of the Agricultural Public Institutions in Spain, 1847-1936”, en N.
Vivier (ed.), The State and Rural Societies. Policy and Education in Europe,
1750-2000, Turnhout, Brepols, pp. 111-134.
PELLEGRINI, C. B. (1998): “Teoria economica e vincoli istituzionali per una banca
etica” en D. Marino y F. Timpano (ed.): Economia del no-profit: aspetti di
teoria e politica. Roma: Liocorno.
PIQUERAS, J. (1992): “El viñedo español entre 1940 y 1990. Medio siglo de cambios
hacia la modernización, la calidad y la eliminación de los excedentes”, en A. Gil
Olcina, Medio siglo de agricultura en España. Alicante: Instituto de Geografía
de la Universidad de Alicante, pp. 85-114.
26
PIQUERAS, J. (2011): De las plagas americanas al cooperativismo en España, 1850-
2007. La larga lucha del sector vitivinícola por su modernización y
supervivencia, Barcelona: Edicions i Propostes Culturals Andana, SL –
Vinseum.
PLANAS, J. (2003): “Cooperativismo y difusión del cambio técnico en la agricultura.
La contribución de las cámaras agrícolas (Cataluña, 1890-1930)”, Historia
Agraria, nº 30 (agosto), pp. 87-117.
PLANAS, J. (2004): “Dos models de cooperativisme agrari al primer terç del segle
XX”, Recerques, nº 49, pp. 53-72.
PLANAS, J. (2013a): “El cooperativismo vitivinícola en tiempos de crisis: El Sindicato
de Viticultores de Igualada (1921-1936)”, Investigaciones de Historia
Económica, 9 (3), p. 155-164.
PLANAS, J. (2013b): “The emergence of winemaking cooperatives in Catalonia”,
comunicación presentada en el XIV Congreso de Historia Agraria (Badajoz).
ROMÁN, C. (2011): “Las bodegas cooperativas en España: un sector en crecimiento,
1950-2005”, en A. M. Mateu (comp.): Vinos y competitividad agroindustrial: un
largo camino, Mendoza: INCIHUSA, pp. 323-344.
ROMÁN, C. (2013): “Group and control: Spanish agricultural co-operative movement
during the Franco regime”, en H. Gardikas-Katsiadakis y C. Brégianni (eds.),
Agricultural Co-operatives in South and Central Europe 19th-20th century. A
comparative approach, Atenas, Academy of Athens, pp. 141-157.
SALVADOR, A.; SALVADOR, C.; BLASCO, Y.; MARCOS, L. y PÉREZ, A. (1998):
Orígenes y situación económico-social de las sociedades cooperativas
vitivinícolas de la Rioja Alta. Logroño: Universidad de la Rioja.
SAUMELL, A. (2002): Viticultura i associacionisme a Catalunya. Els cellers
cooperatius del Penedés (1900-1936). Tarragona: Diputació de Tarragona.
SIMPSON, J. (1997): La agricultura española (1765-1965): la larga siesta, Madrid,
Alianza.
SIMPSON, J. (2000): “Cooperation and cooperatives in southern European Wine
Production. The nature of successful institutional innovation, 1880-1950”,
Advances in Agricultural Economic History, nº 1, pp. 5-126.
SIMPSON, J. (2001): “Introducción” en J. Carmona, J. Colomé, J. Pan-Montojo y J.
Simpson (eds). Viñas, bodegas y mercados. El cambio técnico en la
vitivinicultura española, 1850-1936, Prensas Universitarias de Zaragoza,
Zaragoza, 2001.pp. 141-151
VANEK, J. (1970): The General Theory of Labour Managed Market Economies, Ithaca
(New York): Cornell University Press.
VANEK, J. (1972): The economics of workers management: a Yugoslav case study.
London: George Allen and Unwin.
VIVIER, N. (ed.) (2008), The State and Rural Societies. Policy and Education in
Europe, 1750-2000, Turnhout, Brepols.
WARD, B. (1958): “The firm in Illyria: market syndicalism”, The American Economic
Review, vol. 48, nº 4 (septiembre), pp. 566-589.
top related