donini antonio - sexualidad y familia (cap 03)
Post on 30-Nov-2015
172 Views
Preview:
DESCRIPTION
TRANSCRIPT
Sexualidad y familia
Cr'sis y desafíos frente al s glo XXQ
Nuevas formas alternativas
de vida familiar
Vigencia del m atrim onio
La familia no puede inmunizarse contra las innovaciones sociales
(Cogswell y Sussman, 1972).1 Más aún, la familia ha sido capaz, en lu
gares y situaciones diferentes, tanto de influir sobre los factores y es
tructuras de cambio como de soportar y adaptarse a su influencia.
En un número especial de The Family Coordinator (1972),2 dedica
do a las posibles formas alternativas y experimentales de familia del
futuro, casi todos los autores coincidieron, explícita o implícitamen
te, en afirmar que la familia nuclear tal como hoy la conocemos esta
ba resultando inadecuada. En su gran mayoría, estos autores consi
deraban que la estructura de la familia nuclear debía ir modificándo
se y evolucionando en función del desarrollo y la plena realización
de la persona. A este fin, algunos de estos autores propiciaban el “no
matrimonio” como alternativa; otros, como Joy y Howard Osofsky
(1972)3 creían que la igualdad en la relación heterosexual no se daría
mientras la sociedad no modificase sus estereotipos con respecto al
trabajo del hombre y de la mujer; otros, finalmente, como David Ol
son (1972),4 se inclinaban a pensar que el matrimonio iría cambian
do muy gradualmente, a pesar de las actitudes y experiencias rebel
des de la juventud de las últimas décadas.
Antonio O. Donini
Por otra parte, hoy es un hecho conocido por numerosas investi
gaciones antropológicas e históricas que, además de la familia tradi
cional nuclear que ha dominado en Occidente, simultáneamente han
existido otras estructuras familiares, como la familia extendida, la
poligàmica, la convivencia comunal, la homosexualidad, el robo o co
mercio de niños, las madres solteras, etcétera. En realidad, lo único
novedoso sería que estas formas alternativas de vida familiar hoy es
tán siendo estudiadas por los investigadores sociales y, por consi
guiente, la sociedad contemporánea está tomando conciencia de su
existencia.
Veamos brevemente algunas de estas formas alternativas de vida
familiar que, según los autores, hoy están adquiriendo entidad y se
proyectan hacia el futuro.
La fam ilia grupa!
Consiste en la unión matrimonial de varios hombres con varias
mujeres, que cohabitan indiscriminadamente y sin restricciones den
tro del grupo. Los hijos -por el hecho de que la paternidad biológica
no puede ser conocida- son hijos de la comunidad: todos los adul
tos son padres y madres, sin tener en cuenta la relación biológica. La
ideología subyacente en la familia grupal es la de compartir ingresos,
tareas, relaciones, intimidad, etc., en una red o intercambio total, ba
sado en la disponibilidad de tiempo, capacidad, inclinación, por el
bienestar de toda la '‘familia”.
Esta estructura familiar, que en ocasiones se ha puesto en prácti
ca en algunas comunidades, difícilmente podría generalizarse; entre
otras razones, porque la mayoría de los seres humanos, especial
mente en Occidente, son celosos y exigen exclusividad de su pareja.
Si bien se discute entre los autores si esta característica es produc-
| fifi
Sexualidad y familia
to de la socialización o de la naturaleza, es indudable que, para que
esta forma de familia pueda llegar a generalizarse en un futuro próxi
mo, sería necesario que se modificara fundamentalmente esta acti
tud er ion al de! ser humano.
La fam ilia comunal
Consiste en un conjunto de “parejas monógamas”, con sus respec
tivos hijos, que viven comunitariamente, compartiéndolo todo me
nos las relaciones sexuales. En esto último se diferencia de la familia
grupal.
Todas las actividades, los ingresos, los bienes, son comúnes. Los
niños son criados por la comunidad, aunque sin desconocer su filia
ción biológica. Este tipo de familia es tan antiguo como la humani
dad. Sin embargo, su éxito en el mundo actual parece dudoso, debi
do, entre otros factores, a las implicaciones del sistema económico
occidental. El entregar a un grupo todos los bienes y recursos eco
nómicos que uno posee exige un gran desprendimiento y una enor
me confianza. Algunos experimentos llevados a cabo en la Argentina
no prosperaron, pero no podemos descartar por completo la posibi
lidad de que exista en el futuro este tipo de familia.
Hoy se advierte entre mucha gente joven, y aun entre algunos no
tan jóvenes, una creciente necesidad de la “comunidad”, en una so
ciedad impersonal, individualista y burocrática; que los hace buscar
activamente un sentido de pertenencia al grupo. Si esta ansia de par
ticipación comunitaria se acentúa por encima de la competencia y el
“éxito” económico individual, quizás esta forma de familia comunal
podría desarrollarse y lograr adeptos en la sociedad del futuro.
87 |
Antonio O. Donini
La poliginia
Algunos científicos la proponen como una forma alternativa de
matrimonio entre personas adultas mayores de la sociedad. Según
estos autores, la poliginia ofrecería una, solución práctica, no sólo
porque la proporción de mujeres en esa edad suele ser superior a la
cantidad de hombres, sino también porque daría a muchas viudas
la posibilidad de integrar un grupo familiar, mejorando su situación
afectiva y económica. Los departamentos modernos o casas subur
banas dificultan que las personas mayores puedan seguir viviendo
cómodamente con las familias de sus hijos y nietos. Además, la vi
da moderna en cierto modo conspira en contra de la familia exten
dida, porque se supone que el ritmo y los estilos de vida de la gene
ración joven son fuente de conflictos con las generaciones mayores.
Y, finalmente, los abuelos no podrían desempeñar hoy el mismo pa
pel protagónico de los viejos tiempos en la familia tradicional. La
poliginia, dicen estos autores, ofrecería una alternativa nueva e in
teresante.
Otra razón para propiciar la poliginia entre la gente de la tercera
edad estaría basada en consideraciones de orden práctico. Los re
cursos de la mayoría de ellos son limitados. Si las personas mayores
pudieran juntar sus recursos, sus condiciones de vida mejorarían:
sus ingresos aumentarían, las tareas domésticas podrían compartir
se, etcétera. Pero además existen razones de orden afectivo-emocio-
nal. Los viudos están prácticamente condenados a soportar la sole
dad y el aislamiento en la sociedad contemporánea, en la que ha au
mentado considerablemente la longevidad. Opinan los autores que,
con la poligamia, la depresión producida por sentimientos de inutili
dad y alienación podría evitarse. Es decir que, según ellos, habría
muchas razones en favor de la poligamia para los miembros mayores
de la sociedad.
1 BH
Sexualidad y familia j
Sin embargo, son muchos también los que dudan de que esta es
tructura familiar logre consenso, por lo menos en el corto plazo. En
primer lugar, porque los hijos objetarían este arreglo, por temor a
perder su herencia y los “servicios gratuitos” que muchos abuelos
ofrecen para cuidar a sus nietos. En segundo lugar, porque se nece
sitarían cambios profundos en nuestra legislación sobre el matrimo
nio y la herencia. Esto no parece fácil, entre otras razones, debido a
determinados valores culturales -religiosos y sociales- muy arraiga
dos. Finalmente, no hay que olvidar que, con la edad, los individuos
se vuelven naturalmente más bien conservadores. Por consiguiente,
es probable que los mismos que podrían resultar beneficiados con
estos cambios fuesen los principales opositores a modificar las nor
mas vigentes.
La pareja homosexual
“La norma fundamental del patriarcado era, y es, la organización de
la vida en torno a la familia heterosexual... Aunque la resistencia a la
heterosexualidad obligatoria ha existido en todas las épocas y culturas,
hasta las tres últimas décadas no se han desarrollado en todo el mun
do movimientos sociales en defensa de los derechos de los gays y las
lesbianas afirmando la libertad sexual, que comenzaron en los Estados
Unidos en 1969-1970, luego en Europa y posteriormente en gran parte
del planeta” (Castells, 1998).5
La “pareja homosexual” se refiere a dos miembros del mismo se
xo que conforman una unión, social y “legalmente” reconocida, y con
derecho legal para adoptar hijos. Algunas mujeres piensan que ja
más lograrían “igualdad” casándose con un hombre. De ahí que con
sideren que la unión entre mujeres no sólo las libera de la dependen
cia masculina, de inhibiciones y presiones de cualquier tipo, sino
RV I
que además contribuye a la confianza mutua, apertura, comprensión
y honestidad. En cuanto a los hombres homosexuales, muchos de
los cuales viven en situación de pareja estable por mucho tiempo, el
deseo de ser padres suele ser muy grande.
En 1996, la “Asociación de padres y madres homosexuales” de
Francia acuñó el término “homoparentalidad” para designar una “pa
reja homosexual" -tan to de “gays” como de “lesbianas”- “con hijos",
“sea porque viven con un compañero del mismo sexo luego de haber
se separado de la madre o el padre de sus hijos, o porque concibieron
niños por medio de la inseminación artificial o de madres portadoras,
o porque com o solteros adoptaron hijos, o porque recurrieron a inse
minaciones espontáneas entre un padre y una madre homosexuales,
cada uno de los cuales vive con un compañero o compañera del mis
mo sexo” (Roudinesco, 2003).6 No se puede predecir un incremento
rápido de este tipo de parejas estables, aunque ciertamente se ad
vierte en el mundo entero una mayor tolerancia social de la homose
xualidad o, como algunos prefieren, “homosexualidades” (en plural)
“para resaltar que no se trata de una estructura inmutable, sino de un
componente multiforme de la sexualidad humana” (Roudinesco, 200).
Para ambos tipos de parejas homosexuales (de hombre o de muje
res), seguirán planteándose muchos problemas legales, especial
mente los relacionados con la adopción de menores. Por otra parte,
el actual estilo de vida de muchos hombres homosexuales no favore
ce el establecimiento de hogares permanentes o de relaciones forma
lizadas. Sin embargo, la inseminación artificial ofrece hoy a las muje
res homosexuales que viven en pareja la posibilidad de gestar y te
ner sus propios hijos, sin relaciones heterosexuales.
En la actualidad, muchos países occidentales están legalizando la
unión entre personas del mismo sexo. Dinamarca fue el primer país
que en 1989 legalizó las uniones civiles de parejas homosexuales,
otorgándoles posteriormente el derecho de adopción, al igual que
| Antonio O. Donini__________
1 ni)
Sexualidad y familia |
Noruega y Suecia a mediados de la década de 1990. Francia y Alema
nia aprobaron las uniones civiles de homosexuales en 2000 y en
2001, respectivamente. El primer país europeo que reconoció los ma
trimonios homosexuales iue Holanda, en 2001; luego Bélgica en 2002,
y más recientemente España, que el 21 de abril de 2005, aprobó el ca
samiento de parejas homosexuales, con derecho a adopción de niños.
Finalmente, en Islandia se ha legalizado la cohabitación de parejas ho
mosexuales, con derecho de adopción; y en Portugal, las parejas gays
que demuestran haber convivido por dos años consecutivos gozan
de todos los derechos propios de los matrimonios heterosexuales.
La ciudad de Buenos Aires fue la primera en América Latina que
sancionó la ley de unión civil (mayo de 2003), por la que tanto las pa
rejas heterosexuales de hecho como las homosexuales podían acce
der a determinados beneficios sociales o laborales que eran privati
vos de los matrimonios heterosexuales (inscripción en las obras so
ciales o en las “prepagas”). Al reglamentar esta ley, el gobierno de la
ciudad creó un “Registro Público de Uniones Civiles”, donde las pa
rejas, tanto de homosexuales como de heterosexuales, pueden ins
cribirse y acceder a los beneficios acordados por la nueva ley.
Para la comunidad homosexual la ley de unión civil es, probable
mente, un primer paso. ¿Será el próximo paso “el matrimonio con to
das sus cargas y beneficios”?, como se pregunta Jonathan Rauch.7 Se
gún este autor, si esto sucediera sería “bueno para los homosexuales,
bueno para los heterosexuales y bueno para la misma institución del
matrimonio" (Rauch, 2004), Su argumento se funda en que ni el sexo,
ni los hijos, ni siquiera la realización personal hacen a la esencia del
matrimonio, sino un compromiso asumido entre dos personas para
cuidarse mutuamente “hasta que la muerte los separe”. Y concluye ar
gumentando que no es el casamiento de los homosexuales lo que ame
naza a la institución del matrimonio, sino el aumento de las parejas he
terosexuales que se divorcian o no se casan, o no quieren tener hijos.
Antonio O. Donini
La pareja conviviente
Se trata de una pareja heterosexual en la que tanto el hombre co
mo la mujer prefieren permanecer legalmente “solteros” y sin com
promisos, haciendo vida conyugal, aunque no siempre viviendo bajo
el mismo techo. Con frecuencia -aunque no siem pre- comparten sus
bienes económicos. Esta forma de convivencia, que en épocas no
muy lejanas era un comportamiento socialmente estigmatizado, ha
ido creciendo hasta contar en la actualidad con un número conside
rable de parejas. En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, el por
centaje de mujeres de 40 a 49 años “unidas” con respecto al total de
las “en pareja” era de 7,5%; mientras entre las mujeres de 20 a 29
años ese porcentaje llegaba al 23,2%. La misma diferencia se advier
te en el conurbano bonaerense: de 12,5% entre las mujeres de 40 a 49
años, a 39,9% entre las mujeres de 20 a 29 años. Esto se aplica tam
bién a la población masculina (Torrado, 2003).8
La libertad sexual ha ido en aumento en los últimos cincuenta
años; han aumentado las relaciones sexuales prematrimoniales y ex-
tramatrimoniales, con lo cual muchos solteros se sienten cada vez
más libres de tener relaciones sexuales sin estar enamorados y sin
pensar en el matrimonio. Consecuentemente, la costumbre de vivir
en pareja sin estar casados probablemente será cada vez más fre
cuente con el pasar del tiempo.
Hace más de 30 años, Michael Johnson,9 en un estudio sobre no
viazgo y compromiso, concluía que la mayoría de los sujetos que vi
vían en pareja estaban seriamente comprometidos y enamorados.
Reiss (1960)10 interpretaba este fenómeno como que, en la actuali
dad, “convivir sin estar casados” podía ser simplemente una nueva
forma alternativa de noviazgo, y no necesariamente un signo de la
quiebra definitiva con el sistema del matrimonio. Más aún, en gene
ral estas parejas tendían a casarse cuando decidían tener hijos, no
I fia
Sexualidad y familia
sólo porque valoraban la continuidad de su relación, sino porque ha
bían sido socializados de tal manera que no concebían una familia
(con hijos) sin matrimonio, incluyendo el religioso.
En síntesis: vivir en pareja ha sido (y quizás continúe siéndolo)
una forma de noviazgo prolongado para muchos jóvenes, aunque la
decisión de tener hijos parece que los induciría a casarse a su debi
do tiempo. Sin embargo, la gente mayor, económicamente indepen
diente, que no pueden o deciden no tener hijos, y que se sienten li
bres frente a las presiones sociales, probablemente establecerán una
convivencia “sin matrimonio”.
En la década de 1990 estas tendencias se han ido acentuando, so
bre todo en Europa. En Francia, por ejemplo, en 1996, el presidente
Jacques Chirac celebró públicamente el nacimiento de su nieto Mar
tín. Claude, la hija del presidente, no sólo se negó a revelar la identi
dad del padre de su hijo, sino también a casarse con él.
En Escandinavia, aunque los porcentajes de matrimonios han au
mentado levemente, todavía predominan las parejas no casadas. Co
mo explica el psicólogo Bodil Pedersen, de Copenhague, “vivir jun
tos sin casarse es parte del ser danés”. En Estados Unidos, los naci
mientos fuera de matrimonio han disminuido en un 4% por primera
vez en 20 años; pero en los “guetos”, cuatro de cada cinco nacimien
tos son de madres solteras. Esto ha hecho pensar a muchos investi
gadores que algunas políticas sociales pueden estar contribuyendo
a que la gente no se case. Así, por ejemplo, en Berlín, una madre sol
tera recibe un subsidio de 400 dólares mensuales por un año; mien
tras que una mujer casada recibe el mismo beneficio solamente por
seis meses. En Copenhague, las madres solteras no sólo reciben una
ayuda económica extra, sino además una serie de beneficios. Por
ejemplo, una madre soltera de menos de 18 años, recibe del Estado
500 dólares y la renta de su departamento; si se casara con su pare
ja, perdería todos estos beneficios.
A» |
Antonio O. Donini
Aunque en estos países europeos hay consenso político acerca de
que las madres solteras deben recibir ayuda, algunos han comenza
do a preocuparse por la incidencia negativa de estas políticas en la
institución familiar. Algunos han propuesto que se prive de estos be
neficios a las madres solteras que se niegan a dar el nombre del pa
dre a las autoridades estatales de la seguridad social; otros propo
nen implementar un código moral para las escuelas en el que se pon
ga más énfasis en “el valor de la familia como pilar de la sociedad”.
La pareja sin hijos, en la que ambos trabajan
Es una categoría de familias en las que ambos cónyuges trabajan;
no tienen ni piensan tener hijos, ya sea por las dificultades inheren
tes a su crianza, o por la creciente preocupación por la explosión de
mográfica en el mundo, o por el conocimiento y disponibilidad de in
formación de los métodos contraceptivos, o por el cambio de las nor
mas sociales con respecto a la procreación. Hasta no hace mucho
tiempo, prácticamente todos los que se casaban esperaban tener hi
jos; si pasaban uno o dos años sin tenerlos, se sentían preocupados.
Hoy muchas mujeres jóvenes cuestionan aun el “valor de la materni
dad”. Además, hay una creciente conciencia en la mujer de la igualdad
de sus derechos frente al hombre para desarrollar una vida profesio
nal exitosa, sin complejos de culpa. En consecuencia, es muy probable
que muchas parejas jóvenes opten en el futuro por no tener hijos.
La pareja con hijos, en que ambos trabajan
Es una categoría de familias en las que cada uno de los cónyuges
tiene una ocupación rentada fuera del hogar, ambos contribuyen con
I U
Sexualidad y familia i 11 I
sus ingresos y comparten las tareas domésticas, sin sacrificar el de
seo de tener sus propios hijos. Este tipo de familia tiene como dos
“cabezas” igualmente responsables del hogar. Era una minoría no ha
ce muchos años (en Estados Unidos, por ejemplo, en 1971 sólo el
10% de los trabajadores profesionales eran mujeres); hoy se está
convirtiendo en lo que podríamos llamar la “familia tipo de princi
pios del siglo XXI” .
Están surgiendo valores que afirman la libre expresión del indivi
duo, sus logros y el desarrollo personal de todo ser humano. Los ro
les basados en el sexo tienden a desaparecer. Dicha tendencia ha si
do muy despareja, pero hay un cambio evidente en muchos segmen
tos de la sociedad hacia una familia más igualitaria, en la que ambos
progenitores participan en pie de igualdad en todas las áreas de la vi
da familiar.
Rapoport y Rapoport (1965) en un estudio sobre la relación entre
trabajo y vida familiar,11 advierten que los padres de las familias en las
que ambos trabajan sufren una “sobrecarga de roles”, aunque la ma
yoría de las parejas logra superar esos problemas, porque se benefi
cian ampliamente por sus mayores ingresos, el desarrollo personal y
profesional de la mujer, y la relación más íntima entre el padre y los
hijos. Estos autores afirman que “la tendencia hacia normas culturales
más compatibles con este nuevo tipo de familia es irreversible”. Consi
deran, también, que las tensiones experimentadas por estos padres
son transitorias, y predicen que irán desapareciendo a medida que la
sociedad vaya aceptando este nuevo tipo de estructura familiar.
La fam ilia uniparental
Hay diversos tipos de familia uniparental (o monoparental):
a ) Familias con un solo progenitor, por fallecimiento de uno de los
fifi 1
Antonio O. Donini
cónyuges. Aunque ha existido siempre en toda sociedad, este tipo
de familia probablemente irá disminuyendo progresivamente,
porque habrá cada vez menos muertes prematuras de progenito
res gracias a la disminución de la mortalidad y al aumento de la
esperanza de vida, por las condiciones sanitarias y la medicina
moderna. Además, es hoy muy frecuente, entre la gente que en
viuda joven, el que vuelvan a contraer matrimonio.
b ) La familia uniparental, con uno o más hijos menores, debido a una
separación, abandono o divorcio, probablemente será más fre
cuente a medida que se vaya aceptando socialmente el divorcio.
El rechazo al divorcio en nuestra sociedad refleja, sin duda, una
visión positiva del matrimonio tradicional; pero estos valores se
van diluyendo en la sociedad posindustrial. Hoy se insiste tanto
en los derechos y necesidades individuales de los cónyuges que
el divorcio está resultando un trámite aceptable cuando esas ne
cesidades no se ven satisfechas. Por lo tanto, por diversas razo
nes, podemos anticipar que el d ivorcio mantendrá, probablemen
te, los porcentajes actuales en el futuro, y consiguientemente, au
mentarán las familias uniparentales, sin la presencia del otro pro
genitor, o conformarán lo que Ahrons (1979)12 denomina “familia
binuclear”. “El aumento creciente del número de divorcios y de se
paraciones de parejas consensúales se ha convertido en la primera
causa del aumento de las familias monoparentales, con preferencia
las de jefatura fem enina..." (Torrado, 2003, 441-442). En todo el
país, el porcentaje de familias monoparentales (madre sola con
hijos), que en 1980 era del 44,4%, en 1991 llegaba al 50,2%.
c ) La familia con un solo progenitor soltero, con uno o más niños. Ta
les familias no necesariamente están presididas por una mujer. En
la actualidad hay tres posibles tendencias: una se refiere a hom
bres solteros que adoptan un hijo; otra, a mujeres profesionales
o de carrera, que no han pensado en casarse, pero que adoptan
1 fifi
Sexualidad y familia
un hijo; la tercera se refiere a madres solteras. Estos fenómenos
reflejan el reconocimiento creciente de individuos que desean te
ner hijos, pero que eligen no casarse.
Sin embargo, no parece probable que los padres (o progenitores)
solteros alcancen un alto porcentaje en nuestra sociedad. Una de las
razones de esta afirmación se basa en la creencia de que el niño, pa
ra su desarrollo normal, necesita la presencia de ambos padres. Otra
razón es que el costo económico y emocional de la crianza de los hi
jos es muy elevado para un solo progenitor. La tendencia podría más
bien inclinarse en la dirección de “personas solteras sin hijos”.
La fam ilia binuclear; fam ilias ensambladas
No pocos textos sobre matrimonio y familia comienzan a identifi
car ya a las “familias binucleares” como una forma generalizada de
familia. “La mayoría de las familias continúa siéndolo después del di
vorcio, aunque no se comporten com o las familias tradicionales; por
ejemplo, no viven bajo el mismo techo. Pero los hogares del padre y
de la madre -que pueden o no incluir una nueva pareja con hijos pro
pios o hijastros, e tc.- constituyen una familia binuclear. Aunque el di
vorcio cambia la estructura de la familia, de nuclear a binuclear, las fa
milias continúan haciendo prácticamente lo mismo que hacían antes
en cuanto al cuidado y educación de sus hijos, sintiéndose responsa
bles de sus necesidades afectivas, espirituales, económicas y físicas.
Ambos ex-esposos cumplen con una sociedad parental cooperativa, pa
ra perm itir la continuidad de los lazos familiares a través de sus hijos”
(Ahrons, 1994).13 x
“El cambio fundamental que se ha producido en la familia es la di
sociación entre conyugalidad ( vínculo de pareja) y filiación ( vínculos
I
entre padres/madres e hijos/hijas). En la familia tradicional, estos dos
vínculos eran indisolubles. En la actualidad, en cambio, mientras la con-
yugalidad ha perdido su carácter indisoluble porque es una relación so
cial, la filiación mantiene dicho carácter porque es un vínculo natural...
Estas constataciones han permitido sostener que la familia contemporá
nea ya no es una institución sino una ‘red de relaciones’ que, en lugar
de ser responsable de transmitir el patrimonio económico y moral de
una generación a otra, tiende ahora a privilegiar la construcción de la
identidad personal ( Théry, 1996)” (Juan Carlos Tedesco, 2000).14
Recientes investigaciones, como expongo en un trabajo anterior,15
demuestran que los hijos que viven en familias altamente conflicti
vas sufren más problemas emocionales que los hijos de familias que
han realizado un “buen divorcio” . Digo “bueno” no en el sentido de
una valoración positiva del divorcio, sino de la forma “civilizada” y
pacífica en que se ha llevado adelante todo el proceso. Para Bohan-
nan (1971),16 la mayoría de los problemas psicológicos que experi
mentan los hijos no deben atribuirse tanto al divorcio mismo cuanto
a las malas experiencias sufridas antes, durante y aun después del
proceso de la separación. Es un hecho, sin embargo, que no se trata
de un proceso simple. Hablar .de familias “ensambladas” no significa
formar una nueva familia después del divorcio, sino integrar dos fa
milias en función de los hijos. Los hijos entran a formar parte de dos
hogares -e l de la madre y el del padre-; tienen que adaptarse a dos
nuevas estructuras familiares y aprender a relacionarse con los pa
drastros y hermanastros.
Esta estructura familiar probablemente irá creciendo considera
blemente en el futuro. Con la introducción del divorcio en la legisla
ción de familia, ha aumentado entre nosotros gradualmente el núme
ro de familias ensambladas. Es probable también que, al aumentar la
tasa de divorcios, aumente considerablemente la tasa de matrimo
nios. Estadísticamente, pocos son los divorciados que no vuelven a
| Antonio O. Donini
Sexualidad y familia
casarse. Por consiguiente, una de las formas dominantes de la fami
lia del futuro será, junto con la familia nuclear tradicional, la familia
ensamblada y, consiguientemente, la “familia binuclear” . Hay dos fac
tores que respaldan este razonamiento: primero, que el promedio de
vida se ha prolongado considerablemente; y segundo, el aumento na
tural de la tasa de divorcios.
En los Estados Unidos, por ejemplo, más de un 25% de los matri
monios son “familias ensambladas”. Es probable, por lo tanto, que el
matrimonio tradicional en su forma monogámica - “hasta que la muer
te nos separe”- vaya disminuyendo proporcionalmente frente a otras
estructuras, ocupando un segundo lugar la familia “ensamblada” o lo
que los sociólogos han dado en denominar “monogamia en serie” , es
decir, un primer matrimonio monógamo seguido de divorcio, y éste,
a su vez, de otro nuevo matrimonio monógamo, y así sucesivamente.
Para algunos ésta será una de las características dominantes de la fa
milia del futuro. Por eso la Asamblea General de las Naciones Unidas
sugirió, hace diez años, que se comenzara a hablar de “familias” (en
plural), y no de “familia” , como veremos más adelante.
Funciones de la fam ilia del futuro
Según Ogburn y Tibbitts (1934),17 la tecnología estaba reemplazan
do a la familia tradicional en muchas de sus funciones. Antiguamen
te, la familia desempeñaba, según estos autores, seis funciones im
portantes -que ahora son desempeñadas, total o parcialmente, por
una o más instituciones-: las funciones económica, de protección,
religiosa, recreativa, educativa y de asignación de status.
En la época colónial, por ejemplo, la familia producía práctica
mente todo lo que sus miembros necesitaban para su consumo. El
marido, la mujer y los hijos trabajaban juntos en la casa o en las ta
3
reas agrícolas. Gradualmente, sin embargo, a medida que las empre
sas comenzaban a producir en serie los bienes de consumo, la fami
lia comenzó a adquirirlos fuera del hogar. Con estos cambios, la es
tructura de la familia fue cambiando. Al no ser ya necesarias las vi
viendas tradicionales, suficientemente amplias como para albergar a
la familia extendida, comenzaron a multiplicarse los departamentos
o propiedades horizontales. Los hombres comenzaron a trabajar fue
ra del hogar, y las mujeres fueron perdiendo su importancia en la
economía de la familia; los hijos, en lugar de ser una ventaja para la
familia, se transformaron en una carga económica. De ahí que, según
los autores mencionados, la industrialización hizo perder a la familia
su función de unidad económica de producción. La familia se ha con
vertido hoy exclusivamente en una unidad económica de consumo.
Antiguamente, la familia protegía y cuidaba a sus miembros de los
peligros externos, brindando seguridad económica durante la niñez,
la enfermedad, el desempleo o la vejez. Con ia industrialización, es
ta función protectora fue absorbida por el Estado (policía, hospita
les, seguros, obras sociales, seguro contra el desempleo, jubilacio
nes, etc.). A medida que fue aumentando la burocracia estatal para
el desempeño de estos servicios, las funciones de la familia siguieron
disminuyendo en estos aspectos. Hoy, que el Estado se está despren
diendo de algunas de estas funciones, son asumidas por empresas o
instituciones privadas.
Antiguamente, la familia desempeñaba un papel importante en la
formación ética y religiosa de sus miembros: rezaban en común, da
ban gracias antes y después de las comidas, leían la Biblia juntos, et
cétera. Hoy son pocas las familias que lo siguen haciendo. Lo religio
so ha quedado prácticamente relegado a las iglesias. La enseñanza
de la religión, que antiguamente se realizaba principalmente en la fa
milia, ha ido gradualmente transfiriéndose a los lugares de culto o a
los colegios confesionales.
| Antonio O. Donini
I U
Sexualidad y familia |
Cuando la mayoría de las íamilias vivía en zonas rurales aisladas
o en pequeñas ciudades, la recreación era una actividad típicamente
familiar. Los abuelos o personas mayores entretenían a ia familia
contando historias o leyendo libros de cuentos junto al fogón; o la fa
milia se divertía jugando a los dados, cartas u otros juegos sedenta
rios. Algunas familias cultivaban la música o el canto... Actualmente,
la recreación es una actividad comercial: deportes, espectáculos pú
blicos, museos, restaurantes, lugares bailables, etcétera. Rara vez va
toda la familia a estos lugares. Aun la televisión, que podría consti
tuir una recreación familiar, no lo es. Cada edad tiene sus programas
diferentes, en horarios diferentes. La familia, como grupo de recrea
ción, ha perdido toda la importancia que tenía en otras épocas.
En la época de la colonia, el aprendizaje era elemental. Las escue
las eran pocas y para selectos. En el mejor de los casos, la lectura, la
escritura y los rudimentos de las matemáticas se aprendían en fami
lia. Con la modernidad, la vida económica y social se tornó más com
pleja, y exigió una instrucción más especializada y formal. Hoy vivi
mos en una sociedad en la que los diplomas y los títulos son impor
tantes. Los niños comienzan a ir a la escuela desde muy temprana
edad y se orientan a completar estudios terciarios. La educación es
obligatoria más allá de la escuela primaria, y ofrece mucho más que
una simple educación formal: se enseñan también normas de convi
vencia y ética, civismo, buenos modales, y otras lecciones que antes
se transmitían informalmente en el seno de la familia. Con la multipli
cación de guarderías infantiles, centros preescolares, y variedad de
escuelas que van desde la educación inicial hasta la universidad, la
función educativa de la familia ha ido desapareciendo por completo
en una sociedad altamente competitiva y especializada.
La última función atribuida por Ogburn y Tibbitts a la familia tra
dicional era la asignación de status. En la sociedad preindustrial, el
hecho de haber nacido y pertenecer a una familia determinada ubi-
71 I
Antonio O. Donini
caba al individuo en un determinado lugar dentro de la estructura
social. Por eso, según fuera el nivel social de la familia, uno podía
prever hasta dónde podría seguir sus estudios, qué trabajo haría,
dónde viviría, y aun hasta con quién se casaría, etcétera. Esta fun
ción ha desaparecido prácticamente por completo. El individuo en la
sociedad urbana moderna es un ser anónimo. Hoy se compite dentro
de un sistema impersonal y globalizado. El status social no viene
asignado automáticamente, sino que se adquiere de acuerdo con las
exigencias y valores de la sociedad del conocimiento.
A medida que estas funciones tradicionales vayan transfiriéndose
a otras instituciones, Ogburn y Tibbitts opinan que irán emergiendo
y ganando en importancia otras nuevas funciones para la familia. An
tiguamente, por ejemplo, prácticamente no se pensaba en las satis
facciones personales y afectivas de los cónyuges: nadie se preocupa
ba por el bienestar y felicidad de los esposos. Ahora, con la desapa
rición de las funciones tradicionales, la familia se está transforman
do en un ámbito para el desarrollo de las relaciones interpersonales,
buscando el crecimiento individual y de la pareja.
Naturalmente, hoy la familia desempeña menos funciones que an
tes; podríamos decir que se han reducido principalmente a dos: la
primera es la función afectiva. La familia ofrece un ámbito en el cual
el individuo puede expresar libremente sus deseos y necesidades
personales, y espera recibir comprensión, consideración y amor. La
capacidad de cada familia para satisfacer esta necesidad es un deter
minante clave de su felicidad y estabilidad. La segunda función im
portante de la familia actual es la de consumidora: nuestra economía
de mercado requiere que la familia “consuma” los bienes producidos
por la industria. Si no lo hiciera, peligraría todo el sistema económi
co. Por eso, en la sociedad moderna hay una fuerte presión económi
ca para que la gente se case, forme un hogar, tenga hijos, progrese,
etc., porque así consumirán los bienes y servicios que necesitan pa-
I ‘
Sexualidad y familia
ra su comodidad, y de esa manera contribuirán al mantenimiento y
desarrollo de la economía.
Según los autores, esta íunción de consumidor de la familia proba
blemente irá en aumento, debido a la fuerte presión al consumo que
caracteriza a la sociedad contemporánea. Con respecto a la función
afectiva y emocional, los individuos continúan buscando su felicidad
y necesidad de afecto dentro de la estructura de la familia, en el sen
tido de búsqueda de confianza, seguridad y comprensión. Pero, ¿se
guirá la familia desempeñándose como el ámbito en el cual desarro
llamos nuestra personalidad y satisfacemos nuestras necesidades
emocionales? Probablemente no. Va tomando cuerpo una nueva ideo
logía de la exaltación del individuo. Esta ideología individualista nos
lleva a profundizar en nosotros mismos y a desconfiar de los demás.
Nos impulsa a que abandonemos nuestra dependencia de los demás,
evitemos comprometernos y cultivemos sólo relaciones temporales y
provisorias.
El individualismo y la autocomplacencia se están convirtiendo en
la ética suprema. Por consiguiente, la principal preocupación con
siste en liberarse de ataduras y en reconocer que los demás -inclu
yendo la propia familia- no comprenden realmente quiénes somos,
qué queremos, por qué hacemos lo que hacemos, qué esperamos
llegar a ser... La clave es uno mismo; nadie más, ni siquiera nuestra
familia, puede ser confiable. Por lo tanto, de afirmarse esta tenden
cia “posmoderna” , los individuos en las familias del futuro mirarán
hacia adentro para buscar en sí mismos la fuente de felicidad, y con
siderarán a la familia como un lugar donde uno vive una paz provi
soria; pero no donde uno puede desarrollar su personalidad y en
contrar su realización plena en forma permanente. Con esto se abre
un interrogante acerca de cuál será el modelo de la familia del futu
ro en Occidente.
73 í
I
top related