en el recodo del camino-antología poética
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EN EL RECODO DEL CAMINO
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EN EL RECODO DEL
CAMINO
ANTOLOGÍA POÉTICA
MARTHA LUCÍA
ACOSTA RODRÍGUEZ
Lisamar
EN EL RECODO DEL CAMINO
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ACOSTA R., Martha Lucía. Antología Poética
“En el recodo del camino” (1ª versión. Bogotá,
D. C. Ed. Magisterio, junio de 2011.
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A quienes escudriñan en el laberinto
del arte de educar.
“El cuerpo humano no es más que apariencia, y
esconde nuestra realidad. La realidad es el alma.”
Victor Hugo
EN EL RECODO DEL CAMINO
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PRÓLOGO
Esta antología tiene el único mérito de haber
sido elaborada desde el sentimiento que nos
incita a desbordar los más recónditos
estremecimientos. Por eso, lo hago con el
verso que sé escribir, sin más bagaje que el de
mi experiencia humilde de educadora de
lengua castellana que siente amor por la poesía
libre. Lo hago a escondidas de mis maestros,
los más grandes poetas de la humanidad,
porque sé que aún debo aprender bastante de
ellos. Con todo el respeto que se merecen; así
como mis colegas y amigos que recorren el
mismo camino; pues, en principio, somos
hombres y mujeres que buscamos en algún
momento la oportunidad de despejar el alma
de las turbaciones del destino.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Esta pequeña obra es para mis estudiantes y
para mis hijos. Es mi ejemplo para no olvidar
que la escritura en estos tiempos de nuevas
tecnologías, como en aquellos postreros, es la
aliada inseparable del alma. Por más débil que
sintamos nuestras palabras, son las únicas que
nos harán libres; libres de los recuerdos y los
remordimientos, de los aciertos y desaciertos
de la vida.
Sócrates decía que la verdadera enseñanza se
lleva a la práctica mediante el ejemplo y nos lo
recuerda George Steiner en su obra “Lecciones
de los Maestros” (Barcelona, 2005). Así,
intento hacerlo, pese a los deslices que como
humanos cometemos. Mi lección es la poesía
para que tú, querido lector, joven estudiante,
no olvides su valor.
Lisamar
EN EL RECODO DEL CAMINO
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EN EL RECODO DEL
CAMINO
(Autobiografía)
Cuando de contar historias se trata podemos
dejar volar la imaginación por los laberínticos
recovecos de la ficción o aquellos otros de lo
sobrenatural y la magia, pero cuando es
nuestra propia historia podemos fracasar en el
intento, por el hecho de dejar traslucir nuestro
espíritu en lo concreto y hacer visible el alma
tan olvidada ya por la inminente materia que
la aniquila.
Es hoy mi segundo intento, el primero fue por
allá después de mis quince años cuando recibí
de mi padre un regalo hecho con sus manos,
un diario de hojas blancas y carátulas gruesas
de un café oscuro que en su centro y con letras
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doradas tenía mi nombre. Era la época de los
latidos del corazón por los amores juveniles
que duraban unos cuantos días o meses, y
precisamente, eran esos encuentros fortuitos
con jóvenes de mi edad, los sentimientos que
despertaban en mí y los fracasos que me
ocasionaban con su indiferencia lo que yo me
detenía a describir con desvelo; sin embargo,
aquel interés por la historia de mi vida no duró
mucho. Terminó con los amigos, los intereses
por la música del momento y la madurez que
recuerdo a saltos, con cortes limitados por el
tiempo y la distancia. La vida se me
presentaba con otras responsabilidades.
Sentada frente a la pantalla del computador
rememoro una infancia intranquila.
Me halaga ser de donde soy, del llano altivo y
de atardeceres soleados salpicados de
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melancolía, de un Acacías que ahora está vacío
en mi memoria, donde mi madre tuvo que
parirme en medio de la espesura con la
asistencia única de la partera del pueblo, en
medio de los alborotos de la tormenta que
rompía el cielo y que calaron tanto en mí; aún
siendo joven me alborotaban la inconsciencia
del sueño para convertirme en un torrente de
gritos y disfrutar del sonambulismo que sólo
reconocía cuando aparecía en un lugar
diferente a mi cama.
Mi padre era, en ese entonces, guardián en la
cárcel de Acacías y mi madre se dedicaba a los
quehaceres del hogar. Dos años después fue
trasladado a un pueblo cundinamarqués de
clima templado de donde ellos eran oriundos.
Allí también nació mi hermano Nelson
Enrique y los dos fuimos bautizados como
manda la Santa Iglesia Católica, en la cual
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fuimos educados. Lucía es el segundo nombre
de mi madre y el mío; era una costumbre
bautizar a los hijos conservando uno de los
nombres de los padres como mi hermano,
quien heredó Enrique, el segundo nombre de
mi padre.
Poco después nos tuvimos que venir para la
fría sabana de Bogotá porque mi padre, de
nuevo fue trasladado, mi madre empezó a
tener dificultades para cuidarnos porque la
incipiente canasta familiar requería que ella
también trabajara. Así, tuve que devolverme al
pueblo para vivir con mis abuelos y mis tías.
Los mejores años de mi infancia los pasé allí;
recuerdo el rostro de la Mona, la amiga que
aún conservo de aquellos años, los juegos con
ella y sus hermanos haciendo la comida en
ollitas metálicas y ruidosas, como las de la
abuela, con las hierbas que cogíamos del
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camino o la huerta, y poniendo dentro de la
estufa, también de metal, palitos de madera y
ramas secas para prender con los fósforos que
nos robábamos de la cocina de la abuela quien,
por cierto, no hacía mucho caso a mis
atrevimientos.
Mi madre me traía a la fría sabana en las
vacaciones, las compartía con mi hermano;
podría decirse que la pasaba bien cuando no
eran peleas y disgustos, o golpizas que me
ganaba por la astuta manía de mi hermano de
echarme la culpa por sus travesuras.
A los doce años me trajeron a regañadientes
con ropita y todo para Bogotá. Mi hermana
Claudia había nacido y mi madre necesitaba
apoyo en el hogar para dedicarse al exiguo
negocio de abarrotes. Yo ya podía cumplir con
ciertos deberes como hija mayor.
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Así, desde los doce años viví con mis padres y
hermanos en este espacio citadino de un
barrio que apenas comenzaba a levantar sus
viviendas con un incipiente comercio.
Por aquella época era bastante tímida, y aún lo
soy, pero llegué a ser muy responsable para mi
edad. La disciplina estricta, sobre todo de mi
padre, me disgustaba; a pesar de todo, es
precisamente esa exigencia, la que me ha
sacado de tantos apuros. Me acostumbré a ser
independiente y a responder por mis actos.
Hoy me beneficio de una libertad ganada con
méritos.
A veces la memoria nos juega travesuras y
cuando estamos en lo mejor de nuestro relato
nos devuelve a los fracasos del destino que a
veces queremos olvidar; no obstante, son ellos
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los que nos hacen levantar de nuevo y aunque
me cerraron el corazón para el amor me lo
abrieron para otros logros.
Tan pronto terminé mi secundaria, por allá por
el año 88, ingresé a la Universidad Nacional,
estudié licenciatura en español- francés y antes
de terminar ya estaba dando mis primeros
pasos en la docencia con irrisorios salarios.
Hoy no han cambiado mucho.
Alterné mis estudios universitarios con el
deporte, siempre me ha gustado aunque
últimamente no lo practico con asiduidad;
estuve un semestre en gimnasia, otro en
multifuerza y los demás en Taekwondo; gané
algunas medallas: oro, plata y bronce, las dos
primeras en dos campeonatos
interuniversitarios nacionales que requirieron
de mí bastante esfuerzo. Después de mi
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separación del padre de mis hijos me dediqué
al baile, principalmente en la época en que mi
hermano tuvo su orquesta, con mi hermana
hacíamos coreografías y bailábamos. Eso fue
divertido, pero también se terminó.
Con la universidad también alterné cursos de
idiomas y tomé un semestre de ruso, que ya
olvidé por completo, y tres semestres de
italiano. Recuerdo mucho a mi profesor de
italiano, un intelectual a carta cabal con su
estilo de revolucionario de izquierda y
despreocupado por el vestir. También
recuerdo, no sé si por mi gusto al francés, a los
profesores que me lo enseñaron con ese acento
nativo. En el INEM, donde estudié la
secundaria, a Madame Vargas que tenía un
estilo sofisticado de mujer europea y moderna;
en la universidad a Carlos González que
aunque de edad avanzada, era talentoso y
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pícaro, y muy buena persona; y a Michelle, mi
profesora francesa que fue, además, mi asesora
de monografía. También recuerdo a Harold
Alvarado Tenorio, poeta y profesor de
Literatura Hispanoamericana, materia que tuve
que validar. Precisamente, a finales de marzo,
nació mi hija, y el maestro antes de terminar
el semestre viajó a España. En las listas de
notas que pegaron en los ventanales de la
facultad aparecía la materia perdida; no por
eso no he de tenerlo en alta estima por lo
mucho que aprendí.
Me encanta la poesía y más que leerla,
escribirla. Tengo algunos poemas que reflejan
sutilmente mis emociones y mis sentimientos,
ojalá algún día pueda escribir aún más, en las
postrimerías de mi vida.
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Amo a mi esposo, y sé que él me ama, así
como a mis hijos a quienes quiero dejar lo que
tengo, el valor de la constancia.
El amor, el sentimiento más grande que nos
ata de raíz a un lugar, a un tiempo o a una
persona es también tan frágil que cualquier
vendaval que lo azote, por más fuerte que éste
sea, con el tiempo se va apagando, pero…
…nunca se olvida el primer amor, el mío a los
trece años, tan etéreo y tierno como la misma
pureza lo puede dar, con encuentros casuales
o esperados, acompañados de besos cortos
como un titubeo, besos de niños. El gran beso
de amor, de un apego que mueve los hilillos de
la conciencia vino después, con otro chico que
no era de mi misma edad como el primero,
sino dos años mayor, a mis catorce, el que
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llenó la mayoría de páginas del diario aquel de
mis quince años.
Llegando a este momento ¡cuántos consejos
también he recibido! por las torpezas de la
vida; en los golpes del amor que nos arrodillan
ante los desaciertos, o en las adversidades con
los hijos, que nos recuerdan a todo momento
que somos los responsables de sus infortunios.
De las cicatrices que las espinas han osado
dejar en la epidermis de la vida ha surgido la
esperanza, la búsqueda del equilibrio, el
derecho a exigir cuando se ha dado, el dar, el
mantener las buenas relaciones respetando el
sentir del otro, con el compromiso de la
palabra y la justicia del deber ser antes del
tener, aunque a veces el gusanito del interés
propio evade su escondite.
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Qué utopía es llegar al equilibrio emocional,
moral y…; pero, algo sí es claro, y es la
necesidad de cimentarlo. En ese esfuerzo no
escatimo mis esfuerzos.
Es preciso decir, en últimas, que he logrado
sacudir mi mente de un poco de historia, de un
poco de alma y de un poco de
estremecimientos. Algún día me despojaré aún
más de los recuerdos, principalmente de
aquellos que no quieren emerger; que se
niegan a parpadear aún en el verso, el mío, el
que atisbo a escribir a pedazos, el que el
tiempo no oprime con sus cadenas, que es libre
como la palabra misma.
Lisamar
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UNE RÉALITÉ
Camino
Por la hondonada del camino
un espíritu impaciente apresura
el paso de la existencia que lo oprime.
la mirada va, sin percatarse del detalle,
nada mitiga su desenfreno
su copioso abatimiento
su rubor incierto.
Cuando la vida se complace
en arreciar el viento, la tormenta
el corazón débil fenece
aquel otro, fuerte, hace proeza
el ingenuo, confunde su lira
el voluble, tambalea indeciso.
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Aquel hombre que por la hondonada
aligera su paso dejando huella,
quiere adelantarse al sufrimiento
encontrar en su final medicamento
antes que ataúd, destello.
La velocidad aleja los detalles
de los instantes, esparce por los aires
el polvillo antes de ser visto
y espanta las aves que se asustan
como interrumpe de la mente la imagen
Ésta de la muerte.
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Desvanecer
Se cuecen las ideas
marchitas,
se borran las palabras
nunca dichas,
desfila por la senda
una huella,
camina por la vida
una sombra,
improperios libertinos
son carroña,
arco iris matutino
transparente,
verdor en el follaje
translúcido,
herida sempiterna
es un suicidio.
Suspiro de un amor
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etéreo,
el aire que respira
hedor,
ramaje que renace
decrece,
ventana abierta de par en par
una prisión;
ilusión de un verano
película de terror,
jardín de primavera
otoñal,
la vida es muerte,
el sol es carbón,
¿será utopía
el amor?
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Pena
No existió inicio en el comienzo
ni habrá fin al final
sólo lloverán balas de fuego
sobre los ya decrépitos cuerpos
que no tendrán un sufrimiento más;
hambruna por siempre prisionera
de la ignorancia pueril y libertina
los malévolos sentidos castigan por doquier
los pensamientos inicuos suscitan hedor
los placeres el alma débil pervierten
hacia la infame suerte van los seres
con sus lutos constantes carcomen
el amor, la felicidad, el calor
agonía persistente, lepra del ayer
cáncer de siempre, sida del hoy,
itis de la conciencia que aniquila
lo que con el hombre siempre existió.
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¿Es vida sinónimo de aniquilación
y vivirla sinónimo de dolor?
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Un hombre más
En cualquier rincón maltrecho
habita un vagabundo
con diarios añejos por abrigo
con la suciedad de un siglo
dormitando recuerdos olvidados
escudriñándole una sonrisa a la vida.
Para que mirar lo que no se puede tener
para que sentir lo que sólo es áspero y frío
para que esperar lo que nunca va a llegar
para que buscar lo que no se va a hallar
para que caminar si el camino duele más
para que pedir si el sufrimiento no conmueve
ya.
El enemigo del hombre no puede ser su
hermano
los recuerdos no pueden ser olvidados
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es mejor un mendrugo que un latigazo
es mejor una sonrisa que un desdeño
la indiferencia no puede ser error mundano
Dios está en cada ser humano.
En cualquier rincón maltrecho
revive un vagabundo
el sol le da calor y cobijo
ha desaparecido el moribundo
sueña recuerdos de una vida que renace
sonriendo una vez más aunque tenga hambre.
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Nada hay
La luna es del pobre
el oro del rico
ella aunque lejana cercana
a los pálpitos del corazón
aunque fría apasionada
por ser de la noche amada
llena es la compañía del enamorado
media es la ilusión del desdichado
no percibida es la amargura eterna
como la oscuridad que la acompaña.
El oro del rico, sangre azul,
encubre la codicia de la avaricia
desmembra el sinsentido del sentido
pervierte la mano del hombre débil
revierte el dolor en su alma frágil
su color cobrizo es enfermizo
sus tres letras son tres toneladas
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de inconsciencia, de servil lujuria
es la claridad que brilla, mascarilla,
lejana de la autenticidad sincera.
Luna y oro, utopía tenerlos
finalmente fracaso poseerlos
aunque es gozo la diamantina luz
y vano tesoro el disfrazado sol
aquella es sentimiento y es pasión
aunque es sólo apetito, sinrazón
por la eternidad negada presencia
aunque tantas veces regalo de amor
hasta la posteridad será avidez
aquel otro, muerte y aflicción.
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Desolación
En el taciturno soliloquio habita la vida
la ciudad entera
calles violentadas de acidez humana
de discordia, egoísmo e indiferencia
sordidez de la devastadora hazaña
que aniquila el alma ingenua
¡Ay!
Ha sido atrapada en su telaraña.
La fragilidad nívea del chiquillo
tornase fragancia de embrujo villano,
la transparencia del gentil anciano
ahora turbulencia en el vil amparo,
jovenzuelo antaño soñador rebelde,
la mano del ladronzuelo ágil esconde
la decrepitud zigzaguea en el recodo
y adormila el sueño del anhelo
hasta rumiar los seres sus sentidos
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y embestir la savia hacia el infierno
que calles de oscuridad desolada
con parasoles de espesa pesadumbre
y paredes, de cemento helado
ha revertido en el corazón del hombre
la pestilencia del sentido humano.
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Dolor
Una llama densa quema
en el fragor de la inconsciencia
una sonrisa
un rostro en la ventana mira en el vacío
una incertidumbre
en él se ha posado la transparencia de la
muerte
que desdibuja
el gesto del amor, el ceño fruncido
de aquel que hilvana imágenes empíricas .
Alguien osó violentar su puerta
y robar el oro de su pureza
mancillar el vergel que la recubre
envenenar el río que brota entre sus montañas
ultrajar del aire su frescura
apagar el resplandor de su mirada .
Una llama densa quema
una lágrima sólo queda.
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Ladrón
En la incertidumbre turbulencia
de la ingenuidad pueril y nívea
un usurpador desnuda sus entrañas
un recinto invade, no es el suyo
se esconde de las miradas
sus manos se han vuelto pirañas
que comen de la hoja su verdor,
su masculinidad segrega
el veneno que aniquila
de la fragancia su olor
su agitación veraz se empecina
en hallar fin a su arrebato
ahogando los gritos de su víctima
saciando su sed, su perversión
huye, es un ladrón de vírgenes
que al salir dejó un socavón
un vidrio roto en la ventana
de su juventud.
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Ahogo
Tristeza que corroe mis sentidos
ausencia eterna, efímera ilusión
pálpitos de alborozo, abominación
rostro de brillo fulgurante, una lágrima brotó
disipada seducción, mar de lodo
enardecer el alma, nace un dolor
en medio del sol de primavera
intempestivo trueno enmudeció
el verdor incipiente del follaje
la flor que se abría al amor.
Ahora enfermedad; promontorios
zarzal de Eros, una herida abrió
fracaso inusitado, sempiterno
que entumece las pasiones
deja hondo quebranto en el corazón
enarbola un sentido indigno
de ahogar del aire su calor.
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¡Piensa!
Cuando la mirada de Eros
ha encontrado en ti su morada
se naufraga en el delirio de la evocación
se extasía con la cercanía de su presencia
se siente el vacío de la lejanía
cielo gris y lúgubre por la ausencia
nunca se olvida un pacto, una flor
no se piensa en la traición
¡Es más!
Querer es sacrificio delicioso
que anima cada minuto con su luz
es la rosa sin espinas, es el néctar
es el roce suave en el rostro, es su voz
es el detalle inesperado de cada día
es la canción que le susurra al oído
porque en ella hay una intención
¡Epílogo!
Querer es darse a sí mismo
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y recibir por igual retribución .
Bien lo decía Platón
“la exaltación de los amantes es la suma
felicidad,
porque el que ama ardientemente,
no puede decirse que vive en sí,
sino en aquel a quien ama”
¿Es entonces querer
cuando no has dado todo tu ser?
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Árbol que agoniza
No esperes ver caer las hojas marchitas
Cuando el árbol seco ya está
Frágil dureza, el aire la atropella
No gime, no se contonea,
Intenta crecer en el lodazal.
El susurro de sus labios se escapa
En gritos iracundos incomprendidos,
Nadie entiende su soledad
Cansado su cuerpo busca reposo
Su tronco erguido no puede flaquear.
Cerca crece un árbol más joven
Busca sombra en las ramas enjutas
De éste otro que triste está
La alegría por el encuentro
de no sentirse más solo
agoniza, en el fruto que no ha podido dar
o por la lluvia que ha inundado sus tallos
o por el agua que indiferente está
no lo puede evitar, aún solo está.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Por un momento
No importa si se desvanece la parodia en un
instante
solo quiero llamar la atención de los
indiferentes
que no son solo tú y los demás, tal vez son
sólo los demás,
quien quiere estar solo busca la soledad
pero…
somos humanos
y además, sonámbulos
ignorantes de lo adyacente.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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UNE ÂME
Sentir
Cuando dicha anhelada anidas mi ser
ronroneo de la pasión juvenil desboca
en el taciturno gemido del acto escondido
que en cualquier escondrijo aflora.
Impávido sueño, locura de amor
con suaves caricias juguetonas osas
crispar la profundidad libidinosa
hasta contonear el sinsentido del pudor.
Rasgar ágilmente la brecha, soldadura
y sentir el cosquilleo en conjunción perfecta
buscar con delicada diligencia
el magma candente del volcán, tu olor.
En la eternidad desbordada mecernos
es el principio y el fin de los dos
cautelosa ansia que deleita sabor
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y vibra en el loco corazón, es el amor.
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Ausencia alborotada
Encanto amotinado cómplice de la dicha
hilvanas delicadas enredaderas de ilusión
por las sendas furtivas del sentido
hasta cavilar sueños de pasión.
Contemplación vívida, ausencia
incertidumbre
si estás, emoción indubitable
si lejano, como si otra vida fueres
inconcebible turbación mi alma padece .
Amor y desasosiego, tersura y maraña
ante la templanza, vil ponzoña envenena
la soledad de mis delirios ilusos
que un golpe en la puerta desean.
Basta sólo un susurro en mi hombro
sorpresiva aparición sólo basta
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llega la aparente calma encantada
que en la despedida se vuelve lejana.
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Rodas
De licores y copas atiborradas mesas
a empellones los seres se acercan
rostros de súbita complacencia
que en alocadas risas y miradas trepan.
Por ahí, la colilla de un cigarro cae
un cenicero está repleto de podredumbre
bulle sensación de neblina sofocante
que bocas expelen cual chimeneas flotantes
enrarecido placer, mundana alegría.
Allá al fondo crepita en concierto
el rock que se enciende en la euforia
eco musitado de algún cantor sublime
guitarra que se contonea con sus cuerdas
bajo, cuyo sabor de ultratumba vuela
y aquel otro, con sus cabellos de ensortijado
delirio
rebota sus manos, sus sonoros toques
de vez en cuando una mirada clava
EN EL RECODO DEL CAMINO
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embruteciendo los instintos escondidos
de un alma que cercana se amaña
ama su mundo, el solaz nocturno
despierta inequívocas efusiones
apariencia que guarda escondida
mar de locuras innatas, emociones.
Entre el devaneo de locos enamorados
entre el cosquilleo de la bruma embriagante
otros dos locos fluyen en sus espíritus
un ardor, que en el corazón se expande .
“Es una realidad de la vida, que mi ser
impetuoso ha arrancado a aquella en un
desvarío”.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Regresa
Regresa, amor regresa
¿Por qué no llamarme ya?
es que sólo me usaste
como un juguete más?
Quiero verte, amor, quiero verte
quiero sentir tu sabor
que mi desierto sea verdor
que mi oscuridad sea lucero
que mi frío sea calor
que mi sed sea fuente
que mi amor seas, tu amor.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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¡Ay de mí!
El corazón se debilita cuando la pasión se va
¡ay de mí!, síncope cardiaco, aparece ya,
no es sufrir acaso, si en mi mente estás?
pero tus palabras no escucho por acá
sólo ellas despiertan un sentimiento real
porque me convierten en caricia y en deidad
no verte ha sido un desvelo infernal
no oírte ha sido silencio, un silencio mortal
no sentirte ha sido morir, no respirar más
no navegar en tus brazos, es sentirme ahogar
no besar tus labios, es desfallecer aún más.
El corazón se debilita cuando la pasión se va
regresa por si acaso, devuelve tus pasos ya
me inquietan mis instintos de locura colosal.
Sólo una aparición circunstancial
vida a mi cuerpo moribundo de inmediato
dará.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Aún tengo tiempo
Tú allanaste mi camino y abriste una ilusión
entraste en la forma como a Dios había pedido
encontrar sin buscar, esperando un llamado.
Cada palabra tuya fue cercenando lo que
había olvidado,
lo que pensé que para mí estaba vetado
lo que el tiempo y el aire habían marchitado
es imposible olvidar aquella cortés galantería
es imposible olvidar aquella diosa que creíste
tenías
el pálpito que descubriste en mis sueños
y las caricias que me despertaron;
parecía estar en un sueño desenfrenado;
por eso fui juego de todas tus locuras
que fueron también las mías silenciosas
sin pensar, sin un murmullo, sin un no,
sólo sentí, solo desnudé un incierto titubeo
EN EL RECODO DEL CAMINO
46
que no fue placer, no fue el momento, fue el
sueño
que pensé que Dios me había reservado
y fui lo que había querido por tanto tiempo
aunque con pudor, sin palabras, sin una
explicación
sólo quise vivir lo que pensé que era un
comienzo
pero quiero pensar que aún tengo tiempo.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Tu fuis
Divagas en el pensamiento
près de mon coeur
nubarrones son tus huidas
je ne sais pas où tù-es
Transparencia espejo de tu palabra
C’est la vérité, ton personnalité
no es una patraña, no es vil mentira?
Je ne veux pas craire c’est que tù–es.
Conjuga tus minutos en mis horas
Ton temps doit-être mon temps
olvido, indiferencia, vil estigma
Je ne veux plus de ton silence.
Près de mon coeur, sera ton âme
Chez-moi bien que petite est chez – toi
Mon corps, mes mots et mes passions
C’est mon hérédité seulement.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Cómo quisiera…
Cómo quisiera volar para llegar hasta tu
ventana
y despertarte con un beso sin que te asombres
Cómo quisiera ser tu recuerdo y tu
pensamiento,
ser cada palabra hermosa que sale de tu boca
ser el manto que te abriga para que sientas mi
calor
ser el agua que consumes para ser tu sabor
Cómo quisiera ser el aire que coquetea en tu
mejilla
y mueve la maraña de tu cabello en la
tempestad
Cómo quisiera ser lo que miras, ser la niña de
tu ojo
ser el ritmo que escuchas en el silencio
ser tu sendero, tu estrella de oriente, tu libertad
ser la sincronía en el tiempo y en el espacio.
Cómo quisiera ser.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Exorcismo
Suelo ser lo que no soy
en gritos y en ahogos,
navego en el alcohol de la inconsciencia
en un mar de lodo de memoria incierta
quiero un amor que no dejo
y la razón lo ignora.
Días de euforia
desorbita el magma del cuerpo
otros de amargura
envilece la vida en los poros
y enturbia la mirada en el camino
y quiero morir, más no muero,
la vida se apaga en mis dedos
ya la lucha no mira adelante
si mira, se ciega en el sendero
Río en la miseria y bailo
lloro en la aventura y corro
se esconde mi alma, quiebra
EN EL RECODO DEL CAMINO
50
su espíritu en el inhóspito infierno.
Se queman los sueños
se mojan los ruegos
fracaso en el fracaso
No sé lo que soy, ni lo intento.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Encanto
Me encantan tus ojos porque en ellos
se extasían las siluetas de tu espejismo
porque me miran con dulzura y con sigilo
porque su inmensidad es el vértigo de mis
delirios
porque los pétalos de parasol
son tan curvos como tus ensortijados cabellos
porque tiemblo cuando sus mieles fijan en mi
un deseo
porque despiertan cierto encanto
que estremece y emula un pudor incierto.
Me encantan tus ojos porque son los tuyos
encanto encantado de tus encantos
encántame con el encanto de tu canto.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Eco de amor
Con la complacencia de la noche
se disloca la madurez y la razón
el delirio del ímpetu se desborda
la piel tiembla y arde el corazón .
Hilillos de emociones fulgurantes
conspiran en oleadas ondulantes
mieles de instinto, mieles de pasión
crispan los sentidos hasta el ardor .
Suave mano, sutil incitación
que en el cosquilleo de la inconsciencia
libera el fuego que en las venas crepita
como deleite incesante creando canción.
Hasta regodearse en el crepúsculo venusto
donde fluye erguido el cuerpo varonil
la fogosidad en la penumbra exhibe
EN EL RECODO DEL CAMINO
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los espasmos que dulce sabor reviven .
¡Paraíso terrenal, eco de amor!
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Evolución incierta
No era tu palabra veneno,
lo he soportado.
No era tu hálito, el olor que hoy frecuentas
no era el licor, tu amigo nocturno
no era en la bohemia
la mujer una duda.
En el umbral
princesa de cuentos.
Mis alas volaban brillantes
la flor más cuidada.
Hoy, soy tu libro abierto
en mis sueños y en mis delirios
en mis realidades
y he desbordado el amor
el tuyo, un desierto.
La embriaguez se ha vuelto muda
los sueños son susurros
duele en el recodo un paso
EN EL RECODO DEL CAMINO
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de quien camina sonámbulo
mi mano tiembla y olvida
La suavidad del sentimiento
La lluvia cae fría e inerte
en la rama que sucumbió a su peso
es posible que muera,
que muera… lo intento.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Si…más bien no
Si fuera tu corazón y tus desvelos
sentirías perder la razón de tu razón.
Pero…
si pregunto, he pasado el límite,
si titubeo, he perdido el brío,
si te alabo, puedo enaltecer tu ego
si un requiebro, enojo tu genio
si entre la multitud nace una caricia
es una locura, te crees sensato.
¿Acaso la duda no es traicionera?
¡Oh! Incertidumbre, camino sin pasos.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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No hay alivio
La lluvia no para de caer y las gotas
unas tras otras crepitan en el tejado;
mis ojos te ven en la distancia,
en los recuerdos taciturnos de las noches,
en la ausencia de tus besos
tengo tu amor y no te tengo
he escuchado tu voz y no te siento
cómo traspasar el umbral y tocar los recuerdos
tocar tu piel , tu rostro, tus cabellos de
bohemio.
Miento, si de mi boca no sale el deseo
anhelo compungido, son estos versos
de no escuchar tus palabras susurrándome al
oído
de no ser parte de tu instinto y de tu tiempo
a veces olvido quien soy, veleta al viento
me embriago y mi memoria se desvanece
contigo.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Si estás conmigo vivo,
si te vas me muero
llora el cielo en la lluvia
y mi corazón en el recuerdo.
Sólo hay alivio, verte de nuevo.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Des-con-cierto
En la incertidumbre de la noche oscura
algunos pasos se orientan a un refugio
en la tenue luz que disipa sus rayos
como los instintos que buscan amparo
al cruzar el umbral se revierte el tiempo
en lo remoto son serenos, espíritus furtivos
que zambullen sus tragos en las bocas
sedientas
en aires calcinados donde mueren los cigarros
la esencia de Baco juguetea en las copas
despierta pasiones, canta, tararea,
titubea los delirios de sabios y poetas
reconstruyen sus sueños las almas en la marea
del concierto de bajos, baterías y guitarras
traspasando las barreras de rostros y caretas
siendo ritmo el olvido, la vida el rock que
emana
de hombres de cabellos largos y desordenados
EN EL RECODO DEL CAMINO
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que departen con aquellos que embriagan sus
cantos
y así, en suave coqueteo la noche se mece
hasta llegar la aurora y con ella la muerte.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Otra vez
Aquello que nació de un coqueteo
en el fragor de un concierto,
removió impetuosamente los cimientos
de la impasible coraza del rencor.
Sin embargo, la tempestad vuelve
con el olvido de quien espera su voz
con la soledad que embarga su ausencia
con la mentira que subyace al error
con la liviandad que se muestra sincera
pero que oprime, carcome, socava su fruición.
El odio, otra vez ciega el encanto
aparente, engaño fingido,
pérfido, muy buen simulador
de sentimientos de gentil agrado
efímeros, tal vez vagos o inciertos
que abrieron la brecha del dolor.
¿Por qué no es efímera la angustia
EN EL RECODO DEL CAMINO
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y sempiterno el fuego del corazón?
EN EL RECODO DEL CAMINO
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UNE VÉRITÉ
Poesía
Vendaval de sortilegio
que en la mente se dilata
en la palabra recrea
quijotadas y anacronismos.
Sin sentido de la nada
es la imagen taciturna
es manantial, es fuente
es fantasía, no moribunda .
Consentida fragancia
que expele hasta el delirio
la fuerza diamantina
de la emoción, lirismo .
Eterna ensoñación que vivifica
EN EL RECODO DEL CAMINO
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la simplicidad y el frío mundano
la grisácea y opaca existencia
siendo arcoíris el camposanto .
EN EL RECODO DEL CAMINO
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El trigal
(Soneto)
La montaña aflora su piel pajiza
ramillete que al viento corretea,
cual vaivén que el encendido torea
formando un eco de paciente risa.
Molido su fruto, vianda, ceniza
con el añejo olivo se codea
espiga madura que al niño crea
abrigo calor, la fuente precisa .
arrancada mies de la tierra verde
vacío el cesto en el fondo se pierde
al cadente fuego el grano crece
y en la mesa, se esparce la fragancia
del pan horneado con amor y ansía
al hambriento la vida reverdece.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Creador
Soy lo que soy por tu sapiencia
obra moldeada con calidad suprema
pero tan incierta, tan voluble
en el desliz mi interior se abisma.
Pretendo ser la que suspira
peregrina en el camino fiel
aunque el picoteo de la savia
por momentos despabila la razón.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Dios
Sólo existe vida por tu gracia
sólo existe manantial por tu fuente
sólo existe sol por tu calor
¿Por qué somos tan sólo olvido, hedor?
Es hora de atisbar en el horizonte
la mies que de tu palabra brota
para hacer sensible lo insensible
y más humano lo intangible.
Quiero acercarme a tu espíritu
ser arcoíris de mi cielo
ser alabanza de tu plenitud
ser la conciencia, ser actitud.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Joven
Adolescentes o tal vez niños
en un arrebato a la vida
la palabra tosca emerge sabia
su entorno y su tiempo, sus maestros
generación del altisonante rebeldía
de miradas locas y pantalones anchos
de colores opacos y gorros frigios
mueven con estrépitos sus cuerpos
al surgir un regueton o un rock
que desnuda con euforia sus instintos
es la liviandad frágil de la inconsciencia
que rebota incesante en medio del asombro
con el cual el adulto lo mira.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Numerología
Cero, es soledad
Uno, monólogo interior
Dos, cuerpos que se juntan
Tres, una traición
Cuatro, equilibrio compartido
Cinco, coloquio mundano
Seis, equipo de fútbol
Siete, simbolismo perfecto
Ocho, un complot
Nueve, asamblea de vulgo
Diez, catálogo del valor.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Quinceañera
Se desborda en un devaneo
una estirpe de loca rebeldía
sea entre callejuelas, entre edificios
y un reloj que corre
en estas tierras donde no muere el sol.
Entre aquella, una mirada inquieta
se asoma con los años a la vida
a la misma que él o ella respiran
pero diferente con la actitud que se viva
si allí estaba la timidez, hoy será valentía
si antes más curiosa, hoy más redimida
aquellos juegos de niña
que se codeaban con los del amor primero
ya tendrán que ser un tanto postreros
para canalizar los ideales, los sueños,
no podrán ser más gritos de infantil deseo
más bien, estos otros, de lucha y sosiego
aquel cuerpo frágil, ahora más maduro
EN EL RECODO DEL CAMINO
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tendrá que ser tiempo no un pasatiempo
¿Por qué aquí se parte en dos un lienzo?
Por norma, por tradición o porque sí…
Con música alegría y festín?
¿Por qué? Se celebra un rito?
Tal vez, es la exigencia de un camino
Que ha brotado desde el momento de nacer.
Dejar de ser chiquilla, mirar como mujer.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Miedo a morir
Tanto tengo miedo a morir
que creo que estoy buscando la muerte
Tanto tengo miedo a morir
que creo que ella me persigue
sin recelo, sin tan solo un segundo…
no quiero dejar el horror
tal vez quiero enlodarme con él,
escudriñándolo,
son las otras vidas que me atan.
Tal vez ya morí, y aún sigo aquí
maldiciendo lo que me tocó
trastocando los pies con la herrumbre
de la vida que quiero seguir
seguir hasta que los retoños crezcan
hasta que tenga que ser así
Dios me lo permite.
No importa que sienta dolor
quiero la vida que me tocó.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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No importa,
Hasta que simplemente sea vana.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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Mudez
No he podido hablar en una vida,
tal vez sea más,
no he podido pronunciar mi melancolía
ni he podido mordisquear la exaltación
no he podido titubear un “sólo quiero”
ni he podido vomitar mi dolor.
Me atraganto con mi hedor
Puedo morir de ahogamiento,
mi mayor temor
¿Por qué es tan difícil hablar?
¿Por qué es tan difícil estallar?
Parece que quiero gritar
¡Ay!
pero nadie entiende mi grito.
EN EL RECODO DEL CAMINO
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EPÍLOGO
Joven, amigo, colega,
en el verso se extasía tu vida y la mía
confluyen las existencias
¡Haz poesía!
y nos encontraremos en ella
como en el mismo aire que inhalamos.
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