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LA DELINCUENCIAEN EL SALVADOR
Por: Carlos Reynaldo lipez Nuila
Licenciado en
Derecho de laUniversidad
Complutense deMadrid-
Maestría en
EducaciónUniversitaria.
Cqtedrdtico de
Crimirclogía.14cepresidente
de la UTEC
odos los días se
suceden innume-bles delitos en elpaís y, hasta aho- como
institución
perd¡do suprotagon¡smo
pesar de las explicaciones de
las diferentes teorías crimi-nológicas, no podemosignorar que la delincuencia,en su mayoía, viste haraposy tiene diferentes caras de
hambre.Sería improcedente afir-
mar que El Salvador, desde
siempre, fue una sociedadtranquila y pacífica. En elámbito rural y en las áreas
marginales de pueblos y
)
sonal o del daño social que tales conductasproducen a la sociedad.
Más allá de la suposición incial deldelincuente poseído por el mal, el delito era,
para los clásicos, un hecho natural productode la libre voluntad del sujeto infractor; en
cambio, para los positivistas, el delito se
originaba en factores de orden atávico oambiental, que estaban más allá del librealbedrío del delincuente. Más tarde se tratóde explicar el delito como producto de
desviaciones psicológicas y, más adelante,
se le consideró como una reacción socialdel individuo frente a la riqueza, la cultura,el grupo familiar y hasta contra el sistemapolítico y económico de cada sociedad. A
ciudades, el consumo de aguardienteclandestino y legal y los altos índices de
analfabetismo y pobreza, propiciaron eldesarrollo de una cultura machista y violentaque sólo fue posible controlar, ante ladisminuida eficacia de los tipos primarios de
control social, con la presencia de los tipossecundarios, como los cuerpos policiales yparamilitares, que ejercían una vigilanciamuy inmediata, resringiendo oportunidadespara el desarrollo de conductas antisociales.A pesar de que los índices policiales de
épocas pretéritas. no son alarmantes ni tienenlos niveles del presente, la delincuencia fueuna preocupación permanente de lasautoridades gubernamentales, a tal grado
iAnte el incremento de la delincuencia las solucionessiempre se orientaron a mtis policias, a mtis vigilancia,a mds leyes, a mds penas...De acuerdo con el eutot lasolución a La creciente complejidad de la delincuenciqpasa necesaiamente por la aprobación de una políticacrimínal, cuya base debe ser una efectiva y dilatadapolítica social.
ra, lo único que se ha hechoes lleva¡ el recuento estadísti-
co de los hechos así tipifica-dos, sin que se haga nada pordeterminar sus causas omotivaciones para su debidotratamiento y, lo que es peor,
sin que se dimensionen losalcances del perjuicio per-
La familia,
FiimEi¡áEelasoE¡édadIa
ENSAYOLa delincuencia en el salvador
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que, en el período presidencial del CoronelJosé María Lemus ( 1956- 1960), se dispusopremiar a los pueblos que, durante el año,reportaran el menor número de hechosdelictivos, habiendo obtenido tal distinción.en 1960. Ios pueblos de San AntonioPajonal, en Sanla Ana y Nueva Esparta yConcepción de Oriente, en La Unión.
No obstante esa recurrencia delictual.el ambiente de seguridad y tranquilidad eranotoriamente superior al de la actualidad.El cuadro de hechos delictivos era bastantediferente en su naturaleza y en su repitencia.Los delitos contra el patrimonio siemprefueron los de mayor frecuencia, seguidospor el de lesiones y homicidios. El delito deviolación casi puede calificarse deinexistente.
Ante el incremenro de la delincuencia,las soluciones siempre se orientaron a máspolicía, a más vigilancia, a más leyes, a máspenas. Aninguno de los gobiemos de épocas
lejanas ni cercanas se le ocurrió enfrentar losdesafíos de la conducta delictiva con unapolítica criminal, que fuera capaz de realizarun diagnóstico básico para definir losalcances preventivos y represivos de un plande gobiemo antidelincuencial. Ni siquiera losgobiernos contempóraneos, que se
embarcaron en una reforma a la normativapenal, optaron por considerar los aspectospreventivos del delito para privilegiar la la-bor educadora, orientadora y correctiva delniño y del adolescente, en la familia, en laiglesia, en la escuela, en los clubesdeponivos, en los centros de formación para
las artes y oficios, en los grupos yasociaciones juveniles, etc. Por otra parte, si
bien se han humanizado las leyes penales conbenevolentes medidas sustitutivas y con unaley penitenciaria, que retoma el principioconstitucional de la readaptación del infrac-to¡ debe señalarse, que ni adentro ni afuerade los centros de reclusión, existen lasvoluntades y se tienen los medios adecuadospara materializar un generalizado y aceptadoproceso de resocialización de losdelincuentes.
La multiplicación demográfica, lamigración hacia las ciudades, la escasez deoportunidades de empleo y superación, loscrecientes niveles de insatisfacción humana,a partir de una fuerte presión del consumode bienes; la falta de incentivos para eldesarrollo del sector agrícola, principalempleador de mano de obra no calificada,la transculturización con su fuefe matiz dedrogas y pandillerismo, incrementan lasposibilidades, a los ya tradicionales factorescriminógenos de nuestra realidad socio-lógica. ampliándose las frustraciones ynecesidades humanas, las cuales. tarde otemprano, desembocan en el acto criminalque las mismas autoridades apresuradamenteetiquetan como delito. Aesto debe sumarseel hecho de que. conductas delictivas casidesconocidas o de manifestación pocofrecuentes, como los asaltos en carreteras ycaminos, Ios secuestros y extorsiones, el robode automóviles a punta de pistola y otrosmás, emergen como prácticas delictivas
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cotidianas, después de usarse como mediosclandestinos de la lucha insurreccional.Debe agregarse, además, que nuevos ypeligrosos delitos han surgido en los últimostiempos. EI terrorismo demencial delfundamentalismo religioso ha sustituido alterrorismo ideológico, con su elevada carga
de irracionalidad e incertidumbre. Elnarcotráfico puede catalogarse como una
conspiración internacional de alto riesgo.que viola los límites territoriales, corrompea la juventud y corroe la moral deautoridades y jueces. El lavado del dineroobtenido de estos delitos y de otros como eltráfico de armas, la migración clandestina,la trata de blancas, la com:pción en losgobiemos y los delitos de cuello blanco,debilitan la estructura social y abreposibilidades al cohecho y a la consiguienteimpunidad de autores y cómplices. Otrosdelitos como el ecológico, el cibernético, lamanipulación genética, etc., ponen demanifiesto la perversa aplicación de latecnología en favor del delito, evidenciando,por una parte, la falta de voluntad políticade los funcionarios llamados a cumplir laley y, por otra, la falta de capacidadprofesional de las instituciones responsables
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de su persecución. Como un preocupantecorolario a la reseña anterior- debe recordarse
la presencia creciente del delito organizadoque, gracias al recurso económico que
maneja, dispone de protección legal,mediante oscuras influencias políticas y hasta
de una conveniente complicidad guberna-mental o policial. que asegura una irritanteimpunidad. Pero la gravedad de la delincuen-cia no se agota en estos extremos. La edad
delincuencial se está reduciendo a nivelesinfantiles y la comisión del deliro no sóloaumenta sino que se tecnifica, en grado sumo,
superando las posibilidades de su manejo y
control.La familia, como institución primaria de
la sociedad. ha perdido su prolagonismo en
la formación básica del niño y deladolescente, permitiendo que otras influen-cias, no siempre las mejores, se constituyanen guía del desarrollo del hombre futuro. Elafán por suplir las necesidades alimentariasy de bienes de consumo requieren. confrecuencia, el empleo de ambos padres yhasta de los hijos, con lo que la escuela delhogar pierde presencia y eficacia en lasocialización del futuro ciudadano. Estasituación se agrava en muchos casos, debido
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pierde lacohesion sepierde laposibilidad d-realizaciónindividual
a los hogares desintegrados, con madressolteras que deben alimentar y educar a
familias numerosas. Con frecuencia se
delega en la escuela y colegios Iaresponsabilidad de la educación formal, sinpensar que estos centros de estudios, ya seencuentran desbordados por el elevadonúmero de alumnos que atienden y porconsiguiente, se ven forzados a atender unaelevada población escolar en un grupomatutino y otro verpertino, con lo que laformación educativa, de por sí deñciente,se ha reducido a la mitad, ampliándose losperíodos de inactividad y dejando en libertada los estudiantes para cubrir con otra clasede aprendizaje su tiempo ocioso. Estarealidad puede revestir caracteres más
cíticos. cuando la madreno tiene la capacidad deeducar correctamente a sushijos, o bien, cuando losniños o jóvenes no asistena la escuela por falta deinterés, pereza o simple-mente por indolencia fa-miliar. En este caso, anteIa ausencia, aunque seadeficiente, de un procesoeducativo formal, eladolescente asimila conoci-
de 20 horas por semana, muy por debajo delas 40 horas de clases semanales de hacealgunos añosljomada educativa que todavíaes cumplida en muchos países del mundo,especialmente de los denominados desa¡rolla-dos. Debe mencionarse, además, que nosiempre los mentores reúnen las exigenciasde vocación, responsabilidad y capacitación.Con frecuencia, el maestro no asisteregularmente a la escuela rural y, en otroscasos, no tiene los conocimientos o no dis-pone de los medios didácticos y recursospedagógicos que debe aplicar al correspon-diente programa. Cuando la escuela pierdela oportunidad de orientar, estimular ydesarrollar conocimientos, actitudes,habilidades y destrezas, a partir de lascaracterÍsticas propias de cada ser humano,la formación de éste toma un rumbo diferentey se sitúa en el nivel del aprendizaje imitativoo de contagio. llevando a su concienciaintelectual y emocional aquello que ve y oyeen el ambiente. en el cual desenvuelve su vidacotidiana, ubicándose entonces en situaciónde riesgo social. Allí se confunden los niñosque trabajan y los abandonados, con los niñoshuelepega, niños alcohólicos, niños mendi-gos, niños en prostitución y niios pandilleros.En estos ambientes, la fuerza de lascircunstancias empuja al niño y al joven a
una inreracción continua de orden negativo.que progresivamente degrada al ser humanoquien debe afrontar inexorablemente esa duray peligrosa realidad.
Cuando la familia pierde la cohesiónfundada en el amor, en el respeto y en Iasolidaridad, se torna casi imposible larealización plena del individuo y, con ello,se pierde la oponunidad de desarrollar unsentimiento colectivo de pertenencia, ayuday apoyo; mas por el contrario, emerge elegoísmo y la ambición individual comoexpresión necesaria y excluyente desupervivencia. Cuando la familia no ejercitasus responsabilidades educativas, los hijos nologran interiorizar y descubrir valorespropios del grupo familiar cómo la integridad,la seguridad, la honradez, el diálogo, laobediencia, la autoestima, el espíritu de
mientos y habilidades, a partir de lasvivencias que experimenta en los los sitiosque frecuenta y de la misma calle dondejuega; vivencias que no siempre son las másindicadas y convenientes. Su vida tmnscurreen zonas alejadas del control familia¡, sinservicios básicos de recreación ni control;lugares en los cuales son frecuentes losvicios como la droga, el alcoholismo, laprostitución, la vagancia, el pandillerismo.En estos lugares, las actitudes quepredominan son la audacia, la violencia, lamentira, el engaño, muy diferentes e inclusocontradictorios con relación a aquellosvalores, que deben predominar en todohogar bien estructurado y, por supuesto, encualquier escuela o colegio. Se ha señaladoque el tiempo de formación escola¡ es, a losumo, de cuatro horas por día y con suerte
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Si la familia
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La pobrezaes difícil deremediar, peroal menospuedenresolverse el
analfabet tsmo
trabajo y de superación. Cuando la escuela
no colabora en el proceso formador de lapersona en situación de aprendizaje, el ser
humano pierde contacto con valores muypropios de esa edad y de esa institución,como la perseverancia, la comunicación,el trabajo en equipo, el estudio, el respeto,
la prudencia, la observancia de la ley, etc.
Cuando los otros medios primarios de con-trol social (iglesia, centros de artes y oficios,equipos deportivos. clubes recreativos.asociaciones etc.) no concurren a
complementar o reforzar el procesoeducativo del joven en formación, no se
estimulan otros valores como la fe. lacooperación, la generosidad, la clemencia,
la justicia. El mismoservicio militar puedecontribuir al desanollo de
otros valores como elesfuerzo, la lealtad, elpatriotismo, la disciplina,etc. También los centros de
trabajo inculcan y deman-dan la observancia de otrascualidades como la pun-
tualidad, la dedicación, laresponsabilidad, el com-partir, el ayudar, el
la desconfianza y las personas de bienguardan discretas distancias para evitarsituaciones y confrontaciones riesgosas. Pero
la vida del ser humano es de constanterelación y, por lo tanto, tarde o temprano, lainfluencia negativa de los antivalores y sus
inciertas consecuencias afectan a la persona
o a la familia- sometiéndola nece¡ariamentea circunstancias y actitudes no deseables que
terminan arbitrando la conducta de todos.La sociedad espera y desea que todos sus
miembros cumplan con las normas deconvivencia establecidas. Si esto fueraposible, la paz dejaría de ser una utopía para
ser una hermosa realidad. Pero la quimera de
la paz siempre será un estadio inalcanzable.La naturaleza humana es impredecible y aun
aquellas sociedades que han alcanzadoenvidiables estándares de progreso y justiciasocial, no escapan a Ia posibilidad de lamaldad de las conductas desviadas. Ladelincuencia es un fenómeno socialrecurrente de carácter dañino, que llevaenorne y permanente inseguridad al tejidosocial, provocando en éste toda clase de
reacciones, e incluso, exigencias hacia elpoder político, al que se le pide que ejercitesus facultades y ponga en juego sus
mecanismos de defensa y control.Desafortunadamente tal como se ha señalado,
hasta el presente la única reaccióngubernamental conocida es la represiva.olvidando la importante labor de prevención
social que evita o reduce en sus oígenes laexpresión delincuencial. Sin tener que busca¡
soluciones en las raíces genéticas, biológicasy psicológicas del ser humano, es evidenteque, desde el poder y desde la mismasociedad, se pueden plantear diversasiniciativas que vayan resolviendo aunque sea
gradualmente, la influencia de cada uno de
Ios factores criminógenos.La pobreza es difícil de remediar, pero
sí pueden resolverse el desempleo y elanalfabetismo que agudizan a la primera.Cuando la empresa privada no Puedesatisfacer la demanda de trabajo, el gobierno
debe jugar su papel subsidiario y cubrir, en
la medida de lo posible, tal necesidad. Es
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reconocimiento, etc. Esta suma de valores
humanos puestos en acción, impulsan a lapersona hacia una vidaproductiva, ordenada
y exitosa, con lo que las conductasparasociales y antisociales tienen escasas
oportunidades de arraigarse y de
manifestarse en los múltiples actos de lapersona.
El pueblo, el barrio o la colonia también
contribuyen a perfilar conductas de plena
convivencia con relaciones amistosas de
tolerancia, participación y libelad. Esto es
posible, siempre y cuando los que allí vivenejerciten cada día esos valores y procuren
constantemente su vigencia y observación.Lo contrario ocurrirá en aquellos grupos,que desarrollan una vida de subsistencia
en ambientes de vicio y de plenaconflictividad y miseria. En estos lugares,
las relaciones están signadas por el temor y
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la pronta
una frasetrrca
mejor tener a esa fuerza laboral,produciendo dentro de márgenes de costossociales y no generando inseguridad dentrode márgenes de miedo colectivo. Elalcoholismo debe enfrentarse conrestricciones en su elaboración y venta y conmedidas impositivas, así como con centrosde terapia emocional y ocupacional para losenfermos que lo sufren. La violencia debecontrolarse en sus orígenes y en sudesarrollo, mediante inhibidores crimino-repelentes que la controlen. El cine y latelevisión deben contribuir a reducir losprogramas de violencia y orientar a laaudiencia a [a asimilación de valoreseducativos y culturales que desarrollen un
espíritu de respeto, toleran-cia y pacíñca convivencia.
La familia, la escuela,la iglesia y la comunidaddeben recuperar su prota-gonismo en la orientacióndel niño y del adolescente.La moderna psicologíainfantil ha enfatizado lainconveniencia del castigocorporal para el niño; pero,de aceptane tal recomenda-ción, dicho castigo debe ser
fueron. hasta la fecha de su desmantelamien-to, quienes facilitaron la información de todolo que acontecía en el área rural, sobre todo,en los remotos valles y cantones del país.
Siendo las patrullas parte de Ia mismacomunidad, el conocimiento de los hechos yactos ilícitos que ocurrían en Ia dema¡cacióneran conocidos de inmediato por todos,señalando a los autores y precisando losalcances de sus accione:. Esta importanteinformación era transmitida a la autoridadcorrespondiente quien ejercitaba la oponunaacción legal. Desaparecida tal estructura de
control, la autoridad ha perdido un recursovalioso de información y apoyo, lo que hacreado un vacío de seguridad en el ámbitorural el cual difícilmente será cubierto. Lautilización partidaria e ideológica de laspatrullas de barrio y cantón privó a las mismascomunidades de su propio recurso deseguridad comunitaria. Mientras persistan eldebate y oposición a la creación de estosgrupos, muy difícilmente podrán restable-cerse la libre y segura permanencia ycirculación por los más recónditos la¡es de lapatria, ya que será difícil, por no decirimposible, sustituirlos por delegacionespoliciales que cubran cada cantón de nuestrageografía, puesto que ello requeriría unafuerza policial adicional de más de 30.000efectivos. Por supuesto, esta clase de grupossólo puede ser posible a partir de unaconsensuada organización comunilaria. queasegure una plena o, por lo menos, unamayoritaria participación de ciudadanos ensu definición y que asuma al mismo tiempoel compromiso de una eficiente y constanteevaluación de quienes desempeñen estas yotras re sponsabi lidade s de seguridadciudadana.
La contraparte de la delincuencia es elesquema de control que la misma sociedadha creado para regular los diversos actos deIa conducta humana (las leyes); paracompulsionar su cumplimiento (la policía);para sancionar a los infractores (lostribunales) y para resocializar a los convictos(los centros penitenciarios). La inseguridadse ha convefido en la primera preocupación
sustituido por otra acción correctiva, ya que,de lo contrario, se pierde el efecto inmediatode la sanción ejemplarizante, perdiéndoseigualmente la oportunidad para Ia reprensiónmoral y Ia del reforzamiento positivo delcentro rector que cont¡ola el componamien-to del joven .
Un aspecto sobre el que se ha dichomucho y se ha hecho poco es el instrumentode autocontrol de las mismas comunidades.Ciertamente en todos los regímenes, tantoen los gobiemos autoritarios de la derechacomo en los gobiernos totalitarios de laizquierda, se han utilizado grupos deautodefensa que se orientaron más a la luchaideológica que a la misma protección yseguridad antidelincuencial. En El Salvado¡a estos grupos, originalmente creados parael reclutamiento forzoso, se les asignófunciones de vigilancia del orden público y
Ulivollidad Tectrológics de El8¿lvado¡ . ostub¡e 1998 . N' 7
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de los salvadoreños, según lo demuestranlas respuestas de los encuestados. Elfenómeno, de por sí preocupante, es elcintillo principal de periódicos y noticieros.
Cada día, la prensa escrita y televisada trae
la noticia de nuevas capturas de bandas ycriminales, pero a continuación informansobre la comisión de nuevos delitos y, porsupuesto, sobre nuevas víctimas de esa
vorágine incontenible de irrespeto yviolencia.
El nivel de indignación popular sobre
este lacerante flagelo es de proporcionesinconmensurables. La crispación popular se
agudiza, cuando el ejecutivo presentaanteproyectos de ley sin e[ debido examende sus consecuencias, provocando un clima
de ansiedad al compro-ba¡ su ineficiencia ante
una realidad no consi-derada, generando de
inmediato peticionesde reformas por parte
de la misma estructuragubemamental, con elconsabido agrav a-miento de la seguridadjurídica. Estos mismosanteproyectos, una vez
convenidos en leyes,son cuestionados Porlos mismos operadores
del sistema represivo,quienes consideran que
dichas leyes son limi-tantes de las funcionesque deben cumplir yque, al mismo tiempo,son de extrema pro-tección y benevolencia
controversiales actuaciones, hacen temer una
progresiva descomposición, que puede anulartodo espíritu de superación y todo el conceptooperacional de una policía civil. Es entendiblela falta de experiencia operativa de mandos yde agentes; lo que no es comprensible es lafalta de comprorniso en cuanto a capacitación,disciplina e integridad institucional.
La pronta y cumplida justicia sigue siendo
una frase línca que no toma cuerpo y arraigoen nuestro sistema judicial. Las resolucionesdejueces y magistrados siguen sorprendiendoa propios y extraños y los errores judiciales
solamente son superados por los errorespoliciales. El país entero ha perdido la facultadde sorprenderse porque. cada día. asesinos.
ladrones, violadores y corruptos son puestos
en libertad por omisiones procesalesinexcusables y hasta por errores mecanognífi-cos,, que ponen en entredicho la voluntad yla idoneidad de quienes admini\tran justicia.
Los centros penitenciarios continúandesempeñándose como escuelas del crimenen donde los delincuentes. en fase deiniciación, afinan sus técnicas delictivas y losreincidentes afirman su vocación criminal. Lamasificación de los centros penales y la faltade recursos para un conreniente y
generalizado programa de readaptaciónimplican que tal exigencia no será posiblecumplirla en el corto plazo, con laconsiguiente posibilidad de que a todointemado sólo se le ofrezca. como altemativaa su conducta desviada, el camino de lareincidencia.
Las fuerles peticiones de reformas a un
sistema penal, que había logrado un nivelaceptable en cuanto a las garantías del proceso
y de la humanización de la pena, han puesto
en la picota el compromiso del gobierno para
superar el modelo retributivo fundamentadoen la pena es(igmatizante. El desconcienogenerado por los gritos de unos y los lamentos
de otros. ha evidenciado nuevamente la faltade una Política Criminal, que señale una rutay de una voluntad política que haga posible
su cumplimiento. La decisión actual de darapoyo a una solución de "aquietamiento"permite deducir que el proyecto de reforma
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hacia los delincuentes.En cuanto a la policía, ésta no logra
concretar una firme doctrina de actuación yuna eficaz disciplina de trabajo. Ciertamentele faltan algunos apoyos pero, aun así, tiene
a su disponibilidad recursos y efectivos que
nunca tuvieron los criticados cuerpos de
seguridad. Las evidenciadas deficienciasexhibidas hasta el presente y las
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El desmembramiento social rompió losvínculos que unían el tejido social. Se haperdido el espíritu cohesionador de lasolidaridad, del respeto e incluso de laidentidad que existía al interior de la familia,en la escuela, en Ia iglesia, en la comunidady en el país. Mientras se exalta cada vez másla importancia del interés privado, el biengeneral se degrada y arrincona en lajerarquíade los valores humanos. Esta situación siguepresente en una sociedad desarticulada, queno logra concretar el equili-brio necesarioentre prosperidad económica de unos ybienestar social para otros, con lo que se
podrían asegurar los dere-chos humanosbásicos cuya vigencia sustenta el goce de lapaz.
La solución a la creciente complejidadde la delincuencia pasa necesariamente porla aprobación de una política criminal, cuyabase debe ser una efectiva y dilatada políticasocial. Luego debería alentarse un nuevoprotagonismo a los medios primarios ysecundarios de control social y sólo entoncesdebería concurrir la fase represiva, con planesoperacionales de limpieza y control quepermitirían rescatar gradualmente latranquilidad perdida de la ciudadaníasalvadoreña. (
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penal ha quedado atrapado en laincomprensión de cuáles son ciertamente losfactores criminógenos del delito, sindistinguir, ni mucho menos evaluar, que,siendo los factores sociales losdinamizadores de los factores individuales.cabría esperar una reducción de ladelincuencia, en la medida en quedisminuyeran las deficiencias sociales delesquema imperante.
Hasta el momento podemos evidenciarque, si bien el conflicto de orden milita¡ fuesuperado con la firma de los Acuerdos dePaz, aún persiste el conflicto social el cualno fue resueho y, en consecuencia, continúanvigentes las necesidades primarias queirónicamente sirvieron como banderasjustificantes de la confrontación armada, lacual dejó destrucción física y desmembra-miento social. La destrucción física harequerido el empleo de ingentes recursoseconómicos para levantar la infraestructuraque ya teníamos hace 20 años, restando conello, fondos para impulsar una política so-cial de fuene impacto en las condiciones deescasez, privación y marginación que lamisma guerra y el programa neoliberal hanagudizado en los sectores vulnerables denuestra colectividad nacional.
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