informalidad laboral. analisis sobre sus consecuencias en la
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Santa Maria, Juliana Inés
Director: Amalia Cristina Eguía
Tesis presentada para la obtención del grado de Licenciada en Sociología
Cita sugerida Santa Maria, J. I. (2004) Informalidad laboral. Análisis sobre sus consecuencias en la conformación de la identidad en los trabajadores del barrio La Unión de la ciudad de La Plata [en línea]. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.655/te.655.pdf
Informalidad laboral. Análisis sobre sus consecuencias en la conformación de la identidad en los trabajadores del barrio La Unión de la ciudad de La Plata
Informalidad Laboral. Análisis sobre sus consecuencias en la
conformación de la Identidad en los trabajadores del Barrio La
Unión de la ciudad de La Plata.
Alumna: Juliana Santa Maria. leg. 60046/1
Directora: Dra. Amalia Eguía
Presentación.
El presente escrito es el trabajo final de la Licenciatura en Sociología (FHCE-
UNLP). Se trata de la continuación de una experiencia de investigación iniciada en el
marco del taller de investigación: Pobreza, discusiones teórico metodológicas, a cargo
de Amalia Eguía llevada a cabo durante el año 2001- 2002 en el Barrio ‘La Unión’
(Tolosa).
La temática central del trabajo gira en torno a los procesos de informalidad
laboral y a las consecuencias que estos acarrean en la construcción social de la
identidad de los sujetos que en ellos participan voluntaria o involuntariamente.
Introducción:
No es exclusiva de la última época la existencia en Argentina de un sector de la
población (o más específicamente del mercado laboral) al que podíamos calificar de
informal, por el hecho de no presentar las características que frecuentemente
acompañan a aquello que se considera trabajo formal (y que luego serán precisadas).
A través de los años este sector se ha ido modificando y resignificando, adoptando
nuevas formas y características diferentes. La evolución y cambios desarrollados en el
mercado de trabajo y, por lo tanto, en el sector informal del mismo están altamente
relacionados con las distintas transformaciones llevadas a cabo en el modelo de
acumulación argentino.
Siguiendo esta línea y haciendo un poco de historia, cabe recordar que en la
etapa correspondiente al modelo de industrialización por sustitución de importaciones
(ISI), desarrollado en el período que va desde la segunda posguerra mundial hasta los
años 70’ aproximadamente, se incorporan al mercado de trabajo una gran cantidad de
trabajadores disponibles producto en parte del crecimiento vegetativo de la población,
como así también debido a los importantes flujos migratorios que por aquellos años
afluyen al país. Si bien gracias al desarrollo de la industria primero y más tarde al del
2
sector terciario parte de estos trabajadores se incorporan al mercado de trabajo formal,
una porción de los mismos no logra hacerlo y pasa por lo tanto a formar parte de las
tasas de desempleo abierto y subempleo no visible. A pesar de que existen diferentes
visiones acerca de la situación del mercado de trabajo durante esta época, casi todas
coinciden en dar por sentada la existencia de un sector productivo informal asociado a
un espléndido dinamismo económico, conformado básicamente por cuentapropistas
de diferentes tipos y empleados en establecimientos pequeños que se encargan de
abastecer la demanda efectiva no satisfecha por el sector formal y de otorgar empleo e
ingresos adecuados a los desempleados; un sector informal que por lo tanto lejos se
encuentra en este momento de ser asociado a la idea de “refugio” o a condiciones de
pobreza y pauperización sino todo lo contrario ya que, además de presentar cierta
estabilidad (debido a que sus empleados tenían bastante antigüedad en el desempeño
de sus actividades y a que, pese a la baja productividad, lograban obtener ingresos
adecuados), según algunos autores su existencia era en parte una respuesta a los
requerimientos genuinos de consumidores y empresas que reflejaban el desarrollo de
una economía floreciente.
A comienzos de la década del 70’ este modelo de acumulación por sustitución
de importaciones entra en crisis. Se pone en vigencia entonces lo que se ha dado en
llamar la “estrategia aperturista”, con el objetivo de reinsertar a la República Argentina
en el mercado mundial a partir del aprovechamiento de sus ventajas comparativas;
dicho modelo exigía, para el cumplimiento de sus objetivos, la puesta en práctica de
un programa de estabilización que implicaba, entre otras medidas una redistribución
del ingreso nacional a favor del capital (es decir en perjuicio de los asalariados). Las
nefastas consecuencias en el ámbito social de la puesta en marcha y el desarrollo del
modelo aperturista fueron inmediatas: la caída abrupta de los salarios y el aumento en
los niveles de pobreza y desigualdad social son sólo algunos de los hitos que marcan
el estado de aguda crisis social en el que entró la Argentina.
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Recesión económica por caída estrepitosa del PBI, crisis de la industria
nacional, concentración del producto y centralización del capital, aumento de la deuda
externa (por estatización de la deuda privada), heterogeneidad y polarización social
son los rasgos que adopta la Argentina a partir de fines de la década del 70’ y que,
pese a algunas mejoras parciales y ‘espasmódicas’, se profundizan durante la década
siguiente. Como consecuencia de ello el mercado laboral argentino también se
modifica: debido a la importante baja del sector industrial, al aumento del trabajo
femenino y de tiempo parcial y a la caída de los salarios reales se produce un
estancamiento de la demanda de empleo formal y un importante incremento del
empleo informal, no ya asociado al dinamismo económico como en aquellos años sino
a las bajas remuneraciones, la baja especialización y la precariedad laboral.
Ya durante la década del 80’, en un contexto signado por la segmentación y la
agudización de los índices de pobreza, el mercado informal de trabajo se transforma
en una especie de “mercado de ajuste”. Durante esta etapa hay un importante
crecimiento de la subocupación y de las actividades realizadas de manera
independiente, desarrolladas en unidades informales de características dispares (pero
sobre todo en las de menor tamaño) por ‘asalariados clandestinos’1, lo que
heterogeneiza aún más el complejo campo de la informalidad. “El persistente
estancamiento de la demanda de empleo comenzó a reflejarse a partir de mediados
de los 80’ en el crecimiento de la desocupación y subocupación abiertas, indicadores
que hacia fines de la década, registraron niveles desconocidos hasta ese momento en
el país.” (BECCARIA, L./ LÓPEZ, N., 1997).
Iniciada ya la década del 90’, luego de una experiencia hiperinflacionaria en
1989 que disparó todos los índices económicos hasta niveles impensados, en el año
1991 se pone en marcha el denominado Plan de Convertibilidad con el ambicioso
objetivo de estabilizar la economía nacional (a través del control de los altos picos
inflacionarios del bienio anterior) e impulsar su crecimiento. El paquete de medidas 1 Utilizado por Beccaria y López (1997) para referirse a los trabajadores no registrados en la seguridad social que no gozan de los beneficios básicos de la legislación laboral
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implementado durante este período (que incluía, entre otras, el establecimiento fijo del
tipo de cambio y ciertas modificaciones en la administración tributaria) pronto dejó ver
sus resultados: reducción de la inflación, aumento del poder de compra de los salarios
y, como consecuencia de ello, aumento de la demanda doméstica de bienes durables
(favorecida además por la difusión del crédito), aumento de la demanda agregada,
como así también aumento de la productividad en las empresas extranjeras en
detrimento de la producción de transables y la inversión para exportaciones, entre
otros.
Diferentes crisis del ámbito internacional pusieron en evidencia la fragilidad del
crecimiento argentino y las nuevas condiciones no resultaron propicias para la
inversión de capitales extranjeros, pilar básico del crecimiento en el modelo de país
implementado. La reducción del crédito y las altas tasas de interés hicieron retroceder
a la actividad doméstica; además, un devastador plan de privatizaciones fue puesto en
marcha para reducir la importancia del Estado en la esfera económica y para tratar de
mantener equilibradas las cuentas externas y fiscales.
Como era de esperarse, esta crisis tuvo también su repercusión en el mercado
laboral: no sólo el desempleo superó los niveles históricamente conocidos sino que
además en esta etapa se inician, con la primera ley de flexibilización laboral, una serie
de modificaciones que apuntan a reducir el costo de la mano de obra y, como
consecuencia de ello, a deteriorar cada vez más la situación de los trabajadores.
El sector informal, como parte del mercado de trabajo, no escapa a ésta
situación y tiene durante los 90’ (nuevamente) un importante crecimiento. En la
primera etapa (plan de convertibilidad 1991-1994) se reducen los niveles de
desigualdad social y hay un aumento de los niveles de empleo, como así también de la
tasa de actividad debido en parte quizá al optimismo generado por la mejoría de
algunos índices económicos que lleva a que una cierta cantidad de personas
desocupadas y hasta el momento ocultas en la inactividad se reincorporen (buscando
trabajo) al mercado laboral. Pero ya en la segunda mitad de la década el sector
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informal vuelve a cobrar importancia luego de la reducción de la demanda de trabajo
formal (según datos estadísticos de la zona del Gran Buenos Aries la tendencia
creciente de este sector iniciada a partir de la década del 80’ en ningún momento se
detiene) y la brecha de la desigualdad social vuelve a ensancharse. En esta etapa las
actividades informales se desarrollan más en establecimientos ya no tan pequeños
(como sucedía en la década anterior) sino de mayor tamaño, la subocupación horaria
también crece y el cuentapropismo aparece como paliativo ante la proliferación de
situaciones de desempleo; “el sector informal, en cuanto ‘refugio’, sería el ámbito al
que se encaminan muchos de quienes no encuentran alternativas para emplearse, y
es esta falta de posibilidades el hecho que los lleva a realizar tareas que generarán un
bajo ingreso” (BECCARIA, 2001).
A fines de los 90’ y comenzado el nuevo siglo la situación de los trabajadores
argentinos no resulta más alentadora: la crisis económica en la que se sumerge el país
con una abrupta y nueva pero conocida, caída del PBI en 1998 y la costosa salida de
la convertibilidad en el 2002, vuelve a golpearlos disparando los niveles de desempleo
abierto y dándole un nuevo impulso a la informalidad y precariedad laboral.
Si bien según los últimos datos arrojados por el INDEC, a mediados de 2002
empieza a recuperarse el índice de ocupación producto de la desaceleración de la
inflación post devaluación esto no llega a traducirse en una disminución de la
informalidad y la precariedad laboral ni mucho menos, ya que esto se debe, en parte,
la implementación desde el Estado de respuestas de corto alcance como por ejemplo
la proliferación de planes de empleo (Planes Jefes y Jefas de Hogar Desocupados)
que siguen manteniendo altos los índices de precariedad.
La grave situación económico-social que atraviesa en estos momentos nuestro
país tiene una amplia repercusión en el mercado laboral que sigue presentando cada
vez más altos índices de pobreza, deterioro y desintegración social, de desigualdad,
desempleo y subocupación.
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Como se puede ver en el sector informal ha ido mutando en sus características a
lo largo del período que se describe, mutación que ha generado a su vez, como
consecuencia, ciertas modificaciones en la identidad de los trabajadores que en él se
incorporan, considerando el importante papel que el trabajo juega como actividad
creativa en el proceso de conformación de esa identidad:
“(El trabajo es) el proceso productivo en el que el hombre deja sus marcas
colectivas y además construye a través del mismo su propia experiencia, su
singularidad su identidad personal”. (MONTEIRO MOREIRA, E. , 1995).
Es en este escenario en el que se sitúa el trabajo a realizar.
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Objetivos
Ha sido puesta de manifiesto brevemente en esta reseña la evolución y
algunas de las principales características que ha asumido el sector informal en su
desarrollo a través de las distintas etapas de la historia reciente de nuestro país.
A continuación nos abocaremos a ahondar un poco más en este complejo tema
y a observar con mayor detenimiento las características y el comportamiento actual de
lo que se ha dado en llamar (y que más adelante definiremos con mayor precisión)
‘sector informal del mercado de trabajo’, como así también tratar de identificar cuáles
son las repercusiones de este fenómeno en el nivel más concreto, en el nivel de la
experiencia de los propios trabajadores.
Ya nos hemos introducido más arriba en la cuestión de la informalidad. Ahora,
teniendo en cuenta el recorte analítico realizado llega el momento de adentrarnos en la
otra cuestión a la que esta presentación nos remite: tema de la identidad, que aparece
entonces como otro de los ejes sobre los que ésta se desarrollará. Se trata de una
cuestión sumamente compleja en la que tanto factores individuales, como sociales,
tanto subjetivos como objetivos tienen incidencia.
La idea que aquí se propone no es ver solamente experiencias individuales y
trabajarlas de manera asilada, analizando los casos concretos tratándolos como
fenómenos únicos, sino tomarlos como referentes particulares de un fenómeno más
amplio en el que éstos se hallan comprendidos, “el mundo de la informalidad”.
Básicamente lo que en esta propuesta de trabajo se pretende realizar es una
aproximación a la situación que experimentan los trabajadores informales, en sus
diferentes manifestaciones, que van desde los denominados ‘trabajadores –
empleados- en negro’ hasta los cartoneros y changarines. Sólo con fines analíticos
podríamos tazar tres niveles diferentes de la experiencia para abordar la cuestión:
el social, en el que estaría comprendido ‘el medio ambiente’ (social, claro está)
en el que el sujeto se encuentra, vive y se desarrolla,
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el grupal, que estaría haciendo referencia al más estrecho ámbito de
relaciones: la familia, los amigos, vecinos, compañeros de trabajo y
el individual, en el que el eje central sería la percepción de su propia situación.
De esta manera lo que se intenta es dar una imagen más acabada de esta
realidad informal indagando en las dos esferas que intervienen en el proceso de
constitución de estos sujetos: su inserción dentro de la estructura social, de las
relaciones objetivas, del mercado laboral (niveles 1 y 2), y, en un nivel más subjetivo,
las vivencias de esas situaciones percibidas por los sujetos que las encarnan.
Tomando los recaudos y limitaciones del tema y el alcance del trabajo que aquí
se propone, el objetivo planteado será: tratar de rescatar, identificar y explicar en la
medida de lo posible algunos de los componentes de la identidad que ante una
situación de informalidad laboral, asociada también en la mayoría de los casos (y en la
totalidad de los casos seleccionados para este trabajo) a situaciones de pobreza y/o
pauperización, se ven alterados y modificados con relación a otras situaciones en las
que es mayor la estabilidad en lo que a trabajo y/o situación ocupacional respecta
(como por ejemplo el caso de los trabajadores formales); dentro de la misma idea
también se indagará sobre la repercusión que estas experiencias informales tienen
tanto en el nivel individual como en el nivel relacional de las personas que las
experimentan.
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Desarrollo
Para la recolección del material sobre el que se trabajará y su abordaje se han
utilizado diferentes tipos de herramientas que pertenecen a distintos modelos
metodológicos. Se ha optado por este recurso, que normalmente se conoce como
triangulación metodológica, porque en él se combinan y alternan métodos cuantitativos
y cualitativos de análisis con el objetivo de enriquecer la información explotando las
virtudes y reduciendo los defectos de cada uno de ellos.
Análisis cuantitativo.
La primea etapa del trabajo consistió en la aplicación de una encuesta de tipo
censal aplicada en el Barrio La Unión (120 a 122 y 520 a 522) de la cual fueron
extraídos los casos para la composición de la muestra utilizada para el análisis
cualitativo. El censo fue realizado durante el mes de junio de 2001 y fue llevado a cabo
en el marco y por los integrantes de dos proyectos de investigación radicados en el
Dpto. de Sociología de la UNLP: “Estudio Integral de las condiciones de vida de las
familias pobres del Gran La Plata” y “La pobreza en el Gran La Plata: nuevas
realidades, nuevos conceptos”, y por los alumnos del taller de investigación: “Pobreza:
discusiones teórico metodológicas” y “Metodología de la investigación social III” de la
carrera de Sociología de la UNLP.
Como primera tarea se llevó a cabo un ‘precenso’ para establecer un primer
contacto con el barrio en el que los coordinadores generales y coordinadores de
manzana relevaron datos primarios acerca del número de viviendas y la cantidad de
componentes por hogar (su identificación de sexo y edad). Luego llegó el momento del
‘censo’, en el cual fueron aplicados cuestionarios específicos según los diferentes
grupos etarios (0-4 años, 5-13 años, 14-24 años y 25 años y más) a 127 hogares de
los 142 relevados en el precenso.
10
A través de la aplicación de los mismos se trató de dar cuenta de las
características de las familias del barrio desde diferentes aspectos que incluyen:
vivienda, composición familiar, educación, situación ocupacional, recursos del hogar,
organización doméstica, procesos de salud- enfermedad y participación comunitaria y
política. Los resultados del relevamiento (presentados en el informe “Diagnóstico
integral de las condiciones de vida en el barrio La Unión, ciudad de La Plata”2) son, a
consideración de los investigadores que la realizan, poco alentadores, y de hecho
“demandan una intervención concreta para mejorar las condiciones de vida de las
familias”.
En lo que hace al análisis de los datos de la encuesta, dicho informe destaca,
entre otras deficiencias, las dificultades de acceso al barrio debido al mal estado en el
que se encuentran las calles y veredas, las precarias condiciones de las viviendas y
sobre todo del servicio sanitario de las mismas, la baja escolaridad de los integrantes
de las familias en edad adolescente, los bajos niveles de ingreso y la inestabilidad
laboral de los trabajadores, la escasa protección social de las familias del barrio (a
pesar de la evaluación positiva que se hace del servicio ofrecido en el centro de salud
de la zona) y el preocupante número de embarazos no controlados, entre otros.
Con respecto a los temas más estrechamente relacionados con esta
presentación, la situación de los habitantes del barrio no parece ser mucho más
alentadora. Los datos que arrojó el informe acerca de la situación ocupacional en
particular nos indican que éste se encuentra en una situación preocupante, con altos
índices de desocupación y subocupación y con una alta participación (al menos
potencial) de fuerza de trabajo complementaria, que trabaja o busca empleo para
complementar o cubrir el presupuesto básico familiar y los gastos personales.
Las principales ramas de actividad en las que se emplean los habitantes del
barrio son la construcción (para el caso de los jefes de familia y los hijos) y el servicio
doméstico (para el caso de las cónyuges); un segundo lugar en ambos casos lo ocupa 2 Autores: Amalia Eguía, Susana Ortale, Juan Ignacio Piovani, Karina Dionisi, Licia Pagnamento y Diana Weingast. Noviembre de 2001.
11
el comercio y los servicios. En la mayoría de las oportunidades tanto unos como otros
se desempeñan como cuentapropistas, contando en ocasiones con maquinaria o carro
propio para la realización de las actividades.
En el informe también se destaca que una importante proporción de trabajo es
realizado en condiciones precarias, asociadas a la falta de protección social de los
trabajadores (carencia de obra social, de aportes jubilatorios, de salario familiar, de
descanso vacacional, de aguinaldo y de seguro de trabajo) y a la inestabilidad laboral
en sus puestos (trabajos por plazos determinados y con gran inestabilidad).
Hasta aquí el análisis de los datos recabados por la encuesta.
Análisis Cualitativo.
La segunda etapa de la investigación es en la que se centra el presente
trabajo. Consiste en un trabajo cualitativo basado en el análisis de entrevistas abiertas
realizadas durante los meses de septiembre, octubre y noviembre de 2001 y durante
noviembre diciembre de 2003 a una muestra seleccionada a partir de los datos
recabados en la etapa anterior, compuesta por trabajadores informales.
Como ya se ha explicitado más arriba, el trabajo consiste en el análisis de las
consecuencias que trae aparejadas la informalización del trabajo en la autopercepción
que los sujetos tienen de sí mismos y en el proceso de conformación de su identidad.
Para la confección del marco conceptual de la investigación se llevó a cabo un rastreo
teórico acerca de los ejes sobre los que se basa el trabajo.
- Sobre la informalidad
Hablar de informalidad no es una tarea sencilla dado que tanto el fenómeno
como el término que lo designa presentan límites muy imprecisos que hacen de ‘la
cuestión informal’ un tema misterioso y hasta podríamos decir enigmático.
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¿Qué es lo que queremos decir cuando hablamos de “sector informal”? ¿a qué
estamos haciendo referencia? ¿quiénes o qué grupos quedan incluidos dentro del
“campo informal”? . Este interrogante ha sido trabajado por distintos autores desde
diferentes posturas y perspectivas analíticas; si bien existen entre ellos ciertas
coincidencias con respecto a determinados aspectos que hacen referencia al sector
informal (como por ejemplo respecto de la importancia creciente que éste ha
desarrollado en las últimas décadas), los puntos de vista pueden distinguirse
claramente.
Un breve repaso por la génesis del concepto y por los ejes centrales de las
principales posturas acerca del tema relevadas en el rastreo bibliográfico nos pondrán
de manifiesto lo dicho.
La literatura sobre informalidad se inicia en la década del 70’. Los trabajos más
antiguos acerca de la marginalidad bien pueden ser tomados como antecedentes ya
que en algunos casos han sido aplicados para situaciones semejantes; a pesar de ello,
sin embargo, es necesario aclarar que son amplias las diferencias que separan ambos
conceptos. A propósito de esto resulta gráfica la descripción que hace Gonzalo Saraví
en una de sus publicaciones acerca de esta especie de ‘puente’ que hay de un
concepto a otro, “un pasaje de la pasividad-exclusión a la actividad-diferencia”
(SARAVÍ, G., 1996).
El primero en utilizar el término “informal” fue Keith Hart, quien en 1972 lo
incluyó en su informe presentado a la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
sobre las características del mercado laboral en una región de África. En ese momento
Hart se refirió a la “manera informal” de obtener algún tipo de ingreso que
desarrollaban los trabajadores africanos, haciendo referencia al autoempleo (por
oposición a la “manera formal” que estaría indicando el empleo asalariado); más tarde
el mismo Hart subrayaría la notable dinámica que este sector desarrollaría en
oposición a la relativa pasividad que implicaba el concepto de marginalidad.
13
Esta versión de la OIT sería luego retomada, con algunas adaptaciones, por el
Programa Regional de Empleo para América Latina (PREALC). Aquí el concepto de
informalidad pierde parte de esa dinámica optimista enfatizada en un primer momento
y se realza el carácter pobre de la población informal. El origen de la actividad informal
fue atribuido desde esta perspectiva al excesivo crecimiento de la oferta de mano de
obra (debido sobre todo al proceso de hiperurbanización desarrollado en las ciudades
latinoamericanas) y a la poca absorción de la misma al proceso productivo, producto
de la incompleta penetración del progreso técnico en la región. Los aspectos
principales que resalta el PREALC para caracterizar el sector informal consisten en: la
baja productividad y la escasa capacidad de acumulación de las pequeñas unidades
económicas, el predominio en las mismas de la lógica de subsistencia (en oposición a
la lógica de la acumulación), la propiedad familiar de las empresas (con una oscura
delimitación entre la propiedad familiar y la de la empresa, como así también entre las
partes de capital y trabajo), las escasas barreras para el ingreso, la presencia de
relaciones laborales desprotegidas y de muy bajas remuneraciones. Dentro de la
definición dada por el PREALC quedarían entonces incluidos dentro del sector informal
los trabajadores por cuenta propia (auto empleados), los familiares no asalariados, el
trabajo doméstico y una cuarta categoría tardíamente incorporada: la de los
trabajadores asalariados desprotegidos (empleados mayormente en las pequeñas
empresas). Los objetivos del ya desaparecido PREALC apuntaban, en líneas
generales, al desarrollo de las inversiones productivas sostenidas (reguladas) como
posible salida a las problemáticas ocasionadas por el sector informal, se postulaba que
con el tiempo éstas acabarían absorbiendo por entero dicho sector.
Esta concepción del sector informal fue revisada y criticada a fines de la
década del 70’. Las críticas rondaban en torno a: la falta de análisis de la relación
entre los sectores formal e informal de la economía, la exclusión de los productores
directos y de los trabajadores externos (aquellos que realizan su trabajo fuera del
establecimiento, en su casa por ejemplo) del campo de la informalidad, la recurrente
14
asimilación de los conceptos de informalidad y pobreza, el hecho de entender
formalidad e informalidad como conceptos mutuamente excluyentes negando toda
posibilidad de que ambos puedan ser llevados a cabo por un mismo sujeto, entre
otras.
Durante la década del 80’ surgen algunas perspectivas alternativas que
analizan el fenómeno poniendo énfasis en aspectos diferentes a los destacados por la
OIT y el PREALC.
Una de éstas es la desarrollada por el economista peruano Hernando De Soto.
De claro corte neoliberal, su propuesta pone el énfasis en el componente ilegal de la
informalidad, que en este caso sería el resultado del cálculo racional de los sujetos
que frente a las excesivas presiones y gravámenes de la regulación estatal optan por
ingresar a la ilegalidad. Para De Soto el universo de la informalidad se desarrolla en
forma paralela y antagónica al mundo de la economía formal, y estaría conformado por
todas aquellas actividades económicas que se desarrollan al margen de las
reglamentaciones existentes. De Soto encuentra en la densa “telaraña legal” del
Estado la causa fundamental de la existencia de la economía informal; desde su punto
de vista éste debería retirar su participación en el ámbito económico para así poder
darle libertad de acción a las fuerzas reales del mercado (que según él se encuentran
en los sectores populares). Este enfoque ha sido (desde mi punto de vista) justamente
criticado y casi diríamos descartado, debido a que presenta ciertas falacias tanto en lo
que tiene que ver con sus criterios de medición y los resultados obtenidos (poco claros
y bastante dudosos), como en lo referente a conceptos y premisas (por ejemplo la
elección puramente racional de los individuos a la hora de “decidir” su ingreso o no en
la economía informal, la inclusión en la informalidad de “todas” las actividades que se
encuentran fuera de los marcos legales de acción confundiendo así las actividades
exclusivamente delictivas con el resto, la ficticia homogeneidad del sector informal, la
idea de que la retirada del Estado permitirá a los pequeños empresarios informales
competir con el resto en el juego libre del mercado y aumentar sus ganancias, cuando
15
en realidad es la misma evasión de las normas legales que el resto de las empresas
respeta lo que les permite sacar algún tipo de ventajas sobre estas.
La otra propuesta alternativa al PREALC desarrollada en la década del 80’ es
la estructuralista cuyo principal representante es Alejandro Portes. Si bien dicha
propuesta contiene en su argumento tanto elementos del enfoque del PREALC como
del de De Soto, no por ello debe confundírselos; la propuesta estructuralista realiza
aportes novedosos a la cuestión al destacar, por ejemplo la relación existente entre los
sectores formal e informal de la economía (escasamente tratado o abiertamente
negado por los enfoques anteriormente mencionados). El sector informal, entendido
aquí como “todas aquellas actividades generadoras de ingreso que no están
reguladas por el Estado en un medio ambiente social donde actividades similares
están reguladas” (PORTES, A., 1995), sería entonces producto y consecuencia del
mismo desarrollo del sistema capitalista, un síntoma más del empeoramiento de las
condiciones de empleo y trabajo que éste ocasiona. Como ya se ha mencionado, la
perspectiva estructuralista no entiende al sector informal como un espacio aislado de
la economía regulada sino todo lo contrario: el sector informal es un universo muy
heterogéneo y diversificado que se encuentra en estrecha articulación con el resto de
la economía, que es parte integral y hasta podría decirse funcional de la misma (ya
que a través de los bajos costos de producción permite aumentar las ganancias del
capital). Para los estructuralistas el sector informal de la economía no puede definirse
por la negación de las características principales del sector formal; la economía
informal estaría implicando nuevas formas de organización y producción producto de
la reedición y adaptación de las viejas relaciones precapitalistas al nuevo contexto
histórico social, nuevas formas en las que las redes horizontales reemplazan a las
burocracias estatales, “una vieja forma en un nuevo escenario es, de hecho, nueva, ya
que todas las relaciones sociales pueden ser definidas únicamente de acuerdo a su
contexto histórico específico” (PORTES, A./ CASTELLS, M., 1995). Portes reconoce
“tres modos de producción interrelacionados dentro del sector informal:
16
i. De subsistencia directa: actividad que incluye obtención y reparación de objetos
de consumo (...)
ii. Pequeña producción e intercambio doméstico rural: (...) auto empleados que
producen y/o comercializan bienes y servicios en el mercado
iii. Producción capitalista atrasada: que incluye por un lado pequeñas empresas
que emplean asalariados desprotegidos y por otro lado asalariados disfrazados
contratados por firmas mayores bajo condiciones de subcontratación.
(PORTES, A., 1998).
Para referirse al sector formal los estructuralistas optaron por retomar algunos
de los elementos de la definición que años antes realizara el PREALC, (en la que se
incluían, como anteriormente se ha mencionado, autoempleados, familiares
asalariados y servicio doméstico); el estructuralismo le agregó a esta definición una
nueva categoría (que también sería luego tenida en cuenta por los partidarios del
PREALC): la de los trabajadores asalariados desprotegidos, identificada con la PEA
urbana empleada en microempresas (de menos de 5 o 10 trabajadores), asumiendo
que las mismas evaden la reglamentación estatal3. Debido a que la causa principal de
su existencia es la propia evolución del sistema, la solución de la problemática del
sector informal depende no sólo de un aumento en las inversiones productivas (que
provocarían la absorción de la mano de obra empleada en el sector informal), sino
además de una reforma realizada en el ámbito de las reglamentaciones estatales, que
apunte a mantener y mejorar la situación de los pequeños empresarios sin que éstos
se vean en la necesidad de reproducir los patrones de la informalidad.
En los últimos años, y a raíz de las modificaciones económicas y socio-
espaciales suscitadas a partir de la intensificación del fenómeno de la globalización y
los avances tecnológicos4, algunos teóricos han llevado a cabo una revisión de los 3 Pese a ésta aparente semejanza entre una y otra teorización es necesario no perder de vista las diferencias que las separan y que hacen que se trate de dos puntos de vista distintos.4 Se hace referencia aquí a la desaparición los viejos patrones de producción en los que los altos niveles de productividad sólo estaban reservados para los grandes establecimientos.
17
conceptos y teorías que hacen referencia a la composición y características del sector
informal; algunos incluso hasta han llegado a preguntarse si es posible aún en la
actualidad hablar de informalidad. Varios autores han recurrido a un nuevo concepto,
el de ‘neoinformalidad’ para hacer referencia a los nuevos rasgos que adopta el sector
informal en el renovado contexto mundial. Juan Pablo Pérez Sainz es uno de ellos; en
su análisis de las nuevas expresiones de la informalidad él plantea la existencia de
tres posibles escenarios:
el de la economía de la pobreza, cuyo contexto sería el de la exclusión de una
cada vez mayor cantidad de sectores que no se incorporan al desarrollo global y
recurren a la informalidad para poder subsistir, en el que se incluye a los
determinados ‘nuevos pobres’ pertenecientes alguna vez a los sectores medios de
la población que han pasado hay a engrosar las extensas filas de la pobreza. Si
bien los autores manifiestan que hay cierta similitud entre esta propuesta y la
desarrollada por el PREALC en su momento, notable es también la diferencia
existente entre ellas: los partidarios de la neoinformalidad afirman que existencia
de una masa de trabajadores no empleada que recurre al sector informal no se
debe a los bajos niveles de desarrollo tecnológico que la región ha alcanzado,
como creían los teóricos del PREALC, sino a “la dinámica no integradora del
nuevo modelo que hace que la base acumulativa sea restringida y que, por lo
tanto, el volumen de fuerza laboral absorbido sea también reducido”. (PEREZ
SAINZ, J.P., 1998)
el de la subordinación al sector de transables, que se desarrollaría en el propio
contexto de la globalización y estaría haciendo referencia a las actividades
llevadas a cabo por las pequeñas empresas que, relocalizadas y flexibilizadas,
quedarían articuladas a la red global en forma subordinada (como proveedoras de
insumos o subcontratadas de primer orden, segundo, tercero o más). Aquí también
hay tanto similitudes, ahora con el enfoque estructuralista, como diferencias
18
relacionadas sobre todo con las modificaciones en el contexto: en el nuevo
escenario de la informalidad, en el que la desregulación laboral es una de las
características básicas del nuevo modelo ya no parece tan apropiado utilizar este
criterio como punto de inflexión entre los sectores formal e informal de la
economía.
el de la aglomeración de pequeñas empresas dinámicas, que en el contexto de la
globalización permiten rescatar ámbitos comunitarios o identidades socioculturales
en los que la presencia de una determinada cantidad de capital social permita
movilizar los recursos mercantiles de acuerdo a los marcos socioculturales que los
hacen viables. Se estaría tratando aquí de una informalidad dinámica y altamente
optimista.
A pesar de que pertenecen a lineamientos tan distintos, las diferentes teorías
no deben entenderse como excluyentes. A los fines de este trabajo no ha parecido
conveniente adoptar en forma completa y acabada ninguno de estos ‘paquetes’
metodológico-conceptuales, sino que se ha preferido conformar un esquema que
reúna, teniendo en cuenta las críticas y reformulaciones a los que han sido sometidos,
elementos provenientes de dos de estos enfoques.
Tal es así que para trabajar sobre el tema serán retomados los últimos aportes
realizados por los partidarios de la neo informalidad, dado que analizan la cuestión
desde una perspectiva más actual y completa, introduciendo en el análisis elementos
relacionados con el fenómeno de la globalización y sus efectos. La informalidad será
entendida desde una óptica similar a la de la economía de la pobreza que, como ya se
ha mencionado, se asemeja en algunos puntos (según los mismos autores que la
desarrollan) al paradigma presentado por el PREALC, pero que también comparte
algunas cuestiones con el paradigma de la corriente estructuralista, sobre todo en lo
19
que hace a la concepción de la dinámica de funcionamiento de la sociedad en su
conjunto.
De esta forma conceptualizaremos al sector informal como consecuencia
propia del accionar del modelo de acumulación vigente que, esencialmente excluyente
determina la diferenciación, discriminación y la progresiva segregación de una cada
vez mayor cantidad de personas que para poder sobrevivir en la selva capitalista
deben incursionar en el heterogéneo mundo de la informalidad. A esta definición
agregaremos también la idea retomada de la corriente estructuralista de que tanto el
sector formal como el informal deben entenderse como componentes integrales de la
economía en su conjunto, la idea de que como facetas diferentes del mercado de
trabajo se encuentran estrechamente relacionados.
Para la definición operativa del sector informal se recurrirá a la definición
formulada inicialmente desde el PREALC con algunas modificaciones. De esta
manera, en este trabajo el sector informal se encontraría comprendido por los
siguientes tipos de trabajadores: trabajadores por cuenta propia, familiares
asalariados, asalariados en pequeñas empresas (con menos de cinco empleados
asumiendo que evaden la regulación estatal), patrones de empresas con similares
características y empleados del servicio doméstico.
Vale aclarar, debido a que puede llegar a tomárselos como tales por el tipo de
actividades que normalmente desarrollan, que no se incorporan a esta definición de
trabajo informal los beneficiarios de los planes estatales de empleo. El hecho de que
no aparezcan como una categoría más se debe a que además de que funciona como
un subsidio, dentro de esta misma categoría se pueden encontrar diferentes
situaciones y distintos tipos de actividad que ni siquiera se estarían asemejando al
fenómeno que aquí quiere describirse (por ejemplo tareas educativas, capacitaciones,
etc.). Los planes de empleo, dada su amplia difusión en estos días, y su riquísima
heterogeneidad y complejidad merecerían un trato particular, un capítulo aparte que
queda fuera del alcance y los objetivos propuestos aquí.
20
-Sobre la Identidad.
El tema de la identidad (y su construcción) ha sido trabajado desde diferentes
puntos de vista en las ciencias sociales, tanto en antropología y sociología como así
también en psicología y psicología social. Si bien de acuerdo a los objetivos, el interés
analítico de este trabajo sólo se centra en la importancia e implicancias de la identidad
a partir del trabajo o relacionada con el trabajo, es importante reconocer que se trata
de un concepto mucho más amplio.
El auge del concepto de identidad es relativamente reciente (a pesar de que
existan trabajos acerca del tema realizados con bastante anterioridad) y para algunos
autores está en parte asociado al surgimiento de movimientos sociales que a través de
los mismos han apuntado a desarrollar un cuestionamiento de las desigualdades
sociales y de las relaciones de dominación. En los últimos años, frente a la
intensificación y a los desafíos que generan los procesos de mundialización y
globalización y la crisis del Estado Nación (temas por cierto también extensamente
desarrollados en los últimos tiempos), asociados al resurgimiento de los regionalismos
y la aparición y reaparición de los movimientos sociales que cuestionan las
desigualdades sociales y las relaciones de dominación, la cuestión de la identidad, en
su sentido más amplio ha tomado el centro de la escena, revalorizándose,
“reforzándose su pertinencia y operacionalidad como instrumento de análisis teórico y
empírico” (GIMENEZ, G., 1997). En palabras de Lapierre, citado por Gilberto Giménez
en uno de sus trabajos: “en diferentes partes del mundo, los movimientos de minorías
étnicas o lingüísticas han suscitado interrogaciones e investigaciones sobre la
persistencia de y el desarrollo de las identidades culturales. Algunos de estos
movimientos son muy antiguos, pero sólo han llegado a imponerse en el campo de la
problemática de las ciencias sociales en cierto momento de su dinamismo que
coincide por cierto con la crisis del Estado Nación y de su soberanía, atacada
21
simultáneamente desde arriba (el poder de las firmas multinacionales) y desde abajo
(las reivindicaciones regionalistas y particularismos culturales).
(LAPIERRE, 1984, citado en GIMENEZ 1997)
Llevar a cabo el rastreo bibliográfico de un tema que como se ve es por demás
extenso se volvería una ardua tarea. Por esta razón sólo se han seleccionado y serán
mencionados aquí algunos de los tantos trabajos que se han realizado con respecto a
la identidad y que se consideran relevantes a los fines y objetivos que este trabajo se
propone.
La identidad será entendida en el desarrollo posterior de esta presentación
como un concepto integral e integrado y por lo tanto bastante complejo. Con respecto
a ello es interesante reparar nuevamente en los escritos de Giménez, para quién al
hablar de identidad se está haciendo referencia no a un atributo o cualidad de un
sujeto, sino a un concepto relacional e intersubjetivo, que se hace patente en el
proceso de interacción social; identidad implica “una distinguibilidad cualitativa (...) que
supone la presencia de elementos, marcas, características o rasgos definitivos que
definen de algún modo la especificidad de la unidad considerada” (GIMENEZ, G.,
1997), elementos que para el autor podrían ser agrupados bajo tres rótulos
específicos:
la pertenencia social del individuo a uno o varios colectivos sociales, situación
que le permite internalizar las diferentes representaciones sociales de cada grupo;
los atributos personales, idiosincráticos, individuales o relacionales,
y la historia de vida o identidad biográfica.
Para Giménez la identidad está dotada de un inmenso valor para el sujeto (que
puede tener signo positivo o negativo), ya que en torno a la misma éste estructura su
relación con los otros y con el mundo; la identidad es la representación que los
agentes tienen de su posición en el espacio social y de su relación con los otros.
22
Para Luis Alberto Romero, otro de los autores que trabaja sobre el tema de la
identidad pero en este caso asociada a los sectores populares, este fenómeno
también debe ser entendido como un fenómeno complejo. Para este autor en el
proceso de construcción de la identidad pueden distinguirse cuatro aspectos o
elementos, que se relacionan e interaccionan de diversas maneras:
La experiencia personal, singular, del sujeto que la vive, nacida en la práctica
social, a través de las cuales es mediatizada la estructura social en la que se halla
inmerso. “El pasaje de lo individual a lo colectivo se realiza en ámbitos sociales
específicos en los que los individuos intercambian experiencias, las confrontan y
alimentan recíprocamente (…), en espacios que están regidos por normas
precisas que contribuyen a moldear y socializar las experiencias y las transmiten a
los nuevos miembros”.
La identidad atribuida, ’la mirada del otro’, que puede ser aceptada, rechazada o
modificada o invertida, y que normalmente en sectores pobres es traducida como
‘prejuicio’.
La función educativa, ejercida por el Estado como agente educador, a lo que se
suma la Iglesia y los medios masivos de difusión, dirigida a formar, adecuar y
adaptar a los actores a sus funciones.
Las vías contestatarias, que operan como alternativa a la función del Estado
procurando ‘desde fuera’ moldear el sentido común pero de una forma menos
abrumadora. (ROMERO, L. 1987)
Isidoro Moreno, quien también desarrolla el tema, en su discurso distingue tres
principios fundamentales que determinan las características identitarias de cada
sujeto: la etnia, el género y la identidad de clase o profesional, a los que se subordinan
otros principios como edad, adscripción religiosa o ideológica, etc. que pueden llegar a
tener cierta importancia en determinadas situaciones. Para este autor la interacción de
23
estos principios determina lo que él llama la matriz cultural en la que el ser humano
basa sus interpretaciones, percepciones, experiencias y comportamientos; “solo la
etnicidad, el género y los procesos de trabajo bajo relaciones de producción
específicas son principios estructurantes de identidad irreductibles, aunque funcionan
en cada sociedad y en cada época histórica, estrechamente interrelacionados”.
(MORENO, I. 1991)
Focalizando ya la cuestión de la identidad en relación al trabajo, resulta
interesante rescatar algunos conceptos que Beccaria y López desarrollan en su
publicación “Sin trabajo” (1997). A pesar de que en este caso ellos estén haciendo
referencia a situaciones de desempleo dan cuenta aquí de la estrecha relación
establecida entre los actuales procesos de trabajo (desocupación, precarización,
informalización) y la conformación de la identidad; dicen: “En Occidente se acentuó,
en el curso de estos últimos siglos, un proceso por el cual la ubicación del sujeto en la
esfera o en el orden de lo económico productivo y del consumo ha adquirido cada vez
mayor relevancia en cuanto a ser sostén de identidad (…) es por ello que una crisis
como la que puede derivarse de la pérdida o el desmedro de una posición laboral
afecta gravemente el sentimiento de identidad en el hombre o la mujer de hoy”.
(BECCARIA, L y LOPEZ, N.,1997).
Beccaria y López hacen hincapié en la importancia del trabajo y del mercado
de trabajo como mecanismos de integración de la sociedad moderna occidental que,
en algún pasado no tan lejano, basó su desarrollo y crecimiento en el trabajo
asalariado. Definen al mercado de trabajo como: ‘el escenario por excelencia del
contrato social’ no sólo porque les permite a los trabajadores conseguir los recursos
necesarios para cubrir sus necesidades y las de sus familias, sino porque además: “en
él se logran las capacidades de crecimiento y se consolida una base –
fundamentalmente a partir del mundo de relaciones implícito en el campo laboral- que
garantiza a los sujetos un lugar en la sociedad”. (BECCARIA, L y LOPEZ, N. ,1997).
24
Por consiguiente, frente a la actual crisis del mercado laboral los autores marcan como
consecuencias principales el debilitamiento del lazo social y una creciente
vulnerabilidad, que se hacen visibles en los diferentes ámbitos: tanto en el de lo
público, como problema social, como en la esfera privada, la de la vida cotidiana del
individuo y su situación personal.
Varios son los autores que aportan interesantes puntos de vista con respecto a
la importancia de la esfera del trabajo en la conformación de la identidad. Por ejemplo
Jahoda desarrolla la denominada “teoría de la privación” (JAHODA, 1982, citado por
BECCARIA, L y LOPEZ, N. ,1997.), en la que la autora expone que la situación de
trabajo permite al sujeto acceder a cuatro categorías de experiencia: la estructuración
temporal, la provisión de contactos sociales, la imposición de objetivos no individuales
y el status o identidad social. Otra de las teorías que se pueden citar al respecto,
también comentada por Beccaria y López en su obra, y que en cierta forma
complementa y amplía las anteriores es la de Warr (WAR, 1983) quien enumera
consecuencias potenciales de la falta de empleo (adaptable también a situaciones de
informalización) entre las que se encuentran: restricción de la experiencia social, de
los objetivos y del placer de la ocupación, aumento de la inseguridad con respecto al
futuro y de las frustraciones, etc.
También resulta interesante el análisis que hace otro grupo de autores (entre
ellos Salles y Berger, también citados por BECCARIA Y LÓPEZ, 1997), donde se
enfatiza la cuestión de las dificultades generadas por la desestabilización del mercado
laboral (informalidad, precarización, desempleo etc.) en la construcción de las
categorías de espacio y tiempo y, como consecuencia de ello, en la organización de la
vida tanto a nivel individual como colectivo de los individuos. Desde aquí se percibe
cierta desintegración del mundo del trabajo (como también de la familia, pero eso
estaría escapando a los objetivos de este trabajo) como espacio en el que se forman y
definen identidades.
25
El concepto de identidad delineado con base en la bibliografía expuesta para
este trabajo es también un concepto complejo que intenta dar cuenta de los diferentes
elementos que intervienen en la conformación de la misma. Al igual que la mayoría de
los autores mencionados, la cuestión de la identidad será entendida como uno de los
ejes centrales de la práctica y la interacción social.
Se han retomado para esta presentación exposiciones como la de Giménez
(1997) que tratan a la identidad como un concepto relacional e intersubjetivo que
implica una ‘distinguibilidad’, en la cual confluyen diferentes características que
podrían agruparse en torno a la pertenencia social a un grupo, a los atributos
personales y la historia de vida.
Dentro de esta ‘gama de componentes identitarios’ se ha privilegiado el análisis
de aquellos que hacen alusión a la cuestión ocupacional, tomando la idea trabajada
entre otros por Beccaria y López acerca del importante papel del trabajo y de las
relaciones laborales en la sociedad capitalista, entendiendo que la forma en la que los
sujetos se incorporan al proceso de trabajo se ha modificado enormemente en los
últimos tiempos asumiendo nuevas características (entre las que se destaca la
creciente informalidad).
Frente a este proceso resulta entonces interesante preguntarse por las
consecuencias que trae aparejada esta nueva realidad del sujeto productor, que frente
a la informalidad (y la inestabilidad que ésta trae aparejada) encuentra cada vez más
dificultades para definirse por la actividad que lleva a cabo.
Importante a este respecto es también el aporte realizado por Moreno (que ha
sido retomado en este trabajo) acerca de la importancia de la identidad de clase o
profesional en la configuración de la matriz cultural (junto con la etnia y el género), en
la que el ser humano basa sus interpretaciones, percepciones, experiencias y
comportamientos.
26
-La identidad y el trabajo.
En lo que hace a la relación entre trabajo e identidad ésta será entendida de
aquí en más, como ya se ha anticipado, como una relación compleja. Para el análisis
que prosigue y retomando parte de la bibliografía que ha sido seleccionada, se ha
decidido enfocar el trabajo y su relación con la identidad desde dos dimensiones
diferentes que a grosso modo podríamos identificar como: el trabajo como fin y el
trabajo como medio, como herramienta, y que a continuación serán detalladas.
En la primera de ellas se tomará al trabajo como una actividad en sí misma
definida por su significado intrínseco, por su valor, como elemento organizador de la
identidad de los sujetos, de su experiencia, de su biografía y de su relación con el otro:
“el trabajo es más que una fuente de recursos económicos: constituye el ámbito de
socialización por excelencia de las personas, el que organiza su cotidianeidad y la de
sus hogares, y les garantiza una lugar en esta sociedad” (BECCARIA, 2001). Se
retomará aquí la idea de que todos aquellos aspectos y particularidades que
caracterizan a la ocupación del trabajador y a la forma que éste tiene de llevarla a
cabo son importantes en el proceso de construcción de su identidad y que, por lo
tanto, deben ser tenidos en cuenta.
En la segunda dimensión el trabajo es entendido como una herramienta a
través de la cual el sujeto tiene la posibilidad de acceder a un ingreso que le permite
satisfacer sus necesidades en el mercado de consumo y asegurarse, por decirlo de
alguna manera, su existencia material.
Si bien en esta segunda dimensión parece más difícil establecer la relación,
ambas dimensiones son sumamente necesarias para entender acabadamente la
cuestión de la identidad. En este caso, y retomando algunas ideas desarrolladas por
autores como Bauman (1999) o Menéndez (s/f), en sociedades occidentales (de
consumo) como la nuestra la incorporación al mercado de bienes ha adquirido gran
relevancia como elemento identitario, sobre todo en casos de sectores de menos
recursos, como los que aquí se analizan. Bauman habla de “el paso de una sociedad
27
de productores a una sociedad de consumidores” (...) “una cosa es ser pobre en una
comunidad de productores con trabajo para todos, otra diferente es serlo en una
sociedad de consumidores cuyos proyectos de vida se construyen sobre las opciones
de consumo y no ya sólo sobre el trabajo” (BAUMAN, 1999).
-La muestra, los casos.
La muestra sobre la que se ha trabajado consiste en un subgrupo de
trabajadores que se desempeñan en su tarea de manera informal, de acuerdo a las
precisiones que ya han sido especificadas más arriba. Al construir la muestra se trató
que ésta mantuviera la heterogeneidad que en la argumentación teórica fue atribuida
al sector informal, tratando que los distintos tipos de trabajo informal que fueron
mencionados quedaran comprendidos, con el objetivo de que los resultados del
análisis no tuviesen algún tipo de sesgo por tratarse de una actividad determinada.
Además se intentó que la misma fuera lo más diversificada posible en lo que a edad y
género respecta para evitar algún tipo de sesgo de esta índole. En la medida en que
fue posible estas consignas fueron respetadas en el momento del abordaje; lo cierto
es que por tratarse de individuos empleados informalmente (situación ésta asociada
por lo general a extensas jornadas laborales, sobre todo en el caso de las mujeres
empleadas en el servicio doméstico, como así también aquellos hombres dedicados a
la recolección con carro o a los empleados en pequeñas empresas) en la mayoría de
los casos se hizo bastante complicado establecer contacto y encontrarlos con tiempo
disponible como para realizar una entrevista. En algunos casos inclusive, luego de
reiterados intentos, éstos debieron ser descartados.
De esta manera la muestra quedó conformada por 11 (once) casos, de un total
de 25 preseleccionados para conformarla, 18 en la primera etapa (2001) y 7 en la
segunda etapa (2003). Se compone de nueve trabajadores varones y dos mujeres
incluidos todos ellos a excepción de un caso en el grupo etario de 25 años y más.
Debido a las dificultades que han sido mencionadas más arriba, las características que
28
la misma presenta no son las óptimas, pero ello no nos impide para nada avanzar en
la indagación.
- El análisis.
A continuación se desarrollará el análisis del material recogido en el trabajo de
campo, ordenado de acuerdo a ciertos ejes temáticos que guiaron la construcción de
la guía de entrevista que se utilizó para la recolección y a través de los cuales se
intentará dar respuesta a los interrogantes que originalmente se planteó este trabajo,
como así también a aquellos que fueron surgiendo en el transcurso del mismo.
“Los informales…” (descripción y características de su actividad)
Tal como se ha planteado, todos los entrevistados desempeñan su tarea de
manera informal. Si bien en la mayoría de los casos que presenta la muestra
seleccionada por la actividad que realizan los sujetos podrían englobarse en la
categoría de ‘changarines’, de esto no debe desprenderse que todos se desempeñen
de la misma manera.
En cuatro de los casos los changarines son ‘carreros’ es decir, que se trata de
sujetos que poseen un carro y en algunos casos también un animal de carga con los
que salen a recolectar residuos diversos que luego venden en algún depósito cercano
a la zona. De acuerdo con los testimonios de los entrevistados, normalmente esta
actividad se complementa con otro tipo de changas o ‘favores’ (como por ejemplo:
cortar el pasto, tirar escombros, sacar ramas, etc.) que van consiguiendo durante el
día, mientras están trabajando con el carro o a las que a veces acceden por medio de
recomendaciones; quizá sea debido a esto que ellos mismos se definan como
“changarines” y no como “carreros”. En dos de los casos ésta no es la actividad
principal de los entrevistados pero a pesar de ello ambos manifiestan hacerla con
bastante frecuencia, alternándola con sus otras changas a las que definen como su
actividad principal. Por lo general los carreros desempeñan su actividad durante todo
29
el día, tanto de mañana como de tarde, interrumpiéndola durante el medio día para
vaciar el carro. El rédito que tienen varía de un día a otro:
“y todos los días normalmente ato la yegua a la mañana, salgo a trabajar, bah, salgo a
recolectar todo lo que es reciclado, vengo, descanso, salgo nuevamente a la noche y en la
semana vendo todo lo que junto; saco un promedio de treinta, cuarenta pesos, no es la gran
cosa pero por lo menos con eso a uno le da para poder comprar las cosas que necesita para
poder comer.” (Informante nº 2)
“¿Cómo me rinde?, varía de semana a semana, depende de cómo venga la cosa.”
(Informante nº 10)
“se me puede dar una changa de levantar una… de ser peón de albañil, se me puede dar
para sacar pasto en una casa, cortar el pasto en una casa, un ligustro, se me puede dar de… y
si no se me da nada tengo que seguir juntando cartón, botellas (…) si hay una changa la hago,
sino salgo con el carro a juntar botellas y esa es mi vida.” (Informante nº 3)
En el caso de los otros ‘changarines’, si bien se trata de trabajadores que
realizan tareas diferentes, comparten con los carreros la incertidumbre anteriormente
mencionada con respecto tanto a la ‘aparición’ de trabajos como así también al
ingreso. En uno de los casos se trata de un changarín especializado en jardinería, que
se encarga de cortar el pasto y hacer arreglos en los jardines. En otro caso se trata de
un changarín de albañilería que sólo se dedica a esa rama y que consigue sus
‘trabajos’ a través de una entidad que emplea rotativamente a trabajadores
desocupados. También forma parte de la muestra un changarín que hace mandados
en un bar, que además es carrero y, por último, dos carpinteros: uno que consigue por
‘contactos que tiene’ sus changas y otro que sale a buscarlas junto con sus ex
compañeros de taller (de carpintería, para el que anteriormente trabajaba).
30
“y yo corto pasto, a veces consigo a veces no se consigue (…) me voy casa por casa así
y… el que quiere le corto el pasto, y el que no, me voy siguiendo de largo nomás, como
siempre.” (Informante nº 4)
“ahora no tengo trabajo pero todos los días salgo igual y alguna changuita hago; con lo que
saco comemos ese día, así que no me puedo quedar acá cruzado de brazos, no es mucho lo
que se hace en el día, a veces no se hace nada, pero con las changas vamos tirando.”
(Informante nº 3)
La muestra comprende además otro tipo de trabajadores informales: un
empleado sin empleo estable (contratado temporalmente y sin ningún tipo de
protección) dedicado a tareas de seguridad; un comerciante (poseedor de un puesto
de venta de ropa en la feria paraguaya) y dos empleadas en servicio doméstico (las
únicas dos mujeres que comprende la muestra). Si bien en estos casos tal vez pueda
ser menor la incertidumbre que para los “changarines”, tampoco acá puede hablarse
de ‘óptimas’ condiciones de trabajo. En general, sin distinción por tipo de actividad, los
trabajadores manifiestan como problemática esta situación. A la incertidumbre y las
bajas remuneraciones se suman las jornadas extensas, la desprotección y la crisis
generalizada en la que todo este cóctel se inserta.
“(vendo) en el depósito de acá abajo, que está en 526..., hay un depósito ahí; la mayoría va
a vender ahí, la mayoría busca, busca precio, no importa si está un poco lejos el depósito, la
cosa es que te pague uno o dos centavos más, entendés, con uno o con dos centavos más es
mucha la diferencia, en un kilo no es mucho pero en cien kilos aunque sea es un peso, más
dos pesos más.(…) lo compran por kilo, vale monedas, centavos, pero al menos... uno al día
se juntará treinta, cuarenta kilos, pero sumando la semana, uno hace un promedio más de cien
kilos, doscientos, trescientos, depende de lo que uno junte también, entendés; si uno junta
mucho saca una diferencia... más o menos, pero si junta poco no saca nada”.
31
(Informante nº 2)
“y… no podés trabajar porque no te pagan lo que tenés que ganar, entonces me dedico a
esto (…) me voy a la mañana, nos vamos a la mañana y a donde conseguimos trabajar,
conseguimos.” (Informante nº 4)
“hoy por ejemplo tengo que ir a las once, hasta las ocho (…) todos los días de la semana
de lunes a domingo voy y el domingo a la noche tengo que ir a dormir porque el señor a veces
se despierta, no duerme, entonces lo tengo que cuidar.” (Informante nº 11)
En la mayoría de los relatos aparece el deseo de conseguir otro trabajo y por
qué no el deseo de conseguir ‘un trabajo’. Por lo general este deseo se enfatiza más
en el caso de los changarines que en el resto de los trabajadores, quizá debido a su
mayor inestabilidad. En el caso específico de los changarines que son carreros se
observa que por lo general lo que desean no es conseguir “otro” trabajo sino cambiar
su actividad por otra diferente.
“si querés laburar podés laburar pero no conseguís, tratás de conseguir pero no hay, no
hay trabajo que te puedan dar… yo soy ayudante mecánico también, pero no hay, no hay ese
laburo acá.” (Informante nº 10)
“no te llaman ¿por qué? porque, uno, que piden muchos requisitos, aparte piden
experiencia laboral pero y si no trabajás en ningún lugar, no tenés trabajo cómo vas a aprender
(…) yo he trabajado con el carro y he buscado otro trabajo, al mismo tiempo; he pasado por
lugares, donde dice que se precisan personas para lavar autos, se precisan personas para,
que sé yo, para pintar, se necesitan personas para hacer una obra, me he bajado, he
preguntado, me he anotado por todos lugares…” (Informante Nº 2)
“…versus el trabajo formal”
32
Aquí se apunta a averiguar cuál es la opinión y la visión que los entrevistados
tienen acerca del sector informal en el que se hallan insertos, más allá de su
experiencia, que es lo que a su juicio los diferencia de una situación formal de trabajo.
Lo que se intentó definir es si en el paso a la formalidad laboral ellos percibían, si bien
no la solución absoluta a todos sus problemas, al menos una mejoría en los diferentes
aspectos de su vida. De más está decir que indagar sobre esta cuestión no resultó
sencilla ya que, entre otras dificultades, no había, entre los entrevistados una noción
clara sobre el empleo formal, debido a que ninguno de ellos contaba con esta
experiencia en su haber.
Sin embargo de acuerdo con el conocimiento quizá un poco vago que tienen
del tema, se llegó a identificar que, salvo en dos de los casos analizados en el resto se
hace patente el deseo de conseguir un trabajo formal, aunque quizá no en todos con la
misma vehemencia. En algunos casos la respuesta afirmativa a la pregunta sobre el
deseo de estar empleado de manera formal va acompañada de algún ‘pero...’,
vinculado por lo general a los descuentos que el estar empleado de manera formal
significa, o al hecho de no poder disponer total e inmediatamente del dinero que
obtienen por el trabajo que realizan. En lo que hace a las razones por las cuales estos
sujetos desean formar parte del sector formal, la mayoría se inclina por la estabilidad y
la ‘plata segura’ (y por la tranquilidad que esto genera); en algunos casos aparece la
capacidad de ahorro, el poder tener ‘algo guardado’, o la posibilidad de acceder en
algún tiempo futuro a una jubilación; también se deja ver algún comentario acerca del
deseo de poder contar con una obra social o seguro de salud. Con respecto a esto
último es importante aclarar que si bien en ninguno de los casos aparece como la
‘razón por la que desearían estar empleados formalmente’ aparece en varias
oportunidades, sobre todo cuando se les pregunta específicamente por ello.
“...no, no, no, no quisiera cambiar, me siento cómodo, nadie me manda, nadie me grita,
nadie me prepotea por unos pesos (...) uno se quiere comprar una cosa y la compra, quiere
33
una ropa, trabaja y se la compra... trabajando mensual no llega a nada, no llega a nada, no lo
ve.” (Informante nº 3)
“sí, estoy conforme porque soy el dueño de mi trabajo, así que yo voy y trabajo... trabajo y
le digo el precio y trabajo del modo que yo quiero y me pagan y me vengo, al contado (...) y si
no consigo, mala suerte.” (Informante nº 4)
“lo que ganás con el carro es una miseria entendés (...) el trabajo ya sea acá, allá o en
cualquier lugar, lo importante es que tengas un buen sueldo.” (Informante nº 2)
“no tengo obra social, no tengo nada como un trabajo normal para decir a fin de mes tenés
una entrada fija o algo que... (…) el interés principal por el que me gustaría tener un trabajo fijo
sería por la obra social; yo tengo un hijo de 5 años y viste... nunca pasa nada, pero cuando
pasa uno tiene que estar prevenido o por lo menos tener una asistencia...” (Informante nº 9)
“y sí, una patrona que ya hace más tiempo que estoy me dijo que el día de mañana ella me
va a... que ella ya ha tenido personas anteriores a mí, que lo ha hecho... así una, cuando le
llega su momento, ella le aporta y le hace la jubilación (...) ella me dijo que el día de mañana,
que yo tenga la edad que sea de jubilarse ella me va a hacer los trámites y todo, así que por
ese lado...” (Informante nº 6)
“y mirá no sé que te puedo decir, si habría algún contrato así... a mí me gustaría trabajar
así, pero no hay, no hay, por lo menos que llega el día y (la plata) la tenés.” (Informante nº 10)
Condiciones de Vida.
La situación laboral en la que los entrevistados se encuentran tiene su
contrapartida en el ámbito familiar: en las precarias condiciones de vida en la que
estas familias se encuentran: es por ello que se ha decido incluir este eje en el
análisis. Ya se han comentado algunos datos extraídos del “Diagnóstico integral de las
34
condiciones de vida en el barrio La Unión, ciudad de La Plata”5 en los que se ha
puesto de manifiesto la extrema situación de pobreza que caracteriza al barrio en
general. Sin embargo vale la pena ahondar un poco más en el tema a través de lo que
los entrevistados cuentan a lo largo de las charlas.
En general (a excepción de un caso en el que parece haber una manifiesta
conformidad con la situación), en la mayoría de los casos hay, como era de esperarse,
disconformidad con la vida que llevan, con el lugar donde viven y la forma en que lo
hacen, pero dicen no tener oportunidad de vivir de otra manera. Casi todos en algún
momento mencionan que no desearían mantener esta situación por mucho tiempo,
haciendo en algunos casos mención al deseo de darles otro tipo y calidad de vida a
sus hijos.
“estoy viviendo en un lugar donde no me gustaría, donde no me gusta vivir, pienso que
nadie quiere vivir como estamos nosotros, que todo el mundo quiere algo mejor.”
(Informante nº 1)
“y, tenés que vivir como puedas, cortando pasto o juntando cartón, botellas por ahí, pero
hay veces que no juntamos nada porque no tenemos los carritos, a veces el vecino nos presta
pero hay días que lo usan…” (Informante nº 10)
“… lo peor es que ahora si no salgo a hacer changas no comemos, antes algún peso
guardado siempre teníamos.” (Informante nº 8)
“y así vivo, voy al almacén, no saco fiado a nadie, me compro lo que necesito, no tomo, no
fumo, no tengo vicios, así que esa es la que hago (…) yo sólo sé que hace falta una cosa voy
al almacén tendiendo dinero, lo compro, lo pongo aquí y mañana será otro día”
(Informante nº 3)
5 Ver nota 1
35
En lo que refiere a la organización del hogar, en algunos de los casos se
detecta como recurso del grupo familiar al que pertenecen los entrevistados la
presencia de fuerza de trabajo complementaria para obtener un mayor ingreso familiar.
De los 11 casos trabajados, 9 son jefes de hogar (todos a excepción de las mujeres),
de los cuales 6 constituyen el único sostén de la familia, factor que explica en parte la
necesidad que perciben los sujetos de salir a trabajar ‘como sea’, ‘de lo que sea’.
En el caso de las mujeres, siempre son ellas la fuerza de trabajo complementaria y
pueden salir a trabajar porque o no tienen hijos pequeños que cuidar o porque en caso
de tenerlos tienen alguien que se encargue de ellos (hermanos mayores). Para el
grupo de los hombres la situación es similar. En caso de haber niños pequeños las
mujeres suelen quedarse a cuidarlos, a excepción del caso de los carreros, que
normalmente suelen salir a la calle con el carro acompañados por sus esposas e hijos.
En caso de haber hijos más grandes también éstos participan, aunque de manera más
intermitente, como fuerza de trabajo complementaria.
“y… yo trabajo y ella sale y pide, acá en esta zona la mayoría de la gente pide… y uno
pide, el otro trabaja y… y esa es la vida de nosotros (…) ella lo que puede traer lo trae.”
(Informante nº 3)
“a veces trabaja mi hijo, a veces trabajo yo, a veces trabaja mi señora y va con mi hijo...,
ella barre, yo corto.” (Informante nº 4)
“trabaja mi esposo y por ahí alguno de los chicos por ahí encuentran alguna changuita
también…” (Informante nº 6)
Autopercepción.
He aquí uno de los puntos más interesantes del presente trabajo ya que la
indagación acerca de lo que piensan estos trabajadores (y en oportunidad también
36
opinan) sobre su actividad, su persona y su vida en general nos abrirá el panorama
hacia su dimensión relacional y hacia el eje del trabajo que es la identidad. Pero
conocer la percepción que un sujeto tiene de sí mismo es un objetivo difícil de abordar,
porque no sólo es dificultoso que ‘aparezca’ en el transcurso de la charla, sino que
además es difícil de preguntar. Por ello una de las formas que se ha elegido para
evaluarla ha sido la de escuchar, analizar, y ‘ver’ de qué manera los sujetos hacen
referencia a su trabajo, descifrar su autopercepción a través de la forma que tienen de
referirse a lo que hacen.
Los entrevistados se refieren a su situación laboral de maneras diversas. Salvo en
algunas oportunidades, en las que los entrevistados se denominaron a sí mismos
como trabajadores y se refirieron a su actividad como ‘un trabajo’, la mayoría
considera su situación ocupacional como temporaria y de emergencia y en pocos
casos se refieren a su actividad principal como un ‘trabajo’ sino como algo que hacen
mientras buscan un trabajo. La forma que tienen de referirse a su situación varía
desde denominarse como “subempleados” o “prácticamente desocupados” hasta
solamente hacer referencia a la tarea que hacen, con cierto desánimo, como
queriendo significar que es la única alternativa que les queda.
“es un trabajo transitorio, por eso te digo: estoy subocupado (…) si yo estuviera trabajando
no tendría estos problemas.” (Informante nº 9)
“esta salida para mí es algo temporal, porque la necesidad me obliga (…) trabajo con..., ()
no es trabajoso pero te toma tiempo; me quedé sin trabajo y me compré un carro, me animé y
salí.” (Informante nº 2)
“cada jueves nos reunimos ahí los desocupados, cada jueves, y ahora me está por salir
una changa a mí…” (Informante nº 7)
37
Tan importante como conocer la autopercepción de la situación laboral fue
descifrar, a través del discurso de los sujetos las diferentes sensaciones que
experimentan a partir de esta situación. En esta oportunidad la tarea se vuelve más
ardua aún, ya que además de las dificultades que ya fueron mencionadas, aparecen
cuestiones mucho más duras e intensas, mucho más difíciles de tratar. A lo largo de
las entrevistas, cuando la situación y la charla lo permitieron, cuando las condiciones
fueron propicias, los entrevistados dejaron fluir sus emociones, sus aspiraciones, sus
preocupaciones, sus frustraciones y sentimientos de diversa índole, que permitieron
avanzar un paso más en el camino que se había propuesto este trabajo. No se puede
decir que a través de ello se haya conocido cabalmente cuál es la verdadera situación
por la que estos sujetos están pasando, es más, creo que de haberse averiguado
sería, además, muy difícil de explicar. El hecho es que a través de las entrevistas se
pudo indagar un poco más sobre esta cuestión.
Lo que se observa en la mayoría de los casos es un amplio sentimiento de
frustración personal y desilusión, una gran angustia que les pesa, que en algunos
casos es enmarcada por los propios entrevistados en el contexto de crisis en el que se
ven inmersos; éstos entienden que no es ya sólo “su” situación sino que es algo a lo
que casi nadie puede escapar y, salvo alguna excepción forzada, los discursos dejan
ver una especie de resignación frente a la situación.
Sólo en dos de los 11 casos analizados se evidencia otro tipo de situación,
diferente al que se describe arriba. En ambos casos (que a su vez se diferencian entre
sí) el balance de situación que hacen los entrevistados tiene resultados bastante
diferentes; prima un sentimiento bastante más positivo ya sea porque que se ha
optado por esta forma de vida, prefiriéndola a otra (sensación ésta que en algunos
casos podría llegar a asociarse a un sentimiento de resignación), o por tener una
visión positiva con respecto al futuro (diferente a la visión que se observa en la
mayoría de los casos).
38
“el problema principal es psicológico, porque bueno, después uno no tiene ganas de... o
sea, el hecho de no tener trabajo significa no solamente no contar con lo básico en lo material,
sino también en lo espiritual; uno se siente mal (...) yo me siento en inferioridad de condiciones
con respecto a las personas que sí tienen un ingreso fijo, mensual y que tienen posibilidades
de poder mejorar en la vida (...) me siento mal, pero a la vez, bueno, estoy como reconfortado
por el hecho de que no soy el único.” (Informante nº 1)
“para mí es algo temporal porque a mí no me gusta, pero la necesidad me obliga, me
entendés (...) una vida que estaba acostumbrado antes, a vivir en un lugar alquilado, en un
departamento y ahora, de golpe, en un momento que es honorable vivir bueno venirnos a vivir
a una casilla... que te puedo decir... mi primer día me dio como... después entendí la realidad:
la realidad es ésta.” (Informante nº 2)
“yo pienso en hoy y ahora necesito pensar en hoy y ahora para ver si puedo solucionar
algo o encontrar la solución para después sí poder pensar en más adelante, uno vive al día (...)
no tengo posibilidad de pensar a largo plazo, mi preocupación ya te digo, es al día, vivir hoy,
tratar de mejorar hoy... por el momento hoy, esa obligación no tengo aspiraciones fijas porque
no... no sé cómo voy a llegar a mañana o a pasado mañana (...) tengo deseos pero no puedo
hacer nada en el presente para como para asegurar en el futuro.” (Informante nº 9)
“a mí me gustaría por lo menos conseguir un trabajo como la gente, porque así no
podemos vivir, si no te dan trabajo…” (Informante nº 10)
“soy un NN para la sociedad, porque todo lo hago por mis propios medios (...) soy un cero
a la izquierda en estos momentos y así vivo, a mi manera (...) tal vez sea un resentido social, y
como veo a la sociedad me quedo con la que hice... prefiero estar en mi villa y sin problemas
(...) no estoy arrepentido, no, porque veo a todo aquel que trató de superarse y tiene mas
problemas que los míos (...) no tengo ambición, yo sólo sé que hace falta tal cosa voy al
almacén teniendo dinero, lo compro, lo pongo aquí y mañana será otro día (...) es una forma de
vida que llevo muy buena.” (Informante nº 3)
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Perspectivas Futuras.
Parece importante, como complemento de lo desarrollado hasta el momento,
preguntar por esta cuestión ya que, si de alguna manera la informalidad que
describimos al comienzo del análisis tiene incidencia en la construcción de la identidad
de los sujetos en el momento actual en el que viven, en el espacio y tiempo en el que
éstos se sitúan, en su relación con lo que en este momento lo rodea (pregunta que
guía el objetivo principal de este trabajo), resulta interesante también ver cómo es que
esto participa en la construcción del futuro cercano de estos trabajadores, en sus
proyectos o perspectivas de futuro.
Como era de esperarse el panorama que aquí expresan los entrevistados no es
muy alentador, sin embargo en algunos casos se observa alguna pequeña esperanza
para los tiempos venideros. Las ‘respuestas’ a la consigna varían desde el silencio
absoluto y los gestos de impotencia hasta alentadores comentarios de esperanza,
pasando por situaciones intermedias en las que afloran conjunta y confusamente
entremezcladas apreciaciones negativas y sentimientos de desaliento con ganas de
seguir luchando por un futuro diferente. Pese a ello, como sentimiento generalizado
podría decirse que todos remarcan la falta de oportunidades para solucionar los
problemas que los apremian y la crítica situación del vivir ‘al día’, sin tener realmente
oportunidad de proyectar un posible futuro diferente.
“hay mucha gente que anda buscando... jubilados, pensionados, toda esa clase de gente
que buscan (trabajo)... trabajan de noche por la necesidad de la guita, hay mucha gente que
cobra poco y... bueno.” (Informante nº 4)
“esta realidad, ahora, cada vez, se está viniendo peor, no sé..., vamos a ver cómo sigue
todo...” (Informante nº 6)
40
“siempre busqué la manera de solucionar mis problemas y mejorar y, sin embargo, no sé,
nunca se me dan las condiciones; pero eso no, no, no me desmoraliza eso, me desmoraliza el
hecho de que está todo tan mal que… siempre tengo que estar luchando contra algo, siempre
me choco algo..., bueno, algún día voy a ver de qué manera empiezo a saltar las barreras, por
ahora me los choco, nada más, me las choco y me caigo.” (Informante nº 1)
“Yo realmente te digo pienso en hoy y ahora, necesito pensar en hoy y ahora para ver si
puedo solucionar algo o encontrar la solución para después sí poder pensar en más adelante.”
(Informante nº 9)
“veo gente con oficio que no lo pueden utilizar porque no consiguen trabajo...; estamos en
un momento que, no sé, el que tiene oficio se lo tiene que guardar y el que no tiene, tiene que
seguir, a lo que venga”. (Informante nº 7)
“con este gobierno mucho no podés vivir, vos buscás trabajo para ser efectivo no hay
porque no hay plata, porque ya están toda la gente y ahí... así que tenés que vivir como
puedas, cortando pasto, o juntando cartón, botellas.” (Informante nº 10)
Experiencia pasada.
De la misma manera que resulta interesante preguntarse por el futuro próximo
de la experiencia a partir de la informalidad, también resulta interesante preguntarse
por la experiencia pasada, informal o no por la que los entrevistados han pasado y así
poder establecer una especie de línea temporal que sirva para complementar el
análisis.
Salvo en el caso de una de las mujeres, empleada en el servicio doméstico, en
el resto de los casos los entrevistados se han dedicado antes a otro tipo de tarea,
diferente a la que realizan ahora. Por lo general la actividad que realizaban
anteriormente también era llevada a cabo de manera informal, lo que nos estaría
indicando que no se trata (la informalidad) de algo nuevo en sus vidas, de algo que
estén experimentando como ‘novedoso’, sino de una situación de prolongada
41
duración en el tiempo que sin embargo, y como ya se ha mencionado párrafos arriba,
es cada vez más difícil de sobrellevar.
Sólo en uno de los casos analizados nos encontramos con que el entrevistado
proviene del sector cuentapropista (es el caso de una persona que se dedicaba a la
carga y descarga de mercadería en el mercado regional). En el resto de los casos los
individuos (que en su mayoría se dedican ahora a hacer changas o a trabajar con el
carro) proceden de situaciones en las que estaban empleados en pequeñas empresas,
talleres, tambos, etc., también de manera informal, de las que fueron desvinculados
(ya fuera porque se trataba de trabajos por tiempo determinado o por otras razones
como mudanza, etc.) o de las que quisieron desvincularse voluntariamente.
“nunca trabajé bajo patrón, siempre fui jornalero... siempre fui jornalero, siempre fui de
hacer las cosas por mi cuenta.” (Informante Nº 3)
“yo trabajaba como albañil a parte, haciendo changas; había un muchacho que venía a
buscarme con la camioneta para hacer trabajos, hemos hecho varios trabajos.”
(Informante Nº 6)
“en Paraguay trabajé siempre de limpiadora en una oficina de ANDES, el ANDES es donde
se paga la luz, allí yo trabajé 12 años, sí, siempre en el mismo lugar, después para venir acá a
quedar con mi marido, dejé el trabajo ese.” (Informante nº 11)
Tiempo Libre.
También se ha decidido incluir para finalizar el análisis proyectado el uso del
tiempo libre, considerando que esto podría acercarnos más al objetivo de ver qué es lo
que realmente les gustaría hacer a estos sujetos que viven apremiados por situaciones
de desigualdad de las que son plenamente conscientes. Conocer lo que hacen con su
tiempo libre (con el tiempo que no utilizan para trabajar), saber qué les gustaría hacer,
42
quizá pueda llegar a abrirnos una puerta hacia sus aspiraciones y sus deseos. El tema
del tiempo libre es importante además porque tanto el descanso físico como mental
son considerados parte importante en la conformación de la identidad de los sujetos,
en el desarrollo de su individualidad, como así también relevantes para el desarrollo de
su vida de relación, su desempeño y desenvolvimiento en el medio social.
Como se esperaba, aquí las respuestas son variadas pero, pese a ello, parece que
no es verdaderamente imposible encontrar aquí comportamientos similares. Por lo
general todos destinan gran parte de su tiempo libre (comúnmente concentrado en el
día domingo) a pasarlo en sus casas, con sus familias ya que, como se ha
mencionado anteriormente, las jornadas laborales suelen ser bastante prolongadas y
durante la semana no disponen de tiempo para ello. Las causas por las que se quedan
en sus casas encuentra una o más razones: o por falta de dinero, o porque
aprovechan para hacer tareas hogareñas que en otro momento no pueden, o porque
llevan a cabo en sus casas algún otro tipo de tarea que le permite generar alguna
renta. Con el fin de mejorar su situación en algunos casos los entrevistados
manifestaron utilizar su tiempo libre para buscar algún otro trabajo.
“estoy en mi casa, comparto el día con mi familia... no tengo muchas... porque no tengo...
económicamente no tengo la oportunidad de hacer nada tampoco (...) espero que llegue ese
momento, espero no tener tiempo para hacer las cosas que estar con todo el tiempo del
mundo, claro que no puedo hacer nada ni con mi casa ni con mi familia, ni con nada porque
estoy atado de pies y manos.” (Informante nº 1)
“y... juego al fútbol dos veces por semana... también un domingo que otro salimos a sacar
a los pibes a algún lado o nos juntamos con los amigos a picar algo... y eso.” (Informante nº
8)
“y... crío gallinas, patos, todo eso... gallos, vendo, alguna, a veces como una”.
(informante nº 4)
43
“ y voy a trabajar a la mañana y vuelvo tarde, así que ya no puedo hacer más nada acá, me
baño y como nomás y chau, ya son las nueve y ya es tarde (..) estoy acá en la casa y si…
hago… lavo la ropa, lo que puedo”. (Informante nº 11)
También en algunos casos los entrevistados dejaron fluir a lo largo de las
entrevistas algunas aspiraciones que tienen, pero que a la vez, por lo general,
consideran como casi imposibles de realizar dada su falta de recursos:
“a veces quisiera estudiar, aunque sea estudiar una carrera corta, pero lo que se necesita
es plata, sin plata no podés hacer nada, ni siquiera ir acá a la otra cuadra (...) me gustaría
aprender computación, porque no sé, no sé ni como se prende la computadora te digo la
verdad, me gustaría aprender computación, escribir a amigos que tengo por e-mail, no sé ni
cómo se escribe para poder comunicarse.” (Informante nº 2)
“... de noche, me gusta leer, leo, por momentos escribo... he ganado concursos de poesía”.
(Informante nº 3)
“a veces me da coraje, no poder haber llegado a la universidad, acabar aunque sea una
carrera... cualquier carrera digamos, pero, viste, la realidad es esa. No pude hacerlo y ahora
menos puedo, porque ahora no tengo... tengo el nene, ahora se vienen las... mi esposa está
embarazada, y no puedo; a veces quisiera estudiar, porque que sé yo, aunque sea estudiar
una carrera corta pero... lo que se necesita es plata.” (Informante nº 2)
44
Reflexiones finales.
Este trabajo constituye una aproximación a un tema que, como ya se ha
afirmado, resulta de difícil abordaje. Si bien resultaría prematuro destacar certezas y
elaborar un discurso cerrado acerca de las implicancias y las consecuencias que
acarrea la informalidad del trabajo en el proceso de construcción de la identidad, los
resultados obtenidos hasta el momento nos permiten reflexionar sobre algunas
cuestiones vinculadas a la temática y orientar futuras indagaciones.
Fenómenos como la inestabilidad laboral, los bajos ingresos, la falta de
previsión, la carencia de protección social y demás rasgos que caracterizan al sector
informal dejan su marca en la vida de los individuos que deben ‘padecerlos’.
Retomando los testimonios analizados y teniendo en cuenta los distintos
niveles de análisis que fueron esbozados en esta propuesta, podemos afirmar que
tanto en el nivel social como en el grupal y el individual pueden encontrarse diferentes
cuestiones que podrían asociarse con la existencia de procesos de informalización
laboral.
En lo que hace a la cuestión más subjetiva, es llamativa la acusada carencia de
lo que podríamos denominar identidad laboral, manifestada en la poca identificación
de los trabajadores con su trabajo y con el trabajo; cabe destacar que en varios de los
casos los entrevistados no se han identificado a sí mismos como trabajadores: se han
45
autodenominado como desocupados o han manifestado ‘salir a hacer changas de
cualquier cosa’.
También dentro de este nivel más reflexivo de análisis se observa en los
discursos cierto sentimiento de frustración y desaliento, de malestar e incredulidad
asociada a la percepción negativa que quienes hablan tienen acerca de su actividad y
su futuro.
Si bien para el análisis de las otras dos dimensiones hubiese sido interesante
rescatar el discurso del ‘otro’ (familiares cercanos y demás grupos que rodean al
trabajador informal) para complementar el material con el que aquí se ha trabajado,
igualmente puede percibirse, a través de lo que ellos mismos opinan sobre esto, que la
informalidad del trabajo tiene algún tipo de incidencia en el desempeño y desarrollo
futuro de los sujetos en el medio social en el que viven y en su grupo familiar más
acotado. Una muestra de ello es, por ejemplo, la falta de recursos disponibles (tiempo
y dinero, básicamente) para llevar a cabo actividades socio-recreativas, extra-
laborales, cuestión ésta que influye de manera negativa en la interacción de los
individuos con lo que lo rodea. Por lo general se ha comprobado en las diferentes
entrevistas la existencia de cierto ‘hermetismo hogareño’, una especie de reclusión
hacia el interior de los grupos primarios.
En breves palabras, lo que con esto se está queriendo decir es que los
procesos de informalización y precarización laboral erosionan y socavan la relación
trabajador-trabajo generando dificultades de identificación y de autorreconocimiento
del sujeto como (sujeto) ‘trabajador’.
Si bien algunos autores afirman que nos encontramos en una nueva etapa en
la que pareciera ser que el trabajo en sus dos dimensiones, como eje ordenador de la
identidad y como actividad, estaría dejando de ser parte importante del proceso de
construcción de la identidad, este escrito en su desarrollo se ha propuesto demostrar
lo contrario.
46
Resulta difícil pensar que esto ya no sucede, que el trabajo ya no participa en
este proceso. Ya se ha mencionado que a lo largo de las entrevistas hemos observado
que la relación que une a estos trabajadores informales con su actividad, con su
trabajo, parece en la mayoría de los casos pender de un hilo. También hemos hecho
referencia a la ‘trayectoria informal’ que estos trabajadores han delineado a lo largo de
sus vidas, cambiando de trabajo según la situación, sin llegar a generar un lazo que lo
una a su actividad de todos los días.
Nos enfrentamos hoy a un crecimiento de la informalidad laboral que de hecho
estaría afectando no sólo la participación del trabajo en el proceso de conformación de
las identidades, la posibilidad de identificarse los trabajadores en base a lo que hacen,
sino también hasta la misma posibilidad de trabajar y sentirse identificado con ello, lo
cual agrava aún más la situación.
Entonces, si el trabajo formal ya no es la característica principal de este
mercado de trabajo, si la seguridad y estabilidad laborales y la posibilidad de tener
acceso a los distintos beneficios sociales a través de éste ya no son tales (sobre todo
si lo pensamos para el caso del mercado laboral argentino, enmarcado en una
tradición de derechos sociales exclusivamente vinculados con la condición de
trabajador activo, formal) no nos estaríamos encontrando frente a la desaparición del
concepto de trabajo como eje organizador de la identidad de los sujetos sino a un
cambio de situación. Ante las dificultades de identificarse como trabajador generadas
por el desempeño en actividades inestables y desprotegidas, los entrevistados
afirmaron estar buscando ‘un trabajo’, poniendo de manifiesto que entienden como tal
(y desean) una ocupación estable y protegida, a la que aspiran.
En este punto es interesante el aporte que hace Castel a la cuestión, cuando
afirma que la situación de vulnerabilidad actual es definida y vivida sobre un fondo de
protecciones. Este autor considera que el trabajo no es solamente una relación técnica
de producción, sino también “un soporte privilegiado de inscripción en la estructura
social, (existiendo) una fuerte correlación entre el lugar que se ocupa en la división
47
social del trabajo y la participación en las redes de sociabilidad y en los sistemas de
protección que “cubren” a un individuo ante los riesgos de la existencia” (CASTEL,
1997). De allí que Castel plantea la posibilidad de construir ‘zonas de cohesión social’.
Dice el autor en su obra ya citada: “La asociación ‘trabajo estable/inserción social
sólida’ caracteriza una zona de integración; a la inversa, la ausencia de participación
en alguna actividad productiva y el aislamiento relacional producen la desafiliación. La
vulnerabilidad social es una zona intermedia, inestable, que conjuga la precariedad del
trabajo y la fragilidad de los soportes de proximidad”. De acuerdo con la experiencia
realizada, en esta zona de vulnerabilidad definida por Castel, tendríamos que agregar
otro aspecto vinculado con las consecuencias que la situación de inseguridad-
inestabilidad-informalidad laboral tiene en el proceso de identificación del individuo
como trabajador.
En lo que hace al trabajo como actividad generadora de un ingreso, continúa
siendo importante en el proceso de conformación de la identidad, ya que es este
ingreso el que les permite a los trabajadores el acceso al mercado de consumo. Los
trabajadores informales, debido a las bajísimas remuneraciones que reciben a cambio
de las actividades que desarrollan y a la situación de pobreza e indigencia en la que se
hallan inmersos, les resulta cada vez más difícil acceder al consumo necesario para el
sostenimiento propio y el de su familia.
En lo que hace al trabajo entendido como actividad generadora de un ingreso,
este continúa siendo importante en el proceso de conformación de la identidad ya que
por medio de este ingreso los trabajadores acceden al mercado de consumo, y a
través de este, a la posibilidad de reproducirse y sostenerse, tanto ellos como sus
familias; sostenimiento este que no sólo se refiere a una cuestión física y orgánica sino
que debe ser entendida como reproducción de formas y estilos de vida y
comportamiento, elementos que claramente se encuentran relacionados con la
cuestión de la identidad.
48
Sin embargo, con respecto a ello cabe destacar que las bajísimas
remuneraciones que los trabajadores informales reciben a cambio de las actividades
que desarrollan y la situación de pobreza e indigencia en la que se hallan inmersos, de
alguna manera estaría socavando también esta relación que se establece entre
trabajo-acceso al mercado de consumo, incidiendo de esta manera en la conformación
de la identidad de este tipo de trabajadores.
“El estado de la ocupación es la base principal de la cual se derivan las
condiciones materiales de la vida de la población de un país. En efecto, sólo pueden
alcanzarse niveles de consumo de los hogares que sean compatibles con un
desarrollo adecuado de las posibilidades de realización de las personas en un
contexto en el que exista un número suficiente de buenas ocupaciones (...), formas de
inserción ocupacional que sean, al mismo tiempo, económicamente eficientes y
socialmente equitativas. Por el contrario, la escasez de tales oportunidades o –lo que
viene a ser equivalente- la proliferación de formas de inserción ocupacional
inadecuadas constituyen el antecedente de la pobreza y de la frustración de las
oportunidades de desarrollo personal” (MONZA, 1993)
49
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