la venerable Ágreda y el beato grignion de montfort
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Derechos de autor registrados en
2016 Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado (Edición).
Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña
La Venerable Ágreda y el Beatos Grignión de Montfort. Por Federico Salvador Ramón
Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educación. Portal de Investigación y Docencia
Edición preparada con ocasión del proceso de beatificación del Padre Fundador de las Esclavas de La
Inmaculada Niña.
http://angarmegia.com - angarmegia@angarmegia.com
La Venerable Ágreda y el
Beato Grignión de Montfort
Federico Salvador Ramón
Publicado en la revista mariana Esclava y Reina
Enero – Diciembre de 1919
Edición actualizada por
María Dolores Mira Gómez de Mercado
Antonio García Megía
Con el nombre de La Venerable Ágreda y el Beato Grignión de
Montfort, se han recopilado en una sola unidad, los artículos que, en la
sección del mismo nombre, publica el Padre Federico Salvador Ramón,
bajo el seudónimos de Esclavo y Otro Esclavo, en la revista mariana
Esclava y Reina a lo largo del año 1919, de enero a diciembre, a excepción
del mes de marzo, números 25 a 36 (con la omisión, indicada en el número
27). Todos ellos se imprimen en la localidad de Instinción, de Almería
(España).
La serie se encuentra muy vinculada con otra colección de artículos
que, bajo título de La verdadera devoción a la Santísima Virgen, escribe
de manera simultánea el Padre Federico, circunstancia resaltada por el
mismo presbítero en varias ocasiones con alusiones concretas que
relacionan los contenidos de una y otra.
Sigue, pues, completo, el libro que el ilustre sacerdote dio a
conocer en once entregas.
La edición ha respetado en lo posible el lenguaje y la organización
original. La separación en capítulos es nuestra. Cada artículo se ha
numerado como un capítulo. Al final de este apartado insertamos una tabla
que clarifica a los interesados en ello, la fecha de publicación y el número
de la revista que los incorpora.
En el intento de facilitar la comprensión del mensaje y agilizar la
lectura, hemos separado párrafos e introducido sangrado para diferenciar
citas y voces. También se han corregido los errores tipográficos y olvidos
del cajista, como interrogaciones, comillas…
Como venimos haciendo habitualmente, hemos unificado las
variantes aparecidas utilizando la forma del término más frecuentemente
usada en el artículo.
Localización de los capítulos o partes diferenciadas en este documento
Capítulo 1 Número 25 - Enero 1919
Capítulo II Número 26 – Febrero 1919
Capítulo III Número 28 - Abril 1919 Capítulo IV Número 29 - Mayo 1919 Capítulo V Número 30 - Junio 1919
Capítulo VI Número 31 - Julio 1919 Capítulo VII Número 32 - Agosto 1919
Capítulo VIII Número 33 - Septiembre 1919 Capítulo IX Número 34 - Octubre 1919 Capítulo X Número 35 – Noviembre 1919
Capítulo XI Número 36 - Diciembre 1919
María Dolores Mira y Gómez de Mercado
Antonio García Megía
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
FEDERICO SALVADOR RAMÓN
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La Venerable Ágreda y el
Beato Grignión de Montfort
I
Dos notas comunes a nuestros amadísimos autores marianos o, mejor, una
considerada bajo doble aspecto, pusimos ante los conocedores de La Verdadera
Devoción a María Santísima: el desconocimiento que los hombres tienen y tendrán
siempre de la total perfección de María y la ignorancia la calificaremos de
substancial , tenida por los hombres, aun los más conocedores de las ciencias
eclesiásticas, porque Dios, en su altísima sabiduría y para complacer la humildad de
su Santísima Madre, y para mejor disponer la segunda venida o triunfo de Jesús en
el mundo, quiso ocultar muchos misterios de la excelsa Reina Inmaculada.
Mas vendrían tiempos en que la Santísima Virgen había de ser más conocida,
enseñaba con profunda convicción de vidente el Beato, cuando ya medio siglo antes,
había escrito la Venerable estas palabras, con las cuales pone fin a su admirable
párrafo religioso social, que vale la pena de meditarlo atentamente, y que no
trasladamos entero a este artículo por lo que decíamos en nuestra introducción a esta
sección, sólo pretendemos dar chispazos, siquiera sean de pedernal, para que otros
se lancen a escudriñar las innúmeras bellezas atesoradas en este casi ignorado libro, y
hasta por no pocos menospreciado, de la Mística ciudad de Dios. He aquí las palabras
de la discípula agredana de María a que nos referimos:
«Y porque es el tiempo en que el atributo de misericordia más se ha de manifestar
y en que quiero que mi amor no esté ocioso, ahora, cuando el mundo ha llegado
a tan desdichado siglo, después que el Verbo encarnó, y cuando los mortales están
más descuidados de su bien y menos le buscan, cuando más cerca de acabarse
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
FEDERICO SALVADOR RAMÓN
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el día de su transitoria vida, al poner del sol del tiempo, cuando se llega la noche
de la eternidad a los precitos, cuando a los justos les nace el eterno día sin
noche, cuando de los mortales los más están en las tinieblas de su ignorancia y
culpas oprimiendo a los justos y burlando a los hijos de Dios, cuando mi ley santa
y divina se desprecia por la inicua materia de estado tan odiosa como enemiga
de mi providencia, cuando menos obligado me tienen los malos, mirando a los
justos que hay en este tiempo para ellos aceptable, quiero abrir a todos una
puerta para que por ella entren a mi misericordia, darles una lucerna para que
se alumbren en las tinieblas de su ceguedad, quiero darles oportuno remedio si
de él se quieren valer para venir a mi gracia, y serán muy dichosos los que le
hallaren, y bien aventurados los que conocieren su valor, ricos los que [se]
encontraren con este tesoro, felices y muy sabios los que con reverencia le
escudriñaren y entendieren sus enigmas y sacramentos.
Quiero que sepan cuánto vale la intercesión de la que fue remedio de sus culpas
dando en sus entrañas vida mortal al Inmortal.
Quiero que tengan por espejo donde vean sus ingratitudes, las obras maravillosas
de mi poderoso brazo con esta pura criatura, y mostrarles muchas que están
ocultas por mis altos juicios de las que hice con la Madre del Verbo».
Es evidente que la Virgen había de ser más conocida que lo había sido hasta
los tiempos de la Venerable y del Beato, pues ambos, con admirable uniformidad,
nos hablan de la ignorancia que de muchos misterios de la Reina se tenía en su tiempo
y, ambos, dan las mismas fundamentales razones que expresa la agredana discípula
con estas palabras, hablando de las causas de esta ignorancia. Léese así en nuestra
Venerable:
«En la primitiva Iglesia no los manifesté porque son misterios tan magníficos
que se detuvieran los fieles en escudriñarlos y admirarlos, cuando era necesario
que la ley de gracia y Evangelio se estableciese, aunque todo era compatible.
Pero la ignorancia humana pudiera padecer algunos recelos y dudas cuando tan
en sus principios estaba la fe de la encarnación y redención y los preceptos de la
nueva ley evangélica.
Y por esto dijo la persona del Verbo humanado a sus discípulos en la última cena:
“Muchas cosas tenía que deciros, pero no estáis ahora dispuestos para
recibirlas”. Habló en ellos a todo el mundo que no ha estado dispuesto, hasta
asentar la ley de gracia y la fe del Hijo, para introducir los misterios y fe de la
Madre.
Y ahora es mayor la necesidad, y ella me obliga más que su disposición. Y si me
obligasen reverenciando, creyendo y conociendo las maravillas que, en sí,
encierra la Madre de piedad, y si todos solicitasen su intercesión, ten- dría el
mundo algún reparo si lo hiciesen de corazón.
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
FEDERICO SALVADOR RAMÓN
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Y no quiero dejar de ponerles delante esta mística ciudad de refugio. Descríbela
y dibújala como tu cortedad alcanzase. Y no quiero que sea esta descripción
declaración de su vida, opiniones ni contemplaciones, sino la verdad
cierta.
Los que tienen oídos de oír, oigan; los que tienen sed, vengan a las aguas vivas
y dejen las cisternas disipadas; los que quieren luz, síganla hasta el fin.
Esto dice el Señor Dios Omnipotente».
¿No es el mismo el lenguaje de nuestro ardentísimo Doctor mariano que el que
acabamos de leer?
«Y si me obligasen reverenciando, creyendo y conociendo las maravillas que en sí
encierra la Madre de piedad, y si todos solicitasen su intercesión, tendría el
mundo algún reparo, si lo hiciere de corazón».
Tan monfortiano es este lenguaje que, si atendiéramos solo a la prioridad en el
tiempo, habría que afirmar que de la Venerable aprendió el Beato. Y si los admiramos
en la conformidad de pensamientos, no es menos armónica la expresión de los afectos.
Leamos a la mariana discípula expresar los sentimientos que atribulan su corazón
al considerar la ignorancia de María que tiene el mundo.
«¡Oh, cuántas lágrimas producen mis ojos y qué dolorosa admiración siente mi
alma de ver que este divino prodigio no sea conocido, y esta maravilla del
Altísimo no sea manifiesta a todos los mortales! Mucho se conoce, pero ignorase
mucho más porque este libro sellado no ha sido abierto.
Suspensa quedo en el conocimiento de este tabernáculo de Dios y reconozco a
su Autor por más admirable en su formación que en el resto de todo lo demás,
criado e inferior a esta Señora, aunque la diversidad de criaturas manifiesta
con admiración el poder de su Creador, pero en sola esta Reina de todas se
encierran y contienen más tesoros que en todas juntas, y la variedad y precio
de sus riquezas engrandecen al Autor sobre todas las criaturas juntas».
Los que conocen La Verdadera Devoción del Beato recordarán, sin duda, alguna
exclamación semejante a ésta de nuestra Venerable.
Adviértase, diremos para concluir, que bien sabemos que si copiásemos los
párrafos del Beato análogos a los de la Venerable, resultarían más fáciles y hasta más
agradables estos artículos, pero no olviden nuestros lectores que tenemos otra sección
en la que transcribimos uno por uno, todos los párrafos del Beato1, y, también, que
deseamos que nuestros lectores lean por sí mismos estos tesoros, aparte de que nos
1 N.E. Se refiere a la sección de la revista Esclava y Reina que, bajo ese mismo título, se publica en Esclava
y Reina desde noviembre de 1918.
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complacemos en dejar cuanto margen sea posible a los que hayan de cultivar estos
trabajos de admirable relación mariana.
Téngase también en cuenta que no tratamos de hallar todas las relaciones que
existen entre la Mística Ciudad de Dios y La Verdadera Devoción a la Santísima
Virgen.
II
¡Cuánto nos place leer en nuestra Venerable, repetidas una y mil veces, las
mismas doctrinas que tanta actualidad dan, y con razón, a las enseñanzas del Beato
Grignión!
Son dos hermanos, la Venerable y el Beato, de una misma madre, la Inmaculada,
en un mismo deseo, el del mayor conocimiento y honor de María al ser declarado
dogma el misterio de la Concepción purísima de María, en un mismo anhelo, el de traer
a todas las almas a María porque Ella es la puerta de la gloria, en un mismo amor, el de
Jesús por María, en una misma inspiración causada por la suavísima luz de la mística
luna de los cielos. Por eso la Venerable y el Beato siempre marchan juntos, ligados con
resplandores y afectos nacidos del Inmaculado Corazón de· María.
Y para que una vez más se convenzan de ello nuestros lectores, y aprecien en
cuanto vale la Mística Ciudad de Dios, bastará con que lean los párrafos o trozos que
a continuación insertarnos, sin más anotación que la del lugar de donde los tomamos,
y dígasenos después si la Madre Agreda no es un paladín eficacísimo de la Mediación
Universal2.
En el número 274 de la parte primera, libro primero, capítulo 18, escribe de esta
manera nuestra amadísima Venerable:
«Admirándome yo de esta grandeza de María Purísima y que ella fuese la
medianera y la puerta para todos los predestinados, se me dio a entender que
este beneficio correspondía al oficio de Madre de Cristo y al que como Madre
había hecho con su Hijo Santísimo y con los hombres, porque le dio cuerpo
humano de su purísima sangre y sustancia en que padeciese y redimiese a los
hombres.
2 N.E. Destacado en el original.
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Y así, en algún modo, murió Ella y padeció en Cristo por esta unidad de carne
y sangre y, a más de esto, le acompañó en su pasión y muerte. Y la padeció de
voluntad en la forma que pudo, con divina humildad y fortaleza.
Y así como ella cooperó a la pasión y dio a su Hijo en que padeciese por el linaje
humano, así también el mismo Señor la hizo participante de la dignidad de
Redentora y la dio los méritos y frutos de la Redención para que Ella los
distribuyese y que, por sola su mano, se comunicasen a los redimidos.
¡Oh admirable Tesorera de Dios, qué seguras están en tus divinas manos, y
liberales, las riquezas de la diestra del Omnipotente! Pues tenía esta ciudad tres
puertas al Oriente, tres puertas al Aquilón3, tres puertas al Mediodía, tres
puertas al Occidente etc.
Tres puertas que corresponden a cada parte del mundo y en el número de tres nos
franquearon ellas a todos los mortales cuanto el cielo y la tierra poseen, y a quien
dio ser a todo lo criado, que son las tres divinas personas Padre, Hijo y Espíritu
Santo.
Cada una de las tres quieren y disponen que María Santísima tenga puertas para
solicitar los tesoros divinos a los mortales que, aunque es un Dios en tres personas,
cada uno de por sí le da entrada y puerta franca para que entre esta purísima Reina
al Tribunal del ser inmutable de la Santísima Trinidad para que interceda, pida
y saque dones y gracias y se los dé a sus devotos que la buscaren y obligaren, de
todo el mundo, para que nadie de los mortales tenga excusa en ningún lugar del
universo, ni en ninguna generación, ni nación de él, pues a todas partes hay no
una puerta, sino tres puertas.
Y el entrar en una ciudad por una puerta franca y patente es tan fácil, que si
alguno dejase de entrar, no será por falta de puertas, sino porque él mismo se
detiene y no se quiere poner en salvo.
¿Qué dirán aquí los infieles, herejes y paganos? ¿Qué, los malos cristianos y
obstinados pecadores? Si los tesoros del cielo están en manos de nuestra Madre
y Señora, si Ella nos llama y nos solicita por medio de sus Ángeles, y si es puerta,
y muchas puertas del cielo, ¿cómo son tantos los que se quedan fuera, y tan
pocos los que por ella entran?»
Y para los que, como nosotros, de un modo singular amamos a María en el
misterio de su Concepción Inmaculada, no puede menos de saberle al más regalado
manjar, cuanto se dice en el capítulo siguiente de la obra de la Madre Agreda, de que
copiamos, cuyas son las afirmaciones siguientes.
3 N.E. En la mitología, dios de los vientos procedentes del norte.
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En el párrafo § 289 se lee:
«Fuele concedido aquí a María Santísima privilegio especial para dispensar con
esta correspondencia el influjo del Espíritu Santo, y su amor y dones, a quien
le pidiese por ella».
Las que siguen son palabras del párrafo § 290.
«Desde su inmaculada concepción fue coadjutora de Cristo nuestro Señor. Y
se le concedió especial privilegio para alcanzar gracia a quien la llamase, con
que se disponga para recibir los Sacramentos de la Iglesia santa con fruto
espiritual, y no poner óbice a sus efectos».
En el párrafo siguiente dice así:
«Fuele concedido con este don, que diese a sus devotos esfuerzos de fortaleza y
paciencia en las tribulaciones y dificultades de los trabajos, y que dispensase de
aquellas virtudes y dones en virtud de la divina fidelidad y asistencia del Señor».
En el 292 habla de cómo María, en su Concepción, recibió la gracia de ser
maestra y guía de perfectos. He aquí sus palabras:
«Y no sola para sí, sino que la concedió el Señor que fuese maestra y guía de las
vírgenes y castas; y que por su intercesión alcanzasen estas virtudes sus devotos
y la perseverancia en ellos».
María es considerada como abogada de todos los pecadores en el párrafo § 294:
«Y en este fundamento se encierra el amor que tuvo María Santísima, infuso en
su concepción, de la Redención del linaje humano, participado de antemano
del que su Hijo, y nuestro Redentor, había de tener para morir por los hombres.
Y, como de aquí se había de originar todo el remedio de la culpa y justificación
de las almas, se les concedió a esta gran Reina especial privilegio con este amor,
que le duró desde aquel primer instante, para que, por su intercesión, ningún
género de pecadores, por grandes y abominables que fuesen, si la llamasen de
veras, fuesen excluidos del fruto de la Redención y justificación, y que por esta
poderosa Señora y abogada alcanzarán la vida eterna».
No es menos consolador y evidente lo que dice en el párrafo § 300:
« ¿Qué se podía decir de María Santísima, cuya luz y resplandor excede a los
mismos ángeles del cielo? Si los mortales tuvieran claros ojos para ver estas
luces de María Santísima, y todos los maestros y Doctores de la Iglesia, ella sola
bastaba para iluminar a todo hombre que viene al mundo y encaminarlos por las
sendas rectas de la eternidad. Y porque todos los que han llegado al
conocimiento de Dios han caminado con la luz de esta ciudad santa, dice San Juan:
Que las gentes caminarán con su luz»
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
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Y pasando por alto los demás párrafos hasta el 308, porque sería prolijo
reproducirlos y porque ya hemos insertado gran parte de ellos en nuestra Revista, pero
recomendando fervorosamente a todos nuestros lectores, sea la que quiera su clase o
autoridad, que los lean, concluiremos con el precioso final de este capítulo 19 y últimas
palabras del párrafo § 308, que dicen así:
«Y si a esta puerta de María corresponde el ser ciudad de refugio para los
mortales, es con condición que tampoco ha de tener parte ni entrada en ella el
que cometiere abominación ni mentira. Mas, no por esto se despidan los
manchados y pecadores hijos de Adán de llegar a las puertas de esta ciudad santa
de Dios, que si llegan reconocidos y humillados a buscar la limpieza de la gracia,
en estas puertas de la gran Reina la hallarán y no en otras.
Limpia es, pura es, abundante es, y sobre todo es Madre de la misericordia,
dulce, amorosa y poderosa para enriquecer nuestra pobreza y limpiar las máculas
de todas nuestras culpas».
III
Los muy ilustrados y respetables lectores de esta humilde sección verán
comprobados hoy mismo nuestros asertos de lo fácil que es hallar la más perfecta
homogeneidad de doctrina entre nuestros amadísimos maestros marianos María de
Jesús de Agreda y el Beato Luís María Grignión.
Nos habla el Beato en el artículo4 de este mismo número de Esclava y Reina de
cómo Dios puso en María las perfecciones y la Venerable en la parte I, libro II. capítulo
IV. §. 463 nos dice:
«Las obras que hizo en el templo la que había de ser Madre del Verbo
humanado fueron, en todo y por todo, perfectísimas y el alcanzarlas excede a
la capacidad de toda humana criatura y angélica. Los actos de las virtudes
interiores fueron tantos, y de tan alto merecimiento y forma, que se
adelantaron a todos los de los Serafines, y tú, alma, conocerás de ellos mucho
más de lo que pueden explicar tus palabras y tu lengua».
El Beato nos habla de la perfección que en María pusieran las tres Personas
Divinas para fundamentar el motivo por el cual nosotros hemos de tener en ésta
4 N.E. Se refiere al incluido en la sección “La Verdadera Devoción a la Santísima Virgen” que, de forma
habitual, desde el número 23, noviembre de 1918, viene incluyendo en Esclava y Reina.
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nuestro modelo que imitar, y así determinarnos a ser sus esclavos en todo y por todo,
y para siempre, y la Madre Agreda, continuando aquél mismo párrafo añade:
«Pero mi voluntad es que en el tiempo de tu peregrinación en el cuerpo mortal,
pongas a María Santísima por principio de tu alegría y la sigas por el desierto de
la renunciación y negación de todo lo humano y visible.
Síguela por la perfecta imitación conforme a tus fuerzas y a la luz que recibas.
Ella será tu norte y maestra, y te hará manifiesta mi voluntad, y en ella hallarás
mi ley santísima escrita con el poder de mi brazo en que meditarás de día y de
noche.
Ella será quien, con su intercesión, herirá la piedra de la humanidad de Cristo
para que, en ese desierto, redunden en ti las aguas de la divina gracia y luz con
que sea tu sed saciada, ilustrado tu entendimiento y tu voluntad inflamada.
Será columna de fuego que te dé luz, y nube que te haga sombra y refrigere,
con su protección, de los ardores de las pasiones e inclemencias de tus
enemigos.
Tendrás en ella ángel que te encamine y te desvíe lejos de los peligros de
Babilonia y de Sodoma para que no te alcance mi castigo.
Tendrás Madre que te ame, amiga que te consuele, señora que te mande,
protectora que te ampare y reina a quien como esclava sirvas y obedezcas.
En las virtudes que obró esta Madre de mi Unigénito en el templo, hallarás un
arcángel universal de toda la suma perfección por donde gobiernes tu vida, un
espejo sin mácula en que reverbera la imagen del Verbo humanado, una copia
ajustada y sin erratas de toda su santidad, la hermosura de la virginidad, lo
especioso de la humildad, la prontitud de la devoción y obediencia, la firmeza
de la fe, la certeza de la esperanza, lo inflamado de la caridad, y un copiosísimo
mapa de todas las maravillas de mi diestra.
Con este nivel has de regular tu vida. Por este espejo quiero que la compongas y la
adornes acrecentando tu hermosura y gracia, como esposa que desea entrar en el
tálamo de su Esposo y Señor»
Y todavía insiste más la Venerable. Y mil veces más exhortará a tener en María
el modelo perfectísimo que imitar como a Señora sus esclavos, y como a modelo de
cristianos.
En el párrafo siguiente al anteriormente citado, dice de este modo:
« Y si la nobleza y calidad del maestro sirve de estímulo al discípulo y le hace
amable la doctrina, ¿quién puede atraerte con mayor tuerza que la Maestra
misma, que es Madre de tu Esposo y escogida por más pura y santa y sin mácula
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
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de culpa, para que fuese Virgen y, juntamente, Madre del Unigénito del Eterno
Padre y el resplandor de su divinidad, en la misma substancia?
Oye, pues, a tan soberana Maestra, síguela por su imitación, y medita siempre
sin intervalo sus admirables excelencias y virtudes. Y advierte que, la vida y
conversación que tuvo en el templo, fue original que han de copiar en sí
mismas todas las almas que, a su imitación, se consagraron por esposas de
Cristo.
Esta inteligencia es la que me dio el Altísimo en general de las acciones que
María Santísima obraba los años que vivió en el templo».
Nos atrevemos a decir que no hay página de la Venerable de Agreda, corno
también podemos afirmarlo del Beato de Montfort, en la que no inculque
fervorosamente a reconocer la Mediación Universal Actual5 de María y la consecución
de esta intercepción por la perfecta imitación de la Reina, de la Madre, de la Señora, ya
lo hemos dicho y no nos cansaremos de repetirlo, la Mística Ciudad de Dios y la
Verdadera Devoción a María Santísima son dos obras gemelas, de dos hermanos
gemelos también en el conocimiento, amor y honor que enseñaron y desearon para la
Soberana sin mancilla.
Y es de notar que e1 tratado especial de la práctica de las virtudes de María
nos lo ofrezca la Venerable en el periodo de vida que la Reina vivió en el templo,
esto es, antes de ser Madre, confirmando de este modo como a nosotros lo que
especialmente nos incumbe es imitar a María Inmaculada para así aprender a
encarnar a Cristo en nuestras almas6 mediante la divina gracia.
Para no hacer interminable este artículo, bástanos, por ahora, dar a saborear a
nuestros lectores el § 510 del cap. VII de la parte y libro ya citados, que reza así:
«Padre celestial y verdadero tenía la Iglesia en Jesucristo que la engendró y
fundó. Y con sus merecimientos y trabajos la enriqueció de gracias, ejemplos
y doctrinas, como era consiguiente a ser tal Padre y autor de esta admirable
obra. Parece que a su perfección convenía que fundamentalmente tuviese madre
amorosa y blanda que, con regalo y caricia suave y con maternal afecto e
intercesiones, criara a sus pechos los hijos párvulos, y con tierno y dulce
mantenimiento los alimentase, cuando, por su pequeñez, no pueden sufrir el
pan de los robustos y fuertes.
Esta dulce madre fue María Santísima que, desde la primitiva Iglesia, cuando
nacía en los tiernos hijos la ley de gracia, les comenzó a dar leche de luz y de
doctrina como piadosa Madre. Y, hasta el fin del mundo, continuará este oficio
5 N.E. Destacado en el original. 6 N.E. Destacado en el original.
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con sus ruegos en los nuevos hijos que cada día engendre a Cristo Señor
nuestro con los méritos de su sangre y por los ruegos de la Madre de misericordia.
Por Ella nacen, ella los cría y alimenta, y ella es dulce Madre, vida y esperanza
nuestra, el original de la que nosotros tenemos, el ejemplar a quien imitamos,
esperando, por su intercesión, conseguir la eterna felicidad que su Hijo
santísimo nos mereció, y los auxilios que por ella nos comunica, para que así lo
alcancemos».
No cabe duda, el Beato tenía expresada ya toda la doctrina que podía desear
para lanzarse con plena seguridad a deducir la consecuencia práctica más inminente
del conocimiento mayor que de María tendrían los hombres cuando llegasen los
tiempos marianos que habían de venir, y esta consecuencia no es otra que la formación
de un verdadero hijo de Dios y de María, no de la carne ni de la sangre, de un
verdadero esclavo de María, y esclavo, por consiguiente, perfectísimo de Cristo, que es,
a su vez, el Esclavo divino.
IV
Inmenso piélago de sabiduría humana es la Mística Ciudad de Dios, escrita por
nuestra Venerable Madre María de Jesús de Agreda.
Española es esta gloria y por eso no dejaremos, ya que la ocasión nos es tan
propicia, de clamar incesantemente para que los amantes de la Reina de los Corazones
se acostumbren a beber en esa inexhausta fuente del más sublime conocimiento de
la Madre de Dios.
Nos atrevemos a decir que una de las notas características de los tiempos
marianos será el triunfo de la Venerable, informando la ciencia mariana, como
indiscutible maestra.
Y con el fin de que así resalte mejor la excelencia doctrinal de la Madre Agreda,
del inmenso foco de la Mística Ciudad de Dios, tomaremos alguno de los rayos que
iluminarán en nuestras mentes las mismas doctrinas que hemos anotado en el artículo
de este número de nuestra revista, correspondiente a la sencilla exposición que
hacemos de la “Verdadera Devoción a María”7, y así continuaremos haciéndolo en lo
7 N.E. Nueva referencia a la sección habitual de su revista que muestra la importancia que otorga el Padre
Federico a estas obras tan presentes en su ideario y vida.
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sucesivo, aunque no sigamos el orden de la Venerable, por considerar que será más
provechoso y fácil este método para nuestros lectores.
Por lo que toca a la obediencia de Cristo a María, se lee en la Mística Ciudad
de Dios, Parte II, libro V, capítulo 5 § 770:
«Ahora solo refiero que la humildad y obediencia de nuestro Dios y Maestro
con sus padres fue nueva admiración de los ángeles. Y también lo fue [la]
dignidad y excelencia de su Madre Santísima, que mereció se le sujetase
entregase el mismo Dios humanado, para que, con amparo de San José, le
gobernase y dispusiese de él como de cosa suya propia.
Y esta sujeción y obediencia era como consiguiente a la maternidad natural
pero, con todo este género, fue necesaria diferente gracia que para concebirle y
parirle.
Y estas gracias, convenientes y proporcionadas, las tuvo María Santísima con
plenitud para todos estos ministerios y oficios, y las tuvo tan llena, que su
plenitud redundaba en el felicísimo esposo San José para que también él
fuese digno Padre putativo de Jesús, dulcísimo, y cabeza de esta familia»
Y en el párrafo siguiente explica la Venerable, con celestial candor, el modo de
corresponder María a Jesús en la obediencia que Él la prestaba con estas palabras:
«A la obediencia y sentimiento del Hijo santísimo con su Madre correspondía
de su parte la gran Señora con obras heroicas y, entre otras excelencias, tuvo
una casi incomprensible humildad y devotísimo agradecimiento de que su
Majestad se hubiese dignado de estar en su compañía y volver a ella.
Este beneficio que juzgaba la divina Reina por tan nuevo, como asimismo por
indigna, acrecentó en su fidelísimo corazón el amor y solicitud de servir a su
Hijo Dios […]. Y con esta plenitud de santidad tenía herido el Corazón de Cristo
nuestro Señor y, a nuestro modo de entender, le tenía preso con cadenas de
invencible amor».
Y en el capítulo VII del mismo libro y de la misma II Parte, § 779, manifiesta
la agredana discípula de María la singularísima cualidad con que Cristo obedecía a su
Madre, escribiendo estas palabras: «La humanidad santísima le obedecía con indecible
gozo, por ser Ella su Madre».
Y en libro III de la Parte II, capítulo VIII, § 92 nos da indicio de cómo los
ángeles la reconocieran por Reina con estas palabras: ·
«Y cuando la Beatísima Trinidad eligió y declaró por Reina y Señora de las
criaturas a su Esposa y Madre del Verbo, la reconocieron y admitieron los
Ángeles y todos los espíritus celestiales por Superiora y Señora, y la cantaron
dulces himnos y alabanzas del Autor».
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Por lo que respecta a la superioridad de María sobre todos los santos, bastará
recordar lo que escribe la Venerable en el § 98 del mismo capítulo anteriormente
citado:
«Fue tanto el agrado que, conocí, recibía su Majestad, que solo él excedió a
cuanto le han agradado, y complacerán todas las almas santas en lo supremo de
la santidad, y se complació en mí en dignación más que en todos los apóstoles,
mártires, confesores y vírgenes y todo el resto de los santos».
Y, por dar ya por terminado este artículo, recordaremos otras palabras de
nuestra Venerable en el capítulo II, § 20 de la misma parte y libro que el anterior. Dice
así al hablar del dominio de María sobre todas las criaturas:
«La segunda razón era porque a esta divina Reina había de obedecer su Hijo
santísimo como a Madre. Y pues, Él era Criador de los elementos y de todas las
cosas, está puesto en razón que, todas ellas, obedeciesen a quien el mismo
Criador daba su obediencia, y que Ella las mandase a todas, pues la persona de
Cristo, en cuanto hombre, había de ser gobernada por su Madre por obligación
y ley de la naturaleza. Y tenía este privilegio grande conveniencia para realzar
las virtudes y méritos de María Santísima, porque en Ella venía a ser voluntario
y meritorio lo que en nosotros es forzoso y, de ordinario, contra nuestra voluntad».
El devoto lector que bien quiera saborear la alteza y dominio de María sobre
todas las criaturas y sus relaciones maternales con Dios, puede leer del libro tercero
los capítulos que tratan «de la altísima disposición que el Todopoderoso obró en María
Santísima para la Encarnación del Verbo».
V
Qué difícil será hallar una verdad mariana en el libro de nuestras muy amadas
profecías montfortianas que no la podamos saborear, una y mil veces, en la Mística
Ciudad de Dios, de nuestra admirable madre Agreda. Basta, a las veces, abrir los dos
libros al azar para encontrar en muchas ocasiones las mismas enseñanzas y siempre el
mismo espíritu.
Que María es la Reina de los predestinados es una ver dad fundamentalísima en
las doctrina sostenida por la discípula agredana, y eso sólo bastaría para determinar
la semejanza de enseñanzas entre la Venerable y el Beato en este punto, más, siguiendo
el mismo procedimiento de aducir palabras textuales de la madre Agreda en este artículo
paralelo con el que escribimos referente a la Verdadera Devoción.
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
FEDERICO SALVADOR RAMÓN
19
En la Mística Ciudad de Dios, Parte I. libro I, capítulo XIX, párrafo § 302, se
lee:
«Y si a esta puerta de María corresponde el ser ciudad de refugio para los mortales,
es con condición que tampoco ha de tener parte ni entrada en ella el que
cometiese abominación ni mentira. Más no por esto se despiden los manchados
y pecadores hijos de Adán de llegar a las puertas de esta ciudad santa de Dios,
que si llegan reconvenidos y humillados a buscar la limpieza de la gracia, en estas
puertas de la gran Reina la hallarán y no en otras. Limpia es, pura es, abundante
es, y, sobre todo, es madre de la misericordia, dulce, amorosa y poderosa para
enriquecer nuestra pobreza y limpiar las máculas de todas nuestras culpas».
Y, cuando en la Parte I, libro 2, capítulo 24 § 798, expone nuestra Venerable el
versículo 29, del capítulo 31 de los Proverbios que dice: «Muchas hijas congregaron
las riquezas, pero tú excediste a todas ellas», escribe nuestra Venerable:
«Todas las almas que llegaron a conseguir la gracia del Altísimo se llaman
hijas suyas, y todos los merecimientos, dones y virtudes que con ella pudieron
granjear, y de hecho los granjearon, son riquezas verdaderas, que todo lo
demás terreno tiene injustamente usurpado el nombre de riqueza.
Muy grande será el número de los predestinados, el que numera las estrellas
por sus nombres, los convencen, pero sola María congregó más que todas
juntas estas criaturas, hijas del Altísimo y suyas, y sola ella se aventajará, como
la excelencia de ser ella no sólo madre suya, y ellas hijas en gracia y gloria,
etc.».
María con el divino Rey del Calvario disponía cuanto a las gracias de
predestinación era conveniente. He aquí las palabras de nuestra madre Agreda
tomadas de la Parte II, libro 4, capítulo 22, § 1.400:
«De estos bienes eternos hizo el Señor en la cruz su testamento determinando
a quien tocaba, y quienes habían de ser legítimos herederos, y cuales
desheredados, y las causas de lo uno y de lo otro.
Y todo lo hizo confiriéndolo con el Eterno Padre, como Señor supremo y
justísimo juez de todas las criaturas, porque en este testamento y disposición
estaban resumidos los secretos de la predestinación de los santos y de la
reprobación de los prescitos. Fue testamento cerrado y oculto para los hombres
y sola María Santísima lo entendió, porque a más de serle patentes todas
las operaciones del alma santísima de Cristo, era su universal heredera,
constituida por Señora de todo lo criado. Y como coadjutora de la redención,
había de ser también como testamentaria por cuyas manos (en que su hijo puso
todas las cosas, corno el Padre en las del Hijo), se ejecutase su voluntad y esta
gran Señora distribuyese los tesoros adquiridos y debidos a su Hijo por ser quien
es y por sus infinitos, merecimientos».
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
FEDERICO SALVADOR RAMÓN
20
Para dar por terminado este articulillo, comprobación del perfecto paralelismo
que existe entre la Venerable Agreda y el Beato de Montfort, recordaremos las
fundamentales palabras que escribe la discípula agredana al exponer la palabra. Cuando
preparaba a los cielos estaba Yo presente. Helas aquí:
«Cuando preparaba los cielos estaba Yo presente. Cuando preparaba y
provenía el cielo, y premio que a los justos hijos de esta Iglesia había de dar
después de su destierro, allí estaba la humanidad con el Verbo unida,
mereciéndoles la gracia como cabeza, y con Él estaba su Madre Santísima, a cuyo
ejemplar habiéndoles preparado la mayor parte a Hijo y Madre, disponía y
prevenía la gloria para los demás santos». · ·
La beatísima Trinidad, pues, hacía de la Madre de Cristo el objeto primero de
sus delicias, de sus favores, y la primera de todas las criaturas de había que entrar en
los cielos y ser aclamada Reina de los Santos.
VI
Qué otra cosa es la Mística Ciudad de Dios, escrita por la concepcionista de
Agreda que un crisol de santidad, un tratado de perfección sublime y un ejemplar vivo
de las excelsas virtudes de María, ofrecido por la divina Maestra a la humilde religiosa
agredana?
Y porque así es a todas luces, cuanto se lee, sobre todo en las Doctrinas, es
confirmación de lo que enseña nuestro amadísimo Beato en los párrafos que hoy
referimos de él y en los que hemos de anotar en los sucesivos, mientras se refiera
nuestro Vidente a que de María dependen las gracias para la ejecución de la santidad
en la vida ordinaria y en el estado de perfección.
En nuestra revista de febrero, número 26, citarnos unas líneas del § 289, parte
I, libro 1, capítulo 19, que comprueban nuestro aserto, así como también de la
revista de abril número 28, anotamos el § 510, de la parte I, libro 2, capítulo VII, que
bien a las claras enseña la misma doctrina. Y porque de nuevo la veamos comprobada
al modo del Beato Luis María, leamos lo que dice nuestra Venerable en el § 523,
parte I, libro 2, capítulo VIII. Helo aquí:
«Madre es de nuestro amor porque Ella nos lo trajo al mundo, Ella nos lo granjeó,
y Ella nos lo enseñó a conocer y obrar, que sin María Santísima no quedaba
otra pura criatura en el cielo ni en la tierra, de quien pudieran los hombres y
los ángeles ser discípulos del amor hermoso. Y así es que todos los santos
son como unos rayos de este sol y como unos arroyuelos que salen de este mar y
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
FEDERICO SALVADOR RAMÓN
21
tanto más saben amar, cuanto más participan del amor y caridad de María
Santísima y la imitan y copian ajustándose con Ella […]».
Y María es sol y mar de donde mana toda santidad, porque si Ella sola es el
troquel de la divina caridad, en Ella sola ha de informarse la caridad de todas las
criaturas. Así lo dice en el § 509, parte I, libro 2, capítulo VII, con estas palabras:
«Por esta razón la llamó el Espíritu Santo Madre del amor hermoso y de la
santa esperanza, y así como el darle carne al Verbo divino la hizo Madre de
Cristo, así el Espíritu Santo la hizo Madre de la Esperanza, porque con su
especial concurso y operación concibió y parió esta virtud para los fieles de
la Iglesia».
Y, ¿qué no se podría decir, citando a nuestra amadísima Vidente, de lo que el
Beato enseña en el último párrafo que hoy citamos de él?
Que el Espíritu Santo da sus gracias a las almas según ve en ellas el amor
a María, es notorio para la madre Agreda. Por las que perdió Judas, podemos·
deducirlo. En la parte II, libro 5, capítulo VIII, dice: «De haber despreciado Judas
estos favores concibiendo alguna impiedad e indevoción con la Madre de la gracia,
comenzó su perdición».
Y esta privación de gracias del desgraciado apóstol con extensión a todos
los hombres, la expresa en el § 1.085 de la parte II, libro 6, capítulo V, con estas
palabras:
«Sólo del mal Apóstol diré algo de lo que tengo luz porque lo pide esta
Historia y de ella hay menos noticia, y será de alguna enseñanza para los
pecadores, y de escarmiento para los obstinados, y aviso para los pocos devotos
de María Santísima, si hay alguno que lo sea poco con una criatura tan amable,
que el mismo Dios con amor infinito la amó sin tasa ni medida».
Y por lo que toca a la comunicación de gracias en atención al amor que las
almas tienen a María, citaremos los párrafos § 1.084 y § 1.081 de la parte II, libro 6,
capítulo V, que dicen así. El primero:
«Las otras mujeres que seguían al Maestro de la vida fueron también muy
favorecidas de su Madre Santísima y a ellas, y a todos los discípulos, hizo
incomparables beneficios, y todos fueron intensamente devotos y aficionados
de esta gran Señora y Madre de la gracia, porque todos y todas la hallaron con
abundancia en Ella y por Ella, como en su oficina y depósito donde la tenía
Dios para todo el linaje humano».
Dice así el segundo párrafo:
«Aunque todos los Apóstoles en esta devoción excedieron a nuestra capacidad
y concepto, el evangelista Juan alcanzó más de los ocultos misterios de esta
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
FEDERICO SALVADOR RAMÓN
22
Ciudad Mística del Señor, y recibió por ella tanta luz de la Divinidad, que
excedió en esto a todos los Apóstoles, como lo testifica su Evangelio, porque
toda aquella sabiduría se le concedió por medio de la Reina del cielo, y la
Excelencia que tuvo este Evangelista entre todos los Apóstoles de llamarse el
Amado de Jesús, la alcanzó por el amor que él tuvo a su Madre Santísima. Y
por la misma razón fue también correspondido de la Divina Señora, que por
excelencia fue el discípulo amado de Jesús y de María».
VII
¿Qué página de la Madre Agreda no habla de la realeza universal de
María? Para no distraernos en comentarios que nada ilustraría una verdad tan
evidente, léase el § 5, del capítulo I, libro VII, de la Parte I. Dice así:
«Despidiéronse de la Reina los santos Ángeles que habían venido a acompañarla
desde el cielo para volverse a él dando a la tierra nuevos parabienes de que
dejaban en ella por moradora a su gran Reina y Señora y, advierto, que,
escribiendo yo esto, me dijeron los santos príncipes que por qué no usaba más
en esta Historia de llamar a María Santísima Reina y Señora de los Ángeles, y
que no me descuidase en hacerlo en lo que restaba, por el gran gozo que en esto
reciben. Y, por obedecerlos y darles gusto, la nombraré con este título muchas
veces de aquí adelante».
Del dominio que María recibiera de Dios sobre los hombres y, en especial, sobre
los fieles, trata nuestra insigne Venerable en muchos lugares, como ella misma
asegura, en la Parte 3ª, libro VII, capítulo 13 § 233. He aquí sus palabras:
«Esta ciencia era como de suprema Maestra, Madre, Gobernadora y Señora
de la Iglesia, que el Todopoderoso había puesto en sus manos, como arriba se
ha dicho y adelante será forzoso tocarlo muchas veces. Ella había de cuidar
de todos, desde el supremo en santidad hasta el mínimo, y de los mismos
pecadores hijos dé Eva. Y si ninguno había de recibir beneficio o favor alguno
de mano del Hijo si no fuese por la de su Madre, necesario era que la fidelísima
dispensadora de la gracia, conociera a todos los de su familia, de cuya salud había
de cuidar como Madre, y la tal Madre».
Los espíritus montfortianos no dejarán de saborear complacidos la siguiente
bellísima página de nuestra incomparable discípula mariana de Agreda. Está tomado
este párrafo § 778, de la 3ª Parte, libro VIII, capítulo XII. Helo aquí:
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
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«Amiga y escogida entre las criaturas, nuestro reino es tuyo. Tú eres Reina,
Señora y Superiora de los Serafines y de todos nuestros ministros los Ángeles,
y de toda la universidad de nuestras criaturas. Atiende, manda y reina
prósperamente sobre ellas, que en nuestro supremo consistorio te damos imperio,
majestad y señorío.
Siendo llena de gracia sobre todos, te humillaste en tu estimación al inferior
lugar, recibe ahora el supremo que se te debe y el dominio participado de
nuestra divinidad sobre todo lo que fabricaron nuestras manos con nuestra
omnipotencia.
Desde tu real trono mandarás hasta el centro de la tierra y, con el poder que te
damos, sujetarás al infierno y todos sus demonios y moradores. Todos le
temerán como a suprema Emperatriz y Señora de aquellas cavernas y moradas
de nuestros enemigos. Reinaras sobre la tierra y todos los elementos y sus
criaturas.
En tus manos y en tu voluntad ponemos las virtudes y efectos de todas las causas,
sus operaciones, su conservación, para que dispenses de las influencias de los
cielos, de la pluvia de las nubes, de los frutos de la tierra, y de todo distribuye
por tu disposición a que estará atenta nuestra voluntad para ejecutar la tuya.
Serás Reina y Señora de todos los mortales par a mandar y detener la muerte,
y conservar su vida. Serás Emperatriz y Señora de la Iglesia militante, su
Protectora, su Abogada, Madre y su Maestra.
Serás especial Patrona de los reinos católicos y, si ellos y los otros fieles, y
todos los hijos de Adán te llamaren de corazón y te sirviesen y obligasen, los
remediarás y ampararas en sus trabajos y necesidades.
Serás amiga, defensora y capitana de todos los justos y amigos nuestros y a todos
los consolaras, confortarás y llenarás de bienes conforme te obligaren con su
devoción.
Para todo esto te hacernos depositaria de nuestras riquezas, tesorera de nuestros
bienes, ponemos en tu auxilio y favores de nuestra gracia para que los dispenses,
y nada queremos conceder al mundo que no sea por tu mano, y no queremos
negarlo si lo concedieras a los hombres.
En tus labios estará derramada la gracia para todo lo que quisieres y ordenares
en el cielo y en la tierra, y en todas partes te obedecerán los Ángeles y los
hombres, porque todas nuestras cosas son tuyas, como tú siempre fuiste nuestra,
y reinarás con nosotros para siempre»
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
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24
VIII
Cada nuevo paso que damos en la comparación de nuestros dos principales
maestros marianos, nos confirma en nuestra creencia de que los dos son hermanos
gemelos, nacidos de una misma madre y lactados por unos mismos pechos y educados
por el mismo amor y sabiduría.
No dudamos que tienen sus notas distintivas las dos admirables obras de
nuestros insignes maestros, pero cuanto más se distinguen en las notas que a cada
uno caracterizan, más se aúnan en la tendencia a un fin que realizan por distintos
modos. Que María sea más conocida, más amada, que a imitación de María sea formado
el verdadero discípulo de Cristo, que sea reconocida la importancia de María en la
vida cristiana del mundo y aceptada la necesidad del amor a María para conseguir
la salvación y perfección. Estas son doctrinas fundamentales en la Mística Ciudad
de Dios y en la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen.
No se nos oculta que la primera obra es un mar en donde la agredana discípula,
con la destreza del más experto piloto, muestra el inmenso océano de las gracias de
María a quien muestra como en el más terso y límpido espejo, retratando con divina
sabiduría la sublime belleza que el Hacedor puso en el ser de naturaleza y gracia
singularísimas que dio a la soberana Reina de todas las criaturas.
Todo esto lo da por sabido, o estimula a que se aprenda el Vidente de Montfort,
pero en cambio planea tan magistralmente la formación de un verdadero siervo de
Cristo por María, con María, en María y para María, que asentándolo sobre base de
firmísima y sencilla moral, lo levanta hasta los más excelsos encantos de la mística
más elevada.
Aquella es la exposición de toda la vida de María, ésta la síntesis de la excelsitud
de la Virgen. En una y otra se procura como fin principal formar un verdadero devoto
de María.
Para convencerse de la perfecta paridad de doctrina, entre el Beato Grignión
y la Venerable Agreda en lo que se refiere a la necesidad que de María tienen los
cristianos para cumplir sus deberes, bastaría haber hojeado ambos libros, pero
daremos satisfacción inmediata a la curiosidad de nuestros piadosos lectores
ofreciéndoles la lectura de los tres párrafos siguientes de la Mística Ciudad de Dios,
casi al azar copiados.
El primero es de la I Parte, libro 1, capítulo l, § 8. Dice así:
«El Altísimo me declaró como aquella escala era la vida de la Santísima Virgen
en sus virtudes y sacramentos.
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
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25
Quiero, esposa mía, subas por esta escala de Jacob y entres por esta puerta
del cielo a conocer mis atributos y contemplar en mi divinidad. Sube, pues, y
camina. Sube por ella a Mí. Estos Ángeles que la asisten y acompañan son
los que yo dediqué para su guarda, defensa y guarnición de esta ciudad de Sion:
atiende, y meditando estas virtudes trabaja por imitarlas».
El otro párrafo a que aludimos, el § 301 de la III Parte, libro 7, capítulo 15,
en el cual se lee:
«De todo lo bueno que hace la criatura, tomamos algún motivo los
bienaventurados para defenderla de sus enemigos y para pedir a la
misericordia divina la mire y saque del pecado. Oblíganse también los santos
de que los invoquen y llamen de todo corazón en los peligros y necesidades y
tengan con ellos afectuosa devoción.
Y si los santos, por la caridad que tienen, están tan inclinados a favorecer a
los hombres entre los peligros y contradicción que conocen les busca el
demonio, no te admire, carísimo, que yo sea tan piadosa con los pecadores
que me llaman y acuden por mi clemencia por su remedio, que yo les deseo
infinito más que ellos mismos.
No se pueden numerar los que yo he rescatado del dragón infernal por haber
tenido devoción conmigo, aunque sea solo con rezar una Ave Marra o
pronunciar una sola palabra en mi honor e invocación.
Tanta es mi caridad con ellos que, si con tiempo y con verdad me llamasen,
ninguno perecería. Mas no lo hacen los pecadores y réprobos, porque las heridas
espirituales del pecado como no son sensibles para el cuerpo, no los lastiman, y
cuanto más se repiten, menos dolor y sentimiento causan, porque el segundo
pecado es ya herida en cuerpo muerto, que ni sabe temer, ni prevenir, ni sentir,
el daño que recibe».
El tercero, finalmente, está tornado de la III Parte, libro VIII, cap. 22, § 785.
Helo aquí:
«Todo esto, hija mía, es así verdad, pero mi piedad y clemencia excede a tanta
malicia, y tiene inclinada a la infinita bondad, y detenida la justicia, y el
Altísimo quiere ser liberal de sus tesoros infinitos y determina favorecerlos si
saben granjear mi intercesión y me obligan para que yo la interponga con
eficacia en la divina presencia. Este es el camino seguro y el medio poderoso
para mejorarse la Iglesia, remediarse los reinos católicos, dilatarse la fe,
asegurarse las familias y estados y seducirse las almas a la gracia y amistad de
Dios».
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
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26
IX
Cada paso que damos en La Verdadera Devoción a la Santísima Virgen encuentra
su semejante en la Mística Ciudad de Dios, pero por lo que hace al asunto hoy tratado,
puede afirmarse que toda la obra de la Madre Agreda no es otra cosa que un tratado
de admirable perfección mariana. Por caminos más en la apariencia que realmente
distintos, tanto el Beato como la Venerable tienen por fin en sus libros respectivos
formar un verdadero devoto de María y, por consiguiente, un alma perfecta.
Bien podríamos excusarnos de hacer hoy el paragón entre nuestros amadísimos
maestros, pero no queremos privar a nuestros lectores del santo placer de saborear las
bellezas hasta literías de la Venerable Madre.
En la vida de la V. M. Sor María de Jesús, párrafo § 25, Segundas leyes de la
esposa, se lee:
«El motivo de escribirlo fue una voz que oyó en lo superior de su alma, y después
de exhortarla al mayor alejamiento del mundo, y séquito de la más alta
perfección, la dijo: Has menester maestra que te guíe, madre que te ampare,
amiga que te consuele, señora a quien obedezcas, reina de quien seas esclava,
imagen en quien tengas escrita la virginidad, retrato en quien esté dibujada la
especie y hermosura de la virtud, ejemplo de vivir a donde halles los expresos
magisterios de bondad, en que conozcas qué debes abrazar, y qué arrojar y
repeler, dechado de todas las virtudes, para que, como pudieres, con la gracia
divina los copies y saques.
¡Ea, alma! Toma norte por donde te guíes, lucero que te anuncie el día claro de
la eternidad, nivel con que vayan medidas tus obras, arancel para que te
gobiernes, camino para la Divinidad, puerta para el cielo, espejo que tengas
delante del espejo del entendimiento adonde veas tu faz interior y te adornes
como Esposa para entrar al tálamo del Esposo.
Aquí se ha de componer tu hermosura y gracia, mirando a la de María
Santísima, Madre del Unigénito del Padre, en quien hallarás expresado el mapa
de las maravillas de Dios, el ejemplar de tus deseos. Y, pues, el primer
estímulo del aprender es la nobleza del maestro, ¿qué cosa más noble que la
Madre de Dios? ¿Qué cosa más eficaz que las virtudes de la Reina del cielo?
¿Qué luz más resplandeciente que aquella a quien escogió el mismo Resplandor
para su morada? ¿Qué cosa más casta que aquella que engendró cuerpo sin
mancha de otro cuerpo? ¿Qué objeto mejor de tu entendimiento (entre las
puras criaturas), que aquella que es Madre de tu esposo Cristo? Pues atiende
su origen, virtudes y grandezas y síguela fervorosa».
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
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Y por no citar uno solo párrafo de los muchos que, casi al azar, pudiéramos
escoger de la Mística Ciudad de Dios en donde por mil modos y maneras se enseña
la misma doctrina, haremos mención del párrafo § 8º del capítulo 1º, Libro VII, parte
III, que dice así:
«Hija mía, habiéndote repetido tantas veces hasta ahora que te despidas de todo
lo visible y terreno, y mueras a ti misma y a la participación de hija de Adán,
como te he amonestado y enseñado en la doctrina que has escrito en la primera
y segunda parte de mi vida, ahora te llamo con nuevo afecto de amorosa y
piadosa Madre, y te convido de parte de mi Hijo santísimo, de la mía y de sus
Ángeles que también te aman mucho, para que, olvidada de todo lo demás que
tiene ser, te levantes a otra nueva vida más alta y celestial, inmediata a la eterna
felicidad. Quiero que alejes del todo de Babilonia, y de tus enemigos, y sus falsas
vanidades con que te persiguen, y te avecines a la ciudad santa de la celestial
Jerusalén, y vivas en sus atrios, donde te ocupes toda en mi verdadera y perfecta
imitación. Y por Ella, con la divina gracia, llegues a la íntima unión de mi Señor
y tu divino y fidelísimo Esposo.
Oye, pues, carísima, mi voz con alegre devoción y prontitud de tu ánimo.
Sígueme fervorosa, renovando tu vida con el dechado que escribes de la mía, y
atiende a lo que yo hice después que volví al mundo de la diestra de mi Hijo
santísimo.
Medita y penetra con todo cuidado mis obras, para que, según la gracia que
recibieres, vayas copiando en tu alma lo que entendieres y escribieres. No te
faltará el favor divino, porque el Altísimo no quiere negarle a quien de su parte
hace lo que puede, y para lo que es de su agrado y beneplácito, si tu negligencia
no lo desmerece.
Prepara tu corazón y dilata sus espacios, fervoriza tu voluntad, purifica tu
entendimiento y despeja tus potencias de toda imagen y especies de criaturas
visibles, para que ninguna te embarace ni obligue a cometer ni una leve culpa
o imperfección y el Altísimo pueda depositar en ti su oculta sabiduría, y tú estés
preparada y pronta para obrar con ella todo lo más agradable a nuestros ojos,
lo que te enseñaremos».
En el párrafo siguiente, diremos, por último, vuelve la Venerable a dar por
modo clarísimo la misma doctrina enseñada por el Beato de que la devoción a María
es necesaria para la vida perfecta y adelanta un concepto que bien pronto veremos
tratado directamente por nuestro amadísimo Vidente y, de la misma manera, la
admirada discípula agredana.
El párrafo aludido dice:
«Tu vida, desde hoy, ha de ser como quien la recibe resucitada después de haber
muerto a la que tuvo primero. Y como el que recibe este beneficio suele volver
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
FEDERICO SALVADOR RAMÓN
28
a la vida renovado y casi peregrino y extraño en todo lo que antes amaba,
mudando los deseos, y reformadas y extinguidas las calidades que antes había
tenido, y en todo procede diferente, a este modo y con mayor alteza quiero, que
tú, hija mía, seas renovada; porque has de vivir como si de nuevo participaras
los dotes del alma en la forma que te es posible con el poder divino que obrará
en ti. Pero es necesario, para estos efectos tan divinos, que tú te ayudes y
prepares todo el corazón quedando libre y como una tabla muy rasa donde el
Altísimo con su dedo escriba y dibuje corno en cera blanda y sin resistencia
imprima el sello de mis virtudes.
Quiere su Majestad que seas instrumento en su poderosa mano para obrar su
voluntad santa y perfecta, y el instrumento no resiste a la del artífice, y si tiene
voluntad de ella sólo para dejarse mover.
¡Ea, pues, carísima!, ven, ven a donde yo te llamo, y advierte que si en el sumo
Bien es natural comunicarse y favorecer a sus criaturas en todos tiempos, pero en
el siglo presente quiere este Señor y Padre de las misericordias manifestar más su
liberal clemencia con los mortales porque se les acaba el tiempo y son pocos los
que se quieren disponer para recibir los dones de su poderosa diestra, no pierdas
tú tan oportuna ocasión. Sígueme y corre tras de mis pisadas, y no contristes al
Espíritu Santo en detenerte, cuando te convido a tanta dicha con maternal amor
y tan alta y perfecta doctrina».
X
Antes que nuestro Vidente anunciase que Dios quería dar comienzo en el mundo
a la ÉPOCA DE MARÍA, ya lo babia escrito nuestra Venerable de todos modos y maneras
en su Mística Ciudad de Dios, obra la más admirable y completa que, acerca del
conocimiento de María Inmaculada, Madre de Dios, han admirado los siglos y, quién
sabe, si no encontrará semejante en los venideros.
En la Relación de la vida de la Venerable Sor Marta de Jesús, escrita por el muy
docto teólogo Fr. José Jiménez Samaniego, leense terminantemente manifiestos los
deseos de salvar al mundo por María, con palabras del Verbo Divino dirigidas a su
Eterno Padre en estos términos, son del § XXIV:
«Adornada y elevada en esta forma, sintió que el Verbo humanado la presentaba
a su eterno Padre, y le decía: Señor, esta alma desea hacer nuestra santa voluntad
y trabajar en nuestro servicio. Nosotros la levantamos del polvo de su miseria, la
entresacamos y escogimos de las Hijas de Eva, para que escribiese la Historia
de mi Madre, para que la imitase y siguiese sus pisadas, y diese noticia al mundo
LA VENERABLE AGREDA Y EL BEATO GRIGNIÓN DE MONTFORT
FEDERICO SALVADOR RAMÓN
29
de los sacramentos escondidos de nuestra única escogida, vuestra hija y mi
Madre, y Esposa del Espíritu Santo, porque determinó vuestra divina
providencia que en el tiempo tan miserable, de tantos pecados y ofensas
muchas, cuando los hombres están tan llevados de sus pasiones, que no atinan
con la verdad, ni aciertan, ni quieren hallar su salud eterna, cuando nuestra
Iglesia está tan combatida de enemigos, sola la Señora de las gentes, sin quien
mire por su causa y defensa, sino por sus particulares intereses, en este tiempo
determinamos y queremos enviarles algún remedio, si de él se aprovecharen.
Y no siendo conveniente ni posible que yo, ni mi Madre, que con nuestras vidas
mortales les dimos tan poderosos ejemplos para su remedio, volvamos en esa
forma a repetirlos, ha determinado nuestra providencia divina y entrañas
amorosas hacer unas imágenes nuestras, unos retratos de nuestro ser, un
memorial de nuestras maravillas, un mapa de nuestras virtudes, una estampa de
nuestros pasos, y una grande manifestación de todo lo que obramos.
Todo esto contiene la Historia de mi Madre, que ha escrito esta pobrecilla alma,
para que, renovando las memorias vivas de nuestras obras, se aprovechen los
hombres, pesen y ponderen lo que nos deben y lo agradezcan. Pero en primer
lugar es justo que esta alma, que ha escrito esta doctrina, la obre, porque
quede acreditada con que hizo efecto verdadero en la primera que la conoció y la
manifestó».
Y de que el fin de escribir la venerable fue éste, está saturada la preciosa obra
inspirada y divinamente impulsada, y de modo muy especial concebida por haber
determinado la divina providencia dar a conocer de nuevo a Cristo y a María
manifestando todo lo que obraron para que se aprovechen los hombres, pesen y
ponderen lo que a sus divinos modelos deben y lo agradezcan, y de cómo estos modelos
se muestran mediante las revelaciones hechas a sus siervos, porque no es ahora
conveniente, ni posible, que Cristo ni su Madre vuelvan al mundo en vida mortal, con
lo que bien nos enseña que es el triunfo de la inmensa devoción de Cristo y de María
en el mundo es lo que Dios tiene determinado.
De cómo este triunfo de la devoción a María es verdad, que no olvida nuestra
incomparable maestra agredana y que es obra de siglos, lo expresa la Mística Ciudad
de Dios en la Parte III, capítulo 3, § 33 con estas palabras:
«Ninguna excusa, ni disculpa, tendrán los desterrados Hijos de Eva, si con la
divina luz que María Santísima ha dado al mundo, no caminasen a la verdadera
felicidad. Para que ilustrase su Iglesia, le envió del cielo su Hijo y Redentor en
sus principios, y la dio a conocer a los primogénitos de la Iglesia santa. Después
de la sucesión de los tiempos, ha ido manifestando su grandeza y santidad por
medio de las maravillas que esta gran Reina ha obrado en innumerables favores
y beneficios que de su mano han recibido los hombres.
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FEDERICO SALVADOR RAMÓN
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En estos últimos siglos (que son los presentes), dilatará su gloria y la dará a
conocer de nuevo con mayor esplendor, por la excesiva necesidad que tendrá la
Iglesia de su poderosa intercesión y amparo para vencer al mundo, al demonio
y a la carne, que por culpa de los mortales tornaran- mayor imperio y fuerzas,
como ahora ]as tienen para impedirles la gracia y hacerlos más indignos de la
gloria.
Contra la nueva malicia de Lucifer y sus seguidores quiere oponer el Señor
los méritos y peticiones de su Madre purísima, y la luz que envía al mundo de
su vida y poderosa intercesión para que sea refugio sagrado de los pecadores y
todos caminen y vayan por este camino tan recto y seguro y lleno de resplandor».
Y los párrafos que restan de este mismo capítulo son evidente prueba de cómo
la Venerable no pensó menos que el Beato que toda la salvación de los hombres de
nuestros siglos la hará Cristo, como en su primera venida al mundo, mediante María.
Y porque veamos cómo en la Mística Ciudad se hallan las frases, casi a la
letra, tal corno las leemos en la Verdadera Devoción, comparemos lo que las líneas
que siguen dicen con lo leído en el § 49 de aquella. La Venerable dice en la misma
parte, libro y capítulo antes citado § 27 estas palabras:
«Y porque después que fundó el Altísimo esta ciudad de María franqueó
liberalmente sus tesoros, y por Ella quiso llamar a todos los mortales al
conocimiento de sí mismo y a la eterna felicidad, sin excepción de gentiles,
judíos, ni bárbaros, sin diferencia de naciones y de estados, por eso edificó esta
ciudad santa con doce puertas a todas las cuatro partes del mundo sin
diferencia».
¿Quiénes serán los soldados que lleven a la Iglesia a este triunfo del inmenso
amor a María? Esta es la especial revelación dada por Dios a nuestro admirable maestro
montfortiano. La Venerable contempla la lucha entre los espíritus satánicos de una
parte y entre María, los santos San Miguel y los Ángeles en el cielo, el Beato Luis
María contempla la lucha en el mundo entre los esclavos de Satanás y los esclavos de
María.
XI
¡Qué fácil es en esta ocasión comprobar lo qué venimos tratando de hacer ver
en estos artículos paralelos del Beato Grignion y de la Venerable Agreda!
Leamos lo que en la Mística Ciudad de Dios ha escrito nuestra mariana maestra
en la Parte III, libro VII, capítulo II § 13. Dice así:
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«Y si al pueblo hebreo se le pegó el contagio de la idolatría con la comunicación
y vecindad de la gentilidad, tan inclinada y ciega en dar divinidad a todas las
criaturas que les parecían grandes, poderosas o superiores en alguna potencia,
mucho mayor peligro tuvieran los mismos gentiles de este error, si cuando se
les comenzaba a predicar el Evangelio y la fe de Cristo nuestro Salvador, se les
propusiera juntamente la excelencia de su Madre santísima. Y en prueba de
esta verdad basta el testimonio de san Dionisio Areopagita que con haber sido
filósofo tan sabio, que conoció entonces al Dios de la naturaleza, con todo esto,
cuando ya era católico y llegó a ver y hablar a María santísima, dijo que si la fe
no le enseñara era pura criatura, la· tuviera y adorara por Dios. En este peligro
incurrieran fácilmente los gentiles más ignorantes, y confundieran la divinidad
del Redentor, que debían creer con la grandeza de su Madre purísima, si se les
propusiera todo junto, y pensaran que también ella era Dios, como su Hijo, pues
eran tan semejantes en la santidad. Pero ya este peligro ha cesado, estando tan
arraigada la ley y fe del Evangelio en la Iglesia, y tan ilustrada con la doctrina
de los sagrados Doctores y tantas maravillas como Dios ha obrado en esta
manifestación del Redentor. Y con tanta luz sabemos que solo él es Dios y
hombre verdadero, lleno de gracia y de verdad, y que su Madre es pura criatura,
y sin tener divinidad fue llena de gracia, inmediata a Dios y superior a todo el
resto de las criaturas. Y en este siglo tan ilustrado con las verdades divinas sabe
el Señor cuándo y cómo conviene dilatar la gloria de su Madre santísima,
manifestando los enigmas y secretos de las sagradas Escrituras, donde los tiene
encerradas».
Y que era el misterio de la Concepción de María lo que había de ser de modo
especial conocido en estos tiempos que habían de venir, es cosa tan manifiesta como
puede verse en estas palabras de la Venerable, Parte 1, libro I, capítulo XVII, § 252.
Dice así:
«Tiempo es ya de que el entendimiento humano se desencoja y alargue en la
honra de nuestra gran Reina, y, también, que el que estuviese opuesto fundado
en otro sentir se encoja y detenga en despojarla y quitarla el adorno de su
inmaculada limpieza en el instante de su divina concepción.
Con la fuerza de la verdad y luz en que veo estos inefables misterios, confieso una
y muchas veces que todos los privilegios, gracias, prerrogativas, favores y dones
de María santísima, entrando en ellas el de ser Madre de Dios (según y como a
mí se me dan a entender), todos dependen y se originan de haber sido inmaculada
y llena de gracia en su concepción purísima, de manera que sin este beneficio
parecerían todos informes y mancos, o como un suntuoso edificio sin
fundamento sólido y proporcionado.
Todos miran, con cierto orden y encadenamiento, a la limpieza e inocencia
de la concepción y por esto ha sido forzoso tocar tantas veces en este misterio
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FEDERICO SALVADOR RAMÓN
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por el discurso de esta Historia desde los decretos divinos y formación de María,
y de su Hijo santísimo en cuanto hombre. Y no me alargo ahora más en esto,
pero advierto a todos, que la Reina del cielo estimo tanto el adorno y hermosura
que la dio su Hijo y Esposo en su purísima Concepción, que a esta
correspondencia será su indignación contra aquellos que, con terquedad y porfía,
pretendiesen desnudarla de él y afearla, en tiempo que su Hijo santísimo se ha
dignado de manifestarla al mundo tan adornada y hermosa, para gloria suya y
esperanza de los mortales».
No es posible dudar que nuestro Beato, como la Venerable, al hablar del
desconocimiento de María y del futuro nuevo conocimiento de Ella, se refieren al
conocimiento de María en cuanto inmaculada.
Nuestra incomparable Madre Agreda vuelve a decir en la misma parte y libro
anterior, cap. XIX, § 306 estas palabras:
«Y porque no ignores el servicio con que hoy se dará por obligada esta Reina
y Señora de todos, entre muchas que te enseñara tu devoción y piedad, atiende
al estado que tiene el misterio de su In maculada Concepción en toda la Iglesia,
y lo que falta para asegurar con firmeza los fundamentos de esta ciudad de Dios»
Y concretando cada vez más, nuestra amadísima Venerable, escribe en el
capítulo final de su gigante obra estas palabras que no pueden ser más terminantes:
«Y, en primer lugar, alcancen este bien esta vuestra pequeña grey y religión, y
sus prelados, estos reinos de España, y señaladamente ordenamos nuestros deseos
y peticiones para que vuestra maternal clemencia mueva el corazón de nuestros
católicos reyes, Felipe y Mariana, para que os reciban por patrona y protectora
de toda su corona y, por esta devoción, la pacifiquéis, y con vuestra protección
la defendáis y reforméis, reduciendo este reino a justicia y paz, y dando luz a
sus moradores, para que singularmente le teman a Dios y dilaten su Evangelio,
culto y fe católica, y procuren la definición del misterio de vuestra Inmaculada
Concepción, y que la Santa Silla apostólica quiera y lo determine para gloria
vuestra y universal consuelo de la Iglesia santa y por tan altos fines de vuestro
honor y agrado de vuestro Hijo santísimo, nos ofrecemos todas en este convento
a trabajar, padecer y hacer cuanto nuestras fuerzas (con la divina gracia),
alcanzaren, y dar la vida para esto si necesario fuese».
En nuestra misma revista se han publicado ya otros párrafos de la Mística
Ciudad de Dios, encamonados a demostrar siempre que Dios quiera dar a conocer los
misterios de María Purísima, o sea, los de su Concepción Inmaculada, y para este fin
se escribió, por modo extraordinario en extremo, esta celestial obra de la discípula de
Agreda, y como tal conocimiento había de formar una nueva, o segunda, época de María,
era indispensable que hubiese nuevos apóstoles de esta época.
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He aquí el sublime maridaje en que se aúnan nuestros venerandos maestros Sor
María de Jesús y Luis María Grignión.
Derechos de autor registrados en
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Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña
La Venerable Ágreda y el Beatos Grignión de Montfort. Por Federico Salvador Ramón
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