memorial de disidencias -...
Post on 20-Jul-2020
8 Views
Preview:
TRANSCRIPT
Julio Neira
MEMORIAL DE DISIDENCIAS
VIDA Y OBRA DE JOSÉ MANUEL
CABALLERO BONALD
Obra galardonada con el Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías 2014convocado por la Fundación Cajasol y la Fundación José Manuel Lara
Formaron el jurado, reunido el 27 de marzo de 2014, Rosa Castillejo Caiceo, Jacobo Cortines Torres, Ignacio F. Garmendia, Alberto González Troyano, Arturo Gutiérrez Fernández, Joaquín Pérez Azaústre y Nativel Preciado
Primera edición: mayo, 2014
© Julio Neira, 2014© Fundación José Manuel Lara, 2014Avda. de Jerez, s/n. Edif. Indotorre. 41012 Sevilla (España)
Diseño y maquetación: milhojas. servicios editorialesFotografía de cubierta: © Ricardo MartínFotografías de interiores: Archivo de la Fundación Caballero Bonald, Archivo de Julio Neira, © José María Barreiro, Noruro Takahashi, Eva Sánchez,
Birgitta Nordfelt Ramis, Gorka Lejarcegi
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o esca-near algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)
Dep. Legal: SE 885-2014ISBN: 978-84-96824-56-0
Printed in Spain - Impreso en España
7
Í N DIC E
Introducción: Vida, memoria, recuerdo y ficción 11
PRIMERA PARTE TIEMPO QUE ES YA FÁBULA
1 Genealogías La infancia (1926-1937) 23
Raíces cubanas. Ascendencia montañesa. Los
Bonald. Un niño proclive a la aventura.
2 Aprendizajes (1937-1944) 51
Bachillerato en el colegio de los marianistas. Las travesuras de un
tímido. Inicio en la pubertad. Primera vocación literaria.
3 Tentativas (1945-1949) 71
Estudios de Náutica en Cádiz. Fernando Quiñones. Inicios
poéticos. Experiencia del mar y la Marina. Juan Valencia.
La Fiesta de la Vendimia. Enfermo de tuberculosis.
4 Iniciación a la vida literaria (1949-1951) 101
Juegos florales. Vida estudiantil en Sevilla. Cursos de
Verano en Cádiz y Marruecos. El grupo Platero. Primeros
premios. Postrimerías de la vida jerezana.
5 En el Madrid del medio siglo (1951-1952) 133
La Bienal Hispanoamericana de Arte. Carlos Edmundo de
Ory. Las adivinaciones. Vínculos hispanos: El colegio mayor
Guadalupe y la Tertulia Literaria Hispanoamericana. El Congreso
de Poesía de Segovia. Inesperado retorno a Cádiz.
8 M E M O R I A L D E D I S I D E N C I A S
6 Años de extravío (1953-1955) 163
Los Cela. Intentona al Boscán. II Congreso de Poesía en
Salamanca. Memorias de poco tiempo. Vacaciones en Mallorca.
Viaje frustrado a Colombia. Estancia en París.
7 Papeles de Son Armadans (1956-1958) 191
Gestión de la revista. Anteo. Los poetas de Barcelona.
Estado maníaco-depresivo. Josefa Ramis. Actividad
política. El Premio Boscán. Ruptura con los Cela.
8 Nuevos horizontes (1959-1961) 223
Homenaje a Antonio Machado en Collioure. Las horas muertas.
Boda y viaje a Colombia. La experiencia americana. La
novela. La operación realista. Primer hijo. El regreso.
SEGUNDA PARTE EN COMPAÑÍA DE OTROS
9 Poesía y conciencia cívica (1962-1965) 263
El gris Madrid del franquismo. La lucha antifranquista. Selecciones.
Dos días de setiembre. La poesía social: Pliegos de cordel.
El escrito a Fraga de los intelectuales. Dignificación del
flamenco, el Archivo del Cante. Movilización estudiantil.
10 Esperanza y descrédito de la revolución cubana (1965-1968) 297
Primer viaje a Cuba. Lucha contra la dictadura. La cárcel
de Carabanchel. Los «abajofirmantes». Segunda estancia
en Cuba: el Congreso Cultural de La Habana.
11 Activismo, flamenco y nocturnidad (1968-1973) 323
Reencuentro con Doñana. Flamencos en Madrid. Vivir para contarlo.
Viajes a Rumanía y Holanda. Difusión del arte flamenco. Ediciones Júcar
12 La violenta agonía del franquismo (1974-1977) 347
Homenaje a León Felipe en México. El Premio Barral a Ágata
ojo de gato. Luces y sombras del flamenco. La censura gubernativa.
Í N D I C E 9
El Bryn Mawr College. La Junta Democrática. Viaje a
Dinamarca. La Bienal de Venecia. Descrédito del héroe.
13 Grandes esperanzas y algún desencanto (1978-1981) 377
El PEN Club. El despertar de Andalucía. Embajada literaria por América.
Viajes a México. El 23-F. Premio Ateneo de Sevilla. Toda la noche oyeron
pasar pájaros. Viaje a los campos de refugiados saharauis en Tinduf.
14 El cambio posible (1982-1988) 407
Colaboración y discrepancia con el gobierno socialista. Encuentros,
jornadas, simposios de escritores. Laberinto de Fortuna. Viajero
incansable. Los jóvenes reivindican la poesía del 50. En la casa
del padre, Premio Plaza y Janés. Viajes a Túnez e Irak.
15 El compromiso de un escritor de éxito (1989-1995) 439
Contra el poder. Actividad incesante. Viaje a Siria. Campo
de Agramante. Tiempo de guerras perdidas.
16 El ciclo de las involuciones (1996-2001) 469
La disidencia como norma. Defensa del Coto de Doñana. Hijo
Predilecto. La Fundación Caballero Bonald. Viajero incesante.
Diario de Argónida. La Real Academia. La costumbre de vivir.
17 Poesía es transgresión (2002-2007) 501
Indignación contra el gobierno Aznar. Tiempo de
reconocimientos y homenajes. El Premio Nacional
de las Letras Españolas. Manual de infractores.
18 «Arrabal de senectud» (2008-2013) 527
La desobediencia poética como método de rejuvenecimiento.
La noche no tiene paredes. El Premio Internacional García
Lorca. Entreguerras. El Premio Cervantes.
Notas 561
Bibliografía 599
Índide onomástico 603
11
I N T RODUCC IÓN V I DA, M EMOR I A, R EC U ER DO Y F ICC IÓN
La primera tarea que conviene abordar en estas páginas es dilucidar
su propia utilidad, porque no faltará quien se pregunte si es necesaria
una biografía de quien ha escrito ya muchas para contarnos su vida,
entre ellas muy señaladamente casi mil en dos volúmenes de memo-
rias: Tiempo de guerras perdidas (1995) y La costumbre de vivir (2001), re-
fundidos en La novela de la memoria (2010). Empecemos, pues, por ahí.
Si casi todos los escritores contemporáneos han nutrido su mate-
ria literaria en la fuente de la experiencia personal de forma más o
menos directa o evidente, aderezándola con elementos ficticios en
mayor o menor dosis –tal vez haya que salvar las excepciones de
quienes se dedican al género fantástico o a la ciencia ficción, aunque
la imaginación no deja de ser una forma de experiencia–, la obra de
José Manuel Caballero Bonald es altamente paradigmática de la ín-
tima fusión entre vida y fábula, como él mismo ha proclamado con
frecuencia. Hasta el punto de que los episodios de su vida y la elabo-
ración del resultado de su experiencia del mundo han sido el núcleo
germinal de su escritura, no importa qué forma literaria adoptara.
La poesía –excluyamos la épica, género desusado en la actualidad–
ha sido siempre proclive a la expresión de los sentimientos más ínti-
mos y de las cicatrices que va dejando en el autor el desarrollo de la
existencia; propia pues para transmitir sucesivas «fes de vida» en las
que si no justificar, sí al menos explicarse ante los demás, e idónea
para configurar una identidad más favorable. Por más que el compo-
nente ficcional sea un ingrediente indispensable en la elaboración del
poema, el uso de la primera persona –o de la segunda persona auto-
rreferencial– suele ser mucho más que una fórmula retórica. En este
sentido, la poesía de Caballero Bonald ha sido a través de sesenta años
un continuado muestrario de experiencias vitales, desde Las adivina-
ciones (1952) al reciente Entreguerras (2012), voluntaria construcción au-
tobiográfica a modo de examen de conciencia de lo vivido.
12 M E M O R I A L D E D I S I D E N C I A S
Ya en aquel primer libro algunos títulos son explícitos de esa pre-
tensión de desahogo personal («Ceniza son mis labios», «Donde mi voz
acaba», «La memoria del tiempo», etc.); y su texto remite en ocasiones
sin veladuras a un yo identificable como real, como «Nombre entrega-
do». El título de su segundo libro es bien significativo: Memorias de poco
tiempo (1954) y en uno de sus textos –pero reubicado en Las adivinacio-
nes al ordenar su poesía completa en 2004–, titulado «Todo lo que he
vivido», manifiesta el autor la intención autobiográfica de sus poemas:
Todo lo que he vivido, todo
lo que he salvado vigilantemente
del feroz exterminio de los días,
todo cuanto yo fui, hoy os lo ofrezco, ojos
que iréis naciendo entre estas letras,
[…]
Cada día y su huella, cada amor que me hizo,
fulgen aquí, combaten, me atestiguan
[…]
Es habitual que un joven poeta quiera volcar en la primera obra
todo el cúmulo de sus escasas experiencias, pero en esos libros en-
contramos mucho más, una apuesta decidida por la memoria como
fuente de su conocimiento poético y la convicción de que no es mal
método la dialéctica entre olvido y memoria («Lo que deja el olvido»).
El escrutinio de sus siguientes libros de poemas nos ofrece un re-
sultado muy similar porque, como él mismo afirmaría, la creación
literaria, tanto novelística como poética, parte siempre de la expe-
riencia del autor,1 y en sus memorias con cierta frecuencia declara
haber dedicado un poema a determinados episodios vitales. Ejem-
plos destacados en el libro Pliegos de cordel (1963) son «El registro»,
«Primeras letras», «La funesta manía de pensar», etc., que registran
hechos ocurridos durante la infancia.
Las novelas de Caballero Bonald presentan una similar voluntad
autorreferencial. De la primera, Dos días de septiembre (1962), que na-
rra una dura historia ambientada en el mundo de las bodegas jereza-
nas en la posguerra, afirmará su autor décadas después: «Todavía me
I N T R O D U C C I Ó N V I D A , M E M O R I A , R E C U E R D O Y F I C C I Ó N 13
resulta fácil rastrear las cuñas autobiográficas utilizadas en aquel
primer trabajo de novelista. Lo que yo pretendía entonces era contar
más o menos objetivamente mis experiencias como testigo de una
sociedad».2 Incluso la que pudiera parecer más alejada de la realidad,
Ágata ojo de gato (1974), que la crítica más obvia vinculó con las ten-
dencias entonces en boga del irrealismo o la indagación en terrenos
de lo mágico, la explicaría el jerezano como fruto de «experiencias
muy concretas vividas por mí y reconducidas luego hacia un foco
de referencias preferentemente alegóricas […] Ágata no es más que
el trasunto literario de una historia real trasplantada a un plano
simbólico».3
En las novelas siguientes es fácil identificar fragmentos que el
jerezano relata en sus memorias como verídicos. Pero también pudo
suceder al revés, que incorporase episodios fabulados de sus novelas
como auténticos a sus memorias, que son posteriores. Veamos sólo
algunos ejemplos entre muchos. En Toda la noche se oyeron pasar pája-
ros (1981) el episodio de la brutalidad marital que sufre el personaje
de Mamá Paulina a manos de Felipe Anafre reproduce la historia que
su autor afirma haber oído contar sobre una extraña pareja a la que
conoció una noche en Arcos de la Frontera, allá por 1951; y el perso-
naje del buzo experto en fondos marinos es trasunto de «Mojarrita»,
un primo de Belén, la liberal vecina del escritor durante su segunda
estancia en Cádiz.
En la cuarta novela, En la casa del padre (1988), que regresa al ám-
bito de las bodegas jerezanas, leemos la barrabasada infantil del in-
cendio del alambique en la azotea, narrada como auténtica en las
memorias, y el episodio de iniciación sexual en el viejo automóvil
arrumbado en la bodega parece trasposición del que el escritor cuen-
ta haber vivido con su criada Milagros en la bodega del tío Rafael.
En Campo de Agramante (1992), por fin, el protagonista sufre la misma
sintomatología de la isquemia cerebral que hizo padecer a su autor
no pocos trastornos y alteraciones sensoriales; y los diversos reco-
rridos por el Coto de Doñana de los personajes narran incursiones
realizadas en ese territorio por Caballero Bonald en distintas épocas
de su vida. Como él mismo reconoce, «hay efectivamente muchos
tramos de mi experiencia personal, o de los objetos ordinarios de
1 4 M E M O R I A L D E D I S I D E N C I A S
mi experiencia, que me han servido de una manera casi coercitiva
y generalmente anfibológica en el desempeño de mi función de na-
rrador».4
Ahora bien, es muy evidente que tanto sus poemarios como sus
novelas son textos escritos con intención literaria, en los que el com-
ponente biográfico puede ser desencadenante del poema o estar en el
núcleo de la acción narrativa, pero se supedita al carácter ficticio que
tiene toda literatura con voluntad de serlo. Quiere decirse que en esas
obras no debemos buscar una realidad biográfica verificable, pues el
mero hecho de su intención estilística las convierte en obras de fic-
ción, por muy fidedigna que quiera ser la versión de su recuerdo. Esto
parece bastante claro respecto a las novelas. Caballero Bonald afirma
que, si bien los personajes de la novela reproducen siempre en mayor
o menor medida rasgos de su autor, «todas esas posibles coincidencias
entre el yo del escritor y los sujetos de su obra están siempre supedi-
tadas a la inventiva, a las alteraciones de la realidad propias de todo
proceso creador».5 Pero ¿y sus poemas?, ¿ofrecen una mayor fidelidad
a la realidad de su vida?, ¿se trata de testimonios auténticos que nos
permiten documentar la etopeya de su autor?
Ya José-Carlos Mainer6 advirtió del permanente juego de espejos
entre la memoria de lo vivido y la ficción del personaje poético; y
Jenaro Talens previno contra el error de considerar autobiográfica la
poesía de Caballero Bonald –eso sí, en el prólogo a una antología de
título Summa vitae– porque «la memoria no retoma, sino que construye
(provisionalmente) una identidad».7 Desde un principio el propio Ca-
ballero Bonald alertaba del efecto tergiversador de la memoria en el
poema «Transfiguración de lo perdido» de Las adivinaciones:
Máscara del pasado, la memoria confluye
sobre un fondo difuso de alegrías
donde todo zozobra y se reduce
a nada, donde está mi verdad
haciéndose más crédula.
Y, casi medio siglo después, en el poema «Mestizaje» de Diario de
Argónida (1997), al contemplar una fotografía familiar, volvería a pre-
I N T R O D U C C I Ó N V I D A , M E M O R I A , R E C U E R D O Y F I C C I Ó N 15
venir: «Es utensilio extraño la memoria. / Evoco ahora lo que no he
vivido», para proclamar en la «Advertencia» que cierra la edición del
libro: «Ningún escritor es capaz de evocar lo que ha vivido sin incu-
rrir en alguna desviación engañosa o consecuentemente equívoca
[…] la poesía no tiene por qué coincidir con la verdad autobiográfi-
ca sino con esa otra verdad generada en el texto».8 Para insistir en
La costumbre de vivir en su «irrevocable norma de conducta literaria:
la ratificación de que la poesía es, antes que ninguna otra cosa, un
hecho lingüístico que genera incluso por azar sus propios códigos
iluminadores».9
Norma de creación en cumplimiento de la que confiesa haber
procurado «que la experiencia actuara como un resorte lingüístico
del personaje del poema, el mismo que iba inventándose su propia
verdad a medida que avanzaban los artificios consecutivos del tex-
to».10 En suma, poemarios y novelas son obras de creación en las que
lo vivido puede actuar como desencadenante pero no es el objetivo
de su autor, y es la ficción su territorio creativo y no la exactitud his-
tórica. El arte es más importante que la vida y lo verídico se somete
a lo verosímil en orden al logro de la mejor literatura.
Deberemos pues limitarnos a considerar desde esta perspectiva
sus dos volúmenes de memorias. ¿Son una fuente fiable para conocer
la sucesión de episodios que han compuesto su vida? Sin duda estos
textos ofrecen un extraordinario conocimiento de la personalidad
de José Manuel Caballero Bonald, de los hitos fundamentales en su
trayectoria, de sus opiniones sobre la literatura y sobre los autores
de su tiempo, además de ser un divertido relato de experiencias con
la ironía como ingrediente esencial. Se trata de una de las cimas de
su arte narrativo. Pero también ahora su autor nos desengaña ense-
guida de la esperanza de encontrar en ellas una autobiografía, por-
que no pretende reconstruir una linealidad de sucesos vividos, sino
seleccionar los que han permanecido en su memoria y reproducirlos
con tantas lagunas, inconexiones e incoherencias como suelen tener
nuestros recuerdos: «¿Qué crédito se les puede otorgar entonces a
estas difíciles evocaciones? No soy capaz de calcularlo, aunque la
verdad es que tampoco sería ya recomendable cambiar de tácticas
deductivas».11
16 M E M O R I A L D E D I S I D E N C I A S
No, en estas obras no hay una voluntad de reconstrucción fidedig-
na, e incluso esa vaguedad rememorativa es un rasgo plenamente
asumido por su autor. Su nombre, memorias, define a la perfección
su carácter, que comparte naturaleza con sus obras de ficción en la
medida en que la voluntad literaria es muy superior a una intención
notarial, que por otro lado tan alejada estaría de su forma de ser y
de entender el mundo. Este sentido es reforzado por el subtítulo La
novela de la memoria, que pasaría a ser el de su refundición. Meridia-
namente claro queda en los inicios del segundo volumen cuando
leemos:
Lo que ahora escribo en absoluto pretende parecerse a una autobiografía
–que es género desplazado de mis gustos– sino a un texto literario en el
que se consignen, por un azaroso método selectivo, una serie de hechos
provistos de su real o verosímil conexión con ciertos pasajes novelados
de mi historia personal.12
Caballero Bonald se refiere con frecuencia a ese carácter insegu-
ro de la fidelidad del recuerdo y alerta sobre la condición literaria del
texto y sobre la arbitrariedad selectiva de la memoria, de forma que
nadie puede llamarse a engaño: «El presente hace su propia selección
de los hechos vividos, o de sus referentes sentimentales, con lo que
se tiende a incurrir en una serie de desvíos, o de alteraciones deduc-
tivas, cuyo grado de verosimilitud apenas tiene otro sentido que el
suministrado por la propia credulidad».13 Confiesa haber prescindido
de cualquier comprobación documental o cronológica, dejando que
la memoria actuara como un proceso selectivo de conjeturas sobre
lo ocurrido en el que lo verosímil se impone a lo verídico en aras a la
eficacia narrativa. Y llegará a afirmar que hay zonas de su infancia y
de su adolescencia de las que no conserva recuerdos, por lo que tuvo
que inventarse un personaje «que se parece a mí, que podría ser yo,
pero del que tampoco estoy muy seguro que sea yo del todo».14
Este método constructivo, sin más soporte que los propios recuer-
dos, cuando los hay, sin consulta de datos o documentos que sin
embargo conserva en casa –y generosamente ha proporcionado para
esta biografía–, produce una serie de errores fácilmente comproba-
I N T R O D U C C I Ó N V I D A , M E M O R I A , R E C U E R D O Y F I C C I Ó N 17
bles, sobre todo en la sucesión de acontecimientos y en su datación.
Algunos de bulto y sólo achacables a la fragilidad de la memoria.
Baste un ejemplo. Afirma en un par de ocasiones que su estancia en
Bogotá como profesor de la Universidad Nacional de Colombia duró
tres años, entre principios de 1960 y finales de 1962, cuando en rea-
lidad su mujer, Pepa Ramis, y él estuvieron sólo dos, pues regresaron
en diciembre de 1961, y en 1962 les acontecieron episodios muy re-
levantes en Madrid.
En ningún caso se aprecia voluntad de tergiversación de los he-
chos, simplemente ocurre que Caballero Bonald no escribe la cróni-
ca de su vida, sino lo que en la memoria queda de ella, con todas las
servidumbres que la verdad cronológica debe rendir a esa «máscara
del pasado». El escritor reitera con frecuencia la advertencia de que
los hechos no deben ser tenidos por exactamente auténticos, pero tal
vez cuando más consciente sea de la distancia entre lo ocurrido y lo
recordado, o entre lo recordado por unos y por otros, sea a propósito
de la lectura de otras memorias, las de su amigo Carlos Barral, que
narran episodios vividos por ambos.
Tampoco es que me importe mucho constatar ahora la exactitud de to-
das estas evocaciones […] La certidumbre es a estos efectos un requisito
judicial, pero no es en absoluto una exigencia narrativa. Las erratas de
la memoria desfiguran inevitablemente el pasado. No producen recuer-
dos, sino sedimentos de recuerdos, que es lo que a mí más me interesa.
También Barral se equivoca a menudo […] confunde a veces y acaso a
sabiendas los datos, incurre en algún que otro error onomástico o crono-
lógico […] yo hago lo mismo y nada de eso me parece reprobable, porque
en última instancia lo que de veras importa es el hecho literario consu-
mado, es decir, la primacía poética de todas las memorias –ficticias y
verdaderas– posibles.15
Aún más explícito será cuando vuelva sobre el asunto en un re-
ciente homenaje a Barral. Entonces afirmará sin ambages: «Me gusta
reiterar que también las Memorias pueden ser, en no desdeñable me-
dida, un género de ficción»,16 lo que corrobora el riesgo de considerar-
las documento autobiográfico.
18 M E M O R I A L D E D I S I D E N C I A S
Llegados a este punto conviene aclarar que no parece que en la
selección de episodios vividos que recuerda Caballero Bonald haya
ocultación intencionada para evitar ángulos poco edificantes en la
trayectoria del protagonista o su condición moral, al menos en el
esquema de valores sociales establecido. No se ahorran hechos o
escenas incursas en lo que la mentalidad burguesa no dudaría en
encuadrar en la categoría «vida disipada»: gamberradas individuales
o colectivas, juergas nocturnas con abundante ingestión alcohólica,
frecuentación de prostíbulos, adulterio, etc., todo ello carente de
ejemplaridad social.
Tampoco oculta rasgos de su carácter poco acordes con el equili-
brio psicológico que solemos atribuir, por principio y sin necesario
fundamento, a una figura de la vida pública, como cierta hosquedad
derivada de su timidez y una capacidad de irritación muy elevada.
Relata sucesos en los que aflora un temperamento colérico y la iras-
cibilidad desemboca en un comportamiento incluso violento, como
las diversas peleas en ámbitos nocturnos: el prostíbulo de Cádiz, la
casa de Gabriel Celaya o el Jazz Club de Madrid, en distintas épocas
de su vida.
No, en todo caso los episodios borrados de la memoria de Caba-
llero Bonald tienen que ver más con su propia relación de valores
éticos. Sencillamente no cuenta, o lo hace de manera muy superfi-
cial, lo que él piensa que carece de importancia real. Por ejemplo los
aspectos referidos a lo que Francisco Umbral denominó burocracia
literaria generada por el régimen: premios literarios, revistas, etc.
Una vida literaria en la que sin embargo participó activamente en la
década de los cincuenta, y que no puede obviarse en una biografía,
porque es también relevante para la contextualización de su forma-
ción como escritor. La timidez de su carácter se evidencia al rehuir
referirse a la recepción de su obra por la crítica, y sólo muy de pasa-
da, o para explicar algunos episodios, menciona honores, traduccio-
nes de sus obras a otras lenguas, tesis doctorales, etc.
¿Debe deducirse de todo lo anterior que la información biográfica
contenida en sus obras literarias carece de fiabilidad? En absoluto,
antes bien es una fuente de primer orden para conocer su vida, pero
debe ser considerada con la presunción de inexactitud y la sospecha
I N T R O D U C C I Ó N V I D A , M E M O R I A , R E C U E R D O Y F I C C I Ó N 19
de contaminación con la ficción con que él mismo la presenta, por lo
que ha de ser contrastada con otras fuentes documentales verifica-
bles, históricas, administrativas, memorialisticas e incluso periodís-
ticas. Por otra parte, sus memorias terminan en noviembre de 1975,
a la muerte del dictador.
Desde entonces han pasado casi cuatro décadas en las que José Ma-
nuel Caballero Bonald ha escrito notablemente más obras literarias
que hasta entonces y se ha convertido en un referente cívico como
figura paradigmática de la vida democrática española. Parece más que
necesaria su biografía, elaborada sin obviar su testimonio personal,
pero contando con otras perspectivas posibles y con la mayor docu-
mentación disponible. Una biografía que ofrezca el relato coherente y
global de su experiencia vital y de su actividad como creador.
No es esta una semblanza que quiera limitarse a trazar los rasgos
más relevantes de su personalidad o los momentos más significativos
de su etopeya, sino que pretende ser una biografía y, por tanto, dar
cuenta de los hechos de su vida en toda su extensión. Todas las acti-
vidades consignadas tiene su correspondiente correlato documental
periodístico, aunque en aras de la fluidez del relato se omite su por-
menorizada anotación a pie de página, que resultaría muy farragosa.
Tampoco resulta posible en los límites razonables de una obra
de esta naturaleza abordar un estudio analítico, ni siquiera somero,
de su obra literaria, que de hecho viene siendo realizado parcela-
damente por diversas tesis doctorales. Pero sin su obra literaria la
vida del escritor quedaría seriamente amputada. Esta pretende ser
una aproximación ecuánime a su trayectoria personal y literaria
que, soslayando afectos y devociones personales, ofrezca al lector
un relato veraz del devenir de su figura en el escenario histórico
de la España del siglo XX e inicios del XXI y el retrato plausible de
una personalidad tan singular como la suya. No es mal paradigma
la honradez y el compromiso íntimo con la verdad con que el propio
Caballero Bonald desvela en sus memorias las imágenes menos favo-
recedoras de sus recuerdos.
Contamos para realizar esta tarea ante todo con la generosa cola-
boración de su protagonista y de su esposa, Josefa Ramis, a quienes
tanto agradezco su imprescindible ayuda. También deseo mostrar
20 M E M O R I A L D E D I S I D E N C I A S
mi reconocimiento a la Fundación Caballero Bonald de Jerez de la
Frontera, a su exgerente Fernando Domínguez y al resto del per-
sonal: Josefa Parra, Eva Sánchez Bautista, Carmen Ferrer Atienza,
Ricardo Rodríguez Gómez y Gabriel Ortega Roncero. Sin su ayuda
esta investigación no hubiera podido llegar a término.
Hemos disfrutado también de la eficacia y la profesionalidad de los
responsables y técnicos del Archivo Histórico Nacional, del Archivo
General Militar de Segovia, del Archivo del Museo Naval de Madrid,
del Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, del
Archivo Histórico Provincial de Cádiz, del Archivo Municipal y de la
Biblioteca Central de Jerez de la Frontera, del Centro Documental de
la Memoria Histórica de Salamanca, del Centro Generación del 27 de
la Diputación de Málaga, del Archivo del Instituto Internacional de
Madrid y de la complicidad de Severiano Hernández Vicente, Subdi-
rector General de los Archivos Españoles, del Ministerio de Educa-
ción y Cultura. Quede constancia de nuestra gratitud más profunda
a todos ellos.
Málaga, enero de 2014
top related