publicación coza

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Publicación de COZA realizada en el marco de la exposición de COVER y PiaF en el Club Cultural Matienzo. Abril-Mayo 2014 Buenos Aires

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En el centro de COZA hay un vacío. ¿Cómo puede haber un

centro en un equipo de trabajo compuesto por dos personas?

El vacío no es el espacio, la distancia o cercanía entre esas

dos personas; el vacío es otra clase de distancia: la de algo

que ya no existe y cuya ausencia se puede lamentar o no.

No lamentamos nada. Y eso que ya no existe es la cultura en

la que crecimos, lo que quedaba de la cultura occidental.

Quizá de ahí, de ese vacío que no lamentamos, que es un

espacio más a explorar, provenga el nombre del equipo,

COZA, el principio de dos apellidos, que en su pronunciación

americana queda en el cuasi-genérico “cosa”.

COZA se dedica a estudiar, prolongar, explorar y habitar los

vacíos y vaciamientos de sentido en la vida contemporánea.

Ese vacío que está en su centro no es exclusivo de COZA,

sino que está ahí, es de todos. Afortunadamente.

Y es que, por una suerte de suerte histórica, tecnológica,

cultural, vamos como sociedad en otra dirección.

Cada vez que ocurre un giro de este tipo, mucha gente se

suma a él con entusiasmo, mucha gente se queda atrás y

con ellos queda su cultura, para el olvido. O para la nostalgia.

Sin embargo, COZA no opera en la nostalgia, aunque sí tal vez en una cierta melancolía, que no es lo mismo. No lo sabemos muy bien, pero sospechamos que se trata de la melancolía de los espacios abiertos, incluso de las ciudades como lugares abiertos. Recorrer, explorar, habitar esos espacios es nuestra misión como equipo de trabajo.

Los psicoanalistas hablan de un nuevo real. Y sí, nosotros también. Un nuevo real en formación y no deja de fascinarnos el cómo y el por qué de la incorporación en él de viejos elementos de la cultura y de la vida, muchas veces en ruinas, otras como una extraña novedad llegada del pasado.

El Ministerio de Cultura Paralela se compone de decenas, cientos, ¿miles?, de sub-instituciones modulares, la mayoría en desuso pero siempre listas para entrar en acción. El MPC es un nuevo tipo de institución. Es modular, de ahí las sub-instituciones, que funcionan como plug-ins, según las necesidades de la institución matriz.

En lugar de crear una superestructura monolítica e inamovible, o sumamente lenta al responder a necesidades y deseos que la realidad va produciendo, hemos creado una máquina desmontable y transportable que puede responder a ellas con suma rapidez.

¿Hace falta algo que tenga que ver con la música? Ahí tenemos un plug-in: SeSoS: Secretaría de lo Social Sonoro. ¿Hace falta insertar una obra en una muestra en la que dicha obra no tenía cabida? ¿No hay una sub-institución para eso? ¡La creamos! El personal es siempre el mismo, quizá con algunos que se suman o se restan, y el presupuesto es siempre el mismo.

De tal manera, no hay intereses burocráticos o estilísticos que valgan. La movilidad y la rapidez son el signo del MPC. Nadie mantiene una sub-institución para conservar su empleo; nadie defiende una idea más allá de la contingencia que la puso en marcha; la estabilidad, máximo valor de los dos últimos siglos, no tiene consideración en el MPC.

Lista de instituciones/plug-ins del MPC

SeSoS: Secretaría de lo Social SonoroProPe: Propaganda y PensamientoBiPA: Biblioteca Popular AmbulanteRaCMo: Radio Comunitaria MóvilJaBoN: Jardín Botánico NuméricoNOLEA: Nueva Oficina de Logística y Equipamiento AmbulanteTVM: Taller-Vivienda MóvilEsE: Estación EléctricaAPPI: Aparato de Producción Poética IncesanteSudAA: Subsecretaría de Artes AburridasInPyDE: Instituto para las Paralelizaciones y DesterritorializacionesCoGeS: Coordinación General de SeduccionesOTAM: Oficina de Topografías y Arquitecturas MóvilesSuFRII: Subsecretaría de Futurización y Reificación de Ídolos Irreconocibles

Por último, hasta el MPC, puede hacer girar sus siglas hacia, por ejemplo, MCP, que se puede referir a Micro Ciudades Provisorias o a Manifestaciones y Curadurías Parasitarias. Lo que cuenta es la movilidad, pero sobre todo, la rapidez: poder llevar a cabo una intervención artística dejando atrás lo que pesa, cargando sólo lo esencial.

Lo que sigue son algunas de las anotaciones que tomé en mi

cuaderno durante la destrucción y construcción del piano fantasma.

En corchetes, aparecen notas posteriores, surgidas cuando migraba

las notas del papel a la pantalla.

El fin de la cultura burguesa. [Por cultura burguesa me refiero a la

cultura de la clase media y media alta mercantil e industrial que huyó

de sí misma en los años 1970 y 80 hacia el neoliberalismo de los 90,

que terminó de destruirla; es una cultura que se autodestruyó, y

nosotros somos sus herederos… o los que seguimos adelante

después de ese particular Fin del Mundo.]

Ya no sabemos tocar el piano, al menos con todas las implicaciones

que tendría tocar el instrumento musical/social de la burguesía del

19. Santo y seña de las señoritas bien trabajadas y bien terminadas,

y de las que querían serlo también [artesanía social; luego vendría la

ingeniería social], el piano era lo que las hijas de buena familia

debían aprender a tocar. El piano es un instrumento de percusión

que armoniza. Como el sexo.

Pero nosotros ya casi no sabemos lo que es un piano.

Entendemos [como de lejos] que se trata de un instrumento musical

(…) pero ¿cómo lo hacemos sonar? ¿Qué sonidos—probablemente

ya a-musicales—podemos llegar a extraer de él? ¿Qué data mining

podemos poner en práctica aquí, en este emplazamiento casi

arqueológico?

Digo “a-musicales” porque la música post-burguesa necesariamente

será otra cosa [ya lo es], una post-música.

[O una música post-occidental, para quienes prefieran la geopolítica

de la expresión humana.] Y esta post-música resultará ser [para los

nostálgicos del mundoperdido, Occidente y su burguesía

autodestruida] algo siempre más tonto, menos diestro, menos

erudito, menos culto [lo culto

siendo siempre lo perteneciente a la Cultura, esa Cultura siendo

siempre la burguesa].

¿Cómo, entonces, conectar nuestros cuerpos y cerebros a esta

máquina? ¿Y cuando produzcamos algún sonido—y no sólo

ruido—o incluso ruido—qué hacemos con él, con ella? Y el sonido

que lleguemos a producir aquí, ¿será sólo información suelta,

caótica, ruido, o será [“será” es “se irá” dicho muy rápido], nos irá,

autoorganizando en algo más, en algún sentido?

Roger Colom

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