sobre el poder en romano guardini
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EL PODER
Monografía presentada como trabajo final para obtener la Licenciatura en Filosofía
ante la cátedra de Filosofía Política de la Escuela de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba,
por Juan Gabriel Ravasi.Córdoba, Febrero de l988.
INTRODUCCION
En las páginas siguientes nos proponemos, a partir de algunos
textos1 de Romano Guardini, realizar un trabajo monográfico sobre el
tema del poder en este pensador.
Toda la labor guardiniana, llevada a cabo por más de medio
siglo a partir de la Primera Guerra Mundial, estuvo signada por una
preocupación central: "desarrollar una cosmovisión cristiana de la
existencia".2
Por ende, también el tema que nosotros hemos escogido fue
tratado por Guardini desde esta perspectiva, y como él claramente
expresa, no con la intensión de hacer un tratado al respecto, sino
como intento de orientación en la situación compleja y fluyente de
nuestro tiempo.3
"Para la época futura lo importante no es ya, en último término,
el aumento de poder, sino su dominio. El hombre tendrá que elegir
entre ser en cuanto hombre tan fuerte como lo es su poder en cuanto
poder, o entregarse a él y sucumbir".4
En las líneas precedentes encontramos expresado en breves
palabras el panorama desde el cual nos compete abordar el tema; las
1 El poder, Preocupación por el hombre, El fin de los tiempos modernos, Libertad Gracia y
Destino 2 Alfonso López Quintás, Romano Guardini y la dialéctica de lo viviente, p. 94, pp. 8. 3 Cf. El fin de los tiempos modernos, Prefacio y El Poder, p. 11. 4 El Poder, p. 11.
consideraciones que se realizan van dirigidas al núcleo vital de la
situación, al hombre concreto, a la persona, a cada persona que le
escucha. Cuando Guardini habla lo hace desde la totalidad de su ser,
entregado con pasión de labrador al encuentro con la realidad que
ausculta, y las reflexiones que surgen van dirigidas, o mejor, apelan a
la totalidad del ser de quien entra en comunicación con lo
aconteciente. Sale a un encuentro en comunión con la totalidad y en
cumún-unión con cada uno de los presentes.
En este trabajo queremos presentar las líneas fundamentales de
la concepción guardiniana del poder y algunos aportes de nuestro
autor a la dimensión política de la existencia. Para ello hemos
estructurado la monografía en tres capítulos que respectivamente se
refieren: al poder, a la situación actual generada por el creciente
desarrollo de la capacidad de dominio en el hombre, y al imperativo
de nuestra época: gobernar el poder.
EL PODER
1.- LA ESENCIA DEL PODER
El hombre, por lo que él es, no se encuentra en una relación de
inmediantez con la naturaleza, al modo de los animales cuyos
movimientos vitales siempre quedan comprendidos dentro de los
límites de la armonía natural. Por el contrario, en el caso del hombre
la vida puede ordenarse o no ordenarse de acuerdo a la naturaleza .
De algún modo el hombre no encuentra su lugar dentro de la
ordenación de la naturaleza, sino que tiene que hacérselo. Y este
"construirse" su lugar en el mundo, que no es ni más ni menos que
construir el mundo, que no es ni más ni menos que hacer que su
morada sea mundo y que el mundo sea su morada, le es esencial
para la vida a tal punto que se llama hombre por esto; y se llama
cultura a la ordenación resultante. "La entera existencia humana está
atravesada por un movimiento desde lo natural hacia la cultura."5
Este movimiento, cuyos avatares constituyen la historia tanto
en su dimensión personal como en la de la humanidad entera es el
5 Preocupación por el hombre, p. 26.
proceso de creación de la cultura, y tiene en su raíz dos momentos
que se condicionan recíprocamente:
"El primero es aquel acto en el que el hombre se sale
del conjunto de la naturaleza y toma distancia respecto a lo dado
naturalmente. . . . esto verifica el hecho de que el hombre no se agota
en la naturaleza, sino que está en ella y fuera de ella a la vez. Su
lugar ontológico es la frontera de la naturaleza. Esta situación
limítrofe la verifica el hombre en el acto cultural, y en éste adquiere
libertad para una conducta que no es posible al animal. Su requisito
previo se llama espíritu."
"El segundo momento es ese acto en que el hombre va
hacia la naturaleza y la capta, No anula esa separación previa, sino
que sólo es posible a partir de ella, . . . este segundo momento
presupone aquel distanciamiento previo . . . "6
Esa captación de la naturaleza hace que el hombre pueda
disponer de la energías naturales, le da poder; y aquí tenemos en
orden al concepto de poder una primera distinción. Hablamos de
energías como algo natural, inserto en el concierto de la naturaleza,
como tendencia, capacidad u operaciones que devienen en efectos
sin que medie iniciativa o voluntad alguna, en el sentido de un querer
humano, ya que el ordenamiento de la naturaleza obedece en última
instancia a una voluntad, pero esa voluntad es Dios. "En cambio la
energía se convierte en poder tan sólo cuando hay una conciencia
que la conoce, cuando hay una capacidad de decisión que dispone de
ella y la dirige a unos fines precisos."7
6 Preacupación por el hombre, p. 27. 7 EL Poder, p. 13.
Cuando se habla de poder respecto de energías naturales, se está
hablando desde una perspectiva religiosa, más propiamente es una
formulación mítica originada en una comprensión religiosa muy
primitiva de los fenómenos naturales. También suele mentarse el
poder respecto de las normas morales, pero esto es una
equivocación ya que las normas morales tienen validez, no poder:
"una idea no tiene poder, . . . sino validez. El poder es la facultad de
mover la realidad, y la idea no es capaz por si misma de tal cosa."8
Para hablar de poder en sentido verdadero se requieren dos
elementos: "Energías reales que puedan cambiar la realidad de las
cosas, determinar sus estados y sus reciprocas relaciones, y una
conciencia que esté dentro de tales energías: una voluntad que les de
unos fines, una facultad que ponga en movimiento las fuerzas en
dirección a estos fines."9
Más ¿qué es esto capaz de disponer desde si, sobre si y sobre la
realidad?. El espíritu. Sólo "el espíritu puede desligarse de los
vínculos directos de la naturaleza y disponer sobre ésta."10
Vemos así que el poder es un fenómeno específicamente
humano, y el sentido que el poder tenga proviene del hombre que
dispone de él. El poder es algo de lo cual se puede disponer, y la
iniciativa que lo ejerce es la que le dota de sentido.
Sentido y valor afectan a un poder en tanto éste está sustentado
en una instancia humana que es responsable de él, "no existe un
poder humano del que nadie sea responsable". "El efecto del poder es
siempre una acción -o al menos, un dejar hacer- hallándose, en 8 El Poder, p. 14.9 Ibid ps. 14 - 15. 10 Idem.
cuanto tal bajo la responsabilidad de una instancia humana, y esto
ocurre así aún en el caso de que el hombre que ejerce el poder no
quiera la responsabilidad."11
El anonimato del poder es una perversión que produce efectos
destructores. Por sí mismo el poder no es bueno ni malo, es
simplemente posibilidad para obrar y el carácter que tenga ese obrar
sólo le viene por el ejercicio de la libertad que lo rige.12
Y cuando no es la libertad "la que le da un destino, es decir,
cuando el hombre no quiere algo y deja librada la capacidad por él
engendrada a su propio devenir, o bien no ocurre nada o surge el
caos. Este peligro crece al aumentar el poder."13
Toda actividad humana implica de un modo u otro el poder.
"Toda acción, toda creación, toda posesión y todo goce producen
inmediatamente el sentimiento de tener poder."14
El poder como capacidad del hombre para manejar la situación y
transformar la realidad, es algo presente en toda su existencia, desde
el hecho en el que se funda su experiencia y conocimiento, pasando
por todas las invenciones, y aún en las situaciones humanas que
aparecen en contradicción con el poder -como el sufrimiento, la
privación o la inferioridad, etc.- la conciencia del poder está implicada.
Así, pues, la conciencia del poder tiene un carácter universal,
ontológico; es expresión inmediata de la existencia.
11 El Poder, p. 14.
12 Cf. El Poder, p. 18 y Preocupación por el hombre, ps. 29 y 30.
13 El Poder, p. 19.
14.-Ibid p. 22.
2.- EL CONCEPTO TEOLOGICO DEL PODER
Hemos dicho que el poder es algo inherente al hombre, algo
esencialmente humano en todas las implicancias de esta esencialidad.
Ahora trataremos de mostrar de dónde le proviene en último término
esta ordenación fundamental de su existencia. El carácter profundo
de lo que es el poder puede quedar iluminado desde la consideración
de lo que la Revelación nos dice sobre él.
En el relato del Génesis se nos dice que el hombre es creado por
Dios, en principio como el resto de la creación, pero a diferencia de la
naturaleza el hombre surge de un llamado y no de un mandato divino,
es imagen y semejanza del Creador y es creado como señor de la
creación para que domine sobre toda ella.
El ser creado implica "ciertamente que el hombre está inserto en
el conjunto de la naturaleza, pero al mismo tiempo está en una
relación directa con Dios, y puede desde ella enfrentarse a la
naturaleza. Puede -y debe- dominarla. . . para hacer de la tierra la
morada de la raza humana."15
La capacidad de dominar que le viene de ser imagen y
semejanza de Dios no sólo constituye una posibilidad y un derecho,
sino que también es una obligación, raíz y alimento de la libertad
personal. El hombre está ordenado hacia el ejercicio de esta
capacidad de dominio no sólo en el sentido de ejercer su mayorazgo
sobre la naturaleza, sino y fundamentalmente, en ejercerlo sobre sí
mismo. "El hombre no puede ser hombre y además ejercer o dejar de
15 El Poder, p. 26.
ejercer el poder, le es esencial el hacer uso de él. El creador de su
existencia le ha destinado a ello."16
Este poder de dominar del que el hombre dispone no le viene
desde sí mismo, no lo tiene por derecho propio. "El hombre es señor
por la gracia de Dios, por participación, y por ello debe ejercer su
dominio respondiendo ante Aquel que es Señor por su propia esencia.
El dominio se convierte de este modo en obediencia, en servicio."17
Aquí aparece algo fundamental. El hombre no puede dominar de
manera despótica desde su voluntad autónoma, sino que debe
configurar su dominio a partir de la ordenación fundamental de la
creación. Debe poseerla, configurarla y transformarla en base a su
conocimiento en tanto éste le posibilita captar lo que las cosas son en
sí mismas. "El hombre tiene la tarea de desarrollar en el ámbito de la
libertad finita, en la forma de historia y de cultura, lo que Dios con su
libertad absoluta ha creado como naturaleza."18
Los textos bíblicos nos relatan todavía dos momentos más, de
gran importancia para comprender los derroteros que toma la
ordenación hacia el dominio y el poder en la existencia humana. El
primero de ellos, la caída, la traición o el intento por parte del
hombre de prescindir de Dios. El hombre hizo lugar a la duda a la
que era inducido por el tentador y cuando efectivamente la tentación
se presentó, sucumbió su ánimo ante la aparente posibilidad de
erigirse en señor por derecho propio.
16 Ibid p. 27. 17 El Poder, p. 28.18 Ibid p. 29
"Con todo, antes como después, el hombre posee el poder y la
posibilidad de dominar. Pero el orden dentro del cual tenía su sentido
el poder, porque era servicio y estaba garantizado por la
responsabilidad del auténtico Señor, ha sido trastocado."19
El otro momento fundamental para comprender el carácter que
tiene el poder en la existencia del hombre, o más propiamente, para
comprender el carácter del poder en la existencia del hombre
cristianamente entendida, lo constituye la Redención.
"Los sabios de todas las grandes culturas han conocido el
peligro del poder y han hablado de su sometimiento. Su enseñanza
más alta es la moderación y la justicia. El poder induce al orgullo y al
desprecio del derecho. Al hombre violento se contrapone, pues, el que
guarda la moderación, respeta a los dioses y a los hombres y
mantiene el derecho. Pero nada de esto es todavía la Redención."20
El carácter decisivo que nos revela la redención es la humildad,
puesta de manifiesto en toda su profundidad en el inaudito hecho de
que el Soberano Absoluto tomó la condición humana. "Así, en el
sentido cristiano la humildad es una virtud de fuerza, no de debilidad.
En su sentido originario, humilde es el fuerte, el magnánimo, el
audaz."21
Humildad es la virtud del que disponiendo de la máxima
capacidad de dominio, del máximo poder, se anonada para tomar la
figura del siervo.
La Redención significa recreación, nuevo comienzo restablecido
por Dios, que nada quita al hombre sino mas bien da la posibilidad al
19 Ibid p. 33.20 El Poder. p. 36.21 O. cit. p. 37.
hombre de rehacer su relación con el Creador y con la creación toda.
"Pero, en qué medida se realice, es asunto de cada individuo y de
cada época. La historia comienza de nuevo con cada hombre, y en
cada hombre con cada hora."22
3.- EL DESARROLLO Y LA PROBLEMATICA DEL PODER
Por el mismo hecho de no estar el hombre determinado por una
forma esencial que se impone, y le lleve a actuar instintivamente al
modo animal, sino que es un ser dotado de libertad, originariamente
se halla a merced de todos los peligros e inclemencias entre los cuales
surge a la vida y se encuentra viviendo. Aquello que precisamente
constituye su posibilidad de existir en libertad, al comienzo le
representa un obstáculo.
Ante la adversidad del medio el hombre utiliza en primer lugar
su experiencia, es decir su memoria y su capacidad de comprender
relaciones. A ello aplica luego su ingenio proyectando nuevas
relaciones que le llevan a lograr formas más elaboradas de proceder,
valiéndose de instrumentos que potencian su capacidad de obrar,
Experiencia y técnica posibilitan al hombre apoderarse de la
naturaleza y dominarla. Y éste es un proceso de desarrollo progresivo
y potenciador.23
22 Ibid, p. 42.23 Cf. Preocupación por el hombre, p. 55.
Este proceso, aquí simple y escuetamente mencionado, tiene
una serie de características, algunas de las cuales vamos a
considerar a continuación.
Ante todo, todo lo que el hombre hace implica, no sólo una
modificación en la realidad externa a él, sino también un cambio en su
realidad interior. "El hombre no puede ejercer acción alguna sin
experimentar él mismo una acción recíproca."24
Por ejemplo, en el proceso del conocimiento, el hombre no sólo
conoce aquello que es su objeto de conocimiento, sino que en el
proceso él mismo se va conociendo, él mismo va edificando su propia
imagen, su propia manera de ser y de ver el mundo y por ende de ser
y verse en el mundo. El hacer humano, si es tal, es un hacerse
humano. El hombre en su integridad está siempre profundamente
involucrado en todo lo que hace y aún en lo que deja de hacer.
En segundo lugar y como lo hemos mencionado anteriormente,
en este adquirir poder sobre la naturaleza hay dos momentos: el
distanciamiento y luego la apropiación, frutos ambos de su condición
espiritual.. El juego equilibrado de estos dos momentos se da
originariamente entre otros factores a raíz de que el hombre se
mueve en un ámbito determinado por la comprensión religiosa de la
realidad, capta la realidad en todo su contenido simbólico, no maneja
o es manejado por energías naturales sino que toda la realidad tiene
un carácter mistérico, el hombre se siente en relación directa con los
dioses, ya favorables, ya adversos. Por otro lado, desde sus orígenes
hasta la aparición de la máquina automática el hombre podía percibir
comprensiva y directamente los efectos de su obra, estaba en
24 O. cit. p. 58.
contacto directo con ella y podía evaluar con certeza las implicancias
y consecuencias de su proceder.25
Estas condiciones, entre otras, hacen que el obrar humano esté
resguardado dentro de las estructuras de la naturaleza, aún aquellas
acciones desordenadas o desordenadoras, quedan por sus
dimensiones dentro de los límites de la naturaleza. Según esto
podemos caracterizar un período, que si bien puede parecer
prolongado en el tiempo, tiene cierta unidad básica en el modo de
disponer del poder. "Esta evolución se extiende, con cierta
regularidad, desde las primeras épocas prehistóricas hasta el
comienzo de la Edad moderna."26
Hoy, evidentemente ya no es ésta la situación. ¿Qué
característica tiene el dominio y manejo de la naturaleza en la
actualidad y cuál es el origen de la nueva actitud?
Para responder estas dos cuestiones hemos de volver la mirada
hacia la época que nos precede inmediatamente, durante la cual una
serie de transformaciones generaron las bases de la actual situación,
a los efectos de sacar a luz las notas fundamentales que caracterizan
a la Edad Moderna de la cual somos directos herederos. Para ello
expondremos tres conceptos que nuestro autor considera esenciales
para comprender los cimientos de la época contemporánea.
En primer lugar tenemos el concepto de naturaleza. Naturaleza
ya no significa la totalidad de las cosas en su orden y unidad, como
obra de Dios, sino que, "este concepto abarca lo inmediato dado, la
totalidad de las cosas antes de que el hombre las maneje, el conjunto
25 Cf. El Poder ps. 45 - 50.26 O. cit. p. 49.
de energías y de sustancias, de esencias y leyes. Este conjunto se
manifiesta como la condición previa de toda existencia y como tarea
de conocimiento y acción. . . . Naturaleza significa además la norma
obligatoria de todo conocimiento y toda acción, de lo justo, sano y
perfecto, precisamente lo natural. De ello surgen los criterios de la
existencia válida, del hombre natural, de la sociedad, del estado, de
la educación, etc."27 La naturaleza no es solamente lo dado, sino que
también es un parámetro, "expresa un valor último que no es posible
sobrepasar. Se considera definitivo todo lo que puede decirse de él.
Ello no significa que la naturaleza como tal pueda comprenderse,
tiene más bien el carácter misterioso de causa original y de fin último.
Es la naturaleza-dios."28 Y el hombre es parte de esa naturaleza, de
la que se diferencia al adquirir conciencia, lo que da pie al
surgimiento del segundo concepto.
El segundo concepto clave para la interpretación de la
modernidad es el concepto de subjetividad. "La subjetividad se
manifiesta ante todo como personalidad, como una forma humana
que se desarrolla según sus disposiciones y sus iniciativas propias. Lo
mismo que la naturaleza la personalidad es un elemento primario que
no se pone en tela de juicio. Especialmente la gran personalidad debe
ser comprendida partiendo de si misma y debe justificar sus actos por
su propio temperamento. Las normas éticas parecen relativas ante la
gran personalidad. Es en el hombre extraordinario donde se descubre
la medida que debe aplicarse al ser humano en general; de manera
que la ética del bien y de lo verdadero objetivo ceden lugar a la ética
27 El fin de los tiempos modernos, p. 38.28 El fin de los tiempos modernos, ps. 38 - 39.
de la autenticidad y de la sinceridad. . . . Lo que puede deducirse de
la personalidad, o sea del sujeto, está definitivamente
comprendido. . ."29
El tercer término peculiarmente concebido en los tiempos
modernos es el de cultura. El mundo deja de ser creación y pasa a ser
naturaleza, el hombre ya no tiene a quien referirse como norma
absoluta sino que, a través de la figura del genio, se ha erigido en su
propia medida; luego, la tarea humana ya no puede ser servicio, sino
creación.
Cultura es el resultado de la voluntad autónoma del hombre que
se propone construir su existencia como obra propia. "El nacimiento
de este concepto coincide con el de los fundamentos de la ciencia de
los tiempos modernos. De aquí nace la técnica, ese conjunto de
procedimientos mediante los cuales el hombre consigue llegar a sus
fines a voluntad. La ciencia, la política, la economía, el arte, la
pedagogía, se liberan de los lazos de la fe; pero al propio tiempo
también de una ética que tiene obligatoriedad universal; y así se
confiere una estructura autónoma, partiendo de su propia
naturaleza."30
En el juego de estos conceptos se encuentran las condiciones a
partir de las cuales el conocimiento científico, el desarrollo técnico y
su aplicación tecnológica, han posibilitado el surgimiento de la
situación actual, en la que el hombre ha logrado un poder sobre la
naturaleza y sobre sus semejantes, de alcances incalculables.
29 O. cit. p. 42.30 El fin de los tiempos modernos, p. 44, Cf. también R Guardini, Mundo y Persona, ps. 25 - 35
Estas marcha en el dominio de la naturaleza, significa un
progreso humano, en la medida que "el hombre pueda elaborar
personalmente la materia del mundo de la cual tomó posesión. Es
decir, mientras la salud de su cuerpo, la capacidad de experiencia de
su espíritu y la nobleza moral de su persona son elevadas por la
acción recíproca que regresa hacia él, desde aquello que él ha
dominado."31
Actualmente, la realidad no es ésta, y ello, por varias razones.
Entre ellas, en primer lugar, y como la historia nos alecciona, el poder
excesivo pierde al hombre sumiéndolo en una situación en la que ya
no reconoce ninguna ordenación de valores con que orientar su
acción.
Además, lo que era el soporte de las culturas anteriores, la
obra hecha a mano, ha desaparecido, y con ella y como fruto de los
procesos de producción en serie y la creciente automatización de los
procesos de producción, la cultura se torna cada vez más ajena, a tal
punto que el hombre mismo que debiera ser su artífice, se siente un
producto cultural.
Por otro lado, no existiendo una instancia última de orden
superior al hombre, en que se funde lo moral, ¿quién asegura la
ordenación de la vida? Aquí es donde surge con particular relieve la
figura del Estado, la organización; pero éstas formas no pueden
subsistir pues están minadas por su base, ya que no hay garantía
alguna del uso del poder que una persona haga, si éste simplemente
está fundado en ella. Y aunque lo estuviera en una mayoría numérica
como en el caso de la democracia ¿cómo determinar lo que constituye
31 Preocupación por el hombre, p. 60.
el bien común? Si acaso pensamos, que la opinión pública, como se
le llama a los resultados de ciertas clase de sondeos estadísticos de
masas, está manejada por los medios masivos de información que
por lo general son digitados por quienes de una forma u otra tienen
intereses casi siempre comprometidos con un tipo de poder
partidario, la conclusión es bastante cruel, la tarea que nuestro
tiempo reclama es inmensa.
Retornando al tema ¿qué decide que un hombre que dispone del
poder lo aplique en un sentido u otro?
"El hombre mismo. Y la única garantía está en que reconozca
normas éticas que estén más allá del instinto de poder, más allá del
Estado, más allá de la nación y siempre, en todas las situaciones y
circunstancias por más apremiantes que estas sean."32 Decimos
reconocer normas éticas en el sentido de saber regir en base a ellas
las acciones que su función y su tiempo demandan, y no sólo echar
mano a ellas para polemizar o pronunciar las encendidas arengas
pseudopolíticas que como masas "degustamos" periódicamente aún
dentro de las salas de clases.
Se suma a esto, que en el juego del poder autonomizado
respecto a las necesidades del pueblo gobernado, el moralmente más
perjudicado es quien detenta tal poder; el dominador es el primer
dominado, es el primer despersonalizado.
32 Preocupación por el hombre, p. 63.
LA SITUACION ACTUAL
Hemos planteado en el capítulo anterior el concepto y la
fundamentación del poder, como así también el desarrollo y la
problemática implicada en la capacidad de dominio del hombre,
seguidamente trataremos de presentar la situación actual en la que el
hombre se encuentra desde la perspectiva del poder.
Citamos páginas atrás el hecho de que toda actividad humana
afecta al hombre. Y el hombre es afectado por lo que hace en su
totalidad, tanto individual como en conjunto, es decir como
humanidad en su unidad témporo-espacial y en su unidad específica.
Aunque el hombre no quiera actuar como unidad, ya por
inconsciencia, ya porque pretenda desconocer el universo dentro del
cual está actuando y pierda o rompa de ese modo la armonía en la
que la unidad adquiere y manifiesta su auténtica manera de ser
comunidad o sociedad -como quiera llamarse-, todo lo que hace le
afecta y afecta a sus semejante y por ende afecta al mundo.
Si se nos permite la expresión, el mundo se ha tornado una casa
pequeña en la que no hay lugar para displicentes; aún cuando algún
lunático con delirios militaristas y siderales se atreva a afirmar
públicamente desde una de las capitales del mundo, que el siglo XXI
encontrará tres civilizaciones en el universo; La Tierra, es nuestro
mundo y lo estamos convirtiendo en una gran cloaca en cuyo
remolino de desagote -si el momento llega- iremos a parar todos, aún
los que estén en la Luna. La unidad de nuestro pequeño globo es
inneglable, la mínima presión en cualquiera de sus puntos afecta a la
totalidad y a una velocidad y con un patetismo desconocidos pocas
décadas atrás.
La humanidad entera se mueve entorno a cada evento. La
cultura se ha tornado algo universal por su extensión, se han
planetarizado todas sus cuestiones. Todos los aspectos de la vida
sobre la tierra, desde las guerras de las galaxias, pasando por los
cada día más numerosos conocimiento científicos hasta las cuestiones
más superficiales y pasatistas circulan -si el poder imperante lo
permite- por todas las pantallas y parlantes del mundo en cuestión de
segundos.
La ordenación política, máxima expresión de la vida cultural en
su conjunto y unidad, y por lo tanto instancia de la que depende el
manejo del poder, adquiere una importancia capital y crucial para el
futuro inmediato de la humanidad.
Podemos afirmar que hasta la Primera Guerra Mundial había
espacios físicos en la geografía terráquea donde existían diferentes
culturas casi sin contacto o influencias recíprocas, y aún había lugares
donde la existencia podía ser modelada en forma independiente del
resto de la cultura. Hoy, sobre todo a partir del fin de la Segunda
Guerra Mundial, querer escapar de la cultura es imposible. Y querer
escapar al compromiso que cada uno tiene en esta situación de
destino común en la que cada hombre está involucrado es una
irresponsabilidad mayor, y quizá más propiamente una patología
derivada de la situación de embretamiento en la que el anónimo
hombre contemporáneo se encuentra libremente sumergido .33
Si es posible caracterizar al hombre medieval como a un hombre
que vivió en un mundo ordenado a partir de la revelación cristiana y
al hombre moderno como al hombre que intento ordenar la existencia
y el mundo desde la naturaleza y el sujeto, a pesar de cuyas
diferencias podemos afirmar que el hombre era tenido en cuenta, hoy
la situación es la contraria, opuesta al sujeto, el hombre
contemporáneo es el hombre de las masas.34
"A la disolución de la creación orgánica corresponde otra clase
de disolución: la de las estructuras humanas de la vida. La familia
pierde significación articuladora y ordenadora. El municipio, la ciudad
y el estado se sustentan cada vez menos en las familias, los linajes,
los grupos de trabajo, las corporaciones, etc. Los hombres aparecen
cada vez más como una pluralidad informe en sí misma que es
organizada con vista a un fin . . . El hombre vivo retrocede, el
aparato administrativo gana terreno."35
La voluntad de poder ha alcanzado un punto crítico y sus efectos
crecen a la velocidad de la tecnotrónica, y con móbiles económicos la
unificación del poder va engendrando una situación a todas luces
violenta para la gran mayoría de los habitantes del globo, otra
33 Cf. Libertad, Gracia y Destino, p. 24 y El Poder, p. 84.34 Cf. El Fin de los Tiempos Modernos, p. 57.35 El Poder, ps. 59 - 60.
prueba de que en el uso del poder "las normas éticas han sido
sustituidas por el efecto y el éxito36
Precisamente es la desaparición de los vínculos morales lo que
posibilita en última instancia tan desmesurado manejo del poder. Mas
no es, como pretende el tan difundido esquema pseudo revolucionario
de dominación-dependencia o dominadores-dominados, la falta de
ética o conciencia popular de quienes detentan el poder la causa de
esta situación, ya que como mencionamos anteriormente, en lo
viviente no existen causas unilaterales. Un ser actúa sobre otro
porque éste hace posible el efecto e incluso colabora en su
realización. En general, al ejercicio del dominio corresponde a la larga
en el dominado no sólo un pasivo dejar hacer, sino una voluntad de
ser dominado pues ello descarga de la responsabilidad y del esfuerzo,
y en aquellos que pugnan por salir de la situación de inferioridad suele
darse frecuentemente que el modelo de superación a alcanzar
equivale a la emulación de la figura del dominador. Vistas las cosas en
conjunto al dominado le sucede lo que él permite o quiere. Es
necesario que hayan caído las barreras interiores de la propia
estimación y el instinto de defensa personal para que el poder pueda
violarle. La degradación confirmada por la violencia en la violación de
los derechos avasallados requiere de derechos claudicados y
generalmente comenzamos a claudicar de nuestros derechos cuando
dejamos de cumplir con nuestras obligaciones, cuando no ocupamos
el lugar que nos corresponde en el concierto del cuerpo social.37
36 Ibid p. 62.37 Cf. El Poder, p. 63.
Actualmente el poder del hombre sobre las cosas es
impresionante. El nivel de manejo de la materia que hemos logrado
es terrible, pero aún no tiene el hombre poder sobre el poder. El mal
empleo del poder es costumbre y se extiende el uso de la coerción y
la violencia como medios para la consecución y defensa de los fines
de los poderosos. Coerción y violencia se aplican ya no sólo a nivel
físico sino que han invadido la dimensión moral e interior sin
escatimar recursos ni respetar límites humanos. Gastamos cifras
siderales en proyectos militares y de defensa y sólo migajas para
verdaderos proyectos de promoción humana.
"El problema capital alrededor del cual habrá de girar el futuro
trabajo de la cultura y de cuya solución dependerá todo, no sólo el
bienestar o la miseria, sino la vida y la muerte, es el poder".38
Esta anarquización creciente por perdida de las bases
existenciales ha conducido al hombre nuevamente ante el caos. A la
vuelta de los siglos el hombre está ante una situación similar a la
originaria; similar sólo a primera vista, ya que la radicalidad del
peligro con que se enfrenta actualmente es más profunda en todos
sentidos y la capacidad de las energías generadas y disponibles es
máxima, tanto para la construcción como para la muerte.39
El gozne de la historia está en un movimiento al fin del cual el
giro realizado será tremendo. Quizá ésta coyuntura constituya la
prueba suprema de la libertad humana. Pero, por el mismo carácter
extremo que la configura, encierra posibilidades de superación
humana insospechadas, como ninguna época ha tenido. Y es posible
38 El Fin de los Tiempos Modernos, ps. 84 - 85.39 Cf. Preocupación por el hombre, p. 79.
ver en esto una manifestación más de que el hombre no es un ser
determinado por la naturaleza, sino que la misma naturaleza y su
propio destino humanos están a su arbitrio, es decir bajo la
responsabilidad de seres personales.
"Esta imagen muestra un mundo que no prosigue su curso por sí
mismo, sino que tiene necesariamente que ser dirigido, lo cual
postula como correlato vivo un hombre capaz de gobernar. . . Si no
me equivoco, el concepto de gobierno constituye el punto de
convergencia práctica al que conducen las líneas de la futura imagen
del mundo."40
"Se impone la urgente tarea de educar al hombre para su misión
política."41 Ante las posibilidades de destrucción total o la posibilidad
de forjar una nueva forma de mundo como morada para la humanidad
consciente de lo que ella significa, el hombre tiene que volver a
encontrar bases desde las cuales rehacer su imagen y la del mundo.
No se trata de un retorno a la Edad Media ni de querer recuperar la
fuerza del subjetivismo moderno -la historia es irreversible-, sino de
repensar a partir de las coordenadas actuales, formas concretas de
vida más humana. Para ello no habrá que renunciar a ningún logro
alcanzado, ni a la técnica ni al poder, sino aprender a manejarlos,
adquirir poder sobre el poder, hacernos capaces de gobernar el
poder.
"Lo que necesitamos no es menos técnica, sino más; mejor
dicho: una técnica más fuerte, más espiritual, mejor conformada. Más
energía económica y política, pero más desarrollada, más madura,
40 El Poder, p. 94.41 El Poder, p. 95.
más consciente de su responsabilidad, de modo que sepa encuadrar a
cada individuo en el lugar que le compete. Pero todo esto sólo es
posible si el hombre viviente se hace valer a sí mismo en el ámbito de
la Naturaleza objetiva; si la pone en relación consigo y crea
nuevamente de este modo un mundo."42
42 R. Guardini, Briefe vom Comer See, pp. 87-89; tomado de A. López Quintás, Romano Guardini y la dialéctica de lo viviente.
EL GOBIERNO
1.- DOMINAR EL PODER
Como se pone de manifiesto en las situaciones límites y como es
de proceder cuando se tiene en cuenta a la persona como tal, el
centro que vale, que debe ser contemplado y desde el cual han de
partir las respuestas esperadas es el hombre. Cada hombre en
particular como compromiso real y vivo con el hombre mismo y con la
totalidad, y por allí la humanidad en su unidad y conjunto.
No podemos pues, esperar recetas fáciles, el resultado de éste
modo de proceder está a la vista. Lo que debemos hacer es
reflexionar a partir de la verdad que está en juego, y en esta partida
lo que se juega es la vida, la vida de todos y cada uno de nosotros. O
pensamos desde la realidad de lo que implica ser hombre o nos
entregamos a la evolución inmanente de la situación engendrada, es
decir damos piedra libre a la vorágine de la violencia y de la muerte.
Todavía es posible una solución positiva, una salida; "no en el
sentido liberal de que todo marchará bien, ni tampoco en el sentido de
la dialéctica histórica, según la cual los acontecimientos se mueven
necesariamente hacia una meta mejor. Todo depende de la
responsabilidad del hombre libre, y esta libertad tiene posibilidades de
conducir la historia por unos derroteros positivos."43
La situación no es fácil, ni hay necesidad alguna de que tome
tales o cuales carriles; es difícil, y por ello exige que el hombre vuelva
a preocuparse por las cosas más elementales de la existencia
buscando redescubrir su sentido más auténtico.
En general no podemos decir que sea el hombre actual el tipo
de hombre que la situación requiere; pero detrás de todas las
actividades pasatistas a que se entrega, vemos surgir un hombre que
comienza a preocuparse por si mismo; quizá la pérdida de vigencia de
las ideologías, sobre todo en los países desarrollados, como la muerte
del fenómeno político que se puede observar, y la tenue pero cada vez
más difundida forma de vida en pequeños grupos con fuertes vínculos
personales, sean signos esperanzados de un retorno del hombre hacia
si mismo, lo que puede llegar a generar un nuevo tipo de compromiso
con la totalidad.
El hombre actual debe aprender a vivir con el peligro, enfrentar
y asumir la situación de riesgo total y permanente, este es el primer
paso. Para ello es necesario que conquiste ciertas virtudes básicas,
entre las cuales la dominante será la seriedad.44
"Una seriedad que quiere la verdad, . . . que quiere saber qué
cosa está realmente en juego . . . y asume la responsabilidad que le
impone la nueva situación."45
43 El Poder, p. 82.44 Cf. O. cit. ps. 102-105, 120-121; y Preocupación por el hombre, ps. 50, 75 y 8045 El fin de los tiempos modernos, p. 86
Adquirida, lo que podríamos llamar conciencia situacional se
requiere de la valentía. "La segunda virtud será la valentía. Una
valentía sin patetismo, espiritual, personal y operante en oposición al
caos que amenaza. Debe ser más pura y más fuerte que lo que
exigen las bombas atómicas, . . . pues tendrá que afrontar al enemigo
universal, es decir al caos que surge de la obra humana, y como
valentía realmente grande, tendrá en contra a los muchos, a la
opinión pública."46
Este esfuerzo por volver a disponer de si mismo, exigirá al
hombre, una tercera virtud, actualmente aborrecida por el
consumismo: el ascetismo. "Mediante la autosuperación y el
renunciamiento el hombre debe aprender a dominarse a si mismo y
también a ser dueño de su propio poder."47
La libertad adquirida sobre estos cimientos, permitirá al hombre
disponer de si mismo y enfrentar seriamente la realidad que le toca
vivir, lo que dejará al descubierto "los heroísmos aparentes en
nombre de los cuales el hombre actual se deja sacrificar. De esta
manera podrá nacer por último un arte espiritual de gobierno, en el
que el poder reinará sobre el poder."48
En este contexto, cuando hablamos de gobierno, no nos
referimos simplemente a una forma del ejercicio político organizado,
sino a un fenómeno que es anterior a esa forma y que precisamente
es su condición de posibilidad.
"Lo que aquí entendemos por gobernar es una actitud humana,
moral-espiritual. Esta actitud implica ante todo la conciencia de cuál
46 El fin de los tiempos modernos, p. 8747 Idem48 Idem
ha de ser la constitución del mundo que está surgiendo y de qué
forma ha de ser entregado en manos del hombre, de cada hombre en
el lugar que ocupa. A ello se añade el conocimiento del inmenso
poder que está a disposición del hombre. Y la conciencia de que este
poder sólo puede ser sujetado en la responsabilidad. Ningún párrafo
de ninguna constitución, ningún tribunal supremo, ningún tratado
servirá de nada si el hombre medio no tiene el sentimiento de que la
"res publica", la causa común de la existencia humana en libertad y
dignidad está en sus manos. De aquí se deriva además la objetividad:
el conocimiento de que es un crimen distribuir las tareas guiándose
por la ambición, el interés y la técnica partidista, siendo así que lo
único que importa es saber qué se debe realizar y quién puede
realizarlo, a fin de que el hombre adecuado para una tarea alcance el
lugar que le corresponde. Así, pues, poder gobernar significa estar
por encima, ver la multiplicidad y la mútua dependencia de los
factores eficaces, volver a encontrar constantemente aquella mesura,
tan amenazada, de la que dependerán no sólo el bienestar público,
sino la existencia de todos. Unicamente en esta actitud, y no en un
dogma cualquiera de igualdad, consiste también lo que puede
llamarse razonablemente democracia."49
La realidad fundamental es la persona, que supone la unidad
existencial de la comunidad, y en ella y desde ella se ha de poner en
marcha cualquier cambio, y a la vez, o mejor dicho, precisamente
porque es persona, el cambio comenzará a operar en la totalidad.
49 El Poder, p. 95-96.
Esto tampoco debe ser motivo de vanas esperanzas, la esperanza
también tendrá que radicalizarse y quedar fundada en la Verdad.50
La concepción de "lo político" que está en juego, como se deja
ver, es totalmente diferente a las construcciones teóricas ideológicas
a que estamos acostumbrados, y es justamente, la preocupación por
la totalidad a partir de la unidad concreta y viviente lo que determina
el carácter de la exposición guardiniana.
Si miramos atrás, todo lo atrás que la situación exige y un poco
más, dado que la quiebra fundamental es de orden religiosa, el
hombre actual podría acentar -por un momento, el inicial- su mirada
en Sócrates.51
No vamos a explayarnos sobre ello, simplemente queríamos
mencionarlo para dejar indicado un posible sendero para
consideraciones futuras, antes de pasar a exponer algunas notas
sobre lo que Romano Guardini nos ha legado acerca de ciertos
conceptos elementales en la vida política.
50 Cf. O. cit. ps.98-99.51 Cf. Preocupación por el hombre, ps. 164 - 165; y R. Guardini, La muerte de Sócrates.
2.- Notas sobre el Estado, la Libertad y la Democracia.
En consonancia con las consideraciones anteriores, las notas
subsiguientes también se dirigen al núcleo fundamental de la vida
política, al hombre, y no como hombre-masa, sino en la peculiaridad
de su ser persona.
"La forma exacta del Estado futuro será aquella en la cual la
libertad se halle en relación vital con las totalidades que se forman
cada vez más fuertes. Para ello el individuo ha de estructurarse en su
constitución y funciones, y renunciar lo antes posible a aquella reserva
y amplitud de movimiento de la vida individual; pero a la vez,
participar en todo eso como persona; no dejarse apresar como puro
individuo."52
Para ello es necesario reconocer la realidad objetiva y la propia
peculiaridad individual y vivir conjugando estas instancias a partir de
la unidad personal.
"La manera de llevar a cabo esto no es posible detallarla
programáticamente. Se trata de una forma viva que procede del
hecho de ser vivida, principia la vida . . . Por iniciativa propia las
masas sociales siguen siempre el camino más fácil, el del funcionar
violento. El ámbito de la libertad tiene que crearlo el individuo, y esto
supone valor y preparación para el sacrificio."53
"Hoy más que nunca el individuo tiene necesidad de quererse
como persona, conquistar criterio propio, obrar por conciencia y estar
dispuesto a asumir las consecuencias de la acción . . . debe ejercer la
crítica, hacer prevalecer lo mejor, oponer resistencia; pero no contra
52 Libertad, Gracia y Destino, p. 25
la totalidad, sino desde lo propio de ella. . . . Ello demostrará que el
Estado no puede durar en forma de violencia, . . . y esto porque el
Estado es algo distinto de una máquina, de un edificio de trámites,
etc. El Estado está referido esencialmente a la persona, quiéranlo o
no sus actuales jefes. De aquí brotan necesidades inmanentes y con
ellas tiene que aliarse el individuo."54
"El Estado no equivale simplemente a funcionarios, autoridades,
ni poder de limitar la libertad personal; no, el Estado nace de la libre
decisión y actuación de cada individuo, y constantemente tiene que
ser hecho por ellos. No existe por sí, ni lo pueden hacer realidad
funcionarios ni soldados sino nace en cada uno y desde cada uno vive
manifestando la unidad de un pueblo. El Estado en su más genuino
sentido, si llega a constituirse, constituye una de las supremas
creaciones de la capacidad humana. Creación fundada en la libre
decisión y en el libre compromiso de cada uno de sus miembros, no
con una entidad abstracta a la que se otorga poder, sino con los
miembros vivos que lo componen."55
"La libertad es un derecho básico del hombre que ha llegado a
ser responsable, como todo derecho y como el Estado, descansa en
un valor que lo fundamenta y lo protege. La libertad no se realiza por
si misma, sino que ha de ser deseada. Está cimentada en la
disposición natural, madurada por la historia, garantizada por la
ordenación de la comunidad, pero también es tarea y obra de cada
individuo. No hay libertad pasiva."56
54 Libertad, Gracia y Destino, p. 27.55 Cf. El Estado en nosotros en Cartas sobre Autoformación56 Preocupación por el hombre, p. 128.
"La libertad no es el derecho a la despreocupación ni a la
arbitrariedad de la opinión , sino que descansa en una relación
auténtica con la verdad. Entiéndase bien. No hablo de un
determinado contenido de convicción. Dicho aún más exactamente:
que haya una conciencia de que existe la verdad, un deseo de
encontrarla y un empeño de defender lo reconocido."57
"Si se habla de libertad se piensa por lo regular en su forma
política, y precisamente, en nuestra situación histórica, en su forma
democrática. Pero ¿Qué es en esencia la democracia, la auténtica,
no la de la propaganda?"
"Es la más exigente, y por lo mismo, la más amenazada de
todas las formas de ordenación política: esto es, la que surge
constantemente del libre juego de fuerzas de las personas dotadas de
análogos derechos. La tarea de edificarla es impresionantemente
grandiosa, porque no hay muchos que echen de ver realmente su
esencia."58
"La democracia no es una situación en que pueda ponerse en
juego cualquier opinión ni considerarse cualquier interés como motivo
de Estado. Significa ante todo, y sobre todo, que el individuo se sepa
responsable del destino del Estado: que sepa que no puede ceder esa
responsabilidad sino que ha de ejercerla permanentemente, quiera o
no quiera, por el modo como se relaciona con el bien o con el mal.
Dicho de modo más fácil: que el Estado sea aquello que le hace ser
cada individuo en cada ocasión. De ahí surge algo muy grave, pues
57 Preocupación por el hombre, p. 129 y 13058 Ibid p. 137.
el individuo sabe -o al menos debería saberlo- qué logra y a qué
renuncia. De ahí surge la libertad democrática."59
"La existencia democrática es difícil, pues nunca está
asegurada. Le falta lo que sustentaba las formas políticas
conservadoras: el arraigo en tradiciones consagradas, en bases
surgidas de lo hondo del inconsciente. Democracia es equilibrio, pero
en devenir, de modo que requiere vigilancia, altruismo y disciplina."60
59 y 60 Idem6
INDICE
INTRODUCCION 3
EL PODER
- LA ESENCIA DEL PODER 5
- EL CONCEPTO TEOLOGICO DEL PODER 9
- EL DESARROLLO Y LA PROBLEMATICA DEL PODER 12
LA SITUACION ACTUAL 18
EL GOBIERNO
- DOMINAR EL PODER. 25
- NOTAS SOBRE EL ESTADO, LA LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA 30
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