trabajo final de historia de las ideas politicas
Post on 23-Jul-2015
927 Views
Preview:
TRANSCRIPT
EL ABSOLUTISMO
UNIVERSIDAD CATÓLICA Y TECNOLÓGICA DEL CIBAO
“UCATECI”
Programa de Educación Superior para Adultos
“PESA”
Asignatura:
Historia de las Ideas Políticas
Tema:
El Pensamiento Político del absolutismo de la Francia del siglo XVII
Presentado por:
Antonia Abreu Soriano 2009-3122
Victoriano Guzmán López 2009-3038
Rosa Nelly Quiroz 2004-0196
Pedro Luis Mateo 2010-3142
Regina Duran 2009-3163
Facilitador:
Lic. Cristian de Jesús Paulino
Fecha:
La Vega, 24de abril del 2012
I N T R O D C C I O N
La historia de las ideas políticas siempre se encuentra muy relacionada con la historia de
las poblaciones.
Este trabajo trata sobre un régimen político el cual centra el poder en una persona, este
régimen es el absolutismo. Su máximo exponente fue Luis XIV... pero ha tenido otros
protagonistas de los cuales también hemos integrado en esta investigación.
El Absolutismo en pocas palabras se trata de la influencia política de la nobleza que
declinó, aunque de todas maneras manteniendo el régimen feudal señorial que mantenía
su preponderancia en la sociedad de la época. Abarco los siglos XVI, XVII, y XVIII y
básicamente es la forma de gobierno en donde el mandato reside en una sola persona, y
la obediencia en todos los demás.
Para conocer sobre este tema hemos incluidos en nuestra investigación sobre el
Absolutismo conceptos, historia.
Como parte importante de esta investigación trataremos las características y los
gobiernos de la Francia del siglo XVII.
EL PENASAMIENTO POLITICO DEL ABSOLUTISMO EN LA FRANCIA
DEL SIGLO XVII
El Absolutismo.
Conceptos:
Según Luis XIV el absolutismo es un régimen político en el que una persona, el
soberano, ejerce el poder con carácter absoluto, sin límites jurídicos ni de ninguna otra
naturaleza.
El absolutismo es el sistema político en el que se confiere todo el poder a un solo
individuo o a un grupo. Hoy el término se asocia casi en exclusiva con el gobierno de un
dictador. Se considera el polo opuesto al gobierno constitucional de sistemas
democráticos. El absolutismo se diferencia de éstos en el poder ilimitado que reivindica
el autócrata, en contraste con las limitaciones constitucionales impuestas a los jefes de
Estado de los países democráticos.
Desarrollo Histórico
Las teorías medievales del derecho divino suponían el poder dividido, por voluntad de
Dios, en dos grandes brazos: espiritual y temporal. La iglesia, y a su cabeza el pontífice
de Roma, se reservaba la potestad sobre los asuntos espirituales, mientras que el poder
temporal era ejercido por otras instituciones, encabezadas por el rey. Aun cuando los
conflictos entre ambas autoridades fueron continuos, a fines de la edad media el origen
divino del poder real era comúnmente admitido por los tratadistas y el pueblo. Sin
embargo, la potestad real estaba limitada por fueros, leyes y privilegios de muy variado
signo.
A fines del siglo XVI cobró fuerza el fenómeno nacional, en íntima relación con el cual
nació el absolutismo. Con el desarrollo de éste, el rey no sólo tendió a asumir la
totalidad del poder temporal, sino que pretendió convertirse en cabeza de una iglesia
nacional. Aunque en las monarquías que siguieron fieles a Roma se incrementó la
injerencia del soberano en los asuntos eclesiásticos, ésta no llegó a afirmarse por
completo. En los países en los que triunfó, la reforma dio pie, sin embargo, a la creación
de iglesias nacionales, encabezadas por los monarcas correspondientes. La teoría del
origen divino del poder real fue aceptada y apoyada decididamente por Lutero y
Calvino, cuyas doctrinas ofrecieron a los gobernantes la oportunidad de sustituir por el
suyo propio el poder de la iglesia romana. Han visto la luz diversas teorías que explican
el surgimiento del absolutismo en la Europa renacentista. Parece evidente que los
nuevos medios de guerra - armas de fuego y tácticas de ataque y defensa muy elaborada
- requerían la constitución de ejércitos profesionales y permanentes, con la consiguiente
inversión de unos medios económicos que la nobleza feudal no estaba en condiciones de
aportar. El incremento del comercio y las comunicaciones resultó decisivo para la
consolidación de grandes estados nacionales como Francia, España e Inglaterra, que
desde un primer momento estuvieron estrechamente ligados a las monarquías reinantes.
Se produjo así un proceso de anulación de los privilegios locales y regionales, y la
transferencia de sus jurisdicciones y poderes a las instituciones encabezadas por el
monarca.
Para poner orden en la fragmentada sociedad medieval, los gobernantes de los nuevos
estados necesitaban centralizar todos los poderes. Con tal objeto se desarrolló una
burocracia.
Desarrollo.
En el siglo XVI nació la teoría democrática, y en el siglo XVII se contemplo el
aseguramiento de las teorías absolutistas.
Bajo diversas formas, el absolutismo ha sido la forma de gobierno de muchos países en
distintas épocas. Sin embargo, se ha reservado dicho término para designar, en un
sentido específico, el ejercicio del poder en un momento histórico y espacial concreto:
el de las monarquías absolutas europeas de los siglos XVI al XVIII. Muchos autores
distinguen un primer período, correspondiente al siglo XVI, de monarquía autoritaria,
que no llegaría a ser plenamente absoluta hasta mediados de la centuria siguiente.
Bodin y Hobbes, con diferentes argumentos justificaban el absolutismo. Los
pensadores holandeses y los revolucionarios ingleses opusieron la razón al absolutismo
monárquico.
La Inglaterra burguesa se convulsionaba en una sangrienta guerra social, mientras
Francia un movimiento conservador amenazaba la monarquía absolutista.
Luis XIV por su propia inmadurez atizaba la esperanza de restaurar la monarquía feudal
que abrigaba la nobleza.
La aristocracia de la toga pretendió al mimo tiempo convertir a Francia en una sociedad
dominada por una oligarquía de abogados.
La nobleza de la espada y la nobleza de la toga pretendieron controlar el poder político.
Su ambición fue su error y éste su fracaso.
La fronda en sus dos fases, fracasó en el intento de restaurar el feudalismo en toda su
integridad ó de construir un nuevo tipo de Estado gobernado por una aristocracia
jurídica. Como se ha afirmado certeramente, en Francia el pasado era ya la monarquía
feudal y el presente estaba sólidamente constituido por el absolutismo monárquico.
El siglo XVI, es un siglo innovador, lo es también en el campo de las ideas políticas. La
Europa de comienzos del siglo XVI es un mosaico de cuerpos políticos muy diferentes.
Junto a reinos diversamente organizados, pero ya sólidamente implantados en su
independencia nacional, existen repúblicas urbanas y señoríos nacidos en torno a una
ciudad, así como principados laicos o eclesiásticos, cuya autonomía es tan efectiva en
Alemania como en la Italia desembarazada de la ficción misma del poder imperial.
El siglo XVII es un siglo de crisis. Crisis económicas, políticas, guerras desórdenes de
los Países Bajos, religiosas y crisis intelectuales.
En vinculación con el progreso del poder real en ciertos Estados, se elabora una doctrina
-la del absolutismo- que se define como una soberanía monárquica sin límites y sin
control, que no reconoce a los súbditos más que el deber de obedecer. El absolutismo
sale aparentemente reforzado de estas crisis. El siglo XVII se nos muestra así como el
apogeo del absolutismo; pero es un absolutismo precario, híbrido y en vías de ser
rebasado.
Por otro lado, la política permanece ideológicamente en la dependencia de la religión
cristiana. Y, sobre todo, el equilibrio de las fuerzas sociales, las condiciones materiales
y el estado de las técnicas oponen tales obstáculos a la instauración de un poder
realmente concentrado, que las tesis absolutistas, susceptibles por lo demás de
interpretaciones ampliamente divergentes, encuentran vivísimas oposiciones. Es preciso
señalar, además, que los conflictos mezclan siempre las cuestiones religiosas con las
cuestiones políticas.
El absolutismo se concibió principalmente como la negación del feudalismo. La
monarquía absoluta continúa estando limitada por la ley divina y la ley natural, y el que
se oponga a la dispersión feudal no significa despotismo y tiranía.
El carácter nacional de las monarquías se afirma claramente en Francia e Inglaterra.
El absolutismo se caracteriza por la concentración de poderes; no hay ninguna división
de poderes como la que definirá la monarquía limitada propia de las revoluciones
liberales. El poder legislativo, el poder judicial y el poder ejecutivo, son ejercidos por la
misma autoridad: el rey como supremo magistrado en todos los ámbitos. Rex, lex (o, en
francés le Roi, c'est la loi, a veces expresado como "la palabra del rey es la ley"); sus
decisiones son sentencias inapelables; y al rey la hacienda y la vida se ha de dar.
El poder tiene un carácter divino, tanto en su origen como en su ejercicio por el propio
rey, que queda sacralizado. La teoría del derecho divino del poder real (monarquía de
derecho divino o absolutismo teológico) nació en el último cuarto del siglo XVI, en el
ambiente de las guerras de religión de Francia. Aunque en Europa la divinización del
monarca nunca llegó tan lejos como en el despotismo oriental (que identificaba al rey
con el mismo Dios), el rey siempre tuvo cierto poder sobre las iglesias nacionales; no
sólo en las surgidas de la Reforma protestante, sino en las monarquías católicas, que
supeditan en gran medida a la propia Iglesia católica a través del regalismo; aunque las
relaciones ente Iglesia y Estado son altamente complejas.
Temporalmente, la época del absolutismo es la del Antiguo Régimen; aunque no
puedan identificarse totalmente como monarquías absolutas las de finales de la Edad
Media y comienzos de la Edad Moderna, para las que la historiografía utiliza el
concepto de monarquía autoritaria. El modelo más acabado de absolutismo regio fue el
definido en torno a Luis XIV, rey de Francia a finales del siglo XVII y comienzos del
siglo XVIII. La Ilustración del siglo XVIII convivió con un absolutismo que fue
definido como despotismo ilustrado. El absolutismo sobrevivió a las revoluciones
burguesas o revoluciones liberales de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX,
hasta que la revolución de 1848 acabó con la Santa Alianza que desde el Congreso de
Viena (1814) había impuesto la continuidad de los reyes "legítimos" restaurándolos en
sus tronos incluso contra la voluntad de sus propios pueblos ("Restauración" del
absolutismo). El Imperio ruso mantuvo la autocracia zarista hasta la Revolución de
Febrero de 1917.
El absolutismo en Francia.
El ejemplo más característico de una monarquía absoluta es el de la monarquía francesa,
que demuestra asimismo cómo lograr hacer caer el régimen feudal no fue tan sencillo.
La frase "L'état, c'est moi" ("El Estado soy yo"), es la frase célebre de Luis XIV, uno de
los más famosos monarcas absolutos de Francia.
La Francia en el siglo XV era un mosaico de regiones con distintas tradiciones,
privilegios y regímenes legales. La tendencia de la monarquía francesa a centralizar el
poder aparece sobre todo tras el fin de la Guerra de los cien años. Tras la invasión
inglesa y la derrota de la vieja nobleza en la batalla de Agincourt, su prestigio queda
seriamente dañado, algo que es aprovechado por los monarcas franceses para
incrementar su influencia y poder. Hasta entonces, los reyes de Francia habían sido
considerados como un primus inter pares por parte del resto de la nobleza francesa, y su
influencia real se limitaba a los territorios patrimoniales de la casa Capeto, esto es, la Île
de France. El primer monarca en desarrollar la tendencia centralista fue Luis XI, que se
sirvió de múltiples intrigas para extender su autoridad por todos aquellos territorios que
conformaban la Francia del siglo XVI. Sus sucesores continuaron esta política, que pasó
con reducir la potestad de los nobles en sus señoríos jurisdiccionales y el desarrollo de
una administración centralizada. Sin embargo, esta tendencia chocaba con importantes
problemas de comunicaciones: comúnmente, las órdenes reales no llegaban en tiempo y
forma a todos los rincones de Francia, y por lo tanto el poder en los señores locales se
veía favorecido. El nombramiento de gobernadores locales y el control férreo sobre le
nombramiento de cargos públicos tendió a reducir la influencia de los nobles locales a
favor de la del Rey, aunque generó toda una casta de nobles de toga que compraban
cargos públicos para luego beneficiarse de ellos a costa del Rey.
En cuanto a la economía, como en cualquier régimen absolutista, era mercantil y el
monarca intervenía en ella activamente. En lo que a la sociedad se refiere, ésta estaba
divida en órdenes o estamentos, entendidos como la condición social y política de
índole colectiva que se define por un conjunto de libertades. A lo largo del siglo XVI
los sucesivos monarcas incrementaron su influencia, pero de ellos se esperaba que
actuaran siguiendo la ley divina y el derecho natural, esto es, que respetaran las
costumbres feudales.
A lo largo del siglo XVII o de los Ministerios, como es llamado en Francia ya que
gobernaron dos primeros ministros en vez de un rey, Richelieu y Mazarino, la autoridad
real tiende hacia el centralismo, y el absolutismo se apuntala: se uniformizan impuestos,
se restringe la autonomía de los Parlamentos provinciales, se integran en Francia
territorios hasta entonces independientes como Navarra, la Lorena y el Bearn, se
desarrolla la administración central, se reforma el ejército y se profesionaliza,.... Sumida
en una profunda crisis económica y en medio de grandes revueltas tales como la
rebelión campesina de los Croquants o la rebelión aristocrática de La Fronda, que
debilitaron en apariencia la autoridad del Rey, a la larga el triunfo de éste sobre los
rebeldes apuntaló el absolutismo, y para cuando Luis XIV alcanza la mayoría de edad,
la autoridad del monarca es indiscutible.
Luego de la muerte de Mazarino, Luis XIV instaura su gobierno personal y pasa por
arriba de todo lo existente y se impone nombrando a los ministros de su preferencia para
que realicen las funciones vitales, que acompañados por un pesado sistema burocrático
sin pocas innovaciones, hacen de lo que será la vida de Francia en aquel entonces.
En cuanto a su plan económico, se tiene una economía basada eminentemente en la
agricultura, con predominio del sistema de origen feudal, con aduanas y con altos
impuestos que pueden ser pagados en especias o en diezmos según lo cosechado por los
campesinos. Cuando hay malas cosechas, el país pasa hambre, pero los muchos
impuestos no se reducen pues deben sufragar las continuas guerras del monarca así
como el lujoso estilo de vida del éste y de la corte. Para sostener en parte los gastos de
la corte se crean las manufacturas reales de la mano de Colbert, destinadas a satisfacer
la demanda de productos de alto lujo por parte de la nueva burguesía y las demás casas
reales. Sin embargo, los trabajadores siguen ordenados en gremios según el oficio y con
escasa conciencia capitalista.
En lo social, Francia contaba con una sociedad altamente estratificada en la época y con
privilegios sólo para los nobles y los clérigos, que los distinguían en cuanto a la ley y a
los tributos. Los no privilegiados, entre los que se incluían los campesinos y el Tercer
Estado, estaban sometidos a todos los gravámenes y se encontraban bajo el imperio de
una ley mucho menos benevolente. De ellos se esperaba que obedecieran y respetaran a
los otros dos estamentos, a los que en realidad sostenían económicamente.
Bosseut.
Bosseut es una de las figuras más importantes del largo reinado de Luis XIV. Polemiza
con protestantes, jansenistas y quietistas. Se inclina en la polémica entre el Rey de
Francia y el papa Inocencio XI hacia el galicanismo.
Bossuet, además, sostiene la heterodoxa teoría según la cual el concilio general tiene
supremacía con relación al Papa. En la referida Declaración se sostiene que "la Santa
Sede Apostólica debe respetar las reglas, las costumbres y las constituciones concedidas
al reino y a la Iglesia galicana" (francesa).
A diferencia de Hobbes, su punto de partida es aristotélico. En el Libro Primero de La
Política sostiene como el estagirita que el hombre está hecho para vivir en sociedad. Su
punto de llegada, empero, será absolutista, como el del autor del Leviathan. Pero el
absolutismo del preceptor del Delfín presenta características distintas.
Aun cuando teóricamente considera aceptables todas las formas de gobierno
establecidas, se inclina Bossuet claramente por la monarquía. Para él la monarquía es
sagrada. Bossuet afirma efáticamente que la monarquía es absoluta. Frente al Rey,
aunque sea un gobernante injusto o pagano, los súbditos deben obedecer. No hay en
Bossuet lugar para la jus resistendi de los escolásticos. Sólo podría desobedecerse al
Príncipe cuando este ordenara algo contra Dios.
A pesar de su absolutismo, Bossuet no auspicia en modo alguno el ejercicio de un
gobierno arbitrario. El príncipe debe sujetarse a los mandatos de la justicia, la equidad y
el derecho natural. Pero esta sumisión a tales ordenamientos heterónomos no supone
que quede sujeto a ninguna potestad humana.
Bossuet propone una monarquía paternal cuyo titular actúe limitado y condicionado por
el único "contrapeso verdadero del poder": el temor de Dios.
Para Bossuet como para Hobbes -comenta Jean Touchard-. la última palabra de la
política es la sumisión al poder; pero llegan a esta conclusión común por caminos
opuestos: individualismo laico y utilitarismo en Hobbes, respeto por la tradición y
abandono a la Providencia en Bossuet. El absolutismo de Hobbes y el de Bossuet son,
por consiguiente, diferentes.
Bossuet piensa en un rey absoluto, pero embebido del espíritu cristiano de justicia y de
rectitud. Lo equivocado radica en suponer que el monarca absoluto es el que mejor
puede llevar a cabo un gobierno justo".
El cardenal Richelieu.
Armand Jean du Plessis, cardenal de Richelieu (1585-1642), cardenal y político francés,
que fomentó más que ningún otro el absolutismo en Francia y sentó las bases de la
grandeza del siglo XVII francés.
Después de dos años de intrigas, en 1624, el cardenal Richelieu, que había sido hasta
entonces el hombre de confianza de la reina madre, desempeñándose como secretario de
estado, consiguió formar parte del Consejo del rey. Gracias a su habilidad, bien pronto
fue nombrado jefe de éste, o ministro director, cargo que desempeñó hasta su muerte, a
pesar de la oposición de todos los demás miembros. Luis XIII nunca lo quiso, pero
reconoció su valor y capacidad, razón por la que lo mantuvo siempre a su lado.
Luis XIV.
Luis XIV poseía pocas ideas personales, pero desde su infancia tenía profundamente
arraigada la idea de que era una divinidad visible, un semi-dios. Creía que era el rey por
la gracia de Dios y su representante en la tierra. Sus súbditos debían obedecer sin
discernimiento y él debía trabajar y dedicarlo todo al bien del Estado. Con todas estas
ideas, tomó como emblema un sol resplandeciente y de aquí viene su nombre de Rey
Sol. Organizó el culto de la majestad real y cada acto ordinario de su vida diaria llegó a
ser un episodio de culto, una ceremonia pública regida por una estricta etiqueta.
Hasta el acto de levantarse estaba reglamentado. Esto sucedía todos los días a las ocho
de la mañana. Inmediatamente después que despertaba el monarca, eran introducidos los
cortesanos en su cámara. Los más favorecidos eran admitidos desde el momento en que
el rey salía de la cama y se ponía la bata. Los menos favorecidos entraban cuando ya se
había frotado las manos con una toalla, impregnada con espíritu divino -lo que
constituía todo su aseo- y acababa de vestirse. La camisa la presentaba al rey su hijo o
un príncipe de sangre. La manga derecha se la ponía el primer camarero y la manga
izquierda se la colocaba el camarero del ropero real.
El jefe del ropero real le sujetaba y le colocaba los pantalones. Y así sucesivamente se
iba realizando este ritual hasta que el rey quedaba totalmente vestido y peinado. Cuando
el rey comía, lo hacía solo, sentado frente a una gran mesa, atendido por más de 30
personas y aceptaba que personal de su corte lo acompañara y lo contemplara, pero sin
comer. Luis XIV habitaba el Palacio de Versalles y su corte se componía de más de 10
mil personas.
Para gobernar se asesoraba por los hacendados, es decir gente que no pertenecía a la
nobleza ni al clero. Uno de sus más notables ministros fue Jean Baptiste Colbert. La
idea que inspiraba a Colbert era hacer de Francia la nación más rica y poderosa del
mundo. Los resultados de su política no fueron todo lo brillantes que él aspiraba. La
magnificencia de la vida de la corte, la construcción de innumerables palacios, fueron
minando los recursos recaudados y el pueblo fue asolado por el hambre. Pero lo que
Colbert no falló fue en hacer de Francia una potencia industrial y comercial. Murió en
1683 y la historia lo ve como el artesano de la gloria de Luis XIV.
C O C L U S I O N
El absolutismo es un sistema de gobierno en que el soberano o corporación dirigente no
tienen limitadas sus facultades por ninguna ley constitucional.
El absolutismo se caracteriza por que el poder lo tenía una sola persona, tanto en tierras
y política. Y todos tenían que seguir sus órdenes, por lo tanto estas tenían que ser
obedecidas al pie de la letra.
La crisis del absolutismo trajo una época de cambios radicales en el gobierno y en la
economía.
Con el reinado de Luis XIV se incrementó el poder en Francia, logrando tener poder
económica, político y cultural (palacio de versalles).
Existe la tesis de que el poder estructura-gobierno siempre ha estado en manos de la
nobleza en la que incluye también a la Iglesia, hasta las Revoluciones burguesas del
siglo XVIII; el absolutismo no sería más que un modo de defenderse ésta caparazón, de
los nuevos ataques a los obreros, ahora en forma de primitiva burguesía.
BIBLIOGRAFIA
Historia de las ideas políticas, Alberto Rodríguez Varela.
Curso del pensamiento político, Francisco Antonio Avelino
http://es.wikipedia.org/wiki/Absolutismo.
www.monografias.com › Política.
top related