analisis del pensamiento peruano semana 13

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INDICÉ DEDICATORIA....................................................2 INDICÉ.........................................................3 INTRODUCCIÓN...................................................4 CAPITULO I: paradigmas económicos..............................5 1. PRINCIPALES PARADIGMAS ECONOMICOS.........................5 1.1. PARADIFMA MERCANTILISTA................................5 1.2. PARADIGMA CLASICO......................................5 1.3. PARADIGMA KEYNESIANO...................................6 CAPITULO II: políticas sociales de combate a la pobreza en américa latina.................................................7 CAPITULO III: ...............................................8 CONCLUCIONES...................................................9 LINGOBRAFIA...................................................10

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INDICÉ

DEDICATORIA..........................................................................................................................2

INDICÉ......................................................................................................................................3

INTRODUCCIÓN...................................................................................................................4

CAPITULO I: paradigmas económicos....................................................................5

1. PRINCIPALES PARADIGMAS ECONOMICOS........................................................5

1.1. PARADIFMA MERCANTILISTA..........................................................................5

1.2. PARADIGMA CLASICO...............................................................................................5

1.3. PARADIGMA KEYNESIANO........................................................................................6

CAPITULO II: políticas sociales de combate a la pobreza en américa latina.........................................................................................................................................7

CAPITULO III: ..............................................................................................................................8

CONCLUCIONES...................................................................................................................9

LINGOBRAFIA.....................................................................................................................10

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CAPITULO I

Paradigmas económicos Antes de entrar a lleno a conocer los paradigmas económicos, primero definiremos que es un paradigma ¿Que es un paradigma?

Un paradigma es un modelo o patrón sostenido en una disciplina científica o

epistemológica o, a diversa escala, en otros contextos de una sociedad.

un paradigma supone un determinado entendimiento de las cosas que promueve una

forma de pensar en particular por sobre otras.1. PRINCIPALES PARADIGMAS ECONOMICOS

La ciencia económica es de reciente creación, apenas tiene una antigüedad de 230 años, en este tiempo cinco corrientes del pensamiento económico han determinado el comportamiento de la producción de bienes materiales que satisfacen las necesidades humanas. Así tenemos los siguientes paradigmas

1.1. PARADIFMA MERCANTILISTA

Formulado en el siglo XVI, el paradigma mercantilista no sólo postulaba la regulación del comercio exterior como instrumento fundamental de la prosperidad de las naciones, sino que su doctrina de la balanza comercial trascendía la noción simple del superávit mercantil como fuente de acumulación, hacia una concepción más amplia de las funciones del Estado en el desarrollo económico.

Por una parte, una suerte de política industrial activa, que favorecería el desarrollo manufacturero mediante aranceles protectores de la industria nacional, la importación más libre de materias primas baratas y la promoción de las exportaciones de bienes terminados; lo cual -a juicio de los mercantilistas- fomentaría la ocupación interna, lográndose una favorable "balanza de mano de obra" o, en términos modernos, un mayor valor agregado en las exportaciones de bienes. Además, el elevado efecto que esta clase de exportaciones generaría sobre la ocupación y el ingreso nacional, se vería acrecentado por la mayor oferta de oro monetario, lograda mediante el superávit comercial, que permitiría mantener bajas las tasas internas de interés.

Finalmente, la noción mercantilista del papel activo del Estado en el proceso económico comprendía también un claro concepto de la inversión pública en obras de infraestructura, no sólo como tarea básica de interés común, sino también para atemperar los efectos de las depresiones comerciales sobre el nivel general de ocupación.

1.2. PARADIGMA CLASICO

El paradigma clásico, fundado por Adam Smith en la segunda mitad del siglo XVIII, se erigió como escuela dominante del pensamiento económico en ardua lucha contra la teoría y la política económica del mercantilismo. Para el paradigma clásico, los agentes privados actuando en mercados libres y persiguiendo sus fines individuales son guiados por una mano invisible (el sistema de precios), que establece la asignación eficiente de los recursos y el equilibrio natural del sistema económico. En general, la oferta genera su propia demanda, de manera que una sobreproducción generalizada o una insuficiencia de la demanda agregada están de antemano descartadas; el ahorro se convierte íntegramente en inversión, de modo que la

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dinámica del ahorro asegura la dinámica de la inversión y las variaciones en la oferta monetaria no inciden en el ritmo general de la actividad económica real, sino solamente en el índice general de precios. Puesto que el mercado garantiza el equilibrio y la eficiencia del sistema económico, cualquier injerencia del Estado en el proceso económico es considerada perniciosa.

En el ámbito internacional, el paradigma clásico postuló el libre comercio como el medio para lograr la asignación eficiente de los recursos nacionales y, en consecuencia, para alcanzar los mayores niveles de ingreso y bienestar.

Al promover la especialización basada en las ventajas comparativas (concepto ricardiano que, como todo el paradigma clásico, supone el pleno empleo de los factores productivos), la acción bienhechora de la mano invisible del mercado adquiere dimensión universal.

Durante el siglo XIX, el liberalismo económico clásico fue severamente cuestionado por la escuela histórica alemana, por el romanticismo económico francés y por el marxismo.

Pero el astuto lema de cambiar para permanecer es una eterna estrategia de sobrevivencia, y bajo la piel renovada de economía neoclásica, el liberalismo económico se reafirmó en el centro del pensamiento económico occidental.

Sin embargo, todo lo que existe merece perecer (Goethe), o por lo menos eclipsarse temporalmente. La crisis del paradigma clásico (en sí, y en su ropaje neoclásico) y su reemplazo por un nuevo paradigma económico tuvo lugar al estallar la Gran Depresión.

El desplome abrupto, profundo y prolongado del empleo pusieron en evidencia las limitaciones del paradigma clásico para explicar las realidades económicas: la oferta no generaba su propia demanda, el ahorro no se convertía plenamente en inversión, el mecanismo auto corrector de los precios no restablecía de manera automática el equilibrio general.

1.3. PARADIGMA KEYNESIANO

En el paradigma keynesiano, el mecanismo de precios puede no resolver eficazmente los desajustes del sistema económico: los precios responden con lentitud a los excedentes de oferta y, en menor medida, a los excedentes de demanda, de modo que no hay un ajuste automático e inmediato en los mercados; el ahorro no se convierte automáticamente en inversión; la equidad distributiva del ingreso no brota automáticamente del sistema de precios, al contrario: "La economía capitalista genera dos problemas fundamentales: desocupación y concentración de la riqueza y el ingreso" (Keynes). En consecuencia, el paradigma económico construido por Keynes postuló la necesaria intervención del Estado para conseguir un mejor desempeño del sistema económico; durante varias décadas este paradigma dominó el pensamiento económico occidental.

En los países desarrollados, el consenso keynesiano otorgaba confianza a las políticas macroeconómicas activas (monetaria y fiscal) para regular el ciclo económico y conseguir un alto nivel de ocupación, al tiempo que el Estado de bienestar, basado en impuestos progresivos, era aceptado como instrumento de cohesión social, ampliando las funciones tradicionalmente asignadas al Estado como proveedor de bienes públicos. Además, las políticas de fomento económico (incluidas las políticas comercial

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e industrial activas) llegaron a ser admitidas para compensar fallas de mercado, que obstruyen la asignación eficiente de recursos e impiden alcanzar los niveles óptimos de crecimiento y bienestar.

CAPITULO II:

Políticas sociales de combate a la

pobreza en américa latina

En América Latina la pobreza es un tema central tanto en la agenda social como en la agenda política. Esto obedece no sólo a sus enormes dimensiones en términos demográficos, sino a la carga de temores sociales e ilegitimidad política que su mera existencia plantea al Estado. Esto ha provocado que el tema se ubique en el centro de la visión social tanto del Estado como de instituciones financieras internacionales.

La importancia de la pobreza y sus repercusiones en los discursos, las políticas y los programas gubernamentales han contribuido a generar numerosos estudios a escala latinoamericana. Las publicaciones sobre esta temática se han desplegado durante las últimas tres décadas y han producido un verdadero campo de batalla que se despliega en tres terrenos: el de los discursos que compiten por ganar una posición hegemónica dentro del escenario académico; el de las teorías y conceptos que los investigadores eligen o proponen para realizar estudios empíricos, y el de la toma de decisiones por parte de funcionarios de agencias internacionales o estatales dedicados a diseñar, llevar a cabo o evaluar políticas sociales.

Las políticas sociales en la evolución a la pobreza han ido evolucionando en la medida que la concepción de pobreza ha ido cambiando desde una visión más bien centrada en la supervivencia de las personas ( en la que consideraban exclusivamente parámetros de medición basados en necesidades materiales básicas , como los requerimientos calóricos y nutricionales), hacia una visión más bien multidimensional, donde no solo se busca cubrir necesidades básicas de los individuos sino que persigue su integración social.

Así en la medida que la pobreza tiene causas multidimensionales, su superación requiere de estrategias de intervención integrales y un esfuerzo de políticas sociales multisectoriales, con objetivos claros e instrumentos complementarios ; que conformen verdaderas redes sociales integrales. De este modo, entenderemos como políticas gubernamentales contra la pobreza a aquellas orientadas a mejorar el desarrollo social integral, incluyendo el alivio de la pobreza y potenciando el desarrollo del capital humano.

Al mirar la instrumentación de las políticas sociales de combate a la pobreza que desarrollan en la actualidad los distintos países de latino América , se puede apreciar que independientemente de las especificaciones propias de cada estilo de gobierno y sociedades en las que se insertan , es posible encontrar similitudes en las formas escogidas para abordar las distintas problemáticas sociales asociadas con la pobreza y a la atención de ciertos grupos vulnerables , asi como los criterios de focalización

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que se han empleado para definir los ámbitos de acción e intervención de las políticas sociales orientadas a su superación .

2.1. Criterios de focalización

Sobre este punto, se ha querido sintetizar en tres criterios empleados para definir la focalización de programas específicos.

A. Unidades territoriales

En aras de un mejor aprovechamiento de los recursos, así como de hacer llegar la ayuda a quien específicamente la requiere, se ha empleado un criterio de focalización orientado a un enfoque territorial, donde determinadas políticas se aplican o circunscriben a una unidad territorial menor –comuna, provincia, localidad– que se encuentra en mayor estado de carencia, reconociendo explícitamente que el desarrollo social se ha dado de manera heterogénea en el territorio nacional. La idea principal no es sólo acotar el espacio de acción a fin de racionalizar el gasto público, sino estructurar un diseño de política que reconozca las características específicas –geográficas, identitario-culturales, económico-productivas– del lugar objeto de intervención.

B. Etapas del ciclo de vida

El criterio de focalización de políticas por ciclo de vida comprende dos aspectos fundamentales del manejo del riesgo social. Primero, que a lo largo de la vida de una persona se precisan estrategias de intervención distintas, debido a que los orígenes del riesgo social son diferentes. Esto puede ser entendido como el “ciclo de vida personal”. Así, los infantes y adultos mayores requerirán estrategias sociales de protección, principalmente porque al no poder desarrollar actividades económicas remuneradas que les garanticen un nivel mínimo de ingresos con el cual financiar sus necesidades básicas, son más vulnerables en aspectos como alimentación y cuidados de salud que otros grupos etarios. Del mismo modo, los adultos jóvenes y adultos tienen una mayor probabilidad de estar expuestos a riesgos sociales originados en la pérdida de su empleo, por lo que requerirán estrategias que apunten a asegurarlos contra esas contingencias.

C. Causas específicas de vulnerabilidad

Alta vulnerabilidad hace alusión directa a la incapacidad de los grupos más débiles de la sociedad para enfrentar, neutralizar u obtener beneficios de los impactos provocados por eventos económicos y/o sociales sobre los modelos de desarrollo imperantes, tal que éstos los llevan a un estado de exclusión, no sólo social sino que económica, política y legal (Pizarro, 2001).

Resulta claro, entonces, que la vulnerabilidad es un concepto que va más allá de la pobreza, no limitándose a la falta material, sino que incorpora prácticas discriminatorias en un sentido amplio y, en este marco, diferirá de acuerdo a la realidad de cada sociedad en particular. Sin embargo, es posible generalizar, señalando que se entenderá por grupo vulnerable a aquél que, en virtud de su género, raza, o condición socioeconómica, social, laboral, cultural, étnica, lingüística, cronológica y funcional, vea limitado su acceso a las oportunidades de desarrollo que una sociedad ofrece.

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2.2. TIPOLOGIA DE POLITICAS SOCIALES

En virtud de la revisión de las experiencias de un conjunto de diez países de América Latina6 y de las similitudes encontradas entre éstas, se ha definido y caracterizado una serie de categorías o tipos que contribuyen a sistematizar la oferta de programas sociales con énfasis en superación de pobreza. Estos tipos –Gestión de Riesgos Sociales y Vulnerabilidad, Beneficios Sociales, Programas Públicos con Orientación Productiva y Empleo,7 Fondos de Inversión Social, y Programas orientados a grupos específicos– son descritos a lo largo de esta sección, revisando algunos ejemplos de cómo los distintos países ponen en práctica las principales líneas de acción, acciones que en su conjunto constituyen la base de la política social actual en materia de superación de pobreza. La selección de programas sociales y casos se realizó intentando recoger aquellas acciones que de mejor manera representan el ejercicio práctico de la tipología y categorías anteriores.

a. Gestión de Riesgos Sociales y Vulnerabilidad

El manejo o gestión de riesgos sociales da cuenta de la capacidad –o la incapacidad– que tienen los grupos más vulnerables de la población de prevenir, sobrellevar y mitigar los efectos adversos de episodios de recesión económica o situaciones de riesgo de índole diversa (como desastres naturales).9 En general, las situaciones de recesiones económicas y crisis exponen a la población a riesgos que, ya sea a través de la caída repentina de ingresos o la pérdida de empleo, deterioran su nivel de bienestar. Este deterioro suele manifestarse a través de la disminución del consumo de bienes y servicios básicos y la reducción de la inversión en capital humano, particularmente educación y salud, o su desacumulación, vía mayores niveles de deserción escolar o la malnutrición. Existen distintas instancias del manejo de riesgos. Por una parte, el mercado ofrece alternativas de protección a través de los seguros, aunque esta alternativa suele estar fuera del alcance de los grupos económicamente más desfavorecidos de la población. Por otro lado, están las redes informales de solidaridad, que suelen estar presentes en los grupos más pobres, ya sea a través del apoyo familiar o la acción social de grupos organizados. Sin embargo, en momentos de crisis generalizadas, estas redes suelen ser insuficientes para evitar que quienes se encuentran en extrema pobreza o vulnerabilidad, sufran los impactos negativos propios de estas situaciones. Finalmente, está el Estado, quien de manera independiente o en coordinación con organizaciones de la sociedad civil, puede brindar ayuda a través de una política pública de manejo social del riesgo. Esta política está orientada a asistir a personas, hogares y comunidades con el propósito de mitigar riesgos en situaciones de recesión, y proporcionar apoyo directo a quienes se encuentren en extrema pobreza o vulnerabilidad. Se traducen en programas de temporalidad definida, que buscan la sustitución de ingresos vía la creación de empleos de emergencia o la entrega de subsidios monetarios que apoyen la no deserción escolar, mantener niveles adecuados de nutrición y cuidado para niños, el aseguramiento de un estándar mínimo de prestaciones de salud, y el apoyo a adultos mayores sin protección, entre otros. Dentro de esta categoría se contemplan las prestaciones a trabajadores desempleados, como las ayudas económicas transitorias para permitirles sortear la pérdida de ingresos. En función de la naturaleza de la fuente de riesgo social y de la temporalidad de sus efectos, se han identificado a lo menos cinco tipos de acciones específicas seguidas: Prestaciones de desempleo, Protección social y crisis, Programas de empleo de emergencia, Asistencia social directa y

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Asistencia social por emergencia. A continuación, se presentan algunos ejemplos concretos de su implementación en distintos países.

b. Beneficios sociales

Por beneficios sociales se entenderá a todos aquellos apoyos que brinda el Estado a personas que carecen de ingresos suficientes para autoproveerse de niveles adecuados de bienes y servicios básicos. Suelen adoptar la forma de programas permanentes tradicionales de corte asistencial, que se llevan a cabo como transferencias directas o indirectas, condicionadas o no condicionadas, de dinero –vía subsidios– o especies –como paquetes escolares o canastas básicas de alimentos. En muchos de los casos, estos apoyos constituyen beneficios propios de la seguridad social manejados centralizadamente por el Estado, o un equivalente a éstos para personas que están excluidas de los sistemas de seguridad social vigentes –en la forma de pensiones asistenciales, de cesantía, de vejez, de viudez, de orfandad, entre otros. Dentro de este grupo también se considera la prestación de atenciones de salud, de nivel primario o superior, para la población no cubierta por otro tipo de seguro de salud. Dentro de esta categoría también es posible encontrar una nueva gama de programas sociales, de transferencias de ingresos, cuya entrega está condicionada a que los beneficiarios cumplan con ciertos compromisos, que suelen referirse a su participación en procesos que garantizan la inversión en capital humano especialmente en menores y mujeres gestantes, generalmente acciones de salud y educación. Junto con apoyar el logro de mejores estándares nutricionales y educativos en los sectores más pobres, este tipo de programas espera fortalecer la participación activa y el involucramiento de las familias en el quiebre del “círculo vicioso” de la pobreza, especialmente para sus hijos. Aquí, se consideran programas que contemplan subsidios en las siguientes líneas: Transferencia directas de ingresos no condicionada, Transferencia directa de ingresos condicionada, Transferencias de alimentos y Transferencias de otras especies.

c. Programas públicos Con orientación productiva y empleo

A diferencia de los programas sociales de tipo más tradicional, esta categoría contempla a aquellos programas que ahondan en la inclusión social al buscar mejorar la capacidad futura de los hogares más carenciados para generar ingresos o elevar la probabilidad de un sujeto de estar empleado, y de este modo generar rentas que le permitan salir de su estado de pobreza.

A esta categoría pertenece toda una amplia gama de programas estatales orientados a la generación de ingresos laborales para grupos pobres y para población que se encuentre actualmente fuera del mercado de trabajo formal, a través de la creación de empleos permanentes, del fomento de la microempresa y el autoempleo, a la regularización de las actividades de los subempleados o trabajadores de sectores informales o a la adquisición de habilidades y calificación técnica que permita la inserción laboral de personas que quedaron marginadas del sistema de educación formal. Del mismo modo, dentro de esta categoría se contemplan las prestaciones a trabajadores desempleados que, a diferencia de los subsidios de cesantía o seguros de desempleo, estén destinadas a facilitar su reinserción laboral. También se consideran los programas orientados a garantizar a los grupos de menores ingresos la asistencia técnica y el acceso al crédito para el desarrollo de actividades productivas de menor escala.

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Las categorías aquí consideradas incluyen los Programas de habilitación laboral, las diferentes modalidades de financiamiento de Proyectos productivos y Acceso al crédito y/o microcrédito y los Programas públicos de empleo. A modo de ejemplo, aquí se revisa la experiencia de tres países: Chile, y el programa Pro Empleo, que ejemplifica las prestaciones a trabajadores desempleados que van más allá de la mera transferencia de ingresos temporales o la generación de empleos de emergencia; Brasil y su Plan Nacional de Calificación del Trabajador, que aborda la temática de la habilitación laboral y el aumento de productividad del trabajador vía la calificación; y México, y su programa Oportunidades Productivas, que contempla un diseño de alternativas de financiamiento para actividades productivas originadas en la población usualmente fuera del sistema financiero.

d. Fondos de inversión social

Los Fondos de Inversión Social (FIS) fueron creados durante la década de los años ochenta, como “mecanismos para paliar los efectos sociales de las políticas de estabilización o ajuste” (CEPAL, 1997a).

Aunque inicialmente se pensaron como un instrumento de temporalidad definida, han ido adquiriendo un carácter más permanente, ya que se les ha considerado como una importante innovación en materia de política social, al contemplar el involucramiento de los beneficiarios en el diagnóstico, la búsqueda de alternativas de solución y la implementación de proyectos específicos. Han resultado un instrumento eficaz, tanto por su capacidad de direccionar financiamiento a proyectos para zonas más desfavorecidas u organizaciones pobres, como por la flexibilidad de sus líneas de acción.10/11 Según concuerdan distintos autores (entre otros, Hardy, 2001 y León, 1998), su principal problema ha sido el de impacto, ya que su énfasis territorial o sobre grupos específicos acota su alcance, haciendo que éste resulte menor dentro del contexto de pobreza de los distintos países.

e. Programas orientados a grupos específicos

En general, esta categoría contempla programas que reconocen explícitamente la heterogeneidad de los llamados “grupos vulnerables”, a través de una oferta que considera la atención específica a sus necesidades en el diseño y la implementación de programas en particular. Muchos de estos programas consideran la creación de una nueva institucionalidad destinada a la atención de un grupo vulnerable en particular, para su implementación o para la coordinación de la acción de otras instituciones sectoriales que desarrollen e implementen una propuesta común que se haga cargo de las necesidades específicas de dichos grupos. La oferta de programas puede ser nueva, o recurrir a la focalización de otros programas existentes que implique asignar recursos frescos para su desarrollo. A continuación se revisan experiencias sociales destinadas a abordar los grupos vulnerables tradicionales –niños y mujeres gestantes– así como aquellas que reconocen la existencia de nuevos grupos vulnerables: jóvenes, adultos de la tercera edad y mujeres jefas de hogar.

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CAPITULO III

PENSAMIENTO económico EN EL PerúLa estructura económica existente en un determinado momento y las mutaciones que sufre a través del tiempo y el espacio son los factores que despliegan una mayor influencia en la orientación de cualquier corriente del pensamiento económico. Indudablemente, los cuerpos discursivos construidos por los pensadores de la economía de diferentes épocas y lugares difieren sustancialmente unos de otros en la forma, el contenido y los alcances de sus planteamientos; unos son justificatorios, otros son conciliatorios y otros más son críticos.

También se encuentra la influencia ejercida por la teoría y la práctica política. En muchas ocasiones los pensadores de la economía han sido también políticos, filósofos sociales o han desempeñado importantes cargos en las diferentes instancias del estado contribuyendo de esta manera, con su trabajo teórico-práctico, a la definición y orientación de la política económica. Por esta razón, en muchas teorías económicas es claramente perceptible el influjo o la influencia de la situación política que les dio origen.

En consecuencia, la labor de construcción de la historia del pensamiento económico debe estar encaminada a seleccionar lo más relevante de estos factores para descubrir lo que permanece, es decir, los fundamentos o hilos conductores que permiten la estructuración de una determinada teoría, especialmente en el campo de la ciencia económica.

En el siguiente trabajo analizaremos el pensamiento económico desde el punto de vista de los 3 personajes más influyente en la reflexión de la sociedad peruana, los cuales son José Carlos Mariátegui, Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco y Víctor Raúl Haya de la Torre.

APORTES DE JOSE CARLOS MAREATEGUIJosé Carlos Mariátegui La Chira; nació en Moquegua, 14 de junio de 1894 y murió en Lima, 16 de abril de 1930; fue un escritor, sociólogo y político socialista peruano. Su obra más conocida es 7 ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana.

Mariátegui elaboró todo un pensamiento marxista acorde al proceso historia del Perú. Y con ellos con convirtió en una de las voces marxistas en América latina.

Para Mariátegui los procesos históricos habrían llevado al Perú, a partir de su dominación colonial e inserción en el mercado mundial en calidad de simple proveedor de guano y salitre, a poseer una formación económico social de carácter "híbrido”.

Si bien es cierto Mariátegui expreso desde sus inicios tener un pensamiento marxista, no solo se limitó a la recepción de elemento de corte marxista, antes bien, su formación personal fue abierta a múltiples corrientes y formulaciones, por lo cual pudo hacer una lectura no ortodoxa del marxismo que le permitió considerar la especificación de la realidad peruana. De esta concepción abierta del mismo se deriva

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la cuestión del socialismo en el Perú y del sujeto revolucionario que debía llevar a cabo la transformación de esa realidad, pues Mariátegui, siguiendo la arenga clásica del marxismo sobre la necesidad de interpretar la realidad, para después transformarla, reconocía de éste su calidad de marco y punto de partida para investigar, conocer, explicar, interpretar y cambiar una realidad histórica concreta, desde dentro de ella misma; en lugar de ceñirse a la aplicación del aparato conceptual marxista como una plantilla clasificatoria y nominadora, adobada de retórica ideológica, sobre una realidad social determinada de este modo, según la caracterización que Mariátegui hace de la formación económico social peruana, el sujeto revolucionario del marxismo clásico no se hallaría presente (esto es, la clase obrera), no obstante, ello no hace a Mariátegui concluir por la imposibilidad de una acción clasista y autónoma de la clase obrera: en las condiciones en que se encuentra, ésta puede generar un proyecto revolucionario en el cual juegue el papel protagónico y debe actuar conforme a él, sin esperar a que las condiciones materiales para su realización estén dadas, más bien debe crearlas. Igualmente, no habría en el Perú una clase social burguesa que liderara el proceso de implantación y consolidación del capitalismo -paso previo a la instauración del socialismo, según los planteamientos marxistas ortodoxos y etapistas ya que en la sociedad peruana quedarían graves resabios de la etapa colonial, expresados en la pervivencia de estructuras de carácter feudal y, con ello, en la existencia de latifundios y prácticas de servidumbre y gamonalismo, los cuales están ligados a los problemas del indio y de la tierra (que dan título a dos de los siete ensayos mariateguianos). Como afirma el propio autor: "El problema agrario se presenta, ante todo, como el problema de la liquidación de la feudalidad en el Perú. Esta liquidación debía haber sido realizada ya por el régimen demo-burgués formalmente establecido por la revolución de la independencia.

Pero en el Perú no hemos tenido en cien años de república, una verdadera clase burguesa, una verdadera clase capitalista. La antigua clase feudal -camuflada o disfrazada de burguesía republicana- ha conservado sus posiciones.

Así, en línea con su concepción abierta del marxismo, según la especificidad de la realidad peruana, Mariátegui rechazaba cualquier determinismo histórico que condenara a su país a transitar por una serie de etapas preestablecidas y, hasta entonces, proceder a la transformación social necesaria que llevaría al socialismo peruano como proyecto nacional.

Respecto al interés de Mariátegui por el factor religioso, es importante mencionar que éste proviene de la amplitud de su formación personal, como se mencionó, abierta a la aportación de elementos no marxistas, y a su inclinación filosófica por corrientes en cierto modo contrarias al materialismo (George Sorel, Henri Bergson), de lo cual resultaría una consideración de los aspectos super estructurales de la sociedad peruana (las religiones incaica y católica) e incluso, su estimación sobre el papel del mito social como fundamento de la acción revolucionaria, no como un "socialismo religioso", sino apuntando a la necesidad del mito social como instrumento para movilizar a las masas indias, que no estaban en condiciones de acceder a un plano más elaborado del conocimiento de la teoría revolucionaria".

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Así, en la búsqueda por aplicar las formulaciones teóricas marxistas considerando la especificidad de la realidad peruana, José Carlos Mariátegui fundó el marxismo latinoamericano; si bien se circunscribió al ámbito peruano, es importante su esfuerzo, por cuanto ejemplificó la necesidad de conocer y estudiar una realidad social concreta para, sobre esa base, proceder a su análisis y explicación con determinados esquemas teóricos, y en última instancia, a su transformación; ello puede -y debe ser, de hecho- aplicado a otros casos específicos donde se quieran implantar modelos teóricos ajenos a nuestra realidad latinoamericana, con sus diversos escenarios particulares. El imperativo creador y original de nuestro pensamiento latinoamericano tiene así, en él, a un referente fundamental.

APORTES DE VÍCTOR ANDRÉS BELAUNDE DIEZ CANSECO

En 1914, Víctor Andrés Belaunde concluyó un famoso discurso pronunciado en la ceremonia de apertura del año académico de la Universidad de San Marcos con una elocuente frase: “¡Queremos patria!”. Detrás de esta exclamación enunciaba algunas de las inquietudes que acompañarían apasionadamente su labor intelectual, política y existencial a lo largo de toda su vida: la reflexión en torno a los problemas más agudos del Perú pero también la valoración de las tradiciones que formaron a nuestro país. Pues si bien Belaunde fue desde su juventud un severo crítico de los extravíos nacionales, fue sobre todo un creyente en lo que Basadre posteriormente llamaría la “promesa de la vida peruana”, es decir, “un ideal de superación individual y colectiva” que debía ser obtenido por el desarrollo integral del país, “la explotación de sus riquezas, la defensa y acrecentamiento de su población, la creación un mínimum de bienestar para cada ciudadano y de oportunidades para ellos”. La promesa implicaba también para Belaunde la formación de un espacio donde existiera una identidad y una tradición común que no excluyera sino integrara las diversas culturas locales. Esta promesa no era un ideal que debía construirse después de arrasar con el pasado sino que debía estar arraigado en la historia y en la cultura del país para poder proyectarse hacia el futuro.

La evolución del pensamiento de Belaunde tuvo tres momentos distinguibles. La confianza por el positivismo; luego, abandonando la certeza positivista, adopta el espiritualismo y, finalmente, el afincamiento en el pensamiento socialcristiano desde el que buscará las razones últimas del espíritu así como las claves definitivas de la peruanidad.

La etapa positivista de Belaunde se refleja en sus tesis y artículos. Su primer trabajo importante, su tesis Filosofía del Derecho y el método positivo, de 1904. Luego vendrían sus otras tesis, la de 1908, El Perú antiguo y los modernos sociólogos (Introducción a un ensayo de sociología jurídica), y las de 1911: Los mitos amazónicos y el Imperio Incaico y Las expediciones de los Incas a la Hoya amazónica. Estos trabajos ya nos muestran a un Belaunde que trata de entender de manera cabal y global la realidad nacional. El momento cumbre de su preocupación sería el representado por el libro de madurez final, titulado precisamente Peruanidad.

La época positivista fue también el tiempo de la mirada optimista por el desarrollo del Perú (representado por El Perú contemporáneo, de García Calderón, 1907). Pero la

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crisis, especialmente política, que vivió nuestro país en la segunda década del siglo XX, tuvo su impacto en el pensamiento de Belaunde. Aparecieron ante sus ojos con una claridad que no había percibido antes, los males históricos del Perú. El desencanto y el escepticismo cubren este nuevo momento político.

La conciencia de la nueva etapa tiene su verificación en el memorable discurso que Belaunde ofreció en 1914, titulado “La crisis presente”. Es el tiempo de la Gran Guerra europea y del derrumbe de los paradigmas vigentes. En dicho discurso, Belaunde expone su preocupación por las inexistentes bases institucionales.

En “La crisis presente”, Belaunde ataca, en páginas formidables que todos debemos leer, a la “clase dirigente” por su inmoralidad, a los partidos por deambular tras los caudillos y no tener programas, al gabinete por no cumplir con su función y al parlamento por no ser eficaz en su papel fiscalizador y legislador. Asimismo, denuncia la situación de sometimiento de la clase media (atada económicamente y con el lastre de una educación no apta para las labores técnicas y productivas, debiendo arrinconarse en la burocracia para sobrevivir), fustiga a la burocracia inútil y corrupta, pero, sobre todo, protesta y acusa a un régimen que por su incapacidad ha concluido en el absolutismo presidencial, estableciendo un paralelo siempre citado entre el virrey y el presidente.

Belaunde también señala lo que a su juicio son los tres grandes males de la república: la plutocracia costeña que más aspira a irse del país, la burocracia militar inmiscuida en funciones políticas que no le competen, y el caciquismo parlamentario como cómplice del feudalismo. Sobre éste último explica su presencia gigantesca en el deformado sistema electoral donde cuya solución la encuentra Belaunde en la emancipación y tecnificación de la clase media, única capaz de formar el verdadero partido liberal en el Perú.

La desazón de Belaunde y de todo su grupo generacional se ahonda ante la frustración de no concretar los grandes objetivos enarbolados por el Partido Nacional Democrático (PND), fundado en 1915 por José de la Riva Agüero. Belaunde se sintió profundamente afectado al ver que los planes que él y su generación se habían trazado se iban a estrellar contra la incomprensión y el desprecio de las clases dirigentes. Este momento espiritual coincide con el Belaunde más incisivamente analítico. En páginas de gran fineza reflexiva, describe e interpreta la psicología de los peruanos, pretendiendo descubrir qué de específico tiene cada grupo social y étnico (o de raza, como se decía entonces). De este modo, los defectos de la psicología nacional serían estudiados sistemáticamente en sendos artículos, señalando una severa crítica a los factores psíquicos que “desvían” la conciencia nacional, el abuso que se perpetúa en contra de los indios, así como reflexiones en torno a la situación subordinada que vivía la clase media de entonces.

En 1918, Belaunde fundó la revista Mercurio Peruano. Tres años después tuvo que partir al exilio.

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Hasta entonces, las páginas de esta revista estuvieron abiertas para nuevos escritores y para pensadores que no coincidían necesariamente con las posturas de sus directores, denotando amplitud ideológica. Pero posteriormente, Belaunde recompuso la dirección de la revista con intelectuales más cercanas al pensamiento socialcristiano. Fue en esta etapa que Belaunde inicia el envío de sus artículos de respuesta a los 7 ensayos de Mariátegui, entre 1929 y 1930. Este último año fue el de la caída de Leguía y del retorno de los intelectuales exiliados.

Lejos del país, Belaunde tendría la oportunidad de revisar sus ideas, reafirmar sus lazos espirituales con el Perú y elaborar una nueva visión del mismo. Es así que vuelve al catolicismo que había abrevado desde su experiencia familiar y se vuelve en un teórico del mismo. En La realidad nacional, escrito en un inicio en polémica con Mariátegui, Belaunde expresa su evolución ideológica definitiva hacia el cristianismo.

El principio básico del marielista arequipeño es entender al trabajo no como mercancía sino como elemento humano que debe ser orientado a un fin social. Desde ahí justifica y aconseja la copropiedad (accionario obrero) y la cogestión (comités de fábrica o taller), otorga más importancia al criterio cooperativista, acepta la organización sindical y la constitución de un Consejo Económico. Para Belaunde, la cuestión indígena adquiere sus rasgos típicos cuando se trata de la comunidad y de la hacienda serrana, y para ella elabora un programa que tiene entre sus elementos más importantes el potenciar la productividad de la comunidad, educar económicamente al indígena, expropiar al latifundio improductivo, distribuir tierras sea a individuos o a comunidades, ensayar cooperativas agrícolas, entre otros aspectos. La solución debería encontrarse tanto en los factores económicos como en los de la educación.

Con respecto al desarrollo industrial, Belaunde entendía que mientras la clase media no se liberara económicamente no se podría pasar a la industria, y políticamente no se podría aspirar a un verdadero partido liberal. Frente a esta incapacidad, el capital extranjero (no hablaba de imperialismo pero se acercaba a su diagnóstico) ha aumentado su presencia amenazando nuestra independencia política. Lo que propone Belaunde es el aprovechamiento de ese capital pero sin conceder privilegios y exigiendo al mismo tiempo una mayor presencia del capital nativo. Si queremos fortalecer nuestra economía industrial, aconsejaba, es necesario desarrollar un reformismo prudente.

De regreso al Perú, en 1931, Belaunde participaría en el Congreso Constituyente defendiendo el voto femenino, la libertad de prensa, la autonomía del poder electoral, la independencia del poder judicial, la religión católica como la base espiritual de la nacionalidad; asimismo, seguía sosteniendo que el problema principal del Perú es el indígena, propugna la descentralización, la regionalización y el desarrollo de una educación técnica que actúe sobre la realidad. Pero, por otro lado, se opuso en dar la capacidad de voto a los menores, a los analfabetos y a las fuerzas armadas.

En conclusión, en tanto Belaunde como intelectual, no fue un crítico radical del poder y tampoco uno orgánico, no despreció la política como actividad pero sí mantuvo distancia de quienes la ejercían. Su público no fue un grupo o una clase social específica sino que trató de que su audiencia fuera esa peruanidad que, de un modo

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un tanto abstracto, intentó definir. Buscó, ya desde su etapa de madurez, colocarse como un pensador por encima de los conflictos para, desde su sentido de realismo, ejercer la reflexión y proponer las correcciones, como una especie de conciencia crítica de la nación, a la manera de los grandes pensadores del siglo XIX. Pero la realidad social del país no le permitió serlo, pues las diferencias radicales que la atravesaban, y que el propio Belaunde analizó, le impidieron dialogar con una población plurilingüe y multicultural y en la que grandes sectores no se sentían identificados con la vida en común, con ese sentimiento de comunidad que es la nacionalidad.

APORTES DE VICTOR RAÚL HAYA DE LA TORRESHaya de la Torre corresponde a uno de los procesos ideológicos más particulares, evolutivos y complejos de la historia del Perú. El conjunto de sus escritos, pronunciamientos y posiciones hacen de él un personaje heterogéneo e incluso contradictorio, su mensaje se ha prestado a distintas y diversas interpretaciones. Según conceptos generales apristas, Haya aplicó el materialismo histórico a la revisión de la historia y condiciones objetivas de Latinoamérica, deduciendo de ello una teoría original de la acción política para conducir dichas sociedades hacia el socialismo; en el plano teórico su pensamiento, aunque marxista, resultará diferente y aún contrario del leninismo ortodoxo respecto a la estrategia socialista en sociedades coloniales o periféricas.

Haya comienza postulando que el imperialismo es la máxima expresión del capitalismo, que es, a su vez, el modo de producción económica superior a todo lo que el mundo conocía. En virtud de lo cual, concluye que el capitalismo es una fase inevitable en el proceso de civilización contemporáneo. El capitalismo, según Haya de la Torre, no será eterno y tiene contradicciones dentro de sí que terminarán finalmente con él pero, para que eso suceda, debe evolucionar completamente, esto es, existir y madurar. El proletariado de los atrasados países latinoamericanos es demasiado joven como para hacer la gran revolución que supere al capitalismo.

Sigue indicando que el imperialismo es la última fase del capitalismo en los países desarrollados, pero en los subdesarrollados, como lo es el Perú, es la primera fase. En estos países, no se trata de una etapa de industrialización avanzada sino de explotación de materias primas, porque es el tipo de producción que le interesa hacer allí al mundo desarrollado del que vienen los capitales imperialistas; no a los ciudadanos de estos países. Por esta causa, dice, su desarrollo inicial es lento e incompleto.

Víctor Raúl estima que serán las tres clases oprimidas por el imperialismo las que harán avanzar esta etapa de la sociedad: el proletariado industrial joven, el campesinado y las clases medias empobrecidas. Con la alianza de estas clases en el poder, el Estado ya no será instrumento del imperialismo sino defensor de las clases que represente. Así, tomarán de los países desarrollados lo que les interese y negociarán con estos de igual a igual, no sometidos, porque se necesitan mutuamente.

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Haya de la Torre tiene una visión americanista de hacer política. Cree que lo que el llama "Indoamérica", tiene que integrarse y luchar en conjunto para avanzar. Por ello su partido tiene un nombre en el que figura el concepto de alianza americana. En síntesis, dice que hay que crear la resistencia antiimperialista en América y darle forma de organización política. Esto es lo que Haya considera que debe ser el Apra.

La disociación entre un socialismo como el de Mariátegui, que no concebía a América Latina como una nación inconclusa, y el nacionalismo de Haya, que rechazaba el papel dirigente de la clase obrera en la revolución nacional unificadora de la Patria Grande, fue una evidencia trágica de la inmadurez histórica de los latinoamericanos en el primer tercio del siglo XX. Si se fusionara a ambos brotaría de ellos un socialismo criollo rebosante de originalidad.

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CONCLUCIONES

1. Política social que ha surgido en América Latina durante la época neoliberal. Se presenta como pionero de los programas nacionales de CCT, los cuales han proliferado en toda la región durante la primera década del siglo XXI.

2. El recuento preliminar y polémico que he realizado muestra avances evidentes en el campo de los estudios sobre la pobreza en América Latina. Sin embargo, es evidente que se requiere profundizar en numerosos campos tomando como referencia al paradigma universalista que lentamente ha ampliado su influencia a escala regional.

3. Estos paradigmas de la teoría económica formulados en las principales escuelas de economía en los países desarrollados no fueron suficientes para explicar el llamado subdesarrollo o las economías de los países periféricos o dependientes, productores de materias primas y donde se observaba una dualidad económica, es decir, que existían sectores modernos con sectores atrasados, los primeros estaban ligados al sector exportador, mientras que los segundos eran simplemente economías agrícolas de sobrevivencia o para el autoconsumo

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LINGOBRAFIA

Chiavenato, I. (02 de 04 de 2015). resumen del libro al desarrollo organizacional. Obtenido de https://pabloyela.files.wordpress.com/2012/05/tipos-de-organizaciones.pdf

INFORMAL, O. F. (04 de 04 de 2015). aula facil. com. Obtenido de http://www.aulafacil.com/principios-estructura-organizacion/curso/Lecc-2.htm

ORGANIZACIÓN, L. (02 de 04 de 2015). origen etimologico del termino organización. Obtenido de http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/7d/Organizacion_para_estudiantes_de_administracion.PDF

BELAÚNDE, VÍCTOR ANDRÉS. LA REALIDAD NACIONAL. 1931. Obras Completas. Primera Serie “El Proyecto Nacional”. Tomo III. Lima: Edición de la Comisión Nacional del Centenario, 1987.

RICARDO CUBAS RAMACCIOTTI. VÍCTOR ANDRÉS BELAUNDE y el debate intelectual en torno a la realidad peruana

ICTZEL MALDONADO LEDEZMA. Las aportaciones de José Carlos Mariátegui al Pensamiento Latinoamericano

JOSE CARLOS MARIAEGUI. 7 ensayos de la realidad Peruana

ARCHIVO CHILE. De Mariátegui a Haya de la Torre