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ANÁLISIS REFERENCIAL
1.1. Marco referencial: crecimiento de anillos
Las primeras manifestaciones de esta forma de vida se dieron en México a la
llegada de los españoles en el siglo XV, cuando éstos (los de menos recursos y los criollos),
vivían en casas de vecindad, las cuales consistían en hileras de viviendas en ambos lados
de un patio central y con todos sus servicios independientes. Las de menor categoría eran
simples cuartos con su cocina y los servicios higiénicos eran colectivos. Se cree que este
fue el inicio de una forma de vida en condominio pues los inquilinos de las vecindades
eran sólo responsables de su área de vivienda.
En las primeras concentraciones urbanas, aparecieron las viviendas multifamiliares
denominadas "vecindades", las cuales retomaban algunos ejemplos europeos tanto en su
disposición interna (patio central rodeado de habitaciones) como en el diseño de sus
fachadas (estilos neoclásicos). Las casas "solariegas" urbanas albergaban en un solo lote a
varias familias las cuales contaban con áreas de trabajo (talleres) y comercio (local
comercial) integradas a las de habitación generando una mezcla de usos. Estos ejemplos
en algunas poblaciones configuraron edificaciones con portales para facilitar la venta e
intercambio de productos y mercancías.
La normatividad legal estuvo influenciada por las teorías del urbanismo moderno
(1925-1930) desarrolladas en Europa obligando a los fraccionadores a otorgar áreas de
donación para zonas verdes El concepto tradicional de la vivienda mexicana se modificó
para dar paso al concepto de una edificación habitacional la cual debe contener áreas
verdes integradas, prever lugares de estacionamiento dentro del lote y al interior de la
construcción dividir el espacio generando diferentes tipologías: recámaras, baño, cocina,
comedor, estancia, sala para la T.V., cuarto de servicio, entre otros. Además, se hace una
separación entre el área de trabajo, el comercio, el equipamiento urbano y la habitación.
Bajo esta premisa aparecen los primeros fraccionamientos residenciales, los cuales
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cuentan con vialidades primarias con secciones promedio de 18 metros donde se ubican
camellones arbolados.
Durante la década de los años veinte, se construyen en Francia los primeros
desarrollos habitacionales de tipo popular para atender a una parte de población
asalariada de las nuevas zonas urbanas. La configuración espacial se caracteriza por casas
unifamiliares en un solo nivel sembradas en lotes con un promedio de 120 metros
cuadrados. El programa arquitectónico contiene: 3 recámaras, un baño, una cocina, un
comedor, una estancia, un patio de servicio, estacionamiento y áreas verdes dotadas con
algunas obras de infraestructura.
En algunas ciudades se construyen los primeros edificios destinados a la renta de
departamentos con fines habitacionales (como fue el caso del conjunto Miguel Alemán en
la Ciudad de México), caracterizándose por no contar con espacios para áreas de
estacionamiento, estas edificaciones consideraron las nuevas teorías arquitectónicas para
el diseño de la vivienda promovidas por Le Corbusier.
En las zonas rurales y en los poblados que no estaban sujetos a presiones de
urbanización se siguió construyendo la vivienda con los sistemas tradicionales, copiando
los prototipos existentes tanto en su configuración espacial interna, así como en la
utilización de los sistemas constructivos. En la década de los setentas, al implementarse
una política de apoyo a la vivienda por parte del sector público se crearon y fortalecieron
las instituciones nacionales y estatales dirigidas a financiar y construir viviendas de interés
social en las zonas urbanas caracterizándose por ser casas unifamiliares de uno y dos pisos
en los conjuntos denominados Izcallis, ISSEMYM y los Infonavits entre otros.
A partir de 1975 se construyen los primeros conjuntos habitacionales en régimen
de condominio tanto vertical, horizontal y mixto, promovidos principalmente por el
INFONAVIT en ciudades con un alto índice de urbanización.
En la década de los setentas, los asentamientos irregulares crecieron aceleradamente en
los municipios, los cuales se caracterizaban por ocupar predios privados, ejidales y
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públicos que se lotificaban con viviendas unifamiliares carentes de servicios públicos y
áreas de donación destinadas para equipamiento urbano, fenómeno vigente en la mayor
parte de las zonas urbanas del país. En el año de 1979, el gobierno estatal decretó una
nueva Ley de Fraccionamientos de Terrenos y estableció el Reglamento de Construcciones
de Inmuebles en Condominio, el cual en su artículo 24 define que: “a los conjuntos
habitacionales de interés social, los cuales no tienen ninguna limitación en cuanto al
número de viviendas, se pueden edificar en un solo predio”, sin embargo aportaron áreas
de donación, edificaron obras de equipamiento urbano y construyeron obras de
urbanización que les fueron requeridas para su adecuado funcionamiento e integración a
la estructura urbana.
Con la finalidad de ofertar suelo urbano a las personas de escasos recursos
económicos, en el año de 1982, se adecuó la Ley de Fraccionamientos, que permitió crear
el fraccionamiento social progresivo los cuales fueron realizados por instituciones públicas
como AURIS, CRESEM y PROFOPEC. Las reformas formuladas en la Constitución de la
República Mexicana en el año de 1976, generaron en el año de 1983, que se decretara la
primera Ley General de Asentamientos Humanos.
En la década de los ochenta, los programas de vivienda principalmente de interés
social financiados y edificados por las instituciones públicas como el INFONAVIT, FOVI,
FOVISSSTE, ISSFAM, AURIS, ISSEMYM, INDECO entre otros, configuraron algunos espacios
con desarrollos multifamiliares en régimen de condominio principalmente de tipo vertical,
observándose una reducción paulatina en el tiempo de la superficie cubierta por vivienda
y del programa arquitectónico, lo cual requirió el incremento de las densidades
habitacionales en los planes de desarrollo urbano vigentes hasta alcanzar 80 viviendas por
hectárea.
En el año de 1993 se decreta la segunda Ley General de Asentamientos Humanos,
la cual clasifica a los fraccionamientos habitacionales en la siguiente tipología:
Social progresivo, con obras de urbanización y equipamiento progresivas
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Habitación popular con obras de urbanización y equipamiento terminadas
Habitación residencial con obras de urbanización y equipamiento terminadas
Habitación campestre con obras de urbanización y equipamiento terminadas
Los fraccionamientos otorgan áreas de donación y construyen las obras de
infraestructura primaria que son requeridas para la adecuada integración a la estructura
urbana existente. En esta disposición legal quedó establecido que los desarrollos sociales
progresivos podrán ser realizados por personas físicas o morales de los sectores público,
social y privado.
El 9 de marzo de 1999, se estableció la siguiente tipología de vivienda:
Social progresiva; aquella cuyo valor al término de la construcción no exceda de la
suma que resulte de multiplicar hasta por diez el salario mínimo general del área
geográfica "A" elevado al año.
Interés social; aquella cuyo valor al término de la construcción no exceda de la suma
que resulte de multiplicar hasta por quince el salario mínimo general del área
geográfica "A" elevado al año.
Popular; aquella cuyo valor al término de la construcción no exceda de la suma que
resulte de multiplicar hasta por veinticinco el salario mínimo general del área
geográfica "A" elevado al año.
Media; aquella cuyo valor al término de la construcción no exceda de la suma que
resulte de multiplicar hasta por cincuenta el salario mínimo general del área
geográfica "A" elevado al año.
Residencial; aquella cuyo valor al término de la construcción no exceda de la suma que
resulte de multiplicar hasta por cien el salario mínimo general del área geográfica "A"
elevado al año.
Residencial alto y campestre; aquella cuyo valor al término de la construcción exceda
de la suma que resulte de multiplicar por cien el salario mínimo general del área
geográfica "A" elevado al año.
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La tipología de vivienda antes descrita responde a los diferentes programas de
financiamiento que manejan las instituciones nacionales y su correspondencia con los
niveles de ingreso de la población logrando una justicia social en el pago de impuestos y
derechos. En la configuración espacial de la vivienda de interés social se observa un
cambio radical, pasando de los edificios verticales en régimen de condominio de 5 niveles
que se realizaban a finales de la década de los ochenta por la edificación de vivienda
multifamiliar en régimen de condominio vertical con alturas de 3 niveles y con frentes de
casas de 3 y 4 metros las cuales adoptan nombres comerciales como: Casas EGO, Casas
ARA, Casas SADASI, Casas Galaxia, Casas BETA, entre otros.
Este tipo de vivienda cuenta con 2 recámaras, un baño, un espacio de usos múltiples, patio
de servicio, jardín y estacionamiento.
El diseño del proyecto de la vivienda considera su futura ampliación para una
recamara y en algunos casos para otro baño. Las organizaciones sociales como la UPREZ,
DOLAC, ARCIAC, USCAPEM entre otras se especializan en el campo inmobiliario y generan
sus propios desarrollos habitacionales que dan cumplimiento a las disposiciones legales
vigentes. Estos desarrollos son financiados con ahorros propios de los integrantes del
grupo social y créditos disponibles del sector público, (los cuales son muy limitados)
originando conjuntos habitacionales sociales progresivos, tanto en sus obras de
edificación, urbanización y equipamiento.
La aparición del condominio, vivienda eminentemente social, surgió al año inmediato
en que ocurrieron los sismos de 1985, en que fue indispensable dotar de techo y
protección a millares de familias que habían perdido sus hogares, precisamente en los
barrios capitalinos de amplias colonias populares. Éste mismo año surgen las llamadas
vecindades se caracterizaban por estar construidas en dos largas filas de monoviviendas
de uno o dos cuartos, una pequeña azotehuela y un bracero de mampostería. Las
monoviviendas no tenían ventanas y en algunos casos, si las había, es porque los
inquilinos las habían mandado construir.
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Los nuevos condominios surgidos en los últimos trece años se deben al esfuerzo
institucional del Fondo Nacional de la Vivienda Popular, con sus programas Fase I y Fase II.
Sin embargo, le corresponde al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y luego al
Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), ser los
precursores en la construcción del condominio popular en el país, primordialmente para la
clase media y baja y también para las familias de los trabajadores.
Su prototipo cumple estos aspectos: puede ser adquirida mediante un corto
enganche y el resto pagarse en mensualidades muy baratas que incluyen un seguro de
protección contra incendios o desastres naturales; la construcción se realiza en varios
tipos: condominio horizontal o en varios niveles, en grandes edificios o en tres niveles
como máximo, lo que da por resultado la existencia de conjuntos habitacionales
integrados por secciones, rodeados de áreas comunales y zonas verdes, incluyendo en
varios de ellos el estacionamiento.
Fig. 1.1.1. Desarrollo de vivienda en la ciudad de Hermosillo, Sonora de 1950 a la actualidad.
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1.2. Origen y ordenación del terreno en Hermosillo
La ciudad de Hermosillo es una ciudad relativamente nueva y tiene su origen en el
Presidio de Pitic, por lo que al ser un asentamiento de tipo militar su desarrollo inicial se
presentó pensando en la defensa de las tribus hostiles, siendo el llamado Plan Pitic (entre
1780 y 1785), emitido por Don Teodoro de Croix al Intendente Gobernador Don Pedro
Corbalá, en donde se establece la Villa del Pitic, en la provincia de Sonora. Este es el
primer documento que se tiene como referencia en el abordo a la planeación de lo que
hoy es la ciudad de Hermosillo.
El Ingeniero Extraordinario Don Manuel Mascaró, seleccionó el terreno para
asentar la Villa del Pitic, considerando el resguardo contra las inclemencias climáticas, así
como la disponibilidad de agua cercana y su conducción por medio de acequias,
incluyendo la siembra para los colonos avecindados:
“Hayándose (sic) elegido o señalado el sitio que ha considerado más oportuno para ubicar
la Nueva Población, cuidará el Comisionado a su establecimiento de que las casas y
edificios que sucesivamente se fueren construyendo se arreglen a la Planta o Plano
formado por el Ingeniero Extraordinario Don Manuel Mascaró, que a fin de que se tenga
presente, se unirá y pondrá por cabecera de esta Instrucción y Ordenanza Municipal, bajo
cuyo método saldrán las calles derechas más proporcionadas para facilitar el tráfico y
comunicación de los vecinos y pobladores, contribuyendo su igualdad y simetría a
hermosear la población, limpieza y sanidad en beneficio de los que se fijaren en ella”
El primer plano regulador del antiguo Pitic es de alcance limitado y restringido al
área del presidio. Al desarrollarse la ciudad se fusionan los dos asentamientos originales:
la Villa del Pitic y Villa de Seris (San Pedro de la Conquista), divididas por el Río Sonora; en
torno de la antigua plaza de Armas donde se asientan los poderes civiles y religiosos.
Durante el siglo XIX Hermosillo fue una pequeña ciudad que se desarrolló, al igual que
muchas de las ciudades de la República, en forma lenta, formando una retícula en torno al
centro urbano, se caracterizaba por contar con una serie de canales y acequias que
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conducían el agua a las huertas que
circundaban la ciudad. Para este
tiempo no se tiene registro de
planes urbanos formales, aunque
también hay que considerar que los
problemas urbanos son de gran
magnitud.
El desarrollo de Hermosillo, recibe ese nombre en 1828, se vio asociado con el
asentamiento de los poderes del Estado, a los que albergó en varias ocasiones hasta que
se establece en forma definitiva en el año de 1879. Se menciona como antecedente que
en 1845, el ingeniero Leonardo Santoyo elaboró un plano de la ciudad, donde detalla los
predios, propietarios, presas y acequias, que tiene más bien fines de control de propiedad,
de la distribución agrícola y del agua, así como el cálculo de la carga impositiva. Para 1870
se publicó el plano rector de Hermosillo y también se tiene conocimiento de que en 1895
el Ingeniero Civil Aínza hizo un nuevo levantamiento y elaboró un plano de la ciudad.
Fig. 1.2.1. Plano Urbano de Hermosillo de 1870.
Fig. 1.2.2. Plano topográfico de Hermosillo elaborado en 1895 por el Ingeniero Civil Aínza.
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La época del Porfiriato y las primeras décadas del siglo XX se caracterizaron por la
llegada del ferrocarril, la electricidad, el telégrafo, y la industrialización, que impactaron el
paisaje de la ciudad y su funcionamiento. Hermosillo, en el Estado de Sonora, vive una
segmentación regional en función del eje Guaymas-Nogales, profundizado por el efecto de
la integración entre algunas ciudades del Estado, así como con el sur de Estados Unidos y
el Centro del país. A partir de la década de los cuarenta se presentaron una serie de
eventos que impactaron la ciudad, propiciando también su crecimiento a ritmo acelerado,
entre los que se pueden numerar:
La planeación, trazo y desarrollo de la Costa de Hermosillo como centro de producción
agrícola
La construcción de la presa Abelardo L. Rodríguez
El ensanchamiento de la calle Rosales y su prolongación con el Bulevar Abelardo L.
Rodríguez, para unir la Colonia Pitic, que se desarrollará en esta época con un
concepto nuevo en cuanto a planeación de nuevas áreas de la ciudad.
La apertura de la Universidad de Sonora y la construcción de sus primeros edificios,
incluyendo rectoría y el Museo Biblioteca.
Las acciones de modernización se prolongan hasta los sesenta, cuando se promueve
una readecuación vial, mediante el esquema de un anillo periférico que pretende limitar a
la ciudad.
Durante estas décadas no se presentan acciones importantes de planeación urbana
de la ciudad en su conjunto, limitándose a la extensión de la misma mediante una retícula
irracional e interminable hacia el norte y una serie de asentamientos irregulares y sin
orden al sur, principalmente sobre terrenos ejidales de Villa de Seris.
En los setenta multiplica el uso del esquema del fraccionamiento, antes reservados a
colonias de clase alta, como la Pitic, y que ahora se extiende a otros niveles como una
forma de comercializar terrenos privados y de generar vivienda en serie que requiere la
creciente población, apoyado por programas habitacionales de los diferentes niveles de
gobierno, estos desarrollos se planean cada uno de ellos en lo individual, en forma
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fragmentada, y se articulan a través de vialidades tipo bulevar de grandes dimensiones y
camellones arbolados.
A principios de la década de los ochentas se empieza a hacer un ejercicio de
planeación en la ciudad, formulándose el llamado Plan Director de Desarrollo Urbano de
Hermosillo, documento aprobado el 11 de diciembre de 1981, publicado en febrero de
1982 e inscrito en el Registro Público de la Propiedad el 11 de marzo del 1982. En los años
1983 y 1984 se genera el Plan Parcial del Sureste Citadino con el fin de ubicar el parque
industrial en ese sector donde habría de instalarse la planta Ford, así como desarrollos
habitacionales para trabajadores, constituyéndose en uno de los primeros ejercicios de
planificación urbana en la ciudad.
Para mayo de 1985 se genera el Programa de Desarrollo Urbano del Centro de
Población de Hermosillo, que está orientado a la programación de recursos, para su
asignación por el COPLADES, consistente en la ubicación cartográfica y descripción de la
problemática de la ciudad y propuestas de obras enfocadas a la solución de ella.
Fig. 1.2.3. Plano del Programa de Desarrollo Urbano publicado en el año de 1985.
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La Ley 101 de Desarrollo Urbano para el Estado de Sonora (1985), fue promulgada
a consecuencia de la aparición de la Ley General de Asentamientos Humanos, la cual dio
un nuevo impulso a los Programas Municipales de Desarrollo Urbano. A este documento
se le sumó lo que desde la federación se promovió en materia a la planeación a través de
la SAHOP (posteriormente SEDUE), por lo que el 12 de septiembre de 1988 se publicó en
el Boletín Oficial del Estado el Programa de Desarrollo Urbano de la Ciudad de Hermosillo
que incluía diagnóstico, normatividad, estrategia, programación e instrumentación,
resultando bastante general y rudimentario como instrumento técnico de planeación
urbana y en consecuencia poco práctico para su administración por lo que su
instrumentación resultó poco exitosa.
Al inicio de los noventas se desarrolla el Macro Proyecto Río Sonora Hermosillo XXI,
que capitaliza lo que ya se venía formulando desde finales de los ochentas con el Plan
Especial Hermosillo, que buscaba la integración del sur y el norte de la ciudad, mediante la
canalización del Río Sonora, la interconexión de vialidades y el aprovechamiento de los
terrenos ganados al Río, generando un nuevo centro administrativo, comercial y
recreativo, que tuvo un arranque espectacular, incluyendo grandes edificaciones, pero
que se vio frenado a mitad de los noventa con la crisis de diciembre de 1994 y sólo
recientemente se ha visto reactivado con un ritmo y magnitud muy modesto en
comparación con las expectativas iniciales.
Fig. 1.2.4. Imagen del Proyecto Río Sonora propuesto a inicios de los noventa.
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En el año de 1993 el Gobierno del
Estado promueve la elaboración de los
Programas de Desarrollo Urbano de sus
principales ciudades, por lo que en 1994 se
emite el Programa Municipal de Desarrollo
Urbano del Centro de Población de
Hermosillo. Este programa presentaba una
estructura más clara y ordenada,
respaldado por un trabajo de diagnóstico
bastante amplio, presentando propuestas
urbanas concretas y utilizando sistemas de
cómputo para su presentación escrita y
gráfica.
Ante la necesidad de abordar problemas no contemplados en el programa de
1994, el Ayuntamiento de Hermosillo presentó una actualización del mismo en 1997,
mismo que fue publicado en el Boletín oficial de Gobierno del Estado el 27 de febrero de
1997. Este escrito fue elaborado por la empresa de Consultoría, Planeación y Arquitectura,
quienes basados en el documento de 1994, modificaron algunos puntos del Programa,
destacando el hecho de que el límite de crecimiento de la ciudad (reservas), se disminuyó
significativamente, promoviendo una política de disminuir el ritmo del crecimiento de la
ciudad. Este programa incorporaba una serie de conceptos que permitían la
administración urbana en forma más ágil y clara, tratando de eliminar la discrecionalidad
de la autoridad en los permisos de uso de suelo, fraccionamientos y edificaciones.
Conceptos como los corredores urbanos, las unidades vecinales, el catálogo de
usos específicos de uso de suelo, entre otros, siendo un documento elaborado por el
Gobierno Municipal del Estado de Sonora, difundido y utilizado como instrumento para la
Fig. 1.2.5. Imagen del plano de estrategia para la
ciudad de Hermosillo en 1994.
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administración y control urbano, se iniciaron una serie de controversias sobre su
contenido, mismas que en muchos de los casos se tuvieron que ventilar en los tribunales
del poder judicial. Asuntos tales como la ubicación del relleno sanitario, el confinamiento
de residuos sólidos, instalación de giros como gasolineras y gaseras, entre otros, fueron
puntos que se trataron tanto en los medios, como en las calles y los tribunales. Sin
embargo la principal crítica al programa fue la falta de participación ciudadana en su
proceso de elaboración y autorización, queja que puede hallar su origen en dos factores:
el incremento de la participación ciudadana en diferentes aspectos a nivel local y nacional,
así como el hecho de que se empezó a conocer e identificar este documento como el
rector en materia de planeación urbana, tanto por las autoridades como los particulares y
los diferentes actores que intervienen en la ciudad.
En septiembre del 2000, el H. Ayuntamiento de Hermosillo emite el Programa
Municipal de Desarrollo Urbano del Centro de Población de Hermosillo, Sonora,
actualización 2000, documento formulado por la Dirección de Planeación y Control
Urbano Municipal, el cual carecía de consultas y encuestas realizadas directamente a la
población. En este documento se amplía el límite de crecimiento, se considera un plan vial
a largo plazo, se introducen normas específicas de zonificación y uso de suelo, así como
los mecanismos de participación social. Se introducen nuevos conceptos y técnicas de
planeación urbana, así como el uso de sistemas de información geográfica.
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1.3. Etapas de crecimiento en Hermosillo
Hermosillo ha experimentado en las últimas cinco décadas un dinámico
crecimiento en diversos campos de la vida económica y política que la sitúan como el
centro urbano más importante en el estado. En el año 2000, se registró una población de
720,000 habitantes, lo cual representaba el 90% del total del municipio y 24% de la
población total del estado.2
Durante los años cuarenta y cincuenta, el auge de la actividad agrícola en la Costa
de Hermosillo, la construcción de grandes obras de infraestructura combinada con la
decadencia de los centros mineros del estado, hicieron posible una elevada concentración
de la población en la ciudad, logrando alcanzar tasas de crecimiento superiores al 8%
anual.
En las décadas de los sesenta y setenta, el desarrollo económico de la región
estuvo apoyado en la explotación intensiva de la agricultura, la actividad agroindustrial y
alimenticia, desalentándose el uso de fuerza de trabajo en la rama exclusiva del sector
primario, y trasladándose hacia el comercio y los servicios. En este periodo, la estructura
urbana se conformó a partir de dichos requerimientos, expandiéndose la zona urbana en
forma considerable y consolidando el núcleo base, el centro comercial, de gobierno, y
vialidades primarias, y ampliando y mejorando el equipamiento e infraestructura en los
nuevos asentamientos de la ciudad.
El proceso de globalización que se advierte en los inicios de los ochentas reactiva
la economía del estado de Sonora y particularmente la de su capital Hermosillo. La
innovación tecnológica, la parcelación de los procesos de producción, la movilidad de
capitales y el intercambio comercial, parecen colocar al país, y especialmente a los estados
fronterizos, en una región privilegiada para la localización de plantas industriales tanto
nacionales como extranjeras, orientadas principalmente a la exportación. 2 Hiernaux Daniel y Alicia Lindón, “La construcción social de un territorio emergente”, El Colegio Mexiquense y
Ayuntamiento Valle de Chalco, México (2000), página 263
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Expansión de mancha urbana en Hermosillo: fig. 1.3.1. Hermosillo 1930, fig. 1.3.2. Hermosillo 1950, fig. 1.3.3.
Hermosillo 1970, fig. 1.3.4. Hermosillo 1980, fig. 1.3.5. Hermosillo 1990, fig. 1.3.6. Hermosillo 2000.
Fig. 1.3.1 Fig. 1.3.2
Fig. 1.3.3 Fig. 1.3.4
Fig. 1.3.5 Fig. 1.3.6
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El suelo urbano que contiene a la ciudad de Hermosillo está formado por 16,092
hectáreas, de las cuales el 78.10% (12,568.80 hectáreas) corresponden a lotes. La
diferencia entre estas cantidades corresponde a las vías públicas y zonas de la cadena
montosa al interior de la mancha urbana. Del total de predios, el 29.09% equivale a la
ocupación del suelo, patrón de sentamiento que provoca problemas de contaminación y
movilidad, con una pérdida irreversible de terrenos de valor natural y productivo, además
del encarecimiento de los servicios públicos y de infraestructura, como la carencia de agua
potable en una región distinguida por sus altas temperaturas.
El crecimiento de la ciudad ha causado impactos en el ambiente, identificándose
entre ellos, el desmonte de zonas sin uso urbano (baldíos), el desvío y desaparición de
Fig. 1.3.7. Comparación de expansión de mancha urbana en Hermosillo de 1900 al 2000.
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arroyos y escurrimientos naturales, lo que es muy evidente en la traza ortogonal que se
repitió indiscriminadamente en el norte de la ciudad; además debe considerarse los
impactos por desechos sólidos resultado de las actividades humanas, causando emisiones
a la atmósfera, impactos en el agua, así como ruido y olores, además de contaminación
visual e incremento de la temperatura.
Se ha identificado a la ciudad de Hermosillo, desde el punto de vista morfológico,
con dos tipos de crecimiento en el siglo XX: el crecimiento concéntrico hasta finales de los
setentas y un crecimiento de tipo policéntrico en las últimas décadas del siglo XX. Al inicio
del siglo XXI, se derivó una situación que hay que mencionar con reservas, ya que se
considera al policentrismo un modelo de crecimiento característico de una ciudad
planeada, más bien se ha diagnosticado la ciudad de Hermosillo como una ciudad región
en ciernes, estableciendo como ejes articuladores la modernización y la regionalización
que actúan sobre factores urbanos tales como su paisaje, morfología, organización
espacial y sustentabilidad, entre otros.
“La ciudad ha dejado de crecer concéntricamente, se desborda heterogéneamente hacia
todas direcciones, proliferando asentamientos dispersos que crean más periferia que
ciudad”.3
El Programa de Desarrollo Urbano de 1993, que entra en vigor en 1994, representa
un parte-aguas en la planeación urbana de Hermosillo, ya que es el primer ejercicio de
planeación estructurado en el cual se incluyen conceptos nuevos, como son los corredores
urbanos, en donde la vialidad empieza a considerarse como elemento integrador y
distribuidor del uso de suelo; esta condicionante se mantiene en sus actualizaciones 1997
y 2000. Cabe mencionar que si bien se empieza a orientar a la ciudad hacia un crecimiento
policéntrico, no se llega a definir claramente como modelo, por lo que llega a ser un
reconocimiento intuitivo de la dinámica que se estaba presentando en la ciudad más que
una propuesta estructurada del modelo de ciudad policéntrica o ciudad región.
3 Texto extraído de Programa deDesarrollo Urbano 1993
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El crecimiento físico de la ciudad se ha presentado en forma histórica como se
muestra en la siguiente tabla y gráfica, además se establece un pronóstico del
comportamiento probable del crecimiento urbano proyectado al año 2030, de seguir las
tendencias actuales.
Comparando el crecimiento físico con el demográfico, se presenta una tendencia a
la baja en la densidad bruta de la ciudad, lo que implica que la estructura urbana ocupada
ha crecido a mayor velocidad que la población, lo anterior debido a que cada vez se han
creado colonias y fraccionamientos, alejados de los limites de las zonas urbanas ocupadas,
generando una cantidad importante de lotes baldíos y fraccionamientos dispersos, este
fenómeno ha sido provocado por los altos costos de los terrenos, lo cual ha motivado a
utilizar alternativas de crecimiento en las periferias, lo que impacta los costos de
urbanización y también el aparato financiero de de la ciudad para satisfacer de servicios
públicos a estos desarrollos.
AÑO
SUPERFICIE (Hectáreas)
POBLACIÓN (Habitantes)
DENSIDAD
(Habitante/hectárea)
1900 107.24960 10.613 98.96
1930 198.88146 19.959 100.36
1950 906.76112 43.516 47.99
1960 2,544.67105 95.978 37.72
1970 2,995.45063 176.596 58.95
1980 4,383.70809 297.175 67.79
1990 8,691.02604 406.417 46.76
2000 13,991.60720 545.928 39.02
2010 16,500.94987 792.834 48.05
2020 19,460.33380 916.825 47.11
2030 22,950.47222 1,006.599 43.86
Fig. 1.3.8. Tabla de relación de superficie, población y densidad de 1900 a
2030.
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De seguir la tendencia actual para el año 2030 el centro de población tendrá
alrededor de 23,000 hectáreas, lo que implica un incremento del equivalente al 60% de la
zona urbana del 2000.
Del total de lotes o predios dentro de la zona urbana actual el 37.25% se
encuentran baldíos, lo que equivale a 4,681.41 hectáreas, que es el 29.09% del total de las
zonas ocupadas por la ciudad.
Fig. 1.3.9. Relación histórica y estimada de densidad bruta de la ciudad de Hermosillo al 2003.
Fig. 1.3.10. Relación histórica y estimada de superficie del área urbana de la ciudad de
Hermosillo al 2003.
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Estas áreas baldías se presentan tanto en grandes predios sin desarrollar como en
una gran cantidad de lotes baldíos al interior de las diferentes colonias de la ciudad, esta
gran superficie influye para que la densidad sea menor, contribuyendo a la existencia de
una estructura urbana dispersa y desarticulada en algunas zonas. En términos
comparativos, las superficies baldías de la ciudad equivalen a una superficie para construir
143,290 viviendas de interés social, es decir, para una población de 587,487 personas,
cabe señalar que no toda la superficie mencionada es para uso habitacional, ya que una
importante cantidad de estos predios, sobre todo los de mayores dimensiones, tiene
vocación comercial o industrial.
La ciudad de Hermosillo encabeza este proceso de desarrollo que se vive
actualmente en el estado. El espacio físico que ocupa la mancha urbana, ha concentrado
los diversos giros de la actividad económica, agropecuaria, industrial y comercial. También
es un importante centro de servicios regionales, con influencia en todo el estado y la
región noroeste del país. Destaca así la localización de empresas financieras, de
comunicaciones y del sector público, convirtiendo a la ciudad en polo de desarrollo
económico del noroeste. Esta ventaja en Hermosillo, denota el crecimiento desordenado
de su periferia, misma que algunos autores le han asignado un papel clave pues los usos
habitacionales y comerciales predominan imprimiéndole una nueva dinámica a la ciudad.
Fig. 1.3.11. Gráfica de porcentaje de la distribución de uso de suelo actual en Hermosillo.
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Fig. 1.3.12. Aspecto de la
ciudad de Hermosillo en la
década de 1940.
Fig. 1.3.13. Crecimiento
desmedido hacia el norte de
la ciudad de Hermosillo.
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1.4. Impacto en el desarrollo urbano de Hermosillo a raíz de la
instalación de la Planta Ford
Se puede afirmar que entre 1975 y 1980, inmigraban a Hermosillo un promedio de
5,000 personas al año, siendo muy probable que esta inmigración fuera engrosando el
sector terciario como sucede generalmente en las ciudades latinoamericanas. Confirma lo
anterior la tipología de vivienda que se observó en el crecimiento urbano de 1980. Las
colonias que resultaron de esta situación se localizaban en tres zonas de crecimiento
urbano en donde también se observaban deficiencias en los servicios de infraestructura
de más del 50%.
Uno de los impactos inmediatos que surgieron al iniciarse la construcción de la
Planta, fue la inmigración de trabajadores de la construcción en busca de empleo,
provenientes de la Zona Serrana del Estado principalmente.4 Respecto a la capacidad de la
infraestructura urbana, ésta era insuficiente para satisfacer la demanda que generaban los
2,850 empleos directos de la Planta Ford y los 9,000 indirectos que supuestamente
generarían con su implantación; sin considerar las 8,000 personas que cada año quedaban
como saldo migratorio en la ciudad en tiempos normales.
A partir de 1960, el proceso de urbanización de Hermosillo adquirió rasgos
característicos muy distintos al crecimiento producido por el desarrollo económico basado
en el auge agrícola de la región en los años cuarentas y cincuentas.5 La ciudad redujo su
capacidad de absorción de fuerza de trabajo en las actividades económicas urbanas,
expresando un descenso en el ritmo de crecimiento poblacional.
Para la década 1970-1980, la ciudad inició una recuperación en su ritmo de
crecimiento demográfico (90.5% de aumento contra un 80.5% de la década anterior) y
también se reflejó en el aumento considerable de la mancha urbana que de 2,401 has.,
4 Encuesta por SEDUE, “Migración y Empleo de los Obreros de la Construcción en Hermosillo”, Sonora, 1983.
5 Auge agrícola en la Costa de Hermosillo repercutió en una revolución comercial en la ciudad, que a su vez
generó una gran clase media urbana.
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pasó a 4,931 has. El constante crecimiento de la población en la ciudad, hace necesaria la
construcción de un sinnúmero de establecimientos comerciales y de servicios para
satisfacer los requerimientos de la población, así como la construcción de viviendas, obras
de infraestructura y equipamiento urbano.
En los servicios se ubica esa población urbana que se empieza a tornar abundante,
que parece ser que no resulta del dinamismo económico del a ciudad, sino de la
propagación en la ciudad del éxodo rural. Es muy probable que esta inmigración sea la que
engrose el sector terciario como sucede en la generalidad de las ciudades
latinoamericanas. Como dice Richard Morse: “Los sectores terciarios latinoamericanos y
los norteamericanos, no se parecen en nada. En el primer caso se trata, para una gran
parte, de pequeño comercio y de vendedores ambulantes, de empleadas de servicio, de
trabajos no especificados y transitorios, o sea de desocupación disfrazada”.6
La nueva tipología de vivienda que se observó en el crecimiento urbano para 1980,
confirma lo anterior. Precisamente las colonias que alojaban a la población cuyo ingreso
era inferior al salario mínimo, coinciden con la mayor parte del espacio producido entre
1970 y 1980.
Los estudios realizados por la SEDUE7, Delegación Sonora, y el Centro de
Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) respectivamente, demuestran lo
anterior. De estos trabajos se desprende la existencia de tres zonas fundamentales,
comprendiendo colonias que en su mayoría surgieron por invasión en la década de los
setentas; y es aquí donde encontramos ubicados una gran cantidad de trabajadores de la
construcción con escasa calificación.
La zona I comprendía las colonias Ley 57, Benito Juárez, Y Griega, Adolfo López
Mateos, Mártires de Cananea, Francisco Villa, Emiliano Zapata, Palo Verde y Adolfo de la
Huerta. La zona II englobaba a las colonias Lomas de Madrid, López Portillo, Progresista y
Jacinto López. En la zona III se agrupaban las colonias Sahuaro y Álvaro Obregón.
6 Morse, 1969
7 SEDUE (Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología)
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Con una relación estrecha a toda la problemática del suelo urbano se encuentra la
enorme necesidad de vivienda reflejada en el enorme déficit actual y en la mala calidad de
gran cantidad de las ya existentes. Hasta el momento, la acción del Sector Público y
Privado ha sido insuficiente, aunque por la inaccesibilidad de los precios, éste último no
significaba una alternativa para la gran masa de trabajadores.
Como muestra de lo anterior, basta observar que para 1984 sólo se tenía
programado terminar de construir 2,240 viviendas, lo que acentuaría en el corto plazo el
déficit mencionado. El inicio de la construcción de la Planta Ford planteó de inmediato el
problema de habitación de este tipo de trabajadores; ya que si bien Hermosillo contaba en
el corto plazo con la fuerza de trabajo suficiente para satisfacer estos requerimientos,
habría un incalculable número de inmigrantes inesperados como ocurrió en Saltillo y
Ramos Arizpe (donde en 4 años la población aumentó en un 50%en la primera y en un
100% en la segunda).
La carencia de vivienda, como hecho real e inmediato, obligó a los trabajadores a
instalarse en zonas inadecuadas, carentes de servicios y a recurrir a las invasiones. Sin
embargo el problema inmediato que hubo que afrontar era el alojamiento de los nuevos
trabajadores que iniciaban la construcción de la Planta Ford.
Ahora bien, si se considera que tan sólo en esta ciudad capital, en el lapso de un
año, al entrar en operación la Planta, se requirieron 12,000 viviendas por motivo de los
empleos directos e indirectos que tal industria generó, tenemos que la ciudad tuvo una
demanda de 28,118 viviendas más el déficit que resultó del próximo año, agregándole la
de los trabajadores de la construcción que se quedaron a radicar en la ciudad, más la
migración de personas no contemplada en esos cálculos.