andré breton - manifiesto surrealista

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Andr Breton

Manifiestos del surrealismoTraduccin, prlogo y notas de Aldo Pellegrini

EDITORIAL ARGONAUTA

EDITORIAL ARGONAUTA

dirigida por Mario Pellegrini

PRLOGO*

Despus de ms de cuarenta arios de la publicacin delPrimer manifiesto del surrealismo aparece por primera

Ttulo del original en francs: Manifestes du surralisme. Traduccin, prlogo y notas: Aldo Pellegrini Segunda edicin: julio 2001, Buenos Aires Ilustracin portada: Man Ray, Objeto de destruccin, 1932 1992 y 2001 Socit Nouvelle des Editions Pauvert, Paris 1992 y 2001 para todos los pases de habla castellana: Editorial Argonauta, Buenos Aires ISBN: 950.9282.24.3 Queda hecho el depsito de ley 11723 Impreso en la Argentina. Printed in Argentine

vez en espaol la serie de manifiestos surrealistas que constituyen la clave de un movimiento artstico e ideolgico de importancia excepcional. La presente traduccin de los dos primeros manifiestos fue realizada hace ms de treinta arios, y fracas siempre en las distintas tentativas de publicacin. Relacionado este hecho con la casi monstruosa cantidad de imbecilidades que se traducen y publican, revela la calidad altamente subversiva de un texto que figura entre las expresiones fundamentales de este siglo. Y tambin porque este texto, esencialmente disconformista, da justamente en la llaga del conformismo y la domesticidad, cualquiera que sea su color o su posicin, tanto de derecha como de izquierda. La calidad subversiva de las ideas de Breton se concentra en una lucha contra las convenciones, en la que* Este prlogo fue escrito por Aldo Pellegrini para la primera edicin en castellano de Los manifiestos del surrealismo, publicada originalmente en Buenos Aires por Ediciones Nueva Visin, 1965. (Nota del Editor)

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PROLOGOparte de la idea madre de que el hombre que comienza a vivir debe rever todos los esquemas heredados. Y en esta lucha acta con la clarividencia de un profeta, pero un profeta cuya grandeza se hace mayor porque es esencialmente humano, con todas las debilidades del hombre, con toda la pasin, hasta con los errores, que por otra parte siempre est dispuesto a rectificar. Las contradicciones forman la esencia misma del pensamiento de Breton, constituyen su dialctica del pensar, y ellas lo hacen particularmente vivo; pero nada en estas contradicciones es gratuito; todas confluyen en una ltima coherencia; todas concurren a darle su sentido definitivo. Los tres manifiestos que aparecen en este volumen tiene una significacin distinta. El primero es expositivo, en l se presentan los principios del surrealismo y se revela una particular tcnica potica, mejor dicho una tcnica general para la creacin, la interpretacin de la vida y la utilizacin de los verdaderos instrumentos del conocimiento. El Segundo manifiesto plantea la importancia del surrealismo como concepcin tica, y es en gran parte polmico. Quizs esa polmica peque por demasiado violenta, y quizs haya en ella un exceso de interpretaciones de hechos ocasionales que el tiempo ha demostrado errneas, pero de todos modos es el documento de un estado de espritu, de un modo apasionado y viviente de ser testigo del mundo y de lo que en l acontece. Este modo de vivir con pasin lcida es el lema de un hombre que todo lo ha sacrificado a esa pasin y a esa lucidez. Los Prolegmenos a un tercer manifiesto significan finalmente un balance del surrealismo en s, y del surrealismo en su confrontacin con el estado de la sociedad actual. De la lectura de los manifiestos surge claramente que el surrealismo no es simplemente una escuela literaria o artstica; representa ante todo una concepcin del mundo. En esa concepcin son los valores vitales del hombre los que se jerarquizan en ms alto grado, y entre stos, la imaginacin, con sus resultantes, la accin creadora y el amor. Todos estos valores slo pueden realizarse cuando el hombre goza de la plenitud de su libertad. En el desarrollo de estos textos se encadenan diversas ideas fundamentales de tipo general. Wna de ellas es la desconfianza en los sistemas cuando se toman como objetivo y no como instrumento. En este sentido nunca se sealar lo bastante la lucidez con que, en los Prolegmenos a un tercer manifiesto, muestra el destino de toda gran ideologa o sistema que resulta fatalmente corrompida y desfigurada por los epgonos. Para el hombre que busca realizarse, es fundamental una conciencia tica. La lucha por la afirmacin de una tica es para Breton un objetivo torturante. A travs de ese objetivo se explican las denuncias, las exclusiones, las excomuniones. Y tambin los aparentes errores. En cuntos militantes surrealistas deposit Breton su confianza que tuvo luego que retirar? A cuntos quit su confianza que tuvo que rectificar? As, por ejemplo, Georges Bataille es un srdido fecalmano en el Segundo manifiesto, mientras en los Prolegmenos al tercero es "uno de los espritus ms lcidos y audaces de nuestro tiempo". Esas contradicciones resultaran inexplicables si no se advierte que los juicios de Breton no estn dirigidos contra las personas sino contra las conductas. Esta despersonalizacin del juicio constituye el fundamento de toda verdadera moralidad. Mientras una persona est adherida a una conducta incriminable, desde el punto de vista moral de Breton, esa persona resulta acusada y atacada con todas las armas; cuando la con-

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PROLOGOducta de dicha persona deja de ser incriminable, el juicio de Breton cambia. Breton se revela as como moralista, uno de los ms importantes de este siglo. Pero como debe serio todo verdadero moralista, lo es en la medida en que se preocupa por el destino del hombre. La honda preocupacin por el destino del hombre surge muy claramente de la lectura de los manifiestos. La prdica de Breton en pro de una vida ms alta, en la que la dignidad del hombre sea respetada y contemplada en toda su extensin, es paralela a su violenta condenacin de un mundo actual sumido en la indignidad y encerrado por la "Muralla del dinero salpicada de sesos". Pero tambin su condenacin se extiende a quienes, pretendiendo luchar contra la tirana del dinero, permanecen aferrados a los mismos esquemas rgidos y falsos del pasado, esquemas que coartan la libertad en sus dos ramas esenciales para la realizacin del hombre: la libertad de crear, la libertad de amar. El hombre que se realiza en su integridad, norte del surrealismo, se opone al hombre frustrado que nos ofrecen las sociedades actuales de cualquier tipo. De la materia de ese hombre frustrado se fabrican los tiranos, los lacayos, los rufianes, los falsos profetas, y toda la cohorte de la sordidez expandida por el mundo. El amor de Breton por el hombre no es una cosa abstracta o bobalicona, del tipo de las sociedades de beneficencia (que en el fondo no significan ms que una exaltacin de la indignidad y un consecutivo desprecio por el hombre), sino un amor concreto lanzado a la lucha activa contra los males que mantienen al hombre sumido en la mentira y la abyeccin, esas dominantes que subyacen al esquema moral de nuestra sociedad. Pero lo que considero fundamental en el surrealismo es su fuego graneado dirigido contra la imbecilidad, la sucia, perversa y siniestra imbecilidad, que tan fcilmente se aduea del poder, y maneja a los hombres y a las conciencias. El estilo de estos manifiestos no es el habitual en las llamadas obras de pensamiento. Es un estilo apasionado, violento, de frases incisivas, arrebatadas, de ritmo cambiante, a ratos sereno, a ratos agitado por una extraa vitalidad. Breton utiliza en ellos el instrumento de la revelacin potica; el instrumento y el lenguaje. Slo la poesa tiene ese carcter estremecedor que la hace difcilmente soportable por las conciencias intranquilas. Breton es fundamentalmente un poeta, y al poeta corresponde ese grado de lucidez irrenunciable que todo lo cuestiona, ese tono de acusacin que no se detiene ante nada. Para tener idea de las dificultades que ofrece la traduccin de un estilo tan nuevo y personal puede servir de pauta la respuesta del mismo Breton a quienes en Francia criticaron su lenguaje: en el Discurso sobre la poca realidad dice: "Que tengan cuidado, conozco el significado de todas mis palabras y cumplo naturalmente con la sintaxis (la sintaxis que no es una disciplina, como creen algunos tontos)". Esta frase es totalmente esclarecedora: la sintaxis de Breton es de una gran agilidad, sin llegar a romper nunca la esencial estructura del idioma. Muy por el contrario, aprovecha al mximo las posibilidades de expresin que le ofrece el lenguaje vivo, estirando quiz estas posibilidades hasta el extremo lmite. Un mecanismo tan libre y controlado a la vez confiere a su prosa una increble ondulacin que se propaga a travs de largusimos prrafos, agitados por un borboteo de hervor, difcilmente alcanzable por la palabra. En una versin puramente literal, todas estas

virtudes al tropezar con la estructura de un idioma distinto pueden convertirse en incoherencia y cojera. La difcil misin de un traductor consiste en mantener el equilibrio entre la posibilidad de trasladar su estilo y la claridad en verter sus ideas. Los males denunciados por el surrealismo hace cuarenta aos no slo persisten sino que se han acentuado. Por eso, hoy ms que nunca, los manifiestos surrealistas conservan su candente vigencia. Un profundo resquebrajamiento aflije a la sociedad contempornea en todos sus planos. Sus' esquemas aparecen falsos y sin validez para quien contempla los acontecimientos con el mnimo de objetividad. Los jvenes lo sienten hondamente, y una sorda rebelin, que toma los ms diversos caracteres, bulle en ellos. Para los jvenes, que todava son puros, el mensaje de Breton est especialmente destinado. Aldo PellegriniBuenos Aires, mayo de 1965

Primer manifiesto del surrealismo

(1924)

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Prefacio a la reedicin (1929) del Primer manifiesto

Lo previsible era que este libro cambiara y en cuanto comprometa la existencia terrestre recargndola de todo lo que admite dentro y fuera de los lmites que la costumbre le asignan que su suerte dependiera estrechamente de la ma propia, consistente, por ejemplo, en haber y no haber escrito libros. Los que se me atribuyen no me parece que ejerzan sobre m una accin ms decisiva que muchos otros, y, sin duda, ya no tengo de ellos la comprensin total que correspondera. Cualquiera que sea el debate a que haya dado lugar el "Manifiesto del surrealismo" desde 1924 hasta 1929, sin compromiso valedero ni en favor ni en contra, es evidente que, al margen de ese debate, la aventura humana continu desarrollndose, con el mnimo de probabilidades, casi simultneamente en todos los frentes segn los caprichos de la imaginacin que fabrica por s sola las cosas reales. La autorizacin para reeditar la obra de uno mismo como si fuera la de alguien que se ha ledo por encima, equivale al "reconocimiento" no digo de un hijo, del que uno se ha asegurado previamente que tuviera rasgos bastante agradables y una constitucin bastante robusta, sino de algo que, habiendo existido, con el fervor que se quiera suponer, ya) 1 5(

rximt I( MANIFIESTO

no puede existir ms. Lo nico que me queda por hacer es condenarme por no haber sido siempre profeta en todo. Sigue teniendo actualidad la famosa pregunta dirigida por Arthur Cravan i "con tono muy cascado y veterano", a Andr Gide: "Seor Gide, en qu punto estamos con el tiempo? Las seis menos cuarto", respondi este ltimo sin advertir la malicia. Ah! Es preciso confesarlo: estamos mal, muy mal con el tiempo. Aquy en cualquier parte la confesin y la retractacin se mezclan. No comprendo por qu ni cmo vivo, cmo es que todava vivo, y con mayor motivo, qu es lo que yo vivo. Si queda algo de un sistema como el surrealismo, que hago mo y al que me acomodo lentamente, si quedara slo con qu enterrarme, de todos modos nunca habr habido con qu hacer de m lo que yo quise ser, a pesar de la complacencia que tengo para m mismo. Complacencia relativa, en funcin de la que se puede tener hacia mi yo (o no-yo, no s bien). Y, con todo, vivo, y hasta descubr que amaba la vida. Cuando a veces se me presentaban razones para terminar con ella, me sorprenda a m mismo admirando un trozo cualquiera de parquet que me pareca de seda, una seda con la belleza del agua. Me gustaba ese lcido dolor, como si entonces todo el drama universal pasara a travs de m, como si de pronto yo valiera la pena. Pero me gustaba al resplandor --cmo explicarme de cosas nuevas, que nunca haba visto brillar de semejante manera. Gracias a ello comprend que, a pesar de todo, la vida estaba dada, que una fuerza independiente de la de expresar y de hacerse comprender espiritualmente presida, en lo que concierne a un hombre que vive, las reacciones de un inters inestimable cuyo secreto desaparecer con l. Este secreto no me ha sido revelado, yen lo que a m respecta, su reconocimiento no invalida en nada mi )16(

declarada ineptitud para la meditacin religiosa. Creo solamente que entre mi pensamiento, tal como se desprende de lo que ha podido leerse firmado por m, y yo mismo, a quien la verdadera naturaleza de mi pensamiento enrola en algo que todava ignoro, hay un mundo, un mundo irrevocable de fantasmas, de hiptesis que se realizan, de apuestas perdidas y de mentiras, cosas todas que, tras un rpido examen, me disuaden de aportar la ms mnima correcin a esta obra. Para hacerlo sera necesaria toda la vanidad del espritu cientfico, toda esa ingenua necesidad de tomar distancia que nos valen las speras consideraciones de la historia. Una vez ms, fiel a la voluntad, que reconozco en m; de pasar de largo ante cualquier especie de obstculo sentimental, no me demorar en juzgar a aquellos de mis primeros camaradas que se atemorizaron y dieron marcha atrs, ni me dedicar a la intil sustitucin de nombres que podran hacer que este libro pasara por estar al da. Limitndome a recordar solamente que los dones ms preciados del espritu no resisten la prdida de una parcela de honor, no har sino afirmar mi confianza inquebrantable en el principio de una actividad que nunca me ha decepcionado, y que a mi juicio merece que se consagren a ella ms generosamente, ms absolutamente, ms locamente que nunca. Y esto porque ella sola es la que dispensa, aunque sea a largos intervalos, los rayos transfiguradores de una gracia que persisto en oponer totalmente a la gracia divina.

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PRIMER MANIFIESTO

Tanto va la fe a la vida, a lo que en la vida hay de ms precario me refiero a la vida real , que finalmente esa fe se pierde. El hombre, soador impenitente, cada da ms descontento de su suerte, da vueltas fatigosamente alrededor de los objetos que se ha visto obligado a usar, y que le han proporcionado su indolencia o su esfuerzo; casi siempre su esfuerzo, ya que se ha resignado a trabajar, o, por lo menos, no se ha negado a tentar su suerte (ilo que l llama su suerte!). Una gran modestia constituye actualmente su patrimonio: sabe cules son las mujeres que ha posedo y en qu ridculas aventuras se ha enredado; tanto su fortuna como su pobreza le son indiferentes parecindose en esto a un nio recin nacido , y en cuanto a la aprobacin de su conciencia moral, admito que prescinde de ella sin gran esfuerzo. Si conserva cierta lucidez no le queda sino volverse para mirar atrs, hacia su propia infancia que, por mutilada que haya sido gracias a los cuidados de sus domadores, no por eso deja de parecerle llena de encantos. En ella, la carencia de cualquier rigor conocido le otorga la perspectiva de vivir varias vidas simultneas; se arraiga en esta ilusin y slo quiere saber de la

)19(

PRIMER MANIFIESTOfacilidad instantnea y extrema de todas las cosas. Cada maana los nios parten sin preocupacin. Todo est cerca, las peores condiciones materiales resultan maravillosas. Los bosques son blancos o negros, no se dormir jams. Aunque es cierto que no se puede llegar tan lejos, no depende esto slo de la distancia. Las amenazas se acumulan y uno cede, uno abandona parte del terreno a conquistar. Aquella imaginacin, que no reconoca lmites, ahora slo se la dejan utilizar subordinada a las leyes de una utilidad arbitraria; incapaz ella de asumir por mucho tiempo empleo tan inferior, generalmente prefiere, cuando el hombre cumple veinte aos, abandonarlo a su destino sin luz. Cuando, con el andar del tiempo, el hombre que nota la prdida progresiva de todas las razones de vivir y la incapacidad en que se encuentra ya de colocarse ala altura de cualquier situacin excepcional, el amor por ejemplo , quiera intentar una reaccin, ya no podr tener xito. Pertenecer en adelante, en cuerpo y alma, a una imperiosa necesidad prctica que no admite postergaciones. Faltar a sus gestos amplitud, y a sus ideas, envergadura. De todo lo que le ocurra o pueda , ocurrirle, slo tomar en cuenta lo que relacione este acontecimiento con una multitud de acontecimientos anlogos en los que no ha tomado parte: acontecimientos fallidos. Yo dira que jugar ese acontecimiento relacionndolo con uno de aquellos que, por sus consecuencias, resulte ms tranquilizador que los otros. Bajo ningn pretexto ver en l su salvacin. Querida imaginacin, lo que ms quiero en ti es que no perdonas. Lo nico que todava me exalta es la palabra libertad. La creo capaz de mantener indefinidamente el viejo fanatismo humano. Responde, sin lugar a dudas, a mi nica aspiracin legtima. Entre tantos infortunios que heredamos hay que reconocer que tambin nos han dejado la mxima libertad espiritual. Depende de nosotros no hacer de ella un uso equivocado. Reducir la imaginacin a la esclavitud, aun cuando sea en provecho de lo que se llama groseramente felicidad, significa alejarse de todo lo que, en lo ms hondo de uno mismo, existe de justicia suprema. La imaginacin sola me informa sobre lo que puede ser, y esto ya es suficiente para atenuar algo la terrible prohibicin, y quiz tambin para que yo me abandone a ella sin temor de engaarme (como si hubiera posibilidad de engaarse ms an). Dnde la imaginacin comienza a hacerse peligrosa y dnde cesa la seguridad del espritu? Para el espritu, la posibilidad de errar no constituir quizs la contingencia del bien? Queda la locura, "la locura que se encierra", como se dice con acierto. sa o la otra... Todos saben, en efecto, que los locos slo deben su internacin a una pequea cantidad de actos reprimidos por las leyes y que, a no mediar tales actos, su libertad (por lo menos lo visible de su libertad) no estara en juego. Me inclino a creer que tales seres son vctimas en alguna forma de su imaginacin que los impulsa a la inobservancia de ciertas reglas, al rebasar las cuales el gnero humano se siente amenazado, hecho que todos hemos pagado con nuestra experiencia. Pero la profunda despreocupacin que demuestran hacia las crticas que se les dirigen, y aun hacia los diversos correctivos que se les infligen, permite suponer que ellos obtienen tan elevado confortamiento de su imaginacin y gozan tanto con su delirio que no pueden admitir que slo sea vlido para ellos. Por esta razn, las alucinaciones, las- ilusiones, etc., no)21(

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constituyen fuentes de goce despreciables. La sensualidad mejor dispuesta saca de all su provecho; y yo s que muchas noches retendra esa linda mano que en las ltimas pginas de La Inteligencia de Taine se dedica a curiosos estragos. Me pasara la vida provocando las confidencias de los locos. Son sujetos de escrupulosa honradez, y su inocencia slo es igualada por la ma Fue necesario que Coln zarpara en compaa de locos para que se descubriese a Amrica. Y ved cmo esa locura ha ido tomando cuerpo y ha perdurado.OOO

No ha de ser el miedo a la locura el que nos obligue a poner a media asta la bandera de la imaginacin. Es indispensable instruir el proceso contra la actitud realista, que debe seguir al proceso contra la actitud materialista; esta ltima, ms potica que la anterior, implica indudablemente la existencia de un orgullo monstruoso en el hombre, pero de ningn modo una nueva y ms completa decadencia. Conviene ver en ella, ante todo, una feliz reaccin contra algunas tendencias irrisorias del espiritualismo. Despus de todo, dicha posicin no es incompatible con cierta elevacin de pensamiento. La actitud realista, por el contrario, inspirada en el positivismo desde Santo Toms a Anatole France, se me revela con un aspecto hostil hacia todo vuelo intelectual y tico. Me causa repulsin porque est constituida por una mezcla de mediocridad, odio y chata suficiencia. En la actualidad es ella la que inspira esa multitud de libros ridculos, de obras insultantes. Gracias al periodismo, su poder se acrecienta de modo incesante, y as mantiene en jaque a la ciencia y al arte, preocupndose por)22

halagar a la opinin pblica en sus ms bajos apetitos: una claridad que linda con la estulticia, una vida de perros. De este modo se reciente la actividad de los mejores espritus, y sobre ellos, igual que sobre los otros, triunfa la ley del menor esfuerzo. Una graciosa consecuencia de esta situacin es, en literatura por ejemplo, la abundancia de novelas. Todos concurren con su minscula "observacin". Ante la urgencia de depurar, Valry propona recientemente reunir en una antologa la mayor cantidad posible de comienzos de novela, de cuya insensatez esperaba excelentes resultados. Se hubiera hecho contribuir a los ms famosos autores. Semejante proyecto honra a Paul Valry, quien, tiempo antes, refirindose a la novela, me aseguraba que l se negara siempre a escribir "La marquesa sali a las cinco". Pero, ha cumplido su palabra? Si el estilo pura y simplemente informativo, del que la frase mencionada es un ejemplo, domina exclusivamente a las novelas, dbese hay que reconocerlo a que la ambicin de los autores no va muy lejos. El carcter circunstancial, intilmente minucioso, de todas sus anotaciones, me induce a pensar si no se estarn divirtiendo a costa ma. No me perdonan ninguno de los titubeos del personaje: "ser rubio?, cmo se llamar?, lo buscaremos en verano?" Problemas todos que finalmente se resuelven a la buena de Dios. No me dejan ms alternativa que cerrar el libro, lo que me apresuro a hacer casi desde la primera pgina. iY en cuanto a las descripciones! Nada puede comparrseles en vacuidad; son meras ilustraciones de catlogo yuxtapuestas, que el autor utiliza cada vez con mayor desenfado, aprovechando cualquier oportunidad para deslizarme sus tarjetas postales y obligarme a concordar con l sobre lugares comunes, tales como:)23(

PRIMER MANIFIESTO

"La piecita en la que fue introducido el joven estaba tapizada con papel amarillo; haba geranios y cortinas de muselina en las ventanas; el sol poniente derramaba sobre estas cosas una luz cruda. La habitacin no contena nada de particular. Los muebles, de madera amarilla, eran muy viejos. Un divn con un gran respaldo vuelto del revs, una mesa oval frente al divn, una cmoda y un espejo adosado al entrepao, sillas a lo largo de las paredes, dos o tres grabados sin valor que representan damiselas alemanas con pjaros en las manos; a esto se reduca el moblaje" * . No tengo humor para admitir que tales asuntos puedan plantearse al espritu, ni siquiera de modo pasajero. Habr quien sostenga que esta composicin escolar est en el sitio que le corresponde, y que justamente en ese sitio del libro el autor tuvo sus motivos para abrumarme con ella. Con todo, ha perdido el tiempo, porque no pienso poner los pies en su habitacin. La pereza, la fatiga de los otros no me entretienen. Tengo una idea demasiado inestable de la continuidad de la vida para dar a los momentos de debilidad y depresin el valor de mis mejores minutos. Pretendo que se callen cuando han dejado de experimentar sentimientos. Y entindase claramente que yo no recrimino la falta de originalidad en s. Afirmo solamente que no convierto en situaciones los momentos nulos de mi vida, y que puede resultar indigno de todo hombre el cristalizar tales momentos. Permitidme, pues, que pase por alto la citada descripcin de un aposento, junto con tantas otras. iAtencin! Estoy en plena psicologa, asunto que no conviene tratar en broma.* Dostoievsky: Crimen y castigo. )24(

Nuestro autor se entusiasma con un carcter dado, y entonces lo hace peregrinar, convertido en hroe, por el mundo. Pase lo que pase, este hroe, cuyas acciones y reacciones estn admirablemente calculadas, debe preocuparse por no defraudar aunque aparente a cada rato estar a punto de hacerlo las previsiones de las que es objeto. Aun cuando pareciera que la corriente de la vida lo arrastra, lo hace rodar, lo hace caer, slo depender en ltima instancia de ese tipo humano compuesto. Simple partida de ajedrez que no me interesa en absoluto, siendo el hombre para m, quienquiera que sea, un mediocre adversario. Me resultan intolerables las mezquinas discusiones relativas a tal o cual jugada, ya que no se trata ni de ganar ni de perder. Si el juego no vale la candela y si la razn objetiva perjudica espantosamente, como es el caso, a quien recurre a ella, no valdra ms prescindir de esas categoras de pensamiento? "La diversidad es tan amplia como el conjunto de tonos de voz, de modos de andar, toser, sonarse, estornudar..."* Si un racimo no tiene dos granos de uva iguales, por qu queris que os describa este grano en vez de este otro, en vez de todos los otros, que haga de l un grano de uva comestible? La irritante mana que consiste en reducir lo desconocido a conocido y clasificado adormece los cerebros. El afn de analizar triunfa sobre los sentimientos.** De este modo se logran exposiciones interminables, cuya fuerza persuasiva reside en su misma singularidad, y que slo se imponen al lector merced a un vocabulario abstracto, bastante confuso, por otra parte. Si las ideas generales que la filosofa se ha propuesto debatir hasta ahora sealaran una incur* Pascal. ** Barrs, Proust. )25(

PRIMER MANIFIESTOsin definitiva a ms dilatados dominios, sera yo el primero en alegrarme. Pero se trata, por el momento, tan slo de escarceos retricos; hasta ahora los rasgos de ingenio y otras buenas costumbres nos ocultan, a cual ms y mejor, el autntico pensamiento que se busca a s mismo en lugar de dedicarse a jugar un solitario. Creo que cada acto lleva su justificacin en s mismo, al menos para quien ha sido capaz de cometerlo, y posee, adems, un poder de irradiacin que el menor comentario puede llegar a debilitar o hasta a anular completamente. Nada gana, pues, con ser destacado de ese modo. As, los hroes de Stendhal se desploman por efecto de las apreciaciones de ese autor, apreciaciones ms o menos felices, pero que no agregan nada a la gloria de los mismos. Donde volvemos a encontrarlos es donde Stendhal los pierde. Todava vivimos bajo el reinado de la lgica: justamente a esto quera llegar. Pero los procedimientos lgicos actuales se aplican nicamente a la solucin de problemas de inters secundario. El racionalismo absoluto, que todava est de moda, slo permite tomar en cuenta los hechos que dependen, directamente de nuestra experiencia. Los objetivos lgicos, por el contrario, se nos escapan, y es intil insistir en que se le han establecido lmites a la experiencia misma. Ella da vueltas en una jaula de la cual es cada vez ms difcil hacerla salir Ella se apoya tambin en la utilidad inmediata y est resguardada por el sentido comn. Con el pretexto de civilizacin, con el pretexto de progreso, se ha logrado eliminar del espritu todo lo que podra ser tildado, con razn o sin ella, de supersticioso, de quimrico, y se ha proscrito todo mtodo de investigacin de la verdad que no estuviera de acuerdo con el uso corriente. En apariencia dbese a un verdadero azar que se haya sacado a la luz, recientemente, una parte del mundo mental en mi opinin la ms importante a la que todos aparentaban quitar importancia. Hay que estar agradecido por esto a los descubrimientos de Freud. Confiada en dichos descubrimientos, se va formando una corriente de opinin, con cuya ayuda cualquier explorador de lo humano podr hacer avanzar sus investigaciones, facilitado el camino por el hecho de no tener que depender ya exclusivamente de las realidades escuetas. Es posible que la imaginacin est a punto de reconquistar sus derechos. Si las profundidades de nuestro espritu cobijan fuerzas sorprendentes, capaces de acrecentar las que existen en la superficie, o de luchar victoriosamente contra ellas, hay un justificado inters en captarlas; en captarlas primero para someterlas despus, si conviene, al control de la razn. Los mismos analistas slo obtendrn beneficios de esto. Pero es preciso destacar que no existe ningn procedimiento que aparezca a priori como el ms adecuado para la prosecucin de tal empresa, que debe considerarse, hasta nueva orden, tanto del resorte de los poetas como de los sabios, no dependiendo sus posibilidades de xito de los caminos ms o menos caprichosos que se utilicen.

000Con toda justicia, Freud ha centrado su crtica sobre el sueo. Es inadmisible, en efecto, que una parte tan considerable de la actividad psquica haya retenido tan poco la atencin de las gentes hasta ahora, ya que, desde el nacimiento hasta la muerte, no presentando el pensamiento ninguna solucin de continuidad, la suma de

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PRIMER MANIFIESTO

los momentos de sueo, medidos como tiempo, y no tomando en cuenta sino el sueo puro, en el dormir, no es inferior a la suma de los momentos de realidad, digamos mejor: de los momentos de vigilia. La extrema diferencia de importancia, de seriedad, que existe para el observador comn entre los acontecimientos de la vigilia y los del sueo, me ha sorprendido siempre. Se debe a que el hombre, cuando cesa de dormir, se convierte ante todo en juguete de su memoria. En estado normal, sta se complace en exponerle muy vagamente las circunstancias del sueo, en privar a este ltimo de toda consecuencia actual, haciendo partir la causa deteiminante del punto en que se cree haberla dejado algunas horas antes: esta esperanza slida, aquella preocupacin. El hombre se forja as la ilusin de continuar con algo que tiene valor. Queda el sueo limitado a un parntesis, como la noche. Y no es mejor consejero que sta. Tan singular estado de cosas merece algunas reflexiones. 1 Dentro de los lmites en que se desarrolla (o parece desarrollarse), el sueo se nos presenta como continuo y poseyendo trazas de organizacin. Slo la memoria se arroga el derecho de efectuar cortes, de prescindir de las transiciones, ofrecindonos ms bien una serie de sueos que el sueo. De igual modo tenemos a cada instante, de lo real, apariencias distintas, cuya coordinacin es privativa de la voluntad: Interesa destacar, pues, que nada hay que nos autorice a admitir* Es necesario tener en cuenta el espesor del sueo. En general, yo retengo solamente lo que me llega de las capas superficiales. Lo que ms me gusta tomar en cuenta es todo aquello que se desvanece al despertar, todo lo que no me ha quedado del empleo de la jornada precedente, follaje sombro, ramas idiotas. De igual modo, en la "realidad" prefiero caer. )28(

en el sueo una mayor disipacin de sus elementos constitutivos. Lamento tener que expresarme segn una frmula que, en principio, excluye el sueo. Cundo habr lgicos y filsofos durmientes? Quisiera dormir, para poder entregarme a los que duermen, del mismo modo que me entrego a los que me leen, con los ojos bien abiertos; para acabar con el predominio del ritmo consciente de mi pensamiento en este asunto. Tal vez mi sueo de la ltima noche sea continuacin del de la noche anterior, y a su vez sea seguido por el de la prxima noche, con un rigor digno de encomio. Todo es posible, como suele decirse. Y como no est de ningn modo probado que al suceder tal cosa, la "realidad" que me ocupa subsista durante el sueo y no se hunda en lo inmemorial, por qu no otorgar al sueo lo que rehso a veces a la realidad, es decir, ese valor de certidumbre en s misma, que, en su oportunidad, no est expuesto a mi repudio? Por qu no he de esperar del indicio del sueo ms de lo que espero de un grado de conciencia cada da ms elevado? No podra aplicarse tambin el sueo a la solucin de los problemas fundamentales de la vida? Se tratara de idnticos problemas en uno y otro caso? Ya estaran planteados esos problemas en el sueo? Est el sueo menos abrumado de sanciones que todo lo restante? Yo voy envejeciendo y, ms que esta realidad a la que me creo constreido, quizs sea el sueo, la indiferencia en que lo tengo, lo que me hace envejecer. 22 Retomo una vez ms el estado de vigilia. Me veo obligado a considerarlo un fenmeno de interferencia. En tal condicin el espritu muestra no solamente una extraa tendencia a la desorientacin (es la historia de los lapsus y equivocaciones de toda especie, cuyo secreto comienza a sernos revelado), sino que hasta en su)29(

PRIMER MANIFIESTO

funcionamiento normal parece slo obedecer a sugestiones procedentes de esa noche profunda con la que lo vinculo. Por firme que parezca, el equilibrio del espritu es relativo. Apenas se atreve a opinar, y si lo hace, es para limitarse a comprobar que determinada idea o determinada mujer lo impresiona. Especificar qu clase de impresin sea, no puede hacerlo, dando con ello tan slo la medida de su subjetivismo. Esa idea, esa mujer lo perturban, inclinndolo a una menor severidad; el resultado es que lo aslan por un segundo de su disolvente y lo depositan en el cielo, tal vez como un hermoso precipitado, que sin duda es. N'o sabiendo qu hacer, invoca entonces el azar, divinidad ms oscura que las otras, a la que endosa todos sus extravos. Quin me asegura que el ngulo bajo el cual se presenta esa idea que lo conmueve, o lo que lo entusiasma en los ojos de esa mujer, no sea precisamente lo que lo une a su sueo, lo que lo encadena a datos perdidos por su culpa? Y si no fuera as, de qu cosas sera capaz? Quisiera entregarle la llave de ese corredor. 32 El espritu del que suea se satisface ampliamente con cuanto le ocurre. El angustioso dilema de la posibilidad ya no se plantea. Mata, vuela ms velozmente, ama todo lo que quieras, y si mueres; no ests seguro de que despertars de entre los muertos? Djate llevar; los acontecimientos no admiten que los postergues. Qu razn, pregunto, qu razn de mayor magnitud que otra confiere al sueo esa actitud natural y me hace acoger sin reservas una multitud de episodios cuya singularidad me fulminara en el momento en que escribo? Y sin embargo tengo que creer a mis ojos, a mis odos: ha llegado el hermoso da, la bestia Id hablado. Si el despertar del hombre es ms duro, si se rompe demasiado bien el encanto, se debe a que lo han impulsado a forjarse una pobre idea de la expiacin.)30(

42 Desde el momento en que se lo someta a un examen metdico y en que por medios que habrn de determinarse se logre tener idea del sueo en su totalidad (lo que presupone una disciplina de la memoria que exigir muchas generaciones; comencemos, con todo, por registrar ahora los hechos salientes), en que su curva se desarrolle con regularidad y amplitud sin precedentes, se puede esperar que desaparezcan los misterios que no existen para dar lugar al Gran Misterio. Yo creo firmemente en la fusin futura de esos dos estados, aparentemente tan contradictorios: el sueo y la realidad, en una especie de realidad absoluta, de superrealidad. A su conquista me encamino, seguro de no lograrla, pero con la suficiente indiferencia hacia mi muerte como para calcular un poco el placer de tal posesin. Se cuenta de Saint-Pol-Roux que todos los das, en el momento de irse a dormir, haca colocar en la puerta de su residencia de Camaret un letrero en el que se lea:EL POETA TRABAJA

Habra an mucho que decir, pero he querido slo rozar de paso un tema que requerira por s solo una exposicin demasiado extensa y un rigor ms estricto: ya volver sobre l. Aqu fue mi intencin tan slo poner en claro el odio hacia lo maravilloso y el deseo de ridiculizarlo que corroe a ciertos hombres. Terminemos de una vez: lo maravilloso es siempre bello, cualquier especie de maravilloso es bello, y no hay nada fuera de Jo maravilloso que sea bello.0 O O

En el dominio literario, slo lo maravilloso puede fecundar obras tributarias de un gnero tan inferior como la novela, o todo lo que participe, en lneas gene)3 1 (

PRIMER MANIFIESTO

rales, de la ancdota. El Monje de Lewis2 constituye una prueba admirable. El soplo de lo maravilloso lo anima por entero. Mucho antes de que el autor haya liberado a sus personajes principales de toda coaccin temporal, se los siente dispuestos a actuar con una altivez sin precedentes. Esa pasin por lo eterno que los mueve presta continuamente acentos inolvidables a sus tormentos y al mo. Lo considero un libro que exalta, del principio al fin, y con pureza inigualable, aquella parte del espritu que aspira a abandonar la tierra; considero tambin que, despojado de una parte insignificante de su intriga novelesca, al gusto de la poca, constituye un modelo de precisin y de inocente grandeza: No creo que haya nada mejor, y el personaje de Matilde, en especial, representa la creacin ms emocionante que pueda ponerse en el activo de ese modo figurado de literatura. Ms que un personaje es una tentacin permanente. Y qu puede ser un personaje si deja de ser una tentacin? Tentacin extrema. El "nada es imposible para el que se atreve" logra en El Monje toda su convincente medida. Las apariciones tienen un papel lgico, puesto que el espritu crtico no se apodera de ellas para refutarlas. De mod igualmente legtimo est tratado el castigo de Ambrosio, ya que finalmente el espritu crtico lo acepta como desenlace natural. Puede parecer arbitrario que yo proponga este modelo, cuando lo maravilloso ha sido el alimento constante de las literaturas nrdicas y orientales, sin hacer mencin de las literaturas religiosas de todos los pases. Esto se debe a que la mayor parte de los ejemplos que hubiese podido presentar de tales literaturas estn inLo admirable en lo fantstico es que desaparece lo fantstico: slo existe lo real. )32(

festados de puerilidad, por la sencilla razn de que se destinan a los nios. A stos se les priva demasiado pronto de lo maravilloso, y ms adelante ya no conservan la indispensable virginidad de espritu para sentir un placer intenso con Piel de Asno. Por encantadores que sean los cuentos de hadas, el hombre creera sentirse disminuido si se nutriera de ellos, y convengo que no todos son adecuados a su edad. El tejido de adorables inverosimilitudes ha de ser cada vez ms sutil a medida que se avanza, y todava estamos a la espera de esa clase de araas... Pero las facultades no cambian radicalmente: el miedo, la atraccin por lo inslito, las oportunidades, el gusto por el lujo son resortes a los que nunca se recurrir en vano. Quedan por escribir cuentos para adultos, cuentos que han de ser casi fbulas tambin. Lo maravilloso no es igual en todas las pocas; participa oscuramente de una especie de revelacin general de la que slo nos llega algn detalle: las ruinas romnticas, el maniqu moderno o cualquier otro smbolo capaz de conmover la sensibilidad del hombre durante cierto tiempo. Dentro de esos marcos que provocan una sonrisa, siempre aparece, sin embargo, la irremediable inquietud humana, y por eso los tomo en cuenta, juzgndolos ntimamente unidos a aquellas producciones geniales que estn ms dolorosamente afectadas por ella. Son las horcas de Villon, las griegas de Racine, los divanes de Baudelaire. Coinciden con un eclipse del gusto que estoy conformado para soportar, ya que me forjo del gusto la idea de una gran mancha. En el mal gusto de mi poca me esfuerzo por superar a todos. De haber vivido en 1820, yo hubiese sido el de "la monja ensangrentada"3 ; yo no habra escatimado el cazurro y trivial "Disimulemos" de que habla el parodista Cuisin;)33(

PRIMER MANIFIESTOa m me habra correspondido recorrer en metforas gigantescas, como l dice, todas las fases del "Disco plateado". Pero hoy pienso en un castillo, una de cuyas mitades no ha de estar forzosamente en ruinas. Ese castillo me pertenece; lo veo en un paisaje agreste, no lejos de Pars. Tiene infinitas dependencias, y los interiores han sido fabulosamente restaurados, de modo que nada quedara por desear en lo que respecta al confort. Se detienen automviles ante su puerta, oculta por la sombra de los rboles. Algunos amigos mos se encuentran instalados all definitivamente: ah est Luis Aragon que sale apenas tiene tiempo para saludarnos; Philippe Soupault se levanta con las estrellas, y Paul Eluard, nuestro gran Eluard, no ha vuelto todava. Robert Desnos y Roger Vitrac estn en el parque descifrando un antiguo edicto sobre el duelo; y Georges Auric y Jean Paulhan; y Max Morise, que rema tan bien, y Benjamin Pret con sus ecuaciones de pjaros; y Joseph Delteil; y Jean Carrive; y Georges Limbour, y Georges Limbour (hay toda una retahla de Georges Limbour), y Marcel Noll; aqu est tambin T. Fraenkel, que nos hace seas desde su globo cautivo, y Georges Malkine, Antonin Artaud, Francis Grard, Pierre Naville, J. A. Boiffard; ms all Jacques Baron y su hermano, apuestos y cordiales, y tantos otros, y tambin mujeres arrebatadoras, os lo aseguro. De qu podis pretender que se abstengan todos estos jvenes? Sus deseos son rdenes para la riqueza. Francis Picabia nos visita, y la semana pasada, en la galera de los espejos, hemos recibido a un tal Marcel Duchamp, a quien todava no conocamos. Picasso se dedica a cazar por los contornos. El espritu de desmoralizacin ha instalado su sede en el castillo y nos las tenemos que ver con l cada vez que se trata de las relaciones con nuestros semejantes; pero las puertas estn siempre abiertas, y ya se sabe que no se comienza por "dar las gracias" a las gentes. Por lo dems, la soledad es amplia; no es fcil que nos encontremos a menudo. Y a la postre, no es lo esencial que seamos nuestros propios amos y tambin los amos de las mujeres y del amor? Se me acusar de impostura potica; todos se irn murmurando que yo vivo en la calle Fontaine y que no bebern de esa agua.' iCaray! Pero quin puede afirmar que ese castillo del que le hago los honores es mera ilusin? Y si ese palacio existiera, a pesar de todo? All estn mis huspedes para atestiguarlo, llegados all por el sendero luminoso de sus caprichos. Cuando estamos all vivimos realmente segn nuestra fantasa. Y cmo podran molestarse unos a otros, all, donde se est a cubierto de la persecucin sentimental y donde las ocasiones se dan cita?OOO

El hombre propone y dispone. Solamente de l depende llegar a pertenecerse por entero, o sea, mantener en estado anrquico las huestes cada vez ms temibles de sus deseos. Se lo ensea la poesa, que lleva en s misma la compensacin perfecta de las miserias que soportamos. Puede hasta convertirse en ordenadora, a poco que bajo los efectos de una decepcin menos ntima se decida a tomarla por lo trgico. Llegar el tiempo en que ella decrete el fin del dinero y parta sola el pan del cielo para la tierra! Habr an asambleas en las plazas pblicas y movimientos en los que no tenais pensado intervenir. Adis las absurdas selecciones, los sueos de abismos, las rivalidades, las largas paciencias,

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PRIMER MANIFIESTO

la fuga de las estaciones, el orden artificial de las ideas, la pendiente peligrosa, el tiempo para todo! Que se tomen simplemente el trabajo de practicar la poesa. No nos corresponde a nosotros, que ya estamos en ella, intentar que prevalezca lo que consideramos nuestra ms amplia fuente de conocimiento? No importa que haya cierta desproporcin entre esta defensa y los ejemplos que seguirn. Se trataba de remontarse hasta las fuentes de la imaginacin potica, y lo que es ms importante, mantenerse ah. No pretendo haberlo logrado. Tiene que afrontar una gran responsabilidad quien quiera establecerse en esas regiones apartadas donde todo parece, en un comienzo, andar tan mal, especialmente si se quiere conducir all a algn otro. Por otra parte, nunca se puede estar seguro de encontrarse efectivamente all. Para estar igualmente mal, muchos hay que estn dispuestos a detenerse en cualquier otra parte. De todos modos ya existe una flecha que seala la direccin de ese pas; el arribo a la verdadera meta depende ahora solamente de la fortaleza del viajero.O O 0

Se conoce, con bastante aproximacin, el camino seguido. Tuve ocasin de contar, en el desarrollo de un estudio sobre el caso de Robert Desnos, intitulado "La entrada de los mediums"* , de qu modo me sent impulsado a "fijar la atencin en algunas frases ms o menos truncas que, en estado de completa soledad y a punto de caer vencido por el sueo, se hacen perceptibles al espritu, sin que sea posible descubrir en ellas ninguna* Ver Les Pas Perdus, N. R. F. )36(

determinacin preliminar". Por entonces abordaba yo la aventura potica con las mnimas perspectivas, lo que significa que, con las mismas aspiraciones que hoy, confiaba empero entonces en la lentitud de la elaboracin para ponerme a cubierto de contactos superfluos; contactos que yo desaprobaba enrgicamente. Haba en esto un pudor del pensamiento del que todava conservo rastros. Al fmal de mis das llegar, sin duda con dificultad, a hablar como hay que hablar, disculpando mi voz y mi limitado nmero de gestos. La virtud de la palabra, y ms an la de la escritura, me pareca residir en la facultad de abreviar de modo sorprendente la exposicin (ya que haba una exposicin) de un pequeo nmero de hechos, poticos o de otra ndole, de los que yo constitua la substancia. Me imaginaba que no de otro modo haba procedido Rimbaud. Con un prurito de variedad, digno de mejor suerte, compuse los ltimos poemas de Monte de Piedad 5, es decir que llegu a obtener de las lneas blancas de ese libro un partido increble. Esas lineas significaban cerrar los ojos ante operaciones de la mente que yo crea imprescindible escamotear al lector. No haba trampa de mi parte, sino afn de violentar. Lograba la ilusin de una complicidad posible, de la cual poda prescindir cada vez menos. Me haba puesto a pulir exageradamente las palabras, teniendo en cuenta el espacio que toleran a su alrededor o los contactos con un sinnmero de palabras que yo no pronunciaba. El poema Selva Negra procede ntegramente de este estado de nimo. Tard seis meses en escribirlo y puede crerseme que no descans un solo da. Pero entonces estaba en juego la estima que senta por m mismo; no es una razn, ustedes sabrn comprender. Me complacen estas confesiones idiotas. Por aquel tiempo intentaban implantar la seudo-poesa cu)37(

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bista; pero haba nacido inerme del cerebro de Picasso; y en lo que a m respecta, pasaba por ser ms aburrido que una ostra (y an paso por serlo). Por otra parte, yo sospechaba haber errado el camino desde el punto de vista potico; pero salvaba lo que poda, desafiando al lirismo a fuerza de definiciones y recetas (no deba tardar en producirse el fenmeno Dada) y haciendo como que buscaba una aplicacin de la poesa en la publicidad (yo afirmaba que el mundo no acabara con un buen libro, sino con un hermoso anuncio para el cielo o el infierno). Hacia la mima poca, un hombre, Pierre Reverdy, por lo menos tan aburrido como yo escriba: La imagen es una creacin pura del espritu. No puede nacer de una comparacin sino del acercamiento de dos realidades ms o menos alejadas. Cuanto ms distantes y precisas sean las relaciones entre las dos realidades que se ponen en contacto, ms intensa ser la imagen, y tendr ms fuerza emotiva y realidad potica...* Estas palabras, aunque sibilinas para los profanos, eran profundamente reveladoras, y medit sobre ellas mucho tiempo. Pero la imagen se me escapaba. La esttica de Reverdy, de ndole absolutamente a posteriori, me haca tomar los efectos por causas. Por esa poca sucedi que me vi impelido a renunciar definitivamente a mi punto de vista. Ocurri una noche que, al empezar a dormirme, percib claramente articulada, de modo tal que resultaba imposible cambiar una palabra, pero carente del* Nord-Sud, marzo de 1918.

sonido peculiar a cualquier voz, una frase asaz singular, que me llegaba sin tener relacin con los acontecimientos que, por confesin de mi conciencia, me ocupaban en ese momento. Era una frase insistente, una frase que me atrevera a decir: llamaba a la ventana. Yo la capt inmediatamente, y me dispona a pasar a otra cosa, cuando su carcter orgnico me retuvo. Realmente esa frase me desconcertaba; desgraciadamente no la he conservado con precisin hasta hoy; era algo as como: "Hay un hombre cortado en dos por la ventana". Y no poda haber confusin, ya que iba acompaada de la dbil representacin visual de un hombre que caminaba, cortado en la mitad de su altura por una ventana perpendicular al eje de su cuerpo. Se trataba sin duda del simple efecto de enderezamiento en el espacio de la figura de un hombre asomado a una ventana. Pero habiendo la ventana acompaado al hombre en su des* De ser pintor, hubiera predominado, sin duda, esta impresin visual sobre la otra. Mi particular predisposicin fue lo decisivo. Desde ese da me ha ocurrido a menudo concentrar voluntariamente la atencin sobre anlogas apariciones, y puedo asegurar que no ceden un pice en nitidez a los fenmenos auditivos. Provisto de lpiz y papel, me sera fcil reproducir los contornos, puesto que no se trata en estos casos de dibujar, sino de calcar. Habra podido as disear un rbol, una ola, un instrumento musical, cosas de las que normalmente soy incapaz de dar el bosquejo ms elemental. Me introducira sin temor de extraviarme en un ddalo de lneas que al comienzo no parecen llevar a nada concreto. Y al abrir los ojos tendra una muy fuerte impresin de cosa "nunca vista". La prueba de lo que digo ha sido suministrada repetidas veces por Robert Desnos: bastar hojear el nmero 36 de Feuilles Libres, que contiene varios dibujos suyos (Romeo y Julieta, Un hombre ha muerto esta maana, etc.), publicados inocentemente por dicha revista como dibujos de alienados.-) )39(

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plazamiento, me di cuenta de que me encontraba frente a una imagen bastante extraa, y repentinamente me domin la idea de incorporarla a mi material de construccin potica. No bien habale acordado este merecimiento cuando se present una retahla de frases que me pasmaron en igual medida, dejndome una impresin tal de gratuidad que se me apareci como ilusorio el dominio que hasta entonces haba tenido sobre m mismo, y no pens ms que en poner trmino a la interminable querella desarrollada en mi interior.* Estando, por entonces, totalmente absorbido por Fre -id, con cuyos mtodos de examen que tuve ocasin de practicar sobre algunos enfermos durante la guerra me haba familiarizado, decid obtener de m mismo lo que se busca obtener de ellos, es decir, un monlogo de elocucin lo ms rpido posible, sobre el cual el espritu crtico del sujeto no pudiera dirigir ningn juicio; que no estuviera trabado por ninguna reticencia ulterior; que constituyera, en fin, lo ms exactamente posible, un pensamiento parlante. Me haba parecido siempre y tambin ahora me parece (la forma como haba entrado en contacto con la frase del hombre cortado lo atestiguaba) que la velocidad del pensamiento no es superior a la de la palabra, de modo* Knut Hamsun hace depender del hambre este tipo de revelacin que ha hecho presa de m, y probablemente no est equivocado (el hecho es que en esa poca yo no coma todos los das) Seguramente relata experiencias de esa ndole cuando se expresa en los siguientes trminos: "Al da siguiente me despert temprano. Todava erade noche. Haca ya un buen rato que renta los ojos abiertos, cuando o que el reloj del departamento inferior daba las cinco. Quise volver a dormirme pero no lo consegu: estaba completamente desvelado y mil cosas bullan en mi cabeza. De golpe acudieron a mi mente algunos excelentes

que no supera fatalmente ni a la lengua, ni siquiera a la pluma que escribe. Fue con esta disposicin de espritu que Philippe Soupault, a quien haba hecho partcipe de mis primeras conclusiones, y yo, nos pusimos a borronear cuartillas, con loable menosprecio por las consecuencias literarias de esta empresa. La facilidad de realizacin hizo el resto. Al cabo del primero da nos lemos unas cincuenta pginas obtenidas con dicho procedimiento, y nos pusimos a comparar los resultados. En general, haba una notable analoga entre los textos de Soupault y los mos: se notaban los mismos vicios de construccin, los mismos decaimientos, pero tambin en todos la ilusin de una facundia extraordinaria, una emocin desbordante, una considerable seleccin de imgenes de tal calidad como no hubisemos sido capaces de preparar igual ni una sola en mucho tiempo, un acento pintoresco muy peculiar y, aqu y all, algunasfragmentos apropiados para utilizarlos en una nota o un artculo; el azar me ofreca frases muy hermosas, como nunca se me haban ocurrido antes. Las repeta lentamente palabra por palabra; eran esplndidas. Y venan incesamentemente. Entonces me levant y busqu lpiz y papel en la mesa detrs de mi lecho. Era como si una vena se hubiera roto dentro de mt, las palabras se sucedan unas a otras, se adaptaban a cada situacin, las escenas se acumulaban, la accin se desarrollaba, las rplicas surgan en mi cerebro. Senta un placer prodigioso. Los pensamientos acudan con tal rapidez y seguan fluyendo en abundancia tal que yo perda un sin fin de detalles sutiles a causa de que mi lpiz no era suficientemente velo4 a pesar de que yo me apresuraba, con mi mano en constante movimiento, sin perder un minuto. Las frases continuaban atropellndose en m. Yo estaba repleto de mi tema..."

Apollinaire sostena que los primeros cuadros de Chirico fueron pintados bajo el influjo de trastornos cenestsicos (jaquecas, clicos). )41(

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frases agudamente burlescas. La nica diferencia entre los textos de ambos me pareci que estribaba en lo distinto de nuestros temperamentos (menos esttico el de Soupault) y si me permite una ligera crtica en que cometi el error de colocar en la cabecera de algunas pginas sin duda por espritu de mistificacin ciertas palabras a guisa de ttulos. Tengo que hacerle justicia, en cambio, por haberse opuesto tenazmente al menor retoque, a la ms mnima correccin, cuando algn pasaje me pareca poco logrado. En esto tuvo la ms completa razn*, ya que resulta, en verdad, muy difcil estimar en su justo valor los diversos elementos presentes, y puede asegurarse que es imposible hacerlo en una primera lectura. Para quien escriba, al principio esos elementos le resultarn tan extraos como a cualquier otro, y naturalmente sentir desconfianza. Desde un punto de vista potico se recomiendan sobre todo por un grado muy alto de inmediata absurdidad, que cede lugar, despus de un examen ms profundo, a cuanto hay de ms legtimo y admisible en el mundo, o sea la divulgacin de cierto nmero de propiedades y hechos no menos objetivos, en suma, que cualesquiera otros. Como homenaje a Guillaume Apollinaire, que acababa de fallecer, y que nos pareci haberse entregado,* Estoy cada vez ms convencido de la infalibilidad de mi pensamiento con respecto a m mismo, lo que es muy fundado. Con todo, en esta escritura del pensamiento, donde se est a merced de cualquier distraccin exterior, pueden producirse "mejunjes". No tendra disculpas tratar de disimularlos. El pensamiento es, por definicin, fuerte e incapaz de incurrir en errores. Las evidentes debilidades que aparezcan hay que achacarlas a las sugestiones que le llegan de afuera. ) 4 2(

en oportunidades, a ejercicios de esa ndole, sin sacrificar empero totalmente los recursos literarios triviales, Soupault y yo designamos con el nombre de surrealismo la nueva forma de expresin pura de que disponamos, y de la cual nos urga hacer partcipes a nuestros amigos. Creo que hoy ya no es necesario insistir sobre esta palabra, puesto que la acepcin que nosotros le hemos dado ha prevalecido sobre la acepcin apollineriana. Con ms razn todava, hubiramos podido adoptar el vocablo supernaturalismo, empleado por Grard de Nerval en la dedicatoria de las Hijas del Fuego'. Nerval posea, a lo que parece, en el ms alto grado ese espritu que nosotros reinvindicamos, en tanto que Apollinaire slo alcanz a poseer la letra, todava imperfecta, del surrealismo, y se mostr impotente para forjar una concepcin terica que nos conquistara. He aqu dos frases de Nerval que me parecen a este respecto muy significativas6: "Quiero explicarle, querido Dumas, el fenmeno que usted mencion ms arriba. Ya sabe que existen ciertos narradores que no pueden inventar fbulas sin identificarse con los personajes de su imaginacin. Recuerde con cunta conviccin nuestro viejo amigo Nodier contaba cmo le haba ocurrido la desgracia de ser guillotinado durante la Revolucin, llegando a tal grado de persuasin que uno se preguntaba cmo logro que le pegaran otra vez la cabeza. "... Y ya que usted cometi la imprudencia de citar uno de los sonetos compuestos en ese estado de ensueo supernaturalista, como diran los alemanes, es necesario que los conozca todos. Los encontrar al final del volumen. No son ms oscuros que la metafsica de Hegel o* Y tambin por Thomas Carlyle en Sartor Resartus (captulo VIII: Supertaturalismo natural), 1833134.

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PRIMER MANIFIESTO los Mmorables de Swedenbor& y perderan su encanto al explicarlos, an en el caso de que fuera posible hacerlo. Concdame, al menos, el mrito de la expresin..." O00

Slo por mala fe se nos podra discutir el derecho de emplear la palabra surrealismo en el peculiar sentido que nosotros le damos, puesto que resulta evidente que esta palabra antes de nosotros no haba conocido fortuna. La defino, pues, de una vez por todas: SURREALISMO: s.m. Automatismo psquico puro por cuyo medio se intenta expresar tanto verbalmente como por escrito o de cualquier otro modo el funcionamiento real del pensamiento. Dictado del pensamiento, con exclusin de todo control ejercido por la razn y al margen de cualquier preocupacin esttica o moral. ENCICLOPEDIA: Filos. El surrealismo se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociacin que haban sido desestimadas, en la omnipotencia del sueo, en la actividad desinteresada del pensamiento. Tiende a provocar la ruina definitiva de todos los otros mecanismos psquicos, y a suplantarlos en la solucin de los principales problemas de la vida. Han hecho profesin de fe de SURREALISMO ABSOLUTO: Aragon, Baron, Boiffard, Breton, Carrive, Crevel, Delteil, Desnos, Eluard, Grard, Limbour, Malkine, Morise, Naville, Noll, Pret, Picon, Soupault, Vitrac. Parecen ser stos los nicos hasta el presente, y no habra posibilidad de error a no ser por el caso apasionante de Isidore Ducasse, sobre el que carezco de datos suficientes. Cierto que, teniendo en cuenta de un modo* Ver tambin el IDEORREALISMO de Saint-Pol-Roux. )44(

superficial los resultados, buen nmero de poetas podran pasar por surrealistas, comenzando por Dante y, en sus buenos momentos, Shakespeare. En el curso de diversas tentativas de reduccin, a las que me he librado de lo que, por abuso de confianza, se denomina genio, no he encontrado nada que pudiera atribuirse concluyentemente a un proceso distinto del que estamos tratando. Las Noches de Young son surrealistas de un extremo al otro; desgraciadamente es un sacerdote el que habla, un mal sacerdote sin duda, pero sacerdote al fin. Swift es surrealista en la malignidad. Sade es surrealista en el sadismo. Chateaubriand es surrealista en el exotismo. Constant es surrealista en poltica. Hugo es surrealista cuando no es estpido. Desbordes-Valmore es surrealista en el amor. Bertrand es surrealista en el pasado. Rabbe es surrealista en la muerte. Poe es surrealista en la aventura. Baudelaire es surrealista en la moral. Rimbaud es surrealista en la prctica de la vida y en cualquier parte. Mallarm es surrealista en la confidencia. Jarry es surrealista en el ajenjo. Nouveau es surrealista en el beso. Saint-Pol-Roux es surrealista en el smbolo. Fargue es surrealista en la atmsfera. Vach es surrealista en m. Reverdy es surrealista en su casa. Saint-John Perse es surrealista a la distancia. Roussel es surrealista en la ancdota. Etctera. Insisto en que no siempre son surrealistas, puesto que puedo descubrir en ellos cierto nmero de ideas )45(

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preconcebidas a las cuales ingenuamente se aferran; y lo hacen porque no llegaron apercibir la voz surrealista, la que contina predicando an la vspera de la muerte y por sobre las tempestades; o porque no se resignaron a hacer de meros orquestadores de una maravillosa partitura. Al hecho de constituir instrumentos demasiado arrogantes se debe que no hayan dado siempre sonidos armoniosos'. Pero nosotros, que no hemos efectuado el menor trabajo de filtracin, que nos hemos convertido en nuestras obras en receptores pasivos de mltiples ecos, en modestos aparatos registradores que no se hipnotizan ante el trazado que registran, creemos servir una causa ms noble; devolvemos con probidad el "talento" que nos prestan. Podis hablarme, si queris, del talento de ese metro de platino, de aquel espejo, de esta puerta, del cielo. No, no tenemos talento; preguntad a Philippe Soupault: "Las manufacturas anatmicas y las habitaciones baratas destruirn las ms elevadas ciudades". A Roger Vitrac: "Apenas haba invocado al mrmol-almirante, cuando ste gir sobre sus talones como un caballo que se encabrita ante la estrella polar, designndome en el plano* Lo mismo podra decirse de algunos filsofos y de algunos pintores, limitndome a citar entre estos ltimos a Paolo Uccello en los tiempos antiguos, y en los modernos a Seurat, a Gustave Moreau, a Matisse (en La msica, por ejemplo), a Derain, a Picasso (el ms puro, de lejos), a Braque, a Duchamp, a Picabia, a De Chirico (por tanto tiempo admirable), a 'Gee, a Man Ray, a Max Ernst, y muy cerca de nosotros, a Andr Masson. )46(

de su bicornio una regin en la que yo deba pasar el resto de mis das". A Paul luard: "Relato una historia muy conocida; releo un poema clebre; estoy apoyado contra un muro, con orejas que reverdecen y labios calcinados". A Max Morise: "El oso de las cavernas con su compaera la abutarda, el 'mil hojas' con su mucama la hoja, el gran canciller con su seora la cancela, el espantapjaros con su compadre el pjaro, la probeta con su hija la aguja, el carnvoro y su hermano el carnaval, el barrendero y su monculo, el Mississipi y su faldero, el coral y su jarra lechera, el Milagro con su Buen Dios, no tienen ms que desaparecer de la superficie del mar". A Joseph Delteil: "l'Ay! Yo creo en la virtud de los pjaros; basta slo una pluma para hacerme morir de risa". A Louis Aragon: "Durante una interrupcin del partido, mientras los jugadores se reunan alrededor de una llameante taza de punch, le pregunt al rbol si conservaba todava su cinta roja". Y a m mismo, que no he podido evitar el escribir las lneas serpenteantes, enloquecedoras, de este prefacio. Preguntadle tambin a Robert Desnos, que de todos nosotros es el que est, quiz, ms prximo a la verdad)47(

surrealista, y quien en obras an inditas* y a lo largo de 'Mltiples experiencias a las que se ha prestado, justifica plenamente la esperanza que yo cifraba en el surrealismo y me obliga a esperar todava mucho ms. Hoy en da, Desnos habla el idioma surrealista a voluntad. La prodigiosa agilidad con que sigue oralmente su pensamiento nos da, cuantas veces querramos, esplndidos discursos que se pierden, pues a Desnos le ocupan cosas ms importantes que el retenerlos. Lee en s mismo como en un libro abierto y no hace ningn esfuerzo por conservar las cuartillas que se desparraman con el viento de su vida.

SECRETOS DEL ARTE MGICO SURREALISTA

Composicin surrealista escrita, o el borrador primero y definitivo.

* Nouvelles Hbri des, Dsordre Forme!, Deuil pour Dad!.) 4 8(

Hazte traer con qu escribir, despus de haberte instalado en un lugar lo ms favorable posible para la concentracin del espritu en s mismo Colcate en el estado ms pasivo o receptivo que puedas. Haz abstraccin de tu genio, de tus talentos y del de todos los dems. D bien alto que la literatura es uno de los ms tristes caminos que conducen a todo. Escribe velozmente, sin tema previo, con tal rapidez que te impida recordar lo escrito o caer en la tentacin de releerlo. La primera frase vendr sola, puesto que cada segundo hay una frase, ajena a nuestro pensamiento consciente, que pugna por manifestarse. Es bastante difcil pronunciarse sobre el caso de la frase siguiente, la que sin duda participa a la vez de nuestra actividad consciente y de la otra, si se admite que el haber escrito la primera frase implica un mnimo de percepcin. Pero esto no debe preocuparte, porque all reside en su mayor parte el inters del juego surrealista. Siempre sucede que la Puntuacin se opone a la absoluta continuidad del flujo verbal, aunque parezca tan indispensable como la distribucin de los nudos en una cuerda vibrante. Contina as todo el tiempo que te plazca. Confa en el carcter)49(

PRIMER MANIFIESTOinagotable del murmullo. Si el silencio amenaza imperar aprovechando la menor falla que se podra llamar falla de distraccin , tacha entonces sin vacilar una lnea demasiado clara, y a continuacin de la palabra cuyo origen es sospechoso, coloca una letra cualquiera, la /, por ejemplo, y siempre la /, retornando de ese modo a lo arbitrario al imponer dicha letra como inicial del vocablo que ha de venir.Para dejar de aburrirse en compaa

slo dejarse levantar por la palabra inmensa que se derrite en piedad y echa a rodar en odio. Incapaz de desfallecimientos, jugar ganando sobre el tapete de todos los desfallecimientos 8 . Ser realmente elegido, y las mujeres ms dulces lo amarn con violencia.Para escribir falsas novelas

Es muy difcil. Trata de no estar en casa para nadie y, a veces, aunque ninguno haya quebrantado la consigna, interrumpindote en plena actividad surrealista y cruzndote de brazos contesta: "Tanto da; quiz haya algo mejor que hacer o que no hacer. El inters de la vida no se mantiene. iSimplicidad, lo que me est pasando todava me fastidia!" o cualquier otra indignante trivialidad.Para hacer discursos

Hacerse inscribir la vspera de las elecciones, en el primer pas que juzgue oportuno recurrir a ese gnero de consultas. Cualquiera lleva en s la materia de un orador: telas multicolores y pedreras de palabras. Gracias al surrealismo podr sorprender en toda su pobreza a la desesperacin. Un atardecer, subido a un estrado, destrozar l solo al cielo eterno, esa Piel de Oso'. Prometer tanto, que cumplir algo, por poco que sea, causar asombro. Dar a las reivindicaciones de todo un pueblo un rumbo parcial e irrisorio. Conciliar a los adversarios ms irreductibles en un secreto deseo que har estallar todas las patrias. Y lograr todo esto con

Quienquiera que seas, si el corazn te lo pide, comienza por quemar unas hojas de laurel, y sin preocuparte por mantener ese magro fuego, preprate a escribir una novela. El surrealismo te lo permitir: basta cambiar la aguja pasndola de "Tiempo estable" a "Accin", y se habr realizado el truco. He aqu diversos personajes de apariencia bastante desorbitada; sus nombres en tu escritura se reducen a una cuestin de maysculas, y se comportarn frente a los verbos activos con la misma soltura que tiene el pronombre impersonal francs il frente a las palabras: pleut, y a, faut, etc.' Los dirigirn, por as decir, y ten por seguro que cuando la observacin, la reflexin y las facultades de generalizacin fallen, ellos te prestarn mil intenciones que nunca tuviste. As, provistos de un nmero limitado de caractersticas fsicas y morales, esos seres, que realmente te deben bien poco, no se apartarn de una determinada lnea de conducta, del cual ya no necesitas ocuparte. Resulta entonces una intriga de apariencia ms o menos ordenada, que justificar punto por punto el desenlace emocionante u optimista que te importa poco. Tu falsa novela imitar maravillosamente una novela verdadera; hars dinero, y todos concordarn en reconocer que "tienes algo en las tripas", ya que, con toda seguridad, all es donde suele estar ese algo.

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PRIMER MANIFIESTOAsimismo, por anlogo procedimiento, y con la condicin de ignorar aquello de lo que vas a tratar, podrs dedicarte con xito a la falsa crtica. Para hacerse agradable a una mujer que pasa por la calle el placer de conversar) con alguien. No demuestra ansiedad por las palabras que vendrn, ni por la frase que ha de seguir a la que est pronunciando. Ser capaz de responder a quemarropa a las preguntas muy simples. Si carece de los tics que se contraen en el trato con el prjimo, puede llegar a pronunciarse espontneamente sobre un pequeo nmero de temas, no necesitando para ello "morderse la lengua", ni prepararse con anticipacin. Quin le habr hecho creer que la facultad de responder a boca de jarro slo puede acarrearle perjuicios cuando se tata de establecer relaciones ms delicadas? No existe ninguna cosa sobre la cual tenga que negarse a hablar o escribir abundantemente. Quien se escucha o se lee slo consigue interrumpir lo oculto, la admirable ayuda. No tengo apuro por comprenderme (al fin y al cabo me comprender siempre). Cuando tal o cual frase ma me provoca en el momento una ligera decepcin, confo en la frase siguiente para rescatar sus errores, y me cuido bien de rehacerla o perfeccionarla. La mnima prdida del impulso sera lo nico fatal para m. Las palabras, los grupos de palabras que se suceden unos a otros, mantienen entre ellos la mxima solidaridad. No me corresponde a m favorecer a unos en detrimento de otros. Le corresponde intervenir a una milagrosa compensacin, y, en efecto, interviene. Este lenguaje sin reservas al que trato de volver siempre vlido, que me parece adaptarse a todas las circunstancias de la vida, no solamente no me priva de ninguno de mis recursos, sino que, por el contrario, me presta una extraordinaria lucidez precisamente en un dominio donde menos lo esperaba. Llegar hasta a pretender que me instruye; y, en efecto, me ha tocado usar surrealmente palabras cuyo significado haba olvidado, habiendo podido verificar despus que las haba

Contra la muerte El surrealismo te introducir en la muerte que es una sociedad secreta. Te enguantar la mano y enterrar la profunda M con la que comienza la palabra Memoria. No olvides tomar felices disposiciones testamentarias: en lo que a m respecta, pido que se me conduzca al cementerio en un carro de mudanzas, y que mis amigos destruyan hasta el ltimo ejemplar de la edicin del Discurso sobre la poca Realidad.==.41

El lenguaje ha sido dado al hombre para que lo utilice de modo surrealista. En la medida en que le es indispensable para hacerse comprender, llegar a expresarse bien o mal, asegurando as el cumplimiento de algunas de las funciones ms elementales. Hablar, escribir una carta, no ofrecen para l ninguna dificultad real, siempre que al hacerlo no se proponga un objetivo superior al trmino medio, o sea, siempre que se limite a conversar (por

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PRIMER MANIFIESTOusado de acuerdo con su definicin precisa. Esto inducira a sospechar que en realidad nada se "aprende", sino que nicamente se "rememora". As han llegado a hacrseme familiares muchos giros felices. Y no menciono la conciencia potica de los objetos, que no he podido adquirir sino con su contacto espiritual mil veces repetido. Es el dilogo la forma que ms conviene al lenguaje surrealista; se enfrentan en l dos pensamientos, de modo tal que mientras uno se entrega, el otro se ocupa de l. Pero de qu modo se ocupa? Si supusiramos que se lo incorpora habra que admitir que en algn momento podra vivir por completo de este otro pensamiento, lo que resulta muy improbable. Y, en efecto, la atencin que le presta es completamente externa: dispone del tiempo para aprobar o desaprobar (generalmente desaprobar), con todas las atenciones de que es capaz el hombre. Un lenguaje as no permite, desde luego, abordar lo profundo de un tema. Mi atencin, exigida por una solicitacin que no puede razonablemente rechazar, trata al pensamiento del interlocutor como enemigo; en la conversacin corriente lo "retorna" casi siempre en las palabras o figuras de que se sirve, y me coloca en situacin de sacar partido de ellas en la rplica, desnaturalizndolas. Esto es tan cierto que en algunas psicopatas, en las que los trastornos del sensorio absorben totalmente la atencin del enfermo, ste, al seguir respondiendo a las preguntas, se limita a apoderarse del ltimo vocablo que oye o del ltimo trozo de frase surrealista que flota en su espritu: " Qu edad tiene usted? Usted." (Ecolalia) " Cmo se llama? Cuarenta y cinco casas". (Sntoma de Ganser o de las respuestas laterales). No existe conversacin en la que no apunte algo de este desorden. Slo logran disimularlo pasajeramente el esfuerzo de sociabilidad que domina en aqulla y la gran costumbre que tenemos. En semejantes razones radica tambin la gran debilidad de todo libro, que debe entrar en incesante conflicto con el espritu de sus mejores lectores, es decir, los ms exigentes. En el brevsimo dilogo que he improvisado ms arriba entre un mdico y un alienado, a ste le corresponde la mejor parte, ya que se impone con sus respuestas a la atencin del mdico que lo examina, sin ser el que interroga. Puede decirse que su mente es, en ese instante, la ms fuerte? Tal vez. Ya est libre de no tener en cuenta ni su edad ni su nombre. El surrealismo potico, motivo de este estudio, se ha dedicado hasta ahora a restablecer el dilogo en su verdad absoluta, liberando a los interlocutores de las obligaciones de la cortesa. Cada -uno prosigue simplemente su soliloquio, sin tratar de obtener un goce dialctico particular, ni de imponerse por nada del mundo a su prjimo. La palabra no se propone, como de ordinario, desarrollar una tesis, por insignificante que sea; es desinteresada al mximo En cuanto a la respuesta que provoca es, en principio, totalmente indiferente para el amor propio del que ha hablado. Los vocablos, las imgenes, se ofrecen slo como trampolines al espritu del que escucha. As deben considerarse en Los Campos Magnticos, 1 primera obra puramente surrealista, las pginas agrupadas bajo el ttulo "Barreras", en las que Soupault y yo mostramos esos interlocutores imparciales.O0O

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PRIMER M ANIF1ES

El surrealismo no permite que quienes se le entregan lo abandonen cuando les venga en gana. Todo nos inclina a pensar que acta sobre el espritu al modo de los estupefacientes; como ellos crea cierto estado de necesidad, pudiendo impulsar al hombre a terribles rebeliones. Puede admitirse que sea un verdadero paraso artificial, y que determine goces expuestos al examen crtico que hizo Baudelaire de los otros parasos. El anlisis de los efectos misteriosos y de los placeres especiales que llega a producir no puede dejar de ocupar un lugar en este estudio. Por muchos de sus aspectos el surrealismo se presenta como un vicio nuevo, que no parece ser atributo exclusivo de algunos hombres, y que, como el haschisch, puede satisfacer a los consumidores ms exigentes. 11' Las imgenes surrealistas, como las que produce el opio, no son evocadas voluntariamente por el hombre, sino que "se le presentan de un modo espontneo y desptico. No puede alejarlas porque la voluntad ya no tiene poder ni gobierna las facultades mentales*." Queda por saber si alguna vez alguien ha "evocado" imgenes. Si uno se atiene como yo lo hago a la definicin de Reverdy, no parece que fuera posible acercar voluntariamente lo que l denomina "dos realidades distantes". El acercamiento se produce o no se produce, y eso es todo. Niego, por mi parte, del modo ms categrico que las siguientes imgenes de Reverdy: En el arroyo hay una cancin que corre O: El da se despleg como un mantel blanco* Baudelaire. )56(

El mundo se mete en una bolsa demuestren el menor grado de premeditacin. Es falso, a mi criterio, pretender que "el espritu ha captado las relaciones" entre las dos realidades en contacto. En primer trmino, no ha captado nada conscientemente, sino que del acercamiento fortuito de dos trminos ha brotado un fulgor particular, el fulgor de la imagen, a cuyo brillo somos infinitamente sensibles. El valor de la imagen depende de la belleza de la chispa obtenida, y por lo tanto es funcin de la diferencia de potencial entre los dos conductores. Cuando esta diferencia es mnima, como pasa en la comparacin', la chispa no se produce. Ahora bien: opino que no est dentro del poder del hombre el concertar el acercamiento de dos realidades tan distantes. El principio de asociacin de ideas, tal como lo conocemos, se opone a ello; o habra que retornar a un arte elptico que Reverdy condena tanto como yo. Es forzoso admitir, entonces, que el espritu no deduce los trminos de la imagen uno del otro con miras a engendrar la chispa, sino que son productos simultneos de la actividad que yo denomino surrealista, limitndose la razn a comprobar y valorar el fenmeno luminoso. Y as como la longitud de la chispa es mayor cuando sta se produce a travs de gases enrarecidos, la atmsfera surrealista producida por la escritura mecnica, que he intentado poner al alcance de todos, se presta singularmente para producir las ms bellas imgenes. Hasta puede decirse que las imgenes aparecen en esa carrera vertiginosa como los nicos conductores del" Ver la imagen en Jules Renard. )57(

PRIMER MANIFIESTOespritu. ste se va convenciendo poco a poco de la suprema realidad de esas imgenes. Comienza por tolerarlas, pero pronto advierte que halagan a la razn y que al mismo tiempo acrecientan sus conocimientos. Llega as a darse cuenta de la extensin ilimitada donde se manifiestan sus deseos, donde el pro y el contra se reducen sin cesar y donde su oscuridad no lo traiciona. Avanza conducido por esas imgenes que lo arrebatan y que apenas le dan tiempo para soplar sobre el fuego de sus dedos. Es la noche ms bella, la noche de los relmpagos: el da, a su lado, es la noche. Los innumerables tipos de imgenes surrealistas requeriran una clasificacin que ahora no me propongo intentar. Agruparlas segn sus particulares afinidades me llevara demasiado lejos. Slo quiero tener en cuenta lo comn de todas ellas. No oculto que para m la imagen ms poderosa es la que presenta el grado ms elevado de arbitrariedad; la que exige ms tiempo para ser traducida al lenguaje prctico, sea porque encubre una enorme dosis de contradiccin aparente, sea porque uno de sus trminos haya sido escamoteado curiosamente, sea que anuncindose de un modo sensacional termine resolvindose dbilmente (cerrando bruscamente el ngulo de su comps), sea que deduzca de s misma una justificacin formal irrisoria, sea que entre en el orden alucinatorio, sea que, con la mayor naturalidad, preste a lo abstracto la mscara de lo concreto o viceversa, sea que implique la negacin de alguna propiedad fsica elemental, sea que desencadene la risa. He aqu, por orden, algunos ejemplos: El rub del champaa. (Lautramont) Bello como la ley que detiene el desarrollo del pecho en los adultos, cuya propensin al crecimiento no es proporcional a la cantidad de molculas que su organismo asimila. (Lautramont) Una iglesia se ergua resonante como una campana. (Philippe Soupault) En el sueo de Rrose Slavy hay un enano que sale de un pozo y va a comer su pan por la noche. (Robert Desnos) Sobre el puente, el roco con cabeza de gata se balanceaba. (Andr Breton) Algo a la izquierda, en mi firmamento adivinado, percibo pero sin duda slo se trata de un vapor de sangre y de crimen el diamante en bruto de las perturbaciones de la libertad. (Louis Aragon) En la selva incendiada Los leones eran frescos. (Roger Vitrac) El color de las medias de una mujer no es forzosamente igual al de sus ojos, lo que ha hecho decir a un filsofo, cuyo nombre no vale la pena mencionar: "Los cefalpodos tienen ms motivos que los cuadrpedos para odiar el progreso". (Max Morise) Quirase o no hay all material para satisfacer diversas exigencias del espritu. Todas esas imgenes parecen testimoniar que el espritu est maduro para cosas ms importantes que las benignas alegras a las que se entrega habitualmente. Es el nico medio a su alcance

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PRIMER MANIFIESTO

de utilizar en provecho propio la cantidad ideal de acontecimientos de los que est cargado.* Esas imgenes le dan la medida de su modo habitual de malgastarse y de los inconvenientes que esto le ocasiona. Y no es perjudicial que acaben por desconcertarlo, pues desconcertar al espritu es probarle su error. Las frases transcriptas ms arriba contribuyen grandemente a ello. Pero el espritu que las saborea obtiene la certeza de encontrarse en el buen camino; por s mismo no podra hacerse culpable de argucia; no tiene nada que temer, puesto que adems est seguro de abarcarlo todo. 2 El espritu que se sumerge en el surrealismo revive con exaltacin lo mejor de su infancia; un poco, qui74n, como la certidumbre de aquel que, estando a punto de ahogarse, repasa en menos de un minuto todo lo que no pudo superar en su vida. Se me dir que eso no es muy alentador; pero a m no me interesa alentar a quienes arguyen tal cosa. De los recuerdos de infancia, y de algunos otros, se desprende un sentimiento de algo insumiso y al mismo tiempo descarriado, que considero lo ms fecundo que existe. Quizs sea la infancia lo que est ms cerca de la "verdadera vida". La infancia, que una vez transcurrida, deja un hombre que slo posee, fuera de su pasaporte, algunos billetes de favor. La infancia, en la que todo concurra a la posesin eficaz y sin restricciones de uno mismo. Gracias al surrealismo parece probable que retornen tales perspectivas. Es* No olvidemos que, segn la frmula de Novalis, "hay una serie de acontecimientos que se desarrollan paralelamente a los reales. Los hombres y las circunstancias modifican generalmente la marcha ideal de los acontecimientos, de modo que esa marcha parece imperfecta; y hasta sus consecuencias son igualmente imperfectas. Una cosa semejante ocurri con la Reforma: en lugar del Protestantismo adivino el Luteranisrno". )60(

como precipitarse de nuevo hacia la propia salvacin o la propia ruina. Se vuelve a experimentar en lo oscuro un delicioso terror. Gracias a Dios no es ms que el Purgatorio. Cruza uno temblando lo que los ocultistas denominan paisajes peligrosos. Mis pasos hacen surgir monstruos que acechan: an no demuestran intenciones demasiado amenazadoras hacia m, y yo no estoy perdido, puesto que los temo. All estn "los elefantes ginocfalos y los leones alados" que, un tiempo, Soupault y yo temamos encontrar; alli tambin el "pez soluble" que todava me hace estremecer un poco. PEZ SOLUBLE, no soy acaso yo el pez soluble; nac bajo el signo de Piscis, y el hombre es soluble en su pensamiento! La fauna y la flora del surrealismo son inconfesables. No creo en el prximo establecimiento de una receta surrealista. Los caracteres comunes a todos los textos de ese gnero, tales como los que ya he mencionado y muchos otros que slo podran suministrarnos un anlisis lgico y un anlisis gramatical riguroso, no se oponen a cierta evolucin de la prosa surrealista en el tiempo. Llegadas despus de una cantidad de ensayos, a los que me he dedicado desde hace cinco arios, y a los que tengo la debilidad de juzgar extremadamente desordenados en su mayor parte, las historietas que forman la continuacin de este volumen suministran una prueba flagrante.0 No las considero, a causa del mencionado desorden, ni ms dignas ni menos dignas que otras de presentar a los ojos del lector los beneficios que el aporte surrealista puede hacerle obtener a su conciencia. Por lo dems, los procedimientos surrealistas reclaman mayor amplitud todava. Cualquier medio es bueno para obtener de ciertas asociaciones la instantaneidad requerida. Los papeles pegados de Picasso y de Braque)61(

PRIMER MANIFIESTOtienen el mismo valor que la introduccin de un lugar comn en el desarrollo literario del estilo ms pulido. Hasta se vuelve lcito denominar POEMA al resultado obtenido por la reunin lo ms gratuita posible (conservando, si se quiere, la sintaxis) de ttulos y fragmentos recortados de los peridicos:

POEMAUna carcajada

de zafiro en la isla de CeylnLos ms hermosor sombreros de paja

ESTN DESCOLORIDOSBAJO LOS CERROJOS en una granja solitariaDIA A DIA

se agrava

lo agradableUn camino transitableos conduce al borde de lo desconocido

el cafpredica en su provecho el artfice cotidiano de vuestra belleza

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PRIMER MANIFIESTO

SEORA, un par

EL PRIMER DIARIO BLANCO

DEL AZARSer el rojoel cantor errante

de medias de sedano es

un salto en el vacoUN CIERVOPrimero el amor

DONDE ESTA?en la memoria en su casaEN EL BAILE DE LOS ARDIENTES

Todo podra arreglarse tan bienPARIS ES UN PUEBLO GRANDE

Hago al bailarlo que se ha hecho, lo que se harOOO

Vigilad

Los rescoldos tapadosLA ORACION

Del buen tiempoSabed que Los rayos ultravioletashan acabado su tareapronto y bien

Y se podran multiplicar los ejemplos. Llegaran quizs a encontrarse all el teatro, la filosofa, la ciencia, la crtica. Me apresuro a declarar que las futuras tcnicas surrealistas no me interesan.000

Una gravedad distinta tienen a mi juicio* ya lo hePor ms reservas que me permita hacer sobre la responsabilidad en general y sobre los considerandos m-

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PRIMER MANIFIESTOdado a entender suficientemente las aplicaciones del surrealismo a la accin. Por supuesto, no creo en la virtud proftica de la palabra surrealista: "lo que yo digo es orculo". S, mientras yo lo acepte, pero el orculo mismo, qu es?**. La piedad de los hombres no me engaa. La voz surrealista que sacuda a Cumes, Dodona y Delfos no es distinta de la voz que dicta mis palabras menos enfurecidas. Si mi tiempo no debe ser el suyo, por qu habra de ayudarme a resolver el problema pueril de mi destino? Por desgracia debo fingir actuar en un mundo en el que, para llegar a tener en cuenta sus sugestiones, tendra que acomodarme a dos clases de intrpretes: unos para traducirme sus sentencias y otros imposible encontrarlos para imponer a mis semejantes la interpretacin que yo les dara. En este mundo en el que soporto lo que soporto (no pretendan saberlo), leste mundo moderno!, en fin, demonios!, qu queris que haga? Aunque la voz surrealista llegara a callarse, ya no estoy de humor para contar mis desapariciones. Nunca ms entrar, ni en mnima parte, en el cmputo maravilloso de mis aos y mis das. Me pasar como a Nijinski que, al ser llevado el ao pasado al Ballet Ruso, no supo a qu clase de espectculo asista. Me quedar solo, completamente solo dentro de m mismo, indiferente hacia todos los ballets del mundo. Os entrego todo lo que hice y lo que no hice.

dico-legales que influyen en el establecimiento del grado de responsabilidad de un individuo: responsabilidad total, irresponsabilidad o responsabilidad limitada (sic); y por difcil que me sea admitir el principio de un culpabilidad cualquiera, me gustara saber cmo sern juzgados los primeros actos delictuosos cuyo carcter surrealista no ofrezca dudas. Absolvern al acusado o slo se beneficiar de circunstancias atenuantes? Lstima que ya casi no se repriman los delitos de prensa, porque podramos asistir a un proceso de este tipo: el acusado ha publicado un libro que atenta contra la moral pblica; algunos de los ciudadanos "ms honorables" lo acusan tambin de difamacin; se acumulan adems contra l una serie de cargos abrumadores como ser: injurias al ejrcito, incitacin al crimen y a la violacin, etc. Por otra parte, el acusado inmediatamente coincide con la acusacin para "condenar" la mayor parte de las ideas expresadas. Se limita a alegar en su descargo que no se considera autor de su libro, por constituir ste una produccin surrealista donde se excluye toda cuestin de mrito o falta de mrito del firmante, quien se limita a transcribir un documento sin emitir opinin, siendo por lo tanto tan ajeno al texto incriminado como el mismo presidente del tribunal. Todo lo dicho sobre la publicacin de un libro podr extenderse a miles de otros actos el da en que los mtodos surrealistas alcancen la suficiente difusin. Entonces ser necesario que una nueva moral sustituya a la moral corriente, causa de todos nuestros males. * Rimbaud. ** Sin embargo, SIN EMBARGO... Habra que terminar con la duda. Hoy, 8 de junio de 1924, ms o menos a la una, la voz me susurraba: "Bthune, Bthune". Qu quera decir? Yo no conozco a Bthune y tengo una idea muy vaga de la ubicacin de ese punto en el mapa de Francia. B)66(

thune no me evoca nada, ni siquiera una escena de Los tres mosqueteros. Hubiera debido partir para Bthune, donde quizs me espera algo; francamente hubiese sido demasiado simple. Me han contado que en un libro de Chesterton aparece un detective que para encontrar a alguien en una ciudad, se limita a visitar a fondo todas ls casas cuyo exterior presenta algn detalle ligeramente anormal. Este sistema vale tanto como cualquiera. Anlogamente, en 1919, Soupault entraba en una cantidad de inmuebles imposibles para preguntar si all viva Philippe Soupault. Pienso que no se hubiera asombrado ante una respuesta afirmativa de la encargada. Habra llamado a su propia puerta. )67(

PRIMER MANIFIESTOY entonces me invade un deseo inmenso de juzgar con indulgencia el ensueo cientfico, tan impropio, al fm de cuentas, desde cualquier punto de vista. Los sin hijos?12 Bueno. La sfilis? Como usted quiera. La fotografa? No tengo inconveniente. El cine? Bravo por las salas oscuras. La guerra? Nos divertimos bien. El telfono? Hola, s. La juventud? Encantadores cabellos blancos. Trate de hacerme decir gracias: "Gracias". Gracias... La gran estima que demues