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Discurso y emocionesTRANSCRIPT
ANDRESITO
La historia era totalmente falsa, pero la falsedad de las historias falsas a veces tenía su utilidad en el mundo real…
SALMAN RUSHDIELa encantadora de Florencia, 2009.
Los seres humanos pensamos, percibimos, imaginamos y hacemoselecciones morales de acuerdo con estructuras narrativas.
THEODORE SARBIN Narrative Psychology:
The Storied Nature of Human Conduct 1986.
“…emotion and feeling are at the heart of our capacity to experience meaning”
MARK JOHNSON The Meaning of the Body, 2007
Contar historias es un recurso que aparece en todas las culturas, en todos los
tiempos y casi para cualquier circunstancia. Todos comenzamos a hacerlo muy
pronto en nuestras vidas y no dejamos de hacerlo hasta que morimos. Contamos
historias verdaderas, falsas, divertidas, trágicas, misteriosas, interesantes,
aburridas, malintencionadas, aleccionadoras, buenas, malas y regulares. Si todos
lo hacemos, entonces será que se trata de una facultad universal, y esta
universalidad, dice Jerome Bruner (1997: 58) “sugiere que tiene sus raíces en el
genoma humano o que viene dada en la naturaleza del lenguaje”. De cualquier
manera, ya sea que se trate de relatos sobre los sucesos del mundo y lo que en él
acontece o de relatos que no necesariamente ocurrieron, éstos siempre tienen un
efecto en quien los lee o escucha; siempre impresionan –en el sentido de crear
una impresión, una impronta- a sus receptores. Y esto es así porque toda
narración organiza y da sentido a la experiencia.
Hay narraciones para todos los públicos, en todos lo sitios posibles y para la
más amplia variedad de propósitos, pero siempre hay constantes en ellas:
personajes que llevan a cabo acciones, situaciones en las que tales personajes se
ven envueltos y locaciones en las que dichas situaciones ocurren. Y más aún.
Inseparables de las acciones, están también las emociones de quienes intervienen
en tales historias.
Entre estos públicos variados por supuesto se encuentran los niños, y
muchas de las narraciones que encontramos dirigidas a éstos tienen un carácter
aleccionador o por lo menos un sentido que mueve a la reflexión sobre el
comportamiento de quienes intervienen en la narración, pero a diferencia de
cualquier relato explícitamente instructivo o moralizante, estas narraciones
dirigidas al público infantil ‘enseñan’ de manera implícita. Estas ‘enseñanzas’ son
vehiculadas a través y a lo largo del relato por medio de diversas estrategias; una
de ellas, el manejo de las emociones y sentimientos1 de quien recibe la historia.
Muchas veces son estas emociones planteadas en el relato las que se convierten
en el hilo conductor y las que llevan de la mano al lector hasta la creación de
valores deseados. Estos valores –morales o éticos-, son modos de ver y asumir el
mundo, maneras de construir la experiencia y, en última instancia, elementos que
son usados para la construcción de una identidad o forma de ser.
El propósito del presente trabajo será mirar cómo, a través de un relato, la
manifestación de emociones en el protagonista son los marcadores que le mueven
a la reflexión y van conformando sus juicios sobre el mundo y su posterior cambio
de comportamiento, lo que al mismo tiempo constituye una reelaboración de sí
mismo, de su identidad2.
La narración, el juicio y la emociónEl trabajo de Mark Turner (1996) sobre la importancia de la narración como
recurso cognitivo de organización de la experiencia nos da una plataforma para
plantear nuestro trabajo. De acuerdo con Turner, la narración es mucho más que 1 Aunque el propósito central del trabajo no es describir la diferencia entre las emociones y los sentimientos, nos parece pertinente dar una breve referencia al respecto: Las emociones son “complejas respuestas neurales, químicas y corporales a distintos tipos de estímulo que tienen un valor positivo o negativo para nosotros. Incluyen emociones de respaldo (background) ( e.g. energía o debilidad; tensión o calma); emociones primarias (e.g. miedo, alegría, enojo, tristeza), y emociones sociales (e.g. vergüenza, dolor, orgullo, celos). Por otra parte, los sentimientos pueden ser definidos como un ‘darse cuenta’ o una conciencia cualitativa de nuestras sensaciones y respuestas emocionales. Dicho ‘darse cuenta’ es llamado ‘sentimiento’. (Johnson: 2007: 56). 2 La identidad no entendida como algo fijo, estático y esencialista, sino dinámico, como una ‘biografía’ producida en “distintos contextos culturales y distintas situaciones sociales, cuyas condiciones, reglas y patrones de construcción” permiten situar a ese ‘self’ dentro de la textura misma del discurso.Freeman, M., Rewriting the Self. History, Memory, Narrative. Routledge, 1993.
un medio meramente literario y permite dar sentido a lo que se vive. Para este
teórico, la única forma que tenemos los seres humanos de ordenar lo que vivimos
es a través de la estructura narrativa. Esta estructura narrativa es una
característica del pensamiento y está presente tanto en el lenguaje como en otras
funciones de la cognición humana. Así, lo que podría parecer eventos
desconectados, no relacionados y episódicos, se ordena en secuencias
significativas gracias a diversos recursos cognitivos como los modelos cognitivos,
las metáforas, los marcos o frames y por supuesto las narraciones, que nos
ocupan en este trabajo. Si tuviéramos que ponerlo en términos muy simples,
podríamos decir que la experiencia del mundo la vemos como eventos que se
desenvuelven, actores involucrados en ellos, un principio y un final.
En este mismo tenor encontramos a Jerome Bruner (2003) quien, al
estudiar el pensamiento narrativo, plantea que la capacidad de narrar es una
forma de pensamiento distinta de aquel razonamiento que construye argumentos
lógicos, y que dicha capacidad de narrar también constituye una forma de
‘construcción del mundo’.
Trabajar con relatos ayuda pues, en parte, a entender cómo funciona el
pensamiento y cómo construimos y entendemos el mundo, y parte de esta
construcción del mundo nos incluye a nosotros mismos y a los juicios que
emitimos sobre dicho mundo. Narrar es mucho más, entonces, que sólo contar
historias, ya que cumple con un propósito vital organizativo. En palabras de Mark
Johnson, se trata de: […] el orden dominante o abarcador que transforma las meras secuencias de los eventos atómicos en acciones humanas significativas y proyectos que tienen significado e importancia moral. Cada uno de nosotros estamos tramando*
nuestra vida de manera activa, tanto de manera conciente como inconciente, intentando construirnos a nosotros mismos como personajes con sentido dentro de lo que consideramos historias de vida significativas (1993:165)
Debemos dejar claro que estas posturas son más bien constructivistas, en el
sentido de que las historias no ‘están’ en el mundo de manera independiente de
nosotros.
* En el sentido de construir un entramado, plotting en el original.
Así, si un relato no es un reflejo del mundo, entonces estamos hablando de
una selección, de un reacomodo, y tal selección y reacomodo implicarán una
evaluación de lo experienciado. De esta forma, podemos decir que toda narración
implica asumir una postura y emitir un juicio durante el proceso de creación de significado.
Ahora bien, es importante decir aquí que no hay juicio que no vaya acompañado de una emoción. De acuerdo con Johnson
“…las emociones son cruciales para evaluar situaciones y para dotar de valor*, tanto momento a momento como a lo largo de toda nuestra vida, al significado de nuestra experiencia […] las emociones juegan un papel central en la valoración que hace el organismo de su background interno –sus estados y procesos corporales están ligados a sus interacciones con el entorno, motivando por lo tanto estados, tanto de auto-ajuste interno como acciones orientadas directamente hacia el exterior.” (2007: 54).
Tenemos entonces que, por un lado la experiencia se organiza gracias al
pensamiento narrativo y, por el otro, que no hay narración sin juicio, y éstos a su
vez van ligados a las emociones. Mary Macken- Horarik (2003) plantea cómo los
recursos del lenguaje para construir la emoción y los valores éticos se emplean en
formas específicas dentro de la narración para crear significaciones que ‘invitan’ a
quien lee o escucha un relato a adoptar una actitud particular hacia los personajes
que intervienen en dicha narración conforme ésta se desenvuelve.
Tal como reza nuestro primer epígrafe, aunque una narración sea ficticia,
tiene alguna utilidad en el mundo real, y esto es así, según Bruner, porque la narración de ficción no es una enseñanza de vida o un espejo en el que el arte imite a la realidad; la narración es más una posibilidad de reevaluar la experiencia humana para poner los acentos en un lugar distinto: “…no es una lección sino una tentación a reexaminar lo obvio. La gran narrativa es en espíritu subversiva, no pedagógica” (2003:25).
Macken-Horarik cita a Jay Lemke quien, haciendo una extensión del trabajo
de Bajtín, [¿Qué te parece si usamos la escritura de “Bajtín” en español y no en
inglés? Seguro, pero ¿por qué?] propone que todo texto construye modelos
supuestos de sus receptores así como de las voces que se ponen en juego. Así,
* assess en el original
los textos asumen una postura hacia los interlocutores reales y posibles y hacia lo
que ellos mismos y otros puedan decir. De acuerdo con lo citado por Macken-
Horarik, Lemke plantea que Bakhtin apuntó que los textos construyen relaciones
tanto representacionalmente semánticas, como axiológicas (o con una orientación
hacia ciertos valores: value oriented)” (Lemke :1989, 39 en Macken- Horarik:
2003 ). Estas relaciones, que se establecen entre el lector y las distintas voces
que están en juego en el relato, se conectan con otras voces alternativas y/o con
puntos de vista a los que el texto alude o que son activados por él.
En un interesante análisis hecho por Peter White acerca de la teoría
bakhtiniana y sus alcances en los significados que se establecen entre el usuario
del texto y el texto mismo, se plantea que “hay ciertos efectos retóricos potenciales
dentro del posicionamiento intersubjetivo que surgen de, tanto la combinación de
una aseveración simple con una proposición evaluativa, como de la combinación
de una aseveración simple con un tipo específico de evaluación” (2003: 264).
Bajo estos efectos retóricos se pueden construir, o bien una voz textual que
tenga un estatus y autoridad morales que no permita puntos de vista alternativos,
o bien un efecto retórico en el que “la voz textual construye para sí misma una relación particular con su lector
proyectado o modelo…la aseveración simple se asocia frecuentemente con el
hecho de que el autor y la audiencia operan con el mismo conocimiento, las
mismas creencias y los mismos valores. De acuerdo con ello, la voz textual se
construye en solidaridad con el lector que sostiene su misma postura…”
Dentro de nuestro trabajo, tomar en cuenta estas representaciones
axiológicas en el relato, en relación con su receptor, implicará que éste asuma una
postura de empatía –de solidaridad emocional con, o al menos un entendimiento
de las motivaciones del personaje. Al mismo tiempo, y siguiendo a Macken-
Horarik, se espera un …discernimiento –una adjudicación de los valores éticos
adoptados por un personaje dado…la narración enseña a través de dos tipos de subjetividad: intersubjetividad (una capacidad de ‘sentir con’ el personaje), y la supersubjetividad (una capacidad de permanecer cerca de alguien –en este caso el personaje- para observar lo que hace y evaluar sus acciones éticamente*). (2003: 287)
* En el original: “a capacity to ‘stand over’ a character and evaluate her or his actions ethically.”
Así pues, al narrar o ser receptores de un relato involucramos nuestro juicio
o nuestras valoraciones, que pueden o no ser compartidas por lo propuesto en la
historia, pero de cualquier manera estos juicios van unidos a nuestras emociones.
En este sentido, lo trabajado por el filósofo Jesse Prinz sobre la relación entre la
emoción y el juicio moral nos será de soporte. Prinz plantea que toda valoración
moral y/o ética está siempre ligada a una emoción o sentimiento: juzgar algo es
tener un sentimiento hacia lo juzgado. Por lo tanto será válido decir que las
emociones tienen una influencia sobre los juicios morales (2007: 31). [Tengo
problema con la fecha de edición de este texto de Prinz. En bibliografía aparece
2007 y en el texto 2006 ….???? Ya, es 2007 el libro, pero el artículo es de 2006...
¿dejamos la del libro, no?]
En The Emotional Construction of Morals (Prinz: 2006) encontramos una
postura definida respecto de cómo los juicios morales y/o éticos están
indisolublemente ligados a la emoción de quien emite dichos juicios. Más allá de
ser una aproximación meramente filosófica y argumentativa, y ya que no es
nuestro propósito abundar en ello, baste con decir que el autor muestra evidencias
de investigaciones empíricas en el campo de la neurología en las que se ha
encontrado que existen áreas del cerebro asociadas a la emoción que se activan
cuando hacemos juicios morales: “los juicios morales y las emociones parecen
coincidir en el cerebro…Una explicación natural de estos hallazgos es que los
juicios morales están constituidos por respuestas emocionales” (2006: 22-23). Si
bien no se trata, dice Prinz, de que los juicios morales contengan emociones, sí se
ha encontrado evidencia de que éstas tienen una influencia en aquéllas.
De acuerdo con Prinz, las emociones y los juicios morales se
interrelacionan porque tienen una co-ocurrencia: “las emociones surgen cuando
respondemos a amplio rango de eventos moralmente significativos, incluyendo la
descortesía, la injusticia, el romper la ley o el salvar vidas”. (2006:30).
Lo hasta ahora planteado puede ser visualizado como sigue:
Emoción Juicio moral
Relato: personajes, eventos, actitudes, decisiones, consecuencias
[Esta gráfica no me dice mucho y habría que establecer una relación entre
lo de arriba con lo que pones sobre relato…yo creo que tampoco es necesario que
aparezca, sólo es la manía de ilustrar-me cosas]
___________________________
La narración
El relato del que quiero ocuparme se enfoca en la experiencia subjetiva del
protagonista a quien le sucede que un momento, su mundo habitual se ve
irrumpido por un evento a partir del cual se enfrenta a la decisión de cómo
responder ante tal acontecimiento. El relato entonces se desenvuelve mostrando
las consecuencias, internas y externas, de tal irrupción. [Habría que indicar en
algún momento con una cita al pie de página que habrá un anexo donde se pueda
leer el relato completo de hecho está en la nota 3, en la siguiente línea]
Nuestro relato se llama Andresito3. Se trata de un cortometraje que se hizo
en 2007 con un niño de 7 años: Andrés Felipe Reyes Díaz, migrante colombiano
en Cataluña. De acuerdo con las propias palabras de Mario Torrecillas (director
del proyecto PDA Films4), Andresito fue un trabajo de acción en directo, Andrés
dibujaba y Mario, a medida que el niño dibujaba, escribía la historia según lo que
al niño y a él se les iba ocurriendo gráficamente. La historia trata de un niño cuya
manera cotidiana de interactuar con los vecinos del barrio es mordiéndolos,
tirándoles piedras y rugiendo como un perro rabioso cada vez que le hablan, hasta
que un día se queda solo en el mundo. Contrario a lo que podría pensarse, este
evento le alegra mucho porque ahora puede hacer y transgredir sin que nadie lo
interpele por ello. Sin embargo, al enfrentarse a la condición de soledad y a su
3 http://www.pda-films.com/Andresito.html. Para leer el relato completo ver Anexo.
4 Proyecto PDA de creación de cortometrajes animados realizados por niños (http://www.pda-films.com/PDA.html)
comportamiento personificado en su propia cabeza enojada, el niño comienza a
experimentar una serie de emociones y a hacer una serie de reflexiones que
terminarán rehaciendo al, en un inicio, ‘rabioso’ Andresito.
Como ya dijimos al principio, nos centraremos en las emociones del
protagonista como los puntos de transición en el relato que, a su vez, le van
guiando. Dichos puntos de transición marcan, tanto las transformaciones del
protagonista como los momentos en que su propia historia de rabia, hasta ese
momento inalterada, va cambiando. Las emociones son los puntos en el mapa que
indican dichos cambios y transformaciones. [Esto no queda muy claro. A qué
transición te refieres y a qué lo guían]En un principio, Andresito [Entiendo que
Andresito con cursivas refiere al relato y sin cursivas al niño, pero no siempre se
da de esa manera. Podrías aclararlo y corregirlo? Pues la verdad no me había
dado cuenta de ello …pero parece lógico ponerlo así para diferenciar la historia
del protagonista] es presentado por la narradora como un niño furioso, que sólo
grita y muerde y agrede a los demás, pero cuando se da cuenta –primer signo de
reflexión- de que se ha quedado solo, su estado de ánimo cambia; las emociones
que experimenta Andresito al principio son de agrado, de felicidad por no tener
que ‘soportar a los niños idiotas’ de su barrio:Otro niño en su lugar se habría sentido aterrorizado, Andresito, en cambio, se puso muy contento:-“¡Qué bien! Ya no tendré que aguantar a los niños idiotas de mi barrio.”
La emoción que la narradora propone como ‘lo habitual’ en cualquier otro
niño es en realidad una evaluación de lo acontecido a través de lo que es esperable –en términos de los comportamientos socialmente apropiados- de un
niño en esta situación. Andresito se comporta de una forma distinta a lo esperable,
como ya se mostró desde el principio, y este nuevo comportamiento también es
distinto y también es socialmente sancionable:Ahora podía lanzarse por los pasillos vacíos de los hospitales montado en una fantástica silla de ruedas de última generación. Podía ir en patinete por las bibliotecas. Montar en moto y salir a toda pastilla o hacer pipí en el váter de oro de Isabel Preysler. Pero por encima de todo podía entrar en una tienda de chucherías y darse el gran atracón del mundo mundial sin pasar por caja. Pero eso sí, no las podía compartir con nadie…En dos semanas Andresito se puso gordo como un camionero.
Si bien estas acciones son reprobables en términos sociales, tal vez sean
infantilmente deseables. Esto crea una postura de empatía hacia el protagonista,
aunque se sancione su comportamiento. De esta forma, y mostrando los dos tipos
de subjetividad que se esperan en un lector y que son mencionados por Macken-
Horarik, el lector, al tiempo que comparte los sentimientos del protagonista
(intersubjetividad), sabe que no es correcto lo que hace. La acotación hecha por la
narradora acerca de la condición solitaria de Andresito es un recordatorio de que
la situación no es lo mejor que le podía pasar en realidad. Podemos decir que la
narradora juega un poco ese papel de evaluador ético del personaje
(supersubjetividad) y que guía la construcción de ciertos valores socialmente
compartidos y socialmente deseables.
Lo que a continuación sucede está marcado, nuevamente, por una emociónDurante ese tiempo se aficionó a dormir en las camas de los escaparates de las tiendas de muebles. Una noche soñó que se derretía todo entero. ¡Menudo rato pasó! ¿Sería señal de que empezaba a estar triste por dentro?
En el cortometraje, la imagen del sueño del niño en el que se derrite
todo entero semeja a gotas (¿lágrimas?). La narradora hace saber a la
audiencia que Andresito ya no la pasa tan bien como en un principio, y su
pregunta parece no esperar respuesta, sino sólo confirmar lo que ya se
sabía: Andresito se siente triste porque está solo: comienza a sentir (se)
como los demás niños, su identidad está reelaborándose a través de lo
experienciado, que está siendo organizado a través del relato. Recordemos
que las emociones tienen una influencia sobre los juicios morales, por lo que
es esperable que a partir de esta nueva emoción en el protagonista
aparecerán evaluaciones distintas de los mismos u otros hechos.
La historia da un nuevo giro. Aparece en escena la cabeza del propio
Andresito, ‘enorme y gruñona como siempre’. El relato propone aquí la
posibilidad de una ‘autoevaluación’ al tener la oportunidad de mirarse a sí
mismo en esta reificación de su comportamiento.
Desde esta identidad en procesos de reelaboración/reconstrucción,
Andresito trata de interactuar con ‘su propia cabeza cabreada’, y es interesante la
manera amistosa en la que se aproxima a ella:-“¡Hola!” (voz de Andresito)-“ARRRGGG” (cabeza cabreada)
La anécdota casi hizo que se le olvidara que ese día cumplía 8 años. Cuando cayó en la cuenta decidió celebrarlo soplando un matasuegras. ¿Qué otra cosa podía soplar si la cabeza gruñona lo hizo por él? (Cabeza gruñona soplando velas del pastel).Andresito se detuvo en el puente a celebrar su cumpleaños, pero la cabeza pesada le volvió a interrumpir. Pensó que iba a ser un rollo tener como única compañía, durante todo el día, su propia cabeza gruñéndole en la oreja: “¡ARRRGGG! ¡ARRRGGG1” Pero ¿qué iba a hacer? Tendría que aprender a convivir con ella. Y de repente se le ocurrió que sus vecinos debieron pensar lo mismo que él cuando lo veían gruñir y se sintió terriblemente avergonzado.
La narradora vuelve a introducir una evaluación que al mismo tiempo
parece hecha por el niño (‘la cabeza pesada’). Y de manera más clara cuando
dice: ‘Pensó que iba a ser un rollo…’ se muestra la evaluación que hace acerca
de asumir a su nueva compañía, y aunque no se expresa de manera explícita, la
emoción que acompaña a este nuevo juicio es una emoción negativa, que tal vez
genere un sentimiento de resignación:Pensó que iba a ser un rollo tener como única compañía, durante todo el día, su propia cabeza gruñéndole en la oreja: “¡ARRRGGG! ¡ARRRGGG1” Pero ¿qué iba a hacer? Tendría que aprender a convivir con ella.
El tener la posibilidad de mirarse a sí mismo y hacer un juicio (un nuevo
juicio que se introduce en el relato) sobre su propio comportamiento previo le
permite empatizar con los ‘otros’, con sus vecinos. Esta empatía le hace posible,
por un lado, sentirse como ellos, pero por otro –y no menos importante- sancionar,
al evaluarlo, su comportamiento y sentir vergüenza por cómo había actuado hasta
entonces. La vergüenza no es un sentimiento que genere ningún tipo de emoción
positiva y por lo relatado inmediatamente después -el hecho de que Andresito
echa de menos a los niños de su calle-, se puede ver que la tristeza sigue como
emoción presente, y que no sólo está triste, sino muy triste al darse cuenta –
nuevamente la reflexión y el juicio sobre un evento o comportamiento- de que no
tiene amigos para jugar. Lo que ya se proponía líneas atrás se hace explícito:
darte cuenta de que estás solo es sentir triste.Entonces, Andresito se puso muy triste porque se dio cuenta que no sabía lo que era tener amigos para jugar…
Es en ese momento, en el que hace un juicio sobre su condición de
soledad, que encontramos la resolución del relato. Y esta resolución también está
marcada por una emoción: la felicidad. …Se le ocurrió que si se reía podría deshacerse de la cabeza gruñona, y, cosa extraña, se puso a reír. Pero como no estaba acostumbrado a reír casi se atraganta con el agua de lluvia.Al día siguiente, el mundo echó a andar de nuevo y los humanos volvieron a verse por la Tierra.Andresito se echó a la calle y a todas las personas que se cruzaban con él les decía: “¡Hola! ¿Qué tal? ¿Bien? Yo bien, ¿y tú?” y la gente le miraba como si fuera un extraterrestre.Cuando vio a un grupo de niños se ofreció a jugar la pelota. Estaba algo extrañado de que lo trataran como a un amigo, después de todo. Como no estaba acostumbrado a jugar con ellos, no sabía qué hacer, sólo reía, reía de felicidad. Y como tampoco estaba acostumbrado a reír de felicidad, seguía atragantándose.Más tarde, los niños celebraron una fiesta. Andresito estaba muy contento porque celebraba que era un niño nuevo. Ahora le preocupaba cómo iba a contar lo que le había pasado y que todos parecían ignorar.Entonces vio un globo salir por una ventana y se le ocurrió que lo mejor sería guardar en el globo el secreto de que una vez hubo un niño que se quedó solo en el mundo. “¡¿Para qué complicarse?!”
Casi al final de la historia el protagonista vuelve a elaborar un juicio sobre sí
mismo: ahora es un niño distinto del que se muestra al principio del relato, y a ese
juicio, como es de esperarse, le acompaña una emoción: Andresito estaba muy contento porque celebraba que era un niño nuevo.
Más tarde, los niños celebraron una fiesta. Andresito estaba muy contento porque celebraba que era un niño nuevo. Ahora le preocupaba cómo iba a contar lo que le había pasado y que todos parecían ignorar.Entonces vio un globo salir por una ventana y se le ocurrió que lo mejor sería guardar en el globo el secreto de que una vez hubo un niño que se quedó solo en el mundo. “¡¿Para qué complicarse?!”
La parte final de esta historia es interesante porque, a diferencia del
Andresito que vemos al principio, este ‘nuevo Andresito’ plantea una preocupación
que tiene que ver con su relación con los otros, aunque al final, y después de la
evaluación que hace de la situación, decide permanecer con la emoción presente
de alegría, de bienestar.
Finalmente hemos de decir que a través de su reflexión y las evaluaciones
hechas acerca de su propia experiencia, acerca de lo vivido indivisiblemente
unidas a su emoción, este niño reelabora su manera de ser y por lo tanto su
manera de estar en el mundo y relacionarse con quienes en él están.
ANEXOAndresito era un niño que tenía fama de rugir como un perro rabioso. Por la mañana los vecinos le saludaban: “¡Hola Andresito!” y Andresito contestaba: “¡ARRRRGGGGG!”, y había quien le decía: -“Andresito, ya que te comportas como un perro al menos podrías mover la colita”-¡ARRRRRGGGGG!”
La gente del barrio conocía a Andresito como el niño que mordía, el niño que tenía mucha puntería tirando piedras, y el niño al que a todo el mundo le habría gustado ponerle un buen bozal en la boca.Un día, Andresito salió temprano para ir a la biblioteca. Ahí va. ¿Sería que tenía el ojo borroso o era verdad que el avión estaba parado en el cielo? Era increíble, no iba para atrás ni para adelante. Parecía una mariposa disecada que hubieran clavado con alfileres. Cuando llegó a la biblioteca subió a clase y la encontró completamente vacía. Se sentó a esperar y esperó tanto que se quedó dormido. Cuando despertó seguía sin haber ni una mosca. ¡Qué raro! El avión seguía en el mismo sitio. Andresito salió de la biblioteca y esperó a ver si venía alguien. También era muy extraño que no viniera nadie a la biblioteca. Pero ¿quién iba a venir si la calle estaba desierta? Y en la calle ni siquiera circulaban coches. Así que gritó para ver si alguien le respondía: ¡”ARRRGGG!” un eco le devolvió su propio grito: “¡ARRRGGG”! Pero nada, allí no había nadie. No se movía nada…bueno, sí, un leve crujido de hojas revoloteando. Eso era todo. Andresito pensó que se había quedado solo en el mundo. Debía ser cosa de la ciencia o de quién sabe qué extraño misterio. Pero a su alrededor no había ni personas, ni animales, ni coches en movimiento. Nada.
La prueba de que se había quedado solo en el mundo era que los relojes habían dejado de funcionar, que los días pasaban y los periódicos eran de la fecha en que fue a la biblioteca. Otro niño en su lugar se habría sentido aterrorizado, Andresito, en cambio, se puso muy contento:-“¡Qué bien! Ya no tendré que aguantar a los niños idiotas de mi barrio.”
Ahora podía lanzarse por los pasillos vacíos de los hospitales montado en una fantástica silla de ruedas de última generación. Podía ir en patinete
por las bibliotecas. Montar en moto y salir a toda pastilla o hacer pipí en el váter de oro de Isabel Preysler. Pero por encima de todo podía entrar en una tienda de chucherías y darse el gran atracón del mundo mundial sin pasar por caja. Pero eso sí, no las podía compartir con nadie…En dos semanas Andresito se puso gordo como un camionero.
Durante ese tiempo se aficionó a dormir en las camas de los escaparates de las tiendas de muebles. Una noche soñó que se derretía todo entero. ¡Menudo rato pasó! ¿Sería señal de que empezaba a estar triste por dentro?“¡¿Qué habrá sido ese ruido?!” se preguntó Andresito intrigado. Fue entonces cuando del suelo vio surgir el único ser que había visto hasta ahora. Y resultó que no era más que su propia cabeza, enorme y gruñona como de costumbre. También era casualidad que era el único ser vivo que veía hasta entonces y resulta que era su propia cabeza cabreada:-“¡Hola!” (voz de Andresito)-“ARRRGGG” (cabeza cabreada)
La anécdota casi hizo que se le olvidara que ese día cumplía 8 años. Cuando cayó en la cuenta decidió celebrarlo soplando un matasuegras. ¿Qué otra cosa podía soplar si la cabeza gruñona lo hizo por él? (Cabeza gruñona soplando velas del pastel).
Andresito se detuvo en el puente a celebrar su cumpleaños, pero la cabeza pesada le volvió a interrumpir. Pensó que iba a ser un rollo tener como única compañía, durante todo el día, su propia cabeza gruñéndole en la oreja: “¡ARRRGGG! ¡ARRRGGG1” Pero ¿qué iba a hacer? Tendría que aprender a convivir con ella. Y de repente se le ocurrió que sus vecinos debieron pensar lo mismo que él cuando lo veían gruñir y se sintió terriblemente avergonzado. Luego tiró piedras al río y echó de menos a los niños de la calle, aunque fueran sus enemigos. Era curioso, pero echaba de menos tirarles piedras. Entonces, Andresito se puso muy triste porque se dio cuenta que no sabía lo que era tener amigos para jugar. Se le ocurrió que si se reía podría deshacerse de la cabeza gruñona, y, cosa extraña, se puso a reír. Pero como no estaba acostumbrado a reír casi se atraganta con el agua de lluvia.
Al día siguiente, el mundo echó a andar de nuevo y los humanos volvieron a verse por la Tierra.Andresito se echó a la calle y a todas las personas que se cruzaban con él les decía: “¡Hola! ¿Qué tal? ¿Bien? Yo bien, ¿y tú?” y la gente le miraba como si fuera un extraterrestre.Cuando vio a un grupo de niños se ofreció a jugar la pelota. Estaba algo extrañado de que lo trataran como a un amigo, después de todo. Como no estaba acostumbrado a jugar con ellos, no sabía qué hacer, sólo reía, reía de felicidad. Y como tampoco estaba acostumbrado a reír de felicidad, seguía atragantándose.Más tarde, los niños celebraron una fiesta. Andresito estaba muy contento porque celebraba que era un niño nuevo. Ahora le preocupaba cómo iba a contar lo que le había pasado y que todos parecían ignorar.
Entonces vio un globo salir por una ventana y se le ocurrió que lo mejor sería guardar en el globo el secreto de que una vez hubo un niño que se quedó solo en el mundo. “¡¿Para qué complicarse?!
Bibliografía
Bruner, Jerome (2003) La Fábrica de historias. Derecho, literatura, vida. Fondo de
Cultura Económica, Argentina.
Freeman, Mark (1993) Rewriting the Self: history, memory, narrative. Routledge,
London.
Johnson, Mark (1993) Moral Imagination: implications of cognitive science for
ethics. University of Chicago Press. USA.
Johnson, Mark (2007) The Meaning of the Body. Aesthetics of Human
Understanding. The University of Chicago Press. Chicago, IL.
Macken-Horarik, Marya (2003) “Appraisal and the special instructiveness of
narrative”, en Text, N°.23 (2) pp. 285-312. Walter de Gruyter. Berlín, New
York. (como es una revista no estoy segura de qué se pone aquí, pero el
web site de Walter…indica Berlín, New York)
Prinz, Jezze J. (2007) The Emotional Construction of Morals, Oxford University
Press. New York.
Rushdie, Salman (2009) La encantadora de Florencia, Ed. Mondadori. Barcelona.
Sarbin, Theodore (1986) Narrative Psychology: The Storied Nature of Human
Conduct, Praeger. Westport, CT.
Turner, Mark (1996) The Literary Mind. Oxford University Press. New York.
White, Peter. R. R. “Beyond modality and hedging: A dialogic view of the language of intersubjective stance” en Text 23(2) (2003), pp. 259–284. Walter de Gruyter, Berlín, New York.
¿Podrías poner el lugar al que corresponden las editoriales para coincidir con las
bibliografías de los otros trabajos?