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Animita es una edición de artes visuales sin fines de lucro que nace en la ciudad de Concepción en el año 2004. Circula como obra en sí misma haciendo circular además el trabajo de artistas y colectivos con el objetivo de aproximar proyectos de artes visuales a un público más amplio. En sus 11 años de circulación cuenta con 18 números editados, ha publicado más de 40 "ensayos gráficos" de artistas y colectivos de Chile, Argentina, Paraguay, Bolivia, Francia, Suiza, Bélgica, Portugal, España y Suecia. Una de sus principales características es el uso del soporte papel. Sus editores son: Carlos Valle, Oscar Concha y Joao Quíntela. www.animitapapel.com

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Animita #18 / Comunidades / Año 12 / Septiembre 2015 / www.animitapapel.com / ISSN 0718-1426 / Edición financiada por el Consejo Nacional de la Cultura y Las Artes, Región del Biobío. / Distribución gratuita / Imágenes: Casa 916: Páginas 8, 11, 31; Sismo: Páginas 4, 5, 6, 9, 30, 40; Singularity Sur: Páginas 2, 3, 7, 10, 18, 32, 33; Zaguán: Páginas 34, 35, 36, 37, 38, 39; José Pedreros: Página 12; APECH: Páginas 19, 29; Inserto Arte y Comunidades: Páginas 13-28; Logo y gráfica Seminario Consejo: Páginas 14, 27; Reunión de agrupaciones: Página 15; Leonardo Portus: Página 22; Guillermo Moscoso: Página 23;/ Equipo editorial: Oscar Concha, Carlos Valle, Joao Quintela / Corrección de texto: Osvaldo Caro / Impreso en: “Impresora La Discusión S.A.”, Chillán / 3000 ejemplares / Concepción, Chile.

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Arte y Comunidades: El inicio de un programa de colaboracionesConsejo Regional de la Cultura y las Artes Región del Biobío

Asociatividad y colaboración. Estas han sido las palabras claves del pro-grama que en artes visuales hemos impulsado como Consejo Nacional de la Cul-tura y las Artes Región del Biobío. A fines del año pasado, en el marco del plan de difusión del estudio Aporte del Fondart Regional al Desarrollo de las Artes Visuales en la Región del Biobío, organizamos un Conversatorio que tuvo lugar el 6 de noviembre de 2014 en el Centro Cultural Alianza Francesa de Concepción. De ese diálogo, en que participaron artistas visuales, gestores y galeristas, surgió la necesidad de articular un programa de más largo aliento, que tuviese carácter asociativo y que ampliara su campo de acción preguntándose, por ejemplo, sobre las relaciones entre el artista y el público. Ese flujo de conversaciones fue acelerado por el Área de Artes Visuales del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Su coordinador, José Cortés Valenzuela, instó a que la propia región diese vida a un dispositivo para el desarrollo de las artes, regionalizando los recursos necesarios para iniciar un programa de colaboraciones. Fue el momento propicio para con-tinuar esa reflexión y vivir estas “Experiencias de Arte y Comunidades”.

Este trabajo asociativo y de colaboración entre agrupaciones artísticas, es-pecialmente desde la provincia de Concepción, busca construir un programa que se proyecte para los próximos años y que recoja las inquietudes e intereses de las propias asociaciones en concordancia con la política cultural del Consejo Regio-nal de la Cultura y las Artes. Con la participación de la Asociación de Pintores y Escultores de Chile Filial Concepción, la Asociación de Grabadores del Biobío y los colectivos Mesa8 y Singularity Sur acordamos impulsar un espacio de pre-guntas que abordaran la relación entre las artes y las comunidades locales. Esta instancia de investigación tuvo distintas perspectivas. Como se trataba, no de imponer un modo de hacer las cosas, sino de un ejercicio para experimentar este a veces inasible vínculo con las comunidades locales, cada agrupación construyó un relato distinto: APECH se concentró en el Cerro la Pólvora de Concepción, la Asociación de Grabadores llevó sus prensas al espacio público, Singularity Sur cuestionó el sentido del arte desde la comunidad virtual y Mesa8, colectivo que nació en el ejercicio de preguntarse por la relación entre arte contemporáneo y comunidad, sistematizó sus registros realizados en Coliumo y Tomé.

Con la notable asesoría de la antropóloga Noelia Carrasco, este equipo de trabajo elaboró un mínimo de consensos en este levantamiento, clasificación y redacción de un mapa de preguntas y acercamientos a la relación entre arte y comunidades. A través de un taller sobre metodologías de levantamiento de información, compartimos un marco teórico para comprender la flexibilidad de este vínculo, y se dio vida a una ficha de investigación que se aplicó durante los meses de julio a septiembre de 2015. La difusión y discusión en torno a estas

experiencias se produce a través de un Conversatorio (30 de septiembre de 2015) donde se comparten públicamente las inquietudes, conclusiones y registros que cada agrupación levantó durante estos meses. Las motivaciones de este trabajo colaborativo se registran en este número especial de Animita.Esta investigación, el diálogo que suscita y su posterior instancia de evaluación conforman una plataforma que nos permitirá proponer formas de encuentro o actividad para los próximos años, es decir, un dispositivo específico para las artes visuales, labor que coordina la Unidad de Fomento de las Artes del Consejo Regional de la Cultura y las Artes Región del Biobío.

Queremos valorar esta instancia de trabajo participativo y agradecer el compromiso de cada agrupación artística, especialmente de quienes intervienen activamente en este programa de colaboraciones:

APECH Filial Concepción: Rodrigo Suárez, René Sánchez, Tatiana Gómez, Cris-tián Rojas, Alberto Bustos, Viviana Peirano, Alejandra Barbieris.Asociación de Grabadores del Biobío: Roberto Cartes, Pablo Mena, Claudia Rivera, Anton Gacitúa, Diego Gálvez, Pablo Henríquez, Cristián Rojas, Francisco Palma.Mesa8: David Romero, Natascha de Cortillas, Carolina Lara, Daniel Cartes.Singularity Sur: Susana Chau, Diego Pérez, Andrés Morales, Braulio Gatica, Cristián Toro.

Como Consejo Regional nos sumamos también al Día Nacional de las Artes Visuales que cada año convoca el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Agradecemos a la Secretaría Ejecutiva del FONDART que aportó al fi-nanciamiento de esta edición especial de Animita. Nos comprometemos a seguir abriendo estos espacios de diálogo y a saludar las iniciativas de instituciones públicas y privadas, de gestores y gestoras, de nuestros artistas emergentes y de trayectoria que hacen del Biobío una región para las artes.

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El lugar del arte en la vida socialNoelia Carrasco, antropóloga.

La activa participación de los artistas en la construcción de políticas culturales parece constituir el telón de fondo para todos los relatos que siguen a continuación. Este es un lugar particular, donde los artistas conversan con la institucionalidad cultural y contribuyen a la construcción de políticas, desde un lugar que parece privilegiado respecto de otros sectores de la sociedad, donde la participación es, en ocasiones, sólo una palabra más de la retórica institucional.

En el marco de un diálogo progresivo, iniciado el 2007, las agrupaciones de artistas visuales de Concepción se enfrentan hoy a la pregunta por la vincula-ción entre las artes y las comunidades. En este proceso se provocaron preguntas e inquietudes; los artistas fueron convocados para poner atención sobre sus propias prácticas y a vivir un tiempo de reflexividad, pensando, conversando, imaginan-do y escribiendo en torno a lo que comprenden como sus comunidades de refe-rencia y sus vínculos con ellas. Este tiempo de reflexividad se transmite ahora a través de los relatos de cada agrupación, en que vacían los sentidos que asignan a las comunidades respecto de la creación artística: en el grabado, en la pintura, en los nuevos medios… Es un ejercicio artístico y político-cultural también, porque cada agrupación transmite explícita o implícitamente su visión de sociedad, y el rol del arte en los procesos que la mueven.

Para comenzar, el espacio convocado por el Consejo Regional de la Cultura y las Artes, bajo la coordinación de Marcelo Sánchez, permitió abrir el diálogo en torno al lugar del arte en la realidad sociocultural de la Región. Este mismo diálogo dio lugar a su vez al intercambio de ideas y experiencias entre las cuatro agrupaciones participantes en torno a sus respectivas ideas de comuni-dad, permitiendo ver cómo en sus distintas expresiones –el grabado, la pintura, los nuevos medios– se construye una idea sobre ella. Esta conversación permitió también poner en común las distintas posiciones que tienen los artistas para situar y dar sentido al rol del arte en la vida social, presentando un denso abani-co que evidencia la intensidad del arte en la realidad local de Concepción. Este abanico va desde posiciones que conciben al arte en función de su vínculo con su contexto social, hasta aquéllas donde la vinculación entre arte y comunidades constituye un “eslabón difuso” o, más aun, un recurso crítico para relativizar las bases del arte en el escenario del desarrollo económico y cultural predominante.

Cada uno de los relatos de las agrupaciones participantes refleja entonces una postura propia, es el resultado de una propuesta colectiva que forma parte de los actuales desarrollos de las artes visuales en Concepción, una ciudad cuyo tránsito desde el capita-lismo industrial al capitalismo neoliberal ha dejado huellas no sólo en su economía, sino también en los sentidos y significados asignados a las artes. Desde este ángulo, se hace posible comprender al abanico de posiciones de los artistas respecto de las comunidades, concebidas no sólo como un referente de sentido artístico, sino también como un referen-te del lugar del arte en la vida cotidiana.

El trabajo realizado, a partir de la experiencia de cada agrupación, da como resultado un mosaico de las visiones y expectativas que los artistas consul-tados poseen respecto de su relación o lugar con o en/las comunidades. Todas estas visiones y expectativas conviven en el mismo tiempo-espacio de Concep-ción entre junio y septiembre de 2015, y muestran la riqueza de la diversidad de perspectivas artísticas y políticas que constituyen a las artes visuales. Son reflejos de un contexto, de los orígenes, las formaciones y las expectativas de sus cultores respecto de su disciplina y del modo en que deciden ponerla en valor.

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Esferas colectivas de acción y reflexión Mesa8

En el marco de un seminario de asociatividad, organizado el año 2007 por el Consejo Regional de la Cultura y las Artes Región del Biobío, se convocó a representantes de las diferentes áreas de la producción artística regional (dan-za, teatro, artes visuales, fotografía) con la finalidad elaborar un diagnóstico de cada disciplina a través de mesas de trabajo integradas por los propios agentes, lo cual conduciría al levantamiento de propuestas y demandas que serían acogidas dentro de la Política Cultural impulsada por el Consejo de la Cultura. El grupo de artistas visuales que acudió a esa convocatoria sostuvo una serie de diálogos con la institución y promovió la participación de otros agentes del área, con el obje-tivo de materializar una organización, de base amplia, que permitiera dar una respuesta efectiva al espacio de asociatividad que se abría en ese momento.

De este modo se conforma la Octava Mesa de Artes Visuales, que si bien emerge en una coyuntura determinada por el diálogo con la institucionalidad cultural, se encuentra estrechamente vinculada a un proceso previo de articu-lación entre los agente artísticos. A partir de 2010, la agrupación se vuelve más compacta en su número de integrantes y pasa a denominarse Mesa8, nombre que conserva en la actualidad. El eje que ha determinado nuestro trabajo desde sus inicios ha sido la relación entre arte contemporáneo y comunidad, en tan-to espacio de acción y reflexión que tensiona las nociones convencionales de lo artístico, abriendo renovadas condiciones de posibilidad para la producción artística contemporánea. A partir de tal fundamento, Mesa8 ha realizado una serie de iniciativas cuyas características más acentuadas son el aspecto colectivo y colaborativo, la importancia de los procesos (por sobre la producción de “obra”) y el intercambio como dinámica de trabajo entre pares y agentes sociales.

Experiencia de trabajo

El reconocimiento que hacemos de la comunidad se inicia desde una posición que comprende el trabajo artístico como un campo entrelazado con las problemáticas particulares de su contexto (social, político y cultural). En este marco, el arte, en tanto esfera de pensamiento y acción crítica, establece una relación particular en lo que concierne a la construcción de “lo común” dentro de un contexto local determinado. Ambas nociones, arte y comunidad, están sig-nadas por la constante pregunta respecto de su definición y sus límites, por ello planteamos que la relación arte y comunidad señala un espacio de intercambio y experimentación mutuo, en donde todas las preconcepciones asociadas tradicio-nalmente a lo artístico son (deben ser) puestas a prueba y/o cuestionadas. De un modo simultáneo, “lo común” es objeto de discusión y reflexión.

Si bien planteamos un marco de relaciones cruzado por interrogantes que problematizan todo fundamento preconcebido, creemos en la existencia de prác-ticas muy concretas que permiten establecer el carácter particular de la relación arte y comunidad: trabajo colectivo; vínculo con la contingencia; procesos de reconocimiento, diálogo e investigación duraderos en el tiempo; desprenderse de toda pragmática asociada a la concreción de un objetivo medible y/o cuantifica-ble. En cambio, hablamos de modos, a través de los cuales la experiencia puede ser compartida.

Ahora bien, todo esto no deja de plantear problemas que conciernen a la propia definición y especificidad de las prácticas artísticas que proponen una vinculación con el espacio social. Nos referimos al peligro de caer en una visión redentora del trabajo artístico, que desconozca toda conflictividad asociada a los procesos de producción simbólica dentro de comunidades determinadas. Esta condición de un arte que asume generosamente y sin mayor cuestionamiento un elevado compromiso con el espacio social –que bien puede ser catalogado en términos de asistencialismo cultural–, lo vinculamos con aquello que el filóso-fo francés Jacques Rancière llama el viraje ético de la estética y la política: “Lo mismo que la política se borra con el par del consenso y de la justicia infinita, el arte y la reflexión estética tienden a redistribuirse en una visión que consagra al arte al servicio del lazo social y otra que lo consagra al testimonio interminable de la catástrofe” (El viraje ético de la política y la estética. 2005. Santiago de Chile: Ediciones Palinodia, pág. 35).

Resulta interesante observar la presencia del viraje ético señalado por Ran-cière en aquellos procedimientos artísticos contemporáneos que ponen el acento en nuevas modalidades de relación e intercambio, en donde lo colectivo alcanza un valor fundamental. Rancière nos advierte que estas prácticas pueden perfec-tamente caer en un idealismo que soslaya el conflicto implicado en toda inicia-tiva que apunta a la producción de comunidad, esto bajo la figura de un modelo hegemónico tendiente a conciliar la diferencia y que pone al arte como espacio privilegiado de ese consenso. De aquí se ha desprendido todo un corpus teórico proveniente principalmente del sistema artístico centro-europeo, levantando conceptos tales como “arte relacional”, “arte contextual”, los cuales se encuentran plenamente integrados a una red institucional que los legitima, confinados al lenguaje homogéneo y bien intencionado del curso globalizado de la cultura y a las estrategias de validación que ajusta el mercado del arte internacional.

Lo que cabría, entonces, es repensar la especificidad de las prácticas ar-tísticas colaborativas y situadas en contextos sociales como el nuestro, así como su desarrollo dentro de un campo artístico que acusa una serie de vacíos ins-titucionales propios de una modernización fracturada. En principio, todo esto reclama un trabajo para superar la idealización y abstracción que suele o puede hacerse presente en las prácticas artísticas colectivas que tienen como horizonte la implicación con la comunidad, con lo común. ¿Cómo trabajar en comunidad sin caer en el discurso bien intencionado del llamado “arte social”?¿cómo asumir el carácter conflictivo de las relaciones y los intercambios que propicia el trabajo artístico, y hacer de esa tensión un asunto productivo?

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Aquí, podemos volver la mirada sobre la cualidad “afectiva” de las prácti-cas creativas contemporáneas que, saltando la única finalidad de producir objetos artísticos, acentúan su rango de acción en la conformación de vínculos, redes y nuevos espacios de intercambio simbólico. Para acercarnos a una definición más precisa, recurrimos al planteamiento aportado por el colectivo argentino DU-PLUS:

Todas estas propuestas […] tratan acerca del arte, y sin embargo ninguna es una exposición. Toman el arte como una instancia material para relacionar a personas en torno de un posible pensamiento acerca de algo más allá del sistema social del arte. La práctica estética sería aquella capaz de agenciarse un espacio y un tiempo para pensarse, para crear valores propios, para recortar su propio mundo relevante. Este agenciamiento es siempre colectivo y surge de la percep-ción de afinidades con otros (Santiago García Navarro. El pez, la bicicleta y la máquina de escribir: Un libro sobre el encuentro de espacios y grupos de arte independientes de América Latina y el Caribe. 2005. Buenos Aires: Fundación Proa, pág. 57).

De este modo, desligándonos de toda concepción redentora del arte, y que-riendo explorar la diferencia, incertidumbre y especificidad de una acción situada y contextual, asumimos la decisión de “intervenir”. Una intervención que, sin embargo, se encuentra desasida de toda certeza y programación preconcebida y es precisamente en esta aparente contradicción que reside la orientación de nues-tra acción: asumir que no sabemos si podremos construir un vínculo con una comunidad específica implica aceptar una posición de intensa transversalidad, considerando la fragilidad y fortaleza de un vínculo que se construye a diario, en cada experiencia compartida.

Contexto de acción

Somos parte de un contexto particular dentro del cual se reconoce una serie de intereses, imaginarios, deseos, miedos, rabias, etc., es allí en donde se deja vislumbrar “lo común” como espacio de acción y reflexión. Ahora bien, en este punto es preciso confrontar aquel imperativo de necesidad que muchas veces termina asociándose a la urgencia de llenar o reparar un vacío. Por el contrario, desde nuestra perspectiva planteamos que la pregunta por la pertenencia siem-pre permanece abierta, es desde ese lugar, por ejemplo, que el arte participa en la construcción de representaciones o identidades colectivas. El reconocimiento de un contexto/comunidad en particular estará dado por el carácter del vínculo con que se establecen tales relaciones. Así entonces, aunque es difícil definir “comu-nidad” (y comunidades formamos todos), esbozamos el término como un campo de relaciones –horizontales, dinámicas, movedizas, incluso a veces circunstan-ciales–, interesándonos particularmente por ciertas relaciones que se dan en un contexto geopolítico, histórico y territorial común donde nos situamos e identifi-camos.

Como productores culturales que trabajamos en/desde la comunidad establecemos ciertos vínculos que operan entre la cercanía y la distancia: desde

nuestro quehacer nos hemos relacionado con ciertas organizaciones sociales o culturales (Balmaceda Arte Joven, CECUM, Consejo Comunal para el Patrimo-nio Tomé, entre otros), o con agentes políticos, sociales o culturales (dirigentes, artistas, vecinos), estableciendo al mismo tiempo un proceso de observación para operar sobre ciertos márgenes de relaciones problemáticas o fisuras de sistema que nos permitimos visibilizar, tensionar o resignificar entre todos. Generalmen-te, estos márgenes han sido determinados por procesos posindustriales y por conceptos tales como patrimonio e identidad.

El contexto local, en términos generales, acusa una reproducción de los modelos de vida sujetos a la hegemonía neoliberal, tanto en lo que concierne al trabajo precarizado como al tipo de relaciones sociales que de allí se desprenden. Esto deviene en comunidades empobrecidas y con un comportamiento monóto-no en torno a la competencia y al éxito. En este contexto (neoliberal) la demanda por “cultura” (o por el arte como una herramienta de “desarrollo”) tiene espacios muy reducidos. Mismo sistema que ha permitido que exista un número impor-tante de agentes de arte en la zona tanto o más precarizados laboralmente que el resto de los trabajadores.

La alusión a esta condición epocal es importante puesto que se encuentra directamente relacionada con las conflictividades que se dejan ver en los con-textos locales de la Región del Biobío. Uno de ellos, que para nosotros resulta de suma importancia, corresponde a las problemáticas propias de la realidad posindustrial. Ciudades como Tomé, Lota, Penco, entre otras (hoy la actual crisis de la Compañía de Acero del Pacífico, CAP) exponen de forma notoria una crisis arrastrada por muchos años, crisis que también cubre un complejo espectro cultural (identidad, patrimonio, reconversión, etc.). En este sentido, a partir de lo anterior se ha configurado un escenario de crecientes disputas y demandas colec-tivas. Por ejemplo, en Tomé, lugar en donde hemos trabajado con mayor acento en los últimos años: luchas en torno a temas como el patrimonio y la memoria (Bellavista Oveja Tomé), conflictos ambientales (proyecto Octopus), precariedad laboral, etc. Así, creemos que tales problemáticas constituyen un asunto que toca a otras localidades y forman parte de una contingencia regional.

Por último, queremos señalar que nos resulta conflictivo hablar de arte y comunidad como una relación entre dos entidades claramente perfiladas y concebidas. En este sentido, dejamos advertido el peligro de reproducir aquel im-perativo de necesidad que concibe al arte como una herramienta de mejoramien-to de la sociedad. Básicamente, bajo la idea de “acercar el arte a la comunidad” se corre el riesgo de caer en una mirada asistencialista y reparatoria, que borra la conflictividad inherente al vínculo entre arte y comunidad. En el otro extremo, claro, están las prácticas (generalmente de arte contemporáneo) que toman la comunidad como mero objeto de experimentación para alimentar exhibiciones en galerías, bienales, etc. Dejamos sentado entonces que el equilibrio es siempre problemático y se trabaja sobre una línea que puede llegar a ser muy delgada.

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¡Despertad! ¿Penquistas? Singularity Sur

La siguiente reflexión apuesta por un encuentro de sentidos bajo el eje Te-rritorio-Memoria-Historicidad-Cultura Local de Concepción. El texto se plantea como un intento crítico, no precisamente intelectual o científico, simplemente como un ejercicio de divagación esperando despertar ciertas inquietudes en la contraparte lectora.

Antes de hacernos cargo del peso que tiene el concepto de comunidad, de lo local y también de las artes, creemos necesario, para efectos inmediatos, pro-poner la tarea abierta por comenzar una fragmentación y poner en duda los en-tendimientos en torno al cómo se han venido gestando hasta ahora, en un plano histórico social, los conceptos identitarios en torno al arte y a las comunidades.

El hilo de esta reflexión radica en que consideramos que Concepción encarna, quizás de manera más fiel y peculiar, un imaginario dominante que sus habitantes producen, reproducen y sostienen con éxito todo el tiempo, hablamos del avasallador discurso de la conocida ideología del desarrollo.

Y ¿qué nos plantea o nos invita a creer la ideología del desarrollo? Sim-plemente, que “la modernización económica y tecnológica es un proceso lineal e inevitable que trae un mejoramiento de la calidad de vida para cada región y promueve la expansión de la ciudadanía y la emancipación”... En resumen, la mansa mentira.

El ritmo de vida y las expectativas fugaces parecen transitar dentro y fuera de nuestras mentalidades en un constante choque entre lo que pensamos-cree-mos-sentimos, y el lugar donde estamos parados. Nuestras pretensiones por el desarrollo, en ese sentido, no son más que evidencias sintomáticas de nuestra enfermedad, nos compramos el discurso del desarrollo y la innovación, y no ve-mos que su mirada está puesta en alimentar aún más el triunfo de la ideología ya mencionada ¿A quién le sirve que nos desarrollemos? ¿Desarrollo en relación a qué o a quién? ¿Qué hay detrás de ese pensamiento snob que nos invita a consu-mir y situar como lugar de encuentro un starbucks en el mall?

Así, vemos que las identidades comunitarias de Concepción transitan hoy en día por un estadio confuso, mutante, de transformación, estamos en una ciu-dad que ha negado desde siempre su condición de límite fronterizo ancestral, de tensión, de choque cultural, de depresión, de brumas y ciénagas. Dicha negación ha dado paso para que etiquetas como “Concepción, la cuna del rock” o “Con-cepción, el Manchester de Chile” avancen con facilidad y se expandan amena-zando con quedarse impregnadas dentro de la identidad institucionalizada en un territorio que nada tiene que ver con dichos clichés culturales, clichés que son alimentados, además, por una incipiente industria que va poco a poco cayendo en la trampa de la precarización del trabajo cultural.

Ahora, sin caer en dramatismos, obviamente, nos sentimos parte de un territorio en común, con sus geografías, cuencas, lenguajes, edificaciones, flujos,

ruidos, memorias y silencios cómplices, pero, al parecer, esta ciudad con sus reconversiones, desastres naturales y acontecimientos violentos no ha permitido observarse a sí misma, dejando a sus habitantes en un complejo estado de reseteo constante respecto de su memoria local.

Sin embargo, y como decíamos, no todo es tan fome, hoy en día visuali-zamos oportunidades para generar otras instancias de diálogo, de saberes con la comunidad y nuevas formas de sociabilidad. El internet, a pesar de ser un resultado de la globalización del capitalismo, creemos que brinda posibilidades para divulgar la cultura libre como alternativa crítica a los fenómenos locales y globales. Confiamos en que el uso utilitario de la tecnología a disposición puede agudizar aún más la mirada crítica de nuestros entornos inmediatos.

En ese sentido, y recogiendo la crítica expuesta y las oportunidades que existen, no podemos hablar de Singularity Sur como algo estático, prefijo, insti-tucional. Finalmente, no es el espacio lo peculiar, no es la casa donde habitamos, ni lo que hacemos, sino que sólo nos adscribimos a un fenómeno de respuesta a las arritmias de la ciudad, cuestión que nos tiene orgánicamente conectados a otros espacios que evidencian lo mismo, con quienes compartimos diagnósticos y experiencias comunes, como Casa 916, Zaguán, Taller Sismo. En ese sentido, la idea de comunidad que nos parece próxima es esa, comunidades mediadas por agenciamientos temporales con personas y lugares.

Así es como el proyecto decanta en la construcción de redes, es desde ahí que planteamos nuestro lugar, como un conector transdisciplinar, una especie de transductor en donde podamos articular múltiples experiencias, colaboraciones, conocimientos y acontecimientos. De alguna manera, queremos que todos los cauces desemboquen en un mismo río, porque al parecer en algún momento nos tomamos muy en serio el llamado de Bruce Lee, “Sé como el agua, amigo mío”.

Vamos con todas las fuerzas… ¿de la historia? ¿Y los gritos de la New Age? ¡Abrazad los cambios! ¡The end is not near! ¿Cuál era el End? ¿Cuál era el Enter? ¿Cómo se hace para crear un gif? No se alarmen amig@s, que San Youtube, pa-trono de la inmediatez, probablemente mediante la voz de un niño rata/geek en un lejano país nos dará la respuesta Rápida/Práctica/Intuitiva que buscamos.

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Arte y Comunidad: Cerro La Pólvora, Concepción.

APECH, filial Concepción.

APECH filial Concepción nace en 2012 asociada a APECH-AIAP Chile, que nace en 1941. Dentro de nuestros objetivos está el desarrollo y protección de las variadas actividades que son comunes a los artistas. Y entre nuestras acciones principales se encuentra el elaborar proyectos para gestionar concursos de arte, realizar charlas abiertas a la comunidad y elaborar iniciativas de difusión de obra.A la hora de abordar el desafío propuesto por “Arte y Comunidades”, definimos llevarlo a cabo en un lugar que nos identificara. Su cercanía al espacio en donde nos reunimos (en las faldas del cerro), la riqueza histórica que éste representa para la ciudad, sus características topográficas y su influencia sociocultural fue-ron decisivas a la hora de iniciar este proyecto.

El trabajo en terreno tuvo como punto de partida una visita a la radio comunitaria Voz de la mujer, liderada por Sonia Flores, secretaria de la Junta de Vecinos n° 22. Iniciamos el ascenso a la parte más alta del barrio a través de una de las largas escaleras del sector, precisamente la que está frente a nuestra sede. A medida que avanzábamos por los peldaños, íbamos descubriendo espacios pro-picios para ser intervenidos. Al llegar al medio de comunicación somos recibidos por los encargados que a diario trabajan para su comunidad con un compromiso a toda prueba. Posteriormente, somos presentados y entrevistados en vivo para todo el sector.

En los días posteriores se realizan diversos recorridos por la población. Muchos fueron los vecinos que nos comentaron acerca de sus inquietudes y desafíos. Es en estas visitas que nuevamente nos encontramos con Sonia Flores, una de las personas que más tiempo lleva viviendo en el barrio. Ella, al igual que muchos de sus coterráneos, relata que en los comienzos las familias de La Pólvora eran bastante unidas, compartían intereses como pavimentar, hacer escaleras o que llegara la locomoción colectiva. Sin embargo, de acuerdo con su diagnóstico, todo ha ido cambiando. En la actualidad, según plantean, la gente funcionaría solo por intereses personales y por satisfacer necesidades inmediatas.

En el barrio existió un centro cultural llamado “Manantial”. Dejó de funcionar, básicamente, por ausencia de actividades, recuerda Sonia. Pero cada cierto tiempo aparecen por el barrio instituciones (municipales, ONG o univer-sidades) que desarrollan proyectos, generalmente, talleres temporales que no lo-gran fructificar más allá. El origen de esa falta de continuidad estaría, según dice, en el desconocimiento de los vecinos y dirigentes, quienes no postulan a fondos para lograr mantener en el tiempo esas actividades o emprender nuevas ideas que surjan en la comunidad.

El cerro, manifiesta, necesita más cultura, pero también esperan que sea realizada por gente que pertenezca a la misma comunidad, que lleguen propues-

tas nuevas, pero que los involucren de verdad, sin tener la necesidad de contar con una persona externa permanentemente. Dirigentas y algunos colaboradores han sacado adelante la radio Voz de la Mujer. Tienen las puertas abiertas para re-cibir propuestas de programas culturales y así dar espacio a distintas expresiones de interés comunitario.

Sin embargo, insisten en que se ha vuelto necesario contar con un centro cultural que reúna a todos los sectores del cerro. Un lugar en donde pudieran de-sarrollarse diferentes actividades, pero lamentan la ausencia de un encargado que pueda liderar las inquietudes de jóvenes, hombres, mujeres y adultos mayores.La hija de Sonia, quien la acompaña y apoya en sus múltiples quehaceres, expresa que en general todo lo que tenga que ver con la cultura no es un tema prioritario para la comunidad. No es algo con lo que la gente del barrio haya crecido, que eso se aprende y que, en cierta medida, le es ajeno.

En la última actividad realizada por el pleno de Apech filial Concepción, estuvieron presentes el presidente de la junta de vecinos “Vista Hermosa”, Gerar-do Rabanal, y Sonia Flores. Durante este encuentro, los dirigentes manifestaron su interés en ser apoyados con actividades artísticas que fomenten el mejora-miento de las relaciones vecinales y reviertan, de paso, la apatía que ellos declaran ver sobre todo en los más jóvenes. Desde el tiempo que llegó al cerro a la fecha, la interacción entre los vecinos ha cambiado drásticamente, señala Gerardo Rabanal. El devenir político de hace algunas décadas convirtió a una comunidad fuerte y unida en una desmotivada. Esta transformación, explican, ha desembo-cado en dinámicas individualistas, problemática que ha marcado todas las formas de gestión.

No quieren que la riqueza histórica de La Pólvora se pierda para Concep-ción. Este terreno fue un punto militar estratégico. En el siglo diecinueve se guar-daba el material explosivo del Ejército. Desde este sector también se abastecía de agua a la ciudad, pues aquí se encontraban los pilones de almacenamiento. A la pregunta sobre qué sería cultura para ellos y qué relación les interesaría estable-cer, inmediatamente señalan que el arte debiese dedicarse al rescate patrimonial. Que en sus muros se plasmara la historia del cerro, que la conocieran los jóve-nes, que se interesaran por la génesis del barrio que habitan y lograran valorar la importancia que tiene el cerro para la historia del Gran Concepción y del país. En sus comienzos, nos indica Gerardo, existió en su parte más alta la radio Cóndor. Dejó de funcionar cuando se vendieron los terrenos de la cima. En ese mismo lugar se emplazaba un parque al que acudían las familias a pasar largas horas de vida al aire libre, a elevar volantines, a preparar picnic y disfrutar de la naturaleza. Ambos dirigentes coinciden en sus apreciaciones y en que una condición intran-sable para realizar cualquier actividad artística en el lugar es que sea alejada de la política partidista en su forma y contenido, a lo cual nosotros como Apech Concepción adherimos completamente. Al concluir la reunión conversamos acerca de la posibilidad de realizar un mural en uno de los sectores del cerro. Como agrupación seremos los facilitadores para la elaboración de dicho mural, pero serán los propios pobladores interesados en participar los que trabajen en su ejecución.

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Aunque estamos en una etapa intermedia del desarrollo de este proyecto, en las entrevistas y visitas realizadas se repiten tópicos que ya dan luces respecto a que la comunidad en el cerro La Pólvora requiere apoyo en temas artístico-cul-turales y que los dirigentes reconocen que iniciativas de ésta índole tendrían una buena acogida en la comunidad, porque se potencia un nuevo vínculo entre los vecinos al planificar obras creadas por ellos mismos, y un vínculo entre nosotros y esa comunidad.

Seguimos en reuniones. Seguimos conversando con vecinas y vecinos. Seguimos subiendo y bajando las escaleras del cerro. Queremos agradecer a los vecinos que nos han abierto las puertas de su población y nos han acogido haciéndonos partícipes de sus visiones sobre la vida y la cultura. Sus voces, pen-samientos y miradas nos permiten adquirir un fuerte compromiso con el barrio, serán ellos los protagonistas de las actividades que se levanten en La Pólvora.Asociación de Pintores y Escultores de Chile, Apech, Filial Concepción

Arte y comunidades, o Arte y Parte Asociación de Grabadores del Biobío

Pareciera ser difuso el eslabón que une hoy en Chile eso que llamamos arte y comunidad. Tras una primera pregunta sobre qué es el Arte, tan abierta, al me-nos podremos definirnos desde nuestra coordenada como productores visuales, insertos en una rama del arte plástico, que es el grabado. Sabemos, además, del antiquísimo e inseparable vínculo que ha unido al grabado con las sociedades en sus diferentes épocas, territorios y contextos. Desde una perspectiva general, el grabado ha participado desde la antigüedad en el pie forzado de acercamiento entre el arte y el “común de las personas”, primero como reproductor de origina-les que de otra manera serían inaccesibles al mundo popular, a través de ilustra-ciones o retratos estampados, a veces entre letras y palabras también grabadas en libros manualmente producidos en matrices de madera o metal. Ya en la mo-dernidad, el grabado proliferó como libre expresión artística producida desde la individualidad introspectiva, la descripción de época, o desde la colectividad de orden político, impulsando la experimentación gráfica con diversos materiales, impresos en múltiples soportes tales como papeles, telas, objetos y muros. Hoy, transitando por la vertiginosa era tecnológica, el grabado en su forma primaria representa la poética de un arte que sobrevive y se resiste a la muerte y al olvido, luego de perder su carácter imprescindible como herramienta de reproducción masiva, pero intacta en su carácter artístico, plasmando la energía única del pulso humano que hiere la matriz tal como al comienzo, en apología a la permanencia.

Si entendemos al arte como un componente de la vida social de todos los tiempos, es válido entonces preguntarnos por qué en el contexto chileno –o acotadamente regional– necesitamos encontrar o figurar el vínculo entre arte y comunidad. Es válido preguntarnos si efectivamente existe ese aparente divorcio entre el quehacer artístico y su contexto inmediato. Esto pone en evidencia el problema cultural que atraviesa nuestra nación, poniendo en duda si nuestras manifestaciones artísticas son efectivamente expresiones directas de la fuente cultural, o bien pertenecen a una burbuja de producción solo visible por quienes transitan exclusivamente en los circuitos artísticos. Por otra parte, lejos de toda academia, desde los barrios, e inclusive desde sectores de absoluta exclusión, sur-gen innumerables proyectos artísticos invisibles al circuito oficial e instituciones culturales que por lo general son los que validan el arte en Chile.

Al plantearnos investigar al respecto, nos identificamos primero como una comunidad de grabadores, en tanto compartimos vivencias cotidianas, cual tribu que padece y disfruta de sus asuntos comunes. Los participantes de nuestra colectividad habitan en las comunas de Talcahuano, Chillán, San Pedro de la Paz, Concepción y Los Ángeles, entre otras, consecuente al carácter regional de nues-tra asociación. Así y todo, nuestras actividades se concentran casi exclusivamente

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en la ciudad de Concepción, en donde se concentran las oportunidades, mos-trando un evidente centralismo expresado tanto en el país como en las regiones.En el marco de la investigación en curso observamos también que las comuni-dades locales están algo desinformadas sobre la relevancia del arte regional en la historia del arte chileno (que por lo general compendia al arte capitalino), considerando que desde esta zona han surgido valiosos referentes de la plástica chilena. Aparentemente es escaso el cruce de información entre entidades cul-turales y educacionales, en poner en conocimiento la relevancia del arte local, a la vez que son escasas las instancias de mediación entre los artistas visuales y sus propias comunidades.

Como Asociación de Grabadores del Biobío, en nuestro primer año hemos puesto énfasis en visibilizar esta actividad ante la comunidad, lo que ha motivado realizar, por ejemplo, demostraciones de procesos de estampado en técnica xilo-gráfica y serigráfica en espacios públicos y, por otro lado, exposiciones colectivas en diversas salas que ofrece la capital regional y también Chillán, como el Museo Internacional de la Gráfica. Además, desarrollamos proyectos como la revista BioGráfica, que documenta la historia del grabado local y sus actores contempo-ráneos, y proyectos de creación, como la colectiva basada en la cartografía portu-lana, a modo de proponer interpretaciones sobre el territorio regional, rescatando gráficamente sus signos culturales.

El desafío es grande en fortalecer al arte visual y su vínculo con las co-munidades, sobre todo en un medio tan adverso como al que pertenecemos, en donde muchos artistas sostienen su actividad a pulso e ingenio y sin seguridad social, demostrando que la asociatividad es un camino favorable para la parti-cipación de artistas en el diseño de mejores políticas y generar reales aportes al campo cultural.

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Artes Visuales: Aportes del FONDART

“El FONDART es imaginado y soñado en Dictadura para nacer en Demo-cracia”, resume Nivia Palma, la primera coordinadora nacional de este fondo pú-blico. Efectivamente, en 1991 el entonces Ministro de Educación, Ricardo Lagos, incluye en el Proyecto de Presupuesto del año siguiente la suma de 750 millones de pesos para financiar proyectos artísticos y culturales. Con la reconstrucción de una cultura democrática en Chile se alojaron en el corazón del FONDART dos premisas que siguen dando vida al concurso: el respeto a la libertad de creación y la evaluación de pares.

En la Región del Biobío, la primera convocatoria seleccionó a 21 proyectos por un total de $36.178.000.- Cuatro de esos proyectos correspondían al ámbito de las artes visuales, pero solo uno era presentado por un artista: “El rol de la muralla en la provincia de Concepción entre los años 1973-1988, como medio de expresión popular”, de Rodrigo Andrade Moraga ($1.000.000.-). A su propio modo, el proyecto se hacía cargo de la transición, salía de su clandestinidad para memorizar las utopías colectivas que como el musgo aprovecharon los intersti-cios de los muros para no dejarse olvidar.

Desde ese año hasta ahora, el concurso ha ampliado sus horizontes en distintos ámbitos, por ejemplo, en presupuesto. Este año 2015, el Jurado regional seleccionó a 66 proyectos por un total de $575.421.526.- Pero más allá de este significativo incremento y un sostenido interés de las comunidades artísticas y culturales por postular cada año sus proyectos, muchas de las preguntas y propo-siciones que plantean los proyectos seleccionados en artes visuales persisten junto a una capacidad reflexiva que intenta identificar un lugar y sus habitantes: desde “Exposición y coloquio Plástica e Identidad local” de Andrea Lara (1993) a las travesías identitarias por las que navega el proyecto “Nuevas cartas portulanas: Imaginarios del Biobío” (Roberto Cartes, 2015) o cierta visualidad que se vuelve cada vez más cotidiana e irritante en “Mensaje. Señal y ceño” (José Pedreros Pra-do, 2015) porque nos enrostra la dificultad de la comunicación humana en la era de la comunicación tecnológica.

Tanto en 1992 como en 2015, la libertad creativa sigue siendo el méri-to más valorado del FONDART. La posibilidad de abordar desde las artes las múltiples motivaciones individuales y colectivas es la promesa que mueve a cada postulante. Y aunque cada año este fondo público se actualiza y perfecciona, este instrumento de política pública también tiene limitaciones a la hora de pensar el arte y la cultura en proyectos de ejecución a mediano y largo plazo, en diversificar una cadena de valor que hoy está centrada en la creación, o bien, como se trata de una convocatoria de formato nacional no siempre tiene la pertinencia o identi-dad cultural de cada territorio. En ese sentido, su peso de 23 años en el fomento de la actividad artística es trascendente y por lo mismo siempre es motivo de

revalorización y debate. El FONDART imaginado es como la ciudad imaginada por los artistas, un espacio en construcción permanente, entre los lugares reales y los lugares por soñar.

Tanto a fines del siglo veinte como en estos albores del veintiuno, im-portantes propuestas creativas logran financiamiento a través de autogestiones y apoyo de instituciones culturales y empresas privadas, pero la posibilidad de sumar recursos (a veces los únicos) desde el FONDART es hoy parte de los pri-meros eslabones en la búsqueda de recursos. Antes del FONDART, por ejemplo, en la capital regional del Biobío destacaba la convocatoria nacional del “Salón Sur” que organizaba Diario El Sur o, en el ámbito del arte emergente, el concurso “Nuevos Artistas” del Instituto Chileno Alemán, hoy desaparecidos del mapa. En los inicios de los 90, la prensa multiplicaba el nombre del colectivo Grisalla, que en 1992 instala su “Viaje al ocio, la locura y la muerte” en el Museo Nacional de Bellas Artes. Y esa figura del colectivo será una presencia insoslayable. Se desplie-ga en este número especial de Animita y es posible leer su arqueología en el libro financiado por el FONDART La puesta a prueba de lo común. Una aproximación a los discontinuos trazos de la dimensión colectiva en el arte contemporáneo penquistas, de Cristian Muñoz y David Romero. Esta posibilidad del libro como lugar para la reflexión crítica es un paso precedido por la escritura periodística (por ejemplo de la periodista Anamaría Maack) y breves textos en catálogos de exposiciones. Actualmente, la presencia de Alzaprima, revista que edita el Departamento de Artes Visuales de la Universidad de Concepción, es un aporte fundamental para la disciplina.

Entre estos relatos del pasado y los nuevos emprendimientos de institu-ciones y colectivos, el Consejo de la Cultura y las Artes Región del Biobío intenta examinar y reconocer el aporte que ha significado la existencia del FONDART, concurso que se evalúa y dirime por artistas y gestores culturales de esta región. Para contribuir a este debate, publicó en 2014 el estudio Aporte del Fondart Regional al Desarrollo de las Artes Visuales en la Región del Biobío. Esta investi-gación realizada por el Observatorio de Políticas Culturales analizó cada uno de los proyectos del área de Artes Visuales seleccionados por el FONDART Regional entre 2007 y 2013.

Una de las conclusiones del estudio demuestra que el FONDART es funda-mentalmente un instrumento de fomento para la creación de obras artísticas que de otra manera no conseguirían financiamiento. Ese mérito no es menor y cum-ple con su promesa original. Por eso es coherente que los principales beneficia-dos sean artistas cuya ocupación central es la actividad creativa y la solicitud de recursos es para solventar gastos de creación y exhibición. Compra de materiales, traslados, alimentación, entre otros, se repiten con mayor frecuencia. Excepcio-nalmente se consideran gastos de inversión y si bien la difusión del proyecto es relevante no llega a ser un ítem sustantivo.

Otro gasto que destaca entre las propuestas son los honorarios, aunque en montos acotados. Es posible que los artistas consideren que solicitar honora-rios acordes a otras profesiones les reste puntaje al momento de ser evaluados y, entonces, se puede inferir que los proyectos reproducen una práctica que desva-

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loriza económicamente el trabajo artístico. Por tanto, el beneficio que entrega este fondo público no está dirigido a regular las condiciones laborales financieras de los creadores.

En resumen, el concurso se constituye en un aporte directo a los artistas y no a otros eslabones de la cadena de producción y difusión del arte, lo que se relaciona con el nivel de desarrollo y los modos de producción de la discipli-na. Es un sector no industrializado en el que intervienen pocos agentes, es raro encontrar empresas o espacios de negocios relacionados con las artes visuales. Las galerías suelen ubicarse en las grandes ciudades, como Concepción, donde existe mayor poder adquisitivo y aun así su presencia es baja. Efectivamente, en la capital regional dos son las galerías de mayor visibilidad: El Caballo Verde y Janette Osses.

En este examen al FONDART también surge una inquietud sobre la virtud del concurso. Porque está pensado para proteger la autonomía creativa y la no censura de la producción artística, una de los cuestionamientos realizados por ar-tistas que participaron en focus group de la investigación es la falta de lineamien-tos claros para operar íntegramente sobre las escenas locales de las artes visuales. Este diseño privilegiaría la decisión del comité de especialistas y un jurado, y no necesariamente una planificación a largo plazo de la disciplina. En ese sentido, el concurso no asegura la continuidad de los proyectos, ni su cobertura territo-rial. Las propuestas se caracterizan por su duración limitada (entre cuatro a seis meses) y por exhibirse en una sola instancia, lo que mermaría la capacidad de trascendencia de una obra.

En cuanto a la difusión territorial de los proyectos tampoco se aprecia una estrategia definida. Las propuestas seleccionadas se concentran en las capitales provinciales y algunas comunas obtienen mayores condiciones de participación y consumo cultural, como sucede en el caso de Concepción. Esta comuna, además, cuenta con la única universidad donde se imparte la carrera de Artes Visuales de la región y, claro, en esta ciudad reside la mayoría de responsables de proyectos y es en Concepción donde se instala la mayoría de las exposiciones financiadas por el FONDART. La segunda comuna con mayor actividad de difusión del concur-so es Chillán, una de las comunas más pobladas de la región y que cuenta con infraestructura para exhibiciones artísticas. Le sigue en esta presencia urbana, la comuna de Talcahuano, con propiedades similares a las anteriores. Concepción es punto de exhibición en el 71% de los proyectos; Chillán, 18,8%, y Talcahuano, 17,3%. El 51,8% de las comunas de la región no han sido consideradas en nin-guna ocasión y el 27,7% solo han sido incluidas en una oportunidad. Esta falta de circulación de los proyectos por las distintas ciudades y comunas carentes de infraestructuras disponibles, agudizan el centralismo en la toma de decisiones.Para el último concurso, el Consejo Regional de la Cultura y la Artes sensibilizó a especialistas y jurados en orden a evaluar, junto con la necesaria calidad de los proyectos, las complejidades, pertinencias y equilibrios territoriales en el acceso a este fondo público. En la más reciente convocatoria justamente sobresalen inicia-tivas que buscan la presencia de una diversidad más amplia de gestiones artísticas y culturales. En el ámbito de las Artes Visuales, son significativos los proyectos no

solamente postulados a la línea de Fomento de las Artes, también a las líneas de Formación e Investigación, Difusión, Desarrollo Cultural y Patrimonio Cultural. En ese sentido, los artistas visuales planifican obras y también han ampliados sus intereses hacia otros campos creativos. Este año, el CRCA y agrupaciones artísti-cas han iniciado un trabajo conjunto para instalar una plataforma asociativa que dialogue, analice y proponga nuevos rumbos para las artes visuales del Biobío.

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Ruta de las artes visualesSalas, galerías y publicaciones especializadas son parte del flujo artístico de

la Región del Biobío que se concentra principalmente en las ciudades de Con-cepción y Chillán. Pero no solamente en estos espacios se desarrolla este intenso tráfico creativo. Desde distintas plataformas se registran y proponen intercambios de ideas y de visualidades contemporáneas. Es el caso de Proyecto Móvil (http://www.proyectomovil.cl) que dirigen Leslie Fernández y Oscar Concha, ambos res-ponsables del ciclo de residencias artísticas del Centro Cultural Casa Poli (en los acantilados de Coliumo, comuna de Tomé), proyecto que fue seleccionado por el FONDART, ámbito nacional, titulado “Contexto y territorio, Ciclo de residencias para artistas visuales CasaPoli 2014”.

Si de lecturas se trata, la más reciente investigación sobre el arte regional traducida a formato libro también proviene de un proyecto FONDART, ámbito regional 2012. La investigación de Cristian Muñoz y David Romero, integran-tes de la ya desaparecida Revista Plus (http://revistaplus.blogspot.cl), lleva por título “La puesta a prueba de lo común”, se presentó a fines de 2014 y aborda la dimensión colectiva de la producción artística contemporánea en la ciudad de Concepción. En este ámbito de la investigación también se inscribe el proyecto en desarrollo “Artes visuales en Concepción, 1972-1990. Aportes desde lo local a la escena artística nacional”, de Claudia Ortiz, Leslie Fernández y Carolina Lara, seleccionado por el FONDART, ámbito nacional 2015.

Salas de arte

ConcepciónPinacoteca Universidad de Concepción. Chacabuco esquina Paicaví s/n, Concepción. Directora: María Soledad González. www.extensionudec.cl.Sala Universidad de Concepción David Stitchkin. Barros Arana 631, Galería Universitaria, subterráneo, Concepción. Directora: María Soledad González. www.extensionudec.cl.Sala de Exposiciones Universidad Católica de la Santísima Concepción. Alonso de Ribera 2850, campus San Andrés, Concepción. Direc-tora: Gloria Varela. www.ucsc.cl.Galería Balmaceda Arte Joven Biobío. Colo Colo 1855, Concepción. Director: Pablo Gaete. www.balmacedartejoven.cl.Corporación Cultural Artistas del Acero. O’Higgins 1255, Concep-ción. Gerente: Arnoldo Weber. www.artistasdelacero.cl.Instituto Chileno Norteamericano de Cultura. Caupolicán 315, Concepción. Director: Luis Ramírez. www.norteamericanoconcepcion.cl.

ChillánCentro de Extensión Cultural Alfonso Lagos (CECAL) de Universidad de Concepción. Isabel Riquelme 479, Chillán. Directora: Soledad Castro. www.cecal.udec.cl.Sala Marta Colvin Centro de Extensión Universidad del Bío-Bío. Avda. Andrés Bello s/n, campus Fernando May, Chillán. Directora: Ninón Jegó. www.ubiobio.cl.Centro de Extensión Universidad del Bío-Bío. 18 de Septiembre 580, Chillán. Directora: Ninón Jegó. www.ubiobio.cl.Museo de la Gráfica de Chillán. O’Higgins esquina Vegas de Saldías, Chillán. Director: Luis Arias.

TalcahuanoMuseo Nacional de Bellas Artes. Mall Plaza del Trébol, avda. Jorge Alessandri 3177, local 116, Talcahuano. Directora: Laura Ruiz. Teléfono: (56) 412563884.Sala Galería Marina. Ifarle Oriente 6701 Brisa del Sol, Talcahuano. Presi-dente del Consejo Asesor: Rodrigo Burgos Esparza.

Galerías de ArteGalería El Caballo Verde. Caupolicán 321, local 5, Concepción. Directora: Carmen Azócar. www.elcaballoverde.cl. [email protected]ía Janette Osses. O´Higgins 680, local 5, Concepción. Directora: Janette Osses. www.janetteosses.cl. [email protected]ía de los Ocho. Barros Arana 631, Local 35, Galería Universitaria, Concepción. Director: Rodrigo Burgos Esparza.Tienda Puro. Colo Colo 174, segundo piso, Concepción. Directora: Lola Weber.

Espacios emergentesZaguán Arte y Libros. Dirección: Rengo 125, Concepción. Gestores: Rosa Valdivia y Cristóbal Florín. www.facebook.com/zaguanarteylibros.Singularity Sur. Dirección: Víctor Lamas 747, Concepción. Integrantes: Susana Chau, Andrés Morales, Braulio Gatica, Paulo Fariña, Rodrigo Beltrán, Daniela Opazo, Emilia Rojas, Diego Peréz, Jaime Suárez, Carolina Lolas. www.facebook.com/SingularitySur. singularitysurlaboratoriocultural.wordpress.com.Casa 916. Dirección: Castellón 916, Concepción. www.facebook.com/Casa916/info.Taller Sismo. Dirección: Ainavillo 764, Concepción. www.facebook.com/taller.sismo.

PublicacionesAlzaprima. Revista de investigación y Creación del Departamento de Artes Plásticas de la Facultad de Humanidades y Arte, Universidad de Concepción. Di-rectora: Natascha de Cortillas Diego. Publicación Semestral. alzaprima.blogspot.com. [email protected]. Animita: Edición de artes visuales. Publicación de artes visuales que circula como obra en sí misma y hace circular obra de otros artistas. Directores: Oscar Concha, Carlos Valle, Joao Quintela. www.animitapapel.com.

Salas de arte en Concepción

Salas de arte en Chillán

Salas de arte en Talcahuano

Galerías de arte

Espacios emergentes

Publicaciones

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PROYECTOS FONDART 2015En la Región del Biobío se desarrollan trece proyectos del Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, FONDART, ámbito regional, que están relacionados con las Artes Visuales. Proyectos de creación, además de iniciativas de investigación, formación, difusión y rescate patrimonial, diversifican esta nómina de propuestas que reciben financiamiento público por un monto total de $104.514.565.-A continuación, se despliegan los datos relevantes de cada uno de los proyectos. Sobresalen las ideas en torno a la construcción de relatos comunes e identitarios, temas como la ecología crítica y la importancia de ordenar y proponer lecturas sobre el estado actual de las artes en la región. Significativo resulta que varios de los proyectos visualizan las artes como el espacio creativo y reflexivo para pensar nuestra región, su condición humana y su territorio.Mención especial merece el lugar del grabado en el relato artístico regional. Tres artistas y un colectivo de la ciudad de Talcahuano dan vida a las creaciones gráficas que destacamos en imágenes y un resumen redactado por cada responsable de proyecto. Todos ellos integran la Asociación de Grabadores del Biobío: Roberto Cartes, José Pedreros, Diego Gálvez y Taller Falucho 41.

FOLIO Linea Nombre Titulo Monto asignado

Resumen proyecto

66879 Fomento de las artes Pía Aldana Carrasco La etnografía de los balcones

$7.730.474 Se trata de un proyecto de arte contemporáneo que aborda el espacio doméstico/público configurado por el balcón desde la mirada del colec-cionismo doméstico, la etnografía, la arqueología cotidiana y el patri-monio. La metáfora plástica se desarrolla por medio de los lenguajes del diorama miniatura con movimiento, la picto-xilografía y el sonido.

82018 Fomento de las artes Eugenio Brito Figueroa Mural ferroviario es-tación Arenal, Talca-huano.

$12.539.318 En un mural emplazado en el hall de la estación “el Arenal” de la red Fesub (Ferrocarriles Suburbanos de Concepción) se representa simbó-licamente la historia ferrovaria del Biobío. Esa es la idea matriz de esta propuesta, la que plantea un recorrido por los relatos e íconos particu-lares del entorno físico y productivo del territorio.

78718 Fomento de las artes Felipe Aravena Castro Santos Chávez: memo-rial en Tirúa.

$13.475.286 Fortalecer la identidad de tirúa y el legado histórico visual de Santos Chávez, mediante la creación de murales con carácter memorial y sim-bólico, es el objetivo final de esta propuesta que involucra la participa-ción ciudadana en el trabajo de reproducción de la obra más represen-tativa del artista.

85065 Fomento de las artes Gustavo Riquelme Peña Lagunas y tragedia. Visibilidad de lo acon-tecido.

$5.740.641 Este artista visual tiene como objetivo principal una propuesta pictórica en torno a las historias que dan nombre y/o contexto a las lagunas de la ciudad de Concepción, como por ejemplo, “las Tres Pascualas” o la “Laguna de los Negros”.

67919 Fomento de las artes Paula Riquelme Peña Relatos visuales desde el sendero de Mongen

$4.219.488 Esta iniciativa promueve en las comunidades cercanas a la reserva nacional Nonguén, Concepción, la necesidad de conocer, proteger y conservar la biodiversidad del bosque, por medio de la experiencia directa y de la cristalización de esa experiencia en la creación de una obra artística colectiva.

88457 Fomento de las artes Jose Pedreros Prado Mensaje. Señal y ceño $4.335.228 Generar un cuerpo de obra que ponga en funcionamiento la gráfica contemporánea regional desde las nociones de retrato y morisqueta, problematizando su función comunicativa, es el objetivo general de esta iniciativa artística.

79295 Fomento de las artes Roberto Cartes Montoya Nuevas cartas portu-lanas: imaginarios del Biobío

$11.883.916 Generar un cuerpo de obra colectivo, reuniendo a grabadores regio-nales y visibilizando el imaginario de la región del Biobío en base a los conceptos de territorio, cartografía y fragmentación, es el motor del proyecto, que se despliega en una publicación impresa y exposiciones en Concepción, Chillán y San Carlos.

83383 Formacion e investi-gacion

Aníbal Zapata Rivas Toda la teoría del universo, formación regional en nuevos medios

$9.047.723 Este proyecto, articulado desde Singularity Sur laboratorio cultural, propone, a través de talleres y charlas, introducir el tema de los nuevos medios en un público más amplio, no sólo a artistas visuales o músi-cos, sino a audiovisualistas, ingenieros, arquitectos, sociólogos u otros que deseen incorporar estos conocimientos a su esfera de creación o investigación.

73906 Fomento de las artes Edgardo Neira Morales Opulencia / vacío $4.043.835 Este proyecto reúne la obra reciente (a exponer) y la obra pretérita rescatada (registrada en el catálogo) del artista Edgardo Neira. Conside-ra, en el mismo catálogo, las ideas y reflexiones acerca de esta obra por parte del artista Benjamín Lira y del curador Ramón Castillo. El proyec-to también considera disertaciones y mesas redondas.

77360 Formacion e investi-gacion

Claudia Ortiz Jiménez Artes visuales en Con-cepción, 1972-1990. Aportes desde lo local a la escena artística nacional.

$8.972.055 Proyecto comprende el contexto sociopolítico de la época y entiende la producción visual de aquellos años como los primeros atisbos de un arte contemporáneo en concepción, en donde los lenguajes se abocaron principalmente hacia el espacio público: el afiche, la acción de arte y la performance aportaron subjetivaciones discursivas provenientes de grupos y colectivos a destacar a través de un libro.

70930 Fomento para la difu-sión y el mercado de las artes

Diego Gálvez Reyes “Biográfica”. Revista de difusión del grabado regional

$10.910.000 Esta propuesta consiste en realizar una publicación impresa con soporte digital, en formato de revista de arte, enfocada al arte del grabado, res-paldada por la Asociación de Grabadores del Biobío.

70411 Desarrollo cultural regional

Agrupación Pintarte Culturizarte 2015: mi-tos y leyendas de Ñuble

$5.000.000 La iniciativa promociona, desarrolla y reconoce los elementos gráficos que constituyen parte del patrimonio inmaterial y tradición oral local en los habitantes de la comuna de Chillán, mediante el desarrollo artís-tico del graffiti-mural enfocado en los mitos y leyendas de la provincia de Ñuble.

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