antología, de germán arens

15
Germá Germá Germá Germán Arens n Arens n Arens n Arens Antología Antología Antología Antología Goles rosas Colección Suplementario 2

Upload: regale-poesia

Post on 22-Mar-2016

234 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Antología, de Germán Arens

TRANSCRIPT

Page 1: Antología, de Germán Arens

GermáGermáGermáGermán Arensn Arensn Arensn Arens AntologíaAntologíaAntologíaAntología

Goles rosas Colección Suplementario

2

Page 2: Antología, de Germán Arens

3

VidrioVidrioVidrioVidrio

La punta de mi nariz es de vidrio…

así como toda mi nariz y tu nariz, así como el horizonte

demarcado mucho mas allá de mi nariz…

sobre alguna nariz ajena, así como el horizonte demarcado

mucho más allá de la nariz de alguien

que en este repetido instante

está detrás de mi nariz, sin verme…

ya que mira por detrás de su nariz hacia un horizonte

que por estar detrás de mi nariz

está por delante del horizonte que yo miro.

Detrás de esos anteojos tuyos

que interponiéndose entre nosotros cristalinos y vacuos…

y digo nosotros por el horizonte y por mi, te pareces a las moscas. Mas atrás

están tus párpados, después

hay más vidrio…

mas atrás

creo verte…

y digo creo porque detrás de un vidrio

no hay certeza…

podes estar o no estar, o ser para que yo sea…

y aunque no seas yo estoy.

4

Hombre soloHombre soloHombre soloHombre solo

Hombre solo

y a su lado los hombres busca razón en su disposición a escribir y al intentar dirigirse abiertamente

a sus desprecios prescinde de veintisiete apellidos

pertenecientes a

políticos, periodistas,

poetas, …

enumerados con anterioridad

al inicio de estos versos.

Hombre solo

y a su lado los hombres en la dirección general impositiva

sostiene su birome

con la "poesía completa" de Osvaldo Lamborghini y se pregunta

si en la hora del medio

cuando todos los caminos conducen al ombligo

la impaciencia es común. Hombre solo

deja de escribir

ante el llamado de una cajera.

Page 3: Antología, de Germán Arens

5

AdministrativoAdministrativoAdministrativoAdministrativo

Debido

a mi trabajo administrativo,

desde hace veintidós años

concurro al banco de la nación argentina

de lunes a viernes.

Consecuente a mi rutina

he seguido con detenimiento

el proceso de los días en hombres y mujeres

subordinados a la suya en el banco de la nación. Siempre me mostré reticente

al comentario fatuo de compañeros en espera

de ser atendidos en las largas colas del banco de la nación.

Sin embargo

conozco hasta el detalle más ínfimo

entre los detalles que impregna el tiempo

en los empleados del banco de la nación…

así como ellos

conocerán los de este hombre

que de manera intachable

concurre

todos los días

al banco de la nación.

6

Vecinos Vecinos Vecinos Vecinos

Ayer…

(no daré datos precisos en relación a Waimann,

dejo situado el ayer en algún lugar de mi tiempo) ví a Waimann

esperando a la muerte

en su puerta de calle.

Lo sé muerto

desde hace cuatro meses,

predestinación de su médico.

Ayer ví a Waimann

esperando a la muerte…

y hoy Waimann

está muerto está muerto está muerto.

Ayer…

además de a Waimann

esperando a la muerte

en su puerta de calle

ví a Alberto…

volvía satisfecho del gimnasio…

y ayer, además de a Waimann

en su puerta de calle

esperando a la muerte,

al momento en que Alberto

satisfecho volvía del gimnasio... pude ver a la mujer de Kandia

y en sus manos, de la cooperativa obrera

cinco bolsas.

Todos ellos (mis vecinos) me han visto,

aunque no tienen

el deseo irrelevante

de escribirme.

Page 4: Antología, de Germán Arens

7

EEEEl tanquel tanquel tanquel tanque

Cuando esos dos hombres

venidos del pueblo,

instalaron el tanque australiano entregado por la firma fabricante que lo fabricara…

que hicieran al tanque

el envío incluía

accesorios diversos:

las chapas

de un metro

de un metro

de ancho

tres metros

de largo…

y entre ellas las juntas

las juntas

de unión,

etc. , etc. .

Dijera el abuelo:

-¡Cepillar con cepillo

de año en año debemos las paredes internas…

evitará permanezcan adherencias en tiempo!-

Nunca hubiéramos imaginado; tan niños nosotros…

que estábamos a días de contemplar agradecidos a Diana en bikini mientras las vacas abrevaban cerquita.

8

DescansoDescansoDescansoDescanso

Apoyado en el arado de rejas descanso. Dejé las luces del Massey encendidas. Silbo un silbito triste

y las liebres de orejas paradas se me arriman. Una lechuza avisora vidente

en uno de los postes de un alambrado de cinco

hacia el campo de quien se dirige la muerte.

Estoy abajo del cosmos pendiendo de la tierra patas para abajo.

Hasta hace un momento

estuve cerrando un cuadrado perfecto de hectáreas abiertas.

Cuando termine de silbar

voy a dar diecisiete vueltas más hasta cerrarlo del todo…

y una vez finalizada mi tarea voy a dejarme ser, por unos instantes

el punto central de un cuadrado perfecto.

Page 5: Antología, de Germán Arens

9

Pájaro rojoPájaro rojoPájaro rojoPájaro rojo

El pueblo

estaba casi casi dormido.

Por cada cuatro manzanas

una luz

encendida.

Eramos

los mismos

de siempre…

salvo el Gordo Hidalgo, en esa noche

machi mapuche.

Burakito divisó una isla en medio del río…

-¡La llamaré Telequinesis!

en ella construiré mi morada…

Durante cinco minutos

lo dimos por muerto. Nos tomamos un té.

El agua devolvió su cabeza, su cuerpo desde entonces

es el de un pájaro rojo.

Meses después lo enjaularon en Villa Floresta.

10

JohnJohnJohnJohnnynynyny

Johnny Acuña

inhaló

las pastillas

que previamente

molimos

por puro

divertimento.

-¡Se inhaló un placebo!... diría Ogolócis.

Burakito

transmutó

en dragón

agitando el insecticida, narigadas de fuego por el pasillo.

Inadmisible

creer que Johnny incendiara

dos aserraderos,

fuese acusado

de piromaníaco, puesto preso

en General Roca…

y a dos días de libertad condicional

le tema a los dragones.

Page 6: Antología, de Germán Arens

� �

YolandaYolandaYolandaYolanda

El trén

se detendría a las tres de la mañana

como todas las noches.

Buscaríamos el pullman,

y uno trás otro

a paso impacto

recorreríamos los vagones hasta la cola carbonera,

luego nos dirigiríamos al cementerio

en un Falcon perfumado; y bajo una cruz con la única luz de la luna

si en el presente se estaba:

Invocaríamos el espíritu

de algún muerto de confianza

en ronda

al rededor de su tumba,

bajaríamos al osario

sin mas compañía

que una linterna, tantearíamos

los picaportes de todos los panteones hasta la dada entrada anhelada,

e intentaríamos abrir un ataúd

de fecha reciente

como lo hiciéramos

en el cementerio de La Adela.

El tren

se detendría

a las tres de la mañana,

sería nuestra última aventura .

La tía Yolanda

se presentaría ante nosotros con un ramo de rosas

y sin carne

E.T.E.T.E.T.E.T.

12

El extraterrestre

se domiciliaba

en la primera casa

de la calle Alem

de un pueblo

sureño argentino

homólogo a su río, se desempeñaba laboralmente

como instructor de pesas. Lo caracterizaban:

La excelencia de sus músculos,

su adustez

y una incipiente miopía.

Una noche

observándome desde atrás de sus anteojos:

La cabeza rapada

en la que memoro

mi existencia,

junto al metro noventa

y tantos que porto desde mozuelo

como dijera Manuel;

bastaron para mitigar su sospechada sospecha.

“Mi origen estaba en el centro de la Tierra”

La escopeta

era de doble caño,

la cargué con breneke

que me diera Rancaño

(cazador de chanchos y chanchas). disparar disiparía mis dudas,

el extraterrestre

aseguraba ser inmortal por unos trescientos años

de los nuestros.

Lo insté a desvestirse.

Page 7: Antología, de Germán Arens

� �

Definitivamente…

en su pectoral izquierdo, una fecha de vencimiento

violeta y disimulada

yacía inalterable. Le apunté al corazón,

supuse que el corazón

de los extraterrestres

sería un órgano

vitalmente vital

así los nuestros.

Disparé

y en su pecho

quedó un agujerito

que me retrotrajo

a la mirilla

del baño

por la que espiaba

a las visitas

cuando era mozuelo

como dijera Manuel.

Desde entonces:

¡Quiero conocer a mis verdaderos progéneres! …y como un sabueso obstinado…

no dejaré de cavar,

hasta llegar al centro del planeta. Me apoyo en mis patas traseras usando de pala las delanteras.

14

AtentadoAtentadoAtentadoAtentado

El árbol de membrillos

en el que me oculté

para disparar

tres tiros

al “vitraux” de la iglesia

ya no está . Tampoco

mi rifle Mahely 5 y ½, ni siquiera

la mano gatilladora.

La iglesia

nunca ostentó

sus campanas,

estaban guardadas en un cassette.

El cura

apretaba

“play” y los devotos a la misa

del domingo de mañana

todos los domingos.

Page 8: Antología, de Germán Arens

� �

EspárragosEspárragosEspárragosEspárragos

Los espárragos más tiernos crecían a ambos lados

de un desague

que habitaban

desde los inicios

de la colonización

las ranas y los mosquitos. Los buscábamos por debajo

de la sombra

de algún sauce llorador en los veranos del setenta.

Una vez encontramos

un paquete envuelto

en papel de diario. Estaba lleno de balas.

16

Detrás de la puertaDetrás de la puertaDetrás de la puertaDetrás de la puerta

A las doce

llegó

Sin Rumbo,

una menos cuarto

Todo,

Lázaro

se recordó a la una

y una y diez ya estaba en casa, Nadie

los esperaba.

Los sillones amarillos

eran tres

y a nuestras formas habituados estaban,

a excepción

de a las de

Todo

que era liviano.

Detrás de la puerta

la abuela dormía sus últimas noches.

Page 9: Antología, de Germán Arens

� �

Canal mayorCanal mayorCanal mayorCanal mayor

Hay un lugar, detrás de la barraca

al que memorando

un instante

retorno.

insistente.

Lugar en el que a hondazos

pescábamos

las carpas, lugar casi naranja

canal mayor. Lugar en que de niño

casi llegué a la muerte, muerte

casi naranja

así

como

el canal.

18

LagunaLagunaLagunaLaguna

La ronda de matorros

que encierra la laguna

me ampara al regodeo

de olores estancados.

Nariz cenagoza, frugal en el fango.

En la tierra orillera,

caliente, mohosa;

crece el junco, la totora

y mi raigambre aventurera.

Me gustan los lugares anegados…

se asemejan al desierto,

se asemejan a la urbe.

Y me gustan

las mariposas de alas cortas,

decoloradas…

con los ojos hinchados.

También los renacuajos.

Todo está limpio de tan podrido.

A cuatro cuadras las casas blancas

Page 10: Antología, de Germán Arens

� �

AmorAmorAmorAmor

Cuatro mojarritas

y un cangrejo

de río

en un

mediomundo

de remeras.

¡Un cangrejo de río! impredecible levedad de la sorpresa.

A pocos metros un desague de apósitos y la morgue, hermana siamesa

del hospital.

¡En aquella casa!...

sin colores

vive

el petiso Ramírez,

experto pescador de carpas.

Pan y cebolla

las mejores carnadas.

Nosotros

así…

no subsistiríamos

amor

20

La isla de los conejosLa isla de los conejosLa isla de los conejosLa isla de los conejos

Por la vías

del tren Zapalero, del puente

al rancho del loco Banse,

un salto de tranquera

y hasta el río. ¡La isla de los conejos!...el silencio.

(Actualmente

se la puede ver en el Google Earth).

Algarrobos de los tiempos en que el indio,

chañares y caldenes. Detrás del agua “El Gualicho”.

La siesta

es despertar de la mañana

extenuado

de vanidades catastrales,

de ceños sarmientinos.

¡Gesta de la barbarie! la historia y la mañana.

Barba de chivo

roja y amarilla, guirnaldas en la pampa salitrosa

Zambullida irreverente

premura en calzoncillos.

El invierno

es una excusa

de cagones.

Manos curiosas,

ojos largos, carne sana.

Page 11: Antología, de Germán Arens

� �

Boyita alcahueta batidora de bagres.

Hasta el cielo

parece monte

con siete perros negros. Jarillal osadía,

yarará imprevista que hoy puede ser mujer, mariposa imperecedera

siempre niña.

Lluvia de plomitos

hacia arriba,

vida viudita

de un corral

sin palo a pique.

La isla de los conejos…el silencio.

22

VizcachasVizcachasVizcachasVizcachas

A los costados del camino

a Cuchilló-Có

está lleno de vizcachas.

Los sábados

a la noche

nos disponemos a matarlas.

Cruzamos a La Pampa

desde Rio Negro

y por la ruta 22

nos dirigimos a la 154. En el cruce ya se deja ver alguna vizcachera. Les disparamos desde la caja de la F100 blanca de Jara,

el si está vestido de sábado

pero en la disbóbera

nadie lo nota,

por eso viene con nosotros y nos hace de chofer, mientras habla de la Vasca

todo el tiempo. Yo tiro

con una Rubí Extra modelo 65

calibre 22 LR

mira 3-9 x 40

de 20 tiros.

El Pato tiene la costumbre

de ahuecar las balas

y tira con un Remington pajero.

Sin Rumbo

porta un Colt 38

de 2” y 6 tiros por si aparece algún chancho. (Esta información detallada

en alusión a los modelos

la obtuve en el buscador Google. Nunca me gustaron las armas).

Jara nos ilumina

Page 12: Antología, de Germán Arens

� �

con un reflector halógeno

camuflado

de 5 pulgadas, recargable en 12 volts.

Esa noche

un vizcachón herido

se le prendió

de una pierna.

24

GanímedesGanímedesGanímedesGanímedes

Una tarde

en el pueblo murió el Gordo…

desde temprano

trabajó con ahínco

reparando baterías. (Oficio heredado de su padre).

Dicen,

en el pueblo…

que en un último y voluntarioso esfuerzo

el Gordo

doblegó a su corazón

y en medio de estertores primó la premura.

Caminó tres pasos…

(testarudo como siempre) se llegó a su mesa de trabajo, y a salvo ubicó el generador (propiedad de un cliente que después lo reclamara).

¡El Gordo se fue a Ganímedes!... lo atestigua mi memoria. Tres vacantes ocupamos

en uno de los viajes

por Romaniuk programados hace ya catorce años,

el gordo

fue quien hizo las reservas…

(siempre miró las estrellas).

Fabían Benassi, rionegrino…

y el que recuerda: Inexpresivamente reímos, aceptamos la propuesta.

Page 13: Antología, de Germán Arens

� �

El Gordo se fue a Ganímedes…

y se olvidó de nosotros.

26

ArgentinosArgentinosArgentinosArgentinos

No nos dijeron de donde provenían y eran tres. Los invitamos a la cocina,

se sentaron a la mesa,

hablaban español entre otras lenguas e ignoraban los modismos camperos. Sabían de los deseos terrestres

de encontrar vida en otros planetas,

tenían pleno conocimiento del cohete ruso Soyuz Frégar que despegara desde el cosmódromo de Baikonur en Kazajtan

en el año 2003

con destino Marte,

también de los Mars Rovers

(robots norteamericanos despegados de Cabo Cañaveral en el mismo entonces). Nosotros no… .

El abuelo

les ofreció jamón crudo;

confundían paleta con cuarto.

El abuelo

les ofreció leberbush;

demostraron avidez.

El abuelo

les ofreció queso de chancho; solicitaron muestras

con graciosa amabilidad..

Eran seres muy avanzados…

tenían lucecitas por todos lados y se disimulaban entre nosotros con sombreros de cowboy. Estaban interesados en el H2O…

dedujimos la razón del tanque amanecido vacío.

Les preguntamos por el chupacabras y luego nos despedimos

Page 14: Antología, de Germán Arens

� �

sin antes agasajarlos con una copa de leche recién ordeñadita de la perra Cachila. Porque los Arens además de comedidos

somos bien argentinos.

28

La piedraLa piedraLa piedraLa piedra

Guardo un secreto desde hace treinta y seis años.

Ante la hoja en blanco

se me ocurre hacer una excepción

y contarlo a quien me lea.

En un lugar de estas 400 hectáreas hay una piedra quieta hace ochenta y seis años.

En el año 1972

Roby Arens, mi padre

me llevó a ese lugar para decirme:

-Hace veintisiete años mi padre me trajo

a este lugar para decirme: -Hace veintitrés años mi padre me trajo a este lugar para decirme… .

-Contáselo al mayor de tus hijos

cuando los tengas.-

Page 15: Antología, de Germán Arens

� �

DescansoDescansoDescansoDescanso

Apoyado en el arado de rejas descanso. Dejé las luces del Massey encendidas. Silbo un silbito triste

y las liebres de orejas paradas se me arriman. Una lechuza avisora vidente

en uno de los postes de un alambrado de cinco

hacia el campo de quien se dirige la muerte. Estoy abajo del cosmos pendiendo de la tierra patas para abajo. Hasta hace un momento

estuve cerrando un cuadrado perfecto de hectáreas abiertas. Cuando termine de silbar

voy a dar diecisiete vueltas más hasta cerrarlo del todo…

y una vez finalizada mi tarea voy a dejarme ser, por unos instantes

el punto central de un cuadrado perfecto.

30

Llanura Llanura Llanura Llanura

La llanura en su extensión

guarda solo nada…

y aunque el tiempo en el reloj se ufana

sigo mirando la P.C. . En silencio

me aferro a su dolor,

el de la ausencia…

y sereno aunque voraz por sus influjos; percibo el desaliento

y ya no desespero.