antologia molina enriquez

287

Upload: oscar-onofre

Post on 14-Dec-2015

32 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Diversos textos del pensador mexicano.

TRANSCRIPT

Page 1: Antologia Molina Enriquez
Page 2: Antologia Molina Enriquez
Page 3: Antologia Molina Enriquez
Page 4: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA Andrés Molina Enríquez

Page 5: Antologia Molina Enriquez

GOBIERNO DEL ESTADO DE MÉXICO

EDITOR

Page 6: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA Andrés Molina Enríquez

Prólogo y selección

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

COLECCIÓN MAYORESTADO DE MÉXICO: PATRIMONIO DE UN PUEBLO

Proemio

V. HUMBERTO BENÍTEZ TREVIÑO

Page 7: Antologia Molina Enriquez

Enrique Peña NietoGobernador Constitucional

Consejo Editorial: Humberto Benítez Treviño, María Guadalupe Monter Flores, Luis Videgaray Caso, Agustín Gasca Pliego, David López Gutiérrez.Consejo Técnico: Alfonso Sánchez Arteche, José Martínez Pichardo, Augusto Isla Estrada.Secretario Técnico: José Alejandro Vargas Castro.

©Álvaro Molina Enriquez / Antología Andrés Molina Enríquez.

Segunda edición: 2007

DR.© GOBIERNO DEL ESTADO DE MÉXICO

PALACIO DEL PODER EJECUTIVO Lerdo, poniente, No. 300Toluca de Lerdo, Estado de México, C.P. 50000www.edomex.gob.mx/consejoeditorial [email protected]

ISBN 968-484-655 (Colección)ISBN 978-970-826-020-6

Autorización del Consejo Editorial de la AdministraciónPública Estatal No. CE: 202/1/14/07

Impreso en México

Printed in Mexico

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra - incluyendo las características técnicas, diseño de interiores y por-tada- por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía, el tratamiento informático y la grabación, sin la previa autorización del Gobierno del Estado de México. Si usted desea hacer una reproducción parcial de esta obra, sin fines de lucro, favor de contactar al Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal.

Page 8: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA Andrés Molina Enríquez

Page 9: Antologia Molina Enriquez
Page 10: Antologia Molina Enriquez

9

PRESENTACIÓN

En el marco del bicentenario del inicio de la lucha de nuestra Indepen-dencia y del centenario de la Revolución Mexicana, acontecimientos que conforman los pilares fundamentales del México contemporáneo, reali-

zamos una serie de acciones para el fortalecimiento de la conciencia nacional y el replanteamiento de actitudes que nos conduzcan a elevar la educación cívica de todas las generaciones de mexiquenses. Entre las acciones de concientización identitaria se encuentran la conmemoración de hechos y diversos homenajes a próceres de la Independencia, la Reforma y la Revolución.

Uno de los próceres que enaltecen el orgullo de ser mexiquense es Andrés Molina Enríquez, originario de Jilotepec, provincia mexicana, en donde nació el 30 de noviembre de 1868 y murió en Toluca el 1º de agosto de 1940. Dedicó su vida a las causas sociales, a la academia, al servicio público y a la integración ideológica de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, como asesor de los diputados constituyentes de Querétaro; fue consultor para integrar el espíritu y la letra del Artículo 27 constitucional que perfiló al nuevo Estado social de derecho.

Por lo anterior, en honor del prócer del agrarismo mexicano, Andrés Molina Enríquez, difundimos en la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario la antología lograda por su descendiente Álvaro Molina Enríquez, quien con una lucidez propia de su formación profesional, integra una selección del ideario del hombre de ciencia, del político, jurista y revolucionario.

Page 11: Antologia Molina Enriquez

Al difundir el pensamiento de Andrés Molina Enríquez, vinculamos las gestas heroicas que lograron la conformación e identidad de México como país libre y soberano, características que se hayan depositadas en la conciencia ciudadana y que nos impulsan a emprender acciones para construir un futuro promisorio.

ENRIQUE PEÑA NIETOGOBERNADOR CONSTITUCIONAL

DEL ESTADO DE MÉXICO

10

Page 12: Antologia Molina Enriquez

PROEMIO

Uno de los propósitos del gobierno de Enrique Peña Nieto es fortale-cer la identidad estatal, a través de la difusión del pensamiento de los próceres que generaron los valores del ideario mexicano consignado en

la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917.

Uno de ellos es Andrés Molina Enríquez, hombre genial, quien participó con sus conocimientos de abogado agrarista para conformar el Artículo 27 cons-titu-cional de nuestra Carta Magna, respondiendo así al reclamo que a través de los siglos habían hecho los hombres del campo para reivindicar el usufructo de sus tierras.

Para el logro de esta reivindicación, los hombres del campo participaron en el movimiento armado de la Revolución Mexicana, que enarboló en sus planes aquellas demandas sociales que desde el Congreso Constituyente de 1856-1857, había presentado Ponciano Arriaga en su voto sobre la propiedad, con el fin de patentizar el problema nacional de la gran concentración de tierras que generaba injusticia.

El fenómeno de la concentración de las tierras por parte del ranchero y hacendado generaba injusticias en contra de la gran población de peones libres, acasillados, originando los grandes problemas nacionales que Andrés Molina Enríquez describió en los diferentes estudios científicos, antropológicos, soci-ológicos y jurídicos que integran su gran obra escrita, de la cual Álvaro Molina Enríquez hace una selección especial, que debe ser conocida por los interesados en saber de dónde derivó el esfuerzo por alcanzar una auténtica justicia social para el campo mexicano.

11

Page 13: Antologia Molina Enriquez

Cabe el mérito al Estado de México de que en Jilotepec naciera el máximo representante del liberalismo social, que fundamentó el derecho cons-titucional agrario, interpretando las ideas de los diferentes próceres que siempre buscaron hacer justicia al hombre del campo, quien sólo tenía como alternativa la sumisión o el exterminio.

Entre Ponciano Arriaga y Andrés Molina Enríquez existe una vincu-lación histórica que los identifica entre el Voto de propiedad y Los grandes prob-lemas nacionales, respectivamente. Ambos documentos describen los escenarios difíciles en que vivían los hombres del campo, quienes sufrían la extrema pobreza, malos tratos y otras inclemencias en las haciendas, aunando a ello la ignorancia y la insalubridad.

Arriaga compartió en el Congreso Constituyente de 1856-1857 sus idea-les de redención de los hombres del campo, con Isidoro Olvera y José María Cas-tillo Velasco, buscando un lugar en la Constitución de 1857 para elevar a rango constitucional los referentes de la justicia en materia agraria.

Molina Enríquez intercambió sus propósitos de instrumentar la justicia agraria con los hermanos Vázquez Gómez, Francisco I. Madero y con Luis Ca-brera; al no encontrar eco, enarboló el Plan Texcoco, rebelión que dio motivo para que el gobierno maderista lo mantuviera en prisión del 15 de julio de 1911 al 25 de marzo de 1912.

Es así como la lucha por las causas de los más desvalidos integran el paralelismo: Ponciano Arriaga sufre el exilio del gobierno santanista en Browns-ville y Molina Enríquez sufre prisión del gobierno maderista. Sin embargo, los dos recobraron la libertad para consolidar el liberalismo social; Arriaga en la Constitución de 1857 y Molina Enríquez en la Constitución de 1917. Induda-blemente ambos fueron los agraristas más visibles que lucharon a favor de los campesinos de México.

Por ello hoy, en la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario, difundimos las múltiples facetas de la excelente obra del agrarista mexiquense Andrés Molina Enríquez, quien al servicio de su patria, enalteció la valía del agro mexicano y dio

12

Page 14: Antologia Molina Enriquez

luces a la sabiduría mexiquense, postulando las garantías que integran el Artículo 27 constitucional.

Como podrá observar el acucioso investigador de los conocimientos que conforman la cultura mexicana, estas páginas guardan el sentir y el quehacer patriótico de un científico social mexiquense, el hombre de Jilotepec, Andrés Molina Enríquez.

V. HUMBERTO BENÍTEZ TREVIÑOSECRETARIO GENERAL DE GOBIERNO

13

Page 15: Antologia Molina Enriquez

NOTA A LA PRIMERA EDICIÓN DE 1969

La Secretaría de Educación Pública edita esta antología del pensamiento de Andrés Molina Enríquez, insigne y apasionado campeón de ideas tan funda-mentales para la transformación social del México moderno como la agraria, el homenaje a su memoria y a la del caudillo de la tierra, Emiliano Zapata, el

cincuentenario de cuyo sacrificio se cumplió el 10 de abril del presente año.

Page 16: Antologia Molina Enriquez

PRÓLOGO

F ue en el altiplano central donde nació don Andrés Molina Enríquez. En el corazón de la República Mexicana, que él llamara la zona fundamental de los cereales, encrucijada de antiguas culturas y ambiente favorable al

asentamiento de la esencia de la nacionalidad. Ahí donde el eje volcánico vierte lluvias y corrientes sobre las mesetas altas que descienden al septentrión. Jilotepec, según viejas tradiciones, fue centro ceremonial antes de la Conquista y vio pasar, en la Colonia, a los movimientos de penetración en todas direcciones. Ya en el siglo XVIII, fue siempre parada de descanso obligada en los viajes hacia el norte y de regreso a la capital. Por eso es que don Juan Ignacio Enríquez estableció en ese lugar la sede central de su servicio de diligencias y carros que tuvieron intenso tráfico de pasajeros y mercaderías a todos puntos de la Nueva España finiochocentista.

Don Juan Ignacio era de origen aragonés, muy probablemente sefardita, y tuvo numerosos descendientes, entre ellos la dama doña Francisca Enríquez, que matrimoniara con don Anastasio Molina, algo después de la mitad del XIX.

De don Anastasio se sabía que había nacido en el puerto de Veracruz, donde su padre, Agapito Molina, de origen antillano, era capitán de la guarnición porteña, caballero estimado en la sociedad de la Villa Rica, que gustaba de pasear en carroza grande, con su señora esposa, al salir de la misa parroquial. El cólera de 1833 segó las vidas del capitán y su consorte, cuando Anastasio apenas llegaba a un lustro de edad. Su abuela materna lo crió en la ciudad de Taxco, en donde poseía minas de plata y otras propiedades, que le permitieron la holgura necesaria para costear al nieto la carrera de leyes, a cuyo término Anastasio fue admitido como Secretario de un Ministro de la Corte Suprema. Pero he aquí que al acom-pañar a su superior en gira de visitas a partidos judiciales próximos a la capital,

15

Page 17: Antologia Molina Enriquez

pasa por Jilotepec y obtiene permiso para permanecer en esta población como escribano público, movido por el deseo de establecerse y matrimoniarse. Casa y enviuda don Anastasio y decide luego solicitar en matrimonio a doña Francisca, pero es rechazado por la familia de su pretendida. La joven Francisca es llevada a la ciudad de México e internada en el Colegio de Niñas. Empero, el empeño de don Anastasio fue mayor, pues con el apoyo de los marqueses de Salinas logra finalmente casarse, contra la voluntad de la familia Enríquez. De la unión de Francisca y Anastasio nacieron los varones Everardo, Agustín y Andrés y las hijas Cristina y Elodia. Andrés, nacido el 30 de noviembre de 1868, hizo sus estudios de pre-paratoria en el Instituto Científico y Literario de la ciudad de Toluca y parte de la carrera de licenciado en Derecho en la ciudad de México, donde le toca convivir con Jesús Urueta, Francisco Olaguíbel, y Vera Estañol. Por la avanzada edad de don Anastasio, se ve forzado Andrés a interrumpir sus estudios, ya al finalizar la carrera, para hacerse cargo de la escribanía de su padre en Jilotepec. Se recibe posteriormente y ejerce la judicatura en Sultepec, El Oro, Tlalnepantla y otras poblaciones del Estado de México; con algunas permanencias en la ciudad de Toluca, durante las cuales imparte cátedras en el Instituto que le diera albergue y guía en su juventud. En la última década del siglo anterior contrajo matrimonio con doña Eloísa Rodea Miranda, también de Jilotepec, dama alegre, activa y empeñosa, de carácter firme y amplio corazón, que acompañaría a don Andrés durante la parte mayor de su vida. También en ese lapso nacen sus dos hijos Napoleón y Renato. En los años finales del XIX y primeros del presente siglo, inicia su pro-ducción periodística, con artículos de fondo, estudios sociológicos seriados, co-mentarios políticos, en una actividad creciente en la que se ven envueltos todos los intelectuales de la época, preludio del gran cambio social que se gestaba. Con motivo del centenario del nacimiento de Benito Juárez, la comisión nacional organizada para los festejos, abrió un certamen literario, en 1905, al que presenta don Andrés su obra titulada Juárez y la Reforma. La objetividad de sus

16

Page 18: Antologia Molina Enriquez

exposiciones, sus apoyos científicos y la multiplicidad de enfoques, índice de un conocimiento profundo y diversificado, captaron la atención del medio intelec-tual mexicano. A ello se debió que el director del Museo Nacional, licenciado don Genaro García, llamara a don Andrés a colaborar en esa institución que realizaba las funciones de una verdadera academia nacional. Se incorpora don Andrés a las actividades del Museo, al lado de don Nicolás León y otros notables estudiosos, a partir de 1907, y permanecerá desarrollando variadas labores de investigación y docencia, prácticamente hasta su fallecimiento en 1940. El contacto con la campiña mexicana, la convivencia con sus múltiples problemas, la observación directa de lacerantes realidades, las inquietudes de una formación intelectual rigurosa y un ethos altamente reactivo, dieron nacimiento a los Estudios de Sociología Mexicana, publicados en capítulos parciales en folletines de “El Tiempo”, y posteriormente reunidos en la publicación denominada “Los Grandes Problemas Nacionales”, correspondiente a 1909. Al llegar las inquietudes políticas a la etapa de culminación, de mayor efervescencia, participa Andrés Molina Enríquez en todos los movimientos pro-gresistas. Convive y dialoga cotidianamente con los hermanos Vázquez Gómez, con el propio Francisco I. Madero. Mantiene cordial amistad con Luis Cabrera; y en todos los tonos, en todos los cenáculos, ante todo interlocutor y auditorio, insiste en la finalidad básica de resolver los grandes problemas nacionales, parti-cularmente los de carácter social, como meta ineludible de todo cambio político. Infortunadamente no siempre encuentran eco sus palabras y al triunfo del maderismo, ante el olvido de las cuestiones sociales consideradas por él de primerísima urgencia, se siente impelido a romper con Madero y a tomar la acción directa, con su plan revolucionario de Texcoco, de julio de 1911.

Fue ese documento el que sentó los principios de reformas sociales funda-mentales que habrían de ser plasmadas en planes y movimientos posteriores y en la Carta de 1917. Esas avanzadas normas, constitutivas de la parte medular de la primera revolución social del mundo, costaron a su autor la reclusión política hasta el mes de marzo de 1912. Empero, el Plan de Texcoco ya había circulado y en sus prin-cipios encontró la identificación de sus ideales, el pueblo revolucionario mexicano.

17

Page 19: Antologia Molina Enriquez

Repetidos contactos tuvo Andrés Molina Enríquez con los ideólogos del zapatismo, con representantes del villisimo y con los diversos grupos revolu-cionarios. Al ocurrir la decena trágica, don Andrés Molina Enríquez publica su periódico El Reformador, con el que orienta la opinión pública sobre el sentido contrarrevolucionario de ese movimiento y sobre los objetivos de cambio social que era necesario asignarle al movimiento revolucionario. Ese mensaje de reforma indiferible es recogido por el Plan de Ayala y la Revolución del Sur, y cunde con todas las facciones hasta imponerse al propio movimiento constitucionalista, en la Ley del 6 de enero de 1915. En la redacción de este instrumento el licenciado Luis Cabrera reconoció de manera expresa la inspiración y guía recibida del pensamiento de Andrés Molina Enríquez. Sin embargo, la oportunidad para consagrar la reforma social no habría de presentarse sino hasta que se iniciaron los preparativos del constituyente de 1917. El licenciado Andrés Molina Enríquez, miembro consultor de la Comisión Nacional Agraria de la Secretaría de Agricultura y Fomento en 1916, recibió encargo de redactar el proyecto del Artículo 27 constitucional para ser presentado al Congreso Constituyente. Fue entonces cuando el sociólogo de los problemas nacionales, el historiador y etnólogo y el revolucionario reformista se fundieron en un pensamiento con el que, felizmente, concurrían los diputados representantes de los trabajadores, de los grupos campesinos, de las orientaciones revolucionarias más progresistas. De esa manera, el principio de reforma agraria y el principio de protección a los trabajadores enunciados en 1911 se abrieron paso contra las corrientes de mero cambio político y, además, Molina Enríquez utilizó la gran ocasión para implantar una nueva estructura ideológica en la ley fundamental mexicana. La minuciosa investigación histórica y la cabal comprensión del sentido del devenir social, junto con la realidad palpitante, llevaron a Andrés Molina Enríquez a la convicción de que el movimiento liberalista individualista, en su afán de resguardar los derechos fundamentales del hombre y del ciudadano, con-ducía irremediablemente a desigualdades sociales. Además, se derivaba hacia extremos absurdos en los que se pretendía hacer valer derechos individuales por encima de los beneficios para el todo social.

18

Page 20: Antologia Molina Enriquez

El análisis de las estructuras históricas y de la teoría política, llevado a cabo con gran penetración por el autor del Artículo 27 constitucional, mostró que en el afán de destruir las bases de la monarquía absoluta, despótica, los movimientos a favor de las libertades y derechos del hombre, no cuidaron de con-servar para el poder democrático que se trataba de alcanzar la representación del todo social y los controles sobre todos los derechos de los individuos, de manera que no contradijesen el bien general. Con ello, por la preocupación de proteger al individuo, se hizo a un lado el descubrimiento de la idea de soberanía nacional, como poder de autodetermi-nación no subordinado a ningún otro, ni en lo exterior ni en lo interior. Por tanto, se anuló o se obstruyó casi totalmente la facultad de interven-ción del Estado, de la representación nacional para el ejercicio de esa soberanía en persecución del beneficio social general, tendiente a realizar los fines del Estado y del Derecho. El romanticismo liberalista individualista sí condujo a promover desigual-dades sociales, a favorecer intereses particulares, a maniatar la representación nacional y a interferir, en ocasiones casi a destruir, el ejercicio de la soberanía nacional. Por todas estas razones, con un profundo y elevado discernimiento, cam-bió Molina Enríquez el espíritu de la Constitución liberalista individualista de 1857, al sentido intervencionista socialista de la Constitución de 1917, en la que la Nación, el estado mexicano, reivindica la soberanía sobre su territorio y sobre sus habi-tantes, rescata la legítima propiedad del subsuelo, de las aguas, de las tierras y se reserva la facultad soberana de reconocer o desconocer la propiedad privada, de imprimirle todas las modalidades y restricciones necesarias para que funcione en beneficio del todo social. Resalta claramente que el pensamiento de Molina Enríquez impuesto en el Artículo 27 constitucional tuvo una extraordinaria visión hacia el futuro, hacia las necesidades del estado moderno y de la convivencia humana; y, de manera por demás obvia, entregó al estado mexicano el fundamento y la instrumentación jurídica, la base filosófica, la fuerza de una voluntad social predominante plas-

19

Page 21: Antologia Molina Enriquez

mada en norma fundamental originaria, para rescatar su presente, para rectificar errores del pasado y para construir su futuro en concordancia con las idealidades máximas de justicia y equidad social, de desarrollo racional y de genuina libertad y soberanía irrenunciable. En toda la obra de Andrés Molina Enríquez está siempre presente un espíritu de gran responsabilidad intelectual y científica, que es el resultado de una formación sistemática de solidez absoluta. Sus producciones son el fruto de ob-servaciones directas, investigaciones acuciosas y prolongadas meditaciones críti-cas. Bajo la orientación del positivismo y evolucionismo, su pensamiento elabora análisis históricos, normas jurídicas, clasificaciones de teoría del conocimiento o concepciones de etnología, con apoyos indiscutibles de observación y experiencia comprobada que se articulan en elementos científicos y toman acción dinámica al concurrir como impulsos históricos, a la configuración del cuadro social. En cada obra asienta sus premisas sobre variadas aportaciones que exa-mina rigurosamente, antes de aceptarlas como principios originarios y fundantes. El signo filosófico de la evolución spenceriana es manejado con mágica maestría, lo mismo que exponer el enlace de etapas históricas, que para explicar diferen-cias culturales y lingüísticas de los grupos humanos, o formas de tenencias de la tierra, dentro de una unidad omnicomprensiva de pensamiento de dimensiones cósmicas y de extensiones temporales paralelas en su proyección. Su estudio sobre la formación de regiones naturales en México y sus recomendaciones de política de desarrollo económico y social por regiones, con-tenidos en Los Grandes Problemas Nacionales, tienen respaldos científicos en datos tomados de la paleobiología, de la bioquímica y de la geología antigua y reciente. El valor geoeconómico y geopolítico de la zona fundamental de los cereales está conectado con esos mismos datos y con las incidencias de las glacia-ciones y de las fallas de la corteza terrestre. En el examen de la historia, consecuentemente, no hay espíritu anec-dótico ni artificiosa dramatización, sino observación del desarrollo de fac-tores sociogeográficos, étnicos, de psicología de grupos sociales, de su actuación como clases económicas con intereses políticos peculiares; y, sin embargo, estas vinculaciones cósmicas enriquecen las exposiciones, multiplican la emotividad

20

Page 22: Antologia Molina Enriquez

de su lectura, con una profundidad de enfoques, que asigna a los personajes de nuestra historia y a la historia misma, la atmósfera de la tragedia clásica y más propiamente, de la épica heroica, en donde el medio físico, los atavismos raciales, las estructuras económicas, el contacto con avances tecnológicos e innovaciones políticas, mueven y entrelazan sus impulsos en la conformación del devenir.

En su estudio sobre Juárez y la Reforma define lapidariamente el sentido de la investigación histórica, como “la ciencia, verdaderamente tal, de estudiar los impulsos sociales que en la evolución universal y en el proceso de la selección colectiva, han determinado los movimientos de los grandes hombres”.

Estuvo Andrés Molina Enríquez alimentado en la orientación cientí-fica positivista y en el “liberalismo” mexicano, pero esta última palabra tiene una acepción muy especial, pues corresponde al laicismo anticlerical y progresista que caracteriza a la corriente de Benito Juárez, a los “liberales” de la Reforma contra los conservadores, y posteriormente al Partido Liberal que siguió funcionando dentro del período de la dictadura porfiriana. Muy lejos está Molina Enríquez del otro liberalismo, del dejar hacer y dejar pasar, cuyos errores dieron precisa-mente nacimiento a la gestación de revolución social de 1910. La revisión histórica de México desde sus orígenes más remotos se une a las observaciones de una vida transcurrida en contacto inmediato con los pro-blemas del campo, con las prevalecientes castas sociales y con las injusticias de un orden clasista en que los grupos étnicos coincidían con los estratos sociales. Todo ello vive en sus obras, con la comprensión precisa de la naturaleza de las cuestiones raciales, derivadas de la confrontación y compenetración forzada de elementos humanos contrastantes en origen y en grado de evolución, en confor-mación psicológica y organización social. Muy notable es la investigación y di-ferenciación de los grandes conglomerados lingüísticos por el origen construc-cional de las lenguas. Pero, de los momentos culminantes en la creación intelectual de Mo-lina Enríquez, emerge con los caracteres de edificación colosal, su identificación de los grandes problemas de la Nación, alrededor de las cuestiones centrales de la necesidad de dividir la gran propiedad territorial, organizar sistemas de irri-

21

Page 23: Antologia Molina Enriquez

gación y estructurar el crédito territorial, para resolver el gran problema político y los problemas derivados de la composición, concentración y dispersión de la población en las diversas regiones del país. Sobre ese libro emitió opinión en 1937 el doctor William Prestley, de la Universidad de California en Berkely, profesor titular de historia en esa institución; y, al llamarlo la biblia de la Revolución, expresó que junto con el Ensayo Político sobre la Nueva España de Humboldt y La vida en México de marquesa Calderón de la Barca, forma la trilogía de libros más notables que se hayan escrito sobre México. Años más tarde, la autora norteamericana Anita Brenner en su libro The Wind That Swept Over México, considera a Andrés Molina Enríquez como el Juan Jacobo Rousseau de la Revolución Mexicana. A sesenta años de distancia, el planteamiento de los problemas del país, aún tiene actualidad; y la determinación de las regiones naturales de México es objeto de estudio y seguida en sus lineamientos, por autores como el geógrafo Claude Bataillon, del Instituto de Altos Estudios Latinoamericanos de la Uni-versidad de París, que en su obra publicada el presente año bajo el título Regions Geographiques Au Mexique, le dedica amplio comentario exegético. Cabe mencionar que ese geógrafo, así como los especialistas america-nos R. C. West y J. P. Augelli (Middle America Its Land and Peoples, Prentice Hall, 1966) y el alemán O. Schmieder (Geografía de América Latina, Fondo de Cultura Económica, 1965), coinciden con el punto de vista de Andrés Molina Enríquez, de principios de este siglo, consistente en combinar para la regionaliza-ción, los enfoques culturales y económicos, de polarización de actividades, junto con el examen escueto del medio físico. Asimismo, resulta interesante constatar que en la década de los cincuentas los organismos técnicos de las Naciones Unidas, al hacer recomendaciones para los países en vías de desarrollo, sugirieron la planificación y ejecución del desarrollo por regiones, también en coincidencia con la visualización de Andrés Molina Enríquez. El segundo momento cumbre de su producción como intelectual estu-dioso de nuestro país lo constituye su Esbozo de la Historia de los Primeros

22

Page 24: Antologia Molina Enriquez

Diez años de la Revolución Agraria de México, en el que nuevamente alcanza dimensiones monumentales y grandiosas su amor por México, su responsabilidad científica, la originalidad de su examen de la historia, su prosa sencilla, elegante y aumenta a la vez; y su método expositivo en el que, repetimos, hay la presencia de una concatenación apodíctica, aunada a un fervor descriptivo y a una fuerza plástica que suscitan intensa y profunda emoción. Después de leer la aproxi-mación multidimensional de ese “esbozo”, no se puede evitar la impresión de que se ha conocido la verdadera Historia de México y de que se ha penetrado a la idiosincrasia psicológica de todos y cada uno de nuestros próceres. Empero, no es de menor importancia y belleza de exposición, la inves-tigación también multidimensional, interdisciplinaria, que hizo Andrés Molina Enríquez sobre Juárez y la Reforma, que como las anteriores, deja la invitación a la acción progresista enlazada con el sentido valioso de nuestro acontecer me-diato e inmediato anterior. Ahora bien, don Andrés fue el primero en tomar esa inspiración de nuestro pasado y esa visión de nuestro mejor futuro, para imponérselas a sí mis-mo como motores de su acción. Al constatar que la evolución histórica que él había planteado en sus Problemas Nacionales, estaba en riesgo de deformaciones y desviaciones, se transforma en hacedor de historia y constructor de porvenir; a riesgo de su vida y con el oneroso precio de libertad, hace retemblar la fibra de los imperativos de cambio social con su Plan de Texcoco y rectifica de esta manera la trayectoria de la Revolución. De ahí en adelante ya no se podrá soslayar el ideario social de ese movimiento. Pero ocurre que al reunirse el Congreso Constituyente de Querétaro en 1916, nuevamente vuelve a advertir Molina Enríquez el grave peligro de la trai-ción a la autenticidad revolucionaria, y nuevamente actúa para hacer historia, en esta ocasión con el alcance máximo, con la modificación radical de la estructura y fisonomía jurídica de México, a través del Artículo 27 constitucional, que per-sonalmente redacta, después de convencer a los revisionistas contrarrevoluciona-rios del simple cambio político, tras de mostrarles con el peso de la evidencia y la coyuntura favorable de las amenazas de continuación de la violencia armada,

23

Page 25: Antologia Molina Enriquez

que el examen del problema agrario era inevitable. Tal oportunidad fue mara-villosamente aprovechada por Molina Enríquez para hacer la Constitución de 1917, con su Artículo 27, la primera constitución socialista del mundo, la pri-mera ley fundamental en que se rescataron los derechos de la soberanía nacional, en un nuevo sentido de intervención estatal justiciera y progresista, racional y valiosa. Y lo peculiarmente relevante de ese nuevo concepto constitucional de Molina Enríquez es que lo enlazó con la tradición plurisecular del país, con las características psicológicas sociales de los diversos grupos que componen nuestra población; asignándole una funcionalidad de proyección futura ilimitada, fiel a su concepción evolucionista spenceriana.

Muy pocos instantes en la historia de la humanidad existen, en los que un solo individuo polarice y atraiga sobre sí el peso de tan tremenda responsa-bilidad, como si un modesto pararrayos absorbiera toda la carga eléctrica de una tempestad ciclónica. También hay muy pocos extremos en los que un solo individuo actúe con tan extraordinario acierto, con tan excelsa conciencia de ser representante de todo un pueblo, de toda una nación, de toda una gran etapa histórica, con siglos de dramática lucha tras de sí, con estrujantes condiciones de vida en la población campesina que esperaban un milagro, con graves amenazas a la soberanía de la nación que reclamaba una solución de verdadera urgencia. Andrés Molina Enríquez fue ese pararrayos que convirtió la tormenta en dínamo constitucional. El varón de Jilotepec y Toluca, el etnólogo e historiador, el jurista, geógrafo y planificador se erigió prodigioso piróforo, en plasmador de idealidades en realidades.

El mismo Molina Enríquez, en alguno de sus libros, expresa que en nuestra historia se puede identificar a un hombre con una etapa de lucha y de esa manera, él identifica a Morelos con nuestra Independencia, a Juárez con la Reforma. Andrés Molina Enríquez personifica el espíritu de nuestra Revolución y al ser verdadero de nuestra nacionalidad. No obstante, sí es de deplorar que el insigne ideólogo hubiera sido siem-pre de una infinita modestia y que tras de obrar con la grandeza y tino que los momentos cruciales requerían, se retirara posteriormente, sin asumir el primer plano, políticamente, que con legitimidad pudiera haber reclamado y que quizás le hubiera permitido proyecciones adicionales de su vasta y admirable obra.

24

Page 26: Antologia Molina Enriquez

En los años cercanamente posteriores al Constituyente de Querétaro hubo tendencias de desvirtuar, de tratar de impedir la realización de sus prin-cipios, intentos de atacar la legalidad, juridicidad y constitucionalidad de la Con-stitución, claramente patrocinados y empujados por los intereses oscuros que la Carta de 1917 habría de afectar. Don Andrés, como Consejero de la Secretaría de Hacienda, como miembro de la Comisión Nacional Agraria, como Jefe de Compilación de Leyes de la Suprema Corte de Justicia y como jurisconsulto solicitado por los gobiernos estatales y federal, realizó numerosas defensas de la norma que él había construido a forjar, hizo diversas interpretaciones de textos, para defensa de intereses de campesinos y en parte muy importante, para defensa de la Nación ante tentativa delusión de su soberanía por intereses extranjeros y nacionales reaccionarios. En 1922 el general Álvaro Obregón como Presidente de la República y el general Plutarco Elías Calles como Secretario de Gobernación, piden a Andrés Molina Enríquez que redacte un texto explicativo e interpretativo del verdadero sentido del Artículo 27 constitucional y de la Constitución de 1917. Nueva-mente, la pluma y la mente de don Andrés van a interpretar la filosofía funda-mental de la Nación mexicana, con el carácter de versión oficial y auténtica de esa interpretación, que así es publicada en boletín especial de la Secretaría de Gobernación del mes de septiembre de 1922, bajo el título de El Artículo 27 de la Constitución Federal.

La profundidad y trascendencia de los conceptos vertidos en ese estudio interpretativo están de manifiesto para el menos versado de los lectores. Repeti-mos que es por esa humildad excesiva de don Andrés que parecía aumentar a medida que su edad ascendía, la riqueza de contenido de ese importante docu-mento, apenas si es conocida, ya no digamos estudiada. Parte también hay que atribuir a la penosa circunstancia de que existe muy poco interés por la investi-gación sobre estos temas de Derecho Constitucional, Filosofía Jurídica y Teoría del Estado, entre los profesionales del Derecho, siempre absorbidos en el litigio, el empleo o la docencia de poca relevancia. Para no citar más que un renglón, diremos que la justificación que dio don Andrés Molina Enríquez de la Constitución de 1917, en su legitimidad

25

Page 27: Antologia Molina Enriquez

derivada de la Revolución triunfante, es básicamente la misma que darían posteriormente Adolf Merkl, Alfred Verdross y Hans Kelsen, respecto del poder constituyente el fundamento de la constitución en sentido jurídico positivo. Felizmente, las retiradas que don Andrés acostumbró hacer, después de actuaciones magistrales para rectificar la historia, dieron el fruto de las obras escritas, de las penetrantes meditaciones y de las investigaciones en apoyo de dichas obras. Jamás abandonó don Andrés sus cátedras de etnología y etnografía aborigen en el Instituto de Antropología, alojado en aquel tiempo en el Museo Nacional de la Moneda. En los últimos años de la década de los treinta, don Andrés sentía ya la proximidad del fin de su vida y así lo hizo saber cada día de su cumpleaños y onomástico, a los muy numerosos comensales que concurrían a su casa de las calles de Carretones, a disfrutar de su presencia, de su charla y de su mesa, siem-pre bien provista de platillos nacionales típicos. A los setenta años de edad y de entrega al país que tanto amó y estudió, le fue negada una pensión de retiro. Su estado natal prestamente lo acogió como Magistrado del Tribunal Superior, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento en 1940, el 10 del mes de agosto, en que con la sencillez, con la humildad y la gran-deza que fueron su esencia, recibió a la muerte en su modesta casa de la ciudad de Toluca, dormitando al concluir su tazona de chocolate matutino. El currículum de sus actividades públicas adicionales a las del cono-cimiento, definición y construcción de su patria, incluye el ejercicio de la abogacía como juez y notario del Estado de México, en diversas poblaciones, hasta los primeros años del presente siglo.

•De 1907 a 1911 profesor de Etnología en el Museo Nacional.

•Del 15 de julio de 1911 al 25 de marzo de 1912 en prisión política.

•De 1912 a 1913 profesor de Etnología, posteriormente profesor conservador del mis-mo Museo y, en 1916, jefe del Departamento de Etnología de la propia institución.

26

Page 28: Antologia Molina Enriquez

•En 1916, representante de la Secretaría de Hacienda en la Comisión Nacional Agraria.

•En el mismo año es designado jefe de la Dirección de Bosques de la Secretaría de Fomento y abogado consultor de la Dirección de Aguas hasta 1917, en que es comisionado como abogado consultor del Banco de Guanajuato de la Secretaría de Hacienda, y de 1919 a 1920 es abogado de la Caja de Préstamos para la Irrigación, de la misma Secretaría.

•De 1920 a 1929 desempeña la Jefatura del Departamento de Compilación de Leyes de la Suprema Corte de Justicia.

•De 1927 a 1937 tuvo a su cargo cátedras de Historia en el Instituto de Pre-paración del Profesorado de Escuelas Secundarias, además de sus clases ya cita-das que continuó impartiendo en el Museo Nacional.

•De 1933 a 1936 fue miembro de la Comisión Consultiva del Departamento de Población de la Secretaría de Agricultura.

•De 1938 a 1940, por designación del Gobierno del Estado de México, ocupó una Magistratura en el Tribunal de esa Entidad e impartió cátedras diversas en el Instituto Científico y Literario de la Ciudad de Toluca. En la selección que sigue hemos escogido fragmentos de sus obras prin-cipales, en la conciencia de que en ocasiones toda obra de esta naturaleza corre el riesgo de mutilar o deformar la impresión respecto de los trabajos objeto de la selección circunstancial que es más acentuada en el caso de la producción de don Andrés Molina Enríquez, pletórica de perspectivas múltiples, de apuntes cientí-ficos y de documentación histórica y bibliográfica. Consecuentemente, la presentación solamente intenta dar una visión de conjunto y destacar aspectos principales, pero en caso alguno puede sustituir a la lectura directa de los muy importantes originales.

2727

Page 29: Antologia Molina Enriquez
Page 30: Antologia Molina Enriquez

Clasificación de las CienciasFundamentales

Page 31: Antologia Molina Enriquez
Page 32: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

31

CAPÍTULO I

LA NECESIDAD PERIÓDICA DE LA ORDENACIÓN DE LAS CIENCIAS

LOS CONTINUADOS esfuerzos que a diario se hacen en todas partes del mundo para ensanchar los conocimientos humanos, encontrando nue-vas relaciones entre los fenómenos naturales, fijando los principios que

definen esas relaciones, formando con tales principios sistemas de mayor extensión, creando ciencias especiales con el desarrollo de dichos sistemas, y desenvolviendo las expresadas ciencias especiales con el acopio constante de datos cada vez más numerosos, cada vez mejor apreciados, y cada vez mejor referidos a las relaciones primordiales, han exigido de tiempo en tiempo, difíciles trabajos de ordenación de los mismos conocimientos. Muchas circunstancias han impuesto la necesidad periódica de los traba-jos de ordenación a que acabamos de referirnos. Ha sido ante todo indispensable conocer de tiempo en tiempo, el número de las ciencias que se han formado y el objeto que cada una de ellas persigue: ha sido también indispensable conocer de tiempo en tiempo, dada la variabilidad de las condiciones de observación de to-dos los fenómenos y por tanto la indeclinable relatividad de todo conocimiento, el estado que guarda cada ciencia en particular por los principios que haya adoptado como firmes y seguros; ha sido igualmente indispensable conocer de tiempo en tiempo, los puntos de concurrencia en que unas ciencias se encuentran con las otras y en que unas y otras confunden sus principios y enlazan sus ramificaciones: ha sido asimismo indispensable conocer de tiempo en tiempo las diferencias que separan a unas ciencias de las otras, y las limitaciones que las unas por las otras tienen que sufrir, ha sido idéntico modo indispensable conocer, de tiempo en

Page 33: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

32

tiempo, la dependencia mutua que todas las ciencias guardan, determinando el orden en que unas comprenden a las otras, éstas a otras y así sucesivamente; y ha sido, por último, indispensable conocer, de tiempo en tiempo, por la apreciación que se haga de todas las ciencias en conjunto, la estimación aproximada del desarrollo que todos los conocimientos han logrado alcanzar. En el estado actual de los conocimientos humanos se puede afirmar, que hay una relación precisa entre el desarrollo de las ciencias, la inteligencia humana que las elabora, y el desarrollo del estado social que nutre la actividad de dicha in-teligencia. No es necesario seguramente que nos detengamos a demostrar que un mayor desarrollo del estado social produce un mayor desarrollo de la inteligencia humana y ésta un mayor desarrollo de las ciencias. Cuando las condiciones so-ciales marcan un adelanto que permite distinguir diferencias claramente señala-das entre las circunstancias características del estado siguiente, tales diferencias se encuentran en las diferencias intelectuales que corresponden a uno y a otro estado, y las mismas diferencias se traducen en notables modificaciones de las ciencias de uno a otro estado también. En el momento en que las expresadas diferencias se acusan, es en el que se hace necesario el trabajo de la ordenación, porque es en el que la confusión se produce. En tanto que las modificaciones introducidas en las ciencias, no hagan indispensable el trabajo de una nueva ordenación, es evidente que la que está en vigencia basta para su objeto, y debe entenderse por la que está en vigencia, la que haya sido aceptada como mejor para llenar su objeto, es decir, la más sencilla, más completa y más precisa. La naturaleza propia de los trabajos de ordenación a que venimos refiriéndonos, por la necesidad de tomar nota del estado de cada ciencia y de reducir cada ciencia a su parte esencial; por la necesidad de catalogar todas las ciencias, y de referirlas unas a otras; y por la necesidad de agruparlas de modo que sin gran esfuerzo puedan ser abarcadas en conjunto; la naturaleza propia de tales trabajos, decimos, ha creado una ciencia especial, la Filosofía, que ha hecho de los mismos trabajos su objeto y su fin. La Filosofía ha tenido que tener la base indeclinable, la suma de los prin-cipios demostrados por todas las demás ciencias, y debía haber limitado siempre

Page 34: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

33

su función a establecer las mutuas relaciones de esos principios, y a formular las generalizaciones firmes que esas relaciones pudieran sólidamente fundar. El ansia, sin embargo, de llegar desde luego y sin el trabajo de largas, lentas, pacientes y sucesivas investigaciones, a conocer las causas fundamentales o primeras de los hechos sobre los cuales se apoyan los principios demostrados por las ciencias, para llegar por esas causas al punto de partida original, antes del cual nada ha podido, puede, ni podrá existir, concediendo a los elementos del lenguaje que han generado los conceptos subjetivos que se han llamado ideas, y a las formas de raciocinio que se han desprendido de las relaciones establecidas entre esos conceptos, una eficacia de dichos elementos y formas no pueden tener por sí mis-mos independientemente de los fenómenos naturales, ha hecho que la Filosofía pretenda descubrir por sólo la sutilidad del razonamiento, las referidas causas primeras o fundamentales, y detrás de éstas, la causa original, el punto de partida supremo. Y como era natural, tan amplio programa de propósitos, ha tenido que ser el objeto principal de la Filosofía pasando a ser el trabajo de ordenación de las ciencias, un propósito de orden inferior no comprendido siquiera entre los de dicho programa. La Filosofía en su empeño de llegar a causas primeras y por éstas al pun-to de partida original, ha tenido que encontrarse forzosamente con la Religión. La Religión en general, y cada una de las religiones en particular, pretenden tener el secreto del punto de partida original de sus dogmas, y haber recibido el cono-cimiento de las causas primeras o fundamentales por medio de la revelación; creen haber resuelto por lo mismo el problema principal de la Filosofía. Dado que la Religión en general, parte del mundo superior de lo desconocido y desenvuelve su acción hacia el mundo sensible, y que la Filosofía parte de los conocimientos adquiridos en el mundo sensible, y yendo hacia lo desconocido, se detiene en el límite a donde pueda llegar al raciocinio que en dichos conocimientos se apoya, cuando ambas se han encontrado y han llegado a un acuerdo como en la Edad Media sucedió, forzosamente la Filosofía ha quedado comprendida dentro de la Religión e inevitablemente subordinada a ella. En ese caso, se ha pretendido que los conocimientos humanos, forman un todo que de arriba abajo, parte del punto original del dogma, se desenvuelve en los principios primeros o fundamentales de la revelación, continúa desenvolviéndose en la Filosofía como ciencia general y

Page 35: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

34

acaba ramificado en los últimos términos de las ciencias particulares, perdido en la infinita variedad de las cosas de plena existencia material. La subordinación de la Filosofía a la Religión durante la Edad Media, produjo consecuencias singularmente graves. Por una parte el objeto principal de la Filosofía o sea el dirigido a investigar las causas primeras o fundamentales y después de ellas el punto de partida supremo, se desvaneció de improviso, y sólo quedó el secundario de la ordenación de las ciencias; y por otra, toda la actividad de la Filosofía dirigida hacia arriba en el sentido del objeto principal, se dirigió hacia abajo, se concentró en el objeto secundario de la ordenación de las ciencias, convirtió ese objeto de pasivo a coordinador, en director o activo, y se dedicó a evitar que las nuevas ciencias traspasaran los límites fijados como absolutos por la inmutabilidad del dogma. El resultado fue, si se quiere, benéfico para la tranqui-lidad del espíritu, que se adormeció con el engaño de plenitud que obtuvo al sus-tituir con la convicción de la fe, la convicción de la investigación completamente agotada y absolutamente laxitud y en las ciencias una inevitable paralización. Por fortuna, la correlación entre el estado social, el estado intelectual y el estado científico, como indicamos, no es casual sino causal. Las necesidades sociales que son de existencia natural, se sobrepusieron al sistema meramente subjetivo que formó un todo de la Religión, de la Filosofía y de las ciencias, y con el Renacimiento y la Reforma, barrieron dicho sistema y devolvieron a la inteligencia su libre actividad y a las ciencias su potente propulsor. En los tiempos que corren, La Religión y la Filosofía pueden considerarse definitivamente separadas y libres de toda mutua dependencia; no sólo son inde-pendientes sino enemigas, pues la primera por sí y por sus dogmas y tradiciones, y las segunda, en nombre de las ciencias particulares que ya no pretende dominar, pero que para el caso representa, ocupan campos sucesivos que lindan, y una y otra luchan sin cesar, por retirar los linderos del campo propio a expensas del campo colindante, reconociendo ambas que el límite común debe ser trazado por los alcances de la investigación convencida; más allá de esos límites, se encuentra la Religión, más acá la ciencia.

Page 36: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

35

La larga dependencia de la Filosofía a la Religión, no fue sin embargo, inútil para la primera. Ésta el recobrar su independencia, reaccionó vigorosamente y redujo su campo al de los hechos de posible comprobación, únicos que pueden dar a la razón la convicción en toda su plenitud; y como virtud del alejamiento de la Religión, de la reducción del objeto de la Filosofía, y del ensanche que han adquirido las ciencias particulares, desenvolviéndose en plena libertad, los traba-jos de comprobación de los referidos hechos, son múltiples, muy diversos y en su mayor parte propios de los dominios especiales de esas ciencias, no pueden caber ya dentro de los límites de una ciencia sola, por más general que ésta puede ser, y han sido abandonados, casi en su totalidad, a dichos dominios. Ahora, el descu-brimiento de las causas primeras o fundamentales y el del punto de partida origi-nal, a ser posible, están encomendados a las investigaciones científicas aisladas, y no a los esfuerzos más o menos sistematizados, pero esencialmente subjetivos, de la simple especulación. La Filosofía solamente se ha reservado el estudio de las ciencias en lo que tienen en común, como sus procedimientos de investigación o métodos; el estu-dio de los principios científicos de carácter general que no pueden ser desarrol-lados por una sola ciencia a virtud de pertenecer a varias de ellas o a todas, como los principios generales del conocimiento; y la coordinación de las ciencias por sus métodos concurrentes y por sus principios comunes, como se procura hacer en las ordenaciones periódicas a que antes nos hemos referido. Por último, la Filosofía reducida a su papel de ciencia especial de las generalizaciones que las ciencias propiamente dichas permitan hacer, no es una ciencia general que comprende a todas las ciencias, sino una ciencia más como ellas mismas. La generalidad de una ciencia debe apreciarse por el número de grupos o series de hechos, de fenómenos o de relaciones funcionales que com-prenda, y no por el de los datos, fundamentos y comprobaciones que se vea obli-gada a reunir, o por las aplicaciones que le sea dable alcanzar.

.................

Page 37: Antologia Molina Enriquez
Page 38: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

37

CAPÍTULO IV

LA ORGANIZACIÓN DE LAS CIENCIAS ACTUALES

DE CONFORMIDAD con lo expuesto en los tres capítulos anteriores, para hacer una totalización de las ciencias que a un tiempo pueda ser, un ordenamiento de colocación, un sistema de clasificación, y una co-

ordinación orgánica de las ciencias mismas, es indispensable buscar en ellas un principio que sirva de punto de partida al mencionado ordenamiento, de pen-samiento general al expresado sistema, y de centro de convergencia a la referida coordinación. Ese principio deberá orientar, dirigir y presidir el movimiento de las ciencias en lo futuro, hasta que trascendentales modificaciones del estado so-cial, de la inteligencia humana y de las ciencias mismas, exijan una nueva tota-lización hecha sobre bases nuevas también.

Como resumen de los principios fijados y demostrados por todas las cien-cias particulares, formuló Spencer el principio superior de la evolución universal: en el momento actual ese principio puede considerarse como generalmente aceptado: admitiendo, sin embargo, que en ciertas particularidades deba ser considerado a discusión, reducido al de la precisa sucesión que enlaza y encadena todos los fenó-menos naturales, sí puede considerarse ya como indiscutible. Pues bien, el prin-cipio de la evolución universal tal cual Spencer lo formuló, o por lo menos el de la sucesión de los fenómenos naturales, puede tomarse como punto de partida, como el pensamiento general y como el centro coordinador que necesitamos. Tomando como base cualquiera de los principios que indicamos en el párrafo anterior, que para el caso lo mismo da el uno que el otro, tenemos que

Page 39: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

38

construir desde luego la agrupación de ordenamiento, o mejor dicho, el orde-namiento de colocación, con pocos grados de división y subdivisión, bien dife-renciados. Atento el alto número de las ciencias actuales, y dada su extrema di-versidad, es singularmente difícil reunirlas todas en unos cuantos grupos. Sin embargo, aquel número puede reducirse considerablemente con sólo hacer la dis-tinción que Aristóteles y sus discípulos marcaron en su tiempo, entre las ciencias teóricas y las ciencias prácticas. Cierto es que, como lo demostró Bacon, todas las ciencias tienen una parte teórica y parte práctica; pero también lo es que cada ciencia ha sufrido una división de hecho entre esas dos partes, quedando propia-mente teórica como fundamental, y dividiéndose y subdividiéndose la otra, o sea la práctica, en todas las requeridas por las múltiples aplicaciones de la teoría fun-damental a las innumerables necesidades de vida humana. De ello ha resultado que el número de las ciencias fundamentales, ha venido a ser mucho más bajo que el de las ciencias de aplicación. Ahora, como también lo demostró Bacon, sólo las ciencias teóricas o fundamentales tienen que ser motivo de una ordenación de clasificación, tanto porque esa ordenación es un asunto teórico en sí, cuanto porque ordenadas y clasificadas dichas ciencias teóricas o fundamentales, debe considerarse que en lugar de cada una vienen a quedar comprendidas todas las de aplicación a prácticas que de ella se han derivado ya, o que se deriven los sucesivo. El trabajo, pues, viene a reducirse a sólo agrupar y a colocar en un orden determi-nado, las ciencias teóricas o fundamentales. Aunque muy reducido ya el trabajo de ordenación de las ciencias a sólo el de las teóricas o fundamentales, como éstas no obstante ser mucho menos que las prácticas o de aplicación, no son, sin embargo, pocas, conviene distribuirlas en grupos formados por las semejanzas más salientes que las confundan, separados por las diferencias más profundas que las distingan, buscando esas semejanzas y diferencias, entre las que puedan relacionar los grupos expresados con el principio evolutivo que hemos tomado como base. Así habremos formado un corto número de grupos generales que constiuirán verdaderas ciencias generales también, y que nominadas con palabras que expresen suficientemente el carácter general de ellas, puedan llamarse en conjunto, Ciencias Generales, de un modo definitivo. Si por una parte ha sido conveniente agrupar las ciencias fundamentales de la manera que acabamos de indicar, por otra conviene también dividirlas en

Page 40: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

39

tres grandes ramas para que su carácter, menos general seguramente que el de las ciencias que acabamos de llamar generales, pero siempre demasiado general, no las coloque a muy grande distancia de las de aplicación y no haga muy copioso y, por lo mismo, muy ocasionado a lamentables confusiones, el número de cien-cias aplicadas que respectivamente les deben responder. Esas tres ramas podrían llamarse Ciencias de Desarrollo, y serán entre sí correlativas, de modo que cada una de ellas suponga la existencia actual o futura de las otras dos. Tales ciencias pueden ser, una de origen de la ciencia fundamental, otra de descripción de la forma constructiva de dicha ciencia; y la tercera, de exposición de los principios de la ciencia misma. Después de las ciencias de desarrollo, habrá que colocar las ciencias que bien pueden llamarse Ciencias Derivadas, y las que serán las ciencias en que se dividan las de Desarrollo, para servir ya de enlace a las ciencias prácticas o de apli-cación. Por supuesto que las Ciencias Derivadas, podrán dividirse y subdividirse a su vez, en las de segundo, tercero y cuarto órdenes que requiera el perfecto ajuste de aquéllas con las de aplicación: las ciencias en que se dividan y subdividan las Derivadas, pueden llamarse, genéricamente, Ciencias de Enlace. Es bien sabido que las nominaciones de las ciencias, se han hecho hasta ahora sin plan, sin método, sin orden, usando al acaso palabras griegas, latinas o de lenguas vulgares. Fácilmente se puede notar que muchos nombres de ciencias no concuerdan con los propósitos que a ellas han sido asignados. El examen más superficial descubre que por no tenerse en cuenta al nominar alguna, los nombres dados a las otras, muchas ciencias nominadas como de carácter general han resultado comprendidas dentro de las ciencias nominadas como detalle. Los trastornos que ha causado ese desorden al desarrollo de los conocimientos hu-manos, han sido trascendentales; a ellos hay que referir en gran parte, el estado de anarquía que las ciencias guardan en el momento actual. No pretendemos rehacer toda la nomenclatura científica, como lo in-tentaron Bentham y Ampère, porque ello no sería necesario, ni conveniente, ni posible; pero sí, siguiendo en parte el ejemplo por ellos dado, vamos a tratar de formar algunas nominaciones nuevas, y de corregir otras sólo en cuanto sea indis-

Page 41: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

40

pensable para que éstas y aquéllas produzcan el efecto coordinador que les desea-mos asignar, y para que la nomenclatura total, cuando menos en sus lineamientos generales, resulte concordada con el ordenamiento de colocación y con el sistema de clasificación a que antes nos referimos. El arreglo que vamos a hacer en la nomenclatura, no comprenderá más que las ciencias generales, las fundamentales y las de desarrollo, y consistirá sumariamente en usar, para nominar las ciencias nuevas y para corregir los nom-bres de las demás palabras formadas con elementos tomados de la lengua griega, sujetándonos para el efecto, a las reglas siguientes:

I. Para nominar las ciencias generales, tomaremos la raíz o seudorraíz de la palabra que indique el objeto de la ciencia, y le agregaremos el sufijo o seu-dosufijo “ia”, o bien, si se quiere, tomaremos como voz completa y sustantiva la desinencia o seudodesinencia de adjetivación o de derivación ideológica formada con dicha palabra; II. Para nominar las ciencias fundamentales o para corregir la nomi-nación de ellas, tomaremos la radical o seudorradical de la palabra que designe el objeto, la cual deberá ser distinta de las empleadas para las ciencias generales, y le agregaremos la desinencia “ica”, que indica pertenencia o comprensión; y III. Para nominar las tres ciencias correlativas de desarrollo, tomaremos la radical o sedorradical de la palabra que designe el objeto, la cual deberá ser distinta de las empleadas para las ciencias fundamentales y generales, y agregare-mos a la primera la seudodesinencia “genia”, y a la segunda la seudodesinencia “grafía”, y a la tercera la seudodesinencia “logía”, expresando esas tres seudo-desinencias, respectivamente, la primera el origen, la segunda, descripción, y la tercera, exposición.

.............

Page 42: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

41

CAPÍTULO V

LAS CIENCIAS FUNDAMENTALES OBJETIVAS

A L COMENZAR el trabajo que vamos a emprender sobre organización de las ciencias, forzoso nos es advertir a nuestros lectores, que como to-dos los capítulos siguientes van a tratar del mismo asunto, la división

de la exposición que venimos haciendo en los expresados capítulos, será simple división de extensión y no de materia. Supuesto que, como dijimos en el capítulo anterior, la primera categoría de las ciencias, en la totalización que vamos hacer, la deben formar las ciencias generales, y supuesto que tenemos que constituir dichas ciencias generales con las ciencias fundamentales, nos es indispensable principiar por estas últimas.

Las Ciencias Fundamentales, según la ordenación serial de Comte, a que nos referimos en el Capítulo II son las siguientes:

Page 43: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

42

En todo trabajo de ordenación, ha sido difícil señalar el lugar preciso de la Matemática, por considerar que esa ciencia comprende la que Comte llama Análisis, y la Geometría. Tal consideración, a la que Comte mismo no logró es-capar por completo, es enteramente errónea. La ciencia que Comte llama Análisis y que comprende la Aritmética y la Álgebra, es una ciencia completamente subjetiva, puesto que ni la numeración, ni sus representaciones, ni las combinaciones que aquélla y éstas puedan ad-mitir, tienen existencia objetiva alguna, y nada expresan ni son fuera de nuestro pensamiento; y precisamente porque es una ciencia absolutamente subjetiva, es típicamente abstracta. La Geometría (sin fijarnos por ahora en la falta de con-cordancia de esa palabra con la ciencia que denomina) es una ciencia objetiva como las demás que así se consideran, pues las formas tienen existencia real en la materia, que sin el conocimiento de las propiedades de ésta, ninguna noción de forma pudiera ser adquirida; precisamente porque estudia forma reales y bien definidas, es una ciencia concreta. Lo que ha dado motivo a considerar la Geo-metría, como ciencia abstracta, ha sido que sin tener en cuenta los orígenes del conocimiento de las formas, y aplicando a éstas las relaciones subjetivamente exactas de la Matemática, ha parecido que las formas geométricas pueden exis-tir por sí mismas y con absoluta independencia de las formas materiales, y con tanto más razón ha podido parecer así, cuanto que las formas de plena exactitud geométrica, no existen en la naturaleza con igual carácter de exactitud. Lo que ha dado motivo al error de considerar la Geometría como ciencia comprendida dentro de la Matemática, ha sido que para la fijación de los principios, y para la resolución de los problemas de la primera de las ciencias expresadas, ha sido indispensable el concurso de la segunda. La Geometría, por lo demás, no es una ciencia completa, o por lo menos, no es una ciencia fundamental, sino parte de una ciencia completa, o por lo menos no es una ciencia de mayor extensión que por ahora llamaremos ciencia morfológica. Comte, pues, tuvo razón para colocar separadamente la ciencia que llamó Análisis de la Geometría, si bien no la tuvo, como ya dijimos, para unirlas a las dos con el nombre de Matemática. Para nuestro objeto, nos basta con aceptar la separación que Comte hizo de la ciencia que llamó Análisis de la Geometría, por lo que las consideraremos

Page 44: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

43

por separado en lo sucesivo; y puesto que a virtud de esa separación no tenemos que considerar a la Geometría dentro de la Matemática, bien podemos llamar Matemática a la ciencia que Comte llamó Análisis. Una vez hecho así, dado el carácter plenamente subjetivo de la Matemática, y sustituyendo ésta con la Matérica, de que trataremos en su oportunidad, a reserva de colocar la Matemática, corregimos la serie de Comte, suprimiendo la ciencia que llama Matemática, tal cual la hemos definido, en la serie de las ciencias subjetivas.

Ya dijimos que la Geometría no es una ciencia completa, o por lo menos, no es una ciencia fundamental, sino parte de una ciencia más vasta, que provi-sionalmente llamamos ciencia morfológica. En efecto, la ciencia de las formas, de las formas todas que puede tomar la materia, debe ser una ciencia propia-mente dicha, y ciencia fundamental. Es claro que el estudio de las formas no debe reducirse solamente al de las formas absolutamente exactas que la Matemática modela, ni al de las formas regulares y simétricas (damos a esta palabra su es-tricta significación etimológica) que el reino mineral presenta en sus variadas cristalizaciones: en él deben ser comprendidas también las formas de regularidad y simetría relativas que en los días que corren han sido encontradas en los rei-nos vegetal y animal, y que son muy dignas de interés porque son constantes y sirven de punto de apoyo a interesantes principios de las ciencias que en esos se ocupan; y de igual modo, deben ser comprendidas también, las formas irregulares y asimétricas que ofrecen las masas que absurdamente llamamos en la actualidad amorfas, porque no podemos encontrarles todavía simetrías y regularidades de-terminadas. Esta integración de las ciencias parciales de las formas, en una ciencia total, no puede siquiera ser discutida; tiene que ser indeclinablemente aceptada por todo el mundo. Para nominar dicha ciencia, hay que abandonar la palabra geometría, de falsa significación, y dejar la palabra morfología, ahora aplicada al estudio de las formas vivientes, para una de las ciencias correlativas de desarrollo: para nominar la expresada ciencia de las formas como fundamental, tomaremos la misma radical de la citada palabra morfología, o sea la voz griega µηχαη y con la seudodesinencia ica que en el Capítulo anterior indicamos como a propósito para formar las palabras nominales de las ciencias de la segunda categoría, o sea, de las ciencias fundamentales, formaremos la palabra “mórfica”, que a nuestro entender resulta irreprochable. Así pues, como principio de la serie, y en lugar de la Geometría, colocamos en el ordenamiento serial de Comte, la Mórfica.

Page 45: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

44

En el ordenamiento que acabamos de citar, después de la Geometría, sigue la Mecánica: estamos conformes; nada tenemos que objetar, por lo que toca a la ciencia; pero sí nos manifestamos inconformes con la palabra nominal. La palabra mecánica, hecha con la voz griega µηχαυη como radical, que sig-nifica máquina para designar todos los fenómenos de la actividad espontánea o natural de la materia, estaba plenamente justificada en tiempo de Comte; pero no es la adecuada en estos días, en que tratándose del movimiento, domina a la idea de impulso recibido por la materia, o de propiedad en cierto modo innata de la materia misma, la idea de energía de dicha materia, en actividad. La pa-labra “dinámica”, cuya significación es de sobra conocida, parece la más propia. Con uno o con otro nombre, como ya dijimos, la ciencia de que se trata, debe ser considerada en la serie. Nos decidimos por la segunda, esto es, por la palabra dinámica, que colocamos en tercer lugar. En el ordenamiento de Comte, después de la Mecánica, sigue la Astronomía, comprendiendo la Geología y la Mineralogía. Tratándose de la Astronomía puesta en tales condiciones, se presentan dos cuestiones por examinar: es la primera, la del carácter y el nombre que se da a dicha ciencia; y es la segunda, la de si ésta debe o no comprender la Geología y la Mineralogía. No debe ser puesto en duda que la Astronomía es una ciencia propia-mente dicha, y una ciencia fundamental; estamos conformes; nada tenemos que objetar por lo que toca a la ciencia; pero por lo que respecta a la palabra nominal, nos manifestamos desde luego inconformes. La palabra astronomía, está hecha con voz griega αηρσυ, astro, como radical, y con la seudodesinencia, nomía, for-mada con la voz igualmente griega νοµοδ ley; significa, pues, leyes de los astros. Tal significación es notoriamente restringida, pues la ciencia de los astros abarca más que las leyes a que están sujetos. La palabra astrología hecha con la misma radical, sería mejor; pero por una parte, llevaría un nombre propio de otra cate-goría; y por otra, recordaría demasiado la ciencia extraviada que dicho nombre llevó. Formando con la misma radical y la seudodesinencia ica, que venimos usando para las ciencias fundamentales, una palabra nueva, resultaría “astrica”, que nos parece muy aceptable.

Page 46: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

45

La ciencia cosmológica de la Tierra debe ser una ciencia especial y una ciencia fundamental también, y con ese carácter debe comprender la ciencia que ahora se llama Geología, la que ahora se llama Mineralogía, y la que se llama Geografía; todas las ciencias, en suma, cuyos principios fundamentales estén vinculados al carácter cosmológico de la Tierra. La ciencia general así formada, estaría bien nominada con la palabra geología, si la seudodesinencia de esta última no indica-ra ciencia de categoría inferior, y si dicha palabra no tuviera ya una connotación limitada, plenamente admitida. Por tanto, con la misma radical y seudodesinencia ica, formamos la palabra “geótica”, con ella nominamos la ciencia cosmológica de la Tierra y colocamos esa ciencia a continuación de la Astrica.

Page 47: Antologia Molina Enriquez
Page 48: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

47

CAPÍTULO VI

VOLVIENDO AL punto relativo a la connotación de la palabra física…, es indispensable substituir tal palabra como nominal de una ciencia funda-mental que comprende el estudio de los cuerpos en su estado de equi-

librio, por una palabra equivalente, la que fortuna ya existe, es usada con tal carácter y reúne las condiciones requeridas para las nominativas de las ciencias fundamen-tales: esa palabra es la de “estática”… Dejando, pues, para cuando sea oportuno, el tratar de la Física como Ciencia General, tratándose de la Física que aparece en la serie de Comte, nos limitamos a cambiar esa palabra por la de “Estática”. Después de lo que ya hemos dicho, nada tenemos que decir de la Quími-ca que sigue a la Física, o sea, a la Estática en la serie de Comte. Respecto a la Biología, que sigue a la Química en dicha serie, poco tenemos que agregar a lo que ya hemos dicho: ya hemos aceptado que ella tiene el carácter de ciencia fun-damental, y ahora aceptamos que comprende la Botánica y la Zoología; éstas, en efecto, son ciencias de mera clasificación de los elementos de la ciencia de que se trata. Lo único que tenemos que hacer con la Biología es corregir su palabra nominal por idénticas razones a las que expusimos para substituir la palabra geótica a la de la geología; así, pues, substituimos la palabra biología por la de “Biótica”.

Page 49: Antologia Molina Enriquez
Page 50: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

49

CAPÍTULO VII

HAY QUE DAR cuanto antes a las ciencias del hombre su más completa autonomía, dándoles la construcción sugerida por Bacon. Para esto úl-timo, hay que considerar la ciencia del hombre en general, como cien-

cia general, y que dividir esa ciencia en las dos en que Bacon la dividió también, siendo éstas las que ya sean diferenciado en las dos orientaciones a que tanto nos hemos referido, o sean las del estudio del hombre orgánico correspondiente a la que llamó Bacon Antropología Individual y la del estudio del hombre colectivo, a la que llamó Bacon Antropología Social. Cuanto más profundamente se piensa en las razones que aconsejan la separación del estudio de los hombres como unidades orgánicas, del estudio de las asociaciones formadas por los hombres, más se afirma la convicción de que esa separación es una necesidad imprescindible. En efecto, los fenómenos propios de la naturaleza orgánica de los hombres son tan diferentes de los fenómenos pro-pios de las sociedades, por más que las sociedades estén compuestas de hombres de naturaleza orgánica, que las ciencias que se ocupan en unos y otros fenómenos tienen que ser diferentes también. En las monografías que con los títulos de La Nueva Antropología y La Nueva Etnología, deberán seguir a la presente, nos ocuparemos con toda extensión de las diferencias que apartan a las dos ciencias que acabamos de aludir, como correspondientes a los dos grupos de fenómenos que acabamos de mencionar. Para no dejar, sin embargo, por el momento el punto relativo a esas diferencias, falto de las indispensables explicaciones, en el capítulo siguiente expondremos las mismas diferencias de modo bastante completo para que puedan ser comprendidas, aunque con la mayor brevedad posible, para no alargar demasiado lo relativo a la ciencia antropológica general. Cuando haya-mos concluido de exponer las repetidas diferencias, determinaremos el carácter de dicha ciencia general, y de las dos ciencias parciales que ella comprende, y que una vez diferenciadas y colocadas en lugar de la Sociología en la serie de Comte, cerrarán esa serie por estar ya completas todas las ciencias fundamentales objetivas.

Page 51: Antologia Molina Enriquez
Page 52: Antologia Molina Enriquez

CAPÍTULO IX

BIEN DIFERENCIADAS ya, la ciencia del hombre individual y la ciencia del hombre colectivo, habrá que concluir con las dos acepciones actuales de la palabra antropología, y esto permitirá que la etnología, de una vez por

todas pueda definir su objeto. La ciencia actualmente nominada con la pala-bra etnología, compuesta de la voz griega etnos, pueblo, como radical, y de la seudodesinencia logía, aunque debiera ser por la significación de dicha palabra nominal, la ciencia de los pueblos, o sea, la ciencia de las colectividades formadas por los hombres, no ha podido acabar de formarse, porque no habiendo sido bien definidas las ideas que hemos venido exponiendo, muchos autores han consi-derado que el estudio de los pueblos debe corresponder a la antropología física, y otros, que ese estudio debe corresponder a la antropología general. Los primeros asignan a la etnología, la mezquina función de hacer la clasificación de los hom-bres por los datos morfológicos que éstos presentan; y los segundos, han comen-zado a asignarle la función de estudiar las sociedades humanas. Estos últimos tienen razón. Como veremos en la monografía que llevará el título de La nueva etnología, la etnología deberá ser la ciencia de los pueblos, o sea la ciencia de lo que hemos llamado el hombre colectivo. A virtud, pues, de todo lo que llevamos expuesto, hay que conceder a Bacon la razón: por lo mismo, hay que considerar a la ciencia del estudio de los hombres que él llamó antropología, como ciencia general, independiente de la zoología, y de autonomía plena; y hay que considerar esa ciencia dividida en dos, igualmente importantes, completamente independientes, y la una respecto a la otra, plenamente autónomas también. Estas dos ciencias parciales, como salta a la vista, son de tal amplitud y de tal trascendencia, que deben ser consideradas como ciencias fundamentales.

Dejamos para su oportunidad el tratar de la nominación que deberá darse a la ciencia general que Bacon llamó antropología, y dado que esa palabra

ANTOLOGÍA DE ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

51

Page 53: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

52

es usada generalmente como nominal de la ciencia del hombre orgánico, o sea del hombre individual, limitamos la aplicación de la misma palabra al expre-sado uso, dando a la propia palabra la definitiva connotación de designativa de la referida ciencia, modificando solamente la estructura de la referida palabra, en lo necesario, para que indique una ciencia fundamental, esto es, convirtiéndola en la palabra “antrópica” . Ahora, para designar la ciencia del hombre colectivo, o sea la ciencia de los pueblos, tomamos de la palabra etnología, la radical etnos, y agregándole la seudodesinencia correspondiente a las ciencias fundamentales, formemos la palabra “étnica”, que nos parece muy adecuada. Constituidas, así la Antrópica y la Étnica, colocamos esas dos ciencias, una después de la otra, en la ordenación serial de Comte en lugar de la Sociología. Por virtud, pues, de lo que venimos exponiendo desde el capítulo V, la or-denación serial de las ciencias fundamentales objetivas, deberá ser la que sigue:

Matérica; Estática;Mórfica; Química;Dinámica; Biótica;Astrica; Antrópica; yGeótica; Étnica.

Tales son todas las ciencias objetivas fundamentales.

Page 54: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

53

CAPÍTULO X

LAS CIENCIAS FUNDAMENTALES SUBJETIVAS

HEMOS HECHO las presentes explicaciones, no solamente para justificar la inscripción de las ciencia que hemos llamado subjetivas, a lado de las objetivas, en la serie de Comte, sino también con dos objetos más:

es el primero, el definir con toda precisión la naturaleza especial de las ciencias subjetivas, con el fin de poder señalar a esas ciencias su lugar respectivo en la ordenación que pretendemos hacer; y es el segundo, el de mostrar a las claras, que teniendo las mismas ciencias un carácter común, pueden ser agrupadas en una ciencia general, de la que trataremos cuando sea oportuno. Una vez que determinadas ciencias subjetivas hayan sido inscritas en la serie de Comte, y una vez al formar las ciencias generales, se haya formado la cor-respondiente a las expresadas ciencias subjetivas, la distinción entre ciencias obje-tivas y subjetivas, será completamente inútil y para nada la volveremos a usar. En cuanto los hombres pudieron comunicarse entre sí por medio de la palabra, nació y comenzó el desarrollo, el lenguaje. No ha podido saberse con ex-actitud si la humanidad tuvo un origen único o múltiple, y no ha podido saberse tampoco, si el lenguaje apareció primero en un solo grupo y se dividió después en varias lenguas, al dividirse dicho grupo en grupos secundarios posteriores, o si apareció en varios grupos independientes, formando desde el principio lenguas troncales, completamente extrañas las unas de las otras. Lo que sí se puede tenerse por demostrado, es que todas las lenguas, consideradas por los más pro-fundos retrospectivos, como troncales, nacieron, se desarrollaron y se constituyeron

Page 55: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

54

con arreglo a una estructura de cierto modo general, naciendo, desarrollándose y constituyéndose del mismo modo, al paso del tiempo, las lenguas derivas en que fueron dividiéndose y subdividiéndose por grados sucesivos, las expresadas troncales, lo cual ha hecho posible que se haya podido fijar los principios que han regido la evolución general de las lenguas, y que con esos principios se haya po-dido formar una ciencia propiamente dicha. Ahora, como cada lengua, lo mismo las troncales que las derivadas hasta la última ramificación, ha tenido su campo de actividad en relación con las condiciones de vida del grupo humano a que ha pertenecido, por virtud de su actividad propia, de un lado, y de las limitaciones que en numerosas circunstancias le han impuesto, de otro, ha tenido que formarse una estructura especial también, que sin dejar de seguir los grandes lineamientos de la estructura general de todas, la ha diferenciado lo bastante de las demás, para que pueda considerarse como independiente a ellas. A consecuencia, pues, de la independencia en que cada una de ellas ha podido obrar, cada una ha fijado sepa-radamente sus principios constitutivos estructurales, y ha creado varias ciencias para estudiar esos principios, de modo que cada una también, supone un haz de ciencias que de ella tratan.

Por virtud de las consideraciones precedentes, se han venido coordinando todas las ciencias del lenguaje, tendiendo a formar en conjunto una ciencia total, que deberá comprender las ciencias que liguen a las parciales relativas a cada len-gua y esas mismas ciencias parciales que podrán conservar su propia autonomía. Las ciencias de enlace a las que acabamos de referirnos, han sido constituidas ya, y sólo falta constituir la total que deberá encabezar el conjunto. Esa ciencia, que como se comprende desde luego, deberá tener el carácter de ciencia fundamen-tal, podrá considerarse constituida también, en cuanto se le conceda el referido carácter, y se le dé una palabra nominal adecuada, puesto que el trabajo de sus construcción estructural puede tenerse ya por hecho. Como desde luego concedemos a la ciencia del lenguaje el carácter de ciencia fundamental, no queda por hacer más que dar a dicha ciencia su pala-bra nominal correspondiente. La palabra lingüística formada con las condiciones estructurales filológicas propias de una ciencia fundamental, no es a propósito, porque tiene ya una connotación especial en tanto restringida que la hace im-

Page 56: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

55

propia para el caso. Es preferible formar una palabra nueva, y ésta puede formarse con la voz γλϖσσα, lengua, lenguaje, idioma, corno radical, y con la seudodesi-nencia ica; dicha palabra será la de “glótica” que nos parece muy atinada y muy fácilmente comprensible. Abrimos, pues, la serie de las ciencias subjetivas con la Glótica. Los elementos primordiales constitutivos del lenguaje fueron de seguro las palabras designativas o nominales de las cosas; pero esas mismas palabras no habrían podido llegar a formar el lenguaje propiamente tal, en ningún pueblo de la tierra, si ellas no hubiesen generado la noción de medida, que a su vez generó la noción del número. En efecto, ni el concepto de espacio, ni el de tiempo, ni el de existencia, ni el de acción, ni el de unidad, ni el de pluralidad, ni el de composición, ni el de compilación, ni el de sucesión, ni el de causalidad, habrían podido formarse sin las nociones de medida y número. Todos los principios de la gramática en todas las lenguas conocidas, están apoyados sobre los expresados conceptos. El verbo, que es el alma de todas las lenguas, sería imposible sin la noción de tiempo, que sería imposible también sin las nociones de medida y de número, como antes dijimos.

A partir del momento en que las nociones de medida y de número que-daron establecidas, el cálculo comenzó a formarse. Siendo, como ha sido incues-tionablemente, derivación del lenguaje, tuvo que tomar de éste los elementos indis-pensables para su formación y para su desarrollo: esos elementos tuvieron que ser las palabras nominales o designativas de los números y de las cantidades, formadas por las combinaciones hechas con ellas. Dando después de las expresadas palabras nominales de los números y de las cantidades, una connotación limitativa rigurosa con arreglo a ciertas inclinaciones de nuestros sentidos hacia las igualdades y las simetrías, se fueron haciendo con dichos números y cantidades nuevas y cada vez más variadas y más complicadas combinaciones, siempre sujetas, como era natural, a la regularidad estricta de las cantidades y de los números primitivos. Las ciencias del cálculo en conjunto, sin la que ha sido llamada hasta hoy geometría, que les es completamente extraña, como demostramos en otro lugar, constituyen la ciencia total conocida con el nombre de Matemática.

Page 57: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

56

Desde que Spencer escribió Los primeros principios, demostró que nadie puede pensar sino lo que puede hablar, o en otros términos, que los límites de las facul-tades de expresión son siempre los límites de las facultades del pensamiento. Ahora bien, ya sea vocativa o rememorativa la forma de expresión que tomen las ideas, en los pueblos de la cultura occidental, es claro que éstas, directa o indirectamente, implican una función de razonamiento, perfectamente diferen-ciada de las parciales que desempeñan para constituir dicha forma de expresión, el lenguaje y el cálculo; estando esa forma de razonamiento, sujeta a principios bien determinados, y siendo, por lo tanto, materia de una ciencia especial. Esa ciencia existe desde hace mucho tiempo y se conoce en la actualidad con el nombre de Lógica. La verdadera filosofía, o sea la ciencia que estudia los orígenes, los prin-cipios y las formas del conocimiento primordial, que juzga las razones que presi-den la asociación y disociación de los conocimientos en los grupos diferenciados llamados ciencias, que nomina, sistema y correlaciona todas las ciencias a medida que se van formando; que reúne y combina los elementos esenciales de todas las ciencias para darles una dirección común, a fin de hacerlas producir una acción eficaz de conjunto y que dirige la acción concurrente de todas las ciencias a la ex-ploración de todo lo ignorado, y entre esto, a los puntos donde supone encontrar las causas primeras a que nos referimos antes, para llegar tras éstas, si es posible, al punto de partida supremo, es indudablemente una ciencia como las otras y una ciencia fundamental. La ciencia a que nos referimos, sin perder su carácter de ciencia derivada de la suprema necesidad de la expresión, con los elementos que le prestan las otras ciencias, que de la misma necesidad de la expresión, se derivan, o sean la glótica, la matemática y la lógica, es en rigor la ciencia de todos los principios científicos, afirmación que a nuestro juicio no requiere ser demostrada de un modo especial. Con ese carácter la consideramos nosotros; por lo tanto, creemos que está mal nominada con la palabra filosofía, por más que esta palabra sea de uso corriente. Nosotros creemos que la ciencia de que se trata podría ser nomi-nada con la palabra “etiósica” compuesta de la voz griega α|τια, causa, principio, motivo y la seudodesinencia ica; esa palabra nos parece muy a propósito.

Page 58: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

57

No puede ser puesto en duda que el trabajo de trasmitir los conocimien-tos de unos hombres a otros, por los muchos datos que para el efecto hay que abarcar y por la naturaleza de los procedimientos que es indispensable seguir, tiene que ser el objeto de una ciencia especial, que deberá comprender todas las ciencias parciales de la enseñanza… Nos parece preferible formar una ciencia de mayor extensión (que la pedagogía), o sea, propiamente fundamental, nominán-dola con la palabra “didáctica” que ya pertenece a la ciencia. Concluida la determinación de las ciencias fundamentales subjetivas y añadiendo a éstas las objetivas, formamos de todas las expresadas ciencias, el ordenamiento serial que sigue:

Page 59: Antologia Molina Enriquez
Page 60: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

59

APÉNDICE I

COMO PUEDE suponerse, el trabajo de clasificación de ciencias que intenté llevar a cabo en esta monografía, debía comprender, además de la clasifi-cación de las ciencias fundamentales, la construcción de las ciencias ge-

nerales en que dichas ciencias fundamentales se pueden agrupar, y la corrección, rectificación y ordenamiento de las ciencias de desarrollo, de las ciencias derivadas, y de las ciencias de enlace; mas como no podré ya escribir la parte relativa a las mis-mas, para dar una ligera idea de las ciencias generales que me proponía construir, y de la distribución de las ciencias fundamentales en ellas, así como de manera de rehacer, con arreglo a los principios expuestos algunas de las mismas ciencias fundamentales, pongo a continuación un esquema de las ciencias generales con las fundamentales que les corresponden, un esbozo de la construcción que podrá darse a la mórfica, un esbozo también, de la que creo que podría darse a la étnica.

ESQUEMA DE LAS CIENCIAS GENERALES CON LAS FUNDAMENTALES QUE CADA

UNA COMPRENDE

Page 61: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

60

Page 62: Antologia Molina Enriquez

Tratado de Etnología

Page 63: Antologia Molina Enriquez
Page 64: Antologia Molina Enriquez

SEGUNDA PARTELa antrópica o nueva antropología

Page 65: Antologia Molina Enriquez
Page 66: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

65

LECCIÓN OCTAVA

EL VERDADERO ORIGEN DEL HOMBRE

SUMARIO: El proceso de la adaptación de los seres al medio. El proceso de la actitud erguida del hombre. Influencia decisiva del encuentro de los cereales.

EL SENTIMIENTO integral no pudo desempeñar su función en la larga ca-dena de la sucesión de los organismos, sino a virtud de seguir los proce-dimientos de la adaptación del medio. En la constante movilidad de to-

dos los fenómenos que tienen lugar sobre la tierra, y en la forzosa variabilidad de las condiciones en que los expresados fenómenos se presentan para el desarrollo de la vida, el sentimiento integral de cada organismo ha tenido que hacer un largo trabajo de acomodación. Los fenómenos de la adaptación son fáciles de rastrear, de perseguir y de comprender: son el proceso incorporado a todos los actos de la vida, seguido por el sentimiento integral, para evitar los choques y para suavizar las asperezas. Generalmente se cree que las modificaciones que hacen los organismos en su estructura y con los diversos planes de su propia construcción biológica, son obra de las variaciones ambientes: en el fondo si lo son; pero no se hacen en virtud de una tendencia concurrente de los organismos, en el sentido de dichas variaciones, sino al revés, por la resistencia que a ellas opone, el sentimiento integral, temeroso de que cualquiera de ellas descomponga y destruya la integridad de los organis-mos tan celosamente guardados. De cualquier modo que sea, está fuera de toda duda que todos los ele-mentos y todas las fuerzas de la naturaleza están en constante actividad, y dentro

Page 67: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

66

de ellos, los organismos están obligados a una actividad correlativa para su de-fensa de conjunto, y para la defensa de cada uno de sus componentes. El esfuerzo más notable de adaptación que han realizado hasta ahora los seres animados por la combustión vital o sean los organismos vivos que han poblado la superficie de la tierra, es in duda el de la actitud erecta del hombre. El simio cuadrumano como lo demuestra claramente Deniker (Les races et les peu-ples de la Terre), no habría llegado jamás a ser hombre, mientras tuviera la cabeza colgada hacia delante, por muchas razones, entre las cuales las principales tenían que ser, la de que la presión ejercida de arriba abajo en una superficie mayor, obli-gaba al animal a gastar todas sus fuerzas en la locomoción por exigirlo el empleo de los brazos como patas, impidiéndole la libertad y la acción de los mismos brazos; y la de que la posición colgada de la cabeza, le impedía el desarrollo de la materia cerebral, y por tanto de la masa celular directiva a la que ha debido todas las capacidades y todas las facultades de su desarrollo mental. En el estado actual de la ciencia ya se puede afirmar que las posibilidades de los simios para ascender sobre los árboles para coger los frutos y para defen-derse de los enemigos, iniciaron el proceso de irguimiento que dio a esos mismos simios las condiciones de superioridad que desde luego empezaron a mostrar sobre los miembros de las demás especies. Después, a nuestro juicio, vino el en-cuentro de los cereales y ese hecho fue decisivo. En nuestra opinión, el verdadero origen del hombre estuvo en el encuentro de los cereales. Claro es que los elementos carbónicos de combustión vital, en lo que al hombre se refiere, se encuentran en muchas plantas y en muchos animales; pero sólo en los cereales se encuentran en condiciones de arder con lentitud, desarrollando las calorías necesarias al organismo humano, en una relativamente larga continuidad, lo que ha permitido a ese organismo aliviarse en mucho de la constante preocupación de la subsistencia, y tener fuerzas constantes y uniformes en largos espacios de tiempo que han podido dedicarse al trabajo de su perfec-cionamiento progresivo. El hombre indudablemente encontró a los cereales en un estado que no pueden guardar hoy, después de la degeneración producida en muchos millares, acaso en muchos millones de años, por la acción del cultivo rudimental.

Page 68: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

67

Probablemente revestían una forma aproximada a la que entre nosotros presenta ahora el maíz, y las cañas de ellos sirvieron a la vez de simios trepadores para erguir su cuerpo y para equilibrar su cráneo en la nueva actitud erguida. Nos fun-damos para sostener tal opinión, en que las huellas etnográficas de la caña como símbolo de la tradición inmemorial, se encuentran por todas partes, pues es el báculo de los sacerdotes, el cetro de los reyes, y el apoyo que se busca y se toma en todos los casos en que vacila la actitud erecta del hombre pues el bastón en que consiste tal apoyo, es una caña también, conservada hasta nuestros días precisa-mente por el atavismo de un larguísimo empleo. Hasta el atavismo invencible de reír cuando un hombre cae, recuerda la época en que caía por romperse la caña en que se apoyaba para comer los granos de la espiga o de la mazorca, que le daban fuerzas vitales por él antes no conocidas. Los primeros cereales que sirvieron al hombre para erguirse y alimenta-rse con regularidad, hicieron del mono anterior, al hombre actual. Ambas cosas que se juntan y mutuamente se completan, son el principio del triunfo más trascendente alcanzado por la vida sobre la naturaleza; y decimos el principio, porque la actitud erecta del hombre no acaba de consumarse todavía; el hombre no puede todavía mantenerse en pie dos horas seguidas sin sufrir. A partir del día en que pudo mantenerse erguido el simio ancestral, éste había comenzado ser el hombre.

Page 69: Antologia Molina Enriquez
Page 70: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

69

LECCIÓN NOVENA

LA HERENCIA EN EL HOMBRE

SUMARIO: Los fenómenos de la herencia como continuación de la vida. La multiplicación de la vida por la herencia. La dilatación de una familia. La formación de una raza. El nuevo concepto de raza.

LA NATURALEZA no conoce ninguna de las regularidades absolutas que en el campo de lo meramente subjetivo, el hombre ha creado como tipos de perfección: no suave lo que es la línea recta, ni el círculo, ni el plano, y

nosotros mismos no podemos llegarlos a conocer, sino dentro de los términos de una amplia relatividad. Del mismo modo, la naturaleza no conoce formas orgáni-cas fijas ni funciones orgánicas que no estén sujetas a las necesidades de variación constante a que ya nos hemos referido. Todas las leyes de herencia como todas las leyes naturales, son sólo apreciaciones de generalización, referidas a momentos determinados, y sujetas a constantes ramificaciones. Las explicaciones que ya hemos dado en las lecciones precedentes res-pecto los fenómenos del crecimiento por la combustión vital de la acción con-traria a la gravedad y de la presión atmosférica, de la eliminación de la masa celular excedente, de la formación de la semilla, de la transformación en ésta de las fuerzas activas de la masa celular en fuerzas latentes, de la división sexual para proteger la misma semilla y de la expansión posterior de ésta, para continuar la vida separadamente son bastante para que se comprendan bien, en sus linea-mientos generales por supuesto, los fenómenos de la herencia. El señor profesor Ochotorena (Lecciones de Biología), dice: “Los seres vivos se continúan a través del tiempo por medio de las células sexuales, partes

Page 71: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

70

inherentes de ellos, el espermatozoide y el óvulo; elementos incompletos de vida efímera, que completándose recíprocamente integran un huevo, de ninguna manera neoformado, sino producto sintético de la unión de la substancia viva de los progenitores. “Nada extraño es que el nuevo ser tenga las cualidades de aquellos a cu-yas expensas se ha formado, pero como la materia viva es exquisitamente sensible a la acción de las fuerzas que sobre ella actúan, también resulta explicable que el pro-ducto varíe más o menos, de acuerdo con el medio en que se integra y evoluciona. “Podemos ensayar definir la herencia, considerándola como la ley bio-lógica según la cual los seres vivos continúan en sus descendientes, conservando, con más o menos variaciones, de sus propiedades.” Por las líneas anteriores del señor profesor Ochotorena, se ve que éste considera como el hecho fundamental de la herencia, la continuación de la vida, y como hechos secundarios, el que los descendientes conserven con más o menos variaciones, las propiedades de los ascendientes. Ya hemos mostrado lo sencillo y natural de los fenómenos que determinan la continuación de la vida: no es esto, en realidad, lo primero de la herencia, ni el hecho que con ella tenga que ver. El hecho capital de la herencia está en la reproducción, en los organismos ascendi-entes. Ese hecho es perfectamente explicable, por la transformación de fuerzas que tiene lugar en la masa celular excedente, al acercarse al punto de equilibrio entre las fuerzas creadoras internas y las fuerzas ambientes; transformación se-mejante a la que determina la cristalización, y que fue admirablemente compren-dida y estudiada por Van Hopt (Mecánica química). Un ejemplo de plena sencillez mecánica nos bastaría para dar una idea de los fenómenos que pueden producir las semejanzas y las diferencias sucesivas. Supongamos que con un fusil, disparamos una bala en un sentido cualquiera: la bala, una vez impulsada por la fuerza de la explosión del disparo, recorre el cañón del fusil; pero el cañón es corto, a poco desaparece, y la bala sigue en mucho espa-cio y por algún tiempo fuera del cañón, con el movimiento y con la dirección que tomó de él. Claro que esa dirección y aquel movimiento sufren desviaciones más

Page 72: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

71

o menos apreciables por razón de las fuerzas que actúan en el campo que la bala atraviesa; pero de un modo general sigue el camino que el cañón inicial le trazó desde el principio.

Lo que es desde luego, muy importante de anotar, tratándose de la heren-cia, es que no dilata la vida de un ser a otro ser, sino a varios. Por la herencia se a la multiplicación de los individuos. Y es anotarse también, que el sentimiento integral acoge a todos los nuevos seres, como partes integrantes del propio, ligán-dolos con la atracción que entre ellos produce el origen común. Más todavía, por razón de ser aproximadamente iguales entre todos ellos, los elementos construc-tivos de sus organismos propios, y de ser aproximadamente iguales también los procedimientos de su construcción biológica, hay entre todos cierta unidad de tipo de tendencias que es relativamente fácil de reconocer. Ahora, como cada organismo, cada hombre acompañado de su integrante sexual, da lugar a una multiplicación, parecida, nada tiene de extraño, que al cabo de cierto tiempo, una región entera, se llegue a poblar de individuos del mismo origen de familia y del mismo tipo aproximado de unidad biológica.

Claro es, por supuesto, que en una región poblada por muchos individuos que acusan el origen de familia común y que llevan en las formas estructurales y constructivas, de su tipo particular las huellas modeladoras de lo que genérica-mente se llama el medio, y que comprende las fuerzas activas de la gravedad y de la presión atmosférica, se llegan a formar los rudimentos de una raza, palabra que ya viene a tener un sentido diferente del que le daba la antropología inicial. La nueva acepción que acabamos de dar a la voz raza, merece particu-lar atención. Ella indica, desde luego, como ya dejamos dicho, un grupo más o menos copioso de unidades humanas, que presentan en la infinidad de las di-versidades individuales, los rasgos generales de un tipo físico común: la presun-ción fundada de que ese tipo físico común es el resultado de la multiplicación hereditaria de los desprendimientos sucesivos de una misma mas celular, o sea de un mismo tronco de familia: la de que todas las unidades de dicho grupo han conservado, afirmado y afinado los rasgos dominantes de un tipo físico común,

Page 73: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

72

por una larga permanencia en un mismo medio: y que por todos esos motivos, el expresado grupo se diferencia de los demás que se han formado en sus condi-ciones especiales respectivas. El nuevo concepto de raza, por los motivos antes expuestos, indica algo más todavía, y es que la unidad de construcción física que revela el tipo común de sus unidades, y la unidad mental que necesariamente tiene que derivarse de la identidad de tipo físico y de la larga correlación de su estancia en un medio ambiente común, ha hecho nacer ya o hará nacer en lo sucesivo, lazos de mutua conexión que han convertido o que convertirán al propio grupo, en un todo que por la articulación de sus unidades componentes, habrá generado o generará las interdependencias y polarizaciones de una organización interior que lo habrá convertido ya o que lo convertirá para lo futuro, en una verdadera nacionalidad. Desde el punto de vista en que nos coloca el concepto de raza que acabamos de exponer, quedará fuera de los sistemas de la clasificación zoológica: carecerá de interés hasta para la formación de los sistemas antropológicos de clasificación que son todavía la preocupación dominante de los naturalistas y de los antropólogos de todo el mundo; pero servirá para determinar en cada grupo humano que merezca ser considerado como una raza particular, la naturaleza, el valor y la índole de las unidades humanas de que se componga, para conocer la importancia que puedan tener como elementos constructivos de la evolución social del mismo grupo. En suma, para conocer el valor positivo de los materiales humanos en desarrollo del conjunto social a que pertenezcan.

Page 74: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

73

LECCIÓN DÉCIMA

LA ANTRÓPICA O LA NUEVA ANTROPOLOGÍA

SUMARIO: El objetivo de la antigua antropología ha desaparecido. El obje-tivo de la antrópica o nueva antropología. El nuevo concepto de raza eman-cipado de las clasificaciones zoológicas. La obra menos aparatosa, pero más trascendental de antrópica o nueva antropología.

DADAS LAS EXPLICACIONES de las lecciones precedentes, se comprende con facilidad que el objetivo principal de la antigua antropología ha desaparecido por cuanto a que las razas que se suponían creadas en

los días bíblicos de la creación, no han existido jamás; pero ha surgido de los mismos elementos biológicos que han contribuido poderosamente a destruir la antigua antropología, un objetivo nuevo para una nueva antropología, que entre otras ventajas tiene la de continuar la obra iniciada y seguida por la antropología anterior. Tal objetivo es el de estudiar las razas humanas, como lo decía y ya afirmaba la antropología inicial antecedente; pero entendiendo por razas, todas las agrupaciones humanas que por la unidad de tendencias que revelan la idéntica mentalidad de las unidades de una misma familia, y por la unidad de tipo que revela una permanencia larga en un mismo medio físico, han logrado formar gru-pos compactos de vida orgánica propia que los diferencia clara y distintamente de los demás. Como desde luego se advierte el concepto de raza que acabamos de definir, aunque de plena naturaleza biológica, no está encerrado en el encajo-namiento de los sistemas de clasificación zoológica. Puede naturalmente servir para intentar generalizaciones y para construir sistemas más o menos felices de clasificación; pero sin la pretensión de descubrir el orden de la naturaleza, ni dar

Page 75: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

74

otro valor al estudio de cada grupo, que el de reunir los datos de conocimiento ne-cesarios para determinar la naturaleza biológica de ese grupo mismo. Su objetivo principal es el de determinar la naturaleza orgánica de las unidades componentes de los grupos humanos que se quieran estudiar; pero en su carácter individual solamente, sin referirse en modo alguno a las asociaciones formadas por ellas. Preciso nos es aquí adelantar algunas ideas cuyo pleno desarrollo corres-ponderá a la tercera parte de esta obra. En la también obra nuestra que lleva el título de Las ciencias fundamentales, decimos: “El estudio de las asociaciones formadas por los hombres es, y tiene que ser, completamente diferente del estudio del hombre individual. No negamos que ambos estudios sean conexos: se comprende desde luego que es indispen-sable conocer a fondo éste; pero seguramente el conocimiento de los individuos aislados o sumados, no puede llegar hasta el conocimiento de las celdillas, no puede llegar hasta el conocimiento de los organismos. Entre el conocimiento de los elementos constitutivos y el conocimiento del todo, hay la misma diferencia que entre el conocimiento de los ladrillos de que está formado un edificio y el conocimiento de ese edificio por sus condiciones de durabilidad, de estabilidad, de proporcionalidad artística, y de perfecta adaptabilidad a su objetivo.” Para comprender bien, la diferencia que existe entre el estado de las uni-dades aisladas y de los agregados de ellas, basta considerar cuánto es diferente el estudio de las moléculas componentes de un cuerpo físico cualquiera, como el agua, del estudio del cuerpo mismo por esas moléculas formado. Lo esencial de la diferencia que nos esforzamos en fijar bien, consiste en que la naturaleza de las unidades, como sucede en el caso del ejemplo físico del agua, tratándose de las moléculas que la componen, da una personalidad, una individualidad, una forma y un modo de ser especiales por completo a esas unidades, que distinguen a éstas de otras que presentan su personalidad, su individualidad, su forma y su modo de ser por completo especiales también; pero en unas y en otras, esa naturaleza propia y característica, si influye más o menos en la manera de ser de los conjuntos que el-las pueden formar al ser agregadas, no son ni pueden ser la causa determinante de la formación de esos mismos conjuntos, ni del mantenimiento o transformación

Page 76: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

75

de ellos. Es claro que como dice Spencer en uno de sus ejemplos, si tratamos de obtener un volumen de conjunto, éste no resultará lo mismo acomodando esferas que acomodando cubos, prismas o cilindros; pero es absolutamente indudable que lo que agrega los átomos de oxígeno a los de hidrógeno para producir las moléculas del agua; lo que agrega a dichas moléculas para producir ese líquido; lo que produce en las expresadas moléculas la condición estática en que el agua puede mantener su estado físico; lo que dispersa o aproxima las mismas molécu-las para transformar el agua en vapor o hielo; lo que descompone las repetidas moléculas en sus átomos originales de oxígeno y de hidrógeno; y en suma, lo que hace, mantiene, transforma y deshace el agregado atómico o molecular del agua, en todos sus estados, no es la naturaleza, digámoslo así, interior de los átomos o moléculas primordiales, sino la acción por completo exterior e independiente de las fuerzas físicas que sobre los unos y las otras actúan. Tratándose de los hombres, la naturaleza especial de ellos se reflejará más o menos en las condiciones de los agregados que lleguen a formar; pero la for-mación, la consistencia, la persistencia y los resultados últimos de esos agregados, serán por completo independientes de dicha naturaleza. Esto es tan evidente, cuanto que si la índole de los pueblos como reflejo de la naturaleza especial de sus unidades, es diversa en todos ellos, las condiciones de su naturaleza de agre-gados están sujetas a las reglas de Economía Política, y en lo psíquico constituye el fondo de la ciencia política tan magistralmente esbozada por Maquiavelo. No obstante lo anterior, ya dijimos antes que el conocimiento cabal de los materiales empleados tiene una importancia que no debemos desconocer, claro que, repetimos, el conocimiento de esos materiales no nos dará el cono-cimiento del edificio total; pero ya dijimos que en estos días, ha bastado el uso de elementos nuevos de construcción, como el hierro y el cemento, para producir el sistema de construcción y el arte arquitectónico, nuevas formas de estructura, de distribución y de apariencia, que han diferenciado el tipo de las ciudades modernas, del que había venido perfeccionándose desde hace más de dos mil años. Pues bien, toca a la Antropología del porvenir determinar en cada grupo humano, en un limitado período de tiempo, como es de suponerse, la naturaleza orgánica y el valor funcional del material humano de que cada

Page 77: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

76

grupo está compuesto, o sea de las unidades humanas con que está integrado el mismo grupo. La labor que acabamos de referirnos, conducirá sin esfuerzo a que los da-tos de la antrópica o nueva antropología, se hagan de todos los grupos humanos estudiados por ella, clasificaciones de menor o de mayor amplitud, con más pro-babilidades de acierto de las que se han logrado hasta ahora, porque en ellos no se tratará ya, como ha sucedido en todas las que se han intentado, de acomodar datos inconexos al patrón estructural de una clasificación de construcción sub-jetiva, sino de agrupar hechos positivos, tales cuales los presenta la observación, según las semejanzas y diferencias que su naturaleza real vaya poniendo de re-lieve, haciendo que esos mismos hechos vayan indicando los grados de división y subdivisión hacia abajo, y los grados de sintética composición hacia arriba. Los trabajos futuros de antrópica serán menos aparatosos pero más só-lidos y más útiles que los de la antigua antropología. Nosotros lo creemos así.

Page 78: Antologia Molina Enriquez

Juárez y la Reforma

Page 79: Antologia Molina Enriquez
Page 80: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

79

LA COMISIÓN NACIONAL del Centenario de Juárez ha procedido con no-table acierto al señalar como tema para un estudio histórico-sociológico, la Reforma, tanto por la importancia propia del movimiento político así

llamado, cuanto por la participación que Juárez tomó en él. En efecto, de todos los acontecimientos de nuestra historia, desde la fundación de México hasta los presentes días, la Reforma es el más interesante. Todos los demás se encade-nan y eslabonan a través de los siglos, en creciente complicación y complexidad, hasta el momento en que vivimos, en el cual se ven todavía los factores que la determinaron, marcando los aspectos principales del dificilísimo problema del porvenir nacional. El Plan de Ayutla, que inició la Reforma, divide nuestra historia en dos grandes partes: la anterior y la posterior a ese plan. Esta división no es por cierto la clásica, pero es la verdadera. La opinión general no sólo admite, sino la impone. El juicio, que ya podemos llamar nacional, de la primera parte, es la que formaría-mos de la historia de un pueblo extranjero; de un pueblo unido al nuestro por muchos lazos de origen, de interés y de pensamiento, pero extranjero al fin. El juicio nacional de la segunda parte, es el que formamos de la historia propia. Sin llegar hasta las mil negaciones que se han hecho, va de la existencia de las na-cientes civilizaciones indígenas, ya de la necesidad de la conquista y de la domi-nación española, ya de la oportunidad de la independencia, ya, por último, de la justificación de los gobiernos que concluyeron con la dictadura de Santa Anna, la verdad es que sólo a partir del Plan de Ayutla, creemos que existe para nosotros la responsabilidad de los sucesos nacionales. Del Plan de Ayutla derivamos en la actualidad, la legitimidad de nuestros gobiernos, los méritos de nuestra existencia social y los títulos de nuestra civilización. Lo consideramos como punto de par-tida de nuestra nacionalidad, y lo fue en efectivo.

LA REFORMA. Consecuencia directa del Plan de Ayutla, fue el movimiento políti-co y social indispensable para asegurar la existencia de esa nacionalidad. Juárez fue la personalidad necesaria para hacer triunfar la Reforma. Vamos a explicar lo anterior; pero debemos hacer tres consideraciones preliminares: La primera de las indicadas consideraciones, es que al pretender, como pretendemos, hacer un estudio histórico, no entendemos por historia el arte

Page 81: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

80

-como dice Gumplowicz- de reproducir los movimientos de los grandes hom-bres, en cuadros conmovedores capaces de despertar sensaciones estéticas, ni más ni menos que como se reproducen con marionetas, en un escenario artificioso los movimientos de seres humanos animados por las varias agitaciones de la vida, sino la ciencia, verdaderamente tal, de estudiar los impulsos sociales que en la evolución universal y el proceso de la selección colectiva han determinado los movimientos de esos grandes hombres. Al intentar el estudio histórico del movimiento de la Reforma y de la personalidad de Juárez, que le está íntima-mente unida, no nos proponemos relatar simplemente los episodios de aquel movimiento que fueron determinados o afectados en grado mayor o menor por esa personalidad tan distinguida y notable: lo que nos proponemos es señalar las causas sociológicas que vinieron a producir tal movimiento, las razones a virtud de las cuales Juárez se identificó con él y los motivos por los cuales consideramos como autor de él y no como simple ejecutor, a Juárez. La segunda consideración, es la de que, para hacer nuestro estudio del modo que acabamos de indicar, no debemos perder de vista el carácter orgánico de todos aquellos elementos que van a ser materia y objeto de dicho estudio, y por lo mismo los procedimientos de la naturaleza en todas las formas de la vida. La observación más ligera nos hace ver que siendo al parecer idénticas las condiciones en que la naturaleza labora, los resultados a que llega no siempre lo son, porque una pequeña diferencia en esas condiciones, producida por causas que las más veces están fuera de la percepción humana, determina una serie de cambios y alteraciones que producen inesperadas consecuencias. Si se piensa en que ocupan el mismo medio físico, perteneciendo a la misma especie, teniendo la misma organización, y viviendo con los mismos procedimientos de nutrición, de reproducción y de selección, cada criatura, a virtud de múltiples, complicadas y complexas circunstancias, es siempre distinta de las demás, y está llamada a seguir en la vida común de todas las de su especie una línea que no se confundirá jamás con otra alguna, se comprende el valor de cada una de esas circunstancias, pues una desviación de dicha línea, y hasta la dirección general de todas ellas, pueden depender de la circunstancia más pequeña y menos aparente. Tratándose de una sociedad, el conocimiento de ella y el trazo total o parcial de su marcha evolutiva, requieren de igual modo, el estudio de todas sus circunstancias especiales, y el

Page 82: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

81

trabajo sintético de la apreciación de esas circunstancias en conjunto. Cualquiera apreciación histórica, requerirá siempre una extensa integración de detalles.

La tercera consideración es la de que la integración de detalles a que nos referimos requiere un método estricto para evitar el desorden y la confusión. En este estudio, y por las expresada razón de método, partimos del principio de que las causas concomitantes y siempre aparentes que por su acción combinada determinan los sucesos históricos, pueden dividirse en tres órdenes: el de las que hay que referir al medio físico, el de las que hay que referir a las razas, y el de las que hay que referir al momento histórico.

Page 83: Antologia Molina Enriquez
Page 84: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

83

PRIMERA PARTE

Los antecedentes

CAPÍTULO I

EL MEDIO FÍSICO

EL JUSTAMENTE celébre Humboldt, adelantándose a la sociología, dice (Ensayo político sobre el reino de la Nueva España) lo que copiamos a continuación:

“La fisonomía de un país, el modo con que están agrupadas las montañas, la extensión de las llanuras, la elevación que determina su temperatura, en fin, todo lo que constituye la estructura del globo, tiene las relaciones más especiales con loa progresos de la población y el bienestar de los habitantes. Esa estructura es la que influye en el estado de la agricultura que varía según la diferencia de los climas, en la facilidad de comercio, en las comunicaciones más o menos favoreci-das por la naturaleza del terreno, y por fin la defensa militar de la que depende la seguridad de la colonia”. No podía haberse indicado mejor, que el medio físico tenía que ejercer en los destinos de la Nueva España, una influencia decisiva. El ilustre sabio no se engañó. El factor principal de nuestra historia ha sido la naturaleza de la región en que ella se ha desarrollado. Aunque nada nuevo tenemos que decir de las condiciones geográficas de esta región, vamos, sin embargo, a estudiarla en sus condiciones del medio físico sociológico.

Page 85: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

84

Las grandes oquedades contrapuestas que el Atlántico y el Pacífico han formado en el continente de América, al cual parecen empujar el Atlántico por el Norte hacia el Occidente, y el Pacífico por el Sur hacia el Oriente, al formar por el Oriente al abrigado Golfo de México, y por el Occidente el amplio Golfo de Tehuantepec, estrechan el terreno y forman el istmo de Tehuantepec, primero de la serie de los que a pesar del contrario empuje de los dos océanos, mantienen unidas la América del Norte y la América del Sur. Al estrecharse el terreno en el istmo mencionado, las dos grandes cordilleras que bajan del pico Fremont, guardando una con el litoral del golfo de México, desde la desembocadura del Río Bravo, y la otra con el litoral del Pacífico, desde la altura geográfica del Golfo de California, cierta relación que podemos llamar de paralelismo, se reúnen en el nudo de Zempoaltepetl y continúan en una sola por toda la serie de istmos para formar en la América del Sur la gran cordillera de los Andes. Al unirse en el nudo de Zempoaltepetl, elevan considerablemente el nivel de la altiplanicie que entre ellos se viene formando desde el pico Fremont, de modo que, cerca del Zem-poaltepetl, alcanza esa altiplanicie su mayor altura. Como toda esa altiplanicie se recarga sobre el nudo del Zempoaltepetl, entre éste y aquélla se encuentra una ro-busta mesa más baja que le sirve de base de sustentación y que se llama mesa del sur, en la cual ha cavado su cauce el río de las balsas. La altiplanicie, propiamente dicha, se divide en dos mesas: una de superficie relativamente horizontal, y otra más baja, que por el Norte sirve de extenso apoyo a la primera, y que baja de nivel a medida que se aleja hacia el pico Fremont. A ambos lados de la altiplanicie ge-neral y detrás de las cordilleras, sólo se encuentran los contrafuertes que sostienen éstas y que rápidamente bajan hasta los mares. La mesa central está separada de la del Sur, por estribaciones encontradas de las dos cordilleras, estribaciones que forman las sierras de Michoacán, de Maravatío, de Ajusco y Nevada; y de la Norte, por estribaciones encontradas también, de las dos cordilleras, estribaciones que forman las sierras de la Breña, de Zacatecas y de San Luis. Tal disposición parece hecha a propósito para la mesa central que viene a ser el corazón del sis-tema de elevaciones que en esta región presenta la América septentrional. De las tres grandes mesas, la del Centro, y la del Sur están a su vez di-vididas por estribaciones de segundo orden que sostienen las sierras transversales, y esas estribaciones están sostenidas, a su vez, por otras menores, y éstas lo están

Page 86: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

85

también por otras más pequeñas; de modo que aunque aquellas orográficamente puedan ser consideradas como mesas por su nivel general, ofrecen en detalle multitud de elevaciones, escalonamientos y quebraduras, que se encuentran, se enlazan y se cruzan en todos los sentidos. Pueden señalarse, como circunstancias especiales de las tres mesas: en la del Sur, la regularidad de las lluvias que da cierto carácter de corriente normal al río Balsas que la recorre; en la del Centro, la exis-tencia de varios lagos en sus cuencas, y en la del Norte, la existencia de grandes cuencas interiores, secas y estériles. Del Zempoaltepetl hacia el Sur, la cordillera se acerca más al Pacífico que al Atlántico y así sigue hasta Patagonia.

La estructura que hemos descrito a grandes rasgos, presentan tres series de circunstancias que de un modo directo han influido en la historia nacional. Una de esas series es la de las condiciones de distribución de los climas; otra de las condiciones de distribución de los cultivos; y la otra, es la de las condiciones de distribución de los yacimientos minerales.

La distribución de los climas obedece a la distribución de las elevaciones, supuesto que a la latitud en que se encuentra la región continental en que nos ocupamos, sólo la altura puede luchar ventajosamente en el calor intertropical. Por consiguiente, el clima tiene que ser caliente en las costas y en las tierras poco elevadas sobre el nivel del mar, templado o medio en la altiplanicie, y frío en las cordilleras cuyas cimas alcanzan muy grandes alturas.

La carta climatológica ofrece, pues, tres zonas: la caliente, que comprende los vértices superiores de las cordilleras, lo mismo donde éstas corren separadas que donde ya van unidas, y las prolongaciones que esas vertientes presentan, por el Oriente en la península de Yucatán y por el Occidente en la península de California; la menos caliente que comprende la mesa del Sur; la templada que comprende toda la altiplanicie interior; y la fría que propiamente no es una zona, sino la red de crestas que presentan las grandes elevaciones. Vulgarmente se con-sideran como templadas, las tierras medias entre las costas y altiplanicie, la mesa del Norte y la del Sur, y se considera como fría la mesa central.

La distribución de los cultivos obedece, a la vez, a la distribución de los climas y a la distribución de las lluvias. La latitud hace sentir tan poderosa-

Page 87: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

86

mente su influencia sobre las lluvias cuanto sobre los climas. En efecto, la región continental de referencia, se encuentra en la zona de lluvias en que las lluvias no determinan más que una estación, propiamente dicha anual, pues aunque caen algunas en invierno, son de carácter esporádico. Las lluvias, en la misma región, son el producto de la condensación del vapor de agua arrastrado por los vientos que vienen de los océanos. Como esos vientos encuentran en su camino las cordilleras que alcanzan muy grandes alturas, según dijimos ya, son por ellas retenidos en su mayor parte, y por consiguiente la principal condensación del vapor de agua tiene siempre lugar en las dos vertientes exteriores en las cuales la precipitación de las lluvias es copiosísima. Los vientos cruzados que vienen de las proximidades del istmo de Tehuantepec hacia el interior, y que logran sobre-pasar las grandes cordilleras, determinan una buena precipitación en la mesa del Sur que permite la relativa regularidad del río Balsas; pero para llegar a la mesa central, tienen que transponer la sierra Nevada y que dejar en los picos altos una parte de su vapor convertido en nieve; los vientos que llevan a transponer esa segunda cordillera y los que viniendo del Occidente sólo tienen que transponer la cordillera Occidental, son los únicos que determinan en la mesa central alguna precipitación, pero todavía ésta es disminuida considerablemente por la acción de los vientos fríos y secos del Norte. En las grandes alturas, las nieblas y las nieves mantienen alguna humedad atmosférica y forman algunas corrientes. Como en general, desde el pico Fremont que por latitud se encuentra en la zona templada, el terreno asciende hasta la mesa central que se encuentra en zona tórrida, y las montañas Rocallosas no ofrecen muy grande elevación donde forman aquel pico; los vientos fríos del Norte fácilmente traspasan esas montañas y se encauzan por entre las dos cordilleras, con rumbo a la mesa central. En ésta se conjugan, la proximidad de los océanos, la altura sobre el nivel del mar y el calor del suelo, por su situación en la zona tórrida, y producen una casi constante columna de aire que asciende a las altas regiones atmosféricas, haciendo el efecto de un verdadero tiro que atrae los vientos del Norte, los cuales, por el largo trayecto que recorren y por su baja temperatura llegan sin producir precipitación alguna o produciendo una precipitación helada, lo que causa grandes perjuicios a la flora y a la fauna propias de esos lugares. La acción, pues, de los vientos del norte, se ejerce de-teniendo los vientos de los mares, determinando una pérdida del vapor de ellos por enfriamiento de las cimas, precipitando por enfriamiento su propio vapor y

Page 88: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

87

acelerando la evaporación de la altiplanicie. Esos males, por supuesto, son nece-sariamente mayores en la mesa del Norte que en la del Centro, porque aquélla está más lejos del istmo, en ella las cordilleras están más apartadas, y ella está más alcance de los vientos del Norte. La única región bien favorecida, en cuanto a lluvias, es la del istmo, donde las dos cordilleras corren unidas y cerca del Pacífico, porque en ella la precipitación es muy copiosa, y como el declive hacia el golfo es extenso y suave, forma muchas corrientes mansas y caudalosas, de las que algunas son navegables. Si esa hermosa región no estuviese como está, por desgracia, en la zona tórrida, en ella estaría alojada una población igual o superior a la po-blación actual de la República. La carta fluvial tiene, pues, sus grandes divisiones: la gran precipitación y ríos mansos en el istmo de Tehuantepec; las dos de la gran precipitación y corrientes torrenciales de las costas; la de la precipitación media y el único río interior de alimentación regular, el de las Balsas; la de la pequeña precipitación y los lagos; y la de ínfima precipitación y vertientes interiores. Por la expresada distribución de los climas y de las lluvias, se explica bien la distribución natural de los productos agrícolas: la zona de las costas y del istmo, o sea la zona caliente, de la gran precipitación pluvial, es la zona de los bosques de maderas finas; la zona de la mesa del Sur, o sea la zona menos caliente y de precipitación media, es la zona de los productos tropicales; la zona central, o sea, la zona tem-plada, de precipitación pequeña, es la zona de los cereales y del maguey; la zona del Norte, o sea la zona también templada pero de precipitación ínfima, es la zona de los nopales; y por último, la zona fría, o sea la de las crestas de las montañas y de las nieblas y nieves, es la zona de los árboles que dan maderas de construcción.

La distribución de los yacimientos minerales sigue el orden de la dis-tribución de las montañas. Las condiciones en conjunto ofrecen vertientes exteriores de las cordille-ras y el istmo de Tehuantepec, este último en toda la extensión geográfica que presenta, no son en lo general a propósito para la población. En dichas vertientes, el suelo que ofrece pocas y pequeñas superficies planas, el clima que por ardiente, y húmedo es malsano, y la fuerza y abundancia de las lluvias que formando arrol-ladoras torrentes desgarran el terreno en todas direcciones, abriendo hondas bar-rancas y profundas grietas en que se abrigan casi todas las sabandijas ponzoñosas

Page 89: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

88

de la creación, no permiten la instalación de una población numerosa. La produc-ción tropical de las pequeñas superficies susceptibles de cultivo, sostiene con di-ficultad pequeños centros apartados los unos de los otros, por las escarpaduras de terreno y las incomodidades del clima. El istmo de Tehuantepec ofrece un suelo relativamente llano, pero a poca altura sobre el nivel del mar, y en él la abundan-cia de las lluvias produce un exceso de vegetación que es tan difícil de dominar, como los inconvenientes que presentan las vertientes exteriores de las cordilleras. La mesa del Sur presenta tal inclinación hacia el Pacífico que en una gran parte de ella presenta los mismos inconvenientes para la población, que las vertientes exteriores de las cordilleras y el istmo de Tehuantepec. La mesa del Norte, aunque de relativa igualdad de superficie, es seca y árida; la escasa producción de los po-cos y reducidos lugares en que las aguas se conservan todo el año, apenas puede sostener pequeños centros de población, más separados unos de otros por anchos desiertos, que los centros de la zona caliente por las quebraduras de la tierra y el rigor del clima. Las grandes extensiones de nopales no pueden alimentar hom-bres civilizados. Sólo la mesa central y el valle de Puebla de la mesa del Sur, son a propósito para sostener una población compacta, y eso muy relativamente. Am-bas extensiones ofrecen un suelo mejor que el de las vertientes exteriores de las cordilleras, pero es, sin embargo, muy quebrado todavía, y las desigualdades del terreno, además de reducir mucho las superficies susceptibles del cultivo, separan éstas unas de otras, y hacen que por las hendiduras intermedias corran las aguas a más bajo nivel, lo que hace difícil su aprovechamiento. Con el invierno no hay más que lluvias esporádicas, y la única estación de lluvias formales es la del verano; sólo donde se tiene agua de riego son posibles a la vez el cultivo de riego y el del maíz en una misma tierra y en un mismo año, para que el cultivo del prime-ro se haga antes de la época de los grandes calores, y el cultivo del maíz antes de los grandes fríos; pero desgraciadamente, por la naturaleza del suelo y la escasez de las lluvias, el agua de riego es relativamente insignificante, y por lo mismo el cultivo de trigo es muy limitado, y el del maíz con el frijol, unido en pequeña parte a él, es el único posible en lo general, porque aprovecha para las siembras las lluvias de invierno y para el desarrollo de las plantas, las de verano, estando siempre ex-puesto a que por los vientos fríos del Norte mueran las plantas al nacer, o mueran los granos antes de madurar, pues una u otra cosa sucede siempre y cuando no coinciden las lluvias de invierno y de verano con las necesidades de las plantas, o

Page 90: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

89

mejor dicho, con los cálculos empíricos del agricultor. De allí que no sea posible más que el cultivo exclusivo del maíz con el adyacente del frijol, y eso en la mesa central y en parte de la mesa del Sur, que son las extensiones más favorecidas por la naturaleza y que ese único cultivo sea el eje en que la población tan fácilmente oscile, de un año a otro, entre la abundancia y la escasez. El maguey, en la zona de los cereales, es una planta silvestre que casi no requiere cultivo especial. Es preciso advertir, porque es un dato de interés, que aunque en apariencia fuera de la zona que hemos llamado de los cereales y del maguey, y cerca de los bordes salientes de éstos, el maíz se produce todavía, y al parecer con mayor facilidad que en dicha zona, ese maíz, además de que es de poca fuerza alimenticia, entra pronto en descomposición.

Tales son las condiciones físicas de la región geográfica cuyo estudio veni-mos haciendo. Esa misma región, hasta antes de la Conquista, tuvo la fatalidad natural de carecer de animales de alimentación y de transporte y carga. La falta de los primeros sujetó a toda la población indígena al cultivo exclusivo del maíz y del frijol, influyendo poderosamente en las condiciones orgánicas de ella. La falta de los segundos, en un territorio tan extenso, educó a la población para hacer grandes marchas y transportar en hombros grandes pesos. La población, al establecerse en la región geográfica de que hablamos, a menos de que sufrieran un cambio radical las condiciones que han sido propias de la vida humana desde los tiempos prehistóricos hasta nuestros días, cualquiera que fuera su naturaleza étnica y su grado evolutivo, tenía que llegar con el tiempo a distribuirse, de modo que la parte más numerosa y más fuerte de ella había de ocupar la zona de los cereales, debilitándose la densidad y la energía del resto, a medida que se alejara su localización de aquella zona.

Esto es evidente, porque si la vida de los grupos sociales primitivos requiere el clima cálido, la vida de los grupos sociales superiores requiere un medio extratropical, según la opinión de Bulnes (El porvenir de las naciones hispano-americanas), que creemos justa y hacemos nuestra. Es muy explicable así sea, porque una sociedad grande necesita una producción grande también de los granos que fundamentalmente sostienen la vida y esa gran producción

Page 91: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

90

no podrá hacerse jamás en un medio rigurosamente tropical. En la región a que nos referimos, menos que en el cualquier otra del globo, ha sido y es posible esa producción en las zonas calientes, porque éstas, en lo general no se prestan a cul-tivo alguno extenso, por las circunstancias que ya señalamos. La gran producción sólo ha podido y puede obtenerse en las mesas del Centro y del Sur, y en tanto que la población fue netamente americana, tuvo que reducirse al maíz y al frijol; después de la venida de la población europea se completó con alguna producción de trigo; para que éste sustituya al maíz se necesita que la población llegue a un alto grado de densidad, de aptitud y de riqueza, porque para que toda la zona de los cereales produzca trigo, será indispensable que con un sistema completo de irrigación se modifiquen las condiciones físicas de esa zona. De hecho, la distribución real de la población, en todos los períodos de la historia nacional, ha sido la que indicamos antes. En efecto, el imperio azteca se fundó en la mesa central, y de ésta sacó las fuerzas orgánicas y superorgánicas que dilataron hasta tan lejos los límites de su poder, de su comercio y de su lengua. Estos límites llegaron hasta donde la historia los ha demarcado, porque hasta allí podían llegar. En todos los pueblos ha sucedido que su población y su dominio se desbordan del territorio a cuya producción están sujetos y se extienden en todos sentidos, avanzando más o menos, según la resistencia que van encontrando; pero aunque ese movimiento de expansión no encuentre resistencia alguna, al llegar a cierta distancia se detiene, porque de seguir avanzando, las unidades que lo determinan se desprenden del centro común y se encuentran otros lugares de producción, o perecen si esos nuevos lugares de producción no existen. Ahora bien, la proximi-dad o lejanía de los límites de expansión depende de la función combinada de tres factores: es el primero, la amplitud que puede alcanzar la producción que sustenta a todo el grupo social; es el segundo la fuerza de cohesión de ese grupo; y son el tercero, el número, la naturaleza y la eficacia de los medios de comunicación y de transporte. En el caso de la región mexicana, los pueblos precortesianos, habitantes de la zona de los cereales, podían contar con la producción ilimitada del maíz y del frijol en la proporción que entre sí han guardado siempre estos dos últimos y con la fuerza de cohesión de la organización coactiva y militar a que estaban acostumbrados; pero aun suponiendo aquella producción y esta fuerza de cohesión elevadas al mayor grado posible, la expansión de estos pueblos fuera de dicha zona, no habría podido pasar de las distancias a que hubieran podido llegar

Page 92: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

91

los hombres andando a pie, puesto que no tenían medios de comunicación ni de transporte, en las jornadas que les permitieran hacer las provisiones que ellos mismos pudieran llevar, puesto que no tenían medios de conducir carga. Así fue en efecto. Por eso el imperio azteca tuvo una forma tan singular, pues a virtud de prolongarse hacia el Sur la zona del maíz y del frijol, pudo llevar sus armas hasta Guatemala, no obstante las dificultades del terreno, en tanto que hacia el Norte, por donde el terreno ofrecía las facilidades de llanura, avanzó muy poco; por el Oriente y el Occidente encontraron las resistencias invencibles de otros pueblos, que también gozaban de los favores de la zona de los cereales. La con-quista española, que agregó a la producción de la zona de los cereales el cultivo de trigo y de los animales de alimentación, que impuso su dominación como fuerza poderosa de cohesión y que trajo los caballos, las mulas y los asnos, como medio de comunicación, de transporte de carga por tierra, y los barcos como medio de comunicación, de transporte y de carga por mar, pudo extender más los brazos de su acción, no encontrando, sobre todo hacia el Norte, resistencia alguna. México independiente conservó la extensión de la Nueva España, en tanto no variaron las circunstancias. Cuando la producción de zona de los cereales disminuyó y la fuerza integral de la población se aflojó y la carencia de los medios de comuni-cación, de transporte y de carga se hizo sentir, la expansión de los Estados Uni-dos se presentó no sólo como una resistencia, sino como una acción contraria, el terreno nacional tuvo que disminuir. Todo esto vino a demostrar de un modo evidente que la suerte de toda la región mexicana depende de la suerte de la zona de los cereales, o sea de la extensión que comprende la mesa Central y la parte Norte de la mesa del Sur. El dominio, pues, de la zona de los cereales significa el dominio de toda la región, o lo que es lo mismo, la historia nacional, es la historia de las luchas del dominio de la zona de los cereales. En los siguientes capítulos veremos la importancia de esta conclusión.

Page 93: Antologia Molina Enriquez
Page 94: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

93

SEGUNDA PARTE

CAPÍTULO I

EL PLAN DE AYUTLA

AL HABLAR de las personalidades más salientes del partido liberal que abrazaron el Plan de Ayutla, el doctor Rivera (La reforma y el segundo imperio) dice: “… y Juan Álvarez, Valentín Gómez Farías, Benito Juá-

rez, Melchor Ocampo, Ignacio Zaragoza, Santos Degollado, Juan Antonio de la Fuente, Ponciano Arriaga, Francisco Zarco, Jesús González Ortega, José María Mata, Ignacio de la Llave y demás radicales, para hacer de dicho plan un instru-mento de su sistema.” Entre esas personalidades, bien definidas por su identifi-cación con los mestizos, sólo Miguel Lerdo no está en su lugar. Criollo de sangre y de educación – como lo fue también el otro Lerdo de Tejada (Sebastián)-, fue el personaje del brindis por la anexión de México a los Estados Unidos. Por razones que explicaremos en su lugar, fue el autor de las leyes de desamortización, y en agradecimiento de ellas el elemento mestizo lo consideró como de los suyos; ya formaremos juicio de su obra. Bueno, hagamos aquí una advertencia que debi-mos haber hecho desde el principio de este estudio, y es la de que los elementos étnicos de la población no estaban de tal modo separados, que todas las unidades de cada uno, estuvieron precisamente dentro de él. Así como entre las clases que se señalan en todos los pueblos y son llamadas comúnmente, alta, media y baja, no existe una separación absoluta, tampoco existían entre los elementos referi-dos. En la masa del elemento mestizo, algunos criollos, algunos indígenas, etc., sin que por ello haya perdido cada elemento su naturaleza especial y sus rasgos característicos propios.

Page 95: Antologia Molina Enriquez
Page 96: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

95

CAPÍTULO II

LAS LEYES DE DESAMORTIZACIÓN

NUESTROS LECTORES se habrán explicado ya, por qué dijimos en la in-troducción que el Plan de Ayutla divide la historia nacional en dos grandes períodos: el anterior y el posterior a ese plan. El primero es el

de la elaboración del elemento mestizo sobre todos los demás elementos étnicos del país. El elemento mestizo, o sea el partido liberal, al que tenemos el honor de pertenecer, piensa como es muy natural, que puesto que hasta antes de la revolu-ción de Ayutla fue extraño a la dirección de asuntos públicos nacionales, no puede responder de las responsabilidades que hasta entonces se hayan contraído; pero como desde el Plan de Ayutla ha tenido a su cargo el gobierno nacional, desde el Plan de Ayutla existe para él la responsabilidad de los sucesos nacionales. Esto explica muchas cosas y, entre otras, el entusiasmo que sentimos por los héroes de nuestra historia precortesiana, los severos juicios que hacemos de nuestra historia colonial y el despego que manifestamos de las personalidades de nuestro primer período de independientes.

El Plan de Ayutla, con el advenimiento de los mestizos a la categoría de clase directora, marca en la historia de México independiente, el principio del período de transición. Con ese advenimiento, salió a la luz nacionalidad mexi-cana; pero ni ese mismo advenimiento habría sido definitivo, ni la nueva nacion-alidad, por lo tanto, habría nacido viable, si las leyes de Reforma y la revolución que resueltamente las impuso, no hubieran asegurado aquél, y si, por una parte esas leyes no hubieran nutrido a ésta con intereses cuantiosos, y por otra, la re-volución no la hubiera protegido en circunstancias transitorias, con una dictadura absoluta que preparó el período integral. Las leyes de referencia fueron varias,

Page 97: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

96

pero las principales fueron las de desamortización de los bienes de comunidades y las de nacionalización de los bienes del clero.

De los precedentes que hemos sentado resulta, claramente, que la propie-dad territorial útil, había venido a quedar dividida entre el clero, los criollos y los indígenas; sobraban muchas tierras todavía, pero lejos de la zona de los cereales. Las tierras del clero, una vez adquiridas por éste, no volvían a la circulación: eran de mano muerta, como entonces se decía, y hasta el Plan de Ayutla conservaba ese carácter. Las de los criollos habían sido puestas también fuera del comercio por los mayorazgos y por las vinculaciones, pero como la independencia suprimió unas y otras, esas tierras volvieron al comercio, si bien no salieron del comercio de los criollos, porque constituyeron ellas grandes propiedades, estaba fuera, de los recursos de los mestizos. Los indígenas han mantenido siempre fuera del comer-cio sus tierras en obedecimiento de las leyes españolas relativas, y por el interés de su propia conservación. De modo que los mestizos eran los únicos desheredados en el nuevo orden de cosas creado por la República. Antes de la independencia, la Iglesia les había dado asilo; desde la Independencia hasta el Plan de Ayutla, habiéndose separado de la Iglesia, vivieron de los muchos recursos que la Repú-blica abrió, como el comercio, los empleos y las revoluciones. Cuando el Plan Ayutla los llevó al poder, tenían que reclamar se parte en la propiedad territorial. Las leyes de desamortización les dieron esa parte.

La ley de 25 de junio, que fue la fundamental de la desamortización, si por su esencia era justa y por su oportunidad necesaria, por la forma que se le dio, dejó mucho que desear. Ella indica claramente el pensamiento del criollo Lerdo de Tejada dirigido a atacar al clero, pero no a llevar a cabo la reforma trascendente que vino a ser. Por más que su pensamiento haya sido expresado en el sentido de una reforma maduramente meditada, lo cierto es que no penetró a fondo las condiciones sociales y económicas que iba a modificar. La desamortización fue, como todos los pasos de nuestro progreso, más instintiva que consciente. En la forma en que la ley de 25 de junio fue expresada, se refería -artículo 3- a los bienes de todas las comunidades religiosas, cofradías y archicofradías, congrega-ciones, hermandades, parroquias, ayuntamientos, colegios y, en general, a los de todo establecimiento o fundación que tuviera el carácter de duración perpetua

Page 98: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

97

o indefinida. En ese artículo estuvo el error colosal de la ley. El pensamiento de Lerdo de Tejada se adivina fácilmente: iba directamente contra el clero, pero de una manera embozada. Los bienes poseídos en comunidad, pensó aquél, se sub-straen del comercio porque sus propietarios nunca dejan de existir: para volver esos bienes al comercio, es necesario destruir el sistema de la propiedad comu-nal, reduciendo ésta a propiedad privada; y como los bienes del clero son bienes poseídos por comunidades, deben ser reducidos a propiedad privada también. Así pensó también Lerdo de Tejada, no se desamortizan los bienes del clero por el deliberado propósito de hacerle daño, sino porque quedan comprendidos en un trascendente pensamiento de transformación de la propiedad; y demás, si se le quitan al clero sus bienes por la desamortización no se le quita el valor de ellos sobre los bienes. Por hábil y diestra que pueda parecer la maniobra con que se quiso ocultar la verdadera intención de la ley, lo cierto es que su autor confundió en dicha ley dos cosas distintas: la posesión tenida en comunidad y la posesión tenida por comunidades, o en términos más amplios: la propiedad comunal, con la propiedad tenida por las comunidades. La revolución de tres años fue el momento crítico en que se desenlazó la lucha secular de todos los elementos étnicos de la población: el momento en que todas las fuerzas sociológicas nacidas y desarrolladas en el período compren-dido desde la venida de las tribus aborígenes hasta el Plan de Ayutla, llegaron a unirse para determinar la formación de una nacionalidad nueva y ya definida y bien diferenciada de las demás. Por eso se vieron profundamente agitados en esa revolución, todos los elementos étnicos y todas las fuerzas vivas. En la revolución de Reforma, el clero desarrolló todas sus fuerzas mo-rales y todos los materiales de su partido, para derogar las leyes de Reforma ya dadas, muy especialmente la de desamortización. Los indígenas se unieron al clero también, en defensa de su religión y sobre todo de las tierras comunales que han guardado su vida desde la conquista española. Los criollos, los moderados, se ocultaban, temerosos de una nueva desamortización en sus bienes, temor que jus-tificaba el manifiesto en que el Presidente Álvarez se defendía de inculpaciones que se le hicieron por los asesinatos de San Vicente. Sólo los mestizos seguían adelante por su camino, resistiendo al clero y al elemento indígena. A pesar de

Page 99: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

98

que podían decir, con cierta justicia, que hasta entonces habían sido burlados sacaron de su energía orgánica suficiente empuje y de sus pocas tierras recién adquiridas, suficientes recursos, para sostener una lucha a todas luces desigual. En esa lucha estuvieron a punto de sucumbir y habrían sucumbido inevitablemente, si un hombre completamente identificado con ellos no hubiera corregido las leyes de desamortización, no hubiera dado satisfacción a sus justas aspiraciones y no las hubiera llevado, desarrollando todas las energías de la raza, hasta el triunfo final y definitivo, en el interior primero y el exterior después: ese hombre fue Juárez.

Page 100: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

99

CAPÍTULO III

EL VERDADERO JUÁREZ

EL PERÍODO de la Reforma, a nuestro entender, comprende todo el que hemos llamado transición. En efecto, aunque parecen separarse por completo los hechos de la Reforma propiamente dicha, de los de la in-

tervención extranjera, nosotros entendemos que éstos no son, en conjunto, sino un episodio brillante y teatral, pero secundario, de los que en conjunto hicieron a aquélla. En nuestra opinión, la dictadura de Comonfort fue una parte de la Reforma; y la intervención fue, igualmente, otra parte de la Reforma. Las tres partes inseparables. La revolución desatada por golpe de estado, puso al clero y a su partido político en condiciones de hacer franca y resueltamente la guerra, tanto porque la situación desesperada en que habían llegado a quedar, los empujaba a hacer un esfuerzo supremo para recobrar, ya que no su estado anterior a la independencia, siquiera su estado anterior al Plan de Ayutla, cuanto porque esa misma revolu-ción unía a sus intereses los del elemento indígena que deseaba también la vuelta al estado anterior al Plan de Ayutla, en virtud de que creía atacada la religión que había sido su defensa secular y veía amenazada por la ley de desamortización la propiedad comunal que había guardado hasta entonces su vida. Y si el clero y su partido, seguidos por el elemento indígena, se veían en el caso de hacer la guerra para deshacer lo hecho desde el Plan de Ayutla, el elemento mestizo se veía en el caso también de hacer la guerra para impedir tal retrogradación, que para él sig-nificaba la pérdida de su posición preponderante, tan largo tiempo ambicionada y con tan grandes esfuerzos conseguida. Esto puso en natural oposición, por una parte, al clero y al elemento indígena, que juntos merecían con más justicia que

Page 101: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

100

nunca el nombre del partido reaccionario, y por otra, al elemento mestizo, o sea el verdadero partido liberal, es decir el partido radical, sin el moderado. El partido reaccionario, que en el momento era al que correspondía obrar, venía a ser el agre-sor, y tenía que asumir el papel activo, en tanto que el partido liberal, como sólo tenía que defender, era el agredido, y para triunfar, le bastaba con resistir. Para que el partido reaccionario hubiera podido lograr en su intento, habría sido necesario, no sólo que hubiera destruido la obra del Plan de Ayutla, sino que hubiera levantado otra en su lugar. Es decir, su obra no sólo comprendía el trabajo de derogar las leyes dadas y de desandar los pasos de administración an-dados desde el Plan de Ayutla, sino también el trabajo de dar al país una organi-zación que pudiera substituir a la que se había procurado establecer con aquellos pasos y con aquellas leyes. El partido liberal, para lograr su intento, no necesitaba más que mantener lo ya hecho y completarlo con lo que faltaba por hacer. El partido reaccionario no llegó a acabar ni el primer trabajo de su obra, y éste era para él el único posible. Para llevarlo a término, contaba con el gobierno ya establecido en la capital de la República. Contaba también con que el partido liberal, sorprendido por el golpe de Estado que no esperaba, y para el que por consiguiente no estaba prevenido, iba a tener serias dificultades para organizar su resistencia. Contaba, además, con una suma de fuerzas que no volvería a re-unir jamás. Las circunstancias, pues, le eran propicias, y ello se debió, que si el gobierno de la capital no llegó a ser estable ni fuerte, los caudillos de la reacción alcanzaron una grandeza que nunca habían alcanzado los hombres del partido del clero. Sin embargo, para acabar con el primer trabajo a que nos referimos, o sea, el de deshacer lo hecho desde el Plan de Ayutla, le habría sido necesario aniquilar por completo a los mestizos del partido liberal, y haber indicado desde luego, aunque hubiera sido el principio, qué orden de cosas había de suceder a la absoluta desaparición del creado por el Plan de Ayutla. Al principio, la guerra de tres años no fue en fondo más que el debate armado de la ley de desamortización. Como los mestizos habían sido los principales desamortizadores y veían la Cons-titución, que correspondía a sus aspiraciones y daba forma a sus ideas, la firmeza de la ley de 25 de junio, era natural que estuvieran dispuestos a todos los sacri-ficios posibles para defender esa Constitución que les aseguraba los medios de

Page 102: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

101

mantener su existencia y los medios de mantener su categoría de clase directora. En tanto no fueran alquiladas completamente, tenían no sólo que resistir la retro-gradación intentada por el partido reaccionario, sino que procurar con todas sus fuerzas el triunfo de la Constitución que condensaba todos sus intereses y todas sus esperanzas. Los demás desamortizaciones que no eran mestizos, podían no haber resistido la reacción, si detrás del gobierno por ésta establecido, hubieran siquiera podido vislumbrar el advenimiento de un orden de cosas aceptable; pero como esto último ni siquiera se indicaba, tenían que ceder, como muchos cedie-ron, a las circunstancias, pero manteniendo la esperanza de que desapareciera un gobierno que a todas luces se veía no podía ser permanente, porque para lo por-venir no ofrecía más que el caos. Contra tales resistencias para deshacer lo hecho desde el Plan de Ayutla, se agotaban los esfuerzos de los caudillos de la reacción. Esos esfuerzos, verdaderamente heroicos, no podían hacer más que mantener en la capital el gobierno encargado de derogar las leyes de desamortización y de procurar la reivindicación de los bienes desamortizados. El segundo trabajo de obra emprendida por la reacción que, como ya dijimos, tenía que ser el de dar una nueva organización al país, y del que dijimos también, debió haber hecho, cuando menos, alguna indicación en su programa, no lo podía llevar a cabo. Como el partido del clero dirigía todo el movimiento de la reacción y ese partido, según hicimos notar al estudiarlo en detalle, no tenía programa alguno que no fuera el destruir, el derogar, el deshacer, natural era que todo el partido reaccionario en conjunto, sufriera esa esterilidad. Para que el par-tido reaccionario hubiera podido formular un programa que oponer a la Con-stitución de los mestizos, le habría sido indispensable contar con los criollos que eran los maestros de la política y de la administración; pero los criollos no habrían prestado jamás su concurso para rehabilitar al clero que había sido su enemigo tradicional, y para deshacer la desamortización que con justicia podían llamar su obra. La reacción estaba condenada a agotarse en estériles agitaciones. Sin embargo, su fuerza era tal, que los mestizos estuvieron a punto de sucumbir. En efecto, si la energía de los mestizos era mucha, sus recursos eran pocos, por causa principalmente de la torpeza con que se hizo la ley de desamortización, y estaban a punto de agotarse, cuando Juárez expidió las demás leyes de Reforma.

Page 103: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

102

Al abandonar Comonfort con su golpe de estado la investigación de Presidente Constitucional, esa investidura fue recogida por Juárez que era el Vi-cepresidente, en su calidad de Presidente de la Suprema Corte de Justicia. En el trabajo de resistencia que los mestizos tenían que hacer no podían haber sido dirigidos por una personalidad más a propósito que la de Juárez. Unidad saliente y vigorosa de una raza que por su localización en la mesa del sur, tuvo que gastar menos energía que la azteca, antes de la conquista, y que sufrir menos la com-prensión española en la época colonial, lo que la hizo disipar también menos energía que la azteca. Juárez había podido ascender hasta colocarse en la raza mestiza y ocupar un lugar prominente en ésta, cuyos sentimientos y cuyas ideas reflejaba. Menos genial que Morelos y menos filósofo que Ocampo, tenía en mayor grado que ellos el instinto de la fuerza política y el sentimiento de la gran-deza personal. Se comprendía elevado, sostenido y llevado por el impulso colec-tivo, y en cierto modo disciplinado de los mestizos, y él ajustaba su personalidad al tamaño de ese impulso. Según su retrato que de él hizo el Presidente Iglesias:

“… aunque tenía notoria capacidad y no carecía de instrucción, ni su ins-trucción ni su inteligencia eran de primer orden. Su gran mérito verdadera-mente excepcional estribaba en las excelsas prendas de su carácter. La firmeza de sus principios eran inquebrantables; por sostenerlos estaba siempre dispuesto a todo linaje de esfuerzos y sacrificios. La adversidad era impotente par dominarle; la próspera fortuna no le hacía nunca olvidar sus propósitos. Tan extraordinario era su valor pasivo, que para los observadores superficiales se confundía con la impasibilidad”. El anterior retrato trazado a grandes líneas, ha sido acabado por Bulnes (El verdadero Juárez). Bulnes en un capítulo escrito para empequeñecer a Juárez, escribió los siguientes pasajes:

“… hay que elogiar la inquebrantable firmeza de Juárez, porque no se dejó intimidar, corromper, ni desalentar, con lo cual probó su superioridad moral y ser digno del puesto que ocupaba…” “El temperamento de Juárez fue el propio del indio, caracterizado por su calma de obelisco, por esa reserva que la esclavi-tud fomenta hasta el estado comatoso, en las razas fríamente resignadas; por ese silencio secular del vencido que sabe que toda palabra que no sea el miasma

Page 104: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

103

de una bajeza se castiga; por esa indiferencia aparente que no seduce, sino que desespera…” “Pero Juárez, tenía sobre Ocampo, la suprema cualidad de los ambi-ciosos, saber esperar: la impaciencia le era desconocida: le faltaban nervios como a las piedras y sin embargo, le sobraba voluntad como a las tempestades…” “Su único lenguaje, era el oficial, severo; sobrio, irreprochable…” El aspecto físico y moral de Juárez, no era el de apóstol, ni el de mártir, ni el de hombre de estado, sino el de una divinidad de teocalli, impasible sobre la húmeda y rojiza piedra de los sacrificios…” “Tenían de común- Juárez y Ocampo- un carácter firme como una ley matemática, una precisión constitutiva de ideas de un programa rígido, un patriotismo limpio, una fe dogmática…” “En el gobierno de Oaxaca, Juárez fue un patriarca inimitable, un verdadero pastor apostólico de ovejas amadas y tiernas. En el Ministerio de don Juan Álvarez, Juárez fue un liberal firme, va-liente, reformista, casi audaz si hubiera tenido nervios. En Veracruz, durante la guerra de Reforma, Juárez fue un revolucionario imponente por su impasibilidad, por su resolución, por lo gigantesco de las leyes que amparaba con su fe, con su autoridad, con su honradez, con sus principios inquebrantables.”

Como habrán podido ver nuestros lectores, los anteriores rasgos de la pluma del escritor que más rudamente ha atacado a Juárez, presentados con el de-sorden con que ese escritor los trazó en la obra de donde los tomamos, completan el retrato que delineó el Presidente Iglesias. Se ve por ese retrato, que Juárez era un hombre muy notable por sus cualidades de carácter, por su imperturbabilidad para recibir los acontecimientos, por su pasividad para sufrir los reveses, por su entereza para luchar con las dificultades, por su calma para esperar los triunfos, por su persistencia para alcanzar sus propósitos, por su firmeza para seguir sus convicciones, hasta por su aspecto severo, frío, impasible, de divinidad teocalli. Como las cualidades anteriores se encontraban en mayor o menor grado por múltiples razones de origen de sangre y de identidad de educación, en todos los mestizos, el grupo social de éstos, se veía representado por Juárez y Juárez se sentía representado por todos y cada uno de los mestizos. Esa doble representación lle-gaba hasta el punto de que Juárez se confundía con los mestizos y los mestizos se confundían con Juárez. El partido liberal era lo mismo que Juárez: Juárez era lo mismo que el partido liberal. Y si Juárez representaba de un modo completo a los mestizos, como grupo social, representaba todavía mejor, las aspiraciones, los

Page 105: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

104

ideales, los sueños de ese grupo. Quería como él, hacerse dueño del territorio de la República, fundar en la raza que tenía por suya, la nacionalidad que entrevió Morelos, hacer florecer la civilización propia a que aspiró Ocampo: fundar, real y verdaderamente, la patria con que los mestizos que se creían dueños de América, como dice Sierra (Historia general, manual escolar): “venían soñando desde la dominación española; fundar en suma, la patria mexicana, libre, independiente y respetable. Por eso Juárez es tan grande ante la historia. Por eso para nosotros los mestizos, es casi un dios”. La notoria inferioridad en número y en medios de acción de los mes-tizos, fue admirablemente suplida por el conocimiento y aprovechamiento del medio físico. En efecto, ya he demostrado a mi parecer suficientemente, que la es-tabilidad y fuerza de todo gobierno depende de su mayor o menor dominio de la mesa central y de la parte norte de la mesa del sur, es decir, de la zona de los cerea-les. Si el gobierno de Juárez hubiera permanecido en esa zona, y en ella hubiera procurado combatir, teniendo allí sus fuerzas, habría inevitablemente sucumbido. Su inspiración más feliz, fue haber salido de la zona expresada y haberse situado en Veracruz, lugar que estaba fuera del círculo activo de la reacción, desde el mo-mento en que ésta tenía que luchar por asegurar su dominio en aquella zona y lu-gar que le permitía una gran libertad de comunicación para el extranjero. Y si fue feliz la inspiración del gobierno de situarse en Veracruz, la dirección que Dego-llado dio a la campaña, fue indiscutiblemente genial, porque consistió, no en de-sarrollar planes extensos que el número de los mestizos hacía imposible sostener, ni en buscar victorias más o menos importantes y trascendentes, porque esto era también imposible por la misma razón, ni menos en hacer inútiles alardes del heroísmo teatral, sino impedir a todo trance, como lo consiguió, que la reacción consolidara su dominio sobre la zona firme. A pesar de todos los triunfos de los generales reaccionarios, el gobierno de la capital no pudo un solo día estar libre de los cuidados de la campaña. Miramón no pudo nunca estar en condiciones de dedicarse exclusivamente a la toma de Veracruz, porque cuando faltaban sus fuerzas de la zona firme, la capital se sentía amenazada. El gobierno constitucio-nal, por el contrario, estaba por lo general, en Veracruz, libre de todo cuidado. El trabajo de los mestizos que consistía en resistir, se hacía admirablemente. La actitud tranquila de Juárez hacía comprender que para él, como para el elemento

Page 106: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

105

mestizo, todo se reducía a esperar. Este era el talento de Juárez. Esperaba, como ha dicho el general Díaz, “con una fe que parecía inspirada y que era en realidad la meditada previsión de éxito y el profundo sentimiento del deber”. Los Estados Unidos comprendieron la situación. La llegada del ministro McLane, aseguraba el triunfo del partido liberal.

Sin embargo, como la lucha se prolongaba, el partido liberal, o sea el elemento mestizo, aunque no flaqueaba, desfallecía, Juárez sintió en sí mismo ese principio de desfallecimiento y reaccionó contra él, como reacciona en el cerebro la voluntad contra el vértigo del organismo humano y acudió a reanimar las fuerzas del elemento mestizo, corrigiendo la ley de desamortización con la de nacionalización de los bienes del clero.

De las leyes llamadas de Reforma, o sea las expedidas por el gobierno de Juárez en Veracruz, la más trascendente fue la del 12 de julio de 1859 sobre na-cionalización de los bienes eclesiásticos, separación de la Iglesia y el Estado y ex-tinción de órdenes monásticas; y ésta muy especialmente, porque completó la del 25 de junio de 1856. No negamos la conveniencia de las demás, pero sí afirma-mos que si ellas venían a completar la obra de las dos leyes de 25 de junio de 1856 y de 12 de julio de 1859, no eran absolutamente necesarias para esa obra. En la misma ley de 12 de julio, lo verdaderamente trascendental, fue la nacionalización de los bienes eclesiásticos. La separación de la Iglesia y el Estado fue más bien obra de la Iglesia que del poder civil. Hemos dicho ya y es generalmente sabido, que el clero desde la cuestión del patronato, venía luchando por independizarse del gobierno. Hemos dicho también que el gobierno de Santa Anna y Gómez Farías, cortó de hecho las leyes que aún quedaban entre el poder civil y la Iglesia, suprimiendo la coacción civil para el pago de los diezmos y para el cumpli-miento de los votos monásticos, autorizando a los religiosos para abandonar los conventos y quitando al clero toda intervención en la instrucción pública. Es cierto que la reacción deshizo la mayor parte de los hechos entonces, pero en 1859, nada de eso era una novedad, ni tenía la importancia de la nacionalización. La extinción de las comunidades religiosas era una consecuencia necesaria de la nacionalización, supuesto que esas comunidades representaban la mayor suma de los bienes que comprendía la nacionalización, y ellas no podían existir sin las

Page 107: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

106

rentas correspondientes. Lo que constituía la verdadera ley trascendente era la nacionalización. Ésta, además de que contribuía a dar firmeza a las leyes de de-samortización, ponía una nueva suma de bienes en poder de los mestizos y, sobre todo, daba a éstos capitales para adquirir y beneficiar esos bienes. Por eso, a poco de la expedición de ley, el aliento de los mestizos creció y la resistencia liberal adquirió nuevos bríos.

La ley de nacionalización que lleva también la firma de Lerdo de Tejada, pero que ya no es exclusivamente suya, concluyó la obra comenzada por las leyes de desamortización. Por una parte, dio firmeza, como ya dijimos, a esas leyes y provocó un nuevo movimiento desamortizador que se dirigió al gobierno de Veracruz; por otra parte, reparó el principal error de aquellas leyes, ciñendo su al-cance al clero solamente; y por último, estableció mejores bases de favorecimiento para los mestizos. La ley de desamortización dada en los precisos momentos en que la guerra de tres años llegaba al punto de mayor encarnizamiento, mos-traba la inquebrantable resolución de los mestizos. Tal resolución que marcaba el propósito de seguir el camino cierto y determinado, señalado desde el Plan de Ayutla, hacía tan violento contraste con la vaguedad y esterilidad de los propósi-tos del partido reaccionario, que los desamortizadores indecisos, se resolvieron a apoyar la desamortización y con ello perdió la causa reaccionaria y ganó la liberal muchos partidarios firmes, como lo son siempre los que tienen intereses que defender. Pero lo que vino a ser la excelencia de la ley de nacionalización fue, que continuando de un modo franco, preciso y abierto, el objeto real de la desa-mortización o sea el de quitar al clero sus bienes, redujo su acción a sólo el clero. Con ello consiguió prever de antemano todas sus consecuencias y hacer seguros sus resultados. Como las leyes de desamortización, según hemos repetidos varias veces, fueron dirigidas a quitar al clero sus bienes raíces y la ley de nacionaliza-ción, llevó ese pensamiento a su última extremidad, la desamortización tomó el camino de la nacionalización, en cuanto a los bienes raíces, pero en cuanto a los demás bienes raíces, se detuvo. No sólo, sino que en la rama de desamor-tización por división, el movimiento desamortizador, dio algunos pasos atrás. El gobierno de Juárez, mejor penetrado que el de Comonfort de la condición de los indígenas, protegió a éstos. Nosotros tenemos actualmente en nuestro po-der documentos que comprueban que el gobierno de Juárez, poco después de la

Page 108: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

107

guerra de tres años, autorizó la venta de bienes inmuebles nacionalizados, a favor de un pueblo, contra el texto expreso del artículo 25 de la ley de 25 de junio; y acerca de la verdadera intención del gobierno al autorizar esa venta, no puede caber la menor duda, porque la escritura relativa otorgó el Ministro de Hacienda. Esto, como era natural, retrajo a los indígenas propietarios del movimiento de la reacción. En lo sucesivo, sólo quedaron del lado de ésta, los indígenas deshere-dados, cuyo número fue disminuyendo. Como se ve, esos aspectos de la ley de nacionalización restaron fuerzas al partido reaccionario. El tercer aspecto de la misma ley robusteció las fuerzas de los mestizos, porque ella tomó por base de sus operaciones, la división necesaria de los bienes, según lo acredita el artículo 5° de la primera ley reglamentaria; porque ofreció a los nacionalizadores en los artículos 11 y 12 de esa ley reglamentaria, facilidades indiscutibles para adquirir capitales: y porque el artículo 10 de la propia ley dio a los adquirientes de bienes nacionalizados, que tenían que ser en su mayor parte mestizos, notorias facili-dades para el pago de esos bienes. A partir de la ley de nacionalización, por más que el partido reaccionario acreciera sus esfuerzos hasta la desesperación, como lo hizo, el triunfo de Calpulalpan se veía venir. Poco, en efecto, tardó. Con él, quedó fundada y libre de todo peligro interior, la nacionalidad mexicana, en el elemento mestizo; pero quedaba aún el peligro exterior. La aproximación del triunfo de los mestizos, resultado como hemos procurado demostrar, de los efectos sumados de la ley de 25 de junio de 1856 y de la de 12 de julio de 1859, produjo una conse-cuencia inesperada y fue la de causar en los diplomáticos europeos, residentes en la República, una impresión profunda, cuyas resonancias europeas determinaron en realidad la intervención. Dados los antecedentes que hemos asentado, se com-prende muy bien su conducta. Sin poder penetrar al fondo que el triunfo del partido liberal significaba el de los mestizos y que dada la naturaleza sociológica de éstos, era inevitable que la nacionalidad por ellos fundada fuera independiente de toda tradición monárquica y toda subordinación religiosa y tradicional, veían con espanto ese triunfo y creían éste precursor de una completa disolución social. A causa de sus perjuicios europeos, no podían darse cuenta de que lo que ellos consideraban un atentado a la propiedad, era precisamente una medida benéfica en este país para esa propiedad. Menos podían entender, que un pueblo pudiera vivir y prosperar, sin el concurso político y oficial de una región organizada y rica. Por eso veían en el triunfo de Juárez o lo que es lo mismo, en el partido liberal

Page 109: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

108

como nosotros decimos, el del elemento mestizo el principio de la anarquía. Si Juárez, a su juicio, no respetaba la propiedad ni la religión, nada podía infundirle respeto. El desconocimiento de una situación, que los mismos actores principales de ella desconocían, como a nuestro parecer, la han desconocido y la desconocen aun nuestros historiadores, explica la intervención de los ministros extranjeros en los sucesos de aquellos días.

La expulsión de algunos obispos, del nuncio del Papa y de algunos minis-tros extranjeros, vino a justificar la opinión europea, de que Juárez era un nuevo Atila que había llevado el tradicional desorden nacional hasta la barbarie. A esa opinión se debió la intervención europea. Es seguro, que si esa opinión no hubie-ra flotado en al ambiente europeo, no habría habido negocio capaz de determinar el movimiento de la intervención. Precisamente por ella, la intervención traía un carácter esencialmente protector. De paso, podían hacerse con la intervención, otras muchas cosas que la imaginación de Napoleón III, juzgó posibles y grandes, pero lo que trajo a Veracruz las fuerzas aliadas, fue una intención civilizadora. Afortunadamente, en tanto evolucionaba el sentimiento europeo formado por los sucesos mexicanos y en tanto llegaba a cristalizar ese sentimiento en la forma concreta de una intervención, el elemento mestizo tuvo tiempo de consolidar su gobierno que, con toda justicia, después de la guerra, podía llamar nacional. Aquí volvemos a encontrar otra vez la idea de que todo gobierno nacional, para ser fuerte, tiene que ser necesariamente coactivo, de cooperación obligatoria, integral en suma, como todos nuestros gobernantes lo han llegado a entender y como el congreso constituyente se empeñó en evitar que se formara. Mientras a virtud de las facultades extraordinarias que justificaba la situación, Juárez fue un dictador absoluto, su gobierno pareció inmejorable a los mestizos; pero en cuanto el gobi-erno volvió al orden normal, el descontento reapareció. Si la intervención hubiera tardado, el gobierno de Juárez habría tenido que caer o habría tenido que llegar inevitable a un nuevo golpe de estado. El peligro de la intervención lo salvó. Ese peligro devolvió a Juárez la dictadura y por lo mismo, la fuerza y con la fuerza la respetabilidad. Cuando las fuerzas aliadas llegaron a reunirse en Veracruz, se en-contraron, con que en lugar de la anarquía deshecha que suponían habría traído consigo el triunfo de Juárez, existía un gobierno fuerte y respetable presidido por él. Esto los sorprendió y desorientó. Por ello es que no acertaron de pronto con

Page 110: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

109

lo que tenían que hacer y comenzaron por reconocer el gobierno que encontra-ron. De allí a la retirada de las fuerzas inglesas y españolas, no había más que los pasos de explicación que se dieron en La Soledad. Si Francia siguió la interven-ción adelante, fue, por una parte, porque Napoleón III creyó lo asegurado por los mexicanos intervencionistas, individuos todos del partido del clero, acerca de los sentimientos monárquicos de la mayoría de la población, lo cual era en rigor, verdad; y fue por otra parte, por los intereses sucios mezclados en el asunto de la intervención.

El imperio, como Bulnes ha asegurado, pudo en efecto establecerse. Esta es una verdad monumental. Si la intervención hubiera coordinado bien los in-tereses del clero y del partido de éste, con los del elemento indígena y con los del criollo, que en efecto tenían por qué ser inclinados a la monarquía, formando la mayoría de que hablaba Almonte; y si la misma intervención hubiera ayudado a esos grupos sociales combinados con su prestigio, con su oro, y con las fuerzas militares que trajo, el partido liberal o sea el elemento mestizo, habría tenido que sucumbir. Pero esto requería deshacer de un modo absoluto, lo hecho a virtud de las leyes de desamortización y de nacionalización y esto no lo podía ni lo quería hacer Francia, ni lo hizo en efecto. El imperio, por lo mismo, sin las simpatías del partido reaccionario y sin las del partido liberal, quedó sólo sostenido por los criollos que mostraron claramente no haber estado unidos al partido liberal sino por lazos transitorios: los criollos lo sostuvieron casi hasta el fin, pero nada sig-nificaba ya. Su tiempo había pasado. En sus últimos momentos, el imperio quiso ser reaccionario, pero ya era tarde.

En tanto se desarrollaban los acontecimientos del imperio, Juárez había vuelto a ser con su gobierno lo que había sido durante la guerra de tres años. Porque su papel fue el mismo de antes: resistir. Como ni la desamortización ni la nacionalización habían vuelto atrás, su gobierno tenía la misma base de sus-tentación que en la guerra de Reforma: los nuevos tenedores de bienes del clero y entre éstos los mestizos.

A virtud de continuar las mismas circunstancias que en aquella guerra, continuaba la identificación de Juárez con los mestizos y de los mestizos con Juárez.

Page 111: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

110

Juárez era otra vez el partido liberal y el partido liberal era otra vez el apego al territorio nacional, el deseo de asegurar la nacionalidad en su raza, la aspiración, en suma, de fundar su patria propia. Juárez, pues, era de nuevo la patria. Y en el intento entonces perseguido, Juárez no sólo representaba la formación interior de la nacionalidad, sino el empeño inconmensurable, de imponer al exterior esa nacionalidad. Su gobierno era el más grande que había llegado a tener, desde la llegada de las tribus aborígenes hasta entonces, toda la región geográfica en que se asienta la República. Por eso Juárez, que ya era grande hasta ser colosal, du-rante la guerra de Reforma, llegó a ser inmenso durante la intervención.

Sus procedimientos de resistencia fueron en la intervención, los mismos que en la guerra de Reforma. Se alejó con su gobierno de la zona firme y dejó a sus fuerzas militares que disputaran esa zona a las fuerzas contrarias. Es cierto que en esta vez la contienda más difícil, pero también lo es en que de todos mo-dos la intervención, tal cual fue planteada, tenía que ser transitoria. Juárez no dudó nunca del éxito de su causa. Su sueño de imponer la nacionalidad mexicana, le prestaba una fe que no ha tenido igual en la historia. Cuando el imperio, falto del apoyo extranjero, vino abajo con la dictadura de Santa Anna, vencido por su propia pesadumbre, el elemento mestizo, ya desligado, por fortuna, del elemento criollo, había acabado la conquista de su preponderancia. El día en que Juárez entró a la capital de la República, la nacionalidad mexicana que desde el triunfo de Calpulalpan estaba asegurada para siempre, tal vez, de todo peligro interior, quedaba asegurada, para siempre tal vez de todo peligro exterior. En conjunto, la obra de Juárez fue fundar con dos terribles guerras, la nacionalidad mexicana en el elemento mestizo de la población, en el elemento de que formamos parte, que mantiene el gobierno todavía y que lo mantendrá hasta una época que por ahora no alcanzamos a ver la infinita inmensidad de lo porvenir.

Page 112: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

111

CONCLUSIÓN

LA OBRA sociológica de Juárez terminó con la restauración de la Repú-blica: su obra personal continuó hasta el fin de su vida, llenando una gran parte del período que después de la restauración de la República, podemos considerar como preparatoria del período integral, que se abrió con el Plan de Tuxtepec. No hacemos el estudio de la continuación personal de la obra sociológica de Juárez, porque necesitaríamos tratar en él, el período integral y no hacemos el estudio de éste, aunque nos ofrecería la oportunidad de explicar muchos sucesos contem-poráneos y de señalar muchos aspectos de las cuestiones sociológicas palpitantes, porque no queremos dar a nuestro estudio el carácter de profesión de fe política.

En el estudio que hemos hecho, habremos olvidado muchas circunstan-cias, habremos interpretado mal muchos juicios y habremos falseado muchos hechos al agruparlos en generalizaciones tal vez demasiado amplias y poco preci-sas; pero aún así, creemos haber acertado a hacer el modelo de arcilla que deberá servir, para que un maestro vacié en bronce la obra definitiva de la historia con-temporánea nacional.

Page 113: Antologia Molina Enriquez
Page 114: Antologia Molina Enriquez

Los grandes problemas nacionales

Page 115: Antologia Molina Enriquez
Page 116: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

115

INTRODUCCIÓN

LAS CUESTIONES sociales de nuestro país ofrecen amplísimo campo a la observación, al estudio y a la meditación. Por virtud de circunstancias que en el curso de este libro encontrarán explicaciones y comprobaciones

abundantes, se ha olvidado mucho esta verdad, y el desvío de la atención de nuestros hombres de talento hacia cuestiones extrañas, con perjuicio del cono-cimiento de las propias, ha ocasionado no pocos daños a nuestra Nación, que por ese motivo no ha podido llegar a ser una verdadera patria. Nosotros no podemos considerarnos en el número de esos hombres; pero creemos que no por ello es-tamos menos obligados a pagar nuestra contribución al propósito de hacer la patria mexicana, y pagamos esa contribución con la enunciación que hacemos de nuestras ideas en las páginas que siguen.

Page 117: Antologia Molina Enriquez
Page 118: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

117

PARTE PRIMERA

Los antecedentes indeclinables

CAPÍTULO I

LOS DATOS DE NUESTRO TERRITORIO

CARÁCTER GENERAL DE NUESTRO TERRITORIO. En el estudio de cualquier problema que afecte la vida de una nación, serán siempre de interés primordial, los datos que ofrezca el territorio que ella ocupe. El estudio,

pues, de los principales problemas de nuestro país, requiere el de los datos que ofrezca el territorio nacional. Siendo como es éste, bien conocido entre nosotros, no creemos necesario hacer de él una descripción especial; nos basta con re-cordar que presenta los rasgos característicos siguientes: en primer lugar, aunque se encuentra en el hemisferio Norte, casi todo está comprendido en la zona in-tertropical, de modo que su clima, caliente en las costas, disminuye en calor por la altura, hasta ser templado en el interior y frío solamente en los altos picos de las montañas: en segundo lugar, se encuentra en la región que no disfruta sino de una sola estación anual de lluvias, que es la de verano, porque aun cuando recibe algunas en invierno, éstas son escasas e irregulares; en tercer lugar, está divido por las cordilleras, en una altiplanicie interior, cuya altura asciende de un modo general de norte a sur, y en los planos de descenso de las costas, las cuales tienen el del occidente en el norte, la prolongación de la Baja California, y el del oriente en el sur, la de la península de Yucatán; en cuarto lugar, en los planos de descenso o vertientes exteriores de las cordilleras, el terreno es muy quebrado, pendiente y barrancoso, y en la altiplanicie interior, el suelo generalmente desigual, se divide

Page 119: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

118

en tres mesas que se desenvuelven en valles cada vez más amplios a medida que las cordilleras se abren, hasta convertirse en extensas llanuras bajas en el norte; en quinto lugar, las lluvias son abundantes en las vertientes exteriores de las cordi-lleras, y en el interior son de un modo general escasas, debilitándose la precipi-tación de ellas del punto de unión de las cordilleras hacia el norte; en sexto lugar, un eje interior distribuye las corrientes formadas por las lluvias, en dos grandes sistemas que las llevan a los mares, excepto en el norte, donde hay grandes cuencas interiores cerradas; y en séptimo y último lugar, las dos grandes cordilleras levan-tan altas barreras de separación entre la altiplanicie y los planos de descenso hacia las costas, y dos estribaciones de las mismas cordilleras dividen la altiplanicie en las tres mesas indicadas antes, que son: la del sur, limitada al norte por una de dichas estribaciones; la del centro, limitada al norte por la otra estribación: y la del norte que por ese rumbo queda completamente abierta hacia los Estados Unidos. Estos datos son por el momento, como ya dijimos, bastantes para nuestro propósito.

De las tres mesas de la altiplanicie interior, la del centro, que es la más alta, con una parte de la del sur que en altitud le sigue, forma una zona que creemos puede y debe llamarse zona fundamental de los cereales, porque en ella tienen su zona propia el maíz y el trigo, que con el frijol son los granos que sostienen la vida de toda la población nacional: en el resto de la zona del sur, en la zona del norte y en las vertientes exteriores de las cordilleras, el maíz y el frijol se producen también, pero en menor cantidad y de inferior calidad que en la expresada zona; el trigo no se produce en las tierras muy calientes.

Apunte científico acerca de la naturaleza de la vida humana y acerca de la función de todos los pueblos de la zona fundamental de sustentación.

La producción agrícola es la base fundamental de la existencia de todas las sociedades humanas que se desarrollan, y en esa producción, la de los cereales, es la verdaderamente esencial. Nada nuevo parece decir lo anterior, porque el fondo de verdad que contiene es de tal evidencia, que se considera justamente como universalmente sabido. Empero, los principios que ese fondo de verdad compone y las consecuencias de esos principios, son de una singularidad tan novedosa y tienen un alcance tan trascendente, que sorprende cuando es fácil a la luz que producen, darse cuenta del estado social de un país y de las circunstancias

Page 120: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

119

que rigen su marcha por el camino del progreso. Perdónenos nuestros lectores un ligero apunte científico sobre la materia a que venimos refiriéndonos; lo creemos indispensable para la perfecta inteligencia de lo que va a seguir.

En las funciones de la vida en general y de la humana en particular, se ad-vierte desde luego un fenómeno de combustión, que consiste en la combinación del oxígeno del aire como cuerpo comburente (que quema o hace arder) y del carbono de los alimentos como cuerpo combustible (que arde o es quemado). Mediante ese fenómeno, se mantiene la fuerza vital que se desarrolla y se con-tinúa como toda combustión, mientras encuentra los elementos necesarios para alimentarse. La absorción del oxígeno se hace por la respiración, y la del carbono por la alimentación: la combinación de ambos, o sea la combustión, se hace dentro del organismo mediante circunstancias especiales, entre las cuales una de las más salientes consiste en que el carbono se encuentre en un estado de gran división. Es claro que no puede haber vida humana sin la absorción del oxígeno del aire, absorción que se hace por aspiraciones frecuentes a virtud de ser muy abundante y de ser muy fácilmente asible o captable el aire en la naturaleza y sin la absor-ción del carbono que se hace por ingestiones de relativamente largo periodo, por ser escasas y difícilmente aprovechables las materias naturales que lo contienen. Ahora bien, en tanto el hombre como los demás animales, tuvo que tomar de los productos naturales sin producir éstos, las materias necesarias para su alimen-tación, su vida tuvo necesariamente que ser precaria, porque la recolección de esas materias tuvo que ser necesariamente irregular, y si bien muchas veces lo llevó a la abundancia, muchas veces lo hizo sufrir la escasez. En esas condiciones, el esfu-erzo indispensable para sostener la vida, tuvo que ser verdaderamente formidable. Además, la naturaleza misma de esas materias, no pocas veces tuvo que hacer poco menos que inútil su ingestión para la vida, porque o bien dichas materias no ofre-cían a la combustión vital suficiente cantidad de carbono, o bien no le ofrecían ese carbono en la conveniente división. Los apaches ofrecen en nuestro territorio, un ejemplo claro de estas verdades…Tal tiene que haber sido el carácter de la ali-mentación primitiva, y tal es el carácter de la alimentación de los pueblos que no tienen agricultura… Hasta que el hombre no encontró los cereales, no afirmó su existencia y no aseguró la de su especie. Los cereales, en efecto, por el almidón que contienen, dan al organismo carbono en cantidad suficiente y en un estado con-veniente de división, para mantener en condiciones favorables la combustión vi-

Page 121: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

120

tal…Como los elementos substanciales de la alimentación de los grupos humanos, están concentrados en los cereales, fácilmente se puede comprender, por qué todos esos grupos están ligados a las zonas que dichos cereales producen…Los grandes pueblos europeos pueden ser referidos a las zonas de producción del trigo; los grandes pueblos asiáticos pueden ser referidos a las zonas de producción de arroz; y los grandes pueblos americanos pueden ser referidos a las zonas productoras de maíz. Algunos pueblos americanos en estos últimos tiempos, deben su vida a la producción combinada del trigo y del maíz…En todo caso, el movimiento de expansión depende, principalmente, de la amplitud que puede alcanzar la zona de producción de los cereales y de la intensidad de producción de éstos.

La zona fundamental de sustentación en nuestro país. Sentados los pre-cedentes principios científicos, volvemos a nuestro país. En él la zona de susten-tación es la zona que hemos llenado fundamentalmente de los cereales. Esa zona produce maíz, justamente con frijol y trigo, en tales condiciones, que abastece todo el consumo de la República en su estado actual. Sólo en la zona fundamen-tal de los cereales, se producen éstos en cantidades que exceden a las necesarias para el consumo de los lugares de producción, y de una calidad, que permitiendo su conservación por dos o tres años hace posible la regulación de ese consumo; aunque en el resto del país se producen también, cuando menos maíz, la produc-ción de ese grano no alcanza para el consumo local siquiera…

Ventajas e inconvenientes de la especial colocación de la zona fundamental de los cereales. La especial colocación de la zona fundamental de los cereales en el centro del territorio nacional y a la mayor altura de ese territorio nacional, presenta una serie de inapreciables ventajas y una serie de graves inconvenientes. Desde luego, como productora de cereales, su posición hace que la derrama de cereales a las demás zonas, se haga con fletes de bajada. Como productora de población, por la misma razón de ser productora de ceraeales, su posición también facilita la derrama de habitantes con el esfuerzo reducido del descenso. Estas son notorias ventajas. Los inconvenientes consisten en que todos los artículos extranjeros y muy especialmente los implementos y abonos indispensables para toda produc-ción agrícola de cereales, si vienen por los mares, tienen que pagar los fletes de las rápidas subidas, y si vienen del Norte, tienen que pagar los altos fletes de las largas distancias. Estos son incuestionables inconvenientes.

Page 122: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

121

CAPÍTULO II

LOS DATOS DE NUESTRA HISTORIA CONTEMPORÁNEA

BASES GENERALES DE UNA CLASIFICACIÓN DE LOS ELEMENTOS COMPO-NENTES DE LA POBLACIÓN NACIONAL. Nuestro país, como hemos dicho ya, se compone de muy numerosos pueblos indígenas mezclados entre

sí por la presión de su propio desalojamiento del norte hacia el sur, y por la del estrechamiento de la región geográfica a que todos convergían: se compone tam-bién de numerosos grupos europeos venidos desde la conquista hasta ahora; y se compone de los grupos descendientes de aquellos pueblos y de estos grupos, y de los productos de los varios cruzamientos de unos y otros. Es muy difícil delimitar cada uno de los múltiples agregados humanos que componen nuestra población: por la misma razón es muy difícil hacer de ellos una clasificación satisfactoria. Dado que toda clasificación es arbitraria, nosotros intentamos una que desde el punto de vista científico es seguramente incompleta y defectuosa, pero que nos permitirá darnos cuenta del juego combinado de los elementos que llamaremos étnicos -para no alterar por ahora la significación de raza que se da a la palabra griega etnos-, y de los grupos sociológicos que actúan en nuestro país, y que de-terminan la sucesión de hechos de nuestra historia; esa misma clasificación, nos permitirá también determinar con precisión las orientaciones de nuestra vida futura, ofreciendo bases firmes a nuestra política tanto interior cuanto extranjera. En la clasificación a que nos referimos, usaremos las palabras elemento de raza para designar un conjunto étnico general de cierta extensión o de cierta impor-tancia que puede subdividirse; la palabra grupo para designar una de las partes en que se divide un elemento; y las palabras grupo secundario o subgrupo para designar una de las partes en que se divide un grupo. No hemos encontrado palabras a propósito para llevar más adelante las divisiones.

Page 123: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

122

Aquí creemos oportuno y necesario decir, que en la clasificación de razas que hacemos, los elementos y grupos que señalamos, no están separados y ais-lados de un modo absoluto: por lo mismo de que han vivido en íntimo contacto, y han estado en plena cooperación desde la Independencia, se han mezclado y confundido mucho, pero se les reconoce fácilmente, primero por sus caracteres exteriores, y después por sus tendencias. En nuestra opinión, el mayor beneficio que debemos a la forma republicana, es el de haber hecho la igualdad civil que ha favorecido mucho el contacto, la mezcla y la confusión de las razas, preparando la formación de una sola. Por lo demás, creemos inútil decir que al hablar de los elementos de raza, por más que citemos apellidos, no nos referimos a persona alguna en particular.

La Independencia expulsó al elemento peninsular que por su escaso número y por sus relativamente pequeños intereses fijos, tenía pocas raíces en nuestro territorio, y dejó en pie tres grupos de acción social: los criollos civiles o laicos, el clero y los indígenas. Estos tres grupos no correspondían exactamente a los tres elementos de raza que provenían del período colonial, que eran los crio-llos, los mestizos y los indígenas. Formada la Colonia de cuatro capas sociales (que eran los españoles civiles o laicos arriba, después el clero y los criollos, los mes-tizos en seguida, y debajo de todos, los indígenas), la expulsión de los españoles significó para los demás, el ascenso de un grado en la escala social, o lo que es lo mismo, un bienestar de gran consideración. Los criollos y el clero, libres de la autoridad colonial, quedaron arriba, y como era natural, por esa circunstancia y por la de existir entre ellos antiguas rivalidades de grandes propietarios, entraron en lucha. Los criollos civiles o laicos, entre los que el grupo de los señores tenía el poder civil, como buenos discípulos de los españoles, sobradamente católicos, pero antes que católicos regalistas, creyendo que en virtud de ese poder, debían tener subordinado al clero por medio del antiguo patronato de los reyes de Es-paña, que creían haber heredado íntegro con dicho poder. El clero resistió tal subordinación declarando muerto el patronato con la dependencia española. En el fondo, la facilidad de absorción y de amortización de la Iglesia, constituía para la gran propiedad del elemento criollo laico, una gran amenaza que éste trataba de conjurar, ejerciendo el patronato, no para favorecer a la Iglesia, sino para dis-minuir sus medios de acción. La supresión del gobierno coercitivo y fuertemente

Page 124: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

123

integral de los virreyes y la adopción del descentralizado gobierno republicano que en lugar de aquél se formó, contribuyeron a favorecer la indicada lucha, en la que por su mayor libertad entraron también los mestizos y los indígenas.

Los criollos “señores”. Los criollos estaban divididos, según hemos ex-puesto con toda claridad, en criollos civiles o laicos y en criollos clero; los primeros, a su vez, lo estaban en criollos señores y criollos agricultores, los últimos de los cuales se habían transformado, casi por completo, en mestizos; de modo que criollos de sangre pura, no había más que los criollos que llamamos señores y los criollos clero que eran la clase superior de éste. Ahora bien, la reducción del elemento de los criollos a sólo esos dos grupos y la guerra que éstos se hacían, debilitaban considerablemente la fuerza del elemento en conjunto, precisamente cuando el elemento mestizo tendía a integrarse y se iba a integrar. Los criollos señores, los que sucedieron en parte a los españoles en la propiedad de las minas, los dueños de la gran propiedad adquirida y conservada más por el gusto de la dominación, de la vinculación y de la renta, que por el interés del cultivo y del producto, presentaban por rasgos característicos comunes su catolicismo clásico, sus costumbres de mando y el apego a sus tradiciones aristocráticas, como que llevaban sangre española, descendían de los conquistadores y heredaban, muchos de ellos, títulos de nobleza; además, eran la clase que tenía en su poder el Go-bierno. Esa clase misma, por afinidad de sangre, poco después de la expulsión de los españoles, reaccionó y comenzó a recibir en su seno, con cariño en todas las unidades españolas, que de nuevo comenzaron a venir. Todavía hoy sucede que un español, por humilde que sea su origen, puede estar seguro de que si logra hacer fortuna, será bien recibido entre los criollos señores. En particular, el tipo de crio-llo señor era entonces y es ahora todavía, inconfundible. El criollo es en general de alta sangre: se apellida Escandón, Iturbe, Cervantes, Landa, Cortina, Cuevas, De la Torre, Rincón, Pimentel, Rul, Terreros, Moncada, Pérez, Gálvez, Icaza, etc., etc. Es generalmente rubio, de un rubio meridional, o trigueño- trigueño, según la Academia, es un color entre rubio y moreno-, de ojos negros más bien que azules, de continente orgulloso, de aspecto más bien frívolo que serio y de con-junto a la vez delicado y fino. Es generalmente hombre de mundo, cortés, culto y refinado; en sus gustos, se muestra elegante, le agradan las condecoraciones y tiene la afición de los honores cortesanos: pinta blasones en sus carruajes y se hace

Page 125: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

124

llamar gente decente. Sin embargo, de las cualidades anteriores, el criollo del campo, bajo la influencia de un escritor ha llamado el feudalismo rural, muestra lamentables regresiones al tipo del primitivo conquistador. Aunque no queremos hacer innec-esariamente complicadas las clasificaciones de este estudio, nos vemos precisados a señalar la división de los criollos señores en dos grupos menores, el de los conserva-dores y el de los políticos: estos últimos se llamaron después “moderados”.

Los criollos “clero”. El clero, como dijimos en su lugar, se componía, antes de la Independencia, de españoles arriba, de criollos como clase media, y de mestizos como clase inferior; consumada la Independencia, quedó compuesto de criollos arriba y de mestizos abajo, pero después, abiertos todos los caminos del trabajo a todos los elementos de la población, los mestizos abandonaron la Iglesia y se dedicaron unos a ser empleados, otros a ser profesionistas -éstos fueron los educados en los institutos- y los demás a ser revolucionarios. El clero recibió entonces en su seno a los indígenas, pero éstos, demasiado lejos de los criollos, no reemplazaron satisfactoriamente a los mestizos; al contrario, la causa principal del debilitamiento del clero, consistió en su falta de clase media, porque quedó compuesto de criollos arriba y de indígenas muy abajo: así ha llegado hasta no-sotros; hoy forma su clase media, con unidades españolas. En el grupo del clero, no sólo hay que considerar a los miembros religiosos de él, o sea a los dignatarios y ministros, sino también a los miembros laicos: los unos eran los arzobispos, obispos, canónigos, prebendados, curas, frailes, etc., los otros eran los mayordo-mos, administradores, abogados, sirvientes, etc. Los grandes caudales y el nume-roso personal del clero, por fuerza ocupaban a muchas personas extrañas a él. El conjunto de esas personas, en su mayor parte criollos (porque los indígenas no pasaron ni han pasado de ser ocupados como ministros), formó, en defensa del clero, lo que se llamó más adelante el Partido Reaccionario. Los indígenas. Durante la dominación española, la unión de los elemen-tos de sangre española y de sangre indígena, fue modificando la condición de estos últimos, formando con ellos grupos de acción social. De un modo general, sin embargo, los indígenas dispersos quedaron poco más o menos en igualdad de circunstancias, los indígenas incorporados apenas comenzaron a hacerse sentir como grupos sociológicos y sólo los indígenas sometidos sí llegaron hacer sentir su acción. Los incorporados y los sometidos que tenían acción sociológica en el

Page 126: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

125

país, después de la Independencia, vinieron a quedar divididos en cuatro grupos: el del clero, el de los soldados, el de los propietarios comunales, y el de los jornale-ros. Los indicios que pasaron a ser la clase inferior del clero, habían alcanzado con ascender hasta esa clase, un mejoramiento de tal naturaleza que eran y tenían que ser profundamente adictos al clero superior; esos mismos indios llevaban al clero, su sumisión pasiva y resignada, su voluntad individual comprimida por largos siglos de despotismo indígena y de esclavitud española y su timidez de raza atrasada, largamente atrasada, en su evolución, pero también su poderosa acumulación de energía que se despertaba al mejorar de condición: habrían sido inmensamente útiles al clero si su atraso evolutivo les hubiera permitido en-tonces estar a la altura del momento histórico que pasaba. Los indígenas solda-dos, también habían ascendido tanto, de nivel sobre su condición anterior, que eran a sus transitorios señores, los generales que los reclutaban, verdaderamente útiles, por su sumisión igualmente pasiva y resignada, por su resistencia para las grandes fatigas y por su energía para los combates, largamente acostumbrados a ser animales de transporte y carga, en un medio carente de esos animales, sin ellos no habría habido operaciones militares posibles, no habría podido haber domi-nación alguna de cierta lejanía; militaban a las órdenes de todos los partidos, y morían, no por una causa ni por una bandera, sino por adhesión personal a su jefe, por una adhesión infinitamente dolorosa para el sociólogo, por la adhesión del perro al amo que le ha dado pan, ya fuera ese pan en forma de sueldo, ya en forma de permiso de pillaje. Los indígenas propietarios comunales habían mejorado notablemente de condición, porque la tierra comunal, pobre y estéril como era, tenía que alimentar a menor número de personas y las alimentaba mejor; éstas estaban ya libres del continuo atropello de los españoles, pues si bien todos los revolucionarios les causaban daños y molestias, no llegaban hasta arrebatarles sus bienes ni hasta a arrasar sus poblaciones. Los indígenas jornaleros, o peones de las haciendas, resto de los indígenas esclavos de la época colonial, sin trabajo normal por las revoluciones, pegados al suelo por las deudas, y deprimidos por el sistema de la gran propiedad, según veremos en otra parte, eran los únicos indígenas que guardaban aún su condición infeliz precedente: la guardan todavía. Los rasgos morales característicos de los indios de raza pura, en conjunto, eran y son todavía, su sumisión servil, hipócrita en los incorporados, sincera en los sometidos, y su cristianismo semiidolátrico. Por su tipo son muy conocidos en lo general.

Page 127: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

126

Los mestizos. El elemento mestizo se componía de cuatro grupos: el grupo agricultor, y los tres que ya dijimos se formaron con las unidades sepa-radas del clero, es decir, el grupo de los empleados, el de los profesionistas y el de los revolucionarios. Como hemos indicado en las ocasiones en que ha sido oportuno, el pequeño grupo que primitivamente fue de los españoles civiles o laicos agricultores, se descompuso rápidamente en virtud de que, por una parte se cruzó mucho con los indígenas, y en virtud de que, por otra, convirtió su pro-piedad individual en propiedad comunal. El agricultor español, como indicamos ya también, aunque se casaba algunas veces y conservaba dentro de su familia legítima, su sangre pura, sembraba por dondequiera, entre las mujeres indígenas, gérmenes de reproducción que le daban multitud de hijos mestizos. Estos, o crecían al cuidado de la madre o al del padre, pero de todos modos, dentro de la propiedad de éste, en la que generalmente él dedicaba a cada madre o a cada hijo, un pedazo de tierra para que viviera de sus productos; cuando en vida no hacía esto, lo hacía al morir; de todos modos, lo hacía sin dividir jurídicamente la tierra común. En algunos casos, el respeto tradicional a la familia de sangre pura, reconocida por el apellido, se conservaba a través de muchas generaciones, pero sin otra autoridad efectiva, según nuestras observaciones personales, que la facultad de ordenar el aprovechamiento de la parte en que la tierra común, por no haber sido tomada en posesión exclusiva por alguno, quedaba en calidad de tierra en comunal. En otros casos, desaparecía toda relación entre el primitivo propietario y los actuales poseedores, lo cual es perfectamente explicable en el caso de perderse la sucesión masculina. La Independencia no encontró en las comunidades del tipo en que nos ocupamos, españoles, sino por excepción y no los expulsó: la expulsión en reali-dad se redujo a los funcionarios, a los mineros y a los comerciantes. De modo que en lugar de formarse de la primitiva propiedad individual de que se formaron esas comunidades, una hacienda, como sucedía en el caso de los propietarios señores, se formaba lo que se ha llamado de un modo general “una ranchería”, siendo el mestizo de ellas, el que propiamente se ha llamado ranchero. En el caso de los propietarios señores, la vinculación legal o efectiva, ligaba a la propiedad con la sangre pura: por eso aquélla se ha conservado intacta, así como se ha conservado pura la sangre de los propietarios.

Page 128: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

127

Cuando la población de las rancherías era demasiado numerosa, la se-lección llevaba muchas unidades a los pueblos y villas españolas, en que se colocaban al lado de los peninsulares: la selección en esos pueblos y villas, lle-vaba las unidades superiores a las ciudades. El grupo mestizo, de los rancheros, fue el más favorecido por la suerte; los otros grupos mestizos procedentes de cruzamientos de ocasión, no tuvieron la fortuna de ser propietarios, fueron los desheredados, fueron los protegidos por la Iglesia, y fueron los que más tarde se dividieron en empleados, profesionistas y revolucionarios. Todo esto es tan claro, tan cierto y de tan fácil comprobación histórica, que no necesita en este estudio una rigurosa comprobación. Todos los grupos mestizos tenían un mismo ideal: desprenderse de los demás elementos de raza y sobreponerse a ellos. En conjunto, los mestizos, como todos los productos híbridos, reflejaban los defectos y vicios de las razas primiti-vas, por lo que eran repugnados por ellas, y ellos a su vez, y por la misma razón, sentían aversión por las características dominantes de las razas primitivas. Tenía que ser así: los criollos a la sazón representantes de la sangre española, veían en los mestizos los vicios y defectos de la raza indígena; los indígenas, los vicios y defectos de la raza española. Ellos, es decir, los mestizos, por su parte, repugnaban de los criollos, el catolicismo español que en ellos no se había formado como en los españoles, al calor de la reconquista y de la revolución religiosa, su sentimiento de autoridad y sus tradiciones aristocráticas, y de los indígenas su abyección de raza servil y su catolicismo semiidolátrico. Y como para los mismos mestizos, la religión, la autoridad y las tradiciones de los criollos, y el servilismo, y la semi-idolatría de los indígenas, eran formas de opresión opuestas a la expansión de su propia raza, dieron a su deseo de libertarse de ellas, la forma de un deseo de libertad que los llevó después a llamarse liberales. La resultante, pues, del carácter de esos liberales, era una mezcla de furor antirreligioso, igualitario, vengador e iconoclasta, incesante y progresivamente alentado por todos los apetitos no sat-isfechos durante siglos, desde el hambre de pan hasta la sed de instrucción, y formidablemente sostenido por la energía indígena de su sangre, energía dete-nida por la conquista española en pleno desarrollo y acumulada en estado latente durante la época colonial.

Page 129: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

128

En particular, el tipo de mestizo era y es tipo de raza inferior: le ha faltado el pulimento del bienestar largo tiempo sostenido; pero es inconfundible también. El mestizo es plebeyo: se apellida Pérez, Hernández, Flores, etc. De color moreno, que en las mujeres se dice color apiñonado, es más moreno que el europeo meridional, aunque menos que el indígena puro, y en las costas es pinto; su cabello es en lo general negro y rebelde, su barba negra y escasa, su cuerpo tos-co y robusto, su continente serio y grave, y su conjunto a la vez, fuerte y dulce. El mestizo, que siempre ha sido pobre, es vulgar, rudo, desconfiado, inquieto e im-petuoso; pero terco, fiel, generoso y sufrido. Nada puede identificarlo mejor que la palabra con que fue bautizado por la “gente decente”, “chinaco”, derivación de chinacatl, o sea para no traducir literariamente esta última palabra, desarrapado. En sus gustos muestra inclinación a los placeres sensuales; cuando gasta no es elegante como los criollos señores, ni lujoso como los criollos que más adelante llamaremos criollos nuevos, sino simplemente derrochador. El ideal ya anotado antes, unió a todos los mestizos, y el desenlace de las luchas de los criollos, con la dictadura de Santa Anna, los hizo entrar en acción con el Plan de Ayutla.

Los “criollos nuevos” o “criollos liberales”. Junto a todos los grupos de raza, ya indicados, se iba formando uno nuevo. Durante toda la época colonial, como es sabido, el Gobierno español sistemáticamente impidió el nacimiento y el desarrollo de las industrias locales, no permitiendo otra que la minera, y mantuvo cerrado el territorio nacional para todo extranjero que no fuera español; pero desde que se consumó la Independencia, como el territorio quedó abierto a todos los extranjeros, los que no eran españoles pudieron ver que no habiendo en el nuevo país producción local, ni aun minera, porque la guerra de Indepen-dencia y la expulsión de los españoles acabaron con la producción que las minas que los criollos no alcanzaron a rehacer, lo cual dio motivo entre otras cosas a la crisis que sufrió la República en sus primeros días de independiente, puesto que las minas eran el principal ramo de producción nacional; pronto pudieron ver, repetimos, que no habiendo producción local en el país, éste ofrecía condiciones de campo virgen para toda explotación. A esa circunstancia se debió que la In-glaterra paralizara la reconquista proveniente de la Santa Alianza y que facilitara la consolidación de la Independencia; a esa circunstancia se debió también, la primera remesa de capital extranjero que se hizo a nuestro país; con el empréstito

Page 130: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

129

de la deuda inglesa. Como era lógico, se produjo un movimiento de emigración para México, que favoreció las nuevas condiciones de navegación por el Atlán-tico, y que tuvo por forzoza resonancia, un movimiento inverso de México hacia el extranjero, muy especialmente hacia Europa, que llevó a muchos mexicanos a pasear y a estudiar, ya que no a fijarse allá definitivamente; pero el movimiento de inmigración extranjera para nosotros fue, no de unidades trabajadoras que nada tenían que hacer aquí, sino de explotadores de todos los ramos del comercio. Dadas las condiciones de anarquía que caracterizaron el primer periodo de nuestra historia de independientes, el cual pudiera llamarse “periodo de la desintegración”; dadas también las condiciones de pobreza del país, por causa de dicha anarquía, el movimiento de inmigración a que nos referimos, fue relativa-mente limitado; pero produjo, sin embargo, la formación de un grupo extranjero fijo, que se fue trasformando necesariamente en un nuevo grupo criollo. Este había podido fundirse con el elemento criollo de origen español, por cierta afini-dad de origen, puesto que los dos procedían de Europa; pero el elemento criollo de origen español, heredaba en mucho la repugnancia de los españoles para con los extranjeros, derivada de la creencia de su propia superioridad, y a ello se debió que los nuevos criollos formaran un grupo aparte. Estos nuevos criollos, no procediendo de España, no heredaban el catolicismo clásico de los españoles, y no habiéndose formado en la época colonial, no tenían ni el sentimiento de autoridad ni el espíritu aristocrático de los criollos señores, además, siendo como eran, derivación de unidades inferiores, educadas por la Revolución Francesa, cuando no arrojadas de su país por las consecuencias de esa misma revolución, es-taban animados de un verdadero espíritu liberal: creemos con razón, que deberían llamarse, si no criollos nuevos, sí criollos liberales. La acción del grupo extranjero primitivo se hizo sentir mucho en el primer periodo de nuestra historia de independientes; a esa acción se debieron las guerras extranjeras de origen europeo que sufrimos en ese período; a esa acción se debió más tarde la Intervención. Hay que hacer notar en ese punto una circuns-tancia, y es la de que por entonces, entre el grupo, primero de los extranjeros y después de los criollos nuevos o criollos liberales, no figuraban sino escasamente los americanos del Norte. Los Estados Unidos, en sus dificultades de división

Page 131: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

130

entre el Norte y el Sur, atravesaban lo que pudiéramos llamar su período de formación definitiva. Entonces, el elemento extranjero dominante era el francés: nuestra literatura de la época lo demuestra de un modo indudable. El criollo nuevo presenta en particular, un tipo algo vago pero que puede ser reconocido. Por falta de las preocupaciones aristocráticas de los criollos señores, no ha cui-dado de la pureza de su sangre; pero aunque su tipo sea algo confuso, el apellido no deja lugar a duda. El criollo nuevo se llama: Barrón, Robert, Dupont, Duret, Lanz, Henkel, Lancaster, Comonfort, etc. El tipo puro es, por lo general, rubio septentrional o rubio claro y de ojos azules; fuerte y no grosero, pero no fino. El criollo nuevo tiene todas las características del europeo no español: es laborioso, sobrio, económico, previsor, calculador, altamente codicioso, instruido, sociable y prudente. En sus gustos muestra preferencia por la ostentación, por el lujo: en sus aficiones, es artista y artista por lo común, inteligente.

Page 132: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

131

PARTE SEGUNDA

Los problemas de orden primordial

CAPÍTULO I

EL PROBLEMA DE LA PROPIEDAD

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA. Con sólo recordar lo que dijimos en los apuntes doctrinales que sirven de punto de partida a los estudios que venimos haciendo, apuntes que establecen una relación estrecha y precisa

entre las condiciones en que un agregado humano ejerce el dominio territorial, y las condiciones de desarrollo que ese agregado alcanza, se comprenderá la im-portancia que tienen en todos los países de la tierra las cuestiones de propiedad, y se comprenderá también, dados los antecedentes que llevamos expuestos, cuán trascendentes tienen que ser en nuestro país esas cuestiones, y cuántas dificulta-des encierran. Dijimos en uno de los citados apuntes, que con los sucesivos períodos por que atraviesan los derechos de dominio territorial, y con los grados correlativos de desarrollo social de un agregado humano, se puede formar la escala siguiente:

Periodos de dominio territorial Estados de desarrollo

Falta absoluta de toda noción Sociedades nómadasde derecho territorial Sociedades sedentarias pero movibles

Page 133: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

132

Noción de la ocupación, Sociedades de ocupaciónpero no de la posesión común no definida Sociedades de ocupación común limitada.

Noción de la posesión, Sociedades de posesiónpero no la de propiedad comunal, sin posesión individual. Sociedades de posesión comunal, con posesión individual

Noción de la propiedad Sociedades de propiedad comunal Sociedades de propiedad individual

Derechos de propiedad territorial, Sociedades de crédito territorialdesligados de la porción territorial Sociedades de titulaciónmisma territorial fiduciaria

Con arreglo a esta escala, vamos a estudiar el complejo problema de la propiedad a nuestro país. Siendo como en nuestra población nacional, un compuesto de muy nu-merosos y de muy distintos pueblos, en condiciones muy diferentes de desarrollo, esos pueblos presentan todas las formas de sociedad que la humanidad puede ofrecer, a excepción de las formas comprendidas en el último período de los dere-chos territoriales. En efecto, no tenemos sociedades en que exista real y verda-deramente, como rasgo característico, el crédito territorial, ni menos sociedades en que exista la titulación territorial fiduciaria, o sea, la titulación que refiriéndose a la propiedad territorial, no conceda a los tenedores de títulos, otros derechos que los relativos al valor limitado en efectivo que ellos representen. La forma más adelantada de derechos territoriales que tenemos, es la de la propiedad efec-

Page 134: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

133

tiva, llamémosla así, y nuestros más adelantados elementos sociales están en ese período. Tenemos pues, en nuestro país, grupos de propiedad individual, que son los criollos señores, los criollos nuevos y algunos mestizos: grupos de propiedad comunal, que son los mestizos rancheros y los indígenas agricultores de propie-dad titulada; y grupos de propiedad comunal con posesión individual, de posesión comunal sin posesión individual, de ocupación común limitada, de ocupación común no definida, sedentarios movibles y nómadas, todos ellos indígenas. La propiedad individual está dividida en dos grandes ramas: la gran propiedad y la propiedad pequeña.

Ojeada general a la gran propiedad individual. La gran propiedad está, como hemos repetido, en manos de los criollos señores y de los criollos nuevos. Esa gran propiedad en detalle, presenta los mismos caracteres que presentaba antes de la Reforma la propiedad que pertenecía a la Iglesia. Aun teniendo en cuenta que con la Independencia quedaron suprimidos los mayorazgos y las vincu-laciones, esa propiedad, como la eclesiástica, constituye una verdadera amortiza-ción de la tierra. La observación directa de los hechos, que puede hacerse con sólo recorrer la zona fundamental de los cereales, en ferrocarril, muestra a la vista menos perspicaz, que los pequeños centros de población, donde la producción de los cereales se hace por cultivo casi intensivo, se encuentran en las montañas, don-de ese cultivo se hace a fuerza de trabajo y de energía, en tanto que se atraviesan planicies tras planicies y llanuras tras llanuras, todas bien regadas y acondiciona-das para el cultivo, abandonadas y desiertas. A quien pregunta la razón de que sea así, se le contesta: “Todo este llano pertenece a la hacienda H”. Algunas leguas más adelante se nota el mismo fenómeno, y la respuesta es siempre la misma: “la hacienda X”. En cambio allá, en los confines de las haciendas y replegados contra las montañas, se ven los pueblecillos que son en el lugar los centros de población, en los cuales muchas veces está la cabecera de distrito o de municipalidad a la que las haciendas pertenecen; y se advierten desde luego, por los sembrados cui-dadosos y en pleno vigor de crecimiento, las pequeñas extensiones de tierras de que esos pueblos viven. Y quien ve de cerca alguno de los expresados pueblecillos, se asombra de lo que ve. Quien quiera puede tomar el ferrocarril de Toluca, y ver cerca del túnel de Dos Ríos, en el pequeño pueblo que se llama Huixquilucan, la

Page 135: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

134

enorme cantidad de parcelas de cultivo que, perfectamente cuidadas, suben hasta las cimas de las montañas de Las Cruces, en que dicho pueblo se encuentra. ¿No les habrá ocurrido a todos quienes han visto ese pueblo y otros como él, que si las grandes planicies de las haciendas estuviesen cultivadas así, otros serían los destinos nacionales? Acerca de que la propiedad de los criollos a que nos referimos, tiene el carácter de la que en la ciencia económica se llama “gran propiedad “, no puede caber duda alguna, atentas las condiciones y largamente expuestas en que esa pro-piedad se formó, y atenta la observación que ya anotamos, de que todas las grandes planicies pertenecen a las haciendas, y los pequeños centros poblados están re-montados a las montañas o mejor dicho a los cerros, porque las montañas tienen árboles y los pequeños centros poblados están sobre las elevaciones casi siempre desnudas de toda vegetación que no sea la de su propio cultivo. Nadie niega que las haciendas son por lo común, de muy grande extensión. Sin embargo, en apoyo de la afirmación que hemos hecho sobre el particular, copiamos de la mejor obra que conocemos acerca de las cuestiones de propiedad en nuestro país (Legislación y jurisprudencia sobre terrenos baldíos, por el licenciado Wistano Luis Orozco) las siguientes líneas: “Si los sabios y estadistas de Europa conocieran lo que se entiende por grande propiedad entre nosotros, retrocederían espantados ante ella. ¿Qué pensáis que entienden los escritores europeos por grande propiedad? ¡Ah! pues una extensión de tierra que pase de 30 hectáreas. Os ha costado trabajo no reíros. Sin embargo, el escocés Mr. Bell, uno de los sostenedores del gran cultivo y de la gran propiedad, que ha merecido la atención de Say, considera como el ideal de la acumulación, la cantidad de 600 acres, es decir de 250 hectáreas (véase sobre esta materia a M. H. Passy, Lullin de Chatevieu, Juan B. Say, Garnier, etc.), y Cesar Cantú, al hablar de los grandes acaparamientos de tierras entre los an-tiguos romanos, dice con toda su esclarecida gravedad, ¡que había hombres que poseían hasta 600 yugadas de tierra! ¿Qué habrían pensado estos sabios ilustres, al ver haciendas como la de Cedros, por ejemplo, en el Estado de Zacatecas, que tiene una extensión superficial de 754 912 hectáreas y 30 áreas, es decir, siete mil quinientos cuarenta y nueve millones y ciento veintitrés mil centiáreas? Y hay que tener en cuenta que haciendas como ésa no son todavía las únicas tierras que poseen sus dueños. Hay familias entre nosotros que poseen hasta más de 1 053

Page 136: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

135

366 hectáreas de tierra. (Las tierras de Lombardía y del Piamonte, en el reino de Italia, están distribuidas generalmente en lotes de 5 a 15 hectáreas, si hemos de creer a Chateauvieu.). En Francia se considera como pequeña propiedad “un lote que no exceda de 15 hectáreas y como mediana propiedad, un lote de 15 a 30 hectáreas de tierra”. A lo anterior sólo agregamos nosotros que no es necesario ir hasta Zacatecas para encontrar una hacienda grande: a 30 leguas de esta capital se encuentra la hacienda La Gavia, en el Estado de México, que tiene 1500 ca-ballerías de extensión, o sea 63 000 hectáreas. Por lo que toca a que la gran propiedad de los criollos se encuentre ahora por sus condiciones de comercio, lo mismo que cuando existían las vinculaciones y los mayorazgos, tampoco puede caber duda alguna. Los mayorazgos no han estado en las leyes, sino en las costumbres, y aunque a raíz de la Independencia legalmente se suprimieron, la supresión de ellos no ha impedido que la marcha de la propiedad continúe del mismo modo que en la época colonial. Las familias siguen conservando sus grandes haciendas, cuya propiedad, se va trasmitiendo de generación en generación, y sólo por gusto excepcional o por necesidad absoluta, las enajenan. El señor don Fernando Pimentel y Fagoaga nos decía una vez con no disimulado orgullo, que la hacienda de Lechería era de su familia, desde hacía cerca de 200 años. Este es el caso general, los abogados de toda la República saben bien que no hay sucesión que tenga una hacienda entre los bienes mortuo-rios, en que los herederos no procuren evitar dos cosas: la división, y la venta de esa hacienda. Prefieren arruinarse en larguísimos pleitos, antes de consentir en lo uno o en lo otro. …Dentro de los límites territoriales de una hacienda, el propietario ejerce la dominación absoluta de un señor feudal. Manda, grita, pega, castiga, encarcela, viola mujeres y hasta mata. Hemos tenido oportunidad de instruir el proceso del administrador de una hacienda cercana a esta capital, por haber secuestrado y dado tormento a un pobre hombre acusado de haber robado unos bueyes; el citado administrador tuvo al supuesto reo preso algunos días en la hacienda, y luego lo mandó colgar de los dedos pulgares de las manos. Hemos tenido opor-tunidad también de saber que el encargado de una gran hacienda en el Estado de México, ha cometido en el espacio de unos treinta años, todas las violencias

Page 137: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

136

posibles contra los habitantes de las rancherías y pueblos circunvecinos, en una ranchería cercana, apenas hay mujer libre o casada que él no haya poseído de grado o por fuerza; varias veces los vecinos indignados lo han acusado ante la autoridad, y ésta siempre se ha inclinado ante él: lo han querido matar y entonces los castigados han sido ellos. Hemos tenido ocasión de ver que el administrador de otra gran hacienda, porque a su juicio los sembrados de un pueblo se extendían hasta terrenos de la misma hacienda, mandó incendiar estos sembrados. Un de-talle ayuda poderosamente a comprobar nuestro aserto sobre este punto: muchos de los administradores de haciendas en la zona de los cereales, son españoles de clase ínfima; esos españoles, en efecto, son muy a propósito para el caso, porque en casi todos ellos, con poco que se raspe al hombre moderno, se descubre al antiguo conquistador. Poco ha variado de cincuenta años a esta parte las condi-ciones de las haciendas y de los hacendados… La última palabra relativa al problema de la propiedad. Posible es que todo lo que llevamos dicho acerca del problema de la propiedad, sea un castillo de sueños; si es así, no somos los únicos en haberlo levantado. El ilustre Ocampo, el sociólogo de la Reforma, como lo llama el señor licenciado Sierra (Juárez, su obra y su tiempo), trató de edificarlo en la realidad, al consumar con la nacionalización, la desamortización de la mitad de la gran propiedad del país. “Ocampo habría querido -dice el señor licenciado Sierra- que la nacionalización hubiese produ-cido en México los mismos efectos que en Francia: la creación, o por lo menos la consumación, del movimiento que llevó la riqueza rural francesa a una clase numerosa de pequeños propietarios: esta dislocación de la propiedad territorial fue la magna obra social de la Revolución; ella formó una clase burguesa adicta a las ideas nuevas, porque con ella estaban vinculados sus intereses”. A lo que no-sotros agregamos que la Revolución en Francia no sólo desamortizó los bienes de clero, sino también los de la nobleza. Una obra parecida quisiéramos nosotros en la zona de los cereales, y es necesario hacerla y se hará, o por los medios pacíficos que indicamos, o por una revolución que más o menos tarde tendrá que venir; esa obra contribuirá mucho a la salvación de la nacionalidad, como en otra parte ve-remos. Preciso es que no olvidemos las palabras que con motivo de una discusión de baldíos, pronunció en la Cámara de Diputados, el señor don Manuel Sánchez Facio, palabras que aún deben resonar con profética entonación en ese recinto: “La cuestión de la propiedad, según lo ha dicho un gran pensador, cuando se

Page 138: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

137

quiere llegar hasta sus orígenes, es como esas grandes encinas que decoran las montañas; desde lejos no se ven más que las hojas; se acerca uno y distingue el tronco; pero es preciso cavar muy hondo para llegar hasta las raíces. Excavemos, pues; allí es donde reside el origen de nuestras revoluciones, el pauperismo es la lepra que nos mata, y si no queremos que México termine como una Polonia, es preciso que deje de ser una Irlanda.”

Page 139: Antologia Molina Enriquez
Page 140: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

139

CAPÍTULO II

EL PROBLEMA DEL CRÉDITO TERRITORIAL

OJEADA GENERAL AL ESTADO DE LA PROPIEDAD TERRITORIAL EN NUESTRO PAÍS. La multiplicidad y la variedad de las fuentes originales de la propiedad territorial en nuestro país; el enredado curso evolutivo que han

seguido las clases de propiedad que se han derivado de esas fuentes; la diversidad de titulación de cada una de dichas clases; la interrupción frecuente de todas las titulaciones; y en suma, la dificultad de apreciar en conjunto toda la pro-piedad, y la imposibilidad de legislar uniformemente acerca de ella, trajeron la misma propiedad en un estado de verdadera confusión, hasta el principio del periodo integral de nuestra historia de independientes. Al abrirse ese periodo, es decir, al comenzar el gobierno del señor general Díaz, faltaban a la propiedad en la República, las tres condiciones fundamentales que la propiedad debe tener como base del crédito: perfecta identidad, completa seguridad y absoluta igualdad de condición. La propiedad territorial en nuestro país no ha sido bien definida hasta hoy. La implantación del sistema de la titulación escrita por la dominación es-pañola, produjo desde luego el efecto que ya anotamos en su lugar, de dividir de hecho la propiedad en dos grandes ramas: la que fue titulada, y la que quedó fuera de la titulación. La titulada se dividió a su vez, en dos partes: la que se ajustó plenamente al sistema de la titulación, entrando en los moldes de la titu-lación notarial sucesiva; y la que por no haberse podido ajustar bien a ese sistema, aunque quedó titulada, quedó fuera de la titulación regular. Volvemos a decir aquí, que sólo para facilitar la inteligencia de las cuestiones territoriales, llamamos propiedad, hasta la que no lo es, como la simple ocupación.

Page 141: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

140

Rama de la propiedad titulada. De la rama de la propiedad titulada, la parte plenamente titulada, por haber entrado en los moldes de la titulación no-tarial sucesiva, fue la de los españoles, que se dividió -no estará por demás repe-tirlo-, en la de los conquistadores, o sea la civil, y la de los misioneros, o sea las de la Iglesia, dividiéndose a su vez la primera, entre la de los señores, y la de los agricultores, que con el tiempo se convirtieron, la primera, en la gran propiedad de los criollos señores, y la segunda en las rancherías de los mestizos; la de los mi-sioneros que después de la Iglesia, o sea, del clero, como gran propiedad también, pasó en calidad de tal, a los criollos nuevos o liberales, por la Reforma. La parte incompletamente titulada fue la propiedad comunal que sólo fue titulada en con-junto, o sea, la de algunos pueblos indígenas, y la de las rancherías de los mestizos. Requiriendo el sistema de titulación escrita, cultura, prácticas y recursos que sólo tenían los propietarios señores y el clero, y requiriendo también un personal de oficiales de notariado, que la Colonia no tenía, únicamente dichos propietarios señores y clero pudieron tener sus propiedades con buenos títulos primordiales y con los demás documentos de la titulación notarial sucesiva, hasta la Reforma; es decir, sólo la gran propiedad llegó hasta la Reforma con titulación perfecta, si bien con algunas interrupciones que le causaron la expulsión de los jesuitas y la guerra de Independencia. La propiedad comunal titulada, en su grupo de los pueblos, llegó a la Reforma sin que muchos de esos pueblos, tuvieran título al-guno y teniendo los más, por únicos títulos, la merced primordial y los notariales de las operaciones celebradas en conjunto; y en su grupo de las rancherías, llegó hasta la Reforma, teniendo las más de las rancherías, sin título primordial o sin título alguno, por haber perdido los que tenían. De modo que habiéndose per-dido casi todos los títulos primordiales de la propiedad del clero, al pasar primero, por virtud de la expulsión de los jesuitas, y segundo, por virtud de la Reforma, a los criollos nuevos o criollos liberales, cuando se abrió el periodo integral, sólo la gran propiedad de los criollos señores tenía sus títulos relativamente completos.

Horizontes que se abrirán al crédito territorial en nuestro país. El fácil conocimiento de la propiedad en todos aspectos, produciría como es consi-guiente, el ensanchamiento de las operaciones de crédito territorial. Ese ensan-chamiento que podrá hacerse por el capital extranjero, merced a la mediación de los criollos nuevos o criollos liberales, por una parte disminuirá la plétora de

Page 142: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

141

capital comercial que se ha manifestado en estos últimos tiempos bajo la forma de multiplicación de los bancos comerciales que ya ha sido satirizada en Europa por la caricatura; y por otra, destruirá lo que antes llamábamos la urbanización del crédito, repartiéndolo en toda la República o cuando menos en toda la zona de los cereales, con tan armónica distribución, que lo mismo alcanzará a la gran propiedad que al terreno más pequeño y de valor insignificante. Es claro, por su puesto, que ese resultado requerirá dos órdenes de trabajos previos. El primero será el de los que tengan por objeto las muchas reformas que hemos indicado en el problema anterior y presente, pues que todas esas reformas exigirán gastos de mayor a menor consideración, pero siempre importantes. El segundo será el de los que tengan por objeto distribuir el beneficio del crédito entre todas las clases de propiedad que existan, en tanto no se unifiquen y confundan en una sola, siendo nuestro propósito en este particular, designar por clases, no las derivadas de las múltiples fuentes que reunimos y clasificamos en el cuadro que formamos al principio de este estudio, sino las diferencias de los diversos grados de evolu-ción de la propiedad, desde el primer esbozo de ocupación hasta la propiedad privada perfecta. Para hacer los trabajos de orden primero, creemos que podrán crearse especiales instituciones de crédito que actúen en toda la República. Algunas de esas instituciones podrán tener por objeto proporcionar capital para hacer los trabajos catastrales, celebrando al efecto con los gobiernos de los Estados, los contratos respectivos, en los cuales se podrá estipular que el capital que se preste a dichos gobiernos y los réditos de ese capital, se paguen con el aumento que necesariamente alcancen y alcanzarán dichos rendimientos de los impuestos te-rritoriales, al pasar del régimen actual de la ocultación y del fraude, el régimen catastral, aumento que seguramente alcanzarán dichos rendimientos, aun cuando se abran en cada Estado uno o dos periodos de transición, tales cuales los indi-camos para el Estado de México al ocuparnos en el problema de la propiedad. Otras de las mencionadas instituciones, y estas serán muy importantes, podrán tener por objeto comprar haciendas y repartirlas, vendiendo las fracciones a pagar en largos plazos y en pequeños abonos que cubrirán capital y réditos. Otros, no menos importantes que los anteriores, podrán anticipar fondos a los mestizos compradores de las fracciones del segundo tipo de las que consideramos tam-

Page 143: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

142

bién en el estudio del problema de la propiedad como necesarias para la división forzosa de las grandes haciendas, haciendo los anticipos de las referidas frac-ciones, a reembolsar las cantidades anticipadas, en largos plazos, como de veinte o veinticinco años, y en pagos periódicos que comprenderán capital y réditos, poco más o menos como lo acabamos de indicar y como lo tiene establecido el Banco Hipotecario. Otras de las mismas instituciones podrán tener por objeto, hacer simples operaciones hipotecarias, pero en toda la República y para toda clase de propiedades, lo mismo para las grandes que para las pequeñas. Para hacer los trabajos del segundo orden creemos que podrán crearse también instituciones especiales de crédito de carácter local, por los gobiernos de los Estados y hasta por los Municipios, entre otros objetos, con el de satisfacer las necesidades de la integración de la propiedad indígena y comunal. A este último, como igualmente dijimos al tratar del problema de la propiedad, se pueden dedicar los capitales de los llamados “propios de los Ayuntamientos”. Para que se vea que son posibles hasta las más pequeñas instituciones de crédito, referiremos que en el pueblo o villa de Tenango de Arista, del Estado de México, que es uno de los lugares en que hemos visto más dividida la propiedad, el comercio del dinero ha alcanzado una verdadera perfección, y se hacen toda clase de operaciones de crédito te-rritorial: en Tenango se hacen operaciones hipotecarias, verdaderas operaciones hipotecarias, hasta por veinte pesos. Cualquier privilegio, sobre todo de los de facilidad de titulación o simplificación de los juicios de reembolso, bastará para unir a los pequeños capitalistas, para hacerlos fundar una institución de crédito que sabrán dirigir, y para librar a la pequeña agricultura local del agio. Referire-mos también en pro de la posibilidad de las pequeñas instituciones de crédito, que dos veces en el espacio de treinta años, se han formado en Jilotepec, que es una población agrícola de tres o cuatro mil habitantes del mismo Estado de México, y de habitantes mestizos en su mayoría, sociedades privadas que han reunido capital por acciones de cincuenta pesos de valor nominal, pagaderas en exhibiciones de un peso cada mes; y esas sociedades dirigidas por un Consejo de Administración compuesto por tres o cuatro miembros, hicieron pequeñas operaciones durante varios años, no perdieron jamás, y repartieron muy buenas utilidades. Podemos ofrecer a quienes duden de estas verdades, abundantes datos de comprobación.

Page 144: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

143

La palabra final. Con sólo penetrar a fondo en nuestro estado social, se descubren amplísimos horizontes para todas nuestras actividades. El campo financiero interior es inmenso, y sólo falta definir bien sus límites y determinar bien sus accidentes, para que fecundado por el innegable ingenio de los criollos nuevos en lo relativo a asuntos económicos, produzca frutos de bendición. Cuan-do ese ingenio haga con su inteligente labor, que toda la propiedad territorial de la República pueda gozar de los beneficios del crédito, los propietarios grandes y chicos, verán pronto la abundancia llegar a sus moradas, sentarse en sus hogares y reproducir para sus familias, el milagro evangélico de la multiplicación del pan.

Page 145: Antologia Molina Enriquez
Page 146: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

145

CAPÍTULO III

EL PROBLEMA DE LA IRRIGACIÓN

PROPÓSITOS QUE puede perseguir la irrigación. El manejo conveniente de las aguas puede hacerse tres propósitos: el primero, es el de producir ve-getación en general, donde ésta no existe por completo, o de adonde

apenas existe; es el segundo, el más restringido de producir, donde ya existe vegetación en cierta abundancia, la vegetación de las especies que tienen valor comercial y se cotizan a precio remunerador; es el tercero, el más restringido aún, de producir entre las especies de valor comercial, las especies de cereales, y las que podríamos llamar complementarias de éstos.

Resultados del propósito de irrigar, para producir especies vegetales útiles. Como es natural, si es benéfico producir vegetación, por el solo hecho de que ésta exista, tiene que ser más benéfico producirla para que sea útil. El cultivo de todas las especies que pueden producir artículos de comercio, además de ayudar a la vida orgánica de las unidades componentes de la población, ayuda al sostenimiento de esa vida en particular y al de la vida social en conjunto, por el valor económico de dicho artículos. De lo cual podemos deducir, que todo trabo de irrigación destinado a producir especies de vegetales útiles, tiene más importancia que los destinados a producir vegetación neutra, si es que alguna puede llamarse así. Resultados del propósito de irrigar para producir cereales. Entre la produc-ción de especies de vegetales útiles, tiene que ser preferentemente la de cereales, por el papel que éstos desempeñan en la vida humana, según hemos dicho en otra parte; y siendo axiomática esta verdad, no creemos necesario insistir en ella. Por lo mismo, los trabajos de irrigación, hechos para producir cereales, tienen que ser

Page 147: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

146

de importancia capital en los pueblos. Lo mismo puede decirse de las especies que sin ser cereales complementan la alimentación. Aplicación de las ideas generales anteriores a nuestro territorio. Apli-cando al territorio nacional las ideas anteriores, es claro que primero, de un modo general, serán benéficas todas las obras de irrigación que se hagan; segundo, de un modo especial, tendrán una importancia mayor las que se hagan para producir es-pecies útiles; y tercero, tendrán una importancia mayor todavía, las que se hagan para producir cereales, y especies complementarias de éstos. Dada la distribución de zonas que componen el territorio nacional, es claro que en la mesa del Norte y en la península de California, que son secas y estériles, las obras de irrigación, tienen que ser de provisión total de agua para la producción vegetal; en la alti-planicie que es escasa de lluvias, las obras de irrigación tienen que ser de provisión parcial; y en el resto del territorio, bien favorecido en lo general por las lluvias, las obras de irrigación tienen que ser de regulación.

Por lo expuesto, creemos por una parte, que deben permitirse todas las obras de irrigación que se hagan en el territorio nacional; por otra, que deben per-mitirse y facilitarse las que se hagan para la producción agrícola; y por otra, que deben favorecerse las que se hagan para la producción de cereales y de productos complementarios. Especificación de las zonas productoras de cereales; función de las zonas fundamentales. Aunque en todos los pueblos la producción de cereales tiene la importancia que le hemos reconocido, no toda esa producción desempeña el mismo papel. Ya hemos expuesto con todo detalle, la relación que existe entre la extensión de la zona principalmente productora de cereales, y la amplitud que pueda alcanzar el compuesto social que por ella se forma. Ahora bien, en virtud de esa relación, y en virtud también de la división del trabajo que la naturaleza orgánica del compuesto social impone a todo lo que él hace o por él vive, la producción de cereales, por más que sea posible en diversos lugares, se concentra en la zona de su mejor y de su mayor producción natural. En torno de ella, el compuesto social se localiza. Tanta importancia tiene la dependencia mutua que se establece entre la zona de mayor y de mejor producción natural de cereales, y

Page 148: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

147

el compuesto social, que éste solo se mantiene en la lucha con los demás, cuando conserva la unidad de ésta zona. En una región geográfica en que hay dos exten-sas de cereales, no se forma un pueblo, si no dos. Sin embargo de esto, pueden existir en el territorio de una nación varios pueblos con sus zonas propias, y estar enlazados por los intereses a que en otra parte nos referimos, pero siempre el enlace de esos pueblos requerirá el de sus zonas, y la existencia en éstas, de una, que podríamos llamar central por servir en cierto modo de centro de unión; esto es lo que pasa en nuestro país. La zona fundamental de los cereales en nuestro país. Suponemos que nuestros lectores no habrán olvidado lo que en otra parte hemos dicho, acerca de la distribución de las zonas agrícolas productoras de cereales en nuestro país, y acerca de la importancia que en ellas tiene la zona que hemos llamado funda-mental. Esa zona debía llamarse en rigor, zona fundamental de los granos de la alimentación general en nuestro país, porque en nuestro país hay un grano de alimentación fundamental que no es el cereal y es el frijol; pero nos han parecido más conforme con el estado general de todos los pueblos, más breve y comprensi-va, la denominación de zona fundamental de los cereales, que hemos adoptado. La obra de irrigación conveniente de todo el territorio nacional, para ele-var a su máximo la producción vegetal en general, la agrícola en particular, y espe-cialmente la de cereales, es de tal magnitud, que requeriría indispensablemente la suma de todos los esfuerzos de la población. Esos esfuerzos tendrán que ser, por una parte, los que individualmente pueden hacer las unidades de esa población, en pro de su interés privado; y por otra parte, los que deben hacerse por la colec-tividad en razón de las necesidades e intereses generales de ésta misma; es decir, tendrán que ser hechos a la vez, por los particulares, en parte por la Federación y en parte por los Estados, o mejor dicho, en parte por los particulares, en parte por los Estados, y en parte por la Federación. Siendo así, es claro que el trabajo puede dividirse muy bien, dejando libremente a los particulares hacer todas las obras que tengan por objeto la producción de vegetación general y de vegetación agrícola en particular; reservando la acción de los poderes públicos de los Estados para favorecer la producción de cereales en las zonas que puedan existir dentro de su territorio y que puedan desempeñar la función de zonas fundamentales para su

Page 149: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

148

población; y reservando de los poderes públicos de la Federación, para favorecer la producción de cereales de la gran zona fundamental de la República. Ahora, como estas puede ser ampliada hacia el Norte, y los trabajos que haya de hacer para ampliarla, son de tal magnitud, que ni los particulares ni los Estados podrán hacerlos, supuesto que en estos habrá que comenzar por crear la vegetación, di-chos trabajos deberán ser hechos también por la Federación.

Para comprender la naturaleza de los esfuerzos que tanto los particulares cuanto los Estados y cuanto la Federación, deberán hacer para la irrigación na-cional, hay que entrar en el estudio jurídico de las aguas de que se puede disponer, y ese estudio deberá dividirse, en el de la condición de las aguas en nuestro país también, y en el de la distribución de las mismas aguas. …… Sin discernimiento alguno de las condiciones del lugar, del objeto de los cultivos, y de la importancia de éstos, la opinión general ha considerado todas las obras de irrigación como iguales, y ha corrido dicha opinión por el cauce de dos series de ideas: es la primera, la de las que han aconsejado que los poderes públicos emprendan y ejecuten directamente las grandes obras de irrigación; y es la segunda, la de las que han propuesto que los poderes públicos ofrezcan y presten fondos a los particulares, en condiciones ultraexcepcionales respecto de las circunstancias económicas que guardan las operaciones de capital en el país, para que los mismos particulares hagan dichas obras.

Los autores de las ideas de la primera serie, ha sido los proyectistas, los ingenieros y los contratistas que han pugnado siempre por la ejecución de grandes trabajos que acrediten a los organizadores, den fama a los constructores, y rindan buenos lucros a los grandes empresarios. Esos autores no se han preocupado jamás, ni de las funciones sociales del a propiedad territorial que han tratado de favorecer con el riego, ni la de la condición jurídica de las aguas con que ese riego tiene que hacerse, ni la de la naturaleza de los cultivos que con el mismo riego se puedan hacer. Y lo singular del caso, es que han creído siempre que con hacer las grandes obras de irrigación de ese territorio es bastante, cuando tan fácil es ver que no se hará así más que la irrigación de regiones muy limitadas.……

Page 150: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

149

Entre los poderes federales y de los Estados, éstos deberán hacer en sus respectivos territorios: primero, la delimitación de las zonas fundamentales pro-ductoras de cereales; segundo, la determinación de las zonas de posible amplia-ción de aquéllas; tercero, las obras de irrigación que puedan hacer esa ampliación, emprendiendo y llevando a término dichas obras con sus fondos propios; y cuar-to, conceder a los particulares que hagan obras de irrigación dentro de las zonas referidas, una subvención en efectivo. Los poderes federales, por su parte, deberán hacer, en el territorio general de la Republica, primero, la delimitación precisa de la gran zona fundamental de los cereales, a la que seguiremos llamando la zona fundamental de los cereales por antonomasia, o solamente la zona fundamental; segundo, la determinación de las zonas de posible ampliación de aquélla; tercero, las obras de irrigación que ese ampliación pueda hacer, emprendiendo y llevando a términos dichas obras con sus fondos propios; y cuarto, conceder a los particu-lares que hagan obras de irrigación dentro de las zonas referidas, una subvención en efectivo. Es claro, que en la gran zona fundamental de los cereales, se unirán el favorecimiento que conceda la Federación y los que concedan los Estados, lo cual redundará en gran beneficio de dicha zona… Por lo demás, no creemos ocioso advertir, que a menos de caer en uno de los errores que señalamos a la prematura acción federal, todo favorecimiento a la irrigación debe ser precedido de la repartición de la propiedad grande, que iniciamos al estudiar el problema de la propiedad, porque de otro modo, todo trabajo que se haga, irá a dar por resultado el reforzamiento de esa propiedad. Se nos dirá que en cada empresa se procurará dividir la propiedad territorial regada; pero fácil nos es contestar, que mientras la gran propiedad exista, absorberá a la pequeña, con los procedimientos que indicamos en el problema que acabamos de citar. La repartición de la pro-piedad tendrá además de la ventaja, de que pondrá en las manos de los grandes propietarios, cuyas propiedades sean repartidas y vendidas en fracciones, grandes sumas de capital en efectivo, que al buscar empleo, puedan ser recibidas en las cajas de prestamos para la irrigación, multiplicándose la posibilidad de éstas… No bastando la cantidad prácticamente útil de las aguas de la zona fun-damental, para el riego de toda superficie de ésta, dicho está que no es posible en toda esa superficie la producción normal de trigo. El trigo de temporal o aven-turero, en el país, siempre, cómo ahora, solo se sembrará por excepción: como

Page 151: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

150

el trigo no soporta los grandes calores, forzosamente tiene que cultivarse en el periodo de tiempo que comienza después de la estación de lluvias de un año, y concluye antes de que comience la estación de lluvias del año siguiente, de modo que sólo pueden aprovechar las lluvias de invierno, en las que no se puede confiar: En nuestro país el trigo no puede contar con la nieve. El trigo de producción nor-mal, se cultivará, pues, siempre, en el mismo período ya indicado, pero de riego, y con riegos muy abundantes. El riego, en consecuencia, será siempre para la producción del trigo, un factor de primera importancia. En cambio, para el maíz y el frijol que hay que seguir considerando como cultivos unidos, el riego es un factor secundario, porque les da algunas probabilidades de seguridad, siempre en perjuicio de su calidad, pero sin serles indispensable…

…En conclusión, mientras existan las grandes haciendas, las obras de irri-gación, solo podrán ser hechas por favorecimientos artificiales, y una vez hechas, sus resultados estarán muy lejos de responder a la ilusión que de ellas se tiene. Claramente se ve que los resultados de la división de las haciendas, aún sin obras de irrigación, superarán considerablemente a los de la irrigación, sin la división de la haciendas, y creemos que ésta afirmación es tanto más sincera, cuanto que nosotros llevamos largos años de estudiar el problema de la irrigación, y de tener menos conciencia científica de la que tenemos, nos sentiríamos inclinados a con-ceder a la irrigación una importancia capital absoluta. Hechas en la zona fundamental todas las obras de irrigación prácticamente posibles, se aumentará la producción del trigo, y se aumentará la producción casi segura de una cantidad considerable de maíz. El aumento de la producción del trigo, llevando esa producción a su máximo, será o no bastante para satisfacer toda la demanda interior de pan; pero, por una parte, el consumo del pan no es de necesidad absoluta, sino para una parte de la población compuesta de los extranjeros, de los criollos y de algunos mestizos; y por otra, habiendo llegado la producción de trigo a su máximo, nada tendrá de particular que se abra la puerta del Norte al trigo americano: la importación del trigo entonces, no perjudicará a la agricultura nacional. Tratándose de la producción de maíz, la cuestión es diferente. Mientras esté limitada toda la producción del maíz, al que actualmente se cosecha de temporal, y al máximo del que pueda cosecharse de riego, todo el

Page 152: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

151

maíz que venga de los Estados Unidos, contribuirá en consolidar la substracción a la producción de tierras de temporal que permanecen improductivas en las ha-ciendas: la importación de maíz, en este caso, perjudicará la agricultura nacional. Así está sucediendo ahora, y ya veremos en otra parte, las gravísimas consecuen-cias que ha comenzado a producir esa importación, pero llegando a la ves a su máximo, la producción de temporal y la de riego, el carácter alternativo de las dos, producirá el efecto, de quedándose en un año la de temporal, habrá abundancia de maíz por la enorme cantidad global de esa producción; y no dándose esa pro-ducción en otro año, y sí dándose la de riego, no habrá verdadera escasez, y todo se reducirá en ese año, a un ligero aumento de precio. Desaparecerá así, casi por completo, el carácter aleatorio actual de las cosechas, puesto que vendrá a quedar reducido al caso siempre remoto, de una pérdida total y absoluta de las cosechas en todas las zonas de los cereales, y a ese solo caso vendrá a quedar reducido el de la importación de maíz extranjero. ¿No será ésta la solución del problema agrícola entre nosotros? Creemos sinceramente que sí. Una vez hecha la división de las grandes propiedades, según, lo indica-mos en el problema de la propiedad, ningún esfuerzo por parte de los poderes pú-blicos será necesario para elevar la producción de temporal a su máximo, puesto que para los pequeños agricultores, tan ávidos de tierras, teniendo éstas, tendrán todo lo que han de menester para ensanchar favorablemente las condiciones de cultivo que vienen manteniendo su existencia desde hace cuatro siglos; y hechas las reformas que indicamos en el problema del crédito territorial, para elevar la producción de riego a su máximo, no será necesario, por parte de dichos poderes, más que el gasto de créditos a que ya nos referimos con extensión en otro lugar. Para los agricultores, el crédito que los poderes públicos les ofrezcan, será bastante estímulo. Porque es indudable que dividida la propiedad, la competencia de pro-ducción llegará a ser muy grande y las seguridades que el riego proporciona siempre serán lo suficientemente deseadas para que sean a cualquier precio adquiridas, y en tales condiciones, el estímulo expresado producirá resultados sorprendentes.

Page 153: Antologia Molina Enriquez
Page 154: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

153

CAPÍTULO IV

EL PROBLEMA DE LA POBLACIÓN

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA. La población nacional puede ser con-siderada desde tres puntos de vista distintos: y esos tres puntos de vista marcan en el estudio de ella, tres grandes divisiones. Puede ser consi-

derada, en efecto, desde el punto de vista de su distribución sobre el territorio geográfico que ocupa; puede ser considerada, también, desde el punto de vista de la composición que determina su construcción social, y puede ser considerada por último, desde el punto de vista de su unidad colectiva o socioetnológica.

Estudio de la distribución de la población sobre el territorio que ocupa. El estudio de la distribución de la población sobre el territorio geográfico que ocupa, abarca tres grandes cuestiones: es la primera, la de las fuentes producto-ras de la población; es la segunda, la de las regiones acumuladoras y dispersado-ras de dicha población, y es la tercera, las de las corrientes distribuidoras de la misma población.…… En los presentes momentos, las regiones áridas de la Mesa del Norte, y las regiones ardientes de las vertientes exteriores de las cordilleras, del Istmo y de las penínsulas, son una maldición para el país. Pero hay que hacer una distinción entre unas y otras. Las primeras, a nuestro juicio, son corregibles; la prolongación de la zona fundamental, su enlace con las zonas de Saltillo y Chihuahua, y el avance de todas hacia el Norte, mediante colosales pero posibles obras de irri-gación, irán estrechando poco a poco esas regiones, e irán haciendo adelantar las regiones acumuladoras de población. Las segundas, o sea las regiones ardientes, no son corregibles; las causas de su carácter inhospitalario son fatales, serán tal vez eternas.

Page 155: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

154

……Repartición natural de la población. En virtud de todo lo anterior, la población de un modo natural, tenderá a repartirse así: primero, muy densamente en la zona fundamental, que produce todos los artículos esenciales de la alimentación nacional; en segundo lugar, con una densidad menor, en las zonas de Saltillo, de Chihuahua o de Tuxtla o San Cristóbal, que producen todos los artículos de alimentación, menos el pulque; en tercer lugar, con una densidad de tercer grado, en las tierras medias, que por todos lados rodean la zona fundamental, y la secundarias referidas, excepto por el Norte en las que se encuentra dentro de la altiplanicie; y en cuarto lugar, en un grado de densidad muy débil, casi nulo, en las llanuras de la Mesa del Norte y en las tierras calientes.

Estudio de nuestra población desde el punto de vista de su construcción social. En nuestro país, las tribus indígenas desligadas y sueltas por razón del ex-tenso territorio que provenían, pero de tal manera próximas por sus condiciones de formación, de carácter y desarrollo evolutivo, que han podido ser consideradas como un solo y mismo elemento de raza, comenzaban apenas a integrarse en las regiones ístmicas y quebradas por nuestro territorio, cuando sufrieron el choque de los grupos españoles, mucho más integrados, y constituidos en un elemento social sólido y fuerte: la compenetración mutua, resultante del choque de esos dos elementos, produjo un cierto estado de composición, una construcción especial, que duró tres siglos, durante las cuales las mutuas presiones y las circunstancias de descomposición que su estado conjunto presentaba, dieron lugar a la forma-ción de dos elementos intermedios, el criollo y el mestizo, los cuales se formaron, no sin quebrantar la integridad de uno de los primitivos, que fue el español; por virtud de la dislocación que produjo la disolución del elemento español, se hizo la Independencia, vinieron numerosas unidades de elementos extraños, y éstas unidas por lasos de origen, integradas por virtud de la colocación que encontra-ron al transformarse en nativas del país, vinieron a formar un nuevo elemento, el de los criollos nuevos; la continua llegada de unidades extranjeras, que antes de transformarse en criollos nuevos conservan su unión y han encontrado lograr una favorable colocación en conjunto, tiene que hacer de estas unidades, un elemento especial, bien diferenciado de los otros; y por último, en este mismo elemento extranjero, ha venido a formar casi un elemento nuevo, el grupo de los nortea-

Page 156: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

155

mericanos, que son relativamente numerosos, que están unidos por una estrecha solidaridad, y se mantienen tan aparte de los demás, que no forman un grupo crio-llo, porque no se transforman como en los demás grupos extranjeros. Todo esto ha determinado la especial construcción sociológica del país, cuya estratificación, teniendo en cuenta los grupos y subgrupos de que cada elemento se compone, es verdaderamente extraordinaria. No hay para qué decir, que cada estrato o capa, es en realidad una verdadera casta, sin que esto signifique que hay entre unas y otras una separación absoluta. La forma republicana de gobierno, como en otra parte afirmamos, ha contribuido en mucho a atenuar las diferencias y a confundir los límites que la separan entre sí.

Colocación estratigráfica del elemento extranjero y de los grupos que lo componen. El elemento de raza colocado más arriba, la casta superior, es en realidad, ahora, el elemento extranjero no trasformado aún, y dentro de ese ele-mento, dividido como está en dos grupos, el norteamericano y el europeo, está colocado como superior el norteamericano. Dejamos para cuando tratemos el problema político, el ocuparnos en señalar con todo detalle las razones, ventajas el inconveniente de que así sea; por ahora, nos limitamos hacer constar el hecho, de que el elemento extranjero tiene entre nosotros el carácter de huésped invitado, rogado y recibido como quien da un favor y por su parte no lo recibe. De allí que nos esforcemos en hacerle grata su visita, con la esperanza, por una parte, de los provechos que de esa visita nos resulten, y por otra, de que esa misma visita dé resultado, la definitiva incorporación del huésped a nuestra familia nacional. Todo esto, que es general tratándose del elemento extranjero, se acentúa mucho tratándose del grupo norteamericano, en virtud de la circunstancia especial de ser nuestro vecino su país, de ser éste fuerte y poderoso, y de estar nosotros en el caso de evitar rozamientos y dificultades con él. No nos parece mal que así sea, pero es así; nos basta para comprobarlo el hecho público y notorio de que nuestras leyes interiores no alcanzan a producir para nosotros mismos los beneficios que produ-cen para los norteamericanos en primer lugar, y para los europeos en seguida. De ello resulta, como dijimos antes, que el elemento privilegiado sea el extranjero, y que dentro de éste, el grupo privilegiado sea el de procedencia norteamericana. Colocación estratigráfica del elemento criollo y de los grupos que lo componen. Después, o mejor dicho, debajo del elemento extranjero, se encuentra el elemento criollo, dividido por el orden de colocación de los grupos, de arriba

Page 157: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

156

abajo, en el grupo de los criollos nuevos, en el grupo de los criollos señores y en el grupo de los criollos clero; el grupo de los criollos señores está dividido siguiendo el mismo orden, en el subgrupo de los criollos políticos o moderados, y en el grupo de los criollos conservadores. Los criollos nuevos o liberales, por los méri-tos de haber traído al elemento extranjero y por sus estrechas relaciones con éste, los criollos políticos o moderados por su superioridad intelectual sobre los demás grupos criollos de sangre española, los criollos conservadores por la influencia de sus grandes fortunas vinculadas en la gran propiedad, y los criollos clero, por su influencia religiosa, son en nuestro país menos que los extranjeros, pero más que los mestizos. Si nuestras leyes interiores no alcanzan a producir en igual grado para ellos, los beneficios que para los extranjeros producen, cuando menos esca-pan en mayor grado a las cargas de esas mismas leyes, que los demás elementos nacionales. No señalamos antes la división de los criollos clero entre el subgrupo de los dignatarios y el subgrupo de los reaccionarios, porque estos últimos, son ya una cantidad descuidable. Resumiendo lo anterior, se ve con claridad que nuestra masa social pre-senta una estratificación en la que se pueden distinguir las siguientes capas:

Aunque las clasificaciones en clases altas, medias y bajas, en privilegiadas, medias y trabajadoras, son relativas y no establecen líneas precisas de separación, nos pueden servir en el caso para expresar nuestras ideas. Tenemos por evidente,

Page 158: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

157

que de las capas sociales enumeradas antes, son clases altas, la de la clase de los mestizos obreros para arriba, más la de los indígenas clero inferior: media, solo la de los mestizos pequeños propietarios y rancheros; y bajas las demás. De todas, sólo la de los mestizos rancheros; y la de los mestizos obreros superiores, la de los indígenas obreros inferiores, la de los indígenas propietarios comunales, y la de los indígenas jornaleros, son clases trabajadoras; de modo que cinco clases bajas trabajadoras, de las cuales tres son indígenas, soportan el peso colosal de doce clases superiores o privilegiadas.

Ahora, si las clases trabajadoras que soportan el peso de las privilegiadas, fueran robustas y poderosas; si entre ellas y las privilegiadas hubiera clases medias propiamente dichas que contribuyeran a soportar el peso de las privilegiadas, el equilibrio sería posible; pero no existen en nuestro país las clases medias propia-mente dichas, es decir, clases medias propietarias, pues los mestizos directores, profesionistas, empleados y ejército, no son en suma, sino clases que viven de las

Page 159: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

158

trabajadoras, y por lo mismo, privilegiadas también. Los mestizos rancheros, son los únicos que pudieran llamarse clase media, aunque son en realidad, una clase baja trabajadora. Clases medias propiamente dichas, no existirán hasta que la di-visión de las haciendas ponga un grupo numeroso de mestizos pequeños propie-tarios, entre los extranjeros y criollos capitalistas, y los rancheros indígenas de las clases bajas. Por ahora, nuestro cuerpo social, es un cuerpo desproporcionado y contrahecho. Del tórax hacia arriba es un gigante, del Tórax hacia abajo es un niño. El peso de la parte de arriba es tal, que el cuerpo en conjunto se sostiene difícilmente. Más aún, está en peligro de caer. Sus pies se debilitan día por día. En efecto las clases bajas día por día empeoran de situación, en la última, los indígenas jornaleros, la dispersión ha comenzado ya.

La construcción social expresada antes, se traduce como es consiguiente, en efectos económicos que procuraremos brevemente señalar. …… Si todo el terreno útil que abarca la zona fundamental, se pusiera en cultivo, en un cultivo igual de la propiedad “ranchería”, al de la pequeña propie-dad individual, siquiera al de la propiedad comunal indígena, la producción, y con ella la población, ascenderían hasta alcanzar proporciones colosales. La zona fundamental, no es por ahora muy grande, pero por sí misma y por sus posibles ampliaciones, podría producir una gran población. Dicha zona comprende ahora el distrito Federal, los Estados de Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, México, Querétaro, Guanajuato y Aguascalientes y parte de los Estados de San Luis Potosí, Michoacán, Zacatecas y Jalisco. Su extensión es de algo más de 150,000 kilómetros cuadrados aproximadamente, y su población, aproximadamente también, es de más de cinco millones de habitantes. El resto del territorio, tiene una extensión de 1 800,000 kilómetros en números redondos y una población de ocho millones seiscientos mil habitantes, en números redondos también. No creemos que sea mucho decir, que el aprovechamiento de todo terreno útil de la zona fundamental, aún sin sus posibles ampliaciones, podrá elevar los cinco millones de su población actual a veinte millones; es decir, podrá cuadruplicar su población. Podrá hacer más de su seguro, pero hay que tener en cuenta, que no hará subir su población, sino para derramar-la en el resto del territorio, con tanta más razón, cuanto que al ascendimiento de su población propia, responderá inmediatamente el desarrollo de las industrias

Page 160: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

159

hoy detenidas, y ese desarrollo requerirá mayor suma de población en las re-giones fabriles, de las que éstas pueden ahora sostener, y el exceso tendrá que salir de ella. Suponiendo pues, que en la misma zona, la población se cuadruplique, tendremos solamente en ella, veinte millones de habitantes. La relación actual de la propia población de la zona, con la del resto del territorio, ha sido siempre y es en la actualidad, para la primera, de un poco más del cincuenta por ciento aproxi-madamente de la segunda, y esa relación continuará siendo la misma, poco más o menos, de modo que siendo la población de la zona fundamental la de veinte millones, la del resto del territorio será de cuarenta millones, lo cual dará como población total la de sesenta millones; pero deduciendo todavía diez millones, quedará como posible población total de la República, la de cincuenta millones de habitantes. En menos de cincuenta años podemos llegar a ese resultado, y cuando lleguemos, de seguro que el destino nacional no será ya el que aparece ahora como nuestro destino manifiesto.

Page 161: Antologia Molina Enriquez
Page 162: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

161

CAPÍTULO V

EL PROBLEMA POLÍTICO

INTRODUCCIÓN. En virtud de todo lo que tan extensamente llevamos dicho en el curso de esta obra, la resolución del problema político, en su conjunto y en las diversas cuestiones que comprende, se presenta con toda claridad.

División del problema político en dos partes: la relativa a la política inte-rior y la relativa a la política exterior. Una gran división que separa en dos partes los hechos y las ideas, materia del problema que abordamos, se impone desde luego, y nosotros la hacemos sin vacilar: por una parte, hay que considerar lo relativo a nuestra política interior; y por otra parte, hay que considerar lo relativo a nuestra política extranjera. Entremos al estudio de nuestra política interior.

La base fundamental de la política interior. La base fundamental e inde-clinable de todo trabajo encaminado en lo futuro al bien del país, tiene que ser la continuación de los mestizos como elemento étnico preponderante y como clase política directora de la población. Esa continuación, en efecto, permitirá llegar a tres resultados altamente trascendentales: es el primero, el de que la población pueda elevar su censo sin necesidad de acudir a la inmigración; es el segundo, el de que esa población pueda llegar a ser una nacionalidad: y es el tercero, el de que esa nacionalidad pueda fijar con exactitud la noción de su patriotismo. Todo ello hará la patria mexicana, y salvará a esa patria de los peligros que tendrá que correr en sus inevitables luchas con los demás pueblos de la tierra.

Lo que es en suma la unidad ideal de la patria. Todo lo que llevamos expuesto acerca de la patria, nos autoriza para formular las siguientes conclu-siones: primera, las condiciones orgánicas de la vida humana conducen en todos

Page 163: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

162

los agregados humanos, a cierta identidad de hechos, de sentimientos y de ideas que generan lo que hemos llamado el ideal; segunda, el ideal responde en substancia, a la unidad de origen, de religión, de tipo, de costumbres, de len-gua, de estado evolutivo, y de deseos, de propósitos y de aspiraciones; tercera, no puede existir la comunidad social patria, sin la plena comunicación de ideal; cuarta, la fuerza interior de la organización social, la fuerza exterior del con-junto, y la fuerza de resistencia contra los impulsos sociales extraños, dependerán siempre de la integridad del ideal, por lo que la pérdida de algunos de los varios componentes del ideal, debilitará correlativamente dichas fuerzas; quinta, en un pueblo, en una sociedad, en un estado, pueden coexistir algunos agregados pa-trias, y algunos grupos de agregados patrias divididos, pero aquellos agregados, mientras conserven también su propia cohesión, tendrán la orientación del ideal correspondiente al ideal de su patria respectiva; y sexta, un pueblo, una sociedad, o un estado, no llegarán a ser en conjunto una patria, sino hasta que entre todos los grupos y unidades componentes, exista la unidad de ideal.…… Nuestro país considerado como patria. El ideal de patria en nuestro país. Desde luego, se puede afirmar, que en nuestro país la unidad de ideal no existe. No hay , en efecto, entre todas las unidades que componen la población que ocupa nuestro territorio, la unidad de origen, la unidad de religión, la unidad de tipo, la unidad de costumbres, la unidad de lengua, la unidad de desarrollo evolutivo, ni la unidad de deseos, de propósitos a aspiraciones que determinan en conjunto la unidad del ideal. La expresada población, por razón de haber sido formada por la compenetración y la incorporación de distintos agregados humanos en muy diversas condiciones, se divide en varios elementos generales que hemos llamado de raza y que presentan desde luego muy grandes diferencias de separación. Esos elementos son, el indígena, el criollo y el mestizo; el negro es insignificante. El extranjero por su calidad de tal, lo consideramos aparte y de él nos ocuparemos cuando sea oportuno.

Diferencias entre los tres elementos generales de nuestra población desde el punto de vista del ideal patrio. Entre los referidos elementos, no existe ni puede existir en lo presente, plena comunidad de ideal. De un modo general, entre el elemento indígena y el criollo, hay una completa separación de origen,

Page 164: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

163

hay una completa diferencia de tipo, hay una completa oposición de costumbres, hay muy grandes divergencias de lengua, hay una enorme distancia evolutiva, hay una verdadera contradicción de deseos, de propósitos y de aspiraciones; sólo hay entre ellos de común, y eso bajo formas diversas, la religión cristiana católica, y en parte la lengua. Entre el elemento indígena y el mestizo, las diferencias son menores, pero también profundas, y son las de origen, por la sangre europea de las unidades del último, de tipo por la misma razón, de costumbres en parte porque las unidades mestizas participan de las indígenas en mucho, de lengua en parte también porque los mestizos no hablan lenguas indígenas sino por excepción, y de distancia evolutiva; tienen sin embargo de común, la religión aunque en formas diversas también, los deseos, los propósitos y las aspiraciones en contra de los criollos, en parte las costumbres, y en parte la lengua como antes dijimos. Entre el elemento mestizo y el criollo, las diferencias son menos profundas que entre el criollo y el indígena, pero más que entre el indígena y el mestizo, y esas diferencias son, las de origen, por la sangre indígena de las unidades del último, las del tipo por la misma razón, las de deseos, propósitos y aspiraciones que los mestizos comparten con los indígenas contra los criollos, las de costumbres en parte porque los mismos mestizos participan de las costumbres criollas, y las de distancia evolutiva; tienen sin embargo de común, la religión aunque en formas diversas, la lengua aunque en diversas condiciones también, y en parte las cos-tumbres. El elemento indígena y el mestizo consideran en cierto modo al criollo como extranjero, y repugnan al elemento propiamente extranjero que les recuerda la dominación colonial. El criollo y el extranjero simpatizan por cierta comuni-dad de sangre y de intereses.…… Las condiciones de nuestra defensa moral. En lo que respecta a las con-diciones de nuestra defensa moral, ellas no podrán ser más favorables. Nada ten-dremos que temer de los pueblos hispano-americanos. No tenemos para con los pueblos europeos, afinidades que hagan posible la desaparición de nuestra na-cionalidad por la acción asimiladora de esos pueblos. Para con el pueblo nortea-mericano no tenemos afinidades tampoco, como lo comprueban las repugnancias latentes que entre ellos y nosotros existen, y cuando nuestra población, alcance por una parte, un censo de cincuenta millones de habitantes; y por otra, llegue a su plena unidad de vida y de pensamiento, y nutra su espíritu en un alto amor

Page 165: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

164

a la patria, es seguro que sabrá oponer formidables resistencias a la absorción pacífica de dichos pueblos. No corriendo con esos mismos pueblos el peligro de asimilación, el que podamos correr con ellos, tendrá que ser de la lucha étnica. De raza a raza, triunfará la más selecta por su selección individual, o la de más fuerza de ideal patrio: desde ambos puntos de vista, será la nuestra superior. Respecto de la mayor fuerza de selección de nuestra raza, ya hemos dicho lo bastante en el problema de la población. Respecto de la mayor fuerza de ideal, ella tendrá que ser, supuesto que los Estados Unidos y Canadá forman una agregación de elementos de muy distintos orígenes, en tanto que nosotros llegaremos hacer una agregación de orígenes comunes y tendremos como fuerza de agregación, todas las que llevamos estudiadas. Podrá ser que en una guerra material lleguemos a sucumbir; el desbordamiento anglo-sajón podrá pasar sobre nosotros, como el árabe sobre España; pero es claro que lo que con ello pueda ganar en extensión, lo perderá en fuerza, y en la energía de nuestro carácter estará emprender y lograr la reconquista aunque no tardemos mil años como los españoles. Mientras exista entre nosotros la unidad del ideal patrio, aunque veamos ondear la bandera estaña sobre nuestro palacio federal, nada se habrá perdido, porque todo podrá reco-brarse y no por el favor, sino por la fuerza. Si por acaso siempre llegamos a perder todo en definitiva, entonces erraremos a través de los siglos como los judíos, sin tierra y sin hogar; pero con el nombre de México siempre en los labios, y con el recuerdo de México, siempre en el alma.

El peligro extranjero presente. De intento no mencionamos entre las fuerzas de resistencia a la constitución de nuestra nacionalidad, la resistencia de los extranjeros que en ella residen. Dejamos para su tiempo y lugar, el estudio de la acción de los pueblos extraños sobre el nuestro; pero nos es indispensable es-tudiar la acción de las unidades de esos pueblos que entre nosotros residen, sobre los asuntos de nuestra política interior.

Los extranjeros en México, deben dividirse en dos clases: los europeos y los norteamericanos. No hablamos de los procedentes de otras naciones, porque son en nuestro país, lo que todos los extranjeros debieron ser, es decir, extranjeros sin acción política alguna. Respecto de los extranjeros europeos, su acción en caso de inconformidad con la marcha de nuestros asuntos interiores, no podrá ser otra

Page 166: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

165

que la de obligar a sus gobiernos respectivos a influir con el de los Estados Uni-dos para una intervención. Los gobiernos europeos por sí mismos, no intentarán acción alguna que tropezaría con la Doctrina Monroe y repetirá el fracaso de la intervención francesa. Los Estados Unidos en ese caso, consultarían sus propios intereses, y éstos serían los de sus nacionales en México. De modo que sólo en el caso de que el herir los intereses europeos, se hirieran de rechazo los norteameri-canos, nos veríamos envueltos en un conflicto. Este caso es teórico. Los intereses europeos en México, están en pugna con los norteamericanos, por lo que en realidad, nada tenemos que temer de Europa.

Respecto a los intereses americanos, la cosa es distinta. Los norteameri-canos siempre estarán listos para hacernos sentir su acción, y ésta puede venir, o en defensa de sus verdaderos intereses, o por su oficiosidad para defender los europeos. Ahora bien, la constitución definitiva de nuestra patria, no deberá tocar los intereses extranjeros, ni europeos ni americanos que hayan sido creados ya, sino antes bien garantizar unos y otros ampliamente: lejos de tratar de perjudi-carlos, deberá procurar la creación de otros mayores del lado de los intereses de la patria, según dijimos ya en otro lugar: los intereses americanos deben recordar, que si ahora han llegado a alcanzar gran desarrollo en nuestro país, ello se ha debido a que esos mismos intereses por la mano del banquero Ajuria, hicieron posible el Plan de Ayutla y el establecimiento del régimen actual: deben pensar, insistimos, en que más provechos lograrán de favorecer, que de detener la evolu-ción de nuestro país, pero por una parte, los criollos tratarán de confundir sus intereses con los americanos, para que el temor de herir a éstos defienda los suyos; y por otra, posible es que los mismos intereses americanos se empeñen en la continuación del estado de cosas actual, ya por desconfianza del nuevo estado de cosas que pueda crearse después, ya porque en la continuación del actual estado, crean poder alcanzar mayores lucros, ya porque crean patrióticos el estorbar en beneficio de su país, la formación de una nación poderosa cerca de la suya. Todo ello puede ser, y es nuestra opinión, que al emprender todas las grandes refor-mas que indicamos, habrá que definir bien nuestras intenciones y marcar bien nuestros propósitos para evitar malas interpretaciones; pero creemos que desde luego puede fijarse la idea de que si todas las seguridades que podamos ofrecer, que habrá que ofrecer todas las que podamos, no son bastantes para evitar la

Page 167: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

166

intervención de esos intereses, habrá que buscar el modo de pasar sobre ellos, porque si hemos de ser una nación propiamente tal, es necesario que la seamos imponieneo su existencia política. Es necesario evitar que debamos la conser-vación de nuestra existencia política a una complacencia de favor: O SOMOS O NO SOMOS: ESTA ES LA CUESTIÓN; y en lugar de perdernos en las de Hamlet, debemos buscar la solución luego. Si hemos de desaparecer, más vale que sea pronto.

Vuelta al punto en que señalamos las circunstancias dominantes de nuestra política interior. Para que nuestros lectores no pierdan el hilo de nuestra exposición, una vez que hemos demostrado la necesidad de que gobiernen plena-mente los mestizos, necesidad que señalamos como una de las circunstancias dominantes de nuestra política interior, volvemos al punto en que enumeramos esas circunstancias dice al párrafo relativo: “ tres circunstancias esenciales domi-nan todo el campo de nuestra política interior: es la primera, la de que la larga lucha sostenida por todos elementos étnicos que componen la población na-cional, ha elevado a la condición de predominantes y al rango de elemento direc-tor, al elemento mestizo: es la segunda, la de que las condiciones especiales en que la expresada lucha ha tenido que hacerse, han conducido al país a aceptar y a exigir como única forma estable de gobierno, la forma dictatorial; y es la tercera, la de que las condiciones propias de esa forma de gobierno, exigen forzosamente en los gobernantes que deban presidirla, espacialísimas circunstan-cias de educación de carácter.”…… La palabra final. Tales son en sus grandes lineamientos, los amplios hori-zontes que señalamos a nuestra política nacional. Tiempo es ya de que salga-mos de las oscilaciones de la vacilación, y de que busquemos nuestro camino de Damasco, procurando multiplicar nuestro número, a crecer nuestro bienestar, adquirir conciencia de nuestro ser colectivo, definir nuestro espíritu social, y formular nuestros propósitos de conducta con precisión, formando la noción de patria que nos sirva en el interior para logra la coordinación integral de todos nuestros esfuerzos, y en lo exterior para mantener la seguridad plena de la exis-tencia común. Tiempo es ya de que formemos una nación propiamente dicha, la nación mexicana, y de que hagamos a esa nación, soberana absoluta de sus destinos, y dueña y señora de su porvenir.

Page 168: Antologia Molina Enriquez

Esbozo de la historia de los primeros diez años de la Revolución

Agraria de México(1910 - 1920)

Page 169: Antologia Molina Enriquez
Page 170: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

169

LIBRO PRIMERO

ASPECTOS INDIOS DE LA HISTORIA DE MÉXICO

CAPÍTULO I

LAS DOS GRANDES CULTURAS HUMANAS

DIVISIÓN DE LA HUMANIDAD EN DOS GRANDES CULTURAS

LOS HOMBRES que pueblan la superficie de la tierra son muchos, y de uno a otro, presentan una infinita variedad de tipo físico, de constitución orgánica, y de actividad mental. Para estudiarlos, hay que considerarlos,

desde luego, distribuidos en los grupos de organización social que ellos mis-mos han llegado a establecer.

Las diferencias de localización geográfica, de censo, de composición, de desarrollo evolutivo, y de acumulación de elementos de mejoramiento y de perfeccionamiento sucesivos, que se encuentran en los grupos socialmente or-ganizados de los hombres, son de muy distinta naturaleza; pero en los días que corren, nos damos cuenta de que, desde los grupos pequeños que guardan la condición de tribu, hasta los grandes estados formados por al articulación de varias naciones, cada grupo tiene su razón de ser y su importancia propia para merecer una atención especial. Por excepción, se encuentran algunos grupos humanos en condiciones de aislamiento que les permita una vida real y verdaderamente independiente,

Page 171: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

170

en su mayor parte, están ligados unos con otros pro relaciones más o menos complicadas, estrechas y vigorosas , determinantes de mutuas influencias que establecen integraciones y diferenciaciones perceptibles.

Sin perjuicio de las excepciones de los grupos aislados a que antes nos referimos, casi todos los grupos humanos se han dividido en dos grandes in-tegraciones por la dirección concurrente de las características dominantes en el tipo de vida y de perfección que por el esfuerzo de sus unidades y por la acción de su conjunto social, obstinadamente persiguen. Esas dos integraciones llamadas culturas, tienen rasgos diferenciales que se pueden señalar. Tales culturas son: la que presiden los pueblos asiáticos, y ha sido llamada por los pueblos europeos, cultura oriental; y la que presiden los pueblos europeos, y que estos mismos han llamado cultura occidental.

RASGOS DIFERENCIALES DE LAS DOS GRANDES CULTURAS

Son rasgos dominantes de la cultura oriental, la mentalidad creada por la estructura construcciónal de las lenguas desarrolladas por la memoria de la vista, el principio de la organización formado por la ampliación indefinida de la tribu, y el concepto de ocupación de la tierra, distinto de la nación de propie-dad que ha elaborado la otra cultura. Son rasgos dominantes de la cultura occidental, la mentalidad creada por la estructura construccional de las lenguas desarrolla-das por la memoria del oído, el principio de organización formado por la trans-formación de la tribu en campamento guerrero, y el concepto de la ocupación de la tierra, que ha llegado a la noción del derecho de propiedad, desconocido en la otra cultura.

LA DIFERENCIA DEL ORIGEN CONSTRUCCIONAL DE LAS LENGUAS

…… Creemos que hasta ahora no se ha expuesto con suficiente claridad, cómo la escritura pictográfica hecha con signos que no representan sonidos, sino cosas

Page 172: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

171

cuyo recuerdo no conserva la memoria del oído, sino de la vista, ha podido desarrollarse hasta el punto de servir más que la palabra hablada para establecer las relaciones de los hombres, y sobre todo para desarrollar el pensamiento y articular las premisas y las conclusiones de la reflexión. Porque en los hombres de la cultura occidental, la escritura se hizo fonética: los signos que representa-ban cosas y hechos, se convirtieron en sonidos; y la memoria de esos sonidos permitió hacer palabras y frases subjetivas que formulan la expresión del pen-samiento positivo y constituyen el proceso de las funciones complejas de la reflexión. Por supuesto que el sentido de la vista ha ayudado mucho a la función psíquica de la formación y del encadenamiento de las ideas en los pueblos de la cultura occidental; pero es fundamentalmente la memoria de los sonidos, la que ha determinado,sostenido y desenvuelto su actividad mental. En los pueblos de la cultura occidental, la lectura hablada de un libro, es la ejecución de una músi-ca de la voz. En una moda modalidad que defiere un poco de la que conocemos con el nombre de música; pero en la cual, como en esta última, los sonidos los acordes y los ritmos, los son todo; y la lectura muda, es la recondición subjetiva de esa misma música de la voz. Por eso entre los hombres de la expresada cul-tura occidental, los sordomudos de nacimiento son de tal manera incapacitados, que hasta la legislación penal los ha considerado como irresponsables. En los hombres de la cultura oriental, como ya antes dijimos, entra también el juego de la palabra hablada, porque en las dos culturas la palabra hablada precedió a la escritura: el sentido del oído, construye en ellos a la fun-ción del lenguaje; pero es fundamentalmente la memoria de la vista, la que ha determinado, sostenido y desenvuelto su actividad mental. En ellos la lectura hablada de un libro, es la expresión descriptiva de cosas que se han visto, que se ven, o que se sugieren al sentido de la vista. El chino cuando piensa, ve, no oye, y cuando escribe, pinta, sirviéndose del pincel. El sabio en china, no ha acumulado en cerebro, palabras, discursos y razonamientos a que da vida la voz, sino larga serie de caracteres pintados, de verdaderos cuadros condensados de figuras esti-lizadas, que cuenta por centenas de millar.

Henri Berr (prefacio de la obra El lenguaje, de J. Vendryes) dice: “No hay nada tan sorprendente…. como la notas de M. Granet sobre algu-nas particularidades de la lengua y del pensamiento chinos, publicadas en la «Revue

Page 173: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

172

Philosophique» –enero–febrero–marzo–abril de 1920– en ellas prueba que el estudio del vocabulario evidencia el carácter prodigiosamente concreto de los conceptos chi-nos. Casi a la totalidad de las palabras acompañan conceptos singulares que expresan maneras de ser vistas desde un aspecto lo más particular posible: este vocabulario tra-duce no ya las necesiades del pensamiento que clasifica, abstrae, generaliza, que sugiere obrar sobre una materia clara, distinta y preparada para una organización lógica, sino todo lo contrario: una necesidad dominante de especificación, de particularización, de pintoresco. Tal como aparecen y tal como los chinos las explican, las palabras de su vocabulario tiene la traza de corresponder a conceptos–imágenes ligados por una parte, a sonidos que parecen dotados del poder de evocar detalles característicos de la imagen, y por otra parte, a gráficas que representan el gesto registrado como esencial por la memoria motriz”.…… La observación hecha por los filólogos, de que la escritura de los ar-chivos ha educado a éstos para las ideas concretas, en oposición a la escritura fonética que ha educado a los occidentales para las ideas abstractas y generales, es de una asombrosa sagacidad, y se explica perfectamente, por las diferen-cias de percepción de los órganos que respectivamente las han determinado: el órgano visual, deslinda las impresiones con precisión: el órgano auditivo, por el contrario, recibe impresiones que tienen a la expansión y que se confunden, exigiendo los esfuerzos de la determinación, la integración de la diferenciación de clasificación, de la nomenclatura, y en suma de la composición que ha acabado por hacer la construcción de las ciencias tales cuales las conocemos.

LAS DIFERENCIAS DEL PRINCIPIO FUNDAMENTAL DE LA ORGANIZACIÓN

Los grupos de la cultura oriental, apenas han salido de la condición primordial de la tribu agrícola…No habiendo variado la condición funda-mental de los grupos asiáticos por la organización, no han variado tampoco sensiblemente las funciones primordiales de los agregados: todos éstos son pri-mordialmente agricultores y como todos los agricultores de todas partes del

Page 174: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

173

mundo, son laboriosos, sobrios, sencillos, de índole esencialmente pacífica; libres de la nerviosidad de las constantes excitaciones auditivas que son consecuencia forzosa del lenguaje fonético, son tranquilos, constantes, pacientes, e inclinados precisamente por la aguda educación de su visualidad, al cuidado de los detalles, y a la profusión de perfiles, de líneas y de matices, delicados y finos.

LA ZONA DE LOS FORMIDABLES ENCUENTROS

Todo el mundo sabe que en los lugares de encuentro de los dos con-tinentes, en torno de los mares Caspio, Negro, Mediterráneo, Rojo y Pérsico; donde se encuentran por estratos, como en las formaciones geológicas, sobre montones de ruinas de pueblos desaparecidos, otros montones de ruinas de pueblos desaparecidos también, y sobre esos montones, otros y otros más, hasta llegar a los pueblos históricos, a los grandes imperios caldeos, asirios, medas y pérsicos, que aparecieron y desaparecieron también; donde el esfuerzo de reducir los rasgos de los símbolos de la escritura visual, para disminuir el trabajo de hacerlos cuneiformes, creó con el curso de los siglos los caracteres fonéti-cos; donde tuvo lugar la guerra de Troya, repetida a través de los siglos por los versos de Homero y los intentos de los grandes capitanes de ambos continen-tes, como Jerjes, Alejandro, Trajano, Corazón de León, Saladino, Djenjiskán, Tamerlan y Napoleón; donde han quedado girones de razas que ya no es posible referir a los pueblos de los que fueron desprendidos; y en suma, donde se bus-can ahora los puntos de partida de las grandes emigraciones, quedó definitiva-mente trazada con una ancha zona de ruinas y de sangre, la separación de los pueblos de las dos culturas, quedando entre unos y otros el África como campo indeciso todavía. Dentro de dicha zona de encuentro, estuvo la fenicia, que si no inventó, por lo menos propagó, por medio de sus expediciones marítimas en el Medite-rráneo, la escritura fonética que dio carácter a la cultura occidental.

Page 175: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

174

LA SELECCIÓN INDIVIDUAL, LA SELECCIÓN COLECTIVA Y LA DIVISIÓN DEL MUNDO EN

LAS DOS FORMAS DE SELECCIÓN

Las formas de las superficies aprovechables de los continentes geográfi-cos, han hecho que la selección, causa necesaria de la evolución, se divida en dos ramas que son, la selección individual y la selección colectiva. En los macizos geográficos, donde hay grandes extensiones aprovechables para la vida, la facili-dad de expansión dificulta la formación de grupos fuertemente integrados, y los que entonces se forman, se distinguen por un desarrollo muy amplio de la liber-tad individual: en tales grupos, la dispersión de las facultades de los individuos en la satisfacción directa de sus varias necesidades, impide en esos individuos la cooperación, cuyo beneficio principal consiste en que limita las funciones individuales, concentra las facultades de cada individuo en la función parcial que le corresponde, adiestra al mismo individuo en el ejercicio de tal función, y le permite el libre desenvolvimiento de sus facultades restantes, todo lo cual, en conjunto, favorece la elevación de sus capacidades; pero si en tales grupos, los individuos no alcanzan el beneficio de su perfección por falta de cooperación de los demás, en cambio se mantiene en pleno contacto con la naturaleza, y se adaptan mejor al medio físico en que viven, de lo que resulta que adquieren mayor fuerza racial, se multiplican más, y se hacen por consiguiente, más fuertes para todas las luchas de resistencia. Cuando los medios geográficos estrechos, obligan a los individuos de un grupo a luchar fuertemente por la vida, se forman en él grupos de ataque y defensa, que producen integraciones que acaban por dar al conjunto, una enorme fuerza integral: tan luego que un grupo siente esa fuerza, debida al espíritu y a la educación de la lucha, se vuelve depredador y ataca a los demás grupos, que a su vez se defienden del mismo modo. El individuo, en dichos me-dios geográficos, se vuelve activo, inquieto, impulsivo, y apto en suma, para todas las luchas de agresión. Todo el sistema de la escritura fonética, obrando sobre la sensibilidad auditiva, estimula y enardece la acometividad zoológica, que

Page 176: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

175

naturalistas como Darwin y Nietzche, consideran como el resorte primordial de la vida humana. En los medios geográficos a que nos referimos, las contiendas de grupo a grupo determinan una forma de selección que nosotros hemos llamado selección colectiva, la cual al aumentar progresivamente por la integración, por las concentraciones militares y por las agregaciones de las víctimas, va progresi-vamente aumentando las limitaciones del trabajo de los individuos, afinando su destreza y educando su espíritu y su cuerpo, por la corporación, por la organiza-ción productora de los grandes hechos y alimentadora de las grandes ideas.

El desarrollo de los pueblos de selección individual, es lento pero firme; el de los pueblos de selección colectiva es acelerado pero más variable. Las dos formas de cultura se han dividido en las dos formas de selección: los grupos de la cultura oriental son de selección individual; los grupos de la cultura occidental, son de selección colectiva.

¿Es una de las dos formas de selección, superior a la otra? ¿Es la cultura oriental superior a la occidental o viceversa? Nadie puede contestar tales interro-gaciones. Sin embargo, el profesor Isaac Ochoterena (Lecciones de biología), explicando los fenómenos de la selección, dice atinadamente: “No es pues, como personas ajenas a las ciencias naturales suponen, sin fundamento alguno, el más apto siempre, el más fuerte o el más brutal, el mejor, el que pueden conservar más armónica relaciones biológicas; el más capacitado para la producción de las formas superiores”. Por nuestra parte, creemos poder expresar la opinión de que, como las dos formas de selección son diferentes, han desarrollado de un modo desigual las dos culturas: la una en función de la quietud; la otra en función de la ac-tividad. Por ello, ésta la occidental, es la más adelantada, aquella, la oriental, es más profunda.

Page 177: Antologia Molina Enriquez
Page 178: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

177

CAPÍTULO II

LA LLEGADA DE LOS ASIÁTICOS AL CAMPO DEL NUEVO ENCUENTRO DE LAS DOS CULTURAS

LA AFORTUNADA SITUACIÓN GEOGRÁFICA DEL CONTINENTE DE AMÉRICA

LA TIERRA ES redonda y una vez separadas las dos grandes culturas, como ellas quedaron orientadas a puntos diametralmente opuestos, tarde o temprano tenían que volverse a encontrar. Así fue en efecto; ambas se

volvieron a encontrar en el continente de América. El continente americano perece haber sido colocado sobre la tierra para resolver, en una resultante de nueva orientación y de nuevos procedimientos, el conflicto de la divergencia de las dos grandes culturas ya formadas, o sea el conflicto de la incomprensión de la cultura oriental y de la cultura occidental.

Colocado en medio de los continentes de Europa y de Asia, a gran dis-tancia de ellos y en dirección de la marcha que respectivamente habían em-prendido, el continente de América tenía que recibir las oleadas de los dos, en emigraciones graduales y selectas, al menos por la superior energía que tenía que suponer la transposición de los océanos. Las oleadas asiáticas llegaron primero.

Poco a poco, sin ruido, sin alardes de propósitos trascendentales, los asiáticos llegaron primero.

Page 179: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

178

Ya es punto que puede considerarse fuera de discusión, que el hombre no es autóctono de América; los estudios de los sabios antropólogos Hrdlicka y Boas, no dejan lugar a duda alguna acerca de que procede del Asia y de que su venida es relevantemente reciente, sin bien estamos convencidos de que su venida tuvo lugar en grupos dispersos, que en épocas distintas, llegaron por diversos caminos; unos vinieron por el Estrecho de Behring, pero otros vinieron por las islas oceánicas.

Durante el año que pasamos en la penitenciaria (del 18 de agosto de 1911 a 25 de julio de 1912) a consecuencia de sucesos que serán referidos en el libro tercero de esta historia, pudimos conocer e notable trabajo del doctor R. Verneau, profesor del Museo de Historia Natural de París (La Role de la Mer dans la Dissémination des races humaines), publicado por la revista “Biológica”. El trabajo de referencia convence de que los grandes océanos y muy especial-mente el Pacífico, sembrado de islas lejos de ofrecer obstáculos infranqueables a la migración de los pueblos primitivos, han sido un medio propicio para ella, a causa de las corrientes relativamente constantes que los recorren y que van de un continente a otro. Después de estudiar el proceso de formación de las embarcaciones in-sumergibles en los referidos pueblos, Mr. Verneau dice:

Los chinos y los japoneses conocían desde muy atrás la navegación y sus jun-cos surcaban desde hacía mucho tiempo el Océano Pacífico. Los primeros, que poseían la brújula desde 2000 años antes de nuestra era, enviaron en el siglo V, misiones religiosas a Fu-Sang. Si los autores están lejos de ponerse de acuerdo acerca de la localización de ese país los viejos anales chinos de los chinos nos di-cen que se encontraban a 20,0000 lis del Celeste Imperio, y el lis equivale a 445 metros aproximadamente. No se podría evidentemente afirmar que los chinos y los japoneses mantuvieran relaciones continuas con la América; pero es muy verosímil que sus nativos hayan sido arrastrados más de una vez por la corriente del Kouro-Sivo M. Brooks ha fijado los diferentes puntos en que se perdieron 60 barcos japoneses; casi todos naufragaron en el trayecto de esa corriente y doce en callaron entre las islas de la Reina Carlota y el sur de México. Los naufragios de embarcaciones japonesas o chinas sobre las costas del Nuevo Mundo y la pérdida de barcos malayos, explican la presencia en América de los elementos amarillos que ahí se han encontrado.

Page 180: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

179

…… Todo lo que llevamos expuesto, explica que a pasar de las excepciones guerreras de algunos grupos como el de los apaches en Chihuahua, el de los coras en Nayarit, el de los aztecas y el de los tlaxcaltecas en el centro y algunos otros más, las unidades de la generalidad de ellos presentan los rasgos étnicos dominantes de los grupos asiáticos, de donde derivan su inclinación a la vida pací-fica y quieta; su reflexión lenta y reposada; su aptitud para los trabajos que requieren cuidado, destreza y minuciosidad; y su formidable energía para la resistencia.

Page 181: Antologia Molina Enriquez
Page 182: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

181

CAPÍTULO III

LA LLEGADA DE LOS EUROPEOS AL CONTINENTE Y EL ENCUENTRO DE LAS

DOS GRANDES CULTURAS EN MÉXICO

PEREYRA, EL HISTORIADOR de la causa española en el continente amer-icano (Breve historia de América), compendia de un modo magistral las ideas que determinaron las expediciones marítimas que lograron

para los europeos el descubrimiento de ese continente y los hechos positivos en que consistió ese descubrimiento. Colón, que guíaba, más que con sus conocimientos con sus institu-ciones, la expedición principal descubridora, creyó haber llegado al Asia y bien geográficamente ello no era verdad, parece que étnicamente sí.

El orgullo español, las ideas dominantes a la sazón en Europa y el éxito obtenido por las expediciones portuguesas, concurrían a formar en el ánimo de Colón y de los suyos, la opinión de que su empresa no encontraría más difi-cultades que las de la navegación: era sin embargo una aventura de depredación, se acometía, como era natural, con gente adecuada; y los judíos que la habían financiado, esperaban de ella el lucro de un botín prodigioso. Tal empresa, era pues, como todas las similares de su tiempo, científica, militar y mercantil. …… Dada la circunstancia de que los españoles pertenecían a un país europeo, o sea de los que integran la cultura occidental, no era extraño que al desembarcar en las primeras tierras del continente americano, hubieran tomado desde luego

Page 183: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

182

posesión de ellas, sin tener para nada en cuenta que estaban habitadas y que sus habitantes podrían tener sobre ellas mismas, una posesión de mejor derecho, puesto que contaba, de seguro, con siglos, sino con milenios de duración. Así fue en efecto, y no sólo los expedicionarios iban tomado posesión de la nuevas tie-rras descubiertas, sino de los habitantes que las ocupaban, a los que no guardaron consideración alguna.…… Cuando ya había sido ocupada la isla de Cuba, y se tuvieron noticias del imperio azteca, las expediciones se dirigieron a él. La empresa de explorar y de conquistar el rico imperio de Moctezuma, era ciertamente audaz; pero ya hemos dicho que los españoles se habían dado cuenta de los hechos fundamentales que presidieron las exploraciones y todas las conquistas, y fueron, la conciencia de superioridad más mítica que guerrera, que los españoles tenían sobre los indios y la índole generalmente pacífica de estos últimos. El peligro por correr, en la expre-sada empresa, se reducía al escaso número de los hombres con que se contaba. Se han inflado mucho los meritos de Hernán Cortés; pero su éxito lo debió más que al esfuerzo de sus soldados, a la índole pacífica de los indios; en todo caso, fue más política que militar. Si la índole de los totonacas hubiera sido guerrera, Cortés y los suyos no habrían pasado de Veracruz. El arreglo con los expresados totonacas y el aprovechamiento de los tlaxcaltecas contra los aztecas o mexicanos, fueron actos esencialmente políticos; fue igualmente político también el hecho de aprove-char la indecisión de Moctezuma, para poder llegar a México; fue igualmente político el hecho de sentirse de Moctezuma mismo, para llegar a Tenochtitlán y sentirse seguros en ella. El único hecho militar digno de ese nombre por parte de Cortés y los suyos, hasta entonces, fue la derrota de Narváez, hecho de armas que, sin embargo, estuvo lejos de tener la gran importancia que se le atribuye, dado el número de combatientes. La matanza de Cholula no fue un hecho militar, sino un acto de ferocidad de los muchos a que se entregan de cuando en cuando, los cultos occidentales; Justo Sierra lo equipara a la matanza de la noche de San Bartolomé. Cuando los aztecas, que si eran guerreros, bajo el mando de Cuitláhuac, pudieron sacudir el estupor de sorpresa, mostraron a la evidencia

Page 184: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

183

histórica, la debilidad militar de los conquistadores; la Noche Triste que quiso ser una retirada, fue una verdadera derrota. Si ésta no fue definitiva e irrepara-ble, se debió a que los demás indios no secundaron al azteca; se dice que éste era odiado por todos; así es la verdad; pero ante el peligro común, todos podían haber ayudado a vencedor. No lo hicieron, porque como los asiáticos de ahora no estaban educados para la guerra; porque en su mentalidad apenas si existían las ideas de brutal agresión, de lucha sin cuartel, de implacable exterminación, que han dado carácter propio a la cultura occidental. ……

INCORPORACIÓN DEFINITIVA DE LOS INDIOS Y DE LOS ESPAÑOLES

Como hemos indicado ya en otra parte, sometido el imperio azteca, Cortés, que fue sin duda un hombre de genio, aprovechó con admirable acierto la índole generalmente pacífica de los demás grupos de indios, para consolidar su posición y extender sus dominios. Ya hemos dicho que los que le fueron más útiles fueron los otomíes, que ocupaban el centro del territorio y nada menos que la región más favorecida para el cultivo de los cereales. En nuestro libro Los grandes problemas nacionales, estudiamos detenidamente esa región, que no-sotros llamamos la zona fundamental de los cereales, porque en virtud de su gran producción de éstos, preside los movimientos económicos de la vida nacional. Puede verse sobre el particular, el libro citado. Los otomíes no sólo no resistieron a los españoles, sino que colabo-raron con ellos; en Jilotepec, población principal de los otomíes, hay restos de edificios comenzados a levantar en 1527; y los indios de Jilotepec fundaron a San Juan del Río y a Querétaro, que han sido durante cuatrocientos años, las poblaciones más útiles para mantener la procedencia de la ciudad de México sobre todo el territorio, puesto que son la entrada de la zona fundamental de los cereales. A favor de la actitud de los otomíes, muy extendidos en el centro del terri-torio, la posición de Cortés quedó definitivamente asegurada y los españoles en aptitud de avanzar en todas direcciones, sin que esto quiera decir que no se hayan tenido que vencer muchas dificultades de orden inferior. Cuando vino don

Page 185: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

184

Antonio de Mendoza, primer virrey de la que ya se llamaba Nueva España, se había llegado a establecer entre los grupos indios del centro y el grupo español, ciertas condiciones de equilibrio estable, que hacían posible la vida común. Testimonio irrecusable de las condiciones de equilibrio a que venimos refiriéndonos, nos da la portentosa cacería que quince mil indios de Jilotepec, que no podrían juntarse ya en un acto parecido, hicieron para el citado virrey Mendoza, en los llanos que todavía se llaman del Cazadero, la cual Torque-mada (Monarquía indiana) describe minuciosamente.…… Las diferencias del principio fundamental de la organización del con-cepto de la disposición de las cosas. No creemos necesario hacer la demostración de que los grupos indios de México, vivían en su mayor parte, bajo el régimen patriarcal de los viejos tiempos asiáticos. Sólo entre los aztecas el patriarca primitivo se había trans-formado ya. Es Clavijero (Historia antigua de México) quien lo dice en los términos siguientes:

El poder y la autoridad de los reyes de México, variaban según las circunstancias. Al principio de la monarquía fue muy restringido el mando y puramente patriar-cal, humana su conducta y moderados los derechos que exigían a sus súbditos. Con la extensión de sus conquistas se aumentaron sus riquezas, su magnificencia y su lujo, y a proporción, crecieron, como suele suceder, las cargas de los pueblos. Su orgullo la llevó a traspasar los límites fijados a su autoridad, hasta degenerar en el odioso despotismo de Moctezuma.

No sólo el imperio azteca, sino en algunos otros grupos indios, había comenzado a hacerse la transformación del patriarca en jefe o soberano. Pero esos casos eran la excepción. A pesar de los títulos de realeza con que en casi todos los grupos se designaba a los jefes, en los mismos grupos, el régimen pa-triarcal subsistía. El padre común, ligado a todas las tradiciones ancestrales, no podía ser objeto de elección, ni podía ser de puesto, ni mucho menos podía ser sustituido, por otro motivo que por la muerte.

Page 186: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

185

En razón de las fuerzas del régimen patriarcal, entre los indios, las dificultades del acuerdo con los españoles, respecto del principio de la organiza-ción, fueron menores de lo que hubieran podido ser, gracias al instinto político genial de don Antonio de Mendoza, que supo dar a la investidura del virrey, el doble carácter de jefe para los españoles y de padre para los indios. A ese doble carácter de la autoridad virreinal, se debió, en mucho, la paz de los tres siglos de la dominación española. Los indios, como todos los pueblos de la cultura oriental, no tenían idea ninguna de lo que llaman “derecho” los pueblos de la cultura occidental. Como no tenían el concepto del derecho, tampoco tenían el concepto de la propiedad. El uso de las tierras y las aguas no eran una conquista que resolviera lucha alguna y menos contra el principio de autoridad: no llevaba la idea alguna de exclusión. Cualquiera que fuera la forma de disfrutar de la tierra, y cualesquiera que fueran las disputas que pudiera provocar el uso de ella entre los individuos miembros del cuerpo social, estaba por encima de una y otras, la autoridad paternal y benévola del padre común o jefe del Estado. El padre podía dar y quitar, y a nadie le ocurriría que no pudiera tener la facultad de hacerlo. Como tampoco los indios tenían escritura estaban en la imposibilidad de comprender todo el sistema de propiedad de los grupos occidentales, construidos sobre la base del título escrito.

LA CONSECUENCIA INEVITABLE DE LA INCOMPENETRACIÓN DE LOS ELEMENTOS

ESPAÑOL E INDIO

En el encuentro de los indios y de los españoles, o sea en el encuentro del elemento de la cultura oriental de los indios, con el elemento de la cultura occidental de los españoles, los primeros, por el estupor natural de su sorpresa, por su índole pacífica, por su dispersión y por su variedad evolutiva, tuvieron que colocarse en condiciones de inferioridad respecto de los españoles; éstos con su orgullo de conquistadores, con sus posibilidades de hacer daño, que esto es lo que entre los hombres se llama poder, y con su mayor capacidad para la organiza-ción, pudieron establecer sobre los indios su preponderancia y su autoridad; pero la

Page 187: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

186

desproporción entre el número de los indios y el de los españoles, obligó a éstos a transigir con aquellos hasta incorporarse unos con otros para la vida común. La incorporación de los españoles y de los indios, como consecuencia de la conquista, no pudo, por desgracia, ser una compenetración y tuvo que ser una articulación mecánica que dividió la población total en dos castas distintas. El buen sentido popular comparte con nosotros las opiniones expuestas en este capítulo, formulándolas sintéticamente con una expresión que todo el mundo conoce, y que dice así: “La conquista la hicieron los indios.” Los indios efectivamente la hicieron; por instinto, comprendieron que no la podían evitar, pero merced a su número, a sus fuerzas de resistencia y a su orientación hacia la cultura oriental, le impidieron echar raíces propias. Continuaron siendo como eran, en conjunto, la planta vigorosa de la tierra, sobre la cual el grupo español vino real y verdaderamente a ser la yema de un injerto, que en mucho iba a modi-ficar el follaje, la floración y la producción de dicha planta, pero sin destruirle sus caracteres fundamentales, destinados, más o menos tarde, a prevalecer. Ya ver-emos en su oportunidad cómo ellos, desenvueltos en el curso de cuatro siglos, determinaron los hechos decisivos de la revolución cuya historia hemos comen-zado a esbozar.

Page 188: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

187

CAPÍTULO IV

LA ARTICULACIÓN EN MÉXICO DE LOS ELEMENTOS DE LAS DOS GRANDES CULTURAS

PARA LA VIDA COMÚN

LA ARTICULACIÓN DE LAS DOS CASTAS FUE TAMBIÉN UN TRIUNFO TRASCEDENTAL PARA LOS INDIOS

CONSIDERANDO sin prevenciones ni apasionamientos, la articulación de los elementos de las dos grandes culturas, en México, para la vida común, durante la época colonial, creemos justo rendir a los reyes de

España y a sus representantes en México, los virreyes, el homenaje que merecen por la prudencia y sabiduría con que acertaron al dirigir tal articulación; pero preciso es reconocer que ella fue un triunfo, también, de la resistencia, de la per-sistencia, de la índole pacífica y del espíritu disciplinado de los indios, merced a los cuales pudieron atravesar los tres siglos de la dominación española, mostrar su fuerza potencial todavía latente en la independencia, y llagar hasta nosotros con acción decisiva en la formación de la nacionalidad mexicana.

Por la acción de los reyes y de sus representantes, los virreyes, la articu-lación a que acabamos de referirnos, habría producido buenos frutos para la aproximación y acaso para la lenta confusión de dos castas; pero los españoles de América como llama el jesuita Viscardo y Guzmán a los españoles y a los criol-los de las colonias, llamados explotadores por Pereyra, llevados por su espíritu de insubordinación, de arbitrariedad y de desorden, lo impidieron durante tres siglos, para librarse de la autoridad virreinal que se oponían a sus desmanes y provocaron la independencia. Con la forma en que se hizo la independencia,

Page 189: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

188

como con todo acierto lo ha afirmado Roberto Fernández (Los gobernantes de México, desde Agustín de Iturbide hasta el general Plutarco Elías Calles), lograron constituir una oligarquía, que sistemáticamente ha logrado impedir, durante un siglo, la constitución de un gobierno estable y definitivo para la nueva nación. Ellos, como veremos a su tiempo, fueron los que desataron la revolución cuya historia vamos esbozando en estos capítulos y habrían logrado con ella es-tablecer tal vez para siempre, un gobierno a su capricho, si no fuera porque los mestizos que llevan más sangre india que española, y los indios que los siguen, como siempre, pudieron más.

Page 190: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

189

CAPÍTULO V

LA PERSISTENCIA HASTA NUESTROS DÍAS, DE LA ORGANIZACIÓN COLONIAL

POR CASTAS

……

EL PROBLEMA DE la colocación económica de los mestizos, ha atravesado todo el primer siglo de nuestra independencia: él provocó la Reforma; él determinó la revolución agraria cuya historia venimos esbozando.

Habría sido lo mejor que hubiera podido suceder, que los mestizajes hubieran llegado a disolver los elementos puros originales, o sea el español con el criollo y el indio, porque esos mestizajes habrían acabado por formar un nuevo tipo racial, fuerte de cuerpo y despejado de espíritu, capaz de crear y de sostener la nacion-alidad mexicana: así tendrá que ser en lo futuro; pero a consecuencia de la poten-cia y de las capacidades de las castas por ellos constituidas, no pudo ni ha podido ser todavía. La organización con las dos castas vivas y mutuamente repelentes, duró los tres siglos de la época colonial y ha continuado durante el periodo de la independencia, porque la casta superior, merced a sus congénitas rebeldías o a su plasticidad política, y a la ayuda de factores extraños, pudo sobrevivir a la independencia y convertirse en una diosa oligarquía que los mestizos no han logrado destruir, como veremos el curso de los libros siguientes. Continúan pues, articulados, los dos elementos raciales primitivos, tirando en las direcciones op-uestas de sus respectivas culturas y arrastrando el elemento mestizo, unas veces en un sentido y otras en el otro, sin que alguna de las dos arrastre a la otra y al elemento mestizo en su propia dirección, de una vez por todas, y sin que el elemento mestizo pueda arrastrar a las dos, en el sentido de la resultante que en vano se esfuerza por imponer. En el juego de las dos fuerzas opuestas que sobre él actúan, y en el andar y desandar que la oscilación de ellas le imprimen, el conjunto social de la población total de la República agota sus energías.

Page 191: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

190

El elemento mestizo, ya más numeroso que los dos de origen, habían impuesto su fuerza de acción desde el Plan de Ayutla y había comenzado a ser clase de intereses por la Reforma: pero como esos intereses eran demasiado pequeño y no habían logrado adquirir más, no había podido fijar la base de sus propios movimientos. El problema pues, era casi el mismo de antes, en el momento de estallar la Revolución.

Del mismo modo que desde la época colonial, en nuestros días, está in-dicada la solución del problema. Poco antes de comenzar la Revolución (1909), se publicó nuestro ya citado libro Los grandes problemas nacionales y en él decía-mos literalmente:

En nuestros días , cada elemento de la población tiene sus rasgos propios de carácter, y las unidades de cada uno de los grupos componentes de un elemento, también tienen sus rasgos propios. De un modo general, podemos decir que to-dos los indígenas son pasivos, impasibles y taciturnos: que todos los mestizos son energéticos, perseverantes y serios; y que todos los criollos son audaces, impetuo-sos y frívolos… El espíritu revolucionario no es como se pretende, ingénito en el mestizo. El espíritu revolucionario existe en todas las unidades sociales que han llegado a acumular una gran energía, cuando se comprime demasiado esa energía, dificultando el libre juego dé la selección natural… estando así las cosas… decimos, la divergencia de dirección general en los tres elementos, sin perjuicio de las diver-gencias de dirección que hay entre los grupos que cada elemento componen… tienen que producir un inmenso obstáculo a la unidad de la acción en el proceso de la evolución de nuestro país. Se hace necesario, por lo mismo, confundir en el elemento mestizo a los otros dos, refundir en el carácter mestizo el indígena y el criollo, y forma, con toda la población, una verdadera nacionalidad, fuerte y pode-rosa, que tenga una sola vida y una sola alma.

Así pensábamos al anunciarse la llegada de la Revolución; pero no habíamos contado con el hecho real y positivo de que el elemento mestizo, por diversas circunstancias y muy especialmente por la acción de los factores externos, no pudiera romper la formidable articulación de las dos castas, que prolongará, no sabemos hasta cuándo, la organización colonial.

Page 192: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

191

CONCLUSIÓN

POR ÚLTIMO, los elementos de población que hemos indicado en los capítulos anteriores, con las tendencias raciales que en los mismos capítulos he-mos indicado también y con las direcciones culturales que acabamos de exponer en el capítulo presente, llegaron hasta la Revolución, cuya historia tratamos de esbozar, determinando los hechos decisivos que la distinguen de las revoluciones precedentes, no sin haber tenido que sufrir en su carrera, durante todo el siglo XIX las desviaciones, alteraciones y vicisitudes, que determinaron las causas aparentes de la misma Revolución y que pormenorizadamente expondremos en otro libro.

Page 193: Antologia Molina Enriquez
Page 194: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

193

LIBRO SEGUNDO

ASPECTOS CRIOLLOS DE LA HISTORIA DE MÉXICO

CAPÍTULO I

LAS REVOLUCIONES PRELIMINARES DE INDEPENDENCIA

ESTRUCTURA CONSTRUCCIONAL DE LA POBLACIÓNAL FIN DE LA DOMINACION ESPAÑOLA

AL COMENZAR EL siglo XIX, la estructura étnica de la población compren-dida en el vasto territorio que abarcaba la Dominación Española, estaba constituida, fundamentalmente, por las dos castas articuladas desde los

primeros días, o sea, por la casta superior de los españoles y de los criollos, y por la casta inferior de los indios. Dicha estructura, había sufrido modificaciones trascendentales, porque la casta superior se había dividido en el estrato de los propiamente españoles o peninsulares, y el estrato de sus sucesores los criollos: entre éste y la casta inferior de los indios, se habían formado el estado de los mestizos; y debajo de la casta misma de los indios, se habían colocado los bloques de acarreo de los negros traídos del África. La estratificación social de la población, al concluir el siglo XVIII, de arriba a bajo, era la siguiente:

Españoles o peninsulares;Criollos o americanos;

Page 195: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

194

Mestizos; Indios; yNegros. De los cinco estratos, que acabamos de seriar, sólo el de criollos, y el de los indios, tenían la solidez que les prestaba la contextura de sus respectivos recur-sos económicos: los criollos eran los dueños de las grandes haciendas; los indios, eran dueños de las tierras de sus pueblos. Los mestizos no tenían más recursos de vida que las carreras eclesiásticas; los negros vivían la vida de los esclavos. Los españoles o peninsulares, hicieron ellos mismos precaria su situación; por conservar a todo trance los privilegios de las relaciones directas con la corte de España, y las ventajas del mando y de la administración, se mantuvieron sis-temáticamente alejados de los criollos, lo que tenía que serles perjudicial, porque aunque fuesen los primeros en la adquisición de las tierras y de las minas dis-ponibles, si volvían a España, disminuían el número de los suyos, con su falta, y si se quedaban, a su muerte, sus hijos se convertían en criollos. El número total de los suyos, sólo podía aumentar con agregación y ésta era poco considerable, dada la inmensa extensión de los dominios españoles, entre los cuales la emigración española se tenía que dividir. Los criollos, por el contrario, aumentaban por la transformación de los españoles o peninsulares y por su propia multiplicación. Sobre todo, los criollos, con la propiedad de las tierras grandes y productivas de las haciendas rurales de cultivo y ganadería, eran dueños de principales fuerzas económicas, al lado de las cuales, eran cosas insignificantes, los privilegios y las ventajas de los españoles o peninsulares, y las tierras de los pueblos de los indios.

Page 196: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

195

CAPÍTULO II

LAS VERDADERAS REVOLUCIONES DE LA INDEPENDENCIA

EL GRAN MORELOS

MORELOS ES, indudablemente, el único de los caudillos de la Indepen-dencia que se dio cuenta cabal de lo que era la independencia, de lo que para lograrla había que hacer y de los medios más adecuados

para hacerlo. Hemos dicho ya que él, personalmente, definió la idea de la Indepen-dencia y le dio forma política concreta, por medio de la reunión del Congreso de Chilpancingo y de la declaración precisa, terminante y solemne, de haber queda-do rota y disuelta para siempre jamás, la dependencia de México al trono español; declaración hecha en tono suficientemente alto para ser oída dentro del país y fuera de él. Sin Morelos, la reunión del Congreso de Anáhuac habría sido un acto meramente espectacular y la declaración de Independencia, una simple deprecia-ción de exaltación lírica.

Pero Morelos era un militar, que no sólo había obtenido señaladas vic-torias contra los realistas, sino que había hecho campañas de múltiples opera-ciones coordinadas para grandes resultados de conjunto: con ellas se había ga-nado la confianza y la adhesión resulta de los suyos, los mestizos, tras de los cuales estaban los indios, y con ellos mismos, había logrado dar al Congreso de Chilpancingo una base de solidez y a la declaración de ese Congreso, un alcance

195

Page 197: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

196

de trascendencia, que tanto aquel Congreso cuanto esta declaración tuvieron una importancia decisiva para los sucesos posteriores.…… Ya hemos visto cómo Morelos proveyó con acierto, verdaderamente asombroso, a elegir el medio más adecuado de formular el principio de Indepen-dencia, y a procurar desde luego, la vida y el funcionamiento propios de la nueva nación independiente que quería crear. Todo ello era mucho, y sin embargo, hizo más, pues intentó dar bases económicas, firmes y definitivas a la nueva nación, proveyendo de un modo práctico (como lo había hecho antes Cortés), a la subsistencia de los ejércitos insurgentes, destruyendo a la vez los recursos de la oligarquía de los peninsulares o gachupines, y la gran propiedad de que sacaban sus recursos los criollos o americanos. Su proyecto para la confiscación de intere-ses de europeos y americanos adictos al gobierno español (primer centenario de la Constitución de 1824, edición del senado), contenía las medidas siguientes:

Sea la primera. Deben considerarse como enemigos de la nación y adictos al par-tido de la tiranía, a todos los ricos, nobles y empleados de primer orden, criollos o gachupines, porque todos estos tienen autorizados sus vicios y pasiones en el sistema y legislación europeos.

Síguese de dicho principio que la primera diligencia que sin temor de resultas deben practicar los generales o comandantes de divisiones de América, luego que ocupen alguna población, grande o pequeña, es informarse de la clase de ricos, nobles y empleados de ella, para despojarlos en el momento de todo el dinero y bienes raíces o muebles que tengan, repartiendo la mitad de su producto entre los vecinos pobres de la misma población…

Séptimo. Deben también inutilizarse todas las haciendas grandes, cuyos terrenos laboríos pasen de dos leguas, cuando mucho, porque el beneficio de la agricultura consiste en que muchos se dediquen con separación a beneficiar un corto terreno que puedan asistir con trabajo…

En el capítulo primero el libro primero del presente esbozo historial, dejamos claramente expuesto nuestro parecer acerca de las guerras: no comul-gamos con los partidos de los sistemas que atacan el capital sólo por el hecho de que no todos pueden gozar los beneficios de él; pero toda revolución que se

Page 198: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

197

proponga real y verdaderamente triunfar y hacer definitivo y provechoso su triun-fo, tendrá la indeclinablemente que arrancar, que aniquilar, que destruir en el terreno de los hechos positivos, todas, absolutamente todas, las raíces económicas que mantengan la contextura biológica de los grupos sociales cuya articulación determine el estado social de conjunto contra el cual la misma Revolución se haya levantado: así lo hicieron los revolucionarios de la Rosa Blanca de Cork en la guerra de las Dos Rosas; así lo hizo el Tercer Estado en la Revolución Francesa; así acaba de hacerlo Rusia. De no hacerlo así, más o menos tarde retoñaran los males que la Revolución se propuso destruir, y el motivo de la misma revolución, volver a parecer. Como Morelos no ejecutó su plan de confiscaciones, ya veremos aparecer a los peninsulares gachupines y a los criollos, repetidas veces en el curso de un siglo, ya veremos. La función de unos y otros en la Revolución cuya his-toria vamos procurando esbozar. Morelos comprendía muy bien lo que acabamos de decir; por eso después de atender al propósito político de la ruptura de la dependencia con España, abordó el problema de la destrucción de las fuerzas económicas de los peninsulares o los gachupines y de los criollos o americanos, no considerando ya a estos últimos, y con razón, como aliados, sino como enemigos no sólo por la divergencia de los propósitos fundamentales; sino porque los mismos criollos o americanos, al ver levantarse a los mestizos, olvidaron sus diferencias con los peninsulares o gachupines, sus enemigos de antes, y se aliaron con ellos.

LA CUESTIÓN AGRARIA PLANTEADA POR MORELOS

Nuestros lectores de seguro que no dejaron pasar inadvertido el texto de la medida séptima propuesta por Morelos. Con excepción del límite señalado para que las haciendas quedaran comprendidas en la medida que él llamaba confiscatoria y que era en suma, una medida de nacionalización, todo lo que expresa el texto trascrito, encierra el programa verdadero de la Revolución cuya historia vamos esbozando: en él palpita toda la Cuestión Agraria por la que se ha derramado sangre a ríos, durante un siglo, antes de expresada la Revolución y por la que en esta tonto a más derramó, sin llegar a ver dicha cuestión resulta en

Page 199: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

198

definitiva. ¡Qué grande fue Morelos! Desde la venida de los primeros indios al territorio nacional, hasta nuestros días, sin exclusión de personas ni de hechos, la actuación de Morelos, cien veces genial, marca la más alta cumbre de nuestra historia como ya dijimos en otra parte, si no estuviéramos todavía bajo la oligar-quía de los españoles y de los criollos, la fiesta nacional por excelencia, sería el seis de noviembre, aniversario del día en que el Congreso de Anáhuac, instalado en Chilpancingo, hizo la solemne declaración de Independencia.

LA CONSUMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA POR GUERRERO;

EL LEGENDARIO ABRAZO DE ACATEMPAN

Guerrero, no hizo bien en aceptar la “chaqueteada” de Iturbide. Debió de hacer puesto a Iturbide la condición de quedar subordinado a él, reconociendo sin discusión su jefatura. Ostensiblemente, Guerrero aceptó por tres razones: la de que creyó de buena fe que la Independencia propuesta por Iturbide, era la Independencia que él perseguía; la de que comprendía que con la acción y los elementos de Iturbide, pronto la Revolución terminaría, estando como estaba él conforme; y la de que, notablemente el no pensó para nada en reclamar la jefatura de la Revolución que de derecho le correspondía. Pero en el fondo, otra razón que indudablemente fue la decisiva se hizo sentir en Guerrero y en los suyos. La vida en todos sus aspectos es un proceso de adaptación y toda adap-tación es una detención de las actividades donde se encuentran obstáculos in-vencibles, y una dilatación hacia los espacios libres de toda oposición. Cuando los grupos sociales encuentran otros grupos que no pueden vencer, acaban por acostumbrarse a considerar éstos como obstáculos insuperables, y por dirigir sus actividades a otros rumbos; con mayor razón pasa lo mismo cuando el grupo social opuesto logra sobreponerse al actuante, éste acaba por acomodarse a la superioridad del otro, y por resignarse a sufrirla. Con tiempo, como es sabido, tiende a fijarse toda acomodación, y en el carácter determinante de la conducta de los hombres, se fijan los rasgos de la acomodación al medio físico en que su vida de relación ha sufrido, como en su tipo físico se fijan los rasgos de la acomodación en

Page 200: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

199

el medio físico en que su organismo ha tenido que funcionar. De todo ellos resulta, que los hombres que largamente se han considerado como inferiores, se acostum-bran de tal modo a contar con su inferioridad, respecto de los que han sido sus superiores, que no fácilmente pueden, en un momento dado, asumir sobre ellos una superioridad efectiva. Aunque tengan en su mano los medios de imponerla. Durante los tres siglos de la dominación española, los criollos, descen-dientes de los españoles como eran, tuvieron que ser inferiores a los españoles mismos, y ya hemos visto que a pesar de sus diferencias con ellos, en las dos pri-meras revoluciones de la Independencia, no se atrevieron a atacarlos, más tarde, como veremos más adelante, no se atrevieron a expulsarlos o a destruirlos; y en toda nuestra vida de independientes, como también veremos más adelante, no han podido actuar sino como agentes o subordinados de los mismos españoles. Pues en la misma condición de subordinación atávica en que están los crio-llos respecto de los españoles, están los mestizos respecto de los criollos y de los mismos españoles también. Tal tiene que ser efecto indeclinable de las diferencias de castas. Morelos fue tan fuerte y tan grande, que rompió resuel-tamente con los españoles y criollos de la casta superior, sobreponiéndose a los atavismos históricos que sobre él gravitaban; pero Guerrero no estaba en condiciones de hacer lo mismo. Cierto respeto tradicional para los criollos, fue indudablemente lo que lo llevó a consentir no sólo en aceptar la conversión de Iturbide, sino en su propia subordinación a él. Hay que decir la verdad en todo. Tal fue el verdadero motivo que llevó a Guerrero al abrazo de Acantempan. De todos modos, lo que consumó la Independencia, fue indudable-mente el abrazo de Acatempan y fue Guerrero quien la consumó. El Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba no fueron ya más que los hechos de maquinación ejecutados por Iturbide para aprovechar en su favor y en favor de los suyos, las revoluciones anteriores que él no sólo no había favorecido, sino que había com-batido con ferocidad y para conducir esos hechos a que pudiera recibir en su cabeza una corona a la que los peninsulares o gachupines habían desprendido de la cabeza del rey de España, y que éste y los príncipes de su familia dejaban torpemente caer.……

Page 201: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

200

CONCLUSIÓN

NO SÓLO POR los motivos económicos indicados en varias partes de este segundo libro y del primero anterior, del esbozo historial que venimos trazando, sino también por otros motivos más que expondremos con exten-siones en el libro tercero, que a los dos ya referidos habrá de seguir; la Revolu-ción materia de dicho esbozo, tenía que pensar en destruir los latifundios. Era indispensable romper la amortización de la tierra en ellos y dividirlos en muchas fracciones que darían colocación económica definitiva a los mestizos y a los in-dios, y que aumentarían enormemente la producción agrícola en beneficio de todo el país. Pero además de todo ello, la Revolución tenía que encontrar un in-terés de mayor importancia que todos los expuestos antes, en la destrucción de los latifundios, y era el de quitar a los Criollos Señores, el punto de apoyo que les ha permitido laborar con todas sus fuerzas, por deshacer, por estorbar, o por difi-cultar al menos, cuanto han venido haciendo los mestizos y los indios para crear la nacionalidad mexicana. Porque como queda bien demostrando en el presente libro, desde el primer día de la República, los Criollos Señores no han hecho más que trabajar para destruirla, tratando de llevar su propósito hasta el punto de deshacer la Independencia y de volver a poner a la nación, bajo el dominio de los reyes de España. Todo porque los criollos comprenden bien que el día en que un gobierno nacional, naturalmente formando en su mayor parte por mestizos y por indios, se llegue a consolidar, arrollará, sin reparos ni contemplaciones todos los latifundios y obligará a los mismos criollos a incorporarse a la masa total de la población para que pongan en ella toda su vida, todo su corazón y todo su pensamiento. De allí el propósito constante, tenaz, implacable, en ellos, en los criollos, de destruir con sus fuerzas propias, o con las ajenas interiores o extran-jeras que se puedan proporcionar, todos los gobiernos que no sean hechos por los suyos o que no se subordines a éstos, siendo ese propósito, que nadie osará poner en duda, la real y verdadera causa de todas las revoluciones que han aso-leado al país. Los mestizos y los indios, mucho tiempo hace que habrían acabado con los latifundios, si no fuera porque la continua inmigración española refuerza de

Page 202: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

201

un modo constante el número y la posición de los criollos, y porque siempre que éstos se quejan, las grandes naciones extranjeras, sin enterarse bien de las cosas, acaban por protegerlos. Podrían las grandes naciones extranjeras, comprender esta sencilla verdad: que las masas indias de los días de Cortés, eran la planta de la tierra sobre la cual el grupo español se vino a clavar como la yema de un injerto; y que es absurdo pretender que la yema absorba toda una vida de la planta, en vez de que la planta absorba toda la vida de la yema.

Si hemos de decir las cosas con claridad, preciso es que afirmemos, de una vez por todas, que la verdadera solución de nuestro problema racial, que ya nos cuesta un siglo de transtornos, de lágrimas y sangre, no consiste en incorporar al puñado de criollos de sangre española, las enormes muchedumbres de mesti-zos y de indios; sino al revés, en incorporar, por disolución, el puñado de criol-los de sangre española a las enormes muchedumbres de mestizos y de indios, porque es en la planta madre de la tierra, adonde la yema habrá de distenderse, hasta el agotamiento, en la elaboración de las unidades de nueva raza, de nuevo corazón, y de nueva cultura, que habrán de forma la nacionalidad mexicana en lo prevenir.

Page 203: Antologia Molina Enriquez
Page 204: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

203

LIBRO TERCERO

ASPECTOS MESTIZOS DE LA HISTORIA DE MÉXICO

CAPÍTULO II

SITUACIÓN DE LOS MESTIZOS AL COMENZAR LA VIDA NACIONAL INDEPENDIENTE

En los primeros días de la Independencia, los mestizos y los indios creían haber mejorado de condición, en una proporción mayor de la que co-rrespondía a la realidad. Aparte de la aparatosa teatralidad de la en-

trada del Ejército Trigarante anticipadamente preparada para causar impresión, los primeros días de la Independencia, fueron, justamente, días de inmenso rego-cijo. Con excepción de los peninsulares o gachupines, que habían sido burlados, todos los demás elementos raciales de la población, estimaban haber mejorado considerablemente; los criollos o americanos, porque creían haber ascendido al lugar de los peninsulares o gachupines, en la dirección de los negocios públi-cos de la nueva nación, sin estar sujetos a poder superior alguno; los mestizos o insurgentes, porque creían que terminaba para ellos la guerra, dejándolos colocados en el lugar político si no económico, en que se encontraba antes los criollos o americanos, porque muchos formaban parte del ejército y porque los más, esperaban tener una posible intervención en los negocios públicos, que los criollos mismos no habían llegado a tener; los indios, porque veían desapa-recer al poder de los odiados peninsulares o gachupines, porque entendían que ese poder lo recibían los mestizos o insurgentes, que consideraban sus aliados,

Page 205: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

204

y porque suponían que había terminado la división social en castas, y que ellos habían adquirido una condición igual a la de los criollos y a la de los mestizos; y los negros, porque veían llegada definitivamente su libertad, acompañada de una ciudadanía legalmente igual a la de los mestizos o insurgentes y a la de los crio-llos o americanos, o por lo menos a la de los indios. Bajo los felices auspicios que el contento, casi general, hacía presumir, comenzó a organizarse la administración pública del nuevo imperio, siguiendo los lineamientos que le había trazado el Plan de Iguala. Este que era la forma práctica de realización de las ideas criollas, prescribía la formación de la junta pro-visional gubernativa a que nos referimos en otro lugar, y cuyos miembros Iturbide designó, como era natural, escogiéndolos entre los españoles y criollos más promi-nentes, y excluyendo, de un modo absoluto, a los insurgentes o mestizos. Tras el imperio de Iturbide, vino la República, y en ella la presidencia del general Victoria. Acerca de ésta, en el libro anterior dijimos lo siguiente: En todo el periodo presidencial del general Victoria, el gobierno estuvo en manos de los criollos, y ellos hicieron la elección del general Manuel Gómez Pedraza para el segundo periodo. Los criollos seguramente se proponían que el centro de gravedad de los gobiernos republicanos, no saliera jamás de su clase. Como era lógico que sucediera, desde los primeros días de la Repú-blica, apareció la división que separaba, de un lado a los criollos y a los españoles, representante de la antigua casta superior, y de otro lado, a los mestizos y a los indios, representantes de la casta intermedia y de la inferior respectivamente. La división tuvo como motivo inicial, ocasional y sin importancia, el estable-cimiento de las lógicas masónicas. Los criollos y los españoles, aquéllos muy influidos por éstos, eran partidarios del gobierno central, fuerte y único a la manera de los gobiernos europeos, y se filiaron en las logias escocesas, y los mestizos (los indios apenas si tomaban parte en esas cosas) eran partidarios del sistema federal, descentralizado a la manera del gobierno de los Estados Unidos y se filiaron en la lógicas yorkinas.

Page 206: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

205

CAPÍTULO IV

LAS REFORMAS AGRARIAS DESDE LA INDEPENDENCIA HASTA EL PRINCIPIO

DE LA REFORMA

EL PROBLEMA BÁSICO DE LA VIDA NACIONAL

M UCHOS PROBLEMAS, todos ellos preñados de magnas dificultades, tenía México que resolver para construirse en verdadera nacionali-dad; pero el principal de todos ellos tenía que ser y eficientemente lo

era, el de dar asiento económico a los mestizos, y el de ensanchar un poco el que los indios habían logrado conservar en sus pueblos. Mientras que México fue la Nueva España, esto es mentira de la Nueva España fue parte integrante de la España principal, las propiedades territoriales que los españoles tenían en la forma de la propiedad privada, eran propiedades de la Nueva España misma, es decir, eran propiedades mexicanas, como las de los pueblos de los indios; en igual caso estaban las minas que pertenecían a los españoles; pero cuando se hizo la Independencia, como ni el Plan de Iguala ni los tratados de Córdoba, cuidaron de declarar, como debían haberlo hecho, la nacionalización de los españoles que quedaban en el país, ni se estableció que dichos españoles que ni se estableció que dichos españoles pudieran optar entre la nacionalidad española y la mexicana, en el primer caso las propiedades territo-riales y mineras que tenían, resultó que las propiedades territoriales y minerales de los españoles eran muchas y todas de grande extensión, lo cual quiere decir que de plano y de repente, escapaban al dominio de los mexicanos, grandes superficies del territorio nacional, para convertirse en porciones extranjeras enclavadas en

Page 207: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

206

dicho territorio. Pero hay más aún, dada las circunstancia de que los criollos se consideraban españoles también, y también eran dueños de muchas propiedades territoriales de gran extensión, en proporción tal, que reunidas las de los españoles y las de los criollos, eran en conjunto la mayor parte del territorio nacional, tenía que suceder, que las propiedades de los criollos pugnaran por unirse a las pro-piedades españolas y que unidas unas y otras, importaran la sustracción casi total del territorio nacional del dominio de la nación mexicana. Y tan cierto es lo que acabamos de decir, que llevamos un siglo de ver a las propiedades de los españoles, amparadas con su extranjería, en contra de las leyes mexicanas, y a las propiedades de los criollos ampararse con la condición de las propiedades de los españoles. Por este título y por los que llevamos expuestos en los capítulos anteriores, era lógico de los mestizos y de los indios por lograr que los españoles fueran expulsados. Pero como a pesar de las intenciones geniales de Zavala y del firme carácter de Guerrero, ni el uno ni el otro acertaron de pronto a encontrar la forma jurídica de nacionalizar las propiedades territoriales de los españoles, la expulsión de éstos de poco sirvió; los españoles, con la ayuda de los criollos pronto se pusie-ron del golpe, y el mismo Zavala indicó a los sucesores de Guerrero que eran los reformistas de Gómez Farias, un nuevo medio de arrancar a los españoles y a los criollos, el arma de las grandes tierras sustraídas a la acción de los gobiernos nacionales, y fue el de la división. Este tenía que terminar pronto y que echar dilatadas y profundas raíces en el medio social de aquel tiempo, porque a la vez que deshacía en las manos de los españoles y de los criollos, la fuerza feudal de las grandes propiedades, o sea, de los latifundios, tendía a resolver el problema de la alimentación general, que es en todas partes del mundo, como ya antes dijimos, el primero y principal de todos los problemas.

LOS MESTIZOS Y LOS INDIOS COMENZARON A MINAR LA SUPERESTRUCTURA DE LOS

CRIOLLOS Y DE LOS ESPAÑOLES

Es muy fácil de comprender, que a pesar de no haberse consumado la Independencia del modo debido, con ella habían variado mucho las cosas. Antes

Page 208: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

207

de ella los mestizos y los indios estaban política y económicamente sujetos a los es-pañoles y los criollos; la actividad de los mismos mestizos e indios, no podían pasar de los límites que les fijaran los criollos y los españoles. Esos límites eran siempre los de la producción costeable y provechosa; a los mestizos y a los indios, sólo les era permitido dedicarse a los recursos de actividad y de comercio, que los españoles y los criollos desdeñaban. Tal tenía que ser el resultado indeclinable de dejar a los mestizos sin terrenos y a los indios sin moneda. Los primeros, tenían que ser empleados, dependientes u obreros de los españoles y de los criollos, puesto que no tenían tierras de qué vivir, ni recursos con que hacer producción propia; los se-gundos, o sea los indios, podían vivir en su irreductible libertad, puesto que bien o mal, tenían las tierras de sus pueblos, pero a condición de no hacer capitalización alguna, por falta de moneda. Las revoluciones de la Independencia, como todas las revoluciones, se tradujeron en una mejor repartición de los recursos económicos totales; en esa repartición, los mestizos y los indios, aprovecharon todos los efectos de consumo, todos los bienes muebles y todas las cantidades de dinero que pudieron allegar, y con esos recursos y con los medios de acción que les dieron los puestos que lograron alcanzar en el ejercicio y en la administración pública comenzaron a vivir . Pocos eran tales elementos; sin embargo, con ellos los mestizos y los indios, comenzaron a minar la superestructura de los criollos y de los españoles, obteniendo los lentos pero seguros resultados que ya hemos visto.……

LAS REFORMAS DE LOS FRACCIONAMIENTOS ERAN Y HAN SIDO SIEMPRE, LAS VERDADERAS

REFORMAS AGRARIAS

Es a todas luces evidente, que el verdadero problema de las refor-mas agrarias, aspiración suprema de los mestizos, era el fraccionamiento de los latifundios, o sea de las haciendas rurales de los españoles y de los criollos, y que tales reformas tenían que ser una obra de grandísimo aliento. El justamente Célebre Informe del muy Ilustre Jovellanos era bien conocido en México. Igual-mente eran bien conocidos en México los sucesos de la revolución francesa.

Page 209: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

208

Aunque, por supuesto, nadie entonces había podido definir y menos exponer al juego de los factores poderosos que entre la palabrería de los discursos, los lamentos de las ejecuciones y los cañonazos de los combates, hicieron en la parte principal de Europa, la transformación de la gran propiedad de los nobles, en la copiosa pequeña propiedad de los campesinos, todo por instinto adivina-ban que en tal juego estaba el resorte primordial de las estupendas campañas napoleónicas, y que ese resorte, algo profundamente humano e inmensamente trascendental, despertaba en el pecho de los soldados franceses movidos por el genio de Napoleón. Posiblemente Zavala que ha sido el más profundo político de nuestro país, juzgado al menos por los intentos reformistas que se empeñó en realizar, llegó a comprender con la claridad con que lo comprendemos no-sotros, que el secreto de toda las campañas napoleónicas estaba en que iban diri-gidas a derribar los tronos que se apoyaban en una nobleza de grandes propie-tarios, de grandes hacendados, cuyas haciendas ocupaba, fraccionaba y realizaba en lotes pequeños y baratos, ganándose la adhesión de todos los campesinos europeos y recogiendo con el precio de los lotes que vendía grandes cantidades de dinero, con las que volvía a Francia a recompensar a sus soldados victoriosos y a preparar las campañas futuras. De todos modos los espíritus adelantados y generados de México, convenían en la necesidad urgente de las reformas frac-cionadoras de las grandes propiedades rurales, si bien todos se daban cuenta de las dificultades que dichas reformas tenían que presentar. Tales reformas, eran las verdaderas reformas agrarias que el país requería. Entre nosotros el problema del fraccionamiento de los latifundios, era el verdaderamente capital, porque destruía el sistema en que se apoyaba fundamen-talmente el régimen de las castas, multiplicando el número de las porciones pequeñas dedicadas a la producción agrícola, favorecía a un número considerablemente mayor de personas con esa producción, y daba a los mestizos y a muchos indios la oportuni-dad de llenar esa mayor número de personas, logrando así su propia multiplicación, su propio desenvolvimiento económico y su propio florecimiento cultural. Las medidas de atención a los indios, a la manera colonial, en los ejidos, no se llegaron a suspender en ningún tiempo ni en ninguna parte, hasta los días de la Ley de Desamortización, que les dio un nuevo curso si bien se pasaba sobre ellos a cada momento en los días de gobiernos criollos.

Page 210: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

209

CONCLUSIÓN

LA PERSPECTIVA que ofrecen en conjunto los sucesos referidos y los hechos de mostrados en los tres libros, que con el presente llevamos publi-cados ya, permitirá a nuestros lectores ver sin esfuerzo, que de la Independencia para acá la identidad de los motivos de origen,de las circunstancias de desarrollo, de las desorientaciones por desviación y de la pequeñez e insignificancia de los resultados finales de tal modo relacionan y enlazan todos los movimientos ais-lados de perturbación, y todas las revoluciones de conjunto, que no puede caber duda alguna acerca de que aquéllos y éstas, son partes de un mismo todo, o sea, episodios de mayor o de menor grado, de una sola revolución que ha durado más de un siglo.

La Revolución total de nuestra vida de independientes, que como todos los fenómenos de la vida se ha desenvuelto en ritmos, cuyos nodos han sido los fugaces periodos de paz ha tenido un solo objetivo claro y perfectamente delinea-do, que ha sido destruir la gran propiedad, o sea, las grandes haciendas, y dar sus tierras a los mestizos, para que éstos tengan el asiento económico de la produc-ción agrícola que dichas tierras pueden rendir.

En tanto existan los latifundios, es decir, en tanto que haya haciendas en el territorio nacional, todo periodo de paz será transitorio: tras él vendrá la revolución inevitable, perseguido su propósito invariable y trascendental. Por su- puesto, que quienes actúan dentro del expresando propósito, son, en realidad, los vendedores revolucionarios, mejor dicho, los únicos.

Page 211: Antologia Molina Enriquez
Page 212: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

211

LIBRO CUARTO

LA DICTADURA PORFIRIANA

CAPÍTULO I

LA SUPERESTRUCTURA DE LA DICTADURA PORFIRIANA

EL ASCENDIMIENTO DE LA DICTADURA

EL CUIDADO DEL GENERAL DÍAZ POR MANTENERSEENTRE LOS MESTIZOS

POR SI NO hubiéramos expuesto con suficiente claridad en los libros anterio-res, cómo a favor de su mimetismo peculiar, los criollos, que no son nunca quienes hacen las revoluciones, son siempre quienes las aprovechan, cree-

mos oportuno insistir sobre ese particular porque el echarse en brazos de los criollos, desdeñando a los suyos, ha sido el error capital de los caudillos, de todas nuestras revoluciones, y el general Díaz, mientras tuvo fuerzas físicas, lucidez mental, y voluntad activa, procuró escapar de tal error.

Hemos dicho que luego que alguna causa está por triunfar (siempre triunfan las de los mestizos y de los indios contra las de los criollos y las de los españoles), los españoles y los criollos se apresuran a incorporarse a los triun-fadores, y a declararse los más ardientes partidarios y los más celosos guardia-nes de los principios de la causa triunfante; con ellos, y con saber adular a los caudillos, piden y obtienen los puestos principales, con perjuicio directo de los luchadores, a quienes se ha debido en realidad el triunfo; y una vez los criollos y

Page 213: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

212

los españoles, en los mejores puestos, van eliminando poco a poco a los revolu-cionarios para colocar a los suyos, acabando por adueñarse completamente de la situación y por convertir su derrota aparente en una victoria efectiva. Claro es, por supuesto, que una vez dueños de la situación, hacen en nombre de la nueva Revolución lo que antes hacían en nombre de su causa propia, y las cosas siguen lo mismo, hasta que provocan una Revolución más en la que producen del mismo modo. El general Díaz, todo el tiempo en que fue dueño de si mismo, procuró escapar, como ya dijimos, de la funesta influencia de los criollos, y si su dictadura duró tanto, se debió principalmente a que procuró, en cuanto le fue posible, no perder el contacto de los suyos. La correspondencia particular del licenciado Rosendo Pineda (personaje a quien nos referimos en su oportunidad), publicada en estos días por “La Prensa” de San Antonio, Texas, y por “La Opinión” de los Ángeles, California, ambos de la casa Editorial Lozano, confirman plenamente cuanto acabamos de decir. Si por virtud de su matrimonio, por las consecuencias que éste llegó a alcanzar y más que todo por su decrepitud llegó a separase de sus partidarios, y hasta a atacar a éstos, ello no fue de un modo consciente; por su deliberada voluntad no habría hecho jamás traición a los suyos.……

LAS IDEAS DE REFORMA SOCIAL DURANTE LA DICTADURA

La Dictadura Porfiriana, en los días de su ascendimiento, o sea desde 1884 hasta 1900, no estuvo cerrada a la exposición y a la propagación de las nuevas ideas de reforma social entonces en boga. Merced a la generalidad en las clases ilustradas, del uso de la lengua francesa, desde la Restauración de la República después del Imperio, todas las ideas filosóficas que alcanzaron crédito en Europa, fueron bien conocidas en México. A raíz de dicha Restauración, el coronel Alberto Santa Fe publicó un periódico que se llamó “La Revolución Social.” Las doctrinas socialistas de Marx y de Engels, no sólo eran conocidas desde entonces, sino que fueron abiertamente

Page 214: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

213

propagadas a ciencia y paciencia de la Dictadura; por varios años, se publicó en esta capital un periódico que se llamó “El socialista”. Igualmente llegaron a México en esos días, las interpretaciones que los socialistas hicieron del estallido comunista de París y hubo en el país comunistas positivos.

Desde principios del siglo anterior, un irlandés, mister Robert K. Owen, hizo en Europa algunos intentos de colonización comunista, que llamaron la atención. En un estudio inédito escrito por nuestro amigo e inteligente perio-dista José C. Valadez, con el título de Topolobampo, la metrópoli socialista de occidente, dice lo que sigue:

Robert K. Owen, había luchado en 1828 cerca del Gobierno de México, para que se le permitiera establecer grandes colonias agrícolas y socialistas en el Estado de Texas. Owen había ya alcanzado celebridad mundial por la fundación de la co-lonia de New Lanark en Inglaterra. El zar de Rusia le había invitado para que estableciera colonias semejantes en territorio ruso; el Rey de Prusia había hecho una visita especial a New Lanark, mostrándose sorprendido de la obra realizada por Owen.

Owen fundó varias colonias de las cuales algunas lograron vivir y otras fracasaron ruidosamente, según la expresión de nuestro amigo Valadez ninguna de ellas se estableció en México, no obstante que Owen consideraba a México como la región más favorable para sus colonias.

Años después, en 1872, otro Owen, Alberto K. Owen, insistió en bus-car en México el lugar de asiento de la gran colonia comunista con que ambos soñaban. Según su propia relación, los indios de Sinaloa le indicaron el lugar que ellos llamaban Ouira del que hablaban con el más vivo entusiasmo y buscando ese lugar que se llamaba también Topolobampo, fue aceptado con entusiasmo todavía mayor, por Owen, que proyectó desde luego un ferrocarril que lo ligara directamente con Nueva York, juzgando que la colonia que pensaba establecer sería la Nueva York del Occidente y dejaría muy atrás a San Francisco. Hombre de acción, como era, Owen trabajó con los gobiernos de México para establecer su colonia, y obtuvo, primero del general González, la concesión

Page 215: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

214

del Ferrocarril a Nueva York, y del general Díaz, después, la concesión de esta-blecer la colonia comunista; comunista en el sentido propio de esa palabra. El general Díaz concedió para la colonia trescientos mil acres de terreno en torno de Topolobampo y diez millones de acres para el ferrocarril… En los días en que se fundaba en Sinaloa la colonia comunista de Topolobampo, nosotros (el autor del presente esbozo historial) muy dados en-tonces, como los marxistas nacionales ahora, a la idea de que los defectos del estado social de los más integrados estados europeos, podían eliminarse, corri-giendo y mejorando el plan teórico de dicho estado social, nos decidimos a se-guir el camino indicado por el filósofo alemán Max Nordau y escribimos un fo-lleto con el título de “El Evangelio de una Nueva Reforma” tratando de demostrar que en el sistema capitalista lo malo no estaba en la creación y en la acumulación de capital que un hombre hace para su uso exclusivo y que construye la propiedad privada, sino en la prolongación que es costumbre hacer de esa propiedad más allá de la vida del propietario, por medio de la herencia. Substancialmente nuestra argumentación era que toda fortuna es el producto de dos fuerzas concurrentes, la del individuo que la crea y la de la sociedad que contribuye con un noventa por ciento a su creación y que por lo mismo, muerto el autor de ella, la sociedad debía recogerla para evitar los dos más funestos efectos del capitalismo, que son la acu-mulación de capital en pocos dueños y la multiplicación de los ineptos, a expensas de los aptos, nuestro folleto levantó una tempestad de protestas. “El Universal” (año de 1895) dedicó sus editoriales de una semana a combatirlo, y “El Siglo XIX” hizo otro tanto. “El Partido Liberal” nos prestó sus columnas para defendernos.

Nosotros desde entonces nos dábamos cuenta de que la articulación sucesiva del pacto social de Rousseau, la organización concentrada de la industria, por efecto de la utilización de las máquinas grandes, el servicio militar obligato-rio, y la enseñanza obligatoria, conjugadas con el crédito progresivo de las ideas económicas propias de la cultura occidental, más temprano o más tarde, llegarían a procurar de hecho poner todas las actividades productoras de toda nación, en manos del gobierno, con la ilusión de que éste dejaría de ser fuerza coactiva para convertirse en capacidad directora; la misma ilusión, en suma, que en el campo político creyeron subsistir a los monarcas absolutos, imperativos y tiranos de los

Page 216: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

215

siglos XVII y XVIII, con los Presidentes de la República, a los que teórica-mente se asignaba el simple papel de símbolos de regulación que debía hacerse por si misma… En suma, durante el tiempo en que el general Díaz dominó sus faculta-des, fue tolerante con las ideas de reforma social que siempre permitió ensayar bajo sus propio gobierno; desde que comenzó su decrepitud, cuidadosamente ocultada por los criollos, comenzaron a aparecer los actos de intransigencia, de la feroz intransigencia que fue creciendo, creciendo y exteriorizándose en actos de barbarie tan increíble como los del Río Blanco y Velardeña, que em-purpuraron de sangre los ficticios esplendores de los últimos días de su poder.

Page 217: Antologia Molina Enriquez
Page 218: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

217

CAPÍTULO II

LA SUPERESTRUCTURA DE LA DICTADURAPORFIRIANA. LA DICTADURA EN LA

CULMINACION DE SU PODER

MÉXICO A LAS PUERTAS DE LA ORGANIZACIÓN INDUSTRIAL

L OS PROBLEMAS mexicanos son de una extrema complejidad. Para com-prender bien cada uno de sus términos, hay que rastrear desde muy lejos los factores fundamentales, y esos factores están de tal manera enreda-

dos unos con otros, que nosotros al tratar de algunos de dichos términos, no tocados todavía, nos vemos en el preciso caso de relacionarlos con otros, ya ante-riormente expuestos en otras partes, lo cual nos obliga a inevitables repeticiones.

En el libro inmediato anterior, tercero del presente esbozo historial, refiriéndonos al sistema monetario de la dominación española que creó el peso que llegó a tener circulación universal, dijimos lo que sigue:

Pero como ya hemos dicho antes, la ciega animosidad de los españoles y más tarde de los criollos, sus herederos y sucesores, contra los indios, deshizo en el interior, casi todos los beneficios que pudo haber producido un sistema monetario que por lo acertado y provechoso, no ha tenido igual en ninguna época de la his-toria humana.

En efecto, los españoles hicieron todo lo posible para que los indios no pudieran tener la moneda necesaria para su capitalización. Cuando vieron que no podían tenerlos ni como esclavos ni como siervos, sino que tuvieron que aceptarlos como trabajadores libres, y tuvieron que acomodarse al trabajo que ellos podían hacer, y como lo querían hacer, no pudiendo privarlos del futuro de su trabajo, a la manera

Page 219: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

218

antigua, idearon un nuevo procedimiento que consistió en reducirles todo lo más que fue posible el salario o jornal, por dos series de maquinaciones que han lle-gado hasta nosotros y son el de pagarles ese salario o jornal, en especie, en semillas y en efectos de la tienda de raya, y el de obligarlos con diversos pretextos religio-sos, para los que el clero prestaba conscientemente su complicidad, con deudas enormes que pasaban de padres a hijos y que facilitaban descuentos arbitrarios, hechos a voluntad.

Con los procedimientos a que acabamos de referirnos y que, repetimos, han llegado hasta nosotros, los indios no pudieron tener moneda jamás, no pudieron producir por cuenta propia, no pudieron ahorrar, no pudieron capitalizar, no pudieron for-mar empresas chicas ni grandes de industria y de comercio. Pero ni siquiera podían vivir, puesto que el salario o jornal, les era reducido a menos de lo indispensable para mantener la vida animal, y eso cuando no se les hacía trabajar sin jornal, ni salario, para la iglesia, para la autoridad civil, para todo el mundo. El sistema de exigir trabajo a los indios, para servicios públicos, sin siquiera darles de comer, es común y corriente todavía.

Pero lo singular es que si no se dejaba a los indios ni conseguir ni tener moneda, sí se les exigían en ellas los tributos. El impuesto de la capitación, que se cobraba por cada cabeza de indio, era profundamente odioso, por lo difícil que era a los in-dios pagarlos, y por ser cobrado con inicuas violencias personales; ese impuesto ha llegado hasta nosotros.

…La necesidad primordial del país, después de la necesidad de la marina, en los días a que venimos refiriéndonos era indudablemente la de los ferrocarriles. Nada podía el país agradecer a un gobierno, cualesquiera que pudieran ser las faltas que pudiera cometer, como la construcción de las grandes vías ferrocarrileras. Ya se habían comenzado a tender las dos grandes vías troncales, y en ellas se trabajaba en varios tramos a la vez; centenares de ingenieros hacían los trazos, la nivelaciones y los señalamientos; millares de cuadrillas de peones formaban las terracerías, millares de hacheros cortaban los durmientes en las montañas, millares de albañiles levanta-ban la mampostería de los puentes y de las alcantarillas; y los agentes contratistas, proveedores y pagadores, iban y venían, pagando jornales nunca esperados, con pesos mexicanos de plata, en cantidades que no se habían visto jamás, y que se distribuían de tal modo, que hasta los indios más pobres, llegaban a palpar, la posibilidad de una modesta capitalización.

Page 220: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

219

Como eran natural el sosiego de la tranquilidad pública, la actividad de los traba-jadores productivos, el trasegamiento de la población que iba y venía de los puntos más lejanos, el ensanchamiento progresivo del comercio, las nuevas posibilidades de las industrias, las palpitaciones, en suma, de la vida colectiva que se dilataba, merced al aumento de los medios de producción y de circulación de las riquezas, parecían realizar el segundo de los propósitos de los generales González y Díaz en términos no soñados por ellos mismos. La economía nacional comenzaba a for-marse y prometía los mejores frutas.

Desde luego, la dictadura fue construida pocos años después de la inter-vención, cuando la acción de los cien millones de francos que dicha intervención trajo en oro, y que casi en su totalidad dejó aquí, no acababa de perderse de un modo completo. Después contó con los millones de pesos derramados profusa-mente en todo el país por las obras de los ferrocarriles. Por último, contó con las aportaciones de capital que produjeron las empresas de empleo de los capitales extranjeros, y con las sumas que produjo la venta de las minas y de los demás buenos negocios que había en México. El aumento y la actividad de la mayor circulación monetaria, producida por los factores expresados antes, hizo posibles y hasta fáciles todos los trabajos políticos encaminados a llamar a todo el mundo a la mesa del bienestar, como lo expuso el mismo general Díaz en el memorable brindis del teatro nacional a que ya nos hemos referido en otra parte, pues es a todas luces evidente que la abun-dancia hace siempre más fácil obtener lo que se desea, por los medios pacíficos del trabajo que por los riesgos atentados de la violencia.

Page 221: Antologia Molina Enriquez
Page 222: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

221

CAPÍTULO IV

LOS BAJOS FONDOS DE LA DICTADURA PORFIRIANA. LOS ATROPELLOS

INCALIFICABLES

LOS PRIMEROS CONFLICTOS DEL TRABAJO Y LAS REPRESENTACIONES TERRORÍFICAS

L OS CAPITALES EUROPEOS recientemente venidos, exigieron algo más que las garantías de la Constitución. Habían vendido en tiempos en que los trabajadores de Europa comenzaban a hacer sentir su acción, merced

a sus organizaciones colectivas, y huían de los peligros de esos trabajos, creyendo no encontrarlos aquí, o buscando que aquí la fuerza de la dictadura les impidiera desarrollarse. Los científicos estuvieron de acuerdo, y el tono de los periódicos que les estaban subordinados, que eran todos, no deja lugar a duda alguna sobre el particular. Hubo, por supuesto, protestas en los pequeños periódicos de opo-sición, que dieron lugar a represiones brutales. Los obreros comenzaban a organi-zarse. Los sucesos corrían con rapidez: con igual rapidez avanzaba la decrepitud del general Díaz y con ella crecía la audacia de los científicos. Relámpagos de malestar estremecían los ánimos por todas partes. Por fin estallaron los primeros conflictos del trabajo, encontrando a los científicos bien preparados para resistir-los y contrarrestarlos.

Al principio parecieron bastar las deportaciones a Yucatán. Después ya no. Las represiones de las huelgas de Cananea en Sonora, de Río Blanco en Veracruz y de Velardeña en Durango, marcan una línea ascendente de ferocidad de represión; en Cananea se fusiló sin formación de causa; en Río Blanco se disparó sobre las mujeres y los niños que encerrados en un círculo infernal, por donde quiera que

Page 223: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

222

corrían huyendo de la matanza, se encontraban soldados que les disparaban a san-gre fría; y en Velardeña hubo algo más, pues hubo trabajadores enterrados vivos. El país estaba profundamente conmovido; y con la instintiva atinencia que los pueblos tienen, señalaban como autores principales de sus dichas a los científicos que a la hora de las responsabilidades pretendieron bañarse en agua de rosas, culpando al general Díaz que ya no gobernaba, o a los generales y sol-dados que hicieron las bárbaras ejecuciones en el terreno; no, la responsabilidad, está en los que por servir a los intereses capitalistas, que ellos mismos habían atraído y habían logrado establecer entre nosotros, aconsejaron reprimir a sangre y fuego, sin piedad, sin misericordia, los primeros impulsos de defensa de los trabajadores en las cruentas luchas de pan.

Page 224: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

223

CAPÍTULO V

LAS CUARTEADURAS DE LA DICTADURA PORFIRIANA, LA REVOLUCIÓN LATENTE Y LA INMEDIATA CONTRARREVOLUCIÓN ACTIVA

LA TRAICIÓN DEL GENERAL DÍAZ A LOS SUYOS

YA HEMOS DICHO en otra parte, que inconscientemente, la segunda es-posa del general Díaz había producido en él respecto de los suyos, una desviación que la había alejado de ellos, interponiendo entre unos y

otros a los Criollos Nuevos, o sea a los Científicos, y hemos dicho que el jefe de éstos, sucesor directo de Romero Rubio, era Limantour. Nosotros conocimos muy bien a Limantour, desde antes de que fuera Ministro, pues asistimos como oyentes a las clases de Economía Política que daba en la Escuela de Comercio. Era un criollo nuevo, cabal, hijo de francés, que nació rico, que vivió con holgura, que hizo su carrera de abogado en México y que durante los mejores años de juventud viajó por Europa, y vivió en París. Alto de estatura, delgado, de cara pálida y de aspecto general enfermizo, era serio, cortés, culto y refinado. Era en suma un gran señor, que representaba dignamente a los suyos, y que mostraba la superioridad cultural de los Criollos Nuevos so-bre los antiguos Criollos Señores. Era además un economista de ciencia cierta, y de perfecta educación para los altos negocios financieros.…… Por entonces ocurrieron en el mundo científico grandes sucesos: se descu-brieron las ventajas del petróleo como combustible, se inventaron los motores de explosión que, alimentados con los carburos derivados del mismo petróleo, tra-bajaban con un costo insignificante y, a consecuencia de las nuevas aplicaciones

Page 225: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

224

del propio petróleo como combustible y de la progresiva multiplicidad de los expresados motores de explosión, la importancia comercial del petróleo subió considerablemente. En México se encontró petróleo y comenzó desde entonces una gran lucha, que no termina aún, entre los ingleses y los americanos por dominar la producción de ese precioso líquido que en los litorales del Golfo había empezado a brotar con abundancia. El insigne error de que somos un país español, y el absurdo de mayor magnitud todavía, de que por ser país español estábamos forzosamente incorporados al sistema político europeo en nuestra supuesta calidad de país latino, nos llevó a creer que debíamos dar preferencia a los intereses europeos sobre los intereses americanos, y nadie más a propósito para llevar al país en esa dirección que Limantour.

Los méritos de Limantour, abultados a toda fuerza de inflación por los periódicos de los Criollos Nuevos, o sea de los Científicos y seguramente la íntima y oculta inclinación del general Díaz por la dirección europea de nuestro destino nacional, estuvieron a punto de decidir el problema de la sucesión presidencial, con la presidencia de Limantour, por suponer que contaría con la aprobación de todo el mundo. Al acercarse las elecciones de 1900, el general Díaz habló con varios de sus amigos sobre el particular, no sabemos si para buscar su adhesión o para explorar su pensamiento. Hasta hizo redactar un manifiesto para explicar, por su parte, el abandono del poder; pero todo induce a creer que las ondas de desaprobación que vinieron de todas partes y que el Ministro de Instrucción Pública hizo diestramente llegar al mismo general Díaz hicieron a éste cambiar, si no de propósito, al menos de procedimiento. Con el oído fino que tuvo siempre el general Díaz para percibir hasta los más ligeros rumores de opinión, en tanto fue dueño de sus facultades, se cer-cioró de que la gran masa de los mestizos y de los indios, no recibiría con gusto a Limantour, se cercioró también de que unos y otros fijaban sus preferencias en el general Reyes; y sin desistir de su propósito de imponer a Limatour, resolvió su quinta reelección para preparar las cosas con más tiempo y mayores seguridades.Experto piloto en los mares de nuestra política, trató de allegar para Limantour el concurso de los mestizos y de los indios, obligando al general Reyes por el sentimiento del honor militar y por la conciencia del deber patriótico, a apoyar

Page 226: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

225

a Limantour. Realizada tal combinación, el general Díaz entró en el periódico de su quinta reelección. Al comenzar el primer año del presente siglo, el general Reyes vino a ocupar la cartera de Guerra en el gobierno del general Díaz.

En el fondo la constitución de la forma política Limantour -Reyes, era el segundo acto tracendental del general Díaz contra los suyos, y este segundo acto era un acto de traición que indicaba en el cerebro del general Díaz, siem-pre tan lúcido, un estado singularmente anormal. En el general Díaz, por una parte, la senectud comenzaba a hacer su efecto, y por otra parte, se hacía sentir ya mucho la distancia que lo separaba de los mestizos y de los indios, porque sí sabía que existía un estado de mutua repulsión latente entre los mestizos y los indios de un lado, y los criollos nuevos o científicos del otro y sabía igualmente bien, que la fuerza potencial estaba en los primeros que eran las verdaderas fuer-zas vivas de la Nación, las que a él lo habían elevado y lo seguían sosteniendo; si él mismo formaba parte de ellos, por su nacimiento, por su educación y por su carrera, parece natural que hubiese procurado que en ellos mismos siguiera el poder, invirtiendo la fórmula. Los científicos se han esforzado por explicar que la preferencia concedida a Limantour era un moda de atraer hacia la causa de la pensada transmisión del poder, el favor de los intereses extranjeros, que éstos importaban más al general Díaz que todos ellos juntos, es decir, que los crio-llos nuevos o científicos, y que el general Díaz siempre cuidó mucho de tener el apoyo de la opinión extranjera. De cualquier modo que haya sido, no debió de haber quebrantado nunca la preponderancia que los suyos habían logrado alcan-zar, burlado su buena fe. Porque subordinando a los mestizos y a los indios por una parte, y por otra, el general Reyes, que era la genuina representación de unos y otros, a la autoridad de los criollos nuevos o científicos y de su jefe, Limantour, no sólo hería profundamente el sentimiento colectivo de los mismos mestizos e indios, negándoles el merecimiento de la presidencia y la capacidad de desem-peñarla con acierto, si no que a favor de la confianza que habían depositado en él, trataba de quitarles a ellos en conjunto, el poder efectivo, la dirección misma del gobierno de la Nación, que en ochenta años de lucha habían logrado adquirir para entregarlo a un grupo criollo, el de los criollos nuevos, o sea, el de los científicos, deshaciendo así, de un golpe, la obra benemérita del Partido Liberal, que había representado a los mestizos y a los indios anteriores.

Page 227: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

226

EL PUNTO DE PARTIDA DE LA REVOLUCIÓN

No puede ser puesto en duda que fue un error de parte del general Díaz, haber pensado en un consorcio imposible entre los mestizos y los indios, de una parte, y los criollos nuevos o científicos de la otra; fue una ilusión de parte de los criollos nuevos o científicos haber creído que la sumisión personal del general Reyes era y aseguraba tal consorcio; y fue un error de parte del general Reyes el haber consentido en figurar en él. Mayor error todavía de parte del general Reyes fue el de haberse entregado para asegurar la fuerza del nuevo gobierno y para alejar su propia actividad de todo campo político, a organizar militarmente a todo el país, con la Segunda Reserva, que daba instrucción militar a la población entera, dejándola instruida y preparada para una acción vigorosa que pudiera ser necesaria en cualquier momento, porque tal organización parecía encaminada, en el interior, a ejercer un dominio efectivo sobre el gobierno que tenían el compro-miso de sostener, y en el exterior, a una acción militar sospechosa para los Esta-dos Unidos, precisamente en el momento en que los motores de explosión, ali-mentados con los derivados del petróleo, que a la vez brotaba abundantemente en el país, iniciaban una Revolución Industrial en todo el mundo, y en que el Japón tomaba posiciones serias para el dominio futuro del Océano Pacífico. Bastó la chispa de un periódico que se publicó sin otro objeto que el de dirigir algunos ataques personales a Limantour, por asuntos sin importancia, para que se toma-ran tales ataques como sugeridos, si era que no dirigidos, por el mismo general Reyes. La intervención personal del señor Ramón Corral, entonces Gobernador del Distrito Federal y jefe superior de la Policía, que encontró el original de un artículo escrito en papel del licenciado Rodolfo, hijo del general Reyes, sirvió de prueba concluyente para acusar ante el general Díaz, al mismo general Reyes, de deslealtad para con Limantuor. El general Reyes se defendió con la verdad: nada había él tenido que ver en el asunto; pero el general Díaz empezó a desconfiar del general Reyes y perdió la fe en el proyectado consorcio cuya consolidación se hizo ya imposible y como sin él la candidatura de Limantour era más imposible todavía, si ello puede decirse así, el general Díaz dejó de pensar en Limantour y éste tuvo que renunciar su candidatura. El embrollo pareció no tener más solución que una nueva reelección del general Díaz, creando para el nuevo periódico la vicepresidencia. Así al menos lo juzgaron todos, y entre tanto

Page 228: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

227

ello se hacía el general Reyes tomó de nuevo el camino de Nuevo León. La fórmula Limantour-Reyes había fracasado; su fracaso marca el punto de partida de la Revolución.

EL FIN DE LA DICTADURA

Aunque hasta entonces los éxitos militares del modernismo en le inte-rior del país, carecían de verdadera significación (no la llegaron a tener nunca en realidad para explicar la caída de la Dictadura), supuesto que los Estados Unidos estaban en su favor, más o menos tarde los mismos Estados Unidos lo harían triunfar. El general Díaz, que lo sabía mejor que nadie, no pensó ya más que en abreviar la solución transmisora de su poder en la forma no prevista en que se presentaba. Había que hablar con los rebeldes para que cuanto antes se hicieran dueños de la situación; la cosa era sencilla. Los criollos señores mostrándose, ya en pleno, por encima de la organización maderista y de Madero mismo, se presentaron para recibir como froto de la Revolución, el lugar que ocupaban los criollos nuevos, o sea los científicos, y para recibir más tarde,la herencia política de la Dictadura; el mismo Limantour abandonó a los suyos, a los científicos, a los criollos nuevos, a quienes llamó ladrones, para ponerse al frente de los que llegaban; y el general Díaz, a quien ya importaban lo mismo unos que otros, se manifiestaba conforme. Todo, pues, estaba arreglado, la política de concilia-ción había llegado a su último fin; los criollos señores, los antiguos iturbidistas, bustamantistas, santanitas e imperialistas, serían los herederos de la dictadura. Pero en el momento supremo los mestizos y los indios de toda la República, que componían las mesas activas que daban fuerza potencial y acción vigorosa al maderismo, representados por los hermanos Vázquez Gómez, se opusieron con energía, y abrieron franca puerta a la Revolución como redentora de las clases humildes. Los antiguos reyistas y los nuevos soldados de la Revolución, por in-tuición acertadísima, lograron desde luego marcar su propia dirección; pero el error cometido de haberse ligado a quienes eran y tenían que ser sus naturales enemigos, produjo las más graves consecuencias, debiendo cargarse a ese error los ríos sangre que han corrido y las muchas vidas que han sido sacrificadas en toda la extensión del territorio nacional, como verán nuestros lectores en el libro siguiente.

Page 229: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

228

CONCLUSIÓN

A CAUSA DE LA edad relativamente avanzada que hemos llegado a alcan-zar, nos fue dado ser testigos presenciales de todos los sucesos ocurridos durante el periodo de la Dictadura porfiriana, al final de la cual nació, se desarrollo e hizo acto de presencia el maderismo. Como es público y notorio, nosotros no fuimos de los favorecidos por dicha dictadura, y fuimos amigos personales de Madero en los días de su campaña electoral, en la que no lo seguimos porque no era reformista, habiendo estado presos en la Penitenciaría durante la mitad del interinato del señor licenciado Francisco León de la Barra y la mayor parte del gobierno de Madero mismo, no obstante lo cual, al estallar el Cuartelazo, supi-mos anteponer a nuestros resentimientos personales, los intereses generales del país; durante los días de la Decena Trágica, nuestro periódico “El Reformador” fue el único que se publicó en defensa del gobierno de Madero, hasta el pre-ciso momento en que éste fue aprehendido. Tenemos, pues, por qué creer que el criterio con que juzgamos todos los hechos que abarca el presente libro, podrá ser erróneo; pero es desapasionado, sereno, y hasta donde es posible, imparcial. Hecho el balance histórico de la dictadura del general Díaz, el saldo resulta favorable y monumental: 37 años de paz continuada en el activo de la expresada dictadura, después de 45 años de revoluciones sucesivas en que actua-ron 57 gobiernos nacionales, da concluyente testimonio de que dicha dictadura había encontrado los procedimientos definitivos de gobernar este país; había que hacer a su sistema fundamental de gobierno, muchas correcciones de fondo y de forma, nosotros señalamos en este libro sus grandes errores y sus múltiples de-fectos; pero no puede caber duda alguna acerca de que logró convertir en realidad positiva los empeños de los presidentes nacionales anteriores.

La desviación del general Díaz de la línea de los intereses de los mestizos y de los indios, entre otros factores de orden interior, fue lo que principalmente preparó la caída de la dictadura; pero de este libro resulta claro, con claridad de mediodía, que la caída de la misma dictadura no se debió exclusivamente a los expresados factores de orden interior, y menos a los que Madero movió para ata-carla, sino a la conjugación de todos ellos con los imperialismos exteriores, que

Page 230: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

229

ella no podía llegar a vencer, y que por motivos seguramente patrióticos, pero con imprudencia manifiestamente temeraria, tuvo la insensata osadía de desfilar.

A fin de evitar torcidas interpretaciones que puedan hacerse antes de conocer el libro quinto, que va a seguir al presente, nos creemos en el deber de aceptar por anticipado, que acaso contra sus sentimientos y convivencias, arrastrando por la corriente revolucionaria incontenible, Madero en lo personal (no el maderismo de su familia y de su clase), en los últimos días de su gobierno, cambió de posición histórica. En los primeros meses de su gobierno dejó hacer a su familia y a su clase, esforzándose por complacer a la una y a la otra dentro del criterio democrático que fue la polaridad principal de su vida; en ese camino chocó a cada paso con los mestizos y los indios, que habían sido sus princi-pales elementos de fuerza y de acción. El mismo negó el espíritu revolucionario de su compañía electoral; pero en los últimos días de su gobierno, su sagacidad política le hizo comprender en gran parte sus errores, y bajo la constante presión de los empeños del licenciado Luis Cabrera, por la restitución de los ejidos, del licenciado Jesús Flores Magón, porque se estudiara a fondo la cuestión agraria, del licenciado José María Pino Suárez, porque se renovara el personal del Gobierno, para dar franca entrada a los elementos revolucionarios radicales, y sobre todo, de los movimientos revolucionarios que antencedieron y siguieron al Plan de Texcoco y al Plan de Ayala, con las dudas, vacilaciones y alternativas de su peculiar temperamento, pero con clara insistencia de propósito, fue cam-biando de ruta, instituyó la primera Comisión Nacional Agraria, y encargó al más sincero, honrado y puro de sus colaboradores, al señor ingeniero Manuel Bonilla, entonces Secretario de Fomento, abordara francamente y hasta su fon-do, el problema agrario, el problema del fraccionamiento de los latifundios. Tal resolución, valiente y audaz, que el señor ingeniero Bobadilla estaba ya para poner en ejecución efectiva y práctica, determinó a los criollos a armar apresuradamente la tempestad que estalló en el cuartelazo, y que se desenlazo con el cruento mar-tirio de Madero. Veremos, en su oportunidad, que los criollos fueron los que sacrificaron a Madero, como el licenciado Cabrera lo había previsto con mucha anterioridad de lo que nosotros damos fe, porque los criollos pueden perdonar a los mestizos y

Page 231: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

230

a los indios los daños que les hagan, pero no perdonan nunca a los suyos cuando creen que éstos le han hecho traición. De cualquier modo que haya sido, Madero, por haber encontrado la muerte en el intento de realizar las reformas agrarias, y por la manera como fue sacrificado, merece los homenajes que se le tributan; pero por esos títulos y no por las mistificaciones que hasta ahora se han empleado para enaltecerlo. En cuanto al maderismo, es claro que de los maderistas, los mestizos y los indios, que lo fueron de ocasión y pronto volvieron a su lugar para luchar por las reformas agrarias y por las demás reformas sociales, y los criollos de ex-cepción que se incorporaron a la causa de todas esas reformas, han merecido los beneficios y los honores que han sido recompensados; pero nadie puede poner en duda que como partido político, el mismo maderismo fue una contrarrevolu-ción, hábilmente anticipada e históricamente responsable de haber consumado la funesta obra de la Política de Conciliación, o sea, la de devolver el poder a los criollos señores, esto es, a los conservadores y reaccionarios de otros días. Los maderistas, en efecto, no han sido nunca ni reformistas en general, ni agraristas en particular, y por lo mismo, no han sido jamás verdaderos revolucionarios.

Page 232: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

231

LIBRO QUINTO

EL PRINCIPIO DE LA VERDADERA REVOLUCIÓN

CAPÍTULO II

MÉXICO AL EFECTUARSE LA TRANSFORMACIÓN DE LAS DOS GRANDES HEGEMONÍAS DEL

MUNDO OCCIDENTAL, EN LOS DOS GRANDESIMPERIALISMOS MODERNOS

……

LA PODREDUMBRE DE LOS IMPERIALISMOS

LOS IMPERIALISMOS en la carrera delirante de las concentraciones de capitales y de las empresas para disminuir los gastos, para aumentar la producción, para aniquilar a los competidores, para multiplicar las ventas,

y sobre todo, para elevar las ganancias en fantásticas proporciones, han venido perdiendo la noción positiva de la realidad de las cosas, poniendo a todo el sis-tema industrial de que el mundo se envanecía como de la fórmula definitiva del bienestar, en condiciones de irremediable bancarrota. Porque a fuerza de pensar y de obrar bajo el imperio de pasiones de lucha, se han hecho a un lado las relaciones de la producción con el consumo, desarrollando a plena velocidad la primera, como si la segunda pudiera automáticamente seguirla; se han hecho a un lado, también, la extrema movilidad de las necesidades humanas y la con-

Page 233: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

232

stante veleidad de las preferencias en los medios destinados a darles satisfacción, lo cual origina que toda industria aislada y toda articulación colectiva de em-presas industriales, y hasta todo imperialismo en su vasta totalidad, estén siempre amenazados de parciales o totales derrumbes, forzosos, necesarios y saludables para el proceso constante de renovación de la vida de todos los pueblos. Pocas cosas demuestran con tan evidente claridad la vacuidad de las grandes fortunas, hechas por el “agua” mezclada a todos los negocios y por el juego habilísimo en ellas de las sociedades anónimas, de los títulos al portador, y de la ocultación de la verdadera contabilidad, como la inestabilidad de su per-manencia y la oscuridad póstuma de sus autores, por más que éstos se esfuercen por imponer su nombre a la posteridad, merced a sus liberales fundaciones de beneficencia. Nada puede borrar en el sentimiento de los pueblos la idea de que en toda gran fortuna hay mucho de robo. Lo singular es que todas las grandes concentraciones de capitales y de negocios que generan los imperialismos, entrancon mucho las complicidades in-dividuales y colectivas hasta de los mismos que directamente sufren sus conse-cuencias. Juristas y sabios en ciencias económicas que justifican los fraudes sis-temáticos que constituyen el alma del sistema industrial, aconsejados al público confianza y fe en quienes más los perjudican son sus principales cómplices; los Gobiernos que dejan hacer tales fraudes les siguen inmediatamente detrás. Entre los particulares, ni los que se dan cuenta cabal de las causas que producen tales concentraciones, ni los que ven los procedimientos con esas causas actúan, ni los que sólo por intuición o por instinto sienten los efectos de unas y otras reaccionan contra ellas; nadie se atreve a señalar, como perniciosas y fu-nestas, las inflaciones del capital, ni las simulaciones de las sociedades anónimas, ni la fugitividad de los títulos al portador, ni las ocultaciones de la contabilidad en las instituciones que sí están abiertas al público para mandarle dinero y por tanto deberían estar igualmente abiertas para rendirle en todo tiempo cuentas de él. Se ve o se siente el juego de tales factores se ve o se sienten las especulaciones desenfrenadas de los Bancos y de las Bolsas, y nadie como particular se atreve a decir lo que hay que hacer, ni los gobiernos mismos se resuelven a poner los

Page 234: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

233

indispensables remedios. Se ha hecho con el mayor cuidado durante más de un siglo, la educación especial de los pueblos para que crean como en un dogma cierto, inmutable e indiscutible que el orden social descansa principalmente sobre el respeto al derecho de propiedad individual, desarrollado hasta lo absoluto, en dos mil años de tradición jurídica y de observación constante, aún cuando para crearse, para sostenerse y para transmitirse, lesione los derechos sociales de los demás, como si ese derecho no fuera, en suma una derivación social de la existen-cia colectiva, y como si los intereses de ésta no tuvieran que ser antepuestos a los del individuo, precisamente para bien de este último. Por eso los trabajadores de todas partes que ya han perdido la confianza y la fe, y que en su suma son quienes soportan los gastos de todas las concentraciones, y los márgenes de todas las ganancias, no encuentran otro modo de mejorar las cosas que el de destruirlo todo de una vez, con la esperanza de que sea posible después organizarlo todo de nuevo.

EL PETRÓLEO MEXICANO DENTRO DE LA LUCHA DE LOS DOS GRANDES IMPERIALISMOS OCCIDENTALES

Como dejamos dicho en el libro inmediato anterior, durante la Dicta-dura Porfiriana la aparición en la industria de los motores de explosión, el en-cuentro del petróleo en nuestras costas del Golfo por los expertos ingleses, la abundancia con que ese mismo petróleo brotaba en los pozos que habían sido abiertos, la rápida utilización del mismo petróleo para los expresados motores para los transportes terrestres, y más que todo para las marinas de guerra, y los contratos de concesión celebrados desde luego por los ingleses para el apode-ramiento de tan importante riqueza que daba condiciones de superioridad a la hegemonía inglesa sobre la americana, tenían que producir y produjeron el dis-gusto y la consiguiente reacción de los Estados Unidos. Ya hemos dicho igualmente en el libro antes citado, que en la realidad positiva de las cosas, los Estados Unidos derribaron a la Dictadura Porfiriana, más que todo porque se negó a proceder como parte integrante del conglome-rado de la hegemonía americana contra los intereses de la hegemonía inglesa con la que ya había celebrado liberales contratos de explotación que equivalían

Page 235: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

234

a cesiones de enajenación sin compensación alguna. La dictadura tuvo que caer; pero la contienda de los dos imperialismos dentro de nuestro territorio continuó arrastrando en ritmo fatal a nuestra Revolución según la preponderancia pasaba del uno al otro y viceversa. Graves trastornos ocasionó a nuestro país el ser envuelto en los choques de los dos imperialismos rivales y contendientes, pero su naturaleza especial lo salvó entonces y lo ha salvado, hasta ahora, de ser absorbido o de ser destruido por alguno de los dos. Somos un país, como ya lo hemos dicho repetidas veces, organizado todavía por castas, la casta superior, la casta blanca que comprenden los españoles, los criollos y los criollo-mestizos, representa alrededor del quince por ciento de la población total y es dueña de casi todos los recursos de esa población, y la casta inferior, o sea la casta india, compuesta por los indios y por los indios-mestizos, representa el ochenta y cinco por ciento de la población y apenas en-cuentra miserables recursos de que vivir. Como es de sobra sabido por nuestros lectores, la casta superior explota a la inferior de un modo despiadado, por la persistencia de la gran propiedad de las haciendas, por la privación de la moneda, y por los muchos otros medios de desigualdad que mantienen la superioridad de la una sobre la otra; la persisten-cia de la gran propiedad de las haciendas y falta de medios de adquisición entre los indios y los indios-mestizos ha impedido por fortuna -rogamos a nuestros lectores se fijan en que decimos por fortuna- la rápida industrialización del país, lo cual equivale a decir que han impedido la entrada del país en la vorágine del industrialismo en quiebra desde los primeros años del siglo presente. Los dos grandes imperialismos han podido ver, que nosotros no podemos ser un país industrial ni competidor, ni coadyuvante, porque no tenemos con qué comprar. Han visto algo más interesante, debían tener en verlo, y es que la casta inferior o casta india, ni es a propósito para la industrialización, ni es reductible a cambios de cultivo, ni es consumidora, por lo que a todos los negocios que tienen empren-didos con nosotros, sólo efectuan en realidad a la casta superior.

Page 236: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

235

El resorte primordial de los imperialismos, está en la necesidad de sos-tener el acrecimiento constante, progresivo y acelerado de la producción por medio de la obligada concurrencia de todos los países sometidos, a exprimir su vitalidad para concurrir a esa producción y para consumir los productos de ella los países sometidos tienen que abandonar todos los ramos de su producción propia, y todos los sistemas de elaboración y de distribución de esta última para no pensar más que en rendir las materias primas que la producción imperialista les exige, convirtiendo a esos países en factorías de asalariados o jornaleros, que trabajan en lo que se les ordena a cambio del jornal de la vida; y para ensanchar los márgenes de ganancia de los expresados imperialismos, con el riesgo de que éstos los dejen morir de hambre, cuando los mismos imperialismos no neces-iten de la producción limitada que a dichos países imponen. Los propios países tienen además la obligación de ser consumidores de los productos elaborados por los imperialismos. Es el modo más amplio, más perfecto, más cruel y más despiadado de robar a los países débiles las ganancias individuales de sus hijos y las ganancias colectivas de su nación. Pero ni lo uno ni lo otro ha podido hacer-se en una nación como la nuestra, en que los indios y los indios-mestizos con ellos, de ser obligados a ser consumidores forzosos, porque carecen de medios de adquirir. Los indios nuestros, por fortuna, no han podido ser ni factores de producción obligada, ni consumidores remunerativos; no dan materia para la función imperialista, y no pudieron dar a los imperialismos contendientes ma-teria para sus propósitos de lucro. De ello nos hemos ido aprovechando nosotros para poder marcar la dirección de nuestros propios intereses y la orientación de nuestra propia cultura.

Page 237: Antologia Molina Enriquez
Page 238: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

237

CAPÍTULO III

LA CONTRARREVOLUCIÓN ANTICIPADA EN EL PODER

LOS PRELIMINARES DE ARREGLO Y LA PROPAGACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS

A LA SOLA noticia de las agencias que el gobierno del general Díaz, había mandado hacer para establecer un principio de inteligencia con los maderistas de Chihuahua, levantados en armas con la bandera del Plan

de San Luis y reconociendo a Madero como Presidente Provisional, el made-rismo cundió por todo el territorio de la República, como la inflamación de un reguero de pólvora, todo el mundo se declaró maderista. Desde luego, las conferencias de arreglo con los rebeldes indicaban que el general Díaz convencido de la inutilidad de luchar con las fuerzas de los Estados Unidos, había dejado de empeñarse en retener y conservar el poder que hasta entonces había definido con tanto vigor; y como corroborando tal supuesto, las operaciones militares de represión de los movimientos rebeldes, he-chas al principio con toda decisión y con toda energía, eran cada vez más lentas y más débiles, llegando a ser en muchos casos, simplemente defensivas, dichos movimientos rebeldes acabaron por extenderse a todas las poblaciones del país donde no había fuertes guarniciones federales. Además, las muchas deserciones, las “chaqueteadas” de algunos jefes, la debilidad de los mandos superiores y la manifiesta parcialidad de algunos agentes consulares extranjeros, facilitaron la propagación de los levantamientos, produciendo la ilusión general de un mo-vimiento popular incontenible.

Page 239: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

238

La mayor parte de los levantamientos en armas hacían su propia organi-zación, creaban sus propios mandos, se proveían de armas y recursos como les era posible hacerlo, y emprendían las operaciones ofensivas o defensivas que les imponían las circunstancias. Unas veces obraban por su cuenta y riesgo bajo la bandera del Sufragio Efectivo y de No Reelección; otras solicitaban de Madero directamente la confirmación de los grados militares que los jefes se habían asignado, y armas y dinero, si éste y aquéllas se les podían dar. Todos estaban ansiosos de hacer algo, y la rapidez y la extensión de sus propias operaciones les sorprendía y les creaba la falsa convicción de capacidades militares que ellos mis-mos no habían sospechado tener. Dados la dispersión, el desorden y la confusión con que se hicieron y multiplicaron los movimientos armados del maderismo, y sobre todo el poco tiempo que duro la resistencia del Gobierno, esos mismos movimientos no pu-dieron crear ni relaciones de conjunto, ni disciplinas de organización, ni grandes mandos, y menos un mando único y superior. Madero era para los maderistas levantados, más bien un símbolo que un jefe; pocos habían visto su persona; los más desconocían sus tendencias, y las conexiones de familia que lo ligaban a los intereses de clase de los Criollos Señores; los mestizos, en general, especialmente los indios-mestizos y los indios, no podían darse cuenta de la acción de tales in-tereses y estaban, por lo mismo, en la imposibilidad de comprender que la Re-volución en que habían tomado parte, era precisamente la contrarrevolución.……

TRANSCEDENTALES CONSECUENCIAS POLÍTICAS DE LOS TRATADOS DE CIUDAD JUÁREZ

PARA LA REVOLUCIÓN

En un estudio que nosotros tuvimos ocasión de hacer por acuerdo del señor general Plutarco Elías Calles, entonces Secretario de Gobernación, para definir el carácter legal que hubieran podido tener las fuerzas zapatistas durante el curso de la Revolución, por pretender la Secretaría de Guerra en esos días, negar a dichas fuerzas zapatistas el carácter de fuerzas regulares revolucionarias, expusimos lo siguiente:

Page 240: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

239

El primer periodo de Gobierno o sea el corrido desde el 20 de noviembre de 1910 en que se proclamó el Plan de San Luis, hasta el 25 de mayo de 1911 en que se admitió a los señores general don Porfirio Díaz y don Ramón Corral, la renuncia de los cargos del Presidente y Vicepresidente de la República, respectivamente, tiene un carácter muy particular. En efecto, durante ese periodo funcionaron, a la vez, el señor general Díaz y el señor Corral como Presidente y Vicepresidente de la República, respectivamente, puesto que se les admitió la renuncia como tales hasta el 25 de mayo de 1911 y el señor don Francisco I. Madero, como Presidente Provisional, en virtud del Plan de San Luis que declaró nulas las elecciones del señor general Díaz y del señor Corral. El punto es interesante, porque da a la vez, a las fuerzas revolucionarias que actuaban entonces, el carácter de fuerzas rebeldes y de fuerzas legales.

En el sistema de nuestras instituciones nacionales, todo Plan Revolucionario que altera, reforma, suspende o cambia la ley fundamental de la Nación, o sea su Cons-titución Política tiene que tener fuerza constitucional, si por supuesto ese Plan alcanza el triunfo y si su texto de un modo imperativo, preciso y categórico, im-pone la alteración, reforma, la suspensión o el cambio de dicha ley. En virtud de su fuerza constitucional, todo Plan es una nueva ley constitucional que deroga la Constitución vigente en lo que se opone a ella, dado que toda ley posterior deroga a lo anterior en la parte que a ella se opone. Pero todo Plan, precisamente porque es revolucionario, no puede hacerse efectivo, sino hasta que triunfa, y en tanto no triunfa, sucede que el Gobierno emanado de la ley constitucional anterior, sigue funcionando, a la vez que el Plan, vigente desde el día de su ex-pedición, va adquiriendo la fuerza necesaria para imponer sus disposiciones. Ahora bien, en el momento del triunfo, el Plan que por haber triunfado rep-resenta de un modo indiscutible la voluntad nacional, impone su vigencia; pero ésta no debe entenderse que comienza desde la fecha del triunfo, sino desde la fecha que señaló para su cumplimiento, aún cuando esa fecha haya pasado ya, surtiendo así, inevitablemente, efectos retroactivos. Como, sin embargo, en el terreno de los hechos, el Gobierno derribado por el Plan ha tenido una existencia indudable, tiene que aparecer el conflicto de que a un mismo tiempo haya habido dos leyes constitucionales y dos gobiernos emanados de ella, ¿Cuáles de unas y otros, son los legales?; los revolucionarios, supuesto que son ellos y no los otros los que responden a la voluntad nacional, y representan la Soberanía de la Nación. Siendo así, las disposiciones constitucionales y el gobierno emanado de un Plan, desde la fecha de éste tienen que ser los legales; pero como no pueden dejar de haber funcionado de hecho, las instituciones anteriores y el Gobierno que emanó de ellas, juntamente con las instituciones y el Gobierno de la Revolución, forzoso

Page 241: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

240

es considerar que aquéllas y aquél sólo tuvieron una existencia de facto, como de dice en los términos jurídicos usuales.”

La cuestión constitucional que la Revolución había planteado, no podía ser otra que la expusimos en el párrafo que acabamos de transcribir , y después de hacer tal exposición y de copiar íntegros los tres primeros artículos de los tratados de ciudad Juárez, en el citado estudio, decimos:

Como se comprende claramente por la exposición que venimos haciendo y por el texto de las dos inserciones que acabamos de hacer, la verdadera intención de los conservadores de la Dictadura que manejaron las cosas entonces, no fue, como dijeron, la de dar carácter legal a la Revolución, sino la de quitarle ese carácter para devolverlo al gobierno del señor general Díaz, al que la Revolución se la había quitado. Tal maniobra convertía, desde luego, a las fuerzas revolucionarias legales desde el Plan de San Luis en fuerzas rebeldes, y tan se las consideró así que cambiada la persona del señor general Díaz por la del señor licenciado De la Barra, y disueltas las fuerzas revolucionarias por los rebeldes, las cosas volvían a quedar como estaban…

Expresado en términos, los dos párrafos transcritos antes, claramente dicen que los Tratados de Ciudad Juárez, a pesar de los esfuerzos del doctor Vázquez Gómez, invirtieron la condición de los revolucionarios. Con tal de lle-gar pronto al poder, Madero desoyó la voz de los mestizos revolucionarios que encarnaba Pascual Orozco, y en lugar de llegar a ese mismo poder con ejército propio a disolver el Gobierno de la Dictadura y el ejército que lo sostenía, se apresuró a incorporarse a ese mismo Gobierno, y ni siquiera en calidad de jefe, sino de candidato, consintiendo de la disolución de su propio ejército. Tan hábil fue el Gobierno de la Dictadura, o mejor dicho, el Viejo Dictador, que al dejar el poder éste no le sucedía en él la Revolución, sino uno de los Ministros que él había nombrado, el licenciado De la Barra, que no tenía conexión alguna ni con Madero en lo personal, ni con la Revolución.

MADERO CONTRA LOS SUYOS

Días antes de lo que queda referido en el párrafo inmediato anterior, ya fundado el Partido Constitucional Progresista, Madero se había retirado a

Page 242: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

241

Tehuacán, donde un grupo de los jefes de las fuerzas licenciadas, entre los cuales descollaba el general Cándido Navarro, se le presentó para exigirle, en términos categóricos y precisos, el cumplimiento de las promesas del Plan de San Luis. Madero recibió con muestras de vida cólera tal demanda

Cabe aquí decir que como para Madero la Revolución no había te-nido otro objeto que la renovación democrática del Gobierno, creía que había cumplido y estaba cumpliendo con el Plan de San Luis; las farsas de las porras le parecían los procedimientos naturales de la Democracia; a las promesas de res-titución de tierras, usurpadas por la justicia venal, no les concedía importancia; tal vez ni las recordaba siquiera. Por supuesto que los revolucionarios al exigir el cumplimiento de las promesas del Plan de San Luis, lo hacían con la vaga generalidad con que sentían la necesidad de cambios sociales cuya naturaleza precisa no habrían sabido definir. De todos modos se manifestó entre él y ellos una contradicción de pereceres que tuvo la trascendencia de un verdadero rompi-miento. Los revolucionarios se retiraron, pero Madero se apresuró a dictar por telégrafo la orden de aprehensión contra algunos, y el general Navarro, al llegar de regreso a esta capital, fue aprehendido y conducido a la Penitenciaria. De ahí en adelante las aprehensiones de revolucionarios fueron muchas, y los que lograban escapar de la prisión se lanzaban de nuevo a la revuelta. Los periódi-cos de la oligarquía publicaban a diario, con mal disimulado regocijo, las noticias de los levantamientos en armas que tenían lugar en todas partes. Así estaban las cosas cuando intentamos nosotros (el autor del presente esbozo historial) la proclamación del Plan de Texcoco.

EL PLAN DE TEXCOCO

Nosotros no hemos pretendido jamás que inventamos la pólvora. No iniciamos las reformas agrarias, que estaban iniciadas desde Morelos; tampoco iniciamos las reformas del trabajo que había comenzado ya con la ley del Estado de Nuevo León, que promulgó el general Bernardo Reyes como Gobernador de dicho Estado; pero fuimos los primeros en llamar la atención pública hacia la necesidad de tales reformas, en artículos y en libros que reavivaron el estado de conciencia que debía darles ambiente (uno de esos libros, Los grandes problemas

Page 243: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

242

nacionales, ha sido declarado por el señor doctor Priestley, de la Universidad de Berkeley, California, Estados Unidos, como uno de los tres más grandes libros que se han publicado acerca de México, siendo los otros, el de Humboldt y el de la condesa Calderón de la Barca), y fuimos, sobre todo, los primeros en entrar, de imponer con el Plan de Texcoco la acción positiva de la ejecución de las mis-mas reformas, señalando los lineamientos que convirtieron la contrarrevolución que había intentado el maderismo en una revolución social y que ésta ha seguido desde entonces hasta ahora. El plan de Texcoco fue redactado en su origen para el licenciado Emilio Vázquez Gómez, que al ser retirado de la Secretaría de Gobernación, fue el cen-tro de atracción de todos los revolucionarios descontentos; nosotros tratamos de convencerles de que en vez de una candidatura presidencial, que era su intento, debía proclamar en un nuevo plan revolucionario la continuación de la revolu-ción con carácter de reformista social; pero el licenciado Vázquez Gómez, aunque se mostraba convencido de la necesidad de las reformas, tuvo miedo a una nueva acción revolucionaria y revolucionaria radical. Mucho pensó en ello; se resolvió siempre a procurar que la Revolución continuara; pero si decir lo que haría, y al emprender su viaje a los Estados Unidos dejó a sus íntimos con el nombre del Plan de Tacubaya, que recordaba fatalmente el nombre del Plan Reaccionario que Santa Anna proclamó para destruir el Gobierno reformista de Gómez Farías, un Plan incoloro que no llegó a ser conocido. Entonces resolvimos proclamar por nuestra cuenta, contando con el general Alberto Carrera Torres en San Luis, con el general Alfonso Miranda en Morelos, con el general Jesús Salgado en Guerrero y con el publicista Paulino Martínez en esta capital, un nuevo Plan revolucio-nario en el que tuvimos la decisión de asumir un papel principal para el efecto de declarar la nulidad del Gobierno del licenciado De la Barra, de abrir el periodo que se llamó después Preconstitucional, y de expedir los decretos urgentes en materias agrarias, de trabajo y de administración, que reclamaban a gritos las necesidades del país, y que en sus grandes lineamientos y sin desviaciones apre-ciables, hizo suya más tarde la Revolución. Nosotros, que hemos tenido siempre conciencia clara de nuestra insig-nificancia personal, contábamos con el fracaso del Plan de Texcoco; contábamos

Page 244: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

243

con la probabilidad cercanísima de morir en el empeño; pero tuvimos la intui-ción, venturosamente acertada, de que si los artículos de periódicos se pierden en la maleza inevitable de tales publicaciones, y los libros entre nosotros son es-casamente leídos, un Plan Revolucionario es leído por todo el mundo, o al menos, todo el mundo se entera de sus propósitos. Sabíamos que llamada por nuestro Plan, la atención de todos los revolucionarios hacia las reformas que proclamaba, esas reformas llegarían a ser, en lugar de los empeños criollos del sufragio efec-tivo y de la no reelección, la bandera de la Revolución, en lo sucesivo tomando esta última por esa causa su verdadero carácter social. Del Plan de Texcoco no quedó un solo ejemplar (como no tenga algu-nos extraviados entre sus papeles el licenciado Carlos de Gante que lo editó. O no haya algunos otros en colecciones particulares), pues la reacción procuró destruirlos todos hasta que el sirvió de origen al proceso que se nos siguió y nos mantuvo en la Penitenciaria durante cerca de un año; pero los periódicos de esos días hicieron público su objeto y sus principios.

RÁPIDA PROPAGACIÓN DE LAS IDEAS AGRARIAS

No nos equivocamos al presuponer que la fórmula más eficaz de pro-paganda de los postulados reformistas era la de un Plan Revolucionario. Todavía no proclamado, los ejemplares del Plan de Texcoco habían comenzado a circu-lar; la señorita Dolores Jiménez y Muro, que por antigua amistad colaboraba con nosotros y nos prestaba ayuda eficaz, a pesar de no haber mostrado hasta entonces interés alguno por las cuestiones agrarias (el Plan Político-Social que ha aparecido recientemente como obra suya, impreso en la Sierra del Sur, es claramente apócrifo), envió con la mayor diligencia muchos ejemplares de dicho Plan a varios jefes militares residentes en distintos lugares del país; a Za-pata, por diferentes conductos, le envió todos los que le fue posible, uno de los cuales precisamente cayó en manos de la policía. Pero los ejemplares que circu-laron y el extracto que publicó “El Imparcial” le dieron publicidad suficiente al asunto, publicidad que aumentó con el intento de aprehendernos para internar-nos en el manicomio por haber perdido la razón, y con las discusiones que por medio de “El Imparcial” sostuvimos para demostrar que estábamos en plena lucidez. Siguiendo a la señorita Jiménez y Muro, fuimos por fin aprehendidos

Page 245: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

244

y enviados a la Penitenciaria, donde estuvimos un año, y donde por nuestro contacto con los muchos revolucionarios que eran entonces aprehendidos como los generales CarreraTorres, Andréu Almazán, Banderas Barrios, Navarro, Villa, etc.; y con los entonces coroneles Castillo, Tapia, Berthani, Zamora, y otros mu-chos cuyo número pasa de cien, pudimos hacer una propaganda eficacísima, porque casi todos manifestaban el propósito firme de emprender las reformas agrarias, inmediatamente después de que recobran su libertad.

Page 246: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

245

CAPÍTULO IV

LA PRESIDENCIA DE MADERO

LA PRIMERA COMISIÓN NACIONAL AGRARIA

COMO YA DIJIMOS en otra parte, el agrarismo había cundido por todas partes, pasando de ser una aspiración imprecisa, a ser una imperativa exigencia social que contaba con fuerzas armadas en plena actividad para

hacer efectiva su realización. Los criollos, con sus tradicionales procedimientos, se apresuraron a dar a su apariencia exterior los colores agraristas más subidos. La familia Madero, como era consiguiente, tomó el color de las circunstancias, y a pesar de las repetidas declaraciones de Madero sobre que él no había ofrecido hacer repartos de tierras, su primo, el Ministro de Fomento, licenciado Rafael Hernández, sustituyó la primera Comisión Nacional Agraria. La antes expresada Comisión fue compuesta por personas de notoria filiación criolla, como los señores ingenieros Roberto Gayol, Leopoldo Palacios y Manuel Marroquín Rivera; como los señores licenciados Fernando Duret y Carlos Robles; y como los señores Oscar Branif, Manuel Araoz, Ángel Vivan-co, Nicolás del Moral y Antonio V. Hernández. Dicha comisión, por supuesto, formó un Plan académico de trabajos admirable de erudición y sabiduría, lleno de buenas intenciones y de halagadoras promesas; en ese proyecto se hablaba de todo, de conservación de los bosques, de aprovechamiento de aguas, de di-latación e intensificaciones de cultivos, de vías de comunicación, de crédito agrícola, de ganadería, de industrias agrícolas de ejidos, de aprovechamiento de terrenos nacionales, y sobre todo de la adquisición de tierras de los particulares, para dedicarles a ser fraccionadas en lotes que habrían de ser vendidos a los agricultores, a los repatriados y a los inmigrantes. Esto era de todo el largo programa de la Comisión Nacional Agraria de entonces, el punto central que

Page 247: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

246

fundamentalmente consistía en comprar en su totalidad o en parte, las ha-ciendas a los hacendados, para dividirlas en lotes que se vendieran al contado o a plazo, con hipotecas descontables en la “Caja de Prestamos para la Irrigación y Fomento de la Agricultura”, o en autorizar a los hacendados mismos a hacer tales operaciones, dándoles fondos y franquicias para que hicieran primero la preparación de las tierras a fin de evitar a los nuevos adquirientes, y sobre todo a los hacendados mismos, fracasos posteriores.

Page 248: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

247

CAPÍTULO V

LA VERDADERA REVOLUCIÓN, DESDE SUS PRIMEROS BROTES HASTA

SU FLORECIMIENTO

LA DECENA TRÁGICA

DIEZ DÍAS duraron las operaciones ciertas o simuladas del general Huer-ta para atacar a la Ciudadela. Durante las horas útiles de cada día, tenían lugar dichas operaciones; a las seis de la tarde se suspendían las

hostilidades y los combatientes se retiraban a descansar. Durante las horas de las mismas hostilidades era muy poco lo que se hacía; apenas se oía de cuando en cuando el ruido de las ametralladoras; con más frecuencia salían de la Ciudadela proyectiles disparados sobre la cuidad, cayeran donde cayesen. Tales proyectiles hacían relativamente poco daño; pero herían a la población indefensa, pro-duciendo un pánico colectivo irresistible. La cuidad presentaba de día un aspecto lamentable, las calles desiertas se veían llenas de basura; todos los servicios públicos, hasta el de Policía, habían que-dado interrumpidos; los periódicos para mejor ayuda a la sedición hispano- criolla había suspendido su publicación. Sólo “El Reformador” se publicaba bajo nuestra dirección, alentado a los partidarios del Gobierno. Nosotros (el autor del presente esbozo historial), al estallar el Cuartelazo nos olvidamos de nuestra larga prisión y de los agravios hasta entonces recibidos para defender con todas nuestras fuerzas y con todas nuestras posibilidades, el primer Gobierno, que de cualquier modo que fuera, había levantado la bandera de las reformas agrarias.

Page 249: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

248

Por la noche todo cambiaba. Las familias que durante el día habían estado recluidas en sus casas, salían de compras y llenaban las calles de bu-llicio y alegría. Y era de verse y oírse, porque toda la cuidad vio y oyó que los españoles desde sus tiendas grandes y chicas, hacían a plena voz la más abierta y clamorosa propaganda a favor de los rebeldes; y que todos los jóvenes de las familias decentes (criollos o criollo-mestizos de segunda fila) hacían coro a los españoles. Nadie podía equivocarse respecto a la significación del Cuartelazo, y sin embargo, en la propaganda de referencia se formulaban en secreto para que circularan con rapidez, versiones que atribuían el Cuartelazo a los revo-lucionarios mismos para derribar a Madero por no haber cumplido con las promesas de la Revolución. Pero los días pasaban y las cosas que ocurrían no mostraban tener próxi-mo fin. Entonces comenzó el Embajador de los Estados Unidos a actuar cerca de los demás diplomáticos acreditados ante el Gobierno, y especialmente cerca del Ministro español, a quien indujo a dar el paso grave de aconsejar a Madero que presentara su renuncia. Por su parte, el Secretario de Relaciones, licenciado Pedro Lascuráin, seguramente informando de lo que dicho Embajador comen-zaba a hacer, convocó a los senadores a una junta que tuvo algunas dificultades para reunirse, a la que asistieron pocos de los llamados y en la que a nada se llegó. Los senadores, ya por su cuenta, nombraron una comisión que se acercara a Ma-dero, también para pedirle su renuncia. Madero contestó a todos con dignidad que no renunciaría; pero para él era motivo de grave inquietud, la actitud, si no por completo hostil, al menos indiferente del Gobierno de los Estados Unidos. No era creíble que dicho Gobierno ignoraba lo que aquí estaba pasando y no era creíble tampoco, que su Embajador estuviera actuando aquí, sin recato alguno, a espaldas de su Gobierno. Por eso Madero contestaba a todos los que le habla-ban de su renuncia, que no estaba dispuesto a renunciar; pero les encargaba la procuración de un armisticio. No lo logró; el general Huerta, que era un indio huichol, inteligente y astuto, había visto ya bien la debilidad del Gobierno, y la incapacidad del general Díaz se entendió con este último y escudándose detrás del senado y del cuerpo diplomático, hizo aprehender a Madero, al Vicepresi-dente Pino Suárez y a algunas personas más.

Page 250: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

249

EL ASALTO DEL GENERAL HUERTA AL PODER

Con la presión del Presidente y del Vicepresidente, el Cuartelazo había triunfado sin duda; pero, ¿en provecho de quién? Todo el mundo creía que en provecho del general Félix Díaz, que era quien muerto el general Reyes, quedaba como caudillo principal, pero el hecho era que el general Huerta quedaba al frente de las fuerzas armadas más poderosas, y en nombre propio, se había dirigido a los Gobernadores de los Estados comunicándoles la expresada prisión. Para resolver el conflicto, terció entre los dos jefes, el Embajador de los Estados Unidos, y aqué-llos celebraron lo que se ha llamado Pacto de la Embajada. En él se convino en que el general Huerta conservaría el poder que ya tenía, dándole forma constitucional, con el fin de que el mismo general Huerta pudiera ser Presidente Legal Interino y convocase desde luego a elecciones para que el general Díaz pudiese ser electo Presidente definitivo constitucional. Como el general Díaz desconfiaba de la efec-tividad de lo expuesto, quedo convenido, también que el general Huerta gobernaría durante su interinato, con un Ministerio exclusivamente felicista. El general Huerta que como hemos dicho antes, había ya tomado el vol-ante del poder, se plegó al Pacto de la Embajada sin dificultad. Bien seguro de sí mismo, dejó que los felicistas consideraran la victoria como suya; nada podía con-venirle más y aceptó la imposición del Ministerio de garantía, que los felicistas se apresuraron a nombrar. El embajador Mr. Wilson encontró admirable el arre-glo, y lo sancionó con la tácita complicidad de los demás miembros del Cuerpo Diplomático. Comenzó pues, en apariencia, el régimen del general Félix Díaz. Para legalizar su poder, el general Huerta hizo que bajo la promesa de dejarlos escapar con vida, Madero y Pino Suárez renunciaran a sus respectivos puestos de Presidente y de Vicepresidente de la República; que fuera recono-cido el licenciado pedro Lascuráin, en su calidad de Secretario de Relaciones y Jefe del Gabinete Ministerial como Presidente legal por Ministerio de la Ley; que el licenciado Lascuráin lo nombraba a él, al general Huerta, en su carácter de Ministro o Secretario Interno de Gobernación por Ministerio de la ley: como sucesor inmediato del Secretario de Relaciones. Por supuesto que todo ello no dejó de tener sus dificultades, porque al ser presentadas en la Cámara de diputa-dos las renuncias de Madero y Pino Suárez, para efectuar los expresados mo-

Page 251: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

250

vimientos, se alzó la voz del diputado Francisco Escudero, distinguido abogado jalisciense, para oponerse, diciendo, que se estaban cometiendo actos graves bajo la presión militar, que el deber de la Cámara era disolverse, y que en todo caso nadie tenía la seguridad de que el país no desconociera más tarde lo que en esta capital se estaba haciendo, como muchas veces había sucedido; pero la Cámara entre comprometida y acobardada, hizo todo lo que le fue indicado. Las renuncias de Madero y Pino Suárez fueron aceptadas con sólo ocho votos en contra. Ya con la investidura legal necesaria, el general Huerta comenzó a fun-cionar como Presidente, con el Ministerio de garantía que le había designado el felicismo. Eran figuras principales en ese Ministerio, el licenciado De la Barra, en Relaciones, el ingeniero García Granados, en Gobernación; y el general Mon-dragón, en Guerra. Los tres representaban el espíritu de la contrarrevolución. Los demás Ministros entre quienes figuraba el licenciado Rodolfo Reyes, en Justicia eran figuras secundarias a quienes no se concedía acción política. El general Huerta, como ya hemos dicho antes, era un indio huichol con todas las características físicas y morales de su grupo racial,que se distingue entre todos los demás grupos indios de la República, por la superioridad de su capaci-dad comprensiva y de su sutilísima astucia. Era, por lo demás, un soldado pro-cedente de la Escuela Militar, de buena carrera, fuerte y vigoroso, acostumbrado a todas las fatigas, cuidadoso de todos los detalles, de preciso decir y de mandar imperioso, que había demostrado con hechos positivos sus altas dotes militares. Los españoles y los criollos, como hacen de costumbre con todos sus adversarios, han exagerado mucho sus defectos y sus vicios que no eran mayores de los que son comunes a todos los militares de todas partes del mundo, por las repulsiones de raza que sentían para con él, y por los vivos resentimientos que guardaban y le guardan todavía, por haberles escamoteado el triunfo felicista, haciendo lo que en el pintoresco lenguaje nacional se llama comerse el mando.

Page 252: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

251

LA FORMIDABLE PERSONALIDAD DEL GENERAL FRANCISCO VILLA EL HOMBRE MÁS GRANDE DE LA

REVOLUCIÓN

El general Villa a quien conocimos personalmente y con quien compar-timos algunos meses la prisión, pues estuvimos juntos en la Penitenciaría, no era el bandido cavernario y feroz que se han esforzado por pintar los españoles y los criollos: era un indio-mestizo bien caracterizado, mezcla de español y de indio en proporciones casi equilibradas, ranchero de bien parecer, alto, sano, robusto y vigoroso; de mirada escrutadora y penetrante; sencillo y llano en el decir; de es-casa instrucción y de vastísimo talento natural, a la vez desconfiado y dominador; audaz y temerario como ninguno. Arrojado desde su juventud por la injusticia social, como muchos de los nuestros, al bandidaje y a la depredación, había sido largamente perseguido, y había desarrollado extraordinariamente sus facultades de equitador, de guerrillero y de aprovechador de todas las circunstancias favo-rables para sus fines que prontamente abarcaba con gran lucidez. Disciplinaba con disciplina de hierro a los suyos, los movía con rapidez y precisión, y les ins-piraba una confianza y una fe, que entre nosotros, ni antes ni después, ha tenido igual. Fue un bello tipo de contextura y de la potencialidad de los hombres que van formado la nacionalidad mexicana.

Ya hemos dicho que fue, en la realidad positiva de las cosas, quien hizo triunfar la Revolución, a pesar del Primer Jefe señor Carranza, y quien impuso en Torreón las conferencias memorables. Por una y por otra cosa, debe ser con-side-rado, con justicia, como el hombre más grande de la Revolución.

EL PENSAMIENTO DE LA REVOLUCIÓN EN LOS PRIMEROS DIEZ AÑOS DE SU ACTIVIDAD,

REDUCIDO A LEYES PRECISAS……

Page 253: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

252

LA EXCLUSIÓN DE LOS VILLISTAS INDIO-MESTIZOS, PEQUEÑOS AGRICULTORES; EL ABANDONO DE LOS

FRACCIONAMIENTOS, POR LOS EJIDOS; LAS HACIENDAS, SALVADAS

Desde luego la concepción orgánica del país, en materias agrarias, se re-sintió de la exclusión que el carrancismo triunfante hizo de todos los villistas, que como ya dijimos, eran, o por lo menos querían ser, en su mayor parte, agri-cultores de pequeña propiedad; excluidos esos agricultores en masa, el país volvía a ser, como en la Época Colonial, un compuesto de grandes terratenientes arriba y de pueblos indios abajo. Suprimidos los pequeños agricultores, se esfumaba el cumplimiento del postulado central del citado Decreto de 12 de diciembre, o sea el de favorecer a la pequeña propiedad, disolviendo los latifundios; el problema agrario, por lo mismo iba a dejar en pie las haciendas, y a reducirse como en la Época Colonial, a la restitución y a la dotación de ejidos a los pueblos. Para que no cupiera duda alguna sobre el particular, la marcha del general Obregón se señalaba por la destrucción de los villistas, y la devolución a los hacendados de las haciendas ya incautadas para los fraccionamientos. Nosotros lo vimos con nuestros ojos. Las haciendas estaban salvadas. El licenciado Cabrera como ya hemos dicho en varias ocasiones, era un alto talento y un verdadero hombre de estado; pero era criollo de raza o por lo menos criollo-mestizo, y si bien por experiencia propia y por extensión de su vasta inteligencia, conocía y comprendía bien los inconvenientes del régimen de la propiedad rural vinculada a las grandes haciendas, no sentía con la misma intensidad que los indio-mestizos y los indios, la necesidad de que dichas grandes haciendas fueran totalmente disueltas en la propiedad pequeña. Por otro lado, el Primer Jefe, señor Carranza, era hacendado, y con ello dicho, está que a pesar del Decreto de 12 de diciembre de 1914 no se sentía inclinado a emprender la ex-presada disolución, ni con su hacienda propia ni con las demás y menos teniendo que llamar como adquirentes de las nuevas propiedades pequeñas que de tal diso-lución resultaran, a los aborrecidos villistas que a diario dejaban exterminar.

Page 254: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

253

LOS PRIMEROS DÍAS DE LA EJECUCIÓN DEL DECRETO DE 6 DE ENERO DE 1915

El Decreto de 6 de enero de 1915 no fue, desde luego, ni aceptado ni cumplido. Todo el año de 1915 se gastó en realidad en las sangrientas operaciones militares de la lucha para extinguir radicalmente al villismo. En 1916 fuimos hon-rados (el auto del presente esbozo historial), por el licenciado Cabrera, con la re-presentación de la Secretaría de Hacienda en la Comisión Nacional Agraria y unos cuantos días después de haber tomado posesión de ese cargo, la Comisión acordó se dieran, en el Distrito Federal, en Ixtapalapa, el primer ejido de la Revolución. En el año de 1916 la Comisión Nacional Agraria siguió dando ejidos: no fueron muchos en cantidad, pero ninguno de ellos fue dado a expensas de la propiedad pequeña. Por el contrario, con esos primeros ejidos, se procuró dar a los más grandes hacendados del país, los golpes necesarios para quebrantar la inviolabilidad de que venían gozando, y el orgullo de considerarse superiores a las leyes de la Revolución. Además en esos primeros ejidos, se resolvieron todas las cuestiones de principios y de procedimientos que debían formar, en lo sucesivo, la jurisprudencia de la materia agraria.

La gritería que levantaron los primeros ejidos, fue enorme.

INSTALACIÓN DEL CONGRESO CONSTITUYENTE DE QUERÉTARO

En el interior del país, el carrancismo parecía haber llegado a ser el régimen definitivo de la Nación; pero el público pedía la ejecución de las refor-mas ofrecidas, y las repetidas instancias de los propios y de los allegados sobre el particular, determinaron al Primer Jefe, señor Carranza, a citar para elecciones del Congreso Constituyente. Las elecciones de los diputados al Congreso Constituyente que debía re-unirse en Querétaro, donde a la sazón estaba la residencia oficial del Primer Jefe en su carácter de Encargado del Ejecutivo de la Nación, se hicieron como todas

Page 255: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

254

nuestras elecciones, más por la selección de los Gobernadores y de los Jefes Mili-tares de los Estados y del Distrito y de los Territorios Federales, que por la libre voluntad de los electores no pocos criollos, para formar las derechas, como ahora se dice, lograron colgarse; algunos elementos extraños a nuestra nacionalidad, entraron también, pero en general, dichas elecciones, no resultaron malas, domi-nando en ellas las izquierdas más o menos radicales. Si las mismas elecciones no representaban en conjunto un triunfo del sufragio efectivo, sí lo representaban del trasegamiento efectuado por la Revolución. Como todos nuestros Congresos perdió la mitad del tiempo señalado para su actuación, en discutir credenciales; en eso ocupó todo el mes de diciem-bre de 1916, hasta los primeros días de enero de 1917, los trabajos de la Cons-titución. Se sabía que el Primer Jefe, señor Carranza, con los señores licencia-dos Luis Manuel Rojas y Natividad Macías, habían preparado un proyecto de reformas a la Constitución vigente; pero nadie conocía tal proyecto, hasta que el Congreso estuvo formalmente instalado, les fue repartido a los diputados el proyecto ya impreso, con la insinuación y precisa, de aprobarlo como estaba. El proyecto del Primer Jefe parecía hecho expresamente para demostrar la poca voluntad que el mismo Primer Jefe tenía de cumplir con los compromi-sos de la Revolución, expuestos detalladamente en el Decreto de 12 de diciembre de 1914; nada de reformas sociales, nada de propósitos transcendentales, el estre-cho espíritu legalista que marca con relieves de terquedad y de obcecación toda la obra histórica del señor Carranza, llenaba el proyecto de discreteos jurídicos. Pero nuevamente se repitió el caso de las asambleas anteriores; el Con-greso, desde la primera sesión formal, estaba ya contra el Primer Jefe y cuando se hizo saber a los diputados que las Comisiones Dictaminadoras debían formar dictámenes globales para votar varios artículos a la vez, estuvo a punto de le-vantarse una protesta general. Los directores ostensibles del Congreso que lo eran los señores diputados licenciado Luis Manuel Rojas y Natividad Macías e ingeniero Félix F. Palavicini, acudieron hasta el extremo de llevar al mismo señor Carranza al Congreso para que su presencia impusiera la subordinación; los diputados lo recibieron con grandes honores y le dirigieron discursos ditirám-bicos; pero se negaron a tratar de los asuntos de la Constitución. Varios oradores

Page 256: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

255

hicieron saber que se debía tener en el señor Carranza, respecto de dicha Cons-titución, la misma confianza que en todo le había sido concedida hasta entonces; pero el diputado general Francisco J. Mújica, uno de los más fieles al señor Carranza, y entonces miembro de las dos Comisiones Dictaminadoras, puso fin a la cuestión manifestando que las expresadas Comisiones y la Cámara entera creían de su deber, compartir con el Primer Jefe la responsabilidad de una fun-ción tan importante como la de dar al país una nueva Constitución. El discurso del general Mújica tuvo una enorme trascendencia, porque rompió el molde que el Primer Jefe había preparado para vaciar en él la Constitución reformada, tal cual él la creía necesaria para el país, y abrió la puerta a las grandes reformas que se hicieron después.……

EL PRINCIPIO DE NUESTRA INTERVENCIÓN PERSONALEN EL CONSTITUYENTE DE QUERÉTARO

Nosotros (el autor del presente esbozo histórico), que todavía formába-mos parte de la Comisión Nacional Agraria, como es de suponerse, no conoci-mos el proyecto secreto del Primer Jefe, señor Carranza, hasta que fue repartido, ya impreso, a todos los diputados, y eso merced a la confianza del señor ingeniero Pastor Rouaix, que también era diputado, y que hasta la víspera del día de la ap-ertura formal había permanecido en esta capital, desempeñando sus funciones de Ministro de Fomento. El señor ingeniero Rouaix nos mostró el ejemplar que le correspondía, con las debidas reservas, y entonces pudimos ver que en el Art. 27, lo relativo a los terrenos de los pueblos, requerían correcciones fundamentales y para exponer tal opinión logramos que fuera convocada luego y se reuniera la Comisión Nacional que abundó en nuestro modo de ver, y nombró una Comisión que hablara con el señor ingeniero Rouaix sobre el particular; mas como en esta cuidad los periódicos habían ya dado por cierto que el Congreso votaría la Constitución por Capítulos, el asunto pareció tan urgente, que a reserva de que la Comisión se integrara más tarde, se resolvió que nosotros (el autor del presente esbozo historial) nos trasladáramos desde luego a esa cuidad, tomando para el efecto el primer tren que nos pudiera llevar allá.

Page 257: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

256

Cuando nosotros llegamos a Querétaro, el peligro de la votación por Capítulos había pasado ya; pero el señor Rouaix nos retuvo hasta no saber si el primer jefe consentía o no en las modificaciones que le pedía la comisión. Con tal motivo, pasaron algunos días que nosotros invertimos en exponer al señor ing-eniero Rouaix, que como Ministro de Fomento tenía el carácter de Presidente de la Comisión Nacional, sobre las consecuencias futuras que tendría el haber reducido la resolución de todo el problema agrario, a sólo la solución ejidal, in-dicándole algunas ideas sobre la manera de tratar ese problema, de un modo integral, según nuestro criterio. El señor ingeniero Rouaix vive todavía, casi olvidado, y sin embargo, es en el periodo de tiempo que abarca el presente esbozo historial, una figura de pri-mera magnitud Ingeniero topógrafo profesional, mestizo triple, con sangre de indio, de español y de francés, es un hombre sencillo, modesto, sin pretensiones de inteligencia, ni de saber, ni de valimiento político, ni de importancia social, y sin embargo, vale mucho por su buena intención, por su dedicación y por su lealtad; siempre en perfecto equilibrio mental, tiene gran facilidad de compresión de las cosas y gran firmeza de propósito para ejecutarlas. El Primer Jefe, señor Carranza, estimaba mucho al señor ingeniero Rouaix; tanto que fue el único de los miembros de su Gabinete, que estaba dentro del Congreso, sirviendo, con un tacto y con una prudencia que no serán nunca bastante elegidos, de lazo de unión entre el Congreso y el Ejecutivo. Pudo, pues, con facilidad, el señor ingeniero Rouaix, hablar al Primer Jefe, señor Carranza, de lo que pretendía la Comisión: pero aquél se negó rotundamente a consentir en lo que se le pedía; era su temperamento.

EL GENERAL OBREGÓN EN EL CONSTITUYENTE DE QUERÉTARO

Las deliberaciones del Congreso seguían su curso, aunque dedica-das de preferencia a la discusión de los detalles de construcción estructural del Gobierno, a las facultades de los Poderes Públicos, etc.; política, en suma. Los asuntos a los cuales se les veía fondo, y en algunos de una hondura que daba miedo, se bajaban para después.

Page 258: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

257

A pesar de haber roto desde el principio con el proyecto del Primer Jefe, los autores de él, y las demás personas encargadas de sostenerlos de tal manera pesaban sobre la asamblea dificultando a las izquierdas la manifestación de los anhelos populares, que comenzaron a oírse murmuraciones de descon-tento. Los adictos al Primer Jefe acudían presurosos a pedir al señor ingeniero Rouiax, hiciera saber al Primer Jefe tal estado de fermentación. El señor ingenie-ro Rouaix oía las demandas de referencia con aire tranquilo; pero de improviso llegó a Querétaro el general Obregón. Para comprender la importancia del hecho a que acabamos de referir-nos, preciso es que nuestros lectores sepan que el general Obregón era el Sec-retario de Guerra en el Gabinete del Primer Jefe, señor Carranza, y que residía y despechaba en esta capital, no obstante que el Jefe del Poder Ejecutivo estaba con el resto del Gabinete, en Querétaro. Circulaban rumores de que con motivo de la sucesión del señor Carranza había habido entre éste y su Ministro de Gue-rra, diferencias de opinión que habían distanciado mucho al uno del otro. Así las cosas, la presencia del general Obregón en Querétaro, la inmediata aproximación a él de todos los diputados de las izquierdas, que estaban descontentos, y algu-nas palabras dichas en una convivialidad para alentar a estos últimos, hicieron nacer sordas inquietudes y venenosas desconfianzas en el ánimo del Primer Jefe. Este temió, desde entonces, el levantamiento del general Obregón. El general Obregón regresó pocos días después a esta capital; pero los diputados de las izquierdas se crecieron hasta tal punto que los políticos que iban y venían, pedían al señor Rouaix aconsejara al Primer Jefe, nombrara de entre los obregonistas un Ministro de Gobernación que los metiera en cintura.

El aliento dado a los diputados de las izquierdas tomó un nuevo camino; en el Congreso empezaron a aparecer con cierta timidez, todavía, pequeñas hojas volantes, con iniciativas de extremo radicalismo, sobre asuntos de propiedad te-rritorial y de trabajo. Tales iniciativas tenían mucho de pueril y algunas eran de imposibilidad práctica notoria, pero todas hacían bulto y hacían impresión. La fermentación del Congreso aumentaba a ojos vistas.

Page 259: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

258

PROCESO DE REDACCIÓN DEL ARTÍCULO 27

Una vez roto el dique que venía conteniendo la corriente reformista de la Cámara, dicha corriente ensanchó su volumen y se desbordó, acometiendo a la vez muchas cuestiones de carácter social. El señor Rouaix creyó llegada la oportunidad de hacer el intento de abordar a fondo la cuestión agraria, y nos en-comendó (al autor del presente esbozo historial) formuláramos las disposiciones relativas que al efecto debían incluirse en el articulado de la Constitución. No-sotros hicimos ese trabajo con apresuramiento, y en un domingo, que nosotros creemos memorable, a convocación del señor ingeniero Rouaix, se reunieron en la capilla del Palacio Obispal de Querétaro muchos diputados revolucionarios y ante ellos, después de una breve exposición que hicimos sobre la naturaleza general del problema, dimos lectura al primer proyecto del Artículo 27 de la Constitución. Estaban presentes, entre otros muchos que no recordaremos, los señores licenciados Rojas, Macías, González (Alberto M.), Medina (Hilario), Pastrana Jaimes y De los Ríos; los señores ingenieros Palavicini, Ibarra, Reynoso y Góngora; los señores doctores Román y Cabrera; los señores generales Mújica, Calderón, De los Santos, y otros que no conocíamos; y en suma, muchos diputa-dos venidos de las distintas regiones que componen el territorio nacional, que por ese sólo hecho, representaban en conjunto la voluntad de la Nación. Todos los presentes expresaron estar conformes con que se abordara el problema de una vez por todas y manifestaron al señor ingeniero Rouaix que concurrirían en las mañanas al mismo lugar, para seguir tratando del asunto.

LA CONSTITUCIÓN DE QUERÉTARO FUE EL VERDADERO FRUTO DE LA REVOLUCIÓN

La Constitución de Querétaro no sólo puede gloriarse del Artículo 27 y del Artículo 123, este último punto de partida de la legislación obrera. Muchos otros artículos contienen aciertos y novedades dignos del aplauso de las gene-raciones futuras. La Constitución de Querétaro valió la sangre de todas las revoluciones que han tenido lugar desde la Independencia, y si bien es claro, con claridad de mediodía, que su ejecución posterior, hasta su adaptación plena, ha

Page 260: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

259

costado y costará más sangre aún, ella será indudablemente la ley que más fiel-mente haya respondido, hasta ahora, a las verdaderas necesidades de la pobla-ción nacional. Al terminar el Congreso Constituyente sus labores, se creía que el Primer Jefe no promulgaría la Constitución; pero la promulgó en 5 de febrero de 1917; ése fue para el señor Carranza el último día de gloria.

Al amparo de la Constitución, el Gobierno del Primer Jefe se transformó en Gobierno Constitucional que día a día se iba asentado, ofreciendo las perspec-tivas más halagüeñas de estabilidad y solidez; pero en el interior habían quedado heridos los criollos señores en su gran propiedad los criollos nuevos en los intere-ses extranjeros a cuya sombra han venido siempre medrando, los indios–mestizos en la supervivencia de los latifundios, cuya división encomendada a los Estados no les merecía fe, y los indios en la lentitud con que se procedía calculada para defraudarlos; el zapatismo seguía sus acostumbradas actividades. En el exterior los imperialismos estaban disgustados por la nacionalización del subsuelo que les arrebataba la propiedad definitiva del petróleo. A mayor abundamiento, los Estados Unidos no ocultaban su resentimiento, porque a la hora de su entrada en la Guerra Mundial, México no los siguió. La ley que autorizó al señor Carranza para abrir a los extremos del Ferrocarril de Tehuantepec, dos puertos libres con elementos alemanes, colmó la medida. Nubes de tempestad ensombrecían el cielo, al rayar el alba del primer día del año de 1920.

Page 261: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

260

CONCLUSIÓN

AL CERRAR el presente quinto y último libro de nuestra obra Esbozo historial de los primeros diez años de la revolución agraria de México, y al poner como en todos, algunas líneas de resumen o conclusión, nos creemos en el caso de hacer en éste lo mismo, extendiendo nuestro resumen o conclusión a la obra entera. Casi siempre faltos de extensión para conceder el debido lugar a la documentación demostrativa, en ciertos casos extraordinariamente abundante y generalmente con grandes trabajos para coordinar datos salteados sin aparente relación, hemos podido llegar con grandes trabajos, a trazar el esbozo de con-junto que nos propusimos. Del esbozo trazado ya, se desprende con claridad perfecta la siguiente conclusión a la que procuremos dar términos lapidarios.

La Revolución comenzada en 1910, no ha terminado todavía, ha sido uno de tantos episodios (el más profundo y trascendente) de las luchas agrarias comenzadas desde la Independencia, para destruir los latifundios, que son las raíces madres de la organización social por castas que subsiste todavía; y no ha llegado a su fin, porque los indios y los indios–mestizos, paralizados por un incomprensible complejo de inferioridad, no han acertado a liberarse de la aparente superioridad social y de la perversa acción política de los españoles, de los criollos y de los criollos-mestizos.

Page 262: Antologia Molina Enriquez

El Artículo 27 de la Constitución Federal

Page 263: Antologia Molina Enriquez
Page 264: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

263

INTRODUCCIÓN

POR ACUERDO de la superioridad el presente volumen del Boletín se refiere exclusivamente al Artículo 27 de la Constitución. En él se publican los estudios, documentos y glosas que más han podido contribuir a fijar el

espíritu, el texto y la interpretación de dicho artículo. De todos los artículos que contiene la Constitución de Querétaro, segu-ramente el más importante es el Artículo 27. El Artículo 27, en efecto, resume y condesa todos los principios jurídicos que deben presidir la realización prác-tica de las aspiraciones populares que han determinado la serie de revoluciones interiores que comenzaron con el Plan de San Luis. En todos los países y en todos los tiempos, todas las revoluciones pro-fundas son en el fondo cuestiones jurídicas de propiedad. Es natural que así sea, por cuanto a que en la propiedad radica la satisfacción de las necesidades de ali-mentación que son fundamentales para la vida humana. Y como entre la propiedad general, la propiedad del suelo es la más directamente vinculada a la expresada satisfacción de las necesidades de alimentación, todas las revoluciones son en el fondo cuestiones de propiedad territorial. Desde la Independencia hasta la Constitución de Querétaro, la pro-piedad territorial había sufrido en el país tan graves trastornos, que éstos hacién-dose sentir en todas las clases sociales determinaron la serie de revoluciones a que me referí antes, habiendo aparecido en éstas, las tendencias que indicaron las reformas que el estado de la propiedad requería. Formuladas esas reformas en el Artículo 27 de la expresada Constitución, han comenzado a ser llevadas al terreno de la realidad siendo de notoria evidencia, que las convulsiones re-volucionarias que han tenido lugar después de promulgada dicha Constitución, y las que les tengan que suceder todavía han sido y serán incidencias sin

Page 265: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

264

importancia en el proceso de acomodación de los diversos intereses sociales afectados a los nuevos principios impuestos por las reformas de que se trata. Por mucho que las convulsiones de referencia produzcan confusiones de criterio en el público, errores de interpretación en las autoridades ejecuta-doras, y hasta negaciones, alteraciones y derogaciones parciales o totales de los textos que expresan los principios jurídicos que acerca de la propiedad contiene el Artículo 27 constitucional, es absolutamente seguro que esos principios se sal-varán y regirán hasta que en el país se efectúen los cambios sociales cuyas con-diciones por ahora no se alcanzan a ver en la infinita inmensidad de lo porvenir. Todos los principios jurídicos que contienen las disposiciones expresas que acerca de la propiedad se encuentran en el Artículo 27 de la Constitución de Querétaro, concurren a la realización práctica de seis fines principales: es el primero, el de asegurar a la Nación en conjunto el dominio cuerdo y real del territorio que ocupa; es el segundo, el de que de ese dominio, como primordial, se deriven los derechos de dominio privado que pueden tener las personas so-bre porciones de dicho territorio, en toda la amplitud de lo que el Derecho Común llama bienes raíces; es el tercero, el de que como consecuencia de los dos anteriores, ningún derecho de dominio privado sobre bienes raíces pueda estar fuera ni mucho menos por encima del dominio supremo de la Nación; es el cuarto, el de que dependiendo fundamentalmente del dominio de la tierra, el sostenimiento de la vida, en ningún caso los derechos de dominio individual puedan llevar en un individuo a estorbar el ejercicio de los derechos individuales de los otros, por lo que los derechos sociales debe ser antes y estar por encima de los individuales en materia de bienes raíces, es el quinto, el de que precisamente por el carácter fundamental que para la vida tiene el dominio de la tierra, la distribución del territorio nacional debe hacerse entre el mayor número posible de los individuos componentes de la Nación; y es el sexto y último, el de que la distribución del territorio debe hacerse en beneficio de los individuos compo-nentes de la Nación en relación con el desarrollo evolutivo de esos individuos, o sea, en relación con la capacidad de los mismos individuos para tener, aprove-char y defender los bienes raíces en que deba consistir su respectiva porción. Saltan a la vista, desde luego, las razones que justifican la persecución de

Page 266: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

265

los seis fines a que me acabo de referir: ningún pueblo puede existir sin tener el pleno dominio del territorio que ocupa, siendo el derecho de tener y ejercer ese dominio, o sea el derecho de propiedad de la Nación en conjunto, sobre el territorio que ocupa, el derecho de propiedad fundamental de todos los pueblos, del derecho de la Nación en conjunto sobre su territorio, debe derivarse el dere-cho de cada individuo sobre las porciones de este territorio que conforme a las leyes interiores puedan adquirir, tener y transmitir; si los derechos de propiedad privada, sobre porciones del territorio nacional no se derivan del derecho de propiedad de la Nación en conjunto, todas las naciones que abran sus puertas a los extranjeros, tendrán que ver algún día que algunas de esas porciones ad-quiridas por algunos de esos extranjeros están sujetas a leyes extranjeras que es-capan a la soberanía de la Nación y destruyen por su base esa soberanía; como el derecho de propiedad sobre la tierra es primordial para la vida, es claro que los derechos que a título de propiedad privada pueda cada individuo adquirir y tener para su subsistencia y beneficio, sobre una porción cualquiera del territorio total, que es y tiene que ser el patrimonio fundamental de todos, deben estar limitados por los derechos que los demás puedan adquirir y tener, también para su existencia y beneficio, sobre otras porciones del mismo territorio, sien-do natural que éste se divida, si no matemáticamente entre todos los individuos de la Nación por no exigirlo la diversidad de ocupaciones a que se dedican, por lo menos entre todos los que pretendan adquirir y tener por medios legítimos su porción, de modo que el derecho de los unos no impida el de los otros; el hecho de que, no obstante la diversidad de ocupaciones a que se dedican los individuos componentes de una Nación, el derecho de propiedad que cada uno pueda adquirir y tener sobre una parte del territorio total, sea primordial para la vida, impone la necesidad de que dicho territorio se divida entre el mayor número posible de individuos, debiendo considerarse como gravemente perjudi-cial para esa Nación, que el mismo territorio llegue a convertirse en patrimonio de los menos, porque ello significa la indigencia de los más, y por último, para que el conjunto de todos los individuos de la Nación, o sea la sociedad que el-los forman, pueda aprovechar bien el territorio en que vive, es absolutamente necesario que cada uno de los individuos que ese conjunto compone, pueda servirse de la porción que pueda adquirir y tener en dicho territorio, conforme a las facultades de su mentalidad y a las posibilidades de su acción, o en otros

Page 267: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

266

términos, es indispensable que los derechos de dominio que sobre el territorio de la Nación puedan tener las personas, estén en precisa relación con las ca-pacidades de esas mismas personas, y como sería imposible que hubiera tantas modalidades del derecho de dominio, cuantas personas puede haber en una Nación, es preciso cuando menos, que haya las que correspondan a los grupos de población que se consideren bien diferenciados. El Artículo 27 de la Constitución de Querétaro no quiso imponer deter-minado sistema de propiedad, ni cambió en manera alguna el sistema establecido desde la época colonial y desde esa época consentido, dentro y fuera del país, por todo el mundo. El cargo de haber pretendido establecer un sistema radical-mente comunista, en nada se funda. El Artículo 27 no hizo sino reconocer los hechos tales cuales los encontró, referir a ellos los principios jurídicos que les eran aplicables y estaban vigentes, equilibrar en lo posible esos principios para evitar conflictos entres los intereses por ellos creados en los hechos, y poner las bases sobre las cuales podían evolucionar los mismos principios en lo futuro, para que puedan adaptarse sin mayor esfuerzo a las condiciones en que tenga que evolucionar la población total del país. El derecho de propiedad primordial de la Nación sobre todo el te-rritorio nacional existía antes en el rey de España; los derechos de dominio en calidad de propiedad privada de los particulares, dentro de los derechos de propiedad de la Nación, constatan en los títulos primordiales expedidos a los particulares en la época colonial, que son los títulos que amparan todavía los mismos derechos de los particulares; la sumisión de los dominios de los particulares en calidad de propiedad privada a los derechos sociales, que ahora representa la Nación, viene también de la Época Colonial, puesto que la Nación ha sustituido al rey; la aplicación de los derechos sociales que ahora representa la Nación, para imponer a los derechos de dominio de los particu-lares, las modalidades que exija el interés publico, viene de la época colonial igualmente; la división de los derechos de dominio a los particulares, entre los derechos de carácter individual de muchos individuos aislados, y los derechos de carácter comunal de las agrupaciones de población genéricamente llamados pue-blos, viene asimismo de la Época Colonial; las disposiciones de ejecución inme-

Page 268: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

267

diata que para equilibrar los derechos de dominio individual y los de dominio comunal, como las restituciones y dotaciones en favor de los pueblos, tienen, del mismo modo, precedentes coloniales. Ninguno de los elementos jurídicos que componen el Artículo 27 era nuevo ni desconocido en el momento en que dicho artículo se elaboró.

La reforma principal, profunda y trascendental, que se hizo en el Artí-culo 27, consistió en restablecer el principio jurídico de que tratándose de la tierra, o sea de los bienes raíces que comprende el territorio nacional, los dere-chos sociales, o sea, los derechos de la Nación, o sea, los derechos que fueron del rey son antes y están por encima de todos los derechos privados. El restablecimiento de este principio que fue la base de la legislación colonial, no significa una regresión, sino al contrario, sujeta a todos los derechos privados sobre la propiedad raíz, a las leyes nacionales futuras, sean cuales fueren. Dicho restablecimiento hasta ahora no ha producido cambio alguno en el sistema de propiedad privada existente en las dos modalidades que presenta, y son la individual, y la columna de los pueblos; pero abre un extensísimo campo para que las leyes posteriores corrijan, modifiquen abroguen ese sistema para mejorarlo, transformarlo o cambiarlo por otro, según lo requieran las necesidades de la evolución general, porque todas las leyes que puedan derivarse de dicho principio por regresiva o por avanzadas que se supongan, cabrán dentro del Artículo 27. El principio de que se trata, y que abarca todo los fines que los ilus-tres Constituyentes de Querétaro se propusieron alcanzar, se asienta firmemente sobre una experiencia de siglos, y se prepara a dirigir una nueva legislación de siglos también.

México, D.F., julio de 1922.ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

Page 269: Antologia Molina Enriquez
Page 270: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

269

EL ESPÍRITU DE LA CONSTITUCIÓN DE QUERÉTARO

EN LA NACIÓN Mexicana, desde la proclamación de la Independencia hasta el momento actual, no ha tenido lugar un acontecimiento de tanta magnitud, por la alta idealidad de su intención, por la asombrosa fe-

cundidad de sus principios y por la universal trascendencia de sus resultados, cuanto lo ha sido la promulgación de la Constitución Federal de 5 de febrero de 1917, elaborada por el Congreso Constituyente de Querétaro. En efecto, la expresada Constitución, resumen concreto de las revoluciones que, en tremendas sacudidas y profundas perturbaciones, se han sucedido desde la proclamación del Plan de San Luis en 1910, fue inspirada, a la vez, por el más desapasionado discernimiento de nuestros antecedentes históricos, por el más exacto cono-cimiento de la realidad de nuestras condiciones sociales, por la más atigente comprensión de las aspiraciones de mejoramiento que se manifiestan en nuestra población, por la más acertada intuición de la posibilidad de reducción al terreno de la práctica de las ideas de reforma social que agitan en la actualidad a todo el mundo, y por el más alto sentimiento de la justicia y de la moral que deben regir las relaciones humanas en el estado social evolutivo que en el presente momento llamamos de civilización. La Constitución de 5 de febrero de 1917, debe considerarse, desde luego, como la expresión más exacta de la voluntad nacional. Cuando después de una serie de revoluciones un grupo social se impone a los otros, y dicta en cláusula imperativa, una ley que los demás no tienen fuerza bastante para evitar, ni energía suficiente para resistir, esa ley es ley en el más alto sentido, porque su imperio es una realidad y su ejecución es un hecho. Si no responde por completo a las ideas y a los deseos de todos, representa, en todo caso, la fórmula del consentimiento del conjunto, por cuanto que en ella se alcanzan y coordinan las coacciones de los unos y las suminisiones, por disciplina voluntaria o por impotencia irremediable, de los otros.

En virtud de los que acabamos de exponer, las revoluciones propia-mente dichas, son la forma suprema de legislar, y tan es así que entre nosotros todos los planes revolucionarios que han logrado triunfar han sido las fuentes

Page 271: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

270

de donde han brotado nuestras leyes constitucionales. Y si, pues, por la vía de las revoluciones, la voluntad popular ha podido imponer una Constitución absolutamente nueva, con más razón ha podido imponer una reforma de la inmediata anterior vigente. La Constitución absolutamente nueva o la reforma de la vigente, sería en todo caso impuesta por la voluntad nacional y representaría de un modo completo esa voluntad. Así ha sido y es tratándose de la reforma que de la Constitución de 1857 hizo en la de 1917 el Congreso Constituyente de Querétaro. Porque la Constitución de 1917 no es una Constitución nueva, sino una reforma de la de 1857. Las palabras no pueden jamás variar los hechos. Por mucho que se diga que el Congreso Constituyente de Querétaro no hizo reformas a la Constitución de 1857, sino que hizo una nueva Constitución, el hecho real y verdadero es que la Constitución de 5 de febrero de 1917, elaborada por el expresado Con-greso, no es una ley hecha con materiales distintos de los que formaban y componían la de 1857, y construida conforme a un plan de conjuntos en que no se pudiera reconocer esta última, sino que por el contrario, ha conservado de ella el plan general de su construcción, levantado sobre la base fundamental de las garantías individuales el sistema de la organización política de la Nación, dando cuerpo a los Gobiernos de los Estados y sobreponiendo a ellos el Gobi-erno Federal; ha conservado de la otra la distribución de la autoridad tanto de los Estados cuanto de la Federación, en los tres poderes ideados por Montesquieu; ha conservado de la otra también, la supremacía del Poder Ejecutivo sobre el Legislativo y Judicial, lo mismo en la federación que en los Estados; ha conser-vado así mismo de la otra, como medio de ligar a todas las partes del sistema, el recurso de amparo; y en suma ha dejado de la anterior todo la substancial. Hasta la numeración de los artículos es en la nueva y en la antigua casi igual. ¿Cómo puede decirse que una y otra no son la misma y que la nueva no es la antigua reformada? El hecho que la Constitución de 1857 haya determinado con precisión el procedimiento por seguir para hacer sus reformas, y que la de 1917 se haya hecho sin seguir ese procedimiento, nada importa para la validez de esta úl-tima, dado que sobre las prescripciones de la de 1857, y hasta sobre ella misma, está la voluntad nacional impuesta por una revolución triunfante, y dado que

Page 272: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

271

como antes dijimos en nuestro país, y en todos los demás de la Tierra, las re-voluciones son la forma suprema de legislar. Si, pues, la Revolución impuso que al reformar la Constitución de 1857 se hiciera la Constitución de nuevo, directamente y sin más trámites, puedo hacerlo así y su decisión fue plenamente legal.

Aunque en lo substancial poco es lo que la Constitución de 1917 ha modificado la de 1857, hay algo que es completamente diferente en las dos, y es su espíritu; ambas son casi una misma ley, pero de la una a la otra ha tenido lugar un cambio muy importante, y es el del principio dominante que las preside; en una el principio dominante es el de que el individuo debe ser antes y más que la sociedad, en la otra el principio dominante es el de que la sociedad debe ser antes y más que el individuo. Lo que ha determinado el cambio del principio dominante de una Cons-titución determinado el cambio de espíritu de una a otra es el tiempo, las ideas jurídicas, como todo lo que se relaciona con la vida, evoluciona sin cesar.

Los españoles, verdaderos herederos de los romanos en cuanto a capaci-dad de legislación, al organizar las colonias de América encontraron la fórmula más adecuada para establecer en materia de propiedad territorial los derechos sociales de los particulares, sin perjuicio de los derechos sociales que por entonces representaba el Rey. El Rey tenía el derecho de propiedad sobre todas las tie-rras y aguas de las colonias, y los particulares sólo tenían el dominio. El mismo Rey, por supuesto, consideraba sus derechos como personales, sin tener noción alguna de que como Rey representaba a la sociedad en conjunto y de que sus derechos eran los de la sociedad. Tales eran entre nosotros los antecedentes de la propiedad, cuando se hizo la Independencia. A raíz de consumada ésta, como consecuencia de la reacción que entonces tuvo lugar contra todo lo que recordaba la dominación española, tales antecedentes fueron deliberadamente apartados; habían sido casi olvidados cuando se elaboró la Constitución de 1857. Por entonces nuevas ideas, ya hoy en desuso, formaban el ambiente jurídico. Apenas comenzaban a aparecer los primeros vislumbres de las ciencias sociales. Comte acababa de esbozar la Sociología, pero nadie en México conocía las obras de tan ilustre filósofo .

Page 273: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

272

En el momento en que fue elaborada la Constitución de 1857, la teoría científica de la evolución no había llegado a formularse de un modo preciso: el concepto de las sociedades como organismos vivientes no había sido formado, y la verdadera naturaleza de las sociedades no había podido conocerse. Se creía, por entonces, que el derecho de propiedad privada indi-vidual formado originalmente por la ocupación, o por la invención, o por la creación, y transmitido a través de generaciones sucesivas, era lo que formaba las sociedades humanas; hasta la vida humana misma se creía que dependía de ese derecho, y se creía que la negación de este último destruía por su base la sociedad y que las alteraciones que en él pudiera hacerse, la perjudicaban. Se daba por consiguiente al derecho de propiedad un origen individual que era antes y que tenía que estar por encima de la sociedad, y por consiguiente de toda ley que presidiera a su organización, es decir, hasta de la misma ley constitucional. Con la inviolabilidad dogmática de la propiedad se pretendía evitar que los individuos hicieran desaparecer a la sociedad y que la sociedad hiciera desaparecer a los individuos. Natural era que la Constitución elaborada en 1857, tuviera por punto capital el reconocimiento de la propiedad preexistente, y la garantía de su in-violabilidad. Así se desprendía del texto del Artículo 27 Constitucional (de aquella Constitución), y todas las demás disposiciones de la misma norma, tanto las de las garantías de la vida, cuanto las institutivas de los poderes públicos, tenían por objeto sostener y asegurar los postulados de dicho artículo. Como dentro de la Constitución no se definía la naturaleza ni el alcance de los derechos en que consistía la propiedad privada preexistente, podía darse a esos derechos la mayor latitud, no sólo sin que la misma Constitución pudiera impedirlo, si no teniendo la propia Constitución que ampararlos cualesquiera que fuera. Por eso, el citado artículo dio al individuo una fuerza tal, que en los conflictos entre el individuo y el estado prevalecía el individuo. El efecto fatal de ese Estado de cosas era que ningún adelanto pudiera hacerse en el país si tropezaba con la propiedad privada. La propiedad era más que la ley: el propietario podía más que el Gobierno. La Constitución de 1857, hecha en apariencia para favorecer a las clases populares, favorecía en realidad a la oligarquía de los grandes propietarios.

Page 274: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

273

Al reunirse el Congreso Constituyente de Querétaro, las ideas eran com-pletamente distintas de las que se tenían en 1857. El concepto orgánico de las sociedades estaba ya formado; la noción de la Soberanía, como representativa de la voluntad y del poder del conjunto social, estaba ya hecha; la naturaleza del derecho originario de propiedad como derivación de la existencia social, estaba ya definida; la necesidad de resolver el conflicto de los derechos de propiedad que a la sociedad deben corresponder y de los que deben corresponder a los particulares, era ya manifiesta. Faltaba sólo encontrar el principio fundamental que pudiera reunir a la vez el reconocimiento de los derechos ya adquiridos para dar sanción a lo pasado, y la previsión de los derechos nuevos, susceptibles de ser adquiridos para dar ocasión a la satisfacción de los anhelos que buscan su realización en lo porvenir. La sapientísima legislación colonial hizo fácil encontrar el principio buscado. La Constitución de 1917 hizo el milagro de llenar el abismo que una mala observación de los hechos había abierto en nuestro país entre el pasado y el porvenir de nuestras instituciones al formular el primer párrafo de su Artículo 27. En efecto, el primer párrafo del Artículo 27 de la Constitución de Querétaro cambió radicalmente el principio dominante de la Constitución de 1857. Al declarar, de acuerdo con los precedentes coloniales, que la propiedad de las tierras y de las aguas comprendidas dentro del territorio nacional corresponde originariamente a la Nación y que de ella se deriva el derecho de dominio que en forma privada pueden tener los particulares, se estableció como principio fun-damental que sobre los derechos de dominio de los particulares, está el derecho de propiedad de la Nación, esto es, que el derecho de la Nación como derecho de propiedad está antes y por encima de los derechos de los particulares o, en otros términos, que el ejercicio de los derechos de dominio de los particulares en que consiste lo que se llama la propiedad privada, está sujeto a las limitaciones y modalidades que imponga a esos derechos, el derecho primordial y superior de la Nación, o sea, de la sociedad en conjunto. Los derechos sociales han quedado así antepuestos y sobrepuestos a los derechos del individuo. Lo anterior no quiere decir que los derechos de propiedad de los par-ticulares hayan variado en cuanto a su naturaleza, ni en cuanto a su seguridad.

Page 275: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

274

En ninguna parte del mundo y en ninguna época de la Humanidad de los derechos de propiedad privada han dejado de estar sujetos a las limitaciones de las leyes que representaban por sí mismas la voluntad social; pero en-tre nosotros la oligarquía de los grandes terratenientes para asegurar con más firmeza su definitiva consolidación, consagrando las depredaciones con que se habían formado los latifundios en que apoyaba su fuerza, y poniendo a salvo esos latifundios de las futuras reivindicaciones que podían provocar dichas depredaciones, pretendió reducir tales limitaciones a sólo el caso teórico en que pudieran encontrarse juntas e indisolublemente unidas la utilidad pública y la imprescindible necesidad (puede consultarse sobre el particular la jurisprudencia establecida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, anterior al Plan de San Luis), deduciendo del texto del Artículo 27 de la Constitución de 1857, que fuera del caso de la expresada limitación, los derechos de dominio de los particulares, que se consideraban como de propiedad perfecta, ninguna otra le podían imponer, ni las leyes civiles pasadas, presentes, ni futuras, ni la Cons-titución misma con todo su carácter fundamental y con toda su autoridad de ley suprema. De ello resultaba que la Nación quedaba sujeta a arrastrar, de por fuerza en lo porvenir, como grillete del que no se podría nunca desprender, la oligarquía de los grandes terratenientes. El principio de que la propiedad primordial corresponde a la Nación, no hizo más que volver el dominio de los particulares en que consistían los dere-chos que éstos podían tener sobre las tierras y aguas del territorio nacional a la condición jurídica natural de dominio sujeto al derecho anterior y superior de la sociedad, para que ésta, en vista de las necesidades sociales que siempre deben ser preferentes a las individuales, pudiera imponer a dicho dominio, las limita-ciones y modalidades que requiriera el interés social en el curso del proceso evolutivo de la Nación. En nada, como dijimos antes, se varió en el principio a que acabamos de referirnos, el estado jurídico de los derechos de dominio que se consideraban como propiedad privada, porque esos derechos eran los mismos que se habían formado en la Época Colonial, no eran derechos de propiedad plena y perfecta, supuesto que éstos en la Época Colonial pertenecían al Rey, sino derechos real

Page 276: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

275

y verdaderamente de dominio, concedidos a los particulares en calidad de mercedes y sujetos a ser revocados por el derecho de reversión que, como medio de ejercer en caso dado su derecho de propiedad plena y perfecta, se había reservado el Rey.

Lejos de perjudicar a los derechos de dominio en que ha consistido siempre entre nosotros la propiedad privada, el Artículo 27 de la Constitución aseguró en su párrafo segundo el interés que podían tener los particulares en esos derechos, estableciendo que de dichos particulares ninguno podía ser privado de los que pudiera tener, sino en el caso de la utilidad pública, franca y abierta, y median-te la correspondiente indemnización.

El principio, pues, en que venimos ocupándonos, dejó las cosas como estaban en cuanto a los derechos de los particulares sobre las tierras y aguas del territorio nacional, pero estableció, o mejor dicho restableció, el hecho de que antes y por encima de esos derechos, estaba el de propiedad que en la sociedad reside, y que antes representaba el Rey y ahora representaba la Nación. Así, en lo sucesivo, los derechos privados no podrán oponerse a la marcha evolutiva de la Nación dificultando su progreso.

Una vez fijado el punto de partida de la naturaleza social de la propie-dad sobre las tierras y aguas del territorio de la Nación, la Constitución dividió dicha propiedad entre la del suelo superficial o superior, y la del suelo inferior o subsuelo, declarando que esta última quedaba bajo el dominio de la Nación, y por tanto, que los derechos de dominio que en forma de propiedad podían tener los particulares, sólo podían referirse al suelo superficial o superior. Esta división, aunque se desprende de antecedentes precisos de la Época Colonial, puede considerarse como original en la ciencia jurídica y es una de las más felices inspiraciones de los ilustres constituyentes de Querétaro . La división a que acabamos de referirnos es tan racional, tan exacta, tan ajustada a los principios de la jurisprudencia tradicional y tan fecunda en resulta-dos prácticos y positivos, que ha trascendido las fronteras de la Nación, y ha sido punto de discusión en los pueblos más adelantados de la Tierra, influyendo no poco en la legislación posterior de dichos pueblos.

Page 277: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

276

De la propiedad del suelo superior o superficial, la Constitución pudo desprender los diversos derechos privados de dominio que debían corresponder a los diversos grupos que en la población nacional marcan de hecho las diferen-cias de estado evolutivo. Tres son en general dichos grupos: el de los individuos capaces de comprender, de tener y de defender los derechos de dominio in-dividual que forman el grupo que en el lenguaje jurídico se llama de propiedad privada individual el de los individuos incapaces de comprender, de tener y de de-fender los derechos de dominio individual, pero capaces de comprender, de tener y de defender los derechos de dominio colectivo en las comunidades genérica-mente llamadas pueblos por nuestro derecho colonial, que forman el grupo que en el lenguaje jurídico se llama de propiedad; y el de los individuos incapaces de comprender, de tener y de defender los derechos de dominio individual y los de dominio colectivo, pero que tienen un dominio de forma especial, que si bien es indefinido, indeterminado e inconsistente, es real y efectivo, y que jurídicamente no puede ser considerado sino como de ocupación. La Constitución de referencia en el ya citado Artículo 27, abandonó el grupo de propiedad privada individual al derecho común, al derecho civil, si bien imponiendo a dicha propiedad las limitaciones de interés social necesarias para el fraccionamiento de los latifundios, para el desarrollo de la pequeña propiedad, para la creación de nuevos centros de población agrícola, para el fomento de la Agricultura, para el cuidado de los elementos naturales, y para el aseguramiento de la propiedad misma contra los daños que pudiera sufrir en perjuicio de la sociedad. En lo que respecta al grupo de la propiedad privada colectiva, la Con-stitución en el mismo Artículo 27, reanimó las disposiciones coloniales que, aunque casi muertas y olvidadas en la legislación posterior a la Independencia, mantenían la existencia precaria y miserable de las comunidades genérica-mente llamadas pueblos, reconociendo el hecho real y palpitante de esa existen-cia dentro de la vida nacional, y estableció las bases con arreglo a las cuales podrán las comunidades de que se trata continuar su progresiva evolución. Sólo respecto del grupo de la simple ocupación, la Constitución no logró hacer lo que era indispensable para incorporar una gran parte de la población a la vida general de ella.

Page 278: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

277

El hecho de que por virtud del Artículo 27 de la Constitución, el domi-nio en que consiste la propiedad individual que se había substraído de la acción de las leyes, hubiera vuelto a quedar dentro de ellas, haciendo desaparecer el punto de apoyo de las resistencias que se venían oponiendo a la expansión natural de las fuerzas sociales, produjo el efecto de hacer posible la resolución de los complicados problemas del trabajo. Porque es claro, que si tratándose de la propiedad territorial que representa la cristalización de mayor solidez de los derechos humanos, la acción social podrá hacerse sentir hasta el punto de poder modificar la formas de dicha cristalización, con más razón podrá hacerse sentir sobre la propiedad mobiliaria que es la materia con que se constituyen las empresas industriales, haciendo que esa propiedad actué en condiciones de sa-tisfacer no sólo los intereses de los capitalistas, sino los de los trabajadores. Los ilustres constituyentes de Querétaro así lo entendieron y dictaron los postulados que formula y desenvuelve el artículo 123. Dichos postulados por su generosa intención y por su facilidad de ejecución práctica, constituyen una de las mejores páginas de la nueva suprema ley.

Se han hecho a la Constitución de 1917 diversos cargos, que pueden reducirse a dos fundamentales: es el primero, en el que lleva en sí disposiciones contradictoria que mutuamente se paralizan, haciendo muy difícil su aplicación en la práctica; y es el segundo, el de que ha instituido los poderes públicos en forma tal, que el poder ejecutivo aparece con facultades excesivas, en detrimento de los otros poderes.

Respecto del primero de los cargos, a que acabamos de referirnos, se comprende desde luego que no tiene razón de ser, pues el solo encadenamiento de las ideas que contienen los artículos de la Constitución, por el orden en que es-tán colocados, basta para comprender que si un artículo contiene una prescripción general, el hecho de que después aparezca otro limitando dicha prescripción, in-dica con claridad que se tuvo la intención precisa de reducir el alcance de uno para que se pudiera hacer efectivo el otro, puesto que al redactarse el último se tuvo forzosamente en cuenta al anterior. Respecto del segundo cargo, es evidente que la Constitución quiso que la forma total del gobierno de la federación, fuera la forma de gobierno presidencial

Page 279: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

278

en toda su amplitud, es decir, una forma de gobierno en el que el Presidente de la República tuviera cierta suma de facultades discrecionales. Esas facultades son indispensables para que las reformas prevenidas por los artículos 27 y 123 puedan hacerse efectivas con rapidez, a fin de que causen los menores daños posibles.

Muy especialmente tratándose de las reformas indicadas en el Artículo 27 para el acomodamiento de las comunidades de la población, genéricamente llamadas pueblos, y para la ejecución de las reformas que se desprenden de los postulados del Artículo 123, los ilustres constituyentes de Querétaro tuvieron en cuenta, que tanto las expresadas comunidades para contender con los grandes propietarios, cuanto los trabajadores para contender con los empresarios indus-triales, estaban en tales condiciones de inferioridad, que era indispensable que la acción oficial se hiciera sentir en su favor, para equilibrar las fuerzas de las dos partes y poder lograr resultados de plena justicia, desempeñando, en uno y otro caso, la acción oficial, el mismo papel que desempeña el ministerio público en to-dos los asuntos que son partes los menores de edad. Cuando el Artículo 27, en su párrafo tercero, dice que para la ejecución de las reformas agrícolas que enumera, se dictaminarán las medidas necesarias, indica claramente que esas medidas son y tienen que ser medidas de administración, semejantes a las que idénticos casos y fuera de acción de los tribunales de justicia, se dictaban en la época colonial; y cuando el Artículo 11 transitorio dice expresamente que las reformas agrarias y del trabajo, se pondrán en vigor desde luego sin esperar la expedición de las leyes derivadas relativas, afirman la idea de que la ejecución de las referidas reformas debe hacerse efectiva de modo más rápido, por la vía de las facultades direcciona-les del poder ejecutivo, que tiene a su cargo la administración. Ahora bien, tratándose de las reformas de referencia, como los gobiernos de los estados deben reproducir la forma de gobierno federal, debe concluirse que en la parte que corresponda a los gobernadores de los estados, deben obrar éstos con las facultades discrecionales, semejante a las del Presidente de la República. Cuanto más grandes y más profundas son las reformas que tienen que hacerse en un país, tanto más rápidas deben ser para que los daños y los trastornos que produzcan duren lo menos que sea posible. En conclusión, la Constitución de 1917 debe ser considerada como un verdadero monumento de legislación. El interés que ha despertado, las discusiones

Page 280: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

279

que ha producido y las nuevas orientaciones que ha abierto, no dejan duda alguna so-bre el particular. Los buenos mexicanos deben, de corazón, cumplir y hacerla cumplir.

POSTULADOS Generales de la Constitución de Querétaro, que sirven de base al Artículo 27. De los antecedentes de la Constitución de 1917, de la estructura de la misma Constitución, y del sistema funcional que ella ha adoptado para el Gobierno, se desprenden los postulados que siguen:

1. Toda Constitución Política Fundamental ha emanado de una revolución vic-toriosa, aunque haya sido impuesta por un escasa minoría, debe ser considerada como la más exacta expresión de voluntad nacional, porque resume la acción de los que la imponen, la sanción de los que la consienten, y la impotencia de los que la resisten.2. La voluntad popular expresada por una revolución, lo mismo puede hacer una

constitución nueva, que una reformadora de la existente, y lo mismo puede hacer esa reforma, modificando parcialmente la constitución existente, que rehacién-dola en su totalidad.3. Para que un pueblo reforme parcial o totalmente su constitución, lo mismo

da que lo haga por medio de los procedimientos que ella misma indique, que por medio de una revolución, supuesto que del uno y del otro modo, la reforma se hace por la suprema voluntad nacional.4. La Constitución de 1917 es una reforma de la de 1857, porque conserva de

ella la forma jurídica, la estructura constitucional, las formas de gobierno, y los procedimientos de acción de la autoridad pública, que en conjunto, son el principal.

5. El espíritu de la Constitución de 1857 era esencialmente individualista: la de 1917 es eminentemente colectivista.

6. Conforme a la Constitución de 1857, en los conflictos ente la persona y la sociedad, sea entre el individuo y el estado, debía de prevalecer el primero; con-forme a la Constitución de 1917, deberá prevalecer el segundo.

7. Conforme a la Constitución de 1857, en los conflictos entre los intereses y las personas, debían prevalecer los intereses; conforme a la Constitución de 1917, deberán prevaler las personas.

Page 281: Antologia Molina Enriquez

ÁLVARO MOLINA ENRÍQUEZ

280

8. La Constitución de 1917 se apoya en la realidad, toma como punto de par-tida la legislación colonial, perfectamente adaptada a los hechos en el curso de los siglos, relaciona esa legislación con el estado social presente y desenvuelve la misma legislación, orientándola a la realización de los principios jurídicos más avanzados: dicha Constitución deriva su fuerza de que enlaza el estrecho abrazo, al pasado, al presente y al porvenir.

9. La Constitución de 1917 forzosamente afecta a las personas y a las cosas, tales cuales se encuentran en el momento en que ella ha comenzado a regir. Toda ley constitucional en su aplicación y en su ejecución abarca forzosamente tiempos pasados, presentes y futuros: el en lace evolutivo de los sucesos no deja solución de continuidad entre los hechos materiales que los determinan, no permite que se tracen líneas precisas de separación entre esos hechos, y no hace posible, por lo mismo, que se puedan separar con exactitud las relaciones jurídicas que se de-sprendan a la vez de hechos que fueron, que son y serán.10. Los artículos de la Constitución de 1917 siguen el orden y tienen el enlace

de los de la Constitución de 1857; entre los posteriores, suponen, amplían o limitan los anteriores; los nuevos, completan o rectifican los antiguos; ninguno de ellos tiene por objeto anular ni paralizar a los otros; en el conflicto entre los anteriores y los posteriores, deben prevalecer los posteriores; en el conflicto entre los antiguos y los nuevos, deben prevalecer estos últimos.11. Siempre que un artículo se refiere en lo general a las leyes, sin expresar de un

modo claro, preciso y concluyente que se tata de la Constitución, debe entenderse que se trata de leyes derivadas de la misma Constitución y no de ella.12. Todos los artículos llevan en sí mismos el imperio de su aplicación y de su

ejecución; en ningún caso puede hacerse depender esa aplicación y esa ejecución; en ningún caso puede hacerse depender esa aplicación y esa ejecución, de la exis-tencia o de la falta de leyes derivadas. No habiendo leyes derivadas, debe enten-derse que la aplicación y la ejecución de los artículos constitucionales está com-prendida en las facultades del Presidente de la República como ejecutor supremo de la Constitución.13.La diferenciación del Gobierno entre el de la Federación y los de los Esta-

dos, no hace a aquél independiente de éstos, en el sentido de absoluta separación de funciones; por el contrario, los Estados y la Federación están obligados a desarrollar una acción concurrente, de modo que para la realización de los

Page 282: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

281

propósitos de interés nacional, lo que los Estados no puedan hacer, puede hacerlo la Federación, y lo que la Federación no pueda hacer, pueden hacerlo los Es-tados; y cuando los unos y la otra puedan a la vez hacer la misma función, sin perjuicio de sus respectivas atribuciones, será para bien del país.14. Lo mismo el Gobierno Federal que los de los Estados, se dividen en tres

poderes, pero tanto en la Constitución de 1857, cuanto en la de 1917, se con-sidera preponderante el poder ejecutivo, supuesto que se considera al jefe de él, como jefe de la Nación o del Estado, y sólo él tiene fuerzas armadas a su dispos-ición; los poderes legislativo y judicial son autónomos, pero no independientes; son complementarios del ejecutivo y están obligados a un acción concurrente con él.15. Todos los imperativos categóricos de la Constitución deberán cumplirse, y

cuando ella no establezca procedimientos especiales para que sean cumplidos, deben considerarse comprometidos en las facultades discrecionales que supone la institución misma del poder ejecutivo federal, supuesto que dicho poder es el ejecutor supremo de la Constitución: en ese caso, la ejecución de dichos imperativos deberá hacerse por medidas directas de administración.16. La falta de cumplimiento de los preceptos imperativos, precisos y cate-

góricos de la Constitución es y tiene que ser forzosamente un delito de acción o de omisión, oficial o común.

Page 283: Antologia Molina Enriquez
Page 284: Antologia Molina Enriquez

ÍNDICE

Page 285: Antologia Molina Enriquez
Page 286: Antologia Molina Enriquez

ANTOLOGÍA ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ

285

Presentación

Proemio

Nota a la primera edición de 1969

Prólogo

Clasificación de las ciencias fundamentales

Tratado de etnología

Juárez y la Reforma

Los grandes problemas nacionales

Esbozo de la historia de los primeros diez años de la Revolución Agraria de México (de 1910 a 1920)

El Artículo 27 de la Constitución Federal

9

11

14

15

29

61

77

113

167

261

Page 287: Antologia Molina Enriquez

La Antología Andrés Molina Enríquez, de Álvaro Molina Enríquez, se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2007.

La edición consta de 3000 ejemplares y estuvo al cuidado de Nora Cecilia Pérez Ramírez, María del Carmen Rivero Quinto, Yolanda

de Jesús de la Luz, Daniela Arellano Bautista. Concepto editorial: Khady Ulloa Durand y Hugo Ortíz.

Coordinador editorial: Valentín Iturbe Posadas.