antología poética xviii, xix y xx

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Escuela de Arte de Toledo SIGLO XVIII 1 Antología poética ANTOLOGÍA POÉTICA SIGLOS XVIII, XIX Y XX

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Una pequeña selección de poemas.

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Page 1: Antología poética XVIII, XIX Y XX

Escuela de Arte de Toledo SIGLO XVIII

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Antología poética

ANTOLOGÍA

POÉTICA

SIGLOS XVIII, XIX Y XX

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Escuela de Arte de Toledo SIGLO XVIII

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Antología poética

SIGLO XVIII

EPITAFIO

Aquí yace Jazmín, gozque mezquino, que sólo al mundo vino para abrigarse en la caliente falda de madama Crisalda, tomar chocolatito, bizcochos y confites, el pobre animalito, desazonar visitas y convites, alzando la patita para orinar las capas y las medias con audacia maldita, ladrar rabiosamente al yente y al viniente, ir en coche a paseos y comedias y ser martirio eterno de criados, por él o despedidos o injuriados con furor infernal y grito horrendo. Si inútil fue y aborrecible bicho, y petulante y puerco y disoluto, culpas no fueron suyas, era bruto; educole el capricho de delicia soez con estupendo horror de la razón; naturaleza no le inspiró tan bárbara torpeza. Los que en la tierra al Hacedor retratan, sus hechuras divinas desbaratan, corrompen y adulteran. Los vicios de Jazmín, de su ama eran.

Juan Pablo Forner

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Escuela de Arte de Toledo SIGLO XVIII

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Antología poética

[SONETO PRIMERO] A CLORI

Sentir de una pasión viva ardiente todo el afán, zozobra y agonía; vivir sin premio un día y otro día; dudar, sufrir, llorar eternamente;

amar a quien no ama, a quien no siente, a quien no corresponde ni desvía; persuadir a quien cree y desconfía; rogar a quien otorga y se arrepiente;

luchar contra un poder justo y terrible; temer más la desgracia que la muerte; morir, en fin, de angustia y de tormento,

víctima de un amor irresistible: ésta es mi situación, ésta es mi suerte. ¿Y tú quieres, crüel, que esté contento?

Gaspar Melchor de Jovellanos

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Escuela de Arte de Toledo SIGLO XVIII

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Antología poética

EL LEÓN Y EL RATÓN

Estaba un ratoncillo aprisionado

en las garras de un león; el desdichado

en la tal ratonera no fue preso

por ladrón de tocino ni de queso,

sino porque con otros molestaba

al león, que en su retiro descansaba.

Pide perdón, llorando su insolencia;

al oír implorar la real clemencia,

responde el rey en majestuoso tono

—no dijera más Tito—: «Te perdono».

Poco después cazando el león tropieza

en una red oculta en la maleza:

quiere salir, mas queda prisionero;

atronando la selva ruge fiero.

El libre ratoncillo, que lo siente,

corriendo llega: roe diligente

los nudos de la red de tal manera,

que al fin rompió los grillos de la fiera.

Conviene al poderoso

para los infelices ser piadoso;

tal vez se puede ver necesitado

del auxilio de aquel más desdichado.

Félix María de Samaniego

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Antología poética

SIGLO XIX

ROMANTICISMO

CANCIÓN DEL PIRATA

Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar, sino vuela un velero bergantín. Bajel pirata que llaman, por su bravura, El Temido, en todo mar conocido del uno al otro confín.

La luna en el mar riela en la lona gime el viento, y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y va el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Istambul:

Navega, velero mío sin temor, que ni enemigo navío ni tormenta, ni bonanza tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor.

Veinte presas hemos hecho

a despecho del inglés y han rendido sus pendones cien naciones a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

Allá; muevan feroz guerra ciegos reyes por un palmo más de tierra; que yo aquí; tengo por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa, sea cualquiera, ni bandera de esplendor, que no sienta mi derecho y dé pechos mi valor.

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Antología poética

Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

A la voz de "¡barco viene!" es de ver cómo vira y se previene a todo trapo a escapar; que yo soy el rey del mar, y mi furia es de temer.

En las presas yo divido lo cogido por igual; sólo quiero por riqueza la belleza sin rival.

Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte! Yo me río no me abandone la suerte, y al mismo que me condena, colgaré de alguna antena, quizá; en su propio navío Y si caigo,

¿qué es la vida? Por perdida ya la di, cuando el yugo del esclavo, como un bravo, sacudí.

Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

Son mi música mejor aquilones, el estrépito y temblor de los cables sacudidos, del negro mar los bramidos y el rugir de mis cañones.

Y del trueno al son violento, y del viento al rebramar, yo me duermo sosegado, arrullado por el mar.

Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

José de Espronceda

¿Te ha gustado? Lee El mendigo

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Antología poética

SOÑABA (Heine)

Soñaba yo: mis párpados henchidos de lágrimas sentía; soñé que estabas en la tumba, muerta, y muerta te veía... Era un sueño no más , pero despierto lloraba todavía.

Estaba yo soñando, y por la cara, el llanto me corría; soñé que te arrancaba de mi lado alguno, vida mía... Era un sueño no más, pero despierto lloraba todavía.

Soñaba yo... Me ahogaban los sollozos, el llanto me bebía... Estaba yo soñando que me amabas, ¡soñando que eras mía! ¡Era un sueño no más, no más que un sueño, y lloro, más que nunca, todavía!

Manuel María Flores

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Antología poética

RIMA III

Sacudimiento extraño que agita las ideas, como huracán que empuja las olas en tropel. Murmullo que en el alma se eleva y va creciendo como volcán que sordo anuncia que va a arder.

Deformes siluetas de seres imposibles; paisajes que aparecen como al través de un tul.

Colores que fundiéndose remedan en el aire los átomos del iris que nadan en la luz.

Ideas sin palabras, palabras sin sentido; cadencias que no tienen ni ritmo ni compás Memorias y deseos de cosas que no existen; accesos de alegría, impulsos de llorar. Actividad nerviosa que no halla en qué emplearse; sin riendas que le guíen, caballo volador. Locura que el espíritu exalta y desfallece, embriaguez divina del genio creador... Tal es la inspiración. Gigante voz que el caos ordena en el cerebro y entre las sombras hace

la luz aparecer. Brillante rienda de oro que poderosa enfrena de la exaltada mente el volador corcel. Hilo de luz que en haces los pensamientos ata; sol que las nubes rompe y toca en el zenít. Inteligente mano que en un collar de perlas consigue las indóciles palabras reunir. Armonioso ritmo que con cadencia y número las fugitivas notas encierra en el compás.

Cincel que el bloque muerde la estatua modelando, y la belleza plástica añade a la ideal. Atmósfera en que giran con orden las ideas, cual átomos que agrupa recóndita atracción.

Raudal en cuyas ondas su sed la fiebre apaga, oasis que al espíritu devuelve su vigor... Tal es nuestra razón. Con ambas siempre en lucha y de ambas vencedor, tan sólo al genio es dado a un yugo atar las dos.

Gustavo Adolfo Bécquer

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Antología poética

RIMA VII

Del salón en el ángulo oscuro, de su dueña tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas como el pájaro duerme en las ramas, esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas!

—¡Ay! —pensé—; ¡cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, y una voz, como Lázaro, espera que le diga: «¡Levántate y anda!».

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Antología poética

RIMA IV

No digáis que, agotado su tesoro,

de asuntos falta, enmudeció la lira;

podrá no haber poetas; pero siempre

habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso

palpiten encendidas,

mientras el sol las desgarradas nubes

de fuego y oro vista,

mientras el aire en su regazo lleve

perfumes y armonías,

mientras haya en el mundo primavera,

¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance

las fuentes de la vida,

y en el mar o en el cielo haya un abismo

que al cálculo resista,

mientras la humanidad siempre avanzando

no sepa a dó camina,

mientras haya un misterio para el hombre,

¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,

sin que los labios rían;

mientras se llore, sin que el llanto acuda

a nublar la pupila;

mientras el corazón y la cabeza

batallando prosigan,

mientras haya esperanzas y recuerdos,

¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran, mientras responda el labio suspirando al labio que suspira, mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas, mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía!

Gustavo Adolfo Bécquer

RIMA XX

Sabe, si alguna vez tus labios rojos quema invisible atmósfera abrasada, que el alma que hablar puede con los ojos, también puede besar

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Antología poética

Gustavo Adolfo Bécquer

RIMA XVIII

Fatigada del baile, encendido el color, breve el aliento, apoyada en mi brazo, del salón se detuvo en un extremo.

Entre la leve gasa que levantaba el palpitante seno, una flor se mecía en compasado y dulce movimiento.

Como cuna de nácar que empuja al mar y que acaricia el céfiro tal vez allí dormía al soplo de sus labios entreabiertos.

¡Oh! ¡Quién así, pensaba, dejar pudiera deslizarse el tiempo! ¡Oh, si las flores duermen, qué dulcísimo sueño!

Gustavo Adolfo Bécquer

RIMA XXI

¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas en mi pupila tu pupila azul, ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... eres tú.

RIMA XXIII

Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso... ¡Yo no sé qué te diera por un beso!

RIMA

Dices que tienes corazón, y sólo lo dices porque sientes sus latidos. Eso no es corazón...; es una máquina, que, al compás que se mueve, hace ruido.

Gustavo Adolfo Bécquer

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Antología poética

Rimas LXVI

¿De dónde vengo...? El más horrible y áspero

de los senderos busca:

Las huellas de unos pies ensangrentados

sobre la roca dura,

los despojos de un alma hecha jirones

en las zarzas agudas,

te dirán el camino

que conduce a mi cuna.

¿A donde voy? El más sombrío y triste

de los páramos cruza,

valle de eternas nieves y de eternas

melancólicas brumas.

En donde esté una piedra solitaria

sin inscripción alguna,

donde habite el olvido,

allí estará mi tumba.

Gustavo Adolfo Bécquer

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Antología poética

Rimas LII

Olas gigantes que os rompéis bramando

en las playas desiertas y remotas,

envuelto entre la sábana de espumas,

¡llevadme con vosotras!

Ráfagas de huracán que arrebatáis

del alto bosque las marchitas hojas,

arrastrado en el ciego torbellino,

¡llevadme con vosotras!

Nubes de tempestad que rompe el rayo

y en fuego encienden las sangrientas orlas,

arrebatado entre la niebla oscura,

¡llevadme con vosotras!

Llevadme por piedad a donde el vértigo

con la razón me arranque la memoria.

¡Por piedad!, ¡tengo miedo de quedarme

con mi dolor a solas!

Gustavo Adolfo Bécquer

Aquí tienes todas las Rimas http://usuaris.tinet.cat/mpl/becquer/becquer.htm

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Escuela de Arte de Toledo SIGLO XX

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Antología poética

SIGLO XX

I MODERNISMO Y 98

VENUS

En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.

En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín.

En el obscuro cielo Venus bella temblando lucía,

como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.

A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,

que esperaba a su amante bajo el techo de su camarín,

o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría,

triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín.

«¡Oh, reina rubia! —díjele—, mi alma quiere dejar su crisálida

y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar;

y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,

y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar».

El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.

Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.

Rubén Darío

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Antología poética

A MARGARITA DEBAYLE

Margarita está linda la mar, y el viento, lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma una alondra cantar; tu acento: Margarita, te voy a contar un cuento: Esto era un rey que tenía un palacio de diamantes, una tienda hecha de día y un rebaño de elefantes, un kiosko de malaquita, un gran manto de tisú, y una gentil princesita, tan bonita, Margarita, tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa

vio una estrella aparecer;

la princesa era traviesa

y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla

decorar un prendedor,

con un verso y una perla

y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas

se parecen mucho a ti:

cortan lirios, cortan rosas,

cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,

bajo el cielo y sobre el mar,

a cortar la blanca estrella

que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,

por la luna y más allá;

más lo malo es que ella iba

sin permiso de papá.

Cuando estuvo ya de vuelta

de los parques del Señor,

se miraba toda envuelta

en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: —«¿Qué te has hecho?

te he buscado y no te hallé;

y ¿qué tienes en el pecho

que encendido se te ve?».

La princesa no mentía.

Y así, dijo la verdad:

—«Fui a cortar la estrella mía

a la azul inmensidad».

Y el rey clama: —«¿No te he dicho

que el azul no hay que cortar?.

¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...

El Señor se va a enojar».

Y ella dice: —«No hubo intento;

yo me fui no sé por qué.

Por las olas por el viento

fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado:

—«Un castigo has de tener:

vuelve al cielo y lo robado

vas ahora a devolver».

La princesa se entristece

por su dulce flor de luz,

cuando entonces aparece

sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: —«En mis campiñas

esa rosa le ofrecí;

son mis flores de las niñas

que al soñar piensan en mí».

Viste el rey pompas brillantes,

y luego hace desfilar

cuatrocientos elefantes

a la orilla de la mar.

La princesita está bella,

pues ya tiene el prendedor

en que lucen, con la estrella,

verso, perla, pluma y flor.

Rubén Darío

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Antología poética

LO FATAL

A René Pérez

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,

y más la piedra dura porque esa ya no siente,

pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,

ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,

y el temor de haber sido y un futuro terror...

Y el espanto seguro de estar mañana muerto,

y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,

y la carne que tienta con sus frescos racimos,

y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,

ni de dónde venimos!...

Rubén Darío

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Antología poética

Antonio Machado

SOLEDADES

Es una tarde cenicienta y mustia,

destartalada, como el alma mía;

y es esta vieja angustia

que habita mi usual hipocondría.

La causa de esta angustia no consigo

ni vagamente comprender siquiera;

pero recuerdo y, recordando, digo:

—Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.

*

Y no es verdad, dolor, yo te conozco,

tú eres nostalgia de la vida buena

y soledad de corazón sombrío,

de barco sin naufragio y sin estrella.

Como perro olvidado que no tiene

huella ni olfato y yerra

por los caminos, sin camino, como

el niño que en la noche de una fiesta

se pierde entre el gentío

y el aire polvoriento y las candelas

chispeantes, atónito, y asombra

su corazón de música y de pena,

así voy yo, borracho melancólico,

guitarrista lunático, poeta,

y pobre hombre en sueños,

siempre buscando a Dios entre la niebla.

Antonio Machado

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Antología poética

RECUERDO INFANTIL

Una tarde parda y fría

de invierno. Los colegiales

estudian. Monotonía

de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel

se representa a Caín

fugitivo, y muerto Abel,

junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y hueco

truena el maestro, un anciano

mal vestido, enjuto y seco,

que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil

va cantando la lección:

«mil veces ciento, cien mil;

mil veces mil, un millón».

Una tarde parda y fría

de invierno. Los colegiales

estudian. Monotonía

de la lluvia en los cristales.

Antonio Machado

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Antología poética

CAMPOS DE CASTILLA

A JOSÉ MARÍA PALACIO

Palacio, buen amigo,

¿está la primavera

vistiendo ya las ramas de los chopos

del río y los caminos? En la estepa

del alto Duero, Primavera tarda,

¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...

¿Tienen los viejos olmos

algunas hojas nuevas?

Aún las acacias estarán desnudas

y nevados los montes de las sierras.

¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,

allá, en el cielo de Aragón, tan bella!

¿Hay zarzas florecidas

entré las grises peñas,

y blancas margaritas

entre la fina hierba?

Por esos campanarios

ya habrán ido llegando las cigüeñas.

Habrá trigales verdes,

y mulas pardas en las sementeras,

y labriegos que siembran los tardíos

con las lluvias de abril. Ya las abejas

libarán del tomillo y el romero.

¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?

Furtivos cazadores, los reclamos

de la perdiz bajo las capas luengas,

no faltarán. Palacio, buen amigo,

¿tienen ya ruiseñores las riberas?

Con los primeros lirios

y las primeras rosas de las huertas,

en una tarde azul, sube al Espino,

al alto Espino donde está su tierra...

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Antología poética

CXXI

Allá, en las tierras altas, por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria, entre plomizos cerros y manchas de raídos encinares, mi corazón está vagando, en sueños... ¿No ves, Leonor, los álamos del río con sus ramajes yertos? Mira el Moncayo azul y blanco; dame tu mano y paseemos. Por estos campos de la tierra mía, bordados de olivares polvorientos, voy caminando solo, triste, cansado, pensativo y viejo.

***

Proverbios y cantares - 29

Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar.

Antonio Machado

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Antología poética

II NOVECENTISMO. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Poemas agrestes (1910-1911)

EL VIAJE DEFINITIVO

…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;

y se quedará mi huerto, con su verde árbol, y con su pozo blanco.

Todas la tardes, el cielo será azul y plácido; y tocarán, como esta tarde están tocando,

las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron; y el pueblo se hará nuevo cada año;

y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, mi espíritu errará, nostálgico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol

verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido…

Y se quedarán los pájaros cantando.

Juan Ramón Jiménez

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Antología poética

ETERNIDADES

No dejes ir un día sin cojerle un secreto, grande o breve. Sea tu vida alerta descubrimiento cotidiano. Por cada miga de pan duro que te dé Dios, tú dale el diamante más fresco de tu alma.

Juan Ramón Jiménez

***

¡Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas! ... Que mi palabra sea la cosa misma creada por mi alma nuevamente. Que por mí vayan todos los que no las conocen, a las cosas; que por mí vayan todos los que ya las olvidan, a las cosas... ¡Intelijencia, dame el nombre exacto, y tuyo y suyo, y mío, de las cosas! "

Juan Ramón Jiménez

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Antología poética

MAR DESPIERTO

¡Oh, cuan despierto, tú, mar rico,

siempre que yo, voluble y trasnochado,

salgo a mirarte; siempre

que yo, los ojos ojerosos,

salgo, a mirarte, cada aurora!

Tu corazón sin cárcel,

de todo tu tamaño,

no ha menester reposo;

ni porque desordenes

tu hondo y alto latir sin cuento,

te amedrenta la muerte

por ningún horizonte.¡

¡Cuál juegas con tu fuerza,

de todos los colores

de las horas!, ¡qué alegre y loco,

levantas y recojes, hecho belleza innúmera,

tu ardiente y frío dinamismo,

tu hierro hecho movimiento,

de pie siempre en ti mismo, árbol de olas,

y sosteniendo en tu agua todo el cielo!

¡Mar fuerte, oh mar sin sueño,

contemplador eterno, y sin cansancio

y sin fin, del espectáculo alto y solo

del sol y las estrellas, mar eterno!

Juan Ramón Jiménez

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Antología poética

III LAS VANGUARDIAS

Espergesia

Yo nací un día que Dios estuvo enfermo. Todos saben que vivo, que soy malo; y no saben del diciembre de ese enero. Pues yo nací un día que Dios estuvo enfermo. Hay un vacío en mi aire metafísico que nadie ha de palpar: el claustro de un silencio que habló a flor de fuego. Yo nací un día que Dios estuvo enfermo. Hermano, escucha, escucha... Bueno. Y que no me vaya sin llevar diciembres, sin dejar eneros.

Pues yo nací un día que Dios estuvo enfermo. Todos saben que vivo, que mastico... y no saben por qué en mi verso chirrían, oscuro sinsabor de féretro, luyidos vientos desenroscados de la Esfinge preguntona del Desierto. Todos saben... Y no saben que la Luz es tísica, y la Sombra gorda... Y no saben que el misterio sintetiza... que él es la joroba musical y triste que a distancia denuncia el paso meridiano de las lindes a las Lindes. Yo nací un día que Dios estuvo enfermo, grave.

César Vallejo

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Antología poética

ROMANCERO GITANO

Romance de la Pena Negra

Las piquetas de los gallos

cavan buscando la aurora,

cuando por el monte oscuro

baja Soledad Montoya.

Cobre amarillo, su carne,

huele a caballo y a sombra.

Yunques ahumados sus pechos,

gimen canciones redondas.

Soledad, ¿por quién preguntas

sin compaña y a estas horas?

Pregunte por quien pregunte,

dime: ¿a ti qué se te importa?

Vengo a buscar lo que busco,

mi alegría y mi persona.

Soledad de mis pesares,

caballo que se desboca,

al fin encuentra la mar

y se lo tragan las olas.

No me recuerdes el mar,

que la pena negra, brota

en las sierras de aceituna

bajo el rumor de las hojas.

¡Soledad, qué pena tienes!

¡Qué pena tan lastimosa!

Lloras zumo de limón

agrio de espera y de boca.

¡Qué pena tan grande! Corro

mi casa como una loca,

mis dos trenzas por el suelo,

de la cocina a la alcoba.

¡Qué pena! Me estoy poniendo

de azabache, cama y ropa.

¡Ay mis camisas de hilo!

¡Ay mis muslos de amapola!

Soledad: lava tu cuerpo

con agua de las alondras,

y deja tu corazón

en paz, Soledad Montoya.

Por abajo canta el río:

volante de cielo y hojas.

Con flores de calabaza,

la nueva luz se corona.

¡Oh pena de los gitanos!

Pena limpia y siempre sola.

¡Oh pena de cauce oculto

y madrugada remota!

Federico García Lorca

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Antología poética

CÓRDOBA

Córdoba. Lejana y sola.

Jaca negra, luna grande, y aceitunas en mi alforja. Aunque sepa los caminos

yo nunca llegaré a Córdoba.

Por el llano, por el viento, jaca negra, luna roja.

La muerte me está mirando desde las torres de Córdoba.

¡Ay qué camino tan largo!

¡Ay mi jaca valerosa! ¡Ay que la muerte me espera,

antes de llegar a Córdoba!

Córdoba. Lejana y sola.

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Antología poética

POETA EN NUEVA YORK

LA AURORA

La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno y un huracán de negras palomas que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime por las inmensas escaleras buscando entre las aristas nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca porque allí no hay mañana ni esperanza posible. A veces las monedas en enjambres furiosos taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos que no habrá paraíso ni amores deshojados; saben que van al cieno de números y leyes, a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos en impúdico reto de ciencia sin raíces. Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes como recién salidas de un naufragio de sangre.

Federico García Lorca

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Antología poética

SONETOS DEL AMOR OSCURO

EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA

Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita

y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte ni conoce la sombra ni la evita. Corazón interior no necesita

la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura

en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena

noche del alma para siempre oscura.

Federico García Lorca

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Antología poética

DONDE HABITE EL OLVIDO

Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible, No esconda como acero En mi pecho su ala, Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya, Sometiendo a otra vida su vida, Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres, Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, Disuelto en niebla, ausencia, Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos; Donde habite el olvido.

Luis Cernuda

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Antología poética

LOS PLACERES PROHIBIDOS

Si el hombre pudiera decir lo que ama, si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo como una nube en la luz; si como muros que se derrumban, para saludar la verdad erguida en medio, pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor, la verdad de sí mismo, que no se llama gloria, fortuna o ambición, sino amor o deseo, yo sería aquel que imaginaba; aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos proclama ante los hombres la verdad ignorada, la verdad de su amor verdadero. Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu como leños perdidos que el mar anega o levanta libremente, con la libertad del amor, la única libertad que me exalta, la única libertad por que muero. Tú justificas mi existencia: si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Luis Cernuda

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Antología poética

Para vivir no quiero...

Para vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más alta:

vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes, las señas, los retratos; yo no te quiero así, disfrazada de otra,

hija siempre de algo. Te quiero pura, libre,

irreductible: tú. Sé que cuando te llame entre todas las gentes

del mundo, sólo tú serás tú.

Y cuando me preguntes quién es el que te llama,

el que te quiere suya, enterraré los nombres, los rótulos, la historia. Iré rompiendo todo

lo que encima me echaron desde antes de nacer.

Y vuelto ya al anónimo eterno del desnudo,

de la piedra, del mundo, te diré:

«Yo te quiero, soy yo».

Pedro Salinas

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Antología poética

35 Bujías

Sí, cuando quiera yo

la soltaré. Está presa

aquí arriba, invisible.

Yo la veo en su claro

castillo de cristal, y la vigilan

-cien mil lanzas- los rayos

-cien mil rayos- del sol. Pero de noche,

cerradas las ventanas

para que no la vean

-guiñadoras espías- las estrellas,

la soltaré (Apretar un botón.).

Caerá toda de arriba

a besarme, a envolverme

de bendición, de claro, de amor, pura.

En el cuarto ella y yo no más, amantes

eternos, ella mi iluminadora

musa dócil en contra

de secretos en masa de la noche -afuera-

descifraremos formas leves, signos,

perseguidos en mares de blancura

por mí, por ella, artificial princesa, amada eléctrica.

Pedro Salinas, Seguro Azar

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Antología poética

POEMA 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,

Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,

y éstos sean los últimos versos que yo le escribo. Pablo Neruda

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Antología poética

ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano. . Alimentando lluvias, caracoles Y órganos mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas . daré tu corazón por alimento. Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento. . Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado. . No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida. . Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos. . .Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo. . No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada. .

En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes sedienta de catástrofe y hambrienta . Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes. . Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte . Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de mis flores pajareará tu alma colmenera . de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores. . Alegrarás la sombra de mis cejas, y tu sangre se irá a cada lado disputando tu novia y las abejas. . Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado. . A las aladas almas de las rosas... de almendro de nata te requiero,: que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.

Miguel Hernández

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Antología poética

PARA LA LIBERTAD

Para la libertad sangro, lucho y pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos. Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho. Dan espumas mis venas y entro en los hospitales y entro en los algodones como en las azucenas. Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada. Retoñarán aladas de savia sin otoño, reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño y aún tengo la vida.

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Antología poética

SONETO

Fuera menos penado, si no fuera nardo tu tez para mi vista, nardo, cardo tu piel para mi tacto, cardo, tuera tu voz para mi oído, tuera.

Tuera es tu voz para mi oído, tuera, y ardo en tu voz y en tu alrededor ardo, y tardo a arder lo que a ofrecerte tardo

miera, mi voz para la tuya, miera.

Zarza es tu mano si la tiento, zarza, ola tu cuerpo si lo alcanzo, ola,

cerca una vez, pero un millar no cerca.

Garza es mi pena, esbelta y triste garza, sola como un suspiro y un ay, sola,

terca en su error y en su desgracia terca.

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Antología poética

IMPOSIBLE

Quiero morir riendo ojos, no quiero morirme serio; y que me den tierra pronto... pero no de cementerio. No quiero morir -dormir- no quiero dormir muriendo en un estéril jardín... ¡Yo quiero morir viviendo! Quiero dormir...¿Dónde?...Sea donde lo quiera el Destino: en un surco de barbecho, a la vera de un camino... En una selva ignorada, o a la orilla de un riachuelo de estos tan claros, que están venga a robar cielo al cielo. Que cuando mi carne sea nada en polvo, broten flores de ella, donde caiga escarcha y escarcha de ruiseñores.

Que resbale por mi cuerpo la corriente cristalina

y ladronzuela, sacándole alguna nota argentina.

Que escuche mi oído armónico,

en cuanto el día se vuelva ascua, la armonía virgen

del virgen Pan de la selva.

Que nazcan espigas fáciles con luminosas aristas

de mi pecho, que ama el arte, para recreo de artistas...

No quiero morir -dormir-, no quiero dormir muriendo

en sagrada tierra estéril... ¡Yo quiero morir viviendo!

Miguel Hernández

Una magnífica página sobre M. Hernández:

www.mhernandez.narod.ru

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Antología poética

. ANGEL FIERAMENTE HUMANO

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,

al borde del abismo, estoy clamando

a Dios. Y su silencio, retumbando,

ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte

despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo

oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando

solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.

Abro los ojos: me los sajas vivos.

Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.

Ser —y no ser— eternos, fugitivos.

¡Ángel con grandes alas de cadenas!

Blas de Otero

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Antología poética

PIDO LA PAZ Y LA PALABRA

Creo en el hombre. he visto

espaldas astilladas a trallazos,

almas cegadas avanzando a brincos

(españas a caballo del dolor del habre). Y he creído.

Creo en la paz. He visto

altas estrellas, llameantes ámbitos

amanecientes, incendiando ríos

hondos, caudal humano

hacia otra luz: he visto y he creído.

Creo en ti, patria. Digo

lo que he visto: relámpagos

de rabia, amor en frío, y un cuchillo

chillando, haciéndose pedazos

de pan: aunque sólo sombra, he visto

y he creído.

Blas de Otero

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Antología poética

LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,

mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,

fieramente existiendo, ciegamente afirmado,

como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente

los vertiginosos ojos claros de la muerte,

se dicen las verdades:

las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas

que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,

piden ser, piden ritmo,

piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,

con el rayo del prodigio,

como mágica evidencia, lo real se nos convierte

en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria

como el pan de cada día,

como el aire que exigimos trece veces por minuto,

para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan

decir que somos quien somos,

nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.

Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo

cultural por los neutrales

que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.

Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren

y canto respirando.

Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas

personales, me ensancho.

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Antología poética

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,

y calculo por eso con técnica qué puedo.

Me siento un ingeniero del verso y un obrero

que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta

a la vez que latido de lo unánime y ciego.

Tal es, arma cargada de futuro expansivo

con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.

No es un bello producto. No es un fruto perfecto.

Es algo como el aire que todos respiramos

y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo

como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.

Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.

Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

BIOGRAFÍA

No cojas la cuchara con la mano izquierda. No pongas los codos en la mesa. Dobla bien la servilleta. Eso, para empezar.

Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece. ¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes? Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero. Eso, para seguir.

¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos? La cultura es un adorno y el negocio es el negocio. Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas. Eso, para vivir.

No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto. No bebas. No fumes. No tosas. No respires. ¡Ay, sí, no respirar! Dar el no a todos los nos. Y descansar: morir.

Gabriel Celaya

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Antología poética

JAIME GIL DE BIEDMA

Infancia y confesiones

Cuando yo era más joven

(bueno, en realidad, será mejor decir

muy joven)

algunos años antes

de conoceros y

recién llegado a la ciudad

a menudo pensaba en la vida

Mi familia

era bastante rica y yo estudiante

Mi infancia eran recuerdos de una casa

con escuela y despensa y llave en el ropero,

de cuando las familias

acomodadas,

como su nombre indica,

veraneaban infinitamente

en Villa Estefanía o en La Torre

del Mirador

y más allá continuaba el mundo

con senderos de grava y cenadores

rústicos, decorado de hortensias pomposas,

todo ligeramente egoísta y caduco.

Yo nací (perdonadme)

en la edad de la pérgola y el tenis.

La vida, sin embargo, tenía extraños límites

y lo que es más extraño: una cierta tendencia

retráctil.

Se contaban historias penosas,

Inexplicables sucedidos

donde no se sabía, caras tristes,

sótanos fríos como templos.

Algo sordo

perduraba a lo lejos

y era posible, lo decían en casa,

quedarse ciego de un escalofrío.

De mi pequeño reino afortunado

me quedó esta costumbre de calor

y una imposible propensión al mito.

Jaime Gil de Biedama

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Antología poética

Poemas póstumos

“No volveré a ser joven”

Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde como todos los jóvenes yo vine a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería y marcharme entre aplausos, envejecer, morir, eran tan solo las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma: envejecer, morir es el único argumento de la obra.

Jaime Gil de Biedma

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Antología poética