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Que fuera mi tierra Anuario 2015 Intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía Juan Miguel Baquero

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Que fuera mi tierra Anuario 2015Intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía

Juan Miguel Baquero

Que fuera mi tierra Anuario 2015Intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía

Juan Miguel Baquero

La historia de mi tierra fue actuadapor enemigos enconados de la vida.

El daño no es de ayer, ni tampoco de ahora,sino de siempre. Por eso es de hoy.(Es lástima que fuera mi tierra)

Luis Cernuda

Edita: Extra! Comunicación

Colabora: Dirección General de Memoria Democrática, Consejería de Cultura. Junta de Andalucía.

© Extra! Comunicación, 2016© De los textos: Juan Miguel Baquero© Del prólogo: Reyes Mate© De la presentación: Rosa Aguilar© De las fotografías: Juan Miguel Baquero© De la fotografía de J.M. Baquero: Ana Ordaz© Fotografías de Obejo, La Pañoleta (Camas), La Campana, Puebla de Guzmán y El Castillo de las Guardas: equipos arqueológicos

© De la fotografía de la página 30: José Manuel Vázquez Lazo© De las fotografías de las páginas 88 y 90: Francisco Javier Pérez Guirao

Diseño y edición gráfica: Jacinto Gutiérrez

Primera edición: Sevilla, 18 de julio de 2016

Depósito legal: SE 900-2016

Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcialde esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra formade cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titularesde los derechos de la misma.

pág.

9 Prólogo

11 Presentación

13 Introducción

15 Paterna de Rivera

27 Zalamea la Real

35 Obejo

43 El Madroño

55 Camas

59 La Campana

63 Arahal

67 Adamuz

73 Puebla de Guzmán

77 El Castillo de las Guardas

81 Cádiz

85 Puerto Real

Sumario

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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Quedamos como el nido al que le dan con unaescoba», dice Luis Vega, 87 años, mientras re-cuerda cómo asesinaron a su madre y a su pa-dre cuando él era un niño. Aquel terror de los

sublevados, tan gratuito como concienzudo, tenía una pre-tensión de largo alcance: desestructurar las familias repu-blicanas, infundir miedo y borrar huellas. Si hoy, ochentaaños después, presentamos estos relatos como novedadeses porque aquella estrategia funcionó. Consiguieron anes-tesiar a las generaciones siguientes hasta el punto de quehoy el recuerdo de este sufrimiento inútil e injusto resultapara muchos provocativo. Los verdugos de antaño no sólofueron eficaces matando indiscriminadamente sino tambiéninvisibilizando el crimen, esto es, haciéndole insignificante.Herederos políticos de aquellos matones se han permitidoel lujo de ningunear la Ley 52/2007, llamada de la Me-moria Histórica, de tal forma que tomar en serio su letray su espíritu, como quiere este Anuario 2015, resulte una

excepción. Todos callaron… pero no las víctimas. Aquellosniños de antaño que asistieron desolados al asesinato delos suyos y que crecieron en una orfandad lacerante, por-que había que escarmentarles, son hoy los testigos pacientesque pueden cancelar el largo duelo dando digna sepulturaa cuerpos abandonados «como perros». La sociedad de-bería entender que identificar a los desaparecidos y darlessepultura no es sólo un gesto de justicia para los muertossino de piedad para los vivos. Si la sociedad española olvidótanto es porque algo de su humanidad murió con aquelloscrímenes. Esa pérdida nos ha configurado, de ahí muchosde los vicios que lastran la política y la convivencia. Sólopodemos recuperar la humanidad sacrificada recordandoa sabiendas que la memoria no es sólo acordarse del pasadosino reconocer el sufrimiento sobre el que está construidonuestro presente.

Reyes MateFilósofo

Prólogo «

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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a futura Ley de Memoria Democrática de Anda-lucía supone un importante paso más en la largatrayectoria de atención a las víctimas mantenidapor la Junta de Andalucía en los últimos 15 años,

en los que ha impulsado normas e iniciativas que sitúan anuestra comunidad en la vanguardia del desarrollo de políticasde memoria en España y que han contado con el respaldo yestímulo de los colectivos de víctimas y las familias.

Un proceso en el que el Gobierno andaluz hace suyala petición expresa de la ONU de trasladar las políticasmemorialistas del ámbito privado a la esfera pública aldestacar la importancia de investigar las desapariciones yfacilitar el derecho a la verdad de las víctimas y sus fami-liares. Es lo que hacemos al desarrollar las actuaciones ne-cesarias para la recuperación e identificación de las víctimasdesaparecidas, como así recogen el Decreto 334/2003, de2 de diciembre y la Ley 52/2007, de 26 diciembre.

De esta forma, la Consejería de Cultura da respuestaefectiva a una justa reclamación ciudadana, como es la re-cuperación física de los restos y la dignificación del re-cuerdo de las víctimas, en colaboración estrecha con fa-miliares, entidades memorialistas, equipos técnicos yadministraciones locales y provinciales.

Queda, desde luego, mucho por hacer todavía, peroindudablemente 2015 ha supuesto un claro impulso, comoasí queda reflejado en este volumen, avalado por la exce-lencia profesional de su autor, Juan Miguel Baquero. Susolvencia en el campo del periodismo, unida a una pro-funda sensibilidad, le lleva a plasmar en sus textos el tra-bajo realizado, con un resultado que sólo es posible cuandoun autor pone su corazón y su talento en lo que hace.

La obra, además, se refuerza con la aportación de unafigura capital de la Filosofía imbricada en la Memoria, co-mo el profesor Reyes Mate, con el que compartimos queel trabajo que en este Anuario se refleja es un acto de jus-ticia y de reparación. La sociedad andaluza, madura y con-solidada desde el punto de vista político y democrático,es perfectamente capaz de asumir la verdad de lo aconte-cido, y con el esfuerzo de todas y todos avanzamos juntosen la construcción de un relato común para un futuro me-jor de convivencia y tolerancia.

Rosa Aguilar RiveroConsejera de Cultura de la Junta de Andalucía

Presentación L

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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omo escribiera el poeta Luis Cernuda, es lás-tima que fuera mi tierra. Y así navegamos alrealizar el Anuario 2015 de intervenciones enfosas comunes del franquismo en Andalucía,

como una suerte de exiliados. Tocamos apenas la tierra,la envoltura que durante décadas cubrió historias incon-clusas, para recuperar vidas quebradas por la barbarie.Con un deseo: crear memoria contra el olvido. Aportar,acaso, un grano de arena a la verdad, justicia y reparación.Empatía es la capacidad de identificarse con alguien y com-partir sus sentimientos. Y es imposible pasar de largo anteojos que estallan en lágrimas. O caer en falsas equidistan-cias, no apartar a víctima de verdugo.

La represión golpista ejerció la dominación aplicandoel terror, desde la sucesión de actos criminales ejecutadoscon fines políticos. Terrorismo, según el diccionario español.El testimonio está en miles de crímenes de lesa humanidadque yacen en sepulturas ilegales y estallan España en uninterminable e ignominioso mapa de fosas comunes.

Quienes fueran muertos a balazos nunca se fueron.Tocar la memoria significa entender que el afecto familiarsigue intacto a pesar de los años transcurridos. Que nobasta el desprecio de un país que ignora el mandato de losderechos humanos más elementales para acabar con el re-cuerdo de los desaparecidos forzados. Andalucía, comoejemplo, hace camino al andar.

Gracias a los colectivos memorialistas, a los equipostécnicos, arqueólogos y antropólogos, y a las institucionespúblicas que participan en tan inexcusable labor. Entre to-dos facilitaron la elaboración de un trabajo que a travésde textos y fotografías viene a ser un recuento de relatostruncados. Un libro de historias. Y nuestra gratitud eternapara las víctimas del franquismo. Sembraron libertad ydemocracia. Ellos son memoria viva. Salud.

Juan Miguel BaqueroPeriodista

Introducción C

Otra vez tú, poniendo floressobre la tumba improvisada.

Rafael Alberti

Paterna de Rivera (Cádiz)

Como el nido al que dan con una escoba

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Fichan n n

Localización Cementerio de Paterna de Rivera

Númerode víctimas 10Fecha de los asesinatos Desde el 23

de julio de 1936

Equipo técnicoJesús Román, Juan Manuel Guijo y Bárbara Carrasco

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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Paterna, «como la mayoría delos pueblos de Cádiz», cae presa de losrebeldes «durante los primeros días del

golpe de Estado»

rescata a víctimas del alzamiento militar contra el or-den republicano. Diez, de cerca de 40 ejecutados, es-parcidos en enterramientos ilegales.

Paterna, «como la mayoría de los pueblos de Cá-diz», cae presa de los rebeldes «durante los primerosdías del golpe de Estado», relata el historiador JoséLuis Gutiérrez Molina. Apenas «una pequeña columnade guardias civiles y carabineros» llega de Medina Si-donia a rendir una pieza más. La corporación municipalresiste, en cambio, «y el pueblo ocupa la calle». De-fienden la legalidad republicana pero nunca hubo gue-rra o conflicto armado «entre dos contendientes quepudieran denominarse ejército o grupos militares».Tampoco represión previa contra elementos derechis-tas locales. La situación de «equilibrio indefinido» que-dó rota en pedazos desde la aciaga noche del 23 dejulio del 36.

Mis niños, mis niños». Como un desgarro,el grito de Catalina Sevillano cae escalerasabajo. Un grupo de falangistas saca al arras-tre a la mujer, que enfila un desenlace in-

equívoco: la muerte a balazos a manos de golpistas.Dos de sus hijos asisten a la terrorífica escena por losrestos tatuada en la memoria de Francisco, de 23 me-ses de edad, y de Luis, con siete años. Casi ocho dé-cadas pasan hasta que la tierra rompe en Paterna deRivera (Cádiz) en busca de sus restos. O los del padre,Francisco Vega, asesinado días después.

Una mujer, otra mujer. La represión franquista seceba contra quienes osaron cuestionar el orden es-tablecido. Crímenes, aún impunes, arropados por eloscuro manto tejido en la dictadura. La justicia, la ver-dad al menos, florece en un rincón de la comarca ga-ditana de La Janda al sol del trabajo arqueológico que

Paterna de Rivera (Cádiz)

Como el nido al quedan con una escoba

«

«

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El pueblo intenta rendir el cuartel de la GuardiaCivil y detener a las nuevas autoridades, que respon-den con un refuerzo que incluye a grupos de falan-gistas. «Esa noche fueron más de una decena de per-sonas las que murieron bien tiroteadas en sus casaso bien detenidas y asesinadas en diversos puntos dela población», refiere sobre la fecha Gutiérrez Molina.

Cayeron «importantes activistas obreros» en elarranque de la matanza, caso de Miguel Barroso y el«histórico anarquista» Martín Menacho. Agosto del 36llega como un puro suceso en el que los muertos caenen retahíla. Como en el resto de la zona ocupada porlos golpistas, como en los pueblos de la bahía y en lacampiña gaditana. Franquistas que aplican la «justiciadel terror», con procesos sumarísimos de urgencia, apartir del año 37 y hasta entrada la década de los 40.

La trágica serie de crímenes de lesa humanidadque azota Paterna tiene un carácter muy definido:cuenta «dos consejos de guerra masivos contra mu-jeres». Unas 15 en un proceso, otras 18 en otro. Todaspasadas, de golpe, por la farsa judicial y la tarea re-presiva en forma de «vejación, rapado de pelo, aceitede ricino y ‘procesión’ por las calles del pueblo». Lamujer como símbolo del castigo a quien quería superarel papel social impuesto.

Faltan desde entonces muchas vidas de Paterna.Juan Orihuela o Antonio El Chopo, María Arias La Cui-na o María Silva Cruz La Libertaria, nieta de Seisdedosque escapó del suceso que arrasó su familia en CasasViejas. «Mi padre veía hacer las fosas de día y porlas noches ya estaban tapadas», narra Juan Luis Vega,hijo de Luis y presidente de la Asociación para la Re-

cuperación de la Memoria Histórica de Paterna deRivera.

Obligaban a gente del pueblo a hacer «los boque-tes», dice. Luis, que aventuraba la suerte corrida porsus padres, deslizaba su cuerpo de niño hasta los al-rededores del cementerio. Cada día, en cada fosaabierta. Ni el miedo impedía la posibilidad de recono-cer a alguien entre los muertos.

Como ahora, ya anciano, que a paso lento caminaa diario hacia aquellas sepulturas de nuevo abiertas.Quizás ni Catalina ni Francisco estén en la fosa. PeroLuis espera que entre aquellos huesos que gritan si-lentes esté su padre. O que una de las mujeres res-catadas del cementerio parroquial paternero sea sumadre. La misma que desde algún lugar siempre siguiógritando «mis niños, mis niños» n

La justicia, la verdad al menos,florece al sol del trabajo

arqueológico que rescata a diez víctimas del alzamiento militar contra el orden republicano»

«La represión franquistase ceba contra quienes osaron

cuestionar el orden establecido, casode un elevado grupo de mujeres o destacados activistas obreros»

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«La gente no pensaba qué límites iban a traspasar los golpistas ala hora de perpetrar la matanza»

«La noche de la ocupación dePaterna, la gente no pensaba qué lími-tes iban a traspasar los golpistas a lahora de perpetrar la matanza», apuntaGutiérrez Molina. Como Catalina yFrancisco, padres de Luis, espejo de to-das las víctimas, aparece también Ma-ría Silva Cruz, la Libertaria. Supervi-viente del asedio e incendio de la chozade Seisdedos en los sucesos de CasasViejas, forma parte del amplio grupode mujeres represaliadas en el pueblo.

María arrancó una nueva vida des-pués de aquella tragedia. «Se asienta enPaterna desde el año 34 y allí vive hastaque llega el golpe de Estado. Se hacecompañera de Miguel Pérez Cordón,otro de los dirigentes paterneros de laCNT y en el 35 tienen a su único hijo,

Cidonio, al que los golpistas cambianluego el nombre por el de Juan». Undetalle vital y significativo de la capa-cidad de control y sumisión que alcan-zaba la represión fascista.

María la Libertaria pudiera ser unade las personas que acaban de ser res-catadas de la fosa común del cemente-rio. Quizás. «Las razones para que ladetuvieran y mataran eran ser mujerde un sindicalista y símbolo del anar-quismo andaluz como superviviente dela matanza de Casas Viejas». Suficientepara recibir la muerte a balazos, segúnla ‘justicia’ de los sublevados. «Era unamujer joven, de 21 ó 22 años. No hayninguna de esas características entrelas otras asesinadas en Paterna, que te-nían más edad», características que pu-dieran servir para la identificación an-tropológica y el análisis de los restosóseos recuperados.

«Todos piensan que van a detenera Miguel Pérez Cordón, pero huye. YMaría permanece libre hasta media-dos de agosto, cuando es detenida yencarcelada en Paterna», explica elhistoriador. De ahí, del presidio local,«fue sacada junto a otra mujer y otrodirigente cenetista, Martín Menacho,y asesinada en un lugar del que tam-bién hay diferentes opiniones, como

existen sobre la zona en que pudieranacabar siendo enterrados».

«Es la encarnación y el símbolodel martirio de España», escribió so-bre María la Libertaria la sindicalistaanarquista, escritora y política Fede-rica Montseny, primera mujer ministraen un gobierno español, durante la IIRepública, y una de las primeras deEuropa en ocupar un cargo ministe-rial. Todo un símbolo en femenino detiempos de cambio y evolución social.Como «carne sangrante de un pueblocrucificado», retrató a María, quiencompartió celda y cautiverio, segúntestimonios, con Catalina Sevillano.

En el cementerio de Paterna hansido localizadas una decena de las per-sonas que fueran asesinadas tras el es-tallido golpista. Ejecuciones ocurridasno solo durante la noche de ocupacióndel pueblo, sino también a través delos fusilamientos sucesivos e indiscri-minados acumulados en los meses si-guientes. Un carrusel de muerte quellegara hasta marzo o abril de 1937,una carnicería justificada con la co-barde aplicación del bando de guerra.Vidas que cayeron por mandato di-recto de las comandancias militaresque deciden así el destino de 40 pa-terneros. A sangre fría n

Ser compañera de un sindicalista»era suficiente razón para matara una mujer, según la ‘justicia’

de los sublevados»

José Luis Gutiérrez Molina

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Me lo preguntaba desde los nueve años, ¿qué podría hacer yo

por mi padre?»

«Ha venido una mujer y me hadicho que su padre se volvió loco y de-cía: hay que ver, tener que hacer unagujero para enterrar a mis paisanos.Era un lamento continuo». Junto a lafosa aún abierta, Juan Luis Vega, ex-plica episodios heredados de la memo-ria oral del pueblo. «Los que matabanaquí le decían: hazlo hondo, Fernando,vaya a ser que te sirva para ti».

La historia familiar quedó trans-mitida de padre a hijo. Como en tantoscasos, en ocasiones a regañadientes,tras 40 años de oscuridad y silencio.Tiempos de dictadura franquista, demiedo y represión. Y buscar los restosde sus abuelos se convirtió para Juan

Luis «en algo parecido a una obsesión».Más bien, matiza al poco, «en una obli-gación moral. Me lo preguntaba desdelos nueve años, ¿Qué podría hacer yopor mi padre?».

En el año 2015 ha cumplido el sue-ño de romper la losa de cemento quecubría una fosa ignorada durante dé-cadas. Vidas segadas cuya memoriapermaneció latente bajo tierra. «Cadavez que pasábamos por esta parte delcementerio», señala, «mi padre me avi-saba. Que no vayas a pisar ahí, quehay gente enterrada. Ojalá que algunosea mi abuelo o mi abuela». Juan Luisjura que seguirán buscando al resto deasesinados en Paterna.

Y reclama, impetuoso, por «lo quelos franquistas hicieron con la fuerzade las armas». Tantas personas queperdieron la vida, sin juicio, defensani condena, en asesinatos arbitrarios.«Se dice muertos por la guerra… ¿porqué? Aquí en el pueblo no hubo resis-tencia ni se hizo daño a nadie antes deque entraran los golpistas». Lo quesucedió, subraya, fue una absoluta «re-presión, la eliminación sistemática deladversario político, sindical, intelec-tual… ejecutada por los opositores ala democracia». Ahora, continúa,«nosotros tomamos el testigo, porquesomos los nietos de los vencidos, perono convencidos» n

Juan Luis Vega Buscar los restos óseos de los desaparecidos forzados, de aquellas vidas segadas cuya memoria quedó latente bajo tierra, es «una obligación moral»

«

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Utilitas catelli praemuniet satisquinquennalis cathedras, quam-quam parsimonia rures miscerebellus zothecas.Umbraculi fermen Utilitas catellipraemuniet satis quinquennaliscathedras, quamquam parsimoniarures miscere bellus zothecas.Umbraculi fermenUtilitas catellipraemuniet satis quinquennaliscathedras, quamquam parsimoniarures miscere bellus zothecas.Umbraculi fermen

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«No quiero morirme antes de que apa-rezcan todos. Una vez que los saquen,ya puedo morirme tranquilo». La vozde Luis Vega (87 años) es firme cuandotraslada su relato vital. Pero a veces sequiebra. Aun así, no ha faltado ni unasola jornada a la intervención arqueo-lógica. Mira y requiere cada día laatención de aquellos huesos que asomande la tierra, restos que parecen estallaren un reclamo de luz, de justicia.

«A mi madre se la llevaron delantemía. La llevaban por los brazos, conlas piernas a rastras por la escalera.La apuntaban con una pistola comosi fuera una fiera. Mi madre lo únicoque gritaba era: mis niños, mis niños,mis niños… Nos quedamos como elnido al que le dan con una escoba».

Luis no olvidará nunca el día quevarios falangistas secuestraron a sumadre, Catalina. Acabó asesinada ysu desaparición provocó el regreso desu padre, Francisco, que andaba huido.Corrió la misma suerte: la ejecución.«Vi a tres tíos entrando a mi casa.Uno se quedó fuera y dos habían en-trado arriba. Mi madre cuando losvio echó mano a mi hermano Francisco,que tenía 23 meses, a ver si de esaforma no se la podían llevar. Claro,forcejeando mi madre con los dos…en el momento que mi prima cogió ami hermano, no se fuera a caer ypasarle algo, le echaron mano y laarrastraron escalera abajo».

Luis suspira, resopla con fuerza.Rompe en lágrimas que riegan la me-moria de aquella casa en el Pozo Me-dina. No entiende aquella tragedia,casi 80 más tarde. «Mi hermano estuvotoda la noche llorando», remata. «Mipadre se enteraría de que habían matadoa mi madre. Seguro. Estaba escapao yse vino con mi tío al Cerro Moreno.Allí había uno que le decían el Colorao,un chivato. Los vio, fue a Paterna ydijo ‘en tal sitio están los hermanosChalero’. Fueron a buscarlos y cuandolos vieron mi padre preguntó cómoestaba la cosa. Ná, ya está to arreglao,seguí p’alante...». Eso le dijeron. Y loque estaba arreglado era su muerte.

«Seguí p’alante«, repite como enuna letanía antes de retomar el relato.«Cuando llegaron a Paterna había tresguardias civiles por detrás de la casade mi abuela y cuatro falangistas porel frente. Los metieron en la cárcel,donde está ahora el Ayuntamiento.Luego los montaron en un camión ylos mataron antes de llegar al arroyoCabaña, en El Chaparral. Antes de las12 entraron en el pueblo. Ahora vengode matá a los Chalero, dijo en la tiendade Calderón el Sargentito»

Un recuerdo vivo en Luis es el delúltimo día que Catalina y Franciscoestuvieron juntos. «En La Amapola sedespidieron mis padres. Allí es dondemi padre le dio el último beso a mimadre… Allí fue». Luis sonríe y es

fácil encontrar en sus ojos el rastro in-concluso de aquel niño, de un relatotruncado por el terror. Ambos, entiende,eran conscientes del destino que les es-peraba en manos golpistas. «Mi primaiba a llevarle algo para que no dur-mieran en el suelo y yo le decía queiba con ella. Miré a mi padre, por lasrejas. Dijo Agustina, vete, no necesita-mos ná. Sabían que los iban a matar».

Asesinos enloquecidos en unaorgía de violencia desatada. Luis,como ejemplo, narra una escena queejemplifica «la idea de exterminio yexpulsión» que arengaba, en esos tér-minos, el fascista gaditano José MaríaPemán. «El hijo de María Silva Cruzestaba jugando en una esquina y ve-nían unos cuantos en un coche. Unoal que le decían el Pistola dijo: ‘pasapor lo alto, pa perdé la semilla’. Elniño tendría tres años». Terció el jefelocal de Falange, ocupante del vehí-culo, que preguntó: «y esa criaturita,¿qué ha hecho?». «Eso se quita de enmedio y ya está, le contestó. Queríanquitar la semilla, toda. Y la semillaque tenemos hoy en España y en Eu-ropa son los hijos de los verdugos».

La represión resultó bestial. «Cuan-do mataron a una mujer, entre cuatro,la metieron en la iglesia y primero lapelaron, con el cura delante, le cortaronun pecho, le dieron un purgante ycuando le entró fatiga el mismo cura ledijo a un empleado que tenía allí: anda,

A mi madre se la llevaron delante de mí, la apuntaban con

una pistola como si fuera una fiera,gritaba: mis niños»

«

Luis Vega Sevillano

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llévala al servicio a ver si echa lo quetiene de comunista. Cuando se la lle-varon pamatarla, los cuatro, borrachos,abusaron de ella. La agarraban de lasmanos y de las piernas. Iban riéndoseen el camión. A un chavea lo hicieronpararse y verla, que casi lo tira el burrocon el olor de la sangre». Casi ochodécadas después, no encuentra expli-cación posible. «Es que parece que dis-frutaban matando», concluye.

La vida, desde aquel aciago veranodel 36, fue extrema para Luis. Un hom-bre fuerte, humilde, «que parece quehe nacío pa sufrir», dice. Quedó mediodesamparado en un pueblo hecho trizas.Encontró cobijo, a salto de mata. Comocuando buscaba trabajo: «Vas a Paternay le dices a tu padre y tu madre que tevas a quedar aquí trabajando». Luistenía 9 años y contestó: «Yo no tengopadre ni madre. Los han matao. Elhombre se emocionó y to».

Luis tenía una razón para visitarcada mañana la exhumación y el trabajode laboratorio. «A ver si puede ser quehaya una chispita de justicia. Yo noquiero venganza, pero lo que hicieron,eso la ley no lo puede proteger, hay quedescubrirlo. Lo principal es que esta ju-ventud que hay no lo olvide. Que estopase de nosotros a los nietos. Que en talaño hicieron esta inquisición en Paternay otros pueblos. Esto no es una historia,es una novela dramática para que se que-dara escrita para el resto de los días» n

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Me olvido de vivir si te recuerdo,me reconozco polvo de la tierra.

Manuel Altolaguirre

Zalamea la Real (Huelva)

Juego de cruces en la fosa de Modestita

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Fichan n n

Localización Valle RedondoNúmero

de víctimas 2Fecha de los asesinatos 26 de febrero de 1938

Equipo técnicoAndrés Fernández y Cristóbal Alcántara

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Modesta Vázquez confesó al curade Zalamea que su marido, Ramón

Delgado, había regresado del monte yestaba oculto en casa»

nocía como la tumba del marido de la Modestita. Lafosa en vida de la propia Modestita.

A Ramón, anarquista de la CNT, lo apresa la GuardiaCivil el 30 de enero del 38. En la batida para buscar fu-gitivos que propicia la delación involuntaria de Modesta,cae otro topo: Juan Manuel Guerrero Cacho, miembrode UGT. Sin delitos de sangre a la espalda, se les aplica«el Bando de Guerra cuando trataba de huir de las Fuer-zas Nacionales». Como «peligrosos marxistas rebeldes».

El suegro de Ramón ha seguido a la comitiva queda muerte a ambos. Y los entierra. La exhumación delos restos, en 2015, depara una sorpresa que com-pleta el juego de cruces de la fosa de Modestita: sobreel pecho de uno de los cadáveres aparece una cruz.Legado y última voluntad de Modesta n

odesta Vázquez Castilla, Modestita, haceuna confesión al cura: tiene escondido encasa a Ramón Delgado López, su marido.El fugitivo baja de la sierra empujado por

las duras condiciones que albergan los montes y lainsistencia de Modesta, que pretende salvarlo afe-rrada a su afinidad con los sublevados. Pero el se-creto, en manos del párroco, desata la malaventura.A Ramón lo matan el 26 de febrero de 1938.

Modesta penó 40 años. En una suerte de pere-grinar hasta un cruce de la carretera que une las lo-calidades onubenses de Zalamea la Real y Calañas.Rodeó con piedras la sepultura. Hincó en la tierrauna visible cruz de hierro. Llevó flores, en una suce-sión monótona, eterna, a la cuneta que el pueblo co-

Zalamea la Real (Huelva)

Juego de cruces en la fosa de Modestita M

«

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Fíjate si mi tía era cristiana que hasta le trajo una cruz

para colgársela» «Cuando lo mataron yo no había na-cido. Mi padre me lo dijo». RamónRomero Perea (76 años) participa abrazo partido en la exhumación de sutío abuelo, Ramón Delgado. Nuncaconoció en persona al marido de laModestita, pero el recuerdo siempreestuvo presente. El matrimonio no tu-vo hijos y él es el familiar más directo.

La memoria oral trajo a Ramón lafigura de un «hombre bueno» que re-partía alimentos desde el sindicato.«Daban comida a quienes la necesita-ban». Su tío era el encargado del abas-tecimiento de la población, con gravesdificultades desde el estallido militar.«A algunos le daba más y tenían genteque había huido». Una especie de «pre-dilección» por los fugitivos, apunta.

Y fue avisado. «Le dijeron: ten cui-dado, Ramón, que te están vigilandoy esos ya han visto que le das más co-mida a unas familias que a otras». Elnombre del cenetista, empleado de laRío Tinto Company Limited, quedósubrayado en rojo en la agenda letalde los sublevados locales.

Ramón Delgado formó parte delComité Circunstancial de Zalamea trasel 18 de julio. Ahí se opuso a que su-frieran daño alguno los presos dere-chistas que había en la población. Denada sirvió ante una ejecución, la suya,que ya estaba escrita. El escenario per-fecto, vestido con el brutal azote delos rebeldes, quedó listo desde la ocu-pación del pueblo por las tropas gol-pistas el 25 de agosto del 36.

«Huyó pero luego volvió y se metióen el doblao de su casa», alega RamónRomero a pie de fosa. «Ella —dice,por Modesta— se confesó con el cura,un tal Breva que era… un hijo de sumadre. Dijo dónde estaba y fueron apor él. Mi tía era muy religiosa y alfinal, por querer salvarlo, resulta quefue su condena», asiente.

Ramón clava en la cuneta unosojos cargados en lágrimas que esca-pan de décadas de oscuridad y silen-cio. «Es un acto de justicia», entien-de. La tierra abierta como símbolode reparación en el juego de crucesde Modestita. «Fíjate si era cristianaque hasta le trajo una cruz para col-gársela». La cruz de Ramón Delgado,la que apareció sobre su pecho n

Ramón Romero Perea Sobrino nieto de Modestita y Ramón Delgado, al que nunca conoció, clava sus ojos en la tierra abierta: «es un acto de justicia»«

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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Que fuera mi tierraAnuario 2015

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A Juan Manuel Guerreroy Ramón Delgado se les aplicó

el bando de guerra»

Abriendo fosas nadie abre heridas sino que honra

la memoria de estas personas»

«En la comarca minera onubense elactivismo político estaba muy presen-te», apunta el historiador Juan Ma-nuel Vázquez. En este contexto «seenmarca una represión que fue bas-tante dura» y queda resumida en untérmino: «genocidio». El caso es quela simple premisa «de haber expuestoen público ideales de izquierda erasuficiente para ser encausado o, enlos primeros días donde la anarquíacorrió, fueran aplicados los bandosde guerra».

Huelva, en los años 30, «teníaunos 40.000 habitantes y la cuencaminera alrededor de 30.000 o más».En Zalamea, la violencia golpista su-pera las «300 personas represaliadas»según varios estudios. Para perpetrar

las masacres repetidas en todas lasprovincias andaluzas, «los testigosprincipales, y que aparecen en los con-sejos de guerra, suelen ser el alcalde,el jefe local de Falange, el comandantede la Guardia Civil y el cura». El mis-mo recuento en cada pueblo, en cadaasesinato impune. Como el de los sin-dicalistas «ajusticiados con tiros porla espalda» en la Fuente Limosa.

«Estas personas, Juan Manuel Gue-rrero y Ramón Delgado, mueren el 26de febrero del 38 y no se registran, nohay partida de defunción». Sí existe lacausa instruida a posteriori contra losejecutados, «que comienza el 7 de mar-zo y acaba en abril». El texto reproducela testificación «de dos guardias civilesque dicen haber ido con falangistas a

hacer una batida en la zona del términomunicipal que se conoce como FuenteLimosa y que allí estas dos personasintentaron huir». Y que entonces «seles aplicó el bando de guerra». Que noes otra cosa, precisa Vázquez, «que pe-garle dos tiros por la espalda».

«Las fuentes orales dicen que deregreso se encontraron con el suegrode Ramón Delgado y que fue él quien,después del ajusticiamiento, los ente-rró». La fosa, apunta el historiador,«está a una profundidad que indicaque no fueron los justicieros los quela hicieron sino un familiar o alguienque les tuviera estima». Aquel ente-rramiento al que penó toda una vidaModesta Vázquez, «que rendía me-moria a su marido» n

Juan Manuel Vázquez La comarca minera, cuna del activismo político, sufrió una dura represión lindante con el «genocidio»

«

«

En Zalamea, la violencia golpistasupera las 300 personas represaliadas, como los

sindicalistas ajusticiados con tirospor la espalda en la Fuente Limosa»

«

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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Queipo tenía muchas ganas a los mineros y por aquí pasó

una máquina de matar»

«En el 36, a la entrada de las fuerzasfranquistas, de la columna Varela, hu-bo una resistencia muy fuerte en elpueblo». Los mineros avanzaron desdeCampillo «con camiones blindados yhay enfrentamiento armado incluso».La actitud desafiante de la comarca,cuenta Juan Barba, tiene funestas con-secuencias. «Queipo tenía muchas ga-nas a los mineros y por aquí pasó unamáquina de matar». Entre los años 36y 38, sobre todo, la parafernalia delterror provoca «mucho movimiento»traducido en continuos fusilamientosy «pueblos que eran bombardeadospor aviones que procedían de Tabla-da», desde Sevilla. Quedan, por esto,«muchas fosas por abrir, libros de his-toria que cuenten qué sucedió y quela verdad origine el perdón» n

Juan Barba Coordinadora de la Cuenca Minera de Río Tintopara la Memoria Histórica

«

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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He cerrado mi balcónporque no quiero oír el llanto.

Federico García Lorca

Obejo (Córdoba)

Caza al guerrillero antifranquista

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Fichan n n

Localización Cementerio de ObejoNúmero

de víctimas 2Fecha de los asesinatos 5 de julio de 1948

y 1 de abril de 1949

Equipo técnicoAndrés Fernández, Cristóbal Alcántara,Maribel Brenesy Francisco Melero

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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En plena dictadura franquista, losmaquis eran perseguidos por el monteen cacerías contra quienes el régimentachaba de «bandoleros» y «forajidos»

Ratón, caen a tiros el 1 de abril de 1949 en el cerro LaGarita. Sus cuerpos inertes fueron exhibidos en el pue-blo, con ánimo ejemplarizante. «Los pusieron tiradoscomo a perros», ratifica José López Díaz, entonces unniño de 12 años que guarda un recuerdo diáfano de lasiniestra escena. De ahí, al cementerio local, ambos enuna misma fosa que ha sido buscada 66 años despuésa petición de un familiar. Sin suerte hasta el momento.

No aparecen los restos óseos de los maquis perola misma intervención arqueológica trabajó en la loca-lización de otras dos personas, Andrés Molero Redondoy Francisco Romero Huertas, asesinados el 5 de juliodel 48 en las Minas de las Traviesas. Ellos sí han apare-cido. Y la historia, casi de casualidad —una de esas sor-presas que deparan las intervenciones arquelógicas—permitirá a Pablo Andrés Molero dar sepultura digna asu padre, al que nunca conoció. El mismo día que ma-taban a uno, nacía el otro.

La ubicación de los enterramientos aparece en losProcedimientos Militares consultados en la fase de in-vestigación de los hechos. La documentación custodia-da en el Archivo Militar Territorial número 2 de Sevillaseñala sendas fosas que comparten, de un lado, Lindoy Ratón, y de otro, Romero Huertas y Molero.

Las causas instruidas «con motivo de la muerte porla Guardia Civil de los bandoleros» reflejan cómo des-cubren a los maquis «al montar un servicio de aposta-dero». Tras la voz de «alto a la Guardia Civil», los fugitivos«intentan huir». Sin éxito, caen muertos a balazos.

En los expedientes oficiales queda descrita la apa-riencia de los guerrilleros. Sobre Lindo, natural de Ada-muz, dice que aparenta «unos 30 años, vistiendo pan-talón y americana de lana a rayas, camisa kaki, botasde campo y boina, lleva un cinto de cuero con chapalisa de metal del que pende una funda de pistola decuero negro muy usada y a su inmediación a unos 80

Los dejaron ahí tirados». Una paisano deObejo (Córdoba) señala el lugar de la plazaen el que «durante varios días» quedaron ex-puestos los cadáveres de los guerrilleros an-

tifranquistas José Luna Cartán y Rafael Luque Lindo. Larepresión era moneda común una década después deque hubiese terminado la guerra civil. En plena dicta-dura, la sierra era una trampa mortal.

Las continuas batidas suponían una suerte de cazaa quienes buscaban refugio en el monte huyendo deuna muerte segura. Eran «bandoleros» y «forajidos» se-gún la terminología del régimen gestado desde el golpede Estado militar. Dos de ellos, Lindo y Luna, apodado

Obejo (Córdoba)

Caza al guerrilleroantifranquista «

«

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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centímetros aparece una pistola marca César». Cerca,«un artefacto», que sería «una bomba de mano de lasllamadas de piña».

Luna, de Villanueva de Córdoba y «unos 50 años»,viste con «pantalón de lana, blusa oscura, pelliza negra,botas de campo» y, debajo, «una escopeta de dos caño-nes». En el bolsillo derecho «dos artefactos de explosivofabricados de forma muy rudimentaria en dos botes dehoja de lata, uno de ellos dentro de una funda de cuero».Luna, viudo de Catalina Coleto Muñoz, dejó siete hijos:Pilar, María, Francisca, Juana, Josefa, Diego y José. Lindopermanecía soltero, sin descendencia conocida.

Conducidos a Obejo y, tras la autopsia, serían ente-rrados e inscritos en el Registro Civil. El «encargado»del cementerio, Antonio Alonso, indica el depósito en«una misma fosa (doble), que se encuentra a unos 20metros de la puerta principal».

Las sucesivas batidas en el monte tenían el objetivode «evitar que pudieran huir los forajidos», según el te-

niente Augusto López. En el sumario, cuenta cómo ca-zan a los maquis junto al brigada Anselmo Zarco y losguardias Epifanio Martínez y Ernesto Higuera. Lópezefectuó «siete disparos de pistola», Zarco 14 e Higueranueve, ambos de «subfusil».

«Bandoleros», decía el franquismo. Caso de AndrésMolero y Francisco Romero. Así fueron abatidos, bajoesa premisa delictiva. En la causa instruida recaen sobreellos «vehementes sospechas» que les implican en elasesinato del «guarda particular» Antonio Muñoz. «Alque ahorcaron —dice el escrito— en la finca denomi-nada Suerte Alta». Sin pruebas ni juicio.

El capitán de la Guardia Civil, Augusto Tamayo dauna orden concluyente: «localización exacta de estosindividuos». Un «confidente», dice, señala a Molero co-mo inductor de la supuesta «venganza». Dicen que sepone en contacto con la «partida de el Álvarez» paraseñalar «a los bandoleros que el tan repetido guardaera un fascista peligroso». Queda sentenciado.

«Los fugitivos cayeron al suelo». Tras el fatal encuen-tro y el alto, los disparos a bocajarro. Molero, de 51 añosde edad, casado y profesión del campo, con domicilioen la finca Armenta Alta. Romero, de 46 años, soltero,del campo, en la finca Candelera. Ambos vecinos deCerro Muriano y ejecutados en la sierra.

Romero vestía camisa a rayas, chaqueta clara,pantalón de pana oscuro, calcetines color marrón ybotas de campo. Molero una camisa clara, chaquetagris, pantalón kaki y alpargatas blancas con suela degoma. Los «bandoleros» tenían «una escopeta» y aFrancisco le intervienen «seis pesetas», según el do-cumento. El enterrador afirma que los cadáveres ya-cen arrojados «en una fosa doble, quedando ésta so-bre la pared de la parte saliente, a cinco pasos de ladel lado Norte y 23 pasos a la del lado Sur». Los restosóseos son exhumados en 2015, 67 años después dela ejecución. Queda por localizar aún la sepultura deRatón y Lindo, guerrilleros antifranquistas n

En una de las batidas, en 1949,caían a balazos Rafael Luque Lindoy José Luna Ratón, y sus cadáveresquedaban expuestos en la plaza

del pueblo durante días»

« A Francisco Romero y Andrés Molero los asesinaron en julio del

48, y sus restos óseos han sido rescatados de una fosa común 67

años después del crimen»

«

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Al cabo de 67 años voy a ver loshuesos de mi padre, nací el mismo día

que a él lo mataron»«Al cabo de 67 años voy a ver los hue-sos de mi padre. Yo no lo conocí. Nacíel mismo día que a él lo mataron». Pa-blo Andrés Molero nunca tocó a An-drés Molero. El 5 de julio de 1948 unonacía y otro perdía la vida a tiros. Dé-cadas después su hijo espera paciente,junto a su hermana Matilde, a que unaaguja perfore la piel de sus dedos. Susangre debe servir para identificar auna de las víctimas del franquismo ex-humada en el cementerio de Obejo.

«Tantos años sin padre y ahorahacer esto… no llegué a verlo siquie-ra», relata. Vive estos momentos conuna potente mezcla de «sentimientos»,dice. Cierta alegría, «porque se cierra

un caso y que al menos nosotros se-pamos dónde lo tenemos». Tristeza,que la memoria trae viva décadas desufrimiento, «con mi madre sola in-tentando tirar de todos nosotros».

«Lo más sorprendente es que al fi-nal ha sido una casualidad», retoma.La búsqueda de los guerrilleros anti-franquistas José Luna Cartán y RafaelLuque Lindo propició la apertura dela tierra también en otro punto delcamposanto. Donde podían yacer se-pultados Andrés Molero y FranciscoRomero. Ahí estaban.

«Salieron ellos y nos hemos ente-rado de rebote. El arqueólogo AndrésFernández le dijo en el pueblo a una

prima nuestra que si conocía a la fa-milia de fulano de tal. Entonces elladijo, ‘claro, si es tío mío’. Fue una sor-presa enorme, imagínate. Entoncesnos llamaron, fuimos y… me estoy en-terando más en estos días de mi fami-lia que en todo este tiempo atrás. Mecuentan ahora lo que tenían que ha-berme contado hace 60 años».

En su familia, recuerda, «esto pa-rece que ha sido tabú, no querían de-cirme nada». Una suerte de intento pormantener a aquel niño alejado de fan-tasmas del pasado. «Yo estaba equivo-cado hasta en el sitio donde estaba en-terrado», explica. Sí tiene claro, encambio, cómo «vinieron dos o tres ve-

Pablo Andrés Molero Durante la búsqueda de dos fosas comunes en el cementerio de Obejo, y casi por casualidad, la familia de Andrés Molero está a punto de certificar la recuperación de sus restos óseos

Nos hemos hecho los análisis deADN, a ver cómo sale. Lo vamos a

enterrar con mi madre»

«

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Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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ces a casa para que mi madre firmaraque había sido de muerte natural y dar-le así una paga, pero mi hermano ma-yor les dijo que no, que si era un papelque pusiera que ellos lo habían matado,entonces sí se firmaba. Nunca le dieronuna paga a mi madre».

Hasta ahora, de la historia fami-liar conocía «que se tenía que presen-tar a Cerro Muriano, que se presentóy ya no volvió». Le habían dicho queestuvo «en la sierra un poco de tiempoy en la cárcel ocho años, luego naciómi hermano, yo, y lo mataron el 4 dejulio, aunque en los papeles que ahorahan sacado reza el día 5». A Andrés,el padre, sólo lo conocieron «los doshermanos mayores, luego mi madresola y con 5 hijos tuvo que bregar mu-cho para sacarnos adelante».

El formulario para la toma demuestra genética de referencia de fa-miliares está completo. Servirá paraun análisis de ADN a efectos de iden-tificación de las víctimas. Todo apuntaa que uno de los dos cuerpos exhu-mados es el de Andrés Molero, el pa-dre que el terror franquista arrebatóa Pablo Andrés. «Nos hemos hecholos análisis, a ver cómo sale. Lo vamosa enterrar con mi madre» n

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Será la garra suave.Dejadme la esperanza.

Miguel Hernández

El Madroño (Sevilla)

«Como perros» a la tierra quebrada

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Fichan n n

Localización Cementerio de El Madroño

Númerode víctimas 35Fecha de los asesinatos 27 y 28 de agosto

de 1936

Equipo técnicoElena Vera, Juan Carlos Pecero,Juan Manuel Guijo, Laura Mercado y Elisabet Conlin

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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En el pequeño pueblo de la SierraNorte de Sevilla, el trabajoarqueológico ha recuperado

los restos óseos de 35 personas»

tones y gemelos. Relatos que yacían en una fosa dedos metros de ancho por trece de largo.

Como aquellas mujeres con quienes los franquistas«se divirtieron» antes de ejecutarlas. Asesinos que re-gresaban «cantando y alardeando de lo que habían he-cho», cuentan, después de «matar a tres» hombres enmitad del bosque. Restos de sufrimiento en las manosde aquel hombre obligado a cavar la tierra. El mismoagujero que sirvió a la postre para sepultar su cuerpo,y el de su mujer, muertos a balazos. O aquel muchachoque no supo huir. El joven enviado a por agua a unapoza cercana y que volvía con el búcaro lleno junto ala fosa abierta, viva, caliente.

n lugareño musita resignado la suerte co-rrida por las víctimas enterradas en la fosade El Madroño. «Como a perros», dice. Asíacabaron con ellos los rebeldes y así los

enterraron. En el pequeño municipio de la SierraNorte de Sevilla, con poco más de 300 habitantes,los trabajos arqueológicos han recuperado los restosde 35 personas.

El pueblo guarda historias de aquellos días de san-gre y fuego. La tierra quebrada trae fragmentos de me-moria, detalles de vidas rotas por la barbarie: hebillas,tachuelas, alguna cartera, monedas, un mechero, unapeineta, botas y restos de prendas de vestir como bo-

El Madroño (Sevilla)

«Como perros» a la tierra quebrada U

«

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Un camino que repetiría tres, cuatro veces quizás,atenazado seguro por el miedo que galopaba veloz alomos del terror fundacional del franquismo. Hastaque no hizo falta que fuera más. La oportunidad habíapasado. «Ponte ahí, de rodillas», le dirían.

Tan sencillo, una vida menos. Detención, secuestro,apretar el gatillo. La represión tuvo un especial ensa-ñamiento en los parajes de la serranía sevillana a finalesde agosto del 36, delitos de lesa humanidad que cul-minaban en la desaparición de los cuerpos. Asesinatosinvisibilizados, pero una fosa común cuenta qué pasó.Es el mejor libro de historia.

La localización exacta del enterramiento ilegal enEl Madroño llegó en mayo del año 2014, cuando lascatas certificarón que ahí, en aquel lugar marcado delcementerio, estaban las víctimas del alzamiento militar.Antes, el relato historiográfico llegó por testimoniosorales y, entre otros estudios, de la mano de la investi-

gación personal de Juan José López y su libro A morirtoca. El Madroño en tiempos de infamia.

La disposición anómala de los huesos aparecidosconfirman las historias contadas en voz baja durantedécadas. Separación de extremidades, colocación delindividuo boca abajo, piernas cruzadas… no son cuer-pos enterrados bajo el rito canónico. No hay respeto alos muertos. Yacen tirados, «como perros».

Al menos una tercera parte de los asesinados sonmujeres, también vecinos de Zufre (Huelva) y de la se-villana El Castillo de las Guardas. A medida que la ex-cavación avanza, se agranda el listado de objetos per-sonales que aportan luz sobre aquellos relatos vitalesextintos por la bestialidad del fascismo. Por quienes«dieron su vida por la libertad», como rezaba un placasobre la fosa. El grito sordo de la tierra, la memoria delos huesos, que guían al fin el paso definitivo para ladignificación y la verdad n

La tierra, quebrada, trae fragmentosde vidas rotas por la barbarie como

hebillas, monedas, una peineta, botas o gemelos»

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El grito sordo, la memoria de loshuesos, guían el paso definitivo para la

dignificación de quienes «dieron su vida por la libertad»

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Que fuera mi tierraAnuario 2015

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El «terror caliente» dejó familiasasesinadas, al completo, o jóvenes

mujeres de unos 20 años con las que «se divirtieron»

antes de ejecutarlas»

«Se han exhumado 35 cuerpos de lafosa. Esas muertes se produjeron bá-sicamente las noches del 27 y 28 deagosto del 36. Las tropas entraronel día 26 y en esas jornadas fue lagran matanza que se llevó por de-

lante a muchas de estas personas».El resumen de Juan José López ate-rriza certero en la secuencia de losasesinatos. Un relato que rubrica aconciencia: «Esto fue el terror ca-liente de la llegada de los golpistas».

La columna de Álvarez Remen-tería no encontró «ninguna resisten-cia» para tomar las calles del muni-cipio. La masacre posterior obedecíaentonces, señala, «a pura represióndel adversario político, de los quequedaban en el pueblo porque mu-chos se habían ido. La mayoría delos que habían tenido responsabilidadpolítica no estaban, quien pudo sefue del pueblo, y de los que quedabanacabaron con casi todos».

Los crueles crímenes dejan una hue-lla imborrable en el lugar. «Una familiaentera. Padre, madre y dos hijas, con19 y 21 años. Se habla también de ungrupo de mujeres con las que ‘se divir-tieron’ antes de ejecutarlas. Con estasdos niñas más otras dos de las mismasedades». Terrorífico. El Madroño vivió,además, «otro tipo de represión». Las«batidas» que dejaban «muertos en elcampo» en sitios de tránsito múltipley recurrente como zona conocida porPata del Caballo. Un puro trasiego derefugiados, de huidos, de desbandados.

«Una vez que se copa la Cuenca Mi-nera… habría miles de personas en losprimeros momentos».

La represión traía a los montes «ba-tidas incesantes». Una suerte de caceríacon la que los fascistas sumaban vícti-mas en cascada, a cada paso. Como elprimer 18 de noviembre después delalzamiento militar, «cuando matan atres personas que estaban en la fosa yotros en fecha indeterminada o quienescaen en algunas de las aldeas que per-tenecen al pueblo, donde en febrerodel 38 también se asesinó a gente».

Ocurre que en ocasiones es com-plicado dar una cifra exacta de los eje-cutados en una población asediada.Funcionó entonces el propósito de lossublebados, el objetivo primario deevitar el menor rastro posible de losdelitos cometidos. En el pueblo existenreferencias y testimonios de casos co-mo el de «un pequeño grupo que in-tentó pasar a zona republicana, de losque cuatro fueron condenados a muer-te». Y «otros tantos que murieron enla cárcel» o «la fosa que ya se exhumóen El Álamo, donde hay otra docu-mentada y en la que pudieran estarenterradas entre siete u ocho». En «nú-meros redondos», calcula Juan JoséLópez, cayeron «unas 60 personas» n

Juan José López La «gran matanza» ocurrió «las noches del 27 y 28 de agosto del 36», tras la entrada en El Madroño de las tropas franquistas

«

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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Que fuera mi tierraAnuario 2015

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«¿Dolor? Toda la vida. Y muerocon la pena de no poder decir a esos

que me hicieron tanto daño: ¿qué ganaste con dejarme sólo?»

«Mi hermano enterró a mi padre y ami madre la vi por última vez subidaa un camión, diciéndome adiós». Eltestimonio de Antonio López (86 años)remueve las entrañas. Huérfano porla sinrazón de las fuerzas franquistasque hicieron estallar en pedazos suvida frágil e incipiente. La voz entre-cortada, rota pero firme, señala los su-cesos que dejaron un dramático rastrode muerte en su pueblo natal. Un dolorlatente «toda la vida», dice. «Os tenéisque marchar, nos dijo mi padre», Fran-cisco (52 años cuando fue ejecutado).Intentó poner a salvo al resto de la fa-milia. «Yo tenía tres hermanas, con12 años, 13 y 21, y un hermano con18, Emilio, que se quedó en la sierracon mi padre. Luego se pasó a la zonaroja y lo cogieron prisionero en Ma-drid», narra Antonio. «De ahí, comoaquí en el pueblo tenían ganas de fu-silarlo… lo voy a decir claro, no losnombres, pero tenían ganas de fusilarloy le achacaron el asalto a una viajera–un autobús–, que era el cabecilla de-cían». Es toda la venganza, señalar lafalsa acusación. A su madre, EusebiaDelgado Pérez, «la montaron en uncamión con mi hermana Emilia y yano la vi más».

«¿Sabes qué dijeron que había he-cho mi madre?», pregunta. «Que in-cendió la iglesia», remacha. «Nos-otros éramos de izquierdas,republicanos. Y ya está. Eso era todo.A las dos se las llevaron a Sevilla y deahí mi madre recorrió muchas cárce-les. Hasta que murió en el País Vas-co». Nunca más supo de ella. «Allíestá enterrá».

Su padre se llamaba Francisco Ló-pez Pérez. «Lo mataron en un sitioque le dicen Pata del Caballo. Mi her-mano fue el que lo enterró. Habíanmatado a otros dos compañeros queestaban con él, pero no sé si estánjuntos en el mismo sitio. Aquí –en lafosa del cementerio de El Madroño,señala Antonio– tengo enterrados aun tío carnal y una prima hermana».

«¿Dolor? Toda la vida. Y muerocon la pena de no poder decir a esosque me hicieron tanto daño: ¿quéagenciaste, qué ganaste con dejarmesolo?». Antonio habla claro. Con losojos vidriosos, con sus manos curti-das… todo en él parece memoria viva.«La infancia fue mala. Tuve que guar-dar cochinos, descalzo como mi ma-dre me trajo al mundo. Eso… ¿la vi-da? Dura no, más todavía».

¿Es verdad que los franquistas ma-taron a tantas mujeres en El Madro-ño? Antonio, a pie de fosa, oye lapregunta y responde con firmeza:«¿Te digo los nombres? María, la ma-dre de Hermenegilda y de María. Au-rora, la madre de Margarita. Catalinatenía dos hijas, eran chicas, Elena yLuisa. Y luego la de Aznalcóllar, nosé el nombre de aquella mujer, que elmarido tuvo que abrir la fosa y luegolo trajeron y le pegaron dos tiros aella y a él también, en lo que habíacavado». Mujeres, todas, muertas atiros.

La justicia, piensa, que es una deu-da con las víctimas que, hasta ahora,no se cumplió de la forma debida.«Vino muy tarde la democracia y losasesinos habían muerto ya. Siemprehe sabido quiénes son, claro. Y les hetenido que hacer favores, porque co-mo era un niño recogido me decían‘ordéñale las cabras a fulano’. Y éseera un cuchillo de mis padres. Y teníaque ir. ‘Llévale dos cargas de estiércola la huerta de mengano’… se me po-nen los pelos de punta», recuerda.

Un día, dice, «en el año 63, mecolé un poquillo». Y sonríe. En unbar dijo «la verdad», delante de «gen-

Antonio López «Mi hermano enterró a mi padre y a mi madre la vi por última vezsubida a un camión, diciéndome adiós»

«

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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te que no debía». En plena dictadura,y en mitad de una discusión, soltó unsonoro: «en este pueblo no se habíanconocido los criminales hasta que en-

traron los falangistas». Silencio. Eldesierto en alguna mirada. Un amigoque avisa, ‘qué has hecho, Antonio’.Sonríe. Arrestos para hacer eso doce

años antes de la muerte del dictadorFrancisco Franco. «Me querían de-nunciar pero no lo hicieron. Les daríavergüenza» n

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Mi abuela estaba embarazada…cuentan en el pueblo que la respetaron

porque la barriga se le notaba ya» «En mi casa se hablaba de todo loque ocurrió aquellos días, como partede la vida. Pero es verdad que hoy secuenta de otra forma». María de losÁngeles Pedrero es nieta de Irene Ló-pez, madre de su padre, José Luis Pe-drero. De ellos retoma, hereda, la his-toria familiar, la tragedia de ElMadroño.

«Mi abuela estaba embarazada eiba con su marido, Isidoro López, ysu hermana de 16 años, Margarita.Daban un paseo por el campo cuandolos detuvieron. Los llevaron un pocofuera del pueblo y a su marido y suhermana los mataron a tiros. A ellano. La gente del pueblo cuenta quede alguna forma la respetaron porquela barriga se le notaba ya».

Aunque en la familia no hay trans-misión de «implicaciones políticasmuy claras» que desencadenaranaquellas muertes, tiene claro «que enese tiempo había mucho odio, muchopique y cualquier motivo era suficien-te para justificar eso de ‘voy a porti’». Su abuela vivía en el barrio Bajo,en un pueblo dividido en dos, «y dicenque la mayor parte de la gente de esazona eran republicanos».

«Mi padre murió cuando yo eramuy joven y, aunque me contó mu-chas cosas, hoy hubiera tenido másinterés por preguntarle sobre estos te-mas. Mi abuela también contaba, pe-ro tuvo que ser muy duro que le ma-taran a su marido y su hermana,quedarse sola y embarazada».

La gente mayor, dice, «es sorpren-dente, me llama mucho la atenciónque por un lado arrastran la pena ypor otro es como si lo tuvieran asu-mido». Por eso se alegra «de que sehaga justicia con gente inocente, queno habían hecho nada, algo que sedebería haber hecho hace muchotiempo». Pero «se está haciendo ahora—matiza— y no nos vamos a quejar,hay que seguir e intentar recuperar atodas las víctimas posibles y que seles dé sepultura en la manera que losfamiliares quieran», alega firme.

Para María de los Ángeles, en Es-paña existe un problema de concien-ciación: «la gente joven no sabe quéocurrió». El desconocimiento campaa sus anchas. «Les hablas de estos te-mas y no saben. La guerra civil, Fran-co… ¿ése quién era?, dicen». Comomuestra, una «anécdota» en un insti-

tuto: «una compañera tiene delanteun mapa político para colocar a losdictadores, cada uno en su país, Mus-solini, Hitler... y un alumno pone aFranco en Francia. Vale que es anec-dótico, pero es posible que ningún es-colar alemán tenga dudas sobre quiény de dónde era Hitler». Por motivoscomo éste, aclara, le parece «estupen-do» que le ley memorialista de An-dalucía proponga incluir la MemoriaHistórica en el currículum educativo.«Si algún día soy profesora de Histo-ria, me encantaría dar en clase estetema», señala n

María de los Ángeles Pedrero Rescata una «anécdota» como muestra del déficit educativo: unalumno de instituto que, en un mapa, coloca a Franco en Francia,cuando «ningún escolar alemán tendría dudas sobre quién era Hitler»«

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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España que perdimos, no nos pierdas;guárdanos en tu frente derrumbada.

Pedro Garfias

Camas (Sevilla)

La traición que evitó cambiar la historia

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Fichan n n

Localización Antiguo cementerio de Camas

Númerode víctimas 9Fecha de los asesinatos 19 de julio de 1936

Equipo técnicoAndrés Fernández,Maribel Brenesy Cristóbal Alcántara

Imágenes cedidas por el equipoarqueológico.

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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Una emboscada en La Pañoleta hizo saltar por los aires el plan de la

columna minera de frenar el estallido golpista»

la plaza en manos de las fuerzas comandadas por elsangriento Queipo de Llano… atajar la asonada.

En La Pañoleta (Camas), a las mismas puertas de laciudad, una emboscada hace saltar todo por los aires.El grupo de militares que acompaña a la columna mi-nera no se mantiene leal a la República. Sevilla puedetocarse con los ojos, está ahí, al alcance, cuando unasorpresiva sucesión de disparos hace estallar la dina-mita. Los golpistas, henchidos de felonía, cometen latraición que evitó cambiar la historia n

n Huelva hubo una reacción inmediata al gol-pe de Estado militar. Una columna de resis-tencia parte de la cuenca minera formadapor varios cientos de obreros, escaso arma-

mento, un puñado de vehículos y dinamita. Con un ob-jetivo: frenar en seco la victoria sublevada que los gol-pistas cimentan desde el sur.

Los mineros, aclamados en cada pueblo, toman fuer-za. Devoran el camino y el ritmo frenético entrevé laviabilidad del plan. Llegar a Sevilla, sumar apoyos, tomar

Camas (Sevilla)

La traición que evitócambiar la historia E

«

La fosa de los nueve mineros exhu-mada en tierras de La Pañoleta ates-tigua aquella traicionera matanza del19 de julio de 1936. La columna in-tegra a miembros de la Guardia Civilbajo mando de Gregorio Haro Lum-

breras que adelantan el paso y entranen Triana «con el puño levantado paraconvencer a la gente de su fidelidad ala República». Poco después, están alas órdenes de Queipo. «Los disparoscausan una explosión enorme. Muere

mucha gente, detienen a más de 70,hay cadáveres esparcidos... aquelloqueda en un auténtico desastre», re-cuerda. «Podía haber cambiado la his-toria. Que el golpe fracasara a las 24horas. Se pierde esa oportunidad» n

Francisco Espinosa Maestrehistoriador

«Podía haber cambiado la historia. Que el golpe fracasara a las 24horas. Se pierde esa oportunidad»

Desde Argentina, Pilar conoció por ca-sualidad el paradero de su tío Joselito.«José Palma Pedrero, de Riotinto, en-contrado carbonizado en el interior delcamión matrícula SE-16991». La di-fusión internacional de las fosas comu-nes del franquismo llevó al rastro es-

crito en el libro La justicia de Queipo,de Espinosa Maestre. Era la historiaque, siendo niña, oía contar a su ma-dre: «El día que estalló la guerra, Jo-selito salió con otros del pueblo a de-tener a Franco y lo mataron camino aSevilla. Supimos de su muerte cuando

nos llegó una nota que agradecía la do-nación a la causa, en alusión a un anillode oro que llevaba. Nunca nos entre-garon el cuerpo ni nos dijeron dóndeestaba enterrado. Mi madre se volvióloca. Era un peligro. Insultaba y ata-caba a cuanto uniformado veía» n

Pilar Comendeiro «José Palma Pedrero, de Riotinto, encontrado carbonizado en el interior del camión matrícula SE-16991»

Que fuera mi tierraAnuario 2015

58

La muerte acabó su espacio:ángulo de tierra y sol.

Emilio Prados

La Campana (Sevilla)

El pozo que mutó en infierno

Que fuera mi tierraAnuario 2015

60

Fichan n n

Localización Antiguo cementerio de La Campana

Númerode víctimas 36Fecha de los asesinatos De agosto a octubre

de 1936

Equipo técnicoInmaculada López, Carmen Romero e Inmaculada Carrasco

Imágenes cedidas por el equipo arqueológico.

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

61

La ‘columna de Carranza’, tras su«violenta» entrada en el pueblo, cobróel asesinato de presos derechistas con

una «matanza salvaje»

tos carbonizados, fragmentos óseos, ligaduras en lasmuñecas, proyectiles, objetos personales… La secuen-cia de los hechos criminales parte del 2 de agosto del36 y llega hasta finales de octubre del mismo año. Abar-ca cuatro fases distintas con sacas de represaliadosque originan otros tantos depósitos de cadáveres.

La entrada en La Campana de la «columna de Ra-món de Carranza, alcalde de Sevilla nombrado por Quei-po» fue «muy violenta», narra el historiador José MaríaGarcía Márquez. «Provocó —rememora— que un grupofuera a la cárcel y matara a presos allí recluidos».

Un acto salvaje con sobrada respuesta. «La bandade Carranza reúne a todos los que puede en la plazadel pueblo, en la pared de la iglesia, y disparan con unaametralladora… una matanza salvaje». Los cuerpos sinvida quedan arrojados a una excavación abierta de laque nunca brotó agua. El pozo que mutó en infierno n

oda la gente supo que aquel pozo era el in-fierno cuando una mancha de humo emergiódel cementerio. Como rúbrica ardiente de laorgía de sangre ejecutada por franquistas

en La Campana (Sevilla). La génesis de una carniceríaque cobró la vida de unas 150 personas.

Bajo tierra el panorama es terrorífico. Ocultos du-rante décadas, apilados en un puro túmulo de huesosa medio calcinar. Cuenta la memoria oral que tras lasejecuciones, los rebeldes arrojan dos carros de paja auna hoguera eterna que alcanzaría temperaturas dehasta 650 grados. Que los verdugos avivan el fuego du-rante días, removiéndolo con hierros para facilitar lacremación. Como demonios sobre bestias.

El trabajo arqueológico exhuma en el antiguo ce-menterio a 36 asesinados. Con ocho mujeres, una em-barazada. La fosa guarda cuerpos desmembrados, res-

La Campana (Sevilla)

El pozo que mutóen infierno T

«

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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¿Quién ha de helarte, flor de sangre, dime?Hay en la pobre alcoba olor de espliego.

Antonio Machado

Arahal (Sevilla)

Crónica de una sangría interminable

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Fichan n n

Localización Antiguo cementerio de Arahal

Númerode víctimas Fase de localizaciónFecha de los asesinatos Desde el 22 de julio

de 1936

Equipo técnicoBárbara Carrascoy Juan Manuel Cano

.

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

65

Un reguero de muerte aplastó a la población tras la muerte

de 21 presos derechistas»

criminal, un reguero rojo fluyó por La Corredera. Aquelensañamiento replicó el asesinato de un puñado depresos derechistas. La población huía bajo el poderosoasedio por tierra y aire, cada cual como pudo, y las au-toridades republicanas abrieron la puerta de la cárcela los 36 detenidos. Pero 22 deciden que el lugar es másseguro que unas calles que huelen a muerte. Un grupoprende fuego al presidio. Todos fallecen, menos uno n

calle abajo, corría la sangre. Arahal (Sevilla)sufrió la crónica de una venganza intermi-nable. El bombardeo de un avión de la basede Tablada precedió al acoso de la artillería

y a la entrada a degüello de la columna de Lapatza yRementería. El 22 de julio del 36 una multitud era rete-nida y ametrallada, la gente sacada de sus casas, conmuertos en cualquier rincón. Hasta que, en plena orgía

Arahal (Sevilla)

Crónica de una sangríainterminable C

«

«Bombardean el pueblo como si fuerael enemigo y entran como una horda,disparando a todo aquel que tengapinta de jornalero. Matan a gente portodas partes, disparando a diestro y

siniestro». Sobrecoge el relato queconstruye José María García Már-quez: «la sangre corría por La Corre-dera, no es una frase tópica». La co-lumna irrumpe sembrando pavor.

Y en pleno caos, arde la cárcel.Una «salvajada» que provoca otracon epicentro en la plaza del pueblo.«Hacen una especie de corral señala-do con cuerdas. Dentro hay muchagente». Enfrente, una ametralladora.La escena se repite un día después.Dos jornadas de fusilamientos masi-vos. «En La Corredera pusieron unamesa y los militares seleccionaban alos que se podían ir y los que no»,que serían ejecutados.

Era la «justicia de la nueva Espa-ña», la que propagó durante años lamuerte de derechistas como paradig-ma de la «violencia roja» pero obvióla «matanza espantosa» que acumulóentre 500 y 600 víctimas en Arahal.Un pueblo, como escribe en Las víc-timas de la represión militar en la pro-vincia de Sevilla, que vivió «una delas mayores venganzas que llevarona cabo los sublevados» n

José María García Márquez «Una de las mayores venganzas de los sublevados»

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Se oye el golpe en el tronco. Cae la rama.El mar continuo de la vida brama.

Leopoldo de Luis

Adamuz (Córdoba)

La muerte (anunciada) de los últimos maquis

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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SONDEO

ATAÚD INHUMACIONES SIN ATAÚD

Fichan n n

Localización Cementerio de Adamuz

Númerode víctimas 3Fecha de los asesinatos De abril de 1939

a septiembre de 1949

Equipo técnicoAndrés Fernández, Cristóbal Alcántara, Juan Fuentes y Miguel Vila

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

69

La partida de Romera es el postrero reducto de resistencia

armada antifranquista del que se tieneconstancia en la provincia de Córdoba»

enlaces y algunos ajenos al empuje de la guerrilla. Eje-cutados en incesantes batidas por el monte, en matanzaseliminatorias de todo rastro de oposición.

Claudio Romera estuvo al mando de la 3ª Agrupacióndel Ejército guerrillero. Al último combatiente le alcanzan«dos disparos de proyectil por la espalda» el 11 de sep-tiembre de 1949, como señalan los expedientes oficia-les. El cuerpo inerte de Romera queda expuesto dosdías en la plaza adamuceña como medida ejemplari-zante. Para dejar claro qué ocurría a quién osara cues-tionar el poder ganado a sangre y fuego por los rebel-des. Era el final de los maquis. La muerte anunciada dela resistencia armada al franquismo.

Quedan, para la historia de la comarca, una serie denombres arrojados al fondo de la tierra. Como el de DiegoLuque Lindo, que deambula sus últimos días como únicacompañía de Romera hasta el 28 de agosto. Cercado porla Guardia Civil, él mismo acaba con su vida. O el de unpuñado de «bandoleros», que así los define la nueva Es-paña nacida del terror golpista. Combatientes o simplesrepresaliados, resistentes armados o pobres criaturasindefensas. Asesinados, en todo caso. Como Alfonso Sanzel Corneta, Antonio Gómez el Manco, José López Ayllóny Juan García Serrano. O Pedro Coleto el Cuco, RicardoMolina Pastor o José Antonio Redondo Once nudos.

La investigación de la nieta del Manco, GuadalupeMartín, abrió la posibilidad de buscar las fosas. Luegollegó el apoyo de otra nieta, la del Corneta, Araceli Pena.Los sumarios fueron cruciales al señalar el lugar de lassepulturas ilegales. En diciembre arrancó una nueva fasede un trabajo arqueológico que entre el 27 de julio y el13 de agosto de 2015 exhumó los restos óseos de trespersonas arrojadas de forma individual tras su ejecución.Presentaban evidencias de muerte violenta. Y las autop-sias, una frase común: «impactos mortales de bala porla espalda». Muertos a balazos. Y por la espalda n

la llamada partida de Romera, o a la de losJubiles, les mataron todos sus elementos enuna cacería que ocupó a las fuerzas del nuevoorden fascista del año 43 al 49. La postrera

resistencia antifranquista luchaba desde Sierra Morenaen una guerra extinta una década antes. Como si com-batieran aún por un régimen republicano que ya no exis-tía. Como si tuvieran acaso otra posibilidad de vivir. Comosi no fueran los últimos maquis andaluces.

Se cuenta que en la fosa común del cementerio deAdamuz (Córdoba) quedaron enterrados más de cuatrodecenas de cadáveres. Muchos guerrilleros, otros simples

Adamuz (Córdoba)

La muerte (anunciada)de los últimos maquis A

«

Corría el año 96, casi medio siglodespués de que un jornalero al queapodaban el Corneta recibiera almenos dos impactos mortales de ba-la por la espalda. La memoria mar-chita de Leonor Ávila, con 97 años,

revivía a su marido, Alfonso SanzMartín. «Entre brumas y sombras,llorando, hablaba claramente de ‘su’Alfonso».

Araceli Pena, nieta de ambos, diceque su abuela «nunca relató su his-toria». Pocas veces «dio pequeñosretazos, pinceladas sueltas». Pero enlos estertores de la vida, «con unaembolia que decían le había hechoperder la cabeza, volvieron los re-cuerdos». Regresó ‘su’ Alfonso. Lafamilia, desde entonces, busca losrestos óseos. Yacen en una fosa.

Leonor y Alfonso eran «de fami-lias republicanas» y se casaron en1931, año de proclamación de la Se-gunda República. «La primera parejadel pueblo» que festejó un matrimo-nio civil, «lo que les originó que fue-ran señalados», afirma.

La victoria sublevada hizo brotar«sus penalidades». Detenido en el39, el Corneta logra huir a la sierray unirse a la partidas de los Jubilesy Romera. Los maquis, «de gran pro-tagonismo en los años 40 y que ac-tuaban por los montes de Adamuz y

la sierra de Córdoba», apunta Ara-celi. Alfonso queda inmerso en laguerrilla antifranquista y Leonor su-fre «todo tipo de represalias».

Destrozos en el domicilio, «tortu-ras» en la cárcel local. Dos años deprisión por un delito de encubrimientoy auxilio a fugitivos en un procedi-miento que la tacha de «persona demala conducta e ideas antirreligiosastanto así que contrajo matrimonio ci-vil solamente». El padre de Leonoracaba preso por pertenencia «a lospartidos de izquierdas» y tener «unhijo huido a Francia refugiado pormarxista y un yerno en la sierra».

El infierno en vida estalla el 23 deagosto del 47. Alfonso cae junto a Pe-dro Molero en una emboscada en elcerro de Veguetas (Montoro). Los ca-dáveres quedan expuestos dos días enla plaza del pueblo. Tres días después,una de sus hijas lee la muerte de supadre «en un Diario de Córdoba atra-sado». Ya estaba enterrado. Leonortoma un tren a Barcelona con toda sufamilia. Fallece en Badalona en 1996recordando a ‘su’ Alfonso n

Que fuera mi tierraAnuario 2015

70

Araceli Pena Sanz Leonor, a punto de morir, «entre brumas y sombras, llorando, hablaba claramente de ‘su’ Alfonso»

Alfonso Sanz, el Corneta, huyó al monte tras ser detenido y su mujer, Leonor Ávila, sufrió

«todo tipo de represalias»

«

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Qué tristeza este pasarel caudal de cada día.

Juan Ramón Jiménez

Puebla de Guzmán (Huelva)

Las rosas cortadas en la Fuente Vieja

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Fichan n n

Localización Antiguo cementerio de Puebla de Guzmán

Númerode víctimas 3Fecha de los asesinatos 27 abril de 1938

Equipo técnicoElena Vera, Juan Manuel Guijo y Elisabet Conlin

Imágenes cedidas por el equipo aqueológico

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

75

La represión arrasó con decenasde vidas y entre ellas un grupo

de mujeres que fueron secuestradas, vejadas y muertas a balazos»

sabe qué ocurrió con los asesinados en la conocida co-mo Curva de la Muerte o con otras decenas de fusiladospor golpistas en plena represión caliente.

La búsqueda, no obstante, facilitó localizar a tres eje-cutados: José Rodríguez Macho, vecino de Tharsis, Este-ban Rodríguez Pérez y Lucas Barba Fernández, ambosnativos de Puebla de Guzmán. Habían sido condenadosy asesinados el 27 de abril de 1938. Y allí estaban, conevidencias de muerte violenta como orificio de entradade bala en el cráneo o un proyectil de fusil Mauser. Ellibro de registro del cementerio recoge ese mes otrasseis personas pasadas por las armas. Cinco de ellos erande nacionalidad portuguesa. Enterrados en nichos, aque-llas estructuras habían sido desmontadas años atrás n

i rastro de las fosas comunes. Desaparecidas,como el alma de aquellas 15 rosas cortadasen la Fuente Vieja. La intervención arqueo-lógica en el antiguo cementerio de Puebla

de Guzmán (Huelva) constató que los enterramientosilegales con víctimas del franquismo que aparecen enel Mapa de Fosas de Andalucía fueron arrasados por laevolución histórica en el uso del camposanto.

No se sabe dónde están los restos. Dónde pudieronacabar. El trabajo del equipo técnico confirmó ademásque la fosa donde debían yacer las mujeres asesinadasen el pueblo había sido vaciada, removida y rellena conuna capa de piedra de pizarra triturada, en modifica-ciones realizadas entre los años 73 y 74. Tampoco se

Puebla de Guzmán (Huelva)

Las rosas cortadas en la Fuente Vieja N

«

«Un arma grande de los franquistasfue el olvido, han llegado a desfigu-rar la realidad de un país. Y sus he-rederos políticos continúan hoy latarea», decía José Domínguez Álva-rez, conocido como Pedro el Sastre.La memoria de Puebla de Guzmándebe todo, o casi, al tesón y la cons-tancia de quien mantuvo viva la his-toria reciente del pueblo.

El trayecto vital de José Domínguezacabó poco antes de realizar las catasen el cementerio viejo. Con 19 años leescribía cartas a su madre desde el fren-te —fue reclutado por los sublevadosen agosto de 1937—, sin saber que ha-bía sido secuestrada y vejada junto aotras mujeres y que recibieron la muer-te a tiros en el callejón de la FuenteVieja. Eran las 15 rosas de Guzmán.

A su padre, los fascistas ya lo ha-bían matado antes. Los golpistas estu-vieron esperando a que «saliéramosdel pueblo los reclutas para cometersus bárbaros crímenes», decía el Sastre,como recoge el periodista Rafael Mo-reno en su libro Perseguidos. José de-dicó una vida a preservar la memoriade sus padres, de las víctimas del fran-quismo. Y lo logró. Para siempre n

La memoria de Pedro el Sastre

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Bajo la tierra duermocomo otra raíz de ese árbol que a solas en mí nutro.

Vicente Aleixandre

El Castillo de las Guardas (Sevilla)

El cuerpo que vela el olvido

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Fichan n n

Localización Antiguo cementerio de El Castillo

Númerode víctimas 1Fecha de los asesinatos A partir de septimbre 1936

Equipo técnicoJuan Manuel Guijo,Bárbara Carrasco y Juan Carlos Pecero

Imágenes cedidas por el equipo aqueológico.

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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El comandante Rementería toma el pueblo en agosto del 36 y enciende

una matanza que acaba con, al menos, 139 vidas»

bajaba en explotaciones mineras. Tras el golpe de Estadomilitar, la zona vive acciones convulsas, caso de deten-ción de elementos derechistas, el incendio de la iglesiay una capilla o el asalto a la vivienda del alférez de laGuardia Civil, recoge José María García Márquez en in-vestigaciones como República, sublevación y represiónen El Castillo de las Guardas, 1931-1944.

El 16 de agosto del 36 el comandante Eduardo Ál-varez Rementería toma el pueblo sin resistencia. Mu-chos dirigentes de partidos y sindicatos de izquierdatoman refugio en la sierra, algunos durante años. Ahítiene lugar gran parte de la represión, con cadáveresque quedan en el lugar de la muerte. La matanza pudoser, así, mayor a la documentada.

Los diferentes sondeos arqueológicos destapan lasmúltiples alteraciones del terreno. Las fosas comunes,de existir, habrían quedado afectadas por construccio-nes municipales e incluso por el uso como basurero departe del cementerio entre los años 60 y 80.

Una vez que aparecen restos óseos con evidenciasde muerte violenta, llega la actuación judicial y de lapolicía científica. Corroboran, primero, la identificaciónbalística: un proyectil que aparece asociado al cráneo.El forense del juzgado nº 15 solicita a los técnicos apoyoa la tarea de exhumación del esqueleto. Los responsa-bles de la búsqueda, sin embargo, discrepan de los mé-todos usados. El proceso está paralizado aún, a la es-pera de que los familiares reclamen el cuerpo n

l menos 139 personas fueron asesinadas enEl Castillo de las Guardas (Sevilla) y las di-versas aldeas que conforman el núcleo po-blacional, como Arroyo de la Plata, El Cañue-

lo o La Aulaga. En plena sierra de Aracena, y despuésde varios sondeos, el viejo camposanto entregó los res-tos de una víctima de las fuerzas golpistas.

El contexto socioeconómico estaba marcado porun régimen latifundista donde «una minoría era titularde la riqueza rústica y urbana» mientras el pueblo tra-

El Castillo de las Guardas (Sevilla)

El cuerpo que vela el olvido A

«

Los sondeos en el antiguo cementerio evidencian las continuas

alteraciones de la zona y la desaparición de posibles fosas»

«

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Una lenta depredación con crucesasoló las orillas.

José Manuel Caballero Bonald

Cádiz

Los huesos que reclamaron la puerta del mar

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Equipo técnico

Jesús Román, Jorge Cepillo, José María Gener, Rocío Martínezy Juan Manuel Guijo

Fichan n n

Localización Antiguo cementerio de Cádiz

Númerode víctimas Fase de localizaciónFecha de los asesinatos 30 de abril de 1937

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

83

Cientos de gaditanos recibieron la muerte a tiros en las tapias

del cementerio, la plaza de toros o las fosas de Puerta Tierra»

Más de 700 personas serían ejecutadas en aquellaépoca de «terror caliente». La mayoría fueron arrojadosa la fosa común conocida como ‘la piscina’, un nombreque refleja las dimensiones de la sepultura. La exhu-mación arranca ahora con la búsqueda de 16 personas.En el antiguo cementerio, junto a la playa, donde tantosaños los huesos reclamaron la puerta del mar.

El trabajo arqueológico llega después de «diez años»en que la Plataforma para la Recuperación de la MemoriaHistórica de Cádiz topaba con el «muro» en que se habíaconvertido el Ayuntamiento gaditano, como señala AntonioChico. Una «lucha constante» en una plaza que vivió «unarepresión brutal». Como subraya Gutiérrez Molina, «la ciu-dad de Cádiz debe sentirse orgullosa de que esta inter-vención se lleve a cabo, por la recuperación y dignificaciónde los restos de esos gaditanos» n

na isla, una fortaleza, que en manos rebeldesmudó de carácter para convertirse en unode los primeros baluartes de la victoria fran-quista. Como frontera marina, el destructor

Churruca y el buque Ciudad de Algeciras finiquitan laresistencia popular en la mañana del 19 de julio. Lasprimeras tropas africanas desembarcan en la península.Y se producen los primeros asesinatos. En Cádiz, ciudadsin guerra, estallaba una fria matanza.

«No hay un estudio definitivo, pero podemos cifrar enuna veintena las personas que mueren durante la ocupa-ción», relata José Luis Gutiérrez Molina. «Entrado agostoempieza la limpieza social, como lo definen los propiosgolpistas, de la población que consideraban enemiga», re-cuerda el autor de La justicia del terror. Los consejos deguerra sumarísimos de urgencia de 1937 en Cádiz.

Cádiz

Los huesos quereclamaron

la puerta del marU

«

«Estoy aquí como víctima del fran-quismo y a consecuencia del asesinatode mi tío, Domingo Vélez Clemente»,precisa José María Arauz Vélez. Undía prometió dar con sus restos.«Cuando mi madre estaba en el hos-pital Puerta del Mar, desahuciada ymuriéndose, me cogió de la mano yme dijo: José María, no abandonesnunca la búsqueda de mi hermano.No he parado», manifiesta.

La tierra rota a golpes por un picoes la firma de ese «compromiso ético,humano» del que José María no secansa de hablar. Es la única manera,piensa, de curar «el sufrimiento per-

manente que yo observaba en mi casay que siempre dio este país a los fami-liares víctimas del terrorismo franquis-ta». Por eso vive «emocionado» el ini-cio de la exhumación gaditana.

Su tío, recuerda, «era un chavalde 25 años, electricista y con un únicodelito: defender a los trabajadores co-mo sindicalista de la CNT». Tenía no-via y quedó retratado en el consejo su-marísimo al que fue sometido como«uno de esos niños rojos del barrio deLa Viña de pantalón azul con muchacampana y gran melena». Con la casafamiliar frente al cementerio, «siempreacompañaba a mi madre para ver si en-

contraba a su hermano». Casi llegó «a lalocura por esa pasión que tenía por él».Era el barrio «que los señoritos de aquellaépoca tan cruel llamaban el territorio delos beduinos». El que fuera más castigadode Cádiz en la represión por «la máquinadel terror» que los franquistas usaron, re-cuerda, «para atemorizar al pueblo».

«Por ahí, detrás de esa tapia, estála tumba de mis padres y de un her-mano». Señala en dirección al mar.«Y ahí voy a depositar las cenizas demi tío, para que esté con su hermanay su familia. Este es nuestro territorio,esa playa con ese horizonte que alum-bra el faro de La Caleta» n

José María Arauz Vélez El asesinato de los «niños rojos» del barrio La Viña

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Y allí la voz dispusoque hablase tu silencio.

Luis Cernuda

Puerto Real (Cádiz)

Testimonio vivo del terror franquista

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Fichan n n

Localización Cementerio de Puerto Real

Númerode víctimas 180 (exhumación en curso)Fecha de los asesinatos Desde julio de 1936

Equipo técnicoJesús Román, Juan Manuel Guijo,y Juan Carlos Pecero

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

87

En la provincia gaditana casi no hubo guerra, pero sí una brutal

matanza vengativa perpetrada por los sublevados»

Aquel agujero en el camposanto sirvió para arrojara ejecutados que procedían de San Fernando, El Puertode Santa María, Cádiz, Chiclana o Puerto Real. Enterradosen cal viva para descomponer los cuerpos. Cuando latierra deja entrever qué guardó durante décadas… pa-rece estallar en un grito sordo. En pura escena apoca-líptica. El teatro del terror llevaba a los ejecutados porla vía del tren hasta el cementerio. Fusilados en la tapia,los cadáveres servían de advertencia a una poblaciónque sufrió cualquier matiz vengativo, caso de incautaciónde bienes, persecución laboral y de género, listas negraso decenas de encausados y pasados por prisión.

La de Puerto Real es la mayor sepultura ilegal convíctimas del franquismo abierta hasta la fecha en laprovincia gaditana, a la espera de procesos de mayorcalado como serían Jerez de la Frontera o la propia ca-pital. Cádiz alberga un centenar de las más de 600 fosascomunes que salpican Andalucía y en las que yacenenterradas decenas de miles de personas n

i un solo tiro. Para doblegar Puerto Real (Cá-diz) no hicieron falta ejércitos ni batallas.Casi toda la provincia cae rápido del lado re-belde. Es pieza clave para el traslado del ejér-

cito de África y una de las primeras vías para desangrarla República en la génesis del conflicto bélico. Pero enel pueblo no hubo guerra, ni en tantos otros de la Bahía.Sí una pertinaz matanza que segó de cuajo cientos devidas bajo el yugo de los sublevados.

Con la aplicación del bando de guerra en la aso-nada golpista o en consejos sumarísimos, la represiónfranquista dejó una siniestra huella de muerte. Y unrastro, apenas un surco, en la memoria apagada porla oscuridad de la dictadura, que perdura en el tiempopara propiciar la exhumación de la fosa común del ce-menterio de San Roque. El número de restos óseoshumanos localizados en dos fases asciende a 104 per-sonas. Una tercera intervención prevista elevará lacifra a un número cercano a los 200 asesinados.

Puerto Real (Cádiz)

Testimonio vivo del terror franquista N

«

Que fuera mi tierraAnuario 2015

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Me he acordado de mi abuelo desde niño, a través

de las lágrimas de mi madre»

El 22 de agosto del 36 mi madre fuea ver a mi padre al penal de El Puertoy le dijeron que ya no tenía que irmás, que ya no estaba. Lo habían ma-tado. Mi madre regresó con un pa-quetito con objetos personales, unreloj y alguna cosa más. Unos falan-gistas detuvieron un mes antes a todos

los concejales y a él, José María Fer-nández Gómez, que era el alcalde dePuerto Real.

Mi padre se ganaba la vida con elperiodismo. Tenía una librería, que sela requisaron cuando la guerra, y tra-bajó para periódicos como El Sol y ElNoticiero. Y era dueño de una cabe-

cera pequeñita llamada Juventud quepublicaba en el pueblo una vez al mes.Escribía muy bien.

Lo que hicieron con él fue un ase-sinato puro y duro, pero yo no quie-ro venganza. Solo encontrar a mi pa-dre y enterrarlo. Ahí acabará milucha n

Elena Fernández Muñoz Mi padre era el alcalde republicano de Puerto Real y quiero encontrar sus restos y enterrarlo

En esta fosa están mis tres tíos, her-manos de mi madre: Manuel, Juan y

Cayetano. Eran hijos de mi abuelo,Cayetano Roldán Moreno, últimoalcalde republicano de San Fernan-do. A todos los mataron. ¿Razones?Ninguna. Estos individuos indignostenían envidia, fanatismo ideológi-co… sujetos sin relevancia que degolpe estaban armados y espoleadosa asesinar por falangistas… la bajezahumana.

Los alcaldes de Izquierda Repu-blicana le quitaron el poder a las de-rechas, a la CEDA, por eso fueron apor ellos. Como mi abuelo, que acu-muló en su vida una trayectoria deamor al prójimo en el sentido más

humanístico. Un médico entregado alos pobres, a curar y quitar dolor deeste mundo. Eso para esa gente, enlas antípodas de lo que ellos son, eraun insulto.

Mientras este país no cumpla losderechos humanos no tendrá demo-cracia completa. Exigimos justicia,no venganza. En Alemania es incon-cebible que haya una fosa común conrepresaliados por el nazismo. Dice unpolítico que nos acordamos de nues-tros muertos por subvenciones. Yome he acordado de mi abuelo desdeniño, a través de las lágrimas de mimadre n

Juan Manuel Fernández Roldán Mientras este país no cumpla los derechos humanos no tendrá democracia completa«

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

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Que fuera mi tierraAnuario 2015

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No reclamo nada, cuatro huesosque podamos enterrar, mi madre me

lo encargó y aquí estoy»

Soy nieta de Cayetano Roldán. Cre-emos que sus hijos están enterradosen esta fosa. El pequeño tenía 20años, el mayor era médico y el otromaestro. Mi abuelo llevaba unos me-ses como alcalde. La gente le conocíacomo ‘el médico de los pobres’. Ayu-daba a todo el mundo.

El teniente de alcalde tenía unadestilería. La familia me contó quelos falangistas le prendieron fuego

con él dentro y no le dejaron salir.Lo arrasaron vivo. Cuando su mujerfue a pedir ayuda o lo que fuera quese pedía a Queipo de Llano, para po-der seguir adelante, para poder co-mer, la violó en la mesa del despacho.Eso me dijeron n

Ángeles Fernández Roldán A mi abuelo la gente le conocía como «el médico de los pobres»

Mi abuelo era Andrés Infante More-no. Desapareció el mes de julio del 36.Mi madre tenía 20 años y fue testigode cuando se lo llevan en un camiónsalinero. Lo despidió en la puerta desu casa. En la familia quedó un dolortremendo. No hay explicación a loque fue una eliminación sistemática,una limpieza casa por casa, pueblopor pueblo. Una salvajada que ya es-taba prediseñada.

Tenemos certeza relativa de que estáen la fosa de Puerto Real. Mi padre in-tentó localizar a su suegro pero habíamucho secretismo, mucho miedo. En es-tas le llamó un señor y le dijo que nobuscara más, que aquella noche él fueel conductor del coche que lo traía y fuefusilado aquí. Era un hombre prudente,callado, inteligente… tenía 56 años. Te-

nía pasión por enseñar yfue profesor de la escuelade aprendices de SanCarlos.

En el registro apa-rece como desaparecidoy así seguirá hasta queaparezcan sus restos. Aeste país le reprocho lahipocresía, la escasa vo-luntad de recuperar alas víctimas. Es una ver-güenza. En Europa loprimero es aclarar elpasado. Entendernos,que ya es hora. Por esome ofende que me digan ‘olvídate deeso’. No reclamo nada, cuatro huesosque podamos enterrar. Mi madre melo encargó y aquí estoy n

Enrique Fernández Infante

«

Intervenciones en fosas comunesdel franquismo en Andalucía

91

Este libro se terminó de imprimir

en los talleres de Coria Gráfica

el 18 de julio de 2016,

coincidiendo con el 80 Aniversario

del golpe de Estado contra

la Segunda República Española.

«Mi hermano enterró a mi padre y a mi madre la vi por última vez su-bida a un camión, diciéndome adiós. ¿Dolor? Toda la vida»

Antonio López, víctima del franquismo

«La sociedad debería entender que identificar a los desaparecidos y darles sepultura no es sólo un gesto de justicia para los muertos si-

no de piedad para los vivos»Reyes Mate, filósofo