año 1, número 2. febrero del 2017 e.·. v.·. publicación...

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ÍNDICE Año 1, Número 2. Febrero del 2017 E.·. V.·. Publicación mensual Editorial «Haga hombres, quien quiera hacer pueblos». José Martí Nuestro H.·. José Martí tuvo mucha razón en esa frase. Por eso la masonería es constructora de hombres, Con tan sólo 18 años fue iniciado en la masonería. Antes de haber eso ya había estado en la cárcel y deportado de Cuba por sus ideales de libertad y fidelidad filial. Es un ejemplo digno de imitar. En este número de febrero, conoceremos los orígenes del mes y la importancia de vivir de acuerdo con la naturaleza. Mes de carnaval, la fiesta de la carne o la oportunidad de liberarnos de ella. No en vano es la clave del libro el nombre de la rosa. Del autor Umberto Eco. Donde la risa libera. El 5 de febrero es el centenario de la Constitución de 1917. Muchos masones, a pesar de sus ritos y tendencias políticas siempre mantuvieron primero el bien común que es México. A ellos le debemos los derechos huma- nos, la libertad de expresión, la educación laica., la Libertad de cultos, la soberanía que proviene del pueblo y muchas garantías que gozamos pero actualmente no las hacemos valer. El 24 de febrero es el día de la bandera, surgido en conmemoración del plan de iguala en 1821. Cuando se da por terminada la independencia de México y se crea la bandera trigarante. Símbolo que nos da identidad. Por último, conoceremos al club rotario y su relación con la masonería. Dar de sí antes de pensar en sí y Se beneficia más quien mejor sirve. Son su lema y el amor a la humanidad su meta. En estos momentos de crisis, es cuando debemos fortalecernos. Dejar de ponernos muros. Entender y poner en práctica nuestras antiguas divisas. Libertad, igualdad, fraternidad. El enemigo más grande somos nosotros mismos. Dejemos de ser apáticos, soberbios, intolerantes e ignorantes Cuando lo rectifiquemos seremos verdaderos constructores. Basta de brillar de glorias ajenas, debemos convertirnos en lo que estamos llama- dos a ser, Hijos de la Luz… Es cuanto V.·. M.·. René Febronio Maestro Pag. 1 Pag. 1 Pag. 1 Februarivs Februarivs Februarivs. . . Pag. 2 Pag. 2 Pag. 2 Carnaval y su simbolismo. Carnaval y su simbolismo. Carnaval y su simbolismo. Pag. 3 Pag. 3 Pag. 3 ¿A que sabe una manzana? ¿A que sabe una manzana? ¿A que sabe una manzana? Pag. Pag. Pag. 4 El pensamiento liberal El pensamiento liberal El pensamiento liberal en la Constitución de 1917. en la Constitución de 1917. en la Constitución de 1917. Pag. 6 Pag. 6 Pag. 6 Martí ciñó el mandil. Martí ciñó el mandil. Martí ciñó el mandil. Pag. 8 Pag. 8 Pag. 8 La aportación liberal a la La aportación liberal a la La aportación liberal a la bandera Mexicana bandera Mexicana bandera Mexicana Pag. 10 Pag. 10 Pag. 10 Conexión entre rotarios y masones Conexión entre rotarios y masones Conexión entre rotarios y masones Agradecemos a quienes colaboraron en este número, esperamos envíen sus artículos.

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ÍNDICE

Año 1, Número 2. Febrero del 2017 E.·. V.·. Publicación mensual

Editorial

«Haga hombres, quien quiera hacer pueblos». José Martí

Nuestro H.·. José Martí tuvo mucha razón en esa frase. Por eso la masonería es constructora de hombres, Con tan sólo 18 años fue iniciado en la masonería. Antes de haber eso ya había estado en la cárcel y deportado de

Cuba por sus ideales de libertad y fidelidad filial. Es un ejemplo digno de imitar.

En este número de febrero, conoceremos los orígenes del mes y la importancia de vivir de acuerdo con la naturaleza. Mes de carnaval, la fiesta de la carne o la oportunidad de liberarnos de ella. No en vano es la clave

del libro el nombre de la rosa. Del autor Umberto Eco. Donde la risa libera.

El 5 de febrero es el centenario de la Constitución de 1917. Muchos masones, a pesar de sus ritos y tendencias políticas siempre mantuvieron primero el bien común que es México. A ellos le debemos los derechos huma-nos, la libertad de expresión, la educación laica., la Libertad de cultos, la soberanía que proviene del pueblo y

muchas garantías que gozamos pero actualmente no las hacemos valer.

El 24 de febrero es el día de la bandera, surgido en conmemoración del plan de iguala en 1821. Cuando se da

por terminada la independencia de México y se crea la bandera trigarante. Símbolo que nos da identidad.

Por último, conoceremos al club rotario y su relación con la masonería. Dar de sí antes de pensar en sí y Se

beneficia más quien mejor sirve. Son su lema y el amor a la humanidad su meta.

En estos momentos de crisis, es cuando debemos fortalecernos. Dejar de ponernos muros. Entender y poner en práctica nuestras antiguas divisas. Libertad, igualdad, fraternidad. El enemigo más grande somos nosotros mismos. Dejemos de ser apáticos, soberbios, intolerantes e ignorantes Cuando lo rectifiquemos seremos verdaderos constructores. Basta de brillar de glorias ajenas, debemos convertirnos en lo que estamos llama-

dos a ser, Hijos de la Luz…

Es cuanto

V.·. M.·. René Febronio Maestro

Pag. 1 Pag. 1 Pag. 1 FebruarivsFebruarivsFebruarivs. . .

Pag. 2 Pag. 2 Pag. 2 Carnaval y su simbolismo.Carnaval y su simbolismo.Carnaval y su simbolismo.

Pag. 3 Pag. 3 Pag. 3 ¿A que sabe una manzana?¿A que sabe una manzana?¿A que sabe una manzana?

Pag.Pag.Pag. 444 El pensamiento liberalEl pensamiento liberalEl pensamiento liberal

en la Constitución de 1917.en la Constitución de 1917.en la Constitución de 1917.

Pag. 6Pag. 6Pag. 6 Martí ciñó el mandil. Martí ciñó el mandil. Martí ciñó el mandil. Pag. 8 Pag. 8 Pag. 8 La aportación liberal a la La aportación liberal a la La aportación liberal a la bandera Mexicanabandera Mexicanabandera Mexicana

Pag. 10Pag. 10Pag. 10 Conexión entre rotarios y masonesConexión entre rotarios y masonesConexión entre rotarios y masones

Agradecemos a quienes colaboraron en este número, esperamos envíen sus artículos.

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Februarivs

Por JAVIER SANZ

Febrero es el segundo mes del año en el calendario gre-goriano. Tiene 28 días los años normales y 29 los años bisiestos. Mes del año en el calendario clásico republicano y segundo en el Juliano, era un mes dedicado a la dio-sa Februa, la madre de Marte y también a Februus, el antecesor etrusco de Plutón, dios de los infiernos. Mes de purificación por excelencia, los ritos en honor al dios cono-cidos como febraule podrían ser el origen etimológico del nombre del mes. Se realizaban sacrificios y ofrendas a los dioses para curarse en salud por los desagravios cometi-dos durante el año en una especie de confesión general destinada a no incitar la ira de las divinidades patrias.

En el arcaico calendario romano este mes no existía. Fue incluido en tiempos de Numa Pompilio. El dios predomi-nante del mes era Neptuno y se representaba en el ca-lendario del Foro como una mujer vestida de azul que portaba en una de sus manos un ave acuática mientras con la otra sostenía un cántaro que vertía una cantidad respetable de agua, representación de las importantes lluvias que llegaban en estas fechas.

Su corta duración respecto al resto de meses tiene su motivo. Julio César, tan cautivado por la precisión egipcia como por los encantos de Cleopatra, decidió reformar el viejo e inexacto calendario lunar romano y adaptarlo a la versión solar, mucho más precisa, de 365 días y 6 horas. El encargado de realizar los cálculos de aquel importante cambio fue Sosígenes, un astrólogo alejandrino. Al ser Febrero el último mes del calendario romano no era tan largo como el resto y además necesitaba la inclusión de un dí-a cada cuatro años, entre el 24 y 25 del mes, para corregir el cómputo total. El día 24 era el sextus kalendas martii, por eso este día extra fue llamado bis sextus (origen de nuestro actual término bisiesto)

El segundo día de las Kalendas se mantenían encendidas antorchas durante la noche como ofrenda

a Februa buscando con ello que el dios Marte, su hijo, conmovido por las ofrendas de sus devotos, les concedie-se la victoria en el campo de batalla. Roma, y el resto de grandes ciudades del Imperio, era una ciudad oscura por las noches, un lugar peligroso para pasear tras la puesta de sol. Esta iluminación extra permitía que las mujeres saliesen ese día en una procesión en honor a Ceres.

Del 5 al 7 del mes tenían lugar las Anestesias, festividades en honor de Dionisos, el dios griego del vino y el teatro. El primer día tenía lugar la apertura de las primeras ánforas del vino del año anterior, embasado en Octubre. El segun-do día se celebraba un concurso de bebedores que con-sistía en liquidar en el menor tiempo posible un recipiente en el que cabía un congio de vino (¡Sólo un poco más de tres litros!) El tercer día se realizaba un guiso a base de vino y pan que se vertía en suelo sagrado en honor de Hermes, el mensajero de los dioses, honrando el suelo en reconocimiento de las víctimas del diluvio… sí, el diluvio es común a todas las civilizaciones (hay un diluvio sumerio, maya, hebreo, griego, etc.)

Los idus de Febrarius estaban dedicados a los difuntos. Los templos estaban cerrados y no era posible casarse.

El día 15 tenían lugar las Lupercales, las fiestas en honor al dios Fauno. Esta festividad tiene su origen en una vieja leyenda de tiempos de Rómulo. Parece ser que las roma-nas no tenían hijos y acudieron al Oráculo de la diosa Juno, el cual dictaminó que “Madres del Lacio, que os fecunde un macho cabrío velludo”. En recuerdo de aquello el sacerdote sacrificaba dicho animal, con su piel se ha-cían tiras y con ellas se confeccionaban los látigos que habrían de portar los lupercos. Eran éstos chicos jóvenes que corrían desnudos por el Palatino, con la cara mancha-da con la sangre del animal y golpeando con sus látigos a las mujeres que deseasen tener descendencia. Repre-sentaban al dios Pan, nieto del lobo Licaón, de ahí su nombre (lupus es lobo en latín)

Las Fornacales se celebraban del día 10 al 17. Era una celebración en la que se honraba a Fornax, protectora de los incendios y patrona de los horneros. No había fecha fija para ubicarla dentro de estos días, pues cada Curia podía cambiar el día de celebración, pero si por descuido u olvido no se celebraba a tiempo y se pasaba de fecha la gente se burlaba tildando a sus participantes de participar en la stultorum festa, la fiesta de los tontos, probable ori-gen del actual carnaval.

Los últimos días del mes estaban dedicados a la Feralia y las Carístias, ambas dedicadas a honrar a divinidades menores relacionadas con los difuntos. Era el fin del año y ello conllevaba recogimiento moral.

El día 23 se honraba a Término, el dios de las lindes y los caminos que era representado con una cabeza humana sobre un pilar. Se sacrificaba un cochinillo y con su sangre se regaban los mojones y los cercos que rodeaban las propiedades pidiendo el favor del dios para que nadie indeseable los traspasase. Aún llamamos término a nues-tros límites municipales.

Fuente: Historias de la historia

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Carnaval y su simbolismo Por Joaquín Muñoz Traver.

Sobre el carnaval, la etimología del término es.

Carne-levare: que significa, abandonar la carne.

El término italiano “carnevale”, que significa

época en la que se puede comer.

¿Contradictorio? Como veremos, sólo en aparien-

cia. Más bien en esa oposición se encuentra uno de

los secretos mejor guardados del hermetismo: la

alquimia espiritual.

Todos los posibles orígenes históricos de los Carnava-

les, todas las fiestas con las que se los relaciona, tienen

un elemento común: son épocas de inversión del

orden establecido, de liberación de la sombra perso-

nal y social, de efervescencia de lo reprimido, de

eclosión de las más viles inclinaciones del

ser… Celebración de carácter “siniestro”, de satis-

facción de los vicios más propios del hombre caído,

de las características más rastreras de su ser.

Una primera razón de ser de los Carnavales es la cana-

lización de todas estas bajas tendencias, el intento de

controlar y regular su manifestación para evitar sus

peligros y hacerlas así inofensivas. No puede uno

reprimirse permanentemente, acaba explotan-

do… Tiene que permitirse ciertas licencias, aunque con

mesura… Sólo así consigue restar fuerza a sus más

bajas pulsiones. Ya lo he dicho en alguna otra oca-

sión: el enfrentamiento directo es uno de los cami-

nos más seguros hacia el fracaso en la lucha por el

desarrollo espiritual.

Ahora bien, para evitar ser reconocido en pleno

“desenfreno” es propio de estas fechas el recurrir a

máscaras o disfraces que, como mínimo, le cubran

a uno el rostro ante la mirada de los curiosos. Sin

embargo, como bien apunta Guénon, mientras cu-

bren la faz, descubren el alma porque “cada cual elegi-

rá obviamente la máscara que más le convenga, aque-

lla que represente lo que es más conforme a sus pro-

pias tendencias, de modo que podría decirse que la

máscara, cuya aparente función es ocultar el verdadero

rostro del individuo, descubre a los ojos de todos lo que

uno lleva realmente dentro, pero que habitualmente

debe disimular”.

En este sentido, durante la orgía carnavalesca -si uno

la vive con plena conciencia- es posible identificar

todos los demonios y sombras que habitualmente

se encuentran agazapados en nuestro interior… Así

podremos darles caza durante la Cuaresma, ese

periodo de ayuno y purificación que tiene por objeto que

muramos a lo superfluo y peor de nosotros mismos para

así resucitar, en Pascua, como hombres nuevos.

Es, por tanto, capital la importancia de los Carnavales de

ese momento de distensión y descubrimiento de lo peor

de nosotros mismos- para iniciar correctamente la Cua-

resma. Aprovechad estas celebraciones para cono-

ceros mejor, para reíros de vuestros defectos e im-

perfecciones, para no darles más importancia de la

que tienen y para despediros de ellos… Porque

durante la Cuaresma mudaréis de piel como la ser-

piente, abandonando al hombre viejo y resucitando

como hombres nuevos.

Para mayor información del tema se recomiendan los libros: La peste del autor Albert Ca-

mus y el nombre de la rosa de Umberto Eco.

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¿A que sabe una manzana?

¿A que sabe una manzana? Intenta explicar-me a que sabe una manzana.

Una manzana sabe a manzana. Puedo inten-tar hablarte de dulzura, acidez, etc y de nin-gún modo vas a saber que sabe una manza-na hasta que la pruebes.

¿Qué es el equilibrio? ¿Cómo consigo equili-brio al momento de subirme en una bicicleta? ¿Quién me lo puede explicar?

Lo cierto es que hasta que no me subo en una bicicleta y comienzo a experimentar lo que es el equilibrio, ninguna instrucción, nin-gún concepto, va a conseguir que yo pueda encontrar equilibrio en una bicicleta. No im-porta que tan claro entienda esos conceptos.

Puedo leer todas las guías turísticas de Pa-rís, aprender toda su historia, saber las dis-tancias entre todos los puntos, el clima y aprender a hablar francés y nada de eso va a conseguir que yo conozca París. Es necesa-rio estar en París para conocer París. Es una experiencia, no un concepto.

Masonería tampoco es un concepto. Quiero decir, puedo explicarte con palabras lo que es, puedo darte toda la literatura existente, puedes ver todos los videos que haya; pue-des saber toda la simbología y sin embargo, créeme, no vas a saber lo que es Masone-

ría.

Por eso es inútil querer compartir con pala-bras la experiencia de cada tenida. Las pala-bras comunican conceptos pero las experien-cias se viven. Físicamente. En el cuerpo. No se puede sustituir. Cualquier cosa que com-parta va a ser siempre una conceptualización de mi experiencia personal. Y además recor-demos que mi experiencia seguramente no va a ser igual a la de nadie más, así que aunque fuera capaz de comunicar del modo más eficiente posible en conceptos mi expe-riencia, estaría comunicando solo eso: mi

experiencia personal. Nada más.

No puedes aprender a ser maestro leyendo un libro, ni diez ni cien. A ser maestro se aprende siéndolo. Estando en una situación que demande serlo. No hay más.

No es lo mismo saber que conocer. De aquí la importancia de vivir la Masonería, si leyen-do, si tomando instrucción en tenida, y tam-bién aplicando lo aprendido en tu vida profa-na.

En resumen, con la Masonería adquirimos tres compromisos ineludibles: admirarla,

practicarla y enseñarla.

Entonces la masonería es como una man-

zana...

Es cuanto QQ.·. HH.·.

Fraternalmente,

M.·. M.·. Hiram Pérez Hernández

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El pensamiento liberal

en la Constitución de 1917

La historia del México del siglo XIX, y buena parte del siglo XX, no se explica si no es a partir del papel jugado por la masonería en la vida política y social de nuestro país, de ahí que la influencia masónica en la redacción de leyes fundamentales de México y en el diseño de nuestra forma de gobierno es innegable. El nombre oficial de nuestra Carta Magna vi-gente es Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, fue promulgada el 5 de fe-brero de 1917 en el Teatro de la República de la ciudad de Querétaro, aunque entró en vigor hasta el 1 de mayo de ese mismo año. Esto significa, según algunos constitucionalistas, que es en mayo y no en febrero el auténtico aniver-sario de nuestra máxima ley. Antes de la Carta Magna de 1917, existieron varios textos constitucionales, todos promulga-dos en el siglo xix, destacando la Constitución de 1857, por lo que, si pudiéramos denominar a ese siglo, bien pudiera llamarse el siglo consti-tucional y del surgimiento del liberalismo en nuestra máxima ley. Al triunfo del movimiento constitucionalista de principios del siglo XX, Venustiano Carranza, en acato al Plan de Guadalupe, convocó el 14 de septiembre de 1916 a elegir diputados al Congreso Constituyente. Una vez concluido dicho proceso y habiendo terminado también el

proceso legislativo, el decreto promulgatorio decía: “Constitución de los Estados Unidos Me-xicanos, que reforma y adiciona la Constitución Política de 1857”; es decir, que en estricto sen-tido, la Ley Suprema de 1917 no es precisa-mente una nueva constitución, sino un conjunto de reformas y adiciones a la Carta Magna de 1857. Por otra parte, a pesar de las diversas corrien-tes representadas en el Constituyente de 1917, la mayoría de los diputados no eran creyentes, sino liberales, y casi todos estaban a favor de las Leyes de Reforma y su actitud fue abierta-mente anticlerical. De la comparación de las dos más importantes constituciones fundamentales de México, la de 1857 y la de 1917, se percibe en forma inme-diata que ambas responden a luchas sociales emancipadoras que proponían consumar com-pletamente el concepto de un Estado liberal. Por ello, la Constitución de 1917 incluía una gran parte de los ordenamientos de la de 1857, especialmente en lo referente a los derechos humanos, ya asentadas como “garantías indivi-duales”, y refrendó la forma de gobierno que siguió siendo republicana, representativa, de-mocrática y federal; refrendó además la división de poderes en Ejecutivo, Judicial y Legislativo, modificándose este último, que dejó de ser uni-cameral para dividirse en Cámaras de Dipu-tados y Senadores. La Constitución de 1917 todavía se estructura en dos partes bien definidas: la del liberalismo político y la del liberalismo económico y social. La sangre derramada por la causa liberal del siglo XIX y principios del XX por fin dio frutos, pues la Constitución de 1917 cristaliza también el ideario de la Revolución. Se dice con plena razón que, actualmente, de-rechos de libertad y derechos sociales no se pueden concebir como entidades distintas y separadas, sino que se deben ver comoexpre-siones diversas sobre la misma idea global en-marcada en los esfuerzos de protección de la dignidad del hombre que siempre abanderaron los liberales. Ellos, inspirados por el liberalismo europeo que se gestó a finales del siglo xvii y principios del siglo XVIII , tomaron como base esa ideología sobre la cual, no sólo México, sino varios pue-blos que vivían en condiciones parecidas a las de nuestro país pudieron ver realizado su sue-ño de libertad e igualdad para todos los hom-bres en la ley suprema.

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Como ejemplos, la Constitución de 1917 en muchas de sus partes primordiales y vigentes determina la libertad de culto, la enseñanza laica y gratuita y la jornada de trabajo máxima de ocho horas, reconoce como libertades las de expresión y asociación, y proclama la separa-ción del Estado y la Iglesia, así como la no inter-vención del clero en cuestiones políticas. Resulta importante destacar que muchos de los hombres que participaron en el Congreso Cons-tituyente de Querétaro eran revolucionarios que tenían conocimiento de la historia de México y del papel abusivo que en el pasado había tenido la Iglesia; de ahí que en ese Congreso Constitu-yente se diera a la educación un carácter laico y nacionalista, todo esto con el objetivo de fortale-cer al Estado y su deber de proporcionar a sus habitantes una educación gratuita. Se ha dicho acertadamente que la Constitución de 1917 era una de las más avanzadas del mundo, primordialmente por los contenidos de los artículos 3o., 27, 123 y 130 (y en la actuali-dad, reforzada por el artículo 40 que reivindica en su calidad de laico al Estado mexicano, pro-puesta de liberales de la actualidad y masones distinguidos).

Debe subrayarse que en nuestra Constitución, además, se defiende el derecho pleno de perte-necer a alguno de los diversos partidos políti-cos, a tener diferentes concepciones de la políti-ca; el derecho a rechazar el dogmatismo y el autoritarismo en la lucha por el poder, a oponer-se a la existencia de un partido único y de una sola doctrina oficial sobre el Estado y la socie-dad, en suma, el liberalismo político. Todo ello llevó a que la Constitución de 1917 fuera considerada una aportación de la tradición jurídica mexicana al constitucionalismo univer-sal, en razón de ser la primera ley fundamental de la historia que incluía los derechos sociales, esto incluso dos años antes que la reconocida Constitución alemana de Weimar de 1919. Como conclusión, podemos afirmar que la tradi-ción liberal expresada en la Constitución de 1857 y la lucha revolucionaria del siguiente siglo triunfaron definitivamente en la Carta Magna de 1917, pues se consolidaron dos grandes co-rrientes: el liberalismo mexicano y el liberalismo europeo, haciendo de ésta una de las constitu-ciones más progresistas del mundo. No obstan-te, sigue sujeta a ser perfeccionada de acuerdo con las necesidades de la actualidad.

Tomado del libro, Influencia de la masonería en la Constitución de 1917. Editado por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.

CENTENARIO DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS 1917

http://constitucion1917.gob.mx/es/Constitucion1917/

Masoneria_en_la_Constitucion_de_1917

Núm. Inv: 170252 - SINAFO

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Martí ciñó el mandil. Autor Sánchez Gálvez, Samuel.

A partir de los documentos encontrados y del análisis del contexto histórico de los mismos, queda demostrado que:

El expediente masónico de Amelio de Luis Vela de los Reyes depositado en los archivos de la logia Fernandina de Jagua de Cienfuegos contiene la prueba documental definitiva de la filiación masóni-ca de José Martí.

Entre febrero y julio de 1871 Martí fue iniciado como masón en la logia madrileña Caballeros Cruzados Nº 62 perteneciente al Gran Oriente Lusitano Unido (GOLU). Por tanto su presu-mible estancia en Armonía Nº 52 es posterior.

Valdés Domínguez al hablar de Armonía relata la ayuda que se les prestaba a los cubanos pre-sos en Ceuta; por lo que se conoce de algunos de los miembros de esa logia es evidente su posición a favor de la independencia de Cuba. ¿Qué relación hubo entre las militancias de Ar-monía Nº 52, Caballeros Cruzados Nº 62 y Li-bertad Nº 40? Al menos podemos comprobar que algunos cubanos y españoles de sentimien-tos positivos hacia la independencia de Cuba transitaron por las tres logias en distintos mo-mentos. Retomando el problema de las fechas. Sabe-mos que la llegada de Martí a Madrid fue en febrero de 1871; en el Diploma masónico de Vela de los Reyes, (Imagen 1) expedido el 4 de julio de ese año, ya Martí firmaba como Maestro Masón, grado 3ro., y Secretario de la logia Caballeros

Cruzados Nº 62. De ello se deduce que en me-nos de cuatro meses había alcanzado el grado de Maestro Masón, lo que significa que en ese período de tiempo no sólo se inició como tal sino que ya podía ocupar un alto cargo en logia; poseía la condición y los deberes y derechos masónicos en toda la plenitud necesaria para ello. En el aspecto referido a la edad para iniciarse no nos detendremos, ha sido citado y demostra-do por quienes nos anteceden en estudios sobre la temática, que los Estatutos Generales de Ná-poles de 1820, por los que se regía el GOLU, autorizaban en determinados casos la iniciación con 18 años. La firma de Solano Ramos junto a la de José Martí en el Diploma de Maestro Masón de Amelio de Luis Vela de los Reyes, emitido por la logia Caballeros Cruzados Nº 62, en el año 1871, reafirma la veracidad del testimonio del primero cuando le expresó a Aurelio Miranda que él había sido quien presentó a Martí como candida-to a masón en una logia del Gran Oriente Lusi-tano Unido y que asistió a la iniciación de nuestro Héroe Nacional. A la vez queda despejada la incógnita acerca de cuál fue la logia en que se realizó este acto: Caballeros Cruzados. El ha-llazgo también realza el crédito del resto de los testimonios hasta ahora emplazados por la des-confianza.

El 1 julio de 1871 ya Martí ostentaba el grado de Maestro Masón ó 3º. Así firma. Incluso lo poseyó antes del 18 de mayo. En la carta firmada por Martí como Secretario de la logia, en la primera fecha citada, se le comuni-caba a Amelio de Luis Vela de los Reyes de su elección como Primer Vigilante en “sesión electo-ral” celebrada el 18 de mayo en el taller; en tal fecha debieron ser elegidos todos los puestos de Caballeros Cruzados, lo que comprende el del propio Martí como Secretario. Para ser elegido a un puesto en logia es preciso poseer el grado de Maestro Masón, por tanto, para esa fecha, ya lo poseía. Pudiera cuestionarse el factor tiempo en aras de demostrar que Martí no pudo alcanzar los grados de forma tan rápida pero Martí no fue un caso aislado. ¿Los tiempos que mediaban en aque-lla época entre la iniciación, el ascenso y la exalta-ción, eran los mismos que se acostumbran hoy? No; en nuestras investigaciones sobre el período en las logias cienfuegueras, y todavía en la prime-ra mitad del siglo XX, hemos hallado multitud de casos en los que el tránsito entre los tres gra-dos fue apenas de dos meses o menos. Esto puede verificarse a partir de las legislaciones y reglamentos masónicos en vigor en la época.

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Por otra parte, la masonería incluso admite que se entreguen en un mismo día, y por excepción, los tres grados. Martí, reconocido tempranamen-te en los medios docentes, estudiantiles e intelec-tuales, hombre de bella oratoria, joven escritor, preso político deportado a España, dueño ya de un ideario liberador de vanguardia, sin lugar a du-das se constituía en una de esas excepciones para cualquier logia. Martí fue Secretario de la logia Caballeros Cru-zados Nº 62, lo que le facilitaría, una vez disuel-to ese taller, y militar en Armonía Nº 52, poder ocupar el puesto de Orador en la misma, cargo superior al de Secretario en la jerarquía masónica de la época. Ambas logias pertenecían al mismo cuerpo masónico, el GOLU, por tanto resultaba lógico que, al cerrarse un taller, sus miembros se afiliaran a otro del mismo cuerpo; máxime cuando los unían ideales comunes. Martí fue, al menos en esa etapa de su vida, ma-són activo en logia. Los grados tomados y los puestos ocupados en ella así lo reafirman. En un escrito del periodista Enrique Trujillo y Cárdenas, referido a su figura, aparecido en la revista Álbum de El Porvenir, en el año 1890 se lee: “El señor Sagasta ordenó cerrar la logia de cubanos, de la que Martí formaba parte, y donde daba clases nocturnas gratis, a los niños pobres españoles”. Todo parece indicar que esa logia sería Caballeros Cruzados. Sabemos que la logia tuvo serias dificultades en sus trabajos. La Constitución del GOLU, tenía como una de las bases para realizar sus fines “la instrucción por medio de la palabra y la prensa, enseñando a sus semejantes sus obligaciones y derechos como individuos”, o sea establecía la labor de la ense-ñanza como una prioridad para las logias. Tanto Amelio de Luis como el propio Martí, este último heredero del pensamiento laico de la escuela lucis-ta, dieron prioridad a la formación del futuro ciuda-dano cubano a través de la enseñanza. Esta era una de las razones por las que se empeñaban en la creación de la escuela laica, que tenía por base la libertad de conciencia. Dada la relación entre las logias Caballeros Cru-zados Nº 62, Armonía Nº 52 y Libertad Nº 40, esta última comprobadamente logia capitu-lar, se hace más sostenible la tesis de que Martí ostentó el grado dieciocho de la masonería. Las joyas masónicas martianas, custodiadas por Solano Ramos, entregadas a Fermín Val-dés Domínguez y a su muerte donadas a la Gran Logia de Cuba por su viuda, se corres-ponden con las de ese grado. Las logias capitulares comprenden todos los

grados de la masonería, a diferencia de las logias simbólicas que sólo admiten y trabajan en los tres primeros. Por tanto en Libertad Nº 40 pudo Martí transitar hasta el grado dieciocho o Caballero Rosa Cruz. Por otra parte los nombres simbólicos, constituyen expresión de un tipo de pensamiento, reconoci-miento de un ideario filosófico, ético, social e histó-rico, compartido por quien lo asume. La adopción del nombre simbólico es esencialmente una declaración pública, hacia lo íntimo del taller, de un paradigma considerado digno de imitar, de identifi-cación con sitios o sucesos a los que se ama o admira; en un acto que la mayoría de las veces trasciende lo individual, pues se haya en conexión directa con el pensamiento que prima a nivel de la totalidad en la logia. Los dos nombres simbólicos de que hacen uso Pedro Márquez y Rivas y Martí, Hatuey 2º y Anáhuac, resultan una ratificación de cubanía, y amor por lo americano aborigen, de resistencia y rechazo a la España colonialista; remarcan las diferencias desde los orígenes con el colonialismo y declaran admiración por aquellos de quienes los tomaron. Hatuey es el símbolo de la primera resistencia a los españoles apenas llegados a tierras cubanas. Es el indio indócil quemado en la hoguera, que ante la muerte ni siquiera consiente en su conver-sión al cristianismo. Anáhuac es sinónimo de Amé-rica, es una forma prehispánica de nombrar nues-tras tierras. Anáhuac fue un seudónimo empleado por Mar-tí en diferentes momentos de su vida en México y Cuba, lugares donde se estableció después de su salida de España.

(Imagen 1) Diploma masónico donde Martí siendo M.·. M.·. Firma como Secretario

Fuente: Martí ciñó el mandil. Prueba documental de su filiación masónica

Sánchez Gálvez, Samuel.

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La aportación liberal a la

bandera Mexicana Por el H.·. José Ramón González Chávez

Los dos legados culturales e iconográficos del escudo mexicano y de la Virgen de Guadalupe convergen a fines del siglo XVIII y principios del XIX en el anhelo de crear un Estado independiente de España, fundado en los ideales de la ilustración europea. Llega Napoleón a España; Fernando VII abdica y sale al exilio. El anticlericalismo se expande hacia las colonias. Las Cortes de Cádiz emiten decretos contra el poder temporal de la iglesia. Se suprimen los fueros eclesiásticos; las órdenes monásticas y la compañía de Jesús son abolidas; desaparece la inquisición. Los conservadores novohispanos consideran esta situación riesgosa y empiezan a contemplar la perspectiva de la separación política de España. Primo de Verdad proclama la radicación de la so-beranía de la nueva España en los ciudadanos que la integran; Hidalgo usa el Estandarte de la Virgen de Guadalupe como símbolo del inicio del movimiento armado. 1.- Los colores de la bandera.- Iturbide lanza en 1821 el plan de Iguala cuyo obje-to “trigarante” era la conservación de la Religión católica sin tolerar otra, la Independencia bajo la forma de Monarquía Moderada, y la Unión entre Criollos y Españoles. A estas tres garantías, aluden en términos profanos los colores de la bandera con que se consumó la independencia. En franjas diagonales, el blanco simbolizaba la pureza de la religión católica; el verde representa-ba la esperanza de los ideales del movimiento insurgente, o sea la independencia; y el rojo al grupo español adherido al impulso libertador. La virgen y el águila habían desaparecido (la patrona de los realistas era la virgen del Pilar). Ante la traición de Iturbide al movimiento social de insurgencia, renacen en este amplio grupo de la población los emblemas indígenas. En reacción, Iturbide decreta la cancelación del escudo de ar-mas español y la sustitución por el emblema mexi-cano. Casi de inmediato a este decreto, emite otro en el que se dispone que la bandera mantenga los mismos tres colores pero en franjas verticales

verde, blanco y rojo (al estilo francés) y con el águila al centro, pero sin serpiente y tocada con una corona imperial, con el perfil hacia el rojo (España). La declaración de Independencia significó también el fin de la guerra civil. El emblema mexicano tam-bién fue aceptado por la iglesia, que apoyo la con-sumación de la independencia en la Profesa y la coronación de Iturbide. En 1822 la organización de los Guadalupes se convierte en Orden Imperial. El discurso político acorde a la línea de Fray Servan-do, se orienta a justificar el imperio como mecanis-mo de restauración de aquel que fuera derrocado tres siglos antes por los españoles. Era la restitu-ción del cetro de Moctezuma, la “resurrección de América”. Se anunciaba en todo el territorio que se había restablecido el imperio más rico del mundo. Pero en la realidad, detrás de la monarquía se mantenían los poderes reales: La burguesía, el ejército y el clero. Iturbide abdica en 1823 y con la Forma de go-bierno Federal se restablece el emblema mexi-cano, ya sin corona y con el perfil hacia el Verde (la esperanza insurgente). Despojado de todo sentido religioso, la bandera nacional se convierte en el primer emblema cívico, no religioso, que unió a la antigua insignia indígena de los mexicas con los principios y las banderas surgidas de la guerra de liberación nacional y con el pensamiento occi-dental de la ilustración. Sentido Esotérico: Tal como sucedió en muchas naciones de Europa y América, las sociedades secretas, en especial la Francmasonería, jugaron un papel muy importante en el diseño del lábaro patrio, no solo al incluir emblemas alusivos a la Libertad, la Igualdad, la Fraternidad, sino también elementos de lo que René Guénon denomina como el simbolismo sagrado tradicional. La forma de la bandera atiende en su confección al número de oro pitagórico. Masónicamente, los colores de los tres tramos verticales de igual di-mensión, corresponden a los tres grados simbóli-cos: Aprendiz (blanco), Compañero (Verde) y Maestro (Rojo), y alquímicamente al azufre, el mercurio y la sal. Respecto del mencionado conocimiento sagrado universal, el conjunto simbólico formado por el águila y la serpiente se encuentra en infinidad de culturas y disciplinas, por ejemplo, en la mitología china, persa, egipcia, en la alquimia, solo por men-cionar algunas. En cuanto a los colores del lábaro patrio, éstos se encuentran vinculados profundamente al conoci-miento alquímico: Por una parte, la involución vegetal, de energía centrípeta (yin), cuya esencia interna es la sabia (verde), se desa-rrolla a expensas de la energía solar, por medio de la función clorofílica.

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Por otra, la evolución animal, de energía centrífuga (yang), cuyo medio interno es la sangre (rojo), se desarrolla en las criaturas por la energía anímica. Ambos mundos presentan un aspecto dualista de alto contenido simbólico y hermético y esta circula-ción de energía vital de ambos reinos refuerza sin-gularmente el valor esquemático del nopal/tuna y el águila/serpiente del escudo. La simbiosis de ambos reinos, del binomio verde y rojo, se resuelve en el blanco de la Sal (centro, ollin, movimiento, energía interior, Chi), color del tramo central de la bandera (reino mineral, de nuevo la tierra) y que representa la pureza de la Luz de la vida manifestada (blanco) con la que se restaura el equilibrio del mundo. Características de la Bandera Actual.- Tres características distinguen al emblema mexi-cano: 1. El predominio de los símbolos antiguos sobre los recientes: la regla es que lo antiguo es lo más sagrado. El emblema indígena ha probado ser ca-paz de resistir los efectos destructivos del paso del tiempo y de los gobernantes. El antiguo blasón indí-gena se ha impuesto al embate de otros símbolos que en distintos momentos han amenazado con usurpar la representación nacional. 2. Ese emblema es asimismo, un símbolo de la resistencia indígena que enfrentó a la invasión es-pañola y todos sus excesos. Quizá por eso concen-tró en él las nociones de legitimidad y defensa del territorio autóctono. Su característica fundamental es su representatividad, su capacidad para convo-car a grupos y clases diversos. 3. El emblema del águila y la serpiente al mezclar-se con el de la virgen de Guadalupe e infundirle a esa imagen un acentuado sello de mexicanidad, se transformó en un catalizador mítico que afirmaba la identidad indígena con el pasado remoto. Y para los criollos y mestizos vino a ser un puente entre su presente incierto y un pasado iluminado por el pres-tigio de la antigüedad. De este modo el emblema indígena comunicó a estos grupos entonces tan distintos, una imagen del pasado que reunía las nociones de origen, parentesco, grandeza, vitalidad, legitimidad y prestigio. La sociedad, al establecer comunicación con su imagen triunfa sobre el tiempo, crea su historia, se constituye a sí misma y garantiza su viabilidad. De tal suerte, el grupo es capaz de participar de su propio pasado, lo asume vivo, convive en una espe-cie de comunión mística con aquello que le dio exis-tencia. En suma, los mitos son para la mentalidad primitiva tanto una expresión de la solidaridad del grupo social consigo mismo en el tiempo y con otros seres que lo rodean, como una forma de perpetuar y reavivar el sentimiento de esa solidaridad.

La historia mexicana muestra que los símbolos vi-suales han sido los transmisores más eficaces de los mensajes políticos y culturales. Esta forma de ver nuestros símbolos de identidad contradice la tesis de los historiadores y antropólogos que afir-man que la conquista española hizo tabla rasa de las antiguas culturas mesoamericanas. No lo hizo, ni lo hará. Conjuntos simbólicos como el del escudo nacional han resistido con éxito la invasión de distintivos extranjeros y a la postre se han impuesto sobre ellos. El escudo mexicano deja de ser representati-vo de una un etnia para convertirse una divisa co-lectiva. A diferencia del emblema guadalupano, el escudo nacional es un símbolo pagano, profunda-mente popular, transmisor de un mensaje de identi-dad que apela a la unidad histórica de la nación. La independencias de Estados Unidos de América y la revolución francesa aceleraron la formación del nacionalismo moderno y sus emblemas. Pero al estamparse la antigua insignia de los mexicas en el blanco de la bandera tricolor, se conservó la indivi-dualidad de la representación nacional. Al acudir a la fuerza del emblema indígena de raíces milena-rias, se logró la unidad nacional y su proyección hacia el futuro. Las identidades colectivas no son entes inmutables cristalizados para siempre en el tiempo. Por el con-trario, son concepciones constantemente recreadas y cambiantes. Al mantener el oído atento a los mur-mullos del pasado y a los asedios del presente no puede olvidarse la amonestación del Alfonso Reyes: “...Nos une la profunda comunidad de la emoción cotidiana ante el mismo objeto natural. El choque de la sensibilidad con el mismo mundo, labra, engen-dra un alma común. La emoción histórica es parte de la vida presente y sin su fulgor, nuestros valles y nuestras montañas serían como teatros sin luz. No le neguemos al poeta la evocación, no desperdicie-mos la leyenda. Si la tradición nos fuere ajena, está como quiera en nuestras manos y solo nosotros disponemos de ella...”

Es cuanto

José Ramón González Chávez

Para consultar el artículo completo:

http://jrgonzalezch.blogspot.mx/2012/03/simbolismo-de-la-bandera-nacional-p-or.html?m=1

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Conexión entre rotarios y masones

C.·. M.·. David O. Trejo Izquierdo

Siempre se ha discutido sobre la hipotética vinculación entre el Rotary Club y la masonería. La consulta pre-gunta si hay “conexiones”, pero este término resulta un tanto ambiguo, pues basta que haya una persona que pertenezca a las dos instituciones para que pueda hablarse de conexión.

Ciertamente, en el nacimiento del Rotary Club, hace 109 años, en los Estados Unidos, había masones. Y no es de extrañar, pues una sociedad bastante selecta con un fin social consistente en una filantropía un tanto vaga tenía que resultar atractiva para los masones, que en teoría al menos comparten ese ideal. Siempre ha habido un número significativo de masones entre los rotarios, pero el Rotary Club no es ni ha sido nunca masón.

Se ha repetido mucho que el Rotary Club ha sido crea-do por la masonería para servirle de campo de recluta-miento. Lo primero no es cierto; lo segundo –que lo utilicen los masones como un terreno para establecer contactos y ganar adhesiones- es en cierto modo inevitable, pero eso no quiere decir que el Club como tal tenga esa finalidad ni que se lo proponga o lo sos-tenga. Son las circunstancias mismas las que lo propi-cian.

Para un católico, la pertenencia al Rotary Club no pre-senta reparos. Basta leer el discurso que dedicó Juan Pablo II el 14 de junio de1979 a los integrantes del Rotary International que acudieron a visitarle (fácilmente accesible en internet) para darse cuenta de ello.

¿Y en la práctica? ¿Funcionan de modo parecido o no? Yo diría que depende del lugar; o sea, de quién dirija el Rotary Club local. Si se trata de un masón, lógicamente tenderá a comportarse como tal. Si no lo es, probablemente se comporte de otra forma.

Junta Directiva del Rotary International consta de un presidente, tres vicepresidentes, diez directores, un secretario y un tesorero. Para elegir a los directores los distritos se agrupan en zonas. Cada club rotario debe tener entre sus socios un representante de cada profe-sión, negocio o institución reconocida en la comunidad

donde actúa. El número mínimo de socios es veinte y deben ser todos varones, (a partir de 1995 se aceptan mujeres rotarias). Su nombre surgió, de acuerdo a nuestros estatutos y reglamentos, de la costumbre de celebrar las reunio-nes del primer club por rotación en los distintos despa-chos de los socios fundadores. Dos años después ya no se hacían en los domicilios de los asociados sino en los hoteles más lujosos, como cuadraba a la cate-goría social de sus integrantes, millonarios industriales, magnates de la Banca y de los consorcios comerciales de profundísima penetración internacional. Su lema oficial es: Dar de sí antes de pensar en sí. Se benefi-

cia más quien mejor sirve.

El mallete, distintivo del venerable maestro de la logia masónica, es también el distintivo del presidente del club rotario; y la bandera blanca de los masones es el emblema de los rotarios, que han sustituido en ella el águila de dos cabezas por la rueda dentada.

El gobernador, elegido en la reunión anual de los clu-bes del distrito, debe ser presentado al Rotary Interna-cional para su aprobación definitiva.

El candidato se le exige, como requisito indispensable para ser propuesto para tal cargo, de supervisor gene-ral, el haber participado en la Convención Internacional Rotaria; pues estos altos jefes resultan ser, en la prácti-ca, agentes de la Junta Directiva en el Exterior. A la Convención Anual de los delegados rotarios precede siempre la Asamblea Internacional de los gobernado-res, donde éstos reciben normas de gobierno. De la misma manera, cada gobernador reúne, en abril o mayo, a los presidentes y secretarios de todos los clubes de su distrito, además de la conferencia distrital que anualmente realiza con los socios.

Sus deberes son: remitir mensualmente sus mensajes a los clubes de su jurisdicción y vigilarlos directamente bajo la fiscalización de la Junta Internacional; comuni-car a la Junta Directiva de los Estados Unidos los re-sultados de la Asamblea del distrito, y enviar a estas mismas autoridades internacionales de Chicago el informe anual de sus visitas a los clubes de la zona. Cada presidente de club remitirá por separado el infor-me semestral al Secretario General del Rotary Interna-tional.

Fundado el Rotary Club, o Círculo de la Rueda Denta-da, el 23 de febrero de 1905 en Chicago por el aboga-do masón Paul Harris, adquirió carácter internacional en 1912; estableciéndose en la Argentina el 8 de no-viembre de 1919.

Existió en Londres, el Rotario Lodge N ° 4195, fue otorgado su autorización por la Gran Logia Unida de Inglaterra el 3 de noviembre de 1920. Charles Dewey, afirma que los peticionarios eran todos miembros del Rotary Club de Londres, que en ese momento tenía más de 300 miembros.

BIBIOGRAFIA: TONELLI, Armando, La verdad sobre el Rotary Club, ibídem. •