espacialidades.cua.uam.mxespacialidades.cua.uam.mx/vol/02/2012/02/vol2_num2.pdfaño 1, no. 1,...
TRANSCRIPT
JULIO - DICIEMBRE 2012 • VOLUMEN 02 • NÚMERO 02 • PUBLICACIÓN SEMESTRAL
Año 1, No. 1, julio-diciembre de 2011, es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760., teléfono: 1102-3760 ext. 2903, http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma Cabrera, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., teléfono:55497799, e-mail:[email protected], fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Directorio RECTOR GENERAL:Dr.Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL:Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR:Dr.Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr.Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA:Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES:Mtra. Rita Balderas Zavala y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres DISEÑO GRÁFICO: Elisa Orozco FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: Jorge Gómez Maqueo COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Gabriel Pérez, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José LuisSampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston), Dra. Claudia Cavallin, (UniversidadSimón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
Índice
Artículos de investigación
La circulación del conocimiento en una región industrial: el ejemplo de la industria metal mecánica en Querétaro, México Rebeca de Gortari Rabiela __________________________________________4
Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009). Guillermo Lizama ________________________________________________22 El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde una perspectiva municipal. Benjamín Sandoval Álvarez ________________________________________52
El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana en la ciudad de Mérida, Yucatán. Fredy Antonio Aguilar Canché _____________________________________78 Segregación y cierre del espacio residencial: Análisis de la forma urbana de las ciudades de México y Toulouse. Salomón González Arellano _______________________________________92 La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico. Reyna Sánchez Estévez __________________________________________109 Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito de la gestión del agua en México. Ma. de Lourdes Amaya Ventura____________________________________129 Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo a inundación y vulnerabilidad en la Zona Metropolitana del Valle de México. Ignacio Rubio Carriquiriborde _____________________________________149 Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples del Sur boliviano. Ceydric Martin __________________________________________________183
Reseñas
Edward W. Soja (2010). Seeking Spatial Justice Reseñado por Olivier Thomas Kramsh _____________________________214 Eloy Méndez, Isabel Rodríguez Chumillas y Jesús Ángel Enríquez (coord.) 2010, Arquitecturas alegóricas y urbanismos defensivos Reseñado por José Alfonso Baños ________________________________220 Akuavi Adonon, Hiroko Asakura, Laura Carballido Coria y Jorge Galindo (coords.), (2011), Identidades: explorando la diversidad Reseñado por Daniela Cerva ______________________________________226 Diego Reynoso. La estrategia dominante. Alianzas electorales en los estados mexicanos, 1988-2011 Reseñado por Luis Alejandro Sánchez _____________________________234 Fernando Dworak Camargo y María de Lourdes Ramírez Flores, Para que se queden los que sirven. La importancia de la reelección inmediata de los legisladores y alcaldes Reseñado por José Jorge Flores Rojas _____________________________241 López Montiel, Gustavo, Mirón Lince Rosa María y Reveles Vázquez, Francisco (coords.) (2011). Los estados en el 2010: El nuevo mapa del poder regional. Reseñado por Valentina Lloret Sandoval ____________________________245
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
Rebeca de Gortari Rabiela La circulación del conocimiento en una región in-dustrial: el ejemplo de la industria metal mecánica en Querétaro, México pp. 4 - 21
Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © Rebeca de Gortari Rabiela (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reservados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electrónico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/, [email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 5
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
La circulación del conocimiento en una región industrial:
la industria metalmecánica en Querétaro, México
REBECA DE GORTARI RABIELA∗
RESUMEN
En este trabajo se intenta mostrar cómo realiza el intercambio de conocimientos tácitos entre distintos
actores que tienen una multiplicidad de ligas, quienes están envueltos en una historia industrial co-
mún, resultado de varias décadas de progreso del sector metalmecánico en Querétaro, a través de la
conformación de pequeñas empresas proveedoras de moldes o sus partes, experiencia que aprove-
chan la formación de sus dueños, los conocimientos acumulados de los trabajadores y los procesos
de aprendizaje que han desarrollado por medio del intercambio constante entre sí y con grandes em-
presas a través de los servicios de proveeduría.
Palabras clave: conocimientos tácitos, espacio regional de conocimiento, proveeduría.
ABSTRACT
In the following pages is given to show how the exchange of tacit knowledge between different actors
with multiple links are involved in a common industrial history result of decades of development of
metalworking sector in Queretaro’s region, through the formation of small suppliers of molds or parts
thereof, that take advantage of their owner’s training, the accumulated knowledge of workers and
learning processes they have developed through the constant exchange between them and large
businesses through suppliers services.
Keywords : tacit knowledge, regional knowledge space, suppliers.
Fecha de recepción: 02/03/2012
Fecha de aceptación: 30/05/2012
∗ Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM. E-mail: [email protected]
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 6
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Introducción
El desarrollo industrial de una ciudad implica el
intercambio de conocimientos entre los distintos
actores que la conforman. En Querétaro, las em-
presas del sector metalmecánico son uno de los
actores que han contribuido a dinamizar el inter-
cambio de conocimientos y de acumulación de
capacidades; a través de las relaciones entre
empresas del mismo sector, con los proveedores
y con los clientes que demandan la integración
de soluciones técnicas. A partir de lo anterior, se
generan procesos de aprendizaje basados en el
desarrollo de habilidades, destrezas y la expe-
riencia proveniente de sus pares, ex trabajadores,
ingenieros y otros actores, esto es, conocimientos
tácitos que sólo se entienden cuando los distintos
actores tienen una multiplicidad de ligas y están
envueltos en una historia cultural común (Lissoni,
2001).
En este contexto, la finalidad de este tra-
bajo es mostrar la manera en que se intercam-
bian conocimientos a través de la conformación
de pequeñas empresas proveedoras en la región;
en particular de moldes, como parte de una estra-
tegia de desarrollo en la que se aprovecha la
concertación de diversos actores sociales, quie-
nes, durante más de cinco décadas, y gracias a
la larga tradición industrial del sector metalmecá-
nico —entre otros—, han logrado acumular capa-
cidades de aprendizaje, es decir, conocimientos
tácitos que han permitido desarrollar un complejo
tejido productivo, en el que existen conocimientos
“pegajosos” que fluyen a partir de los intercam-
bios formales e informales (Bjørn, 2007). Las co-
laboraciones de proveeduría con las grandes
empresas han llevado a la conformación de nue-
vos y pequeños talleres, en los que, además de
los conocimientos técnicos, las rutinas, las des-
trezas organizativas y relacionales, las normas y
referencias han permitido que los conocimientos
tácitos se transformen en artefactos que las
grandes empresas requieren para sus procesos
productivos.
En este sentido, la pregunta rectora de
este trabajo es ¿qué tipo de conocimientos táci-
tos permiten que las pequeñas empresas se con-
viertan en proveedoras de las grandes empre-
sas?
Marco analítico
La ciudad cumple una función clave en la innova-
ción, transmisión y flujos de conocimiento. Exis-
ten distintos enfoques teóricos desde los cuales
se explica la importancia del aprendizaje y los
diferentes tipos de conocimiento en territorios
específicos. En México (particularmente en Que-
rétaro), varios autores han analizado el caso de la
industria metalmecánica. Desde la perspectiva de
los distritos industriales, Adrián Aguilar (2003)
realizó un análisis de la región centro, de la que
forma parte Querétaro, en la que se encontró que
ha experimentado una reconstrucción territorial
influida por un nuevo patrón de la actividad eco-
nómica: la internacionalización de la economía.
Lo cual ha traído como resultado una reestructu-
ración de la región, apoyada en varios procesos:
una industrialización selectiva, concentrada en un
número reducido de ciudades, zonas rurales y
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 7
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
corredores económicos; la accesibilidad a carre-
teras y flujos de mercancías, así como un patrón
territorial de especialización industrial, con ten-
dencias de concentración y dispersión, de acuer-
do con subsectores manufactureros de mayor o
menor nivel tecnológico, además de un significa-
tivo crecimiento de ciertas ramas industriales que,
aunque generan fuentes de trabajo, sus plantas
manufactureras están muy orientadas a la expor-
tación y tienen pocas vinculaciones con el medio
local productivo, lo que genera un efecto multipli-
cador reducido y no propicia el desarrollo regio-
nal, ni la formación de distritos industriales.
Desde la perspectiva de los sistemas re-
gionales de innovación, de Fuentes y Dutrenit
(2006a) han encontrado que, a pesar de la rique-
za de agentes presentes en la localidad, no exis-
ten los flujos de conocimiento necesarios; tampo-
co las redes y vínculos para el fortalecimiento de
las capacidades tecnológicas y organizacionales
de las pymes que permitan identificar la existen-
cia de un sistema local de innovación.
Por su parte, Maldonado y Vera-Cruz
(2009), apoyados en la teoría del desempeño de
las pymes, en un estudio comparativo de empre-
sas de maquinado de Ciudad Juárez y Queréta-
ro, establecen que en Querétaro los recursos
intangibles (como la cultura y los vínculos de
cooperación) son los que tienen mayor incidencia
en las diferentes capacidades de las empresas
para explotar efectivamente sus propios recursos.
En ambos casos, su desempeño está asociado a
la estrategia de expansión de mercados, es decir,
al anclaje de la cadena de valor de productos de
las multinacionales. Tal estrategia se relaciona
con los recursos internos que han desarrollado y
acumulado a partir de la estructura industrial de
cada región. Del conjunto de estos trabajos, los
autores concluyeron que los vínculos más impor-
tantes de las pymes del sector se establecen
dentro de la cadena de proveeduría, y que la re-
lación con sus clientes depende, en gran medida,
de sus recursos intangibles y de su trayectoria
ligada con la historia industrial de la región.
En este sentido, el concepto de espacio
regional de conocimiento (Casas et al., 2000),
concebido como aquel en el que se acumula co-
nocimiento (subutilizado en casos específicos
para el desarrollo económico y social de una re-
gión), permite explicar mejor el desempeño de las
pymes del sector metalmecánico de Querétaro y
sus alrededores. Consideramos que existe una
acumulación de conocimientos que involucran a
una multiplicidad de actores públicos y privados,
como instituciones gubernamentales, universida-
des, centros de investigación, cámaras e institu-
ciones de capacitación que brindan entrenamien-
to y apoyo técnico, entre otros aportes, con los
cuales las empresas mantienen relaciones e in-
teracciones, pero en los que, a pesar de la acu-
mulación de conocimientos, no funcionan como
un sistema regional de innovación ni como un
distrito industrial. De tal suerte que el desarrollo
industrial que ha tenido la zona, marcado por la
instalación de grandes empresas de la rama me-
talmecánica, ha favorecido la formación de lo que
Bjørn (2007), caracteriza como una aglomeración
territorial que esporádicamente promovería la
innovación, a partir de un conocimiento “pegajo-
so” y de capacidades localizadas, en el que la
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 8
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
transmisión de conocimiento está más ligada al
flujo de las personas. De tal forma que los traba-
jadores y dueños de las pymes involucrados en el
sector metalmecánico se benefician de este es-
pacio a partir de las capacidades intangibles
acumuladas en la región, del learning by doing y
de la educación formal ahí existente.
Ahora bien cuando aludimos al conoci-
miento, es necesario recurrir a la distinción esta-
blecida por Polanyi (1966) entre el conocimiento
que se expresaría mediante formas simbólicas de
representación (explícito o codificado) y el cono-
cimiento tácito. Su transmisión se da a través de
la demostración y la práctica; por tanto, las for-
mas tácitas de conocimiento sólo se adquieren a
través de la experiencia. Además, éste sólo se
comparte efectivamente entre dos o más perso-
nas pertenecientes a un mismo contexto social
en cuanto a valores, lenguaje y cultura.
De ahí que su transmisión se dé mejor a
través de la interacción frente a frente entre so-
cios que comparten algunas características bási-
cas (lenguaje, códigos comunes de comunica-
ción, normas compartidas, conocimiento
personal, etc.). La existencia de estas caracterís-
ticas comunes permite, a su vez, la mutua com-
prensión y la construcción de confianza, lo que a
su vez facilita el flujo local de conocimiento, en el
que la proximidad geográfica representaría un
papel clave para la producción y transmisión del
conocimiento tácito, pero también la proximidad
relacional y organizativa.
El desarrollo de la metalmecánica en
Querétaro
El desarrollo industrial de Querétaro está estre-
chamente vinculado con las políticas impulsadas
por el Estado en el ámbito nacional, regional y
local, pues desde fines de los cincuenta del siglo
XX, se inició el desarrollo de parques y zonas
industriales y la instalación de un gran número de
empresas (tanto de capital nacional como forá-
neo), entre éstas varias especializadas en la me-
talmecánica, dirigido en sus inicios a apoyar el
programa de sustitución de importaciones, esto
es, de integrar cada vez más partes nacionales
en la producción, primero para la industria de la
construcción y, posteriormente, para la automo-
triz. El inicio del proceso de industrialización fue
resultado, en gran medida, de los planes de des-
centralización del área metropolitana de la ciudad
de México, con los que se promovió el estableci-
miento de polos de desarrollo.
Entre los factores de localización que han
atraído a empresas nacionales y extranjeras des-
tacan la cercanía de proveedores y clientes, los
incentivos fiscales para su instalación, la accesibi-
lidad a los mercados y la mano de obra. En ese
sentido, la ubicación geográfica de la entidad,
tomada en cuenta para la descentralización de la
planta industrial de la capital del país, lo ha se-
guido siendo, por su cercanía con ésta y como
ruta de paso hacia el norte y occidente del país,
al igual que la presencia de mano de obra califi-
cada y no calificada.
La zona industrial más antigua (de 1948)
se ubicó en el municipio de Querétaro, fuera de la
entonces área urbana (sobre la carretera a San
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 9
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Luis Potosí y la línea ferroviaria). En los años cin-
cuenta, esta área creció con la instalación de Ke-
llog’s de México (1951), Singer Mexicana (1957),
Purina (1957) y Productos Gerber (1959). En
1970 se autorizaron los fraccionamientos indus-
triales de La Cruz (1978) y el de El Marqués
(1979), al norte de la ciudad, con 84 hectáreas
construidas. En los setenta, se construyó el Par-
que Industrial “Benito Juárez”, localizado al no-
roeste de la ciudad, así como el fraccionamiento
Parques Industriales de Querétaro, al norte de
dicha capital.
En la década de los cincuenta, en bienes
intermedios destaca Purina en la producción de
alimentos para animales. En la producción de
hilados, tejidos y acabados de algodón, las em-
presas tradicionales Textiles Hércules, San José
de la Montaña, Textiles Salas, la Queretana Textil
y Celanese de fibras artificiales y sintéticas.
En la producción de bienes de capital so-
bresalen las empresas del complejo Industrial del
Hierro, Tremec, Massey Ferguson y Singer Mexi-
cana. En los años ochenta se contaba con los
parques El Balvera (1980) y el de San Juan del
Río (1982). En las décadas subsiguientes (y has-
ta la actualidad) continuó creciendo la zona in-
dustrial, el parque más reciente es el dedicado a
la industria aeronáutica, que data de mediados
del año 2000.
A partir de la localización de las grandes
empresas, se empieza a establecer un importan-
te número de microempresas y pequeñas em-
presas de herrería y de hechura de moldes, que
realizan trabajos para empresas y pequeños ta-
lleres, o de apoyo en la elaboración de pequeñas
partes y refacciones, así como para manteni-
miento. Al igual que en el ámbito nacional, en
Querétaro existe un alto predominio de las pymes
dentro del sector metalmecánico, donde los pro-
ductos dominantes son electrónicos, metálicos y
de plásticos, debido a la influencia de las grandes
empresas del sector automotriz, electromecánico
y electrodoméstico.
Todo lo anterior ha permitido que se haya
creado una red de subcontratación de pequeñas
empresas locales para la elaboración de una par-
te o de un componente de un producto final. Cu-
yo desarrollo tecnológico se apoya en la conver-
gencia de conocimiento tácito, calificaciones y el
apoyo de sistemas integrados por computadoras,
programas de diseño, mantenimiento y capacita-
ción. A los que acceden las pequeñas empresas
para participar como proveedores.
Con miras a impulsar la industrialización,
también se alentó la preparación y capacitación
de la fuerza de trabajo; en sus inicios se importa-
ron trabajadores especializados de las ciudades
de Monterrey, Guadalajara y México; posterior-
mente, se impulsó la preparación de la fuerza de
trabajo. Así, se crearon varias escuelas técnicas
y se reorganizó la Universidad Autónoma de
Querétaro, a las que les seguirían otras más, co-
mo el Colegio Nacional de Educación Profesional
Técnica (Conalep) y más recientemente la Uni-
versidad Tecnológica.
En un principio, por ejemplo, la Escuela
Técnica Industrial núm. 59, fue establecida en
1964 para preparar obreros y técnicos calificados
y de nivel medio que cursaban, entre otros, talle-
res de mecánica automotriz, que ampliarían sus
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 10
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
funciones al año siguiente a la especialidad de
máquinas y herramientas. Ulteriormente, la es-
cuela extendería su cobertura e implantaría la
enseñanza subprofesional y la especialidad de
técnico industrial.
Ante la necesidad de mano de obra califi-
cada para la industria, en particular para el com-
plejo de Industria del Hierro, del grupo Ingenieros
Civiles Asociados (ICA), el gobierno estatal se
sumo al Programa Nacional de Formación de
Obreros Calificados, con el establecimiento del
Centro de Capacitación para el Trabajo industrial
(Cecati) núm. 17. A la par del cual se crearon los
centros privados de Industria del Hierro en 1964 y
de Singer en 1967, con un programa de capaci-
tación para mecánicos calificados.
Para suplir la demanda de técnicos de ni-
vel medio y profesional, se creó el Tecnológico
Regional de Querétaro, donde se ofrecieron las
opciones de ingeniería eléctrica, ingeniería quí-
mica e ingeniería industrial, aunque lo esencial
del proyecto fue que las carreras se diseñaron
para capacitar a la fuerza de trabajo de nivel me-
dio y superior de las 24 principales empresas de
gran tamaño ya establecidas en Querétaro (Mi-
randa, 2005: 331-347).
Un segundo momento se ubica en los
años setenta. El área metalmecánica se convirtió
en un sector preponderante con la presencia de
dos grandes grupos industriales, ICA y Spicer,
que tuvieron la iniciativa de instalar un centro pa-
ra apoyar a la industria de Querétaro y la región.
En 1978 se constituyó el Centro de Investigación
y Asistencia Técnica del Estado de Querétaro,
A.C. (Ciateq), con la participación del gobierno
federal, representado por el Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología (Conacyt), Laboratorios
Nacionales de Fomento Industrial (Lanfi), el go-
bierno estatal de Querétaro y por industriales del
estado encabezados por directivos del grupo ICA
y grupo Spicer (actualmente Dana Corporation).
A partir de la constitución de Ciateq, entre
los objetivos establecidos destacan el proporcio-
nar asesoría técnica para el establecimiento de
nuevas empresas; realizar promoción industrial y
actividades de capacitación técnica de personal;
prestar servicios de asistencia técnica (control de
calidad, diseño, métodos de manufactura, ma-
quinaria y procesos, organización y control de la
producción), así como realizar trabajos de inves-
tigación aplicada, innovación y desarrollo tecno-
lógico. Al cual le siguieron centros como el Centro
de Ingeniería y Desarrollo Industrial (Cidesi), fun-
dado en 1984, y el Centro Nacional de Metrología
(Cenam), establecido diez años después, entre
otros.
A fines de los noventa, la planta industrial
estaba conformada con 63 por ciento de las em-
presas filiales de algún grupo trasnacional y 37
por ciento de capital mexicano, en las ramas de
metalmecánica, alimentos, química y transportes,
principalmente. Respecto de la vinculación pro-
ductiva en cuanto a maquila y subcontratación,
cerca de un 30 por ciento de las empresas daba
a maquilar parte de su producción a otras de di-
versos tamaños localizadas en el Distrito Federal
y Querétaro.
En cuanto a la subcontratación, el porcen-
taje alcanzaba hasta un 60 por ciento, en el que
un 30 por ciento comprendía asesoría y capacita-
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 11
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
ción tecnológica. A finales de los noventa, la ma-
yoría de las empresas destinaba su producción al
mercado nacional, en el que destaca la fuerte
vinculación regional existente entre proveedores
queretanos con distintas ensambladoras automo-
tores de la región en los estados limítrofes, con
empresas como General Motors, Nissan, Volks-
wagen, Ford y Honda.
Otra parte de la producción que se dedi-
caba al mercado nacional se convertía en pro-
ducciones indirectas a través de autopartes sin
terminar, complementadas por otras empresas
del mismo holding, que luego se enviaban al ex-
tranjero.
Respecto de la condición de terminado de
los productos, más de la mitad de las plantas
producía autopartes terminadas y sin terminar,
mismas que suministraban a otras industrias y las
demás plantas abastecían a consumidores fina-
les (Aguilar, 2003).
Por último, una tercera etapa que está en
proceso se ubica a partir de la instalación de la
industria aeroespacial. La primera empresa,
Bombardier, llegó a Querétaro en 2000, e inaugu-
ró su planta en 2005, a la que le han seguido
otras más. La tendencia se dirige no sólo a con-
solidar la manufactura, sino a desarrollar la inge-
niería y el diseño, para lo cual ya hay esfuerzos
para preparar técnicos, por medio de la fundación
de la Universidad Nacional Aeronáutica en Que-
rétaro, así como ingenieros enfocados al diseño
de componentes aeroespaciales.
Algunos datos dan cuenta del crecimiento
del sector metalmecánico, en 2006, dentro de la
estructura productiva de la industria manufacture-
ra, los productos metálicos, maquinaria y equipo
contribuían con el 12.2 por ciento del PIB en Que-
rétaro, en particular en el sector de autopartes y
electrodomésticos. Si bien los siguientes años
hubo un decremento importante, en 2010 la con-
tribución del sector metalmecánico aumentó a
24.5 por ciento; correspondiéndole también en
ese año el mayor número de empleados respecto
de los otros sectores de la industria manufacture-
ra (35,655 frente a 13,724 del sector de alimen-
tos; 14,718 del sector eléctrico y electrónico; once
mil empleados en el sector de las tecnologías de
la información y la comunicación y 4,740 en el
aeroespacial) (INEGI, 2006; 2010).
Este panorama demuestra que, a pesar
de no haber una vinculación productiva fuerte
entre las diferentes empresas, que permita fo-
mentar los encadenamientos productivos locales
de las empresas y que implique una fuerte de-
rrama tecnológica en la región, sí se consideran
los bajos porcentajes en subcontratación y en
servicios.
Sin embargo, por las características del
desarrollo industrial de la región, existe un inter-
cambio de conocimientos entre los distintos acto-
res; en particular de parte de las empresas del
sector metalmecánico, que han contribuido a di-
namizar el intercambio y la acumulación de capa-
cidades en algunas ramas especializadas, como
la de moldes y troqueles, a través de las relacio-
nes entre empresas del mismo sector, con los
proveedores y con los clientes. Así, a partir de
dicho intercambio, se generan procesos de
aprendizaje basados en el desarrollo de habilida-
des, destrezas y la experiencia inherente a sus
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 12
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
pares, ex trabajadores y otros actores. Es decir,
conocimientos tácitos construidos a partir de múl-
tiples combinaciones, además de compartir una
historia industrial común de más de tres décadas.
Acumulación de conocimientos subutilizados que
empieza a aprovecharse gracias a la instalación
de las empresas del sector aeronáutico, pues
además de la mano de obra, algunos talleres han
iniciado su reconversión para atender también a
ese sector.
Metodología
Para este trabajo se tomaron en cuenta dieciséis
entrevistas abiertas, realizadas a pequeñas em-
presas dedicadas a la fabricación de moldes y
troqueles en la ciudad de Querétaro, con el pro-
pósito de contextualizar la trayectoria de éstas, en
la historia de la industrialización de la ciudad, pa-
ra definir las condiciones y características de lo
que caracterizamos como espacio regional de
conocimiento. La mayoría de las empresas estu-
diadas para este trabajo son pequeñas empresas
que han sido establecidas en las tres diferentes
etapas ya mencionadas, y que comparten carac-
terísticas en común. En primer término, las tra-
yectorias de formación de los dueños, que en su
mayoría trabajaron en las grandes empresas me-
talmecánicas y que han dado forma al oficio de
moldero. En segundo lugar, al establecer sus
nuevas empresas, han identificado nichos de
oportunidad para ofrecer sus servicios y aprove-
char las capacidades y conocimientos acumula-
dos y, en tercero, han logrado desarrollar proce-
sos de aprendizaje, combinando conocimientos
tácitos dentro de las empresas, apoyados en su
vasta experiencia, la de sus trabajadores (gene-
ralmente ex empleados de otras compañías) y
del intercambio constante con otros negocios a
través de los servicios de proveeduría. Nos in-
teresa documentar estos procesos, para mostrar
cómo surge un proceso de circulación de cono-
cimiento fundamentalmente tácito en una ciudad
como Querétaro.
Complementariedad entre empresas
El sector metalmecánico orientado al apoyo de la
industria automotriz y electrodoméstica que se ha
conformado en Querétaro es muy complejo, den-
tro del cual los moldes y troqueles constituyen
una de las piezas claves del armado de las par-
tes de dichas industrias. Se calcula que un molde
—como señaló uno de los dueños de las empre-
sas entrevistadas— puede tener hasta trescien-
tas piezas. Por ello, a pesar de que en la región
haya filiales de empresas de capital extranjero y
algunas nacionales que manufacturan algunos de
estos moldes y otros los ensamblan, forman parte
de las cadenas de estos sectores que, como par-
te de su funcionamiento, un segmento de sus
actividades está tercerizado hacia distintos pro-
veedores, en general micro y pequeñas empre-
sas encargadas de la producción de partes dimi-
nutas y dispositivos, del maquinado, del
mantenimiento, de la reparación, incluso del di-
seño de pequeñas piezas. Aquí podemos hablar
de complementariedad con el conjunto de pe-
queñas empresas ya conformadas. Como cuenta
el dueño de una empresa:
Trabajábamos en el grupo Condumex,
cuando Arela armaba todo su sistema eléc-
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 13
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
trico, aquí en el Parque industrial… cuando
hace quince o veinte años era de las que
generaba más fuentes de trabajo y de las
que pagaban mejor… éramos un grupo de
compañeros que, debido a las necesidades
que teníamos en la empresa, optamos por
crear un negocito que le diera el servicio a
la empresa, porque nuestras aplicaciones,
como de molde, como de aplicación de
terminal. Eran tiempos de entrega estable-
cidos de seis semanas, nosotros podíamos
hacer el mismo producto, la misma calidad
en unas tres semanas. Se le propuso al ge-
rente de la planta, pero nos dijo: “Nada más
que no se pueden salir los 4 de una planta,
tienen que aguantar”, y después iniciamos
en 1993, en un localito, con dos máquinas,
un torno y una fresadora, eran tres máqui-
nas, y una rectificadora y ahí empezamos.
Como este ejemplo, encontramos mu-
chas otras empresasen las que la mayoría co-
menzó con máquinas convencionales (tornos y
fresadoras), pero que actualmente cuentan ya
con equipos CNC de control numérico, que ad-
quirieron para afrontar la demanda del sector y
que han aprendido a manejar a través del trabajo
cotidiano, en donde, en general, se elige al traba-
jador más apto de acuerdo a sus conocimientos y
habilidades en otras máquinas, aprendizaje que
se complementa con la capacitación de parte del
cliente cuando hay una solicitud”.
El intercambio de conocimientos con las
grandes empresas también se da en los proce-
sos de certificación a los que están sujetos las
pequeñas empresas cuando se convierten en
proveedores; proceso que no sólo implica cumplir
con las normas de calidad, sino también que las
empresas se mantengan actualizadas.
Otra forma de complementariedad entre
las empresas es a través de la subcontratación,
por ejemplo, para realizar algunos maquinados a
los moldes, como las erosiones o el tratamiento
térmico, se busca la ayuda de otros talleres y
pequeñas empresas. En trabajos más especiali-
zados, por ejemplo, la solicitud de un molde de
varias cavidades, que necesita ser inyectado de
cierto material, pero que requiere de una serie de
tratamientos térmicos y de varias piezas, en cu-
yos casos no siempre la empresa que contrata
con el cliente tiene todo lo necesario, se mandan
a hacer a otra fábrica donde se sabe que las pie-
zas se elaborarán con la calidad necesaria.
El mantenimiento de la maquinaria es
constante, de ahí que también existen empresas
especializadas en ese servicio, que, además,
resulta más económico que tener una persona
dentro de la plantilla, ya que éste se realiza cada
seis meses aproximadamente.
Por último, de los talleres y pequeñas
empresas se desprenden, a su vez, diversas es-
pecialidades y procesos indispensables para el
sector de metalmecánica, como la pailería y ma-
quinados, que resultan en establecimientos fun-
dados por ex trabajadores que trabajaron en
aquéllas, en general con dos o tres máquinas que
coadyuvan a sostener las necesidades de los
distintos clientes, los cuales en ocasiones com-
parten.
Así pues, como se da un proceso de
complementariedad entre las empresas, en la
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 14
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
que diversas actividades y servicios son realiza-
dos por las pequeñas empresas, algunas de és-
tas desprendidas de las grandes, y otras más
aprovechando el conocimiento tácito de sus ex
trabajadores. Procesos que también implican la
circulación y transmisión de conocimiento.
La adquisición del conocimiento
Con base en las entrevistas realizadas, en su
mayoría, los dueños tienen antecedentes en las
grandes empresas de la región. En trabajos rela-
cionados con el manejo de maquinaria, en gene-
ral tornos y fresadoras convencionales. Por
ejemplo, en una de las entrevistas se asienta que
el padre del entrevistado y dueño de la empresa:
“los únicos trabajos en donde estuvo mi papá fue
Primsa, Industria del Hierro y Tremec, en los cua-
les era soldador, tornero y tornero fresador, res-
pectivamente.”
También otro entrevistado indica: “mi pa-
pá empezó siendo tornero, pero ahora ya tiene
más experiencia, pero que por ejemplo de tornero
haces una pieza pequeña y conforme pasa el
tiempo y si te interesa vas aprendiendo pero si es
básica la preparación”.
Es decir, además de la experiencia adqui-
rida por los trabajadores en las anteriores empre-
sas donde trabajaron, existe una circulación im-
portante de mano de obra en el sector. El
conocimiento también se adquiere formalmente,
ya que la mayoría de los jóvenes provienen de
las escuelas técnicas, como las ya citadas:
llegan con nociones básicas del manejo de
las herramientas tradicionales y adquieren
las habilidades en el taller. En algunos talle-
res se transmiten en charlas cotidianas de
cómo usar las herramientas, también
cuando arriban las máquinas de control
numérico se selecciona a los más aptos y
se les capacita para su uso. En otras em-
presas más especializadas, diariamente se
capacitan primero en maquinados, des-
pués en ajuste, luego en diseño.
Además de la experiencia y los conoci-
mientos adquiridos en el manejo de las herra-
mientas en otras empresas del mismo sector me-
talmecánico, en el caso de los moldes y
troqueles, que llegan a ser muy especializados, el
conocimiento, en palabras de los mismos entre-
vistados, es como se cita a continuación:
Dicho conocimiento está más bien aquí
adentro de la empresa, o sea, cuando lle-
gas no tienes mucha idea y lo vas adqui-
riendo más que en las escuelas, de tal ma-
nera que muchos empiezan siendo
torneros, pero hasta ahora ya tienen más
experiencia, pero que por ejemplo de torne-
ro haces una pieza pequeña y conforme
pasa el tiempo y si te interesa vas apren-
diendo.
Al respecto, si bien existen algunos cen-
tros como el Ciateq y el Cidesi, así como otros
centros dedicados a capacitaciones que ofrecen
cursos sobre moldes, materiales para inyección y
refacciones, “no hay como estar en la práctica,
pues sí tienes que aprender mucho de teoría,
pero la práctica es indispensable, porque de nada
sirve que sepas leer y decir: ‘un molde se hace
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 15
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
así’, pero a la hora de estar manipulando los ma-
teriales ya no es lo mismo, no es tan sencillo”.
Esto refleja la importancia de la transmi-
sión y adquisición del conocimiento in situ, es
decir, la socialización del conocimiento tácito.
El flujo de conocimientos entre grandes
y pequeñas empresas
El flujo de conocimientos entre las empresas que
apoyan al sector automotriz, en sus inicios y ac-
tualmente extendido al resto de los sectores, va-
ría en función del lugar que ocupen en la provee-
duría las pequeñas empresas. En general, la
mayoría de las pequeñas empresas mexicanas
localizadas en Querétaro pertenecen a la cuarta y
quinta categoría, lo que significa que los trabajos
que realizan en su mayoría son limitados en
cuanto a la especialización tecnológica que impli-
ca y, por ende, del tipo de conocimientos. No
obstante, encontramos algunas pequeñas em-
presas que han consolidado una relación técnica
cada vez más cercana con alguna de las grandes
empresas de la zona, lo que implica transitar del
mantenimiento y reparación al diseño de piezas
para moldes. Ejemplos de ello son la relación con
Mabe en el sector electrodoméstico o en el auto-
motriz, como Thyssen Krupp, según narra un
propietario:
Con Mabe nos costó mucho trabajo entrar
en un principio, ya posteriormente después
de varios años de estar trabajando con
ellos, pues, realmente ya es desde que el
departamento de ingeniería que está aquí
en Querétaro nos llama de ‘necesitamos
algo así que funcione para esto’, ‘que se
parezca a esto’, ‘traemos esta idea’, y em-
pezamos a trabajar, como para ‘mira yo te
sugiero esto’, ‘tómalo por este lado’, ‘por
qué no se te ocurre esto’ y así llegamos
hasta a conceptualizar un número de par-
tes en específico.
Con la empresa automotriz, con la que
tienen una relación más cercana en la colabora-
ción, narraban que:
cuando el cliente lanza su proyecto, es
decir, que nos demanda: ‘oye necesito
prototipos de esto’, pues ahí empezamos
nosotros, no, desde la generación de su
prototipo, nos involucramos en sus nece-
sidades de qué es lo que buscan, de pre-
cios, de costo, aportamos incluso funcio-
nalidades, este año nos tocó incluso
participar en un codiseño de una pieza
automotriz, que para nosotros fue real-
mente significativo, porque lo que traían
ellos era digamos un concepto, y cuando
empezamos a trabajar en equipo con
ellos, pues de alguna manera surgió pues
otra nueva pieza, gracias a esa interac-
ción de buscar el mejor funcionamiento
para lo que ellos buscaban.
Así, además de las habilidades técnicas,
el proceso de proveeduría implica también un
proceso de construcción de confianza entre clien-
tes y proveedores, en el que fluye fundamental-
mente conocimiento de parte de las pequeñas
empresas para formular propuestas que conven-
zan al cliente de las capacidades de aquéllas
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 16
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
para convertirse en proveedores. No obstante,
cuando ya se llega a la etapa de un prototipo, o
de nuevas piezas para moldes, por ejemplo, el
valor de las aportaciones en conocimiento y la
innovación que hagan las pequeñas empresas se
lo apropian finalmente las grandes firmas.
Relaciones con los proveedores
La relación de proveeduría es un proceso
que, además de que lleva tiempo construirlo, im-
plica desde aspectos técnicos hasta culturales.
Como se indica en una de las entrevistas, la rela-
ción con una empresa de electrodomésticos de la
región empezó con la proveeduría de partes para
aparatos nacionales, a fines de los ochenta, por-
que para las de exportación no tenían acceso:
antes, la cultura en las áreas de ingeniería
era, ‘eres proveedor mexicano, no sabes’,
‘eres proveedor de empresa trasnacional,
sí sabes’, entonces, muchas veces ésa era
la limitante, ¿eres de una empresa extran-
jera?, no, somos empresa mexicana, en-
tonces, como que era la traba de superar
que el cliente confiara en un proveedor na-
cional, incluso, bueno eso ha cambiado por
mucha cuestiones, pero realmente el rom-
per las barreras de que todo tuviera que
venir de empresas trasnacionales ha cos-
tado.
Además de la confianza, otro aspecto
clave en las relaciones de proveeduría son las
redes entre empresas, muy útiles tanto para que
éstas identifiquen a los proveedores confiables en
función de la calidad y los tiempos de respuesta,
entre otros; así como para que entre los provee-
dores se recomienden entre sí para la realización
de algunos trabajos a falta de maquinaria o de
algún proceso, como el maquinado o el trata-
miento térmico.
La forma de participación la narra perso-
nal de una de las empresas entrevistadas:
frecuentemente hay dos formas en que se
ha participado: en la red de micros y de ta-
lleres de nuestro mismo tamaño, eminen-
temente ellos necesitan trabajos y opera-
ciones que no alcanzan a desarrollar, o
porque no tienen las operaciones, no tie-
nen las máquinas para que les hagamos
las operaciones que necesitan sus máqui-
nas, el taller tiene su máquina, y su trabajo
a partir de sus necesidades, y a su vez, no-
sotros subcontratamos operaciones con
esos talleres, ésa es la red que se forma a
través de que tenemos, me dicen: ‘sabes
que tú tienes este tipo de operación, sabes
que tú hazla’, a veces nos llegan operacio-
nes muy grandes o de mucho volumen y
tenemos que redistribuirlo, o nos vienen y
nos piden operaciones que no tenemos
aquí, como pueden ser cromados o aplica-
ción de poliuretanos o hules especiales, en-
tonces nos tenemos que subcontratar con
otros talleres, o sea, otra forma de que no-
sotros podamos nos hayan contratado co-
mo proveedores, es con las empresas
grandes cuando les hacemos las maquilas
que ellos son dueños del producto no lo
traen, les hacemos las operaciones y se los
regresamos.
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 17
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Al servicio de los clientes
Las características de los proveedores las
definió uno de los pequeños empresarios: “cono-
cimiento, herramientas para solucionar proble-
mas y capacitación cuando es necesario inno-
var”.
Ahora bien, para las empresas, ¿qué im-
plican estas características? En primer término,
calidad, pues, como señalaba otro de los entre-
vistados: “aunque les falta preparación como en
toda profesión, hay que estarse actualizando”,
pero para ello es necesaria la certificación que
avale la calidad de la empresa para que sean
considerados, ya que
ellos dicen: “sabes que necesitas estos co-
nocimientos”, por ejemplo, en el caso de la
certificación, en la industria automotriz te
dicen: “es que tu producto es súper bueno,
tienes una estructura buena, tus máquinas
son buenas, pero aquí no hay lugar porque
no estás preparado”, o sea, para ellos no
estás preparado si no cuentas con la certi-
ficación, porque, pues, no hay quién te ava-
le.
Hasta hace diez años, trabajar para la in-
dustria automotriz implicaba siempre contar con
un certificado de calidad avalado por ciertas insti-
tuciones, y en el caso de los electrodomésticos,
las exigencias eran diferentes, como nos explica-
ron en una de las empresas:
nos exigían un certificado de calidad: ‘yo
por cada entrega de material que me ha-
gas necesito un certificado de calidad que
incluya fecha del inicio del producto, fecha
de término, cantidad de piezas, quien lo
elaboró, cuántos puntos revisaste, que es
tonos, rebabeo, quemaduras y apariencia,
entonces son cuatro puntos que revisar
porque de un cinco a un diez para aprobar-
lo. Te exigen un ocho, cinco, seis y siete es
reprobable, no pasa, porque ellos agarra-
ban su lupa y te decían es que este tienen
un cinco y no pasa, este tiene un siete; y si
lo vemos por la urgencia que tengo ahorita
te lo recibo pero mañana no te recibo algo
así. Entonces siempre te exigen un certifi-
cado, pero en la industria automotriz lo pri-
mero que te piden es tu certificado.
En la actualidad, para el conjunto de las
industrias, se exigen los mismos parámetros de
calidad y de precisión, cuyo liderazgo es marcado
por la industria automotriz, que establece muchos
de los controles de calidad. No obstante, en el
caso de proveedores terceros o cuartos existe
cierta flexibilidad:
a las armadoras no les interesa si los ter-
ceros que dan el servicio no están certifi-
cados, tú me garantizas que el trabajo me
lo vas a entregar como mis especificacio-
nes y los estándares de calidad que te so-
licito. Si aquél tiene o no tiene es tu bron-
ca, tú lo vas a checar, entonces nosotros
los terceros o cuartos ya no; quien nos
avala es la empresa que está certificada y
que está dando la cara al cliente principal.
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 18
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
La segunda condición es el equipo que,
como hemos visto, el conjunto de las pequeñas
empresas se ha modernizado y adquirido en gran
medida máquinas de control numérico para aten-
der la demanda de sus clientes. Finalmente, una
constante capacitación en los talleres para aten-
der el nuevo equipo, así como la contratación de
personal especializado, con habilidades, prove-
niente de grandes empresas. En una de las em-
presas señalan que la contratación anterior era
de gente con experiencia en trabajos similares,
como un trabajador que laboró en Aplica, “que
ayudó a hacer toda la infraestructura para las
máquinas de inyección y otro también de la mis-
ma empresa que se encargaba de arreglar má-
quinas, revisar moldes; este último que también
trabajó en Mabe y que llegó ofreciendo sus servi-
cios tanto de diseño como de programador y di-
bujante”.
Trayectorias técnicas comunes
Aunque algunos de los dueños de las pequeñas
empresas analizadas cuentan con estudios, al-
gunos terminados y otros truncos, como todos lo
señalan, la especialización necesaria para poder
producir moldes implica una larga trayectoria:
no hay una carrera, ésa es con el tiempo, o
sea, nosotros tuvimos aquí un muchacho, y
desde los catorce años, y él a los veinte ya
era matricero, seis años, o sea no es una
carrera, y lo llevamos a capacitarse, lo lle-
vamos a cursos que vienen a dar los japo-
neses al Cidesi. O sea, lo metimos a estu-
diar, aparte de que ya tiene un carrera
técnica, pero se hizo muy joven matricero,
realmente los matriceros son de 27 a 30
años para arriba.
Otros más, como ya se ha reseñado, tie-
nen antecedentes laborales en las empresas de
la región, como cuenta uno de los entrevistados:
estuve trabajando en Moulinex en el año de
1993 como tornero fresador, pero ahí
aprendí a interpretar planos para hacer el
trabajo y una de las cosas que más me
llamó la atención fueron las figuras geomé-
tricas de las piezas que ahí se utilizaban.
Poco a poco fui aprendiendo el maquinado
de piezas más complejas, porque la matri-
cería requiere de saber muchas cosas: di-
seño, software, manejo CNC, ajuste, pulir
espejo, etcétera.
También encontramos varios casos de
trabajadores que aprendieron el oficio en los talle-
res familiares y a partir de ahí se especializaron
gradualmente: “aprendí el oficio con mi padre en
el trabajo de tornos, después trabajé en TWR y
de ahí salí para poner mi taller, donde iniciamos
con maquinados. Empecé haciendo moldes para
Food Shippers, después hice un molde sin CNC
y lo ayudaron a comprarla”.
En conjunto, las pequeñas empresas
cuentan con una o dos personas (en la mayoría
de los casos el dueño) con una amplia trayectoria
en el sector, quienes tienen experiencia “son más
líricos, aprendieron sobre la marcha”, junto con el
resto de los trabajadores, conformado por jóve-
nes que cuentan con alguna formación en má-
quinas y herramientas, egresados de las escue-
las técnicas de la zona como Conalep y el Centro
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 19
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servi-
cios (CBTIS), que se contratan con conocimien-
tos de esas máquinas, y a quienes tienen que
capacitar:
es un conocimiento más compartido, la
persona que sabe más le comparte la ex-
periencia, el dueño, que es el que más
años tiene en esto, les enseña. Los cursos
que se han llegado a impartir aquí son de
diseño que se necesitan para la fabricación
de moldes y cursos de manejo de los CNC
que tenemos y de las erosionadoras, que
es más sencillo.
En suma, la formación consiste en “irlos
poniendo en cada operación, desde que limpien
su área de trabajo, luego a cortar el material, lue-
go ya a procesarlo, en las diferentes máquinas,
luego ya ellos van transmitiendo el conocimiento.
Normalmente para llegar a ser... digamos que lo
más fuerte en el taller, es el matricero, es la per-
sona que arma el rompecabezas, arma todo el
troquel”.
A manera de conclusión
A pesar de que el desarrollo industrial de Queré-
taro en gran medida fue inducido por un proceso
de descentralización apoyado por el Estado, con
el transcurso del tiempo se ha logrado generar un
espacio regional de conocimiento, en el que el
sector metalmecánico desempeña un papel cla-
ve, a través de la acumulación de conocimientos
y de capacidades concentrados en las empresas,
los proveedores, los centros de formación y de
investigación, así como de los distintos clientes
que demandan la integración de soluciones téc-
nicas. Se han generado procesos de aprendizaje
basados en el desarrollo de habilidades, destre-
zas y la experiencia emanada de los trabajado-
res, ingenieros y otros actores, es decir, de cono-
cimientos tácitos, cuya transmisión se da cara a
cara, apoyada en la proximidad geográfica, pero
también en que comparten una historia cultural,
como el desarrollo industrial de esta ciudad. Co-
nocimientos que, además, circulan y fluyen, como
ya vimos, a través de intercambios formales e
informales, ligados fundamentalmente al flujo de
personas, esto es, de los trabajadores y dueños
de las pymes involucrados en el sector metalme-
cánico que se benefician de esta aglomeración
territorial, como la denomina Bjørn (2007), a partir
de las capacidades intangibles acumuladas, del
learning by doing y de la educación formal exis-
tente. En la que, sin embargo, una gran parte del
conocimiento acumulado en Querétaro en los
centros de investigación, instituciones educativas
y entre otros actores no puede ser cabalmente
aprovechado y se subutiliza en gran medida por
la orientación de las plantas manufactureras ha-
cia el mercado externo y que tienen pocas vincu-
laciones con el medio local productivo.
Así pues, el flujo de conocimientos tácitos
cuya transmisión se presenta en el caso del sec-
tor metalmecánico a través de la demostración y
la práctica, y que adquiere forma en las peque-
ñas empresas que se insertan en la proveeduría,
es a través de labores de mantenimiento, repara-
ción y servicios, incluso en limitadas ocasiones
en pequeños artefactos para las grandes empre-
sas. Proceso en el que, además, quien se apro-
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 20
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
pia del valor del conocimiento y la innovación son
estas últimas y no los pequeños talleres.
En suma, como bien señalaba uno de los
pequeños empresarios, son tres factores los que
deben atenderse para que un número cada vez
mayor de empresas participen como proveedores
y así aprovechen cabalmente el conocimiento
tácito existente: primero, reforzar el conocimiento
obtenido en la práctica, con una educación formal
especializada, de la cual se carece hasta el mo-
mento en Querétaro. Segundo, en relación con
las herramientas y la maquinaria, además de la
capacitación, es necesario crear y diversificar las
vías de financiamiento. Tercero y último, promo-
ver la innovación a través del diseño y la concep-
ción de piezas o moldes para ir más allá de los
servicios, como la reparación y el mantenimiento.
Fuentes
Adrián Aguilar, G. (2003), “Reestructuración in-
dustrial y desigualdad territorial en la re-
gión Centro. Los casos de la industrial
metal-mecánica en San Juan del Río,
Querétaro, y la maquila textil en Tehua-
cán, Puebla”, en Guillermo Adrián Aguilar
(coord.), Urbanización, cambio tecnológi-
co y costo social. El caso de la región
Centro de México, México: Instituto de
Geografía, UNAM-Miguel Ángel Porrúa..
Adrián Aguilar, G. (coord.) (2003), Urbanización,
cambio tecnológico y costo social. El caso
de la región Centro de México, México:
Instituto de Geografía, UNAM-Miguel Án-
gel Porrúa.
Bjørn, A. (2007), “Differentiated Knowledge Ba-
ses and Varieties of Regional Innovation
Systems”, Innovation, vol. 20, núm. 3:
223-241.
Brown, J.S. y P. Duguid (1996), “Organizational
Learning and Communities-of-Practice”,
en M. Cohen y L. Sproull (eds.), Organi-
zational Learning, Londres: Sage.
Casas, R., R. de Gortari y M.J Santos (2000),
“The Building of Knowledge Spaces in
Mexico: A Regional Approach to Network-
ing”, Research Policy, vol. 29: 225-241.
Fuentes, C. de y G. Dutrenit (2006a), “Vínculos
entre pymes y empresas grandes dentro
de un contexto local específico: el caso de
los talleres de maquinados industriales lo-
calizados en Querétaro”, México: ponen-
cia presentada en el Primer Congreso
Iberoamericano de Ciencia, Tecnología,
Sociedad e Innovación CTS + I, junio
Fuentes, C. de y G. Dutrenit (2006b), “Vínculos
entre pymes y empresas grandes: derra-
mas de empresas grandes y capacidades
de absorción de las pymes”, ¿lugar?: po-
nencia presentada en el Quinto Congreso
Nacional AMET.
González Gómez, C. y L. Osorio Franco (2000),
Cien años de industria en México, Méxi-
co: UAQ-Gobierno del Estado de Queré-
taro.
INEGI (2010), Anuario estadístico de Querétaro,
Aguascalientes: INEGI.
INEGI (2006). Anuario estadístico de Querétaro,
Aguascalientes: INEGI.
Rebeca de Gortari Rabiela • La circulación del conocimiento en una región industrial • 21
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Landero-Selva, D. (2000), Querétaro. Sociedad,
economía, política y cultura, México:
CEICH, UNAM.
Lissoni, F. (2001), “Knowledge Codification and
the Geography of Innovation: The Case of
Brescia Mechanical Cluster”, Research
Policy, vol. 30: 1479-1500.
Maldonado, J.R. y A.O. Vera-Cruz (2009). “Re-
cursos intangibles en el desempeño de la
industria de maquinados de México”, Re-
vista Venezolana de Gerencia, vol.14,
núm. 47 (Maracaibo, septiembre): 311-
341.
Miranda, Eduardo (2005), Del Querétaro rural al
industrial, 1940-1973, México: UAQ-
Miguel Ángel Porrúa.
Polanyi, M. (1966), The Tacit Dimension, Lon-
dres: Routledge.
Rivera, Azucena y Ana Irene del Río (2009), “En-
trevistas a las empresas metalmecánicas
de Querétaro”, México: proyecto “Redes
dinámicas de innovación en el centro de
México”, agosto-noviembre.
Santos, M.J. y R. de Gortari (2011), “Los molde-
ros de Querétaro: un oficio regionalmente
enriquecido”, en A. Martínez et al.
(coords.), Innovación, transferencia tecno-
lógica y políticas. Retos y oportunidades,
México: Concyteg-Plaza Valdés.Wenger,
E. y W.H. Snyder (2000), “Communities of
Practice: The Organizational Frontier”,
Harvard Business Review, vol. 78: 139-
145.
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
Guillermo Lizama Carrasco Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) pp. 22 - 51 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © Guillermo Lizama Carrasco (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reservados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electrónico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 23
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de
México (1994-2009)
GUILLERMO LIZAMA CARRASCO*
RESUMEN
El objetivo de este artículo es identificar la existencia de una geografía del abstencionismo en elec-
ciones presidenciales y parlamentarias entre 1994 y 2009. La metodología utilizada fue el Análisis
Exploratorio de Datos Espaciales (aede), orientado a demostrar como hipótesis que “el abstencionis-
mo electoral no se distribuye aleatoriamente en el espacio geográfico municipal. Más bien tiende a la
concentración de los valores altos y bajos, conformando clusters espaciales”. Para demostrar esta
tesis, se aplicaron técnicas de análisis geoespacial (autocorrelación), como el Índice Global de Moran
y el Índice de Asociación Espacial Local. Este estudio pone énfasis en la capacidad explicativa del
espacio geográfico de los hechos electorales.
Palabras clave: elecciones, abstencionismo, municipios, geografía, autocorrelación.
ABSTRACT
The objective of this research is to identify the existence of a geography of abstention in presidential
and parliamentary elections between 1994 and 2009. The methodology used was the Exploratory
Spatial Data Analysis (ESDA) aimed at demonstrating the hypothesis that the voter turnout is not ran-
domly distributed in the local geographical area. Rather it tends to the concentration of high and low
spatial clusters forming. To assert geospatial analysis techniques were applied (autocorrelation) and
the Moran Global Index and the Index of Local Spatial Association. This study emphasizes the ex-
planatory power that has the geographical area of electoral events.
Key Words: elections, abstention, municipalities, geography, autocorrelation.
Fecha de recepción: 28/02/2012 Fecha de aceptación: 08/06/2012
* Doctor en Geografía por la UNAM. C.e.: <[email protected]>.
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 24
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Introducción
La geografía electoral, la sociología y la cien-
cia política no han llegado a un consenso
acerca de las causas y razones de la partici-
pación electoral.1 Más bien lo que encontra-
mos en los estudios electorales es una diver-
sidad de enfoques que aportan explicaciones
del abstencionismo, en contextos y casos es-
pecíficos, lo cual genera una multiplicidad de
causas y variables que explican, en todos los
casos, una parte del fenómeno (Crespo, 2010;
Gómez-Tagle, 2009; Salazar y Temkin, 2003;
Buendía y Somuano, 2003). Para una buena
parte de los estudios electorales, el espacio
geográfico ha ocupado un lugar secundario en
el análisis del abstencionismo, siendo conside-
rado únicamente por su valor descriptivo, co-
mo unidad de análisis. Empero, el desarrollo
de nuevas metodologías y enfoques teóricos
de la geografía electoral2 han reubicado el es-
pacio por su valor analítico y explicativo de los
hechos electorales (Vilalta, 2008; Sonnleitner,
2007).
En consonancia con lo anterior, nos
preguntamos por la existencia de una geogra-
fía electoral del abstencionismo que brinde
mayor evidencia para entender y explicar este
fenómeno desde la perspectiva espacial. Este
1 Sólo por señalar causas tan diversas del absten-cionismo, como el factor climático el día de la elec-ción o los escenarios de violencia política estructu-ral, con presencia de grupos paramilitares y guerrillas, entre otros. 2 En México, la condición de democracia emergen-te, con expresiones territoriales cambiantes del comportamiento electoral, favorece la aplicación de renovados planteamientos teóricos y metodologías geográficas.
trabajo se enmarca en una “nueva geografía
electoral”, que, a partir de la relación entre
espacio, sociedad y elecciones, pone el énfa-
sis en la exploración de las dimensiones y re-
laciones espaciales de fenómenos electorales
como el abstencionismo y la participación.
En este sentido, la irrupción del espa-
cio como variable explicativa de los fenóme-
nos electorales ha ampliado las posibilidades
del análisis electoral con unidades agregadas
no sólo en la geografía, sino también en la
economía, las ciencias políticas y las ciencias
sociales. Así pues, nos preguntamos por la
existencia de una geografía electoral del abs-
tencionismo en los municipios de México
(1994 y 2009) que demuestre que el espacio
geográfico es una variable que permite identi-
ficar y explicar los microfundamentos de una
parte de la participación electoral en México. A
nivel teórico, esperamos demostrar la validez
de la primera ley de la geografía propuesta por
W. Tobler (1970), la cual plantea que “en el
espacio todas las cosas están relacionadas
entre sí, pero los hechos más cercanos tienen
una mayor influencia en sus vecinos que los
distantes”. En esta artículo trataremos de de-
mostrar que esta ley se aplica para el caso del
abstencionismo electoral en México, por ello,
este fenómeno presentaría una tendencia a la
regionalización, como la principal relación es-
pacial que lo caracteriza.
La metodología utilizada es el AEDE,
con un planteamiento de comprobación de
hipótesis. Para ello se aplicaron las técnicas
geoestadísticas de autocorrelación espacial:
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 25
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
1) Índice Global de Moran e 2) Índice de Aso-
ciación Espacial Local (LISA), ambas técnicas,
si bien incipientes, han sido probadas y co-
mentadas en el ámbito de la geografía electo-
ral mexicana por los estudios de Carlos Vilalta
Perdomo (2006; 2008). Para el análisis geo-
espacial se construyó una base de datos geo-
gráfica con treinta variables en el plano muni-
cipal. Los datos geográficos se obtuvieron del
Marco Geoestadístico Municipal (MGM) del
INEGI (2005) y los datos electorales provienen
del Atlas de resultados electorales federales
1991-2009 del IFE (2009).
Por otra parte, para la caracterización
socioeconómica de los clústers (conglomera-
dos) abstencionistas y participacionistas, se
utilizaron datos del Censo 2000 y del Conteo
2005 del INEGI. Asimismo, se incorporaron va-
riables de pobreza contenidas en el Índice de
Rezago Social de la Coneval (2005) y en el
Índice de Marginación del Conapo (2000). Pa-
ra obtener una medida de resumen del abs-
tencionismo entre 1994 y 2009, se construye-
ron dos variables: para el análisis descriptivo y
el análisis geoespacial: 1. Tasa de abstencio-
nismo en elecciones presidenciales y 2. Tasa
de abstencionismo en elecciones parlamenta-
rias.3 Ambas variables son la media geométri-
3 La variable tasa de abstencionismo en elecciones parlamentarias (1994-2009), corresponde a la me-dia geométrica de todos los años electorales entre 1994 y 2009. Por ello, a partir de este valor, no es posible identificar el efecto de la “concurrencia electoral” en la variabilidad agregada de la tasa de abstencionismo en elecciones parlamentarias. Éste es un aspecto de interés, ya que abre la interrogan-te para analizar y cuantificar el efecto de los distin-tos tipos de concurrencia electoral (federal-estatal-
ca del porcentaje de abstencionismo de cada
año electoral entre 1994 y 2009. La unidad
geográfica de análisis es el municipio (N:
2447) en una escala de 1:11000000, lo que
permite tener una perspectiva nacional del
abstencionismo en elecciones federales a ni-
vel municipal.
El estudio del abstencionismo en elec-
ciones federales, con una escala geográfica
municipal se justifica en tanto este nivel de
desagregación permite valorar con mayor am-
plitud el papel del espacio en la generación de
preferencias electorales, pues el municipio es
el espacio inmediato de interacción y genera-
ción de poder. Además, el espacio municipal
es generador de comunidad e identidad entre
individuos y grupos sociales, seguramente
constituye la primera dimensión de interacción
política y de intercambio de recursos simbóli-
cos en el campo político. De esta manera, el
municipio ofrece un lugar de observación teó-
ricamente pertinente para conocer las estruc-
turas espaciales (geografía) del abstencionis-
mo electoral. A nivel metodológico, se optó por
consignar la participación electoral en los mu-
nicipios de México, con los resultados de elec-
ciones federales y no de elecciones municipa-
les o estatales. Ello obedece a que las
elecciones federales (nacionales) permiten
controlar y mantener constantes los aspectos
institucionales que inciden en las tasas de par-
ticipación, como la convocatoria, la instrumen-
tación, los contenidos de las campañas, los
municipal; parlamentaria-presidencial) en las tasas de participación en México.
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 26
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
candidatos, la institucionalidad electoral y el
contexto político, entre otros. Asimismo, se
optó por trabajar con datos electorales federa-
les, debido a su facilidad y disposición en la
base de datos normalizadas por el IFE, a dife-
rencia del trabajo con datos de elecciones
municipales o estatales, los cuales no presen-
tan una disponibilidad uniforme de las cifras.
Esto se debe a que las bases de datos provie-
nen de diversos tipos de elecciones, que ocu-
rren diferenciadamente en tiempo y espacio, a
su vez, el proceso de normalización de los
datos lo realizan múltiples instituciones, lo que
dificulta el trabajo de atender la dimensión
geográfica del abstencionismo como un fenó-
meno nacional.
Así pues, esperamos descubrir una
geografía electoral del abstencionismo en los
municipios de México, tanto en las elecciones
presidenciales como en las parlamentarias,4
para lo cual formulamos la siguiente hipótesis
de trabajo:
• Hipótesis geográfica (H1): el abstencio-
nismo electoral no se distribuye aleato-
riamente en el espacio geográfico mu-
nicipal. Más bien tiende a la
concentración de los valores altos y ba-
jos, conformando clusters espaciales
abstencionistas y participacionistas en
ciertas regiones de México.
4 En el caso del análisis para elecciones parlamen-tarias, se tomaron como referencia las elecciones de diputados federales por el principio de mayoría relativa.
En la primera parte de este artículo se
describe, a grandes rasgos, la problemática y
los antecedentes del abstencionismo electoral,
en un contexto de transición a la democracia.
Mientras, la segunda parte presenta el análisis
geoespacial con la metodología y los resulta-
dos de la investigación.
El abstencionismo electoral en Méxi-
co y sus problemas para la democra-
cia
El abstencionismo electoral en México es uno
de los fenómenos políticos menos estudiados
y más complejos en materia electoral; incluso
existe un debate teórico y técnico acerca de
sus causas, significados e implicancias para
los sistemas políticos democráticos. Al respec-
to, Lorenzo Córdova (2007) plantea que en el
abstencionismo electoral confluyen factores de
diverso tipo: “económicos, políticos, sociales,
culturales, religiosos, educativos y hasta natu-
rales […]. Lo cierto es que no existe un análi-
sis serio y sustentado con datos ciertos y veri-
ficados respecto de las razones que provocan
que un elector decida no votar” (Córdova,
2007: 50). Con estas características, obser-
vamos que el abstencionismo electoral es un
fenómeno complejo, en el que las explicacio-
nes unidimensionales y tautológicas se ven
sobrepasadas por la diversidad geográfica,
socioeconómica, institucional, cultural y políti-
ca que caracterizan a México.
El abstencionismo es un desafío para
la democracia, en tanto que la legitimidad de
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 27
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
esta última está dada por una alta participa-
ción electoral (Nohlen, 2004: 137). Asimismo,
según Nohlen, la participación electoral se
clasifica y es importante por las siguientes ra-
zones:
1. De tipo sociológico: la participación elec-
toral es la más democrática e igualitaria.
Incluye la mayor cantidad de ciudadanos
y, al mismo tiempo, garantiza la partici-
pación más igualitaria de los miembros
de la sociedad.
2. De índole política: la participación electo-
ral es el más central de los canales de
vinculación del electorado y de sus pre-
ferencias políticas con el poder que se
manifiesta en la elección de los repre-
sentantes y mandatarios ejecutivos.
3. A través de esta vinculación, tipo entra-
da (input), toda la sociedad se vincula, o
está afectada de forma vinculante, por el
resultado (output), es decir, la legisla-
ción, por un lado, y el desarrollo econó-
mico y social, por el otro, como producto
en parte de las políticas llevadas a cabo
por los gobernantes (Nohlen, 2004: 140).
Entonces, en el plano normativo, una dis-
minución del abstencionismo favorece la inte-
gración de la comunidad a un cuerpo de auto-
ridad y estimula la incorporación de las
demandas ciudadanas a la agenda política,
logrando con ello legitimidad y estabilidad en
el ejercicio del poder.5 En este sentido, Daniel
5 Lo electoral representa un mecanismo por el cual el demos interviene directamente en la constitución del poder, reforzando la relación entre Estado y
Zovatto (2006) advierte que la presencia del
abstencionismo en las democracias en transi-
ción es un “círculo sin salida”, en el que la
abstención desencadenaría un ciclo de dete-
rioro del proceso democrático, en tanto que
profundiza la distancia entre los ciudadanos y
el sistema político, además de que debilita la
relación entre sociedad civil y gobierno.
De esta manera, el abstencionismo electo-
ral es un problema asociado a la legitimidad
en la representación, a la toma de decisiones
públicas y al grado de inclusión o exclusión de
los ciudadanos en el sistema político. Esto es
de mayor relevancia en democracias en tran-
sición como la mexicana, pues lo electoral ha
definido el éxito o fracaso de este proceso. En
estos contextos, el abstencionismo es proble-
mático cuando:
1. Sea mayor que la cantidad de votos
emitidos, incluyendo la votación blanca
y nula.
2. Esté concentrado en el espacio geo-
gráfico municipal, existiendo claramen-
te regiones abstencionistas y participa-
cionistas.
3. Se relacione con las condiciones so-
cioeconómicas del espacio geográfico
municipal.
sociedad civil. Al mismo tiempo que el voto es un instrumento que autoriza, evalúa y legitima al go-bierno, asimismo ejerce influencia en las políticas públicas. Esto difiere del voto únicamente convo-cado para legitimar y delegar el mandato, como se definió previamente a la transición democrática en México.
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 28
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
4. Gráfica 1. Abstencionismo, votación por el PRI y por la oposición en elecciones presidenciales (1961-1988)
5. 6. FUENTE: elaboración propia, con datos de Gómez-Tagle (1990: 19).
En México, las estadísticas electorales en-
tre 1964 y 19886 evidencian que el sistema político
necesitó para su reproducción y legitimidad, por
un lado, de una alta participación electoral y, por
6 El abstencionismo electoral en México desde el punto de vista de los datos no puede ser investiga-do sin una reflexión política y metodológica, acerca de la certeza de las cifras oficiales previas a 1991. De hecho, estas estadísticas electorales no permi-ten analizar el abstencionismo en una retrospectiva que facilite la comparación con las cifras actuales, ¿A qué se debe esto? La respuesta está relaciona-da al sistema político de partido hegemónico, en donde el control del Partido Revolucionario Institu-cional (PRI), desde 1928 hasta 1991, definió el funcionamiento del sistema político y sus meca-nismos de legitimación a través de elecciones. Este control unilateral de la acción política impide anali-zar las cifras electorales como resultado de una voluntad individual o social del acto electoral. En tanto que: 1) Inexistencia de una institución electo-ral que entregara imparcialidad en el proceso y certeza en los resultados. 2) Alto control electoral del partido en el gobierno: proceso, organización, electores, casillas y organizaciones sociales. 3) Coacción del sufragio, por medio de la compra de votos, intercambio de favores y otros mecanismos fraudulentos como el carrusel de votos o el robo de casillas.
el otro, de una alta votación por el partido en el
gobierno (gráfica 1). Por ello, previamente a la
transición democrática, el abstencionismo electo-
ral no fue un problema en México.
Observamos que antes de la transición
a la democracia en México, lo electoral fue un
instrumento del cual no dependía el acceso al
poder, pero sí entregaba legitimidad a los go-
bernantes designados dentro de las filas del
PRI (Gómez-Tagle, 2009). En este sentido, el
control electoral, el cohecho y la coacción del
voto, junto a una cultura política autoritaria y
corporativista, contribuyeron a mantener bajos
los niveles de abstencionismo entre 1964 y
1988 (34.38 por ciento). Si bien esto favoreció
la participación electoral, fue en demérito de la
difusión de valores democráticos y de una ciu-
dadanía participativa, cuestión que se refleja
actualmente en el aumento constante del abs-
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 29
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
tencionismo, tanto en elecciones presidenciales como parlamentarias (gráficas 2 y 3).
Gráfica 2. Abstención y votación por partidos en el ecciones presidenciales (1994-2006)
FUENTE: elaboración propia, con datos del IFE (2010).
Gráfica 3. Abstención y votación por partidos en el ecciones parlamentarias (1994 y 2009)
FUENTE: elaboración propia, con datos del IFE (2010).
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 30
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
En el caso del abstencionismo y la vo-
tación por partido político en elecciones presi-
denciales entre 1994 y 2006 (grafica 2), ob-
servamos que la abstención es constante en
su crecimiento; mientras que la votación por el
Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de
la Revolución Democrática (PRD) tiende a fluc-
tuar; en cambio, el porcentaje de votos del PRI
experimenta una caída constante. Asimismo,
al ubicar el abstencionismo en comparación
con la votación por los partidos, apreciamos
que en 1994 se encontraba por debajo del
porcentaje de votación del PRI y del PAN, sin
embargo, en 2006, el abstencionismo, con un
41.45 por ciento, supera a la votación de cada
partido. Desde 1994, el abstencionismo en
elecciones presidenciales ha experimentado
un crecimiento sostenido del 18 por ciento,
aumentado nominalmente en 19’139,285 nue-
vos abstencionistas entre 1994 y 2006. En
promedio, entre estos años se ha registrado
un abstencionismo del 33.4 por ciento.
En las elecciones federales de 1994, la
abstención fue la más baja de los últimos
quince años, de tan sólo 22.84 por ciento, se-
guramente motivada por las nuevas reglas del
juego y la operación de una nueva institucio-
nalidad electoral como el IFE, lo cual dio garan-
tías de los resultados electorales. En las elec-
ciones presidenciales del año 2000, el
aumento de la abstención respecto de 1994 es
evidente, sumando 10’737,353 nuevos abs-
tencionistas. A pesar de ello, las elecciones
del 2000 fueron las que inauguraron el cambio
político y la alternancia en el Poder Ejecutivo
Federal.
Las elecciones del año 2006 fueron las
más discutidas y cerradas de la historia electo-
ral de México, sin embargo, el abstencionismo
continúo la tendencia de aumento sostenido,
aunque disminuyó el ritmo de crecimiento,
pues el aumento de nuevos abstencionistas
fue de 8’401,932, cerca de dos millones me-
nos que en las elecciones del año 2000.
La abstención en 2006 alcanzó el
41.45 por ciento, 4 de cada 10 electores no
acudieron a emitir su voto, superando la vota-
ción de Felipe Calderón (PAN: 35.89 por cien-
to), de Andrés Manuel López Obrador (PRD:
35.33 por ciento) y de Roberto Madrazo (PRI:
22.2 por ciento).
En las elecciones parlamentarias entre
1994 y 20097 (gráfica 3), observamos que el
abstencionismo creció veinte puntos porcen-
tuales, alcanzando en promedio el 43.53 por
ciento. Un aspecto relevante es que, desde el
2003, el abstencionismo ha sido superior al
porcentaje de votos obtenido por cada uno de
los partidos. Además, en 2003, el abstencio-
7 Reconocemos que existe un sesgo metodológico al no considerar como derivada en la tasa de abs-tencionismo en elecciones parlamentarias (1994-2009) la presencia de “concurrencia” o no con las elecciones presidenciales, en las que los electores asisten a la misma casilla electoral para votar tanto por presidente como por diputados de mayoría relativa. Para los fines de este trabajo, la variable tasa de abstencionismo en elecciones parlamenta-rias no incorpora el efecto de la concurrencia con elecciones presidenciales en los años 1994, 2000 y 2006, debido a que la intención no es comparar unas con otras, sino evidenciar, por separado, las tendencias y relaciones espaciales del abstencio-nismo en elecciones federales en el plano munici-pal.
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 31
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
nismo ascendió al 58.81 por ciento (de cada
10 electores, 6 no acudieron a votar). Cifra
histórica que visualizó el abstencionismo elec-
toral como problema y abrió la discusión de
las implicancias de una baja participación en
la legitimidad del poder.
En tanto, quienes no participaron fue-
ron una mayoría absoluta, cuestión que en el
largo plazo generaría una crisis de represen-
tación en el Poder Legislativo. Las elecciones
parlamentarias de 2009 ratificaron esta preo-
cupación, en tanto que el abstencionismo si
bien disminuyó, al igual que en 2003, superó
la mitad del padrón electoral.
El abstencionismo en elecciones par-
lamentarias mantiene una tendencia creciente
y fluctuante (grafica 3). Que esto ocurra obe-
dece al efecto de la “concurrencia electoral”8
entre comicios presidenciales y de diputado
federales (1994, 2000, 2006), lo cual favorece
la participación (Crespo, 2010: 6-7), pues los
electores son llamados a votar por elecciones
federales, estatales y locales en un solo mo-
mento, lo que disminuye los costos asociados
a la participación. Esto explica que el absten-
cionismo electoral sea mayor ─en promedio
17 puntos─ en elecciones parlamentarias (in-
termedias) que en las presidenciales (concu-
rrentes).
8 En nuevas investigaciones será de interés teórico y metodológico confrontar el abstencionismo en elecciones federales concurrentes frente a las elecciones intermedias. Lo cual permitirá observar las mayores diferencias que existen entre las tasas de abstencionismo en elecciones presidenciales y parlamentarias.
Desde el punto de vista geográfico-
descriptivo, buscamos identificar si existe co-
rrespondencia entre los valores altos y bajos
del abstencionismo en el espacio municipal;
para ello generamos un cruce de información
entre la tasa de abstencionismo en elecciones
presidenciales y parlamentarias, ordenando
los valores en tres intervalos (alto-medio-bajo).
En dicho análisis encontramos corresponden-
cia en los municipios con alto abstencionismo
y en los que presentan una mayor participa-
ción en elecciones parlamentarias y presiden-
ciales (cuadro 1).
En la cartografía temática (mapa 1),9 a
partir del análisis de correspondencia, obser-
vamos que los municipios abstencionistas,
tanto en elecciones presidenciales como par-
lamentarias, se ubican predominantemente en
los estados de Guerrero, Oaxaca, Coahuila,
Chihuahua y Chiapas. Mientras que los muni-
cipios participativos se concentran en Yuca-
tán, Sonora y Jalisco. Tanto en el cuadro de
correspondencia como en el mapa, observa-
mos que los valores del abstencionismo presi-
dencial se distribuyen simétricamente en ra-
zón de los valores del abstencionismo
parlamentario. Ello evidencia la constancia y
regularidad de las tasas de abstencionismo en
elecciones federales entre 1994 y 2009.10 En
9 En los Anexos se presentan dos mapas temáticos con la tasa de abstencionismo en elecciones par-lamentarias y presidenciales. 10 Esta regularidad nos lleva a pensar que es alta-mente probable que en los municipios con mayor abstencionismo exista un porcentaje importante de población que nunca ha participado en una elec-ción. Otra idea que aparece de la correspondencia de los valores del abstencionismo es que éste pro-
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 32
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
síntesis, los datos de la abstención en elec-
ciones federales en México indican que:
1. El abstencionismo presenta una ten-
dencia al crecimiento del 18 por ciento,
aumentado nominalmente en
19’139,285 nuevos abstencionistas.
2. El abstencionismo es mayor en elec-
ciones intermedias que en concurren-
tes (parlamentaria-presidencial). La di-
ferencia promedio entre sí es de 17
puntos porcentuales.
3. El abstencionismo superó el 50 por
ciento de la lista nominal en las elec-
ciones parlamentarias de 2003 y
2009.11
venga desde los años setenta y ochenta, replicán-dose en la actualidad. 11 Esto es importante en tanto que no se ha debati-do la profundidad y las implicancias de un absten-cionismo electoral mayor al 50 por ciento, como ocurrió en 2003 y 2009, para la legitimidad de la representación y el ejercicio del poder en un siste-ma democrático federal.
4. Los municipios abstencionistas y parti-
cipacionistas lo son tanto en las elec-
ciones parlamentarias como en las
presidenciales.
En el siguiente apartado presentamos
el análisis geoespacial centrado en demostrar
la existencia de una geografía electoral mar-
cada por la regionalización de las tasas de
abstencionismo. Para ello aplicamos las técni-
cas geoestadísticas: 1) Índice Global de Mo-
ran y 2) Índice Local de Asociación Espacial
(LISA). Ambos índices permitirán conocer la
existencia o no de autocorrelación espacial del
abstencionismo en los municipios de México.
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 33
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Mapa 1. Tasa de abstencionismo en elecciones presid enciales y parlamentarias
Intervalos de los valores del mapa (bajo: 13-34 por ciento; medio: 35-47 por ciento; alto: 48-63 por ciento). FUENTE: elaboración propia, con datos del IFE (2010).
Análisis geoespacial del abstencio-
nismo electoral en los municipios de
México
En este apartado trataremos de identificar los
procesos espaciales (autocorrelación y con-
centración) que definan una “geografía electo-
ral del abstencionismo”, para lo utilizamos el
enfoque geográfico llamado Análisis Explora-
torio de Datos Espaciales (AEDE), con el que
se encuentran estructuras espaciales explica-
tivas de datos georreferenciados. Al respecto,
Chasco (2003) apunta que
el AEDE puede definirse como el con-junto de técnicas que describen y vi-sualizan las distribuciones espaciales, identifican localizaciones atípicas o “atípicos espaciales” (spatial outliers), descubren esquemas de asociación espacial, agrupamientos (clusters) o puntos calientes (hot spots) y sugieren
estructuras espaciales u otras formas de heterogeneidad espacial (Chasco, 2003: 4).
Precisamente en el conocimiento de
las estructuras espaciales subyacentes en los
procesos electorales radica la principal tarea
de la geografía electoral. En este sentido, el
AEDE es una metodología geográfica que re-
cupera la importancia del espacio y su capaci-
dad explicativa en el análisis estadístico de
variables económicas, sociales, políticas, elec-
torales, etcétera.12
En este trabajo seguimos las propues-
tas y herramientas desarrolladas por Luc An-
selin (1995; 2004) en el GeoDa Center for
12 Los primeros desarrollos de esta metodología se presentaron en el campo de la econometría espa-cial, especialmente gracias a los trabajos de Anse-lin (1995).
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 34
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Geospatial Análisis and Computation,13 quien
ha realizado un trabajo tendiente a la cons-
trucción, mejora y difusión de algoritmos para
el análisis geográfico, como el Índice Global
de Moran (1948)14 y el Índice Local de Asocia-
ción Espacial (LISA). En 2003 Luc Anselin, jun-
to con un equipo multidisciplinario, desarrolla-
ron Beoda, un software de licencia libre que
masifica el uso de estas técnicas geográficas
en los ámbitos de la economía, las ciencias
sociales y las ciencias políticas. Con GeoDa
se calculó el Índice Global de Moran y el Índi-
ce Local de Asociación Espacial para las tasas
de abstencionismo en elecciones presidencia-
les y parlamentarias,15 con los cuales se busca
conocer la existencia de autocorrelación espa-
cial en los valores de la abstención.
La autocorrelación espacial busca co-
nocer qué tan agrupados o dispersos se en-
cuentran los valores del abstencionismo, en
razón de su cercanía espacial y su significan-
cia estadística (Myint, 2010). En el campo de
la geografía electoral, encontramos que la au-
tocorrelación espacial es una técnica incipien-
te y validada en la investigación geográfica
nacional e internacional. En México, el uso de
estas técnicas en el ámbito electoral lo intro-
dujo Carlos Vilalta Perdomo (2006; 2007;
13 <http://GeoDacenter.asu.edu/>. 14 El trabajo fundacional en este tema lo publicó Patrick Moran (1948). 15 La tasa de abstencionismo en elecciones presi-denciales es la media geométrica del porcentaje de abstencionismo de cada año electoral entre 1994 y 2006. A su vez, la tasa de abstencionismo en elec-ciones parlamentarias representa la media geomé-trica del porcentaje de abstencionismo entre 1994 y 2009.
2008). Sin embargo, subrayamos que no en-
contramos investigaciones acerca del absten-
cionismo electoral que utilicen el análisis geo-
estadístico.
En el planteamiento formal nos pregun-
tamos, por un lado, ¿existe un patrón espa-
cialmente aleatorio en la distribución del abs-
tencionismo electoral? y, por el otro, ¿los
municipios con mayor y menor abstencionismo
electoral se encuentran dispersos o concen-
trados geográficamente en México? Los resul-
tados del análisis geoespacial se sintetizan en
a) coeficientes del Índice de Moran (cuadro 2),
b) diagrama de dispersión de Moran (cuadro
3) y c) mapas clusters y mapas de significan-
cia estadística (LISA) (mapas 2 y 3).
Análisis Índice Global de Moran
El Índice Global de Moran es un estadístico
que mide la presencia o ausencia de autoco-
rrelación espacial de una variable. Esta medi-
da es similar a la estructura del coeficiente de
correlación de Pearson; sus valores fluctúan
entre +1 y -1, en donde +1 indica autocorrela-
ción positiva perfecta, -1 expresa autocorrela-
ción negativa perfecta y el valor 0 indica la
existencia de patrones completamente aleato-
rios en la distribución espacial de la variable.
El índice de Moran se calcula con base en una
matriz de contigüidades o distancias (Wij),
predefiniendo los valores vecinos. En la cons-
trucción de la matriz de pesos espaciales, nos
aseguramos que todas las entidades (munici-
pios) tengan al menos un vecino (primer or-
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 35
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
den), para lo cual utilizamos como parámetro
de vecindad la estructura Quenn’s,16 que con-
sidera cualquier intersección con un polígono
municipal como vecino.
El análisis del Índice de Moran con
GeoDa genera el llamado diagrama de disper-
sión de Moran (scatterplot) que permite grafi-
car y agrupar el tipo de asociación espacial de
los municipios en cuatro categorías (cuadran-
tes), según la vecindad y las tasas de absten-
cionismo. El scatterplot que se observa en el
cuadro 4 representa en el eje X la variable de
análisis estandarizada para cada unidad es-
pacial, y en el eje Y se distribuye el retardo
espacial, este último es el promedio pondera-
do de los valores de la variable en el subcon-
junto de las observaciones vecinas a la refe-
rencia. La pendiente de regresión se define
mediante el coeficiente del Índice de Moran,
en tanto mayor sea este valor, mayor será la
intensidad de la autocorrelación espacial en la
variable analizada.
El Índice Global de Moran se obtiene
de la siguiente fórmula,17 con la cual se cons-
truye el coeficiente I de Moran:
16 La estructura Queen’s que proporciona el softwa-re GeoDa simula el comportamiento de la reina en el tablero de ajedrez, buscando de entrada que la influencia de vecindad esté dada para que todas las entidades que tengan al menos un vecino y que todos los vecinos posibles sean incluidos en el análisis geográfico. 17 La fórmula se recupera de Vilalta (2008: 591).
En donde:
n: número de unidades geográficas en el ma-
pa (municipios).
Wij: matriz de distancia que define si las áreas
geográficas i y j son contiguas o no. (forma
Queen’s). El coeficiente del Índice de Moran
se ajusta a la prueba de significancia estadís-
tica de valores Z, suponiendo una distribución
normal.
La regla de decisión para validar la hipóte-
sis de estudio18 con el Índice de Moran es la
siguiente:
• [Ho: I = 0] Ho: El coeficiente de Moran
(I) es igual a 0, por lo que no existe au-
tocorrelación espacial, más bien se ob-
serva una distribución aleatoria de los
valores del abstencionismo electoral en
el espacio geográfico municipal.
• [H1: I ≠ 0] H1: El coeficiente de Moran
(I) no es igual a 0, por lo que existe au-
tocorrelación espacial. Entonces, los
valores del abstencionismo electoral no
se distribuyen aleatoriamente, más
bien tienden a concentrarse en el es-
pacio geográfico municipal (regionali-
zación).
Analizamos el Índice de Moran para
cada año electoral entre 1994 y 2009, así co-
mo para las tasas agregadas de abstencio-
nismo en elecciones presidenciales
(Im=0.4639) y parlamentarias (Im= 0.5151).
18 La comprobación de las hipótesis comprende un nivel de significancia del 95 por ciento, esperando un p-value < 0.05.
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 36
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Los valores del coeficiente de Moran (cuadros
2 y 3) sugieren validar la hipótesis (H1) que
considera la existencia de autocorrelación es-
pacial en el abstencionismo electoral. En tan-
to, todos los coeficientes cumplen la regla de
decisión que indica que Im es distinto a cero
(Im ≠ 0), lo que permite rechazar la hipótesis
nula (H0) que sostenía que el abstencionismo
es resultado de un proceso espacialmente
aleatorio. Por ello, validamos que la absten-
ción es un fenómeno que posee una estructu-
ra geográfica que tiende a concentrase (clus-
ter) en sus valores altos (I hot-spots) y bajos
(III cold-spots) y, por ende, no es resultado de
un proceso al azar.
Cuadro 2. Índice de Moran
Elección Índice de Moran Índice de Moran (excluyendo casos perdidos)
Tasa Presidencial 0.3149 0.4639
Tasa Parlamentaria 0.3341 0.5151
2009 0.3966 0.5177
2006 0.3722 0.5269
2003 0.3909 0.5452
2000 0.3354 0.4782
1997 0.3093 0.4241
1994 0.3110 0.3707
El p-value del índice de Moran es 0.001. Los cálculos del Índice de Moran fueron realizados con GeoDa. FUENTE: elaboración propia, con datos del IFE (2010) e INEGI (2005).
Cuadro 3. Diagramas de dispersión: Índice de Moran tasa de abstencionismo Elecciones presidenciales Elecciones parlamenta rias
Los gráficos del Índice de Moran fueron realizados con GeoDa 1.0.1. FUENTE: elaboración propia, con datos del IFE (2010) e INEGI (2005).
I
II II I
IV
II I II
I IV
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 37
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
En los gráficos scatterplot del Índice de
Moran (cuadro 3), se muestra la distribución
de los municipios, según la relación espacial
que los agrupa. Este diagrama de dispersión
evidencia que la distribución geográfica del
abstencionismo no es espacialmente aleatoria
desde 1994 hasta 2009. De esta manera, en
los cuadrantes I y III del scatterplot se ubican
los municipios que con una tasa de abstencio-
nismo electoral superior/inferior a la media
municipal (valor estandarizado positi-
vo/negativo de la variable) están rodeados de
municipios que también disponen de tasas de
abstención superiores/inferiores a la media
municipal (retardo espacial positivo/negativo)
formando un “cluster electoral”.
Por el contrario, las categorías de aso-
ciación mixta forman el llamado “outlier electo-
ral”, presentes en los cuadrantes II y IV, que
representan los municipios con valores ba-
jos/altos de abstencionismo, rodeados por
municipios con valores diferentes. Con esta
evidencia se confirma que tanto la participa-
ción como el abstencionismo electoral son
fenómenos que desde 1994 se encuentran
regionalizados en ciertas áreas geográficas de
la república mexicana.
A nivel teórico, se confirma que el abs-
tencionismo electoral posee relaciones geo-
gráficas específicas, como la autocorrelación
espacial g(dependencia). Esto evidencia la
regionalización tanto de la participación, como
del abstencionismo en los municipios de Méxi-
co (1994-2009). A partir del análisis geoesta-
dístico con el Índice Global de Moran, con-
cluimos que:
1. El abstencionismo electoral no se dis-
tribuye aleatoriamente en el espacio
geográfico municipal, más bien presen-
ta una geografía que tiende a la con-
centración de sus valores altos y bajos.
2. El abstencionismo electoral es un fe-
nómeno regionalizado. Encontramos
autocorrelación espacial en las tasas
de participación de todas las eleccio-
nes federales en México (1994 y 2009).
3. El espacio geográfico municipal es una
variable explicativa del abstencionismo
y la participación, tanto en las eleccio-
nes presidenciales como en las parla-
mentarias (1994 y 2009).
En el siguiente apartado se analiza el Índi-
ce Local de Asociación Espacial (LISA) para
identificar y localizar geográficamente los mu-
nicipios que tienden a agruparse en agrupa-
mientos espaciales de alto (hot-spots) y bajo
(cold-spots) abstencionismo electoral.
Análisis Índice Local de Asociación Espacial
(LISA)
En los municipios de México, el abstencionis-
mo electoral posee un estructura geográfica
que tiende a concentrase en razón de sus va-
lores altos o bajos. El Índice Global de Moran
demostró lo anterior y planteó como interro-
gante conocer si en el plano local es posible
identificar y localizar la formación de clusters
espaciales. Para ello aplicamos el Índice Local
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 38
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
de Asociación Espacial (LISA), que descompo-
ne localmente el Índice Global de Moran y
permite identificar cartográficamente los muni-
cipios agrupados con bajo (cold-spots) y alto
(hot-spots) abstencionismo en elecciones pre-
sidenciales y parlamentarias.
El Índice Local de Asociación Espacial
(LISA) se obtiene de la siguiente fórmula:19
En donde:
S2 se genera a partir de:
n: número de municipios en el mapa.
Wij: matriz de distancia que define si las áreas
geográficas i y j son contiguas o no. (forma
Queen’s). El coeficiente del Índice de Moran
se ajusta a la prueba de significancia estadís-
tica de valores Z, suponiendo una distribución
normal.
El análisis LISA se realizó con el softwa-
re GeoDa,20 que descompone el índice de Mo-
ran, estableciendo en cuanto contribuye cada
unidad espacial (municipal) a la formación del
valor general y, a su vez, identifica el nivel de
19 La formula fue recuperada de Vilalta Perdomo (2008: 591). 20 Los mapas 2 y 3 conservan la salida grafica de mapas y las leyendas (en ingles) que ofrece el software GeoDa.
significancia de cada conglomerado. Los ma-
pas LISA representan las áreas geográficas
que forman clusters con mayor significancia
estadística en la concentración de los valores
altos y bajos del abstencionismo electoral.
Con GeoDa se generaron dos productos car-
tográficos: 1) mapa con los polígonos munici-
pales que conforman un cluster espacial del
abstencionismo electoral y 2) mapa con las
áreas de significancia (p-value) para los agru-
pamientos identificados. El análisis cartográfi-
co (LISA) permite conocer la distribución de las
estructuras geográficas que se presentan
cuando existe autocorrelación espacial global.
Elecciones presidenciales
En el mapa 2 se observa una geografía de la
participación en elecciones presidenciales,
definida por la concentración de los municipios
en clusters espaciales de alta (rojo) y baja
(azul) abstención. Los conglomerados absten-
cionistas (hot-spots) que presentan autocorre-
lación espacial y significancia estadística se
localizan en
1. Coahuila (N 30): compuesto por 28
municipios de Coahuila y 2 de
Chihuahua.
2. Sierra Madre Occidental21 [Sur] (N 37):
compuesto por 25 municipios de
Chihuahua, 11 de Durango y 1 de Si-
naloa.
21 El centro aglutinador del agrupamiento Sierra Madre Occidental es la Sierra Tarahumara en Chihuahua.
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 39
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
3. Chiapas (N 44): compuesto por 38 mu-
nicipios de Chiapas y 6 de Oaxaca.
4. Guerrero (N 71): compuesto por 47
municipios de Guerrero y 24 de Oaxa-
ca.
5. Oaxaca (N 45): compuesto por 45 mu-
nicipios de Oaxaca.
6. Puebla (N 18): compuesto por 18 mu-
nicipios de Puebla.
Un hallazgo importante es que, salvo el
cluster de Coahuila, el resto de los conglome-
rados abstencionistas se ubican en regiones
con alto rezago educativo, económico y social
de México (cuadros 3 y 4).
Mapas 2. Cluster y significancia ( LISA) de la tasa de abstencionismo en elecciones presidenciales
Los mapas del Índice Local de Asociación Espacial (LISA) se realizaron con GeoDa 1.0.1.
FUENTE: elaboración propia, con datos del IFE (2010) e INEGI (2005).
En las elecciones presidenciales descu-
brimos que los niveles de mayor participación
electoral (azul) presentan un patrón geográfico
tendiente a la clusterización en cuatro regio-
nes de México (cold-spots):
1. Sonora (N 45): compuesto por 45 mu-
nicipios de Sonora.
2. Yucatán (N 16): compuesto por 16 mu-
nicipios de Yucatán.
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 40
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
3. Valle de México (N 40): compuesto por
26 municipios del Estado de México y
14 delegaciones del Distrito Federal.
4. Occidente-Bajío (N 21): compuesto por
17 municipios de Jalisco y 4 de Guana-
juato.
Los agrupamientos de bajo abstencionis-
mo se concentran principalmente en áreas
urbanas, entre las que se encuentran las zo-
nas metropolitanas de Guadalajara, Guanajua-
to, Distrito Federal y Sonora (mapa 2). Ello
evidencia que las grandes urbanizaciones in-
fluyen y presionan, favorablemente, en la par-
ticipación electoral. Además, estas áreas
cuentan con menores niveles de rezago edu-
cativo, económico y social (cuadro 3 y 4).
Mapas 3. Cluster y significancia ( LISA) de la tasa de abstencionismo en elecciones parlamentarias
Los mapas del Índice Local de Asociación Espacial (LISA) se realizaron con GeoDa 1.0.1.
FUENTE: elaboración propia, con datos del IFE (2010) e INEGI (2005).
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 41
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Elecciones parlamentarias
El análisis LISA de la tasa de abstencionismo en
elecciones parlamentarias muestra que este fenó-
meno tiene una estructura geográfica tendiente a la
conglomeración de sus valores y, por ende, no es
producto de un proceso espacialmente aleatorio. En
el mapa 2 se identifican cinco áreas geográficas
(rojo) que forman un cluster de alta abstención (hot-
spots):
1. Coahuila (N 33): compuesto por 30 munici-
pios de Coahuila y 3 de Chihuahua.
2. Sierra Madre Occidental [Sur] (N 37): com-
puesto por 29 municipios de Chihuahua, 7
de Durango y 1 de Sinaloa.
3. Guerrero (N 127): compuesto por 53 muni-
cipios de Guerrero, 35 de Puebla, 37 de
Oaxaca y 2 Michoacán.
4. Oaxaca sur (N 79): compuesto por 79 muni-
cipios de Oaxaca.
5. Chiapas (N 55): compuesto por 55 munici-
pios de Chiapas.
En cuanto a los conglomerados de alto absten-
cionismo (rojo), salvo Coahuila, el resto se ubican
en zonas geográficas con altos niveles de rezago
social, económico y educativo. Este resultado es
coincidente con los clusters abstencionistas que se
forman en las elecciones presidenciales.
En el caso del bajo abstencionismo
(azul) en las elecciones parlamentarias (mapa
3), encontramos que tiende a concentrarse en
conglomerados participacionistas (cold-spot),
los cuales se ubican en
1. Sonora (N 53): compuesto por 53 muni-cipios de Sonora.
2. Yucatán (N 15): compuesto por 15 mu-nicipios de Yucatán.
3. Nuevo León (N 23): compuesto por 21 municipios de Nuevo León y 2 de Ta-maulipas.
4. Jalisco (N 20): compuesto por 16 muni-cipios de Jalisco y 4 de Colima.
Los conglomerados participacionistas los
conforman municipios en su mayoría urbanos,
con un nivel medio-bajo de rezago social, eco-
nómico y educativo. Así, identificamos que los
clusters abstencionistas y participacionistas se
generan en áreas geográficas similares, tanto
en las elecciones parlamentarias como en las
presidenciales.
En síntesis, con el análisis geográfico ─a
partir del LISA─ identificamos que la participa-
ción y el abstencionismo son fenómenos regio-
nalizados. Por ello tienden a formarse agrupa-
mientos abstencionistas y participacionistas en
elecciones federales entre 1994 y 2009.
Características socioeconómicas de
los conglomerados electorales (parti-
cipación-abstención) Para conocer el contexto de los municipios par-
ticipacionistas y abstencionistas que forman un
clúster electoral, elaboramos un perfil socio-
económico de estas regiones (cuadros 3 y 4).
Esto fue posible al segmentar la base de datos
para aislar los municipios de un conglomerado
y obtener la media aritmética de las variables
socioeconómicas para cada grupo: 1) hot-spot
y 2) cold-spot, tanto en las elecciones parla-
mentarias como en las presidenciales. En tér-
minos generales, encontramos importantes
grados de diferenciación económica, social y
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 42
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
educacional entre los agrupamientos absten-
cionistas y participacionistas. Además, entre
ambos conglomerados existe una diferencia de
20 por ciento en la media del abstencionismo
electoral.
El clúster abstencionista (hot-spot) es
predominantemente rural, en donde la mitad de
la PEA trabaja en el sector primario de la eco-
nomía (50 por ciento presidenciales, 49 por
ciento parlamentarias), la mayoría de la pobla-
ción vive en localidades con menos de dos mil
habitantes (75 por ciento presidenciales, 74 por
ciento parlamentarias) y un tercio de las perso-
nas habita en viviendas con piso de tierra (36
por ciento presidenciales, 33 por ciento parla-
mentarias).
En cambio, el agrupamiento participa-
cionista (cold-spot) posee características so-
ciodemográficas más urbanas, en donde la po-
blación vive mayormente concentrada en
localidades con más de dos mil habitantes (53
por ciento presidenciales, 60 por ciento parla-
mentarias); una minoría habita en viviendas
con piso de tierra (6 por ciento presidenciales,
9 por ciento parlamentarias) y su principal acti-
vidad es el sector terciario de la economía. Es-
te contexto socioeconómico también lo identifi-
camos en la cartografía, al descubrir que las
principales zonas metropolitanas del país, co-
mo la de Monterrey, Valle de México, Sonora y
Guadalajara pertenecen a los clústers partici-
pacionistas. Estos antecedentes permiten plan-
tear que —en el nivel agregado— la ruralidad
tiene un efecto en las altas tasas de abstencio-
nismo; mientras que la urbanización contribuye
a mantener altas tasas de participación electo-
ral en los municipios de México.
Así como identificamos diferencias en la
distribución y tipo de población de los conglo-
merados, de igual modo encontramos que en el
ámbito educativo existen estas asimetrías. De
esta manera, los municipios abstencionistas
(cluster) tienen altas tasas de analfabetismo
(20 por ciento presidenciales, 20 por ciento par-
lamentarias) y cerca de la mitad de la población
no tiene primaria completa (44 por ciento presi-
denciales, 43 por ciento parlamentarias). Por el
contrario, el conglomerado participativo está
formado por ayuntamientos con bajo analfabe-
tismo (9 por ciento presidenciales, 10 por ciento
parlamentarias) y menores niveles de población
sin educación primaria (29 por ciento presiden-
ciales, 33 por ciento parlamentarias).
Asimismo, las mediciones de pobreza
señalan diferencias importantes entre los muni-
cipios abstencionistas y participativos. Estos
últimos presentan menores niveles de pobreza
alimentaria (18 por ciento presidenciales, 19
por ciento parlamentarias), pobreza de capaci-
dades (25 por ciento presidenciales, 27 por
ciento parlamentarias) y pobreza de patrimonio
(48 por ciento presidenciales, 49 por ciento par-
lamentarias). En cambio, en los municipios del
agrupamiento abstencionista la mayoría de la
población vive en condiciones de pobreza ali-
mentaria (40 por ciento presidenciales, 49 por
ciento parlamentarias), pobreza de capacida-
des (50 por ciento presidenciales, 48 por ciento
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 43
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
parlamentarias) y pobreza de patrimonio (70
por ciento presidenciales, 69 por ciento parla-
mentarias). De este modo, el contexto socio-
económico marcado por el rezago de recursos
económicos, sociales y educativos tiende a fa-
vorecer el abstencionismo, tanto en elecciones
presidenciales como parlamentarias desde
1994 a 2009.
El perfil socioeconómico de los clústers
encontrados con el análisis geoespacial refleja
que los mayores niveles de abstencionismo se
encuentran en espacios geográficos rurales; lo
cual muestra una desigual intensidad en la vida
democrática electoral y una diferenciación en el
ejercicio de los derechos políticos, respecto de
lo urbano o de lo rural. Además, el abstencio-
nismo se presenta con mayor intensidad en
ayuntamientos con menor capital cultural y
económico, por ello los grupos más pobres de
la sociedad son igualmente menos participati-
vos y, por ende, ven menos posibilidades de
integrar sus demandas en el sistema político.
Esta relación descriptiva entre el abstencionis-
mo y el contexto socioeconómico explica, en
parte, que el abstencionismo esté regionalizado
y concentrado en ciertas zonas geográficas del
país.
En síntesis, con el análisis geoespacial
identificamos una “geografía electoral del abs-
tencionismo” que, desde 1994, está definida
por la presencia de agrupamientos de alta par-
ticipación y alto abstencionismo, tanto en elec-
ciones presidenciales como parlamentarias (re-
gionalización). Que esto ocurra se debe a
factores políticos, económicos y sociales, tanto
locales como nacionales, que definen la geo-
grafía del abstencionismo y de la participación
electoral.
Estos hallazgos contribuyen a la am-
pliación del concepto de participación y absten-
ción electoral en México, recuperando su di-
mensión espacial (geográfica). Lo anterior ya
ha sido considerado, entre otros autores, por
Sonnleitner, al señalar que,
en efecto, el voto no es solamente una
decisión individual, ideológica y racional;
es, también, una práctica social, colecti-
va y territorializada, que está condicio-
nada por factores sociodemográficos e
identitarios, y se inserta dentro de nu-
merosas redes de interdependencia y
proximidad. Por ello, la geografía consti-
tuye una variable fundamental del com-
portamiento electoral (Sonnleitner,
2007: 832).
De esta forma, consideramos que la
geografía electoral, al incluir el espacio como
factor explicativo de los hechos electorales, se
vuelve una disciplina con capacidad para cons-
truir puentes con las ciencias políticas y socia-
les, renovando las preguntas y respuestas del
abstencionismo y la participación electoral en
México.
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 44
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Cuadro 3. Estadísticas socioeconómicas de los clústers de participación y abstencionismo en elecciones presidenciales (1994-2006)
Presidencial Sonora Yucatán Valle de
México
Bajío oc-cidente
Clúster Cold partici-
pación Coahuila
Sierra Madre Occidental
[sur] Oaxaca Chiapas Puebla Guerrero Clúster hot
abstención
N válido (según lista) 45 16 40 21 122 30 37 45 44 18 71 245
Porcentaje de abs-tencionismo parla-mentarias *
23.34 27.94 36.38 33.44 30.27 53.09 52.61 51.59 53.90 54.31 52.94 53.07
Porcentaje de abs-tencionismo presi-denciales *
21.63 24.10 27.20 26.82 24.94 45.36 44.77 44.31 45.24 47.47 46.07 45.54
Porcentaje de pob. en localidades con me-nos de 5,000 hab.a
75.61 82.90 21.64 34.07 53.55 48.11 77.80 94.05 64.81 84.14 85.91 75.80
Porcentaje de pobla-ción indígena a 0.81 62.09 0.94 0.26 16.03 0.13 19.61 16.33 21.13 9.32 26.12 15.44
Porcentaje de PEA sector primarioa 32.40 54.28 5.60 19.77 28.01 19.02 57.12 60.37 61.26 52.81 50.15 50.12
Porcentaje de pob. en vivienda con piso de tierraa
5.35 12.69 3.83 4.62 6.62 2.56 36.05 53.21 36.08 23.78 43.43 32.52
Porcentaje de pobla-ción analfabetaa 4.28 21.28 3.97 8.59 9.53 4.97 22.04 22.99 25.16 17.49 29.32 20.33
Porcentaje de pobla-ción sin primaria completa a
26.58 48.97 13.49 30.66 29.92 22.56 48.50 48.02 50.29 43.92 50.62 43.99
Porcentaje de pob. con ingresos menores a dos salarios míni-mosa
39.70 79.70 39.43 39.60 49.61 42.14 71.79 82.79 84.14 78.99 75.19 72.51
Porcentaje de pobla-ción en pobreza ali-mentaria b
11.19 35.30 9.52 16.13 18.03 13.37 45.34 50.30 53.96 32.07 47.98 40.50
Porcentaje de pobla-ción en pobreza ca-pacidadesb
16.49 45.39 15.72 23.80 25.35 20.65 53.21 59.72 62.92 41.71 56.07 49.05
Porcentaje de pobla-ción en pobreza pa-trimonio b
36.37 70.63 38.92 49.68 48.90 46.29 71.13 79.44 81.46 66.48 74.71 69.92
FUENTE: elaboración propia, con base de datos del autor; * IFE (2010); a INEGI (2005); b Coneval (2005) .
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 45
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Cuadro 4. Estadísticas socioeconómicas de los clústers de participación y abstencionismo en elecciones parlamentarias (1994-2009)
Parlamentaria Sonora Yucatán Jalisco Nuevo León
Clúster cold participación Coahuila
Sierra Madre Occidental
[sur] Oaxaca Chiapas Guerrero Clúster hot
abstención
N válido (según lista) 53 15 20 23 111 33 37 79 55 127 331
Porcentaje de abstencio-nismo parlamentarias*
24.65 27.79 33.61 31.96 29.50 52.31 52.72 51.64 52.96 53.04 52.53
Porcentaje de abstencio-nismo presidenciales* 22.68 23.59 29.81 28.44 26.13 44.58 44.93 43.29 44.21 45.94 44.59
Porcentaje de pob. en localidades con menos de 5,000 hab.a
73.78 81.76 54.90 54.36 66.20 49.12 78.52 88.74 69.85 83.60 73.97
Porcentaje de población indígena a 1.07 65.32 0.37 0.34 16.77 0.17 19.18 27.30 25.45 21.52 18.72
Porcentaje de PEA sector primarioa 33.59 55.08 33.46 23.20 36.34 19.84 57.03 55.59 63.00 49.51 48.99
Porcentaje de pob. en vivienda con piso de tierraa 6.29 13.42 14.34 4.40 9.61 2.49 37.00 47.75 39.03 38.84 33.02
Porcentaje de población analfabetaa
4.66 22.22 9.27 4.87 10.26 5.03 21.88 22.08 26.01 25.94 20.19
Porcentaje de población sin primaria completaa 27.06 49.43 31.95 25.90 33.59 23.37 48.50 45.39 50.33 48.22 43.16
Porcentaje de pob. con ingresos menores a dos salarios mínimosa
39.44 80.68 48.79 36.87 51.44 41.69 71.38 79.29 84.20 75.29 70.37
Porcentaje de población en pobreza alimentariab 11.56 36.64 20.26 11.29 19.94 13.56 45.54 44.58 54.79 43.92 40.48
Porcentaje de población en pobreza de capacida-desb
16.95 46.91 27.61 16.66 27.03 20.80 53.44 53.54 63.55 52.27 48.72
Porcentaje de población en pobreza patrimonialb 36.98 72.12 50.52 38.06 49.42 46.09 71.37 73.58 81.64 72.17 68.97
FUENTE: elaboración propia, con base de datos del autor; * IFE (2010); a INEGI (2005); b Coneval (2005).
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 46
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Conclusiones
En este trabajo descubrimos, mediante el aná-
lisis geoestadístico, la existencia de una geo-
grafía electoral del abstencionismo, caracteri-
zada por la concentración de los municipios
con mayor y menor abstención. A su vez, de-
mostramos que el abstencionismo electoral no
es un proceso espacialmente aleatorio, sino
que más bien se encuentra regionalizado en
ciertas zonas geográficas de México.
Estos hallazgos se insertan, por un lado,
en la discusión que atiende las implicancias del
abstencionismo para el sistema democrático y,
por el otro, en el debate teórico y metodológico
que revalora el papel del espacio geográfico en
el análisis de los fenómenos electorales.
En el caso de las consecuencias del
abstencionismo para el sistema político mexi-
cano, encontramos dos aspectos que, a la luz
de los resultados de esta investigación, son de
bastante interés: primeramente observamos
que el abstencionismo ha generado una para-
doja política-institucional, en la que, a pesar del
fortalecimiento de las instituciones electorales,
el aumento sostenido del presupuesto destina-
do a la organización electoral, la alternancia en
el poder, la masificación de los medios de co-
municación y una mayor transparencia guber-
namental; la participación electoral ha dismi-
nuido constantemente.
Desde el estudio de Powell (1986), se
sostenía que un diseño institucional que asegu-
re la legalidad, la transparencia y la igualdad en
las elecciones estimula la participación electo-
ral, pero, como observamos en el caso mexi-
cano, ocurre lo contrario. ¿A qué se debe esto?
Un aspecto que señaló José Antonio Crespo
(2010: 9) es que, si bien existió una alternancia
que representó a nivel institucional el pluralis-
mo y el multipartidismo, los partidos políticos
reprodujeron las prácticas autoritarias de las
antiguas élites (corporativismo, cohecho, deli-
tos electorales, corrupción, etc.). En este senti-
do, los partidos políticos como actores monopó-
licos del campo político-electoral en México han
delimitado las reglas del juego y las opciones
electorales, por ejemplo, al no permitir candida-
turas ciudadanas-independientes o no conside-
rar la reelección. De allí, que una parte de la
abstención se relacione con la capacidad o no
de movilización electoral de los partidos y con
la cultura política de la sociedad mexicana, en-
tre otros factores (Gómez-Tagle, 1990: 27). En
este contexto, el aumento del abstencionismo y
su regionalización indican un agotamiento dife-
renciado del sistema político en México y la
necesidad de aplicar nuevas reformas político-
electorales para fomentar la participación de los
ciudadanos.
La segunda consecuencia o secuela del
abstencionismo para la democracia es cuando
éste se concentra en ciertas zonas geográficas.
La regionalización del abstencionismo invita a
profundizar en las causas y consecuencias de
este hecho para la cultura política local; ade-
más de que permite visualizar los efectos en el
largo plazo para la democracia. Si bien esto
sería indicativo de una serie de problemáticas
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 47
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
locales y técnicas, cuando existe un abstencio-
nismo constante en el tiempo y en el espacio,
se cuestiona el proceso de integración del ciu-
dadano a un cuerpo de autoridad. Esto acarrea
efectos negativos en la representación y legiti-
midad en el ejercicio del poder y, por ende, en
la gobernabilidad y estabilidad de los sistemas
políticos que en el pasado inmediato han en-
frentado un proceso de transición a la demo-
cracia.
En términos empíricos, proponemos
cuatro ejes22 para considerar el abstencionismo
electoral como un problema para la democracia
y para el sistema político en México:
1. Cuando el abstencionismo sea mayor o cercano al 50 por ciento de la lista no-minal.
2. Cuando el abstencionismo se concentre repetitivamente en ciertas regiones.
3. Cuando el abstencionismo se concentre permanentemente en zonas geográficas con altos niveles de pobreza y rezago.
4. Cuando se presenten cambios significa-tivos en la geografía electoral del abs-tencionismo (nuevos clústers y outliers electorales).
La segunda discusión derivada de las con-
clusiones de esta investigación es el aporte del
análisis geoestadístico que integra el espacio
geográfico ─como variable explicativa─ en las
22 Estos cuatro ejes han de tomarse en cuenta para el análisis del abstencionismo y sus consecuencias para la democracia, además, pueden constituirse en indicadores para la toma de decisiones estratégicas respecto de la promoción del voto en México, que realizan tanto el IFE, como los institutos electorales en las entidades federativas.
ciencias políticas y sociales, específicamente
en los estudios electorales, reimpulsado así el
desarrollo de la geografía electoral en México.
Esto ha sido posible gracias a tres factores: por
un lado, a la creación de comunidades acadé-
micas, como el Center for Spatially Integrated
Social Science (CSSS) o el GeoDa Center for
Geospatial Analysis and Computation; por el
otro, al desarrollo de los Sistemas de Informa-
ción Geográfica (SIG) con capacidad de análisis
geoestadístico, los cuales facilitaron la resolu-
ción de algoritmos complejos y, finalmente, al
acceso a SIG y datos de bajo costo, gracias a
los cuales se ha ampliado el uso de estos mé-
todos, más allá de las fronteras de la geografía.
De esta manera, la integración del espacio
geográfico en los estudios electorales generará
un cambio importante en los enfoques y meto-
dologías que trabajan con datos electorales
agregados en unidades geográficas. La recien-
te literatura al respecto ha demostrado la utili-
dad del análisis espacial para medir y analizar
los patrones geográficos subyacentes en fenó-
menos como la participación y el abstencionis-
mo electoral en México (Vilalta, 2007; Sonnleit-
ner, 2007; Suárez y Alberro, 2011).
La geografía electoral del abstencionismo
en los municipios de México muestra que este
fenómeno está muy regionalizado. Con ello
concluimos que el espacio es una variable fun-
damental en los estudios electorales y que el
análisis geoestadístico es una metodología per-
tinente para su estudio. Este renovado enfoque
de la geografía electoral permite aportar mayor
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 48
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
conocimiento de fenómenos complejos y multi-
causales, como el abstencionismo electoral,
además de sus consecuencias para la demo-
cracia y el sistema político en México.
Fuentes
Anselin, Luc (1995), “Local Indicators of Spatial
Association-LISA”, Geographical
Analysis, vol. 27, núm. 2 (Ohio: State
University Press): 93-115, en
<http://www.drs.wisc.edu/documents/arti
cles/curtis/cesoc977-
11/W4_Anselin1995.pdf>, consultada el
22 de abril de 2011.
Anselin, Luc, Syabri Ibnu y Kho Youngihn
(2004), “GeoDa: An Introduction to Spa-
tial Data Analysis, Spatial Analysis La-
boratory”, Chicago: Department of Agri-
cultural and Consumer Economics,
University of Illinois, 1-18, en
<http://geodacenter.asu.edu/pdf/geodaG
A.pdf>, consultada el 30 de mayo de
2011.
Buendía, Jorge y Fernanda Somuano (2003),
“Participación electoral en nuevas de-
mocracias: la elección presidencial de
2000 en México”, Política y Gobierno,
vol. 10, núm. 2, segundo semestre (Mé-
xico: CIDE): 289-323.
Celemin, Juan (2009), “Autocorrelación espa-
cial e indicadores locales de asociación
espacial. Importancia, estructura y apli-
cación”, Revista Universitaria de Geo-
grafía, vol. 18, núm.1 (Mar del Plata:
Universidad de Mar del Plata): 11-31, en
<http://bibliotecadigital.uns.edu.ar/scielo.
php?script=sci_arttext&pid=S032683732
009000100002&lng=es&nrm=iso>, con-
sultada el 14 de noviembre de 2010.
Chasco, Irigoyen (2003), Métodos gráficos del
análisis exploratorio de datos espacia-
les. Madrid: Instituto L.R Klein-
Universidad Autónoma de Madrid, en
<http://www.asepelt.org/ficheros/File/An
ales/2003%20%20Almeria/asepeltPDF/
93.PDF>, consultada el 9 de diciembre
de 2009.
Consejo Nacional de Evaluación de la Política
de Desarrollo Social (CNEPDS) (2005),
Índice de rezago social 2005. México:
Coneval, en
<http://www.coneval.gob.mx/cmsconeva
l/rw/pages/medicion/cifras/indicederezag
o.es.do>, consultada el 10 de mayo de
2009.
Córdova, Lorenzo (2007), “Breves apuntes
conceptuales sobre el abstencionismo
en México”, Breviarios de cultura política
democrática, núm. 1 (Toluca: IEEM): 39-
57.
Crespo, José Antonio (2010), “México 2009:
abstención, voto nulo y triunfo del PRI”,
Documentos de trabajo CIDE, núm. 220
(México: CIDE): 1-64, en
<http://www.cide.edu/publicaciones/stat
us/dts/DTEP%20220.pdf> [05 de junio
de 2011].
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 49
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Emmerich, Gustavo (coord.) (1993), Votos y
mapas. Estudios de geografía electoral
en México. Toluca: UAEM.
Gómez-Tagle, Silvia (2009), ¿Cuántos votos
necesita la democracia? La participa-
ción electoral en México (1961-2006).
México: IFE.
Gómez-Tagle, Silvia (1990), Las estadísticas
electorales de la reforma política. Méxi-
co: El Colegio de México (Cuadernos
del CES).
Instituto Federal Electoral (IFE) (2010), Atlas de
resultados electorales federales 1991-
2009. México: IFE, en
<http://www.ife.org.mx/documentos/RES
ELEC/SICEEF/principal.html>, consul-
tada el 21 de marzo.
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e
Informática (INEGI) (2005a), II Conteo de
población y vivienda 2005. México:
INEGI, en
<http://sc.inegi.org.mx/sistemas/cobdem
/contenido-arbol.jsp?rf=false>, consulta-
da el 18 de abril de 2009.
INEGI (2005b), Marco geoestadístico municipal,
2005. México: INEGI, en
<http://www.inegi.org.mx/geo/contenidos
/geoestadistica/M_Geoestadistico.aspx>
, consultada el 5 de septiembre de
2009.
INEGI (2005c), Sistema estatal y municipal de
base de datos 2.0 (Simbad). México:
INEGI, en
<http://sc.inegi.org.mx/sistemas/cobdem
/index.jsp>, consultada el 30 de mayo
de 2010.
INEGI (2000), Censo general de población y
vivienda 2000. México: INEGI, en
<http://www.inegi.org.mx/sistemas/olap/
Proyec-
tos/bd/censos/comparativo/PVMG.asp?
s=est&c=17244&proy=sh_pvmg>, con-
sultada el 21 de abril de 2010.
Moran, Patrick (1948), “The Interpretation of
Statistical Maps”, Journal of the Royal
Statistical Society, vol. 10 (Londres):
243-250, en
<http://www.jstor.org/pss/2983777>,
consultada el 20 abril de 2010.
Myint, Soe (2010), “Spatial Autocorrelation”,
Working Paper GeoDa Center, núm. 27
(GeoDa Center), en
<http://geodacenter.asu.edu/drupal_files
/2010-27.pdf>, consultada el 30 de
agosto de 2011.
Nohlen, Dieter (2004), “La participación electo-
ral como objeto de estudio”, Electoral,
núm. 3 (Lima: ONPE): 137-157, en
<http://www.web.onpe.gob.pe/modEsca
parate/caratulas/nohlen2.pdf>, consul-
tada el 17 de mayo de 2009.
Powell, G. Bingham (1986), “American Voter
Turnout in Comparative Perspective”,
American Political Science, vol. 80,
núm. 1: 17-43, en
<http://www.jstor.org/stable/1957082>,
consultada el 19 de julio de 2008.
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 50
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Salazar, Rodrigo y Benjamín Temkin (2003),
“Abstencionismo, escolaridad y confian-
za en las instituciones. Las elecciones
federales de 2003 en México”, Política y
Gobierno, vol. 14, núm. 1 (México:
CIDE): 5-42.
Sonnleitner, Willibald (2007), “Participación
electoral y desarrollo humano: apuntes
metodológicos para el análisis territorial
y multidimensional del voto en México y
Centroamérica”, Estudios Sociológicos,
vol. 25, núm. 3 (México: El Colegio de
México): 813-835.
Suárez, Manuel e Irina Alberro (2011),
“Analyzing Partisanship in Central Mexi-
co: A Geographical Approach”, Electoral
Studies: Special Symposium: Electoral
Democracy in the European Union, vol.
30, núm. 1 (Canadá): 136-147, en
<http://www.sciencedirect.com/science/a
rticle/pii/S026137941000137X>, consul-
tada el 3 de enero de 2012.
Tobler, Waldo (1970), “A Computer Movie Sim-
ulating Urban Growth in the Detroit Re-
gion”, Economic Geography, vol. 46,
núm. 2, (Massachusetts: Clark Universi-
ty): 234-240, en
<http://www.jstor.org/discover/10.2307/1
43141?uid=3738664&uid=2&uid=4&sid=
56182388963>, consultada el 14 de
abril de 2010.
Vilalta, Carlos (2008), “¿Se pueden predecir
geográficamente los resultados electo-
rales? Una aplicación del análisis de
clusters y outliers espaciales”, Estudios
Demográficos y Urbanos, vol. 23, núm.
3 (México: El Colegio de México): 381-
420, en
<http://redalyc.uaemex.mx/pdf/312/3121
1538005.pdf>, consultada el 20 de ma-
yo de 2010.
Vilalta, Carlos (2007), “El voto de oposición al
segundo piso del periférico. Una contri-
bución empírica sobre su geografía y
posibles mecanismos causales”, Ges-
tión y Política Pública, vol. 16, núm. 2
(México: CIDE): 381-420.
Vilalta, Carlos (2006), “Sobre la espacialidad de
los procesos electorales y una compa-
ración entre las técnicas de regresión
OLS y SAM”, Estudios, Demográficos y
Urbanos, vol. 21, núm. 1 (México: El Co-
legio de México): 83-122, en
<http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/Art
PdfRed.jsp?iCve=31200103>, consulta-
da el 15 de diciembre de 2010.
Zovatto, Daniel (2006), “La participación electo-
ral en América Latina: tendencias y
perspectivas, 1978-2002”, en TEPJF,
Cultura democrática: abstencionismo y
participación. Memoria del IV Congreso
internacional de derecho electoral. Mé-
xico: TEPJF: 321-357.
Guillermo Lizama Carrasco • Geografía electoral del abstencionismo en los municipios de México (1994-2009) • 51
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Anexos
1. Mapa del abstencionismo en elecciones presidenci ales (1994-2006)
FUENTE: elaboración propia, con datos del IFE (2010) e INEGI (2005).
2. Mapa del abstencionismo en elecciones parlamenta rias (1994-2009)
FUENTE: elaboración propia, con datos del IFE (2010) INEGI (2005).
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
Benjamín Sandoval Álvarez El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde una perspectiva muni-cipal pp. 52 - 77 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © Benjamín Sandoval Álvarez (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reservados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electró-nico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 53
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y
operación desde una perspectiva municipal
BENJAMÍN SANDOVAL ÁLVAREZ*
RESUMEN
En este trabajo se describe el origen, desarrollo y operación de los programas (de México y de Brasil,
respectivamente) de transferencia condicionada para el combate a la pobreza denominados Oportu-
nidades y Bolsa Familia, desde la realidad municipal. Las etapas de estos programas y la importancia
que en éstas tienen los municipios, nos hablan de un federalismo distinto en un caso y en otro. No es
casual que el origen del programa Oportunidades se concentre en la cúspide tecnocrática de un go-
bierno que comienza a hablar de un nuevo federalismo y el de Bolsa Familia esté más bien relaciona-
do con un intento de innovación municipal.
Palabras clave: programa Oportunidades, programa Bolsa Familia, municipio, descentralización, fe-
deralismo.
.
ABSTRACT
Taking into account the municipal scale, this paper describes the origins, development and operation
of conditional cash transference programs that target poverty in Mexico and Brazil: Oportunidades in
Mexico and Bolsa Familia in Brazil. The different stages of these programs and the role that the mu-
nicipalities play in their definition, show us a different type of federalism in each case. It is not a mere
coincidence that the origins of Oportunidades is the technocratic pinnacle of a government that pro-
motes a New Federalism and that Bolsa Familia derives from a municipal innovation effort.
Keywords: Oportunidades Program, Bolsa Familia Program, municipality, decentralization, federa-
lism.
Fecha de recepción: 01/10/2011 Fecha de aceptación: 16/12/2011
* Licenciado en Administración y Asuntos Públicos por la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco. Actualmente cursa la Maestría en Ciencias Sociales y Humanidades en la UAM Cuajimalpa. Correo electrónico: <[email protected]>.
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 54
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Metodología
Este documento recurre a fuentes primarias,
como los documentos oficiales proporcionados
por la Secretaría de Desarrollo Social (Se-
desol) de México, así como por el Ministerio
de Desarrollo Social y Lucha contra el Hambre
(MDS) de Brasil. También se han consultado
fuentes secundarias de organismos interna-
cionales (como la Organización Internacional
del Trabajo, el Banco Mundial y el Consejo
Nacional de Evaluación de la Política de Desa-
rrollo Social de México). Además, se analiza-
ron artículos en los cuales se hacen revisiones
de algún aspecto de los programas citados.
Introducción
El propósito de este trabajo es describir el ori-
gen, desarrollo y operación de los Programas
de Transferencia Condicionada (PTC)1 para el
combate a la pobreza Oportunidades de Méxi-
co y Bolsa Familia de Brasil desde la realidad
municipal. Las etapas de estos programas y la
importancia que en éstas tienen los municipios
reflejan un federalismo distinto en un caso y
en otro. Mientras México es un país centralista
(aunque en menor medida que antes), Brasil
se ha caracterizado por ceder un poco más de
poder (económico y político) a sus estados y
municipios. No es casual que el origen del
1 Éstos pueden concebirse como los programas encaminados a combatir la pobreza que otorgan “subsidios monetarios. condicionados a cambios de comportamientos que favorezcan mayores niveles de consumo de alimentos nutritivos, inscripción y asistencia escolar y utilización de servicios de sa-lud por parte de las familias beneficiarias” (Vélez et al., 2006: 2).
programa Oportunidades se concentre en la
cúspide tecnocrática de un gobierno que co-
mienza a hablar de un nuevo federalismo (en-
tendiendo que antes hubo uno antiguo) y el de
Bolsa Familia esté más bien relacionado con
un intento de innovación municipal. Considero
que esto nos da muestra de que los munici-
pios realmente pueden innovar, y que con la
coordinación y un buen entendimiento entre
distintos niveles de gobierno se avanza en
políticas sociales de escala nacional innovado-
ras y viables, cuyo origen se halla en estos
gobiernos locales que son los laboratorios
más numerosos y heterogéneos de un país.
La estructura de este artículo es la si-
guiente: en primer lugar, se plantean algunos
conceptos clave, como el federalismo y la
descentralización, además de que se intenta
explicarlos para el caso de México y Brasil,
esbozando brevemente la situación del muni-
cipio en los respectivos países; en una segun-
da sección, se describe el proceso que dio
origen a cada uno de los programas, explican-
do que Bolsa Escola es el antecedente muni-
cipal del programa federal Bolsa Familia;
mientras que para el caso de Oportunidades,
su antecesor es el Progresa, que tiene un ori-
gen más bien centralizado. En la tercera sec-
ción, se describe el proceso de consolidación
de los actuales programas Bolsa Familia y
Oportunidades, observando que en este último
la intervención de los gobiernos locales, y
principalmente de los municipios, es distinta
para un caso y otro. La cuarta sección refleja
claramente una participación municipal escue-
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 55
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
ta, y más bien testimonial, en la operación del
programa Oportunidades, mientras que en el
caso de Bolsa Familia esta participación es
más sobresaliente. Finalmente, se concluye
con unas consideraciones sobre la situación
municipal y su futuro en México en torno a los
programas sociales.
1. Federalismo, descentralización y muni-
cipios
Para fines de claridad conceptual en este tra-
bajo, se exponen brevemente algunas defini-
ciones de federalismo y descentralización en
las siguientes dos subsecciones.
1.1. Federalismo
Aunque para Tonatiuh Guillén no existe una
respuesta única a la definición de federalismo
(sino que por el contrario éstas son diversas),
ello “no impide que en ese amplio mapa pue-
dan encontrarse puntos básicos de confluen-
cia”, así, entiéndase por federalismo la mane-
ra de organizar el poder político y de
estructurar al Estado, el cual “contiene en su
organización política y administrativa por lo
menos dos niveles u órdenes de gobierno,
cada cual con una distribuci6n determinada de
atribuciones y de responsabilidades públicas,
además de una independencia política recí-
proca” (2001: 13).
El federalismo conlleva acciones cen-
tralizadas y descentralizadas de los distintos
órdenes o niveles de gobierno que intentan
buscar relaciones equilibradas, en las que ca-
da nivel ejerza sus facultades sin subordinarse
a otro (Gómez, 2011), además, el federalismo
implica sumar las atribuciones de cada uno de
los órdenes de gobierno para cooperar, en
aras de resolver problemáticas de índole co-
mún. Se señalaría también que el federalismo
implica una forma de organización del poder
político, cuya misión es distribuirlo; o dicho de
otra manera, cuya misión es evitar su concen-
tración.
No obstante, esta distribución
de atribuciones es flexible y deja abierta la
posibilidad de margenes de variación, así,
existe la posibilidad de federaciones con ten-
dencias centralizadoras y otras con tendencias
descentralizadoras, que dependen de las va-
riaciones en la práctica federal y de la fuerza
del lazo federal, al atribuir mayores o menores
competencias al centro o a los estados (Mat-
heus et al., 2005). Esto se verá claramente en
los casos de México y Brasil, en la sección
1.3.
Por otro lado, Guillén (2001: 21), reto-
mando a Maurice Croisat, establece o resume
tres principios que caracterizan a los sistemas
federales en el mundo:
a) Principio de separación: una Constitución
federal contiene disposiciones precisas para
realizar un reparto de competencias legislati-
vas entre dos niveles de gobierno.
b) Principio de autonomía: cada nivel de go-
bierno es autónomo o, incluso, "soberano", en
su ámbito de competencia definido por el prin-
cipio precedente.
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 56
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
c) Principio de participación: las unidades fe-
deradas deben estar representadas y partici-
par en las decisiones federales.
Agrega, además, que en general esta
participación se ejerce en el marco del bica-
meralismo federal.
1.2. Descentralización
La descentralización es un proceso (Rodrí-
guez: 1999) mediante el cual se elimina la so-
brecarga del gobierno central, para permitirle
que piense y actúe en términos de estrategia,
en lugar de ocuparse de las operaciones bu-
rocráticas cotidianas (ibid.: 29). El supuesto
general es que algunas funciones del Estado
son mejor gestionadas de manera inherente
por el centro, y otras son mejor resueltas por
los gobiernos locales. Además, se señala que
la descentralización posee una tipología en
cuanto que puede ser política, espacial, admi-
nistrativa, de mercado y de privatización, pero
en general todos los tipos de descentralización
son variaciones de un mismo fenómeno: la
dispersión de funciones y de poder del centro
a la periferia.
De estos tipos, la administrativa y la
política son importantes para este documento,
en tanto que la primera (Cabrero, 2007) res-
ponde a la idea de que son los niveles locales
los que están más cerca de los usuarios de la
administración pública y, por ende, pueden
ofrecer soluciones más eficaces por encon-
trarse en contacto directo con ellos. Por el la-
do de la descentralización política, Cabrero
(2007) señala que ésta obedece a la necesi-
dad de una gobernanza democrática, más par-
ticipativa y cercana a la ciudadanía, en la que
el gobierno interactúe cotidiana y democráti-
camente para obtener mayor legitimidad de su
acción gubernamental.
En este orden de ideas, para García
(1999) existen tres razones para impulsar la
descentralización: la primera es de carácter
estructural, para mejorar el uso de recursos
públicos y transferir responsabilidades a los
gobiernos locales, para de esta forma cubrir
las expectativas del Estado eficiente, mínimo y
estratega; así, de lo que se trata es de lograr
un equilibrio de responsabilidades en el ejerci-
cio del gobierno. La segunda razón se vincula
con los matices políticos adquiridos por los
gobiernos locales, ante las perspectivas de
mayor apertura democrática. La tercera razón
es de orden sistemático, pues la mejora de la
gestión de los gobiernos locales permite res-
ponder eficientemente a las demandas de los
distintos públicos de las políticas públicas, lo
que fortalece la labor del gobernante de ese
nivel. Al parecer, García (1999) también reto-
ma la descentralización administrativa y políti-
ca, pues en general, por fallas de eficiencia y
fallas de democracia, la descentralización ha
constituido una orientación deseable no sólo
en la agenda de las políticas públicas, sino en
la agenda nacional de muchos países (Cabre-
ro, 2007: 3).
1.3. Federalismo y descentralización en
México y Brasil
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 57
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
El tema de la descentralización ha estado pre-
sente en México desde los años ochenta, en
el marco de la reforma del Estado, ya sea que
se haya avanzado en ésta por cuestiones polí-
ticas (la competitividad partidista y la pérdida
de legitimidad del gobierno central), o bien por
cuestión económico-administrativa, derivada
de la dificultad cada vez mayor de que un solo
nivel de gobierno se encargue de gestionar las
demandas de la sociedad (Rodríguez, 1999:
35-36), que son las razones esgrimidas por
García (1999) en cuanto que la primera es de
carácter estructural y busca mejorar el uso de
los recursos de la administración pública,
mientras que la segunda se relaciona con la
mayor apertura democrática y la búsqueda de
legitimidad. Sin embargo, a pesar de que el
reconocimiento de la autonomía del municipio
es mayor (como un orden de gobierno) y que
se le han asignado mayores responsabilida-
des, continúa habiendo una asimetría entre
responsabilidades y recursos para llevar a
buen puerto todas las demandas sociales que
se le presentan. Aunque con la reforma al ar-
tículo 115 constitucional en 1999 se le define
con más competencias y atribuciones, algunos
autores señalan que éstas han sido insuficien-
tes (Paz Cuevas, 2007).
En México, la estructura del régimen
político se expresa en el artículo 40 constitu-
cional, el cual se complementa con el artículo
41, que señala lo siguiente: “el pueblo ejerce
su soberanía por medio de los poderes de la
Unión, en los casos de la competencia de és-
tos, y por los de los estados, en lo que toca a
sus regímenes interiores”, lo que evidencia
que el municipio en México queda fuera del
ejercicio de la soberanía, plasmada en el ar-
tículo 39 de la Constitución (Paz Cuevas,
2007). Y para rematar al municipio, el artículo
43 indica que los Estados y el Distrito federal
son partes integrantes de la federación, de-
jando fuera al nivel de gobierno más básico.
Por otro lado, en Brasil la situación es
medianamente distinta, ya que el municipio es
la entidad estatal integrante de la federación,
lo que convierte a esta configuración en una
peculiaridad nacional, pues en ninguna otra
nación se encuentra el municipio constitucio-
nalmente reconocido como pieza del régimen
federativo. Así pues, de esa posición singular
del municipio brasileño resulta su autonomía
político-administrativa. No obstante, esta con-
figuración fue reconocida a partir de la Consti-
tución de 1988, en el marco del retorno a la
democracia, después de la dictadura militar.
En ésta claramente se adopta para el sistema
federal brasileño el principio que reconoce la
autonomía de los estados, municipios y Distri-
to Federal, y consolida el modelo de organiza-
ción territorial del poder político y se declara
que la “República Federativa de Brasil com-
prende la Unión, los Estados, el Distrito Fede-
ral y los Municipios” (Brasil, artículo 18). Esta
Constitución se convierte en el soporte que da
legalidad a la descentralización del gobierno
brasileño y da reconocimiento al municipio
como elemento de la federación. Aún así, el
municipio brasileño carece de recursos sufi-
cientes para resolver las problemáticas loca-
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 58
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
les, pero sin duda las dificultades financieras
son menores que las del municipio en México,
que muchas veces no logra solventar, a pesar
de los recursos provenientes de los ramos 33
y 28 (Cabrero, 2002).
Se diría que, sin menospreciar los
avances habidos en México en cuanto a la
descentralización de las funciones de gobierno
a los municipios, sigue destacando la poca
capacidad administrativa y económica de los
gobiernos locales (García, 1999: 84), lo que
refleja una descentralización parcial. A dife-
rencia de los municipios brasileños, muchos
de los de México no han podido o querido (o
ambas cosas) llevar a cabo prácticas innova-
doras para mejorar o complementar los pro-
gramas federales como Oportunidades, ya sea
por falta de liderazgos innovadores, ya por
falta de recursos y por restricciones en el ám-
bito legal. Sin embargo, otros estados y muni-
cipios han desarrollado, independientemente,
sus propios programas para aumentar y, hasta
cierto punto, subsanar los huecos dejados por
los programas federales, con la falta de coor-
dinación que ello conlleva entre municipios,
estados y federación (Banco Mundial, 2006:
xii). Especialistas como Victoria Rodríguez
(1999: 25) señalan que, a pesar de estos
avances, “México sigue siendo un Estado muy
centralizado”.
En cuanto al federalismo en los he-
chos, Mainwaring (citado por da Silva, 2009)
afirma que Brasil constituye el caso de federa-
lismo más robusto en América Latina; en tanto
que Lloyd Mecham afirmaba que en México de
hecho “el federalismo nunca ha existido. Es un
lugar común indiscutible que la nación mexi-
cana es ahora, y ha sido siempre, federal sólo
en teoría; en realidad siempre ha sido centra-
lista” (citado por Rodríguez, 1999: 52).
Algunos autores consideran que Brasil
presenta uno de los grados más avanzados de
descentralización fiscal, independientemente
de cuál sea su dimensión (Rodrigues, 2005:
5). Por ejemplo, la organización Ciudades y
Gobiernos Locales Unidos, en su informe so-
bre América Latina del 2007 (Rosales y Va-
lencia, 2007) señala que en Brasil el porcenta-
je del gasto total que ejercen los gobiernos
locales (municipios) es de 16.6; mientras que
para el caso de México es de 4.3. En cuanto a
los gobiernos estatales, éstos ejercen (en el
caso de Brasil) 25.5% del gasto total y (en el
caso de México) los estados ejercen el 27.5%
del total del gasto (Rosales y Valencia, 2007:
11).
Además, algunas cuestiones relacio-
nadas con la reforma política en Brasil brindan
mayor dinamismo a los municipios, pues, por
ejemplo, las elecciones municipales en Brasil
son cada cuatro años y simultáneas en todo el
territorio nacional. Aunado a esto, la enmienda
constitucional no. 16, del 4 de octubre de
1997, permitió la reelección para un único pe-
riodo subsecuente de presidente de la repúbli-
ca, gobernador de los estados y alcaldes. En
el caso de México, se encuentra que el perio-
do es de tres años y no hay posibilidad de re-
elección inmediata, lo que desincentiva las
prácticas innovadoras en la administración
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 59
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
local (Constitución Mexicana, art. 115; Ward,
1998: 96).
Hasta aquí se muestran las principales
características de México y Brasil en cuanto a
su sistema federal y grado de descentraliza-
ción, además del bosquejo de la situación de
sus municipios, aunque cabe aclarar que la
finalidad no es detallar estas características,
sino concentrar esfuerzos en la relación de los
gobiernos locales con las políticas de combate
a la pobreza y destacar las diferencias entre
ambos países en ese aspecto.
Este primer acercamiento a las condi-
ciones de cada país sirve para pensar que un
federalismo en los hechos es una configura-
ción política que, si en efecto es balanceada,
daría la pauta para que los diferentes niveles
de gobierno se beneficien recíprocamente en
una coordinación no sólo sustentada en leyes,
sino en las costumbres y las rutinas.
En el cuadro siguiente se detallan al-
gunos datos de Brasil y México:
Cuadro 1. Datos de Brasil y México
Brasil México
Forma de gobierno República federal
presidencialista República federal
Integran la federación Estados, Distrito Federal y
los municipios Estados y Distrito Federal
Estados y municipios
5 561 municipios
26 estados
1 Distrito Federal
2 438 municipios
32 estados
1 Distrito Federal
Periodo gobierno
municipal 4 años 3 años
Reelección gobierno
municipal Sí No
Índice de Gini2 54.4(2008)
60.7 (1998)
48.2 (2008)
53.1 (1998)
Población (actual) 190 732 694 112 322 757
Porcentaje de población
en pobreza
43.4 (1995)
28.8 (2008)
53.1 (1992)
47.4 (2008)
Presupuestos de los
programas (en miles de
millones de dólares)
Bolsa Familia (2009) US
$6.8
Programa Oportunidades
(2009) US $5.4
2 El índice de Gini es un indicador para medir las desigualdades económicas dentro de un país. Nos dice qué porcentaje de población se reparte qué porcentaje del los ingresos de un país.
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 60
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
2. Orígenes de los programas Oportunida-
des (México) y Bolsa Familia (Brasil)
2.1. Programa Bolsa Escola
En 1996, el gobierno del entonces presidente
Ernesto Zedillo envió una delegación de ex-
pertos a Brasil para visitar varios municipios
que implementaban el programa Bolsa Escola,
para que, mediante el entendimiento de esto,
en 1997 se lanzara en México el Programa de
Educación, Salud y Alimentación (Progresa)
(Lindert et al., 2007: 12). Más adelante, otros
tantos países de América Latina y del Caribe
(incluso de fuera de esta región), introducirían
PTC, con líneas similares al programa Bolsa
Escola.
En efecto, Bolsa Escola es el antece-
dente de Bolsa Familia. Los primeros PTC en
Brasil se pusieron en marcha en enero de
1995 en dos municipios, Bolsa Escola fue lan-
zado por el alcalde del Distrito Federal el 3 de
enero, mientras que el Programa de Ingreso
Mínimo Familiar Garantizado (PGRFM) fue lan-
zado por el presidente municipal de Campi-
nas, estado de São Paulo, el 6 de enero. Así,
estos PTC iniciaron en los municipios y pronto
los adoptaron los estados. En 2001, más de
mil municipios implementaron este tipo de po-
lítica. Además, el financiamiento era absorbido
totalmente por el municipio y el gobierno fede-
ral tenía nula participación en estos programas
(Lindert et al., 2007: 11).
Estos programas, formulados más en-
dógenamente que por influencias internacio-
nales, hacia 1995 incorporaban muchos de los
mecanismos que hoy la literatura especializa-
da considera típicos de los programas de “ter-
cera generación”, pero en especial las accio-
nes psicopedagógicas de respaldo a las
familias y los programas de capacitación para
el trabajo (Cohen y Franco, 2006: 147). Ac-
tualmente, con base en la teoría del capital
humano, la mayoría de los PTC pretenden inci-
dir en los rubros de alimentación, salud y edu-
cación.
Así pues, frente a la ausencia de un
gobierno nacional que se ocupara de la pobla-
ción en situación de pobreza, los gobiernos
locales en Brasil debieron innovar para res-
ponder a esta problemática. Algo similar reco-
noce Mauricio Merino en los municipios de
México al señalar que una de las contribucio-
nes de los municipios fue el “haber cubierto el
espacio vacío que dejó la salida del Estado de
muchos de los ámbitos antes cubiertos por la
burocracia federal, desde mediados de la dé-
cada de los ochenta. A ese proceso que Tona-
tiuh Guillén ha llamado con tino 'la descentrali-
zación de facto', se debe que, a pesar de todo,
el país haya logrado trascender los años más
duros de las crisis económicas sucesivas”
(Merino, 2004).
Cabe aclarar que no se intenta dar un
argumento en el que se duga que los munici-
pios brasileños son superiores en gestión ad-
ministrativa e innovación a los mexicanos. El
argumento gira entorno a los PTC, más que en
políticas públicas en general. Es un hecho que
en muchos municipios de México, a pesar de
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 61
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
la centralización política y financiera, se lleva-
ron (y están llevando) a la práctica acciones
muy ingeniosas. El argumento nodal de este
trabajo se orienta a intentar sostener que la
descentralización (junto con la coordinación)
conduciría a que una política local innovadora
sea adoptada por los estados y el gobierno
nacional que, aunado a un mecanismo de
coordinación, se traduce en mejores resulta-
dos, en contraste con acciones realizadas por
un solo orden de gobierno.
2.2. Programa Progresa
En México, por el contrario, el origen del pro-
grama Progresa es distinto y contrapuesto al
caso brasileño. En 1997, el entonces presi-
dente de la república, Ernesto Zedillo, anunció
la creación del Programa de Educación, Salud
y Alimentación (Progresa) que, a diferencia de
los programas Beca Escola y el PGRFM, inte-
graba las tres dimensiones características de
los PTC, pero poniendo el énfasis en la dimen-
sión educativa. En cuanto al origen de este
programa, Escobar Latapí dice que “el Pro-
grama Progresa tuvo una génesis explicable
en términos del propio desarrollo del país y de
la acción del Estado en México, que si bien
fue claramente influida por discusiones del
Banco Mundial y del Banco Interamericano de
Desarrollo, fue definida por un proceso interno
al gobierno federal, basado en experiencias
previas y en conocimientos generados por
instituciones mexicanas” (Escobar, 2007: 7).
Esto deja ver que el proceso de creación de
este PTC fue centralizado.
El programa Progresa se desplegó a
escala nacional, cubriendo inicialmente a 14
estados y mil 759 municipios rurales del país.
Era claro que se trataba de un programa alta-
mente centralizado, pues la estructura admi-
nistrativa dejaba poco espacio a la participa-
ción de los niveles estatales y municipales, ya
que era la Secretaría de Desarrollo Social
(Sedesol), a través de la Coordinación Nacio-
nal de Progresa (Conprogresa) la encargada
de la puesta en marcha del programa. Con-
progresa contaba con un Consejo, integrado
por los titulares de Sedesol (quien lo preside),
de las secretarías de Educación Pública (SEP),
de Salud (SSA) y de Hacienda y Crédito Públi-
co (SHCP). El presupuesto proviene de tres
secretarías (SEP, SSA, Sedesol).
De hecho, el diseño de Progresa era tal
que se buscaba ponerle candados a su opera-
ción, para evitar con ello el uso político y clien-
telar por parte de los gobiernos locales. Al
respecto, Hevia de la Jara señala que, desde
el inicio, “se diseñaron diversos mecanismos
para eliminar la intermediación local y fomen-
tar la transparencia en la operación. Se elimi-
nó la posibilidad de que un municipio o una
organización solicitara ‘cuotas’ para sus agre-
miados [...]”(2010: 123). Además, desde el
gobierno central se consideraba que, en gene-
ral, las estructuras locales de intermediación
—gubernamentales y sociales— en las zonas
rurales eran atrasadas, poco preparadas (mu-
chos presidentes municipales rurales no te-
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 62
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
nían la educación primaria terminada) y corpo-
rativas (y, por ende, clientelares y corruptas).
Esa realidad descrita, la de municipios
y estados administrativamente débiles, es me-
dianamente cierta, pues la salida del gobierno
nacional (a partir de mediados de los ochenta)
del abastecimiento de muchos servicios y bie-
nes sociales obligó a los gobiernos locales a
atender las demandas de los ciudadanos que
estaban indefensos frente a los vaivenes de
los ajustes económicos provocados por la libe-
ralización de los mercados.
Hasta aquí, en el cuadro siguiente se
resumen las diferencias y similitudes de los
orígenes y contextos de Bolsa Familia y Opor-
tunidades:
Cuadro 2. Similitudes y diferencias de los programa s Bolsa Familia y Oportunidades
Brasil, Bolsa Escola México, Progresa
Nivel de descentralización
administrativa y de gasto por
país
Alta Baja
Conducción económica
nacional por país (años
noventa)
Neoliberal Neoliberal
Nivel de gobierno que lo
aplica Municipal Federal
Fecha de inicio Enero de 1995 Agosto de 1997
Financiamiento Con recursos municipales Con recursos federales
Grado de participación de
otro nivel de gobierno Bajo Bajo
Dimensiones que cubrían Educación Educación, Salud y
alimentación
FUENTE: elaboración propia.
3. Evolución de Progresa y Bolsa Escola
3.1 De Progresa a Oportunidades
En 1999 el programa Progresa tuvo que incor-
porar dos figuras que no dependían directa-
mente de la coordinación centralizada: el en-
lace municipal y la promotora comunitaria. El
primero se trataba de un funcionario municipal
pagado por el ayuntamiento, nombrado por el
presidente municipal y el cabildo, encargado
de avisar a las titulares beneficiarias el día en
que se realizarían los pagos y de brindar se-
guridad a las caravanas de pago (Hernández,
2009). Aunque esta decisión más bien fue por
problemas en la distribución de los pagos que
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 63
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
por la voluntad del gobierno central de querer
descentralizar responsabilidades. En efecto,
así lo reconoce Hernández Franco al decir que
“el movimiento de recursos en zonas remotas
sólo fue posible con el respaldo de autorida-
des locales, con quienes se analizó el benefi-
cio que obtendrían las familias y la necesidad
de contar con su ayuda al proporcionar agen-
tes de seguridad […]. Esto significó, necesa-
riamente, establecer comunicación continua
con los gobiernos locales, la cual derivó más
adelante en el establecimiento formal de un
enlace municipal […]” (Hernández, 2009: 46-
48).
En cuanto a la representante de las
beneficiarias, sus principales funciones eran
transmitir la información que entregaba el en-
lace y vigilar que las beneficiarias gastaran
adecuadamente los apoyos recibidos. Con el
cambio de Progresa a Oportunidades (en
2002), cuando se comienza a ampliar la co-
bertura de atención del programa, los enlaces
y las promotoras adquirieron mayores atribu-
ciones, por ser ellas quienes intermediaban
con los operadores del programa para actuali-
zar los datos del padrón y realizar otros trámi-
tes importantes. Ante el evidente poder que
estaban adquiriendo estos actores, el progra-
ma intentó, año tras año, limitar su alcance,
hasta desaparecer a los enlaces municipales
en las reglas de operación de 2008 (Hevia,
2010). Sin embargo, en las reglas de opera-
ción del 2009, el enlace municipal nuevamente
aparece, con las mismas pocas atribuciones
que antes (Sedesol, 2009).
Las representantes también sufrieron
modificación, pues de ser una, se pasó a tres,
que pasarían a integrar los Comités de Pro-
moción Comunitaria, con la finalidad de que
una sola persona no concentrara tanta res-
ponsabilidad y poder de información. En la
medida de lo posible, el Programa intentó,
quizá con razón, que los apoyos, la atención y
la orientación no fueran utilizados con fines
políticos y electorales. Asimismo, otra de las
restricciones para los gobiernos locales es que
no pueden adjudicarse la operación del pro-
grama (Sedesol, 2009).
Con la llegada de Vicente Fox (perte-
neciente al pan) al poder, en 2000, el progra-
ma Progresa sobrevivió a la alternancia y con-
tinuó funcionando regularmente. En ese
mismo año, se emitió un decreto que anuncia-
ba la creación del Programa Nacional de
Desarrollo Humano Oportunidades, con lo que
desaparecía Progresa, sin embargo, en reali-
dad se trató sólo de un cambio de nombre,
mediante el cual la administración de Fox bus-
có diferenciarse del gobierno de Zedillo –del
PRI— (Cantú y Gutiérrez, 2007: 600; Sáez y
Norzagaray, 2009: 167), este cambio sólo re-
presentaba pequeños ajustes menores, más
que modificaciones importantes en la estrate-
gia de mitigación de la pobreza.
3.2. De Bolsa Escola a Bolsa Familia
Mientras tanto, en Brasil, tras el éxito de la
experiencia con los ptc a nivel municipal, en
1998, el gobierno federal comenzó a otorgar
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 64
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
cofinanciamiento a los ptc municipales. Ese
mismo año, el entonces presidente Fernando
Henrique Cardoso lanzó el Programa de In-
greso Mínimo Garantizado (pgrm), administra-
do por la Secretaría de Educación, el cual era
una forma de proveer de mecanismos de
transferencias a los municipios que implemen-
taban las transferencias condicionadas y para
los que encontraban dificultades para seguir
manteniéndolos (Lindert et al., 2007).
El pgrm fue gradualmente expandién-
dose, pero priorizando a los municipios más
pobres, sin embargo, todos los municipios que
participaran tenían que contribuir con el 50 por
ciento del financiamiento.
Hacia el año 2001, el presidente Car-
doso lanzó el Programa Federal Bolsa Escola
como sustituto del pgrm, programa que se
inspiró en los que estaban siendo implemen-
tados por los municipios y era manejado por la
Secretaría de Educación Federal, igualmente
se le otorgaba recursos a las familias pobres
por cada niño que asistiera a la escuela, con
un máximo de tres niños por familia (Lindert et
al., 2007). En ese mismo año, el gobierno fe-
deral también puso en marcha Bolsa Alimen-
tação (Beca Salud y Alimentación), que inten-
taba enfrentar las causas de la desnutrición y
de la mortalidad infantil prevaleciente en los
hogares más pobres (administrado por la Se-
cretaría de Educación) y al igual que Beca
Escola, otorgaba dinero con la condición de
cumplir con revisiones médicas periódicas.
En 2003, el presidente Luiz Inácio Lula
da Silva lanzó la iniciativa emblemática de su
administración, Fome Zero (Hambre Cero)
(Mota et al., 2009: 680), pero más que un pro-
grama, era un conjunto de acciones encami-
nadas a concentrar los esfuerzos del gobierno
para erradicar las más extremas formas de
pobreza y hambre en Brasil; además, se creó
el Programa do Cartão Alimentação (Progra-
ma Tarjeta para la Alimentación), el cual ad-
ministraba la recién creada Secretaría de Se-
guridad Alimentaria, y consistía en otorgar
pagos mensuales a las familias pobres con un
ingreso per cápita de menos de la mitad de un
salario mínimo. Buscaba, así, promover el
consumo de alimentos por las familias benefi-
ciadas y de esa manera garantizar el derecho
a la alimentación adecuada (Fiszbein y Rüdi-
ger, 2009: 35).
Así, poco a poco, el gobierno federal
estuvo encaminando estos programas a ata-
car la multidimensionalidad de la pobreza y
cubrir los aspectos de educación, salud y ali-
mentación, como lo había estado haciendo el
gobierno de México a través de su programa
Oportunidades.
Poco tiempo después de la puesta en
marcha del programa piloto Programa do
Cartão Alimentação, el gobierno del presiden-
te Lula comenzó a considerar la posibilidad de
unificar los programas de transferencias con-
dicionadas en uno solo, pues aunque cada
uno de éstos mantenía sus propias prioridades
(la promoción de la educación, la salud, la
compensación de subsidios a los precios o la
promoción del consumo de alimentos), todos
brindaban transferencias de efectivo a casi el
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 65
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
mismo grupo objetivo: las familias pobres
(Bourne, 2008: 128). Era evidente que estruc-
turas administrativas actuando poco coordina-
damente creaban ineficiencia, problemas en la
cobertura y duplicación de acciones (Lindert et
al., 2007: 13).
Finalmente, el 20 de octubre de 2003
fue lanzado oficialmente el programa Bolsa
Familia, entre cuyos objetivos se encuentran
la consolidación y racionalización de los ptc
federales, fomentar la eficiencia en el uso de
los recursos públicos —pues, en efecto, el
gasto administrativo se redujo (issa, 2010)—,
mejorar el sistema de selección de la pobla-
ción objetivo, aprovechar las sinergias que
otorga actuar conjuntamente, reforzar el se-
guimiento y la evaluación y, finalmente, com-
plementar, junto a los gobiernos de la federa-
ción, la red de seguridad social —fomento de
la integración vertical— (Cohen y Franco,
2006: 151).
Se ha señalado que la cooperación es
importante en el proceso de descentralización,
sin embargo, no se ha dado una definición
clara de qué es. He aquí una breve definición:
es “el elemento regulador que le permite a la
acción social diversa mantener el atributo de
acción organizada en un marco institucional”
(Cabrero, 2007: 5). Pero también es interesan-
te lo que Simon dice al respecto (citado por
Cabrero, 2007: 5), pues entendía “como un
prerrequisito para lograr la coordinación el he-
cho de que los individuos compartieran premi-
sas de decisión que facilitaran la convergencia
de puntos de vista y de percepciones de los
problemas”, así, la coordinación va más allá
del ámbito normativo y formal, sino que tam-
bién está circunscrito al ámbito de las percep-
ciones individuales, que lleva a pensar en la
importancia que tienen las costumbres y ruti-
nas.
Ahora bien, estos programas de trans-
ferencia condicionada, en la actualidad operan
a nivel nacional, pero la participación de los
municipios en aquéllos es distinta en México y
en Brasil, obviamente por tener también un
origen distinto. Como se señaló en el caso de
México, el programa Oportunidades tiene su
origen en el nivel nacional y la inercia hace
que poco se haya desviado de ese rumbo; por
el contrario, en el caso del programa Bolsa
Familia, la participación de los tres niveles de
gobierno es equilibrada, como se observa a
continuación.
4. Los programas en operación
Como se dijo al inicio de este artículo, a me-
diados de los años ochenta y hasta finales de
los noventa, en México se empezó a avanzar
hacia la descentralización de funciones y re-
cursos hacia los municipios (creación de los
ramos 33 y 28), lo cual correspondía a una
lógica política y económico-administrativa, pe-
ro en cuanto al programa Oportunidades, si-
gue siendo sumamente centralizado y poco se
ha avanzado desde 1997. El caso de Bolsa
Familia es distinto, de hecho, el grado de des-
centralización es mayor, pues los municipios
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 66
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
participan activamente en su operación, prin-
cipalmente en conjunto con el nivel federal.
4.1. Programa Oportunidades
Enseguida se describirán las etapas de opera-
ción del programa Oportunidades, pero siem-
pre intentando hacer referencia a la relación
gobierno nacional-estatal-municipal.
Selección de localidades
Ésta actividad se realizó con información del
Consejo Nacional de Población (Conapo), ór-
gano desconcentrado dependiente de la Se-
cretaría de Gobernación, identificando las lo-
calidades con mayores índices de rezago
social o de marginación. En esta primera eta-
pa, también participaban el Coneval y el inegi.
En las reglas de operación se establece que
“la Coordinación Nacional [órgano desconcen-
trado de la Sedesol] es responsable de la re-
colección, captura, procesamiento, resguardo
y análisis de la información socioeconómica
de las familias” (Sedesol, 2009), información
necesaria para identificar a las que son elegi-
bles para el programa, por lo que la participa-
ción de las autoridades municipales, que se
supone son las más cercanas a la realidad de
las personas pobres, es mínima pese a la figu-
ra del enlace municipal. Por ejemplo, antes de
la existencia de esta figura, cuando el progra-
ma comenzó a cubrir los municipios semiur-
banos, la Coordinación Nacional se encontró
con dificultades para identificar entre un vasto
número de colonias, barrios y hogares cuáles
eran los que participarían como beneficiarios,
ante esta situación, se les pidió a los directo-
res de desarrollo social municipal:
señalar, en un plano de la pequeña ciudad, las
áreas […] ubicadas como de mayor pobreza
donde se concentraban los hogares pobres.
Se esperaba que se señalaran, por ejemplo,
los callejones, vecindades, o aglomeraciones
conocidas de familias pobres […]. La mayor
parte de estos funcionarios no señaló estas
áreas en el mapa. Algunos dieron como expli-
cación que el gobierno federal nunca nos hace
caso, no sirve de nada que le señalemos eso
[no textual]. Algunos señalaron unas, pero
omitieron las más significativas. Unos pocos
señalaron zonas que querían favorecer. Pero
en general las deficiencias de estos señala-
mientos no ocurrieron de mala fe, sino que se
debieron a que los funcionarios no se especia-
lizaban en política social (Escobar, 2007: 8).
Estos funcionarios desconocían una
buena parte de los barrios y hogares pobres,
pues en tres años que dura una administra-
ción municipal difícilmente logran saber cuáles
son las zonas marginadas y dónde hay más
niveles de pobreza. A pesar de ello, se creó el
enlace municipal, que aún con sus limitacio-
nes, en cierta medida ha contribuido en algu-
nas actividades de operación del programa
Oportunidades (Hevia, 2010).
Identificación de hogares
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 67
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
En un segundo momento, se verifica que en
estas localidades se puedan brindar los servi-
cios de salud y educación, para lo cual se en-
vían personas para recolectar la información
socioeconómica. En esta etapa, indirectamen-
te se considera al gobierno estatal como res-
ponsable de la provisión de instalaciones edu-
cativas y de salud. El municipio no participa en
esta fase, las personas que realizan las en-
cuestas son contratadas por la Sedesol. Por
ejemplo, se señala en las reglas de operación
que “dicho enlace podrá acompañar al perso-
nal del programa en el levantamiento de la
información en campo para la selección de
posibles beneficiarios sin interferir en los pro-
cedimientos establecidos por la Coordinación
Nacional” (Sedesol, 2009: 3.7.3). De esta for-
ma, su papel es meramente accesorio.
Incorporación de las familias
La incorporación de las familias queda en ma-
nos de la Coordinadora Nacional, por lo que
se realiza de manera centralizada. El progra-
ma elige a las titulares que serán vocales de
educación, salud, nutrición y de vigilancia en
el Comité de Promoción Comunitaria (Se-
desol, 2009: 4.1.3). Aquí, nuevamente, las
autoridades municipales no intervienen, y de
hecho se indica que el municipio no puede
desintegrar este comité. Por ejemplo, se debe
indicar que ni el enlace municipal y ningún otro
funcionario que no sea parte de la Sedesol
tiene acceso al padrón de beneficiarios. Es
posible acceder a la lista de beneficiarios, pero
sin datos de importancia, como las direccio-
nes, esto está pensado con la finalidad de evi-
tar el uso clientelar del programa; empero, se
ha documentado (Martínez y Cogco, 2009)
que el desconocimiento, por parte del munici-
pio, del padrón de beneficiados puede llevar a
duplicidades (personas que se benefician del
programa Oportunidades y por algún otro pro-
grama municipal o estatal de apoyo, como
despensas, becas escolares, tortibonos, etc..),
lo que disminuye la eficiencia del uso de los
recursos (beneficiando doblemente a una fa-
milia o dejando de lado a otras).
Cumplimiento de las corresponsabilidades
Las titulares se registran y asisten a las citas
familiares en la unidad de salud que se les
asignó. Aquí por lo general es el gobierno del
estado el que cubre los salarios del personal
médico y se encarga de mantener en buen
estado las instalaciones (Sedesol, 2009: 4.2).
Los hijos en edad de asistir a la escuela son
inscritos a ésta y asisten a clases para cumplir
con su corresponsabilidad. Los profesores y
médicos (que dependen del gobierno estatal)
tienen que llevar sus controles a las oficinas
del Centro de Atención y Registro (del pro-
grama). La información del cumplimiento de
las corresponsabilidades se hace de manera
más o menos descentralizada, pero sin la par-
ticipación del municipio; en cuanto al estado,
éste participa indirectamente, sólo proporcio-
nando infraestructura y personal.
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 68
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Entrega de los apoyos
Los apoyos monetarios los entrega bimestral-
mente la Coordinación Nacional del Programa,
que organiza la entrega de éstos ya sea en
efectivo o a través de depósitos en cuentas
bancarias personalizadas. Para tal efecto, se
instalan los Módulos de Entrega de Apoyos en
las sucursales de instituciones liquidadoras, o
en los situados temporalmente. En este pro-
ceso intervienen las coordinadoras estatales y
zonales. En el caso de los útiles escolares, las
autoridades educativas de los estados entre-
gan el paquete de útiles al inicio de cada ciclo
escolar.
Y, finalmente, los suplementos y ali-
mentos se entregan, cada mes o cada dos
meses, por medio de las unidades o equipos
de salud móviles. Es notorio que en la entrega
de los apoyos en especie y en el otorgamiento
de servicios de salud y educación es donde
hay mayor participación de los gobiernos esta-
tales; para tal efecto, se llevan a cabo trabajos
de coordinación entre los gobiernos de los
estados y las delegaciones de coordinaciones
estatales. Así, en las reglas operativas se de-
clara que “para el despliegue de sus acciones
y con el fin de asegurar una operación eficien-
te, eficaz, equitativa y transparente, el pro-
grama se apoya en el compromiso conjunto de
los ejecutivos de las entidades federativas y
del federal”. Con lo que se relega al municipio
y se desentiende que es éste el nivel de go-
bierno “de contacto directo y concertación con
los ciudadanos” (García, 1999: 92).
4.2. Programa Bolsa Familia
Bolsa Familia lo gestiona la Secretaría de
Desarrollo Social y Lucha Contra el Hambre
(MDS), en coordinación con las secretarías de
Salud y Educación, el banco estatal Caixa
(Banco Federal de Ahorros), los estados, los
municipios y los interlocutores sociales a nivel
local. A continuación se describen las etapas
de operación del programa Bolsa Familia y
cómo participan en éstas, de distinta manera,
los gobiernos federal, estatales y municipales.
Selección de localidades
La selección geográfica de las localidades se
realiza en dos niveles: primero, el gobierno
federal determina cuotas de familias a los mu-
nicipios, esto lo hace con base en datos pro-
porcionados por el Instituto Brasileiro de Geo-
grafia e Estatística (IBGE). En segundo lugar,
una vez determinados los municipios con ma-
yores niveles de pobreza, se realiza un se-
gundo “filtro”, utilizando mapas espaciales de
pobreza, vulnerabilidad y otros índices sintéti-
cos del nivel de vida, lo que desemboca en
una delimitación de áreas dentro de los muni-
cipios en donde se concentran grupos vulne-
rables o pobres. Anteriormente, el MDS había
establecido cuotas de registro para el Cadas-
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 69
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
tro Único,3 pero poco después se eliminaron;
así, el municipio está facultado para registrar a
toda la población si así le parece (con los cos-
tos que ello implica), pero las cuotas de bene-
ficiarios de Bolsa Familia están fijadas de an-
temano por la MDS para cada municipio (oit,
2009: 14).
En esta etapa no hay tanta diferencia
en la forma de selección de localidades lleva-
da a cabo en México por la Sedesol, con apo-
yo del inegi y del Coneval. De igual forma, en
Brasil se realiza centralizadamente, y las cuo-
tas son establecidas por un órgano central (la
MDS) con apoyo del IBGE, sin embargo, el
municipio participa sólo en el registro de los
posibles beneficiarios, pero es el MDS el que
determina si son seleccionados para recibir los
apoyos del programa.
Identificación de hogares
La información necesaria para esta etapa se
genera a partir de encuestas realizadas por
los municipios, los cuales se apoyan en la in-
formación generada en la primera etapa, por
lo que, en teoría, deberían evitar el dispendio
de recursos en áreas que no han sido deter-
minadas por el MDS y el ibge. No obstante, el
3 El Cadastro Único de Programas Sociales (o Ca-dastro Único) es un conjunto de instrumentos, sis-temas y normas para la identificación y caracteri-zación de la población pobre, con miras a su inclusión en programas sociales. Se creó en 2001, con el objetivo de unificar los catastros y la conce-sión de beneficios de los programas federales foca-lizados con carácter permanente; en éste deben registrarse las familias con renta per cápita men-sual de hasta medio salario mínimo (casi 80 dóla-res).
municipio se tiene que ceñir a algunos ele-
mentos o directrices definidas a nivel nacional,
éstas abarcan cinco aspectos: a) las definicio-
nes y conceptos (como “familia” o “casa”), b) la
documentación y procedimientos de identifica-
ción de miembros de la familia, c) el uso del
cuestionario Cadastro Único, que incluye in-
formación sobre la composición del hogar,
ingresos y condiciones de vida, d) la periodici-
dad de renovación de la certificación y los re-
quisitos para la actualización permanente y e)
la formación de las autoridades municipales
(Lindert et al., 2007: 37). Destaca el último
punto, ya que el gobierno nacional intenta in-
centivar la capacitación de los municipios me-
diante puntajes y el otorgamiento de premios
económicos a la gestión del programa.
Generalmente, cuando se recurre a
personas ajenas para realizar las encuestas,
éstas provienen del ayuntamiento, o son per-
sonal de las agencias de salud o educación
(maestros), aunque también se contrata tem-
poralmente a personal para tal efecto.
Como se dijo anteriormente, esta in-
formación (necesaria para la identificación de
los hogares) la generan las encuestas o los
procesos de registro que realiza el municipio,
el cual a su vez maneja esta información y la
ordena en bases de datos estándar, para des-
pués canalizarla al banco estatal Caixa, que
de igual manera ordena y realiza algunos cru-
ces de información (Lindert et al., 2007: 37;
Hevia, 2011: 346).
Frente a esto, para fortalecer las capa-
cidades institucionales de los municipios, la
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 70
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
MDS, en conjunto con el banco estatal Caixa,
han ofrecido capacitación a los estados (for-
malmente encargados de brindar asistencia
técnica al municipio en lo que respecta al pro-
grama) y a más de cinco mil municipios, con el
fin de mejorar la calidad de la información re-
cabada para los procesos de recertificación o
doble registro (Lindert et al., 2007: 39), asi-
mismo, se le ha capacitado para fortalecer su
habilidad para el uso de la información que
resulta de este proceso, pues se debe señalar
que la información del Cadastro Único no sólo
se utiliza para el programa Bolsa Familia, sino
para todos los programas sociales.
Incorporación de las familias
Anteriormente, la información del Cadastro
Único sólo era accesible para la MDS y el
banco Caixa, sin embargo, a partir de enero
del 2005 también es accesible para los muni-
cipios (Vásquez, 2006: 30), en el sentido que
les proporciona información más depurada
que la que habían recabado ellos mismos.
Asimismo, el banco Caixa es responsable de
ordenar la información de origen municipal y
compartirla con la MDS, además de que dicho
banco siempre maMDSntiene comunicación
con los municipios en una retroalimentación
permanente (mensualmente) con la finalidad
de ir depurando el Cadastro.
Ahora bien, la determinación de qué
familias se integrarán a Bolsa Familia, se hace
de forma centralizada por la MDS, selección
realizada por medio de criterios técnicos y con
el establecimiento de cuotas municipales, así
como criterios de elegibilidad de la familia
(Hevia, 2011: 348).
Cabe señalar que antes (dado su ori-
gen municipal), bajo el programa Bolsa Esco-
la, el nivel federal entregaba los recursos fi-
nancieros para el funcionamiento del
programa y eran los municipios los encarga-
dos de la selección de las familias beneficia-
das, sin embargo, se encontró que los criterios
de elegibilidad no eran muy sólidos o estrictos
y se prestaban para el uso clientelar.
Cumplimiento de las corresponsabilidades
Al igual que como ocurre en el programa
Oportunidades de México, en Bolsa Familia
las familias se comprometen a inscribir a sus
hijos (de entre 3 y 15 años) en la escuela. En
cuanto a la salud, se les asignan citas periódi-
cas, cuyo control de estas corresponsabilida-
des lo registra el personal de cada instancia
(escuelas o centros de salud), y la información
generada se canaliza al municipio, que la en-
vía al banco Caixa para que se procese y con-
solide en una base de datos nacional, para
después canalizar dicha información a la se-
cretaría correspondiente (de Salud o Educa-
ción), la cual determinrá si se cumplieron o no
las corresponsabilidades. Una vez hecho esto,
la respectiva secretaría canaliza la información
a la mds, que finalmente libera o no los pagos
(Lindert et al., 2007: 63).
Se observa que, en el caso del segui-
miento de las corresponsabilidades, intervie-
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 71
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
nen distintas agencias y niveles de gobierno:
desde los profesores hasta un banco estatal.
En el caso del programa Oportunidades, parti-
cipan los profesores y los médicos, junto con
la Sedesol, a través de los centros de atención
y registro.
Entrega de los apoyos
Los apoyos los entrega el banco estatal Caixa
(que recibe los recursos de la MDS) mediante
depósito bancario a las cuentas de los benefi-
ciarios. La razón de homogeneizar los pagos
es porque, al realizarse así, hay mayor trans-
parencia, se gana eficiencia aprovechando los
conocimientos y la infraestructura de un banco
ya consolidado y se reduce el clientelismo,
pues al ser los pagos impersonales, no los
aprovechan los gobiernos locales ni el federal;
finalmente, de esta forma se intenta vincular a
los beneficiarios con el sistema bancario.
En el cuadro 3 se hace un resumen de
qué tan descentralizados están Bolsa Familia
y el programa Oportunidades.
Cuadro 3. Comparativo centralización/descentralizac ión
de programas Oprtunidades y Bolsa Familia
Bolsa Familia Oportunidades
Función Centralizada Descen-
tralizada
Centralizada Descentrali-
zada
Generación de las lí-
neas básicas de opera-
ción
MDS
Sedesol
Coordinación y opera-
ción local
Municipio
Coordinadora
Estatal
Determinación de las
zonas geográficas
(mapa de pobreza)
MDS-IBGE Sedesol-INEGI-
Coneval
Recolección de infor-
mación socioeconómi-
ca de los hogares
Municipio Sedesol
Generación de la base
de datos (actualización,
corrección, etc.)
Municipio Coordinadora
Estatal
Compilación de infor-
mación de los munici-
pios
Caixa Coordinadora
Nacional
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 72
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Administración de la
base de datos nacional Caixa
Sedesol-otras
dependencias
Determinación de ele-
gibilidad de familias MDS
Coordinadora
Nacional-
Sedesol
Autorización de montos
y de pagos mensuales MDS
Coordinadora
Nacional-
Sedesol
Entidad encargada de
la entrega de recursos Caixa
Coordinadora
Estatal-Bansefi
Monitoreo de pagos
Caixa-MDS
Coordinadora
Nacional-
Sedesol
Registro de asistencia
de los niños beneficia-
rios
Los profe-
sores
Los profeso-
res
Consolidación de los
registros de asistencia
escolar
El munici-
pio
Centro de Aten-
ción y Registro
Registro de cumpli-
miento a consultas mé-
dicas programadas
Los médi-
cos
Los médi-
cos
Consolidación de regis-
tro de cumplimiento de
consultas médicas
El munici-
pio
Centro de Aten-
ción y Registro
Determinación del
cumplimiento de co-
rresponsabilidades
MDS
Coordinadora
Nacional-
Sedesol
Total de funciones 9 7 14 2
FUENTE: elaboración propia, con datos del informe sobre Bolsa Familia del Banco Mundial y la Sedesol.
5. Consideraciones finales
Cabe señalar que, evidentemente, en muchos
aspectos el programa Bolsa Familia está más
descentralizado que Oportunidades, en el que
la centralización se aprecia, de inmediato y a
simple vista, en el cuadro 3. Por ejemplo, en
Brasil la coordinación y operación local del
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 73
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
programa Bolsa Familia corre a cargo del mu-
nicipio; mientras que en el caso de Oportuni-
dades esta misma función recae en la Coordi-
nadora Estatal, dependiente de la Sedesol. En
el caso de la recolección de información so-
cioeconómica en los hogares, Bolsa Familia
permite la participación de los municipios en el
levantamiento de encuestas, mientras que en
el programa Oportunidades esta función la
realiza, de manera centralizada, la Sedesol, la
cual desconfía de los gobiernos locales, pues
considera que esta información se utilizaría
para fines electorales y clientelares. De igual
modo, en el proceso de actualización y co-
rrección de las bases de datos, el municipio
brasileño desempeña un papel importante
(conjuntamente con el banco Caixa); en tanto
que en el caso de México dicha función la eje-
cuta la Coordinadora Estatal que, de nuevo,
esgrime un argumento en contra de los muni-
cipios para centralizar estas actividades. Asi-
mismo, la consolidación de estos registros de
asistencia escolar y la consolidación del regis-
tro del cumplimiento de consultas médicas se
lleva a cabo por cuenta de los municipios en
Brasil; en cambio, para el caso de México,
dichas funciones las desempeña el Centro de
Atención y Registro, igualmente dependiente
de la Sedesol.
Lo anterior no significa que un progra-
ma sea mejor que otro, incluso el brasileño se
ha enfrentado a serias dificultades al momento
de intentar homogeneizar tanta diversidad de
municipios y no ha estado exento del uso
clientelar. Empero, se evidencia que los muni-
cipios en el caso brasileño manejan más in-
formación y tienen, de una u otra forma, la
confianza de las autoridades centrales y se
confía en el fortalecimiento de su gestión. En
el caso de México, en el programa Oportuni-
dades prevalece una concentración de la in-
formación en las autoridades centrales y una
amplia desconfianza hacia los municipios, que
no se justifica del todo.
Lo que explica la diferencia entre la
descentralización y centralización, entre la
participación más activa del municipio en un
caso que en el otro, es el heho de que el fede-
ralismo está mejor consolidado en Brasil que
en México. No obstante, la dependencia del
pasado no implica un determinismo fatalista.
El ejercicio comparativo de estos dos progra-
mas resalta a la vista: entender cómo funciona
el otro, qué elementos fallan y cuáles son so-
bresalientes permitirá mejorar un programa
como Oportunidades. La descentralización de
funciones de éste, quizá no sea viable en el
corto plazo, a causa de la debilidad institucio-
nal y administrativa en la que se encuentra el
municipio mexicano; no obstante, se tiene que
avanzar y brindar más elementos de gestión
para el municipio, pues éste no será capaz por
sí solo y de manera espontánea, sino hasta
enfrentarse a nuevos problemas, antaño com-
petencia de otros niveles de gobierno.
Otro aspecto que llama la atención es
que, pese a que ambos países cuentan con
una república federal como forma de gobierno,
sólo en Brasil el municipio figura como un nivel
integrante de la federación, aunado a los es-
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 74
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
tados y el Distrito Federal. En México, los mu-
nicipios sólo son testigos mudos en la configu-
ración federal, pues no figuran, de hecho, en
la Constitución, contrario a lo que ocurre en el
municipio brasileño. También conviene subra-
yar que el número de municipios difiere en
ambos países: México cuenta con 2,438; Bra-
sil, 5,561, lo que permite pensar que es pro-
bable que, dada esta cantidad de municipios
brasileños, ello implicaría un esfuerzo extraor-
dinario para operar centralizadamente el pro-
grama Bolsa Familia, mientras que en México
la situación quizá no habría sido tan complica-
da.
En Brasil, los municipios, dentro del
ámbito de factores que propician la innova-
ción, cuentan con un año más en sus periodos
de gobierno, en comparación con los de Méxi-
co, situándose los primeros con un periodo de
4 y de 3 años, respectivamente; aunado al
hecho de que los presidentes municipales
brasileños pueden reelegirse para un periodo
inmediato, mientras que en México esto no es
posible. Esto es de suma importancia, pues
indica que los gobiernos municipales del país
sudamericano tienen más posibilidades de
consolidar proyectos innovadores, no sólo en
el ámbito de la política social, sino que ade-
más tienen incentivos para hacerlo y recibir los
frutos por su buen desempeño mediante la
reelección.
Cabe observar que el caso del munici-
pio brasileño da muestra de que la innovación
está presente en el nivel local, que las solu-
ciones nacionales se gestan en esa escala de
gobierno. Sólo la descentralización real, la
coordinación, la asistencia técnica administra-
tiva y una democracia consolidada con partici-
pación de todos los grupos permiten esta in-
novación, de lo contrario sólo se trabaja en
una farsa que no conduce más que a la frus-
tración.
Quizá por la existencia de un federa-
lismo como este, de facto, es que los munici-
pios en Brasil fueron pioneros en la implemen-
tación de programas de transferencia
condicionada, pues no estaban supeditados a
las decisiones de un gobierno central o supe-
rior; por el contrario, comenzaban a disfrutar
de mayores recursos fiscales para utilizarlos
en lo que consideraran apropiado y en lo que
fuera lo más prioritario para su realidad local e
inmediata.
Fuentes
Banco Mundial (2006), Descentralización y
entrega de servicios para los pobres,
México: Banco Mundial.
Bourne, R. (2008), Lula of Brazil: The Story So
Far, Berkeley: University of California
Press.
Cabrero, E. (2007), “De la descentralización
como aspiración a la descentralización
como problema. El reto de la coordina-
ción intergubernamental de las políti-
cas sociales”, México: CIDE (documento
de trabajo, 197).
Cabrero, E. (2002), “Los municipios y sus ha-
ciendas locales. Un escenario de ca-
rencias y oportunidades”, en
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 75
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
<http://www.premiomunicipal.org.mx/p2
009/docs/capitulo%20finanzas%20local
es%20indesol%20EC.pdf>.
Cantú, G. M. y H.B. Gutiérrez (2007), Historia
de México, 5a ed., México: Pearson
Educación.
CIA (s.a.), “Distribution of Family Income –
Gini”, en
<https://www.cia.gov/library/publication
s/the-world-factbook/fields/2172.html>.
Cohen, E. y R. Franco (2006), Transferencias
con corresponsabilidad: una mirada la-
tinoamericana, México: Flacso.
Coneval (2009), “Evolución de la pobreza en
México”, en
<http://www.coneval.gob.mx/contenido/
med_pobreza/3967.pdf>.
Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, Diario Oficial de la Federa-
ción, en
<http://www.diputados.gob.mx/LeyesBi
blio/pdf/1.pdf>.
Constitución de la República Federativa del
Brasil, en
<http://www.wipo.int/wipolex/es/text.jsp
?file_id=218271>.
Escobar, A. (2007), “Descentralización y políti-
ca social: del centralismo al descon-
cierto”, CIESAS Occidente, en
<http://repositories.lib.utexas.edu/handl
e/2152/4064>.
Fiszbein, A. y N. Rüdiger S. (2009), Condition-
al Cash Transfers: Reducing Present
and Future Poverty, Washington, D.C.:
World Bank.
García del Castillo, R. (1999), Los municipios
en México. Los retos ante el futuro,
México: Miguel Ángel Porrúa-CIDE.
Gómez H., A. (2011). “El Fondo Metropolitano
como mecanismo para la coordinación
entre los gobiernos de la Zona Metro-
politana del Valle de México 2006-
2011: el caso del transporte y la viali-
dad” (manuscrito inédito).
Guillén L., T. (2001), Federalismo, gobiernos
locales y democracia, México: IFE
(Cuadernos de divulgación de la cultu-
ra democrática, 17).
Hernández, F. (2009), Historia de Oportunida-
des. Inicio y cambios del programa,
México: FCE.
Hevia, F. (2011), “La difícil articulación entre
políticas universales y programas foca-
lizados. Etnografía institucional del
programa Bolsa Familia de Brasil”,
Gestión y Política Pública, vol. 20,
núm. 2 (segundo semestre): 331-337.
Hevia, F. (2010), “Uso político de programas
sociales y nuevos intermediarios insti-
tucionales: el Programa Progre-
sa/Oportunidades en el sur de Vera-
cruz”, Desacatos, vol. 34 (septiembre-
diciembre): 119-132.
IBGE (2010), “Dimensão, evolução e projeção
da pobreza por região e por estado no
Brasil. Rio de Janeiro”, Comunicado do
Ipea núm. 58, en
<http://www.ipea.gov.br/portal/images/s
to-
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 76
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
ries/PDFs/100713_comuni58pobreza.p
df>.
International Social Security Association (ISSA)
(2010), “Programa Bolsa Familia: una
práctica del Ministerio de Previsión So-
cial”, Brasilia: ISSA, en
<www.issa.int/esl/content/download/12
9812/.../file/3-Bresil-BolsaFam.pdf>.
Lindert, K., A. Linder, J. Hobbs y B. de la
Brière (2007), The Nuts and Bolts of
Brazil’s Bolsa Família Program: Imple-
menting Conditional Cash Transfers in
a Decentralized Context, Washington,
D.C.: The World Bank.
Martínez M., O. y A. Cogco C. (2009), “El pro-
grama Oportunidades y su aplicación
en el noreste de México. Un análisis
desde la visión de los actores locales
en el área metropolitana de Monterrey”,
Arxius de Ciències Socials, vol. 20 (ju-
nio): 59-70.
Matheus, M., M. Romero, M. Soto y F. del Va-
lle Tavares (2005), “El federalismo y
sus tendencias centrífugas y centrípe-
tas. Hacia una interpretación del fede-
ralismo descentralizado en Venezuela”,
Revista de Derecho (julio): 141-170.
Merino, M. (2004), “Los gobiernos municipales
de México: el problema del diseño insti-
tucional”, México: CIDE (documento de
trabajo, 145).
Mota, C.G., A. Lopez y J.M. Pérez (2009), His-
toria de Brasil: una interpretación, Sa-
lamanca: Universidad de Salamanca.
Organización Internacional del Trabajo (2009),
Bolsa Familia en Brasil: contexto, con-
cepto e impacto. Ginebra: OIT.
Paz Cuevas, Cuauhtémoc (2007), “Naturaleza
política del municipio mexicano: auto-
gobierno, estatus jurídico constitucional
y perspectiva en el Estado federal”, en
T. Guillén, T. Rendón Huerta y C. Paz
(coords.), Retos de modernización del
municipio mexicano. Memoria del IV
Congreso de la Red de investigadores
en gobiernos locales mexicanos, Méxi-
co: IGLOM-Cívitas-Universidad de Gua-
najuato.
Rodrigues, J. (2005). “Brasil, un caso aparte”,
en Instituto Latinoamericano de Inves-
tigaciones Sociales (Ildis), Descentrali-
zación en perspectiva comparada Es-
paña, Colombia y Brasil, La Paz:
Friedrich Ebert Stiftung-Ildis.
Rodríguez, V. (1999), La descentralización en
México: de la reforma municipal a Soli-
daridad y el nuevo federalismo, Méxi-
co: FCE.
Rosales, Mario y Salvador Valencia Carmona
(2007), Informe América Latina. Ciuda-
des y Gobiernos Locales Unidos, en
<http://www.cities-
localgovern-
ments.org/gold/Upload/gold_report/06_l
atinamerica_es.pdf>.
Sáez, M., y E. Norzagaray (2009), México, el
nuevo escenario político ante el bicen-
tenario, Salamanca: Universidad de
Salamanca.
Benjamín Sandoval Álvarez • El Programa Oportunidades y Bolsa Familia: origen, desarrollo y operación desde… • 77
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Sedesol (2010), “Oportunidades Mexico’s
Conditional Cash Transfer Program
(CCT), en
<http://www.cwda.org/downloads/tools/
americanpo-
verty/OPORTUNIDADES.pdf>.
Sedesol (2009), “Reglas de operación Pro-
grama Oportunidades 2009”, Diario
Oficial de la Federación.
Silva, V. da (2009), “Presidencialismo y fede-
ralismo en Brasil: los desencuentros
entre política y derecho”, en A. Ellis y J.
Henríquez (eds.), Cómo hacer que fun-
cione el sistema presidencial/Making
Presidentialism Work, México: UNAM.
Ward, P. (1998). “Del clientelismo a la tecno-
cracia: cambios recientes en la gestión
municipal en México”, Política y Go-
bierno, vol 5, núm. 1 (primer semestre)
(CIDE).
Vásquez V., Álvaro (2006). “Experiencias de
uso de tecnologías de información y
comunicación en programas de protec-
ción social en América Latina y el Cari-
be”,Santiago de Chile, CEPAL, ECLAC
(Financiamiento del desarrollo, 165), en
<http://www.eclac.org/publicaciones/xm
l/5/23975/lcl2427e.pdf>.
Vélez, C. et al. (2006), “El futuro de la política
social: lecciones de los programas de
transferencias condicionadas en efecti-
vo”, Belo Horizonte, ponencia presen-
tada en la Reunión anual 2006 del
Banco Interamericano de Desarrollo, 1
de abril, en
<www.iadb.org/events/file/do606.doc>.
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
Fredy Antonio Aguilar Canché El doble discurso de las representaciones de la in-seguridad y violencia urbana en la ciudad de Mérida , Yucatán pp. 78 - 91 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © Fredy Antonio Aguilar Canché (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reservados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electró-nico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
Fredy Antonio Aguilar Canché • El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana… • 79
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y
violencia urbana en la ciudad de Mérida, Yucatán
FREDY ANTONIO AGUILAR CANCHÉ*
RESUMEN
Este artículo trata, de manera general, sobre las representaciones de los espacios y sujetos conside-
rados “peligrosos” por parte de dos grupos de individuos de la ciudad de Mérida, Yucatán. Este traba-
jo se deriva de la tesis de maestría “Representaciones e imaginarios de la inseguridad y violencia ur-
bana en la ciudad de Mérida: la colonia San José Tecoh y el fraccionamiento residencial Pinos del
Norte”. Entre los objetivos aquí planteados destaca el encontrar los espacios y personajes considera-
dos en ambos casos como violentos o de alta inseguridad. De igual forma, ante estas representacio-
nes fue importante conocer cuáles eran las formas de acción (protección), usos y elaboración de ma-
pas subjetivos de ambas zonas y de la ciudad.
Palabras clave: representaciones, inseguridad, mujeres, elementos socioespaciales, imaginarios
socioespaciales.
.
ABSTRACT
This article treats, in a general way, on the representations that they have of the spaces and consid-
ered “dangerous” subjects on the part of two groups of individuals of the city of Merida, Yucatan. This
work stems from the thesis of mastery “Representations and imaginary from the insecurity and urban
violence in the city of Merida: the colony San Jose Tecoh and the Residential division Pines of the
North”. Between the aims here raised it stands out find the spaces and prominent figures considered
in both cases as violent or of high insecurity. Of equal form, before these representations it was im-
portant to know which were the forms of action (protection), uses and production of subjective maps of
both zones and of the city.
Key Words: representations, city, insecurity, womenspatial partner. Fecha de recepción: 01/10/2011 Fecha de aceptación: 16/12/2011
* Maestro en Ciencias Antropológicas, con especialidad en Antropología Social. Docente del Centro Universita-rio Felipe Carrillo Puerto (CUFCP) y empleado federal en la Sagarpa, Delegación Yucatán. Correo electrónico: <[email protected]>.
Fredy Antonio Aguilar Canché • El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana… • 80
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Las representaciones sociales
Para las ciencias sociales es común encontrar
conceptos acuñados por otras ramas científi-
cas, por ejemplo, la noción de representación,
la cual se ha vinculado en gran medida como
una elaboración de Durkheim (1994). El rigor
experimental y las ideas acerca de la investi-
gación del sujeto influyeron para que este au-
tor diferenciara el plano de lo individual de lo
colectivo. En este sentido, el concepto de re-
presentación social se utiliza sobre todo para
designar “el fenómeno social a partir del cual
se construyen las diversas representaciones
individuales” (Araya Umaña, 2002: 21). Estas
últimas preservan los vínculos entre los miem-
bros de una comunidad, los disponen para
actuar y pensar de manera similar, cuya ca-
racterística es su durabilidad y ejercer presión
sobre los individuos (Vergara Figueroa, 2001).
Según Durkheim (1994), estas formas de pen-
samiento se imponen a las personas como
una fuerza coactiva y designan a una clase
general de conocimientos y creencias, como la
ciencia, los mitos, la religión y otros productos
culturales.
Gran parte de las ideas mencionadas
son reformuladas más ampliamente por
Serge Moscovici (citado por Araya Umaña,
2002) al afirmar que la representación social
constituye un nuevo enfoque que integra lo
individual y lo colectivo, lo simbólico y lo so-
cial; el pensamiento y la acción, ofreciendo
con ello “un marco explicativo acerca de los
comportamientos de las personas estudiadas
que no se circunscribe a las circunstancias
particulares de la interacción, sino que tras-
ciende al marco cultural y a las estructuras
sociales más amplias” (Araya Umaña, 2002:
9). Según Moscovici, las representaciones
sociales se definen como
Un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas gra-cias a las cuales los hombres hacen in-teligible la realidad física y social, se in-tegran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios, liberan los poderes de su imaginación (Moscovici citado por Araya Umaña, 2002).
En este sentido, Moscovici integra los
conocimientos de un grupo, de una socie-
dad o en general de la cultura, acerca de
fenómenos sociales, pero también integra el
conocimiento con base en la experiencia
directa del individuo con esos fenómenos.
Ambas dimensiones cognitivas se estructuran
en “creencias, opiniones, metáforas, evalua-
ciones, organización de valores, supuestos,
explicaciones” (Castillo León, 2002: 40). Am-
bos casos ayudan al conocimiento objetivo,
al mismo tiempo que potencializan el cono-
cimiento imaginario o subjetivo de dichos
fenómenos sociales.
Moscovici señala que existen dos proce-
sos por los cuales se construyen y caracteri-
zan las representaciones sociales, definidos
como objetivación y anclaje, conceptos que
explican “cómo el pensamiento social trans-
forma un conocimiento en representación; y a
su vez cómo ésta transforma lo social” (Osna-
ya Alarcón 2003: 135). La objetivación alude a
la transformación de conceptos desconocidos,
abstracto o de carácter inmaterial son concep-
Fredy Antonio Aguilar Canché • El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana… • 81
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
tos “materializados”. En este sentido, cons-
trucciones sociales como el amor, la inseguri-
dad, la amistad, entre muchos otros ejemplos
de los cuales no se posee una realidad con-
creta, se concretizan, estructuran y vuelven
tangibles (Araya Umaña, 2002).1 El anclaje, en
cambio, permite comprender y dar sentido al
objeto representado, cómo se utiliza la repre-
sentación para interpretar el mundo social y
cómo opera su integración en el proceso de
comunicación. En otras palabras, el anclaje
consiste en acomodar las representaciones
dentro de nuestro cuerpo de conocimiento.
La objetivación y el anclaje actúan con-
juntamente y poseen una función integradora
para guiar los comportamientos. La represen-
tación objetivizada, naturalizada y anclada
sirve para interpretar, orientar y justificar los
comportamientos (Araya Umaña, 2002: 23).
De acuerdo a lo anterior, las representaciones
sociales son una forma del conocimiento que
se convierten en sistemas de referencia para
1 La objetivación observa tres fases para su conso-lidación: la primera se refiere a una construcción selectiva y descontextualizada de la información de un objeto o fenómeno determinado, mediante el cual los individuos pertenecientes a un grupo es-pecífico se lo apropian de acuerdo a sus criterios culturales. En la segunda fase se presenta la for-mación del esquema figurativo, el cual, una vez culminada la retención de la información en la pri-mera fase, las abstracciones estructuradas se con-vierten en formas icónicas conformadas por imá-genes por demás estructuradas, para con ello capturar la esencia del objeto o fenómeno para comprenderlo lo más sencillamente posible. La tercera fase corresponde a la naturalización, en la cual los elementos (hasta ahora puramente subjeti-vos) adquieren un carácter ontológico que se si-túan en el plano de la realidad. Así, los elementos representados subjetivamente se expresan en la realidad como elementos objetivos (Osnaya Alar-cón, 2003).
interpretar lo que acontece, por lo que fungen
como “modelos imaginarios de evaluación,
categorización y explicación de las realidades
y circunstancias que se dan entre los sujetos
sociales” (Castillo León, 2002: 41).
El análisis de cómo los sujetos pien-
san, representan e imaginan la ciudad, los
actos, comportamientos individuales y colecti-
vos de las personas a raíz de los significados
que le confieren a la urbe y sus pobladores
con los que se interactúa, ha sido fuente de
análisis, en especial cuando se analizan las
representaciones del espacio urbano (Fuentes
Gómez, 2000, Sidorova, 2002; Castillo León,
2002, Belmont Gómez, 2004). Los sujetos
conforman diversas representaciones y signifi-
cados de los espacios y las relaciones socia-
les “en el uso cotidiano del espacio urbano y
en las interacciones con los otros usuarios”
(Belmont Gómez, 2004: 14). De tal manera
que es importante contemplar las referencias
socioespaciales para conocer las distintas in-
terpretaciones de la realidad y las dimensio-
nes de la cultura urbana (Aguilar, Nieto y Cin-
co, 2001). Así pues, aquí se analiza cómo dos
grupos diferenciados espacialmente en la ciu-
dad de Mérida, Yucatán, construyen sus re-
presentaciones en torno a la inseguridad. Es-
pecíficamente, se indagan las
representaciones en las zonas y los persona-
jes que se consideran peligrosos o promotores
de la inseguridad. Por último, se estudia cómo
ambos grupos modifican sus comportamientos
debido a las representaciones que se tiene de
los espacios y sujetos señalados.
Fredy Antonio Aguilar Canché • El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana… • 82
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Las zonas de estudio (metodología
empleada)
Antes de describir las zonas estudiadas, ex-
pongo la metodología utilizada. En primer lu-
gar, se revisaron (durante todo 2005 y una
actualización en 2011) en dos periódicos de la
ciudad de Mérida (El Diario de Yucatán y Por
Esto) todas las notas relacionadas con el uso
(y abuso) de la fuerza física con la intención
de ejercer un daño al patrimonio o bienes
materiales; para lesionar o matar a otro, o
bien atentar contra la propia integridad, ro-
bos a mano armada, asaltos, agresiones,
violaciones. Se decidió seleccionar la zona
habitacional con el más alto índice de las
noticias en esta línea y, por el otro extremo,
la zona con el más bajo nivel registrado en
la revisión hemerográfica. Esta selección
respondió al hecho de que se deseaba con-
trastar y confirmar que la ubicación espacial
interviene en el tipo de experiencia perso-
nal, con el objeto de la representación, en
este caso de los elementos socioespaciales
vinculados a la inseguridad urbana.
Una vez seleccionadas las zonas, se
diseñó una serie de preguntas siguiendo pro-
puestas como la de Armando Silva (1992) con
su formulario encuesta, en el que se combina
un tipo de cuestionario y una entrevista; las
preguntas no se limitan a respuestas cerradas,
sino que, por el contrario, permiten un flujo de
información, como si se tratara de una entre-
vista “abierta”.2 Esta propuesta encuentra simi-
litudes con estrategias empleadas por Cárdia
(2000), quien aplica un tipo de encuesta que
incluye “las actitudes, los valores, las normas
culturales y los comportamientos relacionados
con la violencia” (ibid.: 141). En el mismo sen-
tido, de Garay (1999) propone el “reportaje
testimonial” como un tipo de entrevista, en el
que “las personas, estimuladas por preguntas
abiertas y atmósferas conversacionales, rela-
taban sus vidas o fragmentos de experiencias.
Los entrevistados, además de ofrecer infor-
mación, manifestaban sus vivencias, juicios de
valor, puntos de vista, mitos, ideologías” (de
Garay, 1999).
Considero que la utilización de este tipo
de encuestas-entrevistas resulta útil para que
las personas expresen sus experiencias y re-
ferencias (reales o imaginarias) acerca de la
inseguridad y la violencia en la ciudad, de sus
espacios y sus habitantes.
Estas entrevistas (aplicadas en la colo-
nia San José Tecoh y el fraccionamiento resi-
dencial Pinos del Norte) incluían un conjunto
de preguntas en las que se solicitaba informa-
ción acerca de su lugar de origen, años de
residencia en la ciudad, ocupación, sexo,
edad, tipo de trabajo y escolaridad. Una sec-
ción contaba con preguntas acerca de las ex-
periencias con algún hecho de violencia, sus
2 Cabe mencionar que este tipo de herramienta metodológica ha sido utilizada en los estudios so-bre imaginarios en la ciudad de Mérida; por ejem-plo, Fuentes Gómez (2000) y Sidorova (2002) la han empleado para obtener información valiosa y han sugerido interesantes aportaciones al estudio de los imaginarios.
Fredy Antonio Aguilar Canché • El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana… • 83
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
prácticas y formas de protección. Asimismo,
se solicitó información sobre lo que —según
ellos— motiva la inseguridad en cada zona
habitacional, de los lugares colindantes, de la
ciudad y de personajes considerados peligro-
sos.
Por último, se recurrió a la observación
para describir ambas zonas de la ciudad: su
infraestructura, viviendas, espacios y las inter-
acciones entre sí. Se llevaron a cabo observa-
ciones por la mañana, tarde y noche, durante
el mayor número de días de la semana, en un
periodo que abarca de septiembre de 2005 a
enero de 2006, de igual forma, el mismo pro-
cedimiento se hizo en 2011. El interés que
generaba el tema de la inseguridad y la vio-
lencia fue una puerta que sirvió para estable-
cer contactos con la gente y con conocidos de
los entrevistados que habían sufrido algún
agravio.
Desde principios de los años cincuenta,
la colonia San José Tecoh es producto de la
incorporación de nuevas áreas para la vivien-
da en Mérida. Se ubica al sur de dicha ciudad
y alberga a personas provenientes de distintas
partes del interior del estado, así como del
interior de la república mexicana. En cambio,
la zona residencial Pinos del Norte, ubicada
justamente en el norte de la ciudad, está com-
puesto de 150 familias, de los cuales el 45 por
ciento son yucatecos y el otro 55 por ciento lo
constituyen familias de diversas partes del
país, entre los que sobresalen personas del
Distrito Federal, Tabasco, Veracruz.
Representaciones de los estereotipos
socioespaciales de la inseguridad
urbana
El espacio urbano es una construcción cultural
por medio del cual “las personas organizan su
relación con un heterogéneo mundo de los
objetos y de los otros, con una realidad múlti-
ple” (Lindón, 2001:18). Sin embargo, el posi-
cionamiento de cada actor complementa la
organización y, desde ahí, genera diversas
representaciones del espacio, permitiendo
observar entre el reconocimiento, la identifica-
ción, la pertenencia y la alteridad con otros
espacios. El posicionamiento se refiere no só-
lo a su ubicación espacial, sino que también
incluye su pertenencia a una clase, su estrato
socioeconómico o un grupo etario, lugar de
residencia, a qué lugar acude, cómo utiliza los
espacios y cuáles son sus prácticas. La expe-
riencia directa o indirecta con la inseguridad,
la información vertida por los medios de co-
municación, también son parte de este posi-
cionamiento que, al estar vinculadas a fenó-
menos como la inseguridad y la violencia,
crean valoraciones, imágenes y representa-
ciones de la ciudad, sus espacios y sus per-
sonajes.
Partimos de la idea de que los espacios
urbanos, según sus características, la caren-
cia en su infraestructura o el abandono que se
encuentran por parte de las autoridades, se
califican “como inseguros, sucios, agradables,
divertidos, monótonos, opulentos, miserables,
decentes, indecentes, amables, peligrosos,
Fredy Antonio Aguilar Canché • El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana… • 84
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
bullangueros o aburridos” (Fuentes Gómez,
2000: 8). En este sentido, los sujetos recono-
cen, identifican y establecen una pertenencia
a un territorio, a la vez que establecen una
alteridad con otros lugares. En palabras de
Niño Murcia: “esa experiencia de territorialidad
está dada culturalmente, proviene de la cultura
y responde a ella, razón por la cual se confor-
man diferentes territorios” (2002: 204). De esta
forma, en la construcción y la representación
del territorio se atribuyen diversos significados
y valoraciones al lugar al cual se pertenece y
los que no conocemos.
En el análisis de los espacios considera-
dos inseguros, ambas zonas coinciden en se-
ñalar que los espacios comunes considerados
como peligrosos están las calles, paraderos,
parques, plazas, canchas deportivas; todos se
caracterizan por ser sucios, inseguros, caren-
tes de vigilancia, desprovistos de alumbrado
público, lo cual sedimenta imágenes negati-
vas. Lo anterior constituye las experiencias de
territorialidad que, según Lindón (2001), da
cuenta de la relación del sujeto con el territo-
rio, la cual se establece desde la subjetividad
social. Así, los pobladores de ambas zonas
construyen diversas representaciones e ima-
ginarios a espacios ubicados dentro del territo-
rio y que —por las características ya señala-
das por Fuentes Gómez (2000)— es posible
asociarlos con la inseguridad y la violencia.
No obstante, en ambos grupos, entre
mayor sea la distancia del territorio conocido,
es mayor la representación de índices de in-
seguridad. En este sentido, la relación del es-
pacio conocido-seguro y el espacio descono-
cido-inseguro, se presenta en espacios dentro
del mismo territorio y se aplica la misma re-
presentación a colonias cercanas y otros es-
pacios citadinos. Zonas habitacionales como
Emiliano Zapata Sur, Zazil Ha, San Antonio
Xluch, Melitón Salazar, entre otros, se ubican
de igual manera en el sur de la ciudad y tien-
den a colindar con San José Teco y colonias
como Santa María Chuburna, colindante con
el residencial Pinos del Norte, con el que
comparten características, por ejemplo, la falta
de iluminación pública, calles sin pavimentar,
marginación, lotes baldíos, jóvenes pertene-
cientes a pandillas y pobreza. El trasladarse,
dentro de la colonia, a espacios poco conoci-
dos, ir a otras colonias o, en su caso, expo-
nerse fuera de la zona residencial significa un
riesgo potencial a la integridad y los bienes.
Más “alejado” aún para ambos grupos se
encuentra el centro histórico de la ciudad, zo-
na que concentra la mayor oferta comercial y
sirve de interconexión entre las colonias urba-
nas con el interior del estado. El centro de la
ciudad lo “usan” y frecuentan diferentes secto-
res sociales y, por ende, concentra gran canti-
dad de individuos de diversas latitudes de la
ciudad y de diversas comunidades de Yuca-
tán. Entre sus principales características se
halla la falta de iluminación en las inmediacio-
nes del mercado municipal, la alta concentra-
ción de bares y parroquianos, gran número de
personas, todo ello permite asociar a este lu-
gar como un espacio de alta inseguridad y
violencia.
Fredy Antonio Aguilar Canché • El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana… • 85
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Por otra parte, para el análisis de los es-
tereotipos sociales, Reguillo (1998) observa
que las actividades ilícitas como el robo, la
delincuencia organizada, la inseguridad, entre
otros delitos, se encuentran revestidos de un
discurso que busca señalar a los responsa-
bles. Individuos con ciertos atributos físicos
(incluso fenotípicos) portan cierto estigma que,
en términos de Goffman (1996), alude a algu-
nas particularidades, con una carga profun-
damente desacreditadora.
Al cuestionar cuáles eran los sujetos que
se consideran peligrosos, ambos grupos seña-
laban a prostitutas, drogadictos, jóvenes delin-
cuentes, inmigrantes, vagabundos, mendigos,
homosexuales, extranjeros, borrachos. A to-
dos se les reviste con características discrimi-
natorias y peyorativas que contribuyen a cons-
truir y reafirmar a los sujetos portadores de
peligro e inseguridad.
Entre los personajes asociados al peligro
y la inseguridad se hallan los jóvenes, quienes
figuran como los presuntos responsables de
los actos delictivos y se les vincula con el am-
biente de las drogas, la marginación, el peli-
gro, la violencia en el espacio público y la de-
lincuencia urbana (Borja, 2004). Su forma de
vestir y por su apariencia sospechosa son
considerados delincuentes, pertenecientes a
pandillas, aunque esta asociación se hace
extensiva a todo aquel que utilice dichas pren-
das. La relación juventud/violencia hace pre-
sente en el imaginario colectivo diversos este-
reotipos que encasillan al joven como el “otro”
peligroso. En las zonas estudiadas, los princi-
pales actos imputados son las lesiones, daño
y robo a vehículos, vandalismo, daños a la
propiedad y, en menor medida, el homicidio.
Otro personaje comúnmente relacionado
con la violencia es la figura del migrante, a
quien se le estereotipa como la encarnación
de la pérdida de los valores de la sociedad o
la transformación adversa de ésta. Para quie-
nes nacieron fuera del Estado, se les atribu-
yen características que fungen “a la manera
de un estigma y un principio denegatorio”
(Delgado citado por Alonso, 2000: 40). Para
las familias yucatecas de ambas zonas, los
que han nacido en el D.F., Tabasco, Chiapas,
Veracruz, entre los más mencionados, man-
tienen rutinas, actividades, costumbres y prác-
ticas que refuerzan un estereotipo negativo y
figuran como los responsables de la pérdida
de los valores y los problemas sociales en la
ciudad.
Igualmente se presenta un aspecto
particular en la zona residencial, cuyos discur-
sos exaltan algunos personajes, como el jardi-
nero, la trabajadora doméstica, los encarga-
dos de medir el consumo de los servicios del
hogar (o medidores), los agentes de publici-
dad y los predicadores. En el caso del primer y
segundo personajes, algunos de los residen-
tes del fraccionamiento contratan los servicios
de estas personas para el arreglo del jardín o
la casa. Sin embargo, no todos los vecinos
son económicamente solventes para pagar
esos servicios y permitir la entrada de estos
personajes al complejo habitacional genera
cierta inconformidad.
Fredy Antonio Aguilar Canché • El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana… • 86
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Cabe señalar que en las entrevistas en
San José Tecoh, se les cuestionó cuáles eran
sus oficios, un porcentaje respondió que su
trabajo era limpiar casas, como jardinero u
otros oficios en zonas del norte de Mérida. En
cuanto a los medidores, su presencia genera
desconfianza por la posibilidad de que éste
sustraiga objetos de valor.
Por último, en el fraccionamiento hay
familias pertenecientes a alguna congregación
religiosa y, en ciertos casos, celebran reunio-
nes con los miembros de esa hermandad y su
presencia infringe las reglas impuestas en el
control del acceso. De todo lo anterior se ad-
vierte cómo se construyen las figuras que
rompen con el ideal de una comunidad aisla-
da. Como señala Pérez Rubio (2004: 69):
“frente a la presencia de un extraño, de un
‘otro’, se pierde la coherencia de esta comuni-
dad, en tanto que éste no forma parte de ella y
provoca un desorden en la rutina diaria de la
vida comunitaria”.
En los discursos de las dos zonas estu-
diadas, las figuras estereotípicas que engen-
dran la mayor incidencia delictiva en la ciudad
se centran en los jóvenes, aunque también se
recela de cualquier persona que genere des-
confianza. En ambos grupos se presenta un
fenómeno de alteridad que se fundamenta en
la distinción entre el “nosotros-ellos”, cuya
principal relación es el posicionamiento del
otro como amenaza. En el plano discursivo, el
delincuente posee rostros por los cuales es
reconocible, o bien se remite “a su existen-
cia/presencia impersonal e instrumental” (Mar-
tín Barbero, 2004: 301). No obstante, esto
conduce a que los habitantes de las zonas
urbanas tengan representaciones concretiza-
das en personajes que, genéricamente, se
erigen como de especial peligrosidad con as-
pectos polifacéticos.
Organización (o defensa) dentro del
territorio ante la inseguridad y la
violencia urbanas
Las probabilidades de sufrir alguna trasgresión
real o imaginaria dan origen a un horizonte
posible de acción, de prácticas y significados.
Así, los temores que suscitan estos fenóme-
nos sociales se convierten en operadores
simbólicos que modifican las rutinas de las
personas en su diario transitar y se relacionan
con las personas de su entorno y en la ciudad
(Reguillo, 1998). Con ambos grupos es común
que, ante la posibilidad de ser una víctima de
la delincuencia, se emplean diversas medidas
de protección de la integridad física o de los
bienes materiales. Niño Murcia et al. (1998),
en su estudio sobre el miedo en Bogotá, en-
contró tres tipos de estrategias emprendidas
por las personas ante una situación de peligro.
Un primer grupo lo conforman las es-
trategias de enfrentamiento que sugieren la
adquisición de armamentos (en casos extre-
mos) o dispositivos ante la amenaza de algún
delincuente. En el caso de los residentes de la
colonia San José Tecoh y la zona residencial
Pinos del Norte, no tienden a portar armamen-
to u otro artefacto para su seguridad. Según
Fredy Antonio Aguilar Canché • El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana… • 87
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Niño Murcia (1998) otra estrategia de los gru-
pos sociales con alta incidencia delictiva es la
actitud. Estrategia que propone proyectar una
imagen del individuo de mayor seguridad y de
confianza ante situaciones de inseguridad, e
incluye prácticas como no portar objetos de
valor.
Por último, están las prácticas de eva-
sión, que, como su nombre lo indica, es evitar
situaciones, personas o lugares que represen-
ten alguna amenaza a la integridad física. Pa-
ra ambos grupos, esta medida en su mayoría
la adoptan las mujeres cuando tienen que re-
lacionarse con los espacios y sujetos que con-
sideran peligrosos.
Una medida de protección entre veci-
nos se presenta cuando alguno de ellos se
ausenta de su hogar, lo más común es que
deje “encargada” la casa con alguno de sus
vecinos. Otra medida es salir a encontrarse
con el familiar que no tiene auto y que debe
viajar por las noches en transporte público. De
igual forma, circulan los consejos que reco-
miendan eludir a sujetos y situaciones de peli-
gro en las calles, no transitar por lugares poco
iluminados, no transitar a altas horas de la
noche en los espacios públicos, que es lo que
generalmente se comenta entre ambos grupos
de vecinos.
Esa preocupación manifestada entre
los entrevistados por familiares o personas
conocidas, Madriz (2001) lo denomina “miedo
altruista”. Este tipo de temor alude al desaso-
siego por los integrantes de su entorno inme-
diato de relaciones, compuesto por familiares,
amigos o vecinos. En este sentido, para algu-
nos de los entrevistados el miedo altruista se
vincula con el señalamiento de diversas estra-
tegias defensivas y evitar que un conocido sea
víctima de un delito.
Estas estrategias defensivas adoptadas
por los entrevistados son puestas en práctica
por la relación de los actores con las expe-
riencias directas e indirectas referentes a la
inseguridad. Todo ese conocimiento condicio-
na, de cierta manera, a llevar a cabo ciertas
prácticas que apunten a una mayor seguridad
de las personas.
Reflexiones finales
La ciudad de Mérida, Yucatán, no presenta las
mismas cifras delictivas como las que tienen
en el centro o en el norte del país. Sin embar-
go, en el contexto local, las representaciones
sobre la inseguridad y la violencia se han con-
vertido en un operador simbólico que modifica
el uso de la ciudad y la interacción con sus
usuarios. La colonia San José Tecoh y el frac-
cionamiento residencial Pinos del Norte, como
espacios urbanos con características distintas
en cuanto a localización, infraestructura, de-
mografía y seguridad, se asientan actores que
emiten juicios de valor, informaciones estereo-
típicas o creencias sobre el lugar donde se
ubican.
De este modo, como señala Jiménez
Ornelas, “el contexto en que se asume el fe-
nómeno de la inseguridad y la violencia se
relaciona con diversos elementos que se
desarrollan en el espacio geográfico en que se
Fredy Antonio Aguilar Canché • El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana… • 88
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
desenvuelve el individuo” (Jiménez Ornelas,
2005: 120).
Las relaciones sociales establecidas en
cada uno de los espacios aquí estudiados
(una colonia popular y un fraccionamiento re-
sidencial), se vinculan con la constitución de
una dimensión social que se funda a partir “de
los vínculos privados que se crean entre los
miembros de un hogar y, también, los colecti-
vos de ellos, con y entre “vecinos inmediatos”
(Villavicencio, 2006: 47). Las relaciones esta-
blecidas con los vecinos son elementos cen-
trales para fomentar el sentido de pertenencia
con el espacio vivido, ya que esto ocasiona
una mayor preocupación por su estado físico,
cuidado e integridad, además de apoyarse
entre sí para organizarse en el cuidado de los
bienes materiales en ausencia de alguno de
ellos.
Así pues, entre quienes habitan determi-
nado espacio, se establece un sentido de per-
tenencia y de identidad que les hace distin-
guirse de otras entidades colectivas. Lo
vecinal son construcciones simbólicas, de re-
presentaciones y prácticas en las que las per-
sonas elaboran la pertenencia a un lugar, in-
tercambiando y compartiendo significados.
Si bien ambas zonas estudiadas se eri-
gen como entidades en las que se enfrentan
discursos acerca de la convivencia vecinal y la
sociabilidad entre sus habitantes; en el tras-
fondo existe un discurso que enaltece la apro-
piación de un territorio dotado de sentido y de
atributos idiosincráticos que les permite esta-
blecer una especie de identidad colectiva, que
les hace distinguirse de otras entidades y
construir un reconocimiento de un “nosotros”
frente a los “otros”.
Así pues, en la construcción de la alteri-
dad que delimita la relación nosotros/otros, se
genera una serie de representaciones que
hacen posible la identificación y el reconoci-
miento de los que constituyen a “los otros” o lo
“de lugares inseguros”.
Ya se comentó antes que los jóvenes,
grupos migrantes o cualquier persona extraña
o ajena a la zona habitacional son personifica-
dos por delincuentes, criminales y todo aquel
que encarne el desorden social, la inseguri-
dad, la violencia o el debilitamiento de las ba-
ses morales. De esta forma, estas estigmati-
zaciones son frecuentemente asociadas con
las representaciones sobre la violencia y la
inseguridad.
En este sentido, en ambas zonas estu-
diadas, en la construcción social del “otro”, el
posicionamiento de cada individuo desempeña
un papel preponderante “dentro de su grupo
social, su ubicación en la ciudad, su socializa-
ción y el carácter del grupo de sus pares” (Ni-
ño Murcia, 2002: 201).
Por otra parte, en relación con los espa-
cios, así como con los relatos desprendidos
del análisis de los habitantes de San José Te-
coh y el fraccionamiento residencial Pinos del
Norte, se consignan múltiples representacio-
nes sobre los espacios de la ciudad, propor-
cionando orientaciones a sus habitantes y su
relación con dicho entornos. Cada actor tiene
un tipo de relación con la ciudad y da lugar a
Fredy Antonio Aguilar Canché • El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana… • 89
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
una diversidad de representaciones simbólicas
sobre los espacios urbanos. Sin embargo, no
todos están simbolizados ni son homogéneos,
de tal forma que se erigen en espacios con
atributos y significados, unos más que otros,
por lo que su conocimiento es incierto e in-
completo.
Como ámbito de interacción entre sujeto
y espacio, el espacio público adquiere una
dimensión simbólica impregnada de vivencias
personales, por lo que recibe un componente
cognitivo, efectivo y discursivo (Náteras Do-
mínguez, 1995: 31). Las relaciones estableci-
das en el espacio es una matriz mediadora
para la construcción de los imaginarios urba-
nos. Así, mediante el conocimiento —por ex-
periencia propia o indirecta— de ciertas zonas
de la ciudad, en los cuales acontecen fenó-
menos como la inseguridad y la violencia, se
presenta la creación de múltiples representa-
ciones acerca del espacio urbano.
El estado que guardan estos fenómenos
con el espacio público alimenta la desconfian-
za en estos lugares, propiciando su abandono
o limitando su utilización, de tal manera que
éste se transforma en un lugar para ser “expe-
rimentado” efímeramente. Los espacios públi-
cos hasta aquí referidos, a pesar de represen-
tar una proximidad con éstos, su percepción
como violentos e inseguros influye en las re-
presentaciones y prácticas de los habitantes
de ambos colectivos. Sin embargo, la presen-
cia de otros espacios con los mismos fenóme-
nos sobresalía por las múltiples representa-
ciones a causa de su frecuencia delictiva.
Hasta aquí he subrayado algunas de las
categorías que giran en torno a los espacios,
los sujetos y la inseguridad en la ciudad. En la
construcción de las representaciones e imagi-
narios socioespaciales vinculados a la insegu-
ridad y la violencia, la experiencia como vícti-
ma (o a través de allegados) alimenta estas
construcciones. El fenómeno de la inseguridad
predominante en la sociedad se ha constituido
en “una de las preocupaciones principales en
la agenda de todos los partidos políticos, de
las ciencias sociales y de los ciudadanos co-
munes” (Adorno, 1997).
El incremento de los índices delictivos
que atentan contra la propiedad y la persona,
crean una sensación de miedo e inseguridad
generalizada, extendida a tal punto que se
convierte en una expectativa cada vez más
comprobable para cualquier ciudadano. Así
pues, nuestro conocimiento de este fenómeno
puede estar vertido por las experiencias direc-
tas e indirectas con este entorno, que no son
otra cosa sino nuestro lugar de residencia o
los caminos que cotidianamente recorremos
en la ciudad.
Fuentes
Aguilar Díaz Miguel A, Raúl Nieto y Mónica
Cinco (2001), “Ciudad de presencias:
dimensiones evaluativas y sensoriales
en las evocaciones de la ciudad de
México” en Abilio Vergara Figueroa
(coord.), Imaginarios: horizontes plura-
les, México, BUAMP.
Fredy Antonio Aguilar Canché • El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana… • 90
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Alonso Meneses, Guillermo (2000), “La revan-
cha de Abel o la reinvención de Barce-
lona”, Ciudades, núm. 46 (Red Nacio-
nal de Investigación Urbana, México).
Araya Umaña, Sandra (2002), “Las represen-
taciones sociales: ejes teóricos para su
discusión” Cuaderno de Ciencias So-
ciales, núm. 127 (Flacso Costa Rica).
Belmont Gómez, Baltasar (2004), “Represen-
taciones urbanas, redes sociales y
consumo cultural entre estudiantes fo-
ráneos universitarios en la ciudad de
Mérida, Yucatán”, Mérida, en Antropo-
logía Social, UADY, tesis de licenciatu-
ra.
Borja, Jordi (2004), “Espacio público y espacio
político”, en Lucía Dammert (ed.) Segu-
ridad ciudadana: experiencias y desa-
fíos, Valparaíso, Programa URBAL.
Cárdia, Nancy (2000), “Impactos de la exposi-
ción a la violencia: ¿aceptación de la
violencia o pavor continuo? El caso de
San Pablo”, en Susana Rotker (ed.)
Ciudadanías del miedo, Caracas, Nue-
va Sociedad-Rutgers.
Castillo León, María Teresita (2002), “La pros-
titución femenina en la “Amapola”. Re-
presentaciones sociales e imaginarios
urbanos”, Mérida Antropología Social,
UADY, tesis de maestría..
Garay, Graciela de (1999), “La entrevista de
historia oral: ¿monólogo o conversa-
ción?”, Revista Electrónica de Investi-
gación Educativa, en
<http://redie.ens.uabc.mx/vol1no1/cont
enido-garay.pdf>.
Durkheim, Emile (1994), Las reglas del méto-
do sociológico, México, Ediciones Co-
yoacán.
Fuente Gómez, José (2000), “Imágenes e
imaginarios urbanos: su utilización en
los estudios de las ciudades”, Ciuda-
des, núm. 46 (Red Nacional de Investi-
gación Urbana, México).
Goffman, Erving (1996), La identidad deterio-
rada, Buenos Aires, Amorrortu.
Jiménez Ornelas, René Alejandro (2005),
“Percepción ciudadana sobre la inse-
guridad en la globalización: México y el
Distrito Federal”, enPatiño Tovar y Jai-
me Castillo Palma (comps.) Inseguri-
dad, riesgo y vulnerabilidad. III Con-
greso internacional: balance y
perspectivas del análisis territorial.
Puebla, Universidad Autónoma de
Puebla- RNIU.
Lindón, Alicia (2001), “El significado del espa-
cio urbano en la experiencia del suje-
to”, Revista Ciudades, núm. 49 (Pue-
bla).
Madriz, Esther (2001), A las niñas buenas no
les pasa nada malo. Buenos Aires, Si-
glo XXI.
Martín Barbero, Jesús (2004) “Bogotá: los la-
berintos urbanos del miedo”, en Patri-
cio Nava y Marc Zimmerman (coords.),
Las ciudades latinoamericanas en el
nuevo (des)orden mundial, México, Si-
glo XIX.
Fredy Antonio Aguilar Canché • El doble discurso de las representaciones de la inseguridad y violencia urbana… • 91
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Náteras Domínguez, Alfredo (1995) “El tian-
guis del Chopo como espacio público”,
Revista Ciudades, núm. 27 (RNIU, Pue-
bla).
Niño Murcia, Soledad (1988) Territorios del
miedo en Santa Fe de Bogotá. Imagi-
narios de sus ciudadanos, Bogotá, Ob-
servatorio de Cultura Ciudadana.
Niño Murcia, Soledad (2002), “Eco del miedo
en Santafé de Bogotá e imaginarios de
sus ciudadanos”, en Jean Delumeau
(comp.), El miedo. Reflexiones sobre
su dimensión social y cultural, Mede-
llín, Corporación Región.
Osnaya Alarcón, Fernando (2003), “Las repre-
sentaciones sociales de las unidades
de servicios de apoyo a la educación
regular”, Barcelona, Departamento de
Pedagogía Aplicada, Universidad Au-
tónoma de Barcelona, tesis de docto-
rado.
Pérez Rubio Ana María (2004), “Los jóvenes y
el trabajo. Un estudio sobre represen-
taciones sociales”, Monografías Virtua-
les, núm. 4, en <http://www.campus-
oei.org/valores/monografias/monografi
a04/reflexion03.htm>.
Reguillo, Rossana (1998), “Imaginarios globa-
les, miedos locales la construcción so-
cial del miedo en la ciudad”, Recife,
ponencia presentada en el IV Encuen-
tro de la Asociación Latinoamericana
de Investigadores de la Comunicación
(ALAIC), Universidad Católica de Per-
nambuco, Recife, Brasil.
Sidorova, Ksenia (2002), Los parques de Mé-
rida, usos, usuarios e imaginarios, Mé-
rida, Universidad Autónoma de Yuca-
tán, tesis de maestría..
Silva, Armando (1992), Imaginarios urbanos.
Bogotá y São Paulo. Cultura y comuni-
cación urbana en América Latina, Bo-
gotá, Tercer Mundo.
Vergara Figueroa, Abilio (2001), “Horizontes
del imaginario. Hacia un reencuentro
con sus tradiciones investigativas”, en
Abilio Vergara Figueroa (coord.), Ima-
ginarios: horizontes plurales, México,
BUAMP.
Villavicencio, Judith (2006), “Conjuntos habita-
cionales en la ciudad de México: en
busca de espacios sociales y de inte-
gración barrial”, Red de Investigación
Urbana (UAM Azcapotzalco).
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
Salomón González Arellano Segregación y cierre del espacio residencial: análi -sis de la forma urbana de las ciudades de México y Toulouse pp. 92 - 108 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © Salomón González Arellano (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reservados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electró-nico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 93
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la
forma urbana de las ciudades de México y Toulouse
SALOMÓN GONZÁLEZ ARELLANO*
RESUMEN
El objetivo del presente trabajo es identificar el papel que juega la forma urbana en el cierre de algu-
nos conjuntos residenciales y de caracterizar, por medio de sus perfiles socioresidenciales, el grado y
tipo de segregación residencial de estos lugares. En este análisis manejamos la hipótesis de que los
conjuntos habitaciones cerrados son expresiones de un estrategia espacial que busca un control dife-
renciado de distanciamiento y proximidad por medio de la localización y la forma urbana, produciendo
prácticas segregativas. Los resultados del análisis permiten confirmar los efectos de estas prácticas
urbanas y comparar el caso de dos ciudades con formas urbanas desiguales: la ciudad de México y la
ciudad de Toulouse.
Palabras clave : forma urbana, conjuntos residenciales cerrados, segregación residencial
.
ABSTRACT
The aim of this study is to identify the role of urban form in the closing of some residential complexes
as gated communities, and to characterize the degree of residential segregation by their social and
housing profiles. In this analysis we treat the hypothesis that the gated communities are expressions
of a spatial strategy which seeks control by distance and proximity with others social groups, and by
the location and the urban form producing a segregated landscapes. The results of the analysis con-
firm the effects of these practices. The study analyzes the urban form of two cities: Mexico City and
Toulouse.
Key words : urban form, gated communities, residential segregation.
Fecha de recepción: 30/09/2011 Fecha de aceptación: 18/04/2012
* Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. C.e.: < [email protected]>.
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 94
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Introducción
Es posible sintetizar en dos grandes procesos espaciales la transformación que la forma ur-bana ha experimentado a partir de la Revolu-ción industrial. El primero, derivado de la in-vención del ascensor, consiste en la posibilidad de hacer crecer la ciudad vertical-mente, aumentando su densidad; el segundo, a partir del origen del transporte motorizado (primero, el tranvía; hoy, el automóvil), gene-rando así una expansión de la ciudad. Ambos, el ascensor y el automóvil, permitieron, como artefactos tecnológicos, transformar la fisono-mía de las ciudades contemporáneas, paradó-jicamente, por medio de fuerzas centrífugas y centrípetas, complementarias y contrarias. Es evidente que resultaría simplista explicar la estructura de la ciudad actual por medio de dos innovaciones tecnológicas; sin embargo, lo que sí llama poderosamente la atención es la drástica transformación que han experimen-tado las formas tan diversas y complejas que generan las aglomeraciones humanas (Allain, 2004; Conzen y Conzen, 2004).
De manera más reciente, ante un mun-do eminentemente urbano y con clara tenden-cia a un sistema metropolitano altamente je-rarquizado, el estudio de la estructura de las ciudades y las metrópolis retoma particular interés. De hecho, un aspecto peculiar del proceso de metropolización es, justamente, una serie de transformaciones morfológicas, un estado cualitativamente distinto al modelo de ciudad industrial. La urbanización difusa, la expansión hacia la periferia cercana, la pérdi-da de densidad, la policentralidad y la frag-mentación urbana son algunas de las cualida-des morfológicas que se atribuyen al modelo actual de la metrópolis (Desmarais, 1998; Remy, 2002; Jenks et al., 2008). Las fuerzas de estas estructuras espaciales, así como sus consecuencias son parte central del debate contemporáneo en el campo de los estudios urbanos.
En este sentido, hemos visto, tanto en el medio universitario como en las políticas urbanas y en la práctica profesional de arqui-tectos y urbanistas, un renovado y creciente interés por entender los impactos de la forma urbana sobre distintos aspectos de la vida co-tidiana (Jenks et al., 2000; Mangin, 2004; Jenks et al., 2008). Algunos de los temas aso-ciados a la forma de las ciudades son, en pri-mer lugar, quizás, el relacionado con el desa-rrollo sustentable, el consumo de energía, el transporte, la salud, el uso del suelo y la se-gregación urbana. Así, numerosas evidencias muestran recientes transformaciones y un de-bate intenso sobre la forma de las ciudades; ejemplo de ello sin duda es el asunto del re-greso a la ciudad compacta, las formas tradi-cionales que postulan el movimiento del nuevo urbanismo, o el debate generado por la emer-gencia y difusión de modelos residenciales, como las gated communities.
En este sentido, el objetivo de este ar-tículo es explorar el cierre de la forma urbana y su asociación con prácticas segregativas. Específicamente se busca identificar el papel que desempeña la forma urbana en el cierre de algunos conjuntos residenciales de la aglomeración de Toulouse y la ciudad de Mé-xico, así comocaracterizar, por medio de sus perfiles sociorresidenciales, el grado y tipo de segregación residencial de estos lugares.
En este escrito manejamos la hipótesis de que los conjuntos habitacionales cerrados son expresiones de una estrategia espacial que busca un control diferenciado de distan-ciamiento y proximidad, por medio de la locali-zación y la forma urbana, en primer término, y apoyado por dispositivos arquitectónicos y tecnológicos, en segundo término, producien-do prácticas segregativas socioespaciales. Estas estrategias buscan mantener un cierre y control, a manera de enclave, sobre el entorno local y sin perder su acceso al conjunto de la aglomeración.
El proceso de cierre del espacio urbano y residencial ha llamado la atención en las
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 95
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
últimas dos décadas. Asociado a la legítima preocupación sobre la segregación urbana, algunos especialistas se han preocupado por la privatización y cierre del espacio público y de las configuraciones asociadas (Cabrales, 2002; Capron, 2006). Sin embargo, al menos tres son los enfoques que han privilegiado el análisis del cierre de estos conjuntos residen-ciales: el de tipo arquitectónico, el de dispositi-vos tecnológicos de seguridad y el organiza-cional. Si bien algunos trabajos han analizado la localización y morfología de estos lugares, el análisis ha soslayado la identificación de atributos morfológicos locales y globales aso-ciados a estrategias segregativas residencia-les.
El objeto de estudio de la morfología urbana es la forma del sistema espacial de las ciudades. Esta definición inicial nos remite a aceptar la naturaleza compleja de la forma. En términos generales, en el estudio de la forma de cualquier organización espacial se recono-cen dos grandes corrientes: la primera consi-dera la forma como algo dado “naturalmente”; la segunda la ve como resultado de la conjun-ción de fuerzas y como consecuencia de una serie de procesos. La oposición/articulación de estas corrientes se halla comúnmente en los distintos enfoques y métodos de la geografía y de la arquitectura. Ambas disciplinas recurren al binomio tipología/morfología, es decir, por un lado, adoptando arquetipos y, por el otro, reconocen el papel de los procesos que están detrás de la generación de la forma.
Si bien el término de forma urbana es polisémico, nos remite a una serie de registros comunes: a) la forma como paisaje, b) como forma socioespacial, c) como sistema biofísi-co, d) como organización del tejido y trazos del medio construido. En este sentido, la mor-fología urbana ha de ser vista como el estudio analítico de la producción y modificación de la forma de las ciudades en el tiempo, analiza, por lo tanto, el tejido urbano y sus elementos construidos, ordenados a través de su evolu-ción, transformaciones, interrelaciones, así
como de los procesos sociales que los gene-raron (Samuels, 1986).
El análisis de la forma urbana tiene di-versas lecturas; distintas tradiciones en este campo van desde enfoques paisajistas, histo-ricistas, semióticos, economicistas, etc., entre las que han tomado especial importancia en las dos últimas décadas se halla la desarrolla-da por Bill Hillier y su equipo en Inglaterra, conocida como Space Syntax.1 La idea central detrás de Space Syntax es la de identificar atributos de la forma urbana, más allá de la simple geometría que presentan sus espacios. En realidad, trata de caracterizar el espacio relacional de los lugares, por medio de técni-cas analíticas, al subdividir la ciudad en una gran cantidad de unidades de análisis, nor-malmente espacios como calles o plazas; es-pacios que mantienen relaciones entre sí por medio de las conexiones, intersecciones, so-breposiciones, etc. (Clifton et al., 2008). El análisis morfológico permite entender el mane-jo de la distancia (segregación) que ciertos actores (como promotores inmobiliarios) esta-blecen en la localización y el diseño de un conjunto residencial, una plaza comercial o la remodelación de una sala de exposiciones, por medio de la manipulación de ciertos atribu-tos morfológicos distintos a la tipología arqui-tectónica. Estos atributos han sido analizados en numerosos trabajos de la comunidad Spa-ce Syntax y se han explorado sus relaciones con algunos comportamientos de las perso-nas, como desplazamientos, actividad comer-cial, delincuencia, accesibilidad, valor inmobi-liario, etc. Siguiendo esta línea de trabajo, aquí se aborda la relación entre forma urbana y la estructura segregativa de dos ciudades significativamente distintas que hemos decidi- 1 El enfoque de Space Syntax se desarrolló origi-nalmente en la escuela de arquitectura Bartlett, University College London, durante los años ochenta. Actualmente, la comunidad de Space Syntax ha crecido en numerosos países y su apli-cación se ha extendido a disciplinas como el urba-nismo, la arquitectura, la arqueología, geografía, psicología, etcétera.
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 96
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
do estudiar: la Aglomeración Urbana de Tou-louse (AUT) y la Zona Metropolitana de la ciu-dad de México (ZMVM). Análisis de la forma urbana Con casi más de dos décadas de desarrollo, el enfoque para el estudio de la forma urbana denominado Space Syntax ha dado relevantes muestras de su significativa validez. Numero-sos trabajos empíricos han demostrado, por un lado, una sólida coherencia en el desarrollo de nociones analíticas y teóricas sobre la con-figuración del espacio y, por el otro, de la exis-tencia de una relación entre ciertos atributos de la morfología urbana y prácticas sociales (Hillier, 1996; Vaughan, 2007). El método de análisis implica —sucintamente dicho— la re-presentación axial del sistema de espacios abiertos de la ciudad, que a su vez se modela en un sistema de graphos, a partir del cual se estiman sus atributos relacionales. El análisis de estas relaciones espaciales asigna medi-ciones para el conjunto de lugares (calles, pla-zas y demás), caracterizando sus relaciones directas y estimando sus relaciones indirectas (a través de otras) con el resto del sistema. Este aspecto es importante desde el punto de vista de Space Syntax, en el sentido de que toma en cuenta el “todo” y “las partes” para el análisis de la forma urbana. Además de esta consideración, las herramientas metodológi-cas del presente enfoque permiten consignar el papel estático y dinámico del espacio físico, tanto para su dimensión local, como en su di-mensión global. Efectivamente, una de las principales aportaciones ha sido la capacidad explicativa de la movilidad y accesibilidad a partir de atributos morfológicos de las ciuda-des.
Si bien a lo largo de numerosos traba-jos se han desarrollado nuevas, refinadas y especializadas mediciones, una revisión de estos trabajos permite identificar los atributos que han demostrado ser los más significativos en el análisis de la forma urbana. Estas medi-
ciones dan cuenta de dos grandes dimensio-nes: su grado de vínculo o integración a nivel local y global dentro del sistema urbano, y su papel estático y dinámico dentro del conjunto de las interacciones posibles de la ciudad. El cuadro 1 sintetiza estas cuatro mediciones:
Cuadro 1. Principales medidas de la forma
urbana desde Space Syntax Local Global
Estática Conectividad Integración
Sintética Control Intermediación
Medidas locales Conectividad: medida que reporta el número
de vínculos directos que cada calle tie-ne con otras vialidades.
Control: medida que capta el papel de vincula-ción de ciertas calles entre dos o más grupos de vialidades. En otras pala-bras, describe las vialidades que sirven mejor de paso entre el mayor número de vialidades próximas.
Medidas globales Integración: es la medida que permite reflejar
la mínima distancia (profundidad) pro-medio que tiene una vialidad con cada una del resto de calles de toda la aglomeración.
Intermediación: de manera similar al índice de control, esta medida permite captar las vialidades que mejor sirven de media-ción entre todas las vialidades de la aglomeración. En otras palabras, iden-tifica el grado en que un lugar sirve de liga, cuando muchos otros lugares se relacionan entre sí (un puente o un tú-nel metropolitanos es un buen ejemplo de estos lugares).
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 97
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Sobre la segregación residencial Una de las principales ideas que postula los trabajos de Space Syntax, y en general los estudios sobre la forma urbana, consiste en la relación en que el arreglo de objetos, como la configuración de vialidades y la forma de manzanas, son expresiones de estrategias espaciales de actores concretos. Estas estra-tegias, como el control de la distancia, del fil-traje, del desplazamiento de objetos, animales y personas, son algunas competencias espa-ciales desarrolladas en los conjuntos residen-ciales cerrados de manera singular (Lussault, 2009).
Por otra parte, el estudio de la segre-gación urbana ha puesto el énfasis en recien-tes trabajos sobre las nuevas formas residen-ciales, especialmente ha llamado con especial interés el desarrollo de los modelos residen-ciales basados en el cierre como las gated communities de Estados Unidos y de todas sus equivalencias en otros países. Numerosos trabajos se han desarrollado sobre este tema y desde muy distintas perspectivas. Una de las principales hipótesis que la literatura en esta línea ha soportado refiere al efecto se-gregativo que tiene la puesta en práctica de estrategias espaciales residenciales de locali-zación y cierre de estos desarrollos residen-ciales. Efectivamente, buena parte de esos desarrollos tienen como lógicas de localiza-ción espacios periurbanos y recurren a formas urbano-arquitectónicas de cierre y control del espacio.
La delimitación del concepto “conjunto residencial cerrado” (CRC) no es simple por la gran diversidad de formas, orígenes y estrate-gias de cierre y control del espacio residencial. En efecto, existe una gran variedad en la tipo-logía residencial que alude al cierre y control del espacio vecinal. Esta tipología responde al menos a cuatro enfoques: 1) desde la visión de la morfogénesis del conjunto residencial; 2) desde la configuración del espacio construido
del ámbito urbano y arquitectónico; 3) desde los dispositivos tecnológicos de cierre, control y vigilancia, y 4) desde las formas de la orga-nización sociopolítica del cierre y control del espacio vecinal. Para los fines de este artícu-lo, adoptamos como objetos de análisis los conjuntos residenciales cuyo cierre responde claramente a la gestión intencional de la confi-guración del espacio urbano y arquitectónico del vecindario.2 Objetivo Identificar los tipos de cierre físico y su aso-ciación con la segregación sociorresidencial para las ciudades de México y Toulouse, a partir del análisis comparativo de la forma ur-bana de un grupo de conjuntos residenciales cerrados. Objetivos específicos
1. Identificar conjuntos habitacionales ce-rrados (CHC) en ambas ciudades.
2. Caracterizar la forma urbana de estos fraccionamientos.
3. Medir el grado de integración global y local de estos fraccionamientos respec-to del conjunto de la ciudad.
4. Caracterizar la segregación residencial de estos CHC respecto del conjunto de la ciudad.
Metodología El procedimiento requiere dos momentos: 1. Caracterización de la forma urbana de los
CRC. Para el análisis de la forma urbana, la principal fuente de información será la red de vialidades, la cual permite estimar una serie de mediciones sobre la forma urba-
2 Para efectos analíticos y prácticos, aquí no consi-deramos las otras tres entradas de análisis: el de su morfogénesis, el de los dispositivos de cierre, control y vigilancia, ni el de sistema de organiza-ción sociopolítico.
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 98
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
na, específicamente las que describen la conectividad, control local, la intermedia-ción y la integración global de la ciudad. En este análisis se cuenta, para ambas ciudades, con la red de vialidad primaria, que para la escala metropolitana permite captar adecuadamente los indicadores mencionados. Ambas bases de datos se depuraron y se exportaron a un SIG para su análisis.
2. Caracterización, grado y tipo de segrega-ción sociorresidencial. A partir de informa-ción censal, se identifican las principales características sociorresidenciales de los conjuntos analizados para ambas ciuda-des. La literatura sobre la segregación de ciudades francesas y mexicanas permite seleccionar las dimensiones más relevan-tes. Algunas limitantes en el acceso de da-tos censales obligan a restringir el número de indicadores y el tipo de análisis compa-rativo. Los indicadores seleccionados dan cuenta cercana del estatus socioeconómi-co de la población (se utilizó el ingreso y el nivel educativo), el estatus familiar (indica-dores del estado civil y número de hijos), así como el tipo de vivienda.
Resultados Segregación México y Toulouse Para las ciudades latinoamericanas, la segre-gación residencial se ha estudiado principal-mente desde la dimensión socioeconómica. Sin embargo, estudios recientes han incorpo-rado nuevas visiones en el análisis de la dife-renciación sociorresidencial (como la edad, el estatus migratorio y socioprofesional) (Gonzá-lez, 2011). Aunado a esto, evidencias previas identifican tres grandes dimensiones que es-tructuran el espacio sociorresidencial: 1) la consolidación urbana y residencial; 2) el esta-tus socioeconómico y 3) el estatus familiar y ciclo de vida. En el caso de las ciudades de México y Toulouse, se explora el grado de segregación sobre estas tres dimensiones, por medio de variables de los censos de población y vivienda. Además de estos tres aspectos,
incluimos en nuestro análisis la posesión de automóvil en los hogares, como un indicador de la manera de relacionarse con el espacio metropolitano y del estatus socioeconómico.
La segregación sociorresidencial en la ZMVM presenta una fuerte concentración de grupos sociales de altos ingresos, particular-mente en el Distrito Federal (Duhau y Giglia, 2008). Los mecanismos de segregación a es-cala fina, asociados a las dinámicas del mer-cado inmobiliario y a los diversos modos de producción de vivienda (pública, privada y au-toconstrucción), se traducen esencialmente en las diferencias ya conocidas para la metrópo-lis: el norte industrial, el poniente residencial, el sur residencial y comercial, y el oriente po-pular. Sin embargo, estas diferencias tienden a atenuarse con el mejoramiento y consolida-ción de antiguas zonas de autoconstrucción como Nezahuacoyótl.
Como es el caso de otras ciudades la-tinoamericanas, la segregación sociorresiden-cial se caracteriza por zonas periféricas ho-mogéneas de grupos sociales desfavorecidos, así como por una heterogeneidad de zonas en coexistencia entre grupos clase media y popu-lares (Rubalcava y Schteingart, 2000; Sabati-ni, 2003). En la ciudad de México, si bien ha llamado la atención la emergencia de Santa Fe, no es nuevo este patrón sociorresidencial de proximidad entre personas ricas que habi-tan residencias de altos estándares, en cerca-nía con los pueblos originarios y poblamientos de autoconstrucción. De hecho, durante los años noventa, se advirtió un empobrecimiento de la periferia y una recentralización de la ri-queza en la ciudad de México (Ariza y Solís, 2009), explicados en parte por las políticas recientes de redensificación de la ciudad cen-tral, la revitalización del centro histórico y la presencia de megadesarrollos residenciales en la periferia de la ciudad (Duhau y Jacquin, 2006).
Los municipios de Naucalpan, Tlane-pantla y Atizapán son representativos de estas formas de segregación sociorresidencial. En
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 99
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Naucalpan, la división social del espacio se manifiesta por la ocupación en franjas: el sur ocupado por fraccionamientos de una nivel muy alto; la parte central caracterizada más por barrios de autoconstrucción, alrededor del centro urbano tradicional, y en el norte, la zo-na de fraccionamientos de clase media y me-dia superior. Esta urbanización rápida ha en-globado a los pueblos, así como el tejido urbano residencial es en ocasiones una imbri-cación de barrios de autoconstrucción, de an-tiguos pueblos y de fraccionamientos de cla-ses medias.
Por otra parte, para las ciudades fran-cesas, los estudios sobre la segregación resi-dencial muestran que las principales dimen-siones sobre las que se diferencia el espacio residencial se asocian a la categoría socio-económica, el ciclo de vida o estructura fami
liar, la identidad étnica y la calidad de la vi-vienda, asociada en Francia a la edad y al ta-maño de la construcción (Schwabe, 2007). Para el caso de la aglomeración urbana de Toulouse (AUT), y con el propósito de favore-cer, en la medida de lo posible, algún tipo de comparación respecto de la ciudad de México, tomamos tres indicadores que permitan identi-ficar el grado y tipo de segregación sobre la dimensión socioeconómica, estatus familiar y ciclo de vida, calidad de vivienda, y un cuarto que capte la presencia del automóvil en los hogares. El cuadro 2 contiene datos sobre estas variables para ambas zonas metropoli-tanas (estimados a partir de unidades geoes-tadísticas relativamente comparables; AGEB y datos del año 2000 para México, IRIS y datos de 1999 para Francia).
Cuadro 2. Indicadores sociodemográficos y de vivien da de la AUT (1999) y de la ZMCM (2000)
FUENTE: INEGI (2000), INSEE (1999).
Las variables seleccionadas reflejan, sintéticamente, la dimensión socioeconómica, la estructura de edad y de las condiciones físi-cas de la vivienda. Algunos de los principales datos reflejan la diferencia que hay entre las dos aglomeraciones en cuanto a su fase en la transición demográfica; para México, se mues-tra una población relativamente joven respecto de la que presenta Toulouse (31.4 por ciento por ciento de menores de quince años para
México y 22.7 por ciento por ciento para Tou-louse). De manera semejante, el tamaño de los hogares y número de personas por vivien-da refleja diferencias importantes entre ambas aglomeraciones (4.0 personas por hogar en México y 2.3 en Toulouse).
En cuanto a los indicadores asociados a la dimensión socioeconómica, las dos aglo-meraciones muestran similitudes en la propor-ción de personas con estudios superiores;
México Toulouse
Población total 17,992,044 762,409
Porcentaje de menores (15 años y menos) 31.41 22.74
Porcentaje de adultos mayores 6.81 17.29
Tamaño promedio de hogares 4.06 2.35
Porcentaje de personas estudios superiores 10.75 11.66
Total de viviendas 4,132,080 371,018
Porcentaje de viviendas propias 73.46 40.88
Porcentaje de viviendas con servicios* 11.47 73.31
Personas por viviendas 4.24 2.31
Porcentaje de viviendas con automóvil 34.94 72.32
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 100
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
mientras que tienen diferencias significativas en el porcentaje de viviendas con estatus de ocupación de tipo propietario (73.4 por ciento para México y 40.8 para Toulouse) y hogares con automóvil (34.9 y 72.3 por ciento, respec-tivamente). Otras diferencias relacionadas con lo residencial son el desigual acceso a vivien-da bien dotada de servicios, y las dimensiones de ésta.
La posición de los CRC de Toulouse y México dentro de la estructura residencial de la aglomeración muestra que, de los cuatro aspectos que analizamos (vivienda, nivel so-cioeconómico, edad y ciclo de vida y automo-vilización) destacan dos aspectos: la impor-tancia que del estatus de ocupación residencial de tipo propietaria, y la posesión de automóvil. Efectivamente, tanto para Tou-louse como para México, las zonas estudiadas presentan muy altos valores en los indicado-res del estatus de ocupación de tipo propieta-ria. Para México, dos de las tres zonas de es
tudio presentan valores significativamente su-periores al conjunto de la aglomeración. La Zona Esmeralda y Ciudad Satélite presentan valores muy similares en cuanto a la presencia del automóvil, población con estudios superio-res, viviendas con todos los servicios y vivien-da con estatus de ocupación propia. Para es-tas zonas, la proporción de vivienda con todos los servicios es tres veces la que presenta la Zona Metropolitana (47 y 45 por ciento, res-pectivamente, contra 11.4 por ciento de la ZM), la posesión de automóvil también es muy su-perior, más del doble respecto del resto de la aglomeración (78 y 77 por ciento, respectiva-mente). La población con estudios superiores y las viviendas propias siguen patrones simila-res y superiores respecto de la que tiene la ZM de la ciudad de México. Aunado a esto, cabe mencionar que estas dos zonas son relativa-mente homogéneas si se comparan la hetero-geneidad de las distintas zonas estudiadas.
Figura 1. Vivienda con estatus de ocupación propia de la AUT (1999)
FUENTE: elaboración propia con datos de IRIS, 1999 (INSEE, 1999).
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 101
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
En cuanto al AUT, el patrón no es muy diferente, a excepción de la población menor de quince años, el resto de los indicadores se presenta por encima de la media global. Aun-que sin ser tan fuerte como en el caso de la ciudad de México, llama la atención la manera en que los CRC analizados superan los valores de la aglomeración, especialmente la posesión de automóvil y el estatus de ocupación propie-tario de la vivienda.
El porcentaje promedio de hogares con automóvil propio de los CRC estudiados es veinte puntos porcentuales superior al de la aglomeración urbana de Toulouse (92 con-tra72 por ciento). En el mismo sentido, el esta-tus de ocupación residencial de tipo propieta-rio es significativamente superior en los CRC en comparación con lo que presenta la aglo-meración; 55 contra 41 por ciento, respecti-vamente. La edad, específicamente la pobla-ción menor de quince años, y la población que
cuenta con estudios superiores, siguen una proporción muy semejante al que tiene la AUT en su conjunto.
Más allá de estas diferencias, nuestro interés se enfoca en la distribución espacial de estos indicadores dentro de las dos aglomera-ciones, con el fin de tener una mejor idea del tipo y grado de segregación residencial. Para este propósito, hemos recurrido al índice de segregación (IS de Duncan y Duncan)3 para estimar la regularidad en que se distribuye entre las unidades geográficas los grupos de la población. El índice de segregación (IS) de seis variables se calculó para las dos aglome-raciones y se estimó a partir de las variables del cuadro 3.
3 El índice de segregación mide la distribución de un grupo social y su valor varía de 0 a 1. El índice expresa la proporción del grupo que debiera redis-tribuirse al resto de las unidades geográficas para obtener una equidistribución perfecta.
Cuadro 3. Índice de segregación (is) para la ciudad de México y la AUT
Fuente: elaboración propia con datos de INSEE (1999), INEGI (2000)
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 102
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
El cuadro 3 muestra el tipo e intensidad de la segregación residencial de ambas aglo-meraciones. El indicador que mejor refleja la segregación residencial entre la población se refiere a la tenencia de la vivienda (viviendas propias). Para Toulouse, pero aun más para la ciudad de México, la repartición espacial de la vivienda propia dista de ser uniforme sobre el territorio. El IS de esta variable indica que sería necesario, para el caso de México, reubicar a casi la mitad del estatus de ocupación de tipo propietaria de vivienda (IS=0.48) para tener una distribución espacial homogénea.
Para el caso de Toulouse, con un valor IS menor, la “vivienda propia” es igualmente el indicador con la más fuerte segregación resi-dencial (IS=0.39). En segundo orden, tiene que ver también con aspectos asociados a la di-mensión socioeconómica, la población con
estudios superiores, seguida por la posesión del automóvil para México (IS=0.39 y 0.31, respectivamente), y para Toulouse, los hoga-res con automóvil (IS=0.37).
El resto de las variables muestran valo-res IS relativamente similares, a excepción de los adultos mayores en la ciudad de México. Este sector de la población representa un gru-po altamente segregado en general para las ciudades mexicanas, mostrando patrones de concentración, normalmente en las zonas cen-trales de las ciudades. Esta situación es signi-ficativamente diferente para la aglomeración urbana de Toulouse, donde el IS de población menor de quince años y adultos mayores es prácticamente el mismo.
Figura 2. Vivienda con estatus de ocupación propia, ZMVM y tres zonas de estudio
FUENTE: elaboración propia, con datos de AGEB, 2000 (INEGI, 2000).
Vivienda, estatus socioeconómico y ci-
clo de vida son, en ese orden, a partir de las variables analizadas, las dimensiones de dife-renciación del espacio residencial. Lo anterior
permite sintetizar que, al menos para estas dos ciudades, la distribución espacial del tipo de ocupación residencial (propietario o arren-datario) es la principal fuente de diferenciación
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 103
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
sociorresidencial de ambas metrópolis. Esto es bastante interesante, y cabe señalar que, en el caso de México, ser propietario de su vivienda no es necesariamente un indicador
socioeconómico, debido a la importante pro-ducción informal del hábitat y de programas sociales de vivienda que representa casi la mitad del parque residencial de la ciudad.
Figura 3. Hogares con automóvil, AUT (1999)
FUENTE: elaboración propia a partir de datos de IRIS 1999 (INSEE, 1999). Además de la tenencia de la vivienda, la po-sesión de un automóvil y el haber cursado es-tudios superiores son, en un segundo nivel, variables que reflejan una segregación resi-dencial de tipo socioeconómica. Por último,
para el caso de México, el ciclo de vida consti-tuye otra dimensión de diferenciación residen-cial, explicado en buena parte por la concen-tración de los adultos mayores.
Figura 4. Vivienda con automóvil, ZMCM
FUENTE: elaboración propia, con datos de AGEB, 2000 (INEGI, 2000).
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 104
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Cierre e integración de los conjuntos resi-denciales cerrados De los CRC estudiados en Toulouse, fue posi-ble identificar las características sociorresi-denciales de su entorno. Estableciendo la uni-dad geoestadística en la que se localiza cada CRC, nos damos una idea del tipo de ambiente sociorresidencial al que pertenece. Cabe mencionar (y aclarar) que no se trata estricta y exclusivamente de las características de los residentes que habitan dentro de cada CRC estudiado, sino del lugar inmediato donde se insertan y del que forman parte. Toulouse La AU de Toulouse contiene 762,409 habitan-tes (en el año 2000); se compone de 317 IRIS y tiene una extensión de 81,970 hectáreas. El levantamiento de un grupo de conjuntos resi-denciales cerrados permite comparar aspectos morfológicos de estos lugares respecto del resto de la aglomeración. Como se dijo ante-riormente, nos apoyamos en dos indicadores clásicos, según Space Syntax para caracteri-zar la integración global y local de los CRC. De los 118 CRC identificados para la AU de Tou-louse, 26 comparten viviendas individuales y departamentos. El promedio de viviendas indi-viduales es de 21, teniendo una variación im-portante; Cornebarrieu con 156, seguido por Toulouse St.-Simon-Levi con 67 (11 CRC, entre 40 y 70 viviendas; 35 casos entre 20 y 39 vi-viendas; 41 casos entre 10 y 19 viviendas, y el resto con menos de 10 viviendas). La integración local Se estimó por medio del índice de control y el índice de la conectividad que presentaba la configuración de las vialidades locales. Los resultados muestran que las zonas estudiadas tienen ligeras diferencias respecto de lo que muestra en promedio la aglomeración. El gra-do de conectividad es ligeramente más bajo
en estas zonas, lo que se explica por la pre-sencia superior de cul de sac (callejones sin salida) y de vialidades cortas. En cuanto al valor de control, los CRC no presentan diferen-cias significativas respecto del resto de la ciu-dad, el valor promedio de este índice es sola-mente 2 por ciento inferior al de la aglomeración. Lo anterior sugiere que los CRC no presentan, a pesar de tener una baja co-nectividad, un aislamiento derivado de la fun-ción de control de la configuración de las viali-dades respecto de las zonas contiguas.
Lo anterior se sintetiza en que, para los CRC estudiados, la forma urbana no presenta un asilamiento significativo respecto de su en-torno local. Recordemos que estos índices se basan en la configuración de las vialidades, y que existen recursos tecnológicos y arquitec-tónicos que permiten establecer cierres y con-trol de otros tipos. En este sentido, el levanta-miento realizado permite establecer la presencia de estos recursos (tecnológicos y arquitectónicos). Para todos los casos existe algún tipo de dispositivo de control, siendo la reja, la puerta, el digicode y el interfón lo más comúnmente presente. En menor medida, y en pocos casos, se advierte la presencia de casetas de vigilancia con guardias (sólo cuatro casos).
En cuanto a la integración global, los dos indicadores estimados muestran efecti-vamente que los CRC tienen, en su conjunto, una buena integración global. Los valores ob-tenidos para índice de integración global van para la AU de Toulouse con una media de 0.219. Los CRC presentan valores significati-vamente superiores respecto de la media de la aglomeración, su valor es de 1.20. De manera similar, el índice de intermediación que pre-sentan en promedio los CRC estudiados refle-jan resultados en el mismo sentido que el índi-ce de integración global; los valores son superiores en relación con lo que presenta la aglomeración (0.18 de promedio para los CRC contra 0.0085 que tiene en promedio la AUT).
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 105
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Ambos índices, el de integración global y el de intermediación, se hallan muy por en-cima de la media y sólo una parte muy peque-ña de las vialidades de la UA de Toulouse tie-ne valores similares o superiores, lo que muestra la posición y articulación estratégica que presentan estos lugares dentro de la aglomeración. México La ZMVM reportó, en el año 2000, una aglome-ración de más de 17 millones de habitantes sobre una superficie de 785,000 hectáreas. La estructura residencial de la aglomeración es diversa y refleja un proceso de periurbaniza-ción, con el gradual despoblamiento de la ciu-dad central, que inició a fines de los años se-tenta. Los conjuntos residenciales cerrados tienen una gran variedad de tipologías, lo que dificulta definir-analizar la relación entre forma urbana y segregación, especialmente cuando el cierre de calles de dominio público original ha sido un práctica común en numerosos luga-res, y que la oferta de vivienda social ha reto-mado en buena medida modelos de organiza-ción en forma de enclave, con acceso de control.
La zona seleccionada de estudio es, sin embargo, un sector de la ciudad cuya con-figuración resulta un prototipo del urbanismo suburbano de clases medias y medias supe-riores, donde el discurso original promocional acentuó que “la seguridad, la tranquilidad” se conjugan con “acceso a la ciudad”. Se selec-cionaron tres zonas cuyas formas urbanas y tipo de poblamiento es significativamente dife-rente: la zona tradicional de Naucalpan, la zo-na de Ciudad Satélite y la Zona Esmeralda.
La integración local de estos lugares, a diferencia de los CRC de Toulouse, presentan valores del índice de conectividad y de control que refleja, efectivamente, un cierre respecto de su entorno próximo. Para la Zona Esmeral-da, el índice de conectividad es significativa-mente inferior en relación con el conjunto de lo
que muestra la ZMVM. Lo que confirma una forma urbana discontinua, sinuosa y con nu-merosos callejones sin salida.
En el mismo sentido, los valores del ín-dice de control refleja que existen pocas viali-dades que sirven de conexión e intermedia-ción en relación con las zonas vecinas, lo que refuerza la hipótesis de que se trata de una zona cuya forma urbana favorece el enclave y aislamiento. Ciudad Satélite y la zona tradicio-nal de Naucalpan presentan, para ambos indi-cadores, valores iguales o superiores al del conjunto de la ZMVM (gráfica 2). Estas dos zo-nas ofrecen, al menos desde el análisis de la configuración vial, una integración local ade-cuada (su índice de control local es de 2.8 y 2.9, respectivamente).
En cuanto al grado en que estas tres zonas se relacionan con el resto de la aglome-ración, el análisis de la forma urbana muestra que los dos índices seleccionados —integración global e intermediación— están muy por encima de la media de la aglomera-ción. La Zona Esmeralda tiene un grado de integración global e intermediación menores respecto de lo que la ZMVM muestra en su con-junto. Este valor se explica, en buena medida, por su localización, dentro de la aglomeración que se traduce en una profundidad media muy elevada.
Para Ciudad Satélite y la zona tradicio-nal de Naucalpan, la integración global y el índice de intermediación son superiores a los de la Zona Esmeralda, incluso ligeramente superiores a los que presenta en su conjunto la ZMVM. Esto se explica por la relativa buena accesibilidad de la configuración vial (con grandes ejes viales), como el periférico norte, que sirve como uno de los ejes troncales para toda la aglomeración metropolitana.
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 106
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Gráfica 1. Diagrama de dispersión de la integración global y local de los conjuntos residenciales cerrados en la AUT (n=122)
Para ambas ciudades, los CRC mues-
tran un patrón similar, en el sentido de que los índices de integración local y global mantienen una relación positiva significativa (R2=0.433 para Toulouse y de R2=0.500 para México). En otras palabras, la tendencia a estar mejor in-tegrado globalmente para los CRC va acompa-ñado de una mejor integración local (gráficas 1 y 2). Lo anterior es válido tanto para los CRC de Toulouse, pero aún más para las zonas seleccionadas en México. Esta evidencia va parcialmente en el sentido de nuestra hipóte-sis inicial. Efectivamente, los resultados mues-tran que existe una estrategia por parte de los CRC de mantener una buena integración con la globalidad de la aglomeración. Empero, parte de estos lugares no mantienen un cierre (baja integración local) con su entorno inmediato, al menos no desde la configuración vial. Lo ante-rior no significa que, como se observa para el caso de Toulouse y de México, que este tipo de cierre y control no se implemente por otros medios, como algunos dispositivos arquitectó-nicos, tecnológicos u organizacionales.
Conclusión El cierre y control de los conjuntos residencia-les cerrados (CRC) ha sido estudiado princi-palmente desde la aplicación de dispositivos arquitectónicos, tecnológicos y de formas or-ganizativas entre vecinos, propietarios y pro-motores. Por otro lado, la forma urbana recien-temente ha atraído el interés en asuntos como el transporte, el medio ambiente, la salud, la energía, el mercado inmobiliario y la seguri-dad. “Cierre y control conjugan con forma ur-bana y seguridad”, al menos eso muestran los discursos de ciertos urbanistas, promotores y asociaciones de vecinos. Sin embargo, parece que las estrategias de cierre conllevan una doble intencionalidad: por un lado, aplicar un sistema de distanciamiento por medio del con-trol, el filtraje, la vigilancia y la trazabilidad y, por el otro, mantener un acercamiento, nor-malmente conjugando el acceso a vialidades rápidas y el uso del automóvil.
Para la ciudad de México no bastan las intensas y añejas desigualdades sociales ni el discurso de inseguridad para explicar este do-ble proceso de distanciamiento y acercamien-
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 107
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
to de los CRC. Las lógicas del mercado inmobi-liario, favorecen, mediante varios mecanis-mos, un proceso de homogeneización y se-gregación residencial (en el tipo de residente, de ocupación residencial, forma de conviviali-dad y tipo arquitectónico, entre otros). Las dis-tintas estrategias de cierre y control, ya men-cionadas aquí y en otros textos, merecen ser estudiadas para entender las motivaciones que están detrás de éstas y los efectos direc-tos e indirectos de su aplicación. Una de estas estrategias (por cierto poco estudiada, a pesar de su gran impacto a largo plazo) es la que representa la forma urbana.
A partir de dos tipos de indicadores de forma urbana, caracterizamos en un centenar de CRC ciertos atributos de la forma urbana localizados en la primera periferia de las ciu-dades de Toulouse y México. Este análisis pone énfasis en captar, por un lado, su cierre y control y, por el otro, su integración al resto de la aglomeración. Además, un análisis de la segregación residencial permitió identificar la posición relativa de estos lugares dentro del espacio sociorresidencial de ambas ciudades.
El paisaje urbano, dominado en buena parte por la residencia individual propia, de buena calidad en cuanto al acceso a servicios,
Gráfica 2. Diagrama de dispersión de la integración global y local de los conjuntos residenciales cerr a-dos en la ZMCM (n=113): marcas: 154= Zona Esmeralda, 160 = Ciudad Satéli te, 161= Naucalpan tradicio-
nal
y de buen tamaño, son algunas de las cons-tantes asociadas al binomio “distanciamiento-acercamiento”. El automóvil es, sin duda, el otro “actor” del escenario, indispensable y siempre presente de los CRC. Como se mos-tró, la presencia del automóvil es significati-vamente importante en las zonas donde se localizan los CRC analizados. Cabe señalar que, en el caso de la ciudad de México, la misma diversidad de los CRC hace que existan
importantes conjuntos habitacionales dirigidos a clases medias bajas que se apoyan básica-mente en el transporte público, pero que en la primera oportunidad mostrarán su ascensión social por medio de la adquisición del automó-vil.
Finalmente (y menos claro para am-bas ciudades), el ciclo de vida permite enten-der estos procesos segregativos relacionados con estos modelos residenciales.
Salomón González Arellano • Segregación y cierre del espacio residencial: análisis de la forma urbana… • 108
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Fuentes Allain, R. (2004), Morphologie urbaine. Géographie,
aménagement et architecture de la ville, París: Armand Colin.
Ariza, M. y P. Solís (2009), Dinámica socioeconó-mica y segregación espacial en tres áreas metropolitanas de México, 1990 y 2000. Estudios sociológicos. V.27 No. 27 p. 171-209,
Cabrales, L.F. (ed.) (2002), Latinoamérica: países abiertos, ciudades cerradas. Guadalajara: Universidad de Guadalajara-Unesco.
Capron, G. (2006), Quand la ville se ferme: quar-tiers résidentiels sécurisés. Rosny-sous-Bois: Bréal.
Clifton, K. et al. (2008), “Quantitative Analysis of Urban Form: A Multidisciplinary Review”, Journal of Urbanism, vol. 1, núm. 1: 17-45.
Conzen, M.R.G. y M.P. Conzen (2004), Thinking about Urban Form: Papers on Urban Mor-phology, 1932-1998, Nueva York: Peter Lang.
Desmarais, G. (1998), “Trois concepts-clés pour les modèles morphodynamiques de la ville”, Cahiers de Géographie du Québec, vol. 42, núm. 117: 399-419.
Duhau, E. y A. Giglia (2008), Las reglas del desor-den: habitar la metrópoli. México: UAM Az-capotzalco-Siglo XXI.
Duhau, E. y C. Jacquin (2006). “Les ensembles de logement géants de Mexico”. Autrepart, 47: 169-185.,
González, S. (2011), Ciudad desigual. Diferencia-ción sociorresidencial en las ciudades me-xicanas, México: UAM Cuajimalpa-Plaza y Valdés.
Hillier, B. (1996), Space Is the Machine: A Configu-rational Theory of Architecture, Nueva York: Cambridge University Press.
Jenks, M. et al. (2008), World Cities and Urban Form: Fragmented, Polycentric, Sustaina-ble? Londres: Routledge.
Jenks, M. et al. (2000), Achieving Sustainable Ur-ban Form, Londres: E and FN Spon.
Lussault, M. (2009), De la lutte des classes a la lutte des places, París:B. Grasset.
Mangin, D. (2004), La ville franchisée: formes et structures de la ville contemporaine, París: Éditions de la Villette.
Remy, J. (2002), “La fragmentation ou mé-tamorphose de la ville”, en F. Navez-Bouchanine (ed.), La fragmentation en question: Des villes entre fragmentation spatiale et fragmentation sociale? París, L’Hartmattan.
Rubalcava, R. y M. Schteingart (2000), “La división social del espacio en las grandes metrópo-
lis mexicanas. Un estudio comparativo”, El mercado de valores, vol. 60, núm. 4: 20-33.
Sabatini, F. (2003), “La segregación social del es-pacio en las ciudades de América Latina” (Santiago de Chile) (serie Azul).
Samuels, Ivor, (1986), Urban Morphology in Devel-oped Countries, Oxford Polytechnic: Joint Centre for Urban Design.
Schwabe M., (2007) «La ségrégation résidentielle dans les plus grandes villes françaises (1968-1999) : quel modèle urbain?», Cy-bergeo: European Journal of Geography [Online], Space, Society,Territory, article 398, Online since 19 September 2007, connection on 17 August 2012. URL: http://cybergeo.revues.org/10182 ; DOI : 10.4000/cybergeo.10182
Vaughan, L. (2007), “The Spatial Syntax of Urban Segregation”, Progress in Planning, vol. 67: 205-294.
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
Reyna Sánchez Estévez La construcción de los sentidos de la casa y el esp acio. Breve recorrido histórico pp. 109 - 128 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © Reyna Sánchez Estévez (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reservados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electrónico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 110
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve
recorrido histórico
REYNA SÁNCHEZ ESTÉVEZ*
RESUMEN
El objetivo de este artículo es reflexionar sobre la importancia que ha tenido la organización de la vida
en las ciudades, producto de los hombres y sus condiciones históricas, en la construcción del signifi-
cado de la casa. Se revisan algunos aspectos históricos que muestran la estructuración de los espa-
cios públicos y privados, y cómo han marcado los sentidos de los espacios que habitamos.
Palabras clave : espacio público, espacio privado, casa, significado.
.
ABSTRACT
The purpose of this article is to consider about the importance of the organization of living in the cities,
manufacture of men and its historic conditions, on making of the house significance. A review of some
historical aspects that show the structuring of public and private spaces and how they have set the
meaning of the spaces we inhabit is performed.
Key Words : social space, private space, house, meaning.
Fecha de recepción: 01/10/2011 Fecha de aceptación: 21/05/2012
* Profesora-Investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. C.e.: <[email protected]>
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 111
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Esta ciudad que no se borra de la mente es como un armazón o una retícula en cuyas casillas cada uno puede disponer de las cosas que quiere recordar […]. Entre cada noción y cada punto del itinerario podrá es-tablecer un nexo de afinidad o de contraste que sirva de llamada instantánea a la memoria.
ÍTALO CALVINO
Introducción
La casa, nuestra casa, o la de los otros, los
lugares que los sujetos ocupan o aquellos que
desean o con los que sueñan, comunican, dice
Baudrillard (1969), forman parte de un código,
se combinan con otros en un sistema, configu-
ran un discurso de objetos de orden simbólico y
expresan a su vez un orden social. En ese sen-
tido: “un análisis del sistema de los objetos im-
plica, por último, un análisis del discurso acerca
del objeto” (Baudrillard, 1969: 186) Aquí intere-
sa acercarse a la construcción del sentido de la
casa en el contexto del espacio social. Se en-
tiende por casa ese lugar que el sujeto ocupa
en el mundo, en el que se sitúa, que lo hace
aparecer frente a sí mismo y frente a los otros,
es decir, que le proporciona una ubicación es-
pacio-temporal, una pertenencia y, por ende,
una identidad.
Ese primer rasgo fundacional de la iden-
tidad es, al mismo tiempo, un aspecto que
otorga sentido a los lugares, al sitio donde se
mora, la casa paterna, el lugar de nacimiento,
la casa en la que se vivió durante la infancia, la
casa de los primeros recuerdos, pero también
en donde se atesoraron nuevas reminiscencias:
las bodas, los acontecimientos felices o trági-
cos. Según Bachelard, “La casa es uno de los
mayores poderes de integración para los pen-
samientos, los recuerdos y los sueños del
hombre” (Bachelard, 1997: 36).
Al imaginar, soñar, buscar, obtener y
dotar de significado al espacio en el que el su-
jeto habita, se crean las condiciones para que
se guarden en la memoria los sentidos que le
otorgamos a nuestras acciones. Para Ortiz
(1984: 19), la casa alude a la historia de los
sujetos y está impregnada de sensaciones po-
sitivas y negativas.
Habitar implanta a un sujeto en el mun-
do, lo identifica con un sitio, con ciertos rasgos
y características, ese sujeto es de un lugar. A
pesar de que ya se ha perdido en el habla coti-
diana el señalamiento que acompañaba al
nombre propio con el lugar de origen de una
persona, este sitio sigue atado a su identidad.
La casa se vincula necesariamente a la
historia de los sujetos, pero en ésta también se
encuentra la huella del pasado colectivo, de las
configuraciones que los seres humanos han
constituido en los ámbitos público y privado.
En el proceso histórico de la era moder-
na se configuraron normas y códigos que die-
ron la pauta a los hombres sobre cómo, dónde
y de qué forma se habita y que han impreso un
sello particular a las posibilidades, las funcio-
nes y características para los ámbitos; al mis-
mo tiempo condicionan el sentido o el significa-
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 112
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
do que tendrá el hecho de habitar.
Estas transformaciones en el ámbito de
lo material, resultado del surgimiento de un
nuevo sistema social y de un reacomodo de las
clases sociales, tienen su repercusión en el
valor simbólico de la casa, como se señaló an-
tes, han impreso una huella, marcas de sentido
en los lugares que se habitan y, por lo tanto, en
el hecho de habitar.
Por ello, la indagación de los apremios
históricos nos permite entender cómo se han
constituido códigos de comprensión, aprecia-
ción, utilización y consumo de bienes simbóli-
cos vinculados con el espacio, desde la ciudad,
el barrio o la casa, hasta el equipamiento ur-
bano, el mobiliario o los enseres domésticos
mismos.
La construcción del significado del espacio
El primer eje que distingue los espacios priva-
dos y los públicos permite ubicar a la casa co-
mo el espacio privado más representativo. Este
espacio se opone al espacio público que defino
—coincidiendo con Hannah Arendt— como “lo
que es común a todos [...] todo aquello que es-
tá en posición de exterioridad, fuera del domi-
nio de lo interno”“, e incluye el significado de lo
apropiado, lo tolerado, lo aceptable, en el ámbi-
to privado; por lo contrario, se recluye lo
inapropiado, lo oculto, lo que no debe ser visto
ni oído por todos, la interioridad, la intimidad; su
sentido original según la autora significa “estar
privado de cosas esenciales” (Arendt, 1993: 38,
83).
Según Arendt, esta diferencia se esta-
bleció a partir de la fundación de la antigua ciu-
dad-Estado. La modificación de las relaciones
sociales posibilitó que los hombres se pudieran
“dedicar toda su vida a la esfera política, a la
acción y al discurso” (1993: 39-41).
Este hecho implicó la separación de las
actividades que los seres humanos realizarán
en cada esfera; vuelve más específicos las fun-
ciones o responsabilidades y delimita a los ac-
tores. Por lo tanto, a estas dos esferas les co-
rresponden las actividades humanas que
Arendt designa como labor, trabajo y acción:
Labor es la actividad correspondiente al
proceso biológico del cuerpo humano
cuyo espontáneo crecimiento, metabo-
lismo y decadencia final están ligados a
las necesidades vitales producidas y
alimentadas por la labor en el proceso
de la vida. La condición humana de la
labor es la misma vida” (Arendt, 1993:
21-22)
La labor se realizará en la esfera priva-
da, dentro de la casa, ya que es ese espacio
cerrado, a resguardo de los peligros del mundo,
el que ofrece las condiciones óptimas para sa-
tisfacer las necesidades primordiales que per-
tenecen a la labor. La segunda actividad hu-
mana es el trabajo, el cual
corresponde a lo no natural de la exi-
gencia del hombre, que no está inmerso
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 113
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
en el constantemente repetido ciclo vital
de la especie, ni cuya mortalidad queda
compensada por dicho ciclo. El trabajo
proporciona un “artificial” mundo de co-
sas, claramente distintas de todas las
circunstancias naturales. Dentro de sus
límites se alberga cada una de las vidas
individuales, mientras que este mundo
sobrevive y trasciende a todas ellas. La
condición humana del trabajo es la
mundanidad (Arendt, 1993: 21-22).
Por último, se encuentra la acción, que,
según esta autora, corresponde a la “condición
humana de la pluralidad”, es “la condición [...]
de toda vida política” (Arendt, 1993: 21-22) Y,
por consiguiente, es la actividad realizada en la
esfera pública, en el exterior, afuera de la casa,
en libertad.
De acuerdo con esta distinción, la casa
es el espacio privado que se habita, que permi-
te satisfacer las necesidades básicas y que
brinda protección del mundo exterior. La casa o
la vivienda es el espacio de la seguridad, de la
intimidad, del reposo, de lo cercano, según
Pezeu-Massabuau, (1988: 47): “La casa es en
un primer término un recinto donde se concen-
tra un contenido cerrado, una centralización
que identifica al resto del mundo como periféri-
co”.
Si la casa es el lugar de la intimidad, de
lo propio, el espacio cerrado para la familia, en
la calle encontramos lo relacionado con el ám-
bito público, externo, expuesto o revelado, de
acuerdo con Roberto Da Matta (1991: 61-73),
el análisis de la dicotomía casa-calle es funda-
mental para entender el mundo social. La cate-
goría de la calle implica un conjunto de posicio-
nes y gradaciones y se opone a la categoría de
la casa.
La separación casa-calle es una cons-
trucción histórica que provee de ciertos códigos
de conducta, pero que, además, segrega, se-
lecciona y delimita. Las normas que se estable-
cen para la urbanización en las ciudades for-
man parte de la lucha por el “orden público en
la ciudad del siglo XVIII y la tensión entre los
reclamos de la vida pública y privada, [que]
constituyeron los términos de una cultura cohe-
rente [...]” (Sennett, 1978: 29), lo cual suscitó
cambios en las relaciones sociales, en los pa-
peles, en los comportamientos, incluso en el
significado de términos como libertad, indivi-
dualismo, comunidad o familia.
Si se considera, entonces, que la distin-
ción entre casa y calle es un constructo históri-
co, y que lo público y lo privado también lo son,
concuerdo con Paz Arellano cuando señala
que: “El hogar es un concepto cultural [con] una
elaboración histórica [que] integra la experien-
cia vivida por el sujeto y su grupo familiar en
sus diferentes domicilios. El significado de la
casa está asociado a la correspondencia de
hechos y lugares” (Paz, 1997: 67), pero ade-
más está acompañado por el proceso que per-
mite la conformación de las ciudades, de los
barrios, de las colonias, de las zonas para usos
diferenciados, e incluso la misma separación
de los ámbitos de cada casa.
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 114
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Este concepto cultural se ha construido
en diferentes momentos de la historia, por
ejemplo, cuando se separaron los aposentos
en las viejas casas para delimitar las funciones
de lo femenino y lo masculino, lo íntimo y lo
externo. Alfredo Castillero analiza estos cam-
bios en la reconstrucción de la ciudad de Pa-
namá en el siglo XVIII:
La metamorfosis va acompañada de
nuevos y especiales códigos de conduc-
ta en el seno del hogar, y de una cre-
ciente feminización del ambiente do-
méstico, expresado en una obsesión por
ahuyentar los malos olores —
generalmente del tabaco— y mantener
la vivienda inmaculadamente limpia. La
casa ya no sólo es íntima. También em-
pieza a quedar bajo control femenino, a
veces con disciplina inflexible y hasta ti-
ránica. Esta obsesión por el aseo y los
buenos olores evidenciaba, por otra par-
te, el propósito de la mujer, de definir su
hogar como algo separado del exterior y
como un lugar especial, casi sagrado.
Es su refugio, su santuario (Castillero,
1994: 202-276).
El concepto de espacio ha sido motivo
de discusiones filosóficas. Con Aristóteles se
definía como el lugar donde se ubican los obje-
tos, en oposición al vacío, oposición paralela a
la que existe entre el ser y el no ser. Éste pro-
blema también se ha planteado desde otras
perspectivas: cuando se conformaron las ciu-
dades, y posteriormente se comenzó a consti-
tuir específicamente lo urbano, se delimitaron
las áreas pertenecientes a las urbes y las que
seguían formando parte de lo rural, es decir, se
le otorga un significado con base en su función.
Sin embargo, con frecuencia esta distincióno-
frece poca claridad: el uso ordinario toma lo
urbano para referirse a un lugar en el mapa y a
su vida; urbanizar para referirse a la extensión
de esta vida hacia lugares diferentes de la ciu-
dad. Se han demostrado las insuficiencias de
este uso en tanto uno se mueve hacia la socie-
dad del siglo XIX; lo que hizo a la ciudad fue un
sistema internacional administrativo, financiero
y legal en expansión.
La urbanización en el siglo XIX fue mu-
cho más que la difusión de los hábitos urbanos:
se apoyaba en una difusión más general de las
fuerzas modernas, antitradicionales. Y, sin em-
bargo, aún no constituía un solo bloque: la ciu-
dad aún era una cultura característica, espe-
cialmente la ciudad capital; “su vida pública era
difusa [...]” (Senett, 1978: 163). Posteriormente,
sobre todo en disciplinas como la arquitectura,
los estudios demográficos o el urbanismo, se
empezó a hablar de los espacios urbanos, in-
cluso años después se generalizaron concep-
tos como espacios interiores y exteriores.
Además de estudiar la función o la relación lu-
gar-tiempo, los espacios también se analizaron
a partir de su dimensión simbólica. De ahí sur-
gieron planteamientos como la oposición entre
lo privado y lo público o los lugares frente a los
no lugares.
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 115
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Las normatividades occidentales domi-
nantes regulan los espacios públicos y privados
en las ciudades, en particular lo concerniente a
la casa y sus diversos ámbitos, así como la
interacción entre las costumbres y la significa-
ción que adquiere habitar estos espacios.
Coincido con María Inés García Canal cuando
señala: “La sociedad occidental, en tanto so-
ciedad disciplinaria, codifica sin descanso el
cuerpo de los sujetos. Al exigirle el paso de un
espacio a otro, el cuerpo irá sufriendo diferen-
tes marcas, cada espacio le impondrá su sello
y su marca. De esta manera, el sujeto es fabri-
cado por ese conjunto de marcas grabadas en
su propio cuerpo” (García, 2002: 60).
En la ciudad contemporánea, los espa-
cios y sujetos que la habitan están las huellas
de esa impronta: no existe neutralidad, ahistori-
cidad; según Sennett (1994), tampoco la locali-
zación de los diversos grupos humanos es arbi-
traria, ; las relaciones espaciales de los
cuerpos humanos determinan, en buena medi-
da, la manera en que las personas reaccionan
unas respecto de otras, la forma en que se ven
y escuchan, como se tocan o si están distantes.
Los espacios públicos en las ciudades
son los lugares de la regulación colectiva —
dice Sennett—: “En la ciudad, la calle adquiere
entonces una función particular, la de permitir
el movimiento [...]” (1978: 24). La calle y sus
aditamentos regulan los movimientos de los
ciudadanos.
Podemos mirar al pasado y tratar de
encontrar algunas de las huellas o los nudos
significativos que dan cuenta de la forma como
se constituyeron los códigos de conducta en
relación con los distintos espacios (públicos,
privados e íntimos), procesos que dieron forma
al espacio en el que habitamos hoy en día.
El espacio y la casa en las culturas
griega y romana
En el Imperio romano, la casa tenía una dimen-
sión religiosa, social y económica. Explica Thé-
bert (1991: 405): “la vivienda privada es un ám-
bito social esencial, y la palabra domus, que
significa ‘la casa’, sobre todo la rica mansión,
sirve igualmente para designar muchas otras
realidades limítrofes, comenzando por la fami-
lia”.
Por ejemplo, para las clases dominantes
la casa no era una “venerable mansión cargada
de recuerdos” (Thébert, 1991: 405), puesto que
tenían la posibilidad de poseer varias residen-
cias, signo de que se ha convertido “en una
mercancía que se compra, se transforma y se
revende a favor de las necesidades profesiona-
les y matrimoniales o de las exigencias econó-
micas” (Thébert, 1991: 406).
A pesar de que todo parecería indicar
que en las zonas urbanas se contaba con me-
jores posibilidades para habitar y que se tenía
acceso a los adelantos científicos y tecnológi-
cos que mejorarían los niveles de confort, las
zonas, las dimensiones y sobre todo los costos
del arrendamiento, indican que en muchas
ocasiones ocurría lo contrario.
En las clases medias, constituidas sobre
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 116
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
todo por artesanos o comerciantes, mejoran las
condiciones, fundamentalmente en las dimen-
siones y en las responsabilidades que desem-
peñan los espacios de la casa, se destinaba
una o dos de las habitaciones para servir como
alcoba y también se contaba con una cocina;
cuanto más crece una vivienda, sus habitacio-
nes se destinan a usos diversos: salas, reser-
vados, recámaras. También se pone un mayor
cuidado en el mobiliario (Duby et al., 1991: 190-
107).
Las clases dominantes por supuesto
que tenían mayor amplitud, las viviendas eran
“más abiertas y espaciosas” y contaban con
detalles que las embellecían. Muchas de estas
propiedades poseían diversos espacios y usos
para asegurar un mayor confort y autonomía de
los usuarios. Se encontraban, por ejemplo,
además de las salas y alcobas, los vestíbulos,
las antecámaras, bibliotecas, los estudios, tam-
bién tienen terrazas y patios. Por supuesto ha-
bía profusión de muebles y a mayor abundan-
cia mayor necesidad de protección y seguridad.
Los tesoros guardados en cofres se mantenían
en los sitios más reservados, las alcobas pro-
tegidas por sólidas puertas y “toda una serie de
dispositivos que permiten que se las cierre
herméticamente” (Duby et al., 1991: 190-202).
Las esferas del poder buscaban y pro-
movían que estos espacios urbanos y sus dis-
posiciones les proveyeran de “más jerarquía,
más segregación, un encuadramiento más es-
tricto, un control más estricto de los distintos
comportamientos” (Contamine, 1991: 524).
La separación entre lo público y lo pri-
vado distaba mucho del significado que ac-
tualmente posee. En las grandes ciudades, con
altos índices de pobreza y marginación, había
una extensión de la vida privada a grupos más
amplios.
La esfera de lo privado llegaba, entonces,
hasta donde terminaba la muralla de la ciudad.
Paul Veyne nos da una idea de la porosidad de
las fronteras entre la vida pública y la vida pri-
vada en esta época:
Uno no era verdaderamente el mismo si
vivía en el campo. Sólo se siente de ver-
dad en casa si se está en la ciudad. Sobre
todo si la ciudad está rodeada por una mu-
ralla [...] dentro de su muralla uno se siente
como en un home colectivo [...] la guardia
[...] tenía en su poder las llaves de cada
una de las puertas (Veyne, 1991: 185).
En los estudios sobre las sociedades gre-
colatinas es interesante observar un conjunto
de ámbitos de la casa que cumplen con diver-
sas funciones que oscilan entre lo público y lo
privado. La domus o “la casa” estaba constitui-
da por conjuntos de espacios que eran más
abiertos a la vida pública, ya sea para recep-
ción de personas, para el tránsito o para los
negocios de los propietarios.
La interacción que había en Roma entre lo
público y lo privado durante estos siglos no dis-
taba mucho de otros pueblos como Grecia:
En la ciudad griega clásica, la arquitectura
y la decoración de las viviendas privadas
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 117
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
se hallan estrechamente confinadas en lí-
mites modestos: lo majestuoso y lo lujoso
no convienen más que al sector público, a
la ciudad que descansa sobre la fusión del
individuo y la comunidad, sobre la adecua-
ción de lo privado y lo público. Dentro de
este ámbito, el individuo se lo debe todo,
incluido su estatuto de sujeto dotado de
una vida privada, a su pertenencia a la
comunidad política (Thébert, 1991: 307).
Thébert explica que lo relevante era reco-
nocer la forma en que se articulan dos esferas
(lo privado y lo público) y la forma en que se
definen mutuamente. No se explican sólo des-
de la perspectiva de cómo iniciaron y cómo se
afirmaron frente a la historia de lo privado las
construcciones públicas. Sino que la naturaleza
de lo privado es específica de cada sociedad;
es el producto de las relaciones sociales y for-
ma parte de la definición de las formaciones
sociales en cuestión (Thébert, 1991: 308). Le-
zama (2001: 71) explica, por ejemplo, cómo en
Roma se crea un sistema jurídico que antepone
el interés de la comunidad al del individuo, res-
tringiendo las propiedades para crear y conser-
var espacios para las vías públicas.
Como conclusión de esta época, se obser-
va una tendencia a una creciente expansión del
espacio privado, los espacios multifuncionales
ceden su lugar a sitios más especializados en
su función, las responsabilidades de los usua-
rios se vuelven más específicas, en el siguiente
periodo se avecina una serie de cambios signi-
ficativos en los espacios públicos y privados.
El espacio y la casa durante la Edad
Media
A la caída del Imperio romano, durante la Edad
Media, la llegada o arribo de la llamada vida
pública promovida por Roma y Grecia cede
ante una “invasión de lo privado”. Hasta la ri-
queza, señala Rouche, se convierte en asunto
privado y “el individuo busca a todo trance pri-
vatizar su casa lo mismo que su mesa” (Rou-
che, 1991: 415)
En las diversas legislaciones y normativi-
dades, se buscó privilegiar los asuntos priva-
dos. En este retorno fue fundamental la consti-
tución de la casa como un santuario de la vida
privada; lo cual se generalizó en esta época:
La existencia de espacios cerrados de in-
timidad o de sosiego personal, los séquitos
de guerreros, las comunidades horizonta-
les, como las de los judíos y las de las
hermandades, horizontales y verticales
como las de los monasterios [...]. Ha hecho
de la casa y de la choza lugares donde se
guardan los tesoros. Pero esta vida priva-
da que lo encierra todo y vincula entre sí a
los individuos se halla dividida ente el dis-
frute del tener y la dicha del ser (Rouche,
1991: 445).
Varios autores coinciden en que en la so-
ciedad feudal el área de lo público se recorta, y
que, al final del proceso, la primacía de lo pri-
vado es evidente, la vida pública retrocede, se
limita en todos los aspectos. Esta extensión del
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 118
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
ámbito de lo privado tiene como consecuencia
una fragmentación del poder público que se
reduce progresivamente hasta el siguiente pe-
riodo con la constitución de los estados.
Los rasgos que darán a la ciudad del me-
dioevo sus características fundamentales son,
según Lezama (2005: 89), la importancia del
papel del dinero las modificaciones en el uso
de la tierra, la supresión de las servidumbre
personal y territorial que obstaculizaban la in-
dustria y el comercio.
Lo privado se extendió. Se establecieron
con claridad los límites de la propiedad privada,
de la casa. Estos límites se definieron con el
propósito de encierro, de clausura, de guarda y
custodia de los bienes preciosos que la casa
protege:
los bienes muebles, propios, privados, las
reservas de manutención y de adorno, el
ganado, al mismo tiempo que todos los se-
res humanos que no forman parte del pue-
blo: los varones mientras no son adultos,
ni capacitados para llevar armas, ni para
participar en las expediciones militares o
sentarse con los demás en las asambleas
donde se dicta justicia; las mujeres, duran-
te toda su vida; los menores; y en fin, los
no libres, de cualquier edad que sean y de
ambos sexos: Todos éstos no dependen
directamente de la ley, dependen del po-
der doméstico, del dueño de la casa, de la
domus, del dominus, como dice el latín de
los textos (Duby, 1991: 33).
En las casas de las familias acomodadas
se producirá un doble sentido: por un lado,
mantener el estatus haciendo ostentación de
las posesiones y, por el otro, mantener la clau-
sura, el recogimiento adecuado que la época
marca; se advierte un vaivén entre lo público y
lo privado, ejercer el poder hacia el ámbito pú-
blico, mantener la posición con el acrecenta-
miento de la riqueza, posesiones, sirvientes,
lujos, confort y, por otra parte, obedecer la
norma.
Estas normas acerca de la privacidad
son más complejas y acatadas más formalmen-
te entre las clases con acceso a los recursos
para construir u obtener moradas con múltiples
habitaciones que se destinarían a distintos ro-
les, sin embargo, entre las clases menos aco-
modadas, las viviendas vetustas, el hacina-
miento o lo reducido de los espacios impedía,
de todas maneras, cumplir adecuadamente con
las normas; se seguirían usando los cortinajes
para separar una habitación o, en el mejor de
los casos, apenas un tabique.
Del entresuelo al sobrado, todo está habi-
tado al máximo: los propietarios tratan de
hacer rentable cualquier rincón, por pe-
queño que sea [...] accidentada por pasa-
dizos, desvanes, pasajes que van del taller
al patio[...] y letrinas en lo alto de la escale-
ra, exhibe indecorosamente a sus poblado-
res [...] en estos espacios viven varias per-
sonas juntas, sobre colchones o jergones
[...] la casa de pisos es ante todo un esce-
nario público [...] en el que nada puede vi-
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 119
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
virse a escondidas ni en secreto. Discusio-
nes conyugales, amores clandestinos, in-
quilinos ruidosos, niños revoltosos: todo se
sabe y se oye sin esfuerzo. La promiscui-
dad modela los comportamientos y las
costumbres (Farge, 1991: 537-538).
Por otra parte, las clases dominantes bus-
can la diferenciación y la manifestación de esta
diferencia, para Jean-Louis Flandrin los crite-
rios de distinción se multiplican a lo largo de los
siglos, el concepto del buen gusto que se in-
ventó en el siglo XVII “es el primero que se re-
fiere al individuo como consumidor, que en el
ámbito de la vida mundana se refiere tanto a la
interioridad de los individuos como a su apa-
riencia” (Flandrin, 1991: 290-291).
Además, existían los aspectos que se
oponían a la obediencia total, mientras que la
familia se ostentaba como el núcleo central de
la vida, los deseos sexuales no aceptaban los
límites impuestos: “hay mil indicios que nos
hablan de la exuberancia de una sexualidad
privada que se desplegaba en los lugares y los
tiempos más propicios, los del secreto y la os-
curidad” (Duby, 1991: 95).
A pesar de las tensiones, contradicciones
y retrocesos observados durante estos siglos,
la privatización de los ambientes y de los diver-
sos aspectos de la vida continúa su avance,
estableciendo una diferencia mayor entre am-
bas esferas, delimitando con claridad sus fron-
teras. Por una parte, el Estado y sus controles
y, por la otra, la familia y todo lo que quedaba
bajo su resguardo.
Al finalizar la Edad Media, ya eran eviden-
tes los grandes cambios en la vida social, en la
que muchos de los actos que hoy se conside-
ran de la vida privada, se realizaban en público,
sin embargo, poco a poco, los grupos humanos
se van restringiendo, para convertir al núcleo
central, a la familia, en el espacio privado por
excelencia.
Estos procesos, señala Ariès (1991: 13-17)
no se deben ver desde una perspectiva evolu-
cionista, ni en un proceso continuo sin retroce-
sos. Para Ariès hay tres acontecimientos exter-
nos pertenecientes a la gran historia político
cultural, que causarán un profundo impacto en
la vida cotidiana de las personas:
1. El nuevo cometido del Estado.
2. El desarrollo de la alfabetización y la di-
fusión de la lectura.
3. Las nuevas formas de religiones que se
establecen entre los siglos XVI y XVII.
Estos tres acontecimientos darán como
resultado un conjunto de modificaciones, “pe-
queñas evoluciones”, las llama Ariès, que son
los indicios de un creciente arribo de la privati-
zación.
El desarrollo de nuevas formas sociales, de
comportamientos ahora delimitados por diferen-
tes normatividades, dará paso a un sentido dis-
tinto para la civilidad y la intimidad:
El proceso de privatización que caracte-
riza las sociedades occidentales entre
los siglos XVI y XVIII contiene expectati-
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 120
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
vas y prácticas nuevas, produce espa-
cios, objetos y escritos hasta entonces
desconocidos, y configura una nueva
conciencia del individuo respecto a sí
mismo y respecto a los demás (Chartier,
1991: 162).
La primacía de la familia y las modifi-
caciones en la división de funciones
de género
Entre los cambios significativos en la vida diaria
y que se plasman en las características de la
casa y el sentido del habitar, se hallan, entre
otros: el repliegue del individuo al espacio fami-
liar, la definición de los papeles femeninos y
masculinos, la conquista de la intimidad, el
desarrollo de nuevas formas de amistad.
La familia desarrolla nuevas funciones.
Se separa con mayor claridad que antes del
espacio público, el padre de familia “se convier-
te en una figura moral que inspira respeto a la
sociedad local” (Ariès, 1991: 24). En la vida
familiar, se concentra un conjunto de activida-
des antes pertenecientes al ámbito público; hay
un paso de una “sociabilidad anónima” que se
daba en las calles, las plazas y la comunidad, a
una “sociabilidad restringida”, centrada casi
exclusivamente en la familia, o incluso en el
individuo mismo. Se llega entonces —acota
Ariès — a un momento en el que “El espacio
privado puede organizarse como un espacio
casi cerrado, y en cualquier caso separado por
completo del servicio público que se ha hecho
totalmente autónomo [...] este espacio liberado
lo va a llenar la familia” (Ariès, 1991: 28).
Así, la vida, por una parte, se vuelca
hacia dentro de la casa. En la vida privada, so-
bre todo regulada por el grupo de parentesco,
es donde ese núcleo se convierte en un pe-
queño reino, el núcleo duro del que habla Du-
by, la casa constituida “por un hombre, su es-
posa, sus hijos solteros y sus servidores”
(1991: 54).
En el ámbito de lo familiar, la casa tendrá
un papel primordial, sobre todo para salvaguar-
dar las actividades que quedarán fuera del con-
trol del Estado: “Lo público se había desprivati-
zado hasta cierto punto al presentarse como la
‘cosa’ del Estado. Lo privado, en otros tiempos
insignificante y negativo, se había revalorizado
hasta convertirse en sinónimo de felicidad. Ha-
bía adquirido ya un sentido familiar y espacial”
(Perrot, 1991: 20).
Estos cambios también se notan en otros
aspectos, como el vestuario, los comportamien-
tos sociales, la división de los sitios de trabajo y
los de habitación, en las responsabilidades de
cada uno de los miembros de la familia, en los
papeles femeninos y masculinos para los espa-
cios y las actividades públicas y privadas.
Durante este periodo, se observa un pro-
ceso creciente de autonomía de los sujetos
como respuesta al avance del poder del Estado
y se expresa en la conquista de la intimidad
individual —de los hombres principalmente—.
Para Ariès, esta conquista es la voluntad más o
menos consciente de conocerse mejor uno
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 121
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
mismo, separando ese acontecimiento de la
relación con los demás. Es decir, creando un
nuevo espacio para el vínculo del hombre con
su yo interno, sin tener que dar cuenta de ese
lazo. Este aspecto está en concordancia con el
gusto por la soledad, en la que se modificará el
sentido negativo del asilamiento que en la Anti-
güedad significaba estar privado de todo, para
volverse ahora un Estado deseado, buscado.
Estos dos elementos, la búsqueda del co-
nocimiento sobre uno mismo y la soledad, da-
rán pie al surgimiento, especialización y modifi-
cación de funciones de nuevos espacios, por
ejemplo, de jardines o rincones secretos, de
lugares para la meditación o la escritura, de
espacios cuya función es apartarse de los otros
y, por ende, una nueva significación del espa-
cio que nos separa de los demás cuerpos, por
lo que las configuraciones urbanísticas se mo-
difican en función de ese espacio deseado.
A la conquista de la intimidad individual co-
rresponde la creación o aparición de nuevos
ámbitos que permitirán el aislamiento, pero
también una especialización de los lugares
destinados ya a funciones muy particulares,
como los de la cámara, la cama y la ruelle (es-
pacio entre la pared y la cámara que se conoce
por ser especialmente íntimo), o las ventanas.
La nueva valoración de las relaciones so-
ciales, en particular de la amistad y de la exte-
riorización de un conjunto de comportamientos
culturales, tienen como resultado importantes
modificaciones, específicamente en la decora-
ción, el mobiliario, en el aspecto en general que
tendrá la casa y sus componentes y, por ende,
en el consumo; su fin será la demostración de
los valores de la familia, y dentro de estos valo-
res, como señala Ariès, el buen gusto, la clase,
lo que va a distinguir a las buenas familias de
las otras.
Por último, explica Ariès, en la historia de
la casa de este periodo, se resume este con-
junto de innovaciones y contradicciones en lo
siguiente:
• La dimensión de las habitaciones se re-
duce, se multiplican los espacios pe-
queños, que parecen primero como
apéndices de las habitaciones principa-
les, en la búsqueda de mayor intimidad
y después adquieren autonomía.
• La creación de espacios de comunica-
ción que permiten entrar o salir de una
habitación sin pasar por otra. Es decir,
los pasillos, pasadizos, patios o salidas
secundarias, corredores, vestíbulos, et-
cétera, que van a dar una conformación
muy distinta a las nuevas moradas y
que permitirían una nueva manera de
relacionarse entre los miembros de la
familia.
• La especialización de las habitaciones,
o las modificaciones en las funciones
que antaño tenían los cuartos, con lo
que también se crean nuevas necesida-
des en el diseño y la construcción de las
viviendas, así como una nueva manera
de imaginar la vida en familia.
• La nueva distribución de la calefacción y
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 122
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
de la luz (Ariès, 1991: 21-22).
No obstante, las condiciones reales de las
habitaciones eran diferentes para las distintas
clases sociales, para la mayoría de la población
la situación de la casa no permitía tan fácilmen-
te la separación de la vida pública y la privada.
El espacio, la casa y las nuevas for-
mas de relación social. Del fin de la
Edad Media al siglo XIX
Tanto la Revolución francesa como las modifi-
caciones en las religiones que se realizaron
sobre todo en Inglaterra, fueron acontecimien-
tos que posibilitaron y animaron la continuación
de este proceso iniciado siglos atrás, y contri-
buyeron a la revaloración y al adosamiento de
nuevas significaciones para los espacios priva-
dos. Así, se produjeron cambios en la organi-
zación de los aposentos, en la amplitud, en el
mobiliario, en la decoración, incluso en la ma-
nera de construir, de acuerdo con la clase y
conforme a las zonas de las ciudades.
Según Perrot (1991), la casa adquiere
una serie de connotaciones económicas, políti-
cas y culturales durante esta época, determi-
nantes para el posterior sentido del espacio
familiar:
• Es un elemento de fijación, lo cual per-
mitirá una estabilidad de la mano de
obra, así como una estabilidad de la vi-
da familiar.
• Es una realidad moral y política, la casa
es símbolo de disciplinas y de recons-
trucciones, la casa conjura el peligro de
las revoluciones.
• Es el dominio privado por excelencia,
fundamento material de la familia y pilar
del orden social; es un elemento clave
para la identidad del hombre.
• Encarna la ambición de la pareja y la fi-
gura de su éxito. La búsqueda de la in-
dependencia y de la autonomía, como
señal de bienestar, de estatus.
• Es propiedad, objeto de inversión y de
imposición. Adquiere cada vez más un
valor económico.
• Es el territorio mediante el cual sus po-
seedores tratan de apropiarse de la na-
turaleza.
• Por último, a fin de siglo, a través de la
casa se expresa un deseo de integra-
ción y dominación del mundo (Perrot,
1991: 302-305).
El conjunto de nuevos sentidos o de afian-
zamiento de significaciones que fueron apare-
ciendo a través de los siglos y que se consoli-
daron en esta época, caracterizaron a la casa
actual, con la precisión de los deseos, acota
Perrot: el deseo de independencia, de un espa-
cio propio para cada una de las familias, a par-
tir de la institución de la pareja y la necesidad
de confort y de bienestar:
El deseo de un rincón propio es la expre-sión de un sentido creciente de la indivi-
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 123
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
dualidad del cuerpo, y de un sentimiento de la persona llevado hasta los límites del egotismo [...]. Sin duda alguna, el hombre interior ha precedido al interior. Pero, en el siglo XIX, la habitación propia es el espacio del ensueño: en ella se reconstruye el mundo (Perrot, 1991: 313-315).
La consecuencia directa de estos notables
cambios entre lo público y lo privado se obser-
va en las propias modificaciones que experi-
mentarán los espacios y los comportamientos
propios para cada uno de éstos; lo que se limita
a los baños, alcobas, salas o al exterior de la
casa, y así a cada uno de los lugares estable-
cidos y ahora de nuevo normados; además, los
comportamientos son compartidos por los
miembros de la familia, de la comunidad, o de
la sociedad en general. Cuándo, cómo, dónde y
con quién serían las preguntas clave para en-
tender la nueva geografía y los códigos consti-
tuidos para esta época y que dará la clave para
entender “que la distribución de las actividades
humanas entre lo permitido y lo ilícito, lo mani-
fiesto y lo oculto, lo público y lo íntimo se enrai-
za en el dominio, más o menos fuerte, más o
menos coercitivo, que el Estado ejerce sobre la
sociedad” (Castan et al., 1991:32).
Este proceso, como todos los de la vida
social, no se dan sin sobresaltos y tensiones, si
bien es cierto que el conjunto de modificacio-
nes tiende a esta primacía de lo privado, tra-
tando de mantener fuera del ámbito estatal la
vida de la familia, no es un proceso que se pre-
sente linealmente, ni en el conjunto de las cla-
ses sociales se suscita de la misma forma y en
los mismos periodos, se producen resistencias,
retrocesos y diferencias.
El surgimiento y desarrollo de ese nuevo
tipo de Estado, la pacificación del espacio so-
cial, la censura de todo tipo de violencia, las
nuevas regulaciones de la existencia social da-
rán como resultado una nueva manera de si-
tuarse en la sociedad, un comportamiento “ca-
racterizado por el control más severo de las
pulsiones, el dominio más firme de las emocio-
nes y la extensión de la frontera del pudor”
(Castan et al., 1991: 32).
Este tipo de controles separan con mayor
nitidez, además de que norman cada uno de
los ámbitos, lo cual puede o no ser visto, “sin
apuro ni escándalo”. Sobre todo en relación
con “la exhibición del cuerpo desnudo, al sue-
ño, a la satisfacción de las necesidades natura-
les o al acto sexual —el veto se extiende a los
discursos que puedan nombrar esas funciones
que el secreto debe disimular o esas partes del
cuerpo que se han convertido en vergonzosas”
(Castan et al., 1991: 32).
Se vuelven más severas las prohibiciones,
sobre todo en lo que respecta a la proximidad
de los cuerpos, con el contacto físico, se cen-
suran hasta los juegos, los forcejeos corpora-
les, se individualizan los rituales para el sueño,
se transforman los comportamientos en la me-
sa, sobre todo en la búsqueda del alejamiento
de los cuerpos (Chartier, 1991: 163-164).
Esto resulta de particular interés para el
análisis porque, a partir de estos cambios, se
producirán importantes modificaciones en los
ambientes, en los espacios y, sobre todo, en
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 124
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
las funciones para las que las distintas áreas
de la casa serán destinadas. Algunos de los
cambios más notorios para Soto (1992: 59) son
• La desaparición de la naturalidad en la
exposición del cuerpo desnudo.
• La modificación de los sentimientos de
vergüenza.
• La regulación de las necesidades fisio-
lógicas, sobre todo para reprimir ciertas
funciones y otras para “recluirlas en la
intimidad, en el ‘secreto’ de la vida de
los individuos, haciendo que los senti-
mientos sociales frente a ellos sean de
disgusto y repugnancia”.
• Las modificaciones en el concepto de
baño.
La aparición del retrete durante el siglo XVIII
—señala Soto— “contribuye a consolidar el
avance de los sentimientos de pudor y ver-
güenza” (1992: 63). Así se afianza la obligato-
riedad de cubrir el cuerpo, de esconder cual-
quier vestigio de desnudez, incluso se sanciona
la mirada propia, se busca ocultar ruidos y olo-
res, incluso se prohíbe nombrar las necesida-
des y los espacios donde estas necesidades se
solventan. Según Soto, no era permitida la
mención de ir al baño o a la cama, pero se sus-
tituía por eufemismos como “retirarse”.
Esta “unión peculiar entre un fuerte senti-
miento de desagrado convertido en una auto-
coacción o moralidad, junto a una falta de con-
figuración de la intimidad, es característica de
la sociedad de ese siglo” (Soto, 1992: 72). La
gran demanda de viviendas, la migración, la
prevalencia de la lógica del lucro son, como
señala Lezama (2005: 102-103), los signos de
esta época, y los que marcan la construcción
de los espacios para habitar en las ciudades
industriales.
El espacio y el género
Como acertadamente estudia García Canal
(1998: 47), se pensaría que el espacio y el gé-
nero no tienen relación, sin embargo, las trans-
formaciones y cambios que experimentó la so-
ciedad occidental en los siglos XVIII y XIX,
atravesarán las distintas dimensiones sociales,
incluidos los espacios públicos y privados, la
casa y las diferencias sexuales. Por una parte,
“el espacio al que recortó, fragmentó, le impuso
límites y fronteras, lo reglamentó y normatizó a
fin de ubicar a cada sujeto en su lugar para vi-
gilarlo y controlarlo mejor y, por otro lado, im-
plantó la diferenciación de género [...]”.
Se pensaría en una trayectoria paralela
entre las diferencias y clasificaciones que sufri-
rán los espacios físicos y cómo los sujetos se
ubicarán cada uno en su lugar, cada género
con sus funciones y los sitios donde se desem-
peñarán. “Cada espacio con límites y fronteras
conformó los cuerpos, los modeló a su imagen,
les fijó sus trayectos, los encerró en su ir y ve-
nir cotidiano” (García, 1988: 50).
Con la metamorfosis de la vida cotidia-
na, no podía haber “confusión”, las diferencias
de género se establecieron, reprodujeron y
normalizaron —acota García Canal—, y esas
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 125
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
distinciones quedaron unidas a los sitios (priva-
dos y públicos):
La casa sacralizó la sexualidad repro-
ductiva y se convirtió en el espacio fe-
menino por excelencia, en el adentro,
en el lugar de lo íntimo y de lo privado.
La mujer le dio su sello y la casa la en-
cerró en la intimidad y en la familia. En
su interior se fueron separando los luga-
res de localización de los sujetos mar-
cados por un género o bien otro, cotos
femeninos casi por esencia como la co-
cina, en la cual reinó la mujer haciéndo-
se cargo de la alimentación de la fami-
lia. La biblioteca y el estudio como el
lugar eminentemente masculino refor-
zando la función racional del hombre
sobre la función sensible de la mujer
(García, 1998: 51).
Esta perspectiva coincide con lo que Cat-
herine Hall explica: “en Inglaterra, el hombre
evangélico era una persona con responsabili-
dades y preocupaciones en el mundo público,
mientras que la mujer debía centrarse en su
hogar y su familia” (Hall, 1991: 62). Jane Darke
(1998: 100), al analizar las condiciones de vida
de las mujeres en las ciudades inglesas, tam-
bién describe condiciones similares:
La mayoría de las sociedades distinguen
un ámbito público de uno privado que, en
general, suele coincidir con el campo de
acción de varones y mujeres, respectiva-
mente, y con un cierto grado de control
masculino sobre el comportamiento feme-
nino. Es característico de las zonas utiliza-
das por mujeres, incluida la cocina, que
estén situadas en la parte trasera de la ca-
sa.
De esta época se reconocen como espa-
cios masculinos de la casa (tratándose de las
clases dominantes), la sala de fumar, el billar,
la biblioteca, el despacho. Mientras que a la
mujer se le destinaban los espacios para dedi-
carse a las labores del hogar y del cuidado de
los hijos. Sin embargo, hay una revaloración de
lo femenino y ciertas ventajas en esta deriva-
ción, “alrededor de los años 1850-1860, la ma-
yoría de las mujeres se retiran de la esfera
económica para encerrarse en sus casas”; ad-
ministran la casa, el servicio doméstico, la ma-
dre adquiere seguridad (Perrot, 1991: 144-147).
En las clases trabajadoras, aunque se
mantiene la separación entre lo público y lo
privado, y se ahondan las diferencias, las amas
de casa mantienen un papel más activo, ade-
más de realizar las actividades de manteni-
miento del hogar y de la familia, muchas veces
conservan empleos complementarios para
aportar recursos a la economía familiar.
En cuanto a las casas, se comienza a dar
cada vez mayor peso al confort, “al calor y al
bienestar” (Hall, 1991: 75), con una cada vez
mayor diferenciación de los espacios, con la
búsqueda de la independencia de las habita-
ciones y con la diferenciación de los lugares
para el trabajo de los hombres.
Así, la casa, como la conocemos actual-
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 126
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
mente en las zonas urbanas, con espacios dife-
renciados para dormir, comer, recibir visitas,
etc., fue constituida en un momento histórico
específico, a fines del siglo XVIII y principios del
XIX, en correspondencia con el patriarcado, con
la reproducción y preservación del linaje, de la
herencia familiar, del apellido paterno, la casa,
entonces, sirve para preservar los “tesoros”,
entre ellos la mujer y los hijos:
en este espacio se les modeló el cuerpo a
los sujetos y se les otorgó la palabra, fue
ahí donde aprendieron a hablar, donde
adquirieron un nombre con el cual se les
identifica, ahí aprendieron a utilizar el po-
sesivo “mi” y “mío” para los objetos y per-
sonas [...]. Ahí también aprendieron a
amar, a temer, a someterse [...]; en este ti-
po de casa [...] se gestó la concepción de
matrimonio, de pareja, y de sexualidad; un
ideal de niño y las formas diferenciadas de
tratamiento de varones y mujeres; una
manera de ser madre y padre; aprendieron
a representarse como hombres y mujeres.
La casa marcó a su vez los sentidos, los
adiestró en una forma de mirar, de oler, de
oír, de tocar, de gustar (García, 2002: 64).
Consideraciones finales
Coincido con Lezama cuando explica que “la
Revolución industrial hace emerger no sólo una
ciudad territorialmente distinta, sino también
socialmente diferente” (2005: 104). Una ciudad
“hostil”, “en la que predomina el beneficio pri-
vado y pragmático”, así como la prevalencia de
la exterioridad” (2005:110- 115), una ciudad
para el consumo y la movilidad de mercancías,
en detrimento de las necesidades humanas.
Pero los papeles de género, los ámbitos priva-
dos, las funciones para los espacios, quedaron
definitivamente sedimentadas en el proceso
previo a la instauración de la “modernidad”, en
un proceso no exento de dificultades, avances
y retrocesos, tensiones y luchas. Además, es-
tas responsabilidades no pueden desvincularse
de las condiciones de clase que en el pasado y
en el presente permiten o imposibilitan el “cum-
plimiento de la norma”, condiciones que se
mantienen en las ciudades que hoy habitamos.
Este breve recorrido por varios siglos no
intentó ser exhaustivo, tampoco abarcar todos
los aspectos de la relación entre los espacios,
el habitar y la casa, sino mostrar que, en el de-
venir histórico, se ha conformado una serie de
sentidos y significaciones que en la actualidad
caracterizan a la casa y cómo estos sentidos
han variado de acuerdo a las épocas, pero so-
bre todo según las clases y las relaciones so-
ciales. Para comprender, como explica García
Canal, que “cada una de las partes de la casa
cumple una función clara en la construcción del
sujeto moderno” (García, 2002: 64).
También se advierte cómo muchos de
los sentidos forjados en ese pasado subsisten
hasta nuestros días y forman parte de lo que
ahora constituye el deseo, la interiorización y el
significado que damos a nuestra casa y al es-
pacio social, como se advierte en las significa-
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 127
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
ciones contemporáneas.
Fuentes
Arendt, Hanna (1993), La condición humana,
Barcelona: Paidós.
Ariès, Philippe y Georges Duby (dirs.) (1991),
Historia de la vida privada, Madrid: Tau-
rus.
Ariès, Philippe (1991), “Para una historia de la
vida privada”, en Philippe Ariès y, Geor-
ges Duby, Historia de la vida privada,
Madrid: Taurus.
Bachelard, Gaston (1997), La poética del espa-
cio, México: FCE.
Bak-Geller, Sara (2006), Habitar una cocina,
México: Universidad de Guadalajara.
Baudrillard, Jean (1969), El sistema de los ob-
jetos, México: Siglo XXI.
Bourdieu, Pierre (2002), La distinción. Criterio y
bases sociales del gusto, Buenos Aires:
Taurus.
Castan, Yves; François Lebrun, y Roger Char-
tier (1991), “Figuras de la modernidad”,
en Philippe Ariès y Georges Duby
(dirs.), Historia de la vida privada, Ma-
drid: Taurus.
Castillero Calvo, Alfredo (1994), Arquitectura,
urbanismo y sociedad. La vivienda colo-
nial en Panamá. Historia de un sueño,
Panamá: Biblioteca Cultural Shell.
Chartier, Roger, (1991), “Introducción al cap. II,
Formas de la privatización”, en Roger
Chartier y Georges Duby (eds.) (1991),
Historia de la vida privada, Madrid: Tau-
rus.
Contamine, Philippe (1991), “Las instalaciones
del espacio privado”, en Philippe Ariès y
Georges Duby (dirs.), Historia de la vida
privada, Madrid: Taurus.
Da Matta, Roberto (1991), Carnival, Rogues
and Heroes, an Interpretation of the
Brazilian Dilemma, Notre Dame: Univer-
sity of Notre Dame Press.
Darke, Jane (1998), “Un castillo para la mujer o
un lugar donde ser ella misma”, en Chris
Boot et al.(eds.), La vida de las mujeres
en las ciudades. La ciudad, un espacio
para el cambio, Madrid: Narcea.
Douglas, Mary y Baron Isherwood (1990), El
mundo de los bienes. Hacia una antro-
pología del consumo, México: Grijalbo-
Conaculta.
Duby, Georges, Barthélemy y Charles De la
Roncière (1991), “Cuadros”, en Philippe
Ariès y Georges Duby (dirs.), Historia de
la vida privada, Madrid: Taurus.
Farge, Arlette (1991), “Familias. El honor y el
secreto”, en Philippe Ariès y Georges
Duby (dirs.), Historia de la vida privada,
Madrid: Taurus.
Flandrin, Jean-Louis (1991), “La distinción a
través del gusto”, en Philippe Ariès y
Georges Duby (dirs.), Historia de la vida
privada, Madrid: Taurus.
García Canal, María Inés (2002), Foucault y el
poder, México: UAM Xochimilco.
García Canal, María Inés (1998), “Espacio y
diferenciación de género (hacia la confi-
Reyna Sánchez Estévez • La construcción de los sentidos de la casa y el espacio. Breve recorrido histórico • 128
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
guración de heterotopías de placer)”,
Debate Feminista, vol. 17 (abril).
Hall, Catherine (1991), “Sweet Home”, en Phi-
lippe Ariès y Georges Duby (dirs.), His-
toria de la vida privada, Madrid: Taurus.
Hunt, Lynn (1991), “La vida privada durante la
Revolución francesa”, en Philippe Ariès
y Georges Duby (dirs.), Historia de la vi-
da privada, Madrid: Taurus.
Lezama, José Luis (2005), Teoría social, espa-
cio y ciudad, México: El Colegio de Mé-
xico.
Ortiz, Víctor Manuel (1984), La casa, una apro-
ximación, México: UAM Xochimilco.
Paz Arellano, Pedro (1997), Entre edificios y
monumentos históricos, México: Escue-
la Nacional de Antropología e Historia,
tesis de Maestría en Antropología So-
cial.
Perrot, Michelle (1991), Introducción, en Philip-
pe Ariès y Georges Duby (dirs.), , Histo-
ria de la vida privada, Madrid: Taurus.
Pezeu-Massabuau, Jacques (1988), La vivien-
da como espacio social, México: FCE.
Rouche, Michel (1991), “Alta Edad Media occi-
dental”, en Philippe Ariès y Georges
Duby (dirs.), Historia de la vida privada,
Madrid: Taurus.
Sennett, Richard (1994), Carne y piedra. El
cuerpo y la ciudad en la civilización oc-
cidental, Madrid: Alianza.
Sennett, Richard (1978), El declive del hombre
público, Barcelona: Península.
Soto Walls, Luis (1992), El diseño de lo priva-
do. El baño, México: UAM Azcapotzalco
Thébert, Ybon (1991), “Vida privada y arquitec-
tura doméstica en el África romana”, en
Philippe Ariès y Georges Duby (dirs.),
Historia de la vida privada, Madrid: Tau-
rus.
Veyne, Paul (1991), “El Imperio romano”, en
Philippe Ariès y Georges Duby (dirs.),
Historia de la vida privada, Madrid: Tau-
rus.
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
María de Lourdes Amaya Ventura Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito de la gestión del agua en Méxi co pp. 129 - 148 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © María de Lourdes Amaya Ventura (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reservados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electrónico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 130
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Transformaciones de la acción pública y del espacio público en
el ámbito de la gestión del agua en México
MARÍA DE LOURDES AMAYA VENTURA*
RESUMEN
Este artículo contiene una propuesta para analizar la gestión del agua, a través de las transformacio-
nes del espacio público que se han producido a partir de la aplicación de la política de descentraliza-
ción, asociándolas con la construcción de diferentes esquemas de acción pública y de gestión territo-
rializada diferenciada. Se describen cuatro modalidades de gestión: predominio de la autoridad
municipal local, asociacionismo municipal, predominio privado y predominio de la autoridad estatal.
Este texto esboza las características de estos cuatro modelos y plantea reflexiones finales respecto
del impacto de la política descentralizadora en la acción pública referente a la gestión del agua, así
como las perspectivas para la aplicación de un enfoque territorializado en estos temas.
Palabras clave : gestión del agua, acción pública territorializada, modalidades de gestión.
.
ABSTRACT
This article proposes to analyze water management through the understanding of public space trans-
formation resulting from the implementation of a decentralization policy. We relate those changes with
the construction of different public action schemes and the notion of differentiated territorialized man-
agement. We present four management categories: municipal authority prevalence, municipal associ-
ations, private prevalence and state authority prevalence. The article characterizes those four models
and closes with some final reflections concerning the impact of policy decentralization on public action
surrounding water management and the perspectives for a territorialized approach of water issues.
Key words : water management, territorialized public action, management categories.
Fecha de recepción: 01/10/2011 Fecha de aceptación: 29/05/2012
* Profesora-investigadora del Departamento de Estudios Institucionales de la UAM Cuajimalpa, Doctora en Ciencias Sociales por la Escuela Normal Superior de Cachan, Francia; líneas de investigación: gestión del agua y gobiernos locales. C.e.: [email protected].
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 131
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Introducción
Desde la perspectiva de la acción pública, los
problemas a los que se enfrentan las socieda-
des contemporáneas adquieren una compleji-
dad tal que su atención requiere el concurso
de múltiples actores. En ese sentido, el espa-
cio público no se restringe al ámbito de la ac-
ción gubernamental, sino que se refiere a
aquel en el que se definen los problemas de
una sociedad y en donde se desarrollan las
posibles soluciones (Duran, 1999). Este cam-
bio en la acepción es importante, pues recupe-
ra el sentido original de lo público como lo
concerniente a una colectividad, en torno a lo
cual ésta delibera, construye consensos sobre
los temas a atender y el sentido de la atención
de éstos.
La gestión de los recursos naturales es
uno de los ámbitos donde más claramente se
aprecia la necesidad de este diálogo entre
actores pertenecientes a los ámbitos guber-
namental y social. En este trabajo propone-
mos revisar las características adoptadas por
la gestión del agua en México, a partir de la
política descentralizadora aplicada en los años
noventa, y cómo la diversidad de las modali-
dades de gestión incide en la transformación
del espacio en el que se desarrolla la acción
pública en torno al manejo de este vital recur-
so.
En el primer apartado explicaremos los
elementos básicos del concepto de acción
pública, para mostrar su utilidad en la mejor
comprensión de la transformación del espacio
público y el surgimiento de la noción de ges-
tión territorializada diferenciada. En el segun-
do, veremos cómo esta concepción de la ac-
ción pública se refleja específicamente en la
distribución del agua potable, identificando
cuatro modalidades de construcción del espa-
cio público en ese ámbito de acción. El artícu-
lo cierra con las reflexiones finales sobre estas
modalidades de construcción del espacio pú-
blico y sus implicaciones para la gestión del
recurso.
Acción pública y gestión territoriali-
zada
El enfoque de acción pública plantea una con-
tinuidad entre las esferas gubernamental y
social, como una forma de retomar los cada
vez más complejos problemas públicos. Este
enfoque de acción colectiva se origina en un
momento en que se combinaron dos transfor-
maciones importantes de las políticas públi-
cas, una a nivel teórico; la otra, a nivel prácti-
co. La primera se refiere a la consideración de
algunos especialistas de que la investigación
en políticas públicas empezaba a generar ren-
dimientos decrecientes (Thoenig, 1997); la
segunda, referente al proceso de transforma-
ción de las políticas públicas. Esta segunda
transformación es más relevante para nuestro
trabajo, pues parte del planteamiento de que
los problemas públicos “ya no pueden ser de-
finidos centralmente en la medida en que sólo
pueden ser pensados cerca del terreno que
define su realidad, siempre específica” (Duran,
1999: 41).
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 132
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Lo anterior implica una visión distinta
del tratamiento de los asuntos públicos, pues
la concepción de una acción pública que ya no
está centrada en el Estado “contribuye al
cambio social, a la resolución de conflictos, a
ajustes entre diferentes grupos e intereses,
pero también se enfoca a repartir recursos, a
crear o compensar inequidades” (Lascoumes
y Le Galès, 2011: 17). Así, la acción se defini-
ría en términos del contexto y las situaciones
particulares en los cuales se desarrollaría, lo
cual implica a su vez una transformación en la
toma de decisiones públicas.
De este modo, se reconocía al ámbito
local como un espacio de decisiones, conside-
rando que su mejor conocimiento de las con-
diciones contextuales de los problemas re-
dundaría en una mayor eficacia en su
atención. Lógicamente, otro aspecto relevante
son los resultados o consecuencias de la ac-
ción pública, que de igual manera se ajustarán
al territorio correspondiente. Ubicando a los
problemas en el centro del análisis, este ajuste
territorial de las soluciones y de la valoración
de sus consecuencias busca su mejor adapta-
ción a la realidad de cada situación, como lo
veremos a mayor profundidad, a partir de este
enfoque contingente, podemos hablar de una
gestión territorializada diferenciada.
Esta concepción de la acción pública
no sólo recupera la variabilidad de los contex-
tos, sino que también distingue entre los acto-
res pertinentes para participar en la solución
de los problemas, identificando las interde-
pendencias existentes entre sí y la manera
como se vinculan con el problema en cuestión.
La atención del problema integraría la acción
de múltiples actores con intereses distintos y
lógicas diversas, lo cual habría de resolverse a
través de mecanismos de negociación y deli-
beración política: “La acción pública siempre
es una manera de arbitrar entre preferencias
múltiples e incongruentes. Hay que aceptar su
carácter plenamente relativo, dicho de otra
manera, político” (Duran, 1999: 54).
La lógica general en esta acción públi-
ca sería la construcción de consensos para
articular la participación de los actores en ca-
da territorio, donde se atendería el problema.
“Al espacio cerrado y único que representaba
el Estado, ahora lo sustituye una pluralidad de
territorios legítimos en los que la autonomía se
justifica por su capacidad de gestionar sus
propios problemas” (Duran, 1999: 79).
De ahí que el enfoque de acción pública
sea compatible con un esquema de descentra-
lización que favorezca la autonomía de los
gobiernos locales respecto del gobierno cen-
tral. Los tres elementos esenciales de la ac-
ción pública identificados por Thoenig (1997)
se vinculan con el surgimiento de múltiples
centros de poder y los diferentes ámbitos de
acción para la atención de los problemas pú-
blicos:
1. El reconocimiento de que el Estado in-
teractúa con múltiples interlocutores.
2. El hecho de que la atención pública es
sólo uno de los múltiples tratamientos
que se dan a los problemas sociales.
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 133
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
3. La centralidad de lo político en las
ciencias sociales y su permanente evo-
lución.
En el análisis de acción pública, el territorio
se entiende, desde una perspectiva sociopolí-
tica que le imprime dinamismo, como el espa-
cio donde se producen los problemas públicos
y se movilizan los actores pertinentes para su
solución. Si bien existen arreglos instituciona-
les que enmarcan la acción en torno a dichos
problemas públicos, la flexibilidad radica en la
naturaleza de la movilización de los actores,
que no necesariamente participarán en la
atención de todas las dimensiones del pro-
blema, ni lo harán siempre con la misma in-
tensidad. La acción pública territorializada se
compone de ajustes permanentes, en los que
la lógica predominante es transitoria, depen-
diendo de los consensos que los actores cons-
truyan.
Así, el territorio dejaría de entenderse ex-
clusivamente bajo la acepción tradicional de
espacio geográfico, o bajo la acepción político-
administrativa de ámbito de jurisdicción, para
convertirse en un espacio donde se combina
la acción de diversos participantes en la aten-
ción de un problema compartido. Las conse-
cuencias y el impacto de una política pública
no se medirían de forma generalizada, sino
que se observarían y valorarían para un terri-
torio específico, el mismo para el cual se defi-
nió el problema y las posibles soluciones para
atenderlo.
La mayor importancia del nivel local de
gobierno sería, en sí misma, una consecuen-
cia de esta lógica y representaría, al mismo
tiempo, la oportunidad para dar el paso hacia
una gestión basada en la acción pública, es
decir, que tome a los problemas como punto
de partida para definir la acción.
En el caso del tema que nos ocupa, otra
consecuencia importante de adoptar esta
perspectiva es que sería a partir de esta terri-
torialización que se definirían cuáles serían los
actores que participarían activamente en la
gestión del agua. Como lo señala Duran, la
territorialización de la acción pública implica
que “los actores pertinentes se definen más
por su proximidad al problema en juego que
por su pertenencia a una organización” (Du-
ran, 1999: 39).
Así, apreciamos que el enfoque de acción
pública relativiza dos conceptos importantes:
el interés general y los actores legítimos. Am-
bos tendrían que redefinirse para cada expe-
riencia local, para cada territorio en el que se
ejecutan acciones concretas para atender las
diversas problemáticas del agua. La acción
pública territorializada requiere que las deci-
siones clave ya no las tome un actor central
que concentre toda la información y esté en
posibilidades de definir las políticas.1 Los sis-
temas de acción necesarios para enfrentar la
complejidad de los problemas actuales involu-
cran a actores vinculados por fuertes interde- 1 No adoptamos aquí la visión simplista, según la cual un individuo (por ejemplo, el gobernador de un estado o el titular del Ejecutivo Federal) sería el único encargado de tomar decisiones. Cuando hablamos de un actor central, nos referimos a un actor colectivo, que puede ser una secretaría de Estado, una comisión federal o incluso el Poder Legislativo.
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 134
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
pendencias, en un escenario en que ninguno
posee los recursos suficientes para imponer
sus puntos de vista o sus concepciones sobre
la naturaleza exacta de los problemas, menos
aún una solución que no se perciba como per-
tinente por la mayoría de los actores implica-
dos. La acción pública territorializada requiere
de una construcción permanente de consen-
sos por medio de la negociación, y en este
proceso frecuentemente los actores locales
tienen una visión más precisa de los elemen-
tos que configuran el problema.
La acción pública así concebida se vincula
con el concepto de gobernanza, entendida
como “un proceso de coordinación de actores,
de grupos sociales, de instituciones, para al-
canzar metas discutidas y definidas colectiva-
mente […], remite así a dinámicas multiactores
y multiformes que aseguran la estabilidad de
una sociedad y de un régimen político, su
orientación y su capacidad de proveer servi-
cios y asegurar su legitimidad” (Lascoumes y
Le Galès, 2011: 21). Se advierte que esta de-
finición de gobernanza se basa en una con-
cepción horizontal del poder, la cual obliga a
los actores a reconocer sus interdependencias
y constituirse en redes.
Ante el auge del concepto de gobernanza,
algunos estudiosos de la administración públi-
ca mexicana han subrayado las dificultades
que representa su aplicación en contextos
como el latinoamericano, cuyas sociedades se
han construido sobre la base de un Estado
central fuerte, reacio al fortalecimiento de las
instancias locales y a la participación ciudada-
na; postura basada en el supuesto de que ese
tipo de Estado es necesario, “característico de
la cultura política de la mayor parte de nues-
tros países latinoamericanos y que va de la
mano con el supuesto de la baja capacidad de
nuestras sociedades para resolver sus pro-
blemas de supervivencia y convivencia” (Agui-
lar, 2006: 69). En ese mismo sentido, Aguilar
Villanueva subraya que desde esta perspecti-
va no se ve a la sociedad como parte de la
solución de los problemas, sino como un pro-
blema en sí, en un estilo de “vieja gobernanza”
que equipara la gobernabilidad al control. Esta
visión ha repercutido en el diseño y aplicación
de las políticas públicas en América Latina,
resultando frecuentemente en políticas inefi-
cientes, que no contribuyen a la solución de
problemas, o lo hacen pero limitadamente.
En la búsqueda de mejores sistemas de
gestión ante problemas cada vez más comple-
jos (como el problema del manejo del agua), la
visión actual de la gobernanza plantea que “la
decisión, en vez de ser la propiedad de al-
guien (un individuo o un grupo), debe resultar
de una negociación permanente entre los ac-
tores sociales, constituidos en compañeros de
un vasto juego, cuyo terreno puede ser una
empresa, un Estado, una organización, un
problema a resolver” (Moreau, 2003: 7). Por
tanto, bajo este esquema, los actores requeri-
rían desarrollar capacidades de negociación
para lograr una acción coordinada y coopera-
tiva.
Así, dadas las características de la gestión
del agua, la cual debe llevarse a cabo en con-
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 135
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
diciones geográficas, económicas, políticas y
sociales muy distintas en cada localidad, con-
sideramos que el tipo de transformaciones del
espacio público antes planteado se ejemplifica
mediante el análisis de la gestión del agua en
México.
La gestión del agua como ámbito de
acción pública
En el estudio de la gestión del agua, la refor-
ma al artículo 115 constitucional, realizada en
1983, es muy significativa, pues a partir de
ésta los municipios se convirtieron en los prin-
cipales responsables de todo un abanico de
servicios urbanos, entre los que se encuentra
la distribución de agua potable. La provisión
de servicios urbanos resulta ser, frecuente-
mente, el primer contacto entre los represen-
tantes de la entidad abstracta que constituye
el gobierno y los ciudadanos que demandan la
satisfacción de sus necesidades, quienes vi-
ven los problemas cotidianos de un servicio
deficiente. De ahí que en diversas sociedades
la gestión de servicios urbanos se encuentre,
desde hace décadas, bajo la jurisdicción de
los gobiernos locales (comunas francesas,
mancomunidades españolas o municipalities
estadounidenses), ya que éstos establecen
una relación directa con los habitantes de la
localidad. Además, al menos teóricamente,
están más familiarizados con las característi-
cas geográficas de la localidad y con la cultura
local, y pueden, en un momento dado, facilitar
u obstaculizar la acción de otros órdenes de
gobierno. Según García y Hernández (1994),
existen cuatro factores considerados en la
gestión de los servicios municipales:
Políticos: referentes al sustento institu-
cional y político que las comuni-
dades reciben de parte de los
otros dos niveles de gobierno y
del aparato administrativo en
general.
Jurídicos: respecto del marco normati-
vo de todo el sistema político,
pero con énfasis particular en el
tema del desarrollo municipal y
las responsabilidades comparti-
das entre los tres órdenes de
gobierno.
Administrativos: se refieren a la crea-
ción de una estructura, en con-
cordancia con las condiciones
sociopolíticas de la localidad en
cuestión, para impulsar su
desarrollo.
Culturales: relativos a la diversidad de
valores, tradiciones y costum-
bres que caracterizan a las co-
lectividades.
Estos cuatro factores se combinan de dife-
rente manera en los espacios locales donde
se proveen los servicios urbanos, sin que se
establezca que alguno de éstos es más impor-
tante que el otro para configurar las caracterís-
ticas que adoptarán los sistemas de gestión
de aquéllos. En todo caso, se les identifica
como el marco en el que se construyen siste-
mas locales de acción pública para la gestión
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 136
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
de dichos servicios. Referirnos a estos siste-
mas de gestión, en términos de acción públi-
ca, implica que interactúan entre sí actores
públicos y privados.
Retomaremos los elementos básicos del
concepto de acción pública, antes citados,
para mostrar su utilidad en la mejor compren-
sión de la transformación del espacio público
que ha tenido lugar en las últimas dos déca-
das y que se refleja particularmente en la
prestación de servicios públicos, como la dis-
tribución del agua potable.
La gestión municipal del agua como
espacio de acción pública
La gestión del agua es uno de los servicios
urbanos cuya particularidad es que requiere
de la amplia colaboración de actores no gu-
bernamentales para lograr ser efectiva.2 Los
funcionarios encargados de ésta suelen hacer
énfasis únicamente en la importancia de que
los usuarios participen cuidando el recurso y
pagando puntualmente las cuotas correspon-
dientes, para contribuir a que el servicio siga
funcionando adecuadamente. No obstante, se
omiten otras formas de involucramiento de
actores no gubernamentales, que serían resul-
tado de las transformaciones recientes del
espacio público.
Cabe subrayar las dificultades que la
acción pública enfrenta en países en desarro-
2 El otro servicio urbano que comparte esta carac-terística es la gestión de desechos, debido a que ambos se relacionan con el manejo que los usua-rios hacen del recurso líquido, por un lado, y de los desechos que generan, por el otro.
llo, en particular los países de América Latina.
La manera en que estos países se constituye-
ron como naciones y la fragilidad que experi-
mentaron en sus orígenes históricos los llevó
a adoptar modelos de organización política
centralizados, donde los poderes periféricos
tenían un peso menor para la toma de deci-
siones en torno a asuntos públicos. En el caso
específico de México, aunque el marco norma-
tivo de la administración pública señala que el
municipio es la célula básica de ésta y se sub-
raya la figura del municipio libre, se han en-
contrado históricamente atrapados entre las
demandas de los ciudadanos y su falta de ca-
pacidad para responder a aquéllas. García y
Hernández caracterizaron esta situación al
señalar que en la administración municipal “se
concentran las presiones tanto de los orga-
nismos federales y estatales, como de las
fuerzas que cohabitan en el constructo social,
es decir, en el espacio de los gobernados”
(1994: 12).
Una restricción importante que los mu-
nicipios mexicanos no han superado del todo
es su fuerte dependencia financiera del go-
bierno federal. Como señala Cabrero (2005),
los avances en este campo son diferenciados.
A partir de las reformas descentralizadoras de
los últimos veinte años, algunos municipios
han logrado un mayor nivel de autonomía fi-
nanciera, así como una mayor capacidad para
generar recursos propios, pero esta situación,
está lejos de generalizarse y el grueso de los
municipios sigue teniendo una fuerte depen-
dencia del gobierno federal para financiar sus
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 137
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
actividades. Así, los recursos provenientes del
gobierno federal, que en un principio represen-
taban un apoyo para la gestión municipal, se
han convertido en una fuerte restricción para
su capacidad de decisión y de acción.
En cuanto a la gestión de servicios ur-
banos, esta restricción se traduce en ineficien-
cia e insatisfacción de los ciudadanos-
usuarios-clientes.3 Al mismo tiempo, como ya
se dijo, la complejidad de los problemas que
estos servicios enfrentan demanda el involu-
cramiento de los usuarios. Pero existe, ade-
más, una razón de naturaleza política que re-
vela la importancia de incorporarlos en la
gestión de servicios, como la distribución del
agua potable. Al ser una fuente primaria para
la evaluación de los gobiernos locales, en par-
ticular en el plano municipal, la eficacia de es-
tos servicios tiene la potencialidad de conver-
tirse en un recurso político. Los municipios con
indicadores de eficiencia satisfactorios y cuyo
desempeño es aprobado por los usuarios, se
apoyarían en estos últimos en el momento de
negociar con actores locales y con los repre-
sentantes de los otros órdenes de gobierno.
Éstas son algunas de las razones que han
3 Este término compuesto se utiliza en los años recientes en la literatura de servicios urbanos, adoptado por municipalistas mexicanos como Ca-brero y García (1994). Es un intento por englobar las características de quienes los reciben, incorpo-rando la visión gerencialista de la administración pública, que frecuentemente se aplica a estos ser-vicios y que subraya la importancia de manejarlos en términos de eficiencia similares a los que se adoptan para las empresas privadas. Aunque no nos ubicamos en la postura de la nueva gestión pública (NGP), retomamos ese término por su utili-dad para expresar las funciones que adoptan los beneficiarios de dichos servicios.
convertido la gestión del agua en un tema es-
tratégico, pues un buen servicio de distribu-
ción de este recurso vital representa un factor
de fortaleza política, al ser un elemento básico
para el bienestar de la población.
Además, en la gestión del agua se ma-
nifiesta con mayor claridad la idea de la co-
construcción de la acción pública, pues si bien
una intervención directa de los ciudadanos-
usuarios-clientes es poco factible, su interven-
ción como apoyo de los actores encargados
de la toma de decisiones no dejaría de ser
significativa. Este tipo de apoyos es más rele-
vante en el escenario actual, donde el sistema
político-administrativo mexicano se caracteriza
por una mayor pluralidad y, por ende, requiere
de una mayor capacidad de negociación por
parte de los diferentes actores. Puesto que las
reglas del juego político están en proceso de
redefinición, la negociación se vuelve una al-
ternativa casi inevitable; de hecho, considera-
mos que en el caso de la gestión del agua su
importancia será cada vez más evidente, dada
la necesidad de compartir el recurso entre
comunidades, municipios, entidades federati-
vas y regiones.
Así, estudiosos de la dinámica municipal,
como Rodolfo García, consideran que actual-
mente las autoridades municipales cuentan
con un mayor margen de acción, lo cual les
permitiría, en el mediano plazo, convertirse en
un verdadero nivel de gobierno (García, 1999).
No obstante, la consolidación de esta nueva
función del municipio se daría diferenciada-
mente, tal como se han presentado las condi-
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 138
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
ciones para una mayor autonomía de éstos,
en concordancia con la naturaleza territorial de
la acción pública.
Lo anterior implica una transformación del
espacio público gubernamental en México, a
partir de la construcción de esta acción pública
territorializada. Sin que predizcamos con cer-
teza cuáles serían los ámbitos donde esta
transformación se consolidaría más rápida-
mente, dada la relevancia de los servicios ur-
banos, concretamente la del servicio de distri-
bución urbana del agua, planteamos como
hipótesis que este escenario de política públi-
ca resulta propicio para la observación de ta-
les transformaciones. En el siguiente apartado
ilustraremos con breves ejemplos la transfor-
mación del espacio público en la gestión del
agua en México.
Las transformaciones actuales del
espacio público de la gestión del
agua en México
En los análisis de la gestión del agua, es am-
pliamente conocida la modificación del marco
institucional que el sector experimentó en los
años noventa, así como la consecuente rees-
tructuración de su arreglo institucional, que
pasó de un esquema centralizado a un diseño
descentralizado, el cual permite la existencia
de arreglos locales diversos.4
4 En un trabajo previo (Amaya, 2007) se han des-crito estas modificaciones.
Conforme a los resultados obtenidos
en nuestras investigaciones,5 observamos que
para la gestión urbana del agua potable el es-
pacio público ha adquirido cuatro formas
esenciales: el predominio de la autoridad mu-
nicipal local, el asociacionismo municipal, el
predominio privado y el predominio de la auto-
ridad estatal. Enseguida revisamos los rasgos
de cada cual, con un ejemplo particular.
Predominio de la autoridad municipal local
En este grupo se hallan los casos en que la
gestión del agua se da directamente, es decir,
en el municipio, a través de un organismo ope-
rador encargado del manejo del servicio, que
asume la toma de decisiones clave para su
funcionamiento. Aunque se apoya en empre-
sas privadas para el manejo de ciertas etapas
del servicio (por ejemplo, el tratamiento de
aguas), el municipio es el gestor principal.
Como ejemplo de esta organización del
sistema de gestión del agua, está el caso del
municipio de Naucalpan de Juárez, Estado de
México, donde el encargado de la distribución
del agua es el Organismo de Agua Potable,
Alcantarillado y Saneamiento (OAPAS), creado
en 1991 , que opera un sistema que produce
más de 84 millones de m³ de agua al año
(OAPAS, 2009), para una población de casi
828,896 habitantes.
5 La investigación de marras es el trabajo de cam-po del proyecto titulado “Los organismos operado-res de agua como elementos de gestión integral: un análisis a partir del diseño institucional”, finan-ciado por Conacyt.
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 139
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
La dirección del OAPAS plantea como
su principal objetivo darle sustentabilidad al
servicio del agua. No obstante, el organismo
enfrenta los problemas que caracterizan a
muchos de los organismos operadores en Mé-
xico, los cuales incluyen un alto porcentaje de
agua no contabilizada, debido a fugas y tomas
clandestinas, así como a la falta de profesio-
nalización de su personal. Existe también, se-
gún el director general del OAPAS,6 un proble-
ma de desabasto relacionado con la grave
dependencia que la provisión del agua en
Naucalpan tiene respecto del sistema Cutza-
mala, el cual hace diez años proveía al muni-
cipio con 2.4 m³/s, mientras que hoy, a pesar
del incremento en la población, los provee con
1.9 m³/s.
Como problemas específicos de ges-
tión del organismo, su director general se refi-
rió al uso político del servicio, que obliga a
subsidiarlo y que no permite que el organismo
operador cobre tarifas reales; igualmente,
mencionó los obstáculos que el sindicato in-
terpone para posibilitar un trabajo eficiente en
el organismo y el control estrecho que los pre-
sidentes municipales ejercen sobre aquél.
Cabe señalar también algunos aspec-
tos de la relación que el OAPAS establece con
los usuarios-ciudadanos-clientes. En los do-
cumentos oficiales del ayuntamiento de Nau-
calpan de Juárez, este organismo aparece
enlistado como uno auxiliar de la administra-
ción pública descentralizada, con autonomía
6 Entrevista de la autora OAPAS, 25 de mayo de 2010.
técnica y administrativa, y el servicio del agua
se menciona entre los servicios que el munici-
pio tiene a su cargo para “prestación, explota-
ción, administración y conservación” (“Bando
municipal 2011”, art. 49, fracc. I). El ciudadano
es el destinatario de las campañas de con-
cientización sobre el uso del agua y, en térmi-
nos de su obligación, de colaborar en las
obras y cuidar el recurso.
En el Consejo Directivo del OAPAS se
cuenta con la representación de usuarios de
las zonas popular y residencial, quienes, se-
gún el director general de dicho organismo,
son designados por el presidente municipal en
turno, que a su vez preside este Consejo Di-
rectivo.
En esta breve revisión de los proble-
mas y el contexto en que se realiza la gestión
del agua en Naucalpan de Juárez, observa-
mos que el espacio público referente a la ges-
tión del agua en este municipio, tal como se
explica y entiende en este trabajo (aquél en el
que se discute y delibera sobre la solución a
los problemas colectivos), sigue estando re-
servado para las instancias de gobierno, con
un involucramiento mínimo de los ciudadanos.
Como se observa en este ejemplo, la principal
deficiencia de este tipo de modelo es que su
éxito dependerá de la autonomía real que el
organismo operador logre en términos econó-
micos y políticos. Los organismos que, como
en Naucalpan, enfrenten fuertes relaciones de
dependencia respecto de las autoridades, se
verán limitados en su capacidad para realizar
una gestión eficiente e innovadora.
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 140
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Asociacionismo municipal
Los casos incluidos en este grupo también son
ejemplos de gestión directa, pues es la autori-
dad municipal la encargada del servicio. No
obstante, se trata de casos distintos a los del
grupo precedente, ya que se da una asocia-
ción de varios municipios para la prestación
del servicio. Por lo general, es el municipio
correspondiente a la capital estatal el que en-
cabeza esta asociación, vinculándose con los
municipios metropolitanos.
Esta transformación del espacio públi-
co tiene varias implicaciones: por una parte,
para el municipio de la ciudad capital, la aso-
ciación con municipios menores, con escasas
capacidades en términos financieros y de re-
cursos humanos, representa una carga adi-
cional. Sin embargo, ésta se compensa por el
hecho de adquirir un mayor peso político como
organismo intermunicipal, pues al tener bajo
su responsabilidad la satisfacción de un mayor
número de usuarios, el organismo adquiere
prioridad ante los gobiernos estatales.
El ejemplo ilustrativo de este arreglo
institucional para la gestión urbana del agua lo
provee el organismo denominado Comisión de
Agua y Alcantarillado de Sistemas Intermuni-
cipales (CAASIM) del estado de Hidalgo, que
incluye al municipio de Pachuca de Soto y
diez municipios más.7 Retomando los datos
7 Los municipios adicionales a Pachuca son El Arenal, Mineral del Chico, Tepeapulco, Singuilu-can, Tlanalapa, San Agustín Tlaxiaca, Epazoyucan,
del INEGI recabados en el censo 2010, encon-
tramos que este organismo se encarga de la
provisión del servicio a 596,277 habitantes.8
La CAASIM plantea como su misión “Proporcio-
nar bienestar a la sociedad mediante servicios
de agua con calidad, eficientando y optimizan-
do a través de tecnología de punta los recur-
sos del organismo, implementando una cultura
del agua acorde a las necesidades mundiales”
(CAASIM, 2011).
Los principales problemas que enfrenta
este organismo se relacionan con la distribu-
ción del recurso y las pérdidas físicas de éste,
debido a las fugas y tomas clandestinas. Los
funcionarios de la CAASIM que accedieron ser
entrevistados coincidieron en señalar como un
problema serio para la gestión del organismo
el acelerado y mal planificado crecimiento ur-
bano, pues la Comisión se ve obligada a ex-
tender la red desordenadamente para otorgar
el servicio a los habitantes de los nuevos frac-
cionamientos que se van construyendo sin su
conocimiento, pero con la autorización de las
autoridades de vivienda correspondientes.
Por otra parte, las condiciones geográ-
ficas dificultan también la extensión de la red a
municipios que, aunque forman parte de este
organismo intermunicipal, se encuentran físi-
Mineral del Monte, Zempoala y Mineral de la Re-forma. 8 Las cifras por cada municipio son El Arenal 17,374 habs.; Mineral del Chico 7,980 habs.; Te-peapulco 51,664 habs.; Singuilucan 14,851 habs.; Tlanalapa 10,248 habs.; San Agustín Tlaxiaca 32,057 habs.; Epazoyucan 13,830 habs.; Mineral del Monte 13,864 habs.; Zempoala 39,143 habs.; Mineral de la Reforma 127,404 habs.; y Pachuca de Soto 267, 862 habs. (INEGI, 2011).
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 141
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
camente dispersos y a veces muy distantes de
la sede del organismo, ubicada en Pachuca de
Soto.
La Ley Estatal de Agua y Alcantarillado
para el Estado de Hidalgo reconoce la posibi-
lidad de que los municipios constituyan orga-
nismos operadores intermunicipales para la
prestación directa del servicio del agua, los
cuales coadyuvarán con la Comisión Estatal
del Agua y Alcantarillado (CEAA) en la gestión
del servicio. Asimismo, se atribuye tanto al
director general de la CEAA, como a las autori-
dades municipales que tengan a su cargo la
gestión directa del servicio del agua, la facul-
tad de promover la participación social y pri-
vada en la prestación del mismo (LEAAEH, art.
15, fracc. XXXIII; art. 25, fracc. XV).
Nuevamente, la relación con los usua-
rios ha privilegiado la puesta en marcha de
programas que promuevan el pago del servi-
cio y fomentar el cuidado del recurso, por
ejemplo, existe una línea telefónica que permi-
te reportar fugas al organismo. No está con-
templada la integración de los usuarios en la
planeación del organismo, tampoco existe en
el panorama social del municipio capital una
asociación ciudadana importante que se invo-
lucre en el tema; incluso es menor el involu-
cramiento de los usuarios que habitan los
otros municipios.
Esta revisión de las condiciones de
gestión del agua que enfrenta la CAASIM revela
una reconfiguración del espacio público que, si
bien sigue concentrándose en figuras guber-
namentales locales (gobierno del estado y au-
toridades municipales del agua), resulta un
tanto más balanceada que la configuración
anterior, pues la diversidad dentro del orga-
nismo intermunicipal le permite contar con
mayor autonomía en su toma de decisiones.
No obstante, se trata de un equilibrio frágil,
como lo reflejan las asimetrías entre los muni-
cipios participantes antes citadas.
Por otra parte, una tarea pendiente se-
ría la implementación del asociacionismo en
distintas zonas metropolitanas, no sólo en las
que involucran a los municipios que sean capi-
tales de la entidades correspondientes.
Predominio privado
Éste es el escenario de la concesión del servi-
cio a una empresa privada, la cual se encarga
de su gestión, si bien la autoridad municipal
sigue siendo la principal responsable de su
funcionamiento, por lo que supervisa perma-
nentemente la actividad de la empresa conce-
sionaria. A principios de los noventa, este es-
quema parecía ser el más atractivo para la
gestión del servicio, y uno de los objetivos im-
plícitos de la descentralización era generalizar
el modelo de gestión privada del agua a través
de concesiones a empresas con participación
mixta: empresas trasnacionales con amplia
experiencia en el sector (principalmente, britá-
nicas o francesas) asociadas con empresas
locales.
La primera experiencia de esta modali-
dad de gestión se dio en la ciudad de Aguas-
calientes, enclavada en una zona semiárida
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 142
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
de la república mexicana, cuya principal fuente
de abastecimiento es el agua subterránea. El
contrato de concesión que se firmó con la em-
presa Concesionaria de Aguas de Aguasca-
lientes, S.A. (CAASA) en 1993, implicó una im-
portante modificación del espacio público
correspondiente a la gestión urbana del agua,
pues se amplió para incluir a este nuevo actor
que reemplazaría a la Comisión de Agua Po-
table y Alcantarillado del Municipio de Aguas-
calientes (CAPAMA) como operador directo del
servicio. La función de esta oficina municipal
cambiaría para convertirse en supervisora de
la empresa concesionaria.
No obstante esta modificación del es-
pacio público, hubo dificultades en los años
iniciales para consolidar su estabilidad, dificul-
tadas directamente vinculadas con la alter-
nancia en el gobierno municipal de Aguasca-
lientes. Como se ha reseñado en trabajos
previos (Amaya, 2005; 2010), la firma de la
concesión en 1993 se facilitó gracias a que los
tres órdenes de gobierno (federal, estatal y
municipal) correspondían al mismo partido; no
obstante, la presencia de la empresa conce-
sionaria no fue bien recibida en un principio
por los usuarios, quienes se quejaban de los
fuertes incrementos en las tarifas.
En medio de esta controversia, el punto
principal era la entrada de la empresa conce-
sionaria como responsable del servicio, posibi-
lidad abierta con la política descentralizadora.
Aunque la descentralización había dado un
espacio a la participación de otro actor nuevo
en el sector (los usuarios), ellos servirían más
bien como recurso político de los dos principa-
les partidos en pugna (PRI y PAN).
El intento de rescate de la concesión
derivó en una reestructuración del contrato y
en acuerdos para reconfigurar la relación entre
la instancia municipal (CAPAMA) y la empresa
concesionaria. Este organismo municipal, el
CAPAMA, cambió su nombre y perfil al conver-
tirse en Comisión Ciudadana de Agua Potable
y Alcantarillado del Municipio de Aguascalien-
tes (CCAPAMA), incluyendo no sólo a represen-
tantes del gobierno municipal, estatal y fede-
ral, sino también del sector empresarial local y
de las instituciones de educación superior del
estado (Caldera, 2009). Así, se pretendía con-
vertir la CCAPAMA en el canal de comunicación
con los usuarios y a través de la cual se daría
la participación ciudadana. Actualmente, la
empresa concesionaria, cuya razón social se
modificó en 2005 a Proactiva Medio Ambiente,
señala en el portal electrónico que presta ser-
vicio a no menos de ochenta mil habitantes del
municipio de Aguascalientes
(http://www.caasa.com.mx/Portal/Empresa/Nu
estro_Origen.aspx, 2011).
En otros textos he señalado (Amaya,
2005; 2010) la estrategia adoptada por caasa
para contrarrestar la cultura del no pago, la
cual consistía en organizar festivales y con-
cursos para hacer más comprensible al públi-
co en general el trabajo de la empresa y que
ellos valorasen el servicio. Cabe destacar este
punto, pues muestra un esfuerzo de comuni-
cación con los usuarios, lo que les permite
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 143
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
sentirse involucrados, aunque es un involu-
cramiento limitado.
Este ejemplo muestra la complejidad
de la reestructuración del espacio público con-
cerniente a la gestión del agua, cuando inter-
viene un actor privado en el manejo de este
recurso. La llegada de la empresa concesiona-
ria al sistema local de gestión significó algo
más que la incorporación de un nuevo actor o
la ampliación de dicho espacio: representaba
una oportunidad para el replanteamiento de
las relaciones entre los actores gubernamen-
tales y pudo iniciarse un espacio de participa-
ción, para los usuarios.
No obstante, los logros en esta materia
fueron limitados, pues el interés de la empresa
concesionaria en involucrar a los usuarios no
incluía la posibilidad de transparentar los in-
crementos y aplicaciones de las tarifas. Esta
modalidad de concesión a una empresa priva-
da representa el ejemplo más claro de la
adopción de una visión del agua que la conci-
be como una mercancía sujeta a los meca-
nismos de la oferta y la demanda.
Predominio de la autoridad estatal
En este esquema, la gestión urbana del agua
la controla el gobierno estatal, a través de la
comisión estatal correspondiente. Cabe acla-
rar que en la figura de las Comisiones Estata-
les de Agua Potable, Alcantarillado y Sanea-
miento (CEAPAS) se creó en los años ochenta
como parte de la etapa intermedia en la trans-
ferencia del servicio desde el gobierno federal
hacia los municipios. Se planeó esa etapa
como un periodo de preparación de los muni-
cipios para asumir cabalmente la gestión del
servicio; en la mayoría de las leyes estatales
de aguas se estableció que el gobierno estatal
seguiría siendo responsable de dicho recurso,
únicamente en comunidades donde no se con-
tara con la capacidad suficiente para que las
autoridades municipales asumieran dicho pa-
pel, suponiéndose que éstas serían principal-
mente comunidades rurales. No obstante, en
entidades pequeñas como Querétaro, la comi-
sión estatal es el organismo operador de los
sistemas de gestión de todos los municipios
urbanos del estado.
Creada por decreto legislativo el 6 de
marzo de 1980 y publicada en el Diario Oficial
de la entidad el 13 de marzo de 1980, la Co-
misión Estatal de Aguas de Querétaro (CEA)
tiene a su cargo el servicio en doce munici-
pios, incluyendo la capital. En el sitio web indi-
ca que su principal objetivo es ofrecer “un ser-
vicio eficiente y de calidad a la sociedad”
(<http://www.ceaqueretaro.gob.mx/foro/tec_inf
ormacion-f.htm>, 2011).
La creación de esta comisión data del
periodo previo a la política de descentraliza-
ción que intentaba llevar hasta los municipios
la gestión del servicio, que se dio durante la
etapa de transición en la que dicha gestión se
trasladó a los gobiernos estatales como paso
previo a su municipalización. Querétaro es,
por tanto, un ejemplo de la retención del servi-
cio por parte de las autoridades estatales.
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 144
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
La instancia directiva de la Comisión es
la Vocalía Ejecutiva, integrada por un vocal
ejecutivo, un secretario técnico, un gerente de
vinculación internacional e interinstitucional y
un especialista en gestión de cuencas
(<http://www.queretaro.gob.mx/transparencia/t
emaslista-
do.aspx?q=Q1SajNL/6MD38y0eiiUZbA==>,
2011). Esta estructura no contempla la partici-
pación de los usuarios al interior del organis-
mo operador, por lo que el usuario solamente
juega el papel de receptor del servicio. Al igual
que en otros ejemplos previamente señalados,
en Querétaro se involucra al usuario única-
mente en términos de campañas de concienti-
zación para el pago y no despilfarro del recur-
so, sin integrarlo en su gestión.
Manuel M. Urquiza (2008), ex vocal
ejecutivo de la CEA, señalaba que el principal
problema que enfrentaba la gestión del orga-
nismo era la disponibilidad del recurso, pues el
agua no era suficiente en cantidad ni en cali-
dad. De ahí que las acciones de la CEA estu-
vieran orientadas al incremento de dicha dis-
ponibilidad, proponiendo la elaboración de un
plan de administración hidráulica que se inser-
tara, a su vez, en un documento similar a nivel
regional. Esto indica que los principales inter-
locutores de la CEA en esta tarea tendrían que
ser los gobiernos estatales, así como los con-
sejos de cuenca, por su relvante papel en la
gestión regional del recurso líquido. Además,
en julio de 2011 se anunció una iniciativa de la
CEA para crear la Red de Investigación y
Desarrollo Experimental para el Manejo Sus-
tentable del Agua, para la cual se asoció con
el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado
de Querétaro (Concyteq), contando con el
apoyo de instituciones académicas estatales
(El economista, 2011).
Si bien los resultados de la CEA la ubi-
can como un operador eficiente del agua, el
hecho de concentrar su manejo en la CEA, a
casi veinte años de distancia de la descentra-
lización del servicio, indica que la autonomía
de los municipios en el manejo del agua es,
por lo menos, una meta lejana. Así, el ejemplo
de la CEA de Querétaro ilustraría las limitacio-
nes de la política de descentralización, con la
que, a pesar de existir una transferencia for-
mal de responsabilidades hacia la figura muni-
cipal, parece asumirse que en los hechos los
municipios no adquirirán esta responsabilidad
plenamente.
Las características de estas cuatro
modalidades de reconfiguración del espacio
en la gestión del agua antes descritas se sin-
tetizan en el cuadro 1.
Reflexiones finales
La revisión presentada en este artículo sobre
las modalidades del espacio público de la ges-
tión del agua en México, a partir de la descen-
tralización, nos muestra que, lejos de contar
sólo con dos opciones para el manejo (gestión
delegada y gestión directa) de este recurso,
los gobiernos locales se ajustan a cualesquie-
ra de los cuatro esquemas señalados.
La descripción de las características
principales de dichos esquemas permite cons-
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 145
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
tatar que la acción pública no es exclusiva-
mente de carácter gubernamental y que, de-
pendiendo del esquema adoptado, se movili-
zarán diferentes actores en torno a la gestión
del agua. Ello nos confirma, a su vez, la nece-
sidad de concebir la gestión del agua a partir
de una idea de gestión territorializada diferen
ciada, que nos permitirá asumir el problema
de diferente manera en su respectivos espa-
cios, asimismo a observar cómo se movilizan
diversos actores y a valorar las diferentes so-
luciones que se construyen en torno a la ges-
tión de este vital recurso.
Las dos diferencias fundamentales
Cuadro 1. Reconfiguración del espacio en la gestión del agua en México Modelo Tipo de
gestión Responsable de la gestión
Instancia di-rectiva del organismo
Principales interlocutores
Papel del ciu-dadano
Predominio de la autoridad municipal local
Directa (un solo muni-cipio)
OAPAS, Naucal-pan de Juárez
Consejo direc-tivo (con re-presentación de usuarios)
Presidencia municipal, sindicato
Pasivo, recep-tor de campa-ñas de con-cientización sobre el recur-so
Asociacionismo municipal
Directa (varios municipios)
CAASIM, Pachu-ca de Soto
Junta de go-bierno (sin representación de usuarios)
Gobierno esta-tal yalcaldes de los munici-pios partici-pantes
Pasivo, recep-tor de campa-ñas de con-cientización sobre el recur-so
Predominio privado
Delegada (concesión a una em-presa)
Proactiva Me-dio Ambiente (empresa con-cesionaria)
Consejo direc-tivo de la em-presa (sin representación de usuarios)
Gobierno del Estado
Semiactivo, participante en campañas in-teractivas de concientización sobre el recur-so
Predominio de la autoridad estatal
Directa (varios municipios de la enti-dad bajo un orga-nismo es-tatal)
CEA de Queré-taro
Vocalía Ejecu-tiva (sin repre-sentación de usuarios)
Gobiernos estatales, con-sejos de cuen-ca, institucio-nes académicas locales
Pasivo, recep-tor de campa-ñas de con-cientización sobre el recur-so
FUENTE: Elaboración propia.
entre los cuatro posibles sistemas de
gestión que aquí se describen implican una
concepción distinta del espacio público, de
quiénes participarían en éste y de qué manera
se construyen los consensos. Aunque este
artículo es sólo un esbozo de las característi-
cas de estas cuatro modalidades del espacio
público de la gestión del agua, es indudable
que un estudio más profundo revelaría las di-
ferentes combinaciones de variables políticas,
jurídicas, administrativas y culturales que ahí
se presentan.
Finalmente, cabe destacar dos puntos
respecto de la política descentralizadora y sus
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 146
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
impactos en la gestión del agua: el primer pun-
to es que estos ejemplos rvelan que la des-
centralización hacia los municipios no ha sido
el resultado final de dicha política, ni se trata
del único esquema que los gobiernos locales
han adoptado para la gestión del agua; por un
lado, como en el caso de Querétaro, identifi-
camos experiencias en las que dicha descen-
tralización se ha detenido en los gobiernos
estatales; por el otro, la tendencia a integrar
organismos operadores intermunicipales pare-
ciera ser la manera que tienen los municipios
de equilibrar la participación de las instancias
locales en la gestión del agua, no sin dificulta-
des ante las asimetrías propias de los munici-
pios participantes. El segundo punto a desta-
car es que, en los cuatro modelos, la
participación de los usuarios es limitada, sien-
do el modelo privado el caso predominante en
el que se muestra mayor interés por generar
en los usuarios una comprensión del funcio-
namiento del servicio.
Destacamos estos dos puntos porque
reflejan las limitaciones de la política descen-
tralizadora en dos de los propósitos que la
impulsaron a principios de los años noventa:
otorgar a los municipios el manejo de los sis-
temas de gestión del agua e involucrar a los
usuarios activamente en la discusión de los
problemas y la definición de las soluciones en
torno a dicha gestión.
Por medio de la descripción de los
arreglos institucionales identificados, hemos
podido apreciar la complejidad derivada de la
transformación del espacio público que la apli-
cación de esta política produjo. Sin embargo,
creemos que las principales dificultades que
han enfrentado los cuatro tipos de sistemas
locales de gestión derivan, principalmente, de
la coexistencia de prácticas centralizadas o
mecanismos de control de los gobiernos esta-
tales, con reglas que buscan propiciar el ma-
nejo local del recurso.
En otras palabras, la territorialización
de la gestión del agua no ha se logrado por
completo, y dada la dependencia financiera de
los organismos operadores respecto de los
gobiernos federal o estatal, cabría preguntarse
si es posible conducir dicha territorialización
hasta el nivel municipal, o si tendría que enfo-
carse en el nivel regional o metropolitano. En
todo caso, revisar experiencias concretas
puede aportarnos elementos para ésta y otras
reflexiones.
Fuentes
Aguilar Villanueva, Luis F. (2006), Gobernanza
y gestión pública, México: FCE.
Amaya Ventura, María de Lourdes (2010),
“Acción pública, instituciones y efectivi-
dad de los mecanismos de cooperación
en el sistema de gestión del agua de
Aguascalientes”, en Gestión y Política
Pública, vol. 29, núm. 1, CIDE.
Amaya Ventura, María de Lourdes (2007), “La
importancia de las instituciones en la
gestión del agua”, Gaceta Concyteg,
Consejo de Ciencia y Tecnología del
Estado de Guanajuato, núm. 28 (no-
viembre).
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 147
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Amaya Ventura, María de Lourdes (2005), “La
place et la nature de la régulation poli-
tique dans les services urbains au Me-
xique: le cas de la gestion de l’eau”,
Cachan, Francia: Escuela Normal Su-
perior de Cachan, tesis doctoral.
CAAASIM, en
<http://caasim.hidalgo.gob.mx/index.ph
p?option=com_content&task=view&id=
34&Itemid=52>.
Cabrero Mendoza, Enrique (2005), Acción pú-
blica y desarrollo local, México: FCE.
Cabrero Mendoza, Enrique y Rodolfo García
del Castillo (1994). La gestión de servi-
cios urbanos: un reto a la innovación
de gobiernos locales, CIDE, Documen-
to de Trabajo, no. 15, México.
Caldera, Alex (2009), “Agua, participación pri-
vada y gobernabilidad en Aguascalien-
tes (1989-2001)”, en David Barkin
(coord.), La gestión del agua urbana en
México, México: Universidad de Gua-
dalajara-ANEAS.
Comisión Estatal de Agua de Querétaro, en
<http://www.ceaqueretaro.gob.mx/foro/t
ec_informacion-f.htm> y
<http://www.queretaro.gob.mx/transpar
en-
cia/temaslistado.aspx?q=Q1SajNL/6M
D38y0eiiUZbA==>, consultadas el 17 y
23 de septiembre de 2011, respectiva-
mente.
Duran, Patrice (1999), Penser l’action publi-
que, París, LGDJ, (Droit et Société, 27).
El economista, “Iniciativa para manejo susten-
table del agua en Querétaro”, 24 de ju-
lio de 2011, en
<http://eleconomista.com.mx/estados/2
011/07/24/iniciativa-manejo-
sustentable-agua-queretaro>.
García del Castillo, Rodolfo (1999), Los muni-
cipios en México. Los retos ante el futu-
ro, México: CIDE-Porrúa.
García del Castillo, Rodolfo y Misael Hernán-
dez (1994), Formas clave para la prestación
de servicios municipales, México, CIDE (docu-
mento de trabajo, 16).
INEGI,
<http://www.inegi.org.mx/sistemas/mexi
coci-
fras/MexicoCifras.aspx?e=13&m=0&se
c=M&ind=1002000001&ent=13&enn=H
idalgo&ani=2010&src=0>, consultada
el 28 de mayo de 2011.
Lascoumes, Pierre y Patrick Le Galès (2011),
Sociologie de l’action publique, París:
Armand Colin.
“Ley Estatal de Agua y Alcantarillado para el
Estado de Hidalgo”.
Moreau, Philippe (2003), La gouvernance, Pa-
rís: PUF (Que sais-je?, 3676).
Municipio de Naucalpan, “Bando municipal”,
Naucalpan: Gobierno Municipal, 2011.
Organismo de Agua Potable, Alcantarillado y
Saneamiento de Naucalpan (OAPAS)
(2009), “Estudio de diagnóstico y pla-
neación integral para los proyectos de
mejora integral de la gestión de los or-
María de Lourdes Amaya Ventura • Transformaciones de la acción pública y del espacio público en el ámbito… • 148
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
ganismos operadores de agua”, Nau-
calpan, OAPAS.
Proactiva Medio Ambiente,
<http://www.caasa.com.mx/Portal/Empr
esa/Nuestro_Origen.aspx>.
Thoenig, Jean Claude (1997). “Política pública
y acción pública”, en Gestión y Política
Pública, vol. VI, No. 1, CIDE.
Urquiza, Manuel M. (2008), “Uso sostenible
del agua en la ciudad de Querétaro”,
Zaragoza: ponencia presentada en la
Expo Zaragoza 2008, mesa “Agua y
servicios de abastecimiento y sanea-
miento”.
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
Ignacio Rubio Carriquiriborde Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y vulnerabilidad en la ZMVM pp. 149 - 182 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © Ignacio Rubio Carriquiriborde (2012). Publicado en espacialidades. Todos los dere-chos reservados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electrónico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 150
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones:
riesgo de inundación y vulnerabilidad en la zmvm
IGNACIO RUBIO CARRIQUIRIBORDE*
RESUMEN
Las inundaciones siempre han presentado un riesgo para la población que vive en el valle de México,
y los gobiernos se han visto obligados a crear estrategias para su contención. La secuencia de las
intervenciones de diversos tipos y la magnitud en la hidrología de la cuenca, junto con los cambios
provocados por la dinámica de crecimiento de la ciudad, han generado una situación en la que las
decisiones están muy influidas por las estrategias del pasado y sus consecuencias no deseadas;
mientras que involucran la producción de los patrones de la vulnerabilidad social que no tienden a ser
considerados en el entendimiento de lo que constituye el riesgo de inundaciones en el área metropoli-
tana. La noción de vulnerabilidad es fundamental para la comprensión de los desastres y para el
desarrollo de escenarios de riesgo. Este artículo tiene como punto de partida la comprensión de la
vulnerabilidad, incrustada en la estructura de las relaciones entre los agentes presentes en un esce-
nario de riesgo, en lugar de una cuestión de exposición o la condición de un particular a un agente
específico. Al ser un elemento constitutivo de cualquier escenario de riesgo, la estructura de la vulne-
rabilidad no es el resultado de la suma de las vulnerabilidades de cada agente, sino que limita las
posibles acciones de todos los agentes presentes en el escenario. Para mostrar el potencial heurísti-
co de la noción de estructura de la vulnerabilidad, se discute el concepto “riesgo de inundaciones” en
la zona metropolitana de la ciudad de México. Este caso particular permite mostrar claramente que
las posibilidades de acción y decisión de los diferentes actores (la Comisión Nacional de Aguas, los
gobiernos locales, organizaciones vecinales y las familias mismas), se ven limitados por los tres prin-
cipales componentes de cualquier estructura de la vulnerabilidad: la dominante definición de riesgo,
las características de los sistemas de infraestructura y de gestión, y la planificación sociopolítica y
económica.
Palabras clave: riesgo, vulnerabilidad, inundaciones.
* Doctor en Geografía. Profesor-investigador del Departamento de Estudios Socio Territoriales y miembro del Cuerpo Académico Modernidad, Identidad, Multiculturalismo, UAM Cuajimalpa.C.e.: <[email protected]>.
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 151
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
ABSTRACT
Floods have always presented a risk to the population living in the Valley of Mexico, and very early
governments have been forced to develop strategies for its containment. The sequence of interven-
tions of various types and magnitude in the hydrology of the basin, together with the changes caused
by the dynamic growth of the city have led to a situation where decisions are strongly influenced by
past strategies and their unwanted consequences, whereas involve the production of patterns of social
vulnerability that tend not to be considered in the understanding of what constitutes the risk of flooding
in the metropolitan area. The notion of vulnerability is central to the understanding of disasters and to
develop risk scenarios. This proposal has as its starting point the understanding of vulnerability as
embedded in the structure of relations between agents in a risk scenario, rather than a question of
exposure or condition of an individual agent. As an element of any risk scenario, the structure of the
vulnerability is not the result of the sum of the vulnerabilities of each agent, but limits the possible ac-
tions of all agents in the scenario. In order to show the heuristic potential of the concept of structure
vulnerability, the risk of flooding in the metropolitan area of Mexico City is discussed. This particular
case permits to clearly show that the possibilities of action and decision of the different actors (the Na-
tional Water Commission, local governments, neighborhood organizations and families themselves),
are constrained by the three main components of any structure of vulnerability: a) the dominant defini-
tion of risk, b) the characteristics of infrastructure and management systems, and c) socio-political
planning and economic development.
Key Words : Risk, vulnerability, floods.
Fecha de recepción: 23/02/2012 Fecha de aceptación: 02/05/2012 Introducción
Desde los años ochenta, la política del agua
en México ha experimentado cambios sustan-
ciales que incluyen la creación de leyes y
normas, formación de organismos y progra-
mas, descentralización del manejo e ingreso
de empresas privadas en la explotación, tra-
tamiento y distribución del recurso líquido.1
También ha habido un acelerado y desorde-
1 El 5 de noviembre de 1980 se publicó el decreto que transfirió a entidades federales y municipios los sistemas de agua potable; en 1986, se creó el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, dentro de la hoy extinta Secretaría de Agricultura y Recur-sos Hidráulicos. La Comisión Nacional del Agua (CNA) se formó en 1989. La Ley de Aguas Naciona-les se publicó en 1992 y a partir de 1993 se empe-zaron a instalar los consejos de cuenca. En marzo
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 152
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
nado crecimiento de ciudades medias y gran-
des; se han expandido industrias que hacen
un uso intensivo del recurso (por ejemplo, tu-
rismo y minería); se han modificado los cau-
ces de los principales afluentes; se ha destrui-
do una parte importante de humedales y
manglares; se han provocado procesos de
degradación de suelos que afectan negativa-
mente la circulación y calidad del agua; se ha
promovido una explotación irracional de las
aguas subterráneas y se registran muy altos
niveles de degradación de una parte importan-
te de los cuerpos de agua superficiales del
país.2 A la par de estos procesos, ha emergido
una importante movilización social que incluye
organizaciones, redes, grupos de defensa y
de 2011, se publicó la Agenda del agua 2030, una de cuyas iniciativas de carácter general es crear un fondo para la adaptación al cambio climático. 2 El Atlas del agua, cuyas estimaciones son gene-rales, indica que existen 101 acuíferos sobreexplo-tados, 16 con intrusión marina y 32 con salinización de suelos y presencia de aguas salobres (46). Se-gún diversos indicadores, se señala que entre el 22 y 8 por ciento de las aguas superficiales están con-taminadas. Sin embargo, el Instituto Nacional de Ecología reporta que: “En cuanto a la contamina-ción del agua superficial aquí tenemos que la de-tección se da por una red nacional de monitoreo que opera la CNA desde hace más de treinta años, se hace hoy día en más de 215 cuerpos de agua, y podemos observar el comportamiento de la calidad del agua, la calidad del agua aceptable para cual-quier tipo de uso es del 5 por ciento, lo cual repre-senta una pequeña cantidad de cuerpos de agua, la aceptable es del 22 por ciento, el agua poco contaminada representa un 49 por ciento, la con-taminada 15 por ciento, la altamente contaminada 7 por ciento e incluso se tiene presencia de tóxicos en 2 por ciento (ese análisis se hace para cuerpos de agua donde sabemos que hay ese problema)”, “Problemas de calidad del agua en México”, en <http://www2.ine.gob.mx/publicaciones/estudios/397/castillo.html>, consultada el 22 de julio de 2011.
debate acerca del agua,3 asimismo se ha con-
solidado una corriente de investigación que,
integrando los estudios clásicos sobre riego en
zonas rurales, ha ampliado el horizonte de
problemas sociales vinculados con el manejo
del agua en distintas escalas y dimensiones.4
En suma, como recurso social y parte integral
de los ecosistemas (y más ampliamente de la
dinámica geofísica), el agua se abre como un
amplio campo para la praxis científica en sus
muy diversos ámbitos disciplinares.
El perfil del riesgo en México revela la
centralidad del agua y la variable forma en que
participa en los desastres y el desarrollo. Es
un agente climático peligroso; parte esencial
de los ecosistemas o un recurso vital para la
reproducción material de la sociedad y, por
tanto, objeto de disputa y dominio. La alta vul-
nerabilidad relacionada con el agua en México
es un hecho documentado (Ávila, 2007), tanto
como el papel que cumple en la sostenibilidad
del desarrollo y la necesidad de una política
que proteja el recurso, además de que asegu-
re un uso social y ambientalmente racional de
éste, son asuntos ampliamente reconocidos
(Landa y Carabias, 2007; Tortajada et al.,
2004). Aun así, en un marco problemático y
literario muy vasto, es indispensable avanzar
3 Destacan la Coalición de Organizaciones Mexi-canas por el Derecho al Agua (COMDA, 2005) que agrupa a dieciséis redes y organizaciones; igual-mente se halla el Movimiento Mexicano de Afecta-dos por la Presas y en Defensa de los Ríos (MAPDER, 2004) o el Consejo de Ejidos y Comuni-dades Opositores a la Parota (CECOP). 4 Es el caso de la Red de Investigadores Sociales sobre el Agua, que realizó su primer congreso na-cional en marzo de 2010.
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 153
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
en una delimitación de la discusión, más aún
cuando la relación entre agua, desastres, ries-
go y desarrollo ha sido tematizada tangencial
y discontinuamente.
En este camino son fructíferos los plan-
teamientos del grupo de estudios sobre agua
del Centro de Estudios para el Desarrollo de la
Universidad de Bonn, que acuñó el término
sociología política del manejo del recurso
agua, y definió su objeto de estudio como “el
control del agua en tres dimensiones: técni-
co/geofísica, organizacional y socioeconómi-
ca/regulativa” (Mollinga, 2008: 10). La sociolo-
gía política del agua tiene como asunto nodal
el conflicto, entendido como el conjunto de
patrones de confrontación implicados en el
control del agua, incluyendo la negociación y
la lucha, pero también disputas y controver-
sias menos explícitas y de más larga duración,
como las relacionadas con la seguridad o el
peligro.
La idea subyacente en este conflicto es
que siempre hay algo en juego cuando se tra-
ta del control del agua, que varios actores tie-
nen distintos intereses y —de particular rele-
vancia aquí— observan diversos riesgos. Las
grandes dimensiones que constituyen a una
sociopolítica del agua se refieren a su manipu-
lación física y calidad; a las orientaciones y
comportamientos humanos que conforman
complejos sistemas de uso, así como a las
estructuras socioeconómicas, legales y políti-
co-administrativas que condicionan (posibilitan
y limitan) el manejo y regulación social del
agua. A estas dimensiones se propone aquí
agregar la territorial, expresada en términos de
distribución de riesgos y desastres.
Si se parte de una postura que destaca
la condición social de todo manejo, la sociolo-
gía política del agua también señala que la(s)
práctica(s) de manejo, estructura y agencia
reproducen y transforman a la sociedad —
incluyendo la forma en que la humanidad trata
al agua—. Por su parte, lo político se refiere a
la naturaleza conflictiva de todo manejo.
De acuerdo con la más abarcadora co-
rriente de la ecología política, se plantea que
en el análisis de los procesos o sistemas de
control del agua las relaciones de poder que
forman parte de estos procesos han de abor-
darse explícitamente. Es sabido que esos sis-
temas de control y manejo son integrales a la
formación del Estado y a procesos como el
crecimiento económico, la colonización y la
creación de nodos de desarrollo urbano-
regional (Peña, 2004; Ávila, 2007; Manrique,
2006; Aboites, 2009a). En tanto recurso natu-
ral, el agua es, entonces, un recurso en pro-
cesos sociales, activamente desplegado y re-
gulado, que define la vida de la gente y su
sustento, además de elemento esencial para
el desarrollo de culturas y economías políticas
(Mollinga, 2008: 11).
Si, como se discute más adelante, se
plantea que los desastres dan cuenta del
vínculo entre el control del agua y los proce-
sos de construcción del riesgo, se utilizaría
también el esquema general de dimensiones
para distinguir —mas no excluir— analítica-
mente en cada desastre: a) la capacidad y
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 154
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
forma del nombrar y definir, b) el manejo físico
y los sistemas de uso implicados y c) las es-
tructuras económicas, sociopolíticas y territo-
riales reproducidas por el riesgo o transforma-
das por el desastre.
Al mismo tiempo, se definen cuatro
dominios de trabajo para la sociología política
del agua: 1. las regulaciones y prácticas coti-
dianas que constituyen su manejo; 2. el en-
torno normativo y político de control en el mar-
co de los Estados nacionales; 3. la
hidropolítica en las relaciones entre estados y
4. la política global del agua. En cada uno de
éstos se localizan agentes, intereses, agen-
das, escalas y decisiones distintas. Y —se
agregaría— la participación de cada dominio
en los desastres es también diversa, como la
forma en que los desastres son experimenta-
dos, observados y las decisiones se hallan
disponibles frente a ellos.
Hoy en día es poco discutible que los
desastres y el riesgo en la cuenca del valle de
México estén ligados con una larga serie de
consecuencias derivadas de la política de Es-
tado en sus distintas fases históricas. Esta
política ha servido a intereses, sectores y pro-
gramas específicos que deben esclarecerse
(Aboites, 2009b). Esto incluye el hecho de que
la definición de los mecanismos de interven-
ción y el discurso dominante sobre los desas-
tres están ligados a intereses globales. En
este terreno se encuentran distintas agendas
que inciden en la concepción y comunicación
del riesgo, así como en el diseño de las políti-
cas nacionales.
La tendencia a la financiarización como
estrategia de atención a los desastres, las
presiones para la privatización de servicios e
infraestructuras, el privilegio de costosas y
monumentales intervenciones tecnológicas,
así como la promoción de modelos de consu-
mo que benefician a unos pocos, pero que
socioambientalmente son muy costosos, ofre-
cen evidencia de que la hidropolítica global
interviene en la producción del riesgo en Mé-
xico en general y en el valle de México en par-
ticular.
Así pues, la sociología política del agua
demanda explicar lo que sucede en cada uno
de los dominios señalados, pero también plan-
tea atender las transferencias de riesgos entre
sí.
El estudio de los desastres y la críti-
ca al desarrollo
El ascenso del problema del agua tuvo un im-
portante impulso a finales del siglo XX, gracias
a sucesivas reuniones internacionales sobre el
agua (Mar del Plata, 1977; Dublín, 1992; Pa-
rís, 1998, México, 2008). Estos encuentros
sirvieron para colocar el tema en las agendas
de desarrollo nacional, asimismo para promo-
ver cambios normativos e institucionales.
Paralelas a lo anterior, se han creado
redes y plataformas de movilización social. En
1998, se constituyó el Tribunal Latinoameri-
cano del Agua (TLA) para atender la “imperan-
te crisis de legalidad que implica la no aplica-
ción de las normas y reglamentos para la
protección del agua, [que] ha causado una
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 155
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
multiplicidad de problemas ecológicos que
devienen, tanto en la proliferación de enfer-
medades de transmisión hídrica, como en la
pérdida de la sustentabilidad ecológica” (TLA,
2011). En 2006 y 2007, el TLA sesionó en Mé-
xico. Más recientemente, el tema del agua se
trasladó al calentamiento global. Con la publi-
cación de los informes del Grupo Interguber-
namental de Expertos sobre el Cambio Climá-
tico (IPCC, por sus siglas en inglés), que tuvo
una reunión en la ciudad de México en sep-
tiembre de 1996, el calentamiento global se ha
convertido en el horizonte de comprensión de
los problemas ambientales y los riesgos aso-
ciados.
En la conferencia de Mar del Plata
(1977), se consideró relevante la asociación
entre agua, riesgo y desarrollo, y se puso én-
fasis en las inundaciones y las sequías
(CEPAL, 1998: 36-38). La emergencia del ca-
lentamiento global implicó, sin embargo, un
giro importante en los discursos: ha promovido
la modelación y —se sostiene— ha desplaza-
do la atención desde el desarrollo hacia la
adaptación. Este desplazamiento es evidente
en el ámbito de los desastres y el riesgo, que
aparecen hoy como inevitables.
En las últimas tres décadas se consoli-
dó en América Latina lo que alguna vez se
denominó “visión alternativa” de los desastres.
El adjetivo alternativo se refería al enfrenta-
miento con la “visión dominante” (Hewitt,
1991), caracterizada por cuatro ideas clave: 1.
los desastres son eventos excepcionales o
naturales; 2. están determinados por la inade-
cuación tecnológica; 3. no tienen una relación
directa con las premisas que guían los proyec-
tos de desarrollo y 4. se trata de eventos es-
pacial y temporalmente circunscritos.5 Frente a
tal visión, sociólogos, economistas y geógra-
fos, afirmaban que, por el contrario, los desas-
tres son el resultado de procesos sociales que
incluyen, pero no se circunscriben, a las inter-
venciones tecnológicas; que ponen en eviden-
cia patrones de daño claramente relacionados
con la distribución existente de los recursos y
capacidades entre los miembros de una so-
ciedad, que suelen, además, reforzar dicha
distribución, y que, si acaso, sólo en los mo-
mentos de crisis tienen una expresión espacial
y temporal puntual (Mansilla, ed., 1996).
La visión alternativa ponía énfasis,
además, en dos asuntos clave: a) la necesi-
dad de reconsiderar la conceptualización de
los desastres, destacando la vulnerabilidad
social y b) el papel fundamental que desem-
peña el desarrollo en la comprensión de los
desastres. Una sencilla (pero fundamental)
idea de la que partieron los críticos de la visión
dominante es que los desastres son, justa-
mente, una de las más claras evidencias de
las contradicciones presentes en los estilos de
desarrollo.
5 Una clara articulación de la visión dominante fue la definición de Fritz de los desastres como even-tos accidentales e incontrolables concentrados en tiempo y espacio, y en que una sociedad o una subdivisión de ésta relativamente autosuficiente enfrenta un peligro severo y sufre pérdidas de tal magnitud entre los miembros y sus pertenencias materiales que significa una disrupción de la es-tructura social y la imposibilidad de que algunas o todas las funciones esenciales de la sociedad pue-dan satisfacerse (Fritz, 1961: 653.)
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 156
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
La revisión de que fue objeto el discur-
so dominante de los desastres incluyó una
dura crítica a la noción de “desastres natura-
les” (Maskrey, comp., 1993). Ésta fue señala-
da como un artefacto ideológico que obstacu-
liza la comprensión y las demandas. También
se rechazó la equiparación entre riesgo y
amenaza, que genera confusión, limita la
atención sólo a los fenómenos geofísicos o
tecnológicos y orienta la acción hacia solucio-
nes técnicas. Así pues, se especificó el riesgo
de desastre como un problema emergente en
el encuentro entre amenaza (fenómeno peli-
groso) y vulnerabilidad (capacidad de enfren-
tamiento y recuperación ante la presencia de
un fenómeno peligroso), y se abrió una amplia
agenda de investigación centrada en el se-
gundo aspecto, que, inicialmente, parecía ser
el componente propiamente social de los
desastres.
En un primer momento prosperaron,
entonces, las clasificaciones de amenazas y
vulnerabilidades, según el nivel y tipo de inter-
vención, o de condiciones sociales determi-
nantes en la exposición a los fenómenos o en
las capacidades de enfrentamiento (por ejem-
plo, amenazas naturales, antrópicas, químicas
o vulnerabilidad política, cultural, económica,
entre otras). Este impulso dio lugar a esque-
mas analíticos que, aunque ampliaron los tér-
minos de análisis, pronto demostraron ser jus-
tamente esquemáticos y hasta difícilmente
manejables, sobre todo en lo que respecta a la
vulnerabilidad social. Conectada con todas las
variables de la vida social, la vulnerabilidad
resultaba, al final, un compendio que con difi-
cultad podía relacionarse de forma relevante y
operativa con los problemas tratados.6
La crítica a la visión dominante hizo de
la vulnerabilidad la piedra de toque para un
replanteamiento cabal de la conflictiva articu-
lación entre sociedad y naturaleza, y si bien
continuó (y aún sigue) teniendo un lugar des-
tacado en el estudio de los desastres (Warner,
ed., 2007), pronto el riesgo pasó a ocupar un
lugar central en la discusión, ya que, al mar-
gen de esquemas y clasificaciones, la vulne-
rabilidad cobra sentido no como sustancia en
sí, sino dentro del proceso de construcción de
riesgos. Este proceso de construcción es
siempre particular y multiescalar, y en éste
ciertas características o circunstancias se re-
velan como condiciones de vulnerabilidad fun-
damentales, mientras que otras no (por ejem-
plo, la localización adquiere significados y
pesos distintos si se trata de riesgos de epi-
demia por contaminación de alimentos o de
riesgo de destrucción de un asentamiento hu-
mano por deslave).
A principios del siglo XXI, la articulación
entre riesgo y desarrollo comenzaba a ser el
eje integrador de las aproximaciones centra-
das en la amenaza o en la vulnerabilidad, y el
estudio de los desastres se enriquecía con
ideas nuevas como las de desastres de pe-
queña, mediana y gran magnitud, o las de
6 Para una amplia reflexión sobre el desenvolvi-miento de los conceptos entre las diferentes ramas científicas, véase Cardona (2003).
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 157
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
riesgo intensivo y extensivo.7 Sin embargo, la
emergencia del cambio climático o, si se pre-
fiere, el calentamiento global, como problema
central para la seguridad humana, implicó un
desplazamiento de la atención de organiza-
ciones y gobiernos hacia la adaptación, pro-
duciéndose cambios considerables en la
agenda de investigación orientada al análisis
crítico del desarrollo. La premisa de que la
reducción de los desastres pasa, en principio,
por redefinir los modelos de desarrollo, si no
se desechó, sí fue se le apartó para centrar la
atención en las posibilidades y tendencias de
adaptación de las comunidades, regiones y
países a las condiciones propuestas por los
modelos de variabilidad climática,8 abriendo
paso al tácito subtexto de que, dado que el
calentamiento global es un hecho irreversible,
los más vulnerables deben fortalecerse ante
riesgos inevitables. En ese sentido, la agenda
del calentamiento global sirvió para reimpulsar
a la vulnerabilidad como asunto relevante, sin
embargo, las amenazas (¿qué nuevos fenó-
menos, intensidades, frecuencias?) volvieron
a ser el eje de análisis y acción en las agen-
das de las organizaciones y de los gobiernos.
Pero, sobre todo, los técnicos recuperaron el
dominio completo del discurso, es decir, la
definición de los riesgos y el control de las es-
trategias. Sin lugar a dudas, el calentamiento
global abrió un espacio de debate en el plano
7 Se trata de conceptos ya plenamente en uso en la investigación sobre desastres (véase Mansilla, 2011b). Para un análisis sobre América Latina (par-ticularmente de México), véase Mansilla (2011a). 8 Sobre el problema de la adaptación como eje de estudio, véase Smith et al. (2000).
internacional, en el que se expresan ideas y
demandas antagónicas (Gray, 2011), que en
sí es objeto de estudio crítico; lo más impor-
tante aquí, sin embargo, es que este cambio
ofreció un nuevo marco de justificación de los
desastres y, sobre todo, de políticas centradas
en la intervención focalizada en “los más vul-
nerables”.
La vulnerabilidad: condición y estruc-
tura
La vulnerabilidad es hoy un concepto bastante
corriente en los discursos políticos y en la lite-
ratura de las ciencias sociales. En general, se
le asocian ideas sobre debilidad, exposición o
carencia. La vulnerabilidad se utiliza, además,
en muy diversas escalas: desde individuos y
comunidades, hasta clases y naciones com-
pletas. La definición de vulnerabilidad común-
mente aceptada en el ámbito de los estudios
sobre desastres indica que se trata de “la ca-
pacidad de enfrentamiento y recuperación en
los procesos de actualización de riesgo
(desastres)”. En esta definición, la idea clave
es la de capacidad, sin embargo, debe enten-
derse en el contexto del riesgo y no como una
condición anterior de los sujetos, es decir, la
capacidad para enfrentar una amenaza puede
ser completamente distinta de la capacidad de
enfrentar otra. Se agregaría, además, que la
capacidad se relaciona con el control o inci-
dencia en las variables del riesgo, así como
con las posibilidades de adaptarse y negociar
los riesgos por parte de las entidades de refe-
rencia (Eakin, 2006: 191-192).
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 158
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Cabe reparar en tres cuestiones que,
aunque sean obvias, es importante evidenciar
en el contexto de un uso tan profuso del tér-
mino vulnerabilidad. La primera es que, en
muchos casos, se habla de grupos vulnera-
bles, en referencia a sectores de la población
en una situación de desventaja social de algu-
na forma genérica (por ejemplo, los pueblos
indígenas o las mujeres), sin que se especifi-
que el sistema de relaciones en el que deter-
minada condición resulta en vulnerabilidad. Si
se toma, por ejemplo, la afirmación de que las
mujeres son particularmente vulnerables a las
sequías, la idea que subyace en este señala-
miento es que, en general, las mujeres son
proveedoras de agua y comida para el núcleo
familiar. Se trata de una posición en la organi-
zación de la economía familiar o comunitaria,
atravesada por una construcción de género;
esto es, las mujeres son más vulnerables no
por ser mujeres, sino por el contexto en el que
viven.
Es claro, sin embargo, que tal posición
no es universal en tanto existe una considera-
ble heterogeneidad en las relaciones de pa-
rentesco y género a lo largo y ancho del mun-
do; asimismo, aun dentro de comunidades
donde tradicionalmente las mujeres cumplen
ese papel, sería posible encontrar variaciones
relevantes entre las mujeres dentro de una
misma comunidad o región, así como en las
formas en que se organiza institucionalmente
la provisión y manejo del agua (Clever, 1998).
La afirmación general de que las muje-
res son especialmente vulnerables a la sequía
indica que el género es un aspecto relevante,
en la medida en que el acceso y manejo del
agua sean componentes relevantes de la iden-
tidad de género y viceversa, sin embargo, de
esto no se deriva que una política de mitiga-
ción de la vulnerabilidad focalizada en las mu-
jeres tendrá invariablemente éxito en todas
partes del mundo.
En segundo término, es común que se
plantee la vulnerabilidad como una caracterís-
tica propia de los sujetos ante el mundo.9 Al
respecto, cabe señalar que lo que constituye,
en cada caso, la vulnerabilidad depende del
tipo de riesgo en cuestión, es decir, se trata de
una posición frente al riesgo: se puede ser
vulnerable a una epidemia, sin serlo a un des-
lizamiento. La definición del riesgo o riesgos
es fundamental para entender la vulnerabili-
dad, ya que en algunos casos ésta estaría
estrechamente vinculada con problemas de
comunicación y, en otros, con problemas de
localización, lo que lleva a un tercer punto: la
exposición suele ser el aspecto de la vulnera-
bilidad que más preocupa a los que toman
decisiones, quienes, en relación con los
desastres, suelen reducirla a localización. Ca-
be advertir que, si bien la exposición plantea
una posición en el espacio del riesgo, no
siempre es un asunto estrictamente geográfi-
co, sino que se refiere a espacios abstractos
como el mercado. Una marcada exposición
9 Cardona (2003: 2) indica: “La vulnerabilidad se puede definir como un factor de riesgo interno de un sujeto o sistema expuesto a una amenaza, co-rrespondiente a su predisposición intrínseca a ser afectado o de ser susceptible a sufrir un daño” (el subrayado es mío).
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 159
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
por localización del grupo o persona en rela-
ción con la amenaza es un componente o as-
pecto de la vulnerabilidad, pero de ninguna
manera el único.
El grado de exposición física tolerable
que muestran los distintos actores en un es-
cenario de riesgo tiene que ver con el rango
de sus posibilidades de acción y el horizonte
de decisiones de que disponen, de donde se
infiere que la exposición supone sólo un pri-
mer límite o marco de referencia para retomar
el problema de las decisiones. Se considera,
entonces, que aun cuando dos o más actores
compartan una misma localización frente a
una amenaza, si alguno de ellos cuenta con
un rango más amplio de decisiones (por ejem-
plo, acceso a cobertura financiera o a redes
de solidaridad), éste se encuentra menos ex-
puesto.10
Hasta aquí, se puede decir entonces
que la vulnerabilidad social se constituye co-
mo el diferencial de capacidades de las enti-
dades sociales involucradas en un escenario
de riesgo. Con “diferencial” se busca señalar
tanto el hecho de que en un escenario se con-
sidera que todos tienen algún control sobre la
situación (aunque sea decidir no seguir las
indicaciones del personal de protección civil, lo
cual es, por cierto, bastante común), por lo
que la vulnerabilidad no se circunscribe a un
10 Este problema se vuelve fundamental en el mar-co de la ecología política. Sobre la relevancia en la diferente capacidad de decidir, las condiciones de aceptación del riesgo y la forma que adopta la amenaza, véase Collins (2008). Asimismo, convie-ne revisar la discusión sobre aspectos de la vulne-rabilidad en Hewitt (1997: 26-28).
solo elemento, sino que se refiere a una con-
dición que emerge de la relación entre el con-
junto de elementos, personas o grupos involu-
crados, donde ninguno de éstos tiene el
dominio completo de todas las variables del
riesgo.
Crucialmente, lo anterior quiere decir
que, en un escenario de riesgo, todos los
componentes configuran la vulnerabilidad, y
ésta no es una característica específica de
alguno de ellos o, lo que es lo mismo, no es
posible reducir o mitigar la vulnerabilidad de
un elemento sin modificar la estructura general
de vulnerabilidad que pone en evidencia el
riesgo. Por ello los programas diseñados para
reducir la vulnerabilidad de las comunidades a
veces no hacen más que intercambiarla, o
incluso agravarla mediante la aplicación de
medidas, como los reasentamientos, el uso de
tecnología o la centralización de las decisio-
nes (esto último particularmente sensible en el
caso del agua), hechos que incrementan el
diferencial de la capacidad de control entre los
agentes involucrados en el riesgo.
El planteamiento de una estructura de
relaciones que subyace en el riesgo se propo-
ne integrar el conjunto de actores que inter-
vienen en procesos de riesgo, definiendo la
vulnerabilidad como una propiedad del esce-
nario en su conjunto, no sólo como una situa-
ción que afecta a algunos de sus componen-
tes. No se trata de suplantar el análisis por el
actor, sino de poner en evidencia el conjunto
de decisiones disponibles a los actores y las
interdependencias entre sí. Una idea central
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 160
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
aquí es que la capacidad de negociar los ries-
gos de cada actor está relacionada, limitada o
potenciada por las capacidades de los otros
involucrados. Articulando estas ideas con los
principios de la hidropolítica del agua, se defi-
nirían algunos aspectos clave de lo que consti-
tuye la estructura de la vulnerabilidad.
En principio, la definición del riesgo
mismo es un aspecto relevante en tanto que
dicha definición orienta las acciones de los
distintos actores; en segundo lugar, el manejo
físico del agua, es decir, la infraestructura y
tecnología aplicada en ese manejo, implica
una distribución de capacidades definible,
además de formas de exposición diferenciada
y, en tercer lugar, las estructuras económicas,
políticas y territoriales que se inscriben como
contexto para la toma de decisiones, y que
son al mismo tiempo reproducidas en el pro-
ceso de la construcción y manejo del riesgo.
Desastres en México
Entre enero de 2000 y febrero de 2009, el
Fondo Nacional de Desastres (Fonden) regis-
tró un total de 11,595 eventos, en su mayor
parte hidrometeorológicos (11,239), que die-
ron lugar a 4,317 declaratorias de desastre;
4,860 de emergencia y 2,418 declaratorias de
contingencia.11 Un poco más del 10 por ciento
11 Declaratoria de desastre: es la manifestación pública, por parte de la Secretaría de Gobernación, y a solicitud de alguna entidad federativa o depen-dencia federal, de que ha ocurrido un fenómeno natural perturbador en un lugar y tiempo determi-nado, mismo que ha causado daños tanto a la vi-vienda como a los servicios e infraestructura públi-ca federal, estatal o municipal. Todo de acuerdo a
de las declaraciones de desastre fueron inun-
daciones (455), es decir, situaciones en las
que el tipo de ocupación territorial, así como el
tipo y calidad de las infraestructuras jugaron
un papel relevante. Asimismo, poco más de la
mitad estuvo tuvo relación con lluvias, que en
su mayor parte afectaron al sector rural.
En total, 2,447 municipios del país al
menos una vez acudieron al Fonden. Casi la
mitad de éstos (1,108) pertenecen a los esta-
dos de Michoacán, Oaxaca, Guerrero, Chia-
pas, Veracruz y Tabasco; salvo en el caso del
primero, todos los municipios de esos estados
resultaron afectados por desastres, emergen-
cias o contingencias en el periodo 2000-2009.
Es destacable, además, que del conjunto de
municipios registrados por el Fonden, el 53
por ciento presentaba en 2009 una margina-
ción alta o muy alta; un 20 por ciento media y
el restante 27 por ciento baja o muy baja.12
lo que determinan las Reglas de Operación del Fonden. Se trata de un requisito fundamental para que las entidades federativas o las dependencias federales accedan a los recursos del Fonden, y así poder coparticipar con recursos para la normaliza-ción de los servicios públicos o reconstruir los da-ños sufridos en las viviendas de la población de bajos ingresos como a la infraestructura pública federal, estatal o municipal.
Declaratoria de emergencia: es el recono-cimiento de la Secretaría de Gobernación que uno o varios municipios o delegaciones políticas de una entidad federativa se encuentran ante la inminencia o alta probabilidad de que se presente un fenó-meno perturbador de origen natural, que provoque un riesgo excesivo para la seguridad e integridad de la población. Dicha declaratoria subsistirá aun ante la presencia de una declaratoria de desastre.
Declaratoria de contingencia: es lo mismo que la de emergencia, pero el fenómeno es de origen antropogénico (contaminación, explosión, fuga). 12 Según la base de datos de declaratorias del Fonden (2000-2009). Cabe señalar que los índices
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 161
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Los desastres tienen, por supuesto, un
elevado impacto económico. La Comisión
Económica para América Latina (CEPAL, 2010:
8) estimó que entre 2000 y 2008 México sufrió
pérdidas económicas por casi 3,454 millones
de dólares (lo que representó un 15.1 por
ciento de la inversión extranjera directa). La
CEPAL indica también que, entre 1999 y 2007,
los desastres producto de una amenaza hi-
drometeorológica constituyeron el 99 por cien-
to de los casos registrados en seis de los nue-
ve años considerados (CEPAL, 2008: 2). Para
enfrentar estos costos, se creó en 1996 el
Fonden, que en 2010 manejó un presupuesto
de 12,500 millones de pesos (CEFP, 2010).
Si bien en 2002 y 2003 se crearon,
respectivamente, el Fideicomiso Preventivo de
Desastres Naturales y el Fondo para la Pre-
vención de Desastres Naturales, con el objeti-
vo de invertir en las condiciones materiales
que dan lugar al riesgo, los gobiernos en Mé-
xico han privilegiado por mucho una interven-
ción en la atención durante los momentos de
crisis. Entre 2004 y 2010, el Fonden gastó casi
sesenta mil millones de pesos, mientras que el
Fopreden apenas rebasó los 1,600 millones
(Puente, 2011: 10).
Las variaciones en los presupuestos
son evidencia de un modelo de socialización
de los costos ambientales, que beneficia a
unos pocos y perjudica a la mayoría. Esto in-
cluye la más reciente tendencia a invertir en
mecanismos financieros y especulativos, co-
de marginación estimados por el Conapo en 2005 correlacionan datos sobre vivienda, educación y dispersión de la población.
mo los bonos o seguros catastróficos, antes
que realizar inversiones productivas que trans-
formen el proceso del riesgo, y pone en evi-
dencia el dominio de una racionalidad que no
sólo intensifica la explotación de la naturaleza,
sino que, además, especula con las condicio-
nes generadas por tal explotación.
Desde una perspectiva sociopolítica, el
desarrollo es la fuente de la que emanan el
riesgo y, en consecuencia, los desastres. Co-
mo ya se señaló, desde este punto de vista,
los desastres proporcionan una excepcional
base fáctica para avanzar en la crítica cabal a
las políticas, ideales y formas que definen esti-
los nacionales de desarrollo, ocupación y ex-
plotación de los territorios. La premisa básica
aquí es que, tanto el tipo de desastres, como
la distribución de los daños son inseparables
de procesos de producción y reproducción
social, y ambientalmente depredadores, por lo
que se trata de problemas cuyo abordaje re-
quiere ir más allá del manejo de la crisis. Se
requiere atender la lógica de reproducción
económica, así como las formas que adopta la
lucha por el territorio y sus recursos, es decir,
se trata de analizar una ecología geopolítica
en la que convergen distintos actores.
Para comprender el perfil del riesgo en
México, aquí apenas esbozado, se requiere
atender los patrones de desarrollo y las es-
tructuras de vulnerabilidad que implican. Por
ejemplo, la elevada incidencia de desastres en
las zonas rurales revela una alta vulnerabili-
dad y exposición, indisociable de la crisis que
azota al campo desde hace ya varias déca-
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 162
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
das. Aquí deben tomarse en cuenta, entre
otros, la falta de capitalización y de procesos
de desarrollo endógeno, asociadas a las polí-
ticas de desarrollo. Esto se relaciona también
con la falta de una política agroalimentaria
incluyente y sustentable; la limitada (y en al-
gunos casos decadente) infraestructura de
riego; el inadecuado y centralizado manejo de
los caudales y depósitos de agua; la falta de
programas de manejo ambiental que preven-
gan procesos como la deforestación, con ne-
fastas consecuencias en la temporada de llu-
vias; el abandono de la economía campesina,
junto con la promoción de las agroempresas y
la explotación intensiva de ecosistemas frági-
les. La distribución regional del riesgo, no sólo
sigue las líneas de la contrastante geografía
mexicana, sino también la de los grandes pro-
yectos impulsados o administrados por el Es-
tado. No es indiferente, por tanto, que el Golfo
de México sea a la vez una región altamente
intervenida por las empresas públicas y los
grandes proyectos, y la zona donde el riesgo
de desastre es particularmente elevado.
Agua y riesgo en la ciudad de México
(1970-2009)
Si bien el conjunto de declaratorias municipa-
les registradas en el Fonden dan una panorá-
mica de la distribución territorial del riesgo y
de la elevada vulnerabilidad de las zonas rura-
les, dicen poco del riesgo urbano, salvo que
las inundaciones son un problema acuciante.
En las ciudades son asuntos relevantes la ma-
la (o inexistente) planeación, la concentración
de la pobreza, la degradación de los espacios
públicos, la contaminación y las dificultades en
el manejo de residuos de todo tipo y en la cap-
tación y manejo del agua (CCA, 2011). Por ci-
tar un ejemplo, las inundaciones en Villaher-
mosa (1999 y 2007) están ligadas a patrones
de crecimiento urbano desiguales, a la espe-
culación del suelo, a sistemas de decisión
centralizados e inadecuadas infraestructuras.
Por su parte, el caso de la ciudad de
México es particularmente interesante dado su
papel en el desarrollo nacional y sus notorios
problemas de abastecimiento, disposición y
control del agua.13 Según la base de datos de
Desinventar,14 entre 1970 y 2009, la prensa
nacional registró un total de 3,665 hechos
desastrosos en la capital mexicana, con una
pérdida global reportada de casi trece mil mi-
llones de pesos. Del total de eventos, 713 es-
tuvieron asociados con el agua, siendo las
inundaciones las más recurrentes (cuadro 2).
Los sesenta municipios conurbados de
la zona metropolitana tienen 1,617 registros,
de los cuales 701 se refieren a fenómenos
hídricos, en proporción más que en el caso de
la ciudad, mientras tanto, se reportaron apro-
ximadamente 1,364 millones de pesos en per-
didas.15 Una vez más, Desinventar ofrece un
13 Que involucra una red variable de pozos de ex-tracción, al sistema Cutzamala, al drenaje profun-do, a un sistema superficial de disposición de aguas y a varios afluentes entubados. 14 <http://online.desinventar.org/>, consultada el 8 de junio de 2011. 15 Las pérdidas son las reportadas por los medios, no se trata de cifras oficiales. En muchos casos no son reportadas, por lo que se trata, apenas, de una aproximación general. En el caso de la ciudad de
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 163
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
acercamiento general en el que se engloban
muy diversas situaciones: desde catástrofes
enormes como los sismos de 1985, las explo-
siones en San Juan Ixhuatepec en 1984 o las
inundaciones derivadas de la ruptura del bor-
do del canal de la Compañía en 2000 en
Chalco (acaecidas de nuevo en 2010), hasta
sucesos pequeños y medianos que, por su
recurrencia cotidiana, generan un enorme da-
México, se incluyen las pérdidas por los sismos de 1985.
ño a la población. Sin embargo, al observar la
información reportada por la prensa en cuanto
a los afectados por los desastres, sin duda las
inundaciones son las situaciones en las que el
daño se presenta de manera más extensiva,
alcanzando a afectar (en el periodo 1970-
2009) a casi cuatro millones de personas en la
capital mexicana y en el Estado de México
(cuadro 2).
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 164
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
En el valle de México, la política del
agua es —si tal cosa fuera posible— singu-
larmente conflictiva, debido tanto a la dimen-
sión y complejidad ambiental, tecnológica y
social de los sistemas de control del agua,
como a la emergencia de reclamos y moviliza-
ción social frente a políticas y proyectos que
inciden en el acceso al agua, en la distribución
del riesgo y los costos asociados con éstos.
Sobre la imbricada geohidrología de la cuen-
ca, que incluye varios ríos e innúmeros cana-
les, el sistema de disposición de aguas de la
ciudad ha incrementado su complejidad desde
finales del siglo XVIII, cuando se construyó la
primera salida artificial de la cuenca: el tajo de
Nochistongo; luego, gracias a la construcción
del Gran Canal y, ya en el siglo XX, con el sis-
tema de drenaje profundo que aún hoy se en-
cuentra en expansión (esquema 1). El sistema
de desagüe se articula con una red primaria
conformada por 128 colectores, más de 300
plantas de bombeo, 13 lagunas y 29 presas de
regulación, manejados por instituciones fede-
rales y estatales; para finalmente acoplarse
con la red secundaria de captación que supera
los nueve mil kilómetros de longitud, que en el
2000 cubría al 92 por ciento de la mancha ur-
bana, y que en su mayor parte es operada por
organismos municipales (Breña, 2003).
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 165
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
El desarrollo de esta impresionante in-
fraestructura para el desagüe de la zona me-
tropolitana de la ciudad de México ha tenido
como primordial objetivo el abatimiento de las
inundaciones que, desde tiempos prehispáni-
cos, han afectado a la ciudad. Desde la prime-
ra (y mayor) intervención para abrir la cuenca,
una constante ha sido la definición del pro-
blema de las inundaciones como uno de tipo
estrictamente técnico y en cada etapa cons-
tructiva se han buscado soluciones definitivas,
en términos de un incremento sustancial de la
capacidad de conducción de agua, desde el
centro hacia la periferia de la ciudad.
Esta creciente capacidad de desalojo
ha sido continuamente rebasada por el creci-
miento urbano. Así resulta notable que, al me-
nos en lo que se refiere a reportes en la pren-
sa sobre inundaciones en la ZMCM (gráfica 1),
la inauguración del drenaje profundo en 1975
no parece haber tenido un impacto destacable
en la frecuencia de los reportes, en tanto la
mayor parte de éstos se refieren a inundacio-
nes localizadas. Es notable que, a partir de
1998, se observa un incremento acentuado y
sistemático de los reportes de inundaciones
en la prensa, siendo ese mismo año cuando la
ciudad de México comenzó a tener un go-
bierno electo y autónomo. Si bien la tendencia
general en el periodo 1970-2009 es ascenden-
te, lo que serviría de indicador de que la ex-
pansión de la infraestructura ha sido insufi-
ciente o ha estado distanciada de la
planeación urbana en términos de una orien-
tación de los asentamientos y usos del suelo,
el salto que se da en 1998 sugiere más un
cambio de perspectiva o sensibilidad de los
medios relacionado con los reacomodos políti-
cos e institucionales y, en todo caso, con la
evidencia de consecuencias no buscadas que
han derivado de esta infraestructura. Sea co-
mo fuere, lo que indican los datos sobre repor-
tes de inundaciones en la prensa es que las
inundaciones continúan siendo una amenaza,
y no sólo eso, sino una amenaza creciente
tanto en lo que se refiere al número de even-
tos, como a la cantidad de personas afecta-
das.
Al contrastar la estructura general del
sistema de desagüe y el mapa de inundacio-
nes (mapa 1), se aprecia que las zonas más
afectadas son las ubicadas sobre la línea del
Gran Canal del desagüe y el Río de los Re-
medios, al nororiente de la ciudad. Se trata de
una región que creció rápidamente entre fina-
les de los sesenta y los ochenta, justo cuando
se concluía la primera etapa del drenaje pro-
fundo. Según se desprende del breve análisis
de Desinventar, el desarrollo de la infraestruc-
tura, en particular el drenaje profundo, en el
que se han concentrado esfuerzos humanos y
materiales en las últimas cuatro décadas, ha
podido evitar una posible gran catástrofe en el
cuadro central de la ciudad (aunque no en su
periferia, como lo constatan las inundaciones
en Valle de Chalco, Ecatepec y Valle Dorado),
sin embargo, parece tener una eficacia menor
en reducir las inundaciones que producen da-
ños extendidos en tiempo y espacio, es decir,
no se ha mitigado el riesgo de inundación en
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 166
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
la zona metropolitana propiamente dicha, un
riesgo que está asociado también a la situa-
ción de las redes primarias y secundarias de
captación de agua, como fue el caso en Valle
Dorado, según un comunicado de la Conagua
(2011).
Esquema 1. Sistema de drenaje profundo
FUENTE: Estudios hidráulicos e hidrológicos para analizar el Sistema de Drenaje Profundo de la Ciudad de México. Semina-rio de hidrología e hidrología urbana: desarrollos recientes. Instituto de Ingeniería, UNAM. 23-05-2006 Presentación en lí-nea: http://www.slideshare.net/willintoncarrascal/cisneros-6105509. Ültimo acceso: 28/08/2012
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 167
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Gráfica 1
Mapa 1. Inundaciones reportadas por municipio, ciud ad y Estado de México (1970-2009)
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 168
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
La estructura de vulnerabilidad y el
escenario del riesgo de desastre por
inundación en la ZMCM
La idea de estructura de vulnerabilidad se re-
fiere a las condiciones que afectan las posibi-
lidades, orientaciones y capacidades de deci-
sión del conjunto de agentes o actores
presentes en un escenario de riesgo. Está
constituida por las definiciones presentes del
riesgo, por la infraestructura y tecnología dis-
ponible, así como por las articulaciones socio-
económicas que organizan a los diversos ac-
tores (incluyendo el número y diversidad de
actores relevantes). Si bien la estructura de
vulnerabilidad implica una distribución de las
condiciones de decisión y de exposición a las
amenazas definible entre los agentes, no
apunta a la medición de vulnerabilidad en tér-
minos escalares, sino que, por el contrario,
trata de aclarar los términos generales en que
se concretan las distintas vulnerabilidades de
los actores. En particular, apunta al hecho de
que difícilmente se reduciría la vulnerabilidad
de algún agente o sector, sin que se afecte la
situación de seguridad o dominio de otros, y
sin que se transforme tanto la definición del
riesgo, como la infraestructura y las institucio-
nes. Sugiere, además, que procesos de miti-
gación del riesgo que no contemplan una
transformación general de la estructura de
vulnerabilidad, den continuidad a éste.
La definición del riesgo
El problema de las inundaciones es uno que
con frecuencia aparece en los trabajos sobre
el agua en el valle de México. Si bien en gene-
ral se plantea que las inundaciones son suce-
sos recurrentes y conflictivos (PUEC, 2011;
Breña, 2003), se ha puesto atención a “un
riesgo catastrófico de incalculables dimensio-
nes”, según palabras del presidente Felipe
Calderón durante la presentación de su Plan
Hidráulico para el valle de México (El Univer-
sal, 2007). Este riesgo ha sido modelado, lle-
gando a la conclusión de que un colapso en el
emisor central del drenaje profundo, al inicio
de la temporada de lluvias, supondría la
anegación de casi 217 kilómetros cuadrados,
afectando alrededor de cuatro millones de
personas en cuatro delegaciones de la ciudad
y tres municipios del Estado de México. Esta
posibilidad es una preocupación central de las
autoridades locales y federales (CNA), además
de que orienta la toma de decisiones, la selec-
ción de estrategias y su jerarquización. Así
pues, en lo referente al saneamiento y desa-
güe, el plan hidráulico para la cuenca del valle
de México, impulsado por la CNA, así como el
Programa de Manejo Sustentable del Agua
para la ciudad de México, enarbolado por el
gobierno de la ciudad, incluyen la instalación
de nuevas plantas de bombeo, la construcción
de infraestructura de tratamiento de aguas
negras y la mitigación de los hundimientos,
pero, en primer plano, presentan la rehabilita-
ción y ampliación del emisor central y la cons-
trucción del emisor oriente del drenaje profun-
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 169
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
do, “magna obra de ingeniería”, según califi-
cación de la Conagua, en la que ya existen
avances sustantivos.
Esta estrategia supone un encuadre
específico del riesgo de inundaciones en la
ZMCM, cuyo eje es la intensividad del riesgo y
no toma en cuenta los patrones de riesgo ex-
tensivo. Sin embargo, como se ha visto, las
inundaciones son recurrentes, y durante las
últimas cuatro décadas han afectado a casi
cuatro millones de personas, en particular en
las delegaciones y municipios del nororiente
(figura 6), es decir, el riesgo de inundación
manifiesto a través de la ocurrencia de desas-
tres es de carácter extensivo, ya que los da-
ños no se concentran en tiempo y espacio.
La definición del riesgo de inundación
como uno de tipo intensivo y catastrófico es
característica de la visión dominante de los
desastres, y pone énfasis en las situaciones
extraordinarias que, en el caso que nos ocupa,
se refieren a “lluvias atípicas”. Un claro ejem-
plo de esto fueron las recientes inundaciones
en Valle Dorado, en noviembre de 2009 (pro-
ducto de la ruptura del emisor poniente) y en
Valle de Chalco (febrero de 2010) (producto
de la ruptura del canal de la Compañía) (PUEC,
2011: 51, 58). En ambos casos se adujo que
el motivo central o disparador del desastre
fueron las grandes precipitaciones, aun cuan-
do fueron fallas en las estructuras de conduc-
ción, producto a su vez de carencias en el
Mapa 2. Afectados por inundaciones en la ZMCM (1970-2009)
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 170
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
mantenimiento y la realización de obras
inadecuadas, las que causaron esas crisis. El
recurso en situaciones extremas o atípicas es,
con todo, ambivalente, ya que, justamente, no
se modela, por lo que siempre existe la posibi-
lidad de una situación no considerada o con-
templada, como las fallas —por lo demás, po-
co atípicas— en los sistemas de conexión
entre las redes secundaria, primaria y el desa-
güe central.
Al margen de la desestimación de la re-
levancia de una ampliación en la capacidad de
desalojo del emisor central y de las plantas de
bombeo, indudablemente que la experiencia
demuestra que cada avance en la capacidad
de desalojo de agua ha sido superada por el
crecimiento de la mancha urbana, que esta
misma expansión posibilita. Esta definición del
riesgo, en términos de la visión dominante de
los desastres, confiere al problema un carácter
técnico que reduce el horizonte de debate pú-
blico, implica una separación entre legos y
expertos y da continuidad a la estrategia clási-
ca de acción, orientada a reforzar y ampliar el
sistema experto imperante. Por lo demás, se
trata de una definición ampliamente aceptada.
Refiriéndose a los sucesos en Valle Dorado y
Chalco, un informe reciente sobre cambio cli-
mático y agua en el valle de México se men-
ciona lo siguiente:
Es muy interesante constatar que los
actores sociales incluyeron como de-
manda principal la obra hidráulica […].
Es verdaderamente relevante el con-
senso sobre la solución al problema de
las inundaciones mediante grandes
obras hidráulicas. Hay que recordar
que la metrópoli ha crecido a su magni-
tud actual, gracias a que la obra hidráu-
lica de gran escala la protege de las
inundaciones y la abastece de agua de
otras regiones. El sistema hidráulico ha
posibilitado que en este valle crezca
una ciudad de esta magnitud y, al mis-
mo tiempo, la ha sostenido mediante
una contradicción esencial: el costo de
traer el agua de otras cuencas, de so-
breexplotar las aguas del propio sub-
suelo y de evacuar las aguas usadas y
pluviales, todo ello mediante enormes
costos energéticos. La vulnerabilidad
se deriva de un sistema artificial que
permite una urbanización en sitios
donde naturalmente había el lecho de
un lago o el cauce de varios ríos. Sin
embargo, la paradoja es que la solu-
ción vislumbrada y consensuada es
más obra hidráulica para reforzar el
mismo sistema hidráulico (PUEC, 2011:
67).
También la definición del riesgo en
términos de la capacidad de desalojo del emi-
sor central implica una territorialización de és-
te, que reproduce las desigualdades socioterri-
toriales de la zona metropolitana, en tanto que
busca proteger fundamentalmente el cuadro
central de alto valor y desestima los costos y
pérdidas que se producirían y (que de hecho
se producen) en la periferia.
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 171
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
La estrategia de control del agua
La concepción del problema del agua y de los
riesgos que enfrenta la ciudad no es un asunto
abstracto o un constructor ideológico que sería
sustituido sin más por una “visión alternativa”
del asunto. La necesidad de desalojar lo más
rápido y eficazmente posible el agua del valle
como requisito fundamental para la supervi-
vencia de la ciudad se remonta al siglo XVII
(Perló y González, 2006: 49-53), y desde en-
tonces ha dejado huellas, debido a la trans-
formación de los cuerpos de agua, los afluen-
tes y la instalación de infraestructuras que
refuerzan esa estrategia. Cada nueva crisis es
la oportunidad para ampliar una infraestructura
que se erige como un sistema experto que, a
la vista de los legos, cobra tintes casi mágicos
(Giddens, 1994: 80-98), lo que mediatiza la
experiencia de las personas, produce confian-
za y seguridad ontológica, aspectos ambos
que resultan claves para entender el amplio
nivel de aceptación de la estrategia dominante
y la demanda de ampliación de la infraestruc-
tura existente.
Con todo, a pesar de que se plantea
que el desagüe del valle opera como un sis-
tema integrado y unívoco, se trata más de una
intención que de una realidad propiamente
dicha, aunque sea tan sólo por el hecho de
que el desagüe produce y reproduce de-
sigualdades territoriales evidentes en la distin-
ta distribución de los costos que se suceden
cuando algo falla.
Estas desigualdades se manifiestan no
sólo en términos de diferencias socioeconómi-
cas, sino también en el manejo y capacidad de
control del conjunto de elementos del desa-
güe: mientras en el centro existe un sistema
de monitoreo efectivo y permanente (repara-
ción de fugas, desazolve, mantenimiento de
las infraestructuras y una unidad de respuesta
inmediata a inundaciones), en la periferia las
fallas en la infraestructura pasan inadvertidas
o son puestas en un segundo plano. En el ca-
so de Valle Dorado, la cubierta de un tramo
del emisor poniente, con un camellón que a la
postre tuvo un papel relevante en el estallido
de aquél, no fue sopesada adecuadamente,
pero es que ni siquiera fue conocida por el
Organismo de Cuenca Aguas del Valle de Mé-
xico (OCAVM).
Por otro lado, a dos años de las inun-
daciones, aún no se había aprobado el presu-
puesto para las obras de adecuación del emi-
sor poniente y del Río San Javier (El
Universal, 2011), aunque sí se avanzaba en
los trabajos del drenaje profundo. En el caso
del canal de la Compañía, las fracturas y fisu-
ras fueron detectadas por la población y por
los propios técnicos, pero no se atendieron a
tiempo. No se trata de descuidos azarosos o
de complots, como lo sugirieron algunos legis-
ladores priistas que denunciaron un supuesto
plan “tapón” por parte del gobierno de la ciu-
dad para desestabilizar la zona; se trata más
bien de un efecto sistemático y coherente con
la estructura material y administrativa, a través
de la cual se opera el sistema de drenaje del
valle.
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 172
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
El sistema de desalojo de agua del va-
lle de México es altamente complejo, tanto por
la infraestructura, como por el andamiaje ad-
ministrativo que involucra. Aquí coinciden dos
gobiernos estatales y el gobierno federal, a
través de la Comisión Nacional del Agua, arti-
culados a través del “Protocolo de Operación
Conjunta”, que desde 2000 se suscribe, año
tras año, entre las tres partes. Este protocolo
regula la operación de once infraestructuras
clave, como canales de conducción, compuer-
tas, plantas de bombeo y vasos reguladores
(cuadro 4). La mayor parte de las decisiones
involucradas en el manejo del sistema corres-
ponden al Sistema de Aguas de la Ciudad de
México (SACM) y al OCAVM, este último contro-
lado por la Conagua; mientras que el gobierno
del Estado de México tiene tan sólo la obliga-
ción de supervisar el nivel del Río de los Re-
medios y, de ser posible, de disminuir el bom-
beo hacia el Gran Canal, desde los municipios
de Ecatepec y Nezahualcóyotl (cuadro 4). La
menor participación del gobierno del Estado
de México tiene que ver, por supuesto, con la
forma y extensión de la infraestructura, mas
no refleja necesariamente una decisión políti-
ca en sentido estricto. Aun así, el riesgo ex-
tensivo se asocia con problemas cotidianos,
pequeñas fallas y disrupciones que no tienen
que ver con la operación de las grandes infra-
estructuras, sino con el mantenimiento, con-
trol, diseño y articulación de las redes primaria
y secundaria, asuntos todos que requieren de
flujos de recursos humanos y materiales casi
permanentes. En este sentido, entonces, una
de las mayores evidencias que existen sobre
las divergencias entre las capacidades de los
organismos es la extraordinaria disparidad en
sus presupuestos.
En 2011, el SACM contó con diez veces
más presupuesto que la Comisión de Aguas
del Estado de México, y con tres veces más
que el OCAVM (cuadro 3). Si bien una parte
sustancial de estas diferencias se relaciona,
justamente, con las infraestructuras que cada
organismo tiene a su cargo (cuadro 4), sería
un error suponer que la parte dedicada a la
atención de las redes primarias y secundarias,
Cuadro 3. Presupuestos de los organismos participan tes en el Protocolo de operación conjun-ta del sistema hidrológico del valle de México
Sistema de Aguas de la Ciudad de México 9,494,077,326 Comisión de Aguas del Estado de México 937,608,035
Organismo de Cuenca Aguas del Valle de México 3,891,660,494 FUENTE: Asamblea Legislativa del Distrito Federal, V Legislatura, “Decreto de presupuesto de egresos del Distrito Federal para el ejercicio fiscal 2011”, Gaceta oficial del Distrito Federal, 31 de diciembre de 2010; LVII H. Legislatura del Estado de México, “Decreto 250, Presupuesto de egresos del gobierno del Estado de México para el ejercicio fiscal 2011”; SHCP, “Presupuesto de Egresos de la Federación 2011, ramo 16, Medio Ambiente y Recursos Naturales”, 1 de enero de 2011.
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 173
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
así como los recursos humanos de que cada
organismo dispone (ambos aspectos relacio-
nados con la atención local a las personas y
sus viviendas) son asuntos completamente
insensibles a las diferencias de presupuesto.
La infraestructura de desagüe del valle,
con sus particularidades técnicas y sus anda-
miajes administrativos, supone, además, tipos
diferenciados de exposición al riesgo de inun-
dación. La exposición por localización resulta
Cuadro 4. Programa de operación conjunta del sistem a hidrológico del valle de México Estructura Dependencia
responsable Condición 1 (sin lluvia)
Condición 2 (con lluvia importante)
Condición 3 (vaciado del
sistema) I. Compuertas del canal de la Draga
OCAVM* Abiertas Abiertas Abiertas
II. Vaso “El Cristo” (com-puertas hacia el Río de los Re-medios)
OCAVM Abiertas hasta un gasto má-ximo de des-carga de 30 m3/s.
a) I.1 Cerradas si el nivel en el vaso es menor o igual a 2,257.00 msnm*. b) I.2 Abiertas hasta un gasto máximo de 30 m3/s si el nivel del vaso es mayor a 2,257 msnm.
Abiertas hasta un gasto máxi-mo de descarga de 30 m3/s
III. Brazo dere-cho del río Chu-rubusco (com-puerta hacia el drenaje general del valle)
OCAVM III.1 Cerradas si el nivel en el drenaje general del valle es mayor que el nivel en el brazo derecho. III.2 Abiertas totalmente si el nivel en el drenaje general del valle es menor que el nivel del brazo derecho.
IV. Obra de toma del Gran Canal (El Co-yol)
SACM* Abiertas Parcialmente cerra-da, SACM define en función de tirantes en el Gran Canal y en el drenaje pro-fundo
Abiertas
V. Planta de bombeo Chu-rubusco-Lago
SACM Desfogue del cajón del Río Churubusco por compuer-tas de planta de bombeo Zaragoza. Bombeo mí-nimo de 2 m3/s en la planta hacia el lago de Tex-coco
V.1. Si el nivel del Río Churubusco (ca-jón) es menor que el nivel del Lago de Texcoco compuertas radiales cerradas. Se bombea todo lo posible. Se cierra la descarga hacia el drenaje profundo en la planta de bombeo Zaragoza. V.2. Si el nivel del Río Churubusco (ca-jón) es igual o mayor
a) Se abren compuertas de derivación al drenaje profun-do en Zaragoza. b) Se para el bombeo gra-dualmente lle-gando a “0 bombeo” cuan-do el nivel en el lago de Texco-co sea menor que 2,227.80 msnm (cota a la
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 174
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
en el lago de Texco-co, se cierra la des-carga hacia el dre-naje profundo de la planta Zaragoza. Se abren compuer-tas radiales de la planta de bombeo del lago para des-cargar por gravedad. Se continúa bom-beando para evitar que la planta de bombeo se inunde.
que se pueden tener inunda-ciones en la planta de bom-beo). a) Se abre la derivación al drenaje profun-do en Zaragoza. b) Se mantie-nen abiertas las compuertas hasta que el nivel en el lago de Texcoco sea 2,227.50 msnm o menor.
VI. Planta de bombeo. Dre-naje general del Valle-Canal de Salas
OCAVM Se bombea al máximo posible hasta que el nivel del drenaje general baje a la cota 2,227.00 msnm. Esta planta operará al máximo posible cuando los nive-les de operación se encuentren arriba del NAMO.
VII. Planta de bombeo Gran Canal, km 18.5
SACM Bombeo con-tinuo para mantener el nivel en la cota 2,226.5 msnm
Se bombea la má-ximo posible para que el nivel en el Gran Canal manten-ga la cota 2,226.5 msnm
Bombeo conti-nuo para man-tener el nivel en la cota 2,226.5 msnm
VIII. Planta río Hondo
SACM Bombeo para mantener ni-veles mínimos en el intercep-tor poniente.
Se bombeará al má-ximo posible para aliviar al interceptor poniente.
Bombeo para mantener nive-les mínimos en el IP y también derivando flujo de agua del IP al ICP por lum-brera 9-C, de acuerdo a los niveles que se mantengan en estos intercep-tores.
IX. Semipro-fundo río San Javier
OPDM*-SACM Abierta IX.1 cerradas en caso de que el nivel de aguas en lumbre-ras 5 y 6 del inter-ceptor centro po-niente alcancen niveles de 3.5 m. IX.2 Cerradas en caso de que el nivel en la lumbrera 0 sea de 8.0 m
Abiertas
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 175
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
X. Vaso regula-dor gasera
OCAVM Parcialmente cerradas para desfogar un gasto máximo de 20 m3/s
Parcialmente cerra-das las compuertas de los ríos San Francisco y San Ra-fael, para transitar un gasto máximo de 20 m3/s, el OCAVM decide en función de los volúmenes de almacenamiento.
Parcialmente cerradas para desfogar un gasto máximo de 20 m3/s
XI. Ataguía en el río de los Remedios a la altura de aveni-da Central
OCAVM, SACM, CAEM*
Elevación 2,227.34 msnm o me-nor
Elevación de bordo margen izquierda 2227.84 msnm. Al llegar a un tirante de 6.10 m (2,227.80 msnm) en obra de toma del Gran Canal se harán las siguien-tes operaciones: —El SACM disminuirá su bombeo al Gran Canal. —La CAEM indicará a los municipios de Ecatepec y Ne-zahualcóyotl dismi-nuir su bombeo al Gran Canal y Río de los Remedios en aquellos casos en que sea posible res-pectivamente. —El OCAVM cerrará el Vaso de Cristo y, dependiendo de la descarga del cárca-mo El Rosario, deri-vará en el Vaso Ca-rretas. —Lo anterior para controlar el nivel en el Río de los Reme-dios y la Avenida Central.
Elevación 2,225.7 msnm
FUENTE: CNA (2007). SIGLAS: OCAVM = Organismo de Cuenca Aguas del Valle de México; SACM = Sistema de Aguas de la Ciudad de méxico; CAEM = Comisión del Agua del Estado de México; OPDM = organismo público descentralizado para la prestación de los servicios de agua potable, alcantarillado y saneamiento del municipio de Tlalnepantla.
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 176
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
un componente relevante de la vulnerabilidad,
expresada de manera diferenciada entre los
distintos sectores de la ZMCM. Grandes canti-
dades de lluvia suponen el anegamiento mo-
mentáneo de vialidades, disrupciones en los
flujos de transporte y de servicios de electrici-
dad en la zona central, los cuales redundan en
pérdidas en términos de retrasos en la gene-
ración de los servicios.
Por otro lado, en las zonas periféricas,
donde se ubican los vasos reguladores, se
conectan los afluentes por donde corren los
caudales concentrados, la exposición supone
anegamiento (con aguas negras) de colonias
completas, inundaciones que no sólo afectan
durante el tiempo que permanecen acumula-
das las aguas, sino que además producen
efectos de larga duración, como la destrucción
total del patrimonio familiar o la contaminación
de larga duración. La exposición también de-
pende de las capacidades de alerta y respues-
ta con que cuenten las zonas afectadas. Si
bien programas como el de Operación Conjun-
ta procuran hacer que el sistema funcione co-
mo una unidad, en la que el manejo de cada
infraestructura depende de las condiciones
generales del sistema —en particular de algu-
nos elementos clave, como el drenaje profun-
do, el Vaso de Cristo y el Río de los Remedios
(cuadro 4)—, diferencias en recursos financie-
ros y humanos, en los procesos de manteni-
miento y vigilancia, dificultan este propósito.
Esquemáticamente, y a reserva de
contar con mayor información, se plantearía
entonces una estructura radial en términos de
la exposición, desde un tipo de exposición
momentánea (pero altamente vigilada) en el
centro, hacia una exposición extensiva y “sor-
da” en la periferia, que incluye, además, la
secuencia de pequeñas fallas y fracturas, falta
de vigilancia e inversión.
Contexto sociopolítico y económico
Para comprender de qué manera la definición
del riesgo y la estrategia del manejo del agua
se sostienen, refuerzan o se transforman, es
imprescindible inscribirlos en el contexto so-
ciopolítico y económico del que dependen las
cadenas de decisión que, en última instancia,
son el fundamento del riesgo. La política del
agua en México es objeto de una amplia bi-
bliografía, imposible de consignar cabalmente
en este breve trabajo. Se trata de un tema de
larga data, que no puede pasarse por alto sin
más, ya que no es posible comprender las
infraestructuras existentes y la producción del
espacio asociadas a éstas de manera descon-
textualizada y sometiendo a dramáticos cortes
temporales, aun cuando los desastres sirvie-
ran para ello (por ejemplo, antes y después de
la gran inundación).
Habiendo aclarado lo anterior, y con el
único fin de brindar elementos para dar cuenta
de lo que la estructura de vulnerabilidad mani-
fiesta en el riesgo de inundación en la ZMCM,
se ensaya enseguida una caracterización ge-
neral del entorno sociopolítico, siguiendo a
Luis Aboites Aguilar, quien plantea como con-
texto contemporáneo de la política del agua la
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 177
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
crisis y transformación de lo que él denomina
el agua de la nación.16
Más que un modelo acabado y definiti-
vo de operación, se trata de un marco ideoló-
gico que orientó, desde los años cuarenta, la
producción de leyes y organismos de opera-
ción y financiamiento que, entre otras cosas,
hacía del gobierno federal el actor dominante
en el desarrollo de los sistemas de agua. En
este marco se articulaba una política de mo-
dernización, industrialización y urbanización,
en cuyo centro se localizaron algunas grandes
ciudades, especialmente la capital, la cual
contó con enormes recursos para desarrollar
su infraestructura hidrológica. La crisis del
agua de la nación se manifestó en distintas
dimensiones, entre las que destacan el finan-
ciamiento y la degradación ambiental, aunado
a la acumulación de consecuencias no busca-
das y riesgos asociados al crecimiento urbano
que, entre otras cosas, la expansión de los
servicios hidrológicos promovían.
El periodo de auge del agua de la na-
ción se consolidó en un factor clave en los
sistemas: los ingenieros, tanto bajo la forma
de cuerpo de especialistas, como en su ver-
sión empresarial, una vez creada la empresa 16 “El agua de la nación es la caracterización de una forma concreta de la relación sociedad-naturaleza, definida por dos componentes principa-les: por un lado, el desarrollo de la gran hidráulica que hizo posible el aumento revolucionario en la escala de los usos del agua a nivel planetario y, por el otro, un creciente intervencionismo estatal no sólo en aspectos jurídicos y administrativos, sino también en materia de inversiones y de intentos de organización de la gran diversidad de grupos socia-les involucrados en la transformación del medio natural, en este caso a propósito de los distintos usos del agua” (Aboites, 2009a: 11).
Ingenieros Civiles Asociados (Aboites, 2009b:
195). Este nuevo actor resulta relevante, por-
que desde su emergencia y consolidación ya
no es posible, si es que alguna vez lo fue,
plantear los problemas de administración y
planeación en términos de una dualidad so-
ciedad civil y gobierno.
La centralidad de la ciudad de México
tuvo un correlato político relevante en la poca
autonomía de su gobierno local, bajo el perio-
do de la regencia, cuando la máxima autoridad
de la ciudad era designada por el presidente
de la república (1929-1997). Las consecuen-
cias de esta ambigua situación política detona-
ron en varias direcciones, destacadamente la
posibilidad de sortear los obstáculos que sur-
giesen por la implantación de infraestructuras
de dotación y disposición de agua que afectan
regiones allende las fronteras del Distrito Fe-
deral.
Esto último implicó la posibilidad de
sobreponer los intereses de los habitantes y
empresarios del DF a los de otros estados,
además de desarrollar infraestructuras monu-
mentales, financiera y ambientalmente cues-
tionables. Más que anular los conflictos, la
preponderancia federal permitió acallarlos, lo
que se evidenció apenas comenzó el gobierno
autónomo en la ciudad (Perló y González,
2005).
Un aspecto relevante del fin del agua
de la nación fue la reducción drástica de los
presupuestos federales para la ampliación de
infraestructuras en el plano municipal, vincula-
da con las crisis y reestructuración económi-
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 178
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
cas que ha padecido el país desde los años
setenta, pero que se agudizó en los ochenta.
También esto se relaciona con la paulatina
descentralización y transformación de las insti-
tuciones encargadas del manejo del agua, en
particular la creación de la Comisión Nacional
del Agua, organismo cuyas atribuciones son la
formación e impulso de los consejos de cuen-
ca que aparecen como escenarios para la par-
ticipación social y la transformación de la pla-
neación. La Conagua, en su papel como
mediadora, gestora y planificadora es, sin du-
das, destacable, aunque ambigua en tanto
mediadora entre gobiernos y receptora de
demandas sociales. Aquí, en un sentido rele-
vante, la creación y operación de la Conagua
complejiza la estructura de relaciones políti-
cas, aunque, en el valle de México, conforme
a los actuales planes de ampliación hidráulica,
no es de inmediato evidente que se haya pro-
piciado un cambio sustancial en la estrategia
de manejo y operación.
Conclusión
La discusión desarrollada en los apartados
precedentes persigue sustanciar la necesidad
de afianzar una línea de análisis y debate vi-
gente en la investigación sobre desastres y
vulnerabilidad. Más que una crítica a la diver-
sidad de usos del término vulnerabilidad, se
intenta circunscribir un espacio de reflexión: el
relacionado con la articulación entre las capa-
cidades de los distintos actores y la interde-
pendencia de sus “vulnerabilidades” en los
procesos de producción social del riesgo. Al-
gunas veces, dicho espacio es simplemente
inexistente, siendo éste el caso cuando se
considera que el estudio del riesgo de desas-
tres se centra en la predicción de amenazas y
la evaluación de la vulnerabilidad por grupos,
actores o comunidades, según algún conjunto
de variables constantes; en otros, se asume
como un aspecto tácito que no requiere tema-
tización o sistematización, o que se diluye en
amplias disgregaciones sobre la desigualdad o
las inequidades del desarrollo.
Los desastres, riesgos y amenazas son
procesos complejos que, como bien se sabe,
requieren de la articulación de un conjunto
sumamente heteróclito de informaciones, es-
calas y actores. La reducción matemática y los
esquemas lineales de análisis del riesgo, si
bien hoy constituyen una parte sustancial y
relevante de los estudios, no son capaces de
cubrir el rango completo de interacciones y, en
ocasiones, dificultan contar con una visión
global del riesgo.
La propuesta del acercamiento a la es-
tructura de vulnerabilidad social se lleva a ca-
bo, entonces, con el fin de que, antes o duran-
te el proceso de comprensión de las
debilidades de cada grupo o agente, se realice
un acercamiento al conjunto, se revelen, ade-
más, los problemas de definición y de comuni-
cación presentes en el escenario, asimismo
que se especifiquen los conflictos entre los
agentes, elementos todos constitutivos de la
vulnerabilidad que subyace en el riesgo global
que, el última instancia, afecta a todos.
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 179
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Una premisa de esta propuesta es que
la falta de una especificación del conjunto de
relaciones involucradas en una situación de
riesgo es un obstáculo para el análisis de la
vulnerabilidad: Cuando se asume que ésta es
sólo un asunto de posición de los actores fren-
te a una o varias amenazas, tiende a reducirse
a un conjunto limitado de variables cuya se-
lección (muchas veces formal) no siempre re-
sulta claramente justificada o coherente. Así
pues, aquí se ha buscado partir de una visión
no sustancial de la vulnerabilidad, en la que
ésta no es algo inscrito en la constitución de
los sujetos o actores como tales, sino que se
trata de un asunto emergente en las relacio-
nes que determinan el tipo y alcance de las
decisiones que dan lugar al riesgo. En los
apartados anteriores se procuró desarrollar
una aproximación a estas relaciones en tres
dimensiones: la definición del riesgo; las con-
diciones tecnológicas y espaciales, y el con-
texto sociopolítico. Se expuso el hecho de que
la vulnerabilidad social es un aspecto base de
los escenarios de riesgo y que no se trata tan
sólo de una característica de cada uno de sus
componentes.
La estructura de vulnerabilidad social
se relaciona con la incidencia en las variables
que sustentan la amenaza, con el nivel de
centralización de las decisiones, con la capa-
cidad de definición del riesgo mismo, con las
contradicciones o coherencia que existe entre
las distintas definiciones presentes en un es-
cenario, así como con la identidad o conflicto
de intereses. El riesgo de inundación en el
valle de México implica la interacción entre un
complejo sistema experto que controla un am-
plio espacio y que interactúa con un heterogé-
neo y disperso conjunto de actores con muy
variadas capacidades de intervención o in-
tereses. Una idea subyacente es que, en el
margen de las evaluaciones técnicas de la
infraestructura (que debieran ser sistemática-
mente sujetas a escrutinio público), elementos
centrales como el drenaje profundo estable-
cen, de entrada, una estructura de vulnerabili-
dad social definida por la centralización de las
decisiones y los beneficios, y lo que sería una
discrecionalidad técnica en la definición del
riesgo y de las estrategias para enfrentarlo.
Lo relevante aquí es que, si bien esta
situación limita las capacidades de enfrenta-
miento del conjunto de actores, también se
constituye como parte de la vulnerabilidad del
sistema experto en sí y de la infraestructura
que controla.
Fuentes
Aboites, L. (2009a), La decadencia del agua
de la nación. Estudio sobre desigual-
dad social y cambio político en México.
México: El Colegio de México.
Aboites, L. (2009b), “La ilusión del poder na-
cional. Provisión de agua y alcantarilla-
do en México, 1930-1990”, en Carlos
Lira y Ariel Rodríguez (coords.), Ciuda-
des mexicanas en el siglo XX. Siete es-
tudios históricos. México: El Colegio de
México-UAM Azcapotzalco-Conacyt.
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 180
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Asamblea Legislativa del Distrito Federal, V
Legislatura (2010), “Decreto de presu-
puesto de egresos del Distrito Federal
para el ejercicio fiscal 2011”, Gaceta
Oficial del Distrito Federal, 31 de di-
ciembre.
Ávila, Patricia (2007), “Las cuencas
hidrológicas de México y su
vulnerabilidad socioambiental por el
agua”, en José Luis Calva (coord.),
Sustentabilidad y desarrollo ambiental,
México: UNAM-Miguel Ángel Porrúa-LX
Legislatura, Cámara de Diputados.
Breña, Agustín (2003), “Hidrología urbana”,
UAM Azcapotzalco, en
<http://www.uamenlinea.uam.mx/materi
ales/licenciatura/hidrologia/libro2-
hidrologia/libro-web/index.htm>, con-
sultada en 2012.
Cardona, Omar Darío (2003), “La necesidad
de pensar de manera holística los con-
ceptos de vulnerabilidad y riesgo”, Bo-
gotá, Centro de Estudios sobre Desas-
tres y Riesgo (Cederi), Universidad de
los Andes.
Centro Consultivo del Agua (CCA) (2011),
“Gestión del agua en las ciudades de
México, 2o reporte” (junio), en
<http://www.agua.org.mx>, consultada
el 22 de julio de 2011.
Centro de Estudios de las Finanzas Públicas
(CEFP) (2010), “Disponibilidad de
recursos para la atención de desastres
en el norte del país (nota informativa,
notacefp/026/2010)”. México: LXI
Legislatura, Cámara de Diputados.
CEPAL (2010), “Desastres y desarrollo: el
impacto en 2010”, en
<http://www.eclac.org/desastres/noticia
s/noticias/2/42102/Desastres2010_WE
B.pdf>.
CEPAL (1998), “Recomendaciones de las
reuniones internacionales sobre el
agua: de Mar del Plata a París”,
Santiago de Chile, CEPAL (documento
de distribución restringida, LC/R 1865),
30 de octubre.
Clever, Frances (1998), “Incentives and Infor-
mal Institutions: Gender and the
Managment of Water”, Agriculture and
Human Values, núm. 15.
Comisión Nacional del Agua (CNA) (2011),
“Conagua trabaja firmemente para re-
ducir las inundaciones en el valle de
México”. México: comunicado de pren-
sa 276-11, 30 de agosto.
CNA (sf), “Necesidad de un nuevo drenaje pro-
fundo”, en
http://www.conagua.gob.mx/sustentabili
dadhidricadelValledeMexi-
co/NecesidadDrenaje.aspx?Pag=4 úl-
tima consulta: 31/08/2012.
CNA (2007), “Secretaría de Medio Ambiente y
Recursos Naturales”, 3 de octubre, en
<http://www.canadevivallemexico.org.m
x/pdf%27s/df/eventos/5/5.5.pdf>,
consultada el 3 de enero de 2012.
Collins, Timoty (2008), “The Political Ecology
of Hazard Vulnerability: Marginalization,
Facilitation and Production of Differen-
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 181
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
tial Risk to Urban Wildfires in Arizona’s
Withe Mountains”, Journal of Political
Ecology, vol. 15.
Desinventar, <http://online.desinventar.org/>,
consultada el 8 de junio de 2011.
Eakin, Hallie (2006), Weathering Risk in Rural
Mexico. Climatic, Institutional and
Economic Change. Tucson: University
of Arizona Press.
Fritz, C. (1961), “Disasters”, en R. Merton y K.
Nisbet (eds.), Contemporary Social
Problems. Nueva York: Hartcourt.
Giddens, A. (1994), Las consecuencias de la
modernidad, Madrid: Alianza.
Gray, W. (2011), “Gross Errors in the IPCC-AR4
Report Regarding Past and Futures
Changes in Global Tropical Cyclone
Activity – (A Nobe Disgrace)”, SPPI-
Original Paper (11 de octubre).
H. LVII Legislatura del Estado de México
(2011), “Decreto 250. Presupuesto de
egresos del gobierno del Estado de
México para el ejercicio fiscal de 2011”,
en
<http://www.edomex.gob.mx/legistelfon
/doc/pdf/ley/vig/leyvig084.pdf>.
Hewitt, Kenneth (1997), Regions of Risk. Es-
sex: Longman.
Hewitt, Kenneth (1991), Interpretations of
Calamity. Londres: Allen and Unwin.
Landa, Rosalba y Julia Carabias (2007),
“Nuevas perspectivas frente a los
problemas del agua en México”, en
José Luis Calva (coord.),
Sustentabilidad y desarrollo ambiental.
México: UNAM-Miguel Ángel Porrúa-LX
Legislatura, Cámara de Diputados.
Manrique, Luis E. (2006), “Ingenieros del
alma: el control del agua como
metáfora del Estado”, Letras Libres
(versión para España), núm. 55 (abril),
en
<http://www.letraslibres.com/index.php
?art=11194>.
Mansilla, Elizabeth (2011a), “Análisis de riesgo
extensivo, urbanización de los riesgos
y su expansión territorial en América
Latina. Anexo 7: Análisis de riesgo
extensivo e intensivo en México”, en
ONU, Global Assessment Report on
Disaster Risk Reduction 2010-2011,
Nueva York: ONU (Background Papers).
Mansilla, Elizabeth (2011b), “Nota conceptual”,
en ONU, Global Assessment Report on
Disaster Risk Reduction 2010-2011,
Nueva York: ONU.
Mansilla, Elizabeth (ed.) (1996), Desastres.
Modelos para armar, Lima: La Red-
Consejo Mexicano de Ciencias
Sociales-Instituto de Investigaciones
Sociales, UNAM.
Maskrey, Andrew (comp.) (1993), Los
desastres no son naturales. Bogotá: La
Red-ITDG.
Mollinga, P.P. (2008), “Water, Politics and
Development: Framing a Political
Sociology of Water Resources
Management”, Water Alternatives, vol.
1, núm. 1: 7-23.
Ignacio Rubio Carriquiriborde • Prevenir catástrofes promoviendo anegaciones: riesgo de inundación y…• 182
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Peña Rodríguez, Jaime (comp.) (2004), El
agua, espejo de los pueblos. México:
FES Acatlán, UNAM-Plaza y Valdez.
Perló, Manuel y A. González (2006), “Del agua
amenazante al agua amenazada.
Cambios en las representaciones so-
ciales de los problemas del agua en el
valle de México”, en Javier Urbina y Ju-
lia Martínez (comps.), Más allá del
cambio climático: las dimensiones psi-
cosociales del cambio ambiental global,
México: Semarnat-INE-UNAM.
Perló, Manuel y A. González (2005), ¿Guerra
por el agua en el valle de México? Es-
tudio sobre las relaciones hidráulicas
entre el Distrito Federal y el Estado de
México. México: Coordinación de Hu-
manidades, UNAM-PUEC-UNAM-
Fundación Friedrich Ebert.
PUEC (2011), Pobreza, agua y cambio climáti-
co en la ciudad de México. México:
PUEC, UNAM-Coordinación de Humani-
dades, UNAM-Centro Virtual del Cambio
Climático en la Ciudad de México.
Puente, Sergio (2011), “Coparticipación
variable en la asignación de recursos
en el paradigma del sistema de gestión
integral del riesgo”, en
<http://proteccioncivil.tabasco.gob.mx/r
eglas_fopreden/COPARTICIPACION-
VARIABLE.pdf>, consultada el 3 de
junio de 2011.
Tortajada, Cecilia, Vicente Guerrero y Ricardo
Sandoval (eds.) (2004), Hacia una
gestión integral del agua en México:
retos y alternativas, México: Miguel
Ángel Porrúa-Cámara de Diputados-
Centro del Tercer Mundo para el
Manejo del Agua.
Secretaría de Hacienda y Crédito Público
(SHCP) (2011), “Presupuesto de egre-
sos de la Federación 2011, ramo 16,
Medio Ambiente y Recursos Natura-
les”, 1o de enero de 2011, en
<http://www.shcp.gob.mx/EGRESOS/P
EF/pef/pef_2011/temas/tomos/16/r16_r
eurgfpp.pdf>.
Smith, Barry et al. (2000), “An Anatomy of Ad-
aptation to Climate Change and Varia-
bility”, Climatic Change, núm. 45.
Tribunal Latinoamericano del Agua (TLA)
(2011), “Historia”, en
<http://www.tragua.com/historia.html>,
consultada el 22 de julio.
Universal, El (2011), “Emisor para Valle Dora-
do sin fondos”, 20 de noviembre.
Universal, El (2007), “Plan hidráulico para evi-
tar catástrofe, anuncia FCH”, 9 de no-
viembre.
Warner, Koko (ed.) (2007), Perspectives on
Social Vulnerability. Nueva York: Uni-
versidad de las Naciones Unidas.
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
Ceydric Martin Migraciones, pluriactividad y recomposición del esp acio rural. Las dinámicas múltiples del sur boliviano pp. 183 - 213 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © Ceydric Martin (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reservados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electrónico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 184
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio
rural. Las dinámicas múltiples del sur boliviano
CEYDRIC MARTIN* RESUMEN
Aunque de forma general la población rural disminuye en América Latina, se advierten patrones dife-
rentes según las zonas, incluso un cierto vigor en el caso de Bolivia. Mediante el uso de censos de
población y datos generados dentro de un programa de encuestas de migraciones entre 2001 y 2005,
este artículo ilustra esa diversidad en los crecimientos rurales e identifica factores determinantes. De
esta forma, se cuestiona la movilidad espacial de esta población rural, la diversificación de su activi-
dad (que llega a la pluriactividad) y mas generalmente las recomposiciones del espacio rural del sur
boliviano. Se detecta el impacto de las dinámicas rurales que participan en los fuertes cambios en la
repartición de la población boliviana (urbanización, crecimiento del occidente) y que contribuyen a
nuevas formas de ruralidades.
Palabras clave: migración, Tarija (Bolivia), nueva ruralidad, hidrocarburo, frontera.
ABSTRACT
Although we have witnessed a numerically decrease of rural population in Latin America, there are
different patterns depending on the areas, and even an increase in Bolivia. By using data from the
population census and others obtained from a poll on migration between 2001 and 2005, this paper
analyzes the spatial mobility of rural population and its pluriactivity as well as the recomposition of
rural space in South Bolivia. Thus, it examines the impact of rural dynamics that participate in the
changes of the distribution of Bolivian population (urbanization, growth of the West) and that contrib-
ute to new ruralities.
Key words: migration, Tarija (Bolivia), new rural, hydrocarbons, border.
Fecha de recepción: 15/03/2012 Fecha de aceptación: 07/06/2012
* Doctor en Demografía por la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Sorbona (Universidad París Descartes). Actual-mente es investigador asociado del laboratorio LIEU del IUAR (Aix-Marseille Université). C.e.: <[email protected]>.
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 185
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Introducción
Desde el punto de vista demográfico, tres ten-
dencias han marcado la población boliviana
desde 1950: en primer lugar, la transición de-
mográfica en el país, y con ello un aumento
repentino de su población (incrementó de tres
millones a más de ocho millones entre 1950 y
2001); en segundo lugar, el requilibrio progre-
sivo entre una parte de la población tradicio-
nalmente concentrada en el occidente del país
(el oeste), colonizado por españoles, escena-
rio de explotación minera por la otra. El oriente
(este) experimentó nuevas dinámicas y un
crecimiento poblacional (Mazurek, 2007). Esta
última tendencia se ilustra por la evolución del
peso de la población de los departamentos de
Potosí y de Santa Cruz, que pasaron, respec-
tivamente, de 20 y 9 por ciento del efectivo
nacional en 1950 a 8 y 25 por ciento en 2001.1
En tercer lugar, el desmedido crecimiento de
la población urbana, que pasó del 23 por cien-
to del total de la población boliviana en 1950 al
57 por ciento en 2001.2
Esta última dinámica está ligada al
éxodo rural del campo hacia las ciudades boli-
vianas durante los últimos cincuenta años,
provocado particularmente por una agricultura
tradicional poco competitiva, la fragmentación
de la tierra, el crecimiento de la población, las
expectativas de modernidad por parte de los
1 Datos de los censos nacionales de población y vivienda (CNPV) del Instituto Nacional de Estadísti-ca (INE), realizados en 1950 y 2001. 2 Se toma como límite urbano/rural el umbral de cinco mil habitantes.
jóvenes y las dificultades ambientales (Martin,
2011). De esta forma, comúnmente se acepta
que la evolución globalmente estancada de la
población rural boliviana se atribuya a las mi-
graciones del campo hacia la ciudad. Sin em-
bargo, existen también señales de recupera-
ción del vigor de la expansión de la población
rural en Bolivia (Rodríguez, 2002), por lo cual
conviene interrogarse sobre la existencia de
otras dinámicas migratorias. También pode-
mos cuestionarnos hasta qué punto este éxo-
do rural responde a lógicas diferentes en el
occidente y el oriente de Bolivia, y si las diná-
micas rurales participan en la transferencia de
la población entre los dos conjuntos.
De manera complementaria, cabe
cuestionarse cómo las dinámicas demográfi-
cas rurales nos informan sobre nuevas formas
de ruralidades. Así aprovecharemos para pre-
guntarnos en qué medida el campo del sur
boliviano rural se inscribe en una dinámica de
nueva ruralidad,3 con características que difie-
ren de los esquemas rurales tradicionales.
¿Se han desarrollado cambios en la economía
rural y en la sociedad? En particular, ¿nota-
3 Cabe aclarar que no ambicionamos entrar en el debate conceptual (ya ampliamente tratado durante estos últimos años) sobre la nueva ruralidad lati-noamericana, en particular en el ámbito de la so-ciología rural (Kay, 2009; de Grammont, 2004; Sánchez Albarrán, 2011; Insúa y Correa, 2007; Martínez, 2010, entre otros). Utilizaremos el con-cepto por el mérito “de haber logrado que mucha gente estuviera consciente de los cambios que anteriormente se habían ignorado, dando pie así a reflexiones adicionales sobre las actuales trans-formaciones rurales de Latinoamérica y sobre polí-ticas de desarrollo rural más apropiadas, así como a estudios sobre el desarrollo rural” (Kay, 2009: 633).
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 186
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
mos nuevas oportunidades de ingresos, no
agropecuarias, para la población rural del sur
boliviano?, ¿se perciben interacciones nuevas
y crecientes entre los ámbitos rurales y urba-
nos?, ¿las migraciones pueden considerarse
actividad?
Estos dos ejes de estudio —dinámicas
demográficas rurales y cambios en las socie-
dades rurales— nos informarán sobre cómo
influyen, las movilidades rurales en la recom-
posición del campo boliviano. Esto nos permi-
tirá interrogarnos sobre el futuro de las zonas
rurales bolivianas.
A partir del sur boliviano estudiaremos
estas dinámicas demográficas, enfocándonos
principalmente sobre el pequeño departamen-
to de Tarija (cerca de 40,000 km²), poblado
por casi cuatrocientos mil habitantes (242 566
en las ciudades, 148 660 en el campo, según
el censo del INE, 2001). Dicho territorio es par-
ticularmente adecuado para la observación de
la diversidad en las recomposiciones de los
espacios rurales del país, en la medida en que
se sitúa en la articulación entre el occidente y
el oriente boliviano, donde se detectaron di-
námicas similares al espacio nacional y a la
vez dinámicas propias relacionadas con esta
zona fronteriza (Martin, 2010).
Cabe destacar que existen pocos estu-
dios sobre las dinámicas del poblamiento rural
en esta región. En la parte occidental, los tra-
bajos de Preston (1999), Hinojosa y Cortez
(1999), Hinojosa et al. (2000) y Punch (2001),
estudiaron las estrategias migratorias de los
campesinos hacia Argentina, a través de en-
foques cualitativos.
Por otra parte, la existencia de éxodo
rural hacia las ciudades del departamento se
demostró en una publicación derivada del pro-
grama de la encuesta de migración Frontarbol
(véase más abajo), y que trató el fenómeno
cuantitativamente (Domenach et al., 2007). En
esta publicación, Philippe Hamelin propone
una primera restitución de los resultados de
las encuestas rurales de este programa (Ha-
melin, 2007).
Este trabajo brinda una visión más ge-
neral y comparativa de las dinámicas rurales
diferenciadas en Bolivia, empleando datos e
indicadores proporcionados por el INE, así co-
mo información proveniente de las encuestas
previamente citadas (ciudades y localidades
rurales), proponiendo una mirada de las diná-
micas rurales, observadas desde el campo y,
a su vez, también desde los centros urbanos.
Nos referiremos a una división espacial del
departamento, según criterios socioecológicos
de la propuesta de Martin (2010). En el apar-
tado metodológico correspondiente se detallan
estos tres puntos.
Iniciamos nuestros análisis con una mi-
rada regional sobre las dinámicas demográfi-
cas del departamento de Tarija, con un enfo-
que particular del éxodo rural y la
urbanización. En una segunda parte, adverti-
mos cómo se desarrollan estas dinámicas ru-
rales en el occidente del departamento, a par-
tir del estudio de las fuertes migraciones
internacionales de comunidades ubicadas en
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 187
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Mapa 1. El departamento de Tarija y las encuestas F rontarbol
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 188
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
el valle andino de Tolomosa. En un tercer
momento, nos enfocamos en el estudio de
localidades rurales ubicadas en el oriente de
Bolivia, en una zona de colonización agrícola
del Piedemonte, en el límite entre los Andes y
la llanura del Chaco, y en un pequeño centro
rural ubicado cerca de lugares de explotación
de hidrocarburos, en los valles subandinos.
Censos, división estadística del es-
pacio y encuestas de migración
A la espera del próximo censo boliviano (que
se hará en 2013), los únicos datos demográfi-
cos confiables parecen ser los del censo 2001.
Cabe subrayar la existencia de proyecciones
que calculaban en 534,687 los habitantes en
el departamento en 2011 (INE, 2011), estima-
ciones que han de tomarse con cautela, pues
se basan esencialmente en el crecimiento in-
tercensal 1992-2001, sin considerar el factor
migratorio actual. Además, estas proyecciones
no se desglosan por áreas urbanas o rurales,
que seguramente tienen dinámicas muy distin-
tas; ni por cantón, lo cual nos impide proceder
a las reagrupaciones que aquí utilizaremos
(véase el siguiente párrafo). Sin duda, la po-
blación cambió desde 2001, pero la ausencia
de fuentes confiables nos convenció de limi-
tarnos al uso de los datos del censo realizado
ese año.
En la parte superior del mapa 1 se
muestra la división estadística del espacio del
departamento, propuesta por Martin (2010) en
un estudio anterior. Se inscribe en la dualidad
nacional occidente-oriente,4 según criterios
físicos —cruce del mundo andino y de las lla-
nuras orientales— e históricos —oposición de
un poblamiento inca ubicado en el occidente—
, consolidado desde el virreinato, pasando por
la independencia del país; así como un po-
blamiento del oriente menos organizado,
abrumado por una difícil política de coloniza-
ción. Así, se definieron cuatro sectores princi-
pales: en el occidente, la Alta Montaña5 (Alti-
plano Tarijeño) y los Valles Andinos (fértiles,
que concentran el poblamiento histórico). En
el oriente, los Valles Subandinos (últimos plie-
gues andinos con su vegetación tropical
abundante) y un segundo conjunto que reúne
el Piedemonte (donde se concentra la pobla-
ción) y la Llanura del Chaco (hostil). Aquí se
hará constante referencia a esa división.
Por último, como tercer punto metodo-
lógico, se emplearán en este estudio datos
emanados del Programa de investigación
Frontarbol, que se desarrolló dentro del marco
de una colaboración entre universidades de
Bolivia y de Argentina,6 así como centros de
investigaciones de Argentina y Francia.7 Esta
colaboración permitió llevar a cabo diversas
4 Para el aspecto nacional, sobre esta bipartición, véase Nicolás d’Andréa (2004; 2007). 5 Escribiremos con mayúsculas los nombres de estas regiones, pues son entidades delimitadas con precisión. 6 La Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (UAJMS, Tarija, Bolivia) y la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina (UNC). 7 El Consejo Nacional de Investigaciones Científi-cas y Técnicas (Conicet, Argentina), el Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA, con sede en Lima) y el Instituto de Investigación para el Desa-rrollo (IRD, con sede en Marsella, Francia, y con una representación en La Paz, Bolivia).
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 189
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
encuestas de migraciones entre 2001 y 2005,
en las cuatro ciudades del departamento (en-
cuesta aleatoria), así como en tres zonas rura-
les (elecciones razonadas), en el occidente y
en el oriente (mapa 1), así como en la ciudad
argentina de San Salvador de Jujuy. El objeti-
vo de la selección de estos lugares fue ejem-
plificar los diversos patrones migratorios en la
zona. Se encontrarán precisiones metodológi-
cas a lo largo del presente artículo (para una
metodología completa, véase Hamelin et al.,
2007, y <www.frontarbol.com>).8
En estas encuestas, de hecho, también para
este artículo, se considera como evento migra-
torio un cambio de localidad de residencia de
por lo menos seis meses continuos. Puede ser
al momento de la instalación en la localidad
encuestada (en este caso hablamos de la pri-
mera vez que se instalaron por este periodo
mínimo de tiempo), o de migraciones a otro
lugar (aún de seis meses), antes o después de
haberse instalado en la localidad encuestada.
También se consideran hechos migratorios la
partida de los hijos, quienes ya no son consi-
derados como parte del hogar, y que se han
alejado de la localidad en cuestión.
Desequilibrios demográficos glo-
bales: éxodo rural y urbanización
Como en el resto de Bolivia, la población del
departamento de Tarija creció fuertemente
8 Además de consultar la bibliografía, esta página permite descargar los cuestionarios utilizados du-rante estas encuestas, así como las bases de da-tos generadas.
desde mediados del siglo XX, y se triplicó entre
1950 y 2001 (pasó de 130,000 a 400,000 habi-
tantes),9 con un particular incremento neto
entre 1976 y 2001 (multiplicado por dos).10 Si
observamos este reciente aumento, según el
límite urbano/rural (gráfica 1), constatamos
que la aceleración del crecimiento demográfi-
co está esencialmente ligada a la población
urbana, que fue poco significativa antes de
1950, y aumentó considerablemente a partir
de 1976, para convertirse en mayoritaria en
los años ochenta. Paralelamente, contrasta la
dinámica demográfica rural, ya que el aumen-
to de su población es moderado y regular en-
tre 1847 y 2001.
Estas dinámicas se presentan a partir de la
tasa media de crecimiento anual (TMCA), ade-
más, observamos que la población urbana de
Tarija tiene un crecimiento muy importante
entre 1950 y 2001 (4.8 por ciento), mientras
que en el campo es de sólo 0.7 por ciento
(CNPV, INE). Considerando el crecimiento anual
sostenido de la población boliviana en su con-
junto, durante la segunda mitad del siglo XX —
entre 2.0 y 2.5 por ciento (Celade, 2004), sin
desglose campo/ciudad), suponemos el papel
importante que tienen los movimientos migra-
torios en la explicación de estas diferencias
entre el crecimiento urbano y rural.
9 Más precisamente de 126 752 habitantes en 1950 a 391,226 habitantes en 2001. 10 Pasa de 187 204 a 391,226 habitantes.
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 190
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Gráfica 1. Departamento de Tarija: crecimiento demo gráfico urbano y rural (1847-2001)
Gráfica 2. Departamento de Tarija: lugar de nacimie nto de los jefes de hogar de las ciudades
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 191
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Gráfica 3. Departamento de Tarija: edad de instalac ión de los no nativos de origen rural
en las ciudades
Gráfica 4. Departamento de Tarija: pirámide de edad de poblaciones rurales y urbanas
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 192
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Para definir estas dinámicas diferen-
ciadas y las migraciones que las acompañan,
emplearemos las encuestas Frontarbol (reali-
zadas en las ciudades del departamento de
Tarija).11 Así, dos de cada tres jefes de hogar
de las ciudades son inmigrantes, proporción
que asciende al 80 por ciento en el caso de
Yacuiba (gráfica 2).12. Estos inmigrantes resul-
tan, en su mayoría, del éxodo rural, si conside-
ramos que más de la mitad de los no nativos
son nacidos en una localidad rural boliviana
(más precisamente, entre 52 y 58 por cien-
to).13
Además, el impacto de la migración de
la población rural en el crecimiento urbano
parece reforzado por la observación de la
edad de instalación en las ciudades del depar-
tamento de Tarija de los no nativos de origen
rural (gráfica 3). Así, en todas las encuestas,
los migrantes llegan muy jóvenes (50 por cien-
to tienen menos de 20 años cuando se insta-
11 Las encuestas urbanas que citaremos son las siguientes: Entar 2001, que se desarrolló los días 29 y 30 de septiembre en la ciudad de Tarija (792 hogares encuestados); Enyac 2002, del 1 al 5 de abril en la ciudad de Yacuiba (627 hogares); Envil 2002, en la primera semana del mes de julio en la ciudad de Villamontes (468 hogares); Enber 2005, del 2 al 4 de mayo en la ciudad de Bermejo (264 hogares). 12 Las proporciones exactas son de 66 por ciento para Tarija (523 de 792 jefes de hogar encuesta-dos), 80 por ciento para Yacuiba (502 de 627), 65 por ciento para Villamontes (304 de 468) y 77 por ciento para Bermejo (304 de 342). 13 57 por ciento para Tarija (298 de los 523 jefes de hogar nativos), 55 por ciento para Yacuiba (276 casos de 502), 52 por ciento para Villamontes (158 de 304 casos) y 58 por ciento para Bermejo (153 de 264 casos).
lan; 70 por ciento tiene menos de 30 años),14 a
menudo en edad de procrear, y en su mayoría
(1,110 individuos) son mujeres (casi el 55 por
ciento de los migrantes rurales son de sexo
femenino).
Estos datos confirman importantes
transferencias de población campo-ciudad en
los últimos cincuenta años, lo cual ha tenido
como consecuencia un fuerte aumento de la
población urbana, a expensas de la población
rural. Como se observa sobre la pirámide de la
gráfica 4, estos cambios provocan desequili-
brios en la estructura por edad: los muy jóve-
nes son sobrerrepresentados en el campo, los
individuos de 15-40 años —en edad de traba-
jar y procrear— son más numerosos en la ciu-
dad, y la población de mayor edad está lige-
ramente más presente en el medio rural.
Las estrategias migratorias interna-
cionales del occidente rural
En el occidente del departamento de Tarija, la
amplitud altimétrica es particularmente impor-
tante entre el fondo de los Valles Andinos a
2,000 metros sobre el nivel del mar y las par-
tes altiplánicas que culminan a 4,000 metros.
El clima es duro, con pocas y escasas precipi-
taciones (200 mm/año) y frecuentes heladas
invernales. Además, la erosión hidrográfica y
eólica es muy importante, por lo cual se ob-
14 Para mayor precisión, 1,009 de los 2018 no nati-vos originarios de localidades rurales y con 15 años o más de edad al momento de la encuesta tenían menos de 20 años al momento de su llega-da, cifra que aumenta a 1,413 si consideramos los menores a 30 años.
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 193
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
servan paisajes desérticos (altiplano, o suelo
surcado), con nidos de termitas, como se
muestra en el fondo del mapa 2.
Mapa 2. El occidente tarijeño
El occidente urbano del departamento
de Tarija está compuesto por la ciudad de Ta-
rija, capital, ciudad principal y única colonial
del departamento, que contaba con 135,783
habitantes en 2001 y que experimentó un cre-
cimiento sostenido durante los últimos cin-
cuenta años (+ 4.2 por ciento/año de tmca).15
El occidente rural (106,783 habitantes en
2001), está habitado por una población mesti-
za de autóctonos y españoles llamados cha-
15 Como recordatorio, la TMCA corresponde a la tasa media de crecimiento anual.
pacos. Históricamente sedentarios, practican
la agricultura por tradición.16 A partir del valle
de Tolomosa (mapa 3), situado en los largos
valles centrales que rodean la capital depar-
tamental, proponemos observar estas dinámi-
cas demográficas rurales del occidente.
16 Para mayores detalles sobre los valles andinos de Tari-ja, véase Beck et al. (2001).
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 194
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Mapa 3. El valle de Tolomosa
El valle de Tolomosa se extiende sobre
20 km de largo y 6 de ancho. Está ubicado a
las puertas de la ciudad de Tarija, pero en su
gran mayoría es indudablemente rural,17 com-
puesto por comunidades aisladas y escasa-
mente equipadas de servicios básicos, en
donde el 80 por ciento de los hogares viven de
la pequeña agricultura (Martin, 2011). En este
valle, poblado por 7,736 habitantes (ine,
2001), repartidos en 14 comunidades, se
realizó la encuesta Entol, en febrero de
17 Por lo menos en 2002, las comunidades cerca-nas a la ciudad de Tarija han experimentado cam-bios desde esa fecha.
2002.18 Dicha encuesta se desarrolló en cinco
comunidades de este valle, elegidas con el fin
de ilustrar la diversidad de las localidades de
la cuenca, a partir de criterios como tamaño,
18 La encuesta Entol 2002 se desarrolló entre el 20 de febrero y el 1 de marzo. En total se encuestó a 1,055 individuos, repartidos en 213 hogares (31.9 por ciento de los 667 hogares censados en estas comunidades por el INE en 2001). En ausencia de una cartografía de las localidades encuestadas, se estableció un mapa esquemático de cada comuni-dad para las necesidades de esta encuesta y para cada una de éstas se procedió a una selección razonada de las viviendas a interrogar. Para este análisis, emplearemos los datos provenientes de hogares donde, por lo menos, un miembro se de-clara residente permanente del valle, o sea, 201 familias que suman 1007 individuos (Hamelin et al., 2007; Martin, 2012; <www.frontarbol.com>)..
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 195
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
acceso a los recursos hidrográficos, tipo de sistema productivo dominante y accesibilidad.
Gráfica 5. La depresión demográfica del occidente
El reciente crecimiento demográfico del
occidente rural de Tarija es casi nulo: 0.6 por
ciento de tmca entre 1992 y 2001 por toda la
zona; 0.4 por ciento si nos limitamos al valle
de Tolomosa. En ambos casos, la estructura
por edades de la población muestra un fuerte
déficit de jóvenes y de muy jóvenes, hecho
que es pertinente explicar (gráfica 5).
Gráfica 6. Tolomosa: migrar para trabajar
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 196
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Como era esperable, Tolomosa no es
un lugar de inmigración (más del 90 por ciento
de los jefes de familia son nacidos en el va-
lle),19 pero se perciben fuertes movimientos
migratorios desde aquí. Así, en el 83 por cien-
to de los hogares declararon al menos un
evento migratorio (167 de 201); es decir, tie-
nen un hijo que emigró del valle o hay un
miembro del hogar que declara por lo menos
una migración fuera de aquí, pero con retorno.
En total, la encuesta Entol 2002 contabilizó
765 eventos migratorios.20
Como se observa en las figuras de la
gráfica 6, estas migraciones desde el valle
tienen razones mayoritariamente laborales (85
por ciento de los hechos). Entre estos viajes
laborales, sin duda la agricultura es la que
constituye la actividad predominante (77 por
ciento) y Argentina es el país que representa
el destino principal (85 por ciento de los suce-
sos). Así, esta corriente migratoria está domi-
nada por una emigración laboral hacia un sec-
tor de actividad asociada al mundo rural o a
las periferias urbanas, y que se desarrollan en
19 181 jefes de los 201 hogares encuestados en la Entol 2002. 20 Para más precisión, estos 765 eventos migrato-rios están compuestos de descendientes-emigrantes (hijos de jefes de hogar o sus cónyuges que han abandonado el valle, 350 casos); de mi-graciones anteriores (migraciones de miembros del hogar de al menos seis meses, y cuyos años fuera y de regreso son idénticos: 146 casos); de migra-ciones estacionales hasta 2000 (migraciones de miembros de hogar de al menos seis meses, y cuyos años de partida y de regreso son diferentes: 158 casos) y de desplazamientos estacionales en 2001 (migraciones de los miembros de hogar en 2001 de al menos un mes: 111 casos).
su gran mayoría en Argentina, no en la ciudad
vecina de Tarija.
Sin embargo, para caracterizar estos
sucesos migratorios, señalamos que las mi-
graciones largas y cortas responden a estra-
tegias diversas, según la situación de las co-
munidades. Factores como el aislamiento, la
presencia de riego y la importancia de la ga-
nadería o de ciertos cultivos, influyen sobre las
necesidades de mano de obra y sobre las
temporalidades de éstas (Martin, 2011). Así, la
comunidad de Pampa Redonda está muy ais-
lada, el riego es insignificante y la actividad
ganadera domina sobre los cultivos, por lo
cual hay una baja demanda de mano de obra;
en estos casos, las familias privilegian la emi-
gración de la descendencia (74 por ciento de
éstas tienen por lo menos un hijo emigrado).
La situación difiere en Pinos Sur, donde el rie-
go semianual permite cultivos estivales, por lo
cual se privilegia la emigración estacional (70
por ciento de los hogares declaran por lo me-
nos una).
La emigración desde Tolomosa ilustra
una dinámica demográfica de los campos del
occidente del departamento de Tarija. La emi-
gración rural es relevante, pero no se realiza
en dirección de las ciudades bolivianas, en
cambio sí se enfila hacia Argentina por razo-
nes laborales, por trabajo agrícola, con lo cual
difiere del éxodo rural. Adopta formas distintas
que permiten entender mejor los desequilibrios
observados.
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 197
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Gráfica 7. Tolomosa: la explicación de las rupturas
Así, la descendencia que había emi-
grado, completa los flancos huecos de los 15-
35 años y los hijos de esta misma descenden-
cia seguramente completarían los huecos ob-
servados con los muy jóvenes. Sumemos a
esto que el déficit de jóvenes activos se acen-
túa durante una parte del año en el valle, en el
momento de las migraciones estacionales.
Las dinámicas de crecimiento rural
del oriente
En el oriente tarijeño, la amplitud altimétrica es
también importante, pero con alturas inferio-
res, entre 2,000 metros en los valles húmedos
subandinos y 600 metros en la planicie del
Chaco. El clima es claramente menos hostil
que en el occidente, debido a que las precipi-
taciones pueden ser abundantes (hasta 2,000
mm/año) y las heladas invernales son esca-
sas. Se observa una vegetación más densa
(mapa 4). Los últimos pliegues andinos, que
corresponden a los Valles Subandinos, y la
Llanura del Chaco están separados por el
Piedemonte de los Andes.
En la población urbana del oriente se
observó un fuerte crecimiento desde 1950
(TMCA de 6.2 por ciento entre 1950 y 2001,
censos del INE). Esta dinámica se explica por
el desarrollo reciente de tres ciudades (que
suman 106,789 habitantes en 2001): Bermejo
y Yacuiba, cuyo desarrollo está vinculado
principalmente al comercio fronterizo con Ar-
gentina; y Villamontes, donde el crecimiento
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 198
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
se debe a su ubicación privilegiada como úni-
co punto de cruce del Pilcomayo (río principal
del sur boliviano) en la región.21 En cuanto a
los campos del Oriente, fueron históricamente
poblados por autóctonos semi-nómadas que
tenían una práctica rudimentaria de la agricul-
tura, completada por la pesca, la ganadería y
la silvicultura (para un relato de estas mino-
rías, véase Steward, 1948); población que,
cabe señalar, fue disminuida por las guerras
de colonización y posteriormente por la guerra
del Chaco (en los años treinta del siglo XX).
Sin embargo, a diferencia de la población rural
del occidente, el crecimiento demográfico rural
del oriente, desde hace cincuenta años, se
encuentra en constante aumento (1950-1976:
TMCA de 0.4 por ciento; 1976-1992: 1.0 por
ciento; 1992-2001: 1.8 por ciento).
Esta evolución, así como las dinámicas
particulares en el desarrollo de los campos
orientales, las ilustraremos con dos unidades
de análisis que han sido encuestadas por el
programa Frontarbol: por un lado, la comuni-
dad de Caigua, sobre el Piedemonte, a 20 km
al norte de la ciudad de Villamontes;22 por el
otro, la localidad de Caraparí, ubicada al final
de los Valles Subandinos.23
21 Para mayor información sobre la dinámica de-mográfica de estas ciudades del oriente, véanse Souchaud (2007), Martin (2007) y Souchaud y Mar-tin (2007). 22 La comunidad de Caigua se consignó en el mar-co de la encuesta Envil 2002, el 5 de julio. Se inte-rrogaron 72 hogares, que son el 44.4 por ciento de los censados por el INE 2001. En ausencia de una cartografía de la comunidad, la selección de los hogares encuestados se hizo de forma razonada. 23 La localidad de Caraparí también se encuestó en la Envil 2002, el 6 de julio. Se encuestaron 100
La comunidad de Caigua se sitúa en la
parte norte del Piedemonte chaqueño (mapa
5). Como en el resto del Piedemonte, esta zo-
na se beneficia de ventajas naturales impor-
tantes: lluvias relativamente generosas (preci-
pitaciones anuales de 1,000 a 1,200 mm),
temperaturas suaves (media mensual de 17 a
27°C) y suelos fértiles (gracias a los depósitos
aluviales). Además, la región coincide con el
eje de comunicación histórico entre Argentina
y Santa Cruz (capital del oriente boliviano, y
una de las más grandes ciudades del país),
razón por la cual pasan por ahí importantes
vías de comunicación, pavimentadas y fé-
rreas. Estos diversos factores han favorecido
la aparición de toda una serie de localidades
rurales, así como de las ciudades de Villamon-
tes (en el mapa) y de Yacuiba (frontera con
Argentina) en esta zona.
En Caigua, el crecimiento demográfico
es sostenido (tmca de 3.4 por ciento entre
1976 y 2001): población total de 708 habitan-
tes en 2001 (ine, 2001). Debido a la instala-
ción24 masiva de inmigrantes, pues el 82 por
ciento de los jefes de hogar encuestados en la
Envil 2002 señalaron que no son nativos de la
comunidad (59 casos de 72): ¿cómo explicar
esta atracción reciente? Hasta mediados del
siglo xx, la región estaba habitada por autóc-
hogares, lo que corresponde a 444 personas, es decir, 41.3 por ciento de la población de Caraparí al momento del censo INE 2001 (1,074 hab.) La existencia de una cartografía precisa de la locali-dad (cartografía INE con delimitaciones de los lotes) permitió seleccionar aleatoriamente los cien hoga-res censados. 24 Primera instalación del individuo para una dura-ción superior o igual a seis meses.
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 199
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
tonos seminómadas, que practicaban la cría
de animales. Los mercados cercanos (y las
salidas comerciales que corresponden) eran
pocos, y las vías de comunicación se encon-
traban en mal estado. Esta situación cambió a
partir de 1950, particularmente gracias a la
reforma agraria de 1953 (que permitió la dis-
tribución de tierras en la región), por el mejo-
ramiento de las vías de comunicación, por
proyectos agroindustriales y debido al repen-
tino crecimiento de las ciudades del oriente.
Mapa 4. El oriente del departamento de Tarija
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 200
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Mapa 5. La comunidad de Caigua y su entorno del Pie demonte norte
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 201
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Gráfica 8. Caigua: crecimiento demográfico e inmigr ación
Gráfica 9. Caigua: una población migrante joven y d e origen variado
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 202
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
En Caigua, una ola importante de ins-
talaciones tuvo lugar a partir de 1980, lo cual
se explica por dos razones principales: en
primer lugar, en los años ochenta, por la aper-
tura de una refinería de aceite en la ciudad
vecina de Villamontes, que impulsó una de-
manda de soja. Posteriormente, en los años
noventa, por la pavimentación de la pista que
unía a Santa Cruz con Argentina, lo cual per-
mitió nuevas salidas comerciales para la pro-
ducción agrícola de la comunidad, en particu-
lar a la ciudad de Yacuiba, que se hallaba en
plena expansión.
Como se observa en la pirámide
de edad de la gráfica 9, los inmigrantes que
llegan a Caigua son jóvenes (casi el 85 por
ciento son menores de 35 años: 160 de los
189 no nativos) y los hombres son ligeramente
mayoría (55 por ciento de inmigrantes mascu-
linos: 104 de los 189 casos), lo que hace su-
poner que se trata de familias con hijos; o
bien, de hombres solteros. Además, el estudio
de los orígenes es interesante, pues muestra
la amplitud de la atracción de Caigua. Así,
menos de uno de cada tres inmigrantes pro-
viene de otros campos del oriente (más aisla-
dos); otro tercio viene del campo del occidente
(situado a diez horas en autobús desde Cai-
gua) y el último tercio viene de ciudades,25
esencialmente de pequeñas localidades urba-
nas del sureste boliviano.26 Se observa, en-
25 Respectivamente: 57, 57 y 60 casos de los 189 no nativos. Los 15 casos faltantes no tienen respuesta o provienen del extranjero. 26 Con el umbral urbano de cinco mil habitantes, según el censo INE (2001).
tonces, una población joven, que viaja de muy
lejos para vivir y trabajar en una comunidad
rural del oriente boliviano, lo cual muy bien
ilustra el dinamismo de la región del Piede-
monte a partir de 1950.
Concluimos este apartado dedicado a
Caigua observando la pluriactividad de los
hogares encuestados (Martin, 2012). Un tercio
de éstos declara tener por lo menos una per-
sona que trabaja en un sector diferente al
agrícola, esencialmente en actividades del
sector terciario. Otro indicador interesante,
más de un tercio de los hogares declara al
menos otra fuente de ingreso (dueño de una
tienda, almacén o empresa; alquiler o trabajo
secundario).
Caraparí constituye nuestra segunda
unidad de análisis sobre las dinámicas demo-
gráficas rurales del oriente. Esta comunidad
es más antigua que Caigua, con bases agríco-
las, y contaba con 1,074 habitantes en 2001
(censo ine). Se ubica cerca de yacimientos de
gas, siendo estos últimos los más importantes
del país elegidos simbólicamente por Evo Mo-
rales para anunciar la “nacionalización” de los
recursos de gas en 2006. Por último, Caraparí
es la capital del municipio homónimo, unidad
administrativa creada a partir de la descentra-
lización de 1994, lo que le ha permitido bene-
ficiarse, notoriamente, de regalías gaseras de
gran relevancia.
La dinámica demográfica de Caraparí
se caracteriza por un fuerte crecimiento anual
entre 1992 y 2001: pasó de 490 a 1,074 habi-
tantes (tmca 8.9 por ciento), lo cual contrasta
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 203
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
con el crecimiento demográfico de la parte de
la provincia Gran Chaco, ubicada en los Valles
Subandinos,27 que sólo tiene un crecimiento
anual de 1.6 por ciento entre 1992 y 2001, con
27 Para el detalle metodológico que corresponde a esta división, véase Martin (2010).
lo cual se supone que cuenta con dinámicas
propias, o que estuvo atrayendo a la población
del municipio.
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 204
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Gráfica 10. Caraparí: dominación de las actividades terciarias
Para entender esta evolución, la ob-
servación de la actividad de los habitantes de
Caraparí es instructiva. Para una comunidad
rural, la agricultura y la ganadería no ocupan
más que al 13 por ciento de la PEA.28 Aunado
a lo anterior, y debido a su localización, cen-
samos, lógicamente, una parte de la población
que trabaja directamente con el sector de los
hidrocarburos (8 por ciento). En tercer lugar,
es sorprendente el alto porcentaje que ocupan 28 19 de los 144 individuos de 15 años y más que declararon haber trabajado y estudiado durante los siete días anteriores a la encuesta.
los servicios (73 por ciento de la PEA), lo que
se explica por la función de capital de munici-
pio que deriva en la generación de empleos en
la administración; pero también por la presen-
cia del sector educativo (ocupa 18 por ciento
de la PEA), así como la proximidad de los ya-
cimientos gaseros, lo que crea una dinámica y
genera la existencia de diversos servicios
(transporte, restauración, hotelería).29 Ahora
bien, conviene señalar que 59 por ciento de
29 Hidrocarburos, 12 casos; servicios, 105 casos, de los cuales 26 se ubican en el sector educativo.
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 205
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
los hogares poseen explotaciones agrícolas, lo
que muestra la perennidad de los lazos histó-
ricos que se mantienen con el cultivo de la
tierra (Hamelin, 2007).
Gráfica 11. Caraparí: movilidad de los jefes de hog ar
La presencia de diferentes oportunida-
des laborales contribuye a entender el atracti-
vo de Caraparí, donde una gran mayoría de
los jefes de hogar (57 por ciento) no son nati-
vos de esta comunidad (57 de 100). Como en
Caigua, advertimos la diversidad de orígenes
de esos no nativos (gráfica 11): 26 por ciento
nacieron en las localidades rurales del oriente,
cerca de Caraparí; 25 por ciento llegaron de
los campos del occidente, más lejanos; y so-
bre todo, cerca de la mitad nacieron en las
ciudades bolivianas (respectivamente: 15, 14 y
27 casos), algunas cercanas, como Yacuiba;
otras mucho más lejanas, como La Paz (a
treinta horas en autobús). Por otro lado, nota-
mos que la llegada de estos no nativos se re-
laciona con el sector terciario: 60 por ciento
vinieron a trabajar a Caraparí y el 68 por cien-
to lo han hecho en el sector servicios.
Otro elemento interesante: del 43 por
ciento de jefes de hogar nacidos en Caraparí,
señalamos que más de la mitad (23 de los 43
casos, es decir, 54 por ciento) ha efectuado al
menos una migración y optado por el regreso.
Esto subraya un aspecto suplementario de la
atracción de Caraparí, debido a que, de estos
jefes de familia que emigran y regresan, el 74
por ciento se había instalado en una ciudad
boliviana antes de reintegrarse a su comuni-
dad de origen (exactamente 74 por ciento,
esto es, 17 de los 23 casos); aspecto que se
refuerza por el hecho de que no hayan vuelto
para jubilarse si consideramos que 83 por
ciento tenían menos de 40 años cuando retor-
naron a Caraparí, y 74 por ciento trabajaban
en el sector servicios, según la encuesta Envil
2002 (19 y 17 casos).
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 206
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Gráfica 12. Caraparí: individuos instalados a la ed ad de 15 años y más
Finalmente, como en Caigua, la rela-
ción entre la llegada de los no nativos instala-
dos a la edad de 15 años y más, así como los
principales sucesos que marcaron a Caraparí,
es significativo (gráfica 12). Una primera olea-
da de migrantes, entre 1970 y 1985, estaría
ligada a la actividad petrolera de la época,
mientras que el aumento intenso ocurrió a par-
tir de principios de los noventa, lo que se aso-
cia con la descentralización y las primeras
prospecciones y explotaciones gaseras en
esta región.
Conclusión
De manera general, el éxodo rural es la
principal dinámica demográfica de los campos
de Tarija. Desde hace medio siglo, se han
constatado migraciones masivas desde el inte-
rior del país, incluso provenientes de zonas
rurales más alejadas, hacia las ciudades del
departamento. Por lo tanto, los jóvenes activos
en edad de procrear se instalan masivamente
en la ciudad y abandonan los campos, cuya
estructura demográfica se encuentra en gran
medida amputada.
Sin embargo, esta tendencia general
oculta dinámicas rurales muy variadas. En el
occidente, donde las extracciones demográfi-
cas son particularmente importantes, el ejem-
plo de Tolomosa ha mostrado el papel esen-
cial de la emigración internacional. Los
jóvenes de esta localidad dejan su valle, pero
para irse a Argentina, no a la ciudad vecina de
Tarija; para trabajar en el sector agrícola, no
en algún servicio urbano. Además, existen
diferentes tipos de movimientos migratorios,
estacionales o de más largo plazo, de acuerdo
a las necesidades de las comunidades, lo que
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 207
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
se traduce en el aumento del déficit de jóve-
nes durante una temporada del año. La diver-
sidad de movimientos y estrategias implemen-
tadas se asimilarían a una forma de
archipiélago familiar,30 con un uso de territo-
rios alejados, según las necesidades de las
familias (o de las comunidades).
Por otra parte, en el oriente, el creci-
miento de la población rural se encuentra me-
nos estancado que en el occidente, debido a
las dinámicas propias de la región. Entonces,
ya sea a causa de las consecuencias de la
colonización agrícola en Caigua, o del desa-
rrollo de un centro administrativo en Caraparí,
favorecido por el desarrollo de actividades ga-
seras, los ejemplos aquí estudiados señalan la
presencia de zonas rurales atractivas. Así es
como se drena una población que proviene de
las zonas rurales más aisladas, cercanas o
lejanas; incluso participan en la transferencia
de población entre occidente y oriente. Final-
mente, estas pequeñas localidades rurales
atraen también a migrantes provenientes de
ciudades, medianas y grandes.
Estas dinámicas múltiples participan en
el complejo migratorio que observamos en el
sur boliviano donde las migraciones son de-
terminantes para el mundo rural y tienen mu-
chas facetas. Esto refleja la inestabilidad del
poblamiento boliviano, que responde a lógicas
políticas, económicas y ambientales, además
de que constituyen un desafío para la gestión
actual y futura del territorio. 30 Ver los trabajos sobre el tema que fueron producidos en el Veracruz (Léonard, Quesnel y al 2004; Quesnel y Del Rey 2005)
Ahora bien, ¿qué enseñanzas recoge-
mos de las formas de nueva ruralidad del sur
boliviano? Tolomosa tiene fuentes de ingresos
no relacionadas con su labor agrícola tradicio-
nal, gracias a lo que denominaremos como su
“actividad migratoria”. Estos movimientos no
corresponden a dinámicas recientes, pero sñi
se inscriben en estrategias de búsqueda de
actividades complementarias, que se asocia-
rían a una pluriactividad. Se desarrollan con-
forme a las necesidades de las comunidades,
e implican tanto a hombres como a mujeres,
además de que subsidian un modelo agrícola
tradicional en crisis.
Así, estos comportamientos coinciden
con características de la nueva ruralidad (Kay,
2009), y notamos que, como en otros mode-
los, los ingresos de estas actividades com-
plementarias no se reinvierten en la agricultura
o en otras actividades productivas.
En el caso de Caigua, la pluriactividad
también esta presente, y las fuentes de ingre-
sos extra —es decir, independientes de las
actividades agrícolas (o ganaderas)— son
numerosas: más de un tercio de los hogares
declara actividades en el sector servicios, y la
tendencia parece aumentar en esta comuni-
dad, cuyo desarrollo está originalmente ligado
a labores agrícolas. En Caraparí, la mayoría
de la gente trabaja en los servicios, lo que es-
tá parcialmente relacionado con la presencia
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 208
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Mapa 7. Departamento de Tarija: La concentración de l poblamiento |
de extracción de hidrocarburos en la región,
mostrándose así una evolución de la actividad
rural. En ambos casos, el desarrollo de activi-
dades terciarias en una zona rural y las fuertes
migraciones registradas se inscribirían en uno
de los aspectos de la nueva ruralidad que im-
plica una sociedad dinámica que se adapta a
los cambios.
Estos comportamientos migratorios y
este desarrollo de actividades terciarias au-
mentan las interacciones de los ámbitos rural
y urbano, modificando las costumbres y
transmitiendo nuevos comportamientos. De
esta manera se crea el nuevo campesino, ya
no anclado a su la tierra. Como señalaba An-
dré Brun, a partir del ejemplo francés en 1992:
el fin de la sociedad campesina no coincide
con la desagregación de la sociedad rural
(Brun et al., 1992).
La sociedad rural se adapta, aunque
no hay que subestimar las dificultades que
acompañan esos cambios, en términos socia-
les y de dependencia de las ciudades (Sán-
chez Albarrán, 2011).
Aunque califiquemos como rurales estas di-
námicas de adaptación y movilidad, también
observamos que favorecen la concentración
del poblamiento que, indudablemente, se or-
ganiza alrededor de las ciudades (o se trans-
forma en ciudades). En este estudio, lo ante-
rior se muestra en el mapa 7, con los
desarrollos urbanos (en curso o posibles) y las
zonas de fuerte densidad rural (superior a 10
habitantes/km², siendo que el promedio depar-
tamental se encontraba en 4 hacia 2001). En
términos de recomposición del espacio, esta
concentración y cambios de comportamiento
que parecen lo mas determinante, se hacen y
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 209
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
se harán a expensas de zonas vacías y aisla-
das, donde no llegan comportamientos de
nueva ruralidad, lo que en definitiva crea va-
rios tipos de zonas rurales.
Convendría tomar esto en cuenta, pues
si bien estos espacios aislados no concentran
la población, siguen correspondiendo a la ma-
yoría de los espacios rurales, con lo cual son
esenciales para la preservación del medio
ambiente.
Los casos aquí estudiados muestran
esta recomposición rural y permiten suponer
desarrollos futuros. Sin duda, en el occidente
del sur boliviano, las zonas rurales envejeci-
das continuarán vaciándose. Sin embargo, las
que rodean a la ciudad de Tarija, como Tolo-
mosa, serán absorbidas por el crecimiento
urbano, lo cual ya es notorio con la instalación
de residencias (secundarias o no), en el norte
del valle. Esto reforzará la concentración de
poblamiento en los valles centrales, alrededor
de la capital departamental.
En cambio, en el oriente, la coloniza-
ción agrícola —como en Caigua— ha partici-
pado plenamente en la concentración del po-
blamiento alrededor de las ciudades de
Villamontes y de Yacuiba, a lo largo de los
ejes de comunicación del Piedemonte. En la
actualidad, esta colonización agrícola ha en-
contrado sus límites, el crecimiento de Caigua
parece frenado, y hemos remarcado una emi-
gración de los jóvenes de la comunidad hacia
las ciudades.31
En lo concerniente a Caraparí, esta
pequeña localidad parece estar en curso de
urbanización, y pronto se establecerá como
una pequeña ciudad en el eje que une a Ya-
cuiba con Tarija, en la frontera entre los Valles
Subandinos y el Chaco.
A través de su diversidad y sus cam-
bios, las zonas rurales del sur boliviano se
inscriben en una tendencia más general de
crítica de la dicotomía rural/urbano que se es-
tá desarrollando en otras partes del mundo32.
Las zonas urbanas siguen concentrando el
poblamiento, pero las periferias se desarrollan
de forma más confusa, lo cual se nota en las
concentraciones a lo largo de los ejes de co-
municación.
En el aspecto rural, la diferencia entre
zonas aisladas o no es lo que hay que consi-
derar. Además, las actividades se desarrollan
según lógicas nuevas y cambiantes, por lo
cual las asociaciones urbano/servicio y ru-
ral/agrícola son frágiles, especialmente consi-
derando que la movilidad permite cada vez
más diferenciar su lugar de residencia de su
lugar de trabajo. En fin, tomar en cuenta lími-
tes espaciales para diferenciar el campo de la
ciudad cada vez resulta más difícil.
31 Un próximo estudio permitiría observar los cam-bios inducidos por la reapertura de la refinería de aceite en Villamontes, a partir de 2008 (Itika, S.A.). 32 Para este tipo de trabajo en Asia, véase Rig et al. (2012).
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 210
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Fuentes
Beck, Stephan, Narel Paniagua y David
Preston (2001), Historia, am-
biente y sociedad en Tarija. La
Paz: Instituto de Ecología.
Brun, André et al. (1992), “Les espaces
ruraux revisités”, Revue
d’économie régionale et urbai-
ne, vol. 1 (Bordeaux: Université
Montesquieu): 37-66
Celade (2004), “América Latina y el
Caribe: estimaciones y proyec-
ciones de población 1950-
2050”, Boletín demográfico,
núm. 73 (Santiago de Chile:
Centro Latinoamericano y Cari-
beño de Demografía).
Cortés, Geneviève (2004), Ir para que-
darse. Sobrevivencia y muta-
ciones de las sociedades cam-
pesinas andinas. La Paz:
Instituto de Investigación para el
Desarrollo-Instituto Francés de
Estudios Andinos-Plural.
D’Andréa, Nicolas (2007),
“Recomposition régionale dans
le sud bolivien et migrations
vers l’Argentine”, Revue
Européenne des Migrations
Internationales, vol. 23, núm. 2
(Poitier): 173-198.
D’Andréa, Nicolas (2004), “Effets de
frontière, migrations et
redistribution du peuplement en
Bolivie: les dynamiques
territoriales dans le département
du Tarija”. Aix-en-Provence:
Universidad Paul Cezanne Aix-
Marseille III-Instituto de
Ordenamiento Regional, tesis
de doctorado en Ordenamiento
territorial, urbanismo.
Domenach, Hervé et al. (2007), Movili-
dad y procesos migratorios en
el espacio de la frontera argen-
tino-boliviana. Córdoba: Prensa
Universitaria de Córdoba.
Grammont, Hubert de (2004), “La nue-
va ruralidad en América Latina”,
Revista Mexicana de Sociolo-
gía, núm. 66 (México: Unam):
279-300.
Hamelin, Philippe (2007), “El Tarija
rural: un espacio en mutación”,
en Hervé Domenach et al.
(eds.), Movilidad y procesos
migratorios en el espacio de la
frontera argentino boliviana.
Córdoba: Prensa Universitaria
de Córdoba, pp. 163-174.
Hamelin, Philippe, Martin, Ceydric y
Bologna, Eduardo (2007),
“Anexo 1: Metodología de la
encuesta”, Hervé Domenach et
al. (eds.), Movilidad y procesos
migratorios en el espacio de la
frontera argentino-boliviana.
Córdoba: Prensa Universitaria
de Córdoba, pp. 219-270.
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 211
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Hinojosa Gordonova, Alfonso y Guido
Cortez Franco (1999), “Estrate-
gias migratorias: entre la subsis-
tencia y la búsqueda de oportu-
nidades en el valle tarijeño”,
Estudios migratorios latinoame-
ricanos, núms. 40-41 (Buenos
Aires: Cemla): 595-622.
Hinojosa Gordonova, Alfonso, Liz Pé-
rez y Guido Cortez Franco
(2000) Idas y venidas: campe-
sinos tarijeños en el norte ar-
gentino. La Paz: Programa de
Investigación Estratégica en Bo-
livia.
Instituto Nacional de Estadística (INE)
(2002a), Censo nacional de
población y vivienda 2001.
Tarija: resultados
departamentales. La Paz: INE.
Instituto Nacional de Estadística (INE)
(2002b), Bases de datos. Censo
nacional de población y
vivienda 2001. Departamento
de Tarija. La Paz: INE, CD-ROM.
Instituto Nacional de Estadística (INE)
(2011), Tarija INE 2011 (docu-
mento en pdf).
Insúa, Luis Lambí y Correa, Edelmira
Pérez (2007), “Nuevas
ruralidades y viejos
campesinismos. Agenda para
una nueva sociología rural
latinoamericana”, Cuadernos de
Desarrollo Rural, núm. 59: 37-
61.
Kay, Cristóbal (2009), “Estudios rurales
en América Latina en el periodo
de globalización neoliberal:
¿una nueva ruralidad?”, Revista
Mexicana de Sociología, vol. 4,
núm. 4 (Mexico: Unam), 607-
645.
Léonard, Éric, Quesnel, Andrés y del
Rey, Alberto (2004), “De la
comunidad territorial al
archipiélago familiar. Movilidad,
contractualización de las
relaciones intergeneracionales y
desarrollo local en el sur del
estado de Veracruz”, Estudios
Sociológicos, núm. 3: 557-589.
Martin, Ceydric. (2012), Migración en el
Sur boliviano. Contrastes entre
valles andinos tradicionales y
áreas de colonización
orientales. Mexico: Instituto de
Investigación para el Desarrollo
(IRD).
Martin, Ceydric (2011), “Estrategias
migratorias fronterizas y crisis
rural en los valles andinos. Mi-
graciones internacionales de los
bolivianos a Argentina”, Estu-
dios Migratorios Latinoamerica-
nos, núm. 71 (julio-diciembre)
(Buenos Aires: Centro de Estu-
dios Migratorios Latinoamerica-
nos).
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 212
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Martin, Ceydric (2010), Dynamiques
migratoires en Bolivie:
perspective géographique sur le
peuplement du sud frontalier
(département du Tarija). Sarre-
bruck: Editions universitaires
européennes.
Martin, Ceydric (2007), “La ciudad de
Villamontes: emergencia urbana
en el oriente e interacciones
migratorias”, en Hervé
Domenach et al. (eds.),
Movilidad y procesos
migratorios en el espacio de la
frontera argentino-boliviana.
Córdoba: Prensa Universitaria
de Córdoba, pp. 95-132.
Martínez, María José (2010), “Nueva
ruralidad: la remake del término
pluriactividad”, Nómadas, vol.
26.
Mazurek, Hubert (2007), “Tres precon-
ceptos sobre migración interna
en Bolivia”, Revista de Humani-
dades y Ciencias Sociales, vol.
3 (Mexico: Unam) 203–227.
Preston, David (1999), “La emigración
dentro de las estrategias de vi-
da en el valle del río Camacho:
la transnacionalización de cam-
pesinos posmodernos”. Leeds:
“Proyecto ambiente y sociedad
en los Andes: estrategias y polí-
ticas”. University of Leeds,
School of Geography, en
<www.geog.leeds.ac.uk>, p. 5.
Punch, Samantha (2001), “La emigra-
ción como estrategia para jóve-
nes: escape o expulsión”, en
Historia, ambiente y sociedad
en Tarija, Bolivia. La Paz: Insti-
tuto de Ecología, pp. 123-144.
Quesnel, Andrés y del Rey, Alberto
(2005), “La construcción de una
economía familiar de
archipiélago : movilidad y
recomposicion de las relaciones
intergeneracionales en el medio
rural mexicano”, Estudios
Demográficos y Urbanos, vol.
20, núm. 2 (Mexico: Colmex)
197-228.
Sánchez Albarrán, Armando (2011),
“Sociología rural: el nuevo
campesino entre la
globalización y la tierra
prometida”, Espacio Abierto,
vol. 4: 561–577.
Souchaud, Sylvain (2007), “Bermejo: la
confusión de los tipos urbanos
en la frontera argentino-
boliviana”, en Hervé Domenach
et al. (eds.), Movilidad y proce-
sos migratorios en el espacio de
la frontera argentino-boliviana.
Córdoba: Prensa Universitaria
de Córdoba, pp. 133-162.
Souchaud, Sylvain y Martin, Ceydric
(2007), “Yacuiba: un islote de la
Ceydric Martin • Migraciones, pluriactividad y recomposición del espacio rural. Las dinámicas múltiples…• 213
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
mundialización en el Chaco
boliviano”, en H. Domenach et
al. (eds.), Movilidad y procesos
migratorios en el espacio de la
frontera argentino-boliviana.
Córdoba: Prensa Universitaria
de Córdoba, pp. p. 55-93.
Steward, Julian (1948), Handbook of
South American Indians.
Bureau of American Ethnology,
vol. 3, The Tropical Forest
Tribes. Washington, D.C.:
USGPO.
Vignoli, José Rodriguez (2002), Distri-
bución territorial de la población
de América Latina y el Caribe:
tendencias, interpretaciones y
desafíos para las políticas pú-
blicas. Santiago de Chile: ONU-
CEPAL, Celade, División de
Población.
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
Olivier Thomas Kramsch Edward W. Soja, Seeking Spatial Justice pp. 214 - 219 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © Oliver Thomas Kramsch (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reservados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electrónico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
Oliver Thomas Kramsch • Eduard Soja, Seeking Spatial Justice • 215
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Edward W. Soja, Seeking Spatial Justice, Minneapolis: University of Minnesota Press, 2010, 280 pp. ISBN: 978-0-8166-6668-3.
Reflecting on the classical anarchist movements of
the late 19th century, George Woodcock, late, great
historian and political biographer of anarchist ideas,
wrote that the “seeds of great movements often lie
in what seem at the time mediocre lives or small
and insignificant encounters” (1977: 35). The lives
and encounters Woodcock had in mind when
sketching this passage could be found in the cafés
and miserable hotels of Paris” Quartier Latin, where
(then) unknown revolutionaries such as Pierre-
Joseph Proudhon, Michael Bakunin and Karl Marx
convened around the same wooden table deep into
the evenings of the early 1840s to plot the linea-
ments of the future, just society. From such mod-
est, back-corner Parisian café tables would spring
the conceptual oaks supporting the most assertive
and combative of political movements, Anarchism
and Marxism, whose long shadows and quarrels
continue to inform our lived present.
As UCLA Urban Planning graduate students
in the late 1980s and early 1990s, we, too, were
only dimly aware of the “great movements” brewing
in the corridors of Perloff Hall. Our mediocre lives
as Phd students were filled with the insignificant
encounters contained in keeping our heads finan-
cially above water in order to make it to the next
semester; serving as research assistants for facul-
ty; remaining ever on the prowl for research grants
to fund that next bit of fieldwork; keeping up with
our own course work readings; and (if we were
lucky) grading a never-ending flow of masters-level
student exams and papers. Seated at our brightly lit
metallic tables at the Luvalle Commons campus
coffee shop, we were physically much too close to
the revolution that would in hindsight come to be
known as the “spatial turn” to feel what the stakes
and outcome of that “turn” would be, either for the
wider academic landscape nor for our own personal
trajectories as thinking-sentient beings caught up
within that whirlwind landscape. But perhaps this is
the very nature of revolutions, particularly for those
working at the leadings edges of their white-hot
center. That next committee meeting needs attend-
ing; those damned exams need grading.
With Ed Soja’s Seeking spatial justice, we
now have a clearer promontory from which to sur-
vey what all the revolutionary sound and fury of the
1990s and early 2000s “spatial turn” was about,
and what it might still mean for us today. At the
center of Soja’s narrative is a landmark 1996 ruling,
the result of a successful class action lawsuit
brought against the Los Angeles Metropolitan
Transit Authority (MTA) by a coalition of grassroots
organizations dedicated to the public transit needs
of LA’s population of working poor.1 Arguing that
the investment bias in fixed-rail by the Los Angeles
county bureaucracy systematically denied the
needs of LA’s bus dependent population, progres-
sive community advocacy groups such as the LA
Bus Riders Union (BRU) proposed a different way of
seeing the spatiality of the greater Los Angeles
urban region, one not linked to notions of territorial
or administrative equity so much as one recogniz-
ing socio-spatial difference. For BRU advocates, this
difference would be highly inflected by class, eth-
nicity, race and gender, as the overwhelming ma-
jority of LA’s bus transit dependent population are
comprised of people of color, especially women
and children. In winning their case, BRU was able to
convincingly demonstrate that the actions of the
1 Labor/Community Strategy Center et al., v. Los Angeles County Metropolitan Transit Authority.
Oliver Thomas Kramsch • Eduard Soja, Seeking Spatial Justice • 216
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
MTA (as with every planning agency in the country)
inherently privileged affluent automobile drivers,
and in so doing actively discriminated against those
residents who had no choice but to use public
transit for journeys to and from work, school and
basic social services.
The LCSC v. LACMTA case and its aftermath,
Soja argues, offers a clear view of how justice, and
consequent struggles over justice, produce “conse-
quential geographies” in the urban realm (2010: 1).
Space, in this view, is an integral moment in the
condition of emergence of justice itself, a vital ele-
ment in how justice and injustice are produced and
develop over time. Soja’s assertion of justice’s in-
herent spatiality of course draws on his now dec-
ades-long project to infuse an assertively spatial
perspective into the social sciences (1989). Such a
perspective, rooted in an ontological understanding
of space, time and social being as trialectically re-
lated, was intended to re-balance an entrenched
and long-standing 20th century social scientific bias
towards the social and temporal aspects of human
life (Soja, 1996). In this light, Soja’s earlier concep-
tualization of the “socio-spatial dialectic” (1980) was
not meant to suggest that space now is the deter-
mining element shaping patterns of inequality and
injustice and progressive responses to them (as
those suspicious of creeping geographical deter-
minism would have it), but should rather be seen as
fully mutually constitutive in their relations and ef-
fects.
The added “explanatory power of spatial
thinking” advocated by Soja also serves to fore-
ground a parallel concern of the book, which is to
train attention on the centrality of urbanization and
the “urban condition” as a key site for the contem-
porary production of inequality and injustice in the
world today (Soja, 2010: 4). For the LA-based ge-
ographer, this suggests cities are key crucibles not
only for the working out of neoliberal injustice, but
also the properly vanguard locations for the elabo-
ration of strategies leading to “development with
justice”. As described in detail, such an urban-
based, assertively justice-orientated development
agenda is exemplified by struggles surrounding the
Right to the City, a loosely orchestrated “movement
of movements” originating in the United States, but
now operating increasingly worldwide. Drawing on
Henri Lefebvre’s initial formulations (1968), RTC
demands greater control over how the spaces of
social life are spatially produced, becoming “virtual-
ly synonymous with seeking spatial justice” (Soja,
2010: 7). In this respect, via RTC the search for spa-
tial justice dovetails with the struggle for democratic
rights to urbanized space all over the world.
In setting the stage for what he aptly labels
“the globalization of injustice”, Soja (2010: 9)
frames three overlapping levels of spatial
(in)justice. The first results from the external crea-
tion of unjust geographies through various forms of
“bordering” as well as the political organization of
space. Relevant instances extend from South Afri-
can apartheid and parallel attempts at the colonial
regulation of space to more elusive acts of spatial
segregation instantiated in electoral district gerry-
mandering and the privileging of private property
rights. At a more local level, unjust geographies are
described as arising from the discriminatory deci-
sion-making arising from various forms of exclu-
sionary zoning, the siting of toxic facilities and re-
strictive forms of racial segregation. A third level of
analysis trains attention on meso-level geographies
of injustice, as expressed in geographically uneven
development at the regional scale, between the
urban and the global, while drawing attention to a
range of actors attempting to harness a more en-
compassing regional spatial scale in the service of
more assertive forms of regional democracy and
Oliver Thomas Kramsch • Eduard Soja, Seeking Spatial Justice • 217
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
community-based regionalisms. With regard to the
latter form of organizing in particular, attention is
trained on Los Angeles-based labor/community
coalition-building initiatives, as exemplified in the
work of diverse community development corpora-
tions, vigorous rent control movements and cross-
racial environmental justice mobilizations, as well
as the Justice for Janitors coalition. Two organiza-
tions in particular, the Los Angeles Alliance for a
New Economy (LAANE) and Strategic Action for a
Just Economy (SAJE) are targeted as the result of
novel “spatial justice-oriented labor-community-
university coalitions”, in which the students and
faculty of the Urban Planning program at the Uni-
versity of California, Los Angeles, have played a
central, catalyzing role.
Such a powerful and heady mix of LA-
based labor/community activism would appear to
confirm, as Soja argued years ago, that Los Ange-
les is still today where “it all comes together” (1989)
in terms of spearheading a national, if not global
movement for greater spatial justice in the face of
globalization’s unjust depradations. But whereas in
his younger days Soja’s Los Angeles was amena-
ble to being compared to Jorge Luis Borges” Aleph,
a sparkling spheroid of incandescent intensity ca-
pable of uniting all the world, literally, within its
compact form (1989), in his older, perhaps more
wizened, age, Soja seems intent on throwing some
disenchanted caveats into his analysis. This is no-
where more evident than in his discussion of the
struggles of the LA-based environmental justice
movement (EJM), an outgrowth in turn of the broad-
er, national civil rights movement of the 1960s and
1970s. In this context, EJM began by confronting
the myriad forms of environmental racism dispro-
portionately affecting predominantly African-
American and Latino populations of Los Angeles. In
struggling against the siting of toxic waste facilities
or combatting air and/or water pollution in their
communities, Soja concedes that EJM helped raise
consciousness regarding the spatiality of injustice.
Nevertheless, he also cites “confusion and diver-
gent” interests between the more “romantic envi-
ronmentalism” underpinning the strategies of EJM
and the critical spatial perspective driving the Right
to the City movement(s). This, Soja attributes to the
“militant localism” of EJM (citing Harvey, 1996), as
well as, implicitly, its racially-orientated identitarian
bias, leading to its “narrow focus” and its “fragment-
ing effect on larger class and labor struggles.”
(2010: 53). “Environmental and spatial justice …
should not be too easily conflated”, Soja concludes.
“Environmental justice may be best considered and
conceptualized as a subfield of spatial justice…”
(ibid.).
Implicitly, then, Soja attributes EJM’S fail-
ures to not having sufficiently “placed space first” in
its strategic thinking. In this context, however, one
may productively question what political value is
obtained by subordinating the racial, ethnic or gen-
der specificities of any movement to an overarching
spatial concept, as it appears Soja is now inviting
us to do. Surely, if the notion of “spatial justice” is
meant to do the Archimedean work of forging a
“movement of movements”, it must in turn do con-
ceptual justice to the messy entanglement of
“space” with the myriad particulars —ethnic, racial,
sexual, gender, age— which constitute the pas-
sionate lifeblood of any social movement. Readers
of Espacialidades, caught up in the recent and un-
successful campaign to prevent the return of PRI
rule, would also arguably have an equally difficult
time hierarchizing issues of race, class and space
so as to account for the outcome of Mexico’s fright-
eningly uneven electoral geographies. Yet, like a
barrel-chested Diogenes, Soja persist in roaming
the landscape of LA’s labor/community mobiliza-
Oliver Thomas Kramsch • Eduard Soja, Seeking Spatial Justice • 218
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
tions, and time and again, while citing the potential
for an assertive “spatial justice” lens, is disappoint-
ed at the lack of an explicit “spatial justice”-oriented
intentionality. If only Soja’s actants would say those
two words! How different the world would be! Kro-
potkin’s apocryphal dictum comes to mind:
One party may have developed more clear-ly the theories which it defines and the pro-gram which it desires to realize; it may have made propaganda actively, by speech and in print. But it may not have sufficiently expressed its aspirations in the open, on the street, by actions which embody the thought it represents; it has done little, or it has done nothing against those who are its principal enemies; it has not attacked the institutions which it wants to demolish; its strength has been in theory, not in action […] (Kropotkin, cited in Capouya and Tompkins, 1975: 8).
But Prince Pyotr Alexeyevich doth protest
too much. What revolution has ever fully embodied
“the thought it represents”? And would not such a
1-to-1 correspondence between thought and action
sow its own kind of “terror”? Certainly the revolution
that was the spatial turn has, in a very real sense,
“been won” (Dear, 2008) to the degree that it no
longer belongs to anyone, being creatively re-
appropriated and reinvented in a bewildering diver-
sity of locales all over the world, many of which are
located nowhere near the anchor points of urbanity
dreamt of by its progenitors. Despite its strong ur-
ban-centric bias, SSJ does open a vital space for
others to take its insights, literally, elsewhere, and
we can all be thankful for that.
A final, brief note on style. Soja is known to
write books that are both deadly serious in content
while joyfully playful in form (this is also what
makes them incredibly good reads). Such was cer-
tainly the case in all of his work extending across
the giddy arc of the 1990s, ranging from Postmod-
ern geographies through Thirdspace (1996, for
which this reviewer acted as research assistant)
and on into Postmetropolis (2000). Soja received
much unwarranted criticism from colleagues for this
“looser”, less conventional form of academic writ-
ing. But, seen in hindsight, the form was the mes-
sage; Soja’s texts enacted the kind of radically
open-ended space he was striving to create and
reflect in the world around him. Seeking Spatial
Justice, in this respect, is a departure in form from
Soja’s previous oeuvre. It has a more lapidary tone,
as if the times now called for “Schluss mit lustig,2 a
final buckling down to set the record straight. Here,
the wild playfulness of Postmodern geographies
and Thirdspace is sacrificed in favor of an approach
that hunkers down to basics, wishing to establish
sediment for the long haul. Night is approaching,
we sense, and the Owl of Minerva needs to desig-
nate heirs-apparent (poor heirs-apparent!). Perhaps
the Raumgeist calls for this new, sober tone. Too
much has gone awry over the past decade for most
thinking folk. Too many bodies have passed on into
the other world. It is time to take stock, while think-
ing big again. Despite it all, through it all, Soja’s
“strategic optimism” (2010: 7) remains a beacon for
our generation, as well as the next. We are in des-
perate need of it.
Olivier Thomas Kramsch Nijmegen Centre for Border Research (NCBR)
Department of Human Geography, Radboud Uni-versiteit
Postbus 9108, 6500 HK Nijmegen, Holanda c.e.: <[email protected]>
References
2 Approximate English translation from the German: “Enough with being funny”, typically said by a per-son in a position of authority in situations which require utmost seriousness and concentration.
Oliver Thomas Kramsch • Eduard Soja, Seeking Spatial Justice • 219
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Capouya, Emile and Keitha Tompkins (eds.)
(1975), “The Spirit of Revolt”, in The essen-
tial Kropotkin, New York: Liveright.
Dear, Michael (2008), “Critical Responses to the
Los Angeles School of Urbanism”, SojaF-
est: A Celebration of the Career of Edward
W. Soja, Los Angeles, UCLA (May 9).
Harvey, David (1996), Justice, Nature and the Ge-
ography of Difference, Cambridge, Mass.:
Blackwell.
Lefebvre, Henri (1968), Le droit a la ville, París:
Anthropos.
Soja, Edward W. (2010) Seeking Spatial Justice.
Minneapolis and London: University of
Minnesota Press.
Soja, Edward W. (2000), Postmetropolis: Critical
Studies of Cities and Regions, Oxford:
Blackwell.
Soja, Edward W. (1996), Thirdspace: Journeys to
Los Angeles and Other Real-and-imagined
Places, Oxford: Blackwell.
Soja, Edward W. (1989), Postmodern Geographies:
The Reassertion of Space In Critical Social
Theory, London: Verso.
Soja, Edward W. (1980) “The Socio-spatial Dialec-
tic”, Annals of the Association of American
Geographers, vol. 70: 207-25.
Woodcock, George (ed.) (1977), The Anarchist
Reader. Sussex, UK: Harvester
Press/Humanities Press.
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
José Alfonso Baños Francia Eloy Méndez, Isabel Rodríguez Chumillas y Jesús Áng el Enríquez Acosta (coords.), Arquitecturas alegóricas y ur-banismos defensivos pp. 220 - 225 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © José Alfonso Baños Francia (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reservados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electrónico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
José Alfonso Baños Francia • Méndez, Rodríguez y Enríquez, Arquitecturas alegóricas • 221
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Eloy Méndez, Isabel Rodríguez Chumillas y Jesús Ángel Enríquez Acosta (coords.), Arquitecturas alegóricas y urbanismos defensivos, Hermosillo: El Colegio de Sonora-Universidad de Sonora, 2010. isbn Colson: 978-607-7775-11-9; isbn Unison: 978-607-7782-93-3. Arquitecturas alegóricas y urbanismos defen-
sivos es un volumen colectivo relatado a va-
rias voces, fruto de la maduración intelectual y
del trabajo colaborativo de un grupo entusiasta
coordinado por Eloy Méndez, Isabel Rodrí-
guez Chumillas y Jesús Ángel Enríquez, quie-
nes se acercan al fenómeno de las urbaniza-
ciones cerradas, el urbanismo defensivo y la
arquitectura alegórica, particularmente en la
región fronteriza del noroeste mexi-
cano.Arquitecturas alegóricas y urbanismos
defensivos es un volumen colectivo relatado a
varias voces, fruto de la maduración intelec-
tual y del trabajo colaborativo de un grupo en-
tusiasta coordinado por Eloy Méndez, Isabel
Rodríguez Chumillas y Jesús Ángel Enríquez,
quienes se acercan al fenómeno de las urba-
nizaciones cerradas, el urbanismo defensivo y
la arquitectura alegórica, particularmente en la
región fronteriza del noroeste mexicano.
Para los colaboradores en este volu-
men, la dinámica de exclusión fragmentaria se
explica a partir de cinco ejes principales: 1)
búsqueda de la seguridad; 2) distinción social;
3) privatización del espacio público; 4) modifi-
cación del espacio urbano y 5) transformacio-
nes urbanas y arquitectónicas como resultado
del blindaje.
En este trabajo se distinguen tres cons-
tantes con una presencia común: en la prime-
ra, la separación física en el espacio es el dis-
positivo de segregación social; en la segunda,
los residentes autosegregados no perciben a
su vecindario cercado como una imposición,
sino más bien como algo natural y, finalmente,
la aspiración de seguridad total no se cumple
completamente, ya que las fronteras en estos
emprendimientos son porosas.
Los resultados abonan a la reflexión de
esta modalidad de mundo privado que se po-
pulariza en México y en diversos países, alen-
tados por la aspiración de protegerse del
mundo complejo, caótico e inseguro.
Antecedentes de estudios sobre urbaniza-
ciones cerradas
El fenómeno de las urbanizaciones cerradas
no es nuevo; su aparición se remonta a varias
décadas atrás. En América Latina, los estu-
dios formales datan de 1970, con las aporta-
ciones de Peter Amato, Paul van Lindert, Otto
Verkoren, Francisco Sabatini y Armando de
Ramón. En el segundo lustro de los años no-
venta se publicaron artículos sobre la ciudad
amurallada y las urbanizaciones cerradas; en
2000, Teresa Caldeira dio a las prensas Ciu-
dad de muros; crimen, segregación y ciudada-
nía en São Paulo, una lectura antropológica
de los enclaves fortificados, en donde se
muestran como ejes articuladores la violencia
y la inseguridad en la ciudad paulista. Un año
después, Maristella Svampa publicó Los que
ganaron: la vida en los countries y barrios pri-
José Alfonso Baños Francia • Méndez, Rodríguez y Enríquez, Arquitecturas alegóricas • 222
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
vados, libro que se acerca a los residentes de
las urbanizaciones cerradas en Argentina.
Posteriormente, se realizaron seminarios de
especialistas, como el organizado por el Insti-
tuto Lincoln de Políticas de Suelo, en 2001; el
Coloquio Latinoamérica: países abiertos, ciu-
dades cerradas, del Departamento de Geogra-
fía de la Universidad de Guadalajara, en 2002,
y el curso Segregación social del espacio:
nuevos enfoques y patrones emergentes en
México y Chile, patrocinado por la UNAM en
2006.
Otras narrativas de ficción también se
desenvuelven en urbanizaciones cerradas; en
la literatura destacan las novelas Super-
Cannes y Running Wild de J.G. Ballard, en las
que se examina el fenómeno de estos asen-
tamientos; mientras que The Tortilla Curtain
de T.C. Boyle ocurre en una “gated communi-
ty” de California, al tiempo que Patricia Rojas
(2007) da voz a los residentes de las comuni-
dades cercadas en Buenos Aires, particular-
mente a los jóvenes con su Mundo privado.
Historias de vida en countries, barrios y ciuda-
des cerradas. El texto The Stepford Wives to-
ma lugar en una urbanización cerrada idílica;
en tanto que la novela Las viudas de los jue-
ves de Claudia Piñeiro fue el libro más vendi-
do en Argentina en 2005. Su éxito fue tal, que
en 2009 se llevaron a la pantalla grande las
historias que transcurren en el exclusivo barrio
Altos de la Cascada.
En el cine ha habido urbanizaciones
cerradas como escenario, destacando la cinta
argentina Una semana solos, dirigida por Celi-
na Murga, en la que los protagonistas son un
grupo de niños que viven una semana solos
en la casa de un barrio cerrado, así como la
cinta mexicana La zona, dirigida por Rodrigo
Plá, cuya trama expone las profundas contra-
dicciones de esta modalidad de vivienda pri-
vada, cuyos residentes llegan al extremo de
aplicar su justicia evidenciando la debilidad y
ausencia del Estado en estas confinaciones.
Así pues, es constante la presencia del
tema de las urbanizaciones cerradas en deba-
tes académicos, manifestaciones artísticas y
en las agendas públicas en América Latina,
dinámica alentada por el incremento en la bre-
cha entre los grupos sociales y la vivencia de
la ciudad, cada vez más excluyente, violenta y
fragmentada.
Contenido del volumen
El título Arquitecturas alegóricas y urbanismos
defensivos es sumamente atractivo y sugeren-
te, logrando expresar fielmente el objeto de
estudio y las aportaciones de su contenido. En
cuanto al contenido, se divide en dos partes.
Primera parte
La primera parte cuenta con siete aportacio-
nes que dan cuenta del proceso de expansión
y consolidación del urbanismo defensivo en
las ciudades de la frontera noroeste de Méxi-
co, deteniéndose en revisar las particularida-
des de vivir “encerrado” en las ciudades de
Nogales, Ciudad Juárez y Tijuana.
Isabel Rodríguez presenta el paisaje
que resulta de esta modalidad de urbanismo
José Alfonso Baños Francia • Méndez, Rodríguez y Enríquez, Arquitecturas alegóricas • 223
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
cercado, catalogando al territorio como una
muestra de paisajes fragmentados modelados
por sociedades agorafóbicas, donde el espa-
cio público está en crisis y con ello las relacio-
nes discurren entre la incertidumbre y la vulne-
rabilidad. El caótico escenario de las ciudades
fronterizas es mostrado por Jesús Enríquez,
en el que se populariza el urbanismo defensi-
vo, acentuándose la segregación residencial
impulsada por el imaginario de la inseguridad
real y simbólica. El autor muestra que el “con-
dominio” es la figura legal y espacial para vali-
dar el producto inmobiliario cerrado y que se
asiste a un repliegue de lo público en detri-
mento de lo privado.
Por su parte, Ramón Jorquera analiza
el capital social en relación con la interacción
comunitaria, comparando fraccionamientos
abiertos y cerrados en Nogales, Sonora. Así,
analiza el papel de las redes sociales, la con-
fianza, la reciprocidad y la percepción de se-
guridad subjetiva, sugiriendo que dentro del
espacio defensivo se localiza una colectividad
ensimismada, sin interacciones significativas.
Por otra parte, la participación de Mar-
tín Rosas explica la variable del miedo presen-
te en las urbanizaciones cerradas (también de
Nogales), acentuando la nota en el deteriora-
do y privatizado espacio público local, refle-
xionando sobre la trascendencia del despojo
físico e intangible de lo público en la esfera
urbana y sus implicaciones.
La interpretación de las expresiones
arquitectónicas del fraccionamiento cerrado es
retomada por Eloy Méndez, quien resalta la
tendencia a homogeneizar el lenguaje de pa-
trones construidos, con lo que configura esce-
narios monótonos y repetitivos, con figuras
alegóricas para hacerse pasar por originales.
El análisis del autor se mueve entre las fronte-
ras de la literatura y el arte, revisando los con-
tenidos simbólicos de artistas como René Ma-
gritte o de esculturas urbanas contestatarias
en Tijuana y Nogales.
En su intervención, Leopoldo Moreno
aborda las experiencias de habitar y percibir
en dos fraccionamientos cerrados de Nogales
(Real del Arco y Santa Lucía), describiendo
con cuidado y detalle las características parti-
culares de estos dos emprendimientos. Ce-
rrando la primera parte, Ramón Palomares
compara los indicadores de calidad urbana y
precepción de condiciones de vida de los resi-
dentes de urbanizaciones abiertas y cerradas
en Nogales, referenciados a los estilos de vida
en estos entornos urbanos.
Segunda parte
La segunda parte del volumen cuenta con seis
participaciones que muestran lo acontecido en
fraccionamientos cerrados en ciudades del
interior de México, en este caso Culiacán, Ma-
zatlán, Mérida y Hermosillo. El valor de este
material radica en señalar las similitudes del
modelo con las ciudades fronterizas, así como
resaltar las sutiles diferencias.
Al respecto, Sylvia Cristina Rodríguez
presenta el caso de “La Primavera”, desarrollo
pionero de los fraccionamientos defensivos,
destacando la dinámica de autosegregación
José Alfonso Baños Francia • Méndez, Rodríguez y Enríquez, Arquitecturas alegóricas • 224
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
consolidada en Culiacán, Sinaloa. El devenir
histórico de las vecindades o cuarterías es
examinado por Leticia Alvarado para referirse
al nacimiento de los espacios cerrados en Ma-
zatlán, cuyos cotos y vecindades tienen una
historia, a pesar de los resultados espaciales
diferentes.
Ileana Lara subraya la proliferación de
urbanizaciones cerradas en Mérida y las rela-
ciona con procesos de insustentabilidad urba-
na, debido a las implicaciones negativas en la
esfera ambiental, social y económico-
administrativa. En ese trabajo se destaca que,
a pesar de la distancia física con las ciudades
de la frontera noroeste, el proceso no difiere
sustancialmente de los casos privados anali-
zados.
Por su parte, Glenda Yanes se acerca
a las imágenes e imaginarios del fracciona-
miento cerrado en Hermosillo, comparando la
publicidad, los accesos monumentales, las
bardas, la vegetación y las hábiles estrategias
de mercadotecnia, sugiriendo que de la vista
nace el deseo por el estilo de vida fortificado.
Manuela Guillén estudia el proceso de
dualización socioespacial generada por la ex-
clusión fragmentaria, aproximándose a las
representaciones y sentido del lugar en dos
barrios precarios de la periferia en Hermosillo
(Sonora), señalando el reforzamiento de la
segregación residencial en esta modalidad
urbanística.
Finalmente, Brisa Carrasco propone un
modelo de evaluación del fraccionamiento ce-
rrado, recurriendo a indicadores de diseño
sustentable, los cuales pueden incorporarse
en proyectos similares.
Aportaciones y conclusiones
El contenido de este volumen muestra un
cuerpo teórico sólido y completo (aportado en
la metodología) para comprender el fenómeno
de las urbanizaciones cerradas, en particular
en la frontera noroeste de México.
Sus contribuciones pueden retomarse
en el contexto de otras ciudades, escenarios y
realidades, con lo que este material abre puer-
tas e incentiva el estudio de las fraccionamien-
tos privados en las metrópolis, ciudades me-
dias del interior, destinos turísticos de playa y
otras modalidades de urbanización.
De la lectura de Arquitecturas alegóricas y
urbanismos defensivos se desprenden cuatro
conclusiones: la primera esboza que, para la
mayoría de los residentes, las urbanizaciones
cerradas sí contribuyen en que sean más ha-
bitables las ciudades, a pesar de reconocer el
deficiente funcionamiento de los fracciona-
mientos amurallados. La segunda conclusión
muestra la ubicuidad del modelo: flexible, va-
riable y que se adecúa con variantes, según
las características y condiciones de los países,
regiones y ciudades. La tercera señala que
una cosa es el modelo propuesto y otra la vi-
vencia de prácticas sociales concretas, pu-
diendo ser funcionales o noy, finalmente, el
modelo del desarrollo habitacional cercado es
el reino de la alegoría, donde se exhibe el do-
minio de una “minoría”.
José Alfonso Baños Francia • Méndez, Rodríguez y Enríquez, Arquitecturas alegóricas • 225
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Esta obra pone a debate el carácter privado
de las urbanizaciones cerradas, en detrimento
del espíritu público de la ciudad. Con ello, al-
gunas reflexiones derivarían en instrumentos
para reducir las distancias físicas y sociales
generadas por los fraccionamientos amuralla-
dos, la arquitectura alegórica y el urbanismo
defensivo en las ciudades fronterizas del no-
roeste de México y de todo el país.
JOSÉ ALFONSO BAÑOS FRANCIA
El Colegio de Sonora
c.e: <[email protected]>
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
Daniela Cerva Cerna Akuavi Adonon, Hiroko Asakura, Laura Carballido Coria y Jorge Galindo (coords.), Identidades: explorando la di-versidad pp. 226 - 233 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © Daniela Cerva Cerna (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reservados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electrónico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
Daniela Cerva Cerna • Adonon, Asakura, Carballido, Galindo, Identidades: explorando la diversidad • 227
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Akuavi Adonon, Hiroko Asakura, Laura Carballido Coria y Jorge Galindo (coords.), Identidades: explo-rando la diversidad. Barcelona: Anthropos/UAM Cuajimalpa, 2011, 400 pp. ISBN: 9788415260110. La tarea de reseñar Identidades: explorando la
diversidad, implica un gran desafío, dada la
pluralidad de trabajos aquí contenidos. El reto
es describir, detalladamente, cada uno de los
aportes de la manera más certera, sin perder
de vista su hilo conductor, esto es, la forma en
que la identidad se asume como categoría
central para el análisis en las ciencias socia-
les.
La pluralidad de enfoques y de temas
estudiados en relación con las identidades se
combina, a su vez, con distintos formas de
aproximación metodológica. En algunos ca-
sos, los trabajos incluidos ponen énfasis en la
reflexión teórica y, en otros, hay una apuesta
más empírica, dirigida a presentar resultados
de investigación. Ambas orientaciones son
sumamente ilustrativas de las distintas reali-
dades y contexto espacio-temporal que ponen
de manifiesto las dimensiones de pertenencia,
reconocimiento, integración, conflicto y trans-
formación de los imaginarios, así como las
prácticas sociales asociadas a las identidades.
Si bien el objetivo de este volumen co-
lecivo es dar cuenta de la construcción de la
identidad en función de la diversidad, la rela-
ción con el análisis de lo espacial se traduce
en la necesidad de contextualizar los procesos
identitarios. En su despliegue, la identidad se
encuentra siempre localizada en un orden so-
cial que, además de historia, tiene un espacio.
Mi lectura estuvo orientada por la con-
vicción de la capacidad heurística del concep-
to de identidad, en la medida en que se consti-
tuye en un eje que articula, mediante los pro-
cesos de interacción social, la relación entre
los actores y sistemas (o instituciones) como
campos de acción social. Siguiendo los presu-
puestos de Gilberto Giménez (2007), el estu-
dio de las identidades se considera una pro-
longación (o profundización) de la teoría de la
acción, en la medida en que la identidad per-
mite a los actores ordenar sus preferencias y
escoger, en consecuencia, ciertas alternativas
de acción. Asimismo, es un vector central en
la explicación de los conflictos sociales, bajo la
hipótesis de que en éstos es posible rastrear
un conflicto de identidad fundado en la nece-
sidad del reconocimiento.
Los trabajos incluidos en este volumen
navegan hacia la explicación de cómo funcio-
na la relación entre el sentido de pertenencia
—al cual alude la noción de identidad— y el
poderoso influjo de estratificación y caracteri-
zaciones asignadas por diversos campos de
acción, que muchas veces conllevan estereo-
tipos y estigmas impuestos, a veces impercep-
tiblemente, a las personas, grupos y colectivos
sociales. Los artículos de corte empírico ex-
ponen cómo las identidades colectivas se ha-
lan en constante construcción y son capaces,
a partir de la definición de un cierto valor com-
partido y de la identificación de un conflicto, de
generar expresiones de descontento político
que revelan los patrones de desigualdad y
poder en la sociedad.
Daniela Cerva Cerna • Adonon, Asakura, Carballido, Galindo, Identidades: explorando la diversidad • 228
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
En la actualidad, los sujetos son parte
de una diversidad de grupos, comparten una
pluralidad de ámbitos de pertenencias, tienen
un repertorio muy amplio de referentes cultu-
rales que impactan en la acción social, lo cual
es un desafío no sólo para una teoría de las
identidades colectivas, sino para los esque-
mas de abordaje metodológico necesarios
para el trabajo en ciencias sociales.
Por ello creo que este libro debe en-
tenderse como una primera parte, como un
primer paso en un recorrido en el que se se-
guirá profundizando en las diversas contribu-
ciones disciplinares sobre el tema, pero tam-
bién metodológicas.1
A continuación me referiré, brevemen-
te, a cada uno de los artículos de este libro,
integrado por un trabajo introductorio y tres
secciones divididas por disciplinas: aproxima-
ciones sociológicas, aproximaciones antropo-
lógicas y aproximaciones históricas.
Inicialmente se presenta de forma su-
cinta “El manual del usuario”, una especie de
carta de navegación que nos invita a ampliar
nuestra mirada sobre el estudio de las identi-
1 Un ejemplo de ello es lo que sucede actualmente con los estudiantes del movimiento “Yo soy 132”, en el contexto pre y poselectoral en México. Tal vez peque de demasiado “coyuntural”, pero consi-dero que esta manifestación colectiva debe leerse a la luz de una teoría de las identidades y analiza-da con criterios metodológicos más rigurosos. Los estudiantes son verdaderos actores colectivos, capaces de pensar, hablar y operar en nombre de un sentimiento de pertenencia y una orientación común a la acción; pero también es importante hacerlo bajo esquemas de producción y análisis de información propias de las ciencias sociales, para ir más allá del nivel descriptivo de un proceso social emergente.
dades, a partir de un enfoque multidisciplinar.
Así como las identidades han de entenderse
en la diversidad, este libro es una manifesta-
ción clara de cómo, desde distintas miradas
disciplinares y temáticas, se construye una
reflexión sustantiva de lo que Saurabh Dube
señala como “un medio crucial a través del
cual los procesos sociales se perciben” (2011:
11). El texto introductorio de este autor repre-
senta un ámbito de reflexión sobre el desarro-
llo y devenir de las teorías coloniales y los es-
tudios subalternos, en relación con la
construcción del concepto de identidad.
En el marco de estos enfoques, las
identidades culturales e históricas se integran
a las elaboraciones críticas referidas a la colo-
nia e imperio, historia y comunidad, nación y
modernidad, ampliando el debate y la discu-
sión sobre la relación entre lo dominante y lo
subalterno, poniendo especial énfasis en los
procesos de autonomía y capacidad de acción
de las comunidades y los colectivos de estu-
dio.
Para el autor, las identidades remiten a
los procesos de formación de sujetos en cons-
tante relación con la esfera de lo colectivo,
siendo un atributo crítico, esencial en la pro-
ducción y reproducción de la vida social. Se
destaca la importancia que el autor adjudica al
estudio y análisis de las interacciones entre
las múltiples identidades, como raza, clase y
género, en tanto imaginarios e instituciones
que adquieren significados particulares. Las
identidades, en este sentido, no son simple
objeto de conocimiento, sino condiciones
Daniela Cerva Cerna • Adonon, Asakura, Carballido, Galindo, Identidades: explorando la diversidad • 229
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
mismas de la producción del conocimiento, lo
que nos invita constantemente a repensar en
las propias contradicciones y posiciones de
poder presentes en este proceso.
Pese a la densidad teórica señalada
por Dube, el objetivo de su reflexión introduc-
toria no se refleja en los trabajos subsecuen-
tes y, de cierta forma, su contribución se pier-
de en el ritmo general del volumen y de la
división disciplinar aquí propuesta.
En el apartado “Aproximaciones socio-
lógicas” se incluyen tres artículos que retoman
la relación conflictiva entre estructura y acto-
res sociales. En “La identidad como reducción
de complejidad”, su autor, Jorge Galindo, utili-
za los recursos de conocimiento que son parte
de la teoría de sistemas para discutir los pro-
blemas derivados del concepto de identidad,
desde la revisión de lo que a la sociología le
toca como disciplina, incluyendo, a su vez, los
presupuestos del interaccionismo simbólico de
Goffman sobre la identidad como escenifica-
ción. Mediante la noción de “doble contingen-
cia”, Galindo invita a adentrarse en la impor-
tancia que las identidades tienen para reducir
la complejidad inherente, producto de la nece-
sidad de definir las diversas situaciones socia-
les en las que la interacción social cobra vida.
En segundo término disciplinar, se in-
cluyen los debates críticos en torno a la cons-
trucción de la identidad sexual y de género. El
análisis que presenta Estela Serret, con el ar-
tículo “Ciencia y antifeminismo. La construc-
ción del sexo y género en el siglo XIX”, es un
recorrido histórico que explica cómo, en cierta
época, surgió una idea específica sobre el se-
xo y el género, que se ancló como una verdad
inmutable en el imaginario social.
La asignación de género como parte
central de la identidad de los seres humanos
se construye bajo el binomio mascu-
lino/femenino, operación presente en todas las
sociedades, aun cuando su contenido varíe, el
proceso que origina este binomio se ubica en
la modernidad, como una respuesta al desafío
cultural que el naciente feminismo confrontó al
rechazo de los ideales de igualdad natural de
mujeres y hombres. La construcción de géne-
ro imaginario en el siglo XIX confirma lo mas-
culino como sinónimo de lo humano; mientras
que lo femenino lo equipara como el contraste
de todas las características que a éste se le
adjudica. Cabe destacar cómo Serret concluye
que los efectos a nivel de la práctica científica
tienen esta asignación identitaria, haciendo
especial énfasis en la ciencia médica y su tra-
tamiento a las desviaciones del modelo nor-
mativo de las identidades de género, dicoto-
mías como en el caso de los hermafroditas, la
homosexualidad y la bisexualidad.
La reflexión relativa las aproximaciones
sociológicas, se cierra con el artículo de Ga-
briel Pérez, “Estado nación, identidades políti-
cas y globalización: apuesta por una política
democrática”, en el que se expone uno de los
principales temas de debate presente en la
agenda de la ciencia política y la sociología
durante los últimos veinte años, esto es, los
efectos de la globalización en la capacidad de
los Estados nacionales para mantener su so-
Daniela Cerva Cerna • Adonon, Asakura, Carballido, Galindo, Identidades: explorando la diversidad • 230
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
beranía, a partir de la emergencia de nuevas
identidades sociales, con referentes comunita-
rios que trascienden la tradicional imagen del
Estado-nación. Pérez concluye que la globali-
zación impacta en el orden de las identidades,
a partir de la emergencia de reivindicaciones
de autonomía de minorías que ponen cuestio-
nan la relación entre lo local-comunitario, lo
nacional y lo global que se traduce en un pro-
ceso de extensión y diversificación de la políti-
ca en forma de complejas redes de incidencia,
las cuales rompen con los referentes y coor-
denadas tradicionales de la política.
En el segundo apartado, “Aproximacio-
nes antropológicas” se advierte cómo la no-
ción de identidad sirve como un medio para
revisar la trayectoria disciplinar de la antropo-
logía en México, principalmente en relación
con el análisis de las identidades indígenas. El
texto de Alejandro Araujo, intitulado “De la
identidad nacional a las nuevas identidades
culturales en México”, es un ejemplo de ello.
El autor desarrolla una reflexión sumamente
crítica del papel de la historiografía y de la an-
tropología en la preservación hegemónica de
una visión de identidad, cuyo objetivo era
crear una cultura homogénea que aglutinara y
reflejara el ser mexicano. En este trabajo, las
nociones de integración, civilizado versus sal-
vaje, nación y cultura nacional sirven de refe-
rente que fundamenta el cuestionamiento a la
forma en que se han pensado los procesos
identitarios, desde la historia y la antropología
como disciplinas. Para Araujo, el historiador
cumple un papel fundamental en la forja de un
sentido de memoria nacional a través de la
reconstrucción del mito de la unidad nacional,
sin realizar una crítica del a priori nacional que
posibilitó sus reconstrucciones. Lo mismo se
diría de la antropología centrada en la investi-
gación indigenista.
En los artículos de Claudia Arroyo,
“Fantasías sobre la identidad indígena en el
cine mexicano del periodo postrevolucionario”,
y de Akuavi Adonon e Hiroko Asakura, “Identi-
dades de género en Los Altos de Chiapas,
análisis desde la antropología jurídica y la
perspectiva de género”, se desarrolla una re-
flexión sobre cómo los procesos sociales que
son parte de la construcción de las identida-
des deben analizarse en distintos niveles, con
el propósito de captar y entender las relacio-
nes entre estructura y acción, entre las repre-
sentaciones construidas en un contexto social
dado y la reactualización que hacen los acto-
res sociales de éstas.
En el trabajo de Arroyo nos adentra-
mos en el análisis de un espacio de poder es-
pecífico, que construye un determinado reco-
nocimiento sobre el ser indígena, como es el
cine en tanto medio que contribuye a la forma-
ción de imaginarios sociales. Destaco el abor-
daje metodológico que propone la autora,
pues resulta sumamente ilustradora la decons-
trucción de las narrativas e imágenes caracte-
rísticas del cine posrevolucionario, proceso
que nos enseña cómo la cinematografía se
apropió, paradójicamente, de un enfoque dis-
ciplinar para reconstruir una realidad, en este
caso la etnografía, pero que a su vez tiende a
Daniela Cerva Cerna • Adonon, Asakura, Carballido, Galindo, Identidades: explorando la diversidad • 231
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
separarse de ésta al realizar una operación
política de imposición de ciertos valores cultu-
rales que se establecen como hegemónicos.
Si bien el trabajo de Arroyo se propone
analizar cómo el cine articuló concepciones y
fantasías sobre los indígenas, por medio de
una narrativa específica, considero que su
lectura debe engarzarse a la reflexión crítica
que nos plantea, en este mismo sentido, Ale-
jandro Araujo sobre la antropología y la histo-
ria.
Por otra parte, en el artículo de Adonon
y Asakura se analiza la transformación en la
construcción de las identidades de género, en
un contexto comunitario que vincula los espa-
cios de ejercicio de justicia, a través de los
sistemas de conciliación, como mecanismo
establecido para la solución de conflictos a
nivel de la comunidad.
Para profundizar en la descripción pro-
puesta por ambas autoras, creo que es nece-
sario analizar cómo se “juegan” las identida-
des de género condicionadas por los
mandatos colectivos de la comunidad en torno
al matrimonio, y la forma en que las institucio-
nes operan como garantes de dicha identidad.
Ello se justifica en función de las conclusiones
a la que llegan las mismas autoras, esto es,
que aun cuando los principios igualitarios del
discurso occidental de derechos humanos tie-
ne eco en el contexto indígena, éste entra en
tensión con los principios jerárquicos de orga-
nización de las comunidades indígenas.
Para concluir el segundo apartado,
“Aproximaciones antropológicas”, destaca el
análisis de José Francisco Lara y Ana Hilda
Varela, como producto de una investigación
empírica en torno a la “Construcción de las
identidades rarámuri” y el influjo de las cos-
movisiones religiosas en su identidad colecti-
va. Concreta, estos autores se plantearon la
necesidad de encontrar los códigos que permi-
tan distinguir las diversas identidades étnicas.
En este caso, recurren a la religión como el
eje que ordena y articula la construcción y re-
producción de una identidad indígena que
combina y reconfigura la integración de ele-
mentos propios, así como los incorporados de
las influencias externas.
El libro cierra con el tercer apartado,
denominado “Aproximaciones desde la histo-
ria”. Sumamente interesante resulta el artículo
de Daniela Gleizer, titulado “Las políticas mi-
gratorias en la construcción de la identidad
nacional mexicana”, que, mediante un análisis
detallado, su autora consigna cómo el nacio-
nalismo posrevolucionario aglutinó una serie
de operaciones ideológicas que tuvieron por
objeto concentrar el poder del Estado en un
proyecto político de integración y de exclusión,
basado en un complejo sistema de clasifica-
ción racial que se perpetuó más allá del virrei-
nato y que condicionó la definición de quiénes
eran considerados deseables o indeseables
para el poder en turno.
Al igual que con el trabajo de Claudia
Arroyo, éste debe vincularse a la reflexión que
plantea Alejandro Araujo al compartir un diag-
nóstico similar de revisión crítica de la antro-
pología y la historia.
Daniela Cerva Cerna • Adonon, Asakura, Carballido, Galindo, Identidades: explorando la diversidad • 232
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Finalmente, los trabajos de Laura Car-
ballido Coria y María Fernanda Vázquez nos
invitan a explorar otras construcciones identi-
tarias a partir del análisis histórico de la expe-
riencia en India.
En “¿identidades ciudadanas? Gobier-
nos municipales en la India colonial”, Carballi-
do Coria despliega un análisis de las identida-
des, a partir de la revisión de las políticas
territoriales emprendidas por el gobierno indio
hacia la diversa población que ahí habita,
desarrollando un examen que reconstruye los
supuestos ideológicos, de representación y
diferenciación de las poblaciones que fueron
objeto de las políticas de desarrollo territorial
en ciertas ciudades indias de importancia.
En su texto, la autora describe cómo la
identidad no sólo se construye a partir de la
configuración de ciertos atributos, sino que,
además, se materializa en espacios de socia-
bilidad, de interacción económica y política,
siendo las ciudades y sus gobiernos locales
escenario ideal para la formación de una ciu-
dadanía en un contexto colonial en el que sólo
se reconoce la participación de ciertas élites.
Y aun cuando este trabajo se halla in-
serto en la historia como aproximación disci-
plinar, su examen también integra dimensio-
nes centrales para las ciencias políticas, como
el papel de las élites, la estructura de oportu-
nidades políticas y la relación de contrapesos
entre los actores e instituciones políticas, co-
mo escenarios o espacios en los que el con-
flicto y el poder se expresa. La autora conclu-
ye que el análisis de la lucha por la
apropiación del poder que la ciudad represen-
taba refleja la afirmación de los atributos iden-
titarios de ciertos grupos que vinculan espacio
y territorio con pertenencia política.
Finalmente, el último texto del tercer
apartado y del libro en general, es de María
Fernández Vázquez, “Comunidad, identidad y
violencia: los sikhs y su experiencia durante
los disturbios de 1984 en Delhi”, artículo que
recoge el análisis de una coyuntura central
que ha marcado, en palabras de la autora, el
sentido de identidad y pertenencia de una co-
munidad, como los sijs. A partir de la revisión
y análisis documental, así como de la incur-
sión etnográfica en un profundo trabajo de
campo, Fernández Vázquez nos propone tras-
cender los enfoques monolíticos y las catego-
rizaciones fijas sobre los atributos identitarios
que se adjudican a un grupo, tomando como
fuente de análisis el evento crítico que signifi-
có los hechos de violencia en contra de la mi-
noría religiosa sijs.
Cierro con una última reflexión sobre
este volumen: los artículos que lo integran
transitan por dos vías paralelas que convergen
en una reflexión multidisciplinar, que contribu-
ye a la generación de conocimientos acerca
de las identidades, como una temática im-
prescindible para las ciencias sociales.
Por una parte, algunos artículos se es-
fuerzan por situar la discusión de las identida-
des desde una mirada crítica sobre algunos de
los presupuestos teóricos de las distintas dis-
ciplinas en ciencias sociales y, por la otra, hay
artículos que profundizan en el sentido de
Daniela Cerva Cerna • Adonon, Asakura, Carballido, Galindo, Identidades: explorando la diversidad • 233
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
identidad colectiva, reconstruyendo las repre-
sentaciones que conforman los repertorios de
acción y que son objeto de interés para la in-
vestigación social. Ambos caminos imprescin-
dibles para el desarrollo del conocimiento en
las ciencias sociales.
DANIELA CERVA CERNA Profesora-investigadora invitada, UAM Cuaji-
malpa c.e.: <[email protected]>
Referencias
Giménez, Gilberto (1997), Materiales para una
teoría de las identidades sociales. Mé-
xico: Instituto de investigaciones Socia-
les, UNAM.
Giménez, Gilberto (2000, 2007), Estudios so-
bre la cultura y las identidades socia-
les. México: Conaculta-ITESO.
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
Luis Alejandro Sánchez Romero Diego Reynoso, La estrategia dominante. Alianzas electorales en los estados mexicanos, 1988-2011 pp. 234 - 240 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © Luis Alejandro Sánchez Romero (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reservados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electrónico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
Luis Alejandro Sánchez Romero • Diego Reynoso, La estrategia dominante. Alianzas electorales en… • 235
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Diego Reynoso, La estrategia dominante. Alianzas electorales en los estados mexicanos, 1988-2011, Buenos Aires, Teseo-Flacso Argentina, 2011, 298 pp. ISBN: 978-987-1354-99-3. La recopilación concienzuda de datos y una
metodología analítica rigurosamente aplicada
son las principales virtudes de este libro, cuyo
título adelanta uno de sus descubrimientos
esenciales: las alianzas electorales se han
convertido en la estrategia dominante de los
partidos políticos en la lucha por obtener o
conservar el poder político, tanto en los planos
nacional, como estatales.
A partir del análisis de las alianzas
electorales formadas durante el sexenio 1988-
1994, y hasta el penúltimo año del actual ré-
gimen, el autor elabora y sucesivamente con-
firma hipótesis que pueden considerarse re-
glas o principios generales de conducta de las
alianzas electorales. La primera: “cuando los
políticos no hacen alianzas electorales, les
toca a los electores cargar con el peso de ha-
cerlas de facto, con el fin de invertir mejor sus
votos y hacer rendir más su utilidad” (18); esto
significa que los partidos políticos, al presen-
tarse a competir electoralmente con candida-
tos propios, por no haber logrado formar alian-
zas, provocan que los electores se coordinen
para decidir a qué candidatos apoyarán, ten-
diendo a concentrarse en las dos candidaturas
más viables, para evitar el desperdicio de vo-
tos.
En la formación de alianzas electorales
no suelen pesar los principios ideológicos de
los partidos ni las diferencias doctrinales, sino
que se decide en función de una racionalidad
pragmática por encima de cualquier conside-
ración purista y normativa de la política. La
formación de alianzas no se rige por ningún
criterio cualitativo; tampoco, al parecer, existe
ningún principio cuantitativo al que las alianzas
obedezcan, pues la evidencia muestra que
puede haber “megaalianzas” (Coahuila 1993,
cinco partidos; Chiapas 2000, siete partidos;
Distrito Federal 2000, cinco partidos; Michoa-
cán 2001, seis partidos, etc.) y alianzas míni-
mas, de diversa orientación ideológica (Ta-
maulipas 1992: PAN-PRD; Aguascalientes 1998:
PT-PVEM; Guerrero 1999: PRI-PRS, entre otras).
“Las alianzas de la élite o del electorado pue-
den cambiar de una elección a otra y de un
estado a otro en función del contexto específi-
co, y no requieren tener ni un tamaño mínimo,
ni un mínimo de integrantes, ni un mínimo ran-
go ideológico o cierta afinidad ideológica” (38).
Puesto que existe, en principio, dispo-
nibilidad de los partidos políticos para formar
alianzas electorales, tanto para ganar un cargo
en disputa, mantener el registro electoral o
acceder a financiamiento público, dependiendo
de las metas a corto y mediano plazo de los
partidos, el principal obstáculo para aliarse no
es de índole ideológica, sino práctica: “quiénes
serán los candidatos o partidos que desistan
en favor de los otros. Éste no es un problema
menor y contamina todos los procesos electo-
rales. Frecuentemente sucede que los políti-
cos fracasan en el proceso de negociación
estratégica por no lograr convencerse unos a
Luis Alejandro Sánchez Romero • Diego Reynoso, La estrategia dominante. Alianzas electorales en… • 236
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semes-
tral
otros de desistir en la presentación de candi-
daturas” (43).
Utilizando un ejemplo proveniente de la
teoría de juegos, conocido como “la batalla de
los sexos”, Reinoso ejemplifica las situaciones
que enfrentan los partidos en sus intentos por
realizar una coordinación estratégica. En el
primer caso se alude a dos partidos que se
beneficiarían al coordinarse, pero que no se
ponen de acuerdo en quién encabezará la
alianza; en la segunda situación, dos o más
partidos (asimétricos en sus dimensiones) pre-
tenden aliarse, siendo el más grande, por su
condición, el que encabeza la alianza; mien-
tras que los otros confían en participar del re-
parto de posiciones, del acceso a recursos
públicos y del mantenimiento del registro; en el
tercer caso, resultan ser partidos políticos de
igual tamaño y preferencias los que insisten en
encabezar la alianza y terminan presentando
candidaturas solitarias al no lograr coordinar-
se; finalmente, está el caso más común —
afirma Reynoso—, en el que partidos con igua-
les características alternan sus estrategias en
diferentes estados y en diferentes momentos,
ora encabezando las alianzas, ora acompa-
ñando incluso a partidos con menos preferen-
cias electorales.
Las situaciones anteriores tienen como
escenario sistemas políticos subnacionales
poco homogéneos, a excepción de las siguien-
tes características:
1. Experimentan un proceso de deshe-
gemonización, con mayores niveles de
oposición y participación.
2. Sus sistemas electorales son de mayo-
ría relativa en distritos uninominales,
con elecciones concurrentes de dipu-
tados locales cada tres años, electos
una parte también por mayoría relativa
y otra por representación proporcional,
existiendo en algunos casos las llama-
das “cláusulas de gobernabilidad”.
3. En las elecciones de gobernador están
anidados otros escenarios de compe-
tencia por cargos, registros y recursos.
4. Existen mayores expectativas de triunfo
para los participantes, incentivándolos
a mantenerse en la competencia.
5. La alternancia, la competitividad y el
aumento del número de competidores
como fenómenos comunes a todo sis-
tema político subnacional.
Del periodo en estudio, Diego Reynoso
encontró que 113 alianzas o candidaturas co-
munes tomaron parte en la mayoría de las 125
elecciones realizadas; más exactamente: en
75 elecciones, de 1988 a 2011, participó al
menos una alianza o candidatura común;1
1 Aquí Reinoso distingue por primera vez entre candidatura común y alianza. En casi todo el volu-men se emplea el término “alianzas” para aludir tanto a candidaturas comunes, como a coaliciones, las dos formas en que la mayoría de códigos esta-tales permiten a los partidos políticos actuar con-juntamente. La diferencia entre candidatura común y coalición radica en que, en el primer caso, no es
Luis Alejandro Sánchez Romero • Diego Reynoso, La estrategia dominante. Alianzas electorales en… • 237
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semes-
tral
mientras que en once elecciones sólo alianzas
compitieron entre sí, resultando que en 46
elecciones una alianza o candidatura común
obtuvo el triunfo.
Durante ese periodo, la probabilidad de
que a una elección concurriera al menos una
alianza fue en aumento, siendo en el sexenio
de Carlos Sainas de Gortari tal probabilidad
del 13 por ciento; en el de Ernesto Zedillo
Ponce de León del 38 por ciento; en el de Vi-
cente Fox Quesada del 91 por ciento y en el
de Felipe Calderón Hinojosa prácticamente del
cien por ciento.
El autor critica el hecho de que una co-
rriente de opinión califique a las alianzas anti-
PRI como “antinatura”, por incluir al PAN y al
PRD, considerados tradicionalmente como an-
tagonistas “naturales.” Por el contrario, estas
asociaciones responden a una lógica política
claramente explicable, pues al ubicar a los par-
tidos políticos es un espacio bidimensional
construido a partir de los ejes priismo-
antipriismo e izquierda-derecha, pueden inme-
diatamente detectarse distintos tipos de alian-
zas: en primer lugar, las potenciales alianzas
de “izquierda”, integradas por el PRD, PT y MC,
a las que se sumó durante su existencia MP y
actualmente el PSD como partido estatal; este
tipo de alianzas han participado en el 34 por
necesaria la firma de un convenio, sino sólo el con-sentimiento del candidato o candidatos; de igual forma, en el primero de éstos, los partidos apare-cen cada uno en su propio espacio de la boleta electoral; en tanto que las coaliciones ocupan un espacio nada más. La legislación local puede agre-gar elementos particulares a cada modalidad de alianza electoral.
ciento de las elecciones estudiadas. Luego
están las alianzas de “derecha” (formadas por
PAN, PVEM y, en ocasiones, NA); han tomado
parte en el 14 por ciento de las elecciones.
Por su parte, las alianzas “antipriistas”
se forman con el PAN y el PRD, como ya se
dijo, además de MC, PT y anteriormente el
PVEM; en el 11 por ciento de las elecciones
han participado alianzas de este tipo. Por su-
puesto, el PRI ha recurrido a esta estrategia y
ha conformado alianzas con el PVEM y NA,
asociándose en algunos estados también con
el PT; así lo ha hecho en el 34 por ciento de las
elecciones analizadas.
En cambio, los partidos pequeños tam-
bién han decidido aliarse por su cuenta, sin
seguir a ningún partido grande; ha sido de este
modo en el 6 por ciento de las elecciones ob-
servadas.
Formadas inicialmente para tener ma-
yor oportunidad de derrotar al PRI, las alianzas
electorales no resultaron al principio una estra-
tegia exitosa. Fue a partir del sexenio de Zedi-
llo cuando los triunfos de la oposición (varios
de éstos en alianza) obligaron a la formación
de alianzas oficialistas, hasta que en los dos
últimos sexenios las alianzas se convirtieron
en la estrategia dominante.
El candidato que encabeza la alianza
también ha llamado la atención de este espe-
cialista, pues se observa que en el caso de las
alianzas antiPRI, con frecuencia éstas tienen
como candidato a algún recién ex miembro
precisamente del PRI, quien suele conducirlas
Luis Alejandro Sánchez Romero • Diego Reynoso, La estrategia dominante. Alianzas electorales en… • 238
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semes-
tral
al triunfo. Cabe señalar que el PAN y el PRD
nunca han formado una alianza oficial, es de-
cir, una vez que llegan al Poder Ejecutivo en
una entidad, nunca vuelven a defender el triun-
fo asociándose.
Otra regla de conducta formulada por
Reynoso atañe al comportamiento de los elec-
tores: “con independencia de sus primeras
preferencias, los votantes, tratando de impedir
que el candidato más indeseado resulte gana-
dor, evitan desperdiciar su voto por un candi-
dato sin posibilidades y escogen entre uno de
los dos candidatos con más probabilidades de
ganar el único cargo en disputa” (129); los
candidatos en esta situación evitan, entonces,
verse sometidos a tal presión y suelen no pre-
sentarse a la competencia (dependiendo tam-
bién de si tienen metas a corto o largo plazo),
“de este modo la élite se anticipa a los electo-
res y provoca una disminución de la oferta po-
lítica que, en equilibrio, se reduce a dos parti-
dos o candidaturas.
A este resultado se le conoce como
“equilibrio duvergeriano” (130). Cuando se lle-
ga a presentar el caso de tres competidores
con similares probabilidades de triunfo, la
coordinación por parte de los electores conlle-
va cálculos más complejos, y con frecuencia
implica también un gran desperdicio de votos.
Las alianzas también suelen alterar la
relación entre la oferta y la demanda electoral,
pues inicialmente se tiene una cifra determina-
da de partidos con la posibilidad de presentar
candidatos a la competencia electoral; empe-
ro, al formarse alianzas, el número de candida-
turas es obligadamente menor al número de
partidos existentes; hasta aquí la coordinación
ha sido llevada a cabo por la élite política.
Posteriormente, ante la oferta electoral,
los votantes eligen entre las candidaturas dis-
ponibles las que cuenten con mayores proba-
bilidades de triunfo, convirtiéndolas así en las
candidaturas más viables (idealmente dos)
dentro del mercado electoral en cuestión. Por
lo tanto, debido a la presencia de alianzas
electorales, el número de candidaturas no
coincide con el número de partidos políticos.
Un efecto secundario de la coordina-
ción de la élite política al reducir el número de
candidaturas es el desencanto de los votantes,
quienes no encuentran una opción que refleje
sus preferencias más inmediatas, pues una
buena porción de los electores —considera
Reinoso— no modifica su voto, en función de
consideraciones pragmáticas relacionadas con
la utilidad o el desperdicio de votos, sino que
“para los votantes duros o expresivos, las
elecciones no son concebidas como un acto
de inversión… Por el contrario, el voto es en sí
un acto de consumo en donde la utilidad se
extrae del hecho de manifestar su primera pre-
ferencia y no del potencial resultado que la
manifestación de esta pudiera acarrear” (177-
178). Si dentro del electorado predomina este
tipo de votantes, los políticos tenderán menos
a retirarse de la competencia por miedo al voto
estratégico.
Luis Alejandro Sánchez Romero • Diego Reynoso, La estrategia dominante. Alianzas electorales en… • 239
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semes-
tral
Existe, por tanto, una relación entre la
coordinación partidaria y el voto estratégico,
pues cuanto mayores sean ambas, igualmente
mayor será la competitividad de la elección, es
decir, menor será el margen de victoria entre
el ganador y su más cercano competidor, así
como mayor la deserción que sufrirán los ter-
ceros partidos. Algunos investigadores, acota
Reynoso, consideran votos desperdiciados los
dirigidos a los partidos más pequeños que el
segundo, o a los votos que no se transforman
en puestos de representación. Él propone
considerar, en las elecciones del Ejecutivo lo-
cal, como votos desperdiciados, sin que por
ello medie ninguna consideración normativa, a
los que ya no serían necesarios para que el
partido ganador derrote a sus adversarios, so-
bre todo en el caso de sistemas bipartidistas;
por lo tanto, “cuanto mayor sea el número de
candidaturas que se presentan en una elec-
ción a consideración del electorado, mayor
será la probabilidad de que el desperdicio de
los votos sea alto, dependiendo de si el electo-
rado coordina en unas pocas candidaturas o
bien reparte el voto entre varias. Por ese me-
canismo, la presencia de una alianza electoral
en la liza política contribuiría a disminuir el
desperdicio de votos” (196).
Respecto de lo anterior, Reynoso pro-
pone considerar como un triunfo estable aquel
en el que el partido ganador no sea derrotado
ni siquiera reuniendo a todos los demás votan-
tes, porque juntos no superan el porcentaje de
votación obtenida por el partido ganador (50
por ciento + 1). Por el contrario, un triunfo ines-
table es aquel en el que, si algunos electores
de otros partidos hubieran coordinado, el ga-
nador habría sido derrotado por una mayoría
de votantes estratégicos.
De acuerdo con los resultados de la in-
vestigación, de las 32 entidades del país, once
nunca han tenido una elección inestable; en
siete sólo una vez se ha producido una elec-
ción inestable, mientras que en trece estados
las elecciones inestables son frecuentes. Esto
es importante porque significa que hay tres
grupos de estados: los que siempre coordinan
y reducen la oferta electoral, los que en una
sola ocasión no han podido darse la coordina-
ción y en los que es raro que tanto la élite polí-
tica como los electores logren coordinarse y,
por tanto, presentan una oferta electoral ma-
yor.
Diego Reynoso señala, en diferentes
momentos, que los partidos políticos tienen
diversos incentivos para coordinarse y formar
alianzas electorales, dependiendo de su fuerza
electoral en la entidad y de sus metas a corto y
largo plazo. Pues bien, en tanto que los parti-
dos mayoritarios se alían para obtener el Po-
der Ejecutivo, los asociados generalmente son
retribuidos con puestos en el futuro gobierno,
con escaños legislativos y con la obtención del
umbral de votos mínimo para mantener su re-
gistro como tales. De acuerdo con esto, las
alianzas afectan la relación entre un goberna-
dor y su Congreso, pues
Luis Alejandro Sánchez Romero • Diego Reynoso, La estrategia dominante. Alianzas electorales en… • 240
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semes-
tral
si como es esperable, los partidos alia-
dos forman bloques separados en la
legislatura, el triunfo de la alianza po-
dría resultar en gobiernos divididos o
sin mayorías legislativas. Esto tiene un
efecto sobre el proceso de elaboración
de políticas públicas, ya que un go-
bierno sin mayorías se ve obligado a
negociar y consensuar sus políticas
con los otros partidos (233-234).
Para concluir, Reinoso propone que el
tamaño del contingente legislativo del partido
del gobernador esté determinado, además del
volumen de votos obtenidos, por el triunfo de
un candidato respaldado por una alianza, el
número de partidos integrantes de la alianza,
la alternancia en el gobierno estatal, el margen
de victoria entre el primer y segundo conten-
dientes, así como por la magnitud de distrito.
El doctor Reynoso cierra su meritoria
investigación señalando los temas pendientes
de una agenda de investigación sobre las
alianzas electorales, así como la forma en que
éstas serían afectadas por cambios en las le-
gislaciones electorales, en la regulación del
financiamiento de los partidos políticos y en el
sistema de registro, así como la forma en que
las alianzas electorales se relacionan con las
coaliciones de gobierno, si las facilitan o difi-
cultan, además de repercutir en la elaboración
de la política pública a nivel estatal.
LUIS ALEJANDRO SÁNCHEZ ROMERO Maestría en Ciencias Sociales
y Humanidades, UAM Cuajimalpa, c.e.: <[email protected]>
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
José Jorge Flores Rosas Fernando Dworak Camargo y María de Lourdes Ramírez Flores, Para que se queden los que sirven. La importan-cia de la reelección inmediata de los legisladores y alcaldes pp. 241 - 244 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © José Jorge Flores Rosas (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reserva-dos. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electrónico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
José Jorge Flores Rosas • Dworak y Ramírez, Para que se queden los que sirven. La importancia de… • 242
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Diego Reynoso, La estrategia dominante. Alianzas electorales en los estados mexicanos, 1988-2011, Buenos Aires, Teseo-Flacso Argentina, 2011, 298 pp. ISBN: 978-987-1354-99-3.
La impopularidad de la reelección inmediata
tiene su raíz en la incomprensión de dicha insti-
tución (regla). Usualmente se identifica la re-
elección con el autoritarismo electoral (Andreas
Schedler dixit) del porfiriato. Desde este mon-
tículo se ve la (re)instauración de la reelección
como una “contradicción histórica”, olvidando
que Madero se refería, con la frase “Sufragio
efectivo, no reelección”, a dos cuestiones: la
desaparición de elecciones indirectas1 y la no
reelección presidencial y de gobernadores. Re-
futar afirmaciones de este tipo, que niegan la
valía de la reelección de legisladores y alcal-
des, y esgrimir argumentos a favor de ésta y
convencer, clara y brevemente, a quienes se
oponen a la reelección, es la finalidad del libro
que presentan Dworak y Ramírez.
1 Recuérdese que la Constitución de 1857 seguía vigente durante el periodo del porfiriato. En ésta se establecía la elección indirecta en los artículos 55, para los diputados —el Congreso era unicameral—, y 76 para el presidente de la república. Ahora bien, la forma indirecta de votar se establecía en la ley orgánica electoral y se llevaba a cabo de la siguien-te manera: “En la junta primaria, el ciudadano entre-garía su boleta electoral con dos nombres escritos: el de su candidato a elector y el suyo propio; uno de los secretarios le preguntaría ‘en voz baja’ si el ciu-dadano N era su elegido. Los electores primarios así elegidos, a razón de uno por cada quinientos habitantes, se reunirían en las juntas de distrito; éstas, por escrutinio secreto, procederían a elegir sucesivamente: diputados, presidentes de la repú-blica y de la Suprema Corte, y magistrados de la Suprema Corte. El Congreso federal computaría los votos de las diversas juntas de distrito…” (Gustavo Ernesto Emmerich [1993],“Las elecciones en Méxi-co, 1808-1911: ¿Sufragio efectivo?, ¿no reelec-ción?”, en Pablo González Casanova, Las eleccio-nes en México. Evolución y perspectivas, México: Siglo XXI-IIS, UNAM, 1993)
México ha llegado a la instauración de
un régimen democrático, ni duda cabe. La de-
mocracia mexicana es procedimental; sin em-
bargo, hace falta su consolidación en el aspec-
to representativo: representación como
mandato y como rendición de cuentas (verti-
cal), como José Merino señala en el Prólogo.
La inexistencia de la reelección inmediata de
legisladores y alcaldes impide una “relación
repetida entre el mismo segmento de votantes
(constituency) y la misma candida-
ta/representante” (p. 5). De ahí la importancia
de la reelección inmediata: proporcionar al ciu-
dadano una representación política en sentido
estricto.
Este libro se compone de dos partes: la
primera, sobre la reelección de los legisladores;
la segunda, sobre la reelección de los alcaldes.
En el primer apartado, Fernando Dworak res-
ponde tres preguntas primordiales: ¿por qué la
reelección?, ¿quiénes ganan y quiénes pierden
[con la reelección]? y ¿qué argumentos se han
presentado en contra? Como respuesta a la
primera, Dworak argumenta que la
(re)instauración de esta institución política, si
bien no es la solución a todos los males, traería
cambios importantes en el comportamiento de
los representantes (diputados locales y federa-
les y senadores), y su relación con sus repre-
sentados. La reelección para el periodo inme-
diato estimularía la profesionalización de los
legisladores. Éstos, al saber que su continuidad
en el cargo se encuentra en las manos de sus
José Jorge Flores Rosas • Dworak y Ramírez, Para que se queden los que sirven. La importancia de… • 243
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
representados, se especializarían en los temas
que ayuden a obtener un mejor posicionamien-
to entre los ciudadanos del distrito que repre-
sentan; de igual manera, las políticas públicas
ejecutadas serán más solidas y siempre pen-
sando en sus representados. Los legisladores
buscarán acrecentar sus lazos con los electo-
res y no con el (los) líder(es) del partido, ya que
su reelección dependerá de la decisión de los
ciudadanos. La rendición de cuentas vertical
será eficiente, los ciudadanos tendrán conoci-
miento de sus representados; los partidos de
oposición tendrán (y así lo harán) que estar al
pendiente de lo que hacen los legisladores, que
ahora serán contrincantes “fijos”. La definición
de las candidaturas dentro de los partidos será
competitiva, dado el fortalecimiento de la rela-
ción entre representantes y representados.
Los argumentos para responder a la se-
gunda pregunta de Dworak se desarrollan en
dos cuestionamientos: ¿qué tenemos sin re-
elección legislativa? y ¿qué tendríamos con
reelección legislativa? Este autor señala qué
sectores políticos y sociales ganarían con la
reelección y cuáles perderían. En el caso de los
ciudadanos, ganarían representatividad, poder
de decisión, mayor flujo de información y, ade-
más, mejoraría el trabajo legislativo de sus re-
presentantes.
Para los partidos políticos, la reelección
significaría que sus dirigentes perderían el po-
der para designar candidatos; el “trapecismo”
(pasar de una cámara a otra) se limitaría signi-
ficativamente. Pero ganarían los políticos que
buscan hacer una carrera desde abajo, mien-
tras que las dirigencias de los partidos pensa-
rán en la competitividad que un candidato con
gran arraigo ofrecería en una elección.
Por otra parte, los gobernadores perde-
rían el poder de “asignar” candidaturas locales
y con ello el control de los legisladores de los
Congresos.2 En el caso del presidente de la
república, tendría mayor margen de negocia-
ción con el Poder Legislativo, pues la agenda
no la controlarían las dirigencias externas y los
arreglos a los que se lleguen serían más esta-
bles y duraderos.
Para la tercera pregunta, Dworak pre-
senta una destrucción de la mitología que gira
alrededor de la reelección. Pasa revista y refuta
supuestos argumentos históricos sobre las ca-
rreras “indirectas”, así como los efectos de la
reelección y las alternativas que se han presen-
tado a la reelección.
La segunda parte del libro se titula “Re-
elección de presidentes municipales”, escrita
por María de Lourdes Ramírez Flores. En esta
parte del texto se exhiben argumentos que
muestran los beneficios de la reelección de al-
caldes, tomando en cuenta el statu quo y los
incentivos que la reelección activaría. Conside-
ra tanto a los políticos en el gobierno, como a la
oposición y, desde luego, a los ciudadanos. Los
políticos sin reelección no tienen incentivos pa-
2 Si bien Dworak y Ramírez no aluden a esto, no está de más decir que considero —muy personal-mente— que con la reelección observaríamos un debilitamiento de estados que se catalogarían como autoritarismos subnacionales.
José Jorge Flores Rosas • Dworak y Ramírez, Para que se queden los que sirven. La importancia de… • 244
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
ra proveer a sus representados de bienes pú-
blicos eficazmente. Además, al no tener la po-
sibilidad de reelegirse, intentarán acumular (ile-
galmente) mayor cantidad de recursos
económicos, dada la incertidumbre en la obten-
ción de algún futuro empleo. De existir reelec-
ción, los alcaldes tendrían un incentivo primor-
dial para actuar apegados a los intereses de
sus representados.
En cuanto a los ciudadanos, no tienen
incentivos para supervisar la actividad de sus
alcaldes, pues los perciben como alejados de
sus intereses, por lo cual no tienen incentivos
para participar en la vida pública. Con la re-
elección se robustecerían los valores democrá-
ticos, aumentaría el bienestar de los ciudada-
nos y la participación en el monitoreo de los
alcaldes, al igual que la representatividad.
El sector de la oposición acrecentaría el
poder de negociación frente a los detentadores
del poder municipal y el monitoreo del alcalde
beneficiaría a la oposición, la cual, al descubrir
fallas, las daría a conocer a los ciudadanos y
con ello influiría electoralmente en las preferen-
cias. Al final del apartado, se da pie a refutar
algunas falacias respecto de la reelección de
los alcaldes.
Este libro tiene características casi pe-
dagógicas. Trata los distintos argumentos (a
favor y en contra) referentes a la
(re)instauración de la reelección. Es útil para
quienes no aceptan la reelección (refuta mu-
chos de sus argumentos); de igual manera para
quienes están a favor (hace sentido común y
agrega argumentos). De igual modo es útil para
quienes aún no se forman una postura al res-
pecto, presenta una variedad de argumentos a
favor y rechaza los que están en contra. Refu-
tar falacias, hacer sentido común y, sobre todo,
buscar formar una opinión favorable a la re-
elección es la virtud de este trabajo. Todo ello
esperando que, en un futuro no muy lejano, se
apruebe la reelección inmediata y de esta for-
ma se queden los que sirven.
José Jorge Flores Rosas
Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Políti-
ca de la Universidad Autónoma Metropoli-
tana-Iztapalapa.
Correo electrónico: <[email protected]>.
Detalles sobre la publicación, incluyendo instrucciones para autores e información para los usuarios en: http://espacialidades.cua.uam.mx
Valentina Lloret Sandoval Gustavo López Montiel, Rosa María Mirón Lince y Fra n-cisco Reveles Vázquez (coords.) (2011), Los estados en el 2010: el nuevo mapa del poder regional pp. 245 - 250 Fecha de publicación en línea: 10 de septiembre del 2012 Para ligar este artículo: http://espacialidades.cua.uam.mx © Valentina Lloret Sandoval (2012). Publicado en espacialidades. Todos los derechos reser-vados. Permisos y comentarios, por favor escribir al correo electrónico: [email protected]
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Volumen 2, No. 2, julio-diciembre de 2012. es una publicación semestral del Departamento de Ciencias Sociales de la División de Ciencias Sociales y Huma-nidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa. Baja California 200, Col. Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, México, D. F., C.P. 06760. http://espacialidades.cua.uam.mx/,[email protected]. Editora responsable: Esperanza Palma, certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título número: 04-2011-061610480800-203 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización: Guillén Hiram Torres Sepúlveda, Calle K MNZ V núm 15. Colonia Educación, Coyoacán. Cp. 04400. México, D.F., fecha de última modificación: 19 de abril del 2013. ISSN:2007-560X. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del comité editorial. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universi-dad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.
Directorio RECTOR GENERAL: Dr. Enrique Fernández Fassnacht SECRETARIA GENERAL: Mtra. Iris Santacruz Fabila Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa RECTOR: Dr. Arturo Rojo Domínguez SECRETARIO DE UNIDAD: Mtro. Gerardo Quiroz Vieyra División de Ciencias Sociales y Humanidades DIRECTOR: Dr. Mario Casanueva López JEFE DE DEPARTAMENTO: Dr. Alejandro Mercado Celis Revista Espacialidades DIRECTORA: Dra. Esperanza Palma ASISTENTES EDITORIALES: Mtra. Pilar Velázquez Lacoste y Mtro. Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros ADMINISTRACIÓN DEL SITIO WEB: Guillén Torres EDICIÓN TEXTUAL Y CORRECCIÓN DE ESTILO: Hugo Espinoza Rubio DISEÑO GRÁFICO: Jimena de Gortari Ludlow FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA: María Moreno COMITÉ EDITORIAL: Dr. Jorge Galindo (UAM-C), Dr. Enrique Gallegos, (UAM-C), Dra. María Moreno (UAM-C), Dr. Alejandro Araujo (UAM-C), Dr. José Luis Sampedro (UAM-C), Dr. Enrique R. Silva (Universidad de Boston). Claudia Cavallin, (Universidad Simón Bolívar, Venezuela), Dra. Estela Serret Bravo (UAM-A), Dr. Víctor Alarcón (UAM-I).
Valentina Lloret Sandoval • López, Mirón y Reveles, Los estados en el 2010: el nuevo mapa del poder regional • 246
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Gustavo López Montiel, Rosa María Mirón Lince y Francisco Reveles Vázquez (coords.) (2011), Los estados en el 2010: el nuevo mapa del poder regional, México: FCPyS, unam-Gernika-Fundación Friedrich Naumann para la Libertad-Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey-IEEG, 748 pp. isbn: 978-607-02-2909-1.
El libro Los estados en el 2010: el nuevo mapa
del poder regional, coordinado por Gustavo
López Montiel, Rosa María Mirón Lince y Fran-
cisco Reveles Vázquez contiene 31 ensayos de
diversos autores que analizan, desde diversos
ángulos y mediante métodos cuantitativos y
cualitativos, los procesos electorales realizados
durante 2010 en 15 estados.
Este volumen colectivo está estructurado en
los siguientes seis apartados:
1. Las elecciones locales en perspecti-
va nacional
2. Las elecciones de gobernador
3. Elecciones intermedias
4. Los partidos en la liza electoral
5. Instituciones y actores políticos
6. Elecciones y perspectivas
Además de un anexo se mencionan diver-
sas fuentes para el estudio de los procesos
electorales de 2010. A lo largo de estos aparta-
dos, los distintos colaboradores brindan una
visión completa de lo que implicaron los quince
procesos electorales realizados durante 2010,
además de ofrecer un análisis prospectivo para
los futuros comicios en México.
Este volumen contiene, asimismo, una serie de
trabajos que describen y analizan cómo los
procesos locales dan cuenta de los comporta-
mientos del voto, sus tendencias e índices de
competitividad electoral de los partidos políticos
nacionales, los cuales varían en las distintas
regiones, ya sea por factores estructurales o
coyunturales.
El primer apartado engloba una serie de
ensayos que compendian un análisis general
de los comicios en 2010. En esos textos es po-
sible encontrar análisis de proyecciones para
2011 y 2012, como el de Marcela Bravo Ahuja.
Por otra parte, se tienen ejercicios analíticos
acerca de la participación de los ciudadanos en
los comicios, como el trabajo de Esperanza
Palma, quien nos muestra, a partir de los resul-
tados en 2010, cómo las elecciones en México
continúan siendo un mecanismo para elegir
gobernantes y castigar partidos políticos, por lo
que se ha dado un aumento en la participación
electoral.
Después de estos artículos, se hallan
otros textos que describen los doce procesos
correspondientes a los comicios para la reno-
vación total de autoridades y tres procesos más
en los que sólo se renovaron alcaldías y dipu-
taciones locales, descritos y examinados estos
ejercicios electorales con el fin de observar fac-
tores estructurales y coyunturales que deriva-
ron en resultados sumamente interesantes y
sorprendentes.
Entre los factores coyunturales se des-
taca, en el respectivo trabajo, el hecho de las
diversas alianzas establecidas en los distintos
Valentina Lloret Sandoval • López, Mirón y Reveles, Los estados en el 2010: el nuevo mapa del poder regional • 247
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
estados, siendo las más importantes las de
Oaxaca, Sinaloa, Puebla, Durango e Hidalgo,
en donde el PRD y el PAN se aliaron para derro-
tar al PRI. Sobre esta alianza, Juan Reyes del
Campillo L. hace un análisis sumamente intere-
sante, del sobresale que correspondió a una
estrategia particular, localizada y justificada
como necesaria para terminar con el cacicazgo
y la falta de democracia en la entidad política
donde se llevó a cabo.
En tres de las entidades mencionadas
se ganaron las alianzas (Puebla, Sinaloa y Oa-
xaca), debido a la incapacidad del PRI en di-
chos estados para cohesionar sus fracciones y
conglomerar a sus liderazgos locales, los cua-
les incluso en ocasiones se sumaban a los par-
tidos adversarios. La descripción y análisis de
los procesos en estas tres entidades corrió a
cargo de Víctor Manuel Reynoso, Ernesto Her-
nández Norzagaray, Lorena Schobert, Stepha-
nie Porto y Génesis Puente.
Los otros dos estados donde hubo
alianzas PRD-PAN (Durango e Hidalgo), pero
que no lograron vencer al PRI, son analizados
por Socorro Andaluz y Adrián Galindo, respec-
tivamente. En el caso de Durango, según la
opinión de Socorro Andaluz, la victoria priista
se debió, en gran medida, a dos factores: por
una parte, debido a que el candidato de la
alianza no logró convencer a la ciudadanía
(pues era priista) y, por la otra, a raíz de la rup-
tura entre el PT y PRD en la entidad.
En el caso de Hidalgo, los factores de la
derrota de la alianza los describe Adrián Galin-
do: él opina que se debió a las grandes divisio-
nes del PRD en el estado, así como al alto gra-
do de cohesión que logró el PRI local.
De acuerdo con otros resultados en
donde el PRI también obtuvo la mayoría, lo-
grando confirmar su triunfo, destacan Tamauli-
pas, Chihuahua y Quintana Roo, análisis que
corrió a cargo de Rafael de la Garza, Rodian
Rangel y Enrique Cuna, respectivamente, quie-
nes resaltan que esas tres entidades se mantu-
vieron como priistas debido a factores como la
alta desafección de los ciudadanos hacia los
partidos y las elecciones por el complicado con-
texto social en que se encuentran; asimismo,
en los casos peculiares que se presentaron,
como el de Quintana Roo, el hecho se debió a
que el PRD se quedó sin candidato porque fue
encarcelado.
Otro caso muy importante fue el de Ve-
racruz, expuesto por Luis Reyes García, en
donde el PRI tuvo al PAN como su principal ad-
versario, sin que hubiera posibilidades de
alianza con el PRD, a causa de la configuración
política local. En esta entidad, de acuerdo con
Reyes García, se desplegaron múltiples recur-
sos legales e ilegales que apenas fueron sufi-
cientes para otorgarle el triunfo al PRI.
De los estados que el PAN perdió so-
bresalen Aguascalientes y Tlaxcala, estudios
de caso que recayeron en Juan Carlos Monte-
ro, Pablo Trejo Romo y Tania Trejo, respecti-
vamente. Entre las causas de esa acerba de-
rrota, sobresale la división del panismo estatal,
lo cual se debió a la incapacidad del presidente
Valentina Lloret Sandoval • López, Mirón y Reveles, Los estados en el 2010: el nuevo mapa del poder regional • 248
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
de la república para ratificar la lealtad del go-
bernador panista, quien apoyó abiertamente al
candidato priista.
Por otro lado, en el caso de Tlaxcala la
victoria del PRI se atribuye a una elección
inadecuada del candidato panista.
El PRD perdió Zacatecas. El estudio co-
rrespondiente lo hizo Rafael Cedillo Delgado,
quien examinó el proceso electoral en esa enti-
dad y llegó a la conclusión de que la derrota fue
a raíz de las múltiples divisiones internas y con-
frontaciones entre la gobernadora saliente y las
distintas fracciones del PRD zacatecano.
En los estados cuyos comicios interme-
dios fueron analizados en este volumen se en-
cuentran los casos de Baja California, Yucatán
y Chiapas. En el primero, el PAN perdió todas
las alcaldías y casi todas las diputaciones loca-
les, dejando al PRI como el ganador casi abso-
luto. En Yucatán, el panismo perdió la alcaldía
de Mérida, bastión muy importante, ya que esta
ciudad concentra el mayor número de electores
del estado. El trabajo de análisis lo hicieron
Víctor Alejandro Espinoza y Efraín Poot.
Finalmente, el caso de Chiapas, según
Alberto Escamilla y Alejandro Favela, la nove-
dad más significativa fue la alianza PAN-PRD en
los comicios locales, sin que ello significara un
cambio en la configuración política local, ya que
el PRI mantuvo el triunfo en presidencias muni-
cipales y congresos locales.
Por otra parte, en este volumen multiau-
toral encontramos una serie de ensayos en los
que se analiza de manera general el papel y las
estrategias de los partidos para los comicios de
2010, tal es el caso de Tania Hernández Vicen-
cio, quien estudia el caso del PAN, el cual se
encontraba en una situación de presión por los
resultados adversos obtenidos en 2009, ade-
más de estar distanciado de su aliado principal,
el PRI y, finalmente, el distanciamiento entre su
cúpula partidista y la ciudadanía para la selec-
ción de candidaturas.
El análisis de la estrategia y la posición
del PRI por parte de Rosa María Mirón Lince,
quien expone que el PRI, en 2010, se encontra-
ba en una posición fortalecida, gracias a las
victorias de 2009, presentaba una actitud crítica
frente al gobierno federal. Sin embrago, nada
de esto resultó condición suficiente para con-
vertirse en el gran vencedor en 2010, pues as-
pectos como las alianzas, o la separación y
apoyo de algunos de sus cuadros a los otros
partidos significaron su derrota o debilitamiento
en varios de los estados estudiados.
En cuanto a los partidos minoritarios,
Manuel Larrosa expone que éstos compitieron
en la mayoría de los casos como aliados de los
partidos grandes. En esta estructura, el Partido
Verde Ecologista de México confirmó su rela-
ción con el PRI; Convergencia Democrática con
el PRD; el PT se adhirió, de manera diferencia-
da, con el PRD, siendo el caso de Durango el
que marcó un distanciamiento mayor entre am-
bos partidos y, por último, se encuentra el caso
del Partido Nueva Alianza, que estableció di-
versos acuerdos, dependiendo del contexto
(algunas veces con el PRI; otras con el PAN).
Valentina Lloret Sandoval • López, Mirón y Reveles, Los estados en el 2010: el nuevo mapa del poder regional • 249
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
Otra serie de ensayos de esta obra co-
lectiva se centran en el análisis de los diversos
actores involucrados en los procesos electora-
les de 2010. Por ejemplo, está el caso de los
gobernadores, artículo a cargo de Jorge Gerar-
do Flores, quien expone el papel sustantivo que
tuvieron aquéllos tanto en la selección de can-
didatos, como en las correspondientes campa-
ñas políticas. Sobre esto, último Francisco Re-
veles Vázquez habla de las prácticas legales (e
ilegales) que los gobernadores pusieron en
práctica.
Sobre otros actores, como las autorida-
des electorales, Irma Méndez de Hoyos y Gus-
tavo López Montiel se encargan del análisis
respectivo, en el que se advierte cómo la auto-
ridades electorales no presentaron problemas
graves en la organización de los comicios y,
por otro lado, lograron concluir procesos cuyos
resultados fueron aceptados, por los participan-
tes directamente involucrados, casi de manera
inmediata. Sobre este tema se agrega que
existen tres retos para los árbitros electorales
locales: lograr mayor autonomía frente a go-
bernantes y partidos, impulsar una mayor parti-
cipación ciudadana en comicios, asimismo al-
canzar la actuación expedita frente a las
diversas irregularidades que se presenten.
Con los planteamientos de los diversos
autores de este trabajo es posible observar
cómo, durante los procesos electorales de
2010, hubo injerencia de varios actores, ya sea
mediante mecanismos formales (como el uso
de programas gubernamentales y entrega de
bienes), o bien por medio del involucramiento
de actores informales (por ejemplo, la delin-
cuencia organizada que aportó recursos eco-
nómicos ilícitos o bien por medio de acciones
de intimidación en menoscabo del voto).
En los apartados finales del volumen se
encuentran artículos analíticos de las conse-
cuencias de las elecciones, a cargo de Fernan-
do Dworak, Javier Santiago y Yolanda León,
respectivamente. Aquí mismo se halla el traba-
jo de María Macarita Elizondo, quien retoma el
tema del déficit en el reconocimiento del dere-
cho a la participación política de las mujeres.
Amén de todos los aportes ya señala-
dos de este volumen, también se ofrece un en-
sayo del análisis de los estudios de opinión que
enmarcaron el año electoral 2010, tema fun-
damental para el estudio de los procesos elec-
torales recién vividos en este 2012, y que resul-
ta sumamente enriquecedor para el texto en su
totalidad.
Por la amplia cantidad y variedad de
trabajos, así como el variopinto repertorio de
autores y enfoques, así como la impresionante
cantidad de información cuantitativa y cualitati-
va contenida en este volumen, aquí se trató de
sintetizar lo más posible tanta riqueza de con-
tenidos, con la intención de dar una visión ge-
neral de los estudios, con el fin de invitar a los
lectores interesados en el tema electoral a revi-
sar todos y cada uno de los ensayos, ya que
cada cual aporta información sumamente rele-
vante para un análisis in extenso no sólo de los
Valentina Lloret Sandoval • López, Mirón y Reveles, Los estados en el 2010: el nuevo mapa del poder regional • 250
julio-diciembre 2012 • volumen 02 • número 02 • publicación semestral
procesos de 2010, sino los subsecuentes, pri-
mordialmente el de este año electoral de 2012.
por último, de cómo conclusión, cabe
señalar que este libro aportar elementos fun-
damentales presentados en 2010, que permiten
comparar retrospectivamente, en la experiencia
electoral inmediata anterior, debido a la impor-
tancia de los procesos electorales locales, no
sólo en la conformación política nacional, sino
también en las estrategias adoptadas por los
partidos políticos en distintos contextos y esca-
las. Por todo lo anterior, este trabajo que reúne
y suma los esfuerzos de distintos especialistas
y teóricos de esta materia, representa un mate-
rial esencial como base del análisis de los pro-
cesos electorales que acabamos de vivir en
México.
Valentina Lloret Sandoval
Doctorado en Ciencias Sociales y Humanida-
des, UAM Cuajimalpa,
c.e.: <[email protected]>.