“creo en dios creador y padre” - academia humanidades · 2019-12-14 · 1. creo en dios padre...
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8. El bautismo nos da el Espíritu que nos hace vivir como hijos e hijas.
Dice Jesús: “Te aseguro que quien no nace de lo alto no puede ver el
reino de Dios”. Nicodemo le dice: “¿Y cómo puede nacer de nuevo un hombre
que ya es viejo? ¿Acaso puede entrar de nuevo en el seno de su madre para
volver a nacer?” Jesús le contesta: “Nadie puede entrar en el reino de Dios si
no nace del agua y del Espíritu. Quien nace de mujer es humano; y quien es
engendrado por el Espíritu es espiritual. No te extrañes por lo que te digo:
Tienen que nacer de lo alto”. (Juan 3,3-7)
Llegar a sentirnos y a vivir como hijos e hijas de Dios, siendo su imagen,
semejantes a Él está más allá de nuestras posibilidades humanas. Necesitamos que el
propio Dios nos transforme desde dentro de nosotros mismos. Para ello nos regala, por
el sacramento del bautismo al Espíritu Santo. Él trabaja desde nuestro interior, en la
medida en que acogemos en nuestro actuar las enseñanzas de Jesús. De este modo
nuestra fe, sumada a la acción del Espíritu Santo va construyendo en nosotros la
semejanza de Dios según la que fuimos creados. Estamos llamados a parecernos a
Dios en su bondad.
9. Pentecostés
Llegado el día de Pentecostés se encuentran todos juntos en el mismo
lugar. De repente viene del cielo un ruido, como de una fuerte ráfaga de viento,
que llena toda la casa donde se encuentran. Se aparecen unas lenguas como de
fuego que separándose, se posan sobre cada uno de ellos. Todos quedan llenos
del Espíritu Santo, y comienzan a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu
Santo les concede expresarse. Se encuentran en Jerusalén Judíos venidos de
todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido acuden en masa y quedan
sorprendidos, pues cada uno los oye hablar en su propia lengua. (Hechos 2,1-
13)
El día de Pentecostés, la fiesta judía de las Tiendas que se celebra cincuenta
días después de la pascua, el Espíritu Santo se derrama sobre la comunidad de los
discípulos. La lengua que les permite hablar es la del amor entre hermanos, que es
común y entendible a todas las naciones y culturas. Este es el idioma de la Iglesia.
10. Salmo del que confía en el señor (salmo 120)
Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?
Mi auxilio viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
No te dejará caer, tu guardián no duerme.
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha:
de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.
El Señor te protege de todo mal, él protege tu vida;
te protege cuando sales y regresas, ahora y por siempre
Colegio Academia de Humanidades Padres Dominicos
“CREO EN DIOS CREADOR Y PADRE”
“FORMACIÓN DOMINICANA”
CURSO 2 - TALLER 2 - MARTES 11 DE JUNIO
1. Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
En el principio, cuando Dios crea los cielos y la tierra, todo es
confusión y no hay nada en la tierra. Las tinieblas cubren los abismos
mientras el espíritu de Dios aletea sobre la superficie de las aguas. Dice
Dios: «Haya luz», y hay luz. Dios ve que la luz es buena, y separa la luz de
las tinieblas. Dios llama a la luz "Día" y a las tinieblas "Noche". Atardece y
amanece: es el día Primero. (Génesis 1,1) ¿Quién tiene razón, la Biblia o el Big-bang? La Biblia no es un libro científico. Es un
libro que habla de la revelación de Dios. Lo que nos dice es que el mundo está siendo creado
por Dios; que la materia inicial del Big-Bang fue creada por Dios y que el proceso de la
evolución es conducido por Dios de alguna manera misteriosa. Que la misma especie
humana, aun proviniendo de la evolución, ha sido creada por Dios, no al azar, sino siguiendo
un diseño.
2. Nos crea a imagen suya
Entonces Dios dice: Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para
que sean como nosotros. Ellos reinarán sobre los peces del mar, las aves del cielo,
los animales domésticos y todos los animales de la tierra. Entonces Dios crea a los
seres humanos según su propia imagen. A imagen de Dios los crea; hombre y mujer
los crea. (Génesis, 1,26-28).
Dios es el único que tiene el poder de crear a partir de la nada. El primer acto de
amor de Dios por cada uno de nosotros es darnos la existencia. Para ello se sirve de la
colaboración de nuestros padres; con nuestros hijos hace lo mismo: los crea con nuestra
colaboración: nosotros les trasmitimos la vida, y él les da la existencia. No nos crea de
cualquier forma; nos piensa y nos diseña conforme a su imagen y semejanza; hemos sido
decididos por él.
3. Creemos en un Dios Creador que es Padre
Pidan y Dios les dará; busquen y encontrarán; llamen y Dios les abrirá.
Porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama, Dios le abre.
¿Quién de ustedes, si su hijo le pide un pan le da una piedra?, ¿o si le pide pescado
le da una serpiente? Pues si ustedes, que están inclinados al mal saben dar cosas
buenas a sus hijos, ¡con cuánta mayor razón su Padre del cielo dará cosas buenas a
quienes se las piden! (Mateo 1-11).
En el mundo hay diversidad de religiones. Todas, en general, creen en dioses que
son creadores; en dioses que desde lejos juzgan a los hombres, los dominan con su poder.
Por su parte los hombres tratan de ganarse su favor cumpliendo con ciertos ritos. Es como
“yo te doy esto y a cambio tú me das esto otro”.
Jesucristo nos revela un Dios que tiene con nosotros la relación de un padre y
madre con sus hijos; un padre que nos conoce y que está atento a nuestras necesidades. Es
un padre bondadoso, cuyo favor no necesitamos ganar, porque él nos ama por el solo hecho
de ser sus hijos e hijas.
4. Un Padre con corazón de madre (Juan Pablo I)
Su padre lo ve cuando aún viene lejos; profundamente conmovido sale a
su encuentro, lo abraza y lo cubre de besos. El hijo comienza a decirle: Padre,
pequé contra el cielo y contra ti. No merezco ser llamado hijo tuyo. Pero el padre
dice a sus criados: En seguida, traigan la mejor ropa y vístanlo; pónganle un
anillo en las manos y sandalias en sus pies. Tomen el ternero cebado y mátenlo,
celebremos una fiesta; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida;
estaba perdido y lo hemos encontrado. Y comienzan la fiesta. (Lucas 15,11-32)
En la parábola del Hijo Pródigo y el Padre Bondadoso Jesús nos describe a Dios
como un padre con corazón de madre. Si nosotros, los papás y mamás sentimos ternura
por nuestros hijos, Dios la experimenta al infinito, porque él es el amor y la bondad misma.
5. Cuando recen, digan Padre Nuestro…
Tú, cuando reces, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu
Padre que ve en lo secreto. Al orar no hablen mucho como hacen los paganos;
creen que Dios les va a escuchar por lo mucho que hablan. Ustedes no hagan así,
porque su Padre ya sabe lo que necesitan antes de que se lo pidan. Ustedes
cuando recen digan: “Padre Nuestro que estás en el cielo…” (Mateo 6,5-15)
La confianza es el privilegio de los humildes. El humilde se siente agradecido; ve que
lo que tiene es recibido de alguien que lo ama. El humilde puede confiar; sabe que Dios le
ayudará; no sabe cómo, pero tiene la certeza de que lo hará.
6. El fariseo y el recaudador de impuestos
Dos hombres suben al templo a orar; uno es fariseo y el otro, recaudador
de impuestos. El fariseo, puesto de pie, ora así: “Dios mío, te doy gracias porque
no soy como los demás, que son ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como
ese recaudador de impuestos. Cumplo con el ayuno dos veces por semana y pago
los diezmos de todo cuanto poseo”. Por su parte el recaudador de impuestos, se
mantiene a la distancia, ni siquiera se atreve a levantar sus ojos al cielo; se da
golpes en el pecho, diciendo: “Dios mío, ten compasión de mí, que soy pecador”.
Les digo que éste baja a su casa reconciliado con Dios, en cambio el primero no.
Porque el que se engrandece será humillado y el que se humilla será
engrandecido (Lucas 18,9-14).
El fariseo no hace más que mirarse en un espejo. Al terminar su oración nada
cambió en él: no está abierto a Dios; está sólo justificándose ante sí mismo. El recaudador,
en cambio, reconoce ante Dios su fragilidad; y Dios le tiende una mano. La debilidad de
Dios es la humildad de sus hijos. Ante el orgulloso y el autosuficiente, Dios no puede
hacer nada, porque Dios no violenta nuestra libertad.
7. La fe nos hace hijos e hijas de Dios
A cuantos lo reciben, a los que creen en él les concede poder hacerse
hijos de Dios. Estos nacen de Dios. (Juan 1,12)
Somos hijos e hijas de Dios desde el momento en que él nos regala la existencia y
la vida. Pero para llegar a vivir como hijos y a hacernos sus hijos necesitamos creer.