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  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

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    I. CUESTIONES INTRODUCTORIAS

    El Ap es uno de los libros ms ledos y comentados, especialmente en las iglesias

    antigua y medieval, con gran influencia en el arte especialmente en el romnico y el bizantino cf

    el Pantocrtor y Cristo Juez. Hacia los aos 60 decreci el inters, pero nuevamente ha

    renacido a partir de 1980.

    Es a la vez uno de los libros ms enigmticos por su lenguaje y simbologa, por lo que

    las interpretaciones han sido diferentes y opuestas, desde las fundamentalistas de los grupos

    sectarios, a las polticas de las comunidades de base latinoamericanas, que ven en l una

    crtica a los poderes injustos y un profundo mensaje de esperanza. Por ello su valoracin es

    muy discutida: mientras que unos lo alaban por su profunda cristologa y carga de esperanza,

    otros lo denigran por considerar que infunde miedo y ser poco coherente con el mensaje

    cristiano.

    1. El Apocalipsis: revelacin proftica para consolar a la Iglesia y fortalecer su

    esperanza.

    El autor dirige su revelacin, que son palabras de profeca (1,1-3) a siete Iglesias del

    Asia Menor (1,12). Unas Iglesias que existieron realmente. Esta revelacin tiene su origen en

    Jess Mesas y se refiere a lo que va a suceder pronto.

    1.1. Apocalipsis, el libro de la comunidad

    Hay que subrayar con fuerza que el Apocalipsis (Ap) es el libro de la comunidad

    cristiana. Un grupo cristiano el autntico protagonista de este libro, quien lo lee e interpreta. Ya

    lo indica el prlogo: Bien aventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta

    profeca, y guardan lo que en ella est escrito (1,3). Alguien lee y otros escuchan, se entabla

    un dilogo y se va fraguando un nosotros que se reconoce como parte esencial de la Iglesia.

    El Ap. encuentra su mbito privilegiado en la liturgia. Es un libro para vivido en la oracin

    comunitaria, y especialmente en la celebracin eucarstica, acontecimiento que actualiza el

    sacrificio y la victoria del Cordero; donde la comunidad se une a toda la Iglesia terrena y

    celestial, configurando la asamblea de los hermanos testigos de Cristo.

    Ap es tambin una obra sapiencial. Est provisto de llamadas a la reflexin; no es un

    libro para leer con rapidez ni devorar vidamente, sino con pausas y con silencios atentos.

    Solicita del lector un esfuerzo de concentracin para saber descubrir con inteligencia, por

    debajo de una serie de elementos toscos, pero evocadores, la realidad profunda que los

    sustenta: la presencia de Dios y el enigma del mal, el testimonio de la fe y el peligro de la

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

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    infidelidad. El mismo autor invita a hacer silencios interpretativos (cfr. 13,9.18; 17,9).

    1.2. El Apocalipsis, memoria viva de nuestros mrtires

    El Ap quiere mantener vivo el recuerdo de los mrtires. Se trata de nuestros hermanos

    que fueron martirizados, como el libro detalladamente anota (2,13; 6,9-11; 7,9-17; 11,7-10;

    13,15; 16,5-6; 17,6; 18,24; 20,4). Fueron degollados igual que el Cordero degollado; pero

    vencieron gracias a la sangre del Cordero (12,11). El Ap suscita una tremenda actualidad en

    algunos contextos de nuestro mundo, que sufren una dursima embestida contra su fe cristiana.

    Hacer memoria viva de nuestros hermanos mrtires constituye uno de los ms hondos

    significados del Ap. Si olvidamos a nuestros mrtires, estamos condenados a olvidar nuestros

    orgenes y races; a crecer sin tradicin y sin savia vivificadora, a cortar todas las amarras. El

    primer mrtir fue Cristo: el Ap es el nico libro del Nuevo Testamento que lo llama el mrtir,

    testigo (Ap 1,5; 3,14), en estado absoluto; y tras de l y con l, multitud de mrtires, quienes

    guardan los mandatos de Dios y el testimonio de Jess (12,17b).

    1.3. El Apocalipsis, un libro compromiso.

    Ap es una obra subversiva para los poderes polticos de todo imperio (el romano y

    cualquier otro imperio opresor) que persigue y masacra al pueblo empobrecido por no

    secundar los valores (o antivalores) que engaosamente le presenta.

    No es un libro evasivo, apto para soar y desentenderse, sino para acrecentar el

    compromiso de nuestra fe, que debe ser lcida, libre de esclavitudes y operante en el servicio

    del amor. Nadie es insensible al embrujo del imperio y a la red de sus satlites. Este oferta su

    proyecto de modo falaz, y la fuerza de su propaganda se extiende a todos los mbitos de

    nuestra humanidad. En estas circunstancias no resulta fcil mantenerse fiel a Jess y a su

    causa; seguir su ejemplo de denuncia, entrega al Padre y servicio incondicional hasta dar la

    propia vida. Dos proyectos se enfrentan: en cul de los dos se alistan, de hecho, los cris-

    tianos?

    1.4. El Apocalipsis, un libro de bienaventuranza

    El Ap comienza y termina, formando una inclusin, con palabras de bienaventuraza:

    "Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profeca y guarden lo escrito en

    ella, porque el Tiempo est cerca" (1,3); "dichoso el que guarde las palabras profticas de este

    libro" 22,7).

    Siete (plenitud) bienaventuranzas jalonan el libro, dndole un tono innegable dicha y

    de consuelo:

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    - "Dichosos los muertos que mueren en el Seor" (14,13).

    - "Dichoso el que est en vela y conserve sus vestidos, para no andar desnudo y que se

    vean sus vergenzas" (16,15).

    - "Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero" (19,9).

    - "Dichoso y santo el que participa en la primera resurreccin; la segunda muerte no tiene

    poder sobre stos, sino que sern sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarn con l mil

    aos" (20,6).

    - "Dichosos los que laven sus vestiduras, as podrn disponer del rbol de la vida y entrarn

    por las puertas en la ciudad" (22,14).

    2. Aspectos literarios.1

    2.1. Texto.

    El texto est escrito en griego y se ha transmitido sin dificultades especiales.

    2.2. Lengua y estilo.

    2.2. 1. Estado de la cuestin

    La lectura del Ap, en su escritura original griega y en cualquier otra versin, depara muy

    frecuentes dificultades y anomalas. Con ello se alude a la forma tpica de escribir del autor del

    Ap, rayana en el barbarismo de la incoherencia e incluso de la ignorancia. Se ha estudiado

    con dedicacin la lengua y el estilo del Ap. Se piensa que el texto actual es una versin

    resultante del arameo al griego o una traduccin del hebreo o del arameo. Las incongruencias -

    as se ha conjeturado- se explican porque coexisten dos elementos distorsionantes: el autor y

    la escritura. El autor piensa con mentalidad hebrea, pero redacta con estilo griego. Para tratar

    de entender la siempre llamativa originalidad de su estilo se ha escrito incluso toda una

    gramtica especfica sobre el Ap, que dara razn de las variantes peculiares de una lengua

    nica en su gnero.

    Pero donde la dificultad se hace casi insuperable es en la comprensin adecuada del

    uso de los modos y tiempos verbales, especialmente en la interpretacin del perfecto, aoristo,

    presente y futuro. Reduciendo las anomalas verbales a los fenmenos lingsticos ms

    comunes, se ha pretendido dilucidar las formas primitivas que subyacen en el Ap y que

    1 Cf especialmente X.Alegre (ABE 8, 213ss).

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

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    responden a formas tpicas de la lengua hebrea, tales como el qatal, yiqtol, participio nominal

    y verbal e infinitivo. Resumiendo, el Ap actual sera la traduccin de un original hebreo-arameo.

    Todas estas explicaciones adolecen de un grave defecto. Consideran la obra del Ap

    como la resultante defectuosa de un original previo, sea este hebreo o arameo, o bien, el

    desdoblamiento lingstico se justifica porque el mismo autor est escindido en una doble

    personalidad (una especie de esquizofrenia) hebrea y griega, o es calificado de inculto, sin

    ms, por ignorar la ortodoxia de la gramtica griega.

    Es preciso matizar con cierto rigor la cuestin e indicar que el lenguaje del Ap es original

    y nico, porque el autor deliberadamente lo ha pretendido; el tema teolgico que estaba

    describiendo as se lo ha impuesto.

    2.2.2. El mensaje del Apocalipsis requiere un lenguaje misterioso

    Su estilo resulta expresivo y vigoroso. No se muestra el autor del Ap ignorante de la

    gramtica y la sintaxis -es maestro en el difcil uso de las preposiciones y de los verbos-, sino

    preocupado por transmitir una revelacin del todo inteligible y que sea, al mismo tiempo, capaz

    de conmocionar. El autor se ve coaccionado a escribir de esta manera porque el mensaje que

    quiere transmitir as lo requiere.

    El autor del Ap ha buscado los recursos de lo ms elemental y del primitivismo narrativo

    para expresar con vigor, sin distracciones, la fuerza sobrenatural de su mensaje teolgico.

    No solo emplea la gramtica violentndola para que diga ms y mejor, sino que

    genera un estilo indito. Su estilo literario-teolgico no poda ser descrito de un modo

    cualquiera, sino con esa peculiaridad, tan lejos del convencionalismo del lenguaje, que ha

    sabido adoptar genialmente mediante el empleo ininterrumpido del smbolo, de la cadena

    simblica y de la desmesura. E1 lenguaje parece retorcerse en atrevidas piruetas, que rompen

    de continuo con sus anomalas, las normas habituales de la gramtica y de la sintaxis,

    convirtindose en un cdigo polivalente.

    Caracterstico del estilo son las repeticiones de motivos. 2

    2 Cf el ttulo el que es, el que era y el que viene (1,4; 1,8; cf 11,17; 16,5 donde se omite el que viene); la frmula y

    un signo (grande) se vio en el cielo (12,1.3; 15,1); la exhortacin: el que tenga odos, oiga lo que el Espritu dice

    a las iglesias (2-3).

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    2.3. Gnero literario apocalptico

    Hay confusin en el uso del vocabulario sobre esta materia. En un congreso cientfico

    reunido en Uppsala en agosto 1979 se intent llegar a una clarificacin de los conceptos

    fundamentales. Los asistentes sugirieron emplear la palabra apocalipsis para designar a las

    obras literarias, apocalptico para el gnero literario empleado en tales obras y el anglicismo

    apocalipticismo para la sistematizacin de las caractersticas de este gnero literario. Nosotros

    asumimos estas sugerencias, pero distinguimos dos tipos de apocalipticismo, el escatolgico y

    el sapiencial. El primero se caracteriza por dos datos: no saber cundo es el final y,

    consiguientemente, exhortar a la vigilancia y tener una visin optimista de la historia. Lo propio

    del segundo es conocer el final y, consiguientemente, tener una actitud de clculo; adems

    tiene un extremado pesimismo histrico: este mundo es malo, no tiene remedio ni tiene nexo

    con el mundo futuro.

    2.3.1. Origen y finalidad.

    Conforme se crea entre los judos de los ltimos siglos antes de Cristo, los cielos se

    haban cerrado y el Espritu no se haba apoderado de nadie desde la desaparicin de los

    ltimos profetas, Ageo, Zacaras y Malaquas. La profeca haba cesado y, desde entonces, la

    historia anduvo ciega, sin direccin, rumbo a ninguna parte; nadie era capaz de conducirla ni

    de iluminarla con la Palabra. El pueblo se hallaba profundamente turbado, casi enfermo; no

    tena conciencia de su eleccin. El autor del primer libro de los Macabeos describe as la

    situacin: Se produjo entonces en Israel una opresin como jams se haba producido otra

    semejante, desde el da en que no hubo ya profetas (1 Mac 9,27).

    La apocalptica juda surge en el perodo posexlico, cuando la gran profeca

    desaparece. Las causas determinantes son mltiples.

    Se unen los dos estamentos, poltico y religioso, en la misma persona: el Rey es

    simultneamente el sumo sacerdote. Falta entonces esa anttesis dialctica entre rey y profeta

    que se encuentra en todas las actuaciones de los grandes profetas desde Elas a Jeremas.

    El templo, ya reconstruido, no necesita aquella purificacin que haba sido bandera de

    tantos orculos profticos.

    Se debe atender, en especial, a los factores histricos.

    En los momentos moralmente bajos del pueblo, cuando siente con pesadumbre perder

    su vocacin de ser nacin elegida, surge la apocalptica.

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

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    Nace en los siglos III-II a.C. en el contexto de la oposicin juda al intento de

    helenizacin-paganizacin que estn llevando a cabo los selucidas con la colaboracin de los

    sumos sacerdotes Jasn y Menelao y de un grupo filohelenista, integrado por muchos

    sacerdotes. Frente a ellos surge el grupo de los hasidim o asideos, que defienden la fe y

    cultura tradicional. Durante la rebelin armada de los macabeos, en los ambientes asideos y en

    contexto sapiencial, se desarrollan las esperanzas escatolgicas, y con ellas el problema de la

    retribucin, dando lugar a un nuevo tipo de asideo que cultiva una nueva mentalidad

    caracterizada por el apocalipticismo. Se trata de una mentalidad autnoma dentro del

    movimiento asideo. El mundo sacerdotal en general y los saduceos la rechazaron, los fariseos

    mantuvieron una postura ambigua, la mayor parte la rechazaron, aunque hubo algn que otro

    simpatizante, especialmente en las pocas de rebelin.

    Desde haca varios siglos, Israel es testigo de la aparicin y desaparicin de grandes

    imperios, que lo someten e incluso persiguen su fe. Esto es contrario al plan de Dios y necesita

    una respuesta. Para iluminar esta situacin, se releen los textos profticos sobre el seoro de

    Yahweh en la historia, sobre el juicio, el Da de Yahweh y el Reino de Dios cf especialmente

    Isaas, Joel, Ezequiel y Zacaras. El resultado de esta relectura dersica es una nueva visin

    de la historia, cuya meta es futuro glorioso, en la que se invierte la situacin actual. Israel se

    autocomprende como destinatario del Reino de Dios, que suceder a estos imperios, todos

    ellos dispuestos por Dios y destinados a desaparecer. Ya est llegando la etapa final de la

    historia humana, en que van a desaparecer los imperios hostiles y va a irrumpir el Reino de

    Dios. La nueva panormica del presente y del futuro se ofrece en forma de una historia lineal

    que transciende el tiempo y culmina en el ms all. Para ello se ordenan en forma lineal todos

    los acontecimientos histricos, que no se consideran fruto de una casualidad, sino de la

    voluntad divina que as los ha ordenado y concatenado. El comienzo de la historia es la

    promesa de Dios y su final el Reino pleno de Dios en el ms all. Para describir esta historia

    se emplea la concepcin lineal de la historia que han legado los profetas, prolongada al ms

    all.

    Los fieles, por eso, deben afrontar con nimo las dificultades del presente para

    participar en el inminente Reino de Dios. Deben estar incluso dispuestos al martirio por la fe,

    sabiendo que Dios es el seor de la vida (2 Mac 14,46) y que incluso los muertos resucitarn

    para tomar parte del Reino (Dan 12,2; 2 Mac 12,38ss). La afirmacin de la resurreccin es una

    contribucin importante del apocalipticismo a la problemtica de la resurreccin. Con ello se

    quiere consolar a los atribulados, a los que se invita a mantenerse fieles a la fe y a la espera

    confiada de la accin salvadora de Dios.

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

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    2.3.2. Caractersticas del apocalipticismo judo son:

    1) Visin lineal de la historia que tiende a un punto final en que se cumplirn las

    promesas de Dios. Se trata del desarrollo de una concepcin proftica que ve la historia como

    el lugar de la accin salvadora de Dios. Primero se ve esta accin en el presente y, ante las

    dificultades, se anuncia otra accin decisiva en un futuro ms o menos prximo, un Da de

    Yahweh, siempre dentro de la historia. En la poca helenista, en el contexto de la persecucin,

    se da el salto escatolgico y se comienza a hablar del ms all en el mundo de Dios.

    2) Divisin de la lnea histrica en dos eones, cualitativamente diferentes, el presente,

    tiempo de dificultades y pruebas, y el futuro, mbito de la accin divina, que juzgar y salvar.

    El en futuro es el del pleno cumplimiento de las promesas de Dios. En la presentacin de los

    dos eones se combinan los dos aspectos del concepto en (unidad temporal-espacial),

    aludiendo tanto a los aspectos temporales (presente-futuro) como a los espaciales (tierra-

    cielo).

    3) En la presentacin de este en se da un dualismo moral, caracterizado por una

    aguda contraposicin entre el mal y el bien.

    4) En este contexto dualista aparece frecuentemente una visin pesimista de este en,

    en marcado contraste con una visin trascendente del venidero. Es un mundo que ya no est

    en las manos de Dios, sino de Satans, y que acabar desmoronndose en una catstrofe

    csmica, que dar paso al otro en. Esta visin pesimista de por s no se traduce en alienacin

    y evasin de los problemas reales; es una visin realista en un contexto de esperanza y

    optimismo; crea un efecto de seguridad que se traduce en prcticas concretas de afirmacin de

    la fe, de lucha histrica y de martirio cruento. Hay un nexo entre el presente y el futuro cf

    apocalipticismo escatolgico. Pero hay que reconocer que en ciertos sectores del

    apocalipticismo csmico lleg a ser evasiva, en los que la visin del futuro se dej de entender

    correctamente y se la asumi como pronstico literal del futuro. Su fruto fue curiosidad,

    evasin, huida de este mundo, negacin de nexo entre el presente y el futuro cf apocalipticismo

    csmico.

    5) Determinismo: todo cuanto sucede se desarrolla de acuerdo con un determinismo,

    decretado por Dios, que culminar en la salvacin de los justos y el castigo de los malvados.

    6) No es fundamental en este marco la presentacin de un mesas. Desde este punto

    de vista las representaciones son variadas: en algunas vendr un mesas, hijo de David, al final

    de este en para inaugurar un reino de 400 1000 aos en un mundo transformado, que ser

    seguido por el en transcendente de Dios. En otra concepcin el Reino ser dado al Hijo del

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

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    hombre, figura personal que representa una colectividad, todo el pueblo de Israel.

    2.3.3. Gnero literario apocalptico.

    Para transmitir esta mentalidad se crea un nuevo gnero literario, el apocalptico, una

    de cuyas caractersticas fundamentales, que da nombre al gnero, es presentar los resultados

    en el marco de una visin, apokalipsis. Un personaje celestial se aparece y en una visin da a

    conocer el presente y el futuro. El elemento aparicin-visin no es nuevo, pues es frecuente en

    los textos anteriores. Lo nuevo es presentar como objeto de la visin todo un conjunto

    coherente que abarca toda la historia. Se trata de un procedimiento para dar ms autoridad a la

    relectura que se ha hecho. El autor es consciente de que la Escritura, tal como est, no ilumina

    el presente, por lo que ha recurrido a una relectura dersica, pero, en lugar de presentar los

    resultados en nombre propio, se sirve de un personaje importante que recibe revelaciones del

    mundo celestial. Esto ofrece una garanta de certeza para todo el conjunto y da autoridad a los

    puntos ms dbiles del mensaje. Es un recurso que peridicamente aparece en la historia para

    ofrecer seguridad, especialmente en pocas de crisis. Para el desarrollo del gnero se emplea

    una serie de imgenes de la tradicin proftica anterior y otras nuevas, con lo que se acu un

    vocabulario y una serie de imgenes y conceptos nuevos, muy tiles para evocar las realidades

    futuras, que por ello tuvieron mucha aceptacin en la literatura posterior, incluso la escatolgica

    que no comparta la mentalidad del apocalipticismo cf

    * Pseudoepigrafa: la visin la tiene un personaje del pasado, que recibe la orden de

    escribirla y esconderla hasta el tiempo final, en que ser encontrada. Esto permite presentar

    como profeca del futuro los hechos conocidos del pasado, que se insinan de forma bastante

    concreta; para los hechos del futuro emplea tpicos. Esto permite datar la poca de la obra:

    donde terminan las alusiones concretas y empiezan los tpicos genricos

    * La visin puede ser directamente comprensible o enigmtica, en cuyo caso es

    necesario un intrprete, normalmente un ngel

    * Uso de imgenes simblicas inspiradas en la literatura anterior, especialmente los del

    xodo, textos de juicio, Da de Yahweh, apocalipsis de Is y Zac, y Ez 1

    2.3.4. El smbolo en el Ap

    El Ap se presenta como una profeca de la historia, plena de smbolos. La victoria de

    Cristo ha cambiado el curso del tiempo y las dimensiones del espacio; su presencia impregna

    por completo nuestra realidad y llena de sentido los acontecimientos de nuestra historia. Y

    solamente el smbolo es capaz de superar el convencionalismo de nuestro lenguaje

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

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    conceptual, elevando lo concreto a una dimensin trascendente y abrindolo a una

    contemplacin misteriosa. El smbolo posee una validez interpretativa perdurable.

    El smbolo no es un lujo, capricho o adorno, sino una necesidad expresiva de nuestro

    libro. Solo el smbolo posee capacidad de universalizacin. Lo que Ap dice, merced a su

    lenguaje simblico, no es solo apto para una poca determinada o un espacio concreto, sino

    para siempre) en cualquier mbito.

    Para entender con coherencia el Ap es preciso conocer adecuadamente el smbolo,

    que se convierte para la apocalptica en un elemento esencial.

    Es esta cualidad la que primero y ms poderosamente llama nuestra atencin de

    lectores. El libro se encuentra repleto de visiones simblicas.

    El simbolismo del Ap proviene en primer lugar del Antiguo Testamento

    (recurdense las diversas menciones acerca de la serpiente, el paraso, las plagas, las

    trompetas...); tambin de la apocalptica juda, y especialmente de la concepcin original,

    propia del autor, que incorpora los diversos elementos en una nueva sntesis genial.

    A fin de tener una visin lo ms global y coherente posible que nos permita entender

    mejor el Ap, agrupamos las diversas clases de smbolos.

    a) Simbolismo csmico:

    Hace alusin a la dimensin trascendente. Es preciso citar, sobre todo, los cata-

    clismos (sol que se torna negro, luna que se desangra, relmpagos, truenos, terre-

    motos...),que expresan la presencia inmediata de Dios en la historia. La conmocin

    csmica expresa la presencia de Dios en la historia para juzgar y salvar. Si el Sina tembl

    cuando Dios se apareci para dar la ley, cuanto ms temblar la creacin cuando Dios venga

    a juzgar! Invita al hombre a reconocer a Dios, pero muchos le rechazan. Ya aparece en el AT.

    Hay otros elementos sin esta connotacin, como estrella = tribu de Israel cf doce

    estrellas (Ap 12). Mar = elemento que separa.

    b) Simbolismo teriomrfico3

    Animales horribles o amables, y sus miembros (dragn, bestias, len, caballo,

    cordero...; cabeza, cuerno, alas...) expresan las fuerzas sobrehumanas, casi descomunales,

    pero siempre controladas por el poder de Dios, Seor de la historia. Estas fuerzas actan en

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    11

    la historia de manera brutal, bestial, deshumanizndola. Aparecen el gran dragn, la primera

    y segunda bestia, los caballos en estampida, los cuernos...

    El animal descomunal alude a naciones o colectividades enemigas del pueblo de Dios

    (cf la bestia de la tierra (Ap 13,1ss), inspirada en Dan 7,4-6).

    Junto a ellos hay otros, como el Cordero, dbil, pero vencedor (cabeza = cuerno =

    poder = rey, cf AT).

    c) Simbolismo cromtico

    Los colores adquieren una significacin que sobrepasa su valor meramente esttico. El

    Ap es un libro reluciente, incandescente en brillos, fulgores y destellos. He aqu los ms

    importantes colores:

    * Blanco = color del mundo de Dios = victoria, gloria de los elegidos, resurreccin cf Ap

    11,14; 7,9.13-18; 19,8

    * Dorado = color de la liturgia

    * Rojo = color de sangre = asesinato, violencia (Ap 6,4). La serpiente es roja (Ap 12,3 =

    Satans, asesino por naturaleza). La prostituta = prpura escarlata (Ap 17,4) cf sangre de los

    cristianos (17,6; 13,15-17)

    * Verde = caducidad de la vida y la muerte

    * Gris amarillento = peste y muerte (Ap 6,7s)

    * Negro = sufrimiento (Ap 6,5-6)

    d) Simbolismo aritmtico

    Los nmeros hablan y expresan la calidad de algo que su cantidad sugiere.

    * 3 = plenitud; absoluto; en el AT se emplea para Dios (Gen 18,2: 3 ngeles; Is 6,3: 3x

    santo cf Ap 4,8).

    * 4 = mundo creado (cf 4 vientos o 4 puntos cardinales de la tierra que era considerada

    cuadrada) cf Ap 4,6ss.

    * 7 y sus mltiplos significan la perfeccin, la totalidad y tambin alianza de Dios con su

    3 Animales

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    12

    pueblo (junto con el 12) porque es la suma de 3+4 (el 12 porque es el producto de 3x4). El

    estructurar la obra en septenarios es una buena noticia para la comunidad (14,6) = a pesar de

    las dificultades exteriores e incluso a pesar de los pecados de la Iglesia, Dios es fiel y ayuda

    siempre a su pueblo.

    * Las fracciones de siete y sus mltiplos indican la parcialidad: se refieren a un poder o

    tiempo breve, limitado: que los males duren tres aos y medio = mitad de siete = 42 meses

    (11,2; 13,5) = 1.260 das (11,3; 12,6) es una buena noticia, pues se insina que el mal tiene

    una duracin limitada, con lo que se invita a mantener viva la esperanza (se inspira en Dan; cf

    Dan 4,13: un tiempo = un ao; segn Dan 9,27 tres aos y medio, media semana de aos, es

    el tiempo de la persecucin de Antoco IV: significa un tiempo de persecucin, permitido por

    Dios, pero limitado en el tiempo para consuelo de los afligidos).

    * 12 = pueblo de Dios; 23x; cf 24 = 12 x 2: pueblo del AT y NT

    * 1000 = cantidad innumerable; 6x

    * combinaciones: 144.000 = 12x12x1000: nmero incontable del pueblo de Dios (Ap

    7,4-8.9). 1.600 estadios corri la sangre (Ap 19,15 cf Is 63,3) = 4x4x100 = todo el mundo ser

    objeto del juicio de Dios.

    e) Simbolismo histrico

    Tomado de los hechos histricos: cf Babilonia como personificacin de los enemigos

    del pueblo de Dios, imagen inspirada en el uso de Is y Ez cf Ap 17-18.

    f) Simbolismo antropolgico

    Est tomado de los usos de los hombres

    * Libro = plan de actuacin

    * Sello = realidad oculta

    * Trompeta = signo para convocar: para la lucha, para la resurreccin, para el juicio de

    Dios

    * Copa: su contenido (agradable, desagradable) expresa la situacin positiva o negativa

    que se vive.

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    13

    2.3.5. Itinerario para descifrar los smbolos

    En primer lugar, el lector del Ap debe dejarse provocar por el haz de su gerencias de

    todo tipo que encierra el smbolo. Hay que dejarse impresionar y conmocionar por la fuerza

    innata del smbolo. No vale la mera actitud conceptual, que lo desnaturaliza desfigurndolo en

    puro artificio retrico.

    En segundo lugar, hay que ir descifrando. Es preciso extraer su mensaje teolgico,

    pues no es el smbolo del Ap el resultado febril de la imaginacin del autor o un bello producto

    potico; est cargado de riqueza bblica y padece un decisivo influjo que se retrotrae

    principalmente al Antiguo Testamento, la literatura apocalptica y la propia inspiracin del autor.

    El estudio se convierte entonces en tarea reflexiva, atenta, pormenorizada.

    En tercer lugar, desde la vida de la comunidad, que lee el Ap (1,3) -historia de

    persecucin, de sufrimiento, de fidelidad-, se debe encontrar la respuesta a las inacabables

    sugerencias que plantea el libro. Hay que intentar entender el contenido del smbolo desde la

    situacin concreta que el lector y el grupo cristiano estn viviendo y padeciendo: historia

    personal, de la comunidad cristiana, de la Iglesia y de toda la humanidad.

    2.4. El Apocalipsis, un libro proftico-apocalptico

    Aunque el Ap posea ropaje apocalptico su esencia ms profunda no pertenece al

    gnero apocalptico judo, sino al proftico.

    La doctrina apocalptica juda est caracterizada por un pesimismo soteriolgico y es,

    por tanto, dualista. El Ap de Juan se escapa de este determinismo fatal. Ve ya en los hechos

    de nuestra historia la presencia eficaz de Cristo, que cambia desde dentro la situacin de

    nuestro mundo. El Ap no aguarda el final de la historia con los hombros cados (inaccin o

    inhibicin) o los brazos cruzados (esperndolo todo de Dios); sino que se compromete con una

    fidelidad responsable para transformar esta tierra segn el modelo del cielo nuevo y la nueva

    tierra que se le prometen.

    El Ap no es el calendario sombro de los ltimos acontecimientos y catstrofes

    mundiales, segn pensaba la apocalptica juda y considera an la mentalidad de algunos

    sectores y personas de nuestro pueblo. Est jalonado por siete -plenitud- bienaventuranzas,

    que lo califican como el libro del consuelo cristiano en medio de las tribulaciones definitivas.

    Los libros apocalpticos guardaban celosamente su secreto desde los ms remotos

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    14

    tiempos hasta el final de los das.4 El Ap es, en cambio, un libro abierto por el Cordero, y

    constituye ya para la Iglesia, no en vistas a un futuro lejano, la gran profeca: el designio

    providente de Dios sobre este mundo. De manera cabal y explcita, el libro se autodenomina en

    siete ocasiones con la expresin las palabras de esta profeca (1,3; 11,6; 19,10; 22,7.10.18),

    concentradas especialmente en el prlogo y el eplogo, y lo califican con la categora bblica de

    una verdadera profeca, es decir, con las notas especficas de revelacin, prediccin y

    exhortacin.

    El Ap representa la ltima gran profeca que interpreta a la luz de Dios la historia desde

    una clave de salvacin. La profeca del Antiguo Testamento ha encontrado en la revelacin

    cristiana del Ap su cumplimiento.

    Pero estos elementos (apocalptica-profeca) no son del todo excluyentes; el Ap

    pertenece a este gnero, aunque no cabe reducido a l solo. Su originalidad le hace acreedor a

    ambas categoras. Quiere decirse que habr que acudir a las obras apocalpticas judas para

    resolver muchos enigmas.

    2.5. El Apocalipsis y el Antiguo Testamento

    Ap es el libro del Nuevo Testamento que remite con ms frecuencia al Antiguo:

    est completamente saturado de sus citas textuales y contextuales.5 Ningn escrito utiliza tanto

    el AT, pero es el que lo cita menos, pues no se limita a copiar o reproducir pasajes, sino a

    parafrasearlos y recreados con su peculiar estilo.

    La versin del AT que parece utilizar el autor del Ap es hebrea (texto masortico) y no

    griega (la llamada de los LXX).

    As pues, el Ap se presenta como una relectura cristiana de todo el AT. En Ap resuenan

    ntidamente, con voz cristiana, sus grandes temas teolgicos.

    2.6. El Apocalipsis y la liturgia

    El libro del Ap empieza por un dilogo litrgico entre un lector y la comunidad (l,4-8) y

    acaba con otro dilogo igualmente litrgico entre diversos personajes: Juan, el ngel, Jess y

    la asamblea (22,6-21). Ambos extremos, prlogo y eplogo, como si de una verdadera inclusin

    semtica se tratara, nos permiten calificado como un libro esencialmente litrgico.

    4 Cf 4 Esdras 12,35-38; 1 Henoc 1,2. 5 De sus 404 versos, 278 aluden con referencias explcitas al AT, sin contar sus mltiples remembranzas y

    evocaciones veterotestamentarias.

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    15

    El contenido del libro que Juan va a escribir (escribe en un libro lo que ves y envalo a

    las siete Iglesias de Asia: 1,11) tiene una caracterstica singularmente litrgica, pues en el

    da del Seor (1,10) sucedi la manifestacin de Cristo a Juan en la isla de Patmos. El

    da del Seor es expresin tpica acuada por el Ap y llena con su influencia litrgica todo el

    libro. El da del Seor o domingo (es la primera vez que un escrito cristiano designa as al da

    cristiano por excelencia) actualiza el misterio de la muerte y resurreccin del Seor Jess me-

    diante la celebracin eclesial de la eucarista.

    El Seor, que se revela a Juan, el vidente, es sumo sacerdote, revestido con una

    indumentaria tpicamente sacerdotal, que oficia la funcin litrgica de la Iglesia (1,13). Esta

    Iglesia est contemplada en la imagen de siete candelabros de oro (o encendidos); quiere

    decirse que es una Iglesia que celebra vivamente su liturgia, y siempre presidida por quien

    camina en medio de ella: Cristo.

    Dios, el sentado en el trono (4,8-11), y el Cordero (5,8-10.12), ambos conjuntamente

    (5,13-14), sern aclamados en un mbito privilegiado dentro del marco celebrativo de la liturgia.

    El Espritu aparece en la imagen cultual de siete lmparas de fuego que arden perpetuamente

    frente al trono de Dios (4,5). Las plegarias de la Iglesia terrena son elevadas hasta el trono de

    Dios, y acogidas, como incienso agradable en su presencia, entre las nubes del perfume de las

    copas de oro, que son las oraciones de los cristianos (5,8). El Seor, bajo la imagen simblica

    del Cordero, es aclamado dentro de la asamblea de la Iglesia; el Cordero se muestra como un

    ttulo cristolgico perfectamente litrgico (5,9-10.13; 12,11; 19,7).

    El libro se desarrolla a travs de grandes doxologas o alabanzas, sin cuya presencia el

    Ap sera del todo incomprensible.

    La liturgia del Ap sirve de lazo profundo de unin entre el cielo y la tierra. Todo cuanto

    hace de positivo el grupo eclesial (especialmente su tarea de testimonio activo o su

    persecucin) encuentra un fiel eco en el templo del cielo (11,15-18; 12,10-12; 15,3-4; 16,5-7;

    19,1-7). La liturgia se revela, por tanto como viva fuente de comunin entre la Iglesia celeste,

    que no contempla despreocupada la suerte de sus hermanos, y la Iglesia que peregrina en la

    tierra dando heroico testimonio de su fe en Cristo.

    En el libro se encuentran frecuentes alusiones simblicas a la vida sacramental de la

    Iglesia, en especial a los dos grandes sacramentos: el bautismo (agua de la vida,

    vestiduras blancas) y la eucarista (Cristo dar al vencedor comer del rbol de la vida, el

    man escondido y una piedra blanca, le invitar a una cena -detpnon- de alianza, de

    mutua reciprocidad).

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    16

    La celebracin del culto anticipa mistricamente el fin de la historia, el juicio del reino. La

    comunidad cristiana, la que sufre persecucin a causa de su nombre, se rene en la liturgia,

    celebra su fe en Cristo, vivo y ya presente en la historia, al que espera con ansia que venga en

    su gloria definitiva. Por eso lo invoca con el gran grito litrgico: Maranatha, Ven, Seor (Ap

    22,20).

    7. Estructura literaria

    7.1. Datos

    7.1.1. Indicios literarios

    * Introduccin (1,1-8) y la conclusin (22,6-21) estn formuladas de forma paralela, con

    los mismos motivos, en forma de inclusin literaria. Ponen de manifiesto la unidad de toda la

    obra. Hay, pues, acuerdo general en distinguir prlogo y eplogo.

    * Todos los especialistas estn de acuerdo en la apreciacin de que los septenarios son

    fundamentales en la estructuracin de la obra, aunque no coinciden en la forma de

    determinarlos cf

    + septenarios explcitos: siete iglesias a las que se dirigen siete cartas (2-3), siete sellos

    (5,2-8,1), siete trompetas (8,2-11,15a), siete copas (15,5-16,21)

    + se discute si en la parte final (19,11-22,5) hay un septenario implcito.6

    * Los tres septenarios centrales (sellos, trompetas, copas) estn relacionados entre s.

    Incluso hay un paralelismo, tanto literario como de contenido:

    + el paralelismo entre las trompetas y copas es claro, pues aluden a las plagas de

    Egipto, el de los sellos prepara los otros dos.

    + Dentro de este paralelismo se da una cierta progresin cf los castigos son cada vez

    ms fuertes: en los sellos la destruccin afecta a la cuarta parte (6,8), en las trompetas a la

    tercera (8,7-12.15), en las copas es total (16)

    + Ni el 61 sello ni la 60 trompeta son descritos, sino slo se dice que se abre el 71 sello

    6 Lo defienden Charlier, X.Alegre, a la vista de siete escenas de visin que comienzan con la frmula y vi cf

    19,11.17.19; 20,1.4.11; 21,1. Estos defienden la existencia de 5 septenarios. Otros objetan que realmente hay dos

    ms cf 20,12 y 21,2, y que por tanto son nueve frmulas, pero les responden que 20,12 no introduce una nueva

    escena sino que es la continuacin de la anterior; igualmente 21,2 es la misma escena introducida por 21,2.

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    17

    (8,1) o toca la 70 trompeta (11,15a). Con ello el autor excluye una lectura meramente

    cronolgica de los septenarios. El contenido del 71 sello son las siete trompetas y el de la 70

    trompeta son las siete copas. La 70 copa se describe como la cada del Imperio romano (17-

    18)

    * El autor intercala en los septenarios una serie de interludios cf 7,1-8; 10,1-11,14; 12-

    13; 17-18, que tienen una doble finalidad, por una parte ofrecen pistas teolgicas para

    interpretar lo que sucede a la Iglesia y al mundo, y por otra retardan el septenario que sigue.

    * Repeticin de motivos teolgicos, que ayudan a ver la relacin entre los diversos

    septenarios cf inclusin entre el 11 septenario (cartas) y el septenario de visiones finales: rbol

    de la vida que se encuentra en el paraso (2,9 y 22,2); segunda muerte (2,11 y 20,14; 21,8);

    nombre nuevo que nadie conoce (2,17 y 19,12); cetro de hierro con el que Cristo gobernar a

    las naciones (2,16s y 19,15); libro de la vida (3,15 y 20,12); nueva Jerusaln bajada del cielo

    (3,21 y 20,4); sentarse con Cristo en el trono (3,21 y 20,4). Igualmente el motivo de la boda del

    Cordero con la Esposa aparece al final del septenario de las copas (19,7s) y es desarrollada en

    la ltima visin del quinto septenario (21,2). Motivo de los tres ay: se anuncian en 8,3 y

    aparecen en 9,12; 11,14 cf 18,10.16.19.

    * Todas las cartas estn construidas con la misma estructura concntrica

    * Antes de cada septenario hay una visin preparatoria y despus una liturgia en el

    cielo, menos al final (pero cf 21,22: no hay templo pues su templo es el Seor Dios y el

    Cordero).

    7.1.2. Indicios que aporta el contenido

    * Diversas agrupaciones por materia: septenario de cartas, de sellos, de trompetas, de

    copas. Cada una de ellas forma una unidad.

    * A partir de 19,11 hasta el final se describen los ltimos acontecimientos; por otra parte

    las visiones se pueden agrupar en siete (la ltima es 20,1-22,5, pues con motivos distintos

    [cielo y tierra nuevos, Jerusaln celestial, la Esposa del Cordero y el Paraso] se describe la

    realidad plenamente salvada que aparecer al final de la historia), aunque absolutamente hay

    otras posibilidades. Formara otra unidad, que se confirmara con los temas que la refieren al

    primer septenario.

    * No hay motivos para separar las cartas del resto del Ap. Primero porque la

    introduccin (1,1-8) y el eplogo (22,6-21) forman una inclusin que enmarca toda la obra cf

    temas. En segundo lugar tambin forman inclusin los septenarios primero y quinto. Tercero

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    18

    porque en la introduccin a las carta el vidente recibe la orden: "Escribe, pues, lo que has visto,

    lo que est sucediendo y lo que va a suceder despus de todo esto". Esta ltima frase se

    refiere a las visiones que siguen a las cartas. Finalmente hay una relacin entre las cartas

    (examen del presente, facetas positivas y negativas; exhortacin a mantenerse en lo positivo

    con paciencia y a superar lo negativo), los septenarios de sellos-trompetas-copas (dificultades

    que hay que sufrir y superar en el presente y en el futuro) y las visiones finales (meta a donde

    llegarn los que triunfen). De esta forma los tres septenarios centrales son como un ejercicio

    de discernimiento en que se invita al lector a ver cmo de pasa de la Iglesia militante a la

    triunfante, de acuerdo con el plan misericordioso y providente de Dios, en medio de un mundo

    que parece dominado por las fuerzas del mal, que han desencadenado una lucha a muerte

    contra los seguidores del Cordero degollado (12,12b).

    7.2. Estructura unitaria y concntrica (Charlier, X.Alegre)

    (A) Prlogo y saludo epistolar (1,1-3.4-8)

    (B) Primer septenario: las siete cartas (1,9-4,11)

    1) Visin preparatoria (1,9-20)

    2) Las siete cartas (2,1-3,22)

    - Carta a feso (2,1-7)

    - Carta a Esmirna (2,8-11)

    - Carta a Prgamo (2,12-17)

    - Carta a Tiatira (2,18-29)

    - Carta a Sardes (3,1-6)

    - Carta a Filadelfia (3,7-13)

    - Carta a Laodicea (3,14-22)

    3) Liturgia final en el cielo (4,1-11)

    (C) Segundo septenario: los siete sellos (5,1-8,1)

    1) Visin preparatoria (5,1-14)

    2) Los siete sellos (6,1-7,8; cf 8,1)

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    19

    - Los cuatro primeros sellos: cuatro jinetes y plagas (6,1-8)

    - Quinto sello: los mrtires piden venganza (6,9-11)

    - Sexto sello: seales apocalpticas de la ira de Dios (6,12-17)

    * Interludio: los elegidos sellados (7,1-8)

    3) Liturgia final en el cielo (7,9-17)

    - Apertura del sptimo sello (8,1)

    (D) Tercer septenario: las siete trompetas (8,2-14,5)

    1) Visin preparatoria (8,2-5)

    2) Las siete trompetas (8,6-13,18)

    - Introduccin (8,6)

    - Las cuatro primeras trompetas: sobre la naturaleza (8,7-12)

    Anuncio de los tres (ay! (8,13)

    - La quinta trompeta: sobre los incrdulos (9,1-11)

    El primer (ay! ha pasado (9,12)

    - La sexta trompeta: sobre el ro ufrates (9,13-21)

    Primer gran interludio (10,1-11,13)

    * Vocacin proftica de Juan (10,1-11)

    * Misin proftica de los cristianos (11,1-13)

    El segundo (ay! ha pasado (11,14)

    - Anuncio de la sptima trompeta (11,15a)

    * Cntico en el cielo: arca de la alianza (11,15b-18)

    * Segundo gran interludio (12,1-13,18)

    + Lucha entre el pueblo de Dios y el Dragn (12)

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    20

    + Aliados del Dragn: las dos Bestias (13)

    3) Liturgia final en el cielo (14,1-5)

    (C') Cuarto septenario: las siete copas (14,6-19,20)

    1) Visin preparatoria (14,6-20)

    2) Las siete copas (15,1-18,24)

    - Las cuatro primeras copas: sobre la naturaleza (16,1-9)

    - Quinta copa: sobre el trono de la Bestia (16,10-11)

    - Sexta copa: sobre el ro Efrates (16,12-16)

    - Sptima copa: cada de la Gran Babilonia (16,17-21)

    * Interludio (17-18):

    + Identificacin de Babilonia/Roma (17)

    + Canto por la cada de Babilonia (18)

    3) Liturgia final en el cielo (19,1-18)

    (B') Quinto septenario: las siete visiones (19,9-22,5)

    1) Introduccin (19,9-10)

    2) Las siete visiones (19,11-22,5):

    - Aparicin del Mesas, Juez y Victorioso (19,11-16)

    - Anuncio de la victoria (19,17-18)

    - Primer combate escatolgico: derrota de los aliados (19,19-21)

    - Derrota y encadenamiento de Satans (20,1-3)

    - Reinado de mil aos y 21 combate escatolgico (20,4-10)

    - Juicio final (20,11-15)

    - El mundo nuevo/la nueva Jerusaln (21,1-22,5)

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    21

    * El cielo y tierra nuevos/la nueva Jerusaln (21,1-8)

    * La novia del Cordero/la Jerusaln celeste (21,9-27)

    * El Paraso (22,1-5)

    (A') Eplogo y salutacin epistolar (22,6-20,21)

    8. El Apocalipsis y la historia

    8.1. Contexto histrico

    Ap es un libro que refleja con fidelidad los avatares del tiempo, particularmente la

    persecucin del Imperio romano contra la Iglesia naciente.

    Esquemticamente podemos distinguir tres perodos en donde coincide la persecucin

    religiosa y el surgimiento de obras apocalpticas.

    El primero acontece durante el violento intento de helenizacin de Palestina llevado a

    cabo por Antoco IV Epfanes (137 a. C.). Se crea la manifestacin (epifanein; de ah el

    nombre de Epfanes) visible del mismo Dios en la tierra. Su pretensin era acabar con la

    Alianza; oblig a los judos fieles a prcticas paganas que atentaban contra su fe y sus

    costumbres. Como protesta y rebelin popular brota el movimiento de los Macabeos y unos

    libros apocalpticos. Entre ellos se destaca el de Daniel (este libro y los libros de los Macabeos

    describen justamente aquellos mismos hechos luctuosos, pero cada uno segn su gnero

    literario caracterstico: apocalptico y narrativo). Se escriben tambin los libros apcrifos de los

    Jubileos, el Testamento de Moiss y 1 Henoc 83-90.

    El segundo perodo sucede a causa de la conquista de la Tierra Santa y profanacin del

    templo de Jerusaln por parte de Pompeyo (60 a. C.). Una tremenda afliccin cay sobre el

    pueblo al ver que haba sido mancillada la santidad de la nacin y del santuario por las

    sandalias pecadoras de los gentiles. Se redactan entonces los Salmos de Salomn, 1 Henoc

    37-71 y se revisa el Testamento de Moiss.

    El tercero ocurre como consecuencia de la gran guerra juda y la definitiva ruina de la

    nacin y del templo: queda proscrito el sanedrn, invalidado el sacerdocio, la poblacin

    diezmada, hecha esclava... Surgen los libros de 2 y 3 Baruc, 4 Esdras (tal vez los libros de

    mayor amargura en la historia de la literatura universal) y el Apocalipsis de Abrahn.

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    22

    As, desde la panormica de estos hechos, puede verificarse que la apocalptica

    marcha pareja con la historia. Unos hombres piadosos (hasidim), sintindose herederos de los

    profetas, prolongan su accin consoladora: ponen en los labios de egregios antepasados

    palabras de aliento para levantar al pueblo decado.

    Los escritos apocalpticos son, pues, libros que hablan de la intervencin de Dios en la

    historia mediante una. revelacin simblica para consolar al pueblo atribulado.

    8.2. Historia y Apocalipsis cristiano

    El cuarto perodo acontece con el Ap cristiano y es el de la persecucin de la Iglesia por

    parte del Imperio de Roma.

    Asia Menor, en donde se ubican las siete Iglesias de Ap, ha sido durante el primer siglo

    de nuestra era un terreno propicio sobre el que se ha extendido espontneamente el

    culto al emperador, patente en multitud de templos.

    Este culto al emperador supone fundamentalmente toda una concepcin -no se

    conforma solo con el ceremonial- que afecta a las relaciones socio-polticas entre el

    Estado y los individuos; de ah su trascendencia y gravedad.

    Para los hombres de este tiempo, el orden del mundo descansa en la proteccin que

    los dioses otorgan; estos son los continuos garantes de la paz y de la vida. El

    emperador de Roma, representante visible de esta autoridad sobrenatural, es el

    cimiento del universo. Su persona est considerada como un dios viviente y se le

    tributa un culto verdadero.

    El Ap ha visto en los signos de aquellos tiempos, aunque no se ejerciera de hecho una

    persecucin sistemtica y regular -si se tomaban medidas aisladas, represalias contra

    particulares-, la anttesis de dos mundos irreconciliables. Su crtica es, por tanto, ms

    dura y perdurable; no escribe movido por la impresin momentnea de unas

    escaramuzas puntuales, sino que discierne con sabia penetracin sobre toda una

    concepcin del mundo v de la sociedad totalmente contraria y hostil a la fe cristiana.

    El Ap refleja este enfrentamiento a muerte entre la Iglesia cristiana y el Imperio romano,

    la lucha perpetua entre dos ciudades (la nueva Jerusaln y Babilonia). Por eso escribe

    con acentos radicales. O se adora a Cristo, el Cordero degollado, o se es irremediable-

    mente esclavo de la Bestia. O se sigue a Cristo, dispuesto a sufrir como l la exclusin

    de la ciudad secular y a rechazar su sistema de vida, aceptando la persecucin; o se

    es esclavo de la Bestia, ingresando en el entramado de un consumo desenfrenado y

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    23

    en la red de una inhumana insolidaridad.

    El Ap ha vislumbrado profticamente la dramtica situacin que se presentaba. Este

    libro iluminador, de consuelo y denuncia, deba escribirse. Cristo glorioso se le aparece

    a Juan, y le manda: Escribe lo que ests viendo: lo que es y lo que va a ser despus

    de estas cosas (1,19). Era de todo punto necesario sostener la lealtad y el coraje de

    los cristianos, despreciados y perseguidos a causa de su Nombre, en la lucha

    dramtica de su fe.

    En esto consiste el libro del Ap: la comunidad cristiana, purificada por la palabra de

    Cristo, que el Espritu interioriza, se enfrenta, a fin de mantener vivo el testimonio de Jess,

    ante un mundo opresor, y sigue la misma suerte que su Seor, la persecucin y el rechazo

    hasta la muerte. Pero de las visiones y revelaciones que Cristo le concede, la Iglesia obtiene la

    fuerza necesaria para no sucumbir ciegamente ante la amenaza y el embrujo del Imperio; saca

    el entusiasmo para salir vencedora como Cristo, el Cordero degollado, el supremo vencedor.

    El Ap es el libro del testimonio cristiano, de los mrtires cristianos, los que no han

    adorado a la Bestia ni a su imagen; y han sido excluidos, perseguidos y asesinados. Este libro

    comporta una denuncia contra la idolatra del Imperio, que pretende erigirse como dios y exige

    la adoracin a sus adeptos. Muchas de sus difciles expresiones son inteligibles solo desde

    este trasfondo histrico. Sus doxologas de confesin creyente en Cristo, el nico Rey de

    reyes y Seor de seores (19,16), aparecen como una repulsa pblica de adoracin prescrita

    al emperador. Se ha descubierto en sus frecuentes aclamaciones litrgicas a Cristo (cf. 6,8;

    12,10; 13,10; 15,4) una rplica cristiana frente a los himnos paganos que tributaban gloria y

    honor al emperador, concretamente a Domiciano, que se crea un dios viviente y exiga el culto

    divino.

    8.3. Relacin con el corpus jonico

    Ambos escritos, el cuarto evangelio y Ap, poseen unas notables semejanzas. Veamos

    las ms importantes. La sntesis debe llegar, por necesidad de espacio, a la expresin casi

    telegrfica.

    Tambin el evangelio, como la configuracin esencial del Ap, recuerda el esquema de

    dos mundos o dos planos de la revelacin: arriba (anothen) y abajo (kato), el cielo y la

    tierra. La revelacin de arriba, o emitida desde la trascendencia, debe ser comprendida por la

    Iglesia, que se sita en el horizonte de la historia O n 1,51; 16,25; en Ap esta cosmovisin

    sigue un esquema constante: 4-5; 10,1; 12,1-3; 14,1; 15,1; 16,1; 18,1-2;19,1-10; 21-22,5).

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    24

    Sorprende el profundo parecido en el dualismo luz-tinieblas On 1,5; 3,19~ 8,12;

    12,35.46; comprese con Ap 1,12.16.20; 19,12) Y verdad-mentira (}n 8,44; 14,17; 15,26;

    16,13; en relacin con Ap 3,7.14; 6,10; 19,11).

    Anloga es la visin de la cristologa. Unin de Jess con el Padre (}n 10.30.3 8; 14,9-

    11; 17,1-5; Ap 5,6; 14,1). Idnticos ttulos para Jess: Palabra On 1,1.14; 1 Jn 1,1; Ap

    19,13); Cordero (Jn 1,19.36; 19,36; Ap 5,6; 6,16; 7,17...); Pastor (Jn 10,1-16; Ap 7,17);

    Vencedor (Jn 16,33; Ap 5,5; 17,14; 19,11-16).

    Afn resulta tambin la ptica de la eclesiologa. La nocin del verdadero Israel On 4,22;

    Ap 12,5.17) y de la esposa (Jn 3,29; Ap 12; 19,7; 21,2; 22,17).

    Toda esta red de semejanzas induce a la siguiente conclusin. Se trata de dos libros

    que poseen dos gneros literarios diversos; uno es un evangelio, el otro un Apocalipsis; pero

    mantienen una estructura de pensamiento fundamental que los une en la concordia de una

    paternidad comn. Ambos escritos se escriben y se inscriben dentro de la influencia de la

    escuela jonica; por eso se alan en el mismo esquema inspirador y se expresan de manera

    muy parecida.

    8.4. Autor

    Se presenta como Juan, siervo de Dios, hermano y compaero en la tribulacin (1,1.10).

    Quin es este Juan? )Apstol Juan, atribucin pseudpoepigrfica a l (cf J.Becker, pero

    con poca aceptacin) o un miembro de la Escuela de Juan que tena este nombre?

    El problema de la autora es antiguo y muy debatido, incluso hoy no presenta

    soluciones definitivas. Algunos comentaristas creen que el autor es Juan, el apstol, quien

    escribi el cuarto evangelio. Otros creen que no se trata de Juan, sino de un autor annimo,

    pero de la escuela jonica. En el siglo II, el Ap es atribuido de manera concorde a Juan, el

    apstol: as Justino (+150), Ireneo (+ 202), Clemente de Alejandra (+ 211/215) y Tertuliano (+

    222/223).

    En el siglo III surgen voces disidentes y aparece la tendencia a considerar que el Ap se

    distingue del cuarto evangelio, as lo hace Dionisio de Alejandra. No se consolida una tradicin

    histrica que fundamente una asignacin firme al apstol Juan. Tanto ms cuanto que la

    atribucin a Juan, el apstol, era un recurso para defender la canonicidad del Ap contra los

    intentos herticos de considerarlo como libro no revelado.

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    25

    Podemos apuntar una solucin, que hoy es la ms invocada en el campo de la

    exgesis universal. El estilo literario del Ap es totalmente diverso del cuarto evangelio y seala

    a un autor distinto.

    La fecha de composicin del Ap se sita hacia el final del siglo 1. El testimonio de lreneo -

    Hacia el final de Domiciano (Adversus haereses V, 30)- as parece confirmado. No es

    posible dar una mayor precisin. Se admite, pues, que fue escrito en torno al ao 95 y en

    Patmos, una pequea y desrtica isla (aun hoy da) del mar Egeo, que serva de crcel natural,

    en donde el autor del Ap es taba relegado. Sobre el lugar de composicin del Ap no han

    existido vacilaciones a 10 largo de su historia interpretativa.

    8.5. Tiempo de composicin

    Ireneo (Adv Haereses V,30): Hacia el final de Domiciano. Lo confirma el contexto de

    persecucin cruel y las alusiones a las Iglesias de Asia contenidas en las cartas. Hoy da la

    mayor parte de exgetas proponen la fecha aproximada del ao 95, aunque hay minoras que

    lo sitan en otras pocas, desde Nern hasta Trajano.

    9. Situacin de la comunidad

    * Fundamentalmente y desde un punto de vista externo, eran los ocasionados por la

    persecucin poltica, social y religiosa del Imperio romano y sus aliados. Se quiere imponer el

    culto divino al emperador Domiciano. Es una persecucin que ha provocado el martirio de

    miembros de las comunidades (2,13). Son unas fuerzas que por una parte erosionan la moral

    de las comunidades y por otra intentan llevarlas a la apostasa, a la que han cedido algunos,

    aunque otros se mantienen fieles a los valores de Cristo (3,4). El autor quiere desenmascarar

    estas fuerzas, haciendo ver su naturaleza, su poder real y su destino, a la luz de la intervencin

    decisiva de Cristo en la historia de la humanidad. Debajo del Imperio y su pretensin de

    absoluto, se esconde un poder demonaco, servido por aquella cultura. No se puede ceder a

    las pretensiones del Imperio. Cristo es el nico absoluto y exige plena fidelidad, hasta el

    martirio. Se trata de una experiencia histrica concreta, que adquiere categora de paradigma

    para toda la historia. Jn lo ofrece como tal a la Iglesia, insertando este combate en el marco

    general de la historia, puesta por Dios en manos de Cristo resucitado, y que desembocar en el

    juicio, destruccin del mal, y el paraso.

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    26

    Junto al Imperio est tambin la postura hostil del judasmo, donde estas comunidades

    tienen sus races. Ap les niega el ttulo de verdadero judo (2,9; 3,9).

    * Desde el punto de vista interno, las comunidades viven momentos difciles, propios de

    la segunda generacin: baja el fervor (2,4) y menosprecio de las exigencias de la moral

    cristiana; falsos apstoles predican doctrinas no compatibles con la fe cristiana (2,2.14.15.20-

    23), en las que se relativiza la obra redentora de Cristo, a quien se toma como un personaje

    celeste sin incidencia en nuestra realidad o se le quiere compatibilizar con los valores del

    mundo pagano. Se les denomina los nicolatas / Balan, Jezabel.

    II. MENSAJE TEOLGICO7

    En el Ap queda del todo patente que no se puede entender a Cristo sin la Iglesia, que

    es la obra de su amor; ni a Esta sin Cristo, su Seor absoluto (). Creada por el amor de su

    Seor, convertida a su palabra, consolada por la promesa de la victoria, animada por el

    consuelo del Espritu, la Iglesia emprende la tarea de dar testimonio ante el mundo del designio

    de la salvacin, que consiste en anunciar al Cordero degollado, pero de pie, el Seor de la

    vida.

    Juntos, Cristo y la Iglesia, van a derrotar el podero del mal y devolver la esperanza a la

    humanidad. La presencia de Cristo, el Hijo del Padre y poseedor del Espritu, nos revelar el

    insondable misterio de Dios y del Espritu.

    1. Cristo en el Apocalipsis

    Desde el comienzo (1,1) hasta el final (22,21) el libro se presenta como un apocalipsis o

    revelacin de Cristo. La historia se convertir en destino de salvacin con un desenlace feliz,

    porque est penetrada por la fuerza victoriosa de Cristo, muerto y resucitado.

    La cristologa del Ap subraya el acontecimiento central, caracterstico de toda cristologa

    del NT: el misterio de la muerte, resurreccin y glorificacin de Jess. Ya entronizado, efunde

    el Espritu Santo.

    La figura de Cristo se presenta fuertemente concentrada. Existe tanta riqueza teolgica

    en su persona que con frecuencia los atributos cristolgicos se hallan entreverados unos con

    otros (1,9-20; 5,6).

    7 F. CONTRERAS, Apocalipsis, Comentarios didcticos de la Biblia, PPC, Madrid 2005, pgs. 37-59.

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    27

    1.1. Smbolos cristolgicos del Apocalipsis

    a) Cristo, el Cordero

    En el Ap, la nota dominante es la presentacin de Jesucristo como el Cordero,

    protagonista de todo el libro.

    La expresin el Cordero aparece en el Ap veintiocho veces. Designa de manera clara

    y certera a Cristo: 5,6.8.12.13; 6,1.16; 7,9.10.14.17; 12,11; 13,8; 14,1.4(2x).10; 15,3; 17,14(2x);

    19,7.9; 21,9.14.22.23.27; 22,1.3. Solamente en una ocasin el vocablo sirve para calificar al

    falso profeta o segunda Bestia que surge de la tierra y que tiene dos cuernos semejantes a

    los de un cordero (13,11). Por la pintoresca descripcin que de la segunda Bestia se hace (vv.

    12-16), esta se manifiesta como una torpe imitacin, hasta grotesca, de la figura de Cristo, el

    Cordero por antonomasia en Ap.

    El trmino pertenece casi por entero al Ap. El uso bblico de esta palabra es ms bien

    escaso; a pesar de ser un pueblo nmada, de costumbres y lxico pastoriles.

    Esta expresin peculiar de Ap se encuentra adems saturada por un triple significado:

    1) Alude a Cristo como figura del Siervo de Yahv, que inmola su vida como ofrenda por

    la humanidad (cf. Is 53,6-7; Jr 11,19).

    2) Se refiere a Cristo, quien, como cordero pascual, derrama su sangre para liberar del

    pecado y hacer un pueblo consagrado a Dios (cf. Ex 12,12-13.27; 24,8; Jn 1,29; 19,36; 1 Cor

    5,7; 1 Pe 1,18-19).

    3). Designa a Jesucristo, rey poderoso y dueo de la historia, quien conduce

    victoriosamente a su Iglesia8. Este ltimo aspecto est muy subrayado en el libro.

    Estos orgenes del smbolo del cordero en el Ap concede a Cristo un triple significado:

    1) Es el Seor, que acepta voluntariamente el sacrificio de su vida, ofrecida como don

    supremo de s mismo en expiacin perfecta a favor de los hombres.

    2) Es el Seor, que derrama voluntariamente su sangre y su agua como precio

    valiossimo para rescatar a la humanidad de la esclavitud del pecado y poder devolver

    a Dios Padre una herencia de hijos.

    8 Cf. 1 Henoc 89,42.46; 90,9.37 TestXII Jos 19.8: TestXII Ben 3,8.

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    28

    3) Es el Seor, rey poderoso y dueo soberano de la historia, que rige los destinos de la

    Iglesia, que combate contra las fuerzas del mal y que al final de la historia resultar

    vencedor con los elegidos y fieles.

    b) Cristo, sumo sacerdote

    Jess resucitado se aparece a Juan, en su primera manifestacin, el domingo o da

    del Seor (1,10), el da memorable de la celebracin pascual dentro de la Iglesia. Juan lo

    contempla ms de cerca todava; se encuentra en medio de siete candelabros de oro (1,12-13).

    Estos representan, conforme a la interpretacin del Ap, a las siete Iglesias o Iglesia universal,

    que, durante la celebracin de la liturgia, se congrega; recuerda al Seor muerto y resucitado y

    aspira por unirse vitalmente a l.

    Jess mismo se identifica con esta imagen dinmica y se hace presente en la

    celebracin: es el que camina de manera egregia en medio -como en los relatos evanglicos

    de aparicin del Resucitado- de los siete candelabros de oro (2,1): es el sumo sacerdote que

    en la Iglesia preside toda funcin celebrativa.

    El Ap no reconoce otro sumo sacerdote sino a Jesucristo, muerto y resucitado. Sus

    vestiduras resplandecientes significan y realzan, simultneamente, su definitivo sacerdocio,

    pues va vestido de una tnica talar y ceidos los pechos con una cinta de oro (1,13).

    En la nueva Jerusaln no hay templo que pueda servir de encuentro entre Dios y la

    humanidad; solo la presencia del Cordero es su santuario: Cristo muerto y resucitado

    constituye la definitiva presencia que une eficazmente a Dios y a los hombres (21,22).

    El Ap subraya continuamente esta dimensin sagrada de Cristo, el cual, con el ejercicio

    eterno de su sacerdocio, une la Iglesia celeste y la Iglesia terrena. As aparece atestiguado en

    las frecuentes doxologas que recorren el libro. Todo cuanto la asamblea eclesial, situada en el

    horizonte de la historia, realiza heroicamente en favor de Cristo tiene acogida favorable,

    resuena gozosamente como alabanza a Dios en la trascendencia. Existe comunin

    ininterrumpida (4,8; 5,8-14; 7,9-12; 11,5-18; 12,10-12; 15,3-4; 16,5-7; 19,1-8).

    c) Cristo, Testigo-Palabra de Dios

    Solo el libro del Ap, de entre todos los escritos de la Biblia, concede a Jess glorioso el

    ttulo de testigo. Es testigo fiel (1,5). Con su vida de lealtad mantenida, culminada fielmente

    en la muerte y continuada en su glorificacin (es el jefe de los reyes de la tierra, 1,5), ha

    expresado perfectamente el designio completo de Dios. As se revela a la Iglesia de Laodicea

    como el Amn, el testigo fiel y verdadero (3,4).

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    29

    La palabra que Jess dirige a su Iglesia tiene la garanta divina, pues es el Amn

    recapitulador del designio de Dios. En el combate escatolgico (19,11-21) aparece Jesucristo

    montando el caballo blanco de la victoria. De su boca surge una espada aguda (y esta espada

    es la palabra de Dios pronunciada por Jess: 1,16; 2,16). El que monta el caballo se llama fiel

    y verdadero..., y es su nombre la Palabra de Dios (19,11.13). Cristo se identifica, pues, con la

    palabra divina, y su revelacin posee la inquebrantable firmeza propia de Dios. Su palabra con-

    siste en ser la Palabra de Dios.

    Esta relacin de la palabra de Dios con el testimonio de Jess aparece frecuentemente

    en el Ap acuada en una tpica expresin: La palabra de Dios y el testimonio de Jess

    (1,2.9; 6,9; 20,4). Mediante la fuerza literaria de esta hendadis quiere decirse que la palabra

    eterna de Dios est fielmente testimoniada por Jess. Como hablaba Dios a su pueblo, con

    autoridad y eficacia suprema, as habla hoy Cristo a su Iglesia.

    De esta forma rotula su insistente interpelacin eclesial con una rbrica divina: As

    dice (cf. 2,1.8.12.18; 3,1.7.14). Por eso el Ap aparece como un eficaz testimonio de Jess a la

    Iglesia (22,16.18). l mismo recomienda y garantiza su lectura (22,20), asegura su carcter de

    revelacin inspirada, manifiesta su presencia fiel de Resucitado, sigue hablando hoy a la

    Iglesia, la corrige y anima a fin de que resulte vencedora sobre las fuerzas del mal.

    Jess es, en trminos absolutos, el nico Testigo fiel. Para mantener su testimonio

    se vale de los cristianos, que son considerados los testigos de Jess (2,13; 17,6).

    Vinculados estrechamente a l, dependen por completo de su autoridad. Son los cristianos

    quienes ahora pronuncian el testimonio de Jess: la Palabra de Dios en el mundo (14,7).

    d) Cristo nos revela al Padre

    Como Cristo es la nica Palabra de Dios, manifestada y realizada mediante el misterio

    de su muerte y resurreccin, nos da a conocer perfectamente al Padre. Solo Cristo es el intr-

    prete y hermeneuta de Dios.

    Este se sienta en su trono de soberana, de l emerge una mano en son de paz y en

    busca de una alianza; en la mano hay un libro (5,1). Nadie es capaz de leerlo. El vidente (o la

    humanidad errtica) estalla en un profundo llanto, porque no descubre un sentido que oriente la

    vida. Pero Cristo lo toma, lo lee y desvela los designios divinos de la historia (5,5-12).

    Los rasgos ms caractersticos de la presentacin de Dios que nos refiere el Ap a

    travs de Jess son los siguientes:

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    30

    Dios creador. Por su voluntad, lo que no exista ha sido creado (4,11). Mantiene viva

    la creacin (15,3; 19,6). Sigue creando y haciendo nuevas todas las cosas en un

    presente ininterrumpido (21,5). Consumar su creacin en un gnesis renovado

    (22,11-2). Es el inicio y el final de la creacin (1,8).

    Dios salvficamente poderoso. Solo l es el sentado en el trono (4,2.9; 5,1.7.13;

    7,10.15; 19,4; 20,11; 21,5), en actitud de dominio absoluto, pero no se repliega

    solitariamente sobre s mismo. Se muestra solcito y atento; frente a su trono arden

    siete lmparas de fuego, que son los siete espritus (4,5); de su trono salen

    relmpagos, voces y truenos, seales que manifiestan su pronta intervencin

    salvadora (4,5). Es el Dios hacedor del bien y de la vida: en medio del trono y en

    torno al trono estn presentes los vivientes (4,6-7). Es el Viviente por los siglos

    (10,6). Es asimismo el destructor del mal. Ante su trono, la turbulencia del mar

    (smbolo bblico de la hostilidad) reposa ya domesticada como un lebrel y

    transparente como el cristal (4,5-6). Arroja lejos de su trono al gran Dragn,

    instigador de todos los males y origen de la primera y segunda Bestias (20,10).

    Dios de belleza (santidad) incomparable. Su trono resplandece con las gemas ms

    preciosas del mundo (4,3). Dios irradia paz: el arco iris rodea su trono, como signo

    perpetuamente luminoso de su benevolencia (Gn 9,13 -15). Nimbado est por el

    color verdeante de la esmeralda (4,3). Se viste de luz tan deslumbrante que hace

    palidecer al sol y a la luna (21,23). Es resueltamente Dios de Dios, Luz de Luz.

    Esta belleza se muestra en el resplandor de su providencia; ha establecido un

    designio de salvacin en favor de los hombres. Ya lo reconoce as una parte de la

    humanidad rescatada (4,11; 5,13; 7,10.12; 11,17-19; 12,10; 15,3-4; 16,5-7; 19,5-7).

    Es Dios de santidad. De esa manera es celebrado por los vivientes (4,8) y en fre-

    cuentes doxologas por la asamblea eclesia1 (12,10): es el nico santo (15,4), sus

    juicios son verdaderos y justos (15,3; 16,7;19,2).

    El Dios y Padre del Seor Jess. Jess lo ha revelado (1,6; 3,5) y nombrado

    sealadamente (3,12.21). Con esta designacin, la imagen de Dios se sita en la

    verdadera perspectiva teo1gica del NT, en lo que constituye su revelacin central

    (cf. Mc 15,34; Jn 20,17; Rom 15,6). El rostro nuevo de Dios es ser Padre. La

    aspiracin de la humanidad consiste en ver el semblante de Dios, pues su nombre ha

    sido escrito en sus frentes (22,4).

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    31

    e) Cristo da el Espritu

    A fin de que el testimonio de Jess siga siendo eficaz, Jesucristo, el Testigo fiel, dona a

    la Iglesia la presencia del Espritu, que se manifiesta a lo largo del libro como preferentemente

    proftico.

    El Espritu invade a Juan, el vidente del Ap, capacitndolo para ser profeta y saber

    comunicar realidades sobrenaturales: la manifestacin inicial de Cristo y su orden de escribir el

    libro (1,10), el designio de Dios y del Cordero en el templo de la trascendencia (4,2), la

    destruccin completa del mal, simbolizada en la ruina de Babilonia (17,3) y el triunfo del bien,

    representado en la apoteosis de la nueva Jerusaln (21,10).

    La palabra divina que Cristo dirige a su Iglesia necesita de la funcin proftica del

    Espritu; tiene que ser iluminada e interiorizada por este. En cada una de las siete cartas

    resuena la llamada sapiencial: El que tiene odo, oiga lo que el Espritu dice a las Iglesias

    (2,7.11.17.29; 3,6.13.22).

    La Iglesia debe descifrar los signos de los tiempos e interpretar la historia segn la

    ptica de Dios, a la luz de toda la economa de la salvacin. Para verificar esta lectura

    sapiencial es necesaria la presencia del Espritu (11,8). Este asiste a la Iglesia, contemplada en

    la figura emblemtica de los dos testigos-profetas (11,3 -13). Se trata fundamentalmente de

    una Iglesia de testigos y de profetas que contina la misma misin y suerte que su Seor

    (11,8). El Espritu conceder renovado bro a su predicacin frente a una colectividad

    deshumanizada que la persigue a muerte (11,9-10), infundir nueva vida y dar el triunfo final a

    la Iglesia proftica (11,11).

    Para fortalecer su constancia, frente l la ruina eterna de los que adoran a la Bestia

    (14,8-12), el Espritu promete un descanso de plenitud a cuantos viven y mueren en el Seor.

    Solo el Espritu proftico puede ser origen y garanta de tan alta revelacin (14.1 3).

    En la trascendencia divina frente al trono de Dios, el Espritu es nombrado con original

    formulacin de los siete espritus (1,4), representados en la imagen de siete lmparas de

    fuego perpetuamente ardiendo (4,5). Estos designan la plenitud del Espritu: el completo poder

    de comunicacin y de vivificacin de Dios a los hombres. Puesto que Cristo posee la plenitud

    del Espritu (3,1) y son siete [los] ojos del Cordero (5,6), puede efundir el Espritu sobre toda

    la tierra (5,6).

    El Espritu (to pneuma, en singular) acta en un mbito privilegiado, dentro de la Iglesia.

    Su funcin queda concentrada en un verso-sentencia: El testimonio de Jess es el Espritu de

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    32

    profeca (19,10). Todo cuanto Jess ha dicho y dice puede ser, gracias al Espritu,

    interiorizado vlidamente en la comunidad cristiana y valientemente predicado ante el mundo.

    Por fin, este mismo Espritu llena profticamente a la Iglesia, se convierte en su aliento

    vital ms profundo, de tal manera que la Iglesia, ya purificada como la esposa del Cordero

    (19,7-9), al unsono con el Espritu, prorrumpe, inspirada por l, en la misma splica

    compartida: Ven, Seor! (22,17).

    Esta visin teolgica del Espritu, en relacin siempre con Jess, est acorde con la del

    cuarto evangelio, del que aparece como continuidad y culminacin pneumatolgica. Jess se

    manifiesta como el portador perfecto del Espritu (Jn 1,32-33; 7,37-39; Ap 3,1) y su donante a

    la Iglesia (Jn 3,34; 7,37-39; 15,26; 19,34; Ap 5,6). Especialmente el Espritu cumple una

    funcin proftica, desvela e interioriza el mensaje de Jess. Pero existe una diferencia

    especfica. Cuanto en el evangelio apareca como promesa del Parclito, ahora se realiza con

    la actuacin plena del Espritu en la Iglesia (Jn 14,25-26; 15,26-27; 16,13 -15; 16,11; Ap

    2,7.11.17.29; 3,6; 13,22; 19,10; 22,6.17).

    f) Cristo, Hijo del hombre

    En la manifestacin divina inicial (1,12-20), el vidente del Ap contempla a alguien cuyo

    primer rasgo caracterstico corresponde a esta figura (1,13).

    La mencin del Hijo del hombre aparece en contexto escatolgico. Realiza con una hoz

    la vendimia de la tierra (14,14) y recoge la cosecha (14, 18-20). Existen tambin, dispersos a lo

    largo del libro, otros pasajes con alusiones ms o menos crpticas al Hijo del hombre (cf.

    12,1.5.7-12; 19,11-16).

    La presencia del Hijo del hombre se relaciona directamente con la venida ltima al final

    de los tiempos como juez. Hay que decir que en el Ap el juicio y la condena de los poderes

    hostiles se reservan con propiedad a Dios mismo (6,10; 11,17-18; 14,7; 16,5.7; 18,20).

    El Ap, en comparacin con otros escritos del NT, ha realizado una labor teolgica

    original. La venida del Hijo del hombre no se reserva para los ltimos tiempos. Predomina la

    dimensin de presente; lo identifica con Cristo muerto y resucitado, y lo contempla ya

    anticipadamente, viviente y victorioso en la Iglesia

    Aquella figura misteriosa del Hijo de hombre que apareca al inicio del libro, a lo lejos,

    envuelto entre las nubes, como una sombra amenaza, pues por l se har duelo (1,7), ha

    dejado su aire fatdico. Los caps. 2-3 constituyen el juicio purificador de Cristo a toda la Iglesia.

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    33

    Esta ha sido recreada por la palabra proftica de Jess (2,3); no teme ya su venida, sino que la

    desea (22,2Gb). Jess no se presenta como la figura apocalptica del Hijo de hombre para

    realizar con su hoz afilada el juicio de la tierra (14,14). Ya ha sido juzgada la Iglesia con la

    espada o palabra de su boca (1,16); puesta a punto con la docilidad en el Espritu a esta

    palabra (2,7.11.17.29; 3,6.13.22). Ahora, como esposa, solo desea el abrazo pleno con su

    Seor. Ser entonces el encuentro definitivo.

    1.2. Dimensiones profundas del misterio de Cristo

    El Ap muestra su fidelidad al ncleo vivo de la fe de la Iglesia, que es el kerigma

    fundamental del NT9.

    a) Jesucristo muerto y resucitado

    Jess mismo ha declarado: Estuve muerto (1,18). El adjetivo muerto -necros-

    indica en el Ap (11,18; 14,13; 16,3; 205.12,13) la dura crudeza de la muerte.

    El misterio de la muerte de Jess se revela en la visin central (5.6). San Juan

    contempla un Cordero, degollado. Este verbo--sfazein- (degollar, inmolar) se refiere a Cristo

    en su sacrificio redentor (5,6.9.12; 13,8). Tambin califica a los mrtires, que siguen el camino

    de Cristo (6,9; 18,24).

    La imagen del Cordero degollado muestra ostensiblemente la entrega voluntaria de

    Jess a la muerte. Ya se ha insinuado esta entrega libre al hablar de su relacin con el Siervo

    de Yahv (Is 53,1 0-12). La Imagen de Jess que se inmola entronca con las mejores

    tradiciones del NT.10

    La realidad de la muerte cruenta de Jess la ha manifestado el Ap asimismo con la

    mencin de la sangre. Existe en el libro profusin de sangre (19 citas explcitas). La sangre de

    Jess libera de los pecados (Ap 1,5); ayuda a formar parte de un pueblo nuevo y universal

    (5,9); configura hondamente con Jess (7,14); se transforma en capacidad de victoria sobre el

    mal (12,11). Con esta imagen de la sangre vertida Jess da cumplimiento a la figura del

    cordero pascual, el que liber por su sangre al pueblo. Conecta as con una profunda raz

    bblica. A ella se une y la transciende, al mismo tiempo, por la superabundancia de su amor,

    manifestado por el derramamiento en la cruz de su sangre de Hijo nico: Ex 16,12-13; Jn 1,29;

    9 Cfr. Hch 2,14-39; 3,13ss; 10,34-38; 13,16-41; 1 Cor 15,3-5. 10 Cfr. Mc 10,45; Mt 20,28; Gl 1,4; 2,20; Ef 5,2.25; 1 Tim 2,6; Tit 2,14 y, en especial, Heb 5,8; 7,27; 9,14.28;

    10,5-9).

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    34

    19,36; 1 Cor 5,7; 1 Pe 1,18-19.

    El Ap no utiliza un lxico de resurreccin, que es habitual en el NT (verbo egeiro y

    derivados), aunque s su significacin. Contina en la misma lnea neotestamentaria,

    caracterstica de las confesiones de fe, que exaltan a Jess glorificado.11

    Para subrayar la realidad de Cristo resucitado se vale de unos giros caractersticos.

    Llama a Jess el primer nacido de los muertos (1,5), indicando que con su resurreccin

    instaura un pueblo nuevo de seres resucitados. Primicia de los que durmieron lo llamar Pablo

    (1 Cor 15,20.23). Sobre todo, el Ap se sirve de las expresiones el Viviente y el que vive por

    los siglos de los siglos (1,18). Estos ttulos, situados en contexto de muerte, subrayan su

    capacidad de dominio sobre ella. Jess estuvo muerto (pasado puntual), pero vive por los

    siglos (presente eterno). Ha vencido a la muerte y participa de la vida misma de Dios (10,6).

    Otra expresin tpica del Ap es: Tengo las llaves de la muerte y del infierno (1,18).

    Solo Dios todopoderoso poda obtener la posesin de estas llaves. La resurreccin permite a

    Cristo ostentar poder omnmodo sobre la muerte y el infierno.

    En la visin central del Ap (5,6), el Cordero est de pie. Estar de pie indica, desde su

    secuencia grfica, un incorporarse del estado de postracin horizontal que es la caracterstica

    de la muerte, levantarse y permanecer egregiamente en postura enhiesta, en actitud de

    dominio y de juez. En Ap, el verbo anistemi alude a la resurreccin (3,20; 14,1; 15,2-3).

    Frecuentes pasajes del NT hablan de la resurreccin como anstasis o estar de nuevo de pie.

    Juan, el testigo de la contemplacin, ve, no explica. La visin proclama desde su

    simbologa interpretada que el Cordero est de pie, que Cristo ha resucitado, y as, de pie o

    resucitado, permanece (verbo en perfecto: hestekos) en la Iglesia como Seor y juez.

    b) Divinidad de Jesucristo, el Seor

    Esta pretensin se muestra, sin duda, como el objetivo primario del Ap: declarar a Cristo

    con categora divina. No se trata de una reflexin dogmtica, sino de una presentacin de Cris-

    to investido con los atributos caractersticos de Yahv en el AT.

    Esta manifestacin divina de Cristo es tpica del Ap. A travs del testimonio de todas

    sus pginas, sirvindose de recursos sutiles, el libro pretende llevar al nimo de la comunidad

    cristiana una conviccin fundamental: la divinidad de Cristo.

    11 Cfr. Hch 2,24.32; 3,15; 4,10; 5,31; 10,40; 13,30; 17,31; Rom 10,9ss; 1 Cor 8,6; 12,3; G1 1,1; Ef 1,20; 4,5; Col

    1,18; Flp 2,1.9; 1 Tes 1,10; 1 Tim 2,5.8; 2,8; Heb 13,20; 1 Pe 1,21; 1 Jn 2,23; 3,23; 4,15; 5,5.

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    35

    Para mostrar esta divinidad realiza un transferencia teolgica insistente: aplica a

    Cristo los mismos atributos y motivos propios de Dios en el AT. Con este procedimiento

    hermenutico -que aparece como distintivo en el Ap, con ms abundancia que en ningn otro

    escrito del NT -, Cristo se manifiesta ante los ojos de la Iglesia con la misma autoridad y

    divinidad reservadas a Yahv: Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca,

    como la nieve (1,14), se dice del Anciano de muchos das, lleno de eternidad, que, conforme

    a la simbologa de Daniel, es designacin de Yahv (Dn 7,9). Su voz como rumor de muchas

    aguas (1,15) es descripcin de la voz divina (Ez 1,24; 43,2: Dn 10,6). Yo soy el que sondea

    entraas y corazones" (2,23) es funcin de juez que pertenece exclusivamente a Yahv (Sal

    7,9; Jr 17,10). Yo os dar a cada uno segn sus obras (2,23) estaba reservado al juicio de

    Dios (Sal 62,13). Yo te he amado. Cristo lo confiesa a la Iglesia de Filadelfia (3,9); Yahv lo

    declara a su pueblo (Is 43,4.9). Al que tenga sed yo le dar de la fuente del agua de la vida

    gratuitamente (21,6), se dice de Cristo, y tambin de Yahv (Is 55,1).

    Con mucha frecuencia, esta atribucin recproca se realiza dentro del libro. El mismo

    ttulo se aplica indistintamente a Cristo, pues el Cordero posee las mismas funciones que

    Yahv. Yo soy el Alfa y la Omega, se dice de Dios (1,8; 21,6) y se lo apropia Cristo (22.13).

    El Santo se refiere a Dios (4,8; 6,10) y a Cristo (3,7),

    Pero donde esta atribucin se hace ms densa es en el ttulo del Cordero, que se

    manifiesta tambin como una designacin divina de Cristo, pues el Cordero posee las

    caractersticas propias de Dios. El Cordero tiene siete ojos (5,6), tal como se aparece Yahv al

    profeta Zacaras en las visiones nocturnas (Zac 4,10). El Cordero efunde los siete espritus de

    Dios a toda la tierra (5,6), y estos pertenecen solo a Dios; en el mbito de la divinidad arden

    como siete lmparas de fuego; estn frente al trono de Dios (1,3; 4,5) Y son los siete

    espritus de Dios (4,5). El Cordero, ante la obcecacin irresponsable de la humanidad, que no

    se convierte, entra en clera (6,16), como haca Yahv con el pueblo impenitente (Sof 1,15.18;

    2,2.3; Nah 1,6). El Cordero se revela como el nico pastor de su pueblo, el que apacienta a la

    Iglesia (7,17). Desempea la funcin rectora que ejercitaba Yahv, l mismo y no otro, con su

    pueblo (Sal 23; 80,1; Is 40,11; Jr 31,10; Ez 12-16; 44,13). Juntamente con Dios, el Cordero es

    el templo y la gloria de la nueva Jerusaln (21,22-23).

    c) Cristo se manifiesta como el nico Seor

    Se trata, en el fondo, de una pretensin reivindicativa, polmica. Se proclama la nica

    soberana de la divinidad de Cristo frente a otras solicitaciones divinas. No puede olvidarse el

    ambiente histrico de este libro: el conflicto inevitable entre el reconocimiento de Cristo, el

    Cordero, o la servidumbre al gran Dragn. La confesin de Cristo como Seor asume

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    36

    dimensiones radicales e intransigentes, pues la Iglesia es perseguida por su causa.

    Yo soy el Primero y el ltimo se aplica a Cristo (1,17; 2,8; 22,13) y nicamente a

    Yahv (Is 44,6; 48,12). El entorno contextual de estos dos ltimos textos es altamente

    beligerante. Dios entra en lucha contra la vanidad de los dioses.

    El Viviente se refiere a Cristo (1,18) y a Dios, el sentado en el trono (4,9.10; 15,7). En

    ambiente beligerante de discusin sobre las divinidades, el profeta lo reserva solo a Dios (cf. Jr

    10,10). En el Ap, la expresin el Viviente se opone al gran Dragn y las dos Bestias, que no

    tienen vida, pues fueron, pero ya no son (17, 8.10).

    Seor de seores y Rey de reyes se dice del Cordero (17,15), contra el que

    combatirn los diez reyes que tienen alianza con la Bestia (17,13). Que es ttulo polmico lo

    declara la lucha ya entablada y que luego reaparecer en el combate definitivo (19,16). El ttulo

    surge en dos ocasiones, en las que Yahv reivindica fuertemente su seoro divino: Dt 10,17;

    Dn 2,47. Tambin aparece en contextos de la historia de las religiones. El mismo emperador

    Domiciano se haca llamar Dominus et Deus noster. Frente a todas estas pretensiones, el

    Cordero se revela como nico Dios y Seor; derrotar sin paliativos a todos sus contendientes

    divinos y se mostrar como el nico vencedor (cf. 17,17; 19,19-21).

    Cristo, igual que Dios, recibe los mismos elementos de alabanza que la creacin

    rescatada tributa. El Ap los recoge singularmente en referencia al Cordero. Este se muestra

    digno de tal reconocimiento (5,9), como Dios (4,11). Recibe la plenitud de la alabanza,

    manifiesta en siete motivos (5,12). Idnticos elementos de gratitud se aplican tambin a

    nuestro Dios por los siglos de los siglos (7,12).

    Por fin, el Ap muestra esta convergencia de adoracin cuando en el templo celeste de

    la trascendencia tiene lugar la ms solemne doxologa csmica. Hasta de los lugares donde,

    segn la tradicin bblica, no se poda glorificar a Dios brota la alabanza divina. Los cuatro

    vivientes (5,8.14), los veinticuatro ancianos (5,8-10.14), las miradas de ngeles (5,11-12) y

    toda criatura del cielo y de la tierra, de debajo de la tierra y del mar, todo lo que hay en ellos

    (5,13a): la creacin entera adora al que est sentado en el trono y al Cordero. Esta alabanza

    universal, rubricada con la postracin reverente de los veinticuatro ancianos, representa

    grficamente el mximo reconocimiento de la divinidad que la Iglesia tributa a Cristo, el

    Cordero, juntamente con Dios, el Padre.

    El libro del Ap -es preciso resaltar esta especfica insistencia-, desde el principio hasta

    el final, muestra un inters creciente y explcito; ha utilizado los ms variados recursos,

    desplegados siempre con un objetivo definido: resaltar por todos los medios posibles su ms

  • El libro del Apocalipsis: Cuestiones introductorias

    37

    rotunda confesin teolgica: la divinidad de Cristo.

    Con ello se sita en la ptica del Nuevo Testamento, singularmente de