arca de noé - rené avilés fabila · 2009-01-03 · l grito de “no más guerras”, ... 5 de...
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arca de noé
MMARCOSARCOS WW INOCURINOCUR
Lourdes Dominguez
l grito de “no más guerras”, un ex policía alemán
degolló la cabeza de Adolf Hitler, de su figura de
cera, a pocos minutos de haber sido inaugurada
en el Madame Tussauds, museo en Berlín. Ahora sí funcionó el
atentado, comentó un visitante haciendo referencia a los múl-
tiples que sufrió en vida Adolf Hitler, saliendo ileso de todos
ellos, incluso uno ejecutado por figuras prominentes del ejér-
cito alemán, quienes pagaron su osadía con la horca.
Cierto que Hitler ocupa un lugar relevante en la Historia,
lo testimonian así los campos de exterminio y el holocausto,
las guerras de conquista y los muertos de la II Guerra Mun-
dial, decenas de millones de gente inocente. Nadie gana nada
borrándolo de la Historia por comodidad, por falta de argu-
mentos para explicar su figura. Tampoco Adolf Hitler es el cau-
sante de todo eso, sino el ejecutor de intereses del gran capi-
tal en las circunstancias de extremo patrioterismo y crisis de
la economía en que se encontró la Alemania de los años trein-
ta. Hitler las aprovechó para sí y para su política del nazismo
pero seguramente que no es ese hombre tranquilo cuya figu-
ra de cera, detrás de un escritorio, era inaugurada en Berlín el
5 de julio. Presentar así al hombre de la guerra y de los cam-
pos de exterminio es un fraude. Ocupa un lugar, sí, en la
Historia pero no sentado pacíficamente detrás de un escrito-
rio sino de alambradas donde pretendió encerrar a la huma-
nidad no aria.
Afortunadamente, hubo un alemán capaz de decir no y
correr a cortar su cabeza. Esta vez, como comentó un visitan-
te al museo, el atentado funcionó. Funcionó, cabe agregar, no
sólo para mantener el pasado en su lugar, sino hacia el futu-
ro: para nunca más tener un Adolf Hitler. En él, en el gesto de
ese ex policía, está viva la tradición humanística de Alemania,
allí donde se inscriben los nombres de Hegel y Goethe,
los republicanos Mozart y Beethoven, los más recientes de los
escritores Hermann Hesse, Thomas Mann y Günter Grass, y
tantos otros. La indignación de un simple hombre de pueblo
que, desafiando las posibles represalias de los grupos neona-
zis, continúa la tradición humanística de su país en nombre de
la humanidad.
A
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RROBERTOOBERTO BBRAVORAVO
Un encuentro más
o es la primera vez que me ocurre pero qui-
siera que fuera la última. En el Centro para
las Artes hubo un concierto de música tradi-
cional del norte de Italia. Fui con mis amigos y nos per-
trechamos cada quien con su copa para escuchar a los
italianos. Pedí una ginebra y lo que me sirvieron fue
vodka y a mi el vodka no me gusta, regresé y pedí que me
la cambiaran, cuando vi que la cantinera tomó la misma
botella de la que me había servido antes, le dije que pre-
fería tomar Scotch, porque en Canadá si pides whisky te
sirven del nacional, para que sea escocés tienes que
pedirlo así, Scotch. Regresé con mi escocés y después de
probarlo me di cuenta que el sabor del vodka que había
tomado antes lo tenía penetrado y debía de quitármelo,
volví y pedí una cerveza negra. No tomé otra cosa a lo
largo de toda la función. El concierto me gustó, la músi-
ca del norte de Italia me pareció una combinación de la
música tradicional irlandesa con gaita y de la griega. Era
una mezcla agradable aunque repetitiva, pero tratándo-
se de música tradicional me pareció apropiada. La músi-
ca es un arte de apreciación inmediata y la repetición no
me molestó, por el contrario lo achaqué a un propósito
hipnótico que tienen las melodías dirigidas a las multi-
tudes, sobre todo cuando el público pertenece a una
misma etnia. Pero conmigo estaban dos compositores y
a ellos esa repetición les pareció inapropiada y se mar-
charon. No era una descalificación su partida sino sim-
plemente falta de interés ¿Por qué un artista se permite
la crítica hacia otro artista? ¿Por qué alguien puede decir
que una obra es buena y otra no lo es? ¿Por qué ese
rechazo a pesar de la aceptación ruidosa de los aficio-
nados? Esta prerrogativa la tiene el artista con conoci-
miento de su oficio. Con él identifica los elementos que
integran el cuerpo del objeto artístico y con ellos crea la
armonía necesaria para que se produzca el fenómeno
estético. Es sencillo de comprender, un mecánico puede
armar y desarmar la pieza de un auto, mientras que
nosotros, no podemos, o si lo logramos nos sobran tor-
nillos y partes. El arte no se adquiere en la academia, se
aprende haciéndolo y mientras es elaborado se asimila
el soporte teórico que lo explica. Por eso es tan necesa-
ria la humildad del artista, es un aprendiz toda su vida,
siempre está conociendo lo que tiene que hacer, porque
nadie sino él tendrá que elaborarlo y si reduce sus cono-
cimientos a lo sabido repite lo hecho y se convierte en
artesano. La voz del artista cuando se convierte en críti-
co es indispensable para preservar el arte.
N
Cuando terminó el concierto fuimos a despedir a
Nick (Nicholas Fairbank) había terminado su proyecto y
regresaría a Victoria al día siguiente. Nick se me hizo
admirable no solamente por su presencia tranquila sino
porque es un arrojado marino, durante dos años anduvo
en su bote desde Canadá hasta las Galápagos y llegó a la
Isla de Pascua en medio del Océano Pacífico. Él me tra-
ducía a veces porque habla español mejor de lo que yo
hablo inglés. Ese carácter intrépido lo reflejaba en su
proyecto: Estaba componiendo una ópera de La cantan-
te calva de Ionescu. La Cantante Calva y Esperando a
Godot de Becket son para mí las cumbres de la literatu-
ra del absurdo, única que manifiesta mejor que ninguna
otra el vacío del hombre contemporáneo arraigado
al mundo a través de actitudes carentes de sentido. La
música para mí es una presencia indispensable, con ella
siento más llevadera mi separación de lo otro, aquello a
lo que me reintegraré en cualquier momento y que espe-
ra por mi el tiempo que sea necesario. Nick reunía en su
trabajo mi vocación por la literatura y la necesidad
de sentirme acompañado con música y platicábamos de
compositores durante las comidas. Él regresaba a su
casa y lo despediríamos en el Bar. Durante la velada
tomé otros whiskys y me fui a dormir.
Una temporada consumiendo drogas cuando fui
estudiante universitario me llevaron al diván del siquia-
tra durante cuatro años, pero mi doctor no era ortodoxo,
en sus terapias para sacar los demonios a sus pacientes
lo hacia dándoles alucinógenos (hongos, mezcalina,
LSD, datura, oleoluqui, semillas de la virgen, peyote,
etcétera) No es fácil imaginar a un grupo de 12 personas
hacinadas durante 18 horas en un cuarto dando rienda
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Juñio Colin
suelta a sus aflicciones por aquellos psicodislépticos. En
una de esas sesiones un argentino que había hecho viaje
especial desde Buenos Aires para experimentar el trata-
miento quiso fumar, cosa prohibida durante las sesio-
nes, y no se lo permitieron. Al frustrarse sus intenciones
aquel hombre no pudo más y protestó como sólo un
niño puede hacerlo en una feria cuando le es negado
algo. Hacía énfasis en su protesta al hecho de que
estaba a miles de kilómetros de su casa y ni siquiera
le permitían fumarse un cigarro, no recuerdo cuándo
tiempo estuvo con su cantinela, pero no fue fácil con-
vencerlo de que debía abstenerse. En aquellas sesio-
nes, después que pasaba el efecto eufórico de la droga
(25 minutos), mi pensamiento se convertía en un in-
fierno que a veces me provocaba hemorragias nasales.
La pesadilla duraba doce horas aproximadamente y
durante cada uno de los larguísimos minutos de aquel
tiempo sentía la vida como una agonía, entre el tor-
mento por reconocer mi vida como un permanente
vacío sin objetivos, y el pánico por las desagradables
sensaciones físicas que estaba experimentando según
yo me aproximaban más a la muerte que a mi cura-
ción. Temía caer fulminado. No morí, por supuesto,
pero tampoco he vuelto a probar droga alguna.
Aunque aquel argentino pedía solamente fumarse un
cigarrillo para paliar la violencia del tratamiento com-
prendo hoy su actitud y su queja porque actué de la
misma manera después de que me acosté. Después de
una hora de estar en mi cama sin poder dormir co-
mencé a sentirme mal físicamente. Los seres huma-
nos tenemos a la muerte como la peor desgracia por-
que nos despoja de lo que amamos y sin ello la vida
no es vida, es nada. Y esa nada ignorada, aunque es el
origen de todo nos da temor por desconocida. Y esa
vez en Banff, en mi cuarto volví a sentir ese temor.
Temí morir esa noche en ese lugar y me avergoncé por
anticipado por hacerlo en el extranjero, causar traba-
jos a extraños y por los comentarios que eso ocasio-
naría. No pensé en mi hija, ni en mi madre y mis her-
manos, en el dolor que mi muerte les ocasionaría, no
pensé en nada sólo en el acto de perecer y sus de-
sagradables sensaciones físicas. Para muchos una
rosa, un jardín, la naturaleza que lo rodea, pintar el
cuadro que jamás ha sido pintado, son la obsesión
que ha motivado toda una vida de investigación y acti-
vidad hacia ese objetivo. Para mí la muerte ocupa ese
lugar. En un principio quise alejar su sombra, aniqui-
larla de mi existencia; me parecía repugnante y dema-
siado doloroso tenerla como destino, le temí tantas
noches que recordarlas me hace sentir otra vez lo
infeliz que fui todos esos momentos. Uno se ríe de los
sufrimientos inútiles, pero ese dolor para mi fue
siempre un aguijón en mi pensamiento. Leí lo que
tuve al alcance relacionado con ella, hasta una enci-
clopedia del terror, así le llamaban a la Enciclopedia
de la Salud en mi casa porque en ella se explica
cómo todas las enfermedades conducen a la muerte.
En las cosas que he escrito está presente al lado del
sufrimiento del Hombre en la tierra. Describo al
Hombre como un objeto expuesto a la naturaleza
para que sus elementos, entre ellos los demás
Hombres, lo aniquilen.
Es por la existencia de la muerte que he querido
permanecer en el recuerdo de a quienes quiero aun-
que sé que es inútil, tarde o temprano llegará el fin
para todo, hasta las rocas perecerán. En todo lo que
existe se encuentra el germen de su aniquilación.
Tanta muerte hay que es ella parte de la vida como la
vida misma, y es tanta la vida como la muerte misma,
y esto no es un juego de palabras es la parte de mi ser
que llevo a todas partes y viajé con ella a Banff. Y otra
vez como tantas en mi niñez, en mi juventud, en mi
vida entera apareció en la noche atenazándome el
pecho, los ojos, el pensamiento.
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Como intenté explicar antes he tratado de sobrelle-
var esta fijación de una manera no estorbosa como
todos la llevan y para eso he leído todo lo que creo
pueda explicármela y hacérmela aceptable. Y aunque en
la gradación de mi pensamiento me he visto reconforta-
do en diferentes épocas con diferentes opiniones fue
hasta que descubrí a Heidegger que encontré una des-
cripción del hecho que me satisfizo. Heidegger en su sín-
tesis sobre esta cuestión concluye que es la muerte vol-
ver al origen, al caos de donde ha emergido lo creado y
describe el sitio como un denso silencio oscuro en
donde todo es nada y es todo a la vez sin que tenga exis-
tencia porque es origen. Cuando leí esta explicación fue
para mí como recibir mi baño matutino, me sentí lim-
pio para siempre, sabía a dónde iba a llegar, me
gustaba el lugar, y lo mejor, había estado en ese sitio
antes.
Voy a explicarme para que no se me tome por nin-
gún loco “iluminado”. Cuando bosquejé la descripción
de las terapias que hice con alucinógenos no dije que
además de los sicodislépticos que tomábamos también
nos inyectaban un anestésico a quienes no “trabajá-
bamos” motivados por las sustancias. Yo era de los más
favorecidos con el anestésico porque aunque dentro de mí
ocurrían verdaderas batallas no hablaba y la razón que
tenía es que al escuchar los problemas de los demás, los
míos me parecían de una insignificancia estúpida, verdade-
ros conflictos eran los de los demás, escuché historias con-
movedoras, esos sí eran problemas reales, concretos, lo
mío era puro egoísmo.
Que te inyectaran el anestésico y contar diez era
estar en la estratósfera previo un zumbido que te colma-
ba de una energía extraña y me llevaba al sitio descrito
por Heidegger. Era una noche pesada y oscura plena
de silencio y yo me encontraba en ese sitio apenas en
una base y atrás de mí se erguía un árbol de colores
muertos. Mientras veía el miasma oscuro que me ro-
deaba hacía esfuerzos por saber quién era yo, mi
nombre, una letra de él siquiera, pero ante la inutili-
dad de mi voluntad seguía el intento por saber en
dónde me encontraba y en qué día. La falta de res-
puesta me llenaba de angustia, de una angustia que se
convertía en un grito, un sólo grito enredado en mi
garganta que poco a poco me hacía emerger a la rea-
lidad. Era doloroso y purificador como volver a nacer.
No había tiempo ni espacio en ese lugar, era
denso y oscuro como el sitio primigenio que mencio-
na Heidegger. El fin del tiempo es el fin de la historia,
el fin de la existencia, la muerte. Yo llegaba a ella en
cada una de mis terapias y volvía a nacer ayudado por
el médico que me atendía y sus ayudantes de bata
blanca.
Pero en mi cuarto de la residencia en Banff no
tenía médico ni nadie que me auxiliara y yo me sentía
verdaderamente mal. Recordé que si moría iría a ese
lugar y que por lo tanto no debía tener miedo.
Hice a un lado el temor y recordé la desesperación
de mi padre cuando le bajaba el nivel del azúcar en la
sangre, se ponía como loco y el rictus de su cara era
tan doloroso que todavía no he visto encarnado el
sufrimiento así en otra persona. Y yo con todos esos
días previos al viaje, apresurados, tensos, el viaje
mismo, encontrarme en Banff, y haberme tomado las
copas la noche anterior me ocasionaron el síndrome.
Fui a donde guardaba unas barras de pan con merme-
lada y las comí todas, me sentí mejor, busqué después
el azúcar, cada cuarto tiene su cafetera con café y todo
lo demás y me comí lo que había en los sobres. Fui al
baño a tomar agua y volví a acostarme. Poco a poco
recobré mi nivel habitual.
A pesar de no haber dormido durante la noche, al
salir de la residencia hacía el restaurant del Centro sentí
el aire frío de las siete de la mañana en mi rostro como
un bálsamo.
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GGUILLERMOUILLERMO AAGUDELOGUDELO MMURGUÍAURGUÍA
El “darse cuenta” ecológico de Fernando
Cesarman1
Según el autor sólo una pequeña parte de
los cuatro mil millones de habitantes (en 1972) cono-
cen los problemas por los que atraviesa la humani-
dad y se dan cuenta de las consecuencias que traerán
consigo… el espacio en el que podemos subsistir, lla-
mado biosfera, es limitado, y los recursos con los que
contamos también son limitados. En la actualidad
mueren millones de personas al año por hambre o
por enfermedades derivadas de la desnutrición. El
aire que consideramos tan gratuito está sufriendo
transformaciones y que puede llegar a ser irrespira-
ble, sabemos que la naturaleza tiene un equilibrio,
que las sustancias se transforman manteniendo un
medio causal adecuado para nuestra existencia… La
mayor parte de los habitantes de nuestro planeta des-
conoce esta situación. Casi todos estamos empeña-
dos en pasar los años que hemos de vivir lo más
cómodamente posible, es decir, satisfaciendo al máxi-
mo todas nuestras necesidades: tener varios hijos,
vivir más tiempo, tener más gratificaciones, mayor
posibilidad de consumo, desperdiciar más.
Mientras el planeta requiere que se detenga el
aumento de población nosotros nos empeñamos en
lo contrario.
1.
Luis Garzón
El planeta requiere que no se aumente la indus-
trialización en tanto se rompa el balance ecológico;
nosotros para nuestra mayor comodidad requerimos
de la industrialización.
El planeta requiere que no se pavimenten los
campos; nosotros necesitamos más supercarreteras y
calles.
El planeta requiere que se frene la electrifica-
ción; nosotros exigimos la comodidad que de ésta
se deriva.
Lo que el planeta requiere y lo que nosotros dese-
amos son cosas –en la mayoría de los casos– total-
mente opuestas.
Hay una incapacidad para comprender la magni-
tud de la situación y reaccionar consecuentemente,
reaccionar por ejemplo controlando el número de
hijos, reaccionar no contaminando y tratando de des-
perdiciar lo menos posible.
Si los que nos damos cuenta no reaccionamos,
qué podemos esperar de aquellos que sólo se enteran
a través de una mínima información, esta falta de res-
puesta nos ha llevado a pensar que existe una fuerza
instintiva que nos impulsa hacia nuestra destrucción.
El hombre en su desarrollo ha tenido que encon-
trar métodos y desarrollar fantasías que neutralicen
sus impulsos agresivos. Si la muerte de la Tierra sig-
nifica el asesinato de la madre, hay que buscar el
modo de crear una figura divina que compense la des-
trucción real de la naturaleza; más los impulsos
destructivos que son los que generan más culpa. El
hombre actual, miembro de la sociedad industrial, sis-
tema altamente ecocídico, no puede recurrir a la ma-
gia, a los rituales, a la fantasía, a las religiones. El
único modo de neutralizar el desbordamiento ecocídi-
co es el darse cuenta (nuestro énfasis) de sus impulsos
y desarrollar, con las armas ya adquiridas por la cien-
cia y la tecnología, los métodos racionales de control,
no solamente para remediar el daño ya realizado sino
para no seguir ocasionándolo.
2. La ecología socialista de René Dumont 2
En esta propuesta como en varias otras se propo-
ne que la primera medida a tomar, con prioridad abso-
luta es indiscutiblemente frenar lo más rápidamente
posible la explosión demográfica. Frenar y luego dete-
ner la explosión demográfica por todos los medios
como una necesidad imperiosa para la supervivencia.
Europa occidental lo ha sabido hacer desde hace algu-
nos años y, en lugar de alegrarse, muchos se revelan.
Si nos limitáramos a producir lo que es socialmente
útil haría falta mucho menos trabajo.
Disminuir la población de la sociedad de consu-
mo, pues esta población derrocha los escasos recur-
sos del planeta. Barbara Ward y René Dubos, en su
libro Sólo tenemos una Tierra, señalan que un campe-
sino de la India o del África Central consume quinien-
tas veces menos de energía y de materias minerales
que un universitario de Nueva York.
En América latina existe un desarrollo del subde-
sarrollo, del cual no será posible salir sin romper con
el sistema económico actualmente dominante. Sería
necesario que estos países se replieguen ampliamen-
te en sí mismos, reduzcan sus intercambios con el
mundo desarrollado, y se propongan como primer
objetivo satisfacer las necesidades esenciales de toda
su población.
Otra medida indispensable es frenar la destruc-
ción ecológica, pues para René Dumont, Costa de
Marfil, África Central y la Amazonia en medio siglo
más habrán desaparecido. Tratar de preservar los
boques del Himalaya, Nepal, la India, ya que su devas-
tación hace que aumenten las inundaciones y la
sequía, en Paquistán, en Bangladesh y en la India.
3. El turismo ecológico
El turismo ecológico consiste en realizar viajes a
áreas naturales relativamente sin disturbar o sin con-
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taminar, con el objetivo específico de estudiar, admi-
rar y gozar el panorama junto con sus plantas y ani-
males silvestres, y así mismo cualquier manifestación
cultural (pasada y presente) que se encuentre en estas
áreas. O también “aquella modalidad turística am-
bientalmente responsable, consistente en viajar o visi-
tar áreas naturales relativamente sin disturbar con el
fin de disfrutar, apreciar y estudiar los atractivos natu-
rales (paisaje, flora y fauna silvestres) de dichas áreas,
así como cualquier manifestación cultural (del pre-
sente y del pasado) que puedan encontrarse ahí, a tra-
vés de un proceso que promueve la conservación,
tiene bajo impacto ambiental y cultural, y propicia un
involucramiento activo socioeconómicamente benéfi-
co de las poblaciones locales.”3
En la entrevista citada en el punto once,
Sadruddin Aga Khan expresó que la preservación de la
naturaleza puede tener beneficios económicos inmen-
sos. Según él, los beneficios de invertir en conserva-
ción forestal o ecoturismo a largo plazo, generalmente
sobrepasan cualquier ganancia a corto plazo derivada
de la explotación de los recursos naturales. La preser-
vación de un arrecife de coral puede producir más en
turismo que la pesca a gran escala en zonas costeras
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Perla Estrada
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frágiles. Dicho eso, es difícil ponerle precio a estas
cosas, y ese es precisamente uno de los problemas: al
ponerle una etiqueta de precio a todo e insistir en que
la naturaleza debe “pagar” para sobrevivir, hemos
perdido de vista el valor de la creación.
Al respecto Jorge Chávez de la Peña, en su artícu-
lo “¿A dónde llevan los excesos del ecoturismo?”
señala que, el boom de esta actividad ha permitido
que tirios y troyanos compartan el mismo pastel y
algunos puedan disfrutar de pingues ganancias utili-
zando un bien que cada día es más escaso y, por lo
tanto, más rentable: la naturaleza “virgen” o, por
lo menos, la mejor conservada.
Esto no tendría mayor importancia en un mundo
regido por las fuerzas del mercado si no fuera porque
nuestro agobiado planeta tiene ahora que soportar a
los llamados ecoturistas y a los comercializadores del
producto turístico que utilizan, por lo regular, los últi-
mos reductos de áreas naturales sin tomar en cuenta,
en la mayoría de los casos, la fragilidad de los ecosis-
temas, ya no digamos la capacidad de carga o el con-
secuente impacto ambiental… la confusión en cuanto
al objetivo de esta actividad y su antecedente concep-
tual, todavía en la bruma, facilita que lo mismo se
hable de turismo ecológico, alternativo, sustentable,
de naturaleza, de aventura, etcétera, sin parar mientes
en los alcances que cada uno de estos términos puede
tener. Así mismo señala que el término de turismo
ecológico ha perdido su significado. Sugiere que se
revisen empresas, asociaciones y comunidades que
practican este turismo para encontrar que prevalece el
caciquismo de lucro y la ignorancia como las princi-
pales causas del deterioro ambiental y social, so pre-
texto del ecoturismo.
Su propuesta es buscar que no sólo se hiciera
turismo ecológico, sino que se pudiera ecologizar al
proceso turístico. Es decir, a todo este proceso social
y no sólo a una parte del mismo. Nuestro planeta así
lo está exigiendo.
4. La conservación ecológica
¿Qué es lo que se pretende conservar? Al parecer,
queremos tener una especie de zoológicos para la
diversión de los niños. Los ecosistemas han sido
reducidos a islas, y ahora se llaman parques, que tie-
nen graves problemas. Por ejemplo en varios parques
de Estados Unidos como Yellowstone, Wind Cave
Nacional Park o Rocky Mountain Nacional Park, la
escasez de depredadores y la presión de grupos para
conservar y aun aumentar la de rebaños de alces y
ciervos ha ocasionado que se desarrollen las llamadas
enfermedades crónicas destructivas, como la brucelo-
sis, que han contagiado a los animales domésticos.
Estas enfermedades son consecuencia de la extinción
de lobos y coyotes y se desarrollan cuando aumentan
los rebaños, se crea una presión por el alimento y los
ciervos y alces mordisquean cadáveres. Cuando se
tenían lobos y coyotes, ciervos y alces, los cadáveres
desaparecían en 24 horas.
La llamada conservación ecológica, pretende con-
servar ejemplos de organismos y especies y no ecosis-
temas que son los difíciles de conservar por la gran
presión que el aumento demográfico provoca.
Consideramos que el activismo ambiental se enfo-
ca a una conservación ecológica, aunque hay que
reconocer que instituciones como Greenpeace hacen
un gran esfuerzo al enfrentar algunas de las malas
decisiones de los gobiernos, como la entrega que hizo
la SEMARNAT de la política de bioseguridad a las corpo-
raciones promotoras de los transgénicos, desaten-
diendo las recomendaciones que recibió de la Co-
misión de Cooperación Ambiental del TLC para
proteger el maíz criollo de la contaminación transgénica.
8. La restauración ecológica y ecofilosofía
La recuperación de la biodiversidad ha sido lla-
mada también restauración, quizá como un reflejo
subconsciente de culpa en el cual se quiere reparar lo
dañado. Al igual que en el caso de la conservación, a
la recuperación se le ha colocado el epíteto de ecoló-
gica, Pero se recuperan las especies o los sistemas, no
la ecología ..4
O sea la restauración, independientemente de las
formas que pueda revestir está diseñada para hacer
una compensación por el daño ambiental y es así
como se le justifica. Lo que la tecnología ha destruido
la tecnología puede también repararlo. …Ecofilosofía,
como lo sugiere el origen de la palabra es la búsque-
da de la sabiduría concerniente a la casa o el hogar
global, es decir al medio ambiente y a todas las cosas
que hay en él, tanto humanas como no humanas. La
ecofilosofía es la reconsideración de los enfoques de
la naturaleza por parte de los humanos y de la rela-
ción de la cultura con la naturaleza en diversos nive-
les, el de la ontología, el de la ética y el del activismo
ambiental.5
9. El factor de transformación6
Según A. Stikker, autor de esta propuesta, la infor-
mación es un elemento primordial en una necesaria
transformación de la sociedad. La sociedad occidental
ha llegado a ser muy efectiva en el campo de la comu-
nicación, pero es necesario un considerable cambio
en el significado del programa. Las instituciones edu-
cativas y sociales así como los medios pueden y deben
hacer un esfuerzo para producir información relevan-
te acerca del estado evolutivo del mundo. Éste cam-
biará cuando los individuos y especialmente las nue-
vas generaciones profundicen en la información de los
procesos que han conducido a la humanidad desde las
tribus a la sociedad moderna, desde la agricultura a la
revolución industrial, así como el fomento de un res-
peto a la naturaleza.
La educación en las escuelas y universidades
paralelamente a la especialización deberán desarrollar
programas de información de cómo la humanidad ha
llegado a donde hoy se encuentra y como debemos
entrar a una era de revolución ecológica cambiando el
énfasis del progreso de la humanidad a un sistema
total de vida.
La transformación global necesita que las institu-
ciones tomen una posición activa en la reconciliación
de la ciencia moderna y el pensamiento filosófico
básico, contribuyendo por consiguiente al entendi-
miento de la unidad y la armonía en las relaciones
humanas hacia un orden más alto de existencia.
1 CESARMAN, Fernando, Ecocidio: la destrucción del medio ambiente .Editorial Joaquín Mortiz, S.A.. México, D.F., 1972.
2 DUMONT, René, Ecología socialista. Solo una ecología socialista puede
permitirnos sobrevivir. Ediciones Martínez Roca, S.A., España, 1980.3 CHAVEZ de la Peña, Jorge, “¿A dónde llevan los excesos del eco-
turimo?” Dirección electrónica http://www.jornada.unam.mx/2000/08/21/eco-chavez.html
4 PEDROCHE, Francisco, , “Biodiversidad. ¡Divino tesoro!” en Ingeniería
Genética y Ambiental , , KWIATKOWSKA, Teresa y Ricardo López Wilchis compi-ladores, Plaza y Valdés-CONACYT, México, 2000
5 ARNTZEN, Sven, “¿Haciéndole un bien a la naturaleza? Ecofilosofía y
la ética de la restauración ecológica”, en Ingeniería Genética y Ambiental ,KWIATKOWSKA, Teresa y Ricardo López Wilchis compiladores, Plaza y Valdés-CONACYT, México, 2000
6 STIKKER, Allerd, The Transformation Factor (Toward an EcologicalConsciousness), Elemental, USA, 1992.
63
Edgar Mendoza
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MMARTHAARTHA CCHAPAHAPA
esde años atrás venía siendo recurrente la movili-
zación del magisterio oaxaqueño, pero la mayor con-
frontación entre este gremio y el gobierno local ocurrió
durante el 2006, luego de la formación de la Asamblea Popular de los
Pueblos de Oaxaca, la famosa APPO.
Aún recordamos la intensidad de los enfrentamientos que se
registraron en la capital oaxaqueña hace dos años y las consecuen-
cias que este conflicto tuvo para el propio movimiento y sus líderes,
que se fueron radicalizando a la par del endurecimiento de las auto-
ridades estatales.
Y bien sabemos que se requirió la intervención de la Policía
Federal Preventiva, que aplicó un operativo a fondo, para que comen-
zara a diluirse dicho movimiento.
En esos días se comentó insistentemente que en el fondo del
conflicto magisterial en el estado anidaban rencillas electorales
entre grupos de poder encabezados por ex gobernadores y otros
políticos, como Roberto Madrazo a favor de Ulises Ruiz, y Diódoro
Carrasco junto con Gabino Cué, en contra. Además, se hablaba con
insistencia de que los intereses de Elba Esther Gordillo no eran aje-
nos al asunto.
Más allá de quién le quería meter el pie a quién, en todo caso el
gran perjudicado fue el estado de Oaxaca; su economía, su comercio,
su turismo y la sociedad misma en su conjunto.
Los daños derivados de esos graves enfrentamientos fueron
cuantiosos: cierre de comercios, quiebra de negocios, pérdida de
empleos, caída de inversiones. En buena medida, lo que se “ganó”
fue atraso y mayor empobrecimiento, además de una imagen de
ingobernabilidad que ahuyentó al turismo, en particular al proceden-
te de otros países, que representa una gran derrama de dinero, lo que
resulta relevante en cualquier caso, pero más aún en una entidad
que posee elevados índices de pobreza y marginalidad.
El conflicto parece haber amainado, aunque no ha desapareci-
do, pues de nueva cuenta el magisterio ha echado a andar sus con-
sabidos plantones, mítines y marchas.
Ante esa situación de latente amenaza a la paz pública y a la
estabilidad, esperamos, por el bien de Oaxaca y de todo el país, que
se aliente más el diálogo, la negociación y la voluntad política de los
protagonistas, elementos que hasta ahora han brillado por su
ausencia.
Viene a propósito todo esto porque recientemente visité ese her-
moso estado con motivo de un reconocimiento que se otorgó a nues-
tro programa de televisión “El sabor del saber” por parte de la
Asociación Nacional de Locutores.
Ahí pude constatar que si bien la situación ha mejorado y las
actividades parecen haber retomado su ritmo normal, prevalecen
amagos de violencia que podrían concretarse con lamentables resul-
tados, sobre todo en un año de perfil electoral, como el 2009, en el
que habrá comicios federales.
Será necesario, entonces, ampliar los espacios de diálogo y tole -
rancia política para alcanzar una serie de acuerdos más sólidos, defi-
nitivos y perdurables.
De lo contrario, como suele ocurrir, el pueblo es el que pagará
los daños. Además terminaría por empañarse la imagen de Oaxaca y
del país todo en el entorno internacional, con las dañinas conse-
cuencias que eso tendría.
De verdad, sería un gravísimo error caer en un nuevo choque,
que podría conducir a la reaparición del caos y la violencia, pues se
sumiría a Oaxaca todavía más en la marginación. ¿O será que de eso
se trata?
Ya veremos pronto quién está del lado de la razón, de las mayo-
rías y de la prosperidad común.
Ojalá todos respondan de manera positiva y, de no ocurrir así,
que el pueblo se los demande, de una vez por todas, en las próximas
elecciones.
4 de julio de 2008
Divagaciones de la manzana
D
Martha Chapa
65
MM AXAX MMENDIZÁBALENDIZÁBAL
Las personas son las que cuentan”. Así lo asegura la
costosa propaganda impresa del gobierno del D.F.,
como si la aseveración borrara la realidad.
Aunque sí, hay “personas que cuentan” a sus muertos en
el antro New’s Divine, que funcionaba sin las normas requeri-
das debido a la corrupción del gobierno citadino, el mismo
que hace años causó la muerte de 24 personas en el antro
Lobohombo, por ineptitud o complicidad del entonces dele-
gado Jorge Legorreta, quien no fue investigado y al que dis-
cretamente se envió fuera del país para protegerlo.
Es frecuente que los gobiernos de la gran capital evadan
sus fracasos aduciendo que la macrópolis rebasó las posibili-
dades de una ordenación adecuada. Cabe preguntar: ¿quién
provocó el crecimiento colosal de la Ciudad de México?
¿Quién, por controlar a la población e incrementar su poder
centralizó aquí las máximas fuerzas políticas nacionales, los
capitales, comercios e industrias? ¿Quiénes cegaron sus ríos o
los entubaron, haciéndole perder frescura y paisaje atractivo,
con argumentos no empleados en tantas ciudades del mundo
donde existen vías fluviales exitosamente controladas? ¿Quién
propicia la suciedad en todas partes, producida por irrespon-
sables que obtienen más ingresos que comerciantes estable-
cidos en locales y que están sujetos a impuestos? ¿Quién
permite a cielo abierto (a polvo infecto) la venta de comida
sin mínimas condiciones higiénicas? ¿Quién ordena destruir
tantos árboles, algunos centenarios como en Azcapotzalco?
¿Quién autorizó la proliferación de fábricas que pudieron
establecerse en sitios más apropiados del país? ¿Quién aprue-
ba el pavimento de pésima calidad que causa accidentes
automovilísticos? ¿Quién avala construcciones gigantescas?
¿Quién gasta millonadas en propaganda partidista y no repa-
ra tuberías que provocan la pérdida de 38 por ciento del cau-
dal debido a las fugas? (Notimex, junio 14 de 2008). ¿Quién
procreó una administración de justicia y un cuerpo policiaco
envenenado? ¿Quién promueve sistemas de transporte que no
resuelven el agobiante tránsito y que además contaminan,
como los metrobuses? ¿Quién combate la organización civil
no partidista? ¿Quién ignora los reclamos ciudadanos?
Los únicos culpables son los sistemas antidemocráti-
cos practicados por opresores y violadores de los derechos
humanos.
Para gobernar a la Ciudad de México se pone espe-
cial cuidado para elegir a quienes la odian. Por algo existe el
espantoso caos del transporte y su monopolio de combis y
taxistas; el nulo respeto al peatón en las obras que se realizan
en las calles, de manera notoria en la Delegación Cuauh-
témoc; en ninguna se protege a los viandantes; se deja mate-
rial de construcción en las banquetas obstruyendo el paso
peatonal; no hay barreras libradoras ni letreros de adverten-
cia, ni pasos provisionales, ni se envía a personal que cuiden
a los peatones, quienes se juegan la vida avanzando junto a
transportes que no aminoran la velocidad porque nada les
“
advirtió de la situación. Se aniquilan áreas verdes; se permite
invadir las aceras por vehículos y comercios irregulares.
El metro, transporte ideal para la ciudad, falla con fre-
cuencia debido al pésimo mantenimiento que le proporcionan:
se detiene constantemente por varios minutos, frena con vio-
lencia, seguido se descompone. Muchas estaciones parecen
mercados por la abundancia de mercancías y por el griterío
para ofrecer múltiples artículos. Parte del caos es el acoso per-
petuo, dentro de los carros, de un ejército de vendedores de
discos piratas, negocio tras el cual podrían hallarse altos diri-
gentes perredistas, negocio millonario que comenzó cuando el
Sistema de Transporte Colectivo fue dirigido por el hoy diputa-
do Javier González Garza. Por toda la ciudad se erigen desde
altísimos edificios hasta puentes peatonales inadecuados.
Hay demencial diferencia de ingresos entre altos funciona-
rios y simples burócratas, quienes sobreviven esquilmando al
público. Se permite la instalación de todo género de publicidad
en paredes, marquesinas, jardines, árboles, ejes viales y azoteas,
así como peligrosos “espectaculares” que distraen a los mane-
jadores en el circuito interior y en las principales avenidas. Se
ignora el voceo con altos decibeles para vender toda clase de
mercancías, el constante tronido de cohetes a todas horas, fes-
tivales callejeros sin autenticidad popular, que fomentan una
cultura pedestre mediante gritos destemplados de “animado-
res” verborreicos. Abundan las alcantarillas rotas. Se padece el
pésimo estado de banquetas y calles disparejas.
Lo anterior son unos cuantos ejemplos de lo que su-
cede cuando los ineptos gobiernan, panorama desolador
menospreciado por las clases altas y por los gobernantes, y
que obligadamente soportamos millones de mexicanos día
con día.
Las protestas y las denuncias se topan con una falacia
repetida una y otra vez: que a este caos se llegó por culpa de
todos, fácil manera de exculpar a los funcionarios, pues no
“supimos” percibir a tiempo el gigantismo y no “tomamos”
medidas adecuadas para evitarlo. Lo cierto es que los ciudada-
nos del D. F. jamás hemos tenido participación real en los
asuntos citadinos, ni cuando gobernó el PRI y menos con el PRD
(con el PAN nada apunta que esto podría cambiar).
Un aspecto que se manifiesta con frecuencia y que mucho
tiene que ver con el desastroso manejo social de la capital del
país, estriba en la pobreza intelectual de funcionarios que linda
con la estupidez. Incluso al ser entrevistados muestran enorme
incapacidad verbal. Hablan mucho, tal vez con exceso, pero
con torpeza. Esto es común en el actual gobierno, que por el
contrario “olvida” a citadinos que habiendo sido actores socia-
les, por el hecho de no pertenecer al partido en el gobierno son
(somos) combatidos, obstruccionados y reprimidos. Para quie-
nes llegan al poder para satisfacer sus ambiciones personales,
sólo sirven de obstáculo los ciudadanos responsables que
podrían aportar experiencias para bien gobernar, y por ello no
son tomados en cuenta ni siquiera sobre lo que acontece en la
calle donde viven.
Cuando llegue a gobernar un equipo de ciudadanos
honestos, deberá considerar lo siguiente:
* Ningún barrio, ninguna colonia, ningún conjunto habi-
tacional debe segmentarse políticamente; cada sector de estos
se incluirá íntegramente en un sólo distrito electoral. Tampoco
deben fraccionarse áreas comunitarias como jardines, deporti-
vos, panteones y zonas con características y problemáticas
semejantes.
* La elección de los delegados tendrá que sujetarse a
estudios zonales elaborados mediante consulta al vecindario,
basándose en opiniones fundamentadas de ciudadanos con
conocimiento e interés por los problemas de su colo-
nia, conocimiento no sólo libresco, sino demostrable por su
participación.
* Debe investigarse la trayectoria de los candidatos, lo que
evitará que lleguen al poder elementos torpes y extraordinaria-
mente corruptos, como en la actualidad.
* Es crucial desfavorecer políticas que requieran el uso del
automóvil y rechazar oficialmente su promoción, como rifas
y apoyos para la adquisición de vehículos. Como contraparte,
será indispensable impulsar el transporte no contaminador.
* No deben permitirse aperturas de negocios sin consulta
y asentimiento vecinal de ese entorno.
* Cada delegación será responsable de organizar paula-
tinamente la nomenclatura enloquecedora de las calles, que
no respeta las asignaciones primarias y mucho menos la
numeración, en un desorden explicable solamente cuando
nos interiorizamos en el grado inaudito al que llega la torpe-
za oficial.
66
* Es indispensable construir puentes adecuados para
los peatones, que consideren a los discapacitados, a los ancianos,
a los niños y a quienes cargan bultos. Los puentes actuales
siguen enriqueciendo a contratistas cínicos (escribimos allá
por los 80s sobre la incongruencia de estos “puentes de oro”),
y han demostrado su ineficacia debido a su altura y a la falta
de vigilancia que propicia robos y violaciones. Por ello la gente
prefiere arriesgar su vida cruzando por el arroyo, lo que no ha
impedido que los puentes se sigan construyendo para benefi-
cio exclusivo de contratistas multimillonarios. El negocio es de
tal vileza que en ciertas zonas, y debido al rechazo popular
para usarlos, el gobierno que afirma que “las personas son las
que cuentan”, instala rejas que a manera de redil obligan a
usarlos, aunque estén enfermas o teman ser atracadas en las
alturas, o lleven bebés y niños pequeños que usan carriolas, o
carguen mercancías, o tarden media hora en subir numerosos
peldaños, pues no hay otra manera de cruzar ciertas avenidas.
* Los espectáculos populares que ofrece el gobierno son
pésimas copias de los bodrios televisivos; pan y circo, lo que
palpablemente demuestra la incompetencia de la Secretaría de
Cultura del D. F.
* Combatir la contaminación. Quienes viven al nivel de la
calle, o en un primero o segundo piso (la mayoría), al mirar el
cielo lo perciben azul y no se alarman. Quienes vivimos a cua-
renta o más metros de altura vemos preocupados cada maña-
na la gruesa capa grisácea que cubre el Valle de México; es la
terrible contaminación que forzosamente respiramos todos los
días, sin que a los gobernantes citadinos les importe, porque
sus líderes viajan cada fin de semana a Cancún, Iztapa, Miami
y otros lugares donde aspiran aire limpio, dejando que en “las
67
Pozo
personas (son las) que cuentan” aumenten los enfisemas, el
cáncer pulmonar, las cardiopatías y demás males respiratorios
derivados de los tóxicos.
La criminalidad implícita en algunos hechos del actual
gobierno alcanza tal grado que entregan decenas de miles de
licencias para manejar ¡sin efectuar examen médico a los soli-
citantes!, permitiendo que individuos que no saben conducir,
irresponsables, o enfermos del corazón y epilépticos que en
cualquier momento podrían perder el conocimiento o incluso
morir, pongan en riesgo a las “personas que (no) cuentan”.
¿Cuántas muertes, cuántos heridos han causado ya estas abe-
rraciones del gobierno de la ciudad? Deben ser miles, mas
pocos se percatan del verdadero origen de estos accidentes, y
nadie resulta responsable…
Y como “las personas son las que cuentan”, se elabora
una ley anti tabaco haciendo creer que el gobierno se preocu-
pa por la salud ciudadana, aunque permite circular camiones
de limpia o acarreadores de granaderos, o patrullas, o particu-
lares con influencias, o motocicletas sobre todo de pizzerías
que emiten, cada uno de ellos, lo que decenas de miles de
fumadores producirían con el tabaco. ¿Cuántos autobuses o
micros no lanzan humaredas? Muy pocos. El resto lo hace 16
horas diarias o más.
Y para esas “personas que cuentan” se admiten minibuses
con asientos diminutos donde apenas caben, y sus rodillas
pegan en el respaldo delantero, mientras el vehículo frena
donde al chofer se le antoja y carece de respeto hacia los
demás y les impone música a volumen exagerado, en tanto
acelera demencialmente en carreras que a veces terminan
matando a los pasajeros o baldándolos por el resto de sus
vidas. ¿Quién les proporciona licencia para conducir si no
saben hacerlo? ¿Quién autoriza tales incomodidades? Los
gobernantes, que eternamente dicen que “pondrán en cintura”
a esos cafres, falsedad tan reiterada que nadie les cree, pero
esto tampoco les importa.
Entre las pocas “personas que sí cuentan” están los fra-
neleros, violadores de leyes, que obstaculizan el libre paso
tanto de peatones y vehículos. Pero como en el caso de los
puesteros, significan muchos votos y apoyos porriles.
La nobleza del gobierno del D.F. ofrece descuento en pago
de impuesto predial, pero al hacerlo en tiendas dicen que éste
es sólo aplicable si se paga en oficinas de Hacienda, lo cual
no menciona la propaganda engañosa. Como en las ofici-
nas hacendarias se pierde un día en hacer trámite, mu-
chos optan por pagar sin el descuento, que queda en pura
falsedad.
Al sacar del Eje Central el puesterío, éste se expandió. Un
ejemplo: la otrora calmada calle de Morelos es ahora un multi
restorán contaminador donde bandas de policías, arañeros y
peatones ingieren guisos antihigiénicos. Ahí es constante la
violación del sentido de la calle por vehículos que provenien-
tes de la Ciudadela buscan salir hacia avenida Juárez evitan-
do un rodeo por Reforma, ante la mirada adormilada de los
policías. Penetran por la calle de Humbold, poniendo en peli-
gro a peatones y a vehículos que circulan debidamente. ¿Por
qué no son multados? Porque de hacerlo diariamente se ter-
minaría el “negocio”, y así, de modo imprevisto, roban
durante algunos días. Igual sucede con los arañeros, que
dejan estacionarse autos incluso impidiendo el paso a los
peatones, y de vez en cuando colocan las arañas. Si esto
fuese constante, ya no podrían robar a las personas, que
“son las que cuentan”.
La abundancia de policías es increíble. Los hay por todos
lados, en camionetas, patrullas, motocicletas, a pié… pero no
sirven de nada, excepto para bolsear o asesinar a los jóvenes.
La mayoría de los vigilantes se la pasa sin hacer nada,
excepto cuando se acercan a un puesto de tacos o de tortas
y ahí bromean, indiferentes a las injusticias que ocurren
alrededor. Los patrulleros bajan orondos de sus autos para
hinchar aún más sus barrigas anti crimen, estacionándose
donde se les pega la gana, incluso obstruyendo los pasos
para incapacitados que tienen algunas banquetas. Eso sí, no
dejan de apantallar con sus escandalosos radios encendidos
todo el tiempo.
La Ciudad de México podría ser un hermoso y tranquilo
sitio para vivir si no tuviese al mando a gente preocupada sólo
por su futuro político y por economía personal.
Y para finalizar este incompleto repaso de la actual trage-
dia de nuestra ciudad, recordemos a aquel sofisma de que vivi-
mos en La ciudad de la esperanza.
68
69
MMARCOARCO AAURELIOURELIO CCARBALLOARBALLO
A salvo de llevar luto
sta nueva editorial, Axial, publicará uno de mis dos
mamotretos, “Morir de periodismo”, mi querido
amigo Raúl. Lameré mis heridas revisando el se-
gundo libro varias veces más. Tiene dos títulos provisionales
que no me convencen. El tercer libro, el de relatos, también
tiene dos títulos. Hay un ensayo de Patricia Highsmith en su
libro “Suspense. Cómo se escribe una novela de intriga”
(Anagrama, 1987), en el cual ella cuenta que debe llevarse luto
por una novela sólo después de veinte rechazos. Ella aconse-
ja no quemar el libro sino tener paciencia. De “wey” lo quemo.
Sólo fui apastillándolo. Entre el primer apastille y el último,
media docena de revisiones, le quité sesenta y seis cuartillas.
De cuatrocientas dieciséis a trescientas cincuenta. Pero no
como le hizo el Manotas Jaime Reyes Estrada (+) cuando le
ordenaron que redujera a la mitad una nota periodística, sino
que fui comprimiendo frase por frase. He aprendido que de la
concisión (claridad) puedes pasar al laconismo (fuerza), pero
no más..., sin llegar a lo telegráfico. Te cuento, el corrector le
ordenó al Manotas Reyes Estrada reducir aquella nota a la
mitad. El Manotas tomó las cuartillas, las dobló en dos, las
partió y arrojó a la mesa de redacción una de las mitades. Ahí
está, dijo. Listo. Reducida a la mitad... ¿Te sabías ésa? La otra
fue cuando el corrector le dijo que se comía las comas o igno-
raba cómo usarlas. El Manotas fue a su máquina, metió una
cuartilla, la llenó de comas, unas dos mil sesenta comas, y se
la llevó al corrector. Ahí está, le dijo. Para esa nota sin comas y
para las que siguen.
De haber continuado los rechazos a mi libro, a lo mejor
consigo dejar la historia en trescientas veinticinco páginas.
Pero podría acercarme al punto en el cual, dicen, uno “quema”
las frases. Deben de haberme rechazado nueve veces Morir de
periodismo. Esto es faltaron once rechazos como para que me
pusiera trusa negra, según aconseja la Highsmith, la de “A
pleno sol”, “Extraños en un tren” y veinte novelas más,
muchas de las cuales sin duda tú conoces. Musacchio pregun-
tó por qué habían rechazado mi libro y le dije la verdad. Es
decir, lo ignoraba a ciencia cierta. Entonces él preguntó cuán-
tas páginas tiene y cuando le dije que trescientas cincuenta, él
comentó que no eran muchas... Nunca me dijeron que
el mamotreto estuviera demasiado mamotreto. En una edito-
rial el dictamen fue que necesitaban inventar un nicho para
publicarlo. En otra que tenía “punch” pero no editaban esa
clase de libros. ¿Cuál es el género de Morir de periodismo
(Axial-Colofón)? Se trata de la historia de los tres primeros
años de un diario. En el apastillamiento le cambié el nombre al
periódico (El espejo, El diario y el uno). También le endilgué
seudónimos a personajes que podrían “sentirse”: el maestro
Enrique Loubet junior (1929-2007) aparece como Henry
Goitisolo junior. Cuando le conté a Francisco Cárdenas por qué
no había publicado libros en el último sexenio (con 6 novelas,
5 libros de relatos y 3 de crónicas), Pancho comentó que si ése
era el problema que le pusiera seudónimo a los persona-
jes. Total, dijo, el lector enterado siempre termina sabiendo
quién es quién.
El director general aparece nomás como CDG. Es decir,
quienes salen bien librados aparecen con su nombre y quienes
E
no con seudónimos. Tu amigo aparece como el jefe MAC. Esto
es, me maltrato a medias. Raúl Pérez López Portillo figura
como Raúl Pérez López Portillo, lo mismo René Avilés Fabila. El
mamotreto arranca en el DF, pasa por la guerra de Nicaragua,
y termina en Madrid cuando nos reuníamos con Elena Garro y
Helena Paz Garro. Sólo estuve dispuesto a transigir en el apas-
tille. ¿Debo cantar victoria? No. Todo puede suceder mientras
el mamotreto está en el horno. Por ejemplo que el mundo se
acabe, aunque yo estaré a buen resguardo en algún lugar del
Soconusco.
Las tetas de Mónica Belucci
Tengo ante mí un ejemplar de Morir de periodismo y una cas-
cada de ideas y de planes se me agolpan en lo que me resta de
sesera, querido tío. Logré conservar la ecuanimidad mientras
hablaba con Leslie Cano y estuve en esas condiciones menta-
les hasta poco antes de beber el primer sorbo de un whisky
comprado apenas en la esquina. A la vista sólo había ése y otro
de marca menos conocida. Pregunté con el riesgo de escuchar:
Hay lo que hay. Pero no. En la bodega había el de mi gusto, cin-
cuenta pesos más caro que en el súper. Pedí el menos malo
exhibido en los estantes porque ¿y si el otro estaba adulterado?
¿Por qué tan clandestino? ¿Era para clientes selectos como un
señor que vive a tres casas de La Iguana? Yo vivo a dos, recuer-
da. A una vive la familia que bebe caguamas en la ban-
queta. Podría ser también para otro señor de enfrente. No he
ido a mi tienda porque no quería beber.
Te cuento esto porque enseguida fue cuando se me agol-
pó la lluvia de ideas. Había en la contestadora una llamada de
Fernando Macías. Estoy estupefacto, le dije al reportarme, y no
sé qué hacer. El mamotreto se habría presentado el 21 de junio
a las 12 meridiano en el Club de Periodistas. Le pregunté si su
amigo el chingaliebres iba a estar presente. Es que se le ade-
lantaron con el adelanto. Insisto perverso porque deseo saber
hasta dónde le cree Macías.
Hice el intento de meter unas correcciones. La función
debe continuar... Pero la cascada seguía fluyendo, obnubilán-
dome. Con enormes esfuerzos las inserté sin acarballarme.
Nomás la disciplina iba a impedir que hiciera la talacha dos
veces. Primero es lo primero. Ya me había servido un jaibol tri-
ple con cuatro cubos de hielo. Quería zampármelo bien frío, en
su mero punto. La angustia, el estrés y el agolpamiento de car -
balladas me deshidratan y atarantan. Ojalá derritieran el coles-
terol. Volvería a mi peso de cuando llegué al DF en 1965, sesen-
ta y cinco kilos con uno ochenta de estatura. Entonces no que-
ría subir de peso ni conquistar el mundo. Quería ser narrador
y reportero. En ese orden. Primero fui reportero y después,
como narrador, quién sabe cuándo me graduaré. Aprendes a
escribir cada libro.
Al tener en mis manos el ejemplar de la primera novela
brinqué de gusto y con la séptima quedé como petrificado.
Ignoro si un hombre de piedra pueda sentir al mismo
tiempo una cascada de ideas agolpándosele en la sesera gruye-
re a causa del trago roedor. ¿Por qué lo de hombre de piedra?
Porque el libro estaba embrujado, sospeché. Porque su embruja-
miento obedecía, supuse, a que lo di a publicar en el 2002 antes
de considerarlo a punto de/ y los dioses me castigaron. Porque
después de ocho rechazos seguirían el noveno y el décimo, temí,
hasta el vigésimo, como para declararlo muerto. Al libro.
Si fuera católico practicante, le dije a Leslie Cano, la edi-
tora de Axial, iría a la Basílica de rodillas. Pero me acojo mejor
a la consigna de Stevenson: “No hagas nada, ni un minuto de
tu vida, si no te produce placer”. Entonces, como Chandler,
empecé por servirme un jaibol triple. Me importa un diputado
si publico el octavo, el noveno y el décimo mamotretos. ¿Có-
mo, si antes debía aparecer el séptimo? Estaba ahí como tapo-
nando los conductos por donde van y vienen la tercia inédita y
un libro de relatos.
Así que empecé a arder de nuevo y corregí cinco páginas
del octavo mamotreto y escribí estas líneas. En esas estaba
cuando llegó Petunia. Le pregunté si veía un resplandor ahí
donde estaba yo tecleando. Ella miró a derecha y a izquierda.
¡¿Luces de bengala?!, exclamé. ¿Ya salió la novela?, preguntó
ella. Con meneos de ojos le señalé el libro entre unos cinco mil
volúmenes de su biblioteca. Por fin lo descubrió y lo tomó y se
lo llevó a su pecho de tetas como de Mónica Bellucci. Luego
me abrazó y besó y experimenté esa contracción abdominal
que sienten los hombres duros, entre el corazón y las tripas.
Las gansadas de un charlista
De nuevo, gracias por llevarme con tus alumnos, querido
maestro René Avilés Fabila. Espero no haber dicho demasiadas
70
gansadas durante la charla. Como en todo grupo escolar des -
tacaron tres o cuatro alumnos A la izquierda, en la primera fila
y en primer término, descubrí a uno de aspecto si no hostil
cuando menos aburrido. Ahora me sucedió a mí, así como a ti
con aquel colega de gruesos bigotes en el Club de Periodistas
durante la presentación del libro. Todo lo desaprueba, dijiste.
Pero a lo mejor tuve una impresión equivocada con el alumno.
Una chica de gafas me preguntó en corto, como se dice
ahora, si una frase atribuida al Patán en el libro era de éste o la
había inventado yo. La frase es aquélla según la cual Dios le
agregó a las mujeres el sexto sentido porque estaban quedán-
dole muy atarantadas. Le pregunté si se había ofendido. Donde
menos te imaginas salta la feminista y la feminista agresiva.
No, la había hecho reír, dijo ella risueña. De todas maneras
acredité la frase al personaje.
Uno más pidió la firma del libro como el jefe MAC. Buena
idea, le dije. Es que soy medio tarolas para las dedicatorias. El
estrés me afecta a la hora de la firma. Creo que a ti jamás te
pasa eso, maestro Avilés, porque en términos generales te veo
siempre desestresado. Debe ser porque no bebes café y yo sí
con la misma compulsión que los jaiboles. A la hora del trago
estoy presa de la agitación y del estrés y para ecualizarme pues
me zampo dos o tres dobles. Procuro servírmelo media hora
antes de la comida para paladear uno, dos, cuando mucho.
Pero si el llamado a la sopa se atrasa consumo tres dobles.
Después de la siesta, sobrellevo sin café la segunda parte del
día. Ahora, cuando me pidan la firma de un libro, lo haré en
ciertos casos como lo sugirió tu alumno.
Debí haber llevado un plan a ese encuentro estimulante.
Pero quise entrar pronto al terreno de las preguntas y de las
respuestas. Había olvidado que los estudiantes de periodismo
no preguntan. Ahora los justifiqué al calcular que si un tercio
quiere irse a la tele y otro tercio a la radio, queda un tercio para
prensa, publicidad y eso que llaman ahora comunicadores
sociales. Así que ¿por qué sesenta y seis por ciento habrían de
preguntar y por qué otros también del tercer tercio restante?
Hace años creí que era un defecto profesional de reportero
pasarte la vida preguntando incluso cuando estás fuera de la
chamba, pero también ocurre si escribes narrativa. En este últi-
mo caso el hecho se acentúa. ¿Será porque te detienes de golpe
cuando tratas de escribir sobre algo desconocido? Luego sales
a la vida con la pretensión de saber todo de todo. Ignoro si te
pasa a ti. Incluso fastidio a la cocinera si le pregunto sobre qué
carne usa para el cocido o qué parte de la bestia para el cuete
mechado, y ¿será cuete o cohete? y ¿por qué cuete o cohe-
te? Olvídate de lo de mechado, pues no le ponen mechas sino
lo rellenan, o lo trufan. En fin.
Tenía rollo para hablar de Morir de periodismo (Axial),
pero el supuesto aplomo se me convirtió en desazón por la
falta de tablas al improvisar y por ver al alumno aburrido o
indigesto a causa de cualquier desayuno vasto a la chilanga,
huevos con jamón y frijoles, café con leche y una concha. Pero
siempre recuerdo tu consejo de cuando estuve a cargo de un
taller de periodismo, ahí mismo, en la UAM-X, gracias a una
recomendación tuya. Entonces dijiste, no olvides la ventaja de
que sabes mucho más de tu oficio que los conocimientos
de ellos sobre el tema.
Esta vez el encuentro degeneró cuando empecé a hablar
de los buenos modales. Si no entras al quite, dando por termi-
nada la sesión, hubiera seguido de frente haciendo el primer
ridículo del día, según aseguraba Elena Garro. No te preocu-
pes, decía ella, porque uno hace el ridículo siete veces al día.
Yo pude haber cumplido mi cuota diaria en esa hora y media
con tus alumnos.
71
Jorge López
72
Un niño genio se asegurala posteridad
Tiene 13 años, estudia dos
carreras profesionales en la
Universidad de las Américas,
por lo que cadenas de televi-
sión de EU ya lo conocen
como “el niño genio mexica-
no”. Se acaba de asegurar
la posteridad, independiente-
mente de lo que haga en lo
sucesivo en su vida, pues fue
invitado por la Presidencia
a depositar en La Caja del
Tiempo una carta que será
leída dentro de 300 años, algo
con lo que sueñan muchos
escritores de nuestros días
y nadie les garantiza que así
ocurrirá. Lo más seguro es que
muchos de los que ahora se
creen inmortales no sobrevivi-
rán ni siquiera a la otra gene-
ración.
Pero este niño ya se ase-
guró la posteridad, pues den-
tro de tres siglos será leída
esta carta que La Culta Polaca
publica en exclusiva, por razo-
nes que al final se explican y
no tienen vuelta de hoja:
Para una constancia del porvenir
Mi nombre es Andrew Alma-
zán Anaya, tengo 13 años en
este 2008 en que escribo esta
carta para un destinatario que
nunca conoceré. Curso en la
Universidad de las Américas-
Puebla dos licenciaturas: la de
Medicina y la de Psicología,
que a lo mejor en el futuro
ya no son necesarias, si se
pueden evitar las enfermeda-
des del cuerpo y de la mente.
A mi edad, la mayoría
de los niños estudian el nivel
secundario de la educación
básica, pero yo me he ade-
lantado porque creo que
hay mucho por estudiar y
por saber y tengo la intención
de estudiar otras disciplinas
como Historia, Geografía, Lite-
ratura, Astronomía, Arqueo-
logía, Nutrición… La verdad
es que me interesa saber todo
de todo, porque como dijo
algún filósofo nada humano
me parece ajeno.
Ricardo Moreno
73
Para mí estudiar es una forma de la
felicidad, que mi familia me dio a cono-
cer tempranamente, porque me enseña-
ron, como aconsejaba Cicerón, un sabio
latino de hace dos mil años: por medio
de la diversión. Mi primer contacto con
la Geografía fue por medio de un globo
terráqueo, que se constituyó en un
juguete, pues jugando, jugando aprendí
de los países y sus capitales. Supe del
sistema óseo y de los órganos del cuer-
po humano por medio de otros juguetes,
casi muñecos, esqueletos y cuerpos de
plástico. Por otro juguete supe de los
volcanes y “cree” volcanes y erupciones
y un telescopio me acercó al cielo y a la
Astronomía y por medio de los videos
me enteré y me interesé de tiempos pre-
téritos que de esa manera viví y reviví.
El saber me divierte, para mí el
esfuerzo de estudiar ha sido placentero y
gozoso. Aunque sí reconozco una obliga-
ción de tipo moral cívico, que representa
la necesidad de prepararme profesional-
mente, pues entiendo que es la mejor
manera de contribuir a que mi país alcan-
ce niveles de desarrollo y competitividad,
para que la felicidad personal y social se
amplíe a toda la población.
Ante ese abanico de posibilidades y
con ese mundo tan ancho y cercano de
la cultura y la formación profesional,
¿por qué me decidí por la Medicina y la
Psicología?
Tal vez cuando lean esta carta en el
futuro los males que hoy padecemos ya
no existan, pero en la actualidad mucha
gente padece, sufre y muere por el cán-
cer, la diabetes, los problemas cardio-
vasculares, las enfermedades degenera-
tivas, las autoinmunes, las infecciosas y
muchas más, seguramente curables, y
por ello es que consideré que debía pre-
pararme para contribuir en la medida
de mis posibilidades a suprimir alguno de
estos padecimientos letales o por lo
menos a colaborar en su alivio, pues
creo que una elevada inspiración huma-
na es evitar el sufrimiento y desde luego
no causarlo.
La compatía, reflexionó algún día
un célebre poeta mexicano, Octavio Paz,
es una palabra y un sentimiento que se
ha perdido. Define el hecho de conmo-
verse por el dolor ajeno.
Espero que en el futuro ustedes, los
lectores de esta carta, hayan podido re-
cuperar la palabra y sobre todo su signi-
ficado, porque eso dará idea de la pleni-
tud humana alcanzada en el futuro, hoy
tan amenazado por guerras fratrici-
das, enfermedades, plagas, destrucción
del medio ambiente. Si leen esta carta
seguramente será porque esta generación
y las siguientes, supieron aprender del
pasado y construyeron un mejor porvenir.
Saludos desde el 2008 de
ANDREW ALMAZÁN ANAYA
Nota bene: el niño es nieto de nues-
tro heterónimo Héctor Anaya, que tiene
cierta influencia en esa familia y por ello
puede conseguir lo que otros columnis-
tas o reporteros no obtienen.
Premios desiertos Ya lo ha censurado esta sección varias
veces, pero al parecer los organizadores
de los concursos, ni se inmutan ante la
crítica, pues ni la ven ni la oyen.
Pero es que eso de declarar desier-
tos premios literarios o de artes plásti-
cas y luego dedicar el dinero a rendir
homenajes a los cuates, pues hace ver
como muy sospechosa la actitud del
jurado.
Y esto acaba de ocurrir con el
Premio Nacional de Poesía Aguasca-
lientes, pues los jueces consideraron
que no había entre los 207 poetas con-
cursantes, nadie que valiera la pena o
la alegría, concretamente aseguraron en
un comunicado oficial: “ninguno de
ellos presentaba la calidad suficiente
para hacerse acreedor a este reconoci-
miento” y por tanto decidieron que se
utilizara el dinero para rendir homenaje
a Gerardo Deniz, ese sí “en reconoci-
miento al conjunto de su obra en la que
se cumple una de las voces mayores de
la poesía escrita en nuestra lengua”.
¿Qué no habrá alguna disposición
oficial que impida que se desvíen los
recursos destinados a una determinada
actividad? Uno no puede creer –aunque
en la práctica [remember Fox] así ocurra,
que tomen una partida por ejemplo
“para becas a estudiantes” y la destinen
a la compra de un vehículo. Así también,
en estos casos: se supone que se aprobó
el gasto para dotar de dinero atractivo
al Premio Nacional de Poesía, no para
rendir un homenaje a un escritor (por
muchos que sean sus méritos) y enton-
ces, ¿cómo se justifica el desvío? Si
en otras áreas los gastos públicos son
utilizados errónea y perversamente, ¿no
podríamos cuidarnos en la República de
las Letras de manejarnos con honesti-
dad y prudencia, no podríamos dar
ejemplo a las demás áreas de la vida ciu-
dadana?
Y finalmente, ¿qué los premios no
se deben dar a lo mejor de lo que se pre-
74
senta a concurso? Porque los jurados no
estaban dirimiendo el Premio Nobel,
sino nada más el Aguascalientes. ¿O
esperaban encontrar a Rimbaud, a López
Velarde, a Octavio Paz, a Neruda, a Pe-
ssoa, a Borges? ¿Y quién nos puede ase-
gurar que no estaban entre los rechaza-
dos y descalificados?
Nuestro Irak Así como Bush ha ocultado cuántos
soldados de Estados Unidos han caído
abatidos por las balas de los iraquíes que
tratan de expulsar a los invasores (en
1847, aquí en México, también hubo resis-
tencia civil que causó bajas en las tro-
pas yanquis), Calderón y sus generales y
sus secretarios, minimizan las bajas de sus
grupos militares y policíacos que igual-
mente han sido eliminados por los grupos
de narcotraficantes bien armados.
Triunfalistas proclaman que “vamos
ganando la batalla a los narcos” y San
Camilito hace cuentas alegres con los
muertitos y asegura que si están cayendo
las cabezas policíacas y militares y es por-
que se avanza en la lucha contra el crimen
organizado. Como a los jefes jefes, ultra-
protegidos, no les alcanza ni el estruendo
de las balas enemigas, pues que se haga la
voluntad de Dios en las tropas de mi com-
padre. El día que les tocara en suerte, aun-
que sea en el caso de amigos y familiares
remotos, el ataque de los narcos, segura-
mente no pensarían lo mismo y a lo mejor
hasta presentan su renuncia.
¿De veras estamos mejor en materia
de seguridad? ¿De veras, como nos ase-
guran en los anuncios televisivos, en los
que se gastan millonadas, están hacien-
do sus operativos para que “vivamos
mejor”?
¿O los únicos que están verdadera-
mente seguros, cubiertos por decenas de
guardaespaldas, custodios uniformados
y embozados y centenas de policías y
militares, son los que “haiga sido como
haiga sido” se encuentran en la cumbre
del poder?
Criminalizar a la competenciaDe pronto vino de arriba, como úkase, la
sentencia: “no hay que criminalizar a las
víctimas”, con motivo de la muerte de
los clientes del antro News Divine (¿no
hay quién les obligue a los mercachifles
a ponerle título en español a sus negoci-
tos?) y de allí en adelante ni a los preco-
ces muchachitos, que a los 13 o 14 años
ya estaban emborrachándose o endro-
gándose, ni a sus consentidores y des-
preocupados papás, se les pudo tocar ni
con el pétalo de una reclamación.
Los culpables de haberlos admitido
en el antro y los responsables de haber-
los aplastado eran las autoridades y en
última instancia el Mero Mero, el Jefe de
Gobierno, por elegir mal a sus mucha-
chitos uniformados. Como si el Señor de
los Pinos pudiera ser culpable del mal
trato que reciba uno del último de los
burócratas…
El diagnosticador de Los Pinos,
como en muchos otros casos emitió su
dictamen y al mismo se apegaron los
medios y los “administradores de justi-
cia y los depositarios del Derecho”. Los
muchachos no estaban haciendo nada
mal con querer divertirse como adultos
cuando que técnicamente algunos toda-
vía eran niños. Y a los papás que ni si-
quiera se enteraban de dónde andaban,
tampoco se les podía llamar la atención
e inclusive había que apoyarlos en sus
demandas de indemnización contra el
Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard Ca-
saubon, contra quien ya se empieza a
levantar la acusación de que es un judío
que pretende apoderarse de la capital
del país y si es posible del país, segura-
mente para entregarlo a Israel.
Tal vez a la sentencia calderoniana
le hizo falta indicar que si bien no se
puede “criminalizar a las víctimas, hay
pleno respaldo para criminalizar a los
enemigos políticos”.
Los cursos de AbrapalabraLuego de los exitosos cursos de verano
y a petición de ustedes los pueden obte-
ner en los teléfonos 5553-2525 y 5522-
0992 o a los celulares 04455-1699-80
85 y 04455-1700-7273, aunque tam-
bién pueden comunicarse al correo-e
[email protected] o acudir di-
rectamente a Pachuca 133, primer piso y
Planta Baja, donde podrán atenderlos el
director del Taller, el escritor Héctor
Anaya o la maestra Araceli Cordero, ad-
ministradora.
Cada curso constará de 13 sesiones
de 2 horas cada uno y como se ha indi-
cado comienza el 1o. de septiembre y
termina el 28 de noviembre, para dejar
impoluto, incontaminado de obligacio-
nes, el fiestero mes de diciembre.
La Redacción lógica es para quie-
nes carentes de habilidad para escribir
algún día tienen que enfrentarse a la
necesidad de presentar un informe, ha-
cer un discurso, dictar una conferencia y
no saben ni siquiera armar una frase, ya
no digamos estructurar la exposición
de un tema, sin faltas de ortografía o de
sintaxis. Se les preparará, por lo menos,
para que presenten ordenadamente sus
75
pensamientos, con lógica y congruencia
y si es posible hasta con amenidad.
El curso de Redacción literaria es
para quienes ya son conocedores de las
formas primarias de la redacción, pero
quieren pasar a una etapa creativa de
narración y desean conocer las bases
de la escritura literaria.
Aprovechar la computadora es
una necesidad especialmente para los
adultos que llegaron tarde a la computa-
dora y sólo la utilizan como máquina de
escribir y como tal resulta muy costosa,
cuando que pueden con ella editar imá-
genes, grabar audio, hacer sus propios
videos, diseñar páginas, corregir fo-
tos, hacer montajes, preparar sus películas
y sus grabaciones de voz y de música,
darle movimiento a sus presentaciones
en Power Point. En fin, descubrir las mil
posibilidades que les ofrece la computa-
dora si saben aprovecharla.
Maestros especializados en diferen-
tes áreas les enseñarán los principios de
cada modalidad y también ingenieros en
computación les ayudarán a configurar,
limpiar, resolver los problemas que van
presentando estos prodigiosos aparatos.
En El trato con escritores tendrán
la posibilidad los alumnos de conversar
con autores reales, profesionales de la
literatura.
A los padres, en el curso de Es-
cuela para padres, se les darán linea-
mientos básicos del cuidado de la salud
física del niño, primeros auxilios, pero
también orientación para atender pro-
blemas psicológicos y pedagógicos.
Las demás materias se definen por
sí mismas: Artes plásticas: dibujo, pin-
tura, escultura; Teatro con los niños
y para los niños: los alumnos escri-
ben su obra, la interpretan, realizan su
vestuario, preparan la escenografía,
descubren de qué manera maquillarse
para caracterizar a los personajes y
finalmente montan la obra.
Música en el cine y en las cari-
caturas, es una materia que les per-
mite a los niños enterarse de qué tan
cerca están o han estado de la música
culta o clásica, aunque la supongan
poco apropiada para ellos, solemne
o aburrida, ya que en el cine que ven o
en las caricaturas, videos y hasta
anuncios, está presente y saben más
de Beethoven, Mozart, Bach, Vivaldi,
Wagner, Strauss y otros, que lo que
ellos creen.
Cómo hallarle el placer a la
lectura, les dará la posibilidad de ente-
rarse de que en efecto “los libros no
muerden” y por el contrario pueden
constituirse en un maravilloso medio
de entretenimiento, sin enchufes, ni ba-
terías, disponible a toda hora y en cual-
quier lugar.
Finalmente, El trato con los me-
dios, consiste en preparar a quie-
nes tienen que comunicarse con los
medios de prensa y electrónicos y
en ocasiones no saben cómo rela-
cionarse con ellos, cómo invitarlos,
como hacerles llegar invitaciones,
boletines, cómo atenderlos cuando lle-
gan a sus reuniones y de qué manera
llevar una entrevista y prestarles la
atención que requieren y que les hará
regresar.
El cupo es limitado, los precios tam-
bién. Llamen o acudan.
Gustavo Buendía
76
TRANCO I
n este Tranco nuestro ínclito autor lanza sus
dardos venenosos –pero muy merecidos–
contra la infame clase política que en es-
te país tiene sus reales. Éste siete veces H. Comité
Editorial, al terminar la lectura del trabajo del señor
Bracho, todos y cada uno de los miembros activos,
nos miramos a los ojos y una reacción de asenti-
miento fue la que nos unió esa tarde. Veamos que fue
lo que leímos:
Bueno, estimadas amigas insumisas, voy a trans-
cribir para ustedes lo que hace ya varios años publi-
qué en el diario para el cual colaboro y verán ustedes
como las cosas todas, gobernados por la derecha
intolerante y que tiende al fascismo, se repiten y el
país no avanza, los ciudadanos padecen lo que se
llama un mal gobierno, y no hay visos de salir de
ese barranco horrendo, y que además, tal parece que
los mexicas no realizamos lo conducente para ende-
rezar tales acciones. Sí, como que nos faltan… mu-
chos. He aquí lo que antaño escribí: “Pero qué triste
papel el que desempeñan los gobernantes foxistas en
esta administración dizque del cambio. Los panistas
resultan peores que los priistas. Y cuentan para
cometer sus tropelías con el aval de los diputados y
los senadores azules. Por ejemplo si el señor Fox
comete un error, o cae en un dislate pavoroso o dice
una frase incoherente o no sujeta a las reglas ele-
mentales de la prudencia o la sintaxis brilla por su
ausencia, cuando desde la Alta Tribuna de la Nación,
desde las curules, desde la entrevista de banque-
ta, desde el foro de radio o de la televisión, desde allí,
digo, prestos, ágiles, listos cual veloces saetas y con
inteligencia digna de un arriero –con respeto a los
arrieros, claro– con verborrea de mercado, utilizando
retruécanos de quinta clase, sacando las palabras de
cruda dominguera, poniendo ejemplos de filosofía
de banqueta, echando verbos a diestra y siniestra los
susodichos amanuenses políticos, defienden así lo
hecho y lo dicho por el señor de las botas, con pirue-
tas tales capotean el temporal y con los recursos que
le dieron fama al PRI y que ahora estos irredentos
panistas toman agradecidos lo que antes criticaban
orondos y se convierten de esta manera en jilgueros
CCARLOSARLOS BBRACHORACHO
E
oficiosos y oficialistas y defensores a ultranza de los
indefendible. Claro, sí, claro como el agua vemos la
marcha del país con sus volteretas, sus bandazos, con
el clima de inseguridad en pleno: asaltos, robos de
autos, robos de partes de automóvil, robos aquí, robos
allá, secuestros, marchas de machetes, marchas de
maestros, marchas de campesinos, marchas de estu-
diantes, marchas de pobres, marchas de los abando-
nados por el TLC , marchas de comerciantes, marchas
y protestas y golpizas a los ambulantes, embotella-
mientos viales, problemas viales, problemas económi-
cos, y ufff, uffff, la lista sigue hasta decir basta. Y he
aquí, dilectos y pluscuamperfectos lectores míos,
que ya es tiempo de que surja aquí una pregunta que
millones de mexicas nos hacemos: ¿Y el cambio? ¿Y la
autoridad presidencial, dónde está? ¿Y la gobernabili-
dad, dónde? ¡Y el ‘gabinetazo’ foxista, qué hace? ¿Y el
‘reformón’? ¿Y las promesas de campaña del tal señor
Fox? ¿Y dónde está el crecimiento del 7 por ciento pro-
metido? ¿Y dónde los ‘15 minutos’ para arreglar al
EZLN? Y claro que surge la respuesta popular: Nada.
Nada. Al país lo han devorado las empresas extranje-
ras y el foxismo ya anda cerca en la creación del pobre
que le llegue al número de cincuenta millones.
Vale. Abur.”
Si, qué coraje me da al contemplar cómo el foxis-
mo nos desbarató a la nación y cómo lo llevó a rum-
bos antidemocráticos y viles. Pero ya ve usted, lector
zapatista, nada pasó. Los honorables mexicanos, pa-
sado el tiempo, pasado el foxismo y con los males pre-
sentes, algunos ilusos creyendo que el pueblo sacaría
el coraje no votando más por los desvergonzados
panistas, pues no, resulta que hoy nos “gobierna” el
señor Calderón… y los soldados, los crímenes, la des-
composición social en auge… definitivamente la raza
de bronce está cansada, ¿no?
77
Carlos Bracho
TRANCO II
Cuando el señor Bracho se lanza por los caminos de
la crítica no hay quién lo detenga, vea usted lector lo
que sigue y estará de acuerdo con nosotros los miem-
bros de éste siete veces H. Comité Editorial:
No quiero insistir en ello, lectores zapatistas, pero
es necesario tratar de llegar al fondo del asunto, hay
que decirle a las cosas por su nombre. Sí, yo creo que
debemos de rescatar algunas posiciones perdidas
y decir lo que ya es sabido, pero se calla. Creo que vale
la pena hacer el intento de revalorar o más bien de
traer a la luz un discurso que los políticos de derecha
que por desgracia nos “gobiernan”, no tocan o no uti-
lizan por no convenirles a sus intereses imperialistas.
Creo que estamos sumidos en una descomposición
social que nos agobia, y somos presas de las malas
políticas implementadas desde Los Pinos. Hoy, por
ello, más que nunca vemos cómo los políticos ante-
ponen su interés personal a los altos intereses de la
nación. Hoy la lucha de clases es una realidad brutal.
Hoy una clase domina con mano férrea y otra clase es
dominada totalmente. La clase dominante y la clase
dominada. Lucha de clases en apogeo. Una clase lo
tiene todo, poder, autoridad, dinero, bienes, y claro,
impunidad para proteger sus ilícitos. La otra clase no
tiene nada. Contra esta clase, para mantenerla sumisa
y callada está el control del Estado que se vale para
ello del ejército, de los policías, de los jueces, de los
partidos políticos, de los dueños de la charola del
dinero. El progreso en todos los órdenes, el enrique-
cimiento ilimitado de la clase capitalista provoca el
empobrecimiento radical de millones de hombres y
mujeres, provoca la servidumbre abyecta, provoca la
depauperación de la mayoría de los habitantes de este
nuestro Mexicalpan de las Ingratas. Basta recordar
que aquí existen más de cincuenta millones de pobres.
El neoliberalismo o sea el capitalismo feroz, practica-
do a pie juntillas por Calderón y compañía, con su
aplicación, con el “dejar hacer, dejar pasar” ha provo-
cado que en nuestro país se viva una de las peores
desigualdades sociales. Ergo, el enriquecimiento de la
clase dominante se realiza a través del empobreci-
miento de la clase dominada. Y bueno, ¿quién defien-
de a esa clase oprimida? Los políticos no. el presidente
en turno no, el Estado -que aquí no viene al caso, aquí
es letra muerta- es un medio de liberación y de orga-
nización y un distribuidor justiciero de las riquezas
generadas, es en la realidad –claro, de otros países
democráticos– el guardián de la clase dominadora y
cuidador celoso de los intereses de la clase dominada.
Por lo tanto, y en vista de que aquí la injusticia impe-
ra, la sociedad mexicana se halla compuesta por esas
dos clases y es por lo tanto una sociedad enajenada,
deformada, y la vida política está falseada y es utilizada
–por la clase política– para continuar con la opresión.
Estado, Iglesia –la católica– y la clase dominante y
Ejército; son cuatro gallos con espolones, cuatro for-
midables jinetes maquiavélicos que todo lo pueden
–para la clase en el poder… sí, por desgracia, la clase
dominada está destinada a ser la víctima de asaltos y
persecuciones y vejaciones y torturas y cárceles… sí,
ya ni llorar es bueno. Aunque sí puedo preguntar que
¿hasta cuándo aguantará ese pueblo otrora luchador y
gallardo? Vale. Abur.
Bueno, amigas bailadoras aquí termino de quejar-
me, y para alegrar el rato, dado que el tiempo lluvio-
so, dicen los clásicos, es tiempo tequilero, me meterá
a Mi Oficina, pondré en la rocola a José Alfredo y le
pediré a mi amada María una ringlera de caballitos de
tequila, del blanco, del que raspa, y así entre tequila y
canción, calmar el coraje y esperar que surja el otro
México bravo. Digo, ¿no?
www.carlosbracho.com
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